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    Juan Domingo Pern

    moDeloargentinoParael

    Proyectonacional

    Parte I

    InstItuto nacIonal Juan DomIngo PernDe estuDIose InvestIgacIones HIstrIcas, socIalesy PoltIcas

    Buenos aIres

    2006

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    moDelo argentInoParael Proyecto nacIonal

    Presentacin

    El da 1 de mayo de 1974, el Teniente General Juan Domingo Pern concu-rre al Congreso de la Nacin para inaugurar las sesiones correspondientes al 99perodo legislativo. Apelando a todos los que lo escuchan anuncia que orecera la consideracin del pas un proyecto de Modelo Nacional, invitando a los di-erentes sectores que integran la sociedad a organizarse para colaborar con susaportes y lograr que tenga una orma denitiva.

    Se reere a la liberacin en lo poltico, en lo econmico, en lo socio-cultural,en lo cientco-tecnolgico, en la lucha por los recursos y la preservacin ecol-gica, en lo institucional, en el papel de los partidos polticos, de los jvenes, de lostrabajadores, de los empresarios, de los intelectuales, de las Fuerzas Armadas, dela Iglesia, de la mujer. Explica todas las concepciones para orticar la accin quese debe llevar adelante y que conguran el contenido bsico del Modelo Argen-tino que, generosamente, va a orecer al pas.

    ComoPresidentedelosargentinos,propondrunModeloalaconsi-deracindelpas,humildetrabajo,rutodetresdcadasdeexperienciaenelpensamientoyenlaaccin.Sideallsurgenpropuestasquemotivencoinci-dencia,sumisinestarmsquecumplida.

    Este aporte que promete el presidente Pern el 1 de mayo, no llega a con-cretarse ya que la muerte lo sorprende exactamente dos meses despus.

    A mediados del ao siguiente, comienzan a diundirse unas carpetas que

    contienen este Modelo que el General iba a proponer a consideracin de to-das las uerzas vivas de la Nacin. Procedan de la Secretara de Gobierno dela Presidencia, en ese entonces a cargo del coronel Damasco.

    Recin en 1976 aparece una primera edicin del texto.

    Si bien la redaccin, el estilo y los contenidos son indubitablemente de au-tora de Juan Domingo Pern, es necesario sealar que nunca existi una copiarmada por l mismo y que las carpetas en circulacin en esos momentos,

    Diseo, composicin y armado:Caligrax Servicios Grcos Integrales S. H.Av. Pueyrredn 1440, 2 - C1118AAR Buenos AiresTeleax: [email protected] - www.caligrax.com.ar

    Impresin:Talleres Grcos DEL S. R. L.E. Fernndez 271/75 - PieyroTeleax: 4222-2121

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    tenan dierencias, algunas insignicantes como las propias de errores en lacorrecin y otras ms considerables como el agregado de prraos.

    Es por eso que en esta edicin del Modelo Argentino para el Proyecto Na-cional, decidimos aadir los prraos que dierencian las primeras edicionesdel texto aparecidas en nuestro pas, de las posteriores.

    De esta manera intentamos poner al alcance de los lectores las dos versioneseditadas hasta hoy de este valioso texto que convoca a la participacin creativade todos los sectores en una propuesta no sectaria, que permita adaptaciones yactualizaciones armnicas con la vitalidad de nuestra historia.

    Lorenzo PepeSecretario General

    DiscursoDelseorPresiDenteDelanacintenientegeneralPern

    anteelcongresoDelanacinel1 DemayoDe 1974

    Seores senadores y seores diputados:

    Antes de dar lectura al mensaje del Poder Ejecutivo, deseo presentar ennombre de ste, el ms proundo agradecimiento a los seores Legisladores,que han hecho posible la aprobacin de leyes que eran absolutamente indis-pensables. Y en esto quiero tambin rendir homenaje a los seores senadores

    y diputados de la oposicin, que con una actitud altamente patritica nohan hecho una oposicin, sino una colaboracin permanente que el PoderEjecutivo aprecia en su ms alto valor.

    En una ocasin solemne como sta, ante un Congreso reunido en idn-tica oportunidad a la de hoy, hace exactamente veinte aos, dije al puebloargentino dirigindome a sus representantes: Nunca me he sentido otracosa que un hombre demasiado humilde al servicio de una causa siempredemasiado grande para m, y no hubiese aceptado nunca mi destino si nouera porque siempre me decidi el apoyo cordial de nuestro pueblo.

    La conormacin de nuestra doctrina, que pueden aceptar todos los ar-gentinos, porque tiene caracteres de solucin universal y que incluso, puedeser aplicada como solucin humana a la mayor parte de los problemas delmundo como tercera posicin losca, social, econmica y poltica cons-tituy la primera etapa de lo que podra denominarse la despersonaliza-

    cin de los propsitos que la revolucin haba encarnado en m; tal vezporque yo senta desde mucho tiempo antes vibrar la revolucin total delpueblo, y estaba decidido, tal como lo expres a los trabajadores argentinosel 2 de diciembre de 194, a quemarme en una llama pica y sagrada paraalumbrar el camino de la victoria.

    La doctrina ue adoptada primero por los trabajadores. Yo los eleg paradejar en ellos la semilla. Lo acabo de expresar: Ellos ueron mis hombres!Eleg a los humildes; ya entonces haba alcanzado a comprender que sola-mente los humildes podan salvar a los humildes.

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    nada que no pueda alcanzarse con nuestras inmensas posibilidades y coneste pueblo maravilloso al que con orgullo per tenecemos.

    No ignoramos que la violencia nos llega tambin desde uera de nuestrasronteras, por la va de un calculado sabotaje a nuestra irrevocable decisinde liberarnos de todo asomo de colonialismo.

    Agentes del desorden son los que pretenden impedir la consolidacin deun orden impuesto por la revolucin en paz que propugnamos y aceptamosla mayora de los argentinos.

    Agentes del caos son los que tratan, intilmente, de omentar la violenciacomo alternativa a nuestro irrevocable propsito de alcanzar en paz el desa-rrollo propio y la integracin latinoamericana, nicas metas para evitar queel ao 2000 nos encuentre sometidos a cualquier imperialismo.

    Superaremos tambin esta violencia, sea cual uere su origen. Superare-mos la subversin. Aislaremos a los violentos y a los inadaptados. Los com-batiremos con nuestras uerzas y los derrotaremos dentro de la Constitucin

    y la Ley. Ninguna victoria que no sea tambin poltica es vlida en este rente.Y la lograremos. Tenemos no slo una doctrina y una e, sino una decisinque nada ni nadie har que cambie.

    Tenemos, tambin, la razn y los medios de hacerla triunar. Triunare-mos, pero no en el limitado campo de una victoria material contra la subver-sin y sus agentes, sino en el de la consolidacin de los procesos undamenta-les que nos conducen a la Liberacin Nacional y Social del Pueblo Argentino,que sentimos como captulo undamental de la liberacin nacional y socialde los pueblos del continente.

    Las uerzas del orden pero del orden nuevo, del orden revolucionario,del orden del cambio en proundidad han de imponerse sobre las uerzasdel desorden entre las que se incluyen, por cierto, las del viejo orden de laexplotacin de las naciones por el imperialismo, y la explotacin de los hom-

    bres por quienes son sus hermanos y debieran comportarse como tales.Todo esto y todos tenemos conciencia de ello se encuentra en marcha.

    Cada da que pasa nos acerca a las metas sealadas.Ha comenzado de este modo el tiempo en que para un argentino no hay

    nada mejor que otro argentino. Esto solo es ya revolucin de suciente tras-cendencia como para agradecer a Dios que nos haya permitido vivir paradisrutarlo.

    Estamos terminando con la improvisacin, porque no slo el pas lo exi-ge, sino que el mundo no admite otra alternativa.

    Recuerdo que, cuando me despeda de la Secretara de Trabajo y Previ-sin el 10 de octubre de 1945, entregu a ellos todos mis ideales, dicindolesms o menos, estas mismas palabras:

    No se vence con v iolencia: se vence con inteligencia y organizacin; lasconquistas alcanzadas sern inamovibles y seguirn su curso; necesitamosseguir estructurando nuestras organizaciones y hacerlas tan poderosas queen el uturo sean invencibles; el uturo ser nuestro.

    Antiguas palabras stas, pero conservan an toda su vigencia. Regresanhoy a esta alta tribuna para sealar el curso de nuestro irreversible procesorevolucionario y de una vocacin nacional de grandeza, que no se puedetorcer ni desvirtuar.

    Vivimos tiempos tumultuosos y excitantes. Lo que antes apareciera comosimple hiptesis y, generalmente, como teora negada o discutida, es hoy unarealidad universal que est determinando el curso de la historia.

    La masas del Tercer Mundo se han puesto de pie y las naciones y puebloshasta ahora postergados pasan a un primer plano. La hora de los localismoscede el lugar a la necesidad de continentalizarnos y de marchar hacia la uni-dad planetaria.

    Felizmente, este tiempo que nos toca vivir y dentro del que somos pro-tagonistas inevitables, nos encuentra a los argentinos unidos como en laspocas ms ecundas de nuestra historia.

    Es un verdadero milagro el que podamos ahora dialogar y discrepar en-tre nosotros, pensar de dierente manera y estimar como vlidas distintassoluciones, habiendo llegado a la conclusin de que por encima de los des-encuentros, nos pertenece por igual la suerte de la Patria, en la que est con-tenida la suerte de cada uno de nosotros, en su presente porvenir.

    Nuestra Argentina est pacicada, aunque todava no vivimos total-mente en paz. Heredamos del pasado un vendaval de confictos y de en-

    rentamientos.Hubo y hay todava sangre entre nosotros; reconocemos esta herencia

    inmediata a que me he reerido, y extraemos de ella la conclusin de su ne-gatividad. Pero no podemos ignorar que el mundo padece de violencia, nocomo episodio sino como enmeno que caracteriza a toda esta poca. Quecaracteriza, dira, a toda poca de cambio revolucionario y de reacomoda-mientos, en que un perodo de la historia concluye para abr ir paso a otro.

    Nosotros hemos encarado la Reconstruccin Nacional. Entre sus ms im-portantes objetivos est el de reconstruir nuestra paz. Lo lograremos. No hay

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    Se percibe ya con rmeza que la sociedad mundial se orienta hacia unUniversalismo que, a pocas dcadas del presente, nos puede conducir a or-mas integradas, tanto en el orden econmico como en el poltico.

    La integracin social del hombre en la tierra ser un proceso paralelo,para lo cual es necesaria una rme y eectiva unin de todos los trabajadoresdel mundo, dada por el hecho de serlo y por lo que ellos representan en lavida de los pueblos.

    La integracin econmica podr realizarse cuando los imperialismos to-men debida conciencia de que han entrado en una nueva etapa de su ac-cionar histrico, y que servirn mejor al mundo en su conjunto y a ellosmismos, en la medida en que contribuyan a concebir y accionar a la sociedadmundial como un sistema, cuyo nico objetivo resida en lograr la realizacindel hombre en plenitud, dentro de esa sociedad mundial.

    La integracin poltica brindar el margen de seguridad necesario para elcumplimiento de las metas sociales, econmicas, cientco-tecnolgicas y demedio ambiente, al servicio de la sociedad mundial.

    El itinerario es inexorable y tenemos que prepararnos para recorrerlo. Yaunque ello parezca contradictorio, tal evento nos exige desarrollar desde

    ya un proundo nacionalismo cultural como nica manera de orticar elser nacional, para preservarlo con individualidad propia en las etapas quese avecinan.

    El mundo en su conjunto no podr constituir un sistema, sin que a suvez estn integrados los pases en procesos paralelos. Mientras se realice elproceso universalista, existen dos nicas alternativas para nuestros pases:neocolonialismo o liberacin.

    La pertinacia en levantar ronteras ideolgicas no hace sino demorar elproceso y aumentar el costo de construccin de la sociedad mundial.

    Para construir la sociedad mundial, la etapa del continentalismo congu-

    ra una transicin necesaria. Los pases han de unirse progresivamente sobrela base de la vecindad geogrca y sin imperialismos locales y pequeos. Estaes la concepcin de la Argentina para Latinoamrica: justa, abierta, generosa,

    y sobre todas las cosas, sincera.A niveles nacionales, nadie puede realizarse en un pas que no se realiza.

    De la misma manera, a nivel continental, ningn pas podr realizarse en uncontinente que no se realice.

    Queremos trabajar juntos para ediicar Latinoamrica dentro del con-cepto de comunidad organizada. Su triuno ser el nuestro. Hemos de

    contribuir al proceso con toda la visin, la perseverancia y el tesn quehagan alta.

    Slo queremos caminar al ritmo del ms rpido. Y teniendo en cuentaque no todos han de pensar de la misma manera, respetuosos de sus decisio-nes, habremos de unirnos resueltamente con quienes quieran seguir nuestropropio ritmo.

    Latinoamrica es de los latinoamericanos. Tenemos una historia tras denosotros. La historia del uturo no nos perdonara el haber dejado de sereles a ella.

    Paralelamente, nos uniremos a la accin de los pases del Tercer Mundo,con los cuales ya estamos unidos en la idea.

    Nuestra tarea comn es la liberacin. Liberacin tiene muchos sig-niicados: En lo poltico, congurar una nacin sustancial, con capacidad su-

    ciente de decisin nacional, y no una nacin en apariencia que conservalos atributos ormales del poder, pero no su esencia.

    En lo econmico, hemos de producir bsicamente segn las necesidadesdel pueblo y de la Nacin, y teniendo tambin en cuenta las necesidadesde nuestros hermanos de Latinoamrica y del mundo en su conjunto.Y, a partir de un sistema econmico que hoy produce segn el bene-cio, hemos de armonizar ambos elementos para preservar recursos,lograr una real justicia distributiva, y mantener siempre viva la llama dela creatividad.

    En lo socio-cultural, queremos una comunidad que tome lo mejor delmundo del espritu, del mundo de las ideas y del mundo de los sentidos,

    y que agregue a ello todo lo que nos es propio, autctono, para desarro-llar un proundo nacionalismo cultural, como antes expres. Tal ser lanica orma de preservar nuestra identidad y nuestra auto-identica-

    cin. Argentina, como cultura, tiene una sola manera de identicarse:Argentina. Y para la ase continentalista en la que vivimos y univer-salista hacia la cual vamos, abierta nuestra cultura a la comunicacincon todas las culturas del mundo, tenemos que recordar siempre queArgentina es el hogar.

    La lucha por la liberacin es, en gran medida, lucha tambin por losrecursos y la preservacin ecolgica, y en ella estamos empeados. Lospueblos del Tercer Mundo albergan las grandes reservas de materiasprimas, particularmente las agotables. Pas la poca en que podan to-

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    marse riquezas por la uerza, con el argumento de la lucha poltica entrepases o entre ideologas.Tenemos que trabajar para hacer tambin del Tercer Mundo una comu-nidad organizada. Esta es la hora de los pueblos y concebimos que, enella, debe concretarse la unin de la humanidad.

    En lo cientico-tecnolgico, se reconoce el ncleo del problema dela liberacin. Sin base cientico-tecnolgica propia y suiciente, laliberacin se hace tambin imposible. La liberacin del mundo endesarrollo exige que este conocimiento sea libremente internaciona-lizado sin ningn costo para l. Hemos de luchar por conseguirlo; ytenemos para esta lucha que recordar las esencias: todo conocimien-to viene de Dios.

    Finalmente, la liberacin exige una correcta base institucional, tanto anivel mundial como en los pases individualmente.

    La organizacin institucional tendr que ser establecida una vez clari-cado: qu se quiere, cmo ha de lograrse lo que se quiere, y quin ha de serresponsable por cada cosa.

    Venimos haciendo en el pas una revolucin en paz para organizar a lacomunidad y ubicarla en ptimas condiciones a n de arontar el uturo.

    Revolucin en paz signica para nosotros desarmar no slo las manossino los espritus, y sustituir la agresin por la idea, como instrumento delucha poltica.

    Hemos sido consecuentes con este principio. As reunimos a los mxi-mos lderes de los partidos polticos que no integran el Frente Justicialistade Liberacin, en dilogo abierto y espontneo con los ministros del PoderEjecutivo Nacional, y seguiremos hacindolo en adelante.

    La juventud argentina, llamada a tener un papel activo en la conduccinconcreta del uturo, ha sido invitada a organizarse. Estamos ayudndola a

    hacerlo sobre la base de la discusin de ideas, y comenzando por pedir a ca-da grupo juvenil que se dena y que identique cules son los objetivos queconcibe para el pas en su conjunto.

    Este es el inicio. El n es la unin de la juventud argentina sin distincionespartidarias; y el camino es el respeto mutuo y la lucha, ardorosa s, pero porla idea.

    Los trabajadores, columna vertebral del proceso, estn organizndose pa-ra que su participacin trascienda largamente de la discusin de salarios ycondiciones de trabajo.

    El pas necesita que los trabajadores, como grupo social, denan cul esla sociedad a la cual aspiran, de la misma manera que los dems grupos po-lticos y sociales.

    Ello exige capacitacin intensa y requiere tambin que la idea cons-tituya la materia prima que supere a todos los dems instrumentos delucha.

    Los empresarios se han organizado sobre las bases que han hecho posiblesu participacin en el dilogo y el compromiso. De aqu en ms, el Gobiernoha de denir polticamente, actividad por actividad, y comprometer al em-presario en una tarea conjunta, para que su capacidad creativa se integre almximo el inters del pas.

    Para identicar el papel de los intelectuales, hay que comenzar por recor-dar que el pas necesita un modelo de reerencia que contenga, por lo menos,los atributos de la sociedad a la cual aspira, los medios de alcanzarlos, y unadistribucin social de responsabilidades para hacerlo.

    Este proceso de elaboracin nacional tendr que lograrse convergiendotres bases al mismo tiempo: lo que los intelectuales ormulen, lo que el pasquiera y lo que resulte posible realizar.

    A ellos toca organizarse para hacerlo. El intelectual argentino debe parti-cipar en el proceso, cualquiera sea el pas en que se encuentre.

    Las uerzas armadas estn trabajando en el concepto de guerra total y, enconsecuencia, de deensa total. La verdadera tarea nacional es la de la libe-racin, y nuestras Fuerzas Armadas la han asumido en plenitud. La deensase hace as contra el neocolonialismo y, el compromiso de las Fuerzas es conel desarrollo social integrado del pas en su conjunto, realizado con sentidonacional, social y cristiano.

    Hay una cabal coincidencia entre la concepcin de la Iglesia, nuestra vi-sin del mundo y nuestro planteo de justicia social, por cuanto nos basamos

    en una misma tica, en una misma moral, e igual prdica por la paz y el amorentre los hombres.

    En cuanto a la mujer, estamos proundamente satisechos, como manda-tarios y como hombres, de su evolucin en nuestra sociedad. Ms de vein-ticinco aos pasaron desde que la asignacin del derecho de voto emeninotermin con su subordinacin poltica. Nuestras mujeres mostraron desdeentonces que pueden trabajar, elegir y luchar como los varones y preservar, almismo tiempo, los atributos de emineidad y de esposas y madres ejemplarescon que impregnan de aecto nuestra v ida.

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    Estas concepciones, que vienen orticando nuestra accin presente yque constituyen nuestro programa grande para el uturo, conguran el con-tenido bsico del Modelo Argentino que en breve oreceremos a la conside-racin del pas.

    Nuestra Argentina necesita un Proyecto Nacional, perteneciente al pasen su totalidad. Estoy persuadido de que, si nos pusiramos todos a realizareste trabajo y si entonces comparramos nuestro pensamiento, obtendra-mos un gran espacio de coincidencia nacional.

    Otros pases que han elaborado un estilo nacional tuvieron uno de doselementos en su ayuda: o siglos para pensarse a s mismos, o el catalizador dela agresin externa. Nosotros no tenemos ni una ni otra cosa. Por ello, la in-citacin para redactar nuestro propio Modelo tiene que venir simplementede nuestra toma de conciencia.

    Como Presidente de los argentinos propondr un Modelo a la conside-racin del pas, humilde trabajo, ruto de tres dcadas de experiencia en elpensamiento y en la accin. Si de all surgen propuestas que motiven coinci-dencia, su misin estar ms que cumplida.

    El Modelo Argentino precisa la naturaleza de la democracia a la cual as-piramos, concibiendo a nuestra Argentina como una democracia plena de

    justicia social. Y en consecuencia, concibe al Gobierno con la orma repre-sentativa, republicana, ederal y social. Social por su orma de ser, por susobjetivos y por su estilo de uncionamiento.

    Denida as la naturaleza de la democracia a la cual se aspira, hay un solocamino para alcanzarla: gobernar con planifcacin.

    Habremos tambin de proponer al pas una reorma de la ConstitucinNacional. Para ello estamos ya trabajando desde dos vertientes: por un lado,recogiendo las opiniones del pas; y por el otro, identicando las solicitacio-nes del Modelo Argentino.

    Quiero inalmente reerirme a la participacin dentro de nuestra de-mocracia plena de justicia social. EL ciudadano como tal se expresa atravs de los partidos polticos, cuyo eiciente uncionamiento ha dadoa este recinto su capacidad de elaborar historia. Pero tambin el hombrese expresa a travs de su condicin de trabajador, intelectual, empresa-rio, militar, sacerdote, etc. Como tal, tiene que participar en o tro tipo derecinto: el Consejo para el Proyecto Nacional que habremos de crearenocando su tarea slo hacia esa gran obra en la que todo el pas tieneque empearse.

    Ningn partcipe de este Consejo ha de ser un emisario que vaya a expo-ner la posicin del Poder Ejecutivo o de cualquier otra autoridad que no seael grupo social al que represente.

    Queremos, adems, concretar nuestro pensamiento acerca de la orma decongurar las concepciones de cada grupo social y tambin de cada grupo po-ltico. Concebimos que los criterios ormalizados en bases, plataormas u otroscuerpos escritos que expresen el pensamiento de partidos polticos y grupossociales, no pueden ser otra cosa que su versin de Proyecto Nacional.

    Esclarezcamos nuestras discrepancias y, para hacerlo, no transportemosal dilogo social institucionalizado nuestras propias conusiones. Limpiemospor dentro nuestras ideas, primero, para construir el dilogo social despus.

    Estas son, seores Legisladores, las pr incipales refexiones que, como Pre-sidente de todos los Argentinos, me he sentido en el deber de traer hoy avuestra alta consideracin.

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    introDuccin

    A mis compatriotas:

    Treinta aos de lucha pblica por el pas, en el pensamiento, la accin y larefexin, me han suscitado la conviccin de que nuestra Argentina necesitadenir y escribir un Proyecto Nacional. Este Proyecto tiene que ser verdade-ramente nacional; vale decir, realizado por el pas.

    En consecuencia, todos los sectores polticos y sociales y todos los ciuda-danos, tienen el deber cvico y moral de aportar su idea.

    Para cumplir con este deber, hoy entrego al pas este trabajo al que de-nomino Modelo Argentino. Estn aqu sistematizados los pensamientosde una vida de servicio, en la orma ms sencilla en que ellos pueden ore-cerse al Pueblo.

    Las inevitables imperecciones de la obra humana que este Modelo Argen-tino signique, me han sugerido tambin la necesidad de considerarlo comouna propuesta de lineamientos generales, antes que de soluciones denitivas.

    Su discusin esclarecedora por parte de todos los grupos representativosde nuestra comunidad, posibilitar establecer el camino ms acertado paraalcanzar los propios objetivos nacionales. Ello contribuir, a su vez, a pro-undizar este Modelo para que de l surja lo que deber ser nuestro ProyectoNacional.

    El Modelo Argentino se constituir tambin en un importante elemen-to de juicio a ser considerado en la Reorma de nuestra Constitucin Na-

    cional, toda vez que su contenido refejar el sentir de la inmensa mayorade los argentinos.Invito a todos a participar de la doble empresa: analizar este Modelo Ar-

    gentino y elaborar su propia expresin de nuestro Proyecto Nacional.Hasta aqu el aporte del ciudadano. El del gobernante ser crear el Conse-

    jo para el Proyecto Nacional, a n de que la par ticipacin del ciudadano, delos grupos sociales y partidos polticos, tenga un cauce institucionalizado pa-ra posibilitar que toda idea til se aproveche y preservar permanentementeel Modelo, ajustndolo a la realidad de un mundo en constante evolucin.

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    El Pueblo, uente de permanente creacin y autopereccionamiento, es-taba preparado hace tres dcadas para conormar una ideologa nacional,social y cristiana.

    Sin embargo, no uimos comprendidos cuando, respondiendo a esa par-ticular exigencia histrica, propugnamos la justicia social como inmanenteal ser nacional, a pesar de que la justicia social est en la base de la doctrinacristiana que surgi en el mundo hace dos mil aos.

    Al calor de intereses polticos y econmicos se originaron numerososequvocos como la identicacin de la democracia con el liberalismo, y aello se deben conusiones ideolgicas que, en su momento, conguraron elmarco necesario para el mantenimiento de intereses imperialistas.

    Con todo, esa ideologa intrnsecamente argentina, y la consecuente doc-trina, crecieron en la conciencia del Pueblo. El Modelo Argentino no quiereser otra cosa que la expresin representativa y la sntesis prospectiva de unaideologa y una doctrina nacionales.

    La creacin ha nacido del Pueblo y el ciudadano que orece hoy el pre-sente conjunto de ideas, valores y objetivos concretados bajo el nombre deModelo Argentino, tal vez no tenga otra virtud que la de haber querido ointerpretado la voluntad de ese Pueblo.

    Por eso, este Modelo no es una construccin intelectual surgida de mi-noras, sino una sistematizacin orgnica de ideas bsicas desarrolladas a lolargo de treinta aos. Ahora es posible orecer este Modelo al pas, despusde que la representacin popular ha sido reimplantada.

    Si el Modelo Argentino encarna la voluntad de nuestro Pueblo, serautntico. Si es autntico, ser til a la Patria. Y si es til, cumplir su pro-psito histrico.

    2. El Modelo Argentino y el Justicialismo

    El Justicialismo es el resultado de un conjunto de ideas y valores que nose postulan: se deducen y se obtienen del ser de nuestro propio Pueblo. Escomo el Pueblo: nacional, social y cristiano.

    Hace muchos aos enunci tales caractersticas del Justicialismo, prcti-camente en estos mismos trminos, y arm su sentido al expresar que elJusticialismo es una losoa de la vida, simple, prctica, popular, prounda-mente cristiana y proundamente humanista.

    Esta bsqueda de respuestas a las necesidades integrales del pas, que par-ten de una clara ideologa, comenz en la dcada de los aos 40. El 1 de

    mayo de 1948 la posicin ue denominada Justicialismo, abrindose as lasposibilidades de una elaboracin conceptual en la que intervengan manda-tarios, lderes polticos y Pueblo.

    La aparicin y la evolucin de la concepcin Justicialista correspondenal desarrollo histrico natural de nuestras ideas, y es patrimonio de todo elPueblo argentino; en esa medida, el idelogo es slo un intrprete.

    No obstante en nuestro pas todava persisten muchos esclavos de la in-justicia y de la inseguridad. Ni la justicia social ni la libertad recprocamen-te apoyadas son comprensibles en una comunidad integrada por hombresque no se han realizado plenamente en su condicin humana.

    Por eso el Justicialismo quiere para el hombre argentino: Que se realice en sociedad, armonizando los valores espirituales con los mate-

    riales y los derechos del individuo con los derechos de la sociedad; Que haga una tica de su responsabilidad social; Que se desenvuelva en plena libertad en un mbito de justicia social; Que esa justicia social est undada en la ley del corazn y la solidaridad

    del Pueblo, antes que en la ley ra y exterior; Que tal solidaridad sea asumida por todos los argentinos, sobre la base de

    compartir los benecios y los sacricios equitativamente distribuidos; Que comprenda a la Nacin como unidad abierta generosamente con es-

    pritu universalista, pero consciente de su propia identidad.He dicho una vez que la comunidad a la que aspiramos es aquella donde

    la libertad, la justicia y la responsabilidad son undamentos de una alegra deser, basada en la certeza de la propia dignidad. En tal comunidad el indivi-duo posee realmente algo que orecer e integrar el bien general, y no slo supresencia muda y temerosa.

    Nosotros creemos en la comunidad, pero en la base de esa conviccin se con-serva un proundo respeto por la individualidad y su raz es una suprema e en el

    tesoro que el hombre representa, por el solo hecho de su existencia.Cuando en la Segunda Guerra Mundial las dos potencias ideolgicas

    opuestas se unieron para terminar con un tercer grupo de pases en discordiacon el orden imperante, Argentina no se someti.

    Nuestra rebelin ue entonces como sigue siendo ahora, una cuestin depersonalidad y de dignidad nacional.

    Para no someterse, haba que crear una respuesta dierente, propia, ar-gentina. Esa respuesta ue el Justicialismo. Pero como un Modelo que aspi-re a servir seriamente al pas, slo puede orecerse despus de un perodo

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    histrico de prueba, hubo que esperar tres dcadas para poder elaborar laexpresin, ya ms ormalizada, de una ideologa, a n de entregarla ahora ala uerza creativa de nuestra nacionalidad.

    II. Objetivos del Modelo Argentino1. Un mbito de coincidencia nacional

    El primer objetivo del Modelo Argentino consiste en orecer un ampliombito de coincidencia para que de una vez por todas los argentinos clau-suremos la discusin acerca de aquellos aspectos sobre los cuales ya debera-mos estar de acuerdo.

    Es imprescindible que mis conciudadanos comprendan que la presencia cen-tral del Justicialismo en un Modelo que deseo para todos los argentinos, sin exclu-siones de sectores, no responde al intento de orzar una indebida generalizacinde principios meramente partidarios. Si acudo a la respuesta justicialista no es porsectarismo o personalismo; estoy lejos de una actitud semejante.

    La undamentacin justicialista no se incorpora por refejar un sectorparcial de opinin ideolgico-poltica, sino por razones de ndole totalmen-te dierente.

    En primer lugar, porque encarna principios permanentes emanados de laesencia misma del hombre. En segunda instancia, porque el Pueblo ha im-pregnado al Justicialismo de las constantes bsicas de nuestra nacionalidad.Por ltimo, como Tercera Posicin, porque dene una histr ica determina-cin de autonoma e identidad nacional. Sin tales principios y constantes, sinesa identidad, no hay posibilidad de conormar un Modelo en el cual cadaargentino que ama a su Patria se reconozca.

    Estos motivos me alientan en la aspiracin de obtener la coincidencianecesaria para trazar una poltica nacional.

    La grandeza del pas y la elicidad del Pueblo argentino son dos objetivos

    esenciales que, a mi juicio, deben guiar nuestro pensamiento y accin.Partiendo de esa premisa podemos empezar a construir. Slo necesita-

    mos unanimidad conceptual para hacer lo que la mayora decida. Por eso,las grandes lneas de coincidencia nicamente pueden nacer del Pueblo,maniestndose en sus representantes a travs de organizaciones de paccaconvivencia republicana.

    Si se quiere salvaguardar la Nacin que hemos recibido y seguir adelanteen el proceso de preservarla y depurarla, o se usa la poltica de la uerza, obien se elabora la uerza necesaria para respaldar una poltica.

    Una Argentina en la que imperen la elicidad y la grandeza admite ni-camente la segunda alternativa. Necesitamos pues, crear la uerza requeridapara sustentar una poltica nacional.

    Es sta la hora de su realizacin. Tengamos en cuenta el ejemplo que nosmuestra el mundo; en el que est ganando terreno la idea de que el bienestar delos Pueblos se halla por encima de las concepciones polticas dogmticas. Estoorigina un campo de mutuo respeto, que parece nutrirse en bases de civiliza-cin, de comprensin y de tolerancia hacia las ideas de los dems.

    No tengo dudas que ste es un momento crucial de nuestra Patria; oproundizamos las coincidencias para emprender la ormidable empresa declaricar y edicar una gran Nacin, o continuamos paralizados en una ab-surda intolerancia que nos conducir a una denitiva rustracin.

    2. La futura comunidad argentinaEl segundo de los objetivos radica en concretar el mbito de consenso,

    congurando los caracteres que los argentinos anhelamos para nuestra co-munidad utura.

    Todo pas se enrenta, en algn momento de su historia, con la obligacinde denir no slo principios, valores y conductas generales, sino tambincaracteres que perlen y recorten su nacionalidad. Corresponde a un Mo-delo la estructuracin de esas propiedades que no hacen ms que traducir laidiosincrasia del Pueblo.

    La carencia de un Modelo de reerencia ha causado, en nuestro pas, gra-ves eectos sociales, econmicos y, particularmente, polticos. Ha llegado elmomento de tomar conciencia de que en la Argentina nadie tiene el derechode esperar que la sociedad madure por s sola.

    Los argentinos intuimos ya que no es posible insistir en nuestras va-cilaciones: la historia reclama de nosotros la consolidacin de una iso-

    noma nacional.Para ello, corresponde al Modelo Argentino rearmar la orma socio-po-

    ltica que satisaga a todo el pas.Estoy convencido de que slo la comunidad argentina puede proporcio-

    nar el juicio denitivo sobre las cualidades que para ella se anhelan ver rea-lizadas. Es mi deseo que todos mis conciudadanos consideren este Modelocomo una propuesta inicial; ya las generaciones que nos siguen, a travs deun dilogo ranco en el que participen todos los entes representativos de lacomunidad, han de asumir la patr itica misin de pereccionarlo.

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    Alguna vez prediqu la armona como categora undamental de la exis-tencia humana; sigo creyendo en ella como condicin inalienable para laconguracin de la Argentina que todos anhelamos. Esa bsica consonanciaexcluye la violencia e implica comprender que el nico camino para la cons-truccin rtil es par tir de ideas, valores y principios, cuya prctica concretano cercene el cauce de la paz. Esto no distorsiona en absoluto la vocacinde cambio del Justicialismo, concretado en este Modelo Argentino: ya hearmado que la doctrina es revolucionaria en su concepcin, pero paccaen su realizacin.

    No puede persistir duda alguna acerca de los caracteres buscados: se tratade una democracia social que, como se ver ms adelante, ser una estructu-ra poltico-social absolutamente coherente con los principios esenciales dela Comunidad Organizada.

    Cuando utilizo la palabra social, estoy pensando en una democrac iaen la que cada integrante de la comunidad pueda realizarse con la nicacondicin de poseer idoneidad y condiciones morales indispensables pa-ra aquello a que aspir a. En este sentido, la orma de gobierno que sirve ala democracia social resulta ser Representativa, Republicana, Federal ySocial.

    Todo lo que acabo de expresar no es ms que otra orma de decir queseguimos deseando ervorosamente una Argentina socialmente justa, econ-micamente libre y polticamente soberana.

    Se conecta estrechamente con lo expuesto el hecho de que el Modelo de-ne asimismo una clara dimensin tica, que no es otra cosa que un llamadoa la autonoma de la conciencia moral. Hace aos sostuve que el vertiginosoprogreso material de nuestro tiempo lanz al hombre uera de s mismo sinproporcionarle paralelamente una plena conciencia de su personalidad.

    Por eso, en el camino de la consolidacin de la comunidad argentina,

    desempea un papel primordial la propuesta de un esquema de valoresmorales y espirituales, que conera al Pueblo la templanza que el uturo dela Nacin requiere.

    Resultar necesario precisar el nivel de nuestras aspiraciones respecto dela utura sociedad argentina; slo as se estar en condiciones de claricar laconcepcin estratgica que deberemos adoptar para hacer realidad lo quetodo hombre de bien, nacido en esta Patria, espera: una Argentina ntegra,cabalmente duea de su insobornable identidad nacional.

    3. Orientacin para las distintas reasLos objetivos anteriormente delineados asocian al Modelo Argentino con

    valores, principios y caracteres tanto de estructura permanente y universal,como de perles intrnsecamente nacionales.

    Si all nalizara nuestro propsito, no iramos ms all de un lineamientoterico y normativo de carcter general, que no contemplara la crecientecomplejidad de una comunidad orgnicamente constituida. Quiere decirque tal conjunto de verdades adquiere una sonoma especca y dierenteen los distintos mbitos de la vida nacional, as como una proyeccin igual-mente especca.

    Con la mirada orientada en el uturo, es necesario identicar cul es lamedida en que cada una las reas de la sociedad argentina puede participardel Modelo, as como denir de qu orma aquellos pr incipios, valores y ca-racteres cobran una dimensin particular, aunque interrelacionada, en cadambito del quehacer nacional.

    Para que cada ciudadano se reconozca en el Modelo, es imprescindibleque ste no naurague en abstracciones, sino que aquello que dene y propo-ne cobre realidad en cada una de las reas de la comunidad, pues es a travsde su rea de competencia que el ciudadano se inserta en su Patria y la sientecomo propia.

    Tengo la conviccin de que la transormacin de la comunidad argentinaslo podr lograrse mediante una adecuada conjuncin de resultados e-cientes en todos los campos del quehacer nacional.

    4. Gua programtica y poltico-administrativaA la luz de este objetivo, el Modelo Argentino debe conormar un sustrato

    programtico superior, orientativo de la conduccin.Creo que no podemos detenernos en discutir si es ms aconsejable la

    programacin que el desarrollo espontneo, porque la segunda alternativaimplica dejar a la sociedad librada a sus propias uerzas y convertirla as enterreno rtil para distorsiones neocolonialistas.

    Al hacer reerencia a la conduccin debe tomarse en cuenta que en laconduccin gubernamental hay dos componentes bsicos: la conduccinpoltica y el gobierno poltico-administrativo.

    La conduccin poltica es una materia indelegable de quien ejerza la Pri-mera Magistratura, pues da sustento a la capacidad de hacer en lo poltico-administrativo.

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    Lo poltico-administrativo corresponde a las decisiones y acciones que seadopten a travs de los mecanismos corrientes del gobierno.

    Las condiciones objetivas que hacen a la conduccin superior, implicanque nadie puede gobernar sin el apoyo del Pueblo, ni en Argentina ni enningn otro pas. Signica tambin que el Proyecto nal es del Pueblo y node determinados gobiernos, ni de minoras intelectuales.

    El Modelo Argentino quiere servir a estos dos mbitos de conduccinsuperior, en estrecha conexin con una orientacin programtica lcida yprecisa.

    5. La liberacin y la integracinArm anteriormente que la importacin de ideologas alimenta un vicio

    de origen.Detengmonos en este problema. Si una ideologa no resulta naturalmen-

    te del proceso histrico de un Pueblo, mal puede pretender que ese Pueblola admita como representativa de su destino. ste es el primer motivo por elcual nuestro Modelo no puede optar ni por el capitalismo liberal ni por elcomunismo.

    Pero es evidente que la cuestin, como lo he repetido en numerosas opor-tunidades, no se reduce a la eleccin o conguracin de una ideologa y unadoctrina que perlen la identidad de nuestro Pueblo, porque tal identidad sediluye sin una rme decisin de autonoma nacional.

    El rechazo de las posibilidades extremas que nos br indan el capitalismo yel comunismo, no slo se undamenta en la desconexin de aqullos con laestructura ntima de nuestra nacionalidad, sino tambin en el hecho de quesu adopcin implica servir automticamente al neocolonialismo, sea cualuere su signo doctrinario.

    Optar por un Modelo Argentino equidistante de las viejas ideologas es, con-

    secuentemente, decidirse por la liberacin. Por ms coherencia que exhiba unmodelo, no ser argentino si no se inserta en el camino de la liberacin.

    Me parece innecesario insistir en un hecho ev idente: no estamos solos enesta lucha, aunque cada pueblo debe dar, rente a la historia, la respuesta queemana de su esencia.

    Es por eso que la progresiva transormacin de nuestra Patria para lo-grar la liberacin debe, paralelamente, preparar al pas para participar dedos procesos que ya se perlan con un vigor incontenible: la integracincontinental y la integracin universalista.

    Si aislramos nuestra respuesta, la comunidad por la que luchamos que-dara a espaldas de un destino superior que espera a todos los hombres queen el mundo comparten ideales de Justicia y Verdad.

    III. Antecedentes histrico-polticos que conducen al ModeloArgentino1. Las enseanzas del proceso histrico mundial

    De dos uentes proviene el crecimiento econmico de los pases ms avanza-dos. Por un lado, de sus propios recursos tecnolgicos y acumulacin de capital.Por el otro, del acceso a las riquezas y el trabajo de los pases colonizados.

    El traspaso de las riquezas de estos ltimos pases a las grandes potenciasse eectu de muy diversas ormas. De acuerdo con las circunstancias, se uti-liz desde el procedimiento de la apropiacin sica hasta el de la remesa debenecios para las inversiones imperiales, pasando por las etapas interme-dias de ambos extremos.

    De esa manera, muchos pases colonizados expandieron su producto,pero no su ingreso. As se mostr un aparente progreso que, en realidad,encubra su miseria.

    Para mantener este sistema se necesit de la dominacin poltica. El armaempleada para ello se adecu tambin a las circunstancias.

    Fue as como se acudi al empleo de las uerzas militares, en intervencio-nes directas o indirectas; al copamiento de gobiernos o de sectores claves delpas; a la complicidad de los grupos dirigentes; a la accin sutil de las organi-zaciones que sirven a intereses supranacionales; a los emprstitos, que bajola orma de ayudas atan cada vez ms a los pases dependientes. Es decir,se recurri a cuanto procedimiento uera til para los nes de dominacinperseguidos.

    sta ha sido una evolucin particularmente notable del sistema impe-

    rialista durante casi todo el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. En sutranscurso, las espaldas de los trabajadores de los pueblos sometidos tantodel mundo oriental como del occidental han sobrellevado, en buena medi-da, la carga del progreso de las metrpolis imperialistas.

    Pero la situacin internacional est suriendo proundas conmociones:los pueblos comienzan a despertar, y eso es causa de que los pases depen-dientes se vean obligados a tomar partido rente a dos elecciones: Por un lado, elegir entre neocolonialismo y liberacin. Para nosotros la

    eleccin resulta obvia, y cuando dijimos que haba que construir el Tercer

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    Mundo no hicimos otra cosa que dar un nombre y un sentido al caminode liberacin elegido.

    Por el otro, se presenta la eleccin entre capitalismo y comunismo comoopciones inevitables. Nosotros percibimos el error de considerar comonicas alternativas, a dos posiciones extremas que han servido para la do-minacin. As surgi la Tercera Posicin.

    Venimos sosteniendo estos conceptos desde hace tres dcadas. Con-secuente con ellos, Argentina inici un proceso de cooperacin latinoa-mericana para lograr la liberacin. Ya la idea de Comunidad Latinoame-ricana estaba en San Martn y Bolvar; ellos sembraron las grandes ideas

    y nosotros hemos perdido un siglo y medio vacilando en llevarlas a laprctica.

    Ahora, para corregir el rumbo que equivocadamente tomamos, debemosproundizar, entre otros lazos de unin, la lnea de los tratados de comple-mentacin econmica, que como el rmado en Santiago de Chile, hace vein-ticinco aos, entre este pas y la Argentina, estn abiertos a la adhesin de losdems pases del rea con la nalidad de alcanzar una integracin econmi-ca sudamericana.

    Este proceso arroja algunas enseanzas que es conveniente no desapro-vechar en una accin utura. Podemos sintetizar tales enseanzas en las si-guientes consideraciones:

    UninLatinoamericana.Cada pas participa de un contexto internacionalal que no puede sustraerse. Las infuencias recprocas son tan signicativasque reducen las posibilidades de xito en acciones aisladas.

    Por ello, la Comunidad Latinoamericana debe retomar la creacin de supropia historia, tal como lo vislumbr la clarividencia de nuestros liberta-dores, en lugar de seguir por la historia que quieren crearle los mercaderesinternos y externos.

    Lo repito una vez ms: El ao 2000 nos encontrar unidos o domina-dos. Nuestra respuesta, contra la poltica de dividir para reinar, debe ser lade construir la poltica de unirnos para liberarnos.

    ReaccinImperialista. Tenemos que admitir como lgica la accin de losimperialismos en procura de evitar que la unin de nuestros pases se realice,

    ya que ello es opuesto a su inters econmico y poltico.En consecuencia, debemos admitir que la lucha es necesaria. Pero noso-

    tros tambin aprendimos a reducir el costo social de la lucha, porque lucha-mos por la idea y a travs de ella.

    VerdadyJusticia. Puede discutirse mucho acerca de si existe o no de-terminismo histrico. Pero yo tengo, al menos, la certeza de que existeuna constante en el hecho de que el hombre tiene sed de verdad y justicia,

    y de que cualquier solucin de uturo no podr apartarse del camino quelas satisaga.

    TrabajarconlosPueblos.Para tener xito en esta empresa, lo esencial resideen trabajar con los pueblos, y no simplemente con los gobiernos; porque lospueblos estn encaminados a una tarea permanente, y los gobiernos muchasveces a una administracin circunstancial de la coyuntura histrica.

    Findelasoligarquasyburguesas . La historia muestra tambin que estterminando en el mundo el reinado de las oligarquas y las burguesas, yque comienza el gobierno de los pueblos. Con ello, el demoliberalismo y suconsecuencia, el capitalismo, estn cerrando su ciclo. El uturo realmente espatrimonio de los pueblos.

    Labrechatecnolgica. Las dierencias que nos separan de las grandes po-tencias han sido ahondadas por la brecha tecnolgica.

    Debemos, entonces, desarrollar tecnologa. Pero ello exige una mnimadimensin econmica que slo pocos pases del Tercer Mundo pueden ela-borar sobre la base del esuerzo nacional. Adems, tampoco podrn abarcarla totalidad de la gama tecnolgica.

    sta es otra de las causas que exigen la unin de los pases que quierenliberarse.

    Falsasvirtudesdelosextremos . Hemos aprendido tambin que occidentaly cristiano, occidental y libre, capitalista y creativo, comunista e igualita-rio, son muchas veces, asociaciones declamatorias.

    Sabemos que las alsas virtudes de un extremo ertilizan la potencia delotro extremo, y que no debemos seguir admitiendo que la tarea se reducea enrentar a los dos modelos extremos. Es sta otra razn que justica la

    creacin de nuestro modelo propio.Acercamientodelosextremos. Los extremos se tocan cada vez ms. En

    eecto, mientras en las economas capitalistas es creciente el grado de in-tervencin del Estado y el contenido de sujecin de la libertad individuala ormas programadas superiores, por el otro lado, en algunas economascolectivistas se introduce el benecio como motor de incitacin para incre-mentar la eciencia.

    Lacruelrealidaddelosimperialismos. Cuando se expresaba, hace algunosaos, que el imperialismo no perdona, se estaba tambin armando que nin-

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    gn imperialismo perdona. La experiencia de la dcada del sesenta ha sido su-cientemente dura en estos aspectos, y el mundo aprendi mucho de ella.

    Las invasiones militares a que los imperialismos recurrieron en los ltimosquince aos, a contratiempo de la historia, han sido un poderoso actor para queel Tercer Mundo asuma la necesidad de su autodeensa.

    Adems, esto evidencia la creacin de un derecho no escrito, en el planomundial, que ortica los principios de autodeterminacin y de no intervencinde los pueblos. Ello tendr, tarde o temprano, que encontrar el eco adecuado enlas Naciones Unidas para que stas adquieran un eectivo poder de arbitraje.

    Autodestruccindelosimperios.Las coaliciones imperialistas no impidenque se cumpla una constante histrica: los imperios se autodestruyen. Ya es-tn a la vista algunos signos de una seria prdida de la capacidad hegemnicaen los imperialismos hasta ayer dominantes.

    Complicidaddesectoresinternos.Surge, tambin, una experiencia impor-tante para nuestros pases: hay sectores internos cuyos objetivos coincidencon los de los imperialismos. Obviamente, la capacidad de decisin de estossectores debe ser debilitada o anulada.

    ImperialismoyTercerMundo.La dinmica mundial no obedece slo a losdesignios de los poderosos. Ahora responde a una articulacin que encuen-tra imperialismos, por un lado, y Tercer Mundo, por otro.

    Repito en este aspecto: las ideologas van siendo superadas por las necesi-dades de la lucha por la liberacin.

    Eltipodedemocracia.No siempre los pases han denido con exactitud lademocracia que desean, ni han calicado la democracia en la cual viven. He-mos aprendido que ocultar el tipo de democracia que se quiere, constituye lamejor manera de preservar el tipo de democracia que quieren los dems.

    Elegosmoylasociedadcompetitiva.En el transcurso del tiempo, hemosvenido progresando de manera gigantesca en el orden material y cientco,

    pero veinte siglos de cristianismo parecen no haber logrado, sucientemen-te, hasta ahora, la superacin del egosmo como actor motriz del desarrollode los pueblos. La sociedad competitiva es su consecuencia.

    Esto arroja luz sobre el hecho de que la cooperacin y la solidaridad sonelementos bsicos a considerar en el uturo.

    Elmaterialismo.El pragmatismo ha sido el motor del progreso econ-mico. Pero tambin hemos aprendido que una de las concecuencias de esteproceso ha sido la reduccin de la vida interior del hombre, persuadindolode pasar de un idealismo riguroso a un materialismo utilitario.

    El mundo debe salir de una etapa egosta y pensar ms en las necesidadesy esperanzas de la comunidad. Lo que importa hoy es persistir en ese princi-pio de justicia, para recuperar el sentido de la vida y devolver al hombre suvalor absoluto.

    Necesidaddeunatica.La historia nos indica que es imprescindible promoverla tica individual primero, desarrollar despus la consecuente conducta social ydesprender nalmente de ellas la conducta econmica. La libertad se instala en lospueblos que poseen una tica y es ocasional donde esa tica alta.

    PensamientoyAccin.No puede haber divorcio alguno entre el pensamientoy la accin, mientras la sociedad y el hombre se enrenten con la actual crisis devalores, acaso una de las ms proundas de cuantas se hayan registrado. Es po-sible que el pensamiento haya perdido, en los ltimos tiempos, contacto directocon las realidades del devenir histrico. Pero es cierto tambin que ha llegado laHora de los Pueblos y que ella exige un pensamiento en accin.

    ElimperativodelaComunidadOrganizada. Es por esto que las grandesalternativas que presenta la historia a nuestro pas terminan deducindose yno postulndose. Como deduccin de la experiencia que viene de la historiacada da se ahonda ms el imperativo moderno de la Comunidad Organiza-da como punto de partida de toda idea de ormacin y consolidacin de lasnacionalidades.

    TercerMundoyTerceraPosicin.Asimismo, se deduce la consolidacindel Tercer Mundo y la Tercera Posicin como resultantes histricas deni-das. La Tercera Posicin, como unidad conceptual, y el Tercer Mundo, comoentidad poltica.

    SectarismoyLiberacin.Finalmente, la ms importante de las ensean-zas es la revelacin de que los sectarismos no nos conducirn jams a laliberacin. Las dierencias de ideas son positivas en tanto estn abiertas a laconrontacin sincera y honesta en busca de la verdad.

    Encerrarnos en nuestras ideas y procurar imponerlas por el peso de unauerza circunstancial signicara caer en el mismo error por el que han tran-sitado aqullos a quienes hoy enrentamos.

    2. La situacin histrica argentinaSi queremos realizar entre todos un proyecto del pas que anhelamos,

    creo necesario tomar previamente conciencia de nuestra situacin actual.Por ese motivo, har una breve resea de la evolucin histrica argentina enlos dierentes mbitos.

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    A)EnelmbitopolticoEn nuestro pas se han dado dos procesos paralelos, ntimamente inte-

    rrelacionados, que el advenimiento del Gobierno Popular est renandodecididamente: una creciente intervencin externa y una vacilante pol-tica interna.

    La intervencin externa ue cambiando de orma a lo largo del tiempo,consistiendo sus ltimas exteriorizaciones en condicionamientos impuestosa nuestra libertad de decisin.

    Por su parte, la vacilacin poltica interna ue infuida principalmentepor los siguientes actores: Las plataormas polticas no siempre denieron nes conjuntamente con

    los medios para alcanzarlos. Esto trajo como consecuencia que los ciuda-danos carecieran de la inormacin completa para ejercer su derecho alvoto y a la crtica constructiva de los actos de gobierno.

    Se pretendi diluir el poder del Justicialismo, acudiendo a sistemas comoel de la representacin proporcional, estimulando el aumento de los parti-dos polticos y limitando la relevancia de cada uno de ellos.

    La proscripcin se utiliz para contrarrestar la vigencia de los grandes mo-vimientos nacionales.

    La violencia ue ejercida para reprimir las corrientes que luchaban por unproceso transormador.

    El concepto de democracia pocas veces ue especicado con claridad su-ciente para que el Pueblo supiese de qu se trataba.

    El nacionalismo ue declamado al tiempo que se destrua lo autctono y copia-ban apresuradamente moldes extranjeros reidos con nuestra idiosincrasia.

    La participacin externa en las decisiones que aectaban al pas ue crecien-do consciente e inconscientemente.

    Sin embargo, los valores permanentes aforan siempre. En el Pueblo argen-

    tino estaba latente el sentimiento de independencia nacional, que tarde o tem-prano habra de provocar el enrentamiento contra la distorsin del contenidosocial de la democracia y contra la tendencia a la desnacionalizacin progresiva.

    La historia se encarga de ormular una severa advertencia a quienes preten-den debilitar la vigencia de los valores permanentes de un Pueblo. El intento dedesvo no hace sino demorar el progreso de la Nacin, pero no logra impedir esarealizacin que lleva consigo la supresin de cuanto obstculo se le interponga.

    En nuestra Patria, siguiendo el proceso natural de maduracin poltica,ue aumentando la participacin de los ciudadanos en las urnas. Con ello,

    las elecciones han adquirido un signicado de legitimidad distinto al de lalegalidad: hoy la eleccin legalmente realizada, pero con alta abstencin cualquiera sea la orma de tal abstencin es legal, pero no otorga un poderlegtimo. La legitimidad viene del Pueblo en su totalidad y no solamente deaquella parte del Pueblo que acepta reglas del juego que, como la proscrip-cin, restringen la voluntad popular. Voto con proscripcin puede otorgarlegalidad; pero legitimidad nunca.

    Crecieron tambin la sensibilidad y la capacidad poltica al impulso de lamayor participacin del ciudadano.

    Pero esta mayor capacidad de intervencin poltica de la ciudadana, msall de su participacin en las urnas, ue bastante mal usada. Se pusieronrente a ellas los rboles que no dejaron ver el bosque. Se satur el panoramapoltico nacional con cuestiones menores, y el ciudadano no lleg a ormarseuna concepcin general de la problemtica nacional que abarca suciente-mente todos los campos de sus act ividades.

    As, el Pueblo ue comprendiendo que no deba permanecer indierenteante los problemas polticos nacionales y adopt la decisin de ser protago-nista de su historia, rompiendo con los esquemas tradicionales que intenta-ron relegarlo a la simple condicin de espectador.

    El cambio ya no consiste en una abstraccin vaca. El Pueblo todo quie-re conocer el signo, el sentido y el contenido preciso de esa expresin. Es queel Pueblo advierte con claridad que si el cambio no es nacional, no respon-der a sus reales necesidades.

    Finalmente, cabe una refexin relativa al poder de decisin: a lo largo denuestra historia, dicho poder se ha ido conormando, tejindose una red decompromisos polticos que representan a dierentes intereses.

    Tales intereses pueden ser internos o externos. Si las alternativas sonneocolonialismo o liberacin, y si hemos optado por la liberacin, el

    ajuste de ese poder es indispensable para logr ar que responda a nuestrosintereses.

    En lo poltico, liberacin signiica tener una Nacin con suicientecapacidad de decisin propia, en lugar de una Nacin que conserva lasormas exteriores del poder, pero no su esencia. La Nacin no se simula.Existe o no existe.

    En sntesis, el problema actual es eminentemente poltico y sin solucinpara otros sectores en par ticular.

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    B)EnelmbitoeconmicoEl pas ha producido siempre en uncin del benecio, sin disciplinar cabal-

    mente su produccin en uncin de las necesidades esenciales de la poblacin.Es indudable que se perdi tiempo y que los recursos no ueron conve-

    nientemente utilizados.Sin embargo, en la actualidad tenemos un ingreso por habitante razonable-

    mente elevado y, adems, el pas se est industrializando aceleradamente. Estarealidad nos permite armar que no somos un pas subdesarrollado.

    La distribucin del ingreso amiliar no es an la ms adecuada y muchodebe hacerse para vigorizarla. En realidad, hacia 1955, se haba llegado a unnivel en la distribucin y en la participacin del salario en el ingreso nacio-nal, que satisaca las necesidades de la poblacin.

    Desde all las soluciones econmicas siguieron a las soluciones polticas yla participacin del salar io en el ingreso disminuy.

    Es imposible mantener una distribucin socialmente aceptable si las de-cisiones econmicas no acompaan a la poltica social que se desea imponer.Cuando las decisiones econmicas siguen un patrn inadecuado, la distribu-cin del ingreso queda subordinada al mismo, ms all de los buenos deseosde cualquier gobierno. En consecuencia, lo que llamamos Justicia Socialtambin requiere para su materializacin eectiva par ticipacin del gobierno

    y elevada eciencia del mismo.Se produjo, por otra parte, un decisivo retroceso en el terreno de las

    decisiones econmicas. Hasta 194, con industrializacin incipiente, di-chas decisiones estaban adaptadas a los intereses del campo. Buscamosestablecer un sano equilibrio para promover la industrializacin y unaorganizacin del poder de decisin para nuestro sector industrial. En1955 no se haba alcanzado a airmar la existencia de un empresariadoindustrial argentino como actor contribuyente al desarrollo nacional,

    pero se estaba en el camino. Desde entonces la industria creci con altoapoyo externo, pero el capital extranjero se concentr, en gran medida,en el aporte tecnolgico y tambin en la compra de empresas existentesen el pas.

    Debemos tener en claro que lo esencial con respecto a los objetivos debeperseguir una actividad radicada en el pas, en que stos debern conside-rar tanto el aporte a la economa nacional como el benecio del empre-sario. Esto debe denir una conducta coherente respecto de los interesesnacionales y los del empresariado.

    Pero si se trata de obtener tantos benecios como sea posible, consolidan-do intereses que estn en el exterior, los aportes a la economa nacional sealejarn considerablemente de lo que resulta conveniente para el pas.

    En esta materia no basta lograr soluciones apresuradas para las grandescuestiones, pensando que todo lo dems ha de resolverse por s solo. No bastatampoco elaborar soluciones a medias, tomando decisiones sobre la inversinexterna sin establecer claramente la actividad en la cual han de insertarse. Hayque establecer polticas dierenciales, en todos los campos, y jar con precisinsuciente la orma de preservar los objetivos nacionales.

    Tambin se comprueba que no hubo una conciencia adecuada sobre lautilizacin de los recursos nancieros del pas, por cuanto no se alcanz adeterminar con claridad si la masa de capital interno disponible posibilitabael desarrollo y la expansin, o si era necesaria su incrementacin con el apor-te de capital extranjero para alcanzar tales objetivos.

    Igualmente, es necesario tener en cuenta que no existe similitud en-tre concentracin de capital y concentracin empresaria. La relacin entreuna y otra debe conducirse armoniosamente, de acuerdo con las reales ne-cesidades nacionales.

    Analizando el proceso, se ve en otro tipo de problemas que cuando unasociedad incrementa el grado de sosticacin del consumo, aumenta a la vez sunivel de dependencia. Esto es, en gran medida, lo que ocurri entre nosotros.

    Por un lado, el ciudadano se ve orzado a pagar por la tecnologa de lotrivial; por otro, el pas gasta divisas en un consumo innecesario.

    Pero a la vez, es impostergable expandir el consumo esencial de las ami-lias de menor ingreso, atendiendo sus necesidades con sentido social y sinormas superfuas. Esta es la verdadera base que integra la demanda nacio-nal, la cual es motor esencial del desarrollo econmico.

    El proceso econmico ha mostrado, adems, que el pas acumula ms

    ahorro del que usa. En otras palabras, que lo que gana con sus exportacionesexcede a lo que necesita gastar a travs de sus importaciones y otros concep-tos. No obstante ello, tal posibilidad ue insucientemente explotada, ya que,a la par de incrementar la deuda pblica, no se logr el desarrollo nacionalrequerido por el pas.

    Tuvimos todo tipo de experiencias en este sentido y ahora, entre otrascosas, sabemos combatir establemente un mal como la infacin. Pero ellose consigue slo cuando hay capacidad poltica para usar el remedio naturaldado por una poltica de precios e ingresos.

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    Es evidente, que las recetas internacionales que nos han sugerido bajarla demanda para detener la infacin no condujeron sino a renar el proceso

    y a mantener o aumentar la infacin.En esta cuestin no se acertaba con la solucin adecuada. Por pocas se

    baj la demanda pblica a travs de la contencin del gasto olvidando elsentido social del gasto pblico ; se baj la demanda de las empresas a tra-vs de la restriccin del crdito olvidando tambin el papel generador deempleo que desempea la expansin de las empresas; y se baj la demandade los trabajadores mediante la baja del salario real.

    Pero como al mismo tiempo no se adoptaban las medidas para que todosparticiparan en el sacricio, en denitiva ueron las espaldas de los trabaja-dores las que soportaron el peso de estas polticas de represin de demandapara combatir la infacin que el pas acept, y que repiti, aunque su inep-titud qued bien probada por la propia historia.

    Es sta una experiencia muy importante derivada de nuestro proceso; ypuesto que necesitamos evitar la infacin para seguir adelante con autnticaeectividad, debemos tenerla permanentemente en cuenta.

    Por otra parte, se puede ver que hubo una insuciente utilizacin derecursos, especialmente del recurso humano, que ha sido decientementeincorporado en los ltimos lustros, de acuerdo con la evidencia surgida delas tasas de desempleo. Lo mismo aconteci con el recurso ormidable quesignica el capital intelectual, cientco y tcnico nacional, emigrando poralta de oportunidades de trabajo en el pas.

    A esto se lleg por carecerse de planicacin, ya que cuando se planica ade-cuadamente, puede lograrse una utilizacin total de los recursos disponibles.

    Para que la planicacin sea eectiva no bastan los planes de mediano olargo plazo. Las decisiones concretas de poltica econmica requieren tambinplanes de corto plazo, que deben ser los reales propulsores de la actividad. A

    travs de ellos la coyuntura puede ser manejada en uncin de un verdaderovalor de instrumento para conducir la economa en el mediano y largo plazo.

    Establecida la planicacin en tales trminos, es posible actuar realmentecon la eciencia necesaria para lograr la mayor parte de la expansin sicaque el pas debe producir ao a ao.

    En gran medida, en los ltimos lustros, nos hemos manejado con nom-bres y no con programas; y salvo en algunos perodos que deben ser res-catados por la seriedad de conduccin la poltica que result ue de netocorte liberal.

    La conduccin en el campo econmico est en excelentes condiciones pa-ra alcanzar sus objetivos cuando su contexto aparece denido en programasde accin claramente concebidos.

    En ltima instancia, la experiencia de lo que hace a la planicacin eneste campo es tambin denitiva; el gobierno en lo econmico no tiene otraorma de conducirse. La planicacin es consecuencia necesaria de la orga-nizacin e instrumento para la conduccin concreta.

    C)EnelmbitosocialEn materia social, nuestro proceso ha sido muy signicativo y aporta ex-

    periencias de cambio realmente aleccionadoras.Veamos separadamente los distintos aspectos de esta cuestin:

    Caractersticas socio-demogrfcas generalesLas caractersticas socio-demogrcas bsicas de nuestro pas son bien

    conocidas: Escasa poblacin, rente a su dilatada extensin; Tasas bajas de crecimiento vegetativo; Alta esperanza de vida; Concentracin urbana con macrocealia del rea metropolitana; Alta tasa de alabetizacin con elevada desercin escolar; Ausencia de confictos raciales o religiosos; Amplia diusin de los medios de comunicacin masivos con limitaciones

    en cuanto a su calidad intrnseca; Nivel elevado de salubridad pero con desequilibrios regionales que se veri-

    can en la tasa de mortalidad inantil, que an es elevada, etctera.

    La movilidad social y los lderes

    La movilidad social ue y sigue siendo alta en el pas. El hijo del trabajadorms modesto puede llegar a ser Presidente de la Repblica.

    No son muchas las sociedades que en el mundo orecen esta posibilidad.Sin embargo, en la prctica se dicult reiteradamente esta movilidad.

    Los lderes naturales encuentran un camino dicil: hay una maquinariaaplastante que cuesta mucho desmontar.

    La supuesta igualdad de oportunidades es determinada, en ciertas cir-cunstancias, por la capacidad econmica, de la cual siguen dependiendo engran medida las posibilidades de ormacin.

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    La misma orma de emerger de muchos lderes, no ha asegurado una altacalidad de liderazgo en todos los casos. As se comprende que haya existido ciertoelitismo, en la medida en que el grupo tena poder, oportunidad e infuencia, seautoidenticaba como ms apto para imponer su voluntad a los dems.

    Por otra parte, durante casi dos decenios uncionaron mecanismos que coar-taron la posibilidad de expresin de los lderes que se mantuvieron eles a lasconcepciones doctrinarias existentes hasta 1955. En este terreno se ech mano ala discriminacin directa. Por lo dems, el proceso mont sistemas de promocinque en grado apreciable dependieron de la adscripcin ideolgica de los lderes alas pautas polticas del mbito liberal dominante por entonces.

    En consecuencia, no puede asegurarse que todos los liderazgos hayansurgido de los dos requisitos undamentales requeridos: vocacin de servi-cio al pas y capacidad.

    Para no caer en la trampa liberal, en el uturo deber emprenderse con inteli-gencia y honestidad la ormacin de lderes, particularmente para que los lderesintermedios en los campos polticos y sociales completen su inormacin y cul-tiven sus valores personales en orma metdica y sistemtica.

    El mismo mecanismo de promocin de lderes tiene que asentarse, en to-dos los cuerpos polticos y sociales, sobre una verticalidad institucionalizadaque transporte la corriente de poder desde la base.

    De este modo, el lder resulta un verdadero conductor, con mandato realy capacidad probada por el Pueblo, del cual, adems de representante, debeser autntico y permanente intrprete.

    La amiliaUna de las experiencias ms ecundas que surgen de nuestro proceso, es el

    hecho de que la sociedad argentina ha sabido preservar la amilia como la clulasocial. Es claro que hay suras inevitables cuando los cambios son demasiado

    rpidos y es obvio que la dimensin de las suras puede agrandarse en la medidaen que el cambio se acelere o asuma una direccin equivocada.

    En las sociedades altamente competitivas devoradas por el consumo, sedebilit el ncleo amiliar y aparecieron ciertas desviaciones, de las cuales lasdrogas y el alcoholismo son dos maniestaciones lamentables.

    Nuestra Patria todava est a tiempo de preservar a la amilia, ya que sibien no todas han conservado su integridad ante la agresin externa mo-tivada por el sistema liberal, aortunadamente, la mayor parte de ellas hasalvado su contextura.

    Medios de comunicacin masivos y promocin del consumoLos medios de comunicacin masivos se incrementaron, pese a ser so-

    metidos a restricciones selectivas que respondan a los intereses de las lo-soas dominantes.

    As, dichos medios se convirtieron en vehculos para la penetracincultural.

    El pas debe establecer principios especcos y claros no slo en lo re-erente al nivel de intercambio socio-cultural con el exterior, sino tambinrespecto de cules han de ser las condiciones para salvaguardar la identidadcultural argentina.

    Por otra parte, es interesante observar lo que sucede con la comunica-cin de los grupos postergados o aislados de la sociedad, como en la prcticaaconteci con el Movimiento Justicialista durante casi veinte aos. La res-puesta no dej lugar a dudas: cuando se observa una prounda e en ideas

    y valores, la coercin externa no puede impedir que se desarrollen meca-nismos inormales de comunicacin directa. Puede ella destruir los mediosormales, pero no puede hacer lo mismo con aqullos cuya energa de trans-misin nace del poder de la ideologa del grupo.

    La opinin pblica del pas est lo sucientemente preparada para criti-car las inormaciones que recibe. En algunos sectores sociales se pens queesa opinin haba sido conundida con inormacin tendenciosa, pero noue as. A pesar de que prcticamente los dos tercios de la opinin ciudadanasoport dcadas de prdica destructiva, mantuvo una monoltica unidad deconviccin.

    No es posible vender ideas al Pueblo. Menos an cuando, como ennuestro caso, se encuentra en l una incontenible sed de verdad.

    En otro orden de cosas, se ha buscado promover actitudes prounda-mente negativas, incrementando articialmente un consumo voraz de

    productos intiles.Directos responsables de esta situacin han sido quienes instrumen-

    taron los medios de comunicacin masivos para aniquilar la concienciadel Pueblo.

    Es decir, se procur motivar un consumo prescindible, excitando lossentidos. Ese sistemas es incompatible con la orma nacional y social ala que aspiramos, en la que el hombre no puede ser utilizado como uninstrumento de apetitos ajenos, sino como punto de partida de toda ac-tividad creadora.

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    No se puede ignorar que el sistema empleado incrementa la demanda debienes, provocando una actitud competitiva que incita al aumento de e-ciencia. Es evidente, adems, que ambos actores constituyen el impulso delprogreso econmico.

    Pero una cosa es el progreso econmico y otra muy dierente el desarrollosocial del pas para alcanzar la elicidad del hombre que lo integra.

    Por eso ser necesario corregir ciertas pautas de consumo que no respon-den a las reales necesidades de nuestro Pueblo. ste necesita liberarse de losmoldes preabricados que hacen de la exhibicin de bienes una cuestin deprestigio, premiando diversas ormas de parasitismo social.

    Precisamente, el consumo articialmente estimulado, unido a la men-talidad competitiva, ha actuado como actor desestimulante de determina-ciones undamentales de la creatividad del hombre, como son, por ejem-plo, la ciencia y el arte.

    Los actores del cambioNo extraa, pues, que una evolucin de la escala de valores vigentes hasta

    el momento incluya el aprecio por tener y la seguridad.Sin embargo, el querer seguridad no implica necesariamente resistencia

    al cambio; slo se oponen a l determinados grupos tradicionales de poderde la sociedad argentina.

    La actitud rente al esuerzo no se ha perdido, y tal vez sea ste uno de losmejores capitales que import el pas con los inmigrantes que lo construye-ron. Pero debemos emprender una buena organizacin que atienda a la rea-lidad altamente compleja del sistema social del pas, que resuelva apropia-damente el conjunto de elementos que entran en l, y que orezca resultadossimples y adecuados a la concepcin del c iudadano.

    Pese a todo, es posible evaluar que nuestra sociedad ha mantenido una

    alta capacidad de desarrollo interno. Congura una estructura moderna, enla cual la demanda de un cambio que reubique valores est adoptando osten-siblemente la orma de un mandato.

    En consecuencia, es preciso determinar los actores de cambio con loscuales pueda actuar nuestra comunidad en bien de su propio desarrollo so-cial. Al respecto, se pueden contemplar varias posibilidades: Conar en la evolucin espontnea del cuerpo social; Procurar ormas cruentas de cambio, conando, por ejemplo, en el va-

    lor puricador de la destruccin, de la violencia y el caos;

    Proponer una elaboracin sistemtica y racional, que permita jar lascualidades que se anhelan para la comunidad argentina y comprometerel trabajo necesario para llevarla a cabo.

    El proceso parece ensear que, librada la sociedad a una evolucin espon-tnea, resulta inexorablemente vctima de pautas externas. Permite concluir,asimismo, que las ormas cruentas conducen a un estril y doloroso sacri-cio de vidas humanas. Por lo tanto, no tenemos derecho a eludir el com-promiso tico e histrico de crear un modelo lcido, que no slo sirva a lasgeneraciones adulta e intermedia, sino que constituya un eje de orientacinpara la juventud argentina.

    Naturalmente, la conormacin del Modelo tendr que tender hacia una snte-sis entre lo que elaboramos racionalmente y lo que la propia comunidad quiera.

    Insisto en que es undamental determinar la orma de alcanzar el cambiodeseado. Hace muchos aos poda apelarse emotivamente a la Patria o a latradicin; ms tarde se apel al bienestar. Ya eso no basta.

    Hay que levantar ahora, adems, y con gran vigor, el poder del esprituy la idea, teniendo en cuenta que el bienestar material no debe aniquilar losbsicos principios que hacen del hombre un ser libre, realizado en sociedad,

    y valorizado en su plena dignidad.Para ello, entre otras medidas, debe limitarse el consumismo sosticado,

    estableciendo el camino apropiado para reconstruir al hombre argentino.Debe ser valorizada en toda su intensidad la gran coincidencia expresada

    en la comunidad argentina en 197: de un lado estn los que quieren el cam-bio y del otro, los que no lo quieren.

    Los que quieren el cambio constituyen el noventa por ciento del pas. Enprincipio, a ellos est destinado este Modelo, cuyo propsito es el de respon-der elmente a un mandato otorgado en las urnas.

    D)EnelmbitoculturalResulta imprescindible realizar un breve balance de la situacin de la Ar-

    gentina hasta el momento actual en el terreno cultural. La importancia quecobra este mbito en la conormacin de una comunidad madura y autcto-na es enorme, al punto que me atrevo a decir que constituye una especie dered que conecta los mbitos econmico, poltico y social.

    En el terreno cultural incluimos tanto a la ormacin humanstica (lo-soa y ciencias del hombre) como a la actividad artstica, pues lo cientco-tecnolgico ser expuesto en un pargrao aparte.

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    Un examen somero permite eslabonar varias refexiones, que se concentranen una conclusin central: el proceso argentino de las ltimas dcadas eviden-cia un creciente desarrollo de la penetracin cultural. La consolidacin de unacultura nacional se ha enrentado con el serio obstculo de la reiterada impor-tacin de determinaciones culturales ajenas a la historia de nuestro Pueblo, ascomo a la identidad que como comunidad organizada necesitamos denir.

    Dos han sido los undamentales agentes desencadenantes de tal pe-netracin.

    En primer lugar, la desaprensiva o interesada utilizacin de los mediosde comunicacin masivos como ecaces actores del vasallaje cultural.

    Ya me he reerido a este problema. Solo quisiera aadir algunas ideas. Meparece evidente que la indebida utilizacin de tales mecanismos de diusincultural enerman espiritualmente al hombre, hacindolo vctima de una pa-tologa compleja que va mucho ms all de la dolencia sica o psquica. Esteuso vicioso de los medios de comunicacin masivos implica instrumentarla imagen del placer para excitar el ansia de tener. As, la tcnica de diusinabsorbe todos los sentidos del hombre, a travs de una mecnica de penetra-cin y la consecuente mecnica repetitiva, que diluyen su capacidad crtica.

    En la medida en que los valores se vierten hacia lo sensorial, el hombredeja de madurar y se cristaliza en lo que podemos llamar un hombre-nio,que nunca colma su apetencia. Vive atiborrado de alsas expectativas que loconducen a la rustracin, al inconormismo y la agresividad insensata. Pier-de progresivamente su autenticidad, porque oscurece o anula su capacidadcreativa para convertirse en pasivo etichista del consumo, en agente y desti-natario de una subcultura de valores triviales y verdades aparentes.

    El segundo actor desencadenante del colonialismo cultural tiene su ori-gen en la vocacin elitista y extranjerizante de dierentes sectores de la cul-tura argentina.

    Pese a enarbolar distintos undamentos ideolgicos, tales sectores se hanunido en una actitud expectante y reverente respecto de la civilizacin en-carnada por pautas culturales siempre externas a nuestra Patria y a la cre-ciente bsqueda de conormacin del ser nacional.

    En muchas ocasiones me he reerido a la sinarqua, como coincidenciabsica de grandes potencias que se unen a despecho de discrepancias ideo-lgicas en la explotacin de los pueblos colonizados.

    Estoy convencido de que, asimismo, existe una sinarqua cultural.Obsrvese que las grandes potencias exhiben sugestivas semejanzas cul-

    turales: el mismo materialismo en la visin del hombre, el mismo de-bilitamiento de la vida del espritu, el mismo desencadenamiento de lamentalidad tecnocrtica como excluyente patrn de cultura, la crecienteopacidad del arte y la ilosoa, la distorsin o aniquilacin de los valorestrascendentes.

    Un examen supercial de los dos polos principales del poder mundialslo alcanza a captar las dierencias ideolgicas; ahondando en el anlisis,surge entre otras determinaciones igualmente importantes la cultura co-mo evidencia cierta de la unidad sinrquica.

    Todo argentino que, a travs de una actitud libresca y elitista, asimile las pau-tas culturales de ambas potencias, ya sea asumiendo una visin competitiva ytecnocrtica del hombre, como una interpretacin marxista de los valores y lacultura, trabaja deliberada o inconscientemente para que la sinarqua cerceneirreparablemente nuestra vocacin de autonoma espiritual y obstruya intermi-nablemente la ormacin de una autntica cultura nacional.

    E)Enelmbitocientfco-tecnolgicoEl desarrollo de la ciencia y la tecnologa argentina ha sido hasta ahora

    ecundo, pero insuciente.Fecundo, por el eectivo nivel de acumulacin de conocimientos cientcos y

    tecnolgicos alcanzado, principalmente impulsado por cuatro actores:1. El crecimiento de las universidades.2. La incorporacin de tecnologa proveniente del exterior.. La investigacin nacional aplicada particularmente al sector agrope-

    cuario, y4. El avance de la investigacin de postgrado.

    Insuciente, porque los elementos disponibles para el avance cientco ytecnolgico estn escasamente aprovechados y porque no se han creado las

    condiciones bsicas para que exista una consagracin plena del hombre a lainvestigacin cientca y tecnolgica.

    Insuciente, tambin, porque el pas an no ha organizado conveniente-mente vinculaciones estables y verdaderamente productivas entre el sistemacientco-tecnolgico, el gobierno, el sistema de produccin sica y el siste-ma nanciero.

    Ello ha contribuido a dispersar la investigacin, a no permitir una de-manda de ciencia y tecnologa estable y creciente y a incrementar el conocidodrenaje de inteligencia.

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    La incorporacin de tecnologa atada al capital extranjero, particularmente enel sector industrial, cre compromisos tecnolgicos onerosos en divisas.

    No obstante ello, la acumulacin de conocimientos tecnolgicos ha sidoeectiva, acelerada por la misma naturaleza de la produccin industrial.

    El costo de la tecnologa que venimos empleando es muy alto, principal-mente porque el ingreso del conocimiento tecnolgico no ha sido programadoni administrado con sentido nacional, preservando los intereses del pas.

    Prueba de ello es el ingreso de tecnologa extranjera en terrenos en losque se mantienen ociosos recursos nacionales capaces de producir la mismatecnologa que se importa.

    Es natural que empresas de capital extranjero se apliquen especialmentea actividades ms densas en tecnologa ornea.

    Por otra parte, la seleccin de tcnicas no ha sido siempre aortunada.En numerosas oportunidades se han importado tcnicas obsoletas y pocoadaptadas a las condiciones locales. Por aadidura, en muchos casos huborestricciones, tales como la prohibicin de exportar artculos producidoscon tecnologa importada y el establecimiento de determinados controles,realmente inaceptables.

    Ahora se trata de aprovechar la experiencia pasada y corregir desvos cu-yos eectos resultan sumamente costosos.

    Sin embargo, se ha hecho eectivo un uerte aporte nacional a la tecnologaautctona, particularmente en los sectores agropecuario e industrial.

    Estamos valorando muy alto nuestra capacidad para originar una tecno-loga propia; slo debemos ponerla en movimiento, conectndola con la pro-duccin concreta, con las decisiones de gobierno y con los apoyos nancieros.

    La comunidad cientca argentina es todava reducida con relacin al in-greso por habitante que el pas posee. La mitad del personal de investigacintrabaja en ello slo parte de su tiempo til. La mayora de los institutos son

    pequeos y no llegan a una capacidad de investigacin tal que permita unverdadero trabajo interdisciplinario.

    Hay miles de proyectos en ejecucin al mismo tiempo, lo cual, por unlado, hace que cada proyecto tarde demasiado en ructicar y, por el otro,diculta la materializacin de nuevos proyectos por alta de continuidad enlos recursos.

    Los institutos estn prcticamente concentrados en el rea metropolitana ypampeana. Adems, la remuneracin de los investigadores es tan limitada queslo una vocacin acendrada puede retener el talento en esta actividad.

    Me parece claro que no existe hasta el presente una poltica cientca y tec-nolgica centralmente diseada y de cil realizacin. Tampoco se posee unabase institucional sucientemente coherente como para lograr una necesariacentralizacin de conduccin y descentralizacin de operacin.

    Las mentalidades cientcas y tcnicas argentinas ueron emigrando sinque el pas encontrara un mecanismo que preserve su conexin con los in-tereses nacionales

    La cuestin no se resuelve dictando decretos que den mejoras econmi-cas, porque el rescate del capital intelectual argentino exige un sentido queva mucho ms all de una remuneracin elevada.

    Hay varias contradicciones en el problema. No se ha generado una polticaconcreta y unitaria de ciencia y tecnologa, ni se han ormulado programas ope-rativos, con lo cual la cuestin es gobernada inorgnicamente. Tampoco se ha es-tablecido un aparato gubernamental eciente, ni se subsumieron los instrumen-tos de la poltica cientco-tecnolgica bajo una conduccin unitaria, pues talesinstrumentos se hallan dispersos entre varias jurisdicciones administrativas.

    As, mientras el pas exporta tecnologa en la capacidad intelectual de sustcnicos, importa tecnologa en mquinas y procesos industriales. No obtie-ne ruto de lo primero, pero paga bien alto por lo segundo.

    Debemos decidirnos a producir, exportar, sustituir importaciones y rea-lizar otra serie de transacciones con nuestro conocimiento tecnolgico, a nde lograr los mejores resultados posibles.

    Creo que este objetivo puede lograrse en gran medida a travs de una con-duccin cientco-tecnolgica con planicacin. Pero estoy persuadido de quela cuestin no puede resolverse plenamente en un terreno puramente nacional.

    En eecto, gran parte de lo que debemos obtener es viable con nuestropropio esuerzo; pero un considerable sector de los objetivos slo ser sus-ceptible de alcanzarse sobre la base de un esuerzo comn, tanto con los

    pases industriales, como con otros pases en desarrollo.En materia de ciencia y tecnologa no existen compartimentos estancos.

    El problema de la propiedad del conocimiento tiene tal relevancia en el nivelmundial, y ejerce una infuencia tan decisiva sobre las posibilidades concre-tas de desarrollo de los pases menos adelantados, que la refexin sobre losltimos quinquenios seala la necesidad de repensar las estructuras institu-cionales que gobiernan este aspecto en el terreno internacional.

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