el proyecto de soberanía alimentaria

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Resumen. Este artículo explora cómo las economías campesinas pueden no solamente cuestionar el mo- delo de la agroindustria multinacional (McMichael, 2009), sino también aportar elementos para imaginar y construir otras economías basadas en la solidari- dad y el “buen vivir”. En especíco analizo el con- cepto de soberanía alimentaria, acuñado por La Vía Campesina, y cómo ha sido implementado por la Co- munidad de Paz de San José de Apartadó en Colom- bia. Argumento que el potencial contra-hegemónico de la soberanía alimentaria es que concibe la produc- ción de comida no como una mercancía, sino como una forma de garantizar la reproducción social y el bienestar colectivo a partir de principios de solidari- dad, reciprocidad, sostenibilidad ambiental y formas de democracia de base y autogobierno. Palabras clave: soberanía alimentaria, La Vía Cam- pesina, buen vivir, economía solidaria, Comunidad de Paz de San José de Apartadó. Abstract. My paper explores how peasant econo- mies not only question the corporate food regime (McMichael, 2009) but also provide elements for imagining and constructing other economies that are based on solidarity and the “buen vivir”. I analyze La Vía Campesina’s concept of food sover- eignty and how the Peace Community of San José de Apartadó in Colombia has implemented it. I ar- gue that the counter-hegemonic potential of food sovereignty is that it conceives the production of food not mainly as a commodity, but as a way to guarantee social reproduction and collective well- being based on principles of solidarity, reciprocity, environmental sustainability, and forms of grass- roots democracy and self-government. Key words: food sovereignty, La Vía Campesina, buen vivir, solidarity economy, Comunidad de Paz de San José de Apartadó. Otra Economía, 5(8):59-72, enero-junio 2011 © 2011 by Unisinos - doi: 10.4013/otra.2011.58.05 El proyecto de soberanía alimentaria: construyendo otras economías para el buen vivir 1 The project of food sovereignty: Building other economies for the buen vivir Laura María Gutiérrez Escobar 2 [email protected] 1 Este artículo se basa en una ponencia para la conferencia “Otras economías para el bien común y el buen vivir en América Latina”, Universidad Nacional de Costa Rica, 25-27 abril de 2012. Agradezco a Arturo Escobar, Marie-Josée Massicote, José Luis Coraggio, Natalia Robledo, Maura Brighenti, Natalia Quiroga, y Diana Gómez por sus comentarios y correcciones, así como a Juana Camacho y Michal Menser por permitirme incoporar sus textos. Este artículo se nutre de las discusiones de la conferencia en Costa Rica y del Social Movements Working Group y Latin American Political Imaginaries Working Group de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, EE.UU. 2 Estudiante del doctorado en antropología de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. CB # 311, 301 Alumini Building. Chapel Hill, N.C., 27599, USA. Introduccion Este artículo propone que el concepto de soberanía alimentaria, acuñado por La Vía Campesina, puede no solamente cuestionar el modelo de desarrollo y bienestar occidental -en especíco el promovido por la agroindus- tria multinacional- y las visiones hegemónicas sobre el campesinado, sino también brindarnos elementos para pensar y construir otras eco- nomías y sistemas alimentarios. La soberanía alimentaria supone un nuevo sistema alimen- tario a partir de la reivindicación de prácticas y racionalidades socio-económicas alternativas que hacen parte del modo de vida campesino: la solidaridad social y la democracia de base

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El Proyecto de Soberanía Alimentaria

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  • Resumen. Este artculo explora cmo las economas campesinas pueden no solamente cuestionar el mo-delo de la agroindustria multinacional (McMichael, 2009), sino tambin aportar elementos para imaginar y construir otras economas basadas en la solidari-dad y el buen vivir. En especfi co analizo el con-cepto de soberana alimentaria, acuado por La Va Campesina, y cmo ha sido implementado por la Co-munidad de Paz de San Jos de Apartad en Colom-bia. Argumento que el potencial contra-hegemnico de la soberana alimentaria es que concibe la produc-cin de comida no como una mercanca, sino como una forma de garantizar la reproduccin social y el bienestar colectivo a partir de principios de solidari-dad, reciprocidad, sostenibilidad ambiental y formas de democracia de base y autogobierno.

    Palabras clave: soberana alimentaria, La Va Cam-pesina, buen vivir, economa solidaria, Comunidad de Paz de San Jos de Apartad.

    Abstract. My paper explores how peasant econo-mies not only question the corporate food regime (McMichael, 2009) but also provide elements for imagining and constructing other economies that are based on solidarity and the buen vivir. I analyze La Va Campesinas concept of food sover-eignty and how the Peace Community of San Jos de Apartad in Colombia has implemented it. I ar-gue that the counter-hegemonic potential of food sovereignty is that it conceives the production of food not mainly as a commodity, but as a way to guarantee social reproduction and collective well-being based on principles of solidarity, reciprocity, environmental sustainability, and forms of grass-roots democracy and self-government.

    Key words: food sovereignty, La Va Campesina, buen vivir, solidarity economy, Comunidad de Paz de San Jos de Apartad.

    Otra Economa, 5(8):59-72, enero-junio 2011 2011 by Unisinos - doi: 10.4013/otra.2011.58.05

    El proyecto de soberana alimentaria: construyendo otras economas para el buen vivir1

    The project of food sovereignty: Building other economies for the buen vivir

    Laura Mara Gutirrez [email protected]

    1 Este artculo se basa en una ponencia para la conferencia Otras economas para el bien comn y el buen vivir en Amrica Latina, Universidad Nacional de Costa Rica, 25-27 abril de 2012. Agradezco a Arturo Escobar, Marie-Jose Massicote, Jos Luis Coraggio, Natalia Robledo, Maura Brighenti, Natalia Quiroga, y Diana Gmez por sus comentarios y correcciones, as como a Juana Camacho y Michal Menser por permitirme incoporar sus textos. Este artculo se nutre de las discusiones de la conferencia en Costa Rica y del Social Movements Working Group y Latin American Political Imaginaries Working Group de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, EE.UU. 2 Estudiante del doctorado en antropologa de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. CB # 311, 301 Alumini Building. Chapel Hill, N.C., 27599, USA.

    Introduccion

    Este artculo propone que el concepto de soberana alimentaria, acuado por La Va Campesina, puede no solamente cuestionar el modelo de desarrollo y bienestar occidental -en especfi co el promovido por la agroindus-tria multinacional- y las visiones hegemnicas

    sobre el campesinado, sino tambin brindarnos elementos para pensar y construir otras eco-nomas y sistemas alimentarios. La soberana alimentaria supone un nuevo sistema alimen-tario a partir de la reivindicacin de prcticas y racionalidades socio-econmicas alternativas que hacen parte del modo de vida campesino: la solidaridad social y la democracia de base

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    que buscan garantizar el bienestar colectivo; los conocimientos agrcolas de las comunidades rurales; y las relaciones ms armnicas con la naturaleza. Estas prcticas y racionalidades que sustentan el proyecto de soberana alimentaria contrastan, en gran medida, con las hegemni-cas capitalistas que se basan en la acumulacin de capital, la maximizacin de la ganancia en el corto plazo, la concepcin de la naturaleza como un conjunto de recursos para ser explo-tados, y la promocin del inters individual basado en el clculo de costo-benefi cio, la com-petencia en el supuesto libre mercado y la pri-maca del conocimiento experto.

    En la primera parte, presento algunos pos-tulados de la economa solidaria y el pensa-miento decolonial latinoamericano sobre la importancia de valorar y teorizar la diversidad de prcticas y racionalidades econmicas y po-lticas que surgen de grupos subalternos como los campesinos y sus movimientos sociales, especfi camente La Va Campesina (LVC). En la segunda, analizo cmo la soberana alimen-taria promueve y reivindica la solidaridad so-cial mediante la conceptualizacin de la comi-da como un valor de uso comn -es decir, un bien producido colectivamente para satisfacer las necesidades materiales y simblicas de la comunidad en su conjunto-, y no como una mercanca. Igualmente exploro cmo LVC, a travs de la agroecologa, reivindica a las co-munidades campesinas como productoras de conocimiento y reafi rma la importancia de es-tablecer relaciones ms armnicas con la na-turaleza, o lo que el economista ecuatoriano, Alberto Acosta, denomina el socio-biocen-trismo. En la tercera, me centro en la manera como La Va Campesina ha desarrollado nue-vas formas de poder que puedan sustentar un sistema alimenticio y unas relaciones sociales ms justas y sostenibles basadas en la unidad en la diferencia, en la autodeterminacin y en la reconceptualizacin del rol del Estado. En las conclusiones propongo algunos puntos de discusin. A manera de ejemplo somero, incor-poro algunas refl exiones sobre la Comunidad de San Jos de Apartad en Colombia.

    Las racionalidades econmicas alternativas como punto de partida para construir otras economas

    El pensamiento hegemnico occidental ha presentado el triunfo global del capitalismo como el culmen del proceso civilizatorio huma-no. En consecuencia, el mercado auto-regulado, el modelo del individuo racional y la supuesta capacidad del hombre para dominar la natu-raleza, han sido concebidos como universales, naturales y superiores. Uno de los resultados ms perjudiciales de la hegemona de este dis-curso (neo)liberal ha sido la supuesta imposi-bilidad de pensar otros sistemas econmicos y tipos de sociedad al argirse, por un lado, la inevitabilidad del capitalismo y, por el otro, la inferioridad de la diferencia econmica o de to-das aquellas formas econmicas no-capitalistas o subsumidas dentro del capitalismo.

    Las teoras sobre economa solidaria y el pensamiento decolonial que estn surgien-do en Latinoamrica entienden al capitalis-mo como parte del origen y desarrollo de la modernidad y la estructura de dominacin global (neo)colonial3. Igualmente han avan-zado en teorizar otras economas a partir de las prcticas y racionalidades alternativas que han sido invisibilizadas por la modernidad, como las relaciones de solidaridad y recipro-cidad entre las comunidades y entre stas y la naturaleza, y las formas de democracia direc-ta o de base que emergen de la cotidianidad social y laboral de estos grupos subalternos.

    Los estudios sobre economa solidaria4 par-ten de reconocer las potencialidades de las ex-periencias cooperativistas y autonomistas que surgieron en Latinoamrica, como las fbricas tomadas en la Argentina, a raz de la crisis pro-vocada por las reformas neoliberales. A partir de estas experiencias populares, se delinearon las caractersticas de una economa solidaria que pudiera radicalizar y politizar estas tradi-ciones, prcticas y lgicas econmicas alterna-tivas dentro de un proyecto de transformacin social ms amplio.5

    3 Para una perspectiva general sobre la economa solidaria, consultar Coraggio (2007). Para el pensamiento decolonial, Andreotti (s.f.). 4 En este artculo, utilizamos el termino de economa solidaria aunque estamos conscientes de que existen mltiples concep-tos utilizados en esta vertiente terica como Economa solidaria (Luiz Incio Gaiger y Paul Singer), Economa de solidaridad (Luis Razeto), Economa social y solidaria (Jos Luis Coraggio) y Economa popular (Anbal Quijano), entre otras.5 Paul Singer (2007, in Coraggio, 2007), por ejemplo, ha identificado las caractersticas ideales de una cooperativa de pro-duccin. Entre estas, se destacan la posesin colectiva de los medios de produccin, la gestin democrtica en cuanto a la divisin del trabajo y del ingreso, as como del uso del excedente.

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    Laura Mara Gutirrez Escobar

    Las experiencias cooperativistas en Latino-amrica han mostrado la importancia de que los trabajadores recobren el control sobre sus formas de subsistencia y de transformar el tra-bajo para que no sea la fuente de degradacin de la condicin humana, sino que permita una vida digna donde se satisfagan las necesida-des materiales y culturales, o lo que Coraggio ha denominado la reproduccin ampliada de la vida de todos (Coraggio, 2007, p. 21).

    Coraggio enfatiza la necesidad de la des-conexin cultural respecto al capitalismo lo cual implica un nuevo lenguaje econmico que reclame, bajos otros signifi cados, conceptos clave como productividad, efi ciencia, merca-do, y acumulacin de capital. Por ejemplo, Co-raggio habla de sufi ciencia (en vez de la sola efi ciencia) sustentada en la solidaridad, as como de la productividad y competitividad sistmicas, es decir medibles en avances de la colectividad y no slo de individualidades su-madas (Coraggio, 2007, p. 19). Igualmente, la economa social y solidaria se construye a par-tir de reconocer la pluralidad econmica, que combine iniciativas estatales, privadas, comu-nitarias y cooperativas, entre otras. Esta plura-lidad econmica tambin se expresa en formas de intercambio alternativas, como el trueque, y las formas de trabajo y redistribucin colec-tiva del excedente, basadas en la movilizacin de mano de obra y recursos a partir de la reci-procidad (Coraggio, 2007).

    Para el pensamiento decolonial, la moder-nidad no puede entenderse sin su otra cara oculta, la de la colonialidad del poder, que se estableci a partir de la oposicin dicot-mica entre nosotros (blancos, civilizados, racionales) y los otros (inferiores, salvajes, atrasados) (Quijano, 2007; Mignolo, 2002). Como resultado de esta colonialidad del po-der, el capitalismo ha sido construido como hegemnico a partir de la invisibilizacin y marginalizacin de lo que Mignolo (2002) lla-ma la diferencia colonial, o el hecho de que las prcticas y subjetividades econmicas no-capitalistas, que correspondan a los pueblos no-blancos, fueran construidas como inferio-res, siguiendo la lgica de la dominacin a

    partir de las jerarquas raciales establecidas desde la Colonia6.

    El concepto del buen vivir se ha constitui-do en uno de los aspectos clave de la crtica decolonial al modelo de desarrollo y las nocio-nes de bienestar y riqueza del paradigma capi-talista moderno desde los grupos subalternos, en especial indgenas (Acosta, 2010; Gudynas, 2011)7. Para el ecologista uruguayo Eduardo Gudynas, el buen vivir parte de que el bienes-tar y la riqueza no son nicamente un asunto de ingresos econmicos o bienes materiales ni que se resuelve solamente en el mercado. El buen vivir est defi nido como el

    reconocimiento social y cultural, los cdigos de conductas ticas e incluso espirituales en relacin con la sociedad y con la naturaleza, los valores humanos [] Lo humano se realiza (o debe reali-zarse) en comunidad, con y en funcin de otros seres humanos, sin pretender dominar a la natu-raleza (Gudynas, 2011, p. 11-12).

    El postulado central del buen vivir, segn el cual la solidaridad debe ser la base del sis-tema econmico y de la sociedad en general, se deriva de la institucin de la minka. Esta, a su vez, se origina en los ayllus o comunidades indgenas andinas defi nidas partir de redes de parentesco (Muyolema, 2011). A travs de la minka se establecen relaciones de reciprocidad que garantizan la sobreviviencia y el bienestar de todos los miembros del ayllu mediante el trabajo colectivo y la redistribucin de la tierra y otros recursos comunes, de acuerdo con las necesidades de cada una de las familias (Gu-tirrez Escobar, 2010).

    El establecimiento de relaciones ms arm-nicas con la naturaleza es tambin parte cen-tral del buen vivir. Alberto Acosta plantea la necesidad del socio-biocentrismo por el cual nuestros sistemas econmicos deben garanti-zar la integridad de los procesos naturales, los fl ujos de energa y materiales de la biosfe-ra y la biodiversidad del planeta sin dejar de mejorar las condiciones de vida de todos los habitantes (Acosta, 2010, p. 19). De esta ma-nera, se plantea una crtica al ambientalismo

    6 En mi opinin, la teora decolonial puede llevar a la reificacin de la raza como el eje estructurador de la dominacin en su afn por superar el determinismo de clase. 7 El buen vivir se relaciona con las ideas del pueblo quechua ecuatoriano sobre el suma kawsay y de los aymaras bolivianos de Suma Qamaa. Segn Gudynas: Mientras que el primero (Suma Kawsay) refiere a la idea de un buen vivir en sentido amplio, el segundo puede ser adems interpretado como una buena vida en comunidad o buen convivir [...]. En el caso boliviano tambin se recogen otras expresiones anlogas provenientes de otros pueblos indgenas tales como andereko (vida armoniosa) y teko kavi (vida buena) de los guaranes (Gudynas, 2011, p. 2)

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    El proyecto de soberana alimentaria: construyendo otras economas para el buen vivir

    que no est cruzado por la pregunta sobre las desigualdades sociales y cmo estas tienen distintas implicaciones en la construccin de sociedades y sistemas productivos ecolgicos y socialmente sostenibles y justos.

    Finalmente, el buen vivir plantea la nece-sidad de repensar las estructuras polticas de la modernidad, en especial el Estado-nacin y la democracia representativa. Para los inves-tigadores Boris Maran y Dania Lpez no es posible construir sistemas econmicos alter-nativos, basados en la solidaridad y la igual-dad social, sin una estructura de autoridad alternativa a la del estado capitalista [...] aso-ciada a la democracia directa que apoye un sistema de control del trabajo basado en la reciprocidad (Maran y Lpez, 2010). Esta democracia directa signifi ca la devolucin de poder desde las instituciones burocrticas y centralizadas -ya sean los partidos polticos o el Estado- hacia las organizaciones populares y las comunidades, y el cuerpo social en gene-ral, basadas en las prcticas organizativas de la vida cotidiana.

    En sntesis, el buen vivir se enmarca en la bsqueda de lo que Arturo Escobar ha deno-minado una sociedad otra post-capitalista y post-liberal donde [...] el post seala las nociones de que la economa no es esencial o naturalmente capitalista, las sociedades no son naturalmente liberales y el Estado no es la ni-ca forma de instituir el poder social [...] (Esco-bar, 2010, p. 12).

    La centralidad del planteamiento del buen vivir para el debate pblico y acadmico so-bre la necesidad de pensar y construir otras formas de economa hace evidente un nuevo relacionamiento con movimientos sociales como La Va Campesina no como atrasados e inferiores y, por tanto, objeto de interven-cin y modernizacin, pero como espacios y sujetos productores de conocimiento, prcti-cas y racionalidades econmicas alternativas o lo que Casas-Corts et al. (2008) han llama-do conocimientos-prcticas8. El proyecto de soberana alimentaria de LVC demuestra lo

    que Arturo Escobar ha planteado como la ne-cesidad de que las ciencias sociales incorpo-ren [...] otras formas de conocimiento, como aquellas de los activistas-intelectuales que habitan los mundos de muchos de los actua-les movimientos sociales [...] (Escobar, 2010, p. 3, traduccin ma)9.

    A continuacin discutimos los potenciales contra-hegemnicos del modo de vida campe-sino y del proyecto de soberana alimentaria, segn han sido planteados por LVC, para la construccin de otros sistemas alimentarios y otras sociedades ms justas y ecolgicamente sostenibles.

    LVC y su proyecto de soberana alimentaria como ejemplo de otras economas

    LVC y la defensa del modo de vida campesino

    La Va Campesina, tal vez el movimiento transnacional de campesinos y otros produc-tores agrcolas ms importante de los ltimos veinte aos, ha analizado las inequidades del modelo de desarrollo o lo que Jos Mara Tor-tosa ha llamado maldesarrollo (Tortosa, 2008 in Acosta, 2010, p. 9).

    Segn LVC, el rgimen alimentario corpo-rativo (McMichael, 2009)10 es en gran medida el responsable por las mltiples crisis que vi-vimos y, por tanto, es incapaz y no est inte-resado en encontrar verdaderas soluciones a las mismas. Las semillas transgnicas, los agro-combustibles, las prcticas de dumping y el monocultivo industrial no solamente pro-ducen la quiebra de los campesinos y su de-pendencia de las grandes corporaciones para sobrevivir como agricultores, sino tambin las crisis alimentarias mundiales, la ampliacin de la frontera agraria a zonas altamente biodi-versas como el Amazonas, y la contaminacin de fuentes de agua y suelos que contribuyen al calentamiento global y la destruccin de la vida en el planeta.

    8 Para Casas-Corts et al., los conocimientos-practicas enfatizan el carcter concreto, corporal, vivido y situado del cono-cimiento lo que implica problematizar la distincin que existe, en las ciencias sociales, entre sujeto y objeto de estudio. As mismo, para las autoras, al reconocer a los movimientos sociales como espacios y procesos en los cuales se generan, modifican y movilizan conocimientos por diversos actores, se adquieren reflexiones polticas importantes, tanto sobre las dinmicas polticas de estos movimientos contemporneos, como sobre las de la sociedad en su conjunto (Casas-Corts et al., 2008, p. 20, traduccin ma).9 Como afirma Arturo Escobar, es necesario preguntarse [...] desde dnde piensa uno, con quin y con cual propsito [...] la investigacin es, ms que nunca, simultneamente terica y poltica (Escobar, 2010, p. 3, traduccin ma).10 El trmino original es corporate food regime.

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    Laura Mara Gutirrez Escobar

    A partir de esta crtica al rgimen alimenta-rio corporativo, la Va Campesina ha desafi a-do el lugar subordinado asignado por la mo-dernidad a los campesinos y a sus formas de produccin econmicas como el otro inferior al capitalismo y al sujeto racional empresarial. Por tanto, La Va Campesina ha constituido su propio locus de enunciacin11, al desafi ar esta visin capitalocntrica y eurocntrica del cam-pesinado, para pasar a reivindicar su derecho a seguir viviendo como campesinos: tenemos el derecho de continuar existiendo como cam-pesinos y campesinas, y tenemos la responsa-bilidad de alimentar a nuestros pueblos. Esta-mos aqu [...] y nos negamos a desaparecer (La Va Campesina, 2008).

    Igualmente, LVC ha defendido el modo de vida campesino porque produce, a diferencia del rgimen alimentario corporativo, benefi -cios colectivos para la humanidad, como la preservacin de la biodiversidad y la lucha contra el calentamiento global, a la vez que produce comida sana y cuturalmente apro-piada. LVC ha argumentado que los peque-os productores rurales son los verdaderos cuidadores de la biodiversidad -en vez de la agroindustria multinacional- gracias al po-licultivo, los conocimientos tradicionales, la fertilizacin cruzada y la utilizacin de m-todos naturales para el control de plagas y el abono del suelo:

    Slo la agricultura campesina alimenta a los pueblos, mientras que el agronegocio produce productos de exportacin y agrocombustibles para alimentar a los automviles en lugar de los seres humanos [...] slo la produccin campesina agroecolgica puede desvincular el precio de los alimentos del precio de petrleo, recuperar los suelos degradados por la agricultura industrial, y producir alimentos sanos y cercanos para nues-tros pueblos. La agricultura industrial calienta al planeta, y la agricultura campesina enfra al planeta (La Va Campesina, 2008).

    Finalmente, el concepto de soberana ali-mentaria enfatiza que los campesinos y otros pequeos productores rurales no slo tienen el derecho a sobrevivir, sino tambin a hacerlo en condiciones de dignidad y autonoma defi -nidas soberanamente, o en sus propios trmi-

    nos y a partir de sus propios procesos demo-crticos. La soberana alimentaria representa entonces la lucha de los pequeos productores para recuperar el control colectivo sobre los sistemas agrcolas; control que ha sido apro-piado por las corporaciones transnacionales y las instituciones de gobernanza neoliberal:

    [La soberana alimentaria] nos ofrece una estrate-gia para resistir y desmantelar el comercio libre y corporativo y el rgimen alimentario actual, y para encauzar los sistemas alimentarios, agrco-las, pastoriles y de pesca para que pasen a estar gestionados por los productores y productoras locales (La Va Campesina, 2008).

    Mi intencin no es promover visiones esencialistas sobre los campesinos que les adjudiquen un intrnseco ethos colectivo y ecolgico que nos lleve a producir una versin campesina del salvaje ecolgico o comunitario. Es evidente que no todas las formas de economa campesina se basan en la politizacin consciente de prcticas y valores solidarios y ecolgicos. La pobreza y marginalizacin de la economa de mer-cado podran, en parte, explicar por qu las diversas formas colectivas de trabajo y distribucin de excedentes, as como la pro-duccin ambientalmente sostenible, se han mantenido, en mayor o menor grado, en las comunidades campesinas. Tambin es cierto que los campesinos elijen ciertos nichos de mercado -como el comercio justo u orgni-co- no solamente a partir de consideraciones ecolgicas, sino por una opcin calculada en trminos de las mejores oportunidades eco-nmicas que estos representan. Adems, la produccin de sus parcelas es, en parte, ma-nejada de acuerdo con consideraciones de inversin de capital y clculo de ganancia.

    Puede decirse entonces que los campesinos no se encuentran completamente al margen de las lgicas y prcticas capitalistas dado que participan del mercado, aunque en posicin subordinada. Mas bien, la economa campesi-na correspondera a la categora de economa popular donde la solidaridad en momentos se restringe a estrategias de sobrevivencia de las personas directamente involucradas en la pro-

    11 El locus de enunciacin es la posicin epistemolgica desde donde se habla (Andreotti, s.f., p. 3). Es decir, la manera en que la subjetividad, tomando en cuenta la condicin de clase, el gnero, la identidad sexual, etc, influencia la manera en que los sujetos producen conocimiento. La propuesta de decolonizar el conocimiento parte de reconocer y hacer explcito el locus de enunciacin de cada persona o grupo para revelar los procesos de dominacin y las posibilidades de resisten-cia inscritas en la produccin de conocimiento (Escobar, 2010, p. 3).

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    El proyecto de soberana alimentaria: construyendo otras economas para el buen vivir

    duccin, sin extenderse a un proyecto poltico ms amplio (Coraggio, 2007). Segn Coraggio:

    Hay que diferenciar entre la solidaridad entre los miembros de una micro-organizacin y la solidaridad con la vida de todos los miembros de comunidades o sociedades ms amplias, o como dice Lisboa, lo que hace una diferencia es la soli-daridad ad-extra (Coraggio, 2007, p. 21, nfasis en el original).

    Es importante resaltar, sin embargo, que las diversas formas que asume la economa campesina tienen en comn un ethos barroco en el que coexisten los valores substantivos y mercantiles (Melo de Lisboa, citado por Cora-ggio, 2007). En otras palabras, en la economa campesina hay una lgica alternativa a la del individuo racional que se rige por el anlisis de costo-benefi cio. Es precisamente esa lgica alternativa la que la LVC ha demostrado que es fructfera para pensar y construir otras eco-nomas y otros sistemas alimentarios.

    Soberana alimentaria como buen vivir

    El proyecto de soberana alimentaria de LVC

    La soberana alimentaria ofrece una al-ternativa para reformar nuestros sistemas alimenticios en varios niveles. Primero consi-dero que la soberana alimentaria parte de lo que podra plantearse como la combinacin de dos conceptos importantes de Marx: el va-lor de uso y el metabolismo socionatural. Marx defi ni como valor de uso el valor que un objeto adquiere cuando ha sido producido para satisfacer las necesidades fi siolgicas y sociales humanas y que, por tanto, se extingue o se realiza en el consumo del mismo (Marx, 1990 [1867]). En cuanto al metabolismo socio-natural, Marx entiende ya claramente cmo la agricultura industrial perturba las relaciones de dependencia de los seres humanos con la naturaleza y, en especial, la capacidad de las comunidades rurales para producir alimen-tos para s mismas y para la sociedad en su conjunto:

    [La produccion capitalista] perturba la interac-cin metablica entre el hombre y la tierra, es decir, impide que se devuelvan a la tierra los elementos constituyentes consumidos por el hombre en forma de alimentos y ropa, e impide, por lo tanto, el funcionamiento del eterno estado

    natural para la fertilidad permanente del suelo [] Todo progreso en la agricultura capitalista es un progreso en el arte, no solamente de robar al trabajador, sino de robar al suelo (Marx, 1990 [1867] in Bellamy Foster, 2000, p. 241).

    En un primer nivel, la soberana alimen-taria implica que la produccin de comida debe orientarse por su valor de uso, en vez de por su capacidad para producir plusva-la o lo que podra entenderse, en trminos de Coraggio, como la reproduccin amplia-da de la vida (Coraggio, 2007); y por lo que Hanna Witt man llama la reparacin de la ruptura metablica que implica el mode-lo de la agro-industria (Witt man, 2009). En este sentido, LVC ha argumentado que la produccin de alimentos debe estar primor-dialmente orientada a suplir las necesidades humanas, tanto fsicas como culturales, y en armona con la naturaleza: La soberana alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos [...], accesibles, produ-cidos de forma sostenible y ecolgica [...] (La Va Campesina, 2008).

    En un segundo nivel, la soberana alimen-taria es la defensa del acervo cultural de las comunidades rurales y de los pueblos del mundo. La Va Campesina ha denunciado que el rgimen corporativo busca homogeni-zar los hbitos alimenticios a nivel global con la cultura de la comida rpida y altamente procesada, atentando contra la diversidad de tradiciones culinarias que hacen parte de la reproduccin cultural de los pueblos. Por esta razn, LVC ha defendido la supervivencia de las diversas formas de economa campesina, indgena, pastoril, entre otras, que mantienen la diversidad cultural:

    Se intenta imponer el patrn alimentario de las corporaciones trasnacionales como el nico vi-able, apropiado y correcto en un mundo global; se trata de un verdadero imperialismo alimentario que atenta contra la diversidad de las culturas alimentarias de los pueblos, sus identidades na-cionales, culturales y tnicas (Foro Mundial so-bre Soberana Alimentaria, 2001).

    LVC reconoce entonces las redes de soli-daridad y los procesos culturales que se for-jan a partir de la comida. En efecto, la produc-cin y el consumo de alimentos atraviesa la construccin de identidades y memorias co-lectivas (Camacho, 2011, versin preliminar). Por ejemplo, gran parte de las identidades re-gionales y nacionales se expresan a partir de

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    Laura Mara Gutirrez Escobar

    los distintos platos y tradiciones culinarias. La antroploga colombiana Natalia Roble-do analiza como la panela, un endulzante natural derivado de la caa, fue considera-do como el producto insignia de la cultu-ra colombiana durante el siglo XX, a cuyo consumo se le atribua, dado su alto valor nutricional, la entereza y valenta del pue-blo colombiano para superar las ms duras adversidades y un rol importante en la construccin de la nacin (Robledo, 2010).

    En un tercer nivel, la lucha por la sobera-na alimentaria y de las nuevas visiones de LVC sobre el campesinado evidencian cmo la agricultura moderna ha implicado la do-minacin de la metis o el conocimiento prc-tico local de los campesinos por el episteme del conocimiento cientfi co que se basa en el modelo cartesiano (Desmerais, 2007). Por tanto, LVC nos alerta sobre la imposibilidad de que otras economas -y en especfi co otros sistemas alimentarios- puedan emerger sin el desafo a las narrativas del desarrollo occi-dental, o lo que Coraggio (2007) denomina la desconexin cultural y Maldonado Torres (2004, p. 6-7), la desobediencia epistmica. As mismo sobre la necesidad de producir no solamente otros conocimientos sino tam-bin conocimientos de otras maneras que no tienen la pretensin del paradigma cient-fi co moderno de ser universales y neutrales, sino que son conocimientos situados, en este caso, en las realidades y cosmovisiones de los pequeos productores rurales y sus dirigentes y organizaciones de base (Esco-bar, 2010).

    LVC plantea entonces la importancia de recuperar las prcticas y conocimientos ances-trales campesinos, indgenas y de los pueblos afro-descendientes sobre la biodiversidad y las formas de cultivo:

    Un verdadero modo de produccin a futuro de-ber estar basado en los conocimientos tradi-cionales de la gente que trabaja la tierra quienes hacen uso de los recursos disponibles sin daar el medio ambiente. Esto no signifi ca que las nuevas tecnologas sern rechazadas o que no se deber permitir la exportacin de productos. Pero si quiere decir que las nuevas tecnologas debern apoyar y desarrollar a futuro modos de produc-cin sostenible campesina en vez de destruirlo [...] (La Va Campesina, 2002).

    La soberana alimentaria en la prctica: la Comunidad de P az de San Jos de Apartado en Colombia

    La Comunidad de Paz de San Jos de Apar-tad, en la regin del Urab antioqueo en Colombia, es un ejemplo interesante de sobe-rana alimentaria, aunque no est directamen-te relacionado con LVC12. Esta comunidad ha implementado progresivamente su propio sistema educativo y justicia comunitaria, as como su autosufi ciencia alimentaria en medio del confl icto armado en Colombia. En un prin-cipio, la autosufi ciencia alimentaria surgi de la necesidad ante los continuos bloqueos de las vas por parte de los grupos armados que impedan la venta y compra de productos en los mercados locales y amenazaban con provo-car hambruna dentro de la comunidad. En este contexto de guerra, la solidaridad y reciproci-dad fueron fundamentales para la sobreviven-cia de la comunidad. A medida que se fueron organizando como comunidad de Paz, los ha-bitantes de San Jos fueron politizando estas estrategias de supervivencia para crear una forma de organizacin social distinta donde se garantizara el bienestar de todos los miembros de la comunidad:

    Nuestra forma de trabajar tena sentido no slo porque necesitbamos subsistir sino porque la forma en que trabajbamos nos permita crecer como comunidad [...] Para nosotros el trabajo es resistencia diaria, resistencia construida por nosotros mismos. Queremos vivir una lgica diferente a la del mercado, una lgica en la que lo importante es vivir dignamente sabiendo que todos en la comunidad estamos luchando juntos para lograrlo (CPSJA, 2006).

    De esta manera, se estableci una forma de economa solidaria por la cual las familias forman grupos de trabajo para cultivar colec-tivamente, y de una forma ecolgicamente sostenible, donde la comunidad en su con-junto garantiza el acceso a la tierra, las herra-mientas, las semillas y, a veces, la alimentacin (Tuberquia, 2011; CPSJA, 2006). En San Jos de Apartad, la produccin agrcola est orienta-da principalmente a la autosubsistencia, pero tambin hay diversos cultivos comerciales or-gnicos, en especial de cacao y banano, que se producen dentro de acuerdos de comercio

    12 Desde el 2010, cuatro veredas (Guineo, Las Claras, Alto Joaqun y Puerto Nuevo) en el municipio de Tierralta, Depar-tamento de Cordba, son parte de la Comunidad de Paz de San Jos de Apartad.

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    El proyecto de soberana alimentaria: construyendo otras economas para el buen vivir

    justo con distintas empresas de Europa y Esta-dos Unidos13. La reinversin de las ganancias obtenidas de la venta para el mercado se de-cide de manera colectiva en las asambleas de la comunidad (Tuberquia, 2011; CPSJA, 2006). En historia vivida, un documento sobre la historia de la Comunidad de Paz, se puede ob-servar la lgica alternativa de su sistema pro-ductivo en la que la solidaridad no est dada, sino que se construye colectiva y democrtica-mente a partir de las prcticas cotidianas de resistencia:

    Indudablemente este trabajo en grupos no ha sido fcil. Este esfuerzo nos ha costado aos y seguimos en un trabajo constante ya que siempre existe el riesgo de que las posiciones individualistas qui-eran imponerse sobre el bienestar colectivo. No ha sido fcil que todos nos sintamos y nos pensemos como parte de una comunidad [...] Ha implicado das de encontrarnos todos y refl exionar, de hacer reuniones de grupos de coordinadores, han sido aos y aos de nuevas iniciativas, de estar en el lugar de trabajo como lugar de refl exin, como lu-gar de resistencia (CPSJA, 2006).

    La comunidad de Paz de San Jos de Apar-tad es un ejemplo concreto de cmo la im-plementacin de la soberana alimentaria, mediante la democratizacin de la toma de decisiones sobre la produccin de comida y la incorporacin de tcnicas de cultivo que se ba-san en los ciclos naturales, puede llevar a una transformacin de las subjetividades econmi-cas que impulsen la produccin guiada por el valor de uso, nuevas relaciones sociales solida-rias y el intento por restaurar el metabolismo socio-natural (Witt man, 2009, p. 819).

    Soberana alimentaria y la construccin de sistemas de poder alternativos

    LVC como soberana radicalmente democrtica y de-centrada

    Si partimos de una visin holstica de la so-ciedad en la que la economa no se constituye como una esfera separada de los dems proce-sos sociales, es necesario plantearnos nuevas

    formas de organizacin poltica que puedan democratizar nuestros sistemas econmicos. LVC, a partir de la soberana alimentaria, ha planteado que la nica forma de construir sis-temas alimenticios ms justos es a partir de la democratizacin del proceso por el cual se toman decisiones sobre la forma de organizar dichos sistemas, desde la produccin hasta el consumo:

    La soberana alimentaria es el derecho de los pue-blos [] a decidir su propio sistema alimentario y productivo [] La soberana alimentaria da prioridad a las economas locales y a los merca-dos locales y nacionales, y otorga el poder a los campesinos y a la agricultura familiar, la pesca artesanal y el pastoreo tradicional, y coloca la produccin alimentaria, la distribucin y el con-sumo sobre la base de la sostenibilidad medioam-biental, social y econmica [] La soberana ali-mentaria supone nuevas relaciones sociales libres de opresin y desigualdades entre los hombres y mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones (La Va Campesina, 2008).

    El concepto de soberana alimentaria de LVC implica una multiplicidad de espacios de soberana que cuestionan la supremaca del Estado-nacin y se oponen al modelo de la go-bernabilidad neoliberal transnacional, o lo que Antonio Negri ha llamado la soberana impe-rial de-centrada (Negri, 2008). LVC en s mis-ma implica diferentes niveles de la soberana: a pesar de que se ha comprometido a defender los derechos de las comunidades rurales sobre la produccin de alimentos, su circunscripcin transnacional -que incluye los consumidores y los trabajadores migrantes- hace que sea impo-sible e indeseable restringir el signifi cado de la soberana a lo local o la comunidad, ya que ambas se insertan en los mltiples espacios y redes de lo urbano, rural, regional y transna-cional (Patel, 2009).

    De esta manera, la soberana alimentaria puede entenderse como una propuesta de so-berana radicalmente democrtica y de-cen-trada, donde la soberana debera dispersarse por todos los actores del sistema alimenticio de modo que una amplia gama de comunida-des locales y pequeos productores de alimen-tos y consumidores puedan decidir de manera

    13 La comunidad tiene una posicin crtica frente al comercio justo dado que, si bien pueden vender sus productos a precios superiores que en otras redes mercantiles, las ganancias son muy desiguales entre la comunidad y las empresas con las que comercian. Incluso, con la reciente crisis econmica, las empresas extranjeras estaban ofreciendo precios de compra inferiores a los del mercado nacional (Tuberquia, 2011).

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    Laura Mara Gutirrez Escobar

    autnoma y democrtica la forma en que se producen, distribuyen y consumen alimentos. Por lo tanto, LVC est luchando por el control democrtico popular sobre el rgimen de ali-mentos que limita la concentracin y la centra-lizacin del poder de decisin en instituciones no representativas de los intereses de la ma-yora de la poblacin mundial tales como las ONGs, las instituciones fi nancieras internacio-nales, las empresas multinacionales y los rga-nos de gobierno neoliberal, como la OMC. Con respecto al Estado-nacin, la posicin de LVC es ms compleja, como veremos ms adelante.

    LVC podra entenderse como un proyec-to poltico para dispersar el poder (Zibechi, 2010) -ms no realmente anti-estatal- a partir de las dinmicas de organizacin interna que refl ejan su compromiso de mantener el pro-ceso de toma de decisiones de la forma ms colectiva y horizontal posible, sin apelar a un poder centralizador o a estructuras jerrqui-cas. Segn Raj Patel:

    [...] uno de los rasgos centrales que caracteriza a la organizacin es la ausencia de un secretari-ado encargado del diseo de las polticas [...] la ausencia de una autoridad soberana que puede determinar lo que cualquier miembro, organiza-cin o pas [miembro de LVC] puede hacer (Patel, 2009, p. 669, traduccin ma).

    Asimismo, Paul Nicholson defi ne a LVC como [...] un movimiento que, en trminos de su organizacin ha seguido siendo autnomo, independiente, y horizontal. Es un movimien-to desde abajo (Nicholson, 2009, p. 677, tra-duccin ma).

    Segn Desmerais, los mecanismos de con-sulta y rendicin de cuentas en todos los ni-veles organizativos de LVC son claves para asegurar que el proceso de toma de decisiones entre las distintas organizaciones y regiones sea democrtico (Desmerais, 2007)14. Este pro-ceso democrtico se sustenta en las Conferen-cias Internacionales y las Asambleas de Muje-res que se renen cada tres o cuatro aos para discutir los objetivos, las estrategias y las cam-paas de LVC a nivel general. Las Conferencias Internacionales son precedidas por encuentros regionales y locales donde se busca garantizar que los representantes de las distintas organi-zaciones estn enterados de las problemticas

    y propuestas de sus constituyentes y han sido legitimados por los mismos (Desmerais, 2007).

    La cuestin del Estado

    La Va Campesina apoya a las organizacio-nes de base comunitaria y busca inspiracin en luchas pasadas que subordinan la lgica del mercado al bienestar social refl ejado en prc-ticas de ayuda mutua, reciprocidad y solida-ridad. Las iniciativas auto-gestionadas de los campamentos del MST son un buen ejemplo de cmo grupos de campesinos han fomen-tado las invasiones de tierra y promovido los mercados campesinos, la agricultura comuni-taria, los bancos de comida y el intercambio de semillas, entre otros (Witt man, 2009, p. 815).

    Con todo, la LVC incluye la soberana na-cional como parte de la soberana alimentaria y, por tanto, reconoce la legitimidad y poder del Estado, siempre y cuando sus polticas re-fl ejen procesos democrticos. En la primera declaracin de LVC en Mons, Blgica, en 1993, se afi rma el derecho de cada pas a defi nir su propia poltica agrcola de acuerdo al inters nacional y en concertacin con las organizacio-nes campesinas e indgenas, garantizando su real participacin (LVC, 1993, en Desmerais, 2007, p. 77, traduccin ma).

    Para LVC, la soberana alimentaria incluye la capacidad de las naciones, especialmente en el sur global, para garantizar la produccin nacional de alimentos y disear e implemen-tar polticas de desarrollo agrario que no estn subordinadas al inters de las corporaciones multinacionales, instituciones fi nancieras in-ternacionales y organismos de gobernanza global (OMC, Banco Mundial, FMI, etc.). En su concepto, la reduccin del papel del Estado en la agricultura y la importacin de comida barata han atentado contra la calidad de vida de los campesinos, dejndolos a merced de los mecanismos del mercado internacional donde no pueden competir con las multinacionales. La eliminacin progresiva de las polticas de redistribucin de recursos estatales ya limita-dos -especialmente los subsidios y el acceso a crditos blandos-, junto con las importaciones masivas de alimentos baratos, como parte de acuerdos de libre comercio, y los programas de ayuda alimentaria, se han traducido en ma-

    14 LVC est dividida en ocho regiones: el sureste y oriente asitico, el sur de Asia, Norteamrica, Amrica central, Suramri-ca, el Caribe, Europa y frica (Desmerais, 2007, p. 28).

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    El proyecto de soberana alimentaria: construyendo otras economas para el buen vivir

    yores costos de produccin y reduccin de la demanda local y nacional para los pequeos productores agrcolas que, a su vez, los ha lle-vado a la quiebra y la prdida de sus tierras (Borras, 2009):

    La concepcin promovida por el neoliberalismo sobre las ventajas comparativas produce graves perjuicios para los sistemas alimentarios. Dentro de esta lgica, la importacin de alimentos bsi-cos tiende a desmantelar la produccin domstica para comprarlos ms baratos a los pases ricos, induciendo a la reorientacin de sus recursos pro-ductivos a cultivos de exportacin ms competi-tivos y de mayor valor agregado para los merca-dos del Primer Mundo. Es una mentira que los pases no deban preocuparse por establecer y con-ducir polticas de Estado que garanticen la segu-ridad alimentaria de sus ciudadanos. Los neoli-berales argumentan que el supermercado global de los pases exportadores les resuelve cualquier pedido sin problema alguno (Foro Mundial sobre Soberana Alimentaria, 2001).

    Evidentemente la posibilidad de que la so-berana alimentaria sea impulsada o apoyada desde el Estado depende en gran medida de si existen gobiernos crticos del neoliberalis-mo y de la agricultura corporativa. En pases como Venezuela y Cuba, el Estado ha jugado un rol importante en la promocin de la so-berana alimentaria. Si bien el gobierno vene-zolano tiene relaciones con multinacionales y existen problemas de escasez de comida, tambin ha sido promotor de la soberana ali-mentaria mediante el apoyo directo e indirec-to a las cooperativas agrcolas con programas de distribucin de tierra, crditos blandos, educacin y salud, investigacin en agroeco-loga y regulacin de precios que facilitan a los pequeos productores el vivir de su tra-bajo (Menser, 2012 [en prensa]).

    Por el contrario, en pases como Colombia, los gobiernos desde la dcada de los noventa han sido profundamente neoliberales y, por tanto, enemigos de la soberana alimentaria. Sin embargo ha habido iniciativas localizadas

    importantes, como los mercados campesinos y el Plan Maestro de Abastecimiento de Ali-mentos y Seguridad Alimentaria de Bogot que han sido promovidos por las administra-ciones de izquierda de Luis Eduardo Garzn y Samuel Moreno15.

    La Comunidad de Paz de San Jos de Apar-tad es una experiencia de soberana alimen-taria campesina que cuestiona radicalmente la legitimidad del Estado, dada su participacin directa e indirecta en la violacin de derechos humanos en el contexto del confl icto armado16. Por tanto, esta comunidad afi rma el derecho a la autodeterminacin y ha implementado pro-gresivamente su propio sistema educativo y justicia comunitaria, as como su autosufi cien-cia alimentaria (Tuberquia, 2011; CPSJA, 2006).

    El proceso de la Comunidad de Paz mues-tra la importancia de democratizar los pro-cesos productivos, y la sociedad en general, para poder sostener formas socio-econmicas alternativas como la economa comunitaria. Las formas de democracia de la comunidad se entienden como:

    [...] bsquedas participativas [donde] el liderazgo es un compromiso que no puede traer ni privi-legios, ni gamonalismos. Los grupos de trabajo han sido la realidad de la comunidad en cuanto a participacin; las decisiones estructurales y de principios de la comunidad las toman los grupos, quienes refl exionan conjuntamente y luego entre todos se debate para decidir (CPSJA, 2006).

    La comunidad de Paz podra pensarse como una forma de poder disperso que cons-truye formas de democracia directa, a travs de asambleas comunitarias, que impiden la centralizacin y burocratizacin del proceso de toma de decisiones y ejercen control sobre los lderes, en semejanza con la democracia del ayllu en las comunidades aymaras de Bo-livia17. Si bien la Comunidad de Paz es enf-tica en afi rmar su soberana frente al Estado actual colombiano que pretende cada vez ms ahogar la organizacin de las comuni-

    15 Para mayor informacin, ver: http://www.alimentabogota.gov.co/.16 Frente a las continuas violaciones de derechos humanos perpetradas por los distintos grupos armados, esta comu-nidad se declar neutral frente a todos los actores armados y exigi que los mismos cumplieran con las estipulaciones del derecho internacional sobre la proteccin de la poblacin civil en escenarios de conflicto como el colombiano (Tu-berquia, 2011).17 La estructura organizativa de la comunidad parte de comits de trabajo sobre diferentes reas de inters como edu-cacin, salud, formacin poltica y derechos humanos, entre otros. Los miembros de estos comits presentan hasta 10 can-didatos para conformar el consejo interno de la comunidad que se compone de 8 personas y que debe buscar la paridad de gnero. Despus de mltiples elecciones directas de toda la comunidad se reduce la lista de candidatos a los 8 requeridos que deben ser ratificados por toda la comunidad reunida en asamblea y obtener una aprobacin del 98% (CPSJA, 2006).

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    Laura Mara Gutirrez Escobar

    dades y sus alternativas de resistencia, tam-bin plantea dentro de su horizonte poltico la bsqueda de la justicia y de un Estado le-gtimo (CPSJA, 2006).

    Construir unidad en la diferencia: la microfsica del poder

    La Va Campesina est comprometida con la agricultura sostenible a pequea escala y la soberana alimentaria, basadas en principios de solidaridad y alianzas en la diferencia en-tre una variedad de organizaciones. En Va Campesina convergen los movimientos de mujeres, feministas, indgenas y ecologistas, asociaciones de consumidores, iniciativas de agricultura urbana, y representantes de comu-nidades de pescadores y pastores, entre otros. Los documentos presentados en las conferen-cias internacionales de Va Campesina son notables por la diversidad de sus demandas que incluyen la condenacin del patriarcado, el racismo y el neocolonialismo; el derecho a la autodeterminacin y el territorio para los pue-blos indgenas; y condiciones de trabajo dig-nas para los trabajadores inmigrantes en los Estados Unidos y Europa (La Va Campesina, 2007, 2008).

    Esta heterogeneidad de movimientos so-ciales que convergen en LVC representa un compromiso de reconocer y luchar contra las diversas formas de opresin que no se pueden reducir a la explotacin econmica o de clase, sino que incluyen el gnero, la identidad se-xual, el racismo, etc. LVC abiertamente discute sobre asuntos de gnero, raza, clase, etnicidad y relaciones norte-sur promoviendo un respeto mutuo por la diferencia (Desmerais, 2007).

    La redefi nicin de los campesinos no sola-mente en el sentido de clase como trabajadores agrcolas, sino como un modo de vida, es uno de los resultados ms interesantes del compro-miso de la Va Campesina con una poltica de la unidad en la diferencia. Segn Paul Nichol-son, el campesino tiene que ser entendido no como una identidad fi ja, sino como contingen-te, como un proceso social, en funcin del con-texto cultural y geogrfi co.

    [...] La palabra campesino tiene un signifi cado claro en el contexto de Amrica Latina y la pala-bra campesino tiene una realidad en el contexto

    de la India, por ejemplo, que no tiene en Inglater-ra, en los Estados Unidos o Canad. Llamamos a nuestro movimiento La Va Campesina, enten-diendo que se trata de un proceso de la cultura campesina, una forma campesina (Nicholson, 2009, p. 678, traduccin ma).

    Sin embargo, esta poltica de la unidad en la diferencia ha tenido resultados ambivalen-tes dado que las relaciones de desigualdad en nuestras sociedades no solamente se expresan al nivel estructural, sino que permean nuestras subjetividades y estn encarnadas en nuestros cuerpos, en especial el de las mujeres que, como ha mostrado el feminismo, es un terri-torio de control poltico. Por lo tanto, este ha sido un proceso difcil y desigual en LVC. Las desigualdades regionales han sido marcadas dado que las organizaciones afi liadas a LVC en Latinoamrica y Europa han dominado la formulacin de sus polticas y la geopoltica de sus acciones; aunque esta situacin est cam-biando lentamente con la mayor participacin de Asia y la reciente creacin de la regional en frica. Igualmente, las cuestiones de raza/racismo y la identidad sexual han sido poco abordadas (Desmerais, 2007). La preocupacin por la igualdad de gnero -y, en menor medi-da, la inclusin de las cosmovisiones indgenas y las polticas de etnicidad- ha logrado mayor prominencia y visibilidad en LVC.18

    La cuestin de gnero ha permeado el dis-curso y la prctica poltica de LVC a partir de un proceso liderado por las organizaciones fe-ministas y de mujeres. En especfi co, las muje-res presionaron porque la soberana alimenta-ria incluyera la produccin orgnica, libre de pesticidas y otros qumicos, como resultado de su papel en la produccin y preparacin de comida y en el cuidado de los nios, es decir, como responsables del bienestar de la familia (Desmerais, 2007).

    Igualmente, la Comisin de Mujeres lanz en el 2010 la Campaa Mundial por el Fin de la Violencia hacia las Mujeres del Campo, donde se promovi la discusin de las formas especifi cas en que las mujeres del campo son objeto de violencia y dominacin en todos los mbitos:

    Las mujeres del campo vivimos asechadas por las mltiples expresiones de violencia capital-ista y patriarcal que se replican en el cotidiano

    18 La influencia de las organizaciones indgenas en LVC se encuentra en la defensa y recuperacin no slo de la tierra, sino del territorio, de los conocimientos tradicionales y de la autodeterminacin (La Va Campesina, 2007).

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    El proyecto de soberana alimentaria: construyendo otras economas para el buen vivir

    de nuestras vidas, en la casa, en la sociedad, en las relaciones personales y polticas, en la negacin de la validez de nuestros conocimien-tos, trabajo y contribucin econmica (La Va Campesina, 2010).

    La perspectiva de gnero en LVC ha sido tambin signifi cativa para desafi ar la construc-cin patriarcal de la economa y la produccin agrcola que marginaliza las contribuciones de las mujeres a la reproduccin de la fuerza de trabajo y, por tanto, a la viabilidad de nuestros sistemas econmicos; as como defi ne el espa-cio de lo domstico, asociado a las mismas, como no productivo:

    El patriarcal modelo capitalista homologante y estandarizador anula toda posibilidad de recon-ocimiento al trabajo de las mujeres campesinas que se ocupan de la recreacin de la biodiver-sidad alimentaria, de la manutencin de los sistemas de conocimientos para la salud, de su contribucin en el cuidado de los ecosistemas, en la transmisin de los saberes agrcolas (La Va Campesina, 2010).

    En este sentido, LVC contribuye a redefi nir a la mujer cmo sujeto econmico, lo cual es un paso importante no solamente para corregir los sesgos patriarcales de la economa poltica, sino como un aporte terico-poltico a la construc-cin de otras economas. La actividad domsti-ca de las mujeres muestra la importancia de la solidaridad dado que se rige por la orientacin hacia el cuidado; su lgica productiva es la re-produccin de la familia basada en el bienestar fsico (alimentacin, higiene) y emocional (el afecto, la proteccin, la solidaridad).

    En cuanto a la unidad en esta poltica de la unidad en la diferencia, sta se construye a partir de la oposicin al sistema capitalista y procesos estructurales de dominacin como el neocolonialismo, el neoliberalismo, el racismo y el patriarcado, que amenazan la subsistencia de campesinos en todo el mundo. Este carc-ter contra-hegemnico es precisamente lo que diferencia LVC de otras organizaciones agra-rias reformistas, y a la soberana alimentaria de la seguridad alimentaria, propuesta por la FAO, que slo se refi ere al derecho de todas las personas a tener alimentos sufi cientes y nu-tritivos, pero sin preocuparse por la forma en que estos alimentos son producidos y distri-buidos (Borras, 2009; Desmerais, 2007). Por lo tanto, en el centro de la unidad en la diferencia existe todava un fuerte nfasis en la economa poltica, y el reconocimiento de que, a pesar de

    la fragmentacin y la heterogeneidad inheren-te de la vida social, existen procesos estructu-rales que afectan negativamente a la poblacin rural de manera similar:

    Esta base comn es que entendemos que la crisis de la agricultura familiar campesina es la misma en todo el mundo. Las causas son las mismas, ya sea en Wisconsin o So Paulo. La realidad es la misma, y las mismas polticas neoliberales, o ms bien capitalistas, han causado esta crisis (Nichol-son, 2009, p. 678, traduccin ma).

    Esta unidad en la diferencia sugiere in-terrogantes sobre cmo transformar los sis-temas socio-econmicos teniendo en cuenta todos los aspectos del poder y cmo estn relacionados: tanto los procesos estructurales de dominacin como las actualizaciones de esta dominacin en la vida cotidiana, en las subjetividades individuales y en las relacio-nes interpersonales; en la macro y microfsica del poder (Foucault, 2003).

    Conclusiones

    Las mltiples crisis que vivimos, como la alimentaria, energtica y ambiental, apuntan a una crisis civilizatoria de la modernidad capi-talista occidental (Escobar, 2010).

    Movimientos como LVC y la Comunidad de Paz de San Jos de Apartad representan la posibilidad de crear otras economas basadas en el buen vivir, a partir de la politizacin de seis elementos que estn presentes, en mayor o menor medida, en las comunidades rurales:

    Primero, la produccin de comida por su valor de uso, es decir, para satisfacer las nece-sidades fsicas y sociales de los seres humanos y no por su capacidad para producir plusvala.

    Segundo, la solidaridad social que se ex-presa en las relaciones interpersonales, las prcticas econmicas cotidianas basadas en la reciprocidad, el trabajo y la propiedad colecti-va, y la preocupacin por el bienestar del otro.

    Tercero, la concepcin no utilitaria de la na-turaleza, que reconoce la interrelacin y depen-dencia entre sta y los seres humanos, al tiem-po que busca la justicia social o lo que Alberto Acosta denomina el socio-biocentrismo.

    Cuarto, la reivindicacin de otras formas de produccin de conocimiento que emergen de los grupos subalternos, en este caso, el co-nocimiento situado en las formas de vida y produccin de las comunidades campesinas, indgenas y afro-descendientes.

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    Laura Mara Gutirrez Escobar

    Quinto, las tradiciones de democracia di-recta o de base y las prcticas de resistencia de los grupos subalternos, que permiten la pro-duccin de manera colectiva y auto-gestiona-da para garantizar el bienestar comn.

    Sexto, la poltica de la unidad en la dife-rencia, en la cual se cuestione el reduccionis-mo de clase, se incluyan las distintas reivin-dicaciones de movimientos como el feminista y el indgena, y se aborden las relaciones de dominacin que se reproducen al interior de los movimientos sociales, en la vida cotidia-na y en las relaciones interpersonales, o lo que Foucault llam la microfsica del poder (Foucault, 2003).

    A manera de refl exin fi nal, quisiera identi-fi car algunos desafos importantes que plantea el proyecto de la soberana alimentaria para la construccin de economas solidarias y cuyo estudio valdra la pena profundizar en traba-jos posteriores:

    Reconocer las potencialidades contra-hegemnicas de la soberana alimentaria sin caer en la idealizacin de las comuni-dades rurales y los movimientos sociales como LVC.

    Reformar el Estado nacional para que sea realmente un promotor de la diferencia econmica, la soberana alimentaria y los procesos democrticos de las comunida-des, sin caer en la lgica del multicultu-ralismo neoliberal ni profundizar las re-laciones de dominacin entre las grandes potencias y el sur global.

    Lograr la transformacin de los sistemas alimentarios desde las subjetividades y la cotidianidad, as como desde los proce-sos estructurales.

    Conectar las distintas iniciativas locales de soberana alimentaria sin eliminar las particularidades de sus luchas y de-mandas, para lograr procesos ms am-plios a nivel regional y global que estn en la capacidad de proveer la alimenta-cin de ciudades e incluso de naciones enteras.

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