el gobernador faustino ruiz gonzÁlez

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1 EL GOBERNADOR FAUSTINO RUIZ GONZÁLEZ Y EL NACIONALISMO EN GUINEA ECUATORIAL DONATO NDONGO-BIDYOGO Seminario Internacional Actores Coloniales españoles y Espacios Africanos SS. XIX-XX * Universidad de Alcalá, 2-3 Diciembre 2010 Acabada la II Guerra Mundial en agosto de 1945, se vivía en todo el mundo una efervescencia de las ideas de libertad. Las colonias europeas en África –que habían participado activamente en la contienda contra el totalitarismo- no quedaron al margen de la corriente liberalizadora. Los movimientos anticolonialistas se vieron reforzados, además, por dos hechos decisivos: la constitución formal de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en octubre de 1945, que contaba con un Comité de Descolonización –conocido como el “Comité de los Veinticuatro- y la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, el 10 de diciembre de 1948, que consagró principios como el de la libertad inalienable de todo ser humano y el derecho de todos los pueblos a la autodeterminación. Como es lógico, el auge del nacionalismo en toda África, y, sobre todo, en el África central, se contagió a los entonces llamados Territorios Españoles del Golfo de Guinea, compuestos por las islas de Fernando Poo y Annobón, y la Guinea Continental o Río Muni. Estas colonias estaban aisladas del resto, por su

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EL GOBERNADOR FAUSTINO RUIZ GONZÁLEZ Y EL NACIONALISMO EN GUINEA ECUATORIAL DONATO NDONGO-BIDYOGO Seminario Internacional “Actores Coloniales españoles y Espacios Africanos SS. XIX-XX * Universidad de Alcalá, 2-3 Diciembre 2010 Acabada la II Guerra Mundial en agosto de 1945, se vivía en todo

el mundo una efervescencia de las ideas de libertad. Las colonias

europeas en África –que habían participado activamente en la

contienda contra el totalitarismo- no quedaron al margen de la

corriente liberalizadora. Los movimientos anticolonialistas se

vieron reforzados, además, por dos hechos decisivos: la

constitución formal de la Organización de las Naciones Unidas

(ONU) en octubre de 1945, que contaba con un Comité de

Descolonización –conocido como el “Comité de los Veinticuatro-

y la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos

del Hombre, el 10 de diciembre de 1948, que consagró principios

como el de la libertad inalienable de todo ser humano y el derecho

de todos los pueblos a la autodeterminación.

Como es lógico, el auge del nacionalismo en toda África, y, sobre

todo, en el África central, se contagió a los entonces llamados

Territorios Españoles del Golfo de Guinea, compuestos por las

islas de Fernando Poo y Annobón, y la Guinea Continental o Río

Muni. Estas colonias estaban aisladas del resto, por su

2

peculiaridad lingüística y la naturaleza del régimen político de la

metrópoli, pero, a pesar de todos los intentos, España no pudo

impermeabilizarlas de estos efectos, por varias razones: primera,

el trazado de los límites con los vecinos territorios franceses, 45

años antes, no había aislado a las poblaciones respectivas de la

parte continental, pues las mismas etnias habitaban en ambos

lados, por lo que el contacto seguía siendo fluido entre familiares

y amigos separados por límites artificiales; segunda: en la isla de

Fernando Poo, el continuo flujo de trabajadores y comerciantes

nigerianos, imprescindibles para la agricultura colonial, actuaba

de corriente transmisora de las nuevas ideas; y tercera, las

emisiones radiofónicas de Nigeria, Camerún y Gabón se percibían

perfectamente en los territorios controlados por España,

facilitadas por la proximidad, y, sobre todo, por los idiomas

nativos comunes y el “pidgin”, verdadera “lengua franca” en todo

el golfo de Guinea.

Pero en los territorios coloniales españoles se vivía una situación

particular, que los hacía diferentes a las colonias francesas e

inglesas del entorno. La metrópoli estaba gobernada por una

dictadura fascista, dura y terriblemente represora, consecuencia de

la victoria del general Francisco Franco Bahamonde en la guerra

civil que asoló España entre 1936 y 1939. Y anotemos que, desde

el inicio de la II Guerra Mundial en 1939, el régimen español –

proclive a Hitler y Mussolini a pesar de su neutralidad oficial-

sufría un aislamiento político y, sobre todo, un embargo

3

económico, que se acentuarían tras la victoria de los aliados. Esas

circunstancias impedían la recuperación y el desarrollo de la

economía española, donde, hasta ya adentrada la década de los 50,

se carecía de todo, e incluso la alimentación estaba racionada.

España necesitaba todo tipo de materias primas, y sus colonias

africanas podían suministrarle algunas. Se revalorizaron así

aquellos territorios, mediante la incentivación de la emigración

hacia la colonia, con la finalidad de incrementar la producción de

cacao, café, aceite de palma, yuca y otros productos

imprescindibles, y la explotación de la madera; como meros

ejemplos, el aceite de palma guineano sirvió para fabricar jabón,

la harina de yuca fue importante en la alimentación de la España

de la postguerra, y los ferrocarriles españoles quizá sigan rodando

sobre rieles sujetos a traviesas de madera de Río Muni. La

primera consecuencia de esa política fue la enajenación de tierras

a favor de los colonos, en perjuicio de los nativos. De manera que

a los tradicionales agravios de toda colonización –ausencia de

libertad, discriminación racial, sobreexplotación de personas y

bienes, desprecio de las culturas autóctonas-, el nacionalismo

guineano encontró en las expropiaciones forzosas consagradas por

la conocida como “Ley de terrenos”, de 4 de mayo de 1948, el

argumento básico e inmediato para articular la reivindicación de

la soberanía1.

1 Para no repetir datos de sobra conocidos, remito a mis libros Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial, Edit. Cambio 16, Madrid, 1977; y España en Guinea (con Mariano de Castro), Ediciones Sequitur, Madrid, 1998.

4

Son diversas las versiones sobre la primera manifestación pública

del nacionalismo anticolonial, aunque coinciden en lo esencial: se

produjo en Micomeseng, en febrero de 1948, durante la primera

visita oficial de Luis Carrero Blanco, entonces Subsecretario de la

Presidencia del Gobierno, de la que dependía la Dirección

General de Marruecos y Colonias. Según Francisco Ela Abeme,

los hechos se desarrollaron cuando un grupo de jefes de tribu y

otros notables, encabezados por Carmelo Nguema Ndong Asumu,

e integrado por Eko Edu Mengue, Esono Ngui, Abeso Motogo,

Alogo Nvono, José Meñana y otros, entregó en mano un

manifiesto a Carrero, en presencia del gobernador Juan María

Bonelli Rubio y del director general de Marruecos y Colonias,

general José Díez de Villegas. En resumen, el documento,

redactado por Felipe Aseko, Marcos Nze y Marcelo Asistencia

Ndong Mba, denunciaba los excesos del colonialismo y pedía una

mejora del trato que se daba a los nativos2, sin cuestionar

directamente la situación colonial. Celestino Okenve, sin

embargo, señala que el documento fue una “carta” en demanda de

la independencia, y habría sido entregada durante una

concentración de notables y jefes tradicionales de los distritos

más orientales (Ebebiyín, Mongomo, Micomeseng, Añisok y

2 Ela Abeme, Francisco: Guinea, los últimos años; Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de Tenerife, 1983; ver también Ndongo-Bidyogo, Donato: obs. cits.; “Una merienda de blancos (Descolonización de Guinea Ecuatorial 1936-1968)”, en “Historia 16”, Madrid, núm. Extra, “España en África”, abril 1979, y “España y Guinea (1958-1968”, en “Historia Universal, s/f. Los datos contenidos en estos trabajos proceden de diversas entrevistas realizadas a personalidades del nacionalismo histórico, como Elías Maho Sicachá, Esteban Nsue Ngomo, Justino Mba Nsue y Andrés Moisés Mba Ada.

5

Nsok-Esabecang), convocados por el capitán Basilio Sáez, jefe de

la guardia colonial en Micomeseng, para recibir a los visitantes

españoles, encabezados por Enrique Ruiz Gallarza, ministro del

Aire. Inspirada y redactada por Marcelo Asistencia Ndong Mba,

con intervención de Enrique Nvo, se encargó a Moisés Mba

Nsono –padre del después candidato presidencial y destacado

opositor Andrés Moisés Mba Ada-, “muy amigo de los blancos”,

que la entregara a las autoridades españolas; pero éste no se

atrevió, y la puso en manos de su amigo el capitán Francisco

Pérez Vázquez, delegado gubernativo y jefe de la guardia colonial

de Ebebiyín, quien, tras leerla, la guardó en el bolsillo. En la sala

del tribunal indígena de Micomeseng, la delegación española se

reunió con los representantes guineanos, para transmitirles los

saludos de Franco. Al concederles la palabra, el jefe Carmelo

Nguema levantó la mano e hizo entrega de una copia del escrito.

Marcelo Asistencia Ndong Mba fue represaliado con la venta de

todas sus propiedades –incluida su mujer- y confinado en la isla

de Annobón durante muchos años3. Además de Ndong Mba, otros

integrantes del grupo fueron también detenidos, torturados y

confinados en Annobón durante una década; alguno logró

evadirse y refugiarse en Gabón, integrándose en las filas del

nacionalismo.

3 Testimonio de Celestino Okenve a Xavier Lacosta: “Cronología de Guinea Ecuatorial: de la pre-independencia (1948) al juicio de Macías (1979)”, en Internet. Conviene precisar que el ministro del Aire en la época era el general y aviador Eduardo González-Gallarza.

6

El resultado de esta acción fue la destitución del gobernador

Bonelli Rubio. Se daba la circunstancia de que Bonelli, nombrado

en 1943, tenía malas relaciones con el estamento colonial; entre

otras razones, por haber propiciado una tímida apertura en el

sistema de enseñanza, al modificar el curriculo de la Escuela

Superior en la que se formaban los maestros auxiliares y los

auxiliares administrativos indígenas. La gran mayoría de los

colonos, muy conservadores -encabezados por monseñor Leoncio

Fernández Galilea, vicario apostólico-, le acusaban, junto a su

inspector de Enseñanza, Heriberto Ramón Álvarez García, de

mejorar la educación de los negros con la finalidad de subvertir el

orden colonial y prepararles para que pudiesen reclamar la

independencia.

Con este telón de fondo, en febrero de 1949 llegó a Santa Isabel

de Fernando Poo el nuevo gobernador general, Faustino Ruiz

González, marino como la inmensa mayoría de sus predecesores y

sucesores. Resultan, pues, claros los objetivos de la sustitución:

incrementar la producción económica de la colonia, acentuar la

“españolización” de aquellos territorios y cortar de raíz los brotes

nacionalistas. En este estudio, dejaremos aparte el análisis de la

historia económica y de la historia social, para centrarnos en la

historia política de aquel período.

7

Por razones fácilmente comprensibles –la tradición oral como

único testimonio documental, y la obligada clandestinidad de las

actuaciones conspirativas- no resulta fácil establecer las fechas

exactas del nacimiento de las fuerzas políticas guineanas. Algunas

fuentes aseguran que, hacia 1947 o 1948, surgió la “Cruzada

Nacional de Liberación de Guinea Ecuatorial”, liderada por

Acacio Mañe Ela, un próspero agricultor originario de la zona de

Monte Bata, del que no recelaban los colonos ser “emancipado

pleno” y miembro del Patronato de Indígenas, por lo cual podía

moverse con libertad dentro del territorio colonial sin necesidad

de pedir el salvoconducto preceptivo. Otras4 afirman que se creó

tras las detenciones masivas producidas en noviembre de 1959. Es

todo un síntoma el nombre escogido para esta primera agrupación

nacionalista articulada, que recuerda con fidelidad las ideas de

“cruzada” y “liberación”, omnipresentes en la retórica del

régimen de Franco, que denominó así a la guerra civil que libró

contra la República. Meñe desarrolló en la época una vasta y

profunda actividad de proselitismo hacia sus ideas pro-

independentistas, realizada sobre todo entre los “evolucionados”:

las capas sociales más cultas o prósperas, y personalidades con

influencia social, como maestros auxiliares, administrativos,

agricultores y catequistas. Algunos de sus partidarios más

conocidos fueron el bubi Marcos Ropo Uri, y los fang Enrique

Nvo y Francisco Ondo Micha, un prestigioso catequista que

4 Justino Mba Nsue en la VII sesión de la Comisión Política de la Conferencia Constitucional, Madrid, 10 de noviembre de 1967. Actas de la Conferencia Constitucional, inéditas.

8

ejercía en la emblemática misión de Nkue-Efulan. Más que un

partido político, la “Cruzada” puede definirse como un

movimiento social y político contestatario que aglutinó a muchos

guineanos de todas las tendencias ideológicas y de todas las

procedencias étnicas, unidos por el afán de concienciar al pueblo

sobre los abusos del colonialismo y exigir la soberanía. Sin

embargo, y pese a la coincidencia de fechas y objetivos, aún no ha

sido posible establecer un nexo entre la “Cruzada” y el manifiesto

de Micomeseng; pero el hilo de los acontecimientos permite

extraer la conclusión de que a finales de los años 40 existía una

conciencia anticolonial clara y generalizada en Guinea Ecuatorial,

que podía manifestarse mediante acciones articuladas o

espontáneas.

Lo corrobora asimismo la conversación que mantuvo Ruiz

González con el rey Uganda, durante su reunión con los notables

ndowés en 1950 (considerada por algunos “cumbre Hispano-

Ndowé). Según cuenta Enénge A´Bodjedi, el gobernador español

manifestó que “España está dispuesta a otorgar la independencia a

su gente benga, así como a los otros playeros de la zona entre el

río Campo y el río Muni, pero no a los salvajes pamues de la

selva”. Uganda replicó en los siguientes términos: “Fueron

vuestros antepasados blancos quienes llegaron hasta la tierra

ancestral de mis antepasados negros y les llamaron paganos

despiadados y caníbales carentes de compasión con sus

9

semejantes. Los misioneros norteamericanos nos enseñaron, hace

cien años, que deberíamos amar a nuestros vecinos tal como nos

queremos a nosotros. ¿Cómo podríamos los ndowé aceptar la

independencia de España mientras nuestros hermanos y hermanas

panghwe (fang) del interior permanecieran colonizados y

oprimidos por vuestra gente? Yo no quiero que ningún apartheid

divida a los ndowe y a los panghwe de la Guinea Española”. El

gobernador contestó: “Bueno… Si quiere que los pamues reciban

su independencia al mismo tiempo que sus playeros, entonces está

bien. Pero, aunque el mono se vista de seda, mono se queda.

Usted y sus playeros verán cómo los salvajes pamues destruirán

este próspero país. Sus hermanos pamues del bosque maltratarán

a su pueblo playero peor que lo que hizo cualquier blanco.

Cuando esos salvajes y caníbales pamues de las junglas del río

Muni empiecen a matar y a canibalizar a su gente, sus

maravillosos presbiterianos racistas blancos, amantes de Jesús y

temerosos de Dios, y el mismo gobierno de los Estados Unidos,

no harán nada para detener el genocidio”5.

Por la misma época, los seminaristas de Banapá –único centro

que proporcionaba una enseñanza más o menos homologable a la

española peninsular- empezaron a expresar su descontento por su

situación. Varios eran los ejes de sus reivindicaciones: la falta de

5 Enénge A´Bodjedi: Cuentos Ndowe I, Ndowe Internacional Press, Nueva Cork, 2003, págs. 205-207. Cf. “Los pastores presbiterianos ndowe”, en “Oráfrica, revista de oralidad africana”, nº 4, abril de 2008, pág. 73-100.

10

promoción –que ellos vivían como discriminatoria-, ya que los

misioneros claretianos, rectores del Seminario, retrasaban cuanto

podían su traslado a España o a Roma para proseguir sus estudios

de Teología y acceder al sacerdocio; se les tenía prohibido todo

contacto con sus familiares, por lo que sus vacaciones escolares

transcurrían en el mismo lugar donde estudiaban; los trabajos que

les obligaban a realizar en las fincas adjudicadas a los misioneros;

la mala calidad de la comida, y, por último, la actitud poco

respetuosa de sus educadores, que les vejaban de continuo con

insultos y menosprecio a su raza y a sus culturas autóctonas. El

conflicto estalló septiembre de 1951, cuando los seminaristas se

declararon en huelga, considerada una revuelta por los padres

Nicolás Preboste y Antonio Gil Guedán, responsables del

Seminario, quienes, muy alarmados, llamaron al obispo

Fernández Galilea, y éste al gobernador Ruiz González. El jefe de

policía de Santa Isabel, Jaime Ramírez Togores, al frente de un

numeroso grupo de fuerzas de la Guardia Colonial y efectivos

policiales, se aprestó a reprimir la “sublevación”; pero no

contaban con la firmeza y determinación de los estudiantes, que

se manifestaban contra “las injusticias” y por unanimidad habían

decidido “luchar por las libertades de la institución y del país”6.

Fueron detenidos los tres cabecillas: Atanasio Ndong Miyón,

Enrique Gori Molubela y Rafael Dámaso Sima, así como sus 6 El profesor Eugenio Nkogo Ondo fue testigo de los acontecimientos. Ver su ponencia “La Guinea Ecuatorial: Reminiscencia histórica. Experiencia de las luces y de las sombras de un proyecto político”, en “International Conference: Between Three Continents: Rethinking Equatorial Guinea on the Fortieth Anniversary of its Independence from Spain”. Hofstra University, Nueva York, 2-4 abril 2009.

11

seguidores más destacados: Francisco Obiang Ebaná, Celestino

Nnang Mico, Clemente Mpenda Diván, José Esono, Alberto

Ndong, Eugenio Eteo, Edmundo Tale, Joaquín Ndong y Vicente

Castellón Ntayo7. Como puede verse, en el grupo se hallaban

compañeros de todos los grupos étnicos, que actuaron de

consuno. Fue un espectáculo insólito para los habitantes de Santa

Isabel ver encerrados en los calabozos de la Comisaría de Policía

a tanto ensotanado, ya que, en la época, los seminaristas vestían

como los sacerdotes, aunque su sotana era negra y blanca la de los

presbíteros ordenados. Al ser liberados, se expulsó a todos los

considerados cabecillas y a algunos de sus seguidores. Rafael

Dámaso Sima regresó a su pueblo, en el distrito de Kogo; Enrique

Gori se trasladaría después a España para estudiar Derecho,

mientras Atanasio Ndong Miyón y Joaquín Ndong se exiliaron en

Libreville (Gabón). Tras infructuosas gestiones para ser admitidos

en el seminario local, Joaquín Ndong entró a trabajar en una

empresa francesa, y Atanasio Ndong se enroló en el Ejército

colonial francés. Ambos realizaban frecuentes incursiones

clandestinas a la parte continental de Guinea Ecuatorial, para

reunirse con activistas y militantes de la “Cruzada”. En 1954, a

7 Todos los “seguidores”, excepto los dos últimos, alcanzaron el sacerdocio y ejercieron en Guinea. Enrique Gori Molubela sería después presidente de la Diputación de Fernando Poo, presidente de turno de la Asamblea en el Régimen Autónomo, y durante la Conferencia Constitucional se revelaría como uno de los referentes más sólidos del separatismo bubi. Juzgado arbitrariamente en diciembrede1969 por la intentona golpista de Atanasio Ndong de marzo anterior, y condenado a 25 años de prisión, fue asesinado en la cárcel en 1972. Vicente Castellón Ntayo fue destacado dirigente de la Unión Annobonesa, partido de corte tribal fundado durante el Régimen Autónomo. Participó en la Conferencia Constitucional. Uno de los pocos supervivientes a la tiranía de Macías, ocupó cargos menores con éste y en la primera etapa de Teodoro Obiang. El P. José Esono fue asesinado en la cárcel de Black Beach en 1976.

12

propuesta de Atanasio Ndong, la “Cruzada” tomó el nombre de

Movimiento Nacional de Liberación de Guinea Ecuatorial

(MONALIGE), del que fue elegido secretario general. Enseguida

contó con las simpatías de los nacionalistas gaboneses y la

protección de su dirigente más emblemático, León Mba, que

llegaría a ser el primer presidente de Gabón tras su independencia,

en agosto de 1960. De manera que una sencilla y nada grave

cuestión disciplinaria en un centro educativo se convirtió en un

problema político, debido a la cerrazón de unas autoridades

coloniales incapaces de dialogar, encabezadas por el gobernador

Faustino Ruiz González, sólo dispuesto a emplear métodos

represivos.

El MONALIGE, bajo la dirección de Ndong Miyon, se reveló

como un partido abierto y dinámico: expandió y consolidó las

ideas soberanistas entre la población a través de incursiones cada

vez más audaces, gracias a la permeabilidad de la frontera y al

apoyo que recibían de los gaboneses. Dentro de Guinea, se

sucedían las reuniones clandestinas en los poblados; cuando

llegaban los destacamentos de la guardia colonial para reprimirlas

y apresar a los independentistas, éstos se habían esfumado en la

selva, protegidos por los aldeanos. Las órdenes del Gobierno

General eran entonces amedrentar a la población deteniendo a los

jefes tradicionales de la localidad, a los familiares de los exiliados

y a cualquier sospechoso de connivencia con ellos, que eran

13

multados, encarcelados o condenados a trabajos forzados. Con

esos métodos, las autoridades coloniales sólo conseguían

legitimar las ideas anticolonialistas y engrosar las filas

nacionalistas. Algunos suboficiales guineanos, o simples soldados

rasos de la Guardia Colonial, protegieron a personas a las que

habían ido a detener, o se pasaron directamente al bando

anticolonialista; tal es el caso del sargento Jesús Eworo, que

llegaría a ser ministro en el primer gobierno independiente. No se

conoce con exactitud el número de guineanos refugiados en las

colonias vecinas de Camerún y Gabón entre 1950 y 1964, cuando

entra en vigor el Régimen Autónomo; en cualquier caso, llegaría a

ser muy numeroso: entre 2.500 y 10.000 personas (según las

fuentes), sobre una población que entonces no alcanzaba los

250.000 habitantes8.

Una de las consecuencias de las dos dictaduras que ha padecido y

padece Guinea Ecuatorial desde su independencia es la trágica

desaparición de los protagonistas de su Historia, sin que hayan

podido transmitir sus vivencias, acciones y recuerdos a las

generaciones posteriores. Los que no han sido devorados por la

vorágine sanguinaria del “nguemismo” tampoco han tenido la

oportunidad de hablar para la posteridad. Recuerdo, durante mi

década ominosa en Malabo, que se amedrentaba a las personas

8 La población total (europeos y africanos y todos los grupos étnicos) evoluciona de los 171.381 habitantes censados en 1942 a los 245.989 de 1962. Ver diversas estadísticas publicadas por el Instituto de Estudios Africanos (IDEA), Dirección General de Marruecos y Colonias –después Dirección General de Plazas y Provincias Africanas-, Presidencia del Gobierno.

14

con las que pretendía realizar trabajos de campo para recuperar

nuestra Historia, como Luis Maho Sicachá y su hermano Elías,

Marcelo Asistencia Ndong Mba, y otros que no nombro porque

aún siguen viviendo lánguidamente en Guinea Ecuatorial. Por ello

resulta muy ardua la labor del historiador, al estar desprovisto de

fuentes, orales y escritas, debido al celo desculturizador de las

autoridades que sufrimos desde hace 42 años. Es, pues, difícil

contrastar la información que poseemos de una sola fuente, y ser

riguroso a la hora de ofrecer los datos fundamentales de nuestro

devenir histórico. Por eso siempre me limito a dar con cautela los

frutos de mis investigaciones en fuentes guineanas, las únicas

posibles según de qué temas se trate.

Aprovechando su conocimiento de la situación internacional

debido a su estrecha relación con los independentistas de los

países vecinos –desde su exilio gabonés, y después de su traslado

a Camerún, luego a Argelia- Atanasio Ndong, en nombre del

MONALIGE, presenta una dura batalla contra España en los

foros internacionales. El 24 de febrero de 1956, con el fin de

tramitar adecuadamente la solicitud de entrada de España, el

secretario general de Naciones Unidas envió a Madrid un

memorando en el que se le preguntaba al Gobierno de Franco si

tenía colonias o territorios dependientes. España declaró no tener

territorios que no se gobernasen por sí mismos, ya que acababa de

devolver a sus legítimos dueños el Protectorado de Marruecos, y

15

el resto de sus posesiones africanas no podían considerarse

territorios coloniales, sino “provincias” en las que sus naturales

gozaban de los mismos derechos que el resto de los españoles.

Así se enteraron los guineanos de que eran “iguales que los

españoles”. Pero la creación de la “Región Ecuatorial” tardaría

más de dos años en convertirse en una realidad, ya que hasta el

decreto del 10 de agosto de 1958 no se oficializa la

“provincialización”. Mientras los nacionalistas denunciaban esas

falacias en los organismos internacionales, el colonialismo

empezó a dividirlos, consciente de que las reivindicaciones

soberanistas estaban siendo tomadas en serio por la comunidad

internacional y la independencia podía ser posible, como en el

resto de África.

Dos fueron los métodos más eficaces: presentar al país no como

una unidad, sino como una frágil amalgama de tribus antagónicas,

unas más pobres y “salvajes” y otras más “civilizadas” y ricas,

cuya coexistencia sólo podía garantizar España; el objetivo era

azuzar como fuera unos recelos y rivalidades inexistentes hasta

entonces; la otra estrategia fue la introducción de factores

ideológicos en unas formaciones políticas cuya razón de ser era

casi exclusivamente la liberación del país de la opresión

extranjera, sin que hubiesen formulaciones teóricas ni

programáticas consistentes que sustentasen políticamente tal

aspiración. Esa endeblez ideológica –que al final resultó una de

16

las causas de la posterior tragedia que aún sufre el país- fue

aprovechada por la propaganda colonial para infundir en algunas

mentes la idea de que los partidarios del MONALIGE, con su

secretario general al frente, eran unos “peligrosos comunistas”. La

extrema derecha en el poder –en España y, obviamente, en la

colonia- empezó a agitar el fantasma de sus propios miedos para

asustar a una población que en realidad nada sabía de tales cosas

–o estaba influida por dos décadas de adoctrinamiento fascista-,

con la finalidad de generar desconfianza hacia los líderes y, en

definitiva, impedir o dificultar la independencia. Se logró imbuir

en ciertas mentes el espíritu cainista y “guerracivilista” que había

llevado al desastre a la propia metrópoli9.

Al fomentar la rivalidad étnica, el gobierno general regido por

Faustino Ruiz González creó las bases de la inestabilidad

permanente que minaría la política guineana, evidenciada durante

la Conferencia Constitucional, cuyas secuelas permanecen aún

hoy. Las pruebas más claras son la creación en 1960 de dos

provincias, cuando el decreto del 10 de enero de 1958 aludía a

una “provincia ecuatorial”; y, a partir de entonces, la proliferación

de una serie de “partiditos” –en la terminología de la época- de

base tribal, en una maniobra copiada de la experiencia belga, una

de las peores del proceso descolonizador africano, con la que se

9 En efecto, se logró una escisión del MONALIGE por la derecha, pues Bonifacio Ondo Edu fundó en Libreville la conservadora Unión Popular de Liberación de Guinea Ecuatorial (UPLGE), que, cooptada por el colonialismo, se convertiría en Movimiento de Unión Nacional de Guinea Ecuatorial (MUNGE), partido con el que conseguiría “gobernar” durante el Régimen Autónomo.

17

ahogó al nacionalismo integrador representado por Patrice

Lumumba y se impidió –hasta hoy- la cristalización de una

nación estable en la República Democrática de Congo.

Otra prueba de nuestro argumento es la creación de Idea Popular

de Guinea Ecuatorial (IPGE), el otro grupo político que más

contribuyó a lograr la independencia de Guinea Ecuatorial,

surgido asimismo de una escisión por la izquierda del

MONALIGE. Aunque parece haber sido fundado “dentro del país

en los años 1949-1950”10, fue constituido formalmente en 1959

por exiliados guineanos en Camerún, y su comisión ejecutiva es

claramente interétnica: los bubis Marcos Ropo Uri y Luis Maho

Sicahá, el fernandino Gustavo Watson Bueco y los fangs Enrique

Nvo, Pedro Ekong Andeme, Clemente Ateba o José Nsue Angüe.

Dos fueron las características fundamentales de este partido: su

radicalismo de izquierdas y su determinación de unir Guinea

Ecuatorial y Camerún tras la independencia. La primera podría

ser una consecuencia de la deriva cada vez más represora del

colonialismo, sobre todo a partir de 1959, como veremos a

continuación, o un simple contagio de las formas al uso de los

movimientos anticoloniales más ideologizados, como la Unión de

los Pueblos de Camerún (UPC), de Félix Moumié; pero no se

conoce ningún documento o actuación que avalara tal discurso y,

10 Según uno de sus dirigentes históricos, Clemente Ateba, en la VII Sesión de la Comisión Política de la Conferencia Constitucional, Madrid, 10 de noviembre de 1967. Actas de la Conferencia Constitucional, inéditas.

18

como el MONALIGE, tampoco articuló su propuesta política en

un pensamiento que superase el mero deseo de “echar al blanco”,

como afirmó más de un líder; no había, pues, un programa que

avalase ese aura de “radicales” que siempre le rodeó, y que

podemos atribuir a la contrapropaganda de signo colonialista. La

actuación de sus dirigentes lleva a pensar más bien en una

ideología liberal en lo político y en lo económico; lo cual

explicaría los bandazos de sus principales dirigentes, alguno de

los cuales, como Luis Maho, que sustituiría a Nvo en la

presidencia del partido, aceptó cargos en el Gobierno Autónomo

constituido por Bonifacio Ondo Edu en 1964, al dictado de

Carrero Blanco; otros militantes destacados se pasarían al

MUNGE. Convenientemente orquestado por la propaganda

colonial, su compromiso de federarse con Camerún tras la

independencia -anunciado y defendido por Maho en una

conferencia internacional en Uagadugú, Burkina Faso, y

contemplado en el artículo 3º de sus estatutos- restó al IPGE

apoyos dentro de Guinea, hasta que fue suprimido en la reunión

de Ebolowa en marzo de 1962, a propuesta de Agustín Eñeso y

Esteban Nsue Ngomo. Algunos militantes del IPGE atribuyen a

“necesidades financieras” aquella insólita propuesta, bien

instrumentalizada por el estamento colonial; el propio Maho se

justificaría posteriormente con el argumento de que “no sabía

francés” y “firmé lo que me pusieron”.

19

El decreto de “provincialización”, del 10 de enero de 1958, fue

un revulsivo para la sociedad guineana. Las autoridades españolas

esperaban que sería recibido con alborozo, al equiparar

jurídicamente a colonizados y colonizadores y aliviar los efectos

más ingratos de la interacción entre blancos y negros. En vez de

ello, arreció la oposición anticolonial: los nacionalistas exiliados

protestaron ante la ONU, mientras en el interior crecía la

oposición a la medida. Enrique Nvo, líder del IPGE, opinaba que

el nuevo estatuto estaba destinado a impedir la independencia,

pues vaciaba de contenido las principales reivindicaciones de los

nativos, que ya no serían considerados sujetos coloniales, sino

ciudadanos –“súbditos”, en la terminología de entonces-

españoles. El IPGE convocó una reunión en Santiago de Baney

(Fernando Poo), a la que asistieron, entre otros, Felipe Ndjoli,

Alberto Mbande, Federico Ebuka y Pastor Toraó. Los

congregados acordaron oponerse a las maniobras españolas y

comisionaron a Nvo para que viajase a Camerún y utilizara sus

contactos con el independentismo local para hacer llegar a la

ONU un escrito que denunciaba la “provincialización” y exigía la

independencia. Nvo llegó a su pueblo, Mbé, en el distrito de

Micomeseng, donde cruzó el río Campo (Ntem), fronterizo con la

colonia francesa. A partir de ahí se pierde su pista, existiendo

varias versiones sobre su desaparición: para unos, “un soplón”

habría comunicado a la policía colonial los pormenores de su

misión, y habría sido asesinado por guineanos pagados por el

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gobernador Ruiz González; para otros, Nvo fue asesinado por

instigación del gobierno autónomo camerunés –presidido por

Ahmadou Ahidjo, que después sería el primer presidente del país-

al negarse a ratificar el “compromiso” de federar ambos países

tras la independencia.

La desaparición de Enrique Nvo conmocionó al independentismo

guineano, y sólo tuvo como consecuencia la huida hacia el exilio

de numerosos nacionalistas, que redoblaron sus esfuerzos para

acabar con la colonización. En julio, el IPGE presentó ante la

ONU una petición formal de independencia, al tiempo que

denunciaba la “provincialización” como una argucia de los

españoles para impedir el acceso a la soberanía. Se constituiría

oficialmente como partido político en Ambam (Camerún), a

principios de 1959.

Tras la “provincialización” oficial y la desaparición de Nvo, el

MONALIGE, por su parte, también se reafirmó en su

determinación de proseguir la lucha por la independencia. En una

reunión clandestina que tuvo lugar en Kogo el 10 de junio de

1959, los asistentes (Atanasio Ndong Miyón, Agustín Bibang,

Miguel Aloo, Eduardo Makambo, Rafael Dámaso Sima, Ramón

Ela, Adolfo Obiang Bikó y otros) resolvieron “potenciar la

extensión de las bases nacionalistas en toda Guinea” y enviar al

exilio a guineanos voluntarios, con el fin de activar la

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propagación “de los fundamentos de un cambio revolucionario

que se preveía irreversible”, cursar solicitudes de asilo en los

países vecinos, cuya independencia ya tenía fecha, y “canalizar

los contactos con los Estados africanos ya independientes y con

las Naciones Unidas”. A partir de entonces, Ndong Moyón y sus

seguidores multiplicarían aún más sus frecuentes viajes

clandestinos a las localidades guineanas fronterizas con Gabón.

Es también en esta época (1959-1960) cuando el MONALIGE

crea un sindicato de inspiración cristiana, la Unión General de

Trabajadores de Guinea Ecuatorial; se producen contactos

continuos de colaboración activa entre los opositores del interior

(Bonifacio Ondo Edu, Francisco Salomé Jones…) y del exterior,

así como los acuerdos de concertación entre el MONALIGE y la

IPGE.

A mediados de 1959, llegaron a Guinea los primeros efectivos de

la Guardia Civil, fuerza de seguridad más eficaz en las tareas

policiales que la obsoleta Guardia Colonial (que pasó a llamarse

Guardia Territorial). Entre sus 350 efectivos, desplegados en

cinco distritos de Fernando Poo y Río Muni, no había un solo

guineano, para evitar las complicidades con los nacionalistas

detectadas en la Guardia Colonial, compuesta por oficiales

blancos y suboficiales y tropas nativas. A medida que España

completaba el ordenamiento jurídico de la “provincialización”,

arreciaba la represión. Su punto culminante fue la detención y

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asesinato de Acacio Meñe Ela, cabeza visible del MONALIGE en

el interior, el 28 de noviembre de 195911. Meñe fue detenido en

Bata, cerca de la Misión Católica, cuando salía de entrevistarse

con el padre Antonio Cañigueral, “gran amigo suyo”; aunque

otras fuentes aseguran que acababa de confesarse con el padre

Nicolás Preboste, vicario general; trasladado al cuartel de la

Marina, al parecer fue brutalmente torturado y luego embarcado

en un buque que zarpaba hacia Fernando Poo, pero no llegó a la

isla. Desde entonces se cree que fue arrojado al mar.

Si la muerte de Enrique Nvo conmocionó al país, este nuevo

crimen resultaría un revulsivo. El gobernador Ruiz González

reactivó la represión. Fueron detenidos numerosos maestros,

funcionarios y gente destacada de las que se sospechaba una

proclividad con las ideas soberanistas; entre otros, Justino Mba

Nsue, Federico Ngomo Nandongo, Agapito Ona, José Nsue

Angüe Osa, Federico Ebuka, Juan Roku, Felipe Ndjoli, Esteban

Santos Ekoo, Jesús Alfonso Oyono, Salvador Ndong Ekang,

Alejo Ndong... Todos fueron encarcelados y torturados, algunos

con especial saña, como Salvador Ndong Ekang. Curiosamente,

ninguno de los bubis y fernandinos implicados fueron

encarcelados, ni otros que, como Enrique Nkuna y el sacerdote

Alberto Ndong, quedaron como sospechosos. En una gira que

11 Eugenio Nkogo Ondo, creemos que erróneamente, señala como fecha de este crimen el 20 de noviembre de 1958 (ver documento citado); lo cierto es que la “desaparición” de Enrique Nvo es anterior al asesinato de Acacio Mañe.

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realizó por todo el país, el gobernador Ruiz González fue muy

claro: “Esos que están ahora en las mazmorras, detrás de mi

palacio en Santa Isabel, llorando como mujerzuelas, que creían

que ya eran algo por saber las cuatro operaciones fundamentales,

conocerán dentro de poco cuán peligrosos son ciertos juegos (…)

Debo recordar aquí, en Micomeseng más que en ningún otro sitio,

que mi puño no temblará para firmar la sentencia de muerte de

ningún desgraciado que atente contra la dignidad de España; vista

el hábito que vistiere, cualquiera que atente contra la españolidad

de estas tierras lo mandaré fusilar”12. Y los habría mandado

fusilar de no oponerse el obispo de la diócesis, Francisco Gómez

Marijuán, y el comandante de la Guardia Territorial, Huete, que al

parecer discrepaban de los métodos expeditivos del gobernador.

Se propuso el destierro de los implicados a la isla de Annobón,

idea que también fue rechazada, y los nacionalistas fueron

saliendo de las cárceles (Black Beach de Santa Isabel y “Modelo”

de Bata), tras ocho meses o un año (según los casos) de trabajos

forzados.

El ya por entonces almirante Ruiz González no actuó por su

cuenta, sino de acuerdo con el ministro Subsecretario de la

Presidencia, el también almirante Luis Carrero Blanco, mano

derecha de Franco, del que dependían las colonias. Lo prueba un

párrafo de uno de sus discursos durante su visita oficial a Guinea

12 Ela Abeme, Francisco, ob. Cit., págs. 51-52.

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en octubre de 1962, pronunciado en Bata, en el que, tras asegurar

que no era la primera vez que viajaba a aquellas tierras, añadió:

“Hace poco tuve que venir a cortar la cabeza de una serpiente

negra en el estuario del Muni”13. ¿Se refería a Acacio Meñe? En

las referencias biográficas oficiales, no consta ese viaje. La

verdad sólo se sabrá cuando las autoridades españolas tengan a

bien abrir a los investigadores las secciones correspondientes del

Archivo General de la Administración, sito en Alcalá de Henares.

En 1960, 17 países africanos obtuvieron su independencia. El

colonialismo, tal como se había entendido desde finales del S.

XIX hasta la primera mitad del S. XX, quedaba derrotado. Pero

no por ello se agotaron las esperanzas de los “viejos coloniales”,

como se llaman a sí mismos: estaban dispuestos a oponer

resistencia, siguiendo los ejemplos de Portugal, y, sobre todo, de

las minorías blancas de Rhodesia del Sur (actual Zimbabue) y

Sudáfrica. Diversos estamentos coloniales –los “finqueros”

agrupados en el sindicato del Cacao, los madereros y los

funcionarios- podían resignarse ante la independencia de la parte

continental, pues, a fin de cuentas, no habían conseguido dominar

el miedo depositado en su imaginario hacia los belicosos fang,

“fieros” y “salvajes”, a los que llamaban pamues. Pero Fernando

Poo era distinto: consideraban “pacíficos” y “más civilizados” a

sus habitantes autóctonos, los bubis; allí residía la inmensa

13 Ela Abeme, F., ob. cit., pág. 55.

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mayoría de los colonos, allí se había invertido más dinero, allí el

nivel de vida era más próspero. Por eso muchos colonos

consideraron que la independencia no debía alcanzar a las islas,

sino sólo a Río Muni.

A tenor de los datos conocidos, el gobernador Ruiz González se

situó a la cabeza de una operación involucionista, que pretendió

impedir una independencia unitaria de la “región ecuatorial”,

manteniendo Fernando Poo como una provincia, un protectorado

o un Estado asociado a España, controlado por la minoría blanca.

En el verano de 1961, algunos colonos concibieron la idea de

convertirle en “abba” (“sacerdote supremo”, que muchos

desconocedores de la tradición bubi interpretaron como “rey”). A

tal efecto, se convocaron reuniones con jefes tradicionales y

demás notables bubis en Ruiché y Bocoricho. No prosperó la

idea, porque los bubis adujeron que ése no es un cargo electivo ni

político, sino una representación espiritual hereditaria dentro de

una familia determinada; la habilidad de ciertos bubis logró ir

posponiendo una ceremonia que describían como muy

complicada, que incluía muchas consultas rituales con los

espíritus de sus antepasados y requería que el gobernador se

casase con una joven virgen de una familia principal, y al

gobernador, recalcitrante soltero, se le tenía por “misógino”; se

mezclaron los temas políticos, pues muchos de los bubis más

influyentes recordaron el rosario de agravios infligidos por los

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colonizadores, en especial la represión desencadenada sesenta

años antes tras el levantamiento del jefe balachá Esasi Ebuera,

más conocido como “Sas Ebuera”; como los promotores de la

propuesta la habían disfrazado bajo el argumento de que sería un

“homenaje a España”, que protegería así a los bubis, algunos

nativos propusieron arrendar la isla a España “y después se

vería”; muchos bubis expresaron su desconfianza hacia los

colonos, pues se sentían aturdidos por la “provincialización”, ya

que algunos colonos racistas se empeñaban en seguir llamándoles

“monos” aunque fueran “españoles”; en resumen, los bubis no

vieron claro el asunto, y la “coronación” se redujo a un

descafeinado “homenaje”, con promesa de nombrar “botuku”

(persona destacada de un lugar) al gobernador, en un acto

propiciado por la Diputación Provincial –presidida por Javier

Alzina- con motivo del “Día de la Provincia”, en agosto de

196114. Contrariados sus deseos, el 18 de diciembre de ese

mismo año Ruiz González salió hacia España, oficialmente para

tomar sus vacaciones, pero ya no regresó.

El fracaso de sus aspiraciones, y el ridículo consiguiente,

determinaron la dimisión –cese para algunos- del gobernador

Ruiz González. Todavía se desconoce si el almirante Carrero

Blanco conocía las pretensiones de su hombre en Santa Isabel;

14 El Dr. Armando Ligero Morote, alcalde de San Carlos (hoy Lubá) en 1961, relata estos hechos en el núm. 8-9, 1990, de la “Revista de Estudios Africanos”, editada por la Asociación Española de Africanistas, de la era entonces presidente.

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determinados indicios permiten sospechar que sí, aunque aún no

hay respuesta a la duda sobre si las compartía. Existen diversos

testimonios de destacados “coloniales”, entre ellos el de José

Menéndez Hernández, quien escribe: “Para Carrero Blanco la

situación de la Guinea era clara. Los nativos de Fernando Poo, los

bubis, no deseaban separarse de España. Querían constituir un

Estado asociado con la metrópoli. Los que sí postulaban una

independencia total eran los fang del Continente. Por ello el

Almirante pensaba que hubiese sido más acertado propiciar el

nacimiento de dos estados diferentes”15.

Puede afirmarse, pues, que el largo mandato de Faustino Ruiz

González, el gobernador más longevo en su cargo -después de

Ángel Barrera, a principios del siglo XX-, se caracterizó por los

intentos de impedir por la fuerza la evolución política de Guinea

Ecuatorial, mediante la represión y la división de las fuerzas

políticas nacionalistas. Fracasó, obviamente, al no lograr impedir

la independencia, ni consumar la secesión de Fernando Poo. Poco

después de tomar posesión en febrero de 1962, su sucesor, el

contralmirante Francisco Núñez Rodríguez, hasta entonces

secretario general del Gobierno General, inició una política

conciliadora con los independentistas. Presionado por los grupos

soberanistas y por las circunstancias internacionales, el Gobierno

15 Menéndez Hernández, José: Los últimos de Guinea. El fracaso de la descolonización”, Sial Ediciones, Madrid, 2008; pág. 412. Lo cual coincide con toda la actuación del almirante Carrero, ya vicepresidente del Gobierno español, durante la conferencia constitucional y las posteriores elecciones de 1968.

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español tuvo que cambiar radicalmente de actitud; pocos meses

después, en octubre de 1962, el propio Carrero declaraba que

“España no se opondrá si en el futuro la mayoría deseara

modificar en algún aspecto su estatuto actual”, reconociendo así

la posibilidad de una independencia que un grupo de nacionalistas

le acababa de exigir por escrito en Baney. Menos de dos años

después, las “provincias ecuatoriales” pasaron a tener un régimen

autónomo que otorgó a los guineanos un amplio abanico de

libertades, como la existencia de partidos políticos y sindicatos, y

el regreso de los exiliados, de las que no gozaban los propios

españoles, preludio de la independencia proclamada el 12 de

octubre de 1968.