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Somos Nuestra MemoriaReminiscencias de Alicia Duran de Koppel Koppel

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PrlogoTodo libro que se respete debe tener un buen comienzo que apasione al lector. S que algunas personas que al leer el manuscrito de este libro, una vez que pasaron las primeras pginas desearon conocer ms detalles o solicitaron que se extendieran varios de los relatos, no sin antes escurrir una lgrima o entrar a un triste llanto, como encontr una maana a mi hija Cristina con el cmulo de hojas del original sobre su cama. Por medio de sus cuentos, Alicia hace un seductor recorrido por lugares y eventos de Bogot durante ocho dcadas del siglo veinte. Nos muestra tambin las regiones de Colombia y la posicin del pas ante el mundo. Todo sto, visto por una mente gil y curiosa por lo que pasa a su alrededor. Poco a poco, con sus historias personales nos descubre una nacin que pasa de la mula al jet. Mucho nos dice Alicia sobre la educacin en Bogot y la vida de la pequea gran ciudad, centro del pas, con costumbres de pueblo grande. De la tranquilidad de la vida bogotana, donde su hermano Julio de nio se pierde en un desfile y felizmente es entregado ms tarde en su casa por una buena alma. Tristemente, la muerte de personas queridas y cercanas aparece una y otra vez a lo largo del libro; an cuando todas se presentan por causas naturales, no dejan de ser episodios menos trgicos. Ayudan estos sucesos a mostrar la importancia de la familia: parientes cercanos y an lejanos, convierten los traumas de la vida en eventos ms soportables y en oportunidades de vivir y conocer profundamente a personas de cualidades extraordinarias, como las de Pitita.5

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Los familiares de Alicia se deleitarn al leer sobre personas apreciadas por ellos, de otros cuyos nombres han odo, que aparecern cada vez ms lejanos y legendarios, desde Jos Hilario Lpez hasta Jaime el querido hermano, el General Durn Pombo. Este es un hermoso legado para toda la familia, sus parientes y amigos; me atrevera a decir que en el futuro va a ser una obra de referencia para muchos. He hablado del libro, es natural que un trabajo as no sea fruto de una persona cualquiera. Su extraordinaria memoria, su manejo del idioma, su facilidad de expresin, hacen que una tarea como sta sea posible pasados los ochenta aos. Su capacidad intelectual y de aprender cosas nuevas se muestra en su habilidad para usar el computador, el correo electrnico y el procesador de palabra cuyo estudio empez a los 76 aos. Esto fue algo que Alicia hizo de forma simple y natural. Pero no es suficiente, lo que verdaderamente muestra este libro es la persona de generosidad inagotable, de cario por todos, especialmente por sus pobres. Esta es tambin la persona recta, de slidos valores, de mujer catlica. Las buenas lecciones de sus padres y de otros que se responsabilizaron por su educacin, han sido la permanente gua de su vida y aqu Alicia las comparte con nosotros. Sobra decir que como hijo, al igual que todos mis hermanos Patricia, Alejo y Olga, nos sentimos extraordinariamente privilegiados de tener una mam como ella, de quien no slo nos sentimos en deuda por el amor que nos ha dado, sino a quien admiramos y queremos imitar. Mam siempre ha estado incondicionalmente dispuesta a ayudar a otros de la manera ms rpida y eficiente, sin esperar absolutamente nada a cambio. De mam y pap hemos aprendido los principios fundamentales para vivir una vida recta y de concordia con nuestros semejantes. Cualidades stas que queremos pasar a nuestros hijos. Sabemos que nuestra admiracin es compartida por los que la conocen y la quieren, razn por la cual, su tercera edad es la que deseamos para todos nosotros. Alicia no slo tiene una energa inagotable, sino que esta rodeada de afecto y cario de todos sus parientes y amigos, de todas las edades, para quienes este libro ser un regalo muy especial. HARRY KOPPEL DURN 30 de Abril 20056

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Introduccin IntroduccinEs frecuente que la gente joven demande de las personas mayores, datos o ancdotas de los aos pasados y s que muchas memorias se han escrito por alguna peticin parecida; en mi caso, se debe a la solicitud que mi hijo Harry me hizo en 2001 para que yo le diera el regalo de mis recuerdos con motivo de mi llegada a los 80 aos, que estoy prxima a cumplir. Qu son 80 aos? muchos o pocos?. Depende, diran algunos, demasiados, creern otros, suficientes pensarn los dems; yo jams me imagin llegar a esta edad, estar viva al comienzo del siglo XXI me pareca imposible y aqu me hallo, pasando ya ese umbral, deseando encontrar a los que se han ido y entristecida por dejar a los que quedan. Tambin me anim a comenzar esta tarea, el recuerdo de mi esposo Alex, fallecido en 1983, quien en varias ocasiones me lo haba sugerido y la imagen permanente de mi querida hija mayor, Patricia, presente en todas estas pginas, quien ya no est con nosotros para leerlas y comentarlas. En estos momentos tengo presentes a mis padres, a mis parientes cercanos, a mis amigos y amigas de infancia, mi colegio, mi juventud, mi matrimonio, mi esposo Alex, nuestros hijos queridos: Patricia, Alex, Harry y Olga, sus cnyuges: Claudia, Amparo y Santiago, tambin queridos, mis nietos Alexander, Juan Esteban, Andrs, Cristina, Harry, Gustavo y Mara; para ellos escribo estos recuerdos y espero que en ellos vean solamente el cario con que lo he escrito. Ante todo doy gracias a Dios y a mis padres por el don de la vida, por las experiencias hermosas que he tenido en mi existencia. Mi agradecimiento7

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especial a Harry, quien con su cario y afecto me ha animado para llevar a cabo este proyecto. Todos queremos contar nuestras memorias y que alguien nos escuche; a los viejos nos gusta relatar cmo fue nuestra infancia, nuestra juventud, la cual juzgada ms feliz de la que hoy viven los jvenes. Reconozco y quiero mencionarlo aqu, que la vida moderna que tambin he vivido y disfrutado, tiene muchas cosas buenas y valiosas que en mi niez no existan. Dicen que para saber si una persona est vieja, basta con preguntarle si se lamenta de la vida actual: yo no me quejo, solamente comparo y al hacerlo ninguna de las dos sale gananciosa, ambas son hermosas, mi juventud fue linda y la de los jvenes de ahora, ellos la considerarn as cuando ya estn viejos. No s muy bien cmo desarrollar esta tarea. He pensado dividirla en dos partes: primero mis recuerdos personales de la infancia y de la adolescencia y luego algo que siempre he querido hacer: relatar cmo eran las costumbres y la forma de vida en la Bogot de esos aos y cmo ha sido la transformacin de la cuasi-aldea donde nac, para verla convertida en la urbe de ms de 7 millones de habitantes que recibi el milenio. Me ayudar para ello el maravilloso invento del computador, que an cuando no domino, ser mi ayudante en este empeo y le tomar el cario que merece quien pacientemente escucha nuestras confidencias. Y aqu comienza la historia:

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Primero Captulo Primero

Primera InfanciaFui la cuarta hija del hogar de mis padres, Julio Durn Lpez y Jesusita Pombo Arroyo; ellos nacieron en Bogot, pero sus familias provenan del Huila y del Cauca, los una un lejano parentesco; se casaron en el ao 1917 y en el 18 naci Jaime el mayor; en el 19 Mara (Maruja), en el 22 llegu yo, en el 25, Julio el menor. Nac el 13 de enero y me bautizaron el 22 del mismo mes en la Parroquia colonial de Santa Brbara. No conocimos a los abuelos. Mis padres fueron los menores de sus numerosas familias, tan frecuentes en la poca y eran ms cercanos a sus sobrinos mayores que a sus propios hermanos. Los recuerdos de mi infancia son tan intensos y marcados en mi mente, que yo misma me sorprendo que hayan permanecido tantos aos en ese maravilloso e incgnito lugar que llamamos memoria. Somos lo que es nuestra memoria me dijo Harry un da. Con increble claridad veo cosas que sucedieron cuando tena dos aos y medio o tres, lo cual no es frecuente para muchas personas. A mediados del ao 25 mis padres viajaron a Tunja en donde vivimos cerca de tres aos. Fuimos all porque a pap le ofrecieron un empleo en la Gobernacin de Boyac. Del viaje tengo imgenes muy precisas de tiempo y espacio que hoy me sorprenden. Por ejemplo, el automvil en que viajamos era grande y negro y tena unos asientos pequeos que se sacaban del espaldar de la silla delantera y ah11

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nos acomodaban a los nios, tambin recuerdo cuando pap dijo estas son las vueltas del diablo cuando pasamos por unas curvas muy forzadas, que todava se conocen con ese nombre, antes de llegar a Tunja. En esa ciudad se inicia mi pelcula: viva y era feliz, me relacion con los que me rodeaban, conoc el sol, la luz, la luna y la noche, tuve miedos, afectos e ilusiones, jugu y llor como todo nio, aprend mis primeras letras, all pude escribir mi nombre, lo que me caus una gran alegra. Tambin retengo lo que pap y mam me decan, lo que me enseaban, las oraciones y la bendicin antes de ir a la cama, cmo eran mis vestidos, los paseos, la casa, las amistades. Es curiosa la fijacin de la memoria en esos primeros aos; hoy los psiclogos la valoran y se sabe que ella fija derroteros definitivos para la vida del adulto. Es raro que en esos recuerdos casi no estn muy presentes mis hermanos, todo lo relacionado conmigo, ese Yo que amamos tanto, el nuevo actor ante ese mundo maravilloso y desconocido que ser el escenario donde le tocar actuar. Alicia y sus padres, feliz infancia, tan corta! En esos primeros aos cuando el nio aprende tantas cosas de la vida que permanecern para siempre en su mente. Fui a un colegito vecino de nuestra casa, me dieron cabida all las queridas seoritas Otloras porque me quedaba triste cuando mi hermana Maruja se iba con cuaderno, pizarra y jis, tuve amiguitas cuyos nombres recuerdo, lo mismo que las representaciones infantiles, las fiestas y paseos, las calles, las iglesias, toda esa poca qued en mi memoria con impresionante claridad. No s por que en mi memoria quedaron recuerdos de hechos aislados que no tendran importancia y preferira conservar con claridad otros que, sin saber por qu, se han ido. Por ejemplo una tarde mam corra afanada por la visita que nos hara el Obispo y quera tener todo bien preparado. Calculo que yo tendra cuatro aos y Julio dos. Lleg el visitante llevado en silla de manos por cuatro cargueros, era un anciano achacoso, de largas barbas blancas y qued retratado en mi mente para siempre; todos en la casa lo recibimos con gran respeto y veneracin. Los nios mirbamos todo con curiosidad y los cargueros, sin que su amo lo supiera, para tranquilizarnos, nos pasearon a Julio y a mi en la famosa silla, como si fusemos pequeos virreyes. Aos despus, mirando retratos de obispos, reconoc al amigo de mis padres: era el muy bogotano12

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Monseor Eduardo Maldonado Calvo, quin se tena como el seguro sucesor del famoso Monseor Bernardo Herrera Restrepo y para consolarlo fue nombrado Obispo de Tunja. Muchos aos despus volv a Tunja con mi hermano Jaime y cuando l me mostr la casa donde vivamos, sent como si el tiempo no hubiese transcurrido, reconoc la plaza, las calles, la capilla del Topo donde bamos con mam, las Piedras del Cacique, donde pap me arrodill en las huellas dejadas por los indgenas y me dijo que as adoraban el sol. Ese da cre que regresaba a la infancia al lado de mis padres! Al volver a Bogot cumpl seis aos, me preparaba para recibir mi Primera Comunin al lado de Maruja, ramos dos nias felices, con la ilusin de llegar a ese da tan especial, pero sentamos una preocupacin inconsciente: vena el mdico a casa, pap estaba enfermo, no debamos molestarlo, no podamos hacer ruido. Sufra del corazn, pero yo no entenda qu era sto. La preparacin para la Primera Comunin fue dulce y bella, me seal caminos y enseanzas que me han servido para toda mi vida. As lleg el da feliz. Pap, mam y mis hermanos nos llevaron al colegio y en medio de cirios y azucenas recibimos al Seor en la Iglesia de la Veracruz de manos de Monseor Pablo Giobbi, Nuncio Apostlico. Imposible olvidar la entrada a la Iglesia, el canto de Ya lleg la fecha dulce y bendecida ..., las luces del Altar, el olor de los lirios, los cantos, la emocin, todo lo de ese da inolvidable. Pap segua enfermo y a las dos semanas de nuestra Comunin, falleci a la edad de 36 aos, el 29 de septiembre de 1928. Ni con el paso de los aos, ni con las alegras y tristezas, ilusiones y penas que trae una vida de 80 aos, he podido olvidar ese da. Todo cambi: Qu era la muerte? yo no lo entenda bien, mam lloraba y nos besaba, nos vistieron de negro, era esa la costumbre absurda y obligatoria de la poca, llor por no poder usar el vestido rosado, tan lindo, que me haba regalado mi madrina. Cada da esper que pap regresara, no comprenda por qu no volva, lo extraaba, me haca falta, quera volver a verlo y en el cementerio un da le di golpes a la lpida y dije: salga pap; no entend por qu mam contaba esa historia a mis tas y se pona a llorar. Y ese sufrimiento a los 6 aos!13

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Me sent muy triste al verme siempre de negro, por eso odi el luto; hoy da me alegro de que esa absurda usanza haya desaparecido. Pap le haba enseado a Maruja a poner discos en la vitrola y cuando ella trat de poner uno, Jaime le dijo que ahora no se poda or msica. Pap tena muchos discos y no nos dejaba tocar los de Sello rojo y me gustaba escucharlos, ms tarde supe que eran de las primeras grabaciones de Carusso que hoy son muy apreciadas. Pap me cantaba Cielito Lindo y Un viejo amor, y cuando escucho esas canciones pienso que l las est oyendo. Nuestros vecinos eran Los Dixon Simmonds, payaneses; su hija Elsa reciba clases de piano y practicaba sus lecciones que se escuchaban en nuestra casa; en seal de amistad y solidaridad con nuestro duelo, pasaron el piano a otro lugar para no molestarnos. Esa vida feliz se haba acabado! No olvido lo que yo senta al darme cuenta de cmo nos miraban en la calle, en la iglesia, en el colegio, pues ver a una mam tan linda y tan joven, toda de negro, con sus 4 hijos enlutados era conmovedor; pero como dice la Biblia que el Seor protege a las viudas y a los hurfanos, en nosotros se cumpli cabalmente esa promesa. La viudez de mam fue sumamente dura y triste, ella batall como una herona, como tantas mujeres valientes lo han hecho: era bella en sus 33 aos y se enfrent sola a un medio hostil muy diferente del actual, cuando no era comn que las mujeres trabajasen y lo hizo con entereza y nimo para sacar adelante a sus hijos. Por fortuna cont con la admiracin, el cario y la simpata de cuantos la conocieron y s que debo agradecimiento a personas cuyos nombres desconozco, que ayudaron a mam en su lucha tenaz. Se iniciaba la crisis del ao 29, en ese momento la palabra que ms se oa era crisis y todo lo que pasaba era por la crisis y todo se complicaba por la crisis. No haba dinero para nada, era la frase comn, algo similar a lo que se oye hoy da en el 2001. Tanto la familia Durn como la Pombo haban tenido muy buen pasar durante el siglo XIX en el Huila, como en Popayn, pero por las guerras civiles de esos aos y por el deseo de educar a sus hijos en Bogot, los abuelos se trasladaron a la capital, compraron casas muy costosas, (como donde naci pap, en la esquina sur-occidental de la Plaza de Bolvar que existe hoy como14

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Museo), los familiares emprendieron negocios poco afortunados, la exportacin del ail, entre otros, tuvieron grandes prdidas y la situacin econmica se deterior, as que por los aos 20s se senta ya la escasez. Mam trat de hacernos menos dolorosa la falta de pap, ella era muy tierna y graciosa, nos contaba ancdotas, nos haca rer, nos enseaba a recitar, nos hablaba de sus padres, de su familia y nos deca los versitos que el to Rafael Pombo le compona para reprenderla cuando l iba de visita a la casa del abuelo. Ella me ense el Rin-Rin Renacuajo, recitaba la Pobre Viejecita y las fbulas que hoy se han olvidado y son pocos los que las ensean a los nios. De ella aprend el gusto por la poesa que he tenido toda la vida. Esa aficin era muy comn en la poca y muchas personas saban de memoria largos poemas, les gustaba recitarlos y a mi me encantaba orlos. Quizs el recuerdo ms fijo que conservo de mis padres es el de la caridad para con los pobres y su inters por ellos; mam no tena mucho dinero para dar, pero era generosa con su tiempo y sus consejos; siempre encontraba familiares o amigos que le colaboraban para dar la ayuda oportuna a quienes se la demandaban y los pobres siempre fueron bien recibidos en casa; nunca se despeda un pobre sin haberle ofrecido una tacita de cacao. En ese entonces los hospitales ejercan la verdadera caridad: los enfermos sin recursos eran recibidos sin llenar solicitudes, sin afiliacin a ningn seguro, sin visto bueno de trabajadoras sociales, (que no existan), ni EPS, todos ellos entraban sin ninguno de los actuales requisitos, por solidaridad humana o por caridad cristiana. Los mdicos eran verdaderos apstoles y ejercan su profesin para beneficio de sus semejantes: si podan pagarles, estaba bien, si no, era seguro su generoso servicio. Recuerdo algo que aconteci antes de morir pap, cuando todava se consideraba muy importante la Independencia, el nombre de los hroes que haban dado su vida por la Patria y los descendientes de ellos se enorgullecan de sus antepasados. Hoy poco o casi nada. Pues bien, a pesar de que pap ya estaba dbil y fatigado, la vspera del 20 de Julio, da de Santa Librada, patrona de la Libertad, fuimos todos, muy tiesos y muy majos a la Iglesia de la Veracruz, donde estn enterrados varios de los prceres; haba mucha gente reunida en el atrio de La Iglesia de la Tercera, pap y Jaime se acercaron a las familias15

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Durn Lpez y Lorenzana Lpez, bisnietos de Jos Hilario Lpez; mam nos llev a las nias y a Julito donde los Pombo descendientes de Miguel y Manuel de Pombo: all haba unos pabellones como los que se ven hoy en las procesiones de los pueblos, de donde salan cintas tricolores que deban tomar los miembros de cada familia. He visto un retrato de esa ceremonia y all luce ta Leonor Pombo de Schloss, elegante y muy linda, llevando el famoso pabelln. No s si alguno de los que asistimos recuerde hoy algo de ese da. De all desfilamos a pie, antecedidos por Bandas Militares que abran paso, hasta el Parque de los Mrtires, donde haba residencias muy elegantes y lindas, la gente asomada a los balcones, hubo discursos, supongo muy interesantes, pero para los nios mucho sol, cansancio y el deseo de regresar pronto a casa. Pienso que mis nietos, al leer esta ancdota dirn: Uy abuela, qu ossso! Tampoco olvido el da que fuimos a Madrid (Serrezuela) para ver la llegada de Lindberg; recuerdo a pap alzndome en sus hombros para que yo pudiera mirar, pues la asistencia era grande y yo no saba lo que estaba pasando. Era el ao 28 despus del famoso vuelo sobre el Atlntico, que abri paso a la aviacin de hoy da que ya no sorprende a nadie. Ese da nos acompa la vecina Elsa Dixon Simmons, tan inglesa en su porte y en su belleza, quien me quera y me consenta mucho. Nuestra infancia, por ley de la vida, se sobrepuso a las tristezas y seguimos al lado de una mam maravillosa y al abrigo de un hogar lleno de solicitud y amor. Mam era muy hbil con sus manos: pintaba con gran facilidad, haba sido alumna del pintor Jess Maria Zamora y dej varios oleos donde se ve el estilo del maestro; Mam teja en dos agujas y en crochet, tena una mquina de coser Singer, de mano, es decir que funcionaba por el movimiento de una rueda impulsada con la mano derecha y as trat de ensearnos a Maruja y a m a manejarla; ella cosa a toda hora, nos haca vestidos, zurca las medias y aprend a hacerlo; a su lado yo pasaba muchos ratos, admirando su destreza, as que desde entonces me aficion a coser. Ese aprendizaje ha sido mi fiel amigo; he gozado mucho practicndolo y perfeccionndolo. Amo la aguja y el dedal, en el colegio goc las clases de costura que de adulta segu tomando, creo que he aprovechado mucho esa aficin hoy en desuso para muchas mujeres. Un cuento que todava me hace rer tuvo lugar en esos aos. Era la etapa final del gobierno de Abada Mndez, Presidente conservador y estaba muy16

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agitada la poltica porque se vea venir el triunfo del partido liberal. Hubo huelgas de estudiantes y no fuimos al colegio por unos das. Yo tena 7 aos y oa lo que hablaban los mayores sobre poltica y me gustaba escucharlos. Vino el levantamiento del 9 de junio del 29, muri un estudiante de apellido Bravo Pez, protestaban contra la Rosca del Alcalde, a quien le haban puesto el remoquete de Chichimoco, quien viva en la casa frente de la nuestra y ramos amigos de sus hijos; hubo pedreas y desrdenes, ese da Jaime no lleg del colegio a la hora acostumbrada; mam se angusti y llam a las tas para saber si mi hermano estaba all, pero nadie daba razn de l; por fin lleg muy tarde y le dijo a mam mil cosas, mil disculpas, que no haba tranva, que la polica no dejaba pasar, etc. pero la sorpresa de ella fue grande cuando al da siguiente, en la primera pgina de El Tiempo, al lado del cadver del joven Bravo se vea la cara de Jaime, absorto, contemplando la escena en la Plaza de Bolvar. En el ao 30 gan las elecciones Enrique Olaya Herrera, dando fin a 40 aos de gobierno conservador, mam, cuya familia era muy conservadora, deca: cmo habra gozado Julio, si Julio viviera, lstima que Julio no vio el triunfo del partido liberal y frases semejantes. Yo entend por qu pap habra estado feliz por el triunfo de su partido y una vez ms lament su ausencia. Recuerdo a una vieja ta muy conservadora que frecuentaba nuestra casa y pronosticaba los horrores que pasaran si suba Olaya: nos deca que los liberales mataran a sacerdotes y monjas y mi infantil imaginacin me haca ver en la Plaza de Bolvar esa escena aterradora, pero por fortuna nunca se cumpli su terrible profeca. Ms tarde supe cmo se hizo esa rpida campaa presidencial, diferente a las de ahora que cuestan dinerales con tanta publicidad, helicpteros, televisin, encuestas y aos de anticipacin. En cambio la de Olaya se hizo en tres meses a punta de telegramas y as consigui su triunfo. Una amiga de mam nos haba invitado a ver la llegada del candidato en su casa de la Plaza de San Victorino, donde haba residencias de dos pisos, muy elegantes. Maruja estaba enferma y mam nos mand a Julio y a m con la muchacha que nos ayudaba y que era muy responsable, pero al tratar de atravesar la plaza que ya estaba llena de gente no fue posible pasar, nos quedamos en la calle en medio de un gento muy apretado y entusiasmado por la llegada del futuro Presidente. Slo recuerdo vivas, empujones y banderas rojas17

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y sin saber cmo, Julio, de 5 aos, se solt de la acompaante y no fue visto ms. Lo buscbamos, lo llambamos, ella se enloqueca, yo lloraba y por fin resolvimos regresar a nuestra casa muy cercana, con la infausta noticia. Otra angustia para mi pobre mam. Llanto, llamadas de telfono, desesperacin y como a las 7:00 de la noche lleg un seor, cuyo nombre se me qued grabado, Rmulo Escobedo, con el nio de la mano. Julio no llor, no se afan y trat de volver a casa solo, pero le cogi la noche, se sinti perdido, encontr al buen samaritano quien al verlo solo, le pregunt el nombre, haba conocido a pap, averigu la direccin y lo entreg a mam. Ese seor ocup puestos importantes en aos posteriores, pero nunca lo volv a ver. Una vez en el poder, el Presidente Olaya comenz un gobierno lleno de expectativas y tambin de criticas agresivas, creo yo, muy injustas. El nuevo mandatario haba nombrado como ministro de Relaciones Exteriores a Eduardo Santos, gran amigo de pap; l y su seora Lorencita Villegas, haban mantenido una cariosa amistad con mis padres: Clarita, su hija que perdieron muy pequea haba nacido al tiempo con mi hermano Julio. El doctor Santos nombr a mam en el cargo de Proveedora del Ministerio; ella entr a trabajar a la Cancillera, quizs en el primer cargo que una mujer desempeara diferente al de mecangrafa, que ya ocupaban algunas seoritas. Recuerdo las felicitaciones y elogios que recibi mam por ese nombramiento y s que no falt el poltico que cuestion al Canciller por nombrar mujeres incompetentes en cargos para hombres. Ms tarde supe que con motivo de esa protesta, el doctor Santos pronunci en el Senado el primer discurso feminista que se oy en Colombia, trayendo a cuento a Lady Astor, a Madame Curie, a las jvenes que ya ingresaban a las universidades y a otras seoras que ocupaban cargos importantes en la Liga de Naciones en Ginebra, donde l haba estado como representante de Colombia. En abril del 31, en la misma semana cuando en Espaa depusieron al Rey Alfonso XIII, (yo pensaba que si era el Rey quin poda quitarlo) y slo se hablaba de ese tema, fuimos con mam al Huila, a la hacienda La Angostura, que haba sido de propiedad de mi abuelo Sixto Durn Buenda y cuya reparticin a la muerte de mi abuela Polita, haba suscitado muchos disgustos entre los herederos. All viva mi ta Mercedes, (Mem) hermana de pap, con su esposo Matas Silva Hermida. Pap tena derechos sobre esa propiedad y mam quera legalizar esa posesin.18

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Ir a tierra caliente era una novedad para mis hermanos y para m: salimos a las 7 a.m. de la Estacin de la Sabana en el tren de Girardot despus de haber ido a Misa dominical de 5 a.m. Qu viaje tan emocionante!: pasar por los pueblos sabaneros y llegar a Cachipay, donde nos quitamos los abrigos y sent por primera vez el olor fascinante de la tierra caliente, ver los vendedores que salan en las estaciones con toda clase de viandas, como pollo, papas, pltano maduro, cuajada; el tnel de La Esperanza, donde el tren hacia un reverso y nos decan a los pequeos que regresbamos a Bogot, pasar por Apulo, por La Virginia, ver la casa de la Hacienda de los Cullar Durn y presenciar el alboroto de los pasajeros al llegar a Girardot, donde se bajaban casi todos. El tren paraba enfrente del Hotel San Germn y me llam la atencin ver a los seores tan elegantes vestidos de blanco y la seoras con trajes de colores, tan distintos a los oscuros usados en Bogot. Luego atravesamos el Ro Magdalena por el famoso puente que uni por fin a Cundinamarca con el Tolima, y continuar el viaje, muy adormilados y abrasados por el calor, para arribar al atardecer a Villavieja, donde terminaba la va frrea. Ah nos estaba esperando el to y pasamos la noche en un hotel, mejor llamarlo posada, como las descritas en las narraciones del siglo XIX, cuya propietaria, misa Liboria, tena todo preparado para que la noche fuera aceptable, pero creo que nadie pudo dormir por los zancudos, los chinches y las camas tan duras donde nos acomodaron. Madrugamos para llegar pronto a la hacienda por la carretera que era un camino sealado por las llantas de los carros y en medio de esas huellas creca el pasto. En un automvil enorme con capota de lona, donde cupimos todos y que hoy se consideran verdaderas reliquias, pasamos por Neiva y por Campoalegre, para atravesar el ro Neiva y entrar a los predios que haban sido de mis abuelos y que, en el siglo XIX abarcaban desde La Angostura, en el paso del Ro Neiva, hasta El Hobo. Por fin, la hacienda y el abrazo maternal y tierno de la ta Mem, quien nos agasaj con todo lo que era posible dentro de la vida sencilla que all se viva. El motivo primordial del viaje fue tratado entre los mayores, pero ni en ese momento ni despus, nunca supe cules fueron los resultados de esa entrevista. As que la viudez estrecha de mam y nuestra adolescencia, igualmente19

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escasa de recursos, continu inadvertida para el to y nuestra visita sirvi solamente para dejarme el recuerdo de los lindos paisajes y la fascinacin por la naturaleza de esa regin tan bella donde sent que me ataban mis races. El 29 de Junio del ao 31, cumpla mam 36 aos. Jaime, que ya tena 13, haba preparado un sencillo festejo para celebrarla. Ella se emocion mucho y creo que sinti la primera recompensa por sus esfuerzos y desvelos; sin embargo estaba muy plida, se senta muy enferma y se fue a la cama doblegada, pidi ayuda a Maruja pues tena un terrible dolor, Jaime llam al mdico y al amanecer vinieron mis tas y parientes y la llevaron a la Casa de Salud de Pea, cerca de la Plaza de San Victorino, creo que fue la primera clnica particular que hubo en Bogot, fundada por un mdico de ese apellido; supimos que estaba muy grave: tena peritonitis. Algunos de los mdicos primos de pap, como Rafael Ucrs Durn y Nicols Buenda Durn, en compaa del doctor Pompilio Martnez, el mejor cirujano que haba en ese momento, la intervinieron, pero sin la milagrosa penicilina que despus ha salvado tantas vidas, el diagnstico fue fatal. Maruja y Jaime estuvieron muy cerca de ella en esos dos das, a Julio y a m nos llevaron cuando mis tos comprendieron que debamos verla por ltima vez y no creo que haya nadie capaz de poner en palabras el dolor de ese momento: la vi agotada, su fisonoma cambiada, nadie deca nada, me apret la mano y trat de besarla, me toc la cabeza y dijo tan lindo tu pelo, que no te lo corten. No poda hacer ms, nos miraba de uno en uno, todos sobrecogidos de angustia. Haba varios mdicos y les dijo: no me dejen morir que tengo cuatro nios, pero agreg: no se haga mi voluntad, sino la tuya, todo lo ofrezco por mis hijos. Ella dict unas instrucciones que to Eduardo escriba, todos llorbamos, l me sac y de su mano fui a la casa muda, paralizada mi alma, presintiendo lo que pasara. Todo haba sido tan de repente, tan sin aviso, que lo mismo que sentimos nosotros, debieron sentirlo los mayores. No recuerdo quin se qued en la casa esas noches, quizs fue ta Elvira, pero tengo presente el amanecer del viernes 3 de julio: todava estaba oscuro, nos despertaron y vimos mucha gente a nuestro alrededor, yo comprend lo que haba pasado; una prima, Alicia Prez de Lpez, quien se arm de valor, nos dijo que mam estaba en el Cielo.20

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Se derrumb la vida. No poda ser cierto. Nos estaban engaando. Mam todava nos aguardaba en el hospital. Quera ir a verla. Tenamos que besarla. Pienso que no pude llorar. Eso no poda suceder a nadie sobre la tierra. Una mam tan linda y buena. Qu sera de nosotros? Esa sensacin de desamparo no la he podido olvidar nunca. Escribir todo lo anterior ha sido doloroso, no he querido aumentar ni quitar detalles, es el recuerdo grabado en mi corazn, que me ha servido muchas veces para tener fuerza y seguir adelante, como testamento recibido de mam y bagaje para toda mi vida. Es fcil imaginar la impresin que caus dentro de toda la familia y amistades la noticia de la muerte de doa Jesusita: el martes haba salido de su oficina en el Ministerio y el viernes haba fallecido. Del funeral, al cual no fuimos las nias ni Julio, no tengo mayor recuerdo, Jaime nos representaba y se enfrent a la vida solo, en ese doloroso da, as que l de trece aos, Maruja de doce, Alicia de nueve y Julio de seis quedamos solos, al amparo de Dios. Aqu la memoria se interrumpe. No recuerdo mucho los detalles de los das siguientes. Me parece que todo nos era indiferente. No sabamos qu pasara con nosotros. Los familiares opinaban, todos decan algo a media voz, se callaban cuando nos vean venir, no recuerdo nada especial distinto a nuestro callado dolor, algo diferente al de la muerte de pap, que cuando llorbamos al lado de mam ella, nos acariciaba y nos daba consuelo. Muy unidas, Maruja y yo nos mirbamos sin comprender mucho lo que suceda; sin decirnos muchas palabras, recibamos rdenes diferentes de cada una de las tas, que no logrbamos comprender para obedecerlas... No tenamos mam, todo haba cambiado otra vez. Aos ms tarde la prima Alicia, quien era bellsima, muri muy joven en circunstancias parecidas, dejando tambin hurfanos a sus hijos, Roberto y Alicia Lpez Prez. Ta Mem lleg de La Angostura, las tas Pombo venan a diario, la casa era un desorden, trajeron cajas y bales para empacar todo, los adultos se callaban y nos miraban sin decirnos nada, nosotras no sabamos cul sera21

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nuestra suerte, pero desde ese momento la proteccin de Dios y de nuestros padres se hizo presente y las seoritas Villamil, propietarias del Colegio donde estudibamos propusieron recibirnos internas, creo que fue la solucin ms acertada. A mis hermanos tambin los internaron en sus respectivos colegios y con esa facilidad de adaptacin que tienen los nios, hubimos de comenzar nuestra nueva vida, sin que nadie nos diera explicaciones, ni razones para lo que se haba determinado. Lo que siente un nio al perder a sus padres ha sido relatado por muchos escritores y poetas, para m fue la ruptura de mi vida en dos partes, nunca volvi a ser la misma: una era cuando ellos vivan y otra cuando faltaron. Quizs por esa circunstancia mi memoria se afianz, es tan precisa y me ha permitido dejar aqu constancia de situaciones, nombres y lugares que a m misma me han asombrado al darme cuenta de que han permanecido ocultos durante tanto tiempo y que han ido surgiendo como cuando se sacan prendas viejas de un bal que ha estado cerrado por mucho tiempo. Vuelvo a decir que si nuestros padres faltaron prematuramente, desde el Cielo nos protegieron y velaron por nosotros, pues a pesar de la suerte cruel que el destino nos deparaba, nunca nos falt la ayuda y apoyo de las personas que nos rodearon en ese momento y de muchas otras que en nuestra adolescencia nos dieron su mano. Voy a relatar algo inslito que sucedi con motivo de la muerte de mam, aun cuando hoy parecer increble a los que lo lean pero que es cierto: Como ella muri el 3 de julio, siendo empleada de la Cancillera, el Ministro de los Estados Unidos (en ese tiempo no se llamaban embajadores) suspendi la fiesta del 4 de julio por ese motivo. Tengo el recorte del peridico, El Tiempo Sbado 4 de julio de 1931, COSAS DE EL DIA, donde se avisa que la Legacin de los Estados Unidos cancelaba la fiesta de Conmemoracin de la Independencia, con motivo del fallecimiento de la seora Jesusita Pombo de Durn. Alguien creera hoy que se suspendiera la fiesta de la Embajada de los Estados Unidos por la muerte de un funcionario de la Cancillera? Parece imposible, pero as fue. Una vez que se guardaron en un depsito los muebles y enseres del hogar de nuestros padres, se cerr el primer captulo de mi vida. Cuando dimos el22

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ltimo paso hacia la calle qued atrs el lugar donde fuimos queridos y consentidos, no escucharamos otra vez la voz de pap y mam, ya no entrara el sol por la ventana de mi cuarto, no tendra mis muecas, mis libros, nuestros juguetes, el patio donde jugbamos, los dibujos del baldosn que me encantaban, las materas de helechos y margaritas, las alcobas, mis trenzas cortadas, lo que era de ellos y lo nuestro todo se haba terminado? hasta la direccin de la casa que no he olvidado, con su numeracin santaferea, Calle 14 No 212, todo se iba Dnde quedara? En nuestros corazones para siempre. De la casa salimos los cuatro hermanos, Jaime y Julio para sus internados y Maruja y yo para el Colegio de Nuestra Seora de Lourdes, donde las maestras y las compaeras nos recibieron con gran cario, convirtindonos en las alumnas ms mimadas. Todas nos consentan y trataban de hacernos sentir su afecto y disimulada conmiseracin. All haba nias internas que venan principalmente de Neiva y de Ibagu cuyos nombres recuerdo con cario; las alumnas externas eran todas bogotanas que vivan muy cerca del Colegio y con muchas de ellas conservo muy buena amistad. Hasta aqu he contado cmo fue mi primera infancia, tan duramente golpeada por la ausencia de mis padres y repito que ha sido doloroso relatar tan tristes sentimientos, pero a la vez he podido escribir lo que tantas veces quise contarles a mis hijos detalladamente y nunca me senta capaz de hacerlo. Seguir relatando, ya sin tanto dolor, cmo se nos fue presentando la nueva vida de la cual tengo mezclados, tristes, dulces y agradecidos recuerdos. La vida no puede detenerse, las penas y las alegras van dando paso a la rutina.

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Captulo Segundo

Colegios y AdolescenciaVienen a mi mente muchos detalles y ancdotas de los aos 29 y 30, cuando la vida era tan tranquila y apacible. Desde los 7 y 8 aos, aprend mil cosas, me fascinaba estudiar y fui siempre curiosa, preguntona y buena alumna, me encantaba leer y tena amiguitas y primos con quienes jugaba. Dentro de nuestros parientes y amigos eran muchos los que haban ido a Europa o a Estados Unidos, as que comenc a entender que Bogot no era el centro del mundo. Esto suscit mi aficin por los relatos de viajes, por la geografa y el inters por los mapas, para poder saber dnde quedaba los sitios nombrados y an conservo esa curiosidad, pues no puedo llegar a ninguna parte sin saber dnde estoy ubicada. Los mapas me seducen, puedo pasar horas estudindolos y me parece que ense esta aficin a mis hijos. Mucho se comentaba de Panam y se lloraba su prdida; en los mapas del colegio estaba Colombia entera, con todo el territorio que poco a poco fuimos perdiendo y las maestras nos hablaban con dolor del Istmo que ya no era nuestro. Desde muy nia comenc a leer, me gustaban los cuentos y goc mucho leyndolos, prefera historias reales y verdaderas, a las inverosmiles o fantsticas. Cmo olvidar los cuentos de Saturnino Callejas que traan de Espaa? Los ms pequeitos, costaban un centavo y se lean en media hora, las colecciones venan en unas cajitas decoradas muy lindas que recuerdo mucho. Jaime tena biografas de la Coleccin Araluce, libros muy bien empastados que yo lea fascinada y comenc a conocer nombres como Alejandro Magno, Leonardo da Vinci, Coln, Julio Csar y otros. Cuando le Una Familia de Bandidos, la historia de unos nobles perseguidos durante la Revolucin Francesa, me sent feliz, pues me haban dicho25

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que era un libro para nias ms grandes, pero lo devor y lo comentaba con amigas mayores. Pero el libro que ms me hizo gozar, del cual me aprend trozos que todava s y que mis hijos me oyeron recitar, fue Corazn, de Edmundo de Amicis. Todos los nios de entonces habamos ledo y llorado con l y aprendimos lecciones de caridad y compaerismo. Muchsimos aos despus cuando estuve en Turn con Alex y Patricia y aunque disponamos de poco tiempo antes de partir, insist en visitar el monumento a los Amicis, padre e hijo, pues me pareca imperdonable pasar por la ciudad que tanto conoca a travs de su libro, sin presentarles un saludo a quienes me haban proporcionado tanta alegra con su inigualable Corazn. Cuando estudi Historia de Italia me di cuenta del valor que este libro tuvo en la unificacin de ese pas. De los 9 aos en adelante le varios libros de Julio Verne, algunos viajes de Salgari, La Isla del Tesoro y unos muy simpticos, escritos por un sacerdote jesuita, que narraban la vida de chicos de Estados Unidos. Le tambin otros libros obligatorios a los cuales llegbamos todas las nias: el famoso Mujercitas, La Cabaa del to Tom y Las Aventuras de Tom Sawyer. Desde esos aos me aficion a la lectura y sigo disfrutando los libros. Qu maravilla y qu dicha es poder leer!! El barrio de La Capuchina o San Victorino donde viv con mis padres, era habitado por gente respetada y sencilla; todas las familias se conocan, era una vida apacible y agradable. Los nios jugbamos en la calle con mucha tranquilidad. Cuando bamos a la Iglesia de la Capuchina, all casi todas las seoras saludaban a mam y cuando alguna familia nueva llegaba al barrio, las vecinas la visitaban y se ponan a sus rdenes. Encontr algo similar cuando muchos aos despus, cuando con Alex y mis hijos vivimos en el acogedor barrio Santa Ana, en el norte de Bogot. Las casas del barrio de la Capuchina eran casi todas de una sola planta, con patios amplios rodeados de macetas de flores, margaritas blancas y novios, las salas arregladas casi con uniformidad, los comedores adornados con bastidores de madera, muy elaborados, que con los vidrios protegan del26

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fro; ahora esas obras de artesana se aprecian mucho y se venden a precios muy altos en los anticuarios; en el segundo patio estaba la cocina con estufa de carbn y grandes calentadores de cobre para el agua de los baos, al fondo las habitaciones para el servicio y despus haba un solar, que si era muy grande, poda tener matas de papa, hierbas aromticas, cerezos, brevos y papayuelos. Las familias de ms recursos vivan en el barrio La Candelaria, en la calle Real, en la Avenida de la Repblica, en la Calle Florin, (carrera 8 entre 11 y 12) y sobre las calles y carreras de esos alrededores, donde bamos con frecuencia a visitar a amigos y parientes. Muchas calles tenan nombres como la de La carrera, donde hoy est el Palacio Presidencial, la del Cartucho, (hoy de ingrata recordacin) que debi su nombre a un cartucho de latn, igual en tamao y colorido a las flores de ese nombre, el que recuerdo perfectamente, sobre la puerta de alguna de las numerosas tiendas del sector. Tambin la Calle de la Agona, porque era en subida muy pendiente, la Calle de los Pataquivas, la Calle del pecado mortal, nunca supe cul era, pero que la haba, la haba. La carrera 13 desde la calle 26 hasta la 67 donde quedaba la casa de Eduardo Santos y la estacin final del tranva, estaba llena de Quintas con nombres de toda la geografa del mundo: Albania, Aranjuez, Arcadia, Bruselas, Chipre, Versalles, Granada, Zaragoza, Biarritz, Corinto, Escocia, Calcuta y otras con nombres de mujer: Villa Sofa, La Lola, Stella, Marina, etc. Unos aos ms tarde prolongaron esa lnea hasta la calle 72, Avenida de Chile, por donde suba el tranva hacia la carrera sptima. Bogot era muy diferente a la ciudad de ahora: ms o menos seramos 250,000 habitantes. Nos movilizbamos en tranvas, que eran maravillosos para mis pocos aos. Las diferentes rutas se reconocan por las franjas de colores que los identificaban, el pasaje costaba entre dos y cinco centavos. Recuerdo el que nos llevaba al cementerio por la Alameda, (carrera 13), el abierto, de franja blanca; el verde, cerrado, bajaba por la calle 15 a Paiba, los llamados Nemesias, bautizados as porque los haba adquirido el Alcalde Nemesio Camacho, eran los ms modernos. Luego llegaron otros tranvas cerrados, pintados de plateado en la parte de arriba, a los que pusieron el sobrenombre de Lorencitas, pues la linda esposa del Presidente Eduardo Santos, doa Lorencita Villegas, tena el pelo platinado, lo que era una novedad.27

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Algo gracioso suceda cuando ya jovencitas usbamos este transporte: cuando algn joven quera hacerse notar de una nia, le pagaba dos pasajes al cobrador, indicndole la favorecida, en el momento en que ella iba a pagar, ste le deca: el seor ya pag por usted, y naturalmente una sonrisa, que poda iniciar una amistad, o una cara de disgusto que le indicaban al joven que era rechazado. Para entonces los automviles eran escasos. Mi hermano Jaime se preciaba de saber el nombre del propietario de cada automvil que pasaba por nuestra casa y l deca, ah pasa el seor tal, la seora cual. Alcanc a conocer los coches de caballos que eran usados como taxis, en los que pap nos llevaba a visitar amigos a Chapinero; despus se usaban nicamente para llevar las coronas de flores en los entierros y son los que hoy pasean a los turistas en Cartagena y en Palmira. Creo que en el 29 llegaron los Gran Tax y comenz el servicio de taxis. Luego los seores Lara trajeron los Taxis Rojos, un servicio baratsimo, pues el arranque vala 5 centavos. Para entonces ya haba buses urbanos, el pasaje por los mismos 5 centavos, era un servicio aceptable, no el incmodo y conflictivo que hoy prestan. Las fiestas infantiles eran muy especiales, los nios de traje marinero y las nias con vestidos de organd azul o rosado, algunos iban muy elegantes con vestidos franceses, los zapatos negros de charol, que siempre nos apretaban, las nias con lazos de cinta en la cabeza y los indispensables guantes blancos. La Navidad se celebraba muy familiarmente, sin muchos regalos y sin las costumbres de ahora con las cuales se ha perdido el verdadero sentido de esa fecha. Los pesebres de algunas casas eran famosos y visitados por muchas personas que sin ser conocidos de los dueos de casa, podan entrar a mirarlos: eran muy lindos por sus figuras quiteas o coloniales como los de las Lorenzana y los Mario. Los rboles de Navidad eran escasos en ese entonces. El Nio Dios era quien traa los regalos a los nios, comenzaba a nombrarse San Nicols, se cenaba en las casas con ajiaco o tamal, se iba a Misa de Gallo a las 12, todo era sencillo y encantador. Esta fue la poca del Charlestn, mis primas mayores y las amigas del colegio ensayaban los pasos que les enseaban aquellas que haban viajado a Europa o Estados Unidos y que a mam y a las tas les parecan muy vulgares. Qu tal que vieran como se baila hoy da?28

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La moda de esos aos dej su estilo que se conserva todava con el nombre: la moda del 28. Veo a mam y a mis tas con sus vestidos de talle largo, desgarbados, los sombreros hasta los ojos y el corte de pelo a la garon, las medias de seda tan brillantes, los zapatos claros. Ahora me fascina ver pelculas con esa moda; los seores usaban en domingo pantaln rayado y saco negro y el coco sombrero que reemplaz al cubilete del siglo XIX. El ambiente de esa poca, el arte Deco, los muebles cubistas, etc. Recuerdo los lindos catres de cobre, los armarios con espejos, en fin, lo que pocos aos despus se deca pasado de moda o lobo y ahora ha vuelto a recuperar su prestigio. Fueron famosas las fiestas de los estudiantes con sus bellas y elegantes reinas. Lstima que se acabaron. Cuando cumpl 10 aos creo que tenia una madurez superior a la de los nios de mi edad, a veces mis compaeritas me parecan sosas y me encantaba or las conversaciones de las mayores, lea mucho y me gustaba estudiar, lo que me serva de consuelo. Como dije atrs, desde el ao 28 al 32, estuvimos en el acogedor Colegio de Nuestra Seora de Lourdes de las seoritas Villamil. Maruja me protega, me cuidaba y trataba de poner el orden en mi ropa como mam le haba enseado y vigilaba mis pocas pertenencias; yo la quera, la respetaba y le peda consejo por lo juiciosa y tranquila que era, creo que no pelebamos nunca, como es tan frecuente entre hermanas. Yo viva triste, extraaba mucho a mam, pero me encantaba estudiar y gozaba con lo que estaba aprendiendo, era buena alumna, lo que me ayud a superar la difcil etapa de la falta de hogar. De esa poca recuerdo muchas cosas: En el colegio haba pianola y a veces nos permitan tocarla: un piano bastardo, que produca la msica por medio de unos rollos con agujeros que dejaban salir un sonido ruidoso y metlico, muy desagradable: esa moda dur poco y nunca volv a ver esos pianos de poca categora. Tambin llegaron las ortofnicas, que reemplazaron a las vitrolas de cuerda y manivela y desde ese momento hasta hoy, no han cesado de inventar toda clase de aparatos para que todos podamos gozar de la msica que nos apetezca escuchar. Pasamos por el hi-fi, los long-play, el estereo, los casetes, para llegar a los mgicos CD que tanto deleite nos han trado. Mis nietos ya hablan de los MP3 y otras invasiones que seguirn.29

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Por el ao 30 lleg a Bogot la maravilla de la Radio, sin imaginarnos entonces el poder y la importancia que ejerce en la vida actual. Recuerdo los lindos muebles de madera fina, con sus ventanitas cubiertas de telas de seda por donde se oan las voces: las estaciones eran dos o tres: La Voz de Colombia, La Voz de la Vctor y La Nueva Granada, poco a poco fueron apareciendo noticieros y programas que entretenan a los oyentes y lo siguen haciendo hoy. Algo que me viene a la memoria y quizs ya nadie se acuerde de ello, fue el reinado de la Seorita Colombia que se celebrara en Cartagena, pero en Bogot se hizo un acto preliminar transmitido en vivo y en directo por una de estas emisoras, en el ao 32. En ese momento haba 9 departamentos que eligieron a sus respectivas candidatas, la coronacin se realizara en el Teatro de Coln y como todava estaban muy de moda los poetas y la poesa, un bardo de cada seccin del pas le cantara a la nia de su regin. Del Valle vendra Ricardo Nieto, pero no lleg a tiempo y a las 6 de la tarde del da programado, los organizadores se dieron cuenta de que nadie le cantara a la linda calea. Pensaron quin podra reemplazarlo, alguien propuso a Alberto Anjel Montoya, muy querido y apreciado poeta de la sociedad bogotana, lo buscaron, lo encontraron en un Caf del Centro, rodeado de amigos y un poco pasado de copas; le informaron el problema en que estaban, tom un lpiz y en la servilleta comenz a escribir su poema; bastaron dos tazas de caf fuerte y fue a su casa para vestirse de frac; a las 8 de la noche lleg al teatro sin que nadie le hubiese informado el orden del programa. Como el Valle, por orden alfabtico era el ltimo Departamento, tuvo unos minutos para entender de qu se trataba. Cuando le toc el turno, con su habitual elegancia de dandy bogotano, ley el soneto que tuvo gran xito, nuestro poeta bogotano se haba lucido con su poema, el teatro se colm de aplausos y adems Doa Elvira Rengifo era bellsima. Aqu dejo el soneto:

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A Doa Elvira RengifoDoa Elvira Rengifo, tu llegas de la leve pgina de un idilio que nunca morir. si al virginal mandato tu juventud se mueve, la sombra de Mara por donde pasas va. Sobre tu frente cndida que bien est la nieve, y en tu mirar sereno la luz que bien est. bajo un clamor unnime, para tu planta breve como un tapiz magnfico se tiende Bogot. Doa Elvira Rengifo, la del valle risueo, parece que llegaras aqu como de un sueo; eres flor en el rostro y en el cuerpo bamb. Si en el Valle del Cauca se agotaron un da los lirios impolutos cuando muri Mara, las rosas florecieron cuando naciste t. La reina elegida ese ao se llamaba Aurora Gutirrez, antioquea y muy linda, como todas, tan elegantes en sus trajes de noche, tan recatados y tan diferentes de lo que hoy se estilan. Anoto los nombres de Margot Manotas, Blanca Vsquez e Isabel Serrano Reyes- Patria de Welton, bellas representantes de Atlntico, Cundinamarca y Boyac. Un cuento sin trascendencia pero simptico, sirve para mostrar como era de tranquila la vida y en especial el trato sencillo para con los personajes importantes, as fuera el Presidente de la Repblica. Cerca de la Iglesia de San Agustn haba una familia de dentistas, los doctores Luque, todava no se les deca odontlogos, quienes atendan en su casa, muy cerca del Palacio Presidencial. El consultorio estaba en un saln grande donde haba unas cinco sillas para los pacientes, que quedaban a la vista unos de otros. Una prima ma, Josefina Arboleda de Posse, llev a su hijito, de unos seis aos para una cita con estos doctores, el vecino de su silla era el Doctor Eduardo Santos; el nio estaba atemorizado, lloraba y no abra la boca; la mam trataba de calmarlo,31

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muy pasito le dijo: tienes que ser formal, mira que ests junto al Presidente de la Repblica, a lo que el chico respondi furioso: que va a ser Presidente de la Repblica ese viejo tan feo. Todos los presentes soltaron la risa, el Dr. Santos se acerc a su vecino y le dijo: tienes razn, soy un viejo muy feo, pero soy el Presidente y t vas a ser formal, aqu te dejo un premio para que compres dulces si te dejas atender del doctor y puso cerca un billete para que el nio lo viera. Esa era la vida bogotana, el Presidente sala a pie, sin escoltas, con sencillez, sin temores. Qu diferente todo a lo que hoy se vive. Un da cualquiera entr al Almacn Ley, situado en la calle real (cra 7 entre 13 y 14) y me sorprend al ver en la seccin de juguetes al Presidente Alfonso Lpez Pumarejo, sin militares, sin escoltas, ni policas, solamente estaban con l dos seores que charlaban y se rean con l, (supongo seran los Pradilla, tan liberales, que se pasaban muchos ratos en La Cigarra, lugar de encuentro de todos los copartidarios). El Dr. Lpez preguntaba al vendedor por una escopeta de corcho, le trajeron varias, pero ninguna le satisfizo y l insista, tiene que ser de corcho porque se la promet as a mi nieto, no recuerdo cmo termin la compra, pero no se me ha olvidado esa simptica ancdota, que hoy no podra tener lugar. No podra dejar de mencionar mis recuerdos de la guerra con el Per: historiadores, escritores, novelistas, polticos, han escrito miles de libros explicando el por qu del conflicto, solamente anoto que en nuestras vacaciones en el Huila sentimos ms de cerca lo que fue esa guerra de lo que percibamos en el colegio. El sur de Colombia estaba completamente abandonado y el ferrocarril Tolima-Huila-Caquet, solo llegaba a Villavieja. Todo deba trasportarse por las mal llamadas carreteras, o sera mejor decir caminos de herradura. En el trayecto que nos llevaba del ferrocarril a La Angostura veamos camiones con militares, en el tren que sala de Bogot viajaban muchos oficiales, soldados, mdicos militares y capellanes. El pas comprendi que era necesario abrir caminos ms rpidos para llegar a Leticia, pero el proyecto del ferrocarril apenas lleg a Neiva aos ms tarde. Como chiste se deca en Neiva que le levantaran una estatua a Snchez Cerro, presidente del Per, responsable del conflicto, pues gracias a l se abran nuevas y necesarias rutas y por fin el Huila estaba siendo tenido en cuenta. Nuestras maestras las seoritas Villamil Fajardo, nos recomendaban rezar por su hermano Alfredo Villamil, quien era el Cnsul de Colombia en Iquitos; ellas teman por la suerte de l y de su familia.32

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Las nias estbamos con el patriotismo exaltado y recuerdo que en una fiesta de cumpleaos de una amiguita nos dio por marchar al comps del Himno Nacional cantando Viva Colombia, abajo el Per sin darnos cuenta de que las nias Carrillo Castello eran hijas de un ex-ministro peruano; ellas se sintieron ofendidas y se pusieron a llorar, la duea de casa tuvo que detenernos, calmar nuestro entusiasmo y consolar a sus invitadas. Muchas seoras de Colombia entregaron sus anillos de matrimonio para ayuda de la Patria. El dinero obtenido en esa colecta afortunadamente no se malbarat, se invirti un poco despus en el Instituto de Radium, donde se inici el tratamiento especial para los enfermos de cncer. Por este centro de salud pasaron mdicos eminentes como Daniel de Brigard, Juan Pablo Llins, Ramn Atalaya, el Mono Mrquez y otros distinguidos profesores que iniciaron la especializacin en esa triste y cruel enfermedad. Con motivo de la guerra con el Per, durante nuestras vacaciones en La Angostura, tuvimos la oportunidad de vivir en la hacienda episodios que no olvido. Una vez se hosped en la Hacienda por unos dos das Laureano Gmez, muy amigo de Matas Silva, el esposo de ta Mem quien era muy conservador y jefe poltico del Huila; mucho se le atendi en la Hacienda, para saludarlo llegaron todos los copartidarios de la regin, como cuando vena el Seor Obispo. A su regreso a Bogot escribi una amable nota a mi ta, agradeciendo las atenciones y refirindose a Maruja, enviaba saludes a ese pichn de gran matrona, quien haba tomado parte importante en el recibimiento. Como no exista el puente sobre el ro Neiva, el paso del municipio de Campoalegre a El Hobo, nico camino hacia el Sur, se vea interrumpido si las lluvias desbordaban el ro Neiva; mis hermanos, Maruja y yo, bamos a la orilla a observar cmo lograban pasar a los soldados, a los caballos, el ganado y a los pasajeros que estaban varados y duraban ah largas horas, al sol abrasador, soportando los mosquitos y las incomodidades, esperando turno para pasar el ro en la tarabita. Muchos militares y seores bogotanos, paraban en la casa para descansar del largo viaje. Alguna vez vimos que vena un grupo de gente, nos pareca que traan ramos de grandes flores blancas o garzas voladoras, quienes vendran en tan extraa y numerosa comitiva? Pues unas 25 Hermanas de la Caridad, que iban de Garzn a Neiva y por la creciente del ri estaban detenidas haca muchas horas soportando el calor del medio da, con33

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los hbitos de pao blanco, ajados y embarrados, en las cabezas las grandes tocas blancas almidonadas, impropias y adems absurdas para el clima y los viajes. Las pobrecitas Hermanas estaban agotadas, sudorosas, sedientas y entraron a la casa como si llegaran al Cielo. En la Hacienda acabbamos de almorzar, ta Mem las recibi con gran amabilidad y dio la orden de preparar lo que hubiese para atenderlas. Todos ayudamos y se les sirvi lo posible: sopa, carnes, chocolate, agua de panela, sorbetes, frutas, huevos, bizcochos de achira, en fin, se agotaron las reservas y la despensa qued arrasada. Avisaron que ya haba paso y la Reverenda Madre organiz la salida de su tropa, como un General con sus soldados. Nosotros fuimos a acompaarlas hasta la portada; tmidamente, la Superiora le pregunt a Jaime: Joven, cunto debemos? Mi hermano trat de decir que nada, pero Maruja, con rapidez respondi: Madre, son $ 25.oo, La Superiora sac de su bolso el dinero y lo entreg a Maruja, quien con disimulo lo guard, pero Ta Mem, que estaba lejos de las monjitas, se percat de que algo raro suceda, pregunt a mi hermana quien le dijo lo que haba hecho, la ta se disgust mucho y deca indignada: Qu dira mi madre si supiera que en mi casa se le haya cobrado el almuerzo a unas religiosas... pero Maruja, rindose, feliz le contest: Ta, la Madre deba pagar el almuerzo en alguna parte y nosotros qu vamos a hacer esta noche para comer y maana para desayunarnos, si en la casa no ha quedado nada! Ahora voy a mandar al muchacho al pueblo para que con esos 25,oo pesos compre lo necesario y todos tranquilos. Ese cuento caus mucha risa a los que lo supieron a la hora de comida. El to dijo: Maruja tiene la viveza de Jesusita, esa no se va a varar en la vida Mi hermana era tan graciosa, tan suave que en la Hacienda todos la queran. Ayudaba a todos, con los nios era muy tierna, quera ser enfermera, pues por ese tiempo ninguna mujer pensaba en ser mdico, pero de seguro que habra sido una buena profesional, haca curaciones sencillas a cristianos y a animales, mantena en orden los remedios, vendajes y ungentos. Conmigo era muy maternal, me llevaba slo dos aos y medio, pero yo la consideraba mucho mayor; ella me vigilaba las amigas, mis lecturas, mi ropa y yo le ayudaba en las tareas, tenamos aficiones distintas, pero nos entendamos muy bien. Mis hermanos la queran mucho y a ellos tambin los trataba como una mamacita y en todo le hacan caso. Jaime y ella eran como del mismo corte, suaves, bondadosos y cariosos, Julio y yo ramos rebeldes; la falta de los padres los afect a ellos en forma diferente que a nosotras, pero siempre nos mantuvimos34

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unidos en el alma, a pesar de estar separados en los internados. Las cortas vacaciones en La Angostura las pasbamos juntos y nos alegraban mucho. Al comienzo del ao 33 mis tas nos pasaron al Colegio de Mara Inmaculada, fundado en 1908 por las hermanas Isabel y Solita Casas Castaeda, donde estuve hasta finalizar el ao 38, cuando termin el bachillerato, hazaa que comenzaba a ser superada por mujeres. De este colegio tengo los ms bellos y agradecidos recuerdos. All transcurri mi adolescencia, tuve profesores y maestras excepcionales, hice fraternales amistades que me han acompaado hasta hoy y por lo que all aprend, por el cario que recib y por la trascendencia que para mi vida fueron esos aos, los guardo en mi corazn con especial cario. Desde los aos 20s hasta los 40s, el Colegio tuvo su Edad de Oro con profesores que honran las letras colombianas como Antonio Gmez Restrepo, Jos Joaqun Casas y Miguel Abada Mndez, ex presidente de Colombia quienes nos dictaban las clases con una sabidura que exceda nuestra corta preparacin para sacar de ellas mayor provecho. Se deca que cuando el Dr. Abada fue Presidente de la Repblica no quiso suspender sus clases en la Facultad de Derecho y los alumnos iban a Palacio para recibir en sus elegantes salones las lecciones de Derecho Constitucional. Estos Profesores nos trataban con mucha lejana, nos nombraban por nuestros apellidos anteponiendo el lejano seorita y debamos dirigirnos a ellos de pie, lo que nos impeda hacerles preguntas o espontneos comentarios, que habra sido ms pedaggico. Alguna vez el Dr. Abada le pregunt a una nia si ella era hija de un seor que haba sido su Ministro y a m me averigu por el parentesco que tena con Rafael Pombo, quien haba sido su maestro y por quien senta gran admiracin, pero esas interrupciones en la clase eran escasas. Los profesores de quienes tuve el honor y el placer de ser alumna fueron destacados humanistas como Don Antonio Gmez Restrepo, Secretario Perpetuo de la Academia Colombiana, quien dictaba Literatura, un hombre encantador, sencillo y cordial como toda persona superior, quien nos ense a amar la lengua castellana, su literatura y a aquellos escritores colombianos y35

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espaoles que la han honrado; siempre llevaba a la clase un libro para leernos algn trozo especial de algn literato y tena un comentario amable para todos los escritores, as no fueran de su agrado. El Doctor Jos Joaqun Casas, hermano de las propietarias del Colegio nos daba clases de latn y de Historia: l era de otro estilo, algo pretencioso y muy aferrado a sus preferencias, no le daba oportunidad de elogios a quienes no eran de su agrado, as recuerdo cuando nos hablaba del detestable Sr. Ravel por su Bolero que le pareca un adefesio y que hoy nos encanta, ni de Garca Lorca de quien deca que lamentaba su muerte, pero era mal poeta, pues el doctor Casas no era sensible al modernismo del malagueo con aquellas comparaciones como moreno de verde luna o amasado con aceituna y jazmn. A diario recuerdo sus correcciones del lenguaje, sus simpticas ancdotas y su amor por El terruo y por Colombia. A estas alturas de mi vida, cuando leo la poesa que se escribe actualmente, oigo la msica estridente que no entiendo, pienso mucho en mi viejo profesor y me siento igual al testarudo Dr. Casas. Sin embargo sigo leyendo poesa moderna y algunas s me llegan y s que los poetas no se acabarn nunca, mientras exista el amor, el cielo, el mar y todo aquello que embellece la vida y que debe cantarse. El colegio dirigido por las seoritas Casas poda parecerse a los regentados por monjas. Su directora, la seorita Isabel, mujer inteligente y caritativa, actuaba como una Madre Abadesa y las maestras como novicias sumisas. La Misa diaria, oracin antes de cada clase y de las comidas, lecturas piadosas, procesiones y rosario en la tarde, lo que muchas alumnas y sus familias consideraban excesivo, pero a m no me lo parecan y me dejaron una base que me ha guiado a travs de la vida, recuerdos dulces y ciertos conocimientos de liturgia, de vidas de santos e historia del cristianismo que me precio de saber y que no se me han olvidado. A este colegio venan muchas nias internas de las ciudades de la Costa, del Valle, del Gran Caldas, de Ccuta, etc., Maruja y yo hicimos con ellas amistades que hoy perduran, as aprend a distinguir apellidos de mi pas por sus distintas regiones y sto me ha servido para facilitarme nuevas amistades a lo largo de la vida.36

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Las nias llegaban en febrero y salan a finales de noviembre para regresar a sus ciudades de origen, de manera que pasbamos 10 meses de vida fraternal y amigable, sin salir de vacaciones a mitad de ao, as conocamos sus costumbres, sus gustos, nos contaban cmo eran sus comidas, algunas tan extraas para nosotras como los famosos huevos de iguana y de tortuga y ellas se sorprendan de la simpleza y recato de nuestra vida capitalina. Pienso hoy ante el xito y encanto por la msica vallenata, lo extraas que nos parecan en Bogot las canciones de nuestras compaeras, precisamente en los aos cuando el maestro Escalona estaba componiendo sus futuros xitos que fascinan hoy a cuantos los escuchan, como Alicia adorada. Recuerdo la gracia con que las nias samarias Choly Vives y las Riascos Vives, nos cantaban sus canciones llenas de picarda, pero que nos parecan tan diferentes a nuestros bambucos y pasillos, a los romnticos boleros y a los tangos que estaban de moda. La mayora de mis condiscpulas eran externas, casi todas bogotanas, vivan muy cerca del Colegio, muchas podan ir a almorzar a sus casas y traan noticias del mundo exterior. Innumerables amigas, con ellas he recorrido el camino de mi vida y guardo en mi corazn el afecto y el encanto de esas amistades. En el apndice de este libro he enumerado algunas de ellas. Un suceso que no olvido de los aos de colegio fue la muerte de Gardel. Era el dolo de la juventud, se viva el furor del tango, tenamos anotadas, como en pequeos diccionarios, el significado de las palabras del argot de Buenos Aires, para comprender mejor la letra de esas canciones (la pebeta, el Otario, la milonga, la mucama, etc.). La gente se preciaba de haberlo conocido en Nueva York o en Pars, las pelculas donde l apareca agotaban las entradas, los jvenes trataban de imitarlo. Bogot estaba pendiente del regreso de Gardel despus de su estada en Medelln, pues iba a dar unos recitales en el teatro Real (carrera 7 entre 13 y 14); con Maruja habamos hecho economas para comprar las boletas de las localidades ms baratas que ya eran muy costosas para nuestro escaso presupuesto. Era motivo de orgullo haber visto a Gardel ms de una vez y su xito estaba en boca de todo el mundo y de repente, una tarde, estando en clase, como a las 3 p.m., corri la noticia del infausto accidente en el aeropuerto de Medelln, (junio 25 del 35) y creo que fue la nica vez en mi vida de colegio que las maestras no pudieron controlarnos;37

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todas exaltadas interrumpimos las clases y no valan los ruegos para calmarnos y continuar el orden del da. Sin embargo, la fiebre por Gardel no se apag y sigui siendo un personaje inolvidable; hoy da oigo con encanto los tangos que estn renaciendo en el gusto del pblico y encuentro acertado aquello que dijo el comentarista musical, Bernardo Hoyos: Gardel canta cada da mejor. Oyendo sus notas tengo reminiscencia de adolescencia y he comprado discos y casetes que comento con todas las amigas de mi edad; para m no ha pasado de moda. Nuestras vacaciones siempre las pasbamos en el Huila y de ah mi cario por esa hospitalaria regin. Como de costumbre, al finalizar el ao escolar en noviembre del 36 los cuatro hermanos estbamos listos para viajar a La Angostura, donde pasbamos las vacaciones hasta febrero, cuando avisaron de Neiva que ta Mem estaba muy enferma y era imposible recibir a las nias; Jaime y Julio se iran solos a la hacienda. La noticia nos alarm, pues no sabamos qu hacer, nuestras vacaciones ya estaban planeadas as y no se nos ocurra para dnde coger. Nos fuimos angustiadas para donde ta Mariela, esposa de to Gustavo, hermano de pap, es decir una ta poltica nuestra, era ya tarde, llorando le contamos el problema y recuerdo exactamente su contestacin, con la dulzura y encanto que le era natural: Mis hijitas, no lloren, esta noche se quedan aqu y maana ya veremos... Nos improvisaron camas y no pude dormir oyendo cada cuarto de hora la campana del reloj de la Catedral que retumbaba en la calle 11 y que unido a la angustia de ese da lo senta ms fuerte. Ese ya veremos de la ta, tan espontneo y desinteresado, dur para m 34 aos que estuve a su lado recibiendo su cario, su generosidad, su ternura y el ejemplo maravilloso de su vida, toda ella dedicada a servir a los dems. Hoy cumplo con un deseo, quizs ms con un deber, de dejar en estas lneas lo que fue para nosotras encontrar la mam que habamos perdido y el hogar que nos haba faltado, adems de la fraternal acogida de mis primas y de toda su familia. Los nietos la llamaban Pitita y as aprendimos a nombrarla: ella fue una mam tierna, cariosa y de generosidad sin lmites, la abuela de mis hijos y una suegra querendona y afectuosa para Alex. Con la costumbre muy Bogotana de ponerle sobrenombres a las personas, uno de los nietos de Pitita, Gustavo Vargas Durn, quien en ese momento38

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tendra unos siete aos, nos bautiz a Maruja y a m como Marujera y Aliciera y as siguieron nombrndome hasta hoy todos los familiares y amigos de Pitita. A esa casa llegu de 15 aos y de ella sal vestida de blanco, el da de mi matrimonio, pero ese fue siempre mi hogar y Alex y mis hijos recibieron all el mismo afecto que les habran brindado mis padres. Ta Mariela viva en una linda casa (Calle 11 No 6-16), la que haba sido remodelada de su original arquitectura colonial, a la moda que han llamado estilo Republicano. Los italianos que construyeron el Teatro de Coln fueron los mismos que embellecieron la casa colonial de Don Luis Gutirrez Robledo, padre de Pitita; ella la habit desde sus 13 aos hasta 1972, cuando muri, estando yo a su lado, como la hija adoptiva que fui por 35 aos. A principios del siglo XIX esa casa fue habitada por el famoso Cannigo Rosillo y se deca que all se haba celebrado el triste Baile de las Viudas, cuando Morillo oblig a las esposas de los mrtires que haba fusilado en la maana a que asistieran a tan absurdo y triste festejo. La amplitud de esa casa es imposible de imaginar hoy da, cuando vivimos en apartamentos, algunos muy pequeos y nos hemos acostumbrado a espacios reducidos. All vivan to Gustavo y su esposa Mariela, sus hijas, Blanca casada con Enrique Vargas Herrera y sus pequeos hijos Gustavo y Fernando; Beatriz, casada con Eduardo Umaa de la Torre y sus hijos Hernando y Eduardo; Clemencia la menor, de mi edad, tristemente era una nia muy dbil y enfermiza, muy tierna y amable, de mi misma edad; tambin dorman all seis empleadas internas para el servicio de tanta gente, el enfermero del to Gustavo, el muchacho que hacia mandados y como si fuera poco, llegamos Maruja y yo. Roberto Vargas y Silvia Umaa, los nietos menores, nacieron muchos aos despus, contemporneos de Patricia, mi hija mayor. A los pocos das de haber llegado a la casa de la familia Durn Gutirrez, nos fuimos con todos ellos a pasar las vacaciones a la bellsima hacienda Buenavista, municipio de Cota, el nico pueblo que tiene una plaza hexagonal, decan que fue diseada por el pintor Alberto Urdaneta en recuerdo de la Place de LEtoile de Pars. Este artista bogotano haba sido el propietario de la Hacienda a finales del siglo XIX y dej all algunas de sus pinturas y esculturas.39

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Luego fue adquirida por el abuelo de Pitita, Don Jess Gutirrez, la hered su hijo Luis y luego ella, quien la conserv por muchos aos. Esa casa era muy especial: La ta Mariela tena su reino entre Buenavista y la calle 11 No 6-16 y diriga todo con un encanto, una dulzura y una energa admirables; hoy da pienso que quienes la rodebamos, no nos dimos cuenta de que ella, sin proponrselo, fue una Ursula bogotana inolvidable por su energa, su dulzura y su maternal bondad para con todo el mundo. Las visitas llegaban a diario sin ningn anuncio, se les atenda con gran cario y familiaridad, siempre estaban listas las onces para los que pudiesen llegar, all nadie se senta extrao y los amigos y familiares que frecuentaban a Buenavista nos fueron conociendo y nos quisieron como si siempre nos hubiesen visto all; la vida era muy diferente a la de La Angostura y para nosotras todo era una novedad, pues las dos haciendas eran totalmente diferentes, como de dos pases, ya que el paisaje, los cultivos, el clima, las comidas, los campesinos y las costumbres de la Sabana eran distintas a las de Tierra Caliente. A Maruja todos la queran, tanto en la casa como en el Colegio, las tas y las Profesoras siempre le encomendaban las tareas de cuidado, ayudaba a las pequeas, era graciosa, encantadora y sencilla, pero su salud no era la de una nia de 17 aos, no era gil, no jugaba en los recreos y se fatigaba con frecuencia. El doctor Jorge Bejarano, muy amigo de mis padres, la cuidaba y vigilaba con gran cario y comprendi que su corazn estaba mal, muy mal, lo dijo a mis tas, pero yo no lo saba. A mediados del ao 37 ta Mariela resolvi que Maruja se quedara en la casa, pues requera cuidados especiales; era una jovencita linda, suave y pareca feliz, fue a fiestas y bailes que se celebraron con motivo del IV Centenario de Bogot, tuvo un enamorado que la llen de ilusiones, bamos a paseos y visitas, pero su salud desmejoraba aceleradamente. El 38 pas mi ltimo ao de internado en el Colegio y extra mucho la compaa de Maruja; en noviembre recib mi grado de Bachiller, al lado de Esmeralda Arboleda Cadavid, hazaa tenida para ese entonces, como reservada para hombres. La amistad con Esmeralda, iniciada en el Colegio termin solamente con la muerte de ella hace pocos aos; anoto aqu que con motivo de su enfermedad, la poetisa Maruja Otoya Arboleda de Casas, tambin condiscpula, escribi un lindo poema Se nos va la vida inspirado por nuestra querida compaera. El grado de bachiller que recibimos Esmeralda y yo no era40

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extrao para las nias, ya que algunas haban obtenido el Diploma en aos anteriores, pero para mis parientes, que supieron de ese acontecimiento, fui considerada como una nia extraordinaria. Todava recuerdo el consejo de un viejo to, que al saber que yo era muy estudiosa y aplicada en el Colegio, me dijo que me dejara de tanto estudio, que a los hombres no les gustaban las sabias. Yo tena 16 aos, pero por ser tan alta y adems las penas que me haban madurado, pareca de 18; mis compaeras de clases eran todas mayores. Con motivo de mi Bachillerato, ta Natalia Pombo de Koppel, prima de mam, (esposa de Sam B. Koppel, to de mi futuro esposo Alex) me ofreci como premio un elegante almuerzo en el Country Club, (el antiguo de la calle 85) al cual invit a mis primas y compaeras de Colegio, agasajo que agradec mucho y del cual conservo un simptico retrato. Al terminar el Colegio Qu iba a hacer yo? Esa angustia me acompa todo el ao 38. Mi deseo era estudiar alguna carrera, como ya lo estaban haciendo algunas mujeres y condiscpulas del Colegio, pero mi situacin tan incierta no me permiti planear algo con anticipacin. Mis primas Anita Pombo y Luca Durn haban tenido la oportunidad de estudiar en un Colegio de monjas en Nueva York donde un benefactor dej una beca permanente para una nia colombiana, ellas me ilusionaron con la idea de que poda aspirar a esa oportunidad; alcanc a escribir y recib la primera respuesta muy favorable, pero estando Maruja tan enferma mi deber era quedarme con ella y asumir a su lado lo que la vida nos fuera trayendo. Nuevamente con la familia DurnGutirrez nos fuimos a la hacienda Buenavista, para pasar las vacaciones. La Navidad y el Ao Nuevo se celebraban con gran alegra, Pitita y mis primas tenan muchsimas amistades que eran atendidas con cario y finezas. Maruja y yo habamos encontrado un hogar, nos sentamos acogidas y pertenecamos a una familia donde no nos sentamos extraas, pero mi hermana decaa a diario. Pasaba los das quieta, se fatigaba mucho y las medicinas poco o nada hacan por ella. En enero del 39, el da que yo cumpla 17 aos, ta Elvira Pombo quien trabajaba en la Cancillera desde la muerte de mam, haba hecho las diligencias para que yo ingresara all y me inform que me haban recibido como Secretaria y que deba presentarme inmediatamente. As que recin salida del Colegio, del ambiente conventual donde haba transcurrido mi adolescencia,41

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sin ninguna experiencia y con la ingenuidad y bobera de las nias de ese tiempo, no supe si alegrarme o echarme a llorar, pero haba que cerrar los ojos y lanzarme al vaco. para enfrentarme a un mundo desconocido, para el cual no estaba preparada. Los aos que pas en el Ministerio de Relaciones Exteriores, significaron mucho para m y pienso dedicarle unas pginas especiales; sigo con mis recuerdos personales y ms adelante escribir mi paso por la Cancillera. Cada da, al regresar del trabajo vea decaer a Maruja, perda peso a ojos vista, su linda piel rosada ya no tena la misma frescura, me era muy duro aceptar la realidad, me pareca imposible recorrer nuevamente lo que habamos vivido con pap y mam. El 1 de septiembre del 39, da de la invasin de Polonia por los nazis, no lo puedo olvidar: mi hermanita estaba gravsima, toda la familia senta esa angustia, unida a la que produca el horror de una guerra; a diario llegaba a verla el Doctor Jorge Bejarano, a quien debo enorme gratitud, lo mismo que a Juan Pablo Llins, mdico pariente poltico de ta Mariela, pero toda la ciencia y cario de ellos fueron intiles. El 11 de octubre, a la edad de 20 aos, mi hermana querida muri dulcemente, como sin darse cuenta y su prdida me ha acompaado toda la vida. Hace mucha falta una hermana en la vida y ms ella, tan inteligente, tan suave y querida. En pocas ocasiones podamos estar reunidos los 4 hermanos; ese da fue la ltima vez, con tan infausto motivo. Jaime de 21 aos ya era estudiante de la Escuela Militar, llevaba su uniforme con orgullo, Julio de 14 era un adolescente encantador lleno de esperanzas, yo de 17 aos, los tres unidos por nuestro dolor y con la vida por delante, bajo la proteccin de Dios, de nuestros padres, de Maruja, de Pitita y de todas las personas que nos rodeaban con afecto Otra vez la muerte nos visitaba y se llevaba a una jovencita adorable, plena de esperanzas; una pena ms para mis hermanos y para m. Otro dolor que aadamos a la falta de nuestros padres ese era nuestro destino? Ver partir a los que ambamos y nos hacan falta? Durante toda la enfermedad Maruja tuvo los cuidados y atenciones que mis padres le hubiesen prodigado. Otro motivo de nuestro agradecimiento para ta Mariela y su familia. A poco tiempo de la muerte de Maruja, Jaime recibi su diploma de Teniente en el edificio colonial donde funcionaba la Escuela Militar, que haba42

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sido el Convento de San Diego, tristemente destruido, donde hoy da est el hotel Tequendama. Julio y yo fuimos a ese grado llenos de emocin, de alegra y a la vez de tristeza por no estar al lado de Maruja. La escena es fcil de imaginar, la austeridad y la imponencia de las ceremonias militares, el presidente Eduardo Santos presida el acto, quedamos situados muy cerca de su tribuna junto al Capelln Padre Muoz Rivas, tan caballeroso y encantador sacerdote, buen amigo de pap. Un general lea por orden alfabtico los nombres de los graduandos y otro militar entregaba los diplomas; cuando llegaron a la letra D, nuestra emocin nos traicionaba: Dvila, Daz, Domnguez, Duque...Duran Pombo Jaime, el presidente se incorpor y con voz firme dijo: ese lo entrego yo, un significativo homenaje a la memoria de pap y mam, no pude contener el llanto, nuestro vecino sacerdote se dio cuenta y con paternal afecto me dijo: no llores, demos gracias a Dios y que El bendiga al joven militar. Yo not que el presidente le deca algo al odo al General qu sera?, le estaba pidiendo que destinara a Jaime al Batalln Guardia Presidencial, donde pas algn tiempo. Se hacia efectiva la bendicin del sacerdote... Mis hermanos y yo nos queramos muchsimo, a pesar de la relacin un poco lejana, estando cada uno en su colegio y afrontando problemas que ms adelante se convirtieron en oportunidades diferentes. Hoy da comprendo que la adolescencia de ellos fue muy dura, los llevaban de aqu para all, de un colegio a otro y deban obedecer a diferentes tos y maestros que les daban rdenes distintas; Maruja y yo, siendo mujeres, fuimos mas afortunadas y mis tas nos trataron con ms cario y comprensin. Tampoco he olvidado el da de la Primera Comunin de Julio, de siete aos, poco tiempo despus de la muerte de mam, fue muy triste pensando en ella. El estudiaba en el colegio de Nario, regentado por Monseor Bermdez, distinguido sacerdote bogotano. Mi hermano all fue condiscpulo de lvaro Valencia Tovar, de Hernando Santos Castillo y de algunos otros muchachos que ocuparon puestos importantes en la vida nacional. Julio era feliz en La Angostura, consentido maternalmente por la ta Mem, fascinado con la vida del campo, al lado del to creci y se hizo hombre despus de su adolescencia tan inestable; esa vida lo alejaba un poco del estudio y siendo muy inteligente no obtena buenas calificaciones por que era indisciplinado y lo manejaban como a un muchacho mayor por su gran estatura. En esos tiempos poca cuenta se tena de la sicologa que hoy ayuda a los43

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profesores para tratar a los muchachos. Julio no termin el bachillerato, vivi en Neiva y all empez a trabajar en diferentes cargos propios para su edad, era un joven apuesto, muy simptico y caballeroso, se granje el cario y el aprecio de cuantos lo conocan, pues desde entonces su personalidad y su inteligencia se sobrepusieron a su rebelde adolescencia. En Neiva todos lo consideraban opita legitimo y lo candidatizaron para alcalde de la ciudad, lo que prueba que su personalidad y su extraordinario don de gentes comenzaron a manifestarse desde muy joven. Tomo de nuevo el hilo de la historia y regreso a la casa de Pitita: a finales del ao 40 falleci to Gustavo, despus de varios aos de enfermedad, achaques y vejez; cuando llegu a su casa ya estaba muy disminudo por un derrame cerebral, caminaba con dificultad y permaneca callado e indiferente por largas horas, as que no tuve oportunidad de conocerlo muy bien, pero Pitita, todos sus amigos y parientes hablaban de su simpata, de su temperamento festivo y lo queran mucho. Poco despus lleg de La Angostura ta Mem, ya muy enferma, estuvo hospitalizada varios meses, yo la visitaba a diario, sufri mucho en sus ltimos das; con su muerte se termin la familia Durn Lpez. Ella era muy simptica, su charla era encantadora, saba miles de historias de las familias bogotanas, trataba a todo el mundo con singular encanto y tena una personalidad muy definida. Su cultura era superior para su poca, le encantaba la lectura y ella me indicaba cules libros poda leer y cuales no. Las ltimas vacaciones que pas en La Angostura fueron las del ao 35 a 36 y nunca regres a la hacienda en vida de ta Mem. Volv 25 aos despus, con Alex y mis hijos, con mis hermanos Jaime, Julio y sus familias y me pareci que ella sala a recibirnos, con su afable sonrisa y su cario. Yo record mi estada cuando era nia, con una precisin increble de fechas y de nombres, reconoc a todas las personas, les pregunt por sus parientes fallecidos, les cont ancdotas de mis tiempos de vacaciones y goc inmensamente al encontrarme all de nuevo en medio de ese LlanoGrande tan frtil, con su paisaje tan hermoso, sus campos sembrados de arroz y con su gente sencilla y encantadora. Yo segua de husped permanente de Ta Mariela y toda la familia que me trataba con gran generosidad y cario, no podra tener un hogar con ms44

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afecto, la adolescencia quedaba atrs, afianzaba mi manera de ser, tena amigas y amigos, aprenda mil cosas de diverso orden, mi mente se llenaba de conocimientos, iba a paseos, a cine (que estaba en su Edad de Oro), escuchaba boleros y tangos, lea mucho, me fascinaba la poesa, era el momento de Piedra y Cielo, venan compaas de Teatro y de Zarzuela que pasaban ac largas temporadas escampando la guerra en Europa, llegaban muchos extranjeros, el pas prosperaba dentro de su estrechez, todo cambiaba, los barrios del Norte como Teusaquillo, La Merced y Palermo, se poblaban rpidamente, yo estaba joven, todo me pareca maravilloso, menos mis penas que me haban dejado tatuada el alma para siempre. Antes de contar en detalle el capitulo de la Cancillera que relatar mas adelante y aunque algo fuera de secuencia, relato al ms lindo de mis recuerdos que jams podr olvidar: a finales del 41 nos invitaron a un baile en el famoso Hotel Granada donde se reuna la sociedad bogotana en un ambiente elegante que no volver a repetirse, animado por la orquesta de Lucho Bermdez y la bellsima voz de Matilde Daz. Fui con Jaime pues era costumbre que los hermanos nos acompaaran: l ya era un Teniente arrogante con su uniforme azul de gala, yo estrenaba vestido largo, como era de rigor y conservo un retrato de ese da (foto pagina 100): estuvimos felices, cada uno departiendo con amigos y amigas; hacia las 5 a.m. ya amaneciendo salimos a buscar un transporte para regresar a casa y en la puerta del Granada, me encontr con mi amiga Alicia Koppel, me present a su hermano Alex, ellos tambin estaban a la espera de un taxi. Mi hermano y Alex s se conocan, a mi me llam la atencin la gentileza y amabilidad del nuevo amigo, dijimos adis y nos fuimos a casa. En el amanecer de ese da los dioses me sealaron para recibir el don que ellos reservan para sus elegidos: el amor. Despus de ese breve encuentro Alicia y Leonor Koppel me invitaron a una reunin en su casa, lo que era muy natural siendo amigas. Yo no conoca a Alex, pues l trabajaba en el Catatumbo con la Texas Petroleum Company y vena poco a Bogot. Mi prima Anita Pombo me llam para preguntarme si yo asistira a esa invitacin, me dijo que all habra un seor que deseaba conocerme, as que fui con natural curiosidad femenina; al entrar comenc a mirar a los seores que estaban invitados y no lograba imaginarme cual de ellos sera el interesado, no los conoca bien, pues eran mayores que los amigos que yo frecuentaba y casi todos estaban con sus novias, as que finalizando la fiesta resolv comunicarle mi duda a Anita, quien sorprendida me dijo: pues es45

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Alex, el que menos me imaginaba. Pero l estaba muy atareado atendiendo a sus invitados y adems, con su natural timidez, no se haba manifestado. Todo se fue dando despus de ese da: flores, invitaciones, cine, teatro, regalos; nos conocimos ms, nos hicimos buenos amigos, nos enamoramos, l iba a esperarme a la salida del Ministerio y mis compaeros de la oficina que se daban cuenta de su presencia me avisaban ya llego el hombre. Ta Mariela con su actitud maternal y siguiendo las costumbres de la poca, me advirti que permita la compaa de mi pretendiente nicamente en la cuadra entre la calle 10 y la 11 que era la distancia del Ministerio a la casa de la ta. Qu tal esas rdenes, que obedecamos sumisas, para los tiempos actuales? Nuestro noviazgo fue lindo: la madre de Alex, Teresita de Len de Koppel, ya viuda, fue a la casa de ta Mariela a pedir mi mano, como era costumbre en la poca; nos comprometimos en mayo del 43, teniendo yo 21 aos y Alex 30; nos casamos el 4 de diciembre de ese ao llenos de amor y de ilusiones. La ceremonia religiosa fue en la Capilla de la Bordadita, del Colegio del Rosario, oficiada por Monseor Emilio de Brigard y por el Padre Carlos Vargas Umaa, especial amigo de Alex. La fiesta de nuestro matrimonio fue muy sencilla, a las 10 de la maana, asistieron algunos familiares y pocos amigos, y salimos para Buenavista donde estuvimos unos das para luego emprender un viaje por el Ri Magdalena con destino Barranquilla. En el captulo quinto relatar algunos recuerdos de mi vida de casada

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Tercero ercer Captulo Tercero

La CancilleraMarzo de 1939, mi primer da de empleada pblica no lo puedo olvidar. Llevada por ta Elvira fui al despacho del Ministro, el Doctor Luis Lpez de Mesa y creo que qued paralizada ante la presencia de ese seor tan distinguido, elegante y sencillo, con su mirada dulce y lejana a la vez, capt que era un ser superior, l debi comprender mi perplejidad y con unas amables palabras nos dej salir, desendome buena suerte en mi nuevo cargo. Ese da encontr all a mi amiga y compaera de mis primeros aos escolares, Alicia Ortiz Gamboa, quien me tom como protegida, fue mi consejera, pues comprendi mi inexperiencia, me aleccionaba para que dejara mi timidez: nuestra amistad fue excepcional siendo distintas nuestras maneras de ser; unos aos despus se fue a Washington como Secretaria del Dr. Alberto LLeras Camargo en la Unin Panamericana, hoy OEA y jams volvi a Colombia; seguimos comunicndonos por cartas frecuentes; nos volvimos a ver en una corta visita que hicimos con Alex a esa ciudad en el ao 55. Despus ella se cas con Miguel Aranguren, naci su hija Mnica, continuaban nuestras cartas, interrumpidas slo por su reciente fallecimiento en el ao 2000. Fue muy lindo haber conservado esa amistad, a distancia, por 60 aos; hoy lamento nuevamente su prdida. En mi nueva actividad de empleada deba aprender mil cosas a la vez, todo era nuevo y extrao para m. Ta Elvira era de una rigidez y rectitud exageradas y todos los empleados la respetaban y teman; poco a poco fui conociendo gente nueva, me miraban con simpata y muchos me hablaron de mam y del bello recuerdo que de ella tenan, la apreciaban mucho y la haban admirado por su belleza, su fortaleza y personalidad.47

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