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investigaciones sociales 161 AÑO XII N° 21, pp. 161-183 [UNMSM / IIHS, Lima, 2008] historia El espacio del esclavo negro en las haciendas del valle de Cañete, 1747-1821 María Ángela Morales Polar Universidad Católica de Leuven/Bégica RESUMEN El presente trabajo interpreta la consumición de los espacios de las haciendas del valle de Cañete, por los esclavos negros en el período 1747-1821. La explotación y control a los que fueron sometidos debido a su situación y las precarias condi- ciones de sus vidas y espacios a los que fueron confinados, originaron diferentes respuestas de resistencia y adaptación, debido a la necesidad de supervivencia. Estas respuestas constituyeron sus medios de expresión en los espacios de la hacienda y el comienzo de creación de su cultura, en el nuevo territorio. PALABRAS CLAVE: Cañete, arquitectura rural, haciendas coloniales, esclavitud, cultura negra peruana, uso del espacio. ABSTRACT This paper interprets the consumption of the spaces in the haciendas of the Valley of Cañete by the black slaves in the period 1747-1821. The exploitation and control they were putted under due to their situation and the precarious conditions of the lives and spaces they were confined to, originates different answers of resistance and adaptation, in consequence of the necessity of survival. These answers consisted in their means of expression, in the spaces of the hacienda and the beginning of the creation of their culture, in the new territory. KEY WORDS: Cañete, rural architecture, colonial household tasks, slavery, black Peruvian Culture, use of the space.

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investigaciones sociales 161Año XII N° 21, pp. 161-183 [unMsM / iiHs, Lima, 2008]

historia

El espacio del esclavo negro en las haciendas del valle de Cañete, 1747-1821

María Ángela Morales PolarUniversidad Católica de Leuven/Bégica

RESUMENEl presente trabajo interpreta la consumición de los espacios de las haciendas del valle de Cañete, por los esclavos negros en el período 1747-1821. La explotación y control a los que fueron sometidos debido a su situación y las precarias condi-ciones de sus vidas y espacios a los que fueron confinados, originaron diferentes respuestas de resistencia y adaptación, debido a la necesidad de supervivencia. Estas respuestas constituyeron sus medios de expresión en los espacios de la hacienda y el comienzo de creación de su cultura, en el nuevo territorio.

Palabras clave: Cañete, arquitectura rural, haciendas coloniales, esclavitud, cultura negra peruana, uso del espacio.

ABSTRACTThis paper interprets the consumption of the spaces in the haciendas of the Valley of Cañete by the black slaves in the period 1747-1821. The exploitation and control they were putted under due to their situation and the precarious conditions of the lives and spaces they were confined to, originates different answers of resistance and adaptation, in consequence of the necessity of survival. These answers consisted in their means of expression, in the spaces of the hacienda and the beginning of the creation of their culture, in the new territory.

Key words: Cañete, rural architecture, colonial household tasks, slavery, black Peruvian Culture, use of the space.

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introduCCión

El tema que presento está motivado por la inquietud de acercarse a la vida diaria del esclavo en la hacienda colonial como medio de identificación de algunos de los ingredientes del nacimiento y creación de la cultura negra peruana.

El presente trabajo es la traducción y resumen de parte de la tesis de postgrado «El espacio del esclavo negro en las haciendas del valle de Cañete. 1742- 1821»1, tesis realizada como requisito final del Máster de Arquitectura en Asentamientos Humanos2 estudiado en el período 2004-2005, en el Departamento de Arquitec-tura y Planeamiento Urbano y Regional de la Universidad Católica de Leuven3, Bélgica.

teMA

Las haciendas coloniales del valle de Cañete fueron durante el período 1747-1821 empresas económicas productivas privadas y complejas y jerárquicas entidades sociales; estaban avocadas principalmente a la producción de azú-car, poseídas por grupos minoritarios de poder político, económico y social, y usadas como mecanismos de dominación, control y explotación de esclavos negros, mediante «trabajos» forzados, mayoritariamente, y evangelización. Ellos, considerados parte de la «maquinaria» productiva, desarrollaron allí, ante las precarias y frustrantes condiciones de sus vidas y espacios, reacciones de resistencia: contestación, transgresión, confrontación, socialización, descom-presión, acomodo, etc., sostenidas en su capacidad creativa de posesionarse y expresarse.

El objetivo principal de la tesis fue descubrir, a través de la interpretación del material consultado, cómo es que los esclavos negros reaccionaron ante los espacios diseñados para la producción de las haciendas: cómo los vivieron, usaron, consumieron, sintieron, aprehendieron, apropiaron o rechazaron. La aprehensión y apropiación de un espacio debe entenderse aquí como la capacidad de lograr identificarse positivamente con él y sentirse cómodo en él. El presente trabajo pretende la interpretación de la consumición de los espacios por el esclavo negro en su vida diaria, la interpretación y conocimiento de su espacio. Las preguntas que me planteo son las siguientes:

¿Cuáles fueron los espacios designados para los esclavos en la hacienda?¿Cómo los usaron?¿Cuál era el significado de estos espacios para los esclavos?

1 Título original: «The Espace Of The Black Slave in the Haciendas of the Valley of Cañete, 1747-1821». 2 Nombre original: «Master of Architecture in Human Settlements».3 Katholieke Universiteit Leuven, Faculty of Engineering, Department of Architecture, Urban and Re-Katholieke Universiteit Leuven, Faculty of Engineering, Department of Architecture, Urban and Re-

gional planning.

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¿Cuáles fueron los espacios de dominación, control, represión y castigo? ¿Cuáles fueron las expresiones y los espacios de crítica, transgresión, resis-

tencia, descompresión, socialización e ilusión?¿De qué espacios lograron «asirse», «apropiarse» y aprehenderse?

CAso de estudio

El caso de estudio está definido por seis ex haciendas localizadas en el Valle de Cañete: «Montalbán», «Arona», «Santa Bárbara», «Hualcará», «Casablanca» y «La Quebrada», cuyos asentamientos rurales llamados casa-hacienda que «constituyeron por más de tres siglos (XVII y XIX) el nervio motor de la acti-vidad agrícola y social del Valle de Cañete.»4 El período de estudio comprende los años 1747-1821. A partir de 1747 empieza a incrementarse el número de esclavos negros en las haciendas coloniales del Valle de Cañete: «El rey mismo el 3 de septiembre de 1747 promulgó una Cédula con que concedía a las ha-ciendas de Cañete que trabajasen esclavos negros.»5 En 1821 se proclama la independencia del Perú de la dominación española, alrededor de este evento se originan cambios en la coyuntura económica, social y política del valle y en la concepción de la esclavitud como medio de producción, aunque se prolongaría unas décadas más y en la práctica aún después de la ley de la abolición de la esclavitud en 18546.

MetodologíA

La primera búsqueda y recolección de material se realizó en Lima, Cañete, Ica, Cusco y Abancay con anterioridad al viaje de estudios y con la sola idea de de-sarrollar un tema en relación a los temas de haciendas coloniales y cultura negra peruana. Se inició así la búsqueda del material bibliográfico en archivos de Lima y en el Centro Bartolomé de las Casas del Cusco, y se realizó un levantamiento fotográfico en diferentes haciendas de las ciudades y/o valles de los departamentos y provincias mencionadas. Definido el tema, durante los estudios del Máster, se retomó la búsqueda y recolección de información en las bibliotecas de la ciudad

4 CAlderón oliVerA, Blanca y Ana María ríos oliVA. La casa-hacienda en Cañete. Propuesta de recupe-ración a nivel del valle y proyecto de aplicación para un caso piloto. Lima, 1995. Trabajo de investiga-ción iniciado como tesis de grado en Arquitectura; no llegó a ser presentado. En este estudio Calderón y Ríos analizan, junto con las casas-hacienda Unanue, Herbay Alto, Cerro Alegre y San Isidro un total de «diez casas-haciendas correspondientes al desarrollo más representativo de la hacienda del valle entre los siglos XVII y XIX».

5 Arch. CBM. Libro de Legatos, h. 69, h. 514. Citado por CAlderón y ríos. Op. cit.6 La ley de abolición de la esclavitud en el Perú, dado en 1854 por Ramón Castilla, llega en medio de una

lucha por el poder político entre Ramón Castilla y Rufino Echenique. Consultar Aguirre, Carlos. Agentes de su propia libertad. Los esclavos de Lima y la desintegración de la esclavitud. 1821-1854. Segunda edición. Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima: Fondo Editorial. 1995.

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y Universidad de Leuven y nuevamente en Lima, por medio de colaboradores. El trabajo realizado por Calderón y Ríos sobre la casa-hacienda en Cañete en19957 fue la referencia principal por los levantamientos arquitectónicos y planos de la evolución física de las haciendas. El referente teórico es el del uso del espacio por el hombre en su vida diaria.

Interpretando la información consultada en levantamientos arquitectónicos y fotográficos, planos, mapas, gráficos, imágenes, música, literatura, historia y otras investigaciones en relación al valle de Cañete, la cultura afro-peruana y a los temas de arquitectura rural, haciendas coloniales y esclavitud en el Perú y el resto de América; y apoyada en mi propio análisis y experiencia del sitio; cons-truiré una imagen de los espacios de la hacienda e interpretaré la consumición espacial por parte del esclavo, en el período y sitio definido.

La tesis está organizada en dos partes. La primera parte, «Las haciendas del valle de Cañete como condición espacial», está subdividida a su vez en tres capítulos. El Capítulo I describe las transformaciones sociopolíticas, eco-nómicas y de poder que ocurren en las haciendas del valle de Cañete durante los siglos XVI-XXI. Ensayo con ello, una interpretación de la transformación del significado y del uso de sus espacios. Esta información e interpretación sirve de referencia para insertar el período específico de estudio. El Capítulo II describe el funcionamiento de las haciendas del valle de Cañete en el perío-do 1747-1821, sobre todo socialmente, haciendo una aproximación a la vida de los esclavos. El Capítulo III describe el asentamiento rural de la hacienda:

7 CAlderón y ríos. Op. cit.

LAS HACIENDAS DEL VALLE DE CAÑETE COMO CONDICIÓN ESPACIAL EN EL

PERÍODO 1747-1821CULTURA NEGRA PERUANA

ARQUITECTURA RURALHACIENDAS COLONIALES

OTRAS PLANTACIONESESCLAVITUD

USOS DEL ESPACIO/

VIDA DIARIA

INTERPRETACIÓN DEL USO DE LOS ESPACIOS POR LOS ESCLAVOS EN LAS HACIENDAS DEL VALLE DE CAÑETE DURANTE EL PERÍODO 1747-1421

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la casa-hacienda, qué espacios y edificios la formaban, cómo funcionan, su interrelación e importancia. Con ello, interpreto el uso y emplazamiento de sus espacios y edificios, como medio para lograr la imagen que el hacendado quería crear de su hacienda.

La segunda parte, «El espacio de esclavo negro», está subdividida a su vez en cinco capítulos (IV-VIII) referidos a los espacios de la hacienda donde la presencia del esclavo era, de uno u otro modo, significativa: en el campo y en la casa hacienda (el patio principal, el trapiche y los galpones). En estos capítulos los describiré e interpretaré sus usos y significados para el esclavo, acercándome a su vida diaria y forma de consumir el espacio. El presente resumen se refiere con mayor detalle a esta segunda parte. Finalmente definiré mis conclusiones, basadas en mi interpretación y en respuesta a las preguntas del tema.

liMitACiones

Las limitaciones tienen como motivo principal la distancia y el tiempo. Definido el tema, se contó sólo con tres meses, a tiempo completo, para la conclusión del trabajo. La imposibilidad de realizar un viaje de levantamiento de información específica, después de la definición del tema, hizo que me limitara a la informa-ción recolectada relacionada con el tema.

El acercamiento arqueológico no pudo ser considerado: la búsqueda de rastros materiales en las actuales edificaciones y/o espacios de las ex -haciendas, para la reconstrucción imaginaria de los galpones y otras edificaciones ya no existentes, es una aproximación a considerar para mejorar y completar la pre-sente interpretación. No hago referencia a los esclavos domésticos, no encontré información al respecto en las haciendas del valle, es posible que su presencia no fuera significativa en la casa principal por la ausencia, la mayor parte del tiempo, del hacendado y su familia; tampoco encontré información sobre el uso de las capillas por los esclavos; muestro entonces la casa principal y la capilla como presencias físicas trascendentales en la conformación física e imagen de la casa hacienda y no, en este caso de estudio, como espacios consumidos por los esclavos. Las diferencias y los conflictos de género en el uso del espacio tampoco pudieron ser considerados.

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PArte 1. lAs HACiendAs

1.1. Las haciendas del valle de Cañete en el período 1742-1821

En este país los jornales han de ser negros esclavos propios. Por eso fue preciso y forzoso comprar varios negros para que viviesen y trabajasen en la hacienda. El Rey mismo el 3 de septiembre de 1747 promulgó una cédula con que concedía a las haciendas de Cañete que trabajasen esclavos negros.8

Es a partir de 1747, con la promulgación de la cédula que otorgaba a los hacen-dados el permiso para trabajar con esclavos negros, que comienza la adquisición y transferencia al valle de Cañete de un gran número de esclavos destinados al cultivo y transformación de la caña de azúcar en las haciendas coloniales, refor-zándose así su presencia y su condición de medio indispensable de producción del azúcar.

En este período se produce el primer «boom»9 de la producción azucarera en el Perú, como consecuencia de las exigencias de los mercados europeos a quienes las haciendas del nuevo mundo abastecían de azúcar. Ya en el siglo XVIII las haciendas afirman su presencia social, política y económica en el valle de Cañete, acorde con la coyuntura social y económica del valle (Ver Plano 1)10. El período 1747-1821 es el del reforzamiento y consolidación de las haciendas y el período del crecimiento físico de sus casas-hacienda, como centros densamente pobla-dos que concentró la mayoría de la población del valle, principalmente esclavos negros. En 1813 existían aproximadamente 2,651 esclavos negros (Ver Tabla 1) en el valle de Cañete, el 99% vivía en las haciendas con un promedio de 378 esclavos en cada una. Ellos representaban el 70% de la población del valle, «La población que vive en el medio rural cañetano a fines de la Colonia es de 2,703 personas de ambos sexos, en su inmensa mayoría negros y negras en situación de esclavos. Es decir, un 75% población rural y un 25% urbana.»11 (Ver Tabla 2). En el período 1747-1821 se consolida la presencia del grupo de esclavos negros en el valle de Cañete y su importancia como grupo social mayoritario. Aquí es dónde y cuándo se construyeron la mayor parte de las bases de las manifestaciones

8 Arch. CBM. Libro de Legatos, h. 69, h. 514. Citado por CAlderón y ríos. Op. cit.9 El segundo «boom» ocurrió en las décadas finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX y debido a la

presencia de la British Sugar Company in Perú.10 «El cultivo de trigo se reemplazó con el de caña de azúcar: entonces vinieron los negros de África. A fin

de apreciar la altura a que había llegado Cañete a mediados del siglo XVIII, basta decir que habiéndose establecido un impuesto para sostener una escuadra de doce navíos de guerra que contrarrestase el poder de los piratas y de los enemigos de España, la provincia contribuyó con 30,000 duros anuales, esto es, el doble de lo que daba Lima y el quíntuplo de lo que tocó a Moquegua». lArrABuru Eugenio: Cañete. Apuntes geográficos, históricos, estadísticos y arqueológicos. Lima. Citado por reyes, Alejandro. «Es-clavitud en el valle de Cañete. Siglo XVIII. Haciendas Casablanca y La Quebrada». En Investigaciones Sociales Año III-Nº 3, 1999. Lima. Revista del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales. Universi-dad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Ciencias Sociales. 1999.

11 reyes, Alejandro. Op. cit.

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culturales y la vida futura de la población negra del valle de Cañete y también de Lima, como producto de su futura migración a la capital.

1.2. La Casa Hacienda

En este sentido la villa es un prototipo no sólo arquitectónico sino también ideo-lógico: es un mito y una fantasía mediante la cual durante siglos, la persona con una posición social privilegiada [...] expropia un terreno rural requiriendo para la construcción del mito la participación de la clase laboral o de los esclavos.12

Durante el siglo XVIII las casas haciendas crecieron físicamente y se constru-yeron edificios acorde con la especialización de las actividades productivas y el acomodo de la creciente y trasladada población devenida en establecida. Se configuraba un asentamiento rural, la casa hacienda de organización centralizada, frente a un espacio principal, a modo de plaza y con espacios para producción,

12 AkerMAn, James S. Il Paradigma della Villa. Casabella. Enero-Febrero, 1985. p. 53. Citado por CAlde-rón y ríos, Op. cit., para comparar la casa-hacienda con la villa romana del siglo IV.

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control, almacenamiento, castigo, dormitorio y consecuentemente socialización. Fue construyéndose la casa del patrón, la fábrica o trapiche para la producción del azúcar, una capilla, presencia evangelizadora, los dormitorios de esclavos, los almacenes, etc. Un sistema de caminos conectaba la casa-hacienda con el resto de la hacienda, otras haciendas y con los pueblos de San Vicente y San Luis de Cañete, y un sistema de calles la conectaba consigo misma,

La sorpresiva aparición de la casa-hacienda en el paisaje de la hacienda, desde la alameda de acceso, la jerárquica organización de sus edificios y el mostrar/ocultar lo conveniente, formaban la imagen requerida por el hacendado. La casa del hacendado (casa principal) dominaba la escena: su situación visual, escala, tipología y su relación con los demás edificios simbolizaba su supremacía sobre

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el resto de los espacios e edificaciones y, así, la dominación del hacendado sobre esclavos y trabajadores. Su localización estratégica, servía para el control de la producción en el trapiche (fábrica), la plaza, los campos de cultivo y la masa esclava.

En los asentamientos urbanos coloniales, la plaza era el centro de todo, espacio de tensión, concentración y representación del control y poderes (político, social, económico y religioso) del Virreinato. En la casa hacienda, la casa principal era imagen control político y social, la fábrica imagen de control económico y trabajo forzado y la capilla imagen del control religioso y evangelización. Poderes político y social (casa principal), económico (fábrica) y religioso (capilla) estaban repre-sentados en la casa hacienda, como símbolos y medios de dominación colonial y organizados también en relación a un patio principal. Este núcleo físico, motor de la hacienda, era su fachada y representaba su imagen; imagen manipulada para conseguir una impresión y transmitirla en beneficio del hacendado: representar su estatus, estresar las jerarquías e inspirar temor, respeto y servilismo entre la comunidad esclava.

Detrás de este escenario, se ubicaron otras edificaciones necesarias para la producción que, por su razón de ser y apariencia, no convendría mostrar como parte de la imagen percibida desde el patio/plaza principal. Los galpones o dor-mitorios de esclavos estaban más relacionados con los almacenes y establos, los galpones se constituyeron como almacenes nocturnos de esclavos.

PArte 2. el esPACio del esClAVo negro

2.1. Los campos de cultivo

La campana era la encargada de avisar. Con una precisión desesperante mandaba y había que obedecer. Un grito de ella descabezaba el sueño más profundo, haciendo refunfuñar al retardado. ¡Y con qué rabia se la oía! Sólo a las once de la mañana y a las seis de la tarde recibíanse sus plañideros toques como la liberación de una abrumadora carga.13

El sonido de la campana era el primer elemento regulador del día, «…los escla-vos se levantaban los días de trabajo en invierno a las 4.30 a.m. y en verano a las 5.15 a.m. La preparación para el plantado anual de caña, comenzaba usualmente en junio. Los canales que traían agua a los campos eran limpiados y abiertos. La tierra era arada y gradada tres veces, así como minuciosamente limpiada de hierbas y crecimientos. Un final gradado era hecho justo antes de la plantación de diciembre que usualmente duraba un mes. Terminada la planta-ción, comenzaba la cosecha de la caña tres años ya madura […] El trabajo del

13 lóPez AlBúJAr, Enrique. Matalaché. Decimoquinta edición. Lima. Editorial Printer Colombiana. 1928, pp. 23-24.

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campo terminaba normalmente a la caída del sol.»14 Los campos de cultivo se dividían en «cuartos» para poder cultivar caña de diferentes edades. Esta ocupaba la mayoría de la tierra, en el resto se cultivaba maíz, básica dieta de los esclavos, alfalfa y hierba para el ganado.

La gran mayoría de esclavos de cada una de las haciendas del valle de Cañete eran empleados en el campo15; basada en el promedio de esclavos por hacienda en 1813 (Ver Tabla 1) y el número de esclavos de campo en relación al total de la hacienda Santa Bárbara16 concluyo que es posible que en 1813 dentro de las haciendas, con un promedio de 378 esclavos por hacienda, trabajaban más o menos 325 en los campos de cultivo de caña. Considerando lo escrito por Christine Hünefeldt, acerca de los esclavos de las haciendas de Lima17, en las haciendas del valle de Cañete, con centenas de esclavos en promedio, la relación con el hacendado, el administrador, el mayordomo y el caporal debió ser distante, sin mayor aproximación personal. Al caporal, controlador de esclavos, aún siendo más cercano y perteneciendo a su comunidad18, las referencias lo acusan como el personaje castigador19: «Fuera de la ciudad, en el campo, la situación era

14 «On Jesuit sugar haciendas, the slaves arose on workdays in wintertime (May-November) at 4:30 A.M. and in the summer (December-April) at 5:15 A.M. Preparation for the yearly planting of cane usually began in June. The canals bringing water to the fields were cleaned and opened. The soil was plowed and harrowed three times, as well as minutely cleaned of herbs and growths. A final harrowing was done just before the December planting, which usually lasted about a month. At the end of the planting, the harvest of mature three-year-old cane began…. Work on the fields… ordinarily stopped at sundown… The only work permitted on Sundays and holidays was grass cutting and housecleaning, as long as it did not exceed one hour.» CusHner, Nicolas P. Lords of the Lands. Sugar, Wine and Jesuit Estates of Coastal Perú. 1600-1767. Sate University of New York Press, Albany,1980. (La traducción es mía).

15 «La hacienda Santa Bárbara a comienzos del siglo XIX poseía 229 negros de ‘pampa’ de un total de 266 negros entre hombres y mujeres.» CorreA PereyrA, Luciano. Citado por CAlderón y ríos. Op. cit

16 Ibíd.17 «... lo que observamos es que la cantidad de esclavos crece conforme nos alejamos del núcleo citadino.

En otras palabras hay más esclavos por propietarios mientras más nos alejamos de Lima». «El menor número de esclavos otorgaba características propias a las relaciones que se establecían en la hacienda tanto entre hacendado-mayordomo-esclavos como entre los miembros de la propia comunidad esclava. Eran más próximas y estaban más individualizadas.» Hünefeldt, Christine. Lasmanuelos, vida cotidiana de una familia negra en la Lima del s. XIX. Una reflexión histórica sobre la esclavitud urbana. Instituto de Estudios Peruanos. Lima. IEP Ediciones. 1992, pp. 20-21.

18 «Con frecuencia el caporal de una hacienda o chacra era también un esclavo, aunque a veces se recurría a negros libres. En virtud de determinados rasgos de conducta (fidelidad, energía, don de mando) eran ‘promovidos’ para hacerse cargo de la disciplina. Como tales recibían a cambio algunos privilegios. Eran vistos por los esclavos como sus enemigos más inmediatos, y no pocas veces en sus quejas arremeten contra los caporales dejando a salvo la conducta de los amos.» Aguirre, Carlos. Agentes de su propia libertad. Los esclavos de Lima y la desintegración de la esclavitud. 1821-1854. Segunda edición. Ponti-ficia Universidad Católica del Perú. Lima: Fondo Editorial. 1995, p. 116.

19 «Las quejas de los esclavos por el castigo de manos de los caporales son frecuentes. Estos tenían por obligación asegurar el cumplimiento de las faenas agrícolas y también cuidar la disciplina al interior de los galpones. Eso los involucraba directamente en infinidad de conflictos con los esclavos»… «La convicción por parte de los caporales de que el castigo era parte inevitable de la vida agrícola motivaba situaciones imprevistas». Aguirre, Carlos. Ob. cit., pp. 116-117.

«En una de las visitas a la hacienda, Manuela constató que su marido había sido cruelmente maltratado por el caporal, un mulato libre, porque —como era costumbre de los esclavos— Manuela había ido al

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generalmente más dura. La mayoría de esclavos trabajaban largas jornadas en la haciendas, eran sometidos a frecuentes castigos (azotes, cepos, prisiones) por administradores y caporales […] Los esclavos debían cumplir un trabajo duro y agotador en el campo, casi siempre bajo la mirada y el látigo implacables del caporal»20 «…lo hecho por esos hombres era una verdadera labor de esclavos: monótona, renegada, mezquina, mediocre, triste.»21

Los esclavos pasaban la mayor parte del día en el campo: «… los campos de caña eran inundados por esclavos de ambos sexos y diversas edades, para desempeñar tareas: barbecho, siembra, riego, desyerbe, abono, zafra, carguío, etc.»22, su presencia, su trabajo y el resultado de este dominaba el paisaje, era un espacio de condiciones duras, control, miedo, opresión y maltrato, donde ellos no manejaban ni movimientos ni comportamiento. Esperando que el día acabe, sin posibilidad de escapar, el campo significaba su prisión diaria, no había posibili-dad de apropiación ni aprehensión de ese espacio. Siendo la mayoría del tiempo, controlados, desarrollaron comportamientos contestatarios frente a su situación, como la descompresión al encontrarse solos: «El panalivio era un especie de lamento que cantaban los negros sobre todo cuando el caporal de la chacra se alejaba y aprovechaban para descansar»23; y el acomodo frente al hacendado o caporal, para agradar o inspirar lástima y no ser castigados24.

2.2. El trapiche

Todo el año el molino estaba activo moliendo caña cosechada, produciendo melaza y panes de azúcar [...] La vida de trabajo de los esclavos, entonces, se centraba en plantar, cosechar y refinar. El trabajo del campo y molino, ordinariamente termi-na en el ocaso, pero el trabajo en el molino que debía dejarse terminado a fin de que la melaza no se estropee era a menudo continuado por turnos más allá de la medianoche.25

pueblo a comprar tabaco.» Hünefeldt. Op. cit., p. 33.20 Aguirre, Carlos. La población de origen africano en el Perú: de la esclavitud a la libertad. En rost-

WoroWski, María; Aguirre, Carlos; delgAdo, Aparicio; tHorndike, Guillermo, MAriátegui, Javier; Por-toCArrero; PAnfiCHi y otros. Lo africano en la cultura criolla. Lima. Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2000, p. 66.

21 lóPez AlBúJAr, Enrique. Op. cit., p. 40.22 CAlderón y ríos. Op. cit.23 delgAdo APAriCio, Luis. La africanía en América. Lima. Fondo Editorial del Congreso del Perú. 2000,

p. 26.24 «–... Se hace el tonto y nada más. Es la manera como él cree que puede pasarla mejor, con el fin de ins-

pirar lástima a la hora del castigo. –¡Pobrecillo! ¿Y tienen los capataces alma para castigar a este infeliz? –Desgraciadamente hay que hacerlo varias veces, señorita. El loco por la pena es cuerdo. –Y soberbio también –añadió el congo, quien con un ojo miraba el mulo y con el otro al grupo que rodeaba a María Luz.» lóPez AlBúJAr, Enrique. Op. cit., p. 40.

25 «All through the year the mill was active grinding harvested cane, producing molasses and loaves of sugar… The work-lives of the slaves, therefore, centred around planting-harvesting-refining. Work on the field and in the mill ordinarily stopped at sundown, but work in the mill that had to be finished lest the molasses spoil was often continued in shifts well past midnight.» CusHner, Nicolas P. Op. cit.

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Trapiche e ingenio, son dos términos con el mismo significado, usado para definir el molino para la molienda de la caña de azúcar y a la vez la fábrica (edificio) donde se ubica este molino y continúa el proceso de transformación de la caña en azúcar. Así, trapiche e ingenio son el molino y la fábrica al mismo tiempo. Ingenio es también usado para definir aquella hacienda dedicada al cultivo y transformación de la caña de azúcar.

El trapiche se ubicó en el núcleo de la casa hacienda, pues requería el control de la casa principal y un fácil acceso al camino de ingreso de la hacienda y a los campos de cultivo; «… por ello, su frente principal estaba orientado a un espacio abierto […] (a modo de) explanada […] (en) la Quebrada y Santa Bárbara o plaza en Montalbán, Unanue, Arona, Hualcará, Casablanca…»26.

Para este período, la fábrica era un edificio simple, formado por un gran espacio techado con columnas de madera y espacialmente dividido, a veces con simples divisiones físicas, acorde con las actividades especializadas. «… en todas estas secciones trabajaban los esclavos dirigidos por gente mestiza o blanca. […] en la producción de azúcar también se contrataba a heleros, carpinteros y albañiles que realizaban los trabajos más especia lizados»27, estos artesanos eran, por lo general, mestizos o negros libres provenientes de la Villa de Cañete.

Cushner menciona tres etapas en el procesamiento del azúcar: molienda, hervido y granulación; para ello los espacios requeridos eran: trapiche, «casa de pailas», «casa de purga» y «casa de sol». La caña una vez cortada debe ser inmediatamente molida, por ello el trapiche requería fácil acceso a los campos de cultivo, usualmente cerca de la zona de entrada de la casa hacienda. El molino funcionaba con fuerza humana esclava, animal (yunta) o hidráulica; el jugo (caldo de melado) extraído se conducía con bandejas de cobre o por canales de madera a la casa de pailas, donde era sucesivamente hervido en varias calderas para purificarlo. La miel resultante se colocaba en conos de barro llamados «ornas»; se dejaba asentar la miel en la casa de purga y la chancaca y la masa pasaban a la casa del sol para ser secada y luego granulaba manualmente.28

Para comienzos del siglo XIX, la hacienda Santa Bárbara, con 266 esclavos, empleaba sólo 37 esclavos fuera del campo; de este grupo hubo «… 2 «purgado-res» de azúcar macho, 4 «templadores», 2 «horneros», 1 «trapichero», además de un albañil y dos carpinteros y para la casa principal una cocinera.»29 Tenemos entonces, para este caso, nueve esclavos encargados de labores específicas y tres artesanos (albañil y carpinteros) generalmente trabajando en el trapiche, además de otros esclavos ayudantes. Existía la tendencia al empleo de gente mestiza para

26 CAlderón y ríos, Op. cit.27 reyes, Alejandro. Op. cit.28 CusHner, Nicolas P. Op. cit.29 CorreA PereyrA, Luciano. Citado por CAlderón y ríos. Op. cit.

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las labores de artesanos y controladores; ser mestizo indicaba por lo general una mejor posición, real o imaginaria.

Basándome en los datos expuestos, es posible que para 1813, las haciendas del valle de Cañete, con un promedio de 378 esclavos cada una, emplearan en el trapiche 13 esclavos especializados en las labores propias del trapiche y cuatro artesanos como jornaleros libres para la reparación de equipos y el control del funcionamiento. Tenemos, entonces, situaciones jerárquicas dentro la hacienda y del trapiche entre los mismos esclavos: (trapiche/campo - encargados/ayudantes) y entre esclavos y artesanos. La presencia mayoritaria fue siempre de esclavos negros y minoritaria de artesanos libres.

Entre la población de la hacienda existía una conciencia de jerarquía racial, social y laboral basado en sus orígenes étnicos, posición social y grado de espe-cialización del trabajo, respectivamente. Esta conciencia era la base de relación entre negros, indígenas, mestizos y blancos, también entre patrón, administrador, mayordomos, jornaleros libres, caporales y esclavos. Basado en sus capacidades laborales, existía también una conciencia de superioridad inferioridad entre los esclavos negros, siendo siempre la masa trabajadora de los campos de cultivo la menos considerada. El trapiche, como segundo lugar designado para la explotación de los esclavos y donde la jerarquización social y racial los colocaba siempre en la última posición, fue otro espacio de la hacienda del cual los esclavos no pudieron asirse o «apropiarse».

2.3. Los galpones

El galpón en la hacienda fue la edificación destinada al dormitorio comunitario de los esclavos y por lo general existieron dos galpones, uno para hombres y otro para mujeres. No he encontrado evidencias materiales de su localización exacta en las haciendas del valle de Cañete, es posible que hayan sido destruidas ante la necesidad de construcción de las «rancherías» que empiezan a aparecer a co-mienzos del siglo XX, después de abolida la esclavitud, para albergar a los nuevos trabajadores: inmigrantes chinos, indios, mestizos y negros libres. Del Busto usa el termino «rancherías» para definir también al «dormitorio de esclavos negros casados»30. Los galpones se ubicaban en la casa hacienda, lo necesariamente cerca para ser controlados y lo suficientemente lejos para no ser vistos, eran parte de aquella otra realidad que sucedía detrás del núcleo principal de la hacienda, su condición era de ausente/presente.

30 del Busto, José. Breve historia de los negros en el Perú. Lima. Fondo Editorial del Congreso del Perú. 2001, p. 44.

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«Todas las casas […] tienen patios y corrales […] y en estos corrales […] duermen los negros.»31 «…los galpones ‘que siempre quedan detrás de las casa’32 […] quedaban, en lo posible, a sotavento, morando los amos a barlo-vento. Se disponía esto por el fuerte olor cutáneo de los esclavos»33. Aunque la cita describe el caso de la ciudad de Lima, en la hacienda la separación entre «lugar» de esclavos y «lugar» de amos era aun mayor. En Lima, mientras el patio de la casa es un espacio de solaz, el corral es el espacio para los animales y los quehaceres domésticos, la consideración con el esclavo del campo era la que se tenía con cualquier elemento o propiedad productiva. Los galpones no eran bien mantenidos ni estaban en buenas condiciones, en una sociedad donde las apariencias eran importantes, era necesario tener detrás y esconder lo que no se quiere ver o mostrar, lo antiestético, lo que huele mal, lo que no es parte de la imagen de la casa hacienda, lo que no la representa. Los galpones representaban a los esclavos y viceversa.

«El galpón […] era un gran cercado cuadrado, tapiado con un muro de alrededor de doce pies de alto y dividido en calles, con un cuadrado al centro para danzar y otros entretenimientos. Las pequeñas casas eran uniformes [...]

31 león PortoCArrero, Pedro de. Citado por Del Busto. Op. cit. p. 50, para el caso de las casas de Lima. 32 Ibíd.33 del Busto, José. Op. cit. p. 50.

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Los esclavos dormían en el galpón, por cuyo medio se les impedía visitar las aldeas circundantes o haciendas, y cometer allí depredaciones.»34

El galpón era un gran espacio cercado y techado (ver gráficos de galpones). «El galpón de Casa Blanca acorde con un inventario de 1741 medía ‘ciento veinte brazas de largo por 90 de ancho’35 (aproximadamente 190 x 144 metros). Estaba ‘rodeado por paredes dobles y altas con su puerta y un arco de roble’36 sin ninguna instalación especial porque servía sólo para dormir».37 Eran espacios para mantener a los esclavos controlados cuando no podían ser vistos. «Por la noche, para evitar fugas y desaguisados, los galpones se aseguraban con cerrojos y candados»38, además de ser separados por género, para controlar su comporta-miento sexual. Eran «… unas construcciones […] generalmente muy precarias y estrechas, donde se asignaban cuartos a los esclavos. El diseño de estos edificios se asemejaba mucho al de una cárcel: se pretendía que los esclavos viviesen allí encerrados, sin comunicación con el exterior, y a partir de determinada hora en completo silencio. Más que para satisfacer sus necesidades de alojamiento y vivienda, los galpones fueron concebidos pensando en estrictas necesidades de control y disciplina.»39

Los galpones fueron creados a modo de cárceles físicas, controlados desde «afuera» y no por dentro. Las condiciones de precariedad y hacinamiento donde fueron obligados a vivir originaron situaciones de hacinamiento, promiscuidad y conflictos grupales. Sin embargo, a pesar o debido a ello, los galpones resultaron, después de años de relación y convivencia entre esclavos, y hechos más fuertes los lazos, en lugares de reunión y creación, en espacios para compartir, como grupo sobreviviente que va consolidándose: experiencias, sentimientos, perspectivas y necesidades; y también en espacios de protección, escape y escondite de aquellos que lograban escapar de otras haciendas. La música y la danza ejecutada «siempre juntos»40, fueron reacciones y expresiones de grupo generadas y desarrolladas por los esclavos de la hacienda, en momentos de relajación del control. «… de-bemos tener en cuenta el espíritu creativo y la capacidad de adaptabilidad de los esclavos que, a pesar de la precariedad material y espiritual a la que fueron sometidos, desarrollaron todo un conjunto de estrategias de sobrevivencia a escala material, cultural, social y comunicacional a nivel intra e inter grupo.»41

34 steVenson, William Bennet. Memorias sobre las campañas de San Martín y Cochrane en el Perú. CDIP, Viajeros, vol. 3, 1971, 235. Citado por Aguirre, Carlos 1995. Op. cit., p. 120.

35 A.G. N. (Archivo General de la Nación). Citado por CAlderón y ríos. Op. cit.36 Ibíd.37 CAlderón y ríos. Op. cit.38 del Busto, José. Op. cit., p. 5039 Aguirre, Carlos. 1995. Op. cit., p. 120.40 soto de lA ColinA, Caitro en glAVe; Luis; durAnd, José; sAntA Cruz, Nicomedes y soto, Caitro. De

Cajón. Caitro Soto. El duende de la música afroperuana. Lima: El Comercio; 1995.41 CAMPos, José. La familia Campos. En rostWoroWski, María; Aguirre, Carlos; delgAdo, Aparicio;

tHorndike, Guillermo, MAriátegui, Javier; PortoCArrero; PAnfiCHi y otros. Lo africano en la cultura

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«Como la lengua y la religión (diversas de acuerdo a la nacionalidad) es fácil suponer que otras expresiones culturales, y en especial la música y la danza, no constituían (al principio) un todo coherente y único»42. Provenientes de di-ferentes naciones y castas a veces enemigas43, el idioma, religión y situación impuestos constituyeron de alguna manera elementos unificadores. Su música y danza, devinieron en manifestaciones culturales nacidas en el nuevo territorio, con orígenes africanos en su expresividad y musicalidad y usados como medios de expresión, descompresión, ilusión y «escape».

Considero que la común situación de los esclavos y la necesidad de afrontarla y sobrevivirla creó las bases de los modos y medios de consumición y uso del espacio en el galpón, donde se encontraron como grupo de una misma condición social, dentro de la sociedad colonial, independiente del grupo social de proce-dencia. El galpón fue el primer lugar para los esclavos donde tuvieron la opor-tunidad44, el tiempo y el espacio para ser ellos mismos, como seres individuales y grupales, primer espacio de convivencia, sociabilidad, amistad y conflicto de vida en común, primer espacio para la resistencia, evaluación y rechazo común de su situación y para empezar a construir una idea de comunidad y sentimiento de grupo, necesario para la creación de su propia cultura y de sus patrones de comportamiento y usos del espacio dentro de la hacienda y fuera de ella.

Fue también en los galpones donde los esclavos discutieron sus opiniones y deseos respecto a las nuevas ideas de libertad e independencia que circulaban a comienzos del siglo XIX. En Lima «A partir de la independencia se agudiza el relajamiento en la disciplina al interior de las haciendas, y los galpones se convierten en escenarios alejados de la mirada del amo y aun del caporal»45.

criolla. Lima. Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2000, p. 190.42 Vásquez, Chalena. Presencia africana en la cultura de la costa peruana. Relación de géneros, danzas

e instrumentos musicales. CEMDUC - Centro de Música y Danza Peruana de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

43 león Portocarrero, Pedro de (el judío anónimo). Citado por del Busto, José. Op. cit., p. 28.44 «No es posible producir y desarrollar una cultura musical si no existieran instancias mínimas de orga-

nización social; entendiendo ésta como conjunto de seres humanos de una sociedad o sector, agrupados para comunicarse y realizar un trabajo material y/o espiritual artístico específico.

En el ámbito rural durante el período colonial el mismo sistema de hacienda propiciaba las instancias —en espacio y tiempo— para la producción sociocultural, ya que los trabajadores negros vivían en gal-pones y en constante comunicación tanto en el trabajo agrario como en la vida cotidiana…

Años atrás, en el período esclavista, los galpones significaban de por sí un lugar que posibilitaba la identificación social a través de las prácticas artísticas así como de otras necesidades desde reproducción biológica y cultural.» Vásquez, Chalena. Op. cit.

«En los galpones de las haciendas, por ejemplo, formas culturales y prácticas sociales relativamente au-tónomas hicieron su aparición. También por supuesto, relaciones familiares, amistosas y sentimentales, con su inevitable cuota de conflicto. Aunque poco sabemos de la vida cotidiana de los galpones, allí se fueron forjando valores y contenidos, prácticas culturales y de convivencia que más tarde nos llegarán a nosotros en las formas de relatos orales, tradiciones, formas lingüísticas, música y baile.» Aguirre; Carlos. 2000. Op. cit., pp. 66-67.

45 Aguirre, Carlos.1995. Op. cit., p. 121.

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El valle de Cañete se encuentra aproximadamente a 240 kilómetros de Lima, el transporte era a caballo o mula, y las ideas liberarles probablemente tardaron en llegar, siendo las consecuencias menores o más débiles, sin embargo, los galpones devinieron también en lugares de transformación de actitudes y comportamientos respecto a las nuevas ideas, lugares de descompresión, lugar del cual pudieron aprehenderse y apropiarse.

2.4. El patio principal de la casa-hacienda

El patio principal de la hacienda era el espacio de centralización y radiación de la casa-hacienda y de la hacienda misma, un sistema de cercos y portadas con-trolaban el acceso y allí confluían los caminos y las relaciones con otros patios principales/casas haciendas/haciendas; los poblados cercanos del valle de Cañete, la ciudad de Lima y el resto de la Colonia.

Fue constituido, de forma cuadrada o rectangular, a modo de plaza, en el valle de Cañete; debido a su configuración, escala y el emplazamiento de las edificaciones de la casa hacienda respecto a ella, su carácter fue, sin embargo, privado, como el resto de la hacienda. «La arquitectura de este período originó (en la casa hacienda) la típica organización colonial que componía los edifi-cios rodeando una plaza central […] Aquí fueron hechas todas las actividades que conectaban al patrón con los esclavos, dando lugar a manifestaciones de dominación por la presencia de la casa principal como dominación política, la capilla como dominación religiosa y las celdas de castigo y la ‘picota’ como elemento del orden»46. El patio principal fue así el espacio representativo del poder y control dentro de la hacienda y el escenario donde se extendían, confluían y se distribuían las actividades que operaban en sus edificios. Aquí se realizaban intercambios comerciales, compra y venta de ganado, materia prima y produc-ción, y se organizaban reuniones, actos de evangelización, castigos, etc. Fue un espacio colectivo en una propiedad privada, para ver y ser vistos, exhibirse y ser exhibidos, controlar y ser controlados; para el esclavo fue otro espacio para sentirse controlado, trabajar y sentir temor.

El esclavo era frecuentemente castigado con azotes, cepos y prisiones47. Los castigos se convirtieron en demostraciones para ser sufridas y observadas y el patio de la hacienda se convirtió en el lugar emblemático para el castigo público. «… aunque también había azotes en el dorso, se temía mucho al cepo. Constaba este de dos vigas superpuestas con agujeros complementarios, vale decir, cada viga hacía medio agujero y las dos vigas juntas el agujero completo. Había cepos para las manos, asimismo para los pies […] Azotado el sancionado, era puesto

46 CAlderón y ríos. Op. cit.47 Aguirre, Carlos.2000. Op. cit., p. 66.

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en el cepo con sus espaldas sangrantes. El resto lo hacían las moscas y los mos-quitos. El cepo solía ser público… o solitario.»48 No existen ya restos materiales de cepos en las haciendas de Cañete. Los castigos, suministrados por el caporal, se convirtieron en oportunidades para demostrar su «autoridad» entre los esclavos y obtener el reconocimiento de administradores, mayordomos y hacendado.

Considero, por otro lado, que es probable que los patios principales de las haciendas se hayan convertido eventualmente en espacios de descompresión: «Los festejos eran masivos; en el patio de la hacienda, siempre con baile y comilona […] con los corazones de toro, partiéndolos en pequeños trozos y atravesándo-los con cañuelas, inventaron los ‘anticuchos’. También se cuenta que entonces bailaban ‘el cabe’, haciendo los negros ruedo y poniendo al centro a otro que, con un largo palo en las manos, los hacía tropezar y caer. No hay prueba de esto. Parece basarse en la tradición oral.»49 Considero que al mencionar «el patio», Del Busto se refiere al único o al principal. Si algunas festividades tomaron como lugar el patio principal de la hacienda, es porque fueron permitidas o promovidas por el hacendado. Basada en la información consultada, pudieron haber sucedido durante fiestas masivas tradicionales y/o religiosas y como medio para «compla-cer» a los esclavos, permitiéndoles diversión y para controlar sus manifestaciones. Estas festividades, en el patio de la hacienda, devinieron en oportunidades para expresarse y posesionarse: danzar, festejar, hacer ruido y comer juntos. Hago la hipótesis, entonces, que el patio principal devino por instantes en espacio de descompresión, escape, ilusión y resistencia: al alterar en este lugar de carácter definido, su condición diaria y usarlo como medio para manifestarse, un momento de transgresión al orden, una confrontación.

2.5. Vicios y entretenimientos

Además de las festividades de la hacienda, los bailes, la música, la comida y el alco-hol, los esclavos del valle de Cañete tuvieron en las peleas de gallo «una diversión violenta, […] Las lides galleras fueron notorias en Piura, Lambayeque y Trujillo; Cañete, Chincha, Ica y Nazca.»50 La pelea de gallos pudo haber sido un medio de canalización de la agresividad propia de su condición, diariamente reprimida y subyugada. El tabaco, aunque prohibido en los campos para evitar incendios51,

48 del Busto, José. Op. cit., p. 46.49 Ibíd., p. 45.50 Ibíd., p. 46.51 «Porque posteriormente se aficionaron al tabaco, se les prohibió fumar para evitar incendios. Pero los negros

fumaban sin ser descubiertos. Hacían sus propios cigarros. Eran cortos y algo gruesos; los encendían furtiva-mente y los introducían en la boca, la parte encendida primero, haciendo el ‘pocito’ de saliva con la lengua para recibir allí la ceniza que cayera De este modo no se veía la lumbre. El humo se aspiraba por un pequeño agujero hecho en el cuerpo del cigarro y se disimulaba arrojándolo por la nariz. Lo dicho fue costumbre de los negros de Cañete a fines del siglo XVIII y primera mitad del XIX.» Ibíd., p. 44-45.

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fue en el caso de la hacienda Casablanca52 (hacienda de los padres de la Buena Muerte, orden de San Camilo), un vicio aceptado y promovido, otorgado como incentivo a un «buen» comportamiento y trabajo, un vicio usado para contro-larlos: «Como demuestran los gastos […] la hacienda [Casablanca] requiere de ingentes cantidades de tabaco que viene de Zaña que es repartido a los negros cada domingo a manera de incentivo por su trabajo realizado durante la semana. Los padres también consumen tabaco, pero para ellos era de Bracamoros, de mejor calidad.»53 En todos los casos mencionados, el hacendado hizo de ciertos deseos, preferencias y comportamientos comunes de los esclavos, una ventaja: agradándolos y animándolos, fue capaz de manipularlos para conseguir disciplina, lealtad en el trabajo y una mejor producción.

ConClusiones

La conformación de la casa hacienda, a modo de asentamiento urbano colonial español, configuró una imagen donde los poderes de la colonia se repitieron en este asentamiento rural, donde los espacios, las pertenencias y significados estaban bien definidos para ser ocupados por quien correspondía.

Los espacios designados para los esclavos de las haciendas del valle de Ca-ñete fueron básicamente de dos tipos, para trabajar y para dormir: los campos de cultivo, el trapiche y los galpones respectivamente fueron espacios desde donde podían ser controlados, hacinados y asegurados dada su condición de medios de producción. La ocasional designación de otro espacio, fue también hecha en relación con el trabajo, con el castigo, el control y la evangelización, como es el caso del patio principal de la hacienda.

Aunque su presencia dominaba los espacios de trabajo en el campo y el tra-piche, siendo ellos siempre mayoría, la designación de espacios específicos para las extensas horas de trabajo forzado, las duras condiciones, la falta de libertad en sus acciones, la dominación y control a los que fueron sometidos y el miedo al castigo y al maltrato físico, hicieron que los esclavos no lograran asirse de los espacios designados al trabajo, no existió un disfrute de estos espacios, una apropiación espacial.

La consideración con el esclavo fue proporcional a los espacios para ellos designados y estos espacios terminaron por representarlos, como es el caso del galpón, como lugar donde eran «almacenados y asegurados» por las noches. Sin embargo, el galpón, como único espacio donde los esclavos se encontraron solos en comunidad y lejos de la mirada controladora, fue el único espacio del

52 «… las haciendas Casablanca y La Quebrada de propiedad en buena parte del siglo XVIII, de los Padres de la Buena Muerte (Orden de San Camilo)…». reyes, Alejandro. Op. cit.

53 Ibíd.

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cual pudieron asirse y apropiarse, para comportarse y usarlo a su propio modo, originándose aquí y así una oportunidad para empezar a desarrollar un sentimiento de grupo y crear una cultura propia.

El patio principal, lugar de castigo, trabajo y control, fue un espacio del cual eventualmente los esclavos pudieron asirse. El posicionamiento momentáneo de este espacio, durante las festividades donde los esclavos eran permitidos de parti-cipar, lo convirtió en un espacio de descompresión, ilusión y escape momentáneo; devino así en espacio de resistencia y transgresión de lo cotidiano. Los esclavos usaron las concesiones temporales para canalizar su agresividad y represión y expresarse festejando, tocando instrumentos por ellos creados, cantando, bailan-do, cocinando, comiendo, bebiendo, fumando, peleando a los gallos, etc; como medios de escape momentáneo e imaginario a su realidad.

Vemos así que a pesar de la designación de los espacios de la hacienda para un uso específico y en relación a su producción económica, los esclavos lograron la apropiación de ciertos espacios, transgrediendo momentáneamente los usos definidos (el patio principal) o aprovechando la designación y condición de otros espacios para asirse de él en la vida diaria (los galpones). El fuerte control al que fueron sometidos, las precarias y tugurizadas condiciones de sus vidas y su lenguaje verbal y corporal, crearon las bases de su particular modo de consumo y uso de los espacios dentro de la hacienda.

Sintiéndose obligados a pasar toda su vida en la misma situación, tener barre-ras físicas y mentales en espacios específicos definidos por otro, siendo su misma vida una prisión y tener como alternativa la supervivencia, fueron capaces no sólo de sobrevivir sino de crear una cultura. La creación, con los elementos del bagaje cultural que cargaba cada uno y los elementos disponibles en sus nuevas condiciones de vida, los cuales tomaron, transformaron y asimilaron, originaron una nueva cultura en el nuevo territorio, un triunfo a condición.

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