el pobla nto de f;xico

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EL POBLA NTO DE F;XICO UNA VISIÓN H 1ST Ó RICO, D E M O G R Á F I e A TOMO II EL MÉXICO COLONIAL SECRETARIA ,DE rn GOBERNAClON COnfEJO I '¡J.IW¡1 nRClonRl ,COO"PO, DE POBlRClon

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Page 1: EL POBLA NTO DE F;XICO

EL POBLA NTO DE F;XICOUNA VISIÓN H 1ST Ó RICO, D E M O G R Á F I e A

TOMO II

EL MÉXICO COLONIAL

'~SECRETARIA ,DE rnGOBERNAClON

'~' COnfEJO

I'¡J.IW¡1 nRClonRl

,COO"PO, DE POBlRClon

Page 2: EL POBLA NTO DE F;XICO

Edición

Coordinación editorial

Ana Arenzana

Producciófl

Francisco Javier Estebanez

Investigación iconográfica

Ernesto Pei'íalozaAsesoría: Aurelío de los Reyes

Diseño

Jorge AguilarNora Letícia Mata S.

Formación

Ofelia Mercado A.

Corrección de estiloMax GonsenYocl MezaMarisela Torres

SECRETARÍA DE GOBERNACIÓN

© 1993 CONSEJO NACIONAL DE POBLACIÓNÁngel Unaza 1137, Col. del ValleMéxico 03100, D.E

ISBN 968 6084 76-2 Obra completa

ISBN 968 6084 78-9 Tomo dos

Impreso en MéxicoJPrinted in Mexico

Page 3: EL POBLA NTO DE F;XICO

i

CONTENIDO

El México colooial

INTRODUCCIÓN/9

Bernardo García Martínez

EL DESCENSO DE LA POBLACIÓN INDÍGENA DURANTE EL SIGLO XVI Y

LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN/18

Cecilia Rabell Romero

LA EVOLUCIÓN CUANTITATIVA DE LA POBLACIÓN NOVOHISPANA: SIGLOS XVI, XVIl y XVIII/36

Lourdes Márquez Marfín

LA MIGRACIÓN IBÉRCA y AFRICANA: CARACTERÍSTICAS E IMPACTOS REGIONALES/64

Ma. del Pilar Velasco

EL MESTIZAJE EN LA INTEGRACIÓN DE LA POBLACIÓN COLONIAL/86

María Elena Sáenz Faulhaber

PATRONES DEMOGRÁFICOS URBANOS EN LA NUEVA ESPAÑA, 1700-1820/108

Juan Javier Pescador

PATRONES DE POBLAMIENTO EN LA NUEVA ESPAÑAl132

René García Castro

POBLAMIENTO Y COLONIZACIÓN EN EL NORTE/152

Luis Aboites Aguilar

IDEAS Y LEYES SOBRE POBLAMIENTO EN EL MÉXICO COLONIAL: LA ACCIÓN DEL GOBIERNO/170

Bernardo García Martínez

Sobre los autores/187

Page 4: EL POBLA NTO DE F;XICO

Introducción

Bernardo García M31-tínez

El poblamiento y su estudio

P ob/amiento es una palabra consignada en

pocos diccionarios castellanos, y cuando

aparece se le suele definir como voz anticuada

referida a la acción y efecto de poblar, es decir,

de llenar un espacio con habitantes. Esta defini­

ción refleja la fuerte asociación que el vocablo

tuvo en la historia española con los procesos de

reocupación del suelo que acompañaron a la Re­

conquista cristiana frente a los ocupantes musul­

manes de la península ibérica, Después, el con­

cepto de poblamiento estuvo muy ligado a los

procesos de expansión, conquista y colonización

de los españoles en Amélica, especialmente du­

rante el siglo XVI. Se trata, pues, de un concepto

firmemente anclado en la experiencia histórica.

y si bien puede entenderse que se le haya perci­

bido como anticuado, debe reconocerse que evo­

ca una realidad humana tan compleja como la

historia de la que se desprende. De esto deri va el

vocablo el enorme potencial que le ha llevado a

revivir y a ocupar un lugar importante en el

lenguaje de las ciencias sociales de nuestros días.

En efecto, como poblamiento puede designarse a

un conjunto que relaciona los fenómenos demo­

gráficos de la población con las condiciones eco­

nómícas y sociales en que ésta se desarrolla, con

el sistema espacial en que se desenvuelve, y con

las relaciones ecológicas que le son inherentes.

Se advierte, además, que por poblamiento no se

ha de entender sólo o necesariamente la primera

ocupación de un espacio, sino un proceso conti­

nuo y cambiante que no cesa en tanto subsista la

ocupación humana.

El estudio del poblamiento tiene por naturale­

za un contenido que es al mismo tiempo históri­

c0' geográfico y ecológico, y que reclama tanto

enfoques demográficos y estadísticos cuanto so­

ciológicos y jurídicos. No es de extrañar, enton­

ces, que el estudio del poblamiento de un país o

una región pueda reclamar, si está bien logrado,

el mérito de ofrecer un enfoque muy completo e

ilustrativo de la historia de ese país o región, más

que el que pudiera esperarse de una historia de

los desan·ollos políticos o económicos, o de los

meramente demográficos o sociales.

Sin embargo, explotar el enomle potencial de

un estudio del poblamiento o, lo que es casi lo

mismo, de una historia del poblamiento, no es

tarea fácil, ya que requiere de aproximaciones

interdisciplinarias y de enfoques metodológicos

que no están muy extendidos aún en las ciencias

sociales, salvo tal vez en algunos de los países

más desan·ollados.

En México no hay virtualmente ninguna tra­

dición en la materia, aunque ha habido avances

importantes en el campo de la demografía histó­

rica, y existe una buena base de información

sobre temas de historia política, institucional y

Durante el siglo XVI elconcepto de

poblamiento estuvoligado a los procesos deexpansión, conquista y

colonización de losespañoles en América.

Evangelización,Fray Diego Valadés,

siglo XVI.

9

Page 5: EL POBLA NTO DE F;XICO

BERNARDO GARCIA MARTINEZ

El inicio de la épocacolonial marca unparteaguas no sólo en lahistoria de México, sinode América y del mundo.Nuevo y más exactomapa de América,üverlon, 1668.

lO

económIca. La época colonial, en particular, está

bastante bien dotada de estudios al respecto, con

lo cual se pueden fundar, aunque sea parcialmen­

te, los cimientos de una historia de su poblamien­

to. Ciertamente esto no es sino un principio, yaún

debe trabajarse mucho para lograr una visión

acabada del tema. Como podrá comprenderse,

este volumen, diseñado y coordinado como los

otros tres de su serie por el Consejo Nacional de

Población, es el resultado de un esfuerzo que

puede considerarse pionero. Sus resultados ayu­

dan a ampliar y difundir una perspectiva nueva y

poco conocida, aunque reflejan también las limi­

taciones actuales y los requerimientos de esta

rama del conocimiento.

La época colonial

Este segundo volumen de El poblarniento de

México está dedicado a la época colonial, espacio

de tiempo reconocido como uno de los periodos

distintivos de la historia de México. Comúnmen­

te se entícnde que este espacio de tíempo abarca

los tres siglos de la dominación política de Espa­

ña en México, y es claro que la periodización

resultante corresponde bien a las realidades de la

historia política e institucional, así como a rasgos

económicos y sociales asociados a esas realida­

des. Para mayor abundamiento, el inicio de la

época colonial estuvo acompañado de cambios

tan profundos en todos [os terrenos de la vida

humana y hasta en el ambiente natural, que puede

aceptarse sin duda que coincidió con uno de los

parteaguas más significativos en la historia no

sólo de México sino de América y del mundo. En

México la historia económica y la social, la de la

cultura y la religión, la del arte y la del pobla­

miento, y cualesquiera otras, tienen un punto de

inflexión hacia los años de 1519 a 1550, que

marca, con sus diversos matices, el inicio de la

época colonial. El final de esta época, en cambio,

no puede precisarse de un modo similar.

Page 6: EL POBLA NTO DE F;XICO

En efecto, mientras que entre la época prehis­

pánica y la colonial los cambios fueron tan hon­

dos que parece haber quedado poco espacio para

las continuidades, entre esta última y la etapa

siguiente las continuidades parecen haber preva­

lecido sobre los cambios. Es posible precisar un

corte hacia 1821 en los terrenos político e insti­

tucional, pero desde el punto de vista de la histo­

ria económica y social el final de la época colo­

nial puede situarse, según la interpretación que se

haga de varios fenómenos, en diversos momentos

entre 1750 y 1850. Desde la perspectiva de la

etnohistoria o de la historia demográfica, el final

de la época colonial es todavfa más difuso, al

grado de que al marcar un corte cronológico,

donde quiera que se coloque; se corre el riesgo de

sobrevaluar algún fenómeno de cambio en un

terreno en el que lo prevaleciente fueron las

continuidades. Pero, claro está, la historia colo­

nial tiene que tener algún final, aunque sea sólo

por razones meramente prácticas, y es por ello

que se ha recUlTido a un consenso general para

poner un límite convencional en la segunda dé­

cada dd siglo XIX. De esa misn1a manera, que

debe entenderse como muy vaga, se marca tam­

bién la separación entre este tomo y el siguiente.

Ellcctor debe estar advertido de que esta parti­

ción es por demás artificial en un estudio del

poblamiento de México, y de que es necesario dar

mayor, mucho mayor relieve que el aparente, a

las continuidades que puedan encontrarse entre

las temáticas de ambos volúmenes, aun por enci­

ma de los diferentes enfoques que adopten los

autores de cada uno de los capítulos.

Temas de la historia del poblamientocolonial

El presente volumen comprende ocho capítulos

que pueden reunirse en cuatro grupos, dos de Jos

cuales coinciden en su aproximación demográfi­

ca con los problemas del poblamiento. Serfa ilu­

sorio buscar una unidad orgánica en el conjunto,

pues se trata de enfoques dispares en muchos

sentidos, pero a pesar ele ello proveen un cúmulo

de infonnación y un bagaje interpretativo lo su­

ficientemente amplios como para que el lector

pueda derivar un conocimiento razonablemente

completo y actualizado de algunos de los pr¡nci~

pales rasgos del poblamiento colonial. El primero

de estos capítulos, "El descenso de la población

indígena durante el siglo XVI y las cuentas del

gran capitán", de Cecilia Andrea Rabell, aborda

UllO de los temas más importantes de la historia

del poblamiento colonial. En el mismo se anali·

zan críticamente los resultados de la nutrida labor

historiográfica dedicada a estudiar de manera

pormenorizada la cat~ístrofe demográfica de ese

siglo. La autora da buena cuenta de los avances

logrados en un campo donde los estudios han sido

cuidadosos y sofisticados (aunque han alTojado

El ¡nido de la épocacolonial estuvo

acompañado deprofundos cambios en

todos los terrenos de lavida humana.

Arriba: CódiceFlorentino.

Abajo: Enfermosde viruela

Códice Florentino.

tI

Page 7: EL POBLA NTO DE F;XICO

8HlNARDO GARCIA MARTlNEZ

En la siguiente página:Tres siglos de historia

dejaron una huellasignificativa en lascaracterísticas y ladistribución de lapoblación.

Piano pictográfico deuna casa de laciudad de México, 1653,anónimo.

I Acatlán y Piazlla2. Ameca3 Autlán4. Chalco5. Cbiautla6. Colima7. Cuernavaca8. Guautitlán9. Guatl.acualco10. HueyrlalpaI !. !zatl¡in{l. [zúcar

13. Malinalco14. Mechoacan15. México16. Meztirlán17. Minas de

Guanaxuato18. Minas de Pachuca19. Minas de

Tcmazcaltepec20. Minas de

Torna Custla2]. Minas de Zumpango22. Pánuco23. Pueblos de Avalos24. Puerto de Guatulco25. San t\·1iguel26. Teguacán27. Teguantepec28. Tepeaca29 Teposcolula30. Teutila31. Tezcuco32, Tlacolalpa33. Tlaxc,lla34. Tuspa35. Valle de Guaxaca36. Valle de Matakingo37. Vera Cruz38 Xalapa39.1 Xalapa, Cintla,

!\catlán40, Xilorcpec41. Yanhuitlán42. Zac3tula4' Zapotccas

interpretaciones muy contradictorias), y propone

nuevas líneas de investigación.

Los cuatro capítulos siguientes proporcionan

otros tantoS exámenes de temas destacados de la

demografía colonial. "La evolución cuantitativa

de la población novohispana", de Laurdes Már­

quez Morfín; "La inmigración ibérica y africa­

na", de María del Pilar Velasco; "La importancia

del mestizaje en la integración de la población

colonial", de f..-'Iaría Elena Sácnz Faulhaber, y

"Patrones demográficos urbanos en la Nueva Es­

paña", de Juan Javier Pescador, ret1ej(ln la temá­

tica y los enfoques más en boga dentro de la

demografía histólica mexicana. Pero en estos

terrenos la historiografía no ha alcanzado la so­

fisticación ni la profundidad a que ha dado lugar

el análisis del colapso demográfico elel siglo XVI.

Así pues. los estudios dedicados a estos temas se

mueven sobre terrenos menos firmes y se apoyan

en evidencia documental que en muchos casos

sólo ha sido explotada someramente, y en otros

es por demás circunstancial. Se necesitará largo

tiempo, amplios recurSos y muchos estudios para

borrar lagunas y extrapolaciones que por el mo­

mento se antojan casi inevitables.

Los dos capítulos siguientes, "Patrones de po­

blamiento en la Nueva España", de René García

Castro, y "Poblamiento y colonización en el Nor­

te", de Luis Aboites Aguilar, se inscriben en una

corriente diferente, asociada a la geografía histó­

rica y Olientada al análisis de las expresiones

espaciales del poblamiento. El concepto de po­

blamiento, precisamente, ocupa un lugar central

en el desarrollo de sus argument.os, que en parte

est.án encaminados a delimitar pe.Jiodos y regio­

nes que ret1ejen el curso de la historia colonia! en

su conjunto. Se trata de un desanollo historiográ­

fico bastante nuevo, preocupado por lograr una

interpretación más profunda )' equilibrada del

pasado, y del que se derivan perspectivas y con­

ceptos cuya originalidad puede percibirse clara­

mente.

El volurnen cierra con un capítulo preparado

por quien esto csclibe, "Ideas y leyes sobre po­

blamiento en el México colonial: la acción del

gobierno", en el que se recogen algunos de los

Page 8: EL POBLA NTO DE F;XICO

rasgos jurídicos y políticos de la historia que aquí

se analiza.

Salta a la vista que en este volumen hacen falta

temas y enfoques de capital interés para la histo­

ria del poblamiento. Entre ellos pueden destacar­

se el de los desplazamientos de la población,

tanto temporales como permanentes, el de los

condicionamientos económicos y sociales de la

distribución de la población, y el del impacto

ambiental del poblamiento. En realidad son te­

mas poco o nada estudiados (al menos dentro de

la historiografía mexicana), que están a la espera

de un investigador que se adentre en ellos.

La experiencia colonial en elpoblamiento de México: una conclusiónanticipada

Si se hubiera de buscar una conclusión para los

temas tratados en este volumen cabría preguntar­

se por el significado de la experiencia colonial en

el poblamiento de México. Tres siglos de historia

dejaron una huella significativa en las caracterís-

INTROOUCCION

ticas y la distribución de la población, en sus

comportamientos demográficos, en el uso del

suelo, en los patrones de asentamiento, en la

confonnación de regiones y en otros rasgos que

son analizados en los diferentes capítulos. Pero a

Intendencias en 17SS

\~\

13

Page 9: EL POBLA NTO DE F;XICO

BERNARDO GAAClA MARTlNEZ

Mapa 3.

14

más de eso la experiencia colonial dio lugar a un

fenómeno que merece destacarse con un análisis

adicional: se le podría designar como la existen~

cia simultánea de dos sistemas de poblamiento.

El poblamiento prehispánico, entendido como

un conjunto preexistente de realidades demográ~

ficas, económicas, sociales, espaciales y ecológi~

cas, se transfonnó profundamente, pero no desa­

pareció, al iniciarse la época colonial. Al terminar

ella aún permanecían vigentes muchos de sus

rasgos, y la subsistencia de algunos de éstos se ha

prolongado hasta el presente. En la actualidad, en

efecto, se reconoce la existencia de un pobla~

miento de características peculiares que se suele

definir como indígena o de raíces indígenas.

Por otro lado, durante la época colonial se

introdujo un nuevo conjunto de realidades que se

expresó en otro poblamiento diferente, que en

parte desplazó al preexistente y en parte se fundió

o combinó con éL Al final, este nuevo poblamien­

to fue el dominante, y lo sigue siendo hoy. En la

época colonial se le asociaba con lo español, pero

de manera más general se le puede definir como

occidental o moderno.

La subsistencia hasta el presente de la pobla­

ción llamada indígena marca una continuidad

importante con respecto a la época prehispánica,

La mayor parte de esta población se distingue por

su pertenencia a alguno de varios grupos que se

mantienen diferenciados (yen ocasiones aisla­

dos) cultural y étnicamente del resto de la pobla­

ción, y ubicados, asimismo, en áreas específicas.

Aparentemente esa continuidad se sustenta en

rasgos raciales y culturales (cuya subsistencia ha

llegado a ser asunto muy importante en los dis­

cursos intelectuales e ideológicos). Pero los estu­

dios históricos han demostrado que esos rasgos

raciales y culturales se modificaron sustancial­

mente a ]0 largo del tiempo, al grado de que no

:iJOCOS de los que hoy se perciben son creación

colonial o moderna. No ocurre así con los rasgos

del poblamiento, en los que sí cabe encontrar una

notable continuidad muy por encima de las ma­

nifestaciones raciales o étnicas, culturales o 50-

Page 10: EL POBLA NTO DE F;XICO

¡mEE

INTROOUCCION

is

Page 11: EL POBLA NTO DE F;XICO

BERNARDO GARCIA MARTlNEZ

Durante la Colonia sedieron cambios queafectaronsustancialmente ladistribución de lapoblación.Indios bárbaros,anónimo.

16

ciales. Además de esto, numerosa población ma­

nifiestamente no indígena está incluida dentro

del slstema de poblamiento heredado de la época

preh\spánica. Participa de tendencias demográfi­

cas, de patrones de asentamiento, de normas de

conducta, de formas de ocupación del suelo y de

relaciones ecológicas que se asocian con ese po­

blamiento.

La presencia de áreas indígenas y de regiones

definidas por antecedentes indígenas, como por

ejemplo la Huasteca, es por encima de todo una

supervivencia de modalidades del poblamiento

prehispánico. Las migraciones, la evolución cul­

tural, las fronteras políticas y otros desarrollos

ocurridos antes del contacto indoeuropeo deter­

minaron sus variedades regionales, que son las

que hoy se manifiestan bajo rasgos que pueden

identificarse como mayas, mixtecos, caras o de

cualquier otro tipo, incluso mestizos. Después de

ese contacto casi no hubo movimientos que alte­

raran sustancialmente esa distribución, por más

que la estructura racial o social de esos grupos se

modificara intemamente. l No ocurnó así en la

experiencia colonial o colonizadora de todos los

países, pues en muchos el poblamiento nativo fue

expresa y sustancialmente modificado. Piénsese

por ejempio en la reubicación de tribus en los

Estados Unidos (especialmente en el territorio

indio, que coincide con la actual Oklahoma). El

poblamiento de origen colonial, originalmente

fundado en población española y africana, des­

pués naturalizada y mezclada en diversas formas,

tuYO entre sus rasgos distintivos el de distribuirse

de modo extensivojul1to o alIado de los diversos

grupos preexistentes. pero sin dar lugar a que las

diferencias entre éstos les marcaran límites o

mermaran los rasgos de una unidad más amplia

y organizada. Los inmigrantes y susdescendien­

tes, o parte importante de éstos, se distribuyeron

de tal modo que originaron un nuevo poblamien­

to poco diferenciado étnica y culturalmente, y no

restringido a áreas particulares, Sus diferencias

regionales no fueron marcadas por barreras de

dificil remoción, como las lingüísticas, de mane­

ra que no impidieron una gran movilidad espacial

y pudieron ser modificadas confonne lo deman~

daba la evolución demográfIca y económica. Lo

más interesante es que esto ocurrió mediante un

proceso de superposición, y no de desplazamien­

to, frente al poblamiento preexistente. Por con­

traste, el poblamiento europeo en otros asenta­

mientos coloniales, como en Brasil o Africa

occidental, se concentró sólo en ciertas localida­

des de las costas y sus regiones inmediatas.

¡ Ocurrió. sí, el aniquilamiento de algunos grupos étnicosmenores, sobre todo en el altiplano del nol1e, el noreste y lasCalifomias. Hubo también desplazamientos o repliegues dealgunos otros grupos, como el de los totonaCQs hacia el Doneo el de los tarahumaras hacia el oeste. Pero una reubicaciónradica! de los indígenas. como la de· Jos tlaxcaltecas quefundaron colonias en el none o la de los yaquis que fuerontrasladados por la fuerza a Yucatán. ocurrió sólo por excep­ción.

Page 12: EL POBLA NTO DE F;XICO

INTROOUCCION

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Debe añadirse que parte de la población racial

o culturalmente indígena se incorporó a este nue­

vo esquema de poblamiento. Tal vez el mejor

ejemplo lo proporcionen los tempranos trabaja­

dores de las haciendas, que acertadamente se han

definido como indios no indios. En esto se deja

ver, una vez más, que los rasgos del poblamiento

tuvieron un significado que trascendió los linde­

ros racíales y culturales.

Aunque se podrían designar como indígena y

espafiol a los dos sistemas de poblamiento que

coexistíeron en la época colonial (y que después

quedaron como herencia de ella) convendría más

dejar de lado esos apelativos por las connotacio­

nes que tienen y que oscurecen la complejidad de

la experiencia colonial. Tal vez lo más adecuado

sea hablar de un poblamiento precolombino y de

otro poscolombino, para hacer referencia a un

símbolo universalmente reconocido del punto de

inflexión que marcó el paso de un momento

histórico a otro.

Pero esta cuestión semántica puede esperar.

Por lo pronto, baste con señalar que el conjunto

de la Nueva España (en su sentido amplio), así

como el del México independiente, deben parte

fundamental de su unidad cultural y política al

predominio de un nuevo poblamiento sobre otro

preexistente. Esto debe combinarse con el hecho,

sobradamente demostrado por la historia colo­

nial, de que la subsistencia de aquél dependió de

la de éste. En otras palabras, la experiencia colo­

nial fue determinante en el poblamiento del Mé­

xico actual desde la perspectiva de una unidad

nacional.

17

Page 13: EL POBLA NTO DE F;XICO

Ideas y leyes sobre poblamiento en el México

colonial: la acción del gobierno

Bernardo García Martínez

170

Page 14: EL POBLA NTO DE F;XICO

777 ; 7 7

7 nrr= ¡ ,

L a inestabilidad fue uno de los rasgos esen~

ciales de la historia de la población novo­

hispana, A lo largo del periodo colonial los fenó­

menos de transformación demográfica,

migración, ocupación del suelo y cambios en los

patrones de asentamiento fueron muy intensos, y

en ocasiones hasta súbitos, como ocurrió con las

mortandades epidémicas o con las bonanzas mi­

neras. Pero no por ello dejó de haber elementos

de estabilidad y pennanencia que penniten tra­

zar, por ejemplo, una línea sin solución de conti­nuidad entre grupos de habitantes prehispánicos

y poscoloniales, o dar testimonio de la ocupación

ininterrumpida de ciudades y regiones. Algunos

de estos procesos y fenómenos pueden parecer

contradictorios, pero no hay que olvidar que re~

flejan la complejidad de una sociedad muy diver­

sa que se extendió sobre un espacio muy amplio

y por un largo periodo de tiempo.

Uno de los elementos de estabilidad más po­

derosos dentro de ese complejo mundo fue el

gobierno colonial, de tal manera que el periodo

de su vigencia ha proporcionado un parámetro

para delimitar la época coloníal. Instituciones,

prácticas, legislación y métodos bien conocidos,

y que no viene al caso referir aquí, caracterizaron

nítidamente a ese gobierno. Sus funciones prin~

cipales fueron, una, la de mantener el lazo de

dependencia con la metrópoli, y dos, la de lograr

que la Nueva España fuera un país gobernable en

la medida de lo posible, En este sentido cobró

especial significado su capacidad para lograr una

relativa estabilidad en medio de las situaciones

tan cambiantes que enfrentaba día con día. Los

problemas del poblamiento ocupaban en esto un

lugar importante, y parella puede distinguirse en

varias esferas de la acción del gobiemo la con­

formación de una política de poblamiento, o de

población, aunque no se definiera entonces explí­

citamente como tal.

La evolución de la población, y la del pobla­

miento (entendido como talla ocupación humana

de un país, o sea la expresión espacial de la

evolución de la población), dependieron de un

sinnúmero de factores económicos, sociales, cul­

turales y demás. El gobierno colonial no intervi­

no en todos sus procesos, ni hubiera podido ha­

cerlo, pero sí trató de regular algunos de ellos por

medio dedisposiciones adminístratívas o legisla-

ti vas de diversa naturaleza. Desde luego, no

siempre 10 hizo con la misma intensidad ni con

la misma consistencia, pero afrontó cuestiones de

migración, ocupación del suelo, patrones de

asentamiento, cálculo demográfico, mestizaje,

salud y otros asuntos. Su intervención fue más

decisiva en W10S terrenos que en otros. La migra­

ción y la ocupación del suelo pudieron reglamen­

tarse con relativa facilidad y los patrones de

asentamiento pudieron ser controlados con dis­

posiciones administrativas y legales. Censos, pa­

drones y otros informes también fueron asunto de

gobierno. En cambio, la intervención oficial en

el proceso del mestizaje y en otros fenómenos

sociales de la población fue más indirecta. Este

capítulo está dedicado sólo a aquellos procesos

en que la acción del Estado y de la legislación fue

más clirecta y efectiva. Puede cóflsiderarse que

reflejan en gran medida los logros estabilizadores

del gobierno colonial dentro de un terreno por

demás inestable.

Una primera cuestión que ocupó la atención

del gobierno fue la del poblamiento español en

sí, ya que todo el proyecto colonial llegó a des­

cansar en la consolidación y la estabilización de

ese poblamiento.

Los españoles derivaron de sus conquistas en

América la conformación de un nuevo lugar de

residencia. No en balde concibieron, con el tiem­

po, el concepto de que había "españoles america­

nos", y dieron a sus principales conquistas nom­

bres como Nueva España o Nueva Galicia. Los

españoles se ocuparon de reproducir en América,

en la medida de lo posible, el paisaje cultural y

las condiciones de vida que les eran familiares en

Europa. El gobierno, por su parte, hizo lo propio

en las materias de su competencia. Una de ellas

fue la de reglamentar el proceso por el que Jos

españoles lograron su residencia permanente en

la tielT3 conquistada.

Para el gobierno español esa tarea era bien

conocida desde los inicios de su presencia en

América, pues había heredado la experiencia ga~

nada durante la Reconquista, o sea la restauración

de la España cristiana frente a los moros. Durante

esa etapa de la historia española se habían abierto

nuevos lugares de residencia pem1anente para los

españoles cristianos, y fueron numerosas las dis­

posiciones que nOlmaron aspectos del desplaza-

En la página opuesta:Mapa del Valle de

México (detalle), 1535.

171

Page 15: EL POBLA NTO DE F;XICO

BERNARDO GARCIA MARTINEZ

Page 16: EL POBLA NTO DE F;XICO

IDEAS Y LEYES S08RE POBLAMIENTO EN EL MEXICO COLONIAL: LA ACCION DEL GOBiERNO

miento, el asentamiento y el crecimiento de la

población involucrada. En el centro de esto se

ventilaron asuntos tan importantes como el de la

distribución de la tierra y el de la organización

política de las comunidades que se fomlasen.

Debe recalcarse que la Reconquista fue en gran

medida un proceso de poblamiento, y que la

consolidación de éste comó pareja con la de un

Estado nacional que unificó a gran pa.I1e de la

península ibérica.

El interés de la Corona por el poblamiento

afloró desde las primeras acciones expansivas

que los españoles dieron en llamar, no sin acierto,

"descubrimientos", "poblaciones" y "conquis­

tas", Muestra de ello fueron algunas cláusulas de

las capitulaciones, esos tempranos contratos que

la Corona celebró con particulares para realizar

determinadas acciones de exploflldón y ocupa­

ción. En esas cláusulas se obligaba al capitán de

la empresa a procurar, por ejemplo, la fundación

de un asiento de españoles con características

tales que garantizaran su subsistencia y reproduc­

ción. l La acción directa de la Corona se dejó

sentir en el mismo sentido. Desde los primeros

años de la ocupación española en Santo Domingo

se procuró que los españoles se agruparan por sí

en ciudades fundadas para el efecto. Este princi­

pio fue bien aceptado, tanto que la fundación de

ciudades españolas fue uno de los mayores para­

digmas de la expansión colonial, desde Santa Fe

de Nuevo México hasta Santiago de Chile? Las

disposiciones más generales en materia de pobla­

miento para españoles estuvieron dispersas· en

diversos instrumentos legales, pero lo esencial de

ellas se halla compendiado en dos importantes

textos: las "Instrucciones" de 15563, y las "Orde-

1 Zavala, Las illSliruciones, 101-105.498-500; Garda Martí­nez, "Ojeada a las capitulaciones"; Morales Padrón, "Lascapitulaciones"; Vas Mingo, Las capitulaciones. Se observará

que algunos de estos documentos fueron firmados con elpropósito único de poblar.2 También cundió el sentimiento de que se debía favorecer elpaso a América de labradores y gente de trabajo por encimadel de presuntos hidalgos. Martin, Los vagabundos, 9·11. Estoreflejaba una estrecha asociación entre el poblamiento y laadjudicación de tierras de labranza..3 "Instrucciones para hacer nuevos descubrimientos y pobla­ciones", expedidas para el Perú (Valladolid, 10 mar. 1556),

COHFS, I, 335-339. Éste y otros documentos fueron reexpedi­dos, con ligeras variantes, a las diversas posesiones españolas.Más tarde, la Recopilación incluyó buen número de las dis­

posiciones legales de los primeros tiempos.

La evoludón de lapoblación y la del

poblamiento dependió

de un sinnúmero defactores económicos,sociales y culturales.Mapa de Monterrey,

Coahuíla y Texas, 1684.Archivo General de la

Nación.

173

Page 17: EL POBLA NTO DE F;XICO

BERNARDO GARCIA MARTINEZ

la ley proscribió lapresencia de Individuoserrantes y sin oficio.Lépero vagabundo,Claudia Unati, 1828,

nanzas de nuevos descubrimientos y poblacio­

nes", de 1573.4 Debe añadirse tambíén la real

cédula del 25 de noviembre de 1578,5 Por lo

demás, el acceso de los extranjeros a la América

española estuvo virtualmente vedado.

Frente al modelo del asentamiento estable y

ordenado, el pensamiento español contrapuso la

imagen del individuo errante y desordenado, per­

sonificación de todos los males. Esta contraposi­

ción se reflejó, por ejemplo, en las "Ordenanzas

4"Ordenanzas hechas para los nuevos descubrimientos, con­quistas y pacificaciones" (Bosque de Segovia. 13 jul. 1573).CDl-lFS, 1, 471-478 (incompleta). Este texto inciuye reglamen­tación básica para la organimción de lo~ gobiernos,5 Incorporada, con otras disposiciones. en la ley 2l-III-VI dela Recopilación. Momer, La Corona, t25-127, hace un aná­lisis exhaustivo de éSlas y otras leyes al respecto.

sobre el tratamiento ele los indios de la Nueva

España", de 1528, en las que se hacía notar, con

no poca alanna, que "la intención de los más

españoles que han pasado y pasan a esa tierra no

es de asentar y pennanecer en ella... [sino de]

robar a los naturales".6 Tales ordenanzas marca­

ban un paso en la legislación que trataba de

proscribir o controlar la presencia de españoles

sin familia o sin oficio, y después la de mestizos,

negros. indios y cualesq-uiera otras personas de

igual condición. La ley, en efecto, castigó reite~

radamente a los vagos. La preocupación que és­

tos originaban hacía patente la importancia de sunúmero y, más allá del caso particular, la poten­

cial inestabílidad del poblamiento.7 Como ya se

podrá adivinar, no era tarea fácil la de hacer

coincidir la realidad con el pensamiento y la

legislación. Y menos aun si se tomaba en cuenta

a los indios.

Otra cuestión que ocupó la atención del go­

bierno fue la del poblamiento indígena, o más

bien la del acomodo de españoles e indios en un

espacio compartido Ocomún. En América había

una población nativa muy nutrida y diferente de

la española por sus patrones de poblamiento.

Dejando de lado la importante cuestión del domi­

nio político, la experiencia de los españoles como

pobladores se vio ante el problema de enfrentar

un sistema jurídico a una realidad para la cual no

fue hecho. Pronto surgieron cuestiones de fondo.

¿Se limitarían los españoles a ordenar y regular

su propio proceso de poblamiento? ¿Impondrían

a los indios algún otro conjunto de nOlmas, o

naTIllaS similares a las españolas? y, de ser así,

¿llevarian su proyecto a la práctica pensando en

formar una unidad con los indios, o marcando

caminos separados? Quedaba, además, .la cues­

tión del reparto de la tiena.

6"Ordenanzas sobre el trmamiento de los indios de la NuevaEspaña" (Toledo, 4 nov. 1528), CDHfS. 1, j 18.i El tema es meticulosamente estudiado en Manin, Los Wiga­bllndos. Las referencias a la abundante legislación. la mayorpane de aplicación locaL se concentran en las pp, 39.41,64-68. 106+ li9, 148-158. Innumerables disposiciones sobrela misma materia alloran en casi todos los estudios sobrepueblos de indios y relaciones de indios con españoles. Unade las disposiciones más explícitas con respecto a los vaga·bundos en In Nueva Espai'ia fue la real cédula del 3 de octubrede 1558, que mandaba que se les juntara en pueblos, unos paraindios y otros para españoles y mestizos, cargando parte delos gastos a la Corona, CDHFS. 1. 363·364. Ver también Hirs­chberg, "Transients". 21-22,

174 i~¡¡¡¡;;;4",1;¡¡¡¡U',Ii¡;¡¡¡;¡;¡¡¡;;;~'-

Page 18: EL POBLA NTO DE F;XICO

IDEAS Y LEYES SOBRE POBLAMIENTO EN EL MEXICO COLONIAL: LA ACCION DEL GOBIERNO

Una de las primeras respuestas de la Corona

al problema se plasmó en las Leyes de Burgos,

de 15138, que promovían la integración de la

población indígena con la española. Pero tres

años después, por las "Instrucciones" de 15169,

se optó por una política de segregación, fundada

en la idea, no del todo errada, de que la conviven­

cia sólo conducía a la explotación de los indios y

a la difusión de malos ejemplos en el terreno

moral. De aquí se derivaron, como puede com­

prenderse, proyectos de dominio bien diferentes

no sólo por su forma sino por su distinto conteni­

do social. La discusión sobre cuál de los dos

proyectos se habría de seguir estuvo presente

desde entonces, tácita o explícitamente, en todos

los episodios de la expansión española.10

En el ámbito jurídico la política segregacio-

8 "Las ordenanzas para el tratamiemo de los lndios" (Burgos,27 die. 1512; Valladolid, 23 ene, 1513), CDHFS, 1, 38~57;

también en "Ordenanzas reales".9"Instrucción dada a los padres de la orden de San Jerónimo"(Madrid, 13 sep. 1516), CDHF5, 63-67 (incompleta); Cofee­ción de documenros inédiros, IX, 53-74.10 Los estudios más profundos y pormenorizados de esteasumo se deben al historiador sueco .rvfagnus Momer. El lemaestá desarrollado con todo detalle en su libro La Coronaesp(lllola y los foráneos en los pueblos de indios. Esta obra

discute los aspectos teóricos y prácticos del problema. Paraun enfoque más general, véanse, del mismo autor, Esrado,raws y camhio social, y Roce MixlUre, 45-48.

nista adquirió gran resonancia, al tiempo que la

conquista de México, con el inmenso terreno que

abría a la expansión española, daba ocasión para

replantear los fundamentos que sustentaban las

distintas posiciones. La población mesoamerica~

na mostró niveles de densidad, concentración y

sofisticación cultural superiores a los que los

españoles habían visto hasta entonces en Améri­

ca. Ni la integración ni la segregación, caso de

intentarse, podrían dar un resultado nítido. ¿Có­

mo, por ejemplo, intentar la colonización hacien~

do caso omiso de los sistemas indígenas de ocu­

pación del suelo y de control político, si era

evidente que el régimen colonial tendría que

basarse, al menos en los primeros tiempos, en un

complejo juego de alianzas con los caciques in­

dígenas? ¿Cómo abrir o cómo redefinir espacios

en una tierra como la Nueva España, que estaba,

en lo general, ocupada?l1

Los partidarios de la política de separación

tuvieron oportunidad de poner en práctica sus

ideas. Colocados al frente del gobierno de la

Segunda Audiencia, aprovecharon la oportuni-

11 José Miranda hace tIDa excelente síntesis de la política depoblación de la Corona respecto a los indios, contrastando lalegislación con la realidad, en Zavala y Miranda, "Institucio­nes",38-41.

En los primeros tiempos,el régimen colonial tuvo

que basarse en uncomplejo juego de

alianzas con los caciquesindígenas.

Mapa del Valle deMéxico donde aparecen

Cortés y la Malincher

anónimo, 1535.

175

Page 19: EL POBLA NTO DE F;XICO

BERNARDO GARCIA MART¡NEZ

La política de lascongregaciones derivóde la consolidación denúcleos compactos deresidencia entre lapoblación indígena.San Martín Tequesquipaen Temasca/tepec,estado de México,detalle del mapa deFrancisco Antonio deGuzmán, 1725.

dad que les daba el descrédito en que habían

caído los primeros encomenderos y la redefini­

ción de fronteras causada por la caída del imperio

mexica para promover dos paradigmas de su

proyecto social: los pueblos de Santa Fe (en

México y Michoacán), establecidos en 1531 y

1534 para los indios12, y la ciudad de los Ángeles

(es decir, Puebla), fundada en 1531 para los es­

pañoles.13 Las órdenes mendicantes, que tan in H

fluyentes fueron en el diseno de la Nueva Espana.

ayudaron a construir un sistema político dual, en

el que indios y españoles habrían de tener insti­

tuciones paralelas: gobiernos separados, parro~

quias separadas, incluso escuelas y hospitales

separados. Y no sólo respaldaron el principio de

la separación residencial, sino que llegaron al

11 El tratamiento más completo se halla en Warren, Vasco deQuiroga. Martin.Los vagabundos, J40-147, provee una bue­

na presentación breve del lema.13 Marrin, Los vagabundos, 41-57, provee también una buenapresentación breve del tema. La visiÓn ideal, e idealizada, de

la fundación de Puebla es criticada en Hirschberg, "La fun­dación".

punto de cuestionar el proceso mismo de la colo­

nizadón.14 Proponiendo un límite para el pobla­

miento español, apuntaban a la conformación de

una Nueva España con fronteras cerradas,15 Pero

la colonización española tenía demasiado ímpetu

como para ser detenida con ese tipo de conside­

raciones, El punto de vista de los religiosos no

14 El franciscano fray Jerónimo de Mendieta escribió en l571unas líneas que reflejan los argumentos y las expectativas delpensamienlO segregacionista: " .. ,sería gran yerro pensar que

en general la población de los españoles en todas las partesde las Indias es cosa impmtame al servicio de Dios o alservicio del Rey, o ai bien común del reino, porque si esto

fuese verdad seguirse [...] que cuantos más españoles fuesen

a poblar las Indias seria mayor el provecho o en lo espiritualo en lo temporal, lo cual es al contrario.. ." Mendieta, en

Carras de religiosos, 39, El pensamiento de Mendieta, y porextensión el de la orden franciscana frente ¡¡los prOblemas dela evangelizacíón y la colonil..ación, está analizado en Phelan,

El reino milenario, especialmente caps. 6, 7 Y9,15 El dominico Las Casas obtuvo en 1537 la provincia de la

Verapaz. al sur del Petén, para pOller en práctica la idea de

una conquista sin pobladores españoles. Saint-Lu, La veraPaz; Hanke, The Spanish Sn'uggle, 77-81; Zavala, Las in.~ri­

lUciones, 398-399, Aunque el proyecto fracasó, fue manejado

como una especie de mito y dejó una profunda huella en lapolítica y el pensamiento en esta materia.

176

Page 20: EL POBLA NTO DE F;XICO

habría de ser llevado a la práctica sino más tarde

y dentro de un contexto muy diferente, con mo­

tivo del establecimiento de áreas misionales entre

los indios de cultura no mesoamericana en el

norte de México, y especialmente en la Baja

California.

La política de segregación también tuvo ex­

presión en el ámbito urbano. En la ciudad de

México, por ejemplo, al reconstruir el centro

urbano destrozado tras la guelT3 de la conquista

se delineó una sección central o "traza" reservada

para los españoles, dejando a los asentamÍentos

indígenas en la periferia. Lo mismo se hizo en

otras fundaciones españolas, en donde cobraron

forma diversos banios o "parcialidades" que pro­

porcionaban residencia separada para distintos

grupos de población. Las reglamentaciones res­

pectivas, como materia de legislación local, va­

riaron de ciudad a ciudad.16

Sin dejarse llevar por la perspectiva de lo que

hoy podríamos llamar un apartheid indiano, el

gobierno virreinal respaldó o hizo suyas algunas

de las propuestas de los mendicantes y de las

prácticas de los conquistadores. Produjo una le­

gislación tendiente a evitar la residencia de extra­

ños en los pueblos de indios y a limitar su posible

ocupación del suelo. Innumerables mandamien­

tos hicieron explícíta la prohibición a los enco­

menderos, a sus capataces negros, a diversos

funcionalios, comerciantes, etc., y aun a los mes­

tizos.!' Otras disposiciones demarcaron zonas de

protección alrededor de los asentamientos indios,

al reglamentar el uso de la tierra de modo que

dentro del radio de esas zonas los españoles no

pudieran poseer tierras de cultivo o criar gana­

do. l8 Esto estuvo ligado a la consolidación de

16 Sobre la ciudad de México, ver O'German, ReÍ'exiones;Gibson, TJ¡e A:fecs, 370-371 (cap. 13). El caso de Puebla estáilustrado en Marín-Tamayo, La d!l'isión racial, 18-34, y el de

Oaxaca en Chance, Raer and Ciass, 34-36.17 Estas disposiciones, casi todas de aplicación panicular.corrieron parejas con las relativas a los vagos (ver nota 7,supra), y aparecen una y otra vez en los textos relativos a

pueblos de indios y relaciones entre indios y españoles. Unamplio muestrario de esta legislación puede eStudiarse en

CDHFS. passim. Para un enfoque crítico y amplimnentedocumentado de esta cuestión, ver Morner, La Corona, y

Estado. razas y cambio social, 33-82; también Mamer yGibson, "Diego Muñoz Camargo". El asunto ,,(¡n se discutíaen el siglo xv¡¡¡ (ver nota 33, iofra).

18 Cedulario de ¡ierras, passim; Ordenanzas de fierras, 188­192; Wood, "Thefundo legal".

IDEAS Y LEYES SOBRE POBLAMIENTO EN EL MEX1CO COLONIAL: LA ACC10N DEL GOBIERNO

núcleos compactos de residencia entre la pobla­

ción indígena, de lo que se derivó la política de

las congregaciones (proceso paralelo al de la

confonnación de una organización corporativa

de corte español en los pueblos de indios).

El gobierno español intervino abiertamente en

la cuestión del patrón de asentamiento de la po­

blación indígena, pues pareció que de su confor­

mación dependía el éxito o el fracaso del pobla­

miento conjunto de indios y españoles. El patrón

de asentamiento español quedó normado desde

un principio por el modelo de las ciudades, pero

el indígena era diferente y variado. No siempre

se guiaba por lineamientos urbanos, y su estruc­

tura era poco comprensible para la mentalidad

española. De ahí surgió un impulso por modifi­

carlo.

Una de las más relevantes acctg.nes oficiales

en materia de poblamiento en las posesiones

españolas fue precisamente la ejecución de las

congregaciones o "reducciones", que tuvieron su

OIigen en las leyes sobre asentamientos de los

primeros años. 19 En Nueva Espaila las congrega-

19 La materia apnrece en algunas de las tempranas disposicio­

nes del gobierno español, como la "Instrucción para el gober­nador y los oficiales sobre el gobierno de las Indias", expedi­

das para las islas de las Antillas (Alcalá de Henares, 20 mar.1503), CDHFS, I, 9-13.

Portada del Escudo deArmas de la dudad de

México de CayetanoCabrera y Quintero,

obra impresa por ordendel virrey Vizarrón en

ocasión de la epidemiaque asoló a la Nueva

España en 1737.

177

Page 21: EL POBLA NTO DE F;XICO

BERNARDO GARCIA MARTlNEZ

las congregaciones nosólo estuvieron dirigidasa concentrar poblacióndispersa sino a reunirasentamientos yaconcentrados conanticipación.ZoUpa en Misantla,Veracruz, Pedro Pérezde Zamora, 1573.Archivo General de [aNación.

-fto

178

ciones fueron la expresión más acusada del pro­

ceso de agrupación de la población rural indígena

en asentamientos concentrados, proceso que, por

lo demás, estuvo alimentado simultáneamente

por la reordenación funcional del espacio que

produjo la Conquista. Esta reordenación se ma­

nifestó en la fom1ación de nuevos y dinámicos

centros de actividad política y económica y en la

redefinición de rutas de intercambio. Las condi­

ciones de la sociedad colonial. al menos en la

mayor parte del México central, estimularon la

concentración y no la dispersión del poblamien­

to. Así, las congregaciones, en tanto que política

de gobierno, marcharon con el viento a favor, si

no es que precedidas por un impulso positivo en

los movimientos de la población,z°

No se ha aclarado del todo si el proceso de

concentración. incluidas las congregaciones, mo~

tivó una modificación radical en el patrón de

asentamiento de la población mesoamericana (ya

que subsisten dudas respecto a cómo era el pree~

xistente) o si sólo ocasionó la mudanza de un

cierto número de sitios de residencia (yen este

caso. dentTo de qué distancia). Las congregacio­

nes no sólo estuvieron dirigidas a reunir pobla­

ción francamente dispersa sino también a conjun­

tar pequeños asentamientos ya relativamente

concentrados (la mayoría de ellos contaba, por

ejemplo, con capi11as). De un modo u otro, el

resultado fue un mayor nivel de concentración

dentro ele los ténninos de cada alréperl o "pueblo

de indios" (entendiéndose como tal la jurisdic­

ción política o unidad corporativa básica de los

indios mesoamericanos).21

10 Algunos párrafos de esta sección reproducen panes de miartículo "Rural population, settlement panerns. and state po­lides in Mex¡co", que será publicado próximamente. El con­texto del reordenamiento espacia] en que se emprendieron lascongregaciones es e.xaminado en García Martinel., Los pue­blos dt' fa Sim-o. caps. 3 y 4. Este enfoque difiere del mástradicionaL del cual existe una bibliografía sumamente exten~

Sil. Ver. como ejemplo. Licate. Crearíol) oj a kfe.ricoll Lal/d·scape: De la Torre Villa .. "Las congregaciones'·.H Por lo regular, las congregaciones no implicaron traslado

Page 22: EL POBLA NTO DE F;XICO

Las congregaciones han sido caracterizadas

como una empresa de gobierno ejecutiva y auto­

ritaria. Aunque en algunos casos sí tuvieron este

carácter, el gobierno colonial carecía de los re~

cursos coercitivos necesarios para llevar a cabo

su proyecto en el caso de que los indios se hubie~

fan opuesto a é1.22 Ciertamente, las autoridades

españolas no quelÍan una población dispersa o

desagregada, pero todo parece indicar que las

autoridades indígenas (inmersas en el proceso de

consolidar nuevas estructuras de poder) tampoco

la deseaban. Además, las condiciones socioeco~

nómicas prevalecientes (dominadas por el colap~

so demográfico) no favorecían la dispersión. 23

Las congregaciones, pues, fueron una medida

complementaria mediante la cual el Estado trató

de sacar el mayor provecho de los muchos cam­

bios que estaban ocurriendo y de mantener cierto

control sobre los grupos que tendían a la disper­

sión.

El asunto de las congregaciones se enlazaba

con otros relativos al poblamiento, C01110 los del

reparto de la tierra y la separación residencial; se

ligaba también a la reestructuración de los siste­

mas de control político y fiscal. Por eso fueron

muchos los intereses y los puntos de vista que se

reflejaran en ellas.

Las congregaciones se convirtieron en un im­

portante proyecto tanto para el Estaclo como para

la Iglesia durante la mayor parte del siglo XVI y

fueron discutidas dentro de un marco de conside­

raciones ideológicas y jurídicas. La puesta en

práctica de una política oficial relativa al patrón

de asentamiento fue cuestionada por algunos gru-

de poblac'lón fuera de los límites de un alrépetl, aunque hubo

excepciones en las zonas muy afectadas por el descensodemográfico, donde las estructuras políricas se desdibujaroncasi totalmente. Para una descripción de la organización delpueblo de indios, ver Garda Martínez, Los pueblos dr laSierra, cap. 2.12 Debe con'lpararse la experiencia de la Nueva Espnña con

la de otras áreas donde se experimentó una innegable oposi­ción al fenómeno: por ejemplo, la Sabana de Bogará. Villa­marín y Villamar[n. ~~Chibcha settlement".23 En vista de la decreciente densidad demográfica de laNueva España del siglo XVI, vivir fuera de un asentamientoconCentrado equivalía a vivir en casi absoluta soledad. LaNueva España llegó a cifras de población, ¡an bajas. como

2000 000 de habitantes, parte de ellos en [as ciudades. En un

p:lÍs con casi tUl millón de kilómetros cuadrados la densidadresultante no era muy diferenre de la de Australia en nuestros

días.

IDEAS Y LEYES SOBRE POBLAMIENTO EN El. MEXICO COLa'JIAL: LA ACCION DEL GOBIERNO

pos, tanto civiles como eclesiásticos. Ni unos ni

otros, objetaron la fonnación de un patrón de

asentamiento concentrado en sí, sino la interven~

ción del Estado en el asunto. Pero éste aCfi.bó

imponiendo su punto de vista y estuvo muy acti~

va en el proceso durante un par de periodos

(1550-1560, 1598-1608), aunque también inter­

vino en él en los años anteriores y durante el

periodo intermedio.24

Al principio las congregaciones se llevaron a

cabo de manera no programada, siguiendo el

proceso de reorganización espacial que vivía el

país y las directrices de los religiosos. Pero en

1598, cuando ya se había avanzado mucho en el

proceso de concentración, fueron encomendadas

a una administración especial que desalTolló un

programa sistemático, racional y estructurado

que debía alcanzar las últúnas m~las del proyec­

to.15 Los asentamientos resultantes pueden ser

calificados como el producto de un diseño geo­

gráfico. Según el programa, cada congregación

debía ajustarse a reglas precisas y modelos urba­

nos. 26 Determinante para el programa fue la apre­

ciación subjetiva de las necesidades de cada caso

por los jueces designados al efecto.

Los resultados del programa fueron muy po~

bres en comparación con el esfuerzo y los gastos

realizados. El sueño de un prístino patrón de

asentamiento encajaba tal vez en los tempranos

proyectos para el Nuevo Mundo, pero estaba de

más en una colonia bien establecida que contaba,

además, con mecanismos eficientes de control

político y fiscal. Juiciosamente, el programa ofi~

cial fue abandonado en la primera década del

siglo XVII. Se entendía que no era necesalio per~

seguir un sistema racional y perfecto para lograr

o mantener un patrón de asentamiento concentra-

24 Gerhard, "Congregaciones"; Cline. "Civil congregations":

Martín, Los \'ogalmndos, 158-J65: De la Torre ViIlar, "Lascongregaciones".25 El programa es analizado en Clíne, "Civil congregarions".

No es adecuada la distinción que algunos historiadores haceneI1lre un "primero" y lli1 "segundo" programas de congrega~

ciones. Hubo en efecto por lo menos dos periodos en que lapreocupación gubemamental por la concentración de la po­blación fue muy acusada y explíciru, pero el primero y únicoprograma de reaselllamienlOs fue el inaugurado en 1598.26 Rasgos de estntcwra urblU~a. como las plazas y el trazado

reticular. ya estaban ptesemes en los asemamiemos rurales.pero el prograIna de fines de siglo fue más lejos y dispuso

varias reglas para el tamailo y la disposición de manzanas.

rerrenos y casas.

179

Page 23: EL POBLA NTO DE F;XICO

BERNARDO GARCIA MARTINEZ

180

do. Esto significó el fin del programa de cOllgre­

gaciones, pero no el fin de la preocupación del

Estado con respecto al problema.

El proceso de concentración no se revirtió una

vez que concluyó el programa oficial. Los asen~

tamientos concentnldos ya eran funcionales, y la

población dispersa o desagregada se hizo irrele­

vante. Las haciendas atrajeron segmentos de la

población a sus propios pequeños asentamientos

concentrados.27 El gobiemo. además, refonnuló

su política de modo que el patrón de asentamiento

disperso resultara desventajoso para la pobla~

ción.

A partir de la segunda mitad del siglo XVII el

efecto combinado de la concentración y el creci­

miento demográfico fue muy significativo en los

asentamientos secundarios de los pueblos de in­

dios, que fueron empujados a una posición de

preeminencia. Este fue un fenómeno central en la

historia de los pueblos durante Jos siglos XVII y

XVIII, Ydesembocó en la fonnación de dos o más

concentraciones significativas en muchos pue­

blos, de lo que se derivó su fragmentación políti­

ca. La adquisición del estatus de pueblo por de­

recho propio significaba importantes privilegios

para los asentamientos subordinados, de manera

que lo buscaron afanosamente28. Incluso grupos

de no indios, especialmente de mulatos o de las

llamadas castas, buscaron el estatus corporativo

del mismo modo que los indios.29

En los últimas años del siglo XVI! el gobiemo

introdujo un nuevo requísito para otorgar el esta­

tus de pueblo por derecho propio: que el grupo

interesado contara por lo menos con 80 familias

o tributarios (aproximadamente 400 o 500 perso­

nas) y una iglesia.3o Este requisito equivalía a la

exigencia de una congregación, sólo que en vez

17 Sobre los aspectos básicos de las haciendas como asenta­mientos humanos, ver García Martínez, "Los poblados dehacienda".18 El proceso es analizado exhaustivamente en García Martí­nez, Los pI/eh/os de la Sierra. caps. 5 y 7.29 Caracterizo a esta variante de la organización corporativatradicional en mi artículo "Pueblos de indios. pueblos decastas". Ver también Wood, "Thefundo legal"; VOl! Mentz.Pueblos de indios, 79-883{l No hubo, al parecer. una disposición legal de caráctergeneral, pero la medida se repitió innumerables veces en lascédulas y mandamientos expedidos para cada caso panicular.con requisitos adicionales de menor significación. La prácticaes analizada en Garda Mart(nez, Lo;,' puehlos de la Sierra, pp.293-301,

de hacer explícita la obligación de llevarla a cabo,

o de imponer normas y medidas para el asenta­

miento, la demanda estaba siendo traducida a su

expresión demográfica. De un modo u otro, la

población tenía que estar concentrada para obte~

ner reconocimiento político y legal.

El Estado apoyaba esos procesos porque veía

en ellos un refuerzo de los principios de asocia­

ción corporativa en que fundaba gran parte de la

organización política y social de la colonia. Pero

también le daban ocasión de retomar medidas

tendientes a mantener o reforzar la concentración

del poblamiento, que podía verse amenazada

conforme la recuperación demográfica daba lu~

gar a la reocupación, bastante irregular o errática,

de las zonas que habían quedado vacías más de

un siglo atrás. La formación de "pueblos de cas~

tas", en particular, fue resultado evidente de una

política de poblamiento que, sin ser explícita,

estaba bien definida:H

Como manifestación de una política estatal,

este nuevo enfoque resultó muy eficaz. Orientado

hacia una meta práctica e inmediata, dejó de lado

las consideraciones ideológicas y jurídicas que

tanto peso habían tenido en el siglo XVI, cuando

las congregaciones se abordaron de manera di­

recta y explícita. Reflejó además cambios pro­

fundos en materia política. Al otorgarle el dere­

cho a la organización corporatíva a cada grupo

congregado de por lo menos 80 familias, indias

o no, el nuevo enfoque estaba situando la fuente

de la legitimidad política en la simple agregación

de personas.32 En el proceso, áreas, jurisdiccio­

nes y límítes tradicionales fueron bonados, y

cobró fuerza la percepción del pueblo de indios

no como una unidad política sino como un asen­

tamiento compacto \,odeado de tierra cultivable.

En un renglón má's la concentración prometía

resultados positivos a numerosos grupos de gente

JI Los grupos involucrados, enlre los que se contaba unimportante número de rancheros o campesinos independien­tes. participaron en el proceso de conceJltraCión porque elEstado se Jos hizo conveniente. El resultado fue una serie deasenlamiemos compaclos, no tan bien diseñados como aque­llos que los promotores de las congregaciones hubieran de­seado, pero esencialmeme similares.32 La coexistencia de dos fuentes de legitimidad, una en virtudde la historia y la tradición, otra en virtud de la agregación depersomls, permeó la historia de Jos pueblos de indios detperiodo colonial tardío. El segundo enfoque su bsiste aún hoy,en la legislación agraria, en la que el conceplo de "núcleo depoblación" ocupa un lugar central.

Page 24: EL POBLA NTO DE F;XICO

IOEAS y LEYES SOBRE POBLAMIENTO EN El MEX1CO COLONIAL: LA ACCION DEL GOBIERNO

en el medio rural. El principio de separación

residencial, que todavía estaba vigente33, había

dado forma a las zonas de protección alrededor

de los asentamientos concentrados. Con el tiem­

po se hizo muy importante la adquisición de

derechos de propiedad y en especial de títulos

escritos sobre la tierra poseída, y eventualmente

sobre nuevas tien·as. Tradicionalmente, la pro­

piedad de la tíerra no había sido tan significativa

para Jos pueblos como los derechos jurisdiccio­

nales sobre la gente que vivía en ellos.34 Pero las

33 La subsistencia de este principio. asi como sus modalidadestardías, son maleria de Momer, "¿Separación o integración?"La Corona no abolió la legislación segregacionista" peropermitió una aplicación muy laxa de ella y refrendó. además,muchas de las ideas el1l0llCeS predominantes sobre ia hispa­nización de los indios. En lOdo caso. se procuraba sólo separarti 10$ indios de las llamadas caSnlS, y no óe Jos espailoles.Como ejemplo de expreslones tardías de la legislación segre·gacionista, véanse las reales cédulas de9 jun. 1671 y 30 jun.1672. en CDHFS.IlI. 567-568, 585-586.J.l Examino el significado de la propiedad como algo diferemede Jajurisdicción en Los paeblos de la 51('1'1'(1. pp. 240-2.41. Ymás extensamenle en "Jurisdicción y propiedad".

cosas cambiaron: la población indígena creció, la

colonización espailola se extendió, aumentó la

presión sobre la tielTa, se esfumaron los antiguos

derechos de los pueblos, y la propiedad adquirió

un nuevo significado. Entonces, dos ímportantes

disposiciones otorgaron a los asentamientos con­

gregados los beneficios de la adjudicación legal

de tierras como propiedad corporativa: las reales

cédulas de 1687 y 1695 -las conocidas merce­

des de las 600 varas, que en su esencia redefinían

en ténninos de propiedad las antiguas zonas de

protección.35 Debe recalcarse que esas cédulas

favorecieron a todos los asentamientos, sin nin­

guna restricción en cuanto al número de habitan­

tes, excepto que la cédula de 1687 disponía que

se diera "mucha más tierra" a los pueblos que

tuvieran más del "número ordinario de residen-

J5 Reales cédulas de 4 jun. 1687. 12 juL 1695, en Cedulariode tierras, pp. 365-367, 384-385. Ver Wocx:l, ''l'he jimdolegol", Ya desde el siglo XVI hobo disposiciones para dotar detierra a los asentamientos concentrados, pero el proceso no sehabía sistematizado.

Tradicionalmente, lapropiedad de la tierra no

había sido tansignificativa para los

pueblos como losderechos juridisccionales

sobre la gente que vivíaen ella,

Crónka de Michoacán,Beaumont, 1778.

181

Page 25: EL POBLA NTO DE F;XICO

BERNARDO GARCIA MARTiNEZ

Aunque no fue codificada, la política oficial

en favor del poblamiento rural concentrado fue

sancionada por el uso y pelTnaneció en vigor

hasta el final del periodo colonia1.37 Las bases

demográficas de esta política Se ajustaron bien a

los principios liberales de las cortes españolas a

inicios siglo XIX. Las cortes discutieron la insta­

lación de ayuntamientos electos popularmente.

Respecto a la Nueva España, decidieron crear

varias de esas corporaciones y rediseñar las ya

existentes en algunas ciudades. El hecho de que

los pueblos de indios ya tenían un equivalente en

sus cabildos no fue tomado en cuenta. ni la fuente

tradicional de su legitimidad. Muchos diputados

sostuvieron la necesidad de limitar el número de

ayuntamientQ<;, y la constitución de 1812 estipuló

que los gobiernos municipales debían ser creados

en localidades que sumaran mil habitantes o

más.38 Estaba implícito que tenían que ser con­

centradas. Los efectos inmediatos de esta legis­

lación fueron pocos, porque la constitución sólo

estuvo en vigor durante breves periodos, pero el

principio de los ayuntamientos· definidos sobre

una base demográfica y condicionados por las

características de su poblamiento subsistió en la

legislación del México independiente.

El rápido examen precedente de las manifes­

taciones más impOliantes de la acción del gobier­

no novohispano en mateIia de poblamiento -y

en particular de sus proyectos y de la legislación

que produjo- está lejos de ser exhaustiv039, pero

ha pemlitido señalar algunos de sus rasgos más

distintivos. Debe recalcarse, como una recapitu­

lación, que la política del gobierno en este teneno

estuvo dirigida por una constante preocupación

por dar estabilidad y permanencia al poblamien~

tú. Esta inquietud fue explícita en muchos casos,

tes".36 Como quiera que haya sido, debe anotarse

que la propiedad corporatíva o comunal surgió

parcíalmente en función del asentamiento con~

centrado. Las reales cédulas de 1687 y 1695, tan

importantes en la historia del régimen de la tierra,

no lo fueron menos en la del poblamiento en

virtud de la relación, ya varias veces señalada,

entre el proceso de poblamiento y el de la ocupa­

ción y reparto de la tierra.

36 La cédula de 1687 decía que las 600 varas debían medirsedesde las últimas casas de! poblado. Los indios, entonces,procedieron a dispersar sus habitaciones. Con eso, la concel1­¡ración se vio amenazada, lo que no era, obviamente, laintención del gobierno. La cédula ele 1695 fue expedída paravolver al principio anterior. Desde entonces, las 600 varasfueron medidas desde la iglesia en el centro de cada asenta­miento.

El tribulo fue piedraangular en laconstrucción del nuevosistema colonial.Pueblos tributarios,Códice Mendocino,siglo XVI.

37 El arzobispo Francisco Antonío Lorenzana (1766-177i)propuso, aparel1lememe, la asignación de un alcalde española todos los pueblos indígenas que tuvieran parroquia y milhabitantes o más. Al hacer esto, recalcaba la tendencia impe­rante, Comunicación personal del Dr. Luis Sierra, de la Uni­versidad ComplUlense de Madrid, con base en su inves\iga­ción en la Biblioteca Pública de Toledo, Fondo Lorenzana,papeles varios, lego 176-22.38 El artículo 310, en su forma final, requeria de ayuntamien­tos en poblados con mil almas o más, aunque no los prohibíaen otros de menor población. Constitución, tít. 6, cap. 1, art310. Un decreto reglamentario del 23 mayo 1812 disponía lafonnación de cuerpos municipales parciales en poblados me­nores. Colección de leyes, 3, 27. Ver también Cunniff, "Me­xican rolitical electoral reforol", 65-66.

182

Page 26: EL POBLA NTO DE F;XICO

como en las disposiciones relarívas al poblamien­

to español en sí y en la legislación contra la

vagancia. En otros estuvo implícita, como en la

política de las congregaciones, ya que éstas re­

vistieron a los asentamientos indígenas de los

signos de estabilidad y pennanencia que los es­

pañoles tanto deseaban ver en ellos. Esto no

significa que esos asentamientos carecieran pre­

viamente de esos atributos, sino que los españo­

les no los percibían o no los reconocían como

tales.

Las congregaciones Son una de las mejores

muestras del interés de los españoles por repro­

ducir en América elementos del paisaje cultural

y de las condiciones de vida que les eran familia­

res en Europa, pero también reflejan su preocu­

pación por desarrollarse en un entorno que pudie­

ran aprehender y cuyas dimensiones y

características no les fueran desconocidas o ile­

gibles. Ciertamente, la comprensión de la reali*

dad americana no fue fácil para los españoles, y

a pesar de los esfuerzos que dedicaron a lograrla

no siempre alcanzaron una percepción con·ecta.

Con todo, el gobierno colonial fue constante en

su afán por adquirir y mantener una imagen sa*

tisfactoria del país que gobemaba. Aqur cabe

hacer una última consideración sobre el tema de

este capítulo. Desde un principio la política refe­

rente al poblamiento se respaldó con un conoci­

miento relatívameme bien fundado de la realidad

demográfica. El gobierno colonial se mantuvo

preocupado por adquirir una imagen razonab1e~

mente exacta de la población que gobernaba.

Los conquistadores no encontraron en México

un espacio inaprehensible en cuanto a su exten-

.19 Debe anotarse, aunqlle sea marginalmente. el [eIDa de lasdisposiciones relativas a la libertad de movimiento de losindíos. La identídad corporativa de los pueblos de indiosllevaba implicita una serie de ataduras que frenaban. cuandono impedían. la migración de su población. El gobiemoconsideraba la subsistencia de los pueblos como un elementoestabilizador muy importante y no quería su desintegración.Por otra parte, ciudades y empresas agrícolas cspaiiolas --co­mo las haciendas- reclamaban inmigrantes indígenas paradesempeiiar diversas labores. El gobierno, desde luego. erano menos favorable al desarrollo de estas empresas. La legis­lación garantizaba la libertad de movimiento de los indios.pero en la práctica hubo limitaciones derivadas del comrolfiscal. El gobierno noobjctó la migración interna de los indiossiempre y cuando sus obligaciones tributarias quedaran debi­damente registradas. El tema es tratado por extenso en Zavala,"La libertad", Véase también Zavala y Miranda, "Insütucio­nes".39.

iDEAS Y LEYES SOBRE POBLAMIENTO EN EL MEXIGO COLONIAL: LA ACCION DEL GOBIERNO

síón y Su población, pues los gobiernos prehíspá­

nicos poseyeron conocimientos geográficos y

cuentas razonablemente precisas de la población

bajo su control, fOlmadas en buena medida en

respuesta a consideraciones militares y fiscales.

Esta infom1ación fue aprovechada por los con­

quistadores para organizar su propia administra­

ción, que en buena medida se basó en la continui­

dad de los sistemas preexistentes de explotación

de recursos humanos.40 En efecto, el tributo y la

prestación de servicios de trabajo, y su reparto

entre los nuevos beneficiarios españoles, fueron

piedras angulares en la construcción del tempra­

no sistema coloniaL Aquí cabe recordar el debate

que rodeó a la formación de una política en

materia de poblamiento y a la expedición de

diversas medidas legislativas. Debe agregarse

que ese debate, así como la política y la legisla­

ción a que dieron lugar, tuvieron importante apo­

yo en un examen consciente de la realidad sociaL

Es evidente que la marcha del sistema colonial

requería mantener y actualizar las cuentas ele

población y fonnar padrones arreglados a las

necesidades del reparto de este recurso. Así, cuer­

pos documentales como la llamada "Suma de

visitas..4l, el ';Libro de las tasaciones,,42, y las

numerosas listas y relaciones de encomiendas yde doctrinas (o sea unidades de la administración

religiosa)'l.3, destacan, entre otros, como reflejo

de las necesidades administrativas del gobier­

no. 44 Este dio el paso más significativo en este

4{l Documentos como la "Matricula de tríbutos" y ei "CódiceMendocino" se ubican en el contexto del traslado de lainfonnación demográfica prchi::;pánica al mundo colonial.~1 "Suma de visitas de pueblos por orden alfabético" (ca1548).enPapeles. L Un análislsexhatlstivo,en Borah yCook,The Popllla/ioll ofCentral Mexico.42 EllihiV de las rasaóonES comprende infonnacián ponne­norizada sobre tributos.43 Varias de estas listas o relaciones están reproducidas enEpislDlario, passim. Otras aparecen dispersas en diferentespublicaciones. Muchas están anal izadas en estudios de histo­ria demográfica, como Cook y Simpson, Tire Popufario/1 ojCelltrol !Hexico; Cook y Borah, The Indiall PoplIlario/J oiCemra! Mexico, y otras. Garcia Martine?, Los puehlos de laSierra. 328-332, 339-342, también ofrece un examen amplio.44 El interés por la población existió también entre escritores.cronistas y críticos sociales -muchos de ellos religiosos delas órdenes mendicantes----- que produjeron un nutrido cuerpode obras de tipo descriptivo e histórico. En ellas dejaroninformación y comentarios sobre la población, su número ysu ubicación. su composición étnica y racial, y los problemasde su evolución demográfica y su concentración. Era unacucstl6nque, de un modo u otro, penneaba a toda elaboraciónimelectual sobre el mundQ colonial.

183

Page 27: EL POBLA NTO DE F;XICO

BERNARDO GARCIA MARTINEZ

Bajo el gobierno delvirrey Conde deFuenclara se hizo unaexhaustiva cuenta de lapoblación; parte de susresultados fueronrecogidos en el libroTheatro americano deJosé Antonio Villaseñor ySánchez en 1746.

184

terreno al disponer en 1581 la recopilación siste­

mática de infom1es muy detallados sobre diver­

sas materias de geografía, historia, recursos na­

turales y, desde luego, población y patrones de

poblamiento. Los infames recogidos se conocen

como "relaciones geográficas", y son un testimo­

nio impresionante de la gran presencia de estas

cuestiones en el diseíío de la política y la admi­

nistración.45

A lo anterior debe añadirse el interés de la

Iglesia por registrar a sus feligreses al momento

de su nacimiento, su matrimonio y su muerte,

interés asociado al principio de eonfratemidad y

agregación que pennea, al menos en teoría, a la

congregación de los fieles. Los registros eclesiás­

ticos, llevados día con día en cada parroquia,

hicieron generalmente distinción de la identidad

social o racial de cada individuo, yeventualmen-

45 Las "relaciones geográficas" se hallan publicadas y comen­tadas íntegramente en varios volúmenes, compilados yanali­zados en su mayor parte (salvo los relativos a Yucatán) porRené Acuña. Ver Relaciolles geográficas y Relaciones hislÓ­rico-geográficas.

te de su origen y residencia.46 No sólo deben

resaltarse estos registros por su valor como ins­

trumento de cuantificación, sino también porque

reflejan la fonua como la sociedad colonial per­

cibía a la población y a su compleja composición

sociaL

Con el tiempo, el interés científico y fiscal por

la población en sí se fue consolidando y demandó

sus propios instrumentos de conocimiento. Pa­

drones, censos y relaciones de diversas jurisdic­

ciones urbanas y rurales fuerori elaborados con

cierta frecuencia, especialmente en el siglo

XVIII,47 Bajo el gobierno del virrey Conde de

Fuendara, en 1742, se hizo una exhaustiva cuen­

ta de la población siguiendo un procedimiento

muy parecido al de las "relaciones geográfi­

cas".48 Este esfuerzo fue seguido por otro, apa­

rentemente más limitado, en 1789-1792, y en

1790-1794 por levantamientos que de manera

sistemática dispuso el virrey Conde de Revillagi­

gedo y que en conjunto son reconocidos corno el

primer censo propiamente dicho que se hizo en

el país. 49 También hubo diversos levantamientos

locales, como el censo de la ciudad de México de

1753. El pensamiento racional prevalente a fines

del siglo XVIII dio una forma más científica y

ordenada a estos empeños, cada vez más nume­

rosos, Los estudios y cálculos· detallados de la

población que se encuentran en diversas obras

del periodo colonial tardío son una interesante

muestra de esto.50

46 Los registros parroquiales se conservan en gran medida enlas propias parroquias por todo el país, aunque la mayoría delos más antiguos se han perdido. Han sido microfilmados casiexhaustivamente por la Iglesia de los Santos de los ÚltimosDías, o iglesia mormona, interesada en identificar a los ascen­dientes de sus feligreses, Pam una guía, ver Robinson, Re­search In1'eIllOl)'. Copia del microfilm es fácilmente asequi­ble en el Archivo General de la Nación,47 Wesl, "The relaciones geográficas", proporciona un valiosoexamen general de 10$ diversos infom1es producidos en esesiglo,48 La documentación ha sido publicada recientemente. Partede sus resultados fueron recogidos en 1746-1748 en VilJase­ñor y Sánchez, Theatro americano.49 Desglosado en Castro Aranda, 1el' censo.so Vázquez Valle, en "Los habitantes", analiza el censo de laciudad de México de 1753; Lemer, "Consideraciones", abor~da críticamente los cálculos de dos traladistlis de la épocacolonial tardía, Humboldt y Navarro y Noriega, Queden estasreferencias a guisa de ejemplo, ya que el examen de los censosrebasa los límites de este capítulo.

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IDEAS Y LEYES SOBRE POBLAMIENTO EN EL MEXICO COLONIAL: LAACCION DEL GOBIERNO

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