economia e inmigrantes

1
A18. EL COMERCIO MARTES 8 DE SETIEMBRE DEL 2015 OPINIóN EDITORIAL “Y es precisamente el hecho de que las empresas puedan encontrar a gente capacitada lo que beneficia a todos los peruanos (o demás países). En pocas palabras, con mejor personal, las empresas tienen mayores posibilidades de incrementar su productividad y así apuntalar el crecimiento de los países”. Editorial de El Comercio Pasaporte único sudamericano / 10 de diciembre del 2014 Abran las puertas La libre circulación no puede ser solo de bienes y capitales, sino también de personas. E l drama de las familias del Medio Oriente y de África que han llegado a Europa a buscar un nuevo comienzo lejos de la violencia y del descalabro de sus países de origen tiene proporciones inusitadas. Según las autoridades de Austria y Alemania, solo durante el fin de semana pasado arribaron al menos 14.000 refugiados, quienes se suman a los más de 350.000 que se han pre- sentado en las puertas de la Unión Europa desde comienzos de año. Por supuesto, esta no es la única situación de tensión migratoria en desarrollo. En las últimas semanas miles de haitianos han huido de Repú- blica Dominicana ante la amenaza del gobier- no de esa parte de la isla de deportar a los más de 180.000 naturales de Haití que ahí residen sin documentos. Al mismo tiempo, la campaña elec- toral de Estados Unidos, atizada por las contro- versiales declaraciones del precandidato repu- blicano Donald Trump, ha puesto en discusión duras políticas en contra de los inmigrantes lati- noamericanos. No es extraño, de hecho, que la necesidad de exacerbar sentimientos nacionalistas y de ganar puntos de popularidad –tal y como parece ser el caso en Estados Unidos y en la reciente situación de crisis fronteriza entre Colombia y Venezuela– encuentre eco en políticas antiinmigratorias. La verdad, sin embargo, es que el cierre de las fronte- ras perjudica tanto a los potenciales inmigrantes como a las naciones que se rehúsan a recibirlos. La evidencia internacional apunta a que los inmigrantes son, en promedio, personas traba- jadoras, con un menor índice de criminalidad que los nativos, y que generan demanda por nuevos bie- nes y servicios, fortaleciendo así la economía. Algunos son rápi- dos en señalar que los inmigrantes ‘roban’ el trabajo de los emplea- dos locales. Esto es conocido como la falacia de la porción de empleo: los puestos de trabajo, en realidad, no son un número fijo, sino que depen- den de la productividad y de la demanda que, justamente, son dinamizadas por los nuevos in- tegrantes de la economía. En particular, Europa, un continente envejecido, se podría beneficiar enormemente de la juventud de los trabajadores que quieren cruzar sus fronteras. Otros anotan que los inmigrantes son una carga fiscal importante para los países ricos que mantienen generosos estados del bienestar. La salud, educación, vivienda y otras necesidades de los recién llegados –dicen sus detractores– son un sobrecosto injustificado para los contribuyen- tes nativos. Esto es verdad, pero solo en el corto plazo. Eventualmente, la productividad de los inmigrantes promedio es más que suficiente para pagar por los gastos que generan. Trabajos de la University College London remar- can que, si se restan los ingresos fiscales generados por los inmi- grantes de los gastos del gobier- no británico en ellos, entre 1995 y el 2011 el saldo es positivo por US$6.400 millones. Similares ci- fras se repiten para otras naciones desarrolladas. La mayor movilidad de personas entre países es, en general, una excelente idea económica. Nuestro columnista Ian Vásquez, del Cato Institute, seña- laba en estas páginas que eliminar las barreras mi- gratorias a escala mundial generaría un aumento de entre 50% y 150% del PBI global; una muestra del formidable potencial de hacer más porosas las fronteras. No son solamente los capitales financie- ros los que encuentran el destino más productivo cuando son libres, sino también las personas. Por supuesto, existen preocupaciones de se- guridad interna legítimas en algunas migracio- nes. No se puede descartar, por ejemplo, que entre algunos de los refugiados hoy en camino a Alemania se encuentren potenciales terroristas. Pero la solución no es castigar a justos por peca- dores y desentenderse del problema, sino esta- blecer filtros adecuados que permitan distinguir a unos de los otros. La libertad que defendemos desde este Diario no puede ser entendida solo desde el libre movi- miento de capitales, sino también de personas. Más allá de las razones económicas que puedan justificar –y que efectivamente justifican– la inclu- sión de diferentes culturas en una sociedad, exis- ten motivos humanitarios de fondo. Como dice Bryndís Björgvinsdóttir, escritora islandesa y ac- tivista a favor de recibir tantos inmigrantes sirios como sea posible: “Los refugiados son nuestros fu- turos esposos, mejores amigos, nuestra próxima alma gemela, el baterista de la banda de nuestro hijo, nuestro próximo colega, Miss Islandia 2022, el carpintero que finalmente arregló el baño, el chef en la cafetería, el bombero y el presentador de televisión. Gente que nunca podrá decir: ‘Tu vi- da vale menos que la mía’. Abran las puertas”. DAÑO El cierre de las fronteras perjudica tanto a los potenciales inmigrantes como a las naciones que se rehúsan a recibirlos.

Upload: senior-library

Post on 12-Dec-2015

41 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

Page 1: Economia e Inmigrantes

A18. el comercio martes 8 de setiembre del 2015

Opinión

editorial

“Y es precisamente el hecho de que las empresas puedan encontrar a gente capacitada lo que beneficia a todos los peruanos (o demás países). En pocas palabras, con mejor personal, las empresas tienen mayores posibilidades de incrementar su productividad y así apuntalar el crecimiento de los países”. Editorial de El Comercio Pasaporte único sudamericano / 10 de diciembre del 2014

Abran las puertasLa libre circulación no puede ser solo de bienes y capitales, sino también de personas.

e l drama de las familias del Medio Oriente y de África que han llegado a Europa a buscar un nuevo comienzo lejos de la violencia y del descalabro de sus países de origen tiene proporciones

inusitadas. Según las autoridades de Austria y Alemania, solo durante el fin de semana pasado arribaron al menos 14.000 refugiados, quienes se suman a los más de 350.000 que se han pre-sentado en las puertas de la Unión Europa desde comienzos de año.

Por supuesto, esta no es la única situación de tensión migratoria en desarrollo. En las últimas semanas miles de haitianos han huido de Repú-blica Dominicana ante la amenaza del gobier-no de esa parte de la isla de deportar a los más de 180.000 naturales de Haití que ahí residen sin documentos. Al mismo tiempo, la campaña elec-toral de Estados Unidos, atizada por las contro-versiales declaraciones del precandidato repu-blicano Donald Trump, ha puesto en discusión duras políticas en contra de los inmigrantes lati-noamericanos.

No es extraño, de hecho, que la necesidad de exacerbar sentimientos nacionalistas y de ganar puntos de popularidad –tal y como parece ser el

caso en Estados Unidos y en la reciente situación de crisis fronteriza entre Colombia y Venezuela– encuentre eco en políticas antiinmigratorias. La verdad, sin embargo, es que el cierre de las fronte-ras perjudica tanto a los potenciales inmigrantes como a las naciones que se rehúsan a recibirlos.

La evidencia internacional apunta a que los inmigrantes son, en promedio, personas traba-jadoras, con un menor índice de criminalidad que los nativos, y que generan demanda por nuevos bie-nes y servicios, fortaleciendo así la economía. Algunos son rápi-dos en señalar que los inmigrantes ‘roban’ el trabajo de los emplea-dos locales. Esto es conocido como la falacia de la porción de empleo: los puestos de trabajo, en realidad, no son un número fijo, sino que depen-den de la productividad y de la demanda que, justamente, son dinamizadas por los nuevos in-tegrantes de la economía. En particular, Europa, un continente envejecido, se podría beneficiar enormemente de la juventud de los trabajadores que quieren cruzar sus fronteras.

Otros anotan que los inmigrantes son una carga fiscal importante para los países ricos que

mantienen generosos estados del bienestar. La salud, educación, vivienda y otras necesidades de los recién llegados –dicen sus detractores– son un sobrecosto injustificado para los contribuyen-tes nativos. Esto es verdad, pero solo en el corto plazo. Eventualmente, la productividad de los inmigrantes promedio es más que suficiente para pagar por los gastos que generan. Trabajos de la

University College London remar-can que, si se restan los ingresos fiscales generados por los inmi-grantes de los gastos del gobier-no británico en ellos, entre 1995 y el 2011 el saldo es positivo por US$6.400 millones. Similares ci-

fras se repiten para otras naciones desarrolladas.La mayor movilidad de personas entre países es,

en general, una excelente idea económica. Nuestro columnista Ian Vásquez, del Cato Institute, seña-laba en estas páginas que eliminar las barreras mi-gratorias a escala mundial generaría un aumento de entre 50% y 150% del PBI global; una muestra del formidable potencial de hacer más porosas las fronteras. No son solamente los capitales financie-ros los que encuentran el destino más productivo cuando son libres, sino también las personas.

Por supuesto, existen preocupaciones de se-guridad interna legítimas en algunas migracio-nes. No se puede descartar, por ejemplo, que entre algunos de los refugiados hoy en camino a Alemania se encuentren potenciales terroristas. Pero la solución no es castigar a justos por peca-dores y desentenderse del problema, sino esta-blecer filtros adecuados que permitan distinguir a unos de los otros.

La libertad que defendemos desde este Diario no puede ser entendida solo desde el libre movi-miento de capitales, sino también de personas. Más allá de las razones económicas que puedan justificar –y que efectivamente justifican– la inclu-sión de diferentes culturas en una sociedad, exis-ten motivos humanitarios de fondo. Como dice Bryndís Björgvinsdóttir, escritora islandesa y ac-tivista a favor de recibir tantos inmigrantes sirios como sea posible: “Los refugiados son nuestros fu-turos esposos, mejores amigos, nuestra próxima alma gemela, el baterista de la banda de nuestro hijo, nuestro próximo colega, Miss Islandia 2022, el carpintero que finalmente arregló el baño, el chef en la cafetería, el bombero y el presentador de televisión. Gente que nunca podrá decir: ‘Tu vi-da vale menos que la mía’. Abran las puertas”.

DañoEl cierre de las fronteras

perjudica tanto a los potenciales inmigrantes como a las naciones que se rehúsan a recibirlos.