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    Montoya Corrales, Carlos Alberto

    KEYNES Y NEOCLSICOS: UNA PROPUESTA PARA LA SALIDA DE LA CRISISRevista Ciencias Estratgicas, Vol. 17, Nm. 21, enero-junio, 2009, pp. 89-104

    Universidad Pontificia Bolivariana

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    Revista Ciencias EstratgicasISSN (Versin impresa): [email protected] Pontificia BolivarianaColombia

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    Revista Ciencias Estratgicas. Vol 17 - No 21 p. 89-104 (2009)Medelln-Colombia. Ene-Jun de 2009 - ISSN: 1794-8347

    KEYNES Y NEOCLSICOS: UNA PROPUESTA PARA LA SALIDA DE LA CRISIS

    Carlos Alberto Montoya CorralesEconomista y Magster en Ciencias Econmicas (rea de Economa Internacional), egresado de la Universidad Nacional de Colombia; Socilogo y Especialista en Alta Gerencia, egresado de la Universidad de Antioquia; actualmente realiza estudios doctorales en Filosofa, en la Universidad Pontificia Bolivariana, en donde se desempea como profesor e [email protected]

    Artculo recibido el 11 de marzo de 2009 y apro-bado para su publicacin el 07 de mayo de 2009

    Eje Temtico: Keynes y Neoclsicos. Subtema: Crisis econmica, poltica econmica.

    RESUMENNo obstante el carcter pragmtico que domina al ejercicio de la poltica econmica en los ltimos aos y la influencia de una serie de esquemas que han pre-tendido establecer vnculos cada vez ms estrechos entre el crecimiento y la estabilidad de las economas, es evidente que sta es una tarea inconclusa. La actual crisis por la que atraviesa la economa global constituye una evidencia del carcter parcial con el que suelen operar los diversos instrumentos de poltica econmi-ca, al tiempo que obliga a pensar en la posibilidad de aplicacin de nuevos enfoques que ofrezcan mayores garantas a las economas. Y aunque no hay una formula ganadora, es claro que ella deber ofrecer respuestas ms contundentes desde la economa real. Es este precisamente el propsito del presente artculo que busca poner en dilogo a dos enfoques aparentemente opuestos, el neoclsico y el keynesiano, por considerar que en l se encuentran las races de dicha problemtica y significativas lecciones para enfrentar la crisis.

    Palabras clave: Keynesianos, Neoclsicos, Crisis econ-mica, Teora econmica, Crisis econmica.

    ABSTRACTDespite the pragmatic character that in the last domi-nate to the exercise of the economic policy years and

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    the influence of a series of schemes that they have tried to establish more and more narrow bonds between the growth and the stability of the economies, it is evident that this one is an unfinished task. The present crisis by which it crosses the global economy constitutes an evi-dence of the partial character with which usually they operate the diverse instruments of economic policy; to the time that forces to think about the possibility of application of new approaches that offer greater gua-rantees to the economies. And although there is no one formulates winner, is clear that she will have to offer more forceful answers from the real economy. It is the this indeed intention of the present article that it looks for to put in dialogue to two approaches apparently opposed, neoclassic and the Keynsian one, to consider that in him are the roots of problematic happiness and significant lessons to face the crisis.

    Key Words: Keynsian, Neoclassical, Economical crisis, Economical theory, Economical crisis.

    Introduccin

    No obstante los desarrollos tericos de corte neoclsico de las ltimas dcadas haber sido presentados como una respuesta a las exigentes demandas de transformacin derivadas de la creciente competitividad en los mercados, la internacionalizacin del capital y el avance de los procesos de globalizacin, es claro que dejan an mucho que desear en cuanto al carcter propositivo y la eficacia de sus instrumentos de poltica econmica. Particularmente, las orienta-ciones en cuanto a la expansin de los mercados, especficamente mediante la internacionalizacin del capital, podran resultar ms acertadas y con menor carga de incertidumbre si previeran los costos econmicos y sociales asociados a las recurrentes crisis a las que han venido siendo sometidas las economas regionales y en general la economa mundial.

    En este resultado han estado comprometidos diverso aspectos ideolgicos, conceptuales y tericos, en no pocas ocasiones poco sugerentes y realistas, entre los que se destacan: el predo-

    minio de una poltica econmica que abandona el marco de la planificacin, al tiempo que omite de manera deliberada o inconsciente la existencia de una serie de elementos de carcter estructural que acompaan a los mercados y a las economas, como en el caso de sus imperfecciones y las di-nmicas de concentracin y control del mercados por parte de diferentes agentes econmicos. Aspectos que se soportan en la aplicacin de un pensamiento generalista pegado al lomo de la prueba del mercado, en donde el pragmatismo y el positivismo del trail and error, se convierten en el camino del saber.

    De esta manera, los siempre anhelados objetivos de crecimiento estable, que se expresan en el nfasis puesto a las polticas de ajuste desde la dcada de los setenta, adquieren connota-ciones que desvirtan el alcance y posibilidades de los instrumentos de poltica econmica. En particular, la hiptesis del reajuste monetarista no se plantea, o en el mejor de los casos esca-samente se supone, sin ninguna sustentacin, en medio de una articulacin con el necesario reajuste macroeconmico de la produccin. Al respecto se afirma por parte de los neoclsicos y sus seguidores: la ley del mercado asignar recursos a sus ptimos para maximizar la acu-mulacin de capital y la utilidad marginal del consumidor. A pesar de que cada circunstancia real que todos los individuos pueden fcil y es-pontneamente identificar contradice la lgica de esta hiptesis, ella sigue siendo la ficcin del escenario natural de una inversin que se estabiliza con las polticas de ajuste monetario y de internacionalizacin del capital.

    Situacin que no slo estara incidiendo en la for-ma cmo se articulan los diversos instrumentos de poltica econmica ante el objetivo de crecimien-to sostenible, sino tambin el tipo de instrumentos que han de acompaar las crisis por las que han de

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    atravesar las diversas economas. En este sentido, los programas de ajuste macroeconmicos consti-tuyen un primer escenario sobre el que reposa la crtica a las orientaciones de poltica econmica en el contexto de las crisis. El carcter sesgado de las polticas permiten afirmar que ms que contar con programas macroeconmicos capaces de consultar los diversos escenarios en los que se desenvuelve la economa, particularmente el de la produccin, se tienen programas macro mone-taristas que slo buscan estabilidad monetaria para asegurar condiciones ptimas al capital y propiciar el juego del mercado bajo claros crite-rios de expansin y concentracin.

    Al respecto, la revisin de los contenidos ex-puestos por los tericos monetaristas en la ac-tualidad, evidencian una injustificada ruptura con el pensamiento desarrollado por J.M. Keynes en el contexto de la dcada de los treinta del siglo pasado. Quizs una simple mirada a los planteamientos expuestos por Keynes y algunos de sus seguidores, permita develar las princi-pales inconsistencias presentes en el marco de la teora y poltica econmica con la cual se ha venido pretendiendo ofrecer respuesta a las ms recientes crisis econmicas. Este es precisamente el principal objetivo de este artculo que busca a travs de la revisin crtica demostrar que la forma cmo est expuesta la poltica econmica y su reverencia a los smbolos monetarios, crea una creciente brecha con respecto a la realidad de los mercados y las economas, haciendo de estas un juego de ficciones, una especie de casino, en donde la mejor jugada se corresponde con la coin-cidencia que la poltica econmica llegue a tener con los objetivos de crecimiento estable; lo que bien podra asimilarse con el hecho de que en el marco de la poltica econmica actual, inspirada en las proposiciones neoclsicas y monetaristas fundamentalmente, prcticamente se carece de una concepcin adecuada y de unos instrumentos

    capaces de prever la crisis u ofrecer respuestas satisfactorias a la salida de la misma.

    En contraste se tiene una teora econmica for-mulada con profundidad, que propici un cambio importante de las ideas econmicas prevalecien-tes en los aos treinta, al tiempo que demostr el carcter superficial y parcial que adquieren las premisas monetaristas, la teora keynesiana, que logra crear un puente entre los fundamentos tericos y el mbito real de la economa real. Su cuestionamiento a la forma cmo hasta entonces se vena construyendo el equilibrio y la obsesiva la adhesin a un mercado perfecto, la preponde-rante influencia de una economa monetaria en el terreno de la produccin y el revs, para enton-ces, que habra experimentado de tiempo atrs la expansin de la economa, permitira a Keynes reafirmar la idea de tener que pensar por nosotros mismos, en aras de comprender las complejas relaciones que encierra la dinmica econmica y su marcada tendencia a la crisis; lo que no slo lo pondra en debate con los expositores de una pensamiento ortodoxo y convencional, sino que le permitira servir de puente para nuevos desa-rrollos sobre la teora del crecimiento sostenido e incluso ser inspirador para la comprensin y diseo de propuestas que les permitiesen a las economas asumir con mayor pertinencia los embates resul-tantes de las crisis.

    Estos y otros aspectos que de all se derivan, como es el caso de la influencia del nivel general de precios en la dinmica de acumulacin y los determinantes reales de la crisis, constituyen el contexto general de este artculo intitulado Keynes y Neoclsicos: Una Propuesta para la Salida de la Crisis en el cual se exponen aque-llas ideas que contribuyen a recalcar la impor-tancia de reconciliar los fundamentos tericos y la poltica econmica con el mundo concreto del hare and how, fuertemente olvidado por la

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    tradicin monetarista, especialmente aquella de corte neoliberal.

    1. Consideraciones generales

    Sin pretender abarcar la amplia literatura referida a la teora de Keynes, ni ofrecer una sntesis de ella y, todava menos querer desarrollar nuevos mbitos de posibilidades, las consideraciones que ac se registran tienen por objetivo presentar al-gunas reflexiones suscitadas a partir de la postura de Keynes frente a la inestabilidad del capitalis-mo, de la cual deriva la problemtica asociada a la llamada crisis econmica1. El marco general sobre el cual recae gran parte de los planteamien-tos se ubica en un terreno similar al que recrea la posicin de Vicarelli al referirse a la forma cmo evoluciona el pensamiento econmico de Keynes, y en particular a las referencias realizadas con respecto a la inestabilidad econmica. En este sentido, el texto pretende resaltar la vigencia que guardan los principales postulados de Keynes y la necesidad de ser considerados en un contexto de crisis como el actual.

    En principio valga recordar que J.M. Keynes se constituy en un verdadero revolucionario de la teora econmica y de la forma de ofrecer respues-ta a los problemas ms evidentes. En particular, la descripcin del sistema econmico sera sugerente en trminos de la forma de despliegue de la eco-noma y los retos que se derivan de su dinmica. Al respecto afirma: El sistema econmico en el que vivimos parece capaz de permanecer en

    1 Para mayor precisin acerca de la temtica vase: VICARELLI, F. (1979). La inestabilidad del Capitalismo. Madrid: Pirmide.

    2 Para una mayor ilustracin acerca de las ventajas metodolgicas presentes en la teora keynesiana y su distanciamiento con los tericos clsicos, vase: ARCHIBALD, G. C. Aspectos metodolgicos de la Teora General de Keynes. Revista Moneda y Crdito, (102).

    3 Diferencia la crtica de Bronfenbrenner a la realizada por Archibald, su marcada orientacin filosfica. Al respecto vase: BRONFENBRENNER, M. The Structure of Revolutions in economics Thought. History of Political Economy, (Spring, 1971, p. 138).

    una situacin crnica de la actividad inferior a la normal durante un considerable periodo, sin ninguna acusada tendencia ni hacia la recupe-racin ni hacia el colapso total () (Keynes, 1936). Tal apreciacin se constituye en uno de los mensajes centrales de su teora. En ella se evidencia una manera diferente de contemplar los fenmenos econmicos; lo que hara de su pensamiento algo verdaderamente subversivo frente a los postulados neoclsicos.

    Y aunque desde la teora neoclsica se ha preten-dido negar el carcter revolucionario que adquiere Keynes en su postura terica, igualmente cierto es el reconocimiento a su labor que otros tericos han realizado; particularmente y en el cuo de la revolucin keynesiana, la opinin de Archibal es que, la keynesiana no sustituy a la teora clsica como consecuencia de una refutacin de la misma, al estilo popperiano, sino a causa de del creciente malestar y falta de satisfaccin producidos por aquellos fenmenos que no eran explicados2. Tambin Bronfenbrenneer al re-ferirse a la llamada revolucin cientfica en el campo de la economa, en trminos khunnianos, hace referencia al laissez faire, a la revolucin marginal y a la revolucin keynesiana3; resaltando con ello el alcance de sus formulaciones.

    Sera precisamente el carcter innovador de los planteamientos keynesianos la mayor fortaleza de su teora y el estmulo a su aplicacin prctica; en un periodo en el cual el pensamiento neoclsico se mostr impotente para explicar y dar salida

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    a la situacin de crisis por la que atravesaba la economa4; fortaleza que suscita la permanente consulta, an hoy en da, de sus contenidos y la viabilidad de su aplicacin en momentos en los cuales la crisis econmica adquiere un carcter recurrente y registra cada vez una mayor comple-jidad tanto en sus causas como en sus efectos.

    Infortunadamente, la escasa consulta a los prin-cipios econmicos y la poca profundidad de los debates alrededor de los diversos contenidos te-ricos, han conducido la relevancia y profundidad de sus planteamientos por senderos interminables de debate e incluso olvidados en las agendas de los hacedores de poltica econmica. En particular, las referencias que se cruzan entre los tericos keynesianos y los monetaristas, por ejemplo, no logran aportes a la comprensin de la realidad econmica. Se trata ms bien de una situacin en la que prevalece el criterio de ganadores y per-dedores. De golpe tambin se olvida la principal recomendacin de la poltica y es la consecucin de un determinado nivel de empleo, puesto hoy en manos de la dinmica de los mercados.

    Y aunque en la prctica, si se considera el auge de las ltimas tres dcadas parecen estar ga-nando posicin las orientaciones de neoclsicos y monetaristas. El debate debera dar cuenta de la forma absurda como se marginan las tesis y prcticas keynesianas y se termina por hacer del manejo de las economas un simple ejercicio mecanicista, que busca caminos fciles an ante situaciones de crisis, sin importar la eficacia de sus soluciones y el que sus medidas contribuyan realmente a erradicar sus causas, erradicando la posibilidad de un nuevo asomo; tal como ocurre

    en la actualidad en donde aparecen con mayor fuerza, insertndose en los repliegues profundos del largo plazo.

    Al respecto, y considerando el carcter cada vez ms recurrente de las crisis que acompaan a la economa global, la explicacin de su parcial eficacia est en la poca consulta de la dinmica real de la economa, la indiferencia frente por los determinantes econmicos de largo plazo, en el carcter estructural que adquiere el funcio-namiento de las economas y en la forma cmo definen relaciones en un marco de posibilidades que trasciende lo econmico. Hay en los tericos monetaristas asociados a la crisis, poco de original y las recetas de poltica se han convertido en la mejor forma de validar una prctica econmica cuyo dominio lo constituye el corto plazo. De ah la necesidad de introducir en el anlisis econmico una postura ms integral que permita indagar por las causas de los desequilibrios y no por sus manifestaciones, y que defina el contexto de la poltica econmica dentro de criterios real-mente cientficos.

    De este tipo de formulaciones fue consciente Keynes al ubicar en el centro del problema de la crisis los elementos explicativos de naturaleza crtica que enfrentan las economas de mercado, la cual resulta derivada de la dinmica de la de-manda agregada, el papel otorgado al dinero, el comportamiento de los mercados financieros y de capitales, el rol de los agentes econmicos y las orientaciones mismas de la poltica econmica. Determinantes que no slo continan ejerciendo una gran influencia en la dinmica de las econo-mas, tambin a ellos se han sumado otros en los

    4 Para lograr un mejor contexto de anlisis valga precisar que la crisis de 1929 condujo a la economa norteamericana a un desempleo del 22%, ello evidencia su profundidad y los costos econmicos y sociales que gener. Esta situacin alcanz dichas repercusiones en la economa debido a que en aquel entonces, 1931, se registr la cada del sistema financiero y la defensa del estndar del oro result en una subida de tipos, con efectos significativos en los precios.

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    ltimos aos como las orientaciones en materia de desregulacin del mercado, la creciente interde-pendencia entre economas y empresas, que han terminado por imprimir una mayor vulnerabilidad a las economas.

    2. La originalidad de Keynes

    No cabe duda que para Keynes el principio de la demanda efectiva revolucionaba la teora econ-mica clsica tradicional, tal como lo expresa en la presentacin de La Teora general (1936), al plantear que al misma marca nuevas rutas, y que considerara su aportacin como monetaria, al tiempo que hara de esta el basamento de un nuevo estilo de pensamiento que no slo lo sepa-rara de la concepcin filosfica y conceptual de la teora clsica sino que lo convertira en uno de sus mayores crticos. El inmensurable alcance de Keynes permiti la construccin de nuevos escenarios de interpretacin de la realidad eco-nmica desde el momento en que puso al dinero en el centro del problema de la inestabilidad de la acumulacin capitalista. Su preocupacin por descubrir las razones por las cuales el sistema econmico no mantiene un equilibrio general de carcter natural, tal como lo expone la teora clsica, demuestra la no creencia en la armona natural del sistema social econmico y, por el contrario, devela su inters por atacar las con-cepciones de armona preestablecidas y defender las polticas de intervencin y toma de decisiones orientadas a evitar las crisis tanto econmicas como sociales.

    Ahora, si bien no se puede negar que algunos rasgos tericos de los neoclsicos resultan ser

    comunes en las explicaciones de Keynes, el nfasis puesto a los problemas propios de la economa agregada resulta determinante al momento de considerar el alcance de sus postulados. La exis-tencia de una correspondencia entre Clsicos, Neoclsicos y Keynes no puede llevar a desconocer las diferencias especficas. Valga sealar la forma cmo este involucra a los individuos y a las institu-ciones en el terreno econmico. Aspecto ste que lo diferencia radicalmente de los Clsicos y que recibir un mayor tratamiento ms adelante.

    Para la poca es evidente el poder de la tradicin econmica y la forma de influir en la emergencia de nuevos paradigmas o enfoques y de esto no se salvara la teora keynesiana. El hecho de que la revolucin keynesiana no hubiera logrado el dominio de las explicaciones acerca del funcionamiento de las economas, dada la resistencia registrada por los mayormente defensores de la teora neoclsica y el posicionamiento de este paradigma entre los tericos de la poca, y haberse pretendido opa-car el carcter original de sus ideas, llevaran en dcadas posteriores a la publicacin de La Teora General a considerar estratgico el proponer una reconciliacin de las corrientes de pensamiento neoclsico y keynesiano5. Al respecto, el hecho de que muchos de los economistas de la postguerra hayan seguido esta lnea de conducta frente a los postulados keynesianos, desconociendo sus aportes, es por lo menos una prueba de su subordinacin al dogma inherente de la teora del mercado; la evidencia de que para muchos de ellos no habra otra tica que la del mercado, asumida de manera explcita y sustentada. Lo que con el paso de los aos terminar convirtindose en una especie de refugio ideolgico confortable.

    5 La rehabilitacin y reformulacin del modelo neoclsico supuso de hecho que el esquema keynesiano quedase englobado en el mismo como un caso especial.

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    El desconocimiento de los aportes de Keynes no slo ha influido en el sesgo a favor de los principios y criterios neoclsicos en la forma de interpreta-cin del fenmeno econmico, sino que incluso ha puesto barreras a la discusin en trminos de la forma de organizacin de las economas y la com-prensin de las mltiples relaciones que, desde los mercados, determinan el funcionamiento de las economas. En este sentido, con independencia de los aciertos que en trminos de expansin y alcance de metas de estabilizacin ha dejado la aplicacin reciente de los principios liberales, la ausencia de un escenario para el debate ha impe-dido la definicin de nuevas directrices que le im-priman un mayor grado de eficiencia al trazado de objetivos orientados a solucionar las recurrentes crisis y, sobre todo, a diezmar los costos sociales y econmicos que las mismas vienen generando en el mbito de la economa mundial.

    De ah la imperiosa necesidad de establecer un marco de referencia que identifique las posturas keynesianas y neoclsica, as como la trascendencia de lo expuesto respecto a la estructura de los mercados, el rol de los individuos, la influencia de la poltica econmica y el papel de las instituciones. Quizs sea esta una forma de contribuir a la apertura del debate, en momentos en los cuales no son pocos los que centran la atencin en la falta de precisin en la implementacin de po-lticas inspiradas en modelos neoclsicos, al tiempo que otros tantos reclaman la necesidad de retomar la senda propuesta por Keynes y sus seguidores como respuesta a la salida de la crisis.

    3. En el terreno monetario

    Los aportes de Keynes en el terreno monetario, esbozados claramente en su presentacin del Tra-

    tado sobre la Reforma Monetaria (1923) y la Teora General (1936), evidencian una interpretacin de las perturbaciones monetarias y financieras de las primeros aos de la dcada del veinte del siglo pasado, en el marco de una economa inter-nacional, lo que le permite definir con claridad la dimensin que adquiere dicho fenmeno. En este contexto surge el inters por desarrollar aspectos de mayor complejidad, que determinan la esencia de su pensamiento, tal como ocurre con la teora monetaria del ciclo econmico y el carcter sugerente de una poltica de control por parte de la banca central.

    En nfasis puesto al grado de evolucin y estruc-tura de las instituciones financieras, as como al papel internacional del mercado de capitales, le permite a Keynes introducir la influencia del mercado monetario a los escenarios de crisis. Refirindose a la regularidad que adquiere el mercado monetario al interior de las economas, afirma: la funcionalidad y vitalidad del sistema bancario son otro pilar de la estabilidad del siste-ma monetario6 (Vicarelli, 1979). Expresin que cobra fuerza en su desarrollo ulterior en medio de definicin de su teora como una teora monetaria de la produccin. Lo que no debe confundirse con la visin reduccionista en la que el sector banca-rio opera como un simple intermediario dentro del proceso de produccin. En este sentido, se podra afirmar que en medio de las concepcio-nes macroeconmicas dominantes, inspiradas en el equilibrio general, como aconteca con las lecciones de Walras y la influencia que de ella se deriva de la relacin directa entre el volumen de dinero y el nivel general de precios- las ma-nifestaciones de Keynes agitan el marco general de las reflexiones econmicas. Su pensamiento

    6 La cita de Vicarelli, quien retoma la descripcin de Keynes al referirse al sistema bancario ingls de la segunda mitad del siglo XIX, la cual define como la prueba histrica de expansin y estabilidad econmica y financiera.

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    registra no slo una clara conviccin acerca de la imperfeccin de los mercados, sino tambin la conviccin de la no-neutralidad del papel de las instituciones financieras y las opciones de poltica monetaria respecto a los intereses en juego de la sociedad capitalista.

    No de otra manera resulta tan evidente a partir de los aos sesenta, en medio del predominio de polticas monetaristas el hecho de que las polticas de ajuste no resultan neutras ante las estructuras de dominacin econmica y social establecidas. Ellas claramente tienden a forta-lecer el establecimiento de poder. El recorte de los gasto de seguridad social, por ejemplo, indica que se trata de privilegiar la acumulacin de capital como prioridad que debe anteceder a la distribucin social del producto. Si el presupuesto de una economa monetaria de gran influencia es cierto, lo anterior permitira no slo explicar el juego de responsabilidades que derivan de la influencia del mercado bancario y de capitales en momentos como los actuales, sino la forma cmo en principio la oferta de propuestas se concentra en la importancia estratgica que reviste el preservarla sana, mediante una serie de medidas de recuperacin7.

    De igual manera, y aunque no propiamente se constituya en una novedad para el anlisis econmico, la preocupacin de Keynes por la distribucin del ingreso y las implicaciones en el proceso de acumulacin, constituyen un aporte sustancial a la comprensin del sistema capita-lista. A partir de all se introduce un elemento de carcter meta-poltico, la preferencia, que junto con las expectativas de los agentes econmicos,

    sera el motor en la explicacin dentro del juego de caractersticas articuladas a su obra. Ya desde Las Consecuencias Econmicas de la Paz (1919), Keynes enunciaba cmo el desarrollo econmico del mundo occidental se habra basado en una organizacin social y econmica orientada hacia la mxima acumulacin, donde la desigualdad en la distribucin de la renta a favor de los capitalistas y la baja inclinacin al consumo de los mismos, configuraban las condiciones bsicas de la acu-mulacin; lo que era posible gracias al modo de sentir de la gente, al cual llama psicologa de la sociedad, la misma que configura el marco de cohesin y estabilidad que garantiza la acumula-cin. Al respecto afirmaba:

    El desarrollo de este singular sistema (refi-rindose a las sociedades desarrolladas de Europa Occidental y a los Estados Unidos) dependa por eso de un doble engao. Por un lado, las clases trabajadoras acepta-ban, por ignorancia o impotencia, o eran obligadas, persuadidas o inducidas por la costumbre, la conversin o la autoridad, o por el bien regulado orden social, a acep-tar una situacin por la que podan llamar propia a una muy pequea parte de la torta que ellas mismas, la naturaleza y los capi-talistas, haban cooperado a producir. Por otro lado, se les consenta a los capitalistas al considerar como propia la mejor parte de la torta y eran tericamente libres de consumirla, con la tacita y sobreentendida condicin de que en la prctica consumi-ran una proporcin bien pequea () Y as creci la torta. (Keynes, 1929)

    7 Las medidas tomadas validan el predominio de esta concepcin. En principio se observa cmo stas estara orientadas a estimular el mercado: estrategias de estmulo fiscal se habran constituido en la formula de economas como la norteamericana y las europeas; al tiempo que medidas como las implementadas en Suecia habran terminado por orientarse, de un lado, a garantizar las obligaciones de los bancos en regular situacin y, de otro, a tomar el control de los malos bancos.

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    En este sentido, el ya conocido principio de la acumulacin, basado en la desigual distribucin, entrara en el anlisis pero no slo como hasta entonces se sealaba, parte vital del orden socio-econmico y realidad que garantiza la continuidad del proceso de acumulacin, sino adems como principio que dependera de las condiciones psi-colgicas inestables que habran de determinar en buena medida la dinmica econmica de las sociedades. Criterio sobre el cual fue posible ahondar en la llamada inestabilidad econmica al depender de ella la distribucin-, el equilibrio entre la demanda y la oferta. Aspecto que se corresponde con las dinmicas de concentracin de los recursos en actividades especulativas, con el propsito de alcanzar altos niveles de rentabi-lidad, independientemente de los desajustes en el mercado o sus efectos sobre los precios de los bienes o activos en cuestin, y en general dentro de la economa; o de la forma cmo de manera acelerada y sin mediar control terminan por to-marse las decisiones de inversin de corto plazo en mercados domstico o internacional. Aspectos ampliamente vinculados a la crisis actual.

    4. El nivel general de precios

    Al respecto, y en un contexto de explicacin simi-lar a la ofrecida por los neoclsicos monetaristas (aunque no propiamente con el mismo inters por determinar los compromisos que las diferen-tes clases sociales adquieren en la generacin de la inestabilidad), el fenmeno de la inflacin apareca como la consecuencia inevitable de la imposibilidad material de reducir los consumos, en medida compatible con las capacidades pro-ductivas de la economa. Esta concepcin sin duda representara un elemento ms de caracterizacin de la inestabilidad, slo que dentro de la descrip-cin keynesiana se ubica a las relaciones sociales presentes en la base de la acumulacin como fac-

    tor de inestabilidad. As, el problema de la crisis que para los monetaristas queda circunscrito a incompatibilidad de la oferta y la demanda, siendo esta ltima la variable a corregir y no importando su efecto sobre las clases de menores recursos, adquiere en Keynes una dimensin mayor y de caractersticas sociales.

    De otra parte, y en conjuncin con el terreno de lo monetario, las oscilaciones de corto plazo en el poder adquisitivo del dinero, contribuiran al rechazo por parte de Keynes a la tesis monetarista derivada de la teora cuantitativa desarrollada por Marshall, segn la cual, las variaciones del poder de la moneda son neutrales respecto a las magnitudes reales del sistema econmico. La pos-tura de Keynes al respecto es que la inflacin y la deflacin modifican la distribucin de la riqueza entre las diferentes clases sociales, y por tal va modifican la produccin y la acumulacin de nueva riqueza. Lo que conduce, en trminos generales, a planteamientos monetaristas y fiscales orientados a realizar ajustes en los precios y salarios en los diversos sectores y en las rentas monetarias de las distintas clases sociales, para que las variaciones en el poder adquisitivo del dinero no repercutan sobre el ahorro, sobre las inversiones, sobre la produccin y sobre la ocupacin.

    Es sobre esta problemtica, desarrollada en sus obras, La Revisin del Tratado (1922) y La Reforma Monetaria (1923), donde aboga por la estabilidad de la moneda y su efecto de confian-za sobre los ahorradores privados y hombres de negocios, temtica recogida posteriormente en su Teora General en donde enfatiza en el hecho de que una economa de iniciativa privada que emplea dinero intangible o fiduciario, necesita ser estabilizada, puede ser estabilizada o por lo tanto deber ser estabilizada por polticas mone-tarias y fiscales adecuadas. De ah la posibilidad de efectuar polticas que consulten de manera

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    real los determinantes de la inestabilidad y el compromiso que debern asumir los diferentes agentes econmicos.

    A este nivel de desarrollo de la propuesta, valga destacar dos aspectos. El primero, la concepcin del dinero como factores determinantes del sistema econmico y su carcter endgeno; el segundo, la necesidad de implementar polticas de estabilizacin de la economa, donde el sistema dependa de deliberaciones conscientes. En este ltimo aspecto la separacin de los tericos cl-sicos y neoclsicos es evidente, particularmente con la vertiente monetarista de la opinin de que no existe una verdadera necesidad de estabilizar la economa; de que incluso, en el caso de que la hubiera, sta no podra realizarse, la que proba-blemente incrementara, en vez de disminuir la inestabilidad. De ah que no debera confirsele al gobierno el poder necesario para practicarlas, dejando ms bien que el valor del dinero se adapte espontneamente al equilibrio.

    Tal formulacin estriba en la concepcin del di-nero como neutral frente al comportamiento de variables reales del sistema, como ya se mencion anteriormente; expresada en buena medida en el carcter exgeno de la moneda tal como habra sido considerada por la teora clsica. La postura de Keynes para aquel entonces marca nuevos hori-zontes. La separacin entre las polticas de ajuste monetario y las de planeacin de la produccin, presente en los clsicos, constituye la causa del fracaso macroeconmico y social del monetaris-mo; lo que pondera la relacin existente entre el ajuste monetario y financiero y la existencia de un determinado plan de produccin.

    5. Crisis y acumulacin

    La separacin filosfica y conceptual se acrecienta en el Tratado Sobre la Moneda, donde con mayor

    precisin el papel del dinero es presentado de manera sistemtica en conjunto con la defini-cin de algunos agregados econmicos: la renta, el beneficio, el ahorro y las inversiones. All los beneficios son considerados como ingresos ines-perados, y como tales excluidos de la renta; el ahorro es definido entre la renta de la colectivi-dad y su gasto por consumo; los beneficios apa-recen excluidos del ahorro; en tanto que ahorro y beneficios juntos, forman el incremento de la riqueza de la nacin; al tiempo que las inversiones son consideradas como un incremento neto del Stock de capital del periodo considerado. Con estos desarrollos Keynes registra la manera cmo operan los procesos causales durante un periodo de cambio, en el marco del anlisis dinmico de corto plazo. Contrario ocurre con la corriente monetarista en donde se simplifica la existencia de relaciones monetarias de produccin.

    Al respecto, es posible deducir el contenido de la crtica de Keynes. La equiparacin por parte de los neoclsicos de la tasa de inters de los ahorros a la tasa de ganancia de la produccin de mercancas, y la disposicin del tiempo de los ahorros por los usuarios, a cero, le ha dado un carcter simblico al mercado de capitales. El concepto de ahorro financiero incorpora en la funcin econmica de ahorro al cualquier saldo ocioso de dinero, sin importarle si su plazo de ocio es largo, medio, corto o instantneo. En este esquema la tasa de inters ha perdido la referencia al costo de con-versin del capital en mercancas transformadas en dinero dentro del mercado.

    Este anlisis conduce a la reflexin acerca del papel de las instituciones financieras y la capaci-dad de contar en la economa con un dinero sano. Respalda esta afirmacin el hecho cada vez ms comn en el contexto internacional y al interior de las economas, de ahorros que no se destinan a la produccin sino a la especulacin, para generar

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    renta. La posibilidad de que este ahorro mantenga su poder adquisitivo en el mercado requiere una correccin monetaria equivalente a la inflacin. En este sentido, no resulta casual el marcado inters de los hacedores de poltica econmica por alcanzar bajas tasas de crecimiento de su nivel general de precios que le permitan a los capitales garantizarse una mayor renta, independientemente de la forma cmo estos capitales se vinculen al mercado.

    Ahora bien, de las relaciones anteriores se dedu-ce que, si todo el ahorro financiero se convierte en produccin, los ahorristas-rentistas vendran a ser como socios annimos de los usuarios del ahorro, que estaran recibiendo por anticipado sus dividendos. Slo en esta hiptesis se producira un equilibrio macroeconmico entre el ahorro y la inversin. En estas condiciones la nica garan-ta radica en contemplar la crisis derivada de la desigualdad entre el flujo monetario y el flujo real, como una constante de la dinmica de la expansin del capital, mxime si se considera que gran parte del ahorro financiero se destina a especular con las expectativas de inflacin entre bienes races y existencia de mercancas, en mul-tiplicaciones simblicas de capital, mediante el mecanismo de piramidacin del capital.

    Al respecto, es claro que las polticas monetarias y fiscales de corte contraccionista asociadas a la crisis, debern estar mediadas por la influencia de flujos especulativos que tienden a concentrarse, por la va de los intereses positivos, una mayor riqueza en aquellos sectores y clases sociales directamente vinculados con el manejo del di-nero. El afn de ajuste no puede desconocer que sus polticas no resultan neutrales ante las estructuras de dominacin econmica y social establecida y que, ms bien tiende a fortalecer el establecimiento del poder. Esta constituye una referencia permanente de Keynes, al momento de determinar la influencia de la desigual distribucin

    del ingreso en correspondencia con la dinmica del ciclo econmico. De otro lado, el registro de la discrepancia espontnea entre inversionista y ahorro, expresin de inestabilidad (inflacin de demanda), introduce nuevamente en el anlisis al dinero, al confiar en el manejo de la cantidad de dinero la tarea de la estabilizacin de precios, mediante un atento manejo de estabilizacin monetaria y fiscal. De all la importancia que adquiere la moneda sana en cuanto se constituye una garanta social.

    En resumen, de las lecciones de Keynes se des-prende que el tema de la crisis est estrechamente conectado con la inestabilidad del proceso de acumulacin. Es este sentido, el ahorro deber ir acompaado de un flujo adecuado de inversio-nes, constituyndose la inversin en el punto de referencia, en el foco, del mecanismo de acu-mulacin, ms fruto del espritu de la empresa; siendo la expectativa de beneficio su motor. En tal sentido es elocuente la cita de Vicarelli refi-rindose a la evaluacin que hace Keynes sobre estas variables:

    En trminos de ecuaciones fundamentales, las fases de expansin y de recesin del sistema capitalista corresponden, respectivamente, a situaciones de aumento o disminucin del tipo natural de inters en presencia de un tipo de mercado que, sistemticamente y por motivos ligados a la estructura y com-portamiento de las instituciones financieras, tarda en adecuarse a los cambios del tipo real. Los aumentos en los precios (como sus reducciones) que han acompaado a las crisis estn, en otras palabras, en conexin con un desequilibrio entre inversiones y ahorro. (Vicarelli, 1979)

    Ahora, es importante mencionar que la correspon-dencia biunvoca entre la variacin del dinero y los

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    flujos de inversin por parte de los neoclsicos son presentados sin ninguna base lgica. As, la respuesta dada a la cantidad de dinero por parte de los empre-sarios, pierde conexin directa con las inversiones, ya que ste puede servir para curarse de las prdidas como para adquirir bienes capitales.

    De otra parte, Keynes refuerza la idea del carcter inestable del mercado de capitales, al manifestar cmo la discrepancia entre el ahorro y las inversio-nes podra diferir independientemente del hecho de que el sistema bancario abandone su poltica de neutralidad. El carcter complejo del mercado de capitales adquiere una dimensin mayor al estar condicionado por las decisiones mismas de los agentes involucrados dentro del mercado. Al res-pecto, seala la facilidad de acceso al desajuste dentro del mercado de capitales: simplemente como resultado de un cambio en las decisiones de ahorro pblico y de inversiones de los empresa-rios, al no haber en el sistema econmico ningn mecanismo automtico () que mantenga igual a los dos flujos, an admitiendo que la cantidad de dinero no vare (Keynes, 1936). De esta ma-nera, circunscrito a la lgica del crdito, Keynes rechaza el planteamiento clsico del equilibrio ahorro-inversin, y con ello, sin duda, asesta un nuevo golpe al llamado Principio de Say y de paso a los principios naturales del dominio clsi-co, reiterando que es posible atribuir al dinero la causa de la crisis.

    A este nivel de anlisis y de interpretacin econ-mica es claro que Keynes ya ha logrado separarse de la tesis tradicional sobre la constancia de la renta que condiciona la explicacin de la dinmica econmica a la igualdad entre ahorro e inversin, va tasa de inters. Sus reflexiones lo conducen a la interpretacin dinmica referida a las inver-

    siones y el comportamiento de la acumulacin. Al considerar las inversiones esencialmente como produccin de bienes instrumentales, es decir, del lado de la oferta, entra en la explicacin de tales desequilibrios (decisiones de consumo y ahorro y su efecto sobre la produccin) a nivel de senti-mientos del pblico y de comportamiento del sistema bancario, siendo estos dos elementos los que influyen sobre el precio de los bienes capitales y, por consiguiente, sobre la produccin. Lo que permite articular de manera directa los conceptos de la crisis e inversin.

    En este contexto la explicacin referida a la rela-cin entre la crisis e inversin, trae un nuevo ele-mento a la reflexin de Keynes, las expectativas de rendimiento. Y es precisamente en el anlisis sobre perspectivas de rendimientos e inversin, uno de los focos de atencin a las propuestas de salida de la crisis, en donde logra exhibir con sin-gular precisin alguna de las ideas ms relevante. () junto a la poltica de bajos tipos de inters a largo plazo y programas de gasto pblico, es el restablecimiento de la confianza () (una de las medidas para la recuperacin del ritmo de acu-mulacin) (Keynes, 1936)8. Lo que invita a pensar que en la bsqueda de polticas que permitan contrarrestar la crisis, es necesario ofrecer seales que se materialicen en el restablecimiento de la confianza entre los inversionistas.

    El esquema se completa con la explicacin de la fase recesiva como resultado de la cada de las inversiones, en donde la reduccin de la ocupa-cin resultante de la misma, es contemplada en sus reflejos negativos sobre el poder adquisitivo y sobre los consumos; y la reduccin del ahorro como consecuencia del intento de tratar de conservar el estndar de vida, es considerada como una va para

    8 El parntesis es del autor.

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    el logro de la igualdad entre ahorro e inversiones y para poder detener la agudizacin de la crisis.

    6. La teora general

    Es este avance intelectual y su ejercicio de diser-tacin permanente frente a los postulados clsicos, el sendero que conduce a La Teora General, cuyo modelo se fundamenta, entre otros parmetros en la cantidad de dinero, la preferencia por la liquidez, las expectativas sobre cuasi-rentas de los bienes ca-pitales, la preferencia entre consumo y ahorro; que configuran un escenario propio de legitimacin de cmo las actividades psicolgicas y perspectivas de rentabilidad se constituyen en determinantes de la crisis. A este nivel la concepcin keynesiana avanza bajo la consideracin de que las actividades psicolgi-cas y las perspectivas de rentabilidad dan un carcter inestable al sistema econmico. Proposicin que fue evolucionando tal como se evidencia en algunas de las referencias posteriores a los aos treinta.

    La preferencia temporal del pblico, es decir, la eleccin entre consumo o ahorro, entra en el juego a efectos de determinacin de los precios de bienes de consumo (Keynes, 1931). Afirma-cin que crea el marco de interpretacin de la preferencia por la liquidez, embrin del anlisis acerca de las decisiones de inversin.

    Finalmente, la lnea de ataque keynesiano a los presupuestos analticos de la teora tradicional del equilibrio del pleno empleo exalta su labor. En la diferenciacin de los conceptos de oferta y de demanda agregada logra la mayor separacin, como se corrobora en los siguientes apartes:

    1. Una economa de mercado no necesariamen-te tiende que presentar una fuerte tendencia a moverse hacia el pleno empleo, tal como lo concebiran los tericos clsicos. La eco-noma podra mantenerse en una situacin

    de desequilibrio con desempleo, e incluso, de alcanzar el pleno empleo podra ser alta-mente inestable y caer en una depresin.

    2. El desempleo masivo es el resultado de una demanda insuficiente, entendida esta como la expectativa de ingreso que los empresarios esperan de un cierto nivel de ocupacin.

    3. El remedio para el desempleo est dado por la intervencin del Estado en el restablecimiento de la confianza de los inversionistas privados y en el incremento del gasto del Estado.

    En este sentido, la conclusin es clara: el Estado debera mantener un control activo de la de-manda agregada para reducir la amplitud de las fluctuaciones econmicas. Una nueva intolerancia de Keynes frente a los economistas clsicos y su creencia de que en el largo plazo las fuerzas del mercado restableceran el pleno empleo.

    Valga sealar cmo Keynes admite la posibilidad de que la economa pueda caer en un equilibrio con desempleo, lo que indicara estar en presencia de un periodo prolongado de demanda inadecuada y altas tasas de desocupacin. En este contexto se refina la posicin de Keynes referida a la au-tonoma de las decisiones de inversin, y por lo tanto, de ahorro; lo que implica la ponderacin del papel que las decisiones juegan en el sistema capitalista, al depender de ellas la acumulacin. Al respecto afirmara:

    El capital slo se acumula cuando existe en el sistema una raza particular de ope-radores, los empresarios, que desafan la incertidumbre del futuro y se arriesgan a levantar las nuevas unidades productivas o ampliar unidades ya existentes, en base a valoraciones en el flujo de rentas netas probables (Q1,Q2,, Qn) que el empresa-rio espera obtener de un proyectado dado de inversin. Frente a tales rentas, debe

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    considerar el precio de oferta de los bienes capitales que entran en ese proyecto, en-tendindose como tal trmino, no el precio al que puede adquirirse en el mercado un capital del tipo de inters en cuestin, sino el precio mnimo suficiente para inducir a un productor a que produzca nuevamente una unidad adicional de tal capital, o sea, lo que a veces se llama, coste de sustitucin. (Keynes, 1936)

    Este juego de temporalidades define la demanda de inversiones, bajo el criterio de la eficiencia marginal de capital, la cual depende de modo determinante de los ingresos netos que los empre-sarios esperan obtener en el horizonte temporal de la vida econmica de las nuevas plantas.

    Con estas orientaciones acerca de los fundamen-tos tericos de Keynes, podra ahondarse en la originalidad que presenta la exposicin lgica de la teora monetaria de la produccin, como fun-damento de explicacin de las crisis econmicas. All es claro que el sistema econmico no est asociado simplemente con variables econmicas. Otros componentes dentro de su teora, como es el caso del comportamiento de los individuos manifiesto en actitudes psicolgicas sujetas al manejo de expectativas que conducen a opera-dores econmicos, a presentar comportamientos frente a la inversin, con base en la eficiencia marginal del capital-, constituyen un corte en las formas tradicionales de pensamiento y un nuevo esquema interpretativo, bajo proposiciones acer-ca de la preferencia por la liquidez, la naturaleza convencional del tipo de inters y la inestabilidad de la demanda especulativa de dinero.

    Finalmente, en la Teora General se evidencian ex-plicaciones que contribuyen a dilucidar el contenido de la crisis y posibles formas de salida de la misma.

    En ella se establece con claridad el nexo entre la preferencia por la eficiencia marginal del capital, o entre la funcin de demanda de las inversiones, y las caractersticas de una economa monetaria. La separacin entre la adquisicin de la renta y decisio-nes de gasto y la inestabilidad del valor patrimonial de la riqueza. Ambos caracteres se sintetizan en la existencia de la incertidumbre (Keynes, 1936). Esta, tal como se ha afirmado, domina el campo de las decisiones de inversin; sustituyndose la idea clsica de un proceso de acumulacin garantizado por la formacin misma del ahorro.

    En la Teora General Keynes resalta la importancia de las instituciones financieras como un modo histricamente dado de articularse las economas monetarias, en donde se presenta con mayor elo-cuencia las bases del proceso de acumulacin ca-pitalista y las causas de la inestabilidad, en donde se sealan los lmites de las reglas de juego y del Laissez-faire en las polticas de estabilizacin de la economa y del control de la crisis.

    Bajo tales consideraciones habra de ubicarse a Keynes como alguien que, con conocimiento de causa, subvirti el esquema clsico tradicional de presentacin del sistema econmico. Igualmente, valido es el reconocimiento al hecho de que sus lecciones constituyen la respuesta a ineficiente poltica de ajuste de las economas y a los exce-sivos costos econmico y sociales que se derivan del recetario monetarista que, en lo fundamental, se materializ ex - post y no ex - ante a sus plan-teamientos. De ah la importancia que reviste la consulta de sus postulados, mxime si se considera que en un contexto de crisis como el que atra-viesa la economa global, no ser propiamente el recetario neoclsico-monetarista el que ofrecer las respuestas ms pertinentes, si se considera el carcter sesgado de su interpretacin y el carcter parcial de sus propuestas.

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    Conclusiones

    La crisis actual por la que atraviesa la economa mundial pudo haber sido indistintamente com-parada en su magnitud con la crisis de 1929 que, como se ilustr, permiti la ms frrea defensa de los postulados keynesianos referidos a la teora monetaria de la produccin y sera el basamento emprico que le permitira ofrecer a Keynes impor-tantes respuestas a la incapacidad de los tericos clsicos para dar soluciones efectivas a la misma. Es claro que al menos en su naturaleza stas re-gistran importantes diferencias que impiden que las acciones emprendidas puedan ser emuladas. Mientras la crisis del 29 se vincula a problemas de oferta, empeorados por acciones de naturaleza monetaria, la actual es una crisis originada en el sobreendeudamiento financiero, y potenciada por la proliferacin de instrumentos crediticios deri-vados que terminaron por contaminar balances y carteras con alcances que terminaron por afectar a la economa real.

    Sin embargo, ambas reafirman algunos de los pos-tulados keynesianos. En principio esta corrobora la presencia todava hoy de los llamados ciclos econmicos. El creciente protagonismo de la eco-noma de mercado y su carcter prcticamente exclusivo en la forma de orientacin de las econo-mas no ha logrado borrar el fenmeno de crisis. An persisten algunos de sus ms importantes indicadores: la destruccin de riqueza financiera en las bolsas, demanda global insuficiente, pr-didas de puestos de trabajo, rendimiento de las inversiones decrecientes, expectativas negativas; y con ello se evidencia el limitado avance que ha registrado la economa en este aspecto. Las lec-ciones aprendidas en la crisis de 1929, la crisis de 1973 y las ms recientes que han comprometido a diversas regiones del mundo, destacndose el caso de la crisis asitica en los aos noventa, parecen ser insuficientes para que los gobiernos cuenten

    con los instrumentos necesarios de poltica que permitan evitarlas.

    Precisamente en este sentido cobra fuerza el planteamiento de Keynes, realizado en la Teora General, el cual debera ser llevado al centro del debate sobre el contenido y alcance de la crisis actual, as como la forma como ella debera ser conducida para evitar su enorme costo econmico y social. Dice Keynes:

    () no es tan fcil resucitar la eficien-cia marginal del capital, estando como est, determinada por la indirigible y desobediente psicologa del mundo de los negocios. Es el retorno de la confianza, para hablar en lenguaj e ordinario, el que resulta tan poco susceptible de control en una economa de capitalismo individual. Este es el aspecto de la depresin que los banqueros y los hombres de negocios han tenido razn en subrayar, y el que los econo-mistas que han puesto su fe en un remedio puramente monetario han subestimado. (1936, p. 304)

    En este sentido, y abogando por un enfoque en el que ms all de las concepciones monetaristas se puedan ubicar la naturaleza de la crisis y sus posibles soluciones en el marco de la economa de la produccin, resulta sugerente la forma cmo la confianza deber ser concebida como el elemento central del motor econmico, pues es la que finalmente involucra al inversionista y al consumidor. Sin confianza el consumidor, incluso aquel que haya estado protegido frente a la cada del ingreso, terminar por disminuir las compras, guardar su dinero. Sin confianza, el empresario no innovar, no comprar equipo y terminar propiciando el paro. Aspecto que resulta relevante si se tiene en cuenta que en la crisis actual se recrea en medio de una gran incertidumbre sobre

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    su alcance y duracin, y que las voces positivas coinciden en sealar que estas depender del comportamiento de las economas emergentes, principalmente de la China y la India, quien no slo estn llamadas a mantener su demanda en los mercados internacionales sino tambin a ampliar sus inversiones.

    Al igual que en la dcada de los treinta, en la crisis actual la certeza no es propiamente la principal caracterstica de las polticas implementadas por las diferentes autoridades encargadas de su manejo. Sin embargo, es claro que con polticas agresivas fiscales y monetarias sta podr miti-garse. En este sentido, las lecciones de Keynes siguen marcando la pauta del manejo e invitando a reorientar las economas hacia los escenarios reales de la produccin y el consumo, lo que de paso contribuira a aminorar el ejercicio de una economa especulativa que encuentra el terreno abonado en el marco de las concepciones liberales y monetaristas, ampliamente difundidas en las ltimas dcadas.

    Si bien la forma como se ha venido desenvolviendo la crisis es indicativa de que el capitalismo no se acabar, como tampoco lo har su marcado n-fasis en el mercado, es claro que el capitalismo funciona mientras la gente tenga confianza en l. Las decisiones de recuperar los bancos y garantizar la dinmica de los mercados de capitales guarda relacin con la ilusin de la liquidez que debe mantener la gente y con la incapacidad manifiesta para obrar sin en cierto escenario especulativo. En ello tienen pertinencia las medidas tomadas. No obstante, son insuficientes y de continuarse terminarn por preservar la desigual distribucin de la riqueza; lo que sin duda estara posibilitando la emergencia de nuevas crisis.

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