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XXI Seminario Internacional « Los Partidos y una nueva Sociedad »México, 23, 24, y 25 de marzo de 2017

3: Temas de coyuntura

El Proyecto de Nación de Donald Trump y sus consecuencias para América Latina y el mundo

Con la elección de Donald Trump se expresa la voluntad de la fracción de la clase dirigente que él representa para el establecimiento de un gobierno policiaco y la superación de los límites de la constitución. Otra fracción de la clase dirigente también quiere poderes policiacos pero con apariencias constitucionales.

Muchos en Estados Unidos y en Europa creen que la elección de Trump en E.E.U.U. y la posible elección de Marine Le Pen en Francia representan el triunfo de la extrema derecha. Se les pone la culpa a los pueblos de estos países y se les acusa de ser xenofóbios y votar para una clausura nacional a causa de tenerle miedo a la inseguridad económica. Este argumento implica que estas elecciones no son un fraude como tal, ya que en primer lugar no permiten al pueblo escoger él mismo a sus representantes, es decir a los candidatos que se presentan a ser elegidos. Decir que estos presidentes son elegidos por el pueblo es una afrenta al concepto de democracia. Luego, la experiencia nos enseña que no son los pueblos los que son racistas y reaccionarios; es el Estado mismo.

Si se acepta que el problema es la extrema derecha, aceptamos por tanto que Clinton, Hollande, Trudeau, Fox, Obama y otros forman parte del centro o de la izquierda mientras que en realidad todos ellos pertenecen al neoliberalismo y todos persiguen programas policiacos, bélicos y racistas y de destrucción nacional, según el caso. Es decir, todos son reaccionarios. Bajo su presidencia, Obama permitió muchos más asesinatos por drones y emitió muchos más decretos presidenciales que su predecesor Jorge W. Bush, pero nos dicen que, a pesar de todo, no es tan peligroso como Trump. Así mismo se dice del partido de Hollande que, aun corrupto, es menos peor que Marine Le Pen. No se habla que fue bajo Hollande que el Estado policiaco de sitio ha sido incorporado a la Constitución francesa. La crisis del Estado-nación francés y de su autoridad pública es muy grave cuando los poderes policiales son el único aspecto que queda de la autoridad pública. La idea que un gobierno de poderes policiales pueda ser considerado como un gobierno de leyes es ridículo y aberrante. Sólo hay que pensar en el gobierno de Pinochet en Chile o en los gobiernos argentinos durante la Operación Cóndor para ver hasta qué punto es absurdo creer que los gobiernos de poderes policiales puedan ser compatibles con un gobierno de leyes.

A nuestro juicio, no tiene sentido ver esto como una oposición entre ideologías y políticas

Site Web du PCC(M-L): www.pccml.ca

P.O. Box 666, Station C, Montreal, Quebec H2L 4L5 • Tel: (416) 253-4475 / (514) 522-1373 • E-mail: [email protected]

Parti communiste du canada (marxiste-léniniste)

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de extrema derecha, de derecha, de centro y de izquierda, ya que esto no corresponde en nada con la realidad. Aunque sea necesaria una firme lucha ideológica contra la burguesía y sus creencias y valores racistas, misóginos, antiobreros y anticomunistas, pensamos que no es útil decir que los problemas en Estados Unidos (o hasta en Europa o Canadá) son ideológicos como tales.

Según nuestro análisis de la situación, estamos frente a un momento histórico muy particular en el cual las formas viejas establecidas en la constitución de los Estados-nación burgueses tal como fueron creados en los siglos XVIII y XIX y que dieron origen al tipo de sociedad civil que era necesaria para aquel momento, son formas agotadas, no funcionan más. Los arreglos, las instituciones, la forma de las elecciones para darse una legitimidad y una forma de reparto de los poderes entre los diferentes niveles de gobierno, un modo de establecer la ciudadanía y de conferir derechos según la definición dada por la clase dominante, etc., todo esto se volvió en obsoleto y anacrónico. Estas formas están acabadas. A causa de la monopolización de poder en manos de los oligopolios y la lucha feroz entre ellos para dominar, las instituciones ya no son capaces de negociar los desacuerdos.

Por otra parte, las formas que hoy exige una nueva sociedad humanizada todavía no son creadas. Los oprimidos y sus representantes en los países en decadencia todavía no consiguen dar origen a las nuevas formas que nuestras sociedades necesitan, formas basadas no en la defensa de los derechos privados y la llamada sociedad civil burguesa, sino en la defensa de los derechos que todos poseen por el hecho de que son seres humanos. Estas formas nacen de la resistencia y del trabajo teórico necesario para su formulación. En este sentido en Cuba y en otros lugares vemos como la negativa de reconciliarse con el abandono del ser humano lleva al descubrimiento de nuevas formas, de nuevos modos de hacer.

Según nuestra opinión, la lucha feroz en el seno de la gran burguesía es entre los que, como Trump, representan a los que quieren los derechos policíales ilimitados y los que quieren estos mismos derechos policíales pero sobre una base constitucional. Sin querer establecer paralelos históricos, la situación recuerda la lucha en el seno de la burocracia hitleriana, entre el ala extrema de las fuerzas nazis que formaron las Camisas negras y el ala que quería reglas para reconocer a los judíos y expulsarles, desposeerles y enviarles a su muerte ordenadamente. Es una contradicción entre los opresores en la cual el pueblo tiene que trazar su propio camino. Recordemos como cuando cayó la Unión Soviética los grandes medios de comunicación nos querían desinformar con historias de enfrentamiento entre conservadores y moderados. Esto para ocultar la necesidad de construir el frente político del pueblo que lucha por sus propios intereses independientes, para que la lucha contra el viejo mundo no dé origen a un mundo nuevo construido por el ser humano ya no para la defensa de los intereses privados hoy acaparados por oligopolios mundiales asesinos.

Para entender el comportamiento de Trump, hace falta reconocer que él y su ejecutivo procuran eliminar todas las limitaciones de la constitución actual. El único límite a su poder es su destitución por las instituciones legislativas que ya no funcionan así que se trata de la oposición dentro de la clase dirigente y también del pueblo. Todas sus declaraciones y todos sus decretos

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presidenciales son para medir hasta dónde puede llegar; se hacen para ver cuáles son estos límites, quien se opondrá con éxito a sus cuestionamientos y cómo superar esta oposición. Se trata para él de evaluar hasta dónde puede ir en esta dirección. La oposición a Trump dentro del “establishment,” por su parte, adopta como estrategia declarar inconstitucionales sus decretos y recurrir lo más posible al proceso judicial para hacer respetar los límites de una constitución en crisis, una constitución que no responde a las necesidades de hoy.

Esta contradicción dentro de la clase dominante también se refleja entre los que luchan por un poder federal contra los derechos de los estados. No olvidemos que los trece estados en la base de la constitución estadounidense eran estados independientes y soberanos en el momento de la creación de la constitución. Tienen derechos que el gobierno federal hoy quiere quitarles porque el programa de privatización está dirigido por oligopolios en todos los sectores, ya sea la energía, la fabricación de coches y de equipo de guerra, el control del agua, la educación, la salud o más bien “la industria de la salud” como se le llama, etc. Hasta las fuerzas armadas son privadas en nuestros días, como lo son también las fuerzas policiacas y de seguridad. No olvidemos que los estados y las ciudades santuarios tienen poderes policiacos enormes y algunos una guardia nacional y otras fuerzas policiacas imponentes, y que cuando un estado o una ciudad santuario se presenta como la defensora de los inmigrantes, ninguna persona en los Estados Unidos olvida el hecho de que estas fuerzas policiacas son también racistas y asesinas como las fuerzas federales pueden serlo. Estas fuerzas policiacas estatales y de las ciudades santuarios son así de racistas, xenófobas y asesinas, en particular contra las comunidades negras o mexicanas y latinas, musulmanes y otras, como el poder federal.

Esto quiere decir que en su oposición a las medidas racistas y anti-migrantes, el pueblo puede explotar estos desacuerdos entre el poder federal y el poder de los estados y las ciudades santuarios con el fin de defenderse en circunstancias precisas, como las que existen hoy. En este sentido, la resistencia se reafirma valientemente una vez más con todas las características muy importantes que son propias de él, sin ceder a la ilusión que la constitución de los Estados Unidos pueda servir para defender los derechos del pueblo si dichas fuerzas moderadas llegan a ganar la batalla contra las fuerzas dichas extremistas. La resistencia debe ser dirigida por esfuerzos que lleven a la creación de un frente unido político del pueblo estadounidense alrededor de su clase obrera y debe apoyarse en su experiencia de lucha y de resistencia para forjar y realizar una visión del mundo que defienda los derechos de todos.

Al respecto, creemos que es importante desplegar al mismo tiempo los esfuerzos necesarios para construir la unidad internacionalista, en particular en lo que nos concierne a los pueblos de Canadá, de Estados Unidos y de México contra los fines de integración imperialista estadounidense que quieren integrar los tres Estados y los gobiernos para dotarse de un nuevo Estado imperialista americano apuntado contra los pueblos del mundo.

En Canadá, el gobierno de Trudeau hace lo posible para persuadir a la administración Trump de que la economía canadiense está totalmente integrada a la de Estados Unidos, que Canadá no debería ser el blanco de las medidas tomadas contra México, que serían justificadas en la medida en que no se apliquen a Canadá.

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Nosotros confiamos totalmente en la resistencia de la clase obrera de Canadá, de los Estados Unidos y de México para la defensa de los intereses nacionales, teniendo como base nuevos arreglos que defienden al ser humano y no a la propiedad privada de los oligopolios. Nuestra consigna es: “una humanidad, una lucha”.

También hacemos todos los esfuerzos necesarios para reforzar el movimiento antiguerra con el fin de que Canadá pueda hacerse una zona de paz como la CELAC pudo declararlo para América Latina y el Caribe. Además, nos unimos a las fuerzas progresistas para poner fin al bloqueo contra Cuba así como a los grandes esfuerzos para exigir el cierre de la base militar estadounidense en Guantánamo y para que este territorio nacional sea devuelto a Cuba. Felicitamos a la dirección del Partido Comunista de Cuba, a sus miembros y al pueblo cubano para haber sabido encontrar en su heroica lucha de resistencia las formas para la renovación y la salvaguardia de su proyecto social. Nuestras felicitaciones también a los pueblos venezolanos, colombianos y otros que llegan a encontrar una vía hacia adelante en la defensa de sus derechos en las condiciones que se imponen. Van a superar a la reacción.

Para terminar, queremos expresar nuestra entera confianza hacia los pueblos de Canadá, de Estados Unidos, de México y de todos los países y su capacidad de continuar su lucha de resistencia contra los intentos del imperialismo y de la reacción de privarnos de los derechos que nos pertenecen como seres humanos que dependen de sociedades modernas para vivir y para su bienestar, y que, de esta lucha de resistencia nacerán las nuevas formas que necesita la sociedad.