el problema de berlín

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El problema de Berlín Author(s): Henryk Gall Source: Foro Internacional, Vol. 2, No. 2 (6) (Oct. - Dec., 1961), pp. 208-226 Published by: El Colegio De Mexico Stable URL: http://www.jstor.org/stable/27736988 . Accessed: 15/06/2014 14:37 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . El Colegio De Mexico is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Foro Internacional. http://www.jstor.org This content downloaded from 62.122.73.250 on Sun, 15 Jun 2014 14:37:56 PM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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Page 1: El problema de Berlín

El problema de BerlínAuthor(s): Henryk GallSource: Foro Internacional, Vol. 2, No. 2 (6) (Oct. - Dec., 1961), pp. 208-226Published by: El Colegio De MexicoStable URL: http://www.jstor.org/stable/27736988 .

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Page 2: El problema de Berlín

EL PROBLEMA DE BERLIN*

Henryk Gall

INTRODUCCI?N

El problema de Berl?n es el problema de Alemania. La unificaci?n de Alemania hubiera eliminado toda crisis en torno a Berl?n. Dada la divisi?n permanente de Alemania, esta crisis no ha tenido remedio. Ya durante la guerra, en la conferencia anglo-americana de Quebec (14-26 de agosto de

1943), se desech? la idea de la partici?n de Alemania. Las fronteras entre las diferentes zonas de ocupaci?n de este pa?s no se pensaron como fronteras pol?ticas permanentes. El que

la l?nea de demarcaci?n entre la Alemania oriental y la Ale

mania occidental se haya convertido en una frontera pol?tica permanente se debe, pues, no al concepto inicial, sino a la

guerra fr?a y a la situaci?n internacional de postguerra. Nin

guna de las potencias victoriosas ha visto tampoco en el enclave berlin?s una soluci?n permanente. Si tal hubiera sido la soluci?n, la Uni?n Sovi?tica dif?cilmente habr?a permi tido el estacionamiento de tropas occidentales en el coraz?n

de la parte de Alemania colocada bajo su administraci?n.

As?, pues, tanto en Yalta como en Potsdam, los aliados pen saron en un Estado alem?n ?nico y consideraron la divisi?n en zonas de ocupaci?n y la creaci?n del enclave berlin?s como una etapa transitoria.

Pero la realidad fue distinta. En el territorio del Reich se constituyeron dos unidades estatales, separadas y hostiles.

La divisi?n transitoria se ha convertido en una soluci?n pol? tica duradera. En consecuencia, el enclave berlin?s ha per dido toda raz?n de ser, y ?a pesar de los acuerdos y convenios

* Nota del Editor_Interesar? a los lectores, en un problema que cambia tan aceleradamente, saber que este art?culo fue terminado por su

autor el 10 de septiembre.

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FI II-2 Problema de Berl?n 209

que garantizaban los derechos adquiridos? la ciudad de Ber l?n ha quedado se?alada como lugar de grandes conflictos entre los dos mundos antagonistas de nuestra ?poca. He aqu? la causa de las llamadas crisis de Berl?n.

Los rusos ven en la existencia del Berl?n occidental una forma muy real de amenaza para la Rep?blica Democr?tica

Alemana y, por consiguiente, para la solidaridad del bloque comunista. Desde el punto de vista de los norteamericanos, la conservaci?n del status quo en el Berl?n occidental es un

s?mbolo de la pol?tica de contener todo avance sovi?tico y de demostrarle al mundo que los Estados Unidos cumplir?n con las garant?as dadas a sus aliados. Por eso, sin tener mu

cha importancia militar o econ?mica, Berl?n es para ambos

bandos un factor pol?tico de enorme peso. Por eso, cada vez

que surge la crisis de Berl?n el mundo se ve al borde de la

guerra. El peligro de guerra que emana de cualquier crisis

de Berl?n se explica tambi?n por el viejo dicho de Lenin, de

que Berl?n es la clave de Alemania y Alemania la clave de Eu

ropa, y por el siempre v?lido hecho geopol?tico de que Euro

pa ?a pesar de haber perdido su posici?n internacional

predominante? sigue siendo la clave del mundo. Ni Gre

cia, ni Corea, ni Indochina, ni Formosa, ni Laos han llevado

el mundo a la guerra. Pero un conflicto en Berl?n, en la

vital frontera de los dos bloques antagonistas, podr?a f?cil mente provocar el estallido de la Tercera Guerra Mundial, o

sea una guerra nuclear entre las dos superpotencias mun

diales, los Estados Unidos y la Uni?n Sovi?tica.

Por tercera vez se enfrenta el mundo al problema de la

crisis de Berl?n, o sea al problema de la paz o de la guerra. La primera crisis de Berl?n, en los a?os 1948-1949, tuvo como

causa el bloqueo del Berl?n occidental por la Uni?n Sovi?tica.

La segunda crisis se origin? en el discurso de Jruschov ?pro nunciado el 10 de noviembre de 1958 en el Palacio de los

Deportes de Mosc??, en el cual el l?der sovi?tico exigi?, dentro de un plazo de seis meses, la conclusi?n del tratado de

paz con las dos Alemanias y la terminaci?n del r?gimen cua

dripartito en Berl?n.

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210 Henryk Gall FI II-2

La actual crisis se inici? hace algunos meses, cuando Jrus chov, en el memor?ndum entregado al presidente Kennedy

(Viena, 4 de junio de 1961), volvi? a sus demandas de 1958 y declar? que si el Occidente se negara a firmar los tratados de paz con las dos Alemanias y a convertir al Berl?n occiden tal en una "ciudad libre", desmilitarizada, la Uni?n Sovi?tica firmar?a un tratado de paz separado con la Rep?blica Demo

cr?tica Alemana y le entregar?a a ella el control sobre el acceso

de los aliados occidentales a Berl?n. Sin embargo, las deman

das hechas en 1958 por Jruschov, de poner fin a la ocupaci?n cuadripartita de Berl?n y de firmar un tratado con las dos

Alemanias en un plazo de seis meses, no salieron nunca de la

esfera diplom?tica, es decir, no trajeron

como resultado un

nuevo bloqueo del Berl?n occidental ni un cambio unilateral de la situaci?n existente en la antigua capital alemana. Ade

m?s, despu?s del encuentro Eisenhower-Jruschov en el Cam

pamento David, Mosc? dej? de insistir sobre la soluci?n del

problema de Berl?n en un plazo predeterminado. La actual

crisis de Berl?n, iniciada por el memor?ndum de Viena, em

pez? tambi?n en la esfera diplom?tica; sin embargo, casi in

mediatamente, la Uni?n Sovi?tica dio a entenderque esta vez, al igual que en 1949, pensaba apoyar sus demandas en algo

m?s tangible que la simple presi?n diplom?tica, lo cual caus? una reacci?n por parte de los Estados Unidos. As?, poco tiem

po despu?s de la conferencia de Viena, Jruschov anunci? que la Uni?n Sovi?tica suspend?a la proyectada reducci?n de sus

fuerzas militares. Los Estados Unidos respondieron con la

decisi?n de aumentar sus efectivos armados y de poner sus

reservas en pie de alerta. Por otra parte, tanto los Estados

Unidos como la Uni?n Sovi?tica decidieron aumentar sus pre supuestos militares. Dos meses m?s tarde (12 de agosto de

1961), el gobierno de la Rep?blica Democr?tica Alemana or

den? una separaci?n completa de los dos Berlines, cerrando

pr?cticamente todo el tr?fico civil entre la porci?n oriental y la occidental. Para reforzar esta separaci?n, el gobierno de

Pankow situ? tropas a lo largo de la l?nea de demarcaci?n

entre las dos mitades de la ciudad. Las tropas aliadas esta

cionadas en el Berl?n occidental respondieron con las mismas,

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FI II-2 Problema de Berl?n 211

medidas, y as? las fuerzas de los enemigos potenciales, dotadas de tanques y artiller?a, se encuentran cara a cara a una dis

tancia de pocos metros y en un ambiente propicio a cualquier incidente de imprevisibles consecuencias.

La reanudaci?n de las pruebas at?micas por parte de la Uni?n Sovi?tica a principios de este mes,1 la consiguiente decisi?n del presidente Kennedy de restablecer por parte de los Estados Unidos las pruebas at?micas subterr?neas y de la

boratorio, y la probabilidad de que, durante el pr?ximo pe r?odo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones

Unidas, los Estados Unidos reanuden asimismo las explosio nes at?micas en la atm?sfera, son factores que empeoran la

peligrosa situaci?n internacional creada por la tercera crisis

de Berl?n.

Historia

La victoria de los aliados sobre la Alemania nazi puso fin a la existencia del gobierno central alem?n. La administra

ci?n de Alemania pas? al gobierno militar de las Cuatro Po tencias victoriosas. La base jur?dica de este gobierno militar fue la derrota de Alemania y la rendici?n incondicional de su

?ltimo gobierno central. El proyecto de la administraci?n militar de Alemania hab?a sido elaborado ya durante la gue rra por la Comisi?n Europea Consultiva (European Advisory

Commission), la cual funcion? en Londres en los a?os 1942

1944. El 5 de junio de 1945, los cuatro comandantes procla maron oficialmente la instalaci?n del gobierno militar para toda Alemania; 2 basado sobre el proyecto de la Comisi?n

Europea Consultiva. Alemania qued? dividida en cuatro zo

nas de ocupaci?n: rusa, norteamericana, inglesa y francesa.3

Como gobierno central militar qued? constituida una*'comi

si?n de control", compuesta por los comandantes de las cuatro

zonas de ocupaci?n. Fuera de las zonas nacionales de ocupa

ci?n, se cre? en la ciudad de Berl?n una zona internacional

bajo la ocupaci?n conjunta y el gobierno militar conjunto de

las Cuatro Potencias. Lo singular de esta zona internacional

es que la ciudad de Berl?n qued? dentro de la zona de ocu~

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paci?n rusa, a 160 kil?metros de las fronteras de las zonas occidentales de ocupaci?n. El gobierno militar de la ciudad de Berl?n tom? la forma de una junta de los cuatro coman

dantes de las fuerzas armadas estacionadas en Berl?n; esta

junta se ha conocido bajo el nombre de Kommandatura.

Mientras que desde el principio la "comisi?n de control" ?o sea el gobierno militar central? fracas? en el cumpli miento de sus tareas ?es decir, en la unificaci?n econ?mi

ca?, el problema de las reparaciones, la desnazificaci?n, la desmilitarizaci?n y la desindustrializaci?n de Alemania, la

Kommandatura, por su parte, desempe?? bastante satisfacto

riamente durante los a?os 1945-1948 sus funciones de gobier no militar de la ciudad de Berl?n.

La descomposici?n de la maquinaria gubernamental cua

dripartita en Alemania se inici? en 1948. El 20 de marzo de ese a?o, la Uni?n Sovi?tica se retir? de la comisi?n de con

trol, lo cual produjo la suspensi?n de las actividades del go bierno central militar de Alemania. La Kommandatura sigui? funcionando en Berl?n hasta varios meses despu?s. Pero el 16 de junio del mismo a?o la delegaci?n sovi?tica se retir? tam bi?n de ese organismo. La retirada de la Uni?n Sovi?tica fue la se?al de nuevos acontecimientos en la ciudad de Berl?n. La primera crisis de Berl?n estaba en el aire. De hecho, ya el 30 de marzo de 1948, m?s de dos meses antes de que la Uni?n Sovi?tica se retirara de la Kommandatura, el coman

dante sovi?tico de Berl?n hab?a informado a sus colegas occi

dentales que a partir del i? de abril entrar?an en vigor varias restricciones en la comunicaci?n entre el Berl?n occidental y las zonas de ocupaci?n de los aliados. Estas restricciones co

menzaron, seg?n se hizo constar, con el expreso objeto de

aislar al Berl?n ocidental y crear serias dificultades en el abas tecimiento de los sectores occidentales de Berl?n. La imposi ci?n gradual de nuevas restricciones, cada vez m?s severas,

origin? finalmente un bloqueo completo de Berl?n occidental.

Las Potencias Occidentales protestaron contra estas restric

ciones, insistiendo en que Berl?n no era parte de la zona

sovi?tica, sino una zona internacional de ocupaci?n, que la

Uni?n Sovi?tica no ten?a derecho de poner fin unilateral

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mente al r?gimen internacional de Berl?n, y que los derechos de los aliados occidentales en esta ciudad se fundaban en la derrota y la rendici?n incondicional de Alemania y estaban

confirmados, adem?s, por acuerdos formales entre las Cuatro Potencias victoriosas. La actitud del Occidente se expres? en el intercambio de varias notas diplom?ticas con la Uni?n Sovi?tica. La Uni?n Sovi?tica, por su parte, sostuvo que fue

ron las Potencias Occidentales las que destruyeron el sistema

de la administraci?n cuadripartita en Alemania por no haber llevado a cabo la pol?tica de desindustrializaci?n, desnazifica ci?n y demilitarizaci?n de Alemania que se hab?a convenido;

por haber sacado el Ruhr del control de las Cuatro Potencias,4

y por haber introducido una nueva moneda, primero en sus zonas de ocupaci?n y luego en los sectores occidentales de Berl?n. El fracaso de todo el intercambio diplom?tico dio lu

gar a dos conferencias de los embajadores occidentales con

Stalin y Molotov en Mosc?. En estas conferencias se lleg? a un acuerdo que, moment?neamente, pareci? poner fin a la

primera crisis de Berl?n. El 27 de agosto de 1948, como resul tado de las conferencias con Stalin y Molotov, las Cuatro Po tencias formularon una Directiva en la cual se ordenaba a los

cuatro gobernadores militares de Alemania abolir todas las restricciones sobre comunicaci?n, transporte y comercio entre

Berl?n y las zonas occidentales.6

Cuatro d?as m?s tarde, el gobernador militar sovi?tico, ma

riscal Sokolovsky, en la junta de los cuatro gobernadores, se

neg? a poner en pr?ctica la Directiva de Mosc?. A consecuen cia de ello, las Potencias Ocidentales pusieron en marcha el abastecimiento de la ciudad de Berl?n por aire ?el famoso air lift?, y simult?neamente llevaron el caso de Berl?n ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Los debates sobre Berl?n en la O.N.U. no tuvieron otro resultado que el

de debilitar la Organizaci?n Internacional por no estar pre parada para esa cuesti?n y carecer de instrumentos adecuados

para el arreglo de los problemas resultantes de la guerra. En

cambio, el ?xito espectacular del "puente a?reo" influy? po derosamente sobre la actitud sovi?tica. As?, el 12 de mayo de 1949 ?despu?s de varias pl?ticas entre el se?or Malik y el

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se?or Jessup, representantes, respectivamente, de la Uni?n Sovi?tica y de los Estados Unidos ante la O.N.U.?, las Cuatro Potencias llegaron a un acuerdo llamado Acuerdo de Nueva

York, en virtud del cual la Uni?n Sovi?tica y las Potencias.

Occidentales levantaron todas las restricciones impuestas ha

c?a un a?o sobre los intercambios entre Berl?n y la Alemania Occidental.6

El consejo de ministros de Relaciones de las Cuatro Poten cias que se reuni? en Par?s pocos d?as m?s tarde (23 de mayo de 1949), sancion? el Acuerdo de Nueva York y convino en

que el Berl?n occidental no estar?a sujeto a un nuevo blo

queo.

La primera crisis de Berl?n acab? definitivamente con el

gobierno cuadripartito de Alemania y de Berl?n. A trav?s de las etapas de la Bizonia (10 de enero de 1947) y de la Trizonia

(7 de junio de 1947), los aliados reconocieron en poco tiempo la independencia de la Rep?blica Federal Alemana (21 de

septiembre de 1949; Estado soberano, 5 de mayo de 1955) y

promovieron su rearme y su ingreso en la O.T.A.S. Los

rusos, por su parte, crearon la Rep?blica Democr?tica Alemana

(11 de octubre de 1949; Estado soberano, 25 de marzo de 1954), sancionando tambi?n su rearme, en escala m?s modesta que el

de la R.F.A. Las fuerzas de ocupaci?n permanecieron en Ber

l?n, pero la ciudad qued? dividida en dos partes completa mente separadas, cada una con su

propia administraci?n y su

propio alcalde. El Berl?n oriental se convirti? en la capital de la R.D.A., mientras que los aliados, por temor de compro meter su posici?n legal en la ciudad ocupada, impidieron la

incorporaci?n del Berl?n occidental a la R.F.A. En la pr?cti ca, sin embargo, tal como el Berl?n oriental es elemento inte

grante de la R.D.A., as? tambi?n el Berl?n occidental toma

parte activa en la vida pol?tica de la R.F.A. El primer presi dente de la Rep?blica de Bonn, Theodor Heuss, tom? pose si?n de su cargo en el Berl?n occidental; all? se han celebrado

varias sesiones del Bundestag federal, y su actual Burgmeister,

Willy Brandt, es candidato del Partido Socialista al puesto de canciller federal de la R.F.A.

Este es el estado de cosas que existe en los dos Berlines

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FI 11-2 Problema de Berl?n 215

desde hace m?s de diez a?os, y cuyo cambio radical exige ahora la Uni?n Sovi?tica.

El punto de vista sovi?tico

La Uni?n Sovi?tica desea que la divisi?n de Alemania reciba una sanci?n jur?dica, en forma de tratados de paz con

los dos Estados alemanes, y una sanci?n internacional, en

forma de un reconocimiento de la Rep?blica Democr?tica Alemana. En Enclave berlin?s simboliza el concepto de la reunificaci?n de Alemania, y por eso el mantenimiento del status quo en Berl?n constituye ?desde el punto de vista de

Mosc?? un serio obst?culo para la realizaci?n de los objetivos rusos. Por lo tanto, la pol?tica de las peri?dicas crisis de Ber l?n tiene como finalidad la liquidaci?n del enclave berlin?s, como

primer paso hacia un acuerdo negociado que sancione

la divisi?n de Alemania y la existencia de la R.D.A. Mosc? sostiene que sus demandas se basan en una realidad pol?tica, la cual impone ?despu?s de m?s de quince a?os? la firma de los tratados de paz con los dos Estados alemanes y la soluci?n del problema de Berl?n.

Los rusos no echan mano de argumentos jur?dicos sino

para refutar los derechos de Occidente a permanecer en Ber

l?n. Mosc? insiste en que el Occidente ha perdido estos dere chos por "incumplimiento de los convenios de Potsdam". "Las referencias de las Potencias Occidentales a los acuerdos alia dos ?dice la nota sovi?tica de 18 de agosto de 1961 a los Estados Unidos? son injustificadas, puesto que esos acuerdos se tomaron s?lo para el per?odo de ocupaci?n y para los fines de ocupaci?n. En el curso de los ?ltimos diecis?is a?os son

muchas las cosas que han cambiado, entre ellas la propia Alemania. Dos Estados independientes

se han creado en su

territorio. Nadie tiene derecho a intervenir en los asuntos de

estos Estados alemanes, subordinados como est?n a su poder?o

interno.. . Independientemente de que se reconozcan o no

tales hechos, los hechos existen."

Varias otras razones secundarias han contribuido induda

blemente a la provocaci?n de las peligrosas crisis de Berl?n

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2l6 Henryk Gall FI II-2

por parte de la Uni?n Sovi?tica. La m?s importante de esas razones secundarias es la fuerte presi?n que ejerce el gobierno comunista de la R.D.A. sobre Jruschov para que resuelva el

problema de los refugiados de la Alemania oriental. No son

dif?ciles de entender los motivos del l?der comunista Ulbricht. Hasta la reciente clausura completa del Berl?n oriental, por la "puerta de Berl?n" pasaban cada semana cuatro mil refu

giados a la Rep?blica Federal. Desde la conclusi?n de la

guerra, m?s de tres millones de alemanes se han refugiado en

la Alemania occidental, pasando principalmente por esa "puer ta de Berl?n". La emigraci?n clandestina ha constituido un

plebiscito diario y una derrota diaria para la R.D.A.

Adem?s, el contraste entre los dos Berlines ?resultado de la tremenda prosperidad de que ha gozado la Alemania occi dental en los ?ltimos a?os? es una mal?sima propaganda,

no

tan s?lo para el gobierno de Pankow, sino tambi?n para los dem?s reg?menes comunistas de la Europa oriental, y para la misma Uni?n Sovi?tica.

Dicho sea de paso, la emigraci?n de la R.D.A. puso fin a la hist?rica "marcha al Este" (Drang nach Osten) del pueblo alem?n, y es posible que haya resuelto el problema de las tierras alemanas incorporadas a Polonia. La poblaci?n que emigra de la R.D.A. es una

poblaci?n alemana. Esta emigra ci?n es compensada parcialmente con una inmigraci?n de

polacos, checos, eslovacos y h?ngaros. En caso de continuar

este proceso, los alemanes quedar?an reducidos a una minor?a

en la poblaci?n de la Alemania oriental. Ir?nicamente se

puede decir que Adenauer y los dem?s alemanes, que no se

han resignado a la p?rdida de los territorios orientales, debe r?an ayudar a Walter Ulbricht a cerrar la "puerta de Berl?n"

para detener el proceso de desalemanizaci?n de la Alemania oriental. Claro est? que, por muy obvias razones, el gobierno de Pankow no puede esperar semejante ayuda del Canciller de Bonn.

Puede ser que, entre los dem?s fines secundarios de las cri

sis de Berl?n, se cuente el de poner a prueba la pol?tica norte

americana de contener todo avance sovi?tico, y asimismo el

de explotar las serias diferencias que existen en cuanto a la

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pol?tica alemana entre Londres y Par?s por un lado y Wash

ington por el otro, para crear resentimientos entre los Estados Unidos y sus aliados europeos. Mosc? tampoco pierde de vis ta que su victoria pac?fica en Berl?n provocar?a una oleada de derrotismo en el Occidente y constituir?a un duro golpe para la alianza militar de los aliados, es decir, para la O.T.A.S.

Pero, sobre todo, la Uni?n Sovi?tica quiere mantener y sancionar la divisi?n de Alemania. Naturalmente, Mosc? consentir?a en la reunificaci?n de Alemania si tuviera la ga rant?a de que una Alemania reunificada ser?a una Alemania

neutralista o comunista, esto es, si estuviera segura de que la

reunificaci?n pondr?a fin a la actual alianza de la mayor parte de Alemania con las Potencias Occidentales. La pol?tica ale mana de la Uni?n Sovi?tica cambiar?a seguramente si se pre sentara la posibilidad de un entendimiento ruso-alem?n. La

doctrina bismarckiana del eje Mosc?-Berl?n sigue siendo v?lida

para la Uni?n Sovi?tica, y es m?s que probable que, a la lar

ga, el entendimiento ruso-alem?n constituya uno de los m?s

importantes objetivos de la pol?tica sovi?tica. Para la Uni?n

Sovi?tica, este entendimiento ser?a una garant?a del status

quo en la Europa Oriental. Para Alemania, significar?a su

hegemon?a sobre la Europa occidental. Para Europa, una paz

duradera, aunque de naturaleza indeseable. Claro est? que no ha llegado el d?a en que se realice semejante entendimien to. Pero Adenauer abandonar? la escena, y la nueva genera

ci?n que gobierne a la Alemania occidental, y que se resignar? m?s bien a la p?rdida de Breslau que a la p?rdida de Dresde

y de Leipzig, puede sacar sus conclusiones del hecho induda ble de que Rusia tiene la posibilidad de darle a Alemania todo lo que no pueden darle los Estados Unidos, a saber, la

unificaci?n, la hegemon?a sobre la Europa occidental y posi blemente la recuperaci?n de una parte de sus antiguas pro vincias orientales.

Baste lo dicho en cuanto a la posible pol?tica de la Uni?n Sovi?tica a largo plazo. Por el momento, el mantenimiento

de la divisi?n de Alemania sigue siendo el dogma de la pol? tica de Mosc?. La eliminaci?n del enclave berlin?s es parte det esta pol?tica. La importancia que la Uni?n Sovi?tica

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2l8 Henryk Gall FI 11-2

atribuye a la consecuci?n de ese objetivo se ve claramente

por la dura t?ctica de que ha echado mano su gobierno. Esta

pol?tica oscila entre ultim?tumes y amenazas de guerra y la

disposici?n a entablar negociaciones diplom?ticas y otorgar garant?as para el Berl?n occidental, constituy?ndola en "ciudad

libre". Es imposible que Mosc? no se d? cuenta de que estas

t?cticas crean situaciones peligrosas fuera del control de quie nes las promueven ?situaciones que f?cilmente pueden dege nerar en un desastre universal.7

El punto de vista de Occidente: "pacta sunt servanda"

Cuando nos encontramos en una situaci?n anormal, pen samos c?mo remediarla y tratamos de cambiarla. Si nuestro

adversario, afectado asimismo por la situaci?n anormal, sugie re soluciones que a nosotros no nos convienen, las rechazamos,

pero no tratamos de justificar ese rechazo diciendo que tene mos derecho a mantener la situaci?n anormal. No es posible estar de acuerdo con los m?todos empleados por los rusos para cambiar la situaci?n del Berl?n occidental; pero tampoco es

posible negar que se trata de una situaci?n anormal. Es un

secreto a voces que, en conversaciones privadas, el ex-presi dente de los Estados Unidos, general Eisenhower, admiti? la anomal?a de la situaci?n del Berl?n occidental, y que el propio presidente Kennedy la ha calificado de "absurda". Las Poten cias Occidentales no pueden alegar el m?rito de haber tomado la iniciativa para remediar y cambiar esa situaci?n anormal y absurda. De ah? la insegura posici?n pol?tica del Occidente con respecto al problema de Berl?n. A trav?s de todas las cri

sis de Berl?n, la pol?tica de las Potencias Occidentales ha sido una pol?tica de pacta sunt servanda, en otras palabras, una

pol?tica encaminada a mantener, a base de fuertes argumentos

jur?dicos, la situaci?n anormal del Berl?n occidental. Desde la primera protesta (1948) contra las restricciones impuestas por los rusos en Berl?n hasta contestaci?n al memor?ndum

de Viena, el Occidente se ha limitado a insistir en sus inalie

nables derechos de ocupaci?n y de acceso a Berl?n. As?, en las dos primeras notas de protesta dirigidas al comandante sovi?

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tico de Berl?n, el gobierno militar norteamericano de Ale mania insisti? sobre el derecho del Occidente a tener libre acceso a Berl?n, derecho reconocido por los acuerdos inter

aliados.8 En las notas diplom?ticas id?nticas dirigidas al go bierno sovi?tico en julio de 1948, los Estados Unidos, la Gran Breta?a y Francia afirman que su

ocupaci?n y libre acceso a

Berl?n "emana de un derecho establecido, resultante de la derrota y rendici?n incondicional de Alemania y confirmado

por convenios formales entre los principales aliados".9 En

agosto del mismo a?o, en una conferencia con Stalin y Molo

tov, el embajador de los Estados Unidos declara oralmente que los tres gobiernos occidentales "tienen que volver a insistir en

que sus derechos de permanecer en Berl?n son absolutos e in

discutibles".10 Trece a?os m?s tarde, la doctrina pacta sunt

servanda es todav?a la ?nica respuesta que da el Occidente a

la nueva crisis de Berl?n. La contestaci?n al memor?ndum de

Viena es, una vez m?s, un alegato jur?dico. Washington, Lon

dres y Par?s vuelven a afirmar que la situaci?n legal vigente en Berl?n es un resultado del acuerdo establecido entre las Cuatro Potencias y no puede nulificarse legalmente por la acci?n unilateral de la Uni?n Sovi?tica.

Es cierto que el Occidente dispone de poderosos argumen tos jur?dicos.

n Pero al haberse limitado, en el espacio de tre

ce a?os, al uso de esos argumentos, sin ofrecer jam?s sugestio nes pol?ticas constructivas, las Potencias Occidentales est?n

negando, de hecho, la existencia misma del problema de Ber l?n. ?Cu?l es la raz?n de esta actitud? La respuesta m?s obvia es que reconocer la existencia del problema de Berl?n signifi car?a reconocer la existencia de la Rep?blica Democr?tica Ale

mana, resignarse a la divisi?n permanente de Alemania y re

nunciar a su unificaci?n. "El Berl?n occidental ?ha dicho

hace alg?n tiempo el Burgmeister Willy Brand? es la ?nica

?esperanza de la unificaci?n." ?Existe una posibilidad o, por lo menos, una esperanza de la reunificaci?n de Alemania?

?Qui?nes son los que desean sinceramente esta reunificaci?n?

La respuesta es que, dada la actual situaci?n internacional,

la unidad de Alemania es absolutamente imposible, y que, adem?s, nadie la desea. La unificaci?n no es posible porque

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220 Henryk Gall FI II-2

ni la Uni?n Sovi?tica ni el Occidente (y muy en particular los Estados Unidos) est?n dispuestos a renunciar a las porcio nes de Alemania que tienen bajo su respectivo dominio.

Para que Rusia abandonara la Alemania oriental, los Es tados Unidos tendr?an que retirarse de la Alemania occidental

y aceptar la unificaci?n de Alemania como pa?s neutralista. La soluci?n es inadmisible para Washington ante la posibili dad de que esa Alemania neutralista quedara comunizada tarde o temprano, y porque, debiendo forzosamente la R.F.A.

retirarse de la alianza militar occidental, esto podr?a signifi car el derumbe de la O.T.A.S. A diferencia de los Estados

Unidos, Europa no ha olvidado la ?ltima guerra. La Uni?n Sovi?tica y los dem?s pa?ses de la Europa oriental temen a una Alemania reunificada, gran potencia industrial y militar de ochenta millones de habitantes. Inglaterra y Francia com

parten ese temor. En la misma Alemania occidental de Ade

nauer, la reunificaci?n goza de poca popularidad. Una Ale mania neutralista tendr?a naturalmente que renunciar a sus;

antiguas provincias orientales, lo cual no est? en los planes de Bonn. La Alemania occidental carece por el momento de con

ceptos pol?ticos propios, y ve su futuro estrechamente vincu

lado al de los Estados Unidos. Por otra parte, el r?gimen de

Adenauer est? desempe?ando un papel important?simo en los

movimientos unificadores de la Europa occidental. La reuni

ficaci?n pondr?a fin a la alianza con los Estados Unidos y eliminar?a a Alemania de cualquier combinaci?n de la comu nidad atl?ntica europea. Quedan los Estados Unidos. Du rante varios a?os, este pa?s fue el ?nico que realmente pens? en la reunificaci?n de Alemania. Pues bien, ?ltimamente incluso Washington se ha dado cuenta de que la reunificaci?n es

imposible, y contraria, adem?s, a los intereses de los Esta

dos Unidos. As?, pues, el concepto de la unificaci?n de Ale mania es una idea abandonada y anticuada. Negar este hecho

ser?a obtuso e hip?crita.

Sin embargo, al paso que la Uni?n Sovi?tica reclama el reconocimiento formal de la divisi?n de Alemania, los Estados Unidos contin?an insistiendo en que la reunificaci?n es la soluci?n del problema alem?n. En las declaraciones oficiales,

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FI II-2 Problema de Berl?n 221

la Gran Breta?a y Francia siguen haciendo frente com?n con

los Estados Unidos. Pero la prensa de esos dos pa?ses critica abiertamente la posici?n norteamericana y admite que entre

los gobiernos de Londres y Par?s y el de Washington existen serias diferencias de opini?n en torno al problema de Alema nia. A estas diferencias se debe el que las Potencias Occiden tales hayan necesitado seis semanas para ponerse de acuerdo

sobre la contestaci?n al memor?ndum de Viena. Es probable que tambi?n a estas diferencias, o sea a la falta de un acuerdo

entre las Potencias Occidentales acerca de la pol?tica alemana, se deba la oposici?n del presidente De Gaulle a una pronta conferencia para tratar el problema de Berl?n.

?A qu? obedece esta complicada situaci?n en el campo occi dental? "Estamos en peligro ?dijo Lord Home, ministro de

Relaciones de la Gran Breta?a? de convertirnos en prisio neros de nuestras propias declaraciones y de una creciente ri

gidez de la cual nadie puede escaparse, y que posiblemente llevar? al mundo a la guerra." Comentando el discurso de

Lord Home, The Econimist agrega de su parte que el Occi dente se est? repitiendo en sus declaraciones, y cita la contes

taci?n norteamericana al memor?ndum de Viena, donde Wash

ington declara que el gobierno de la Alemania oriental "no

representa a este pueblo", que la R.D.A. no

puede conside

rarse como un Estado independiente y soberano, y que, en

consecuencia, no se puede

tratar con ese gobierno. El famoso

semanario ingl?s concluye: "Hay muchas partes del mundo en

que semejante doctrina pondr?a fin a la diplomacia. En Ber

l?n, esta doctrina obliga al Occidente al uso de vagas amena

zas para enfrentarse a una situaci?n todav?a nebulosa e hipo

t?tica", y termina diciendo que las contestaciones occidentales al memor?ndum de Viena, sin haber empeorado las cosas,

"han dejado un estado de ansiedad, porque el camino de las

Potencias Occidentales, en momentos bien dif?ciles est? oscu

recido por la pleplejidad".12 La opini?n europea encuentra

su expresi?n en otro famoso semanario ingl?s, The Manches

ter Guardian Weekly. En un art?culo intitulado "No inicia

tive on Berlin", la revista dice que es cierto que el problema

de Berl?n "es principalmente obra de Mosc?". "Pero el pro

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222 Henryk Gall FI II-2

blema existe" ?a?ade?, y las Potencias Occidentales carecen de proposiciones pr?cticas para resolverlo. Considerando la divisi?n de Alemania como un fait accompli, con o sin el recenocimiento de la R.D.A., el Manchester Guardian se de clara "contra el legalismo como base exclusiva de la posici?n occidental".13

Por lo visto, las Potencias Occidentales, y sobre todo los Estados Unidos, est?n dispuestas finalmente a abandonar el

"espl?ndido aislamiento" de una postura quiz? inatacable en

lo jur?dico, pero muy vulnerable en lo pol?tico, y hablar un

lenguaje m?s realista. En verdad, ya es tiempo de cambiar de lenguaje, porque, como dice tan atinadamente un historia dor canadiense, "ser?a in?til pretender que los derechos lega les pueden, a la larga, prevalecer sobre las realidades del po der".14

La guerra o la paz

La conferencia de los pa?ses neutralistas reunida en Bel

grado lleg? a la conclusi?n de que la crisis de Berl?n y la

reanudaci?n de las pruebas nucleares por la Uni?n Sovi?tica

y parcialmente por los Estados Unidos, pon?an al mundo ante el grave dilema de la guerra o la paz. Efectivamente, si

ninguno de los dos bandos retrocede de su posici?n actual en

el problema de Berl?n, la humanidad se ver? en peligro inmi nente de una cat?strofe universal. Si nuestra generaci?n ve la

Tercera Guerra Mundial, esta guerra ser? el resultado de una

tr?gica paradoja. La paradoja del problema de Berl?n con

siste en que los dos campos antagonistas desean en realidad una misma cosa: el mantenimiento del status quo en Alema

nia, o sea el mantenimiento de su divisi?n. Mientras la Uni?n

Sovi?tica considere que la liquidaci?n del enclave berlin?s es

una condici?n indispensable para acabar con la ficci?n de la no existencia de la Rep?blica Democr?tica Alemana como

Estado, y para poder sancionar jur?dicamente la divisi?n de

Alemania, el Occidente ?y de manera particular los Estados

Unidos, quien niegan la existencia misma de la R.D.A.?, no

puede tomar parte en el reconocimiento formal de la divisi?n

?e Alemania. El problema de Berl?n constituye, pues, no s?lo

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FI 11-2 Problema de Berl?n 223

una paradoja, sino tambi?n un c?rculo vicioso: para la Uni?n Sovi?tica, en efecto, la divisi?n de Alemania es un hecho con sumado y una realidad indiscutible, mientras que los Estados Unidos siguen insistiendo en que la soluci?n del ^problema de Berl?n es la unificaci?n de Alemania, teniendo como capi tal a Berl?n. Las medidas aplicadas por Mosc? para lograr la deseada soluci?n del problema de Berl?n son medidas b?licas

y no pac?ficas. Pero la soluci?n pac?fica del problema de Ber l?n tampoco es posible sin que el campo occidental cambie su

pol?tica alemana y deje de pretender que la Rep?blica Demo cr?tica no existe. Seguir con esta pretensi?n significar?a acep tar los riesgos de la guerra nuclear en defensa de una ficci?n.

?Qu? es lo que queda? Queda, claro est?, la posibilidad de las negociaciones ?preferiblemente, en estos peligrosos

mo

mentos, en forma de una conferencia en la cumbre o de una

nueva entrevista personal entre el presidente Kennedy y el

primer ministro Jruschov? y de un compromiso negociado. La La posibilidad de las negociaciones existe. Las demandas que expresa la Uni?n Sovi?tica en el memor?ndum de Viena no tienen la forma de un ultim?tum. Posteriormente, en varias

declaraciones y en sus pl?ticas con el primer ministro italiano, Amintore Fanfani, ha expresado Jrushov que la Uni?n Sovi? tica est? dispuesta a negociar con el Occidente acerca del pro blema de Berl?n. Tambi?n las Potencias Occidentales est?n

dispuestas a discutir este problema, seg?n lo han comunicado a la Uni?n Sovi?tica en varias notas diplom?ticas, y seg?n lo han expresado sus hombres de estado en no pocas declaracio

nes p?blicas. Washington y Mosc? mantienen un constante contacto diplom?tico respecto a la posibilidad de realizar las

negociaciones sobre el problema de Berl?n, y respecto a la for ma, tiempo y lugar de tales negociaciones. Pero el punto clave no consiste, evidentemente, en convocar una conferencia

ruso-occidental, sino en decidir qu? asuntos discutir?a esa con

ferencia para lograr una soluci?n pac?fica del problema de Berl?n. En otras palabras, la cuesti?n fundamental es si existe

o no una base de transacci?n que la conferencia pudiera ex

plorar.

As?, la posibilidad de una soluci?n pac?fica del problema

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224 Henryk Gall FI II-2

de Berl?n se reduce al logro de una transacci?n. ?Existe o no

existe la posibilidad de semejante transacci?n? ?Habr? o no

habr? guerra sobre Berl?n? No se sabe hasta qu? punto esta r?a dispuesta la Uni?n Sovi?tica a revisar sus demandas, aun

que s?lo fuera para hacerlas m?s aceptables por parte del Occidente. No lo sabemos, porque las Potencias Occidentales nunca han hecho una contrapuesta pol?tica

como r?plica

al memor?ndum de Viena, sino que se han limitado a la argu mentaci?n jur?dica para conservar el status quo de Berl?n. Pero no es imposible que, a cambio del reconocimiento de la R.D.A. ?y, consiguientemente, de la divisi?n de Alemania?,

la Uni?n Sovi?tica est? dispuesta a resolver el caso de la ciudad misma de Berl?n de una manera m?s aceptable para las Po

tencias Occidentales. Hay, sin embargo, una dificultad m?s

que se opone al logro de una transacci?n a base de concesiones

mutuas de esta naturaleza. Esa dificultad procede del temor

que los Estados Unidos tienen a las consecuencias de una san

ci?n jur?dica de la divisi?n de Alemania. Washington teme

lo que Mosc? espera, a saber, que al desvanecerse la posibili dad de la unificaci?n alemana, Berl?n, cualquiera que sea su

situaci?n legal, quede absorbido, tarde o temprano, por la

Rep?blica Democr?tica Alemana. Pero sobre todo, y en ?ltimo an?lisis, la soluci?n pac?fica

de este problema vital depende ?fuera de tecnicismos, con

cesiones mutuas y complejos de prestigio? de la buena vo

luntad de las dos superpotencias para evitar la guerra. Si de ambos lados existe esa buena voluntad, el problema de Ber l?n encontrar? alguna soluci?n. El caso opuesto significar?a la guerra.

NOTAS

1 Entre el i<? y el 6 de septiembre tuvieron lugar cuatro explosiones at?micas en la Uni?n Sovi?tica; la primera fue de alcance intermedio, o

sea de una potencia de 100 a 500 kilo tomos; las otras fueron de alcance menor. La bomba at?mica de Hiroshima fue de 20 kilotomos. (Informe de la Comisi?n de Energ?a At?mica de los Estados Unidos, seg?n The

New York Times.) 2 "La administraci?n del 'Gran Berl?n' quedar? a cargo de una

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FI II-2 Problema de Berl?n 225

autoridad gubernativa interaliada, la cual estar? subordinada a la Comi

si?n de Control y estar? constituida por los cuatro comandantes; cada uno de ?stos actuar?, por turno, como comandante en jefe. Los arreglos arriba descritos estar?n en vigor durante el per?odo de ocupaci?n que

siga a la rendici?n de Alemania, y durante el tiempo en que Alemania

est? ejecutando los requisitos b?sicos de la rendici?n incondicional. Para

los per?odos posteriores, los arreglos se sujetar?n a un acuerdo por se

parado."

("Documentos on Rights in Germany", New York Times, 28 de agosto de 1961.)

3 El acuerdo final, relativo a la creaci?n de la zona francesa de ocu

paci?n, se firm? el 26 de julio de 1945. 4 La "Autoridad Internacional para el Ruhr" se cre? el 28 de abril

de 1949. Los miembros de este organismo fueron los Estados Unidos, la

Gran Breta?a, Francia, Benelux y la Alemania occidental. (The Depart ment of State, Germany 1947-1949, pp. 331-344.)

5 'Los gobiernos de Francia, del Reino Unido, de los Estados Unidos

y de la U.R.S.S. han decidido tomar simult?neamente las siguientes me

didas (sujetas para su pr?ctica y cumplimiento, a los arreglos que hagan los cuatro gobernadores militares de Berl?n):

"A) Quedar?n abolidas las restricciones recientemente impuestas so

bre comunicaciones, transportes y comercio entre Berl?n y las zonas occi

dentales de Alemania, por una parte, y las zonas sovi?ticas, por otra.

"B) El marco alem?n de la zona sovi?tica se introducir? como ?nica

moneda circulante en Berl?n, y en esta misma ciudad se retirar? de la

circulaci?n el marco occidental 'B'."

(Germany 1947-1949, p. 211.) 6 "i?) Todas las restricciones impuestas desde el Ie? de marzo de 1948

por el gobierno de la Uni?n Sovi?tica sobre comunicaciones, transportes y comercio entre Berl?n y la zona occidental de Alemania y entre la zona

oriental y las zonas occidentales, quedar?n suprimidas a partir del d?a 12

de mayo de 1949.

M29) Todas las restricciones impuestas desde el i<? de marzo de 1948

por los gobiernos de Francia, el Reino Unido y los Estados Unidos, o por

cualquiera de ellos, sobre comunicaciones, transportes y comercio entre

Berl?n y la zona oriental y entre la zona occidental y la oriental, queda r?n suprimidas tambi?n el d?a 12 de mayo de 1949.

"39) Once d?as despu?s de haberse suprimido las restricciones men

cionadas en los p?rrafos i<? y 29, a saber, el d?a 23 de mayo de 1949, se

reunir? en Par?s el Consejo de los Ministros de Relaciones Exteriores

para considerar las cuestiones relativas a Alemania y los problemas resul

tantes de la situaci?n de Berl?n, incluyendo entre estos problemas el de

la moneda circulante en Berl?n."

("Documents on Rights in Germany", New York Times, 28 de agosto de 1961.)

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226 Henryk Gall FI II-2

7 As? lo advirti? el general De Gaulle en una conferencia de pren sa (Par?s, 5 de septiembre de 1961).

S Carta del general Gailey, jefe del Estado Mayor del gobierno mili

tar norteamericano en Alemania, al general Dratvin, comandante sovi?

tico de Berl?n, 31 de marzo de 1948. {Germany 1047-1949, op. cit., p. 202.) 9 Notas id?nticas dirigidas a la Uni?n Sovi?tica por los Estados Uni

dos, la Gran Breta?a y Francia. (Germany 1947-1949, p. 205.) 10

Exposici?n oral del embajador norteamericano a Stalin, 2 de agosto de 1948. {Germany 194*]-1949, p. 210.)

11 'Los derechos de ocupaci?n de Berl?n por parte de los aliados son

inatacables, excepto por lo que se refiere al acceso a la ciudad." (Karl Loewenstein, "The Allied Presence in Berlin: Legal Basis", Foreign Policy

Bulletin, vol. 38, N<? 11, February 15, 11959, pp. 81-84.) 12 The Economist, 22 de julio de 1961, p. 322. 13 Manchester Guardian Weekly, 20 de julio de 1961, p. 1. 14 Robert Spencer, The Berlin Dilemma, J. M. Dent & Sons Ltd.,

London, Toronto, p. 149.

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