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Page 1: Hay salida de la crisis sin crecimiento económico

Trasversales 28, febrero 2013 Espacios

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José Luis Redondo

¿Hay salidade la crisissin crecimiento?

José Luis Redondo es miembro del consejo editorial deTrasversales

Podíamos pensar que la política de Merkel y de la UE responde a la demanda de una eco-nomía sostenible. Desde un punto de vista ecologista hay que afirmar que la economía delos países desarrollados tiene que decrecer. Es la contrapartida para que otros pueblosaccedan a condiciones de existencia aceptables. Para poder suprimir el hambre y conse-guir unas condiciones mínimas de salud y habitabilidad tienen que tener una economía encrecimiento. La premisa de la que es necesario partir consiste en la limitación de los recur-sos, lo que es incompatible con un crecimiento continuo de la población y un consumo deenergía y materiales siempre creciente. Existe un amplio consenso sobre que ya se ha con-sumido más de la mitad de las reservas de petróleo, por eso se procede a su extracción encondiciones cada vez más costosas, a grandes profundidades y zonas árticas o de formamuy contaminante como el “fracking” para el gas.

¿Cuál es la diferencia entre la propuesta ecologista y la que proviene de la UE?En primer lugar porque se pretende imponer, a los países tutelados, unas condiciones

de estabilidad que conducen a la recesión pero como una medida provisional. El enfoque,más bien la fe, del neoliberalismo busca la reducción del déficit y de la deuda de los esta-dos, confiando en que luego volverán a crecer. Es decir, no se niega el postulado del cre-cimiento como indispensable para el funcionamiento del sistema. En realidad lo que sebusca y se está consiguiendo, es el abaratamiento del coste del trabajo, para que las empre-sas sean más competitivas y el Capital aumente su ganancia. De paso se está liquidando elEstado de bienestar, haciendo innecesarios nuevos ingresos fiscales y aumentando losnegocios privados a costa del gasto público, como en el paso de las deudas de bancos ycajas de ahorro al Estado, o en la privatización de parte de la sanidad.

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La otra perspectiva, la socialdemócratakeynesiana, pretende que el Estado aumen-te la demanda e impulse el crecimiento.Desgraciadamente, cada uno de los paísestutelados, como España, tienen deudas conlos bancos alemanes y con el mercadofinanciero mundial, que ya sólo prestanfondos a un interés que está llevando a losEstados a la depresión. Así que los social-demócratas sólo pueden lamentarlo y pedirque la Unión, vía el permiso alemán, tire dela demanda. Aunque de momento esto nose produce y la recesión ya está afectando atoda la Unión y frenando el crecimiento dela economía alemana. Por lo tanto, es posi-ble que próximamente la política económi-ca vaya virando para parecerse más a lapracticada por Obama.

En resumidas cuentas, ambas orienta-ciones nos llevan a un camino incompatiblecon la sostenibilidad de la vida del hombresobre la Tierra. El agotamiento de los com-bustibles fósiles, de los materiales estraté-gicos y los efectos del cambio climático,auguran un futuro muy oscuro para lahumanidad.

El avance de las tesis ecologistasdepende más de la dificultad de ponerlas enpráctica, que de su veracidad y aceptabili-dad. Muchos pueden convenir en que estasociedad de consumo es insostenible, perobuscarán distintas racionalizaciones parano hacer nada. Se confiará en nuevos des-cubrimientos científico técnicos o hasta enla emigración fuera de la Tierra como pro-pugna Hawking.

Hacer que la economía global no crez-ca, decreciendo unos para que puedan cre-cer otros, va contra la dinámica del sistema.¿Cómo puede mantenerse un sistema capi-talista sin crecimiento? ¿Cómo frenar elconsumo de objetos? ¿Cómo dejar de hipo-tecar el presente por el futuro?.

La situación ha llevado a pensar que só-lo puede conseguirse una sociedad sosteni-ble a través de formas políticas dictatoria-les. Si se pretende avanzar hacia un modelode sociedades ecológicamente sostenibles,hay que convencer a la mayoría de la po-

blación. Hay que añadir a las propuestas dereconversión la de una democracia radical.Es decir, que las mayorías acepten cambiarsu presente sin un coste elevado, cambiarsus deseos sin perjudicar su bienestar.

Hay que pedir al pensamiento ecologis-ta que explique si es posible repartir losingresos, reducir las desigualdades, distri-buir el trabajo reduciendo la jornada. Si esposible que decreciendo se mantengan losbienes básicos, la salud, la educación, la vi-vienda y el cuidado de las personas de-pendientes. Si es posible desplazar el deseode los objetos a las personas, preferir lopersonal cualitativo frente a la acumulacióndel objeto-mercancía. Es necesario mostrarlos pasos que ya pueden darse, para que enun proceso largo se salga de este sistema auno que sea sostenible. Es necesario empe-zar a dar pasos con la participación delmayor número de ciudadanos. Si no se con-sigue presentar como viable esta transfor-mación, no se podrá realizar el cambio. Eneste periodo de crisis es cuando hay quelanzar un programa alternativo que enlacecon las preocupaciones de los ciudadanos.

Desgraciadamente no hay partidos polí-ticos mayoritarios que mantengan estas po-siciones, sólo algunos minoritarios mantie-nen algunas propuestas ecologistas. Ade-más el sistema de partidos está en crisis entoda Europa, pero en España el descréditode los partidos y de sus direcciones lesincapacita para impulsar un cambio profun-do, más en estos momentos en que estánimplicados en la corrupción.

Este descrédito también alcanza a lossindicatos, que todo lo más pueden impul-sar luchas sectoriales y dependen demasia-do del Estado.

Sin embargo, ya los movimientos socia-les pueden estar comenzando esta tarea. Elviejo topo se rejuvenece y crea galerías quepueden producir un derrumbe y una sustitu-ción. Movimientos como el 15 M o de tipoOcuppy plantean un método, que es másimportante que sus objetivos. Se impugnana las élites de partidos y sindicatos queestán insertos en el mantenimiento del sis-

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tema, se rechazan las jerarquías y el funcio-namiento vertical de las instituciones, seimpulsa una democracia de participaciónpersonal.

Los movimientos contra los desahu-cios, por la defensa de la sanidad pública,de la enseñanza, afirman que estos sonderechos que tienen que conservarse inde-pendientemente de la reducción del gasto yde las políticas económicas. Las luchas dela sanidad en Madrid han conseguido launión de todos los sectores profesionalesjunto a los pacientes (es decir, de toda lapoblación), han superado las diferenciassociales e ideológicas. Los sectores enlucha han pasado de considerar la sanidadpública como un servicio, a considerarlapropia, la poseemos entre todos, pertenecea el “común” de la población. Igualmentehay que señalar en esta línea, las ayudas engrupo, el aumento de la sensibilidad hacialas condiciones de vida de los otros. Losmovimientos parciales se reconocen en unhorizonte común, defender los bienes deexistencia mínimos, rechazar las seudoex-plicaciones de los poderes y proponer for-mas de participación activas. Es un cambiode mentalidad que ya debe dirigirse haciaun cambio más profundo. Hay que conse-guir conquistas parciales en esta larga mar-cha.

No basta saber hacia donde hay que ir,el modelo final, hace falta presentar elcamino como posible e impulsar los movi-mientos que nos conduzcan en esa direc-ción.

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