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El Nuevo Periódico #212

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2 El Nuevo Periódico / Jueves, 28 de marzo de 2013 / www.elperiodicopr.com

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18 El Nuevo Periódico / Jueves, 28 de marzo de 2013 / www.elperiodicopr.com

Dando en el Punto

Por: Roberto Carrasquillo Ríos

¡Hablando Claro!

Por: José L. Dalmau Santiago, vicepresidente del Senado

OpinandoPor Orlando Parga Figueroa

[email protected] twitter@pargaorlando

EL BULLYING DEL COLONIAJE En días recientes el pueblo de Puerto Rico vivió uno

de sus más horrendos momentos producto de la relación colonial con los Estados Unidos. Me refi ero al informe del gobierno federal sobre la incidencia de cáncer en Vieques, el informe del GAO sobre las Leyes de Cabotaje y la fallida intentona de la Fiscalía Federal de imponernos la pena de muerte. Cual de las tres (3) instancias más abominable y terrible para el pueblo de Puerto Rico. Fueron tres abu-sos que se acometió contra la indefensión del gobierno del ELA sobre los mismos.

El bullying, según wikipedia es un trato abusivo, el uso de la fuerza o la coacción con el objetivo de afectar a los demás, especialmente cuando es habitual e involucra la participación de un desequilibrio de poder. Esta defi nición se ajusta de forma literal y práctica a las tres instancias ya mencionadas. Juzgue usted en este análisis si lo que el gobierno de Estados Unidos hace en estos casos, no es un abuso contra los puertorriqueños.

En un reclamo de justicia, los viequenses han llevado a diferentes foros su situación en torno a la alta inciden-cia de cáncer en la isla municipio. Ese reclamo siempre ha caído en oídos sordos. Ahora y según el informe de la Agencia Federal para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades, la incidencia de cáncer en Vieques nada tiene que ver con las prácticas militares de la marina en la isla municipio. Es decir, la marina de guerra por décadas llevó sus ejercicios militares allí, y ahora su gobierno los libera de responsabilidad. La pregunta es quién entonces es responsable de la contaminación en Vieques.

En el caso de las Leyes de Cabotaje vemos una situa-ción similar. Por años industriales y otros sectores puerto-rriqueños han hecho reclamos para pedir se nos exima del impuesto de estas leyes. En ese reclamo por momentos ha tenido el apoyo inclusive de fi guras importantes del PPD y del PNP. El colmo de este reclamo sucedió recientemen-te cuando el GAO emitió su último informe sobre el tema donde concluye que eximir a Puerto Rico del cumplimiento de estas leyes iría en contra de los intereses de la indus-tria marítima norteamericana. Que fenómeno, verdad. Los puertorriqueños ahora somos responsables de sostener fi nancieramente una industria americana. Esto a costa de limitar nuestro desarrollo económico lo que nos conduce a un empobrecimiento individual y colectivo como pueblo.

En este asunto de las leyes de cabotaje al igual que el tema del cáncer en Vieques, los puertorriqueños no te-nemos donde hacer un reclamo de justicia. Peor aún los favorecedores de nuestra relación con Estados Unidos, con su silencio patrocinan los abusos de parte del poder metropolitano. Si lo anterior es preocupante por desnudar nuestra relación colonial, en el caso de la pena muerte es mucho peor, ya que nos deja ver la soberbia del sistema de forma cruda y asqueante.

En el caso de la pena de muerte los puertorriqueños de-batimos el tema y se incluyó en la Constitución del ELA en 1952 lo que fue refrendado en las urnas, para prohibir la misma en Puerto Rico. No empece a ello la fi scalía federal ha insistido, y auguramos seguirá insistiendo, en imponer la misma en suelo boricua. La soberbia imperial es absolu-ta y atropellante. Como vemos, el abuso de todo el aparato federal, a todos los niveles, es un caso único del bullying colonial que nos asfi xia. Así, avasallante es el caso colo-nial de Puerto Rico, y lo peor es que tampoco surge una voz fuerte y clara que nos convoque a la defi nición fi nal.

REFLEXIONES DE SEMANA SANTA Y LA BÚSQUEDA DE PAZ

Hemos sido testigos en los pasados días de varios in-cidentes de violencia social que hacía tiempo no se pro-ducían en el país, al menos de la magnitud y frecuencia con que los mismos se llevaron a cabo. Opiniones y argu-mentos de aquí y allá del por qué pasaron esos sucesos abundan por todos lados y prácticamente todas coinciden en una cosa, esto es, en que no son hechos aislados, son evidentes síntomas de un malestar mayúsculo de nuestro pueblo con su gobierno y todas sus ramas, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Nadie en la administración pú-blica, pues, ha quedado excluido de este sentimiento de descontento general.

Somos por tradición una sociedad pacífi ca, de ley y orden, fundamentada en principios democráticos que nos permiten expresarnos libremente en las urnas y cambiar realidades políticas con nuestros votos. En nuestra propia naturaleza está rechazar los desbordes de pasiones que provocan las confrontaciones y el divisionismo partidista e ideológico, siempre en busca de nuevos consensos. Úl-timamente, no obstante, venimos dando la impresión de ser un país distinto y fragmentado, donde las personas se relacionan más como adversarios y hasta como ene-migos. Parecería que ya no sabemos diferir, ni tampoco hablar calmadamente para resolver nuestras diferencias, no empece a que a todos nos anima el mismo objetivo de querer lo mejor para nuestra patria.

Esta situación de agitación y tensión tiene que parar. Necesitamos recuperar la paz y la unidad, como también la seguridad en nuestro propio destino. Necesitamos re-cuperar la fe en nuestro gobierno. Necesitamos recuperar los valores de la tolerancia, la compasión, el respeto y la dignidad que han hecho grande a nuestra gente a través de la historia. Pero, sobre todo, nuestro pueblo necesita recuperar la confi anza en sí mismo y en sus instituciones para transformar los confl ictos, a través del diálogo, en soluciones que satisfagan a plenitud las aspiraciones de los puertorriqueños.

Amables lectores, estamos en la Semana Santa, esa especial y solemne ocasión del año que sirve como el mejor momento para refl exionar sobre la vida, pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, y cómo éstas nos enseñan a un pueblo cristiano como el nuestro, temero-so de Dios, a ser mejores ciudadanos y amar al prójimo como a nosotros mismos. Tenemos la oportunidad de aprovechar esta semana como punto de partida, como un nuevo comienzo para dejar atrás el choque entre po-deres y la política carente de sustancia que mantiene en vilo el futuro económico del país y el bienestar de los puertorriqueños.

Todos anhelamos una sociedad donde la gente viva en armonía y respeto, de personas alegres y amisto-sas, de sencillez en el diario vivir y donde florezca el amor y la unidad de espíritu en nuestro pueblo como inequívoca expresión de nuestra sumisión al Divino Creador. Aprovechemos entonces la Semana Santa para concretar en oración los propósitos de vivir como verdaderos hermanos, para encaminarnos hacia un cambio en nuestra vida colectiva que rompa esa ca-dena de la confrontación que mantiene prisionera el alma de un ser humano que difiere de otro. Aprenda-mos a dialogar y a resolver nuestras diferencias por el bienestar de nuestro pueblo.

Amigos míos:

MÁS ALLÁ DE SEMANA SANTA — En los años del Siglo XV comenzaron a llegar a las costas del continente americano unos seres que, a los habitan-tes indígenas de este hemisferio, lucían ridículos con sus ropas cubriéndoles todo el cuerpo y aterradores cuando mataban con artefactos que escupían fuego. Luego llegaron otros seres extraños con uniforme lar-go y una cruz de madera colgada al cuello que les dijeron venían a salvarlos, a predicarles el Evangelio y a enseñarles a conocer a un nuevo Dios Todopode-roso que existía en el Cielo. Y bajo el símbolo de la Cruz y el pretexto de salvar sus almas los sometieron a la obediencia, los esclavizaron y los exterminaron dejando apenas vestigios de lo que fue una esplen-dorosa civilización americana.

Seis siglos después la Iglesia Católica Apostólica y Romana que fuera cómplice de aquel genocidio americano, hace un gesto de expiación seleccionan-do a un Papa americano. Francisco I es casi italiano puesto que sus padres emigraron de Italia a Argentina pero de su nacimiento y crianza en el Nuevo Mundo tiene que habérsele pegado la amalgama de senti-mientos encontrados que nos provoca aquel primer traumático encuentro entre los habitantes del viejo y nuevo mundo; así como el sabor y alegría aventurera del ser americano.

Se le nota en el rostro, en la chispa de sus ojos, en el verbo espontáneamente jocoso. Viste como un Papa, está rodeado del protocolo y simbolismo de un Papa pero el bendecido argentino no puede ocultar su americanismo. Cristina Fernández fue a llevarle la perenne queja argentina con las inhóspitas Malvinas pero de sus ancestros americanos Francisco I tiene una más importante encomienda que cumplirles; tie-ne que hacer del catolicismo un movimiento redentor del pueblo oprimido por la desigualdad y la injusticia social; tiene que liberar a la Iglesia de un dogma ob-soleto dictado en Roma que la aleja de la realidad e impide su comunicación con la generación cristiana de esta época; tiene que evangelizar para rescatar a los pobres en vez de contemporizar con el bienestar de los ricos; tiene que emular a Jesús, coger el látigo y sacar a los mercaderes del Templo.

Esta es la primera Semana Santa del Papa Ame-ricano Francisco I… que el símbolo de aquella cruz que ayudó a que los indígenas americanos se so-metieran al exterminio europeo, sirva en sus manos como faro de luz que inspire a la humanidad hacia un mayor respeto para los ideales que Cristo predicó en la Tierra.

INVITACIÓN — A sintonizar los sábados al medio-día el programa “El Fiscalizador”, de 12:00 M a 1:30 PM, por NOTIUNO630, en el que estaré dialogando con la radio audiencia sobre los eventos de la semana.

PREGUNTO — Y entre playa, piscina, jolgorio, ba-chata, baile, botella, baraja y pocavergüenza… en lo que queda de Semana Santa… ¿te sobra un instante para pensar en Dios?

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