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Leo Masliah

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  • Cuentos de PompeyoLeo Maslah

    Narrativa Contempornea Ediciones Godot

  • Maslah, Leo, Cuentos de Pompeyo. - 1a ed. - Buenos Aires : Ediciones Godot Argentina, 2011. 1. Narrativa Uruguaya. I. Ttulo 174p. : il. ; 20x13 cm. ISBN 978-987-1489-26-8 Fecha de catalogacin: 16/06/2011 CDD U863

    Cuentos de PompeyoLeo Maslah

    Pgina web oficialhttp://www.leomasliah.com/

    Ilustracin de TapaCecilia Puglesi | [email protected]

    CorreccinHernn Lpez Winne

    Diseo de tapa e interioresVctor Malumin

    Ediciones GodotColeccin Narrativa Contemporneawww.edicionesgodot.com.arinfo@edicionesgodot.com.arBuenos Aires, Argentina, 2011Facebook.com/EdicionesGodotTwitter.com/EdicionesGodot

  • A Luca*

    * Gatti

  • El gran Don Pompeyo! Alto, nutrido en carnes; nariz tajante; mostachillo y barba en punta; ojos pardos y vivos; chambergo amplio, con el ala levantada; abrigo, que sola llevar muchas veces sobre los hombros, a modo de capa; tipo de espaol del Renacimiento. Aires y andares mosqueteriles () Pompeyo Gener, entre muchas cosas que iremos apuntando, era un egregio artista de la mentira; pero un artista genuino y legtimo. Menta involuntariamente, por idiosincracia y por exigencias imburlables de su prdiga fantasa. Un da contaba que haba viajado en unos trenes belgas tan acabadamente refinados, que tenan salas de billar.

    (Jacinto Grau, Estampas).

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    Pretexto

    Las crnicas recogidas aqu no conforman un corpus coherente, y proceden de las fuentes ms diversas: personas o entidades que fueron partcipes de los hechos narrados; simples observadores; gentes que oyeron alguna vez a alguien contar algo de esto (y lo chismorrearon con diferentes grados de fidelidad, desde la sujecin ms sagrada y frrea a lo memorizado correspondiendo esto mucho o poco a lo efectivamente odo, segn los casos, hasta el libertinaje auditivo y mnemnico ms desenfrenado).

    Se ha procurado unificar lo ms posible esta serie de testimonios, suprimiendo algunas contradicciones all donde la probabilidad se inclinaba aplastantemente en favor de uno de sus polos (sin poder evitar, no obstante, que, como la tierra, algunas de esas contradicciones quedaran achatadas en sus dos polos), pero varias versiones quedaron contradiciendo otras (a veces slo en apariencia, y otras veces en secreto). Puede que algunos de los textos no tengan nada que ver con nada que haya rozado en ningn punto la trayectoria de Pompeyo De Armas y Sotomayor ni de ninguno de sus epgonos o camaradas de ruta (y que sus nombres figuren fraudulentamente en ellos slo porque sus autores se encapricharon a su vez con figurar en esta recopilacin); pero, ante la posibilidad de que sirvan, aunque ms no sea, para forrar el tacho de basura al que se arrojarn los otros, se prefiri incluirlos.

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    Los enfoques narrativos tambin difieren mucho unos de otros: algunas cosas parecen contadas por personas que no las entendieron o las interpretaron con innecesaria extravagancia; ciertos textos especifican con meticuloso celo las coordenadas histricas y geogrficas de lo acontecido, mientras otros dan por sentado que el lector est previamente ubicado, o que la ubicacin es irrelevante para lo que se va a contar; algunos relatan sucesos imposibles o combinan trminos de modos que no pueden tener referentes en el mundo real (ni tampoco en otros) si se toman literal o incluso alegricamente, pero que logran construir imgenes muy frtiles para quienes aspiren a entender la cuestin en sus niveles ms abstrusos; otros, por ms inverosmiles que parezcan, son fidedignas coberturas periodsticas de cosas acontecidas. Pero no dudamos de que todas estas diferencias, lejos de entorpecer la difusin del grandioso aporte que Pompeyo De Armas y Sotomayor (y, en menor medida, algunos de los que directa o indirectamente tuvieron que ver con l hubiera reciprocidad en esto o no) legara a esta porcin del mundo y a no pocas de sus adyacencias o excrecencias, servirn para echar luz sobre l, motivarn la publicacin de otros testimonios, que se nos hayan escapado, y coadyuvarn a la elaboracin de una biografa definitiva, a la que no se pueda sustraer ni agregar ninguna palabra sin cambiarle imperdonablemente el sentido.

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    Caleidoscopa

    Bruno Ibn Schlafengehen, al evocar ciertos momentos de su pasado y compararlos con episodios de su futuro, fue atacado por una andanada de estrepitosas risas de diversas duraciones, tonos y perodos, dando a los vecinos la impresin de que en su pieza se haba agolpado una verdadera muchedumbre. Bruno los llam por telfono para salir al paso del equvoco.

    Estoy solo les dijo. Haba perdido la compostura pero, al ordenar mi pieza, la recobr.

    Marina, que as se llamaba la vecina que tena a su cargo la atencin del telfono, no le crey.

    Te lo juro insisti l. Te lo juro por la tumba de Pompeyo De Armas y Sotomayor.

    Marina se puso un abrigo (comprado aos antes a un viejo labriego) y, dejando a su esposo, Fanego, al cuidado de unas magnolias que adornaban el felpudo de la entrada, subi a un taxi y fue al Cementerio Final. El encargado la enter de que los restos del finado no estaban all, sino en el cementerio llamado Parque de Vida y Esperanza. En otro taxi de igual matrcula Marina se aperson all, y con uas y dientes intent desenterrar el cadver. ste ofreci resistencia.

    Sal de ah, maldito! le gritaba Marina, pero l no entraba en razn.

    Unos deudos reunidos en torno a la tumba vecina que perteneca a doa Beth Pedragosa de Toulon se acercaron para ofrecer a Marina un caf,

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    que le sirvieron en un vaso de plstico, desde un termo ilustrado con dibujos rupestres precursores de Mickey, Pluto y Tribiln. Ella lo bebi con avidez, no sin antes anunciar que lo haca a la salud de los restos de doa Beth.

    Al terminar el caf, Marina se acerc a otro grupo de personas que llevaban a cabo las distintas etapas del ritual requerido para las exequias de un individuo por todos ellos conocido. Marina pidi ser presentada, y le abrieron el atad. Pero el cuerpo estaba sumergido en un espeso lquido negro que llenaba el recipiente, y ella no pudo ver nada. Por las dudas igual salud, y en respuesta recibi salpicaduras de cortesa.

    La ceremonia finaliz con un aplauso cerrado y enseguida recomenz con otro entreabierto.

    La heredera

    Pompeyo De Armas y Sotomayor era regente en un hospicio sostenido con fondos de caridad administrados por una comisin de damas de honor presidida por la Reina del Carnaval, que en todas las ceremonias oficiales asista ataviada con la banda presidencial.

    Esa noche se encontraba en el club, fumando en compaa de algunos de los compinches con los que espordicamente, como pasatiempo, sola asaltar bancos, financieras, compaas de seguros u oficinas cuyo negocio fuera la especulacin con el dinero que los

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    asalariados depositaban mes a mes para la jubilacin.Para la ocasin, Pompeyo haba comprado

    una caja de habanos con sabor a naranja, y los otros haban trado caramelos de tabaco, cigarrillos de chocolate, pipas de la paz y cerbatanas rellenas con zanahoria rallada tostada de una marca que a la sazn asolaba los espacios publicitarios de la televisin, Internet, paredes laterales de edificios y carteleras de la va pblica.

    Escucharon las ltimas noticias? pregunt, la boca apenas visible para los dems, igualmente envueltos en la espesa humareda multicolor, Pompeyo De Armas y Sotomayor, que se refera al hecho de que el presidente de la repblica se haba cortado el pelo al estilo punk de los aos ochenta.

    S, es francamente inconcebible contest Ahmad Salamanca, uno de los compinches, que era premier de un pas en ruinas e integrante del directorio de una firma que slo empleaba analfabetos. Pero Ahmad no estaba pensando en la actitud del presidente, sino en otra noticia que haba odo directamente del jefe del informativo vespertino de un canal cuyos estudios compartan la medianera con los fondos de su mansin de fin de semana, en Saint-Denis.

    Es inaudito dijo Augas Ferrater, otro del grupo, que era alrgico al humo y se haba convertido en un magma de carne picante que se desplazaba por el saln como una amiba histrica. Pero su comentario tampoco aluda a la medida adoptada por el primer mandatario, sino a una noticia segn

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    la cual unos astronautas haban descubierto petrleo en Plutn, y buscaban una piedra filosofal capaz de convertirlo en melaza.

    Pompeyo De Armas y Sotomayor aspir una honda bocanada de humo (no de un cigarro, sino directamente del ambiente), mirando por la ventana del saln cmo Don Asclepio Haras de Schultz, uno de los ms antiguos socios del club, pona en prctica un nuevo invento, que consista en un rifle lanzador de pelotas de golf, que eran disparadas con la potencia necesaria como para abrir en la tierra el propio hoyo en el que deban meterse a fin de generar puntaje.

    Hop! dijo (intentando acaso onoma-topeyizar una lanzada de Don Asclepio) alguien que ni De Armas, ni Salamanca, ni Ferrater pudieron identificar, debido tanto al espesor de la humareda como a la circunstancia de que sta enronqueca todas las voces.

    Quin dijo eso? pregunt Ersilia Chagas de Bramante, la nica mujer del grupo, que haba logrado entrar en l hacindose pasar por eunuco, y disimulando sus formas con un cors tejido en msculos de boa.

    Fui yo dijo el autor del comentario anterior, aunque la ausencia de referencias concretas a su identidad rest a esas palabras toda fuerza aclaratoria.

    Don Asclepio entr en ese momento al saln y desafi a quien tuviera el valor de enfrentrsele al golf a que lo demostrara de inmediato. En otras circunstancias, el reto habra inflamado la gallarda

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    de Pompeyo, tanto como el orgullo de Ahmad, Augas, Ersilia y los dems, pero al abrir Asclepio la puerta, gran parte del humo abandon el saln y sus ocupantes quedaron deslumbrados por los muebles, los cuadros, los candelabros, los percheros y los sarcfagos que decoraban el lugar, que haca tiempo no vean, as como por la vestimenta y los accesorios con que cada uno de ellos se haba ataviado.

    Caray, Sala! dijo Pompeyo De Armas y Sotomayor, carraspeando antes para que su voz se aclarara tanto como acababa de hacerlo su vista, qu atrevidos gemelos escogi usted esta noche!

    Porque los gemelos que Ahmad Salamanca llevaba en los puos cerrados de su camisa tenan forma de cuatrillizos.

    Qu pasa? exclam entonces Don Asclepio, azuzando a los dems en sus mentones con el can de su rifle. Todos se cagan encima? Nadie quiere medirse conmigo?

    Yo lo har dijo Jair Didier Enoch Cardozo, un miembro del grupo que hasta ahora se haba mantenido callado para compensar sus desbordes verbales de la vspera, que haban obligado a la Real Academia de la Lengua a reunirse en sesin extraordinaria.

    Todos los miembros del club (y no slo los del grupo liderado por De Armas y Sotomayor) se congregaron en el campo de golf, para ver cmo el invento de Don Asclepio Haras de Schultz se impona o fracasaba ante el estilo clsico de Jair. Pero ste no dio siquiera a su retador la oportunidad de probarlo. Caballerescamente invitado a efectuar

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    el primer tiro, utiliz su putter no para lanzar la pelota que a ese fin haba sido fabricada en los talleres de Wolfgang Golfwang, Inc., sino para rebanar la cabeza de Don Asclepio a partir de la primera vrtebra cervical.

    No todos aplaudieron este proceder. An segua rodando por los campos la cabeza de Don Asclepio (que luego alcanzara un hoyo, s) cuando el rector del club, Ralph Soler, apoderndose del rifle que sostenan las manos del descabezado, apunt a Jair y dispar mientras profera el grito de guerra que haba aprendido de los indios de las pelculas de Audie Murphy. Pero no era gracias a su buena puntera que Ralph Soler haba sido nombrado rector del club. La pelota fue a dar a los broches del cors de Ersilia hacindolos saltar y difundiendo en el rea la esplendente visin de sus atributos femeninos. Algunos miembros del club se enamoraron instantneamente de ella. Otros, calenturientos, se le fueron encima; y otros no se dieron cuenta de nada.

    Pompeyo De Armas y Sotomayor, mirando al cielo, consider que la clara noche de verano imperante deba convocarlos a dejarse de cosas y partir en vandlica expedicin a asolar territorio bancario, y con potica verba trat de generar entusiasmo entre los socios. Muchos prefirieron desorlo y continuar ensimismados en Ersilia, pero pocos minutos despus, en un sulki tirado por Atanasius Siux-DOnofre, el fiel cochero de Pompeyo De Armas y Sotomayor, iban hacia la Wall Street criolla Ahmad Salamanca, Jair Didier Enoch Cardozo y Ralph Soler, que aunque no formaba

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    parte de la banda criminal, se haba infectado del entusiasmo que Pompeyo De Armas y Sotomayor haba conferido a su arenga. Adems, como era el rector del club, nadie se atrevi a discutirle su derecho de acompaarlos. En cuanto a Pompeyo De Armas y Sotomayor, se excus de ir, alegando un estado gripal por el que consultara a su mdico, estando de antemano seguro, sin embargo, de que ste le ordenara guardar cama y abstenerse por unos das de contravenir la ley.

    Cuando los encendidos consocios se hallaron ante los majestuosos portones del Banco Tarahumara, cobraron conciencia de que no haban trado el armamento necesario para cumplir con comodidad la tarea que tenan delante. Ni siquiera se haban iluminado con la idea de tomar prestado por un rato el rifle lanzador de pelotas de Don Asclepio. Era difcil saber con qu haba de enfrentarse el grupo al otro lado de los portones, pero la apertura de stos fue posible gracias al buen Atanasius Siux-DOnofre, que llevaba en el sulki un tronco de lamo (porque en los ratos en que no prestaba servicio a Pompeyo, se ganaba algunas extras acarreando madera). Arremetiendo con el tronco, frreamente sostenido por Ahmad, Jair y Ralph, y bajo la direccin tcnica de Atanasius, que les iba indicando sobre qu punto de los portones golpear, lograron derribarlos y, una vez en el interior del establecimiento, aprovechando que no se vea ningn polica ni guardia de seguridad, se echaron en unos bancos a descansar del esfuerzo realizado. Atanasius tambin descans. Su esfuerzo haba sido

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    de naturaleza mental (complicadsimos clculos que deban hacerse segundo a segundo tomando en consideracin la resistencia de los portones, la de las bisagras sobre las que estaban montados, el ngulo de incidencia del tronco de lamo, etc.) pero estaba agotado y durmi hasta que unos gritos desgarradores lo despertaron. Ahmad Salamanca y Ralph Soler haban estado durmiendo tambin, y al abrir los ojos vieron que Jair Didier Enoch Cardozo estaba siendo a la vez quemado y triturado en la boca de un abultado dragn.

    Ahora entiendo por qu este banco no tiene guardias de seguridad dijo Atanasius mientras hua sin mirar si Ralph y Ahmad lo seguan ni detenerse a cursarles una invitacin a hacerlo.

    En el camino, y para no presentarse ante Pompeyo De Armas y Sotomayor con las manos vacas, asalt tres casas. En la primera obtuvo abundante dinero en efectivo, una polvera vaca y un bal cubierto de polvo, que encontr en un altillo y que a duras penas fue capaz de cargar hasta el sulki.

    En la segunda casa, el botn fue una gorra para el sol y en la tercera una coleccin de tarjetas de crdito otorgadas a ilustres y respetabilsimas personalidades de la farndula local, as como del gobierno y de las altas esferas del crimen organizado.

    Cuando Atanasius se present en la residencia de su seor (entendindose aqu por tal la persona de Pompeyo De Armas y Sotomayor), fue detenido en el vano de la puerta por una mujer vestida con gasa amarillenta. Era la asistente en jefe del doctor Marn, quien se hallaba arriba, en los

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    aposentos de Pompeyo, tratndolo, al parecer, de un estado gripal todava no oficialmente diagnosticado.

    Tal vez la coleccin de objetos que yo traigo coadyuve a levantar la moral de mi seor, y propiciar as una disposicin ms firme a activar su sistema inmunolgico dijo el cochero, enseando el bal, la polvera, una de las tarjetas y dems elementos del botn.

    Ella subi a consultar al doctor, dejando a Atanasius al cuidado del temor que l mismo poda sentir ante la eventualidad de que alguna pandilla callejera le arrebatara los recin adquiridos bienes. A los pocos minutos, el propio doctor Marn y no la mujer de gasa amarillenta, que tal vez haba permanecido arriba, custodiando la salud de Pompeyo y alerta ante el menor sntoma que denotara algn avance de la enfermedad, para lanzar sobre l la artillera pesada que el doctor traa en su maletn, el propio doctor Marn, decamos y no la mujer de gasa amarillenta, llegaba a la puerta de calle y examinaba el botn de Atanasius.

    Esto es mercadera robada dijo, sin circunloquios.

    Digamos que no lleg a mis manos mediante operaciones de compra, ni por ejercicio de caridad se ataj el cochero.

    Pero el seor De Armas se encuentra en estado delicado, y toda contravencin de la ley puede ocasionar un rpido deterioro de su salud, agravado por un eventual entorno carcelario donde no se le suministre la medicacin precisa, en tiempo y forma. Seorita Plexus, llame inmediatamente a la polica.

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    Esto ltimo se lo dijo el doctor a la mujer de gasa amarillenta. Ella salt hasta un perchero de lapacho, de color metalizado, junto al que haba una mesita con un telfono, y disc haciendo gala de saber el nmero de memoria.

    En eso, contra la baranda de la planta alta, junto a la escalera, apareci la mayesttica figura de Pompeyo De Armas y Sotomayor.

    Ya me encuentro bien dijo con autoritaria serenidad. Pueden terminar su acto y saludar al pblico, si es que lo tienen escondido en alguna parte.

    La seorita Plexus, ante esto, comunic al polica que tena al otro extremo de la lnea telefnica, que todo haba sido una falsa alarma y que no haba de qu preocuparse.

    Atanasius sigui Pompeyo, desde arriba, sirva por favor un jerez al doctor y su enfermera, y despchelos cuanto antes.

    Dicho esto, expir, y pocos das despus, procedente de Nantes, llegaba a la mansin una tal Vernica, para asistir a las exequias de su to. Atanasius, en ceremonia oficial, la aloj no en la habitacin reservada a los huspedes, sino en la suya propia, donde se aprovech de ella, contndole interminables historias de guerras y campaas militares en las que no haba participado y acerca de las cuales no haba ledo ningn libro ni visto pelculas ni odo testimonios.

    Al entierro acudieron Ahmad Salamanca (quien deposit sobre la tumba un cheque en blanco a nombre del muerto), Ralph Soler (quien reparti entre la concurrencia invitaciones impresas

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    para asistir al entierro de las cenizas las pocas que cayeron de la boca del dragn de Jair Didier Enoch Cardozo, ceremonia que tendra lugar al da siguiente), Augas Ferrater (que se encontraba en el cementerio de casualidad, pues no haba sido notificado del evento), Ersilia Chagas de Bramante (que concurri en ayunas ante la eventualidad de que se le pidiera donar sangre en vano intento por revivir con ella a Pompeyo), y otros calandrajos.

    Luego del discurso que junto al fretro (manufacturado en los talleres de Wolfgang Golfwang, Inc.) dio el padre Pernambuco (inspirndose en folletos publicitarios y artculos periodsticos), la sobrina de Pompeyo intent manotear el cheque en blanco ofrendado por Ahmad.

    No, seorita Smil la detuvo l, atenazando su mano con una prensa hidrulica porttil. Ese cheque no forma parte de su herencia; as que deje quieto.

    Vero se retir para consultar al notario. El resto del entierro transcurri con entera normalidad, cosa sumamente destacable si se tiene en cuenta que la asistencia se compona nicamente de anormales.

    El piropo

    A cuntas les dir lo mismo dijo, cubrindose con un abanico una parte importante de la cara, la condesa de Quelqueport, a quien Pompeyo de Armas y Sotomayor, en el marco de una kermesse a

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    beneficio del Club de Socios de Otros Clubes Ms Prestigiosos, haba piropeado.

    Pues djeme pensar contest el jerarca (en rigor, a la sazn no lo era de ninguna institucin, reparticin, divisin, cuerpo u organismo, pero un aire jerrquico lo rodeaba como si lo hubiese sido) creo que fueron treinta y siete. Se lo dije a Mantebra Sagach, pero no me dio bola. Se lo dije a las hermanas Peters (por separado, claro), que eran tres, aunque lo dicho slo era verdad en el caso de dos de ellas Se lo dije tambin a la capitana de una tribu de amazonas que ayud a reducir Se lo dije a una actriz de cine (o, mejor dicho, se lo escrib por correo electrnico, pero no s si tena bien la direccin), se lo dije a una actriz de teatro (y luego me arrepent, porque me persigui, me atosig y me acos durante meses), se lo dije a cuatro colegialas (luego me di cuenta de que haba sido innecesario decrselo porque habran venido conmigo de todas formas), se lo dije a Carmina Burana (pensando que se trataba de una mujer) Se lo dije a mi mujer, se lo dije a mi abogada, se lo dije a mi cuada, se lo dije a una que asegur ser descendiente directa de neanderthales, se lo dije a una ramapiteca, se lo dije a una pituca, se lo dije a Marina Arias (antes de que se casara con Fanego), se lo dije a una mujer vestida con gasa amarillenta, cuyo nombre no recuerdo, se lo dije a once de las quince hijas del conde de Con, se lo dije a la prometida del tribuno Salazar, se lo dije a mi novia Sulpicia y a su criada Anahir (por separado, y con diferentes resultados en los dos casos). Se lo dije a Elvira Urtubey y me dedic una

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    cancin. Se lo dije a Beth Pedragosa de Toulon y me dedic un poema (pero no de su autora; tampoco fue de autora de Elvira, por suerte, la cancin que ella me dedic).

    Basta lo interrumpi la condesa de Quelqueport. No me diga cul fue la treintaysieteava a quien se lo dijo; aun cuando yo le hubiese preguntado a cuntas les haba dicho lo mismo que me dijo a m, podra no interesarme de quines se haba tratado. Pero ni siquiera fue eso lo que yo le pregunt; mi pregunta fue por el futuro, y no por el pasado. Yo dije a cuntas les dir lo mismo.

    Obturacin bucal

    Un jabal sincategoremtico, rechazado por la jabalisa de sus sueos ms venidos a menos, abandon el pramo en que a s mismo se haba criado a la que te criaste, y se fue a recorrer recorridos ajenos. En un punto haba un profeta quieto, que no avanzaba, y hablaba en idiomas entrecruzados y contradictorios, aunque mediante ellos se expresaba de modo claro e inequvoco. El jabal sincategoremtico, gracias a esto, entendi todo y juzg que el profeta se equivocaba mucho en lo que deca. As se lo declar, arriesgando como explicacin el que en lugar de ser Dios quien le inspiraba las profecas, era un buzn en desuso, que all haba, el que lo haca.

    Entre los dos resolvieron destripar el buzn y al hacerlo encontraron tres sobres. Uno contena

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    publicidad de la oficina de correos. Si usted est leyendo el presente folleto, deca, es porque el correo funciona. Utilcelo!. El segundo sobre contena al tercero, y el tercero traa una invitacin a una fiesta en el castillo del conde de Con, con motivo del cumpleaos de quince de sus hijas, nacidas el mismo da de trece de sus esposas, dos de las cuales haban tenido mellizas. Las quince cumplan diecisis aos, y haban decidido festejar el cumplimiento de cada uno de esos aos cada hora y media, hasta agotar el da. Pero el da se haba agotado haca mucho, porque la invitacin era vieja, y cuando el profeta y el jabal sincategoremtico llegaron al castillo, slo encontraron al mayordomo. l los hizo pasar y les ofreci una copa vaca.

    Se la tomaron y se fueron.Fue tu culpa dijo el profeta al salir.No! grit el jabal sincategoremtico.

    No! No!S reafirm el profeta, con inocultable

    poesa.El jabal sincategoremtico volvi al castillo.

    El mayordomo pasaba un plumero a las charreteras del pantaln de Pompeyo De Armas y Sotomayor, quien aspiraba a mantener relaciones sexuales con las hijas del conde a la mayor brevedad posible (segn explic al mayordomo). Esto inspir apetencias similares al jabal sincategoremtico, que volvi a salir del castillo, en busca de las mozas. Pero el profeta las haba encontrado, y se estaba aprovechando de ellas. Cuatro que lograron zafarse, se aprovecharon del jabal. El mayordomo, que tambin haba salido,

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    se aprovech del profeta. Y Pompeyo De Armas y Sotomayor, solo en el castillo, se aprovech de s mismo hasta el hartazgo. Se hallaba reposando en la alacena de la cocina, repantingado hasta el ombligo, cuando lleg una de las esposas del conde, acompaada de seis de sus otros maridos. Todos eructaron a un tiempo, sin previo acuerdo ni contrato que los conminara a actuar as, ni leyes que los penalizaran si no lo hacan.

    El jabal sincategoremtico entr a la cocina pero no los vio. Abri la heladera, y estaba llena de medicamentos. Se administr tres. Uno estaba contraindicado para jabales pero l no tuvo problema, ya que era sincategoremtico. Pero otro lo convirti en bruja, confirindole la capacidad de transmutar las cosas unas en otras, con la condicin de que el todo quedara incambiado.

    Al rato lleg el profeta, y dijo cosas muy fuertes. Despus lleg el padre Pernambuco y le tap la boca.

    Apuntes de familia

    Cuentan que Pompeyo De Armas y Sotomayor haba tenido un hermano mellizo, pero que no se le pareca en nada. Tena, tambin, sin embargo, un to mellizo que s se le pareca bastante, y un primo y un abuelo mellizos (mellizos no entre s sino de l, cada uno por separado) que eran indistinguibles, no entre s, sino de l. Este primo, que se llamaba Marmoyo, tena a

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    su vez un cuado mellizo (pero distinto), Soledado, y una madre gemela (igual), llamada Regional. Pero Pompeyo De Armas y Sotomayor no los conoca. A Soledado s, pero poco. Adems, desconfiaba de l y no le permita visitar el panten familiar (que estaba a su cuidado) por temor a que se llevara algn trocito de lpida, o usufructuara una cripta. Pero Soledado no tena esas inclinaciones, as que Pompeyo De Armas y Sotomayor poda estar tranquilo1.

    Cadena desencadenante

    La turbamulta se concentr en un solo punto, situado a media yarda de la ventana ms grande de la asimtrica fachada de la soleada mansin otoal del tribuno Salazar. Reclamaban el pago de los gastos mdicos devengados de las lesiones provocadas por las estampidas oficiales de bfalos, restitucin de los hijos secuestrados, eliminacin del impuesto a la condicin de padres de hijos secuestrados, y creacin de un centro de rehabilitacin para personas inhabilitadas.

    Salazar oa los reclamos y protestas, y desde su silln nupcial, en compaa de cuatro de sus nupcios, trataba de acallarlos (a los reclamos y protestas) haciendo sonar el claxon de la verdad, que colgaba de su mano izquierda, asegurado con una argolla de oro molido de diecisis quilotones. Pero la turbamulta persista en sus demandas, elevadas en

    1 Aunque no lo estuviera.

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    cnticos de vigoroso impulso expresivo y delicado equilibrio potico.

    Por fin, uno de los nupcios se asom a la ventana y exclam:

    El tribuno tendr en cuenta sus demandas, y har que sus asesores las evalen, hasta encontrar algn vicio constitucional que las invalide!

    La turbamulta dej salir, en certero escupitajo, a uno de sus integrantes ms vehementes.

    Y si no lo encuentran? pregunt se.Si no lo encuentran repiti el nupcio, el

    asunto pasar al honorable Concejo Beligerante.La turbamulta se dio por satisfecha con eso

    y, disgregndose en los individuos que la haban formado, se retir a diferentes plazas, museos, cmpings y casas-habitaciones de la ciudad.

    Qu fue toda esa vocinglera? dijo entonces Cleopatria, prometida del tribuno, irrumpiendo en los aposentos de ste. l la puso en conocimiento de los hechos, y ella fue quien convoc a los asesores, que se hicieron presentes en nmero de tres. Los secundaba una hormiga osera.

    Y bien? los interrog el tribuno, ni bien Cleopatria concluy los protocolos de rigor, que consistan en baar a los asesores con aceites vegetales, animales y minerales, e interpretar para ellos impromptus y fandangos en ctara.

    Yo soy partidario de ceder en lo concerniente a cubrir los gastos mdicos del pueblo dijo el primer asesor. Siempre que devengan de las lesiones que provocan las estampidas de bfalos por nosotros propiciadas, claro. Pero en lo dems,

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    debemos mantenernos inflexibles para ilustrar esto ltimo, el asesor exhibi la rigidez de su miembro viril erecto. Cleopatria mostr un vivo inters por esta demostracin.

    Yo dijo el segundo asesor recomiendo no cubrir gastos mdicos de ninguna especie, pero se me parte el corazn de tener secuestrados aqu a todos los nios de esa pobre gente. Deberamos restiturselos; aunque los impuestos debern seguir siendo recaudados como si los nios se mantuvieran en nuestro poder, claro est.

    Uno de los nios escap dijo Cleopatria, que era quien diriga las dependencias de reclusin.

    No le hace dijo el tribuno, besando a su prometida para demostrarle que la amaba ms all de cualquier disfuncin en su desempeo. Uno en un milln no es nada.

    Yo pienso que deberamos suprimir el impuesto a los padres de hijos secuestrados dijo el tercer asesor. Eso mitigara su dolor, y tambin el reflejo de ste en nuestra conciencia. En cuanto a un centro de rehabilitacin para personas inhabilitadas, que ni lo sueen. Quien pretenda eso, debera ingresar urgentemente a un centro de rehabilitacin el tercer asesor qued reflexionando sobre el eco de sus ltimas palabras, y al cabo de tres o cuatro pasadas de un mismo centmetro cbico de sangre por cierto circuito cerrado de arterias en su cerebro, agreg: pero no los habr, as que mejor ni lo suee.

    La hormiga osera no se expidi.Muy bien, seores dijo el tribuno,

    ponindose bronceador factor cuatro, ya escuch

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    sus recomendaciones. Ahora necesito estar solo, para sopesarlas y tomar una resolucin.

    Los asesores partieron, sin llevarse a la hormiga, que se march por sus propios medios.

    Qu hars? pregunt Cleopatria a aquel a quien se haba prometido, accin de la que no haba obtenido reciprocidad.

    Reflexionar dijo el tribuno.Cleopatria y los cuatro nupcios se fueron a

    jugar una partida de cacle.Ninguno de los asesores dijo si las

    demandas de la gente eran legtimas o ilegtimas observ uno de los nupcios.

    Es verdad dijo Cleopatria. Sera prudente, por cualquier eventualidad, poner en conocimiento de esto al honorable Concejo Beligerante.

    Otro de los nupcios, que integraba ese cuerpo, dijo que se daba por enterado, en el nombre de los dems miembros y en el suyo propio.

    Cleopatria gan la partida de cacle y, aumentada su fortuna en diez mil denarios, fue a recorrer las mazmorras donde cientos de bedeles pretorianos custodiaban al milln de nios secuestrados.

    Qu comi esta nia hoy? pregunt a un bedel, acariciando el cabello de una anciana que, debido a insuficiencias hormonales, tena aspecto infantil y por eso haba sido secuestrada, ante los mismos ojos de su hija, a quien los secuestradores haban tomado por su madre.

    Esta nia hoy no comi dijo el bedel, y sealando a otra que se hallaba encadenada en uno

  • 30 | Leo Maslah

    de los rincones, agreg: pero sa comi tanto, que algunos de sus compaeritos se tuvieron que quedar sin comer.

    Cleopatria se llev a la glotona a su estudio, y le dio una zurra aleccionadora. El llanto de la nia convoc a una de las doncellas que asistan diariamente a la Patri en su aseo personal.

    Qu mierda pasa? dijo al entrar.Cleopatria la enter del asunto, y la otra

    tom parte activa en la reanudacin de la zurra, hasta que las dos vieron capturada su atencin por el televisor, en cuya pantalla un locutor anunciaba un mensaje del honorable Concejo Beligerante.

    Hemos juzgado que las demandas del pueblo empez a decir el vocero del organismo no son legtimas. Pero hemos decidido, casi al mismo tiempo, legitimarlas.

    La nia castigada se irgui.Soy libre! grit, y sali en direccin a las

    mazmorras, para asistir a la liberacin que supuso desencadenara el pronunciamiento televisivo.

    Y as fue. Y el tribuno, los nupcios, los asesores y Cleopatria fueron inhabilitados para toda funcin, tanto pblica como privada. Pero luego de una temporada en el flamante centro de rehabilitacin erigido por resolucin del Concejo, volvieron a sus puestos y todo atin a ser como antes.