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Durante el verano de 1954 en Francia, un grupo de jóvenes que se hacían llamar la Internacional Letrista comenzó a publicar un folleto llamado Potlatch, este sería el medio para dar a conocer sus consignas e intensiones creadoras, las ideas que movían su espíritu crítico y de constante invención. El grupo abogaba por la felicidad, los placeres en contra de toda concepción del trabajo continuo; además la idea de crear situaciones, jugar con las noticias del pasado y del presente, para inventar nuevos mundos en donde todo fuera posible. Sin embargo, más allá de las intensiones de aquellos jóvenes lo que aquí retomaremos es su idea acerca del Potlatch, para darle una primera razón a nuestra acción creadora, la cual cobra vida en el objeto que usted tiene en sus manos. Según Greil Marcus¹ , el autor que reconstruye parte de la historia de aquel grupo de jóvenes, explica que aquellos habrían retomado el nombre de Potlatch para jugar con una metáfora acerca del consumo, pero en el contexto al que pertenece la palabra no se referían a un consumo comercial, sino a “consumido por el fuego”, esto hacía alusión a un regalo que tenía que ser correspondido hasta que no quedase nada que dar. Aaron Gurevich, también retoma este concepto para comprender el traspaso de bienes inmuebles en las sociedades escandinavas, es decir, para explicar las nociones de regalo, las formas de dar y recibir, de ofrendar cualquier objeto o hacer un gesto de amabilidad. Así encuentra que la generosidad entre los vikingos constituía una parte importante del ser colectivo tanto en su moral como en su estatus social. Así el Potlatch, a su manera, era un rito de intercambio. La palabra proviene de los pueblos que habitaron la Columbia Británica, una zona al sur de Alaska y al sudeste de Vancouver, en Norteamérica. El festejo consistía en un evento social donde un jefe invitaba a sus iguales y rivales a presenciar la destrucción de bienes valiosos, la práctica no sólo consistía en dar sino también responder. El rito comenzaba cuando un jefe ofrecía objetos o acciones de valor a otro, de esta forma el segundo tenía que corresponder pero con regalos de más valor. Podían comenzar con la entrega de un collar y terminar con la quema de una ciudad ¡Una tribu quemando sus propias pertenencias! El Potlatch, era acompañado de narraciones cantadas, bailes y banquetes;

la festividad podía ser motivada por una boda o un funeral, de esta forma se demostraba de una tribu a otra lo mucho que valoraban su propiedad.

Así la Internacional Letrista retomó el concepto para el nombre de su pequeño panfleto, pero no sólo con el significado de intercambio y regalo que este contiene, sino con el sentido de destrucción que guarda. Lo que pretendían era destruir las realidades de su presente a través de su panfleto, para obsequiar en cambio el nacimiento de una nueva realidad, es decir, una realidad construida por ellos. Este mismo es el sentido de llevar a cabo la tarea de imprimir FENÓMENO, esta es la primera explicación que le da valor a la acción de escribir e ilustrar. FENÓMENO es un regalo que destruye consciencias pasivas, las elimina para dar en cambio una nueva propuesta, una forma distinta de ver y percibir la realidad y todo lo que conlleva la misma. Su público no es especializado.

La segunda razón de hacer este intercambio con la sociedad se encuentra en otras partes de la historia de las provocaciones y los alborotos, responde al funcionamiento espectral que hacen de las inconformidades, formas de resistencia y renuncia. Lo que aquí se exprese no será producto únicamente de reflexiones sesudas de los participes, lo importante de este ejercicio será salir a las calles y escuchar cualquiera de los ataques o inconformidades que las personas emitan hacia cualquier situación, para transportarlas a un sentido literario, es decir, narraciones de nuestro cotidiano, conocidas con el nombre de: crónicas. Espectral en el sentido marxista y no marxiano, quede claro que todo lo que pasa, sucede sólo en el planeta tierra.

Carlos Marx fue un filósofo loco y provocador, en su relato sobre El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, dice acerca de las revoluciones sociales, que cada vez que suceden son en nombre de algún fantasma del pasado, el cual renace de entre las ruinas de la historia para legitimar y glorificar las nuevas luchas. Esas revoluciones se encontraron condenadas a perder su espíritu innovador y de constante cambio, pues al exagerar la fantasía en su misión trazada y no cumplir con las necesidades de su realidad, sólo buscaron de nuevo el espíritu de la revolución y se negaron a hacer vagar otra vez su espectro. De esta forma vemos cómo las resistencias y expresiones actuales evocan todo tipo de personajes y luchas del pasado, encadenadas en discursos y realidades muertas, que hoy en día no funcionan ni encajan en nuestra realidad, quizás porque a un no logramos apropiarnos

de la historia. Se cumple así, la máxima de aquella propuesta, vigente en nuestros días: los personajes y seres de la historia se repiten, una vez como tragedia y otra como farsa, según el filósofo de Tréveris².

Recurrimos a un tercer elemento para definir lo que es FENÓMENO. Este se refiere a su calidad como meme pero ¡qué carajos son los memes? Es el nombre que un científico llamado Richard Dawkins decidió dar a los elementos culturales que se reproducen por si mismos, sin tener ninguna finalidad particular, más que la de seguir reproduciéndose. El término hace referencia a la palabra “genes” y a la noción de memoria y mímesis, por su capacidad de acumular información, la cual se asimila para seguir reproduciéndose.

FENÓMENO es fuerza creadora, comienza en un potlatch (intercambio) de conocimientos y creaciones. En el mismo momento en que la gente lo tome y lo lea, en el instante en que se sumerjan en las ilustraciones, entonces habrán respondido al intercambio. Más nos vale hacer vagar el espectro crítico por este medio, activar la memoria social sin consignas caducas. Incubar el rostro del siglo XXI en estas páginas. FENÓMENO vagará por las calles en una especie de acción guerrillera, atacando por un lado y por otro en los escenarios más cotidianos. Será la búsqueda de hacer y generar lectores en aquellos que hasta ahora, les vale bien madre todo. Crónicas, ensayos, reseñas e ilustraciones con un mismo objetivo: evidenciar, narrar y guardar la memoria de nuestros tiempos; todo lo cotidiano se desvanece en fenómeno, por eso Nada es lo que parece. A FENÓMENO lo produce y reproducen las reflexiones en torno a lo cultural, social, político, poético, desquiciante y artístico de nuestro devenir como sociedad. Este objeto es más que un panfleto, tríptico o pasquín, es lo que ilustra y afirma ¡nada es normal!, por eso en FENÓMENO, NADA ES LO QUE PARECE.

¹ En Greil Marcus, Rastros de Carmín, una historia secreta del siglo XX, Anagrama, 1993. ² Me refiero a Carlos Marx.

NADA ES LO QUE PARECE...

Ilustración:“La Ilustrada clase media”

Ezequiel Frías Alcántaratinta sobre papel

2013.


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