el culto a las imágenes y la religiosidad popular

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1 EL CULTO A LAS IMÁGENES Y LA RELIGIOSIDAD POPULAR LAS PROCESIONES − EL CULTO A LAS IMÁGENES uando nos encontramos cercanos al Miércoles de Ceniza e intuimos la entrada del Tiempo de Cuaresma, esa Cuaresma que Puente Genil vive de forma intensa, y prácticamente se presiente la explosión de color, luces, aromas y sentidos de una nueva Semana Santa, escribo estas breves líneas acerca de cómo la Santa Iglesia contempla el culto a nuestras imágenes sagradas y la religiosidad popular, para que, aún envueltos por esa vorágine que nos rodea durante estos días y los propios de la Semana Santa, no nos dejemos llevar por sólo lo meramente estético o cultural de la fiesta y nosotros, los hombres y mujeres de la Semana Santa, demos el sentido justo de/a lo que hacemos. Ese sentido que quizá, por el propio carácter que caracteriza a nuestra bendita tierra de Andalucía, en la que casi todo lo convertimos en algo festivo, podemos dejar caer equivocadamente en el olvido, no conocemos o tal vez relegamos a un segundo plano centrándonos tan sólo en lo banal, estético, folclórico y material de todo ello. Sin ánimo de sentar cátedra, puesto que lo que a continuación expongo ya se encuentra registrado y más que establecido en numerosísimos escritos, considero sino imprescindible necesario, no sólo conocer la historia y la tradición de nuestra peculiar Semana Santa a través de los siglos como, entiéndanme, el movimiento cultural de un pueblo, paralelo a una fiesta principalmente de carácter religioso, sino que también debemos de entender los porqués y los orígenes de lo que a lo largo de los siglos los C

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El Culto a las imágenes y la religiosidad popular

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1

EL CULTO A LAS IMÁGENES

Y

LA RELIGIOSIDAD POPULAR − LAS PROCESIONES −

† EL CULTO A LAS IMÁGENES

uando nos encontramos cercanos al Miércoles de Ceniza e intuimos la

entrada del Tiempo de Cuaresma, esa Cuaresma que Puente Genil vive de

forma intensa, y prácticamente se presiente la explosión de color, luces,

aromas y sentidos de una nueva Semana Santa, escribo estas breves líneas acerca de cómo

la Santa Iglesia contempla el culto a nuestras imágenes sagradas y la religiosidad popular,

para que, aún envueltos por esa vorágine que nos rodea durante estos días y los propios de

la Semana Santa, no nos dejemos llevar por sólo lo meramente estético o cultural de la

fiesta y nosotros, los hombres y mujeres de la Semana Santa, demos el sentido justo de/a lo

que hacemos.

Ese sentido que quizá, por el propio carácter que caracteriza a nuestra bendita tierra

de Andalucía, en la que casi todo lo convertimos en algo festivo, podemos dejar caer

equivocadamente en el olvido, no conocemos o tal vez relegamos a un segundo plano

centrándonos tan sólo en lo banal, estético, folclórico y material de todo ello.

Sin ánimo de sentar cátedra, puesto que lo que a continuación expongo ya se

encuentra registrado y más que establecido en numerosísimos escritos, considero sino

imprescindible necesario, no sólo conocer la historia y la tradición de nuestra peculiar

Semana Santa a través de los siglos como, entiéndanme, el movimiento cultural de un

pueblo, paralelo a una fiesta principalmente de carácter religioso, sino que también

debemos de entender los porqués y los orígenes de lo que a lo largo de los siglos los

C

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Pintura datada en el siglo III de la catacumba de Calixto

cristianos católicos y cofrades, venimos rememorando cada primera luna llena de

primavera. Y para ello, muy brevemente, nos vamos a remontar al origen.

La prohibición veterotestamentaria1 de

no fabricar ídolos ni figuras que el libro del

Éxodo impone y el peligro de caer en la

idolatría, ha hecho que el culto a las imágenes

haya sido objeto de polémica desde los

primeros siglos del cristianismo.

Tanto el Judaísmo como el Islam excluyen de

su culto a las representaciones de personas

divinas interpretando de manera radical la prohibición de realizar imágenes.

El Concilio Niceno II celebrado en el año 787 y último de los ecuménicos reconocidos

tanto por la Iglesia católica como por la ortodoxa, defendió la veneración a las imágenes

sagradas y que dichas imágenes deben ser expuestas en las iglesias, en los ornamentos y

vasos sagrados, en paredes y cuadros, casas y calles. Las primeras representaciones de Jesús

no pretendían en modo alguno ser un retrato, sino que iban por el camino del simbolismo y

la alegoría. Así, la imagen del Buen Pastor es la más querida por los primeros cristianos.

Faustino Porras dice en uno de sus artículos

publicados en Círculo Románico: “los artistas

paleocristianos representaron a Cristo, entre otras

formas, como el Buen Pastor, imagen que les permitía

fundir la tradición helenística (moscóforo)2 con las

Sagradas Escrituras:

• «Yo soy el buen pastor. El buen pastor arriesga su

vida por sus ovejas...» (Jn. 10, 11).

“Adoración del becerro de oro” (1636) Nicolás Poussin – National Gallery. Londres

3

• «Luego, al encontrarla (la oveja perdida) la pone sobre sus hombros lleno de alegría... »

(Lc. 15, 5).”

Sería una temprana visión de la figura de Jesucristo como Buen Pastor, tratando de

simbolizar a un pastor de almas que guía a su rebaño, los cristianos, representados en el

cordero que porta en sus hombros.

Con la aparición de las imágenes de la Santa Faz en

el S. VI (el camulanium y el mandylion que se identifica con

la Sábana Santa de Turín) se imitan y reproducen

apareciendo los iconos. Aunque no es objeto de este

artículo el analizar la evolución de la iconografía sacra se

puede ver una clara evolución que va desde el románico,

con una concepción de Cristo Rey hasta la humanización

del gótico, el realismo renacentista y las representaciones

naturalistas del barroco. Lo mismo vale para las imágenes

marianas, de un hieratismo muy acusado en el románico y

gótico hasta las dolorosas barrocas que veneramos como

titulares de nuestras hermandades.

La veneración de las imágenes, tanto en pinturas, esculturas, relieves, cerámicas u

otras representaciones constituyen “un elemento relevante de la piedad popular” tal como

el Directorio sobre la piedad popular afirma claramente. Pero hay que advertir que si esa

veneración no se apoya en conceptos teológicos adecuados se corre el riesgo de caer en

desviaciones que en definitiva hagan a los fieles sustituir lo representado por la

materialidad de la figura concreta cayendo si no en idolatría, que tal vez sea excesivo, si al

menos en prácticas ajenas a una auténtica religiosidad cristiana aunque estén llenas de

buena fe.

El Mandylion de Edesa. Capilla privada del Papa en el

Vaticano

4

Las imágenes según la enseñanza de la Iglesia son: signos santos, ayuda para la

oración, estímulo para su imitación, forma de catequesis y en definitiva, traducción

iconográfica del mensaje evangélico. La imagen no se venera por ella misma sino por lo que

representa. No se puede tampoco olvidar el aspecto artístico y el decoro que las imágenes

deben tener aunque siempre teniendo en cuenta que la función principal de la imagen

sagrada es ayudarnos a introducirnos en el Misterio y no el deleite estético. Cuando ambas

funciones se encuentran, gracias a la gubia o pincel de un genial artista, se produce el

milagro de aquellas imágenes que despiertan la universal devoción. Es lo que el recordado y

admirado maestro Hernández Díaz definía como “unción sacra”.

El cardenal Ratzinger, actual papa Benedicto XVI, en su libro sobre “El espíritu de la

liturgia” al tratar sobre las imágenes concluye con las siguientes afirmaciones:

• Que la ausencia total de imágenes no es compatible con la fe en la Encarnación de Dios. La

iconoclastia no es una opción cristiana.

• Que el arte sagrado encuentra sus contenidos en las imágenes de la historia de la

salvación.

• Que las imágenes sirven para poner de manifiesto la unidad interna de la actuación de

Dios.

• Las imágenes no son fotografías: su sacralidad consiste en llevar a una contemplación

interior, al encuentro con el Señor.

† RELIGIOSIDAD POPULAR ─ Las procesiones ─

n apartado de la religiosidad popular muy querido por las hermandades

y cofradías son las procesiones. La procesión es una expresión cultual

de carácter universal en la cual la piedad popular y la liturgia establecen

una relación muy peculiar. Las procesiones son manifestaciones de la fe y piedad populares

con grandes connotaciones culturales y que despiertan el sentimiento religioso de los fieles,

tal como las define el Directorio sobre la piedad popular y la liturgia ya citado.

U

5

Según el Código de Derecho Canónico3: "Con el nombre de procesiones sagradas se

designan súplicas solemnes hechas por el pueblo fiel, guiado por el clero, yendo

ordenadamente de un lugar sagrado a otro, para mover la piedad de los fieles, recordar los

beneficios de Dios y darle gracias por ellos, e implorar el auxilio divino".

Así pues, la procesión debe ser objeto de una catequesis pastoral previa, que

explique su finalidad y su significado (cf. Ritual Romano, Ibid.). A esto hay que sumar la

importancia y la responsabilidad que tenemos los cofrades

en esforzarnos a la hora de plasmar en nuestros pasos de

misterio las escenas de la Pasión lo más ajustadamente

posible, tanto a las Sagradas Escrituras como al contexto

histórico y social del momento que se representa, para de

esa manera llevar a cabo la finalidad de las Cofradías,

mostrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

En Puente Genil, además de la labor catequética de

nuestras Cofradías, contamos con las corporaciones

bíblicas. Elemento diferenciador claro, reflejo andante de

la Biblia que por consiguiente, se convierte en otra forma

de catequesis plástica y complemento perfecto donde

mostrar al pueblo aquello que semanalmente se da

lectura en el ambón de cualquier templo. Así, Cofradías y

Corporaciones Bíblicas, tenemos en nuestras manos la importante misión de seguir

predicando sin palabras que Cristo vivió, padeció, murió y resucitó por y para nosotros.

Distinguimos por tanto, los siguientes aspectos, muy importantes de considerar: • La procesión es un caminar en orden, y por lo tanto, supone el desplazamiento real de

todos los que participan de la procesión de manera armoniosa.

• Es un caminar del cual forma parte toda la Iglesia, pueblo fiel y clero. Es una "asamblea

litúrgica" en movimiento, presidida y guiada por el clero. Por tanto, se debe hacer hincapié

Jesús Nazareno prendido Corporación Bíblica Los Judíos de

Azote - “Los Jetones” (Viernes Santo 1956)

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en el hecho de que si en la procesión no hay clero, o bien, no está siendo presidida por el

clero (estando éste presente), no se considera procesión.

• La procesión tiene su punto de partida y de llegada en dos "lugares sagrados", que si en

principio deben ser distintos no necesariamente tienen por qué serlo. Son lugares sagrados

todo tipo de Iglesias, Catedrales, Basílicas, Santuarios, Templos o Iglesias conventuales.

También pueden considerarse como lugares sagrados las capillas y los oratorios de todo

tipo, público o privado.

Existen diversas clases de procesiones. Litúrgicas y no litúrgicas; ordinarias y

extraordinarias; festivas y penitenciales; conmemorativas, funcionales y lustrativas. Entre

las procesiones litúrgicas con motivo de ciertas festividades se encuentran la de la

Candelaria el 2 de febrero que conmemora la Presentación del Señor en el Templo; la de

Palmas el Domingo de Ramos que conmemora la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén;

las de la Vigilia Pascual con el rito del Lucernario y otras

tienen carácter votivo como la del Corpus o las de

rogativas.

La procesión penitencial de las cofradías, que es el

tema que nos ocupa en cuestión, recibe el nombre de

estación de penitencia. Debemos aclarar que el objetivo de

las Cofradías al salir a la calle es hacer pública estación de

penitencia. La palabra estación significa parada. Así

entendido, el término estación se comprende mejor

cuando se habla de las estaciones del Vía Crucis. Estación,

es pues, lo contrario de procesión, que significa “avanzar

caminando”. La cofradía procesiona y hace estación. Por lo

tanto, teniendo en cuenta estas aclaraciones, en nuestra

Semana Santa las Cofradías, si queremos utilizar el término

exacto, debemos decir que realizan procesión y no estación

de penitencia, al no tener un lugar marcado en su itinerario

Nazarenos del Stmo. Cristo de la Misericordia

(Viernes Santo 1956)

7

donde realizar parada, como ante la presencia del Santísimo, en el caso de visitar la

Catedral o Parroquia Mayor, o el palco de autoridades como punto culmen en el recorrido o

carrera oficial, y regresar a su lugar de origen.

Fue en la Edad Media cuando la piedad popular amplió el número de procesiones

votivas que alcanzaron su punto álgido durante la época barroca, tanto para honrar a los

santos como para meditar los aspectos de la pasión. Los riesgos que tienen se refieren a

que estas manifestaciones prevalezcan sobre los sacramentos, que quedarían relegados a

un segundo plano o a considerar la procesión como el acto culminante de la liturgia, lo cual

puede degenerar en convertir la procesión en mero espectáculo o acto folclórico cultural.

Para evitar esa mala interpretación se impone una catequesis adecuada sobre el sentido de

las procesiones, en un triple sentido:

• Teológico, como sentido de pueblo de Dios en marcha camino de la Jerusalén celeste.

• Litúrgico, procurando que haya representación eclesiástica en la presidencia y con

oraciones al inicio y al terminar, portando velas los asistentes.

• Antropológico, poniendo de manifiesto el significado de procesión como camino que se

hace juntos participando en el mismo clima de oración.

Una catequesis adecuada sobre estos temas se impone y es función y responsabilidad

clara atribuible a los respectivos Directores Espirituales de nuestras Cofradías y a los

vocales de formación. Sobre éstos y otros temas queda mucho por hacer.

Daniel Jesús Carmona Gutiérrez

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NOTAS Y FUENTES

1 Veterotestamentaria: Perteneciente o relativo al Antiguo Testamento.

2 Moscóforo: Escultura griega datada en el año 570 a. C. esculpida en la región de la Antigua Grecia. Representa a un

kurós, una estatua de un varón joven pastor que lleva la oveja sobre los hombros y es considerada un exvoto y ofrenda a

Atenea.

3 Cf. C.I.C., Edición de 1917, can. 1290-1295. En el nuevo código de derecho canónico, vigente desde 1983, no existe

alusión al tema, por lo que se considera vigente lo dicho en la edición precedente.

El presente documento ha sido elaborado en base a los documentos:

- «Procesiones, Peregrinaciones, Jubileos», de A.G. Martimort, contenido en el libro «La Iglesia en Oración» del

citado autor.

- «Manual de Sagrada Liturgia del Pbro. M. de Antoñana».

- Publicaciones «Círculo Románico».

- «La liturgia» de Jesús Luengo Mena.