el debate sobre el debate

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Ponencias, liga colombiana de debate y oralidad 2013

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  • 2

    Para la Liga Colombiana de Debate es motivo de

    satisfaccin publicar este libro, denominado El Debate sobre el Debate, en el que se

    recogen las ponencias presentadas en el Foro que se realiz en el marco de la Academia

    Internacional de Debate en Espaol (AIDE) en Bogot, Colombia, el 1 de marzo de

    marzo de 2013.

    El Debate sobre el Debate surge como una iniciativa de la Liga Colombiana de

    Debate en el marco de la discusin de nuestra misin y visin como organizacin no

    lucrativa que apoya este tipo de actividades acadmicas en nuestro pas. Promueve

    entonces el compromiso de una visin seria sobre la funcin que esta disciplina tiene en

    el desarrollo humano de los estudiantes, en su contexto educativo, y cmo ello puede

    incluso repercutir en la formacin ciudadana y en el fortalecimiento de las instituciones

    democrticas. En la Liga Colombiana de Debate estamos convencidos de que el debate

    es slo un instrumento, y como tal, puede servir a fines complementarios, dismiles e,

    incluso, antagnicos.

    La propuesta de realizar este foro tuvo entonces como principal propsito realizar una

    gran labor de conciencia sobre la actividad misma que queremos promover, sobre

    los fines y fundamentos- en ltimas- sobre la importancia de la misma para rescatar en

    una gran sntesis de todas las ponencias seleccionadas, cules son los mejores fines y la

    mejor concepcin de esta disciplina.

    En este orden de ideas, tuvimos como meta principal reunir en un solo espacio a

    debatientes, entrenadores y jueces de habla hispana en torno a un elemento comn: El

    debate. Pero el debate en el marco de la AIDE no se centr exclusivamente en la

    competencia, sino tambin en explotar los enormes beneficios que su prctica tiene para

    la formacin de ciudadanos ms tolerantes, participativos y, en general, comprometidos

    con los procesos democrticos de sus pases y de la regin.

    Las lecciones aprendidas de este proceso son innumerables, con lo que podemos decir, a

    ciencia cierta, que nuestros objetivos y misin como organizacin se han transformado.

    La sola competencia vuelve al debate vaco, carente de sentido y de humanidad; pues

    slo cuando se concibe el debate como instrumento de solucin pacfica de

    controversias y de perfeccionamiento de la democracia se puede entender no slo su

    utilidad, sino tambin sus diferentes perspectivas y retos.

    Con la satisfaccin del deber cumplido presentamos un libro que quedar como el

    primer intento por discutir en nuestra lengua las races, la importancia, el futuro y, hay

    que decirlo, los defectos del debate como prctica.

  • 3

    Finalmente, nos gustara agradecer a los ponentes que contribuyeron a hacer realidad el

    objetivo que como organizacin nos trazamos y presentamos este documento a toda la

    comunidad del debate y, tambin a quienes no pertenecen a sta, en un esfuerzo por

    promover la discusin sobre la importacin de la prctica del debate y los altos fines

    que puede materializar en nuestros pases.

    El equipo de la Liga Colombiana de Debate,

    Ana Mara Dez DeFex

    Anglica Mara Rodrguez Rojas

    Carlos Felipe Parra Rojas

    Ingrid Rodrguez

    Javier Andrs Echeverri Daz

    Juan Felipe Garca Vera

    Julin Alejandro Maldonado Pino

    Luis Felipe Norea Ospina

    Luisa Fernanda Salazar Escalante

    Mara Carolina Fajardo Cano

    Bogot, Colombia

    Diciembre de 2013

  • 4

    Debate: Desencuentros y Extravos formales en la bsqueda del sentido propio DEBATE.

    Miguel Reyes Almarza

    6

    El Debate como generador de agenda pblica: un nuevo formato de debate como alternativa en la participacin ciudadana para la democracia latinoamericana.

    Astrid Iturriaga Falcn

    23

    Amrica para los americanos?Un anlisis de las preferencias y las perspectivas

    del debate en Mxico.

    Rodolfo Florez

    36

    El uso de la tcnica del debate en educacin de adultos: la experiencia del

    Programa Nacional Fines (Programa de Finalizacin de Estudios Secundarios).

    Luciano Ciccolella

    65

    Las polticas Pblicas Del decir al hacer: El papel del debate en las democracias latinoamericanas.

    Mara Eugenia Abuin

    70

    La imparcialidad del jurado como garanta de la autonoma del desarrollo del debate competitivo.

    Cesar Miranda Reyes

    77

    Amrica Latina: Una regin sin Debate Marcelo Rivera Olave 91

  • 5

  • 6

    1. INTRODUCCIN:

    1.1. El problema

    El discurso es una constante que antecede al ser humano y sobrevive a l. Tratar de

    atraparlo en un formato es a lo ms un procedimiento metodolgico til en los primeros

    aos de enseanza, pero de ninguna manera una forma de generar consensos y

    potenciar la razn. La evolucin del debate debe apuntar hacia la deliberacin sin

    trampas formales ms all del orden propio del discurso y solo, por una cuestin

    prctica, con un previo acuerdo del tiempo en los intercambios dialgicos.

    Las sospechas caminan en direccin a potenciar un discurso abierto muy distinto al

    actual- que solo respete las fases propias y naturales del intercambio dialgico y por otra

    parte, y no menos esencial, que se interese por la sociedad en la cual se inserta, en otras

    palabras, hacer universidad es llevar el discurso y los eventuales consensos al lugar

    donde se necesitan y convertir la palabra criteriosa en accin.

    El debate, ese que acaba en la esfera de influencia de un saln o en la fase final de un

    torneo no pasa de ser un juego, de calidad algunas veces, pero no ms alejado de un

    gesto competitivo y por defecto contrario a la idea de crear realidades, y por extensin,

    de construirlas. El pensamiento crtico, en esencia, es una competencia que se ve

    refrendada en la capacidad de poder entregar entre muchos otros recursos la posibilidad

    de cambio respecto al status quo cuando este ltimo atenta contra una sociedad sana y

    justa.

    El lugar del debate, extraviado por la academia y olvidado muchas veces por los

    sistemas parlamentarios, debe re-encontrarse con quienes necesitan de su praxis para

    lograr objetivos, resolver problemas y zanjar acuerdos en beneficio de la sociedad en

    que se inserta.

  • 7

    La forma en que esta metodologa se hace manifiesta, tambin ofrece ciertas

    contradicciones en los circuitos de debate mundiales y en las experiencias ms

    regionales, la atencin sobre las ideas muchas veces se tuerce hacia la correccin del

    formato. Evidentemente, no se puede hablar de un no formato, ya que por lgica es

    contradictorio. La idea es incluir esta voluntad de dilogo razonado y escucha crtica en

    la sociedad sin las barreras del 'catlogo de instrucciones' utilizando las instancias ms

    esenciales de las etapas del discurso. Generalmente las disputas verbales, ms cercanas

    al debate que los mismos eventos convocantes, no son sobre argumentacin, razn o

    incidencia de la discusin en el entorno social, sino sobre el procedimiento. El tema es

    el 'reglamento' y no el discurso. Es hora de volver a las bases, un buen intercambio

    dialgico supera sus fases y protocolos y se potencia en el sentido persuasivo, y en el

    mejor de los casos convincente, para intervenir con propiedad en una sociedad deseosa

    de liderazgos. Aspectos como los no verbales, paralingsticos y retricos sufren una

    merma significativa cuando el debate se empecina en jugar bien el juego.

    1.2. Su coyuntura

    Evidentemente esta reflexin apunta a un segundo estadio en el desarrollo del debate

    como actividad1, es decir, en una sociedad o institucin donde ya se pueden obtener

    frutos importantes luego de la implementacin de esta metodologa en competencias

    transversales como pensamiento crtico, habilidades lingsticas y de comunicacin.

    Superada esa etapa, que tardar lo necesario y de preferencia no demasiado, el siguiente

    paso es reconocer en el debate su valor fundamental y es el de crear consensos,

    potenciar acuerdos y entendimiento en los actores sociales. Es aqu donde estamos en

    deuda. El podio de madera solo sirve para afirmarse, es en el podio 'social' donde hay

    que poner la palabra en accin.

    Las primeras luces de alarma se encienden cuando la razn sucumbe a la estricta

    coreografa del procedimiento2, a la especfica, escasamente pragmtica y muchas veces

    confusa percepcin del juez y a la escasa voluntad de dilogo de quien es derrotado en

    la contienda. El debate es y debe ser ms que solo una forma de competencia. El debate

    es una va de desarrollo para las democracias y en mayor cuanta para aquellas an

    frgiles y en eterna transicin.

    Otro punto que necesita atencin inmediata es la eleccin de los temas a tratar y cmo

    estos se convierten en mociones de debate. Una cosa es que algo sea debatible y otra

    muy distinta radica en la necesidad de dicha discusin.

    Existen tres vicios recurrentes al respecto: El primero y menos daino es debatir

    respecto de controversias globales, variadas y de gran espectro; No porque en esencia

    1 Con recurrencia se habla del siguiente estadio en el sentido de separar los momentos en la

    implementacin del debate como metodologa. En los casos en que este sistema ya se ha desarrollado con

    cierta pertinencia los torneos son un indicador importante pero no el nico- el paso necesario es ir en busca de su anclaje al contexto socio-cultural donde est adscrito. No es una mirada peyorativa a la

    primera fase, simplemente el paso obligado luego de su consolidacin como tcnica. 2 Refiere a la pertinencia de formatos anglo-sajones y sus disfunciones.

  • 8

    sean dainas para el proceso, sino porque establecen el manejo de un conocimiento

    enorme que, debido al formato y el tiempo, no se acercan ni a un centmetro de

    profundidad. Si entendemos el debate como va de resolucin de conflictos, estos deben

    ser lo suficientemente acotados para poder resolver diferencias especficas y no solo

    zanjar ideas que no sobrepasan el punto de vista.

    En segundo lugar y mucho ms preocupante, es la utilizacin del debate como una

    especie de disputa de naturaleza doctrinal o acadmica, donde nuevamente el objetivo

    se pierde en pos de favorecer ciertas trampas lgicas incluso al borde de la diatriba,

    con el fin de establecer una posicin que puede ser cualquiera. Evidentemente es un

    excelente ejercicio cuando de habilidades comunicativas se trata, sin embargo el peor de

    los acercamientos cuando la idea es establecer criterios de accin.

    Detrs de cada argumento hay un propsito Cul es el propsito del debate

    competitivo? Ciertamente es ganar y no establecer un juicio til en lo social. Con esto

    aparece un error de caridad. Mociones que establecen refranes y parbolas para ser

    debatidas son a lo menos un insulto para el conocimiento. No porque de ellas no se

    puedan extraer ciertas lecciones sino porque cada sociedad tiene urgencias que rara

    vez son discutidas en los espacios escasos tambin- de participacin ciudadana y por

    extensin, se oxidan antes de llegar a los parlamentos o a los grupos de influencia.

    Habiendo tanto que resolver, jugar al debate, luego de un tiempo, pasa a ser una

    irresponsabilidad.

    Detrs de cada argumento hay un propsito, si ese propsito es ganar, el debate no est

    ms alejado del pker o las peleas de gallos.

    1.3. Qu hacer?

    Una proposicin que se hace urgente formular en momentos en que el debate

    competitivo ofrece ms contradicciones que oportunidades obviamente y como se

    aclara en el problema, luego de que se ha superado la etapa de instauracin de la

    metodologa- est referida a su pertinencia y pertenencia. Discutir por deporte o por

    necesidad? Resolver problemas reales o simplemente jugar a los discursos? En estos

    momentos la urgencia est del lado de lo social. La pregunta gua ser:

    Es la carencia de impronta cultural y de pertinencia respecto de la realidad social lo

    que hace del debate un juego elitista y poco productivo?

    Determinar en qu grado los modelos estrictos de debate heredados de otras culturas

    terminan por minar su capacidad de cambio -intrnseca y necesaria- en Latinoamrica,

    es el debate a resolver a corto plazo.

    Las acciones necesarias se concentrarn en los siguientes aspectos:

  • 9

    - Advertir los riesgos y carencias de los debates con formato3 para cuando su

    objetivo refiere al consenso y la inclusin social.

    - Comprender la pertinencia y la pertinencia del debate promoviendo un

    desplazamiento hacia donde se hace necesario. Desde la acrpolis y de vuelta al gora.

    - Estimar, desde este nuevo lugar, un discurso inclusivo y comprometido (el papel

    de los gobiernos regionales y las instituciones que promueven el debate)

    Este trabajo es parte de la experiencia acadmica personal4 y se funda en la concepcin

    preliminar de una investigacin de carcter cualitativo que busca entender las razones

    del fenmeno en cuestin as como diferentes aspectos de dicho comportamiento desde

    la perspectiva de la docencia en diferentes mbitos.

    Lo que conocemos hoy por debate Es el debate que necesitamos?

    Evitando la falacia de una negacin rotunda, diremos que, el debate en Latinoamrica,

    como lo conocemos hoy, es generalmente insuficiente e intil.

    2. DESARROLLO:

    2.2. La urgencia de un formato propio

    Cuando caminamos a paso firme por el siglo XXI la comprensin sobre el valor del

    debate como herramienta metodolgica deja de ser un supuesto para establecerse como

    una necesidad basal en el desarrollo de las competencias dialgicas. El mundo

    anglosajn desde hace muchos se hace cargo de la importancia del debate universitario

    y escolar, su injerencia en el desarrollo cultural de Europa y sus alrededores amerita un

    trabajo de largo aliento muy pertinente pero lejos de las ideas que convocan este trabajo.

    En Latinoamrica, 1994 para ser exactos, se articula recin la primera sociedad de

    debate de Chile y una de las pioneras del continente. Los trabajos en dicha academia, de

    la cual tuve el honor de participar, dieron como resultado el nacimiento de una nueva

    forma de participacin interuniversitaria, reflejada en torneos que pronto tuvieron como

    protagonistas y por extensin natural a los colegios secundarios. En vista de lo anterior

    se consolid una relacin directa entre Ministerio de Educacin y la Universidad Diego

    Portales, casa de estudios donde se fund dicha unidad acadmica, para coordinar el

    primer plan ministerial de desarrollo del debate a nivel nacional para la educacin

    secundaria.

    Los resultados, satisfactorios para ambas partes, posicionaron los contenidos sobre

    argumentacin y debate en el currculum secundario y el Estado se encarg de

    potenciarlo en los objetivos transversales fundamentales de la asignatura de Lenguaje y

    Comunicacin que aparecan, en el papel, ya desde el ao 20005, sin embargo, no

    3 Se refiere a los formatos estndar de los torneos de debate como el Parlamentario Britnico y Karl

    Popper principalmente. 4 Docencia e investigacin en Argumentacin y Debate.

    5 Ministerio de Educacin. Programa de Estudio de Lengua Castellana y Comunicacin. Tercer Ao

    Medio. Pgina 26. Chile. 2000.

  • 10

    estaban del todo trabajados y para muchos docentes era un rea desconocida y ambigua.

    Desde all, ms de 10 aos de debate, como asignatura por una parte y como circuito de

    torneos por otra nos llevaron, no a todos, a cuestionar la actividad, no por su cualidad

    metodolgica, sino por su pertinencia y ms pronto por su pertenencia en un pas y una

    Amrica Latina que peda a gritos inclusin y cambio.

    Sea en el mbito que sea, el debatir implica necesariamente filosofar en tiempo

    presente en base a las conductas observadas sobre un entorno particular, desarrollando

    habilidades crtico reflexivas y argumentativas para poner las ideas y los consensos

    resultantes del proceso al servicio de todo quien las necesite, usando como vehculo un

    formato que proteja solamente el justo intercambio de ideas. Cuando el formato sobra al

    simple hecho de propiciar el dilogo se transforma en un elemento coercitivo, arbitrario

    y de dudosa finalidad. La pretensin de verdad como lo razonable- pasara a

    coaccionar en la mdula de los discursos para legitimar su desarrollo y por tal razn

    anticipando cual es la forma de dicha verdad, tanto as, que su actitud de centinela del

    discurso termina por ahogar las posibles reflexiones. Como referira Foucault (2008) no

    se estara en la verdad ms que obedeciendo a las reglas de una polica discursiva que

    ahoga cualquier reflexin ajena a la matriz. La sospecha aqu se hace pertinente y

    necesaria para poner en inflexin el discurso oficial cuando este se aleja de los

    conceptos de libertad y respeto.

    2.2.1. Cuando el formato de debate se transforma en el gato del gur

    Anthony de Mello (1982) Sacerdote jesuita cuestionado por lo incompatible de sus

    principios y la fe catlica nos dej este ilustrativo micro cuento:

    Cuando, cada tarde, se sentaba el gur para las prcticas del culto, siempre andaba por

    all el gato del ashram distrayendo a los fieles. De manera que orden el gur que ataran

    al gato durante el culto de la tarde. Mucho despus de haber muerto el gur, seguan

    atando al gato durante el referido culto. Y cuando el gato muri, llevaron otro gato al

    ashram para poder atarlo durante el culto vespertino. Siglos ms tarde, los discpulos del

    gur escribieron doctos tratados acerca del importante papel que desempea el gato en

    la realizacin del culto como es debido (p.88)

    Qu es el debate competitivo, entonces? El debate competitivo es el gato atado durante

    el culto, es aquel que se articula sobre la forma conocida, sobre exclusiones poco o nada

    racionales, y que luego de su necesaria instalacin se agota en ser un ejercicio de

    repeticin de prcticas dialgicas y olvida el propsito de debatir, si es que alguna vez

    se pens en dicha cualidad. La eventual interaccin acaba en el discurso controlado y

    por extensin censor y carente de intencin de cambio, que se somete, se subordina y se

    pierde para negociar solo lo esperado y lo carente de originalidad, para qu hablar de su

    posible potencial de cambio. Peor an, se extiende en un eterno Dj vu de estructuras y

    procedimientos sin cuestionarse acerca de su validez.

    Hoy por hoy se gastan numerosas lneas en los tipos de formato de debate y su correcto

    desarrollo, sin embargo, poco se habla de lo pertinentes que son.

  • 11

    Una cosa es utilizar un formato parlamentario, cualquiera que este sea, dado que nuestra

    estructura como repblica es en muchos casos- parlamentaria o porque este sistema

    ofrece cierto equilibrio a la hora de fomentar la discusin. Sin embargo, esa estructura

    debe estar subordinada a la necesidad de dilogo y cambio y no al revs.

    La metfora no es gratuita, las grandes contiendas de debate provocan la ilusin de

    debate basada en la repeticin carente de crtica y obviamente de revisin, potencian

    una impresin social de que se discute sobre algo de relativa importancia situacin que

    por praxis es muy buena, no obstante, es una zona segura y cndida que deja en

    evidencia errores y trabas formales que distraen el debate a la forma en que este se

    desarrolla. No existe por tanto una relacin directa entre la cantidad de torneos de

    debate y la promocin del discurso social. Al parecer, el discurso en los torneos de

    debate competitivo comienza y se agota en la contienda misma.

    2.2.2. Un formato, un tipo de exclusin

    No es raro ver en torneos de debate y otros ejercicios de connotacin social similar que

    desde ciertos grupos ideolgicos se levantan impugnaciones a las mociones de debate, a

    la discusin que se presenta, ya que no forma parte de su lnea de pensamiento o de

    manera ms explcita no pueden hablar de aquello. Queda muy claro que el objetivo que

    buscan las instituciones que cierran el dilogo o definitivamente lo censuran es

    precisamente ofrecer una imagen de respeto que no es ms que un desplazamiento de la

    incomprensin. La tolerancia no ofrece resolucin alguna, solo evita el enfrentamiento

    de ideas y con esto consolidan lo inmvil.

    Hay que recordar que el Debate como herramienta busca la anuencia de un tercero, de

    un auditorio especfico la argumentacin retrica va siempre dirigida a un auditorio

    concreto y particular al que pretende persuadir (Perelman, Olbrechts-Tyteca; 1989,

    p.16) y en busca de este objetivo no es raro que se trate de aislar a ese tercero por miedo

    a que reflexione desde otros paradigmas. El debate competitivo, luego de cumplida su

    funcin que es establecer ciertas competencias comunicativas- se torna en un juego de

    repeticin donde no hay reflexin ms adecuada que la inferencia lgica. El tercero

    pasa a ser un mero espectador de un juego que no conoce.

    Los formatos altamente reglamentados acaban con el ejercicio libre de la palabra, y a

    contrario sensu, transforman la discusin en una especie de cartografa esperable. Lo

    que se evala mal en un debate no son los errores lgicos y menos las falacias sino lo

    que no se espera, lo prohibido.

    No existir un debate ms puro y ms sano que aquel que sobrepase la palabra prohibida

    y no hablo de aquella de expresin burda, sino la que apela a lo que no es correcto

    decir porque no es el momento o porque no es parte de lo que tiene que decirse y

    Qu es lo que hay que decir? La respuesta para lo que nos convoca es el rol que el

    orador asume rigurosamente en el debate.

  • 12

    Es verdad, hay orden, pero qu pasa con las ideas? Desde otro punto de vista, cuando

    el orden se manifiesta no se manifiesta con l el desarrollo tpico del discurso? Y de ser

    as es probable que un orador memorice los discursos propios para una contienda

    especfica y todo lo que pareca promover el cambio no sera ms que la correcta

    formulacin de lo inmvil.

    Insistir en la discusin sobre controversias pblicas sin que estas tengan una mnima

    relacin con lo pblico es a lo menos absurdo. El debate necesita expresarse como

    accin, necesita un lugar donde cobre sentido, donde se le necesite tambin.

    Pero no podemos, evidentemente, prescindir de una cierta forma para llevar adelante

    las grandes discusiones, Foucault (2008) aclara esta necesidad de la siguiente forma:

    El intercambio y la comunicacin son figuras positivas que juegan en el interior de

    sistemas complejos de restriccin; y, sin duda, no sabran funcionar independientemente

    de estos. La forma ms superficial y ms visible de estos sistemas de restriccin la

    constituye lo que se puede reagrupar bajo el nombre de ritual; el ritual define la

    cualificacin que deben poseer los individuos que hablan (y que, en el juego de un

    dilogo, de la interrogacin, de la recitacin, deben ocupar tal posicin y formular tal

    tipo de enunciados) define los gestos, los comportamientos, las circunstancias, y todo el

    conjunto de signos que deben acompaar el discurso; fija finalmente la eficacia supuesta

    o impuesta de las palabras, su efecto sobre aquellos a los cuales se dirigen, los lmites

    de su valor coactivo. (p.40 - 41)

    Es por tal motivo que debemos simplificar este ritual a su mnima expresin para

    evitar que antes de que se escape una palabra de nuestra boca, ya tenga esta un valor pre

    fijado y por extensin determine y subyugue su capacidad de accin.

    2.2.3. Un formato latinoamericano?

    Todo formato es perfectible, algunos ofrecen menos lmites a la palabra, otros, en el

    vrtigo de controlar aquello que es imposible de atrapar, condicionan incluso hasta las

    expresiones de adhesin o rechazo. Es complejo y adems bastante altanero promover

    un debate latinoamericano especfico. Ms justo es indicar un formato universal que sea

    capaz de administrar la discusin sin sofocar el discurso. Un formato que sobre en

    simpleza y gane en dinamismo. Que no desve la atencin a su correcto desempeo y

    que propicie una reflexin con los mnimos acuerdos de su praxis. Un formato que solo

    proteja esas partes del discurso que son necesarias para el correcto entendimiento de los

    interlocutores y la audiencia involucrada. Aquel que sea capaz de sacar lo mejor de cada

    orador en orden a satisfacer los elementos bsicos del discurso y construir desde ah su

    batera argumental, sus ideas de cambio.

    La estructura formal de este discurso se refiere como plantea Wodak (2003) a las cuatro

    etapas de la secuencia argumentativa, procedimiento natural que tiene sus cimientos en

    las ideas de Platn y Aristteles y que consta de exordio, narratio, argumentatio y

    peroratio (exordio, narracin, argumentacin y conclusin respectivamente)

  • 13

    Su justificacin est en que son peticiones simples y necesarias. Un orador no necesita

    memorizar movimientos especficos, solo necesita saber que para cada momento de un

    discurso hay una disposicin para que este sea eficaz.

    El exordio es la primera movida del discurso, donde el hablante busca conquistar la

    simpata o el inters de l o los interlocutores para fomentar una eventual adhesin a sus

    ideas, apela fundamentalmente al pathos, el contacto emocional que fundamenta la

    razn. En la narratio se explicita la lnea de accin del hablante, define, si es necesario

    (o redefine si no es el primero en el dilogo) los trminos de la proposicin en un

    contexto definido, adems de plantear su status quo. Es una especie de marco

    metodolgico donde se expone el paradigma de accin de su formulacin (o de su

    bancada). La argumentatio es la evidencia con la que cuenta el hablante para poder

    defender sus puntos de vista, previamente formulados en la narratio. Como cierre, la

    peroratio contiene una recapitulacin que evidencia los puntos de choque y una

    conclusin que ayude al interlocutor a inferir lo razonable de su posicin.

    No articula como etapa distintiva la refutatio ya que en estricto rigor la refutacin es un

    tipo de argumentacin que intenta dejar en evidencia las falencias argumentales del

    interlocutor o la inadecuada formulacin de sus ideas.

    Lo que se buscar, entonces, es que los debatientes sean capaces de poder introducir el

    tema, argumentar a su favor, refutar la postura contraria y concluir de manera eficiente.

    Adems de tomar puntos de informacin y producir desde ah discurso argumentativo6.

    La estrategia y el camino que ocupen para esto ser parte de su estilo retrico y no

    estar dirigido de antemano. Cumpliendo con las etapas del discurso pertinentes el resto

    queda a criterio de cada orador o bancada.

    2.2.3.1. A modo de Ejemplo: Formato Parlamentario Simple

    Un formato que intenta acercarse a este perfil es el que se trabaja hoy por hoy en la

    ctedra de Argumentacin y Debate (hoy Argumentacin y Pensamiento crtico) de la

    Universidad Diego Portales. Con solo un escaso nmero de restricciones el debate fluye

    con todo el poder de la retrica clsica y el pragmatismo de la evidencia.

    En base a la experiencia, el formato parlamentario de una sola cmara, llamado

    parlamentario simple en nuestra praxis docente, se presenta como un ejemplo de este

    carcter minimalista que descansa en los discursos y asegura que cada orador desarrolle

    similares competencias dentro del mismo debate.

    Acuerdos mnimos:

    6 Entindase la diferencia formal entre producir discurso argumentativo y reproducir discurso

    argumentativo. El segundo remite solo a una buena capacidad memorstica y ciertas competencias

    discursivas que descansan en lo que ya se sabe. La produccin de discurso es eso que se construye in situ, aquello sobre lo cual no se tiene completa certeza y no es familiar hasta el momento de ser necesaria

    una reflexin sobre el punto. Generalmente se ven muy buenas muestras de esta competencia en los

    oradores que son capaces de tomar muchos puntos de informacin sin miedo a quedar fuera de sus lmites

    de investigacin sobre el tema o aquellos que pueden sostener una refutacin inteligente solo desde el

    anlisis crtico pertinente a la discusin.

  • 14

    1. El debate consta de 2 fases, argumental y contra-argumental, debidamente

    separadas por un tiempo de reunin. (ver tabla1)

    2. Los equipos, gobierno y oposicin, sern de un mnimo de tres integrantes.

    3. Ambos equipos tiene la carga de la prueba, es decir, el equipo de oposicin no

    puede simplemente refutar7

    4. Tanto en la fase argumental como contra-argumental participan todos los

    integrantes de cada bancada.

    5. En la fase argumental los oradores solo se encargan de proponer el sustento de

    su punto de vista, es decir, los argumentos. Los puntos de informacin sern para

    recabar informacin o evidenciar ciertos errores lgicos del adversario con el objetivo

    de sostener de manera eficiente la refutacin que deber esperar a la fase contra-

    argumental.

    6. En la fase de reunin los equipos implementarn la estrategia de refutacin, sin

    ningn tipo de ayuda extra a las anotaciones hechas durante la fase argumental.

    7. En la fase contra-argumental no se aceptan nuevos argumentos.

    8. Las refutaciones sern dirigidas a argumentos especficos de la contraparte no

    importando quin los dijo ni el lugar en que fueron utilizados.

    9. En la fase contra-argumental los puntos de informacin se utilizarn segn la

    estrategia del orador o equipo.

    10. Si el primer orador de la oposicin (O1) impugnara las definiciones del primer

    afirmativo (A1) deber demostrar la razonabilidad de dicha impugnacin sin abandonar

    su propuesta. Si esto deriva en un debate sobre las definiciones ser menester de cada

    bancada ofrecer la salida ms razonable a la discrepancia.

    Tabla 1: Secuencia de participacin formato parlamentario simple.

    Fase argumental Fase contra-argumental

    A1- Exordio (3 con 2 protegidos)* A1 Refutacin (4/ 2 protegidos)

    O1- Exordio (3 con 2 protegidos) O1 Refutacin (4/ 2 protegidos)

    A2- Argumentacin (4/ 2 protegidos) A2 Refutacin (4/ 2 protegidos)

    O2- Argumentacin (4/ 2 protegidos) O2 Refutacin (4/ 2 protegidos)

    A3- Argumentacin (4/ 2 protegidos) A3 Conclusin (3 sin puntos de

    informacin)

    O3- Argumentacin (4/ 2 protegidos) O 3 Conclusin (3 sin puntos de

    informacin)

    Fase de reunin 5 Fin

    7 Al igual que el formato Karl Popper

  • 15

    * Los puntos de informacin sern obligatorios para cada uno de los debatientes y se

    concedern luego del primer minuto de cada discurso, excepto para quin se encargue

    de la peroratio en cada bancada. Estos se solicitarn simplemente ponindose de pie.

    2.2.4. Una sospecha interesante: los debates unipersonales

    Mencin aparte son los debates unipersonales donde cada interlocutor necesita echar

    mano a todos elementos que componen el discurso y producir discurso cuando se le

    solicita responder a un punto de informacin. La libertad de este tipo de formato ofrece

    un gran valor pedaggico que solo se ve mermado con la ausencia del trabajo grupal, sin

    embargo, ofrece una posibilidad nica de evaluar el dominio total que un orador puede

    tener de su estructura discursiva y ms importante an, de lo empoderado que est con

    sus ideas.

    Este formato puede trasladarse necesariamente a lo pblico ya que opera desde la

    persona y para una audiencia definida, un buen orador en este tipo de contiendas es en

    potencia un buen lder natural. No hay que confundir esta modalidad con los debates

    presidenciales muy populares en toda Amrica, ya que estos no son espontneos,

    trabajan sobre preguntas previamente resueltas y muy rara vez se impugnan entre los

    oradores sin que se sepa que viene la impugnacin. Ese tipo de formato es un hbrido

    entre el foro pblico, el debate y las relaciones pblicas.

    2.2.5. Vicios heredados

    Sin una afn odiosamente regionalista sino ms bien sensato, es importante suprimir

    adems de la dinmica del debate trminos ingleses como Hear!, Shame! o Squirrel!,

    (Escucha!, Vergenza! o Ardilla!) en referencia a argumentaciones brillantes de la

    bancada propia, poco razonables del oponente en el segundo caso o a aquellas que se

    alejan del punto central del debate.

    Varias son las razones, la ms elemental es el idioma que resta identidad y capacidad

    inclusiva en el debate de habla hispana. Luego, y ms en profundidad, las connotaciones

    que tienen dichos trminos son ms bien perniciosas y no benefician un intercambio de

    ideas honesto y razonable. Decirle al interlocutor que escuche! es a lo menos una

    provocacin articulada en un ad hominem sutil. Tildar un argumento de vergonzoso sin

    explicitar la razn de dicha conclusin es a todas luces insuficiente. Lo alejado y poco

    pertinente del trmino ardilla articula otro punto de vista sin evidencia alguna y que no

    resuelve la relacin necesaria entre signo y significado. A modo de propuesta ldica y

    no necesariamente cmodo podramos decir Rata! o Pez! para evitar la connotacin

    negativa del roedor. Mejor es guardar esos comentarios y transformarlos en verdaderos

    argumentos a la hora de refutar.

    Tomarse la cabeza cada vez que un debatiente pide un punto de informacin no deja de

    ser intil si entendemos que el gesto, extrado tal cual de las cmaras britnicas, no

    indica nada ms intrascendente que un Lord afirmando su peluca para que no caiga al

    estirar la mano. Con solo ver que su interlocutor se pone de pie el orador que est en uso

    de la palabra sabr que se le solicita un punto de informacin.

  • 16

    Otros errores que se arrastran de los hper formalizados rituales del debate son el miedo

    y la condena al debate que, supuestamente, se entrampa en las definiciones.

    Es correcto pensar que el debate debe ser sobre la mocin-proposicin-resolucin

    acordada, sin embargo qu pasa cuando los oradores se desvan de la propuesta y

    discuten los trminos que componen dicha idea?

    A modo de ejemplo, es una situacin cada vez ms recurrente advertir dentro de un

    debate que las bancadas opositoras impugnen las definiciones cuando consideran que

    estas no reflejan el espritu de la proposicin de debate.

    En cierto torneo y bajo la resolucin El estado debe entregar la pldora del da

    despus a toda menor de edad que lo requiera la discusin se traslad hacia si la

    pldora era o no abortiva, aseveracin que intent establecer la bancada afirmativa en su

    definicin sobre el concepto pldora del da despus y que fue impugnada por la

    bancada negativa. Los comentarios posteriores al debate por parte de los jueces y uno

    que otro debatiente encolerizado sugeran que se haba presenciado un mal debate ya

    que no se discuti jams el papel del Estado y los esfuerzos de cada bancada estuvieron

    en esclarecer una explicacin razonable sobre la accin de la pldora en el organismo, es

    decir, si era abortiva o no, por extensin el debate deriv a formulaciones ms

    complejas acerca del inicio de la vida.

    Lo anterior est mal? Atenta contra el debate y su fin ltimo?

    Tiendo a pensar que no. Ese vrtigo que provoca en los jueces nveles, aquellos que

    creen que enfrentan demostraciones8 y en los que buscan un poco de aprobacin es, a mi

    criterio, totalmente equivocado. Si el debate ha de manifestarse tangencial a la

    resolucin planteada es porque en su esencia se plantea como una mirada crtica

    fundamental y no puede ser encasillada ni siquiera por formulaciones odiosas y

    reglamentarias. Hay dos momentos que desencadenan dicho accionar en los debatientes:

    El primero y el ms frecuente, es que se discute acerca de resoluciones mal construidas

    y peligrosamente ambiguas, sobre todo aquellas que apelan a proverbios o refranes que

    argumentalmente son falaces por construccin.

    No quiero decir con esto que no se debe debatir sobre temas intrascendentes o sobre

    aforismos jocosos. Vuelvo a reafirmar que estos son tiles para cuando se implementan

    las dinmicas de debate por primera vez, pero no son propios para oradores avanzados y

    menos para quienes ven todava en el debate una herramienta de cambio social.

    Por otro lado, si un debate se desarrolla sobre la pertinencia de las definiciones debemos

    atender quizs al hecho de que esas definiciones socialmente provocan dichas

    discrepancias y por tanto hay una discusin pendiente acerca de ciertos trminos como

    la vida, el aborto, los derechos etc. Si una resolucin de debate se formula con trminos

    8 Motivo de un trabajo en desarrollo es la legitimidad y conformacin de un jurado representativo

    directamente relacionado con el tema en disputa. El debate DEBE incluir en el juicio tanto a quienes

    puedan determinar su calidad lgica como aquellos que, s iendo parte de la controversia, puedan sentirse

    legtimamente persuadidos.

  • 17

    de connotacin alta no debe asombrarse cuando la discusin propuesta se agote en

    definir la pertinencia y el alcance de dichos trminos. Eso tambin es debate, porque

    refleja el sentir de una sociedad que an no ha resuelto su posicin al respecto y por

    tanto se hace ms pertinente hacia lo pblico.

    En sntesis, es necesario dejar que el debate avance hacia donde la necesidad lo lleve,

    sobre todo cuando las resoluciones dejan de ser pertinentes y remiten a simples juegos

    lgicos.

    El gato del gur ha muerto y no precisamente por apualamiento.

    2.3. El lugar del debate

    2.3.1. Pertinencia y pertenencia: el debate social

    La mayora de los encuentros de debate en la actualidad tienen un interesante segundo

    tiempo, en otras palabras, luego del debate, cualquiera que este sea, se desarrolla un

    meta-debate que no es tan elevado como la semntica del trmino lo amerita. Esta

    discusin, mucho ms espontnea que la formal, se agota en reflexiones acerca de la

    justicia de los fallos o como cierto equipo no logr cumplir con las reglas previamente

    acordadas. Si el debate tena un propsito como debe tener- es evidente que no iba ms

    lejos que encontrar un ganador para cada contienda.

    Pensar entonces que la importancia del debate radica en quien es el ganador, es no

    entender el fin del ejercicio que es resolver y generar acuerdos. Todo debate debe tener

    un propsito. Cuando este propsito es ganar, no hay necesidad de pensar siquiera en las

    ideas que se negocian. Dara lo mismo entonces hablar de la situacin de migracin en

    nuestro continente o de si el diablo sabe ms por viejo que por diablo, enunciados que

    distan mucho, el uno del otro, en su pertinencia y pertenencia para nuestra sociedad.

    Entindase como pertinente el ahora o sobre lo que es urgente discutir, y como

    pertenencia aquello de lo cual nos sentimos identificados como comunidad, raza o

    nacin. En un pas donde la corrupcin es altsima, debatir sobre si hay vida en Marte

    se transforma en un insulto a la comunidad, no es pertinente de acuerdo a los problemas

    urgentes a resolver y, por otro lado, no les pertenece.

    El debate competitivo no se ocupa de lo social, se ocupa de lo particular, no resuelve ni

    es inclusivo, es un gesto privado. La competencia, conforme a lo que estipula Humberto

    Maturana (1995), anula al otro, lo considera como un no legtimo en la relacin, por

    ende se aleja de lo humano. Ya que opera desde la subordinacin del derrotado y el

    enaltecimiento del ganador. Esta diferencia radical coacciona an ms en la

    importancia del debate de consensos que tiene un propsito especfico y necesario, por

    sobre un debate competitivo que ajusta su propsito al reconocimiento de la victoria. No

    reconocer al otro como un ente legtimo en la interaccin es negar su compromiso con

    las ideas que defiende, por ende, no opera la escucha crtica y el deseo de resolucin de

    forma sensata, ya que el otro no es ms que el adversario. Lo que opera en estos

    entornos es, como ya hemos adelantado, la sensacin de triunfo y la decepcin de la

    derrota.

  • 18

    El debate apunta hacia el consenso que tiene como fin ltimo resolver lo que todos

    esperamos sea lo mejor para nuestras comunidades.

    A Saber, un debate acerca de la pobreza en Amrica Latina deber resolver una

    dinmica social necesaria a seguir, un recurso sobre el cual producir un discurso social

    inclusivo y didctico, que sea solucin a una controversia real o que intente serlo y que

    se potencie en el lugar donde se le necesita. Evidentemente existirn ideas que

    prevalecern sobre otras, pero desde lo representativo y razonable de su formulacin. Si

    un debate logra resolver o al menos orientar un rumbo razonable de seguir respecto de

    la controversia que convoca, ya ha cumplido con su esencia y puede anticipar un avance

    para una sociedad ms justa. No hay entonces un solo ganador sino una sociedad

    completa que se acerca presurosa a resolver sus problemas.

    Lo que se resuelva en un debate, entonces, obedece a un universo especfico y

    significativo que podr, mediante el mismo ejercicio, ser revisado posteriormente.

    Pensar que el debate es la verdad es volver a su inmovilidad. Una sociedad sana debe

    ofrecer un discurso social en continuo cambio.

    2.3.1.2. Hacer universidad, hacer debate.

    En busca de lo pertinente y la identidad, el debate debe dirigirse hacia los temas

    urgentes de resolver. Como ya hemos visto, discutir sobre lugares comunes o

    problemticas lejanas solo nos entrega destreza lgica ms no un potencial de cambio.

    Las Universidades, hoy por hoy depositarias de la herramienta del debate, todava

    pueden hacer algo al respecto. En vez de potenciar torneos sobre resoluciones ficticias o

    ejercicios lgicos que solo logran revelar lo que ya se sabe, debieran ser lderes en sus

    comunidades, eso es hacer universidad. Instalar un discurso coherente y til para la

    sociedad en la cual se inserta. Si existen los recursos para organizar grandes eventos y

    capturar la atencin de los medios y parte de la comunidad, es obligacin de todo plantel

    universitario u organizacin que fomente la actividad hacerse cargo del ahora, de lo que

    la sociedad necesita, de los sin voz, de los excluidos, de aquellos que no tienen acceso al

    discurso social o de aquellos que han sido silenciados. Esta responsabilidad no es

    endosable, es una condicin sine qua non para justificar su pertinencia social y no

    convertirse en una mquina de fabricar profesionales sin una actitud crtica y ajenos de

    su entorno. El problema va ms all de una simple inclusin social forzada, es una

    deuda. Es entender cul es nuestro mandato. La diferencia que existe entre prepararse

    para devolver al pas lo que uno ha recibido de l trabajando para acabar con la pobreza,

    y prepararse para competir en el mercado ocupacional, es enorme. Se trata de dos

    mundos completamente distintos (Maturana, 1995, p.12)

    2.3.2. Desde la acrpolis y de vuelta al gora

    Dnde vive el debate?

  • 19

    Si pudiramos fijar su residencia, o sus posibles domicilios dnde se sita hoy?

    Salvo escasas excepciones y una muy pertinente en Colombia9, el debate yace pulcro e

    inalcanzable en las faldas de la academia. No quiero decir con esto que la acrpolis no

    est en su rango de pertenencia sino que muchas veces olvida desplazarse donde es

    requerido. El debate y la accin social son dos conceptos intrnsecamente hermanados.

    Y si esta accin no transcurre en un plantel especfico, es necesario llevarla donde pueda

    ser de utilidad.

    Al parecer olvidamos que los primeros y ms grandes oradores de la Grecia clsica,

    abandonaban sus aposentos para ir al gora a discutir sobre lo pertinente y necesario.

    Para Aristteles (2007) los buenos rtores, deban tener la capacidad de considerar lo

    decisivo sobre cualquier cosa dada, esto les conceda un status especial que deban

    honrar frente a sus pares. Los discursos eran por tanto significativos solo en su

    dimensin social, fuera de esta no existan. La audiencia, relevante en el desarrollo de

    sus argumentos, reciba de primera fuente las reflexiones y sospechas de quienes eran

    los encargados de pensar la sociedad. El premio de un buen orador recaa en la

    aceptacin de su auditorio y junto a l construa su discurso.

    Dnde encontramos a los oradores de hoy?

    Mayoritariamente fabricando acuerdos a puerta cerrada. Jugando con las palabras.

    Creando una hermosa ilusin de inclusin, pero de accin, muy poca. Un reclamo

    recurrente es la poca relacin que hay entre el discurso y su praxis.

    Sin nimo de desarticular un pilar fundamental de la democracia como los parlamentos

    o los representantes polticos de cada nacin, que en el correcto ejercicio de sus

    funciones son de gran utilidad y se justifican, el objetivo final es que todas esas

    discusiones, por particulares que sean, se hagan junto a las personas que, de manera

    directa o indirecta, son quienes viven los resultados de dichos acuerdos. Nuestros

    representantes y lderes, no importa su definicin, deben conocer a sus representados y

    el lugar donde ellos se establecen, de lo contrario esto se convierte en un juego de rol

    ajeno a la realidad.

    Toda accin comunicativa surge en funcin de las ideas que en este caso el debate

    propone y la pertinencia que tales argumentos tienen en lo social, en especial cuando se

    define que toda comunicacin tiene un aspecto de contenido y un aspecto relacional,

    tales que el segundo clasifica al primero y es por ende una meta comunicacin

    (Watzlawick, Beavin, Jackson, 1993, p.56) La arenga busca debatir acerca del debate y

    hacer inflexin en lo irrelevante del ejercicio si este no est en directa relacin con lo

    que indica.

    Si se necesita que los lderes de opinin estn en terreno esa ser entonces la dinmica

    a seguir. Si la discusin es en la calle, en una sede social, en una escuela, en una

    9 La fusin Debate y Hip Hop que promueve el colectivo La Familia Ayara en Colombia es una

    esperanzadora iniciativa de llevar la resolucin de conflictos a los lugares donde estos se desarrollan. Ms

    detalles en http://www.ayara.org/

  • 20

    comunidad rural o en la plaza del pueblo es hasta all donde, tanto orador como debate,

    deben hacerse presentes. En momentos histricos donde el tiempo es escaso, el debate,

    la discusin social, debe ir al lugar en donde el problema se desarrolla y acortar as la

    odiosa brecha de la indiferencia.

    3. CONCLUSIN

    El debate tal como lo conocemos hoy, una propuesta metodolgica de gran alcance en la

    enseanza formal e informal, ha de sobrevivir en la medida que cumpla con ciertos

    ciclos naturales propios de su praxis.

    En las etapas iniciales, es decir, cuando el debate aparece en las aulas o en otras

    dependencias facilitadoras, es necesario recurrir y nutrirse de su utilidad pedaggica,

    esas que apuntan al perfeccionamiento de competencias dialgicas, formales y de

    contenido, fomentando el trabajo en equipo y teniendo como objetivo final el desarrollo

    del pensamiento crtico.

    Las competencias que sugiere esta particular forma de pensamiento ofrecen una radical

    bifurcacin. Un primer camino que termina en el anlisis riguroso y metodolgico de la

    realidad y otro muy distinto que se interesa en cmo este anlisis puede ayudar para una

    mejor convivencia, en otras palabras, que necesita anclarse en lo social.

    Para esto debe superar las exclusiones de los formatos estrictos, esos que se basan en

    negaciones y censuras. La palabra est en el aire, es imposible atraparla sin daar su

    interior o al menos vulnerar su capacidad de cambio. Suprimir los vicios heredados de

    formas configuradas en otras latitudes es un primer gran paso. No ms ardillas ni

    pelucas blancas, un buen argumentador se mueve con facilidad en cualquier terreno que

    requiera un anlisis certero y una reflexin meticulosa. El modo en que se emplace la

    actividad, que no son ms que instrucciones de tablero de juegos, debe ser siempre

    secundario.

    El intercambio dialgico que configura el debate no necesita ms que un acuerdo en los

    turnos de participacin y la habilidad del orador para adecuar su intencin comunicativa

    a las distintas etapas del discurso. Lo dems quedar a juicio del auditorio grupo en

    equilibrio entre lo lgico y lo pertinente- que se intenta persuadir, y ser precisamente

    un elemento ms en la construccin del discurso argumentativo. La funcin principal

    del orador no estar en hacer calzar su discurso en el formato previsto, por el

    contrario, estar en su capacidad de construir discurso argumentativo capaz de sostener

    ideas de cambio y con incidencia real en el contexto donde se desempea.

    Ms tarde, en un momento de transicin y luego de que las competencias formales han

    sido integradas, la actividad debe preguntarse acerca de cul es su propsito. Tras esta

    reflexin podemos optar por mantenernos en la comodidad del dominio del juego y ser

    eternos debatientes o pasar a un tercer estadio: La bsqueda de sentido.

    Y es aqu donde debemos accionar, ya desechando resoluciones absurdas, ya

    potenciando discusiones pertinentes y necesarias, resolviendo o ejerciendo liderazgo

  • 21

    positivo respecto de los problemas urgentes para cada comunidad en especfico. Aqu el

    debate encuentra un nuevo sendero, extraviado en las estadsticas del ejercicio

    deportivo.

    Los caminos pueden ser tantos como el nivel de conexin que exista entre la comunidad

    y sus instituciones. Movimientos estudiantiles que se integren a la trama social

    generando espacios de discusin donde el debate como herramienta logre entregar un

    valor agregado y de esta forma empoderar a quienes buscan respuestas a las

    problemticas sociales enseando posibles vas de cambio y desarrollo. No es necesario

    dejar atrs los torneos de debate, sera un despropsito, sobre todo en las etapas donde

    las personas necesitan ser instruidas acerca de estas herramientas (como referencia

    temporal especfica se articula muy bien desde la educacin secundaria, sin embargo

    puede potenciarse en formas simples desde los primeros aos de escuela) La idea es que

    aquellas justas recuerden que estn insertas en una sociedad y que gracias a ella, y su

    estructura, es que pueden definirse como tales.

    Si es urgente cambiar las temticas vacas o genricas por otras especficas y de inters

    ciudadano, un torneo de debate que se recuerde por la profundidad, pertinencia y

    pertenencia de sus temticas es cualitativamente superior a aqul que entrega como

    reflexin final una exaltacin del ganador, lo dudoso de los fallos o si en trminos

    simples la vida fluye o no.

    En este momento, los torneos pueden ser la mesa de trabajo de otras iniciativas que se

    desarrollen directamente en la ciudad, el elemento original del debate.

    Los facilitadores y activistas sociales, supuestamente ms cerca a las necesidades de sus

    vecinos, pueden apoderarse de la metodologa para potenciar la capacidad de

    empoderamiento constante de la poblacin y as configurar, mediante un trabajo

    sistemtico, un ciudadano informado, crtico y capaz de proponer soluciones para sus

    propias problemticas y fiscalizar con propiedad el correcto desempeo de sus

    gobernantes. Ejercer ciudadana constructiva y con una alta capacidad crtica ser su

    objetivo fundamental.

    Amrica Latina tiene debate y sobra en iniciativas que fomentan la actividad, sin

    embargo est ad portas de darle el sentido que nuestras sociedades necesitan y esperan

    con ansias.

    El debate carente de accin, aquel que termina en los aplausos de un saln debe ceder

    espacio a la resolucin de conflictos. Una actitud irresponsable, luego de consolidada la

    metodologa, sera mantener un simple juego cuando la comunidad, distante de los

    espacios de resolucin, exige soluciones inmediatas e ideas inspiradoras.

    4. BIBLIOGRAFA

    Aristteles. (2007), Retrica, Buenos Aires, Gradifco.

    De Mello, Anthony (1982), El canto del pjaro, Cantabria, Sal Terrae.

  • 22

    Foucault, M. (2008), El orden del discurso, Buenos Aires, Tusquets.

    Maturana, H. R. (1995), Emociones y Lenguaje en Educacin y Poltica, Santiago,

    Dolmen.

    Perelman, Ch; Olbrechts-Tyteca, L. (1989), Tratado de la argumentacin: la nueva

    retrica, Madrid, Gredos.

    Watzlawick, P; Beavin, J y Jackson, D. (1993), Teora de la comunicacin humana,

    Barcelona, Herder.

    Wodak, R. (2003), El enfoque histrico del discurso. En R. Wodak & M. Meyer (Eds.),

    Mtodos de anlisis crtico del discurso, Barcelona, Gedisa.

  • 23

    INTRODUCCIN

    Desde su nacimiento, la regin latinoamericana se ha caracterizado por ser una zona

    de grandes cambios polticos importantes en perodos de tiempo muy cortos. sta

    condicin, ha generado continuamente la necesidad de una revisin peridica

    institucional en cada Estado que la compone. Tal revisin es efectuada a travs de

    cambios constitucionales consecuentes, o a partir de revoluciones polticas que buscan

    la transformacin del sistema poltico en el Estado en el cual ocurre. Actualmente, y

    con el devenir del tiempo y el desarrollo tecnolgico, esos cambios son cada vez ms

    frecuentes y abruptos, complejizndose la cantidad de actores involucrados y los

    intereses en juego.

    Frente a ste fenmeno es importante resaltar la presencia de dos arenas en las que se

    manifiestan stas transformaciones: la esfera de la decisin y la esfera de la accin

    pblica. En la esfera de la accin, intervienen dos agentes importantes que modifican

    consecuentemente la realidad poltica, motivados por intereses particulares e

    influenciados por las relaciones que stos mantienen entre s: la sociedad civil y los

    entes legitimados por el poder. De forma contraria ocurre en la decisin, la cual slo es

    tomada por los entes legitimados. Tal disociacin ocasiona un margen error amplio

    entre el anlisis de los problemas que se presentan en la realidad y las decisiones que se

    toman para resolverlos.

    En ste sentido, he encontrado en el debate, una herramienta fundamental para resolver

    ste problema. La actividad del debate competitivo contempla en su prctica, una serie

    de herramientas tiles de pensamiento y comunicacin efectiva. No obstante, tales

    herramientas en el marco del debate competitivo, slo son aprovechadas para la

    competencia y se agotan en la misma.

    La preocupacin que ha movilizado mi inters en el estudio y la prctica del debate

    como herramienta de accin pblica, han sido los lmites propios que impone la

    competencia en el debate y la revisin de la pertinencia de los formatos existentes para

    debatir. En ste sentido, tal revisin ha estado encaminada al fortalecimiento del Debate

    como herramienta de pensamiento y accin, conjuntamente.

  • 24

    Entendiendo el proceso de la accin-decisin pblica como un ciclo, la presente

    propuesta se plantea insertar la prctica del debate en el margen existente entre la accin

    y la decisin, con la finalidad de motivar la revisin de los asuntos pblicos,

    vinculndola con la apreciacin y enfoques de aquellos que tambin participan en ellos:

    la sociedad civil.

    I. LA AGENDA PBLICA EN AMRICA LATINA: DE LA DECISIN A

    LA ACCIN Y VICEVERSA.

    En materia de Polticas Pblicas, el termino Agenda se utiliza para indicar el conjunto

    de problemas percibidos que necesitan un debate pblico, o incluso la intervencin

    activa de las autoridades pblicas legtimas (Padioleau, 1982:25).

    En ste sentido, la Agenda Pblica est determinada por el conjunto de asuntos clave

    (temas de alta densidad e inters pblico) que se manifiestan en determinada realidad

    poltica. En el caso de la regin latinoamericana, estos temas pueden llegar a ser muy

    variados, pero dependern en gran medida de los asuntos comunes que compartan los

    Estados parte de la regin, al ser ese el alcance del anlisis. Por tanto, a travs de una

    revisin de las noticias regionales y las polticas implementadas por los gobiernos de la

    regin latinoamericana, es posible identificar los temas pblicos vigentes en Amrica

    Latina y con ello, la dimensin de su Agenda Regional.

    La regin latinoamericana, como componente poltico, constituye la zona de

    convergencia de mltiples culturas, creencias, valores e instituciones que moldean la

    identidad de cada Estado-Nacin ubicado geogrficamente en sta regin. No obstante,

    as mismo constituye la arena de encuentro de problemas y necesidades que han

    superado los lmites de la soberana de cada Estado, para adquirir una dimensin

    regional, internacional y global.

    Asuntos relacionados con el Crimen Internacional Organizado (narcotrfico, trata de

    blancas, explotacin forzosa, terrorismo, el trfico de armas, entre otros), los recursos

    naturales (energas renovables y no renovables, recursos mineros, seguridad alimentaria,

    etc), la pobreza y el desarrollo, los Derechos Humanos y otros temas de inters pblico,

    son y deben ser tratados y focalizados como asuntos de inters regional, tanto por las

    motivaciones causales que originaron su aparicin, como por sus implicaciones,

    constituyendo parte esencial de la Agenda Regional en Amrica Latina.

    No obstante, si bien es posible identificar una gama diferenciada de problemas propios

    de la regin latinoamericana, es necesario discurrir sobre aquellos fenmenos que

    potencian tales problemas, con la finalidad de abordarlos desde su origen. Entre esos

    fenmenos hay dos principales que resumir en los siguientes argumentos:

    - Disfuncin de la Participacin Ciudadana y la Representacin Poltica en los

    Estados que componen la regin latinoamericana.

  • 25

    - Brecha Comunicacional entre la ciudadana y sus representantes (los entes

    pblicos)

    Disfuncin de la Participacin Ciudadana y la Representacin Poltica en los

    Estados que componen la regin latinoamericana.

    Desde el origen del Estado, existe una relacin contractual entre ste y la Sociedad,

    donde cada esfera tiene una responsabilidad propia y con el otro. sta relacin ha sido

    estudiada por diferentes y reconocidos tericos polticos como John Loke, Hobbes y

    Rosseau. Tales autores han enfatizado que a travs de la comprensin de ese momento

    inicial entre el Estado y la Sociedad, es posible entender las relaciones que stos

    comnmente mantienen.

    Tales relaciones son comprensibles a partir de los orgenes del Estado con las Teoras

    contractuales que buscan responder a esa

    necesidad de garantizar el orden, a travs de dos formas de contrato efectuados entre la

    Sociedad y el Estado: un pacto de asociacin y un pacto de sujecin

    En el primero, los pactantes se agrupan en prosecucin de sus

    intereses comunes, a travs de la cooperacin conjunta, sin ceder

    soberana; mientras que en el segundo, los pactantes ceden soberana

    para sujetarse a ese gobierno. En ambos tipos de contratos, se establece una relacin de

    compromiso y responsabilidades entre la Sociedad y el Estado, bajo el conocimiento de

    los lmites y los deberes que han asumido en esa relacin contractual.

    La reflexin sobre los orgenes contractuales del Estado, sirve para entender las

    relaciones que se desprenden post-pacto. Estas relaciones entre la sociedad y el Estado,

    son las que determinarn la capacidad de accin y decisin que tienen para influir en lo

    pblico: lo poltico.

    En ste sentido, tal relacin contractual se manifiesta a travs de dos nociones

    fundamentales: la nocin de Representacin Poltica y la nocin de Participacin

    Ciudadana.

    Bajo lo descrito por Cotta, la Representacin Poltica es el acto mediante el cual un

    representante -gobernante o legislador- acta en nombre de un representado para la

    satisfaccin, al menos en teora, de los intereses de ste. Los actos del representante

    obligan al representado, pero ste tiene la posibilidad de controlar y exigir

    responsabilidades al gobernante a travs de mecanismos electorales institucionalizados

    (Cotta, 1986).

    De sta manera, la Representacin Poltica est referida a la escogencia de una serie de

    figuras pblicas para que representen los intereses de la sociedad civil frente al Estado,

    por tanto, ellos son los mediadores entre las demandas de la sociedad y las capacidades

    que el Estado tiene para satisfacerlas.

  • 26

    A diferencia de la Democracia Clsica, la Democracia Moderna se ha fundamentado

    desde sus inicios en la idea de la representacin. Mientras en la Atenas antigua se exiga

    de los ciudadanos un involucramiento directo en los asuntos de la ciudad y su

    participacin permanente en las reuniones que eran convocadas en el gora para

    discutir y tomar decisiones acerca de la vida en comn; para los modernos la

    democracia se defini en funcin del mandato representativo. (Latouche, 2006)

    En ste orden de ideas, se hace necesaria establecer una diferenciacin entre dos tipos

    principales de representacin: una representacin por delegacin o mandato y una

    representacin por conciencia o representacin fiduciaria.

    La representacin por mandato est referida a la delegacin de ciertos temas especficos

    desde los representados a los representantes polticos. Estos temas parten de los

    intereses del electorado y resulta en una especie de manual de procedimiento que

    sirva de gua para la discusin de los mismos en los cuerpos legisladores del Estado al

    que se pertenezca. No obstante, debido a la complejidad del entorno poltico, la

    introduccin de nuevos y mayores actores a la actividad pblica y el incremento de los

    asuntos de inters cada vez ms globalizados, ste tipo de representacin poltica fue

    desplazado por el segundo tipo: representacin por conciencia.

    En ste sentido, Edmund Burke introduce una nueva concepcin de Representacin

    distinta a la anteriormente plateada, en donde privaba por encima de todo, la delegacin

    que el pueblo haca a su representante. Bajo este respecto, Burke plantea una

    representacin relacionada con la conciencia del representante sobre los asuntos que

    interesan al representado y al pas entero. En sta, el representante al ser elegido se le es

    atribuida una responsabilidad sobre su conciencia, para discurrir asuntos que incluso no

    hayan sido planteados anteriormente por los representados.

    A simple vista sta forma de representacin genera beneficios que no podan

    encontrarse en otros modelos, pero as mismo genera perjuicios importantes que afectan

    en gran medida a la Participacin Ciudadana. ste modelo implica en los procesos

    electorales una mayor des-vinculacin de los polticos con las respuestas a las

    demandas que asumieron previamente a la eleccin con sus representados, bien sea a

    travs de un plan de gobierno u otro medio de comunicacin entre stos y el

    representante. Y as mismo una mayor desvinculacin de la ciudadana en torno a la

    responsabilidad de lo pblico que recae sobre ellos y el elegido.

    Cabe destacar que actualmente, y con ms ahnco en los sistemas polticos

    latinoamericanos, es sta la nocin de representacin poltica que prevalece. La razn de

    esto se le atribuye a los procesos de independencia del siglo XIX, de los pases que

    ahora conforman Amrica Latina, que en su mayora se desarrollaron en el cono sur y

    que requirieron de stos instrumentos para plantear en sus cuerpos legisladores temas de

  • 27

    inters pblico (como la independencia) que no fueron previstos por sus electores al

    momento de delegar en ellos la responsabilidad de la representacin10.

    En nuestros sistemas polticos esa retirada de confianza slo es posible, de no mediar

    delito, en las siguientes elecciones, lo que no deja de afectar a la idea de que el pueblo,

    merced a su carcter soberano, es el que siempre decide en democracia. La

    representacin poltica suele ser entendida por muchos autores como el nico tipo de

    representacin, ya que incorpora el elemento de control liberal basado en las elecciones

    (Pitkin, 1986).

    sta nocin de representacin poltica, est estrechamente relacionada con la segunda

    nocin expuesta en la relacin contractual del Estado: la Participacin ciudadana.

    La misma debe entenderse como un mecanismo de la Sociedad Civil para manifestar sus

    necesidades e intereses propios y demandarlos frente al Estado. Esta demanda slo

    puede hacerse en pleno conocimiento de los derechos y deberes pblicos como

    ciudadanos, tales como asumir la responsabilidad con lo poltico a travs de la

    formulacin de propuestas y el pleno inters en la accin pblica. sta ltima idea, est

    fundamentada en la nocin griega del ciudadano, como aquel que participa en lo pblico

    a travs del debate y la propuesta (el gora).

    De acuerdo a lo expuesto por Rafael guila en su trabajo sobre La participacin

    poltica como generadora de educacin cvica y gobernabilidad, existen histricamente,

    dos principales tradiciones en torno a la participacin ciudadana: la liberal anti

    participativa y la democrtico participativa. (Del guila, 1996:35)

    La primera de ellas sostiene que () una participacin intensiva de los ciudadanos

    tiende a dividir a la sociedad y, ms an, que la existencia misma de altos mrgenes de

    participacin es muestra de la insatisfaccin ciudadana con sus autoridades e

    instituciones y, por ende, motivo de deslegitimacin en detrimento de la

    gobernabilidad. (bid)

    Esto ha generado que algunos autores afines a sta corriente como Max Weber o

    Schumpeter circunscriban la participacin ciudadana a la emisin del voto para la

    eleccin de representantes polticos (o autoridades), que finalmente deben garantizar

    10

    Un ejemplo de ello, lo constituyen las discusiones del Congreso de la Repblica de Venezuela en 1811.

    Durante la sesin del 25 de Junio de 1811 en el Congreso de la Repblica, se puso en manifiesto la

    discusin que dara paso a una nueva forma de entender la representacin: por conciencia del

    representante frente al representado. De forma que durante las discusiones en esa sesin, ambas posturas

    se evidenciaron, expresando lo siguiente:

    Seor Unda: Me creo tan representante de Guanare en particular, como promovedor y agente del bien

    general de Venezuela, cuando he sido del partido de la divisin, he pretendido la prosperidad de Guanare,

    sin aspirar a la desgracia de Venezuela. De qu sirve la representacin que ejercemos si se alega como

    requisito la voluntad individual de los pueblos? Y por qu no ha de haber en nosotros facultades para

    decidir lo favorable a nuestros constituyentes? Actas constitutivas del Congreso de la Repblica de 1811

    (del 25 de Junio al 03 de Julio de 1811). (GRASSES,2010)

  • 28

    las condiciones de gobernabilidad para satisfacer las demandas de los electores. En

    consecuencia, la actividad poltica y la participacin pblica se suelen desincentivar al

    tiempo que se profesionalizan, confiando a la eficiencia gubernamental la gestin de la

    complejidad social bajo un aparente equilibrio entre participacin y apata.

    Por otro lado, la segunda tradicin sostiene que es necesario el incremento de la

    participacin en los asuntos importantes para la colectividad, en contraposicin con la

    anterior, concibiendo a la participacin ciudadana como generadora de hbitos de

    interaccin social y de esferas para la deliberacin pblica (agenda pblica); como el

    medio para la toma de conciencia social sobre la necesidad de ejercer control, de

    manera democrtica y colectiva, sobre decisiones y actividades relevantes para la

    comunidad y como creadora de fuertes lazos comunitarios alrededor de valores como el

    bien comn, la pluralidad, la tolerancia y la democracia.

    En ste sentido, la participacin ciudadana se convierte en un medio generador de

    agenda pblica, al vincular la responsabilidad ciudadana con la accin deliberativa en

    los asuntos pblicos, tal como lo describe Cunill, al proponer que () la participacin

    ciudadana se refiere a las experiencias de intervencin de los individuos en actividades

    pblicas para hacer valer intereses sociales (CUNILL, 1991:52).

    Brecha Comunicacional entre la ciudadana y sus representantes.

    Un segundo fenmeno potenciador de problemas pblicos en Amrica Latina, es el

    referido a la brecha comunicacional existente entre la ciudadana y sus representantes

    polticos; es decir, los entes pblicos.

    Como se mencion anteriormente, existe una disfuncin en la participacin ciudadana y

    la representacin poltica. Tal disfuncin se hace evidente cuando se expone que el

    modelo de representacin poltica latinoamericano (modelo de representacin por

    conciencia) y los mecanismos de participacin ciudadana (en su mayora electorales),

    crean espacios en los que la ciudadana slo acta para elegir o escoger entre opciones

    pblicas y no para proponer o discurrir sobre los asuntos que determinan la agenda y

    finalmente las relaciones entre los mismos afectados.

    sta disfuncin en la participacin ciudadana y en la representacin poltica, ha

    generado una brecha comunicacional entre la sociedad civil y los entes de

    representacin legitimados por el poder. sta brecha comunicacional est referida a la

    ineficacia de los medios de representacin y participacin disponibles para dar

    solvencia o respuesta a las demandas que provienen de la Sociedad Civil hacia el Estado

    o sus representantes polticos.

    Con la intencin resolver esa brecha comunicacional, el presente trabajo se propone

    presentar un nuevo modelo de participacin ciudadana, fundamentado en la disciplina

    del Debate para generar mejores mecanismos de participacin que fortalezcan los

    lazos creados entre la Sociedad y el Estado a travs de la representacin poltica.

  • 29

    Para comprender las dimensiones de sta brecha comunicacional, es necesario referirse

    a dos arenas en las que se moviliza todo lo referente a lo pblico. stas son las esferas

    de la Accin y la Decisin.

    Los problemas que actualmente se presentan en Amrica Latina y en cada uno de los

    Estados que le conforman, son producto de acciones y decisiones pblicas. Tales

    acciones y decisiones se manejan en esferas distintas que a pesar de mantener una

    relacin constante, son claramente diferenciables.

    En la esfera de la accin pblica, -entendindola como aquellas acciones relacionadas

    con la participacin en los asuntos de incidencia pblica o poltica-, se manifiestan dos

    actores fundamentales: los entes revestidos por el poder que tienen la capacidad de

    influir y manejar ambiente y resultados a travs de la generacin de polticas pblicas y

    como segundo actor, la ciudadana a travs de la ya mencionada participacin

    ciudadana.

    En ste orden de ideas, una poltica puede ser considerada en un doble sentido, un curso

    de accin. En palabras de Luis Aguilar,

    () Es el curso de accin deliberadamente diseado y el curso de accin efectivamente

    seguido. No slo lo que el gobierno dice y quiere hacer. Tambin lo que finalmente hace

    y logra, por s mismo o en interaccin con actores polticos y sociales, ms all de sus

    intenciones. (1992:25)

    Por otro lado, en la esfera de la decisin pblica, el nico actor legitimado para decidir

    conforme a lo pblico, son los entes revestidos del poder, por tanto, la ciudadana no

    participa en la toma de decisiones, salvo en aquellos casos en los que la Ley lo

    disponga, como en el caso venezolano a travs de la figura del referndum consultivo.

    No obstante esa funcin ciudadana est limitada a escoger y no a proponer, siendo esto

    ltimo un factor importante en la disfuncin de la participacin ciudadana y la

    representacin poltica en la regin latinoamericana.

  • 30

    Ciclo De La Accin Pblica.

    En principio, los problemas que afectan la realidad poltica, son producto de acciones y

    decisiones pblicas; es decir, los actores que inciden en sta realidad, lo hacen a travs

    de la accin o la decisin. Como se mencion anteriormente, en la esfera de la accin

    intervienen muchos ms actores que en la esfera de la decisin y esto genera la

    disociacin entre esas dos esferas.

    Tal disociacin se ve influenciada por los efectos del modelo de representacin poltica

    por conciencia y la participacin ciudadana circunscrita a los procesos electorales. La

    sociedad civil que acta conjuntamente con los rganos legitimados por el poder en la

    esfera de la accin, ha delegado su responsabilidad ciudadana a travs de entes de

    representacin e incluso en los escasos espacios en los que es posible participar en el

    juego democrtico, stos actores participan en su mayora y frecuentemente de forma

    electoral, limitando an ms sus espacios de accin pblica.

    La importancia de la comprensin de ste fenmeno radica en la necesidad de introducir

    nuevos mecanismos de participacin ciudadana en la brecha existente entre la accin y

    la decisin, con la finalidad de ampliar los espacios disponibles para la deliberacin y la

    generacin de agenda pblica que incluya la participacin activa de todos los

    potencialmente afectados por las decisiones pblicas producto de determinadas

    acciones.

    De sta manera, la poltica () es entonces una estrategia de accin colectiva,

    deliberadamente diseada y calculada, en funcin de determinados objetivos. Implica y

    desata toda una serie de decisiones a adoptar y una serie de acciones a efectuar por un

    nmero extenso de actores (dem: 26)

    Problemas Pblicos

    Accin Pblica

    Decisin Pblica

    Accin Pblica

    DEBATE

    DEBATE

  • 31

    En ste sentido, dentro de los mecanismos disponibles para generar procesos efectivos

    de deliberacin, se encuentra la dinmica del debate, siendo sta una prctica

    institucionalizada en Amrica Latina a travs de la modalidad del debate competitivo,

    que ser explicado con rigurosidad en la siguiente seccin del presente trabajo. De tal

    forma, una vez evidenciado el proceso comunicacional entre la accin y la decisin, y

    habiendo establecido la necesidad de generar nuevos espacios de deliberacin efectivos,

    se proceder a explicar la dinmica del debate como el espacio idneo para la ejecucin

    de stos procesos.

    II. EL DEBATE COMO GENERADOR DE AGENDA PBLICA

    El debate puede ser considerado como una forma de discusin formal y organizada que

    se caracteriza por enfrentar dos posiciones opuestas sobre un tema determinado. En

    otras palabras, el debate es () el intercambio de opiniones crticas, que se lleva

    acabo frente a un pblico y con la direccin de un moderador para mantener el respeto y

    la objetividad entre ambas posturas. (Rangel, 2007: 45)

    El debate como prctica pblica, ha existido desde la antigedad. En la antigua Grecia,

    nace la idea del debate como un medio para la deliberacin de los asuntos de la polis

    (asuntos pblicos) en el gora.

    En la actualidad, la prctica del debate ha generado otras dimensiones: desde los

    programas televisivos, los foros en internet hasta la competencia. En ste trabajo

    particular, se har referencia al debate desde la forma del debate competitivo.

    El debate competitivo se refiere a la prctica institucionalizada de debate a travs de la

    competencia. Tal competencia est sujeta a reglas y procedimientos propios del formato

    en el que se est debatiendo. Las ventajas del debate competitivo frente a otro tipo de

    debate es lo referido al entrenamiento en herramientas de comunicacin propias del

    debate y la prctica de las mismas de forma organizada y consecuente.

    Herramientas propias de la prctica del Debate

    Dentro de esas herramientas propias de la lgica del debate, destacan lo que calificar

    como tres grupos fundamentales: Herramientas de Pensamiento, herramientas de Accin

    y herramientas de Comunicacin (PAC)

    Herramientas de Pensamiento: Argumentacin, refutacin, determinacin de falacias,

    anlisis de mociones.

    Herramientas de Accin: Anlisis de entorno poltico y social, elaboracin de planes,

    mtodos para organizar un debate, mtodos para debatir.

    Herramientas de Comunicacin: estructuracin de discursos, oratoria, medios

    retricos, toma de notas, comunicacin oral, comunicacin verbal y no verbal.

    Formatos de Debate

  • 32

    Los formatos de debate son las formas y procedimientos que se utilizan para debatir.

    Cada formato de debate tiene sus propias reglas y distribucin, aunque en esencia se

    mantenga la misma dinmica: la confrontacin argumentativa.

    Existen diferentes formatos de debate competitivo, pero los ms practicados en el

    mundo son cuatro: Formato de debate Parlamentario, formato de debate Policy, formato

    de debate Foro Pblico y formato de debate Lincoln Douglas. Estos formatos estn

    diseados para la prctica argumentativa en la competencia, razn por la cual a pesar de

    la aplicacin de las herramientas deliberativas que estos formatos presentan, al mismo

    tiempo generan ciertas limitaciones que son impuestas por la dinmica de la

    competencia.

    Como se mencion en la primera parte de ste trabajo, se ha identificado la necesidad de

    establecer mecanismos de deliberacin ciudadana para la generacin de agenda pblica

    regional, siendo el debate un medio efectivo para lograrlo. No obstante, los formatos

    existentes de debate competitivo al estar avocados a la competencia, no ofrecen los

    espacios de deliberacin pblica necesarios para la generacin de agenda.

    En vista de ste problema, en el presente trabajo se presenta la propuesta de un nuevo

    formato de debate que rena las cualidades de los formatos de debate competitivo y que

    al mismo tiempo est diseado para la deliberacin pblica que permita la generacin de

    propuestas efectivas y la interrelacin de los diferentes actores involucrados: Debate

    Pblico para Amrica Latina (DEPAL)

    DEPAL: DEBATE PBLICO PARA AMRICA LATINA.

    - Objetivos

    ste nuevo formato de debate (DEPAL), tendr como objetivo principal la generacin

    de agenda pblica regional propositiva, a partir de un nuevo programa de debate que

    integre las herramientas comunicativas del debate competitivo a las herramientas de

    anlisis de informacin poltica.

    - Metodologa y Procedimiento:

    El DEPAL al ser un formato de debate diseado para la regin latinoamericana, se

    desarrollar conjuntamente en los pases participantes. Cada pas participante deber

    cumplir con dos requisitos fundamentales: ser parte de la regin latinoamericana y

    contar con al menos un grupo o sociedad de debate competitivo, que servir de apoyo a

    la ejecucin del formato.

    El debate se desarrollar a partir de cuatro ejes:

    PRIMER EJE: De la Idea a la Palabra

    Capacitacin en herramientas de Debate para grupos de inters y grupos de presin de la

    sociedad civil organizada de los pases participantes

  • 33

    En ste primer eje, las sociedades de debate de cada pas capacitarn en herramientas de

    debate, comunicacin y anlisis de informacin a los grupos de inters y de presin que

    deseen participar en ste formato: universidades, colegios, comunidades, entes

    gubernamentales, movimientos sociales, etc.

    Seleccin de temas, mociones de debate de agenda pblica regional en cada pas

    As mismo, anualmente los pases participantes a travs de sus respectivos grupos de

    debate responsables, decidirn 1 categora de agenda pblica regional que desarrollarn

    durante un ao a travs de la capacitacin, foros, investigaciones y debates generados

    por los participantes de cada pas.

    Hay una amplia gama de temas de agenda regional. No obstante, se dividirn en tres

    categoras principales para su mejor organizacin: a) seguridad, b) pobreza y

    desarrollo; y c) derechos humanos.

    En cada pas participante se desarrollarn foros, conferencias y debates pblicos sobre

    una de stas categoras de agenda pblica regional, atacando la mayor cantidad de

    aristas posibles desde los diferentes entes y grupos de inters vinculados.

    SEGUNDO EJE: De la palabra a la accin

    Organizar debates en torno a esos temas de agenda internamente (formato DEPAL)

    Las sociedades o grupos de debate responsables por pas, organizarn debates de agenda

    en conjunto con los grupos de presin y de inters previamente entrenados en las

    herramientas efectivas para el debate. La dinmica de ste formato se desarrollar como

    una fusin del foro pblico y el modelo parlamentario, introduciendo la generacin de

    propuestas del policy debate. El resultado del debate es un plan de accin conjunto que

    proviene de los puntos de choque evidenciados en la confrontacin argumentativa.

    Generar planes de accin frente a esos temas de agenda (por grupo y luego por pas).

    La motivacin principal de ste formato es la propuesta efectiva, entendindola como el

    plan que siendo resultado del debate, contribuir a la aplicacin de soluciones efectivas

    para los problemas comunes de la agenda pblica.

    TERCER EJE: De la accin a la decisin y viceversa

    Debate conforme a los planes de accin por pas (debate anual internacional)

    Anualmente las sociedades de debate responsables organizarn un debate anual

    internacional de agenda pblica regional. En ese torneo se debatirn los planes que

    resultaron de los debates internos de cada pas.

    CUARTO EJE: De la accin al resultado.

    La finalidad de estos torneos es la presentacin de resultados en uno o varios Planes de

    accin y ejecucin de soluciones efectivas en el marco de un proyecto conjunto entre las

  • 34

    sociedades de debate, universidades y grupos de inters y presin vinculados, en una

    publicacin anual.

    Beneficios de la ejecucin de ste nuevo formato de debate DEPAL

    Entre los principales beneficios, se pueden destacar:

    Para El Debate Como Actividad Y Para La Academia Internacional De Debate En

    Espaol

    La Creacin de un Nuevo Formato Conciliador de Debate, siendo ste el primer

    formato de debate creado en Amrica Latina y ajustado a la realidad poltica de la

    regin.

    El mejoramiento de las herramientas facilitadas por los anteriores formatos, al

    proponer un nuevo modelo de debate que contenga lo mejor de lo anterior y focalizado

    en los aportes que la experiencia en el debate competitivo puede ofrecer.

    Una trascendencia pblica del Debate, lo que generara reconocimiento y apoyo

    de los organismos y entes relacionados con lo pblico y lo colectivo, que requieran de

    stas herramientas y de su prctica.

    Un fortalecimiento de las relaciones entre los distintos grupos, sociedades y

    organizaciones de debate en la regin latinoamericana, con la finalidad de generar

    aportes en ste sentido y fomentar debates de agenda pblica regional anualmente.

    Una mayor investigacin en torno a los problemas comunes de la regin

    latinoamericana, generando un incentivo de las universidades y organismos regionales

    en emplear el debate como herramienta de accin, pensamiento y comunicacin.

    Para Los Gobiernos Y Entes Pblicos

    Un mayor y mejor acceso a la informacin de las necesidades de la sociedad

    civil, de primera mano y mucho ms completa que la que p