EL SERVICIO RELIGIOSO

¿Desde cuándo comenzó en la Tierra el servicio de adoración a Dios? Se pierde

el fundamento de la fe en la sombra de la eternidad insondable.

Se diría que el primer impulso de la planta y del gusano, a la procura de la luz,

no es sino el ansia religiosa de la vida, en busca del Creador que les instala el

ser.

Considerando, sin embargo, las escuelas religiosas de los pueblos más

antiguos, vemos en el sistema egipcio la idea central de la inmortalidad, con

avanzadas concepciones de la Grandeza Divina, más clausuradas en los

templos del sacerdocio o en los palacios de los faraones, sin ligación con el

espíritu popular, muchas veces relegado a la superstición y al abandono.

En la India, identificando el culto de la sabiduría. Instructores eminentes ahí

enseñan que la bondad debe ser la raíz de nuestras relaciones con los

semejantes, que nuestras virtudes y vicios son las fuerzas que nos seguirán,

más allá del túmulo, propagándose bendecidas lecciones de perfeccionamiento

moral y comprensión humana; entre tanto, el espíritu de las castas ahí sofoco

los santuarios, impidiendo a deseable extensión de los beneficios espirituales a

los círculos del pueblo.

En Persia, tenemos en el zoroastrismo la consagración de nuestro deber para

con el Bien; todavía, las comunidades felicitadas por sus respetables

enseñanzas se confían a guerras de conquistas y destrucción.

Entre los judíos, sentimos el soplo de la revelación del Dios Único, estableciendo

el reino de justicia en la Tierra, a pesar de la gloria sublime que la corona al

frente de Moisés y de los profetas que lo sucedieran, el orgullo racial es una

llaga viva en el corazón del Pueblo elegido.

En China , poseemos la exaltación de la simplicidad, a través de lecciones que

fulguran en todas las líneas sociales, destacando el equilibrio y la solidaridad,

con todo, el gran pueblo chino no consigue superar las perturbaciones del

separativismo y del cautiverio.

En Grecia, encontramos el culto a la Belleza. Los misterios de Orfeo trazan

hermosos ideales y construyen maravillosos santuarios. El aprimoramiento

del arte y de la cultura, sin embargo, no consiguen crear en el espíritu helénico

la noción del Amor Universal. Generales y filósofos usan la inteligencia para la

dominación y, de ningún modo, se privan de las tentaciones del campo bélico,

encendiendo la abominable hoguera de la discordia y del arrasamiento.

En Roma, sorprendemos el Derecho enseñando que el patrimonio y la libertad

del prójimo deben ser respetados, no en tanto, en ninguna civilización del

mundo observamos juntos tantos genios de la flagelación y de la muerte.

Hermes es la Sabiduría.

Buda la Renunciación.

Zoroastro es el Deber.

Moisés la Justicia.

Confucio es la Harmonía.

Orfeo es la Belleza.

Numa Pompilio es el poder.

En todos los grandes periodos de la evolución religiosa, antes de Cristo, vemos,

sin embargo, las demostraciones incompletas de la espiritualidad. No hay

padrones absolutos de perfección moral, indicando a los hombres el camino

regenerador y santificante. Aparecen líneas divisorias entre razas y castas, con

varios tipos de alabanza y humillación para ricos y pobres, señores y esclavos,

vencedores y vencidos.

Con Jesús, no en tanto, surge en el mundo el victorioso coronamiento de la fe. en

el Cristianismo, recibimos gloriosas simientes de fraternidad que dominaran a

los siglos. El Divino Fundador de la Buena Nueva entra en contacto con la

multitud y el Santuario del Amor Universal se abre, iluminado y sublime, para

la santificación de la Humanidad entera.

Por el espíritu Emmanuel – Del libro: Derrotero / médium: Chico Xavier.

Traducido por M. C. R