el mito de que el problema del fútbol formativo está en la falta de oportunidades

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EL MITO DE QUE EL PROBLEMA DEL FÚTBOL FORMATIVO ESTÁ EN LA FALTA DE OPORTUNIDADES Por Armando Anaya [email protected] Las carencias de los entrenadores formativos están presentes en prácticamente todas las modalidades. Ello nos hace reflexionar acerca de los cuadros docentes que están enseñando a éstos futuros entrenadores formativos, con qué competencias están saliendo, en qué están especializados y sobre todo con qué aspiraciones profesionales están llegando a laboral a sus centros de trabajo. La oferta motriz dirigida a un público infantil y juvenil es muy limitada. Si acaso encontramos pequeños centros de activación y estimulación temprana entre los que destacan "Gymboree" y uno que otro club deportivo privado que cuenta con clases para sus socios. Pero una vez pasados los cuatro años, los niños juegan fútbol o juegan fútbol. Casi no hay de otra, y eso no contribuye en nada al propio fútbol formativo. Debemos recordar que el fútbol infantil concentra el paupérrimo mercado de oportunidades de desarrollo motriz de los niños ya que por decir, por cada escuela de fútbol americano que exista en nuestro país hay 100 de fútbol, por cada escuela de beisbol hay 75, por cada escuela de basquetbol hay 200, por cada escuela de natación hay 500 de

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Page 1: El mito de que el problema del fútbol formativo está en la falta de oportunidades

EL MITO DE QUE EL PROBLEMA DEL FÚTBOL FORMATIVO ESTÁ

EN LA FALTA DE OPORTUNIDADES

Por Armando Anaya

[email protected]

Las carencias de los entrenadores formativos están presentes en

prácticamente todas las modalidades. Ello nos hace reflexionar

acerca de los cuadros docentes que están enseñando a éstos

futuros entrenadores formativos, con qué competencias están

saliendo, en qué están especializados y sobre todo con qué

aspiraciones profesionales están llegando a laboral a sus

centros de trabajo.

La oferta motriz dirigida a un público infantil y juvenil es muy

limitada. Si acaso encontramos pequeños centros de activación y

estimulación temprana entre los que destacan "Gymboree" y uno

que otro club deportivo privado que cuenta con clases para sus

socios.

Pero una vez pasados los cuatro años, los niños juegan fútbol o

juegan fútbol. Casi no hay de otra, y eso no contribuye en nada

al propio fútbol formativo. Debemos recordar que el fútbol

infantil concentra el paupérrimo mercado de oportunidades de

desarrollo motriz de los niños ya que por decir, por cada

escuela de fútbol americano que exista en nuestro país hay 100

de fútbol, por cada escuela de beisbol hay 75, por cada escuela

de basquetbol hay 200, por cada escuela de natación hay 500 de

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fútbol, por cada escuela de voleibol hay 500 de fútbol y no

mencionamos de otros deportes como el balonmano, el waterpolo,

los deportes de pared, gimnásticos, etc.

Desde esta óptica, al concentrarse toda la oferta en el fútbol

infantil, se descuida no sólo importantes aspectos de la

motricidad, sino también los atrasos e insuficiencias de los

entrenadores de este deporte, el fútbol.

Siendo un deporte fundamentalmente practicado y basado en el uso

de los pies, los entrenadores formativos rara vez se preocupan

por la coordinación de los miembros superiores. Pero al margen

de eso, el asunto de hoy es que debido a la concentración en una

sola modalidad deportiva, los niños crecen y conocen a edades

tardías las bondades de otros deportes tanto individuales como

de conjunto. En México, por eso es común encontrar atletas de

alto rendimiento, clavadistas, boxeadores, tenistas, jugadores

de baloncesto e incluso triatletas que de niños dedicaron muchas

horas a la práctica del fútbol, pero fue en otras modalidades

donde encontraron un tipo de satisfacción más completa y el

máximo de sus capacidades. Alguna vez dijo un ex futbolista

mexicano actualmente comentarista televisivo y en ocasiones

entrenador, que los jugadores de la selección nacional de Nueva

Zelanda contra los que iba a jugar México el repechaje para

conseguir el boleto para el Mundial Brasil 2014, habían sido

jugadores de rugby de niños o de jóvenes pero como habían

fracasado en su intento por destacar en ese deporte, se

conformaron y tuvieron que convertirse en futbolistas

profesionales.

Entonces, de acuerdo a estos datos, las escuelas de fútbol de

nuestro país tienen todas las tardes una excedida cantidad de

niños entrenando o “aprendiendo” una actividad física en la que

probablemente no sean nada destacados, pero por distintas

razones (en México la cultura del fútbol la arraigaron los

dueños de las televisoras hace muchos años y prácticamente

dejaron en el olvido a los demás deportes profesionales

practicados en nuestro país) los que lo llevan a entrenar

desconocen las bondades de los otros deportes.

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¿Qué debemos hacer? En caso de que el fútbol siga encabezando

está situación, capacitar más a los entrenadores formativos para

que realmente le proporcionen al niño un capital motriz de

calidad previamente a la práctica especializada. En caso de que

las leyes del mercado algún día cambien, entonces deberíamos

ofrecer una baraja mucho más amplia a los papás de esos niños

que llevan a sus hijos a entrenar de deportes incluso más

emocionantes que el fútbol.