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EL POBLADO CALCOLÍTICO DE CAMINO DE LAS YESERAS (SAN FERNANDO DE HENARES, MADRID): UN ESCENARIO FAVORABLE PARA EL ESTUDIO DE LA INCIDENCIA CAMPANIFORME EN EL INTERIOR PENINSULAR THE CALCOLITHIC SITE OF CAMINO DE LAS YESERAS (SAN FERNANDO DE HENARES, MADRID): AN ADVANTAGEOUS CONTEXT TO STUDY BELL BEAKERS THE CENTRAL IBERIAN PENINSULA TRABAJOS DE PREHISTORIA 64, N o 1, Enero-Junio 2007, pp. 151-163, ISSN: 0082-5638 CONCEPCIÓN BLASCO (*) GERMÁN DELIBES (**) JAVIER BAENA (*) CORINA LIESAU (*) PATRICIA RÍOS (*) RESUMEN El trabajo ofrece una primera aproximación al Yaci- miento Calcolítico de Camino de Las Yeseras donde se ha documentado una ocupación a lo largo del III milenio que, en el tránsito al II milenio AC, acoge a grupos poseedores de cerámica campaniforme que renuevan los equipos ma- teriales con la explotación de nuevos recursos líticos, adap- tan su cabaña a una mejor movilidad y practican rituales funerarios diversificados dentro del poblado. El marco tem- poral se avala con una importante secuencia de dataciones de C14 y TL, plenamente coincidentes. ABSTRACT This paper present a first approach to the Calcolithic settlement of “Camino de las Yeseras” in which a third millenium BC occupation has been documented. During the transition to the second millenium BC, Bell Beaker groups appear in the sequence. They exploit new lithic resources, adapt their domestic stock for increased mobility, and prac- tice new diversified funerary rituals in the settlement. The temporal framework is supported by a sequence of many C14 and TL dates. Palabras clave: Hábitat calcolítico. Campaniforme. Valle del Tajo. Prácticas funerarias. Key words: Calcolithic settlement. Bell Beaker. Tagus Valley. Funerary practices. EL YACIMIENTO Y SUS ESTRUCTURAS El Camino de las Yeseras (San Fernando de Henares, Madrid), se sitúa a 580 metros de altitud, en la margen izquierda del río Jarama, a algo más de un kilómetro de su cauce y próximo a la con- fluencia con el Henares. Desde su posición se ejerce un extraordinario control visual de las vegas bajas de ambos ríos, incluida la referida confluencia. Tan ventajoso emplazamiento se complementa con la proximidad y visibilidad de las canteras de sílex de Casa Montero localizadas a unos cuatro kilómetros, en la orilla opuesta del Jarama, donde hay constan- cia de una intensa actividad minera durante el Neo- lítico (Consuegra et al. 2004), aunque es muy pro- *(*) Departamento de Prehistoria y Arqueología. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Autónoma de Madrid. Campus de Cantoblanco. 28049. Madrid. Correos electrónicos: concepción. [email protected], [email protected], corina.liesau @uam.es, [email protected] (**) Departamento de Prehistoria y Arqueología. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Valladolid. Plaza de la Universi- dad s/n. 47011 Valladolid. Correo electrónico: [email protected] Recibido: 5-VII-2006; aceptado: 17-XI-2006.

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EL POBLADO CALCOLÍTICO DE CAMINO DE LAS YESERAS(SAN FERNANDO DE HENARES, MADRID): UN ESCENARIOFAVORABLE PARA EL ESTUDIO DE LA INCIDENCIACAMPANIFORME EN EL INTERIOR PENINSULAR

THE CALCOLITHIC SITE OF CAMINO DE LAS YESERAS (SAN FERNANDO DEHENARES, MADRID): AN ADVANTAGEOUS CONTEXT TO STUDY BELL BEAKERSTHE CENTRAL IBERIAN PENINSULA

TRABAJOS DE PREHISTORIA64, No 1, Enero-Junio 2007, pp. 151-163, ISSN: 0082-5638

CONCEPCIÓN BLASCO (*)GERMÁN DELIBES (**)JAVIER BAENA (*)CORINA LIESAU (*)PATRICIA RÍOS (*)

RESUMEN

El trabajo ofrece una primera aproximación al Yaci-miento Calcolítico de Camino de Las Yeseras donde se hadocumentado una ocupación a lo largo del III milenio que,en el tránsito al II milenio AC, acoge a grupos poseedoresde cerámica campaniforme que renuevan los equipos ma-teriales con la explotación de nuevos recursos líticos, adap-tan su cabaña a una mejor movilidad y practican ritualesfunerarios diversificados dentro del poblado. El marco tem-poral se avala con una importante secuencia de datacionesde C14 y TL, plenamente coincidentes.

ABSTRACT

This paper present a first approach to the Calcolithicsettlement of “Camino de las Yeseras” in which a thirdmillenium BC occupation has been documented. During thetransition to the second millenium BC, Bell Beaker groups

appear in the sequence. They exploit new lithic resources,adapt their domestic stock for increased mobility, and prac-tice new diversified funerary rituals in the settlement. Thetemporal framework is supported by a sequence of manyC14 and TL dates.

Palabras clave: Hábitat calcolítico. Campaniforme. Valledel Tajo. Prácticas funerarias.

Key words: Calcolithic settlement. Bell Beaker. TagusValley. Funerary practices.

EL YACIMIENTO Y SUS ESTRUCTURAS

El Camino de las Yeseras (San Fernando deHenares, Madrid), se sitúa a 580 metros de altitud,en la margen izquierda del río Jarama, a algo másde un kilómetro de su cauce y próximo a la con-fluencia con el Henares. Desde su posición se ejerceun extraordinario control visual de las vegas bajasde ambos ríos, incluida la referida confluencia. Tanventajoso emplazamiento se complementa con laproximidad y visibilidad de las canteras de sílex deCasa Montero localizadas a unos cuatro kilómetros,en la orilla opuesta del Jarama, donde hay constan-cia de una intensa actividad minera durante el Neo-lítico (Consuegra et al. 2004), aunque es muy pro-

*(*) Departamento de Prehistoria y Arqueología. Facultad deFilosofía y Letras. Universidad Autónoma de Madrid. Campus deCantoblanco. 28049. Madrid. Correos electrónicos: concepció[email protected], [email protected], corina.liesau @uam.es,[email protected]

(**) Departamento de Prehistoria y Arqueología. Facultad deFilosofía y Letras. Universidad de Valladolid. Plaza de la Universi-dad s/n. 47011 Valladolid. Correo electrónico: [email protected]

Recibido: 5-VII-2006; aceptado: 17-XI-2006.

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bable que los trabajos no quedaran interrumpidosa lo largo del Calcolítico debido a la demanda desu exigente industria tallada. Por otra parte, la dis-ponibilidad en ambas vegas fluviales de tierras agrí-colas de regadío y de pastos frescos y su proxi-midad a varias vías de comunicación naturalesutilizadas tradicionalmente, entre las que destaca laCañada Real Galiana, son factores que tambiéntuvieron que ser determinantes para la elección delsitio y alentar su larga ocupación (Fig. 1).

Las excavaciones realizadas hasta ahora hanpermitido documentar un hábitat de dimensionesnotables (en torno a 20 hectáreas). En su superficielas cabañas, semiexcavadas en el suelo, se disponende forma aparentemente aleatoria y tanto en el in-terior como al exterior de ellas se detectan multitudde huellas de pies de postes, pequeñas zanjas, ho-yos siliformes etc, algunos de los cuales amortizanparte de los suelos y son testigos de las diferentesremodelaciones que se suceden en los distintosmomentos de ocupación (Fig. 2).

Este tipo de poblado es conocido desde hacetiempo en el panorama del Calcolítico meridionaly cuenta con un extraordinario exponente en Marro-quíes Bajos (Zafra et al. 1999 y 2003). Pero tambiénempieza a ser una realidad en el inicio de la meta-lurgia de la Cuenca del Tajo y, en concreto, en laregión de Madrid (Díaz del Río 2001 y 2003), don-de algunos yacimientos comparables han sido ex-cavados en los últimos años (Penedo 2005), pormás que sean pocos los que han gozado de una in-tervención o prospección en extensión. La excep-ción la constituye Fuente de la Mora (Leganés), enla orilla septentrional del Arroyo Butarque, tribu-tario del Manzanares (Vigil-Escalera 2003: 58),yacimiento en el que se ha intervenido en algo más

Fig. 1. Mapa de situación.

Fig. 2. Plano del área de mayor concentración de estructuras, con identificación de las fases de ocupación. (A partir de M. Rodríguez Cifuentes).

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de 3 ha. y al que se le supone también una ciertaextensión, desde luego muy alejada de las 113 has.de Marroquíes, posiblemente fruto, en los tres ca-sos, de una prolongada duración de los estableci-mientos que implica remodelaciones con pequeñosdesplazamientos de las áreas de viviendas y de lossectores de actividad.

Si tenemos en cuenta los resultados de las data-ciones obtenidas, el hábitat se funda a comienzosdel III milenio cal BC por parte de grupos calcolí-ticos y permanece ocupado de forma más o menoscontinuada hasta los inicios del II milenio a juzgartambién por la renovación de los ajuares, un hechoespecialmente contrastado en las últimas centuriasdel III milenio, momento en que los mismos gruposcalcolíticos, o gentes de similares tradiciones, seinstalan en el mismo punto, introduciendo las cerá-micas campaniformes. Los poseedores de esta nue-va cerámica utilizan indistintamente tanto las es-tructuras preexistentes, remodelándolas, comonuevas construcciones, también semiexcavadas enel suelo. Por último, no sabemos si tras un períodode abandono o simplemente en una etapa de menordensidad de ocupación, se instalan nuevos grupospertenecientes a un Bronce Medio o Protocogotas.

La primera ocupación se identifica con una eta-pa calcolítica no campaniforme cuyas estructurasdomésticas corresponden a grandes cabañas conuna superficie media de unos 140 metros cuadra-dos. La mayoría de estas estructuras son de plantade tendencia oval y perfil irregular (286, 411 y 251),una morfología de la que se desmarcan las cabañas305 y 4 que presentan planta rectangular de cabe-cera absidal. Se trata de construcciones de maderay barro, con zócalos excavados en el subsuelo, has-ta una altura de 80 centímetros. A esta primera fasede la ocupación pertenecen, al menos, 12 de estosfondos de cabaña estructuras que, como las zanjasy la mayoría de los surcos, siguen mayoritariamenteun eje NE-SO, a favor de la pendiente del terreno.Esta circunstancia parece indicar que pese a noexistir una ordenación aparentemente regular, setrata de una instalación planificada que busca ob-tener los máximos beneficios del escenario en elque se ubica.

La estratigrafía de algunas de las grandes caba-ñas levantadas en la primera fase de la ocupaciónhablan de remodelaciones de los espacios primiti-vos por parte de generaciones posteriores pertene-cientes a grupos campaniformes cuyas cerámicasdecoradas están presentes en los niveles de los sue-los más superiores. Una presencia que se identifi-

ca claramente en los estratos superiores de la caba-ña 305 o en los silos que perforan la colmatación dela vivienda 411.

Las subestructuras más abundantes son los ho-yos siliformes, que en esta fase inicial del yacimien-to presentan una distribución bastante irregular,aunque en algunos casos se disponen en paralelo ymuy próximos al perímetro de la vivienda comoindicio de su posible dependencia aunque su fun-cionalidad es difícilmente detectable a partir de losmateriales recuperados en su interior. Entre los in-dicios más elocuentes de alguna de sus funciones seencuentran los que nos brinda una de las cubetas demenor profundidad (336) que presenta restos dehaber soportado altas temperaturas, quizás a conse-cuencia de haberse utilizado como horno u hogar.

Queda, por último, hablar de la singularidad deuna subestructura alargada (298) cuyo trazado co-rre paralelo a uno de los lados largos de la cabaña305, una proximidad y orientación que nos permi-ten sospechar que es sincrónica a ella, formalmentepodría ser un tramo de foso, pero sus dimensiones19,7 m de largo y 3 m de ancho y en torno a unmetro de profundidad no son indicativas de queestemos ante un auténtico elemento defensivo, yaque es fácilmente salvable, pero no descartamosque pudiera haber formado parte de un recinto rea-lizado, como en tantas otras ocasiones, interrumpi-do en trechos.

La Fase Campaniforme se identifica con unaocupación que utiliza tanto algunas de las estructu-ras anteriores adaptándolas, como nuevas cabañasde dimensiones menores a las de la fase anterior,tanto en superficie, en torno a 40 m2, como en suprofundidad del zócalo, unos 36 cms, no obstantela continuidad se evidencia en la morfología de lasplantas, que sigue siendo de tendencia oval conperfil irregular. En el área excavada se han docu-mentado hasta un total de 6 suelos de cabaña per-tenecientes a esta fase. Estas cabañas se asientanpreferentemente en área más oriental de menorpendiente y tienen una orientación más aleatoriaque en la fase fundacional. Entre todas estas estruc-turas destaca la excepcionalidad de la cabaña 5 encuyo zócalo se abrieron sendas covachas para alo-jar enterramientos poseedores de ajuares con cerá-micas campaniformes (Blasco et al. 2005).

En esta etapa persisten los hoyos siliformes quese perforan tanto en los espacios exteriores, comoen el interior de las antiguas cabañas; presentan unamorfología similar a la de la etapa precedente lo quetransmite la sensación de continuidad. Entre ellos

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merecen mención aparte los números 198 y 492. Elprimero sirvió de fosa colectiva acogiendo a untotal de siete individuos y el segundo se utilizó pararecibir una inhumación individual. El enterramien-to colectivo poseía un ajuar reducido a dos grandescazuelas de carenas bajas y superficies muy bruñi-das casi completas uno de cuyos fragmentos apare-ció en un hoyo próximo en el que había cerámicacampaniforme lo que podría ser indicio de su simul-taneidad, algo que parece confirmar la dataciónobtenida sobre un fragmento óseo de uno de losinhumados. El enterramiento individual del hoyo492 poseía como único ajuar un molino de pórfido.Tanto la presencia de esta roca metamórfica comola posición contraída del cuerpo nos inclinan a pen-sar que pudiera pertenecer a un momento avanza-do de la vida del yacimiento sin que sea posible suadscripción al campaniforme o a la Edad del Bron-ce. Esta variedad de enterramientos y su inclusiónen espacios domésticos distintos a los conocidoshasta el momento testifican que “el cambio que seprodujo desde los enterramientos múltiples a losindividuales no fue abrupto ni completo [sino que]representó más bien un cambio gradual de énfasisen el que las relaciones genealógicas entre los vivosy los muertos ganaron un cierto grado de prioridadsobre la identidad corporativa compartida” (Tho-mas 2005: 118).

En conjunto observamos que en la etapa inicial,además del mayor tamaño de las cabañas, la arqui-tectura es más sólida, variada y compleja y existeuna mayor actividad constructiva que no sabemossi está en proporción a la mayor estabilidad de laocupación o al mayor tamaño del grupo mientrasque la fase campaniforme, tanto por el númerocomo por el tamaño de las estructuras, parece máslimitada en el tiempo y/o pertenece a un grupo hu-mano de menores dimensiones que no muestra unarraigo tan importante como el de sus predecesores,iniciándose un declive en la importancia del sitio.

La Edad del Bronce es la última ocupación y semanifiesta todavía más reducida que las anteriores.Sus únicas estructuras son silos que se concentranen el sector más occidental, en un área donde yaexistían otros muchos hoyos pertenecientes a lasocupaciones precedentes contribuyendo a crear unplano complejo y abigarrado. Como es habitual enotros yacimientos sincrónicos de esta etapa faltanindicios de fondos de cabañas, pies de poste, zan-jas, o cualquier otro elemento que facilite la iden-tificación de dónde y qué características tenían lasunidades domésticas.

Sólo el fondo número 319 (Liesau y Blasco2006) nos acerca a su función primaria al mantenerintacto un depósito con una importante cantidadde restos faunísticos, sobre todo de vacuno, algu-nos de los cuales están en conexión anatómica,el depósito indica una posible donación votiva deacuerdo a una tradición que parece relativamentefrecuente entre las comunidades de este horizonteProtocogotas.

LAS ESTRATEGIAS DE CAPTACIÓN DEMATERIAS PRIMAS Y EL EQUIPOMATERIAL

Atendiendo a las materias primas hay indiciosque apuntan a diferentes estrategias de aprovisio-namiento a lo largo del Calcolítico que se manifes-tarían en una captación más inmediata en las fasesprecampaniformes al limitarse a un radio de unoscinco kilómetros, en el que se incluyen la propiabase del yacimiento y los tramos de terrazas fluvia-les más cercanas de donde se obtendrían las arcillas,el sílex, tanto nodular como tabular, las areniscas delos elementos de molienda y la sal, sin olvidar loshuesos y astas procedentes de animales domésticosy silvestres, mientras que en la etapa campanifor-me hay instrumentos elaborados con materias pri-mas procedentes de áreas más alejadas, cuya distan-cia se estima en unos 40 kilómetros, como es el casodel granito y pórfido de los molinos, las fibrolitaso los minerales del cobre. Ello nos lleva a pensarque a partir del campaniforme, a la explotación delos recursos del entorno cercano, se suma el bene-ficio de los minerales existentes en el área de laSierra que resulta vital para la elaboración de útilespesados relacionados con las tareas de clareo y agrí-colas en general, o con la elaboración de molinos ymorteros para la trituración, una extracción queimplica la obtención de bloques de mucho peso, loque representa un alto coste de traslado a través devarias decenas de kilómetros (Baena y Blasco1997: 177-194) a lo que se suma el primer benefi-cio de los minerales del cobre, ampliando clara-mente las posibilidades técnicas de los grupos pre-campaniformes.

De momento no tenemos datos para asegurar lacausa de esta intensificación de la explotación derecursos serranos por parte de las comunidadescampaniformes instaladas en las cuencas medias ybajas: ¿fue la metalurgia de la zona la que se bene-fició de la obtención de recursos líticos necesarios

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para el utillaje agrícola y la transformación de de-terminadas especies vegetales? O ¿fueron los pros-pectores de metal los que proporcionaron materia-les más efectivos para viejas actividades?. Sea cualfuere el origen de esta ampliación del área de cap-tación, el hecho representa un cambio sustancial enla dinámica del grupo para garantizar la movilidadde todos los sectores implicados y quizás tenga al-guna relación en el declinar de lugares centralesCalcolíticos de gran tamaño como el propio Cami-no de Las Yeseras que reduce notablemente su ex-tensión y la entidad de sus estructuras.

Dentro del equipo material la cerámica consti-tuye una excelente piedra de toque no sólo para co-nocer las características de la vajilla de la avanza-da Edad del Cobre en el sector central de laPenínsula Ibérica, sino también para precisar el ver-dadero grado de representación de las especies cam-paniformes fuera del ámbito funerario, que es, en elgrupo meseteño de Ciempozuelos, donde se mani-fiestan más regularmente. En otras palabras, Cami-no de Las Yeseras aporta una óptica privilegiadapara advertir cómo, si de la exclusiva presencia dela cerámica dependiera calificar un yacimientocomo campaniforme o no-campaniforme, habría-mos de afrontar la paradoja de adscribir cultural-mente de forma distinta ciertas cabañas como la nº5,en cuyo ajuar doméstico no figuran las cerámicascampaniformes, y las sepulturas practicadas bajoellas –se entiende que por sus moradores– en las quedichas vasijas constituyen el grueso de las ofrendas(Blasco et al. 2005). Este tipo de observación podríainducirnos a simplificar y a considerar Yeseras, sinmás, un poblado campaniforme, pero tal vez esta-ríamos incurriendo en el error de pasar por alto laposibilidad de un horizonte de ocupación anterior,precampaniforme, como el que se detecta en el tam-bién madrileño yacimiento de El Ventorro (Priegoy Quero 1992).

Los materiales cerámicos de las subestructuras251, 286 y 411 han sido básicamente los utilizadospara dar cuenta de las características de la alcalle-ría en contextos sin campaniforme. Se trata de co-lecciones con una nada desdeñable proporción depiezas decoradas y con una indiscutible homoge-neidad, puesto que en los tres ambientes se repitenprácticamente las mismas formas e idénticos mo-tivos y técnicas decorativos. El capítulo formal(Fig. 3) nos remite casi sólo a pequeñas vasijas, yaque en pocas ocasiones se han podido reconstruirrecipientes de almacenamiento. Como rareza no esocioso señalar el hallazgo de un asa de cinta ancha

y vertical, de claras reminiscencias neolíticas, en lacabaña 251.

En la muestra destaca la considerable propor-ción de los fragmentos decorados. Por su abundan-cia se ha de conceder especial atención a las cerá-micas pintadas, en color negro y con temas linealesgeométricos que se distribuyen, ante todo, por lasparedes externas de los vasos, por más que se repi-tan también al interior en un cuenco de la cabaña411. Esta notoriedad de la pintura vascular en lavajilla de Camino de Las Yeseras, no sin paralelospor ejemplo en el Cobre millarense del Sudeste, esun fenómeno regional bastante extendido sobre elque apenas se ha reparado con anterioridad a excep-ción de las escasas aguadas del Ventorro (Priego yQuero 1982: 169, fig. 249).

También destacamos las “pastillas en relieve”,los abollones o gruesos acanalados y las líneas bru-ñidas, todas ellas presentes en el ya mencionadoyacimiento del Ventorro. En el caso del “pastilla-je” es cierto que abunda en el suroeste (Hurtado yAmores 1982), pero fue ampliamente aceptado porlos ceramistas de la Meseta; sin embargo, los bru-ñidos lineales eran hasta la fecha bastante rarosfuera de Valencina de la Concepción y pobladossevillanos afines (Ruiz Mata 1975). El ascendien-te “andaluz” del Cobre madrileño, reivindicadoaños atrás por Martínez Navarrete (1987), a raíz delhallazgo de ídolos oculados en hueso de estilo mi-llarense en Perales de Tajuña, se refuerza, pues, con

Fig. 3. Formas y algunas decoraciones de la cerámica nocampaniforme.

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nuevos argumentos. No faltan tampoco las decora-ciones incisas y acanaladas. Las primeras, diseñan-do triángulos, zig-zags y rectángulos, en esquemacalcolítico casi universal; las últimas, bien podríanen algún caso haber servido para la traza de moti-vos simbólicos siempre que estuviéramos dispues-tos a aceptar que las ondas o guirnaldas de algunosfragmentos de la cabaña 411 corresponden al nomenos cosmopolita “tatuaje facial” elevado porSiret (1913: 63 ss) a la categoría de fósil-guía de lacultura de Los Millares.

Aunque no esté muy bien representada, cabeinsistir en la utilización de la decoración impresa abase de gruesos puntos combinados o no, con líneasincisas delimitadoras o, incluso con impresiones decazoletas, es una técnica ya documentada en otrosyacimientos calcolíticos como el zamorano de “LasPozas” (Val Recio y Herran 1995: 300, fig. 5) o enotros puntos del interior peninsular como La Mari-selva en el Tejado de Béjar (Salamanca) (Fabián1995:168) donde se reproducen diseños simbóli-cos, al igual que ocurre en uno de los fragmentosrecuperados en Camino de Las Yeseras.

Para documentar los rasgos de la cerámica vin-culada a contextos con campaniforme nos servimosde los materiales procedentes del relleno o nivel deocupación de la cabaña 322. Aquí lo más significa-tivo es la abundancia de recipientes con decoracióncampaniforme de tipo puntillado geométrico, sobretodo cuencos pero también vasos, que presentan losmotivos habituales en el campaniforme inciso opropiamente de Ciempozuelos. Algunas piezas, noobstante, manifiestan en sus decoraciones de ban-das cierta herencia de los campaniformes maríti-mos. Pero el repertorio de fragmentos campanifor-mes, con no ser muy numeroso, presenta uncatálogo de variantes ornamentales mucho másamplio, pues hemos de reconocer que junto a ejem-plares del más depurado estilo Ciempozuelos, nofaltan los fragmentos pertenecientes al “campani-forme doméstico”, con diseños simples incisosaplicados sobre recipientes de bastante tamaño.

Sin embargo lo realmente significativo para va-lorar la secuencia del yacimiento es la observaciónde que, junto a las cerámicas de indiscutible filia-ción campaniforme, comparecen otras muchasidénticas a las descritas de las cabañas sin campa-niforme. De momento las únicas técnicas que pare-cen desaparecer en los contextos campaniformesson las impresas de cazoletas vinculadas, en gene-ral, a los ejemplares más cuidados, algunos de clarovalor simbólicos, las cuales parecen ser sustituidas

por los estilos campaniformes. No obstante existeotra diferencia notable que se cifra en la presenciaporcentual de los ejemplares decorados no campa-niformes, claramente inferior en los conjuntos concerámicas campaniformes las cuales debieron desustituir, de manera gradual, al resto de las varian-tes ornamentales.

Existe, por tanto, una clara coincidencia en elfondo cerámico de los ambientes que de antemanopodríamos haber sospechado precampaniformesy campaniformes lo que unido a la situación regis-trada en la cabaña 5 (con un ajuar doméstico nocampaniforme, pero con ofrendas cerámicas in-equívocamente Ciempozuelos en las sepulturas delsubsuelo), nos alerta de que el grueso de las estruc-turas habitacionales del poblado estuvieron en fun-cionamiento en las mismas o muy parecidas fechas,en un momento en el que, sobre un fondo cerámi-co tradicional, apenas alterado, se produjo la incor-poración de las especies campaniformes, tanto pun-tilladas geométricas como distintas variantes deincisas.

La industria lítica estudiada hasta el momento(Fig. 4) es la recuperada en las cabañas 411 y 322y nos permite registrar su evolución a lo largo de lasdiferentes ocupaciones calcolíticas y del BroncePleno. Este conjunto apunta a la existencia de dosestrategias de captación: la de sílex nodular y la desílex tabular, si bien domina en todas las fases laprimera, es decir, la explotación de depósitos se-cundarios próximos al río o de los arrastres existen-tes en la terraza en la que se asienta el yacimiento,

Fig.4. El registro lítico: 1. esbozo de pieza bifacial reciclada.2.- retocador/percutor en asta. 3.- fragmento de lámina ensílex. 4 y 5.- puntas bifaciales de pedúnculo y aletas.

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pues en toda la secuencia Calcolítica se adviertenproporciones escasas y semejantes de corticalesprocedentes de afloramientos primarios (en tornoa un 1,8 % calcolítico antiguo y 1,4 % campanifor-me). Las características generales de estas cortica-les primarias coinciden con las detectadas en lasformaciones de la cobertera de los cerros próximosen uno de los cuales se ha documentado una explo-tación minera (Consuegra et al. 2004). La calidadde este sílex tiene, en su mayoría, una aptitud ópti-ma para la talla. Esta selección se va perdiendo soloa partir de la Edad del Bronce.

Por su parte la representatividad de la cuarcitaque no varía sustancialmente a lo largo de las dife-rentes fases de ocupación se sitúa en torno a un 5%,desde el Precampaniforme al Bronce, pese a ser estematerial el mayoritario dentro de los depósitossecundarios. Cuarcitas y cuarzos se utilizan en can-tos relacionados con trabajos de abrasión, macha-cado o percusión y muy escasamente con la produc-ción de soportes con filo a partir de lascas.

Respecto a las modalidades de producción, elmayor volumen se asocia a actividades intensivasde debitage tal y como se desprende de la relaciónde categorías existente, lascas/núcleo en torno a 5.5hasta 7.8 lascas por núcleo, ambos datos, junto conel carácter agotado de la mayoría de los núcleosponen de manifiesto la clara orientación hacia laproducción de lascas.

El análisis de las técnicas de trabajo a través delos talones, los atributos del plano de lascado yla morfología de la lasca acreditan tres técnicas bá-sicas:

La percusión directa con percutor duro que pa-rece asociarse a las peores calidades del sílex, obien a los escasos productos elaborados en cuarci-ta. Los esquemas dominantes que se vinculan a estatécnica son: Series unipolares paralelas que gene-ran morfologías piramidales o prismáticas. Seriesalternantes que generan morfologías discoides yseries alternantes y multipolares que generan mor-fologías poliédricas en fase de agotamiento delnúcleo. En ambos horizontes, junto a estos esque-mas de trabajo de carácter expeditivo se producen,en proporciones más reducidas, explotaciones decarácter laminar relacionadas con las anteriores(esquemas unipolares), pero sobre un sílex de me-jor calidad.

En porcentaje sensiblemente inferior, se detec-ta el empleo de percutores elásticos (probablemen-te asta), orientados al trabajo de configuración defoliáceas y fases iniciales de configuración de pre-

formas de puntas de flecha. Todos los productoshechos con esta técnica están elaborados sobre sí-lex de buena calidad (afloramientos primarios omejorados por tratamiento térmico). El empleo depercutores elásticos queda confirmado por la pre-sencia de uno de ellos realizado sobre asta en unpequeño hoyo asociado a la ocupación calcolíticade la cabaña 411, con paralelos similares en yaci-mientos peninsulares de estas fases (Val Recio yHerrán 1995: 303).

Por último, en la fase final de la configuración defoliáceas y puntas de flecha de aletas y pedúnculodocumentamos la existencia de retoque por pre-sión. La función de presionador pudo ser realizadapor parte de la industria ósea presente en estas ca-bañas (punzones de punta roma, espátulas, etc.).Evidencian la talla de láminas por presión algunasde ellas de elaboración muy regular, de seccionestrapezoidales, con dos o tres nervaduras, si bien suescaso número y la ausencia de elementos típicosde esta actividad (crestas, semicrestas, tabletas,flancos) indican que se realizaría fuera de las es-tructuras estudiadas.

Contamos con una escasa representación de úti-les retocados y limitada variedad tipológica en to-dos los momentos. Destacamos las piezas foliáceas,posiblemente destinadas a la creación de cuchillosde siega, que presentan lustre en el filo mejor con-figurado, las puntas de flecha con pedúnculo y ale-tas que se configuran en la mayoría de los casossobre lascas de mediano y pequeño tamaño, en sí-lex de calidades buenas. Estas foliáceas son las quecaracterizan mejor la producción calcolítica pero laespecialización de su talla pronto se verá abando-nada a favor de modelos más expeditivos que cul-minan en morfologías poliédricas, ya atestiguadosen los niveles más antiguos de la cabaña 411, si biensu máxima expresión la encontramos en fases delBronce

El resto de los elementos configurados, para to-das las fases, se engloban tanto en la categoría deláminas y fragmentos de láminas con retoque, comoen la de útiles de carácter expeditivo como son laslascas con retoque y los denticulados. Entre ellashay lascas con dorso con pequeñas muescas que noeliminan el filo natural dentado muy apto para lasiega, como acredita el lustre existente en los filos.La escasez de piezas configuradas se relaciona conla presencia de lascas con retoque mecánico proba-blemente de uso que debemos interpretar comoverdaderos útiles destinados a actividades domés-ticas.

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Las fases de reciclaje se limitan al aprovecha-miento de los núcleos en sílex como percutores, ya la reutilización de los materiales en cuarcita comosoportes para la producción de lascas. Esta circuns-tancia bien pudiera justificarse por la abundancia derecursos líticos de la zona, que imprimiría un escasogrado de economía en su gestión. Es destacable elgran volumen de restos líticos, común a todos losfondos excavados si lo comparamos con otros ya-cimientos del momento (Martínez Sastre 1992;Baena y Luque 1994; Alvaro y Piñón 1995; Carriónet al. 2002.).

La proximidad de fuentes de aprovisionamien-to, el elevado volumen de material lítico recogido,así como la acreditada actividad de talla indican queesta industria debió de jugar un papel destacado enel seno de los grupos asentados en Camino de lasYeseras, hecho avalado también por la relativa au-sencia de utillaje de consumo (raspadores, buriles,raederas y denticulados, etc.), en favor de elemen-

tos de siega y restos de talla relacionados con lacreación de soportes lasca. Ello podría responder alcarácter “industrial” del asentamiento, aspecto quedebería contrastarse, mediante el análisis a una es-cala más amplia, así como con estudios sobre lacirculación de estos sílex fuera del sur de la regiónmadrileña.

En resumen, si bien se aprecian claras diferen-cias entre el Calcolítico y el Bronce Medio, no po-demos decir lo mismo en el caso del precampani-forme y campaniforme, ya que, aunque se observanalgunas tendencias, sin significación estadística porel momento, se puede hablar de una clara continui-dad.

Poco podemos decir de la metalurgia ya que tansólo se han recuperado dos punzones de cobre desección cuadrada y extremos apuntados, uno deellos formando parte del ajuar de uno de los ente-rramientos con cerámica campaniforme y el otrolocalizado en un fondo siliforme del que no es po-sible llegar a una asignación segura. El punzón esposiblemente el único objeto metálico que, en es-tos momentos y en esta zona, debió de formar par-te de los equipos domésticos y, siempre en propor-ciones reducidas. La existencia de un enmanguerealizado en asta con orificio de sección cuadradadel calibre de los punzones (Fig. 5.5) nos permiteconocer la fórmula empleada para su manipulación.

Aunque hasta el momento no se han podido do-cumentar indicios de actividad metalúrgica en elpoblado, no descartamos que llegue a localizarseen algún punto todavía no excavado, pues su labo-reo está asegurado en pequeños sitios campanifor-mes de la cercana cuenca del Manzanares como elVentorro (Priego y Quero 1992: 299-326) o en Pe-rales del Río (Blasco et al. 1989: 99-100; Rovira1989).

Todavía en proceso de limpieza, restauración yrevisión, la industria ósea (Fig. 5) está represen-tada por un instrumental con un escaso grado detransformación de huesos largos de ovicaprinoscomo son los metapodios y las tibias a partir de losque se elaboran punzones y piezas biseladas respe-tando, en su mayoría, la morfología original de lasporciones articulares distales (Figs. 5, 1-3). A estaspiezas tendríamos que añadir algunas espátulas yalisadores realizados sobre costillas de macroma-míferos (Figuras 5, 1-4). De la muestra destaca unútil realizado en asta mudada de ciervo con la rosetarebajada y cuya posible funcionalidad ha sido la deun retocador (Fig. 4). Otra pieza en asta presentatodos sus extremos aserrados (Fig. 5.5 A-C). El

Fig.5. Muestra seleccionada de industria ósea: 1.- punzónrealizado a partir de un metacarpo proximal de oveja (F-43401); 2.- punzón realizado a partir de un metacarpo dis-tal de oveja (F-41109);3.- Pieza biselada a partir de una ti-bia distal de ovicaprino con la epífisis distal parcialmenterebajada por abrasión. 4.- espátula-alisador a partir de unalámina costal de bovino (F-41103). 5.- Asta principal deciervo con numerosas huellas de extracción en sus extre-mos: A: sobre un plano horizontal aserrado presenta en elcentro un orificio cuadrangular. B y C: huellas de un aserra-do inicial sobre la luchadera y el tramo distal del asta prin-cipal.

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extremo distal del asta principal presenta un planohorizontal con un orificio de sección cuadrada que,como ya se ha indicado, parece corresponderse conla de una posible impronta de un instrumental me-tálico (Fig. 5.5 A). Esta pieza revela por tanto, unadoble funcionalidad, por un lado, ser materia primapara la extracción de pequeñas piezas o rodetes(Fig. 5.5 B) y, por otra, enmangue.

La tipología ósea no parece variar mucho a lolargo de las dos fases calcolíticas, aunque si tenemosen cuenta los porcentajes obtenidos en las diferen-tes unidades parece que se produce un progresivoempobrecimiento cuantitativo y formal de las pie-zas. Toda la muestra corresponde a utillaje funcio-nal de carácter doméstico y, de momento, no se handocumentado piezas más elaboradas o elementos deadorno. Estas características parecen indicar unaausencia de talleres dedicados a este apartado indus-trial, y su escaso grado de transformación son másbien un reflejo de un proceso de elaboración en cual-quier ámbito del poblado. Se han evidenciado comohuellas de extracción la percusión y el aserrado confilos líticos además de huellas de elaboración comoel raspado para la obtención de extremos distalesapuntados y biselados. El enmangue en asta del fon-do 332 (Fig. 5.5), presenta además numerosas hue-llas con perfil en “V”, resultado de un aserrado líti-co, tanto en el tramo inferior del asta principal comoen una de sus luchaderas, huellas que se han contras-tado con trabajos experimentales (Liesau 1998). Enprincipio, el pulimento parece estar tan sólo asocia-do a huellas de uso en la industria recuperada. Tipo-logías y procesos similares de fabricación se cono-cen en otras muestras importantes en las que existeun claro predominio de piezas apuntadas realizadasa partir de metapodios y tibias de ovicaprinos segui-dos de otros tipos sobre diferentes soportes, comoen el caso de El Ventorro (Priego y Quero 1992:343) y otros yacimientos más distantes con una va-riedad formal más extensa como la Cueva del Toro(Martín et al. 2004: 176).

EL CONSUMO: LA FAUNA CALCOLÍTICA

La falta de análisis relacionados con los restosvegetales nos ha privado de una información vitalpara acceder al conocimiento de la dieta de estosgrupos, sin embargo, sí estamos en disposición deacercarnos al aprovechamiento animal, tanto pro-cedente de la ganadería como de la ya escasa acti-vidad cinegética.

Aunque todavía pendientes de un análisis másexhaustivo, se presenta un avance preliminar de lafauna recuperada en un fondo siliforme (274) y doscabañas (286 y 322) con el objetivo de realizar unestudio comparado entre los contextos precampa-niformes y campaniformes.

Debido a la gran cantidad de carbonatos y sili-catos adheridos a los huesos y a la imposibilidad desu eliminación sin dañar el tejido no es posiblecuantificar correctamente las huellas tafonómicasen el material óseo por lo que nos limitamos tan sóloa comentar que se han observado, tanto huellas deagentes biológicos –erosiones radiculares y morde-duras de cánidos– además de otras de origen antró-pico como las fracturaciones, huellas de combus-tión, de despiece y descarnado.

De la muestra de fauna recuperada en las tresestructuras destaca el énfasis en el consumo de ani-males domésticos frente al componente cinegético(NR del 95 %-100 % y en peso del 88 %-100%).Sin embargo, la presencia de especies silvestrescomo uro y ciervo en el fondo 322, con un 12 % enrelación con el peso total identificado, supone unaporte complementario importante en relación conla obtenida de los otros dos fondos que, además pre-sentan una lista de especies mucho más limitada. Larecolección de moluscos parece evidenciarse comouna actividad marginal, especialmente como recur-so alimentario.

Aunque la distribución cuantitativa de cada unade las principales cabañas documentadas varía enlos tres fondos, la ocupación calcolítica no campa-niforme destaca por un aprovechamiento pecuariobastante diversificado pero equilibrado en la repre-sentatividad de las principales cabañas que, pororden de importancia, son las siguientes: el vacu-no, el porcino y los ovicaprinos (Fig. 6).

En el aporte cárnico, con una media del 42 % esel vacuno el principal proveedor, aunque en el fon-do 274, llega casi al 50 % en detrimento del gana-do ovicaprino. El segundo lugar lo ocuparía el por-cino (suponiendo que no tengamos muestras delagriotipo) con casi el 29 % de media en peso. Tansólo destacar que para la cabaña campaniforme(322), la importancia del porcino ha disminuidoconsiderablemente en relación con las otras dosestructuras. Los siempre numerosos ovicaprinosserían especies más consumidas en las cabañas 286y 322 donde llegan a alcanzar una media del 27 %(Fig. 6).

En el fondo 274 tendríamos que destacar unapresencia testimonial del caballo, y la existencia,

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también escasa, del perro en las tres unidades estu-diadas. Ambas especies, aunque de forma marginal,suelen ser habituales en la lista de taxones docu-mentados en los poblados prehistóricos recientes.

El parámetro del NMI parece estar en relacióndirecta con el número de restos recuperados en cadauna de las estructuras, y en cada uno de ellos losvalores relativos para cada taxón son muy similares.

Además, en las tres principales cabañas hemospodido constatar un sacrificio de cohortes de eda-des muy variado. Huesos de animales infantiles,juveniles y subadultos nos indicarían tanto, unaprovechamiento de productos primarios (carnestiernas) como secundarios (derivados lácteos) para

el ganado lanar, caprino y vacuno, un aspecto queestá también avalado por la presencia de queseras.Los animales adultos son sacrificados antes de lle-gar a la senilidad.

Por último, para el fondo 274 cabe mencionar elhallazgo de una serie de patas articuladas de unavaca, una oveja, de una cabra y de un porcino, as-pecto pendiente de valorar adecuadamente en elcontexto que fueron hallados.

Pese a que los datos manejados son, a todas lu-ces insuficientes, apuntan hacia un descenso en laetapa campaniforme de la cabaña de porcino, conmenor movilidad que el vacuno y los ovicaprinosy a una mayor incidencia de la caza, datos que con-

Fig. 6. 1.- Relación relativa del NR en los principales taxones recuperados en Camino de las Yeseras; 2.- Relación relativadel Peso en los principales taxones recuperados en Camino de las Yeseras

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cuerdan con la menor entidad de la arquitectura ycon la ampliación del radio de captación de recur-sos y todo ello nos transporta a un cuadro de pobla-ciones con una mayor necesidad de desplazamientoa la que también adaptan sus fuentes de consumo.

EL MARCO TEMPORAL

Las primeras dataciones realizadas por TL y C14sobre materiales cerámicos y óseos respectivamen-te coinciden en situar el punto de partida del asen-tamiento de Camino de las Yeseras en el primertercio del III milenio y una continuidad de ocupa-ción hasta las primeras centurias del II milenio con

una presencia puntual a mediados de esta centuria.Como se puede comprobar, si exceptuamos el va-lor obtenido en el único contexto de la edad delBronce analizado, todos los demás resultados indi-can que contextos campaniformes y no campanifor-mes pueden llegar a estar muy próximos lo que jus-tificaría la relativa similitud de los equiposindustriales, aunque se confirma una ligera moder-nidad de los contextos campaniformes (Tab. 1).

Pero la tabla adjunta nos permite extraer algunasconclusiones más, teniendo en cuenta el importantenúmero de dataciones obtenidas, como es la coin-cidencia de los dos métodos utilizados (C14 y TL)y la proximidad y coherencia de la totalidad de losresultados.

Tab.1. Dataciones comparadas de carbono 14 y termoluminiscencia. Carbono 14 calibrado según Stuiver et al., 1998.

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• Pese a que todas las dataciones de contextoscalcolíticos son muy cercanas, las campani-formes, obtenidas con ambos métodos, son lasmás recientes, enmarcándose a finales del IIImilenio y en las dos primeras centurias del IImilenio en valores de TL y C14 convencionalsin calibrar, aun cuando la calibración a dossigmas nos lleve hasta mediados del III mile-nio.

• La menor duración de la ocupación campani-forme frente a la etapa no campaniforme ex-plicaría la menor intensidad de sus vestigiosy quizás también la menor entidad de sus es-tructuras.

• La presencia de grupos del Bronce Medio sedocumenta a mediados del II milenio en valo-res de TL.

En suma el Yacimiento Calcolítico de Caminode Las Yeseras pudo ser un auténtico lugar centralde referencia para pequeños sitios ubicados en lasvegas próximas y posiblemente controlador de lascercanas minas de sílex que le permitirían una im-portante actividad industrial con vistas, no sólo a suautoabastecimiento, sino también a la distribuciónde productos acabados y/o preformas, en paraleloa lo que ya se conoce en el mediodía peninsular(Nocete coord. 2004). La información que propor-ciona resulta de primer orden para entender la es-trecha vinculación entre los grupos campaniformescon sus predecesores del Calcolítico a la par queofrece indicios que apuntan a la ampliación de lastradicionales zonas de abastecimiento por parte delas gentes campaniformes mediante el beneficio deáreas de captación más lejanas facilitando el desa-rrollo de nuevas industrias y la mejora de las anti-guas y es el reflejo de que, como en otra regioneseuropeas, “el campaniforme puede manifestarse deformas bien distintas, tanto en sepulturas como enhábitats” (Besse y Desideri 2005: 72).

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