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Page 1: Freud - El Chiste y Su Relación Con El Inconsciente

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2. ·· La li'rnica del chiste

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·Esc01A~1os el primer chiste que el ;mir hi70 acudir a nuesttra pluma ni escribir .. el ~:apítulo ante1 io1

En el f1;111111e11Jo de los Rci1cflllr!1•r titulado «Lns haiios de L1w;1sn nos prcsc11t;1 l lcinc la 1 ciocijante figura Lk 11 i rsch-11 yiicin t h, a gen te de lnterí:1 y ex! ractado1 ele et anos, que, va11a1!lo1 iúml<1-;c de sus relaciones con el npt1k11to har<in ele Rotl1sehild, exclama. ~<Tan c1c1 to como que de Uios proviene todo lo bueno, sci'íor doctor, es que una ve; me hallaba yo sentado junto a Salo1rn'rn Rothschild y~t~c me trató c.;01.110 a. un. i~ual s'.I).'.º, muy «l'arn.dlin11a11rn:nte)) 1J11111i/io111i.1 !. ''.

Este excelente chiste ha sido ut1lizado como e¡emplo poi 1k)111;111s y l,q1ps par'i:'-cxpiicar el éfccio cómico del chiste ci1 funéíón Jclproccso de «desconcic1 t? y aclaramiento». Mas dejemos por ahora esta cucsllón para plantearnos la de que es lo que hace que el dicho de 1 lirsch-Hyacinlh constituya un chiste Pueden suceder dos cosas· o es el pensamiento expresado en la frase lo que lleva en sí el carúctcr chistoso. o el chiste es privativo de la expresión que el pensamiento ha hallado en la r1 as_iJrra ternos, pues, de perscgui r el ca rúe ter chist oso y dese u brir en qué lugar se oculta. ·

/U.npcnsamicnto puede ser expresado por medio de diferentes for111as verbales --~Ó¡Jalabras--qüc todas ellas lo rcpi'odi1ce11 con iguaifidclidad_JEn la r rase ele Hírsd1-i-iyacinth tenemos una detáminada expresión de un pensamiento, expresión que sospecha111os es un tanto singular y desde luego no la 111ús fúcil­mcntc co111prensible(~nl.cntep10s cxprc~ar con la !nayor fidelidad el mismoyensa­m1ento en palabras d1slmlas.\ bla labor ya ha sido llevada a cabo por L1pps_cle 1i1ancni a ex plica r hasta cic1 to punl o la idea de 1 !cinc. «Comprendemos ---escribe Lipps·- que !·!cinc quiere decir que la acogida de Rothschilcl a Hirsch-Hyacinth fue harto familiar: esto es, ele ;1quella naturalcrn poco corriente en los milllJ­narios» (púg. 7). No alteraremos en nada este sentido, dandp al pensamicn'.o otra íorma que quid1 se adapta 111;"1s a J;1 rrase de Hirsch-Hyacinth «Rothschild me trató com<5 a su igual, .111111' /11111ifi111111e11re. aunquccl<po es que sólo en la ml'dida en que esto es posible a un 1111ffo11ario.» «La benevolencia ele un rico ~s siempre algo dudosa para aquel que es objeto de ella», añadiríamos nosotrosºc. 2

.

Con cualquiera de estas dos versiones del mismo pensamiento que demos por buena.vemos C¡lí( fa interrogación que nos plantca.rúos ha quedado -resuella~ El .carácter chistoso no pertenece en este ejemplo al j)cnsamiento. Lo qüe fkí· ne pone C!l labios de /Hirsch-Hyacinth es una justa y penct1:ante observación, que e11traii;1 una innegable amargura y nos parece muy comprensible en un pobre diablo que se encuentre ante la enorme fortuna de un plutócrata, pero que nun­ca nos at1cvcríamos a calillcar de chistosa,/Si alguien, no pudiendo olvida1 la forma ori1.tinal de la !rase, insistiera en que el pensamiento en sí era también chistoso. 1;0 hah1fa mús que hacerle ver que si la frase de Hirsch-llyacinth nos hacía reir. en cambio la lidclísima versión del mismo pensamiento hecha por

%:! En 0110 lugar volvl'rcn1os a ncupa,r11n..; de este p1<1 Pt:ll) dicha c01rccción, crccluada aquL pertu1\iaria mismo chi~h~ y hallaremos cnlonn·-; oca..;ión de c.:01 regir la discusión ciuc ~iguc In inlcrprctnciún de Lipps, que ahn1 a accpt¡¡mos in te~

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Lipp:; o fa que nosotros hemos después ckctuado pueden movernos a rcflc,in-11ar.' pcr1J nunca excitar nuestra liil:irid;1d .

. ·Mas si_ e) ca_rúcteLchisJosq .. dc niicst1 n ejemplo no se _cscondc, __ cn_cJ pc11sa-1111L:1110, k1Hli<,:n1os que bpsca1 lo c11 la i<l1111a de la cxpresi(in verl?.aJ Ex:1111i-11<111do fo .~ingu lar id ad de dichü cxprcslói1 des~t]l?Ti mos _en scguid_;¡_JcJ _(:J.Ue pudc­mos con.~1derar como técnica \crbal o expresiva de este cJfr,tt:, lacual tle1ic que halla1sc en Íntima relación con Ja esencia del mismo, dado <JUC lO<fo SÚCélrÚClcr y el cícclo que produce desparecen en cuanto se lleva a cabo su sustitución .. Con· ccdic1ido un tan importante \·alnr a la lorma verb:il del chislc, nos hallamos de P:~rrcclo aet.1erc10 con los que (~1.1 la ill\·cslig:ición ele esta 111alc1 i:1 nos han prccc" d1c!o. ;\sí, dice K Fischer (púg Tl.) «Fn principio, es simplemente la forma lo que convierte al juicio en chiste.» Recordamos :1quí una fra~c de .luan Pablo en la q_uc se expone y demuestra est;:r nuturnlcw del chiste· «Hasta tal punto vence s1mplc111cnte la colocación, sea de los ejércitos. sea ele las r1 ases.»

i,f:i,~.<]L1é~~~)'.1_~Í:~t_c,_¡~ucs, la <.<tixnicJ>) de este chiste?,· Por qui: pnxc~o k1 pa­sado el pensamiento ckscúhici'tó por' illlL'qra· íi1ici-prct;Kicín ha:'l:1 convcr1i1sc en un chiste que nos mueve a risa') c·omp;1ra11do nuest1 a inte1 prelación con 1:1 forma en que el poeta ha encerrado t;1l 1'c11s:1111icnto, hallarnos una doble el:ihn­ración _Fn primer lugar, ha tenido efecto una abreviación. Para expresar total­l!)~nlc (:1 pensamiento contenido en el chiste lcniamos que a1"iadir .;:¡ la lra~c «R .. me trató como a un igual, muy ramiliarrncnte" en scg1111cla proposici,·rn. «hasta el punto en que ello es posible a un millonario>">,\ hecho esto. scntinics toda vía la necesidad ele otra sen !e11ci;1 acl;11;1 toria 51" El ¡~neta e\ p1 esa el 111 i'mo pcnsümienlo con mucha brcnxl:1d.

«R. me trató como a un ieual, muv FA~11r TJONAR~ll'NIT (TA\llLI JONAR) )> La limitación que la segunda 11 a;c, impon~~ a la ¡~ri1~1cra, en ia que se sciiala In fa­miliar del trato, clcsaparecc en el chiste

l\1as no queda excluida sin dejar un sustitutivo por el que nos es posible re­com!ruirlü Ha tenido lugar UIW 'ieguncla modíflcaci(>n Lla __ paJ;1br;J.Jamiliar­~~l-~]ltC {j(1111ifiiir}, que aparece c11 la .i111L:rp1c.:lación no chistPsa dcLpcn;ainicnto. se 11111cslra en cl(:füs(e ti'aiisformada enfu111iff11111a1111rnreJSi11 dt1da .algui1ii e' ci1 esta nueva íOrma verbal donde reside el ccir:H:icr chistoso v el efecto hilarante

. del chiste. IJ,a palabra a.~·í formada coincick en sus comic~17<Vi con la. P:lhbra «ramiJj;~rmcn[C)) (jOlllÍfÍ{Íl'}, éjUC <lj1<.l!CCC en la J'I imer a Ír:t~t'., y lw:go COn ia paJa­b1 a «millonanm> ( 111if!in11iir), q uc forma parte de la segunda, representa a-;í a esl<t última y nos permite adivinar su texto, omitido en el chi:'lc Es. puc;;, la nueva palabra una formación mixta de los do~ componentes <d'i1miliarmcnte» y «millonario)) y podemos rci:irescntar l!ráflcamente su uéncsis en la forma nuc s1g11c 564 ~ ~ · '

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-~"' f'.-.:l'JS considc1acin11cs son igualmrllt(' ar!ic:1h!C"~ a Ja intcrprcfación de Lipf1!-i

.~i;.t J.as dni:; raJabrns \flíl ÍlllpíC'tas \lila Cll G11actncs

1c1m~rnos y en lalino'> la otra suhrnyandcl las ktia<> co~ 1111111C<; l .;1 segunda ((J», que apena-; S(' pronun~·ia. r11cd1..'

d<iar.~c de lado 1'·1!-r.;(r ¡1rpl·.;ibic q11c ~1 iiechn d(' t:f'!ll·

partir \;HÍ<IS i:í!nba~ nfrc7L:1 ;a í'L't1"i011 a l;-i ti·cnic~ d·:l chi·:1c de c0n~tru1r cnn la-: dtVi pabh1as una p;1.l:!h1J LP!llptl•,';-!tl

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i\J)(¡ S I G Ji C ,; L' 1 R L U ll U 11 R .1 S COMPLLIAS

·'. LI proceso que ha convertido en dii~te d pens:trnienlo podemos también ic­prr.::sentarlo en Ulla lorma que, aunque al principio p:1rcce un tanto fantástica, 1qnoduce cxacta1itt'1tlc el resultado real·

vR me ll<1ló llll:y !:1milia1111L.11ll' (íamiliür), aunque claro es que ~ólo en la 111c·d1da en C]Llc'. l'.StL' es pui;ibk a un

millonario (millinqiir) 1>

. Imagínese alw1a un't. fucu~~ curnpic:sora que actuara sobre esta frase y su­pungasc que por cualqLllcT razon sea st.1 ~egundo trozo el que menos resistencia puede oponer a dic:l1:i Íl!L'I"Za fal segundo trozo se vería entonces forzado a des­aparecer, y su :n:1s. valioso component"c, Ja palabra «millonario» (lllil!iondr), u111co que prcs-:11la1 ta una 111'.•YOr rt.:sislt:ncia, quedaría incorpo1ado a la primera parte d~ la l ras1: por su f11s1on con la p~tbbrn 1<fomiliarmenle» ( /á111ílidr), itnú­loga a ,;! Prt:c1~:011.nc:nt~ esta. casu;il posibilidad de 'salvar lo más imprn lanle del segu11dn tro;o de l<i lr<1se fa\'(Heú: la de'.;;1phrición de los rcstantt.:s elementos mc11os valioó:os flc •:Sl<: 1,wd<i na,·c e:1lonces el chiste.

R lllC lraló muy ra111illionarn1ente ( /11111/lí 011 iÍI ) .

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. !\parte de est<i tueiza comprensiva, que nos es cle;;eonocída, podemos descri­lm en este caso el proceso de la !'orn1ació11 del chiste, o sea la técnica del mismo con una co111/el/\aciiÍn cn1i /(1111;111 hí11 de 1·1111/1111i)io, Esta t'ormat:ión consislirí;; (·n nutst1 o ejcmplu, c•11 la co;1!,lituci(in de una ¡iu/ohra 1111.\lil «FAl.l!Ll.tONAR»-incornprensible en sí,, pe1.o cuyo senLido nos e-; descubie1 lo en el acto por el con-1-.:xto en el que se halla 111clu1da r~ta ralabra mixtil es la que entraña el e!Ccto h1_i~truntc del chioL<.:! electo de cuyo meca11i~nH1 nada hemos logrado averiguar ·~nn el desc;1brn!11uHo de la tét:nica ¿ .1 l;ista qué punto puede rcgocijar~e y !or­;arnus a rcir_un prn·:~':;c:, de cu11densac:ión \'L'1 l>al acompaiiado de una formación '>ihlllut1va? !::stc L·s t)l!(l pr(lbkma muy di'.ainto y del que no podemos ocup;1n10s ha~u i1~tlla1 u;; !::1!111no por .. e! qué'. ;1pruxirmlú1os a él. Pcrmancccre1110s, p\leS, por ahora en lo L]!!c: Ic'spccta a Li técnica del cltiste ..

i~uestra, l'Sp<.:!<ilíz:; '-k qut: la tcc11ica del chi~\c no podía por menos de rc.;­\da1n\1s la mi;nw c:,c1:c1a dd mismo nos mueve, ante todo, a investigar la exis-1e11ua de otru:> cl:¡':tc:, de: 101 mación sn¡¡cjante a L1 ckl anteriormente ..:xaminadu, .. ,. 1 1 . 1 1. ~.:11 1e~11tL au, ;,_; ~\1sl::11 m1lC.iC's c,¡,stc~· d.~ •.·:;te tip•.L mas sí los sulicit~ntcs p<tra 1uril;:¡;· ün ¡;cqucnu i.'.r lii)O l:ar~iCli.:1 u'ido ¡Hll h1 iurn1acit'1n de una p;ilabra mixta Ll '.1,1L:mo _He111e, copic1ndos•.: :1 sí rni~rno. h;t u1i!i1adc• por scgunda ve1 la pal:ilna <'.11111lP11:u1on f mil.1-'01i,i1 ,' p;ira hacer L)l10 chi.:de J labia, en efecto, en uno de s\ls 11h1os ifde111, utp .\IVj de u11 '"\1111.lfl"'·\lt", l1ansn:11t:11tc.conlkn~;acion d.: las p;ii:i11r<t:' «rnillon:1rit'''; n;://í1•11ú1) y ,,¡1,u¡.; r 11011 ), q:1c: exprcsa, como en el primc1 e¡ernplo, un oct!lt(1 P'-:ns;11rnc:11lo ctcccso1 io

. Ex¡wnd1.é: :u.¡uí .ºtr'"' c:j<:rn¡)los Lkl 111isn10 tipu que hasta mí han llegado l·.\bli. una 11.1enti: { B<t:11: 1 .:n'J en lkriín cuya consr1ucción produjo 1nucho des­úlllkrHo k1c1:t el hui~~· •11,"e~¡ 1 e Fo; d . .:;¡ licck L ('S bc..'I !incse~ la llama 11 la f(!/ ckcn-

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hec/,c11, dando un ekclo chistoso, aunque para ello lúe n..:cesMio 1eernplazar la palabrn br111111e11 por un equivalente en desuso hcc/,en a objeto de combinarlo en u11a totalidad con el no111b1c del burgomat:~trn La malicia europea transfor­mó en «Cu 10POL!)O'' el vcrdadt:1 o nombn; Leopoldo--- de u11 alto personaje, de quiL'.!l se mu1 nn11~1ba mantenía íntim:ts relaciones con una bella dama llamada Cleo De este modo, el rendirnienlo de un sern:illo prnceso de condensación en el que no enl1aba en juego sino una sola klrn, consc1 vaba siempre viva una ma­ligna alusión Los nombres pi opio:' caen con especial facilidad bajo este pro­ceso de la técnica del chiste. En Viena existían dos hermanos Su/i11p;e1 de apellido uno de los 1.:uales cm corredor de Bolsa ( Bó111e111l'1110/)o Esta ci1~unstancia di(; pie para que a este tiltimo se le conociera con el nomb1 e de Se11s11!111ger (conden­sación de Sensal, conedo1, y Salinger, su apellido) y a su hermano con el menos agradable de Sche11.1ulí11ger .(condensat:ió11 de Sl lieusul, espantajo, y el apellido común) .. La ocu11cncia t:s fúcil e ingrniosa, aunque ignoro si estada justificada. Mas el chiste no ~udc preocuparse 1nucho de tail's justilicat:ione:;.

Me cuntarnn b siguiente condensa•.'Íllll chi:,tosa lln homb1e joven que había llevado hasta el mrnncnlo una vida por demús placentera en el extranje1 o, después de una prolongada .iusencia t:kctúa u11a visita a un amigo en esta ciudad, El último se sorprende de verle un Ehering (anillo de esponsales) en la mano dé su visitante, y le pregunta si se ha casado A lo que responde que sí 'Trmiring pero cierto'. El chiste es excelenll;, La palabra Tra11ri11g combina ambos elemento~: Elieri11g cambiada a Tra11rí11g junto a la frase lrauríng, aber 1\'ahr ('triste pero cierto'). Aquí se emplea una palabra que coincide totalmente con uno de Jos dos elementos y no una palabra ininteligible como en fá111il!io11ür.

En una conversación proporcion¿ yo mismo, {nvoluntariamentc, el material para la formación d6 un chiste por co111ple10 anúlogo al primero que de Heine ht:mos reproducido. Relataba yo a una se1'iorn los grandes mereL:imientO$ ele un invt:stigador cuyo valor c1cía yo injusl<tmenlé desconocido por sus contempo­rúncos. «Pern esr hombre meret:e uu monumenlm>, me replicó la señora. «Y es muy probable que alguna vez lo tenga -repuse yo--, pero, momentúneamente, su t'.·xito es bien escaso» «Monumcnlu» y «111oment;111eo» son dos conceptos opuestos Mi in terluculora los 1 eunió en su respuesta, diciendo d'.ntonces le descaremos un éxitu 11101111me11hí11eo.n

En un excclcnt..: trabajo inglés sub1t: este mismo léma (A ;\, Brill), ht!ud's Tlwo1y oj 11•í1, en Journal o/ ah11u111111! P.1yc!w!ogíe, 1911) st: incluyen algunos ejem­plos en idiomas clirerentes del alemún, que mut:stran lodos el inismo mecanismo de condensación que: el chiste de ! !cine*. ·

FI escritor inglés De Quinccy relata Brill-- escribe en una ocasión que los ancianos suelen caer con lrecuent:ia en el 11111'( do1uge. Esta palabt a es una fo1 rnación mixta de otras dos, coincidentes en parle

an.:cdoce y duwge (charla1 l'lleril)

Ln una historic.;ta anó11i111a !talló Bril! caliliLadas las Navid:idcs co1110. 1/ic a/( olw!ídur1, igu:tl í"usi<.111 de

a lco/10/ y Jw/ii/11¡•.1 (días kstivos)

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llablanJo Saintc-Bcuvc tk la lamosa novela de FlaubÍ:rt Salamhá. cuya acción se desarrolla en la anligua Cartago, la califica irónicamente de C11r­thagi11oiseric. aludiendo a la paciente minuciosidad con que el autor se csrue11a L'.11 rcp1oduci1 el n111hic11tc y cnslurnhtcs del :111tiguo p11chlo :d'1ic:1110:

·a1 th:1g111oi~ rhil/01\CIÍI'

El 111ejo1 chiste de este tipo se debe a una de las personalidades austríacas de mayor relieve, que después ele una irnportante actividad científica y pública ocupa actualmente uno de los mús altos puestos del Estado. 1 le ele tomarme la libertad de utilizar para estas investigaciones los chistes atribuidos a esta perso­nalidad y que, en efecto, llevan todos un mismo inconfundible sello. Sírvcmc de justifkaci1'ln el hecho de que dilkilmcnte hubiera podido hallar mejor ma­terial 565 .

Se hablaba un día, delante de esta persona, ele un escritor al que se conocía por una aburrida serie de artículos, publicados en un diario vienés sobre insig­nilicanlcs episodios de las relaciones políticas y guerreras entre Napoleón 1 y el de Austria El autor de estos artículos ostenta una abundante cahcllern de un espléndido color rojo. J\I oír su nombre exclamó el sciic¡r N 1,No c.1 (;,1c el mío Fadian * r¡11e se extiende 1101 roda la historia de los Na¡i'oleúnidas?

Para hallar la técnica de este chiste le someteremos a aquel método de re­ducción que hace desaparecer su carúcter chistoso, variando su forma expresiva, y restaura, en cambio, su primitivo sentido, fúcilmente adivinablc.c1_1 .todo buen chiste. El p1 cscntc ejemplo ha surgido de dos componentes. un ¡u~c10 adverso al escritor en cuestión y una reminiscencia de la ramosa eomparac1ón con que Goethe cncahe1a, en Las afinidades elc•cti1•as, los extractos del «Diario de Oti­lia»56r,_ La adversa crítica podría expresarse en la forma siguiente: «¡De modo que es éste el sujeto que no sabe escribir una y otra vez 111{1s que abunidos folleto­nes sobre .Napoleón cn Austria 1» Esta manilcstación no tiene nada de chistosa Tampoco puede moverse a risa la bella comparación de Goethc_ Sólo cuando ambos conu:plos son pucslos en relación y sometidos a un singula1 proce~n de condensación y fusión es t:uando su1gc un chiste, excelente por cierto 56

'- La conexión cnl1e el adverso juicio sobre el tedioso historiador y la bella metúf'ora goelhiana se hit constiluid1) aquí, por razones que aún no meys dacio hacer c01n­prcnsiblcs, de un modo harto menos sencillo que en otros cafos análogos. Intcn-

5 "~ No creo se 111c juzgue sin Jc1cchn a 1:1 n·prnduc· ción y ap1n\cchamic11tn de tnlcs chislcs lle lkg:1do a cnnoccrlns. no p•1t una indiscreción, sino pot ~cr en Viena del dnminin p111'Jicn y andar c11 hnca dl' todn L'i mt11Hlo Varips de ello-: h:111 sido p1.1h!ic:idos ror Ed l lan~ slick en el Ne1u• /·1(it' /lu'fH' \' en ~11 ·lutohior.,J(t/in .l\)1 In <kfnnnacibn que ot10$ ha;.an !-.Hlridn. inevi­table en la trndicinn 01 al. ridn. dc~dc Juego. 'iC lllC

excuse * St1achcy ha ~ctlalado el 5ignilitado de Ja palabra

rr1du111': la lnmin:u:iún "ian' se aplica (k...;pu·1iva111cntc a algunos s11jct0s. representando el adjclÍ\o 'fodt> o '((/({ el concepto de aburrido, torpe o ím11l~ll 1 Now ,¡, ./ N.)

51>1• cd:n la f\faiina ingk!'>a existe llll<l dispo~idón L'Spccial ·1 oUo el cordaje de la Flota real. dc-.1.k el c:1la~ hrntt.: m:i!-> !_!111cso a la drirn mús fh1:1. se lwll;1 kiido de tn! nwdn, q1ll' queda atr;l\l'"ado en t"I ~cnlido dt: ~u longitud pnr un~ hilo rojo. irnrosihlc lk lrnccr des;1parc· cer sin dcslcjcr toda la pic1.a De ci:¡tc modo, hasta en el mús ¡wqucilo trozo de cordaje se reconoce en el at.:to su pertenencia a In Corona lg.1;almc11tc se cxlil'ndc por todo el <<Diario de Otilian (111 hilo de ternura y lldclidad que todo lo une y cnractCr ita la totalidad ))

~r.~ No 11eccsita1 é casi indica1 cuiln dislantc se halla esta ohscrvaci1in. ap!icahlc a todos los r:1sos, de la ali! maciún dr que el i..:hislc es un juicio jugw.:lún

/! ' i 111 ! i l \ 1 ' ¡; 11 1 i i ti \ « ',1 i 1 J 1 \ 1 1 Í \ 11 /1 \ /! 1 ! /' ¡ ¡; 11 1 \ 1 / / / /¡ 1

1a1t\ poi lo menos, sustituir el probab!C' proceso de gé:11csis dL~ csle chiste pnr l;1 co11st1:11cciú11 siguiente- en primer lugar, 1:1 ci1cuns1ancia del constan le retorno del mismc\ tema en los artículos del insulso escTilor debit'i de de:;pertar en N 11n;1 ligc1a 1c111i11iscc11cia de la cn11ncid:1 cn111p;1r:it·ili11 g•wlhi:111a de l_.a\ 11/inidudcs clccti\'its: comparacit'111 que es cn1'ineamcnlc citada casi sicmp1 e con la pah1hra «se cxlienclc como un rojo hilo». El «rojo hilo'' de la t:tlrnpar;1ciú11 ejerció u11;1 acción modilicadora sobre la exp1e~i1'111 de la primera lra'e nlt:tccd a la ci1c1111s­la11ria casual de ser también rnjo. csln e,, poseer rojos ca helios el escritor cri­tiuido. Llegado el proceso a este punto. 1:1 npresi<)n del pcn:;arnicnto sería qui;ú la siguiente· De modo q11e ese ini/111d110 ro¡o n el que 1•1111/l(' 11110.1 m 1í111101 11111 u/1111 ridos .. 10h1e Napoleón Entra' ahora en juego el proceso que condensó en uno arnhos tr0zos. Bajo la presión de este proceso, que encuentra su primer punto Je apoyo en la igualdad propo1cionada por el elcmenlo 1ooio». se asimiló «aburri­do» (la11g11cih11g) a «hilo» ( /(1i/c11), lransl'orm;indosc- 'en 1111 sinónimo j({(/ (aburrido, insulso), y enlonu:s pudi1'.10ll ya lu1Hlirse amhns ('le111cntos para u1ns­tit11i1 la expresión verbal del chislc, en l;1 que csla ve1 tiene mayor impnrl<rncia la cita goethiana que el juicio despectivo. el cual scg111,1111c11tc luc el pri111c10 en surgir ;iisladamente en el prnsnmicntn de N

De modo que es ese 1 ojn sujeto q uicn l'.scri he los 'l'adc' ~111 ic tt 1 os s(1brc N(a polcón) El. - . . 1ojo Tadcn· (hi~:1~ que se t'Xlicnde por todo.

, ¡,No es ése el rojo Fadian que se c7'ticndc por to<fa l<t hisloria de los

N( a polcónidas) '?

l'vlús adelante, cuando ll<is s.ea posible analizar eslc chiste desde otros puntos de vista distintos de los putamentL~ lorrnalcs, _justilicarc1rn1s'es:i represcnlacic)n grúllca y, al mismo tiempo, Ja somelcrcmos a una necesaria rectificaci(rn L.o que en ella pudiera ser objeto de duda, el hecho de haber tenido IU!!:lr una conckn­sación, aparece con evidencia i1111cgablc FI tGstillado de la c~)1Hknsaci(111 es nucv<irnentc, ¡)or un lado, una co11siclcrahlc ah1 cviat:ion y. pnr ot1 o. en lugar ele una singular formación verbal rnixt;1, mús bien una inlill r~1ci<'in de lo:; elementos urnstitutivos de ambos componen les. la cxpresi1'in 1 ote1 !adii111 sería sirn11'1 e viable por sí misma con una c<l!iilc:ación pcyohitiva · m:t, en nuc-,tro caso es, con scgu1 idad, el prnducto de una condensación.

Si al llegar a este punto se sintiera el lector ~iisguslado ;111tc nuestra manera ele enfocar esta cuestión, que amenaza dcstt uir ~,I placer que en el chiste pudiera hallar, sin explicarle, en cambio, ni siquiera la rúente de que dicho placer m~111a. yo le ruego reprima su impaciencia Nos hallamos ahora anlc el problem;1 de 1:1 técnica del chiste, cuya investigación nos promete, cu:111do lleguemos a profun­dizat suficientemente, interesi1ntes dcsc:t1brirnicntos

Por el anúlisis del último ejemplo neis hall:1mos prcpa1:1dos a hallar, cu;111do en otros casos encontremos d¡; nuevo un proceso de cnndensaci1'111, la sustitución de lo ~uprimido no sólo en una ro11rnH'ión \'erbal rnixta. sino también en una distinta inodificación de la exprcsión.JLós siguientes t:histcs, debidos asinli-;1110 al fértil ingenio del sciior N, nos indicarún en qrn~ cc1nsiste este dislinto susli­tutivo:

11Sí: he viajado con él rtrr-A-nf:Tf:_>i Nada más fúcil que reducir este chiste Su significado lienc que ser· «He viajado t1;1e-á-tl-tc con X, v X es un animal.•>

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IU40 ~ l ii ,\/ U .V f) F R 1:: l• IJ COM!'!f:_/AS

. ~in?u!la de las d<.1, l'utscs es chistosa Reduciéndola a una sola: «He viajado tcie-11-tdc con el a1J1mal \.k X», tampoco cw:onframos en ella nada que nos mueva ansa U cl11ste se c·onstitu)e en el 111omc1Jto en que se hace desapart'.CCr la pala­bra «<_1111mal», y p:1r:1 ~;ust1tu1rla se cumbia por una B la r Je la segunda ti're rnoJ1!1cación pequcúísirna: pero su'.lcirnte para q11c vuelva a suigir :1 concepto «<rn1m:il», anks dcsap;! 1 ec1do La tecn1ca de este grupo ele chistes puede descri­bir~e como condew,1cic;11 rn11 /1ge1u 1111Jd1ficw ión. y sospechamos que d cli is1 e S<.'ra tanto meJOr cu:11Ho rnús pl'q\lt::Iia ,ca la modificación sustitutiva

Anúloga, aunquv 11u ex..:nta d~ complicación, es la técnica de otro ciiislé. Hablando Je U11'i pi::rsona que al lado de excelentes cualidades presel!taba gran­des defectos, dice N «Sí; ia vanid<td es uno de :;w; CUAi RO TALOlffS ni: A<)Ul-

'0º T - ·¡ I' " . ' l.t~,;i- · _q [:'::.jUCrJ:.t _I<lí)L I ICaCIOn C'0!1S!Ste 'aquí en suponer que la persona a la que e~ clnste s<: rehere_ posee rnutru talones, o sea cuatro pies, como los a11'i­males. As1, puc::-:, las dL''> 1Jeas condensadas en el chiste serian:

«X <:s un hombre de sobresalientes cualid.ades, tüera de su extremada vani­dad; pt:n!. '.10 obstan tl', no es una pe1 S(>na que rné sea grnta, pues me par<:cé un anímal,i> 069

l\'1 uy semejante, pero mucho mús sencillo, es otro chiste in .1hi1u nu1cendi del que flli testigo e11 w1 pequeiio círculo r,uniliar, al que pertenecían dos herma­nos, uno de los cualc:s era cons1deraclo como modClo de aplicación en sus estu­dios, m1elltras que el otro 110 pasaba de ser un medianísimo escolar En una orn­si~in, <.'I buen <:stud,1ante ~ul'rió un .f.racaso ea sus C\Úmenes, y su rnadn:', hablando J,.?I st1L:t~o, expreso :i.ll p1cocupac1on d(' que constiiuvera el comienzo de una re­gresión en las bucn<~s cualidad·~~ de su hijo. El he;nrnno holgazún, que hasta aquel 11wme1l!o lwLia pcrrna11ec1do oscurecido por el buen estudiante, acouíó c_~>n placer aquella e_xccle1;te ocasión de .lomar su desquite, y exclamó· «Sí; e arios va aho1 a haua a¡ras sobre sus (//(/{/'() pies.»

La rno.L!ilicación co~1sistc aquí, en un pequeño agregado a la afirmación de que tarnb1en, a su .1u1no, retrocede el hermano abandonando el buen camino l'vlas esta modificación aparect.: como el sustitutivo de una apasionada del'cnsa ~k la prupia causa <d'-lo crcúis que él e~; mús inteligente que yo por que obtiene exito> en ht escuela !~o es m:is que un animal; esto es, mús estúpido aún que yo>>

Otro chiste m_uy ~?noc1do de N nos da un bello ejemplo de condensación con l1ger~ mod1í1eac1011 Hablando de una personalidad política, dijo «fate hombn.: Uene lJN Gl~r;N l'OR\l:)!lR DErnÁs DE ÉL¡; Tratúbase de un jm·en que por su apcll1do, educacw11 y cualidades personal<.:s pareció Jurante algún tiempo llamado a ,llegar a hi JCI atunf de un gran partido polftico y con ella al Gobiernó 1k l<~ rntcH~n,_ Mas _las .c1rcunsta11crns cambiaron de repente y el partido de rcle­renc1a :;_e vio m1pos1bd1tado de llegar al Püdcr, siendo sospechabl<: que el hombre p1edest1~iado ~ a~:urnir ~u)c!'atura nc1 llegue ya a los altos puestos que se cieíci. La mas ureve 1nterp:dauon clclluc1da de este chiste sería· «Ese hombre ha tei1ído ante si un gran poi VL~nir, pern ahora ya no lo tiene.» En lugar de «ha tenido.'>

)l>'I. 1"~01.1 de 1912. L'ltL' 111i:>1lll1 t'1is1..: =>l'. :Jtriliu\\..' J t~~llli.: habbn.do dt• :\.lr1c1.!.i dt: ~Ju: ll:l ~ ·

. . Una dt: l..ts comrlicaL'hllh::. t.'ll L.1 lt:L'IlÍl'a de: CSll!

1.:¡t.."111¡i!d lt.::-itk en d hLLlio d~ lj'!l' b 111t1dili..:;11.ÍPll pui :a

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y de la Jrase final, apare~e en la frase l?rin~ipa} la modificación de sustityf~t:i;e; --··--·-'.,·,, ,:i,, «ante sw por su contrario «detras de el» 5 'º_. , ¡;: \'··

De una modificación casi idéntica se sinlió N en otra de sus ocurrfnc· i·Jl/¿'Utí •1_ ) [,'.

l labía sido nombrado 111inistro de Agricultura un caballero al que 110 s~f.$; o- '-C¡ 1 ;

noda otio mérito para ocupar dicho puesto que el ele explotar personah E't> e"· _./:o, sus propi~d_ades. agrícolas. La opinión ¡_iú~ilica pudo comprobar? durant , sfi,¡ ~lo_:':,/ : gest1on mm1stenal, que se trataba dd mas 1n<:pto de cuantos mm1stros hab1art- .,,. desetnpeñado aquella 'cartera. Cuandll dimitió y volvió a sm ocupaciones agríco-las pa1 ticulares, conll:ntó N,: «Corno (_::incinato, ha vuelta a su puesto AN1 E

el arado.» El ilustre romano, al que se apa1 tó de sus lile nas agrícolas para conferirle

la investidura de dictador, volvió, al abandonar la vida pública, a su puesto detrás del arado, De/1111te Jcl mismo no han ido nunca, ni en la época romana ni en la actual, más que los bueyes

Otro caso de condensación con modificación es un chiste ele Karl Kraus que, refiriéndose a un periodi~ta de ínfima categoría, dedicado al chantaje, dijo que había salido .para los Babines en el Onc111er¡1re.1.1z11g, formación verbal produ<:to de la eondensación de dos palabras Orh·111npresszug (tren <:xprcso del Oriente) y Er¡11ess1111g (chantaje).

Podríamos aumentar g1andcrnente l<i colección de ejemplos de cs(a clase; mas c1co que con los expuestos quedan suficientemente aclarados los caracteres di: la técnica del chi~te --condensación con moditicacione.,;--· c11 <:stc segundo grupo. Cornparúndolo ahora con el primero, cuya técnica consistía en la con­densación con formación Je una cxpresió n verbal mixta, vemos con ti)Ja claridad que sus Jiláencias no son esenciales y la transición de uno a otro se efectúa sin violencia alguna. Tanto la formación verbal mixta como la modificación se subordinan al concepto de la formación de sustitutivos, y si querernos podemos describir la formación de palabra mixta también con modificación de la palabra l'undamental poi el segundo elemento.

(2)

llagamos aquí un primer alto para preguntarnos con qué f'actor expuesto ya en la literatura existente sobre esta materia coincide total o parcialmente este primer resultado de nuestra labor Desde luego con el de la brevedad, a la que Juan Pablo califica de alma del chiste. La brcved<1d no es en sí chistosa; si no, toda scntrnt:ia. 1~!i::ópii:;.n_i::º-!J~JiLl!Lrüuul_gl1il!!~~T~;· t~evccfi\(ftl(JcElsic· tieneqüc ser de una especial naturaleza. Recordarnos qu<: Lipps ha intentado describir tktallaLbncntc la peculiaridad de la abrcviación chistosa. NuestI<!. invc::;tigaciún ha dc111ostrado, partiendo de este p\1q¡q ,_q uc; la brevedad del chiste es coi~ J\e·: CUencia el resultado de Un f:ÍlOCeSO especial <.jUC Cll la ex¡i1:CSIOÍ).vcrbai dCÍ ITIÍSI110 ha cll:jado una segunda huella la loqi1ai:;ió11 sustitutiva. EmpleaiiCJ6.cl!)i:oéc­dimie11to de dcducción, que· i!Jl~nla 11:conl:r en sentido invnso e! caini11Q se­guido por d proceso de co11dcw;ació11, hallamos también que el 'chiste depende

D'1 En la l~LllÍt:a tk c . .,lt.: chist!.! ac..:tu:1 toda\ia nt10

l.1c101, Jcl q11L' 1111.: iJL11p;.1rC mús adclanti..: HdÍL'IL'~..; al \.ill.id1..'1 dd co11h·11ido dt.' la 111odilit::1ciún (11 .. 'fHt:~t.:nta~ tÍllll anti1h)111iLa, l..'u11t1ase111idu) Nada impide 11 la

1 11

tn.:nit:a dd i.:hi~1<.: st·1 vi1 se simult:inca111i.:otc de v1.1rios m.:dios, p...:1 o 1hJsotrns qui:tcmus ir cxponii.:nd1, i.:stu~ lllL'<liu:-. u1th:11;1damcnle, uno por uno

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Page 5: Freud - El Chiste y Su Relación Con El Inconsciente

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1 10 I? .\ J r, M /1 1V / 1 ( 1 11 li 1 ) 1 u .11 ;• 1 1 / 1 1

tan sólo de la exp1esión verbal resultan le del_procc>o de concli,:no;ación. Natural­nieiüé,- nuestro interés se dirigía en el acto hacia este proceso tan singular como poco estudiado hasta el moniento, pero no llegamos a comprcndci" cómo puede surgir de l':I In mús vali0so <kl cliislt' la cnnsc<:ucic'in del placer qul' el mismo lrne consigo

Veamos si en algún ot1 o dominio psíquico se han descubierto ya procesos anúlogos a los que aquí describirnos como técnica del chiste. U11icame11te, en u110 muy dista11te c11 aparie11cia p;.n 1900 publiqué una obra titulada La in ter-. prctacj(¡_~1 cielos sueíios, en la cual, como su título indica, intenté aclarar el mistcrio­d_e_J9s sueños y presentarlos como un producto de la normal función a11ímicá7 En esTiohra opongo répetidamentc el coi1re11ido nw11ijiesto del suelio, con fre­cuencia harto singular, a las idms latentes lle! niismo,' totalmente conectas, de l_as que proccdc,. .. y emprendo la investigación de ~2;'._Qí-2.C::S:_~ºs_que, partiendo de dichas idc:_<1_~,_ hacen surgir el sueiio, y de las fuerzas psíquicas que tornan parte cí1 é'i>la-rí-apsformación.[EI conjunto ele los procesos de' transfo1 mación es dcno­minado por mi claboracion del .11wilo, y como un fragmento d<~-la 1nism11 he des­crito un proceso de condensación que muestra Ja mayor analogía con el que apa­rece eri la técnica del chis le, pues produce como éste una abreviación y crea forma­ciones 'sustitutivas de idc':ntico carúcter;J Todos conocemos por nuestros propios sueños las formaciones mixtas de perso11as y hasta de objetos que en ellos apare­cen. ):'..! sue11o llega también a crear formaciones_ mixtas_d.~ p~\labras que luego podemos descomponer en el anúlisis (por éjcmplo: Autócfülasker = autodi­dacta + Lasker) 571 . Otras veces, y con mayor frecuencia, el proceso de con­densación del sueño no _crea formaciones mixtas, sino \rnágei1es_que, salvo en una modificación o agregación procedente de distinta fuente, coinciden por compkto_con una persona o un objeto determinados. Son, por tanto, tales mo­dificaciones idénticas a las que nos muestran los chistes de N., y no podemos ya poner en duda que en ambos casos tenemos ante nosotros el mismo proceso psíquico, reconocible por su icknlico resultado. Tan amplia analogía de la téc­nica del chiste con la elaboración del sueño no dejarú de intensificar nuestro inte­rés por la primera, haciéndonos co11Lebir la csperann1 de que üna comparación entre el chiste y los sueños contribuya cxlrnordinariamente a descubri1nos la esencial de aquél. Mas antes de emprender esta labor comparativa tenemos aún que investigar 1mís ampliamente la técnica del chiste, pues el número de análisis que hasta ahora hemos llevado a cabo es todavía insuficiente para dcj;n perfectamente establecida, co_n u11 carúcter general, la analogía descubierta en los hasta ahora examinados. Abandonaremos, pues, por aho1a. la comparación con el sueño y tornaremos a la técnica del chiste. dejando suelto en eslc punto de nuestra investigación un caho, que mús adelante recogeremos

Lo prime1 o que necesitamos sahcr es si el proceso de co11densacic'111 con lormación sustitutiva apa1ece en todos los chistes y puede. por tanto, consi­dera1se como el ca1ácter genc1al de la técnica que investigamos

-~; 1 Die 7 rm1111dnlflmg púg 206 f J .a i11terp1 elcu ián dt• lo~ mc1io' en el lomo· 1 ! de

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1 I r 11 ! \ ! f \ \ l ¡,· i I 1 < /f )i\I f r > \ / r 1 I \ < 1 .1 \ '1i / í ,\ 11 1 ' /' 11! 1 / ! " 11 /1 ;, 1 ]!!I'

Rt;cucJ<lo aquí un chiste que ;1 cr,i11sr:cut:11('i:1 de espr:..:i;1 ks circunst;1nci;1s pe1111:n1cce grabado en mi mcnw1ia, a pesar del tiempo t1ansu11 ridn desde que lo oí_ Un rept1tado catedrútico, a c11ya clase asistía yo en mi p1:in1c1a juventud y :il q11c lodos creíamos tan i11c:1p:11 de <'sli111:1r el \ ;ilnr de un chiste oportuno crnnP de hacerlo por su cuenta, llcg,·i 1111 di<t 111uy 1cgocij<1do al lnslilulo, y mos­lrúndose mús asequible que de cml!llnbic, 11os c\pli~c) lo que motivaba su buen humor. «I-le leído -- dijo-- un excelente chiste. En una 1eunión de París fue p1cscnlaclo un joven al que por llc\:H el apellido R(l1111em1 !W suponía pariente del gran .Juan .Jacobo. Una de h.s p:1rliC11l:iridadcs de cslc jo\ en era el rojo colo1 de su pelo f\fos sus atractivos espiritmdcs se dcmost1aron l:rn escasos, que al despedirse su introductor de la duei'ía. de la casa, le dijo <;'-ta «f·'ous m'cm•z fáil r:onnaírrc 11njc1111e ho111111e rnux c/ sot, 111ai.1 11011 p111 1111 Rousseau.» Y nuest1 o

buen profesor siguió 1 iendo alhorivadaménlc Es l'Ste, según la nomenclatura establecida por los autore~ que nos han pre­

cedido en la investigación de estas materias. ~IL_cl_~stc por simil_icadencia. y por cic1 to de la rnús baja catcgorfo. pues es de aqucllos(:j[-1c fi:ii:g:1-Í1 u)il ___ Lli1!10mhrc p1opio, a semejanza del que pone término al parlamento del c:1puchino en la p1 imcra parle del lf'a/lenstcin. de Schillcr

«Se hace llama1 lf a/lc11\lci11 (Slein-piedr<I). y es cicrtamcnlé. para todos 11os­ol1 os ¡1icd111 de csdnclalo (allen-lodtis. Slei11-piedrü)º )> ,-,

Mas ¿,cu~il es la técnica del c\Íisle que tanto hirn reír a nuc~;tro profe•;or? Vemos en seguida que aquel Garúctc1 que qui1:~ cspo<ibamos hallar gc11e1al-

111e11te no aparece ya en este primer 11Ul~vo ej'cmplo. No c\istc en él omisi<:in alglln<i, apenas una abreviación. La señora dice c1i. el chiste todo io que podemos supo­ner en su pensamiento, «Me ha hecho usted esperar con gran interés el recono-' cimiento de un pariente de J . .J. Rousscau. incitándome a suponer que habría heredado algo de la inteligencia .de su genial <rntepasado. Y resulta que el tal individuo es un joven de cabellos rojos y complctamcnle tonto ( rou.x el sor l .>i En esta interpretación podremos añadir o i111crcal;11 algo por cuenta propié1, pero tal intento ele reducción no hace des;1pa1ccer el lhistc, que p..:rmanct:c . l 1 . ·¡· \ . Rnussc:tu ·¡(• l l l 111lacto. bas<H o en a s1m1 1cac cnc1a - ---------- . _)uec a. pues. ( cmoslrac o que

Rnu\ sol la conclc11sé¡ciónc_()I))Q1_-ln.~tCci_ón _ _sustitutiva !lO toma parte algun;1 en la constitu-ción de este cl-íí:,te. . - - ···- " -------

¿,Cuúl es, pües,' el proceso de su génesis'? NuC\~os intentos de reducción nos prncban que e_!_ c:;l1i§.t_~Q!1!J11u~1!<'! s_~1bsistiendo_ mjenlras el noml21~¡:_80.1is~·1111 no sea sustituido por otro. Así, sustituyéndolo por el de Raone, la crítica expre­sada por la señorú-j)6ií-lci11cce intacta, pc1 o pierde todo car;iclcr de chiste De este modo vemos dónde tenemos que buscar en este caso la té'cnica del chiste, riunquc podamos dudar todal'Ía cómo formularla lnknlcmos. sin embargo, dclini1 la_;J_;1_t~_c11ica de este chiste estriba en el hecho de que un:i mis1!1<~p_aj_~~1r;¡ -:-el 11omb1 e--:·311a1-cce -cilii-ilcilí:lo "éi1- dos lnrrnas dlsti1ihS: [11ia \'éi cómplcto ) otra dividido Cll sÜs-síEi:fiás como en Ulla chéiracla . .

Puedo exponer u11()s cuaíítos ejrn1plos de idé1ifica ll~cnirn Con \111 chiste* basado en esta técnica del doble emplcn hubo de veng<nsc

~-;z J\1;'1~ ndclantc \eremos que este ~histc es dig1w de ma\lH considcrncibn a causa de vaiios otros fado1cs qt1L' c;1 él í!(IÜan .

* 1\grcgndo1~n !'JI.; r1\orad1'l S)

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¡ l 1 ~ .¡ 1 JI. L l !> () 11 li A S COMPLi'/IS

un:l Jama italiana de una i"rnpcrtim:nc.:ia de Napoleón 1, el cual le dijo .:11 u11 baile de corte, llarnandu ~ll atenció11 hacia s11:,. compatriotas: Tutti gli italiuni r/incu110 111110/e Y la sei101a respondió en el aL·to No11111t1i, nw b11011a parte .. (Brill, !. c.)

l:n ocasión d.:: 1 epr,_:senlarse en Berlín la tr:1geJia griega A111ígo11a ( .·lllíigoni::). ; eprudiÓ la U Í tic a q lle se h<ibía desr,~)_jado a t'S! él obra ele todo SU carÚctCI Ülll 1-gLIU El ingenio bt::·linés ;;e apr(>pit'l estil críticú en la fonna siguienle 'l11u/, ~ ()/¡ ne.:·' (<1¿.Antigua 1 ¡Uh. no!")

~.luy con,>cido e . .; en los cíi.culos rnédic·os un anúlogo chiste por división l :11 ¡fol'lor pregul!lé\ a u11 jmc11pacientc si .:n alguna época ha sido do11i!11ado poi l"lvicíode h 111111:111b11c.!Ú.'! La !'.·~;pucst:1 es 10110, 11ie'(Üm111ie = onanisíllu: O na, 11ie <qOh ja111ús!»J .

En todo-: cstü,. ejcrnplos, t¡ub iuL"gau;os suficientes JHII a dejar carncle1 i1.ado el gr upo a que pe; t'..:ncccn, descubrimos idéntica técnica. un mismo nombre doblemente em¡')kado una vez en ~u totalidad y otra dividido en sus sílab:1-;, Ji\-isión que ie r¡,;,[a lllrü scatido diferente 573 .

El múltipk ernplt·o di: la misma palabra, i:itégú1 primero y clividid:1 por sí­Iab,ts después, hc; ,i,ln l'i primer caso por nosotr'os hallado de una t(:cnica en la que no aµare\'é ,.¡ ¡,ro,·cso ele conden:,;ació1L Tras de corta n.:lkxi(1n. tenemos, sin embargo, que \·ccr (en la .'!Tan cantidad de ejemplos que a 11ui;strn recuerdo aL11<k) que la nuen ~,_·cnica poi nosoti(ls dc~,cubicrta no puede limitr11se a ,:ste úni 1:0 medio. t-\i:'.it: S<:~uramente rn1a grn11 cantidad, no dctnminable p<>r t:I nwmcnto, de po~ibi!idade:; de clat en tiria i1ase a la misma palabra o al rnisnw materia! verbal mús dt; u'n empko : Jfc:¡iJos di: considi.:nu como medios técnic(i:, del chiste todas c:;l~is posibilidacks'l Así nos pnrcce a primera vista, y los .:jemplos que siguen se ern.:arga 1 ú n de demustrn1 lu.

P11ede, en primer lugar, tomarse d,1•; \eces d mismo material altuanclo sola­mcnk 3U orck1L

Cuanto rnenu; ~'~'1 la :ilteración y :rnks se .:xperi111ente la in1presión ch- que se li<111 dicho cos<h di:;linL<;s en¡¡ las mi~rnas palab1 as, tanto mús excelente set ú el chisll'. poi lo é'. l!e <t i:1 técniL·a se 1 elic1 e

Daniel Spitt:-:r. en ~u obra ll'Jc·11c1 S¡iu~1ergae11ge (L 11, púg 42) (1912)· «El matrimonio X vi\ e a lo grande· Según uqos, el marido hil g111111do 11111-

cftu .. 1' r/udu poco, se~:un ol 1 os, l'S la mujer la q lle .1c /¡a dudo 1111 poco.\' g1111oclo 11wcl1t1 '> ¡Excelente chistt:, \ erdaderamente diabólico y conseguido con un mínimo

de medios! Ha ~·<1uc1do muclw y d:1do poco (se) ha dado (un) poco y ganado mucho*---. fa tan ~.é>lo pot una inversión de estasJrases por lo que se distingue lo que si.: expn:s:, dei marido de lo que se sugiere de la mujer 57·¡.

., .; L,1 ¡;:..did.1d dr.: ::·.! _•:-. t I~ Í:.!L':-. d,:p•.·11J1: Je] licl..!id L;uc :-t: 1.:nl¡)/t.:;1 01~1.1 llh'!o·k· ,i,. tt:L.t!i~·a, J1.: un ill' vi ni< •. · i.:!.~\ .. dL) A o!..: re: f1Lt :u J: l·,ü IL.tm:~1 la a1::11· .. un •.k b .. ,q1..:xióo l!/1!ít• t:! t·i1i,tt.: ve:! <H.:L'rtiiu Fl til'1.'i1\j(i

!111.. 11L11u Jll\:t.:l!lD !lila ;,.' ~k <h .. 'crli./o dnnJi.: adi· '!Jl~dhli..\ a!gUl1:.1~ jlL)(,l'> uiJC1...:a11düli1~ jui:t;1)

i1,f!lJ.1l:;.J,\ r;d:i.h.~.'Í tbiJ~J!l d;!t.:1,_·:HL'S. :Ct'l!~!Ll o..I 1111..kn r.:11 qut:: :-.(.' ;q:'.rur.tiiJ•: 1 .¡ l'I :1..::.:1ti.iu, b tt:c1~1ca t.::, la ptd.L)l\J1rió11) b p~d.Jbt:1 ...:~!u L¡U~ dd:.t: a·di\Í1;a1:;L,

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U illl'l/1: l )l/ t.:l:Lli/ON <U,\ /1! /,\(U.\'111/.\'//: JI /' llU/_ 1.\ ll !l/( 1

Un amplio campo se abre a b Lé~:nic<t ~kl chisté exti:ndiendo el 111últipfo-e111plco del 111i11í1u nu1/l(ripl a aqqeflos casos e11 que la palabra o palabra.sen h1s Ql!!; reside el chiste se muestrnn una vez sin rnódificacióii alguna y otra habiendo .sufrido u na peiJlll'lia nwdlf icació11. \

Véase como ·~jemplo otro chiste de N. · Un individuo de origen judío, que Jiabl<1ndo con N .. se exprc~l) despectiva­

mente sobre los caracteres pcc1diares a sus correligionarios, obtuvo la siguiente respucsla ·«Ya conocía yo s11 (///foemit11mo, sdio1 consejero; pero su a111jsellli­tirn10 es cosa nue.va para mí.»

La modificación consiste aquí en el Ci.irnbio de una sola letra, cambio que ape­nas es perceptible en la expresión verbal. Recuerda este chistt a otros antes ex­puestos del mismo personaje, pero a diferencia de ellos, no tiene en él lugar con­densación alguna. Expresa todo lo q11e su autor tenía que decir, o sea: «Sé que 11sted es de origen judío, y, por tanto, me maravilla que hable usted así ele los que fueron sus coHeligionarios.»

Otro excelente ejemplos de tal ch is te de modificación es la conocida frase· Trc11!111101e-fl adit1ore ! La analogía Je ambas palabras. lii1dantc con la identidad, nos ofrece una p1ccisa 1epn.:sentación de la necesidad e11 que el trnductor se halla a vi:ces de p~car contra el a11lo1 traducido 575

He aquí un chiste que se dice tuvo lugar durante un examen de jurisprudencia. El candidato debÍ<l traducir un pasaje del 'Coi pus J11ris': 'L11lieu mi = yo caigo, dijo él' 'Usted cae, digo yo', replicó el examinador. y puso fin al examen. Cual­quiera que equivoque el nombn: del gran jurista ( Labeo) confundiéndolo con una decli11ació11 verbal y aün mús. l'n forma errón.:a ('l11hco' por '/ubeor', o sea, 'yo caigo'), sin luga1 a duda~ que no merece nada mejor. Pero la técnica del chiste reside e11 el hecho que ca~i las mismas palabras que sefialaban la ignorancia cid candidato fueron usadas por el examinadot para pronunciar ~u castigo.

fü tan granel¡: en estus chistes la variedad de las pec¡uei1as modificaciones pusibles, que ninguno es igual a otro.

·. Las palabra,; Clrnstituyen 1111 rnatet ial plústico de una gran maleabilidad. Existen algunas que lkg;111 a perder totalnm1ll' su ¡Hirí1itíviil.significcí02!fi.ifüj1tlo se emplean en un determinado rnntexto .. Un chiste de Lichtenberg se basa pre­

. cisarni.:nte en esta circunstancia. «i,Cómo ancla usted?», p1eg11ntó el ciego al paralítico. «¿Como usted ve)),

respondió el paralítico al ciego. , También existen palabras que pueden ser empleadas en mús de un sentido,

d.:spojúnclolas de su primitiva sig11ilicación De dos diferentes derivados de la misma raíz pui:de haberse clesanollado uno hasta formar una palabra llena de signiticación, y el otrn, no constitwr 1nús q 11e un alijo, y con~c1 var ambas, ~in embargo, idéntico sonido \La idrnticlacl del S01tidu entre una palabra plenamente significaliva y u11:1 sílab:t vacía de Sl~ntido puede l~1111biéii ser cau:;aljEn ambos ca~os es dado a la técnica del chiste aprovechar taks peculiaridacks del material verbal. -

Así, se atriuuye a Schlciennache1 u11 chiste que constituye i111 puro ejemplo del empleo dt.: Udes medios técnicos: EtJcn11ch1 1.11 eine Leide111clwjt diu mit /:'í/l'r Sll(hf, "va;: Leiden l("/1<1//1 576

~' 5 Nula di; l'J;2: B1dl L'ila un analogo dn:-;ti:.: por Hlw/t! que cuu u.:/11 /l;nu1 (mit l:UL'r wt·.111) lo qut: 11HH.li1'1t.:¡u:i1)11: 'J\1na11h:~"11111i.:11IL"·; tamank~·loeo:-.) tlo/111 prodw t·» ( wus /.t'idt•u n Jw/j/J

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Page 7: Freud - El Chiste y Su Relación Con El Inconsciente

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S ! 1, ,\/ /' N /1 I /! 1 /· /l 11 /1 11 1 \ 1 () ,\/ {' 1 1 1 1 \

No puede negarse que esta liase constituye un chiste, aunque no de gran efecto. Desaparece aquí uiia gran cantidad ele facto1es que en el anúlisis de otros chistes pueden inducirnos en error al tener que investigar cada· uno ele ellos por scp:1rado. El pensamiento cxp1cs:1do en la rrasc carece ele tod~> valor, no cons­tituyendo mús que una muy insignificante definición de los .celos. No puede hablarse en este ejemplo de «sentido en lo desatinado». «sentido ocullo)) o «desconcierto» y «csclarecimienlm>. Asimismo resulta in1posible hallar un con­traste de representaciones, y sólo con gran e'Sfl.1c110 puede sospccharscl\111 con­traste entre las palabras y lo que signif1can:J No podemos hablar tampoco de contracción: la frase nos hace mús bien un efecto de ampulosidad. Y, sin em­bargo, constituye un excelente chiste. Su única singularidad es, al mismo tiempo, aquel carácter cuya desaparición tracríü.co11sigo la ele! chiste; esto es, el hecho de halliíi'se émplcadas fas mismas palabfas i~n diferente forma. Podremos en­tonces escoger entre agregar este chiste a aquella subdivisión en la que las palabras son empleadas una vez completas y otra divididas (Rousseau, Antígona), o aquella otra en la que la diversidad queda constituida por la posesión o carencia de sentido ele partes de las palabras, A más de este factor, hallan-los otro digno de tener en consideración para la técnica del chiste. Se constituye aquí una sin­gular conexión, una especie de 1111i/icaciá11 por el hecho de que los celos quedan definidos por su nombre p1opio; esto es, por sí mismos .. Tambit~n esto constituye, como mús adelante veremos, una kcnica del chiste, Tales dos factores tienen, por tanto, que ser suflcientes para dar a una expresión verbal el buscado carácter chistoso.

Penetrando aún más en la diversidad c!Cl «múltiple emplea>>' de la misma pala­bra, echamos ele Ver que tenemos ante nosotros formas ele «doble sentido» o del «juego de palabras», que son generalmente conocidas, ha largo tiempo, como medios técnicos del chiste. ¿,Para qué, entonces, nos hemos tomado el trabajo ele descubrir como nuevo algo que hubiéramos podido lü1llar en cualquiera obra sobre el chiste? Para justificarnos sólo podemos alegar por ahora que en tales fenómrnos de la expresión oral hacemos nosotros resaltar una nueva fa­ceta. Lo que los investigadores anteriores consideran como plueba del carúctcr «juguetón» del chiste lo incluimos nosotros en nuestro punto de vista del «múltiple empleo».

Los casos de múltiple empleo que por su «doble sentido» pueden reunirse para formar un tercer grupo se dejan rúcilmentc incluir en subdivisiones que, como sucede con todo el tercer grupo con respecto al segundo, no se distinguen unas ele otras por diferencias esenciales. De este modo tendremos:

a) (Los casos' ele doble sentido de un nombre propio y sn significado obje­ti\·o: Pistn{a, con e. dis¡)(Íl!ll<' r dl'jll illlL'.11/'ll rn111¡1111/ío (Shakespca1e, Enrique IV)

Más JI n/ ( cortejamien to) que /· 1 ci1111g (casa m icn to) decía u na morcla1 vienesa ele ciertas simpáticas jovencitas admiradoras por aí'íos pero que nunca habían encontrado marido. fin/ y F1ch111g son los nombres de dos cuadras vecinas en el centro ele Viena.

Heine: «Aquí. en l-Jambu1go, no reina el inicuo Macbeth, aquí reina !Ja11-/, o ( /3a11q110) »

Cuando el nombre propio no es utili1able en su forma tot~ll para el chiste, puede buscarse el doble sentido por medio ele una de las pcqueí'ías modificaciones que ya conocemos.

11 ( 111\ // ) \1 //// 11 /(},\ ( (/ 1 1 (l 1111),\\(11\11 l 1 /' 11111 1 \ ; ! / 111 1 11) L 7

«(,Por qué los r1ancescs han silbado el !.11hc11g1i11? (Elsas 11·cgcn).» ¡\causa Alsacia

de : ,E.1-:;-- (Eisa = Eisa, Elsass sacia) _, s,1

h) El doble sentido de l<i significación nhjc1irn y 111c1af1ín1a de una palabra, el cual es una genernsa furnte ele la tt'~i:::nica del chiste Citaremos tan sólo un ejemplo:

Uno de mis colegas, conociclo por su lino ingenio. dijn una vo: al poeta /\1-

lu10 Schnit1lci «No me 111aravilla que hayas llegado a ser un gran poeta Ya tu padre hizo reflejarse en .111 e.1pejo a sus contcmporúncos >>El espejo usado por el padre de Schnit?ler, reputado médii::o. era el lari11go1w¡1io Por otra parte, según una conocida frase shakespc~1riana ( llamle1, acto 111. escena 11), el f1n de 1~1 comedí~ y. por tanto, el del poeta, es «presenta1' un espejo a la Natmalc1a; mostrar a la virtud sus propios rasgos. sti imagen al vicio. y a los tiempos sus carac-teres y ~ingularidades». .. . _ '

!') (El doble sentido propiamente dicho, o juego de /lllf,¡/1r~~.Y·, que cs. por decirlo así, el caso ideal del múltiple cn·1plc(1. la palabra no sul"re aquí la menor violencia, no es dividida por sílalx1s ni somcti(b a modificacit'in ninguna. Tarn­poconeces~ta al~andonar la esfera a que pcllcnece (por ejemplo, la de los nombres propios) e 1nclu1rsc en otra dilc1c11te Tal v como es v·s'c'htlila dentro de la lrnsc. debe, merced a determinadas circ11nsu111;:ias. 12xprc~~1r dos dif'crentcs sentidos

No f'altan ejemplos de esta clase K. Fischer. Uno de los primc1 os actos de Napoleón 111 al asumir el poder fue

la con.fiscación de los bienes de la casa de 01lc<i11s, acto que dio origen a un cxcc­lente .1uego de palabras: Ces/ le p1e111icr vol de /'aiglc. (Vol = vuelo y robo }

En u1rn ocasión quiso Lui? XV poner a prueba el i1¡gcnio de uno de sus corte­sanos; y le ordenó que hiciera un chiste sobre su propia real persona. El mismo monarca queda ser sujeto (.111je1) del chiste. Sire · respondió el cortesano, , le 1oi 11'c,11 /){/\ .111jc1. (S11jc1 sujeto y súbdito.}

Un médico que acaba de reconocer a u11;1 sc11ora dice al marido de la enr(·1ma «No me gusta nada.» «Hace mucho tiempo que a mi tn11111ncon, se apresura a confirmar el interpelado

El médico se refiere, naturalmente; al estado de !;1 mujer. pero expresa su preocupación con tales palabras. que 121 marido halla en c'llas la confirmación de su aversión matrimonial

Heinc dijo en una comedia satírica «Esta sútira 110 hubiese sido tan 11101dic111c si el autor hubiese tenido mis que 111order"

Este chiste es un ejemplo de doble sentido .metafórico v común, más bien que un juego de palabras. Pero ¡,quién puede fijar aquí lo~' límites entre esto~ grupos?

Otro buen ejemplo de juego de palabras es relatado por lkymans v Lipps en J'orma ininteligible. No hace mucho que di wn la \ersit)n correcta de h~ anécdota en una colección ele chistes poco usada ( 1 lcrmann, 1904}

Un día se encuentran Sapin y Rr¡thsd1ild, despu(;s de charfor un ralo. Sapin le dice: 'Oye Rothschild, mis 1cscrv;1s han disminuido, pudieras prcsta1mc cien duciidos' 'Cómo no', le dice Rothschild, 'eso me p~irccc ~1propiado. pero con la condición que hagas un chiste' 'Lo que a rní también me parece apropiado·, responde Sapin. 'Entonces, bien, ven a 1i1i oficina mañana' Sapin llega puntual­mente "Hola', dice Rothschild al verlo llegar, Sie Kn/)/111e11 11111 ihre 100 D11k111e11

l& $ilUj QUl¡;a Q.MA. q; ZQ!J4JC(iij@h; · :;¡¡1,;.;;..;..;...¡¡,;;;;.,;;.;;;.;._·,; .•.. ~~:-~:.:.:.:..:;:_·_·--- ..

Page 8: Freud - El Chiste y Su Relación Con El Inconsciente

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ltJ-l'i S I G .\! I' .\' /J lRé.UJJ e o 11 f' L E r .1 s O ll R .·! S

('has venido poi los cien ducados'). 'Nó', coulestó Sapin, Sie Kumn1e11 11m ¡/

11c

100 D11katen rvas _:, perder tu~. cien ducados') puesto que ni so1iar de pagarle antes del Ju1c10 hnal"'

El misrnn Hcinc dice' c:1 el V1u1e í>01 el llw: «No recuerdo en este momento los JH .• >mbres de. todos lo:-. estudiank-;, y entre los prnl"esores hay algunos que to\b via no _lo. t 1ene11. » Y. mas adelan le em pe:zar:enios a tener pi (tctica, esperu, en e.l d1agnost1co cl1krenc1al s1 m¡ui insertamos otro chisle bien conocido sobre prolesores. \<L1 d1frre11cia entre profesores 01dinarios (onfentlic/i) v ex1raordi-1.1anos ( a11.1·1e1 01 dent licli ! es que los 01din;11 ius ll() hacen nada de cxt¡·aordina rio, en tanto que_ l_o, Lxtr¡to1dirrnrios no lrncL:n nada orde11J!ich (propiamcnll.'.).); l:l doble s1glllf1Caélc'. c!S .las. pa(abnts mc.',niinh y u11sserordent/1c/1 permite el Juegu,J~ palabrct.,, ~1gn1i1cm10 'dentrn y lucra del Establecimiento' y por otro lado ef1c1ente y '.;obresal1~r1le' Aquí el sig11ilicado múltiple es bastante mú~ 11owblc que el duole s1gnif1cado de otros chistes. A través de toda la frase

110 01mos nada s1110 la reeunc'ncia constanle de la palabra ordellflich. a veces en esa forma: a veces modificada tn su sentidc» negativo El ingenio nuevamcnlc eslú en dd1111r un concepto usé!ndo las mismas p~d:tb1'as o mús prccisamt:iilc en de­fm11 dos conceplo:.c•J1 relativos por medio de otro. lo que produce un ingenioso ent1clazam1~nto .. h:wlrnL"nte y de;;tacando aquí el aspecto unificador de extrae¡ una conex1on mas rnl1rna entre los ele1i1entos de la sentencia que lo que uno tcnJ11a derecho a e~pt:rar de su naturalera

. «H bedel Sc:hüle;. ""* mt: saludó 111u~· af'cctuosamc11tc, puc'.s tambi(·n él es L'.S­cntur y me !rn c1t:1do n:uclrns vece~:, llevanJo su aiirnbilidad hasw dejar escrita la cita con .tiza sobre m1 puerta cuando no me hallaba en mi cuano.» . ~tr.o chiste, debido al ingL·ni<) ele aquel nuestro chistoso colega que citamos en pagrnas anter101es. nc:s facd1u la transición a una nueva especie de la técnica d~l do~le sentido. !:11 la epoca en que el asunto lJreylüs se hallaba a la oiden del dia, dqo nue;,tro burlón ami~o:

« Lsa rnuchacila n1t: recuerd~t a Dreyfus; el ejército 110 cree en su inocmciu )) . L1 pala,bni !110, e1

1t ia, sobre cuyo doble sentido se halla conslrnido el cliislc !1<.:nL", al r~fcrnse a DtL'yius, la significación C(lniente opuesta a c1 imrn

0 de!i'to'.

Y al reknrsc a la_nHIUE1cha, una s1gnilicación sc:rnal opuesta a la l'\pe1 il:ncia en esta maléna. l~\l'"'.te11 muchos ej•:rnplós de esta clase de doble sentido, y i:ll

tu,!os ellos C3 el ~;cntidn sexua.1 el e:>encial parn el ef"ecto del chiste. Pudiéramos rcscr\ :u para esll' g1 upo la calificación de e1¡11Íl'oui,

Ll chist.e de D. Spit1cr incluido en púginas :.11Jtc1iun:s es un exccknle ejemplo JL'. la J eq Ul V0("() .

«Según Ull(lS, L'I ma1 ido hu gw1w/n n111c hu .1· dudo poco, segun otrns, es la muj¡:1 la q lle ( 11.') ha d11:f,> ! 1111) ¡>tJl o r 1;,1n11do 11u1cho >)

. J\ia,; si co111parnmos este chiste de d<Jbk ~L'.fltidu con equívoco cun Litros L'Jcmplos, advert11e1~1os en se¡;uida una dile1e11cia niuy importante para la u\:­n1ca l.:n el cluste de la <<11wcenc:a», alllbos sentidos de la palabra se hallan iim:tl­mente cerca de nue:;t1 a compr:.:!1sión; no sal11 í:tmos diferenciar cuúl de lo; dos ·.el ~exual o el no :-:nu.al--~ l'.' mús conicnte y conocido. !Vluy distinto es, en ca 111

b10, el ejemplo de fJa111cl Sp1tzer L11 él el sc111ido vulgar cubre casi por compldo

/:/ C///)'11: l' .)U iU:L.ICJO.V CO.\' /U INCONS<.11-NI/ 1) /'ll<U ·1.V.111/ICA 1049

al senlido sexual, hasta el punto de hacerlo invisible para un espíritu poco rna­liciosoº A modo de conlrasle pennítasenos consignar otro ejemplo de doble signilicado en el que 110 se intenta ocultar el ~c11tido se:xual. Heine al describi1 el carúclcr condescendiente dt: una dama <d'.lla no püdía ab.1ch/oge11 (rehusar­ori1ia1) nada excepto su propia agua.» Esto suena a obscenidad y escasamente nos da la impresión de chiste bta dil"crencia act:ntuada de las dos signillcaciones del doble sentido aparect: también en los L·histes desprovistos lk toda relación sexual, bien por s.er una de ellas la mús usual y corriente, bien por colocarse en p1imer té1111ino s11 conexión con otrns elementos de la frase; por ejemplo. Ces/ le pre111ier vol de /'a1g/c. ([~)e.los estos casos los reuniremos bajo la calificación de doble .1e111it!o co11 a/11\iÓ!~

(4)

· Hemos llegado a conoce1 ya Lrntas y tan diver:;as lécnic1s del chiste, que cónvcndrú formar una relación de ellas para evitar ol1idos n conl"usiones. Ti a­temos enlunces di.': resumirlas·

1 Condensación· 11) con lonnación de palab1 as 1nixtas, b) con modificaciones.

11 Empleo múltiple de un mismo material: e) total o lragmen ta1 ian1enll'; d) cu11 variación del orden, e) con ligerus modificaciorn::s; /) con las mismas palabras, co11 o sin sentido.

11 L Doble sentido: g) significando tan to un nombre como una cosa, /¡) sig11ific1ción metafórica y lilcral; i) doble sentido propiamente dicho (juego de palabras), j) equívoco (t!ouhle e11te11t!re), "J doble sentido con alusión.

Tanta variedad nos con(ú11de un poco. Pudiera hacernos la111cnlar el haber dedicado nuestro interés al examen de los medios técnicos del chiste e inducirnos a sospecha1 exagerada la importancia que a dichos medios hemos alribuido en la inv<.:stigación d.:: la <.:seneia del 111ismu. Pero :il paso de csta sospecha sale siempre el hecho inncgabk de qu<.: el chiste dcsapa1eL·e en el mo111ento en que prescindi­mos, en la cx1>1 c~:ión verbal, de l<>S electos dL" tales técnic<\s Esta circunstancia 1ws indica adernús que debemos buscar la L111idad dentro de la va1iedad que ante nue~tros ojos se ofrece. Debe ~n posibll' r...:11ni1 ludas estas técnicas en un solo haz. Ya dijimos antes que la reunión Je lus g.1 u pos scgtindo y terccrn en uno solo no presenta grandes dillcul!ad:.:s. El doble scnlido, el juego de palabras, es tan sólo el caso ideal del empico del '111isn10 material, concepto mús amplio que lo comprende en sí (Los ejemplos de rragn1L~ntación, variación del 01dcn dentro del mismo mJtCiiéll y cmpko múltiple con ligcia modificación ----e), d); e)-·-, poddan inclu;rse, aunque no sin esl"l1e110, drnlro del con..:cplo del dolJle ::;cntido .. 1

i'vlas ¿qué comunidad existe cntn: el primer grupo --condensación con forma­ción sustitutiva-- y cada uno de Jos dos restantes de empleo múltiple del mismo material'!

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111.11 \ / r, 11 I' 1\' / > 1 ti I r /> r 1 11 N 1 \ 1 f/ 11 I' 1 / / 1 \

La respuesta es, a mi juicio, liarlo sencilla FI empico del mismo matc1 ial es tan sólo un caso_ especial de !;1 condensaciún. El juego de ¡ndahras no es mús ~uc ·úiiú. coí1dcnsación sin formación ele suslitutivo. De este mndn pcrniancce siendo la co11tlc11sación 1:1 catcgrn ia supcrirn. Una tendencia comp1 eso1 a o, mejor dicho, economizan te domina todas estas ll;cnicas. Toclo.pmecc ser -- como dice el príncipe Hamlet ···-cuestión de economía (Thrirt, Horatio. thrifl).

Probemos la existencia de esla tendencia economin1do1;a en los ejemplos antes expuestos. C'esr le prc111icr vol de f'ai~lc Es el primer vuelo del águila; pero aclcmús es un vuelo en el que ha ejercitado su condición de ave de rapiiía. ¡rol, para dicha de la existenci:1 de este chiste, significa tanto «Vtlclm> como «robo». ¿No existe aquí condensación o economía? Desde luego, pues toda la segunda idea ha sido omitida y, aclem:is, sin que :q1:11e7ca sustitutivo alguno que la represente El doble sentido de la palabra 1·01 hace inútil tal sustitutivo, o, mejor dicho, la palabra l'olconticnc en sí el sustitutivo del pensamiento rep1 imido, sin que por ello nccesile Ja primcr:1 parle de agrcg:ido o mcidillcación algunos En esto precisamenle consiste 1<1 ventaja del doble sentido.

En estos ejemplos es innegable la condensación y, por tantci, la economía. Pero debemos hallarla en todos los demús ¡,Y dónde se encuentra en otrns chistes, tales como los de Ro11s.1e1111-1011y t'I 1111 y Antigonc-Anrík? O, nce, en los que vimos ya que no era posible descubrir condensación alguna, y nos 111ovic1on, por t:111to, a establecer la técnica del múltiple empleo del mismo material? Mas si el concepto de la condensación es inaplicable a tales casos. no sucede lo mismo con el de la economía, <11 que el primero estú subordinado. Fúcilmenle advertimos qué es lo que nos ahorramos en los ejemplos citados. nos ahorramos expresar una c1 ític;1 y formar un juicio, cosas amhas que apa1.ccen implícitas ya en el nombre En el ejemplo Eífc1.111Ch1-Lcidc1111 hu/! nos ahorramos el csíue110 de hallar una

definición· Ei/ers11chr-Lcide111cha/1 y Ei/cr .rncht, Leiden scha/r: unas cuantas palabras mús de relleno, y la delinici6n queda constituida. J\núlogamente en todos los dcmús ejemplos hasta aho1a anali1ados. Donde encontrar un 'ahorro' mínimo como lo hay en el juego de palabras de Sapin (Sic Ko111mc11 11111. ) se ahorra buscar una nueva p;dahr;i para responder, las palabras ele la pregunta bastan para 1:1 respuesta No se ahrn ra mucho, pt~I o en eso reside el chiste El múl­tiple empleo de las mismas p:il:1hras en la intc1 pclación y en la respuesta cons­tituyen también un «aho1 !())) Recordemos la rrasc en que l lamlct dclinc la rapidez con que, tras de la muerte de su padre, contrajo su madre nuevas nup­cias: «El asado del banquete funerario se sirvilí fiambre en la comida ele bodas.»

Mas anlcs de aceptar la «tendencia al aho1 ro» como el carúcter general del chiste y comenzar la investig:1ción ele su origen, signif!cación y causas a que obedece la consecución de placer que motiva, entraremos en la discusión de una duda que merece ser tenida en cuenta Es, desde luego, posible que toda técnica del chiste muest1e la tendencia al ahorro en la expresión verbal, mas esta relación no es susceptible de ser invertida. No toda economía rn la cxp1c­sión verbal es chistosa. ·ya ante1 ior111cnle topamos con esta conclusión cuando esperúbarnos hallar en todo chiste un proceso de condensación, y ya entonces hicimos obse1var que no tocl;1 expresión lacónica constituía un chiste. Tiene, por tanto, que ser una clase especial ele abreviación y de ahorro la que traiga con­sigo el carúcter de chi~te, y ha,sta lanlo que conozcamos esta singularidad no serú posible que el dcscuhrimicnto de los elementos comunes ele la técnica del chiste nos :1proxi111e al fin de nuestra investigación

11 1 1111 I I ¡ · ', 1 ' 111 I 1 r / f/ \ r ¡; \ 1 n ! \ r r 1 \ \ < 11 .\ /1 /1 /'//!// IVll.///( 1

/\dc1n;is, conf(:samos qut; las economías que la kcnica del chiste lleva a caho no nos parecen de gran importancia Semejan m:'is hien la frn m;1 de ahn1 rar de ciertas excelentes amas de casa que toman un coche para adquirir en un extremo de 1:1 ciudad un artículo que h;dfon en 01 pm algunos céntimos menos que en el mercado p1óximo a su casa. ¡,Qué es ló que el chisle ahorra por medio de su kc­nica ".Tan sólo el trabajo de buscar y orclen~ir unas cuantas palabras que hubieran acucl1clo_ s111 esíuer7;o _alguno .. A cambio ele esto tiene que !ornarse el trabajo de dcscubnr aquella un1ca palabra que cubra ambas ideas, y para ello se ve con lrecuc11cia obligado a variar la cxprcsil'rn verbal de una de las ideas, haciéndola rcveslir una forma poco corriente que facilite la unión cnn la segunda. ',No'hu­hic1a siclo más sencillo. fúcil y hasta eco1H1mico expresar ambas i~lcas tale y como se. prescnlaron aunque de este modo no existiese una u1munidad en su cxprc­s1on? ¡,No es compensado -o mús bien superado - el aho1 ro en la expresión verbal por el gasto ele rendimiento intelectual? '{ quien ekctúa el ahorro. ;a q 11 ién bcnclicia '? '

Evitemos por ahora estas dudas dcspla7únclolas. ¡Conocemos ya realmente todas. las clases ele chiste'? Seró, sin eluda. mús prudente reunir nuevos ejemplos y someterlos al anúlisis. ·

(5)

lnlluidos, sin duda, por la escasa estim;1ción que se ks CPneccle, no nos hemos ocupado hasta a!1orn de aquellos clfr:;te-; .~J~ll~ fornpn el grupo mús 11u111crnso Y conocido .. S?n_estos los dcno111111adns «relrué:c:111os», que p:1s:111 por pcncneccr a la clase mas rnfima del chiste 1 crbaL por ser kis .. qllc con maym facilidad y menor gasto ~le 1ngen10 se producen. En realidad/ el rctrni:c;rno requiere cscasisima tfrnica 0 en co1;t1aposi_ción al jul'go de palahrás' que es el d1iste. en el que la mis­ma se l1acc mas amplra y complicada Si en este último liencn que hallar -;u cx­prcsit'in las dos significaciones de unü misma palab1 a empleada una sol~; 1 cz, ba.sta, en cambio, en el retrúécano que dos palabras una para cada signifiL::1-c1on·-- se recuerden mutuamente por medio ele cualquier manifiesta an:llogía, sea por una general scmejan7a de su cstruclu1 a o pm similic:1de1Kia, comunillad de algunas letras, ele._ Pero una multitud de tales ejemplos. no muy acelladamcn­tc denominados <<chistes poi similicadencia», se halla inl'luida en el parlamento ele! capuchino, de la primCla parte del Walll'nsrcin, de Schille1 *.

Esta clase de chistes mqclific<\ con especial frecuencia u11a de las vocales de la palabra: ele un poela italiano que, a pesar de su 1cpuhlirn11ismo, se vin obli­gado a componer un poema en hcxúmctrns alabando a un emperador alem(111, dice H?:'.cs1 ( Ali~~11acrn11do, B1tdcr m1.1 lra/1c11, 1888) «Ya que no podía destro11ar a lo~ C~:1·a1e11 (Cesares), presc111día ele las Ciis11rc11 (pausas grarnaticales).H

_h._. _hschcr ha dcdica_do gran atcnci()n a esta clase de chi.,tcs, a la que separa del1111t1vamenlc ele los «Juegos de palab1;b» (púg. 78). «El 1 ctruécano es un mal juego el~ palabras, pues no juega con ellas conio tales, sino únican1entc como soniclo.».1F!1 cambio, el juego de palabras «pasa clcscle el sonido de la palab1 a a la palabra misma». Mas, por otra parte, incluye chistes como los ele «íamillona­no», Antigonc (Antik? O, ncc). ele, entre los chistes por o;imilicadencia, inclu­sión, a nuestro )u.icio, equivocada También en el juego de palabras son l~slas, para nosotros, u111camcnte una 111rnge1i sonora, a la que atribuimos este 0 aquel • No jncluidos en esta edición (Nota de J 1V J

--------------...... ..,,. ... A_W_P ...... _ .. ..,,,_,,..,QA_,,;,· ....................... U;::::..;·..,, _., ___ .,..;w¡,=c.:,~--.::;.:,;.. .. ;:: ..• :;:-:-::--::.~- l )

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;, 1 tI ,\J 1 .\ iJ /' H t. l n O li R 1 1 C O .\! !' /. L I ·I .\

,entido lampu, ll :1,¡ui 1i~1·;en lus u:;us del k1;guaje gramk::, dilcrcncias, 1

si tral.iillOs dt:spect!\ ~:mc:nte al 1et1 uéea110 ) U)U cic11ci r·~spelo al juego de ¡Jiila­h1a' vllu se lu11d:1 c;1 eu11,1(kr:1uunl'S 111uy alejadas de la técnica. Ohsé1 vese: 1<1 11;11uralaa de ai.¡udlo:, L·hisk.-> lJLk: denui-11i11amos <<retruéca11os». !lay per.;o­nas que: posú:n d don de L'l'!lto..:~l:t! cu1i Ulí chi~le de esta clase (en akman Aa­luw:r1 a toda liase quc sc k::; dirija. Uuu de mi:·; colegas, modesto hasta él nccso CU;í11do Se lr:lf;J d._: /..1:; Ílilp(i1'(;;11lé·o !ólll!ados tk SU labor científica, acostuml>1a \ anaglo1iarst' dt' poseer e~t~1 cua!id;id F11 una oca~ión en la que su inagotabk vena pn1duc1a el ;:::,,¡rnhrn Je una íntima reunión l'<lmiliar respondió a los aplau­~:os que sc le Pf!'di!:;<iÍ•:rn: Ju, 1rl1 iiegc /u,'r u11/ d1·r K<i-Lauer (<111/ dd lm1cr li•> gen . ..::;lar e11 ac.:d1" Au!uuer · rd1uéca11u). y lul.!go, al pedir!( .¡i1e diera poi lerrn111ada la pwd1¡¡ icpu·:;n: «Bueno, pero ·~011 la condición de que se 1ÚL: cu11-LCda ahora misrnu el lÍlulo d,· poeta ka-l<1ll1l:;¡.Ju >i I-:1cilmcntc adveitimos que arnbos ret1 uécanos suu cx·.:.elc11tc~; l:histt'' por conde1baei('l!l co11 f'o1111aci(111 de pa,labra !iÚXl:L «E:-,tuy aqui •:n uct'i !10 { Louu ! p:11a 11ace1 l<'fltit;cu11c;í ( k11!u11cr) .i<.'ilfC todo lo qu,· Lt:.!L'des d1cd1 )>

Dt: !üdos mo<.L>s. vc·111us ya poi t:sta:.; ,Ji:..cu~ion,;s sobre la dclimitaciún ent :e cl 1t:tru(·cano y c! jueg•J de palab1;1s qui: el prir11e10 no puede ausilia1nos 111u;.:l10 en la i11vestig::ició11 lit 11n:1 rll!eva 1.::cnicu .del •:lli~te Cuando no iialla111os en él el empico en distinto.: ~.entido,; de un rni~mu material, tropcz<unos, en cambio, con el n:Lo1no d~· ¡,,.\a c<11iocidLl, n:turno que se nos muestra en In c:Ji1¡.jde11ci;1 dt: b:. dus p;d:1Lras p'.Ie~tcis :ti ;:;;rviL·iu del chiste Así. puc~, el retruécano nu e:, iP;1:; que Ulla subdi\i.,ié:•n d.:! grnpo, q'.il' c:ulrt'.Í!i<i en d juego de ¡xilab1a~ propi:t­rne:ne J icho

(6¡

L:•.i;lé:n, ::in erntlil1gu, chistes cu·;a tt\nic<i carece realmente de tod:, co11cxió11 con la de los g1 upo,; c\aminado:; Íia:,t;1 ahi:•ra

Una cono•: ida a¡¡¿'\ do tu refiere que hallitndose Heine una nc>cl1e dialooando con el poeta Sculié, entró en el salón en que ambos escritores se hallai)~!l an conocido millunario, al que se le solía co!nparar, y i1(i sólo por su inmensa for­tuna, con el fabulo,;o 1cy l\·lidas. Un numcrnc;ó grupo de invitados rodeó e11 el t1L·1 o, con grandes mue::; tras de obscq uiosa admii ación, al recién llegado. «Obst:r­\ c: usted -dIJO C!ttom:ó Souli,~ a lleine---: cómo nut:stro siglo diecinueve adora al beee1 ro de oro >> i !cine, tras de eo11te111plar la figura del personaje, confirmó· Si, ya 1 cu, pe tu me pur<.·d: que le c¡u1w 1111i1d 01ios ( K Fischer', pÉlg 82 )

¿,C:u:'d es la t•~rnic:i dt este excelc111c chiste? K Fischer opina que se trata de lill juegll de pal:il .. r a~ La c::presi(Jn «becerro de Óro>1 puede rcrerirse tanto al MaJJ!lilon corno al cui lo ido!.\trico. L:.11 el primcr caso, lo pnnci¡nd es c:I orn, en el segundo. la rnwgt:n Loornórncn; t:irnbié11 puede servir dicha cxpn:sión pa1 a dcs1gn;ir en un senudu pt:yorativo a L!l1 indi\iduo mús rico en dinero que en írnc­ligL'.ncia (púg. 82¡ Si 1c.1li:tamos la piw:ba y pn:scindirnos de la expresión «be­cerro de oro», dc:,:¡¡J:irccc, en efrc10, d chiste Hagamos decir a Soulié «Mire u~tcd cómo la genlr: ;riJea a ese imbécil únicarnente porque es rico», y 110 sólo d1.:sap,1ieu:rú e.1 cl1i~,k. ~iiw también la posibilidad d1; la réplica de Heine.. .

Pero retlex1oncmü~ y reconlcmos q uc 110 se trata de la comparación de Sou­!1é, lk~dc Juego, chi>lo,a, sino de la 1Cplica dc llei11c., que aún lo es mucho mas.

11 < 111'>11 ) ;¡• IU-1 lc/OA. C1I.\ /I} /.\(11.\'\(/f,\/I i'·l!U/ !Nllf//( ·I 1051

Sic11do ;1,í, no tenemos ci dc1cd10 de tocar a la c\presión «becet 1 o de oro», la uta! debe permanecer intacta, como un anteLedcnte de !a f'rnse de 1 kinc, y la Jl'l\ucción tendrú qu<: limitarse a esta últmi:L Si hacemos desaparecer las palabras <1pern me pa1cce qui~ le quita u~ted ai1osH, 110 pod1emos ~rnstituirla~ sino por la !rase siuuiente «Eso va no es un bn.:en o; es ludo un buev.>> Por ta1110, el chiste de Hci1~e se basa c11 q~1e su autor 110 toma la expresión «b~ct:rrn de r1ro» metaló­ricamente, sino en un sentido pe1so11al, y la relierc directanH.:nie al rico personaje Aunque quizá este doble sentido estuviera ya en la inte¡¡cifin de Soulié. .

Mas observemos ahora que la reducción electuada no destruye por completo el d1iste de Heine, sino que deja intuc!O lo escrn ial del mismo. En la nueva redac­ció11, la anécdota sería como sigue. Dice Soulié «Vea usted cómo nuestro siglo diecinueve adora al becerro de Ll!U >l Y Hei11c rcsponde. '.<jOh ! Eso ya no es un heleno; es todo un buey.;> [11 esta interpretación reducida cuniinúa vivo el chiste. Y es, ademús. la única reducción posible

Lústima que este lxllo .ejemplo contcnp;a tan con1p!icudas condicion1;s téc­nicas, que nos se¡¡ illlposiblc poi ahoia extraer de d cselarecíllliento alguno .. Debemos, ptH.:s, abandonarlo y b11sca1 otro en el quc sospechemos algún pa­rentesto con los antcrionnentc a11ali1~1dos

Sea cstc nuevo d1iste uno lle ilis muc:l10, lJlll' pintan la aversión de Jos judíos de la GalitLia austriHca a baiiarse. Ob,;ervaremds de paso que 110 exigimos de 11uestros ejemplos lartas de nobleza; 1w nos p1t'.ocupa su procedencia y sí sola­mente su calidad como tales chislcs, sié11dnnos su!iciente para acogerlos el que cu1nplan su cometido de despertar nuestra hilaridad y sean digno:; dt: nuestro interés teó1ico. Y tales chistes sob1e los judíos llenan mejor que otros ningunos ambas condiciones.

Dos· judíos se encuentran L't:Jca de un establecimiento Ul' bai1os: (</,Has /ornado un baño?», pregunta uno tk ellos «¡,Cómo? ---responde el otro·-.

-';.Falta alguno?)) ' Cuando un chislc nos hace 1eír no estamos e11 las mejores condiciones para

investigar su técnica, y se nos hace dilkil llevar a cabo un penetrante análisis. En el ejemplo último, lo primero que se nos ocurre es: «¿Qué equivocación mús cúmica l» Pero ¿cuúl es la técnica de estt: chiste? Ciertam~n!c., el emp!c.o_~n doQJe sentido de la ¡:iii'hibrá (do-fr1aÚ>.-Para üi1li qe los interlocutores ha p~rcfü!.<?_~~te verbo su prii11itiva- signifícúéióii. En cainbio, para el oiro hCcorisé·1 va plenamenté. Nos hallamos, pues, ante un cje1\Jplo de aquellos chistes-en los que uná misma palabra es tomada alte1JH!\iv~1mentc co11 y sin su propio s~nLido (grupo 11, j). Stisfftl.ly<i1Í1os la expresión «tornado--ui1Tiüño» · j)or sli · iqqivaknte «l@b!L?\':)),

.. ):-·el chiste desaparecerá. La ie:;puesta resultaría ya inadcct1<1da .. _Así, p11es,. el --chiste se halla contenido en la expresión «tom<1do Illl b'año>1. ·

- Todo esto es cierto; mas tumbi('.11 ;¡qui uhserv:11mls que he!llos efoct uado la 1educción en lu,1.a1 indebido. El chiste no 1csicle en la pregunta del p1ime1 ju­dío, sino en la resjiucsta del intnpclado: ,;Crí1110~ ¿/<i1/1a !ilg11110? Y esta :éplica no puede st:r despujada de su ca1úeter chi::>to~u poi medio de ninguna amplia­ción o modificación que conse1 ve su sentido Sospcclramos que en ella tiene mús i111po1 tancia el hecho de que IHl acuda siquina a la i1aaginación del judío la idea de que pudicia haberse ba1iado que l:i mala inteligencia de la palabra «to .. 11wr». l'e10 tampoco aquí vemos clarn IJusqucmos un le1cer eje111plo.

Serú éste otro chiste de p10tago11istas judíos, pero que contiene un nódulo gl~neral humanu Ciertame11te, también este ejt:mplo presenta complicaciones,

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mas por _fortuna distintas de las que hasta ahn1 a nos han impedido vc1 con cln ridad. · ·

Un individuo ai ruinado había conseguido que un amigo suyo, persona aco-111odada, le p1csla1a 25 f101i11t·s, u>111padccido poi !;1 pi11lt~a q:pc '.le s11 s!tu;1cir'111 le había hecho, recargúndola con los mús negros tonos. En el 1111~1110 clia le en­cuentra su favorecedor sentado en un restaurante ante un apc!1loso plato de salmón con mayonesa, y le rep1 oc ha, sorprendido, su prodigalidad· «¡,Cómo? ¡,Me pide usted un préstamo para aliviar stí nngust!osa situación; y .le ve? ahora comiendo salmón con mayonesa'! ¡-,!'ara eso neccs1taba usted 1111 d111ero !» <<No acierto a comprenderle -·responde el inculpado·--. Cuando no lrngo dinero no puedo comer salmón con mayonesa, ahora que tengo dinero, resulta que n~ deho comer salmón con mayonesa. Entonen, ¿cuándo diahlos l'O)' 11 nn11cr rnf111011 con 11111vonesa ?»

·Por fin. aquí falta la mús pequeña huella de doble sentido. El retorno de las palabras «salmón. con mayonesa» no puede constituir la té.cnic<~ de este chiste, pues no se trata de un empleo repetid~) del mismo malcn_nl, sino que es u;rn verdadei·a repetición de lo idéntico, obligada por el contenido. Ante esta anec­do!a permanecemos un tanto perplejos, y estam?s quizá ~entádos de _hallar una salida negándole, a pesar de habernos hecho reir, el caracter del chiste ..

¿Qué pudiéramos observar de interesante en la respuesta del a1ru1~ia.clo go11r111et? En primer lugar, la estricta lógica de su .respuesta Mas esta log1ca es tan sólo aparente y se desvanece en cuanto rcllcx1onamos un poco. El 111tcr­pelado se defiende contra la acusación de_ haber invertido. el dinero prestado en una golosina, y pregunta, con aparente fundamento, rnando va a gonir de su plato favorito Ma~ no es ésta la 1cspucs!a ad.ccuada.; su favorecerk~r no le re­procha el haber satisfecho su capncho en el mismo drn el~ .haber p~d1'.Jo y obte­nido el préstamo, sino que le advierte que, dada s~1 s1tt.ia~1on ~co.nom1ca~ carece ('/J absoluto del dcrccho a pensar en tales lujos. btc un1co sentido posible de~ reproche es echado a un lado por el alcg1e vividor'. el. cual responde, como s1 hubiera comprendido mal, a otra cosa totalmente d1slmla. , . . ,

¡,Se halla1 á, pues, la técnica ele este chiste pr?ci~'.1mente en _la desv1ac1on de la respuesta del sentido del reproche? Una tal vanac1on delyunlo de apoyo o des: plazamienlo del acento psÍ(juico podría entonces lamb1en dcn:o~!rarsc en los dos ejemplos anteriores, de reconocido parentesco con este ullimo.

En efecto tal demost1ación resulta ya facilísima y nos descubre por com­pleto la técni~a de todos estos ejemplos So u lié llama. la atención a Heine sob1 e el hecho de que la sociedad ochoccntista adora todav1a al becerro de. oro, c~mo primitivamente los judíos en el desierto. L.a respuc.sta ade~uada de Heme huh1~ra sido algo como: «Sí; la humana naturaleza es s1~111pre 1gua!; nada ha mc?d1fi­cado en ella el transcurso de los siglos.» Pero Heme se desvia del pcnsam1enlo verdadero y no responde a él, sino que se sirve del doble sentido posible ele la expresión «becerro de oro» para torcer por un camino lateral ;.se apodera ele un~ de los elementos de dicha expresión, la palabra «becerro», y contesta como s1 sobre tal concepto recayera el acento en la frase ele Soulié. «¡Oh, ése ya no es un becerro!», etc. 77

577 La respuesta de l lcinc es una cnmh111:h:iún de dos diferentes técnicas: dcC\viaci~'111 ~ alusi(\n pues no dice directamente: «l'.s un buey \)

11 r 1111// 1 11' /!H I< /UN < (1,\ 111 l\«J.\';t 11 \// 1} /' 1 /i / / 1 \ 11 / / /( 1 10'<

j J\ún rnús visible se nos muestra la dcsvi;1ció11 en el chiste del baño. Podernns 1;cprcscntada grúlicamen!c. _

j P1cgunla el primc10 «¿,l las lom;1do 1111 hoí/n 7>> l·I acento 1clac sobre el clc-

nento baíio , El segundo responde como si la p1cgunta hubiera sido ur".1 las tomado un

)año'?» Lii e:xpresió1u~tornac10 un baño» hace 'pos1 ble este d~splazarn1cnto . .deLace11t_o

Si-en ii1gar de ella se dijésc· «;.Téhiis füliliiclci'Ctod() dcspl:m1miento resultaría imposible. La respuesta, despojada de tocio carácter chistoso, sería entonces· «¡,Que si me he bañado? No sé lo que es !?So» La técnica del clfr;tc resi~lc _cxclu­sivqn1cnte en el desplazamiento del. acento dcsdC.«füíi'io>) :i «toma~o.'.~º~8 . ·--Volvamos al ejemplo del «salmón con 111ayo1icsa» comii al dé 1rnís yura ca­lidad Su novedad ocupará nuestra atención en varias direcciones cl1lcrcntcs Ante todo, demos un nombre a la técnica que acabamos de descubrir A mi jui­cio, el que mejor le cuadra es el de de1pfaza111iento, pues lo esen~ial_ de ella es la desviación del proceso mental el despla1am1cnto del acento ps1qu1co sobre un tema distinto del iniciado. Establecida esta calificación comenzaremos a inves­tigar en (]lié relación se halla la técnica de clespi'azamienlo con. la expresión verbal del chiste. Nuestro ejemplo (salmón con mayonesa) nos clcp reconocer que el chiste por desplazamiento es en alto grado independiente de la expresión verbal. No <:lepende de las palabras, sino del pi·occso mental, y de este n1odo resulta inrructuosa toda sustitución que, dejando a salvo el sentido, intentemos en las palabras. La reducción sólo se hace posible alterando el scnlidn y h;:iciendo que el desaprensivo gourmet conteste clircctamcnte al reproche en lugar de buscar, con el chiste, una evasiva. La forma reducida sería: «No puedo negarme al ca­pricho de comer aquello que me güs!a, y me tiene sin cuidado la procedencia del dinero que ello me cuesta. Ahí tiene usted por qué me encuentra saboreando un plato de sülmón con mayonesa dos horns.rl.espµés,q'C_haher pedido un p1éstamo » Mas esto no seda chistoso, sino cínico. · ' ·

Scrú harto instructivo comparar este chiste con otro muy semejante: Un individuo entregado a la bebida gana su vida dando lecciones en una

pequeña ciudad. Mas poco a poco \1a siendo conocido el vicio ~ue le ~omina y disminuyendo el número de sus alu¡rnrns. Compaclee1~0 d~ ~1, com1enn un amieo a sermonearlc: «Podría usted ser el profesor mas sol1c1taclo de toda la ciuch1d tan sólo con abandonilr la bebida. ¡,Por qué no k1ce ·así?» «¿,Y eso es tocio lo que a usted se le ocurie? -responde indignado el bebedor-·. ¡Conque si doy lecciones es para poder beber, y\ oy a dejar de beber para tener lecciones 1»

Ta1Úbién este chiste presenta aquella apariencia de lógica que nos extrañó en el del «salmón con mayonesa», pero ya no es un chiste por desplazamiento. La respuesta es directa. El cinismo· que dicha apariencia encubre es confesado aqui abiertamente: «Para mí lo principal es beber» La técnica de este chiste es realmente harto pobre y no ex'plica el erecto del mismo. Reside exclusivaménle

~~H , La palabra tomm resulta. a consccHCncia de sus multipk" posibilidades de cmpl~o. muy aprnpi:id:,1 para la:clnhoraciún ele chistes, entre Jns cual.es cr.nnuni· carcmns aquí 1111 ejemplo puro q11c contr~sta con el chislc por dc.splaznmicnlo arriba nnnlizado; «Un cono .. l idr• h:1nqucn1. del que '\C sabe que rc:din_1 arricsg;idas

opcraci1•ncs de Bnl<;n, ra'."cíl con un amigo por una c:illc c0111ríca Uc1!;1dn<; ante un cnfC, !'e dcticni:: el banquero y propni~c · , Vamns n cnti;H j· frun111 algn ... El arnign le c;;ujcta y arg.nyc. ''¡P0r Dio~. s~f10r cnn'>c¡c­ro~ ¡"Nn \t' U<;tcd que hay t~t~111i.:· 1 "n

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e11 un:.1 \ariaciún ,¡._,¡ u1d12n ele: 11n mismu nrnteri~tl, o, mús precisamente, en la inversión de las n:iaciones di: rn.:dic a Jin entre el bt:ber y el dar lecciones o s<.:t encargado de clhts Fn cucmlo ~e dejl1 ck aLelltnar este factor en la red11cción, J.:saparece el clllSlé Veúmoslo «¿,Qut? tont<:ría es és<i? Para mí lo principal es la bebid~t y no las lecciones Fst<ts no las considero sino como un medio pa1a poder SL~guir bebiemlu.» Así, pu.:s, el chiste 1eside realmente en la expresión verbal.

En el chiste del b:iiio es innegalile la dependencia del chiste de la expre­sión verbal (¿Has tomado un ba11o?¡, y la modificación de la misma trae consigo la desaparición de aqu:·I. La t/:cniL·a es aquí u11· tanto complicada, consistiendo en una unión del doble: ,entido (subgtupo j) con el desphlLamieÍlto. La expresión \'erba! de la pregunta permill': un duble sentido y el chiste queda constituido por el hecho de que la re~puesta no se liga al sentido que a la pregunta se ha dado, sino a su sentido accc::surio. Podemos, por tanto, hallur una reducción que deje subsistir el doble sentido en Lt expresión, y, sin embargo, haga desaparú:e1 el chiste, o sea Ull'1 1cd11cci1)ll que se limita a destrui1 los erectos del desplaza­rnicntu.

«¿!las tomado un Ü<tíin!» ''(.Que dices que si lit: tomado'? ¿Un baíio? ¿Qué es eso'!» En esta forma no hay chistt: alguno, y sí sólo una maligna o burlona exageración.

Un idéntico papel clcscmpeiia el doble sentido en el chiste ele Heine sobre el «bcct·rrn de oro», facilitando la desviación de la respuesta del proceso mental Ít•iciado, d-:sviacióu que .::n el chiste del «salmón con mayonesa» tiene lug<\r sin nccc:sidad de tal apoyu en Ja expresión verbal. Reducidas la frase de Soulié y la 1,·,put:~ta de Heinc, diríall, aproximadamente, así• «La forma en que los invita­dos rodean a e~c h<nnbre, tan sólo por su opulencia, recuerda la adoración del be.:e1 ro.,, Y H.::ine: «No es Ju mús indignante qut: es~ hombre se vea tan obst:­qui~ido por su rique.:·:1, sino que esta haga olvidar o perdonar su imbecilidad. De este modo, qw:dando intacto el doble sentido, de:;aparece el chiste por des­pLm1miento.

Al llegar a este punto debernos prepararnos contra la objeción, que no dejará ele liacérsenos, de que todas estas sutiles distinciones intentan separar algo que debe constitui1 un todo coheren¡e. ¡,Acaso HO da todo doble sentido ocasión a un desphl1arniemo, a u1w desviación del proceso meiitnl desde un sentido a olro diferente'> Y entonces, ¿climo hacer del «doble sentido» y del «dcsplazamientu» los rqlresenlantes d-:: dos técnicas del chi;;\e completamente diferentes'! Desde luego, subsiste la consignada relación entre el doble sentido y desplazamiento, pt:to es en absolutu independiente ch.: nuestra dif"erepciación de las técnicas del d1istL'.. En el doble sentido no contici1c el ehi"te más que 1111a palabra susceptible de una múltiple interp1ctaciiln, que permite al oyente hallar el paso de nn pensa­miento a otro, paso que -·--~u;111pre un tanto forzadanicnte- puede hacerse cqui­Vétkr a un dcsplazaiuie11tu 1 l'vlas en el chi~te por desplazamiento contiene el c:his\e rnism.o un proceso mental en el que aquél s..: ha llevado a cabo. El desplazamiento pertenece aquí a la labor que.ha formado el \;histe, no a aquella otrn neces¡1ria para su inteligencia Si esta distinción no nos aclara suficientemente la materia, tendremos en los experimento~ de reducciói1 un medí.o inagotable ele presentarla

• toda precisión ante 1111e~tros ojos Sin embargo, no queremos negar a la objeción ex¡HIC!>la un cierto valor, pues nos hace observ:11 que no debemos conlúndi1 los procesos psíquicos que tienen lugar en l:t formación del chiste (elaboración del chislc) con aquellos otros que se verifican a ~u percepción (labor de compren-

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!/ t///.)//: l \/' IU./.lc!ON (tl\ 10 l\'i.UNS<fl:\11 .11 /' llUI .IN lf.!11< 1 105"/

. l :'1 /9 sión) Sólo los prii11eros son, poi alw1a, (1bjetu de 11ucstro int..:1és invcst1g,at or De los segundos trataremos en capítulos po~tet iores. .

Los chistes poi dl'~plazamiento son muy J?Oco con ten tes. El que a .continua­ción exponemos es un ejemplo puro de t'sla tecrnea, al qu~ !alta tamb1en aquella apa1icncia de lógica que tanto noó: sOiprendió hallar en otros antcnores:

Un chalán pondera las excelencias de un caballu a su presunto comprado:. <tSe monta usted en este caballo a las cuatro de la mañana, y a las seis Y media estú usted en Presbu1'go.» «¿Y qué liagü vo en P1esbmgo a las seis Y media de la mañana'?»

El desplazamiento es aquí pate11tísimo El cl1alún cita la temprana hura de llegada a Presburgo con la sola intención de de11lostra1 con un dalo concreto las grandes cualidades ele su caballo En cambio, el comprador echa a un_ lado esta cuestión, que ni siquiera se toma el trabajo de poner en duela, Y atiende tan sólo a las indicaciones de tiempo dadas por el chalán en el ejemplo que éste ha escogido como prneba La reducción de este chiste resulta sencillisima.

Mú~ clificultadc:; nos ofrece otto ejemplo, dL' técnica nada trnnspait:nt.e, pero que el anúlisis nos descubre al lin .como un caso de .doble s~nt~do .c~rn despla: zamiento. El protagonista de este e1emplo es uno de aquellos JUd1os Sdia.dche!1 que tiene por uficio concertar los matrimonios entre los ~le su ra1a'. -tnst1tuc1?n que ha dado lugar a infinidad de chistes, que nos proporcionan un neo matenal para nuestra investigación. . .

El agente matrimonial ha asegurado al novto que el padre de su iutura. no vivía ya. Después de los esponsales averigua el prometido que su suegro _vive, pero que se halla en la cárcel cumpliendo cunden.a, y reprocha el cnga_1H_l,ªl intermediario <'No no te he engañado ··---responde este-··. ¿Acaso es eso v1v11 !»

El doble sentid~ reside en la palabra ráil, y el desplazamiento consiste en que el intermediario pasa del sentido corriente de la palabra, o sea la ant.ít~sis de «morir», al sentido que la palabra vivir toma en la frase: «Eso no es v1v1r.>> De este modo declara que sus anteriores manil"estaciones escondían un doble sentido, aunque tal múltiple significación no pudiera sospeehar~e iúcilmente. llasta este punto la técnica sería análoga a la de los chistes del «bano» y del «be­ceno ele oro»; pero existe en este ejemplo otro !actor muy digno de s~r tomado en consideración y que perturba, por su inoportunidad, la comp1ens1on de esta técnica. Pudiéramos decir que es éste un chiste <'caracterizar~[~», pues se esft~erza en ilustrar con un ejemplo aquella mt:zcla de mentirosa habilidad y pronto mge­nio que caracte1iza ·a tales judíos casamentl'rns. M~1s adelante vere1:10s que esto es tan sólo la rachada del chiste, su aspecll> extcnor, y que su sentido, esto es, su intención, resulta por completo diferente. También aplazaremos por ahora el experimento de n~ducción * .

Después de estos ejemplos, complicados y dilícilcs de anal11ar, nu~ cles­cansaiú conocer un caso puro y transpa1entc de cluste por c!esplazan11ent?: Un sablista 'Schnmrer' acude a un opulento barón en demanda de auxilio pecuniario para pasar una temporada en Ostendc, pues el médico le ha recomen-

:.H Q11i1.ú no :..ohn: aqui un mayor c:.;i.lan~i.:imicnto del' .l;i l 1tr.::-.l1ú11: l'I dcspl:11a111ie11l1> tiene ~ic111p1c lugar ttllll 111\il Ul:IL!llll )' J,¡ 11.;"~!lllt!,lil l(\ll~ \.'.,111!i1111,I ll lllll•

ceso 111e11tal en una din.:t.:r.:io11 U1stinta <le h1 i111L·1.1da en la primera La ju!'ltilh:;.H.:ió11 de. :-;cparnr el <lohk :icntido di:! de!'lpla1a111ie11lu ap;11cLc cla1¡1111c11h.: L'll aqudlu~

cjcmplos en qui.! ambas téc1licas se 111~1c:-;tran combina­das. ü .... í.'."a, donde la cxprcsibn verbal de la oración pl 11111lt 1111 d11hk ~.nHido que .110 :.1 /i.dlahu en la i11-

lL'nciu11 th.:l (.)J<1Ju1, pc1u que 1ndu.:a a la 1c~.pucsll~ el Camino dd Jcspla1;unicnto

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Page 13: Freud - El Chiste y Su Relación Con El Inconsciente

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dado los b;ilíos de mar. «Es tú bien - le 1 cspnndc el barón---. Pe1 o ¡,por qué tiene usted que ir a Oslendc, el mús caro de los balnearios?» «Señor barón·· -1cplica el sablista--. siendo en bien de mi s;1l11d no mirn el dinero» Cierl:1menlc, es éslc un acertado lrnnlo de visla, pero 110 p1ecisa111c11k para el ¡w1i'l:irn1:11io, Su res­puesta sería justa en labios de un individuo acomodado_ El sablista se conduce como si íuera su propio dinero el que sacrificara en beneficio de.su salud y como si salud y dinero se refirieran a la misma pcrs_o~ia.

./ (7)

Volvamos ahora al instructivo ejemplo del «salmón con mayonesa». Una de sus facetas ofrecía a nucstril visla un proceso lógico que el an<'ilisis dcmost1ó estar destinado a encubrir un error inlclcctual, constiluido en este caso por un desplazamicnt<i del proceso mcntaL Este hecho no~ recuerda, por cont~astc, otros chistes que presentan abiertamente algo dcsalinado: un contrasentido o una simpleza. Veamos cuál es la técnica de estos últimos.

Expondrcrnos, desde luego, el mejor y mús puro ejemplo de todo este grnpo. Trútasc nuevamente de un chiste sobre los judíos.

llzig ha entrado en quintas y ha sido destinado a servir en la Artilleda .. Es un muchacho inteligente, pero algo indisciplinado y poco amante del serv1c~o. Uno de sus je res, que le profesa cierta simpatía, le llama aparte y le aco.nsc¡a: ltzig, tú no ap1 ovechas para esta vida. Cómprate_~ 1111 caiión, )' haz~e i11depe11d1e11/e.»

El risible consejo es un franco contrascnlido. No hay canoncs a la venta para todo aquel que quiera adquirirlos, y, adcn~ú.s, uno solo. no .constituye f~1erza bastante para hacer.1e i11clí¡wl/(/11·111c o, como dinamos en termrnos. comerciales, c1·tah/ecerse por c11c111a pmpia. Sin l:mhargo, no podemos dudar n1 por u_n mo­mento de que este consejo es algo mús que una necedad; es una necedad chistosa, un excelente chiste, ¿Qué es, por tanto, lo que convierte la necedád en chiste?

No necesitaremos reflexionar largo tiempo. De las especulaciones de diver­sos autores sobre esta materia, que hemos expuesto en nuestra intraducción, podemos acliviuar que en tal necedad chistosa se e~concle un sentido y que _este que este sentido, en lo desatinado, es lo que convierte a la necedad en chiste. Tal sentido es fúcil de hallar en nuest1 o ejemplo. El oficial que da a ltzig el desati­nado consejo se hace el tonto únicamente para demostrar a ltzig lo estúpido de su propia conducta. Imita a ltzig, como qunienclo decirle: «Ahora te voy a dar un consejo tan estúpido cqmo tú.» Se apodera ele la estupidez del judío y trata ele mostrársela a sus propios ojos, haciéndola servir de rundamcnto a una pro­puesta que tiene que corresponder a los deseos del mismo, pues si poseyera un catión propio e hiciera la guerra por su propia cuenta, ¡cuánto brillarían entonces su inteligencia y su ambición! ¡Y cómo cuidaría de su catión, teniéndolo siempre en buen estado y estudiando a fondo su mecanismo, para rcsisti1 la competencia ele los dcmús poseedores del mismo artículo!

Interrumpiremos aquí el análisis de este ejemplo para demostrar en otro, mús corto y sencillo, pero también menos agudo, el mismo sentido en el desatino

«No nacer 111111ca sería lo mejor para los mortales h11111a11os.» «En erecto --co­mentan los sabios del Fliegendc /3/iitter 580

---; pero es cosa q11e de cada cien 111i/ homhres ape11as si sucede a 11110.»

:;Ro Semanario Jrnmnrístico n!cm:ín

,, 111;11 l\//f/~-:;;;\)t- 1 !{;,;,!_ /-.,"<;- '

1 / e /I / ', /1 1 \ I "'J I lt /1 J,\' ( ( J \ /(1 1\(11\\C//\/I

El moderno comentario al \iicjo ;1forismo es un clnrn dcs:11 ~ al q~1c el prudente «apenas:>. p1:cst:1 un. aire todavía mús cst1\pid·º· l't'.rº, <1 BJ '~\1;)i'g~Hl't> corno u11:i l1m1tac1on 111d1scut1hlcmrnle ¡usla. a In p11rnu.1 l1.1s1.,. ~:;'hace \U,

que Ja sabia scnlcncia, que aceptamos con ll'.Spdn, 110 cst<i '.:n,n1;0 'O-iflll~~ l~'.J\J.~-, del desatino. QU1cn no ha nacido no es un se1 humano, y p.11,1 el IH b,ty-h'.hi" bueno ni mejor El desatino del chiste sirve aquí, por tanto, para descubrir Y p1escntar otro desatino, lo mismo que en el e,¡cmplo del e<111t'rn .

Podemos aún citar otro ejemplo de este genero, que, por su contcmdo y por la amplia exposición ele 'que.precisa, apenas sería digno de figur~r en es.tas pá­ginas: pero, en cambio, l tiene la ven taja de prcsenl ar con cspc_c,1al el andad el empico ele un desatino en el chiste para conseguir las rcveiac1on de otro se-mejante .. _ .

· 1<l Jn individuo confla' a su hija, en vísperas de un largo v1aw, a uno de sus amig~s, rogúndole vele por su v(rtud durante su ausencia. l\·!eses después tn_rna de su viaje y halla a su hija encinta_ Natu1'alme11tc, colma de reproches al an~1µ0, el cual no acierta a comprender cómo lw podido suceder aquello. «¿Donde dormía mi hija?l>, pregunta, por último, el indi_gnaclo padre, «En .la alcoba de mi hijo.» «Pero ¿cómo pones a los dos en una misma alcoba, dcspues de habc1te yo encargado principalmente que velases ¡1or la virtud .ele mi __ hija '?»«Es que puse dos camas y, scparúndolas, un biombo.» ,«Bueno, ;,y s1 tu h~,JO ha dacio b vuelta al biombo?» «Sí --responde el celoso guardador. clcsp11es ele reflexionar un rato---· tienes razón. Así sí ha podido ser >l

Est~ chiste, poco o nada brillante, tiene para nosot1 os el mérito ele ser fúcil­mcntc 1 educiblc, Su reducción scrfo la siguiente. «No tienes derecho alguno a reprocharme nada ¡,No es una c<:111j1i~le:: dejar a tu hija en una casa .en la qt!c necesariamente había ele estar en constante contacto con un muchacho? ¡C'rrc1 as que es Iiluy fúcil para un ext1aiio velar en estas condiciones por 1'.1 virtud de u1:a joven!» La aparente simpleza del ¡1111igo no es aquí, por tanto, mas que el rcfle.10 ,de la candidez del padre. Por medio de la reducción hemos hecho desaparecer del chiste toda simpleza, y con ella el chiste mismo. Del elemento 1i111p/c::;a no hcm?s podido, sin embargo, prescindir, pues ha hallado ot¡;si lu,gar en la rcducc1011 ercctuacla. ó : ' '

Jntci1lamos ahora reducir el chiste clcl ca1-1ón:EI oficial quería decir· «lt11g, sé que eres un inteligente comerciante. Pero, créc.me, es una gra:1 simp/e:a .no comprender que el servicio militar es algo muy di!crc1_1te de la .vi.da comercial, en la que cada uno trabaja para si y contra los dcmús. l:.11 el scn1c10 hay que su-bordinarse y actuar como parte de un conjunto)) .

L<i técnica ele los chistes por desatino que hemos examinado hasta ahora consiste, por tanto, realmcnte,_cn fa introducción de algo simple o desatinado, cuyo sentido es la revelación de otro desat1110 o s1mplc1a . .

¿Tendrú, entonces, siempre el empleo dd clesat1110 en la tcc111ca del chiste esta misma significación?

He aquí otro ejemplo que resuelve 1<1 cuestión alirmativamente, . . . Foción *, calurosamente aplaudido al flnal!zar un discurso, se volv10 hacia

sus amigos y les preguntó. 1<«.Hc dicho acaso alguna tontería ?n Esta pregunta parece al p1:incipio folla de todo sentido, Pero no tardamos

- í-1 cst~1dista ateniense. (Nota del E )

Page 14: Freud - El Chiste y Su Relación Con El Inconsciente

ltlou ~ ! (; ,\/ ( ,\ /.l /R/:1.Ll ,J 1J 11 -/ s L U .\! }' l /: / ,¡ S

eli Cclii1plt!1dcrla r Oc:ÍO:l \]llil'n:: d1'.CÍI (<¿Qué !1<: diclJO que haya pudido gusta! Jt: tal 11i:111t:ra a t:·;[l' eslllp1do pucolu h.1 El éxitu d1.: 111i discu1so debiera averl!on-1.a1 r1us. Aquello que ha gustadu a lu;: to1Úos no debe de ser cosa muy cucr~l<U>

\ >1 ros ejemplos p;xl reí n rnostra rnos, a s.u vez que d con trascntido es. emplt:ado muchas \ece:: en Ja te·,·rnca del chiste, siu que su fin sea la n;vtiación de otro cli­krcnk dc:satrnu.

Un conoci_do L:atc:drúticu dé Uni\ersidad, que acostumbraba sazonar cOn nu1nétusos _:hrstes :,u poco an11::na di\c:iplina; es felicitado por el nacimiento dt un_ nu~vo lu¡o, qt1é llega al rnu11~u hallfodosc el padn' en edad harto avanzada. «(n¡1c1as, gracia:, r:::,¡)()ndc él ldicitado-- -. '(a ve usted de qué maravillas éS c:apal la m_ano d_c! liurnbré.» Estct Ié~puesta l!os pütt:Cé totalmente desprovi:;ta de: Sé11l1u~.Y fucia tk !ug~11 Los niiiu:-. suele Jcci1~c:: que son una divina bendición, en oposH.:10n, preu'<llnc·11tc, a bs obra~ de la mano del hombre .. Mas 110 lardamos en comprender qu,: L1 ~\:1aiia frase tiénc un sentido, y por cierlo rnarcadame 11 1e ob~ccno. No e~ q:ic d kitL. padre se haga el tonto para revelar la simpleza de otra cosa() pt~rsona. S!l 1e:;pucsta, aparCGlC!llCll[e des<ttinada, nos produce llll erecto de S•J! p¡·e5a o, co1110 Jicen los iuve~tigaduri;s qm.: anlériurmentt: han tratado estas materias, de desc:onci,érto. Ya hemos visto anlcrionnenlc que dichos autores du1rnn todo d .etectt'. de estos chistes de la transic:ión tk «desconcierto y escla-1~l,H111cnto». 1'vL1s t~i:oé trntaru11os d·: lu1 mar un juicio sobre eslc punto, cOillétí· .tand•J11u~ por ahor:1 COíl kt•:er résaltar que la térnic:a de e-;te chiste consiste en Ja 111trnducc1ou dt: J1d10 deme11to ck~cilncertantc y desatinado.

b 111e c~ta cbsc: Je chi>1,;s Ol'llpa un lugar esp~c:íalisimo uno debido a Lic:h­lt:nbét g ..

Se n1~1rnvilla ·~sic t o;<:ritor ele qt_it lo:; ¡!\!los !lré·suücn do,; ag;1jeros en la piel, ¡Hec:1sam.~11te en el ~ll10 en· que u-."ncn los ojos Mi!la\'illarse de alQo nall!ta­lísinw es, cifriamc11k, una simpk'?a Nc>s :·é•:uérda este chiste un:~ e.xclarna­c:í1'in que Miclie!d ÍiiL·iuye c;rn :ihsoluia seriedad en ~u libro sobre la mujcr 58 I, y que, s1 n!l mcmon:, 11\.' me en~:1ña, L:s, poco mús ó menos, corno sigue· «¡C'u[1n n(cJc11terne11tL' sé liall:i d1.;pucslc. por la Naturnléza que el niño L'ncuc:ntrc en cuanto llega al 111unJo u1ia madre p1u11la a encargarse de su cuidado!» La rrn~c dl' t\ltchélet es, en rea!1d;1d, una -;implua, pc10 la de Lichtenheru es un clfr.tc que utili1:1 b simpkz:t para la cons.::c11ci,)11 ck tlll cklcrminado fi11~ tras del ,cual ~,· t:>;cundc algo ¿El qu·~ 1 No pl>dcmo,; aún ni siquii:ra illdicarlo_

(8)

. ! k1mos vi::to_ e11 du~ grupos de c¡i:m¡•los qué la elaboración del chist.: :::e

s11 \'~ uc ,kw1ac1om·s ~k-1 _¡x:1b::m1c:nlo r;ormal, el dcsplanmiicnlo y el conlra­S<.'11t.1du, como meUi(l k.,n1cu p:11a elabor~tr l:t éXpre;kln cl1i•::osa. Estarú, pues, Jllsl1!1Lada la cs¡wtc•n1a u.:: que wmhién otros en oré~ intckL,uales puedan halla! rgu:~I, clllpleo Rca!rnc:ntc. pudc·mus npone1 algu1ios ejemplos de este género

un SéllOr en t_: a ::n un;i p:1stekna y p1dé e11 t:I mo,,traclo1 una w1 ta, pero la de\ Uéll e_ t:n segu1d<t, p;d~cndo, '-'º. cam hiu, una copa de licor. Después de bebé ria :,t: ak_¡a :;rn pagar. El ducr10 ele la tienda k llama Lt atención. «¿Qué désca u~ted '!;;,

-1) /' /JUi .. IN.11.//lé 1 1061

r· ,_

prel!tmta el panoquiauo. (<Se olvida usted de pagar la copa de li¡¿p1 qúe:l11\l,O­tnado.i> «Ha sidt) a cambio del paslei >; «Sí, ¡x:1 n c:s que el l{l~l<il tampoc \1? había usléd pagaHo.» \<jClat o, como que _1_10 mé .lu lit: com:d~14> ~ IJ; '.'!

111, _ l'í

También esta historia tiene su apa11e1K1ade log1ca, apane1\01J1 querC66'.t,lJo.:§i mos como una fadwda déstinada a cncubrn un enl)r rntclec.;,1~1< l, Lsle r ~td,CJ éll el hecho de qué el astuto pa1 rnquiano eslablcct: una rclación 'i~R~l:-r~nt ~VJt,. la dévolución del pastel y su cambio por una copa ck licor. La cut?s-iH~1,t;&., cae réalmente en dos sucesos que para el vcmkdor son 111clepend1ent~s uno de ot.ro y sólo para la int,~nción del parruquiano Sé hallan éll una relac1011 dé cambio. El tksaprcnsivo sujeto ha tornado el pastel y Juego lo ha devuelto,_ qut:da~1do al hacer así libre ck toda deuda f\'.t o lut:go ha bdlido una copa de ltcor, Y esta es la que: tiene que pagar Podt:mos decir qué el parroquiano emplea la relación «en cambio» en un doble :)ef'.t.ido o, mejor dicho, que c~nst1:L~t2é, poi medio de un doble sentido, una rclac1011 qué objd1vamcntc 110 cx1slc: , _ , . .

Creemos llegado aquí el momento de hacer una importante. conks1on. Ded1-carnus 11uest1a labor a investigar en dikrénk':> Ljc:mplos la tecntca del cl11stc, y débiérarnos, por ta11to, t:slar seguros de: qtll'. lo·; cjémplos por nosotrns re~1111dos son réalrnénle chistes. Mas sucede que t:n algunos casos dudamos si d t:Jemplo escogido ·merecé sér considt:rado cumo tal, y ademús no podemos disponer de un critério fijo para resolver nuestras\ acilacionés ha~ta tan lo qué lllléS[ra rnves­tigación nos lo proporciotlé Tampoco po<ler1ll)S conhamos a los usos ':/ cc'.s.turn­bres del knguajc, los cuales nect:silüll a:,ímismo de u~w pt ueba ~lUt: los JUslil!9ue. De este modo nu<.:str:i decisión no puede apoyarsé mas q uc en ctélla «sensac1011)), qué pudcnws interpretar suponiendo que eti nm:stro juicio se ~e1_·iJica la decisión según crittricis Jcterminados no accesibles a nueslr? ,conocnn~entn. Ma.s ~sta «sensación» 110 puede alegarse como ru11damento sul!é!t:nte. As1,. anlé e_l u_lt1rno ejémplo citado d,udarnos si exponerlo como chiste, como w~ ch,1ste wlist1~0, o simplemente como un sofisma No sabemos todavía en que reside el écuacter del chiste

En cambio, d ejemplo siguiente, que lkscubre el error_ intele,ct.ual que pu­diéramos llamar 1;ompkme11ta1io, éS innegabkmente_ un :h1ste_ l ~atase nueva­me11lé de una historia sobre los inlcnnediarios matrnnornalt:s .1ud1ns:

«El a\.!,elllé 111atri1no11ial defiende a la rnucltacha por él propuesta contra los derectos ~¡u<.: en ella encuentia el presunto rnatido «Su madre ·--dice ésle·-­es estúpida y pctvn:;a.» ¿Y eso qul: le irnporta '!¡,Sé va u~tt:d a casar con la madr~ 0 con la hija'!» (<Bueno, pern es qué la hija tlO es jovén 111 bo11tta.» «IVl~Jor; ast no hay pdigro de que le engarie » «Ackrnús, 110 tiellé din<::ro.» (<¿Y quien habla aquí <k eso? Usted no quie1é dinero, lo qué quiere éS una buena mujer >1 (<¡Pero si c~ jorobada!» (<i !-lomb1 e, algún dclccto h:t bía lk tener!»

Trúta~é, pues, realmente, de una mujer vieja, foa, pobre, contrahéc:ha Y con una madre harto pcligrnsa curnu :>ll\~gra, t:omhc1011es poco rccoméndables, cic1 ta mente, para casarse (·on ella. El interrnédiario se las arregla para oponer a éada dekclo el punto de vi~ta désde el e·u;d H:sulta el mismo padonable, Y

,¡¡~ Not•I Je 1912: Una anúloga té1.:11ii.:a di.. C1)n\ra :,C!ll1du surg.._• i:uandu d i:h1~tc quit•1i: h•11..·c1 :;1~h;\bti1 una l'.1..1ncxi011 que parct:c lk~t1 uida por las crn1dn . .:k111i.:s

t·s¡wi.:iah:."i de ~11 ~ontcnido. Así habla l ich1i.:11~11.:1.g de WJ ¡ lll /¡¡/111 WI 1i~~j¡¡ al fJlll' J1i/taha e! 11/¡lfll!CI f\1u)' :-.!..'llH>

i:111tc l'.':-. 11t1l1 Lhi:.tc que J 1::dkc relata cu una 1.k Slb ~1b1~1s: •1, h. c~tc el lugar cn qui: el duqu1,; <.k Wt!llinglllll p1un1111ció tak:-; y cuak:s palabras'!ú <4Si, éste es el lugar; pero c~as nalahra:: no las pronuncio jamás el duque))

Page 15: Freud - El Chiste y Su Relación Con El Inconsciente

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cuando llega a habla1sc de la joroh;1, dcl"ccln inc\cusablc, lo lral;1 corno si luesc el único y consliluyesc aquella !;tila que hay que disculpar en Inda ¡w1sona. Mu(;s­lrase de nuevo aquí aquella apa1 iencia de lóµica que caracleri1a al sofism;1 y lienc poi olijcto enc11h1 i1 el L'.1101 inlckclual. l .;1 muchacha p1L·sc11la múllipks defectos: varios que pudieran disculparse y uno imperd(911able La boda es, por tanto, imposible. El agente obra como si cada uno el.e los inconvenientes quedase s;ilvado por su ra1ona111ienlo, mientras que, en realidad, lo que sucede es que cada uno de ellos deja un 1cslo de clcscrédilo que se suma al siguiente. Se empeña en ve1 aisladamente cada factor y se niega a reunirlos en una suma.

Anúloga omisión constituye el nódulo de nlrn solisma. muy celebrado, pero al que no creemos justificado calificar de chiste.

B. ha prestado a k un caldero de cobre. Al serle devuelto advierte que pre­senta un gran agujero en el fondo y reclama una indemni;:ación A. se defiende diciendo. «Pri1i1erame11le, B. no me ha prestado ningún caldc1 o; en segundo lugar el caldero estaba ya agujere1do, y, por último, yo he devuelto a B. el caldero eompletamcnte intacto.)) Cada uno de estos argumentos e~ vúlido por sí solo, pero excluye a los otros dos. A !rala aisladamente algo que tiene que ser consi­derado en conjunto, actuando así del mismo modo que el agente matrimonial con los defectos de la novia. Pnclrhimos decir asimismo que A constituye una suma allí donde únicamente es posible una alternativa.

En la siguiente historieta encontramos de nuevo un sollsma «Nuestrn conocido intermediario judío deliende a su elegida contra los re­

proches que, fundúndose en la marcada cojera que la misma padece, le hace el presui1lo novio. No tiene usted razón --·le dice-·-. Supongamos que se casa usted con una mujer que tenga todos sus miembros bien sanos y derechos. ¡,Qué sale usted ganando con ello? Cualquier día se ene, se rompe una pierna y queda coja para toda su vicia. Entonces tiene usted que soportar .el disgusto, la cnrer­medad, la cojera y, para acaba1 lo de arreglar, ¡la cuenta cleL1rn~clit:o ! En cambio, casúndosc con la muchacha que le propongo se librarú usted qle lodo eso, pues se encuentra usted ya ante un hc1ho cn11111111odo »

La ap<11 iencia ele lógica cs. ciertamente, en este caso harto lugiliva. Nadie preflcre unn desgracia ya «const111iada» a otrn tan sólo posible. El error conteni­do en el proceso inlelcclual scrú rnús rúcilmentc demostrable en este otro ejemplo

El gran 1 abino ele Cracovia se halla OJ ando con sus discípulos en la sinagoga. De pronto exhala un doloroso grito Los fieles le rodean asustados. «En este momento·-- les dice- acaba de fallecer el gran rabino de Lemberg.» La triste noticia cunde inmediatamente por la ciudad y todos los judíos vislcn lulo. Mas al día siguiente se averigua que el gran rabino de Lembcrg sigue bueno y sano, no habiéndole sucedido el menor accidente en el momento en que su colega de Cracovia sentía lelepúticamcnte su muerte. Un forastero aprovecha la oca­sión para burlarse de los judíos y dice a uno de ellos: «¡Yaya una plancha la de vuestro gran rabino! Ver morir a su colega de Lemberg, anunciar su visión a todo el mundo y resultar luego que lodo era ralso >>«De lodos modos --responde el judío---, no me negará usted que eso de Kiick * desde Cracovia a Lcmbcrg no es algo m;i ra vi! loso »

Muéslrase aquí abiertamente el error intelectual común a los dos ejemplos

"' Kück, \idishismo de la palahia ;ikm;rn;i g11ckr11 (mirar o ntisl';;u) (Nora d1• .! N J

11 <lli\11 1 \'I /illi</11\ 111\ /11 /\'ffl\\<ll\11 I• /' 1/;// I\ 1/1//( 1

úlli1110s El v;ilor de la representación imaginativa es cnnsidcrndo supe1 ior al de la realidad. la posibilidad S(' igual~i casi a la \erd:id L1 visión a disla1it:i:i. desde Crncnvia ;1 Lcmherg, había sidó 1c:llmenl0 un 111:1ravillnso fenómeno lc­kpútico si sus resultados hubie1an sido cit:1tos; pe10 esto último es lo de menos para el ferviente discípulo del gran 1abino Cabe siempre la posibilidad de que el rabino de Lemberg hubiese muerto en el momento en que el de Cracovia lo anunció. Pensando de este modo. cksph11a el discípu.lo el acento psíquico, clesck la condición necesaria para que la visión de su macslro luesc digna de admira­ción a la incondicional admiraci.c'in de la mi'sma /11 11111p;'11i1 1ch11\ rnl11iVie sal es/* sería la perfecta definición de tal ¡1u11to de vista /\sí como en este ejemplo se desprecia la realidad en fminr ele la posibilidad, así supone, en el que le pre­cede, el agente matrimonial qui:; el novio ha de ciar la m;íxima impoilancia a la posihiliclacl ele que su mujer pueda quedarse coja a causa de un accidcnlc. que­clanclo de este modo relegada a último término la cucsti1'rn ck que la novia sc;1 ya coja

A este grupo de errores intelectuales rn(í.11ico1 se ag1cga otro, muy inlcrc­sanlc, en el que el error intelectual puede calificarse de m1101171Í/ico. Qui7ú por un capricho del anll' todos los cjcmpln's que de esta ch1se c\pnndremos a conli­nu~ición pertenecen de nuevo ;11 grupo de hisloriclas malrirnnniales judías:

«Un agcnle matrimonial se ha hecho acnmpai1;ir, para con\'Cncer al presunto novio, de un auxiliar que robustezca y cnnlirme sus alirmaéioncs «La mucha­cha -empieza el primero- es al la coino un pino)) «Como un pino)), repite el complaciente eco. «Y tiene unos ojos divinos.)) «¡Pero qué ojos!)), comenta el auxiliar «Además, posee una educai:ión excelente)) «¡Excelentísima!», pondera el eco. «Ahora le confesaré .. --prosigue el intermediario·- que tiene un pequeilo defecto. Es algo cargada ele cspalcfos.n «;,Algo cargada ele csp<1ldas'? ·-prorrumpe el ceo, entusiasmado·-. lo q11e 1ic11c es 11110 /01oha c1111¡)('11da ))

Los clemús ejemplos son totalmente anúlngos. aunque mús significativos «El intermediario presenta a su ~lie1,1le la muc;hqclia que le ha escogido p;1ra

novia. Desagradablemente impresionado. llama el jmen aparte a su acom­paQanlc y le llena de reproches «¡,Para qué me ha traído usted aquí'? Es fea, vieja, bizca, desden lada y .. » «Puede usted hahfar ;,1'l11 ·e in ten 11111pc el agente tamhiJn es sorda.» · ' '

«El novio hace su primci·.a visita a casa ele la elegida. y mientras espera en la sala!~ llama el intermediario la alenci<'in sobre una vitrina llena de espll~ndidos objetos de plata. «Ya ve ustéd como es gente de dinero)>. le dice. <(Pero ;,no pu­diera ser ·--pl'egunla el dcsconfl~ido joven-- que todas estas cosas las hubiesen pedido prestadas para hacerme crcl'r que son ricos?)) «iCa 1 ·--deniega el agente 1C11a/q11iera les presta a éstos nadahl

En lodos estos tres casos. sucede 1<1 mismo .. Una persona que lrn reaccio­nado varias veces sucesivas en la mis1·na forma continúa haci(:ndolo. una \T7

mús, en' ocasión en que sus manifcslacinnes resultan ya inadecuadas y opuestas a su propia intención. Olvida aquí el sujeto adaptarse a las circun:;tancias ): se deja llevar por el auto111alis1110 de la costumbre. Así. el auxiliar de la primera his­l01ietü olvida que ha venido para inclinar al joven que desea casarse en favor ele la muchacha propuesta por el agente, y sabiendo que h:ista entonces ha cumplido

F n la" ~randc:; co "ªs basta cnn h;1 bcrbs dl'"cadn ( Nnw (/( J ,\ )

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su <-Omdido al pondc1a1 las excélencias cca1tadas por el intermediario, pundera ta1nli1c·1: la J<:irnba. ddceto tímidamente ~:onksado y cuya importancia hubiera tkb1do d anH11ora1 l· l protagonista de !a segunda historieta queda tan fascinado por la indignada enu111~·1ació11 que su cliente le hace de los ddl.'ctos y males ck la p1op11csta nov1:1, que 011 ida su papel y, contra su i11tenciún y sus inten..:ses, corn­¡~Ict,1 la lista, anaJ1endo Un acJrnque lHhta el lllOlllento llO advertido por d llO\ io. 101 ,tlt1mo, en la tercera lt1ston . .:ta se de¡a anastrnr el i11tennedia1io por su entu­'1.•1,-;n1(i .en co1'.vi.:ncer:1 su cliente del aui'.110Jo d~ ~u futu 1 a, hasta e:! punto de que {ld. d de mos~r<11 l<t 1 e1 d.td de una sob oe sus af11n1ac1oncs aduce un arl!umento que ill'Césa1ym1c111e •.:c.:ha por LiéJLI ludo~; sus dcmús esfuerzos En toclos estos cci~o-; lrtc.1:1ta el auwmathmo sub1e la adi.:cuada variación del pemarniento y de la np1es1011. ·

.. Lst''., cirn'.1h.ta111.:1:1,' Júcilmenk 1 i.siblc, nos produce cierta conlu~iói1, pues nos h<1cc obscrv.u que.las tie'i h1sk)ne1as expuestas por nosotros como «dústo­sas" pul:den si.:r: con egua! ckreclw, calificadas de cómicas. La rcvclacit)n dél a Ul_omatIS1110 p::1q lliCU jlCI l~Jlél'e a la l~cnirn ck fo cómico, C01110 1 odo lo q lle cu11::.i)Le en :u ranc:1r un antilaz ti prm ocar una autvclt:lación. No.-; encontramos, poi tanto, repe1a111:1mc:11tc ante: el probléma de la relación del chi~tc con la l'Ollli­crdad, que r~ensabeirno~ dud11 EstilS hiotorieu1s, ¿scrún sól,o «cómicaS>l y no «chis­(O:U::»l al n11~m~i L1c1n; 't 1 '1 ¿Labora e1! ellas la comicidad con los mismos Ínedibs que el cl11~tc ! 'i m1c;\'i1menle, l:e:1 que co11s.iste cl carácter especial de lo chisloso?

Ut'Jaiemos, de.':(IC luego, fi¡ado que b técnica del último gnrpo de chi~té; iil­\C:strgados. no 1es;dc ~1110 en la rn\•lacit.in di.: «errores intelectuales», pero !los vemos obligados a c_onlésar que su anúlisis .no !lo:; ha proporcionado luz a!,>una. No .dcsespernmo~, ~in embargo, de llcgrir, por mediü de un mús completo ~on.o­CJI:ll~.nto ~e 1~1s .. tern1cas dél chiste, a un resultado que puede servirnos de punlo de J!dl lidct p.i1c1 ultenores dc:scubnm1e11tos

(9)

. L~s p1imcro;; ejcrnplus de chiste cor1 los que vamos a proseguir nuestra inves-11gac1011 no han dt' hace·1 muy dillcil 11uestrn lahor, pues su técnica nos rtoCuerda algo ) a conocidoº

Un chiste de Lichtrnbcrg

f:i11:ro es el mes en yue hacemos i·oros por (a dicha de 11uesrros miúgos. J' los meses resf(/llfe,1 son aq11e!/os e11 los que l'Cl1los cómo dichos Fotos no se cu111ple11. ... Dad'~ t~ue .esro~ cl;¡~;t:s se, caractei. iz~rn rnús P?r su sutileza ~¡ue por su gran ekdu, J c1:1do que Lu 1oi.rn eou medios poco energicos, prefenmos rnbustecc1 su 11np1csion expo1ne11do varios sucesivamente.

Lu 1 u!u liwnww .ie divu/e .:11 dos época\'. Dur1111re lú pril!lera se desea que /lc~uc fu .11:¡;1111(/a y dw ante fu wgwula se de.1eu 1111e mefra fa pril!IL'lll. '·

l..{/ L'\fl{'r/('/IC/i/ ct!l/\1 tfe t'll r.:Í e:1pe1 i!lll'll/ill illfllef/o (jUt! 110 i/new ÍilllW> /Ja/Jer e.\jlt'J 1111c11tadu

.. Es inevitable ¡in te estos ejemplos el rc~cuerdo de <1quel otro grupo, antes exa­n1111ad.o, que se c't.u!cten~aba por el «mtlltiplc empico dd mismo matcrialii Lspec1almcnte e! i1111rnn CJemplu 110~ induce a prc~guntanios poi qué

110 lo Í!l­

cluimo~ en aquel gru Jl•) c'H 1 ugqr de p1c~e11 larki ;H¡ uí formando parte de otrn nuevo L• e'.p::::,:nc1:1 e~ dcii:1id:1 d1 él put su pil)pÍo 110111b1e, corllo anli:s los celo~

/:1 (///\1/: )' SL' /U:/.f(({)N CllJ\' /() /,\'((}J\'\t/1:1\//: ol! l'.11111: AN !L/f/C 1 Jli65

1 l:i/a.111tl11) Tam¡;oco nosotros habríamos de poner grandes inconvenientes a dicha inclusión. Mils en los otros dos ejemplos, de un anúlogo carácter, opino, sin embargo, que existe un factor mús significativo e importante que el múltiple empleo de las misma~ palabras, mccanisrno que se separa aquí de todo lo que pudiera suponer doble sentido. Quisiera, además, hacer resaltar que en estos casos descubrimos nuevas e inesperadas unidades, relaciones re'cíprocas <le represen­taciones y definiciones mutuas o por referencia a un tercer elemento común. Este proceso, que denominaremLlS «uniticaciórrn, es anúlogo a la condensación por comprensión de dos elementos en la misma palabnL De este modo se dcs­cribc:n las dos mitadi.:s de la vida l111mana por medio di.: una recíp1oca relación enlrc ellas descubierta: en la primera se desea que la segunda llegue y la segunda qui:! la primera vuelva. Dicho con mayor precisión: se trata de dos muy análogas ri.:laciones que son escogidas para la exposición. A la analogía de las relaciones corresponde después la analogía de las palabras, que podía recordarnos el múl­tiple empleo dd mismo material. En el chiste de Lichtcnberg quedan caracteri­Lados enero y los meses a él opuestos por una relación modificada a un tercer elemento, constituido por las bic•1w11da11zas que se nos dt:scan en el primer mes y luego en los restantes no se cumplen. La diferi.:ncia entre este grupo y el caiac­terizado por el. múltiple. emrleo del mismo material, próximo ya al d~l doble sentido, es aqur muy visible 83

El siguiente chiste, no necesitado de explicación alguna, es un bello ejemplo Je unificación.

J. J. Rousscau, 17ücta francés cuya especialidad rui.:rnn las odas, escribió una titulada Oda(' .'aposteridad. Voltairc, or:inando que el .mérito d~ est<~ com­posición no eia suficiente para pasar a las futuras gcncracrones, dr.10 cl11stosa­rnente: Esa poesía no l/eg(Jrú segw(1111e111e a su destino.

Este último ejemplo nos advierte que la unificación i.:s el fundamento esen­cial de aquellos chistes que dc,nucstrau lo que denominamos un «ingenio rú­pido1i. Tal rapidi.:z consiste en la inmediata sucesión de agresión y dd'cnsa, en <wolver el a1 ma contra el atacanteii o «pagarle cn la mi.sma moucda>i, esto es, en la constitución de una inesperada unidad entre alaque y contraathque

Por ejemplo: <<El panadero dice al tabt:rncro, el cual tiene un dedo malo: .; Qué te p(Jsa? ¿ fü (/lle has 111ojaclo el dedo en 111 vino? No -·--contesta el ta bi.:rnen.J---, e; que se 111e hu metido uno de tui ¡wneti!los deba¡o de w111 uíia.>i

«Serenísimo recorre sus estados. Entre la gente que acude a vitorearle, ve a un individuo que se. le parece extraordinariamente. Le hace acercarse y le pre­gunta: ¿Recuerda mred si su ///(Je/re sinió en P(JfcH io (J/g1111a l'ez? No, a/reza -res­ponde el interrogado-; pero sí 111i pad1 e.»

<<Carlos, duque de \Vutembcrg, pasa a caballo ante la puerta de un tintorero. ,;Pod1 íu u.itecl teíii1 de azul a mi caballo hfanco? f>ci-cll' luego, alteza, si .IOporta el u~ua /11rvie11do. , En este úllimo y excelente ejemplo de contestación a una proposición desati­

nada con nna condici1'm mús imposible; si cabe, actúa otro factor tccnico, que no

~.¡-1 ( llll el objeto de oln;i.:1:1 una mejor lk!->L'fllk'ÍÚJt

de 1" i:niliLal iu11. lu~ rn 1k lw. ·,:jl.'rnpln:.; ya 11)11:.1gn:1dd~, har& u:-.o de algo y.1 1ncnl.'.io11ado, la caru~le1istila 1da-1 iún 1H.:g;11iva c111rc el cbi:-.tc i el :1l't.:rtijn, t.:11 L'i :-.c11litk1 qui.: 111w i'.:.1;u11dc lo qui.: el Piro cxhibc tv1ud10:, de lo!'!

ai.:..·1 tij\1.-.. t labor;ulu!'I por (j. 1. h:chnl'r (c11;1mlo el hlu:,111~, \:-Ot.d1;1 1..i•TtlJ ~t.! L·ai;1<.:!1.:1i1a11 poi 1111 ullt) g¡¡1dn

de 1111iliL;1...:it111. lo qul' h:s Ja a dluS un cncanlu muy pa1tk11la1 l l l1s cjt!111plo!'I tilath1s lk J cd11u.:r :-.un omiti­do:-. i.:n la t1:1dt1Li.:i1'111 ~·:-1pa1\ola !No111 1!1 _! N j)

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aparecería si la res pu es la del ti nt ore ro hubiera sido la sigui en te: No, alteza, 1e1110 que el ca!w!lo no sopo/'fc el ag11a hirFiendo.

La unificación dispone a11n de otro especialísimo y muy interesante medio tl~cnico: la agregación por mcd io de la conjunción y. Es la agregación Liene nece­sariamente que significar conexión; otra cosa sería incomprensible para nos­otros. Cuando Hcine, en el Viaje por el llarz. y hablando de la ciudad de Gol inga, declara que, en general, se dil'idcn los hahitantes de Goringa en es111dianrcs, profé­sores, flli.1·teos v ganado. comprendemos desde luego tal unió1i. en el sentido que luego Heine subraya añadiendo:« .. cuatro estados pcrfectamcnle delimitados». O cuando habla del colegio en que tanto latín. tantas ¡)(/li:t11· y tan1i1 geo[!,mfla tuvo que aguan lar, la agregación, subrayada por la colocación de las palizas entre el latín y la geografia, nos indica el interés que en el escolar despertaban dichas dos asignaturas.

En Lipps hallamos, entre los ejemplos ele «agregación chistosa» («coordina­ción») y cono el ele mayor parentesco cnn el chiste de Hcinc «estudiantes. prnlc­sores, filisteos y ganado)), el siguiente dicho.

«Con un lcncdor y con csruc1 zo le sacó su madre ele estofado». como si el esruerzo fuera. al igual del tenedor, un instrumento manejable .. Sin embargo, sentimos la impresión de que este dicho no es chistoso, aunque sí muy cómico, mientras que 1~1 agregación de ! !cinc constituvc indudablemente, 1111 chiste Mús tarde, cuando 110 necesitamos eludi1 el problema de la relación entre el chiste y la comicicfod, volveremos qui1:i snb1c estos cjc111¡1lns

( 1 O)

En el ejemplo del duque y el linlnrero hemos observado que continuaría siendo un chiste por unificación. aunque el tintorero contestase: «Nn, alten1; temo que el caballo no resista el agua hirviendo.» Pero Ja respuesta fue. «Desde luego, alte;a, si sopo1 ta el agua hirviendo.)> En la sustitución del realmente ade­cuado «no)\ por un «sí» reside un nuevo medio técnico del chiste. cuyo empico perseguircrno~ en otros ejemplos

Mús sencillo es un chiste, anúlogo al anterior, que cncontram'os expuesto en la obra de K Fischer: Federico el G1 ande oyó hablar de un predicador de Si­lesia que tenía fama de halla1se en tratos con los espíritus. Descoso de ave1igua1 lo que de verdad había en tales rumores, hizo acudir a su presencia al predicado1 y le recibió con Ja pregunta siguiente: ;, Puede usted conjurar a los espíritus? Sí. 111aiestad; pero nunca acuden Claramente se ve que el medio técnico de este ch is te no. consiste sino en Ja sustitución del «no». única contestación posible, por su contrario. Para llevar a cabo esta sustitución tuvo que agregarse al «sí» un «pero>\ de tal manera que ambas palabras, unidas en la frase, equivalen a un «110)) ..

Esta «representación antinómica», nombre que queremos dar a la nueva técnica, se pone al servicio de la elaboración del chiste en muy diversas circuns­tancias. En los dos ejemplos que a continuación exponemos aparece casi en su completa purc7a.

Heine: Aquellci' m11¡er se parecía c11 11111chas cosas a !ir Ve1111s de M i!o. Como ella, cm extraordi11ariame11te vieja, no tenía dientes y ¡n esentaha algunas nwnchas h/1111cas en la a111ari1/e111a .rnperflci'e de su cuerpo

Es ésta una representación de la rcalclad por coincidencia con la múxima be-

l I e 11 /\ 11 l \ 1 /U I 1 < l n ,\ < U,\ I U 1 \ < U \ \ r /1 ,\ 11 1 1 1' llU ! 1 \ 1//11 ( 1 . ___ .• 1111. •

,,,:'í ~o n lleza, c.oincidencia que naturalmente sólo puede consistir rn cualr· (~,0~:~fii';_~<.'.>,., da.~ con doble sentido o accesorias. F.~lo último sucede en el eje11d"ll U,~uiente\<·,..,

Lichtcnhcrg. «El genion. - / LlotE. } ~ l Jiahía re1111ido en sí las c11afirlades de !ns 1111Ís e;randcs hm11/J1e.1~~~I 1•aba ia fl:l1 :i .1

lw::a ladrmda como Alejandro. se hwgaha con! in;;a;nente el cahelrN ((!} ¡(!_g!,s'd(., 0 /

podía hch.er 11111cho caf'é como Leihni::.. 1· niando 1e ar1e1!1111aba en s11 ~·iIJf!.1~,~·q ~,/ daba de comer)' beher, como Newton.' .. !' con/o a éste había q11e sacarle desrrsrreno. pe in a ha. por IÍ 1/in10, su peluca como e I doc r or .l oh11.1011 y 11 e mha s ie lllfi re desahrochado 11n horón de la pretina, como Cerl'(l11fe1» ·

De un viaje por frlancla trajo J v. Falkc un excelente ejemplo de representa­ción anti,nórnica, en el cual se renuncia por completo al empleo de palabras de doble sentido. La escena sucede ,:11 una muestra de figuras de cera. El dueño acompaña a un grupo de visita1itcs explicándoles lo qL;-e aquellas figuras repre­sentai1. «Esta figura representa al duque ele Wellington en su caballo.)> Burlona­menle interroga una joven· «¿Cuál es el duque y cuál su caballo?» «Como usted quiera, señorita --replica el guín-: ha pagado usted su entrada y tirnc derecho a escoger.l> ( Lebenscrinnerungen, pág. 271 )

La reducción ele este chiste irlandés sería como sigue. «¡b inaudita la des­vergüenza de estos saltimbanquis! ¡1\treverse a presentar al público tales rnama­nachos anunciando pomposamente un museo de figuras de cera. No se sahe siquiera cuúl es el caballo y cuúl el jinete. (Exageración burlona.) ¡Y para ver esto le sacan a uno el dinero!» Estas indignadas reflexiones cristalinin. dramatizándo­se, en la pequeña histo1 ieta. En 1eprcscntacil'111 del público general toma la palabra una seiiorita, y Ja figura de cera queda inclividualmentc determinada Tiene que ser el duque de Wellington, tan extraordinariamente popular en Irlanda. La des­vergüenza del dueño ele la mue>tra que saca el dinero al público por ensei'íarle cuatro mamarrachos es reprcsentad;1 antinómicamcnte por una frase en la que el mismo se nos muestra como un concie1izt.1clo hombre de negocios, cuya única preocupúción es respetar los derechos que el público ha adquirido al pagar su cnt1'ada Observarnos también que la técnica de este chiste no es nada sencilla. El hecho de haber hallado un medio de que el desaprensivo negociante pondere su estrecha conciencia comercial, incluye este chiste entre los de rcpresentacil1n anti11ó111ica. pero la circunstancia de hacerle pronunciar dicha írasc en una oca­sión en la r1ue se le piclé cosa muy distinta de la ratificación de su formalidad come1cial; dado que la crítica yá dirigida contra el parecido en las flguras, cons­tituye un caso de desplazamiento. La técnica cid chiste sérú, por ta'nto. una com­binación de ambos medios

No nniy lejano a este ejemplo se halla 1111 pequ~11o grupo de chistes que pu­diéramos denominar chistes de s11pemció11. En ellos se sustituye el «sí)), que apa­recía en la reducción, por un <m0>l; pero este <mO>l equivale por su contenido a una enérgica confirmación. El mismo mei:<1nismo puede también tener lugar a la inversa. La contradicción aparece ~ustil11yendo a una contírmación supcr;1da Así, e11 el epigrama de Lessing.

Dicen r¡11e la buena Gala tea tiíic de negrn .1111· cahe!los. 111n1 lo cierto es que />.11m

em11 ya negros c11ando los compró.

O la maligna defensa aparente que Lichtenberg hace de la filosof'ía univer­sitaria:

«Hay mús cosas en el ciclo y soh1·e la lierra de las que supone\ uestra filoso-

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Page 18: Freud - El Chiste y Su Relación Con El Inconsciente

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li:t», dijo c!c,:pl\.:ti\ arnc:nlc Haml..:L Lichtc11ber' s· t , º. , .. ·.,· . 11u es aun suflcii'nkmcnte sev·ru . . 1 · '1 'e CJL!t: est~Jlllcro condena!ono -;e PL1<:de obic1:1r. v ··1ii-tJt· t:·d·t:1\ , pl¡J)es.nc• cmlp.'~ª todo lo que contr.a ta.! filcisotla

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, ' ' • u · '" « ero t<\lll Hen lny · ¡. f1 . t"· que no existen en el cielo ni ,.,1 1., t., .. ; . l.'. . . ' tn d l osu 1,i 1r1uclws co:;as

~. " 1e1 1 d » ''' est·1 frases, ·1c··nt · · J compens·1r 1't hlt-1 ·· t .... d. · ··· ' t:' t. ua a go que parece ' ' ' ' o iser va u por Hamlet pero t·tl e . . .

n ul'.·vo y mayor reproche ' ' 0111pensac1011 er1l raiia un

'ºn ~~~s J~~n;i~«~11i~~;~~~ ~~:ri~,t~'oruh1altl_<1rse libres de toda huella de dc~plazamicnto, 0

. . ~ · .,, 1 -into ):!rusc1os ciert·imcnle i< os JUd1o:;l1a bian de tiaifo~ (termales) «Yo 'd. " ' ', ~ - . .

o /JO, 1011w un hmlo tudu.1 los c'í/01 > Jcc uno di.: ... !Jos·--·, lo necesue <"'1 . . • . ) ·-- aramenl<.' vernos que prx h ... , , . ¡. ,, . · . . .

convicto .el ?uc:n (LH.lío de todo lu. ec:~~11;0.ri~l d \ dnaglo11a de su li111p1e2a queda

«Un JUd10 oh~erva (:!l la barb:1 de otro restos ! , ·d· . . . 1¡1ie ha.1· co11udo ,1i•ti ~, 1 i<Di.I; » <I

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tación antinó1nica es 11 r exi··ien•, .. ·, ' 1 ·. d • 1 r uucr e a una represen-El • '' ·:u . '., .· n 1 • _i.;. ~i.; cj<:.~1~ (\ 'C este grnpo:

re~ -e ú'<o 11 d 'bll"r una d1111ca yu1rürn;ic·i y¡ ¡¡., . ¡ . ¡· . . tan.do una pit:rna .1 im c:·it'-·rnln S · : ~

1·'. ia "" met 1co d1reclo1 ampu-

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., .. , . ";-'-···, L .. CJt:n L'S 111ome11tos su ·1dmin ., 1 ' · e cirujano. "i· fü;1 vo b• ·ivu·· ,.1.1., 1 .. 1·,¡L) d., ·.t · r · '.1. ' . 'c10r1 por a lll<.testna

' . , " • '" e ( l or )) ern1111·1cla J· b rnedtco aJ 1110ll(\¡C<' ,. 1·,. 1.¡ 1·r1:,"11Jo··· .... f' - I . .' SU. d Or S(; HCt:r.ca el •, " ·'- ... "t: p10 llJH ·1 mente · t 'l ¡ vuestra nwiesta,! llllC .1.w111 .e l·t ''t. ·.j " ·¡ ,rn e e· e piegunta ·«.:.Pesca . · · . '' -1 ·' · ' c. ta 1J1crna .>i

. lv11entras el Jcy expresaba su avrol~acif,. t· • . " ... "' rn1cntos del m"·iico ¡ ·l· · ....... ¡! '1 ,rn uitusras.ttcnm<..:ntc. Jos 11ensa-• LL !l. JlCI df¡ {-'ÜL 1Jn ex flC'Sal'' . ··e> .. . 1 . 1

forma: «Se diiía C1tu·· •'"[,.)'' '·111.'P'll'' ·l· 1 ·, · '-: wC .~ g. u1au1c.nle en. a s1gu1ente · - --~ • ' ' ' 11'," e ·1 ¡11e 11· · ¡· ¡· preso el<::! re·>' y rxira ¡y1.,. 1,~-1 L. 1·, 11 .. .,. 1'. ' ·. t ' 1

c1 ª c.·stc 111 e IZ po .. 1 encurgo c.x· 1 ·' ·'' ·' '"' 1 un 'll ere, .. 1·1 1 0 · · · t' ] \f P•irn mi cu11cic11¡:¡,1 , ·iii

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· ... ' .. " " ,icI ·1 que "O J¡.,".. · ¡ · q¡¡e se ha div.nado i11·1t1ife-.·t·u m;,, l.~ l . Y dl c;,c; a cua quiera, y la aprobación 1 1 ,. , ·'' e lct wn;a u tanto qu' ··stoy el'. t . . o e est:a, a ampurll' al eniermo la pierna "uw~ . · . l · ·. " i.; .. rspues o, s1 as1

sigue el médico lucer se compr"w!~- . ¡'- .. : que e queda » De este modo con-trario de lo Lj uc pi.:l:.sa ~ tiene q u~ g:1:1~c;~~~ ;;~~z'.'~rínen te, expresando todo lo con-

L·1 repr .. senl , ) · · · '. \... :tell n an!rnCJmrca es, como vemos , •... -.· - . . ,.

111uy l1eL uenll'rnenli.:: ·~r1J1Jkw!o V de ... ! . . . .~. en c~tos e_¡unplos, un merno I'c1 o !ltJ dcben:n<; iv·,--,¡,, 1. ',JL·· \;l."l'l. e ¡

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.•. ~ ..... J• ) 'UIC'll!1S"lnc· .. térnica no es ¡)riv«;tiv·t t'1111·····111-e11l' c·J' J .. 1. . ''e-,. Id rmporta11t1sr1rn.1, y es que t;¡J

· ' '-• · ' t l' c llSlé l''llld · !vi " · · de hubl:r cor1~eL"tidc) i'·"rl ··Lr .1·1s'c·tri····o ¡ . . · ... " 0

. arco ,. .... ntomo, después ,.. .v ·' u ~ 1a•·er '"1n·u tot ¡ ¡ · · · sobre ia muert" de(' .. , .. , ... 1. ... .. . . ~ '' ' a mente a op1n1on del pueblo " -~''··r, cXL a· 1i.. ch. n 11evo · «Pero l3ru" , . ¡ b . .

'>ahe V<! que ti P'lt:hj 1•• ¡ .. 01-it·· rá "l ·· .. ·'·d. . ... · cO es llll 10111 !C honrar/o». - •' .. · ~ ;;:,· '' . e 't:Hl<l tefO S(rllJdO de SUS rv·Ial- · · <' . · ¡ .

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nica sola no basta para caracteriLat al chiste. I'iene que agregarse a ella algo mús que hasta ahora uo hemos hallado. Ma~, por otra parte, hemos demostrado, de un modo incol!trovertible, que destejiendo la labor de la técnica queda des­truido el chiste. De todos modos nos es muy difícil imaginar unidos Jos dos puntos fijos que hemos conquistado para el esclarecimiel!to dr;J chiste/

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El hecho de que la representación antinómica pertcnc:2ca a los medios técnicos Je! chiste despiella en nosotros la esperanza de que éste pueda hacer uso asimismo de un medio inverso; esto es, de la representación por lo análogo o próximo. Continuando nuestra investigación hallamos, en e!Cctn, que esta última técnica conc:spo11de a un nuevo grupo de cllistes intckctuaks, espcciallllente amplio Describiremos la peculiaridad de esta tt~cnica con bastante mayor precisión, dominúndo!a, en lugar de represe11wció11 p()r lo 1111á!ogo, represelllacióJJ por fu homogéneo u conexo. lniciernos, desde luego, nuestro examen de esta técnica por el último de Jos caracteres citados y acla1 L~mos la cuestión con un ejemplo

Es una anécdota americana Dos hombres de negocios nada escrupulosos han logrado, merced a osadas especulaciones, reunir una consickrable fortuna y se esfuerzan ahnra en consegHir su admisión en la buena sociedad. Uno de !os medio~ que para dio ponen en prúclica es e1Kargar ,.;us retratos ~ti pin!o1 más dis­tinguido y caro de la cíudaJ, artista cuyas olnas son siempre esperadas con gran interés por todo el pl"queiio mundo aristocrútico. Terminados los retratos, los cnll>c·:in en un salun ladu a lado, e i11vita11 a sus eur1ocidos a ur1;1 !!nin VL'l;td;1 Entre los ill\'il<tdl1S figut<i el uíticu Lk arte mús kídcl e inlluyente d~ ia ciuLbd, el cual es acaparado desde su entrada en !a casa por los dos reln\tados y conducido u1 d acto al salón en que sus efigies se h;lllan expuestas. Los avispados negociantes esperan de él Lln j11icio admirativo que poder luego lwce1 cundir por toda !a ciu­dad .. Pero, ec lugar de esto, el crítico permanece u¡¡ buen rato silencioso ante los cuadros, busc<~ con la vista algo que parece echar de menos, y luego, indicando el espacio vacío que entre los rctwtos queda, pregunta: A//{l ll'here is the Sal'iuw? («Y el Redentor, ¿dónde es1á?» o «Echo de menos la imagen ckl Redentot»)

El sentido de esta frase se nos muc~tra en el acw. Trálase una vez mús de la exteriorización de algo que no pl1ede ser expresado directamente. Mas ¿cómo se forma tal «represen! ación iml ireclal> '! A través (je una serie: ele asociaciones y conclusiones tk lácil cu11stitució11 podemos recorrer en sentiJo inverso el camino de su formación, partiendo del ehiste mismo.

La pregunta ,,y el Redentor (o Ja irnagrn del Redentor), ¿,dónde eslú '!» nos deja adivinar que el crítico recuerda, ank !os dos retrato~, la composición pictórica, gcTicrnlmer1k ct.inoeida, L'n la q lie a parece la iigma de. ('risto c1 ucillcado .:nlre los dos ladrones. La analogía 1:s facilitada por !as do-; imúgi.:ncs presentes, que en el chiste sun lranspo1tadas'a derech'! e izquierda del Salvador, y r10 pUL'de consistir mús que en el hecho de que las d1>s figuras que adorna11 el muro dc:I sal~>ll sean tambil:n las de dos ladrones. Lo que el crítico quería y no podía decir c:ra: «Sois u11 par de brihorn:~; 1.Qué me importan a mí vuestros retratos?» Este pensamiento es el que poi fin lia cxteriorin1d<l, despu~s de hacerlo pasar por algu­nas asociaciones y conclusi011e,;, y en una forma que calilicamos de alusión,

Recordemos ¡¡hora que ya antniormc:nt.c trnpezamos eo11 esta foniií(aiusiva

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al ocuparnos del doble sentido. Cuando de las dos significaciones que enc11cntran su expresión en la misma palabra se halla la primera como la m;'is usual y con icnlc tan en primer término que tiene que acudir antes que ninguna a nuestra imagina­ciún, mic11l1as que la segunda, como m:'ts lejana, queda ret1asada, calificamos el caso de doble sentido con alusión. En toda la serie de los ejemplos examinados hasta ahora observamos una técnica harto complicada y descubrimos la alusión como el factor ocasionantc de tal complicación. (Vbrnse los chistes: «Ha ganado mucho y ciado poco», etc, y «De qué maravillas es capaz la mano del hombre».)

En la anécdota americana encontramos la alusión libre de iodo doble sentido, y su carúcter esencial se nos muestra como una sustitución por algo que se halla Íigado a nuestros pensamientos sobre la materia. Fácilmente se adivina que tal conexión utilizable puede ser de muy diversos géneros. Para no perdernos en dicha variedad no examinaremos sino las variaciones mús importantes, y éstas en escasos ejemplos:

La conexión utilirncla para la sustitución puede ser: una simple similicadencia, de manera que este grupo scrú anúlogo a aquel que en los chistes verbales com­prende' al retruécano. Mas, a diferencia ele t~ste, no se trata aquí de la similica­dencia de dos palabras, sino de la ele dos frases enteras o de series características de palabras, etc.

Ejemplo: Lichtenberg ha hecho popular la frase «Bal"íos i¡ucvos curan bien», que nos recuerda en el acto al refrú n Escobas 1111áas barren hi,cn. con el que tiené de común varias palabras, a mús de la estructura general. Seguramente surgió esta frase en el cerebro del divertido pensador como una imitación del conocido proverbio. Es, pues, una alusión al mismo. Por medio de esta a)usión se nos indica algo que no es expresado directamente~ esto cs. que en el efectó ele los bal"íos medi­cinales interviene un factor totalmente di.stinto de las cualidades constantes del agua termal ,

De técnica muy semejante es otro chiste del mismo autor· «Una muchacha que apenas ha cumplido doce nwdas.» Esto suena como una determinación de tiempo ( Moden-modas, Monc/cn-lunas-mcses), y fue quizú, en un principio, una simple c1 rata Pero posee desde luego un excelente sentido el empicar la cambiante moda en lugar de la cambiai1te luna, para fijar la edad de una mujer.

La conexión subsiste, por tanto, aunque tenga lugar una ¡wq11e!la 111odiflca­ciá11. circunstancia que nos muestra cómo esta técnica corre pan1lcla a la técnica verbal. Ambos géneros de chistes provocan igual ckcto, pero pueden diferenciarse muy bien por los procesos que se verifican en su respectiva elaboración.

Un ejemplo de tal chiste ve1 bal o retruécano: un canlante. Edmunclo de nombre, y tan ramoso por su gordura como por su voz, tuvo que sufrir que se empicara el título de una obra teatral. inspirada en una conocidísima novela de .Julio Vernc, como alusión a su poco elegante lísico. La frase El l'iaie alredcdm de Ed11111ndo en ochcnla dias se 1Ii10 pronto popular. Otro ejemplo: Cada 11w1n 1111a reina. modificación de h1s lamosas palabras shakesperianas: Cada pulgada 1111 !'(!)'.y alusión a ellas fue frase que se aplicó una noble clama de estatura clcsmc­suracléL Ninguna objeción seria podría tampoco hacerse al que quisiera incluir este chiste entre aquellos que son productos de lú condensaci<?n con modif1cación como formaciones sustitutivas (ejemplo· tctc-ú-bcte).

Las partículas negativas hacen posible excelentes alusioni;s con pequeñísimas moclificacioncs. «Spinoza, 111i co111¡x11'icro de irreligión», dice Hcine. y Lichtenbcrg comienza con la frase: «Nosot rns. por la desgracia de Dios, jornale ros, siervos,

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í_>> '\<~ ... ncg1os». etc. un manifiesto ck estos inl'clices que cierlamentc tirna.d )1~i't derecl)' 1¡~ \ a !al título que los 1eyes y prínci¡1es al 1H1 modificado \ ~" ' Llo¡EC,.¡ o

Otra frase de la alusión es la omi1ián. comparable a la condc'ns,a 'ón sin ro ,g=­mació11 de sustitutivo. Realmente se 01i1i1c algo en toda alusiún,

1

p~A~rni,C ~1 ,

las rutas menl2les que hasta ella co1¡cluccn La clilerencia consiste e1t~ · ,,. patente sea la solución de continuidad o el sustitutivo que en la expresion verbal de la ;ilusión oculta a aqu(:Jla pan:ialmcnle De csll: lll!ld!l ll¡~garíarnos a través de una serie de ejemplos, desde la simple omisión hasta la alusión propiamente dicha.

En el siguiente ejemplo halhrn1os una alusión sin sustitutivo. En Viena resi­de un ingenioso y agresivo escritor qut repetidas veces ha siclo maltratado de ob1a por aquellos a quienes su pluma satiriwba llablúndose. en una reunión. de una fechoría cometida por uno de los habituales advnsa1ios del escritor, exclamó un tercero: «SI J. 01'e i'llO, rccih1rá nlm hojerada 1111Í1 » /\ Ja técnica de este chiste pertenece en primer lugar el desconcierto ante el aparente contrasentido CXj1fC~a90, pues no COlllprcnJernos cc)mo el haber OÍdn algo puede tener, LOJllO

inmediata consecuencia, el recibir una boletada El contrasentido desaparece en cuanto se llena el vacío dejado nor la omisión· «Si X O)'(' esto, escribirá 1111

1re111e11do arlículn conrra Z . . 1' c111011ccs recihirá o/m hoferoda nuÍI'.» Así. pues, los medios técnicos ele este chiste son la alusión con omisión y el contrasentido

Otro chiste judío· Dos judíos se encucnlran delante de una casa ele haiws «1 Ar' __ csuspin1 uno ele ellos--. 1Q11t; ¡imnro ha 1w\(/do el 111/0 1»

Estos ejemplos dc1111ll:stran. sin dejar lugar a duda al¡rnna, que la omisión pertenece a los medio$ de la alusión.

En otro ejemplo, que expoi1c111os a continuación y que es, desde luego, un auténtico y legítimo chiste alu;,ivo, hallamos, sin embargo. una cxtra11a solución ele continuidad. Tnítasc de la siguiente sing:ularísima sentencia

La esposa es como 1111 ¡wrag110~. Sicnip1 e se acaha por tomm 1111 'simón'. Un paraguas no protege contra la 'lluvia. El «siempre se acaba» no puede

significar más que «cuando la lluvia aprieta». y un «simón» es el nombre corriente ele los coches de alquiler (de .uso público) !\fas como nos hallamos aquí ante una comparación, vamos a dejar el an<ílisis de este chiste para cuando mús ade­lante tratemos de ellas. '

La ohra Ln1 haíin1 de L11<ca. de I !cinc. es un avispero ele pun1an1cs alu-;in11cs Su a\lt(ll L'S lll<lCStro en el a1 le de utili1a1 csl:l r(1r111a del chi-;tc p:1r<1 fines polémicos (contra el Cnndc de Platcn) Mucho <Jnli.:s que el lc-ctrn puc(Li sospechar la finali­dad po!Cmica. comienza l-lci11c a 111 t:ludi<11. por¡ncclio ·de alusiones sacadas del mús variado material; cierto tema muy¡i()l~O l\profiiado 11<11 a la exposición dirccl:1 Mús :1dclantc. los sucesos relatados por el autoi· toman un giro que al ¡i1 incipio 110 p<11cce obedecer m;'.1s que a un grnsc10 capricho de !!cinc: pero que pronlo descubn?n su relación si111bólica con la in1cnción'polé111ic<1 y se revelan, por tanto. co1110 alusiones. Por último. se desencadena el ataque contra el Conde de Platcn y de cada frase que Heinc di1'igc contra el talento y el ca1úctcr de su adversario. su1 grn inagotables alusiones al conocido tema de la homosexualidad del mismo

«Aunque las musas no le son propicias. tirne en su poder al genio del idioma. o mejor dicho, sabe hacerle fuer1a. pui~s nn goza del espontúneo amor de este genio, sino que tiene que correr tras él como tras otros efebos y no sabe sino apo­clcrarse de sus fo1 mas exteriorc~. que, a pesar de su hcli<1 redondez, carecen de nobleza en su expresión.»

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«Le sucede cnt1>1lces eomo al ave,truL, que se cree oculto cntt:i 1ando su lwbt:La en la arena y dejando sólo visible la r¡1badilla, Nuestro noble pújaro hubiera obrado mejo1 enterrando su rab,1dilla en. la arena y ense11úndtrno!; tan sólo ~u cabeLa »

La alusión es quizú d mús rn11 iente y manejable de todos los medios del chist.: y constituye el lundamcnLo de la mayoría de los chistes de corta vida que acostumbramos introducir en nuest1a conversación, los cuales no pueden subsis­tir p(Jr sí mismos ni soportan ser desarraigados del terreno en que nac~n. Pero lllCL'isarnentc c11 ello:, ub,cnamus liL' 1H1evu aquella 1claeión que Ctjrne11í:.Ó a Cllll·

lu11dirnos en nuestra valoración del d1istc ·i clmpoco la alusión es chistosa en si, existen alusio11es ele conecta t•l:tboración que no pueden pretender tal carúc­tcr Sólo la alusión «chislOsa)¡ lo posee .. Vemos, pues, que la caraclcrístiea del chiste, que he111os pl·rscguiJo hasta las profundidades de la técnica, ha e~capado a nuestros n:ituados csl'ueuos, .

Calificamos OC<bicni;!lmcnte la alusión (le «repn::sentación indirect;rn, y observarnos ahora q Ut: podtmos muy bien r<:unir en un solo grupo los diver~os géneros de alusión, la representación an\inómica y varias otras técnica~ de que rnús adelante tratarL'!TlOS,, La calificación mús com¡li'ensiva para este considcrnblc grupo sería la dt: 1eprese111ució11 illili1cc1u Errnres intelectuales, unificación y representación indirecta se1ún, por wnto .. los puntos de vista desde los cuales se dejan ordenar aquellas t2:rnicas dd chiste intelectual que hasta ahora hemo~ llegado a conOCL'r '

Co11tinuando la i11vestigaciun de nue!>tro material, creemos describir una nue­va subdivisión de la rcprese!llación indir.:eta, fúcilmente caiacterizable, pero de la q uc sólo p11s,xn'ws cscasus .:jemplos. Es éste el de la representación ¡wr 11111;

11111111cia, técnica que re:rndw el problema de lograr por medio ele un insignilica11te detalle la total expre,iém de un carúcter La ag1..:gación de este grnpo a la alusión qued~1 facilitada por Ja circunstancia de q uc tal 1'ninucia se halla en conexión con lo que de rcpresl'.ntar se tiata, clerivúndose de ello como una consecuencia.

Ejemplo. Un judío de la Galitzia au~triaca hace un viaje en ferrocarril lla­llúndose solo en d vagón, se retrepa cómodamente en el respúldo, pone las pies en el asiento frnntno y sc dcsabwclrn la túnica. Eri una parada sube al departa­me1ito un caballero vestido a la rnode1na .. y el judio toma instantúneamenk una posici<'•n más coi recta El 1ecién lll'gado hojea un librito, calcula, reliexio1ia y se dirig•:, por último. al judío con Ja p1egunta. «Perdone usted. ¿Cuúndoes Yon:1ki­pu11 (día de rcco11ciliaciónJ. Acsoi, rc~ponde el judío, y vuelve en el acto;~ m:o­brnr su primitiva y cómoda postura

No puede n<:'ga1se que esta represl'ntación por una minucia se halla ligada a aquella tl'lldrncia al aho1 rn que tras la investigación de la técnica del chiste \'CI bal íijan10~ como el elemento común a todas las técnicas.

Otro ejemplo análogo. El médico lb1irndo para úsistir a la sei'10ra baronesa, próxima a dar a iuz, propone al b:~:ón que, mientras llega el momento de in!cr­venir, cntreteng:rn t:I ticrnpo jugand1:l un ernrfr en una habitación contigua. /\1 c~tlio de algún tiempo, oyen qut:jarsc a la paciente; Ah, 111011 Di1'11, (JlieJl' suu//i·e.' El marido se lev:rnw, pao el médico le tranquiliza, diciendo «No e> nada; sigamos jugando>; Pa~a un rato y vuelve a oírse. «¡Dios mío, qué lk1loics !>; «¿,No quiere usted pasar ya a la akub:1, doctur'!», intenoga el barón, «No, 11u,

todal'Ía es pronto»> J>o1 lilti1110 se O)"-'ll ·llllos g1itbs inintdigil>les ,<,.11'. 1wu¡', 11u1•yh> El médico tira las cartas y exl'lami1: «Ahornes el momento.»

J:L UIJSIE l :,(} R/:/,,IUON (UN /.U !VUJNSCll'NJI AJ l'AIU!: .ltv-1/.lllC 1 1071

Este chiste nos muestra excclcntcml'.nte, con la modificación gradual de los quejidos ele la distinguida parturienta, cómo el dolor deja '.t,brirse. paso a l~ natu­raleza primitiva a través de las dif'erentes capas de la ~duc'.1c10~1. y como una 1mp?r­tante decisión puede hacerse depender con plena JUSt1f1cac1on de una manifes­tación aparentemente nimia.

(l 2)

De otro distinto género de representación indirecta de que d chist.e se s~rvc --la metáfora-- no hemos querido tratar hasta ahora por tropeLar ~u rnvesl1~a­ción con nuevas dificultades, a más de aquellas otras que ya en anlenores ocasto­ncs nos han salido al paso. Ya convinimos antes en que, en muchos de los ejem­plos sometidos al análisis, no logrúbamos desterrar ~ierta v.acilación al conside­rarlos como chistes, y hemos reconocido, en csta msegundad, una alarmante debilidad de los fundamentos ele nuestra investigación. Con ningún otro material se hace más marcada y frecuente esta nuestra inseguridad como al analizar los chistes por comparación, La sensación qui,; me hace decir -y no sólo a mí, sino, en iguales circunstancias, a un gran número de personas-:--: <~E?tO e~ un chiste y hay que considerarlo como tal aun antes de habcr"descubterto e~ caracter esencial del chiste»; esta sensación me abandona con mayor frecuencia que en ningún otro caso e1i los chistes por cornparacit?n. Cuando sin, rellexionar he calificado de chiste una metúrora, creo observar instantes despues que el placer que me ha proporcionado es de diferente cualidad que aquel que suelo deber a los ehistes, y Ja circunstancia de que las mctúloras chistosas s~lo rar~t vez P.rovoca,n la explosión de risa .:1ue confirma a un buen chiste, m~ hac.e 1rnpos.1ble sahr de mis dudas, obligándome a limitarme a los mejores y mas ef tcaces ejemplos de este género. . , .

La existencia de excelentes y eficaces CJemplos de metalorns que no nos hacen en absoluto Ja impresión de chistes es focílmenle demostrable. La b~lla ~ompara­ción de Ja tenrnn1 que corre a través del Diwío de Otilía, con el lOJO lulo de los cordajes de la Marina inglesa, es una de ellas; otra, que aún no me he cansado de admirar y que siempre me produce una impresión igualmente viva, es aquella con la que Fernando Lasalle cierra una de sus famosas defensas (La Ciencia y los lra­bt!iadures), «Un hombre que, como ya antes os he exp~1esto, ha consagrado ~u vida al lema «La Ciencia y Jos trabajadores», no sent1ra ante una condena mas impresión que aquella que Ja explosión de una retorta pu?iera ~ausar ª.un quí­mico absorto en sus experimentos científicos. Con un ligero lruncurnento de cejas ante la resistencia de la materia continuarú el investigador serenamente ·--una vez terminada la interrupción-- sus anúlisis y experimentos.»

Las obras de Lichtenberg nos ofrecen un rico y selecto acervo de chistosas metáforas. De ellas tomaré el material necesario a nuestra investigación,

Es rnsi imposible atra1•e.rnr una 11/uched11111bre llel'llndn en la mano la antorcha de la l'crdad sin chamuscar a alguien las harbas.

Realmente presenta esta frase apariencias de chístc; pero consideránd~Ja detenidamente se echa de ver que el efecto chistoso no parte de la compar~c10n misma sino de una cualidad accesoria. La «antorcha de la verdad» no es cierta­mente 'una metáfora nueva, sino por lo contrario, muy usada, y convertida ha largo tiempo en frase hecha, como sucede con toda comparación que por su

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1111.1 ,\ I <r M 11 N fJ 1 /i 1 1 ,, 11 11 /i 1 ,, ( /) ,\( /' 1 1 1 1 .\

acierto es recogida por el uso verbal. Mientras que en la expresión «la antorcha de la verdad» apenas si observamos ya la comparación, Lichtenberg vuelve a darle toda su energía primitiva edificando de nuevo sobre la mct:'tíora y sacando de ella exp1csioncs, que ha11 perdido su l'uc11a significativa; nos es ya conocida corno técnica del chiste yfa incluimos en el múltiple empleo del mismo material. Pudiera muy bien suceder que la impresiún chistosa producida por la frase de Lichtenberg prncediese exclusivamente de esta conexión con la técnica del chiste.

Por un motivo del chiste, pero igualmente explicable, parece chistosa la com­paración siguiente:

«Las críliNH me parecen u11a especie de <'ll/e111f('dud i11/11111il qu<: ataca con mayor o menor virulencia a los libros recién nacidos, acarreando a veces la muerte a los más saludables, mientras. que los débiles suelen salir indemnes. Algunos, muy pocos, se libran de ella. Se ha intentado con frecuencia protegerlos por medio de amuletos, rafes como prólogos, dedicalorias y hasta m1locríricas, pero todo ha sido en vano.»

La comparacicín ele las c1 íticas cnn las c11k1 mcdadcs i11f:1ntilcs se limita al principio a la circunstancia de atacar al libro o al sujeto, respectivamente, como después de haber visto Ja luz. Hasta este punto no nos decidirnos a atribuirle un carácter chistoso. Pero la comparación continúa. Resulta que el subsiguiente destino de Jos nuevos libros puede ser representado, dentro de la misma compara­ción, por mediq de otras nuevas en ella fundadas. Esta prolongación de una com­paración es indudablemente chistosa, pero ya sabemos a merced ele qué. técnica nos aparece como tal; se trata de un caso de unificación, o sea de constitución de una conexión inesperada. El carúcler de la unificación no varía, en cambio, por consistir ésta aquí en la agregación a unn primera metúl'Ora ..

En varias otras comparaciones nos vemos inclinados a desplazar la innega­ble impresión chistosa sobre un factor totalmente cxtraí'ío a la naturaleza de las mismas. Tales comparaciones contienen una singulf\r yuxtaposición y a veces un enlace de absurda apariencia, o se sustituyen, por medio de uno de estos ele­mentos, al resultado de la labor comparativa. La mayoría de los ejemplos de Lichtcnberg pertenecen a este grupo

Todo honlhre tiene ramhién s11 rrasrro moral, que no enscila sin fl('Cesidad. ¡: que c11hre. 111ie111ras puede, con los cafzones de fa /mena educación.

El «trasero moral» es la singular asociación que aparece como resultado de la labor comparativa. Mas a ella se agrega una continuación de \a metáfora con un juego de palabras («necesidad») y una segunda unión todavía más extraordina­ria («los calzones de la buena educación), que qui?ú es chistosa por sí misma. No puede entonces maravillarnos recihir de la totalidad la impresión de una muy chistosa comparación, y con1enzamos a darnos cuenta de que tendemos generalmente a extender, en nuest1 a valoración a una totalidad, el carúcler que sólo corresponde a una parle de la misma Los «cal7crnes de la buena educación» nos recuerdan t11i verso de Hcinc, anúlogamenle desconcertante.

«Hasta que, por fin, me estallaron todos los botones del pantalón de Ja paciencia.»

Es innegable que estos dos últimos ejemplos entrañan un carúcler que no encontramos en todas las buenas y acertadas comparaciones Son metáforas «degradantes», pues prcsent<rn un objeto ele clc\'ada catcgo1 i;1, una abstracción (la buena educación, la paciencia), unido a olro de naturaleza muy concreta y hasta ele un bajo género (los cal10nes). Mús adelante examinaremos la cuestión

I I ( // / \ / / 1 \ 1' /\ I I 1 < Ir 1 ,\· t r J \ f 1 i ! \ t 1 1 \ \ i t ! \ 1 / /' //U 1 1 \ 1 / 1 /Ir 1 ¡n,

de si.esta singularidad tiene o no algo que ver con el chiste lnte11tcmos, pór ahora, a11a!11ar otro e¡emplo en el que aparece con especial claridad este carúctcr «tk­gradante.>> L'.I hortera W~i11hc11, personaje de 1111a cnmcdi:i hurk,c1 de Ncst 1 oy, describe c1>mo 1ccorda1a, cuando llegue a S<'I un ac;llldalado comerciante Jos tiempos juveniles, y dice: «Cuando así, en una íntima con\'ersación se bar;c /(! nil'l'e que nh11ruyc fa enrrada del al11111cc:,11 de lus 1C'Cucufo1. se ahrcn dr nuel'o /1 11

cierres del pretérito)' se colma el 1110.111 ador de la /wumía con fas mercancías de lie1_11pos pasados ... >) Son éstas, t"icrtamentc, comp~iracionés de abstracciones con objetos concret.os muy v~lgares; pero e! chiste se halla exclusiva o parcial­mcnle--- en la cncunstancia de ser un horlcr~1 el que :;e sirve de tales cornparacio­n.e,s tomadas de los dominios de su cotidiana actividad. El hecho de poner en rela­c1011 .lo abstracto con lo v.ulgar; que 1~ rodea de continuo, es un acto de 1111ific11r:ió11.

Volvamos a las mctaíoras ele L1chtenberg: Los molil'os que para obrarien~mos los h;mbres podían ordáwrse del mi11110

modo que los 32 vienros (temas de 1111 compás) r rccihir 11na dcn(l111i11ociá11 a11álnr;o-me11te conzp11esla; por ejemplo' f)(lll-pr111~fa11111 (! fama:fanw-pan. e

C~lmo n~uy fr?cuente1:1cnte cu los chistes de Lichtenherg, es aquí Ja impresión d~ acierto, mge.rno y sult!eza tan predominante, que nuestro juicio sobre el ca­racter de lo chistoso es 111ducido e1i error. C'uando en tal aforirn10 se me1cla algo .de chiste al excelente sentido total, somo siempre inducidos a conside1ar la totali.dacl como un excelente_chiste. Mas, á mi juicio, todo lo que en este ejemplo es ch1stóso surge ele la.extraneza ~¡uc nos produce la singular combinación «pan­pan~fama)). Lo q~e en _el hay de chiste es, por t<rn lo, una representación por contra­s~1.1t1cl?. La reumón smgular o la asociación absurda pueden ser e\puestas tam­bien _aisladamente como resultado de una comparación

.si h~sta ahora hemos hall<iclo que siempre que una comparación nos pa­recia. ch~slosa debí~ el producir esta impresión a una intromisión de alguna de las tec111cas del chiste que ya conocemos, otros ejemplos parecen confirmar que t~na comparación puede también ser chistosa por sí misma.

Lichtenberg caracteriza determinadas odas con las siguientes palabras: «Son en la pncsí;i lo que en la prosa J:.1s inmorl:lles nhras de Jakob Bohmc

1111a ~:1¡wcie d« lli< nic en el q11c el c111101 p<111c le/\ /li1/t1h1111 1 el lec 101 el senrido>) Cuando /ilo10/a ri<:'llc0 ge11eral111e111e sobre los ohje101 1111a ag111dabfe fu: de

h111a.q1'.e nos complace, pero q11e re,\l/lla i11s11/lcic111e para hacernos distinguir con prec1.11011 11110 solo de elfos.

Hcine: Su ros:ro semejaba un pali111pse110. en e{ q11e, bajo la más recicnrr escnlura de{a copw monacal de 1111 texto dchido a 1m Padre r/e fo f:;;lesia. aparecie­ran los merho borrados versos de un Nrírico poera griego. .

.o lil continuada compa1ación, de tendencia iúa1'ci'd:1n1enlc degradante. in­chuda en Los baí'ios de L11cca ·

«El _sacerdore ~ar~fico obra como un dependiente de una r,ran casa comercial la Iglcs1~, ct.1yo pnncipal es el Vi1pa, y que le señaln una actividad determinada y un salario h¡o. ~.e ~ste modo, trabaja indolentemente, como q1Jie11 no lo hace por ~uen~a prop!é~, tiene mucl:os c~legas y permanece fácilmente inobservado en me~1.o de1 gran ~rafico comerc1al. Solo le mteresa el crédito de la casa y su conser­vac1on, pata evitar que la bancarrota le prive de sus medios de Sl!bsistir. El wm prores:ante, ~n cambio, es en todas par~es su propio jefe y lleva por su cuenta los negocios peligrosos. No comcrqar al por mayor, como su colega católico, sino solamente al JIOI menor. y como tiene que atender personalnientc a todo, es activo

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!LI 't S / (r _,l l 1 ;\' /) f i< f.. L ¡, O 11 H .. 1 s· i: O M ? l. F I i S

1· v: .. ;1:int'· · · ··d, ..... · 1· • · • ¡ ' · · ·' .. '.'='.' · ~' ¡.u.~ · 1

" '' "'' ge'.l!c su~ m fiel/ us ti!! je y desprcc¡:.i los de ~us cor11pc-Ullu1es. Corn?~.buen comerciante al por menor, se halla siempn.: en su tcnducl~ü, lle~o de envH,Ja cornu.t todas las grandes (;asas comerciaies y espeCiaJn¡ente t:\JfdJ a l~ .rn!1.1an:-t, .q lle ticne a sue:do muchos millares de tenedores de libros y 11a ::.,tablcc1ao Llctona tn las t<'St&ntc:s rartcs del murn.lo >>

Ame e~t.:: ::jí.:mph, como ames otros muchos, no po'demos negar qué una ~nrnpara~1.on pued-: ~cr chistosa poi sí misma y sin que haya necesidad cit>acliaca1 ,,: !l!lprt:s1on que poducc a una compiicacióu con una de las técnica~ dd chiste que no_s son co¡:ocidas .. IVLs nus escapa e11tonce~ por complew qué es Jo que ~ktermma el,c;iract~· d11'.,loso de: la comrmaciún, cj:ido que é . ..,te no 1esiJe, desde li1ego, t:fi la 101 m:\ ne t:'q;1esi<':n del pensai;iiento ni e11 la operaciór1 de comparar l'~c' pockn1os, !""'. t_:~r!to, I:acer ol1 :i cosa que incluir la comparación entre los scn;;1·o'i de "expO>i!•:l\)!1 lfldlltCta» de los que Se'. ~if'\'e [a técnica dd chislc, .y te11e­ll.l'.-1~ que abandc;irnr, :;1n resolvcdn. tsre p1(1blema, que al tratar de la CO\Hpara­cion se ha a!zactu ai1 i1" norntws nrncho rnú.-: cbramenlé que cuando examinamos !os 1esta111cs n1eJ10s del chiste A r<1zones e"peciaies debe también de obedecer el lh.:cho de q~c la dec;.,¡,·Jn. ;;obre si algo es o no un chiste nos haya presentado en la cornp:1racrn11 mayor d1f1cultad qne en ante1 io1es forma:> expresivas

. _Sio e111b~11go, c:;ta. so!ución de continuit.lad en nue~tra comprensión del Ctlbt•;_no ~s lo \]H•' puJ1c1;t f¡¡¡,:ernn~ lame11tzi1 que esta primera parte de nuestra lil \ e~Ligacio;¡ no h:. )'a krnJo r <. s11 i i b!ü Dada la in tima cunexión q uc teníamos que estar prepé1rndo:; a élln!.>uir a las divr:rsas cualidades del chiste, hubiera sido irn­pru.d-:nle a.b~1~ar la espernnza dt: poder ndarM uiia tüeeta de la cuestión antes J_e i:1:1~¡~·r dJr!gulo Cnh.:~trn mirada ~;obrL'. las demás .. Tend1emos, pues, que at.acar t'I pi on1em:i por otro 1 renrc ..

¿Estilrnos se¡;uru:, de que ni11gun:1 de las posibles técnicas del chiste· ha esca­pad.·, a lilieo:trn_ invcstigacié.n? De~de luego, 110; pero continuamio el examen Lk ;1ucvo mau·r;;d. p,:,<kmos C<)nvencen1os de que hemos llegado a conocer los m::1:; f 1.ec.uentts .v es<"11ciales inedias de la elabo¡acit'in del chiste y, por lo niCliOS, lus_ ~uJt:·1entc' ¡xu-¡¡ ior:nanw-; un jui,~io sobre la l1Ulu1akza de este proceso psí­qrnco. l'. au_nque no lo lwy:Hfl(,s formado aún, hemos Jcscubie1 to, en carnbio, val1os;;s. m~1u.1ciune:; acc1 e;; d,; la direccíón en yue dcl•crno'; buscar más amrlio csc!are~rnllento Lc•s 111te1c:>:111tes procesos ck la condensación con formación ck su~rllut(is, ·~¡ti•-' ~t: li\lS hC111 11~vc:ladcJ ,:olllo el 111,dulo de la té:u1ica del chisk verii:d, 11C'S orie~1b10li :i~1ciJ la luirnació11 de los sueiios, en c¡1yos rnecar1ismos lian 51du •.frsct1b1eno:: !os mis1aos procesos psíquÍCL)~ Igual u1ientación nos iilar­c::n también Ja~ técnicas del chiste intelectMal. dcspbz:1rnie11to, erron:s intekc­tLJaks, contra~entido, rep1cserrlac1ón indi1ccia y rc:prcsentación antinómica, qu,:, Jli11tas o separnJa!>, retorn~!n e1• la téc¡¡icu de la eiaboració1t de los suci'ios.

Al despl<1J<imie1'.i.o deben los sudoo :-;1¡ ex!1a11a aparieIJcia uue uos impiJt.: \..:r ~n cll_os lacPnin1 1 i~1c:on ck ilu6:1os ¡;cn:>ctlllientos climnos .. El empleo que en c:1 o Llcllu d!.:c1, 11 ti d!! d t:c •n lI nscntido y el absu1 do lrn hecho perdn :1 aquél la J1~1!ldad dd p1nducto psíquico e 1nclucido a los invc~stigadures a aceplar, como L·ono1~1oncs dd. ¡_n;snil), el rdajumicnto de las adividadr.:s anímicas y la sus­pL·n_::1un de la cnt:c:1. la 1n01a! y la lógica L.:1 rqiresent:ición antinómica es ;;n t'i :'t1~ne tan cun1cnte .. que ha~ta lo:, rni·;mo:; !ibiito;-; popuiares, 1<:11 c1rÚite1.¡::;, ~uDri...~ la 1nh.~rpr~~li.!l'.!On dt.: los ~u-::.~flos ..:ui:lc:n contar con e!ia

L1 1cpn~:,c11tación ind11,U<1, la ~u~aituei,"itJ ~k l,i idr~a dei ::uciil) por una alu-

c::¿:.f;...""r;;¿ .. "~: : .

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!:/. Clll~'lí: l SU /i/:"i..·JCION COS i.U iNCUN.~l 11 ,\'11 .-1) 1'1f(ft ,J.\'·11 !llCA lll77

sión, una nimiedad o un simbolismo analugo a la comparación e~ precisamente aquello que diferencia la forma cxpre:.;iva de los suu11.:)s t.le la de nw.:sua_ideación despierta Tan amplia coincidencia corno la que ex1sl::o entre los medios de la cla boración del chi~te v los ele la dd sueiio no creemos pueda se1 casual. Dernos-

1 trar d<.:talladamente e:Úa coincidencia e investigar sus fundarnentos será uno de los objetos de nuest¡a futura labo1.

J. - - Las íntc11cio11cs dd chiste

( 1)

(-'\ UANDO al final Jel capítulo p1eccdente copiaba yo las frases en que Hcine

/ compara al sacerdote católico con el dependiente de una gt an casa comercial y al protestante. con un tendero al por menor establecido por su cuenta, me sentb un tanto cohibido, eorno si algo me aconsejara no citar in extenso tal compara­ción, advirtiéndome que entre mis lectores habría segurarnente algunos para los que el rnúxirno 1espeto debido a la religión se extiende a aquc:::Hos que la adminis­tran y representan. Estos lectores, indignados ante los alrevnrnentos de Heme, perderían todo interés en seguir investigando con nosotros si la comparación era chistosa en sí o únicamente mcrccd a ciertos elementos a1xesonos. En otias cornpaiaciones, tales como aquella que atribuye a dctenninada tllosof1a la va­guedad de la luz lunar, no teníamos que ti.:;mer p1.:1judicarn a nuestra labor tal influjo pt:rluibador 1.:jercit.lo poi d mismo ejemplo analizado s.-ibre una parte de nuestros kctores. El más piadoso de ellos HO encontraría e11 estos casos nada qu:.: pe1turb;1se su eapacidad de juicio sobre el problema por nosotros planteado.

Fúcilmente se adivina cuúl es el carácter de chiste, del que depende la clivt:r· sidad ele la reacciúu que el mismo despierta en el que lo oye. 1El chiste tiene unas veces en sí mismo su fin y no se halla al servicio de intenció!l deterq1inada alguna; o/ ras, en cambio, se pone al servicio dt: tal intención, convirtiéndose c11 tcnde11cioso Sólo aquellos chistes que poseen una tendencia corren peligro ele tropezar con per~;onas para las que sea desagradable escucha¡ los._/

El chiste no tendencioso ha sido c:J!ificadu poi T. Vischer ele chiste abstrillto. Nosotros prelcrimos dc11ominarlo chiste inocente.

Dado que a11tes hemos dividido d chiste, ate11Jiendo al mataial objeto de la técnica, en ve¡ bale intelectual, deberemos ahora investigar la relación existente entre esta clasiticación y la que acabamos de verificar. Lo primero que observa­mos es que dicha relación entre chiste verbal e intelectual, de un lado, y chiste ab:;tracto y tendt:ucioso, del otro. ¡10 t:s, desd.: luego, una relación de: inlluencias. Tl(ita~e de dos divisione:; tutalmc:nte independientes upa de otra.

Quizú algún )t;clor se haya formado la iJc:a de que los chistes inocentes son v.c:neralirn:nte ve1 bales, n1i..:11tr as que la co111plicada tél:nica de los cltistcs intelcc­tuak:-; es pue:;ta c:1si siempre al ~,ervicio de lllarcadas tcndenCias, pc1 o lo eiL'l lo es que, así co\no •:xistcn chiste;; inocentes que uiilizan (;¡juego de palabras y la ~imilicadc:ncia, hay otrn:,, no lllcnos absiractos e inoll:n~ivos. qut: se sirven dt: todus [,is 111L·dius de:! chiste i11tdect11aL ('u11 ;1n(du1:'.a lacilidad ,;1bc dcmust1:11 q11c d chiste tendencioso pu.:dc muy bien ser, por lo que a su tt;cnica respecta. purame11le vei bal. Así, aquellos ehistes que «j1iegan» con los nombres propios

.-'


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