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Page 1: Honoré de Balzac Papá Goriot - Martin Cid€¦ · De Balzac. I Una pensión burguesa La señora Vauquer, de soltera De Conflans, es una anciana que desde hace cuarenta años regenta

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HonorédeBalzac

PapáGoriot

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AlgrandeeilustreGeoffreySaintHilaire,

comotestimoniodeadmiración

porsulaborysutalento.

DeBalzac.

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IUnapensiónburguesa

LaseñoraVauquer,desolteraDeConflans,esunaancianaquedesdehacecuarentaañosregenta una pensión en la calle Neuve-Sainte-Geneviève, entre el barrio latino y el deSaint-Marcel. Esta pensión, conocida bajo el nombre de Casa Vauquer, admite tanto ahombres como mujeres, jóvenes y ancianos, sin que las malas lenguas hayan atacadonuncalascostumbresdetanrespetableestablecimiento.Perotambiénesciertoquedesdehacía treinta años nunca se había visto en ella a ninguna persona joven, y para que unhombre jovenviviese allí era preciso que su familia le pasaramensualmentemuypocodinero.Noobstante,enelaño1819,épocaenlaquedacomienzoestedrama,hallábaseenCasaVauquerunajovenpobre.Aunquelapalabradramahayacaídoendescréditoporelmodo abusivo con que ha sido prodigada en estos tiempos de dolorosa literatura, esprecisoemplearlaaquí:noqueestahistoriaseadramáticaenlaverdaderaacepcióndelapalabra; pero, una vez terminada la obra, quizás el lector habrá derramado algunaslágrimas intra muros y extra. ¿Será comprendida más allá de París? Nos permitimosponerloenduda.Lasparticularidadesdeestahistoriallenadeobservacionesydecoloreslocales no pueden apreciarse más que entre el pie de Montmartre y las alturas deMontrouge, en ese ilustre valle de cascote continuamente a punto de caer y de arroyosnegrosdebarro;vallerepletodesufrimientosreales,dealegríasamenudoficticias,ytanterriblementeagitadoqueseprecisaalgoexorbitanteparaproducirunasensacióndeciertaduración.

Sinembargo,encuéntranseenéldevezencuandodoloresquelaacumulacióndelosviciosydelasvirtudeshacegrandesysolemnes:asuvista,losegoísmosylosinteresessedetienen;perolaimpresiónquerecibenescomounafrutasabrosaprestamentedevorada.Elcarrode lacivilización,semejantealdel ídolodeJaggernat,apenas retardadoporuncorazónmenosfácildetriturarquelosotrosyquefijalosrayosdesurueda,prontoloharotoycontinúasugloriosamarcha.Asímismoharéisvosotros,losquesostenéisestelibroconunamanoblanca,queoshundís enunmullido sofá,diciéndoos:«Quizás estovaadivertirme».DespuésdehaberleídolossecretosinfortuniosdepapáGoriotcomeréiscon

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buenapetito,poniendovuestrasensibilidadacuentadelautor, tachándoledeexagerado,acusándoledepoesía. ¡Ah!, sabedlo:estedramanoes,una ficciónniunanovela.All istrue,todoestanverdadero,quecadacualpuedereconocerloselementosdelmismoensucasa,quizásensupropiocorazón.

LacasaenlaqueseexplotalapensiónpertenecealaseñoraVauquer.EstásituadaenlapartebajadelacalleNeuve-Sainte-Geneviève,enel lugardondeel terrenodesciendehacialacalledelaArbalète,conunapendientetanbruscaquerarasvecessubenobajanporella loscaballos.Estacircunstanciaes favorableal silencioque reinaenesascallesapretadas,entrelacúpuladelVal-de-GrâceylacúpuladelPanteón,dosmonumentosquecambian las condiciones de la atmósfera, proyectando en ella tonos amarillos yvolviéndolo todo sombrío con sus tonos severos.Allí el suelo está seco, los arroyosnotienen agua ni barro, la hierba crece a lo largo de los muros. El hombre másdespreocupado se entristece allí lo mismo que todos los transeúntes, el ruido de uncarruaje se convierte enun acontecimiento, las casas son tétricas, lasmurallas huelen aprisión.Unparisienseextraviadosóloveríaallípensionesoinstituciones,miseriaytedio,vejez que muere, fogosa juventud obligada a trabajar. Ningún barrio de París es máshorrible,ydigámoslotambién,másdesconocido.

LacalleNeuve-Sainte-Geneviève,sobretodo,escomounmarcodebronce,elúnicoqueconvieneaesterelato,paraelcualhayqueprepararlamentemediantecolorespardos,pormediodeideasgraves;demodoquedepeldañoenpeldañovadisminuyendolaluz,yel canto del guía va expirando cuando el viajero desciende a las Catacumbas.¡Comparaciónexacta!¿Quiéndecidiráloqueesmáshorrible:corazonesresecosocráneosvacíos?

Lafachadadelapensióndaaunjardincillo,desuertequelacasadaenángulorectoalacalleNeuve-Sainte-Geneviève,dondelaveiscortadaensuprofundidad.Alolargodeestafachada,entrelacasayeljardincillo,hayunfirmeenformadecanalón,deunatoesadeanchura,delantedelcualseveunaavenidaenarenada,bordeadadegeranios,deadelfasy granados plantados en grandes jarrones de mayólica azul y blanca. En la puerta deacceso a esta avenida hay un rótulo, en el que se lee: CASA VAUQUER, y debajo:Pensión para ambos sexos y demás. Durante el día, una puerta calada, armada de unavocingleracampanilla,permiteadvertiralextremodelpavimento,enelmuroopuestodela calle, una arcada pintada enmármol verde por un artista de barrio. Bajo el refuerzosimuladoporestapinturaselevantaunaestatuaquerepresentaalAmor.Bajoelzócalo,estainscripción,medioborrada,recuerdaeltiempoalqueseremontatalobraartísticaporelentusiasmoqueatestiguahaciaVoltaire,queregresóaParísen1777:

Seasquienfueres,heaquítudueño:

Loes,lofueodebeserlo.

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Alcaerlanoche,lapuertacaladaessustituidaporunapuertallena.Eljardincillo,tananchocomolargaeslafachada,seencuentraencajonadoporelmurodelacalleyporelmuromedianerodelacasavecina,alolargodelacualpendeunmantodeyedraquelaoculta completamente y atrae las miradas de los transeúntes por un efecto que resultapintorescoenParís.

CadaunodeestosmurossehallatapizadoporespaldaresyvidescuyasmenguadasypolvorientasfructificacionessonobjetodelostemoresanualesdelaseñoraVauquerydesus conversaciones con los huéspedes. A lo largo de cada muralla hay una estrechaavenidaquellevaaungrupodetilos.Entrelasdosavenidaslateraleshayunparterredealcachofasflanqueadoporárbolesfrutalesybordeadodeacedera,lechugaoperejil.Bajolostiloshayunamesaredondapintadadeverdeyrodeadadeasientos.Allí,durantelosdíascaniculares, loshuéspedes lo suficientemente ricosparapermitirseel lujode tomarcafévienenasaborearlobajouncalorcapazdeempollarhuevos.Lafachada,detrespisosybuhardillas,estáconstruidaconmorrillosypintadadeesecoloramarilloqueprestauncarácterinnobleacasitodaslascasasdeParís.Lascincoventanaspracticadasacadapisotienen pequeños cristales y están provistas de celosías, ninguna de las cuales estálevantada de la misma manera, de suerte que todas sus líneas conspiran entre sí. Laprofundidaddeestacasacomportadosventanasqueenlaplantabajatienencomoadornounosbarrotesdehierro.Detrásdeledificiohayunpatiodeunosveintepiesdeancho,enelquevivenenperfectaarmoníacerdos,gallinas,conejos,yalfondodelcualselevantauncobertizoparaguardarlaleña.Entreestecobertizoylaventanadelacocinasecuelgalafresquera,debajode lacualcaenlasaguasgrasientasdelfregaderode lacocina.EstepatiotieneenlacalleNeuve-Sainte-Genevièveunapuertaestrechaporlacuallacocineraechalasbasurasdelacasa,limpiandoestasentinacongranacompañamientodeagua,sopenadepestilencia.

Naturalmentedestinadaa laexplotaciónde lapensión, laplantabajasecomponedeunaprimerapiezailuminadaporlasdosventanasdelacalleyenlaquesepenetraporunapuerta-ventana.

Estesalóncomunicaconuncomedorquesehallaseparadodelacocinaporlacajadeunaescaleracuyospeldañossondemaderayladrillosdescoloridosygastados.Nadahaymás triste que ver este salón amueblado con sillones y sillas con una tela a rayas,alternativamente mates y relucientes. Parte de las paredes está tapizada con papelbarnizado,querepresentalasprincipalesescenasdeTelémaco,ycuyosclásicospersonajesestán pintados en colores. El panel, situado entre las ventanas enrejadas, ofrece a lospensionistas el cuadro del banquete dado al hijo de Ulises por Calipso. Desde hacecuarenta años, esta pintura suscita las bromas de los huéspedes jóvenes, que se creensuperiores a su posición al burlarse de la comida a la que la miseria les condena. Lachimeneadepiedra,cuyohogarsiempre limpioatestiguaquesóloseenciendefuegoenlas grandes ocasiones, está adornada por dos jarrones llenos de flores artificiales queacompañanaunrelojdemármolazuladodelpeorgusto.Estaprimerapiezaexhalaunolor

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que carece de nombre en el idioma y que habría que llamar olor de pensión. Huele aencerrado,amoho,arancio;producefrío,eshúmeda,penetralosvestidos;poseeelsaborde una habitación en la que se ha comido; apesta a servicio, a hospicio. Quizá podríadescribirse si se inventara un procedimiento para evaluar las cantidades elementales ynauseabundasqueenellaarrojanlasatmósferascatarralesysuigenerisdecadahuésped,jovenoanciano.Bien,apesardeestoshorrores,silocomparaseisconelcomedor,quelees contiguo, hallaríais que este salón resulta elegante y perfumado. Esta sala,completamenterecubiertademadera,estuvoenotrotiempopintadadeuncolorquehoynopuedeidentificarse,queformaunfondosobreelcuallagrasahaimpresosuscapasdemodoquedibujeenélextrañasfiguras.Enellahaybufetespegajosossobreloscualessevenbotellas,pilasdeplatosdeporcelanagruesa,debordesazules,fabricadosenTournay.En un ángulo hay una caja con compartimientos numerados que sirve para guardar lasservilletas,manchadasovinosas,decadahuésped.

Seencuentranallíalgunosdeesosmueblesindestructibles,proscritosentodaspartes,perocolocadosallícomolosdesechosdelacivilizaciónenlosIncurables.Veréisallíunbarómetrodecapuchinoquesalecuandollueve,grabadosexecrablesquequitanelapetito,todosellosenmarcadosenmaderanegrabarnizadaconbordesdorados;unaestufaverde,quinquésdeArgand,enlosqueelpolvosecombinaconelaceite,unalargamesacubiertade tela encerada lo suficientemente grasienta para que un bromista escriba su nombresirviéndose de su dedo como de un estilo, sillas desvencijadas, pequeñas esteras deesparto,calientapiésmedioroto,cuyamaderasecarboniza.Paraexplicarhastaquépuntoestemobiliarioesviejo,podrido,trémulo,roído,manco,tuerto,inválido,expirante,haríafalta efectuarunadescripciónque retardaríaconexcesoel interésdeestahistoria,y laspersonasquetienenprisanoperdonarían.Elladrillorojoestállenodevallesproducidosporeldesgastecausadoporlospiesoporlosfondosdecolor.Enfin,allíreinalamiseriasinpoesía;unamiseriaeconómica,concentrada.Siaúnnotienefango,tienemanchas;sinopresentaandrajosniagujeros,vaadescomponerseporefectodelaputrefacción.

Esta pieza se halla en todo su lustre en el momento en que, hacia las siete de lamañana,elgatodelaseñoraVauquerprecedeasudueña,saltasobrelosbufetes,husmeaenelloslalechecontenidaenvariospotes,ydejaoírsuronroneomatutino.Prontoaparecelaviuda,consugorro,bajoelquependeunmechóndepelopostizo,ycaminaarrastrandosusviejaszapatillas.Sucaraavejentada,grasienta,deenmediodelacualbrotaunanarizcomo el pico de un loro; sus manos agrietadas, su cuerpo parecido al de una rata deiglesia, su busto demasiado cargado y flotante, se hallan en armonía con esta sala querezuma desgracia, en la que se ha refugiado la especulación, y cuyo aire cálidamentefétidoesrespiradoporlaseñoraVauquersinqueleproduzcadesmayo.

Surostrofrescocomounaprimeraheladadeotoño,susojoscircundadosdearrugas,cuya expresión pasa de la sonrisa prescrita a las bailarinas, a la amarga mueca de losusureros,enfin,todasupersonaimplicalapensión,asícomolapensiónimplicatodasupersona.Elpresidionoseimaginasinelcapataz,nopuedeconcebirseelunosinelotro.

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Lafofagorduradeestamujereselproductodeestavida,comoeltifuseslaconsecuenciadelasexhalacionesdeunhospital.Suvestido,hechoconropavieja,resumeelsalón,elcomedor,eljardincillo,anuncialacocinayhacepresentirloshuéspedes.Cuandoellaestáallí,elespectáculoescompleto.Deunaedaddeunoscincuentaaños,laseñoraVauquerseparece a todas las mujeres que han tenido desgracias. Tiene los ojos vidriosos, el aireinocentedeunacallejeraquesehaceacompañarparahacersepagarmejor,pero,porotraparte,dispuestaa todocon taldehacermásagradablesusuerte.Sinembargo,esbuenamujer en el fondo, dicen los huéspedes, que la creen sin fortuna al oírla gemir y tosercomoellos.¿QuiénhabíasidoelseñorVauquer?Ellanuncahablabadeldifunto.¿Cómohabíaperdidosufortuna?Enlasdesgracias,respondíalaseñoraVauquer.Sehabíaportadomalconella,sólolehabíadejadolosojosparallorar,aquellacasaparaviviryelderechodenocompadecerningúninfortunio,porque,decía,habíasufridotodoloqueesposiblesufrir.Aloírlospasosdelaseñora,lagordaSilvia,lacocinera,seapresurabaaservireldesayunodeloshuéspedesinternos.

Generalmenteloshuéspedesexternossóloseabonabanalacomidadelmediodía,quecostabatreintafrancosmensuales.Enlaépocaenquecomienzaestahistoria,losinternoseranennúmerodesiete.Elprimerpisoconteníalosdosmejoresapartamentosdelacasa.La señora Vauquer habitaba el menos considerable, y el otro pertenecía a la señoraCouture,viudadeuncomisario-ordenadordelaRepúblicafrancesa.TeníaconsigoaunamuchachallamadaVictorinaTaillefer,alaquehacíademadre.

La pensión de estas dos señoras ascendía a mil ochocientos francos. Los dosapartamentosdelsegundopisoestabanocupados,elunoporunancianollamadoPoiret;elotroporunhombredeunoscuarentaañosdeedadquellevabaunapelucanegra,seteñíalas patillas, decíase antiguo negociante y se llamaba señor Vautrin. El tercer piso secomponíadecuatrohabitaciones,dosdelascualesestabanalquiladas,unaaunasolteronallamadaseñoritaMichonneau;laotraaunantiguofabricantedefideos,pastasdeItaliaydealmidón,elcualdejabaquelellamaranpapáGoriot.Lasotrasdoshabitacionesestabandestinadasalospájarosdepaso,aesosdesdichadosestudiantesque,comopapáGoriotylaseñoritaMichonneau,nopodíandestinarmásquecuarentaycincofrancosmensualesasusustentoyasualojamiento;perolaseñoraVauquerdeseabapocosupresenciaysólolestomabacuandonohallabaalgomejor:comíandemasiadopan.Enestemomento,unade lasdoshabitacionespertenecía aun jovenvenidode los alrededoresdeAngulemaaParísparaestudiarleyes,ycuyanumerosafamiliasesometíaalasmásdurasprivacionesconobjetodepoderenviarlemildoscientosfrancosanuales.EugeniodeRastignac,quetalera su nombre, era uno de esos jóvenes que han sido forjados por la desgracia, quecomprendendesdesuinfancialasesperanzasquesuspadresdepositanenellos,yquesepreparanunhermosoporvenircalculandoyaelalcancedesusestudiosyadaptándolosdeantemano al movimiento futuro de la sociedad. Sin sus observaciones curiosas y lahabilidadconlacualsupopresentarseenlossalonesdeParís,esterelatonoposeeríalosmaticesdeveracidadquesindudadeberáasuinteligenciasagazyasudeseodepenetrar

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losmisteriosdeunasituaciónespantosatancuidadosamenteocultadaporlosquelahabíancreadocomoporelquepadecíalosefectosdelamisma.

EncimadeestetercerpisohabíaundesvánparatenderlaropaydosbuhardillasenlasquedormíanunjornalerollamadoCristóbalylagordaSilvia,lacocinera.

Además de los siete internos, la señora Vauquer tenía, alguno que otro año, ochoestudiantesdederechoodemedicina,ydosotreshombresquevivíanenelbarrioyquesóloestabanabonadosparalacomida.Lasalapodíatenerdieciochopersonasacomerypodíaadmitirunaveintena;peroporlamañanasóloseencontrabansietehuéspedescuyareuniónofrecíaduranteeldesayunoelaspectodeunacomidaenfamilia.Cadacualbajabaenzapatillas,permitíaseobservacionesconfidencialessobreelmododevestirosobreelairedelosexternosysobrelosacontecimientosdelanocheanterior,expresándoseconlaconfianza de la intimidad. Estos siete huéspedes eran los niños mimados de la señoraVauquer, la cual les medía con precisión de astrónomo los cuidados y las atenciones,conforme al importe de sus pensiones. Unamisma consideración afectaba a esos seresreunidosporelazar.Losdosinquilinosdelsegundosólopagabanmildoscientosfrancosanuales.Estapensióntanbarata,quesóloseencuentraenelbarriodeSaint-Marcel,entrelaBourbeylaSalpêtrière,ydelaqueconstituíaexcepciónlaseñoraCouture,revelaqueestoshuéspedesdebíanhallarsebajoelpesodedesgraciasmásomenosmanifiestas.Así,elespectáculodesoladorqueofrecíaelinteriordeaquellacasarepetíaseenelvestidodesus habituales, igualmente míseros. Los hombres llevaban levitas cuyo color habíasehechoproblemático,zapatoscomolosquesearrojanenelrincóndelosguardacantonesde los barrios elegantes, vestiduras raídas. Lasmujeres llevaban ropa gastada, reteñida,desteñida,viejosencajeszurcidos,guanteslustrososporeluso.Sitaleralaindumentaria,casitodasesaspersonasmostrabanunoscuerpossólidamenteconstruidos,constitucionesquehabíanresistidolastormentasdelavida,carasfrías,duras,borradascomolasdelosescudos desmonetizados.Las bocasmarchitas estaban armadas de dientes ávidos.Estoshuéspedeshacíanpresentirdramasconsumadosoenacción;noesosdramasrepresentadosa la luz de las candilejas, entre telas pintadas, sino dramas vivientes ymudos, dramasheladosqueremovíancálidamenteelcorazón,dramascontinuos.

LaviejaseñoritaMichonneaullevabasobresusojosfatigadosunaviseragrasientadetafetánverde,conunbordedealambredelatónquehabríaasustadoalángeldelaPiedad.Suchaldefranjasdelgadasylloronasparecíacubrirunesqueleto,tanangulosaseranlasformas que cubría. ¿Qué ácido había despojado a aquella criatura de sus graciasfemeninas?Debíadehabersidolindaybienproporcionada.¿Habíasidoelvicio,lapena,lacodicia?¿Habíaamadodemasiado,habíasidounacortesana?¿Expiabalostriunfosdeuna juventud insolente que había sido sustituida por una vejez ante la cual huían lostranseúntes?Sumiradadabaescalofríos,surostroeraamenazador.Teníalavozestridentede una cigarra que grita en sumata al acercarse el invierno.Decía haber cuidado a unseñor anciano aquejado de un catarro en la vejiga y abandonada por sus hijos, que lacreyeron sin recursos. Aquel viejo le había legado mil francos de renta vitalicia,

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periódicamentedisputadospor losherederos, de cuyas calumnias eraobjeto.Aunque eljuego de las pasiones hubiera causado estragos en su rostro, se hallaban todavía en élvestigios de una blancura y de una delicadeza que permitían suponer que el cuerpoconservabaalgunosrestosdebelleza.

El señorPoiret era una especie demecánico.Al verle extenderse comouna sombragrisalolargodeunaavenidadelJardínBotánico,lacabezacubiertaconunaviejagorra,sosteniendoapenasenlamanosubastóndepuñodemarfilamarillento,dejandoflotarsulevitaqueocultabamalunpantalóncasivacío,yunaspiernascubiertasconmediasazules,mostrando su sucio chalecoblancoy su corbatamal anudada alrededor de su cuello depavo,muchas personas se preguntaban si aquella sombra chinesca pertenecía a la razaaudaz de los hijos de Jafet quemariposean por el bulevar italiano. ¿Qué trabajo habíapodidoreducirleatalestado?¿Quépasiónhabíaconsumidosurostro?¿Quéhabíasido?

Quizás había sido empleado en elMinisterio de Justicia, en la oficina a la que losejecutoresdeobrasenvíansusmemoriasdegastos,lacuentadelossuministrosdevelosnegrospara losparricidas, bramantepara los cuchillos.Quizáshabía sidocobrador a lapuertadeunmatadero,osubinspectordehigiene.Enfin,aquelhombreparecíahabersidounode aquellos asnosdenuestra grannoria social, unpivote alrededor del cual habíangiradolosinfortuniosolassuciedadespúblicas,enfin,unodeesoshombresdelosquealverles decimos: «Es preciso, sin embargo, que haya también tipos así». El bello Parísignoraesosrostros lívidosdesufrimientosmoralesofísicos.PeroParísesunverdaderoocéano. Echad la sonda en él, y nunca llegaréis a conocer su profundidad. Recorredlo,describidlo; por mucho cuidado que pongáis en recorrerlo, en describirlo; por muynumerososqueseanypormuygrandequeseaelinterésquetenganlosexploradoresdeesemar,siempreseencontraráenélun lugarvirgen,unantrodesconocido,unasflores,unas perlas, monstruos, algo inaudito, olvidado por los buceadores literarios. La CasaVauqueresunadeesasmonstruosidadescuriosas.

Dosfigurasformabanallíunsorprendentecontrasteconlamasadeloshuéspedesydelos habituales. Aunque la señorita Victorina Taillefer tuviera una blancura enfermizaparecida a la de las jóvenes afectadas de clorosis, y aunque se uniera al sufrimientogeneral que constituía el fondo de este cuadro, por una tristeza habitual, por un airetaciturno, sin embargo, su rostro no era viejo, sus movimientos y su voz eran ágiles.Aquellajovencalamidadparecíaunarbustodehojasamarillentas,reciénplantadoenunterreno adverso. Sus cabellos de un rubio oscuro y su cintura en exceso delgadaexpresaban aquella gracia que los poetasmodernos encontraban en las estatuillas de laEdad Media. Sus ojos grises expresaban una dulzura, una resignación cristianas. Susvestidossencillos,pococaros,revelabanformasjuveniles.Eralindaporyuxtaposición.

Dehabersidofeliz,habríasidoencantadora:lafelicidadeslapoesíadelasmujeres,talcomola«toilette»eselafeite.Si laalegríadeunbailehubierareflejadosusrosadosmaticessobreaquellacarapálida;si lasdulzurasdeunavidaelegantehubieran llenado,

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hubieran teñidode carmín aquellasmejillas ya ligeramente sumidas; si el amorhubierareanimadoaquellosojos tristes,Victorinahabríapodidocompetir con lasmáshermosasjóvenes. Le faltaba lo que crea por segunda vez a la mujer, los trapos y los billetesamorosos.Suhistoriahabríasuministradotemaparaunlibro.Supadrecreíatenerrazonespara no reconocerla, negábase a tenerla a su lado, no le concedía más que seiscientosfrancosalaño,yhabíaalteradosufortunaparapoderlatransmitiríntegramenteasuhijo.Parienta lejana de la madre de Victorina, que en otro tiempo había ido a morir dedesesperaciónasucasa,laseñoraCouturecuidabadelahuérfanacomosifuerahijasuya.Desgraciadamente la viuda del comisario-ordenador de los ejércitos de laRepública noposeíaenelmundomásquesuviudedadysupensión;podíaundíadejaraaquellapobrecriatura, sin experiencia y sin recursos, amerceddelmundo.Labuenamujer llevaba aVictorinaamisatodoslosdomingos,aconfesarcadaquincedías,conobjetodehacerdeella una joven piadosa. Tenía razón. Los sentimientos religiosos ofrecían un porvenir aaquellapobreniña,queamabaasupadre,quecadaañosedirigíaasucasaparallevarelperdón de su madre, pero que todos los años encontraba la puerta de la casa paternainexorablemente cerrada. Su hermano, únicomediador, no había ido ni una sola vez averlaencuatroaños,ynoleenviabaningúnrecurso.RogabaaDiosqueabrieralosojosdesupadre,queablandaseelcorazóndesuhermano,yrezabaporellossinacusarlos.LaseñoraCouture y la señoraVauquer no encontraban en el diccionario bastantes injuriaspara calificar este bárbaro proceder.Cuando ellasmaldecían a aquelmillonario infame,Victorinadejabaoírpalabrasdulces,parecidasalcantodelapalomatorcazherida,cuyogritodedolorexpresaaúneltemor.

EugeniodeRastignacposeíaunrostromuymeridional,latezblanca,cabellosnegros,ojosazules.Susmaneras,suactitudhabitualdenotabanalhijodeunafamilianoble,enlaque la educación primera sólo había comportado tradiciones de buen gusto. Aunquetrataba muy bien sus trajes, aunque durante los días laborables acababa de gastar lasprendasdevestirdelañoanterior,sinembargo,algunasvecespodíasalirvestidocomounjovenelegante.Generalmente llevabauna levitavieja,unmalchaleco, lacorbatanegra,raída,mal anudada, del estudiante, un pantalón que hacía juego con todo lo anterior, yunasbotasremendadas.

Entreestosdospersonajesylosotros,Vautrin,elhombredecuarentaaños,eldelaspatillas teñidas, servíade transición.Eraunodeesoshombresde losquedice lagente:«¡He ahí un buen mozo!». Tenía anchas las espaldas, el pecho bien desarrollado, losmúsculosbienmarcados,manoscompactas,cuadradasybienmarcadasenlasfalangesdelosdedosporramilletesdepelosdeuncolorrubioardiente.Surostro,surcadoporarrugasprematuras,ofrecíaseñalesdedurezaqueestabandesmentidasporsusmaneraságiles.Suvoz, de bajo, en armonía con su carácter alegre, no resultaba en modo algunodesagradable. Era amable y risueño. Si una cerradura funcionaba mal, pronto la habíadesmontado, arreglado y vuelto amontar, diciendo: «Esto es cosamía». Por otra parte,todoloconocía:losbarcos,elmar,Francia,elextranjero,losnegocios,loshombres,los

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acontecimientos, las leyes, loshotelesy lasprisiones.Eramuyservicial.HabíaprestadovariasvecesdineroalaseñoraVauqueryaalgunoshuéspedes;perolaspersonasaquienesfavorecíaantesmoriríanquedejardedevolverleloqueleshabíaprestado,tangrandeerael temorquesumiradaprofundayresueltainspirabaapesardesuairebenévolo.Porelmodo de escupir denotaba una sangre fría imperturbable que no había de hacerleretrocederanteuncrimencontaldesalirdeunasituaciónequívoca.Cualjuezsevero,susojos parecían ir al fondo de todas las cuestiones, de todas las conciencias, de todos lossentimientos. Sus costumbres consistían en salir después de desayunar, regresar paracomer,ausentarsetodalatardeyvolverhaciamedianoche,conayudadeunaganzúaquele había confiado la señoraVauquer. Sólo él gozaba de este favor. Pero también él eraquiensehallabaenmejoresrelacionesconlaviuda,a laquellamabamamá,cogiéndolaporeltalle,halagoquelagentecomprendíamuypoco.Labuenamujercreíaqueeracosafácil,mientrasquesóloVautrinteníaenrealidadlosbrazoslosuficientementelargosparaapretar aquella pesada circunferencia. Un rasgo de su carácter era el de pagargenerosamente quince francos al mes por un suplemento en el postre. Gente menossuperficial que aquellos jóvenes arrastrados por los torbellinos de la vida parisiense, oaquellosviejos indiferentesaquienesnolesafectabaVautrin.Estesabíaoadivinabalosasuntos de aquellos que le rodeaban, mientras que nadie podía penetrar ni suspensamientosnisusocupaciones.Aunquehubieraarrojadosuaparentebenevolencia,suconstante complacencia y su alegría como una barrera entre los demás y él, amenudodejaba traslucir la espantosa profundidad de su carácter.Amenudouna salida digna deJuvenal,conlaqueparecíacomplacerseenburlarsedelasleyes,fustigaralaaltasociedadyconvencerladeinconsecuenciaconsigomisma,debíahacersuponerqueguardabarencoralestadosocialyquehabíaenelfondodesuvidaalgúnmisteriocuidadosamenteoculto.

Atraídaquizá,sinsaberlo,por lafuerzadelunoopor labellezadelotro, laseñoritaTailleferrepartíasusmiradasfurtivasysuspensamientossecretosentreaquelcuarentónyeljovenestudiante;peroningunodeellosparecíapensarenella,pormásquedeundíaaotroelazarpudieracambiarsusituaciónyhacerdeellaunbuenpartido.Porotraparte,ningunade aquellas personas semolestaba en comprobar si las desgracias alegadasporunadeellaseranfalsasoverdaderas.

Todas tenían las unas para con las otras una indiferencia mezclada con unadesconfianza que resultaba de sus situaciones respectivas. Se sabían impotentes paraaliviar sus penas, y todas, al contárselas, habían agotado la copa de las condolencias.Parecidasaviejoscónyuges,yanoteníannadaquedecirse.Nolesquedaba,pues,másquelasrelacionesdeunavidamecánica,eljuegodeunosengranajessinaceite.Todasdebíanpasar sin detenerse por delante de un ciego, escuchar sin emoción el relato de unadesgracia, y ver en una muerte la solución de un problema de miseria que les dejabaindiferentes ante la más terrible agonía. La más feliz de estas almas desoladas era laseñoraVauquer, que sehallaba en lapresidenciade aquel hospicio libre.Sólopara ellaaqueljardincillo,queelsilencioyelfrío,lasequíaylahumedadhacíanvastocomouna

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estepa, era un risueño vergel. Sólo para ella poseía delicias aquella casa amarilla ysombría. Alimentaba a sus penados ejerciendo sobre ellos una autoridad respetada.¿DóndehabríanpodidoaquellospobresseresencontrarenParís,porelprecioqueellaselos daba, unos alimentos sanos, suficientes, y un apartamento que ellos eran libres deconvertir, si no en un apartamento elegante y cómodo, por lomenos limpio y salubre?Aunqueellasehubierapermitidounainjusticiamanifiesta,lavíctimalahabríasoportadosinquejarse.

Una reunión parecida debía ofrecer y ofrecía en miniatura los elementos de unasociedadcompleta.Entrelosdieciochocomensalesseencontraba,comoenloscolegios,como en el mundo, una pobre criatura rechazada, sobre la que llovían las bromas. Alcomenzar el segundo año, esta figura convirtióse para Eugenio deRastignac en lamásdestacadaentre todasaquellasenmediode lascualesestabacondenadoaviviraúndosaños.Esta figuraerael antiguo fabricantede fideos,papáGoriot, sobrecuyacabezaunpintor,comoelhistoriador,proyecta toda la luzdelcuadro.¿Porquéazaresedespreciomezclado con odio, esa persecución mezclada con piedad, esa falta de respeto habíanafectadoalmásantiguodeloshuéspedes?

¿Habíadadoél lugarparaalgunosdeaquellosridículosque lagenteperdonamenosquelosvicios?Estaspreguntasafectanmuydecercaalasinjusticiassociales.Quizásespropio de la naturaleza humana hacer soportarlo todo a aquel que todo lo sufre porhumildad verdadera, por debilidad o por indiferencia. ¿No nos gusta acaso demostrarnuestrafuerzaaexpensasdealguienodealgo?

PapáGoriot,ancianodesesentaynueveaños,habíaseretiradoalacasadelaseñoraVauquer en 1813, después de haber abandonado los negocios. Primero había tomado elapartamentoocupadoporlaseñoraCouture,ypagabaentoncesmildoscientosfrancosdepensión,comohombreparaquiencincoluisesmásomenoseranunabagatela.LaseñoraVauquerhabíaarregladolastreshabitacionesdeaquelapartamentomedianteunacantidadprevia que pagó, según dicen, el valor de unmalmobiliario compuesto de cortinas dealgodónamarillo,sillonesdemaderabarnizadatapizadosdeterciopelodeUtrecht,algunaspinturasa lacolayunospapelesquelas tabernasde lossuburbiosrechazaban.Quizá ladespreocupada generosidad que puso en dejarse atrapar papá Goriot, que por aquelentoncesera llamadorespetuosamenteseñorGoriot, lehizoconsiderarcomoun imbécilquenoentendíadenegocios.Goriotllegóprovistodeunguardarropabienabastecido,elmagníficoajuardelnegociantequenoquiereprivarsedenadaalretirarsedelcomercio.LaseñoraVauquerhabíaadmiradodieciochocamisasmuyfinas,cuyacalidadresaltabaaúnmásporqueelantiguofabricantedefideosllevabaenlapecheradosagujasunidasporunacadenilla,ycadaunadelascualesllevabaundiamantedegrantamaño.Ordinariamentellevaba un traje azul, y todos los días se ponía chaleco de piqué blanco, bajo el cualfluctuabasuvientrepiriformeyprominente,quehacíarebotarunapesadacadenadeoroprovistadedijes.Supetaca,tambiéndeoro,conteníaunmedallónllenodecabellosqueenapariencialehacíanculpabledealgunasaventuras.Cuandosuesposaleacusódeser

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un tenorio, él dejó vagar sobre sus labios la alegre sonrisa del burgués que se sientehalagado.

Susarmariosfueronllenadosporlasnumerosaspiezasdeplatadesuhogar.Losojosdelaviudaseiluminaroncuandoleayudócomplacienteadesembalarycolocarenordenloscucharones,lascucharas,lasvinagreras,lassalseras,variasfuentes,enfin,piezasmáso menos bellas, que valían cierto número de marcos, y de las que él no queríadesprenderse.Estos regalos le recordaban las solemnidadesdesuvidadoméstica.«Esto—dijo a la señora Vauquer guardando una fuente y una pequeña escudilla cuya taparepresentaba dos tortolillas que se daban el pico—es el primer regalo queme hizomimujereldíadenuestroaniversario.¡Pobrecilla!,consagróaesteregalosuseconomíasdesoltera. Veis, señora, preferiría cavar la tierra con mis uñas a desprenderme de esto.GraciasaDiospodrétomarenestaescudillamicafétodaslasmañanasduranteelrestodemivida.Nopuedoquejarme».En fin, la señoraVauquerhabíavistomuybien, con susojos de urraca, ciertas inscripciones en el libromayor que, vagamente sumadas, podíanrepresentarparaelexcelenteGoriotunarentadeunosochoadiezmilfrancos.Apartirdeaqueldía,laseñoraVauquer,desolteraDeConflans,queentoncesteníacuarentaynueveañosefectivosysóloaceptabatreintaynueve,tuvoalgunasideas.Aunqueellagrimaldelos ojos de Goriot estuviera hinchado, colgante, lo cual le obligaba a secárselos conbastantefrecuencia,ellaleencontróaspectoagradableycomoesdebido.Porotraparte,sus mejillas carnosas, salientes, pronosticaban, lo mismo que su larga nariz cuadrada,cualidades morales a las que parecía dar gran importancia la viuda, y que veníanconfirmadasporlacaralunareingenuamentetontadelbuenhombre.Debíadetratarsedeunanimalsólidamenteestructurado,capazdegastar todasu inteligenciaensentimiento.Suscabellosenformadealasdepichón,queelpeluquerodelaEscuelaPolitécnicaibaaempolvarle todas lasmañanas, dibujaban cincopuntas sobre subaja frentey adornabanbiensucara.

Aunqueunpocopalurdo,sabíatomardeunmodoelegantesurapé,loaspirabacomohombrequeestuvierasegurodetenersupetacasiemprellenademacuba,yeldíaenqueel señor Goriot se instaló en casa de ella, la señora Vauquer se acostó por la nocheardiendo en el fuego del deseo de abandonar el sudario de Vauquer para renacerconvertidaenunaGoriot.Casarse,vendersupensión,darelbrazoaaquellafinaflordeburguesía,convertirseenunadamanotableenelbarrio,pedirlimosnaparalosindigentes,hacer pequeñas partidas el domingo con Choisy, Soissy y Gentilly; asistir a losespectáculosquequisiera,enbutacadepalco,sintenerqueaguardarlasentradasdeautorqueledabanalgunosdesushuéspedes,enelmesdeJulio;soñótodoelEldoradodelospequeñoshogaresparisienses.Nohabíaconfesadoanadiequeteníacuarentamilfrancos,acumulados céntimo sobre céntimo. Ciertamente, desde el punto de vista financiero,considerábase un buen partido. «Por lo demás, bien valgo ese buen hombre», díjose,volviéndosedelotroladoenlacama,comoparaasegurarsedelosencantosquelagordaSilviaencontrabacadamañanamoldeadosenhueco.Desdeaqueldía,duranteunos tres

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meses,laviudaVauqueraprovechósedelpeluquerodelseñorGoriotehizoalgunosgastosde«toilette»,justificadosporlanecesidaddedarasucasaciertodecoroenarmoníaconlaspersonashonorablesquelafrecuentaban.Pusoungranempeñoencambiarelpersonalde supensión, con la pretensióndeno aceptar en adelantemásque a las personasmásdistinguidasentodosconceptos.Sisepresentabaunextraño,ellalealababalapreferenciaque le había dispensado el señor Goriot, uno de los negociantes más notables y másrespetablesdeParís.Distribuyóunosprospectosenlosqueseleía:«CasaVauquer,unadelaspensionesmásantiguasymásapreciadasdelbarriolatino.TieneunavistadelasmásagradablesdelvalledelosGobelinos(seledivisadesdeeltercerpiso)yunlindojardín,enelextremodelcualseextiendeunaavenidadetilos».

Hablabaenelprospectodelosbuenosairesydelasoledad.Esteprospectoletrajoalaseñora condesa de Ambermesnil, mujer de treinta y cinco años, que aguardaba laliquidacióndetinapensiónqueseledebíaencalidaddeviudadeungeneralmuertoenloscamposdebatalla.LaseñoraVauquercuidódelamesa,encendiólumbreenlossalonesporespaciodecasi seismesesycumplió loprometidoensuprospecto.Así, lacondesadecía a la señoraVauquer, llamándola querida amiga, que le procuraría la baronesa deVaumerlandylaviudadelcoronelcondePicquoiseau,dosdesusamigas,quevivíanenelMaraisenunapensiónmáscaraquelaCasaVauquer.Porotraparte,estasdamasviviríancon mucho mayor desahogo cuando las Oficinas de la Guerra hubieran terminado sutrabajo.«Pero—decía—lasOficinasnoterminannada».

Lasdosviudassubíanjuntas,despuésdecomer,alahabitacióndelaseñoraVauquerycharlaban allí un rato mientras bebían licor de grosella y comían algunas golosinasreservadasparaelpaladardeladueña.LaseñoradeAmbermesnilaprobólosproyectosdesu patrona con respecto a Goriot, proyectos excelentes, que, por otra parte, ella habíaadivinadodesdeelprimerdía;parecíaleunhombreperfecto.

—¡Ah!, querida amiga, un hombre sano como mis ojos —decíale la viuda—, unhombreperfectamenteconservadoyqueaúnpuededargransatisfacciónaunamujer.

La condesa hizo generosamente algunas observaciones a la señora Vauquer conrespectoasumododearreglarse,quenoestabaenconsonanciaconsuspretensiones.

—Debéisponerosenpiedeguerra—ledijo.

Después de muchos cálculos, las dos viudas fueron juntas al Palacio Real, dondecompraron,enlasGaleriesdeBois,unsombrerodeplumayungorro.LacondesallevóasuamigaalalmacéndeLaPetiteJeannette,dondeescogieronunvestidoyunaecharpe.Cuando estas municiones fueron empleadas y la viuda estuvo bajo las armas, parecíacompletamentelamuestradelBoeufàlamode.

Sin embargo, encontróse cambiada tan en favor suyo, que, aunque poco inclinada ahacerregalos,creyendoestarendeudaconlacondesa,lerogóqueaceptaseunsombrerodeveintefrancos.Contaba,adecirverdad,conutilizarlaparasondearaGoriotyhacerque

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laalabaradelantedeéste.LaseñoradeAmbermesnilprestósemuyamistosamenteaestamaniobra y sonsacó al antiguo fabricante de fideos, con quien logró tener un coloquio.Perodespuésdehaberloencontradopúdico,pornodecirrefractarioalastentativasquelesugirió su deseo particular por seducirle por su propia cuenta, salió sublevada de sugrosería.

—Ángelmío—ledijoasuqueridaamiga—,¡nopodríaissacarnadadeesehombre!Es ridículamente terco; es un avaro, un animal, un tonto, que no os daría más quedisgustos.

Hubo entre el señorGoriot y la señora condesa deAmbermesnil tales cosas que lacondesanoquisosiquieraencontrarseconél.Aldíasiguientepartióolvidándosedepagarseismesesdepensiónydejandounosobjetosdeescasovalor.PormuchoahíncoquelaseñoraVauquerpusieraensuspesquisas,nopudoobtenerenParísningúninformesobrelacondesadeAmbermesnil.Hablabaamenudodeestedeplorableasunto, lamentándosedesuexcesodeconfianza,aunquefuesemásdesconfiadaqueunagata;peroparecíaseamuchaspersonasquedesconfíandesuprójimoyseentreganalprimeroquellega.Hechomoral extraño, pero verdadero, cuya raíz es fácil de encontrar en el corazón humano.Quizáciertaspersonasyanotienennadaqueganarjuntoaaquellasconlascualesviven;despuésdehaberlesmostradoel vacíode su alma se sienten secretamente juzgadasporellas con una severidad merecida; pero experimentando una invencible necesidad dehalagos, o devoradas por el afán de parecer que poseen las cualidades de que carecen,esperan sorprender la estimación o el corazón de aquellos que les son extraños, con elpeligrodeverseundíadesengañadas.

Enfin,hayindividuosnacidosmercenarios,quenohacenningúnbienasusamigosoa susdeudosporque lesdeben;mientrasquealhacer favoresadesconocidos, cosechanuna ganancia de amor propio: cuantomás cerca de ellos se encuentra el círculo de susafectos, menos aman; cuantomás se extiende, más serviciales son. La señora Vauquerparticipabasindudadeestasdosnaturalezas,esencialmentemezquinas,falsas,execrables.

—Siyohubieraestadoaquí—ledecíaentoncesVautrin—,estadesgracianooshabríasobrevenido.Habríadesenmascaradoaesafarsanta.Conozcosusartimañas.

Comotodoslosespíritusmezquinos,laseñoraVauquerteníalacostumbredenosalirdel círculo de los acontecimientos y no juzgar las causas de los mismos. Le gustabaachacar las culpas a los demás. Cuando tuvo lugar esta pérdida, consideró al honradofabricantedefideoscomoelprincipiodesuinfortunio,ycomenzódesdeentonces,comoelladecía,adesenamorarse.Cuandohuboreconocidolainutilidaddesusmimosydesusgastosderepresentación,notardóenadivinarlarazóndeello.Advirtióentoncesquesuhuésped tenía sumodopropiodevivir.En fin, quedódemostradoque su esperanza tanlindamenteacariciadaseapoyabasobreunabasequimérica,yquenuncasacaríanadadeaquel hombre, según la expresión de la condesa, que parecía muy experta. Llevónecesariamentesuaversiónmáslejosquesuamistad.Suodionoestuvoenproporcióncon

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suamor,sinoconsusesperanzasfrustradas.Sielcorazónhumanohallareposoalsubirlascuestas del afecto, raras veces se detiene en la rápida pendiente de los sentimientos deodio.Pero el señorGoriot era su huésped; la viudaviose, pues, obligada a reprimir lasexplosiones de su amor propio herido, a enterrar los suspiros que le ocasionó estadecepciónyadevorarsusdeseosdevenganza,comounmonjehumilladoporsuprior.Losespíritus mezquinos satisfacen sus sentimientos, buenos o malos, con incesantespequeñeces.Laviudaempleósumaliciademujereninventarsordaspersecucionescontrasuvíctima.

Empezó por suprimir las superfluidades introducidas en su pensión. «Basta depepinillos y boquerones; todo esto no son más que engañabobos», le dijo a Silvia lamañanaenquevolvióasuantiguoprograma.El señorGorioteraunhombre frugal,enquienlaparsimonianecesariaalaspersonasquehanhechoellasmismassufortunahabíadegeneradoenhábito.Lasopa,elhervido,unplatodelegumbres,habíansido,habíandesersiempresucomidapredilecta.Resultó,pues,difícilalaseñoraVauqueratormentarasuhuésped,cuyosgustosenmodoalgunopodíacontrariar.Desesperadadeencontraraunhombreinatacable,comenzóadisminuirsusconsideracionesparaconél,ydeestemodohizo que sus huéspedes compartieran su aversión por Goriot, los cuales, por afán dedivertirse,coadyuvaronalasvenganzasdeella.Haciaelfindelprimeraño,laviudahabíallegado a tal grado de desconfianza, que se preguntaba por qué aquel negociante, queposeíadesieteaochomillibrasderenta,unasoberbiaplateríayjoyastanvaliosascomolas de una querida, permanecía en casa de ella, pagándole una pensión tan módica enproporciónasufortuna.Durantelamayorpartedeesteprimeraño,Goriothabíacomidoamenudofueradecasaunaodosvecesporsemana;luego,insensiblemente,llegóalpuntodequeyanocomiófueradecasamásquedosvecesalmes.LaseñoraVauquersintiósecontrariadaalverlaexactitudprogresivaconlaquesuhuéspedcomíaensucasa.Estoscambios fueron atribuidos tanto a una lenta disminución de fortuna como al deseo decontrariar a su patrona. Una de las costumbres más detestables de estos espíritusliliputiensesesladesuponersusmezquindadesenlosdemás.Desgraciadamente,alfindelsegundoaño,elseñorGoriotjustificólashabladuríasdequeeraobjetoalpediralaseñoraVauquerqueledejarapasaralsegundopisoyreducirsupensiónanovecientosfrancos.Tuvonecesidaddeunaeconomíatanestricta,quenoencendiólumbreenlachimeneadelaposentodeéldurantetodoelinvierno.LaviudaVauquerquisocobrarporadelantado,aloqueconsintióelseñorGoriot,aquienelladesdeentoncesllamópapáGoriot.

Resultaba difícil adivinar las causas de esta decadencia. Como había dicho la falsacondesa, papáGoriot era un socarrón, un taciturno. Según la lógica de las personas decabezavacía,todasindiscretasporquenotienennadaquedecirse,aquellosquenohablandesusaccionesesporquedebenrealizarmalasacciones.Aquelnegociantetandistinguidoconvirtióse,pues,enunbribón.SegúnVautrin,quehaciaesaépocafueaviviralaCasaVauquer, papá Goriot era un hombre que iba a la Bolsa y que, después de habersearruinado en ella, cometía estafas. O tal vez era uno de esos jugadores que todas las

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nochesvanaprobarsuerteyganandiezfrancoseneljuego.Tambiénhacíandeélunespíaagregado a la alta política; peroVautrin pretendía que no era bastante astuto para ello.PapáGorioteraasimismounavaroqueprestabadinero,unhombrequejugabaalalotería.Se hacía de él todo cuanto de más misterioso engendran el vicio, la vergüenza y laimpotencia.Únicamenteque,porinnoblesquefuesensuconductaosusvicios,laaversiónque inspiraba no llegaba al extremode que le expulsaran: pagaba su pensión.Además,servíaparaquecadacualdesahogaraenélsubuenomalhumorpormediodebromasodebroncas.LaopiniónqueparecíamásaceptableyquefuegeneralmenteadoptadaeraladelaseñoraVauquer.Deoírlaaella,aquelhombretanbienconservado,sano,yconelcualaúneraposibleencontrarplacer,eraunlibertinodeaficionesextrañas.Heaquísobrequéapoyaba la viudaVauquer sus calumnias.Unosmeses después de la partida de aquelladesastrosacondesaquehabíasabidovivirduranteseismesesasusexpensas,unamañana,antesdelevantarse,oyóensuescaleraelfru-frúdeunvestidodesedayelpasograciosodeunamujerjovenyligeraqueseintroducíaenlahabitacióndeGoriot,cuyapuertahabíasidoabiertainteligentemente.EnseguidavinolagordaSilviaadecirleasudueñaqueunajovendemasiadolindaparaserhonrada,vestidacomounadiosa,calzadaconborceguíeshermososynuevos,habíasedeslizadocomounaanguiladesdelacallehastasucocinaylehabíapreguntadoporelapartamentodelseñorGoriot.

LaseñoraVauquerysucocinerapusiéronseaescucharysorprendieronvariaspalabrastiernamentepronunciadasdurante lavisita,queduróalgúnrato.Cuandoel señorGoriotacompañóasudama,lagordaSilviatomóenseguidasucestayfingióiralmercadoparapoderseguiralaparejaamorosa.

—Señora—díjoleasuamaal regresar—,el señorGoriotdebeserendiabladamenterico.FiguraosqueenlaesquinadelaEstrapadehabíaunsoberbiocarruajeenelqueellamontó.

Durantelacomida,laseñoraVauquercorrióunacortinaparaimpedirqueGoriotfueraincomodadoporelsol,unodecuyosrayoscaíasobresusojos.

—Sois amadopor lashermosas, señorGoriot; el sol osbusca—dijo aludiendoa lavisitaquehabíarecibido—.¡Demonio!,tenéisbuengusto;eramuylinda.

—Eramihija—dijoconunaespeciedeorgulloenelqueloshuéspedesquisieronverlafatuidaddeunviejoquepretendeguardarlasapariencias.

Unmesdespuésdeestavisita,elseñorGoriotrecibióotra.Suhija,quelaprimeravezhabíallegadoenvestidodemañana,vinodespuésdecomeryvestidamuyelegantemente.Loshuéspedes,ocupadosenconversarenelsalón,pudieronverunalindarubia,esbelta,graciosaydemasiadodistinguidaparaserlahijadepapáGoriot.

—¡Yavandos!—dijolagruesaSilvia,quenolareconoció.

Unosdíasmástarde,otrajoven,altaybienproporcionada,morena,decabellosnegrosyojosvivos,preguntóporelseñorGoriot.

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—¡Yavantres!—dijoSilvia.

Estasegundahija,quelaprimeravezhabíaidoaverasupadreporlamañana,vinounosdíasmástarde,despuésdecomer,convestidodebaileyencoche.

—¡Yavancuatro!—dijeronlaseñoraVauquerylagruesaSilvia,quenoreconocieronen esta gran dama ningún vestigio de la joven vestida sencillamente por la mañana,cuandoefectuósuprimeravisita.

Goriot pagaba aún mil doscientos francos de pensión. La señora Vauquer encontrómuynaturalqueunhombrericotuvieracuatroocincoamantes,einclusolepareciómuyinteligentequelashicierapasarporhijassuyas.NoleimportabaquelasenviasealaCasaVauquer.Únicamente,comoestasvisitasleexplicabanlaindiferenciadesuhuéspedconrespectoaella,permitióse,alcomenzarelsegundoaño,llamarlegatoviejo.Finalmente,cuandosuhuéspedcayóenlosnovecientosfrancos,lepreguntóquépensabahacerconsucasa,alverdescenderaunadeaquellasdamas.PapáGoriotlerespondióqueestadamaerasuhijamayor.

—Entonces,¿tenéistreintayseishijas?—dijoconacritudlaseñoraVauquer.

—Notengomásquedos—repusoelhuéspedconladulzuradeunhombrearruinadoquellegaatodaslasdocilidadesdelamiseria.

Haciaelfinaldelterceraño,papáGoriotredujoaúnsusgastos,subiendoaltercerpisoyponiéndoseacuarentaycincofrancosdepensiónalmes.Prescindiódeltabaco,despidióa su peluquero y dejó de ponerse polvos en el pelo. Cuando papáGoriot apareció porprimeravezsinempolvar,supatronadejóescaparunaexclamacióndesorpresaaladvertirel color de sus cabellos, que eran de un gris sucio y verdusco. Su fisonomía, a la quesecretas penas habían vuelto insensiblemente más triste de día en día, parecía la másdesoladadeloscomensales.Yanohuboentoncesningunaduda.PapáGorioteraunviejolibertinocuyosojosnohabíansidopreservadosdelamalignainfluenciadelosremediosrequeridos por sus enfermedades más que por la habilidad de algún médico. El colordesagradabledesuscabellosproveníadesusexcesosyde lasdrogasquehabía tomadopara poder continuarlos. El estado físico ymoral del buen hombre daba pie para todosestoscuentos.Cuandosuropaestuvogastada,compróteladealgodónacatorcesueldoslavara para sustituir su fino lino. Sus diamantes, su petaca de oro, su cadena, sus joyas,desaparecieron pieza tras pieza. Había abandonado el traje azul, para llevar, tanto enveranocomoeninvierno,unalevitadepañobastomarrón,unchalecodepelodecabrayun pantalón gris de cuero. Fue enflaqueciendo poco a poco; susmejillas decayeron; sucara,antesconexpresióndefelicidadburguesa,seavejentódesmesuradamente;sufrentesearrugó,sumandíbulasehizomásdestacada.Duranteelcuartoañovividoen lacalleNeuve-Sainte-Geneviève, ya no parecía el mismo. El antiguo fabricante de fideos, desesentaydosañosdeedad,quenoaparentabamásdecuarenta;elburguésgordoyfresco,que tenía algo juvenil en la sonrisa, parecía un septuagenario idiotizado, vacilante. Sus

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ojosazulestanvivacesasumieronuntonoturbio,habíanpalidecido,yanolagrimeaban,ysu borde rojo parecía llorar sangre. A unos inspiraba horror, a otros compasión. Unosjóvenes estudiantes demedicina, habiendoobservado el descenso de su labio inferior ymedido su ángulo facial, le declararon afectado de cretinismo. Una tarde, después decomer, habiéndole dicho la señoraVauquer en son de burla: «Y bien, ¿ya no vienen averosvuestrashijas?»,poniendoendudasupaternidad,papáGoriotseestremeciócomosisupatronalehubierapinchadoconunhierro.

—Vienenalgunasveces—respondióconvozemocionada.

—¡Ah, ah! ¡Lasveis aún algunavez!—exclamaron los estudiantes—. ¡Bravo, papáGoriot!

Peroelancianonooyó lasbromasquesurespuestaatraía;habíacaídoenunestadomeditabundoque losque leobservabansuperficialmente tomabanporunabotagamientosenil debido a su falta de inteligencia. Si le hubiesen conocido bien, quizás habríansesentidovivamenteinteresadosporelproblemaquepresentabasusituaciónfísicaymoral;peronadahabíamásdifícil.

Aunque hubiera resultado fácil saber si Goriot había sido realmente fabricante defideos,ycuálerasufortuna,losviejoscuyacuriosidadsedespertóacercadeélnosalíande su barrio y vivían en la pensión como ostras en una roca. En cuanto a las otraspersonas,eltorbellinoparticulardelavidaparisienseleshacíaolvidar,alsalirdelacalleNeuve-Sainte-Geneviève,comoaaquellos jóvenesdespreocupados,que laáridamiseriadepapáGoriotysuestúpidaactituderanincompatiblesconunafortunayunacapacidadcualesquiera. En cuanto a las mujeres que él llamaba sus hijas, todos compartían laopinión de la señora Vauquer, la cual decía, con la lógica severa que la costumbre desuponerlo todo confiere a las viejas ocupadas en chismorrear: «Si papá Goriot tuviesehijastanricascomoparecíansertodaslasdamasquehanvenidoaverle,noestaríaenmicasa,eneltercerpiso,acuarentaycincofrancosalmes,ynoiríavestidocomounpobre».Nada podía desmentir estas deducciones. Así, hacia el final del mes de noviembre de1819, época en que ocurrió este drama, todos en la pensión tenían ideasmuydefinidassobreelpobreanciano.Nuncahabíatenidohijanimujer;elabusodelosplacereshacíadeéluncaracol,unmoluscoantropomórficoparaclasificarentreloscasquetíferos,decíaunempleadodelMuseo.Poireteraunáguila,ungentlemanalladodeGoriot.Poirethablaba,razonaba,respondía;nodecíanada,enrealidad,razonandoorespondiendo,porqueteníala costumbre de repetir en otros términos lo que los otros decían; pero contribuía a laconversación, parecía sensible; mientras que papá Goriot, decía aún el empleado delMuseo,estabaconstantementeacerogradosRéaumur.

EugeniodeRastignachabíaregresadoconunadisposicióndeespírituquedebenhaberconocido los jóvenes superiores, o aquellos a los que una posición difícil comunicamomentáneamente las cualidades de los hombres selectos. Durante su primer año deestancia en París, el escaso trabajo que requieren los primeros cursos de la Facultad le

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habíadejadolalibertaddesaborearlasdeliciasvisiblesdelParísmaterial.

Unestudiantenotienedemasiadotiemposiquiereconocerelrepertoriodecadateatro,estudiar las salidas del laberinto parisiense, conocer las costumbres particulares de lacapital, escudriñar los lugares buenos ymalos, seguir los cursos que divierten, hacer elinventariodelostesorosdelosmuseos.Unestudianteseapasionaentoncesportonteríasque leparecengrandiosas.Tiene sugrandehombre,unprofesordelcolegiodeFrancia,pagado para mantenerse a la altura de su auditorio. En estas iniciativas sucesivas,ensancha el horizonte de su vida, y acaba concibiendo la superposición de las capashumanasquecomponenlasociedad.SihaempezadoadmirandoloscochesenlosCamposElíseos un hermoso día de sol, llega pronto a envidiarlos. Eugenio había sufrido esteaprendizaje,sindarsecuenta,cuandopartióenvacaciones,despuésdehaberobtenidoeltítulo de bachiller en letras y de bachiller en derecho. Sus ilusiones de la infancia, susideasdeprovinciahabíandesaparecido.Suinteligenciamodificada,suambiciónexaltadalehicieronverconprecisiónenmediodelamansiónpaterna,enelsenodelafamilia.Supadre,sumadre,susdoshermanasyunatíacuyafortunaconsistíaenpensiones,vivíanenla pequeña finca de Rastignac. Estas tierras, que rentaban unos tres mil francos, sehallaban sometidas a la incertidumbre que rige el producto industrial de la viña, y sinembargo, había que extraer cada año mil doscientos francos para él. La vista de estaconstanteindigenciaqueleocultabangenerosamente,lacomparaciónquesevioobligadoarealizarentresushermanas,queleparecíantanhermosasensuinfancia,ylasmujeresdeParís,quehabíanrealizadoparaéleltipodeunabellezasoñado;elporvenirinciertodeestanumerosafamiliaqueseapoyabaenél,laparsimoniosaatenciónconquevioqueserecogíanlasmásescasasproducciones,labebidahechaparasufamiliaconlashecesdelaprensa,enfin,ungrannúmerodecircunstanciasinútilesdeconsignaraquí,aumentaronsudeseodeprosperaryledieronseddedistinciones.

Comolesocurrealasalmasgrandes,quisodeberlotodoasupropiomérito.Perosualmaeraeminentementemeridional;enelmomentodelaejecución,susdeterminacionesdebían, pues, verse afectadas por aquellas vacilaciones que se adueñan de los jóvenescuando se encuentran en altamar, sin saber aqué ladodirigir sus fuerzas, ni haciaquéángulohincharsusvelas.Sidemomentoquisolanzarseenteramentealtrabajo,seducidoprontopor lanecesidaddecrearse relaciones,observóhastaquépunto tienen influencialasmujeres en la vida social y pensó en seguida en obtener protectoras: ¿debían faltaréstasaunjovenfogosoeinteligente,cuyainteligenciayardorestabanrealzadosporunasmaneraselegantesyporunaespeciedebellezanerviosaquetantocautivaalasmujeres?Estasideasleasaltaronhallándoseenmediodeloscampos,durantelospaseosqueantañohacíaconsushermanas,queleencontraronmuycambiado.Sutía,laseñoradeMarcillac,presentadaenotrotiempoenlaCorte,habíaconocidoenellaalasmáximasfigurasdelaaristocracia. De pronto, el joven ambicioso reconoció, en los recuerdos tan a menudoacariciados por su tía, los elementos de varias conquistas sociales, por lo menos tanimportantescomolasqueemprendíaenlaEscueladeDerecho;lainterrogóacercadelos

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lazosdeparentescoquepodíanaúnrenovarse.Despuésdehabersacudido lasramasdelárbolgenealógico,laancianaseñoraconsideróquetodaslaspersonasquepodíanservirasu sobrino entre la gente egoísta de los parientes ricos, la menos recalcitrante sería laseñoravizcondesadeBeauséant.Escribióaestajovenunacartaenelantiguoestilo,ylaentregó a Eugenio, diciéndole que, si tenía éxito cerca de la vizcondesa, ella le haríaencontrarasusotrosparientes.Unosdíasdespuésdelallegada,RastignacenviólacartadesutíaalaseñoradeBeauséant.Lavizcondesarespondióconunainvitaciónalbailedeldíasiguiente.

Tal era la situación general de la pensión de la señora Vauquer a fines delmes deNoviembrede1819.Unosdíasmás tarde,despuésdehaber idoalbailede laseñoradeBeauséant, regresó hacia las dos de la madrugada. Con objeto de recuperar el tiempoperdido, el animoso estudiante habíase prometido, mientras bailaba, trabajar hasta queamaneciera. Iba a pasar la noche por primera vez enmedio de aquel silencioso barrio,porquesehabíapuestobajolafascinacióndeunafalsaenergíaalverlosesplendoresdelmundo.Nohabía comido en casa de la señoraVauquer.Los huéspedes pudieron, pues,creer que no regresaría del baile hasta el día siguiente por lamañana, al clarear, comohacíaavecescuandovolvíadelasfiestasdelPradoodelosbailesdelOdeón.Antesdeecharelcerrojoalapuerta,Cristóballaabrióparamiraralacalle.Rastignacsepresentóenaquelmomento,ypudosubirasuhabitaciónsinhacerruido,seguidodeCristóbal,quehacíamucho.Eugeniosedesnudó,sepusolaszapatillas,tomóunamalalevita,encendiósu lumbre de conglomerados de turba y preparóse diligente a trabajar, de suerte queCristóbalcubrióaúnconel ruidodesusgrandeszapatos lospreparativospocoruidososdel jovenestudiante.Eugeniopermaneciópensativodurantealgunosmomentosantesdesumergirse en sus libros de derecho.Acababa de reconocer en la señora vizcondesa deBeauséant a una de las reinas de lamoda en París, y cuya casa pasaba por ser lamásagradable del barrio de SanGermán. Por otra parte, tanto por su apellido como por sufortuna, estamujer era considerada comounade las figurasmás conspicuasdelmundoaristocrático.GraciasasutíaDeMarcillac,elpobreestudiantehabíasidobienacogidoenestacasa,sinconocerlaextensióndetalfavor.Seradmitidoenaquellosdoradossalonesequivalíaauntítulodealtanobleza.Alparecerenaquellasociedad,lamásexclusivadetodas,habíaconquistadoelderechodeiratodaspartes.

Deslumbrado por aquella brillante concurrencia, habiendo cambiado apenas unaspalabrascon lavizcondesa,Eugeniohabíasecontentadocondistinguir,entre lamultituddelasdeidadesparisiensesqueseapretujabanenaquellacasa,aunadeaquellasmujeresalasqueenseguidadebeadorartodojoven.LacondesaAnastasiadeRestaud,altaybienproporcionada,eraconsideradacomounadelasmujeresmáselegantesdeParís.Imaginadunos grandes ojos negros, una mano magnífica, un pie torneado, fuego en losmovimientos,unamujeralaqueelmarquésdeRonquerollesllamabauncaballodepurasangre. Esta fogosidad no le arrebataba ninguna ventaja; tenía llenas y redondeadas lasformas,sinquepudieraseracusadadegordura.Caballodepurasangre,mujerderaza,

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estaslocucionescomenzabanasustituira losángelesdelcielo,a lasfigurasosiánicas,atoda la antigua mitología amorosa rechazada por el dandismo. Pero para Rastignac, laseñoraAnastasiadeRestaudfuelamujercodiciable.Habíaseprocuradodosturnosenlalista de los galanes escrita en el abanico, había podido hablarle durante la primeracontradanza.

—¿Dóndepodréencontrarosdeahoraenadelante?—lehabíadichodepronto,conesafuerzadepasiónquetantoagradaalasmujeres.

—Pues—dijoella—enelBosquedeBolonia,enlosBouffons,enmicasa,entodaspartes.

Y el aventurero meridional habíase apresurado a trabar relaciones con aquelladeliciosa condesa, tanto como le es dado hacer a un joven con unamujer durante unacontradanzayunvals.DiciéndoseprimodelaseñoradeBeauséant,fueinvitadoporestamujer,alaquetomóporunagrandama,ytuvoentradaensucasa.Alaúltimasonrisaqueellaledirigió,Rastignaccreyónecesariasuvisita.

Había tenido la suerte de encontrar a un hombre que no se había burlado de suignorancia,defectomortalenmediodelosilustresimpertinentesdelaépoca,talescomoMolincourt,Ronquerolles,MáximosdeTrailles,DeMarsay,Ajuda-PintoyVandenesse,queestabanallí en lagloriade su fatuidadymezcladoscon lasmujeresmáselegantes,ladyBrandon,duquesadeLangeais,condesadeKergarouët,señoradeSérizy,duquesadeCariliano, condesa Ferraud, señora de Lanty,marquesa de Aiglemont, señora Firmiani,marquesadeListomèreymarquesad’Espard,duquesadeMaufrigneuseylasGrandlieu.Afortunadamente, pues, el ingenuo estudiante fue a dar con elmarqués deMontriveau,amantedeladuquesadeLangeais,ungeneralinocentecomounniño,elcualledijoquelacondesadeRestaudvivíaenlacalledeHelder.Serjoven,tenerseddemundo,hambredeunamujeryverqueseleabríanaunodoscasas;ponerelpieenelbarriodeSanGermán,encasadelavizcondesadeBeauséant,ylarodillaenlaChausséed’Antin,encasadelacondesadeRestaud;penetrarconunamiradaenlossalonesdeParísycreerseunjovenlobastante apuesto como para encontrar en ellos ayuda y protección en un corazónfemenino;sentirselosuficientementeambiciosoparadarunsoberbiopuntapiéalacuerdasobre la cual es preciso caminar con la seguridad del saltador que no caerá, y haberencontradoenunamujerencantadoraelmejordelosbalancines.Contalespensamientosydelante de esta mujer que se erguía sublime junto a una lumbre de conglomerados deturba,entreelCódigoylamiseria,¿quién,comoEugenio,nohabríasondeadoelporvenirpormediodeunameditación,quiénnolohabríaadornadoconeléxito?Supensamientovagabundomeditaba en sus futuros goces, y se creía al lado de la señora de Restaud,cuandounsuspiroturbóelsilenciodelanocheyresonóenelcorazóndeljoven,desuertequeéstecreyóquesetratabadelestertordeunmoribundo.Abriósuavementelapuerta,ycuandoestuvoenelpasilloviounalíneadeluzdebajodelapuertadepapáGoriot.

Eugenio temióque suvecino sehallara indispuesto, acercósealojode la cerradura,

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miróal interiorde lahabitaciónyvioalancianoocupadoen trabajos,que leparecieroncriminalesparaquenocreyeraprestarunservicioalasociedadexaminandobienloqueporlanochemaquinabaelsupuestofabricantedefideos.PapáGoriot,quesindudahabíaatado a la barra de unamesa puesta al revés unplato y una especie de sopera de platasobredorada, hacía girar una especie de alfiler alrededor de estos objetos ricamenteesculpidos,apretándoloscontantafuerzaquelosretorcíaprobablementeparaconvertirlosen lingotes. «¡Demonio, qué hombre!», se dijo Rastignac viendo el nervudo brazo delancianoque,conayudadeaquellacuerda,amasabasinhacerruidolaplatadorada,comouna pasta. ¿Pero se trataría de un ladrón o de un encubridor que, para entregarse conmayorseguridadasucomercio,sehacíapasarportontoyvivíacomounmendigo?,díjoseEugenio,incorporándoseuninstante.Elestudianteaplicódenuevoelojoalacerradura.PapáGoriot,quehabíadesenrolladosucable,tomólamasadeplata,lapusoencimadelamesadespuésdehaberextendidosobreellasucolchaylahizorodarparaconvertirlaenbarra, operación que realizó con facilidad asombrosa. PapáGoriotmiró con tristeza suobra,susojossellenarondelágrimas,apagóelestadalacuyaluzhabíaretorcidolaplatasobredorada, yEugenio oyó cómo se acostaba dando un suspiro. «Está loco», pensó elestudiante.

—¡Pobrecriatura!—dijoenvozaltapapáGoriot.

Al oír estas palabras, Rastignac juzgó prudente guardar silencio sobre esteacontecimientoynocondenarinconsideradamenteasuvecino.Disponíaseavolverasuhabitación,cuandoadvirtiódeprontounruidobastantedifícildeexpresaryquedebíaserproducido por unos hombres calzados con escarpines que subían la escalera. Eugenioprestóoídoyreconoció,enefecto,elsonidoalternativodelarespiracióndedoshombres.

Sinhaberoídoelchirridodelapuertanilospasosdeloshombres,viodeprontounadébilclaridadenelsegundopiso,encasadelseñorVautrin.«¡Heahímuchosmisteriosenunapensión!»,sedijo.Bajóunospeldaños,sepusoaescucharyelsonidodelorohiriósuoído.Prontoseapagólaluzylasdosrespiracionessedejaronoírsinquelapuertahubiesechirriado.Luego,amedidaquelosdoshombresdescendieron,elruidofuedebilitándose.

—¿Quiénva?—gritólaseñoraVauquerabriendolaventanadesuhabitación.

—Soyyo,quevuelvo,mamáVauquer—dijoVautrinconsuvozgruesa.

«Es curioso—pensó Eugenio al entrar de nuevo en su aposento—:Cristóbal habíaechado los cerrojos».Hayque estar despierto para observar lo que sucede alrededor deuno en París. Desviado por estos pequeños acontecimientos de su meditaciónambiciosamenteamorosa,púsoseatrabajar.DistraídoporlassospechasquecruzabanporsumenteacercadepapáGoriot,másdistraídoaúnporlafiguradelaseñoraRestaud,quede vez en cuando aparecía ante él como la mensajera de un brillante destino, acabóacostándoseydurmiendoapiernasuelta.Decadadieznochesprometidasal trabajoporlosjóvenes,dansietedeellasalsueño.Hayquetenermásdeveinteañosparavelar.

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El día siguiente por la mañana reinaba en París una de esas nieblas espesas queenvuelven la ciudadde unmodoque aun las personasmás puntuales se equivocan conrelaciónalahora.Lagentefaltaasuscitasdenegocios.Todoelmundocreequesonlasochocuandodanlasdocedelmediodía.EranlasnueveymediaylaseñoraVauquernosehabía levantado aún de la cama. Cristóbal y la gruesa Silvia, que también se habíanatrasado,tomabantranquilamentesucafé,preparadoconlascapassuperioresdelalechedestinada a los huéspedes, y que Silvia hacía hervir mucho rato, con objeto de que laseñoraVauquernosedieracuentadeestediezmoilegalmentecobrado.

—Silvia—dijoCristóbalmojandosuprimera tostada—,el señorVautrin,queesunbuenhombre,tambiénhavistodospersonasestanoche.Silaseñoraseinquietaraporello,nohabríaquedecirlenada.

—¿OshadadoalgoVautrin?

—Mehadadociensueldos,comodiciéndome:«Calla».

—SalvoélylaseñoraCouture,losotrosquisieranquitarnosconlamanoizquierdaloquenosdanconladerecha—dijoSilvia.

—¡Yloquedan!—dijoCristóbal—.HeaquíquedesdehacedosañospapáGoriotselimpiaélmismoloszapatos.Poiretprescindedellustre,yanteslobeberíaqueponerloensuszapatos.Encuantoalestudiante,medacuarentasueldos.Cuarentasueldosnopaganmiscepillos.

—¡Bah!—dijoSilvia, bebiendo a pequeños sorbos su café—.Nuestros puestos sontodavíalosmejoresdelbarrio.Vivimosbien.Pero,apropósitodeVautrin,Cristóbal,¿oshadichoalguienalgodeél?

—Sí, encontré hace unos días a un señor en la calle yme preguntó: «¿No vive envuestracasaunseñorgruesoquellevalaspatillasteñidas?».Yolecontesté:«No,señor,noselastiñe.Unhombrecomoélnotienetiempoparaeso».Lehedicho,pues,estoalseñorVautrin, el cualmehacontestado:«Hashechomuybien,muchacho.Responde siempreasí. Nada haymás desagradable que dejar que conozcan nuestros defectos. Esto puedehacerleperderaunolaoportunidaddeunabuenaboda».

—Puesamí, en elmercado,hanqueridoengatusarmeparahacermedecir si leveíaponerselacamisa.Bueno—dijointerrumpiéndose—,heaquíqueenVal-de-Grâcedanlasdiezmenoscuartoynadiesemueve.

—¡Bah!, todos han salido. La señora Couture y su joven compañera han ido acomulgar a San Esteban, desde las ocho. Papá Goriot ha salido con un paquete. Elestudiantenovolveráhastadespuésde lasclases, a lasdiez.Leshevisto salirmientrasestabahaciendomisescaleras;porciertoquepapáGoriotmehadadoungolpeconloquellevaba,yeradurocomoelhierro.¿Quéestaráhaciendoesebuenhombre?Losotroslehacengirarcomounapeonza,peroesunabuenapersonaquevalemásquetodosellos.No

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esmucholoquemeda;perolasdamasalasqueélmemanda,avecesmedanmagníficaspropinas.

—Lasdamasalasqueélllamasushijas,¿no?Hayunadocenadeellas.

—Yosóloheidoalacasadedosdeellas,lasmismasquevinieronaquí.

—Heaquíquelaseñorasemueveyvaahacersuacostumbradoescándalo;tengoqueir.Vigiladlaleche,Cristóbal;cuidadoconelgato.

Silviasubióalapartamentodesudueña.

—¡Cómo,Silvia!Heaquíquesonlasdiezmenoscuarto,ymehabéisdejadodormircomounamarmota.Nuncamehabíasucedidonadaparecido.

—Eslaniebla,quepuedecortarseconcuchillo.

—Pero¿yeldesayuno?

—Vuestros huéspedes ya han desayunado. La Michonneau y el Poiret no se hanmovido.Nohaymásqueellosenlacasa,yduermencomoleños,queesloqueson.

—Pero,Silvia,túlosponesalosdosjuntoscomosi…

—¿Cómosiqué?—repusoSilviaconunarisotada—.Losdoshacenbuenapareja.

—Escurioso,Silvia,quehayapodidoentrar el señorVautrinestanochedespuésdequeCristóbalhubieraechadoloscerrojos.

—EsquehaoídoalseñorVautrinyhabajadoaabrirlelapuerta.Yheaquíloquevoshabéiscreído…

—Damemicamisolayveenseguidaavereldesayuno.Arreglael restodelcorderoconpatatasydalesperascocidas,delasquecuestandoscentavoscadauna.

Unosinstantesmástarde,laseñoraVauquerdescendióenelmomentoenquesugatoacababadederribarconlapataunplatoquetapabaunboldelecheylaestabalamiendoatodaprisa.

—¡Mistigris!—exclamó.Elgatohuyó;luegofueafrotarsucuerpocontralaspiernasdeladueña—.¡Sí,sí,cobarde!¡Silvia,Silvia!

—Bien,¿quéocurre,señora?

—Miradloquehabebidoelgato.

—La culpa es de ese animal de Cristóbal, al que le dije que lo tapara. ¿Dónde haocurrido?Noospreocupéis,señora;seráeldesayunodepapáGoriot.Añadiréagua,ynosedarácuenta.Nosefijaennada,nisiquieraenloquecome.

—¿Dónde ha ido ese imbécil?—dijo la señora Vauquer poniendo los platos en lamesa.

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—¿Quiénlosabe?Hacenegociosdemildemonios.

—Hedormidodemasiado—dijolaseñoraVauquer.

—Perotambiénlaseñoraestáfrescacomounarosa…

EnaquelmomentoseoyólacampanillayentróVautrinenelsalóncantando.

—¡Oh, oh! Buenos días, señora Vauquer—dijo al ver a la patrona, a la que tomógalantementeensusbrazos.

—Vamos,acabad.

—Voyaayudarosaservirlamesa.Soyamable,¿verdad?Acabodeveralgocuriosoporcasualidad.

—¿Quées?—dijolaviuda.

—PapáGoriot se encontraba a las ocho ymedia en la calleDauphine, en casa delorfebrequecompraviejoscubiertos.Lehavendidoporunabuenasumaunutensiliorielhogarenplatasobredorada,bastantebienretorcidoparanoserdeloficio.

—¿Deveras?

—Sí.Yovolvíaparaacádespuésdehaberacompañadoaunodemisamigosqueseexpatriaa lasMensajerías reales;heaguardadoapapáGoriotparaverquésucedía:unahistoriaderisa.Havueltoasubiraestebarrio,alacalledeGrès,dondeentróenlacasadeunusureroconocido,llamadoGobseck,unsujetocapazdehacerpiezasdedominóconloshuesosde supadre;un judío,unárabe,ungriego,unbohemio,unhombrealque seríadifícildesvalijarporqueponesusescudosenelBanco.

—¿Quées,pues,loquehacepapáGoriot?

—Nohacenada—dijoVautrin—;deshace.Eslobastanteimbécilparaarruinarseconsushijas,que…

—¡Ahíestá!—dijoSilvia.

—Cristóbal—gritópapáGoriot—,subeconmigo.

CristóbalsiguióapapáGoriotyvolvióabajarenseguida.

—¿Adóndevas?—dijolaseñoraVauquerasucriado.

—AhacerunrecadoparaelseñorGoriot.

—¿Quéeseso?—dijoVautrinarrancandode lasmanosdeCristóbalunacartaen laqueleyó:AlaseñoracondesaAnastasiadeRestaud—.¿Ycuálessonlasseñas?—añadiódevolviendolacartaaCristóbal.

—CalledeHelder.Tengoórdenesdenoentregarestomásquealaseñoracondesaenpersona.

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—¿Quéhayahídentro?—dijoVautrinponiendolacartaal trasluz—.¿Unbilletedebanco? No. —Entreabrió el sobre.— Una letra pagada —exclamó—. ¡Caramba, quégalante es el hombre! Vamos, bribón —dijo poniendo su manaza sobre la cabeza deCristóbal, al que hizo girar sobre sí mismo como un dado—, que tendrás una buenapropina.

Lamesa estaba puesta. Silvia hacía hervir la leche. La señoraVauquer encendía laestufa,ayudadaporVautrin,queseguíacanturreando.

Cuandotodoestuvoapunto,entraronlaseñoraCoutureylaseñoritaTaillefer.

—¿De dónde venís tan temprano,mi hermosa dama?—dijo la señoraVauquer a laseñoraCouture.

—VenimosdehacernuestrasdevocionesaSanEstebandelMonte,porquehoyhemosde ira lacasadelseñorTaillefer.Pobrecilla, tiemblacomohojaenelárbol—repuso laseñoraCouture,sentándoseantelaestufa,a labocadelacualpresentósuszapatos,queecharonhumo.

—Calentaos,pues,Victorina—dijolaseñoraVauquer.

—Estábien,señorita,esoderezaraDiosparaqueablandeelcorazóndevuestropadre—dijoVautrinacercandounasillaalahuérfana—.Peroesonoessuficiente.Osharíafaltaunamigoqueseencargasedecantarlelascuarentaaesebárbaroque,segúndicen,tienetresmillonesynoosdadote.Unajovenbellatienenecesidaddedoteenestostiempos.

—Pobreniña—dijolaseñoraVauquer—;vamos,guapa,queelmonstruodevuestropadreseráalgúndíacastigadoporloqueestáhaciendoconvos.

Al oír estas palabras, los ojos de Victorina se llenaron de lágrimas, y la viuda sedetuvoanteunaseñaquelehizolaseñoraCouture.

—Sipudieratansóloverle,sipudierahablarle,entregarlelaúltimacartadesumujer—repusolaviudadelcomisario-ordenador—.Nomeheatrevidoaenviárselaporcorreo;conocemiletra…

—¡Oh mujeres inocentes, desgraciadas y perseguidas —exclamó VautrininterrumpiendoalaseñoraCouture—,yaveiscómoosencontráis!Dentrodeunosdías,yomeocuparédevuestrosasuntos,ytodoirábien.

—¡Oh!, señor—dijo Victorina lanzando una mirada a la vez húmeda y ardiente aVautrin, el cualno se emocionó—, si supieseis, de algúnmediopara llegar amipadre,decidle que su afecto y el honor demimadre sonparamímáspreciosos que todas lasriquezasdelmundo.Siobtuvieseisalgunamitigaciónasu rigor, rezaríaaDiosporvos.Estadsegurodemiagradecimiento…

—Muchotiempoherecorridoelmundo—cantóVautrinconacentoirónico.

Enaquelmomento,Goriot,laseñoritaMichonneauyPoiretbajaron,atraídosquizápor

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el olor de salsa con manteca que estaba haciendo Silvia para arreglar los restos delcordero.Enelmomentoenqueloshuéspedessesentaronalamesadiciendobuenosdías,dieronlasdiez,yoyéronseenlacallelospasosdelestudiante.

—Bien,señorEugenio—dijoSilvia—,hoyvaisadesayunarencompañíadetodoelmundo.

ElestudiantesaludóaloshuéspedesyfueasentarsealladodepapáGoriot.

—Acaba de ocurrirme una singular aventura —dijo, sirviéndose cordero enabundanciaycortandountrozodepanquelaseñoraVauquermedíasiempreconlosojos.

—¡Unaaventura!—dijoPoiret.

—Bien,¿porquéhabríaisdeasombrarosporello?—dijoVautrinaPoiret—.Elseñoresmuyguapoyesnaturalquetengaaventuras.

LaseñoritaTailleferdeslizótímidamenteunamiradahaciaeljovenestudiante.

—Contadnosvuestraaventura—dijolaseñoraVauquer.

—AyermeencontrabayoenelbaileencasadelavizcondesadeBeauséant,unaprimamía, que posee una casa magnífica, apartamentos muy bellos, en fin, que nos dio unafiestasoberbia,enlaquemedivertícomounrey…

—Ezuelo—dijoVautrininterrumpiendo.

—Caballero—repusovivamenteEugenio—,¿quéqueréisdecir?

—Digoezuelo,porquelosreyezuelossedivertíanmásquelosreyes.

—Esverdad;yopreferiríaseresepajarillosinpreocupacionesaserrey,porque…—dijoPoiret.

—Enfin—dijoelestudiantecortándole lapalabra—,quehebailadoconunade lasmujeres más bellas que había en el baile, una condesa encantadora, la criatura másdeliciosaquehevistojamás.Llevabaenlacabezafloresdemelocotonero,enelcostadoelmás hermoso ramillete de flores, de flores naturales, que embalsamaban el aire; pero¡bah!,seríaprecisoquelahubieraisvisto;resultaimposibledescribiraunamujeranimadaporladanza.Puesbien,estamañanaheencontradoaesadivinacondesa,sobrelasnueve,a pie, por la calle de Grès. ¡Oh!, el corazón me ha palpitado aceleradamente, meimaginaba…

—Queveníahaciaacá—dijoVautrinlanzandounaprofundamiradaalestudiante—.SindudaibaacasadepapáGobseck,unusurero.Sialgunavezhurgáisenloscorazonesde las mujeres de París, encontraréis en ellos al usurero antes que al amante. VuestracondesasellamaAnastasiadeRestaudyviveenlacalledeHelder.

Al oír este nombre, el estudiante miró fijamente a Vautrin. Papá Goriot levantórápidamente la cabeza y resplandeció en sus ojos una mirada luminosa y llena de

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inquietudquesorprendióaloshuéspedes.

—Cristóbal llegará demasiado tarde, ya que, por lo visto, habrá ido allá—exclamóconacentodoloridoGoriot.

—Headivinado—dijoVautrininclinándosehaciaeloídodelaseñoraVauquer.

Goriot comía maquinalmente y sin saber lo que estaba comiendo. Nunca habíaparecidomásestúpidoydistraídoqueenaquelmomento.

—¿Quédemoniohapodidodecirossunombre,señorVautrin?—preguntóEugenio.

—¡Ah,ah!—respondióVautrin—.PapáGoriotlosabía.¿Porquénohabríadesaberloyo?

—SeñorGoriot—dijoelestudiante.

—¡Qué!—dijoelpobreanciano—.¿Estabaayermuyhermosa?

—¿Quién?

—LaseñoradeRestaud.

—Miradalgatoviejo—dijolaseñoraVauqueraVautrin—,cómoseleencandilanlosojos.

—¿Acasoéllamantiene?—dijoenvozbajalaseñoritaMichonneaualestudiante.

—¡Ah, sí! estaba formidablemente hermosa—repusoEugenio, a quien papáGoriotmirabaconavidez—.Denohaberestadoallí laseñoradeBeauséant,midivinacondesahabría sido la reina del baile; los jóvenes sólo tenían ojos para ella; yo era el doceavoinscritoenlalista;ellabailabatodaslascontradanzas.Todaslasotrasmujeressemoríanderabia.Sihuboayerunacriaturafeliz,fueella.Tienenrazónendecirquenohaynadamásbelloquefragatadevela,caballoagalopeymujerquebaila.

—Ayerarriba,encasadeunaduquesa—dijoVautrin—;estamañanaabajo,encasadeun prestamista: he aquí las parisienses. Si sus maridos no pueden mantener su lujodesenfrenado,sevenden.Sinosabenvenderse,seríancapacesdeabrir lasentrañasasumadreparabuscarallídentroalgoquebrillase.Enfin,quehacenlasmilyuna.

ElrostrodepapáGoriot,quesehabíailuminadocomoelsoldeunhermosodíaaloíralestudiante,púsosesombríoanteestacruelobservacióndeVautrin.

—Bien—dijo laseñoraVauquer—,¿dóndeestá,pues,vuestraaventura?¿Lehabéishablado?¿Lehabéispreguntadosiveníaaestudiarderecho?

—Nomehavisto—dijoEugenio—.PeroencontraraunadelasmásbellasmujeresdeParísenlacalledeGrès,alasnueve,unamujerquedebióregresardelbailealasdosdelamadrugada,¿noescurioso?SólopuedenencontrarseenParístalesaventuras.

—¡Bah!,lashaymuchomásdivertidas—exclamóVautrin.

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La señoritaTaillefer apenashabía escuchado, tanpreocupada estabapor la tentativaquesedisponíaarealizar.LaseñoraCouturelehizoseñadequeselevantaraparavestirse.Cuandosalieronlasdosmujeres,papáGoriotlesimitó.

—¡Bien!,¿lehabéisvisto?—dijolaseñoraVauqueraVautrinyasusotroshuéspedes—.Esevidentequesehaarruinadoconesasmujeres.

—NuncahabránadiequemehagacreerquelabellacondesadeRestaudpertenezcaapapáGoriot—exclamóelestudiante.

—Pero—interrumpióleVautrin—nosotrosnotenemosinterésalgunoenhacerquelocreáis.SoisaúndemasiadojovenparaconocerParís;mástardesabréisqueenestaciudadseencuentranloquellamamoshombresdeuniones…—Aloírestaspalabras,laseñoritaMichonneau miró a Vautrin con aire inteligente. Habríais dicho pie era un caballo deregimientoaloírelsondelatrompeta.—¡Ah,ah!—dijoVautrininterrumpiéndoseparadirigirle una profunda mirada—, también hemos tenido vuestras pasiones, ¿eh? —Lasolterona bajó los ojos cono una religiosa que ve unas estatuas.—Bien—prosiguió—,esaspersonas sólo tienen sedde cierta agua tonadadedeterminada fuente, y amenudocorrompida;parapoderbeberdeellavenderíana susmujeres,a sushijos;venderíansualmaaldiablo.Paralosunos,estafuenteeseljuego,laBolsa,unacoleccióndecuadrosode insectos, lamúsica; para otros es unamujer que sabe cocinarles platos delicados.Aaquélloslesofreceríaistodaslasmujeresdelatierrayseburlaríandeello;noquierenmásqueaaquellaquesatisfacesupasión.Amenudoestamujerno lesamaenabsoluto, lesvendebiencarassuscaricias;peroellosnocejan,yllevaríanelúltimodesuscubiertosalMonte de Piedad para poder ofrecerles su último escudo. Papá Goriot es una de esaspersonas. La condesa le explota porque es discreto, eso es todo. El pobre hombre nopiensamásqueenella.Fueradesupasión,yaloveis,esunabestiabruta.Habladledeestetema,ysurostrobrillarácomoundiamante.Noresultadifíciladivinaresesecreto.Estamañana ha llevado plata sobrecortada a fundir y le he visto entrar en casa de papáGobseck,en lacalleGrès. ¡Seguidle!Al regresarhaenviadoa lacasade lacondesadeRestauda ese tontodeCristóbal, él nosha enseñado ladirecciónde la carta, en laquehabía una letra pagada. Es evidente que si la condesa iba también a la casa del viejoprestamista,lacosaeraurgente.PapáGoriothafinanciadogalantementeporella.Lacosaestábienclara.Estoosdemuestra,mijovenestudiante,quemientrasvuestracondesareía,bailaba,hacíamilmonadas,hacíabalancearsusfloresdemelocotonero,estabapensandoensusletrasdecambioprotestadasoenlasdesuamante.

—Medaisunasganaslocasdesaberlaverdad.MañanairéalacasadelaseñoradeRestaud—exclamóEugenio.

—Sí—dijoPoiret—,mañanahayqueiralacasadelaseñoradeRestaud.

—Quizás encontraréis allí a papá Goriot, que vendrá a cobrarse el importe de susgalanterías.

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—Pero—dijoEugenioconairededisgusto—,vuestroParís,es,pues,uncenagal.

—Esverdad—repusoVautrin—.Losqueseensucianenélyvanencochesongentehonrada;losquevanapiesonunosbribones.Sitenéisladesgraciadesacaraalguiendeél,seosexhibeenelPalaciodeJusticiacomounacuriosidad.Sirobáisunmillón,seosseñala en los salones como una virtud. Pagáis treintamillones a laGendarmería y a laJusticiaparamanteneresamoral.¡Muybonito!

—¡Cómo!—exclamólaseñoraVauquer—.¿DemodoquepapáGoriothabríafundidosuserviciodedesayunoenplatasobredorada?

—¿Nohabíadostortolillosenlatapa?—dijoEugenio.

—Exacto.

—Apreciabamuchoeseservicio,yllorócuandohuboamasadolatazayelplato.Lohevistoporcasualidad.

—Loapreciabacomoasupropiavida—respondiólaviuda.

—Yaveiscuánapasionadoeselhombre—exclamóVautrin—.Esamujersabemuybienhacercosquillasalalma.

El estudiante volvió a subir a su casa. Vautrin salió. Unos instantes más tarde, laseñoraCouture yVictorina subieron a un coche de alquiler que Silvia fue a buscarles.Poiret ofreció el brazo a la señorita Michonneau y ambos fueron a pasear al jardínBotánicodurantedoshermosashorasdeldía.

¡Bien!Helosahícomounmatrimonio—dijolaobesaSilvia—.Hoysalenjuntosporprimeravez.Estántandelgados,quesifrotanunocontraotroharánsaltarchispas.

—CuidadoconelchaldelaseñoritaMichonneau—dijoriendolaseñoraVauquer—,porqueprenderácomolayesca.

A las cuatro de la tarde, cuando regresó Goriot, vio, a la luz de dos lámparashumeantes,aVictorina,cuyosojosestabanrojos.LaseñoraVauquerescuchabaelrelatodelavisitainfructuosahechaalseñorTailleferdurantelamañana.Fastidiadoaltenerquerecibirasuhijayaaquellavieja,Tailleferlashabíadejadollegarhastaélparacaerunaexplicaciónconellas.

—Queridaseñoramía—decíalaseñoraCouturealaseñoraVauquer—,figuraosquenisiquierahahechosentarseaVictorina,quehapermanecidoconstantementedepie.Amímehadicho,sinencolerizarse,fríamente,quenosahorrásemoseltrabajodeirasucasa;que la señorita, sin decir su hija, perdía el tiempo al molestarle (una vez al año, ¡elmonstruo!); que habiéndose casado con él la madre de Victorina sin fortuna, no teníaderechoareclamarnada;enfin,lascosasmásduras,quehanhechoderramarunmardelágrimasaesapobrepequeña.Lapequeñasearrojóentoncesalospiesdesupadreyledijo convalentía que sólo insistía a causa de sumadre, queobedecería su voluntad sin

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murmurar;peroquelesuplicabaqueleyeseeltestamentodelapobredifunta;entonceshatomadolacartayselahapresentado,diciendolascosasmásbellasdelmundoylasmejorsentidas; no sé de donde las ha tomado;Dios se las dictaba, porque yo, de escucharla,llorabacomounabestia.¿Sabéisloqueestabahaciendoesemonstruodehombre?Puessecortaba las uñas, cogió la carta que la pobre señora Taillefer había mojado con suslágrimasylaarrojóalachimenea,diciendo:«¡Estábien!».Quisolevantarasuhija,quelecogíalasmanosparabesárselas,peroéllasretiró.¿Noesestouncrimen?Elimbécildesuhijoentrósinsaludarasuhermana.

—Entonces,¡sonunosmonstruos!—dijopapáGoriot.

—Y además —dijo la señora Couture sin hacer caso de la exclamación del buenhombre—,elpadreyelhijosefueronsaludándomeyrogándomelesdisculpara,porqueteníanasuntosurgentes.Heahínuestravisita.Porlomenoshavistoasuhija.Nosécómopuederenegardeella,porqueseparecencomodosgotasdeagua.

Loshuéspedes,internosyexternos,llegaronlosunosdetrásdelosotros,deseándosemutuamente buenos días, y diciéndose esas naderías que constituyen, en ciertas clasesparisienses,unespíritupicaresco,enelcual la tonteríaentracomoelementoprincipal,ycuyoméritoconsisteparticularmenteenelgestooen lapronunciación.Esta especiedeargotvaríacontinuamente.Labromaqueconstituyesuprincipionotienenuncaunmesdeexistencia. Un acontecimiento político, un proceso en la audiencia, una canción de lascalles,lasfarsasdeunactor,todosirveparamanteneresejuegodelingenioqueconsistesobre todoen tomar las ideasy laspalabrascomopelotasyenviárselasunosaotros.Elreciente inventodelDiorama,que llevaba la ilusiónde laópticaaungradomuchomáselevadoqueenlosPanoramas,habíaintroducidoenalgunosestudiosdepinturalamaníadehablarenrama.

—Bien,señorPoiret—dijoelempleadodelMuseo—,¿cómovaesasaludrama?—Yluego,sinesperarlarespuesta:—Señoras,estáismuytristes—dijoalaseñoraCoutureyaVictorina.

—¿Vamosacomer?—exclamóHoracioBianchon,estudiantedemedicina,amigodeRastignac—.Mipequeñoestómagosemehabajadousqueadtalones.

—¡Hace hoy un gran friorama! —dijo Vautrin—. Haceos un poco más allá, papáGoriot.¡Quédemonio!Oslleváistodoelcalordelaestufa.

—He aquí su excelencia el marqués de Rastignac, doctor en derecho torcido —exclamóBianchon cogiendo a Eugenio por el cuello y estrechándole demanera que leahogaba.

LaseñoritaMichonneauentrósuavemente,saludóalosinvitadossindecirnadayfueacolocarsejuntoalastresmujeres.

—Ese viejo murciélago me hace estremecer siempre de frío —dijo en voz baja

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BianchonaVautrin,señalandoalaseñoritaMichonneau.

—¿Elseñorlahaconocido?—preguntóVautrin.

—¿Quién no la ha encontrado? —respondió Bianchon—. Palabra de honor, esasolteronapálidamehaceelefectodeesoslargosgusanosqueacabanroyendounaviga.

—Esloquees,joven—dijoelcuarentónpeinandosuspatillas,ycanturreó—:Yrosa,havividoloquevivenlasrosas.Elespaciodeunamañana.

—¡Ah, ah! He aquí una magnífica soparama—dijo Poiret viendo a Cristóbal queentrabateniendoenlamanorespetuosamentelasopa.

—Perdonadme,señor—dijolaseñoraVauquer—,esunasopadecoles.

Todoslosjóvenesseecharonareír.

—¿Alguienhavistolaniebladeestamañana?—preguntóelempleado.

—Era —dijo Bianchon— una niebla frenética y sin ejemplo, una niebla lúgubre,melancólica,verde,unanieblaGoriot.

—Goriorama—dijoelpintor—,porquenoseveíanada.

Sentadoenelextremodelamesa,cercadelapuertaporlacualseservíalacomida,papáGoriotlevantólacabezaoliendountrozodepanqueteníabajosuservilleta,porunaviejacostumbrecomercialquereaparecíaalgunasveces.

—Bueno—ledijoentonoagriolaseñoraVauquerconvozquedominóelruidodelascucharas,delosplatosydelasvoces—.¿Esquenoencontráisbuenoelpan?

—Alcontrario,señora—respondió—,estáhechoconharinadeÉtampes,deprimeracalidad.

—¿Cómoloconocéis?—interrogóEugenio.

—Porlablancura,porelsabor.

—Porelsabordelanariz,puestoqueloestáisoliendo—dijolaseñoraVauquer—.Osvolvéistanahorrativo,queacabaréisencontrandoelmediodealimentarosoliendoelairedelacocina.

—Tomad entonces una patente de invención—exclamó el empleado delMuseo—;haréisunabuenafortuna.

—Dejadle,pues;haceestoparapersuadirnosdequeha sido fabricantede fideos—dijoelpintor.

ElpobrepapáGoriot,alverquetodossereíandeél,mirabaaloshuéspedesconaireestúpido. Cristóbal llevóse el plato del buen hombre, creyendo que había terminado lasopa; de suerte que cuando Goriot, después de haber levantado su sombrero, cogió lacucharaydioungolpeencimadelamesa,todosloscomensalesseecharonareír.

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—Bien,señorita—dijoVautrinaVictorina—,vosnocoméisnada.

—La señorita —dijo Rastignac, que se encontraba cerca de Bianchon— podríaintentar un proceso sobre la cuestión de los alimentos, puesto que no come. ¡Eh, eh!,miradcómoexaminapapáGoriotalaseñoritaVictorina.

Elancianoolvidábasedecomerparacontemplaralapobrejoven,enlosrasgosdelacual veíase un dolor verdadero, el dolor de la hija que ama al padre que no quierereconocerla.

—Querido —dijo Eugenio en voz baja—, nos hemos equivocado acerca de papáGoriot.Noesniunimbécilniunhombresinnervios.Estanochelehevistoretorcerunplatodeplatasobredorada,comosifueracera,yenestemomentoelaspectodesurostrorevelasentimientosextraordinarios.Suvidameparecedemasiadomisteriosaparanovalerlapenadeserestudiada.Sí,Bianchon,noestoybromeando.

—Esehombreesuncasoclínico—dijoBianchon—,deacuerdo;siquiere,lodiseco.

Aldíasiguiente,Rastignacsevistiómuyelegantemente,yhacialastresdelatardefuea la casa de la señora Restaud, entregándose durante el camino a esas esperanzasaturdidamentelocasquehacenquelavidadelosjóvenesestétanrepletadeemociones;nocalculan entonces ni los obstáculos ni los peligros, ven en todo el éxito, poetizan suexistenciaporelúnicojuegodesuimaginación,ysehacendesgraciadosotristesporlafrustracióndeproyectosquenovivían aúnmásque en susdeseosdesenfrenados; si nofueranignorantesytímidos,elmundosocialseríaimposible.Eugeniocaminabaconmilprecauciones para no ensuciarse de barro, pero caminaba pensando en lo que diría a laseñoradeRestaud,hacíaacopiodeingenio,inventabalasrespuestasdeunaconversaciónimaginaria, preparaba sus palabras, sus frases a lo Talleyrand, suponiendo pequeñascircunstanciasfavorablesaladeclaraciónsobrelacualfundabasuporvenir.ElestudiantesemanchódebarroyvioseobligadoahacerselimpiarlasbotasycepillarelpantalónenelPalacioReal.«Siyofuerarico—díjosecambiandounapiezadetreintasueldosquehabíatomado para un caso de desgracia—, habría ido en coche, habría podido pensarcómodamente».Enfin, llegóalacalledeHelderypreguntóporlacondesadeRestaud.Con la sangre fría del hombre que está seguro de triunfar un día, recibió la miradadespectivadelaspersonasquelehabíanvistocruzarelpatioapie,sinhaberoídoelruidodeuncarruajejuntoalapuerta.

Esta mirada fue para él tanto más sensible cuanto que había comprendido ya suinferioridad al entrar en aquel patio, donde piafaba un hermoso caballo ricamenteenganchadoaunodeaquelloscabriolésquedanfedellujodeunaexistenciadisipadorayrevelanladetodoslosplaceresparisienses.Sepusodemalhumor.Loscajonesabiertosdesu cerebro, que contaba con encontrar llenos de inteligencia, se cerraron y volvióseestúpido.Aguardandolarespuestadelacondesa,alacualunayudadecámaraibaadarelnombredelvisitante,Eugeniodirigiósehaciaunaventanadelaantecámara,apoyóelcodo

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enunaespañoletaymirómaquinalmentehaciaelpatio.Hacíaselargalaesperaysehabríamarchado si no hubiera estado dotado de aquella tenacidad meridional que engendraprodigioscuandoprocedeenlínearecta.

—Señor—dijo el ayuda de cámara—, la señora se encuentra en su gabinete y estámuyocupada;nomehacontestado;perosielseñorquierepasaralsalón,yahayalguien.

Mientrasadmirabaelterriblepoderdeesoscriadosque,conunasolapalabra,acusanojuzganasusdueños,Rastignacabriódeliberadamentelapuertaporlacualhabíasalidoelayudadecámara,conlaintención,sinduda,dehacercreeraaquellosinsolentescriadosque conocía a los seres de la casa; pero luego desembocó en una pieza en la que seencontrabanlámparas,bufetes,unaparatoparacalentartoallasparaelbaño,yquealavezconducíaaunpasillooscuroyaunaescaleradisimulada.Lasrisasahogadasqueoyóenlaantecámarapusieroncalmaasuconfusión.

—Señor,elsalónesporaquí—ledijoelayudadecámaraconaquelfalsorespetoquepareceunaburlamás.

Eugeniovolviósobresuspasoscontalprecipitaciónquetropezóconunabañera,perotuvo la suerte de retener su sombrero, evitando que se le cayera en el baño. En aquelmomento abrióse una puerta al fondo del largo corredor iluminado por una pequeñalámpara.RastignacoyóalmismotiempolavozdelaseñoraRestaud,ladepapáGoriotyelrumordeunbeso.Volvióaentrarenelcomedor,locruzó,siguióalayudadecámarayvolvió a entrar en un primer salón, donde permaneció de pie ante la ventana, y se diocuentadequeéstadabaalpatio.QueríaversiaquelpapáGorioterarealmenteelpadredeella.ElcorazónlelatíaaceleradamenteyacordósedelasreflexionesdeVautrin.Elayudade cámara aguardaba a Eugenio a la puerta del salón, pero de pronto salió un jovenelegante,quedijoconimpaciencia:«Mevoy,Mauricio.Lediréisalaseñoracondesaquelaheestadoesperandomediahora».Esteimpertinente,quesindudateníaderechoaserlo,tarareóunatonadaitaliana,mientrassedirigíahacialaventanajuntoalacualsehallabaEugenio,tantoparaverlacaradelestudiantecomoparamirarhaciaelpatio.

—Serámejorqueelseñorcondeaguardeaúnuninstante;laseñorahaterminado—dijoMauriciovolviendoalaantesala.

Enaquelmomento,papáGoriotaparecíajuntoalapuertacocheraporlasalidadelaescalerapequeña.Elbuenhombresacabasuparaguasysedisponíaaabrirlo,sinfijarseenqueelportalestabaabiertoparadarpasoaunjovenqueconducíauntílburi.PapáGoriotsólotuvoeltiemposuficienteparaecharsehaciaatrásyevitarseraplastado.Eltafetándelparaguas había asustado al caballo, que se apartó un poco, precipitándose hacia laescalinata.El jovenvolvió la cabezaconairede cólera,miró apapáGoriot, y antesdesalir le dirigió un saludo que reflejaba la consideración forzada que uno tributa a losusureros de los cuales tiene necesidad, o ese respeto necesario exigido por un hombrecorrompido, pero del que unomás tarde se avergüenza. PapáGoriot respondió con un

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saludo amistoso, lleno de bondad. Todo ello sucedió con la rapidez del relámpago.Demasiadoabstraídoparadarsecuentadequenoestabasolo,Eugeniooyódeprontolavozdelacondesa.

—¡Ah, Máximo, ya os marchabais! —dijo con acento de reproche, en el que semezclabaunpocodedespecho.

Lacondesanohabíaprestadoatenciónalaentradadeltílburi.Rastignacvolviósedepronto y vio a la condesa coquetamente vestida con un peinador de cachemira blanco,peinadanegligentemente,comolasmujeresdeParísporlamañana;embalsamabaelaire,sin duda había tomado un baño, y su belleza, más flexible, por así decir, parecía másvoluptuosa;susojosestabanhúmedos.Losojosdelosjóvenesloventodo:susmentesseunenalasirradiacionesdelamujertalcomounaplantaaspiraenelairesustanciasqueleson propias. Eugenio sintió, pues, el frescor de las manos de aquella mujer sin tenernecesidaddetocarlas.Veía,atravésdelacachemira,losmaticesrosadosdelbustoqueelpeinador,ligeramenteentreabierto,dejabaavecesaldesnudo,ysobreelcualsepaseabasumirada.Losrecursosdelcorséresultabaninnecesariosparalacondesa;sóloelcinturónmarcaba su flexible talle, su cuello invitaba al amor, sus pies aparecían lindos en suszapatillas. Cuando Máximo tomó aquella mano para besarla, Eugenio vio entonces aMáximo,ylacondesavioaEugenio.

—¡Ah!,soisvos,señordeRastignac;mealegromuchodeveros—dijoconunairealcualsabenobedecerlaspersonasinteligentes.

Máximo miraba alternativamente a Eugenio y a la condesa de un modo hartosignificativoparaahuyentaralintruso.

—¡Ah!,querida,esperoquepongasaesetipodepatitasenlacalle.

Esta frase era una traducción clara e inteligente de las miradas del jovenimpertinentementeorgullosoalquelacondesahabíadadoelnombredeMáximo,yalqueconsultaba el rostro con aquella intención sumisa que revela todos los secretos de unamujersinqueellasedécuenta.Rastignacsintióunodioviolentohaciaaqueljoven.

Antetodo,elhermosopelorubioybienrizadodeMáximolehicierondarsecuentadecuánhorribleeraelsuyo.Además,Máximollevabaunasbotasfinasy limpias,en tantoque las suyas, a pesar del cuidado que había puesto al ir por la calle, estaban un pocosuciasdebarro.Enfin,Máximollevabaunalevitaqueleceñíaelegantementeeltalleyledabaelaspectodeunamujerlinda,mientrasqueEugeniollevabauncorrientetrajenegro.ElinteligentehijodelaCharenteadvirtiólasuperioridadqueelvestirdabaaaqueldandy,altoyesbelto,deojosclaros, tezpálida,unodeesoshombrescapacesdearruinara loshuérfanos. Sin aguardar la respuesta de Eugenio, la señora de Restaud dirigióserápidamentehaciaelsalón,haciendoflotarlosplieguesdesupeinador,queseenrollabanydesenrollabandemodoque le daba el aspecto de unamariposa; yMáximo la siguió.Eugenio, furioso,siguióaMáximoya lacondesa.Estos trespersonajesseencontraron,

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pues,enpresenciaunosdeotros,enelcentrodelgransalón.ElestudiantesabíaqueibaamolestaraaquelodiosoMáximo;peroaunconriesgodedisgustaralaseñoradeRestaud,quisomolestaraldandy.Depronto,recordandohabervistoaaqueljovenenelbailedelaseñoradeBeauséant,adivinóloqueeraMáximoparalaseñoradeRestaud;yconaquellaaudacia juvenilquehacecometergrandes tonteríasuobtenergrandeséxitos,díjosea símismo:«Heaquímirival;voya triunfarsobreél.»¡Imprudente!IgnorabaqueelcondeMáximodeTraillessedejaba insultar,disparabaprimeroymatabaasucontrincante.Eljoven conde se dejó caer en una poltrona, al lado de la chimenea, cogió las tenazas yremovióelhogarconunmovimientotanviolento,queelbellorostrodeAnastasiareflejóun súbito enojo. La joven volvióse hacia Eugenio y le dirigió una de esas miradasfríamenteinterrogativasquedicen:¿Porquénoosvais?,deunmodotanperfecto,quelaspersonasbieneducadassabenhacerenseguidaesasfrasesquehabríaquellamarfrasesdesalida.

Eugenioasumióunaireagradableydijo:

—Señora,teníaprisaporverospara…

Se interrumpió. Una puerta se abrió. El señor que conducía el tílburi apareció depronto, sin sombrero, no saludó a la condesa, y tendió lamano aMáximo, diciéndole:«Buenosdías»,conunaexpresiónfraternalquesorprendiósingularmenteaEugenio.

—ElseñordeRestaud—dijolacondesaalestudiante,indicándoleasumarido.

Eugenioseinclinóprofundamente.

—Elcaballero—prosiguió,presentandoaEugenioalcondedeRestaud—eselseñordeRastignac,parientedelaseñoravizcondesadeBeauséantporlosMarcillac,yaquientuveelplacerdeencontrarensuúltimobaile.

¡ParientedelaseñoravizcondesadeBeauséantporlosMarcillac!Estaspalabras,quela condesa pronunció casi enfáticamente, por la especie de orgullo que un amade casaexperimentaalquererdemostrarqueensucasasólorecibeagentedistinguida, tuvieronun efecto mágico. El conde abandonó su aire fríamente ceremonioso y saludó alestudiante.

—Encantado,caballero—dijo—,deconocerle.

ElpropiocondeMáximodeTrailleslanzóaEugeniounamiradainquietaydeprontoabandonósuaireimpertinente.Estegolpedevarita,debidoalapoderosaintervencióndeunapellido,abriótreintacasillasenelcerebrodelmeridional,yunasúbitaluzlehizoverclaroenelambientedelaaltasociedadparisiense,aúntenebrosoparaél.LaCasaVauquerypapáGoriotestabanentoncesmuylejosdesupensamiento.

—Yo creía que los Marcillac estaban extinguidos —dijo el conde de Restaud aEugenio.

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—Sí,señor—respondió—.Elhermanodemiabuelo,elcaballerodeRastignac,casócon la heredera de la familia deMarcillac. Sólo tuvo una hija, la cual se casó con elmariscal deClarimbault, abuelomaternode la señora deBeauséant.Nosotros somos laramamenor, tantomáspobrecuantoquemi tío-abuelo,vicealmirante, loperdió todoalserviciodelrey.ElgobiernorevolucionarionohaqueridoadmitirnuestroscréditosenlaliquidaciónquehizodelacompañíadelasIndias.

—¿Acasovuestrotío-abuelonomandabaelVengadorantesdelaño1789?

—Exacto.

—Entoncesconocióamitío-abuelo,quemandabaelWarwick.

Máximo levantó ligeramente loshombrosmirandoa la señoradeRestaudyparecióquererdecirle:«Siempiezaahablardemarina,estamoslistos».Anastasiacomprendiólamirada del señor de Trailles. Con el admirable poder que poseen lasmujeres, sonrió ydijo:

—Venid, Máximo; tengo que preguntaros una cosa. Caballeros, os dejamos quenaveguéisabordodelWarwickydelVengador.

SelevantóehizounaseñaaMáximo,elcuallasiguióasugabinete.Nobienaquellaparejamorganática,lindaexpresiónalemanaquecarecedeequivalenteenfrancés,habíallegado hasta la puerta, cuando el conde interrumpió la conversación que sostenía conEugenio.

—Anastasia,quedaos,cariño—exclamóconbuenhumor—;yasabéisque…

—Yavuelvo,yavuelvo—leinterrumpió—;sólounmomentoparahacerleaMáximounencargo.

Regresóenseguida.Comotodas lasmujeresque,obligadasaestudiarelcarácterdesusmaridosparapoderconducirseasuantojo,sabenreconocerhastadóndepuedenllegarpara no perder una preciosa confianza, y que entonces no les contradicen nunca en laspequeñascosasdelavida,lacondesahabíacomprendidoporlasinflexionesdelavozdelcondequenohabríaningunaseguridadenpermanecerenelgabinete.EstoscontratiemposerandebidosaEugenio.

Así,lacondesaseñalóalestudianteconunamiradayungestodedespechoaMáximo,quiendijoconsornaalconde,asumujeryaEugenio:

—Oíd,veoqueestáismuyocupadosynoquieromolestaros;adiós.

Ysemarchó.

—Quedaos,Máximo—legritóelconde.

—Venidacomer—dijolacondesa,que,dejandootravezaEugenioyalconde,siguióaMáximoalprimersalón,dondeestuvieronbastanteratojuntos,creyendoqueelseñorde

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RestauddespediríaaEugenio.

Rastignac les oía reír, hablar y hacer pausas de vez en cuando; pero el maliciosoestudianteconversabaconelseñordeRestaud,lehalagabaoleembarcabaendiscusiones,conobjetodevolveraveralacondesaysabercuáleseransusrelacionesconpapáGoriot.Esta mujer, evidentemente enamorada de Máximo; esta mujer, dueña de su marido,relacionadamisteriosamenteconelviejofabricantedefideos,leparecíatodounmisterio.Queríapenetrar estemisterio, esperandode estemodo reinar como soberanoen aquellamujertaneminentementeparisiense.

—Anastasia—dijoelconde,llamandodenuevoasumujer.

—Vamos,mipobreMáximo—ledijoellaaljoven—,hayqueresignarse.Hastaestanoche…

—Espero,Nasia—ledijoaloído—,queosencargaréisdeestejovenzuelocuyosojosbrillabancomoascuascuandovuestropeinadorseentreabría.Osharíadeclaraciones,oscomprometeríayvosmeobligaríaisadarlemuerte.

—¿Estáisloco,Máximo?—dijo—.¿Esosestudiantillosnoson,porelcontrario,unosexcelentespararrayos?PorsupuestoqueharéquesepeleeconRestaud.

Máximoseechóareírysalióseguidodelacondesa,lacualsepusoalaventanaparaverlesubiralcoche.Máximohizopiafarasucaballo,agitóellátigoysealejó.Anastasianoregresóhastaqueelportalestuvocerrado.

—Cariño—le dijo el conde al verla entrar—, las tierras en que vive la familia delseñorno están lejosdeVerteuil, en laCharente.El tío-abuelodel señorymi abuelo seconocían.

—Encantadadepisartierraconocida—dijolacondesa.

—Másdeloquecreéis—dijoenvozbajaEugenio.

—¿Cómo?—inquirióellavivamente.

—Pues—repusoelestudiante—acabodeversalirdevuestracasaaunseñorconelcualvivo,mipuertafrentealadeél,enlamismapensión;merefieroalseñorGoriot.

Al oír este nombre, el conde, que estaba atizando el fuego, arrojó las tenazas a lalumbre,comosilehubieranquemadolasmanos,ysepusoenpie.

Lacondesapalidecióalverlaimpacienciadequedabamuestrassumarido;luegosesonrojóypareciódesconcertada;respondióconvozquequeríasernatural:

—Esimposibleconocer…

Seinterrumpió,miróelpiano,comosidespertaseenellaalgúncapricho,ydijo:

—¿Osgustalamúsica,caballero?

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—Mucho—respondióEugenio,quesesonrojóytuvolavagaideadehabercometidounatorpeza.

—¿Cantáis?—exclamó,yendohaciasupiano,cuyasteclasatacóvivamente,desdeeldodeabajohastaelfadearriba.¡Rrrra!

—No,señora.

ElcondedeRestaudsepaseabadeunladoparaotro.

—Esunalástima,yaqueconelloestáisdesprovistodeungranmediodeéxito.Ca-a-ro,ca-a-ro,ca-a-ro,nondubitare—cantólacondesa.

Al pronunciar el nombre de papá Goriot, Eugenio había dado un golpe de varitamágica, pero cuyo efecto era inverso al que habían dado estas palabras: pariente de laseñora de Beauséant. Se encontraba en la situación de un hombre introducido porcondescendenciaencasadeunaficionadoalascuriosidadesyque,tocandopordescuidounarmariollenodefigurasesculpidas,hacecaertresocuatrocabezasmalpegadas.

Habríaqueridoarrojarseaunprecipicio.ElrostrodelaseñoradeRestaudestabaserio,frío,ysusojos,indiferentes,rehuíanlosdeltorpeestudiante.

—Señora—dijo—,tenéisquehablarconelseñordeRestaud;aceptadmisrespetosypermitidme…

—Cadavezquevengáisavernos—apresuróseadecir lacondesa, interrumpiendoaEugenio con un gesto—, estad seguro de que nos causaréis, tanto al señor de Restaudcomoamí,elmásvivoplacer.

Eugenio hizo un profundo saludo a la pareja y salió seguido del señor deRestaud,quien,apesardesusinstancias,leacompañóhastalaantecámara.

—Cadavezqueeseseñorsepresente—dijoelcondeaMauricio—,nilaseñoraniyoestaremosencasa.

CuandoEugenio puso el pie en la escalinata se dio cuenta de que estaba lloviendo.«Vamos—sedijo—,hevenidoparacometerunatorpezacuyacausayalcanceignoro,yademás voy a echar a perdermi traje ymi sombrero. Debería quedarme en un rincónestudiandomislibrosdeDerechoynopensarmásqueenconvertirmeenunmagistrado.¿Puedo ir por el mundo, cuando para maniobrar en él convenientemente hace falta unmontóndecabriolés,debotas lustradas, arreos indispensables, cadenasdeoro,desde lamañanaguantesdeanteblancosquecuestanseisfrancos,ysiempreguantesamarillosporlanoche?».

Cuandoseencontróalapuertadelacalle,elconductordeuncochedealquiler,quesin duda acababade llevar a unos recién casados y quería robar a su dueño efectuandounas carreras de contrabando, hizo una seña a Eugenio al verle sin paraguas, con trajenegro, chaleco blanco, guantes amarillos y botas lustradas. Eugenio se hallaba bajo el

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imperiodeunadeesasrabiassordasqueimpelenaunjovenahundirsemásymásenelabismoen el queha entrado, como si esperase encontrar en él una feliz salida.Conunmovimiento de cabeza asintió a la petición del cochero. Sin tener más que veintidóssueldosenelbolsillo,montóenelcoche,enqueunosgranosdefloresdevallardabanfedelpasodelosreciéncasados.

—¿Adóndevaelseñor?—preguntóelcochero,queyanollevabasusguantesblancos.

«Demonios—sedijoEugenio—,puestoquemearruino,queestomesirvadealgo».

—LlevadmealhoteldeBeauséant—añadióenvozalta.

—¿Cuál?—dijoelcochero.

Palabra sublime, que dejó perplejo a Eugenio. Aquel elegante inédito ignoraba quehabíadoshotelesdeBeauséant,nosabíacuánricoeraenparientesquenosepreocupabandeél.

—ElvizcondedeBeauséant,calle…

—DeGrenelle—dijoelcocherointerrumpiéndole—.Yaveis,existetambiénelhoteldelcondeydelmarquésleBeauséant,calledeSaint-Dominique.

—Yalosé—repusoEugeniocontonodesabrido.

«Todo el mundo, pues, se burla de mí—se dijo, arrojando el sombrero sobre loscojinesdedelante—.Heaquíunaescapadaquevaacostarmecara.Peroporlomenosvoyahacermivisitaamisupuestaprimadeunmodoaristocrático.PapáGoriotmecuestayapor lomenos diez francos, el viejomalvado. A femía, voy a contar mí aventura a laseñoradeBeauséant;quizá laharé reír.Sindudaellasabráelmisteriode las relacionescriminalesentreeseviejoratónsinraboyesabellamujer.Esmejorparamíagradaramiprimaquetropezarmeconesamujerinmoralquemedalaimpresiónderesultarmuycara.Sielnombredelahermosavizcondesaestanpoderoso,¿dequépesonohabrádesersupersona?Vayamosderechos a lo alto.Cuandounobusca algo en el cielo, debe apuntarhaciaDios».

Estas palabras son la fórmula breve de los mil y un pensamientos entre los cualesflotaba.Recobróalgodeseguridadalvercaerlalluvia.Sedijoquesiibaagastardosdelaspreciosaspiezasdeciensueldosque lequedaban, serían felizmenteempleadasen laconservacióndesutraje,desusbotasydesusombrero.

No oyó sin un movimiento de hilaridad al cochero que gritaba: «¡La puerta, porfavor!». Un portero rojo y dorado hizo chirriar sobre sus goznes la puerta del hotel, yRastignacviocondulcesatisfaccióncómosucochepasababajoelporche,dandolavueltaalpatioydeteniéndosebajolamarquesinadelaescalinata.Elcochero,degranhopalandaverdeconbordeazul,fueadesplegarelestribo.AlapearsedelcocheEugeniooyóunasrisas ahogadas que provenían del peristilo. Tres o cuatro criados habían bromeado ya

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acercadeaquelcarruajedenoviavulgar.Surisailuminóalestudianteenelmomentoenque comparó este coche con uno de los coupésmás elegantes de París, tirado por dosbriososcaballosquemordíanelfrenoyqueuncocheroelegantementevestidoreteníaporlabridacomosihubieranqueridoescapar.EnelbarriodeSanGermán,aguardabaellujodeungranseñor,uncarruajedemásdetreintamilfrancos.

«¿Quiénhay,entoncesahí?—díjoseEugenio,comprendiendoalgotardíamentedequeenParísdebíadehaberpocasmujeresquenoestuviesenocupadas,yquelaconquistadeunadeesasreinasresultabacostosísima—.¡Diantre!,miprimatendrásindudatambiénsuMáximo».

Subió la escalinata con lamuerte en el alma.Halló junto a lapuerta aunos criadosmuyserios.Lafiestaalacualhabíaasistidohabíasedadoenlosgrandesapartamentosderecepción,situadosenlaplantabajadelhoteldeBeauséant.Nohabiendotenidotiempo,entrelainvitaciónyelbaile,dehacerunavisitaasuprima,nohabíapenetradoaúnenlosapartamentosdelaseñoradeBeauséant;iba,pues,averporvezprimeralasmaravillasdeaquellaeleganciapersonalquerevelaelalmaylascostumbresdeunamujerdistinguida.Estudio tanto más importante cuanto que el salón de la señora de Restaud leproporcionabauntérminodecomparación.

A las cuatro y media, la vizcondesa estaba visible. Cinco minutos antes no habríarecibidoasuprimo.Eugenio,quenadasabíadelasetiquetasparisienses,fueconducidoporunagranescalerallenadeflores,debarandilladorada,alfombraroja,alinteriordelamansión de la señora de Beauséant, cuya biografía verbal él ignoraba, una de esascambiantes historias que se cuentan todas las noches de oído a oído en los salones deParís.

Lavizcondesamanteníadesdehacíatresañosrelacionesconunodelosmásfamososy ricos señores portugueses, el marqués de Ajuda-Pinto. Era una de esas relacionesinocentes que tanto atractivo tienen para las personas de talmodo relacionadas, que nopuedensoportaruntercero.Así,elvizcondedeBeauséanthabíadadoélmismoelejemploalpúblicorespetando,quierasono,aquellauniónmorganática.Laspersonasque,enlosprimerosdíasdeestaamistad, fueronavera lavizcondesaa lasdos,encontraronensucasaalmarquésdeAjuda-Pinto.LaseñoradeBeauséant, incapazdecerrarsupuerta, locualhabríaresultadomuyinconveniente,recibíacontantafrialdadalaspersonasymirabatanfijamentelacornisa,quecadacualcomprendíacuántolamolestaba.CuandosesupoenParísquesemolestabaalaseñoradeBeauséantyendoaverlaentrelasdosylascuatro,ellaseencontróenlasoledadmáscompleta.IbaalosBouffonsoalaÓperaencompañíadelseñordeBeauséantydelseñordeAjuda-Pinto;perocomohombrequesabíavivir,elseñor de Beauséant dejaba siempre a su mujer y al portugués después de haberlosinstalado.ElseñordeAjudadebíacasarse.SecasabaconunaseñoritaDeRochefide.Entodalaaltasociedad,sólounapersonaignorabaaúnesaboda,yestapersonaeralaseñoradeBeauséant.Algunasdesusamigaslehabíanhabladovagamentedeello; laseñorade

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Beauséanthabíaseechadoareír,creyendoquesusamigasqueríanturbarunafelicidaddelaquesentíancelos.Sinembargo,ibanapublicarselasamonestaciones.

Aunquehubieravenidoparanotificaresabodaalavizcondesa,elapuestoportuguésnosehabíaatrevidoaúnadecirunapalabra.¿Porqué?Nadahaysindudamásdifícilquenotificarle a unamujer semejante ultimátum.Ciertos hombres se encuentranmás a susanchas,sobreelterreno,anteotrohombrequelesamenazaconunaespada,queanteunamujerque,despuésdehaberespetadosuselegíasdurantedoshoras,sehacelamuertaypideelfrascodesales.Enaquelmomento,pues,elseñordeAjuda-Pintosehallabasobreascuasyqueríasalir,diciéndosequelaseñoradeBeauséantseenteraríadelanoticia,leescribiríayseríamáscómodoefectuaraquelgalanteasesinatoporcorrespondenciaquedeviva voz. Cuando el ayuda de cámara de la vizcondesa anunció al señor Eugenio deRastignac,hizoestremecerdealegríaalmarquésdeAjuda-Pinto.Sabedlobien,unamujeramanteposeeaúnmayoringenioparacrearsedudasqueparavariarelplacer.Cuandoestáa punto de ser abandonada, adivina rápidamente el sentido del menor gesto. Así,considerad que la señora de Beauséant sorprendió aquel estremecimiento involuntario,ligero, pero ingenuamente espantoso. Eugenio ignoraba que uno no debe presentarsenuncaenlacasadenadie,enParís,sinhabersehechocontarporlosamigosdelacasalahistoriadelmarido, lade lamujerode loshijos, conobjetodenocometerningunadeaquellas torpezas de las que se dice pintorescamente en Polonia:Uncid cinco bueyes avuestrocarro,sindudaparasacarosdelmalpasoenelqueoshabéisatascado.Siestasdesdichasde laconservacióncarecenaúndenombreenFrancia, se lessuponesindudaimposibles, debido a la enorme publicidad que obtienen lasmaledicencias.Después dehaberseenfangadoencasadelaseñoraRestaud,quenisiquieralehabíadejadotiempodevolver a comenzar su oficio de boyero, presentóse en casa deBeauséant. Pero si habíamolestado horriblemente a la señora de Restaud y al señor de Trailles, ahora sacó deapurosalseñordeAjuda.

—Adiós—dijoelportugués,apresurándosea llegarhasta lapuerta,cuandoEugenioentró en un saloncito de color gris y rosa, en el cual el lujo parecía ser únicamenteelegancia.

—¿Peroestanoche—dijolaseñoradeBeauséant,volviendolacabezaylanzandounamiradaalmarqués—,novamosalosBouffons?

—Nomeesposible—dijocogiendoelpomodelapuerta.

LaseñoradeBeauséantsepusoenpie,lellamójuntoasí,sinhacerelmenorcasodeEugenio,elcual,depie,aturdidoporlarefulgenciadeunariquezamaravillosa,creíaenlarealidadde los cuentos árabesyno sabíadóndeesconderse, hallándose enpresenciadeaquellamujerysinseradvertidoporella.Lavizcondesahabíalevantadoel índicedelamanoderecha,yconunlindomovimientoseñalabaalmarquésunlugardelantedeella.Huboenaquelgestotanviolentodespotismodepasión,queelmarquésdejóelpomodelapuerta y acudió al lado de lamujer. Eugeniomiraba la escena con ojos no exentos de

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envidia.

«Heahí—sedijo—elhombredelcupé.Pero¿esqueparaobtenerenParíslamiradade una mujer hay que tener caballos briosos y abundancia de libreas doradas?». Eldemoniodellujolemordióenelcorazón,lafiebredellucroseadueñódeél,laseddelorolesecólagarganta.Poseíacientotreintafrancosparasutrimestre.Supadre,sumadre,sushermanas, su tía, no gastaban todos ellos juntos doscientos francos almes. Esta rápidacomparaciónentresusituaciónpresenteyelfinalcualeraprecisollegarcontribuyeronadejarleestupefacto.

—¿Porqué—ledijoriendolavizcondesa—nopodéisveniralosItalianos?

—¡Negocios!HedecomerencasadelembajadordeInglaterra.

—Dejaréisesosnegocios.

Cuandounhombreengaña,seveobligadoinvenciblementeaacumularmentirassobrementiras.ElseñordeAjudadijoentoncesriendo:

—¿Loexigís?

—Sí,porsupuesto.

—Heaquíloquequeríaoír—respondiólanzandounadeaquellasmiradasquehabríatranquilizadoacualquierotramujer.Tomólamanodelavizcondesa,labesóypartió.

Eugenio se pasó la mano por los cabellos y se dispuso a saludar, creyendo que laseñora de Beauséant iba a pensar en él; de pronto, se precipitó hacia la galería, corrióhacia la ventana ymiró al señor deAjudamientras él subía al coche; ella prestó oídoatento a la orden, y oyódecir: «A la casa del señor deRochefide».Estas palabras y lamanera en queDeAjuda entró en el coche fueron el relámpago y el rayo para aquellamujer,queregresóalinteriordelaposentopresademortalesangustias.Lasmáshorriblescatástrofes en el granmundo no sonmás que eso. La vizcondesa volvió al dormitorio,sentóseanteunamesaytomóunahojadepapel.

Desdeelmomento—escribía—enquecoméisenlacasadelosRochefideynoenlaEmbajadainglesa,medebéisunaexplicación;osespero.

Despuésdehabercorregidoalgunasletrasdesfiguradasporuntemblorconvulsivodesu mano, puso una C, que quería decir Clara de Borgoña, y tiró del cordón de lacampanilla.

—Jaime—dijo a su ayuda de cámara, que acudió en seguida—, iréis a las siete ymediaalacasadelseñordeRochefide,ypreguntaréisallíporelmarquésdeAjuda.Sielmarquésestáallí,leharéisentregarestanotasinpedirrespuesta;sinoestá,regresaréisymetraeréislacarta.

—Laseñoravizcondesatieneaalguienenelsalón.

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—¡Esverdad!—exclamóabriendolapuerta.

Eugenioempezabaaencontrarsemuyviolento,actitudqueadvirtióalavizcondesa,lacualledijoenuntonocuyaemociónleremoviólasfibrasdelcorazón:

—Perdón,caballero,teníaqueescribircuatropalabras,yahorasoytodaparavos.

No sabía ni lo que se decía, porque he aquí lo que estaba pensando: «¡Ah!, quierecasarse con la señorita de Rochefide. Pero ¿acaso es libre? Esta noche el noviazgo seromperá,oyo…Peromañanayanosehablarádeesteasunto».

—Queridaprima…—dijoEugenio.

—¿Cómo? —dijo la vizcondesa, lanzándole una mirada cuya impertinencia dejóheladoalestudiante.

Eugenio comprendió aquella exclamación. Desde hacía tres horas había aprendidotantascosas,quesehallabaenactituddealerta.

—Señora —repuso sonrojándose. Vaciló y luego prosiguió—: perdonadme; tengonecesidaddetantaprotección,queunapizcadeparentesconohabríahechomalanadie.

LaseñoradeBeauséantsonrió,perocontristeza;sentíayaenelambienteladesgraciaquelaamenazaba.

—Si conocierais la situación en que se encuentra mi familia—dijo Eugenio—, osagradaríadesempeñarelpapeldeunadeesashadasfabulosasquesecomplacenendisiparlosobstáculosquerodeanasusahijados.

—Bien,primomío—dijoellariendo—,¿enquépuedoserosútil?

—¿Acasoloséyo?Perteneceravosporunvínculodeparentescoquesepierdeenlasombra constituye ya toda una fortuna. Vos me habéis turbado; ya ni sé lo que habíavenido a deciros. Sois la única persona que conozco en París. ¡Ah!, quería consultarospidiéndoosquemeaceptaseiscomoaunpobreniñoquedeseasercosidoavuestrasfaldasyquesabríamorirporvos.

—¿Mataríaisaalguienpormí?

—Mataríaados—dijoEugenio.

—¡Niño! Sois un niño, sí —dijo la vizcondesa reprimiendo las lágrimas—. ¿Vosseríaiscapazdeamarsinceramente?

—¡Oh!—exclamóeljovenmoviendolacabeza.

La vizcondesa se interesó vivamente por el estudiante a causa de la respuesta deambiciosoquehabíadado.Elmeridionalsehallabaensuprimercálculo.Entreelgabineteazulde laseñoraRestaudyelsalónrosade laseñoradeBeauséant,élhabíahecho tresañosdeaquelDerechoparisiensedelquenosehablanunca,aunqueconstituyeunaaltajurisprudenciasocialque,bienaprendidaybienpracticada,conduceatodo.

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—VialaseñoradeRestaudenvuestrobaile—dijoEugenio—,yestamañanaestuveensucasa.

—Debéishaberlamolestadomucho—dijosonriendolaseñoradeBeauséant.

—Sí,soyunignorantequellegaráatenerencontrasuyaatodoelmundosivosmenegáisvuestraayuda.CreoqueesmuydifícilencontrarenParísaunamujerjoven,bella,rica, elegante, que esté desocupada, y necesito una queme enseñe lo que vosotras, lasmujeres, sabéis tan bien explicar: la vida. Encontraré en todas partes a un señor deTrailles.Venía,pues,apediroslasolucióndeunenigmayrogarosquemedijeraisdequénaturalezaeslatorpezaquehehecho.Hehabladodeunseñor…

—LaseñoraduquesadeLangeais—dijoJaimecortandolapalabraalestudiante,quehizoelgestodeunhombrefuertementecontrariado.

—Si queréis triunfar —dijo la condesa en voz baja—, ante todo no seáis tandemostrativo.

—Buenosdías,querida—dijolevantándoseysaliendoalencuentrodeladuquesa,alaqueestrechólasmanosconlaefusiónquehabríapodidodemostraraunahermanayalaqueladuquesarespondióconlosmásdulcesmimos.

«He aquí a dos buenas amigas —pensó Rastignac—. Desde ahora tendré dosprotectoras.Lasdosmujeresdebentenerlosmismosafectos,yéstaseinteresarásindudapormí.».

—¿Aquéfelizpensamientodeboelhonordeverte,queridaAntonia?—dijolaseñoradeBeauséant.

—HevistoalseñordeAjuda-PintoentrarencasadelseñordeRochefideyentonceshepensadoqueestabaissola.

LaseñoradeBeauséantnosemordióloslabios,nosesonrojó;sumiradasiguiósiendolamismaysufrenteparecióiluminarsemientrasladuquesapronunciabaaquellasfatalespalabras.

—Siyohubierasabidoqueestabaisocupada…—añadióladuquesavolviéndosehaciaEugenio.

—ElseñoreselseñorEugeniodeRastignac,unodemisprimos—dijolavizcondesa—.¿HabéistenidonoticiasdelgeneralMontriveau?—dijo—.Sérizymedijoayerqueyanoseleveía.¿Letenéisenvuestracasahoy?

La duquesa, que pasaba por haber sido abandonada por el señor deMontriveau, dequienestabaperdidamenteenamorada,sintióenelcorazónloaceradodeestapregunta,ysesonrojóalcontestar:

—AyerestabaenelElíseo.

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—Deservicio—dijolaseñoradeBeauséant.

—Clara,vossabéissinduda—repusoladuquesaarrojandooleadasdemalignidadporsusmiradas—quemañanaseproclamanlasamonestacionesdelseñordeAjudaPintoydelaseñoritadeRochefide.

Elgolpeerademasiadoviolento,lavizcondesapalidecióyrespondióriendo:

—Unodeesosrumoresquediviertenalostontos.¿PorquéelseñordeAjudahabríade llevar a la casade losRochefideunode los apellidosmás ilustres dePortugal?LosRochefidesongenteennoblecidaayer.

—PeroBerta,segúndicen,reunirádoscientasmillibrasderenta.

—ElseñordeAjudaesdemasiadoricoparaefectuarestoscálculos.

—Pero,querida,laseñoritadeRochefideesencantadora.

—¡Ah!

—Enfin,élcomehoyensucasa;lascondicioneshansidofijadas.Meextrañamuchoqueestéistanpocoenterada.

—¿Qué tonteríahabéishechoentonces?—dijo laseñoradeBeauséant—.Esepobreniño hace tan poco tiempo que ha sido arrojado al mundo, que no comprende nada,queridaAntonia,deloqueestamosdiciendo.Sedbuenaparaconél,ydejemosesteasuntoparamañana.Mañana,comopodéiscomprender,todoserásindudaoficial,yvospodréisserseguramenteoficiosa.

Laduquesa lanzó aEugenio unade esasmiradas impertinentes que envuelven a unhombredelospiesalacabeza,loaplananylereducenalestadodecero.

—Señora,sinsaberlo,hehundidounpuñalenelcorazóndelaseñoradeRestaud.Sinsaberlo,heahímífalta—dijoelestudiante,aquiensuinteligenciahabíaservidodealgoyhabía descubierto las punzantes sátiras que encerraban las frases afectuosas de aquellasdos mujeres—. Vos continuáis viendo, y quizá teméis a las personas que están en elsecretodelmalqueoshacen,mientrasqueelquehiere ignorando laprofundidaddesuherida es considerado como un tonto que no sabe aprovecharse de nada y todos ledesprecian.

LaseñoradeBeauséantdirigióalestudianteunadeesasmiradaspenetrantes,en lasquelasgrandesalmassabenponeralavezgratitudydignidad.Estamiradafuecomounbálsamoquecalmólallagaqueacababadeproducirenelcorazóndelestudiantelamiradainquisidoraconlacualladuquesalehabíatasado.

—Figuraos que acababa de ganarme la benevolencia del conde de Restaud—dijoEugenio— porque—añadió volviéndose hacia la duquesa con aire a la vez humilde ymalicioso—,debodeciros,señora,quenosoymásqueunpobrediablodeestudiante,muysolo,muypobre…

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—Nodigáiseso,señordeRastignac.

—¡Bah! —dijo Eugenio—, sólo tengo veintidós años; hay que saber soportar lasdesgracias de la edad. Por otra parte, me estoy confesando; es imposible ponerse derodillas enun confesionariomáshermoso: en él se cometen lospecadosdequeuno seacusaenelotro.

Laduquesaasumióunairedefrialdadaloírestediscursoantirreligioso.

LaseñoradeBeauséantseriódesusobrinoydeladuquesa.

—Elseñorllega…

—Llega,querida,ybuscaunainstitutrizqueleenseñeelbuengusto.

—Señoraduquesa—dijoEugenio—,¿noesnaturalquereriniciarseenlossecretosdeaquelloquenosencanta?

«Vamos—se dijo a sí mismo—, estoy seguro de que le estoy haciendo frases depeluquero».

—Pero—dijoladuquesa—,segúncreo,laseñoradeRestaudesalumnadelseñordeTrailles.

—No sabía nada de ello, señora —dijo el estudiante—. Así, me lancéatolondradamente entre los dos. En fin, me las había entendido bastante bien con elmarido,meveíatoleradoporalgúntiempoporlamujer,cuandosemeocurriódecirlesqueconocíaaunhombrealqueveíasalirporunaescalerasecreta,yqueenel fondodeunpasillohabíabesadoalacondesa.

—¿Quiénera?—dijeronlasdosmujeres.

—Unviejoquevivearazóndedos luisesmensualesenelbarriodeSaint-Marceau,comoyo,pobreestudiantequesoy;unverdaderodesgraciadodequientodosseburlanyalquellamamospapáGoriot.

—Pobre criatura —exclamó la vizcondesa—. Es que la señora de Restaud es unaseñoritaGoriot.

—Lahija deun fabricante de fideos—repuso la duquesa—,unamujer que se hizopresentarelmismodíaqueunahijadepastelero.¿Noosacordáis,Clara?Elreyseechóareír y dijo en latín una frase graciosa sobre la harina.Una gente, ¿cómodiremos?, unagente…

—Ejusdemfarinae—dijoEugenio.

—Esoes—dijoladuquesa.

—¡Ah!,essupadre—repusoelestudianteconungestodehorror.

—Puessí;esebuenhombreteníadoshijas,porlascualesestácasiloco,aunquetanto

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launacomolaotracasihayanrenegadodeél.

—Lasegunda—dijolavizcondesamirandoalaseñoradeLangeais—¿noestácasadacon un banquero cuyo apellido es alemán, cierto barón de Nucingen? ¿No se llamaDelfina?¿Noesuna rubiaque tieneunpalco lateral en laÓpera,que tambiénvaa losBouffonsyríemuyaltoparahacersenotar?

Laduquesasonrió,diciendo:

—Pero,querida,osadmiro.¿Porquéosocupáistanto,entonces,deesasgentes?Hayquehaberestadolocamenteenamorado,comoloestabaRestaud,parahaberseenharinadoconlaseñoritaAnastasia.¡Oh,nohahechobuenaganga!EllaseencuentraenmanosdelseñordeTrailles,quelaperderá.

—Ellashanrenegadodesupadre—repetíaEugenio.

—¡Ah!,sí,supadre—repusolavizcondesa—,unbuenpadrequelesdio,segúndicen,acadaunaquinientososeiscientosmilfrancosparalabrarsufelicidadcasándolasbien,yquenosereservómásqueochoodiezmillibrasderentaparasí,creyendoquesushijasseguiríansiendosushijas,quesehabíacreadoconellasdosexistencias,doscasas,enlasqueseríaadorado,mimado.Endosaños,susyernosleexpulsarondesusociedadcomoalúltimodelosmiserables.

Las lágrimas rodaron por lasmejillas de Eugenio, recientemente refrescado por laspurasysantasemocionesde lafamilia,aúnbajoelencantodesuscreencias juvenilesyque sólo se encontraba en la primera jornada en el campo de batalla de la civilizaciónparisiense.

Las emociones verdaderas son tan comunicativas, que durante un instante estas trespersonassemiraronensilencio.

—¡Oh!, Dios mío —dijo la señora de Langeais—, sí, esto parece horrible, y sinembargo,lovemostodoslosdías.¿Nohayunacausaenello?Decidme,querida,¿habéispensadoalgunavezenloqueesunyerno?Unyernoesunhombreparaquiencriaremosunaamadacriatura,alacualretendremospormediodemillazos,quedurantediecisieteañosserálaalegríadelafamilia,queesdeellaelalmablanca,comodiríaLamartine,yque se convertirá en la peste. Cuando este hombre nos la haya arrebatado empezará acogersuamorcomounhacha,conobjetodecortarenelcorazónyalovivodeeseángeltodos lossentimientospor loscualesestabaunidaasu familia.Ayer,nuestrahija loeratodoparanosotros,ynosotrosloéramostodoparaella;aldíasiguientesehaconvertidoennuestraenemiga.¿Novemosconsumarsetodoslosdíasestatragedia?Aquí,lanuerasemuestra impertinenteconelsuegro,que todo lohasacrificadoporsuhijo.Másallá,unyernoponeasusuegradepatitasen lacalle.Hayquienpreguntaquéhaydedramáticohoyenlasociedad;peroeldramadelyernoesespantoso,sincontarnuestroscasamientos,quesehanconvertidoencosasmuyestúpidas.Yomedoycuentamuybiendeloquelehaocurridoaeseviejofabricantedefideos.CreorecordarqueeseForiot…

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—Goriot,señora.

—Sí, ese Moriot fue presidente de su sección durante la revolución; estuvo en elsecreto de la famosa escasez de alimentos, y comenzó su fortuna vendiendo en aquellaépocaharinasdiezvecesmáscarasdeloquelecostaban.Hatenidotantaharinacomohaquerido.Elintendentedemiabuelalevendiósumasinmensas.Goriotestabarelacionado,comotodaesagente,conelComitédeSaludPública.RecuerdoqueelintendenteledecíaamiabuelaquepodíapermanecercontodaseguridadenGrandvilliers,porquesustrigoseran una excelente carta cívica. Bien, ese Loriot, que vendía trigo a los cortadores decabezas,sólotuvounapasión.Adora,segúndicen,asushijas.EndosólamayoralacasadeRestaudeinjertóalaotrasobreelbaróndeNucingen,unricobanqueroquesehacíapasar por monárquico. Comprenderéis que, bajo el Imperio, los dos yernos no seescandalizarandetenerensucasaaeseviejoNoventayTres;elloeraaúncompatibleconBonaparte. Pero cuando volvieron los Borbones, el buen hombre estorbó al señor deRestaud, y más aún al banquero. Las hijas, que quizá seguían amando a su padre,quisieron quedar bien con la cabra y con la col, o sea, con el padre y con el marido;recibieron a Goriot cuando no tenían a nadie en casa; imaginaron pretextos de cariño:«Venid,papá;estaremosmejor,porqueestaremossolos»,etc…Pero,querida,creoquelossentimientosverdaderostienenojoseinteligencia:elcorazóndeesepobreNoventayTresha sangrado. Ha visto que sus hijas se avergonzaban de él; que si ellas amaban a susmaridos,élmolestabaasusyernos.Erapreciso,pues,sacrificarse.Elsesacrificó,porqueera padre: se desterró de símismo.Al ver a sus hijas contentas, comprendió que habíahechobien.Elpadreylashijasfueroncómplicesdeestepequeñocrimen.Vemosestoportodas partes. Ese papáDoriot, ¿no habría sido unamancha de sebo en el salón de sushijas?Habríasesentidoviolento, sehabríaaburrido.Loque leocurreaesepobrepadrepuedeocurrirlealamujermásbellaconelhombrealquemásame:siellaloaburreconsuamor, él se irá; cometerá cobardías para huir de ella. Todos los sentimientos están allí.Nuestrocorazónesuntesoro;vaciadlodegolpe,yquedaréisarruinados.Noperdonamosmás a un sentimiento el habersemostradopor enteroque a unhombre el noposeer uncéntimo.Esepadre lohabíadado todo.Habíadadoduranteveinteañossusentrañas, suamor;habíadadosufortunaenundía.Unavezexprimidoellimón,sushijasdejaronlapielenunaesquina.

—Elmundo es infame—dijo la vizcondesa, sin levantar los ojos, porque se sentíavivamenteafectadapor laspalabrasque laseñoradeLangeaishabíadicho,paraella,alcontarestahistoria.

—Infame,no—repusoladuquesa—;siguesucurso,heahítodo.Sioshablodeesemodoesparademostrarosquenomedejoengañarporelmundo.Yopiensocomovos—añadió estrechando la mano de la vizcondesa—. El mundo es un cenagal; procuremospermanecer en las alturas. —Se levantó, besó a la señora de Beauséant en la frente,diciéndole:— Estáis muy hermosa en este momento, querida. Tenéis los más belloscoloresquehayavistojamás.

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Dichoesto,salió,despuésdeinclinarligeramentelacabezaalmiraralprimo.

—Papá Goriot es un papá sublime —exclamó Eugenio, recordando haberle vistorompersusobjetosdeplatasobrecortadaaquellanoche.

La señora de Beauséant no oía; estaba pensativa. Transcurrieron unos instantes desilencio, y el pobre estudiante, con una especie de estupor vergonzoso, no se atrevía amarcharse,niaquedarse,niahablar.

—El mundo es infame y ruin—dijo al fin la vizcondesa—. Tan pronto como nossobrevieneunadesgracia,siempreseencuentraunamigodispuestoaveniracontárnoslayahurgarennuestrocorazónconunpuñal,haciéndonosadmirarelmango.Empiezanlossarcasmosylasburlas.¡Ah!,medefenderé.—Levantólacabezacomounagrandamaqueera,ysusojosdespidierondestellosdeorgullo.—¡Ah!—dijoalveraEugenio—,estáisahí.

—Sí,todavía—dijoeljoven.

—¡Bien!,señordeRastignac,tratadaesemundocomosemerece.Vosqueréisllegar;yo os ayudaré. Comprobaréis cuán profunda es la corrupción femenina, mediréis laamplituddelamiserablevanidaddeloshombres.Aunqueyoheleídoenellibrodeestemundo, había, sin embargo, páginas que me eran desconocidas. Ahora ya lo sé todo.Cuanto más fríamente calculéis, tanto más lejos llegaréis. Pegad sin piedad, y seréistemido.Noaceptéisa loshombresya lasmujeresmásquecomocaballosdepostaquedejaréisreventaracadaparada,ydeestemodollegaréisalcolmodevuestrosdeseos.Yaveis,aquínoseréisnadasinotenéisaunamujerqueseintereseporvos.Oshacefaltaunamujer joven, rica, elegante. Pero si tenéis un sentimiento verdadero, escondido, no lodejéisvislumbrarjamás;delocontrarioestaríaisperdido.Yanoseríaiselverdugo,sinolavíctima. Si alguna vez amaseis, guardad vuestro secreto; no lo reveléis antes de habersabidobienaquiénabrís el corazón.Parapreservardeantemanoesteamorqueaúnnoexiste, aprended a desconfiar de este mundo. Escuchadme bien, Miguel… (Ella seequivocaba ingenuamentedenombresindarsecuentadeello).Hayalgomásespantosoque el abandonodel padre por sus dos hijas, que quisieran que estuviesemuerto.Es larivalidaddelasdoshermanasentresí.Restaudperteneceaunafamilianoble;sumujerhasido adoptada, ha sido presentada a la Corte; pero su hermana, su rica hermana, lahermosaseñoraDelfinadeNucingen,mujerdeunhombrededinero,semueredepena;loscelos ladevoran,seencuentraacien leguasdesuhermana;suhermanayanoessuhermana;estasdosmujeresrenieganlaunadelaotratalcomoreniegandesupadre.Así,la señora de Nucingen recogería a lengüetadas todo el barro que hay entre la calle deSaint-LazareylacalledeGrenelleparaentrarenmisalón.EllahacreídoqueDeMarsaylaharíallegaradondeellaquería,ysehizoesclavadeDeMarsay.DeMarsaysepreocupapocodeella.Simelapresentáis,seréissuBenjamín,osadorará.Amadla,sipodéis;luego,sino,servíosdeella.Yolaveréunaodosveces,duranteunagranvelada,cuandohayamucha gente; pero jamás la recibiré por la mañana. La saludaré, esto bastará. Vos os

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habéis cerrado la puerta de la casa de la condesa por haber pronunciado el nombre deGoriot.Sí,querido,veinteveces iríaisacasade laseñoradeRestaud,yveintevecesosdiríanqueestáausente.Bien,quepapáGoriotospresenteencasadelaseñoraDelfinadeNucingen.LahermosaseñoradeNucingenseráparavosunabandera.Sedelhombrealque ella distinga; las mujeres se volverán locas por vos. Sus rivales, sus amigas, susmejoresamigas,vendrána raptarosdesusbrazos.Haymujeresqueamanalhombreyaescogidoporotra,comohaypobresburguesasque,altomarnuestrossombreros,esperantenernuestrasmaneras.Vos tendréiséxitos.EnParís, el éxito loes todo,es la llavedelpoder.Silasmujereshallanenvosingenioytalento,loshombreslocreeránsivosnolesdesengañáis. Entonces podréis quererlo todo, tendréis el pie en todas partes. Sabréisentoncesloqueeselmundo,unareunióndeburladosydeburladores.Noestéisentrelosunosnientrelosotros.YoosdoyminombrecomounhilodeAriadnaparaentrareneselaberinto.Nolocomprometáis—dijoinclinandoelcuelloylanzandounamiradadereinaal estudiante—, devolvédmelo blanco. Idos, dejadme. También nosotras, las mujeres,tenemosnuestrasbatallasquelibrar.

—¿No necesitaríais un hombre de buena voluntad para ir a poner el fuego en unamina?—leinterrumpióEugenio.

—¿Ybien?—dijolavizcondesa.

Eljovensegolpeóelcorazón,correspondióalasonrisadesuprimaysalió.Eranlascinco.Eugenio teníahambre, temíanopoder llegara tiempopara lahorade lacomida.EstetemorlehizosentirlafelicidaddeserarrastradorápidamenteporlascallesdeParís.Esteplacerpuramentemaquinalledejóporenteroentregadoalasideasqueleasaltaban.Cuandounhombrede su edad es alcanzadopor el desprecio, se indigna, se encoleriza,amenazaconelpuñoalasociedadentera,quierevengarseydudatambiéndesímismo.

Rastignac se hallaba en aquel momento abrumado por estas palabras: Os habéiscerrado la puerta de la casa de la condesa. «¡Iré! —decíase—, y si la señora deBeauséanttienerazón,siyo…LaseñoradeRestaudmeencontraráentodoslossalonesadonde vaya. Aprenderé a manejar las armas, a disparar la pistola, le mataré a suMáximo.» ¡Yeldinero!—legritaba laconciencia—.¿Dedónde tomaráseldinero?Depronto, la riquezaexhibidaencasade lacondesadeRestaudbrillóantesusojos.Habíavistoalláel lujoquedebíaseramadoporunaseñoritaGoriot:dorados,objetosdegranvalor,ellujofaltodeinteligenciadelosnuevosricos,elderrochedelamujerentretenida.EstafascinanteimagenquedódesúbitoeclipsadaporelgrandiosohoteldeBeauséant.Suimaginación, transportada a las altas regiones de la sociedad parisiense, le inspiró milmalospensamientosalcorazón,lacabezaylaconciencia.Vioelmundotalcomoes:lasleyes y la moral impotentes entre los ricos, y vio en la fortuna la última ratio mundi.«Vautrintienerazón;lafortunaeslavirtud»,sedijo.

UnavezhubollegadoalacalleNeuve-Sainte-Geneviève,subiórápidamenteasucasa,bajóparadardiez francosal cochero, entróenaquel comedornauseabundo,dondevio,

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como animales en un establo, a los dieciocho huéspedes cebándose. El espectáculo deestasmiseriasyelaspectodeestasalaleparecieronhorribles.Latransiciónerademasiadobruscayelcontrastedemasiadocompletoparanodesarrollarconexcesoensuánimoelsentimiento de la ambición. Por un lado, las frescas y encantadoras imágenes de lanaturalezasocialmáselegante,rostrosjóvenes,vivos,enmarcadosporlasmaravillasdelarte y del lujo, aquellas cabezas apasionadas, llenas de poesía; por el otro, siniestroscuadrosrodeadosdefango,yrostrosenlosquelaspasionesnohabíandejadomásquesuscuerdas y sumecanismo.Las enseñanzas que la cólera de unamujer abandonadahabíaarrancadoalaseñoradeBeauséant,suscapciososofrecimientosvolvieronasumemoria,ylamiseriahizosuspropioscomentarios.

Rastignac decidió abrir dos zanjas paralelas para llegar a la fortuna, apoyarse en laciencia y el amor, llegar a ser un sabiodoctor y unhombredemoda.Era todavíamuyniño.Lasdoslíneaseranasíntotasquejamáspuedenencontrarseunaconotra.

—Estáis muy serio, señor marqués—le dijo Vautrin, el cual le lanzó una de esasmiradasporlascualesaquelhombreparecíainiciarseenlossecretosmásrecónditosdelcorazón.

—Yanoestoymásdispuestoaaguantarlasbromasdeaquellosquemellamanseñormarqués—respondió—.Aquí,paraserrealmentemarqués,hayquetenercienmillibrasderenta,ycuandounoviveenCasaVauquer,noesprecisamenteelfavoritodelafortuna.

VautrinmiróaRastignacconairepaternalydespectivo;luegodijo:

—EstáisdemalhumorporquequizánohabréistenidoéxitocercadelabellacondesadeRestaud.

—Mehacerradolapuertaporhaberledichoquesupadrecomíaennuestramesa—exclamóRastignac.

Todosloscomensalessemiraronunosaotros.PapáGoriotbajólosojosysevolvióparasecárselos.

—Mehabéisechadotabacoenelojo—dijoasuvecino.

—El que en lo sucesivo humille a papáGoriot tendrá que vérselas conmigo—dijoEugenio mirando al vecino del antiguo fabricante de fideos—; vale más que todosnosotros.Nohablodelasdamas—dijovolviéndosehacialaseñoritaTaillefer.

Esta frase fue un desenlace. Eugenio la había pronunciado con un aire que impusosilencioaloshuéspedes.Vautrindijocontonoinsolente:

—Para tomar a papá Goriot bajo vuestra protección es preciso saber manejar unaespadaydispararunapistola.

—Asíloharé—dijoEugenio.

—¿Demodoquehoyhabéisentradoencampaña?

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—Quizá—respondióRastignac—.Peronodebodarcuentaanadiedemisactos,dadoqueyonotratodeadivinarloqueotraspersonashacendurantelanoche.

VautrinlanzóaRastignacunamiradadereojo.

—Muchacho,cuandonosequiereservíctimadelasmarionetas,hayqueentrarenlabarracaynocontentarseconmirarporlosagujerosdeloscortinajes.Bastadehablar—añadió al ver que Eugenio se estaba encolerizando—. Hablaremos en otro momento,cuandoqueráis.

Entoncesreinóenlacomidaunambientetristeysombrío.PapáGoriot,absortoporelprofundo dolor que le había causado la frase del estudiante, no comprendió que lasdisposiciones de los ánimos habían cambiado con respecto a él y que un joven encondicionesdeimponersilencioalapersecuciónhabíaasumidosudefensa.

—Entonces—dijolaseñoraVauquerenvozbaja—,¿elseñorGoriotseríaelpadredeunacondesa?

—Ydeunabaronesa—respondióleRastignac.

—Yo leheobservado la cabeza—dijoBianchonaRastignac—yhevistoque sólotieneunbulto:eldelapaternidad;seráunPadreEterno.

EugenioestabademasiadopreocupadoparaquelabromadeBianchonlehicierareír.QueríaaprovecharlosconsejosdelaseñoradeBeauséantysepreguntabacómoydóndese procuraría el dinero. Quedóse pensativo, viendo las estepas del mundo que sedesplegabanante susojos a lavezvacíasy llenas; todos ledejaron solo enel comedorcuandolacomidaestuvoterminada.

—¿Habéisvisto,pues,amihija?—ledijoGoriotconvozemocionada.

Habiendo salido de su meditación, por las palabras que le dijo el buen hombre,Eugeniolecogiólamano,ymirándoleconciertoairedeternuralerespondió:

—Soisunhombrebuenoydigno.Hablaremosdevuestrashijasmástarde.

SelevantósinquererescucharapapáGoriotyretiróseasuhabitación,dondeescribióasumadrelacartasiguiente:

«Queridamadre,mira sino tienesacasouna tercera tetaqueabrirparamí.Tengoquehacerprontofortuna.Tengonecesidaddemildoscientosfrancos,ylosnecesitoatodacosta. No digas nada demi petición ami padre; quizá se opondría a ella, y si yo notuvieseesedinero,mehallaríapresadeunadesesperaciónquemeobligaríaalevantarmelatapadelossesos.Tanprontocomotevea,teexplicarémismotivos,porqueharíafaltaescribirvolúmenesenterosparahacertecomprenderlasituaciónenquemeencuentro.Nohejugado,madre,nodebonada;perosi túquieresconservarlavidaquemehasdado,tengoqueencontrarestasuma.Enfin,frecuentolacasadelavizcondesadeBeauséant,lacualme ha tomado bajo su protección.Debo ir almundo y no tengo un céntimo para

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comprarmeunosguantes.Sabrécomersólopan,bebersóloagua,ayunaré,siespreciso;peronopuedoprescindirdeunosutensiliosconloscualesselabraaquílaviña.Setrataparamídeseguirmicaminoodequedarmeatascadoenelbarro.Sétodaslasesperanzasquehabéispuestoenmí,yquierorealizarlaspronto.Mibuenamadre,vendealgunasdetusantiguasjoyas,prontotelassustituiréporotras.Conozcolosuficientelasituacióndenuestrafamiliaparasaberapreciartalessacrificios,ydebescreerquenotepidoqueloshagasenvano;de locontrario,yoseríaunmonstruo.Noveasenmiruegomásqueelgritodeunaimperiosanecesidad.Nuestroporvenirsehallaporenteroenestesubsidio,conelcualdeboabrirlacampaña;porqueestavidadeParísesunperpetuocombate.Si,paracompletarlasuma,nohayotrasoluciónmásquevenderlosencajesdemitía,dilequeyalemandaréotrosmásbellos.Etcétera».

Escribióacadaunadesushermanaspidiéndolessuseconomías,yparaarrancárselassinqueellashablasenenfamiliadelsacrificioquenodejaríandehacerleconsatisfacción,hizovibrar lascuerdasdelhonorque tan tensasestány tanfuertementeresuenanen loscorazones jóvenes. Sin embargo, cuando hubo escrito estas cartas, experimentó unatrepidacióninvoluntaria:palpitaba,seestremecía.Elambiciosojovenconocíalanoblezainmaculada de aquellas almas sepultadas en la soledad, sabía qué penas causaría a sushermanas, y también cuál sería su gozo; con qué placer hablarían en secreto de aquelhermanoqueridocuandoestuvieran lasdossolas.Suconcienciase irguió luminosay lemostró a sus hermanas desplegando el genio malicioso de las jóvenes para enviarle aescondidas aqueldinero, ideandounprimer engaño.«El corazóndeunahermanaesundiamante de pureza, un abismo de cariño», se dijo. Sentía vergüenza por haber escrito.¡Cuánpoderososseríansusdeseos,cuánpuroseríaelimpulsodesusalmashaciaelcielo!¡Conquéplacer se sacrificarían! ¡Cuánto sufriría sumadre si nopudiese enviar toda lasuma! Aquellos hermosos sentimientos, aquellos terribles sacrificios iban a servirle depeldañoparallegarhastaDelfinadeNucingen.Unaslágrimas,últimosgranosdeinciensoarrojadosenelaltarsagradodelafamilia,llenaronsusojos.Sepaseóconunaagitaciónllena de desesperación. Papá Goriot, viéndole así a través de su puerta, que habíapermanecidoentreabierta,entróyledijo:

—¿Quéosocurre,señor?

—¡Ah!,vecino,yosoytodavíahijoyhermanocomovossoispadre.Tenéisrazónentemerpor la condesaAnastasia,que se encuentra enmanosdeun tal señorMáximodeTrailles,elcuallaperderá.

PapáGoriotseretiróbalbuciendounaspalabrascuyosentidonocomprendióEugenio.Aldíasiguiente,Rastignacfueaecharsuscartasalcorreo.Vacilóhastaelúltimoinstante,perolasechódentrodelbuzón,diciendo:«Loconseguiré».Laspalabrasdeljugador,delgrancapitán,palabrasfatalistasquepierdenaunnúmeromayordehombresqueeldelosquesalvan.Unosdíasmástarde,EugeniofuealacasadelaseñoradeRestaudynofuerecibidoporella.Tresvecesvolvióyotrastresvecesencontrólapuertacerrada,aunquese

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presentara en horas en las que el condeMáximo de Trailles no se encontraba allí. Lavizcondesahabíatenidorazón.Elestudianteyanoestudiaba.Ibaa lasclasesparahaceracto de presencia y luego semarchaba. Habíase hecho el razonamiento que se hace lamayorpartedelosestudiantes.Reservabasusestudiosparaelmomentodelosexámenes;habíadecididoacumularsusmatrículasdesegundoyterceraño,luegoelderechoenserioydegolpeenelúltimomomento.DeestenodoteníaquincemeseslibresparanavegarporelocéanodeParís., para entregarse a la tratademujeresopescar fortuna.Durante estasemanaviodosvecesalaseñoradeBeauséant,acuyacasasóloibacuandosalíaelcochedelmarquésdeAjuda.Porunosdías,aquellailustremujer,lafiguramáspoéticadelbarriodeSanGermán,permanecióaúnvictoriosa,hizoquesesuspendieralabodadelaseñoritadeRochefideconelmarquésdeAjuda-Pinto.Peroaquellosúltimosdías,queeltemordeperder su felicidad hacía que fueran losmás ardientes de todos, habían de precipitar lacatástrofe.ElmarquésdeAjuda,deconsunoconlosRochefide,habíaconsideradoaquellacircunstancia como una coyuntura feliz: esperaban que la señora de Beauséant seacostumbraría a la idea de aquella boda y acabaría resignándose.A pesar de las santaspromesas renovadas a diario, el señor deAjuda representaba, pues, su comedia, y a lavizcondesalegustabaserengañada.

«En lugar de saltar noblemente por la ventana, dejaba que la hicieran rodar por laescalera»,decía laduquesadeLangeais, sumejoramiga.Sinembargo,aquellasúltimaslucesbrillaronun tiemposuficienteparaque lavizcondesapermanecieraenParísyallíayudara a su joven pariente, a quien profesaba una especie de afecto supersticioso.Eugenio se había mostrado para con ella lleno de interés y sensibilidad en unacircunstanciaenquelasmujeresnovencompasiónniconsueloenningunadelasmiradasque se les dirigen. Si un hombre les dice entonces palabras amables, lo hace porespeculación.

En su deseo de conocer perfectamente su tablero de ajedrez antes de intentar elabordajedelacasadeNucingen,RastignacquisoponersealcorrientedelavidaanteriordepapáGoriot,yrecogióinformesciertos,quepuedenreducirsealossiguientes:

Juan JoaquínGoriot era, antesde la revolución, un simpleobrerodeuna fábricadefideos,hábil,ahorradorylosuficientementeemprendedorcomoparahaberadquiridolosbienes de su dueño, a quien el azar hizo víctima del primer levantamiento de 1789.Habíase establecido en la calle de la Jussienne, cerca del Mercado del Trigo, y habíatenidoelbuensentidodeaceptarlapresidenciadesusección,conobjetodelograrquesucomercio fueraprotegidopor lospersonajesmás influyentesdeaquellaépocapeligrosa.Aquellasabiduríahabíasidoelorigendesufortuna,quecomenzóenlosdíasdelaescasezde alimentos, escasez falsa o verdadera, como consecuencia de la cual los cerealesalcanzaron en París un precio enorme. El pueblo se mataba delante de las panaderías,mientrasciertaspersonasibantranquilamenteabuscarpastaparasopa.Duranteaquelaño,el ciudadano Goriot acumuló los capitales que más tarde le sirvieron para efectuar sucomerciocontodalasuperioridadqueconfiereunagrancantidaddedineroaaquelquela

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posee. Le sucedió lo que les sucede a todos los hombres que no poseenmás que unacapacidadrelativa.Sumediocridadlesalvó.Porotraparte,nosiendoconocidasufortunahastaelmomentoenqueyanohabíapeligroenserrico,noexcitólaenvidiadenadie.Elcomercio de trigo parecía haber absorbido toda su inteligencia. Cuando se trataba detrigos,harinas,degrano,desabersuprocedencia,develarporsuconservación,depreverel curso, de profetizar la abundancia o la escasez de las cosechas, de procurarse loscerealesabajoprecio,demandarlostraerdeSiciliaodeUcrania,Goriotnoteníarival.Alverle llevar sus negocios, explicar las leyes sobre la exportación e importación de losgranos, observar su inteligencia y advertir mis defectos, alguien le habría consideradocapaz de ser ministro de Estado. Paciente, activo, enérgico, constante, rápido en susexpediciones,poseíaunamiradadeáguila,seadelantabaatodo,todolopreveía,todolosabía,todoloocultaba;diplomáticoparaconcebir,soldadoparaarmar.Unavezsehallabafueradesuespecialidad,desusencillayoscuratienda,volvíaaserelobreroestúpidoygrosero, el hombre incapaz de comprender un razonamiento, insensible a todos losplaceresdelainteligencia,elhombrequesedormíaenlosespectáculos,unodeaquellosDolibanes parisienses, que sólo conocían la estupidez. Estos caracteres se parecen casitodos. En casi todos ellos encontraríais un sentimiento sublime en el corazón. Dossentimientos exclusivos habían llenado el corazón del fabricante de fideos, habíanabsorbido su humor, de la misma manera que el comercio de granos utilizaba toda lainteligenciadesucerebro.Sumujer,hijaúnicadeunricogranjerodelaBrie,fueparaélobjetodeunaadmiraciónreligiosa,deunamorsinlímites.Goriothabíaadmiradoenellaunanaturalezaalavezfrágilyfuerte,sensibleybella,quecontrastabavigorosamenteconlasuya.Sihayunsentimientoinnatoenelcorazóndelhombre,¿noesacasoelorgullodelaprotecciónejercidaentodomomentoenfavordeunserdébil?Añadidaelloelamor,ese reconocimiento vivo de todas las almas francas para el principio de sus placeres, ycomprenderéisunsinfíndeabsurdosmorales.Alcabodesieteañosdeunafelicidadsinnubes,Goriot,desgraciadamenteparaél,perdióasumujer:éstacomenzabaaasumirelmandosobreél,fueradelaesferadelossentimientos.Quizáhubieracultivadoellaaquellanaturalezainerte,quizáhubieraechadoenellalainteligenciadelascosasdelmundoydelavida.Enestasunación,elsentimientodelapaternidaddesarrollóseenGoriothastalasinrazón. Trasladó sus afectos, frustrados por la muerte, a sus dos hijas, las cuales, alprincipio,satisficieronplenamentetodossussentimientos.

Por brillantes que fuesen las proposiciones que le hicieron algunos negociantes ogranjeros celosos que querían ofrecerle sus hijas en matrimonio, prefirió permanecerviudo.Susuegro,elúnicohombreporelcualsentíaciertasimpatía,pretendíasaberconseguridadqueGoriothabía juradonoser infielasumujer,aunqueestuvieramuerta.Lagentedelmercado,incapazdecomprenderestasublimelocura,bromeóacercadeella,ydio a Goriot cierto grotesco remoquete. Uno de los hombres, que mientras estabanbebiendovinoenelmercadolopronunció,recibiódelfabricantedefideosunpuñetazoenelhombroque loenviódecabezacontraelguardacantónde lacalledeOblin.Elamor

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irreflexivo,elamordelicadoqueprofesabaGoriotasushijas,eratannotorio,queundíaunodesuscompetidores,queriendoquesemarchasedelmercadoparaquedardueñounosinstantesdelasventas,ledijoqueDelfinaacababadeseratropelladaporuncabriolé.Elfabricante de fideos, lívido y desencajado, abandonó en seguida el mercado cubierto.Estuvo enfermo unos días como consecuencia de la reacción de los sentimientoscontrariosalosqueleentregóaquellafalsaalarma.Sinomatóaaquelhombre,leexpulsódelmercadoobligándole, en circunstancias críticas, a quebrar.La educación de sus doshijasfuenaturalmenteirracional.Ricodemásdesesentamillibrasderenta,ynogastandoni mil doscientos francos para él, el señor Goriot cifraba su dicha en satisfacer loscaprichos de sus hijas: losmás excelentesmaestros recibieron el encargo de instruirlascabalmente;tuvieronunaseñoritadecompañía;afortunadamenteparaellas,fueunamujerinteligente y de buen gusto; montaban a caballo, iban en coche, vivían como habríanvividolasamantesdeunricoseñoranciano;lesbastabaconexpresarlosmáscarosdeseosparaverasupadredesvivirseporrealizárselos;nopedíamásqueunacariciaenpagodesusofrecimientos.Goriotponíaasushijasenlacategoríadelosángeles,ynecesariamenteporencimadeélmismo,¡elpobre!Amabainclusoelmalqueellashacían.

Cuando sus hijas estuvieron en la edad de casarse, pudieron escoger a susmaridossegúnsugusto:cadaunadeellashabíade tenercomodote lamitadde lafortunadesupadre. Cortejada por su belleza por el conde de Restaud, Anastasia tenía tendenciasaristocráticasquelaindujeronaabandonarlacasapaternaparalanzarsealasaltasesferassociales.ADelfinalegustabaeldinero:casóconNucingen,banquerodeorigenalemán,quellegóaserbaróndelSantoImperio.Goriotnopasódefabricantedefideos.Asushijasy a sus yernos pronto les escandalizó verle continuar su comercio, por más que éstehubiera constituido su vida entera.Después de haber resistido durante cinco años a susinstancias,consintióenretirarseconelproductodesucapitalylosbeneficiosdeaquellosúltimos años; capital que la señora Vauquer, en cuya casa fue a establecerse, habíacalculadoquelereportabadeochoadiezmillibrasderenta.Fueaencerrarseenaquellapensióncomoconsecuenciadeladesesperaciónquesehabíaadueñadodeélalverquesusdoshijashabíansidoobligadasporsusmaridosanegarlenosóloelacogerleensucasa,sinoinclusoelrecibirleenelladeunmodoostensible.

Estos informes eran cuanto sabía cierto señor Muret acerca de papá Goriot, cuyosbienesélhabíaadquirido.LassuposicionesqueRastignachabíaoídohaceraladuquesadeLangeais se hallaban de estemodo confirmadas.Aquí termina la exposición de estaoscura,peroespantosatragediaparisiense.

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IILaentradaenelmundo

Haciael findeestaprimerasemanadelmesdediciembre,Rastignacrecibiódoscartas,unadesumadreyotradesuhermanamayor.Estasescrituras tanconocidas lehicieronpalpitaralavezdefelicidadydetemor.Aquellosfrágilespapelesconteníanunasentenciadevidaodemuerteconrespectoasusesperanzas.Siconcebíaciertoterroralacordarsedelosapurosquepasabansuspadres,eraporquesabíacuángrandeeraelcariñoqueleteníanparanotemerhabersorbidohastasusúltimasgotasdesangre.Lacartadesumadreestabaconcebidaenlossiguientestérminos:

«Queridohijo, temando loquemehaspedido.Empleabienestedinero,queyonopodríaencontrarporsegundavez,aunquesetrataradesalvartuvida,sinquetupadrefuera advertido acerca de ello, lo cual perturbaría la armonía de nuestro hogar. Paraprocurárnosla nos veríamos obligados a dar garantías sobre nuestras tierras. Me esimposible juzgar elmérito de unos proyectos que desconozco; pero ¿de qué naturalezasonellosparaquetútemasconfiármelos?Estaexplicaciónnorequeríavolúmenes;alasmadresconunapalabranosbasta,yestapalabramehabríaevitadolasangustiasdelaincertidumbre.No podría ocultarte la dolorosa impresión que tu cartame ha causado.Queridohijo,¿cuáles,pues,elsentimientoquetehaobligadoaasustardetalmodomicorazón?Hasdebidosufrirmuchoalescribirme,porqueyohesufridomuchoal leerte.¿Enquécarreratehaslanzado,pues?¿Acasotuvida,tufelicidaddependeríandequereraparentar lo que no eres, ver unmundo en el que tú no podrías entrar sin hacer unosgastos de dinero que tú no puedes sostener, sin perder un tiempo precioso para tusestudios? Mi buen Eugenio, cree el corazón de tu madre; los caminos tortuosos noconducenanadagrande.Lapacienciay laresignacióndebenconstituir lasvirtudesdelos jóvenes que se encuentran en tu situación. No te censuro; no querría comunicarningúnacento de amarguraa nuestra ofrenda.Mis palabras son las de unamadre tanconfiadacomoprevisora.Sitúsabescuálessontusobligaciones,yotambiénsécuánpuroestucorazón,cuánexcelentessontusintenciones.Así,puedodecirtesintemor:¡Vamos,hijoamado,adelante!

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»Tengo miedo porque soy madre; pero cada uno de tus pasos será tiernamenteacompañado por nuestros votos y bendiciones. Sé prudente, hijo. Debes ser prudentecomounhombre;eldestinodecincopersonasdescansasobretucabeza.Sí,todanuestrafortunasehallaenti,comotufelicidadeslanuestra.RogamosaDiosquetesecundeentusempresas.TutíaMarcillachasido,enestascircunstancias,deunabondadinaudita.Tienedebilidadporti,medecíaconalegría.Eugenio,amamuchoatutía;notediréloquehahechoportimásquecuandohayaslogradoloquetepropones;deotromodo,sudinerotequemaríalosdedos.Vosotros,loshijos,nosabéisloquesignificaelsacrificarunosrecuerdos.Pero¿quéesloquenoossacrificaríamos?Meencargaquetedigaquetebesalafrente,yquerríacomunicarteconestebesolafuerzaparaseramenudofeliz.Estabuenayexcelentemujertehabríaescritosinotuvieragotaenlosdedos.Tupadreestábien.Lacosechade1819sobrepasanuestrasesperanzas.Adiós,hijomío.Nodirénadade tus hermanas: Laura te escribe. Le dejo a ella el placer de charlar acerca de lafamilia.Hagaelcieloquelogrestupropósito.Sí,sí,espreciso,Eugenio;mehashechoconocerundolordemasiadovivoparaquepuedasoportarloporsegundavez.Hesabidoloqueeraserpobre,aldesearla fortunaparadárselaamihijo.Vamos,adiós.Nonosdejessinnoticiastuyasyrecibeelbesoquetemandatumadre».

CuandoEugeniohuboacabadodeleerestacartaestabadeshechoenlágrimas;pensabaen papá Goriot rompiendo su plata sobredorada y vendiéndola para pagar la letra decambiodesuhija.«Tumadreharotosusjoyas»,sedecía.«Tutíahalloradosindudaalvenderalgunasdesusreliquias.¿ConquéderechohabríasdemaldecirtúaAnastasia?Túacabasdeimitarconelegoísmodetuporvenirloquehahechoellaporsuamante.¿Quiénesmejor,túoella?».

El estudiante sintió en sus entrañas un dolor intolerable. Quería renunciar a la altasociedad, quería rehusar aquel dinero. Experimentó aquellos nobles y hermososremordimientossecretoscuyoméritoesraramenteapreciadoporloshombresaljuzgarasus semejantes y que a menudo hacen que los ángeles del cielo absuelvan al criminalcondenado por los juristas de la tierra. Rastignac abrió la carta de su hermana, cuyasexpresionesinocentementegraciosaslerefrescaronelcorazón.

«Tucartanoshallegadoenunmomentomuyoportuno,queridohermano.Águedayyoqueríamosemplearnuestrodineroencosastandiversas,quenosabíamosquéhacerconél.TúhashechocomoelcriadodelreydeEspañacuandopusoalrevéslosrelojesdesuseñor;túnoshaspuestodeacuerdo.Realmente,siempreestábamosdiscutiendoacercade aquel de nuestros deseos al que habríamos de dar la preferencia, y no habíamosadivinado,queridoEugenio, el empleoqueabarcaba todosnuestrosdeseos.Águedahasaltado de alegría. En fin, hemos estado locas de contentas todo el día, de suerte quenuestramadrenosdecíaconsuairesevero:Pero¿quéosocurre,niñas?Creoquesinoshubieraregañadounpoco,aúnhabríamosestadomáscontentas.Unamujerdebehallarplacerensufrirporaquelaquienama.Yoestabaunpocotristeenmediodemialegría.Sindudaseréunamalaesposa,porquesoymuygastadora.Yomehabíacompradodos

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cinturones, un lindo punzón para los ojetes de mis corsés, de suerte que tenía menosdinero que Águeda, que es ahorradora y acumula sus escudos como una urraca. Ellatenía doscientos francos. Yo, en cambio, no tengomás que cincuenta escudos.He sidobien castigada; quisiera echar mi corazón en el pozo, ya que siempre tendréremordimientosdellevarlo.Teherobado,hermanomío.Águedahaestadoencantadora.Me ha dicho:Enviemos los trescientos cincuenta francos las dos juntas. Pero no te hecontadolascosascomosucedieron.¿Sabesloquehicimosparaobedecertusmandatos?Cogimos nuestro dinero, fuimos a pasear las dos y cuando estuvimos en la carreteraprincipal, corrimos hacia Ruffec, donde entregamos la suma al señor Grimbert, queregenta la oficina de las Mensajerías reales. Al regresar, íbamos ligeras comogolondrinas.Esquelafelicidadnosdabaalas,medecíaÁgueda.Dijimosmilcosasqueno voy a repetiros, señor parisiense, pues hablamos mucho de vos. ¡Oh!, queridohermano, te queremos mucho, dicho está todo en dos palabras. En cuanto al secreto,segúnmitía,unascriaturascomonosotrassomoscapacesdetodo,inclusodecallar.Mimadreha idomisteriosamenteaAngulemaconmi tía, y lasdoshanguardado silenciosobre laaltapolíticadesuviaje,quenoha tenido lugarsin largasconferenciasde lascuales hemos sido alejadas, así como el señor barón. Grandes conjeturas ocupan lasmentesenelestadodeRastignac.Elvestidodemuselinasembradadefloresquebordanlas infantasparaSuMajestad la reinaprosigueconelmayor secreto.Sóloquedanporhacerdosanchosdelatela.HandecididoquenoseconstruiráunaparedporlapartedeVerteuil,sinoqueseharáunseto.Lagenteperderáfrutos,espaldares,peroseganaráunahermosavistaparalosforasteros.Sielpresuntoherederoteníanecesidaddepañuelos,sele previene que la señora de Marcillac, al rebuscar en sus tesoros y sus maletas,designadascon losnombresdePompeyayHerculano,hadescubiertounabella teladeHolanda,queellanoconocía;lasprincesasÁguedayLauraponenasusórdenessuhiloysuagujayunasmanosquecadavezestánmásrojas.

»Los dos jóvenes príncipes don Enrique y don Gabriel han conservado la funestacostumbrededarseunatracóndearrope,dehacerrabiarasushermanas,denoquererestudiar, de divertirse sacando pájaros de sus nidos, de armar ruido. Adiós, queridohermano;nuncahubounacartaquellevaratantosvotosportufelicidad.Tendrásmuchascosasquecontarnoscuandovengas.Melocontarástodoamí,quesoylamayor.Mitíanoshapermitidosospecharque tieneséxitoen lasociedad.Sehabladeunadamayseguardasilenciosobrelodemás.Eugenio,siquisieras,podríamosprescindirdepañuelosyteharíamoscamisas.Contéstameprontosobreestepunto.Si tehicieran faltahermosascamisas bien hechas, nos veríamos obligadas a comenzar en seguida; y si hubiera enParísunamodaquenoconociésemos,podríasmandarnosunmodelo,sobretodoparalospuños.Tedoyunbesoenlafrente,sobreelladoizquierdo,cuyasienmepertenecedeunmodoexclusivo.DejoelotropliegoparaÁgueda,quehaprometidonodecirtenadadeloquetedigoyo.Pero,paraestarsegura,permanecerécercadeellamientrasescriba.Tuhermanaquetequiere,LauradeRastignac».

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—¡Oh,sí—sedijoEugenio—,lafortunaatodacosta!Nadapodríapagartantoamor.Yoquerríadarlestodalafelicidaddelmundo.¡Milquinientoscincuentafrancos!—sedijodespuésdeunapausa—.Esprecisoquecadapiezaseabienutilizada.Lauratienerazón.Notengomásquecamisasdetelaburda.Paralafelicidaddeotrapersona,unajovensevuelvetanastutacomounladrón.Inocenteparaellayprevisoraparamí,escomounángeldelcieloqueperdonalasfaltasdelatierrasincomprenderlas.

Elmundolepertenecía.Yasusastrehabíasidoconvocado,sondeado,conquistado.AlveralseñordeTrailles,Rastignachabíacomprendidolainfluenciaqueejercenlossastresenlavidadelosjóvenes.¡Ay!,noexistetérminomedio:unsastreesunenemigomortaloun amigo dado por la factura. Eugenio encontró en el suyo a un hombre que habíacomprendidolapaternidaddesucomercio,yqueseconsiderabacomountrazodeuniónentreelpresenteyelfuturodelosjóvenes.Así,Rastignac,agradecido,labrólafortunadeaquelhombreporunadeaquellasfrasesenlasquemástardedestacaría:«Séquehahecho—decía—dospantalonesquehansidocausadequesehicierandosbodasdeveintemillibrasderenta.».

¡Milquinientosfrancosytrajesadiscreción!Enaquelmomentoelpobremeridionalyanodudódenadaybajóadesayunarconaquelairevagoquedaaunjovenlaposesiónde una suma cualquiera. En el instante en que el dinero se desliza en el bolsillo de unestudiante,selevantadentrodesíunacolumnafantásticaenlacualélseapoya.Sesienteseguro,conlosmovimientoságiles;eldíaantes,humildeytímido,habríarecibidogolpes;aldíasiguientelosdaríaaunprimerministro.Ocurrenenélfenómenosinauditos:todoloquiereytodolopuede,deseaadiestroysiniestro;esalegre,generoso,expansivo.Enfin,elpájaroquepocoantescarecíadealaspuedeahoravolaralto.Elestudiantesindineroatrapa una brizna de placer como perro que roba un hueso a través demil peligros, lorompe,chupalamédulaycorreaún;peroeljovenquehacesaltarensubolsilloalgunasfugitivaspiezasdeorosaboreasusgoces,losenumera,secomplaceenellos,yanosabeloqueeslapalabramiseria.Parísleperteneceporentero.¡Edadenlaquetodoesreluciente,todo centellea y llamea! ¡Edad de fuerza gozosa de la que nadie se aprovecha, ni elhombrenilamujer!¡Edaddelasdeudasydelosvivostemoresquemultiplicantodoslosplaceres!ElquenohavividoenlaorillaizquierdadelSena,entrelacalleSaint-JacquesylacalledelosSaints-Pères,noconocenadadelavidahumana.

«¡Ah, si lasmujeres de París lo supieran!—decíaseRastignac devorando las perascocidas servidas por la señora Vauquer—. Vendrían a hacerse amar aquí». En aquelmomentopresentóseenelcomedoruncarterodelasMensajeríasreales.Preguntóporelseñor Eugenio de Rastignac, al que entregó dos bolsas y le dio a firmar un recibo.RastignacrecibióentoncescomounlatigazounaprofundamiradaqueledirigióVautrin.

—Tendréisconquépagarleccionesdearmasysesionesdetiro—ledijo.

—Yahanllegadolosgaleones—dijolaseñoraVauquermirandolasbolsas.

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La señoritaMichonneau tenía miedo de mirar las bolsas para no dejar traslucir sucodicia.

—Tenéisunabuenamadre—ledijolaseñoraCouture.

—Elseñortieneunabuenamadre—repitióPoiret.

—Sí, mamá se ha hecho una sangría—dijo Vautrin—. Ahora ya podéis entrar ensociedad, pescar dotes y bailar con condesas que llevan flores de melocotonero en lacabeza.

Vautrinhizoelgestodelhombrequeapuntahaciaeladversario.Rastignacquisodarunapropinaalcartero,peronoencontrónadaenelbolsillo.Vautrinbuscóenelsuyoydioveintesueldosalhombre.

—Tenéisbuencrédito—repusoéstemirandoalestudiante.

Rastignac viose obligado a darle las gracias, aunque después de las palabrasásperamentecambiadaseldíaenquehabíaregresadodecasadelaseñoradeBeauséant,aquel hombre le resultase insoportable. Durante aquellos ocho días, Eugenio y Vautrinhabían permanecido silenciosos uno delante del otro, observándose recíprocamente. Elestudiantesepreguntabaenvanoporqué.Sindudalasideasseproyectanenrazóndirectadelafuerzaconqueseconciben,yvanadarallíadondeelcerebrolasenvíaporunaleymatemáticacomparablea laquedirige lasbombasal salirdelmortero.Losefectos sondiversos. Si las naturalezas tiernas en las que se alojan las ideas, por las cuales sonasoladas, hay también naturalezas vigorosamente fortificadas, cráneos con murallas debroncesobrelascualeslasvoluntadesdelosdemássequiebranycaenlasbalasanteunafortaleza; además, hay también unas ralezas flojas y algodonosas en las que las ideasajenas vienen a perderse como en tierra blanda. Rastignac poseía una de esas cabezasllenasdepólvoraquesaltanalmenorchoque.Erademasiadovivazmente jovenparanoseraccesibleaesaproyeccióndelasideas,aesecontagiodelossentimientosdeloscualestantosextrañosfenómenosnoshierensinquenosdemoscuenta.Suvistamoralposeíaelalcancelúcidodelosojosdellince.Cadaunodesusdoblessentidosposeíaestealcancemisterioso,esta flexibilidadde iryvolverquenosmaravillaen laspersonassuperiores.Por otra parte, desde hacía unmes, habíanse desarrollado enEugenio tantas cualidadescomo defectos. Sus defectos se los habían exigido elmundo y el cumplimiento de suscrecientes deseos. Entre sus cualidades se encontraba aquella vivacidadmeridional queimpulsaairderechohacialadificultadpararesolverla,yquenopermiteatenhombredemásalládelLoirapermanecerenuna incertidumbrecualquiera;cualidadque lasgentesdel Norte llaman defecto: para ellos, si esto fue el origen de la fortuna deMurat, fuetambién la causa de su muerte. Habría que llegar a la conclusión de que cuando unmeridionalsabeunirlaastuciadelNorteylaaudaciademásalládelLoira,escompleto,yesreydeSuecia.Rastignacnopodía,pues,permanecermuchotiempobajoelfuegodelasbaterías de Vautrin sin saber si aquel hombre era su amigo o su enemigo. A veces le

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parecía como si aquel hombre singular penetrara sus pasiones y leyera en su corazón,mientras que en él todo estaba tan herméticamente cerrado que parecía poseer lainmovilidaddeunaesfingequetodolosabe,todoloveynodicenada.Sintiendollenalabolsa,Eugenioseirritó.

—Hacedmeelfavordeaguardar—dijoaVautrin,queselevantabaparasalirdespuésdehabersaboreadolosúltimossorbosdecafé.

—¿Por qué? —respondió el cuarentón, poniéndose su sombrero de anchas alas ycogiendounbastóndehierroconelqueamenudohacíamolinetescomounhombrequenohubieratemidoverseasaltadoporcuatroladrones.

—Voy a devolveros el dinero—dijo Rastignac, que deshizo en seguida una de lasbolsasyentregócientocuarentafrancosalaseñoraVauquer—.Lasbuenascuentashacenlos buenos amigos—dijo a la viuda—. Estamos en paz hasta el día de San Silvestre.Cambiadmeestoscienescudos.

—Losbuenosamigoshacenlasbuenascuentas—repitióPoiretmirandoaVautrin.

—Aquítenéisveintesueldos—dijoRastignacentregandounamonedaalaesfingeconpeluca.

—Diríasequetenéismiedodedebermealgo—exclamóVautrinlanzandounamiradaadivinadoraalalmadeljoven,aquiendirigióunadeaquellassonrisasfilosóficasconlasqueEugenioestuvocienvecesapuntodeenfadarse.

—Pues…,sí—respondióelestudiante,queteníasusdosbolsasenlamanoysehabíalevantadoparasubirasuhabitación.

Vautrinsalíapor lapuertaquedabaal salónyelestudiantesedisponíaamarcharseporlaquedabaaccesoalaescalera.

—Sabéis,señormarquésdeRastignacorama,queloquemedecísnoesprecisamentecortés—dijoentoncesVautrincerrandodegolpelapuertadelsalónyavanzandohaciaelestudiante,elcuallemirófríamente.

Rastignaccerrólapuertadelcomedor,llevandoconélaVautrinalapartebajadelaescalera,juntoaunapuertaquedabaaljardín.AllíelestudiantedijodelantedeSilvia,quesalíadelacocina:

—SeñorVautrin,yonosoymarquésynomellamoRastignacorama.

—Vanabatirse—dijolaseñoritaMichonneauconaireindiferente.

—¡Abatirse!—repitióPoiret.

—No—dijolaseñoraVauqueracariciandosumontóndeescudos.

—Pues ya se dirigen hacia los tilos—gritó la señorita Victorina levantándose paramiraraljardín—.Sinembargo,esejoventienerazón.

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—Subamos,pequeñamía—dijolaseñoraCouture—;esosasuntosnonosincumben.

CuandolaseñoraCoutureyVictorinaselevantaron,encontraronjuntoalapuertaalagruesaSilviaquelescerrabaelpaso.

—¿Qué hay, pues? —dijo—. El señor Vautrin ha dicho al señor Eugenio:«¡Expliquémonos!». Luego le ha cogido del brazo y helos ahí que se dirigen hacianuestrasalcachofas.

EnaquelmomentoaparecióVautrin.

—Señora Vauquer —dijo sonriendo—, no os asustéis de nada. Voy a probar mispistolasbajolostilos.

—¡Oh!,señor—dijoVictorinajuntandolasmanos—.¿PorquéqueréismataralseñorEugenio?

VautrindiodospasosatrásycontemplóaVictorina.

—Esunahistorialargadecontar—exclamóconvozburlonaquehizoruborizarsealapobremuchacha—.Esmuyguapoesemozo,¿verdad?—añadió—.Medaisunaidea.

LaseñoraCouturehabíacogidoporelbrazoasupupilayselallevódeallídiciéndolealoído:

—PeroVictorina,estáisinconcebibleestamañana.

—Noquieroquesedisparentirosdepistolaenmicasa—dijo laseñoraVauquer—.¡Novayáisaasustaratodoelvecindarioyhacerquevengalapolicía!

—Vamos,calma,señoraVauquer—respondióVautrin.

FueareunirseconRastignac,alquecogiófamiliarmentedelbrazo.

—Auncuandoosdemostrasequeatreintaycincopasosmetocincovecesseguidasmibalaenunnaipe—ledijo—,noperderíaisvuestrovalor.Meparecéisuntestarudo,yosharíaismatarcomounimbécil.

—Retrocedéis—dijoEugenio.

—Nome calentéis la bilis—repuso Vautrin—. Esta mañana no hace frío; venid asentarosconmigoalláabajo—dijoseñalandolassillaspintadasdeverde—.Allínadienosoirá.Tengoquehablarconvos.Soisunjovencitoalquenoquieromal.¡Osaprecio,afede Vautrin! ¿Por qué os aprecio? Voy a decíroslo. Entretanto, os conozco como si oshubiera hecho, y voy a demostrároslo. Poned vuestras bolsas ahí—dijo a continuaciónseñalandolamesaredonda.

Rastignacdejósudineroencimadelamesaysesentó,presadeunacuriosidadquefuedesarrolladaenélenelmásaltogradoporelcambiosúbitooperadoen lasmanerasdeaquelhombreque,despuésdehaberhabladodematarle,selasdabadeprotector.

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—Querríaissaberquiénsoy,loquehehechooloquehago—repusoVautrin—.Soisdemasiado curioso, pequeño. Vamos, calma. He tenido muchas desgracias. Primeroescuchadme, luegomecontestaréis.Heaquímividaanteriorenpocaspalabras.¿Quiénsoy?Vautrin.¿Quéhago?Loquemedalagana.Adelante.¿Queréisconocermicarácter?Soybuenoconaquellosquemehacenbienocuyocorazónlehablaalmío.Aéstostodolesestápermitido;puedendarmepuntapiésenlaespinilla,sinqueyolesdiga:¡Cuidado!Pero soymalo como el diablo con aquellos queme fastidian o que nome agradan. Ybuenoesquesepáisquenomecuestaesfuerzoliquidaraunsujetoasí—dijoescupiendo—.Sóloqueprocuromatarlolimpiamentecuandohayquematarlo.Soyloquevosllamáisunartista.Talcomomeveis,heleídolasMemoriasdeBenvenutoCellini,yenitaliano.AprendídeesehombreaimitaralaProvidencia,quenosmataadiestroysiniestro,yaamarlobellodondequieraqueseencuentre.

Porotraparte,¿noesestupendolucharunosolocontratodos?Hereflexionadomuchosobrelaconstitucióndevuestrodesordensocial.Pequeño,eldueloesunjuegodeniños,una tontería.Cuandode dos hombres vivos debe desaparecer unode ellos, hay que serimbécilparaconfiarenlacasualidad.¿Elduelo?Caraocruz.Metocincobalasseguidasdentro de un naipe reforzando cada bala sobre la otra, y esto a treinta y cinco pasos.Cuando uno está dotado de este pequeño talento, puede estar seguro de acabar con suhombre.Bien,hedisparadosobreunhombreaveintepasos,yhefalladolapuntería.Elimbécil no había manejado una pistola en toda su vida. ¡Mirad!—dijo aquel hombreextraordinariodesabrochándoseelchalecoymostrandosupechovelludocomolaespaldadeunoso,peroprovistodeunacrinrubiaqueproducíaunaespeciedeascomezcladoconespanto—,aquelimbécilmeenrubióelvello—añadiómetiendoeldedodeRastignacenun agujero que tenía en el pecho—. Pero en aquel entonces yo era un chiquillo; teníavuestraedad,veintiúnaños.Todavíacreíaenalgo,enelamordeunamujer,unmontóndetonterías en las que vos vais a embrollaros. Nos habríamos batido, ¿verdad? Habríaispodidomatarme.Suponedqueyoestuvieraentierra.¿Dóndeestaríaisvos?Seríaprecisohuir,iraSuiza,comereldinerodepapá,quenotienemucho.Voyaexplicaroslasituaciónenqueosencontráis;perovoyahacerloconlasuperioridaddeunhombreque,despuésdehaberexaminadolascosasdeaquíabajo,havistoquesólohabíadospartidosatomar:ounaestúpidaobedienciaolarevuelta.Yonoobedezcoanada,¿estáclaro?¿Sabéisloqueos hace falta en la situación en que os encontráis? Un millón, y pronto; sin ello, connuestracabecitapodríamosirapasearaSaint-CloudparaversihayunSerSupremo.Estemillónyovoyadároslo.

VautrinhizounapausaparamiraraEugenio.

—¡Ja,ja!YaleponéismejorcaraavuestropapaítoVautrin.Aloírestaspalabrassoiscomo una jovencita a la que se le dice:Hasta la noche, y que se arregla relamiéndosecomo un gatito que bebe leche en un plato. ¡Vamos, pues! Voy a hablaros de vos,jovencito. Allá abajo tenemos a papá, a mamá, a la tía, a dos hermanas (dieciocho ydiecisieteaños)ydoshermanitos(quinceydiezaños);heaquíelcontroldelatripulación.

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Latíaeducaalashermanas.Elcuravieneaenseñarlatínalosdoshermanos.Lafamiliacome más castañas hervidas que pan blanco; papá procura no gastar demasiado lospantalones; mamá posee apenas un vestido de invierno y uno de verano; nuestrashermanas se las arreglan como pueden. Yo lo sé todo; he estado en el Sur. Las cosasocurren así en vuestra casa. Tenemos una cocinera y un criado; hay que guardar lasapariencias; papá es barón. En cuanto a nosotros, somos ambiciosos, tenemos a losBeauséant como aliados y vamos a pie; queremos fortuna y no tenemos un céntimo;comemoslabazofiaquenosdalaseñoraVauquerynosgustanlascomidasdelbarriodeSanGermán;nosacostamosenuncatreyqueremosunhotel.Nooscensuroporello.Eltenerambición,amiguito,noesalgoqueleseaconcedidoatodoelmundo.Preguntadlesalasmujeres qué hombres les gustan: los ambiciosos. Los ambiciosos tienen los riñonesmásfuertes,lasangremásricaenhierro,elcorazónmáscalientequelosotroshombres.Ylamujer seencuentra tandichosay tanbellaen lashorasenquees fuerte,queprefiereentretodosloshombresaaquelcuyafuerzaesenorme,aunquecorrieraelpeligrodeserdestrozada por él.Yo hago el inventario de vuestros deseos con el fin de plantearos lacuestión. He aquí cuál es ella. Tenemos un hambre canina. ¿Qué haríamos parasatisfacerla?Antetodo,hemosdecomernoselCódigo;noesdivertido,porquenoenseñanada,perohayquehacerlo.Sea.Noshacemosabogadosparaconvertirnosenpresidentesdeunaaudiencia,enviara lospobresdiablosquevalenmásquenosotrosconunaT.F.sobrelaespalda,conelfindedemostraralosricosquepuedendormirtranquilos.Noesdivertido, y ademásmuy largo. Ante todo, dos años en París, mirando sin poder tocartodas aquellas cosas que nos engolosinan. Es fatigoso estar siempre deseando algo sinpoder satisfacer nunca nuestros deseos. Si fueseis pálido y de la naturaleza de losmoluscos,notendríaisnadaquetemer;perotenemoslasangredelosleonesyunapetitocomo para cometer veinte tonterías al día. Sucumbiréis, pues, a este suplicio, el máshorrible que hayamos encontrado en el infierno del buen Dios. Supongamos que seáisprudente, que bebáis leche y compongáis elegías; será preciso, generoso como sois,empezar, después de molestias y privaciones como para volver rabioso a un perro,convirtiéndoos en el sustituto de cualquier imbécil en un rincón de ciudad en la que elGobiernoos arrojarámil francos de sueldo como se le da a un perro un plato de sopa.Ladracontralosladrones,defiendealosricos,hazguillotinaralaspersonasdecorazón.¡Muybien!Sinotenéisprotectoresospudriréisenvuestrotribunaldeprovincia.Hacialostreintaañosseréisjuezconelsueldodemildoscientosfrancosalaño.Cuandolleguéisalacuarentenaoscasaréisconalgunahijademolinero,ricadeunasseismillibrasderenta.Sitenéisprotecciones,seréisprocuradordelreyalostreintaaños,conmilescudosdesueldo,yoscasaréisconlahijadelalcalde.Sicometéisalgunasdeesasbajezaspolíticas,comoladeleerenunboletínVillèleenvezdeManuel(estorima,estotranquilizalaconciencia),alos cuarenta años seréis procurador general y podréis llegar a ser diputado. Observad,querido hijo, que habremos hecho traiciones a nuestra pequeña conciencia, habremostenidoveinteañosdeaburrimiento,demiseriassecretas,y,nuestrashermanassehabránquedadoparavestirsantos.Tengoelhonordehacerosobservarquenohaymásqueveinte

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procuradores generales en Francia, y que sois veinte mil aspirantes al cargo, entre loscualesseencuentranmuchosfarsantesquevenderíanasufamiliaparapoderalcanzarlo.Sieloficioosdesagrada,veamosotracosa.

¿El barón de Rastignac quiere ser abogado? ¡Oh!,magnífico. Hay que pasarlomaldurantediezaños,gastarmilfrancosalmes,tenerunabiblioteca,undespacho,frecuentarlasociedad,besarel trajedeunprocuradorparapodertenerpleitos,barrerelpalaciodejusticia con la lengua. Si este oficio os diera buen resultado, yo no diría que no; ¿peropodréis encontrarme en París cinco abogados que, a los cincuenta años de edad, ganenmásde cincuentamil francos al año? ¡Bah!, antesque cercenarmede talmodoel almapreferiría hacerme corsario. Por otra parte, ¿dónde encontrar escudos? Todo esto no esnadaalegre.Tenemosel recursoen ladotedeunamujer. ¿Queréis casaros?Seráatarosuna piedra al cuello; además, si os casaseis por el dinero, ¡qué sería de nuestrossentimientos de honor, de nuestra nobleza! Sería mejor comenzar hoy vuestra revueltacontra los convencionalismos humanos. Nada representaría el acostaros como unaserpiente delante de unamujer, lamer los pies de lamadre, cometer bajezas comoparadarle asco a una trucha, ¡uf! ¡Si con todo ello hubieseis de dar con la felicidad! Peroseríaisdesgraciadoconunamujerconlaqueoshubieseiscasadoentalescircunstancias.Es mejor guerrear contra los hombres que luchar con la propia mujer. Ahí tenéis laencrucijada de la vida, jovencito; elegid. Ya habéis elegido: habéis estado en casa denuestroprimodeBeauséant,yhabéisolidoallíellujo.Habéisestadoencasadelaseñorade Restaud, hija de papá Goriot, y allí habéis olido a la parisiense. Ese día habéisregresadoconunapalabraescritasobrevuestrafrente,yyohepodidoleer:¡Llegar!Llegaratodacosta.¡Bravo!,hedicho;heahíunbuenmozoquemeva.Oshahechofaltadinero.¿Dóndetomarlo?Habéissangradoavuestrashermanas.Todosloshermanossangranmásomenosasushermanas.Vuestrosmilquinientosfrancosarrancados,Diossabecómo,enun país en el que haymás castañas quemonedas de cien sueldos, van a desfilar comosoldados.Después, ¿qué vais a hacer? ¿Trabajaréis? El trabajo, entendido como vos loentendéisenestemomento,da,enlavejez,unapartamentoencasademamáVauqueryunoshombresdeltipodePoiret.Unarápidafortunaeselproblemaqueenestemomentotratande resolver cincuentamil jóvenesque sehallanenvuestra situación.Vos formáisuna unidad de ese número. Juzgad de los esfuerzos que tenéis que hacer y de loencarnizadodelcombate.Esprecisoqueosdevoréislosunosalosotroscomoarañasenunaolla,dadoquenoexistencincuentamilbuenospuestos.¿Sabéiscómosigueaquícadauno su camino? Por el brillo del talento o por la habilidad de la corrupción. Hay quepenetrar en esamasadehombres comounabalade cañónodeslizarse en ella como lapeste.Lahonradeznosirvedenada.Lagenteadmiraelpoderdeltalento,leodia,tratadecalumniarlo,porquetomasincompartir;peroseleadmirasipersiste;enunapalabra,seleadoraderodillascuandonoselehapodidoenterrarbajoelbarro.Lacorrupciónesfuerte,eltalentoesraro.Así,lacorrupcióneselarmadelamediocridad,queabunda,yportodaspartes sentiréis su influencia.Veréisamujerescuyosmaridos tienenseismil francosde

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sueldoyquegastanmásdediezmil francos en arreglarse.Veréis a empleados conmildoscientosfrancoscomprartierras.PodréisveramujeresqueseprostituyenparairenelcochedelhijodeunpardeFrancia,quepuedecorrerenLongchampporlacalzadadeenmedio. Habéis visto al pobre animal de Goriot obligado a pagar la letra de cambioendosadaporsuhija,cuyomaridotienecincuentamillibrasderenta.OsdesafíoadardospasosenParíssinencontrarembrollosinfernales.Apostaríalacabezaaquetoparéisconunavisperoenlaprimeramujerqueosagrade,aunquesearica,bellayjoven.Todasestánenguerraconsusmaridosporcualquierasunto.Noacabaríadecontaroslosenredosquese arman con respecto a sus amantes, trapos, hijos, o por la vanidad, raramente por lavirtud;podéisestarsegurodeello.Así,elhombrehonradoeselenemigocomún.

Pero¿quécreéisqueeselhombrehonrado?EnParís,elhombrehonradoeselquesecalla y se niega a tomar parte. No os hablo de esos pobres ilotas que en todas partescumplenconsucometidosinverse jamásrecompensadosporsu trabajo,ya losqueyollamo la hermandadde las chancletas deDios.Ciertoque allí se encuentra la virtud entodalaflordesuestupidez,peroallítambiénestálamiseria.Desdeaquíestoyviendolamueca de esa buena gente siDios nos hiciese lamala pasada de ausentarse durante eljuiciofinal.Si,pues,queréishacerprontofortuna,hacefaltaseryaricooparecerlo.Paraenriquecersehayquesermuyaudaz.Sienelcentenardeprofesionesquepodréisabrazarseencuentrandiezhombresquetriunfanrápidamente,elpúblicolesllamaladrones.Sacadvuestrasconclusiones.Heahílavidatalcomoes.Estonoesmáshermosoquelacocina;hueleigualqueella;hayqueensuciarselasmanossiunoquierecocinar;sabedsolamentelavarosbien:enestoestriba toda lamoraldenuestraépoca.Sioshabloasídelmundo,tengoderechoahacerlo,porqueloconozco.¿Creéisquelocensuro?Enabsoluto.Siemprehasidoasí.Losmoralistasnolocambiaránnunca.Elhombreesimperfecto.Avecesesmásomenoshipócrita,ylosneciosdicenentoncesquecarecedecostumbres.Noacusoalosricosenfavordelpueblo:elhombreeselmismoarriba,abajoyenmedio.Porcadamillón de ese rebaño se encuentran diez despreocupados que se colocan por encimadetodo,inclusodelasleyes.Yosoyunodeellos.Vos,sisoisunhombresuperior,idenlínearecta y con la cabeza alta. Pero habrá que luchar contra la envidia, la calumnia, lamediocridad, contra todo elmundo.Napoleón encontróunministrode la guerraque sellamabaAubryyalque fueprecisomandara lascolonias.Vedsivospodéis levantaroscadamañanaconmásvoluntadqueeldíaanterior.Enestascircunstancias,voyahacerosunaproposiciónquenadierechazaría.Escuchadmebien.Tengounaidea.Miideaconsisteeniravivirunavidapatriarcalenmediodeunagranfinca,enlosEstadosUnidos,enelSur.

Quiero hacerme allí plantador, tener esclavos, ganar algunos milloncitos vendiendomisbueyes,mitabaco,misbosques,viviendocomounsoberano,haciendoloquemedélarealgana, llevandounavidaqueaquínoseconcibe,aquídondelagenteseacurrucaenunamadrigueradeyeso.Yosoyungranpoeta.Mispoesíasnolasescribo:consistenenacciones y sentimientos. Poseo en estemomento cincuentamil francos que apenasme

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procurarían cuarenta negros. Tengo necesidad de doscientosmil francos, porque quierodoscientosnegros,conobjetodesatisfacermisdeseosdevidapatriarcal.Negros,¿sabéis?Setratadecriaturasconlasqueunohaceloquequiere,sinqueunprocuradordelreyospida cuentas de ello. Con este capital negro, dentro de diez años tendré tres o cuatromillones.Sitriunfo,nadiemepreguntará:¿quiéneres?YoseréelseñorCuatroMillones,ciudadanodelosEstadosUnidos.Tendrécincuentaañosynoestaréaúnpodrido,porlocualmedivertiréamimanera.Dichoenpocaspalabras,siyoosprocurounadotedeunmillón, ¿me daréis doscientos mil francos? ¿Es demasiado? Os haréis amar de vuestramujercita.Unavezcasado,manifestaréis inquietudes, remordimientos,osharéisel tristedurante quince días.Una noche, después de algunasmonadas, declararéis, entre beso ybeso, doscientosmil francos de deudas a vuestramujer, diciéndole: «Amormío». Estevodevilesrepresentadoadiarioporlosjóvenesmásdistinguidos.Unajovennorehúsalabolsa a aquel que le roba el corazón. ¿Creéis que perderéis con ello? No. Hallaréis elmedioderecuperarvuestrosdoscientosmilfrancosenunnegocio.Convuestrodineroyvuestrotalentoamasaréisunafortunatanconsiderablecomopodáisdesear.Ergo,habréishecho, en el espacio de seis meses, vuestra felicidad, la de una mujer amable y la devuestropapaítoVautrin,sincontarladevuestrafamilia,quesesoplalosdedoseninviernopor falta de leña. No os asombréis por lo que os propongo ni por lo que os pido. Desesenta bellas bodas que se celebran en París, hay cuarenta y siete que dan lugar asemejantestráficos.LaCámaradelosNotarioshaobligadoalseñor…

—¿Qué es preciso que haga yo? —dijo ávidamente Rastignac interrumpiendo aVautrin.

—Casi nada—respondió aquel hombre dejando escapar un movimiento de alegríaparecidoalasordaexpresióndelpescadorquesientepicarunpezalextremodelsedal—.Escuchadme bien. El corazón de una pobre muchacha desgraciada y miserable es laesponjamásávidaparallenarsedeamor,unaesponjasecaquesedilatatanprontocomocae en ella una gota de sentimiento. ¡Hacer la corte a una joven que se encuentra encondicionesdesoledad,dedesesperaciónydepobrezasinquesospechelafortunaquevaa caerle encima! ¡Diantre!, esto es jugar sobre seguro. Estáis echando cimientos a unmatrimonioindestructible.Siaesajovenlesobrevienenmillones,oslosarrojaráalospiescomo si se tratara de guijarros. ¡Toma, amado mío! ¡Toma, Alfredo! ¡Adolfo! ¡Toma,Eugenio!,dirá,siAlfredo,AdolfooEugeniohantenidolabuenaideadesacrificarseporella.Loqueyoentiendoporsacrificiosesvenderuntrajeviejoparairacomerunassetasal Cadran-Bleu; de ahí, por la noche, al Ambigu-Comique; es empeñar el reloj paracomprarle un chal. No os hablo de las tonterías del amor a que tan inclinadas son lasmujeres, como, por ejemplo, esparcir unas gotas de agua sobre el papel de una carta amododelágrimascuandounoestálejosdeellas:meparecequeconocéisbienelargotdelcorazón.París,comoveis,escomounaselvadelNuevoMundo,enlaqueseagitanveinteespeciesdetribussalvajes,losIllinois,losHurones,quevivendelproductoquelesdanlasdiferentes cazas sociales; vois sois un cazador de millones. Para cobrarlos usáis toda

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suerte de trampas. Hay diversas maneras de cazar. Unos cazan la dote, otros cazan elcapital;aquéllospescanconciencias;éstosvendenasusvíctimasatadasdepiesymanos.Elqueregresaconelmorralllenoessaludado,festejado,recibidoenlabuenasociedad.

Hagamos justicia a este suelo hospitalario; tenéis que véroslas con la ciudad máscomplacientedelmundo.SilasorgullosasaristocraciasdetodaslascapitalesdeEuropasenieganaadmitirensusfilasaunmillonarioinfame,Parísleabrelosbrazos,correasusfiestas,comesusbanquetesybrindaconsuinfamia.

—Pero¿dóndeencontraraunamuchacha?—dijoEugenio.

—Latenéisdelantedevos.

—¿LaseñoritaVictorina?

—¡Exactamente!

—¿Ycómo?

—¡YaosamavuestrapequeñabaronesadeRastignac!

—¡Perosinotieneuncéntimo!—repusoEugenio,atónito.

—Ahíestáeldetalle.Dospalabrasmás—dijoVautrin—,ytodoquedaráaclarado.EltíoTailleferesunviejobribónquepasaporhaberasesinadoaunodesusamigosdurantela revolución. Es uno de esos sujetos, como yo, que tienen independencia en susopiniones.Esbanquero,principalsociodelacasaFedericoTailleferycompañía.Tieneunhijoúnico,alquequierelegarsusbienesendetrimentodeVictorina.Amínomegustanestasinjusticias.YosoycomoDonQuijote,megustadefenderaldébilcontraelfuerte.SilavoluntaddeDiosfueraarrebatarleasuhijo,Tailleferseharíacargoentoncesdesuhija;querría un heredero cualquiera, una tontería que se encuentra en la naturaleza, y él nopuedetenermáshijos,yolosé.Victorinaesdulceyamable,prontohabráengatusadoasupadreyleharágirarcomotinapeonzaconelbramantedelsentimiento.Serádemasiadosensibleavuestroamorparaolvidaros,ysecasaráconvos.YomeencargarédelpapeldelaProvidencia,yoharélavoluntaddeDios.Tengounamigoporelquemehesacrificado,uncoroneldelejércitodelLoiraqueacabadeincorporarsea laguardiareal.Elescuchamisconsejos,sehahechoultrarrealista:noesunodeesosimbécilesqueseaferranasusopiniones.

Sitengoaúnunconsejoquedaros,ángelmío,eseldenoaferrarosniavuestraopiniónniavuestrapalabra.Cuandoospidanlaunaolaotra,vendedla.Unhombrequesejactade no cambiar nunca de opinión es un hombre que quiere ir siempre en línea recta, unnecioquecreeenlainfalibilidad.Nohayprincipios,sóloacontecimientos:nohayleyes,sólo hay circunstancias: el hombre superior adopta los acontecimientos y lascircunstanciasparapodermanejarlos.Sihubieraprincipiosyleyesfijas,lospueblosnoloscambiaríancomocambiandecamisa.Elhombrenotienelaobligacióndesermásjuiciosoqueunanaciónentera.ElhombrequemenosservicioshaprestadoaFranciaesunfetiche

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veneradoporhabervestidosiempredecolorrojo;alosumovaleparaqueselecoloqueenelConservatorio,entrelasmáquinas,poniéndolelaetiquetadeLaFayette;mientrasqueelpríncipe contra el cual cada uno lanza su piedra, y que desprecia lo suficiente a lahumanidadparaesculpirlealrostrotantosjuramentoscomoella leexija,haimpedidoelrepartodeFranciaenelcongresodeViena:seledebencoronas,ylearrojanfango.¡Oh,yoconozcolosnegocios!Poseoelsecretodelbiendemuchoshombres.Yaessuficiente.Tendráunaopinióninquebrantableeldíaenquehayaencontradotrescabezasdeacuerdosobre la aplicaciónde unprincipio, y aguardarémucho tiempo.En los tribunales no seencuentrantresjuecesquetenganlamismaopiniónsobreunartículodelaley.Vuelvoamihombre.VolveríaacrucificaraCristosiyoselodijera.AunasolapalabradesupapáVautrin,buscaráquerellaaaquel imbécilquenoenvíaciensueldosasupobrehermanay…—enestoVautrinselevantó,sepusoenguardiaehizoelmovimientodeunmaestrodearmasquesetiraafondo—¡alasombra!—añadió.

—¡Quéhorror!—dijoEugenio—.¿Queréisbromear,señorVautrin?

—Calma,calma—repusoelhombre—.Nooshagáiselniño;sinembargo,siellohade divertiros, enojaos, indignaos. Decid que soy un infame, un bandido, pero no mellaméisestafadorniespía.Vamos,hablad, soltadvuestraandanada.Osperdono. ¡Es tanpropiodevuestraedad!Yotambiénhesidoasí.Peroreflexionad.Algúndíaobraréispeor.Iréisacoquetearconalgunalindamujeryosdarádinero.¿Habéispensadoenello?—dijoVautrin—. ¿Cómo triunfaréis si no sois calculador en vuestro amor?La virtud, queridoestudiante,nosedivide:existeonoexiste.Senoshabladehacerpenitenciapornuestrasfaltas. Todavía otro lindo sistema como éste, en virtud del cual paga uno un crimenmedianteunactodecontrición.Seduciraunamujerparasituarosentalocualpeldañodelaescalasocial, sembrarcizañaentre loshijosdeunafamilia,enfin, todas las infamiasquesepracticanhoydía,¿creéisquese tratadeactosdefe,deesperanzaydecaridad?¿Porquédosmesesdecárcelaldandyqueenunanochearrebataaunacriaturalamitaddesufortuna,yporquéelpresidioalpobrediabloquerobaunbilletedemilfrancosconlascircunstanciasagravantes?Heahívuestrasleyes.Nohayunsoloartículoquenolleguealabsurdo.Elhombredeguanteydepalabrasmelifluashacometidoasesinatosenlosquenosederramasangre,peroenlosquesedasangre;elasesinohaabiertounapuertaconlaganzúa:heahídoscosasnocturnas.Entre loqueyoospropongoy loqueharéisundíasólohayladiferenciadelasangre.¿Creéisenalgofijoenestemundo?Despreciad,pues,aloshombresyconsideradlasmallasporlasqueunopuedepasaratravésdelareddelCódigo. El secreto de las grandes fortunas sin causa aparente es un crimen olvidado,porquesehacometidodeunamaneralimpia.

—Silencio,señor;noquierovolveraoírmásdeello;meharíaisdudardemímismo.Enestemomentoelsentimientoestodamiciencia.

—Comoqueráis,hermosoniño.Oscreíamás fuerte—dijoVautrin—;yanoosdirénadamás.Unaúltimapalabra,sinembargo—mirófijamentealestudiante—vostenéismí

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secreto—ledijo.

—Unjovenqueosrechazasabráolvidarprontotalsecreto.

—Muybien,estomegusta.Otroserámenosescrupuloso.Acordaosdeloquequierohacerporvos.Osdoyquincedías.Esasuntodetomarloodejarlo.

—¡Quécabezadehierrotiene,pues,esehombre!—díjoseRastignacalveraVautrinquesealejabatranquilamenteconelbastónbajoelbrazo—.Élmehadichocrudamenteloque la señoradeBeauséantmedecía enbuena forma.Élmedestrozabael corazóncongarras de acero. ¿Por qué he de ir a casa de la señora deNucingen?Ha adivinadomismotivostanprontocomoyolosheconcebido.Enpocaspalabras,esebandidomehadichomáscosassobrelavirtudqueloquesobreellamehandicholoshombresyloslibros.Silavirtud no tolera capitulación, ¿entonces he robado amis hermanas?—dijo arrojando labolsaencimadelamesa.Sesentóypermanecióallísumidoenunaprofundameditación—.Ser fiel a la virtud, ¡martirio sublime! ¡Bah!, todo elmundo cree en la virtud; pero¿quiénesvirtuoso?Lospueblostienenalalibertadcomoídolo;pero¿dóndeseencuentraenlatierraunpueblolibre?Mijuventudestodavíaazulcomouncielosinnubes:quererser grande o rico ¿no es acaso resolverse amentir, a arrastrarse, a volver a erguirse, aadular, a disimular? ¿No es consentir en convertirse en el lacayo de aquellos que hanmentido,sehanarrastrado,hanadulado?Antesdesersucómplicehayqueservirles.Puesno.Yoquierotrabajarnoblemente,santamente;quierotrabajardedíaydenoche,nodebermifortunamásqueamipropiotrabajo.Serálamáslentadelasfortunas,perocadadíamicabezadescansasobremialmohadasinunmalpensamiento.¿Quéhaydemáshermosoquecontemplarlapropiavidayencontrarlapuracomounlirio?Yoylavidasomoscomounjovenysuprometida.Vautrinmehahechoverloquesucededespuésdediezañosdematrimonio.¡Demonio!,micabezasepierde.Nopuedopensarennada;elcorazónesunbuenguía.

EugeniofuesacadodesumeditaciónporlavozdelagruesaSilvia,queleanunciólallegadadesusastre,anteelcualsepresentóllevandoenlamanosusdosbolsasdedinero.Cuandohuboprobadosustrajesdenoche,volvióaponersesunuevotrajedemañana,conelqueestabacompletamentedistinto.

—BienvalgoloqueelseñordeTrailles—sedijo—.¡Enfin,quetengoelairedeungentilhombre!

—Señor —dijo papá Goriot entrando en la habitación de Eugenio—, me habéispreguntadosiconocíalascasasquefrecuentalaseñoradeNucingen,¿verdad?

—Sí.

—Puesbien,elpróximolunesvaalbailedelmariscalCarigliano.Sipodéisir,yamediréissimisdoshijassehandivertido,cómoibanvestidas,enfin,todo.

—¿Cómohabéissabidoesto,mibuenpapáGoriot?—dijoEugenio,haciéndolesentar

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juntoasuchimenea.

—Su doncella me lo ha dicho. Sé todo lo que ellas hacen a través de Teresa yConstanza—repusoentonoalegre.Elancianoseparecíaaunamantelobastantejovenaúnparasentirsedichosodeunaestratagemaqueleponeencomunicaciónconsuqueridasin que ella se dé cuenta—. ¡Vos las veréis!—añadió expresando con ingenuidad unadolorosaenvidia.

—Nolosé—respondióEugenio—.IréacasadelaseñoradeBeauséantapreguntarlesipuedepresentarmealamariscala.

Eugeniopensabaconciertaalegríainteriormostrarseencasadelacondesavestidotalcomo iríavestidoen lo sucesivo.Loque losmoralistas llaman losabismosdel corazónhumanosonúnicamentelosdecepcionantespensamientos,losinvoluntariosmovimientosdelinteréspersonal.Estasperipecias,temadetantasdeclamaciones,estosretornossúbitosconstituyen cálculos hechos enprovechodenuestros goces.Al verse bienvestido, bienenguantado,biencalzado,Rastignacolvidósuvirtuosaresolución.

Lajuventudnoseatreveamirarseenelespejodelaconcienciacuandoéstaseinclinahaciaelladodelainjusticia,mientrasquesísemiraenéllaedadmadura:enelloestribatoda la diferencia entre estas dos fases de la vida. Desde hacía algunos días, los dosvecinos, Eugenio y papá Goriot, habíanse convertido en buenos amigos. Su amistadsecretasebasabaenrazonespsicológicasquehabíanengendradosentimientoscontrariosentre Vautrin y el estudiante. El audaz filósofo que quiera comprobar los efectos denuestrossentimientosenelmundofísicohallarásindudamásdeunapruebadesuefectivamaterialidadenlasrelacionesquecreanentrenosotrosylosanimales.¿Quéfisonomistaesmásduchoenadivinaruncarácterdeloqueesunperroensabersiundesconocidoamaonoama?Losátomosganchudos,expresiónproverbialdelaquetodoelmundosesirve,constituyenunodeesoshechosquequedanenlaslenguasparadesmentirlasnecesidadesfilosóficas de las que se ocupan aquellos que gustan de aventar las peladuras de laspalabrasprimitivas.Unosesienteamado.Elsentimientoseimprimeentodaslascosasyatraviesalosespacios.Unacartaesunalma,esunecotanfieldelavozquehabla,quelosespíritusdelicadoslacuentanentrelosmásricostesorosdelamor.PapáGoriot,alquesusentimientoirreflexivoelevabahastaelgradosublimedelanaturalezacanina,habíaolidolacompasión,labondadadmirativa,lassimpatíasjuvenilesquesehabíansuscitadoparaélen el corazóndel estudiante. Sin embargo, esta uniónnaciente nohabía provocado aúnninguna confidencia. Si Eugenio había manifestado el deseo de ver a la señora deNucingen,noeraquecontaseconelancianoparaqueéllepresentase;peroesperabaqueunaindiscreciónpudieraservirle.PapáGoriotnolehabíahabladodesushijasmásqueapropósitodeloquesehabíapermitidodecirdeellaspúblicamenteeldíadesusdosvisitas.

«Señormío—ledijoeldíasiguiente—,¿cómohabéispodidocreerquelaseñoradeRestaudseenfadaraconvosporhaberpronunciadominombre?Misdoshijasmequierenmucho.Solamentemisdosyernossehanportadomalconmigo.Nohequeridohacersufrir

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a esas pobres criaturas con mis disensiones con sus maridos, y he preferido verlas ensecreto. Este misterio me procura mil goces que no comprenden los otros padres quepueden ver a sus hijas cuando quieren.Yo no puedo hacerlo, ¿comprendéis? Entonces,cuando hace buen día, voy a los Campos Elíseos después de haber preguntado a lasdoncellas si mis hijas salen de casa. Las aguardo a que pasen, el corazón me lateapresuradamente cuando llegan los coches, las admiro, ellas me dedican al pasar unasonrisaquemedoralanaturalezacomosicayeraenellaunhermosorayodesol.Yyomequedo, y ellas han de regresar. ¡Todavía las veo! El aire les ha sentado bien, tienensonrosadas lasmejillas.Oigodecir ami alrededor: he ahí unamujer hermosa.Estomealegra el corazón. ¿Acaso no se trata de mi propia sangre? Amo los caballos que lasconducen, y quisiera ser el perrillo que ellas llevan en sus rodillas. Yo vivo de susplaceres.Cadacualtienesumododeamar;elmío,sinembargo,nohacemalanadie;¿porqué,entonces,lagentehabrádeocuparsedemí?Yosoyfelizamimanera.¿Vacontralasleyeselqueyovayaaveramishijas,porlanoche,enelmomentoenqueellassalendesucasa para dirigirse al baile? ¡Qué pena paramí si llego tarde yme dicen: la señora hasalido!UnanocheestuveesperandohastalastresparaveraNasia,alaquenohabíavistodesdehacíadosdías.Estuveapuntodereventardealegría.Osloruego,nohabléisdemísinoesparadecircuánbuenassonmishijas.Ellasquierencolmarmede todasuertederegalos;yoseloimpidodiciéndoles:Guardaosvuestrodinero.¿Quéqueréisquehagayode eso? No necesito nada. En efecto, señor, ¿qué soy yo? Un cadáver cuya alma seencuentradondequieraqueestánmishijas.CuandohayáisvistoalaseñoradeNucingenmediréisacuáldelasdospreferís»,dijoelbuenhombre,trasunmomentodesilencio,alverqueEugeniosedisponíaapartirparairapasearalasTulleríasaguardandolahoradepresentarseencasadelaseñoradeBeauséant.

Este paseo fue fatal para el estudiante. Algunas mujeres se fijaron en él. ¡Era tanguapo,tanjovenytanelegante!

Al verse convertido en objeto de una atención casi admirativa, ya no pensó en sushermanasniensutía,todasellasporéldespojadas,niensusvirtuososescrúpulos.Habíavistopasarporencimadesucabezaaesedemonioqueestanfácildetomarporunángel,aeseSatanásdebrillantesalas,quesiembrarubíes,quearrojasusflechasdeorodelantedelospalacios,cubredepúrpuralasmujeres,revistedeunvanoesplendorlostronos,tansencillosensuorigen;habíaescuchadoaldiosdeesavanidadcrepitantecuyoruidonosparece un símbolo de poder. Las palabras deVautrin, por cínicas que fuesen, habíansealojadoensucorazóncomoenlamemoriadeunavirgensegrabaelinnobleperfildeunavieja alcahueta que le ha dicho: «Oro y amor a raudales». Después de haber paseadoindolentemente,hacia lascincode la tardeEugenio sepresentóencasade la señoradeBeauséant,yenella recibióunodeesosgolpes terriblescontra loscuales loscorazonesjóvenessehallaninermes.Hastaentonceshabíaencontradoa lavizcondesallenadeesacortésamabilidad,deaquellagraciamelifluadadaporlaeducaciónaristocráticayquenoescompletamásquecuandoprocededelcorazón.

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Cuandoentró,laseñoradeBeauséanthizoungestoseco,yledijoconvozbreve:

—Señor de Rastignac, me es imposible recibiros, en este momento por lo menos.Estoymuyocupada…

Para un observador, y Rastignac habíase convertido pronto en un observador, estafrase, el gesto, lamirada y la inflexión de la voz eran la historia del carácter y de lascostumbresdelacasta.

Violamanodehierrobajoelguantedeterciopelo;lapersonalidad,elegoísmo,bajolasmaneras;lamadera,bajoelbarniz.Oyó,enfin,el:«Yo,elRey»,queempiezabajolospenachosdel tronoy terminabajo la cimeradelúltimogentilhombre.Eugenio sehabíaentregado con excesiva facilidad a creer en la nobleza de la mujer. Como todos losdesgraciados,habíafirmadodebuenafeelpactodeliciosoquedebeataralbienhechorconel favorecido, y cuyoprimer artículo consagra entre los corazonesgrandesunaperfectaigualdad. El hacer bien, que reúne a dos seres en uno solo, es una pasión celestial tanincomprendida,tanraracornopuedaserloelamorverdadero.Tantoelunocomoelotroeslaprodigalidadde lasalmashermosas.Rastignacquería llegaralbailede laduquesadeCarigliano,ydevoróaquellaborrasca.

—Señora—dijoconvozemocionada—,sino se tratasedeunacosa importante,nohabríavenidoaimportunaros;osruego,porlotanto,quetengáislabondadderecibirmemástarde,yaguardaré.

—Bien,venidacomerconmigo—dijoalgoconfusaporladurezaquehabíapuestoensuspalabras;porqueaquellamujereratanbuenacomogrande.

Aunquesesintióafectadoporaquelcambiorepentino,Eugeniosedijomientrasseiba:«Arrástrate,sopórtalotodo.¿Quédebenserlosotrosseressi,enuninstante,lamejordelas mujeres borra las promesas de su amistad y te deja ahí como un zapato viejo?Entonces,¿cadacualdebemirarporsí?Esverdadquesucasanoesningunatiendayquehagomalentenernecesidaddeella.Espreciso,comodiceVautrin,convertirseenbaladecañón.».Lasamargasreflexionesdelestudiantefueronprontodisipadasporelplacerqueseprometía al ir a comer con la vizcondesa.Así, por una especie de fatalidad, losmásmínimos acontecimientos de su vida conspiraban para empujarle a la carrera en la que,segúnlasobservacionesdelaterribleesfingedeCasaVauquer,debía,comoenuncampodebatalla,matarparaquenolematasen,engañarparanoserengañado,enlaquehabíadedejaraunladosuconciencia,sucorazón,cubrirseelrostroconunamáscara,burlarsesinpiedad de los hombres y, como en Lacedemonia, coger su fortuna sin ser visto, paramerecerlacorona.

Cuando volvió a la casa de la vizcondesa, la encontró llena de aquella bondad quesiemprelehabía testimoniado.Ambossedirigieronauncomedorenelqueelvizcondeaguardaba a su esposa, y en el que resplandecía aquel lujo de mesa que bajo laRestauración, como todo el mundo sabe, fue elevado al más alto grado. El señor de

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Beauséant,semejanteamuchasotraspersonasinfatuadas,apenasteníaotrosplaceresquelosdelabuenamesa;porloquealagulaserefiere,pertenecíaalaescueladeLuisXVIIIy del duque deEscars. Sumesa, pues, ofrecía un doble lujo, el del continente y el delcontenido. Jamás semejante espectáculo había sido presenciado por Eugenio, el cualcomía por primera vez en una de aquellas casas en las que las grandezas sociales sonhereditarias.Lamodaacababadesuprimir lascenasconqueenotro tiempo terminabanlosbailesdel Imperio,en lasque losmilitares teníannecesidaddeadquirir fuerzasparaprepararseparatodosloscombatesquelesaguardabantantodentrocomofuera.Eugenionohabíaasistidoaúnmásqueabailes.Elaplomoquemástardeledistinguiódeunmodotaneminenteyqueempezabaaadquirirleimpidiómanifestarunabobaliconaadmiración.Peroalveraquellaplateríaesculpidaylosmilrebuscadosdetallesdeunamesasuntuosa,aladmirarporprimeravezunservicioquesehacíasinruido,eradifícilparaunhombredeardiente imaginación no preferir aquella vida constantemente elegante a la vida deprivaciones que quería abrazar aquella mañana. Su pensamiento le devolvió por uninstante a su pensión, y fue tan profundo el horror que experimentó, que se juróabandonarlaenelmesdeenero, tantoparaentrarenunacasa limpiacomoparahuirdeVautrin,cuyamanazasentíasobresuhombro.

SipensamosenlasmilformasqueenParísasumelacorrupción,parlanteomuda,unhombredebuensentidosepreguntaporquéaberraciónelEstadoestableceescuelas,reúnejóvenes en ellas, cómo son respetadas lasmujeres, cómo el oro de los cambistas no seesfuma mágicamente. Pero si pensamos en el escaso número de crímenes, incluso dedelitos en general, cometidos por los jóvenes, ¡qué respeto no debemos sentir por esospacientesTántalosquesecombatenasímismosycasisiempresalenvictoriosos!Siselesdescribiera bien en su lucha contra París, el pobre estudiante suministraría uno de lostemasmásdramáticosdenuestracivilizaciónmoderna.LaseñoradeBeauséantmirabaenvanoaEugenioparainvitarleahablar,peroeljovennoqueríadecirnadaenpresenciadelvizconde.

—¿MellevaréisestanochealosItalianos?—preguntólavizcondesaasumarido.

—Nopodéisdudardelplacerquetendríaenobedeceros—respondióconunaburlonagalantería que engañó al estudiante—, pero debo ir a reunirme con alguien en lasVariedades.

«Suamante»,pensólavizcondesa.

—¿Notenéis,pues,aAjudaestanoche?—inquirióelvizconde.

—No—respondióellaconbuenhumor.

—Bien,sioshacefaltaindispensablementeunbrazo,tomadeldeRastignac.

LavizcondesamiróaEugeniosonriendo.

—Estoserámuycomprometedorparavos—dijo.

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—«Elfrancésamaelpeligroporqueenélencuentralagloria»,hadichoelseñordeChateaubriand–respondióRastignac,inclinándose.

Unosmomentosmástardefuellevado,alladodelaseñoradeBeauséant,enunrápidocupé,alteatrodemoda,ycreyóestarviendouncuentodehadascuandoentróenunpalcodelanteroyvioseconvertidoenblancodetodaslasmiradasatravésdelosbinóculos,encompañíadelavizcondesa,cuyatoiletteeradeliciosa.Ibadesorpresaensorpresa.

—Tenéisalgodequehablarme—ledijolaseñoradeBeauséant—.¡Ah!,ahítenéisala señora deNucingen, a tres palcos del nuestro. Su hermana y el señor de Trailles seencuentranalotrolado.

Aldecirestaspalabras,lavizcondesamirabahaciaelpalcoenelquedebíaencontrarselaseñoritadeRochefide,yalnoverenélalseñordeAjuda,surostroadquirióunfulgorextraordinario.

—Esencantadora—dijoEugenio,despuésdehabermiradoalaseñoradeNucingen.

—Tienelascejasblancas.

—Sí,pero¡quétalletanesbelto!

—Tienegrandeslasmanos.

—¡Quéojostanhermosos!

—Tienelacaraalargada.

—Perollenadedistinción.

—Esunagransuerteparaellatenerdistinciónporlomenosenlacara.¡Fijaosdequémodotomaydejasubinóculo!ElGoriotsetrasluceentodossusmovimientos—dijolavizcondesacongranasombroporpartedeEugenio.

Enefecto,laseñoradeBeauséantmirabalasalaconsubinóculoyparecíanofijarseen la señora de Nucingen, de la cual, sin embargo, no perdía un solo gesto. Laconcurrencia era exquisitamente bella. Delfina deNucingen se sentíamuy halagada deocuparlaatenciónexclusivadeljoven,guapoyeleganteprimodelaseñoradeBeauséant,elcualnomirabamásqueaella.

—Sicontinuáiscubriéndolaconvuestrasmiradasvaisaprovocarunescándalo,señordeRastignac.Noconseguiréisnadasiosarrojáisdeestemodoalospiesdelaspersonas.

—Querida prima —dijo Eugenio—, ya me habéis protegido mucho; si queréiscompletarvuestraobra,sóloospidoquemehagáisunfavorqueoscostarápocotrabajoymeharámuchobien.Yaestoypreso.

—¿Ya?

—Sí.

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—¿Ydeesamujer?

—¿Esquemispretensiones seríanbienacogidasenotraparte?—dijo lanzandounapenetrantemiradaasuprima—.LaseñoraduquesadeCariglianoesamigadelaseñoraduquesadeBerry—añadiódespuésdeunapausa—;tenéisqueverla;tenedlabondaddepresentarmeaellaydellevarmealbailequedaráellunes.AllíencontraréalaseñoradeNucingenylibrarémiprimeraescaramuza.

—Conmucho gusto—dijo la vizcondesa—. Si ya sentís afición por ella, vuestrosasuntos del corazón marchan bien. He ahí a De Marsay en el palco de la princesaGalathionne.LaseñoradeNucingensufreunsuplicio,estádespechada.Nohaymomentomejorparaabordaraunamujer,sobretodoaunaesposadebanquero.EstasdamasdelaChaussée-d’Antinamantodaslasvenganzas.

—¿Quéharíais,pues,vosentalcaso?

—Yosufriríaensilencio.

EnaquelinstanteelmarquésdeAjudaaparecióenelpalcodelaseñoradeBeauséant.

—Hehechomalmisnegociosparapoderveniraveros—dijo—yosinformodeelloparaquenoseaconsideradocomounsacrificio.

Elradianterostrode lavizcondesaenseñóaEugenioareconocer laexpresióndeunverdadero amor y a no confundirlo con los fingimientos de la coquetería parisiense.Admiró a su prima, enmudeció y cedió, suspirando, su sitio al señor de Ajuda. «Quénoble,quésublimecriaturaesunamujerqueamaasí!—sedijo—.¡Yesehombrehabríade traicionarlaporunamuñeca!¿Cómoesposible traicionarasí?».Sintióensucorazónunarabiainfantil.

HabríaqueridoecharsealospiesdelaseñoradeBeauséant,deseabaelpoderdelosdemoniosconobjetodeacogerlaensucorazón,comounáguilaarrebataenlallanuraylallevaasunidoaunajovencabrablancaqueaúnmama.

Sentíasehumilladodeencontrarseenaquelgranmuseodelabellezasinsucuadro,sinuna amante: «Tener una amante es una posición casi real—decíase—; ¡es el signo delpoder!».YmiróalaseñoradeNucingencomounhombreinsultadomiraasuadversario.Lavizcondesavolviósehaciaélparadirigirleporsudiscreciónmilgraciasenunguiñodeojos.Elprimeractohabíaterminado.

—¿Conocéis lo suficiente a la señora de Nucingen para presentarle al señor deRastignac?—dijoalmarquésdeAjuda.

—Estaráencantadadeveralcaballero—dijoelmarqués.

Elapuestoportuguésselevantó,tomódelbrazoalestudiante,queenunabrirycerrardeojosseencontróalladodelaseñoradeNucingen.

—Señora baronesa—dijo elmarqués—, tengo el honor de presentaros al caballero

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Eugenio de Rastignac, primo de la vizcondesa de Beauséant. Le causáis tan buenaimpresión,quehequeridocompletarsufelicidadacercándoleasuídolo.

Estaspalabrasfuerondichasconciertoacentodeburla,quedabanunairealgobrutalal pensamiento, pero de un modo que nunca desagrada a las mujeres. La señora deNucingensonrióyofrecióaEugenioelsitiodesumarido,queacababadesalir.

—Nomeatrevoaproponerosqueosquedéisamilado,caballero—ledijo—.CuandosetieneladichadeestarjuntoalaseñoradeBeauséant,unonosemuevedeallí.

—Pero—ledijoenvozbajaEugenio—creoque,siquierocomplaceramiprima,mequedaré al lado de vos.Antes de que llegara el señormarqués—añadió en voz alta—estábamoshablandodeladistincióndetodavuestrapersona.

ElseñordeAjudaseretiró.

—¿Verdaderamente,caballero—dijolabaronesa—,vaisaquedarosconmigo?Asínosconoceremos, pues la señora de Restaud me había inspirado ya el más vivo deseo deconoceros.

—Entoncesesmuyfalsa,porquehadadoordendequecuandovayaasucasadiganquenoestá.

—¿Cómo?

—Señora,nomeatrevoadeciroslarazóndeello,yreclamotodavuestraindulgenciasihederevelarostalsecreto.Yosoyvecinodevuestroseñorpadre.IgnorabaquelaseñoradeRestaudfuerasuhija.Cometílaimprudenciadehablardeellomuyinocentemente,yhemolestadoavuestraseñorahermanayasumarido.Nopodríaiscreerhastaquégradohan encontrado de mal gusto esta apostasía filial la señora duquesa de Langeais y miprima. Les conté la escena y se rieron como locas. Fue entonces cuando, al trazar unparaleloentrevosyvuestrahermana,laseñoradeBeauséantmehablódevosentérminosmuyelogiososymedijohastaquépuntovoseraisunahijaexcelenteparaelseñorGoriot.¿Cómo,enefecto,nohabríaisdeamarle?Osadoratanto,queyaempiezoasentircelos.Estamañanahemoshabladodevosdurantedoshoras.Luego,conlamentehenchidadetodo lo que vuestro padreme había contado, esta tarde, comiendo conmi prima, yo ledecía que no podíais ser tan hermosa como amante. Queriendo sin duda favorecer tancálida admiración, la señora deBeauséantmeha traído aquí, diciéndome con sugraciahabitualqueosvería.

—¡Cómo,caballero!—dijolamujerdelbanquero—,¿yaosdebogratitud?Unpocomás,yquedaremosconvertidosenviejosamigos.

—Aunquelaamistaddebeserenvosunsentimientopocovulgar—dijoRastignac—,yonoquieronuncaservuestroamigo.

Estastonteríasestereotipadasparausodeprincipiantesparecensiempreencantadoras

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alasmujeres,ynoresultanpobresmásqueleídasenfrío.Elgesto,elacento,lamiradadeunjoven,lesconfierenincalculablesvalores.LaseñoradeNucingenencontróaRastignacmuysimpático.

Luego,comotodaslasmujeres,alnopoderdecirnadaaunasfrasestandrásticamenteexpresadasporelestudiante,respondiórefiriéndoseaotracosa:

—Sí,mihermanasehacedañoasímismaconlaformaenquesecomportaparaconesepobrepadre,querealmentehasidoundiosparanosotras.HasidoprecisoqueelseñordeNucingenmeordenaraquenovieraamipadremásquepor lamañana,paraqueyocediese en este punto. Peromucho tiempome he sentido desdichada por ello. Lloraba.Estas violencias, venidas despuésde las brutalidadesdelmatrimonio, fueronunade lasrazonesquemásperturbaronmihogar.Ciertamentesoylamujermásfelizalosojosdelmundo,peroen realidad lamásdesventurada.Vais a creerme locaalhablaros así.Peroconocéisamipadre,yaestetítulo,nopodéissermeindiferente.

—Nohabréisencontradoanadie—ledijoEugenio—quesehalleanimadodelmásvivodeseodeperteneceros.¿Quéesloquebuscáistodasvosotras?Lafelicidad—añadiócon una voz que le llegaba al alma—.Bien, si para unamujer la dicha consiste en seramada,adorada,tenerunamigoalquepuedaconfiarsusdeseos,suscaprichos,suspenas,sus alegrías;mostrarse en la desnudez de su alma, con sus lindos defectos y sus bellascualidades, sin temor a verse traicionada; creedme, ese corazón abnegado, siempreardiente,nopuedehallarsemásqueenunhombrejoven,llenodeilusiones,quenadasabeaúndelmundo,ynadaquieresaberdeél,porquevososconvertísenelmundoparaél.Yo,vais a reíros demi ingenuidad, llegodeun rincóndeprovincia, enteramentenuevo, nohabiendoconocidomásquehermosasalmas,yyapensabaquedarmesinamor.Hellegadoa ver a mi prima, la cual me ha hecho intuir los mil tesoros de la pasión; soy, comoQuerubín,elamantedetodaslasmujeres,enesperadequepuedaconsagrarmeaunadeellas. Al veros, al entrar, me he sentido atraído hacia vos como por un imán. ¡Habíapensado ya tanto en vos! Pero no os había soñado tan bella como sois en realidad. LaseñoradeBeauséantmebaordenadoquenoosmirase tanto.Ella ignora loquehaydeatrayentealcontemplarvuestroslindoslabiosrojos,vuestratezblanca,vuestrosojostandulces.Yotambiénosdigolocuras,perodejadmequeoslasdiga.

Nada hay que tanto agrade a las mujeres como el oír que les digan estas dulcespalabras.Lamás austera devota las escucha, incluso cuandono deba responder a ellas.Después de haber comenzado de este modo, Rastignac desgranó su rosario con vozcoquetamentesorda;ylaseñoradeNucingenalentabaaEugenioconsonrisasmirandodevez en cuando a DeMarsay, que no abandonaba el palco de la princesa Galathionne.Rastignac permaneció al lado de la señora de Nucingen hasta el momento en que sumaridovinoabuscarla.

—Señora—le dijo Eugenio—, tendré el placer de ir a veros antes del baile de laduquesadeCarigliano.

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—Puesto que la señora os invita—dijo el barón, alsaciano, cuyo rostro rubicundoanunciabaunapeligrosaamabilidad—,podéisestarsegurodeserbienrecibido.

«Misasuntosvanporbuencaminoporquenosehaasustadoaloírqueledecía:¿Meamaréis?El caballo llevaya el bocado; saltemos encimade él y gobernémoslo», díjoseEugenio yendo a saludar a la señora de Beauséant, la cual se levantaba y se retirabaacompañadadeAjuda.ElpobreestudianteignorabaquelabaronesaestabaesperandodeDeMarsayunadeesascartasdecisivasquedesgarranelalma.Contentodesufalsoéxito,Eugenioacompañóalavizcondesahastaelperistilo,dondecadacualesperasucoche.

—Vuestro primo ya no se parece a sí mismo —dijo el portugués, riendo, a lavizcondesa cuando Eugenio les hubo dejado—. Va a hacer saltar la banca. Es flexiblecornounaanguila,ycreoquellegarálejos.Sólovospodíaispresentarleunamujerenelmomentoenqueesprecisoconsolarla.

—Pero—dijo la señora de Beauséant— hay que saber si aún ama a aquel que laabandona.

El estudiante regresó a pie desde el Teatro Italiano hasta la calle Neuve-Sainte-Geneviève,acariciandolosmásdulcesproyectos.HabíaobservadomuybienlaatenciónconquelaseñoradeRestaudlehabíaexaminado,tantoenelpalcodelavizcondesacomoeneldelaseñoradeNucingen,ysupusoquelapuertadelacondesayanoleseríacerradaen adelante. Así, cuatro relaciones importantes, porque contaba agradar a lamariscala,iban a serle conquistadas en el corazón de la alta sociedad parisiense. Sin explicarsedemasiado los medios, adivinaba de antemano que, en el juego complicado de losinteresesdeestemundo,habíadeagarrarseaunengranajeparapoderencontrarseen loalto de la máquina. «Si la señora de Nucingen se interesa por mí, yo le enseñaré agobernar a sumarido. Esemarido negocia con oro, y él podrá ayudarme a recoger degolpe una fortuna». No se decía todo esto crudamente, ya que no era aún losuficientemente político para cifrar una situación, apreciarla y calcularla; estas ideasflotabanenelhorizontebajolaformadeligerasnubes,yaunquenotuviesenlaasperezade lasdeVautrin,sihubieransidosometidasalcrisolde laconciencia,nohabríandadonada que fuese completamente puro. Los hombres llegan, por una sucesión detransaccionesdeestegénero,aestamoralrelajadaqueprofesalaépocaactual,enlaqueseencuentranmásraramentequeenningúnotrotiempoesoshombresrectangulares,esashermosasvoluntadesquejamássedobleganalmal,paralascualeslamenordesviacióndela línearectapareceuncrimen:magníficas imágenesde laprobidadquenoshanvalidodosobrasmaestras,elAlcestedeMolière,ymásrecientementeJennyDeansysupadre,enlaobradeWalterScott.Talvezlaobraopuesta, lapinturadelassinuosidadesenlasqueunhombredelmundo,unambicioso,hacerodarsuconciencia,tratandodeeludirelmal, con objeto de llegar a su fin salvando las apariencias, no sería nimenos bella nimenosdramática.

Alllegarasupensión,RastignacyasehabíaenamoradodelaseñoradeNucingen,que

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lehabíaparecidoesbeltayelegantecomounagolondrina.Laembriagantedulzuradesusojos, la tersurayblancurade lapiel,bajo la cualhabíacreídover circular la sangre, elsonidofascinantedelavoz,susrubioscabellos,todolorecordaba;yquizálamarcha,alponer la sangre en movimiento, contribuía a esta fascinación. El estudiante llamóbruscamentealapuertadepapáGoriot.

—Vecino—ledijo—,hevistoalaseñoraDelfina.

—¿Dónde?

—EnlosItalianos.

—¿Sehadivertido?Entrad—yelbuenhombre,quesehabíalevantadodelacamaencamisa,abriólapuertayvolvióaacostarseinmediatamente—.Habladme,pues,deella—lepidió.

Eugenio, que era la primera vez que se hallaba en la habitación de papáGoriot, nopudodominarunmovimientodeestupefacciónalver lasencillezenquevivíaelpadre,después de haber admirado el lujo de la hija. La ventana estaba sin visillos; el papelpintado,pegadoenlasparedes,sedesprendíaenvariossitiosporefectodelahumedadydejabaver el yeso amarillo a causadelhumo.Elpobrehombre estaba acostadoenunamala cama, no tenía más que una delgada manta y un cubrepiés hecho con trozos devestidosviejosdelaseñoraVauquer.Elsueloestabahúmedoyllenodepolvo.Frentealaventanaveíaseunadeaquellasviejascómodasdemaderaderosalconelvientreabultado;unviejomuebledetablerodemaderasobreelcualsehallabaunpoteconaguaytodoslosutensiliosnecesariosparaafeitarse.Enun rincón, loszapatos;a lacabecerade lacama,unamesilla de noche sin puerta nimármol; en el ángulo de la chimenea, en la que nohabíavestigiosdelumbre,seencontrabalamesacuadrada,demaderadenogal,cuyabarrahabíaservidoapapáGoriotparadeformarsutazadeplatasobredorada.

Unmalescritoriosobreelcualsehallabaelsombrerodelhombre,unsillóndepajaydos sillas completaban aquelmobiliariomiserable.Elmáspobremozode cuerda en subuhardilla estaba ciertamente mejor amueblado que papá Goriot en casa de la señoraVauquer.Elaspectodeaquellahabitacióndaba fríoyoprimíaelcorazón;parecíasea laceldamáslóbregadeunacárcel.Afortunadamente,GoriotnoviolaexpresiónquesepintóenlacaradeEugeniocuandoéstedejósubujíasobrelamesilladenoche.Elbuenhombresevolviódelotrolado,quedandotapadohastalabarbilla.

—Bien,¿aquiénpreferís,alaseñoradeRestaudoalaseñoradeNucingen?

—PrefieroalaseñoraDelfina—respondióelestudiante—porqueellaosquieremás.

Aloírestaspalabras,pronunciadasconcálidoacento,elbuenhombresacóelbrazodeentrelaropadesucamayestrechólamanodeEugenio.

—Gracias,gracias—dijo emocionadoel anciano—.¿Quéoshadicho, entonces,demí?

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El estudiante repitió las palabras de la baronesa embelleciéndolas, y el anciano leescuchócomosihubieraoídolapalabradeDios.

—¡Pobreniña!Sí,sí,mequieremucho.PeronocreáisloquehadichodeAnastasia.Lasdoshermanastienencelosunadeotra,¿sabéis?,locualesotrapruebadesucariño.LaseñoradeRestaudmequieretambién.Losé.UnpadreesparaconsushijoscomoDiosparaconnosotros;llegahastaelfondodeloscorazonesyjuzgalasintenciones.Lasdosson igualmente amorosas. ¡Oh!, si yo hubiese tenido buenos yernos, habría sidodemasiadofeliz.Sindudanohayfelicidadcompletaaquíabajo.Siyohubieravividoensucasa, sólo conoír susvoces, saberqueestabanallí, verlas ir, salir, comocuandoyo lasteníaenmicasa,estomehabríahechobrincardealegríaelcorazón.¿Ibanbienvestidas?

—Pero—dijoEugenio—,señorGoriot,¿cómoesposibleque,viviendovuestrashijascontantolujo,permanezcáisvosensemejantecuchitril?

—Afemía—dijoconairealparecer indiferente—,¿dequémeserviríaestarmejoralojado?Apenaspuedoexplicarosestascosas;soyincapazdedecirdospalabrasseguidascomoesdebido.Todoestáaquídentro—dijogolpeándoseelcorazón—.Mividaestáenmisdoshijas.Si ellas sedivierten, si ellas son felices, si vanbienvestidas, si caminansobrealfombras,¿quéimportalatelaconqueyovayavestidoycómopuedaserellugarenquemeacueste?Notengofríosiellastienencalor,nomeaburronuncasiellasríen.Notengomás penas que las suyas.Cuando seáis padre; cuando, al oír parlotear a vuestroshijos,osdigáis: ¡Esohasalidodemí!;cuandosintáisqueesascriaturitas tienenvuestramisma sangre, de la cual son la fina flor, creeréis estar adherido a su misma piel, ossentiréisagitadocuandoelloscaminen.Suvozmerespondepordoquier.Unamiradadeellas,cuandoestriste,mehielalasangre.Undíasabréisqueunosesientemásfelizconlafelicidad de ellos que con la propia. Yo no puedo explicaros esto: se trata de unosmovimientos interiores que esparcen por todas partes la felicidad.En fin, que vivo tresveces.¿Queréisqueosdigaunacosamuycuriosa?Puesbien,cuandohesidopadre,hecomprendidoaDios.Élsehallaenteroentodaspartes,puestoquelacreaciónhasalidodeél. Señor, yo soy así conmis hijas. Sólo que yo amomás amis hijas queDios ama elmundoporqueelmundonoestanhermosocomoDios,ymishijassonmáshermosasqueyo.Pienso tantoenellas,quemehagustadoque lasvieseis estanoche. ¡Diosmío!,unhombre que hiciera feliz a mi pequeña Delfina, tan feliz como pueda serlo una mujercuandoesamada,aesetalyolelimpiaríalasbotas,haríarecadosparaél.HesabidoporsudoncellaqueeseDeMarsayesunmalvado.Mehandadoganasderetorcerleelpescuezo.¡Noamaraunaalhajademujer,unavozderuiseñor,yproporcionadacomounmodelo!¿Cómose leocurriócasarseconesebrutoalsaciano?Lasdossemerecíanunos jóvenesamables.Enfin,obraronsegúnsupropioantojo.

Papá Goriot estaba sublime. Nunca le había podido ver Eugenio iluminado por losfuegosdesupasiónpaternal.Algodignodeobservarseeselpoderdeinfusiónqueposeenlos sentimientos. Por grosera que sea una criatura, tan pronto como expresa un afecto

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fuerteyverdadero,exhalaunfluidoparticularquemodificalafisonomía,animaelgesto,colorealavoz.Amenudoelmásestúpidoser,bajoelesfuerzodelapasión,llegaalamásalta elocuencia en la idea, si no es en el lenguaje, y parece moverse en una esferaluminosa. Había en aquel momento en la voz, en el gesto de aquel hombre, el podercomunicativoquedistinguealgranactor.¿Peroacasonuestroshermosossentimientosnosonlaspoesíasdelavoluntad?

—Bien,sindudanoosmolestarásaber—dijoEugenio—quequizávaaromperconDeMarsay.EseyernolahaabandonadoparatrabaramistadconlaprincesaGalathionne.Encuantoamí,estanochemeheenamoradodelaseñoraDelfina.

—¡Bah!—dijopapáGoriot.

—Sí,yotampocolehedesagradadoaella.Hemoshabladodeamorporespaciodeunahorayhedeiraverlapasadomañana,sábado.

—¡Oh!,cuántoosamaríayo,señor,sivosleagradaseisaella.Vossoisbueno,vosnolaatormentaríais.Silatraicionaseis,oscortaríaelcuello.Unamujernotienedosamores,¿sabéis?¡Diosmío!,peroestoydiciendotonterías,señorEugenio.Aquíhacefríoparavos.¡Diosmío!,¿lahabéisoído?¿Quéoshadichoparamí?

—Nada—dijoEugenioparasusadentros—.Mehadicho—respondióenvozalta—queosmandabaunbesofilial.

—Adiós,vecino,quedescanséis,quetengáishermosossueños.QueDiososprotejaentodosvuestrosdeseos.Habéissidoestanochecomounángelbueno;metraéiselairedemihija.

—Pero hombre —pensó Eugenio mientras se acostaba—; resulta realmenteconmovedor.SuhijanohapensadoenélmásqueenelGranTurco.

Despuésdeestaconversación,papáGoriotvioensuvecinounconfidenteinesperado,un amigo. Habíanse establecido entre ellos las únicas relaciones por las cuales aquelanciano podía unirse a otro hombre. Las pasiones no son nunca falsos cálculos. PapáGoriot veíase un poco más cerca de su hija Delfina, veíase mejor recibido por ella siEugenio llegaba a gozar de la estimación de la baronesa. Por otra parte, él le habíaconfiadounodesusdolores.LaseñoradeNucingen,alacualmilvecesaldíadeseabalafelicidad,nohabíaconocidolasdulzurasdelamor.Ciertamente,Eugenioera,paraservirsedesuexpresión,unodelosjóvenesmásamablesqueélhabíavistoensuvida,yparecíapresentir que le daría todos los placeres de los que ella había estado privada. El buenhombretuvoporsuamigounaamistadquefueenaumentoysinlacualhabríasidosindudaimposibleconocereldesenlacedeestahistoria.

A la mañana siguiente, a la hora del desayuno, la afectación con que papá GoriotmirabaaEugenio,cercadelcualfueasentarse, laspalabrasqueledijo,yelcambiodefisonomía,deordinarioparecidaaunamáscaradeyeso,sorprendieronaloshuéspedesde

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lapensión.Vautrin,quevolvíaaveralestudianteporprimeravezdesdelaconversaciónquehabíansostenido,parecíaquererleerensualma.Alacordarsedelproyectodeaquelhombre,Eugenio,queantesdedormirsehabíamedido,durantelanoche,elvastocampoqueseabríaantesusmiradas,pensónecesariamenteenladotedelaseñoritaTailleferynopudopormenosdemiraraVictorinaconlosojosqueel jovenmásvirtuosomiraaunarica heredera. Por casualidad sus ojos se encontraron. La pobre muchacha no dejó deencontraraEugenioencantadorconsunuevotraje.

Lamiradaquecambiaron fue losuficientementesignificativaparaqueRastignacnodudaraserparaellaelobjetodeaquellosvagosdeseosquesiententodaslasjóvenesyqueellasrelacionanconelprimerserseductor.Unavozlegritaba:¡Ochocientosmilfrancos!Perodeprontovolvióasusrecuerdosdelavíspera,ypensóquesupasióndeencargoporlaseñoradeNucingeneraelantídotocontrasusmalospensamientosinvoluntarios.

—Ayer,enlosItalianos,dabanElbarberodeSevilla,deRossini.Nuncahabíaoídoesamúsicatandeliciosa—dijo—.¡Diosmío!,quéhermosoestenerunpalcoenlosItalianos.

PapáGoriot cogió esta palabra al vuelo como un perro capta unmovimiento de sudueño.

—Vosotros,loshombres—dijolaseñoraVauquer—,podéishacertodocuantoosdélagana.

—¿Cómohabéisregresado?—preguntóVautrin.

—Apie—respondióEugenio.

—Amí—repusoeltentador—nomegustanlosplaceresamedias;yoquisierairalláenmicoche,disponerdemipropiopalcoyregresarcontodacomodidad.¡Todoonada!Heahímidivisa.

—Buenadivisa—dijolaseñoraVauquer.

—TalveziréisaveralaseñoradeNucingen—dijoEugenioenvozbajaaGoriot—.Os recibirá, ciertamente, con los brazos abiertos; querrá saber de vos mil pormenoresrespectoamí.Meheenteradoqueharía todo loposiblepor ser recibida encasademiprima, la señora vizcondesa deBeauséant.Noolvidéis decirle que la quiero demasiadoparanopensarenprocurarleestasatisfacción.

Rastignac se fue en seguida a la Escuela deDerecho; quería estar elmenor tiempoposible en aquella odiosa casa. Estuvo paseando casi todo el día, presa de esa fiebremental que han conocido los jóvenes afectados de esperanzas demasiado vivas. LosrazonamientosdeVautrinlehacíanreflexionarsobrelavidasocialenelmomentoenqueencontróasuamigoBianchoneneljardíndeLuxemburgo.

—¿De dónde has sacado ese aspecto tan serio?—le dijo el estudiante demedicinacogiéndoledelbrazoparapasearsedelantedelpalacio.

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—Estoyatormentadopormalasideas.

—¿Dequéclase?Lasideascuran,¿sabes?

—¿Dequémodo?

—Sucumbiendoaellas.

—Túteríessinsaberdeloquesetrata.¿HasleídoaRousseau?

—Sí.

—¿RecuerdaselpasajeenquepreguntaallectorquéharíaenelcasodequepudieraenriquecersematandoenlaChina,porsusolavoluntad,aunviejomandarín,sinmoversedeParís?

—Sí.

—¿Ybien?

—¡Bah!Yavoypormimandarínnúmerotreintaytres.

—Nobromees.Vamos,sisetedemostraraquelacosaesposibleyquetebastaconungesto,¿quéharías?

—¿Es viejo elmandarín? Pero ¡bah!, joven o viejo, paralítico o gozando de buenasalud,afemíaque…¡Diantre!Pues…no.

—Eresunbuenmuchacho,Bianchon.Pero¿ysitúamasesaunamujerhastaelpuntode volverte por ella el alma del revés, y necesitases dinero, mucho dinero para su«toilette»,parasucoche,paratodossuscaprichos?

—Perotúmeestásrobandolarazónyaúnquieresquerazone.

—Bien, Bianchon, yo estoy loco; cúrame. Tengo dos hermanas que son ángeles debelleza, de candor, y quiero que sean felices. ¿Dónde encontrar doscientosmil francosparasudotedeaquíacincoaños?Hay,¿sabes?,en lavidacircunstanciasen lasqueesprecisojugarfuerteynomalgastarsufelicidadganandocéntimotrascéntimo.

—Perotúplanteas lacuestiónqueseencuentraen laentradade lavidapara todoelmundo y quieres cortar el nudo gordiano con la espada. Para obrar así es preciso serAlejandro;delocontrario,vaunoapresidio.Encuantoamí,mecontentoconlapequeñaexistencia queme crearé en la provincia, donde sucederé buenamente ami padre. Losafectosdelhombresesatisfacentancabalmenteenelcírculomáspequeñocomoenunainmensacircunferencia.Napoleónnocenabadosvecesynopodíatenermásamantesquelas que toma un estudiante demedicina cuando es interno en los Capuchinos. Nuestrafelicidad, amigo mío, tendrá siempre cabida entre la planta de nuestros pies y nuestrooccipucio;ytantosicuestaunmillónalañocomocienluises,lapercepciónintrínsecaeslamismaenelinteriordenosotros.

—Gracias;acabasdehacermeunbien,Bianchon.Seremossiempreamigos.

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—Oye—repusoelestudiantedemedicina—,alsalirdelaclasedeCuviereneljardínBotánicoacabodeveralaMichonneauyaPoiret,sentadosenunbanco,charlandoconunseñoralque,durantelosdisturbiosdelañopasado,vienlosalrededoresdelaCámaradelosDiputados,yquemehizoelefectodeserunagentedepolicíadisfrazadodehonradoburguésquevivedesusrentas.Estudiemosesapareja:yatediréelporqué.Adiós,tengoqueirme.

CuandoEugeniovolvióalapensiónhallóapapáGoriotqueleestabaesperando.

—Mirad—dijoelbuenhombre—,ahítenéisunacartadeella.

Eugenioabrióelsobreyleyólacarta.

«Caballero,mipadremehadichoqueosgustabalamúsicaitaliana.Mesentiríamuyhalagada si aceptaseis un asiento en mi palco. El sábado tendremos a la Fodor y aPellegrini,yestoyseguradequenorehusaréis.ElseñordeNucingenseuneamípararogarosquevengáisacomerconnosotros,sinceremonia.Siaceptáis,osagradeceráelnotenerquecumplirconsudeberdeacompañarme.Nomecontestéis;venid,osespero.Ossaluda,D.deN.».

—Enseñádmela—dijo papá Goriot a Eugenio cuando éste hubo leído la misiva—.Véis, ¿no es cierto?—añadió después de haber olido el papel—. Huele muy bien. Esporquesusdedoshantocadoelpapel.

—Una mujer —pensaba el estudiante— no se entrega de tal modo a un hombre.QuiereservirsedemíparaatraerdenuevoaDeMarsay.Sóloeldespechoimpulsaahacerestascosas.

—Bueno—dijopapáGoriot—,¿enquéestáispensando?

Eugenionoconocíaeldeliriodevanidaddequeciertasmujereseranpresaenaquelmomento,eignorabaqueparaabrirseunapuertaenelbarriodeSanGermánlamujerdeunbanqueroeracapazdetodoslossacrificios.Enesaépoca,lamodaempezabaaponerporencimadetodaslasmujeresaaquellasqueeranadmitidasenlasociedaddelbarriodeSan Germán, llamadas las damas del Petit-Château, entre las cuales la señora deBeauséant, su amiga la duquesa leLangeais y la duquesa deMaufrigneuse ocuparan elprimerrango.SóloRastignacignorabaelfurorquesehabíaapoderadodelasmujeresdelaChaussée-d’Antinporentrarenelcírculosuperiorenelquebrillabanlasconstelacionesdesusexo.Peroladesconfianzalefuedeutilidad,lediofrialdadeindiferenciayeltristepoderdeponercondicionesenlugarderecibirlas.

—Sí,iré—respondió.

Así, lacuriosidad le llevabahacia lacasade laseñoradeNucingen,mientrasquesiaquella mujer le hubiera desdeñado, quizá le habría conducido a ella la pasión. Sinembargo,aguardóaquellegaraeldíasiguienteylahoradepartirconciertaimpaciencia.Paraunjoven,ensuprimeraintrigaexistequizátantoencantocomoenunprimeramor.

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La seguridadde salir airoso engendramil placeresque loshombresno confiesanyqueconstituyenelencantodealgunasmujeres.

El deseo no nace menos de la dificultad que de la facilidad del triunfo. Todas laspasionesde loshombressehallanciertamenteexcitadasomantenidasporunauotradeestas dos causas, que dividen el imperio amoroso. Quizás esta división es unaconsecuenciadelagrancuestióndelostemperamentos,quedomina,pormásquesediga,lasociedad.Silosmelancólicostienennecesidaddeltónicodelascoqueterías,quizálosnerviososo sanguíneos se alejan si la resistenciadurademasiado.Enotros términos, laelegía es tan esencialmente linfática comobilioso es el ditirambo.MientrasEugenio seestabavistiendosaboreótodosestospequeñosplaceresdelosquenoseatrevenahablarlos jóvenes por temor a que se burlen de ellos, pero que halagan el amor propio. Sepeinabapensandoquelamiradadeunahermosamujersedeslizaríabajosusnegrosrizos.Permitiósemonadasinfantilescomolasquehabríahechounajovenmientrassearreglabaparairalbaile.Contemplóalespejoconagradosuesbeltacintura.Porsupuesto,sedijo,quehayotrosmuchomenoselegantesqueyo.Luegobajóenelmomentoque todos loshuéspedes de la pensión se hallaban a la mesa, y recibió alegremente la ovación detonterías que su aspecto elegante suscitó. Un rasgo propio de las costumbres de laspensioneseselasombroqueexcitaunapersonacuandovabienarreglada.Nadieseponeuntrajenuevosinquecadacualdigalasuya.

—Kt, kt, kt, kt —hizo Bianchon, haciendo chasquear la lengua contra su paladar,comoparaexcitaruncaballo.

—Estáiselegantecomounduqueounpar—exclamólaseñoraVauquer.

—¿Elseñorsaledeconquista?—preguntólaseñoritaMichonneau.

—¡Kikirikí!—gritóelpintor.

—Saludosavuestraseñoraesposa—dijoelempleadodelMuseo.

—¿Elseñortieneesposa?—preguntóPoiret.

—Unaesposadecompartimientos,quevaporencimadelagua,decolorgarantizado,deprecioscomprendidosentreveinticincoycuarenta,dibujosacuadrosdeúltimamoda,susceptible de ser lavada, mitad hilo, mitad algodón, mitad lana, que cura el dolor demuelasyotrasenfermedadesaprobadasporlaAcademiaRealdeMedicina;excelente,porotra parte, para los niños; mejor aún contra los dolores de cabeza, enfermedades delesófago,delosojosydeloído—exclamóVautrinconvolubilidadcómicayelairedeunoperador—.Pero¿cuántovaleesamaravilla?,mediréis,caballos.¡Dossueldos!No.Enabsoluto.SetratadeunrestodeseriehechoenelGranMogolyquetodoslossoberanosde Europa, incluyendo al duque de Bade, han querido ver. Entrad y pasad a la tienda.¡Música!¡Bum,la,la,trin!¡La,la,bum,bum!Señordelclarinete,desafinas—añadióconvozronca—;voyadarteenlosdedos.

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—¡Dios mío!, qué simpático es ese hombre —dijo la señora Vauquer a la señoraCouture—;nuncamecansaríadeoírle.

Enmediodelasrisasydelasbromasdelasqueestecómicodiscursofueelcomienzo,Eugenio pudo captar la mirada furtiva de la señorita Taillefer, que se inclinó sobre laseñoraCouture,aloídodelacualdijoalgunaspalabras.

—Ahíestáelcabriolé—dijoSilvia.

—¿Adóndeva,pues,acomer?—preguntóBianchon.

—AcasadelabaronesadeNucingen.

—LahijadelseñorGoriot—respondióelestudiante.

Al oír este nombre, las miradas se posaron en el antiguo fabricante de fideos, quecontemplabaaEugenioconunaespeciedeenvidia.

Rastignac llegóa lacalleSaint-Lazare,aunadeaquellascasas ligeras,decolumnasdelgadasypórticosmezquinosqueconstituyen lo lindoenParís,unaverdaderacasadebanquero,llenaderebuscadosdetallescostosos.EncontróalaseñoradeNucingenenunsaloncitoconpinturasitalianas,cuyadecoraciónparecíaladeloscafés.

Labaronesaestabatriste.LosesfuerzosquehizopordisimularsupenainteresaronaEugeniotantomásvivamentecuantoquenohabíaenellosnadadefingido.Queríaalegraraunamujerconsupresencia,ylaencontrabapresadeladesesperación.Estacontrariedadhiriósuamorpropio.

—Tengo pocos derechos a vuestra confianza, señora —dijo después de haberlaatormentado queriendo averiguar elmotivo de su preocupación—; pero en caso de queviniera a molestaros, cuento con vuestra buena fe para que me lo dijerais con todafranqueza.

—Quedaos—dijolajoven—;estaríasolasiosmarchaseis.Nucingencomefueradecasaynoquisieraquedarmesola.Necesitodistraerme.

—Pero¿quéosocurre?

—Vosseríaislaúltimapersonaaquienselodiría—exclamólaseñoradeNucingen.

—Quierosaberlo,yaquedebodetenerpartedealgúnmodoenesesecreto.

—¡Es posible! Pero no—repuso—; se trata de querellas del hogar que han de sersepultadasenelcorazón.¿Nooslodecíaanteayer?Nosoyfeliz.Lascadenasdeorosonlasmáspesadas.

Cuandounamujer lediceaun jovenqueesdesgraciada,siese jovenes inteligente,elegante,sitieneenelbolsillomilquinientosfrancosdeociosidad,debepensarloquesedecíaasímismoEugenio,ysevuelvefatuo.

—¿Quépodéisdesear?—respondió—.Soishermosa,joven,amada,rica.

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—No hablemos de mí—dijo la joven con un triste gesto—. Comeremos juntos eiremosaoír lamúsicamásdeliciosa.¿Soydevuestroagrado?—añadió levantándoseymostrándolesuvestidodecachemirablancocondibujospersas,muyelegante.

—Quisieraquefueseistodaparamí—dijoEugenio—.Soisencantadora.

—Tendríaisunatristepropiedad—dijolaseñoradeNucingensonriendoconamargura—.Nada aquí os anuncia la desgracia, y sin embargo, a pesar de las apariencias, estoydesesperada.Mispenasmequitanelsueño,mepondréfea.

—¡Oh!,esoesimposible—dijoelestudiante—.Peroestoyintrigadoporconoceresaspenasque,alparecer,unamorabnegadoseríaincapazdeborrar.

—¡Oh!,sioslasconfesasehuiríaisdemí.Vosnomeamáistodavíamásqueporunagalantería que es corriente en los hombres; pero si me amaseismucho caeríais en unaterribledesesperación.Yaveisquedebocallar.Porfavor,hablemosdeotracosa.Venidavermisapartamentos.

—No,quedémonosaquí—respondióEugeniosentándoseenundiván,delantede lachimenea,juntoalaseñoradeNucingen,cuyamanotomóconconfianza.

Ellaseladejótomareinclusolaapoyóenladeljovenporunodeesosmovimientosdefuerzaconcentradaquerevelanintensasemociones.

—Escuchad —le dijo Rastignac—; si tenéis penas, debéis confiármelas. Quierodemostrarosqueosquieroporvosmisma.Omehabláisymecontáisvuestrascuitasparaquepuedadisiparlas,aunqueparaellotuvieraquemataraseishombres,osaldrédeaquíparanovolver.

—¡Bien!—exclamó,conunpensamientodedesesperaciónquelehizodarseungolpeconlamanoenlafrente—,ahoramismovoyaponerosaprueba.

Dichoesto,tiródelcordóndelacampanilla.

—¿Estádispuestoelcochedelseñor?—preguntóasuayudadecámara.

—Sí,señora.

—Voy a utilizarlo.Al señor le daréis elmíoymis caballos.No serviréis la comidahastalassiete.Vamos—dijoaEugenio,elcualcreyóestarsoñandocuandoseencontróenelcupédelseñordeNucingenalladodeaquellamujer.

—AlPalacioReal—dijoalcochero—,cercadelTeatroFrancés.

Duranteelcaminoparecióagitada,ynegóseacontestaralasmilpreguntasquelehizoEugenio,quiennosabíaquépensardeaquellaresistenciamuda,compacta,obtusa.

—Enunmomentosemeescapa—decíaseeljoven.

Cuandoelcocheparó,labaronesamiróalestudianteconunairequeimpusosilencioasuslocaspalabras.

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—¿Deverasmeamáis?—preguntólelaseñoradeNucingen.

—Sí—respondióEugeniodisimulandolainquietudqueleembargaba.

—¿Nopensaréisnadamalodemí,fueraloquefueseloqueospidiera?

—No.

—¿Estáisdispuestoaobedecerme?

—Ciegamente.

—¿Habéisidoalgunavezaunacasadejuego?—preguntóleconvoztrémula.

—Jamás.

—¡Ah!,entoncesrespiro.Seréisfeliz.Tomad,aquítenéismibolsa.Haycienfrancos;estodoloqueposeeestamujertandichosa.Subidaunasaladejuego;nosédóndeestán,peroséquelashayenelPalacioReal.Arriesgadloscienfrancosenunjuegoquellamanlaruletayperdedlotodootraedmeseismilfrancos.Alregresooscontarémispenas.

—Queeldiablomellevesientiendoalgodeloquedebohacer,perovoyaobedeceros—dijo con una gran alegría producida por el siguiente pensamiento: «Se comprometeconmigo;nopodránegarmenada».

Eugeniocogelahermosabolsaycorrealnúmeronuevedespuésdehaberhechoqueuncomercianteleindicaselacasadejuegomáspróxima.Subeaella,dejaquelecojanelsombrero y pregunta dónde está la ruleta. Ante el asombro de los contertulios, elencargado de la sala le lleva junto a una larga mesa. Eugenio, seguido de todos losespectadores,preguntasinrebozodóndehayquehacerlaapuesta.

—Si colocáis un luis en uno solo de estos treinta y seis números, y sale, tendréistreintayseisluises—ledijounancianorespetabledecabellosblancos.

Eugenioechaloscienfrancosenlacifradesuedad,veintiuno.Ungritodesorpresaresuenasinqueélsedécuentadeloqueocurre.Habíaganadosinsaberlo.

—Retiradvuestrodinero—lediceelanciano—;noseganadosvecesconesesistema.

Eugenioretiralostresmilseiscientosfrancos,ysinsabertodavíanadadeaqueljuego,loscolocasobreelrojo.Loscontertulioslemiranconenvidia,viendoquesiguejugando.Giralarueda,vuelveaganar,yelbanqueroleechaotrostresmilseiscientosfrancos.

—Tenéis ya siete mil doscientos francos —le dice al oído el señor anciano—. Siqueréis hacerme caso, os marcharéis; el rojo ha pasado ocho veces. Si sois caritativo,reconoceréisestebuenavisoaliviandolamiseriadeunantiguoprefectodeNapoleónqueseencuentraenlaúltimanecesidad.

Rastignac,perplejo,sedejacogerdiezluisesporelhombredecabelloblanco,ysaleala calle con los siete mil francos, sin comprender todavía nada de aquel juego, peroasombradodesubuenasuerte.

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—¡Bien!,¿adóndevaisallevarmeahora?—dijomostrandolossietemilfrancosalaseñoradeNucingencuandolaportezueladelcocheestuvocerrada.

Delfinaleestrechóentresusbrazosconunabrazolocoylebesóvivamente,perosinpasión.

—¡Mehabéissalvado!

Porsusmejillascorríanlágrimasdealegría.

—Voy a contároslo todo, amigomío. Seréismi amigo, ¿no es cierto?Meveis rica,opulenta,nadamefaltaoparecequenomefaltanada.Puesbien,sabedqueelseñordeNucingennomedejadisponerdeunsolocéntimo:élpagatodalacasa,miscoches,mispalcos;measignaparami«toilette»unasumainsuficiente;mereduce,porcálculo,aunasecretamiseria.Soydemasiadoorgullosaparaimplorarle.¿Noseríaacasolaúltimadelascriaturassiyotomasesudineroalprecioqueélquierevendérmelo?

¿Cómo,yo, ricadesetecientosmil francos,mehedejadodespojar?Pororgullo,porindignación. Somos tan jóvenes, tan ingenuas cuando iniciamos la vida conyugal. Lapalabraconlacualeraprecisoqueyopidiesedineroamimaridomedesgarrabalaboca;nuncameatrevíahacerlo,yfuigastandoeldinerodemiseconomíasyelquemedabamipobrepadre;luegoquedéllenadedeudas.Elmatrimonioesparamílamáshorribledelasdecepciones;nopuedohablarosdeello:básteossaberquemearrojaríaporlaventanasihubiera de vivir conNucingen de otromodo que no fuese con habitaciones separadas.Cuandoha sidoprecisodeclararlemisdeudas, deudasde joyas, de caprichos (mipobrepadrenoshabíaacostumbradoanonegarnosnada),hepasadounverdaderocalvario;peroalfinencontréelvalorparadecírselo.¿Acasonoteníaunafortunaqueeramía?Nucingense ha encolerizado,me ha dicho que yo le arruinaría, ha dicho barbaridades.Yo habríaquerido estar a cien pies bajo tierra. Como él había tomado mi dote, ha pagado; peroestipulando para lo sucesivo, para mis gastos personales, una pensión a la que me heresignado, conobjetode tenerpaz.Después,yoquise responder al amorpropiodeunoque vos conocéis—dijo la señora deNucingen—.Aunque haya sido engañada por él,debo reconocer la nobleza de su carácter. Pero al fin me ha abandonado de un modoindigno.Unonodeberíaabandonarnuncaaunamujeralaque,enunmomentodeapuro,selehadadounmontóndeoro.Unodebeamarlasiempre.Vos,hermosaalmadeveintiúnaños;vos,jovenypuro,mepreguntaréiscómopuedeunamujeraceptarorodeunhombre.¡Dios mío!, ¿no es natural compartirlo todo con el ser al que debemos la felicidad?Cuandolosamantesselohandadotodo,¿quiénpodríapreocuparseporunapartepequeñade ese todo? El dinero sólo significa algo en elmomento en que el sentimiento ya noexiste. ¿No se encuentra uno atado por toda la vida? ¿Quién de nosotros prevé unaseparaciónalcreerseamado?

Vosotros nos juráis amor eterno; ¿cómo, entonces, tener intereses distintos?Vos nosabéis loquehesufridohoycuandoNucingensehanegado rotundamenteadarmeseis

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mil francos, él que se los da todos losmeses a su amante, una corista de laOpera.Yoqueríamatarme.Las ideasmás locas cruzabanpormi imaginación.Hubomomentosenqueenvidiabalasuertedeunacriada,demidoncella.Iraencontraranuestropadre,¡quélocura!Anastasiayyo lehemosarruinado:mipobrepadresehabríavendidosipudieravalerseismilfrancos.Yohabríaidoadesesperarleenvano.Vosmehabéissalvadodelavergüenza y de la muerte; estaba ebria de dolor. ¡Ah!, caballero, yo os debía estaexplicación:hesidounainsensataparaconvos.Cuandomehabéisdejado,yosheperdidodevista, yoqueríahuir apie…¿Adónde?No lo sé.Heaquí lavidade lamitadde lasmujeres de París: lujo exterior, cueles preocupaciones en el alma. Conozco a pobrescriaturas aúnmás desdichadas que yo.Haymujeres que se ven obligadas a decir a susproveedoresqueleshaganfacturasfalsas.Otrastienenquerobarasuscriados:losunosroenqueunascachemirasdecienluisessedanporquinientosfrancos,losotrosqueunacachemiradequinientosfrancosvalecienluises.Hayalgunaspobresmujeresquehacenayunar a sus hijos y sisan para poder comprarse un vestido. Yo estoy limpia de talesodiososengaños.Heaquímiúltimaangustia.Sialgunasmujeressevendenasusmaridospara poder gobernarles, yo, por lomenos, soy libre. Podría hacerme cubrir de oro porNucingenyprefierollorarconlacabezaapoyadaenelcorazóndeunhombrealquepuedaapreciar. ¡Ah!,estanocheel señorDeMarsayno tendráelderechodemirarmecomoaunamujeralacualhapagado.

Diciendoesto,laseñoradeNucingensecubrióelrostroconlasmanosparanomostrarsuslágrimasaEugenio,quienleapartólasmanosparapodercontemplarsucara.Estabasublime.

—Mezclareldineroconlossentimientos,¿noesalgohorrible?—añadiólajoven—.Vosnopodréisamarme.

Estamezcladebuenossentimientos,quehacentangrandesalasmujeres,ydefaltasquelaactualconstitucióndelasociedadleshacecometer,conmovióaEugenio,quedecíapalabras dulces y consoladoras, admirando a aquella bella mujer, tan ingenuamenteimprudenteensugritodedolor.

—¿No usaréis esto como un arma contra mí? —dijo la señora de Nucingen—.Prometédmelo.

—¡Ah,señora!Soyincapazdeello—respondióEugenio.

Ellalecogiólamanoylapusosobresucorazónconunmovimientollenodegratitudyafecto.

—Gracias a vos vuelvo a ser libre y feliz.Vivía oprimida por unamano de hierro.Ahoraquierovivirsencillamente,singastarnada.Osagradarétalcomovoyaserdeahoraenadelante,¿verdad,amigo?Quedaosconesto—dijo,tomandosolamenteseisbilletesdebanco—.Enconcienciaosdebomilescudos,porquemeconsiderocomosifueraamediasconvos.

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Eugeniosedefendiócomounavirgen.Perotomóeldineroaldecirlelabaronesa:

—Osconsiderarécomomienemigosinosoismicómplice.

—Lopondremoscomodepósitoparacasodedesgracia—dijo.

—Heaquí lapalabraque tanto temía—exclamóla jovenpalideciendo—.Siqueréisque seaalgoparavos, juradme—ledijo—quenovolveréisnuncamásal juego. ¡Diosmío!¡Corromperosyo!Memoriríadepena.

Habíanllegado.Elcontrastedeestamiseriaydeestaopulenciaaturdíaalestudiante,encuyosoídosresonabanlassiniestraspalabrasdeVautrin.

—Venid—dijolabaronesaentrandoensuhabitaciónyseñalandoundivánjuntoalachimenea—,voyaescribirunacartamuydifícil.Aconsejadme.

—Noescribáis—ledijoEugenio—;ponedlosbilletesdentrodeunsobre,ponedlasseñasyenviadlospormanolevuestradoncella.

—¡Pero si sois un sol!—exclamó la baronesa—. ¡Ved, señor, lo que vale el haberrecibidounabuenaeducación!EsoesBeauséantpuro—añadiósonriendo.

—Es encantadora —pensó Eugenio, más enamorado cada vez. Miró hacia aquellaestancia,enlaqueserespirabalavoluptuosaeleganciadeunaricacortesana.

—¿Osgusta?—dijollamandoconlacampanillaasudoncella—.Teresa,llevadestoalseñorDeMarsayyentregádselopersonalmente.Sinoleencontráis,metraeréisdenuevolacarta.

Teresapartió,nosinanteshaberlanzadounamaliciosamiradaaEugenio.Lacomidaestaba servida.Rastignacdio el brazoa la señoradeNucingen, la cual le condujo auncomedor delicioso, donde volvió a encontrar el lujo que había admirado en casa de suprima.

—LosdíasenquehayafunciónenlosItalianos—dijolabaronesa—vendréisacomeramicasaynosacompañareis.

—Meacostumbraríaaestadulcevidasihabíadedurar;perosoyunpobreestudiantequehadehaceraúnsufortuna.

—Yasehará—ledijoriendolabaronesa—;yaveiscomotodosearregla:noesperabasertanfeliz.

Espropiodelanaturalezafemeninaeldemostrarloimposiblepormediodeloposibleydestruirloshechospormediodelospresentimientos.CuandolaseñoradeNucingenyRastignacentraronensupalcodelosBouffons,ellaaparecíaconairedesatisfacciónquela hacía tan hermosa, que todos se permitieron aquellas pequeñas calumnias contra lascuales las mujeres carecen de defensa y que a menudo hacen creer en desórdenesinventados.CuandoseconoceParís,nosecreenadadeloquesediceynosedicenadade

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loquesehace.

Eugeniocogió lamanode labaronesa,yambossehablaronpormediodepresionesmásomenos intensas, comunicándose las sensacionesque lesproducía lamúsica.Paraellos, aquella velada fue embriagadora. Salieron juntos, y la señora deNucingen quisoacompañaraEugeniohastaelPuenteNuevo,disputándole,durantetodoelcamino,unodelos besos que ella le había prodigado tan calurosamente en el PalacioReal. Eugenio lereprochóestainconsecuencia.

—Antes—respondió la joven— era gratitud por una abnegación inesperada; ahoraseríaunapromesa.

—Ynoqueréishacermeninguna,ingrata.

Eugenio se enfadó. Con uno de aquellos gestos de impaciencia que encantan a unamante,labaronesalediolamanoparaqueselabesara.

—Hastaellunes,enelbaile—ledijo.

Mientrasregresabaapie,conunanochedeluna,Eugeniosehallabasumidoengravesreflexiones. Estaba a la vez contento y descontento: contento de una aventura cuyoprobabledesenlacelebrindabaunadelasmásbellasyelegantesmujeresdeParís,objetode sus deseos; descontento de ver frustrados sus proyectos de fortuna, y fue entoncescuandosintiólarealidaddelospensamientosindecisosalosquesehabíaentregadodosdíasantes.Lafaltadeéxitonosrevelasiempreelpoderdenuestraspretensiones.CuantomásgozabaEugeniodelavidaparisiense,tantomenosqueríapermaneceroscuroypobre.Manoseaba su billete de mil francos en el bolsillo, haciéndose mil razonamientoscapciosos para apropiárselo. Finalmente llegó a la calle Neuve-Sainte-Geneviève, ycuandoestuvoenloaltodelaescalera,viounaluzencendida.PapáGoriothabíadejadolapuerta abiertay encendida subujíaparaqueel estudianteno seolvidasedecontarle suhija,segúnsuexpresión.Eugenionoleocultónada.

—Pero—exclamópapáGoriotenunviolentoydesesperadoaccesodecelos—ellasme creen arruinado: todavía tengo mil trescientas libras de renta. ¡Dios mío! ¡Pobrepequeña!,¿porquénoveníaaverme?Yohabríavendidomis rentas,habríamos tomadodel capital y con d resto yo me habría hecho un vitalicio. ¿Por qué no vinisteis acomunicarmeelapuroenqueseencontraba,mibuenvecino?¿Cómohabéistenidovalorparaarriesgareneljuegosusúnicoscienfrancos?Estomeparteelalma.Vedloquesonlos yernos. ¡Oh!, si pudiera, les estrangularía con mis propias manos. ¡Dios mío! ¿Halloradomihija?

—Conlacabezaapoyadaenmichaleco—dijoEugenio.

—¡Oh!,dádmelo—dijopapáGoriot—.Habráquedadoenéllahuelladesuslágrimas,lágrimasdemiqueridaDelfina,quenuncallorabasiendoniña.¡Oh!,yaoscompraréotro;nolollevéis,dejádmelo.Mihija,segúnsucontrato,debedisfrutardesusbienes.¡Ah!,iré

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a ver a Derville, un procurador, a partir de mañana. Voy a exigir la imposición de sufortuna.Conozcolasleyes;soyunviejolobo,yvoyarecobrarmisdientes.

—Tomad—dijoelestudiante—;aquítenéismilfrancosqueellahaqueridodarmeporloquehemosganado.Guardádselosenelchaleco.

GoriotmiróaEugenio, le tendiólamanoparacoger lasuya,sobrelacualdejócaerunalágrima.

—Vostriunfaréisenlavida—ledijoelanciano—.Diosesjusto,¿sabéis?Yoséloquees la honradez, y puedo aseguraros que hay pocos hombres que se parezcan a vos.¿Queréis, pues, sermi hijo querido? Id a dormir. Podéis dormir porque todavía no soispadre.Ellahallorado,ymeenterodeestoyo,queestabatranquilamentecomiendocomounimbécilmientrasellasufría;yo,quevenderíaalPadre,alHijoyalEspírituSantoparaevitarunalágrimaalasdos!

—Afemía—decíaseEugenioalacostarse—,creoqueseréunhombrehonradotodamivida.Seencuentraungranplacerenobedecerlasinspiracionesdelaconciencia.

Quizá sóloaquellosquecreenenDioshacenelbienen secreto,yEugeniocreía enDios.

Aldíasiguiente,a lahoradelbaile,RastignacfueacasadelaseñoradeBeauséant,quienselollevóparapresentárseloaladuquesadeCarigliano.Fueacogidodelmodomáscordialporlamariscala,encuyacasaencontróalaseñoradeNucingen.Delfinasehabíaarreglado con la intención de agradar a todos para mejor agradar a Eugenio, de quienesperaba impaciente una mirada, creyendo disimular su impaciencia. Para quien sabeadivinarlasemocionesdeunamujer,estemomentoestállenodedelicias.¿Quiénnosehacomplacidoamenudoenhaceresperarsuopinión,endisimularcoquetamentesuplacer,en buscar confesiones en la inquietud que uno ocasiona, en gozar de temores que unodisiparáconunasonrisa?Duranteaquellafiesta,elestudiantemidiódeunsologolpeelalcancedesuposiciónycomprendióqueocupabaenelmundounaposiciónimportantealserprimodelaseñoradeBeauséant.LaconquistadelaseñorabaronesadeNucingen,quelagenteya leatribuía, lehacíadestacarde talmodo,que todos los jóvenes le lanzabanmiradasdeenvidia;alsorprenderunadeestasmiradas,saboreólosprimerosplaceresdelafatuidad.Alpasardeun salón aotro, al atravesar losgrupos, oyó alabar su suerte.Lasmujereslepredecíanéxitostodasellas.Delfina,temiendoperderle,leprometióquenolenegaríaporlanocheelbesoquetantoempeñohabíapuestoennodarledosdíasantes.Enaquelbaile,Rastignacrecibióvariasinvitaciones.Fuepresentadoporsuprimaaalgunasmujeres, todas las cuales tenían pretensiones de elegancia, y cuyas casas pasaban poragradables; viose, arrojado al mundo más grande y hermoso de París. Aquella velada,pues,tuvoparaéllosencantosdeunbrillantedebut,yhabíadeacordarsedeellahastaenlos días de la ancianidad, como una muchacha se acuerda del baile en el que obtuvotriunfos.Al día siguiente, cuando, durante el desayuno, contó sus éxitos a papáGoriot

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delantedeloshuéspedes,Vautrincomenzóasonreírdeunmododiabólico.

—¿Ycreéis—exclamóaquellógicoferoz—queunjovendemodapuedevivirenlacalle Neuve-Sainte-Geneviève, en Casa Vauquer, pensión infinitamente respetable portodosconceptos, ciertamente,peroquenoesenmodoalgunounapensiónelegante?Eshermosaensuabundancia,estáorgullosadeserlamansiónprovisionaldeunRastignac;pero, después de todo, está en la calleNeuve-Sainte-Geneviève, y no sabe lo que es ellujo,porqueespuramentepatriarcalorama.Mijovenamigo—prosiguióVautrinconairepaternalmenteburlón—,siqueréistriunfarenParísnecesitáistrescaballosyuntílburiporlamañanayuncupéporlatarde,entotalmilfrancosporelvehículo.Seríaisindignodevuestro destino si no gastaseis más que tres mil francos en casa de vuestro sastre,seiscientos francos en el perfumista, cien escudos en el zapatero y cien escudos en elsombrerero.Encuantoavuestralavandera,oscostarámilfrancos.Losjóvenesdemodano pueden prescindir del asunto de la ropa blanca: ¿no es acaso lo que con mayorfrecuencia se examina en ellos? El amor y la iglesia quieren bellosmanteles sobre susaltares.Estamosacatorcemil.Nooshablodequeperderéiseneljuego,enapuestas,enregalos; yo he llevado esa clase de vida, y la conozco bien.Añadid a esas necesidadesprimeras trescientos luisespara elpiensoymilpara el alojamiento.Vamos,hijomío,ocontamosconveinticincomilalañoohacemoselridículoyperderemosnuestroporvenir,nuestros éxitos, nuestras amantes.Me olvidaba del ayuda de cámara y el lacayo. ¿SeráCristóbalelque llevarávuestras tiernasmisivas?¿Lasescribiréisenelpapelqueusáis?Equivaldría a suicidaros. Creed a un viejo lleno de experiencia—agregó haciendo unrinforzandoensuvozdebajo—.Ovaisadesterrarosaunahumildebuhardillayoscasáisconeltrabajo,otomáisotrocamino.

YVautringuiñóelojomirandohacialaseñoritaTailleferdeunaformaquerecordóyresumióconestamiradalosrazonamientosseductoresquehabíasembradoenelcorazóndel estudiante para corromperlo. Varios días transcurrieron durante los cuales llevóRastignaclavidamásdisipada.ComíacasitodoslosdíasconlaseñoradeNucingen,alaqueacompañabaensociedad.

Regresaba a las tres o las cuatro de la madrugada, se levantaba a mediodía paraasearse, iba a pasear al Bosque de Bolonia con Delfina cuando hacía buen tiempo,prodigandoasísutiemposinsaberelpreciodelmismo,yaspirandotodaslasenseñanzas,todas las seducciones del lujo con el ardor que se apodera del impaciente cáliz de unapalmeradatilerahembraparaelpolvofecundantedesuhimeneo.Jugabafuerte,perdíaoganaba mucho y acabó habituándose a la vida exorbitante de los jóvenes de París. Alobtenersusprimerasganancias,habíaenviadomilquinientosfrancosasumadreyasushermanas,acompañandosu restituciónde ricospresentes.AunquehabíamanifestadosuintencióndeabandonarlaCasaVauquer,seencontrabatodavíaenelladurantelosúltimosdíasdelmesdeenero,ynosabíacómosalirdeella.Losjóvenessehallansometidoscasitodosaunaleyenaparienciainexplicable,perocuyarazónprovienedesumismajuventudy de la especie de furor con la que se entregan al placer.Ricos o pobres, nunca tienen

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dinero para las necesidades de la vida, en tanto que lo encuentran siempre para suscaprichos.Pródigosdetodoloqueseobtieneacrédito,sonavarosdetodoloquesepagaen el instante mismo, y parecen vengarse de lo que no tienen, disipando todo lo quepuedentener.Así,paraexponerlacuestióndeunmodoclaro,unestudiantesepreocupamuchomásporsusombreroqueporsutraje.Laenormidaddelagananciahacealsastreesencialmentefiador,mientrasquelomódicodelasumahacedelsombrererounodelosseresmás intratables entre los cuales se ve obligado amantener relaciones. Si el jovenofrece en un teatromagníficos chalecos a los binóculos de lasmujeres, es dudoso quellevecalcetines.Rastignaceratambiénasí.SiemprevacíaparalaseñoraVauquer,siemprellena para las exigencias de la vanidad, su bolsa poseía reveses y éxitos lunáticos endesacuerdoconlospagosmásnaturales.

Con objeto de abandonar su pensión maloliente, innoble, en la que se humillabanperiódicamente sus pretensiones, ¿no hacía falta pagar unmes a su patrona y comprarmueblesparasuapartamentodedandy?Erasiemprealgoimposible.Si,afindeprocurareldineronecesarioparasujuego,RastignacsabíacomprarencasadesujoyerorelojesycadenasdeoroqueluegollevabaalMontedePiedad,esesombríoydiscretoamigodelajuventud,seencontrabasininventivaysinaudaciacuandosetratabadepagarlacomida,elalojamientoodecomprar losaccesorios indispensablespara laexplotacióndelavidaelegante.Unanecesidadvulgar,deudascontraídasparanecesidadessatisfechas,yanoleinquietaban. Como la mayor parte de aquellos que han conocido esta vida de azar,aguardaba hasta el último instante para saldar créditos sagrados a los ojos de losburgueses,comohacíaMirabeau,quenopagabaelpanhastaqueselepresentabanbajolaforma apremiante de una letra de cambio.Hacia esa época, Rastignac había perdido eldineroysehabíacubiertodedeudas.Elestudianteempezabaacomprenderqueleseríaimposiblecontinuarestaexistencia sin tener recursos fijos.Pero, aungimiendobajo lospunzantes efectos de su precaria situación, sentíase incapaz de renunciar a los gocesexcesivos de esta vida y quería continuarla a toda costa. Los azares con los que habíacontadoparasufortunahacíansequiméricos,ylosobstáculosrealesibanenaumento.Aliniciarse en los secretosdomésticosdel señoryde la señoradeNucingenhabíasedadocuentadeque,paraconvertirelamoreninstrumentodefortuna,eraprecisohaberperdidotodalavergüenzayrenunciaralasnoblesideasqueconstituyenlaabsolucióndelasfaltasdela juventud.Estavidaexteriormenteespléndida,peroroídapor todoslosgusanosdelremordimientoycuyosfugacesplacereseranexpiadosporpersistentesangustias,lahabíaabrazadoresueltamenteEugenio,yse revolcabaenella,haciendo,comoelDistraídodeLaBruyère,unlechoenelfango;pero,comoelDistraído,todavíanomanchabamásquesuvestido.

—¿De modo que hemos dado muerte al mandarín? —le dijo un día Bianchon allevantarsedelamesa.

—Todavíano,peroseencuentraensusestertores.

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El estudiante de medicina tomó estas palabras como una broma, pero no era tal.Eugenio,quedesdehacíatiempocomíaporprimeravezenlapensión,habíasemostradopensativodurantelacomida.Envezdemarcharse,despuésdelospostres,quedóseenelcomedor,sentadoalladodelaseñoritaTaillefer,alacuallanzódevezencuandomiradasexpresivas.Algunoshuéspedesestabanaúnsentadosalamesacomiendonueces,otrossepaseaban continuando discusiones empezadas.Como casi todas las tardes, cada cual semarchabacuando leparecía, segúnelgradode interésque tomabaen laconversaciónosegúnlamayoromenorpesadezquelecausabasudigestión.Eninviernoerararoqueelcomedorfueracompletamenteevacuadoantesdelasocho,momentoenelquelascuatromujerespermanecíansolasysevengabandelsilencioquesusexolesimponíaenmediode aquella reunión masculina. Intrigado por la preocupación de que Eugenio dabamuestras, Vautrin permaneció en el comedor, aunque al principio hubiera parecido queteníaprisaensalirysemantuvoconstantementedeunmodoqueEugenionolevieraycreyeraquesehabíamarchado.Después,envezdeacompañaraaquelloshuéspedesquefueron los últimos en marcharse, se quedó en el salón. Había leído en el alma delestudiante y presentía un síntoma decisivo. Rastignac se encontraba en efecto en unasituaciónperplejaquemuchosjóveneshandebidoconocer.Amanteocoqueta,laseñorade Nucingen había hecho pasar a Rastignac por todas las angustias de una pasiónverdadera,desplegandopara conél los recursosde ladiplomacia femeninademodaenParís.Despuésdehabersecomprometidoa losojosde lagenteparaestablecercercadeellaalprimodelaseñoradeBeauséant,vacilabaendarlerealmente losderechosde losqueélyaparecíadisfrutar.

Desde hacía un mes excitaba tanto los sentidos de Eugenio, que había acabado yaatacándole también el corazón. Si en los primeros momentos de sus relaciones elestudiantehabíacreídosereldueño,laseñoradeNucingenhabíaseconvertidoenlamásfuerte,conayudadeaquellasmaniobrasqueponíanenmovimientoenEugeniotodoslossentimientos, buenos omalos, de los dos o tres hombres que coexisten en un joven deParís.¿Eraestouncálculoporpartedeella?No;lasmujeressonsiempresinceras,inclusoenmedio de sus mayores falsedades, porque ceden a algún sentimiento natural. QuizáDelfina, después de haber dejado que sobre ella tomara tanto imperio aquel joven yhaberledemostradounafectoexcesivo,obedecíaaunsentimientodedignidadquehacíaqueretrocedieseensusconcesionesosecomplacieraensuspenderlas.¡Estanpropiodeuna parisiense, en elmomento en que una pasión la arrastra, el vacilar en su caída, elquererprobarelcorazóndeaquélaquienvaaentregarsuporvenir!TodaslasesperanzasdelaseñoradeNucingenhabíansidotraicionadasunasolavezysufidelidadporunjovenegoísta acababade serpagadacon ingratitud.Tenía todoelderechode serdesconfiada.QuizáshabíaadvertidoenlasmanerasdeEugenio,alquesurápidoéxitohabíaengreído,unaespeciedefalsaestimaocasionadaporloextrañodelasituacióndeambos.Sindudadeseabaparecer imponenteaunhombredeesaedadyencontrarsegrandedelantedeéldespués de haber sido durante mucho tiempo pequeña delante de aquel que la había

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abandonado.NoqueríaqueEugeniolacreyeraunaconquistafácil,precisamenteporquesabíaquehabíapertenecidoaDeMarsay.Enfin,despuésdehabersufridoeldegradanteplacer de un verdadero monstruo, de un joven libertino, era tanto el goce queexperimentabaalpasearsepor las floridas regionesdelamor,queconstituíasindudaunencanto para ella el admirar todos sus aspectos, escuchar durante mucho tiempo susestremecimientosydejarseacariciarmucho tiempoporcastasbrisas.Elverdaderoamorexpiabalasfaltasdelmalamor.

Este contrasentido será desgraciadamente frecuente en tanto los hombres no sepancuántasfloresdestrozanenelalmadeunajovenlosprimerosgolpesdelengaño.Fuerancualesfueransusrazones,elcasoesqueDelfinaseburlabadeRastignacysecomplacíaenburlarsedeél,sindudaporquesesabíaamadayestabaseguradepoderhacercesarlasangustias de su amante conforme a su real capricho demujer. Por respeto a símismo,Eugenio no quería que su primer combate terminara en una derrota, y persistía en suconducta, como un cazador que quiere absolutamente matar una perdiz en su primerasalida.Susansiedades,suamorpropioherido,susdesesperaciones,falsasoverdaderas,leatabancadavezmásaaquellamujer.TodoParíscreíaqueteníarelacionesíntimasconlaseñora de Nucingen, cerca de la cual no se hallaba en situación más avanzada que elprimerdíaenquelahabíavisto.Ignorandoaúnquelacoqueteríadeunamujerofreceavecesmás beneficios que placer concede su amor, entregábase a insensatos accesos derabia. Si el período durante el cual unamujer se resiste al amor ofrecía aRastignac elbotín de sus primicias, éstas le resultaban tan costosas como verdes, agridulces ydeliciosasalpaladar.Aveces,viéndosesinuncéntimo,sinporvenir,pensaba,apesardelavozdesuconciencia,enlasoportunidadesdefortunacuyaposibilidadlehabíamostradoVautrinenunabodacon la señoritaTaillefer.Ahorabien, seencontrabaentoncesenunmomento en el que la miseria le hablaba con voz tan alta, que cedió casiinvoluntariamentealossacrificiosdelaterribleesfingeporlasmiradasdelacualsesentíaamenudofascinado.EnelmomentoenquePoiretylaseñoritaMichonneauvolvieronasubir a sus respectivos aposentos, creyendo Rastignac que se encontraba solo entre laseñora Vauquer y la señora Couture, que estaba haciéndose unas mangas de lana,cabeceando el sueño junto a la estufa, miró a la señorita Taillefer de un modo losuficientementetiernocomoparahacerqueéstabajaselosojos.

—¿Acasotenéisalgunapena,señorEugenio?—ledijoVictorinatrasunmomentodesilencio.

—¡Qué hombre no las tiene! —respondió Rastignac—. Si estuviésemos seguros,nosotros, los jóvenes,de ser amados, conunaabnegaciónquenos recompensasede lossacrificiosqueentodomomentoestamosdispuestosahacer,quizánotendríamosnuncapenas.

LaseñoritaTailleferledirigió,portodarespuesta,unamiradaquenoeraequívoca.

—Vos,señorita,vososcreéishoyseguradevuestrocorazón;¿peroresponderíaisde

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queéstenohabríadecambiarnunca?

Una sonrisa vagó por los labios de la pobre muchacha, romo un rayo de sol quebrotasedesualma,ehizobrillardetalmodosusemblante,queEugeniotuvomiedodehaberprovocadounatanvivaexplosióndesentimiento.

—Simañana fueseis rica y dichosa, si una inmensa fortuna os cayera de las nubes,¿seguiríaisamandoaljovenpobrequeoshabíaagradadoenvuestrosmomentosdeapuro?

Lamuchachahizoconlacabezaungraciosomovimientodeafirmación.

—¿Unjovenquefuesemuydesgraciado?

Nuevomovimiento.

—¿Quétonteríasestáisdiciendoahí?—exclamólaseñoraVauquer.

—Dejadnos—respondióEugenio—;nosotrosnosentendemos.

—¿HabráentoncespromesadematrimonioentreelseñorEugeniodeRastignacy laseñoritaVictorinaTaillefer?—dijoVautrinconsuvozdebajoapareciendodeprontoalapuertadelcomedor.

—¡Ah!,mehabéisasustado—dijeronaunalaseñoraCoutureylaseñoraVauquer.

—Podríaescogerpeor—respondióriendoEugenio,aquienlavozdeVautrincausólamáscruelemociónquejamáshabíaexperimentado.

—¡Nada de bromas pesadas, caballeros!—dijo la señora Couture—.Vamos, hijita,subamosanuestrahabitación.

La señora Vauquer siguió a sus dos huéspedes con objeto de ahorrar luz y lumbrepasandolaveladaenlahabitacióndeellas.Eugenioseencontrósolo,frenteafrente,conVautrin.

—Ya sabía yo que llegaríais a esto —le dijo aquel hombre mirándole conimperturbable sangre fría—. Pero habéis de saber que tengo tanta delicadeza comocualquierotracosa.Noosdecidáisenestemomento,porquenoosencontráisenvuestrasituación normal. Tenéis dudas. No quiero que sea la pasión, la desesperación, sino larazónlaqueosdetermineaveniramí.Quizásoshaganfaltamilescudos.Tomad.¿Losqueréis?

Aqueldemoniosacódesubolsillounacartera,delacualextrajotresbilletesqueagitódelante de los ojos del estudiante. Eugenio se encontraba en la más cruel de lassituaciones.DebíaalmarquésdeAjudayalcondedeTraillescienluisesperdidosbajosupalabra.Nolostenía,ynoseatrevíaairapasarlaveladaencasadelaseñoradeRestaud,dondeseleestabaesperando.Eraunadeesasveladassinceremonia,enlasquesecomenpastelitos,sebebeté,peropuedenperderseseismilfrancosaljuegodelwhist.

—Caballero—ledijoEugeniodisimulando a duras penasun temblor convulsivo—,

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después de lo queme habéis contado, debéis comprender queme es imposible estarosobligadoenalgo.

—Bien,mehabríaisdadoundisgustosimehubieseishabladodeotromodo—repusoel tentador—. Sois joven, guapo, delicado, orgulloso como un león y dulce como unamuchacha.Seríaisunabuenapresaparaeldiablo.Megustaestacualidaddelosjóvenes.Todavía otras dos o tres reflexiones de alta política y veréis elmundo tal como es.Alrepresentaralgunasescenasdevirtud,elhombresuperiorsatisfacetodassusfantasíascongrandes aplausos de parte de los tontos de la galería.Dentro de unos días estaréis connosotros.¡Ah!,siquisieraissermialumno,osharíallegaratodaspartes.Noformularíaisun deseo que no fuera satisfecho al instante, fuese cual fuese: honor, fortuna,mujeres.Todalacivilizaciónseosconvertiríaenambrosía.Seríaisnuestroniñomimado,nuestroBenjamín, nos mataríamos por daros gusto. Todo lo que fuera para vos un obstáculoquedaríaallanado.Siconserváisescrúpulos,¿metomáis,entonces,porunmalvado?Pues,bien, unhombreque tenía tanta honradez comovosqueréis tener, el señor deTurenne,efectuaba,sincreerseporellocomprendido,pequeñosnegociosconbandidos.Noqueréisestarobligadoamíennada,¿verdad?Tomadestedinero—añadióVautrinsonriendo—yescribidahí:«Aceptadoporlasumadetresmilquinientosfrancosapagarenunaño».Yañadid la fecha. El interés es bastante subido para quitaros todo escrúpulo; podéisllamarmejudío,ypodéisconsiderarmecomouningrato.Permitoquemedespreciéisaúnhoy,conlaseguridaddequemástardevaisaquererme.Encontraréisenmíesosinmensosabismos,esosvastossentimientosconcentradosquelostontosllamanvicios;peronuncameencontraréiscobardeniingrato.Enfin,noestoyniborrachoniloco,pequeño.

—¿Qué clase de hombre sois, entonces?—exclamóEugenio—.Habéis sido creadoparaatormentarme.

—Soyunbuenhombrequequiereensuciarseparaquevosestéisalabrigodelbarroporelrestodevuestrosdías.¿Mepreguntáisporquétengotantointerés?Bien,algúndíaos lodiré suavemente al oído.Ante todooshe sorprendidomostrándoos el carillóndelordensocialyeljuegodelamaquinaria;perovuestroprimersustoseospasarácomoeldel soldado en el campo de batalla, y os acostumbraréis a la idea de considerar a loshombrescomosoldadosdecididosamoriralserviciodeaquellosqueseconsagranreyesasímismos.Los tiemposhancambiadomucho.Enotro tiempose ledecíaaunvaliente:«Ahí tienes cien escudos y me matas a fulano de tal», y uno cenaba tranquilamentedespuésdehaberliquidadoaunhombreporunquítamealláesaspajas.Hoyospropongodatosunahermosafortunaacambiodeungestoqueennadaoscomprometeyaúndudáis.Estesigloesunsigloblando.

EugeniofirmóelpapelquelepresentóVautrinyrecibiódeéstelosbilletesdebanco.

—Veamos—dijoVautrin—.VoyapartirdentrodeunosmeseshaciaAméricaparairaplantarmitabaco.Osenviaréloscigarrosdelaamistad.Sillegoaserricoosayudaré.Sino tengohijos (quees lomásprobable,porqueno tengo intencióndereproducirme),os

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legarémifortuna…¿Noesestoseramigodeunhombre?Peroesqueyoosquiero.Sientolapasióndesacrificarmeporotro.Ya lohehecho.¿Sabéis?,yovivoenunaesferamáselevadaqueladelosotroshombres.Considerolasaccionescomomedíos,ynoveomásque el fin. ¿Qué es unhombreparamí? ¡Esto!—dijohaciendo chasquear la uñade supulgarbajounodesusdientes—.Unhombreestodoonada.Esmenosquenadacuandose llamaPoiret: se lepuedeaplastar comounachincheyapesta.Perounhombreesundioscuandoseosparece:yanoesunamáquinacubiertaporlapiel,sinounteatroenelque se suscitan losmásbellos sentimientos,yyonovivomásquepor los sentimientos¿Un sentimientonoes acaso elmundoenunpensamiento?VedapapáGoriot: susdoshijas son para él todo el universo, son el hilomediante el cual él se guía a través dellaberinto de la creación. Bien; para mí, que conozco la vida, no existe más que unsentimientoreal,unaamistaddehombreahombre.PierreyJaffier,heahímipasión.Mesé de memoria la Venecia salvada. ¿Habéis visto a muchas personas con arrestossuficientescomopara,cuandouncompañerodice:«¡Vamosaenterraruncadáver!»,iraenterrarlo en seguida, sin pensarlo más? Yo he hecho esto. No hablaría así a todo elmundo.Perovossoisunhombresuperior, seospuededecir todo, todo locomprendéis.Vososcasaréis.Saquemosnuestraspuntas.Lamíaesdehierroynuncaseablanda.¡Je,je!

Vautrin salió sin querer oír la respuesta negativa del estudiante con objeto de quetuviera ocasión de reflexionar tranquilamente. Parecía conocer el secreto de aquellaspequeñasresistencias,deaquelloscombatesquealoshombreslessirvenparajustificarseasímismossusaccionescensurables.

—Quehagaloquequiera—sedijoEugenio—,peroyonomecasaréconlaseñoritaTaillefer.

Despuésdehabersufridolasmolestiasdeunafiebreinteriorqueleocasionólaideadeun pacto con aquel hombre del que sentía horror, pero que crecía ante sus ojos por elcinismomismodesusideasyporlaaudaciaconquejuzgabaalasociedad,Rastignacsevistió,pidióuncocheyfueacasadelaseñoradeRestaud.Desdehacíaunosdías,aquellamujerhabíaredobladosusolicitudporeljoven,cadapasodelcualconstituíaunprogresoenelcorazóndelgranmundo,ycuya influenciaparecíahaberdeser temiblealgúndía.PagóalosseñoresdeTraillesydeAjuda,jugóalwhistunapartedelanocheyrecuperóloquehabíaperdido.Supersticiosocomo lamayorpartede loshombrescuyocaminoaúnestá por recorrer y que son más o menos fatalistas, quiso ver en su felicidad unarecompensa del cielo por su perseverancia en permanecer en el buen camino. Al díasiguienteporlamañanaapresuróseapreguntaraVautrinsiteníaaúnsuletradecambio.Antesurespuestaafirmativa,ledevolviólostresmilfrancosmanifestandounplacerhartonatural.

—Todovabien—ledijoVautrin.

—Peroyonosoyvuestrocómplice—dijoEugenio.

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—Lo sé, lo sé—interrumpióleVautrin—.Todavía hacéis niñerías y os detenéis porcualquierbagatela.

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IIIBurla-la-Muerte

Dosdíasmás tarde,Poiret y la señoritaMichonneau se hallaban sentados enunbanco,tomandoelsol,enunaavenidasolitariadeljardínBotánico,ycharlabanconelseñorqueparecíasospechosoalestudiantedemedicina.

—Señorita —decía el señor Gondureau—, no veo de dónde proceden vuestrosescrúpulos.SuExcelencia,elseñorministrodelapolicíageneraldelreino…

—¡Ah!SuExcelenciaelseñorministrodelapolicíadelreino…—repitióPoiret.

—Sí,SuExcelenciaseocupadeesteasunto—dijoGondureau.

¿Aquiénnoparecerá inverosímilquePoiret,antiguoempleado, sindudahombredevirtudes burguesas, aunque desprovisto de ideas, continuara escuchando al pretendidorentistadelacalledeBuffon,enelmomentoenqueélpronunciabalapalabra«policía»,dejandoverlafisonomíadeunagentedelacalledeJerusalénatravésdesumáscaradehombre honrado? Sin embargo, nada había más natural. Todos comprenderánmejor laclaseparticularalaquepertenecíaPoiretenlagranfamiliadelosnecios,despuésdeunaobservaciónhechayaporalgunaspersonas,peroquenohasidopublicadahastaahora.Setratadeunanaciónplumígera,encerradaenelpresupuestoentreelprimergradodelatitudque comporta los honorarios de mil doscientos francos, especie de Groenlandiaadministrativa,yel tercergrado,enelqueempiezan loshonorariosalgomáscálidosdetresaseismilfrancos,regióntemplada,enlaqueseaclimatalagratificación,dondeellafloreceapesardelasdificultadesdelcultivo.Unadelascaracterísticasquerevelamejorlaestrechezdeesaspersonassubalternasesunaespeciederespetoinvoluntario,maquinal,instintivo, por ese gran lama de todoministerio, conocido del empleado por una firmeilegibleybajoelnombredeSuExcelenciaelseñorMinistro,cincopalabrasqueequivalenaIlBondoCanidelCalifadeBagdad,yque,alosojosdeesagente,representanunpodersagrado, sin apelación. Como el Papa para los cristianos, el ministro esadministrativamente infaliblea losojosdelempleado;elbrilloqueemitesecomunicaasusactos,asuspalabras,alasquesedicenensunombre;todolocubreconsuesplendory

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legalizalasaccionesqueordena;sunombredeExcelencia,quedafedelapurezadesusintenciones y de la santidad de su voluntad, sirve de pasaporte a las ideas menosadmisibles.Loqueesaspersonasnoharíanensupropiointerés,seapresuranarealizarlotan pronto como oyen pronunciar la palabra de «Su Excelencia». Los departamentostienen su obediencia pasiva, como el ejército tiene la suya: sistema que ahoga laconciencia,aniquilaaunhombreyacaba,coneltiempo,poradaptarlocomountorbellinoalamáquinagubernamental.Así,elseñorGondureau,queparecíaentenderenhombres,distinguió pronto en Poiret a uno de esos necios burocráticos, e hizo salir elDeus exmachina, la palabra mágica de Su Excelencia, en el momento en que era precisodeslumbraraPoiret,queleparecíaelmachodelaMichonneau,talcomolaMichonneauleparecíalahembradelPoiret.

—DesdeelmomentoenqueSuExcelenciamismo,SuExcelenciaelseñor…¡Ah!,lacosavaría—dijoPoiret.

—Bien—dijoelfalsorentista—,SuExcelencia tieneahoralacertezamáscompletadequeelpretendidoVautrin,quesealojaenlaCasaVauquer,esunpenadoevadidodelpresidiodeToulon,dondeseleconocebajoelnombredeBurla-la-Muerte.

—¡Ah, Burla-la-Muerte! —dijo Poiret—. Puede considerarse muy dichoso si hamerecidoesenombre.

—Puessí—repusoelagente—.Esemoteesdebidoa lasuertequeha tenidodenoperder la vida en las acciones sumamente audaces que ha realizado. Ese hombre espeligroso,¿sabéis?Poseecualidadesque lehacenextraordinario.Sucondenaes inclusounacosaqueensuactividadlehareportadounhonorinmenso…

—Entonceseshombredehonor—dijoPoiret.

—A su modo, sí. Consintió en hacerse responsable del delito de otro, una estafacometidaporunjovenmuyguapoalquequeríamucho,unjovenitalianobastantejugador,queentródespuésenelserviciomilitar,donde,porotraparte,seportóperfectamente.

—PerosiSuExcelenciaelministrodelapolicíaestásegurodequeelseñorVautrinesBurla-la-Muerte, ¿por qué, entonces, habría de tener necesidad de mí? —preguntó laseñoritaMichonneau.

—¡Ah, sí!—dijo Poiret—; si en efecto el ministro, como vos nos habéis hecho elhonordedecirnos,tienelaseguridaddeque…

—Seguridad no es la palabra; sólo lo sospecha. Vais a entender la cuestión. JaimeCollin, apodadoBurla-la-Muerte, gozade toda la confianzade los tres presidios que lohanescogidoparasersuagenteysubanquero.Ganamuchoocupándoseenestaclasedenegocios,quenecesariamenterequierenunhombredemarca.

—¡Ah,ah!¿Comprendéiseljuegodepalabras,señorita?—dijoPoiret—.Elcaballerolollamahombredemarcaporquehasidomarcado.

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—ElfalsoVautrin—prosiguiódiciendoelagentedepolicía—recibeloscapitalesdelosseñorespresidiarios,losinvierte,selosconservaylostieneadisposicióndelosqueseevaden,odesusfamilias,cuandodisponendeellosportestamento,odesusqueridas.

—¡Desusqueridas!Sindudaqueréisdecirdesusmujeres—repusoPoiret.

—No, señor. El presidiario sólo tiene generalmente esposas ilegítimas, a las quellamamosconcubinas.

—¿Viventodos,pues,enestadodeconcubinato?

—Desdeluego.

—Bien—dijoPoiret—,heahíunoshorroresqueelseñorministronodeberíatolerar.PuestoquevostenéiselhonordeveraSuExcelencia,avos,quemeparecetenéisideasfilantrópicas,correspondeinformarledelaconductainmoraldeesaspersonas,quedanunejemplomuymaloalrestodelasociedad.

—Pero, señor, el Gobierno no los pone allí para ofrecer el modelo de todas lasvirtudes.

—Exacto.Sinembargo,caballero,permitid…

—Perodejadalseñorquehable,querido—ledijolaseñoritaMichonneau.

—Voscomprendéis,señorita—repusoGondureau—.ElGobiernopuedetenerungraninterésenintervenirenunacajailícita,quedicenasciendeauntotalconsiderable.Burla-la-Muerteingresaencajavaloresconsiderables,ocultandonosólolassumasqueposeenalgunosdesuscompañeros,sinoaunlasqueprocedendelaSociedaddelosDiezMil…

—¡Diezmilladrones!—exclamóPoiretasustado.

—No, la Sociedad de los DiezMil es una asociación de altos ladrones, gente quetrabaja en grande y no toma parte en un negocio en el que no haya a ganar diez milfrancos. Esta sociedad se compone de lo más distinguido entre nuestros hombres quepasanporlostribunales.ConocenelCódigo,ynuncasearriesganahacerseaplicarlapenademuerte cuando son atrapados. Collin es su hombre de confianza, su consejero. Conayuda de sus inmensos recursos, ese hombre ha sabido crearse una policía propia,relacionesmuyextensasqueélenvuelveenunmisterioimpenetrable.Aunquedesdehaceunañoestárodeadodeespías,todavíanohemospodidoversujuego.Sucajaysutalentosirven,pues,constantementeparaapoyarelvicio,para fomentarelcrimen,ymantienenun ejército demalos sujetos que se encuentran en un perpetuo estado de guerra con lasociedad.AtraparaBurla-la-Muerteyapoderarsedesubancaserácortarelmalderaíz.Así,estaexpediciónsehaconvertidoenunasuntodeEstadoydealtapolítica,susceptibledehonraraaquellosquecooperaranensuéxito.Vosmismo,señor,podríaisemplearosdenuevoenlaAdministración,llegarasersecretariodeuncomisariodepolicía,funcionesquenoosimpediríancobrarvuestroretiro.

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—¿Pero por qué—dijo la señoritaMichonneau—Burla-la-Muerte no se va con sucaja?

—¡Oh! —dijo el policía—, dondequiera que fuese sería seguido de un hombreencargadodematarlesirobaseelpresidio.Además,unacajanoestanfácilderobarcomoloesderaptarunaseñoritadebuenafamilia.Porotraparte,Collinesunmozoincapazdehacersemejantetrastada,puesseconsideraríadeshonradoporello.

—Señor—dijoPoiret—,tenéisrazón;quedaríacompletamentedeshonrado.

—Todoellononosexplicaporquénoveníssencillamenteaapoderarosdeél—dijolaseñoritaMichonneau.

—Bien, señorita, voy a decíroslo… Pero—le dijo al oído— impedid que vuestrocompañero me interrumpa; de lo contrario, será el cuento de nunca acabar. Burla-la-Muerte,alveniraquí,seharevestidodelapieldeunhombrehonrado,sehaconvertidoenunbuenburguésdeParís,sehaalojadoenunapensiónmodesta.ElseñorVautrinesunhombreconsiderado,quehacenegociosconsiderables.

—Naturalmente—díjosePoiretasímismo.

—El ministro, si uno se equivocase deteniendo a un verdadero Vautrin, no quiereenemistarse con el comercio de París ni con la opinión pública. El señor prefecto depolicíatieneenemigos.Sihubieraunerror,losquequierensupuestoseaprovecharíandelbarulloarmadoporlosliberalesparahacerlesaltar.SetrataaquídeprocedercomoenelasuntodeCogniard,elfalsocondedeSantaElena.

—Sí, pero tenéis necesidad de una linda mujer —dijo vivamente la señoritaMichonneau.

—Burla-la-Muertenosedejaríaabordarporunamujer—dijoelagente—.¿Queréisqueosconfíeunsecreto?Nolegustanlasmujeres.

—Entoncesnoveocómopodríaserviryoparasemejanteverificación,suponiendoqueyoconsintieraenrealizarlapordosmilfrancos.

—Nadamás fácil—dijoeldesconocido—.Osentregaréun frascoquecontieneunadosisde licorpreparadoparadarungolpedesangre,quecarecedepeligroysimulaunataquedeapoplejía.Estadrogapuedemezclarseigualmentealvinoyalcafé.Enseguidatransportaréisavuestrohombreaunacamaylodesnudaréisconobjetodesabersiesquenosemuere.Enelmomentoenqueosquedéissola,ledaréisungolpeenlaespalda,¡paf!,yveréisreaparecerlasletras.

—¡Perotodoesonoesnada!—dijoPoiret.

—Bien,¿consentís?—dijoGondureaualasolterona.

—Pero, señor mío—dijo la señoritaMichonneau—, en el caso de que no hubieraletras,¿tendréyolosdosmilfrancos?

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—No.

—¿Quées,pues,loquemedarán?

—Quinientosfrancos.

—Hacerunacosaasíportanpocodinero…Elmalenlaconcienciaeselmismo,yyohabrédetranquilizarmiconciencia.

—Osaseguro—dijoPoiret—quelaseñorita tienemuchaconciencia,ademásdeserunapersonamuyamableyentendida.

—Bien—dijolaseñoritaMichonneau—,dadmetresmilfrancossiesBurla-la-Muerteynadasiesunburgués.

—Está bien —dijo Gondureau—, pero con la condición de que el asunto se harámañana.

—Todavíano,señor;tengoqueconsultarantesamiconfesor.

—¡Diantre, qué melindrosa sois! —dijo el agente levantándose—. Hasta mañana,entonces.Ysituvieraisprisaenhablarme,venidalacallejueladeSantaAna,alfinaldelpatiode laSantaCapilla.Nohaymásqueunapuertabajo labóveda.Preguntadpor elseñorGondureau.

Bianchon,quevolvíaporelpaseodeCuvier,quedósesorprendidoaloírpronunciareloriginalnombredeBurla-la-Muerte.

—¿Porquénoosdecidís?Seríantrescientosfrancosderentavitalicia—dijoPoiretalaseñoritaMichonneau.

—¿Por qué?—dijo la mujer—. Hay que meditarlo bien. Si el señor Vautrin fueseBurla-la-Muerte,quizáresultaríamásprovechosollegaraunarregloconél.Sinembargo,pedirledineroequivaldríaaprevenirle,yescurriríaelbultogratis.Seríaterrible.

—Aunqueestuvieseprevenido—dijoPoiret—,¿nonoshadichoeseseñorqueseleestávigilando?Perovosloperderíaistodo.

—Por otra parte—pensó la señoritaMichonneau—, ese hombre nome gusta. Sólosabedecirmecosasdesagradables.

—Pero—repusoPoiret—obraríaismejor.Talcomohadichoesecaballero,setratadeunactodeobedienciaalasleyesaldesembarazaralasociedaddeuncriminal,pormuyvirtuosoquepuedaser.Elquehabebido,beberá.¿Ysiseleocurrieseasesinarnosatodos?Pero ¡qué diablo! Nosotros seríamos culpables de esos asesinatos, sin contar con queseríamoslasprimerasvíctimas.

Lapreocupaciónde laseñoritaMichonneaunolepermitíaescuchar laspalabrasqueunatrasotraibanbrotandodelabiosdePoiret,comolasgotasdeaguaquedestilaelgrifodeunafuentemalcerrada.Unavezqueeseviejohabíainiciadolaseriedesusfrases,yla

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señorita Michonneau no le paraba, seguía hablando continuamente, semejante a unamáquina.Despuésdehabercomenzadoconuntema,eraarrastrado,porsusparéntesis,atratar otros temas completamente opuestos, sin haber concluido ninguno.Al llegar a laCasa Vauquer, habíase embarcado en una serie de pasajes y citas transitorias que lellevaronacontarsudeposiciónenelasuntodelseñorRagoulleauydelaseñoraMorin,enelquecompareciócomotestigodedescargo.Alentrar,sucompañeranodejódeadvertiraEugeniodeRastignac,queconlaseñoritaTailleferestabasosteniendounaconversacióníntima,cuyointeréseratanpalpitantequelaparejanohizoelmenorcasodelosdosviejoshuéspedescuandopasaronporelcomedor.

—Esodebíaterminarasí—dijolaseñoritaMichonneauaPoiret—.Desdehaceochodíasnohanhechomásquelanzarsetiernasmiradas.

—Sí—respondióPoiret—.Entoncesfuecondenada.

—¿Quién?

—LaseñoraMorin.

—OsestoyhablandodelaseñoritaVictorina—dijolaMichonneaualentrar,sindarsecuenta,en lahabitacióndePoiret—,yvosmesalíscon laseñoraMorin.¿Quiénesesamujer?

—¿Dequésería,entonces,culpablelaseñoritaVictorina?—preguntóPoiret.

—Sería culpable de amar al señor Eugenio de Rastignac. No sabe adónde puedellevarlaeseamor,¡pobrecilla!

Por la mañana, Eugenio había sido reducido a la desesperación por la señora deNucingen. En su fuero interno habíase entregado completamente a Vautrin, sin quererprofundizar en losmotivos de la amistad que le profesaba aquel hombre extraño ni elporvenirdesemejanteunión.Hacíafaltaunmilagroparasacarledelabismoenelqueyahabíametido el pie desde hacía una hora, cambiando con la señorita Taillefer las másdulcespromesas.Victorinacreíaoír lavozdeunángel, loscielosseabríanparaella, laCasa Vauquer se engalanaba con los fantásticos colores que los decoradores dan a lospalacios de teatro: amaba y era amada; por lomenos, así lo creía. ¿Y quémujer no lohabríacreídocomoella,alveraRastignac,escuchándoleduranteaquellahorarobadaatodoslosArgosdelacasa?Debatiéndosecontrasuconciencia,sabiendoquehacíamalyqueriendo hacer mal, diciéndose que rescataría aquel pecado venial por medio de lafelicidaddeunamujer,habíaseembellecidoensudesesperaciónyresplandecíacontodoslosfuegosdelinfiernoqueteníaensucorazón.Felizmenteparaél,seprodujoelmilagro.Vautrin entró alegrementey leyóenel almade losdos jóvenes, a losquehabía casadomediante las combinaciones de su genio infernal, pero cuya alegría turbó de pronto alcantarconsugruesavozburlona:

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MiencantadoraFanchetteensuingenuidad…

Victorina se alejó, llevándose tanta felicidad como desgracia había tenido hastaentoncesen suvida. ¡Pobremuchacha!Unapretóndemanos, sumejilla rozadapor loscabellosdeRastignac,unaspalabraspronunciadastancercadesuoídoquehabíasentidoelcalordeloslabiosdelestudiante,lapresióndesutalleporunbrazotrémulo,unbesodado sobre su cuello, fueron las prendas de su pasión, que la proximidad de la gruesaSilvia, que amenazaba con entrar en aquel radiante comedor, hizo más ardientes, másvivas,másintensasquelosmásbellostestimoniosdeafectocontadosenlasmásfamosashistorias de amor. Aquellos pequeños sufragios, según una linda expresión de nuestrosantepasados,parecíancrímenesaunapiadosajovenqueseconfesabacadaquincedías.Enaquellahorahabíaprodigadomástesorosespiritualesquelosquemástarde,ricayfeliz,habríapodidodaralentregarseporentero.

—El asunto está concluido—dijoVautrin a Eugenio—. Todo ha ido bien. Nuestropichón ha insultado ami halcón.Mañana, en lamuralla deClignancourt.A las ocho ymedia, laseñoritaTailleferheredaráelamory la fortunadesupadre,mientrasestéahí,mojandosustostadasconmantequillaensucaféconleche.EsepequeñoTailleferesmuydiestromanejandolaespada,peroserásangradoporungolpequeyoheinventadoyqueosrevelaré,porqueessumamenteútil.

Rastignacescuchabaconaireestúpidoynopodíacontestarnada.EnaquelmomentollegaronpapáGoriot,Bianchonyotroshuéspedes.

—He ahí como yo os quería—le dijo Vautrin—. Sabéis lo que hacéis. ¡Bien, mipequeño aguilucho! Vos gobernaréis a los hombres; sois fuerte y valeroso; tenéis miestima.

Quiso cogerle la mano. Rastignac retiró la suya y dejóse caer en una silla,palideciendo;creíaverantesíuncharcodesangre.

—¡Ah,todavíanosquedanalgunostraposmanchadosdevirtud!—dijoVautrinenvozbaja—.EltíodeOlibantienetresmillones;conozcosufortuna.Ladoteosvolveráblancocomounvestidodenovia,yavuestrospropiosojos.

Rastignac no dudó un momento más. Decidió ir a prevenir durante la noche a losseñoresTaillefer,padreehijo.HabiéndoledejadoVautrinenaquelmomento,papáGoriotledijoaloído:

—¡Estáistriste,hijomío!Yovoyaalegraros.Venid.

Elviejofabricantedefideosencendióunabujía.

Eugeniolesiguiócongrancuriosidad.

—Vamos a entrar en vuestra habitación—le dijo papá Goriot, que había pedido aSilvialallavedelestudiante.—Estamañanahabéiscreídoqueellanoosamaba,¿verdad?

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Sehavistoobligadaadespediros,yvososhabéismarchadoenojado,desesperado.¡Quétonto! Es que ella me esperaba. ¿Comprendéis? Teníamos que acabar de arreglar unpreciosoapartamentoalque iréisavivirdentrode tresdías.Nomecomprometáis.Ellaquieredatosunasorpresa;peroyonopuedoguardarpormástiempoelsecreto.ViviréisenlacalledeArtois,adospasosdelacalledeSanLázaro.Estaréisallícomounpríncipe.Oshemoscompradomueblescomoparaunanovia.Sindecirosnada,hemosestadohaciendomuchascosasdesdehaceunmes.Miprocuradorhapuestomanosalaobra;mihijatendrásustreintayseismilfrancosanuales,elinterésdesudote,yyovoyaexigirlainversióndesusochocientosmilfrancosensolares.

Eugenio estaba como mudo, y se paseaba por su habitación en desorden, con losbrazos cruzados. PapáGoriot aprovechó unmomento en que el estudiante le volvía laespalda para dejar encima de la chimenea una caja de tafilete rojo, en la que estabangrabadasenorolasarmasdeRastignac.

—Hijomío—decía el pobre hombre—,me hemetido en todo esto hasta el cuello.Pero¿sabéis?,hubotambiénmuchoegoísmopormiparte;hetenidomuchointerésenquecambiaseisdebarrio.Nomediréisqueno,¿verdad?,siospidoalgunacosa.

—¿Quéqueréis?

—Encima de vuestro apartamento, en el quinto piso, hay una habitación que formapartedelmismo;podrévivirenella,¿no?Mehagoviejo,yestoymuylejosdemishijas.Yonooscausaréningunamolestia.Solamenteestaréallí.Mehablaréisdeella todas lastardes.Noosmolestaráesto,¿verdad?Cuandovolváis,yoestaréenmicama,osdiréymediré:VienedeveramipequeñaDelfina.Lahallevadoalbaile;esfelizgraciasaél.Siyoestuvieseenfermo, seríaunconsueloparamíeloírque regresabais. ¡Habrá tantodemihijaenvos!SólotendréquedarunpasoparaestarenlosCamposElíseos,adondeellasvantodoslosdías;lasverésiempre,mientrasqueavecesllegoahorademasiadotarde.Yademás,quizásellavayaavuestracasa.Yolaoiré,laveréporlamañana,caminandodeprisa,comounagatita.Desdehaceunmeshavueltoaserloqueeraantes,unamuchachaalegreyvivaracha.Sualmasehallaenconvalecencia;osdebelafelicidad.¡Oh!,yoharíaporvos lo imposible.Cuandoyo regresaba,ellamedecíahaceun rato:«Papá, ¡soy tandichosa!».Cuandomedicen ceremoniosamente«padre»,medejanhelado; pero cuandome llamanpapá,meparecequeaún lasestoyviendopequeñas,medevuelven todos losrecuerdos. Creo que todavía no pertenecen a nadie—dijo el buen hombre, llorando—.Hacetiempoquenohabíaoídoesapalabra,hacíatiempoquenomehabíadadoelbrazo.¡Oh!,sí,hacediezañosquenoheidoalladodeunademishijas.¡Esalgotanbuenoelrozar suvestido, andara sumismopaso,participarde sucalor!En fin, estamañanahellevadoaDelfinaatodaspartes.Entrabaconellaenlastiendas.Ylaheacompañadoluegohasta su casa. ¡Oh!, haced que pueda estar con vos.A veces tendréis necesidad de quealguienosprestealgúnservicio,yyoestaréallí.

¡Oh!,siesebrutodealsacianomuriese,silagotatuvieralabuenaideadesubírseleal

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estómago,mipobrehijaseríadichosa.Vosseríaismiyerno,vosseríaispúblicamentesumarido.¡Bah!,ellaestandesgraciadapornoconocernadadelosplaceresdeestemundo,queyolaabsuelvodetodo.Diosdebedeestardelladodelospadresqueaman.Ellaosama demasiado —dijo moviendo la cabeza, después de una pausa—. Mientrascaminábamos,ellamehablabadevosymedecía:«¡Tiene tanbuencorazón!¿Hablademí?» ¡Bah!, desde la calle de Artois hasta el pasaje de los Panoramas me ha habladovolúmenesenterosdevos.Haderramadosucorazónenelmío.Durantetodaestamañana,yoyanoeraviejo,nopesabasiquieraunaonza.Lehedichoquemehabíaisentregadoelbillete demil francos. ¡Pobrecilla! Se ha echado a llorar, tan emocionada estaba. ¿Quétenéisahíencimadelachimenea?—dijoalfinpapáGoriot,quesemoríadeimpacienciaalverinmóvilaRastignac.

Eugeniomiraba a su vecino con aire estúpido.Aquel duelo, anunciado porVautrinpara el día siguiente, contrastaba tan violentamente con la realización de susmás carasesperanzas, que experimentaba todas las sensaciones de la pesadilla. Volvióse hacia lachimenea,advirtióenella lacajitacuadrada, laabrióyencontróensu interiorunpapelquecubríaunrelojdeBréguet.Enaquelpapelseencontrabanescritasestaspalabras:

«Quieroquepenséisenmíatodashoras,porque…Delfina».

Estasúltimaspalabrashacíanalusiónsindudaaalgunaescenaquehabíatenidolugarentreellos,yEugeniosintióseemocionado.Susarmasestaban interiormenteesmaltadasen el orode la caja.Aquella joyadurante tanto tiempoanhelada, la cadena, la llave, laforma,losdibujos,respondíanatodossusdeseos.PapáGoriotestabaradiante.Sindudalehabía prometido a su hija referirle losmenores efectos de la sorpresa que aquel regalocausaríaenelánimodeEugenio,porqueparticipabadeaquellasemocionesynoparecíaserelmenosfeliz.YaamabaaRastignac,tantoparasuhijacomoparaélmismo.

—Iréisaverlaesta tarde;ellaosaguarda.Elbrutodelalsacianocenaencasadesubailarina.¡Ah,ah!,sehaquedadocomountontocuandomiprocuradorlehadicholoquehacealcaso.¿Nopretendeamaramihijahastalaadoración?Quelatoqueylemato.LaideadesaberquemiDelfinaestá…(diounsuspiro)meharíacometeruncrimen;peronose trataría de un homicidio; es una cabeza de buey sobre un cuerpo de cerdo. Vosmeadmitiréisenvuestracasa,¿verdad?

—Sí,papáGoriot,biensabéisqueyoosquiero…

—Yaloveo;vosnoosavergonzáisdemí.Dejadmequeosabrace.

Diciendoesto,estrechóalestudianteentresusbrazos.

—Voslaharéismuyfeliz;prometédmelo.Iréisestatarde,¿verdad?

—Sí,sí.Hedesalirparahacerunascosasquenopuedoaplazar.

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—¿Puedoserosútilenalgo?

—Porsupuestoquesí.MientrasyovoyacasadelaseñoradeNucingen,idvosaveralseñorTailleferpadre,adecirlequemeconcedaunahoradurantelanocheparahablarledeunasuntodelamáximaimportancia.

—¿Seráverdad,entonces—dijopapáGoriotmudandoelsemblante—,quelehacéislacorteasuhija,comodicenesosimbécilesdeahíabajo?¡Santocielo!NosabéisloqueesunavenganzadeGoriot.Sinosengañaseis,deunpuñetazoosharíasaltarlosdientes.¡Oh!,noesposible.

—Osjuroquenoamomásqueaunamujerenelmundo—dijoelestudiante—;losédesdehaceunmomento.

—¡Oh,quéfelizmehacéis!—dijopapáGoriot.

—Pero—repusoelestudiante—elhijodeTaillefersebatemañana,yheoídodecirquemoriría.

—¿Yavosquéosimporta?—dijoGoriot.

—Hayquedecirlequeimpidaasuhijodirigirsea…—exclamóEugenio.

EnaquelmomentofueinterrumpidoporlavozdeVautrin,quecantaba:

¡OhRicardo,ohmiRey!Eluniversoteabandona…

Brum,brum,brum,brum!

Muchotiempoherecorridoelmundo,Ymehanvisto…

Trala,la,la,la…

—Señores—gritóCristóbal—,lasopaosespera,ytodoelmundoestáalamesa.

—VenatomarunabotellademíbuenvinodeBurdeos.

—¿Osparecebonitoelreloj?—dijopapáGoriot—.Tienebuengustomihija,¿no?

Vautrin,papáGoriotyRastignacbajaronjuntosyseencontraron,debidoasuretraso,sentadosalamesa,unoalladodeotro.EugeniomanifestólamayorindiferenciaaVautrindurantelacomida,aunqueestehombre,tanamablealosojosdelaseñoraVauquer,nuncacomoentonceshubieradesplegadotantoingenio.Estuvomuyocurrenteysupointeresaratodosloscomensales.Estaseguridad,estasangrefríadejaronconsternadoaEugenio.

—¿Sobrequéhierbahabéiscaminadohoy?—preguntólelaseñoraVauquer—.Estáisalegrecomounpinzón.

—Siempreestoycontentocuandohehechobuenosnegocios.

—¿Negocios?—dijoEugenio.

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—Sí. He entregado una partida de mercancía que me valdrá buenos derechos decomisión.SeñoritaMichonneau—dijo,dándosecuentadequelasolteronaleexaminaba—,¿tengoenlacaraalgúnrasgoqueosdesagrade,quemehacéiselojoamericano?Siespreciso,locambiarépararesultarosagradable.

—Poiret, no nos enfadaremos por eso, ¿verdad? —dijo guiñando el ojo al viejoempleado.

—Vamos—dijolaseñoraVauquer—,mejorseríaquenosdieseisdevuestrovinodeBurdeos,delqueyaveounabotellaqueasomalanariz.Esonosdaráalegría,ademásdequeesbuenoparaelestómago.

—Señores —dijo Vautrin—, la señora presidenta nos llama al orden. La señoraCoutureylaseñoritaVictorinanoseescandalizaránconnuestrosdiscursosfrívolos;perorespetad la inocencia de papá Goriot. Propongo un pequeño botellorama de vino deBurdeos, al que el nombre de Laffitte hace doblemente ilustre, dicho sea sin alusiónpolítica.¡Vamos,chino!—dijomirandoaCristóbal,quenosemovió—.¡Aquí,Cristóbal!¡Cómo!,¿nooyestunombre?¡Chino,traeloslíquidos!

—Aquíestán,señor—dijoCristóbalpresentándolelabotella.

Después de haber llenado el vaso de Eugenio y el de papáGoriot, saboreó él unasgotas,mientrassusdosvecinosbebían,ydeprontohizounamueca.

—¡Diablo,diablo!,tieneelsabordeltapón.Tomaestoparati,Cristóbal,yveabuscarmás;aladerecha,¿sabes?Somosdieciséis;bajaochobotellas.

—Puestoquesoistanespléndido—dijoelpintor—,yopagounascastañas.

—¡Oh,oh!

—¡Ah!

—¡Prrr!

Cadaunoprofirióexclamacionesquepartieroncomocohetes.

—Vamos,mamáVauquer,dosdechampaña—legritóVautrin.

—¡Cómo!¿Porquénopedísqueosdélacasaentera?¡Dosdechampaña!¡Perosiestocuestadocefrancos!¡Yonolosgano!PerosielseñorEugenioquierepagarlas,yoofrezcolicordegrosella.

—Sulicordegrosellapurgacomosifueramaná—dijoenvozbajaelestudiantedemedicina.

—¿Quierescallar,Bianchon?—exclamóRastignac—.Nopuedooírhablardemanásin que el corazón… Sí, ve a buscar el vino de Champaña; yo lo pago —añadió elestudiante.

—Silvia—dijolaseñoraVauquer—,traedlasgalletaslospastelillos.

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EnunmomentocirculóelvinodeBurdeos,loscomensalesseanimaron,laalegríafueenaumento.Huborisasferoces,enmediodelascualesestallaronalgunasimitacionesdediversas voces de animales. A los pocos instantes se había armado un barullo de mildemonios, una ópera que Vautrin dirigía como un director de orquesta, vigilando aEugenioyapapáGoriot,queyaparecíanestarborrachos.Conlaespaldaapoyadaenlasilla,losdoscontemplabanaqueldesordeninsólitoconairegrave,bebiendopoco;losdosestaban preocupados por lo que habían de hacer por la noche, y sin embargo sentíanseincapaces de levantarse. Vautrin, que seguía los cambios de su fisonomía lanzándolesmiradasdesoslayo,aprovechóelmomentoenquesusojosvacilaronyparecieronquerercerrarse,parainclinarsealoídodeRastignacydecirle:

—Jovencito,nosomosbastanteastutosparalucharcontranuestropapáVautrin,yésteos ama demasiado para dejar que hagáis tonterías.Cuando he decidido hacer alto, sóloDioses lobastantefuerteparacerrarmeelpaso.¡Ah!,¿queríamosirapreveniralpadreTaillefer, acometer faltasdecolegial?Elhornoestácaliente, laharinaestáamasada,elpanencimadelapala;mañanaharemossaltarlasmigasporencimadenuestracabeza;¿yhabríamos de impedir que se cociera el pan?No, no, todo cocerá. Si tenemos algunospequeños remordimientos, la digestión se los llevará. Mientras nosotros estemosdurmiendo,elcoronelcondeFranchessiniosabrirálasucesióndeMiguelTailleferconlapunta de su espada. Al heredar de su hermano,Victorina tendrá quincemil francos derenta.Yameheinformado,yséquelaherenciadelamadreasciendeamásdetrescientosmil…

Eugenio oía estas palabras sin poder contestar a ellas: sentía su lengua pegada alpaladar y se encontraba presa de una invencible somnolencia; ya no veía lamesa y lascarasdeloshuéspedesmásqueatravésdeunanieblaluminosa.Prontosedesvanecióelruidoyloshuéspedesfueronsaliendounotrasotro.LuegocuandonoquedaronmásquelaseñoraVauquer,laseñoraCouture,laseñoritaVictorina,VautrinypapáGoriot,Rastignacvio,comoenmediodeunsueño,quelaseñoraVauquercogíalasbotellasparavaciarloquequedabadeellas,demaneraqueseconvirtieronenbotellasllenas.

—¡Ah,sonunoslocosesosjóvenes!—decíalaviuda.

FuelaúltimafrasequeEugeniopudocomprender.

—Nadie más que el señor Vautrin puede hacer esas cosas—dijo Silvia—. Fijaos,Cristóbalyaestároncando.

—Adiós,mamá—dijoVautrin—.VoyalbulevaraadmiraralseñorMartyenElmontesalvaje,unagranpiezasacadadelSolitario.Siqueréis,puedollevarosallá,lomismoqueaestasdamas.

—Muchísimasgracias—dijolaseñoraCouture.

—¡Cómo! —exclamó la señora Vauquer—. ¿Rehusáis ir a ver una pieza que estásacadadelSolitario,obrahechaporAtaladeChateaubriand,yquetantonosgustabaleer,

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tanbella, que llorábamoscomoMagdalenasbajo los tilos elveranopasado, en fin,unaobramoralquepuedeinstruiravuestraseñorita?

—Nosestáprohibidoiralacomedia—respondióVictorina.

—Vamos,éstosyasehanido—dijoVautrinmoviendodeunmodocómicolacabezadepapáGoriotyladeEugenio.

Colocando la cabeza del estudiante encima de una silla, para que pudiera dormircómodamente,lebesócalurosamenteenlafrente,cantando:

¡Dormid,miscarosamores!

Porvosotrosyosiemprevelaré.

—Temoqueestéenfermo—dijoVictorina.

—Quedaosacuidarle,entonces—repusoVautrin—.Es—añadióhablándolealoído—vuestro deber de esposa sumisa. Este joven os adora, y vos seréis su mujercita, os lopronostico.Enfin—dijo luegoenvozalta—,fueronbienconsideradosen todoelpaís,vivieronfelicesytuvieronmuchoshijos.Heahícómoterminantodaslasnovelasdeamor.Vamos,mamá—dijovolviéndosehacia laseñoraVauquer,a laqueabrazó—,poneoselsombrero,elvestidodefloresyelecharpedelacondesa.Voyabuscarosuncoche.

Ysealejócantando:

¡Ohsol,divinosol!

Túquehacesmadurarlascalabazas…

—¡Diosmío!Esehombreno tiene igual,señoraCouture.Vamos—dijovolviéndosehaciael fabricantede fideos—,papáGoriotya seha ido.Esteviejocarcamalnuncahatenidolaideadellevarmeaningunaparte.Perovaacaersealsuelo,¡santocielo!¡Esalgotanvergonzosoqueunhombredeedadpierdalarazón!Mediréisqueesimposibleperderloquenotiene.Silvia,subidleasuhabitación.

Silviacogióalbuenhombrepordebajodelosbrazos,lehizoandaryloarrojóvestidocomoestaba,comounpaquete,alacama.

—Pobre joven—decía la señoraCouture separando los cabellosdeEugenio, que lecaíanenlosojos—,escomounamuchacha;nosabeloqueesunexceso.

—¡Ah!,bienpuedodecirquedesdehace treintayunañosquetengolapensiónhanpasadomuchos jóvenespormismanos,comosueledecirse;pero jamáshabíavistounotan simpático, tandistinguidocomoel señorEugenio. ¡Quéguapoestácuandoduerme!Apoyadsucabezasobrevuestrohombro,señoraCouture.¡Bah!,selecaeencimadeldela

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señoritaVictorina: hay un dios para los niños. Si nos descuidamos se rompe la cabezacontralasilla.Losdosharíanunabuenapareja.

—Vamos, vecina, callaos ya —exclamó la señora Couture—; estáis diciendo unascosas…

—¡Bah!—dijolaseñoraVauquer—,nonosoye.Vamos,Silvia;venavestirme.Voyaponermemigrancorsé.

—¡Ah,ya!,vuestrograncorsé,señora,despuésdehabercomido—dijoSilvia—.No,buscad a alguienmás para que os apriete; no seré yo vuestro asesino.Cometeríais unaimprudenciaqueoscostaríalavida.

—Medaigual;hayquehacerhonoralseñorVautrin.

—¿Esquenoamáisavuestrosherederos?

—Vamos,Silvia,nodiscutamos—dijolaviudaalmarcharse.

—Asuedad—dijolacocineraaVictorina,señalandoasudueña.

LaseñoraCoutureysupupila,sobrecuyohombrodormíaEugenio,permanecieronenelcomedor.LosronquidosdeCristóbalresonabanenlacasasilenciosaycontrastabanconel apacible sueño de Eugenio, que dormía dulcemente como un niño. Feliz de poderpermitirse uno de esos actos de caridad por los cuales se expansionan todos lossentimientosdelamujer,yquelehacíasentirsinescrúpulosdeconcienciaelcorazóndeljoven latiendo encima del suyo, Victorina tenía en el rostro algo de maternalmenteprotectorquelahacíasentirseorgullosa.Atravésdelosmilpensamientosqueseelevanensucorazónsurgíauntumultuosomovimientodeplacerpuroycálidoauntiempo.

—¡Pobrehijamía!—dijolaseñoraCoutureapretandosumano.

La anciana señora admiraba a aquel rostro cándido y sufrido, sobre el cual habíadescendidolaaureoladelafelicidad.VictorinaparecíaunadeaquellasingenuaspinturasdelaEdadMediaenlascualestodoslosaccesorioshansidonegligidosporelartista,quehareservadolamagiadeunpincelserenoyorgullosoparaelrostrodetonoamarillo,peroenlaqueelcieloparecereflejarseconsusmaticesdeoro.

—Sinembargo,nohabebidomásdedosvasos,mamá—dijoVictorinapasandosusdedosporentreloscabellosdeEugenio.

—Es que si fuera un libertino, hijamía, habría soportado el vino como todos esosotros.Suembriaguezconstituyesuelogio.

Enlacalleresonóelruidodeuncoche.

—Mamá—dijolajoven—,ahíestáelseñorVautrin.Coged,pues,alseñorEugenio.Noquisieraquemevieraasíesehombre;tieneunasexpresionesqueensucianelalmayunasmiradasquemolestanaunamujercomosiladesnudaran.

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—No—dijolaseñoraCouture—teequivocas.ElseñorVautrinesunbuenhombre,unpocoalestilodelseñorCouture,queenpazdescanse;brusco,perobueno.

EnaquelmomentoentróVautrinsuavementeymiróelcuadro formadoporaquellasdoscriaturasalasquelaluzdelalámparaparecíaacariciar.

—Bien—dijo cruzándose de brazos—, he ahí unas escenas que habrían inspiradohermosaspáginasalbuenoesedeBernardinodeSaint-Pierre,autordePabloyVirginia.Lajuventudesmuyhermosa,señoraCouture.Duerme,pobreniño—dijocontemplandoaEugenio—;elbienvieneavecesdurmiendo.Señora—añadiódirigiéndosealaviuda—,loquemegustadeesejoven,loquemeemociona,essaberquelabellezadesualmaestáenarmoníacon ladesurostro.Mirad,¿noesunquerubínapoyadoenelhombrodeunángel?¡Esdignodeseramado!Siyofueramujer,quisieramorir,mejordicho,vivirparaél.Aladmirarlesasí,señora—dijoenvozbajae inclinándosealoídodelaviuda—,nopuedopormenosdepensarqueDios losha creado el unopara el otro.LaProvidenciatieneunoscaminosmuyescondidos.

—Ellasondealosriñonesyloscorazones—exclamóenvozalta—.Alverosunidos,hijosmíos,unidosporunamismapureza,por todos lossentimientoshumanos,medigoqueesimposiblequeenelfuturolleguéisasepararosjamás.Diosesjusto.Pero—dijoala joven—meha parecido ver en vuestramano las líneas de la prosperidad.Dadme lamano,señoritaVictorina.Entiendodequiromancia;amenudohedicholabuenaventura.Vamos,notengáismiedo.¡Oh!,¿quéesloqueveo?Afedehombrehonrado,vosseréisdentrodepocounadelasmásricasherederasdeParís.Colmaréisdefelicidadalhombrequeosama.Vuestropadreosllamaasulado.Oscasaréisconunjovenqueposeetítulo,joven,guapo,queosadora.

En aquel momento, los pesados pasos de la coqueta viuda que bajaba la escalerainterrumpieronlasprofecíasdeVautrin.

—Heahí a la señoraVauquer, bella comounaestrella, esbelta comounazanahoria.¿Novamosunpoquitínapretados?—dijotocándoleelbusto—.Losantecorazonesestánbienapretados,mamá.Silloramos,habráexplosión;peroyorecogerélosfragmentosconuncuidadopropiodeanticuario.

—¡Conoce el lenguaje de la galantería francesa, el muy pícaro! —dijo la viudainclinándosealoídodelaseñoraCouture.

—Adiós,hijosmíos—dijoVautrinvolviéndosehaciaEugenioyVictorina—.Yoosbendigo —les dijo imponiéndoles las manos por encima de sus cabezas—. Creedme,señorita,losvotosdeunhombrehonradosonmuyimportantes;handetraersuerte,porqueDioshacecasodeellos.

—Adiós,queridaamiga—dijolaseñoraVauquerasuhuéspeda—.¿Creéis—añadióenvozbaja—queelseñorVautrintengaintencionesrelativasamipersona?

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—¡Oh, queridamadre—dijoVictorina suspirando ymirando susmanos cuando lasdosmujeresestuvieronsolas—,siesebuenseñorVautrindijeralaverdad!

—Pero para eso sólo hace falta una cosa—respondió la anciana señora—: que esemonstruodetuhermanosecaigadelcaballo.

—¡Ah,mamá!

—¡Diosmío!,quizáseapecadoeldesearmalasuenemigo—repusolaviuda—.Bien,harépenitenciaporello.Enrealidad, le llevarédebuencorazónfloresa la tumba.¡Quémalcorazón!Notieneelvalorparahablarporsumadre,delacualconservalaherenciaendetrimento tuyo. Mi prima tenía una buena fortuna. Para desgracia tuya, nunca se hahabladodesuaportaciónenelcontrato.

—Mifelicidadmeseríaamenudodifícildesoportarsicostaselavidaaalguien—dijoVictorina—.Ysi fuesepreciso,para ser feliz,quemihermanodesapareciese,preferiríasiempreestaraquí.

—Diosmío,comodiceesebuenseñorVautrin,elcual,comoves,esmuyreligioso—repusolaseñoraCouture—,hetenidolasatisfaccióndesaberquenoesincrédulocomolosdemás,quehablandeDiosconmenosrespetoqueeldiablo.Bien,¿quiénpuedesaberporquécaminossecomplacelaProvidenciaenconducirnos?

Ayudadas por Silvia, las dos mujeres acabaron transportando a Eugenio a suhabitación, le acostaron en su cama y la cocinera le aflojó la ropa para que estuvieracómodo.Antesdemarcharse,cuandosuprotectorahubovueltolaespalda,Victorinadioun beso a Eugenio en la frente, con toda la felicidad que había de procurarle aquelcriminal latrocinio. Miró hacia su habitación, reunió, por así decirlo, en un solopensamientolasmilfelicidadesdelajornada,trazóuncuadroquecontemplóduranteunbuenratoysedurmiólacriaturamásdichosadeParís.ElfestejoafavordelcualVautrinhabíahechobeber aEugenioy apapáGoriot el vinonarcotizadodecidió lapérdidadeaquelhombre.

Bianchon,medioembriagado,olvidósede interrogara laseñoritaMichonneausobreBurla-la-Muerte.Sihubierapronunciadoaquelnombre,habríadespertadociertamentelaprudenciadeVautrino,parallamarleporsuverdaderonombre,deJacquesCollin,unadelascelebridadesdelpresidio.Además, lasbromasdeque lahacíaobjetodecidierona laseñorita Michonneau a entregar al presidiario en el momento en que, confiando en lagenerosidad de Collin, calculaba que no era mejor prevenirle y hacer que se evadieradurantelanoche.Acababadesalir,acompañadadePoiret,parairalencuentrodelfamosojefe de la policía de seguridad, en la callejuela de Santa Ana, creyendo que tenía quevérselas con un empleado superior llamadoGondureau. El jefe de la policía judicial lerecibió con amabilidad. Luego, después de una conversación en la que todo quedóprecisado,laseñoritaMichonneaupidiólapociónconayudadelacualhabíadeefectuarla verificación de la marca. Ante el gesto de satisfacción que hizo el hombre de la

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callejuela de Santa Ana, buscando un frasco en el cajón de su escritorio, la señoritaMichonneau adivinó que había de haber en aquella captura algomás importante que ladetencióndeunsimplepresidiario.Despuésdedevanarseunbuenratolossesossospechóquelapolicíaesperaba,segúnalgunasrevelacioneshechasporlostraidoresdelpresidio,llegar a tiempo para, echar el guante a unos ladrones considerables. Cuando ella hubomanifestadosusconjeturasaaquelzorro,élsepusoareír,yquisoapartarlassospechasdelamentedelasolterona.

—Osengañáis—respondió—.Collineslasorbonamáspeligrosaquejamássehayaencontrado al lado de los ladrones. Eso es todo. Los pillos lo saben; es su bandera, susostén,suBonaparte;todosleaman.Esesujetononosdejaránuncasutroncho.

LaseñoritaMichonneaunocomprendíanada,porlocualGondureauleexplicólasdospalabrasdeargotdequesehabíaservido.

Sorbona y troncho son dos expresiones enérgicas del lenguaje de los ladrones, quefueron losprimerosque sintieron lanecesidaddeconsiderar lacabezahumanabajo susdos aspectos. La sorbona es la cabeza del hombre vivo, su razón, su pensamiento. Eltroncho es una palabra despectiva destinada a expresar hasta qué punto la cabeza seconvierteenpocacosacuandoescortada.

—Collin seburladenosotros—repuso—.Cuandoencontramoshombrescomoesosen forma de barras de acero templadas a la inglesa, tenemos el recurso dematarlos si,durante su detención, tratan de ofrecer la menor resistencia. Nosotros contamos conalgunasvíasdehechoparamataraCollinmañanaporlamañana.Seevitandeestemodoel proceso, los gastos de guardia, el alimento, y esto desembaraza a la sociedad. Losprocedimientos, las asignaciones a los testigos, sus indemnidades, la ejecución, todo loque debe deshacernos legalmente de ello nos cuesta más de los mil escudos que vostendréis.Hay ahorro de tiempo.Al dar un bayonetazo a la barriga deBurla-la-Muerte,impediremos un centenar de crímenes, y evitaremos la corrupción de cincuenta malossujetos,que semantendránprudentemente a los alrededoresdel correccional.Según losverdaderosfilántropos,conducirseasíesprevenirloscrímenes.

—Estoesservirasupaís—dijoPoiret.

—Bien—replicóeljefe—,estanochedecíscosassensatas.Sí,ciertamenteservimosal país. Así, el mundo es muy injusto con nosotros. Nosotros prestamos a la sociedadserviciosmuygrandesquepermanecenignorados.Enfin,espropiodeunhombresuperiorelcolocarseporencimadelosprejuicios,ydeuncristianoeladoptarlasdesgraciasqueelbienacarreacuandonoserealizasegúnlas ideasrecibidas.ParísesParís,¿sabéis?Estapalabra explica mi vida. Tengo el honor de saludaros, señorita.Mañana estaré con migente en el JardíndelRey.Enviad aCristóbal a la calle deBuffon, a la casadel señorGondureau,dondeyoestaba.Señor,yo soyvuestro servidor.Si algunavezoshubiesenrobadoalgo,usaddemíparahacerquevuelvaaencontrarlo;estoyavuestradisposición.

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—Bien—dijoPoiretalaseñoritaMichonneau—,hayimbécilesaquienesestapalabradepolicíatrastornaengranmodo.Loqueeseseñorospideessencillísimo.

EldíasiguientehabíadeserunodelosmásextraordinariosdelahistoriadelaCasaVauquer. Hasta entonces, el acontecimiento más sobresaliente de aquella vida apaciblehabíasidolaapariciónmeteóricadelapseudo-condesadeAmbermesnil.Perotodohabíadepalidecerantelasperipeciasdeaquelgrandía,quehabríadeconstituirperpetuamenteel tema de las conversaciones de la señora Vauquer. Ante todo, Goriot y Eugenio deRastignac durmieron hasta las once. La señora Vauquer, que había regresado amedianoche de laGaîté, permaneció en la cama hasta las diez ymedia. El prolongadosueñodeCristóbal,quesehabíaterminadodebeberelvinoofrecidoporVautrin,ocasionóretrasosenelserviciodelacasa.PoiretylaseñoritaMichonneaunosequejarondequeeldesayunoseretrasara.EncuantoaVictorinayalaseñoraCouture,durmieronhastamuytarde.Vautrinsalióantesdelasochoyvolvióenelmomentoenqueeldesayunoestuvoservido.Nadie reclamó, pues, en elmomento en que, hacia las once y cuarto, Silvia yCristóbal fueron a llamar a todas las puertas diciendo que el desayuno les esperaba.Mientras Silvia y el criado se ausentaron, la señorita Michonneau, descendiendo laprimera, vertió el líquido en el vaso de plata que pertenecía a Vautrin y en el cual secalentaba al bañomaría la leche para su café. La solterona había contado con estaparticularidaddelapensiónparadarsugolpe.Aunqueconalgunasdificultades,lossietehuéspedes se encontraron reunidos. En el momento en que Eugenio, desperezándose,bajabaelúltimodetodos,unrecaderoleentregóunacartadelaseñoradeNucingen.Estacartasehallabaredactadaenlossiguientestérminos:

«Notengonifalsavanidadnicóleracontravos,amigomío.Osheesperadohastalasdosdelamadrugada.¡Esperaraunseralqueseama!Elquehaconocidoestesuplicionoloimponeanadie.Yaveoqueamáisporvezprimera.¿Quéhasucedido,pues?Sehaapoderadodemílainquietud.Siyonohubiesetemidorevelarlossecretosdemicorazón,habría idoaenterarmede loqueosocurría, tantobuenocomomalo.Perosaliraestahora, seaapie, seaencoche,¿noequivaleaperderse?Hesentido ladesgraciadesermujer. Tranquilizadme, explicadme por qué no habéis venido, después de lo que os hadichomipadre.Meenfadaré,peroosperdonaré.¿Estáisenfermo?¿Porquéosalojáistan lejos? Contestadme. Hasta pronto, ¿verdad? Una palabra será suficiente si estáisocupado.Decid:yavoy,oestoysufriendo.Perosiestuvieseisenfermo,mipadrehabríavenidoadecírmelo.¿Quéhasucedido,pues?…».

—Sí, ¿qué ha sucedido? —exclamó Eugenio, que se precipitó en el comedorestrujandolacartasinacabardeleerla—.¿Quéhoraes?

—Lasonceymedia—dijoVautrinponiendoazúcarasucafé.

El presidiario evadido lanzó a Eugenio lamirada fríamente fascinadora que ciertoshombreseminentementemagnéticostieneneldondelanzar,yque,segúndicen,calmaaloslocosfuriososenlascasasdedementes.Eugenioseestremeció.Oyóseelruidodeun

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coche,yuncriadocon la libreadel señorTaillefer, al que inmediatamente reconoció laseñoraCouture,entródeprontoconaireasustado.

—Señorita—exclamó—, vuestro señor padre pregunta por vos.Una gran desgraciaacabadeproducirse.El señorFedericosehabatidoendueloyha recibidoungolpedeespadaenlafrente;losmédicosdesesperandesalvarle;apenastendréistiempodedecirleadiós;yahaperdidoelconocimiento.

—¡Pobre joven! —exclamó Vautrin—. ¿Cómo se querella uno cuando tiene susbuenasmillibrasderenta?Decididamente,lajuventudnosabecomportarse.

—¡Señor!—legritóEugenio.

—¿Qué ocurre?—dijo Vautrin acabando de beber su taza de café tranquilamente,operación que la señorita Michonneau seguía con demasiada atención para podersorprendersedelacontecimientoextraordinarioquedejabaatónitosatodos—.¿EsquenohayduelostodoslosdíasenParís?

—Voyconvos,Victorina—decíalaseñoraCouture.

Yaquellasdosmujeressefueronsinchalnisombrero.Antesdemarcharse,Victorina,conlosojosllenosdelágrimas,lanzóaEugeniounamiradaqueledecía:«Yonocreíaquenuestrafelicidadhubieradeproducirmelágrimas».

—¡Bah!¿Esquesoisprofeta,señorVautrin?—dijolaseñoraVauquer.

—Yolosoytodo—dijoJacquesCollin.

—Es singular—dijo la señora Vauquer diciendo una serie de frases insulsas sobreaquelacontecimiento—.Lamuerteseapoderadenosotrossinconsultarnos.Losjóvenesse van a menudo antes que los viejos. Nosotras, las mujeres, podemos considerarnosdichosas de no estar sujetas al duelo; pero tenemosotros achaques que los hombres notienen.Hacemosniñosyelmaldemadreduramuchotiempo.¡QuésuerteparaVictorina!¡Supadreseveobligadoaadoptarla!

—Fijaos—dijoVautrinmirando aEugenio—, ayer ella estaba sin un céntimo; estamañanaposeevariosmillones.

—Señor Eugenio—exclamó la señora Vauquer—, habéis puesto la mano en buensitio.

Aestainterpelación,papáGoriotmiróalestudianteylevioenlamanolacarta.

—¡No la habéis terminado! ¿Qué quiere decir esto? ¿Seréis como los demás?—lepreguntó.

—Señora,nuncamecasaréconlaseñoritaVictorina—dijoEugeniodirigiéndosealaseñoraVauquerconunsentimientodehorrorydedisgustoquesorprendióalospresentes.

PapáGoriotcogiólamanodelestudianteyselaestrechó.Habríaqueridobesársela.

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—¡Oh,oh!—dijoVautrin—.Lositalianostienenunafraseapropiada:Coltempo!

—Esperolarespuesta—dijoaRastignacelenviadodelaseñoradeNucingen.

—Decidqueiré.

El hombre se fue. Eugenio se hallaba en un violento estado de irritación que no lepermitíaserprudente.

—¿Quéhacer?—decíaenvozalta,hablandoconsigomismo—.¡Nadadepruebas!

Vautrinsesonrió.Enaquelmomento,lapociónabsorbidaporelestómagoempezabaaproducir su efecto. Sin embargo, el presidiario era tan robusto que se levantó, miró aRastignacyledijoconvozcavernosa:

—Muchacho,elbiennosllegadurmiendo.

Ydichoesto,cayórígidocomounmuerto.

—Hay,pues,unajusticiadivina—dijoEugenio.

—¿QuéesloquelehasucedidoaesepobreseñorVautrin?

—Unataquedeapoplejía—gritólaseñoritaMichonneau.

—Silvia, vamos, hija mía, ve a buscar al médico —dijo la viuda—. ¡Ah!, señorRastignac, corred en seguida a buscar al señor Bianchon; quizá Silvia no encuentre anuestromédico,alseñorGrimprel.

Rastignac,felizdetenerunpretextoparaabandonaraquellaespantosacaverna,huyócorriendo.

—Vamos,Cristóbal,veenseguidaalafarmaciaapediralgocontralaapoplejía.

Cristóbalsalió.

—PapáGoriot,ayudadnosasubirloasuhabitación.CogieronaVautrin, losubieronporlaescaleraylollevaronasucama.

—Yonolessirvodenada,yporlotanto,mevoyaveramihija.

—¡Viejoegoísta!—exclamólaseñoraVauquer—.Deseoquemuerascomounperro.

—Idaver si tenéiséter—dijoa la señoraVauquer la señoritaMichonneau, lacual,ayudadaporPoiret,habíadesabrochadoeltrajedeVautrin.

LaseñoraVauquerbajóasushabitacionesydejóalaseñoritaMichonneaudueñadelcampodebatalla.

—¡Vamos,quitadlelacamisa!Servidparaalgo,evitandoqueyoveadesnudeces—ledijoaPoiret—.Estáisahícomopasmado.

La señoritaMichonneau dio una fuerte palmada a la espalda del enfermo y las dosletrasfatalesreaparecieronenblancoenmediodellugarrojo.

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—Habéisganadomuyhábilmentevuestragratificacióndetresmilfrancos—exclamóPoiret,sosteniendoaVautrindepie,mientraslaseñoritaMichonneauvolvíaaponerlelacamisa—.¡Uh,cuántopesa!—añadióacostándole.

—¡Callaos! ¡Si hubiera aquí una caja! —dijo vivamente la solterona, cuyos ojosparecíantaladrarlosmuros,contantaavidezexaminabalosmásinsignificantesmueblesdelaposento—.¡Sipudiésemosabrireseescritorioconunpretextocualquiera!—añadió.

—Quizásestaríamal—respondióPoiret.

—No.Eldinerorobado,habiendosidoeldetodoelmundo,yanoperteneceanadie.Peronotenemostiempo.EstoyoyendoalaVauquer.

—Aquí tenéis el éter—dijo la señora Vauquer—. ¡Caramba!, hoy es el día de lasaventuras.¡Diosmío!,esehombrenopuedeestarenfermo.Estáblancocomolacera.

—Comolacera—repitióPoiret.

—Sucorazónpalpitaacompasadamente—dijo laviudaponiéndole lamanosobreelcorazón.

—Acompasadamente—dijoPoiretasombrado.

—Estámuybien.

—¿Locreéisasí?—preguntóPoiret.

—¡Caramba!, parece como si durmiera. Silvia ha ido a buscar un médico. Mirad,señoritaMichonneau,estáreaccionandoaléter.¡Bah!,esunespasmo.Supulsoesnormal.Es fuerte como un turco. Ese hombre vivirá cien años. Su peluca aguanta bien. Estápegada.Esehombreespelirrojo,ydicenquelospelirrojossonmuybuenosomuymalos.¿Serábuenoestehombre?

—Buenoparaquelocuelguen—dijoPoiret.

—Queréisdecirquelocuelguendelcuellodeunamujerguapa—exclamóvivamentela señorita Michonneau—. Marchaos, pues, señor Poiret. Es cosa que nos incumbe anosotraselcuidaroscuandoestáisenfermos.Además,paraloqueservís,bienpodéisirapasear—añadió—.LaseñoraVauqueryyocuidaremosbienaeseseñorVautrin.

Poiret se marchó sin rechistar, como un perro al que su dueño acaba de dar unpuntapié.Rastignachabíasalidoapasear,paraque ledieraelaire,porquesentíaqueseasfixiaba. Aquel crimen cometido a hora fija había querido evitarlo el día antes. ¿Quéhabíasucedido?¿Quédebíahacer?Teníamiedodesercómplice.LasangrefríadeVautrinaúnleasustaba.

—Sinembargo,siVautrinmuriesesinhablar…—decíaseRastignac.

IbaporlasavenidasdelLuxemburgocomoperseguidoporunajauría,yparecíaleoírlosladridosdelosperros.

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—¡Hola!—legritóBianchon—.¿HasleídoElPiloto?

El Piloto era un periódico radical dirigido por el señor Tissot, y que daba para laprovincia,unashorasdespuésde losperiódicosde lamañana,unaediciónen laque seencontrabanlasnoticiasdeldía,queentonces,enlosdepartamentos,llevabanveinticuatrohorasdeventajasobrelasotrashojas.

—Hayunaextraordinariahistoria—dijoel internodelhospitalCochin—.ElhijodeTaillefersehabatidoendueloconelcondedeFranchessini,delaviejaguardia,quelehametido dos pulgadas de hierro en la frente. He aquí la pequeña Victorina, uno de lospartidosmásricosdeParís.¿EsverdadqueVictorinatemirabaconbuenosojos?

—Cállate,Bianchon;nomecasarénuncaconella.Yoamoaunamujerdeliciosa,soyamadoporella,yo…

—MuéstrameunamujerquevalgaelsacrificiodelafortunadelseñorTaillefer.

—¿Esquetodoslosdemoniosandandetrásdemí?—exclamóRastignac.

—¿Estásloco?Damelamanoparaquetetomeelpulso.Tienesfiebre.

—VeacasadelaseñoraVauquer—ledijoEugenio—esemalvadodeVautrinacabadecaercomomuerto.

«¡Ah!—dijoBianchon,quedejóaRastignacsolo—,túmeconfirmasunassospechasqueyoquieroiracomprobar».

EllargopaseodelestudiantedeDerechofuesolemne.Hizoenciertomodounexamende conciencia. De la terrible discusión que sostuvo consigo mismo, su honradez salióprobada como una barra de hierro que resiste todas las pruebas. Recordó todas lasconfidencias que papá Goriot le había hecho el día antes, acordóse del apartamentoescogidoparaélcercadeDelfina,enlacalledeArtois;volvióaleerlacarta,labesó.«Talamoresmiáncoradesalvación—sedijo—.Esepobreviejohasufridomucho.Nodicenadadesuspenas,pero¿quiénnolasadivinaría?Bien,cuidarédeélcomodeunpadre;ledarémilsatisfacciones.Siellamequiere,vendráamenudoamicasaapasareldíacercadesuhija.EsagrancondesadeRestaudsecomportadeunmodo infameconsupadre.¡QueridaDelfina!Ellaesmejorparaelpobrehombre;esdignadeseramada. ¡Ah,estanocheyoseréfeliz!—Sacóelrelojyloadmiró.—Todomehasalidobien.

»Cuandoseamaparasiempre,unopuedeayudaralotro,ypuedoaceptaresteregalo.Porotraparte, llegaré adondemehepropuesto llegar, por supuesto,ypodrédevolverlotodocentuplicado.Nohayen esta relación crimenquepuedahacer fruncir el ceñoa lavirtud más severa. ¡Cuántas personas honradas contraen relaciones parecidas! Noengañamos a nadie, y lo que nos envilece es lamentira.Mentir, ¿no es acaso abdicar?Desdehacetiemposehaseparadodesumarido.Porotraparte,yolediréaesealsacianoquemecedaunamujeralaqueélleesimposiblehacerdichosa».

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LaluchadeRastignacduróunbuenrato.Aunque lavictoriahubieradeserpara lasvirtudes de la juventud, sin embargo, por una invencible curiosidad, hacia las cuatro ymedia,alcaer la tarde, fueaCasaVauquer,queélseproponíaabandonarparasiempre.QueríasabersiVautrinestabamuerto.Despuésdehabertenidolaideadeadministrarleunvomitivo,BianchonhabíahechollevarasuhospitallassustanciasdevueltasporVautrin,conobjetodeanalizarlasquímicamente.Alver la insistenciade laseñoritaMichonneauporconseguirquetalessustanciasdesaparecieran,susdudasseaclararon.Porotraparte,Vautrin se restableciódemasiadoprontoparaqueBianchonno supusiera algúncomplottramado contra el alegre tipo de la pensión. En elmomento en que Rastignac regresó,Vautrinsehallaba,pues,depiejuntoalaestufa,enelcomedor.Atraídosmásprontoquede costumbre por la noticia del duelo de Taillefer hijo, los huéspedes, ansiosos porconocer los detalles del asunto y la influencia que éste había tenido en el destino deVictorina, hallábanse reunidos, menos papá Goriot, y comentaban aquella aventura.Cuando entróEugenio, sus ojos se encontraron con los del imperturbableVautrin, cuyamiradapenetrótanadentroensucorazónyagitóenéltanintensamentealgunascuerdasmalas,queseestremeció.

—Bien,hijomío—ledijoelpresidiarioevadido—.Segúnestasdamas,hesostenidovictoriosamenteunataquecapazdemataraunbuey.

—¡Ah!,bienpodéisdeciruntoro—exclamólaviudaVauquer.

—¿Acaso os habría de molestar el verme con vida? —dijo Vautrin al oído deRastignac,cuyospensamientoscreyóadivinar.

—Afemía—dijoBianchon—,laseñoritaMichonneauhablabaanteayerdeunseñorapodadoBurla-la-Muerte;esemoteoscuadraríamuybien.

Estaspalabrasprodujeron enVautrin el efectodel rayo: palidecióy se tambaleó; sumirada magnética cayó como un rayo de sol sobre la señoritaMichonneau, la cual sesintióanonadadaporaquelfuertechorrodevoluntad.Lasolteronasedejócaersobreunasilla.PoiretavanzóvivamenteentreellayVautrin,comprendiendoquelamujerestabaenpeligro,hastatalpuntosevolvióferozmentesignificativalacaradelpresidiarioaldeponerlamáscara benignabajo la cual ocultaba suverdaderanaturaleza.Sin comprender nadaaún de aquel drama, todos los huéspedes quedaron estupefactos. En aquel momentooyéronse los pasos de varios hombres y el ruido de unos fusiles que unos soldadoshicieron resonar por el pavimento de la calle. En el momento en que Collin buscabamaquinalmente una salida, mirando las ventanas y las paredes, cuatro hombresaparecieronalapuertadelsalón.Elprimeroeraeljefedelapolicíadeseguridad;losotrostreseranoficialesdepaz.

—Ennombre de la ley y del rey—dijo uno de los oficiales, cuyas palabras fueroncubiertasporunmurmullodeasombro.

Prontoreinóelsilencioenelcomedor;loshuéspedessesepararonparadarpasoatres

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de aquellos hombres, todos los cuales apoyaban la mano en el bolsillo lateral, dondellevabanunapistolacargada.Dosgendarmesqueseguíanalosagentesocuparonlapuertadelsalónyotrosdosaparecieronenladelaescalera.

Lospasosy los fusilesdevariossoldados resonaronenelpavimentoguijarrosoquebordeaba la fachada.Toda esperanzadehuidaduele, pues, impedida aBurla-la-Muerte,sobreelcualseposaronirresistiblementetodaslasmiradas.Eljefefuedirectamentehaciaél;ledioenlacabezaunamanotadatanviolentamenteaplicadaquelehizosaltarlapelucay devolvió a la cabeza de Collin todo su horror. Acompañadas de unos cabellos rojoladrillo y cortos, que les daban un espantoso carácter de fuerza mezclada con astucia,aquella cabeza y aquella cara, en armonía con el busto, fueron inteligentementeiluminadoscomosilosfuegosdelinfiernoloshubieranencendido.Todoscomprendieronpor entero a Vautrin, su pasado, su presente, su futuro, sus doctrinas implacables, lareligióndelplacer,lamajestadqueledabanelcinismodesuspensamientos,desusactos,y la fuerzade suorganismoadaptadoa todo.La sangre se le subióal rostroy susojosbrillaroncomolosdeungatomontés.Diounbrincoconunmovimientotanenérgico,diotalesrugidos,quearrancógritosdeterroratodosloshuéspedesdelapensión.Anteestegestodeleón,yapoyándoseenelclamorgeneral,losagentessacaronlaspistolas.Collincomprendióelpeligroquecorríaydiodepronto lapruebadelmásaltopoderhumano.¡Horrible y majestuoso espectáculo! Su fisonomía ofreció un fenómeno que no puedecompararsemásqueconelde lacaldera llenadelvaporque levantaríamontañasyquedisuelveenunabrirycerrardeojosunagotadeaguafría.Lagotadeaguaqueenfriósucólerafueunareflexiónrápidacomoelrelámpago.Sonrióymirósupeluca.

—Noteencuentrasentusdíasdecortesía—díjolealjefedelapolicíadeseguridad.Ytendió sus manos a los gendarmes, llamándoles con un gesto—. Señores gendarmes,ponedme las esposas. Tomo por testigo a las personas presentes de que no ofrezcoresistencia.

Un murmullo de admiración, arrancado por la presteza con que la lava y el fuegosalieronyvolvieronaentrarenaquelvolcánhumano,resonóenlasala.

—Vamos, desnúdate—le dijo el hombre de la callejuela deSantaAna, con aire dedesprecio.

—¿Porqué?—dijoCollin—.Aquíhaydamas.Yononiegonada,ymeentrego.

Hizounapausaymiróalaconcurrenciacomounoradorquesedisponeadecircosassorprendentes.

—Escribid,papáLachapelle—dijodirigiéndoseaunvejetedecabelloblancoquesehallaba sentado en el extremo de la mesa, después de haber sacado una cartera— elproceso verbal del arresto. Reconozco ser Jacques Collin, llamado Burla-la-Muerte,condenado a veinte años de presidio; y acabo de demostrar que no he robado misobrenombre.Si hubiera levantado lamano—dijo a loshuéspedes—esos tresmatones

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habríanderramadotodamisangresobreelsuelodelaseñoraVauquer.Esostipossabenprepararbienlasemboscadas.

LaseñoraVauquerexperimentóungranmalestaraloírestaspalabras.

—¡Diosmío!,escomoparaponerseenferma.¡PensarqueayerestabayoconélenlaGaîté!—dijoaSilvia.

—Vamos,mamá—repusoCollin—.¿Acasoesunadesgraciahaberidoayerconmigoalteatro?—exclamó—.¿Soisvosmejorquenosotros?Nosotrostenemosmenosinfamiaenlaespaldaquevosotrosenelcorazón,miembrospodridosdeunasociedadgangrenada:el mejor de entre vosotros no sería capaz de resistirme. —Sus ojos se posaron enRastignac,aquiendirigióunaamablesonrisaquecontrastabasingularmenteconlarudaexpresióndesurostro.—Nuestropequeñocontratosigueenvigor,ángelmío,encasodeaceptación,porsupuesto.¿Sabéis?

Ycantó:

MiFanchetteesencantadoraensuingenuidad.

El presidio, con sus costumbres y su lenguaje, con sus bruscas transiciones de loagradablealohorrible,suespantosagrandeza,sufamiliaridad,suvileza,quedódeprontorepresentadoenaquellainterpelaciónyporaquelhombre,queyanoeraunhombre,sinoeltipodetodaunanacióndegenerada,deunpueblosalvajeylógico,brutalyflexible.Enun instante convirtióse Collin en un poema infernal en el que se pintaron todos lossentimientos humanos, menos uno solo, el del arrepentimiento. Su mirada era la delarcángel caído que siempre quiere la guerra. Rastignac bajó los ojos, aceptando aquelparentescocriminalcomounaexpiacióndesusmalospensamientos.

—¿Quién me ha traicionado? —dijo Collin paseando su terrible mirada sobre laconcurrencia.YalposarlaenlaseñoritaMichonneau—:¡Erestú,viejabruja!—ledijo—.¡Túmehasoriginadounfalsoataquedeapoplejía,curiosa!Sólocondecirdospalabraspodríahacerquetecortaranelcuellodentrodeochodías.Peroteperdono,soycristiano.Porotraparte,noerestúquienmehavendido.Pero¿quién?¡Ah,ah!Andáisrebuscandoahíarriba—exclamóaloírquelosagentesdelapolicíajudicialabríansusarmariosyseapoderabandesusefectos—.Nopodréissabernada.Mislibrosdecomercioestánaquí—añadiódándoseungolpeenlafrente.—Ahorayaséquiénmehavendido.NopuedeserotromásqueesedespreciableHilo-de-Seda,¿noesverdad?—dijoal jefedepolicía—.Dentrodequincedíashabráscaído,aunquetehicierascustodiarportodalagendarmería,¿Qué le habéis dado a esa Michonnette? —dijo a los agentes—. ¿Algunos miles deescudos?Yovalíamásquetodoeso,Ninonaveriada,Pompadourdesegundamano,VenusdelPadreLachaise.Simehubierasprevenido,yotehabríadadoseismilfrancos.¡Ah!,túnolosabías,viejavendedoradecarne,yyohabríatenidolapreferencia.Sí,tehabríadado

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esedineroparaevitarmeunviajequemecontraríayquemehaceperderdinero—decíamientras le estaban esposando—. Estos tipos van a pasearme mucho tiempo parafastidiarme.Simeenviasenenseguidaapresidio,prontomeencontraríadenuevoenmisocupaciones,apesardenuestrosbobaliconesdelmuelledelosOrfebres.

»Allátodosvanaponerseelalmaalrevésparahacerquepuedaevadirsesugeneral,estebuenodeBurla-la-Muerte.¿Hayalgunodevosotrosque,comoyo,poseamásdediezmilhermanosdispuestosahacercualquiercosaporvosotros?—preguntóconorgullo—.Hayaquíalgobueno—dijogolpeándoseelcorazón—;yonuncahetraicionadoanadie.¡Fíjate, bruja,míralos!—dijo dirigiéndose a la solterona—. Ellosmemiran con terror,perotúlescausasnáuseas.Recogetuporción.

Hizounapausaparacontemplaraloshuéspedes.

—¿Esqueseréistanestúpidos?¿Nuncahabíaisvistoaunpresidiario?Unpresidiariodel templedeCollin,aquípresente,esunhombremenoscobardeque losdemás,yqueprotestacontralasprofundasdecepcionesdelcontratosocial,comodiceJuanJacobo,dequienmevanaglorio de ser discípulo.En fin, yo lucho solo contra elGobierno, con sumontóndetribunales,degendarmes,depresupuestos,ylosarrolloatodos.

—¡Diantre!—dijoelpintor—,ofreceunhermosocuadroquepintar.

—Dime,meninodelseñorverdugo,gobernadordelaViuda(nombrellenodeterriblepoesía que los presidiarios dan a la guillotina)—añadióvolviéndosehacia el jefe de lapolicía de seguridad—, sé buen muchacho y dime si es Hilo-de-Seda el que me havendido.Noquisieraquepagaseporotro;esonoseríajusto.

Enaquelmomentolosagentes,quetodolohabíanabiertoyhabíanhechoinventariode todo en su habitación, volvieron a entrar y hablaron en voz baja al jefe de laexpedición.Elprocesoverbalhabíaconcluido.

—Señores —dijo Collin dirigiéndose a los huéspedes—, me van a llevar de aquí.Todosvosotroshabéissidomuyamablesconmigodurantemiestanciaenestacasayosquedaréreconocidoporello.Medespidodevosotros.PermitiréisqueosmandehigosdeProvenza.

DioalgunospasosyvolvióseparamiraraRastignac.

—Adiós,Eugenio—dijoconvozdulceytristequecontrastabasingularmenteconeltonobruscodesusdiscursos.Sialgunavezestuvieseisenunapuro,puedescontarconunbuenamigo.Encasodedesgracia,acudeallá.Hombreydinero,puedesdisponerdetodo.

Aquelsingularpersonajepusobastantedosisdeburlaenestasúltimaspalabrasparaque sólo pudieran ser entendidas por Rastignac y por él mismo. Cuando la casa fueevacuada por los gendarmes, por los soldados y por los agentes de policía, Silvia, quefrotabaconvinagrelassienesdesuseñora,miróaloshuéspedesconairedeasombro.

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—Despuésdetodo,esunbuenhombre—dijo.

Estafraserompióelencantoqueproducíanencadaunodelospresenteslaafluenciayla diversidad de los sentimientos suscitados por esta escena. En aquel momento, loshuéspedes, después de haberse examinado unos a otros, vieron de pronto a la señoritaMichonneau, lívida, secay fría comounamomia, acurrucada junto a la estufa, comosiquisiera ocultar la expresión de sus miradas. La antipatía que desde hacía tiempo lesproducíaaquelrostroquedósúbitamenteexplicada.

Unmurmullo,quepor superfectaunidaddesonido revelabaunaaversiónunánime,resonódeunmodosordo.LaseñoritaMichonneaulooyóypermanecióenelmismositio.Bianchonfueelprimeroeninclinarsehaciasuvecino.

—Yomemarchosiesamujerdebeseguircomiendoconnosotros—dijoamediavoz.

Enunabrirycerrardeojos,todosellos,menosPoiret.Aprobaronlaproposicióndelestudiantedemedicina,elcual,conelapoyodelaadhesióngeneral,diounospasoshaciaelviejohuésped.

—Vos que estáis especialmente relacionado con la señoraMichonneau—le dijo—,habladle,hacedlecomprenderquedebemarcharseinmediatamente.

—¿Inmediatamente?—repitióPoiret,sorprendido.

Luegoseacercóalaviejayledijounaspalabrasaloído.

—Peroesquehepagadomiestancia,yestoyaquígraciasamidinero,comotodoelmundo—dijolanzandounamiradadevíboraaloshuéspedes.

—Poreso,quenoquede—dijoRastignac—;entretodososdevolveremoseldinero.

—ElcaballeroapoyaaCollin—respondiólamujerlanzandoalestudianteunamiradaponzoñosaeinquisitiva—,ynoesdifícilsaberporqué.

Aloírestaspalabras,Eugeniodiounbrincocomoparaprecipitarsesobrelasolteronayestrangularla.Lamiradadelamujer,cuyaperfidiaélcomprendió,acababadeproyectarunahorribleluzensualma.

—¡Dejadla,pues!—exclamaronloshuéspedes.

Rastignacsecruzódebrazosypermaneciósilencioso.

—AcabemosconlaseñoritaJudas—dijoelpintordirigiéndosealaseñoraVauquer—.Señora, si no ponéis en la calle a la Michonneau, abandonaremos vuestra barraca ydiremos por todas partes que en ella sólo se encuentran espías y presidiarios. En casocontrario,guardaremossilenciosobreestehecho,que,afindecuentas,podríaocurrirenlasmejoressociedades.

Al oír estas palabras, la señoraVauquer recobrómilagrosamente la salud, se irguió,cruzósedebrazos,abriósusojosclarosysinaspectodehaberllorado.

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—Pero, señormío, ¿es que queréis la ruina demi casa?He ahí al señorVautrin…¡Oh!,Diosmío—dijo,interrumpiéndoseasímisma—,nopuedoevitarelllamarleporsunombrehonrado.Heahí—añadió—unahabitaciónvacía,¿yqueréisquetengadosmásparaalquilarenunosmesesenquetodoelmundoestáyaalojado?

—Señores,cojamoselsombreroyvayamosacomeralaplazaSorbonne,encasadeFlicoteaux—dijoBianchon.

LaseñoraVauquercalculódeunasolaojeadaelpartidomásventajosoyseacercóalaseñoritaMichonneau.

—Vamos,preciosa,¿verdadquenoqueréislamuertedemiestablecimiento?Yaveisaqué extremome reducen estos caballeros; volved a subir a vuestra habitación por estanoche.

—¡No,no!—gritaronloshuéspedes—.Queremosquesemarcheahoramismo.

—Peroesquelapobreseñoritaaúnnohacomido—dijoPoiretentonoquejumbroso.

—Quesevayaacomeradondeledélagana—gritaronvariasvoces.

—¡Quésevaya!

—¡Quéselarguenlosespías!

—Señores—exclamóPoiret,quedeprontoseelevóalaalturadelvalorqueelamorconfierealoscarneros—,respetadaunapersonadesusexo.

—Losespíasnotienensexo—dijoelpintor.

—¡Vayaunbuensexorama!

—¡Alacallerama!

—Señores,estoesindecente.Cuandosedespidealaspersonas,hayquehacerloconconsideración.Hemospagado,yporellonosquedamos—dijoPoiretcubriéndoseconlagorra y sentándose en una silla al lado de la señorita Michonneau, a quien la señoraVauquerestabapredicandounsermón.

—Vamos,pequeño,noseasmalo—ledijoelpintorconairecómico.

—Bien,sinoosmarcháisvosotros,nosmarchamosnosotros—dijoBianchon.

Yloshuéspedesdieronunospasoshaciaelsalón.

—Señorita,¿quéesloquequeréis?—exclamólaseñoraVauquer—.Estoyarruinada.Nopodéisquedarosaquíporqueellosvanarecurriralaviolencia.

LaseñoritaMichonneausepusoenpie.

Se marchará, no se marchará, se marchará, no se marchará. Estas palabras, dichasalternativamente,juntoconlahostilidaddeloqueseestabadiciendocontraella,obligaron

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a laseñoritaMichonneauamarcharse,despuésdealgunasestipulacioneshechasenvozbajaconlapatrona.

—MevoyalacasadelaseñoraBuneaud—dijoconaireamenazador.

—Idadondequeráis,señorita—dijolaseñoraVauquer,queviounacruelinjuriaenlaelecciónquehacíadeunacasaconlacualrivalizabayque,porconsiguiente,leresultabaodiosa—.IdacasadelaBuneaudyosdaránunvinocomoparahacerbailaralascabrasyunosplatoscompradosalosrevendedores.

Loshuéspedessecolocaronformandodosfilas,conelmásprofundosilencio.Poiretmirótantiernamentea laseñoritaMichonneau,mostrósetaningenuamenteindeciso,sinsaber si debía seguirla o quedarse, que los huéspedes, contentos de que la señoritaMichonneausemarchara,echáronseareírmirándoseunosaotros.

—¡Ji,ji!¡Poiret!—rióelpintor.

Habiendo hecho la señorita Michonneau el gesto de tomar el brazo de Poiret,mirándole, éste no pudo resistir a la invitación y fue a prestar su apoyo a la vieja.Estallaronaplausosyhubounaexplosiónderisas.

—¡Bravo,Poiret!

—¡EseviejoPoiret!

—¡ApoloPoiret!

—¡MartePoiret!

—¡ValerosoPoiret!

EnaquelmomentoentróunhombrequeentregóunacartalaseñoraVauquer,lacual,despuésdehaberlaleído,desplomóseensuasiento.

—Sólofaltapegarfuegoamicasa—exclamó—.ElhijodeTailleferhamuertoalastres.He sido bien castigada por haber deseado el bien a esas damas, en detrimento delpobrejoven.LaseñoraCoutureyVictorinamepidensusefectosydicenquesequedanavivir en la casa del padre. El señor Taillefer permite a su hija que conserve a la viudaCouture como señorita de compañía. ¡Cuatro habitaciones vacantes, cinco huéspedesmenos!—Sentóseyparecióestarapuntodellorar.—Ladesgraciahaentradoenmicasa.

Deprontoresonóenlacalleelruidodeuncarruajequeseparaba.

—¡Otradesgracia!—dijoSilvia.

Goriotmostró de pronto una cara brillante y colorada, llena de felicidad, que podíahacercreerensuregeneración.

—Goriotencoche—dijeronloshuéspedes—;llegaelfindelmundo.

El buen hombre fue directamente hacia Eugenio, que permanecía pensativo en un

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rincón,ylecogiódelbrazo:

—Venid—ledijoconsemblantealegre.

—¿Es que no sabéis lo que ocurre?—le dijoEugenio—.Vautrin era un presidiarioevadido,alqueacabandedetener,yelhijodeTailleferhamuerto.

—Bien,¿yesoquénosimporta?—respondiópapáGoriot—.Yocomoconmihijaenvuestracasa,¿comprendéis?Ellaosespera.¡Venid!

ArrastrócontantafuerzaaRastignacporelbrazo,quepareciócomosiloraptase.

—¡Vamosacomer!—gritóelpintor.

Entoncestodossesentaronalamesa.

—¡Mecachis!—dijolagruesaSilvia—,todaslasdesgraciasvienenhoyjuntas;semehaquemadoelguisodejudíasconcordero.Tantopeor;locomeréiscomoesté.

LaseñoraVauquernotuvovalorparadecirunasolapalabraalversóloadiezpersonasenlugardedieciochoalrededordesumesa;perotodostratarondeconsolarlayalegrarla.SialprincipiolosexternoshablarondeVautrinydelossucesosdeldía,prontosedejaronllevarporlamarchasinuosadelaconversaciónycomenzaronacharlarsobrelosduelos,el presidio, la justicia, las leyes que habían de ser reformadas, las prisiones. Pronto seencontraron amil leguas de JacquesCollin, deVictorina y de su hermano.Aunque nofuesenmásquediez,gritabancomoveinte,yparecíanmásnumerososquedecostumbre.Esta fue toda la diferencia que hubo entre aquella comida y la del día antes. Ladespreocupaciónhabitualdeestemundoegoísta,quealdíasiguientehabíadetenerotrapresaquedevorarenlosacontecimientoscotidianosdeParís,fueloqueprevaleció,ylapropiaseñoraVauquersedejócalmarpor laesperanza,quehablóporbocadelagruesaSilvia.

AqueldíahabíadeserunaespeciedefantasmagoríaparaEugenio,elcual,apesardela fuerza de su carácter y de su bondad, no sabía cómo poner orden en sus ideas.Encontróse en el coche al lado de papá Goriot, cuyas palabras revelaban una alegríainsólitayresonabanensuoídocomolaspalabrasqueoímosensueños.

—Vamos a comer los tres juntos, ¡juntos!, ¿comprendéis?He aquí que hace cuatroañosquenohecomidoconmiDelfina,conmipequeñaDelfina.Latendréconmigotodauna tarde. Estamos en vuestra casa desde esta mañana. He trabajado como un negro.Ayudabaatransportarlosmuebles.¡Ah!,nosabéiscuánamableesalamesa;veréiscómoseocupademí:«Tomad,papá;comeddeesto,estámuyrico».Yentoncessoyincapazdecomer. ¡Oh!, hace mucho tiempo que no he podido estar con ella con la tranquilidadnecesaria.

—Pero—dijoEugenio—,¿esqueelmundoestáhoyalrevés?

—¿Alrevés?—dijopapáGoriot—.Perosienningunaépocafueelmundotanbien

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como ahora.No veomás que caras alegres por las calles, personas que se estrechan lamanoyseabrazan;personasfelices,comositodasellasfuesenacomerconsushijas.

—Meparececomosiestuvieravolviendoalavida—dijoEugenio.

—Deprisa,cochero—gritópapáGoriotabriendoelcristaldedelante—.Másdeprisa;osdaréciensueldosdepropinasiendiezminutosmelleváisallídondesabéis.

Aloírestapromesa,elcocheroatravesóParísconlarapidezdelrelámpago.

—Estecocheronosirveparanada—decíapapáGoriot.

—Pero¿adóndemelleváis?—preguntóleRastignac.

—Avuestracasa—dijopapáGoriot.

ElcochesedetuvoenlacalledeArtois.Elbuenhombrefueelprimeroenapearseyechó diez francos al cochero, con la prodigalidad de un hombre viudo que, en elparoxismodesuplacer,noreparaennada.

—Vamos,subamos—dijoaRastignac,haciéndoleatravesarunpatioyconduciéndolea la puerta de un apartamento situado en el tercer piso, en la parte trasera de una casanuevaydebellaapariencia.PapáGoriotnotuvonecesidaddellamaralapuerta.Teresa,la doncella de la señora de Nucingen, fue a abrirles. Eugenio se vio en un deliciosoapartamento de soltero, compuesto de una antesala, un saloncito, un dormitorio y ungabinete con vistas a un jardín. En el saloncito, cuyos muebles y decoración podíancompetircontodolomáslindo,máselegante,vio,alaluzdelasbujías,aDelfina,queselevantódeundiván,juntoalachimenea,yledijoconvozllenadeternura:

—Veoquehasidoprecisoirabuscaros,amigomío,quenocomprendéisnada.

Teresa salió. El estudiante estrechó aDelfina en sus brazos y lloró de alegría. Esteúltimo contraste entre lo que veía y lo que acababa de ver, en un día en el que tantasemocioneshabíanfatigadosucorazónysucabeza,determinóenRastignacunaccesodesensibilidadnerviosa.

—Yosabíaqueélteamaba—dijopapáGoriotenvozbajaasuhijamientrasEugenio,abatido,yacíaeneldiván,sinpoderpronunciarunapalabranidarsecuentadelaformaenqueesteúltimogolpedevaritasehabíaproducido.

—Venidaver—ledijolaseñoradeNucingentomándoledelamanoyllevándoleauna habitación cuyas alambras, muebles y los menores detalles le recordaron, enproporcionesmásreducidas,lahabitacióndeDelfina.

—Faltaunacama—dijoRastignac.

—Sí,señor—dijoellaruborizándoseyapretándolelamano.

Eugeniolamiróycomprendió,aunquejoven,todoloquehabíadepudorverdaderoenelcorazóndeunamujerqueama.

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—Soisunadeesascriaturasa lasqueesprecisoadorarsiempre—ledijoDelfinaaloído—. Sí,me atrevo a decíroslo, puesto que nos comprendemos tan bien: cuantomásvivoysinceroeselamor,másdebeservelado,misterioso.Nodigamosanadienuestrosecreto.

—¡Oh!,yonoserénadie—dijopapáGoriotentredientes.

—Biensabéisquevossoistambiénnosotros…

—¡Ah!, he aquí lo que yo quería.No haréis caso demí, ¿verdad?Yo iré y vendrécomounespíritubuenoqueestáentodaspartesyquesabeestarahísinquenadielevea.Bien,Delfina,¿noteníarazónaldecirte:«HayunlindoapartamentoenlacalledeArtois;amueblémosloparaél»?Túnoquerías. ¡Ah!,soyyoelautorde tualegría,comosoyelautorde tusdías.Lospadresdebensiempredarparaserfelices.Darsiempre,estoes loquehacepadreauno.

—¿Cómo?—dijoEugenio.

—Sí, ella no quería; ella tenía miedo de que la gente dijera tonterías, ¡cómo si elmundovalieralafelicidad!Perotodaslasmujeressueñanconhacerloqueellahace…

Papá Goriot hablaba solo; la señora de Nucingen había llevado a Rastignac algabinete,donderesonóunbeso,aunquedadosuavemente.Estapiezaestabaenarmoníaconlaeleganciadelapartamento,enelque,porotraparte,nadafaltaba.

—¿Hanadivinadovuestrosdeseos?—dijovolviendoalsalónparasentarsealamesa.

—Sí—dijo Eugenio—, demasiado bien. ¡Ay!, este lujo tan completo, estos bellossueñosconvertidosenrealidad, todalapoesíadeunavidaelegante, lasientodemasiadoparanomerecerla;peronopuedoaceptarlodevos,yaúnsoydemasiadopobrepara…

—¡Ah!,yaempezáisaofrecerresistencia—dijolajovenconunleveairedeautoridadburlona,haciendounodeaquellosmohinesquehacenlasmujerescuandoquierenburlarsedealgúnescrúpuloparamejordisiparlo.

Eugeniosehabíainterrogadoasímismocondemasiadagravedadduranteaqueldía,yla detención de Vautrin, al mostrarle la profundidad del abismo en que había estado apunto de caer, acababa de corroborar demasiado bien sus sentimientos nobles y sudelicadezaparaquecedieraaaquellaacariciadorarefutacióndesusideasgenerosas.Unaprofundatristezaseadueñódeél.

—¡Cómo!—dijolaseñoradeNucingen—,¿seríaiscapazderehusar?¿Sabéisloquesignifica semejante negativa? Dudáis del porvenir, no os atrevéis a trabar relacionesconmigo.¿Acasotenéismiedodetraicionarmiafecto?Simeamáis…,siyoosamo,¿porqué retrocedéis ante obligaciones tan insignificantes? Si supierais el placer que heexperimentado al ocuparme de todo este piso de soltero, no vacilaríais, yme pediríaisperdón.Yoteníadinerovuestro,loheempleadobien,yestoestodo.Creéissergrande,y

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soispequeño.Pedísmuchomás…—dijorecibiendodeEugeniounamiradadepasión—yhacéiscumplidospor tonterías.Sinomeamáis,entoncesnoaceptéis.Misuerteestáenunapalabra.¿Habláis?Pero,padremío,decidle,pues,algunasbuenas razones—añadióvolviéndosehaciasupadredespuésdeunapausa—.¿Creéisquenosoytanpundonorosacomoél?

PapáGoriotlesmirabaconunasonrisa,escuchandoaquellagraciosaquerella.

—Hijomío,osencontráisalaentradadelavida—repusolajovencogiendolamanode Eugenio—; halláis una barrera infranqueable para muchas personas; una mano demujerosapartadeesabarrera,yvosretrocedéis.Perovostriunfaréis,haréisunabrillantefortuna, el éxito se halla escrito en vuestra hermosa frente. ¿No podréis devolvermeentonces lo que yo os presto hoy? Antaño, ¿no daban las damas a sus caballerosarmaduras,espadas,cascos,cotasdemalla,caballos,paraqueellospudierancombatirensunombre en los torneos?Bien,Eugenio, las cosas queos ofrezco son las armasde laépoca,instrumentosdelosquehadeservirsequienquierallegaraalgunaparte.

»¡Hermosahabitaciónlaqueocupáis!Separecealahabitacióndepapá.Veamos,¿esquenovamosacomer?¿Queréisentristecerme?Responded—dijolajovencogiéndolelamano—.¡Diosmío!Papá,hacedquesedecida,osalgoynovuelvoaverlemás.

—Voy a hacer que os decidáis —dijo papá Goriot, saliendo de su éxtasis—. MiqueridoseñorEugenio,vaisairapedirdineroprestadoaunosjudíos,¿verdad?

—Espreciso—dijo.

—Bien—repusoelbuenhombresacandounamalacarteradecuero,muygastada—;me he hecho judío, he pagado todas las facturas, aquí las tenéis.No debéis ni un solocéntimoportodoloquehayaquí.Noesmuchoaloqueasciende;alosumo,cincomilfrancos.Yooslopresto.Nomediréisqueno;yonosoyningunamujer.Mefirmaréisunreciboenuntrozodepapelymelosdevolveréismástarde.

Tanto los ojos de Eugenio como los de Delfina, que se miraron con sorpresa, sellenarondelágrimas.Rastignactendiólamanoalbuenhombre,elcualselaestrechó.

—¡Cómo!,¿esquenosoismishijos?—dijoGoriot.

—Peropapá—dijolaseñoradeNucingen—,¿quéhabéishechoentonces?

—Puesverás—respondió—.Cuandotehubeconvencidoparaqueélestuvieracercadeti,ytevicomprandocosascomoparaunanovia,medije:«Ellavaaencontrarseenunapuro». El procurador pretende que el proceso contra tu marido, para hacer que tedevuelvatufortuna,durarámásdeseismeses.Hevendidomismiltrescientascincuentalibrasderentavitalicia;meheformado,conquincemilfrancos,mildoscientosfrancosderentas vitalicias bien hipotecadas, y he pagado a vuestros comerciantes con el resto delcapital,hijosmíos.Yotengoalláarribaunahabitacióndecincuentaescudosalaño;puedovivir comounpríncipe con cuarenta sueldosdiarios, y todavíamequedará algo.Yono

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gasto nada, casi no necesito ropa. Hace quince días que me río diciendo: «Van a serfelices».Pues,bien,¿nosoisfelices?

—¡Oh,papá,papá!—dijolaseñoradeNucingenarrojándosealcuellodesupadre,elcuallarecibióensusrodillas.Lecubriódebesos,leacariciólasmejillasconsusrubioscabellosyderramólágrimassobreaquelviejorostro—.Padrequerido,soisunverdaderopadre.No,nohaybajoelcielounpadrecomovos.Eugenioosamabayaantes.¿Cuántonovaaamarosahora?

—Perohijosmíos—dijopapáGoriot,quedesdehacíadiezañosnohabíasentidoelcorazón de su hija latir bajo el suyo—, pero Delfinita, ¡tú quieres hacerme morir dealegría!Mi pobre corazón se va a romper.Vamos, señorEugenio, ahora ya estamos enpaz.

Yelancianoestrechabaasuhijaconunabrazotansalvaje,tandelirante,quelajovenledijo:

—¡Ah,mehacesdaño!

—¡Quétehehechodaño!—exclamóelpadre,palideciendo.

Lamiró con un aire sobrehumano de dolor. Para pintar bien la fisonomía de aquelCristode laPaternidadseríapreciso ir abuscarcomparacionesen las imágenesque lospríncipes de la paleta han inventado para plasmar en el lienzo la pasión sufrida enbeneficiodelosmundosporelSalvadordeloshombres.PapáGoriotbesódulcementelacinturaquesusdedoshabíanapretadoendemasía.

—No,no,yonotehehechodaño—repusointerrogándolaconunasonrisa—;erestúquien me ha hecho daño con tu grito. Esto cuesta más caro—dijo al oído a su hija,besándoseloconprecaución—,perohayqueatraparlosinqueélseenoje.

Eugenioestabaatónito ante el inagotable cariñodeaquelhombre,y lo contemplabaexpresandoaquellaingenuaadmiraciónqueenlaedadjuvenilequivaleaunafe.

—Yoserédignodetodoeso—exclamó.

—¡Oh,Eugenioquerido!,esmaravillosoquehayáisdichoeso!

YlaseñoradeNucingenbesóalestudianteenlafrente.

—ElharehusadoportialaseñoritaTailleferysusmillones—dijopapáGoriot—.Sí,lapequeñaosamaba,yunavezmuertosuhermano,vedlaahíricacomoCreso.

—¡Oh!,¿porquéhabéisdedecireso?—exclamóRastignac.

—Eugenio—ledijoDelfinaaloído—,ahorahayalgoquelamentoestatarde.¡Oh,yotambiénosamarémuchosiempre!

—Esteeseldíamáshermosoquehevividodesdequeoscasasteis—exclamópapáGoriot—.Diospodráhacermesufrirtantocomoquiera,contalquenoseaatravésdevos,

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yyomediré:«Enfebrerodeesteañohesidoduranteunmomentomásfelizdeloqueloshombrespuedenserdurantetodalavida».¡Mírame,Fifina!—ledijoasuhija—.Esmuyhermosa, ¿noescierto?Decidme,pues, ¿habéis encontradomuchasmujeresque tengantanbelloscoloresyundeliciosohoyueloenlabarbillacomoella?No,¿verdadqueno?Puesbien,soyyoquienhahechoesteamordemujer.Enadelante,alsentirsefelizgraciasavos, llegaráa sermilvecesmejor.Yopuedo iral infierno,amigomío—dijo—;sioshacefaltamipartedeparaíso,yoosladoy.Comamos,comamos—añadió,sinsaberyaloquesedecía—,todoesnuestro.

—¡Pobrepadre!

—¡Si supieras, hija mía—dijo papá Goriot levantándose y dirigiéndose hacia ella,tomándolelacabezaybesándoselaenmediodesuscabellos—,cuánfelizpuedeshacermesingranesfuerzo!Venavermealgunasveces;yoestaréalláarribaynotendrásmásquedarunpaso.Prométemelo,anda,di.

—Sí,queridopadre.

—Dilootravez.

—Sí,mibuenpadre.

—Gracias,vamosahoraacomer.

Latardesepasóenniñerías,ypapáGoriotnoserevelóelmenoslocodelostres.Serecostó a los pies de su hija para besárselos; lamiraba largo rato a los ojos; frotaba sucabeza contra el vestido de ella; en fin, hacía locuras propias del amantemás joven ytierno.

—¿Lo veis? —dijo Delfina a Eugenio—. Cuando mi padre está con nosotros, esprecisopertenecerleaélporcompleto.Estoresultarámolestoalgunasveces.

Eugenio,queyahabía sentidovariasvecesalgunosmovimientosdecelos,nopodíacensurarestaspalabras,queencerrabanelprincipiodetodaslasingratitudes.

—¿Ycuándoestará listoelapartamento?—dijoEugenio,mirandoasualrededor—.¿Será,pues,precisosepararnosestatarde?

—Sí, pero mañana vendréis a comer conmigo—dijo ella—.Mañana es un día deItalianos.

—Yoiréalaplatea—dijopapáGoriot.

Era medianoche. El coche de la señora de Nucingen aguardaba. Papá Goriot y elestudiante regresaron a Casa Vauquer conversando con Delfina con un crecienteentusiasmoqueprodujouncuriosocombatedeexpresionesentreaquellasdosviolentaspasiones.Eugenionopodíapormenosdereconocerqueelamordelpadre,nomanchadopor ningún interés personal, eclipsaba el suyo por su persistencia y extensión. El ídoloseguíasiendopuroyhermosoparaelpadreysuadoraciónveníaaumentadaportodoel

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pasadoyelfuturo.HallaronalaseñoraVauquersolaenelrincóndesuestufa,entreSilviay Cristóbal. La vieja patrona estaba allí como Mario sobre las ruinas de Cartago.Aguardabaa losdosúnicoshuéspedesfijosque lequedaban,desolándosehablandoconSilvia.AunquelordByronhayaprestadomuybellaslamentacionesalTasso,éstasdistanmuchodelaprofundaverdaddelasqueseescapabandeloslabiosdelaseñoraVauquer.

—Mañanaporlamañanasólohabráquehacertrestazasdecafé,Silvia.¡Ah!,micasaestá desierta. ¿No es esto algo que destroza el corazón? ¿Qué es la vida sin mishuéspedes?Nadaenabsoluto.Heahímicasadesierta,abandonadaporsushombres.Lavidaestáenlosmuebles.¿Quélehehechoalcieloparamerecertalesdesastres?Nuestrasprovisiones de judías y de patatas están hechas para veinte personas. ¡La policía enmicasa!¿Esquesólovamosacomerpatatas?TendréquedespediraCristóbal.

Elsaboyano,quedormía,sedespertódeprontoydijo:

—Señora…

—¡Pobremuchacho!Escomoundogo—dijoSilvia.

—¿De dónde van a llovernos huéspedes? Creo que voy a perder la cabeza. ¡Y esasibiladeMichonneau,quesehallevadoaPoiret!¿Quéledaba,pues,aesehombreparatenerlopegadoasusfaldas?

—¡Ah, señora! —dijo Silvia meneando la cabeza—, esas solteronas saben muchagramáticaparda.

—EsepobreseñorVautrin,delquehanhechounpresidiario…—repusolaviuda—.Bien,Silvia, todavíanopuedocreerlo;estoessuperioramisfuerzas.Unhombrealegrecomoése,ytangeneroso.

—¡Muygeneroso!—dijoCristóbal.

—Debehaberunaequivocación—dijoSilvia.

—No,porqueélmismohaconfesado—dijolaseñoraVauquer—.¡Ypensarquetodasestascosashansucedidoenmicasa,enunbarrioenelquenopasaniungato!Afedemujerhonrada,estoysoñando.Porque,yasabes,hemosvistoaLuisXVIenladesgraciaquetuvo,hemosvistocaeralemperador,lehemosvistoregresaryvolveracaer;todoelloestabadentrodelordendelascosasposibles;entantoquenohayanadaprevisiblecontralaspensiones:sepuedeprescindirderey,peronosepuedepasarsincomer;ycuandounamujerhonrada,llamadadesolteraDeConflans,dadecomertodaclasedecosasbuenas,entonces,amenosquellegueelfindelmundo…Perosí,estoes,eselfindelmundo.

—¡Y pensar que la señorita Michonneau, que os ha hecho esta mala pasada, va acobrar,segúndicen,milescudosderenta!—exclamóSilvia.

—¡Nomehablesmásdeella!¡Esunamalvada!—dijolaseñoraVauquer—.¡Ysevaa casa de la Buneaud, pagandomás que enmi casa! Pero es capaz de todo; debió de

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cometerbarbaridades,debióderobarensuépoca.Ella,ellaesquiendeberíairapresidio,enlugardeesepobrehombretansimpático…

Enaquelmomento,EugenioypapáGoriotllamaronalapuerta.

—¡Ah!,heaquímisdosfieles—dijolaviudasuspirando.

Losdos fieles,quesóloguardabanun ligero recuerdode losdesastresde lapensiónburguesa,anunciaronsinambagesasupatronaqueibanaviviralaChausséed’Antin.

—¡Ah,Silvia!—dijolaviuda—.Esteesmiúltimorevés.Acabáisdedarmeelgolpede gracia, caballeros. Ha sido un golpe en el estómago. He aquí un día que me haenvejecidodiezaños.Voyavolvermeloca,palabradehonor.¿Quéhacerconlasjudías?Bien, si me quedo sola aquí, mañana te marcharás, Cristóbal. Adiós, señores, buenasnoches.

—¿Quéesloqueleocurre?—preguntóEugenioaSilvia.

—¡Santocielo!, he aquíque todoelmundo sehamarchado.Esto laha trastornado.Vamos,oigoqueestá llorando.Eso leharábien.Heahí laprimeravezquesevacía losojosdesdequeestoyasuservicio.

Al día siguiente, la señoraVauquer estaba, según su propia expresión, razonada. Siparecíaafligidacomounamujerquehaperdidoatodossushuéspedes,ycuyavidahasidotrastornada,conservabatodasucabeza,ydemostróloqueeraelverdaderodolor,undolorprofundo, el dolor causado por el interés frustrado, por las costumbres violadas.Ciertamente, lamirada que un amante dirige a los lugares habitados por su querida, alabandonarlos, no esmás triste que lamirada que la señora Vauquer dirigió a sumesavacía.Eugenio laconsolódiciéndolequeBianchon,cuyointernadoterminaríadentrodealgunosdías, iríasindudaasustituirle;queelempleadodelMuseohabíamanifestadoamenudoeldeseodeocuparel apartamentode la señoraCouture,yque,dentrodeunosdías,volveríaatenerllenalapensión.

—¡QuéDios os escuche, señor! Pero la desgracia está ya aquí. Antes de diez díasllegará la muerte, ya lo veréis —le dijo lanzando una mirada lúgubre al comedor—.¿Sobrequiénecharáladescarnadamano?

—Esestupendopodermarcharnosdeaquí—dijoenvozbajaEugenioapapáGoriot.

—Señora—dijoSilviasobresaltada—,yahacetresdíasquenohevistoa«Mistigris».

—Bien,simigatohamuerto,sinoshaabandonado,yo…

Lapobreviudanopudoterminarlafrase;juntólasmanosysedejócaerensusofá,abrumadaporaquelterriblepronóstico.

Haciaelmediodía,horaenlaqueloscarterosllegabanalbarriodelPanteón,Eugeniorecibió una carta en un elegante sobre, en el que figuraba el escudo de los Beauséant.Contenía una invitación dirigida al señor y a la señora deNucingen para el gran baile

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anunciadodesdehacíaunmes,yquehabíadetenerefectoencasadelavizcondesa.AestainvitaciónsehabíanañadidounaspalabrasparaEugenio:

«He pensado, caballero, que os encargaríais con placer de ser el intérprete demissentimientoscercadelaseñoradeNucingen;osenvíolainvitaciónquemehabéispedido,yestaréencantadadeconoceralahermanadelaseñoradeRestaud.Traedme,pues,aesalindapersona,yprocuradqueellanoosrobetodovuestroafecto,porquemedebéismuchoamí,enpagodelqueyoosprofeso.

VizcondesaDeBeauséant».

—Pero —se dijo pensativo Eugenio al volver a leer la misiva— la señora deBeauséantmedaaentenderclaramentequenoquieresabernadadelbaróndeNucingen.

Fue en seguida a casa deDelfina, contento de procurarle una alegría de la cual sinduda él habría de recibir el premio. La señora de Nucingen se encontraba en el baño.Rastignacaguardóenelgabinete,presadelanaturalimpacienciadeunjovenardienteyansiosodetomarposesióndeunaamante,objetodedosañosdedeseos.Hayemocionesque no se encuentran dos veces en la vida de los jóvenes. La primeramujer realmentemujeralaquesedirigeunhombre,esdecir,aquellaquesepresentaaélenelesplendordelosacompañamientosquequierelasociedadparisiense,ésanuncatienerival.ElamorenParísnosepareceennadaalosotrosamores.Niloshombresnilasmujeressedejanengañarpor los lugares comunesquecada cual extiendepordecencia sobre sus afectossupuestamente desinteresados. En este país, una mujer no debe satisfacer solamente elcorazóny los sentidos; sabe perfectamente que tienemayores obligaciones que cumplirpara con las mil vanidades de que se compone la vida. Ahí sobre todo el amor esesencialmentejactancioso,osado,derrochador,charlatányfastuoso.SitodaslasmujeresdelacortedeLuisXIVenvidiaronalaseñoritadeLaVallièreelarranquedepasiónquehizo olvidar a aquel gran príncipe que los puños de su vestido costaban cada unomilescudoscuandolosrasgóparafacilitaralduquedeVermandoissuentradaenlaescenadelmundo,¿quéselepuedeexigiralrestodelahumanidad?Sedjóvenes,ricosycontítulo;sed aún algomejor, si podéis; cuantomayor sea el número de granos de incienso quellevéisaquemaranteelídolo,tantomásosserápropicioéste,siesquetenéisunídolo.Elamoresunareligión,ysucultohadecostarmáscaroqueeldetodaslasotrasreligiones;pasa rápidamente, y pasa como un pícaro que se complace en marcar su paso por lasdevastacionesqueocasiona.Ellujodelsentimientoeslapoesíadelasbuhardillas;sinestariqueza, ¿qué sería del amor? Si hay excepciones a estas leyes draconianas del códigoparisiense,ellasseencuentranenlasoledad,enlasalmasquenosehandejadoarrastrarpor lasdoctrinas sociales,quevivencercadeuna fuentedeaguasclaras, fugitivasperoincesantes;que,fielesasusverdesumbrías,contentasdeescucharellenguajedelinfinito,escrito para ellas en todas las cosas y que se encuentran en ellas mismas, aguardanpacientementequesusalasremontenlatierra.PeroRastignac,parecidoalamayorpartedelosjóvenesquedeantemanohansaboreadolasgrandezas,queríapresentarsearmadoa

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la liddelmundo;había contraído la fiebredeéste, sentíaquizá la fuerzadedominarlo,perosinconocerlosmediosnielfindeestaambición.Afaltadeunamorpuroysagrado,que llene la vida, esta sed de poder puede convertirse en algo hermoso; basta condespojarsedetodointeréspersonalyproponerselagrandezadeunpaíscomoobjeto.Peroelestudiantenohabíallegadoaúnalpuntodesdeelcualelhombrepuedecontemplarelcursodelavidayjuzgarla.Hastaentoncesnohabíasiquieraalejadocompletamentedesíelencantodelaslozanasydulcesideasqueenvuelvencomounfollajelajuventuddelosque se han criado en la provincia. Continuamente había vacilado en cruzar el Rubicónparisiense. A pesar de sus ardientes curiosidades, siempre había conservado ciertasreservasmentales sobre lavida felizque llevaelverdaderogentilhombreen sucastillo.Sinembargo,susúltimosescrúpulossedesvanecieroneldíaanterior,cuandosevioasímismoensuapartamento.Gozandodelasventajasmaterialesdelafortuna,comogozabadesdehacíatiempodelasventajasmoralesqueconfiereelnacimiento,sehabíadespojadodesupieldehombredeprovinciayhabíaseestablecidosuavementeenunaposicióndesdela cual divisaba un risueño porvenir. Así, mientras esperaba a Delfina, muellementesentadoenaquel lindogabinetequepocoapocoibaconvirtiéndoseunpocoenelsuyo,veíasetanlejosdelRastignacllegadoelañoantesaParís,quealmirarloporunefectodeópticamoral,preguntábasesiseparecíaenaquelmomentoasímismo.

—Laseñoraestáensuhabitación—vinoadecirleTeresa,haciéndoleestremecer.

EncontróaDelfinarecostadaeneldiván,juntoalachimenea,fresca,descansada.Alverla de tal modo exhibida sobre raudales de muselina, no podía uno por menos decompararlaconaquellasbellasplantasdelaIndiacuyofrutovieneenlaflor.

—Bien,yaestamosaquí—dijolajovenconemoción.

—Adivinad loqueos traigo—dijoEugenio sentándose junto a ella y cogiéndole elbrazoparabesarlelamano.

La señora deNucingen hizo unmovimiento de alegría al leer la invitación. VolvióhaciaEugeniolosojoshumedecidospor las lágrimasy leechólosbrazosalcuelloparaatraerlehaciaella,enundeliriodevanidosasatisfacción.

—¿Yesavos(tú—ledijoaloído—,peroseamosprudentes,porqueTeresasehallaenmigabinetede«toilette»,¡seamosprudentes!)aquiendeboestadicha?Sí,meatrevoallamarunadichaaesto.Obtenidoporvos,¿noesestomásqueuntriunfodeamorpropio?Nadie ha querido hacer mi presentación en ese mundo. Vos me encontraréis quizápequeña,frívola,ligeracomounaparisiense;peropensad,amigomío,queestoydispuestaasacrificároslotodo,yquesideseoconmásardorquenuncairalbarriodeSanGermán,esporquevosestáisallí.

—¿No creéis—dijoEugenio—que la señora deBeauséant parece decirnos que nocuentaconveralbaróndeNucingenenelbaile?

—Puessí—dijolabaronesadevolviendolacartaaEugenio—.Esasmujeresposeenel

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talentode la impertinencia.Perono importa, iré.Mihermanadeberá ir también; séqueestápreparándoseunvestidoprecioso.Eugenio—añadióenvozbaja—,ellavaaesebailepara disimular terribles sospechas. ¿No sabéis los rumores que circulan sobre ella?NucingenhavenidoestamañanaadecirmequeayerenelCírculosehablabadeellosinrebozo. ¡Dequémodose trataelhonorde lasmujeresyde las familias!Mehesentidoatacada,herida,enlapersonademipobrehermana.

»Segúnciertaspersonas,elseñordeTrailleshabíafirmadounasletrasdecambioporvalor de cien mil francos, casi todas vencidas y por las cuales iba a ser perseguidojudicialmente.Viéndoseenesteextremo,mihermanahabríavendidosusdiamantesaunjudío, aquellos hermosos diamantes que vos le habéis podido ver y que proceden de laseñora Restaud madre. En fin, que desde hace dos días no se habla de otra cosa:ComprendoentoncesqueAnastasiahayaencargadoquelehaganunvestidodelentejuelasyquieraatraerhaciaellatodaslasmiradasencasadelaseñoradeBeauséant,apareciendoentodosuesplendoryconsusdiamantes.Peroyonoquierosermenosqueella.Ellahaprocurado siempre eclipsarme; nunca ha sido buena para mí, que tantos favores le hehecho, y que siempre tenía dinero para ella cuando ella no lo tenía. Pero dejemos a lagente;hoyquierosercompletamentefeliz.

Rastignac se encontraba aún a la una de la madrugada en casa de la señora deNucingen, lacual,prodigándoleladespedidadelosamantes,esadespedidahenchidadelosfuturosplaceres,ledijoconexpresióndemelancolía:

—¡Soy tan miedosa, tan supersticiosa! Dad a mis presentimientos el nombre quequeráisdarles,perotengomiedodepagarmifelicidadconalgunahorriblecatástrofe.

—Noseáisniña—dijoEugenio.

—¡Ah!soyyolaqueestanocheesunacriatura—dijoriendo.

EugenioregresóaCasaVauquerconlacertidumbredeabandonarlaaldíasiguiente,yentróse,pues,duranteelcaminoalosbellossueñosqueconcibentodoslosjóvenesaúnenloslabioselsabordelafelicidad.

—¿Ybien?—ledijopapáGoriotcuandoRastignacpasópordelantedesupuerta.

—Bien—respondióEugenio—,mañanaoslocontarétodo.

—Todo,¿verdad?—exclamóelbuenhombre—.Idaacostaros.Mañanavamosadarcomienzoanuestravidafeliz.

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IVLamuertedelpadre

Aldíasiguiente,GoriotyRastignacnoaguardabanmásquelabuenavoluntaddeunmozodecuerdaparamarcharsedelapensión,cuando,haciaelmediodía,elruidodeuncarruajequesedetuvoprecisamentealapuertadeCasaVauquerresonóenlacalleNeuve-Sainte-Geneviève.LaseñoradeNucingenseapeódesucocheypreguntósisupadresehallabaaúnen lapensión.Ante la respuestaafirmativadeSilvia,subiórápidamente laescalera.Eugenio se encontraba en su apartamento sin que su vecino lo supiese. Durante eldesayuno había rogado a papá Goriot que se llevara sus efectos, diciéndole que seencontraríanalascuatroenlacalledeArtois.Peromientraselbuenhombrehabíaidoenbusca de unos mozos de cuerda, Eugenio había regresado, sin que nadie lo hubieraadvertido, para arreglar sus cuentas con la señora Vauquer, no queriendo dejar esteencargoaGoriot,elcual,ensufanatismo,habríapagadosindudaporél.Lapatronahabíasalido.Eugeniosubióasuaposentoparaversiacasoolvidabaalgo,yfelicitóseporhabertenidotalideaalverenelcajóndesumesalaaceptaciónenblancoquehabíafirmadoaVautrin,yquehabíatiradonegligentementeallíeldíaenquelahabíapagado.Noteniendofuego,ibaaromperlaapequeñostrozoscuando,alreconocerlavozdeDelfina,noquisohacer ningún ruido y se detuvo para oírla, pensando que ella no había de tener ningúnsecretoparaél.Luego,desdelasprimeraspalabras,encontrólaconversaciónentrepadreehijademasiadointeresanteparanoescucharla.

—¡Ah!,padremío—dijo—,quieraelcieloquehayáistenidolaideadepedircuentasdemifortunacontiemposuficienteparaquenoquedearruinada.¿Puedohablar?

—Sí,nohaynadieenlacasa—dijopapáGoriotconvozalterada.

—¿Quéosocurre,padre?—repusolaseñoradeNucingen.

—Acabasdedarmeunhachazoenlacabeza—respondióelanciano—.¡QuéDiosteperdone,hijamía!Nosabescuánto tequiero;si lohubierassabido,nomehabíasdichobruscamentetalescosas,sobretodosinosetrataradenadaqueseadesesperado.¿Quéhasucedido,pues,queseatanurgentecomoparaquehayasvenidoabuscarmeaquí,cuando

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dentrodeunosinstanteshabíamosdeiralacalledeArtois?

—¡Oh!, padre, ¿acaso uno es dueño de su primer impulso cuando se encuentra enmediodeundesastre? ¡Estoy loca!Vuestroprocuradornoshahechodescubrirunpocotemprano la desgracia que sin duda estallará más tarde. Vuestra vieja experienciacomercialvaasernosnecesaria,yhecorridohaciavosconlamismarapidezconqueunose aferra a una rama cuando se está ahogando. Cuando el señor Derville ha visto queNucingenleoponíamilembrollos,lehaamenazadoconunprocesodiciéndolequeprontoseobtendríalaautorizacióndelpresidentedeltribunal.Nucingenhavenidoestamañanaapreguntarmesiyoqueríasuruinaylamía.Lehecontestadoqueyonosabíanadadetodoesto,queyoposeíaunafortuna,queyodeberíaestarenposesióndeella,quetodoloqueserelacionabaconesteenredoincumbíaamiprocurador,yqueyonadasabíaenabsolutonipodíaentendernadade todoesteasunto.¿Noes loquemehabíais recomendadoquedijera?

—Sí—respondiópapáGoriot.

—Entonces —prosiguió Delfina— me ha puesto al corriente de sus asuntos. Hainvertidotodossuscapitalesylosmíosenempresasapenascomenzadas,yparalascualeshasidonecesarioecharmanodegrandessumas.Siyoleobligaseadevolvermeladote,élseveríaobligadoadeclararseenquiebra;mientrasquesiyoquieroesperarunaño,élsecompromete,bajosupalabradehonor,aentregarmeunafortunadobleotripledelamía,invirtiendo mis capitales en operaciones territoriales, al término de las cuales yo serédueñadetodoslosbienes.Queridopadre,élerasinceroymehaasustado.

»Mehapedidoperdónporsuconducta,mehadevueltomilibertad,mehapermitidocomportarmesegúnmiantojo,conlacondicióndequeledejecompletamentelibreparallevar los negocios bajomi nombre.Me ha prometido, para demostrarme su buena fe,llamaralseñorDervilletodaslasvecesqueyoquisieraparajuzgarsilasactasenvirtuddelascualesélmeinstituiríapropietariaestabanconvenientementeredactadas.Enfin,quesemehaentregadoatadodepiesymanos.Pidetodavíadurantedosañoselgobiernodelacasa,ymeha rogadoquenogasteparamínadamásque loqueélmeconceda.Mehademostradoquetodoloquepodíahacererasalvarlasapariencias,quehabíadespedidoasu bailarina, y que se vería obligado a lamás estricta y sorda economía, conobjeto dellegaral términodesusespeculacionessinalterarsucrédito.Lohepuestotodoendudaconobjetodehacerlehablarysabermáscosas:mehaenseñadosuslibros,yhaacabadollorando. Nunca había visto yo a un hombre en tal estado. Había perdido la cabeza,hablabadematarse,deliraba.Mehadadolástima.

—¿Y tú le crees? —exclamó papá Goriot—. ¡Es un comediante! He conocido aalemanes en cuestión de negocios. Se trata casi siempre de gente de buena fe, llena decandor;pero,cuandobajosuairedefranquezaydebondadcomienzanasercharlatanesyegoístas,losonentoncesmásquenadie.Tumaridoteengaña.Sesienteacosado,sehaceelmuerto,quieresermásdueñobajo tunombrequebajoelsuyo.Vaaaprovecharsede

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esta circunstancia para ponerse al abrigo de los altibajos de su comercio. Es tan astutocomopérfido;esunmalsujeto.No,no,yonomeiréalpadreLachaisedejandoamishijasdespojadasdetodo.Todavíaentiendoalgodenegocios.Hadichoquehabíainvertidosusfondos en las empresas, ¡bien! Sus intereses se hallan representados por valores, porobligaciones,portratados;quelosexhibayqueliquidecontigo.Escogeremoslasmejoresespeculaciones, correremos los riesgos, y tendremos los títulos en vuestro nombre deDelfinaGoriot,esposaseparadaencuantoalosbienesdelbaróndeNucingen.

»¿Peroesqueésenostomaporimbéciles?¿Creequeyopuedosoportarsiquierapordosdíaslaideadedejartesinfortuna,sinpan?¡Nolasoportaríaundía,unanoche,nidoshoras! Si esta idea fuera verdadera, yo no podría sobrevivir a ella. ¡Cómo! ¿Habríatrabajado yo durante cuarenta años demi vida, habría llevado sacos sobremi espalda,habríasudadoamares,mehabríaprivadodurantemividadetodoporvosotras,ángelesmíos,quemehacíaisligerotodotrabajo,todacarga,paraquehoytodamifortunasemeconvirtieseenhumo?Estomeharíamorirderabia.¡Portodocuantohaydemássagradoen la tierrayenelcielo,vamosaponerestoenclaro,vamosacomprobar los libros, lacaja,lasempresas!Yonoduermo,nomeacuesto,nocomohastaquemeseademostradoque tu fortuna está ahí toda entera. Gracias a Dios, tú estás separada en cuanto a losbienes; tendrás por procurador al señorDerville, un hombre honrado, afortunadamente.¡SantoDios!,túconservarástubuenmilloncito,tuscincuentamillibrasderenta,hastaelfindetusdías,oarmoenParísunescándalodemildemonios.MedirigiríaalasCámarassi los tribunales nos hicieran perder. El saberte tranquila y feliz en lo que concierne aldinero,estaideaaliviaríamismalesycalmaríamispenas.Eldineroeslavida.Eldineroloconsiguetodo.¿Quéviene,pues,acontarnoselalsacianoese?Delfina,nolehagaslamás mínima concesión a ese bruto, que te condenó y te hizo desgraciada. Si tienenecesidadde ti, haremosquehaga lo quequeramosnosotros. ¡Diosmío, sientoquemicabezaestáardiendo!¡MiDelfinaentalesapuros!¡Oh,miFifina!¡Quédiablo!¿Dóndeestánmis guantes? ¡Vamos!Quiero ir a verlo todo, los libros, los negocios, la caja, lacorrespondencia, inmediatamente.Noestaré tranquilohastaque semehayademostradoquetufortunayanocorreningúnpeligroypuedaverlaconmispropiosojos.

—Padremío,obradconprudencia.Sipusieraislamáspequeñaveleidaddevenganzaeneste asunto,y simostraseis intencionesdemasiadohostiles, yo estaríaperdida.Elosconoce,haencontradomuynaturalque,bajovuestrainspiración,yomeinquietasepormifortuna; pero, os lo juro, la tiene en susmanos, y ha querido retenerla en ellas. Es unhombrecapazdehuircontodosloscapitalesydejarnossinuncéntimo,elmalvado.Sabemuy bien que no deshonraré el apellido que lleva persiguiéndole. Es a la vez fuerte ydébil.Yoloheexaminadotodomuybien.Sileapuramos,estoyarruinada.

—Entonces,¿esunbribón?

—Puessí,padre—dijolajovendejándosecaerenunasilla,llorando—.Yonoqueríaconfesároslo para ahorraros la pena de haberme casado con un hombre de esa calaña.

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Costumbres secretas y conciencia, el alma y el cuerpo, todo en él guarda relación. Esespantoso: leodioy ledesprecio.Sí,yanopuedoseguirapreciandoaesevilNucingendespuésde todo loquemehadicho.Unhombrecapazde lanzarsea lascombinacionescomercialesdequemehahablado,carecedetodadelicadeza,ymistemoresprovienendeque he leído perfectamente en su alma.Me ha propuesto claramente, él,mimarido, lalibertad.¿Sabéisloqueestosignifica?Siqueríaser,encasodedesgracia,uninstrumentoensusmanos,enfin,siqueríaprestarlemiapellido.

—¡Peroahíestán las leyes!HayunaplazadeGrèvepara losyernosdeesaclase—exclamópapáGoriot—;yomismoseríacapazdeguillotinarlesinohubieraverdugo.

—No, padre mío, no hay leyes contra él. Escuchad en dos palabras su lenguaje,despojadodeloscircunloquiosconlosqueélloadornaba:«Otodoestáperdido,notenéisuncéntimo,estáisarruinada,porqueyonopodríaescogercomocómpliceaotrapersonamásquevos,ovosmedejáisgobernarmisempresas.»¿Estáclaro?Todavíaseaferraamí.Miprobidaddemujerletranquiliza;sabequeyoledejaríasufortunaymecontentaríaconlamía.

»Setratadeunaasociaciónímprobayladrona,lacualdeboconsentirsopenadeserarruinada.MecompralaconcienciaylapagadejándomequeseatranquilamentelamujerdeEugenio.«Yotepermitoquecometasfaltas,déjameamícometercrímenesarruinandoa la pobre gente.» ¿Es suficientemente claro este lenguaje? ¿Sabéis a qué llama haceroperaciones?Compra terrenosdesnudos a sunombre; luegohacequeunoshombresdepaja construyan allí edificios. Esos hombres efectúan contratos para las construccionescontodosloscontratistas,alosquepaganenefectosalargoplazo,yconsienten,medianteunaligerasuma,endarunacartadepagoamimarido,elcualquedaentoncesdueñodelascasas,mientrasqueesoshombresliquidansusasuntosconloscontratistasengañados,declarándoseenquiebra.ElnombredelacasadeNucingenhaservidoparadeslumbraralos pobres constructores. Yo he comprendido esto. He comprendido también que paraprobar, en caso necesario, el pago de sumas enormes, Nucingen ha enviado valoresconsiderablesaÁmsterdam,Londres,NápolesyViena.¿Cómopodríamoscogerle?

EugeniooyóelsonidopesadodelasrodillasdepapáGoriot,quesindudacayósobreelsuelodesuhabitación.

—¡Diosmío!,¿quéhehecho?Mihijaentregadaaesemiserable,queleexigirátodoaellasiquiere.¡Perdón,hijamía!—exclamóelanciano.

—Sí,siyomeencuentroenunabismo,quizátengáisvospartedeculpaenello—dijoDelfina—.¡Tenemostanpocarazóncuandonoscasamos!¿Acasoconocemoselmundo,losnegocios,loshombres,lascostumbres?Lospadresdeberíanpensarpornosotras.Padremío,nadaosreprocho;perdonadmeestaspalabras.Enestolaculpaesenteramentemía.No,nolloréis,papá—dijobesandolafrentedesupadre.

—Nollorestútampoco,mipequeñaDelfina.Dametusojosparaquepuedasecarlosal

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besártelos.Vamos,yovoyadesenredarloquetumaridohaembrollado.

—No,dejadmeobraramí;yosabrémanejarme.Elmeama;puesbien,yomeservirédel imperio que ejerzo sobre él para obligarle a que invierta capitales en propiedades.QuizásnombrelapropiedaddeNucingenenAlsaciaquetieneengranestima.Venidparaexaminar sus libros, sus negocios; el señor Derville no entiende nada de lo que seacomercial.Perovenidmañana.Noquieroenvenenarme.PasadomañanaescuandoelbaileencasadelaseñoradeBeauséanttienelugarydebocuidarmeparaaparecerallíhermosaenhonoramiqueridoEugenio.Vamosasuhabitación.

En aquel momento un coche se detenía en la Neuve-Sainte-Geneviève y oyóse laseñoradeRestaud,queledecíaaSilvia:

—¿Estámipadre?

EstacircunstanciasalvóafortunadamenteaEugenioelcualpensabayaecharseenlacamayfingirqueestabadurmiendo.

—¡Ah!, padre mío ¿le han hablado últimamente de Anastasia? —dijo Delfinareconociendo la voz de su hermana—. Parece que en su hogar ocurren cosasextraordinarias.

—¿De veras?—dijo—.Eso significaríami fin.Mi pobre cabeza no soportaría estadobledesgracia.

—Buenosdías,padre—dijolacondesaentrando.—¡Ah!,¿estáisahí,Delfina?

LaseñoradeRestaudparecíadesconcertadaalencontrarasuhermana.

—Buenosdías,Nasia—dijo labaronesa—.¿Teparece extraordinariamipresencia?Veotodoslosdíasamipadretodoslosdías.

—¿Desdecuándo?

—Sitúvinieraslosabrías.

—Nomeexcites,Delfina—dijoconvozquejumbrosa—.Soymuydesgraciada,estoyperdida,papá.¡Oh,estavezsíqueestoyperdida!

—¿Quéteocurre,Nasia?—exclamópapáGoriot—.Dínoslotodo,criatura.

Lajovenpalideció.

—Vamos,Delfina,socórrela,sébuenaconella;todavíateamarémás,sipuedo.

—¡PobreNasia!—dijolaseñoradeNucingenhaciendoquesuhermanasesentara—.¡Habla!Túvesennosotrosalasdosúnicaspersonasquesiempreteamaránlosuficienteparaperdonártelotodo.Yaves,losafectosdefamiliasonlosmásseguros.

Ledioarespirarsales,ylacondesavolvióensí.

—Voyamorirdeestosdisgustos—dijopapáGoriot—.Veamos—añadióremoviendo

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lalumbre—,acercaoslasdos.Tengofrío.¿Quétesucede,Nasia?Dímeloenseguida;meestásmatando…

—Bien—dijolapobremujer—,mimaridolosabetodo.Figuraos,papá,hacealgúntiempo,¿osacordáisdeaquellaletradecambiodeMáximo?Puesbien,noeralaprimera.Yohabíapagadoyamuchasotras.Aprincipiosdelmesdeenero,elseñordeTraillesmeparecía muy triste. No me decía nada; pero es tan fácil leer en los corazones de laspersonas que se aman, que una insignificancia es suficiente: luego hay lospresentimientos.Enfin,eramásamable,máscariñosoquenunca;yomesentíacadavezmásdichosa.¡PobreMáximo!Ensupensamientoseestabadespidiendodemí,medecía;quería levantarse la tapa de los sesos.En fin, ¡le he atormentado tanto, le he suplicadotanto!Hepermanecidodoshorasasuspies.Mehadichoquedebíacienmilfrancos.¡Oh,papá,cienmilfrancos!Yoheenloquecido.Vosnolosteníais,yolohabíadevoradotodo…

—No—dijopapáGoriot—,yonohabríapodidodároslosamenosde ir a robarlos.Perolohabríahecho,Nasia.Iréarobarlos.

Al oír estas palabras lúgubremente proferidas, como el estertor de unmoribundo, yque revelaban la agonía del sentimiento paternal reducido a la impotencia, las doshermanashicieronunapausa.¿Quéegoísmohabríapermanecidofríoanteaquelgritodedesesperaciónque,semejanteaunapiedralanzadaaunabismo,revelalaprofundidaddeéste?

—Los he encontrado disponiendo de lo que nome pertenecía, padremío—dijo lacondesasollozando.

Delfinasintióseconmovidaylloróapoyandosucabezaenelcuellodesuhermana.

—Entonces,todoescierto—ledijo.

Anastasiabajólacabeza;laseñoradeNucingenlaestrechóensusbrazos,labesóconternurayapoyándolaensucorazónledijo:

—Aquíserássiempreamadasinserjuzgada.

—Ángelesmíos—dijoGoriotconvozdébil—,¿porquévuestrauniónesdebidaaladesgracia?

—Para salvar la vida de Máximo, en fin, para salvar toda mi felicidad —dijo lacondesa,animadaporaquellostestimoniosdeternuracálidaypalpitante—,llevéalacasade aquel usurero que conocéis, un hombre fabricadopor el infierno, al que nada puedeconmover, a ese señorGobseck, los diamantes de familia que tanto aprecia el señor deRestaud,lossuyos,losmíos,todo;loshevendido.¡Vendido!,¿comprendéis?¡Élhasidosalvado!Peroyo,yoestoymuerta.Restaudlohasabidotodo.

—¿Porquién?¡Dímeloylomato!—exclamópapáGoriot.

—Ayermellamóasuhabitación.Acudíaella…«Anastasia—medijoconunavoz…

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(¡Oh!, suvozhasidosuficiente; todo loheadivinado)—,¿dóndeestán tusdiamantes?»«En mi habitación.» «No—me ha contestado mirándome—, están allí, encima de micómoda». Ymemostró el estuche, que él había cubierto con su pañuelo. «¿Sabéis dedónde proceden?»,me preguntó. Yo caí a sus pies…, lloré, le pregunté de quémuertequeríavermemorir.

—¡Túdijisteeso!—exclamópapáGoriot—.PorelsantonombredeDios,queelqueoshagadañoalaunaoalaotra,mientrasyoviva,habrédehacerlemorirlentamente.Sí,ledespedazarécomo…

PapáGoriotguardósilencio;suspalabrasexpirabanensugarganta.

—Enfin,querida,mepidióalgomásdifícilquehacermemorir.¡Guardeelcieloatodamujerdeoírloqueyoheoído!

—Yoasesinaréaesehombre—dijopapáGoriotconcalma—.Peronohaymásqueunavidayélmedebedos.Enfin,¿qué?—repusomirandoaAnastasia.

—Bien—prosiguiódiciendolacondesa—,despuésdeunapausamemiróymedijo:«Anastasia,voya sepultarlo todoenel silencio;permaneceremos juntos, tenemoshijos.NomataréalseñordeTrailles;podríafallarlapuntería,yparadeshacermedeéldeotromodo que no sea con un duelo podría yo tropezar con la justicia humana.Matarle envuestrosbrazosseríadeshonraraloshijos.Peroparanoverpereceravuestroshijos,niasu padre, ni amí, os impongo dos condiciones. Respondedme: ¿tengo un hijo que seamío?».Ledijequesí.«¿Cuál?»,mepreguntó.«Ernesto,nuestrohijomayor.»«Bien—mehadicho—.Ahora juradmequeen losucesivomeobedeceréisenunsolopunto».Se lojuré.«Firmaréislaventadevuestrosbienescuandooslopida».

—Nofirmes—exclamópapáGoriot—.Nofirmesnuncaeso.¡Ah!,señordeRestaud,¿no sabéis loqueeshacer feliz aunamujer, ellavaabuscar la felicidaddondeésta seencuentra, y vos la castigáis por vuestra necia impotencia?… ¡Pero, alto, que yo estoyaquí! Me encontrará en su camino. Nasia, tranquilízate. ¡Ah, de modo que ama a suheredero!Bien,bien.Learrebatarésuhijo,que,¡rayosycentellas!,esminieto.Lollevaréamialdea,cuidarédeél,puedesestartranquila.Harécapitularaesemonstruodiciéndole:Si quieres tener a tu hijo, devuélvele ami hija su bien y déjala que se comporte comoquiera.

—¡Padre!

—¡Sí,padre! ¡Ah!, soyunverdaderopadre.Queeseestúpidoseñorónnomaltrateamishijas.¡Diantre!,noséloquetengoenlasvenas.Tengolasangredeuntigreyquisieradevoraraesosdoshombres.¡Oh,hijasmías!¿Cuáles,pues,vuestravida?Vuestravidaesmimuerte. ¿Qué serádevosotras cuandoyonoexista?Lospadresdebieranvivir tantocomosushijos.¡Diosmío,quémalorganizadoestátumundo!Ysinembargo,Tútienesun hijo, según nos dicen. Tú deberías evitar que sufriésemos en nuestros hijos. Misángelesqueridos, sóloavuestrosdoloresdebovuestrapresencia.Nomehacéisconocer

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más que vuestras lágrimas. Bien, sí, me amáis, lo veo. Venid, venid a llorar aquí. Micorazónesgrande, todocabeenél.Sí,pormásquelotraspaséis, lospedazosharánaúnnuevoscorazonesdepadre.Yoquisieraasumirvuestraspenas,sufrirporvosotras.¡Ah!,cuandoeraispequeñas,eraistandichosas…

—Sólofuimosfelicesenaquellostiempos—dijoDelfina—.¿Quésehizodeaquellosmomentos en que nos dejábamos caer, dando tumbos, de lo alto de los sacos en elgranero?

—¡Padremío!,noesestotodo—dijoAnastasiaaloídodeGoriot,elcualsesobresaltó—. Los diamantes no han sido vendidos por cien mil francos. Máximo está siendoprocesado.Mehaprometidoportarsebien,yquenovolveríaajugar.Nomequedaenelmundomás que su amor y lo he pagado demasiado caro para nomorirme si él semeescapa.Lehesacrificadofortuna,honra,tranquilidad,hijos.¡Oh!,hacedqueporlomenosMáximoestélibre,searespetado,puedapermanecerenelmundo,dondesabrácrearseunasituación.Ahoramedebealgomásquelafelicidad;tenemosunoshijosquequedaríansinfortuna.TodoestaráperdidosilellevanaSantaPelagia.

—Nolostengo,Nasia.¡Yanotengonada!¡Eselfindelmundo!¡Oh!,elmundovaaderrumbarse,esseguro.¡Marchaos,procuradsalvaros!¡Ah!,todavíatengomispendientesdeplata, seiscubiertos, losprimerosquehe tenidoen lavida.Enfin,yano tengonadamásquemildoscientosfrancosderentavitalicia…

—¿Quéhabéishechodevuestrasrentasperpetuas?

—Las he vendido reservándome este pequeño resto de renta para mis necesidades.NecesitabadocemilfrancosparaarreglarleunapartamentoaFifina.

—¿Entucasa,Delfina?—dijolaseñoraRestaudasuhermana.

—¡Oh,quéimportaeso!—dijopapáGoriot—.Losdocemilfrancosestánempleados.

—Ya lo adivino —dijo la condesa—. Para el señor de Rastignac. ¡Ah!, mi pobreDelfina,detente.Yavesadóndehellegadoyo.

—Querida,elseñordeRastignacesunjovenincapazdearruinarasuamante.

—Gracias,Delfina.En la crisis enquemeencuentro, yo esperaba algomejorde ti;perotúnuncameamaste.

—Sí te ama,Nasia—exclamó papáGoriot—; ahoramismome lo estaba diciendo.Hablábamosdeti;afirmabaquetúerashermosayqueellasóloerabonita.

—¡Ella!—repitiólacondesa—.Ellaesdeunabellezafría.

—Aunqueasífuera—dijoDelfinaenrojeciendo—,¿cómotehasportadotúconmigo?Túhasrenegadodemí,túhashechoquemecerraranlaspuertasdetodaslascasasadondequería ir; en fin, tú nunca has desperdiciado la menor oportunidad de ocasionarme undisgusto.¿Yacasoyo,comotú,hevenidoasacarleaesepobrepadresufortuna,demilen

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milfrancos,yreducirlealestadoenqueseencuentra?Heahítuobra,hermanamía.Yohevisto ami padre tanto como he podido, no le he puesto en la calle, y no he venido alamerlelasmanoscuando,teníanecesidaddeél.Nosabíaquehubieraempleadoparamíesosdocemilfrancos.Yosoymuyordenada,yalosabes.Porotraparte,cuandopapámehahechoregalos,noesporqueyoloshayamendigadojamás.

—Tú eres más feliz que yo: el señor De Marsay era rico. Tú has sido siempremezquinacomoeloro.Adiós,notengohermanani…

—¡Cállate,Nasia!—gritópapáGoriot.

—Nohaymás que una hermana como tú que pueda repetir lo que elmundoya nocree;eresunmonstruo—ledijoDelfina.

—Hijas,hijasmías,callaos,omematodelatedevosotras.

—Vamos, Nasia, yo te perdono—dijo la señora de Nucingen—; eres desgraciada.Peroesqueyosoymejorquetú.Decirmeesoenelmomentoenqueyomesentíacapazdetodoparapoderayudarte,inclusodeentrarenlahabitacióndemimarido,cosaquenoharíaniparamínipara…Esoesdignodetodoelmalquehascometidocontramídesdehacenueveaños.

—¡Hijasmías,hijasmías,besaos!—dijoelpadre—.Soisunpardeángeles.

—No, soltadme—gritó la condesa, desprendiéndose de los brazos de su padre, quehabíaquerido estrecharla contra supecho—;ella tieneparamímenospiedadde laquepodríatenermimarido.¡Nosediríaqueesprecisamenteelespejodetodaslasvirtudes!

—PrefieropasarantelagentepordeberdineroalseñorDeMarsay,queconfesarqueel señor de Traillesme cuestamás de doscientosmil francos—respondió la señora deNucingen.

—¡Delfina!—gritólacondesadandounpasohaciaella.

—Yotedigolaverdad,mientrasquetúmeestáscalumniando—repusofríamentelabaronesa.

—¡Delfina!,eresuna…

PapáGoriotseabalanzóhacialacondesayleimpidióquehablaratapándolelabocaconsumano.

—¡Diosmío!,padre,¿quéhabéistocadoestamañana?—ledijoAnastasia.

—Esverdad,perdón—dijoelpobrepadresecándoselasmanosenelpantalón—.Peroesquenosabíaqueibaisavenir.Meestabamudando.

Sentíase feliz por haberse atraídoun reproche que desviaba hacia él la cólera de suhija.

—¡Ah!—repuso sentándose—,me habéis partido el corazón. ¡Yomemuero, hijas

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mías!Elcráneomequemapordentrocomosiestuviesellenodefuego.Sedamablesunaconotrayamaosmucho.Delocontrario,meharíaismorir.Delfina,Nasia,vamos,teníaisrazón, estabais equivocadas las dos. Vamos, Delfinita —añadió dirigiendo hacia labaronesaunosojosllenosdelágrimas—,lehacenfalta;vamosabuscárselos.Noosmiréisdeesamanera.

Diciendoesto,searrodillóanteDelfina.

—Pídele perdón para complacerme—le dijo al oído—; ella es lamás desgraciada,¿sabes?

—PobreNasia—dijoDelfina,asustadaante lasalvajey locaexpresiónqueeldolorimprimíaenelrostrodesupadre—,estabaequivocada;dameunbeso…

—¡Ah!, me estáis derramando bálsamo en el corazón—gritó papá Goriot—. Pero¿dóndeencontrarlosdocemilfrancos?¿Ysimeofrecieracomosustitutoenlamilicia?

—¡Ah,padre!—dijeronlasdoshijasrodeándole—.No,no.

—Diososrecompensaráporesaidea,¿noesverdad,Nasia?—dijoDelfina.

—Yademás,pobrepapá,esoseríacomounagotadeagua—comentólacondesa.

—Entonces, ¿es que uno no puede hacer lo que quiere con su sangre? —gritó elanciano,desesperado—.Meentregoalquetesalvará,Nasia.Mataréaunhombreparaél.Haré como Vautrin, iré a presidio. Yo…—se detuvo como fulminado por un rayo—.¡Nada!—dijo arrancándose los cabellos—. Si supiera adónde ir para robar… Pero esdifícil incluso hallar la ocasión de robar. Y además, haría falta gente y tiempo paraapoderarsedelaBanca.Vamos,hedemorir,notengomásremedioquemorir.

»¡Sí,yanosirvoparanada,yanosoypadre!No.¡Ellatienenecesidaddemí,ellamepide!Yyo,miserable, no tengonada. ¡Ah!, tú te has constituido rentasvitalicias, viejomalvado,yteníasdoshijas.¿Peroesquenolasamas?¡Revienta,revientacomounperro!Sí, yo estoy por debajo de un perro; un perro no se portaría así. ¡Oh,mi cabeza! ¡Estáhirviendo!

—Pero,papá—gritaron lasdos jóvenes,que le rodeabanpara impedirquegolpearaconsucabezalasparedes—,¡sedrazonable!

PapáGoriotsollozaba.Eugenio,espantado,cogiólaletradecambioquehabíafirmadoparaVautrin,ycuyotimbrellevabaunasumamuchomayor;corrigiólacifra,hizodeellaunaletradecambioregulardedocemilfrancosanombredeGoriotyentró.

—Aquí tenéis todo vuestro dinero, señora—dijo presentando el papel—.Yo estabadurmiendo,vuestraconversaciónmehadespertado,ydeestemodohepodidosaberqueyodebíaalseñorGoriot.Aquítenéiseltítuloquepodréisnegociar,ylopagaréfielmente.

Lacondesaquedóseinmóvilconelpapelenlamano.

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—Delfina—dijopálidaytrémuladecólera,defuror,derabia—,yoteloperdonabatodo, ¡pero esto! ¡El caballero estaba ahí y tú lo sabías! ¡Has cometido la vileza devengarte de mí haciendo que le revelara mis secretos, mi vida, la de mis hijos, mivergüenza,mihonor!Vamos,ahorateodio,yanoeresmihermana,teharétodoeldañoposible…

Lacóleralecortólapalabraylagargantaselesecó.

—¡Perosiesmihijo,nuestrohijo,tuhermano,tusalvador!—gritabapapáGoriot—.¡Bésale, pues, Nasia! ¡Mira cómo le beso yo! —repuso besando a Eugenio con unaespecie de frenesí—. ¡Oh!, hijomío, yo serémás que un padre para ti; quiero ser unafamilia.QuisieraserDios,yarrojaríaeluniversoa tuspies.Perodaleunbeso,¿verdadquesí,Nasia?Noesunhombre,sinounángel,unverdaderoángel.

—Dejadla,papá;estálocaenestosmomentos—dijoDelfina.

—¡Loca,loca!Ytú,¿quéesloqueeres?—preguntólaseñoradeRestaud.

—Hijasmías,memuerosicontinuáis—gritóelancianocayendosobresucamacomoheridoporunabala—.¡Estashijasmeestánmatando!—sedijo.

LacondesamiróaEugenio,quepermanecíainmóvil,absortoporlaviolenciadeestaescena.

—Caballero—ledijointerrogándoleconelgesto,lavozylamirada,sinrepararensupadre,cuyochalecoestabadesabrochandorápidamenteDelfina.

—Señora,yopagaréymecallaré—respondiósinaguardarlapregunta.

—¡Hasmatadoapapá,Nasia!—dijoDelfinamostrandoelancianodesvanecidoasuhermana,lacualhuyó.

—Yolaperdono—dijoelbuenhombreabriendolosojos—;susituaciónesespantosay sería capaz de trastornar la cabezamás firme.Consuela aNasia, sé amable con ella;promételoatupobrepadre,quesemuere—pidióleaDelfina,estrechándolelamano.

—Pero¿quéesloqueosocurre?—preguntólahija,asustada.

—Nada,noesnada—respondióelpadre—;yapasará.Sientoalgoquemepesaenlafrente,unajaqueca.¡PobreNasia,quéporvenir!

Enaquelmomento,lacondesavolvióaentraryarrojósealospiesdesupadre:

—¡Perdón!—exclamó.

—Vamos—dijopapáGoriot—,ahoratodavíamehacesmásdaño.

—Señor—dijolacondesaaRastignac,conlosojosllenosdelágrimas—,eldolormehahechoserinjusta.Seréisunhermanoparamí,¿verdad?—añadiótendiéndolelamano.

—Nasia—ledijoDelfinaabrazándola—,mipequeñaNasia,olvidémoslotodo.

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—No—dijo—,¡yomeacordarédetodo!

—Ángelesmíos—exclamópapáGoriot—,mequitáiselveloqueteníasobrelosojos,vuestra voz me reanima. Vamos, volved a besaros. Bien, Nasia, ¿esta letra de cambiopodrásalvarte?

—Asíloespero.Decid,pues,papá,¿queréisponerenellavuestrafirma?

—¡Vaya,quétontosoy!¡Olvidarmedeeso!Peroesquemeheencontradomuymal,Nasia;nomeguardesrencor.Mandadecirmequehassalidodetuapuro.No,esmejorquevaya.Perono,noiré;nopuedoyaveratumarido,pueslomataría.Encuantoaenajenartusbienes,loevitaré.Vamos,deprisa,hijamía,yhazqueMáximosientelacabeza.

Eugenioestabaestupefacto.

—Esta pobre Anastasia ha sido siempre de carácter violento —dijo la señora deNucingen—,perotienebuencorazón.

—Havueltoaentrarparaelendoso—dijoEugenioaloídodeDelfina.

—¿Creéis?

—Quisiera no creerlo.Desconfiad de ella—respondió Eugenio levantando los ojoscomoparaconfiaraDiosunospensamientosquenoseatrevíaaexpresar.

—Sí,siemprehasidounpococomedianta,ymipadresedejaengañarporella.

—¿Cómoestáis,papáGoriot?—preguntóleRastignacalanciano.

—Tengoganasdedormir—respondió.

EugenioayudóaGoriotaacostarse.Luego,cuandoelbuenhombresequedódormido,teniendoensumanoladeDelfina,suhijaseretiró.

—Esta noche en los Italianos —dijo a Eugenio— me dirás cómo va. Mañana osmudaréisdepiso,caballero.Veamosvuestrahabitación.¡Oh,quéhorror!—dijoentrandoenella—.¡Perosivosestabaisaúnpeorquemipadre!Eugenio,tehasportadomuybien.Yoosamaríamássiellofueraposible;pero,hijomío,siqueréishacerfortuna,nohayquearrojardeesemododocemilfrancosporlaventana.ElcondedeTraillesesjugador.Mihermananoquierereconoceresto.

UngemidoleshizoreparardenuevoenGoriot,alquehallarondormidoenapariencia;perocuandolosdosamantesseacercaronaél,oyeronestaspalabras:

—¡Nosondichosas!

Tantosidormíacomosiestabadespierto,elacentodeestafrasehiriótanvivamenteelcorazóndesuhija,queéstaseacercóalcatreenelqueyacíasupadreylediounbesoenlafrente.Abriólosojosdiciendo:

—¡EsDelfina!

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—Bien,¿cómoteencuentras?—lepreguntólajoven.

—Bien—respondió el anciano—, no te preocupes; voy a salir. Id, hijosmíos; queseáisdichosos.

EugenioacompañóaDelfinahastasucasa;pero,inquietoporelestadoenquehabíadejadoaGoriot,rehusócomerconella,yvolvióCasaVauquer.EncontróapapáGoriotdepie y a punto de sentarse a lamesa. Bianchon habíase colocado de forma que pudieseexaminarbienelsemblantedelfabricantedefideos.Cuandoleviocogerelpanyolerlopara juzgar acerca de la harina de que estaba hecho, el estudiante, al observar en estemovimientounaausenciatotaldeloquepudierallamarselaconcienciadelacto,hizoungestosiniestro.

—Venamilado,señorinterno—ledijoEugenio.

AsílohizoBianchondebuenagana,porquedeestemodoestaríamáscercadelviejohuésped.

—¿Quéesloquetiene?—preguntóRastignac.

—Omuchomeequivoco,osuestadoesgrave.Hadebidoocurriralgoextraordinarioen él, y me parece que se encuentra bajo el peso de una inminente apoplejía serosa.Aunque la parte baja del rostro está bastante serena, los rasgos superiores de la caratienden hacia la frente, a pesar suyo, ¿sabes? Además, los ojos se hallan en el estadoparticular que denota la invasión del suero en el cerebro. ¿No podría decirse que estánllenosdeunfinopolvo?Mañanaporlamañanasabréalgomás.

—¿Habráalgúnremedio?

—Ninguno. Quizá se podrá retrasar su muerte si se encuentran los medios dedeterminarunareacciónhacialasextremidades,hacialaspiernas;perosimañanaporlanoche no cesan los síntomas, el pobre hombre estará perdido. ¿Sabes por quéacontecimientohasidoprovocadalaenfermedad?Hadebidoderecibirungolpeviolentobajoelcualsumoralhabrásucumbido.

—Sí —dijo Rastignac, recordando que las dos hijas habían golpeado sin cesar elcorazóndesupadre.

«Porlomenos—decíaseEugenio—,Delfinaamaasupadre».

Porlanoche,enlosItalianos,RastignacadoptóciertasprecaucionesparanoalarmarenexcesoalaseñoradeNucingen.

—Noospreocupéis—respondiólajovenalasprimeraspalabrasqueledijoEugenio—,mi padre es fuerte. Sólo que estamañana lo hemos zarandeado un poco. Nuestrasfortunas están en peligro. ¿Os dais cuenta de la importancia de esta desgracia? Yo nopodría vivir si vuestro afecto no me volviera insensible a lo que poco tiempo atrásconstituiríanparamíangustiasmortales.Hoyno tengomásqueun temor,másqueuna

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desgracia,yesladeperderelamorquemehahechosentirelplacerdevivir.Apartedeestesentimiento,todomeesindiferente;yanoamonadaenestemundo.Voslosoistodoparamí.Si siento ladichadeser rica,esparaagradarosmás.Soy,paravergüenzamía,másamantequehija.¿Porqué?Loignoro.Todamividasehallaenvos.Mipadremediouncorazón,perovoshabéishechoquepalpitara.Elmundoenteropodrácensurarme,pero¿quémeimporta?,sivos,quenotenéisderechoaguardarmerencor,medisculpáisdeloscrímenes a los que me condena un sentimiento irresistible. ¿Creéis que soy una hijadesnaturalizada?¡Oh!,no,esimposiblenoamaraunpadretanbuenocomoeselnuestro.

»¿Podía yo impedir que él viera al fin las consecuencias naturales de nuestrosdeplorablesmatrimonios?¿Porquéno los impidió?¿Nolecorrespondíaaél reflexionarparabiendenosotras?Hoy,yalosé,sufretantocomonosotras;pero¿quépodemoshacer?¡Consolarle!Noleconsolaríamosdenada.Nuestraresignaciónlecausaríamásdolorquenuestros reproches y nuestras quejas no le causaríanmal alguno.Hay situaciones en lavidaenlasquetodoesamargura.

Eugenio permaneció silencioso, lleno de ternura ante la expresión ingenua de unsentimiento verdadero. Si las parisienses son a menudo falsas, ebrias de vanidad,individualistas,coquetas,frías,esevidentequecuandoamanrealmentesacrificanmayornúmerodesentimientosasuspasiones;seelevanporencimadesuspequeñecesylleganasersublimes.Además,Eugenioestabasorprendidoporlainteligenciaprofundayjuiciosaque la mujer despliega para juzgar los sentimientos más naturales, cuando un afectoprivilegiadolaseparadeellosylacolocaadistancia.LaseñoradeNucingenextrañósedelsilencioqueguardabaEugenio.

—¿Enquépensáis?—lepreguntó.

—Estoyaúnoyendoloquemehabéisdicho.Hastaahorahabíacreídoqueosamabamásdeloquevosmeamáisamí.

La joven sonrió y se previno contra el placer que experimentaba, para dejar laconversacióndentrodeloslímitesimpuestosporlasconveniencias.Jamáshabíaoídolasexpresionesvibrantesdeunamorjovenysincero.Unaspalabrasmás,ynohabríapodidocontenerse.

—Eugenio—dijo cambiando de conversación—, ¿es que no sabéis lo que ocurre?TodoParísseencontrarámañanaencasadelaseñoradeBeauséant.LosRochefideyelmarqués deAjuda se han puesto de acuerdo para que nadie se entere de nada; pero lociertoesquemañanaelreyfirmaelcontratodematrimonioyvuestraprimaaúnnosabenada.Nopodrádispensarsederecibirensucasa,yelmarquésnoestarápresenteensubaile.Todoelmundoestácomentandoestaaventura.

—¡Y elmundo se ríe de una infamia y se recrea en ella! ¿No sabéis, pues, que laseñoradeBeauséantmorirádeestedisgusto?

—No—dijosonriendoDelfina—,noconocéisaesaclasedemujeres.PerotodoParís

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iráasucasayyotambiénestaréallí.Sinembargo,estafelicidadosladeboavos.

—Pero—dijoRastignac—¿nosetratarádeunodeesosrumoresabsurdoscomolosqueentantaabundanciacirculanporParís?

—Mañanasabremoslaverdad.

Eugenio no volvió a Casa Vauquer. No pudo renunciar a gozar de su nuevoapartamento.Si,eldíaantes,habíasevistoobligadoaabandonaraDelfina,alaunadelanoche, fueDelfina la que le dejó hacia las dos para volver a su casa.Al día siguientedurmióhastabastantetarde,yhaciaelmediodíaaguardóalaseñoradeNucingen,lacualfue a desayunar con él. Los jóvenes son tan ávidos de estas cosas tan agradables, queEugeniocasisehabíaolvidadodepapáGoriot.Fueunalargafiestaparaélelhabituarseacadaunodeaquelloselegantesobjetosquelepertenecían.LaseñoradeNucingenestabaallí,confiriendounnuevovaloratodaslascosas.Sinembargo,hacialascuatro, losdosamantespensaronenpapáGoriot,recordandolafelicidadqueélseprometíaaliraviviren aquella casa. Eugenio observó que era necesario llevar allí cuanto antes al buenhombre,siesquehabíadeestarenfermo,ydejóaDelfinaparacorreraCasaVauquer.NipapáGoriotniBianchonsehallabanalamesa.

—Bien—ledijoelpintor—,papáGoriotseencuentramal.Bianchonestáarribaconél. El buen hombre ha visto a una de sus hijas, la condesa de Restaurama. Luego haqueridosalirysuenfermedadhaempeorado.Lasociedadvaaverseprivadadeunodesusbellosornatos.

Rastignacseprecipitóhacialaescalera.

—¡Eh,señorEugenio!

—¡SeñorEugenio!,laseñoraosllama—legritóSilvia.

—Señor—díjolelaviuda—,elseñorGoriotyvoshabíaisdemarcharoselquincedefebrero. Hace tres días que ha pasado el quince y estamos ya a dieciocho; tenéis quepagarme unmes por vos y por él; pero si queréis salir fiador por papáGoriot, vuestrapalabraserásuficiente.

—¿Porqué?¿Esquenotenéisconfianza?

—¡Confianza! Si el buen hombre perdiera la cabeza y semuriese, sus hijas nomedarían un céntimo, y todos sus bártulos no valen ni diez francos. Esta mañana se hallevadosusúltimoscubiertos,noséporqué.Habíasevestidocomounjoven.QueDiosmeperdone,perocreoquellevabacolorete;mehaparecidorejuvenecido.

—Yo respondo de todo —dijo Eugenio estremeciéndose de horror y temiendo undesastre.

SubióalahabitacióndepapáGoriot.ElancianoyacíaensulechoyBianchonestabacercadeél.

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—Buenosdías,padre—ledijoEugenio.

El buen hombre le sonrió dulcemente y respondió volviendo hacia él unos ojosvidriosos:

—¿Cómoseencuentramihija?

—Bien,¿yvos?

—También.

—Nolefatigues—dijoBianchonllevándoseaEugenioaunrincóndelahabitación.

—¿Ybien?—ledijoRastignac.

—Sólo un milagro puede salvarle. Ha tenido lugar la congestión serosa; tienesinapismos;afortunadamentelossiente,estánproduciendosuefecto.

—¿Selepuedetrasladar?

—Imposible.Hayquedejarleahí,evitartodomovimientofísicoytodaemoción…

—MibuenBianchon—dijoEugenio—,losdoscuidaremosdeél.

—Yahehechoveniralmédicodirectordenuestrohospital.

—¿Yqué?

—Mañanadirádequésetrata.Mehaprometidoquevendríadespuésdeterminadasujornada.Desgraciadamenteesehombrehacometidoestamañanauna imprudenciasobrelacualnoquieredarexplicaciónalguna.Estozudocomounamula.Cuandolehablo,hacecomosinomeoyese,yduermeparano tenerquecontestar amispreguntas;obien, sitienelosojosabiertos,comienzaagimotear.Hasalidoalamanecer,haidoapiepor lascallesdeParís,nosabemosadónde.Seha llevado todo loqueposeíadevalor,ha idoahacer Dios sabe qué tráfico, que le ha costado un esfuerzo superior a sus fuerzas. Havenidounadesushijas.

—¿Lacondesa?—dijoEugenio—.¿Unamorenaalta,deojosvivosyhermosos,lindopie,cinturaesbelta?

—Sí.

—Déjameunmomentoasolasconél.Voyaconfesarle;amímelodirátodo.

—Entretanto, voy a comer. Solamente procura no agitarle demasiado; todavía nosquedaalgunaesperanza.

—Descuida.

—Mañanasedivertiránmucho—dijopapáGoriotaEugeniocuandoestuvieronsolos—.Vanaungranbaile.

—¿Quéhabéishecho,pues,estamañana,papá,paraqueesta tardeosencontréis tan

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malqueestéisobligadoaguardarcama?

—Nada.

—¿HavenidoAnastasia?—preguntóRastignac.

—Sí—respondiópapáGoriot.

—Bien,nomeocultéisnada.¿Quémásoshapedido?

—¡Ah —repuso el anciano reuniendo sus energías para poder hablar—, era muydesdichada,pobrehijamía!Nasianotieneuncéntimodesdeelasuntodelosdiamantes.Habíaencargadoparaesebaileunvestidodelentejuelasquedebesentarlecomounajoya.Su modista, la infame, no ha querido fiarle, y su doncella ha entregado mil francos acuenta.¡PobreNasia!¡Haberllegadoatalextremo!Estomehadesgarradoelcorazón.

»Peroladoncella,alverqueRestaudretiratodasuconfianzaaNasia,hatenidomiedodeperdersudinero,yseentiendecon lamodistaparaqueéstanoentregueelvestidoamenosqueleseandevueltoslosmilfrancos.Elbaileesmañana,elvestidoestáacabadoyNasia está desesperada. Ha querido que le prestase mis cubiertos para empeñarlos. Sumarido quiere que ella vaya a ese baile paramostrar a todoParís los diamantes que lagentepretendeque ella havendido. ¿Puededecirle a esemonstruo: «Debomil francos,pagadlos»?No.Yomehehecho cargode esto.SuhermanaDelfina irá al baile conunvestido precioso. Anastasia no debe ser menos que su hermana menor. Y además, mipobrehijanohacesinollorar.Mesentí tanhumilladoalnotenerdocemilfrancosayer,que habría dado el resto de mi miserable existencia por poder arreglar este asunto.¿Sabéis?,yohabíatenidofuerzasparasoportarlotodo,peromiúltimafaltadedineromeha partido el corazón. Sin pensarlo más, he vendido cubiertos y joyas por valor deseiscientos francos: luego he empeñado, por un año, mi título de renta vitalicia contracuatrocientos francos una vez pagados, a papá Gobseck. ¡Bah, comeré sólo pan! Estoresultabasuficienteparamícuandoerajoven,ytodavíapuedopasarasí.PorlomenosmibuenaNasiapasaráunabuenanoche.Estarámuyhermosa.Tengodebajodemialmohadaelbilletedemilfrancos.MereconfortatenerdebajodelacabezaalgoquevaahacerfelizalapobreNasia.Podrádespediralaingratadoncella.¡Sehabrávistoqueloscriadosnotenganconfianzaensusdueños!Mañanaestarébien.Nasiavienealasdiez.Noquieroquemecreanenfermo,porqueno iríanalbaile,parapodercuidarme.Despuésde todo,¿nohabríagastadomilfrancosenlafarmacia?Prefierodárselosamicuralotodo,amiNasia.Yolaconsolaréensumiseria,porlomenos.Estohacequepuedaperdonársememierrorporhabermehechounarentavitalicia.Ellaseencuentraenelfondodelabismoyyonosoylobastantefuerteparasacarladeél.¡Oh!,hedevolveralcomercio.

»Iré a Odesa para comprar cereales. El trigo cuesta allí tres veces menos que elnuestro. Sí bien está prohibida la importación de cereales en especie, los que hacen lasleyesnohantenidolaideadeprohibirlafabricacióndelosproductoscuyamateriaeseltrigo. Yo he descubierto esto esta mañana. Pueden hacerse grandes cosas con los

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almidones.

—Estáloco—díjoseEugeniomirandoalanciano—.Vamos,descansad,nohabléis…

EugeniobajóparacomercuandoBianchonvolvióa subir.Luego losdospasaron lanochevelandoalenfermo,turnándose,ocupándoseelunoenleersuslibrosdemedicinayel otro en escribir a sumadre y a sus hermanas. Al día siguiente, los síntomas que sedeclararon en el enfermo fueron, segúnBianchon, de augurio favorable; pero exigieronunoscontinuoscuidados,delosquesólolosdosestudianteserancapacesdeprodigaryenla descripción de los cuales es imposible comprometer la pudibunda fraseología de laépoca. Las sanguijuelas aplicadas al cuerpo depauperado del buen hombre fueronacompañadas de cataplasmas, de baños de pies, de manipulaciones médicas para lascuales, por otro lado, precisábase la fuerza y la buena voluntad de los dos jóvenes. LaseñoradeRestaudnofueaverasupadreymandóunpropioabuscarlasuma.

—Yo creía que vendría ella misma. Pero quizás es mejor así, porque se habríaalarmado—dijoelpadre,pareciendofelizporestacircunstancia.

Alassietedelatarde,TeresavinoaentregarunacartadeDelfina.

«¿Quéhacéis,amigomío?Apenasamada,¿habríayadevermenegligida?Mehabéismostrado, en esas confidencias hechas de corazón a corazón, un alma demasiadohermosaparanoserdeaquellosquepermanecensiempre fielesalverhastaquépuntotienen matices los sentimientos. Tal como dijisteis vos mismo al escuchar la plegariacantadaporMosé:

“Paralosunosesunamismanota;paralosotrosesloinfinitodelamúsica”.Pensarque esta tarde os espero para ir al baile de la señora deBeauséant.Decididamente elcontrato del señor de Ajuda ha sido firmado esta mañana en la corte, y la pobrevizcondesanolohasabidohastalasdos.TodoParísacudiráasucasa,comoelpuebloabarrotalaplazadelaGrèvecuandohadeasistiraunaejecución.¿Noeshorribleiraversiesamujerocultarásudolor,sisabrámorirdignamente?Porsupuesto,queyonoiríaaesebaile,amigomío,siyahubieraestadoencasadeesaseñoraenotraocasión;pero sin duda ya no volverá a recibir, y todos los esfuerzos que he hecho resultaríansuperfluos.Misituaciónesmuydistintadeladelasotras.Porotraparte,tambiénvoyalbaile por vos.Os espero. Si no estuvieseis ami lado dentro de dos horas, no sé si osperdonaríaesafelonía».

Rastignaccogióunaplumayrespondióasí:

«Estoy esperando a un médico para saber si vuestro padre debe vivir aún. Estámuriéndose.Iréacomunicaroslanoticia,ytemoquesetratedeunasentenciademuerte.Yaveréisentoncessipodéisonoiralbaile.Missaludoscariñosos».

Elmédicollegóalasochoymedia,ysindarunaopiniónfavorable,nopensóquelamuerte hubiera de ser inminente. Anunció mejoras y recaídas alternativas, de las que

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dependeríalavidaylarazóndelbuenhombre.

—Máslevaldríamorirenseguida—fueronlasúltimaspalabrasdeldoctor.

EugenioconfióapapáGoriotaloscuidadosdeBianchon,ypartióparairallevaralaseñora de Nucingen la triste nueva que en su ánimo, aún imbuido por los deberes defamilia,habíadesuspendertodaalegría.

—Decidle que se divierta a pesar de todo —le gritó papá Goriot, que parecíaamodorrado,peroqueseincorporóenelmomentoenqueRastignacsedisponíaasalir.

EljovenpresentóseaDelfinatransidodedolorylaencontrópeinada,vestida,calzada.Sólolefaltabaponerseelvestidodebaile.Pero,semejantesalaspinceladasconquelospintores dan cima a sus cuadros, el último arreglo requería más tiempo que el fondomismodellienzo.

—¡Cómo!¿Novaisvestidoparaelbaile?—ledijoDelfina.

—Peroseñora,vuestropadre…

—¡Siempremipadre!—interrumpió la joven—.Supongoqueno iréis a decirme loqueledeboamipadre.Hacetiempoqueconozcoamipadre.Niunapalabra,Eugenio.Noosescucharéhastaqueosveaarreglado.Teresalohapreparadotodoenvuestracasa;micoche está a punto, tomadlo; y luego volved. Ya hablaremos de mi padre mientrasvayamos al baile.Debemos salir temprano,porque si quedamospresos en la filade loscoches,podremosconsiderarnosafortunadossihacemosnuestraentradaalasonce.

—¡Señora!

—¡Id!Niunapalabra—dijolajovencorriendohaciasugabineteparairabuscaruncollar.

—Marchaos,pues,señorEugenio,sinoqueréisquelaseñoraseenfade—dijoTeresaempujandoaljoven,horrorizadodeaqueleleganteparricidio.

Fueavestirse,haciéndoselasmástristes,lasmásdescorazonadorasreflexiones.Veíaelmundocomounocéanodebarro,enelqueunhombresesumergíahastaelcuellosiporazar semojabaenél elpie.«Sólo secometenenestemundocrímenesmezquinos—sedijo—.Vautrinesmásgrande».Habíavistolastresgrandesexpresionesdelasociedad:laObediencia, laLucha y laRebelión; la Familia, elMundo yVautrin.Y no se atrevía atomar un partido determinado. La Obediencia era aburrida, la Rebelión imposible y laLuchaincierta.

Supensamientoletrasladóalsenodelafamilia.Acordósedelaspurasemocionesdeaquellavidatranquila,recordólosdíaspasadosenmediodelosseresquetantoleamaban.Conformándose a las leyes naturales del hogar doméstico, aquellas amadas criaturasencontraban en él una felicidad plena, continua, sin angustias. A pesar de sus buenasintenciones,nosintióelvalorsuficienteparaconfesaraDelfinalafedelasalmaspuras,

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ordenándole la Virtud en nombre del Amor. Su educación, apenas iniciada, habíaempezado ya a dar sus frutos. Ya amaba egoístamente. Su tacto le había permitidoreconocer la naturaleza del corazón de Delfina. Presentía que era capaz de pasar porencimadelcuerpodesupadreparairalbaile,ynoteníafuerzasparadesempeñarelpapelde un razonador, ni el valor de contrariarla, ni la virtud de abandonarla. «Nunca meperdonaría haber tenido razón contra ella en estas circunstancias», se dijo. Además,comentólaspalabrasdelosmédicos,secomplacióenpensarquepapáGoriotnoestabatan gravemente enfermo como él creía; en fin, acumuló razonamientos asesinos parajustificaraDelfina.Ellaignorabaelestadoenqueseencontrabasupadre.Elbuenhombrelamandaríaalbailesiellafueraaverle.Amenudolaleysocial,implacableensufórmula,condenaallídondeelcrimenaparenteesejecutadopor las innumerablesmodificacionesqueintroducenenelsenodelasfamiliasladiferenciadeloscaracteres,ladiversidaddelosinteresesydelassituaciones.Eugenioqueríaengañarseasímismo,estabadispuestoahacerle a su amante el sacrificio de su conciencia. Desde hacía dos días todo habíacambiadoensuvida.Lamujerhabíaarrojadoenellasusdesórdenes,habíaeclipsadoalafamilia, todo lo había confiscado en provecho propio. Rastignac y Delfina habíanseencontradoenlascondicionesdeseadasparaexperimentarelunohaciaelotrolosgocesmásvivos.Supasión,bienpreparada,había crecidopormediode aquelloquemata laspasiones,porelgoce.

Alposeeraaquellamujer,Eugeniodiosecuentadequehastaentoncessólo lahabíadeseado,y sólo la amóaldía siguientede su felicidad: el amornoesquizámásqueelreconocimientodelplacer.Infameosublime,éladorabaaaquellamujerporlosplaceresque él le había aportado en dote, y por aquellos que de ella había recibido; asimismoDelfina amaba a Rastignac como Tántalo habría amado al ángel que hubiera ido asatisfacersuhambreoacalmarlaseddesugargantareseca.

—Bien,¿cómoestámipadre?—lepreguntólaseñoradeNucingencuandoEugeniovolvióalacasadeellavestidoparaelbaile.

—Muy mal —le respondió el joven—, y si queréis darme una prueba de vuestroafecto,correremosaverle.

—Sí,estábien—dijoDelfina—,perodespuésdelbaile.MibuenEugenio,séamableconmigo,nomehagassermones.Ven.

Partieron.Eugeniopermaneciósilenciosoduranteunapartedelcamino.

—¿Quétenéis?—lepreguntólajoven.

—Estoyoyendoelestertordevuestropadre—respondióEugenio.

Ycomenzóacontarle,conlaelocuenciadelaedadjuvenil,laferozacciónalaquelaseñoradeRestaudhabíasevisto impulsadapor lavanidad, lacrisismortalqueelúltimosacrificio del padre había determinado y lo que costaría el vestido de lentejuelas deAnastasia.Delfinalloraba.

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—Voyaponermefea—pensó.Sus lágrimassesecaron—.Iréavelaramipadre—dijoenvozalta—.Nomesepararédesucabecera.

—¡Ah!—exclamóRastignac—.Asíescomoqueríaverte.

Las linternas de quinientos carruajes iluminaron las inmediaciones del hotel deBeauséant.A cada ladode la iluminadapuerta se hallabaungendarme.El granmundoafluía con tanta abundancia, y todos ponían tanto afán en ver a aquella mujer en elmomentodesucaída,quelosapartamentos,situadosenlaplantabajadelhotel,estabanyallenoscuandolaseñoradeNucingenyRastignacllegaron.

DesdeeldíaenquetodalacorteseprecipitóhacialacasadelaGranSeñoritaalaqueLuisXIVarrebatabasuamante,ningúndesastredelcorazónfuemásextraordinarioqueelde la señora deBeauséant. En esta circunstancia, la última hija de la casa casi real deBorgoñamostrósesuperiorasumalydominóhastaelúltimoinstantealmundodelcualnohabíaaceptadolasvanidadesmásqueparahacerlasserviraltriunfodesupasión.LasmujeresmáshermosasdeParísanimabanlossalonesconsusvestidosysussonrisas.Loshombresmásdistinguidosde lacorte, losembajadores, losministros, lagente ilustreentodoslosaspectos,cargadosdecruces,deplacas,decordonesmulticolores,apretujábansealrededordelavizcondesa.Laorquestahacíaresonarlosmotivosdesumúsicabajolosdorados artesones de aquel palacio, desierto para su reina. La señora de Beauséant sehallabadepiedelantedesuprimersalónpararecibirasuspretendidosamigos.Vestidadeblanco, sinningúnadornoen sus cabellos sencillamente trenzados, parecía serena, ynoafectabadolor,niorgullo,nifalsaalegría.Nadiepodíaleerensualma.HabríasdichoquesetratabadeunaNiobédemármol.Lasonrisaquededicabaasusamigosíntimosfueavecesburlona;peroatodoelmundopareciósemejanteasímisma,ydetalmodoaparecióigual a los días en que la felicidad la engalanaba con sus dorados rayos, que los másinsensibles la admiraron, como las jóvenes romanas aplaudían al gladiador que sabíasonreírmientrasexpiraba.Elmundoparecíahabervestidosusgalasparadespediraunadesussoberanas.

—Temíaquenovinieseis—dijolavizcondesaaRastignac.

—Señora—respondióconvozemocionada,tomandoestaspalabrascomounreproche—hevenidoparaquedarmeelúltimo.

—Bien—dijolajovencogiéndolelamano—.Vossoisquizásaquíelúnicoenquienpuedaconfiar.Amigo,amadaunamujeralaquepodáisamarsiempre.Noabandonéisaninguna.

CogiódelbrazoaRastignacylocondujohaciauncanapé,enelsalóndondetocabalaorquesta.

—Idaveralmarqués—ledijo—. Jaime,miayudadecámara,osacompañaráyosdaráuna cartapara él.Lepidomi correspondencia.Creoqueos la entregará completa.Cuandotengáismiscartas,subidamihabitación.Meavisarándevuestrallegada.

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Levantóse para ir al encuentro de la duquesa de Langeais, sumejor amiga, que enaquelmomentoacababadellegar.RastignacpartióypreguntóporelmarquésdeAjudaenelhoteldeRochefide,dondehabíadepasarlavelada,ydondeleencontró.Elmarquéslellevóasucasa,entregóunacajaalestudianteyledijo:

—Estántodas.

Parecióquererhablar aEugenio, seapara interrogarle sobre los acontecimientosdelbaileysobrelavizcondesa,seaparaconfesarlequeyacomenzabaaestardesesperadodesuboda,comoloestuvomástarde;peroundestellodeorgullobrillóensusojosytuvoeldeplorablevalordeguardarelsecretosobresusmásnoblessentimientos.

—Noledigáisnadademí,queridoEugenio.

Estrechó lamano deRastignac con unmovimiento afectuosamente triste, y le hizoseña de que partiese. Eugenio volvió al hotel de Beauséant y fue introducido en lahabitacióndelavizcondesa,dondeviolospreparativosdeunapartida.Sentósejuntoalachimeneay cayó en una profundamelancolía. Para él, la señora deBeauséant tenía lasproporcionesdelasdiosasdelaIlíada.

—¡Ah!,amigomío—dijolavizcondesaentrandoyapoyandosumanoenelhombrodeRastignac.

Vioquesuprimaestababañadaenllanto,conunamanotrémulaylaotralevantada.Lajovencogiódeprontolacaja,lapusoencimadelfuegoycontemplócómoardía.

—¡Estánbailando!Hanvenidotodosmuypuntuales,mientrasquelamuertetardaráenllegar. ¡Chitón!, amigomío—dijo apoyandoundedoen los labiosdeRastignac, alverqueéstesedisponíaahablar—.YanovolveréaverParísnielmundo.AlascincodelamañanapartiréparairasepultarmeenunrincóndeNormandía.Desdelastresdelatardemehe visto obligada a hacermis preparativos, a firmar documentos; no podía enviar anadiealacasade…—Sedetuvo,abrumadaaúnporeldolor.—Entalesmomentos,todoessufrimiento,yciertaspalabrassonimposiblesdepronunciar.Enfin—prosiguió—,yocontabaconvosestatardeparaesteúltimoservicio.Yoquisieradarosunaprendademiamistad.Meacordarémuchasvecesdevos,quemehabéisparecidotanbuenoytannoble,jovenycándidoenmediodeestemundoenquetalescualidadessontanraras.Desearíaque a veces pensarais en mí. Tomad —dijo mirando en derredor—, aquí tenéis elcofrecilloenelqueguardabamisguantes.Cadavezquecogíaalgunodeellosantesdeiral baile o a un espectáculo, me sentía hermosa, porque era feliz, y sólo tocaba estecofrecillo para dejar en él algún pensamiento agradable: hay mucho de mí misma ahídentro;haytodaunaseñoradeBeauséantqueyanoexiste.Aceptadlo.Procuraréqueoslolleven a vuestra casa, en la calle deArtois.La señoradeNucingen estámuybella estanoche; amadlamucho. Si no volvemos a vernos, amigomío, estad seguro de que harévotosporvos,quetanbuenohabéissidoconmigo.Bajemos;nopuedopermitirquecreanqueestoy llorando.Tengo laeternidaddelantedemí;allíestarésola,ynadiemepedirá

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cuentasdemislágrimas.Voyadarunaúltimamiradaaesteaposento.

Sedetuvo.Luego,despuésdehaberocultadouninstantesusojosconlamano,selossecó,loslavóconaguafrescaycogióalestudianteporelbrazo.

—¡Vamos!—ledijo.

Rastignacnohabía sentidoaúnunaemoción tanviolentacomo laque leprodujoelcontactodeaqueldolortannoblementereprimido.

Alvolveraentrarenelsalóndelbaile,EugeniodiolavueltaalrededordelmismoconlaseñoradeBeauséant,últimaydelicadaatencióndeaquellamujertanelegante.

ProntovioEugenioalasdoshermanas,laseñoradeRestaudylaseñoradeNucingen.La condesa estaba magnífica con todos sus diamantes, que, para ella eran, sin duda,ardientes.Losllevabaporúltimavez.Pormuyfuertesquefueransuorgulloysuamor,nososteníamuy bien lasmiradas de sumarido. Este espectáculo no era como para hacermenos tristes los pensamientos de Rastignac. Entonces, bajo los diamantes de las doshermanas, vio el catre en el que yacía papá Goriot. Habiendo interpretado mal lavizcondesasuactitudmelancólica,leretirósubrazo.

—¡Id!Noquierocostarosunplacer—ledijo.

Eugenio fue pronto reclamado por Delfina, satisfecha del efecto que producía yansiosadedepositaralospiesdelestudianteloshomenajesquecosechabaenestemundo,enelqueesperabaseradoptada.

—¿CómoencontráisaNasia?—ledijo.

—Haespeculado—dijoRastignac—hastaconlamuertedesupadre.

Hacialascuatrodelamañana,lamultituddelossalonesempezabaaaclararse.Prontodejódeoírse lamúsica.LaduquesadeLangeaisyRastignacseencontrabansolosenelgran salón. La vizcondesa, creyendo que sólo encontraría allí al estudiante, acudió a éldespuésdedespedirsedelseñordeBeauséant,elcualfueaacostarse,repitiéndole:

—Hacéismal,querida,enirarecluirosavuestraedad.Quedaosconnosotros.

Alveraladuquesa,laseñoradeBeauséantnopudocontenerunaexclamación.

—Os he adivinado, Clara—le dijo la señora de Langeais—. Partís para no volver;peronoosiréissinhabermeoídoysinquenoshayamosentendido.

Cogióasuamigadelbrazo,lallevóalsalóncontiguo,yallí,mirándolaconlágrimasenlosojos,laestrechóensusbrazosylabesóenlasmejillas.

—No quiero separarme de vos fríamente, querida; sería para mí un remordimientodemasiadopesado.Podéiscontarconmigocomoconvosmisma.Habéissidograndeestanoche,mehesentidodignadevos,yquierodemostrároslo.Meheportadomalconvos,nosiempreheestadocorrecta;perdonadme,querida:desapruebotodocuantohayapodido

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mortificaros,quisieravolverarecogermispalabras.Unmismodolorhareunidonuestrasalmas, y no sé cuál de nosotras será la más desventurada. El señor deMontriveau noestabaaquíestanoche,¿comprendéis?Quienoshayavistoduranteestebaile,Clara,noosolvidará jamás. Yo estoy intentando un supremo esfuerzo. Si fracaso, ingresaré en unconvento.Yvos,¿adóndevais?

—ANormandía, aCourcelles, para amar y rezar hasta el día en queDios se digneretirarme de este mundo. Venid, señor de Rastignac —dijo la vizcondesa con vozemocionada,pensandoqueaquel jovenesperaba.Elestudiantedobló larodilla,cogió lamanodesuprimayselabesó.

—¡Adiós,Antonia!—dijolaseñoradeBeauséant—,queseáisfeliz.Encuantoavos,voslosois,voissoisjoven,podéistenerfeentodo—añadiódirigiéndosealestudiante—.Alpartirdeestemundohabrétenido,comociertosmoribundosprivilegiados,emocionesreligiosasysincerasamialrededor.

Rastignacsemarchóhacialascinco,despuésdehabervistoalaseñoradeBeauséantensuberlinadeviaje,recibiendosuúltimoadiósempapadoenlágrimas,quedemostrabanque las personasmás elevadas no se hallan fuera de la ley del corazón y no viven sinpesares,comociertoscortesanosdelpuebloquisieranhacercreeraéste.EugeniovolvióapieaCasaVauquer.Eltiempoestabahúmedoyfrío.Sueducaciónestabacompletándose.

—No podremos salvar al pobre papá Goriot—le dijo Bianchon cuando Rastignacentróenlahabitacióndesuvecino.

—Amigo mío —le dijo Eugenio después de haber mirado al anciano dormido—,vamos,prosigueelmodestodestinoalcualtúlimitastusdeseos.Yoestoyenelinfiernoyesprecisoqueenélpermanezca.¡Todolomaloquetedigandelmundo,créelo!NohayJuvenalquepuedapintarsuhorrorcubiertodeoroypedrería.

Al día siguiente, Rastignac fue despertado hacia las dos de la tarde por Bianchon,quien,obligadoasalir, lerogóquevigilaraapapáGoriot,cuyoestadohabíaempeoradomuchoaquellamañana.

—El buen hombre no tiene siquiera dos días de vida, quizá ni seis horas—dijo elestudiante de medicina—, y sin embargo no podemos dejar de combatir el mal. Seránecesarioprodigarlecuidadoscostosos.Seremossusenfermeros,peroyonotengodinero.Hevueltodel revés susbolsillos, rebuscadoensusarmarios:ceroenelcociente.Leheinterrogado en un momento en que aún tenía lucidez y me ha dicho que no tenía uncéntimo.¿Quéesloquetienestú?

—Mequedanveintefrancos—respondióRastignac—;peroiréajugarlos;ganaré.

—¿Ysipierdes?

—Pediréeldineroasusyernosyasushijas.

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—¿Ysinote lodan?—repusoBianchon—.Lomásurgenteenestemomentonoesencontrardinero,sinoqueesprecisoenvolveralhombreenunsinapismohirvientedesdelospieshasta lamitadde losmuslos.Sigrita, habrá recurso.Ya sabes cómo se arreglaesto.Porotraparte,Cristóbalteayudará.Yopasaréporlafarmaciaaresponderdetodoslosmedicamentos que allí tomemos. Es una lástima que el hombre no haya estado encondicionesde ser transportado anuestrohospital, dondehabría estadomejor atendido.Vamos,venparaquetedejeaquíinstalado,ynoledejeshastaqueyovuelva.

Losdosjóvenesentraronenlahabitacióndondeyacíaelanciano.Eugenioasustósealverelcambiodeaquelrostroconvulso,blancoymuydemacrado.

—¿Ybien,papá?—ledijoinclinándosesobreelcatre.

Goriot levantóhaciaEugeniounosojosvidriososy lemiró conmucha atención sinreconocerle. El estudiante no pudo resistir aquella escena y sus ojos se llenaron delágrimas.

—Bianchon,¿nohabríaqueponerunascortinasenlasventanas?

—No,lascircunstanciasatmosféricasyanoleafectan.Seríademasiadofelizsituvieracalorofrío.Sinembargo,necesitamosfuegoparaprepararlastisanasyotrascosas.Haréque te traigan leña. Esta noche he quemado la última que quedaba.Hacía humedad, elagua goteaba por las paredes. Apenas he podido secar la habitación. Cristóbal la habarrido.Esrealmenteunestablo.Hequemadoenebro,porqueestoolíamuymal.

—¡Diosmío!—dijoRastignac—.Pero¿ysushijas?

—Mira,sitepidedebeber,ledarásdeesto—dijoelinternomostrandoaRastignacungranjarrogrande—.Sioyesquesequejaysuvientreestácalienteyduro,teharásayudarpor Cristóbal para administrarle… ya sabes. Si tuviera, por casualidad, una granexaltación,sihablasemucho;si,enfin,tuvieseunapizcadedemencia,nohagascaso.Noseráningunamalaseñal.PeromandaaCristóbalalhospicioCochin.Nuestromédico,micompañerooyo,vendríamosaaplicarlemoxas.Estamañana,mientrastúdormías,hemostenidounagranconsultaconunalumnodeldoctorGall,conunmédicojefedelHospitalyel nuestro. Esos señores han creído reconocer curiosos síntomas, y vamos a seguir losprogresosdelaenfermedad,conobjetodetenerunaideaclaradevariospuntoscientíficosbastante importantes. Uno de esos señores pretende que la presión del suero, si fueramayor en un órganoque en otro, podría desarrollar hechos especiales.Escúchale, pues,bien,enelcasodequehablase,conobjetodecomprobaraquégénerodeideaspudieranpertenecersusfrases:sisetratadeefectosdememoria,depenetración,dejuicio;sitratadematerialidadesodesentimientos;sicalcula,sivuelvesobreelpasado;enfin,procuraestarencondicionesdedarnosuninformeexacto.

»Esposiblequelainvasiónseefectúeenbloque,yentoncesmoriríaimbécilcomoenestemomento.Todoesmuyextrañoenestaclasedeenfermedades.Silabombaestallasepor aquí —dijo Bianchon señalando el occipucio del enfermo—, hay ejemplos de

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fenómenossingulares:elcerebrorecobraalgunasdesusfacultadesylamuertetardamásen declararse.Las serosidades pueden desviarse del cerebro, tomar caminos cuyo cursosólo se conoce pormedio de la autopsia. Hay en los Incurables un viejo idiotizado enquienelderramehaseguidolacolumnavertebral;sufrehorriblemente,perovive.

—¿Se han divertido mucho mis hijas? —dijo papá Goriot, el cual reconoció aEugenio.

—¡Oh!,nopiensamásqueensushijas—dijoBianchon—.Estanochemehadichomásdecienveces:«Ellasbailan.Ellatienesuvestido».Lasllamabaporsusnombres.Mehacía llorar, ¡qué el diablo me lleve!, con sus entonaciones: «¡Delfina! ¡Mi Delfinita!¡Nasia!». Palabra de honor—dijo el estudiante demedicina—, era para deshacerse enlágrimas.

—Delfina—dijoelanciano—.Estáahí,¿noesverdad?Yalosabía.

Ysusojosrecobraronunaactitudlocaparamirarhacíalasparedesylapuerta.

—BajoadecirleaSilviaquepreparelossinapismos—gritóBianchon—;elmomentoespropicioparaello.

Rastignacquedóseasolasconelanciano,sentadoalpiedelacama,conlosojosfijosenaquellacabezaespantosaylamentable.

—La señora de Beauséant huye y éste se muere—dijo—. Las almas hermosas nopueden permanecer mucho tiempo en este mundo. ¿Cómo podrían los grandessentimientosaliarse,enefecto,conunasociedadmezquina,pequeña,superficial?

Lasimágenesdelafiestaalaquehabíaasistidoaparecieronensurecuerdoyformaroncontrasteconelespectáculodeaquel lechodemuerte.Bianchonvolvióapresentarsedesúbito.

—Dime,pues,Eugenio,loquehasucedido.Acabodeveranuestromédicoenjefe,yheregresadosinparardecorrer.Sisemanifiestansíntomasderazón,sihabla,acuéstalesobreunalargacataplasma,demodoqueleenvuelvasdemostazadesdelanucahastalosriñones,ymandallamarnos.

—QueridoBianchon…—dijoEugenio.

—¡Oh!, se tratadeunhechocientífico—repusoel alumnodemedicinacon todoelardordeunneófito.

—Vamos—dijoEugenio—,yosería,entonces,elúnicoquecuidadeestepobreviejoporafecto.

—Sitúmehubiesesvistoestamañana,nodiríaseso—repusoBianchonsinofendersepor estas palabras… Los médicos que han ejercido su profesión no ven más que laenfermedad;peroyotodavíaveoalenfermo,amigomío.

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Ysemarchó,dejandoaEugenioconelancianoyconel temordeunacrisisquenotardóendeclararse.

—¡Ah!,soisvos,hijomío—dijopapáGoriotreconociendoaEugenio.

—¿Estáismejor?—preguntóelestudiantecogiéndolelamano.

—Sí,teníalacabezacomoaplastada,peroyaestoymejor.¿Habéisvistoamishijas?Pronto van a venir; acudirán tan pronto como sepan que estoy enfermo. ¡Me cuidarontantoenlacalledelaJussienne!¡Diosmío!,quisieraquemihabitaciónestuvieralimpiapararecibirlas.Huboaquíunhombrequequemótodosmisconglomeradosdecarbón.

—OigoaCristóbal—ledijoEugenio—;ossubeleñaqueosmandaesehombre.

—Sí,pero¿cómopagarlaleña?Notengouncéntimo,hijomío.Todolohedado,todo.Estoy en la puramiseria. ¿El vestido de lentejuelas era hermoso, por lomenos? (¡Ah,cuántopadezco!).Gracias,Cristóbal,Diososlopagará,muchacho;yoyanopuedohacernada.

—YotepagarébienatiyaSilvia—dijoEugenioaloídodelcriado.

—Mishijasoshandichoqueibanavenir,¿verdad,Cristóbal?Veaverlasotravez;tedaréciensueldos.Dilesquenomesientobien,quequisierabesarlas,verlasotravezantesdemorir.Dilesesto,perosinasustarlasdemasiado.

CristóbalpartióaunaseñaquelehizoRastignac.

—Van a venir —repuso el anciano—. Las conozco. A esta buena Delfina, si memuero,¡quépenalevoyaocasionar!TambiénaNasia.Noquisieramorirparanohacerlasllorar.Morir,mibuenEugenio,esnovolveraverlasjamás.Alláadondevoymeaburrirémucho.Paraunpadre,el infiernoesestarsinhijos,yyahehechomiaprendizajedesdequesecasaron.MiparaísoeralacalledelaJussienne.Decidme,pues,¿sivoyalparaísopodrévolveralatierraenespírituparaflotaralrededordeellas?Heoídodecirestascosas.¿Es verdad? Creo verlas en este momento tal como eran en la calle de la Jussienne.Bajabanporlamañana.«Buenosdías,papá»,decían.Yolassentabasobremisrodillasylesprodigabamilcaricias.Ellastambiénmeacariciabancariñosamente.Desayunábamosjuntos todas lasmañanas, comíamos juntos; en fin, yo era padre, gozaba demis hijas.CuandoellasestabanenlacalledelaJussiennenorazonaban,nosabíannadadelmundo,mequeríanmucho.¡Diosmío!,¿porquénosiguensiendopequeñas?(¡Oh!,sufromucho;parece como si la cabeza fuera a estallarme). ¡Ah, ah, perdón, hijas mías! Sufrohorriblemente, y es preciso que esto sea verdadero dolor, porqueme habéis endurecidomucho contra elmal. ¡Diosmío!, si tuviese susmanos en lasmías, ya no sentiríamalalguno.¿Creéisquevendrán?¡Cristóbalestantonto!Deberíahaberidoyomismo.Perovos estuvisteis ayer en el baile.Decidme, pues, ¿cómo estaban?No sabían nada demienfermedad,¿noescierto?

¡Nohabríanbailado,pobrespequeñasmías!¡Oh!,yanoquieroestarenfermo.Todavía

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menecesitan.Susfortunasestáncomprometidas.¡Yaquémaridoshansidoentregadas!¡Curadme, curadme! (¡Oh, cuánto sufro! ¡Ah, ah, ah!).Debo curarme, ¿sabéis?, porquenecesitandinero,yyoséadóndehedeiraganarlo.IréaOdesaahaceralmidónenagujas.Soymuylistoyganarémillones.(¡Oh,estoysufriendodemasiado!).

Goriot guardó silencio durante un instante, pareciendo hacer losmayores esfuerzosparareunirsusenergíasconobjetodesoportareldolor.

—Si ellas estuviesen aquí, no me quejaría —dijo—. ¿Por qué, entonces, he dequejarme?

Le sobrevinoun ligero sopor, queduró largo rato.Cristóbal regresó.Rastignac, quecreíaapapáGoriotdormido,dejóqueelcriadoleinformaraenvozaltadesumisión.

—Señor—ledijo—,primerohe idoacasade laseñoracondesa,a laquenomehasidoposiblehablar,porquesehallabadiscutiendodeasuntosimportantesconsumarido.Comoyoinsistiese,elseñordeRestaudsehapresentadopersonalmente,ymehadichoasí: «¿Qué el señor Goriot se muere? ¡Bien!, es lo mejor que podría hacer. TengonecesidaddelaseñoradeRestaudparaterminarunosasuntosimportantes;yairácuandotodoestéacabado».Aquelseñorparecíamuyenojado.Yomedisponíaasalir,cuandolaseñoraentróenlaantesalaporunapuertaqueyonoveíaymedijo:«Cristóbal,dileamipadrequeestoydiscutiendoconmimaridoynopuedodejarle;setratadelavidaodelamuertedemishijos;perotanprontocomotodohayaterminadoiré».Encuantoalaseñorabaronesa, es otra historia.No la he visto, y no he podido hablarle. «¡Ah!—me dijo ladoncella—, laseñoraharegresadodelbailea lascincoycuartoyestádurmiendo;si ladespiertoantesdelmediodía,meregañará.Tratándosedeunamalanoticia,siemprehaytiempoparadársela».Pormuchoqueherogado,denadamehaservido.Dijequequeríahablarconelseñorbarón.Habíasalido.

—Ningunadesushijasvaavenir—exclamóRastignac—.Voyaescribiralasdos.

—Ninguna—respondió el anciano incorporándose—. Tienen asuntos que resolver,duermen,novendrán.Yalosabía.Hayquemorirparasaberloquesonloshijos.¡Ah,hijomío,nooscaséis,notengáishijos!Lesdaislavidayellososdanlamuerte.Leshacéisentrarenelmundoyellososhacensalirdeél.¡No,novendrán!Yasabíaestodesdehacediezaños.Melodecíaamímismoalgunasveces,peronomeatrevíaacreerlo.

Unalágrimaasomóacadaunodesusojos,sincaer.

—¡Ah, si yo fuese rico, si hubiese conservadomi fortuna y no se la hubiese dado,estarían ahí, lamiéndome las mejillas con sus besos! Yo viviría en un hotel, tendríahermosashabitaciones,criados,lumbre;yellasestaríanllorando,consusmaridos,consushijos.Yotendríatodoesto.Peronada.Eldinerolodatodo,inclusohijas.¡Oh!,midinero,¿dóndeestás?Si tuviese tesorosque legarles, ellasmecuidarían;yo lasoiría, lasvería.¡Ah,hijomío,miúnicohijo,prefieromiabandonoymimiseria!Porlomenoscuandoundesgraciadoesamado,estásegurodequeleaman.No,yoquisieraserrico;asílasvería.A

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femía,¿quiénsabe?Lasdos tienenelcorazóndepiedra.Yo lasamabademasiadoparaqueellasmeamasenamí.Unpadredebesersiemprerico,debetenerasushijoscogidosporlarienda,comocaballosastutos.Yyoestabaderodillasanteellas.¡Lasmiserables!Coronandignamentesuconductaparaconmigodesdehacediezaños.¡Sisupieseiscómomecuidabanen losprimeros tiemposde sumatrimonio! (¡Oh, estoy sufriendouncruelmartirio!).Acababadedarlesacadaunacercadeochocientosmilfrancos;nopodían,nitampocosusmaridos,tratarmebruscamente.Merecibían:«Papá,poraquí;papáporallá».Micubiertoestabasiempreenlamesadeellas.Enfin,comíaconsusmaridos,loscualesmetratabanconconsideración.Yoteníaelairedeposeertodavíaalgo.¿Porqué?Yonohabíadichonadademisasuntos.

»Un hombre que da ochocientos mil francos a sus hijos es un hombre que puedetratarse con consideración. Y me mimaban, pero era por mi dinero. El mundo no eshermoso.¡Yohevistotodoesto!Mellevabanencochealosespectáculos,yenlasveladasmequedaba hasta que quería.En fin, ellas se decían hijasmías yme reconocían comopadresuyo.Todavíaconservomiperspicacia,ynadasemeescapa.Yoveíaquetodoeraunafarsa;peroelmalnoteníaremedio.Ensucasanomeencontrabamáscómodoquealamesade abajo.Yono sabía decir nada.Así, cuando algunas de aquellas personas demundo preguntaban a mis yernos, al oído: ¿Quién es ese señor? Es el padre de losescudos,esrico.¡Ah,diablo!,decían,ymemirabanconelrespetodebidoalosescudos.Pero si a veces lesmolestaba un poco, pagaba bien carosmis defectos. Por otra parte,¿quiénesperfecto?(¡Micabezaesunallaga!).Enestosmomentossufroloquehacefaltasufrirparamorir,miqueridoseñorEugenio.Bien,noesestonadaencomparaciónconeldolor que me ha ocasionado la primera mirada por la cual Anastasia me ha hechocomprenderqueyoacababadedeciruna tonteríaque lahumillaba; sumiradameabríatodas lasvenas.Yohabríaqueridosaberlo todo,pero loquehesabidomuybienesqueaquíenlatierrayoestabademás.AldíasiguientefuiacasadeDelfinaparaconsolarme,peroheaquíquehagoallíunatonteríaquelahahechomontarencólera.Mevolvícomoloco.Estuveochodías sin saberquéhacer.Nomeatrevíaa ir averlaspor temora susreproches. Y heme aquí a la puerta de mis hijas. ¡Oh, Dios mío!, ya que conoces lasmiserias, lospadecimientosquehe soportado;yaquehas contado laspuñaladasqueherecibidoeneste tiempoquemehaenvejecido,cambiado,matado,blanqueado,¿porquémehaces,pues,sufrirhoy?Bienheexpiadoelpecadodeamarlasdemasiado.Biensehanvengadodemiafecto,mehanatenazadocomoverdugos.¡Sontantontoslospadres!

»Yolasqueríatanto,quevolvíaellascomounjugadorvuelvealjuego.Mishijaseranunvicioparamí;eranmisamantes, loerantodo.Ellasdosteníannecesidaddealgo,dealhajas,lasdoncellasmelodecían,yyoselasdabaparaserbienrecibido.Peroellasmehandadotambiénalgunaspequeñasleccionessobremimododeserenelmundo.¡Oh!,nohanesperadoeldíademañana.Empezabanaavergonzarsedemí.Vedloqueeselcriarbienaloshijos.Sinembargo,amiedadyonopodíairalaescuela.(¡Sufrohorriblemente,Diosmío!¡Losmédicos,losmédicos!Simeabriesenlacabezanosufriríatanto.)¡Hijas

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mías, hijas mías! ¡Anastasia, Delfina! Quiero verlas. ¡Mandad a buscarlas por lagendarmería,alafuerza!Lajusticiaestádemíparte,todoestádemiparte:lanaturalezayelcódigocivil.Protesto.Lapatriaperecerásilospadressonpisoteados.Estábienclaro.Lasociedad,elmundoseapoyanenlapaternidad;todosederrumbasíloshijosnoamanalospadres.¡Oh!,quelasvea,quelasoiga;noimportaloquemedigan;contaldequeoigasuvoz,estocalmarámisdolores.Delfina, sobre todo.Pero,cuandoesténaquí,decidlesquenomemirenconlafrialdadconquelohacen.¡Ah!,mibuenamigo,señorEugenio,no sabéis lo que es encontrar el oro de lamirada convertido de pronto en plomo gris.Desdeeldíaenquesusojosnohanirradiadosobremí,siemprehasidoparamíinviernoaquí; no he tenido más que devorar penas, y las he devorado. He vivido para serhumillado,insultado.Lasamotanto,quetragabatodaslasafrentasconlasquemevendíanunpequeñogozovergonzoso.¡Tenerqueocultarseunpadreparaverasushijas!Leshedadomivida.¡Ellasnomedaránhoyunahora!Tengosed,tengohambre,elcorazónmearde;novendránarefrescarmiagonía,porquememuero,medoycuentadeello. ¡Peroellasnosabenloqueespisarelcadáverdesupadre!HayunDiosenelcielo,elcualnosvenga a pesar de nosotros, los padres. ¡Oh, ellas vendrán! ¡Venid, queridas hijasmías;venidotravezabesarme,adarmeunpostrerbeso,elviáticodevuestropadrequerezaráaDiosporvosotras,quelediráquefuisteisbuenashijas,queabogaráporvosotras!

»Después de todo, sois inocentes. Son inocentes, amigo mío. Decídselo a todo elmundo,quenolasinquietenrespectoamí.Todoesculpamía;fuiyoquienlasacostumbréapisotearme.Megustaba.Estonoincumbeanadie,nialajusticiahumana,nialajusticiadivina.Diosseríainjustosilascondenaseacausademí.Nohesabidocomportarme;hecometidoelerrordeabdicardemisderechos.¡Meheenvilecidoporellas!¡Quéqueréis!Elmejorcarácter,lasmejoresalmashabríansucumbidoalacorrupcióndeestafacilidadpaternal. Soy un miserable; he sido castigado justamente. Yo solo he causado losdesórdenesdemishijas,lashemimadoconexceso.Ellasquierenhoylosplacerescomoantesqueríancaramelos.Siempre lespermití satisfacer sus caprichosdemuchachas. ¡Alos quince años ya tenían coche! Nada les ha faltado. Sólo yo soy el culpable, peroculpableporamor.Suvozmeabríaelcorazón.Lasoigo,vienen.¡Oh!,sí,vendrán.Laleyquierequeloshijosvenganavermoriralpadre,laleyestádemiparte.Además,estonocostarámásqueunviajeenuncochedealquiler.Yalopagaréyo.Escribidlesdiciéndolesquetengomillonesparadejarlesenherencia.Palabradehonor.IréafabricarpastasparasopaenOdesa.Conozcoelmododehacerlo.Enmiproyectopuedenganarsemillones.Nadielohapensado.Estonoseestropearáduranteeltransportecomoeltrigoocomolaharina.¡Eh,eh,elalmidón!¡Estoproducirámillones!Nomentiréis;decidlesquesetratademillones,yaunqueviniesenporavaricia,prefieroserengañado;asílasveré.¡Quieroamishijas!¡Yolashehecho!¡Sonmías!—dijoincorporándose,mostrandoaEugeniounacabeza cuyos cabellos blancos eran escasos y que amenazaba con todo lo que puedeexpresaramenaza.

—Vamos —le dijo Eugenio—, volved a acostaros, mi buen papá Goriot; voy a

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escribirles.TanprontocomohayaregresadoBianchon,irésinovienenellas.

—¿Sinovienen?—repitióelancianosollozando—.Yoyaestarémuerto,muertoenunaccesoderabia,¡derabia!¡Larabiaseapoderademí!Enestemomentoveomividaentera.¡Hesidoengañado!¡Ellasnomeaman,nuncamehanamado!,esevidente.Sinohanvenido,yanovendrán.Cuantomástarden,menossedecidiránadarmeestaalegría.Ya las conozco.Nunca han sabido adivinar nada demis penas, demis dolores, demisnecesidades;tampocoadivinaránmimuerte;nisiquieraestánenelsecretodemiternura.Sí,loveo;paraellas,lacostumbredeabrirmelasentrañashaquitadoméritoatodocuantoyo hacía. Si me hubieran pedido que me arrancara los ojos, yo les habría dicho:«¡Arrancádmelos!».Soydemasiadoestúpido.Ellascreenquetodoslospadressoncomoel suyo.Siemprehayquehacerse valer.Sushijosmevengarán.Pero les interesavenir.Prevenidles,pues,queestáncomprometiendosuagonía.Cometentodosloscrímenesenunosolo.¡Idadecirlesqueelnovenirequivaleaunparricidio!Yahancometidobastantessin éste. Gritad, pues, como yo: «¡Eh, Nasia! ¡Eh, Delfina!, ¡venid al lado de vuestropadre,quehasidotanbuenoparavosotrasyqueestásufriendo!».Nada,nadie.Entonces,¿habrédemorircomounperro?Heahímirecompensa,elabandono.Sonunasinfames,unasmalvadas;abominodeellas,lasmaldigo;porlanochemelevantarédemiataúdparavolveramaldecirlas,porque,despuésde todo,amigosmíos, ¿acasono tengo razón?Seconducenmuymal,¿noesverdad?¿Quéestoydiciendo?NomehabéisadvertidodequeDelfinaestáahí.Eslamejordelasdos.¡Vossoismihijo,Eugenio,vos!Amadla,sedunpadreparaella.Laotraesmuydesgraciada.¡Ysusfortunas!¡Ah,Diosmío!¡Yoexpiro!Cortadmelacabeza,dejadmetansóloelcorazón.

—Cristóbal, id a buscar a Bianchon—exclamó Eugenio, asustado por el cariz quetomaban las quejas y los gritos del anciano—, y traedme un cabriolé. Voy a buscar avuestrashijas,mibuenpadreGoriot,voyatraéroslas.

—¡Alafuerza,alafuerza!¡Pedidlaguardia, todo,todo!—dijolanzandoaEugeniounaúltimamiradaenlaquebrillólarazón—.DecidlealGobierno,alprocuradordelrey,quemelastraigan,¡loquiero!

—Perolashabéismaldecido.

—¿Quiénhadichoeso?—repusoelanciano,estupefacto—.¡Biensabéisqueyo lasamo,quelasadoro!Estoycuradosi lasveo…Id,mibuenvecino,hijomíoquerido; id,vos sois bueno; yo quisiera corresponderos con algo, pero no puedo datosmás que lasbendicionesdeunmoribundo.¡Ah!,porlomenosquisieraveraDelfinaparadecirlequeospagueellapormí.Silaotranopuede,traedmeaquélla.Decidlequenolaamaréissinoquierevenir.Osamatanto,quevendrá.Dadmedebeber,¡lasentrañasmearden!Ponedmealgosobrelacabeza.Lamanodemishijasmesalvaría,estoyseguro…¡Diosmío!,¿quiénvaa rehacer sus fortunas si yomevoy?Quiero ir aOdesapara ellas; aOdesa, ahacerpastaparasopa.

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—Bebedesto—dijoEugenio incorporandoalmoribundoycogiéndoleconsubrazoizquierdo,mientrasqueconelotrososteníaunatazallenadeunatisana.

—¡Vosdebéisamaravuestropadreyavuestramadre!—dijoelancianoestrechandoconsusdesfallecientesmanoslamanodeEugenio—.¿Comprendéisquevoyamorirsinverlas, amishijas?Tener siempre sed,ynobebernunca;he ahí cómohevividodesdehacediezaños…Misdosyernoshanmatadoamishijas.Sí,yanohetenidohijasdesdequesecasaron.¡Padres,decidlesa lasCámarasquehaganunaleysobreelmatrimonio!En fin, no caséis a vuestras hijas si las amáis. El yerno es un malvado que todo locorrompe en una hija, que todo lomancilla. ¡Basta de casamientos!Esto es lo que nosarrebata nuestras hijas, y ya no las tenemos cuando morimos. Haced una ley sobre lamuertedelospadres.¡Esespantosoesto!¡Venganza!Sonmisyernosquieneslesimpidenvenir. ¡Matadlos! ¡Muera el Restaud, muera el alsaciano, ellos son mis asesinos! ¡Lamuerte omis hijas! ¡Ah, esto se acaba,muero sin ellas! ¡Ellas! ¡Nasia, Fifina, vamos,venid,pues!Vuestropapáseva…

—MibuenpadreGoriot,calmaos,tranquilizaos,noosagitéis,nopenséis.

—Nopoderverlas,¡estoesmiagonía!

—Lasveréis.

—¿Deveras?—exclamóel anciano, fuerade sí—. ¡Oh,poderverlas!Voyaverlas,voyaoír suvoz.Moriré feliz. ¡Bien!Sí,yanopido seguirviviendo,porquemispenasibanenaumento.Peroverlas,tocarsusvestidos,¡ah!,nadamásquesusvestidos,esbienpocacosa;¡peroquesientayoalgodeellas!Hacedquepuedatocarsuscabellos,quiero…

Dejócaerlacabezasobrelaalmohadacualsihubierarecibidounmazazo.Susmanosseagitaronsobrelacolcha,comoparacogerloscabellosdesushijas.

—Yolasbendigo—dijohaciendounesfuerzo—,bendigo.

Deprontoquedósinfuerzas.EnaquelmomentoentróBianchon.

—He encontrado a Cristóbal —dijo—; va a traerte un coche. —Luego miró alenfermo,lelevantólospárpados,ylosdosestudiantesvieronqueteníalosojossinbrilloysincalor.—Yanose recobrarámeparece—dijoBianchon tomandoelpulsodepapáGoriot,palpándole,poniéndolelamanosobreelpecho.

—Lamáquinasiguefuncionando;peroensusituación,estoesunadesgracia;¡máslevaldríamorir!

—Afemía,sí—dijoRastignac.

—¿Quétienes,pues?Estáspálidocomolamuerte.

—Amigomío,acabodeoírgritosygemidos.¡HayunDios!¡Oh,sí!,hayunDios,ynos ha hecho un mundo mejor, o nuestra tierra es un absurdo. Si no hubiera sido tantrágico,romperíaallorar,perotengoelcorazónyelestómagohorriblementeoprimidos.

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—Dime,pues,haránfaltamuchascosas;¿dóndeirabuscardinero?

Rastignacsacósureloj.

—Toma,veaempeñarloenseguida.Noquieropararmeporelcamino,porquetengomiedodeperderunminuto,yestoyesperandoaCristóbal.Notengouncéntimoyhabráquepagaralcocheroamiregreso.

RastignacseprecipitóhacialaescaleraypartióparairalacalledeHelder,acasadelaseñora de Restaud. Durante el camino, su imaginación, impresionada por el horribleespectáculodequehabíasidotestigo,excitósuindignación.CuandollegóalaantecámaraypreguntóporlaseñoradeRestaud,lerespondieronquenoestabavisible.

—Pero —le dijo al ayuda de cámara— vengo de parte de su padre, que se estámuriendo.

—Caballero,tenemosórdenesmuyseverasdepartedelconde…

—Siel señordeRestaudestáencasa,decidleenquécircunstanciasseencuentrasusuegroyprevenidledequeesnecesarioqueyohableconélinmediatamente.

Eugenioestuvoesperandomuchorato.

—Quizásenestemomentoseestémuriendo—pensaba.

Elayudadecámaraleintrodujoenelprimersalón,dondeelseñordeRestaudrecibióalestudiantedepie,sininvitarleaquesesentara,anteunachimeneaenlaquenohabíalumbre.

—Señorconde—ledijoRastignac—,vuestroseñorpadrepolíticoestáexpirandoenestosmomentosenuncuchitrilinfame,sinuncéntimoparacomprarleña;estáagonizandoypideverasuhija…

—Caballero—respondióle con frialdad el conde de Restaud—, ya os habréis dadocuentadequeletengopococariñoalseñorGoriot.Hacomprometidosucarácterconlaseñora de Restaud, ha hecho la desgracia de mi vida, veo en él al enemigo de mitranquilidad.Quemueraoqueviva,meescompletamenteindiferente.Vedcuálessonmissentimientosconrespectoaél.

»Elmundopodrácensurarme,peroyodespreciosuopinión.Ahora tengocosasmásimportantes que hacer que ocuparme de lo que vayan a pensar unos necios o unosindiferentes.Encuantoa laseñoradeRestaud,ahora lees imposiblesalir.Decidleasupadrequetanprontocomohayacumplidosusobligacionesconmigoyconsushijosiráaverle.Siellaamaasupadre,puedequedarlibredentrodeunosinstantes…

—Señorconde,nomeincumbejuzgarvuestraconducta;soisdueñodevuestramujer;pero ¿puedo contar con vuestra lealtad?Pues bien, prometedme tan sólo decirle que supadre no tiene siquiera un día de vida y que ya la hamaldecido al no verla junto a sucabecera.

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—Decídselo vos mismo —respondió el señor de Restaud, impresionado por lossentimientosdeindignaciónquetraicionabanelacentodeEugenio.

Rastignacentró,conducidoporelconde,enelsalónenquehabitualmentesehallabala condesa: la encontró deshecha en lágrimas, sentada en una poltrona. Parecíadesesperada.Antes demirar a Rastignac lanzó hacía sumaridomedrosasmiradas, querevelabanunapostracióncompletadesusfuerzasdestruidasporunatiraníamoralyfísica.Elcondeinclinólacabeza,ylamujercreyóseanimadaahablar.

—Caballero,loheoídotodo.Decidleamipadrequesiconocieselasituaciónenquemeencuentro,meperdonaría.Nocontabaconestesuplicio,queessuperioramisfuerzas,caballero,peroresistiréhastaelfin—dijoasumarido—.Soymadre.Decidleamipadreque soy irreprochable en cuanto a él, a pesar de las apariencias —exclamó condesesperación,dirigiéndosealestudiante.

Eugeniosaludóalosdosesposos,adivinandolahorriblecrisisenqueseencontrabalamujer, y retiróse estupefacto. El tono del señor de Restaud le había demostrado lainutilidaddesugestiónycomprendióqueAnastasiayanoera libre.Corrióacasade laseñoradeNucingenylaencontróencama.

—Estoy enferma, pobre amigomío—le dijo—.Me resfrié al salir del baile; tengomiedodehaberpilladounafluxióndepecho;estoyesperandoalmédico…

—Aunquetuvieseislamuerteenloslabios—lainterrumpióEugenio—esprecisoquevayáisarrastrándooshastavuestropadre. ¡Os llama!Sipudieseisoír elmás levede susgritos,yanoossentiríaisenferma.

—Eugenio,quizámipadrenoesté tanenfermocomodecís;peromedesesperaráelaparecerculpableavuestrosojos,yharéloquevosqueráis.Él,losé,semoriríadepenasimi enfermedad llegara a sermortal a consecuencia de esta salida. Bien, iré tan prontocomohayavenidomimédico.¡Ah!,¿porquéyanolleváisvuestroreloj?—dijoalnoverya la cadena. Eugenio se sonrojó—. ¡Eugenio! Eugenio, si ya lo habéis vendido operdido…,¡oh!,esoseríamuymalaseñal.

ElestudianteseinclinósobrelacamadeDelfinayledijoaloído:

—¿Queréissaberlo?¡Puesbien,sabedlo!Vuestropadreyanotieneconquécomprarselamortaja en que habrán de envolverle esta tarde. Vuestro reloj está empeñado; ya noteníanada.

Delfinasaltódeprontodesucama,corrióasuescritorio,cogióelbolsoylotendióaRastignac.Tiródelcordóndelacampanillayexclamó:

—¡Voyallá,Eugenio!¡Id,yollegaréantesquevos!Teresa—gritóleasudoncella—,decidlealseñordeNucingenquesubaahablarconmigoenseguida.

Eugenio, contentodepoder anunciar almoribundo lapresenciadeunade sushijas,

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llegócasialegrea lacalleNeuve-Sainte-Geneviève.Buscóenelbolsoparapoderpagarinmediatamente al cochero. El bolso de aquella joven, tan rica, tan elegante, conteníasetentafrancos.Unavezestuvoenloaltodelaescalera,encontróapapáGoriotsostenidopor Bianchon y operado por el cirujano del hospital, bajo los ojos del médico. Lequemabanlaespaldaconmoxas,últimoremediodelaciencia,remedioinútil.

—¿Lassentís?—lepreguntabaelmédico.

PapáGoriot,habiendovistoalestudiante,respondió:

—Vienen,¿verdad?

—Estomarchamejor—dijoelcirujano—;habla.

—Sí—respondióEugenio—,Delfinavienedetrásdemí.

—¡Vamos!—dijoBianchon—,estabahablandodesushijas,alasquellamasincesar,comounsedientoquepideagua.

—Basta—dijo elmédico al cirujano—, ya no se puede hacer nada, no se le puedesalvar.

Bianchonyelcirujanovolvieronacolocaralmoribundoensuinfectocamastro.

—Sinembargo,seríaprecisomudarlelaropablanca—dijoelmédico—.Aunquenoexistaningunaesperanza,hayquerespetarenéllanaturalezahumana.Volveré,Bianchon—ledijoalestudiante—.Sivolvieraaquejarse,ponedleopioencimadeldiafragma.

Elcirujanoyelmédicosalieron.

—¡Vamos,Eugenio,valor,hijomío!—dijoBianchonaRastignaccuandoestuvieronsolos—.Setratadeponerleunacamisablancaycambiarlaropadesucama.VeadecirleaSilviaquesubaunassábanasyvengaaayudarnos.

EugeniobajóyencontróalaseñoraVauquerocupadaconSilviaenponerloscubiertosencimade lamesa.A lasprimeraspalabrasque ledijoRastignac, laviuda fuehaciaél,con aire agridulce de una comerciante desconfiada que no querría perder el dinero nimolestaralcliente.

—SeñorEugenio—respondió—,yasabéiscomoyoquepapáGoriotyano tieneuncéntimo.Darsábanasparaunhombreapuntodemoriresperderlas,ytambiénhabráquesacrificar una de ellas para lamortaja. Yame debéis ciento cuarenta y cuatro francos;añadid cuarenta francos de sábanas y otras pequeñas cosas como la vela que Silvia osdará; todoellosumapor lomenosdoscientosfrancos,queunapobreviudacomoyonoestáencondicionesdeperder.

»¡Caramba!,sedjusto,señorEugenio;bastanteheperdidodesdequelamalasuertehaentradoenmicasahacecincodías.Habríadadodiezescudosparaqueelbuenhombreesesehubieramarchadoestosdías,comovosdecíais.Estomolestaamishuéspedes.Pornada

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leharíayollevaralhospital.Enfin,poneosenmilugar.Miestablecimientoantetodo;esmipropiavida.

EugeniovolvióasubirrápidamentealahabitacióndepapáGoriot.

—Bianchon,¿yeldinerodelreloj?

—Estáallí,encimadelamesa.Quedantrescientossesentafrancosyunpocomás.Hepagadotodoloquedebíamos.

—Tomad,señora—dijoRastignacdespuésdebajarlaescalerahorrorizado—,saldadnuestrascuentas.ElseñorGoriotnovaaestarmuchotiempoenvuestracasa,yyo…

—Sí,saldráconlospiespordelante,elpobrecillo—dijolaseñoraVauquercontandodoscientosfrancos,conairemitadalegre,mitadmelancólico.

—Acabemos—dijoRastignac.

—Silvia,dadmelassábanaseidaayudaraesosseñoresalláarriba.

—NoosolvidéisdeSilvia—dijolaseñoraVauqueraloídodeEugenio—.Yahacedosnochesqueestávelando.

Cuando Eugenio hubo vuelto la espalda, la vieja fue apresuradamente hacia lacocinera:

—Cogelassábanasviejas.Yaestábienparaunmuerto—ledijoaloído.

Eugenio,quehabíasubidoyaalgunospeldañosdelaescalera,nooyólaspalabrasdelaviejapatrona.

—Vamos—ledijoBianchon—,pongámoslelacamisa.Aguántaleerguido.

Eugeniosecolocóalacabeceradelacamaysostuvoalmoribundo,alqueBianchonlequitólacamisa,yelbuenhombrehizoungestocomoparaguardaralgoenelpechoyprofiriógritosquejumbrosose inarticulados, como losanimalesquehandeexpresarungrandolor.

—¡Oh,oh!—dijoBianchon—,quiereunacadenilladecabellosyunmedallónquelehemosquitadohaceunratoparaponerlelasmoxas.¡Pobrehombre!,hemosdevolvérselaaponer.Estáencimadelachimenea.

Eugenio fue a buscar una cadena trenzada conunos cabellos rubios cenicientos, sindudadelaseñoraGoriot.Leyóenunladodelmedallón:Anastasia;yenelotro:Delfina.Imagendesucorazónquedescansabasiempreencimadesucorazón.Losrizoscontenidosenelmedallónerantanfinos,quedebíanhabersidocortadosdurantelaprimerainfanciadesusdoshijas.Cuandoelmedallóntocósupecho,elancianoprofirióunaexclamaciónque revelaba una satisfacción que daba escalofríos. Era uno de los últimos ecos de lasensibilidad,queparecíaretirarsealcentrodesconocidodelcualpartenyalcualsedirigennuestrassimpatías.Surostroconvulsoasumióunaexpresióndealegríamorbosa.Losdos

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estudiantes, sobrecogidos ante aquel terrible estallido de una fuerza de sentimiento quesobrevivíaalpensamiento,dejaroncaercálidaslágrimassobreelmoribundo,quediounagudogritodeplacer.

—¡Nasia!¡Fifina!—dijo.

—Todavíavive—dijoBianchon.

—¿Paraquélesirveeso?—dijoSilvia.

—Parasufrir—respondióRastignac.

Despuésdehacera sucompañerouna seña indicándoleque le imitase,Bianchonsearrodillóparapasarsusbrazosbajolaspiernasdelenfermo,mientrasRastignachacíaotrotanto en el otro lado de la cama con objeto de pasarle lasmanos debajo de la espalda.Silvia estaba allí, dispuesta a retirar las sábanas cuando el moribundo hubiera sidolevantado,parasustituirlasporlasquehabíatraído.Engañadosindudaporlaslágrimas,Goriotempleósusúltimasfuerzasparatenderlasmanos;encontróacadaladodesucamalascabezasde losestudiantes, lasagarróviolentamentepor loscabellosyoyóseledecirdébilmente.

—¡Ah,ángelesmíos!

Trespalabras,tresmurmullosacentuadosporelalma,queseexaltó.

—¡Pobre hombre! —dijo Silvia, conmovida por esta exclamación en la que sereflejabaunsentimientosupremoquelamáshorrible,lamásinvoluntariadelasmentirasexaltadasporúltimavez.

Elúltimosuspirodeaquelpadredebíaserunsuspirodealegría.Aquelsuspirofuelaexpresión de toda su vida. Aún se engañaba. Papá Goriot fue colocado de nuevopiadosamente en su camastro. A partir de aquel momento, su fisonomía conservó ladolorosahuelladelcombatequeselibrabaentrelamuerteylavidaenunamáquinaqueya no tenía aquella especie de conciencia cerebral de la que resulta el sentimiento delplacerydeldolorparaelserhumano.Noerasinocuestióndetiempoparaladestrucción.

—Va a permanecer así unas horas y morirá sin que nadie se dé cuenta de ello, nisiquieraseproduciráestertor.Elcerebrodebehallarsecompletamenteinvadido.

Enaquelmomentooyóseenlaescaleralospasosdeunajovenquesubíajadeando.

—Llegademasiadotarde—dijoRastignac.

NoeraDelfina,sinoTeresa,sudoncella.

—Señor Eugenio—dijo—, se ha producido una violenta escena entre el señor y laseñora, a propósito del dinero que esta pobre señora pedía para su padre. Se hadesmayado,havenidoelmédico,hantenidoquehacerleunasangría,yellagritaba:«¡Mipadreseestámuriendo,quieroverapapá!».Enfin,dabaunosgritosquepartíanelalma.

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—Basta,Teresa.Aunquevinieseahora,seríainútil;elseñorGoriotsehaquedadoyasinconocimiento.

—¡Pobreseñor,quégrandesgracia!—dijoTeresa.

—Yanomenecesitáis,ydebo ira lacocina,puesyason lascuatroymedia—dijoSilvia,queestuvoapuntodetropezarseconlaseñoradeRestaudenloaltodelaescalera.

Grave y terrible fue la aparición de la condesa. Miró la cama de la muerte, maliluminadaporunasolavela,ylloróalverlamáscaradesupadreenlaquepalpitabanaúnlosúltimosestremecimientosdelavida.Bianchonseretirópordiscreción.

—Nomehepodidoescaparantes—dijolacondesaaRastignac.

El estudiante hizo un gesto afirmativo con la cabeza llenode tristeza.La señora deRestaudcogiólamanodesupadreyselabesó.

—¡Perdonadme, padre! Decíais que mi voz os haría salir de la tumba; pues, bien,volved un momento a la vida para bendecir a vuestra hija arrepentida. Oídme. ¡Eshorrible!,vuestrabendicióneslaúnicaqueenadelantepuedorecibiraquíabajo.Todoelmundomeodia, solamentevosmeamáis.Mispropioshijosmeodiarán.Llevadmeconvos;osamaré,oscuidaré.Yanooyenada,estoyloca.

Cayóderodillasycontemplóaquellosrestoshumanosconunaexpresióndedelirio.

—Nada falta a mi desgracia—dijo mirando a Eugenio—. El señor de Trailles hapartido, dejando deudas enormes, y he sabido que me engañaba. Mi marido no meperdonará jamás, y lo he dejado dueño demi fortuna. He perdido todasmis ilusiones.¡Ay!,¿porquiénhetraicionadoelúnicocorazón(enestoseñalóasupadre)enelquesemeadoraba?Reneguédeél,lorechacé,lehecausadomilmales.¡Quéinfamesoy!

—Ellosabía—dijoRastignac.

EnaquelmomentopapáGoriotabriólosojos,peroporefectodeunaconvulsión.Elgesto que revelaba la esperanza de la condesa no fue menos horrible que los ojos delmoribundo.

—¿Meoirá?—gritólacondesa—.No—sedijosentándosejuntoallecho.

HabiendomanifestadolaseñoradeRestaudlaintencióndehacercompañíaasupadre,Eugeniobajóacomeralgo.Loshuéspedessehallabanyareunidos.

—Bien —le dijo el pintor—, parece que allá arriba vamos a tener un pequeñomortorama,¿no?

—Carlos—le dijo Eugenio—, creo que deberíais bromear con un tema que fueramenoslúgubre.

—Entonces, ¿esquenovamosapoderdecirnadaaquí?—repusoelpintor—.¿Quéimporta eso, puesto que el buen hombre, según ha dicho Bianchon, ya no tiene

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conocimiento?

—Bueno—dijoelempleadodelMuseo—,habrámuertotalcomohabíavivido.

—¡Mipadrehamuerto!—gritólacondesa.

Al oír este terrible grito, Silvia, Rastignac yBianchon subieron, y encontraron a laseñora de Restaud desvanecida. Después de hacer que volviera en sí, la trasladaron alcocheque laestabaesperando.Eugenio laconfióa loscuidadosdeTeresa,mandándolequelallevaseacasadelaseñoradeNucingen.

—¡Oh!,estábienmuerto—dijoBianchonbajandolaescalera.

—Vamos,señores,alamesa—dijolaseñoraVauquer—,quelasopavaaenfriarse.

Losdosestudiantessesentaronunoalladodelotro.

—¿Quéhemosdehacerahora?—dijoEugenioaBianchon.

—Yolehecerradolosojosylehedejadoarregladodeunmodoconveniente.Cuandoelmédicodelaalcaldíahayacomprobadoladefunciónquenosotrosiremosadeclarar,selecoserádentrodeunamortajayseleenterrará.¿Quéquieresquesehagaconél?

—Ya no volverá a oler el pan así—dijo un huésped imitando la mueca del buenhombre.

—¡Caramba,señores!—dijoelprofesorparticular—,dejadapapáGoriot,ynonoslohagáis comer más, porque lo han puesto a toda salsa desde una hora. Uno de losprivilegiosdelabuenavilladeParíseseldequeunopuedenacer,vivirymoriraquísinque nadie se fije en él. Aprovechemos, pues, las ventajas de la civilización. Hoy haysesentamuertos.¿Queréiscompadecerosdelashecatombesparisienses?QuepapáGoriothaya reventado, ¡mejorparaél!Si tanto leadoráis, idahacerlecompañía,ydejadnosanosotroscomertranquilamente.

—¡Oh,sí—dijolaviuda—,mejorparaélsiestámuerto!Parecequeelpobrehombretuvomuchascontrariedadesensuvida.

Fue laúnicaoraciónfúnebredeunserqueparaEugeniorepresentaba lapaternidad.Los quince huéspedes comenzaron a charlar como de costumbre. Cuando Eugenio yBianchon hubieron comido, el ruido de los tenedores y de las cucharas, las risas de laconversación, las diversas expresiones de aquellas caras glotonas e indiferentes, sudespreocupación, todo les heló de horror. Salieron para ir a buscar a un sacerdote quevelase y rezase durante la noche junto al muerto. Les fue preciso medir los últimosdeberesparaconelbuenhombreconformealpocodinerodequepodíandisponer.Hacialas nueve de la noche, el cadáver fue colocado entre dos velas, en aquella habitacióndesnuda, y un sacerdote fue a sentarse junto a él.Antes de acostarse, habiendo pedidoRastignacinformesalclérigosobreelpreciodelservicioquehabíadehacerseysobreelde los convoyes, escribió unas palabras al barón de Nucingen y al conde de Restaud

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rogándoles que enviasen a sus hombresdenegocios conobjetode subvenir a todos losgastosdelentierro.LesmandóaCristóbal,luegofueaacostarseysedurmió,abrumadopor la fatiga.A lamañanasiguiente,BianchonyRastignacviéronseobligadosa irellosmismosadarpartedeladefunción,lacualfuecomprobadahaciaelmediodía.Doshorasmástarde,ningunodelosdosyernoshabíamandadodinero,nadiesehabíapresentadoensunombre,yRastignachabíasevistoyaobligadoapagaralsacerdote.

Habiendo pedido Silvia diez francos para amortajar al buen hombre, calcularonEugenioyBianchonquesilosparientesdelmuertonoqueríansabernada,apenastendríanellosconquépagarlosgastos.Elestudiantedemedicinaseencargó,pues,decolocarélmismoelcadáverenunataúddepobrequemandótraerdesuhospital,dondeloadquiriómásbarato.

—Hazlesunajugarretaaesostruhanes—díjoleaEugenio—.Veacomprarunterreno,porcincoaños,enelPadreLachaise,ypideunserviciodeterceraclaseenlaiglesiayenlas Pompas Fúnebres. Si los yernos y sus hijas se niegan a darte el dinero, mandarásgrabarsobrelatumba:«AquíyaceelseñorGoriot,padredelacondesadeRestaudydelabaronesadeNucingen,enterradoaexpensasdedosestudiantes».

Eugenio no siguió el consejo de su amigo hasta después de haber estadoinfructuosamenteencasadelseñory laseñoradeNucingenyencasadelseñoryde laseñoradeRestaud.Nopasómásalládelapuerta.Cadaunodelosconserjesteníaórdenesseveras.

—Elseñorylaseñora—dijeron—norecibenanadie;supadrehamuerto,ysehallansumidosenelmásprofundodolor.

Eugenio teníayabastanteexperienciadelmundoparisiensepara saberquenodebíainsistir.Sucorazónoprimiósedeunmodoextrañocuandosevioen la imposibilidaddellegarhastaDelfina.

Vended una alhaja—escribióle en la portería— y que vuestro padre sea conducidodecentementeasuúltimamorada.

Sellóestaspalabrasy rogóalporterodelbarónque lasentregaseaTeresa,paraqueésta las entregase a su vez a su señora; pero el portero entregó la nota al barón deNucingen,elcuallaarrojóalfuego.Despuésdeefectuartodasestasdiligencias,Eugenioregresóhacia las tresa lapensión,ynopudoconteneruna lágrimacuandovioelataúdapenascubiertoconunpañonegroycolocadosobredossillas,enaquellacalledesierta.

Unmalhisopo,quenadiehabíatocadoaún,sehallabadentrodeunabandejadecobreplateado llena de agua bendita. La puerta no estaba tampoco cubierta con ningún pañonegro. Era la muerte de los pobres, que no tiene lujo, ni acompañantes, ni amigos, niparientes. Bianchon, que se vio obligado a quedarse en el hospital, había escrito unaspalabrasaRastignacpara informarlede loquehabíahechoconrespectoa la iglesia.Elinternoledecíaqueunamisaresultabademasiadocara,quehabíaquecontentarseconel

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serviciodevísperas,menoscostoso,yquehabíaenviadoaCristóbalconunaspalabrasdesu parte a las Pompas Fúnebres. En el momento en que Eugenio acababa de leer laspalabrasescritasapresuradamenteporBianchon,vioenlasmanosdelaseñoraVauquerelmedallóndeoroenelqueseencontrabanloscabellosdelasdoshijas.

—¿Cómooshabéisatrevidoacogereso?—ledijo.

—¡Pardiez!¿Esquehabíadeenterrarseconelmuerto?—respondióSilvia—.Esdeoro.

—¡Yalosé!—repusoEugenioconindignación—.Porlomenosqueselleveconélloúnicoquepuedarepresentarasusdoshijas.

Cuando llegó la carroza fúnebre, Eugenio hizo destapar el ataúd y colocóreligiosamentesobreelpechodelbuenhombreunaimagenquesereferíaaunaépocaenlaqueDelfinayAnastasiaeran jóvenes,vírgenesypuras,yno razonaban, segúnhabíadicho papá Goriot en sus gritos de agonizante. Sólo Rastignac y Cristóbal, con dosempleadosdelafuneraria,acompañaronalcarruajequellevabaalbuenhombreaSaint-Etienne-du-Mont, iglesia poco distante de la calle Neuve-Sainte-Geneviève. Una vezestuvieronallí, el cadáver fue colocadoanteunacapillitabajayoscura, alrededorde lacualelestudiantebuscóenvanoa lasdoshijasdepapáGoriotoasusmaridos.EstuvosoloconCristóbal,elcualsecreíaobligadoaprestar losúltimosserviciosaunhombrequelehabíahechoganaralgunasbuenaspropinas.

Mientras estaban esperando a los dos curas, almonaguillo y al capillero,RastignacestrechólamanodeCristóbalsinpoderpronunciarunapalabra.

—Sí,señorEugenio—dijoCristóbal—;eraunhombrebuenoyhonrado,quenuncadijounapalabramásaltaqueotra,quenoperjudicabaanadieynuncahizomalalguno.

Losdoscuras,elmonaguilloyelcapillerollegaronydierontodoloquesepuededarpor setenta francos enuna época en laque la iglesiano es lo suficientemente ricapararezargratis.Losclérigoscantaronunsalmo,elLibera,elDeprofundis.Elservicioduróveinteminutos.Nohabíamásqueunsolococheparaunsacerdoteyunmonaguillo,queconsintieronenrecibirconellosaEugenioyaCristóbal.

—Nohaycomitiva—dijoelcura—;podemosirdeprisaparanollegartarde;sonlascincoymedia.

Sinembargo,enelmomentoenqueelcadáverfuecolocadoenelcochefúnebre,doscarruajes con escudo de armas, pero vacíos, el del conde deRestaud y el del barón deNucingen, se presentaron y siguieron el convoy hasta el Padre Lachaise. A las seis, elcadáverdepapáGoriotfuebajadoalafosa,alrededordelacualsehallabanloscriadosdesus hijas, que desaparecieron con el clero tan pronto como fue dicha la breve oraciónpagadaalbuenhombreconeldinerodelestudiante.Cuandolosdosenterradoreshubieronlanzadounaspaletadasdetierraencimadelataúdparaocultarlo,seincorporaronyunode

Page 187: Honoré de Balzac Papá Goriot - Martin Cid€¦ · De Balzac. I Una pensión burguesa La señora Vauquer, de soltera De Conflans, es una anciana que desde hace cuarenta años regenta

ellos, dirigiéndose a Rastignac, le pidió la propina. Eugenio buscó en su bolsillo y noencontrónada,yvioseobligadoapedirleprestadosveintesueldosaCristóbal.Estehecho,pocoimportanteensímismo,provocóenRastignacunaccesodehorribletristeza.Caíaeldíayunhúmedocrepúsculoirritabalosnervios.Eugeniomirólatumbaysepultóenellasu última lágrima de joven, aquella lágrima arrancada por las santas emociones de uncorazónpuro,unadeaquellaslágrimasque,desdelatierraenquecaen,vuelvenasaltarhaciaelcielo.Cruzósedebrazos,contemplólasnubesy,alverleasí,Cristóballedejó.

Rastignac,habiendoquedadosolo,diounospasoshacialapartealtadelcementerioyvioParístortuosamenterecostadoalolargodelasdosriberasdelSena,dondeempezabanabrillar las luces.Susojos seclavaroncasi conavidezentre lacolumnade laplazadeVendôme y la cúpula de los Inválidos, allí donde vivía aquel mundo en el que habíaquerido penetrar. Lanzó a aquel lugar una mirada que parecía querer libar la miel poranticipado,ydijoestaspalabras:

—Ahoranostocaanosotrosdos.

Y como primer acto de desafío a la sociedad, Rastignac fue a comer en casa de laseñoradeNucingen.

Saché,septiembrede1834.


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