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El trabajo es una manera de ser-en-el-mundo.

Todos llegamos a la existencia con una gran oportunidad: hacer algo para otros,

hacerlo para el mundo, hacerlo para el futuro. Ese desprendimiento del “para mí”, es

lo que llamamos auto-trascendencia. Al “hacerlo para otros”, esa especie de olvido de mí, paradójicamente, me plenifica. Algo así como si vaciándome en la entrega, más me

llenara de humanidad.

El trabajo es una manera de hacer arte.

Los griegos hablaban de la “presencia poética del hombre en el cosmos”, haciendo re-

ferencia a la oportunidad que tiene de plenificar la realidad. Y puede hacerlo con su

sola presencia. La “poiesis” no hacía referencia a escribir poesía como Borges, pintar

acuarelas como Durero, diseñar como Gaudí o bailar como Baryshnikov, cantar como

Piaff o… No, no se referían a eso solamente. El hombre es quien está llamado a redi-mir la realidad, mejorarla, enriquecerla en dignidad. Cuando del árbol cuelga esa

manzana deliciosa, el prodigio de esa fruta también habla de la mano de quien la ha

cultivado, del esmero puesto en su crecimiento, del amor en su cuidado. Porque la

naturaleza, poderosa y magnífica, también necesita del hombre, tanto como el hombre

necesita de la naturaleza. Y la generosidad de ambos, en mutua acción, transforma la

realidad en arte.

El trabajo es dignificado por la persona.

Muchas veces he escuchado que “el trabajo dignifica”, haciendo referencia a una mo-ral de la responsabilidad, del servicio, del trabajo. Moral en la cual he sido educado y

en la cual he pretendido educar a mis hijos. Pero, de todos modos, estoy convencido

que “la persona dignifica al trabajo”, sencillamente porque no existe nada más digno

que la persona, y es ella la que otorga dignidad a toda la realidad. Nada de la reali-

dad existente en el ámbito natural, puede estar por encima de la persona, portadora de una dignidad dignificante, es decir, una dignidad que manifiesta y propaga.

Es así que, un trabajador es un poeta, no importa de qué trabajo se trate, sea éste de fuerza física, de investigación de laboratorio, de oficina, de taller o de estudio, de

fábrica o de consultorio, de campo o de aula, cualquiera; un artista que trabaja para

que este mundo sea un poquito mejor, cada día, humildemente, cumpliendo con su

tarea de la manera más responsable posible, de manera anónima. Cada día el mundo

celebra el inicio de una nueva jornada de trabajo, porque sabe que por la noche, son-reirá agradecido a cada trabajador, por el bien producido. Celebremos hoy el día del

trabajo con la misma disposición que celebramos a los poetas, los artistas; con la mis-

ma satisfacción, con el mismo agradecimiento y emoción que sentimos ante una obra

de arte. Celebremos al obrero y al empresario, al docente y al servidor público, al in-

vestigador y al técnico, al profesional y al empleado, al peón y al capataz, al trabaja-

dor en actividad y al jubilado, con la misma gratitud que lo hace cada noche, al final de la jornada de trabajo, el mundo, redimido por todos ellos.

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EDITORIAL: 1º de Mayo: DIA INTERNACIONAL DEL TRABAJO,

por Claudio César García Pintos

GARANTÍA, SEGURIDAD Y CONFIANZA, por Claudio César

García Pintos (pp. 3 a 5)

CITAS DE AUTORES PERTENECIENTES AL MOVIMIENTO EXIS-

TENCIAL, A TRAVÉS DE VIÑETAS, por José Martínez-Romero

Gandós (pp. 6 a 8)

LA PÁGINA DE CAVEF, por Claudio César García Pintos (pp. 9 a 15 )

¿PODEMOS COMUNICAR LA PAZ?, por Patricia María Nigro

(pp.16-17)

LOS VALORES DE SAN MARTIN, ANALIZADOS EN UN LIBRO,

por MDZ On Line, (pp. 18-19)

BASTA DE PENSAR, por Claudio César García Pintos (pp. 20 a 22)

ADOLESCENTES Y FINALIZACIÓN DE LA ESCOLARIDAD, por

Gastón del Río, (pp. 23-31)

LA ILUSIÓN QUE ME ENAMORA , por Federico M. García Presedo

(pp. 32 a 35)

EL CUIDADO DE LALS PRIMERAS ENTREVISTAS EN LOGOTE-

RAPIA VINCULAR (2ª Parte), por Analía Boyadjián (pp. 36-38)

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V arias veces me han oído hablar o

han leído artículos míos sobre la imprevisibilidad de la vida. Es que

estoy convencido que una de las notas distintivas de la existencia es, sin lu-gar a dudas, su imprevisibilidad. Es ella

misma la que justifica nuestra condición humana y su particularidad más notable,

que es la libertad responsable.

¿Para qué ser libres si todo estuviera ya de-terminado de antemano? ¿Para qué ser res-

ponsables, si todo pudiera ser planificado de una vez y para siempre? ¿Qué sentido

tendría la “ansiedad” o la “angustia” –vivencias eminentemente humanas y nor-males-, si todo pudiera ser conocido a priori o planificado estratégicamente? ¿Qué dife-rencia habría entre “sobrevivir” y

“realizarse”, si la vida fuera algo parecido a un partido de ajedrez, en la que pudiéra-mos anticipar los movimientos propios y

ajenos, y cumplirlos hasta el jaque mate

final?

No, de ninguna manera, la vida es imprevi-sible y nuestra existencia es la respuesta que le damos a esa imprevisibilidad; exis-

ten planes, proyectos, ilusiones y esperan-zas, muchos de los cuales se cumplen tal

como los hemos planificado, proyectado, imaginado, pero eso no quita que, en ma-yor medida, la existencia personal es el re-

sultado de respuestas que le hemos ido dando a la vida a medida que nos ha ido

confrontando con sucesos inesperados, in-

sólitos, sorpresivos y sorprendentes. Nun-

ca planifiqué que, cruzando esa esquina, iba a encontrarme con esta mujer, hasta

entonces inexistente aún en mis más ricas fantasías, y que terminó siendo el amor de mi vida. Jamás llegué a anticipar que mi

hermana podía enfermar y morir prematu-ramente, sin que pudiéramos compartir con ella todo lo que hubiera querido com-

partir. Es cierto que me imaginé teniendo hijos, pero nunca supuse que iban a ser

estos hijos que tengo y que iba a vivir con ellos todo lo que llevamos vivido. Por otro lado, me propuse ser Psicólogo y lo logré;

quise comprarme esta casa, y pude hacer-lo tal como lo programé. Quiero decir, al-

gunas cosas estuvieron planificadas y re-sultaron tal como fueron planificadas, en tanto que otras, sucedieron insólitamente.

Y estas últimas, sin dudas, son mayoría y son contundentes, aún más que las otras. En mi propia vida, haberla encontrado a

ella, haberla perdido a mi hermana y sentir lo que siento por mis hijos, es más contun-

dente que mi título de Psicólogo o la casa que pude comprar. Es más, hasta estos “logros” que cumplieron lo planificado, muy

posiblemente, fueron concretados también, gracias a imprevistos que “ayudaron” su concreción, y que nunca habían sido pre-

supuestados con anterioridad.

Es que, la imprevisibilidad es más esencial

a la existencialidad humana que la finitud. No caben dudas que, como seres vivos, la

GARANTÍA, SEGURIDAD

Y CONFIANZA

Por Dr Claudio César GARCIA PINTOS

Mail de contacto: [email protected]

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finitud es un horizonte real, temido, inelu-

dible. Podría imaginarse que nada debería ser más complicado para un ser vivo, que

la certeza de la finitud, porque contraría el movimiento natural de conservarse en la existencia. Sin embargo, podemos elaborar

respuestas a esta circunstancia, relativa-mente satisfactorias. Como seres espiritua-les, asumimos que la existencia espiritual

desafía y trasciende ese límite y nos permi-te una sobrevida (no ya natural sino sobre-

natural); para aquellos que crean en la re-encarnación, imaginarán una segunda oportunidad; para los nihilistas, la muerte

significaría una liberación; para los héroes, una victoria… Pero, ¿qué respuesta pode-

mos darle a la imprevisibilidad, más aún, desde la engreída condición de ser “espirituales”? Porque de alguna manera,

la sentencia sartriana define nuestra condi-ción espiritual: la pasión inútil de querer ser dioses, definiendo qué y cómo deben

ser las cosas. Todas y siempre. Recuerdo al inefable Facundo Cabral, recitando que “si

quieres que Dios se ría, cuéntale tus pla-nes” No, lo que verdaderamente complica la existencia es la imprevisibilidad de la vi-

da. Acepto ser finito, puedo elaborar res-puesta a la condición de mortalidad, una respuesta propia, personal, de validez sin-

gular, solo para mí, pero no acepto que desde el principio al fin, no me sea permiti-

do planificar cada uno de los pasos hasta que llegue el momento de mi muerte. Si voy a morir y puedo saberlo con anticipación –

cosa que los animales no pueden, y por eso ni saben qué es la angustia-, me siento en

condiciones de exigir que me sea permitido panificar mi existencia. Prefiero que me di-gan que tengo una sola hora por delante,

pero que me permitan vivirla enteramente como yo decido, a no saber cuántas horas me quedan (o presuponer que son muchas

más que una sola), y no tener la potestad de ocuparlas enteramente como yo quisiera

hacerlo.

Garantía

Ante la realidad descripta, me queda claro que, entonces, nada tiene garantía. Si la

vida es imprevisible, nada puede ser antici-pado con certeza, ni proyectado con exacti-tud. Muy posiblemente, el mejor estatus al

que puede acceder una persona es al de

“me parece que será así”

La existencia es el resultado de una apues-ta, o de varias apuestas que vamos hacien-

do permanentemente y que llamamos “decisiones”. Evaluamos las circunstan-cias, valoramos nuestras intenciones, con-

cebimos las condiciones del entorno y deci-dimos. Pero cada decisión tomada, es sus-

ceptible de ser equivocada. A veces decidi-mos ligeramente, pero en ocasiones, sope-samos la decisión a tomar y lo hacemos a

consciencia. Aún en estos casos, siempre

es una apuesta.

Por eso, ninguna decisión tiene “garantía” Nada puede asegurarnos que lo elegido es libre de error. De modo tal que, la expecta-

tiva de infalibilidad, también puede verse frustrada por la propia existencia y los re-

sultados que se siguen de todo lo que

hemos decidido.

Seguridad

Como no puedo esperar (exigir) garantía que me libere del error o me asegure el acierto en lo decidido, puedo alimentar la

expectativa de encontrar algo o alguien que me brinde “seguridad”. A veces se lo recla-

mo a algo (como p.e. una institución, el Es-tado, la familia, la pareja, el jefe, etc) como proyectando en eso la responsabilidad de

alejarme o protegerme del eventual error. Algo así como “la culpa no es mía”, en caso

de fallar. A partir de esa proyección, le ex-ijo al depositario que se haga cargo de aquello que yo no puedo. La señora le exi-

ge al esposo que le de seguridad al momen-to de decidir si sigue trabajando o renuncia

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para ocuparse solo de los hijos. De tal mo-

do, cuando decida qué hacer, p.e. renun-cia, la eventualidad del resultado de la de-

cisión podrá ser compartida o, aún, atri-buída al esposo. Ella podrá decir (si re-sultó mal), “es que tuve que decidirlo sola,

porque él nunca me dio seguridad al mo-mento de decidirlo”, o “lo decidimos juntos, renuncié porque él me dio la seguridad de

que era lo mejor hacerlo”

Esto es aplicable a todos los “otros” que

dieron o no seguridad y se hacen, ipso fac-to, co-responsables del acierto o del error

consecuente con la decisión tomada.

Lo que es claro es que, nada/nadie, puede

darme tal seguridad de que lo decidido sea

acertado.

Confianza

Ahora bien, vamos armando un escenario un poco complicado. Por un lado, la vida es imprevisible y, por ende, puede sorprender-

nos. Por otro lado, nada de lo que yo decida tratando de armar mi vida en ese escena-

rio, tiene garantía, por más que lo piense y evalúe una y otra vez. Tampoco sirve tratar de que otro se haga cargo de darme la se-

guridad de que, lo que yo decida, será infa-lible. Pues, entonces, ¿qué hacer?¿Cómo responderle a este estatus incierto de la

existencia?

Creo que la respuesta pasa por la

“confianza”. El término significa tener fe, depositar la fe en algo/alguien, creer en

aquello en lo que deposito mi fe.

No se trata de buscar garantías o segurida-

des, sino más bien, confiar, tener fe en:

La vida misma, cuya imprevisibilidad no atenta contra mí, ni contra mi realización

personal En los otros, que pueden acompañarme y

orientarme en caso de que debiera modifi-car el curso de los hechos a consecuencia de decisiones desacertadas

En mí mismo y en mis propios recursos.

Tener la confianza del surfista, quien, in-gresa al mar con su tabla con la decisión

de montar una ola. Luego de varios inten-tos, lo logra y disfruta su logro, sabiendo que caerá y que, al caer, no se va a ahogar.

No, esperará la próxima ola e intentará nuevamente montarse sobre ella. Y cuando

lo logre, disfrutará, sabiendo que volverá a caer. Pero siempre confiando en que, con sus recursos, su experiencia y su tabla,

sabrá cada vez más, cómo caer y cómo montarse en una nueva ola. No le pide al

mar la garantía de “nunca caer”, ni deman-da a nadie que le asegure que “nunca ca-erá”; solo confía, en el mar, en las olas, y

en sí mismo.

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H abitualmente publicamos en

otros medios de difusión viñetas sobre diferentes temas. En esta

oportunidad ofrecemos varias de autores pertenecientes al pensamiento

Existencial.

La Psicoterapia Existencial nos exige a los responsables de su realización en el campo

de la Salud una marcha hacia el desarrollo por los caminos de la fundamentación, de la aplicación de la teoría a la práctica, de

las investigaciones basadas en tests y es-

tadísticas y en nuestro compromiso.

Este compromiso obliga a considerarla más que una mera ciencia como un elemento de

arte y sabiduría donde técnica y encuentro

desaparecen como dicotomía.

Son claras las necesidades de nuestra dis-

ciplina en el campo investigativo. Es una tarea que, con agrado, hemos desarrollado

muchos de nosotros y que ha promovido numerosos discípulos que aplican esos

avances con creatividad y responsabilidad.

Pero no se han realizado los estudios com-parativos necesarios entre diferentes auto-

res, no se ha producido la tan necesaria

sistematización de datos

Es necesaria una mayor motivación para que aumente la asistencia a cursos dicta-dos por prestigiosos profesionales que ayu-

den a dilucidar definiciones operacionales fundamentales sobre conceptos como, por

ejemplo, “autotrascendencia”, “libertad”,

“responsabilidad”, “sentido de vida”, “el po-der desafiante del espíritu”, “situación lími-

te” y “capacidad de enfrentar la enferme-dad”, especialmente en las enfermedades

graves, crónicas o terminales.

Esta descripción de los aspectos principa-les a tener en cuenta para la validación

del Análisis Existencial y la Psicoterapia Existencial quiere animarlos y desafiarlos, en su más profundo sentido etimológico,

para que contribuyan con su trabajo y creatividad al desarrollo de esta discipli-

na. La lectura de autores consagrados es un paso importante. Para ello, la primera

pregunta en forma de viñeta:

CITAS DE AUTORES

PERTENECIENTES AL

MOVIMIENTO EXISTENCIAL,

A TRAVÉS DE VIÑETAS

Por Dr.José Martínez–Romero Gandós

Mail de contacto: [email protected]

Blog: logoterapiagalicia.blogspot.com.ar

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SÖREN KIERKEGAARD

MARTIN HEIDEGGER

M. MARLEAU-PONTY

L. BINSWANGER

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ROBERTO ALMADA F. NIETZCHE

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Este mes, CAVEF quiere compartir con los

lectores de LOGORED, una reflexión del

Lic. JUAN EMILIO JUNCO (Logoterapia

Bolívar), publicado en FBook el 17 de no-

viembre de 2011. Una reflexión interesante

para “introducirnos en la Logoterapia”, co-

mo él mismo lo propone en esa entrada.

Para leer y guardar.

“Estética del sufrimiento Humano”

El hombre de hoy. Entre la búsqueda y la

desesperación.

Por Juan Emilio Junco

Cuando pensamos la diagramación del cur-

so introductorio a la logoterapia: Análisis

Existencial, arte y educación, coincidimos

que debíamos hacerlo tomando como eje

central del programa del curso el libro: “El

hombre en busca de sentido” de Viktor. E.

Frankl.

Es que las circunstancias que rodearon la

antesala de la particular historia de este

libro, lo transforma en un documento par-

ticular de la historia de este hombre y de la

escuela que fundo, la logoterapia.

Creo oportuno tener en cuenta tres aspec-

tos, que podemos, proponerlas también con

herramientas, para comenzar a compren-

der que es esto de la logoterapia. Esos tres

aspectos son: 1- Frankl como hombre. 2-

Fundamentacion teórica y 3-Lo vivencial.

Días previos a la navidad de 1945 Frankl

llama a 3 secretarias pidiéndoles que toma-

ran nota de algo importante que quer-

ía expresar. Durante nueve días fue dic-

tando muchas veces entre lágrimas el testi-

monio de sus experiencias en los campos

de concentración. Pensaba que sería un va-

lioso aporte trasmitir anónimamente en un

libro toso lo que había vivido.

El libro vio la luz con el siguiente título

/Ein Psychologerlebt das Konzentrations

lager/ en 1946. Que en español se lo cono-

ce como: Un psicólogo en el campo de con-

centración, en el año 1955. Y que una edi-

ción posterior del año 1980 lo titulara: “El

hombre en busca de Sentido”.

Pero quisiera leerles palabras del mismo

Frankl acerca de este momento: “Uno de

los primeros días después de mi regreso

a Viena, visite a mi amigo Paul Polak y

le conté de la muerte de mis padres, de

mi hermano y de Tilly. Me acuerdo que,

de repente, comencé a llorar y le dije:

Paul, a decir verdad, cuando a uno le su-

ceden tantas cosas, cuando uno es pues-

to a prueba a tal punto, esto debe tener

algún sentido tengo el presentimiento,

no lo puedo formular de otra manera, co-

mo que algo me está esperando, como si

se esperara algo de mí, como si yo estu-

viese destinado para algo”. Y prestemos

atención a esto que agrega… Entonces me

sentí más aliviado, y nadie me hubiese

comprendido mejor que el buen Paul Po-

LA PÁGINA DE CAVEF

Director: Dr.Claudio César García Pintos

Por Dr Claudio César GARCIA PINTOS Mail de contacto: [email protected]

facebook.com/claudio.garciapintos.1

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lak y le conté de la muerte de mis pa-

dres, de mi hermano y de Tilly. Me

acuerdo que, de repente, comencé a llo-

rar y le dije: Paul, a decir verdad, cuando

a uno le suceden tantas cosas, cuando

uno es puesto a prueba a tal punto, esto

debe tener algún sentido tengo el pre-

sentimiento, no lo puedo formular de

otra manera, como que algo me está es-

perando, como si se esperara algo de mí,

como si yo estuviese destinado para al-

go”. Y prestemos atención a esto que agre-

ga… Entonces me sentí más aliviado, y

nadie me hubiese comprendido mejor

que el buen Paul Polak, aun permane-

ciendo en silencio.

El dictado catártico en el que estas tres ta-

quígrafas se turnaban para seguirlo se rea-

lizó en una habitación sin calefacción con

pocos muebles y ventanas cubiertas por

cartón en vez de vidrios. Viktor lo recuerda

diciendo: “Caminaba por la habitación

dictando. De vez en cuando, aún me vi-

sualizo a mí mismo, me dejaba caer ex-

hausto en un sillón y rompía en llanto.

Tan emocionado estaba por mis propios

pensamientos, que frecuentemente me

sobrevenían con una dolorosa claridad”.

El silencio comprensivo, la dolorosa clari-

dad. Sutiles y profundas palabras que des-

criben la sensibilidad de este hombre do-

liente. En ese ambiente interior va nacien-

do este libro que muestra aspectos bastan-

tes frecuentes de la vida del ser humano. Y

es que todo viene más o menos bien y de

repente todo cambia. La vida puede cam-

biar rápidamente, bruscamente y en ins-

tantes llamarnos a situaciones impensa-

das. Algunas intensamente alegres, otras

impensablemente trágicas.

La palabra Logoterapia, logos esta tomado

en su acepción “sentido” y terapia como

“cuidado” (la logoterapia podríamos definir-

la como la terapéutica mediante el logos)

capta rápidamente esto ¿Qué cosa? Que no

es fácil cuidar de la vida.

En las primeras publicaciones el libro con-

sistía solamente en las experiencias del pri-

sionero 119.104. Luego por sugerencia del

prestigioso profesor de psicología de la Uni-

versidad de Harvard Gordon W Allport,

agrega una segunda parte teórica. Este

complemento entre lo teórico y lo vivencial

tornan a este libro uno de los diez libros

más influyentes de la historia. Y en la lec-

tura reflexiva sobre el mismo, podemos

percatarnos de lo que muchas críticas co-

incidían. Frankl escribe como un hombre

que vive tal como escribe.

Como existente el hombre posiblemente

siempre oscilo entre la búsqueda y la de-

sesperación. Y existe algo que desorganiza

esa búsqueda, en tiempo y espacio, ya que

toca la intimidad del hombre en su estruc-

tura vital y psíquica. Ese algo se lla-

ma dolor. Ya sea el dolor corporal o el do-

lor anímico. Y la vivencia del dolor es el su-

frimiento, donde experimentamos el aisla-

miento de nuestra existencia. Esto nos re-

mite nuevamente al libro “El hombre en

busca de sentido”. Específicamente en el

monologo al amanecer. Allí Frankl describe

el dolor anímico en ese monólogo al amane-

cer. Mientras trabajaba en el campo de-

batía con él mismo. En uno de esos mo-

mentos frente a una lenta agonía y en

una última protesta contra la inexorable

muerte inminente. Levante la mirada y

divisa en una franja lejana frente aquel

paisaje gris en Baviera, alguien que en-

ciende una tenue luz. La luz se queda fi-

ja en el horizonte como si alguien la

hubiera pintado: y la luz brilló en medio

de la oscuridad.

Esa experiencia actualizo en Frankl un

hecho antropológico fundamental del exis-

tir humano. Ese hecho antropológico fun-

damental es la autotrascendencia. El exis-

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tir siempre hace referencia a algo que no es

ese mismo existir, a algo o a alguien. Por lo

tanto el hombre no llega a ser realmente

hombre sino se entrega. Y en esa entrega

autotrascendente el dolor puede volverse

claro, tolerable, soportable.

Es así que comprendemos lo fundamental

del análisis de la existencial. Frankl co-

menzó considerando que su teoría como

análisis existencial. Poco después acuño el

término logoterapia y durante años bautizo

su sistema como logoterapia y análisis

existencial. Ambas denominaciones fueron

usadas casi indistintamente, aunque

Frankl utiliza análisis existencial para refe-

rirse a la antropología (el concepto de hom-

bre) y a sus cimientos Filosóficos. Y logote-

rapia para la teoría y la práctica psicote-

rapéutica (o sea los métodos y las técnicas).

Con el tiempo acabo usando primordial-

mente logoterapia para hablar de todo el

conjunto.

Solo a partir de estos cimientos filosóficos y

antropológicos, que este curso invita a co-

nocerlos a investigarlos y aprenderlos, po-

dremos comprender cual es el presupuesto

ontológico que Frankl plantea. Cuál será

la condición del existir humano. Que fue lo

que intuyo en la mirada contemplativa de

esa luz en el gris y frio horizonte Bávaro en

medio de aquel campo por ejemplo.

No entenderemos la frustración expresada

en ese intenso dolor anímico si primero no

entendemos su motivación. Que es lo que

el hombre quiere supremamente. Esa luz

es la expresión de una voluntad con senti-

do. Y lo que se percibe siempre al hallar un

sentido es,sobre el trasfondo de la reali-

dad, una posibilidad. A veces queridos

amigos el hombre necesita escuchar, saber,

intuir, presentir, simplemente una posibi-

lidad. La posibilidad de transformar de una

o de otra manera la realidad.

Hemos tenido la posibilidad de realizar un

trabajo junto a un equipo, donde compro-

bamos la imperiosa necesidad en los jóve-

nes, en nuestros jóvenes bolivarenses de

posibilidades. Este es el hambre existencial

del momento. Ese trabajo fue presentado

en el último congreso latinoamericano de

logoterapia y análisis existencial organiza-

do por el CLAE: El sentido como herra-

mienta. Sobre una muestra de 556 alum-

nos de diferentes colegios, jóvenes entre 12

y 18 años durante el tiempo libre 328 jóve-

nes miran televisión, 398 jóvenes utilizan

la computadora para jugar y solo 106 jóve-

nes realizan alguna actividad vinculada

con lo artístico. Además entre otros pará-

metros alarmantes 485 jóvenes consumen

bebidas alcohólicas que generalmente el

consumo se realiza en el hogar (322 jóve-

nes). Tendremos que agilizar nuestras neu-

ronas como educadores para estimular a

nuestros jóvenes y así encuentren como lle-

nar ese tiempo libre de otra manera. Y con-

vencerlos que son valiosos en si mismos.

La neurosis colectiva que alertaba ya

Frankl y que continúa caracterizando la ac-

tualidad comprende cuatro síntomas:

1- Actitud provisional ante la existencia: El

hombre de hoy esta acostumbrado a vivir

al día y para el día.

2- Una postura fatalista ante la vida: el

que adopta una postura fatalista se dice a

sí mismo: eso no sería posible en absoluto.

3- Pensamiento colectivista: el hombre de

hoy quiere desaparecer en medio de la ma-

sa, renuncia a sí.

4- Y por ultimo el Fanatismo, hace caso

omiso de la personalidad del otro, de quien

piensa de manera distinta.

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En este sentido la educación juega un rol

fundamental. El profesor no puede dar sig-

nificados a sus alumnos, los valores y el

sentido no pueden enseñarse. Lo que si

pueden brindar, es ejemplo existencial de

compromiso con esta búsqueda de la ver-

dad. Para ello, hay que renunciar a la tras-

misión de valores. La educación no puede

imponer valores sino promover la capaci-

dad de valorar. Y como se promueve la

capacidad de valorar apelando a lo tras-

cendental.

Que relación existe entre sentido y valores:

los sentidos están unidos, vinculados a si-

tuaciones únicas y propias de cada perso-

na. Pero hay universales en el mundo del

sentido, es lo que llamamos valores.

Y como dice Frankl el peligro esta en una

postura nihilista que hoy asume la expre-

sión del “nada mas que…”. Las teorías que

ven el hombre nada más que un producto

de la herencia y el ambiente, se apoyan en

una antropología reductiva y reducir en lo

humano, es deshumanizar. El docente, el

profesor deberá cultivar un espíritu crítico

para ser cuidadoso porque la educación es

ambigua. Así se puede orientar la tarea a la

humanización o a la deshumanización.

Esto me recuerda una anécdota de frankl,

el solía explicar que cuando se esta ense-

ñando o predicando que el hombre o la

existencia humana se pueda solo explicar

en términos de un modelo mecánico o co-

mo dice Allport el modelo rata, entonces no

debemos sorprendernos cuando la gente se

comporta como autómatas. Y recordaba la

historia de un hombre en Viena, que quería

entrenar a su loro para que lo llame papi.

El loro no lo hacia. Para castigarlo lo en-

jaulo toda la noche en el gallinero. En la

mañana encontró todos los pollitos muer-

tos. Vi que al único que quedaba vivo, lo

estaba picoteando chillando… dime papi

dime papi. Se comportaba tal como le hab-

ía enseñado a hacerlo se amo.

Para terminar este breve pantallazo sobre

la educación, no debemos olvidar que el

encuentro entre docente y alumno no tiene

como finalidad la relación interpersonal si-

no la apertura al mundo para su conoci-

miento. De ahí que la educación no pue-

de ser meramente subjetiva sino dialógi-

ca. Se da en el dialogo, que significa juntos

a través del logos en dirección al mundo

que es transubjetivo. La realidad adquiere

a través de la apropiación del conocimiento

un nuevo modo de ser en el interior del

hombre.

La logoterapia permite ir mas allá de. En

mi caso como psicólogo al escuchar un pa-

ciente y analizar intento captar en la enfer-

medad lo humano de esa persona que su-

fre. La logoterapia me permite complemen-

tar los conocimientos psicopatológicos con

los conocimientos existenciales. Por que así

como puede ser de peligroso un psicoana-

lista que no tenga en cuanta lo que Frankl

nos plantea. También puede resultar

peligroso un logoterapeuta que no tenga

un profundo conocimiento psicoanalítico.

Y así como Frankl explicaba refiriéndose al

ojo, la autotrascendencia. El solía decir:

ocurre lo mismo que con el ojo, que no

es capaz de ejercer su misión de ver el

mundo sino en la medida que no se ve a

sí mismo ¿Cuándo ve el ojo algo de sí

mismo? Únicamente cuando está enfer-

mo: cuando padezco de cataratas y veo

una nube, o cuando padezco de glauco-

ma y veo alrededor una fuente de luz

con los colores del arco iris, entonces mi

ojo ve algo de sí mismo, entonces mi ojo

percibe su propia enfermedad. Pero en

esa misma medida se ha trastornado mi

capacidad de visión.

Algo similar ocurre cuando buscamos com-

prender a nuestros pacientes. Comprender

implica ponerse al servicio de otro. Y esto

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permite entender que solo llegaremos a for-

marnos en esto si estamos en condiciones

de poder sufrir. Dostoyevski decía: sólo

tenía miedo de una cosa, de no ser digno

de sus padecimientos. Frente a esto el do-

lor es una buena automedida, no estoy

proponiendo buscar sufrir, sino que com-

prender en cierta medida implica aprender

(y aquí la importancia de la formación pe-

dagógica) a transitar la intensidad de mi

dolor en el autentico silencio autotrascen-

dente y poder sentir esa dolorosa claridad

que le da sentido a la vida. Esta automedi-

da por mi llamada no es más ni menos que

autoconocimiento existencial. Un autoco-

nocimiento que no niega los condiciona-

mientos biopsicologicos y que tiene en

cuanta aquello que Frankl menciona en el

siguiente sentido: Lo mismo que existe la

verdad a pesar de la enfermedad así tam-

bién existe el sufrimiento a pesar de la

salud. Lo primero lo olvida el psicologis-

mo, lo último lo pasa por alto el por mí

llamado patologismo.

Cuando tratamos de comprender a una

persona, la logoterapia nos advierte de lo

fundamental que resulta, distinguir entre

lo simplemente humano y lo propiamente

enfermo. El patologismo así llamado por

Viktor no hace esta distinción.

Quisiera ir finalizando este aporte, recor-

dando los últimos momentos de la vida de

Frankl. Una tarde como de costumbre esta-

ba viendo las noticias por la televisión eran

las siete y media del 11 de abril de 1990.

Elly estaba en la cocina y de repente Viktor

la llamó con urgencia:

-Elly! Elly! Ven!

Ella se acerco y él le dijo estas tres pala-

bras:

-Elly, estoy ciego.

Inmediatamente tomaron un taxi para el

hospital y allí lo trataron. Solo le quedaba

un poco de visión, había perdido totalmen-

te la visión de un ojo y la poco que le que-

daba del otro era únicamente periférica. Vi-

vió con ello durante casi 8 años y fue muy

duro para ambos. Elly tenia que leerle to-

das las cosas, hasta cinco horas al día, y a

veces se quedaba sin voz. Katja y Alexander

sus nietos se ofrecían a leerle pero el decía:

-Elly, me he acostumbrado a tu voz. Elly

cerraba los ojos y se decía: imagínate sólo

que esto me hubiera pasado a mí.

Pero viktor vivía todo aquello que decía y

nunca se quejó de su ceguera, ni una sola

vez.

A mediados de la década de los noventa,

Viktor estuvo ingresando en hospitales en

diversas ocasiones aquejado de síntomas

preocupantes – dolor en el pecho, dificulta-

des respiratorias etc.- y en todas las oca-

siones tenia siempre el oxigeno a mano.

Harald Mori un medico que había hecho

amistad con Frankl lo atendió en numero-

sas situaciones. Una crisis tuvo lugar en

1995, lo habían llamado pidiéndole ayuda

urgente. Cuando Mori llego hallaron a Vik-

tor en estado grave, con un edema pulmo-

nar. Le administraron oxigeno y medica-

ción hasta que llego el servicio de urgen-

cias. Estabilizaron la situación y llevaron a

Viktor al hospital. Por fortuna la interven-

ción médica consiguió que Viktor se recu-

perara e incluso pudiera seguir con su tra-

bajo.

En 1997 tuvo otra urgencia médica, el co-

razón de Viktor se estaba agotando y su fa-

llecimiento parecía inminente. Los médicos

le consultaron a el y a Elly y Viktor decidió

someterse a un bypass a pesar de tener 92

años.

Cuando se acercaba el momento en que

Viktor iba a ser objeto de la operación de

corazón a la que tanto el como los demás

sabían que probablemente no sobreviviría,

Elly se encontraba junto a la camilla en la

que yacía. Al acercarse su despedida, Vik-

Page 14: Logored - Mayo 2015

14

tor dijo:

-Elly te he dedicado uno de mis libros y lo

he escondido en casa. Allí lo encontraras.

Cuando Viktor le indico que se aproximara,

ella se inclino para que el pudiera susu-

rrarle al oído casi sus últimas palabras:

-Quiero darte las gracias una vez mas, Elly,

por todo lo que has hecho por mi a lo largo

de tu vida.

Viktor sobrevivió a la operación, pero no

volvió a recuperar la conciencia. Estuvo

durante tres días en cuidados intensivos

con Elly a su lado.

El martes 2 de septiembre de 1997, Viktor

murió en paz. La noticia de su muerte dio

la vuelta al mundo aunque apenas fuera

difundida tras la horrible muerte de la

princesa Diana. (Había muerto dos días an-

tes en Paris en un accidente y gran parte

del mundo estaba paralizado por la trage-

dia). Posteriormente 3 días después de la

muerte de Viktor, murió en Calcuta la Ma-

dre Teresa a la edad de 87 años. El falleci-

miento de Viktor quedo eclipsado por las

muertes de esas dos mujeres, ambas mu-

cho mas famosas que él.

Justo después de su muerte, Elly buscó al

volver a casa el libro. No estaba en ningún

sitio y ella se sentía frustrada. Ella estaba

convencida de que el libro estaba en algún

lugar del piso, tal como él le había indica-

do.

Finalmente dio con el libro cuando no lo

estaba buscando. Viktor estaba profunda-

mente familiarizado con la rutina de Elly en

la casa. Cada tanto Elly sacaba los libros

atesorados de la estantería contigua al es-

critorio de Viktor, donde el colocaba todas

las ediciones en diferentes lenguas de sus

libros. Parece ser que dio por sentado que

ella seguiría sacando el polvo incluso des-

pués de que él no estuviera. Y así lo hizo

ella.

Cuando Elly saco cada una de las hileras

de libros para sacarles el polvo, detrás de

un estante con las ediciones de EL HOM-

BRE EN BUSCA DE SENTIDO, había un

libro fuera de lugar, aunque podía haber

sido empujado sin querer detrás de los

otros, pero era una copia de su Homo Pa-

tiens (que significa El hombre que sufre de

1950). En este ejemplar, al igual que en

otros, tras las páginas del titulo y del copi-

right, había una página de dedicatoria en

blanco, de no ser por una palabra Elly.

Cuando abrió el libro, se descubrió el mis-

terio: ese era el libro que Viktor había deja-

do especialmente para ella. Las palabras

solo son quizás comprensibles para aque-

llos que conocían bien la caligrafía de Vik-

tor. Esas palabras fueron:

Para Elly: Que consiguió convertir a un hom-

bre que sufría en un hombre que amaba.

Viktor.

E l 15 de abril de 1935, los represen-

tantes diferentes países, se reunie-r o n e n l a C a s a B l a n c a

(Washington), y firmaron el “Acuerdo Roerich de la Paz”. Como parte de ese acuerdo, fue creada la “Bandera In-

ternacional de la Paz”, aceptada por la ma-yoría del os países de América en 1936. En 1937, el Acuerdo fue refrendado por la to-

talidad de los países que integraban la Liga

de las Naciones, precursora de la Organiza-

ción de las Naciones Unidas. Posterior-mente, en 1977, también fue aceptado por

el Bloque de los Países Comunistas.

El Acuerdo Roerich tiene por intención preservar el acervo cultural de la Huma-

nidad, y lleva su nombre en referencia al ruso Nicholas Konstantín Roerich, ilus-

tre artista y activista defensor de la cul-

Page 15: Logored - Mayo 2015

15

tura y el arte, postulado incluso para el

Premio Nobel de la Paz.

Él mismo diseñó la bandera, diseño que

se constituye en tres esferas en color magenta que se disponen conformando un triángulo con el vértice hacia arriba,

sobre un fondo blanco. Estas esferas re-presentan la Ciencia, el Arte y la Espiri-tualidad, rodeadas por un círculo que

representa la Cultura como síntesis de las otras tres. Aparentemente, este

símbolo ya aparecía en pinturas rupes-tres del Paleolítico, hace 9 mil años. El diseño también pretende representar el

respeto por la diversidad cultural (de allí las tres esferas y el círculo) o la “unidad

en la diversidad” y el respeto por todas las creencias.

Los países adherentes al Acuerdo Roe-

rich, se comprometen al desarrollo y protección de la cultura en todas sus

formas y el respeto de las diferencias, y

celebran en el mes de abril la creación de una bandera que no representa políti-

ca, credo o ideología alguna, salva aque-lla que sostiene la Paz Universal.

En el marco de estas celebraciones, la

Ciudad de Buenos Aires fue escenario del acto por el 80º aniversario de la crea-ción de la bandera de la paz, organizado

en la Plaza de mayo, frente a la Catedral Metropolitana, convocando al público

bajo la consigna “¡Sumate a la Paz!” En-tre otras atracciones, el evento central estuvo organizado por GENERARTE.

Con la participación especial de los ar-tistas Sandra Mihanovich y Alejandro

Lerner, y el coro Jóvenes encantan Bue-nos Aires, Chacho Garabal y Domingo

Romano entonaron una vez más el him-no “Sembradores del Encuentro” , , can-ción que identifica el programa patroci-

nado por SS.Francisco

GENERARTE presente con Domingo Romano, Juanita Pueyrredón, Andrea Mango y Chacho Garabal, en la foto con

Alejandro Lerner y Sandra Mihanovich

ADHESIÓN CAVEF

Page 16: Logored - Mayo 2015

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“M i paz les dejo, mi paz les

doy”, dice Jesús a sus discí-pulos. Shalom, dice el pue-

blo judío. Paz. Una palabra tan pequeñita… y tan grande. Me pregunto si es posible comunicar la

paz. Aunque habría que aclarar, en primer lugar, que hay muchos tipos de paz: la paz

interior (no estoy batallando conmigo mis-mo), la paz en el matrimonio y en la fami-lia; la paz en el barrio en que vivo; la paz

en nuestro país y, finalmente, en el mundo. He aplicado un criterio espacial o geográfi-co para mirar la paz desde diferentes ángu-

los. En el fondo, creo que es también un criterio teleológico. De la paz interior a la

paz en el mundo. Del individuo al orbe. Creo que, a la manera en que proceden los buenos tesistas, empezaría por preguntar-

me qué NO es la paz (usando el camino in-verso: desde el mundo al individuo) para

luego esbozar algunas ideas de cómo podr-íamos comunicarla. Esto NO es la paz La paz no es invadir un país pequeño y lle-narlo de soldados que van a matar o a mo-

rir para defenderla. La paz no pertenece solo a una nación o a

sus gobernantes que creen en el mito de Superman y se arrogan el papel de salvado-res del mundo.

La paz no es arrasar sin respeto la tierra ajena por “causas humanitarias”. La paz no es colocar bases militares en

otras tierras.

La paz no es, para alcanzar un objetivo, la aceptación de los “daños colaterales” (o

sea, de miles de vidas humanas). La paz no es usar las otras patrias para probar remedios que no les daría a mis

compatriotas. La paz no es gastar millones en armas y migajas en alimentos, salud, educación.

La paz no es creer que el que no piensa co-mo yo es necesariamente mi enemigo.

La paz no es negar los derechos fundamen-tales de la persona en casa, en el trabajo, en la calle, en las oficinas públicas, en los

espacios políticos. La paz no es creer que las leyes que aplican

para todos no aplican para mí. La paz no es robar el tiempo del otro (lo único que tenemos en esta vida y cuya can-

tidad nos es desconocida). La paz no es abandonar a los que nos nece-sitan.

La paz no es destruir una familia o destruir las familias.

La paz no es humillar, maltratar, psicológi-ca y físicamente, a otro. La paz no es la cavilación y la duda tortu-

rante, no es el autoengaño, no es el procla-marse inocente de culpa y cargo, no es cre-er ser feliz a costa del dolor de los demás.

Podría continuar pero me quedo aquí y

bosquejo algunas ideas sobre lo que SÍ es la paz.

¿PODEMOS COMUNICAR

LA PAZ?

Por Dra. Patricia María Nigro

Mail de contacto: [email protected]

Page 17: Logored - Mayo 2015

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Qué es la paz

La paz es una forma de saludo antiquísi-ma: Shalom. Te doy la paz. Te saludo. Te

reconozco ser humano. Te deseo la salud y no el sufrimiento. La paz es el diálogo que respeta, que valo-

ra, que acepta la diferencia y se enriquece con ella.

La paz es ponerse en los zapatos del otro. La paz es el regalo que le hago a mi prójimo para estar yo también en paz.

La paz no la hacen los gobiernos sino los pueblos. La paz es el placer de servir a los otros, co-

mo diría la poetisa chilena, Gabriela Mis-tral.

La paz es el comercio justo, la justicia jus-ta, la política justa, los gobiernos justos, los castigos justos, las personas justas.

¿Comunicar la paz? Se puede exigir la paz, demandarla, pedir-la, rogar por ella. Sacrificar lo que sea ne-cesario. Hacer lo imposible por conseguirla.

Pero la clave está en que la paz no se co-munica con palabras sino con acciones. Nadie quiere ya que se hable de la paz y no

se haga algo al respecto.

“Hagan las paces”, dicen los padres a los chicos cuando dos hermanos se pelearon. Y está muy bien. Porque la paz se hace, se

construye. Y uno la siente y la respira con alivio.

Desde el primer acto de cortesía, el saludo, hasta el gesto de amor más grande, dar la

vida por otro, todos ellos comunican la paz.

Los actos justos, los actos generosos, los actos de humildad, los actos de paciencia, los actos de escucha, los actos de consuelo,

comunican la paz. La justicia y la libertad son la base de la paz. Pero en lo concreto, en lo tangible, no

en el discurso vano, en las frivolidades, en las mentiras, en los prejuicios.

Podemos comunicar la paz cuando le per-mitimos el paso al automovilista que quiere

se desespera por llegar primero, podemos comunicar la paz cuando aceptamos ir a un lugar al que nuestra familiaelige, aun-

que no nos guste, podemos comunicar la paz cuando ofrecemos nuestro tiempo por los otros, por los conocidos antes que nada

y por los desconocidos también. Porque muchos creen en que la paz se hace lejos.

Que hay que irse al África o a Medio Orien-te. La paz empieza por casa. Por la forma en que nos hablamos. Por el modo en que

nos tratamos. Si no podemos comunicar la paz en nuestras familias, ¿cómo se la lleva-

remos al mundo? Los pueblos no quieren la guerra. Las ma-

dres nunca quieren la muerte de sus hijos. Nada vale más que la vida. La guerra es el negocio de los poderosos, de los inmorales

que lucran con el dolor ajeno, delos que se quedan con lo que no es suyo, delos que

atropellan y matan, de los que insultan y dañan. Podemos comunicar la paz con ac-ciones. Sin palabras. Con actos de respeto

a nuestros semejantes.

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L a historiadora mendocina Fabiana

Mastrángelo, residente en Buenos Aires, presentó en la Feria Interna-

cional del Libro su más reciente tra-bajo, Valores humanos de José de

San Marín, su misión americana, en el que,

mediante la logoterapia, el enfoque axioló-gico de Viktor Frankl, profundiza en la fi-

gura del héroe americano.

El libro, publicado mediante un subsidio del Fondo Provincial de la Cultura, está di-

vidido en dos partes. En la primera, Mastrángelo se centra en el análisis de los valores de San Martín en las distintas eta-

pas de su vida, mientras que la segunda parte es un aporte para el trabajo en el au-

la de los valores a partir de este libro como así también de la figura de otros personajes históricos. También contie-

ne un esquema de las tres etapas en la vi-da de San Martín delimitadas por la auto-ra, la primera al servicio gobierno español,

la segunda al servicio de la independencia la tercera, en la que hace uso de lo que en-

unció como el “derecho a disponer de mi

vejez”.

A propósito de este nuevo libro de la

Mastrángelo, MDZ Online dialogó con ella en la Feria Internacional del Libro de Bue-nos Aires. “La figura de San Martín es muy

importante para rescatar sus valores, entre otras cosas porque es un personaje que no

genera contradicciones”, comenzó diciendo

Mastrángelo, y luego agregó: “Me parece que hay mucho para trasmitir y para sacar

de las nuevas generaciones a partir de cómo San Martín llevó adelante la obra. Yo admiro mucho su obra, cómo es coherente

con lo que dice y cómo la lleva adelante. Según el enfoque axiológico de Viktor Frankl, la logoterapia, hay tres tipos de va-

lores. Los creadores, que son los que tienen que ver con el mundo profesional, en el ca-

so de San Martín, la gesta libertadora, la creación del Ejército de los Andes. Después están los valores vivenciales, que tienen

que ver con su mundo íntimo, la relación con su hija, la relación con su hermana, a

quien le deja una pensión a pesar de que no la veía desde hace años, también la re-lación con los subalternos. Y por último,

los valores de actitud, que son los que tie-nen que ver con la aceptación de las situa-ciones límites, por ejemplo, su enfermedad

y con cuando se da cuenta de la realidad en Guayaquil, de la superioridad de condi-

ciones en la que estaba Bolívar, que venía vencedor y estaba apoyado por los países, y él acepta eso. Este libro también tiene una

aplicación educativa, pero no desde la teor-ía del deber ser, sino desde la teoría de la vivencia del valor, de cómo practicó el valor

creador, todo lo que tuvo que hacer para

llevar adelante la misión.

LOS VALORES DE SAN MARTÍN,

ANALIZADOS EN UN LIBRO

Por MDZ Cultura & Ciencia

1º de mayo de 2015 http://www.mdzol.com

Page 19: Logored - Mayo 2015

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En contraposición a esto del “deber ser”,

muy propio del enfoque mitrista, donde había una suerte de imposición de un

modelo a imitar, ¿cuál es la imagen ac-tual de San Martín?

La imagen de San Martín ahora debería ser la imagen de una persona que lucha por la unidad. Él tenía la idea de la patria ameri-

cana, nunca pensó en países divididos, y aunque ahora somos países independien-tes, puede servirnos para pensar en una

unidad como país y una unidad como re-gión. También lo tenemos que ver desde el

desapego del poder, que por ahí no se ha hablado mucho de eso, pero en Chile le da el poder a O’Higgins, en Perú le da el poder

a Bolívar. Era un hombre que usaba el po-der en forma funcional en la medida en que a él le servía para su misión, pero no por el

poder en sí, y eso es un valor a rescatar. También está el cómo lleva adelante y a la

práctica las ideas, la concreción de las ide-as, y en qué poco tiempo, porque en once años hace la obra. Obviamente, eran otras

épocas, se ejercía el poder con mayor fuer-za, de la democracia recién se comenzaba a

hablaren Europa. Otra cosa interesante en San Martín, que yo lo he visto en sus car-tas que están en el Archivo Hstórico de

Mendoza, es cómo él quería crear conscien-cia en la población, porque se daba cuenta de que no era solamente con las armas,

que hacer que la gente luchara por la inde-pendencia. Recordemos que él llega a Men-

doza en 1814 y hacía muy poco de la asamblea que había aprobado el Himno y la Escarapela, entonces la gente no tenía

consciencia de un país independiente y una patria nueva, por eso él obligaba a las

maestras a que todos los jueves llevaran a la plaza a los niños a cantar el Himno. Él decía que la libertad de un pueblo se pro-

duce por la educación, y este es otro ele-mento que hoy habría que mirar, porque

tal vez hay una concepción muy militar de

San Martín, y toda la parte de derechos, cultura y educación no se ha tenido tan en

cuenta. Él decía que la libertad de un pue-blo se construye con la educación y la cul-tura, pero en esas circunstancias en que

España no aceptaba la independencia de

estos pueblos, había que tomar las armas.

Retomemos algo que dijiste al principio, aquello de que no es un personaje con-

flictivo, sin embargo, hay puntos en cuestión, como cuando desde el exilio lega su sable a Rosas.

Creo que ahí lo que estaba afirmando era le independencia de la Confederación Argenti-

na. Cuando él estaba en Europa, en el as-pecto diplomático trata de consolidar las

independencias, y recordemos que en Eu-ropa después viene el período de la restau-ración monárquica, entonces era una for-

ma de afirmar esto, y quizá no lo miraba desde el punto de vista de las luchas inter-nas, no validaba a federales ni unitarios,

sino que dejaba el sable en quien en ese momento estaba a cargo del país y que, a

su modo, había defendido a la Argentina del bloqueo. Creo que así como San Martín pidió que su corazón descansara en Bue-

nos Aires, en ese momento estaba pensan-do en dónde estaba su obra. En ese mo-

mento estaba Rosas, y él veía cómo las po-tencias querían invadir, entonces creo que es un baluarte de dónde veía él que estaba

su obra.

Nota tomada de MDZ ON LINE,

publicada el 1º de mayo de 2015

(06.30 Hs) en:

http://www.mdzol.com/nota/603078-

los-valores-de-san-martin-analizados-

en-un-libro/

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BASTA DE PENSAR

Por Dr Claudio César GARCIA PINTOS

Mail de contacto: [email protected]

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H abitualmente recibimos la con-

sulta de aquellos que, sufriendo de circunstancias cotidianas, es-

peran de nosotros recetas que mágicamente les resuelvan esos problemas. En la dinámica de la cultura actual, mu-

chos de ellos preguntan “qué puedo tomar”, expresión de un tiempo que denomino

“cultura Popeye”, haciendo alusión al per-sonaje de historieta que, tomando espina-ca, cobraba una fuerza espectacular. Esa

musculatura poderosa le permitía entonces vencer al bravucón Brutus, y recuperar el amor de su amada novia Olivia. Esta ver-

dadera cultura, se inspira en la idea de que la fuerza viene “de afuera hacia adentro” y

con formato de “lata de espinaca” O su equivalente actual: lata de cerveza, blíster de psicofármacos, botella de bebida energi-

zante, etc. Rollo May (1909-1994), supo alertar hace ya muchos años, que, para la

gente, era más fácil “hacer que ser”, defini-ción que va en sintonía con esta cultura

que describo.

No es sencillo convencerlos que, la fuerza de Popeye, no provenía de su lata de espi-

nacas. Ese vigor excepcional, y ese coraje que lo hacía capaz de envalentonarse de-lante del temible Brutus, provenía de

“adentro hacia afuera”, le era propio, y se correspondía con el amor que sentía por

Olivia. Porque ese valor (amor por Olivia) le

otorgaba sentido al esfuerzo y a la audacia

de intentarlo, trascendiendo sus limitacio-nes aparentes, proyectándolo a la conquis-

ta (o la defensa) de lo amado. Popeye no necesitaba de nada de afuera, porque

adentro, lo tenía en suficiencia.

Claro está, la imagen de “Popeye, el mari-no” y su emblemática lata de espinaca,

puede ser mucho más didáctica y efectiva, al momento de convencerlos, que, apelar a la definición frankliana de que “la persona

es insummabile”, como nos lo explica en

sus diez tesis.

Ahora bien, si pasamos el primer escalón que nos libera de darle respuesta a la pre-

gunta de “qué puedo tomar”, y lo redirec-cionamos a confiar en sus propios recursos personales, aparecerá un segundo interro-

gante: “qué puedo hacer”

Un joven me consultaba sobre su dificultad

para conciliar el sueño, entre otras dificul-tades cotidianas. “Tengo problemas para conciliar el sueño, y cuando no puedo dor-mirme, hago un gran esfuerzo para lograrlo, pero todo se complica y el sueño se aleja ca-da vez más”, comentaba con una gran frustración. “Llega un momento en el cual ya desisto de dormir y me levanto a ver una película, leer, tomar algo… ya está, me que-

do despierto”.

Al consultarle a qué se refería con “hago un

Page 21: Logored - Mayo 2015

21

gran esfuerzo para lograrlo”, responde co-

sas tales como “me digo permanentemente tengo que dormir tengo que dormir, tengo que dormir…”, o “pienso en todo lo que ten-go que hacer el día siguiente, como si releye-ra mentalmente mi agenda, e imagino cuán-to me costará hacerlo si no duermo lo sufi-ciente”. Incluso agrega que “llega un punto en el cual voy siguiendo el reloj, contabili-zando cada quince minutos, cuánto menos dormiría si me durmiera en ese momento… si me durmiera ahora dormiría cinco horas, si me durmiera ahora dormiría cuatro horas y tres cuartos, dormiría cuatro horas y me-dia, y así… como intentando comprender que en tanto no me duerma, el tiempo que me queda hasta que suene el despertador

es cada vez menor”

Claramente comprendemos que, como es-trategia, si la intención es dormirse, verda-

deramente tiene destino de fracaso. Nadie dormiría apelando a este programa. Le ex-plicamos que, si uno se pone a “contar ove-jitas”, como lo hemos visto reflejado en mu-chos cuentos infantiles, nunca dormirá,

porque esa actividad mental mantiene el sistema en alerta y, por ende, en vigilia, mientras permanezca contando. De tal mo-

do, todos sus esfuerzos son equivalentes a “contar ovejitas”, y es por eso que no se

duerme. Le indicamos que debe abstenerse de hacerlo y dejar que el sueño aparezca

finalmente.

Aquí también, la imagen de las ovejitas y su conteo, es más didáctica, aparentemen-

te, que explicarle el principio de la hiper-reflexión, que Frankl desarrolla maravillo-

samente bien. Y es probable que nos que-

demos conformes con nuestra intervención.

El joven se retira de la consulta con una propuesta nueva, y una respuesta a su pregunta: “Qué puedo hacer?: No debo pen-

sar en que debo dormirme”

Sin embargo, el problema subsiste. Este joven sigue manifestando sus dificultades,

aún afirmando que aplica aquella recomen-

dación que le hemos dado. Se desmotiva porque, haga lo que haga, no hay resulta-

dos y parece condenado a no dormir nunca

más.

Volviendo sobre la situación, le pregunto

cómo es que vive ese momento, y responde: “Llego de la facultad a la noche, ceno algo ligero para no irme a dormir con el estómago cargado, a una hora determinada me obligo

a ir a la cama pensando en dormir al menos siete horas, me acuesto, apago la luz, y me digo… basta de pensar, basta de pensar, basta de pensar… Pero no hay caso, no puedo dormirme, no sé qué hacer, o qué de-bería tomar para lograrlo” ¡Claro está, si-gue contando ovejitas! Y esto me permite reflexionar sobre nuestras intervenciones y

hasta dónde son operativas. Veamos.

Cuando una persona hiper-reflexiona, en

parte tiene que ver con que ha encontrado en esa dinámica una estrategia que preten-de defenderlo de algo que lo hace sufrir. De

modo tal que, cuando sienta riesgo o perci-ba riesgo de alguna naturaleza, responderá

hiper-reflexionando. Sería interesante ex-plicarle a este joven que “pensar” no es algo malo en sí mismo, todo lo contrario. El te-

ma es que, cuando algo bueno lo uso mal, puede provocar perjuicio. De modo que la propuesta es resguardar lo bueno (pensar)

del mal uso. Le explicaría que el pensar es un recurso muy poderoso en él, muy apto,

y que a veces cuando uno tiene un recurso tan vigoroso, sobrevalora su beneficio en desmedro de otros recursos, tanto o más

efectivos, que pasan a ser olvidados o no aprovechados. Lo graficaría diciendo que,

posiblemente, es como si se hubiera pega-do en “pensar” una etiqueta con un código de barras, que lo destaca como “defensa”, y

que al pasar por el inconsciente (que sería el lector del código de barras), lo detecta como defensa y lo ejecuta. Porque el in-

consciente no discierne, solo lee el código.

Y si lee que “es bueno”, lo ejecuta.

Page 22: Logored - Mayo 2015

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Le aclararía que “no se trata de basta de

pensar”. Es más, si para él es un recurso de defensa y se sostiene en ese recurso,

“basta de pensar” sería una consigna an-gustiante, le generaría más vulnerabilidad, lo haría sentir más inseguro y, al vivenciar

todo esto, se vería compelido a disparar la hiper-reflexión para defenderse! No. Más bien la explicaría que se trata de actualizar

otros recursos que tiene, como por ejemplo su imaginación. Puede imaginarse estar en

una playa bonita, en una tarde soleada plácida, escuchando el ruido del mar… o podría disponerse a escuchar una música

que le agrade y lo conecte con emociones plácidas… La idea es relajarse y esperar

que llegue el sueño, olvidándose de lo que

está esperando.

Claro está, podría explicarle los conceptos

de visualización o el de de-reflexión, que tan bien desarrolla Frankl, pero me parece

que bajar su nivel conceptual de abstrac-ción es mucho más operativo. Mucho más

para alguien que hiper-reflexiona.

Quiero decir, muchas veces nuestras inter-venciones, sin llegar a ser iatrogénicas, se

invalidan a sí mismas, al plantearse de ma-nera abierta, ambigua. Cuando le digo a

este joven que debe de-reflexionar o que su problema es la hiper-reflexión, descono-ciendo el alcance técnico del concepto (de

hecho, no tiene obligación de conocer el concepto frankliano que yo utilizo), emito un mensaje abierto que él completará muy

posiblemente de manera contradictoria. Y

eso termina siendo contraproducente.

No puedo decirle a una persona que hiper-reflexiona, “basta de pensar”, porque ex-

acerba precisamente el circuito que lo hace

hiper-reflexionar.

No puedo decirle a un paciente, que tiene

manifestaciones de comportamientos com-pulsivos obsesivos compatibles con un

TOC, porque posiblemente, “entre en du-da”, sobre lo que le está pasando. Muchas

veces me cuestiono el hecho de no manejar

lenguaje estrictamente técnico con mis pa-cientes, como veo que ocurre con otros co-

legas. Pacientes que llegan de otras consul-tas, hablan como si fueran colegas, descri-biendo sus propios historiales psicoterap-

éuticos. A veces, hasta intentan ponerle nombre técnico a alguna de mis interven-ciones. Es entonces cuando me escuchan

y rematan mi intervención diciendo “claro, es una introyección…”, o “es que el in-

consciente se hace presente en todas nues-tra elaboraciones conscientes…”, o “lo que pasa es que mis somatizaciones generan

síntomas de peso orgánico”.

Prefiero, de todos modos, hablarles de Po-

peye y Brutus, del lector del código de ba-rras, de lo efectivo que puede ser escuchar tal música, sin apelar a explicaciones técni-

cas. Tal vez porque me resulta más efecti-vo, saber el concepto y olvidarme del con-

cepto, para poder hablar como una perso-

na, que habla con otra persona.

Page 23: Logored - Mayo 2015

23

INTRODUCCIÓN

A lo largo de nuestra vida vamos viviendo diferentes etapas, que

se ven acompañadas por mo-mentos específicos que nos in-

dican que estamos atravesando un cambio.

Para muchos adolescentes finalizar la esco-laridad es el indicador del fin de una etapa.

Siempre existieronrituales, costumbres y tradiciones que acompañaron el cambio de una etapa, variando ellos en función de la

cultura y los tiempos en los que ocurrían.

El motivo de este artículo es poder analizar

uno de estos rituales actuales (no llega a ser una costumbre o tradición) que tienen

los adolescentes al finalizar la escolaridad que se refiere a la despedida del secunda-rio. Son varios padres, docentes, directivos

que les gustaría poder encontrar alternati-vas para que lo vivan de un modo diferente, pues se preocupan por algunas de las for-

mas que tienen los adolescentes para des-pedirse de su vida escolar. Lamentable-

mente, son muchos los adolescentes que se despiden de la escolaridad con conductas de excesos, violencia, agresión;rompiendo

las instalaciones y/o inmediaciones del co-legio, faltándoles el respeto a los docentes,

pintando con grafitis o insultos las instala-ciones del colegio, entre otras. Incluso al-gunos de los adolescentes que tienen estos

comportamientos llegan a considerar que por el hecho de estar finalizando la escola-ridad son impunes, llevándolos a romper

viviendas, automóviles, cortando las calles,

irrumpir y destrozar espacios públicos.

La llegada de los meses de octubre, no-viembre, diciembre, hace que muchos cole-

gios no sepan qué hacer, cuestionándose qué les pasa a estos adolescentes que ese encuentra finalizando su escolaridad, ter-

minando lo que tal vez han sido 13 años de formación en la misma escuela de un modo

carente de sentido.

Ante esta situación, surgen dos preguntas

iniciales: ¿Por qué los adolescentes al fina-lizar su escolaridad tienen comportamien-tos destructivos carentes de sentido? Y

¿Cómo ayudar a los adolescentes a encon-trar sentido de vida al finalizar su escolari-

dad?

Intentaremos dar respuestas a estos inter-rogantes, reconociendo que pueden haber

otros modos de entenderla y de estrategias

de acompañamiento.

CARACTERÍSTICAS DE LOS ADOLESCEN-

TES

Existen diferentes etapas de transición vi-

tal, siendo la finalización de la escolaridad una de ellas. Las etapas de transición vital

tienen un riesgo que los caracteriza: la ex-periencia de la finitud de la existencia. La existencia personal sufre un cambio, que

indica que ya no será del mismo modo. Es-tos momentos de transición vital suelen brindarnos un aspecto de la identidad que

a veces no buscamos, y que ya no vamos a poder evitar, siendo parte de nuestra histo-

ADOLESCENTES Y FINALIZA-

CIÓN DE LA ESCOLARIDAD. ¿Tiene sentido la finalización de la escolaridad

para los adolescentes?

Por Dr Gastón DEL RIO

Mail de contacto: gastonm.dr @ gmail.com

Page 24: Logored - Mayo 2015

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ria. Algunas situaciones de transición vital

pueden ser el nacimiento de un hijo (me convierto en padre o madre), o bien el retiro

jubilatorio (ahora me convierto un jubila-

do).

Las etapas de transición vital nos hacen

conectarnos con nuestro destino. FRANKL (1997) sostiene que el destino es aquello

que se le presenta al hombre, son disposi-ciones a las que el hombre debe adoptar

una actitud ante ella.

“Las “disposiciones” representan el des-tino biológico del hombre mientras que la “situación” representa su destino so-ciológico. A estos dos factores hay que añadir, además, el destino psicológico, entendiendo por tal la actitud psíquica del hombre, en cuanto no es libre ni en-

traña una libra actitud espiritual”.

En definitiva, la finalización de la escolari-

dad hace que los adolescentes deban afron-tar su destino biológico, psicológico y socio-

cultural, ya que alcanzan una edad, con el suficiente desarrollo orgánico y madurativo para dejar la escolaridad, reconociendo que

la sociedad impone que no se puede conti-nuar en la escuela luego de un determina-do tiempo. Entonces nos encontramos con la primera afirmación: los adolescentes deben adoptar una postura ante su des-tino.

Con los adolescentes ocurre que al finalizar

la escolaridad pasan a ser “egresados de una determinada institución”. La escuela es

un ámbito que brinda identidad “Soy alum-no de tal o cual colegio” suelen decir los es-

tudiantes, así como ser egresado del colegio también imprime este carácter de identidad “Soy egresado de determinado colegio”.Sólo

se puede finalizar la escolaridad en un úni-co colegio, y eso ya será parte de su histo-

ria y existencia.

La escuela no sólo es un ámbito de referen-

cia, sino que también es un ámbito de per-tenencia, dador de identidad. Una de las

tareas evolutivas propias de la adolescencia es la búsqueda de la identidad, poder en-contrar y reconocer el quien soy. Esta

búsqueda no se termina de realizar en este momento evolutivo, pero es una de las ta-

reas que les exige mayor gasto de energía

psíquica.

Los adolescentes siempre sabían “lo que viene…” en su vida cotidiana (la mayoría de tenía certeza que en luego del periodo de

vacaciones iban a retomar su actividad es-colar). Sin embargo, se encuentran con la experiencia del límite, de la finitud de un

aspecto de su vida al finalizar el colegio. Muchos se preguntan ¿Y ahora qué voy a hacer? La angustia por la incertidumbre del futuro, cuestiona además, su identidad,

cuestionándose el ¿quién es?

Esta experiencia de finitud, es un modo en que se manifiesta la angustia existencial

por la muerte. La finalización del colegio es el fin de una etapa, que les despierta an-

gustia a la mayoría de los adolescentes. Una angustia que la cultura actual intenta por todos lados adormecer, evitar: la con-

ciencia de la finitud y la temporalidad.

El finalizar una etapa trae aparejado que se

deja de vivir de un determinado modo (cambian hábitos, rutinas, modos de vincu-

larse, etc.). Parafraseando la expresión de Heidegger podemos decir que los adoles-centes modifican su modo de “ser-en-el-

mundo”.

Esta conciencia de finitud la hemos vivido

todos en proyectos, vínculos, vacaciones, etc. Es algo ontológico de la existencia humana. La angustia de muerte o finitud

es de naturaleza ontológica. Motivo por el cual podemos reconocer dos niveles de an-

gustia:

1) Aquella que surge de la conciencia de la

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incertidumbre de la propia vida y su fini-

tud. Finalizar la escolaridad es encontrase con múltiples alternativas que pueden ge-

nerar angustia. No es “salir al mundo” co-mo algunas personas sostienen, porque los adolescentes ya son parte del mundo. Es

enfrentarse con la incertidumbre de que hay que continuar eligiendo por dónde con-tinuar realizando su proyecto de vida. Para

muchos es la primera vez que toman con-ciencia de este aspecto de la existencia, ya

que dejarán de contar con la escuela como ámbito de referencia dador de identidad. Dejar de ser estudiantes para pasar a ser

egresados.

Por un lado, este primer nivel de angustia

nos permite tomar conciencia de la incerti-dumbre de la propia vida y finitud, pero por otro nos da la posibilidad de desplegar

nuestros recursos personales para el cum-plimiento de nuevas metas, proyectos, pu-

diendo vincularnos con nuestra existencia (y con otras personas) de un modo diferen-te. Podemos afirmar que la conciencia de la angustia ante la finitud nos permite

reconocernos como un “ser-siendo”, en tanto se presentan múltiples alternati-

vas para desplegarnos como personas.

2) El segundo nivel de angustia emerge por intentar negar o rechazar la primera. Esta

es la angustia que la mayoría de los adoles-centes de la que estamos haciendo referen-

cia están viviendo.

Muchos adolescentes al finalizar su escola-

ridad reciben mensajes como “tienes que tener las armas para enfrentar el mundo”o “deja que yo me encargo de defender lo que vos necesitas”, que tienen la finalidad de negar o rechazar la angustia antes descrip-

ta. Nos encontramos con adultos que les trasmiten a los adolescentes el mensaje

que el mundo es hostil por un lado. Por otro lado, intentan evitar o negar la con-ciencia de la incertidumbre de la propia vi-

da y su finitud (todos en los distintos mo-

mentos evolutivos tenemos que enfrentar-nos a esta angustia). Estas actitudes que

tienen muchos adultos con los adolescen-tes que se encuentran finalizando la esco-laridad es una especie de sobreprotección

existencial, que se puede traducir en un mensaje como: “vamos a protegerlos de los aspectos de la existencia que no podemos

manejar o controlar”.

Huelga decir que la postura de sobrepro-tección existencial de muchos adultos para los adolescentes, reflejan la misma angus-

tia (aunque se manifieste de otro modo) que tienen los adolescentes, ya que para muchos adultos (en especial los padres) la

finalización de la escolaridad de sus hijos también les hace entrar en contacto con su

destino (por ejemplo: mi hijo ya terminó el colegio, mis hijos están creciendo, ya tengo

a mi hijo egresado, estoy envejeciendo).

Algunas consecuencias de esta sobrepro-tección existencial son las posturas de que-

jas o el cuestionamiento de todo aquello in-dique un límite o se relacione con la finitud (decisiones de docentes, límites de las insti-

tuciones, etc.). Son muchos los padres que avalan los excesos de sus hijos al finalizar

la escolaridad porque no saben cómo con-tactarse con la angustia existencial que vi-

ven.

Otra de las consecuencias de estas postu-ras es que los límites quedan difusos, es-

tando “todo permitido” en función de la

conveniencia personal.

Estos niveles de angustia nos llevan a reco-

nocer la existencia de un tabú cultural a hablar de la muerte, porque hay una nega-

ción hacia la misma, lo cual hace que por momentos aludamos a ella de un modo in-directo. El reconocimiento de la finitud y de

los niveles de angustia que genera nos lleva a realizar una nueva afirmación:es una ne-cesidad aceptar la finitud.Los adolescen-

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tes pueden elegir afrontar la angustia ante

la finitud o negarla. El modo en que nos vinculemos con ella nos manifiesta el modo

en que asumimos nuestra temporalidad. Parecería ser que el único tiempo que vale la pena ser vivido es el presente, sin consi-

derar el pasado (la historia, lo vivido, lo compartido) o el futuro (el hacía dónde ir,

qué tipo de persona buscamos ser).

El valor del presente puede tener dos con-notaciones. La primera (es la que se suele

adoptar) indica que hay que vivirlo al máxi-mo por temor a no poder “aprovecharlo” en

su totalidad, o porque no queremos dejar de experimentar nada. Esta connotación es la que suelen adoptar muchos adolescentes

(y adultos) viviendo con intensidad el pre-sente por la angustia que puede generar el

futuro.

En segundo lugar, podemos observar la

connotación positiva que tiene. En cada momento vamos muriendo permanente-mente. No existen dos momentos iguales.

Estas afirmaciones nos permiten reconocer que cada momento es único. El momento único lo podemos vivir con angustia

(porque nunca más lo volveremos a tener) o con optimismo (reconociéndolo como la

oportunidad para algo).

El presente tiene valor en tanto reconoce-

mos su unicidad y lo vemos como una oportunidad. Oportunidad para poder des-plegar valores y encontrar sentido, pudien-

do decidir del modo que nos permita llegar a “ser-aquello-que-podemos-ser”. Postura que muchos adolescentes no reconocen, lo

cual se traduce en la angustia y en modos negativos de intentar elaborarla. Ante cada

situación, los adolescentes pueden elegir no sólo como vivirla, pueden encontrar va-lores y sentido, y en su descubrimiento van

eligiendo en qué persona convertirse. Cada decisión nos autoconfigura, nos permite ir

acercándonos a aquella persona que quere-mos ser. Las decisiones tomadas a partir de valores, nos permiten encontrar sentido

de vida, y ello nos da identidad.

Los adolescentes viven una crisis de identi-dad cuando están finalizando su escolari-

dad, pudiendo encontrar recursos para superarla a partir del descubrimiento de los sentidos situacionales que se les pre-

sentan. Por lo tanto, está en ellos vivir el presente como una oportunidad o como un

momento que hay que exprimir al máximo para no conectarse con la angustia que ge-

nera.

Considerando esta crisis de identidad, mu-chos adolescentes sienten el riesgo de creer

que “no-han-sido”. El recibirse es el “haber-dejado-de-ser” y este finalizar la escolari-

dad se vive como una pérdida de identidad. Ese es un error, en tanto se los ayude a “no-haber-dejado-de-ser” dejando algo en la

institución, más allá de un vínculo.

Esta es otra manifestación de la angustia

ante la finitud. Asumir que al egresarse de-jan de vincularse con la escuela de un mo-do, pero aún pueden estar vinculados con

esta aunque de otro modo. Los adolescen-tes buscan el modo de “seguir-siendo”, y

los están encontrando son por medio de conductas destructivas, de actos que no promueven la pertenencia y el compartir,

con comportamientos hedonistas y narci-sistas (queriendo que todas las miradas estén puestas sobre ellos). Prefieren “ser-

alguien-que-destruye” a “no-ser-nadie”. Motivo por el cual alcanzamos la cuarta afirmación: los adolescentes buscan mo-dos que confirmen su identidad.

La búsqueda de identidad y el reconoci-

miento de la finitud generan la angustia ante la imposibilidad de seguir siendo del mismo modo. Se les presentan nuevas si-

tuaciones a las que deben dar una res-puesta, que ocurren en una cultura que posee algunas características específicas

que influyen en el fenómeno que estamos

describiendo.

Page 27: Logored - Mayo 2015

27

Una de las características de la cultura ac-

tual es la promoción del hedonismo y el placer. El mensaje es “hay que hacer lo que quieras, lo que tengas ganas”. Llevando a que las personas, en especial los adoles-centes, sean esclavos de las ganas. Muchos

adolescentes encuentran el inconveniente cuando las ganas del otro, no se correspon-

de con las propias. Considerando esta ca-racterística, parecería ser que lo que nos motiva a vivir es la voluntad de placer o vo-

luntad de poder.

En segundo lugar, unido a lo anterior se

vive en función de lo que se tiene ganas en el presente, que es algo fugaz. Todo tiene

que ser rápido y ya. La novedad prima so-bre el resto de la existencia. Parecía ser una carrera que nunca termina, porque

siempre hay algo nuevo, algo que necesito tener. Lo fugaz no se traduce sólo a lo ma-terial, también se observa en lo afectivo

(tengo que sentirme bien ahora, no importa cómo) y lo vincular (quiero estar con deter-

minada persona ahora, no después). Un ejemplo de ello es el uso masivo de las re-des sociales por parte de losadolescentes

(por ejemplo instagram) en las cuáles la in-formación posteada queda durante un lap-so de tiempo y luego se borra. Una conse-

cuencia de este rasgo es la falta de toleran-

cia a la espera.

Paradójicamente, también se busca lo eter-no, en el modo de evitar que pase el tiem-

po. Lo cual lleva a que todo cierre de etapa se viva con mayor angustia, haciendo que a los adolescentes les cueste más el paso de

una etapa a otra.Finalizar el colegio es una

pequeña muerte.

En relación con este tema, pese a no estar de acuerdo con este rasgo cultural, es ne-cesario destacar algo que se ha logrado en

los últimos tiempos, que es resaltar el valor de lo eterno. Lo eterno en tanto evitar que

el tiempo pase es una cosa. Lo positivo de ello es el reconocer que todas las decisiones son eternas y únicas, porque nunca más

vamos a encontrarnos en la misma situa-

ción para vivirlo. Mi decisión de ahora ya

pasa a la eternidad de mi historia.

Al elegir actuar de un determinado modo la persona se va autoconfigurando. Al elegir se excluyen múltiples alternativas. Por

ejemplo los adolescentes finalizando la es-colaridad, si eligen romper el colegio, están

excluyendo todo el resto de las alternativas. Esto nos lleva a reconocer el valor que tiene ayudarlos a elegir otras opciones más sig-

nificativas siendo una de las claves para abordar la problemática que estamos des-

cribiendo. Muchas veces el inconveniente surge porque parece “no haber otras alter-nativas”, porque nadie los ayuda a descu-

brirlas. Puede ocurrir que la angustia sea tan grande que haga que los adolescentes no puedan hacer buen uso de sus recursos

para encontrar valores y sentido.

Un aspecto que es distintivo dentro de la

cultura adolescentes es el de querer desta-carse de algún modo. Por ejemplo, respecto

al cierre de la escolaridad, buscar hacer al-go más o mejor que los egresados de otros años u colegios. Lo cual trae aparejado por

momentos que cada vez sean más agresi-vos, violentos, carentes de sentido los ri-

tuales de finalización. El destacarse tiene la intención de no ser olvidados, de permane-cer de algún modo en la memoria del cole-

gio. En el fondo, es otra manifestación de este miedo a la muerte, de la finitud de su ser estudiante secundario. Podríamos afir-

mar que en este tipo de conductas se hacen presentes las palabras de Yalom

(1984) “el miedo a la muerte es permanente y de tal modo que una parte de la propia energía vital se consume en la tarea de ne-gar la muerte”. Los adolescentes buscan modos de negar la muerte, de

“permanecer” en la memoria del colegio.

Hasta aquí hemos intentando dar respues-ta a la primera de las preguntas que era

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por qué los adolescentes al finalizar su es-

colaridad tienen comportamiento destructi-vos carentes de sentido. Pasaremos a dar

respuesta a la segunda de las preguntas ¿Cómo ayudar a los adolescentes a encon-trar sentido de vida al finalizar su escolari-

dad?

SENTIDO DE VIDA Y FINALIZACIÓN DE LA

ESCOLARIDAD

En primer lugar, es necesario recordar que el cierre de la escolaridad es algo que se da

de un modo simultaneo, es ir un cerrando. La preparación de los adolescentes sobre cómo afrontar la finalización de la escolari-

dad es algo a abordar desde tiempos ante-

riores.

La angustia existencial que sienten los ado-lescentes es algo normal y natural. La an-gustia ante la finitud no suele experimen-

tarse de modo claramente consiente y re-

flexivo en un primer momento.

El tomar conciencia de la finitud de la es-colaridad es algo que genera angustia como

se vino describiendo.La toma de conciencia de la finalización se va observando desde que reconocen como avanzan en su escola-

ridad y se instalan determinados eventos que son correspondientes al último año de colegio. Temas que se generan entre los te-

mas de conversación a lo largo de la escola-ridad, y en particular los últimos años

(ejemplo de ello es el viaje de egresados, el buzo identificatorio, una fiesta final, etc.). El cierre de la escolaridad es un continuo,

es algo que va ocurriendo e inevitablemente genera angustia.Es necesario resaltar que

la angustia existencial no es algo que hay que resolver, negar o evitar. Lo que se debe hacer es intentar disolverla para aprender

a convivir con ella. Para lo cual vamos a proponer algunas estrategias para poder acompañar a los adolescentes (y sus fami-

lias) en la transición y el duelo que implica la finalización de la escolaridad, pudiendo

disolver esta angustia.

La conciencia de finitud, en tanto se la ve como algo existencial, ayuda a tener más

conciencia del cuidado de uno mismo y la vida misma con las oportunidades y rega-los que esta nos brinda. En caso de no ver-

lo como algo existencial, se traduce en con-ductas de riesgo, violentas, carentes de

sentido.

En primer lugar, es necesario recordar lo

que propone Viktor Frankl sobre la esencia de la existencia que es la: autotrascenden-cia. Lo propiamente humano es salir de si

hacia otro. Recordar este principio logote-rapeútico nos permitirá pensar estrategias

para afrontar la angustia existencial.

“La autotrascendenciamarca el hecho antropológico fundamental de que la existencia humana siempre apunta hacia algo que no es ella misma, hacia algo o hacia alguien; ya sea un sentido que haya que realizar o hacia otra exis-tencia humana con la que ese encuen-

tra” (FRANKL, 2003b).

Muchos adolescentes sienten que “no-han-sido” si no dejan algo en la institución que les indica la finalización de un momento de

su existencia. Por lo tanto, una de las pri-meras estrategias que se puede aplicar es

buscar junto con los adolescentes modos en que puedan ser recordados en la insti-tución, permaneciendo de algún modo. La

elaboración de algo creativo para el colegio, que pueda mantenerse en ella y represen-

teexclusivamente a la camada que está fi-nalizando. Algunas alternativas pueden ser: pintar un mural, plantar un árbol, te-

ner una convivencia con los docentes, etc. Lo ideal es que esta propuesta sea acorda-da por ambas partes (dentro de lo que las

posibilidades lo permitan). A los educado-res se les sugiere pensar alternativas, para

luego poder acordarlas con los adolescen-

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29

tes. Se resalta que el objetivo de esta estra-

tegia es promover la autotrascendencia de los adolescentes, pudieron brindar algo que

tenga sentido para ellos en la institución (la violencia y la destrucción nunca tiene sen-tido), permitiendo afrontar la angustia exis-

tencial ante la finitud de este momento

evolutivo.

Por otro lado, un segundo modo de aborda-je, es retomando y resaltando el valor de las tradiciones. Las tradiciones son parte

de la existencia. Vemos que nos dice FRANKL (2003a) al respecto de la pérdida

de las tradiciones:

“La frustración existencia desempeña hoy día un papel más importante que nunca. Pensemos sólo cómo sufre el hombre actual no sólo por su progresi-va pérdida de instinto, sino también por una pérdida de tradición: en ésta puede residir, al fin y al cabo, una de las causas de la frustración existencial. Sin embargo, vemos su efecto en el vacío interno y en la ca-rencia de contenido, en el sentimiento de haber perdido el sentido de la exis-tencia y el contenido de la vida, que

entonces surge.”

Las tradiciones nos ayudan a encontrar sentido de vida y a valorar los lugares de

pertenencia. Hay una relación entre perte-necía y tradición. La tradición si uno la siente como propia, es porque se comparte

con un lugar de pertenencia. Hoy en día hay muchos rituales adolescentes que in-

tentan instalarse como tradiciones, pero carecen de sentido. Poder ir afinando la conciencia para que se reconozcan el valor

de las tradiciones es un modo de ir recono-ciendo el valor que tiene aquello que nos da

identidad. Esta tarea del reconocimiento de las tradiciones es algo que se empieza a gestar desde los primeros momentos de la

escolaridad. La pérdida de tradiciones

(mejor dicho, del reconocimiento del valor de las mismas) nos ha llevado a que se re-

emplacen por rituales destructivos carentes

de sentido.

En síntesis, poder reconocer el valor de las

tradiciones que están inmersas en el cierre de la escolaridad, aquellas que pueden ser

dadoras de sentido, es un modo de contri-buir a la disolución de la angustiaexisten-cial por la finitud. Cada uno de los rituales

adolescentes propios de la finalización de la escolaridad (que ocupan los temas de con-

versación) son carentes de sentido, aun-queparecían ser dadores de identidad. Huelga decir, lo que tiene sentido da identi-

dad, pero no necesariamente aquello que

de identidad tiene sentido.

La escuela dentro de sus funciones tiene la de ser un ámbito de pertenencia y contri-buir a la socialización secundaria

(últimamente también a la socialización primaria). Es un ámbito en el cual se con-

tribuye a que la persona pueda desplegarse en su totalidad, y le encuentre sentido. Es esperable (y para ello muchos educadores

dedican sus vidas a esta tarea) que sea un ámbito donde se realicen acciones que en-

caminen al encuentro de comunicación con otras personas, conformando una cultura que promueve y comunica la vida. La es-

cuela pasaría a ser un ámbito donde se despliega la naturaleza humana en su tota-lidad, principalmente por medio de su au-

totrascendencia.

La escuela es un ámbito de pertenencia,

pero debería ser un ámbito de pertenencia participativa, donde cada uno de los miem-

bros que la conforman pueda desplegar su humanidad. Para que esto ocurra, hay que darle oportunidad para reflexionar y descu-

brir que cada uno es parte necesaria del sistema, cuyo día a día reclama y requiere de cada una de las partes. Esto se podría

aplicar a todos los miembros de la institu-

ción, reconociendo el valor de cada uno.

Page 30: Logored - Mayo 2015

30

Pero considerando a los adolescentes que

están finalizando la escolaridad, se pude reflexionar con ellos sobre el valor de la

pertenencia, ya que en el fondo, no dejan de ser miembros de la comunidad. Pasan a ser egresados del colegio, por lo que su

participación será diferente, pero no dejan de ser. Es un cambio que brinda identidad. Se trata de un pertenecía participativa. Al

participar se es para alguien, desplegando su autotrascendencia ya que la existencia

es dirigida hacia otros. La necesidad de pertenecer es la de sentirse “siendo-de-alguien”, que al mismo tiempo permite “ser

-para-alguien”. Los adolescentes están bus-cando autotrascender, siendo para alguien.

Para lo cual otra estrategia que puede con-tribuir es generar espacios de compartir as-pectos personales (experiencias, conoci-

mientos, etc.) con los estudiantes de cursos inferiores, porque están autotrascendiendo. Un ejemplo son los modelos de padrinazgos

con los cursos inferiores (los estudiantes del último año acompañan y se entrevistan

con los del primer año para ayudarlos en

su inserción al secundario).

CONCLUSIÓN

A lo largo de este artículo hemos intentado dar una explicación y algunas alternativas sobre los adolescentes y sus modos de fina-

lizar la escolaridad. Esta situación nos per-mite reconocer el aspecto existencial de la

vida, que nos va planteado nuevos momen-tos, situaciones y que cada uno de noso-tros debe dar respuesta a lo que nos toca

vivir. El Bardo Thodol (libro tibetano de la vida y de la muerte) contempla que cada

momento es tanto un nacimiento como una muerte. Los adolescentes que están finali-zando la escolaridad y muchos adolescen-

tes de su alrededor viven con angustia este

aspecto existencial: la finitud.

Resaltamos algunos rasgos culturales que influyen en el modo de transitar esta etapa

de transición vital. Sin embargo, lo opuesto

a la cultura hedonista, es la cultura del sentido. Podemos actuar por lo que nos de

placer (o poder), o por lo que le dé sentido a nuestra vida e identidad. La cultura del sentido es responsabilidad de todos, en

tanto promovamos el descubrimiento de

valores y sentido.

Cuando no le damos la posibilidad a los adolescentes de autotrascender, los conde-namos a buscar modos de ser carentes de

sentido, y por lo tanto, a una existencia sin sentido. Uno de los desafíos de la educa-

ción actual es promover espacios para que puedan autotrascender y de ese modo en-contrar sentido de vida. Para ayudar a los

adolescentes a trascurrir esta etapa de transición vital se requiere de la colabora-

ción conjunta de:

Institución: promoviendo un clima de en-cuentro, favoreciendo una cultura del sen-

tido y de la paz.

Docentes: con un compromiso activo, tras-

mitiendo su vocación, acompañando y apelando a los adolescentes en la búsqueda

de sentido.

Familias: trabajando en conjunto con la es-

cuela, ayudando a reconocer y valorar los límites, buscando acuerdos para ser co-

herentes.

Hemos reconocido 4 afirmaciones que las

podemos agrupar llegando a la siguiente

síntesis:

Los adolescentes buscan modos que

confirmen su identidad, para ello de-ben adoptar una postura ante su des-tino, aceptando la finitud de su exis-

tencia, y el asumir la conciencia de la angustia ante la finitud les permite reconocerse como un “ser-siendo”, en

tanto se presentan múltiples alterna-tivas para desplegarse como perso-

Page 31: Logored - Mayo 2015

31

nas, y encontrarle sentido a la vida.

En el fondo, lo principal va a ser la decisión de cada adolescente, quién va a decidir o no, finalizar su escolaridad con sentido.

Acompañarlos y ayudarlos a decidir hacerlo

es tarea de todos nosotros.

BIBLIOGRAFÍA

FRANKL, V. (1997) Psicoanálisis y existen-

cialismo. México: Editorial FCE.

FRANKL, V. (2003a) Logoterapia y análisis

existencial. Barcelona: Herder.

FRANKL, V. (2003b) Psicoterapia en la

práctica médica. Buenos Aires: San Pablo.

YALOM, I. (1984) Psicoterapia existencial.

Barcelona: Herder.

Page 32: Logored - Mayo 2015

32

E l fútbol es, por escándalo, el depor-

te más popular de nuestro país y

del mundo. Los partidos de la copa

mundial baten records de audien-

cia en todos los rincones del planeta, al-

canzando cifras que duplican y hasta tripli-

can las de otros eventos deportivos de al-

cance mundial como pueden ser los Juegos

Olímpicos. Doy por descontado que todos

conocen el deporte, aunque quizás no ma-

nejen al detalle la “ley del offside”, pero,

seguramente, sepan de qué se trata y sus

reglas básicas. Ahora bien, ¿cuántos de us-

tedes tienen algún conocido que sea un

enamorado del deporte? ¿Algún amante de

este juego tan popular? De eso se trata este

artículo, es decir, voy a tratar de explicar

qué significa para mí el fútbol y qué siente

alguien que está enamorado del “deporte

más lindo del mundo”, como alguna vez lo

bautizó un conocido relator de una cadena

televisiva.

Hay una distinción importante que debe-

mos hacer desde el comienzo para poder

entender de qué estamos hablando. Según

la Real Academia Española, un fanático es

aquel “Que defiende con tenacidad desme-

dida y apasionamiento creencias u opinio-

nes, sobre todo religiosas o políticas”. Si-

guiendo esta definición, no me considero

un fanático del fútbol porque no considero

que tenga que defenderlo, no es lo que me

pasa cuando pienso en el deporte, no me

lleva a defenderlo. Por el contrario, a mí me

gusta hablar de enamorados del fútbol,

porque creo que describe mejor lo que sen-

timos por el juego y por mucho (no todo) de

lo que lo rodea. Tiene más que ver con un

estado que con una defensa desmedida, no

me importa que lo cuestionen o lo que opi-

nen desde afuera, es un proceso interno,

algo que le pasa a mi yo-interior que se re-

conforta cada vez que pienso, siento, juego,

miro o hablo de fútbol.

Habitualmente en los primeros años de

nuestra vida, alguien nos lo presenta a

través de una pelota y en ese momento em-

pieza el romance. Padre, tío, abuelo, her-

mano, padrino o amigo, siempre hay al-

guien que se encarga de que no falte la

“caprichosa” (como bautizó Quique Wolff al

balón de fútbol) y convierte inmediatamen-

te todo aquello que tenga forma similar, po-

tencialmente en una pelota, y genera ese

impulso por patearlo simulando un gol en

el último minuto contra el clásico rival. Ese

impulso va a durar toda la vida señores,

intentaremos disimularlo varias veces, pero

siempre va a existir. Cuando era chico re-

cuerdo ir con este impulso a flor de piel pa-

teando al aire por la calle mientras paseaba

con mis padres, simulando que le metía gol

tras gol a River rodeado de una Bombonera

repleta de gente. Hoy me limito a estar

LA ILUSION QUE ME ENAMORA

Por Ing.Federico M. GARCIA PRESEDO Mail de contacto: [email protected]

Page 33: Logored - Mayo 2015

33

atento en la playa cuando un grupo está

jugando cerca de dónde me ubico, para po-

der devolverles la pelota cuando a ellos se

les vaya lejos, pero el impulso sigue estan-

do siempre al pie del cañón.

Mucha gente no entiende qué nos pasa

cuando vemos o jugamos al fútbol. Cuando

digo “mucha gente” me refiero principal-

mente a las esposas y novias. En mi caso,

por ejemplo, mi novia que no entiende qué

es lo que pasa por mi cabeza cuando veo

un partido de Boca, o juego al fútbol con

mis amigos. No creo poder lograr explicarlo

en su totalidad, pero aquí va un intento.

En principio, no es lo mismo ver que jugar

al fútbol; no es lo mismo, no solo por las

obvias diferencias de ser protagonista o es-

pectador, sino porque no es lo mismo lo

que nos pasa cuando ocupamos cada uno

de estos roles. Cuando soy protagonista,

cuando estoy dentro de la cancha, siento

que el futuro del partido depende en gran

medida de lo que haga, de cómo me mueva,

de las decisiones que tome con la pelota, de

la entrega y sacrificio que esté dispuesto a

hacer, en alguna medida me siento respon-

sable del curso del partido. Entiendo que al

ser un deporte en equipo, también intervie-

nen las decisiones de mis compañeros, pe-

ro no puedo dejar de pensar en cómo cola-

borar para poder lograr un resultado satis-

factorio. Por el contrario, cuando veo un

partido de fútbol se viven otras sensacio-

nes. No hay control explícito sobre lo que

va a pasar, no puedo patear un penal o dar

un pase gol; puedo hacer solamente dos

cosas: alentar y compartir la angustia/

alegría (dependiendo del resultado e ins-

tancia del partido). Por supuesto que alen-

tar tiene un peso mucho mayor cuando se

alienta desde la tribuna del estadio por una

cuestión lógica; desde el sillón de mi casa

no voy a lograr el efecto deseado por más

que aliente y grite con todas mis fuerzas.

Por otro lado, también puedo compartir la

angustia o alegría que me genere el partido

con las personas que me rodean e incluso

con los jugadores. El “apoyo” al cual habi-

tualmente se refieren los jugadores tiene

que ver con esto, con ese compartir de la

hinchada para con los jugadores.

Si me lo permiten, voy a hacer foco sobre

este último punto porque creo que es lo

fundamental de eso que nos pasa con el

fútbol: para mí el fútbol es compartir. A lo

largo de mis 27 años he visto muchísimos

partidos, por supuesto que no llevo la

cuenta, pero todos siempre los he compar-

tido con alguien, antes, durante o después

del partido, a través de un comentario, una

charla o simplemente recordando jugadas.

Lo lindo del fútbol es poder compartirlo con

alguien, poder hablar horas y horas, el bien

intencionado chiste de oficina, el poder re-

cordar y encontrar en el otro lo mismo o lo

radicalmente opuesto a lo que a uno le pa-

sa con algún equipo o jugador, eso es lo

lindo del fútbol. Poder sentarse en un bar

con una cerveza de por medio y levantarse

horas después, afónico por todo lo que se

ha dejado en esa charla que por momentos

se ha vuelto acalorada. El fútbol es com-

partir, compartir la tenencia de la pelota

cuando somos protagonistas del juego, o

Page 34: Logored - Mayo 2015

34

compartir las emociones y sensaciones

cuando somos espectadores.

No hay dudas de que lo más valioso del

juego, lo que define si tu equipo gana o

pierde un partido es el gol. Sin embargo, lo

más lindo del fútbol no es justamente eso,

sino lo que pasa un segundo después de

que la pelota entra al arco. Es curioso pen-

sar que en ese instante uno deja de lado el

campo de juego, la pelota, los rivales, el ar-

co, y busca a un par para celebrar el tanto

marcado. Nadie festeja en soledad, siendo

espectador o protagonista uno siempre

busca al otro. Los jugadores profesionales

miran la tribuna buscando un familiar, se

lo dedican a la hinchada o buscan un com-

pañero con el cual abrazarse, los especta-

dores habitualmente miramos a los que te-

nemos al lado para compartir ese momento

o, si estamos solos, nos sumamos a los gri-

tos que se escuchan desde afuera. A eso

me refiero cuando digo que el fútbol es

compartir, es celebrar un gol abrazado, es

gritar un gol que retumbe en el pulmón del

edificio, es dedicarle el gol al compañero

que te hizo el pase, es recordar aquella ju-

gada de aquel diez habilidoso casi sobre la

línea de cal, es apoyar al que se angustia

porque su equipo perdió, es alentar para

que once jugadores sientan que no están

solos en el campo de juego.

Siempre considere al fútbol como mi mane-

ra de completar mi presentación. Siento

que me falta compartir con el otro un parti-

do de fútbol para que me conozca ciento

por ciento. No es necesario que nos encon-

tremos en la canchita de la esquina, basta

con hablar y poner al descubierto las dis-

tintas escuelas futbolísticas que cada uno

sigue, pero creo que esto trasciende el de-

porte, es mucho más que una mera cues-

tión deportiva, es una manera de mirar la

vida. En el fútbol se puede reemplazar

cualquier cosa, salvo al otro. Podemos ju-

gar con una tapita de gaseosa simulando

que es la pelota del último mundial, o im-

provisar dos arcos con una silla o un banco

de la plaza, podemos agarrar remeras blan-

cas o jugar en cuero y simular que tenemos

uniformes DRI-FIT, hasta podemos usar los

zapatos de oficina y pretender que son los

botines de Messi. Sin embargo, del otro no

podemos prescindir. Podemos tener los bo-

tines de Messi, uniformes de última gene-

ración y la mismísima pelota que se usó en

el mundial de Brasil 2014,pero si no tene-

mos otro con quien compartir el juego, no

vamos a poder jugar. Podemos pasar horas

y horas pateando la pelota contra una pa-

red, pero eso no será fútbol, será simple-

mente patear la pelota contra una pared.

Creo que algo similar pasa en la vida, pode-

mos tenerlo todo, pero si no podemos com-

partirlo, no podremos jugar. Lo lindo de la

vida es que es mucho más amplia que el

fútbol, aquí es cuando se cae la analogía,

porque no necesariamente tiene que ser

una persona la que reciba lo que tenemos

para compartir, sino que puede ser cual-

quier cosa que nosotros sintamos que nos

plenifica, que completa nuestra carta de

presentación, como puede ser un paisaje,

un libro, la música, el arte o todo aquello

con lo que podamos compartir un momen-

to.

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Por sobre todas las cosas, lo que perdura

en la memoria de los enamorados del fut-

bol, por mucho tiempo, son aquellos re-

cuerdos futboleros que nos marcaron a

fuego, que nos permitieron inflar el pecho y

chapear por las victorias de nuestro equi-

po. Compartir la propia ilusión con otros,

es la clave del disfrute del fútbol. Porque

las ilusiones nunca se realizan si son egoís-

tas, sino compartidas. Por eso, el fútbol,

ilusión que me enamora, en gran medida

también es recuerdo de aquellos momentos

compartidos, la maravillosa emoción de

haberlos compartido; hermosos recuerdos

de gritar goles de Boca Juniors abrazado a

mi viejo y hermano, que me van a acompa-

ñar de por vida. El fútbol, como casi todo

en la vida, se convierte en un amor, cuando

es ocasión de encuentro con otros, una ilu-

sión que enamora, y eso, señores, es para

mí el fútbol. Y también la vida.

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EL CUIDADO DE LAS PRIMERAS

ENTREVISTAS EN LOGOTERAPIA

VINCULAR (2ª Parte)

Por Lic. Analía Boyadjián

Mail de contacto: [email protected]

“Jesús nos enseña que la obra de arte

de la sociedad, es la familia” (Papa

Francisco).

C omo venimos señalando en la pri-

mer parte de este artículo, la esen-

cia de las primeras entrevistas es

dar lugar a que se expresen las

personas que vienen buscando asistencia.

Se trate de un paciente individual, o de

una familia en sesión vincular, lo impor-

tante es que puedan sentirse lo más cómo-

dos posible para que logren presentar la

situación por la que consultan. No olvide-

mos que el motivo manifiesto necesita de-

velar su trasfondo profundo y sus necesi-

dades espirituales.

Un axioma básico a tener en cuenta es que

ningún relato se toma como verdad absolu-

ta. Esto se sostiene en conceptos de la Na-

rrativa, que nos permiten entender la sub-

jetividad del relato, las motivaciones perso-

nales (que se basan en los contextos de su

propia historia y la de su grupo), y la meta-

bolización del suceso que cada persona

realiza desde sus emociones, improntas,

sistemas de valores, creencias, personali-

dad de base, etc.

Como parámetros a considerar, podemos

pensar en los siguientes puntos que deben

estar presentes en estos primeros encuen-

tros:

Imprevisibilidad: nunca sabemos lo que

trae el paciente, ni lo que va a suceder en

la consulta. Y esto sucede, no solamente en

la primer entrevista (cuando esperamos a

alguien que no conocemos, o de quien no

tenemos información alguna), sino también

con aquel paciente o familia con quienes

venimos trabajando hace rato. Cada sesión

es única e irrepetible, como lo es cada per-

sona. Como también sucede con la vida: es

impredecible e imprevisible. Y los recursos

de la resiliencia son básicos a la hora de

aceptar esta característica y transitarla.

Respeto mutuo: es la piedra angular de

todo encuentro, para que exista relación

desde un primer momento. Para que el Lo-

goterapeuta Vincular sea admitido dentro

del sistema de lealtades de la persona o de

la familia que consulta, debe transmitir

una actitud de respeto profundo por lo que

va a escuchar y lo que se va a presentar co-

mo motivo de consulta. Por eso es necesa-

rio que, en sesiones vinculares, logre que

todos puedan expresarse y ninguno se

sienta enjuiciado. El contexto que se vaya

diseñando en relación a la libertad de pen-

samiento, al cuidado de las emociones y a

la aceptación de la univocidad, son aspec-

tos centrales para lograr un clima de con-

fianza e intimidad.

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Considerar a toda persona y sus circuns-

tancias implica aceptar el grado de sufri-

miento que siente frente al problema, inde-

pendientemente del valor en sí que uno

considere pueda tener esa situación. Así

como los tiempos que cada uno necesite

para fortalecerse y asumir cambios o nue-

vas perspectivas frente al dolor.

Apertura: este punto es clave para la com-

prensión entre las personas. Estar abierto

al otro implica una escucha atenta, con el

corazón y con la inteligencia. Con el co-

razón, para poder percibir sus sentimientos

y sus emociones, y desde la empatía poder

ponernos en su lugar. Y la claridad de la

inteligencia para discernir el valor de su

situación y poder inferir los buenos cami-

nos para lograr acompañarlo, y los aspec-

tos sanos para sostenerse. Apertura impli-

ca acompañar al otro para que logre los

saltos existenciales superadores para vol-

ver a encontrarse a sí mismo y no perderse

en el conflicto.

Disponibilidad afectiva: debo reconocer

que este ítem, es uno de los aspectos que

me permite trabajar con más soltura y

alegría. Y tira por la borda aquella antigua

consigna de “mantener la distancia afectiva

con el paciente”. Si creo que lo que cura es

el amor, entonces ¿por qué temerle a un

afecto claro y leal, que es el leit motiv del

acompañamiento?

La disponibilidad afectiva funciona como el

aquí y ahora de la experiencia del encuen-

tro entre el profesional que recibe al pa-

ciente con el alma abierta, y el paciente que

busca contención y una salida para sus pe-

nas o fortaleza para tolerarlas.

Recordamos que la filosofía dialógica de

Martin Buber se apoya en la capacidad po-

tencial de las relaciones humanas para la

reafirmación mutua. El diálogo se transfor-

ma en el vehículo por excelencia. Y el modo

de hablar del terapeuta (desde lo gestual, el

tono de voz, la cadencia, la sonrisa que in-

vita al diálogo) abre un camino entre el yo y

el tú, que integra el paciente en un apren-

dizaje nuevo vincular que puede servirle a

la hora de entender que, con respeto y ter-

nura, se puede hablar de todo, e incluso

disentir con libertad y buscar puntos de

acuerdo, tolerando el desacuerdo.

Todo vínculo terapéutico conlleva un desaf-

ío, ya sea en relación a la capacidad de

confianza del Logoterapeuta Vincular, co-

mo a su capacidad de compromiso profe-

sional y personal. Por esto es tan necesario

el trabajo personal del profesional en cuan-

to a su historia familiar, y su experiencia

vincular en el aquí y ahora. Porque siempre

integramos nuestras relaciones familiares

con la experiencia profesional.

La vivencia personal del diálogo permite

reeditarlo en la situación clínica y asegura

la naturalidad y comodidad del clima te-

rapéutico.

Esperanza: este es un valor esencial a la

hora de analizar, junto con los consultan-

tes, el problema que expresaron y trazar

“posibilidades”. Sin perder de vista la reali-

dad de la situación, abrir la propuesta

hacia las experiencias enriquecedoras (ser

más, humanización), formativas (nuevos

aprendizajes que ensanchan al yo y al no-

sotros), y trascendentes (tienen valor más

allá de lo concreto, en tanto orientan hacia

la plenitud espiritual personal).

La esperanza también incluye el camino del

“yo puedo” y del “juntos podemos”: enfren-

tar, decidir, tolerar, perdonar, reconciliar.

Y la reconciliación: con uno mismo y con

los otros es la mejor experiencia para re-

troalimentar una vida de fe en los vínculos

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y sostén emocional y espiritual.

Este corolario ratifica nuestra propuesta de

que la Logoterapia Vincular busca desple-

gar la capacidad de sostener el vínculo con

compromiso y, por lo tanto, de confiar en

el/los otro/s.


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