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    RodRigo FResn. Naci en Buenos Aires en 1963; vive en Barcelona des-de 1999. Es autor de los libros Historia argentina, Vidas de santos, Trabajos ma-nuales, Esperanto, La velocidad de las cosas, Mantra, Jardines de Kensington y El fondo del cielo. Ha traducido y editado y prologado libros de John Cheever, Denis Johnson, Roberto Bolao y Carson McCullers entre otros; y en la actuali-dad dirige la coleccin de literatura criminal Roja & Negra Mondadori y trabaja en un nuevo libro suyo: La parte inventada.

    ENsAyo

    Hablando solo en la Catedral, o diario Con notas al pie para la teora

    y la prCtiCa de una releCturade ya saben Cul libro

    rodrigo Fresn

    Qu ocurre cuando se vuelve a leer una gran novela lati-noamericana despus de muchos aos? ocurre algo, aunque Latinoamrica ya no sea lo que fue y quien la lee ya no sea alguien que quiere ser escritor sino un escritor hecho y dere-cho o deshecho y torcido? y acaso lo ms importante o lo ms extrao qu es lo que sucede alrededor del relector mientras relee la novela en cuestin? ocurre que se empiezan a recordar muchas cosas. y recordar advierte Rodrigo Fre-sn en estas pginas, se sabe que es como hablar solo pero con uno mismo, algo muy pero muy parecido a lo que pasa mientras se lee.

    Estudios Pblicos, 122 (otoo 2011)

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    Da Cero (a Modo de breVe introduCCin.) Bienveni-dos a la Era de la Relectura! Ese momento en la vida de todo lector que escribe en el que se descubre que ya no queda (en realidad nunca hubo, pero uno se senta tanto ms inmortal hace unos cuantos aos) tiempo suficiente para leer todos esos libros que se sospecha o se desconoce pero s se est seguro de que le seran imprescindibles para su trabajo, trabajo consistente en poner una letra detrs de otra y otra y otra y otra y

    As, la relectura como el falso consuelo y ms falso an sistema de sentir que se domina el plan y la estrategia. y que releyendo todo lo que lemos cuando ramos jvenes (ciertos libros tambin crecen o, por lo menos, cambian; y esos son los libros a los que Italo Calvino se refera como a clsicos) descubriremos algo que se nos escap cuando ramos tan inocentes y, acaso, ms sabios pero sin saberlo; cuando ra-mos, s, ms intuitivos. Cuando releemos, hacemos memoria y hacemos memorias y la vida del libro reledo ya es parte de la vida revivida.

    De ah que de un tiempo a esta parte haya ido alternando la nove-dad con retornos al pasado ms profundo de mi biblioteca (Francis scott Fitzgerald; buena parte de la literatura rusa en esas nuevas traducciones al ingls de Richard Pevear y Larissa Volokhonsky, Bellow, onetti) y que, reordenando estantes, un libro haya levantado la mano con insis-tencia. Una novela. Larga. Grande. y juro que tena a esa novela larga y grande en la mira desde un tiempo. Desde antes de que se convirtiera en una nobela: en una novela de un Nobel y en, acaso, la ms nobela entre las novelas de este novelista latinoamericano que siempre lo pens seguramente sea uno de los narradores de cualquier parte que ms sabe sobre costumbres y particularidades del gnero en cuestin.

    Me refiero a Conversacin en La Catedral (1969) de Mario Var-gas Llosa.

    No era la primera vez que pensaba en volver a entrar all. ya en 1999 mes de mayo, recin llegado a Espaa me propuse acometer semejante empresa. Fue cuando, en una charla con el escritor y perio-dista espaol y canario Juan Cruz, dije en voz alta y para el horror ms o menos fingido de varios de los presentes que no recordaba casi nada del libro salvo la inolvidable sensacin de haberlo ledo1. Es decir:

    1 La conversacin la cena tuvo lugar en las orillas de un congreso de jvenes escritores latinoamericanos en el que se presentaba la exhaustiva y arriesgada y visionaria en ms de un sentido antologa editada por Eduardo Becerra: Lneas areas (Lengua de Trapo, 1999).

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    la impresin de que ese libro ya no era un libro sino que era otra cosa: un sentimiento, un aire, un momento clave de mi vida como persona (y como lector y como escritor), un eco, una onda expansiva, un poder residual.

    Entonces, 1999 otra vez, yo acaba de desembarcar en Barcelona, ciudad en la que vivo desde entonces. y en esas selecciones poco na-turales e inevitablemente injustas a la hora de trasladar la bibliotecano haba trado conmigo mi antiguo pero no viejo ejemplar de Conver-sacin en La Catedral. Juan siempre Listo Cruz hizo una llamada telefnica desde su mvil2 y de regreso en mi hotel ya me esperaba contundente ejemplar flamante reedicin de Alfaguara. Foto en blanco y negro de mesa de caf en su portada, advertencia en maysculas verticales y ascendentes de EDICIN DEFINITIVA y frase del autor en la contraportada donde se lea: si tuviera que salvar del fuego una sola de las [novelas] que he escrito, salvara sta3.

    No lo rele entonces, pasaron los aos y los congresos y las rectangulares mesas redondas, dej de ser joven escritor latinoameri-cano, y aqu estoy y sigo ahora. y me convocan de Estudios Pblicos, prestigiosa publicacin, a escribir para un nmero especial sobre Mario Vargas Llosa (sper Mario) y me digo que ha llegado la hora y el mo-mento de volver a conversar con Conversacin en La Catedral4.

    All vamos.Una vuelta para todos.yo invito.

    da Cero (a Modo de larGa adVertenCia). y vuelvo y doy vueltas alrededor de eso de si tuviera que salvar del fuego una sola de las [novelas] que he escrito, salvara sta.

    La frase/cita me intriga como un espinoso y fragante ramo de rosebuds. La idea de que un escritor fantasee primero con un incendio marca Fahrenheit 451 de la propia obra y, despus, con la posibilidad de salvar uno slo entre sus libros. Un libro que, seguro, no es el mismo que escogera como respuesta a esa siempre obvia pregunta sobre otra

    2 Ese mvil uno de tantos, de cientos de Juan Cruz que nunca deja de sonar, vibrar, etc. Recuerdo, tambin, que una de las muchas llamadas que recibi Juan Cruz esa noche le inform de la muerte del hijo de Carlos Fuentes.

    3 La edicin (Alfaguara, 1999, con un breve prlogo de Vargas Llosa fechado en junio de 1998).

    4 A partir de aqu, ya saben Cul Libro o ysCL.

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    catstrofe: qu libro te llevaras a una isla desierta? Conclusin absur-da pero inevitable: del fuego se salva algo que escribi uno, mientras que del agua se rescata algo que escribi otro.

    y ya estoy de nuevo haciendo de las mas. El Gran Digresivo y todo eso. Fresn Fresn Y Fresn se defiende con un No! Fresn, no! Cortzar!. Ese escritor a quien tanto quiero y que pa-rece es cada vez menos querido por la intelligentzia que lo acusa de adolescente, juvenil, infantil, pequeuelo. El Cortzar que en su para m sublime y poco conocido Cuaderno de Zihuatanejo se refiere a lo suyo como [] el equivalente de las cajas de cubos para nios, con letras o figuras o nmeros; escribir es ir sacando al azar un cubo tras otro y alinearlos para ver nacer la continuacin de ese texto que me haba dic-tado a m mismo hasta ese momento. Como en tantos sueos (sueos de escritor, presumo), el texto es una culminacin, un arribo a la obra ltima; lo escribo lo veo escribirse sabiendo lo que dice y que me colma como ningn texto de la vigilia, y a la vez como una especie de entendimiento negativo de que apenas despierte no recordar ni siquiera la primera palabra. Pero eso no importa, puesto que estoy escribiendo el texto con los cubos, esa creacin se basta a s misma y no hay ninguna profesionalidad en el proceso. Durar y durar, los cubos irn abando-nando la parte del saln donde se acumulaban y ordenndose en lneas de escritura; durante un tiempo inmensurable el texto crecer como una gigantesca pgina tendida en el suelo [] solamente quisiera decir que su escritura obedeci a un tanteo en el no mans land de esas atmsferas extraverbales que rondan al escritor en el umbral de un nuevo texto. Arrimos, rounds de estudio, pseudpodos lanzados a un contenido im-previsible y en todo caso irreductible a la razn, al plan, al mtodo, a la voluntad de novelar o contar5.

    Transcribo aqu lo de ms arriba y me pregunto si la desordena-da pero lgica Rayuela no ser la antimateria el yang del yin del ordenado pero voluntariosamente catico y cacofnico y multitudinario ysCL6. As, aqu, ah, dos escritores en las antpodas desde el punto de

    5 De Cuaderno de Zihuatanejo de Julio Cortzar (Alfaguara 1997, edi-cin limitada y no venal).

    6 Pero advierto, por si a alguien le interesa sta no es una opinin del todo autorizada porque los aos pasan y yo sigo sin leer Rayuela. Aunque, en ocasiones, siento como si la hubiese reledo cientos de veces. De paso, en su Cartas a un joven novelista (1997) Vargas Llosa seala a la Rayuela de Cort-zar como ejemplo de la narracin por vasos comunicantes y en contrapunto. Principio aplicable tambin a ysCL, pienso.

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    vista poltico pero, cada uno por la suya, comprometidos. Una cosa s me parece que las une: ambas son novelas realistas7 cada una a su manera en el sentido en que no buscan pero encuentran una forma de narrar la realidad mucho ms cercana a lo real que la de las grandes novelas realistas, siempre falsificando el fluir de actos y hechos y das bajo una frrea estructura y una administracin del tempo dram-tico que, me temo, es de lo ms irreal.

    Pero de lo que yo quera hablar/escribir en estas pginas previas a la relectura otra vez eso de ysCL como sobreviviente de las llamas por divina y selectiva voluntad de su creador es de las cosas que di-cen los escritores acerca de lo que hacen. y, s, suelen decir cosas raras. y contestar de manera extraa. y el que est libre de este pecado que arroje la primera respuesta ms o menos ingeniosa, la ltima mentira verdadera o verdad mentirosa.

    y, por las dudas en esta larga tanda preliminar de arrimos, rounds de estudio, pseudpodos lanzados de esa no mans land que es todo journal, lo aclaro desde mi esquina del ring fantasma: a m me encanta leer a escritores explicando cmo lo hacen porque los escritores son, en lo fundamental, lectores. y siempre preferir lo que tiene para mentir un escritor antes que lo que tiene para mentir un poltico. Porque las mentiras de un escritor en cuanto a su proceder y modales son, siem-pre, partes inseparables de sus ficciones. Las mentiras de un poltico, en cambio, son gajes de un oficio que consiste primero en hacrselas creer a sus votantes (los votantes no son lectores) y despus, cuando ya todo est perdido, crerselas l mismo mientras todo tiembla y se derrumba a su alrededor. y, me consta, hay escritores (muy buenos escritores, incluso) que detestan este tipo de cuestiones del backstage y el how to as como las biografas de escritores, los diarios de escritores, los vol-menes de cartas de escritores Cualquier cosa que no sea la obra pura y dura sin hielo ni jarabes de colores de su escritor o escritores favoritos. No es mi caso. Pocas cosas me gustan/divierten ms que leer sobre los que escriben y sobre cmo dicen escribir y leer los que escri-ben. As, no dejo escapar ningn volumen recopilatorio de los reporta-jes de The Paris Review: revista que se estren en 1953 con entrevista

    7 En Cortzar, hablar de realismo resulta inevitablemente inadecuado, seala Vargas Llosa en su Cartas Discrepo ligeramente: pienso que s se puede hablar de un realismo no en Cortzar pero s cortazariano. Aplico el mismo principio a ysCL: realismo vargasllosiano.

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    a E. M. Forster, despus sigui una con Hemingway y, enseguida, ya eran el insuperable modelo de la forma y siguen sindolo hasta nuestros das. The Art of Fiction se llama la seccin de entrevistas. y, dicen muchos, nadie puede considerarse un escritor de verdad si no ha estado ah dentro. yo tengo los siete tomos que edit Penguin en el Reino Uni-do, los dos volmenes espaoles que salieron en Kairs, los ocho tomos que reorden por gnero y sexo y nacionalidad El Ateneo en Argentina, la reciente seleccin que hizo el crtico Ignacio Echevarra8 para El Aleph Editores, y la nueva encarnacin cuatro entregas hasta ahora que viene ofreciendo Picador en EE.UU.

    y est claro que no me quedo ah: no dejo de comprar cualquier libro con reportajes, citas, mtodos y consejos de escritores. y es que me gusta tanto que me mientan de verdad y sin engaarme cuando leo. Casi tanto (o mucho ms, segn mi humor) como me gusta mentir por escrito. Porque enseguida se comprende, aunque esto no reste nada de gracia: casi toda reflexin sobre la escritura es posterior a esa escritura. Es decir: la paradoja de inventar la teora despus de la prctica. Esto se comprende todava mejor y se ve ms de cerca en el precioso y til destilado que George Plimpton uno de los fundadores de The Paris Review, realizador de los primeros reportajes, apuntalador del gnero de la biografa oral/coral9 como co-autor de una vida de Edie sedgwick y otra de Truman Capote y editor del conmemorativo y enorme en todo sentido The Paris Review Book of Heartbreak, Madness, Sex, Love, Betrayal, Outsiders, Intoxication, War, Whimsy, Horrors, God, Death, Dinner, Baseball, Travels, The Art of Writing, And Everything Else in the World Since 1953 (Picador, 2003) hizo de buena parte de tantas preguntas y respuestas. All, en The Writers Chapbook: A Compendium of Fact, Opinion, Wit and Advice from the Twentieth Centurys Preemi-nent Writers (Modern Library, 1999), Plimpton reordena temticamente motivaciones, inspiracin, hbitos, sexo, dilogo, humor, editores, talleres, cuento, novela, periodismo, bloqueo y un largo etc. lo que un ejrcito de fabuladores piensa acerca de eso en lo que slo piensan cuando se lo preguntan. o, tal vez, cuando piensan en que, tarde o temprano, alguien va a aparecer para preguntarles qu piensan sobre eso. As que mejor pensarlo un poco. y est claro que lo que muchos

    8 Bsquenlo y encuntrenlo, tambin, en estas pginas, persiguiendo y acorralando al Vargas Llosa crtico.

    9 Gnero al que ciertos tramos de ysCL parecen anticiparse.

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    responden son micro-relatos o cpsulas de novela concentrada. y a eso se refieren varios de los entrevistados por George Plimpton cuando vol-vieron a ser entrevistados por Nelson W. Aldrich, Jr. para su biografa coral/oral de George Plimpton de ttulo plimptonianamente kilomtri-co, como le gustaban a l: George, Being George: George Plimptons Life as Told, Admired, Deplored, and Envied by 200 Relatives, Lovers, Acquaintances, Rivals, and a Few Unappreciative Observers (Random House, 2008). La le hace un tiempo y recuerdo mi sorpresa al enterar-me recin all (hay reproduccin de foto originalmente publicada en el Los Angeles Times, all est Plimpton identificado en el epgrafe como un desconocido) de que fue Plimpton quien desarm, in situ, el 5 de junio de 1968, a sirhan sirhan, asesino de Robert Kennedy. Cuentan quienes lo conocan bien que Plimpton jams hablaba del asunto y que cualquier mencin al hecho lo pona plido y silencioso y lgubre. Nun-ca escribi ni una palabra sobre el asunto. Nunca respondi nada por-que nunca admiti preguntas sobre el tema. Mailer maileresco hasta la mdula apunt algo as como yo habra dado un brazo porque me sucediera algo as y hubiera escrito una novela de mil pginas acerca de todo eso. Pero George ni una palabra10.

    Todo esto como largusimo (pero para m inevitable calentamien-to de motores) prolegmeno a lo que aqu nos incumbe. Busco la entre-vista de The Pars Review a Vargas Llosa realizada por Ricardo setti en 1990. La encuentro en la edicin argentina donde se renen reportajes

    10 Cabe pensar que Mailer alguna vez fallido y estrepitoso candidato a la alcalda de New york, pero siempre autopostulndose a s mismo como virtual y rugiente acontecimiento histrico de melena leonina en vivo y en directo tambin le envidiaba a Vargas Llosa su para m inexplicable (pero comprensible desde un punto de vista mailereano) campaa para la presidencia de Per. En lo que a todo el episodio se refiere, recomiendo enfticamente el ensayo de Alma Guillermoprieto publicado en The New York Review of Books en mayo de 1994, recopilado recientemente en Desde el pas de nunca jams (Debate, 2011) y donde a propsito de la autobiografa El pez en el agua (1993) y en relacin a ysCL y la candidatura presidencial de Vargas Llosa la autora se pregunta: Por qu el poltico Vargas Llosa no pudo ver lo que sus novelas saban? Una posible respuesta es que todo buen escritor cuya activi-dad, desde un punto de vista prctico y terico suele reposar tanto en lo burgus como en lo solipsista es, por definicin y proceder previo, un psimo poltico en (im)potencia. Y final felizaquella fallida candidatura y sus alrededores ideolgicos no acabaron frustrando, como ya se pensaba, la candidatura y triun-fo en el Nobel de Literatura de Vargas Llosa.

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    a escritores latinoamericanos (Cortzar incluido) y sorpresa o no tanto no hay all ni una sola mencin a ysCL en boca de su supuesto salvador flamgero. Se dialoga, en cambio, mucho acerca de La guerra del fin del mundo (1981) e Historia de Mayta (1984) y hasta de La ta Julia y el escribidor (1977). Pero ni siquiera sale a colacin el ttulo de ysCL. An as, hay algo que dice Vargas Llosa a propsito de La guerra del fin del mundo que puede aplicrsele sin problemas a la gnesis y gestin del ah desaparecido ysCL:

    Creo que la novela, como gnero, tiende al exceso. Tiende a la proliferacin, el argumento se desarrolla como un cncer. si el escritor sigue cada punta de la novela, sta se convierte en una jungla. La ambicin de contarlo todo es inherente al gnero. Aunque siempre he sentido que llega un momento en que uno tiene que matar la historia para que no siga indefini-damente, tambin creo que contar una historia es un intento de alcanzar el ideal de la novela total Al principio, todo es como un ensueo, una suerte de divagacin acerca de una persona, una situacin, algo que ocurre tan slo en la mente [] Es un caos absoluto, pero la novela est all, perdida en una masa de elementos muertos, escenas superfluas que van a desaparecer o escenas que se repiten desde perspectivas dife-rentes, con diferentes personajes. Es todo muy catico, y slo tiene sentido para m. Pero de all nace la historia11.

    Dicho esto, slo agregar la promesa de intentar que el resto de este diario no se convierta en jungla mientras ahora, por fin, me interno

    11 De igual manera en que un escritor puede teorizar sin vacilacio-nes acerca de su incierta prctica, tambin es cierto que un ensayista puede permitirse podar la abstraccin de la jungla y presentarla como armnicos y figurativos setos para concurso vegetal. En este sentido, estudio y fotocopio el diagrama de ysCL que Jos Miguel oviedo propone como mapa de te-soro o frmula secreta en la pgina 253 de su valioso Mario Vargas Llosa: La invencin de una realidad (seix Barral, 1982). El libro de oviedo me lo presta muy subrayado y con apuntes al margen el vargasllosiano confeso Juan Gabriel Vsquez (ver su Los informantes, 2005). JGV tambin est con-vocado a este convite/publicacin/homenaje y me alcanza el libro en la puerta del Liceo Francs de Barcelona, donde nos cruzamos casi todos los das, de lunes a viernes, porque all concurren sus hijas y mi hijo. De un tiempo a esta parte, toda Conversacin en El Liceo entre JGV y yo se inicia con estas pala-bras: Cunto te falta para terminar lo de Vargas Llosa que nos pidieron de Chile?. Despus, enseguida, cambiamos de tema.

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    en la jungla de la relectura y de lo que una relectura provoca en un re-lector: vuelvo a los senderos que alguna vez transit, casi cubiertos por la espesura de los anchos, machete en mano, las ramas extendindose como como como, s, pseudpodos12.

    da uno. supero dedicatoria y epgrafe de Balzac y empiezo: Desde la puerta de La Crnica santiago mira la avenida Tacna, sin amor13: edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos lu-minosos flotando en la neblina, el medioda gris14. Hago una pausa, tomo aliento porque aqu viene, la GRAN PREGUNTA EsLoGAN de la novela, la frase a citar una y otra vez, el lema a imprimir en postales de marca Hallmarks: En qu momento se haba jodido el Per?15. La funcionalidad multi-uso de la frase la ha convertido, con los aos, en un eslogan a citar y recitar una y otra vez. Incluso ha admitido nume-rosas variaciones (cambiar el nombre de Per por el de cualquier otro pas, persona, situacin o electrodomstico) por lo que, aqu mismo, lo ofrezco para que el lector haga con l lo que mejor le parezca y rellene la lnea punteada segn su voluntad o parecer:

    En qu momento se haba jodido el . . . . . . . . . . . .?De nada.Ha sido un placer. y me detengo porque llaman a mi puerta y juro que esto es

    verdad es un mensajero de la editorial Anagrama. Un mensajero que

    12 y por si no qued claro, insisto: casi todo lo que dir y escribir aqu acerca de ysCL es algo que dice y escribe un escritor, oK?

    13 Primera divergencia estilstica con Vargas Llosa: yo habra quitado la coma de antes del sin amor para colocarla despus de La Crnica. Tambin, seguro, ltima divergencia estilstica: los grandes clsicos, los gran-des escritores, enseguida nos abducen y nos convencen, sin ningn esfuerzo, de que slo se puede escribir algo del modo en que ellos optaron por escribirlo. y est bien gracias a todos ellos que as sea.

    14 Conozco buena parte de Amrica Latina pero nunca estuve en Per ni en Lima. As, mi Lima es, bsica y sustanciosamente, la de Vargas Llosa (color caca y color moco en ysCL) y la de Bryce Echenique. y tiene, de algn modo, ms all de todo realismo, la misma consistencia fantstica que el Mordor de El seor de los anillos o el planeta Marte de Philip K. Dick o el Tln de Jorge Luis Borges.

    15 Cunto te falta para terminar lo de Vargas Llosa que nos pidieron de Chile? puede ser ledo como una variacin casi secreta de esta frase tan co-nocida y citada a la que el escritor mexicano Juan Villoro define con gracia y justeza como el brete ssamo de Amrica Latina.

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    me trae un sobre y dentro del sobre (ahora es el 11 de enero de 2011) un ejemplar fresco y todava caliente de la pstuma pero flamante Los sin-sabores del buen polica de Roberto Bolao16. y tiene su gracia y pro-voca su temblor esta casualidad que, seguro, no lo es tanto: de pronto, el viejo clsico vivo conversando con el joven clsico muerto17.

    da dos. Aclaracin pertinente: este journal no va de da en da (es decir, al 11 de enero no le sigue obligatoriamente el 12 de enero) sino que su escritura ir saltando espasmdicamente hasta ms o menos el 21 de abril, fecha tope y deadline para su entrega a esta publicacin donde ahora la leen ustedes. Es, tambin, un diario selectivo y parcial: est claro que leer ysCL no es lo nico que hago dentro o fuera de sus pginas. Tampoco es el nico libro que leo (otros, incluso, invadirn como esporas esta relectura por escrito de Vargas Llosa).

    Pero, s, han pasado varios das desde que enseguida, apenas lneas despus de lo del En qu momento se haba jodido el Per? le El Nombre. Porque en el casi principio era El Nombre y El Nombre era Zavalita.

    Ahora voy por la pgina 135, donde se habla de la pelcula neorrealista mgica Milagro en Miln y de la mano y con las piernas de Zavalita me he ido enterando/recordando tantas cosas y com-prendido cosas que entonces cuando la le por primera vez, en Ca-racas, en 1977 o 1978, durante lo que he dado en llamar mi Big Crack

    16 sorpresa! En la pgina 31 de Los sinsabores del buen polica apare-ce el nombre de Mario Vargas Llosa. y raro o no tanto: ledos en tndem, uno y otro autor si bien muy diferentes coinciden en una prosa urgente, en-gaosamente simple, funcional y que clava el anzuelo y ya no suelta al lector. Aunque est claro que Vargas Llosa desciende de la pausada justeza de Flaubert mientras que Bolao viene de la veloz diccin de informe a las autoridades per-tinentes patentada por stendhal, pienso.

    17 Vargas Llosa no olvidarlo es el nico de los tres escritores del boomvirato, los otros son Garca Mrquez y Fuentes, que se ha referido con admiracin y respeto a la obra de Bolao e, incluso, aparece en un documental sobre el escritor chileno. Garca Mrquez hasta donde s no sabe y no contesta mientras que Fuentes no ha tenido ningn problema en afirmar que no ha ledo a Bolao. Por su parte, Bolao admiraba a Vargas Llosa, escribi sobre l (ver: Dos novelas de Vargas Llosa en Entre parntesis, Anagrama, 2004) y consideraba a Conversacin en La Catedral su obra maestra y una de las mejores escritas en espaol del siglo XX.

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    como lector y escritor18 se me pasaron por alto en el fragor de la pri-mera y an inocente pero ya tan famlica lectura19.

    A saber:El uso constante de los diminutivos en la prosa de Vargas

    Llosa.La pericia en el manejo del dilogo que lo relaciona directa-

    mente con Alberto Fuguet, evidentemente vargasllosiano y conversador y catedralicio en su bildungsroman de 1996: Tinta roja (autor de quien Vargas Llosa escribi elogiosamente sobre su Missing algn domingo antes de que yo comenzara con este diario de relectura).

    La mencin nada inocente a Contrapunto de Aldous Huxley20: otra novela social y polifnica y coral y de fluir modernista con deste-llos de libre flujo de conciencia en la que las teoras y las prcticas de los personajes se cruzan y se enredan y se esquivan y chocan. si ysCL fuera una pelcula sera una pelcula de Robert Altman, pienso.

    Los para m desconocidos nombres histricos de Bustamante (civil depuesto) y odra (militar golpista) pero, enseguida, asociados a sus reflejos y automticos equivalentes argentinos.

    La certeza de que ysCL fue para m, alguna vez, una novela de aprendizaje e iniciacin dentro del canon de Vargas Llosa (la publica a los 33 aos de edad, proeza cripto-autobiogrfica casi similar a la de Thomas Mann publicando Los Buddenbrooks a los 24 aos?!?), pero que, ahora y en perspectiva, fue una novela de terminacin de

    18 Ms detalles sobre la especial circunstancia de esta primera lectura en las pginas y das que seguirn.

    19 No slo se lee o se relee diferente a lo largo de los aos, con los libros organismos vivos cambiando no necesariamente del mismo modo en que cambiamos nosotros. No slo un libro se transforma para bien o para mal a me-dida que crecemos en edad y nos reducimos en tiempo restante (Hesse empeora, Nabokov mejora, todos los clsicos se nos presentan como clsicos todava); los libros tambin mutan si, cuando los estrenamos, ramos inditos y volvemos a ellos como ditos. Es decir: cuando le por primera vez a ysCL, caba la posibi-lidad (porque absolutamente todo es posible cuando uno quiere ser y todava no es escritor) de que alguna vez yo escribiese algo como ysCL. Ahora que lo re-leo ya dito, con algo a lo que ya se puede llamar, para bien o para mal, obra tras o sobre mis espaldas difcilmente suee o quiera o pueda escribir un libro como ysCL.

    20 Novela que le por los mismos das en que le por primera vez ysCL y que no he vuelto a leer aunque siempre me prometo un retorno a Huxley, uno de los escritores clave de mi primera juventud.

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    estudio y comienzo de maestra. La manera de agotar una zona de dramatismo realista de la que se huy rumbo a la realidad disparatada y comediante de Pantalen y las visitadoras (1973) y La ta Julia y el escribidor (1977).

    y, ah, otra vez: los misterios de la relectura como actividad y, casi, como subgnero literario. se suele relacionar la relectura con la madurez, con el principio del crepsculo; pero en realidad nunca relee-mos ms compulsiva y automticamente, como zombis-robots que durante la infancia y la adolescencia. La reescritura es, tambin, una actitud juvenil ms all de la edad cierta en la que se lleve a cabo. Res-cribiendo una y otra vez, lo que en realidad se busca es la abolicin del tiempo y la animacin o deshielo del fsil de la palabra impresa. Ignoro si Vargas Llosa retoc ysCL para posteriores ediciones ms all de esas pocas palabras preliminares donde se consigna que el libro fue escrito (y la rehce varias veces) bajo la influencia espectral pero tan tangible de Tolstoi y Balzac y Flaubert21 y en diferentes locaciones que van de Pars, retornan a Lima, continan rumbo a las nieves de Pullman (Was-hington), cruzan a Londres hasta concluirla en Puerto Rico. Tal vez de ah como reaccin a su gnesis nmada ysCL es una novela firmemente enclavada, imposible de mover, luminoso agujero negro y centrfugo. Sus personajes estn como petrificados en sus miserias. Y el bar/restaurante La Catedral es punto de fuga del que resulta imposible huir. siempre se retorna ah. As, La Catedral como el Ricks de Ca-sablanca pero, de algn modo, pariente ms cercano de El Farolito de Bajo el volcn de Malcolm Lowry. Decido dejar aqu por hoy: cuando aparecen en una misma oracin Casablanca y Bajo el volcn es seal ms que inequvoca de que el da (til) de trabajo (til) ha terminado y que es mejor dedicarse a otras cosas22.

    Veo un captulo de Mad Men. Cuarta temporada. Aos 60. Pero el comienzo de Mad Men su primera temporada tiene lugar ms o menos por las mismas fechas en que Vargas Llosa nos invita a to-marnos algo a La Catedral. Veo a Don Draper iluminar eslogans y sedu-cir secretarias y espero no lo he visto ni ledo an que Vargas Llosa

    21 ysCL es, por supuesto, la ms afrancesada de las novelas rusas o la ms rusa de las novelas francesas. Lo que equivale a decir que ysCL es una Gran Novela Latinoamericana.

    22 Vargas Llosa ha recordado que la inspiracin fsica y real para La Catedral fue un barcito de Miraflores, El Patio, en el que solan reunirse en las noches un grupo de cachascanistas y luchadores que vivan en un hotel vecino.

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    no sea uno de esos varios pensadores que aseguran que, de estar vivo y trabajando hoy, William shakespeare escribira guiones para la HBo. Lo que me lleva a imaginar la existencia de un canal de pago dedicado en exclusiva a la adaptacin de clsicos de la novela latinoamericana. Boom TV. otra seal ms que inequvoca de que el da (til) de trabajo (til) ha terminado y que es mejor dedicarse a otras cosas. Me apago, ok?. K.o. oFF.

    da tres. Hoy, jornada libre. Pero nunca es libre del todo la jornada de un escritor. Piloto automtico. Inercia. Cuesta caminar sin un libro bajo el brazo o en la mano o en el bolsillo. Camino por el Raval de Barcelona, entro a la librera La Central, veo en un estante un ejemplar en ingls edicin norteamericana, traduccin de Gregory Rabassa de ysCL. Imposible resistirse a la tentacin de abrirlo en la primera p-gina, de leer en otro idioma esa frase/mantra: At what precise moment had Peru fucked itself up? Curioso, suena a serie negra, a Humphrey Bogart, a detective privado asqueado por el fruto de cosechas rojas y la eternidad de largos adioses. Ricks otra vez. o insisto a eslogan implacable de Don Mad Men Draper.

    Aprovecho la ocasin para comprar una mucho ms cmoda y porttil y liviana edicin de ysCL en la edicin de bolsillo de Punto de Lectura. 6 euros. Buen negocio.

    da Cuatro. Me llega un ejemplar de la revista/libro Turia donde se incluye un exhaustivo cartapacio dedicado a la vida y obra y figura de Mario Vargas Llosa coincidiendo con su setenta y cinco cumpleaos. La tirana broncnea de los nmeros redondos y todo eso. y, all, todos juntos ahora. Crticos y escritores. De todas las edades. Abundan los jvenes que ya no lo son pero Me incluyo me in-cluyen en ese grupo con un texto que escrib por las fechas de la con-cesin del Nobel. Me permito, ahora, el gesto de la auto-cita no a cie-gas. Me excuso con que sigo pensando lo mismo que hace unos meses y seguir pensando lo mismo dentro de unos cuantos aos, seguro.

    Tres prrafos de todo aquello que me interesa y me parece perti-nente incluir en este diario:

    Hace unos cuantos aos escrib que, para m, Mario Vargas Llosa era como el Hannibal Lecter de la literatura en espaol: el hombre que todo lo intuye sin necesidad de salir o levan-

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    tarse de su celda/escritorio, el que mejor comprende las mo-tivaciones tras los actos de aquellos que andan dando vueltas por ah afuera, el que traza como nadie la lnea que separa a la realidad de la ficcin y a las personas de los personajes, el ms experto arquitecto de la novela como santuario donde refugiarnos. y, como es de pblico conocimiento, Lecter para muchos ese buensimo malo o malsimo bueno siempre se escapa y se sale con la suya. Tiempo despus le hice a Vargas Llosa escritor que lee y lector que escribe ese mismo comentario en vivo y en directo: Usted es para m el Hannibal Lecter de la literatura. Vargas Llosa me mir sorprendido, sonri un tanto inquieto (o quizs ya resignado a que se lo acusara de cualquier cosa) y me pareci que, con cierto alivio, escuch enseguida mis razones para lo que en principio poda llegar a sonar como definicin y apreciacin freak. Ah Era un elogio, me dijo riendo cuando le ex-pliqu lo de Lecter. Usted es el hombre que todo lo sabe, insist. Pero no estaba en lo cierto; porque si alguien no poda saber o siquiera sospechar que el pasado jueves 7 de octubre iba, por fin, a recibir el premio Nobel de Literatura, ese al-guien era Mario Vargas Llosa.

    y: y en los fulgores encandiladores del Nobel vuelve tam-bin todo eso del misterio de la ruptura con su hermano de sangre y tinta Gabriel Garca Mrquez, de la competencia que los une y los separa. otro lugar ms vulgar que comn que me recuerda a aquella tan gastada dicotoma beatle. As ambos compartiendo la nica cara de un single boom Gabriel Garca Lennon (con mayor facilidad para el eslogan y aire ms rebelde) habra escrito la lisrgica y voladora Cien aos de soledad (equivalente de la realista y mgica strawberry Fields Forever) mientras que el Mario Vargas McCartney de Conversacin en La Catedral (su panormica, terrena, e ins-tantneamente nostlgica Penny Lane) sera el conservador artesanal y domstico. No s La historia ha probado que McCartney era igual de vanguardista o ms que Lennon y que es muy fcil cantar Imagina que no hay posesiones siendo multimillonario. y hay demasiada gente que slo percibe la realidad como si se tratara de un match de boxeo o unas elecciones polticas. Yo prefiero seguir leyndolos a ambos. y ahora que lo pienso, volvamos a Vargas Llosa, porque de

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    eso y de l se trata hoy comenc a leerlo con la intensidad con que slo se lee en la adolescencia. Esa misma intensidad que muchas veces hace que, con el correr de los aos, deje-mos de lado a quienes lemos entonces porque, s, los lemos vampirizados por ellos y, al mismo tiempo, como si fusemos ese vampiro que exprime a su vctima hasta la ltima gota, hasta que nos convencemos de ya no tiene nada para ofrecer-nos y volamos hacia otros cuellos en busca de nuevo y virgen alimento. Pero no he dejado de leer a Vargas Llosa get back y dont let me down seguro de que su mejor libro siempre puede ser el prximo. y:

    y de pronto y sin aviso, claro, la tormenta de opiniones, la carrera hacia los teclados para escribir la columna que cele-bra o condena, el sonido del telfono pidiendo opiniones. y, en el caso de Mario Vargas Llosa, todo eso de su cuestiona-ble perfil siniestramente diestro, de la variable polaridad de su credo poltico, de la traicin a sus sueos de juventud. Me preguntaron por todo eso, lo respond en voz alta; pero creo pertinente pasarlo a letra. All vamos: ninguna idea personal expresada civilizadamente y sin hacer dao a segundos y terceros debe ser castigada, a no ser que est al servicio o apologa de un orden dictatorial o criminal. Puede ser criti-cada, de acuerdo; pero dentro de los respetuosos parmetros de ida y vuelta de la libertad de expresin. Cada uno se hace cargo de lo que dice porque es libre de decirlo y, hasta donde s (ms all de mi delirante y difusa analoga con Hannibal Lecter), difcilmente se revele algn da que Var-gas Llosa fue todo este tiempo un exquisito asesino en serie. Por otra parte dentro de un paisaje donde es tan fcil alzar un puo izquierdo mientras se hunde la garra derecha en el bolsillo siempre se me antoj admirable el que Vargas Llosa (con buena parte del camino recorrido) se arriesgara a semejante golpe de timn en pblico sabiendo que eso poda costarle mucho, pero prefiriendo ser sincero consigo mismo y con los dems. Last but not least, el liberal centrado Vargas Llosa laicista, a favor de los derechos de los gays, de la legalizacin del aborto y de las drogas, crtico con todo au-toritarismo expresa lo suyo con mejor y ms precisa prosa que la de la oratoria inflamada e inflamable de todos esos caudillos iluminados que galopan sus muy privadas fanta-

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    sas a campo traviesa y atropellan a lo largo y ancho de islas nufragas y tierras no tan firmes. Aquel al que le disguste ese lado de Vargas Llosa (y, lamento desilusionar a muchos, pero la literatura como oficio y actitud y hasta ejercicio fsico es, ya en su ADN, un animal cmodo y acomodado) no tiene ms que ejercitar un sencillo y democrtico acto. Un acto de esos que varios de los detractores de Vargas Llosa no permi-ten realizar a todos aquellos sobre los que creen levitar: el de no leer sus crnicas y no-ficciones y concentrarse en sus ficciones que, constantes, se ocupan de la bsqueda y defensa de los derechos y de los humanos, de la libertad, y del vivir con honor y dignidad. Si tampoco quieren leer sus ficciones, todo o.k.: en cualquier caso, a Lecter le sobran lectores23.

    Pero, claro, en el contexto de la concesin del Nobel, el ruido gris de todas esas voces indignadas por la polaridad poltica del escritor, por la renuncia a los viejos ideales. Algunos, paranoico-conspirativos, lo acusaron de poco menos que de bestia ideolgica al servicio de oscu-ros intereses internacionales. otros los ms conciliadores o los menos beligerantes se refirieron a un Vargas Llosa de antes y a un Vargas Llosa de ahora, como si hubiese sido clonado por body-snatchers o abducido por aliens de la ultra-derecha. Pocos hablaron de literatura24. y, meses despus, nueva erupcin del volcn en tierras para m ms cer-canas aunque afortunadamente distantes25. Escndalo! Indignacin! Blasfemia! Provocacin! El progresista y liberal Vargas Llosa ha sido

    23 Texto completo incluido con el ttulo de Lecter en revista Turia, nmero 97-98, marzo 2011.

    24 Rescato aqu, al pie de una entrada de un blog, un intercambio de comments. Alguien un tal g., respeto aqu minsculas y erratas adrede su-puestamente graciosas dice y pregunta: confieso ya se sabe que no es posible leerlo todo que ignoro las cualidades de vargas llosa. adems, en mi cdigo de etiqueta literario hay una clusula que dice, sentenciosa, ya no leas a ningn premio nobel. pero tengo pensado violar la norma solo para leer UN libro de vergas llosa. entonces, pregunto, cul sera la gran novela de este seor?. y alguien un tal Gustavo, otra vez, respeto el ms que frecuente despiste de poner el La como la dice y le responde sin vacilar: g. Conversa-cin en la Catedral sera el libro que ands buscando. Volver sobre esto ms adelante.

    25 Para entonces, para colmo de males y de bienes Vargas Llosa ha vuelto a mutar para regocijo e indignacin de sus perseguidores compulsivos: ahora no slo es de derechas sino que adems es el aristcrata y monr-quico Marqus de Vargas Llosa por la real voluntad y disposicin del Rey Juan Carlos!!!

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    invitado a pronunciar el discurso de apertura de la prxima Feria del Libro de Buenos Aires! Varios demasiados intelectuales locales piden que se le retire boleto de avin y reserva de hotel. y no seguir por estos rumbos26 y saco cuentas, consulto la agenda y descubro que el deadline para la entrega de este diario varios das antes de que se produzca tan conflictiva y voltil situacin en potencia; por lo que ni si-quiera me ver obligado a registrar semejante asunto. Lo que no impide que me tranquilice y hasta me divierta el volver a comprobar que un escritor sigue resultando inquietante para toda persona autoritaria. Incluso, cuando esa persona autoritaria es, tambin, escritor.

    da CinCo. Ahora s, ahora ya bien adentro, metido en ysCL y como adverta en reciente nota al pie la intriga porque, aqu y aho-ra, se considere a ysCL como automtica puerta de entrada a la obra de Vargas Llosa. De acuerdo: ysCL es muy peruano y localista y folk, histrico, social, libro de voces, corte longitudinal de un mundo ver-tical, novela importante con vocacin de importancia desde el vamos. Lo que suele denominarse como un vasto fresco. Pero, tantos aos despus de su publicacin, por qu no invitar a los desconocidos, mejor, a iniciarse en la muy graciosa La ta Julia y el escribidor o esa suerte de pica cinemascope la David Lean que es La guerra del fin del mundo o ttulos ms recientes como La fiesta del Chivo (2000). La respuesta clara al leve enigma est, creo, en que ysCL se ley entonces y se sigue leyendo ahora as es apreciado por aquellos que escriben o quieren escribir y que son tan jvenes y a la vez tan opinionated gravitando o enredados en La Red como un gran libro de alguien a quien, incluso despus de La casa verde, todava se entenda, cronolgicamente, como escritor in progress pero que, a la altura de la ltima pgina de ysCL ya aparece total y completamente formado. El ao en que el hombre como especie llega a la Luna, un espcimen peruano alcanza su sol. As ysCL como prueba incontestable de fantasa realizada. La obra Maestra Tem-

    26 Curiosos e interesados en la cuestin, ah tienen la hemeroteca on line de varios peridicos argentinos La Nacin, Pgina/12, Perfil, etc. bajo riesgo de ser sepultados por tantas columnas y firmas opinando sobre tan tras-cendente cuestin. Ah los dejo, los dejo solos. Por supuesto, la (ir)realidad de los dems suele intentar entrometerse con la realidad propia y desenchufo el telfono ante el aluvin de llamadas larga distancia despertndome a eso de las 3 de la maana para conocer mi opinin sobre lo de Vargas. y, una noche, sueo con que atentan contra Vargas Llosa en Buenos Aires. Con una bomba. El sueo la pesadilla incluye varios chistes malos con la palabra boom.

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    prana pero Madura. y pocas cosas ms atractivas para un aprendiz de escritor que un libro que adems de sus claras bondades ofrece exactamente eso, algo ms difuso y mgica: la promesa cumplida y el don concedido, la posibilidad cierta del si a l le toc, tal vez me toque a m. Presto y Abracadabra. De este modo, la lectura que se hace en la juventud sobre ysCL es una aproximacin curiosa, obsesiva, casi fo-rense, en los das en que uno lee no slo para saber qu hizo ese escritor sino, tambin, cmo lo hizo. y as me recuerdo, ao 1977 o 1978, le-yendo por primera vez ysCL uno la ley hacindose todo el tiempo dos preguntas terribles. La primera de ellas es siendo latinoamericano y joven estoy obligado a escribir algo as? La segunda de ellas es: Podr hacerlo?.

    Casi treinta y cinco aos despus todava latinoamericano pero fuera de todo eso por opcin y derecho, con ocho libros como muescas en la culata del revlver con el que suelo amenazar a mi Mac Power-Book G4 la relectura es mucho ms plcida y menos tensa. No tengo por qu escribir nada as, probablemente nunca haya podido hacerlo, pero qu suerte que Vargas Llosa haya podido escribirlo para que yo pueda leerlo por segunda vez.

    da seis. En su indispensable Truth & Lies in Literature27 (1985), el hngaro stephen Vizinczey acaso el mejor continuador vivo de la tradicin e instrucciones de stendhal y Balzac asegura que un verda-dero clsico no comienza a revelar sus secretos al lector calificado sino hasta una cuarta o quinta relectura. Me parece un tanto extremo. Tam-bin es cierto que Vizinczey ha publicado muy pocos libros suyos y, por lo tanto, seguramente dedique ms tiempo a la (re)lectura que a la escri-tura. o su trabajo como alguna vez dijo sea la (re)escritura mientras se (re)lee. sin nimo de contradecirlo, no creo que vuelva a leer otra vez YSCL. Con dos veces me parece ms que suficiente. Y con esto no quie-ro decir que lo desprecie (o me niegue a un futuro encuentro) sino que lo aprecio como experiencia importante y til. Mis dos lecturas o mi lectura y mi relectura tienen un valor aadido ms all de lo personal. Le por primera vez ysCL cuando entraba en la dimensin desconocida de la adolescencia, en Caracas, soando con ser escritor. Latinoamrica

    27 Libro ya desde el ttulo con ms de un punto y pginas en comn con La verdad de las mentiras (1990) de Vargas Llosa. y Vizinczey como Vargas Llosa en ysCL es un autntico maestro a la hora de retratar la vida cotidiana de los corruptos. En este respecto, ver An Inocent Millonaire (1983).

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    funcionaba an como imaginario utpico para europeos inquietos y el boom reinaba en una Barcelona y en una Espaa sbitamente democr-ticas. Vuelvo a leerlo casi en espejo enfrentado en Barcelona, en una Espaa deprimida28 pero siempre histrica de premios literarios, ms o menos establecido en lo mo (pero escribiendo, por obligacin y cuestiones alimenticias, mucho ms que Vizinczey, me temo) y con una Latinoamrica que ya a nadie entusiasma como dorado vellocino ideol-gico pero que, parecera, comienza a alzar una vigorosa cornamenta eco-nmica ante la vencida mirada de los pesados y crepusculares antlopes del Viejo Mundo.

    y, claro, es una relectura muy diferente. Imposible por un lado recapturar la voraz ferocidad con que se lee en la juventud en general y en la ma en particular. y aqu es donde toda la escena vira a sepia aejo o a blanco y negro rewind en el Pantone de mi biografa mejor me explico rpidamente, sintetizo en pocas lneas aquello que he denominado mi Big Crack.

    y, otra vez, me cito:

    El Big Crack es la Gran Grieta y el Enorme surco donde plant tantas cosas y del que sigo cosechando tantas otras. Por algn extrao motivo, apenas llegado a Caracas, mis pa-dres (ateos practicantes y entusiastas blasfemos) me anotan en un colegio de curas. La explicacin es clara est cerca de las Residencias Country, se puede ir y volver caminando, varios de mis amigos de El Parque estudian all pero no me alcanza para explicarme y comprender esta sbita y relampagueante proliferacin de misas, sacramentos y sus derivados. soy ex-pulsado de ese colegio por razones que no vienen al caso. y, en algn momento, de regreso a mi casa, decido que no se lo voy a decir a mi padre todava. Dejar pasar dos o tres das. Ms de un ao despus, yo sigo sin decir nada y todas las maanas finjo partir para el colegio junto a mis amigos (que s lo saben todo) y el suelo parece temblar bajo mis pies y lo nico que hago es ir a bibliotecas y edificios y centros comer-

    28 En qu momento se haba jodido Espaa? Vaya uno a saber. Difcil precisarlo con el nivel de la actual clase poltica. y escribo esto mientras Ra-joy dice esas cosas que dice l y Zapatero en gira oriental, el mismo da del aniversario del hundimiento del Titanic define al pas todo con la poco afor-tunada imagen de trasatlntico poderoso y afirma que los chinos aportarn millones mientras los chinos dicen que no, no, no, que nada de eso. Que hubo un error de interpretacin en su Conversacin en La Pagoda.

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    ciales y paso la maana leyendo. Educndome29. yo que ya quera ser escritor ahora me voy convirtiendo en lector. En lector serio. De clsicos y modernos. De novelas largas y de relatos inmensos. yo soy cada vez ms fuerte con cada da que pasa y no puedo evitar el preguntarme cmo es que mi padre no se da cuenta. yo me digo que todo eso que estoy viviendo en la realidad sera completamente inverosmil por escrito pero, an as, sucede y es verdad y quin dijo que la realidad tiene que ser realista. yo leo Cien aos de soledad en las escaleras del Centro Comercial Mata de Coco y yo leo El resplandor de stephen King en alguno de los pasillos la Escher del, me dicen, hoy desaparecido Edificio Galipn. Voy agotando bibliografas enteras. yo me digo que confesar todo cuando acabe con Tolstoi pero, llegado ese momento, tambin me digo que por qu no empezar con Dostoievski. yo me pro-meto que dir toda la verdad cuando llegue a la ltima pgina de Diario de la guerra del cerdo, pero ah est El sueo de los hroes y por qu no esperar un poco ms, una historia ms. Tiempo despus, cuando todo ha sido revelado (mi padre llama a mi ex colegio porque necesita el nmero de mi do-cumento de identidad para un trmite y es entonces cuando le informan que su hijo no concurre a este establecimien-to desde hace casi dos aos), leer The Catcher in the Rye de J. D. salinger y la breve fuga del tambin expulsado Holden Caulfield me parecer una pequeez, una fcil y simple carrera de cien metros llanos comparada con mi maratnica odisea30.

    y otro uno de los libros que leo durante el Big Crack es, por supuesto, ysCL.

    Nunca volv ni volver a leer de ese modo31.

    29 Me muevo tanto o ms por Caracas que Zavala por Lima y, s, de existir, pienso que ah est, en el limbo, la sombra abortada de mi versin de ysCL. Algo as como Conversacin en Mata de Coco.

    30 Texto completo con el ttulo de Caracas, incluido en Con la san-gre despierta, varios autores, edicin de Juan Manuel Villalobos (sexto Piso, 2010).

    31 Lo ms parecido fue la lectura anterior, a los ocho aos, de la versin completa de Drcula de Bram stoker (mi primer libro adulto) y durante largas guardias e imaginarias del todava servicio militar obligatorio argentino a.k.a. la colimba, por eso de COrre-LIMpia-BArre de La ciudad de los prodi-gios de Eduardo Mendoza y La montaa mgica de Thomas Mann.

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    da siete. Lo que no impide que de regreso al presente la segunda aproximacin a ysCL me produzca efectos tan intensos como perturbadores. Viajo en AVE a Madrid a presentar el nuevo libro de Edmundo Paz soldn (escritor de formacin vargasllosiana en lo novelstico)32, leo en el tren unas cien pginas seguidas de ysCL y esa misma noche, durante una cena con Edmundo y otros amigos (que inclu-yen a nuestro comn editor Claudio Lpez Lamadrid), comienzo a imitar, en los fondos de un extrao restaurante indio cercano a Casa de Amrica, a Mario Vargas Llosa. No s si se trata de una buena imitacin (percibo algunas risas corteses en mi mesa, se voltean de otras mesas a mirarme con cara de qu cuernos le pasa a ste) pero no puedo detenerme. sigo imitando ya nadie se re a Vargas Llosa por varios minutos ms de lo necesario. socorro.

    da oCHo. otro de los efectos residuales de la relectura de ysCL es la escritura de una resea particularmente dura e impiadosa (reseas poco comunes para mi firma) de la novela cool del muy fashion norteamericano Tao Lin: Richard Yates. No reproducir la cr-tica aqu, pueden leerla en www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4232-2011-04-12.html; pero no demoro en comprender el por qu de mi furia casi asesina. Leyendo ysCL se percibe claramente el trabajo y la entrega y el compromiso y la pasin del por entonces trein-taero Vargas Llosa. Leyendo Richard Yates del veinteaero Tao Lin no se percibe absolutamente nada. Ni siquiera se percibe esa Gran Pequea Nada que, asegura Tao Lin, es algo as como su Gran Pequeo Tema. y nada parece indicar que l o lo suyo vayan a cambiar. ysCL y Richard Yates son, ambos, tractats juveniles y de jvenes (con ms o menos determinantes presencias adultas), generacionales y de/generacionales, eufricos en su desencanto. Pero uno es muy bueno y clsico el otro es moderno, instantneamente anticuado, y muy pero muy pero muy malo.

    da nueVe. y ya fui, ya llegu, ya estoy volviendo. ltimos tra-gos en La Catedral y ascendiendo desde sus abismos seguro pero lento, para que la sangre no se me alborote de burbujas de regreso a la super-

    32 Paz Soldn figura, tambin, entre las firmas de esta revista libro Ignacio Echevarra, Juan Gabriel Vsquez, Alberto Fuguet, Paz soldn. Hay alguien all/aqu que no est escribiendo aqu/ahora sobre Vargas Llosa? La sensacin de Vargas Llosa expandindose, invadindolo todo como un vi-rus irresistible y contagioso pero vigorizante.

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    ficie, a lo superficial que nos parece siempre la no-ficcin luego de una ficcin tan profunda. Lima como universo y, otra vez, lo del principio: nunca estuve all pero he viajado all por segunda vez. A la Lima de Var-gas Llosa se aplica el mismo sntoma que Vargas Llosa diagnostica a la Dubln de Joyce en Dubliners, un ensayo de La verdad de las mentiras33: La buena literatura impregna ciertas ciudades y las recubre con una p-tina de mitologa y de imgenes ms resistente al paso de los aos que su arquitectura y su historia. y, a continuacin, Vargas Llosa recuerda cmo se sinti traicionado por la Dubln de carne y hueso, de cemento y ma-dera, al conocerla y compararla con sus primeras visitas con Joyce como anfitrin desde las pginas de un libro. Estoy ms que seguro que me suceder lo mismo cuando, por fin, una maana de sol radiante aterrice en Lima y empiece a buscar y no encontrar aquello que slo puede ha-llarse en una gran novela como ysCL34. y, tambin, habiendo vuelto all

    33 La referencia a este libro obliga a la mencin de otro rasgo importante acaso definitivo y definidor en el perfil de Vargas Llosa. Su vocacin evan-glica, sus irrefrenables ganas de predicar, sin pausa, las Buenas Nuevas litera-rias. y como apunt para una pgina en el site del Instituto Cervantes es que Vargas Llosa tiene perfectamente claro la direccin a seguir y esto no es comn en el gremio y en su propia generacin la seala a sus lectores. Porque atencin abundan los grandes escritores, pero no es comn la presencia de un gran escritor que, tambin, es un gran lector. Alguien que, con los pies firmemente plantados en la biblioteca propia (la obra), se hace tiempo y espacio para pasearse por los pasillos y estantes de la biblioteca de los otros (la vida, los libros que se ha ledo y disfrutado y de los que tanto se ha aprendido). En este sentido, Vargas Llosa es un sper-lector y siempre pens que sus libros de ensayos y lecturas eran el mejor lugar para entrar a su mundo. Entrar al mundo de Vargas Llosa a travs de los mundos que explor y sigue explorando Vargas Llosa cada vez que sale de su mundo teniendo cada vez ms claro que las fronte-ras de un buen tiempo a esta parte, no creo que haya premio ms grande para un escritor ya se confunden. y que lo que l admirablemente escribe se funde con lo que l ley con admiracin. De este modo, leer a Vargas Llosa leyendo sobre Los miserables de Victor Hugo (La tentacin de lo imposible, 2004), sobre la anatoma de la novela moderna (La verdad de las mentiras, 1990), sobre Juan Carlos onetti (El viaje a la ficcin, 2008), sobre Gabriel Garca Mrquez (His-toria de un deicidio, 1971) o sobre Madame Bovary de Gustave Flaubert (La orga perpetua, 1975) es, tambin, leer a Vargas Llosa. Menos entusiasmo hay que decirlo me despierta la faceta actoral de Vargas Llosa. Que un escritor se ponga en la piel de odiseo alias Ulises es, para m, tan inexplicable como que un escritor se quiera poner en la piel de presidente de su pas.

    34 Aunque, tambin, estoy seguro que por entre las grietas del mapa real asomar no slo el asfalto y el empedrado de YSCL sino, tambin, el perfil y el cielo rido de una Lima como la ciudad ms extraa y ms triste que ja-ms contemplars descrita por el Ishmael de Herman Melville en Moby-Dick.

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    y regresado de all, la absoluta tranquilidad (que lejos de ser tranquilidad y absoluta en mi primera lectura) de no tener que escribir algo as. De que argentino hasta la muerte no tengo la obligacin histrica ni la voluntad ntima de tener que escribir algo as. ya lo hizo otro. ya lo hizo mejor que casi todos los que lo hicieron. La Gran Novela Latinoameri-cana, para m, descansa en paz no en el cementerio sino en el paraso35. Ese paraso al que podemos ascender todas las veces que queramos para sucumbir a un torrente de lugares y a un aluvin de nombres y al dilo-go elevado casi a la categora de gnero y de estilo. santiago Zavalita Zavala, Ambrosio Pardo, Fermn Bola de oro Zavala, La Catedral, Ma-nuel A. odra, la Universidad de san Marcos, el grupo Cahuide, Chincha, avenidas, Cayo Mierda Bermdez, solrzano, Hortensia, Amalia, La Tet, Miraflores, el diario La Crnica, Ana, Jacobo, El Chispas, Queta, la seora Zoila, Ivonne, burdeles, los motorizados Hiplito y Ludovico, calles Todos, ya, fundindose para m en un todo pocas novelas tan compactas a la vez que lquidas como ysCL al que me cuesta identi-ficar partes o episodios. Todos prisioneros de una lenta, inexorable in-mersin en la mugre invisible. Todo girando alrededor y mareando a un hroe incierto Zavalita que lo nico que sabe es que no sabe quin es y que no es quin pudo haber sido pero que, sin saberlo, acaba siendo el personaje empequeecido por la realidad dentro de una gran novela. No es poco, es ms que suficiente. As, YSCL como el triunfo estructural narrativo a la hora de escenificar un fracaso sin orden ni sentido en el que

    35 y supongo que, por una vez, el dilema de la Gran Novela Lati-noamericana no es algo que le compete a los de por s problemticos (llenos de problemas) argentinos, a los escritores argentinos. Nuestra raz pasa por el cuento y por la idea del cuento ramificndose en novelas cuentsticas, psicti-cas, atomizadas, fractales en las que, siempre, parece estar desarmndose un modelo para armar que puede llamarse Facundo, Adan Buenosayres, Rayuela, Sobre hroes y tumbas, El sueo de los hroes (acaso la ms formalmente perfecta novela argentina pero que, finalmente, no narra otra cosa que la vida de una novela que intenta recordar el cuento olvidado de una noche), El beso de la mujer araa, Respiracin artificial El desafo de la Gran Novela La-tinoamericana, sin embargo, me parece que sigue vigente para colegas ms o menos jvenes de otros pases del continente. Buena suerte a todos ellos. No lo tienen fcil. yo los saludo desde el muelle con un ejemplar de La vida breve de Juan Carlos onetti en mi mano, Gran Novela Uruguaya (a la que, por codicia territorial, me la acerco ms con el rubro de Gran Novela Rioplatense) que, para m, representa cabalmente lo que debe y puede llegar a ser hoy mis-mo una Gran Novela Latinoamericana. Compadezco sin comprender pero respetando a todo aquel que se proponga firmar y afirmar la versin siglo XXI de ysCL.

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    La Historia es la gran villana que golpea a las historias. La larga respuesta a la jodida pregunta sobre el jodido Per en la primera pgina. y la res-puesta parece ser karmtica y ominosa: desde siempre y para siempre, Zavalita.

    Y ah est, ah viene, ahora me voy, ese paseo final, ltimo cap-tulo, en el que alguien imagina un futuro que, de tan limitado y prede-cible, parece uno de esos pasados que slo pueden acabar con un y despus aqu, all, y despus, bueno, despus ya se morira no nio?.

    s.En eso estamos. da dieZ. De eso se trata y de esto se trat y, cerrado el libro y

    concluyendo estas pginas, me pregunto cmo concluirlas. Tal vez lo me-jor sea desaparecer aqu salgo de La Catedral, cierro la puerta y arrojo la llave; como si se tratara de aquella casa tomada de Cortzar y darle la palabra a Vargas Llosa quien en la ya mencionada entrevista de The Paris Review cierra el bar con una parrafada muy personal que puede leerse, sin embargo, como plegaria universal a ese antepasado mo, an-tiguo artfice al que James Joyce le peda amparo en la ltima lnea de A Portrait of the Artist as a Young Man. o era Hannibal Lecter en The Silence of the Lambs quien invocaba a sus mayores del ayer?

    Dice all, en la entrevista de The Paris Review, Vargas Llosa:

    s que escribir hasta el da en que me muera. Escribir es mi naturaleza. Vivo toda mi vida segn mi trabajo. si no escri-biera, me volara la tapa de los sesos, sin dudarlo un minuto. Quiero escribir muchos libros ms, y mejores. Quiero tener aventuras ms interesantes y maravillosas que las que he tenido.

    sea36.

    36 Y al final qu es lo que queda de todo esto? Algo bueno y necesario. Los grandes libros los libros grandes nos dejan la bienvenida resaca de cierta inquietud. Una agudizacin de los sentidos, una inquietud placentera, un cosquilleo nervioso en la punta de los dedos. Los leemos, los cerramos y, ense-guida, abrimos nuestras computadoras porttiles, buscamos el archivo donde late el proyecto de nuestro prximo libro, volvemos a todo eso con fuerza reno-vada y nimo fortalecido. Los grandes libros del ayer, los libros que ya no tie-nen tiempo ni edad, nos prestan como una capa contra el fro, como una es-pada contra los peligros que siempre nos acechan algo de su poder y energa. Los libros grandes de verdad nos obsequian unas irrefrenables ganas de volver a escribir, de seguir escribiendo. Al menos gracias, gracias, gracias por un rato. y, as, nos hacen felices. Aunque estemos jodidos.


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