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Page 1: Los problemas juveniles

NÓMADAS86 NO. 23. OCTUBRE 2005. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA

ORIGINAL RECIBIDO: 5-V-2005 – ACEPTADO: 15-VIII-2005

LA CONSTRUCCIÓNDE LOS PROBLEMAS

JUVENILES

Enrique Martín-Criado*

La definición de los problemas sociales no depende de las características objetivas de los mismos, sino de dinámicas deconstrucción donde juegan un papel fundamental los intereses de los actores que intervienen en esta construcción. A suvez, esta definición produce efectos políticos. Se analizan las dinámicas de construcción y los efectos políticos de los“problemas juveniles”.

Palabras clave: Juventud, problemas sociales, construcción social, clases sociales, luchas políticas.

A definição dos problemas sociais não depende das características objetivas dos mesmos, mas de dinâmicas deconstrução onde os interesses dos atores que intervêm nesta construção jogam um papel fundamental. Por sua vez, estadefinição produz efeitos políticos. Analisam-se as dinâmicas de construção e os efeitos políticos dos “problemas juvenis”.

Palavras-chaves: Juventude, problemas sociais, construção social, classes sociais, lutas políticas.

The definition of social problems is not an issue which depends primarily on their objective characteristics, but ondynamics of construction in which the interests of the different actors concerned are central to its understanding. Thisdefinition has political effects. The article discusses the dynamics of construction as well as the political effects of “youthproblems”.

Key words: Youth, social problems, social construction, social class, political struggles.

* Doctor en Sociología. Profesor titular de la misma área de la Facultad de Ciencias de laEducación - Universidad de Sevilla (España). E-mail: [email protected]

[email protected] • PÁGS.: 86-93

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Cual fenómenos atmosféri-cos, los problemas juveniles irrum-pen periódicamente en nuestrassociedades, haciendo saltar las alar-mas y convocando todo tipo de ex-pertos y representantes políticosexigiendo o proponiendo soluciones.Ahora bien, ¿qué implica definir losproblemas sociales en términos deedades?; ¿qué implicaciones políti-cas puede tener esta definición? Esesta cuestión la que pretendo abor-dar en el presente artículo.

Producción social delos problemas sociales

La existencia de problemas so-ciales como hechos objetivos, evi-dentes, forma parte de nuestrascategorías de sentido común. Pen-samos que si algo es percibidocomo problema social, ello se debesimplemente a las característicasobjetivas de tal problema. Sin em-bargo, las cosas no son tan senci-llas. Así, el Sida se convierte enproblema social –siendo califi-cado como la plaga del sigloXX– cuando las cifras de afec-tados son mínimas. En la ac-tualidad, con decenas demillones de infectados a ni-vel mundial, ocupa un lugarsecundario en la prensa oc-cidental. El maltrato de la mujer seha convertido en problema socialen España recientemente, cuandono es nada nuevo. Los problemassociales no aparecen por las buenasa la opinión pública. Suponen, porel contrario, todo un trabajo polí-tico de construcción y selección deun ámbito de la realidad –entre losmuchos posibles– como problemasocial, esto es, como algo que con-cierne a la totalidad de la poblacióny que exige soluciones políticas ur-

gentes –lo que implica, a su vez,excluir otras situaciones o dejarlasen segundo plano como problemasque exigen soluciones–. Esta cons-trucción no la realiza la sociedad:siempre tiene, como actores privi-legiados, determinados grupos so-ciales u organizaciones que seesfuerzan por imponer la percepciónde una determinada situación comoproblema social. Basta pensar en lasenfermedades que se imponen

como problemas sociales1.

La definición delos problemas sociales siempre im-plica una serie de supuestos sobrequé –o quién– constituye el verda-dero problema, y por tanto, cuálpuede ser su solución. Esta defini-ción es política: depende de –y al-tera– la relación de fuerzas entredistintos grupos sociales2. Y esta de-finición va más allá de una simpleselección, entre la multitud de he-chos sociales que podrían constituir-

se como problemas, de un númerolimitado de ellos. Se trata de estruc-turar la percepción de la realidad apartir de un sistema de categorías.Todo sistema de categorías opera unrecorte en la diversidad de las situa-ciones reales, lo que supone a su vezdos operaciones: a) una división –de sujetos, objetos o situaciones– encompartimentos estancos; b) unahomogeneización de los incluidos enel seno de cada compartimento: losotros rasgos que pudieran diferen-ciarlos pasan a segundo plano. Esta

doble operación nunca esneutra: supone la exclu-sión de otras formas decategorizar, de construiridentidades; selecciona lasheterogeneidades pertinen-tes e impertinentes3.

Decir que los problemas so-ciales son construcciones noequivale a identificarlos, no obs-tante, con meras ficciones. Poruna parte, porque estas catego-rizaciones se establecen a partirde hechos sociales preexistentes.Por otra, porque su misma institu-cionalización les confiere unarealidad social que termina convir-tiéndolos en algo evidente: son unaparte del mundo que habitamos yde los esquemas con que perci-bimos este mundo. Ello provocaque sea tan difícil cuestionar lascategorías a partir de las que seconstruyen.

La categoría “juventud”

La juventud, como un estadio dela vida bien definido, forma partede nuestras categorías de sentidocomún. Sin embargo, no es algo tanevidente: basta recordar las luchascotidianas por definirse –y por de-

Bojayá, “Corrinchero mayor”. PIUPC,Universidad Nacional

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finir a los demás– como joven o vie-jo, o el hecho de que a la mismaedad uno puede ser joven en un ám-bito y viejo en otro. En términossociológicos: una cosa es la edadbiológica y otra la edad social. Yaquí hemos de distinguir tres con-ceptos distintos: la generación, laclase de edad y el uso estratégicode la noción4.

La primera conceptualizaciónsistemática de generación en socio-logía se la debemos aMannheim (1993) yha sido posteriormen-te desarrollada porBourdieu (2000: 142-153). Para hablar degeneraciones no bastala contemporaneidadcronológica; es nece-sario, además, que seden cambios en lascondiciones de exis-tencia que provoquenque los individuos seangenerados de una ma-nera distinta; esto es,que actúen y piensende una manera dife-rente. Así, si en unazona rural los hijos decampesinos tienen unaescolaridad más prolongada que lospadres y, por cambios económicos,han de trasladarse a trabajar en laciudad, podemos hablar de cambiogeneracional: los hijos pensarán yactuarán de manera muy distinta ala de los padres. Si nada hubieracambiado, si los hijos crecieran enlas mismas condiciones de existen-cia que sus padres, actuarían deadultos de la misma manera: se da-ría una simple sucesión de cohortes.

Por su parte, las clases de edadson divisiones que se operan con

base en una edad definida social-mente: infancia, juventud, vejez…Estas divisiones actúan comoperformativos: cada una de ellassupone una forma de pensamien-to y comportamiento socialmentedefinida y los sujetos tienden aadecuarse a la definición social dela categoría en que se hallan in-cluidos. Estas clases de edad varíanhistóricamente, tanto en los com-portamientos que se les atribuyencomo en el tramo de edad bioló-

gica que cubren. Así, la infanciaeuropea contemporánea, un pro-ducto del sistema escolar, es muydistinta, en extensión y comporta-mientos, de la que existió durantemucho tiempo en Europa (Ariès,1987). Otro producto del sistemaescolar es la adolescencia, que secomienza a inventar, en el sigloXIX, en relación con los vástagosde la burguesía y de las clases me-dias que acuden a la enseñanza se-cundaria y que a los 14 ó 16 añossiguen viviendo en un mundo apar-tado de los rigores del trabajo y de

la vida adulta. Estos adolescentes, adiferencia de sus contemporáneosobreros o de las clases altas, vivencomo “escolares”, vigilados y apar-tados de las responsabilidadesadultas. Además, se hallan en unasituación de “indeterminación detrayectoria”: su posición social fu-tura no está clara. En estas condi-ciones, algunos de ellos desarrollancrisis de identidad, fruto de esta si-tuación social específica. A partirde este reducido grupo social, y de

unas teorías psicológi-cas del desarrollo delindividuo que se re-montan hasta Rou-sseau, se inventa laadolescencia como es-tadio natural –turbu-lento y problemático–del desarrollo del indi-viduo. A ello contri-buyen en gran medidapsicólogos y psiquia-tras, que elaboranteorías de la adoles-cencia a partir de losadolescentes que lle-gan a sus clínicas.Claro que los únicosadolescentes que lesllegan son los que tie-nen problemas, con lo

que la afirmación de que la ado-lescencia es un período problemá-tico se alimenta circularmente.Una vez definido así, y convenci-do todo el mundo de que a cier-tas edades uno tiene ciertasturbulencias, es normal que talesturbulencias aparezcan, confir-mando las expectativas previas.

Las clases de edad varían en fun-ción de dinámicas históricas. Así, laduración de la juventud depende delas condiciones para la sucesión, delplazo que han de esperar los nuevos

Bojayá, “Renacimiento”. PIUPC, Universidad Nacional (Bogotá).

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vástagos para acceder a una posiciónacorde con su origen social. Cuan-do las oportunidades económicascrecen, y cuando no se depende dela herencia paterna para instalarsepor su cuenta, la juventud se acor-ta; cuando el proceso se invierte, lajuventud se prolonga.

Así, hablar de una juventud, yasea como clase de edad o como ge-neración, que se extendiera deforma homogénea en toda una so-ciedad es un despropó-sito. Como generación,porque jamás tenemosun cambio de condi-ciones de existenciaque afecte de forma ho-mogénea a todo el es-pacio social. Comoclase de edad, porquelas formas y ritmos dela sucesión son muy dis-tintos en función de losdiferentes grupos socia-les. Es este despropósi-to el que se cometecomúnmente cuandose habla de problemas“juveniles”. Y aquí en-tramos en el terceraspecto de la concep-tualización de la edad social: su ca-rácter estratégico.

Dinámicas deconstrucción deproblemas juveniles

Las clases de edad, como todacategoría, pueden manejarse estra-tégicamente, tanto por los propiosjóvenes, como por otros sujetos –uorganizaciones–. En el primer casonos solemos hallar con luchas desucesión; en el segundo, con luchaspolíticas más amplias.

En primer lugar, en la medidaen que el hecho de ser niño, joven,adulto o viejo supone distintos de-rechos o deberes, el ser incluido enuna clase de edad u otra puede serobjeto de luchas. Normalmenteidentificamos la utilización estraté-gica del concepto de joven con suvaloración positiva: todo el mun-do quiere ser joven. Pero joven,¿para qué? En el mercado sexualtodos queremos ser jóvenes. Enotros ámbitos, calificar a alguien de

joven es una manera de frenarle: noaspires todavía a tomar responsabi-lidades, esto es, a ocupar ámbitos depoder. Las luchas por la sucesiónsuelen definirse en términos de jó-venes y viejos. Para los que ocupanlas posiciones de poder, los queaspiran a ellas son todavía dema-siado jóvenes: irresponsables, irre-flexivos, imprudentes… Para lospretendientes a las posiciones depoder los que están en ellas sondemasiado viejos: anquilosados,fosilizados… Buena parte de los es-tereotipos sobre la juventud que sehan repetido en los últimos dos si-

glos se deben a conflictos genera-cionales que son conflictos de su-cesión. Así, la mitología de lajuventud como etapa de la vida re-belde, desapegada de los bienesmateriales y los compromisos mun-danos, se ha forjado en épocas enque los vástagos de la burguesía ode las clases medias tenían que vi-vir en estado de juventud porqueno podían acceder a las posicionesde poder: épocas, normalmente, desobreproducción de titulados supe-

riores o medios en re-lación a lasoportunidades de co-locación. Los conde-nados a permanecerjóvenes hacían de lanecesidad virtud y ela-boraban una mitolo-gía de la juventudrebelde, bohemia, ro-mántica, que se haconvertido en un cli-ché persistente que re-aparece con especialvirulencia cuando sereproducen las con-diciones en que segeneró5. La juventudtambién puede pasara primer plano de la

escena social cuando se da la situa-ción inversa: un grupo de jóvenesutiliza el discurso de la juventudcomo valor para forzar el ritmo dela sucesión, para apartar a los vie-jos. Es lo que ocurrió en la Italiafascista: con la subida al poder deMussolini, la vieja clase política essustituida por fascistas y arribistasdeseosos de hacer carrera rápida-mente. La juventud se convirtió enpalabra clave de los que accedíanal poder, ensalzada como símbolode lucha generosa, de entrega al-truista, de innovación. En amboscasos, un grupo reducido se erige

Bojayá, “Resistencia”. PIUPC, Universidad Nacional (Bogotá).

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en representante de toda la juven-tud, imponiendo una visión de suproblema generacional específicocomo problema de todos los jóve-nes. Y en estas formulaciones elproblema no es la juventud: el pro-blema es la sociedad y la juventudla solución.

Pero la juventud también pue-de ser una excusa para jugar otrosjuegos de poder. Así, la mayoría delos problemas juveniles son defini-dos por grupos u organizacionescompuestos mayoritariamente poradultos. Estas formulaciones suelenser de dos tipos: o bien la juventudconstituye problema, o bien la ju-ventud tiene un problema.

En el primer caso, la juventudsuele convertirse en campo de pro-yección de los temores de cambiosocial de determinados grupossociales. Cada vez que se da un cam-bio social –crisis económica, urba-nización, capitalismo de consumo–se proyectaría este cambio en losjóvenes: la crisis produciría delin-cuencia juvenil, el capitalismo deconsumo generaría hedonismo opérdida de la ética del esfuerzo6...Esta proyección se sustenta en dosdinámicas. En primer lugar, se per-cibe el cambio generacional a par-tir de la experiencia de la propiatrayectoria social7. En segundo lu-gar, esta proyección se inscribe den-tro de un esquema general: losjóvenes actuales son la imagen delfuturo de la sociedad. Este esque-ma cobra gran centralidad a partirde la construcción de los Estadoscontemporáneos y se sustenta en lasiguiente plataforma de pensamien-to: se supone que el Estado estáconstituido por individuos y que laprosperidad del Estado depende delo que hagan los individuos. A su

vez, se supone que el individuo seforma en las primeras socializacio-nes y que luego apenas se modifi-ca. El futuro del Estado depende,por tanto, de la socialización de lasgeneraciones jóvenes. A partir deestos esquemas se construyen lossistemas de educación obligatoria:como el futuro del Estado dependede la socialización de los indivi-duos, hay que darles una educaciónsistemática de acuerdo al Estadoque se pretende construir. Y a par-tir de estos esquemas, infancia y

juventud se convierten en metáfo-ras del futuro de la sociedad. Seamplifica así la visibilidad de todolo que pueda definirse como pro-blema juvenil, así como una seriede políticas de juventud que pro-gresivamente extienden la visiónde la juventud como grupo unifi-cado. Cualquier grupo minoritariode jóvenes con comportamientosdesviados o llamativos puede en-trar a formar parte de la panopliade problemas juveniles, funcionan-do como metonimia del conjuntode la juventud. Gracias a la cons-trucción de cada vez más dispositi-vos y políticas centrados en lo

juvenil, por otra parte, se genera unenorme cuerpo de especialistas dejuventud cuyo oficio y beneficiodependerán de que existan proble-mas juveniles.

Con esta última observaciónentramos en dinámicas que son co-munes a los dos tipos de problemasjuveniles –los jóvenes son o tienenun problema–: la creación de pro-blemas juveniles por diversos agen-tes –grupos, organizaciones– quepueden obtener algún tipo de be-neficio de ello. Es lo que ocurre conlas organizaciones especializadas enjuventud: cuantos más especialistasen problemas juveniles, más pro-blemas juveniles se definen. Desdeel momento en que se establecendispositivos institucionales parasolucionar un problema social seestán constituyendo grupos profe-sionales cuya existencia socialdepende precisamente de la impor-tancia del problema que gestionan.Esta constante construcción y am-pliación de problemas no debe ver-se como una estrategia cínica,maquiavélica: simplemente, estasinstituciones, y los agentes que enellas trabajan, categorizan la reali-dad a partir de las definiciones ofi-ciales de los problemas que handado lugar a su existencia. Aplican-do la rejilla de percepción que estáinscrita en su misma posición, seencuentran con multitud de proble-mas que pueden afectar a la pobla-ción que gestionan. La mismaexistencia de instituciones destina-das a solucionar esos problemas so-ciales refuerza, de manera circular,la creencia en las categorías a par-tir de las que fueron construidas.

La juventud también puede seruna causa interesante para otrosmuchos agentes. Los especialistas

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en educación están siempre prestosa defender que la juventud tiene unproblema de falta de educación: elproblema se soluciona con más (es-pecialistas en) educación. Los go-biernos conservadores de EE. UU.lanzaron entre 1986 y 1992 unacampaña contra el enorme proble-ma del crack que supuestamenteestaría destruyendo a la juventudnorteamericana. Las estadísticasoficiales no registraron ningúnincremento –al contrario, una dis-minución– de un consumo que per-manecía muyminoritario. Pero selogró cambiar la agen-da política e ideológi-ca –la causa de lapobreza y la exclusiónestaría en la debilidadmoral de los indivi-duos que se drogaban–y la asignación del pre-supuesto estatal, quemultiplicó policías yprisiones al tiempoque disminuía gastossociales. El paro juve-nil ha sido un proble-ma social estrella enEspaña en las últimastres décadas. ¿Qué hanconseguido los sucesivos gobiernoscon tanta preocupación? Una seriede reformas laborales que hanprecarizado el trabajo y eliminadomuchos derechos laborales en nom-bre de la lucha contra el paro juve-nil (Martín Criado, 1999).

Conclusión

Una de las dimensiones funda-mentales de toda acción política esla simbólica: definir cuáles son losproblemas, los grupos y apuestas enjuego, las soluciones. A partir de esta

construcción simbólica, se estructu-ra un campo de posibles, de prota-gonistas y antagonistas. Es por elloque toda acción política ha de plan-tearse siempre cuáles son los proble-mas sociales que vale la pena definiry las categorías a partir de las cualesdefinirlos. No se trata de denunciartoda imposición de problemáticacomo arbitraria, se trata de tenerpresente que la misma definición delas problemáticas es una dimensiónfundamental de toda acción políti-ca. A partir de aquí, podemos plan-

tearnos qué consecuencias genera-les puede tener el hecho de definirproblemas sociales en torno a la ca-tegoría juventud. Para ello hemos devolver a lo que implica la doble ope-ración de división / homogeneiza-ción de toda categorización. Estaoperación es siempre una entre otrasmuchas posibles: se resalta una for-ma de agrupar a los sujetos y se pa-san a segundo plano otras posiblesdivisiones. Por ello, ante todacategorización, siempre es pertinentela siguiente pregunta: ¿qué otrasopciones excluye y qué consecuen-cias políticas tiene tal exclusión? En

el caso de la juventud, hemos decontemplar las teorías que a lo lar-go del siglo XX defendieron la ju-ventud como categoría central paracomprender la sociedad8. Estas teo-rías se postularon como alternativasa la marxista: si para ésta la divisiónfundamental de la sociedad era la declases sociales, para los teóricos de lajuventud la división fundamental se-ría la de edades. En vez de un cam-bio político y económico por elenfrentamiento entre clases en tornoa la propiedad, el cambio social se

concebiría como cam-bio cultural por el rele-vo de generaciones. Ladivisión en edades hatendido, en muchas teo-rías y también en mu-chas prácticas políticas,a pasar a segundo pla-no la desigualdad socialde clases y a sustituirlas soluciones econó-micas y políticas porsoluciones culturales.De esta manera, hapermitido solucionesculturalistas o, en mu-chos casos, subvencio-nar a los jóvenes declase media y alta bajo

la cubierta de favorecer a losdesfavorecidos jóvenes9. En estas juga-das con las edades, ha sido muy co-rriente que estas políticas hallaranfuerte apoyo entre los jóvenes contitulación universitaria que, en épo-ca de sobreproducción de titula-dos, tienden a ver sus problemasde empleo –de acuerdo a las ex-pectativas que su inversión esco-lar ha generado– como problemasgenerales de la juventud, ya seabajo discursos culturalistas, ya seabajo la cubierta del radicalismopolítico. En el consenso por defi-nir los problemas sociales como

Bojayá, “No todo está perdido”. PIUPC, Universidad Nacional (Bogotá).

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problemas juveniles se pueden re-unir aliados inesperados.

Citas

1 Así, durante la primera mitad del sigloXX el cáncer se constituye como pro-blema social en buena parte de los paí-ses europeos. ¿Por qué el cáncer? Enparte porque la gente vivía más años ytambién porque era la enfermedad mor-tal que más afectaba a las clases altas, esdecir, a aquellos grupos que tenían másrecursos a su alcance para poder elevaresta enfermedad a la categoría de pro-blema social general. Algo similar ocu-rrió en los años ochenta con el Sida.Aquí jugó también un papel fundamen-tal el nivel social de los afectados y sucapacidad de organización: personas declase media-alta con recursos para orga-nizarse rápidamente y convertirse eninterlocutores de las autoridades sani-tarias. Y, por supuesto, jugó también unpapel fundamental el hecho de que laenfermedad se detectase primero en Es-tados Unidos. Estos determinantes sonfundamentales para comprender la rele-vancia pública de un problema y de losmedios que pueden reunirse para solu-cionarlo: así, mientras que la malaria afec-ta a mucha más población a nivel mun-

dial que el Sida, se beneficia de muchosmenos fondos de investigación.

2 Así, se puede detectar un aumento demadres solteras adolescentes. ¿Quién esla víctima? ¿El niño o la madre? En elprimer caso, la madre sería culpable; enel segundo, habría que ayudarla. ¿Y cuáles el problema? ¿La promiscuidad ado-lescente, el embarazo adolescente o lafalta de recursos de las madres solteras?Cada definición del problema implicauna solución distinta –acabar con la per-misividad sexual, o dar educación sexualy promover la planificación familiar, oestablecer ayudas económicas para lasmadres solteras– con distintos efectospolíticos.

3 E. P. Thompson (1968), en su investi-gación sobre la construcción de la claseobrera en Inglaterra, nos pone de relievela importancia de estas categorizaciones.En el siglo XVIII los asalariados manua-les se percibían a través del sistema deoficios. Un asalariado carpintero se veíacomo alguien distinto a un asalariadozapatero: el sistema de oficios reagrupabaen la misma categoría a todos los que ejer-cían el mismo oficio –ya fueran patroneso asalariados– y separaba a los de distin-tos oficios. Mediante un proceso largo,en buena medida político, se va constru-yendo la categoría de clase obrera: éstasupone concebir como miembros del mis-mo grupo a todos los asalariados manua-les. Frente a los oficios, la categorización

en términos de burgueses contra obrerossupone una nueva forma de concebiridentidades y diferencias, de separar encompartimentos –la identidad de asala-riados pasa a segundo plano la divisiónde oficios– y, a partir de aquí, permiteplantear un tipo nuevo de luchas labora-les y políticas.

4 He desarrollado lo que sigue en MartínCriado, 1998: 72-93.

5 Esto se ha repetido en numerosas oca-siones: desde el movimiento del Sturmun Drang en Prusia a fines del XVIII,hasta los discursos sesentayochistas, pa-sando por la invención de la bohemia enParís en los años 1830.

6 Así, tras la segunda guerra mundial, pro-liferan en Gran Bretaña multitud de ex-plicaciones del supuesto “carácter pro-blemático” y “violento” de la juventuddebido a la violencia de la guerra y lostrastornos que supuso en su socialización.Sin embargo, las estadísticas mostrabanuna disminución de la delincuencia en-tre los “niños de la guerra”. Según expli-ca John Davis, “tales ‘explicaciones’ pro-bablemente demuestran que los adultospensaban que los jóvenes deberían habersido trastornados por la guerra –despuésde todo había sido la mayor experienciade la mayoría de la generación paterna–”(1991: 90).

7 Así, los grupos sociales en declive, y fun-damentalmente los miembros de más

Bojayá, “¿Hacia dónde vamos?”. PIUPC, Universidad Nacional (Bogotá).

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edad con una trayectoria social descen-dente, suelen pensar la estructura socialen términos de degeneración: las cosasvan a peor, las generaciones que nos si-guen han perdido los valores.

8 He desarrollado esto en Martín Criado,1998: 21-71.

9 La capacidad que tienen los distintosgrupos sociales de beneficiarse de los re-cursos y ayudas estatales depende enbuena medida de sus recursos cultura-les, informacionales, relacionales y eco-nómicos. Por ello, cuando las ayudasestatales no van dirigidas específica-mente a los grupos con menos recursos,son estos corrientemente los menos be-neficiados por las mismas. Así, cuandolas políticas de juventud tienen como cri-terio único o principal la edad, igno-rando que la división de clases y la des-

igualdad de recursos atraviesa todas lasedades, lo corriente es que sean los jó-venes de clases medias los principalesbeneficiarios de las mismas, con lo quelas ayudas sociales terminan revirtiendoen quienes tienen menos necesidad ob-jetiva de las mismas.

Bibliografía

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