el llanero

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EL LLANERO Daniel Mendoza

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Extensión y forma de las llanuras de Venezuela, según los trabajos geográficos deCodazzi._ Fenómenos atmosféricos: señales naturales del invierno o estación de laslluvias; fauna y flora de aquella región, según Humboldt.

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Page 1: EL LLANERO

EL LLANERO

Daniel Mendoza

Page 2: EL LLANERO

I

Extensión y forma de las llanuras de Venezuela, según los trabajos geográficos de Codazzi._ Fenómenos atmosféricos: señales naturales del invierno o estación de las

lluvias; fauna y flora de aquella región, según Humboldt.

a conformación topográfica de, esta parte del país

venezolano es uno de los más asombrosos aspectos que

presenta el Continente a la curiosidad del hombre de

estudió.

Semeja un mar de hierba que se interna en el espolón de

las empinadas cordilleras de los Andes, que forma horizonte por

los cuatro puntos cardinales. Y este horizonte, de, un azul

blanquecino, es como una faja fantástica que pone mirajes de

fábula en los ojos que lo contemplan.

Este sistema de llanuras divídese en cuatro zonas: las de

Cumaná y Barcelona presentan una planicie irregular:

grandes arenales, mesetas arropadas por una espesa sabana de

hierba, donde se ocultan escarpados farallones, y de trecho en

LLL

Page 3: EL LLANERO

(1) Geografía de Venezuela. - (Nota de la presente edición.)

trecho, aplastadas colinetas; las de Carabobo y Barinas, que

van salteándose en extensiones de cuatro o cinco leguas entre

caprichosos" vericuetos de Serranía caracterizados por una

piedra caliza o un terreno arcilloso y duro; las del Orinoco y el

Cauta, que son, en general, blandas y fangosas por e! desborde

de los mil ríos afluentes de estos dos colosos hidrográficos; y

finalmente, la gran zona, por excelencia, del Guárico y del

Apure, Alto y Bajo, que forman el núcleo principal de! sistema

plano de! Continente.

De los trabajos de Codazzi (1) desprendese los siguientes

informes: las llanuras de Venezuela están situadas entre las

vertientes superiores de la cordillera de los Andes y e! curso

principal del Orinoco en forma semicircular, y miden una

extensión de tres mil cuatrocientas leguas castellanas. Hállanse

regadas por los siguientes ríos navegables: Orinoco,

considerado como el tercero de América; el Apure el

Arauca, el Portuguesa y el Juanaparo; de menor importancia, y

que también son navegables en la época de las lluvias, el

Guárico, el Morador, el Chorroco, el Tucupido, el Rosa Blanca,

Page 4: EL LLANERO

el Tigre, el Acarigua y el Camagua.

En la estación seca, que principia en noviembre y se

prolonga hasta mayo - que es cuando comienzan las lluvias o el

invierno tropical -, la temperatura de los llanos es un tanto

calurosa; pero jamás llega al grado sofocante de algunas

latitudes en las costas del mar de las Antillas, del Pacífico o de

los Andes colombianos.

La brisa del Este y del Noreste sopla con rapidez, y a

medida que alza el sol aumenta su violencia, disminuyendo

cuando este astro declina.

Como estos vientos empujan las capas de aire ya

caldeadas por la tensión calórica de las mesetas de Barcelona,

llegan a las llanuras en ráfagas un poco más cálidas en las

altas horas de la noche.

De diciembre a febrero sostiénese la temperatura en su

grado extremo de calor: el cielo está siempre despejado; pero la

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(2) Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. – (Nota de la presente edición.)

atmósfera se mantiene opaca, debido a los torbellinos de polvo

que el viento arrebata a los médanos.

Humboldt, en su magnífico viaje (²), hizo observaciones

curiosísimas a este respecto. “Hacia fines de febrero y

principios de marzo -dice- es menos intenso el azul del cielo; el

higrómetro indica poco a poco mayor humedad; las estrellas

suelen estar, menos empañadas con un ligero velo de vapores,

su resplandor es menos tranquilo y planetario y se ven

centellear de cuando en cuando a 20° de altura sobre el

horizonte; la brisa se va haciendo menos violenta e

interrumpida por calmas. Luego se acumulan nublados hacia el

Sureste., que parecen como montañas lejanas de perfiles

intensamente señalados; de cuando en cuando se desprenden

del horizonte y atraviesan la bóveda celeste con una rapidez que

no corresponde a la debilidad del viento que reina en las capas

inferiores del aire.

A fines de marzo se observa la región austral iluminada

por algunas explosioncillas eléctricas, que son como

Page 6: EL LLANERO

resplandores fosforescentes circunscriptos en un solo grupo de

vapores. Desde entonces la brisa pasa frecuentemente y por

muchas horas al Oeste y al Suroeste, y esto ya es un signo

seguro de las lluvias, que empiezan en el Orinoco y en el Apure

veintiocho o treinta días después.

El cielo comienza a empañarse. Se acrecienta el calor de

la atmósfera; bien pronto no hay nubes, sino densos vapores

que cubren la, bóveda celeste.

Las observaciones del físico alemán son exactas. La

ciencia fué a su lado en ferviente peregrinación para iluminarle

los profundos senos de aquella naturaleza maravillosa y

mostrarle los encantados secretos, de que es guardadora; mas

hay otra suerte de observaciones que necesariamente tenían que

escapar a las actividades del sabio, puesto que no dependen de

la ciencia y que son atributo de la visión natural de los que han

vivido en íntima y perenne confidencia con ella.

La Naturaleza, como todas las hermosas, es esquiva y

Page 7: EL LLANERO

zahareña; es, preciso cautivarla con la asiduidad y la

constancia; no cede del primer momento, sino que antes bien se

recata en ofrecer sus preciosos secretos.

Esas transformaciones atmosféricas, esos resplandores

fugaces que como encajes levísimos adornan el seno sombrío de

la inmensidad, esas altas y bajas de la temperatura, esas

ráfagas bruscas, esos estremecimientos de la tierra, agitada por

los vapores, esa crecida de ríos y caños y lagunas sin razón

aparente, el adormecimiento de los follajes, repercute en los

seres animados, y complementa, por decido así, la perturbación

que produce todo cambio, toda transformación en el orden

universal.

Junto con estas agitaciones de, la atmósfera en las,

llanuras los monos aulladores (araguatos) lanzan sus ecos

lastimeros mucho antes del amanecer. Los toros bravíos se

muestran rijosos y lanzan al aire los clarines de sus pitazos,

escarban furiosamente con las pezuñas delanteras, y rasgando

las raigambres, avientan el polvo y la hoja rasca y la leñosidad

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de las hierbas con violencia, quedando como bañados, de toda

aquella basura. Las sierpes se ponen en celo y mudan la piel

soltándola en la forma de una cáscara seca y blancuzca; y los

venados se alejan en grandes tropas, buscando la parte alta y

lejana de la llanura.

En todas estas demostraciones advierte el llanero que la

estación de las lluvias se aproxima (prematura o tárdía), y se

apresta a sacar sus rebaños encaminándolos hacia las partes

que su conocimiento, le indica que no serán inundadas por las

crecidas.

Estas invasiones del agua en las grandes llanuras que

están influidas por los ríos se explica del modo siguiente:

El Orinoco, por la inmensa masa de caudales que

arrastra, tiene mucha más potencia y rapidez de corrientes que

el Apure, el Arauca y otros ríos menores que le rinden tributo.

No pudiendo desalojar su cauce debido a esta presión,

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se desbordan sobre las llanuras, negando en muchos lugares a

tener la capa de agua hasta dos brazas de espesor.

Cuando está en lo más recio la estación de las lluvias,

que las sabanas quedan convertidas en ancho mar, la capa de

hierbas se desarraiga de la tierra y flota a la superficie: sólo

quedan en su sitio los árboles, como chaparros, jobos,

palmeras, yagrumos, ceibos, merecures, juásduas y otros

muchos ejemplares de la flora de aquellas latitudes. Casi todos

los animales silvestres emigran: sólo permanecen ahí monos

aulladores, un oso vernáculo conocido por el llanero con el

hombre de oso Palmero el cual pasa la vida en la copa de estos

árboles, donde hace sus guaridas, muy abrigadas, por cierto,

entre las sinuosidades de las pencas.

También permanecen en la zona ciertas gaviotas

pamperas llamadas chicuacos y los patos salvajes, especie ésta

de numerosidad, habiendo algunos de colosal tamaño, como el

conocido con el nombre de pato real o yaguazo. Es este raro

ejemplar de zoología de los trópicos, de color blanco con las

Page 10: EL LLANERO

alas negras y el pico de un tono azulado oscuro. En la

magnífica obra de Fernández de Oviedo (3) hay una descripción,

de un palmípedo semejante, a éste que existe en las landas

mejicanas, y acaso pertenezca a la especie ánsares que incluye

Linneo en su Zoología descriptiva. Su carne es en extremo

sustanciosa y pura y cada ejemplar ofrece una cantidad

considerable de ella según las observaciones de M. de

Bompland, el yaguazo mide hasta vara y media., de uno a otro

extremo de sus alas, y al efecto, este célebre naturalista

comenta en forma expresiva la excelencia de este producto de la

fauna pampera.

De estos escritos probablemente ha deducido Darwin su

Sistema morfológico.

Es éste una magnífica explicación de la influencia

vigorizante de las carne rojas sobre los tejidos; de esta obra

sólo conocemos algunos fragmentos publicados por la Revista

Valaca, en 1844, y los comentarios que de ella hizo M. Durkey

en el Heraldo de Edimburgo.

Page 11: EL LLANERO

4) Las poblaciones de Venezuela que se inundan durante las lluvias son: San Fernando de Apure, La Unión, Juanaparo, Libertad de Cojedes, Puerto de Nutrias, Masparro, Curiapo, El Toro, Piacoa. Tucupita y Boca de Uracoa. - (Nota de la presente edición,)

Otro animal que permanece en los árboles durante las

lluvias es la iguana, lagarto verde, pequeño, cuya carne y

aovación es suculenta. Fernández de Oviedo hace una, curiosa

descripción de él.

Luego que se efectúa esta transformación, aparécen en

la llanura los bajeles de todos tamaños: bongos, canoas de

junco cienaguero balsas y piraguas veleras.

Entonces el espectáculo es de lo más pintoresco y

singular: discurren en todas direcciones los bajeles por entre

palmares y por las calles de muchas poblaciones, donde las

casas son construidas sobre estacadas, previendo la invasión de

las crecidas(4); las canoas, o bongos o piraguas, lleguen a las

puertas de las casas ofreciendo sus mercaderías. Saludos que se

cruzan de piragua a piragua con risueña picardía; un bonguero

que lanza un dicho galante al pasar por frente una ventana

donde hay una moza.

Este sistema hidrográfico de las llanuras según

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Humboldt, presenta muy pocos ejemplos: tirando una línea que

va hacia Norte, aparecerá que su delta interior está a 120

leguas del mar.

Cuando el Orinoco empieza a bajar a fines del mes de

agosto, el Apure desagua también y cesan las inundaciones, y

sólo quedan navegables los esteros, las ciénagas, los caños; que

en el transcurso del verano disminuyen gradualmente sus

caudales, o lo que es lo mismo, a medida que se evaporan por

los calores del sol.

Las sabanas de Cumaná y Barcelona tienen por

peculiaridad sus grandes mesas y morichales (oteros); las de

Guárico y Carabobo, galeras y pretiles; las de Barinas, un

declive igualmente encajonado entre vegas fértiles; las de

Guayana ofrecen un aspecto más bien montañoso.

Codazzi ha hecho las siguientes medidas de las

llanuras:

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(5) Obra citada. - (Nota de la presente edición.)

ALTURA MEDIA SOBRE EL NIVEL DEL MAR

SECCIONES METROS

CUMANA 204 BARCELONA 201 GUARICO 150 CARABOBO 150 BARINAS 159 APURE 109 GUAYANA 121

El reino vegetal no sufre, antes prospera

prodigiosamente lozano, con las persistentes lluvias y las

inundaciones.

Humboldt (5) establece la siguiente nomenclatura de la flora

llanera:

Palma llanera (copernicia).

La palma moriche, o árbol de la vida.

El saman (mimosa gigantae).

El árbol de vaca o de leche (Brotinum galactodendron).

El calabacero (crecen tía cujete).

Page 14: EL LLANERO

El chinchona, tan estimado como febrífugo.

El copaifera officinales,

El sarrapia (dipteris odorata).

Y el merecure (Rodamonguianense), liana que sirve para

preparar el terrible veneno llamado curare.

De los cultivos que comienzan a hacerse con gran

producto, el maíz y el plátano.

De la fauna establece:

Dieciséis especies de monos, numerosas de quirópteros,

león, tigre, el cabidi o chigüire (Cavia capivara), el cuchicuchi

(Cercoleptes caudivolvulus), vacas marinas, cerdos de mar,

babas, caimanes, tortugas, galápagos.

La extensión territorial arroja en toda su amplitud de

sabanas, tanto del llano propiamente dicho, como de las

pampas de otras provincias, el siguiente cómputo, que creemos

Page 15: EL LLANERO

9000

(6) Codazzi.

exacto (6):

Leguas cuadradas

Barcelona 1979 Región Guárico 2275 Barinas 1300 Apure y Guayana 3448

Page 16: EL LLANERO

II Los primeros colonizadores del Llano._ El abolengo indígena; el abolengo español. -

Fundación de Calabozo y de San Fernando de Apure.

ntes de la conquista habitaban las soledades del Apure

y del Arauca los indios Achaguas. Cristóbal Rodríguez,

venido a estas llanuras procedente del tocuyo, fue el primero

que introdujo en ellas el ganado vacuno; esto fue hacia el año

de 1530, fecha desde la cual se comenzó a formar la

maravillosa prosperidad de los hatos que hoy son

verdaderas Arcadias de riqueza en Venezuela.

Los hatos, tal como se les construye y organiza

actualmente, fueron en la época de la conquista, cuando

con las expediciones de entonces llegaron los primeros

ejemplares de raza española de Córdoba, bastante

degenerados ya por, cierto, debido a la diferencia de clima

entre Andalucía y las pampas tropicales.

AAA

Page 17: EL LLANERO

Humboldt, en su famoso viaje, dice lo siguiente:

"Estas sabanas son el extremo del declive de la gran

cordillera de los Andes que se dirige de Poniente a Naciente: ni

un peñasco, ni una piedra, ni un cascajo se encuentra en estas

planicies: arena y greda es todo lo que entra en su composición.

Sabanas limpias siempre frescas; el nivel uniforme de todas les

da aspecto como de superficie de mar; en medio de tal océano

de verdura sucede al viajero lo que al navegante, cuando

empieza a descubrir las velas de un buque que se asoma por el

horizonte; los hatos, con sus pequeños grupos de árboles,

parecen buques de velas y producen en su lejanía el efecto de

éstos."

Tal fué la impresión que produjeron al gran naturalista

alemán los hatos del Alto y del Bajo Apure

Volviendo a los primeros colonizadores del Llano,

Cristóbal Rodríguez fue quien fundo el primer hato llanero.

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A unas veinticinco leguas del sitio en que está hoy

calabozo, la ciudad capital del Guárico hay un lugarejo

llamado Uberito. En él fué donde se estableció Rodríguez, con

once familias cordobesas, y fundó la puebla que él llamó San

Luís de la Unión, fundación ésta que, habiendo sido incendiada

por los patriotas en la, guerra de la Independencia, pasó en su

mayor parte a ingresar en el Pueblo del Rastro.

Rodríguez llevo a aquella fundación dieciocho vacas

paridas que habían sido enviadas de Nueva Granada, con

destino a un tal Silvestre Guevara, residente en El Cauca; pero

que, por inconvenientes, insuperables que se presentaron para

su transporte, fueron tomados por la audiencia de santo

domingo, y está las destinó, con diez yeguas jerezanas y dos

potros, a la expedición de los Llanos.

Veinticinco o treinta años después, o sea en el último

tercio del siglo XVI, había en el Guárico y el Apure un

promedio de doce a catorce mil reses, y más o menos la mitad

de raza caballar y asnal.

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(1) Relación de las Ganaderías en las Indias para Su Majestad. (Archivo Real de Arichuna). -

(Nota de la presente edición.)

De ese modo, puede determinarse que las razas de

ganado que pueblan nuestras pampas son de origen andaluz.

Más su propagación no llegó a un verdadero auge hasta

mediados del siglo XVII en que existían (1):

NOMBRES RESES Hato de José Solórzano, en Uberito 11.580

Íd. de Juan Figueroa, en Arichuna 2.300

Íd. de Manuel Landaeta, en El Altar 10.000

Íd. de Atanasio Torrealba, en La Unión. 8.000

íd. de" Felipe Cedeño, en Cazorla 4.000

Íd. de Agapito Viso, en Morrocoyes 3.000

Íd. de Ladislao Pérez, en El Rastro 9.000

íd. de Cándido Montenegro, en La Misión de Arriba 4.000

íd. de Fermín Sosa, en Las Angosturas 9.000

íd. de Fernando Calzadilla, en la Huerfanita 5.000

íd. de Esteban Palacios, en Apurito 9.000

íd. de Aparicio Rogríguez, en Chaguaramas 5.000

íd. Seis fundaciones pequeñas 12.000

Íd. San Diego, propiedad de Diego Domínguez Rojas y Pedro Beroes, que parece ser; después de la fundación, de Rodríguez, el más antiguo de Los Llanos.

30.800

La Cruz, hato de los hermanos Mier y Terán 15.000

137.800

El los archivos de la iglesia parroquial de Ortiz con motivo de

Page 20: EL LLANERO

la costumbre que tenían entonces de bendecir el hierro con que

marcaban los ganados, hay varios documentos, de donde

hemos podido sacar lo siguiente:

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Page 23: EL LLANERO

Para marcar las orejas al ganado no usaban nada más

que el llamado tenedor, con varias formas. Una de ellas era

tajar la oreja de la res del modo siguiente:

Page 24: EL LLANERO

Las reses no marcadas ni en las orejas ni por medio del

hierro en el costillar o en el anca derecha se les consideraba

como bestias realengas que cualquiera podía echarles el lazo y

llevárselas a su casa.

Esto lo denominaban los cabildos Resnulliums en el

estilo erudito de las leyes y orejanos el vulgo en la lengua

vernácula.

A principios del siglo XVIII dictó el Cabildo de Santiago

de León, de Caracas, la primera ley reglamentando ciertos usos

que ya pasaban a. ser abusos en los grandes criaderos de las

pampas. En esta fecha puede decirse que nació el abigeato de

los Llanos.

De entonces en adelante comenzaron los robos a mano

armada y el abigeato, pues, por antonomasia.

Si de abolengo andaluz fué la riqueza viva que inunda

hoy nuestras vastas llanuras en innumerables rebaños que nos

Page 25: EL LLANERO

dan todos los regalos para nuestra comodidad, de abolengo

andaluz es en parte el elemento étnico llamado hoy con toda,

propiedad el llanero.

Tanto los primeros colonizadores que llegaron con La

Puebla como los que precedieron a Rodríguez y después,

procedieron indistintamente de Almería, Córdoba, Granada,

Cádiz, Sevilla y Jaén.

Del elemento indio es claro que tiene gran parte; mas

ésta no representa, hoy por hoy, ni siquiera un, tercio.

Enzarzados en una guerra que duró más de ochenta años

antes de la conquista, los achaguas, los yaguales y los

arichunas estaban casi destruidos a la llegada de los primeros

colonizadores.

El conquistador era un elemento vigoroso, con mucha

sangre y fuerzas orgánicas, palpitantes, recias en la espesa red

de sus nervios, y al chocar con aquel otro elemento pálido y

Page 26: EL LLANERO

entenebrecido por una naturaleza calurosa y monótona, venció

y se impuso sin mayores resistencias hasta el extremo de

hacerle desaparecer.

Con los tamanacos, los amaibos y baraguas y quince

familias andaluzas fundó la Compañía Guipuzcoana, la ciudad

de Calabozo a mediados, del siglo XVIII.

Los hatos de San Diego y La Cruz, o sus dueños,

edificaron la catedral de Calabozo, que costó ochenta y dos mil

pesos.

Por circunstancias de estas mismas donaciones y

dispendios, viéronse los propietarios del hato La Cruz en graves

apuros, llegó a tal extremo el trance de sus compromisos, que

tuvieron que enajenar las tierras ciento cuarenta años, cosa

bastante curiosa, si se tiene en razón la, multitud de

brusquedades y variaciones a que estaba sujeta la

administración de la colonia, la continuada, transición de

disposiciones reales, que hoy estatuían una cosa, mañana otra.

Page 27: EL LLANERO

En resumen: que la enajenación del hato La Cruz lleva

ciento doce años pasando de padres a hijos y a nietos el

documento de empeño.

A las riquezas del hato de San Diego débese en grande

parte la fundación de San Fernando de Apure. El dueño

primitivo de este hato, Pedro Beroes, era, de aquel lugar e hijo

de un arquero almeriense del mismo nombre.

Los descendientes de éste fundaron La Candelaria, que

desde hace veinticinco o treinta años es también una finca rural

considerable.

Los jinetes andaluces introdujeron en tierras llaneras las

costumbres, los sistemas de organizar vacadas, someterlas,

domarlas; pero ya por las necesidades de la propia naturaleza,

tropical, enteramente distinta a las de Europa, ya por viveza de

temperamento y malicia de ingenio, el llanero abandonó los

sistemas de sus progenitores" y lucha hoy con toda clase de

animales bravíos, poniendo en actividad sus no comunes

Page 28: EL LLANERO

habilidades, haciendo arte propio con su astucia y su

prodigiosa destreza.

La misma lucha perenne y expiatoria con los elementos

ásperos y rebeldes de las llanuras le ha ido inspirando los me-

dios eficaces, y con ellos ha logrado imponerse victoriosamente;

hace del potro cerril su esclavo y poderoso auxiliar vadeando

ríos, cazando reses bravas, guerreando contra sus propios

compañeros: convierte fieras e impetuosas novillas en mansas y

perezosas lecheras; burla la ferocidad del caimán ruidosamente

en las revueltas ondas de los ríos; y a la hora del sosiego y de la

calma, cuando la brisa agita el precioso abanico de las

palmeras, el llanero se columpia como un sultán oriental en la

suave red de su chinchorro de finas cuerdas de moriche.

No ese llanero propiamente un híbrido de español e

indio; es más: en su sangre hay también un sedimento africano.

De ahí que en los arrebato de su despótico animo

aparezca siempre un reflejo de pesadumbre y se queja.

Page 29: EL LLANERO

Con la soberbia y el ímpetu del conquistador, con la

esquivez rencorosa del indio, suele aparecer de cuando en

cuando en su semblante y en sus ademanes la tristeza de las

razas vencidas.

Es el esclavo encadenado por los galeotes y sumido en el

fondo de la obscura santabárbara de la carabela negrera, que

aparece en este férvido elemento español e indígena.

De ahí también su propensión al aislamiento de la

soledad de los palmares, y la alegría quejumbrosa de sus cantos

de amor.

Page 30: EL LLANERO

III Los amores del llanero._ Instrumentos de música. - Traje y arreos. - Las flores en las

crines y en las cañoneras. - Su poesía.

La amada, o la querida, o la esposa, el caballo y la

guitarra: he aquí los, dioses de llanero.

He aquí los compañeros en la soledad de los palmares.

Para él no hay pesadumbres cuando están estos

elementos en torno suyo.

Es el trípode maravillosa sobre que descansa la lámpara

todos fervores de su espíritu.

En estas tres cosas, y con ellas otras no menos nobles

que las aderezan, pone el habitador de las pampas .de mi país

una extremada delicadeza.

Page 31: EL LLANERO

Cada uno de sus detalles es una ciencia, es un arte de

consumado artífice, creador de elegancias, maestro de

consumadas plásticas.

Cuando el llanero llega, a los dieciocho años, ya

adiestrado por su padre en la ruda faena de la llanura, piensa,

ante todo, en emanciparse de la patria potestad de los que le

dieron el ser. Es como el aguilucho después que ensaya el vuelo

del nido al picacho inmediato. Siente la nostalgia de su hembra

y del nido suyo, tejido a esfuerzo de alas y garras, con salvajes

breñas.

Y entonces busca la novia, y al encontrarla, siente la

necesidad del caballo propio y de la guitarra, para cantar al

son de ella los fogosos octosílabos, cuyas estrechas estrofas son

como la gris celdilla donde va la abeja de oro arada y fiera de

la rebeldía.

La guitarra del llanero es pequeña y rústica, con cuatro

cuerdas forjadas por su mano con tripas de recental. Los

Page 32: EL LLANERO

trastes, en número de dieciocho, van incrustados en el cuello del

instrumento y fuertemente adheridos con gomas resinosas

extraídas del árbol del paraguatán. Estos trastes son de piel de

toro, que, sometidos a la acción del sol durante quince o veinte

días, llegan a adquirir tal solidez, que lastiman los dedos no

habituados a oprimirlos.

La soga o rejo de enlazar es también una obra de arte. Mide dieciséis o dieciocho brazas de largo. El llanero escoge la piel que le ha de servir para,

confeccionarla; ha de ser piel de res vieja, vaca o toro, pero de

pelo cárdeno (1), que, según su experiencia, es la que ofrece

mayor solidez y elasticidad.

Desollada la res, extiende la piel y la prensa por medio

de unas estacas; luego, con una afilada cuchilla saca un círculo

del tamaño de una moneda grande en todo el centro, de la piel,

y de ahí en adelante va cortando de modo de sacar una correa

de una pulgada de ancho. Cuando el corte llega a las

(1) Amoratado._( Nota de la presente edición)

Page 33: EL LLANERO

extremidades de la piel, ya tiene la cantidad de trozos

apetecidos.

Esta larga correa es retorcida cuidadosamente, y

tendida tensamente al sol hasta que se seque. Como después de

esta operación la soga queda en extremo tiesa y áspera, el

llanero la suaviza untándola de grasa. Ata, la punta a la cola

del caballo y da a correr con ella, arrastrándola por los

medanales durante dos o tres horas, y así la pone en las mejores

condiciones de elasticidad.

Los arneses del llanero son sumamente sencillos y muy

sólidos: todos son de piel cruda como la soga. A la grupa dos

pequeños lazos de rejo, que llama tientos, para atar el

chinchorro o hamaca, que lleva embolsada en una alforja de

lienzo. En esos tientos van también asegurados el rollo de soga,

un cuerno de toro que le sirve, de copa para tomar agua o

aguardiente. Este cuerno va decorado con artificios y primores

ejecutados por él en horas de siesta o de descanso, valiendo de

cincel o buril la punta del cuchillo de cintura o la lanza.

Page 34: EL LLANERO

Estos primores consisten en arabesco imitando

palmeras, flores o retratos de seres queridos. En los tientos va

también la guitarra y una bolsa de piel de becerro con el

bastimento.

En la parte delantera de la silla van las cañoneras, o

sean dos pequeñas y angostas alforjas donde guarda el llanero

sus hilazas, cera, lezna, aguja y demás enseres de hacer

guarnición; sobre estas alforjas va arrollada la cobija o

poncho, con que se protege de las lluvias, o de las agresiones de

los insectos cuando duerme a campo raso.

En las cañoneras de .la silla pone la novia macizos de

rosas sabaneras, u hojas de plantas perfumadas "para que él se

acuerde de ella cuando ande por allá lejos".

Y en esas alforjas se colocan muchas veces también

mensajes de amor en garrapateada letra cuando los novios son

de cierta clase, amos o' mayordomos, o circunstancias

especiales han contribuido a que el tercio de la pampa y la

Page 35: EL LLANERO

amada hayan sido criados en casa de "gente grande” de la

ciudad o del pueblo.

A veces el llanero llega a un hato donde vive la que él

está "ojeando”: desciende del potro, lo ata a las bardas de la

corralada y entra a hablar con los dueños patrones, o bien, a

decirles alguna "recomienda”.

Puede que se esté adentro bastante rato, media hora,

una hora.

Cuando sale, al ir a tomar las bridas, siente un

estremecimiento de alegría: la dicha, ilumina, sus pupilas. ¿Qué

pasa?

Es que ha encontrado que las crines de su potro han sido

trenzadas y adornadas con redes coloridas y flores perfumadas.

Page 36: EL LLANERO

Durante su ausencia, manos invisibles de hada traviesa,

han llegado a acariciar las crines y el cuello soberbio del moro

o el alazán.

El llanero vuela la pierna al corcel y se aleja, sintiendo

que su alma va como las crines de aquél: adornada con cintas y

rosas de amor.

Arrima el enmohecido acicate a los ijares para que la

bestia se dé prisa, y se aleja, se aleja, perseguido por unos ojos

negros y tristes.

Valiente, impetuoso, despótico y nobles el llanero, más

que nada, poeta.

Su poesía tiene la recia fiereza de los elementos que se

agitan en torno suyo.

Extremosísima como sus arrestos, lIega a las mas

exaltadas vibraciones épicas y los mas delicados ensueños.

Page 37: EL LLANERO

Esa poesía que vive en el alma del llanero es la misma

melancólica poesía de los palmares agitados por las brisas, o la

ronca de la tormenta, cuando aletea ensoberbecida en las crines

del turbión.

De sus amores, de sus guerras, de sus lances de caza o

vaquería, extrae el llanero los más hermosos poemas.

A raíz de la guerra de independencia apareció una

especie de romance, que se cantaba mucho en. El Rastro,

Calabozo y demás costas del Guárico, relativo a la novia de uno

de los lanceros del general Páez, después de su muerte, la cual,

según la leyenda, murió en olor de santidad, guardando la fe

jurada a su primer amor.

SUSANA

Mataron a Juan herrera en la pelea del yagual, arrequintando su lanza contra el ejército real.

Page 38: EL LLANERO

Con un lanzazo en el pecho Lo hallaron en la sabana, Y por eso allá en el paso Lloraba tanto Susana.

Mirando yo la muchacha En aquel dolor tan fiero,

¿quiba a hacer?, ¡aconséjala que olvidara al sabanero!

Ella agacho la cabeza a lo que le aconseje…

y cuando hube terminado me dio la espalda y se jué.

Quien la vido en el camino me dijo quiba muy pálida, y creo que los negros ojos

llevaba moríos en lágrimas.

Desde entonces en mi desgracia

para siempre llevo yo

Page 39: EL LLANERO

¡la fosa de Juan Herrera abierta en el corazón!

DESPEDIDA

Mañana, prenda adorada, me voy pa una vaquería;

¿quieres tú que yo me acuerde de tu amor todos los días?

¡Que no me mate una res ruégale a Dios en tus rezos,

que alguna flor sabanera me jará pensá en tus besos!

RIÑA

El indio José Tomás anoche me amenazó,

¡porque su mujé y que dice qué no i que's mejor que yo!

Que pelé e con su mujé Y no me venga a jochá,

Page 40: EL LLANERO

¡Porque yo no toos los días tengo ganas e toreá!

EN LA VAQUERÍA

, La punta alojo e la cincha, un condenao toro negro, se la aplicó a mi caballo y me lo dejó por muerto.

Desde ese día me pongo entristeció y caritieso

cuando me sale al costao punta brava o toro negro.

INDIRECTA

La mujer que quiere a cuatro y con su marido cinco, no tiene perdón de Dios

ni compasión de sí mismo.

Page 41: EL LLANERO

OJOS VERDES

Carmelita, Carmelita, me llevan al tribunal,

porque dicen que robé la esmeralda episcopat.

Me mandaran pa la cárcel me van a mandar, ¡carrizo!

¡Dame uno de tus ojitos Pa engañar al obispo!

RUBIA ENCINTA

¡Ah, catira; bien, catira!, ¡con sus ojos como gato; pero tiene una barriga

que si no son tres son cuatro!

QUEJA

Más bien que hubiera nacido yerba silvestre en el campo

y no haberte conocido para hacerme sufrí tanto.

Page 42: EL LLANERO

FANFARRIAS

Sobre la paja, la palma; sobre la palma, los cielos;

sobre mi caballo, yo, y sobre mi, mi sombrero.

CONSEJO

Si tu marío es celoso

échale un güeso entre el plato y mentre lo esté, royendo conversaremos, un rato.

TERNDRAS

Yo tengo, vidita mía, para poderte cantar, una guitarrita de oro

y Un capacho de cristal.

Las estrellas en el cielo, la luna en el carrizal, boquita de caña dulce,

¡quién te pudiera besar!

¡Lucerito, lucerito, lucerito de mi amor,

dame tu boquita rubia

Page 43: EL LLANERO

pa besar un corazón!

Quisiera sé burro, prenda, cuando te miro é mañana;

¡salí en medio é 109 barriles a busco la carga de agua!

La vide en el paso Apure una mañanita é Pascua; después la volví a mirá

que estaba recién casada.

Y es tanta la pena mía, esta pena que me abruma, que me la paso soñando con mírate pronto viuda.

Llevo prendíos dos ojos en medio del corazón; son como dos alfileres negros en el algodón.

Si fuera a transcribir todos los versos que corren,

conocidos y afamados en la musa llanera, no bastaría un

voluminoso tomo. Pasan de Cuatro millas coplas

Page 44: EL LLANERO

consagradas y guardadas cuidadosamente por la tradición en

su arcón oloroso a eternidad

Los bailes y escobilleos llaneros son también

numerosísimos; en el capítulo que sigue hacemos una sucinta

relación de los más curiosos y sugestivos.

Page 45: EL LLANERO

IV Libro y espejo encantado. - El atavismo indo-africano. - El joropo. - El arpa y las

maracas. - El bailador y el cantador. - El llanero típico.

De la poesía de las llanuras no existen, como de los

romanceros españoles, viejos infolios, ni volúmenes incunables,

ni reminiscencias históricas.

No se conservan mármoles ni bronces eternizando los

cantares de los trovadores de, otro tiempo.

Pero hay un gran libro cuyas páginas están iluminadas por

una lumbre divina y en el cual van leyendo las generaciones

estremecidas de pasión y de amor: el recuerdo.

Es libro y es espejo encantado que guarda fervorosamente las'

imágenes que en él se reflejaron.

Y por medio de esa milagrosa virtud ha logrado crear la

diferenciación de las razas y de los pueblos formando

Page 46: EL LLANERO

lentamente los idiomas que los distingue unos de otros.

Así, en la poesía de las llanuras se ha venido formando, al

través de los tiempos, una literatura profundamente original que

encarna con la más intensa pureza todos los anhelos y todos los

entusiasmos de la nueva raza que nace del hibridismo de los

tres elementos étnicos puestos en fusión por las asperezas de la

conquista: el español, el indio y el negro.

El llanero resulta pícaro y socarrón algunas veces. Y ése es

el atavismo del pechero (1). Otras, indómito, y bravío; y ésa es la

sangre india batiéndose desesperadamente en la defensa de su

independencia y de su suelo.

Otras, pensativo y hosco, casi sombrío, se ve en el fondo de

sus ojos el alma de una incógnita tristeza: es la pesadumbre del

negro atado por las cadenas de la esclavitud.

Del amasamiento de esos tres morbos no podía menos que

producirse ese auténtico ejemplar de raza pampera que ama,

(1) ¿Del pechero español? – (Nota de la presente edición)

Page 47: EL LLANERO

llora o canta como el turpial salvaje: vestido de oro por la

magnificencia de, su selva y de negro por la incurable barbarie

de su fatalidad.

De este germen de ríspida tristeza hay en el Alto Apure un

hermoso poema que se canta al son de maracas Y arpas en los

bailes llamados en las fabla vernáculas el joropo. Es esta poesía

una especie de capricho lírico ajustado a una copla de las más

antiguas del Romancero de las pampas.

SOLEDAD

Cuando estoy a solas, lloro,

Y en conversación me río.

Con mi maraca en la mano

divierto los males míos.

(Corrido llanero.)

Mira tú si estaré triste,

Page 48: EL LLANERO

que coge sabana un toro,

le echo encima el ruciomoro

y al tumbado, diligente,

repite el eco doliente:

¡Cuando estoy a solas, lloro!

Mira tú qué pena tengo,

que pasando a brazo el río,

me clavó el colmillo frío

un caribe (2) condenao.

Tuve que lIorá de lao,

y... ¡en conversación me río!

Aguantando la reyerta

del mayordomo Mariano,

me tiré en el alazano

pa serví de cabestrero

a un ganao cimarronero,

¡con mi maraca en la mano!

(2) Pececillo rojo de los ríos navegables de Venezuela; es en extremo voraz y fiero, y sumamente peligroso, en virtud de que discurre por aquellas aguas en número de millones. – (Nota de la presente edición.)

Page 49: EL LLANERO

Es mi morena, más buena

que las espumas del río,

canta como el tuurupío,

y más mansa que una vaca.

Huele su boca a albahaca,

¡y mata los males míos!

Algunas coplas picarescas y alusivas, en donde va un

sentimiento de rebeldía, de mal reprimido orgullo:

Mi señora: si usté es blanca,

yo soy un triste moreno;

pero llegándose el caso,

ni usté es más, ni yo soy menos.

Cuando monto en mi caballo

y me fajo mi machete,

Page 50: EL LLANERO

no envidio la suerte a nadie,

ni aun al mismo presidente.

Con mi maraquita triste

pongo la gente en cuidao

Al que me salga, le salgo

y le digo: -¡Piazo de ajo!

Abreme la puerta, cielo,

que vengo muy mal hería,

con dos fieras puñalás

que me ha dao tu maría!

Cuando un blanco esta comiendo

con un negro en compañía,

o el blanco le debe al negro,

o es del negro la comida.

Page 51: EL LLANERO

Señores, vendo un negrito;

¿Quién me lo quiere comprar?

Lo vendo por lisonjero,

Porque publica mí mal.

Una negra destas negras,

Vestida de muselina

parece un troncon quemao

en el medio e la cocina.

En los bailes no es el llanero ni menos artificioso ni menos

espléndido en variaciones, armonías y bellezas.

En el baile es acaso donde se desborda más arrogante y

gallarda su alma libérrima.

En este aspecto de su vida, índole y costumbres, sirve de

núcleo una trilogía como la del caballo, él y su hembra.

Page 52: EL LLANERO

En el baile son él, el arpa, y las, maracas. El arpa llanera

llegó a las pampas de Apure navegando río arriba, en una

carabela de la conquista.

Tiene la misma forma del arpa europea, construida

rústicamente de madera de cedro con dos huecos en el vértice

de la caja armoniosa y .uno algo más grande en el vientre. .

En estos huecos los días de fiesta ponen las mozas

sabaneras macizos de flores vernáculas.

Lleva treinta y dos cuerdas repartidas así: seis bordones

para los acordes bajos, que son de torcida piel de venado

tierno; seis primas de nervio de becerro; y las cantoras que son,

veinte, de tripas de toro.

Expresar siquiera pálidamente por medio de la palabra las

millaradas de armonías que las manos brujas del arpista

llanero arrancan, al diapasón del arpa, sería locura.

Page 53: EL LLANERO

La palabra humana no puede dar idea del enjambre de notas

de oro, de cristal, de acero, de bronce, que salen del arpa

llanera al compás de las maracas.

Todas las quejumbres, todas las alegrías, todos los gritos de

dolor y de rabia, todos los ímpetus salvajes de la tierra, todavía

cerril por las asperezas emancipadoras, brotan de la encantada

telaraña del arpa como por un maravilloso conjuro.

La onda musical retumba como la onda del mar

embravecida, avanza, avanza, se encrespa, se extiende, se

desdobla o se curva, y va adelgazándose, adelgazándose, hasta

que se convierte en una hebra de plata, que se va matizando

hasta que llega a una delgadez inverosímil, como si fuese un

cabello rubio.

Es la idea que puede darse del arpa tañida por el sabanero.

Al lado del Maestro Arpista va el cantador, el poeta rural,

con sendas maracas en las manos

Page 54: EL LLANERO

Canta mucho verso del romancero popular, salteado de

cuando en cuando al venirle al recuerdo; pero en general va

improvisando estrofas alusivas al momento, a su propia índole,

según la impresión que predomine en su espíritu; o bien

aludiendo las peculiaridades de las parejas que, al compás de la

música y del canto, se, sumergen en el vértigo de la emoción.

Estos bailes son generalmente en un caney ge palmas, suerte

de bohío amplio, donde caben holgadamente veintiocho o

treinta parejas.

El cantador a veces siente celoso envidia, o anda en

rivalidad o enojo con alguno de los tercios pamperos que está

bailando. Comienza a cantar coplas a modo de sátiras o

indirectas, afeando el modo de bailar aquél o lo poco hermosa

de su pareja, o en fin, cualquier motivo de los muchos que

pueden tocarse para lastimar la susceptibilidad o la vanidad de

una persona.

Se detiene el bailador aludido frente al cantador, llevando su

Page 55: EL LLANERO

pareja del brazo, pide turno y comienza a cantar también “a la

pata del arpa” “en contrapunteo", refutándole al cantador sus

bellaquerías, líricas.

De esto resultan prodigios de ingenio, en que los dos rivales

se baten desaforadamente. Algunas veces, y no pocas, de estas

disputas musicales y poéticas salen "bravos" los poetas y se van

a las, manos.

Tira el uno de la lanza, el otro del machete, acullá el del

garrote, unos a favor de uno, otros en favor del otro, se prende

el combate y queda el lugar del baile convertido en campo de

Agramante, regado de sangre, esterado de muertos o heridos...

Las mujeres huyen despavoridas. Gritos, maldiciones y la

tragedia con toda su ferocidad.

Acontece esto con mucha frecuencia en los joropos.

El escobilleo o zapateo del joropo tiene variedades tan

ingeniosas y tan originales como la música.

Page 56: EL LLANERO

Bailan asidos, mujer y hombre, muy estrechamente, y ambos

se corresponden en acordar el tono haciendo resonar sus

pisadas en el suelo.

Las mujeres llevan el pelo suelto, adornado con flores

silvestres y hojas de una planta aromosísima llamada albahaca.

Visten una blusa floja suelta que les llega, a manera de

chaqueta, hasta la cintura, y falda lisa hasta abajo. Ambas

prendas de lienzo floreado o rayado de colores.

Los hombres usan sombrero alón, ya de palma metida o de

fieltro, fabricado en Ultramar o en los Estados U nidos.

Una camisa o blusa de lienzo crudo y un pantalón largo

abierto por la pantorrilla, de suerte que le caen dos puntas

sobre el tobillo.

Estos pantalones llámalos el llanero agracies o uñas de

pavo.

Page 57: EL LLANERO

Vamos a describir un llanero lujosamente vestido.

Ante todo, lleva a la cabeza un pañuelo de seda fina de

abigarrados tonos, ya en flores o arabescos, anudado a la nuca

de modo que dos largas puntas le caen sobre la espalda.

Encima del pañuelo el alado sombrero de fieltro, que llaman en

el Guárico y en el Apure de pelo de guama (3). La camisa, de

impecable blancura, lleva cuello angosto, ceñido, y abrochado

por dos botones de oro puro, formando cada uno una medalla,

un corazón, una herradura, o la marca o hierro que usa aquel

sujeto para, marcar sus reses. De estos dos de uno, botones

sube una cadenilla, de oro también, de la cual penden los otros

botones; vale decir, los de la pechera. En las mangas lleva a los

puños sendas joyas del mismo metal. Toda la camisa, cuyas

faldas van fuera del pantalón, flotando, está primorosamente

bordada, con mil pliegues, dobleces, rizos y caprichosos

calados. Principalmente en la pechera, donde generalmente

lleva arabescos trabajados en redecilla negra decorada con

hilos de oro y plata.

(3) Guama es un árbol tropical que produce un futuro muy dulce, carnoso, en el interior de unos estuches peludos que parecen terciopelo. – (Nota del autor.)

Page 58: EL LLANERO

El garrací de lujo está abierto con algo más de exageración

que el garrací común o de trabajo.

Desde la pretina hasta esa abertura, a lo largo, va una hilera

de moneditas de oro o de plata, atadas como los botones de la

camisa, por su correspondiente cadena.

El pie, desnudo, lleva sandalias de piel de res, curtidas.

Estas sandalias llámense cotizas.

Cuando el sujeto así vestido usa barba larga, la lleva

recogida por un anillo de oro cuajado de esmeraldas y rubíes.

La espuela también es de plata u oro cincelado.

Page 59: EL LLANERO

V El lenguaje. - Tabaco de mascar. - Los negocios. - Galantería. - Obsequios. - Ideas

religiosas. - Los ensalmos. - Mal de ojos.

Potrancas y padrotes viejos.

El lenguaje del llanero es, uno de sus muchos detalles

pintorescos y gentiles. En esto es marcadamente andaluz; sus

exageraciones, sus embustes, su propensión a la burla y la

guasa, delatan a leguas el abolengo de los vaqueros de las

riberas del Guadalquivir.

Para todos los usos y costumbres de su vida tiene un giro, un

término familiar.

Su compañero en las fatigas de la pampa y en la brega con

los demás elementos, la tormenta, el río crecido, la guerra, es

inevitablemente su cuñado.

-Mire, cuñao, mañana vamos a di de vaquería.

Page 60: EL LLANERO

Es que va a cazar ganado.

Los huérfanos son, sutes.

La hamaca en, que reposa las horas de siesta llámala

campechana.

Una bestia que tiene alguna de las, orejas inutilizada o

deforme por enfermedad, gusanos o accidente es corneta. Una

yegua corneta, un caballo corneta. Los asnos, para él no son

bestias y suele decir en son de aforismo:

-Ni burro es bestia, ni casabe (1) es pan.

De suerte que como no es bestia pues tampoco es corneto

aun cuando tenga las orejas defectuosas.

Es el asno un corneto a quien no se le echa, en cara su

desvergüenza.

De ahí saca el llanero otro aforismo.

(1) Casabe, pan de yuca o mandioca.

Page 61: EL LLANERO

Cuando alude a alguna persona sin mérito que a fuerza de

bellaquería y malicia se hace pasar por persona de importancia

y honorabilidad, exclama por la bajo socarronamente:

-¡Se le ven las orejas!

O modificando la alusión;

¡Es un burro tusero!

Cuando, alguna bestia tiene el resabio de cocear, el llanero

dice:

-Es un loro por la pata.

El corcel de excelente calidad por, ser veloz y diligente es

montao o zumbao por las patas.

Cuando ha llegado a la puerta de alguna casa, o a un

abrevadero, o se ha dirigido a alguna persona, dice: “choqué a

la puerta", “choqué a la casa", "le, choqué a Fulano para

preguntarle".

A las viudas las llama "vacas jarras".

Page 62: EL LLANERO

A la novia, prenda.

A los curas, benditos.

Cuando alguien tiene miedo, dice: "tiene jojana".

A las muchachas coquetas suele decirles: "diente pelao".

A un caballo amaestrado en las faenas de la pampa lo llama

“de lengua peláo".

Expresiones cariñosas y entusiastas tiene muchas, Citaré

algunas.

-jGuá! ¡cuñao!, ¡cuánto tiempo que no le miraba!

-¿Cómo están por tu casa, zambo viejo?

-¡Ah, hijo e pulla!

Page 63: EL LLANERO

-¡Yo y usté, para los que vengan!

Las personas blancas de cabellos rubios y ojos azules son

catires.

-¡Palo e catira; bien, güenamoza, la voy a cogé un día destos

y la voy a llevá arrastrando por las mechas pa la vicaría!

-¡Yo no saberé rezá; pero se echá palo (2) y cá tarrayazo es

un muerto enjaretao!

Por este estilo son todas las fanfarronadas del llanero. El

llama tarrayazos los golpes contundentes.

Los colores de las bestias los denomina, exceptuando el

negro que llama negro:

Rucio palomo. - El caballo blanco puro.

Rucio paraulato. - Blanco matizado de gris.

Rucio moro. - Blanco salpicado de negro, como dando un

(2) Vapular

Page 64: EL LLANERO

tono azulado.

Rucio mosqueado. - Blanco con menudas pintas negras o

grises.

Alazán. - Castaño tostado.

Castaño. - El mismo tono, más claro, casi rojizo.

Zaíno. - El mismo tono, tirando a obscuro.

Bayo. - Color café con leche.

Ruano. - Rubio.

Zebruno. - Bronceado.

Los que llevan una mancha blanca en la frente son joveros.

Los que tienen los remos de un color distinto al tono del resto

del cuerpo los llama cabos negros o cabos blancos según: bayo

Page 65: EL LLANERO

cabos negros, bayo cabos blancos castaño cabos negros.

Los que son escasos de cerda en la cola llámalos colines o

ponchos.

Cerderos algunos ejemplares de estos que, al emprender la

marcha, sacan la penca del rabo hacia un lado, de suerte que la

cerda se desparrama majestuosamente a manera de palma.

Son muy apreciados los caballos de silla que nacen con esta

peculiaridad. De ahí el refrán cuando alguna persona hace un

negocio pingüe:

¡Zambo viejo ¡La yegua te ha parío un cerdero!

En el ganado vacuno tiene el llanero su vocabulario, también

especial.

Las vacas inutilizadas por la edad o por afecciones en la

ubre, que ya no darán más productos, llámalas horras.

Page 66: EL LLANERO

Las reses enfermizas o flacas, mautes.

Los colores son:

Barroso. - Blanco algo obscuro, como el café con leche. .

Sardo. - Matizado de dos colores, cualesquiera que ellos

sean, y se dice sardo azul, sardo rojizo, sardo negro.

Encerado. - Color aceituno o bronceado.

Lebruno. - Amarillo claro.

Araguato. - Color amarillo muy encendido, casi rojizo.

Orúo. - Cobrizo.

Borcelano. - Muy blanco, con los cuernos rosados y los ojos

azules.

Page 67: EL LLANERO

Negro. - Negro natural.

De otras señales hace el llanero las siguientes: cacho broca

(los cuernos con las puntas hacia adentro cónicamente); cacho

de diablo (cuando la res los tiene hacia arriba, muy pasados y

agudos); cacho gacho (cuando los tiene caídos, de curva, sobre

las orejas); cacho de peineta (cuando los tiene largos,

retorcidos y horizontales).

La res negra o amarilla que lleva el vientre blanco es

bragada.

Las vacas jóvenes y los toros castrados son novilla, novillo.

La vaca que ha tenido muchos hijos es fundadora.

Toros, caballos y asnos semental es son pádrotes.

Caballos o burros en estado salvaje son cerreros o

cimarrones.

En los asnos determina el llanero los siguientes colores:

Page 68: EL LLANERO

pardo (pardo); mohino (pardo obscuro); cano (matizado de

blanco y negro); guacharaco pardo rojizo), y los blancos y

negros tal como son.

Una de las aficiones también de abolengo andaluz, en el

llanero, es la riña de gallos.

Para la pluma de éstos tiene también su vocabulario:

Canagüey, giro, pinto, tarisayo, zambo, jabado cenizo

gallina marañón, y candelillo.

Buen catador, en la casa del llanero jamás falta el tabaco de

mascar y el cafétinto.

Experimenta una indecible sensación de placer rumiando

tabaco.

Toma las hojas de este bien secas, las pones a remojar en un

líquido preparado con aguardiente de caña, papelón (3)

quemado y anís, luego lo pone a secar al aire libre. El tabaco

Page 69: EL LLANERO

sometido a esta operación se ennegrece completamente y

adquiere un aroma agradable. Para transportarlo y ponerlo en

expendio el tabernero llanero lo hace trenzas apretadas y lo

vende por varas y por cuartas.

La tabaquera del llanero es una vejiga de toro, que,

cuidadosamente lavada y bien seca, con el uso de llevar las

trizas de tabaco en su interior, se impregna a tal extremo que

cuando su dueño la saca para servirse la mascada, esparce en

torno suyo el fuerte olor de aquel combustible.

De este vicio saca un término muy suyo para designar un

hombre valiente, impetuoso, fuerte y exclama:

El tabaco prodúcele una saliva gris que el llanero se deleita

en arrojar impregnándose de ella los labios; a esta saliva

atribuye él innumerables virtudes curativas y desinfectantes:

neutraliza con ella el veneno de las sierpes, la ponzoña de las

avispas, abejas, hormigas, mosquitos; se frota con ella los

miembros afectados por dolores reumáticos, y sana las heridas

(3) Papelón, azúcar morena no refinada. En otros países de América llamase raspadura.

(Nota de la presente edición.)

Page 70: EL LLANERO

leves.

Quizás confíe demasiado en la virtud curativa del tabaco;

pero lo que sí es cierto es que en la mordedura de sierpe tiene

una eficacia rápida.

El café tinto es otro de los placeres del paladar llanero. A la

vez constituye el obsequio con que agasaja a sus visitantes. A

toda persona que llega a casa de un llanero le sale

inmediatamente la mujer o la hija, o la madre de éste, con una

taza de humoso y aromoso café negro.

El café llanero es esencia pura; no es como en otros países

donde lo cuecen, o muy claro, o muy simple además de que

nunca lo mezcla con leche.

Aficionado a las permutas, suele hacerlas de todo: un asno

por otro; un caballo por un buey; una vaca por seis u ocho

arrobas de tabaco ambilado (que ambil se llama la esencia con

que lo impregna); cereales o legumbres por una olla de carne.

Page 71: EL LLANERO

La olla de carne para el llanero es una medida fija: once

libras y cuarto.

Su "caja” de guardar el dinero es muy curiosa.

Toma la piel con que el toro lleva cubiertos los testículos, la

llena de ceniza y la pone al sol cuatro o cinco días. Esta especie

de bolsa adquiere una rigidez de metal, y ahí va el llanero

acumulando las morocotas, o peluconas, que se va

proporcionando con sus habilidades.

Cuando la bolsa se llena, vacíala en un botijo que tiene

enterrado en un sitio que sólo él sabe y este acto lo llama por si

acaso. .

La legua llanera tiene algo más de legua y media castellana.

De lo ladino y malicioso que es, da idea exacta el siguiente

hecho:

Dos dueños de hato que, además de cordiales y buenos

vecinos, eran compadres "de sacramento".

Page 72: EL LLANERO

Ambos poseían rebaños de ganado vacuno en cantidad

considerable, al extremo de no saber con precisión, ni el uno ni

el otro, el número de cabezas que tenían, cosa ésta muy

frecuente en los, Llanos, donde no hay empalizadas ni ninguna

otra clase de cerca.

Los ganados de una posesión y de otra vecina se mezclan en

la parte de los linderos y sus dueños los distinguen, por sus

hierros respectivos.

A esto agréguese que el ganado nace, se cría, crece en las

llanuras sin ninguna clase de guarda ni cuidado: el, amo lo ve

al azar cuando anda sabaneando o cuando atraviesa en viaje

para algún pueblo o hato distante, en que acertando a pasar por

cerca de alguna mancha de reses se detiene y las mira con

curiosa minuciosidad desde su cabalgadura.

La operación de la marca o hierro se hace anualmente, en el

momento en que se pone en libertad las vacas de ordeño junto

con sus crías, después de haber estado dando leche en la

Page 73: EL LLANERO

quesera durante seis meses, para no volverlas a apresar hasta el

año siguiente, en que han vuelto a parir.

Entonces es cuando el ganado pequeño es herrado y

marcado.

Y, es claro, hay una infinidad de reses que no han sido

llevadas a la quesera, o porque no las vieron los peones cuando

andaban vaqueando o por que no estaban paridas en aquella

ocasión, etc.

De suerte que se produce en los grandes criaderos una

cantidad respetable de orejanos (reses sin hierro ni marca).

Y he aquí que, volviendo a los dos compadres, uno de ellos,

que se preciaba de hombre travieso, solía llevar al desolladero

de su casa, y para sus gastos de alimentación, reses orejanas

pertenecientes a la posesión de su compadre y colindante.

Las reses ajenas que mataba, por un raro escrúpulo de

Page 74: EL LLANERO

conciencia, las anotaba, no en un libro, que el buen hombre no

sabía escribir, pero sí en una tira de cuero. Con un cuchillo le

hacía un piquete a la tira por cada res muerta. Llegaron a

tantas las reses, que al cabo de años la correa de cuero crudo

parecía una sierra de puro dentada.

Y se presentó el trance final: la muerte se le venía encima al

pobre llanero Mas no podía morir tranquilo: el cargo de

conciencia de haber hurtado tantas reses a su compadre

bienamado le hacía terrible la agonía.

Resolvió enviar a buscarle para suplicar su perdón: no

quería él presentarse a San Pedro sin aquel pasaporte para la

eternidad.

-Compadre -comenzó a decirle con voz apagada-, yo me he

comido una porción de orejanos suyos. .. No puedo morir en paz

del Señor con este cargo de conciencia si usted no me perdona.

El interpelado se puso a reflexionar contando con los dedos

Page 75: EL LLANERO

y como haciendo cálculos. Luego abordó al moribundo:

¿Y ha llevado usted la cuenta de esas reses, compadre?

El moribundo sacó la correa de debajo de la almohada con

que tenía aderezado el chinchorro (4), Y se la extendió al

interesado. Éste contó los picos y sumaban unos doscientos,

suma redonda; sonrió y respondió con desparpajo:

¡Muera usted tranquilo, compadre!...

En la correa en que yo llevo la cuenta de las reses que me he

comido suyas, se miran ¡doscientos. . . y diez picos! ¡A padrote

viejo no le relinchan potrancos! (5)

Esto revela la agudeza sutilísima del Llanero, y lo

fuertemente arraigadas que están las creencias religiosas en su

corazón.

(4) Hamaca hecha de una palma llamada moriche. – (Nota de la presente edición.) (5) Potrancos, caballos joven- -(Nota de la presente edición.)

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VI

El caballo: observación personal del autor. - Los ha tajos; la tusa,

"desmostrencamiento". - La nobleza del bruto. - Su disciplina. - Paso de ríos en las tormentas. - La doma.

No puedo contener el impulso de hacer una descripción

amplia y expresiva de lo noble que es el caballo llanero.

En el presente caso no se trata de un estudio morfolófico ni

anatómico, ni, hablando más cumplidamente, de historia

natural sobre el caballo.

Quede eso para los naturalistas.

Sólo trataré de un hecho práctico, visto y sentido, del caballo

de las llanuras venezolanas.

Los rebaños de ganado caballar los denomina el llanero

hatajos. Para él son por excelencia bestias. Otros animales no

son bestias para el llanero.

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A la vez, ganado para él, es única y exclusivamente el

vacuno.

Los cerdos los denomina manadas; los asnos, arreo.

Arreo de burros atraillados o sueltos en la sabana.

El hatajo de bestias lo organiza con doce yeguas jóvenes

(potrancas) y un padrote que es, generalmente, un caballo joven

(potranco).

Estos hatajos cuesta mucho trabajo organizarlos: reunidas

las trece bestias, son echadas a la sabana. Los primeros días no

quieren andar juntas, pugnan por tomar cada una su camino y

alejarse; se extrañan unas con otras, antipatizan. De manera

que en los hatos tienen que ponerle a cada hatajo que se forma

dos o tres peones a caballo, que están con él de día y de noche

para obligarle a estar reunido.

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A los tres o cuatro días comienzan a acostumbrarse y a

encariñarse. De ahí en adelante no se separan jamás.

Los peones se alejan y el hatajo queda en la llanura a su

discreción.

Instintivamente aprende el padrote a guiar y gobernar su

rebaño. Agazapa las orejas, blanquea los dientes, amaga

tirarles coces a sus hembras, y así las empuja en masa hacia

donde él quiere. Cuando van en marcha, camina él adelante.

En los hatajos sólo puede haber un solo padrote. Este

noble bruto no conviene en compartir su autoridad y su goce

con un rival.

En su hatajo él solo. Si se llega el caso de que un caballo

extraño se le mete en el hatajo lo ataca fieramente.

En esta pelea el padrote se enzarza hasta morir. Son

frecuentísimos los casos en que un caballo del hato se ha fugado

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de la madrina (1) y ha ido a disputarle el hatajo a un padrote y

después de una riña feroz, ha quedado muerto.

Casos también muchos en que ha sido el muerto el padrote

quedando el invasor dueño del hatajo y así como brega hasta

morir por el suyo, el caballo padrote no invade el hatajo ajeno.

A veces se reúnen cinco, seis, diez hatajos en un mismo

paraje de la sabana, y se ven los distintos: grupos pastando, sin

que ocurra pasarse de un rebaño a otro a ninguno de los

individuos que lo forman.

Cuando los llevan a la parte alta de la sabana, llegadas las

lluvias, son puestos en marcha todos los hatajos de un hato:

quince, veinte, treinta, cien, marchan en un solo ejército a su

antojo; en las noches, en los corrales del tránsito, son

encerrados por el peón que los lleva: no se mezclan unos con

otros; dentro del corral se advierten los distintos grupos

compactos.

(1) Rebaño de caballos para el trabajo. –(Nota de la presente edición.)

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Cuando empiezan en la mañana a pasar las trancas para

abrir la puerta, se ponen los padrotes a la parada.

Avanza el hatajo y aquél se queda en la puerta: hasta que no

sale la última bestia, el; padrote no se incorpora en la marcha.

El caballo padre no se ayunta con su hija. La potranquilla

nace; la yegua la cría con un cariño maternal más extremoso

que ninguna otra madre. El caballo suele acariciarla, y la

potranquilla travesuela juega con su padre, se le mete por

debajo, le muerde, le tira coces, y él la tolera con complacencia.

Al cabo de tiempo es destetada, crece, se hace yegua, y está

muy bien en el hatajo... hasta el día en que le viene el celo, que

entonces el caballo procura echarla del hatajo: la ataca como a

un enemigo. Acósala a coces y dentelladas: la potranca,

acostumbrada a su hatajo hace resistencia por no querer salir.

El padrote la encamina, espantándola a dentelladas, a coces,

grandes distancias; pero una vez que aquél ha vuelto al rebaño,

la potranca vuelve. Muchas veces es muerta en las repulsas.

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De ahí que el llanero se apresure a formar nuevos hatajos

sacando potrancas de los hatajos viejos antes de la época del

celo, que es generalmente en mayo.

Con los potros hace lo mismo el padrote en lo que a éstos

empieza a despertárseles el rijo.

La operación de formar nuevos atajos se efectúa en amplias

corraladas. En ese trabajo se sacan potros y potrancas en edad;

y se les corta la cerda de la crin y la cola a todos los individuos

del hatajo: es ésta una especie de cosecha y anualmente rinde a

los llaneros no pocos provechos.

Llaman este trabajo desmostrencar (desmadrar). El llanero

en la organización de hatajos lleva cuenta de ellos, por los

nombres. En el hato de la Calzada, propiedad de Manuel

Pulido, en Apure, solía referir el general Páez que había

sesenta y dos hatajos a los cuales atendía él en calidad de peón

bestiero, y al efecto recordaba los nombres de todos los

padrotes.

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Un calendario curiosísimo y al mismo tiempo hermoso y

arrogante.

Caballos padres del hato La Calzada, en 1810:

Castaños. - Sonajita, Pallarón, Mantuano, Lancero,

Banderita.

Rucios-moros. - Nube, Paraima, Guapetón, Corozo.

Zebrunos. - Esmeralda, Cacique, Pluma de Garza.

Negros - Cambao, Bayoneta, El Cura, Indio-libre,

Campechano, Carey, Noche-obscura, Caoba, Espigao, Elefante,

San Benedicto, Negro-viejo, Pelúo, Lucero, Torito, Bellaco,

Fiesta, Gritón.

Blancos. - Perro de agua, Espuma, Blanco pobre, Coracero,

Penacho, Chumito, Melgarejo, Palomo.

Ruanos. - púa de Juásdua, Negro-libre, Arichuna, Caney.

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Zainos. - Cacique, Centella, Malezo, Sultán, Perico, Ululay,

Quesero, Patoreal, Yaguazo, Barquero.

Un calendario sumamente curioso y variado, faltando,

naturalmente, unos cuantos cuya trascripción aquí pudiera

cansar la paciencia del lector.

Cierta vez estaba quien esto escribe pasando una temporada

con un pariente en el hato de San Diego.

A la sazón estaban varios peones llaneros domando potros

recién sacados de los hatajos, los cuales estaban ya

acondicionados en madrina.

Una ocasión tocóle presenciar la sacada y ensillada de un

potro cerrero que había quedado en uno de los hatajos por un

olvido involuntario de los peones bestieros.

Era en las primeras horas de la mañana. El hatajo entro ruidosamente en el corral.

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Los bestieros echaron pie a tierra y dejaron sus

cabalgaduras afuera. Luego se introdujeron en el corral,

después de haber atrancado la puerta, armados de sendos lazos

de soga: uno de ellos arrojó su lazo sobre la mancha de bestias

y aprisionó el potro.

Cuando éste sintió aquella cuerda en torno de su cuello

comenzó a dar saltos terribles, encabritándose, rugiendo,

bufando.

Los peones agarraron la soga por la punta y la pasaron por

el brazo del botalón (1), y comenzaron a jalar el potro hacia

aquel sitio.

A medida que jalaban y que el potro se resistía, el lazo se

ajustaba terriblemente a su cuello, estrangulándolo casi.

El potro llegó al pie del botalón con la lengua afuera, en la

agonía del ahorcado casi. De repente se desplomó como herido

por un rayo. Uno de los bestieros se precipito a aflojárselo, y el

(2) Poste de madera muy grueso y resistente, que esta colocado en medio de los corrales para el trabajo de los ganados.- (Nota de la presente edición.)

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otro a pasarle la cola por dentro de las piernas, a fin de

sostenerlo por aquélla y no dejarlo parar. El bicho resolló

grueso, y entonces el peón tomó de los tientos de su silla las

sueltas (3), el tapaojo, lo vendo bien y se dio a la tarea de

ponerles las sueltas el mecate y el bozal

Cuando el potro sintió las tiniebla en sus ojos estremecióse,

un rugido resoplante hizo vibrar todo su cuerpo.

Lo obligaron a pararse, golpeándose con las patas por la

molestia de las ataduras.

Una vez que estuvo en pie, empujándolo uno por el pecho,

halándolo el otro peón por la cola, le sacaron del corral casi a

rastras.

Cuando lo echaron fuera le pusieron una silla fuertemente

cinchada Y grupa da, le aderezaron dos riendas con el recio

cabestro pasado por el bozal, y después de quitarle las sueltas

uno de los peones se le trepó encima.

(3) Sueltas: Es una especie de madera de piel cruda, con cuatro patas a la bestia y le impide dar coces. – (Nota de la presente edición.)

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Empuñó el peón las riendas con la diestra y el látigo con la

siniestra, Y así que afirmó bien el dedo grande en cada estribo,

se inclinó hacia adelante, y corriéndole la mano por sobre las

orejas, le subió el tapaojos.

El potro se estremeció de asombro, miró a todos lados, se

encunó; una extraña emoción experimentó por aquel peso y

aquellas ataduras, que jamás había sentido sobre su cuerpo.

Los talones del llanero le golpearon bruscamente los ijares;

dio un salto terrible hacia adelante, y arrancó en desaforados

corcovas, avanzando, avanzando, a estampidos, a saltos

bruscos; tan prontos arremetía disparado, como se detenía en

un sitio lanzando coces, bufando, rugiendo.

El llanero, jinete en aquella fiera, desapareció en la lejanía

de la sabana como un punto negro, se perdió en la línea azul del

horizonte.

Mas a poco volvió a aparecer; regresaba, acercándose,

acercándose; al cabo se le distinguió perfectamente; ya el potro

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no lanzaba corcovas: venía marchando agitadamente, todo

trémulo, bañado en sudor, barreteado el costado y las

poderosas ancas por las huellas del látigo, infladas las narices,

llenos de espuma los arneses.

Era un vencido; el peón pampero le había impuesto su

arrogancia. Coraje sobre coraje; soberbia sobre soberbia.

El peón le rodó de nuevo el tapaojo, echó pie a tierra, atólo

a las bardas del corral y le volvió a subir el tapaojo.

Luego, junto con el otro peón, púsose a abrir la puerta.

Espantaron el hatajo para que saliese, y aquél tomó la

llanura en resonante trotar.

El rebaño avanzaba como una movible mancha que se va

empequeñeciendo gradualmente, dejando a su paso una cauda

blanquecina: la polvareda del desierto.

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Tras de las bardas suspendió el potro la empenachada

cabeza, empinó las finas orejas, abrió desmesuradamente los

grandes ojos, como si ellos se le quisiesen salir de las órbitas y

seguir al rebaño que se alejaba. El alma se le iba con los ojos

tras de aquella mancha obscura, que avanzaba empeñeciéndose.

Se estremeció de angustia: un relincha, que más pareció un

gemido muy hondo, se, escapó de su pecho.

Después se quedó inmóvil: bajó las ore as y dos gruesas

lágrimas le rodaron hasta introducírsele en las narices.

A menudo se lee en toda suerte de publicaciones, ya en libros

de entretenimiento, ya en estudios científicos, o en historias

guerreras, "potros cerriles sofrenados", "potros salvajes con los

ijares ensangrentados”.

Y todo esto es absolutamente falso e inexacto: a un potro

cerril no se le puede poner freno, ni la primera ni la segunda

vez que se le pone la silla. No se le mete el freno en mucho

tiempo, hasta que no está bien domado y se ha alcanzado una

Page 89: EL LLANERO

docilidad completa de su cabeza. Entonces es cuando se le mete

el freno, y esto un freno muy suave, de delgado bocado y

pernezuelas livianas, sin pretender tirarle de las bridas del

freno hasta que no se ha habituado a cargar aquel peso dentro

de la boca.

Entretanto el peón domador necesita gran potencia para

contener sus ímpetus, halándolo por el bozal, que por esta razón

tiene que ser muy resistente y duro.

Con la espuela acontece lo propio: a un potro cerril no se le

puede aplicar la espuela, en virtud de que el jinete, para poder

resistirle los corcovos, tiene que afirmar reciamente los talones

contra sus costados, y teniéndolos armados de acicates,

concluiría por introducírselos en el vientre al animal, lo que

bastaría para inutilizado.

El general Páez estaba leyendo cierta vez un periódico de las

Antillas, donde se decía en un escrito de cosas campestres:

"El domador sofrenó el potro”.

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El general Páez sonrió, y moviendo la cabeza para ambos

lados, con aquella su bondadosa simplicidad exclamó:

-Éste en su vida ha visto jinetear un potro cerrero.

La casta caballar es mucho más noble que la vacuna. Es

cosa probada.

En los pasos de, esos ríos navegables, como el Orinoco, el

Apure, el Arauca, el Portuguesa o el Morador, que tienen los

rebaños que nadar grandes trechos, los peones cuando es

ganado vacuno con cría el que se va a pasar, procuran ir muy

aparejados con él.

Y es previendo el caso de salvar los becerros que se

extravían del grupo; la vaca, una vez que se lanza al agua, se

preocupa en nadar vigorosamente hacia la orilla opuesta,

importándosele muy poco que el hijo corra la suerte mala o

buena.

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La yegua, no: la yegua, cuando presiente peligro o agitación,

no desampara un instante su crió.

Al caer el agua se le coloca en los costados, poniéndose ella

en la parte baja de la corriente, a fin de que el potranquillo

vaya nadando apoyado en la fuerza que ella le presta.

El sistema del llanero para pasar sus rebaños a través de los

grandes ríos es simple y sencillo: monta un peón en un caballo

en pelo y se pone delante, arrojándose el primero al agua: el

rebaño le sigue instintivamente a todo nadar. A este peón se le

llama el cabestrero.

Del lado abajo del rebaño, auxiliándole en su avance, van

dos peones mas, en sendas canoas.

Caso curioso del caballo es también del modo cómo recibe

las tormentas.

Page 92: EL LLANERO

Éstas en las pampas Llaneras son en gran manera

espantables, y el estridor del trueno parece que es más recio

que en otras latitudes.

Esto probablemente se debe a que la evaporación de la tierra

en las grandes extensiones planas es más densa, y, de

consiguiente, más ocasionada a enrarecer el aire y a producir

perturbaciones atmosféricas intensas.

Cuando reinan algunas de esas grandes tempestades, los

rebaños instintivamente, lejos de agruparse, se disgregan, y

cuando comienzan los truenos y los relámpagos, bajan el hocico

hasta pegarlo con el suelo, tapándose completamente las

narices.

¿Cómo sabe el caballo que el fluido eléctrico penetra

mortalmente por las vías respiratorias?

Page 93: EL LLANERO

VII

El Santo Cristo de las Misiones. - La trampa. - Las marcas de esclavos.

En el Guárico corre una versión desde el siglo pasado que, si

bien puede tomarse por una leyenda producida por la fantasía

popular, también es asequible a una realidad consoladora.

Según parece, cuando se hizo el primer intento de

colonización en la Misión de Abajo, apareciósele al Padre

Gualberto de Echeandía el propio Jesús Crucificado y le dijo:

-En adelante, procura encaminar tus pláticas y

amonestaciones a que se trate de mejor modo a los esclavos.

Éstos también son hijos de la Providencia.

El Padre Echeandía se arrodilló y oró fervorosamente.

Desde el día siguiente comenzó su plática encargando que

tratasen bondadosa, piadosamente a los esclavos.

Page 94: EL LLANERO

Predicó mucho tiempo en ese sentido el religioso, y al cabo

consiguió muchísimo: en los hatos eran exclusivamente los

peones libres o manumisos los que jineteaban, pasaban ríos a

nado, hacían los fatigantes trabajos del corte de madera para

las casas.

Y he aquí que desde aquel cambio en las costumbres de los

amos, tornó a desaparecer también cierta infernal invención

que hacía muchos estragos.

Consistía ésta en falsear los tirantes de los chinchorros para

que éstos, al moverse la persona que dormía en ellos, se

desatasen y el cuerpo diese contra el suelo.

Pero no es esto lo terrible: muchas veces se enterraba

hasta la mitad una afilada lanza con la punta para arriba, y el

cuerpo del durmiente era traspasado.

Nunca se pudo saber quién fue el autor de los muchos casos

en que hubo víctimas; pero es lo cierto que con la influencia de

los consejos y el ascendiente del Padre Echeandía desapareció

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la funesta costumbre. De suerte que apurando un poco la lógica

y la no muy velada malicia que se desprende de la leyenda, eran

los esclavos, que, enojados por los malos tratos de sus amos,

causaban la muerte a aquéllos haciéndolos caer sobre una

lanza de punta enterrada en el suelo.

De todos modos, partiendo las diferencias, aparecía el

Cristo de la Misión haciendo el milagro.

Puso fin a aquel paso forzado de los amos desde el sueño de

la vida al sueño de la muerte. Desde entonces se le venera en

nuestra santa catedral.

La imagen fue esculpida en madera de palo santo por el

ebanista Juan Encinosa, de acuerdo con las instrucciones dadas

por el Padre Echeandía, dándole la forma de cuerpo y de cara

que el Padre había visto con sus ojos.

En esto de los esclavos, por otra parte, es también el llanero

sumamente original y ostentoso.

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El esclavo del llanero lleva inevitablemente la cadenita de

plata al cuello con una medalla de oro. Esta medalla lleva

grabada por una cara la imagen del Santo Cristo de la Misión,

y por la otra las iniciales del amo.

Hubo un tal Miguel López, español de Antequera, pero

criado y crecido en los llanos de Portuguesa, gran jinete y buen

tercio soguero, que se excedió en esto de las marcas de los

esclavos; el Cabildo tuvo que llamarle la atención sobre el

particular.

Además de la cadena al cuello y la medallita cifrada, les

pegaba su hierro en la mejilla derecha. No era precisamente un

hierro de herrar ganado, pero sí algo que daba el mismo efecto.

Consistía esta marca en un arandel de cobre que, después

de aplicarlo al fuego, se lo imprimía en la piel al esclavo.

De ahí que cuando Miguel comenzase a comprar tierras

cincunvecinas y rebaños, y a hacer negocios, ya boyante en el

suyo, dijeron sus vecinos, menos prósperos:

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-De aquí vamos a salir muchos pobres trabajadores con el

hierro miguelero pegao en el cachete.

Este hierro del agio, si no pudo evitarlo el Cabildo, Miguel

en quince o veinte años adquirió más dé cien leguas castellanas

de tierra.

Ni el Cristo, con ser tan milagroso, pudo evitar que el ogro

engullese tierras, rebaños, caneyes Y cuanto alcanzaba a

abarbar con su vista que excitase su codicia.

-Dentro de cinco años más -decía-, todo el Guárico es mío.

Era su aspiración; pero el refrán llanero dice también con

no poca filosofía:

-Una cosa piensa el macho, y otra el que lo va a ensillar.

Andando los tiempos, y mucho antes que Miguel lograse

satisfacer sus propósitos, se le presentó un problema algo más

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que algebraico, puesto que andaban en él los números y otras

cosas de grande interés.

Dueño de todo, quería también que todas las buenas mozas

de la comarca fuesen de un su hijo bastardo, y, para mayor

calamidad, mestizo, que tenía.

Era este hijo su idolatría, el espejo de sus ojos. Él no sabía

negarle nada, y he aquí que el renuevo le dio por el lado del

Burlador de Sevilla tal como lo pintó el Padre Gabriel Téllez en

los tiempos noblotes de la farsa, castellana.

El buen negociante y mejor padre, por el filial amor, se

hizo zurcidor de voluntades.

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VIII

Sublevación de los peones del hato de Banco Largo. - Muerte del coronel español

Gonzalo de Orozco. - Fuga de Miguel López, a media noche, en el asalto de La Huerfanita. – Los vegueros.

De los hatos grandes del territorio de Barinas, lindante con

el Guárico, era uno el de Banco Largo, situado sobre la ribera

occidental del Río Portuguesa y a veintitrés leguas de las

Misiones; para 1806 perteneció a su fundador Gualberto

Rodríguez Montenegro, que a la vez era socio en negociaciones

de Miguel López. Ambos habían establecido una gran casa

comercial que negociaba simultáneamente en La Unión,

villorrio frente a Banco Largo, del otro lado del río; y en

Guardatinajas, en combinación con la Compañía Guipuzcoana,

establecida en Calabozo. Todo esto veniales de cuarenta años

atrás, y se prolongó hasta que dejó de ser la famosa Compañía.

Es lo, cierto que para 1809 ó 1810 vino el general Páez

desde la Calzada con un rebaño de ganado con idea de llevarlo

al Guárico por el paso de La Portuguesa. Así fue en realidad; el

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día 4 de febrero efectuó su trabajo, ayudado por los esclavos y

el peonaje de Banco Largo.

Como quisiese adelantar camino, aprovechando la fresca

avanzó por el camino de Uberito, alcanzando a rendir jornada

esa noche en el lugar llamado La Huerfanita.

Ahí encerró su ganado y tomó ramadas (1).

En aquel sitio de La Huerfanita había varias casas

pertenecientes al hato, y en ellas habitaba toda la gleba y gran

parte del peonaje libre.

Sea que estuviesen oprimidos por el coronel Gonzalo de

Orozco, que era el encargado general de Rodríguez, sea porque

éste apoyaba en todo las trapacerías y atentados contra los

intereses y contra el honor de los colindantes, cometidos a

diario por Miguel López, es lo cierto que aquella noche estalló

el alzamiento. El futuro general, Páez, que, aun siendo ya

caporal en el Hato de la Calzada, estaba muy a disgusto con sus

(1) Tomó ramadas, dícese en los llanos cuando los peones de un rebaño en viaje se alojan en una posada del camino. Cada uno toma un chinchorro y lo cuelga en unos corredores que se le llaman rabadas. – (Nota de la presente edición.)

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superiores, hizo causa, con los sediciosos, y a la hora que se

formó el alboroto fue él el primero en levantarse, tomar la lanza

y dirigirse al lugar donde la negrada daba gritos y hacía gestos

de rebelión.

La primera víctima fue Orozco. Trató de dominar a los

alborotadores amedrentándolos con amenazas, pero sólo

consiguió acrecentar más la agitación.

Un indio llamado Juan Caparo fuésele encima Orozco. Éste

le disparó un pistoletazo, más no dió en blanco y fue atravesado

de una estocada con una pica de juasduas (2).

Miguel López, que se encontraba durmiendo en la casa del

real en la Huerfanita, se levantó con ideas de ir a reprimir con

su autoridad a los revoltosos, más tuvo que variar de propósito.

Salía él de la casa con ánimos de emprender el camino, cuando

dos de los manumisos vinieron a decide que el catire Páez se

dirigía hacia el Real seguido de un pelotón de los suyos y otros

tantos de los esclavos del Hato.

(2) Plata parecida al bambú, pero mucho más fuerte. – (Nota de la presente edición.)

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López comprendió lo grave de todo aquello, y no, obstante su

ancianidad, y, por consiguiente, lo poco de fortaleza que podía

esperar de sus piernas, echó a. correr hacia el pesebre donde

tenía su caballo.

Volóle la pierna, en pelo, y el esclavo hizo otro tanto, y

ambos tomaron las vías de Calabozo.

Desde aquella alta ocasión no volvieron más a imperar en

aquellas tierras los españoles.

Orozco hacia la tumba, López hacia Calabozo en fuga, es lo

cierto que cuatro o cinco años después, cuando se organizó el

poder jurisdiccional, en Venezuela, era la República la que

efectuaba aquella organización.

El general Páez para entonces (1809) era un joven

aguerrido, animoso, fuerte y con grandes ambiciones, no ya de

lo que fue después, sino simplemente de ser algo.

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"La primera lanza del mundo", "héroe de Mata de la Miel.

Potreritos guerereños" eso no paso jamás por su memoria.

Vinieron tales glorias después, y las trajo el azar sin que él

las pidiera; ni las deseara; limitóse a ser un tercio pampero

como cualquier otro de los .que ofrendaron su sangre, por la

patria, y nada más.

¿Que la guerra magna trajo consigo los laureles?

¡Eso es otra cosa!

Siempre la idea predominante en él fue el honor. De peón

de La Calzada, fue sublevado en La Huerfanita, de héroe en la

Independencia... el honor, y nada más que el honor.

Esta persistente virtud en el espíritu humano tiene

esa/característica. La saca el hombre del vientre maternal.

No se hace, no se construye, no se estimula; es un atributo

de, la Naturaleza.

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El general Páez en la mañana siguiente organizó

trescientos cincuenta hombres.

Todos en buenos caballos. La mayor parte hombres del

llano; sólo habían unos diez o doce que eran de los que el

llanero llama vegueros.

Pero de los cuales podía obtenerse amplia fuerza,

acostumbrados a sentir de cerca el jadeo de los centauros.

Esto de los vegueros tiene también su fisonomía peculiar en

el llano.

Los vegueros es cierta clase de hombres esquivos que nace,

crece y se desarrolla en la pampa al mismo tiempo y en la

misma forma que el tercio pampero.

Un llanero auténtico, un llanero de caballo y soga, forma su

familia, su rancho cobijado con yerbas forrajeras, al Iado de un

palmar y un caño poblado de garzas, de chigüires y de patos

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reales. Tiene varios hijos en su hembra. Los, más siguen al

padre en las faenas y en la pelea de la pampa.

Mas generalmente hay uno de ánimo apocado que gusta de

quedarse en la casa con la madre y las hermanas; aquél es el

veguero.

Aquél es el que labra la tierra, aquél es el que forma la

huerta en torno del bohío o caney, aquél es el que hace la

plantación de maíz, de caña de azúcar, de legumbres.

Aquél es el que cultiva la vega.

No sabe nadar, no sabe chucear puercos salvajes, no sabe

resistirle las corcovas a un potro cerril, no sabe ordeñar cien

vacas en una madrugada, ni se puede incorporar a un

escuadrón de lanceros.

Mientras sus hermanos acometen hazañas asombrosas en

las guerras y en las vaquerías, él cultiva los hermosos plátanos

Page 106: EL LLANERO

que dan su fruto de oro y de miel, y el maíz, que es una zaraza

ruidosa desgranada de oro que se agita en medio del palmar.

Páez llevaba en su hueste un buen número de vegueros y no

se quejó de ellos.

Asaltó a Calabozo cinco días después con seiscientos

hombres de armas bien a caballo, y fue rechazado. Tuvo que

tomar las vías de Apure con unos doscientos que le quedaban de

los suyos; pero ya llevaba una seguridad: ya sabía que él podía

guiar un pelotón de hombres bien o mal armados, bien o mal a

caballo y conducidos, si no a la victoria, al menos a la

proximidad, de poner al enemigo en zozobra y en desorden.

No volvió al hato de la Calzada (3). De aquella memorable

ocasión, pasó al Apure de nuevo.

Es lo cierto que tanto los negociantes de Calabozo del

Rastro, del Altar y del Calvario, se pusieron de acuerdo, para

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con el Cabildo de Caracas organizar una expedición que

pudiese dar caza al peligroso asesino de Orozco.

Su cabeza fue postulada en ciento cincuenta pesos.

Había un fondo de dos mil pesos en Calabozo, para el que

revelara el, lugar donde se encontraba el forajido.

El catire Páez constituía una amenaza seria para los

intereses y propiedades formados por la Compañía.

Alguien lo delató en Ortiz cuando estaba en Achaguas (o lo

que es lo mismo en Apure).

El delator no pudo demostrar que había estado en la

región, y fue ahorcado en los árboles de la entrada de la

hermosa población aludida.

Al año siguiente, después de nueve largos meses de

ocultación en los palmares llaneros, apareció de nuevo Páez en

las costas del Portuguesa, con un escuadrón de rebeldes que

llegaba a dos mil lanceros.

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Arrolló impetuosamente el Real del Sambranero y rindió la

guarnición de Franco Elías más allá de la Angostura, e invadió

el territorio de Apure.

Ocho días después amenazaba al Camaguán.

Estos movimientos del llanero pusieron en espanto a las

Misiones de Calabozo.

La alarma corrió sesenta leguas más allá y puso en el

mismo miedo a las de la Pascua, Chaguaramas y Quiripital.

En todas estas regiones no se oía otro nombre que el del

catire Páez.

Y de ese modo se formó la revolución contra el poder

español en las llanuras.

Después vinieron ejércitos realistas a combatir contra los

patriotas, mas ya la mayor parte de los llaneros: indios,

mestizos, libres, esclavos, todos estaban bajo las banderas de la

libertad.

Page 109: EL LLANERO

Los que dicen que el ejército formado en Arichuna por los

españoles era compuesto por naturales, no han vivido en el

llano, ni conocen el llano ni a su gente.

Quien esto escribe ha conocido a muchos de los que

formaron en aquellas filas y ha recogido de sus propios labios

cuantos detalles se necesitan para determinar quiénes fueron

los legionarios de la Monarquita.

Quien esto escribe pasó largas horas en Los Yaguazos

platicando amistosamente con el viejecito José de los Santos

Morles.

Él sabía como nadie todo el movimiento revolucionario.

Cuñado de Ismael Silva, primo hermano de Rafael Torres,

compañero de Zambo Mina en las vaquerías del Hato de

Pavones, compartió con ellos la gloria de más de una batida

salvaje de la pampa, cabalgando en potros de pretal poderoso.

Page 110: EL LLANERO

IX 1812: Las partidas rebeldes. - Escaramuza en ¡as Mangas Coberas. - Alzamiento del

indio Juan Caparo en Apurito. - Movimiento revolucionario en Barbacoas y Guardatinajas. - Fusilamientos .en Periquera. - El mulato Santiago Lima. - La trocha

de San Camilo. Desde el movimiento en La Huerfanita ya fueron generales

todos los movimientos de la misma índole en el llano.

El mulato José de los Santos Mina, en las Mangas Coberas,

puso en lanzas más de 300 hombres.

Habiendo entrado en aquel pueblo la noche del 3 de agosto,

apresó a cuantas autoridades encontró en el lugar y las fusiló.

Cuando pretendía dirigirse de ahí con su, masa arrolladora

de hombres y caballos hacia el territorio del Guárico, salióle al

encuentro Matías Paz con trescientos jinetes, y no solamente fue

derrotado, sino que, él, su hijo Juan de Dios y todas sus huestes

cayeron el poder el enemigo.

El desgraciado Paz fue ahorcado cuatro días después del

sitio de Corozo Pando.

Page 111: EL LLANERO

Efectuadas estas correrías en el Bajo Apure, Mina pasó al Guarico. “La noche que tuvimos que echarnos, al otro lado del

Portuguesa -decía San dalio Quero en una carta a don Ernesto

Mier y Terán-, estaba tan negra, qué no podíamos vernos los

unos a los otros. La maná de caballos cayó al paso, como un

solo rebaño, y así pasamos al otro lado.”

Una semana después se unían los lanceros apureños de

Páez y los araucanos del zambo Mina.

Aun no había alcanzado Páez la completa sumisión del

Llano a las armas patriotas, cuando tres movimientos en el

mismo sentido vinieron a poner en mayores aprietos el cabildo.

El alzamiento del indio Juan Caparo en Apurito con

doscientos jinetes de la gleba, el dé Bonifacio García con ciento

cincuenta en Barbacoas y el de Santos Vargas en Guardatinajas

con los vaqueros de la región.

Todos estos grupos buscaron a Páez, quien (1) se hallaba a

la sazón en Cañafístola, y en cuatro o cinco meses hicieron de

(1)Afirmado por el mismo. – (Nota de la presente edición.)

Page 112: EL LLANERO

un movimiento parcial o alzamiento de partidos dispersos, un

núcleo rebelde de gran consideración.

Fué fusilada o pasada a cuchillo la guarnición de periquera,

y por la trocha llamada de San Camilo, que pasa de Barinas a

los, Andes, acudían diariamente a miles los revolucionarios de

Nueva Granada.

Para entonces entró la estación de las lluvias, y las tropas

patriotas tuvieron que marchar a los Altos.

Unas se fueron a Hato Viejo, cerca de Uberito, otras

marcharon al Alto Apure; las más a Ortiz y Morrocoyes.

El Cabildo quiso aprovechar este tiempo para organizar

una expedición bastante fuerte que fuese capaz de cohonestar

el movimiento patriótico, mas no le fue dado este proyecto.

Al mismo empezar la estación del año siguiente se

repitieron los movimientos insurrectos en todo el país.

Page 113: EL LLANERO

Unos eran sofocados en sangre; otros atraídos con maña,

por medio de dádivas y concepciones. Pero cuando se

terminaba uno, salían tres por otro lado

Los movimientos del 19 de abril en santiago de León en

Caracas, impidieron al Cabildo toda nueva medida. Aquéllos sí

que venían a echar por tierra toda la labor que con tanto

trabajo se venía efectuando.

De suerte que los dos años que transcurrieron desde este

movimiento hasta 1812, fueron aplastantes para los intereses de

la Corona.

De todo este Iargo transcurso de pendencias y rebeliones

puede deducirse que en las llanuras de Venezuela nació la

libertad de toda la América.

Estoy en la creencia de que en los llanos de Venezuela

nació la libertad de toda la América, porque sin tener el

Cabildo de Caracas la atención de unos movimientos de

rebeldía que le ponían en espanto, acaso hubiese podido oponer

Page 114: EL LLANERO

un fuerte núcleo de fuerzas a los revolucionarios capaz de

aplastarlos por mucho tiempo.

Merced a esta atención continua pudieron formarse

ejercidos patriotas en los Andes, en la Nueva Granada, en

Carabobo.

Cuando las tropas realistas embestían contra los sediciosos

de Arichuna, se agrupaban legiones gen torno de Bolívar, y

efectuaban movimientos avallasadores, como el de Urdaneta en

Valencia, como el de Piar en Guayana, como el de Arismendi en

Oriente, como el de Sotillo en las sabanas de Uracoa.

Al cabo aconteció lo que había de acontecer: el cerebro de

la independencia, que era el libertador, reunió todos los

elementos en actividad, le dio forma a la guerra y emprendió su

victoriosa epopeya, sacándola del solar patrio y llevándola a

tierras ajenas.

Consecuencias de estos parciales movimientos fue el todo

de la emancipación.

Page 115: EL LLANERO

X

Las reminiscencias guerreras. - D. Juan Ramón Torrealba y Páez: el odio - La avaricia de Torrealba! - El patrimonio de Mina.

Muy a pesar mío he entrado en estas disertaciones y Juicios

sobre la guerra y sus peripecias; emitir opiniones sobré cosas

relativamente recientes es peligroso: se hieren

susceptibilidades, se atropellan sentimientos de familia y de

amistades.

De suerte que tratar estos asuntos en nuestros días es tarea

enojosa.

En medio de estas reflexiones necesariamente, ha tenido el

criterio que ir en zumba hacia aquel punto.

Sobre él reposa gran parte de la vida pretérita del llanero.

Él fué uno de los libertadores de América, y, al hacer

.historia de su vida y costumbres del observador tiene que

Page 116: EL LLANERO

detenerse a contemplarlo como héroe, que es el aspecto

principal de su índole.

Y ahí se presenta el caso doloroso, pero indispensable.

Nuevos intereses, nuevas tendencias, nuevos principios han

salido de ahí, de donde él dio el bote de lanza arrebatado por el

vértigo de su potro marrereño.

Fué el llanero un libertador sin nombre, anónimo,

completamente obscuro; luchó, venció, pasmó a propios y

extraños con su arrogancia brava y fiera, como cosa esencial,

aunque variando siempre porque era a la vez hombre libre,

manumiso, indio y esclavo.

Páez, el símbolo de lo que él encarnó en la guerra, no era

llanero.

Era un barinés rubio, acaso con más sangre española que

Morillo.

Page 117: EL LLANERO

Y sin embargo llevó sobré sí toda la carga de laureles.

Pero volvemos involuntariamente al recuerdo de las cosas

que chocan aún todavía.

En el Hato de Banco Largo quedó al cabo D. Juan Ramón

Torrealba, como dueño, habiendo dado su oro, o mejor dicho, el

oro que había sacado de Apurito.

Era un, enemigo de Páez, como los tuvo muy pocos el

vencedor en Las Desgracias.

Y el odio de él por Páez se basaba en un hecho de juventud

que, por lo pintoresco y amable, no está de más traerlo estos

escritos.

Don Juan Ramón Torrealba, como su paisano y socio Miguel

López, tenía también sus afectos paternales.

Page 118: EL LLANERO

En D. Juan Ramón era una mesticita de dieciocho años,

algo pálida, y con largos cabellos negros, a quien él

consideraba como la luz de sus ojos.

El zambo Mina, que, zambo y todo, por sus arrestos de

peonazo de la pampa y por lo arrogante de su porte, era un

mozo para hacerle angustias, a una santa, alborotó mucho los

cascos a la mestiza.

El buen padre vio todo aquello hasta con complacencia: el

sujeto valía la pena, y se hizo el de la vista gorda.

Pero un día notó que su hijita no quería dejarse ver.

Lloraba a menudo. Mina no portaba por todo el contorno: era

que la mestiza estaba encinta y el galán le tenía miedo al táita.

Don Juan Ramón se apresuró a arreglar las cosas, y dispuso

ir en busca de Mina.

Page 119: EL LLANERO

Lo encontró, tuvieron un altercado; pero al fin venció, la

docilidad del zambo, y D. Ramón se dispuso a llevarlo a Banco

Largo y casarlo con la hija en la parroquia del Paso de la

Unión.

Su propósito se hubiera realizado, lo que para él ya era una

victoria; pero en el camino lo encontró el general Páez, que iba

para Uberito seguido de treinta jinetes de los suyos.

Páez vió a Mina, y ya no quiso desprenderse de Mina.

-¡Mina, se va conmigo! ¡Me lo llevo!

-No puede, José Antonio -exclamó D. Juan Ramón, muy

contrariado-: va a casarse.

-Nada, se casará el año que viene.

-Es que este caballo que llevo á espiao, José Antonio -

arguyó Mina.

Page 120: EL LLANERO

-Pues si está espiao toma el mío.

Y diciendo esto Páez, echó pie a tierra y ofreció un

corpulento bayo cabos negros que llevaba, al zambo Mina, y le

intimó que le diese el suyo.

¡Bien sabía Páez que el castaño-sangretoro que llevaba

Mina era una bestia en toda forma!

Mina, por la timidez del llanero de no caer en el embuste,

obedeció.

Páez se llevó a Mina, y D. Ramón continuó su marcha,

jurando odio eterno al catire Páez.

-¡El catire Páez -decía-, el catire Páez me la paga! Por él se

ha quedado mi hija con un muchacho pintao.

Por este, estilo se cuentan muchas leyendas de ambos, tanto

de D. Juan Ramón como de Páez.

Page 121: EL LLANERO

XI

Las fiestas del Carmen en Calabozo.- La navaja de a "medihuevo".

De D. Juan Ramón quedaron en los llanos tantas leyendas

como de Páez.

Era Torrealba el tipo del llanero malicioso, duro, tacaño,

fatalista y de una asombrosa terquedad.

Más por terco que por laborioso acumuló una riqueza en,

resplandecientes y sonantes onzas de oro, y en millares de I

reses y caballos.

Por cualquier lado que se atravesase Banco Largo eran

manchas de ganado.

Treinta y dos leguas de terreno y cuatrocientos esclavos de

ambos sexos.

Page 122: EL LLANERO

Y ¿qué era la persona de D. Juan Ramón?

Imaginad un hombre setentón, con el rostro enmarañado de

ásperas, barbas grises, obeso mofletudo y fanfarrón.

Su traje constaba de dos piezas, o sea una camisola de

guarandol crudo, y unos calzoncillos blancos de jareta, tan

amplios como faldellines.

Un sombrero de los llamados, de palma metida a la cabeza,

que siempre llevaba abrigada por un pañuelo abigarrado, y a

los pies las inevitables cotizas de cuero de res no curtido.

Pasaba el día y la noche tendido cuan largo era en su

chinchorro de moriche mascando tabaco ambilado y

escupiendo.

Era aquél el único dispendio que el vicio arrancaba a su

extremada tacañería.

Page 123: EL LLANERO

Las onzas de oro, tal como llegaban del Centro en cambio de

los rebaños vendidos, así eran cautelosamente acomodadas en

el Botijo enterrado donde sólo él sabía.

Mas un, día se le ocurrió el más raro capricho que pudiese

ocurrir a quien, como él venía a gastar la suma de medihuevo,

después de, largas y maduras reflexiones.

Consistió el capricho en desprenderse de una cincuentena de

pesos, marchándose a Calabozo a gozar de las suntuosas fiestas

de la Virgen del Carmen.

Todos los que supieron la inopinada resolución de D. Juan

Ramón se quedaron como si hubiesen sido puestos súbitamente

ante las Pirámides de Egipto.

Aquello era un milagro tan sorprendente como el del Mago

de Alezón, que sacó resplandecientes pedrerías del vientre de

una lagartija.

Mandó D. Juan Ramón por el macho de silla.

Page 124: EL LLANERO

Era un sarcasmo que tal bestia fuese el caballo de batalla de

quien, como su dueño, poseía a miles los más hermosos

ejemplares de la raza.

Era aquél un macho viejo, al cual ya se le habían caído casi

todas las muelas, razón por, la cual tenía el esclavo que lo

cuidaba que escogerle el pasto más tierno y ponerle el maíz en

remojo antes de echárselo en el morral.

Una mañana, pues, tomó D. Ramón el camino de La

Huerfanita rumbo a la muy ilustre ciudad de Calabozo,

caballero en el pesado y canoso mulo pardo.

Llegó a Calabozo en momentos en que daban al vuelo las

campanas todo el regocijo de las fiestas del Carmen.

En el atrio de la Santa Iglesia Matriz; unos manumisos

cargaban un cuñete que había servido de guardacantón, con

pólvora y tacos, y era tal la carga que le metían, que cuando le

acercaban el tizón a la ceba tenían que echar a correr, para no

Page 125: EL LLANERO

ser victimas del salto que daba la pieza de artillería al lanzar el

disparo.

Además de que hacía retemblar la tierra.

Llegaba, D. Juan Ramón a la plaza en el momento en que

hacían un disparo. El macho de D. Juan Ramón se dio tal

espantada, que por poco lo planta en el médano de la calle.

Por primera vez en su vida daba el mulo una demostración

de bríos.

Indudablemente era la época de las cosas fenomenales.

D. Juan Ramón se alojó en una de esas posadas que

llamaban paraderos.

Como llegó de mañana tomó desayuno, mandó a picar yerba

a la bestia y se botó a la calle.

Page 126: EL LLANERO

Había mucha gente forastera, mucho traje, mucha risa,

mucho color dé sayas de seda, color local, campaneo y

guitarras.

En las bocacalles se construían las empalizadas para los

toros que eran coleados (2).

El bullicio, la fiesta; el cálido y lindo sol llanero elevándose

majestuosamente, todo esto contribuyó a sacudir más y más los

nervios del viejo ricacho.

Acertó a pasar por una barbería, y ocurriósele limpiar el

frente; tumbar, vamos, aquella tumuza que llevaba poco menos

que apelmazada, sobre el cráneo por el ceñimiento del pañuelo

de colores chillones; pasar la navaja por aquella maleza que

hacía aún más rudas las profundas arrugas de su curtida piel.

Determino él sacrificio capilar y se introdujo en la

tienda de Fígaro.

El oficial peluquero de turno saliole al paso.

(2) Consiste esta fiesta en echar un toro a la calle. A toda carrera salen varios jinetes aparejados con el; el más listo o de más rapidez lo toma por la cola y de tirón lo echa a tierra. Las mujeres en las ventanas adornan con lazos de cinta a los lidiadores. – (Nota de la presente edición.)

Page 127: EL LLANERO

¿Se va a afeitar, buen hombre? (Por su traje; lo tomo por un

peón cualquiera, no sospechando que habla nada menos que

con un millonario.)

-Sí no... -comenzó a tartamudear D. Juan Ramón; quiero

decí que depende...

- ¿Como que depende? -interrogó el barbero, algo

intrigado.

-Pues, asina mesmo... que depende del precio que usté me le

ponga a la afeitada; porque si se me viene muy puensimona, no

le puedo quita el choque a, la res.

-Ah comprendo, buen hombre asintió el de las navajas

sonriendo, le haremos algo económico. ¿Quiere Usted con

navaja de a media bamba?

-¡Demasiado jalao!

-¿De a medio?

Page 128: EL LLANERO

-Gueno; no nos tiraremos al codillo.

El barbero sentó a D. Juan Ramón en un tonel de recoger la

basura, puesto boca abajo. Le puso un trapo sucio por el pecho,

y echando mano a una tijera que por sus dimensiones y

herrumbrosidad más parecía una tijereta de albéitar, le echo

abajo la melena en un decir de Jesús.

Luego con una espesa brocha le enjabono la cara y le echo

mano a la navaja de medihuevo.

Era este artefacto el peor de cuantos había en el

establecimiento.

Una navaja descachada y roma, tomada de herrumbe y con

el ánima gastada.

Aquí entra el barbero a cimbrarse haciendo fuerza y el

paciente berrear.

Page 129: EL LLANERO

Los mechones de barba no eran cortados; eran arrancados a

viva fuerza como con tenazas de herrero de malas pulgas.

La operación duro una hora larga; el cliente quedo

afeitado; pero, ¡que cara la suya! Asemejabase mucho a la faz

de Jesús en la peña.

Don Juan Ramón saco cinco centavos de la vejiga del tabaco

y abono.

En aquel momento, en una casa vecina, un mucho cabrio

lanzaba unos berridos lastimeros, unos berridos que partían el

alma: paresia que le estuviesen practicando una operación muy

dolorosa.

El barbero, extrañado murmuro:

¡Caramba! ¿Qué le estarán haciendo a ese pobre

chivato?

Don Juan Ramón miro al fígaro con marrullería y añadió:

Page 130: EL LLANERO

¿No será que lo están afeitando con navaja de a medio?

Page 131: EL LLANERO

XII

Mina y la hija de D. Juan Ramón – toros coleados. – Muerte .de Mina. - Su hijo.

No era Mina un mestizó, mucho menos un negro. Era un

moreno andaluz y nada más.

Le llamaban El Negro Mina cariñosamente.

Sus padres eran oriundos del pueblo de Dos Hermanas en la

provincia de Sevilla y vinieron a las pampas en la servidumbre

del conde de san Javier.

Dos años después dé estar residenciado en Arichuna, nació

Santos Mina, padre de El Negro quien caso con una muchacha

hija de españoles llamada Narcisa Zarate.

El bueno de Santos, que poseía unas cuantas vacas y algunas

yeguas, quiso enviar a su hijo a una escuela en Calabozo, pero

siempre encontró una resistencia grande: las rudas faenas de

Page 132: EL LLANERO

las pampas atraían irresistiblemente al muchacho: desde la

edad de diez años comenzó a torear becerros bravos y a domar

borricos cerriles.

Cuando cumplió los diecisiete años desapareció del hogar

paterno: tomó su emancipación a la fuerza, siguiendo el ímpetu

de su ya espesa red de nervios.

Desde entonces se fué a la costa del Portuguesa.

Enganchóse como peón en el Hato de Fernando Barrera, en

el Franquero, y ahí comenzó a hacerse fama como jinete y

enlazador de primer orden.

Solía ir los domingos al paso de Banco Largo y pasar

algunas horas de la tarde jugando, bolas y tomandito caña con

otros tercios más o menos como él.

Y de ahí nacieron sus amores con la mestiza de D. Juan

Ramón.

Page 133: EL LLANERO

Mocetón alto, moreno, bien a caballo, alabado por todos, no

tardó mucho en adueñarse del corazón de la muchacha.

Los amores en un principio fueron a hurtadillas; mas un

masumiso que veía con notoria envidia, puso en autos a don

Ramón de todo lo ocurrido.

Fué reducida a confesión la mestiza. Ella decía que no. En

aquel punto se hubieran mantenido siglos, buena heredera como

era de la terquedad de su padre. Mas el propio Mina se

presentó a D. Ramón y declaró que era cierto lo dicho por el

manumiso.

-Tás diquivocao, Negro -exclamó D. Juan Ramón-; el

manumiso no me ha dicho ná.

-Es maldá que usté me lo niegue, don Juan; los sogazos que

le voy a dá en las espaldas no se los quita dencima ni el santo

Cristo de las Misiones.

Page 134: EL LLANERO

Siguieron el curso del diálogo y concluyeron por entenderse.

D. Juan Ramón no se negaba al casorio: lo que no quería él era

que el Negro le corriese caracoleao.

Cuando la mestiza supo lo ocurrido, lejos de alegrarse se

indignó mucho con el galán.

-Me has hecho quedá mal con mi taita después de habérselo

negao tanto: ¡barajo contigo, cristiano!

Y enojándose más:

-Y mira, condenao Negro, ¡no cuentes más conmigo! ¿Te

crees que a mí no me da vergüenza?

Y diciendo esto hizo ademán de alejarse. Pero notó una

expresión de profunda tristeza en los ojos del Negro; aquellos

ojos que le iluminaban el espíritu. Tuvo que hacer un gran

esfuerzo para no arrepentirse de lo hecho.

Page 135: EL LLANERO

Cuando anduvo unos veinte pasos tornó a mirar hacia

donde había quedado Mina.

Entonces se percató de que el mozo lloraba.

Al parecer, al menos, pues echándose hacia adelante se

había cubierto el rostro con la espesa crin de su caballo.

El malicioso del llanero había echado mano a uno de esos

recursos que en ciertos momentos tienen una eficacia

abrumadora.

Mina no volvió a portar por la casa de D. Juan Ramón. La

mestiza estaba en un estado de pesadumbre extremo.

El marrullero de su taita, comprendía que algo grave pasaba

entre los dos palominos.

Más no dijo palabra. Esperó a ver en qué paraba todo

aquello.

Page 136: EL LLANERO

Un día se atrevió a dirigirle una indirecta, viéndola en un

estado lastimoso de decaimiento:

-Te he notao muy aburría en estos días, Salomé.

-Es que estoy sofocá e la sangre, taita. Ante e aquella

respuesta aparentó don Juan Ramón quedar conforme.

Una tarde se presentó el manumiso de los chismes

convertido en un Jeremías y con la cabeza rota.

Dijo D. Juan Ramón que el Negro Mina iba en zumba para

el pueblo de Barbacoas, que al verlo le remachó las respuestas

al caballo y se le tiró encima, derribándolo al suelo. Que el

caballo le había dado con el casco en la cabeza y se la, había

rompido.

Page 137: EL LLANERO

Don Ramón ofreció la venganza inmediata, por contentar al

manumiso, pero ya podía contar aquél con que su afrenta

quedaría insolvente.

La noticia, no obstante, del viaje de Mina a, los toros

coleados de Barbacoa, produjo un efecto terrible en Salomé.

-¡Me lo van a quitar!-pensaba.

Era para desesperarse.

No se; le escapaba a ella lo que significaba un viaje de Mina

a una fiesta de aquéllas.

En tales fiestas, todo el mujerío joven y gracioso sale a, las

ventanas de la calle adonde van a ser corridos los toros.

Los lidiadores, a caballo, en poderosos potros, procuran

derribar las reses en vertiginosa carrera frente a la ventana

dónde se agrupan las mujeres más hermosas.

Page 138: EL LLANERO

Cada toro derribado es un lazo de cinta o un ramo de flores

que lindas y frágiles manos prenden en el pecho o en el

sombrero del jinete.

Todo esto pasaba por la imaginación de Salomé. ¡Y el Negro

Mina, que era tan arrogante y andaba en un caballo rucio

paraulato de la cría barrereña que tenía fama por su ímpetu en

las vaquerías!

Confesó todo, se sinceró con el taita, le confió sus temores;

aquella carita obscura, llena de, lágrimas, parecía una rosa

lóbrega bañada de rocío.

Ella se sabía irresistible.

El taita accedió a todo.

Envió a la sabana a uno de los peones:

Page 139: EL LLANERO

Isidro, ándate al hatajo de Yaguazo, y tráete él potro, pintao

que se llama Cunaguaro y la yegua vieja Zaina, pa que Salomé

vaya con ña Natividá a Barbacoa.

De ahí vinieron las calamidades que tanto enfurecieron a D.

Juan Ramón: él mismo tuvo la culpa.

Aunque también es cierto que el añejo refrán dice que:

No hay perdición en el mundo que por mujeres no venga

Meses después, se presentó Páez en busca de Mina; con la

ayuda de éste logró incorporar todo el peonaje portuguesero y

del Bajó Apure a sus caballerías.

Fué Mina de los más recios y duros lanceros de Mata de la

Miel, las Desgracias, Potreritos barrereños.

En Las Queseras cargó tres veces agrupado con, seis peones

del hato torrealbero.

Page 140: EL LLANERO

Pasada la guerra de la Independencia, murió en su casa dé

Arichuna, cuando se hallaba reunido con sus padres después de

dieciocho años de ausencia

Murió a consecuencia de un tumor en el hígado que se le

formo de un golpe que sufrió en la pelea, de Paso de Corozal en

1817.

¡La Vida! ¡La epopeya! ¡La patria! Grandes en todos los

aspectos de la existencia, estos hombres, los ha inmortalizado la

patria venezolana; más merecían junto con Paz el inmenso, la

grandeza, perennal del bronce.

Page 141: EL LLANERO

XIII

Ciencia médica llanera. - Veterinaria. - Perfumes de la Pampa. - La albahaca, el

orégano y la marínela. -Yerbas forrajeras.

No es menos curiosa la ciencia que el llanero pone en

actividad para curar sus dolencias.

Alejado de los centros de las comodidades y los adelantos, el

llanero a fuerza de inteligencia y perseverancia ha logrado

hacerse de una ciencia suplementaria que los pones en

capacidad de combatir los múltiples enemigos de su salud.

La vegetación profusa y llena de savia y lozanía qué lo

rodea, ofrécele un seguro apoyo.

Esta empírica ciencia no es, por cierto, menos eficaz que la

alta ciencia que da el estudio de los libros de texto, y la práctica

en las salas anatómicas.

Page 142: EL LLANERO

La fiebre, que es uno de los mayores azotes en aquellas

regiones, es combatida fácilmente por medio de purgantes y

astringentes vegetales, de los que existen silvestres en gran

profusión.

Hay en las orillas de caños y ríos una planta llamada

tártago, de cuyos frutos se extrae un lubrificante de color

amarillo topacio algo más licuado que el aceite común de oliva.

Este aceite lo mezcla el llanero con leche de yegua o de burra y

obtiene una medicina preciosa como efecto laxante.

La planta llamada onoto sirve para su medicina,

produciéndole efecto sedante para los dolores de cabeza y

administrándose las hojas pegadas en las sienes.

Esta planta da unos destuches roñosos, de color rojo-

obscuro; cuyo interior esta lleno de granos purpurinos.

Pulverizados éstos y frotados en la cabeza a los individuos de

raza caballar, les combate el tabardillo.

Page 143: EL LLANERO

La escorzonera así como ciertas yerbas de raíces blancas y

menudas llamada malojillo préstales grandes servicios para los

dolores reumáticos, los casos de agotamiento medular y de

secreciones morbosas.

Con el zumo de la cocuiza (fique) y los cristales de la sávila,

se proporcionan dos agentes medicinales que no le van en zaga

a los antes citados.

Los cristales de la sávila diluida en la leche de vaca, puesta

al fuego y bien cocida, es de propiedad maravillosamente

rápida para el catarro pulmonar, y para toda suerte de

afecciones en las vías respiratorias.

La cocuiza facilítale por medio de su fibra una multitud de

cuerdas y tejidos; el zumo de esta planta es de efecto

profiláctico y cicatrizante en toda suerte de heridas, erupciones

cutáneas y lujaciones.

Page 144: EL LLANERO

En muchos de los grandes establecimientos agrícolas y

pecuarios del llano era muy cultivada esta planta.

Cuando apaleaban los esclavos era sometida su piel a la

acción del zumo de cocuiza; éste le producía efecto

adormecedor en los dolores y le restablecía rápidamente la

circulación de la sangre.

Hay otra especie de esta planta llamada cocuyo en los

estados del centro de la República, que es también preciosa:

produce un aguardiente deliciosamente agradable al paladar, el

cual posee, racionalmente administrado, excelentes virtudes

curativas.

A más de estos elementos medicinales que ofrece la

vegetación de los llanos, hay otros no menos virtuosos y que

prestan al hogar llanero no pocos servicios.

Ellos son el berro, planta acuática que conservada en

aguardiente, es vermífuga; la yerbabuena, como tónico; la

Page 145: EL LLANERO

espadilla, el yantén, el quemapezuña, la raíz de mato, la quina,

una parásita de flores preciosas llamadas flor de Mayo, el

sangre de drago, el indio-desnudo, la yerba santa, las palmeras

mapora, moriche, abanico. La zarza-hueca, carrubia, pasote,

longina, limoncillo, calcanapire, yerba mora, cariaquito, jobo,

carrizo, caña brava, lubina y otras muchas que se escapan a la

imaginación.

Sólo puedo asegurar que pasan de dos mil.

Tanto Humboldt, como Bompland, clasificaron muchísimas

en sus trabajos de botánica; pero puede decirse que el reino

vegetal llanero aun permanece desconocido para la ciencia.

Después de los trabajos de estos eminentes naturalistas, en

1800, se han llevado a cabo otros tantos mas no los ha

caracterizado el detenimiento que debe imprimirse a estudios de

esta índole.

Page 146: EL LLANERO

La flora, llanera posee hasta dos mil ejemplares autóctonos,

por decirlo así, de la tierra llana, que no constan en ningún

tratado de Botánica.

En el cuido y conservación de las razas caballares y vacunas

tiene el llanero también su veterinaria especial.

Todo instintivo, todo sacado a fuerza de perseverancia y

laboriosidad de la práctica y de la experiencia.

La peste por antonomasia, temible en los llanos, puesto que

en cuarenta y ocho horas acaba con rebaños enteros, es la

deslomadera.

El llanero ya sabe, que esta enfermedad es de una actividad

inexorable, y que es sumamente difícil curar un animal

atacando de ella.

El llanero en este caso aísla inmediatamente aquel animal,

se lleva el rebaño lejos, y el sitio donde comenzó la epidemia lo

somete al fuego.

Page 147: EL LLANERO

Con procedimientos mecánicos, armando parapetos y

cuerdas, restablece las bestias que se, despaletan en el trabajo.

Despaletar éste es el término suyo, y consiste en que la

bestia, ya por una caída, por una pisada en falso, o por un salto

excesivo, se le disloca el omóplato. Átala los remos delanteros

con una soga, y lo iza a lo alto de un árbol; de este modo va el

miembro dislocado a su sitio.

El recrecimiento de la piel en la mandíbula superior, que

estorba a la bestia las funciones de la masticación, las sidera

por medio de un hierro candente que frota con la parte

afectada.

El muermo o catarro nasal, combáteselo, aplicándole el

humo de un trapo untando en grasa de riñón de res.

Hay también una enfermedad en el ganado caballar, llamada

mazamorrón. Consiste ésta en, una úlcera en forma de surco

que rodea el casco del animal, hasta destruírselo: esta afección

la hace., desaparecer el llanero por medio del hierro candente.

Page 148: EL LLANERO

La cocuiza antes citada también le presta no poco apoyo en

las enfermedades del ganado caballar: aplícasela en toda suerte

de heridas, luxaciones, quebrantamiento de huesos.

Ex profeso he dejado para lo último hablar de las plantas

olorosas del llano.

Su número es infinito, por lo cual me limitare a citar las más

preciosas.

Son éstas;

La albahaca.

El orégano; y

La marínela.

La albahaca es un sarmiento de hojas redondas y finas:

conserva el aroma durante mucho tiempo después de

arrancarla.

Es un perfume suave, noble, delicado, que ejerce una acción

generosa y consoladora en los sentidos.

Page 149: EL LLANERO

No falta esta planta en ningún hogar llanero. En la mesa, en

el aposento donde duerme, en el altar de la Virgen o del

Crucificado.

La albahaca es la planta santa de mi país.

En amores es un incitante, al ensueño y a la voluptuosidad;

ante el altar, fervoriza la plegaria: en el hogar es una dulce y

amorosa compañera.

El orégano es de una virtud aromática totalmente distinta: es

del género bucólico.

En el condimento de ciertos platos, ya de cereales, ya de

carnes, presta un sabor agradable y aroma apetitoso y cálido.

La hoja, bien seca y pulverizada, se le administra a la carne

fresca cuando se le pone la sal; y después que los tasajos están

bien escurridos de la sanguasa y secos, quedan olorosos a cosa

sabrosa, apetitosa, fragante.

Page 150: EL LLANERO

La marínela. Ésta es sin disputa la planta más colorida y

más linda del llano, y a esa suprema belleza agrega el

inestimable don de estar siempre convertida en pomo de

aromas.

No es planta doméstica; no seda en los patios, ni en otros

lugares secos.

Ella crece lozana y florida sólo en las orillas de los ríos,

caños y lagunas.

Como es tan bella, es esquiva y zahareña.

Poco más de dos brazas de alto. Sus hojas son de un verde

claro, dentadas en los filos y acorazonadas.

La parte leñosa es gris y bastante áspera. Carece de

espinas.

Durante la época de las lluvias está sumergida, y la acción,

de las aguas, por tanto tiempo, sólo consigue hacerla oscurecer

un poco las hojas.

Page 151: EL LLANERO

A la bajada de las aguas torna a vestirse, y entonces parece

que hace gala de su traje lujosísimo que le llega hasta el pie.

Luego que está vestida, vienen las flores a adornárselo de

púrpura y oro.

Consisten éstas en unas ánforas plegadas y rizadas hacia

afuera, con seis pétalos cada una:, en el centro lleva una

especie de saeta de color anaranjado, cuya cabeza es un botón

amarillo encendido.

Muy encarnados los pétalos; muy amarillo el adorno del

seno.

El perfume de las hojas es casi tan suave y delicado como el

de la flor.

El llanero la llama marínela.

Page 152: EL LLANERO

XIV

Palmares y montes- Regalos de la mesa del llanero- Las gallináceas- El turpial- Pájaros cantores.

Océanos de yerbas, como llamaban la llanura venezolana la

generalidad de los autores que la han estudiado, es éste su

aspecto mas típico.

Tiene regiones inmensas, cubiertas de palmares, o de

espesos montes; pero debajo va la sábana de oro de la

forrajera, que a la vez es república numerosísima de conejos,

acures, dantas, lapas, armadillos, iguanas y otros muchos

animales que con su carne regalan ampliamente la mesa del

llanero.

También son las sinuosidades de ésta que, como dotada

melena cubre la tierra, un abrigo contra, toda ihc1emencia para

una multitud de gallináceas.

Page 153: EL LLANERO

Éstas constituyen una banda gigantesca. Pasan de dos mil

las especies, en las que culmina por su belleza de ébano y de

nieve, el paujil, ave tan hermosa como rica, por la blanda y

jugosa carne que ofrece.

Luego la guacharaca que es nuestro faisán, y a la cual no va

en zaga aquél, por el, oro encendido del plumaje y por la

riqueza de su prole.

A estas dos especies agréganse otras muchas, cuya

nomenclatura sería tarea más que larga dejar consignada.

En estos palmares circula también densa y alegre turba de

pájaros cantores.

Entre éstos, principalmente el turpial. Es el quetzal llanero;

y si su efecto es menos precioso que el ave sagrada de,

Guatemala, en cambio le aventaja desatando esa tenue

urdimbre de ilusión el trino.

Page 154: EL LLANERO

Amarillo y negro, el pico aguzado y duro, negro también, las

garras corvas y recias, fino de alas y los ojos vivos y ágiles.

Es fiero y nervioso; pero aprisionado desde el nido, cuando

empieza a emplumar, se cría doméstico en las casas y aprende

cuantos sonidos, por finos que sean, se quiera enseñarle.

Mas volviendo a los herbazales llaneros: las especies de yerbas son también miles. Pero las más apreciadas son: El gamelote que es la gramínea corriente del llano. La yerba del Pará, oriunda del Asia Menor, e introducida

por los conquistadores a mediados del siglo XVI. Esta yerba se

ha propagado por sí sola y hoy es silvestre en los llanos.

La granadilla que nace a la bajada de las aguas y dura lo

que la humedad del suelo; al secarse éste desaparece abrumada

por la vegetación sarmentosa.

Page 155: EL LLANERO

La cola de caballo, de hojas finas y peladas.

La grama, que además de excelente forraje, presta servicios

a la medicina vernácula con sus raíces, que tienen virtud

febrífuga.

El guarataro o golondrina, yerba rastrera que engorda los

cerdos y los venados, produciéndoles una grasa fina y en

extremo sustanciosa.

Además de éstas, que son las excelentes, hay otras acuáticas

como la penca el Junco las espadañas y varios, carricillos.

Page 156: EL LLANERO

XV

Los Morros de San Juan, centinelas del Llano. - La gran Ortiz. - Lo que sobrevive de la risueña población. - Soledad y abandono.

Estos, Fabio, ay dolor, que ves ahora campos de soledad, mustio collado,

fueron un tiempo Itálica famosa. ROJA.

A unas treinta leguas de la ciudad capital de Venezuela,

rumbo al Sur, después que se salva la vértebra principal de la

sierra de Aragua, aparece bruscamente, viniendo del Este, el

Río Guárico, que después de recoger doscientos y tantos

riachuelos en las cañadas de aquella cordillera, arranca por

una vía algo pendiente saltando, hirviendo, rumorosamente

coronado de espumas, hasta que frente a los Valles del Carmen

Semen y Pedregalito torna la tierra llana y entonces se desliza

majestuoso, silenciosamente, reflejando en el temblor de sus

aguas regadas de brillantes el azul del cielo y la belleza toda

esmeralda resplandeciente de las colinas que va regando con

sus caudales.

Page 157: EL LLANERO

Mas adelante están los Morros de San Juan. Y entre el

Carmen y los Morros, esta el sitio celebre de La Puerta, donde

el libertador libro dos de las mas reñidas batallas de la

independencia de América.

Son los Morros dos gigantescas columnas que se alcanzan a

ver desde seis leguas de distancia.

Son en parte de roca viva, principalmente las bases, y hacia

la masa central del cuerpo, de una mezcla de esquitas y

lapislázuli común.

Carecen de perfil y tienen unas ciento cincuenta varas de

elevación, el más alto, y algo menos el más bajo. Esta diferencia

puede apreciarse observándolos con algún detenimiento: a la

simple vista aparecen uniformes.

Hállanse surcados de desgarrones y cavernas profundos,

teniendo es carpas salientes en los vértices. Ambos son

inaccesibles a la planta humana; sólo las águilas reales, de las

Page 158: EL LLANERO

que hay una numerosa colonia allí suelen poner la agitación de

la vida humana en aquellas cúspides.

De ahí en adelante comienza a transformarse la naturaleza

de la tierra. Mesetas de poca extensión, algunas llanuras o

calcetas, como llama el llanero las pampas de poca extensión,

advierte a la mirada del viajero que aquéllos son los, últimos

cerros, las últimas piedras, los últimos arenales.

Es la puerta de, los llanos: los dos mudos y eternos

centinelas son los Morros de San Juan.

Se llaman así porque es el nombre de la aldehuela (1) que

está a poca distancia de la base del Morro superior.

Desde lejos se les ve azulados, semivelados por una gasa de

neblina por las tardes se velan más densamente parece que

sueñan.

(1) Esta aldehuela de ayer, es hoy una floreciente ciudad, capital del estado Guarico. – (Nota de la presente edición.)

Page 159: EL LLANERO

Después de la aldea de San Juan, está otra llamada Flores, y

más adelante el pueblo de Parapara.

Son éstas las últimas poblaciones aragüeñas; de ahí en

adelante es la zona del Guárico.

La primera población llanera es Ortiz. Ya casi no le viene

bien el calificativo de población.

En veinticinco o treinta años las epidemias de la fiebre y la

úlcera han ido cavando inexorablemente su decadencia.

Aquel pueblo bullicioso, próspero, infatigable en toda suerte

de labores, no es ni su sombra: sus calles llenas de escombros;

el jaramago ha tomado por su cuenta los empedrados, y

caballejos pinchosos y lacrados se ven por ahí ramoneando,

raboteando tábanos y moscas, mordisqueando los flecos de

forrajera que salen por las ventanas de enmohecidos barrotes

en casas en ruinas, que han sido abandonadas por sus dueños,

que llenos de pavor han emigrado a otros lugares.

Page 160: EL LLANERO

Una vez, después de quince años de ausencia, fui a Ortiz. Iba

con la ilusión: aquellas calles risueñas, aquellas amenas

umbrías pobladas de azulejos (1) y paraulatas (2) armoniosas,

que yo había visto en los fugaces años de la infancia, y cuando

me vi en él. . . sentí un no sé qué de profunda tristeza. A mis

labios acudieron los versos inquietantes del poeta español a las

ruinas de Itálica.

En su desvencijado cementerio había enterrados varios seres

caros a mi alma.

Mi tristeza fué más honda al ver sus tumbas arropadas por

los matorrales, circuidas de barandales herrumbrosos,

resquebrajados.

Me alejé de aquel sagrado sitio con el corazón oprimido.

Aquella soledad era más triste aún que la soledad de la

tumba del llanero, que al pedir se cave bajo el ala de una

(1) Pájaros azules (2) Pájaros pardos.

Page 161: EL LLANERO

palmera, acaso presienta que a los rizados abanicos de

esmeralda van a posarse los turpiales bulliciosos y fieros…

Page 162: EL LLANERO

XVI

Los caminos. - El rumba. - Los convoyes de carros. - Las lentas caravanas de la llanura. - La brújula del llanero. - El tranquero; Los eternos diálogos. - Las mujeres

del Llano. Son la nota melancólica de la llanura los caminos. Ellos

tienden en la pampa reverberante su vena obscura y árida, su

vena interminable, ondulada, con una monotonía infinita.

Los convoyes de carros que Van de Aragua al Guárico y

pasan de ahí al Apure, agregan una nueva tristeza al paisaje.

Parecen en los atardeceres lentas caravanas de espectros.

Trepidantes avanzan, dejando tras sí una cauda de polvo.

Son los caminos llaneros unas vías que sólo sirven al

viandante de otras latitudes que pasa en comercio o en

exploraciones.

Al llanero y a los rebaños que conduce no sirve de nada.

Page 163: EL LLANERO

El llanero no utiliza los caminos, el llanero toma su

dirección como el nauta en el mar. Su brújula es la experiencia,

el conocimiento, la práctica que tiene de su suelo nativo.

Va siempre en línea recta y así sale adonde quiere,

economizando marcha.

"¡Al rumbo!", dice. Y así camina inmensas distancias.

Cuando el llanero va solo, dice que va "escotero”.

En su caballo, al paso, avanza por la llanura o la vera del

palmar. Cuando acierta a pasar cerca de algún hato, o bohío

comarcano, tiene quien lo anuncie. El inevitable conserje de

todo aduar llanero: el can.

En efecto: los perros de las llanuras advierten al que llega

mucho antes de acercarse.

Page 164: EL LLANERO

Y desde entonces comienzan a lanzar al aire sus ladridos

vibrantes.

El llanero advierte los ladridos, y ya próximo a la vivienda,

comienza a gritar:

-¡Ahí! ¡ahí! ¡ahí! ¡ahí! ¡Puande choco al tranquero ¡Es gente

de paz, mujeres!

¡Que los condenaos bichos sarnosos me muerden el zaino!

El tranquero es la puerta típica de la vivienda del Llano:

consiste en dos botalones puestos uno frente al otro a ambos

lados: cada uno tiene seis agujeros que se corresponden al

mismo nivel. Por esos agujeros pasan las trancas que

atraviesan de una parte a la otra según quiera abrirse o

cerrarse. Las trancas son maderos delgados y sólidos.

Cuando los hombres no están en casa, salen las mujeres a

recibir al que llega.

Page 165: EL LLANERO

Las mujeres llaneras son generalmente pálidas, llevan los

cabellos largos y espesos, y son tardas en el hablar: tienen en el

acento la monotonía del camino en la pampa.

Son tan femeninas como macho es el llanero.

La hembra llanera ama, sufre, llora o canta con una

languidez intensamente lenta.

No obstante esto, las conversaciones son generalmente

animadas y jocundas.

Llega el llanero a la puerta. Le salen ellas.

-¡Guál Piazo e sute, ¡qué de tiempo que no te mirábamos

puacá! ¿Te habían echao los perros en casa?

-Pues que no me los habían echao; pero tú me estás

echando a perdé el alma, con esos dos ojotes que parecen dos

candelas.

Page 166: EL LLANERO

-¡Malaltoso!

-¿y tu táita?

-Anda vaqueando.

-¿Y tu más?

-Se ha día pal paso a comprá unos corotos.

-¿Y no hay naiden en esta casa? -Pero cristiano, y nos toy

yo aquí en tus condenas y marditas narices?

-Pues ya veo ques'tás tú, pero tú no eres gente. .

-¿Y qué soy yo entonces, marrajo?

-¡Pues tú eres... tú eres Carmelitica la improsulta (1) desde

pechito que ves aquí descubierto y facurtoso!

-¿Aja? ¡Qué zángano!

-Mira, Carmelitica. . . ¡yo me voy apiá!

(1) Corrupción de Nom Plus Ultra; fue introducida por los conquistadores, y con la cual expresa el llanero lo mejor, lo mas hermoso, lo mas noble del mundo. – (Nota de la presente edición.)

Page 167: EL LLANERO

-¡No! ¡no! ¡no! ¡Si te apeas del cabalo eres el mesmo que te

zumba toos los perros encima!

-¿Y por qué, prenda? ¡Qué retrechera eres!

-¡Es que ni mi táita ni mi máy tan aquí y yo no puedo recebí

conocías sola!

-¡Si juá el caporal guerrereño, sí!

-Manque sea: él no choca al tranquero cuando yo toy sola...;

el hombre que trata de vese solo con su novia es porque no la

quiere... ¡Tú crees que yo no sé!

-¡Sabes más que monseñó de la Catedrá!

- ¡Y lo demás en corotos!

-¡Adiós, Carmelitica!

Page 168: EL LLANERO

-¡Adiós, zambo viejo!

Y el llanero se aleja lentamente al paso tardo de su caballo,

cantando bajito...:

Cuando las mujeres quieren

No hay quien las puedas atajar

Porque esas no son caballos

Que se les pone un bozal.

Más si las sutas no quieren

párese, usté de contá,

que le'chan a usté los perros

y la corte celestiá.

Page 169: EL LLANERO

XVII

La jerga del peón sabanero. - Vocabulario y modismos del llanero. - Una conversación típica. - Conclusión.

Si como se ha visto por el anterior, el diálogo es animado

entre mozo y moza, en corrido de peones es más interesante.

Hablan una tarde, después de haber des ensillado bajo el

alar del Hato, en número de ocho o diez peones sabaneros.

-Porque... mire, cuñao, en el jato e Pavones se gana bien;

pero el trabajo es muy jochao... A las cuatro e la madrugá

ensilla usté. . ., y entoavía no le ha volao la pierna al caballo,

cuando empiezan a salile a usté unos animalazos (1) que se

llevan por delante cuanto incuentran; les mete usté un chicote (2)

¡Y ná!..., no hacen más que mové el morillo y revientan al

diablo. Tó el ganao desde costo es bravo.

Page 170: EL LLANERO

-Y eso que dice el cuñao Juan es verdá.

¡Las cosas! Yo tuve trabajando en ese jato más de treinta

meses.

-A mí me hizo una un toro encerrao en ese jato agrega otro

interviniendo en la conversación-, que me dieron ganas de

meterme a veguero.

-¡Las cosas! -dicen varios de ellos a coro.

-Salió del rodeo (3) -continúa el narrador--, le salgo yo, me le

zumbo encima pa quítale el choque, no puedo quítaselo y tengo

que métele el lazo a cacho y quijá (4). .. Como la soga era dura.

.. y taba bien arrebiatá a la cola del caballo. . . mete el toro

cabeza al palmar y... nos ha llevao arrastras al caballo y a mí...

., le digo a usté que se me espaletó el patrón de las dos paletas y

más nunca sirvió pa ná.

-¡Las cosas! -exclama! -todos.

(1) Reses bravas. (2) Soga doble.

Page 171: EL LLANERO

-Esos bichos de ahí de ese lao son bellacos.

-¡Y es ná!

-¡Estripan un jaco en una espabilá!

-¡Y esa guirisapa!

-¡Cuando usté acuerda es porque está haciendo barro con el

rabo!

-y hablando e tóo, cuñao -interrumpe uno que hasta entonces

no ha tomado parte en la conversación-: ¿la hija de la comae

Rosalía y que tuvo un muchachito?

-¡ Así parece!

-¡ja! ¡ja! ¡ja! -todos lanzan la carcajada.

-¡Le pegó el plomo!

(3) Rodeo, mancha de ganado rodeada de peones vaqueros a caballo, formada para apartar el ganado que se ha de llevar a la venta. (4) Dícese de la res entozada por un cuerno y el hocico.

Page 172: EL LLANERO

-¡Le salió el muerto en el estero!

-¡Y güenaza ques'ta la condená!

-¡Ese pechote!

-¡Una res de provecho!

-¡Güena res!

-¡A usté pa confiscao, cuñao! -¡Pare las patas!

-¡No se reiga, que es verdá!

-¡Agüéite pué!

Page 173: EL LLANERO

ÍNDICE

CAPITULO I 2 CAPITULO II 16 CAPITULO III 30 CAPITULO IV 45 CAPITULO V 59 CAPITULO VI 76 CAPITULO VII 93 CAPITULO VIII 99 CAPITULO IX 110CAPITULO X 115CAPITULO XI 121CAPITULO XII 131CAPITULO XIII 141CAPITULO XIV 152CAPITULO XV 156CAPITULO XVI 162CAPITULO XVII 169