CONFLICTOS REGIONALES Y PODER CENTRAL EN LOS

PAIsES ANDINOS: LOS CASOS DE AYACUCHO EN PERÚ Y DE

GUAYAQUIL EN ECUADOR

Por Francisco Jiménez Sánchez

del original en francés

ISBN-9978- 25- 026 - 3

Reservados los derechos de autor de acuerdo a la Ley de Propiedad Intelectual. Sin embargo, la Universidad de Especialidades UEES autoriza la reproducción parcial de este Cuaderno Docente No 1, cuando se trate de citas académicas o periodísticas, debiendo e~~ec¡flcarse la referencia del autor, título de la obra y, además, que se trata (!~ una publicación de la UEES.

SUMARIO

Introducción

1. Dos estructuras regionales similares 1.1 La división geográfica 1.2 Los antagonismos culturales regionales 1.3 La estructura político - administrativa

2. La disímil materialización de los antagonismos regionales

2.1 Las expresiones populares de descontento 2.2 Las reivindicaciones de los actores 2.3 La confrontación con el Estado y con la "otra

región"

3. La canalización (o desborde) de las frustraciones regionales

3.1 La dominación económica 3.2 El tratamiento político - institucional de las

frustraciones 3.3 La acción de los poderes políticoS locales

Conclusión: Los extremos de la cuerda Bibliografía Anexos

ADVERTENCIA

Habiendo sido originalmente realizado este estudio en 1999, algunos de los presupuestos de hecho y circunstancias particulares en que se realizó, especialmente en lo que se refiere a las autoridades políticas del momento, han cambiado ya, aunque buena parte de las deficiencias estructurales en los sistemas analizados, que sirvieron de soporte analítico al trabajo, se mantienen inalteradas.

A mis hijos, estrellitas de luz A mis padres, infatigables guías

A Brigitte, sustento de mi aliento

INDICE

Introducción............................................................................. 1

1. Dos estructuras regionales similares .................................. 10

1.1 La división geográfica ....................... .. 10

1.1.1 Un marco geográfico análogo ........... . 11

a) La Costa, la Sierra y la Montaña peruana ....... 12

b) La Costa, la Sierra y el Oriente ecuatoriano .......... . 16

1.1.2 La distinta localización regional de las dos ciudades .... 19

a) Ayacucho y el Perú "profundo" . 20

b) Guayaquil: un puerto comercial ... 23

1.2 Los antagonismos culturales regionales 26

1.2.1 Una misma dualidad cultural 28

a) El Perú "español" y el Perú "indígena" . 29

b) El Ecuador "cholo" y el Ecuador "chulla " ........... . 32

1.2.2 Un sentimiento de antagonismo local experimentado de manera disímil 36

a) Ayacucho y la dominación cultural.................................. 37

b) Guayaquil y la autonomía cultural .......... . 40

1.3 La estructura político - administrativa ..................... 44

1.3.1 Un Estado centralista y una organización administrativa comparable ............ ............................................................................... 45

a) Perú: una organizaCión administrativa en función de

Departamentos ..... .. 47

b) Ecuador: una organización administrativa en función de Provincias ..... 49

1.3.2 Un Municipio débil y una descentralización poco eficaz .. 52

a) El Municipio peruano y la descentralización institucional.......... 52

b) El Municipio ecuatoriano y la descentralización territorial. 56

2. La disímil materialización de los antagonismos regionales. 61

2.1 Las expresiones populares de descontento 61

2.1.1 Crisis subyacente y crisis manifiesta 62

a) Ayacucho y una crisis subyacente 63

b) Guayaquil y una crisis manifiesta 66

2.1.2 Levantamientos violentos y protestas mesuradas 70

a) Los levantamientos violentos de 1969...... 71

b) Las manifestaciones "mesuradas" de 1999 ............................... 74

2.2 Las reivindicaciones de los actores 79

2.2.1 Las reivindicaciones contra el "adversario estatal" ... 80

a) Ayacucho y la lógica de destrucción del Estado ... 81

b) Guayaquil y el cuestiona miento del centralismo estatal. 85

2.2.2 Las reivindicaciones y la problemática del desarrollo ... 87

a) Ayacucho y una reivindicación estructural 88

b) Guayaquil y una reivindicación típicamente espacial 91

2.3 La confrontación con el Estado y con la "otra región" 94

2.3.1 Una diferencia conceptual de los medios a utilizarse. 95

a) Ayacucho y la violencia instrumental ................................... ,.... 96

b) Guayaquil y la oposición política ................................................ . 99

2.3.2 La materialización del antagonismo contra el Estado y la "otra región" ..................................................................... ............................. 102

a) Ayacucho y la materialización de la violencia ......................... 103

b) Guayaquil y la regionalización del Parlamento ......................... 105

3. La canalización (o desborde) de las frustraciones regionales 113

3.1 La dominación económica .' 113

3.1.1 La estructura de dominación económica .......... 115

a) Ayacucho y la desintegración de la clase "terrateniente" . .. 115

b) Guayaquil y la afirmación de la clase "agro-exportadora" ... 119

3.1.2 Los actores económicos (o sus substitutos) 122

a) Ayacucho y el Frente de Defensa del Pueblo. 123

b) Guayaquil y las Cámaras de la Producción ............... . 127

3.2 El tratamiento político-institucional de las frustraciones ................ 131

3.2.1 La Universidad y el "trabajo" ideológico ....... . 132

3.2.2 El partido político y la "representación" de los intereses regionales ............... ,.. ..................... 139

3.3 La acción de los poderes políticos locales ................................... . 148

3.3.1 La legitimidad y la represión de los poderes políticos locales. 149

3.3.2 Los poderes políticos locales y la estructura de dominación ...... 157

Conclusión: Los extremos de la cuerda. 164

Bibliografía 170

Anexos

ANEXOS

Anexo 1: Mapa regional de Perú Anexo II: Mapa regional de Ecuador Anexo III: Mapa administrativo de Perú Anexo IV: Mapa administrativo de Ecuador Anexo V: Mapa administrativo del Departamento de Ayacucho Anexo VI: Mapa administrativo de la Provincia del Guayas Anexo VII: Organización administrativa del Estado Peru~no Anexo VIII: Organización administrativa del Estado Ecuatoriano Anexo IX: Resumen cronológico de los levantamientos de 1969 Anexo X: Resumen cronológico de las manifestaciones de 1999 Anexo XI: Las veinte compañías más importantes del Ecuador en 1997 Anexo XII: Las veinte primeras compañías exportadoras del Ecuador en 1997 Anexo XIII: Crecimiento de la población universitaria en la Universidad San Cristóbal de Huamanga (UNSCH) y crecimiento a nivel nacional (1959 - 1980)

INTRODUCCiÓN

América Latina es un terreno particularmente fértil para la expresión de conflictos y antagonismos de tipo regional. En estos países, formados por sociedades heterogéneas, múltiples composiciones étnicas, grandes diferencias culturales y desigualdades extremas, la idea de nación, que pudiere mitigar las reivindicaciones regionales, ha tenido tradicionalmente problemas para poder ser concebida. Así, las circunstancias en que los países latinos habrán estado en condiciones de movilizar mayoritariamente los sentimientos nacionales, son aquellas en que la integridad territorial podría haber estado en juego. Pero, inclusive, bajo esas circunstancias, cada región habrá tenido sus propios puntos de vista sobre el conflicto, así como sobre la posición a adoptar en relación con el enemigo1

.

En esas condiciones, es decir, en países donde la identidad nacional debe todavía ser construida, las manifestaciones de antagonismo regional pueden ser no solamente muy numerosas, sino también muy diferentes en contenido y expresión, pues si bien esos estados comparten un determinado número de características, no se puede llegar hasta afirmar la eventual uniformidad de los problemas sociales que los afectan. El mismo Simón Bolívar, al pretender agrupar a los países latinoamericanos bajo la autoridad de un gobierno centralizado, dividiÓ

1 Esto se verificó en el conflicto territorial que existió entre Perú y Ecuador, donde las diferentes regiones de cada uno de esos países habían expuesto opiniones divergentes cuando estalló el conflicto, en 1995, y cuando se firmó el Acuerdo de Paz, en 1998. Véase Pablo Cuvi, "Al filo de la paz", Quito, Dinediciones, 1999, p. 81.

1

hipotéticamente a América Latina en tres grandes grupos: El primero, formado sólo por Brasil; el segundo, por Argentina, Uruguay y Chile; y, el tercero, aquel que quería reagrupar, formado por los demás países del sub-continente latinoamericano, desde México hasta Perú2

•

No obstante, más allá del simple reconocimiento de "grupos de países", dentro del universo latinoamericano, existen ciertas unidades estatales, como Ecuador y Perú, donde las características comunes son todavía más numerosas. La existencia de esas características pOdría justificar la inclusión de una categoría más específica, al interior de la que los considera como países "andinos", ya que otros países como Bolivia y Colombia3 ostentan también esa calidad. En este punto, sociólogos y escritores han expresado su pensamiento, como Mario Vargas Llosa4

, que de manera general considera que "Ecuador y Perú presentan las mismas características geográficas e históricas, están poblados por las mismas razas y hacen frente a problemas políticos, económicos y culturales perfectamente intercambiables".

En una perspectiva más étnica, el sociólogo Carlos ReynaS afirma por su parte que "tres siglos antes de

2 Véase Indalecio Liévano, "Bolívar", Bogotá, Oveja Negra, 1987, 6a

ed., p. 357 Y s. 3 La lista pOdría ser todavía más larga en la medida en que la Cordillera de los Andes atraviesa verticalmente América del Sur. 4 Véase Mario Vargas Uosa, "Equateur-Pérou, une guerre absurde", París, Diario Libération, 17 de Febrero de 1995. 5 Véase Carlos Reyna, "Dos Países y Una Historia Común", en Perú El Dorado, Ed. Especial, oct-dic., 1998, p. 11-16.

2

la formación de las repúblicas de Ecuador y Perú sus historias y sus culturas estaban ya entrelazadas. Los últimos incas cuyo imperio se agrandó muy rápidamente, fueron· aquellos que comenzaron el entrelazamiento: ellos caminaron constantemente entre su lugar de nacimiento, el Cuzco, y lo que se conocía como el Reino de Quito. En sus largos desplazamientos llevaban y traían personas de una población a otra. Por eso Perú, de la misma manera que Ecuador, reivindican un mismo pasado marcado por la tradición Inca, una reivindicación que no es formulada por ningún otro país de la región". Esas afirmaciones, que no deben tomarse como absolutas,

,suponen de todas formas un grado de similitud desde el punto de vista cultural, geográfico, político e histórico, que analizaremos en el transcurso de este estudio.

Debemos, empero, anotar que "la heterogeneidad estructural", al interior mismo de esas unidades estatales, complica la distinción entre lo que es y lo que no es un movimiento regional. Esa heterogeneidad estructural se traduce por la coexistencia, dentro de un mismo espacio, de diferentes pueblos y tradiciones culturales, condicionados ciertamente por un pasado histórico complejo y por una estructura geográfica irregular. Es importante, entonces, conocer las características que permiten calificar a un movimiento social determinado, como si se tratara también de un movimiento regional, para lo que debe tenerse en cuenta que toda reivindicación social manifiesta una cierta "regionalidad", en la medida en que se desarrolla de una manera específica y bajo los

3

condicionamientos territoriales de un espacio determinado.

Sin embargo, según Alain Tourainé, "los movimientos sociales se definen por la combinación de un principio de identidad, de un principio de oposición y de un principio de totalidad". Así, cuando se trata de movimientos sociales regionales, el principio de totalidad, que sirve para "delimitar el campo en el cual se sitúa la acción y el conflicto", se entremezcla con el principio de identidad. Ambos se refieren a un territorio determinado, pues las características o adherencias típicas de los movimientos regionales involucran siempre, primeramente, a ese factor. La región sería por tanto, según la expresión de Roberto Laserna 7

, "una parcialidad territorial diferenciada, que forma parte de un conjunto más vasto, definida por la naturaleza de las relaciones que ahí se desarrollan". Siguiendo a este autor, el tipo de acción que nos interesaría sería el que "expresa una identidad que hace referencia a un espacio territorial regional reconocido, del cual se reivindican ciertas particularidades".

Esas particularidades podrían ser de carácter económico, cultural, étnico, histórico, geográfico o político, pero deben invariablemente afectar un territorio específico, para ser consideradas como regionales. Una primera distinción se impone con los poderosos movimientos indígenas ecuatorianos que

6 Citado por Roberto Laserna, "Movimientos sociales regionales (Apuntes para la construcción de un campo empírico)", Pensamiento Iberoamericano, NO 10, jul.-die. 1986, p. 84 Y s. 7 Véase R. Laserna, op. cit., p. 85.

4

expresan una dinámica diferente de la regional. Es el caso de la "Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE)" que, después de los levantamientos de 1990, se convirtió en un actor político de primer orden y ha ido progresivamente adquiriendo mayores espacios de poder en el manejo de la cosa pública. En ese levantamiento, como en otros similares patrocinados por la agrupación, se superpone el elemento étnico o cultural, al elemento territorial, razón por la que se dificulta un análisis exclusivamente desde el punto de vista regional.

Asimismo, el hecho de que los movimientos regionales sean definidos territorialmente, en relación con un conjunto más vasto, permite determinar el principio de oposición denunciado por A. Touraine. El adversario no podría ser otro que aquel que se encuentra figurativamente fuera de ese territorio, es decir, el Estado o la "otra región" con la que éste se encontraría identificado. El problema regional es consecuentemente un problema espacial, según el cual la región no ocupa el lugar que le debería normalmente corresponder, dentro de un desarrollo político y económico equilibrado de un país. La "falta" sería imputable al Estado y a la región que estaría detrás de él. Nos concentraremos de esta forma en detectar y estudiar los movimientos que reúnan las características antes descritas, aunque cabe precisar que esos elementos de análisis son insuficientes para dar cuenta de un fenómeno que, en países como Perú y Ecuador, involucra más de una realidad regional.

Si, por un lado, ambos países comparten iguales realidades regionales acreditadas por la existencia de

5

una región Montañosa, una Costa y una región Amazónica, por otro, encontramos problemáticas intra-regionales disímiles, al interior de cada uno de esos conjuntos nacionales. Por ejemplo, en cuanto a la sierra peruana, es cuestionable afirmar que el problema regional sea el mísmo en el departamento de Cuzco, que en el departamento de Ayacucho. De igual forma, en la costa ecuatoriana, vemos que hay suficientes divergencias entre las reivindicaciones regionales formuladas en la provincia de Manabí, con las de la provincia del Guayas, como para evitar sugerir una posible identificación. Debemos por ello establecer un segundo criterio, para explicar el fenómeno regional en Perú y Ecuador, que se refiere simplemente al grado de importancia que los diferentes tipos de conflictos regionales hubiesen tenido en cada país.

Tal categorización estaría determinada utilizando la fórmula propuesta por R. Laserna8

, para quien un movimiento regional trasciende cuando "introduce la dimensión espacial de la política como resultado de su acción regional". Dicho de otro modo, el tipo de antagonismo que nos interesa es el que ha exigido una decisión o atención política específica por parte del Estado, y cuyo punto de referencia ha sido la región. Reconociendo la ambigüedad de la fórmula, consideramos que ese habría sido el caso producido en la ciudad de Ayacucho, en Perú, y de Guayaquil, en Ecuador, pues ambas ciudades marcaron a su manera el panorama político nacional, hasta el punto de poner en juego, en un momento dado de la historia de cada país, el conjunto del edificio

8 Véase R. Laserna, op. cit., p. 99.

6

institucional. El caso de Ayacucho es ciertamente más tangible, en la medida en que de esa región surgió el grupo "político", después terrorista, más radical en la historia del Perú: Sendero Luminoso.

Si el caso de Guayaquil es menos visible en términos de violencia pura, es igualmente relevante dado que la ciudad porteña ocupa un lugar privilegiado en el ordenamiento político ecuatoriano. Las manifestaciones regionales de 1999, que se desarrollaron en la ciudad e hicieron pensar a algunos analistas en la posibilidad de una "balcanización ll del Ecuador, constituyen prueba fehaciente de su importancia. Esas manifestaciones mostrarían también, al igual que el desenlace en la ciudad peruana, un aspecto esencial de nuestro estudio, que es la eventualidad de la violencia regional. Violencia que en el caso de la ciudad guayaquileña, pese a las previsiones más negativas por causa de los conflictos sociales producidos, no se materializaría, y esto dentro de una región inmersa en una crisis económica y social sin precedentes.

Lo dicho nos lleva al hilo conductor de este trabajo: ¿Por qué la violencia potencial, que se encuentra presente en la mayor parte de los movimientos de reivindicación o de cuestionamiento regional, pudo ser canalizada en Guayaquil y no en Ayacucho? Para responder, corresponderá estudiar los factores que permitieron esa canalización, o provocaron el desborde, de esas energías. La investigación supone que se trate de encontrar el momento de ruptura en cada tipo de conflicto regional, lo que en el caso de Guayaquil, por la naturaleza misma de su tipo de

7

oposición9, es menos perceptible que en el caso de

Ayacucho. Con esas ideas, hemos decidido tomar como referencia las manifestaciones regionales de 1969, en la ciudad serrana de Ayacucho, y de 1999, en la ciudad costeña de Guayaquil. Suficientes indicios parecen apuntar, en el caso de la ciudad de la sierra peruana, a que en ese momento toman forma los elementos que más tarde contribuirían a dar nacimiento a Sendero Luminoso.

Por el contrario, en el caso de Guayaquil, la elección del momento se justifica por la particular intensidad de las manifestaciones de 1999, que pusieron una vez más de relieve las profundas contradicciones que atraviesan a la sociedad ecuatoriana. Debemos admitir, sin embargo, que la metodología de análisis encuentra sus límites en el hecho de que treinta años separan los dos movimientos. Por tanto, hemos decidido estudiar cada variable, que pudiere afectar el escenario regional, dentro del contexto de su época, tratando siempre de enfocarla en relación con la situación actual. Aún así conviene señalar, especialmente en el caso de Perú, que varios aspectos, como el problema cultural, se mantienen básicamente inalterados a pesar del paso del tiempo, lo que facilita el análisis. Con esto, hemos dividido el estudio en tres partes que serán examinadas sucesivamente, empezando por desglosar la estructura regional en cada país que, como ya dijéramos, comparten un determinado número de características.

9 Esencialmente política.

8

En este punto, admitiendo que estamos ante una división regional reconocida y aceptada, se han considerado las diferentes categorías que podrían afectar al escenario regional, y que a nuestro criterio son: la geográfica, la cultural y la política. Posteriormente, expondremos la materialización de esos antagonismos, empezando por la descripción del momento en que estos se produjeron, para analizarlos luego bajo el prisma de las reivindicaciones de los actores, y de los medios escogidos por ellos para enfrentarse al Estado y a la "otra región". Este será el análisis previo, antes de evaluar las diferencias reales entre los dos tipos de conflicto regional. Finalmente, se sintetizarán los factores que, a nuestro juicio, hubiesen tenido una incidencia en la canalización o desbordamiento de las frustraciones regionales, y que consideramos son esencialmente tres: el factor de la dominación económica, el tratamiento político-institucional de las frustraciones y la acción de los poderes polítiCOS locales, los tres dentro de un contexto donde el elemento cultural habría jugado un rol decididamente importante.

9

1. DOS ESTRUCTURAS REGIONALES SIMILARES

El estudio de las expresiones de antagonismo regional supone el examen de los elementos estructurales que existen internamente en la región, pues estos, y la manera en que se manifiestan, son susceptibles de tener una influencia sobre el comportamiento de los actores regionales, sus tipos de frustraciones y consecuentes reivindicaciones. Si se acepta que las dos ciudades forman parte de conjuntos regionales coherentes, con una historia propia, debemos empezar por tener en cuenta el factor geográfico y el factor cultural. Adicionalmente, por el mismo hecho de estar inmersa dentro de una organización estatal, el estudio estructural de la región implica también el conocimiento de su aparato poi ítico-adm in istrativo.

1.1 LA DIVISiÓN GEOGRÁFICA

Siendo la región, principalmente, un territorio delimitado dentro de un conjunto territorial más vasto, examinaremos primero el elemento geográfico. El análisis de este elemento permitiría tener una idea de los factores que inciden en el potencial económico de la región, así como de los accidentes geográficos que hubiesen podido contribuir a darle forma a la identidad regional. En el caso de América Latina, la división regional se encuentra determinada por la Cordillera de los Andes, que atraviesa longitudinalmente el sub­continente y confiere a Perú y Ecuador el calificativo de países andinos. Dichos países comparten también otras particularidades geográficas menos andinas,

10

como la existencia de una región amazónica lO. Pero,

si ambos disponen en general de un marco regional análogo, las dos ciudades cuyas reivindicaciones regionales van a ser estudiadas, ocupan una posición estratégica sustancialmente diferente. Un estudio previo de las características geográficas y del potencial económico de cada región es necesario, antes de examinar la posición de Guayaquil y Ayacucho dentro de estos escenarios.

1.1.1 UN MARCO GEOGRÁFICO ANÁLOGO

Bordeando el Océano Pacífico, los Andes se extienden desde el estrecho de Magallanes hasta Venezuela y se encuentran separados del Océano por planicies costeras, en ocasiones estrechas, como en Perú, en ocasiones más extensas, como en Ecuador. En ambos países encontramos una Costa y una Sierra, a las cuales se agrega una tercera región que es la Amazónica. Esta última, constituye una inmensa planicie en forma de embudo o abanico orientado hacia los Andes y atravesado por el río más caudaloso del planeta, el Amazonas, que se extiende a lo largo de 6.420 kms. Dicho río, se nutre con decenas de afluentes que descienden del castillo de agua andino y que a su vez provienen de los estados, también andinos, limítrofes con el Brasil 11

.

Asimismo, encontramos en ambos países lógicas similares de producción, condicionadas claro está por el hecho de que el Perú es un país cinco veces más

10 Otros países como Colombia comparten también esta división regional básica. 11 Véase Alain Rouquié, "Amérique Latine (Introduction al' Extreme occident)", Paris, Seuil, 1998, p.49.

11

grande que el Ecuador12 y, siendo el Perú un vasto territorio, hallamos más frecuentemente en una misma región espacios desarrollados con otros más aislados.

a) La Costa, la Sierra y la Montaña peruana El Perú se extiende aproximadamente por 2.000 kms., de norte a sur, es decir, a lo largo de la cordillera montañosa de los Andes que atraviesa el país. A pesar de que la cordillera cubre sólo un cuarto del territorio peruano, juega un rol esencial en el país pues constituye prácticamente su reservorio abastecedor de agua. La cadena montañosa contribuye también a multiplicar 105

accidentes geográficos, en función de los desniveles territoriales que crea y de la extensión de cada desnive\. Pero, sobre todo, los macizos andinos contribuyen a dividir el país, tal como lo afirma José Carlos Mariátegui 13

, para quien la geografía física del Perú consta de tres regiones bien definidas: la Sierra, la Costa y la Montaña (o selva amazónica).

Según ese autor, la división geográfica "atraviesa toda la realidad social y económica peruana". Su opinión se encuentra fundada sobre criterios étnicos, económicos y sociológicos y va más allá de los simples criterios topográficos o ecológicos. Así, desde el punto de vista socioeconómico, José C. Mariátegui consideraba que "la montaña no tiene todavía significación", debido a que la población del

12 El Perú cuenta con 1'285.215 km 2 mientras que Ecuador posee actualmente 256.370 km? 13 Véase José C. Mariátegui, "7 ensayos de interpretación de la realidad peruana", http://ekeko.rcp.net.pej7ENSAYOS/ENSAYOS/ Ensayo6C. htm.

12

país se concentraba, y todavía se concentrñ, en su mayor parte en la costa y sierra peruanas. Tenemos entonces que ambas cadenas cruzan la Sierra estrechándose en el sur, para separarse de nuevo y continuar de la misma manera hacia el Ecuador. Las altiplanicies andinas, dominadas por grandes montañas, tienen en algunos lugares del sur del país más de 350 kms. de ancho, encontrándose en esta parte de la Sierra la antigua capital del imperio Inca, el Cuzco, que constituye una de las ciudades más representativas de la región.

Por esos motivos, según José C. Mariátegui 14 "el regionalismo no es en ninguna parte tan sincera y profundamente sentido como en el Sur y, más precisamente, en los departamentos del Cuzco, Arequipa, Puno y Apurímac" ya que ésta constituiría la más orgánica de las regiones peruanas. Sus departamentos habrían preservado una antigua unidad heredada de los tiempos de la- civilización Inca. En todo caso, las praderas de esas altiplanicies sureñas, aún gozando de grandes espacios, no son generalmente propicias para el desarrollo de la agricultura, a causa de su altitud y de la baja temperatura 15

• Su rol es más bien de servir a la cría de animales que puedan adaptarse a los rigores climáticos. La extensión de la sierra peruana permite, no obstante, encontrar otros lugares más aptos para el cultivo de vegetales y frutas, como es el caso del norte peruano, donde una menor altitud

14 Véase J. Mariátegui, op. cit., Ensayo6C.htm. 15 Véase José M. Caballero, "Economía agraria de la sierra peruana', Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1981, p. 28 Y s.

13

combinada con un cierto grado de humedad favorece el trabajo agrícola.

Por otra parte, la calidad del suelo no es la misma en los dos lados de las cordilleras. La parte orientada hacia el Pacífico es generalmente árida y estrecha, con condiciones ínfimas para la agricultura, mientras que la de los valles del lado oriental es más extensa, más húmeda y mejor adaptada a ese tipo de actividad. La configuración de la sierra peruana posee de acuerdo con esta descripción una gran heterogeneidad, a pesar de que algunas zonas puedan compartir ciertas características. Dentro de esto, la producción en los años 60 giraba alrededor de los cultivos de maíz, la papa y la cría de bovinos, que se nutrían de las raras hierbas existentes a 4.500 mts. 16

, en las extensas altiplanicies antes descritas. La producción minera era también Importante en la región, tal como lo prueba la explotación corriente de yacimientos de zinc, plomo y plata. Sin embargo, hay que reconocer que el conjunto de la producción era significativamente menor al de la Costa, donde estaba situada la capital del país, Lima.

Esa gran ciudad se encuentra en el centro oeste del país, dentro de una estrecha franja costera de algunas decenas de kilómetros. Debido a las características desérticas de dicha franja, las ciudades se ubicaron en los valles fértiles (oaSiS) atravesados por pequeños ríos que se alimentaban de las lluvias que caían en la Sierra. Pero, a pesar de

16 Véase Ofivíer Dol/fus, "Le Pérou (Introductíon géographíque á I'étude du développement)", París, IHEAL, 1968, p. 11 Y s.

14

su estrechez, en aquella zona se cultivaron la mayor parte de los productos de exportación entre los que se encuentran el algodón, la caña de azúcar y el café. La productividad llevaría a los estudiosos locales a acreditar una contradicción marcada por la presumible "prosperidad" de las zonas costeras, donde se concentraría la riqueza del país, y la "pobreza" de la Sierra, donde el ingreso per cápita sería bastante más reducido que en la Costa. Es la misma oposición - en otros términos - que se encontraría entre los productos costeros de exportación y los productos serranos de consumo interno, estos últimos abasteciendo con dificultad el mercado regional o, incluso, la misma oposición entre una minoría urbana relativamente acomodada y una población campesina mayoritariamente pobre. Esos serían diferentes aspectos de un mismo fenómeno de distribución de ingresos caracterizado por su desequilibrio.

El contraste sería hoy más evidente que nunca, en la medida en que Lima y Callao concentran el 90% de los servicios comerciales y el 75% de la producción industrial del país17

• Pero, la dominación costera se habría impuesto sobre todo en el centro y el norte del país pues el sur se habría mantenido fundamentalmente "serrano". Para explicar este fenómeno, José C. Mariátegui18 afirmaba que en el sur del país la franja costera "tiende a estrecharse todavía más, arrinconada por los colosos andinos", lo que según dicho autor "ha impedido la implantación

17 Véase Gran Enciclopedia del Perú, Barcelona, Lexus Ed., 1998, p. 719. 18 Véase J. Mariátegui, op. cit., Ensayo6C.htm.

15

del Perú costeño y mestizo" en esa parte del país. La conclusión de este breve análisis nos conduciría, al menos hasta finales de los 80, a la constatación de un Perú "costeño", conformado esencialmente por las ciudades costeñas del centro y del norte del país, del cual Lima constituiría el eje, y de otro Perú "andino" o "serrano", cuyo núcleo cultural se encontraría probablemente en el sur del país, esto es, en el Cuzco.

b) La Costa, la Sierra y el Oriente ecuatoriano "Entre los Andes - gigantescas arrugas de la tierra -y la selva tropical bullente de vida informe, se desenvuelve la vida del hombre ... la geografía no es un factor aglutinante, unificador, sino por el contrario, dispersante, centrífugo. En vez de un país ha creado tres países aún imperfectamente unidos ... la montaña y la selva, separadas por corta distancia en kilómetros lineales, se miran hostiles. Pero tienen un sino fatal: la complementación. En la búsqueda de esta ruta está el destino y el drama del pueblo ecuatoriano"19. Conforme a esta lectura de los escritos de Leopoldo Benites Vinueza, el Ecuador estaría también dividido en tres regiones claramente definidas: la Costa, la Sierra y el Oriente (la amazonía) aunque "la Selva" a la cual se refiere el texto pueda ser interpretada como la Costa o la Amazonía. El Ecuador cuenta además con una cuarta región, la insular, conformada por las Islas Galápagos que se encuentran a 1.000 kms. de las costas ecuatorianas.

19 Escritos de Leopoldo Benites Vinueza. Citados por Miguel Donoso, "Ecuador: identidad o esquizofrenia", Quito, Ed. Eskeletera, 1998, p. 9.

16

La existencia de la Cordillera permitiría considerar al Ecuador como parte también de los países que conforman el espacio andino. De hecho, los Andes recorren verticalmente el país, a través de las dos cadenas montañosas anteriormente descritas que tienden sucesivamente, a medida que ellas avanzan, a estrecharse y a separarse. La extensión de ambas cordilleras, que cruzan de norte a sur el territorio ecuatoriano, es de 600 kms., es decir aproximadamente un tercio de la extensión que tienen en el Perú. La una, oriental o "real", se encuentra a una distancia promedio de 60 kms. de la cordillera occidental y posee montañas cuya altura es frecuentemente superior a los 4.100 mts. Esas montañas terminan de manera relativamente abrupta al este, cuando ceden terreno a la planicie amazónica. La otra cordillera, la occidental, tiene un nivel promedio de altitud un poco más bajo, más estrecho e irregular que la oriental.

Las planicies andinas situadas entre las dos cordilleras fluctúan de acuerdo a esto, entre los 2.500 y 3.000 mts. de altitud, con una amplitud que generalmente es superior a los 70 kms. Es allí donde las poblaciones se han establecido, especialmente la capital, Quito, situada al norte del país. En cuanto a su actividad agrícola, la Sierra se concentra, de manera similar que en el Perú, en los cultivos de cereales, frutas y pa~as, que son principalmente para consumo intern02

• No obstante, a diferencia de su contraparte peruana, el importante desarrollo

20 Aunque también hay otros de amplia exportación, como el cultivo de flores.

17

político, industrial y de servicios financieros, especialmente de la ciudad de Quito, producen un equilibrio económico regional, en relación con la producción costeña, aunque ese factor favorece más a la sierra norte del país que a la sierra sur, menos provista en recursos.

La otra región importante, la costa ecuatoriana, se encuentra menos encerrada que en el Perú. Su vasta planicie costera, que varía entre los 50 y 200 kms. de ancho, se extiende de norte a sur del país por aproximadamente 550 kms. Esa planicie se sitúa entre la cordillera costanera de baja altitud (800 mts. promedio), que corre paralela al perfil costanero, y los colosos andinos que se extienden al este. Adicionalmente, la región se encuentra bañada al sur por el río Guayas, que es el más importante de la zona y que da nombre a la provincia enclavada en ese territorio. El río desemboca en el Golfo de Guayaquil, eje de la región costera, donde está situada la ciudad portuaria del mismo nombre. La producción de la Costa se basa también, como en el caso peruano, en cultivos destinados a la exportación e incluso el banano, cacao, café, azúcar y camarón21

,

producidos en la región, habrían representado en 1997 poco menos de un tercio del total del producto interno bruto del país22

.

21 A pesar de que no es muy exacto, la producción de camarones en el Ecuador es considerada como un cultivo, en el sentido agrícola del término. Esto se da porque en esa actividad se aplican técnicas comparables a las de la agricultura. 22 Véase Annuaire économique et géopolitlque mondial, "L'Etat du monde", Paris, La Découverte, 1997, p. 697.

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En otros sectores de la economía, como la industria y los servicios financieros, la ciudad de Guayaquil constituye asimismo un lugar particularmente activo, en su calidad de segundo gran polo de desarrollo del país. La naturaleza ha querido de esa forma, en el Ecuador, igualmente que en el Perú, una separación clara entre Costa y Sierra, además de que estamos ante dos países condicionados por un mismo pasado Inca y una misma lógica de colonización española. Sin embargo, mientras que la capital del Perú es "costeña" y "su región" absorbería económicamente a la sierra peruana, la capital del Ecuador es "serrana" y las relaciones regionales serían relativamente más equilibradas. Esos elementos de un mismo fenómeno regional van a tener ciertamente una incidencia, tal como lo demostraremos más adelante, no tanto en el surgimiento de los antagonismos sino en su intensidad. A efectos de este estudio examinaremos, primero, la posición estratégica de Ayacucho y de Guayaquil, en relación con sus medios geográficos respectivos, y las consecuencias que de este análisis se derivan.

1.1.2 LA DISTINTA LOCALIZACiÓN REGIONAL DE LAS DOS CIUDADES

Si ambos países comparten, en principio, una misma estructura regional que los divide en tres regiones, las dos ciudades que nos interesan poseen una localización estratégica sustancialmente distinta. Mientras que Ayacucho se encuentra en las profundidades de la sierra peruana, Guayaquil es el principal puerto comercial del país. Esta circunstancia, que supone una ventaja comparativa

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evidente para la ciudad de la costa ecuatoriana, es la primera, no la única, a tomar en cuenta para empezar a sacar conclusiones sobre la posibilidad de brotes violentos, en las reivindicaciones regionales producidas en una u otra ciudad. Un breve análisis de la situación geográfica de cada una constituye el presupuesto de base para avanzar en el estudio de sus respectivas expresiones de antagonismo.

a) Ayacucho y el Perú "profundo,,23 En la parte sur de la sierra peruana se encuentra, en los años 60, poco menos de un cuarto de la población total del país, repartida, tal como lo referimos anteriormente, entre zonas con valles y cuencas secas y desérticas, con otras más irrigadas y favorables a la agricultura. En uno de esos valles secos, desérticos, enclavado sobre rocas volcánicas, porosas, al oeste del Cuzco, se sitúa, a 2.700 mts. de altitud, la ciudad de Ayacuch024

• La solidez y altitud de la montaña no han favorecido en ese lugar la instalación de poblaciones o de una buena red de comunicaciones, a lo que debe agregarse la pobre aptitud y calidad de los suelos para la agricultura. Así pues, si todo el departamento de Ayacucho cuenta en esa época con unos 500.000 habitantes25

, la capital departamental del mismo nombre no pasa de los 50.000.

23 Según la expresión de Carlos 1. Degregori, "El Surgimiento de Sendero Luminoso (Ayacucho 1969 - 1979r, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1990, p. 42. 24 En quechua Ayacucho quiere decir "Rincón de los muertos" a causa de una batalla de la época incaica. 25 En 1981, el número de habitantes, que no había variado mayormente, representaba el 3% de la población total del país. La superficie total del departamento, de 43.815 km 2

, es equivalente también a 3,44% del territorio nacional.

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Efraín Morote26, historiador de los años 70, describe

la provincia de Huamanga, donde se encuentra la ciudad de Ayacucho: "Huamanga no llegó a ser zona agrícola o ganadera importante. Milenarios cataclismos dejaron su faz resquebrajada cubierta de sedientas, de estériles tobas, y cuando el esfuerzo humano pudo mudar en mieses la infecundidad, guerras de indios o españoles, repartimientos de tierras o mitas mineras completaron la obra de los volcanes. Los indios y mestizos, 'habitadores pobres y necesitados' que se asentaron en esa tierra de buen temple, a mitad del camino entre Cuzco, capital del Imperio Inca, y Lima, capital del Perú colonial, comprendieron, entonces, que sólo pOdrían sobrevivir merced a las manos de sus artesanos y a los pies de sus arrieros".

La actividad agrícola se desarrolló por tanto en zonas más irrigadas o limítrofes, como en las provincias de Huanta y de la Mar. En esas provincias, -los cultivos de maíz, de cebada, de trigo y de papa sirvieron para paliar, no para eliminar, los problemas de productividad de la zona. Más al sur, en las provincias meridionales del departamento (Lucanas y Parinacocha) la cría de animales se desarrolló mayormente por la demanda proveniente de Lima, utilizándose la ruta panamericana y las vías de penetración de la Sierra 27

. Esa parte sur del departamento no mantuvo mayores relaciones con su capital, Ayacucho, sino que organizó su propia

26 Relatos de Efraín Morote. Citados por C. Degregori, op. cit., p. 21 Y S.

27 Véase O. Dollfus, op. cit., p. 69 Y s.

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economía en función de la Costa y del mercado limeño. Confirmamos en función de esto, el análisis de José C. Mariátegui28

, según el que "el movimiento espontáneo de la economía peruana se realiza por las vías de comunicación trans-andinas".

Según el mismo autor, la preferencia de las vías de penetración, sobre las vías longitudinales, era evidente ya que "las distancias inter-andinas son mucho más significativas que las distancias entre las ciudades y los pueblos de la Sierra y de la Costa". Por ello, la ciudad de Ayacucho, capital del departamento del mismo nombre, se encontraba considerablemente aislada, incluso en relación con las provincias que formaban parte del mismo departamento. A falta de ser una zona de actividad agrícola o de cría de animales o el eje hacia el cual coincidiera la producción de la provincia o del departamento, la ciudad y sus zonas vecinas se consagraron, por fuerza de las circunstancias, a la manufactura, para poder satisfacer sus necesidades económicas. Los talladores, los escultores y los trabajos de orfebrería ocupaban de hecho a un porcentaje considerable de los habitantes de la ciudad, sin lograr por eso extirpar a la zona de su estado de gran pobreza. A pesar de ello, el aislamiento de la ciudad era un fenómeno relativamente nuevo pues, paradójicamente, coincidiría con el advenimiento de los medios modernos de comunicación.

Es más, durante la época colonial, Ayacucho fue una ciudad de la Sierra frecuentada por la ruta del Cuzco

28 Véase J. Mariátegui, op. cit., Ensayo6C.htm.

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y habitada por familias de dirigentes de las minas de mercurio, de Castro Virreina y Huancavelica29

. De la historia española de la ciudad constituyen prueba evidente sus 38 Iglesias, la ~ran plaza y las numerosas "casonas solariegas" o con techos de tejas redondas, de la alta sociedad local de la época. Se trata, en todo caso, de una situación que pertenece al pasado pues desde comienzos del siglo XX, Ayacucho y sus zonas vecinas se convirtieron progresivamente en una región de emigración, más o menos aislada, a causa de los problemas de comunicación y de la gran carencia económica. Es en esas condiciones que la ciudad conoce los conflictos sociales de los años 60, facilitados en cierta medida por los factores antes descritos y por otros que detallaremos más adelante.

b) Guayaquil: un puerto comercial La situación geográfica y comercial de Guayaquil es naturalmente distinta de la de Ayacucho.· Primero, la posición de la ciudad a orillas del río Guayas, referente geográfico y económico de la región costera, le asegura un control de las actividades litorales. El río, que desemboca en el Golfo de Guayaquil, constituye el más importante sistema de riego de la planicie costera. Incluso otros ríos también importantes, como el Daule y el Babahoyo, que abastecen el interior del país, convergen hacia éste asegurando la irrigación de aproximadamente 40.000 kms2

• de territori031. La ciudad de Guayaquil

29 Véase O. Dollfus, op. cit., p. 65 Y s. 30 Casas típicas concebidas según la arquitectura española (castellana) . 31 Véase Library of Congress (U.S.), "Ecuador - a country study", http://kweb2.loc.gov/frd/cs/ ectoc. html.

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fue fundada y se desarrolló a partir de una pequeña colina - "el cerro Santa Ana" - que se extiende sobre la ribera occidental del Guayas, en un sitio caracterizado por la existencia de manglares, que con los recursos y la impulsión del delta se orientó poco a poco al cultivo de productos tropicales destinados a la exportación.

De esta suerte, la ciudad costera, que en principio había sido fundada para facilitar el comercio de la capital, Quito, con España, comenzó a adquirir una fisonomía propia pero su configuración definitiva, así como su afirmación económica, comenzarían verdaderamente en el siglo XVIII, con la producción de cacao. Ecuador se convertiría en el primer productor mundial de ese cultivo, en la primera mitad del siglo XX, lo que motivaría importantes flujos migratorios que a su vez terminaron por aumentar considerablemente la población de la ciudad. Es una tendencia confirmada en los años 50 y 60, con la producción de banano y el surgimiento de la industria química, plástica y de electrodomésticos32

• En general, si la industria alimenticia se considera la más desarrollada, también se produce una cierta diversificación de la producción, facilitada en parte por la técnica y capital extranjero, que contribuirían a cambiar el aspecto tradicional de la ciudad.

Enriquecida por la colonización de zonas silvestres desde fines del siglo XIX, la ciudad se convirtió no solamente en el lugar de residencia de los grandes y medianos propiet9rios de tierras, sino también en

32 Véase Encyclopaedia Universalis France, 1998.

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una plaza financiera y comercial importante. La presencia de compañías de exportación y de establecimientos bancarios le aseguró un rol de decisión que fue más allá del marco regional. La ciudad se desarrolló en función de los mercados internacionales y se distinguió de la lógica de producción de la capital que también se desarrollaba, entre otros aspectos, como centro polítiCO administrativo. Sobre este punto, la diferencia salta a la vista entre una ciudad como Ayacucho, aislada inclusive en relación con sus propias provincias, y otra como Guayaquil, hacia la cual coinciden diversos productos de exportación de buena parte del país33

.

Por otro lado, si la oferta de empleo en el sector secundario supuso un flujo migratorio importante, que provino del interior del país, el factor arrastró también consigo grandes problemas de urbanismo y pobreza. La vivienda tradicional de la Costa, construida sobre pilotes de caña, se convirtió en urbana por necesidad. Miles de Guayaquileños, que construyeron sus casas de caña sobre pilotes asentados en las riberas del delta, debieron avanzar en muchos casos por encima del agua. Esa forma de ocupación se mantiene hasta el día de hoy, a pesar de todo, como el proceso principal de urbanización para los habitantes pobres de la ciudad de Guayaquil34

, así como para los numerosos migrantes de las poblaciones rurales vecinas de la Sierra, que se aventuran en la ciudad.

33 La excepción más importante la constituye el petróleo que es exportado a través del puerto de Esmeraldas. 34 Actualmente, la pobreza afecta por lo menos al 60% de los habitantes de la ciudad.

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A pesar de esas particularidades, la ciudad, que hoy posee aproximadamente dos millones y medio de habitantes, está considerada como uno de los dos principales centros industriales y económicos del país, especialmente debido a su puerto y al dinamismo agrícola costeño. Su localización estratégica, en relación con el resto del país, se presenta por lo explicado de manera distinta que en Ayacucho. En síntesis, tenemos por un lado una ciudad situada en las profundidades de la sierra peruana, gradualmente pobre y aislada y, por otro, una importante ciudad costera, que sirve de puerto comercial, activa económicamente pero con graves problemas de pobreza, como es Guayaquil. Para concluir la sección, cabe señalar que el posicionamiento geográfico distinto, de Guayaquil y de Ayacucho, va a tener una incidencia en la configuración de los conflictos sociales regionales a desarrollarse en cada ciudad y debe, además, ser apreciado en relación con otros factores igualmente relevantes, como el factor cultural.

1.2 LOS ANTAGONISMOS CULTURALES REGIONALES

Si se considera que la región no es la consecuencia de una división administrativa artificial sino que constituye, por el contrario, una entidad orgánica e histórica coherente, el estudio del elemento cultural es útil para evaluar el alcance posible de las frustraciones regionales. Dentro de eso, se podría definir a la cultura como "un sistema de significaciones comúnmente aceptado por los

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miembros de una colectividad social, que de tal sistema hacen uso en sus interacciones,,35. Al respecto, Bertrand Badie y Guy Hermee6 consideran que "para estar dotado de una cultura propia, una comunidad o colectividad debe caracterizarse por interacciones sociales que sean suficientemente densas y autónomas. Densas, para que esas interacciones sean generadoras de modelos culturales. Autónomas, para que estos modelos culturales sean distintos de aquellos promovidos por otras colectividades".

En relación con la dinámica regional sería necesaria la existencia mínima, dentro de un mismo país, de dos modelos culturales distintos, si queremos hablar de antagonismo cultural regional. Estando conscientes de las naturales limitaciones que supone la investigación de esos conceptos3

?, expondremos algunos elementos que permitan identificar la probable existencia de antagonismos- culturales regionales, en Perú y en Ecuador. Luego, será necesario determinar de qué manera ese factor cultural se articula en cada ciudad y las variantes a las que puede estar sujeto en cada una de ellas.

35 Véase Guy Hermet, Bertrand Badie, Pierre Birnbaum, Philippe Braud, "Díctíonnaíre de la scíence polítíque", Paris, Dalloz, 1998, p. 68. 36 Véase Bertrand Badie, Guy Hermet, "Polítíque comparée", Paris, PUF, 1990, p. 49. 37 Especialmente la dificultad de verificación de la variable cultural. En el marco regional esta imprecisión obedece primeramente a que el "sistema de significaciones" que da nacimiento al modelo cultural, se encuentra determinado en relación con un marco territorial y no con un objeto político específico. Además, porque la cultura, siendo por naturaleza evolutiva, debe ser apreciada en un momento determinado de la historia del objeto examinado (en este caso la región).

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1.2.1 UNA MISMA DUALIDAD CULTURAL

Tanto Perú como Ecuador son países condicionados por una fuerte población indígena y por un desarrollo importante de sus regiones costeras. Ambos factores, que no dejan de tener consecuencias sociales y económicas en cada país, se relacionan además con dos momentos históricos que tanto Ecuador como Perú atravesaron de manera relativamente similar: El imperio (o la tradición) Inca y la conquista española. A propósito de esto, no olvidemos que cuando los españoles llegaron a costas ecuatorianas y peruanas, en 1531, se encontraron en medio de una guerra fratricida entre Huáscar y Atahualpa. Los hermanos luchaban entre sí para apropiarse del Imperio del Tahuantinsuyo que su padre, el Inca Huayna Cápac, había dividido en dos vísperas de su muerte. La parte norte - lo que es hoy Ecuador - sería para Atahualpa y la parte sur - hoy Perú -, con su capital el Cuzco, para Huáscar8

.

Teniendo en cuenta esos factores, enumeraremos algunos elementos que nos permitan afirmar la existencia de una misma dualidad cultural, de origen regional, existente en cada país, pero articulada cada una a su manera en sus respectivos escenarios. Siendo el elemento cultural una categoría cambiante y evolutiva, será analizado en función de los movimientos sociales de referencia: 1969 en el caso de Perú y 1999 en el caso de Ecuador.

38 Véase Benjamín Carri6n, "Atahuallpa", Quito, Ed. El conejo, 1986, p. 53 Y s.

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a) El Perú "español" y el Perú "Indígena" La colonización española, tanto en Perú como en Ecuador, ha impuesto la necesidad de pasar de una patria exclusivamente india o indígena 39 a una patria criolla40

• Fue necesario que, de alguna manera, ambos legados se integren en uno sólo para dar nacimiento a una sociedad y a una cultura unitaria diferente. Pero, según José Matos41

, "por la índole misma de la conquista (en el Perú) la herencia andina resultó marginada" y esa sería "la causa fundamental de una crisis continuada y que está aún por resolverse". El encuentro, o tal vez el choque, entre la sociedad andina y los conquistadores españoles se habría saldado "por una relación de dominación - subordinación entre dos culturas, dos pueblos y dos economías diferentes", lo que se habría llevado a cabo en detrimento del mundo prehispánico, que perdería en ese proceso toda su coherencia. El problema se agrava en el Perú porque

39 los calificativos "indio" e "indígena" son muchas veces utilizados como sinónimos a pesar de que se relacionan con conceptos diferentes. Según la definición de O. Dollfus, op. cit., p. 65 Y s., los "indios" son los pastores o campesinos que hablan habitualmente una de las lenguas autóctonas, quechua o eventualmente aymara, en las inmediaciones del lago Titicaca; que además utilizan vestimentas tradicionales (ponchos o mantas), que practican los ritos precolombinos y que viven generalmente en comunidades o haciendas. Tales criterios de definición son esencialmente étnicos. El "indígena" (o nativo) 5.ería aquel que nació dentro del país en referencia, cualquiera que fuese éste. los criterios serían en este caso de pertenencia a un territorio. En lo que se refiere a nuestro estudio las dos nociones se entrelazan pero hay que reconocer que estos dos términos han dado nacimiento a movimientos ideológicos distintos en América latina. 40 El criollo es el nacido en América, descendiente del español. 41 Véase José Matos M., "Desborde popular y crisis del Estado", lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1984, p. 21 Y s.

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allí la relación de dominación se complementaría, inclusive, con la división geográfica misma del país.

Es más, según el análisis de José C. Mariátegui42 "la dualidad de la historia y del alma peruanas, en nuestra época (1920), se precisa como un conflicto entre la forma histórica que se elabora en la Costa y el sentimiento indígena que sobrevive en la Sierra hondamente enraizado en la naturaleza. El Perú actual es una formación costeña. La actual peruanidad se ha sedimentado en la tierra baja. Ni el español ni el criollo supieron ni pudieron conquistar los Andes. En los Andes, el español no fue nunca sino un pioneer o un misionero. El criollo lo es también hasta que el ambiente andino extingue en él al conquistador y crea, poco a poco, un indígena". Así, para Mariátegui, la población y la lengua andina, expulsadas de la Costa por los hombres y la lengua española, "aparecen hurañamente refugiadas en la Sierra". Y es en esa Sierra, al decir de este autor, que podrían eventualmente concentrarse todos los elementos de una "regionalidad" e incluso de una nacionalidad.

Se trata, por tanto, de la confrontación entre un modelo cultural "español", cuya referencia es la conquista y su terreno de desarrollo la Costa, y otro modelo cultural "indio" o "indígena", cuya referencia sería la tradición andina, indígena o incaica y su terreno de desarrollo la Sierra. En este último caso, las montañas serían su refugio, debido a que los indígenas habrían deseado proteger su lengua, sus normas y creencias y, sobre todo, sus modelos de

42 Véase J. Mariátegui, op. cit., Ensayo6C.htm.

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desarrollo económico. Esto sería algo "tolerado", primero por los conquistadores, luego por el Estado Republicano, en la medida en que ellos no representaban una amenaza para el sistema político. El Perú "costeño", de raíces españolas, "dominaría" de esa forma, desde Lima, al Perú "serrano" pero esa dominación no sería lo suficientemente contundente como para absorberlo totalmente, ni demográfica ni culturalmente.

José Matos43 considera al respecto que la oposlclon inicial "entre lo indígena y lo alienígena, entre lo andino y lo hispano, entre lo nativo y lo europeo, abrieron una grieta en la conciencia nacional" transformándose, con el pasar de los años, en una "persistente discriminación entre serrano y costeño, indio y criollo, entre lo rural y lo urbano". El problema de la unidad peruana no debería ser entonces apreciado en función de una pluralidad de tradiciones locales o regionales sino simplemente en relación con una dualidad de "raza", lengua y sentimiento. Esa dualidad habría nacido, según 'José C. Mariátegui44

, de "la invasión y conquista del Perú autóctono por una raza extranjera que no ha conseguido fusionarse con la raza indígena ni eliminarla ni absorberla". El sentimiento regionalista, que se alimenta de este contraste entre Costa y Sierra, denunciaría en el Perú de manera particularmente intensa, más que un conflicto entre la capital y sus provincias, un conflicto entre el Perú costeño y español versus el Perú serrano e indígena.

43 Véase J. Matos, op. cit., p. 22 Y s. 44 Véase J. Mariátegui, op. cit., Ensayo6C.htm.

31

b) El E.::uador "cholo" y el Ecuador "chulla" El proceso histórico del Ecuador ha estado sometido, básicamente, a los mismos elementos que en el Perú pero se ha articulado de manera diferente. Igualmente fue necesaria la transición de una patria indígena, de tradición más bien incaica, a una patria criolla. Sin embargo, una primera consideración se impone en la medida en que la tradición Inca, si bien es cierto se la considera presente, no era ni es vivida con la misma intensidad que en el Perú. Efectivamente, las guerras de anexión al imperio prehispánico, entre las tribus locales y los incas, habían sido sangrientas y relativamente recientes en relación con la llegada de los españoles, lo que suscitaba entre las tribus sumisas sentimientos ambiguos hacia ellos y hacia los incas. En todo caso, es difícil negar la marca que dejó la tradición Inca en el país. Basta con mirar no sólo los nombres de las calles, plazas y movimientos políticos y literarios, sino también, y especialmente, la influencia del nombre y de la historia de Atahualpa, el último Inca, considerado por muchos como el padre de la nacionalidad ecuatoriana.

A partir de ese sustrato cultural andino, y de las consecuencias económicas y sociales de la conquista española, se pOdría pensar que los elementos para la existencia de una dualidad cultural se encuentran igualmente presentes en el Ecuador. Esos elementos provocarían también una dualidad basada esta vez en dos personajes simbólicos, de carácter social y étnico, que se retoman permanentemente en el imaginario de cad~ región: el "cholo" y el "chulla". El primero, sería el mestizo cuyas características raciales indígenas predominarían sobre sus

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componentes de hombre blanco. Igualmente pOdría ser definido en atención al proceso de urbanización del que ha sido objeto y que le hiciera perder sus rasgos o características indígenas. Sobre este punto, la similitud es sorprendente con la referencia que se tiene del "cholo" peruano.

Según el análisis de Manuel Granados45, el proceso

de "cholificación" en el Perú se relaciona con una migración masiva y con la consecuente urbanización de los indígenas en las ciudades, sobre todo en Lima. Estaríamos, según ese autor, ante un problema de "desprendimiento de los indígenas de su medio social" quienes, en virtud de ese proceso, dejarían de ser tales y se convertirían, progresivamente, en "cholos" en la ciudad. El autor considera que las características fundamentales de ese tipo de hombre serían "su gran movilidad geográfica, en la búsqueda de cualquier actividad económica que permitiera la subsistencia familiar; el desarrollo de un· nivel inicial de agresividad frente a los mestizos blancos y también frente a los demás indígenas... y, por último la perfilación de una personalidad individualista y bastante inestable't46. Esas características, ciertamente discutibles pues se trata de consideraciones bastante generales47

, tienen, a pesar de ello, el mérito de demostrar puntos en común con las apreciaciones sociales observadas en la definición del "cholo" costeño ecuatoriano.

45 Véase Manuel J. Granados, "Los andinos y el racismo en el Perú", Lima, CEVAL, 1998, p. 29 Y s. 46 Véase M. Granados, op. cit., p. 29. 47 Tales características pOdrían de hecho ser aplicadas a la mayor parte de los individuos pertenecientes a los estratos sociales menos favorecidos de América Latina.

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No obstante, existe una diferencia mayor entre una y otra concepción: mientras que en el Perú el "cholo" al cual se hace referencia es mayoritariamente andino o Inca, en el Ecuador, por el contrario, ese mismo nativo al que se refiere el análisis es principalmente aquel de la Costa. La diferencia, que puede parecer banal, es relevante en la medida en que las comunidades indígenas de la Costa, ciertamente menos articuladas y homogéneas que las andinas o incaicas, presentan un grado menor de resistencia a ser asimiladas o absorbidas por el nuevo poder dominante. Adicionalmente, encontramos en la sierra ecuatoriana un sistema paralelo de búsqueda de la identidad pero aquí el imaginario popular hace alusión a la figura del "chulla". Este personaje sería el resultado, al menos a un nivel simbólico, de la mezcla entre el hombre hispánico y la mujer indígena o andina cuyo hijo "niega a la madre, quiere ser como el padre (blanco) y rechaza el mestizaje,t48. A partir de esos dos estereotipos de definición de la identidad, se edifican una serie de comportamientos asignados al "costeño" y al "serrano", que sugieren la existencia de dos modelos culturales distintos.

Pero cabe anotar que la hipótesis, en este caso, de la existencia de dos modelos culturales disímiles, es menos clara que en el caso peruano. En efecto, en el ecuatoriano, el mestizaje entre hispanos e indígenas no ha hecho frente a los mismos obstáculos que en el Perú. Dentro del imaginario "costeño" y "serrano",

48 Véase Miguel Donoso, "Ecuador: identidad o esquizofrenia", Quito, Ed. Eskeletera, 1998, p. 46 Y s.

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el mestizaje sería eventualmente más aceptado y, probablemente, más reconocido como un fenómeno que daría nacimiento a un nuevo tipo de hombre, "cholo" o "chulla", pero sobre todo mestizo. Eso no significa que no exista un problema regional en el Ecuador, sino que simplemente se presenta en términos diferentes que en el Perú. En Ecuador, el problema no se traduciría como un conflicto entre un poder visto como ilegítimo, extranjero y "racista" versus un pueblo dominado y replegado en sí mismo.

Por el contrario, el problema regional sería, en este caso, el resultado de dos productos culturales similares, que rara vez se afrontan por una cuestión de legitimidad, sino por objetivos más concretos como el control estatal o razones económicas. Lo que los distinguiría son otros factores, como el potencial económico del cual dispone cada región, por causa de su situación geográfica, y que presumiblemente genera otras prioridades para el sector costeño. Esa rivalidad los llevaría a sostener concepciones políticas y económicas divergentes de lo que debe ser el desarrollo del país pero difícilmente llega hasta desplazarse al plano étnico cultural. Una de las razones principales para esta diferencia, entre la articulación del regionalismo en Perú y en Ecuador, es la situación geográfica respectiva de cada capital. Cuando los españoles instalan la capital del Perú, en la Costa, terminan violentamente con una tradición andina e incaica, que no obstante era lo suficientemente fuerte como para subsistir en la sombra durante siglos.

Inicialmente, el aislamiento fue más o menos mitigado por las limitaciones del desarrollo y de las

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comunicaciones de la época, que ubicaba a las ciudades de la Costa y de la Sierra dentro de una relativa igualdad. Pero, luego, el pueblo andino peruano se vio progresivamente confinado en su medio natural: el altiplano. La situación allí se agrava en el siglo XIX, a causa de los problemas económicos de la región serrana y de la eficacia creciente de la producción costera. En el Ecuador, por el contrario, la capital fue emplazada en la sierra ecuatoriana. Esto significaba, por un lado, que la región dispondría de los medios políticoS para atenuar el acrecentamiento de la diferencia con la futura "prosperidad" económica de la Costa. Por otro, al nivel de la representación simbólica, la capital, imagen del poder colonial y estatal, al estar localizada en las montañas, se asentaba en la continuidad de esa tradición andina e incaica que, dicho sea de paso, era menos afirmada que en el Perú. Por tales motivos, es probable que las relaciones asimétricas y resentimientos regionales hayan podido surgir más fácilmente en un escenario como el peruano, en el que a un marcado desequilibrio económico se sumaba además una carga cultural.

1.2.2 UN SENTIMIENTO DE ANTAGONISMO LOCAL EXPERIMENTADO DE MANERA DISfMIL

La dualidad del enfrentamiento regional, en Perú y Ecuador, obedece a una misma realidad con resortes distintos, dadas las situaciones locales específicas de Ayacucho y Guayaquil. Si la ciudad ecuatoriana se encuentra, por su parte, en el centro de las

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reivindicaciones sociales y políticas costeñas, Ayacucho se sitúa "a medio camino" entre Lima y Cuzco. Por eso, sin negar la indiscutible filiación serrana de la ciudad peruana, esa misma ubicación geográfica constituye ya un indicador de una posible confusión social y necesidad de búsqueda de identidad de ese pueblo.

a) Ayacucho y la dominación cultural La ciudad de Ayacucho se encuentra en la zona sur de la sierra peruana, que José C. Mariátegui49 había descrito como la más "orgánica", es decir, la más compacta desde el punto de vista regional y cultural. La ciudad debió experimentar, de ese modo, los mismos tipos de antagonismos culturales regionales que sienten las otras ciudades de la zona, en relación con la Costa. De hecho, en esta zona, epicentro del indigenismo de los años 20, "los habitantes de la Sierra son vistos como los mejores elementos de la nación. Los descendientes del Imperio Inca que, oprimidos en la época colonial y republicana, han sabido preservar intactos, con el patrimonio espiritual de sus antepasados, las costumbres y las virtudes del trabajo cooperativo"so. Ellos serían considerados por los intelectuales indigenistasS1

49 Véase J. Mariátegui, op. cit., Ensay06C.htm. 50 Véase o. Dollfus, op. cit., p. 27 Y s. 51 Uno de los más importantes intelectuales indigenistas es precisamente José Carlos Mariátegui, considerado como el padre del socialismo en el Perú. No es coincidencia si los cabecillas de "Sendero Luminoso" se consagraron durante años solamente a estudiar el pensamiento de este hombre y si el emblema del grupo es "Por el Sendero Luminoso de José Carlos Mariátegui".

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como los que lograrían "la manera más eficiente de desarrollo económico comunista".

La confrontación con la Costa implicaría por tanto, además de los otros elementos ya señalados, un carácter ideológico. En lo que se refiere a Ayacucho, la ciudad sufriría particularmente de esta confrontación, a causa de la extrema pobreza y de la existencia de un sistema latifundista en el que se encontraban estancadas, en esa época, la ciudad y la región. Por ello, el porcentaje de migración hacia la capital sería uno de los más elevados del país52 y, más allá de sus efectos económicos correlativos, haría experimentar a los indígenas el "racismo" de la capital. Luis Lumbreras53 da a conocer ese factor: "Es aquí en Lima donde ya percibí otro tipo de relaciones étnicas. Bueno, yo era serrano, ayacuchano, aquí yo era cholo. Pasé de mi condición de familia de hacendados allá, a la de cholo en Lima. Una figura especial que, desde luego, mi familia jamás aceptaba pero que a mí me parecía obvia".

Ese rechazo generalizado hacia las gentes de provincia los arrastraría, según la expresión de Carlos Degregori54

, a una solidaridad "étnico­regional", que para el autor contribuiría a ser uno de los factores determinantes de la cohesión interna de Sendero. Por otro lado, en la ciudad de Ayacucho,

52 Entre 1967 y 1972 emigraban, cada año hacia la capital, 14 de cada 1.000 habitantes del Departamento de Ayacucho, siendo éste el segundo porcentaje más alto en el país. En 1981, los ayacuchanos constituían la segunda colonia más grande en la capital (150.000 personas). Véase c. Degregori, op. cit., p 32. 53 Citado por C. Degregori, op. dt., p. 206. 5" Véase C. Degregori, op. cit., p. 206.

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capital del departamento, buena parte de la población era de origen mestizo y de comportamiento urbano, lo que en circunstancias de "racismo regionalizado" constituía fuente de confusión étnica y cultural. Consecuentemente, esa franja importante de la ciudad se encontraría atrapada entre dos mundos: el andino tradicional, con el cual no se identificaban plenamente y el urbano - criollo, que los rechazaba. Se puede pensar entonces que aquellas personas habrían sido permeables a recibir elementos de una "nueva identidad y de seguridad intelectual,,55, que serían ulteriormente proporCionados por los jefes de Sendero Luminoso.

Los jóvenes mestizos se convertirían en los cuadros futuros de la agrupación terrorista. Sendero les ofrecía una explicación coherente del mundo y de la historia56, a través de una organización que los recibía y que les proporcionaba lo que tanto les hacia falta: una identidad. El grupo polítiCO y después terrorista, nacido en Ayacucho, no puede ser considerado por. tanto ni un movimiento indígena ni un movimiento indigenista, conforme a las conclusiones del mismo Degregori. Todo lo contrario, se trataría de la respuesta de un grupo minoritario de "provincianos serranos mestizos", provenientes de las clases medias locales o de sus filiaciones en Lima. Los cabecillas del grupo, intelectuales de provincia, podrían entrar también en esa categoría, pues a pesar de que ellos pertenecían a la elite

55 Véase C. Degregori, op. cit., p. 187. 56 Especialmente la transición de una comunidad primitiva, marcada por la esclavitud, hacia el comunismo, pasando por el feudalismo, el capitalismo y el socialismo. Véase C. Degregori, op .cit, p. 187.

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intelectual y social de la ciudad, eran igualmente tratados por los criollos costeños como "cholos", "provincianos" o simplemente como "serranos".

El tratamiento segregacionista y de connotaciones "racistas" podría ser la razón por la que los dirigentes de Sendero, en su discurso ideológico, hacen sistemática abstracción o deniegan el problema étnico, como si se tratara de un país homogéneo, a la imagen de los países asiáticos. También pOdría tratarse sencillamente de una cuestión de estrategia pues tal como lo afirma José C. Mariátegui57

, para ellos "sólo una conciencia de clase, sólo el 'mito' revolucionario con su profunda raigambre económica... lograrán sustituir los mitos artificiales impuestos por la 'civilización' de los invasores y mantenidos por las clases burguesas, herederas de su poder". De cualquier manera, los argumentos ideológicos coyunturales son insuficientes para esconder el perfil étnico- regional de los jefes y cuadros de Sendero, cuyo origen se sitúa incuestionablemente en Ayacucho.

b) Guayaquil y la autonomía cultural La ciudad costera ecuatoriana ocupa una poslclon estratégica bastante más favorable que la de la ciudad de la sierra peruana. Con el pasar de los años, Guayaquil ganó una importancia económica considerable, que inclusive fue más allá del marco regional, lo que no dejó de tener una influencia sobre el factor cultural. Si Urna domina e impone unilateralmente su ley a todo el país, el fenómeno es ciertamente más atenuado en cuanto a la capital

57 Véase M. Granados, op. cit., p. 21 Y s.

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ecuatoriana. Las relaciones entre las ciudades de Quito y Guayaquil son relativamente más equilibradas en lo económico, cultural y tal vez también en lo político. Cada ciudad tiene por consiguiente elementos para edificar su propio imaginario colectivo y rendir cuenta de una identidad ambigua, que se encuentra todavía en formación. A este respecto abundan las generalizaciones, de dudoso valor científico, para caracterizar más o menos arbitrariamente los comportamientos de Jos habitantes de cada ciudad y, por extensión, de cada región.

Entre las generalizaciones más pintorescas y . cuestionables ciertos autores58 sugieren que el empresario guayaquileño sería más "audaz", listo para asumir riesgos, pero más "indisciplinado" que su homÓlogo quiteño. El guayaquileño sería "impulsivo, violento, orgulloso", mientras que el quiteño sería "tacaño, chismoso y traidor". En la política, el hombre de la Costa sería pragmático mientras que el de la Sierra más bien romántico e idealista. En cuanto a la religión, el uno sería incrédulo por ignorancia y el otro devoto por mimetismo. De esa forma, existen listas suficientemente largas de comportamientos asignados al uno y al otro que, más allá de ser representaciones salidas del imaginario popular, intentan afirmar la influencia de cada ciudad en la generación de su propio imaginario o de su "sistema propio de significación". Por eso, podría pensarse que la ciudad de Guayaquil, a diferencia de lo que

58 véase M. Donoso, op. cit., p. 17 Y s., cuando el autor critica estas generalizaciones que considera arbitrarias.

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sucede en Ayacucho, no tiene que afrontar la imposición de un modelo cultural extraño sino que, por el contrario, está en condiciones de generar su propio sistema cultural.

Para ser más ilustrativos, podríamos imaginar ambos modelos culturales como dos círculos. En el caso del Perú, estaríamos ante dos círculos concéntricos, Lima y la Costa representando el círculo más grande mientras que el de la Sierra, más pequeño, existiría localizado al interior del círculo grande. La ciudad de Ayacucho estaría a su vez ubicada en algún lugar, al interior del círculo pequeño. En lo que se refiere al Ecuador, y suponiendo que existan dos modelos culturales bien diferenciados, la sistematización sería posiblemente en función de dos círculos secantes, donde el uno representa a la Sierra y el otro a la Costa. Aquí cada uno tendría su propio imaginario, independientemente del otro, y los roces o contactos se producirían en la zona caracterizada por la existencia de objetivos tangibles, como los políticos o económicos. Guayaquil se encontraría en el eje de uno de esos círculos secantes y Quito en el eje del otro.

En el caso ecuatoriano, la situación sería la consecuencia de un equilibrio de fuerzas suscitado por el hecho de que la ciudad teóricamente "menos favorecida" (Quito), en términos de su ubicación geográfico - estratégica, sería aquella que ostente el poder político y administrativo. La ubicación de la capital del país en la sierra ecuatoriana habría sido, reiteramos, uno de los factores que contribuyeron a explicar tal equilibrio. En cuanto al problema del "racismo", siempre presente en las ciudades

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latinoamericanas, podemos pensar que se articula también de manera distinta que en el caso peruano. Efectivamente, mientras que en este último país el "racismo" sería inter - regional, es decir, transmitido por la costa "españolizada" hacia la sierra "indígena", en el caso de Ecuador se trataría posiblemente de un "racismo" intra - regional, esto es, producido y existente al interior de cada región. Por esa razón, este último sería menos visible, a pesar de estar igualmente presente, y más controlable por los detentadores de las estructuras de dominación.

Una última diferencia, en las interacciones culturales existentes en ambos países, se expresa, asimismo, por el hecho de que el enfrentamiento cultural -regional en Perú traduce un conflicto entre el medio urbano y el medio rural, entre la capital y sus provincias. En cambio, en Guayaquil, el antagonismo regional experimentado hacia Quito y la Sierra Norte enfrentaría dos problemáticas urbanas comparables y sería impulsado por clases dominantes de una ciudad contra las de la otra ciudad. Así, es más difícil encontrar en la ciudad de la costa ecuatoriana solidaridades étnico-regionales, del mismo tipo que aquellas detectadas en Ayacucho. Las clases dominantes guayaquileñas, vectores del sentimiento regional, no han sufrido por tanto de "racismo" ni de imposición cultural importante, lo que hace pensar que el enfrentamiento habría estado desprovisto de carga étnico-social y circunscrito más a un problema de dominación económica, en cuyo centro se encontraría el Estado.

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1.3 LA ESTRUCTURA POLITICO - ADMINISTRATIVA

La región no puede hacer abstracción de su inserción dentro de un conjunto más vasto que es el Estado. En efecto, "los recursos naturales, la posición geográfica de una región, sus ventajas absolutas y comparativas son sin duda elementos importantes y factores positivos para estimular el crecimiento y un mejor equilibrio entre regiones, pero se trata de factores en último análisis supeditados a los asuntos políticoS y sociales"s9. La estructura política, así como la organización administrativa del poder central del Estado, pueden de esta forma influenciar el desarrollo de una región y esto independientemente de sus ventajas comparativas. Por ese motivo, el Estado tiene la opción de convertirse en un agente de desarrollo o en un agente nocivo para la región, en este segundo caso por la introducción de políticas públicas poco adaptadas al medio al cual deban aplicarse. No es casualidad entonces que los movimientos regionales se autodefinan, generalmente, por oposición al Estado o a sus políticas estatales, susceptibles de perjudicar a ese ente orgánico que es la región.

La organización misma del aparato político­administrativo, espeCialmente en lo que se refiere a los poderes políticos locales, ayuda así a tener una idea más clara de lo que puede ser el contenido de las políticas públicas a implementarse en la región. En ese contexto, la situación de Ecuador y de Perú

59 Véase Sergio Boisier, "Palimpsesto de las regiones como espacios socialmente construidos", Economfa de América Latina, NO 20, 1990, p. 149.

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siempre ha estado caracterizada por un fuerte centralismo estatal, materializado de manera algo distinta en sus administraciones locales respectivas. Esa circunstancia ha dado como resultado, en ambos casos, la existencia de un Municipio débil pues los continuos esfuerzos de descentralización difícilmente lograron producir grandes cambios.

1.3.1 UN ESTADO CENTRALISTA Y UNA ORGANIZACiÓN ADMINISTRATIVA COMPARABLE

En general, los estados de América Latina se han visto caracterizados por la existencia de una organización política centralista. En la época colonial, el modelo fue importado de Europa, tratando de adaptarlo al medio y a las necesidades del sub­continente. Bajo la impulsión de la idea de "orden y progreso" el poder hegemónico legitimaba su autoridad, teniendo como objetivo principal, según Ramón Torres60

, "garantizar el control y la explotación" de los territorios y hombres conquistados en la época. De hecho, conforme al mismo autor "esta forma de organización político­administrativa suprime identidades, elimina autoridades y jerarquías constituidas y legitimadas y concentra poderes sin la intervención de casi ninguna entidad de intermediación entre el poder central y las comunidades".

60 Véase Ramón Torres, "La autonomía (entre la condena a lo local y el encanto de lo global)", Ecuador Debate, NO 44, Agosto 1998, p. 88 Y s.

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Tal estructura cC'lllevaría el ostracismo de numerosas poblaciones indígenas. En los países latinoamericanos, el poder pasó de los príncipes incas a los virreyes o a los presidentes de audiencia, representantes de la corona española en América, lo cual no significó necesariamente un gran traumatismo desde el punto de vista administrativo, pues, a la tradición monárquica española, se sumó el centralismo inca existente desde hacía tiempo ya. Hoy el modelo centralista se encuentra en CriSIS,

cuestionado sobre todo en los años 80, y recubre esencialmente dos formas distintas que se complementan: la de un centralismo político y la de una centralización económica. La primera, según Efraín González61

, supone "la concentración del poder y de las decisiones políticas en él más alto nivel de gobierno". La segunda implicaría "la acumulación del capital y del trabajo dentro de un espacio limitado", lo que eventualmente provocaría que las decisiones individuales se tomen en función de intereses también individuales o sectoriales, de los agentes involucrados en ese espacio, en detrimento de las unidades regionales de producción.

Por ello, la articulación de un centralismo político con una centralización económica, tanto en Perú como en Ecuador, habría producido perjuicios evidentes para las zonas periféricas de ambos países. Sin embargo, si la situación en Guayaquil pudo ser regularmente dtenuada por las ventajas geográficas comparativas que fueron explotadas, la mala posición estratégica de Ayacucho contribuyó a incrementar diferencias de

&1 Véase Efraín González de Olarte, "La descentralización en el Perú: diagnóstico y propuesta", en Ajuste estructural en el Perú, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1997, p. 224.

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todo tipo entre esa ciudad y las de la región costera peruana. Es en ese universo igualmente centralizado en todo caso, que los dos países habrían concebido sus respectivos aparatos administrativos, destinados esencialmente a mantener los privilegios de una elite dirigencial y política que, valiéndose del poder central, habría estado en condiciones de ejercer un control estrecho sobre las periferias. Eso hace que las diferencias mayores entre estos países, más que de fondo se relacionen con la forma en que ambos pretendieron organizar la comunicación o el contacto entre el gobierno central y los órganos seccionales.

a) Perú: una organización administrativa en función de Departamentos El Perú ha sido dividido administrativamente en departamentos, provincias y distritos. En un país donde la estructura unitaria del Estado se combina con un régimen presidencial, los órganos de la administración están abocados a jugar un rol importante dentro del territorio nacional, lo que obviamente tiene consecuencias sobre la distribución nacional del poder estatal. El Ejecutivo debe así estar presente en cada unidad de división administrativa, para asegurar una cierta coherencia y una consistencia mínima a la estructura unitaria de la cual se ha dotado el Estado. Para esto, fue elaborado un sistema de prefecturas similar a aquel que opera en Francia. La presencia del órgano gubernamental fue organizada, en el territorio peruano, en función de departamentos donde la autoridad principal es el Prefecto, de provincias donde gobierna el Sub -prefecto, de distritos donde rige el Gobemador y de

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pueblos o aldeas que son jurisdicción del 'Teniente­gobernador,t62.

De esas autoridades, la más relevante en términos de poder es indiscutiblemente el Prefecto, que depende del Ministerio del Interior, lo que explica la naturaleza de sus funciones: control del orden público, jefe de la fuerza policial, control de precios de los bienes de primera necesidad. La institución representante del poder ejecutivo ha estado de esa forma históricamente ligada a la necesidad de afirmar la presencia del Estado, en el vasto territorio nacional. Por tal razón, Luis Chirinos63

, refiriéndose al Perú, estima que "en un Estado caracterizado por el autoritarismo y la precariedad o ausencia de espacios democráticos, esta presencia debía manifestarse a través de las funciones represivas y de control social". Este último factor se haría sentir de manera particularmente clara en la ciudad de Ayacucho, capital del departamento y sede de la Prefectura, donde dicha autoridad estatal fue tradicionalmente rechazada.

En lo que se refiere a la estructura de los gobiernos locales, el Perú siguió la organización clásica, heredada en gran parte de la época colonial, donde el Municipio era el encargado de ocupar el rol central. Cada provincia cuenta con una municipalidad constituida por un Alcalde y sus Consejeros, que forman el Consejo Municipal, encargados

62 Véase anexo VII. 63 Véase Luis Chirinos, "El Municipio y la estructura del Estado en el Perú", Medio ambiente y urbanización, NO 28, Septiembre 1989, p. 56 Y s.

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principalmente de cuestiones relativas a los servicios públicos y con jurisdicción dentro del conjunto de distritos que se encuentran en la provincia. Los distritos disponen a la vez de sus propias municipalidades, con sus propios alcaldes y consejeros, que forman también el Consejo de Distrito. Pero, a pesar de que las constituciones y leyes proclamaron siempre la autonomía y carácter democrático de esas municipalidades, ese no fue siempre el caso. Basta con mencionar que, en 1968, cuando se instala en el poder el régimen militar del general Velasco, las elecciones son formalmente suprimidas, hasta 1978 .

. b) Ecuador: una organización administrativa en función de Provincias La organización administrativa del Ecuador difiere en ciertos aspectos de la del Perú, aunque el Estado ecuatoriano posee también un carácter unitario y presidencial y se encuentra dividido en provincias, cantones y parroquias. Adicionalmente, los criterios de repartición del poder dentro del territorio y de organización de los gobiernos locales son relativamente parecidos a los existentes en el Perú, a pesar de las diferencias obvias relacionadas con la organización de un espacio cinco veces más pequeño, como el ecuatoriano. Por tales motivos, el poder ejecutivo juega, aquí también, un rol trascendente en cuanto a su presencia en el territorio nacional. Esa presencia se manifiesta particularmente en la concepción de un régimen de "delegadón", en las tres divisiones administrativas importantes: las provincias, los cantones y las parroquias. En esa estructura, los representantes serían: el Gobernador para las provincias, el Jefe

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Político para los cantones y el Teniente Político para las parroquias.

El Gobernador de Provincia en el Ecuador64

equivaldría al Prefecto Departamental en el Perú y poseería las mismas atribuciones características de un guardián del orden público. Dichas atribuciones podrían razonablemente suponer los mismos riesgos de autoritarismo, especialmente en provincias alejadas o aisladas donde el necesario control de la acción estatal es más difícil65

. Y en lo tocante a los gobiernos locales existe primeramente, a nivel de provincias, un Consejo Provincial formado por el Prefecto y los Consejeros Provinciales. Entre las funciones del Prefecto y de los consejeros está la coordinación de gestiones con los diferentes municipios y la ejecución de trabajos en las vías de comunicación inter provinciales. El Prefecto ecuatoriano no tiene entonces nada en común con el Prefecto peruano. Por una parte, el Prefecto ecuatoriano es una autoridad elegida democráticamente y, por otra, sus funciones no tienen un carácter policial sino que involucran, esencialmente, la planificación y ejecución de trabajos públiCOS de infraestructura.

Así, la circunscripción administrativa más importante en el Ecuador, la Provincia, dispone no solamente de una autoridad que emana del poder central (el Gobernador) sino también de otra que representa a los gobiernos seccionales (el Prefecto). Esa es una diferencia significativa en relación con el Perú donde,

64 Véase anexo VIII. 65 Véase numeral 3.3.1.

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a nivel departamental, sólo el Prefecto dirige66.

Además, existe en el Ecuador un segundo nivel de gobierno local y autónomo, tal vez más importante para la ciudad: el Concejo Municipal. La jurisdicción territorial del Concejo es el cantón y dicho organismo se encuentra constituido por el Alcalde y los Concejales Municipales elegidos democráticamente. Las últimas divisiones administrativas importantes, que son las parroquias, disponen también de un comité cuyos miembros actúan como auxiliares del Concejo Municipal para la planificación y ejecución de servicios de interés general. Consecuentemente, podría considerarse que las organizaciones político­administrativas respectivas, en Perú y Ecuador, tienen determinados puntos de contacto, con la salvedad del caso del Prefecto peruano y de las denominaciones utilizadas en cada país.

Nos corresponde ahora examinar la manera en que han interaccionado los órganos del gobierno local con los del poder central, en Ayacucho y Guayaquil. Puede decirse que en ambos países ha existido, desde siempre, una especie de "debilidad municipal endémica" acompañada de supuestos esfuerzos descentralizadores, que no obstante se habrían revelado como insuficientes.

66 Esta es una apreciación exacta hasta la Constitución peruana de 1979 Que Introduciría un sistema de regionalizaci6n. Se crearon progresivamente instituciones destinadas a poner en funcionamiento a los gobiernos regionales. Sin embargo, ese régimen, complicado e irregular, dlficllmente pOdría ser considerado como rival, en términos de poder, del Prefecto. Véase numeral 1.3.2.

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1.3.2 UN MUNICIPIO DÉBIL Y UNA DESCENTRALIZACiÓN POCO EFICAZ

Habiendo sido Ecuador y Perú países fuertemente centralizados, el enfrentamiento de sus gobiernos locales, con aquellos emanados del órgano central, se saldó generalmente a favor de estos últimos. La descentralización, impulsada por un poder ejecutivo a medias convencido de la necesidad, fue por ese mismo hecho poco eficaz para alcanzar los objetivos perseguidos. Debemos a pesar de esto examinar el rol de los mUniCIpiOS y las tentativas de descentralización en cada país, para evaluar hasta qué punto esas tentativas pudieron influenciar la comunicación y colaboración, entre el Estado y la región.

a) El Municipio peruano y la descentralización institucional Tal como lo expusiéramos en líneas anteriores, la estructura del Estado en el Perú supone, por una parte, una fuerte presencia del gobierno central, con claros sesgos autoritarios ligados a la necesidad del control político. Por otra parte, esa estructura se combina con un gobierno local supuestamente dotado de representatividad democrática y ligado a la satisfacción de los intereses locales. La combinación se manifestaría a nivel provincial y distrital, porque a nivel departamental solo el Prefecto es la única autoridad. Sin embargo, según Luis Chirinos67 "las Municipalidades, instituciones que prevalecieron de la herencia española al iniciarse la República, no llegaron a cuajar como órganos de

67 Véase L. Chirinos, op. cit., p. 56 Y s.

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gobierno local", básicamente debido a que "al concentrarlo (el poder político-estatal) en el Gobierno Central y más especialmente en el poder ejecutivo, devino imposible un Estado con una pluralidad de niveles de Gobierno".

Eso permitió, además de la tradicional concentración de poder político en el Ejecutivo, a causa de la naturaleza misma del sistema, que los gobiernos locales fueran prácticamente asfixiados por el poder económico local regional "terrateniente" o "latifundista,t6s. El carácter democrático de las autoridades municipales era de esa forma constantemente ignorado, pues tales autoridades eran designadas arbitrariamente por el gobierno central. Prueba de ello es que la organización y el respeto de elecciones municipales no se concretizan sino hasta 1963 y sería una corta experiencia, en la medida en que el régimen militar, que llegó al poder en 1968, suprimiría las elecciones hasta 1978. Los poderes municipales fueron entonces los grandes perdedores de tantas restricciones ya que, sin capacidad de representación política y sin poder real, eran presa fácil de la unión entre los prefectos y el poder económico local y regional. Se convirtieron en instancias únicamente simbólicas, controladas o reguladas desde Lima. Esto explicaría que en Ayacucho el conjunto de los poderes políticos locales haya sido tradicionalmente tachado de "extranjero", "enemigos del pueblo", que era necesario "expulsar't69.

68 Los dos términos hacen referencia a los grandes propietarios de tierra así como a las relaciones de servilismo que ellos desarrollaban con sus trabajadores. 69 Véase numeral 3.3.

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En el transcurso de los años 50, el incremento de demandas hacia el Ejecutivo agravaría aún más la situación de los municipios. El proceso de centralización del poder político se acelera, impulsado por las ideologías económicas estatales de la época, y se manifiesta a través de la especialización cada vez mayor de la acción estatal. A más de la creación de organismos públicos en los campos tradicionales del Estado, como la salud, la educación o la construcción, se sumaría la creación de empresas estatales en otras áreas como el petróleo, el acero, los fertilizantes y el comercio de bienes de primera necesidad. Tal coyuntura, aunada a los otros problemas antes descritos, provocaría una especie de despojo progresivo de las atribuciones y recursos municipales, por parte del gobierno central, que terminaría transformando a esos órganos, según la expresión de Luis Chirinos70

,

en "apéndices" del Ejecutivo.

En esas condiCiones interviene la Constitución de 1979, destinada a realizar una descentralización profunda por medio de la regionalización del país. Vale decir que la descentralización es una aspiración vieja en el Perú. Ya se la había pretendido en la Constitución de 1823 y fue ensayada, sin éxito, en la creación de los Consejos Departamentales de 1873, de los Comités Departamentales de 1886 y de los Consejos Regionales de 1920. Esas tentativas descentralizadoras en el Perú tomaron generalmente como referencia las demarcaciones territoriales heredadas de la época colonial, en la que el país

70 Véase L. Chirinos, op. cit., p. 57 Y s.

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estaba dividido administrativamente en ocho intendencias. Sobre la base de esas antiguas divisiones, los esfuerzos fueron enfocados hacia la creación de unidades regionales cuyo objetivo era descentralizar un determinado número de competencias. Puede afirmarse en consecuencia que, en el Perú, se trató de implementar una descentralización administrativa institucional71

, en la medida en que fue necesario crear instituciones nuevas destinadas específicamente a cumplir con esa función.

En cualquier caso, el esfuerzo descentralizador se llevó a cabo prácticamente sin tener en cuenta a los municipios, que no jugaron más que un rol marginal hasta la Constitución de 1979, donde finalmente se les reconoció autonomía administrativa y económica. Sin embargo, estos no fueron los UnlCOS

beneficiados, pues en esa Constitución se sentaron también las nuevas bases de la regionalización del país. Ese sólo hecho confirma el análisis precedente, según el cual los municipios nunca fueron objetivos privilegiados en el proyecto de descentralización peruano. La descentralización fue buscada, principalmente, a través de la regionalización, que tampoco produjo los resultados esperados ya que el poder ejecutivo mantuvo siempre la mano puesta sobre esas instituciones72

. Prueba de lo afirmado es

71 Se utiliza el concepto de descentralización administrativa institucional para contraponerlo al de descentralización administrativa territorial, que concierne básicamente a los municipios. 72 De hecho, varios autores consideran que la regionalización no implicó una verdadera descentralización sino más bien un esfuerzo de desconcentración. Esto porque, según ellos, jamás se les realizó el traspaso del poder de decisión política, por parte del Ejecutivo.

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la decisión del Presidente Fujimori de supnmlr, en 1992, el proceso de regionalización y reabrirlo posteriormente bajo nuevos parámetros, según la Constitución de 199373

•

Regresamos de esa forma al análisis sobre la descentralización, efectuado en los años 20 por José C. Mariátegui74

, Que se revela aún bastante pertinente: "La capital no ha defendido nunca con mucho ardimiento ni con mucha elocuencia, en el terreno teórico, el régimen centralista; pero, en el campo práctico, ha sabido y ha podido conservar intactos sus privilegios. Teóricamente no ha tenido demasiada dificultad para hacer algunas concesiones a la idea de la descentralización administrativa. Pero las soluciones buscadas a este problema han estado vaciadas siempre en los moldes del criterio y del interés centralistas". Y, si en el Ecuador la organizaClon administrativa es algo distinta, el resultado es ciertamente comparable.

b) El Municipio ecuatoriano y la descentralización territorial En el Ecuador, el desarrollo municipal se enfrentó a los mismos tipos de obstáculos Que en el Perú, esto es, a una debilidad estructural causada por un poder estatal excesivamente presente en la escena local y por intereses económicos importantes ligados a ese

Véase Enrique Castillo, "La descentralización en el Perú", Contribuciones, NO 4, 1993, p. 94 Y s. 73 En efecto, de 9 artículos Que existían en la ConstituciÓn de 1979, s610 quedaron 4 en la llUeva. Véase Alain Audoyer, "Les collectivités locales au Pérou, décentralisation, finances et politique", Mémoire de maitrise de la Universidad de Nantes, Junio 1996, p. 11 Y s. 74 Véase J. Mariátegui, op. dt., Ensayo6D.htm.

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poder. Así, a pesar de las declaraciones de intención del general Flores, a comienzos de la vida republicana del país, la legislación ecuatoriana del siglo XIX mantendría a los municipios en dependencia directa del poder estatal. Y cuando los gobiernos locales lograron atenuar esa tutela, "el :estrictivo sistema electoral entonces vigente, garantizó que los poderes locales no escapen al control de la clase terrateniente,,75. No obstante, el momento de ruptura llegó temprano en el Ecuador. La Revolución Liberal que estalló en 189576

, dirigida por el general Eloy Alfaro, establecería de manera definitiva "la independencia de las municipalidades frente a los otros poderes, pero sin contrariar las leyes generales del país"n.

Ese principio fue respetado desde entonces y consagrado en las constituciones que se sucedieron, lo que no impidió el acoso más o menos continuo de parte de los gobiernos centralizadores. El Municipio ecuatoriano tuvo tradicionalmente, también como rival, la figura del delegado de gobierno que, según Simón Pachan078 , tuvo y tiene un efecto "negativo en términos de la capacidad de expresión de las sociedades regionales y locales". El autor considera

75 Véase Fernando Carrión, Patricio Velarde, "El municipio y la organización del Estado en el Ecuador", Medio ambiente y urbanización, NO 28, Septiembre 1989, p. 47. 76 Efectivamente, el general Eloy Alfaro sube al poder en ese año y comienza un proceso que dura hasta 1925. Los historiadores convienen en afirmar que esta Revolución Liberal sentó las bases de lo que es el Ecuador actual. Véase Enrique Ayala, "Nueva historia del Ecuador", Volumen NO 9, Quito, Grijalbo, 1990, p. 9 Y s. 77 Véase F. Carrión, P. Velarde, op. cit., p. 47 Y s. 78 Véase Simón Pachano, "Democracia sin sociedad", Quito, ILDIS, 1996, p. 89 Y s.

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que su sola presencia constituyó un "dique para la manifestación de los intereses". Asimismo, la rivalidad estatal, a través de la creación de organismos y empresas públicas dependientes del gobierno, especialmente a partir del auge petrolero, implicaría perjuicios adicionales para la actividad municipal. El Municipio ecuatoriano iría perdiendo buena parte de sus recursos, poder y competencias, en beneficio de instituciones públicas como el Fondo Nacional de Participación o el de Preinversión o el Banco Ecuatoriano de la Vivienda, que debían responder a necesidades concretas de la población, impulsando un desarrollo "desde el centro,,79.

El resultado de esa evolución se traduciría en una crisis financiera municipal, especialmente a partir de los años 80, a causa de la incapacidad para generar sus propios recursos, de sus limitaciones importantes en el aspecto tributario y de un problema más profundo que afectaba a las estructuras mismas de la organización municipal, poco adaptadas a las nuevas necesidades urbanas. Para atenuar la crisis, sería necesario un proceso de descentralización administrativa territorial que consistiría "en dotar a los órganos descentralizados de personalidad jurídica y de autonomía orgánica con relación al órgano central"so. Esa descentralización debía suponer la transferencia de competencias, poderes, autonomía de decisión y control de recursos, a favor de las colectividades locales. Por tal razón, la Ley de Modernización del Estado, que data de 1993,

79 Véase F. Carrión, P., Velarde, op. cit., p. 52. 80 Véase Miguel Bossano, Felipe !turralde, "El rol de los municipios como principal figura de descentralización", Ciudad alternativa, NO 10-11, 1995, p. 61 Y s.

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estableció que el poder ejecutivo tendría la posibilidad de delegar el poder político, económico, administrativo o de gestión de recursos tributarios, a los gobiernos locales.

Adicionalmente, en 1997, se implementó la Ley de Descentralización, que definía dicho proceso y facilitaba su ejecución, y a ella se sumó el mismo año la ley llamada del 15%, según la cual el Estado se encontraba obligado a destinar este porcentaje de su presupuesto hacia los diferentes municipios del país. Pero, a pesar de que las disposiciones legales existen, por lo menos en la actualidad, el problema se debe igualmente en este caso a que estamos ante un proceso impulsado y controlado desde el gobierno central, y de allí su debilidad. Eso hace que, cuando no se evidencie verdaderamente una voluntad política de descentralizar, los textos sean insuficientes para lograr los resultados esperados, tal como en su momento lo expresaron ciertos políticos locales81 que cuestionaban el proceso de transferencia de recursos y competencias.

Las dificultades del proceso, unidas a otros factores que más adelante veremos, conllevarían periódicamente al exacerbamiento de antagonismos regionales y a una recurrente desconfianza de la ciudad costera ecuatoriana, en su relación con el Estado. Sin embargo, a pesar de la existencia de un

81 Específicamente R. Noboa, "La tesis de las autonomías", Diario El Universo, 4 de Mayo de 1999, quien aseguraba que: "la simple descentralización económica y administrativa que resume el proceso a una transferencia de recursos y de competencias, dejando en manos del Ejecutivo de turno la decisión de descentralizar, ha fracasado".

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Municipio en CriSIS y de una descentralización cuestionable, el problema se plantea en términos diferentes que en Ayacucho. El Municipio guayaquileño, y en general el ecuatoriano, terminaría por adquirir cierta independencia, en relación con los otros poderes del Estado, y se convertiría poco a poco en el eje principal de las nuevas reformas impulsadoras de la descentralización. Su legitimidad para con la población y su carácter representativo se afirmarían, en particular en la ciudad de la costa ecuatoriana, lo que supondría en repetidas ocasiones agrios enfrentamientos, algunas veces violentos, con las autoridades estatales. Esa relativa independencia, sumada a los otros factores aludidoss2

, jugaría un rol relevante bajo el peso de las circunstancias que examinaremos en el transcurso de este estudio.

82 Véase numeral 3.3.

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2. LA DISIMIL MATERIALIZACiÓN DE LOS ANTAGONISMOS REGIONALES

Si por un lado es difícil negar que Ecuador y Perú compartan ciertos elementos en la configuración de sus estructuras regionales respectivas, por otro es también evidente que la materialización o concretización de los antagonismos regionales, en cada país, se produjo de manera distinta en Ayacucho y Guayaquil. En general, el grado de violencia experimentado en la ciudad de la sierra peruana contrasta fuertemente con la intermitencia, y a ratos inconsistencia, de las manifestaciones en la ciudad porteña ecuatoriana. Esto se verificó sobre todo a tres niveles: 1) Al momento de producirse las expresiones populares de descontento, 2) Al momento de formularse las reivindicaciones de los principales actores o dirigentes de la ciudad, y 3) Al momento de concretarse la confrontación con el Estado y la "otra región" con la que aquel se encontraría aparentemente identificado.

2.1 LAS EXPRESIONES POPULARES DE DESCONTENTO

Los conflictos regionales se manifiestan, en su expresión más pura, al momento de produCirse las explosiones populares de descontento. Esas explosiones permiten apreciar mejor el caudal de resentimientos o frustraciones hacia una ciudad determinada, hacia una región o hacia el mismo Estado. Permiten además evaluar las intenciones de los diferentes actores que intervienen en tales manifestaciones. A este respecto, los levantamientos

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de 1969 en Ayacucho y las manifestaciones de 1999 en Guayaquil, habrían sido particularmente esclarecedores. En ambas regiones se constató igualmente un fuerte sentimiento de antagonismo regional, a pesar de que la situación en una y otra ciudad no evolucionó de la misma manera. Es necesario, por tanto, estudiar previamente el contexto de crisis en cada una, para luego examinar las respectivas diferencias en cuanto al grado de violencia experimentado en ambas.

2.1.1 CRISIS SUBYACENTE Y CRISIS MANIFIESTA

En las situaciones de crisis, el rol de los actores y de las instituciones políticas y económicas de la región pueden entrar en un proceso de redefinición, caracterizado por una cierta inestabilidad. En ese proceso, el descalabro progresivo o la pérdida de legitimidad podría afectar tanto a las estructuras económicas, como a las instituciones sociales y políticas en crisis. Esas situaciones pueden a su vez dar nacimiento, según la expresión de Michel DObrl3

, a "coyunturas políticas fluidas" en las cuales los viejos actores políticos tienen la posibilidad de modificar su rolo, incluso, nuevos actores políticos de aparecer en escena. La inestabilidad será mayor en la medida en que la crisis sea más profunda. Si en Guayaquil esa CriSIS fue verdaderamente flagrante, en Ayacucho fue probablemente menos perceptible pero no por eso menos importante.

B3 Citado en el curSo de M. Georges Couffignal, sobre "Las transformaciones del Estado en América Latina N, IH EAL, 1998-1999. Véase Michel Dobry, "Sociologie des crises politiques", Paris, Presses de sciences po, 1986.

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a) Ayacucho y una crisis subyacente Las causas de una crisis pueden ser ciertamente muy diversas pero en su gran mayoría revisten un carácter económico. No obstante, en el caso de Ayacucho, la variable económica, al momento de producirse las explosiones de descontento, estaba presente pero era poco visible. Cabe primero resaltar que, en 1969, el país entero vivía momentos de euforia gracias a las nuevas reformas de la dictadura recientemente instalada en el poder. El general Juan Velasco, con el apoyo de las fuerzas armadas, había llegado al poder hace algunos meses y estaba intentando introducir reformas revolucionarias para la época. Se trataba de un proyecto gubernamental nacionalista y progresista que había tomado medidas importantes como la oficialización del quechua, la reforma de las empresas mineras o la nacionalización del petróleo, medidas que pretendían redorar la imagen de un Estado en crisis. Más importante todavía, se encontraba en vías de promulgación definitiva una nueva Ley de Reforma Agraria que buscaba imponerse de forma radical al status quo existente, y que obviamente afectaría los intereses de los latifundistas de la época.

La situación entonces, a nivel nacional, era más bien prometedora pues las reformas calificadas de estructurales estaban en proceso de implementación. Sin embargo, en Ayacucho, el panorama era otro ya que el contexto económico y político de la ciudad se había degradado lenta pero continuadamente. De hecho, según Carlos Degregori84

, "el desarrollo del capitalismo a finales del siglo diecinueve y la

84 Véase C. Degregori, op. cit., p. 28 Y s.

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penetración de una política imperialista por parte de los Estados Unidos perjudicaron a la región", en la que se encontraba claro está el departamento de Ayacucho. Esto se debía, por un lado, a que la región no poseía aparentemente el potencial necesario que suscitara algún interés especial para la inversión de capital nacional o extranjero y, por otro, a que no se encontraba tampoco en la región sector o grupo económico con suficiente dinamismo para incorporar localmente la tecnología de punta, que comenzaba a utilizarse en el ámbito nacional.

Ayacucho se convirtió de esa manera en una región atrasada, en relación con otras regiones del país V, sobre todo, en relación con la costa peruana. Por esa razón, C. Degregori85 estima que fueron tres los factores que marcaron el desarrollo, o más bien la falta de éste, en la ciudad de Ayacucho y sus alrededores, en la primera mitad del siglo XIX: "(1) Estancamiento y empobrecimiento del centro de la región, (2) desmembramiento y pérdida de las zonas periféricas en provecho de otras regiones, y (3) acentuación y subordinación económica a otros polos regionales de desarrollo". De esos tres factores, es probable que el primero haya implicado la mayor cantidad de consecuencias negativas para el sector pues era capaz de generar, en último término, una crisis generalizada del conjunto de su sistema económico.

A ese estancamiento y posterior decadencia de la región contribuirían la existencia de flujos

85 Véase C. Degregori, op. cit., p. 29 Y s.

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comerciales desfavorables para la zona, la penetración de productos manufacturados venidos de la misma Lima u otras partes del país, donde existía mejor técnica para su elaboración, así como otros factores económicos86

, que terminarían por reforzar el arcaísmo de la sociedad ayacuchana, de su industria y su agricultura. A ello se suma que los esfuerzos de modernización fueron generalmente insuficientes para poder sobrellevar la crisis. Los terratenientes que no lograron salir de su región no verían más "alternativa", como medio para mantener sus privilegios, que incrementar la explotación del campesino y del indígena, cuyos derechos habrían sido sistemáticamente violentados. En ese contexto de crisis subyacente y lenta de toda la estructura social y económica de la región, las esperanzas de escapar a una situación miserable y opresiva fueron enfocadas, primeramente, en función de la migración a la capital.

Para aquellos que se quedaron y que no pertenecían a la elite económica del medio, actualmente debilitada, sería la educación el factor que se iría convirtiendo en la razón principal de su lucha por el desarrollo. La fuerza de las protestas y levantamientos que se produjeron en la ciudad de Ayacucho, en contra de ciertas medidas tomadas por el régimen, es suficientemente ilustrativa de este último punto.

86 Por ejemplo, el desarrollo de otras regiones más competitivas como Cerro de Paseo, que incidió en el desvío de flujos comerciales.

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b) Guayaquil y una crisis manifiesta A la inversa de lo sucedido en Ayacucho, donde un proceso económico comenzado en el siglo XIX se tradujo, con el pasar de los años, en una crisis que afectaba a toda la estructura económica de la región, en Guayaquil, la evolución fue menos larga pero más intensa, razón por la que se convirtió en algo difícil de asimilar para la población. El problema comienza, o más bien se agrava, en 1995, y está ligado a factores económicos y polítiCOS que afectaron a todo el país pero de manera particular a la región costera del Guayas. No obstante, contrariamente a la situación en Ayacucho, en este caso estamos ante una crisis más de tipo nacional y no solamente local, agravada por la existencia de un modelo de desarrollo centralista que había sido históricamente cuestionado.

En lo que tiene que ver con las causas políticas podemos constatar que, a partir de 1995, se sucedieron varias crisis institucionales que afectaron al poder ejecutivo y que a no dudarlo contribuyeron a desestabilizar y paralizar el funcionamiento administrativo y político del Ecuador. La renuncia del Vicepresidente de la República Alberto Dahik, en 199587

, interrumpió el desarrollo de un modelo económico neo-liberal cuyo principal objetivo habría sido la modernización y reducción del aparato estatal. Una vez detenido ese proceso, no se replanteó alternativa nueva alguna que pudiese mitigar los efectos estructurales negativos, que

87 Éste habría sido obligado a renunciar a causa de escándalos de corrupción Que lo afectaban directamente.

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siguieron como consecuencia de tal ruptura88. Un

año después de dicha dimisión, Abdalá Bucaram fue elegido Presidente pero apenas permaneció en el poder durante seis meses y medio.

Su Presidencia se terminó por la vía de una destitución parlamentaria que, canalizando un levantamiento popular, lo declararía "incapaz mental" y lo privaría de sus funciones. La solución temporal, destinada a llenar el vacío ocasionado por la destitución, tuvo también resultados negativos. El gobierno de transición, organizado apuradamente, apenas tuvo un mínimo margen de maniobra y dependió casi completamente de los manejos clientelistas de los partidos políticos. El "compromiso legislativo" a través del cual se había elegido a un "Presidente interino", forjado de manera irregular89

,

además de la utilización exacerbada de ese tipo de política clientelista, traería como consecuencia el estancamiento del proceso de elaboración de políticas públicas. Esos hechos polítiCOS ayudarían a conducir al país hacia la quiebra fiscal, que el nuevo gobierno de Jamil Mahuad sería incapaz de afrontar.

En lo que se refiere a causas económicas, la degradación progresiva de la situación financiera, tanto en el sector privado como en el público, había comenzado también en 1995. En esa época, los costos económicos de la guerra no declarada con el

88 Esa es en todo caso la opinión de varios politólogos como por ejemplo Alfredo Negrete. Véase A. Negrete, "Ecuador ingobernable", Diario El Universo, 24 de Abril de 1999. 89 La destitución parlamentaria obligaría a interpretar, muy cuestionada mente, algunos artículos de la Constitución, como el arto 100 literal d).

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Perú acarrearon un déficit en el presupuesto del Estado, debido a la movilización permanente de tropas y a la inestabilidad que esta guerra originó en el mercado financiero. El enfrentamiento ejercería un efecto disuasivo en las inversiones extranjeras y ocasionaría la fuga de capitales nacionales hacia bancas internacionales. Posteriormente, una situación potencialmente bélica con dicho país vecino permanecería invariable hasta 1998, fecha en la que el gobierno de Jamil Mahuad firmaría el acuerdo definitivo de paz, que puso un término a las referidas disputas territoriales.

A pesar de que esos factores tomados en conjunto no hayan dejado de producir efectos graves en todo el país, la crisis en la región costera obedece adicionalmente a otros problemas mayores que trastornaron profundamente su equilibrio económico. Por un lado, el fenómeno de la corriente oceánica de "El Niño", que afectó al sector costero ecuatoriano entre 1998 Y 1999, ocasionaría en esa época pérdidas económicas en la región por un monto equivalente a dos mil millones de sucres90

• Estas enormes pérdidas contribuirían a que el alicaído sector productivo costero se encuentre en incapacidad de honrar buena parte de sus obligaciones financieras. Por otro lado, el cierre de líneas de crédito de los organismos internacionales y la caída internacional de los precios del petróleo complicaría todavía más la situación ya calamitosa de algunos bancos de la región costera, donde un

90 Véase Dinero & Negocios, "100 Empresas del Ecuador", Vistazo, No. 769, 2 de Septiembre de 1999 (http://www4.vistazo.com.ec/769/htm/econo.htm) .

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elevado porcentaje iría directamente hacia la quiebra.

En esas condiciones, el cierre de empresas y el incremento del desemple091 agregaron, a la crisis económica, una crisis social que no podría ser afrontada sin la implementación de medidas gubernamentales suficientemente fuertes. Un clima de tensión social se instaló simultáneamente en todo el país, y particularmente en la región costeña, que era el epicentro de un conjunto de problemas políticos, de producción, financieros y sociales que terminarían por sumergirla en una CriSIS sin precedentes. Por tales motivos, podría pensarse que estaban reunidos todos los ingredientes para una explosión regional de enormes proporciones, a condición evidentemente de que existiera un factor detonante. Para justificar esa afirmación se debe tomar en cuenta, por una parte, el antagonismo regional tradicional hacia la sierra centro-norte ecuatoriana, y los reclamos sistemáticos en contra de un centralismo estatal cuestionado en la Costa y acusado de ser implementado por aquellos. Por otra parte, el hecho de que existiera un Presidente "serrano", representante presunto de los intereses de la capital Quito, proporcionaba una razón suplementaria a una situación ya deteriorada.

Así las cosas, la situación en Guayaquil aparece bajo un prisma mucho más intenso y degradado que en

91 En efecto, el índice de desempleo habría alcanzado en Marzo del 99 el 15.8% de la población, 4 puntos más que en Diciembre del 98. Véase G. Raymond, M. Puertas, "La marcha de los crespones negros", Vistazo, No 759, 15 de abril de 1999, p. 25 Y s.

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Ayacucho. Efectivamente, mientras que en la ciudad ecuatoriana la CrlS!S se encuentra presente en todos los espíritus ';. -;ena luego exacerbada por las medidas que \ian a Implementarse, en Ayacucho se trata a la invE'rsa de un proceso continuo y casi iIT1l~erreptib'e, Que tlE'ne como elemento detonante lo~; leveintamientos de 1969. Con los antecedentes ex;.:uestos, todo parece indicar que las posibilidades dE' derivaciones violentas eran más susceptibles de producirse en un escenario como el de Guayaquil y no en Ayacucho, v sin embargo sucedería Iv contrario. fl estudio de la manera en que se produjeron lo~ acontecimientos permitiría descifrar cómo se llegó a ese r~sL;:tado.

2.1.2 LEVANTI\MIENTOS VIOLENTOS y PROTESTAS MESURADAS

Cuando se producen manifestaciones populares de descontento contra medidas gubernamentales, el riesgo de degradación violenta de esas expresiones siempre está presente. Esa es una característica natural a todo movimiento político de protesta. El riesgo será mayor en la medida en que el medio en el cual se desarrollan dichas protestas se preste a tales desenlaces y sabemos que América Latina es un continente particularmente violento. Según Alain Rouquié92

, en 1992, el promedio en el sub­.:ontinente latinoamericano era de 19.8 asesinatos por cada 100.000 habitantes, contra 9 en los Estados Unidos y 6 en Francia. El mismo autor afirma, a propósito del universo latinoamericano, que éste se

92 Véase A. Rouqulé, op. cit., p. 313.

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encuentra inmerso en una "cultura de la violencia política ,193 , ligada a la violencia de la sociedad civil. A ese análisis podemos añadir la tesis de Philippe Braud94

, para quien se trataría en este case "de un tipo de violencia colerica en la medida en que ésta se encuentra ligada a una expiosión de resentimiento activo como consecuencia de una frustración interior".

La violencia "colérica" encontraría su justificación más en eila mIsma, corno liberación volcaqica de las energ¡as en Lin mornento determinado, ql.>e romo el resultado de un anáilsrs refiexivo costo-beneficio. Esa es ia razón por la que este tipO de violencia es calificado como irracional. Así, no es sorprendente que cuando se producen manifestaciones particularment.e illtensas, en un terreno propicIo a la violencia como el latinoamericano, una respuesta poliCial excesivamente represiva pueda hacer más mal que bien. Esto se verrficaría en ia ciudad de !a Sierra peruana pero extrañamente no en el caso de :a ciudad costera ecuatoriana.

a) Los levantamientos violentos de 1969 En el caso de Ayacucho, a pesar de una cierta reestructuración espacial de la economía y de la sociedad de la época, el elemento clave de la explosión regional es sobre todo la toma progresiva de conciencia de las desigualdades regionales, así como el desarrollo creciente de expectativas no compatibles con la política estatal del momento. En

93 Según la expresión de Merie Kllng. Véase A. RouqUié, op. dt., p. 313. M Véase Phllippe Braud, "Le jardin des dé/ices démocratiques", Parls, Presses de sclences po, 1991, p. 140 Y s.

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esa región campesina, irónicamente ninguna lucha por la tierra había generado manifestaciones tan intensas y continuadas como las que se produjeron en junio de 1969. Todo comenzaría con el decreto supremo 006-69/EP, del 4 de marzo de ese ano, por el que las autoridades del régimen dictatorial en el poder suprimían el sistema de enseñanza gratuita. La medida afectaba solamente a los estudiantes de los establecimientos públicos secundarios, que habían sido aplazados en uno de sus cursos al término del año escolar, y se mantenía inclusive si el retraso había podido ser superado en el período de vacaciones95

• Se estableció un pago mensual de 100 soles96 que era sin duda demasiado oneroso para las débiles finanzas de los padres de familia de las zonas rurales andinas. De hecho, si se toman como exactas las cifras dadas por Tapia97

, el salario promedio en la Provincia de Huamanga era en esa época de 10 soles por día, lo que suponía un trabajo de 10 días para pagar la mensualidad de un sólo estudiante, en un establecimiento de educación pública secundaria.

De cualquier forma, a pesar de las consecuencias negativas del decreto, el reclamo por parte de diversas asociaciones de padres de familia no trajo inicialmente como resultado más que la simple publicaCión de algunos comunicados y memorandos, dirigidos a las autoridades implicadas en el

115 Al final del al'lo escolar existfa la posibilidad de que los alumnos sean aplazados en una o varias materias V QJando esto sucedfa podían tomar esos exámenes de nuevo en el periodo de vacaciones, de tal manera que pudieran salvar el al'lo. 116 El sol es la moned, ofldal de Perú. En esa época 100 soles equlvalfan aproximadamente a 2.3 dólares americanos u 11 francos franceses. 117 Citado por C. Degregori, op. cit, p. 51 V s.

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problema. Pero ya en el mes de marzo, en dos de las ciudades más importantes del departamento de Ayacuch098

, los reclamos concernientes a dicho decreto se intensificaron. Yes a partir del 3 de junio, en Huanta, cuando un grupo de estudiantes del colegio secundario "González Vigil n es expulsado del establecimiento por el Director, que los más graves incidentes empezarían a producirse. El caso era que los estudiantes no habían podido pagar las mensualidades exigidas por el decreto y seis días después se reunirían con los demás alumnos del plantel, para declararse conjuntamente en huelga. A ellos se adhirieron las organizaciones campesinas y de padres de familia, que crearían para el efecto el "Frente único de estudiantes y campesinos de Huanta".

Paralelamente, en Ayacucho, los estudiantes del colegio secundario "Mariscal Cáceres" y del "Guamán Poma" organizaron, el 12 de junio, el "Frente de estudiantes secundarios de Ayacucho (FUESA)" y acordaron demandar la adhesión de los otros establecimientos colegiales de la ciudad. A la mañana siguiente, el 13, los estudiantes se declaraban en huelga indefinida, organizando una marcha en la ciudad para solicitar la adhesión de los otros colegios, por lo que fueron reprimidos por las fuerzas de policía. Los enfrentamientos trajeron como consecuencia un herido de gravedad y varios estudiantes arrestados. Es entonces, a partir de ese momento, que los mítines masivos y la represión policial se suceden hasta el 21 de junio, día en que

98 Se trataba en efecto de la ciudad de Ayacucho y de la ciudad de Huanta, capitales de Provincia de Huamanga y de Huanta, respectivamente.

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las fuerzas de pOlicía utilizando ametralladoras atacan a los manifestantes. Estos responden con palos, piedras y bombas de fabricación casera.

El epílogo de esa lucha sería "oficialmente,,99 de 4 muertos, todos manifestantes, y además 38 dirigentes arrestados entre los que se encontraba Abimael Guzmán, futuro cabecilla de Sendero Luminoso. La dinámica de violencia no se detendría luego con la simple anulación del mencionado decreto, el 25 de junio, debido a que simplemente el documento gubernamental no era el origen de la violencia sino su detonante. Para los estudiantes, profesores y dirigentes que participaron en esas reyertas y que sufrieron las consecuencias, la experiencia habría sido determinante. Esta se constituiría después, según la expresión de Carlos Degregori100

, en una especie de "rito de pasaje" que no solamente los transformaría sino que habría evidenciado también los cambios y contradicciones profundas que la región estaba experimentando.

b) Las manifestaciones -mesurad •• " de 1999 En lo que se refiere a Guayaquil, el contexto de tensión social era considerablemente más intenso, al menos en apariencia, que aquel existente en Ayacucho antes de los levantamientos de 1969. En la ciudad de la costa ecuatoriana todos los indicadores apuntaban hacia un levantamiento violento, al menor signo de provocación del gobierno. Además de los factores clásicos de antagonismo regional, se

!I!I Aparentemente el número de muertos habría sido mucho más elevado pero no encontramos documentación concreta que lo fundamente. 100 Véase C. Degregori, op. dt., p. 125.

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sumaba la percepClon de una situación de trato injusto o desigual por parte del Estado y sus agentes aunque igualmente se mantenía, a pesar de la magnitud de la crisis, la esperanza de un cambio real. En ese panorama de permanentes protestas en todo el país, el malestar regional se acentuó el 2 de marzo cuando el Presidente anunCio el envío inminente al Congreso de una Ley de Racionalización de las Finanzas Públicas, supuestamente destinada a disminuir el déficit presupuestario.

En realidad, la Ley involucraba la creación de nuevos impuestos, Que al decir del costeño Partido Social Cristiano101 agravarían aún más la situación de la región, Que no estaba en condiciones de sufrir un nuevo aumento tributario. Por esa razón, sus dirigentes políticos rechazaron la proposición, pese a Que pertenecían también a la coalición formada por el partido de gobierno y Que funcionaba desde hacía algunos meses atrás. El anuncio de esas medidas sería el preámbulo de una nueva crisis bancaria en la Que el dólar aumentaría casi en un 100% en 3 días102

, lo Que a su vez motivó el cierre provisional de los bancos de todo el país. La medida, Que no debía durar más de un día, se extendería finalmente a toda la semana sin Que persona alguna sepa a Que atenerse pues ningún comunicado oficial fue publicado para explicar la situación. Como si esto fuera poco, el Presidente y su Gabinete Ministerial decretarían además el congelamiento de todas las

101 Véase 3.2.2 102 En efecto, el dólar subiÓ de 10.000 a 18.000 sucres por cada unidad, en espacio de pocos días.

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cuentas bancarias y el aumento de los precios de los combustibles.

En ese contexto, la confirmación en el Parlamento de los nuevos impuestos que debían implementarse motivó la separación definitiva del Partido Social Cristiano de la coalición gubernamental, que operaba desde hace 7 meses. Tres días después, el 18 de marzo, el Alcalde de la ciudad León Febres-Cordero, líder de ese Partido, hizo declaraciones en la prensa a través de las cuales instaba a la Costa para que se levanten y utilicen "todos los mecanismos civilizados y no civilizados para defenderse de ciertos empresarios y bancos de Quito"103

. La situación se agrava el 22 de marzo cuando el Banco del Progreso, uno de los más representativos de la región costera, decide cerrar definitivamente sus puertas, como consecuencia de los rumores que circulaban haciendo referencia a una eventual quiebra, que por cierto luego se verificaría. Esos rumores motivarían un retiro masivo, en la medida de lo posible, de los dineros que allí se encontraban.

En estas circunstancias se produce, el mismo día y casi de manera espontánea, la primera y más intensa de las manifestaciones regionales104

. En medio de consignas de corte regional particularmente agresivas en relación a Quito y al

103 Véase Vistazo, op. cit., p. 25 Y s. A estas declaraciones volveremos en el transcurso de este estudiO. Véase especialmente 2.3.1 y 3.3.2. 104 Los cálculos son va~iados en cuanto al número de participantes. En todo caso, según Informe Latinoamericano, sección política, "Vuelven los conflictos regionales", No. 13, 30 de Marzo de 1999, p. 152, se calcula que la cifra ascendería a 8.000 personas.

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gobierno central, los manifestantes reunidos en la sede principal del Banco del Progreso se ponen en marcha hacia el Palacio Municipal. Una vez allí, exigirían la "independencia" de la ciudad pero el Alcalde Febres-Cordero optaría por decidir, de manera sorpresiva si se tienen en cuenta sus declaraciones del 18 de marzo, calmar a la multitud enardecida previniéndola sobre los riesgos de degradación violenta. Las protestas bajarían de tono en los días posteriores y una nueva manifestación sería organizada, el 8 de abril, por las diferentes cámaras de la producción lOs

, manifestación en la que a pesar de la tensión social reinante y de la concurrencia de varios miles de personas, no se darían incidentes mayores y se desarrollaría como protesta pacífica y organizada.

Siendo mayormente económicos los móviles de esa última manifestación, los congregados trataron de hacer abstracción del problema regional, que había sin embargo alcanzado su vértice el 22 de marzo anterior. De esa manera, calmada y organizada, concluyeron una serie de manifestaciones en la que los puntos altos fueron aquellos del 22 de marzo y del 8 de abril 106

. El riesgo de violencia fue sin duda mayor el 22 de marzo, día en que los eventuales desbordes fueron controlados por el Alcalde de la ciudad. Aquí, cabe resaltar una diferencia significativa en relación con el tipo de violencia cotidiana que existe inicialmente en las dos ciudades

105 Las cámaras son asociaciones gremiales creadas en su mayoría en el siglo XIX, Que representaban originalmente los intereses de los comerciantes e industriales. 106 Para mayores detalles véase anexo x.

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y que Alain Rouquié107 define como "estructural" pues se encontraría ligada a la injusticia social. Ese tipo de violencia "que viene de arriba" estaría presente tanto en Guayaquil como en Ayacucho y se manifestaría, por ejemplo, cuando se expulsa de sus tierras a un campesino que no posee título de propiedad o de la fábrica a los obreros por reclamar sus salarios.

La violencia sería "natural" al sistema y por lo mismo es difícil pensar que una sociedad moderna pueda borrar completamente el problema. No obstante, dicho problema se agrava cuando esa violencia se relaciona con otra que Jürgen Habermas108 define como violencia "ex-comunicatoria", caracterizada porque "se inscribe silenciosamente en los agenciamientos institucionales o relaciones de fuerza y prohíbe, expulsa o confina al olvido categorías enteras del pensamiento". Este último tipo de violencia impondría "las palabras y los silencios" y, lo que es más grave todavía, implicaría "la incapacidad de pensar lo que no se dice, a falta de conceptos adecuados"lo9. Por eso, los levantamientos de 1969 en Ayacucho, más que los producidos en Guayaquil, habrían evidenciado claramente la existencia de esa violencia "ex-comunicatoria", despertando a una sociedad mantenida hasta ese momento en una

107 Véase A. Rouquié, op. cit., p. 314. 108 Citado por P. Braud, op. cit., p. 100 Y s. 109 A este respecto, una encuesta realizada por Julio Cotler en 1950, mostraba que de 500 campesinos interrogados en el Cuzco, el 52% pensaba que "los indios habían nacido para servir y obedecer al 'misti' (latifundista, hombre blanco)". Citado por C. Degregori, op. cit., p. 28 Y s.

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especie de estado letárgico. El despertar repentino y brutal explicaría buena parte de la intensidad de sus reivindicaciones posteriores.

2.2 LAS REIVINDICACIONES DE LOS ACTORES

Cuando se producen CriSIS regionales, las reivindicaciones de los actores reflejan normalmente las aspiraciones, necesidades o frustraciones de la región afectada. Sin negar la posibilidad de que, bajo esas circunstancias, se pudieran promover exclusivamente los intereses de un grupo dominante que "hablaría" en representación de toda la región, lo que en esta sección nos interesa es el tono y contenido de las reivindicaciones efectuadas. De esa forma, podemos distinguir más claramente las diferencias importantes entre el carácter radical, ideológico y finalmente violento de las reivindicaciones hechas en Ayacucho, con las formuladas en Guayaquil, más ligadas a consideraciones económicas y a aspectos coyunturales. Estando dichas exigencias dirigidas contra el Estado, considerado como el natural adversario a vencer, se deberá analizar primero la posición adoptada en las dos ciudades, en relación con dicho poder. El examen de las consideraciones económicas, que tiene que ver directamente con el proceso de desarrollo en ambas ciudades, permitiría así evaluar las diferencias de apreciación que poseen los actores en cada escenario. Dichas diferencias se refieren sobre todo al grado de intensidad y violencia que caracterizó o singularizó a cada tipo de reivindicación.

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2.2.1 LAS REIVINDICACIONES CONTRA EL -ADVERSARIO ESTATAL"

Según Alain Touraine11O "existe en todo movimiento social un principio de oposición". Cuando se trata de movimientos sociales regionales este principio de oposición se lo define normalmente en relación con el Estado, Que es considerado como el opositor natural y Que a su vez se encuentra identificado con la "otra región". Efectivamente, al Estado se le acusa de ser el instrumento de dominación injusta o desigual, Que por tal motivo ocasiona un perjuicio a la región. Sin embargo, según los análisis de algunos politólogos, entre los Que se encuentra Sergio Boisier111

, hay Que reconocer Que la dominación es un "atributo intrínseco al concepto mismo de Estado" y Que en la concepción sistémica clásica l12

, Que se refiere a la gestión del desarrollo, el Estado se encuentra obligado a "sub-valorar algunos sistemas (regiones)". Esa sub-valoración sería obviamente una medida dirigida a maximizar el mejoramiento del producto social, desde el punto de vista del conjunto de regiones. Por ello, existiría un conflicto potencial inevitable entre los intereses nacionales o estatales, por una parte, y los intereses regionales por otra.

Ese conflicto potencial se exacerbaría en la medida en Que tanto Perú como Ecuador han sido y continúan siendo Estados fuertemente centralizados. No obstante, la manera en que cada región reacciona

110 Citado por R. Laserna, op. cit., p. 84. 111 Véase S. Boisler, op. cit., p. 165. 112 Tesis elaborada en los años 60, en los Estados Unidos, cuyos principales representantes son Karl Deutsch y David Easton.

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en respuesta al problema de la dominación estatal puede variar sustancialmente. Ayacucho y Guayaquil son prueba de esto.

a) Ayacucho y la lógica de destrucción del Estado Primero, conviene aclarar que el título de esta sección, de evidente tinte ideológico, pertenece a Sendero Luminoso, uno de los actores de los sucesos de 1969 y que posteriormente se convertiría en el principal interlocutor "político" de la región, antes de declararle la guerra al Estado peruano y sus representantes en 1980. El grupo nació en esta ciudad, durante los últimos meses de 1969, siguiendo la dinámica de los levantamientos que tuvieron lugar ese año, circunstancia en la que sus futuros miembros jugaron un rol importante e incluso tuvieron el cuidado de editar un resumen escrito de la participación popular113

. Se trata de una reivindicación regional caracterizada por ser el punto culminante de una conjugación de varios factores polítiCOS y económicos. Es la respuesta a una crisis silenciosa, casi imperceptible pero latente, cuyos resortes fueron alimentados por las contradicciones comunes a la mayor parte de la sierra peruana y

113 Sus conclusiones se encuentran consignadas en un documento. Véase Federación Provincial de Campesinos de Huamanga, "Ayacucho: un año de gran actividad popular", Allpanchikrayku, Año 1, NO 2, diciembre 1969, p. 19-21. La revista merece ser destacada en la medida en que constituye el documento oficial de la Federación Provincial de Campesinos de Huamanga. En esa época, Abimael Guzmán y sus hombres tenían el control de esta revista yeso significa que podríamos considerarla como el documento publicitario oficial de lo que sería más tarde Sendero Luminoso. Por otro lado, se hace notar ya, en el ángulo superior izquierdo de la carátula, el slogan que finalmente proporCionaría el nombre a ese grupo polítiCO y después terrorista: "Por el Sendero Luminoso de José Carlos Mariátegui".

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particularmente exacerbadas en Ayacucho. El punto de llegada, al mismo tiempo que el de partida, lo constituirían los levantamientos de 1969, momento en que los representantes del Estado fueron declarados "enemigos" del pueblo.

En esa ocasión, los dirigentes de Sendero llegarían a la conclusión de que el Estado era "su enemigo principal,,114 y que como todo enemigo debía ser "destruido". Ciertamente, del análisis histórico del departamento de Ayacucho se desprende que, desde hacía tiempo ya, existía en la región una marcada desconfianza en relación con el Estado, lo que en determinadas circunstancias habría degenerado en levantamientos violentos como los de 1892, 1917, 1922 Y luego en 1969. Y si nadie puede negar que las manifestaciones constituyen mecanismos inscritos en la práctica de las reivindicaciones regionales, y que el blanco principal de éstas es casi siempre el Estado, en Ayacucho se evidenció un sentimiento particular de rechazo en contra de ese Estado, a quien el imaginario popular lo visualizó recurrentemente como un extranjero que era necesario "expulsar".

Los "senderistas", a esos dos factores tradicionales que presentaban al Estado como un extranjero que inspiraba desconfianza, agregarían un tercer factor resultado más o menos directo de los levantamientos de 1969: la "crueldad". Del análisis del pensamiento "senderista" se desprendería, entonces, que el Estado no es para ellos sólo un "extranjero peligroso", sino también el "adversario cruel" que

114 Véase Allpanchikrayku, op. cit., p. 19-21.

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ejercería siempre un máximo de "daño, violencia y terror". Por esas razones, el pueblo tendría permanentemente un sentimiento de "odio exacerbado" hacia aquel. Bajo esa óptica la conclusión es simple: el Estado sería un "extranjero que trae muerte y destrucción a su paso". A esto se suma, y es alií donde identificamos más ciaramente la probiernática regional, Que esa mezcla de sentimientos de rechazo y odio hacía Ir.¡ autoridad estatal se encontraría identificada en una sola ciudad: "Urna" y, por extensión, "la Costa".

Así, para ios elementos más politizados de Ayacucho y para Ií:JS organizaciones populares en les cualt!s los "seí ¡der:stas" se hacen oír: "La I nuerte p'Jr lo general I!ega de fuera, espedficamenl:e ele L:""fid, sede del poder central, rodeada de un aura ele maldad y horror"U5. La consecuencia lógicc.1 de esa acumulación de representaciones neg3tivdS áe 10 '=:üe sería dicho poder, es normalmente para eilos la de promover su "destrucción total". y esa "destrucción" sería el "preámbulo necesario" que permitiría la posterior "destrucción" de toda la estructura socioeconómica que ese Estado habría contribuido a implementar y que serviría para sostenerlo. Sin adentrarnos en la extrema radicalidad y violencia de los postulados ideológicos de los miembros de Sendero, podemos anotar que, dentro de las reivindicaciones típicamente regionales, la acción contra el Estado generalmente se circunscribe a un problema de distribución de recursos económicos.

115 V~ase C. Degregori, op. dt., p. 90 V s.

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Las demandas normalmente se limitan a la exigencia de un tratamiento más igualitario, inclusive a un posible cambio de modelo de desarrollo económico, pero sin ir hasta requerir la "destrucción total" de la estructura estatal.

Por eso, el hecho de que las reivindicaciones de Sendero asimilen la dominación del Estado a la dominación de la clase burguesa, agrega una carga ideológica que se separaría del discurso típicamente regional. Se podría considerar que dicha carga ideológica desnaturaliza, de alguna manera, la "regionalidad" de la reivindicación. A pesar de esto, consideramos exagerado concluir que por causa de ese factor no estemos frente a una reivindicación cuyos resortes se encuentren en un problema de tipo regional. No, la problemática regional efectivamente existe y se encuentra al origen del descontento en Ayacucho, pero la reivindicación que por tal motivo se produce va más allá de esa lógica, a causa de la intensidad misma con la que los reclamos son formulados. Esa intensidad puede a su vez explicarse por las fuertes contradicciones, no solo económicas sino también culturales y étnicas116

, existentes en la región. Adicionalmente, la identificación de los intereses de una ciudad o de una región, con los intereses estatales, constituye un elemento típico del imaginario regional. En este caso Lima y, culturalmente hablando, la costa peruana, sintetizarían los sentimientos negativos que las clases dirigentes y la población de Ayacucho experimentaban en contra del estado peruano, razón

116 Especialmente el problema del racismo al cual hiciéramos referencia en nuestra primera parte. Véase 1.2.2.

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por la que a todos ellos les era "reservada" la misma suerte.

b) Guayaquil y el cuestionamiento del centralismo estatal La dinámica regional se articula en esta ciudad de manera distinta que en Ayacucho. Aquí se puede considerar que no es el Estado propiamente dicho el blanco principal de críticas, sino su modelo de desarrollo económico. Las reivindicaciones consecuentes no se leen, como en el caso de la ciudad de fa sierra peruana, unidireccionalmente, en una especie de progresión ideológica, ascendente y violenta. Todo lo contrario, las demandas promovidas por los actores de 1999, de carácter esencialmente económico, no constituyen realmente una novedad sino que coinciden, en su mayor parte, con otras demandas formuladas en circunstancias similares durante los años setenta y ochenta117

. La particularidad de las actuales estaría más marcada por la gravedad de la crisis económica y política que atravesaba el país, y especialmente la región, que no permitiría una dilución tan rápida como en oportunidades anteriores, más que por el contenido mismo de esas demandas. En esa idea, el ataque se dirigió primero contra un modelo de distribución de recursos considerado como anacrónico, que dicho sea de paso constituye habitualmente la primera constatación en las reivindicaciones de tipo regional.

117 Véase Jaime Damerval, "Centralismo y regionalismo en el Ecuador (/05 dados de p6Ivora)", Guayaquil, Artes Gráficas Senefelder, 1979, 139 p.

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\/ale decir que Guayaquil, con una actividad comercial importante en su calidad de puerto principal de ia costa ecuatoriana, fue siempre sensible a las ideas liberales relacionadas con la libertad de empresa y contratación, y con el desarrollo del aparato productivo, tal como sus dirigentes lo hicieron repetidamente saber. El hecho de pertenecer a un Estado considerado por ellos como centralista fue visto como un obstáculo para el mayor desarrollo de la urbe.

Por eso, las exigencias brotaron y se hicieron sentir cada vez que la política socio-económica calificada como centralista se manifestó, a través de excesos burocráticos, del gigantismo estatal, de la creación de nuevos o mayores impuestos o de la asignación sectorial de recursos. Una vez expuestos, los reclamos se dirigieron contra aquellos que, conforme al análisis de los dirigentes costeños, representarían a "un centralismo discriminatorio y regionalista,,118. Tal es así que en 1976 Jaime Damerval 119

consideraba ya que "el centralismo, como sistema de gobierno, y el regionalismo, como desafecto a una región determinada, a veces coinciden; y entonces, el desafecto regionalista se aprovecha del sistema centralista, para usar el poder polítiCO en perjuicio de una región o zona del país". El autor resumía a su manera lo que sería el "sentimiento" de toda una ciudad, que se exacerbaba en momentos de crisis o

118 Una precisión se impone en la medida en Que el regionalismo en el Ecuador, así como en Perú, no es un movimiento propiamente dicho, un programa ° una teoría de desarrollo, sino la expresión vaga de un malestar o descoñtento para con el Estado y "su región". 119 véase J. Damerval, op. cit., p. 24 Y s.

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cuando debían implementarse en la región medidas económicas particularmente severas, como habría sido el caso que motivó las manifestaciones de 1999.

De esa forma, se encuentran aquí también los elementos clásicos de las reivindicaciones de tipo regional: la identificación de un modelo estatal que desempeña el rol de adversario designado y la imputada responsabilidad de una ciudad (la capital Quito) o de una región (la Sierra), en la instrumentación de ese sistema. No obstante, a diferencia de lo que vimos en Ayacucho, el grado de intensidad de las reivindicaciones, en la ciudad ecuatoriana, prácticamente no fue acompañado de connotación ideológica alguna. En realidad, según conceptos más de tipo pragmático o de rentabilidad económica, las demandas se relacionaron históricamente con el mecanismo político­administrativo del Estado, juzgado como inadecuado, y no con aspectos más co-sustanciales que cuestionarían al Estado mismo. Estas fueron así más compatibles con la lógica regional, según la cual esas demandas debían referirse principalmente al problema que implica una desigual distribución de los recursos.

2.2.2 LAS REIVINDICACIONES Y LA PROBLEMATICA DEL DESARROLLO

La dinámica regional impone que se aprecie la problemática del desarrollo en relación con el elemento territorial. Por tanto, si el Estado es considerado como el adversario natural sería porque mantiene un sistema de desarrollo económico y político desequilibrado e injusto, en el que la región

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no tiene el lugar ni la prioridad que debería corresponderle. Las acciones de tipo regional incorporan entonces la dimensión "espacial"120, dentro del análisis del problema que significa alcanzar un determinado nivel de progreso o desarrollo. De hecho, esa dimensión hace referencia a un espacio situado dentro de un conjunto territorial más vasto, razón por la que las acciones regionales, teniendo en cuenta el factor territorial, limitan generalmente sus demandas a ese espacio concreto.

Sin embargo, una vez más las reivindicaciones en Ayacucho&.JY Guayaquil difieren, pues, mientras que en la ciudad peruana rescatamos un discurso de tipo estructural, que no se limita a la región sino que incluye a todo el país, en la urbe ecuatoriana encontraríamos sobre todo demandas de tipo coyuntural y típicamente espaciales.

a) Ayacucho y una reivindicación estructural Uno de los postulados básicos de Sendero Luminoso considera que el Perú es todavía un país "semi­colonial" y "semi-feudal"121. Ese es un análisis que, para poder ser sustentado, deberá hacer abstracción de los cambios que se producirían a partir de los años setenta en el país, especialmente de la modernización de tipo autoritario que en esa época trataba de impulsar el régimen dictatorial en el poder. La más importante de esas medidas era seguramente la reforma agraria, cuyo eventual éxito "amenazaba" con trastornar las relaciones

120 Según la expresión de R. Laserna, op. cit., p. 97. 121 Véase Maurice Lemoine, "Les 100 portes de l'Amérique Latíne'~ Paris, Ed. de L'atelier, 1997, p. 254.

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tradicionales estado - campesinado. Probablemente, ese posible cambio en el status qua era susceptible de afectar los términos de la presunta adhesión de las bases sociales campesinas, a las concepciones y planes "senderistas". Esta hipótesis explicaría tal vez el rechazo absoluto de Sendero a la referida reforma "velasquista,,122, pues a ellos les habría interesado mantener un Perú "semi-feudal", "servil" y suficientemente pobre, como terreno propicio para llevar a cabo su acción.

La conclusión aparece aún más afirmada en la región, en la medida en que "las contradicciones son más agudas en el interior que en la capital, en el campo que en la ciudad ... y, en el campo, más en unas regiones que en otras"l23. Ese último principio, que coincide con uno de los postulados básicos del marxismo, permitiría asimismo resaltar la dinámica regional, toda vez que el enunciado se refiere implícitamente a la noción de progreso y a la esperanza del desarrollo124. De hecho, esta última expectativa sería vivida de forma intensa, pues Ayacucho fue siempre una región de "señores", cuyo

122 Se la denomina "velasquista" porque fue elaborada durante el régimen dictatorial del general Velasco (1968-1980). 123 Véase Órgano del Comité Central del Partido Comunista Peruano, "Abajo la represión! Viva la revolución l ", Bandera Roja, Año VII, NO 42, oct-1969, p. 9 (9-10). 124 El hecho de que un mismo principio pueda encontrarse paralelamente en la teoría marxista y en la teoría del desarrollo regional, no es una simple coincidencia. Según M. Poche, citado por S. Boisier, op. cit., p. 158, "la aspiración regional. .. hace de la reivindicación regional un movimiento social, caracterizado por una situación, la del desarrollo desigual generado por un Estado central tecno-burocrático, y por sus actores, los de una lucha social construida sobre el modelo de la lucha de clases".

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poder económico se encontraba ahora en descomposición, y la posibilidad de desarrollo era casi exclusivamente de naturaleza intelectual. Esa misma descomposición de la clase terrateniente podría explicar, además del rechazo "senderista", el reducido interés de las clases populares por la reforma agraria.

En todo caso, si nos atenemos a las clásicas reivindicaciones regionales, el descubrimiento de las desigualdades espaciales en materia de desarrollo debería ser el origen de una acción destinada a corregir el problema. En lo que se refiere a la región, tal acción se limitaría a reclamar el derecho de dicho espacio a ser un elemento sino privilegiado al menos tomado en cuenta por parte del Estado. A pesar de ello, las reivindicaciones que plantean los "senderistas" no se fundan en una constatación espacial sino más bien integral. La dinámica espacial se encontraría presente, en la medida en que los cabecillas del grupo guerrillero estimaban que había regiones "más desfavorecidas que otras", pero la dinámica integral se superpondría a aquella si consideramos que "todo el Perú es semi-feudal".

Así, al mismo tiempo que denunciaban las contradicciones de su región, los cabecillas de Sendero no proponían reivindicaciones de carácter típicamente regional, pues si "todo el Perú es semi­feudal" entonces todo el Perú debía sufrir el cambio y no solamente la región. La dimensión local o regional sería de esta forma absorbida en provecho de una concepción más nacional, que podría también ser calificada de "estructural", dado que atacaba a las estructuras mismas de la sociedad. Una vez más, la

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problemática regional se encontraría al origen del proceso pero la reivindicación que por tal motivo se origina la excedería largamente.

b) Guayaquil y una reivindicación típicamente espacial Según Sergio Boisier125

, "el regionalismo como ideología del proyecto político regional, debe ser asumido por una sociedad regional cuya existencia como expresión concreta de un tejido social orgánico e ideologizado, da cuenta de una región socialmente construida que expresa su propio proyecto político mediante movimientos regionales, cuya principal y más permanentemente generalizada demanda es la demanda descentralizada por una autonomía que desemboque en la figura de una región políticamente construida. Tal región, jurídica y políticamente, dará lugar a la noción de región como cuasi Estado". Si aceptamos ese criterio, se podría pensar que el proyecto de autonomía regional propuesto por los dirigentes de la ciudad costeña, se encuentra suficientemente en concordancia con los tipos de pretensiones que caracterizan a las acciones regionales. En el caso de Guayaquil, estamos frente a una demanda que tiene sus raíces en la historia misma de la ciudad. Ésta había de hecho adquirido su independencia el 9 de octubre de 1820, es decir, poco menos de 2 años antes de que lo hiciera la Audiencia de Quito, de la cual formaba parte. Apenas adquirida la independencia de la corona española, la ciudad se declararía también libre en relación con el conjunto territorial y administrativo al que

125 Véase s. Boisier, op. cit., p. 160 Y s.

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pertenecía, contribuyendo de todas formas con tropas y armamento a la liberación de Quito.

La experiencia autónoma del gobierno provisorio de Guayaquil fue no obstante efímera. Frente a la indecisión, que algunos historiadores califican como renuencia, de los dirigentes de la ciudad, para que ésta forme parte de la Gran Colombia 12

, Simón Bolívar "El Libertador" impondría la integración. La ciudad fue anexada a lo que más tarde sería el departamento del Ecuador y que después se convertiría en la república del mismo nombre. Estamos por consiguiente ante una vieja pretensión que en los momentos actuales no aspira por ello a recobrar su status de antaño, pues, el objetivo de convertirse en un Estado independiente ha dejado de ser una prioridad para los dirigentes de la ciudad costeña. Esto no significa que ellos hayan renunciado a la voluntad de crecer de una simple existencia administrativa, hacia la construcción de una unidad política, que permita a los habitantes de la ciudad o de la región alcanzar sus objetivos, dentro de la restricción que supone el hecho de formar parte de un Estado.

A través de la demanda de una autonomía regional 127

, la región reivindicaría un lugar aparte,

126 El Ecuador formó parte de la "Gran Colombia" entre 1822 y 1830. Este Estado, integrado conforme a la idea de Bolívar, estaba formado en esa época por Colombia, Venezuela y Ecuador. 127 La autonomía regional sería entendida por los dirigentes de la ciudad costeña como algo que va más allá de una descentralización política, económica y administrativa. Esta implicaría la creación de órganos legislativos con poder de decisión sobre ciertas materias, algo que no sería su<;ceptible de control posterior por parte del Gobierno Central.

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respetando la unidad nacional. Por tal razón, aquí el elemento espacial, ligado a la cuestión del desarrollo, sirve tanto para dar forma a las reivindicaciones como referencia para fijar sus límites. y los límites de esas reivindicaciones típicamente regionales están definidos, como en este caso concreto, en función de objetivos que tienen que ver con la construcción política de un "cuasi Estado", que posea un relativo margen de maniobra y una posibilidad de decisión en ciertas materias. Consecuentemente, si las aludidas demandas transmiten por un lado el derecho de la región a existir política y culturalmente, a la vez que rechazan la uniformidad nacional, por otro lado reconocen también su carácter fragmentario y su dependencia a un conjunto más vasto que es el Estado.

Por lo expuesto, podría afirmarse que el elemento espacial, característico de los movimientos regionales, se expresa fehacientemente en Guayaquil a diferencia de lo que sucede en Ayacucho. Dicho elemento, en el caso de la ciudad costera ecuatoriana, permitiría constatar la existencia de un desarrollo espacial cuestionado y supondría a su vez reivindicaciones autolimitadas al espacio y necesidades regionales, pero no más. Esta sería probablemente la consecuencia del tipo de frustraciones, esencialmente económicas, que existen en la ciudad, cuyo proyecto de autonomía serviría para reproducir el espacio polítiCO necesario que permita lograr mitigarlas. Podríamos considerar en esto que, si las reivindicaciones formuladas en Guayaquil buscaron por sobre todo reforzar

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regionalmente a la ciudad, dentro del espectro social-nacional, las que se produjeron en Ayacucho olvidaron paulatinamente esa regionalidad original.

Las demandas generadas en la ciudad de la sierra peruana buscaron definirse en concordancia con una visión más global, pero en ruptura o segmentación con la sociedad y con el Estado. La búsqueda de una consolidación en el caso de Guayaquil, tal como la posición de ruptura en el caso de Ayacucho, se revelarían determinantes en el tipo de confrontación que los dirigentes de cada región finalmente escogieron para cuestionar la dominación estatal o, si se prefiere, la dominación de la "otra región".

2.3 LA CONFRONTACiÓN CON EL ESTADO Y CON LA "OTRA REGiÓN"

La expresión final de todo antagonismo regional, esto es, la manera en que se decide enfrentar al Estado y a la "otra región", es producto de la naturaleza y tono de las reivindicaciones a través de las cuales la región cuestiona la "dominación estatal". De hecho, toda ciudad y toda región buscan la forma, institucional o no, de exorcizar sus resentimientos y frustraciones, obviamente en relación con el Estado. Así, tomando nota de las diferencias importantes encontradas entre las manifestaciones y demandas producidas en Ayacucho y Guayaquil, no es sorprendente que cada ciudad haya escogido una forma distinta de expresar su descontento y. frustración. Primero deberemos conceptualizar el contenido de esas diferencias, antes de examinar la forma en que esos

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antagonismos se materializaron en contra del Estado y de la "otra región".

2.3.1 UNA DIFERENCIA CONCEPTUAL DE LOS MEDIOS A UTILIZARSE

Esta es generalmente la variable analítica en la que se encuentran las mayores diferencias entre las distintas expresiones regionales, y Ayacucho y Guayaquil no son la excepción. En este campo se reconoce claramente el sello violento, fuera del sistema, del problema regional en la ciudad peruana, así como la canalización política, dentro del sistema, de las frustraciones regionales en la ciudad ecuatoriana. Ciertamente en Ayacucho, Sendero Luminoso implementaría poco a poco un tipo de violencia instrumental 128 que, según ellos, era el único modo de "luchar" contra el Estado. Ese tipo de violencia constituiría una respuesta radical perfectamente compatible con la violencia colérica de 1969, cuya correlación se puede establecer por la existencia de un documento de ese año que, por una parte, efectuaba el balance polítiCO de esos levantamientos y, por otra, proponía "ideas" en cuanto a las acciones posteriores a seguirse129

.

Regresamos a la fórmula de Carlos Degregori130,

según la cual los levantamientos de 1969 no habrían sido más que un "rito de pasaje" para aquellos que participaron. En el caso de la ciudad de la costa

128 Según P. Braud, op. cit., p. 148, al origen de esta forma de violencia existe un cálculo polítiCO según el cual aquella sería eficaz para alcanzar un objetivo determinado. 129 Véase Allpanchikrayku, op. cit., p. 19-21. 130 Véase supra, 2.1.2.

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ecuatoriana, donde las manifestaciones no constituyeron una especial ruptura o punto de llegada alguno, constatamos por el contrario una especie de canalización política, probablemente instintiva pero recurrente en las expresiones de antagonismo regional. Lo cierto es que en la ciudad costera los enfrentamientos con el Estado se expresaron siempre, o casi siempre, a través de canales político-institucionales.

a) Ayacucho y la violencia instrumental Si retomamos el discurso reivindicativo, ideológico y suficientemente radical de Sendero Luminoso, es normal pensar que la elección de los medios de lucha contra el Estado no implique seguir por los canales institucionales. Sendero se define a sí mismo como un partido "marxista-Ieninista-maoísta de un nuevo tipo,,131. Su jefe, Abimael Guzmán (hoy en prisión), sería según ellos "la cuarta espada del marxismo" después de Marx, Lenin y Mao. La política sería para ellos una permanente confrontación (con el Estado y sus agentes) y por eso la negociación es vista como sinónimo de "mentira e hipocresía". Dentro de esa perspectiva, no existiría más que la "guerra popular" como "forma superior de lucha,,132, que sería el "único medio" de vencer en el conflicto de clases. Respetando una estricta lógica marxista, los "senderistas" considerarían que la lucha de clases va "de la lucha económica al nivel de lucha política y de ahí a la lucha armada".

131 Véase M. lemoine, op. cit., p. 253. 132 Véase Allpanchikrayku, op. cit., p. 19-21.

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La revista Allpanchikrayku, que es uno de los raros documentos donde el pensamiento y acción futura de Sendero se encuentran detallados, ofrece algunos elementos en relación con este fenómeno: " ... sólo la lucha económica por el mejoramiento inmediato de su situación puede convertir a las masas en un ejército de luchadores políticos ... ". La agrupación consideraría entonces que las milicias de los grupos comunistas y la universalidad de la "guerra popular" serían los medios idóneos para llegar a una sociedad militarizada, que pueda garantizar la "dictadura del proletariado". Tales principios suprimen las dudas a propósito del grado de violencia con el que se relacionan las reivindicaciones del grupo, pues es indudable que es el máximo. Estamos de hecho ante un tipo de violencia "instrumental", en la medida en que ésta se relaciona con objetivos políticos, y que sus actores saben o se imaginan que esa radicalidad será eficaz para la consecución de sus objetivos.

Inclusive, podría también calificarse a esa violencia como "global,,133, dado que su objetivo es desestabilizar y destruir a las instituciones y, junto a ellas, al Estado. Por tanto, sería ésta compatible con la lógica de los movimientos revolucionarios del siglo XX, ciertamente renovada por la tradición leninista del siglo XIX que, como sabemos, da importancia fundamental a las estrategias radicales de este tipo. Así pues, bajo la influencia del marxismo y del anarco-sindicalismo, los postulados "senderistas" retomarían la idea según la cual el Estado "autoritario y burgués", "organizador de la violencia contra los trabajadores o los campesinos", no podría

133 Según la expresión de P. Braud, op. cit., p. 148.

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ser "destruido" sin hacer uso de una violencia "de masa" superior. Ellos asimilarían las nociones de Estado y burguesía, saliendo de la dinámica regional esencialmente vinculada a consideraciones f.!conómicas y político-administrativas, para entrar en el terreno de la "ideología fundamentalista,,134.

Esto explica que el grupo rechace tajantemente la ley de las urnas, que no tendría para ellos "ningún sentido", en la medida en que todo el edificio institucional debería ser "destruido", y reconstruido siguiendo una lógica distinta. Se estaría ante una visión fundamenta lista y sectaria de lo que debe ser el desarrollo de una sociedad, siendo la violencia extrema la herramienta "adecuada" para lograrlo. Este tipo de acción no sería, por otro lado, tomado aisladamente, sino también asumido en todas sus consecuencias. Por eso, los principales de Sendero tienden a quitarle importancia al hecho de la muerte, tal como se puede leer en la revista Allpanchikrayku135 : "En toda lucha hay sacrificios y la muerte es cosa corriente ... El baño de sangre que enluta a Ayacucho (la represión del 21 de Junio de 1969) es una pálida muestra de lo que vendrá cuando el pueblo se vuelque hacia sus objetivos

134 Según Paul Kurtz, "El manantial de los adeptos", Diario El país, 20 de julio 1989, el fundamentalista es un "verdadero creyente", "alguien que profesa la fe en un credo, doctrina, norma, código o ideología, que acepta sin reservas ni cuestionamientos. Su compromiso con dicha fe es firme, inflexible e inmutable. Sus principios son considerados como absolutos, incambiables y eternos. El sistema de creencias del fundamentalista, al menos en teoría, si no en la práctica, sirve como guía para todos los aspectos de la vida y fomenta el desarrollo de una personalidad autoritaria". 135 Véase Allpanchikrayku, op. cit., p. 19-21.

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fundamentales ... de este baño él (pueblo) ha salido purificado; ha adquirido un temple y está mejor preparado para emprender nuevas y más grandes acciones ... ".

El último parágrafo (número 8), del mismo documento, minimiza por su parte las posibles consecuencias de esa actividad: "La prisión es un accidente de trabajo". Esta no sería vista como una desgracia personal sino como la concretización de un riesgo inherente al "tipo" de trabajo. Finalmente, el colofón del documento constituye la mayor prueba, no sólo de los caracteres regionales del movimiento, sino además de la intención de sobrepasar ese marco regional, para alcanzar a todo el país: "Este año ha sido de una gran actividad popular donde se han adquirido experiencias que van más allá del pueblo de Ayacucho y se proyectan a todo el pueblo peruano ... para concluir, a pesar de la masacre de Junio el pueblo está mejor preparado para la lucha". De esa manera son puestas las bases ideológicas, desde 1969, para llevar a cabo una acción armada que comenzaría una década después y que marcaría con tragedia la historia del Perú.

b) Guayaquil y la oposición politlca La elección de los medios escogidos por los dirigentes de la ciudad costera, que se encargaron de aglutinar y explotar los sentimientos de antagonismo regional, es seguramente menos perceptible que en Ayacucho. No encontramos aquí, contrario a lo que sucedió en la ciudad peruana, momentos definidos de ruptura sino esencialmente un malestar creciente, exacerbado al producirse la situación social de crisis. Más importante todavía, no

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encontramos en Guayaquil la convergencia hacia un exclusivo actor político, del conjunto de sentimientos probables en !a ciudad, sino una pluralidad de actores que se expresan en terrenos diferentes sobre el problema regional. La aproximación conceptual y unitaria del conflicto es por ello más difusa, toda vez que estaríamos ante experiencias parciales y probablemente instintivas que se sirven del sistema para drenar sus frustraciones. Esto no impide, sin embargo, que el problema regional se encuentre efectivamente presente en las mentes de los habitantes de la ciudad costera ecuatoriana, pero esa presencia y malestar han tomado, en este caso, canales distintos de aquellos encontrados en Ayacucho, y que dicen relación con la oposición político-institucional.

El problema regional es aquí conducido y "manejado" por los dirigentes y autoridades políticas de la ciudad, cada vez que la ocasión es propicia. Venimos de examinarlo a través del relato de las manifestaciones que se produjeron en marzo y abril de 1999, donde el Alcalde de la ciudad y los diferentes grupos gremiales tuvieron un rol determinante. Especialmente la declaración del Alcalde, del 18 de marzo, es una referencia importante pues en esa oportunidad él haría un llamado a la Costa a levantarse, utilizando mecanismos "civilizados y no civilizados,,136. Eso demuestra que los riesgos de violencia regional no están ausentes de la ciudad costera, pero que son de naturaleza distinta que los que se dieron en la ciudad de Ayacucho. Conforme a ello, si en la ciudad de la

136 véase numeral 3.3.2

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sierra peruana la violencia fue de tipo terrorista, en la ciudad de la costa ecuatoriana esa violencia podría revestir, en el peor de los escenarios, las características de una especie de conflicto separatista.

Esa habría sido supuestamente una posibilidad considerada el 22 de marzo de 1999, día en que el Alcalde de la ciudad, uno de los principales actores del problema regional en Guayaquil, jugaría un rol relevante para contener el ímpetu de la multitud reunida delante del Palacio Municipal. La manifestación habría hecho temer a varios analistas la posibilidad de asistir a una especie de "balcanización"137 del Ecuador. No obstante, la hipótesis no se verificaría, volviendo las autoridades locales a sus declaraciones políticas habituales, de tinte regional pero mesuradas. Eso no quiere decir que el conflicto regional dure el tiempo de una manifestación o de algunas declaraciones contra el gobierno de turno. Todo lo contrario, los antagonismos se harían sentir casi cotidianamente, pero su carácter político-institucional los habría drenado al interior del sistema y, más concretamente, al interior del Parlamento. La institución parlamentaria se habría convertido en el terreno privilegiado por excelencia para expresar los intereses de la ciudad y, por añadidura, en el que se manifiesta el enfrentamiento regional con la capital, Quito.

137 Véase Informe Latinoamericano, op. cit., p. 152.

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2.3.2 LA MATERIALIZACiÓN DEL ANTAGONISMO CONTRA EL ESTADO Y LA "OTRA REGiÓN"

Si se desea interpretar limitativamente lo que entendemos como "materialización de antagonismos regionales" sería difícil atribuir, más en Ayacucho que en Guayaquil, a una acción política específica, un "móvil" regional reconocido como tal. Adicionalmente, por el mismo hecho de la existencia, tanto en Perú como en Ecuador, de una marcada división regional y de una fuerte tradición centralizadora, es improbable encontrar en estos países la creación de organizaciones políticas con fines exclusivamente regionalistas, como es el caso en España e Italia 138

• A pesar de ello, negar que existan tanto en uno como en otro país latinoamericano, expresiones concretas de oposición y enfrentamiento con el Estado y con la "otra región", equivale a negar la guerra civil que afectó gravemente a la sociedad peruana durante más de diez años, o los serios problemas de gobernabilidad de los que sufre endémicamente el sistema político ecuatoriano.

La cuestión de la "materialización del antagonismo" o, en otras palabras, del enfrentamiento concreto con el Estado y "su" región, debe ser comprendida como un resultado que se manifiesta a través de todo el sistema, pero cuyas raíces se encuentran en un problema de tipo regional. Esa materialización se verificó en el caso de Ayacucho a través de la acción armada, consecuencia predecible de los dogmas

138 Especialmente la Liga del Norte en Italia y las organizaciones catalanas y vascas en España.

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extremadamente violentos que dieron forma a la ideología del grupo político-terrorista dominante. En cuanto a la ciudad ecuatoriana, sus dirigentes manifestaron sus descontentos principalmente al interior del sistema, en el Parlamento, contribuyendo a una verdadera regionalización de esa institución.

a) Ayacucho y la materialización de la violencia Si se da crédito a las cifras proporcionadas por Mario Vargas Llosa139

, la guerra civil que desató Sendero Luminoso desde 1980 hasta el arresto de su cabecilla, Abimael Guzmán, en 1992, habrá causado en el Perú aproximadamente 30.000 muertos y más de veinte mil millones de dólares en pérdidas materiales. Pero, cabe preguntarse, ¿cómo este grupo dirigido por intelectuales de provincia y formado por estudiantes y campesinos pudo tener tanta "eficacia"? Antes del análisis de las razones profundas del desenlace violento, que será abordado en nuestra tercera parte, examinaremos en esta sección algo de la metodología de acción que los dirigentes "senderistas" utilizaron y el terreno sobre el cual se manifestaron. Para esto, es conveniente empezar señalando que, a pesar de que las acciones violentas se produjeron recién en 1980, es ya a partir de 1978, cuando se celebra el séptimo Plenum de su Comité Central, que ellos deciden comenzar la lucha armada.

La guerra popular, que postula el cercamiento de las ciudades y de los pueblos, supondría principalmente tres etapas: una campaña de agitación y

139 Véase Mario Vargas Llosa, "Prisoner 1509", Index on censorship, Vol. 22, NO 5 & 6, mayo - junio 1993, p.37.

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propaganda, una ofensiva generalizada contra el Estado y su poder militar, y una guerra total hasta la caída de las ciudades asediadas140

. Todas esas operaciones deberían ser efectuadas por el mismo contingente de cuadros estudiante-campesinos, que es dable pensar eran proporcionados considerablemente por los mismos estudiantes protagonistas de los levantamientos de 1969. Sendero Luminoso no es una organización de masas sino de cuadros, cuya acción es llevada a cabo por los llamados "Organismos Generados (OG)", a su vez inspirados en las tesis de Lenin sobre el funcionamiento de los sindicatos como "correas de transmisión", y de Mao, sobre la articulación entre el "trabajo abierto y el secreto".

Entonces, a medida que la organización se alejaba de las masas, los organismos generados le permitían ganar en cohesión orgánica y endurecimiento ideológico, hasta convertirse en lo que Carlos Degregori llamó "una estrella enana"141

. Allí es cuando, a través de esa organización y de esos estudiantes y ex-estudiantes, los máximos cabecillas de Sendero inician, en 1980, la guerra contra el Estado peruano, siendo su objetivo final la toma de la capital Lima. En su ofensiva, comenzarían por las provincias y departamentos de los alrededores de Ayacucho, Huancavelica y Apurimac, pero su acción se extendería, a finales de los años 80, hasta los suburbios de Lima, donde aquel grupo sería capaz de

140 Según el análisis de M. Lemoine, op. cit., p. 254 Y s. 141 La estrella enana se encuentra formada por una materia tan compacta, que la ausencia casi total de espacio inter-atómico le da un peso extraordinario que no se encuentra en proporción con su tamaño. Véase C. Degregori, op. cit., p. 198.

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desestabilizar el conjunto del sistema institucional. Si sus objetivos privilegiados fueron en principio los agentes estatales, también atacarían luego a la Iglesia y a las poblaciones campesinas. De esa manera, los "cuadros" serían causantes, en 1989, de la muerte de más de 3.000 personas, entre las que se encontraban 76 alcaldes142

•

Durante julio y agosto de 1991, los senderistas asesinarían además dos religiosas, tres sacerdotes, un determinado número de misioneros143 y mil quinientos indios Ashaninkas. Miles de muertes y millones en pérdidas económicas sería el saldo de Sendero Luminoso en el Perú. No obstante, si bien es verdad que la materialización de ese tipo de conflicto regional fue particularmente violenta y sangrienta, la posibilidad de poner en peligro la estabilidad de tod9 el sistema puede también ser el resultado de otro tipo de antagonismo, ciertamente más "institucional" pero asimismo nocivo. Es probablemente el caso de aquellos que han existido y existen entre Guayaquil y Quito.

b) Guayaquil y la reglonalización del Parlamento En el Ecuador los conflictos regionales se expresan primera y fundamentalmente en el Parlamento. Ese es el terreno cuasi-permanente de enfrentamientos entre los intereses de la principal ciudad costera, Guayaquil, y los de la capital serrana, Quito. Nos referimos a un fenómeno que obedece a varios factores entre los que se cuenta el sistema de

142 Véase Yves Saint - Geours, "Vote, violence et mobilisation populaire au Pérou (1989 - 1991)", en Réinventer la démocratie (le défi latino-américain), Paris, Presses de sciences po, 1992, p. 118. 143 Véase M. Lemoine, op. cit., p. 254.

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partidos, el sistema electoral y la división geográfica y socioeconómica del país. En esto debemos primero observar que, "la estructural heterogeneidad"144 de la sociedad ecuatoriana, se combina con un sistema presidencial y una representación parlamentaria proporcional, que favorecería el multipartidismo existente en el país. Consecuentemente, al llevarse a cabo las elecciones generales, los diputados son elegidos en la primera vuelta, conforme al coeficiente proporcional correspondiente, mientras que el Presidente, si no ha alcanzado la mayoría absoluta en primera, es elegido por balotaje en segunda vuelta. Sin embargo, al momento de realizarse la primera vuelta, por el simple hecho de ventilarse al mismo tiempo una elección presidencial que acapara la atención, es extraordinariamente complejo concluir alianzas entre los partidos que van a presentar sus respectivas listas, para obtener escaños en el Parlamento.

Así, a la doble legitimidad presidencial parlamentaria, normal dentro de un sistema de separación de poderes, se agrega la dificultad permanente de formar mayorías gubernamentales, dentro de un contexto caracterizado por un multipartidismo exacerbado. Esto se produce porque no existe garantía de que el partido que obtenga la mayoría parlamentaria en primera vuelta, sea el mismo al que pertenezca el Presidente normalmente

144 Este es un fenómeno que no se limita a la sociedad ecuatoriana sino que afecta en mayor o menor medida a un gran porcentaje de sociedades latinoamericanas. Véase Corporación de Estudios para el Desarrollo (CaRDES), "l.a ruta de la gobernabílídad", Quito, Cardes, 1999, p. 137 Y s.

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elegido en la segunda vuelta. Más bien es la hipótesis contraria la que se ha producido en la mayoría de los casos. De los seis Presidentes electos desde el regreso del Ecuador a la democracia en 1979145

, hasta la elección de Jamil Mahuad en 1998, sólo Rodrigo Borja gozó de verdadera mayoría parlamentaria y esto durante los dos primeros años de su mandato. Fuera de esa excepción, se produjo una oposición casi invariable entre el poder ejecutivo y el poder legislativo, ciertamente facilitada por otros factores como la gran volatilidad del electorado, así como por el fraccionamiento de las tendencias al interior mismo de los partidos más importantes146

.

Esta especie de "cohabitación", calificada en relación con la doble legitimidad referida, a la que se encuentra sometido con frecuencia el Presidente ecuatoriano, le quita evidentemente poder, pues, si no se puede negar que dentro de un sistema presidencial el Ejecutivo dispone de facultades significativas, también es cierto que cuando existe oposición parlamentaria su margen de maniobra forzosamente se reduce. El Presidente ecuatoriano se ve permanentemente abocado a la búsqueda de las conocidas "mayorías móviles" parlamentarias, estructuradas no en función de un período legislativo sino en función de objetivos o negociaciones puntuales, como cuando hay que aprobar algún proyecto de ley o crear alguna comisión. Pero esos problemas, que constituyen riesgos del sistema presidencial mismo, no son exclusivos del Ecuador,

145 Estos fueron: Jaime Roldós, León Febres-Cordero, Rodrigo Borja, Sixto Durán-Ballén, Abdalá Bucaram y Jamil Mahuad. 146 Lo cual se refleja muchas veces en la poca disciplina del voto parlamentario.

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puesto que la oposición Ejecutivo-Legislativo se reproduce de manera similar en el Perú, en el que la representación parlamentaria, combinada con el sistema presidencial, ha provocado asimismo "crisis de gobernabilidad,,147. El auto golpe del Presidente Fujimori en 1992, cuando disolviÓ el Parlamento peruano, constituye un buen ejemplo de lo afirmado.

Lo que marca, según esto, la especificidad del problema de gobernabilidad ecuatoriano no es tanto el hecho de que exista una oposición permanente entre estos dos poderes, sino que esa oposición se reproduzca conjuntamente con otro problema más serio todavía, como es el conflicto regional. José Sánchez - Parga148 considera concordantemente que "las profundas diferencias regionales y provinciales ... han repercutido en la configuración de un sistema polítiCO (como el ecuatoriano) fuertemente regionalizado". Dentro de esa configuración las regiones, e inclusive las provincias, se tnan transformando poco a poco en "feudos" privilegiados de ciertos partidos, siguiendo la lógica del "cacicazgo,,149 o del "caudillismo", mientras que permanecerían "inaccesibles" a la influencia del resto de partidos. Podría en consecuencia afirmarse que en el Ecuador no existen, por ahora, partidos con

147 Según la expresión de Olivier Dabene, "Amérique Latine, la démocratie dégradée", Paris, Ed. Complexe, 1997, p. 126, que él utiliza para calificar las consecuencias de la opOSición Ejecutivo­legislativo en ambos países. 148 Véase José Sánchez-Parga, "La pugna de poderes (análisis crítico del sistema político ecuatoriano)", Quito, Ed. Abya-Yala, 1998, p. 46 Y S.

149 Este fenómeno está caracterizado por una mezcla distorsionada de lo que es el hombre providencial de la región (el Cacique) y la implementación de políticas clientelistas. Véase numeral 3.1.1.

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vocación nacional, en el sentido de que puedan tener una votación más o menos uniforme en todo el territorio.

Simón Pachano150 opina de esta manera y afirma que "las tendencias de la votación en el Ecuador tienen un sesgo mayormente geográfico que ideológico". Para él, la explicación se encuentra en la diversidad regional del país, comprendida como una expresión social y económica más que natural, y encontrándose esta diversidad en correspondencia con un proceso aún inacabado de integración nacional. Por tanto, en este contexto de fragmentación regional y de representación proporcional, las provincias más importantes, en términos poblacionales, serán aquellas que tengan la mayor influencia en el Parlamento, en su búsqueda de la mayoría absoluta. Así, el problema se ha polarizado entre la Costa y la Sierra y, sobre todo, entre Guayaquil y Quito. No es coincidencia si en todas las elecciones presidenciales, a excepción de la de 1996, los dos candidatos finalistas provenían uno de la Sierra y otro de la Costa, habiendo cada cual extraído la mayoría de sus votos de la región que se identificaba con su partido.

En ese escenario es factible que el candidato "costeño" sea elegido Presidente, mientras que el partido "serrano" obtenga, a través de una coalición, la mayoría en el Parlamento, o viceversa, pero quedando una región al frente de un poder y la otra región al frente del otro. Un ejemplo posible de los

150 Véase S. Pachano, op. cit., p. 84 Y s.

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efectos de esta oposición Ejecutivo-Legislativo, que atraviesa geográficamente a la sociedad ecuatoriana, podría haber sido (aunque esto es discutible) la destitución de A. Bucaram en 1997, que hizo afirmar a varios politólogos la posibilidad de que éste haya sido un hecho regional, canalizado esencialmente por los dirigentes políticos de la Sierra contra el Presidente costeño 151

. Adicionalmente, esta división, que también se encuentra en el Parlamento, trasciende por ese mismo hecho a la mayor parte de las instituciones públicas, independientemente de que se trate de miembros de los órganos administrativos de control, o de otras instituciones como el Banco Central o el Tribunal Constitucional. El sistema polítiCO ecuatoriano sufriría de dicha división regional, que no pocas veces sería capaz de provocar crisis que deriven en conflictos graves, como probablemente sucediera en 1997 o más seguramente en 1999.

151 Sobre la base de las encuestas realizadas poco después de la destitución deiS de Febrero de 1997, Jaime Durán y Santiago Nieto, "La movilización espontánea", Diario HOY, 23 de febrero de 1997, concluyeron que en la región costera el 64% de las personas interrogadas no estaban de acuerdo con la movilización, mientras que en la Sierra había existido un 40% de participación de la población. Más concretamente, es reconocido que, dentro del contexto de una huelga nacional, los líderes de los partidos políticos más representativos de la Sierra hicieron un llamado para obtener la destitución de Abdalá Bucaram. Por otra parte, también es reconocido que las reticencias de las representativas cámaras de la producción de la Costa, para apoyar la movilización, habían podido ser superadas únicamente después de la intervención del Alcalde de la ciudad de Guayaquil, en favor de la destitución. Estos y otros factores podrían llevar a la conclusión según la que, si bien es cierto que el descontento era nacional, la movilización por la destitución del Presidente fue sobre todo un hecho regional y más específicamente llevado a cabo en Quito y Cuenca. Véase a este respecto Milton Luna, "Bucaram, i i Fuera!!: La voz de los Movimientos Profundos", efl ¿y ahora qué ... ~, Quito, EJ. tskeletera, 1997, p. 207 Y s.

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Por lo dicho, cabe reconocer que la división se hace posible debido a que en el Ecuador existen dos ciudades de similar relevancia, en las que está concentrada buena parte de la población y del capital nacional, a lo que podría agregarse el hecho de que el sistema de elección proporcional da a las otras ciudades y provincias la posibilidad de jugar sobre ambos tableros. Ese no es el caso en el Perú, donde Lima absorbe económica y políticamente a todo el país, y esto a pesar de la existencia de tendencias regionalistas tan fuertes como las que se producen en el caso ecuatoriano. Por eso, a causa de su debilidad poblacional, la ciudad de Ayacucho nunca tuvo la oportunidad de jugar un rol parlamentario apreciable, no obstante la existencia de un sistema comparable de representación proporcional, razón por la que debió encontrar otros medios de drenaje de sus frustraciones regionales. Pero aún así sería algo apresurado deducir, automáticamente, la utilización de la violencia como única alternativa.

y es que pensar de esa manera equivaldría a sostener que esa violencia habría podido reproducirse en cualquier lugar de la sierra peruana, con tal de que las condiciones de pobreza hubiesen estado igualmente reunidas. Esa no es la opinión de Carlos 1. Degregori152

, que considera que Sendero "no hubiera podido nacer en cualquier lugar de la Sierra, aunque allí hubiera similar pobreza, atraso y opresión gamonal". Se podría afirmar que Sendero fue un producto regional, nacido específicamente en Ayacucho, como respuesta a una situación a la que no se supo, o no se pudo, aportar otros mecanismos

152 Véase C. Degregori, op. cit., p. 17 Y s.

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de solución. Por lo demás, si la sola alternativa parlamentaria hubiese sido suficiente para contener los desbordes de regionalismo en Guayaquil, no se habrían debido producir manifestaciones desestabilizadoras, como aquellas que se dieron el 22 de marzo de 1999. El eventual desborde o canalización de los conflictos se debe, por consiguiente, no sólo al tratamiento del problema por la vía parlamentaria, sino también a otros importantes factores que vamos a examinar en nuestra tercera parte.

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3. LA CANALIZACiÓN (O DESBORDE) DE LAS FRUSTRACIONES REGIONALES

Una vez examinados los diferentes elementos capaces de haber tenido una incidencia en el escenario regional, así como la diferente forma en que los conflictos se cristalizaron posteriormente, resta buscar las causas de esas diferencias. Trataremos de determinar el momento y las razones que permiten pasar de la insatisfacción al acto violento o, en su defecto, a la sublimación de la frustración. Más importante que profundizar en la existencia de desigualdades o frustraciones, es indagar ahora la manera en que éstas se articulan dentro del escenario regional y con el resto del país. Por tal motivo, la cuestión de la dominación económica es relevante pero no suficiente pues, asimismo, cabe examinar qUiénes y cómo se encargaron de "tratar" esas frustraciones, en el campo de la representación Simbólica, para finalmente exponer la influencia que los poderes políticoS locales pudieron ejercer en la canalización o desborde de los antagonismos.

3.1 LA DOMINACiÓN ECONÓMICA

En la gran parte de conflictos regionales, por no decir en todos, se encuentra presente el problema de la dominación económica. Así, mientras el rígido discurso "senderista" estima que la lucha económica es la primera de las etapas a superar, en el camino de las reivindicaciones, el discurso de los dirigentes costeños ecuatorianos critica el modelo de desarrollo centralista, porque atentaría contra los intereses

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económicos de la región. El factor económico constituye entonces una variable implícita en las reivindicaciones de tipo regional. Para empezar evaluando la influencia de ese factor en los comportamientos violentos de una región, la simple evidencia de desequilibrios económicos marcados es ya un primer indicio. Según Philippe Braud153 "dentro de una comunidad homogénea, pobre y aislada - lo que tal vez es Ayacucho - el sentimiento de frustración es infinitamente menos intenso que en el seno de una rica metrópoli probablemente Guayaquil - donde coexisten de cerca el lujo y la miseria, el consumismo ostentatorio y la sobriedad forzada".

Por eso, es innegable que las frustraciones de tipo económico son las primeras capaces de alimentar un potencial de violencia colectiva, aunque sólo explican parcialmente el fenómeno. Para tener una visión completa, se debe tomar en cuenta la estructura misma de esa dominación y el comportamiento de los actores dentro de ese contexto. La solidez de la estructura contribuiría, eventualmente, a canalizar y manipular un potencial conflicto regional, según los intereses de aquellos que tengan el poder de hacerlo, mientras que su desintegración o debilitamiento podrían ocasionar un vacío regional de poder, susceptible de ser utilizado por otros actores cuyas prioridades no sean necesariamente económicas. En consecuencia, la existencia de ese vacío puede favorecer también desbordes violentos.

153 Véase P. Braud, op. cit., p. 142 Y s.

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3.1.1 LA ESTRUCTURA DE DOMINACiÓN ECONÓMICA

Simón Pachano154 afirma, dentro de una concepción dinámica de lo que es la región, que se puede hablar de su existencia únicamente "cuando encontramos un ámbito específico de relaciones sociales que confluyen en una cúspide de poder", haciendo alusión el autor a lo que se conoce como "estructura de dominación". Nosotros le agregamos la variable "económica", para hacer más restrictiva la definición. La estructura de dominación debe en todo caso ser distinguida de otros elementos más estáticos de la reglon, como sus características físicas o sus determinaciones y actividades económicas. Si en Ayacucho esa fijación supone ciertas dificultades, en Guayaquil es más fácilmente identificable.

a) Ayacucho y la desintegración de la clase terrateniente En 1981, el producto interno bruto (PIB) de las dos regiones más pobres del país, entre las que se encontraba Ayacucho, era inferior de dos tercios con relación al promedio nacional. En los años 70, el salario promedio anual de esta ciudad alcanzaba apenas los 75 dólares por año155

. En 1972, solamente el 17% de los habitantes del departamento de Ayacucho eran asalariados, versus el 44% en el resto del país. La pobreza minó,

154 Véase Simón Pachano, ~Movimientos sociales regionales en el Ecuador", en Movimientos sociales en el Ecuador, Quito, ILDIS, 1986, p. 158 Y s. 155 Véase M. Lemoine, op. cit., p. 254.

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además, el poder demográfico de la región, pues de 4.1% que ésta representaba en 1961, del total de la uoblaCión naciondl, bajó al 3.4% en 1972 y a apenas el 3% en 1981 156

. Era la segunda región más pobre del país después de Apurimac. Una parte de sus problemas se explica por la existencia, en Ayacucho, de un sistema socio-económico arcaico, donde hasta íos dños 50 se hablaba todavía de "señores157 y siervos", de "mistis158 e indios".

Sin embargo, si es verdad que se estaba ante un sistema de explotación terrateniente, servil, poco productivo y que traía consigo una discriminación étnica, el sistema funcionaba como mecanismo mediador de conflictos sociales entre la población y los poderes locales. Sus resortes contribuían a contener los conflictos y, en ocasiones, a neutralizarlos. Esto se debe a que, desde la época colonial, la región habría adquirido una cierta articulación económica y política, facilitada por la existencia de esas relaciones asimétricas y de la producción minera, especialmente la explotación de yacimientos de mercurio en Huancavelica. La explotación de esos yacimientos contribuiría a darle forma a un tramado de relaciones económicas y sociales dentro de la región, logrando integrar, con las limitaciones del medio, el mundo indígena y el mundo hispánico. En este aspecto José Matos159

estima que, apoyándose en la actividad minera, "el

156 Véase C. Degregori, op. dt., p. 31 Y s. 157 Nombre asignado a los representantes del poder conservador o latifundista. 158 Éste era el español de la época colonial y el hombre blanco o criollo de la República. 159 Véase J. Matos, op. cit., p. 23 Y s.

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Régimen colonial promovió, dentro de' la contradicción, una unidad que la República posterior fue incapaz de reforzar ... a tal punto que durante el siglo XVIII se convirtió (ese Régimen) en una de las fuerzas modernizantes más notables de la formación colonial".

Esa es la razón por la que Carlos Degregori 160

considera que "la decadencia de esta industria, al final del siglo dieciocho, afectó duramente a la región", pero ello "no alteró los límites regionales ni la estructura de dominación social económica". La opinión se encuentra basada en el hecho de que la región poseía todavía, a comienzos del siglo XX, vastos territorios de haciendas y extensos latifundios en producción, que podían satisfacer aún las necesidades de las diferentes comunidades de la región. Los comerciantes y viajeros continuaban recorriendo la región, conectando a la periferia con el centro, a través de ferias y del intercambio de productos. De esa forma, los comerciantes y terratenientes instalados en los principales centros urbanos del sector, entre los que se encontraba Ayacucho, lograron por un tiempo ser tratados de manera igualitaria por sus interlocutores costeños y, obviamente, consolidar su dominación en esa región de la Sierra.

Paradójicamente sería la llegada del capitalismo, tal como lo hemos mencionado en nuestra segunda parte, lo que comenzaría a marginar a la región y aceleraría la decadencia de su estructura económica regional. Ya en 1936, un comerciante interrogado en

160 Véase C. Degregori, op. cit., p. 28 Y s.

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Lima se quejaba de esto y consideraba que "la ciudad de Ayacucho se encuentra deshabitada y en decadencia comercial absoluta, en relación a quince años atrás"161. La incapacidad de los terratenientes para sobrellevar la crisis sellaría su decline como clase regional dominante. Ellos serían paulatinamente reemplazados por una débil y mal articulada capa de comerciantes y burócratas, sobre todo a partir de los años 70, época de la dictadura del general Velasco. La pobreza y explotación continuarían pero la descomposición acelerada de dicha clase socio-económica, producida durante aquellos años, había ocasionado también el debilitamiento de los mecanismos de intermediación social y política de la región.

C. Degregori162 agrega a esto que "la década de 1960 representa un quiebre decisivo en la historia de Ayacucho". Ese es el momento en que el vacío regional se haría más evidente, pues mientras la clase de los Señores se desintegraba, la burocracia y los comerciantes no habían llegado todavía, ya que estos últimos estaban ligados a la expansión del aparato estatal, que no se lograría sino hasta los años 70. En tal contexto, aparecería un nuevo actor sobre la escena política, llamado a llenar ese vacío regional de poder: el Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho. La organización se convertiría en una especie de contra-poder respetado por los poderes

161 Según una encuesta de Galvez y Cano. Citado por C. Degregori, op. cit., p. 29 Y s. 162 Véase C. Degregori, op. cit, p. 45 Y s.

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locales y, según algunos, también por el poder central.

b) Guayaquil y la afirmación de la clase agro -exportadora En el caso de Guayaquil encontramos una evolución inversa de los poderes hegemónicos, que no obstante habían tenido como punto de partida una situación similar a la producida en la ciudad peruana, pues, tanto la clase terrateniente serrana en el Perú, como la oligarquía costeña ecuatoriana, fundaban su dominación principalmente en el monopolio de la tierra. La ciudad porteña ecuatoriana comenzaría su actividad agrícola y comercial desde el siglo XVI, con la producción de madera, sal y cuero, pero fue esencialmente a partir del siglo XVIII, con el desarrollo gradual del cultivo y exportación de cacao, que la ciudad, como se dijo anteriormente, fue adquiriendo su verdadera fisonomía y posicionamiento dentro del panorama económico de la Audiencia de Quito.

La ciudad, y por ende la región, se orientaría hacia el cultivo y exportación de productos agrícolas tropicales, entre ellos el cacao y el banano, que se convertirían, cada uno en su momento, en los principales rubros exportadores del país. En esta ocasión, la poslclon geográfica y estratégica favorable de la ciudad la haría más permeable a la influencia externa, y le permitiría aprovechar mejor el advenimiento del capitalismo, que inclusive ayudaría a darle forma a la mentalidad porteña. Las actividades se diversificaron y, a medida que el sistema bancario y financiero se instalaba, se pasaba

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de la producción agrícola a la industriá qUlmlca, de plásticos y artículos eléctricos. El desarrollo y migración que esas actividades suscitaron hicieron que la ciudad llegue a albergar, como se mantiene actualmente, a cerca del 20% de la poblac~ón nacional. Adicional a esto, la urbe contribuiría con aproximadamente el 40% del impuesto a la renta nacional, mientras que Pichincha y la capital Quito lo harían en un 50%. De hecho, conforme a documentación proporcionada por la Cámara de Comercio de Guayaquil, catorce de las veinte primeras compañías ecuatorianas de exportación se encontrarían en la provincia del Guayas163

.

Esa evolución hizo afirmar a ciertos sectores de la prensa164 que la ciudad se habría transformado "en la primera fuerza social y económica del país". Independientemente de la exactitud de la afirmación, es dentro de ese contexto que la hegemonía de la burguesía agrícola y comerciante costeña se logró consolidar. Ciertamente, la gran disponibilidad de riquezas fue un factor importante pero no determinante para llevar a cabo el proceso. Esto obedece más a la toma progresiva de conciencia sobre la necesidad de modernización de las técnicas agrícolas, sobre todo al final del siglo XIX. Esa mentalidad fue la consecuencia lógica, no sólo del contacto permanente con los mercados internacionales, sino también de la Revolución liberal que tuvo lugar en esa época. La revolución

163 Véanse anexos XI y XII. 164 Véase Editorial, Diario El Universo, 31 de octubre de 1999.

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impondría, tanto en la Costa como en la Sierra, conjuntamente con las nuevas reglas del juego económico, una necesidad insoslayable de renovación y modernización, como condición indispensable para el mantenimiento de la dominación por parte de las elites regionales.

Pero, para S. Pachano165, la especificidad del

predominio oligárquico costeño estaría dada por el particular funcionamiento de su sistema de mediación con la población. El autor considera que en la región se hizo necesario "atender a las concepciones de lo legítimo y lo ilegítimo en el proceso de dominación interna, para no perder aquella situación privilegiada", pues en ese caso "se hacía inevitable la consideración de la respuesta de los sectores subordinados", de tal forma que se pudiera "hacer concesiones parciales para que la situación se mantuviera esencialmente igual". Esta política c1ientelar sería la diferencia más notable con el viejo sistema terrateniente ayacuchano que, en general, era característico tanto de la sierra peruana como de la ecuatoriana. Dentro de este último sistema, al decir del mismo autor, la figura del terrateniente se situaba en la cúspide de una compleja jerarquía de poder, que exigía mecanismos de control y sumisión.

El "Señor" sería el resultado de un proceso anclado en la estructura social misma y ayudado en su funcionamiento por consideraciones de carácter étnico. "El mayordomo de la hacienda, el teniente

165 Véase S. Pachano (Movimientos Sociales en el Ecuador), op. cit., p. 166 Y s.

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político, el cura y el comerciante pueblerino mestizo, no eran solamente engranajes de un sistema, eran parte indisoluble de esa figura del terrateniente"166

•

En la Costa, por el contrario, el funcionamiento no sería realmente piramidal sino más de geometría variable. El costeño combinaría en Guayaquil, de manera forzada pero eficaz, el rol de agricultor, comerciante, industrial y banquero167

, dentro de un complejo entramado de relaciones clientelistas e intereses contradictorios. Esto eventualmente le permitiría legitimar de manera activa su dominación regional y le autorizaría a autocalificarse como el portador de la voluntad regional general.

Es en ese universo que la clase dominante agro­exportadora incrementó su rol y logró consolidarse como fuerza regional, capaz de aglutinar las energías de toda la región y utilizar esa fuerza para cuestionar la dominación estatal. Las instituciones representativas de dichos intereses serían capaces de delimitar y canalizar, de manera bastante eficaz, las reivindicaciones regionales.

3.1.2 LOS ACTORES ECONÓMICOS (O SUS SUBSTITUTOS)

En razón de la naturaleza inter-clasista que poseen generalmente los movimientos regionales, una elite dominante puede trasladar sus intereses a todo un grupo y presentarlos como reivindicaciones de la

166 Véase S. Pachano (Movimientos Sociales en el Ecuador), op. cit., p. 162 Y s. 167 Esto tampoco está exento de críticas pues algunos analistas consideran que esa confusión de roles, especialmente el de banquero­empresario, sería una de las razones de la crisis bancaria en 1999.

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reglan. Roberto Laserna168 considera que "en todos los casos de movimientos regionales se puede encontrar que la región refiere al conjunto de los sectores y grupos que la habitan, proyectándose como una mediación superclasista que tiende, sobre la común pertenencia a un territorio, un arco de solidaridades que niega y recubre las contradicciones internas de la sociedad regional". Sin embargo, es necesario que esa mediación exista y que se encuentre ligada a reivindicaciones típicamente regionales, es decir, a aquellas que se refieren al desarrollo económico. Si bien es cierto que esa mediación es suficientemente sólida en el caso de Guayaquil, en la ciudad de Ayacucho parece menos evidente.

a) Ayacucho y el Frente de Defensa del Pueblo El proceso lento de desintegración del poder económico en Ayacucho había ocasionado, tal como lo viéramos anteriormente, un vacío regional que debía ser llenado de una manera u otra. Por la destrucción del aparato económico, que afectó igualmente al tejido social, van a substituirse otras formas de organización menos estructuradas, como las asociaciones de artesanos, de pequeños comerciantes, de comités de barrio, de vendedores de mercado, etc. Era uno de los pocos medios de defensa que tenían los ayacuchanos para mitigar la crisis económica y social en la que se hallaban inmersos. Con esa idea, los habitantes de la ciudad formaron el "Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho (FDPA)", que era de alguna manera el

168 Citado por S. Boisier, op. cit., p. 158.

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sucesor de la "Federación de Barrios", creada en 1964, para defenderse contra los costos sociales de! urbanismo. La federación fue presidida en sus comienzos por el profesor Máximo Cárdenas, que Jugaría en Ayacucho un rol político importante durante los años 70.

y fue en 1966 que la federación alargó su base social, cambiando de nombre para llamarse "Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho". En ese año, la necesidad de defender la universidad169

, debido a la amenaza del Gobierno de reducir los créditos para financiarla, hizo que la federación evolucione de su rol de simple organización de barrios. El Frente de Defensa se convirtió así en la principal institución política local, en cuyo seno convergían los diferentes sectores sociales de Ayacucho. La elección de Máximo Cárdenas como Presidente de la nueva organización certifica, adicionalmente, la reputación y hegemonía que en ella ejerCÍa la vieja federación, que incluso había incor~orado a numerosas organizaciones campesinas1

? . Dicha organización se convertiría en uno de los actores principales durante los levantamientos de 1969 y en esto cabe precisar que, ya en la segunda semana de Junio, el Frente de Defensa organizó una manifestación en la Plaza de Armas, conjuntamente con la federación, que aún gozaba de cierta autonomía al interior del grupo.

169 La actitud del Gobierno, que buscaba asfixiar económicamente a la universidad, estaba motivada por la existencia de guerrillas en la provincia de La Mar, cuya formación ideológica era atribuida él esa institución. 170 Esa erd el caso por ejemplo de la Federación Provincial JE; Cdmpesinos. VéaSE ':. DE.gr~gori, op. cit., p. 122 Y s.

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La manifestación fue un éxito y la plaza prácticamente se llenaría. Esa organización rápida y eficaz de las masas es explicada por Wilber171

: "La Federación de Barrios estaba fuerte. El Frente de Defensa era realmente una Asamblea Popular ... los asistentes tenían la imagen de estar ante un poder, que pOdía hacer cosas ¿no? Un día se acordaba de ir a decirle al alcalde esto, decir al prefecto aquello, y se sabía que lo iban a hacer. Pedir una atención a algún barrio, al director del hospital, priorizar alguna cosa, y lo tenían que hacer. Había un nivel de confianza en la federación." El mismo autor además agrega: "Y qUizás era el mejor momento del Frente de Defensa, en base precisamente a la fuerza de la Federación de Barrios, de la FUSCH (Federación Universitaria) y de algunos otros gremios como el de mercados, carniceros, panaderos, también fuertes.

Ellos habían logrado ser interlocutores respetados en el ambiente de Ayacucho y se sienten agredidos ante la represión a muchachos que qUizás van a pedir una cosa formalmente tan simple como la gratuidad de la enseñanza y lo matan al chico ¿no?". Y en lo que se refiere al cambio de actitud de los sectores populares hacia los otros poderes, el mismo autor concluye: " ... toda esa gente ve la posibilidad de hacer sentir su presencia en el casco urbano, en el centro donde fue marginado ... Era adquirir prestancia ¿no? Yo creo que hay bastante de esto en el empeño con que trabajan esos militantes intermedios. No tanto la dirigencia ... sino esos militantes intermedios ... hay un nivel emotivo muy fuerte: esa pOSibilidad de presencia en el escenario regional".

171 Citado por C. Degregori, op. cit., p. 123.

125 .

Lo cierto es que, con solamente tres días de preparación, el Frente de Defensa organizó un meeting de más de 10.000 personas en la Plaza de Armas, el martes 17 de Junio. En cuanto a lo que esto representaba en el plano simbólico, las declaraciones precedentes mostraron que la organización suponía para aquellos que la integraban "un nuevo sentimiento colectivo de dignidad muy grande,,172. A partir de ese momento, el Frente de Defensa les permitiría tratar de igual a igual, tanto con los Señores, como con los representantes de los poderes políticos locales, en el mismo escenario regional donde antes habían sido marginados. Ellos se convertirían en interlocutores respetados, con una capacidad política acrecentada en la medida en que el vacío regional de poder, antes ocupado por los grandes terratenientes, no dejaba de ahondarse. La sola expresión: "posibilidad de presencia en el escenario regional", lo confirma. Por eso, las reivindicaciones económicas no serían suficientes, pues había también de por medio una cuestión de dignidad, una reivindicación de tipo simbólico que tocaba el terreno moral y cuya total satisfacción supondría, para ellos, el combate armado.

Eso era, en todo caso, lo que pensaba la "fracción roja" de Abimael Guzmán, que se encontraba en el corazón del Frente de Defensa y lo dirigía1

?3. Sus demandas eran la consecuencia previsible del debilitamiento de un tipo de dominación económica bastante soportado, que vendría repentinamente a

172 Según la expresión de C. Degregori, op. cit., p. 124. 173 Véase Allpanchlkrayku, op. cit., p. 19-21.

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liberar las energías largo tiempo contenidas. Esa carga emocional implicaría, en último término, el choque inminente y brutal de las organizaciones populares con los órganos estatales. Ejemplo de esto constituye no solamente el arresto de la clase dirigente del Frente de Defensa, y de su Presidente, Máximo Cárdenas, sino también el saldo del restablecimiento temporal del orden público, que sería de varios muertos.

b) Guayaquil y las Cámaras de la Producción En Guayaquil, la hegemonía de la clase agro­exportadora se concretizó desde el siglo XIX, con la

. creación de las diferentes Cámaras de la Producción. Esas instituciones gremiales permitieron a los agro­exportadores ir afrontando y negociando con el gobierno las diferentes cargas fiscales que debían imponerse a la región. El tipo de interés que tradicionalmente representaron y defendieron es el del sector empresarial e industrial, tanto de la ciudad como de la región costera, y el sólo nombre genérico "de la producción" evoca esa filiación. Las cámaras se harían presentes ya en 1966 cuando, conjuntamente con la Junta Cívica 174

, declararon un paro general de actividades para protestar contra la elevación de los impuestos y la centralización de los fondos de la ciudad, decretada por el régimen militar de la época. La respuesta de la población ocasionó una huelga general que duraría nueve días y que desestabilizaría al Régimen.

174 Se trata de una organización ciudadana que defiende los intereses clvicos y también económicos de la ciudad. La organización evita en todo caso tener un perfil político.

127

La otra manifestación importante se desarrollaría diez años después, en 1976, también bajo un régimen militar, cuando los principales dirigentes de las cámaras marcharon a la cabeza de 100.000 personas, para protestar contra lo que se consideraba como una desigual distribución de recursos y el centralismo estatal. En esa época, León Febres-Cordero, que luego se convertiría en Presidente del Ecuador y después en Alcalde de la ciudad porteña, era el Presidente de la Cámara de Industrias y habría desempeñado "una importante labor"175. A partir de esa época se encontrarían ya entretejidos los intereses del Alcalde Febres-Cordero, de las cámaras de la producción, de la clase agro­exportadora y posteriormente también del Partido Social Cristiano. Un complejo entramado que se revelaría suficientemente eficaz y consistente para obtener los fines perseguidos, y que gozaría de gran legitimidad en la región. Esa legitimidad les permitiría llegar a un número importante de la población y asimismo les ayudaría a contener sus principales desbordes.

Ahora, también es verdad que la legitimidad y capacidad de concertación que tienen dichos personajes y organismos, se encuentra favorecida por la naturaleza inter-clasista de los movimientos regionales. Según Sergio BOisier176 "el carácter inclusivo del problema regional constituye espacios ideológicos dentro de los cuales pueden resolverse los problemas de hegemonía". Y este sería un

175 Según la expresión de Jacinto Velásquez. Citado en Vistazo, op. cit., p. 24. 176 Véase S. Boisier, op. cit., p. 158.

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proceso acabado desde hace tiempo en Guayaquil mientras que, en la época de los levantamientos en Ayacucho, ese proceso se habría encontrado todavía en formación, a causa del desgaste de los actores hegemónicos tradicionales l77 y de su reemplazo. En todo caso, en la ciudad costeña, la reunión de los diferentes grupos sociales bajo la dirección de aquellos órganos directamente relacionados con los grupos dominantes, habría hecho aparecer como regional un discurso o una ideología originalmente sectorial. Hoy, sin embargo, es difícil negar que esa "ideología" haya sido transmitida al conjunto de la sociedad regional.

Por la fuerza del tiempo, la consolidación de la dominación y el carácter inter-clasista de los movimientos regionales, el discurso guayaquileño sobre la autonomía (antes descentralización), la disminución del aparato del Estado, el apoyo a la actividad productiva y la reducción de la carga impositiva, ha ganado poco a poco las bases de la sociedad regional. La naturaleza de ese discurso, lejos de impedir el control de las manifestaciones regionales, más bien lo favorecería, facilitaría su utilización y prevendría sus eventuales desbordes. La sucesión de eventos, al momento de producirse las manifestaciones de 1999, permite confirmar esta afirmación. Si recordamos lo referido anteriormente, las cámaras estuvieron en el centro de las manifestaciones del 22 de marzo y del 8 de abril, promoviendo un discurso de connotación regional,

177 Especialmente del sistema latifundista.

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sobre todo antes del 22 de marz0178. No obstante,

los principales elementos del pensamiento gremial se expresarían con más claridad en la manifestación del 8 de abril.

Esa marcha, planificada exclusivamente por las cámaras, a pesar de que reunió varios miles de personas dentro de un clima de tensión social, se desarrollaría de manera pacífica y organizada. El resultado habría sido la consecuencia más o menos directa de las declaraciones hechas por los representantes de dichos gremios, vísperas de la manifestación, en la que esencialmente resaltaban dos puntos: 1) La inconformidad con la política económica del gobierno; y, 2) El carácter pacífico de la protesta 179. De esa manera, queda ba n cla ros los tipos de intereses en juego, que aludían al factor económico, así como los límites de sus acciones, que debían enmarcarse dentro de una expresión pacífica. Podría pensarse que la aceptación instintiva de esas condiciones, y en general la legitimidad institucional de las cámaras, se encontraba lo suficientemente afirmada, en la medida en que ellas ocupaban y ocupan un lugar preponderante dentro de la estructura de dominación económica local, e incluso regional. Esa es una diferencia fundamental con la situación en Ayacucho, donde la estructura de dominación estaba en franco proceso de desintegración. Las cámaras no serían, sin embargo,

178 De hecho, el preámbulo de la manifestación del 22 de marzo serían las declaraciones del día 19 anterior, cuando las cámaras anunciaron oficialmente el rompimiento del diálogo con el Ejecutivo. El Presidente de la Cámara de Industrias afirmó en ese entonces que: "la Costa ya se está levantando". Véase Vistazo, op. cit., p. 21. 179 Diario El Telégrafo, 7 y 8 de abril de 1999.

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las únicas en jugar un rol relevante en el escenario regional, pues los partidos políticos desempeñaron también un papel que merece ser analizado.

3.2 EL TRATAMIENTO POLITICO INSTITUCIONAL DE LAS FRUSTRACIONES

Toda sociedad dispone de sus propios mecanismos de regulación y tratamiento de frustraciones, que estos sean reales o simbólicos. Esas frustraciones son la consecuencia natural de las decisiones, esencialmente políticas, que deben tomarse entre diferentes grupos que se afrontan por un mismo objetivo. Los actores relevantes de las diferentes instituciones sociales o políticas tienen la posibilidad de exacerbar, o tratar de disminuir, la intensidad y cantidad de dichas frustraciones. Sin embargo, es lógico pensar que ese tratamiento - por así decirlo -no es unidireccional y que los diversos actores políticos tienden en oportunidades a incentivar, y en otras a atenuar, las frustraciones regionales, en función de sus intereses coyunturales. Por otra parte, la gran variedad de agentes dentro de una sociedad hace que sea necesario elegir entre ellos, razón por la que ciertas instituciones y ciertos actores obviamente van a gozar de mayor legitimidad que otros. De esa forma, es posible afirmar que a escala regional esas instituciones y actores privilegiados, bajo circunstancias específicas, pueden poseer una gran influencia en el exacerbamiento o moderación de los descontentos.

Constatamos así, por un lado, la importancia del rol jugado por ciertos profesores de la Universidad de

131

San Cristóbal de Huamanga, en Ayacucho, en el trabajo de instigamiento y posterior cohesión ideológica de los cuadros de Sendero180

. Por otro lado, esa probable identificación del Partido Social Cristiano, con los intereses de la región, habría contribuido a manejar de manera eficaz las pasiones regionalistas en esta parte del país. Dicho Partido podría haberse convertido en el vector político de la compleja estructura de dominación regional.

3.2.1 LA UNIVERSIDAD Y EL "TRABAJO" IDEOLÓGICO

"La Universidad de Huamanga, como las artes, nació también para conjurar 'la suma pobreza de la tierra'. Así lo dice el Obispo Dn. Cristóbal de Castilla y Zamora en Acta firmada de su mano el 3 de julio de 1677"181. De hecho, la historia de la universidad, como la de la ciudad misma, es bastante accidentada. La institución fue fundada en el siglo XVII, por este Obispo deseoso de tener en su Diócesis un centro de altos estudios, como todas las ciudades importantes de la época colonial. La universidad es la segunda más antigua del Perú, después de la Universidad Mayor de San Marcos, en Lima. No obstante, en 1886, la institución ayacuchana dejó de funcionar por problemas de financiamiento, pero fue reabierta posteriormente el 24 de abril de 1957182

, gracias a las gestiones

180 El más influyente de esos profesores era sin duda Abimael Guzmán, titular de la cátedra de Filosofia en la universidad. 181 •

Véase C. Degregort, op. dt., p. 22. 182 Véase Gran Enciclopedia del Perú, Barcelona, Lexus Ed., 1998, p. 274.

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realizadas por los dirigentes locales con el Gobierno, logrando entrar de nuevo en la dinámica de desarrollo de la región.

La educación en Ayacucho formó parte, en los años 60, de una estrategia de migración para aquellos que querían escapar a una vida de pobreza en la región. Para los que se quedaron, los estudios, tal como lo anotamos anteriormente, comenzaban a convertirse en una alternativa confiable de modernización regional. Dentro de esa perspectiva, la universidad jugaría un rol particularmente activo en la vida de la ciudad y de la región. Desde su reapertura, los directores del establecimiento implementaron un sistema de créditos y de cursos semestrales innovadores para la época. Se preocuparon asimismo de adaptar la formación profesional a las necesidades de la región, para lo que introdujeron cursos en las áreas rural y agrícola, destinados a formar ingenieros en el ramo. La universidad suscribiría además convenciones con otras instituciones, especialmente europeas, y compraría terrenos para sus cultivos experimentales.

En el transcurso de los años 60, el aumento de la población que había hecho estudios universitarios en Ayacucho se aceleraría considerablemente, hasta duplicar el promedio nacional 183

. El número de estudiantes fue así multiplicado por cinco, entre 1956 y 1966. Esa efervescencia académica trastornaría socialmente a la ciudad, pues, según

183 En Ayacucho este promedio era de 501,6% contra 256,3% en el resto del país. Véase anexo XIII.

133

Carlos Degregori l84: "... la UNSCH (Universidad)

había trascendido largamente los marcos académicos y se había convertido en foco dinamizador regional que podríamos denominar integral: cultural, político, económico". La modernidad y el tipo de desarrollo que tuvieron la ciudad y la región no habían sido, por tanto, la consecuencia de la implantación de una entidad de naturaleza económica, como si se tratara de un proceso impulsado a través y en función de empresas mineras o agro-industriales, sino, por el contrario, casi exclusivamente de naturaleza académica e intelectual.

Los efectos de la vertiginosa modernización intelectual, tan rápida como masiva, en una de las regiones más pobres del país, serían capaces de influenciar las tendencias ideológicas y políticas al interior de la misma institución. Sin embargo, esa fue una evolución que extrañamente no había sido prevista, ni por las personalidades locales que defendieron su reapertura, ni por el Gobierno encargadO de llevarla a cabo. Así lo deja entrever Luis Lumbreras185

, cuando afirma que la gestión para reabrir la universidad: " ... fue liderada por los sectores más conservadores... fueron los serlores hacendados, la gente con poder económico, la que se las juega por esos años para reabrir la Universidad". Se podría considerar entonces que, en el momento en que las capas conservadoras de la sociedad insistieron en reabrir el establecimiento de ensefianza, no previeron realmente, o tal vez

184 V~ase C. Degregorl, op. cit., p. 42. 185 Vliase luis lumbreras "De cómo Lumbrer6 entiende al Perú de Sendero", Quehacer, NO 42, agosto - sept. 1986, p. 36.

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desestimaron, la probable evolución progresista que en corto plazo se produciría.

En todo caso, a medida que la universidad se alejaba de las clases dominantes, sus profesores se acercaban a las clases medias y a los sectores populares de la ciudad, en un contexto marcado por una democratización permanente de la institución. La UNSCH comenzó a hacerse cada vez más permeable a las ideas socialistas y comunistas, en un marco regional caracterizado por la pobreza y por el segregacionismo de parte de las elites locales. El momento de consolidación de la nueva estructura dirigencial local llegaría en 1966, época en la que el Gobierno intentaría asfixiar económicamente a la universidad, a causa de los brotes guerrilleros en la provincia de La Mar, cuya formación ideológica le era atribuida. Para defenderla, la sociedad civil conformaría el Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho, que reunía a las diferentes organizaciones sociales de la ciudad, con el objetivo de lograr que se entreguen los créditos a la institución.

El éxito posterior de la movilización tendría un doble efecto: 1) Consolidaría la legitimidad del Frente de Defensa y 2) Transformaría la fuerza ideológica y económica del cuerpo universitario, en fuerza política. Por esos motivos, C. Degregori 186 afirma que "... a impulso de los sectores más politizados, especialmente de la 'fracción roja,187 que dirigía Abimael Guzmán, la mayoría de participantes

186 Véase C. Degregori, op. cit., p. 44. 187 Esta organización era probablemente el núcleo ideológico duro de lo que sería más tarde Sendero Luminoso.

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coincidió en que la lucha trascendía los marcos de la universidad ... ". De esa manera, se afirmaría en el escenario regional la hegemonía ideológica de la UNSCH y, al interior de ella, la hegemonía de la "fracción roja". A partir de esa fecha, gozando de una posición privilegiada, los futuros cabecillas de Sendero podrían consolidar el trabajo ideológico, exacerbando sistemáticamente la naturaleza y contenido de las frustraciones, lo que les permitiría luego conformar sus cuadros.

Ni la creación de otro establecimiento como la Universidad Católica de Ayacucho, en 1967, ni la pérdida de las elecciones universitarias, en 1973, cambiarían las simpatías políticas senderistas. Por el contrario, sus principales representantes continuarían el "trabajo" de formación de cuadros, especialmente hasta 1978, fecha en la que Abimael Guzmán abandona la universidad y entra en la clandestinidad 1s8

. La UNSCH habrá entonces sido utilizada para fOrjar un grupo político de concepciones ideológicas radicales e inflexibles. Ellos aprovecharon el espacio que les cedía una clase dominante en decadencia, dentro de un medio afectado duramente por la pobreza y por consideraciones raciales y clasistas, pero donde existía una institución que gozaba de una gran legitimidad. Por eso, de los factores enunciados, resalta la utilización consciente de la universidad como instrumento forjador del proceso de cohesión ideológico y posterior fuerza destructora de Sendero Luminoso.

188 Véase M. Lemoine, op. cit., p. 253.

136

y si bien el marco regional favoreció, en este caso, a la evolución violenta de los antagonismos, también es apropiado reconocer que esta evolución se produjo específicamente en Ayacucho porque, en esa región, los líderes de Sendero se encontraron con los medios adecuados para llevarla a cabo. Ciertamente que, entre los agentes de desarrollo de la región, la universidad ocupa un lugar privilegiado por su capacidad de convocatoria, concertación y legitimidad, que la colocan en condiciones de ejercer una gran influencia en la vida del conglomerado social. Un establecimiento de este tipo puede de hecho convertirse en lo que Sergio Boisier189 conoce como el "punto focal" de la "malla de sinergia potencial", es decir, en el eje de una compleja red de relaciones productivas, servicios sociales, comunicaciones y relaciones administrativas. Según el autor, las relaciones múltiples alrededor de este eje serían capaces de producir "la endogeneidad", entendida como un proceso de desarrollo regional autónomo e independiente.

Dicho de otra forma, la institución, por sus características, estaría bien situada para ser el centro de desarrollo focal de una ciudad, pues posee un poder considerable, en la medida en que el tipo de energía que transmite, sea ésta positiva o negativa, es capaz de impregnar a las demás instituciones y actores dentro de una sociedad. Esa sería una facultad que se transfiere a quienes gozan de una posición preponderante, dentro de la estructura en cuestión, y la UNSCH es un caso que se ajusta particularmente bien a la hipótesis. Aquí la

189 Véase S. Boisler, op. cit., p. 162.

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"fracción roja" logró adquirir una hegemonía Y, una vez allí, se propuso irradiar su discurso hacia la Federación de Barrios, el Frente de Defensa y los estudiantes mismos. En lo que se refiere a los estudiantes, los miembros de Sendero, que ya estaban situados en los puestos claves de la administración, se encargaban de buscarles alojamiento, dirigir sus estudios y darles una educación acorde con sus doctrinas.

Aquel es un campo donde la comparación con la situación en Guayaquil es difícilmente realizable, pues en la ciudad porteña ecuatoriana no se ha producido, a través de sus instituciones académicas, similar proceso de cohesión ideológica. Fuera del terreno político, ha sido más bien la Iglesia la que a veces actuó como mediadora de los conflictos entre los dirigentes regionales y el gobierno ecuatoriano. Sin embargo, el procedimiento tiene sus limitaciones debido a que esa mediación, por su naturaleza misma, juega un rol esencialmente neutro, mientras que la universidad se encuentra en condiciones de desarrollar un rol más pro-activo. La cuestión de las frustraciones regionales ha sido por lo tanto tratada, en la ciudad de la costa ecuatoriana, a nivel de instancias políticas y fundamentalmente a nivel de partidos políticos, lo que supone forzosamente el desarrollo de fórmulas de negociación 190

.

190 Salvo si se trata de partidos radicales, que en todo caso tienen un protagonismo reducido en Guayaquil.

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3.2.2 EL PARTIDO POLITICO y LA "REPRESENTACiÓN" DE LOS INTERESES REGIONALES

En 1945 Camilo Ponce, líder de la derecha de la sierra ecuatoriana, propone una alternativa fuera del Partido Conservador, que comenzaba, dicho sea de paso, a perder sus bases como interlocutor exclusivo de los terratenientes de la región191

• Ponce funda con sus colaboradores el "Partido Demócrata Nacional", que en 1951 cambiaría su denominación por la de "Movimiento Social Cristiano", adoptando algunos principios políticoS de la democracia cristiana internacional y emprendiendo una readaptación de la derecha al Estado liberal. Durante los años 70, después de la muerte de Ponce, el Movimiento Social Cristiano, que había cambiado su nombre al de Partido Social Cristiano, va a ir progresivamente abandonando su carácter confesional, para convertirse en una organización política representativa de los intereses de los nuevos empresarios ecuatorianos. Bajo los auspicios de ese Partido, Sixto Durán Ballén, Alcalde de la ciudad de Quito durante ocho años, se presenta en 1978 como candidato a Presidente de la República, contra Jaime Roldós, y pierde las elecciones en la segunda vuelta electoral.

191 En los ai'los 40, el régimen de partidos funcionaba alrededor del Partido Liberal V el Partido Conservador, en razón del compromiso "burgués - terrateniente· que en términos regionales se lela Costa -Sierra. El pacto habla sido forjado dos décadas antes, pero comenzaba en ese entonces a dar signos de desmoronamiento. Véase luis Verdesoto, "El sistema de partidos polftlcos V la SOCIedad dvll en Ecuador", Slntesls, NO 16, Especial sobre el Ecuador, 1992, p. 127.

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El giro regional se produce en 1984 cuando León Febres-Cordero, representante de los industriales de la Costa, se postula a Presidente por el Partido Social Cristiano y gana apretadamente. El Partido se convierte poco a poco en una de las primeras fuerzas políticas del país, aunque caracterizado por la importancia de su voto en la Costa y por un alineamiento incuestionable con los principales intereses económicos de la ciudad costeña. A pesar de esto cabe anotar que, según ciertos analistas políticos, a comienzos de los años 90 el Partido habría podido convertirse en una organización política de base nacional, pero diversos factores, así como algunos errores de sus dirigentes192

, redujeron su importancia electoral en la Sierra y lo anclaron en la Costa, especialmente en la provincia del Guayas. En lo que nos concierne, la articulación de los intereses del Partido, con los intereses de las clases económicas dominantes de la ciudad, se ilustraría al momento de las manifestaciones de 1999. A falta de poder señalar una participación directa de los principales dirigentes partidistas, se pOdría tomar como referencia la secuencia de las fechas en que dichas manifestaciones se produjeron, que eventualmente permitirían justificar la hipótesis asociativa. Debemos resaltar aquí que el malestar regional se acentúa con la ruptura, el 15 de marzo,

192 Es la opinión de Simón Pachano, "La guerra del PSC", Diario El Universo, 26 de julio de 1999, para quien un estilo demasiado agresivo e incluso virulento de parte de sus dirigentes, así como un alineamiento franco y total con las diferentes cámaras y sectores económicos de la región costera, habrían sido las causas de su estancamiento regional.· Hay que reconocer, sin embargo, que el segundo argumento es menos contundente que el primero, si se tienen en cuenta las particularidades de la estructura regional del país, que ya expusiéramos en nuestra segunda parte. Véase 2.3.2.

140

de la colaboración de 7 meses entre el Partido Social Cristiano y la coalición de Gobierno193

.

Aparentemente, la ruptura se debió a que los dirigentes del Partido habrían estado opuestos a un nuevo aumento de impuestos y, ante la aceptación inminente del incremento por parte del Congreso, decidieron separarse. De hecho, un dirigente del Partido, después de la última manifestación del 8 de abril, afirmaría que "los partidos de la Sierra son cómplices del Gobierno para crear nuevos impuestos que van a agravar aún más la situación ya crítica del pueblo ecuatoriano194

". Se retomaban así los dos elementos que en la coyuntura de 1999 habian estado en la mente y expresiones de los manifestantes: 1) El rechazo a más impuestos, y 2) El antagonismo regional. Por esos motivos, puede considerarse una posible relación causal entre la ruptura de la alianza partidista con el Gobierno y la nueva posición adoptada por las cámaras de la producción, representantes de los intereses económicos de la ciudad 195

. Esa hipótesis podría confirmarse con la intervención del Alcalde Febres­Cordero, líder de ese Partido y una de las figuras del conflicto regional, cuyo rol será analizado en el capítulo siguiente. Por ahora, nos basta con considerar que pueda existir una especie de confluencia ideológica y de intereses, entre el Partido

19, Dinglda por la Democracia Popular, que a pesar de su calificativo de "popular" es considerada como una fllerza política de derecha de la Sierra. 194 DeclaraCiones de Oswaldo ROSSI, Diputado del Partido Social Cristiano, reproducidas por la cadena de Radio eRE, el 9 de abril de 1999 (http://www.cre.com.ec). 195 Las cámaras habían especialmente participado, organizando la marcha del 8 de abnl. Véase 3.1.2.

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Social Cristiano y las cámaras, que hace que, en el Congreso, el primero apoye lo que persiguen las segundas.

Por ello, sin que se deba reducir al Partido a esa única función - pues las cámaras y éste no representan al mismo actor con diferentes denominaciones - es lógico concluir "que una ruptura entre este Partido y el Gobierno equivale a una ruptura del lazo que une a los representantes económicos de la ciudad costeña con el Ejecutivo,,196. El Paltido, las cámaras y los empresarios costeños se encontrarían entonces estrechamente ligados, y esa unión les permitiría gozar de gran legitimidad para con los estratos populares de la ciudad y de la región. Ese sería también el resultado, más o menos evidente, de la implementación de un compleja sistema de negociaciones de tipo clientelar sobre el que ya nos referimos anteriormente. En el Ecuador se habría por tanto producido el fenómeno inverso, o la excepción, de la que habla Georges Couffignal197, en lo que tiene que ver con la noción de "representación", utilizada comúnmente para dar cuenta del fenómeno político en el sub-continente latinoamericano.

Según este autor, factores tales como "un mercado político muy reducido, una débil participación electoral, un control del voto" habrían contribuido a

196 Vúse Simón Pachano, "Problema de representación", Dlarto El Universo, 2 de abril de 1999. 117 Vúse Georges Coumgnal, "A quol sert de voter en Amértque latine?", en R'lnventer la démocratie (le défi latino-lImérlc:ain), Parls, Presses de selences po, 1992, p. 36 Y s.

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"que en América Latina, salvo excepción, los partidos no hayan sido verdaderos instrumentos de representación de intereses ni de grupos, ni tampoco verdaderos instrumentos de negociación de demandas sociales". Para él, la estrechez del lnercado político habría sido producto de la existencia de "estados corporatistas", con su lógica implícita de negociación en función de determinados "grupos de interésf/198. No obstante, los estados andinos, no habiéndose encontrado caracterizados por la lógica del corporatismo, permitieron un mayor margen de maniobra a los partidos políticoS, aunque eso no se capitalizó en todos los países por igual. Si el Ecuador hubiese sido un Estado corporatista, Abdaiá Bucaram jamás habría siclo elegido Presidente, pues la casi totalidad de las elites económicas del país se oponían.

Con esa misma idea, el Partido Izquierda Democrática difícilmente habría adquirido la solidez que le permitió monopolizar las elecciones legislativas durante los años 80. Jaime Nebot, en su calidad de representante de gran parte del sector productivo de la Costa, y de un porcentaje representativo del de la Sierra, habría debido ser elegido Presidente en sus dos candidaturas fallidas. En resumen, en el tablero político ecuatoriano, más allá de la existencia de grupos dirigenciales, los partidos han efectivamente jugado un rol de

198 En efecto, según Georges Couffígnal, esos grupos de interés "en particular sindicales, muy pronto partieron a la conquista del Estado o fueron organizados por él, dejando poco espacio a la autonomizaci6n de los partidos". Se trataba así de un "sindicalismo vertical, segmentado y obligatorio... inspirado del modelo mussoliniano". Véase G. Couffígnal, op. cit., p. 37 Y s.

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representación de intereses, en especial a partir del retorno a la vida democrática en 1978. Por tal motivo, podría pensarse que las pretensiones de los grupos dominantes en Guayaquil no se sitúan a contracorriente de las pretensiones de las clases medias y estratos populares de la ciudad. Por el contrario, el proceso de cohesión regional se habría ido consolidando en la ciudad, detrás de ese tejido "Partido-Cámaras-Alcalde", en el que el primero, direccionado por el tercero, habría sido el interlocutor en el Parlamento, de las reivindicaciones económico - políticas de las segundas.

y si bien este es un proceso con nombres y apellidos producido en Guayaquil, podría pensarse asimismo que, en general, en la mayor parte de ciudades y regiones del país, existe una especie de superposición del "régimen de delegación sobre el régimen de representación,,199, que se explica por lo que afirma Simón Pachano¿lll), según quien "un efecto adicional de esta identificación entre sociedades regionales o provinciales y partidos es el que se produce sobre lo que he denominado la 'densidad del mandato' de los diputados provinciales20

¡". Esa "densidad del mandato" a su

199 Segun la expresión de J. Sánchez' Parga, op. Cit., p. 46 Y s. 200 Véase S. Pachano, op. Cit., p. 86 Y s. 201 Antes de la Constitución de 1998, eXistía un régimen para los diputados nacionales y otro para los provinciales. Esto suponía, por un lado, la existencia de un Distrito electoral único sujeto a la representaCión proporcional y, por otro, la existencia de tantos distritos electorales como provincias habían, también sujetos a la representación propor<:ional. Ese porcentaje, más o menos equilibrado, favorecía las lealtades regionales, fenómeno reforzado actualmente, en que sólo se contempla la existencia de Diputados Provinciales.

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vez se produciría, sostiene el mismo autor, por "la fuerte carga de la identidad territorial sobre determinados partidos y personajes políticos, que los convierte en portadores de reivindicaciones regionales o provinciales específicas y que se constituye en un mandato imperativo (o en un voto vinculante)". En ese contexto, las frustraciones regionales habrían sido asimiladas y filtradas por el partido político, para luego ser transmitidas sin demasiadas alteraciones al Congreso, al tiempo que la clase política dirigente desempeñaba el rol de agente promotor en los diferentes n;veles.

Estaríamos de esa forma ante una diferencia fundamental con lo que sucedió en Ayacucho, donde la estructura de dominación económica no logró jamás penetrar los canales populares, ni los de la clase media, tal vez porque no tuvo los instrumentos para hacerlo. La representación política fue también una ilUSión porque ni la clase dominante gozaba de una legitimidad popular, al interior de la ciudad, ni el peso demográfico o económico de la región le permitía a sus representantes intervenir con fuerza en el Parlamento. Sendero Luminoso, que no podría ser catalogado como un partido político, era entonces una respuesta de las clases medias mestizas, totalmente en ruptura con las otras capas de la sociedad. No obstante, si se lo pretendiera analizar bajo el prisma partidista, al menos en la época de su nacimiento, e incluso obviando el hecho de que ellos rechacen de plano las reglas del juego institucional, podría decirse que los senderistas fueron la expresión más radical de los partidos políticos de extrema izquierda.

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También hay que tomar en cuenta que Sendero no era una organización de masas sino de cuadros, diferencia mayor con el resto de partidos políticoS de izquierda y extrema izquierda en el Perú, lo que explica en parte los ataques a la población rural. La sociedad regional se encontraba por tanto completamente alejada de un partido que sintetizaba, paradójicamente, sus contradicciones, pero cuya naturaleza extremista lo confinaba al aislamiento, cerrándose por eso mismo la puerta a la utilización de un mecanismo más maleable de regulación de conflictos. Ciertamente, en lo que se refiere a los partidos "moderados", Philippe Braud 202

reconoce que "las estrategias partidistas de lucha por el poder pOdrían contribuir a exacerbar las tensiones generadoras de explosiones de violencia", pero él mismo agrega que "en realidad, la utilización de estos descontentos se realiza en condiciones tales que el trabajo partidista de exacerbamiento de frustraciones, se encuentra ligado a un trabajo paralelo de moderación de la indignación, susceptible de ser el resultado de lo anterior".

Este sería probablemente el escenario de lo que se dio en Guayaquil, al momento de producirse las manifestaciones del 22 de marzo y del 8 de abril, cuando un trabajo de incitación de antagonismos regionales estuvo, acto seguido, acompañado de un esfuerzo por aplacar las tensiones, tanto de parte de las autoridades económicas como de las políticas. Ese tratamiento, posiblemente interpretado como "mercantilista", de las frustraciones regionales, característico de las organizaciones con fines

202 Véase P. BraUd, op. cit., p. 143.

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políticoS, contrasta fuertemente con el tratamiento radical, lineal e ideológico, que de estas frustraciones se hizo en Ayacucho. Y es que más que la existencia misma de injusticias y descontentos, dentro de una sociedad regional, importa la manera en que se decide tratar el problema, pues esa opción va a tener una incidencia en - aunque podría también ser la consecuencia de - "las representaciones a través de las cuales los individuos las perciben Ca las injusticias),,203. La manipulación eficiente de esa percepción habría contribuido a regular, en un caso, las frustraciones, como en una especie de flujo pendular, mientras que en el otro las habría estimulado hasta hacer inevitable el producto ideológico e inflexible aludido.

Pero, si esos factores aparentemente conducen por sí mismos a una canalización o a un desborde de los descontentos, no se debe pasar por alto el papel que juegan los poderes políticoS locales. Estos se encuentran en condiciones de ejercer igualmente una influencia en la sociedad local o regional, por el mismo hecho de la posición privilegiada que ocupan, que les permite, con sus acciones u omisiones, acelerar o facilitar el control de la espiral de violencia capaz de desarrollarse dentro de un conglomerado determinado.

203 Según la expresión de P. Braud, op. cit., p. 137 Y s.

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3.3 LA ACCiÓN DE LOS PODERES POLíTICOS LOCALES

Los poderes políticoS locales204 constituyen normalmente el nexo que une al Estado con las periferias, pues justamente representan a la sociedad políticamente organizada en esas periferias20s

• La posición de la cual gozan, en su calidad de órganos institucionales, les permite intervenir y tener gran influencia en la prevención y control de conflictos dentro de una sociedad. Sin embargo, dicha intervención está a su vez condicionada por los recursos institucionales de los que disponen, lo que a su vez tendrá una incidencia, tal como lo veremos, en la legitimidad que esos mismos poderes posean en relación con la población. Adicional a esto, los poderes políticos locales buscan permanentemente, a través de las alianzas que realizan, reforzar su situación y asentar mejor su poder dentro del conglomerado social, aunque con los consecuentes riesgos de afectar en el proceso a otros sectores.

Así, será necesario un examen previo de la legitimidad de esos poderes (o de su falta) pudiendo tomarse como referencia el recurso, permanente o no, a la represión, al momento de producirse los conflictos sociales. Posteriormente, el estudio de la

204 En esta sección entendemos por poderes políticos locales tanto a los representantes del poder central como a los gobiernos locales. 205 Dentro de una concepCión restrictiva de lo que es el Estado se considera que la noción sólo incluiría, en cuanto a las periferias, a los órganos representantes del Gobierno Central. Hemos preferido darle una acepción más amplia, discutible por cierto, Que también implicaría a los gobiernos locales.

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forma en que se articularía dicho poder político, con los intereses económicos locales, permitiría apreciar cómo esa combinación pudo contribuir a atizar o neutralizar los eventuales desbordes sociales regionales.

3.3.1 LA LEGITIMIDAD Y LA REPRESiÓN DE LOS

PODERES POLITICOS LOCALES

Existe en la región de Ayacucho una larga tradición de desconfianza y enfrentamiento con el Estado, que inclusive algunos califican como rasgo cultural. Billie Jean Isbelfo6 refiere, a propósito de las festividades en el pueblo de Chuschi, que: "Danzantes representaban un acontecimiento verídico durante el cual un cura y un guardia civil dispararon contra la multitud en el mercado durante una fiesta-borrachera de cumpleaños del cura. Los campesinos atacaron la casa parroquial y capturaron al cura y a miembros de la Guardia Civil, que fueron obligados a caminar atados y descalzos ciento veinte kilómetros hasta la capital departamental y entregados al Prefecto. El cura y el capitán fueron inmortalizados como personajes infames pero cómicos en una parodia que se había convertido en parte integral del rito anual de fertilidad que daba inicio al año agrícola".

De todas las representaciones simbólicas que la población hace de este poder existe una que se encuentra de manera recurrente, cuando se producen los conflictos sociales, y es la que ve en el Estado a un "extranjero" que es necesario

206 Citado por C. Degregori, op. cit., p. 105 Y s.

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"expulsar". Desde antes de 1969, existía en las provincias de este departamento una tradición de expulsión de los representantes de los poderes políticoS locales, que se habría concretado en varias ocasiones en las provincias de Víctor Fajardo y Cangall0207

. Encontramos igualmente peticiones de este tipo en tres de los seis puntos que Máximo Cárdenas, Presidente del Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho, leería delante de la multitud en el meeting del 13 de junio de 1969208

. En esa oportunidad el dirigente comunitario exigiría, una vez más, la expulsión de varias autoridades políticas de la región, incluyendo la del Prefecto departamental.

Esa es por consiguiente Una demanda que aparece casi simultáneamente con la explosión de disturbios sociales, utilizándose siempre el calificativo de "extranjero" en el imaginario de la región, como una señal de rechazo o simplemente un insulto, que de ser el caso permitiría justificar la expulsión del agraviado por ser "enemigo del pueblo". Ese adjetivo no atacaría únicamente a los representantes del poder gubernamental, sino que afectaría también a todos aquellos que puedan dar fe de la presencia del Estado, o del poder organizado, en esa parte del país, razón por la que allí se incluiría a los prefectos, alcaldes, a las hijas del Prefecto, directores de periódicos, de escuelas, jueces de instrucción,

207 En esta última, los campesinos se habían opuesto a la instalación de un puesto de policía en su comunidad. Habían entonces destruido el local en construccion y forzado la retirada del cuerpo policial enviado, que sería finalmente expulsado el 8 de julio de 1968. Citado por C. Degregori, op. cit., p. 86 Y s. 208 Véase C. Degregori, op. cit., p. 86.

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sacerdotes, e incluso al Capitán de la Guardia Civi1209

• El móvil de la expulsión sería generalmente la explotación de los campesinos y el abuso de autoridad de cualquier personaje que, por una razón u otra, se encontrara en una situación de mando dentro de la sociedad.

De esa manera, todo sucede antes y durante 1969 como si el conjunto del edificio institucional fuera cuestionado por la población y que esa estructura social debiera, con sus instituciones y agentes, ser completamente reemplazada por otra. La situación permite pensar que existe en la región un gran problema de legitimidad, entendida ésta como fundamento del poder y justificación de la obediencia que le es debida. Max Webe~lO, a este respecto, estimaba que "cuando la dominación es racional y legal, la obediencia se encuentra regida por reglas abstractas pues el detentador del poder legal se encuentra ligado por una dimensión impersonal, al igual que aquel que sufre ese poder. Es como el ciudadano que acepta la legitimidad de un poder legal, justificado por la competencia de aquel que lo ejerce, así como por una total ausencia de dimensión personal". Ahora bien, no parece que esa idea de sumisión haya calado lo suficiente en Ayacucho, para los que sufrían la dominación de un poder legal secularmente cuestionado y considerado como "extranjero" y "abusivo", además de "racista".

209 Véase C. Degregori, op. cit., p. 86. 210 Véase Guy Hermet, Bertrand Badie, Pierre Birnbaum, Philippe Braud, "Dictionnaire de la science politique", Paris, Dalloz, 1998, p. 141.

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Sin querer afirmar que se deba sólo a este factor, es claro que la falta de legitimidad se encuentra ligada al uso de métodos represivos de sometimiento de la población, utilizados frecuentemente por la autoridad pública. Según Phillipe Braud211

, "cuando las normas de derecho (y los agentes encargados de transmitirlas) son percibidas como provenientes de una fuente legítima, los obligados se inclinan ante esa coacción sin que sea necesario amenazar o movilizar la fuerza para garantizar su ejecución". Es probable por ello que, cuando esas condiciones no se encuentren reunidas, el uso de la fuerza sea visto como una medida necesaria para imponer el respeto de las decisiones estatales, contribuyendo por ese mismo hecho a la espiral de violencia. Esa espiral se habría producido en Ayacucho en los años 1892, 1917, 1922 Y 1969, cuando una decisión estatal desencadenó una serie de acontecimientos que la revista "La Abeja,,212 resume de la siguiente forma: "1. Nueva medida, 2. Rechazo popular, 3. Protesta pacífica, 4. Reacción violenta del Estado, 5. Generalización (de las protestas), 6. Represión".

La dinámica aludida no es obviamente exclusiva de los movimientos de protesta en la ciudad de Ayacucho, sino que se puede encontrar en la mayoría de las manifestaciones populares de descontento. Pero la particularidad en esa ciudad, así como en buena parte de la sierra peruana, si seguimos el esquema planteado en la revista, viene dada en función del paso de la etapa de protesta pacífica (punto tres) a la de reacción violenta llevada

211 Véase P. Braud, op. cit., p. 140. 212 Citado por C. Degregori, op. cit., p. 118 Y s.

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a cabo por el Estado (punto cuatro). A ese nivel, existen dos factores que cabe tener en cuenta pues pueden facilitar el paso de una etapa a otra. El primero de esos factores se encuentra señalado indirectamente por Enrique Casti110213, cuando afirma que "la débil autoridad del gobierno central debido al aislamiento de los pueblos por la falta de vías de comunicación, y por una economía regional basada en la actividad agraria" habría hecho que "los prefectos departamentales representen al gobierno, y actúen sin control institucional pero con el contrapeso y la alianza con el poder local (notables, propietarios, polítiCOS y gamonales)".

El problema del aislamiento se traduciría, por consiguiente, en una falta de control institucional sobre las acciones de los representantes del poder gubernamental, e inclusive parecería que, hasta los años 60, no existía en esa parte de la sierra peruana contrapeso institucional alguno. Los gobiernos secciona les eran simplemente cooptados por dicho pode,-214 y asimilados, al menos en el imaginario de la región, a este último. La falta de carácter democrático en el proceso de designación del titular del Cabildo, y de los demás concejales, constituyó siempre un obstáculo para que puedan ellos realmente representar los intereses de la ciudad o, con las limitaciones administrativas, de la región. Ese es un campo en el que la comparación se impone con la situación vivida en Guayaquil, pues, tal como

213 Véase E. Castillo, op. cit., p. 90. 214 Esto es exacto por lo menos hasta 1963, donde prácticamente por primera vez se organizarían y respetarían las elecciones municipales. Véase 1.3.2

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lo refiriéramos anteriormente215, la independencia de

los municipios ecuatorianos versus los órganos del poder ejecutivo había sido adquirida desde finales del siglo XIX.

Efectivamente, con la Revolución Liberal el municipio en el Ecuador adquirió una especie de vida propia, dentro de una situación ciertamente desventajosa para con los órganos del Ejecutivo, pero por lo menos autónoma. Los numerosos enfrentamientos que se produjeron en Guayaquil, entre los gobiernos secciona les y los representantes gubernamentales, acreditan de esta relativa libertad216

. Y si no se pueden negar los problemas de recursos y de atribuciones que tuvieron esos organismos seccionales autónomos, para obtener un mejor desenvolvimiento de su acción, tampoco se puede ocultar que lograron establecer un contacto con las necesidades de la población217

, y una distancia con los otros poderes. No es coincidencia si, de los seis Presidentes elegidos durante el último período democrático en el Ecuador, hasta 1998, cuatro han sido alcaldes de sus respectivas ciudades218

. Esa sola expresión de autonomía, y la pOSibilidad de ejercer una representación por lo menos simbólica de los intereses populares, habrían contribuido a disminuir los riesgos de represión de esas mismas autoridades y de las que representaban al Gobierno, encargadas de velar por el respeto del orden público.

215 Véase 1.3.2

216 Como los producidos en 1984 entre el Alcalde de la época, Abdalá Bucaram, y las autoridades del Gobierno. 217 Véase 3.3.2

.218 León Febres-Cordero, Sixto Durán-Ballén, Abdalá Bucarám y Jamil Mahuad.

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El segundo factor, que tendría una influencia en la reacción violenta de los poderes políticos locales contra la población, es el del "racismo". Según Manuel Jesús Granados219 "casi todos los historiadores sostienen que la conquista española significó, en sí, la transposición de tres creencias fundamentales: la superioridad de su raza, de su cultura, y de su religión". Hasta aquí se trata de un hecho común a la mayor parte de países latinoamericanos, pero el mismo autor agrega: "De estas creencias iba a nacer, y desarrollarse, un proceso social signado por un intenso y violento desprecio hacia la cultura incaica. Esto traería, como secuela lógica, el uso constante de la fiereza y la crueldad durante el proceso de afianzamiento de los territorios conquistados". Pero si la conquista es un hecho pasado, hemos visto en el transcurso de este estudio que dicho factor se encontraba siempre presente en la sociedad ayacuchana, y se manifestaba de varias formas. El razonamiento del autor se aplicaría por tanto, no sólo al proceso de conquista del territorio, sino también al de mantenimiento del orden establecido.

En todo caso, el conjunto de los poderes locales en Ayacucho, que hayan sido políticos o económicos, no parecía gozar de una gran legitimidad, sobre todo en el transcurso de los años 60. Según Carlos Degregori 220 "los reductos del viejo poder aparecen asediados, tanto por los campesinos y los habitantes de los pueblos y ciudades de la región, como por una

219 Véase M. Granados, op. cit., p. 11 Y s. 220 Véase C. Degregori, op. cit., p. 87 Y s.

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nueva elite en formación, en la que abogados y maestros juegan un papel importante. Esa elite, progresista y regionalista, tiene en la universidad reabierta un punto de referencia y de apoyo. Su núcleo más cohesionado está constituido por la 'fracción roja' que dirigía Abimael Guzmán, pero de ninguna manera se agota en él. Personajes independientes o miembros de otros grupos políticoS juegan en esos años un papel destacado". A partir de esta lectura, podría pensarse que una de las raras instituciones que gozaba de legitimidad en Ayacucho era justamente la universidad.

Esa legitimidad institucional se combinaba con lo que Max Webe~21 ha llamado "la dominación carismática", en la que "la legitimidad reposa sobre las cualidades extraordinarias de aquel que la detenta y a través de la cual se constituye una comunidad emocional". En tal virtud, los dictados de ese conjunto coherente (institución más líder) serían de una eficacia particular, frente a una población casi desprovista de puntos de referencia institucionales y realmente hostil a los poderes locales tradicionales. Esa situación no la encontramos en Guayaquil, donde los órganos de gobierno local están bien diferenciados de los órganos del poder central. Si en Ayacucho su debilitada clase terrateniente tradicionalmente actuó como mediadora de conflictos entre los poderes políticos locales y la población, en la ciudad ecuatoriana, a la inversa, esos poderes políticos fueron y se mantienen como el puente o mediador, entre los intereses de los dirigentes

221 Véase Guy Hermet, Bertrand Badie, Pierre Birnbaum, Philippe Braud, "Dictionnaire de la science politique", Paris, Dalloz, 1998, p. 141.

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regionales y el Estado. Por ello, el tipo de mediación producido en dicha ciudad costeña, así como su durabilidad, habrían sido factores determinantes para ayudar a contener las energías de la sociedad regional.

3.3.2 LOS PODERES POLITICOS LOCALES y LA ESTRUCTURA DE DOMINACiÓN

La articulación entre los órganos de gobierno local y la estructura de dominación, en Guayaquil, se ilustraría con bastante claridad en las manifestaciones de 1999, cuando el Alcalde de la ciudad, tal como lo hemos afirmado repetidamente, contribuiría a incitar las pasiones regionalistas antes de decidirse a calmarlas. Recordemos primero la sucesión de declaraciones y situaciones en las que el triángulo "Partido - Alcalde - Cámaras" jugó el rol protagónico. Vale señalar aquí que el malestar regional se acentúa el 15 de marzo de 1999, día en que el Partido Social Cristiano decide finalizar su colaboración con el Gobierno, agravándose el problema el 18 de marzo, fecha en la que el Alcalde afirmaría que "la Costa tendrá que levantarse y utilizar todos los mecanismos civilizados y no civilizados para defenderse de ciertos empresarios y bancos de Quito,,222.

La secuencia continúa el 19 de marzo cuando las diferentes cámaras de la producción deciden romper, ellas también, el diálogo con el Gobierno. En el transcurso de esa jornada, el Presidente de la

222 Véase Vistazo, op. cit., p. 25. Véase también 2.1.2.

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Cámara de Industrias aseguraría que "la Costa ya se está levantando,,223. Así se llega a las manifestaciones del 22 de marzo, momento en que buena parte de la multitud reunida delante del Palacio Municipal exige la independencia de la ciudad, del Estado ecuatoriano, mientras que otros reclaman la puesta en marcha de un gobierno federal. Una u otra resolución en ese sentido habría igualmente significado, dadas las circunstancias, una especie de declaración de guerra para el Gobierno. No obstante, dentro de esta secuencia cronológica de los acontecimientos de 1999, enfatizamos la acción del Alcalde porteño, pues éste habrá no solamente atizado el fuego de las hostilidades políticas, sino también contribuido a fijar los límites de la reivindicación resultante.

En cuanto a dicha autoridad, cabe puntualizar que sus declaraciones del 18 de marzo son el preámbulo de la toma de posición de las cámaras el día 19, lo que equivale a sostener que él gozaría de una posición de influencia en relación con aquellas, y que inclusive las acciones políticas de los gremios estarían, de alguna manera, condicionadas por sus intervenciones. La hipótesis se confirmaría por el hecho de que no es la primera vez que el representante del Cabildo interviene de manera decisiva ante esos organismos gremiales. Debemos recordar que, al momento de producirse la destitución de A. Bucaram en 1996, las cámaras no habrían estado inicialmente de acuerdo con las protestas sociales, y fue recién después de la intervención direct.a del Alcalde que, según ciertos

223 Véase Vistazo, op. cit., p. 25. Véase también 3.1.2

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analistas, cambiaron de opini6n y apoyaron la destituci6n224

. La ascendencia de la autoridad municipal se encuentra adicionalmente acreditada por las declaraciones mismas del Presidente de la Cámara de Industrias de Guayaquil, cuando considera que la mediaci6n del Alcalde, como persona de "alta prestancia nacional", facilitaría promover el cambio y llegar a un acuerdo con el régimen 225

.

Además, si por un lado la referida autoridad detenta una influencia respecto de las cámaras de la producción, por otro, su legitimidad se encuentra igualmente afirmada en cuanto a la población, tal como los sucesos del 22 de marzo permiten confirmar. Durante ese día, como ya se ha dicho, el Alcalde lograría contener los impulsos de la gente que reclamaba la independencia de la ciudad, otros de la región. Y si su reacción, cuando éste se pronuncia en favor de la unidad del Estado, puede parecer contradictoria conforme a sus declaraciones precedentes, un examen más atento de esas afirmaciones permitiría aclarar cualquier duda. Observamos de esta forma que las provocaciones del 18 de marzo son dirigidas contra "bancos y empresarios de Quito" y no contra el Estado mismo. Él cuestiona las pretendidas actuaciones de ciertos agentes económicos de la Sierra centro-norte y probablemente también el modelo de desarrollo estatal, considerado como nocivo, pero en ningún caso la estructura política general del Estado. Esa auto-limitación mantiene a sus reivindicaciones

22~ Véase M. Luna, op. cit., p. 202 Y s. Véase también 2.3.2

225 Véase Diario El Universo, 7 de abril de 1999.

159

dentro de la problemática regional y marca una evidente diferencia con el producto reivindicativo final al que se llegaría en Ayacucho. En cualquier caso, ese día 22 los manifestantes aceptan las consignas y se retiran más o menos calmadamente del lugar.

Puede afirmarse, por consiguiente, que existen razones para pensar que aquel personaje polítiCO dispone de una aceptación considerable en el escenario regional, que no se encuentra limitada a la sola estructura de dominación sino que se extiende al conjunto de la sociedad regional, y algunos sostienen hasta nacional. Eso nos lleva a preguntarnos sobre el fundamento de tal aceptación, vale decir, si hablamos de las cualidades del personaje, de la posición institucional privilegiada que detenta o de alguna otra circunstancia en particular. Seguramente habrá algo de cada factor pero, en lo que a este estudio respecta, nos interesa el segundo, en la medida en que el consenso del cual se beneficia es facilitado por el cargo que ocupa, y aquí cabe mencionar que ya otros alcaldes gozaron de apoyo popular para llevar a cabo huelgas regionales226

•

De hecho, para explicar la importancia que podrían tener los poderes polítiCOS locales, en la actual configuración regional, habría que empezar por considerar - siguiendo la opinión de S. Pachan0227

-

226 Como la del 7 de junio de 1984, convocada por Abdalá Bucaram y Alfredo Adum, en aquel entonces Alcalde y Prefecto Provincial, respectivamente. 227 Véase S. Pachano (Movimientos Sociales en el Ecuador), op. cit., p. 166 Y s.

160

que diferentes factores producidos en el siglo XX, entre los que cita "la modernización de las actividades agrícolas", dieron lugar a "la presencia y fortalecimiento de nuevos sujetos sociales ubicados a medio camino entre dominantes y dominados", que como "eficientes y complejas correas de transmisión en el proceso global de ejercicio del poder", planteaban "la constante negociación" entre esos dominantes y dominados. Si en ese contexto de modernización aceptamos que un tal fenómeno se pudo producir dentro de la región costera, por qué no pensar que a nivel supra-regional, esto es, en la mediación entre el Estado y la región, se dio un fenómeno similar y paralelo, convirtiéndose los órganos de gobierno local en la "pieza clave" a la que debían acudir tanto representantes estatales como regionales.

Es una proposición que se vería reforzada si tomamos las declaraciones del Presidente de la Cámara de Industrias, cuando sostuvo públicamente la pertinencia de la mediación del Alcalde para resolver el conflicto entre el Gobierno y las cámaras. En esto debe reconocerse que, si los municipios y sus alcaldes pudieron convertirse en protagonistas de dicho proceso, es porque disponían de los medios institucionales para hacerlo, especialmente en razón de su carácter democrático y de sus técnicas específicas de negociación. Según F. Carrión y P. Velarde228

: "la constitución de la representación social (refiriéndose a los diferentes tipos de Municipio en el Ecuador) por la vía electoral se desarrolla en las ciudades primadas (como por ejemplo en

228 Véase F. Carrión, P. Velarde, op. cit., p. 47 Y s.

161

Guayaquil) a partir de una estructura política partidario-clientelar, mientras que en las ciudades intermedias, surge desde relaciones de caciquismo­c1ientelar22911

. y los mismos autores agregan: "el Municipio va dejando de ser el organismo encargado de la regulación y control de la estructura urbana, lo cual significa que, en términos generales, las políticas urbanas no pasen por los municipios y que más bien asuman un nuevo papel: amortiguamiento de los conflictos sociales regionales y locales".

Sin poder reducir a los municipios a ese único papel, pues obviamente cumplen un rol en el desarrollo y regulación de las políticas urbanas, es innegable que, al lograr articular relaciones de clientela con el Estado y con la población local, generan automáticamente mecanismos de intermediación y se dotan de una flexibilidad que les permite paliar, mal o bien, la debilidad estructural que los afecta. Esa es la flexibilidad de la que siempre adolecieron los poderes políticos locales en Ayacucho. Por el tipo de dominación organizado en esa ciudad de la sierra peruana, el eventual posicionamiento de dichos poderes, como mediadores entre los intereses de la sociedad regional y los del Estado, era prácticamente imposible. Primero, a causa de su déficit de representación política, que había transformado a los gobiernos locales en simples "apéndices" del poder ejecutivo. Segundo, porque el carácter rígido del sistema serrano terrateniente, que giraba alrededor

229 El término "caciquismo" dice relación con el "Cacique" y con el tipo de política que él practica: el "cacicazgo". Esto supone la formación de relaciones clientelares de interdependencia, con fines políticos, entre un hombre y la población de un territorio determinado.

162

de la figura simbólica de una clase "todopoderosa", impedía la fabricación de espacios favorables a la intervención de terceras partes, que pudiesen funcionar como las "correas de transmisión" de poder aludidas por S. Pachano.

Por tales razones, en la cultura política de la nueva elite universitaria formada en Ayacucho, salida de las clases medias de la ciudad, la negociación y la mediación fueron siempre vistas como algo inútil. Así lo observa Carlos Degregori230

, cuando se refiere a los dirigentes ayacuchanos, al afirmar que "para ellos la polarización en blanco y negro es la situación ideal y, por tanto, cualquier posición intermedia resulta incómoda y cualquier negociación negativa, o sirve en el mejor de los casos para que las masas aprendan sobre su inutilidad". De esa manera, reiteramos, en la ciudad de la sierra peruana, el conjunto de poderes políticos locales actuó generalmente en completo acuerdo, e incluso, otras veces, bajo la dependencia directa del poder terrateniente. No obstante, era una aiianza que marginaba a capas enteras de la sociedad y de ahí vendría su vulnerabilidad futura, por cuanto, tradicional y paradójicamente, los Señores fueron durante un tiempo mediadores de los conflictos entre la población y los organismos seccionales, municipios incluidos. El problema se evidencia y acrecienta cuando la destrucción progresiva de esa estructura de poder regional ocasiona, asimismo, la destrucción de los débiles mecanismos de intermediación política y social que atenuaban los conflictos, permitiendo

230 Véase C. Degregori, op. cit., p. 161 Y s.

163

que las energías tanto tiempo retenidas puedan liberarse con las consecuencias que ya conocemos.

CONCLUSiÓN: LOS EXTREMOS DE LA CUERDA

Conforme al análisis precedente, podemos pensar que el problema regional en Ayacucho se expresó de manera distinta que en Guayaquil, lo que es bastante lógico si examinamos las diferencias estructurales existentes entre uno y otro escenario. La violencia estuvo presente desde el inicio en la ciudad de la sierra peruana, vivida a través de sus manifestaciones y estimulada por los resentimientos profundos de un pueblo largo tiempo marginado. Las piezas del rompecabezas, que tomaron forma a finales de los años 60, sirvieron más que todo para organizar y sistematizar la fuerza destructora de esa violencia, que existió desde siempre pero que sólo se la vivía el tiempo de una manifestación. Ya hemos visto que, si la variable económica fue definitivamente importante, en especial cuando nos referimos a la destrucción de las viejas estructuras de dominación ayacuchanas, no fue ni remotamente la única razón.

En efecto, ese tipo de demandas no bastaba para una elite regional intelectualizada y forjada en un medio alejado, racista y pobre, parte del "Perú profundo", donde la totalidad de los poderes locales nunca logró ser más que los garantes de un status qua detestado. Adicionalmente, la rigidez de esas estructuras, dentro de la sociedad regional peruana, impidió su adaptación a un nuevo contexto que, con el devenir del sistema capitalista, comenzaba a exigir

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nuevos recursos y un abanico de técnicas innovadoras que ni la ciudad ni la región estaban en condiciones de aportar.

No obstante, pareciere que todos esos argumentos estuviesen condicionados por una realidad que encontramos en Perú y no en Ecuador: la aplastante superioridad de una ciudad y de una región sobre el resto del país, dentro de un universo como el andino - latinoamericano. Esa abrumadora superioridad prácticamente aislaría a gran parte de la sierra peruana y la condenaría a sufrir una ley secularmente considerada como ofensiva. Una situaClon agravada por el hecho de que las sociedades latinoamericanas se caracterizan por un desarrollo centralizado y exclusivo, propio de la implantación distorsionada del capitalismo en contextos de gran desigualdad socio-económica. Guayaquil en cambio tuvo una historia distinta a la de Ayacucho, facilitada en parte por las sustanciales ventajas comparativas de que disponía, en términos de su posición geográfica, lo que le aseguraba ser el centro de un gran número de actividades productivas. Pero esas ventajas, lejos de impedir los enfrentamientos con la capital Quito, la Sierra centro-norte o el Estado Ecuatoriano - distintas denominaciones para un mismo actor al decir de los dirigentes costeños -, los promoverían, en la medida en que ambas ciudades adquirieron un peso similar en el escenario nacional, que naturalmente las llevaba a competir.

Si en este caso la violencia no desbordó en los momentos de crisis fue porque, por una parte, existía una sólida estructura de dominación que

165

había logrado adaptarse a los cambios sociales, a través de mecanismos más o menos cuestionables pero eficaces. Por otra parte, el resultado se debió también al relativo equilibrio económico y cultural entre las dos regiones que, así como las llevaba a competir, neutralizaba los apetitos de dominación de cada una, permitiendo a las otras ciudades jugar sobre esos dos tableros, en función de sus intereses específicos. El problema en el Ecuador habría consistido, entonces, en una especie de atomización de espacios públicos, por el hecho mismo del enfrentamiento permanente entre dos ciudades que, como Guayaquil y Quito, gozaban del rol protagónico en el proceso de desarrollo del país. Tal parece que la expresión de Giovanni Sartori231 según la que "demasiada democracia mata la democracia" reviste toda su trascendencia en el caso ecuatoriano, nutrido de situaciones institucionales y sociales conflictivas, cuyo último gran ejemplo fueran las manifestaciones de 1999.

A la inversa, un poder político fuerte y repetidamente autoritario, como en el caso peruano, contribuiría de forma irónica a sembrar el desorden, la inseguridad y, finalmente, el terror. La excesiva rigidez y verticalidad de sus estructuras daría pie a que la causa de los dominados sea utilizada para justificar el recurso a la violencia. En los términos de Jean Leca232 el Estado "estranguló a la sociedad", en este caso regional, lo que sería una evolución

231 Citado por Jea n Leca. Véase Jean Leca, Roberto Papini, "Les démocraties, sont-elles gouvernables?", Paris, Economica, 1985, p. 17. 232 Véase J. Leca, R. Papini, op. cit., p. 15 Y s.

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difícilmente capaz de reproducir los mismos matices en el Ecuador. El relativo equilibrio político hace que la separación de poderes en este último país no sea institucional, sino más bien regional, lo que puede sin duda constituir un factor de inestabilidad gubernamental, pero al menos contribuye a drenar las energías a través de canales institucionales. En cualquier caso, es algo prematuro negar la posibilidad de desbordes violentos en la ciudad de Guayaquil, si tomamos como referencia las manifestaciones de 1999 anteriormente descritas. Lo que sí puede afirmarse desde ya, repetimos, es que si esa violencia se produce no adquirirá las mismas características del tipo de violencia encontrado en el caso peruano.

Esto porque, a causa del peso social y económico de la ciudad costera ecuatoriana, es discutible afirmar que exista una dependencia marcada en relación con la Capital, sino que por el contrario sus relaciones se efectúan, real o simbólicamente, dentro de un marco de relativa igualdad. Tampoco encontramos un problema cultural similar de consideraciones raciales y de aislamiento, tal como se daría en el caso peruano, al menos no de una región hacia otra región. Esa es una de las razones por las que las reivindicaciones regionales en Guayaquil se limitan, generalmente, a un problema de naturaleza económica, haciéndose abstracción salvo circunstancias excepcionales de contenido ideológico definido. Y es que a falta de contar con un centro de "sinergia social" de tipo institucional, que pueda filtrar y dar consistencia ideológica a las necesidades regionales, tal como de alguna manera sucedió en el caso de Ayacucho, en Guayaquil

167

habrían sido utilizados sobre todo mecanismos de intermediación política, como instrumentos de canalización de demandas, sujetos a la lógica mercantil del momento. Parecería entonces que los países andinos no pueden ser ellos mismos que si no se encuentran situados en los extremos de la cuerda político-institucional. A esa conclusión llegamos, que se explica por la necesidad de escoger entre un poder autoritario, centralizado y seguramente clasista, u otro poder, ciertamente más democrático, pero donde la utilización abusiva del aparataje institucional ha servido para alimentar apetitos sectoriales, en ocasiones regionales, contribuyendo a hundir al país que lo sufre - en este caso Ecuador -en una crisis casI permanente de gobernabilidad.

Bajo el ángulo de la violencia regional, es eVidente que el manejo del poder en el caso ecuatoriano se revela más funcional para contener y canalizar las energías y frustraciones regionales, sin ser por eso infalible. No obstante, hay algo que parece cierto: la marginación de una región y, con ella, de su cultura y de su pasado, ligados - qUiérase o no íntimamente a la historia de un país, es un arma de doble filo, susceptible de ser utilizada para fines torcidos. La prueba es proporcionada por los jefes de Sendero233

, que para justificar su guerra, de clara connotación regional, contra el Estado peruano, llegaron a afirmar: "La guerra popular les está mostrando que la Sierra existe". En el caso

133 Declaraciones atribcidas a Abimael Guzmán en 1988. Véase José lo Rénique, "Apogee and crisis of a 'Third path': Mariateguismo, 'People's war', and counterinsurgency in Puno, 1987-1994", en Shining and other paths, Durham (North Carolina), Duke University Press, 1998, p. 307.

168

ecuatoriano, esa violencia potencial ha sido bien controlada por sus instituciones, pero se trata de una situación que debe ser reevaluada, para examinar si las condiciones que permitieron llegar a ese éxito entre comillas, pueden ser mejoradas, de manera que no se sacrifique por ello la gobernabilidad de todo un país.

169

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~: e"dcl(l9edi,. de ~ ~ Tomo S-~ lAtiN, ~. ClcMno Grupo EdtofW S." ., 1998, p. 1773.

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ANUO V

MAPA ADMINISTRATIVO DIEL DI.PARTAMI!NTO DI. AYACUCHO

fuente: http;Uwww.aYACuChQQ:CN.COm/prQvlOC\tlIsi lndtx Dhp

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MAPA ADMINISTRATIVO DE LA "ROVlNc:IA DEL GUAYAS

fu.nta: EnddopecMa del E:uddoi". BarcefoM. Odano Grupo editorial S.A., 2002, p. 708.

ANEXO VII

ORGANIZACiÓN ADMINISTRATIVA DEL ESTADO PERUANO (ANTES DE LA CONSTITUCiÓN DE 1979)

UNIDAD PODER GOBII!RNO TERRITORIAL E.JECUTIVO LOCAL

Departamento Prefecto

Provincia Sub-Prefecto Municipalidad Provincial

Distrito Gobernador Municipalidad Distrital

Caserío, Pueblo o Teniente Centro Poblado Gobernador

Menor

Fuente: Chirinos, Luis, "El Municipio y la estructura del Estado en el Perú", Medio ambiente y urbanización, No 28, sept. 89.

ANexO VIII

ORGANIZACiÓN ADMINISTRATIVA DEL ESTADO ECUATORIANO

UNIDAD PODER GOBIERNO LOCAL TERRITORIAL EJECUTIVO

Provincia Gobernador Consejo Provincial

Cantón Jefe Político Consejo Municipal

Parroquia Teniente Político Junta Parroquial

Fuente: Carrión, Fernando y Velarde, Patricio, "El Municipio y la organización del Estado en el Ecuador", Medio ambiente y urbanización No. 28, sept. 89.

ANUO IX

RESUMEN CRONOLÓGICO DE LOS LEVANTAMIENTOS DE 1969

Lima, 4 de marzo.- El gobierno de las Fuerzas Armadas dicta el decreto 006-69EP que en su artículo 10 impone el principio del sistema restringido de gratuidad de la enseñanza.

Ayacucho, 17 de marzo.- El Ministro de Educación llega a la ciudad donde los estudiantes y padres de familia preparan un meeting para protestar contra el decreto 006. Los profesores le informan que el número de matriculados habían disminuido en un 30% a causa de ese decreto, y solicitan su derogación.

Huanta, 13 de abril.- El Consejo Municipal de esta ciudad acuerda rechazar oficialmente el DS 006 y luchar por su derogatoria.

Huanta, 20 de abril.- El sindicato Provincial de Profesores de la Educación Primaria rechaza el DS 006 y afirma que la situación de los padres de familia se ha hecho trágica pues raro es el estudiante que termina el año sin haber estado aplazado al menos en una materia. Muchos estudiantes deben abandonar los establecimientos de enseñanza.

Ayacucho, 20 de abril.- El Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho (FDPA) envía al Presidente de la República un comunicado firmado por sus dirigentes y por los padres de familia, en el que solicita la derogación del DS 006.

Huanta, 3 de junio.- Un grupo de estudiantes secundarios del colegio «González Vigil» son expulsados por el Director, a causa de la falta de pago de las mensualidades exigidas por el DS 006. Seís días después, esos mismos estudiantes expulsados entran en dicho establecimiento para protestar. El Director hace cerrar las puertas pero ellos logran salir y organizar su primer meeting. Más tarde, a las 19HOO, reunidos en Asamblea General, el conjunto de estudiantes del establecimiento resuelve declararse en huelga. Ellos son seguidos por las organizaciones campesinas y de padres de familia, que se adhieren a la huelga. Todos forman el Frente Único de Estudiantes y Campesinos de Huanta (FUECH).

Huanta, 10 de junio.- Desde las 10HOO hasta las 15HOO se celebra un meeting popular en el que participan 4000 personas provenientes de los diferentes distritos y cantones de Huanta. Los delegados de los establecimientos secundarios y de la Universidad de Ayacucho llegan al lugar, así como las fuerzas de policía. Intervienen varios oradores de las diferentes instituciones para rechazar el decreto y demandar su anulación.

Ayacucho, 12 de junio.- Los estudiantes secundarios del < < Mariscal Cáceres> > y del < <Guamal Poma> > organizan el Frente de Estudiantes Secundarios de Ayacucho (FUESA) y se movilizan para solicitar la adhesión de los otros establecimientos de la ciudad.

Ayacucho, 13 de junio.- El FUESA se declara en huelga indefinida y marchan por la ciudad para solicitar la adhesión de los otros colegios, siendo reprimidos por las fuerzas del orden, lo que daría como resultado un herido de gravedad y varios estudiantes arrestados. Los manifestantes se congregan delante de los locales del Frente de Defensa del Pueblo (FDPA) y caminan hacia la Plaza de Armas, donde realizan un meeting exigiendo la destitución del Prefecto y de los jefes de policía. Solicitan también la libertad de los estudiantes detenidos. Los manifestantes llegan al puesto de policía y se producen enfrentamientos sangrientos entre unos y otros.

Huanta, Ayacucho, 14 y 15 de junio.- El FU EH y el FUESA se afilian al Frente de Defensa del Pueblo, que se declara en asamblea permanente y convoca para un meeting el día 17. Fuerzas especializadas de represión llegan y rodean militarmente los locales del Frente de Defensa.

Ayacucho, 17 de junio.- El meeting comienza con la participación de más de 10.000 personas. Ellos acuerdan continuar la lucha por la derogación del DS 006 y extenderla a todo el departamento.

Ayacucho, 21 de junio.- A las 07HOO, la población sale masivamente a las calles. Las fuerzas de policía, ametralladora en mano, organizan los puestos de combate San Juan Bautista. La policía ataca con sus armas a la muchedumbre y ellos respondes con palos, piedras y bombas de fabricación casera. La población se organiza además en comités de lucha y grupos

móviles de autodefensa, dirigidos desde la clandestinidad por el Frente de Defensa del Pueblo. A media noche se lucha todavía con un saldo «oficial» de cuatro muertos, todos manifestantes.

Huanta, Ayacucho, 21 de junio.- Algunos dirigentes son hechos prisioneros en las dos ciudades - 3 en Huanta y 35 en Ayacucho - entre los cuales se encuentran los representantes del Frente de Defensa del Pueblo, así como estudiantes y profesores de la Universidad de Ayacucho. También se encuentra entre ellos Abimael Guzmán, futuro cabecilla del movimiento político y luego terrorista: Sendero Luminoso.

Huanta, 22 de junio.- Las mismas escenas de violencia se reproducen, también con muertos, entre los cuales se halla una anciana asesinada a sangre fría por la policía, delante de la gente.

Huanta, Ayacucho, 23 de junio.- Varios helicópteros y aviones de guerra sobrevuelan las ciudades y campos vecinos. Las dos ciudades son aisladas y vigiladas.

Lima, 25 de junio.- Las autoridades del régimen de las Fuerzas Armadas derogan el OS 006 en sus partes principales. Esas autoridades promulgan el mismo día el DL 17716 que reglamenta y organiza la Reforma Agraria.

Fuente: Degregori, Carlos, < < El surgimiento de Sendero Luminoso (Ayacucho 1969-1979»>, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1990.

ANEXO X

RESUMEN CRONOLÓGICO DE LAS MANIFESTACIONES DE 1999

Quito, 2 de marzo.- Con la intención de disminuir el déficit presupuestario, el Presidente de la República anuncia el envío inminente al Parlamento, de una Ley de Racionalización de las Finanzas Públicas. De hecho, se trata de la creación de nuevos impuestos. El Partido Social Cristiano, principal fuerza política de la región costera, rechaza la proposición a pesar de su participación en la coalición del partido de gobierno.

Quito, 3 de marzo.- Por diversos motivos de naturaleza económica y política ligados a la crisis y a las nuevas medidas fiscales a tomar, la cotización del dólar aumenta casi en un 100% en tres días. Esto marca el comienzo de una nueva crisis bancaria. Las autoridades se rehusan a restringir el intercambio de divisas.

Quito, 8 de marzo.- El Gobierno decreta el cierre provisional de los bancos en todo el país. La medida, que no debía durar más de 24 horas, va finalmente a extenderse durante toda la semana. Nadie sabe a qué atenerse ya que no se emite ningún comunicado oficial.

Todo el país, 10 y 11 de marzo.- El Gobierno enfrenta la tercera huelga general que inmoviliza a todo el país. El Presidente y su gabinete decretan el bloqueo de las cuentas bancarias. Las cuentas corrientes, en función de un determinado monto, serán bloqueadas en un 50% durante 6 meses. En las cuentas de ahorro, el monto para realizar el bloqueo es más elevado pero las disposiciones son las mismas que para las cuentas corrientes. Las autoridades decretan asimismo la elevación del precio de los combustibles.

Guayaquil, 15 de marzo.- Después de un primer anuncio delante del Congreso, de los nuevos impuestos que deberían implementarse, el Partido Social Cristiano se separa de la coalición de gobierno -de la que era parte principal desde hace 7 meses. El Partido Democracia Popular, al cual pertenece el Presidente, decide formar una nueva coalición con los partidos

de izquierda, de base electoral mayoritaria fuera de la ciudad y de la región costera.

Guayaquil, 18 de marzo.- El Alcalde de la ciudad, León Febres-Cordero, hace declaraciones en la prensa en las cuales afirma que < <la Costa tendrá que levantarse y utilizar todos los mecanismos civilizados y no civilizados para defenderse de ciertos empresarios y bancos de Quito> >.

Guayaquil, 19 de marzo.- En una declaración inédita, los representantes de las diferentes Cámaras de la Producción de Guayaquil deciden romper el diálogo que habían venido manteniendo con los miembros del Gobierno. El mismo día, el Presidente de la Cámara de Industrias, Francisco Alarcón, afirma que < <la Costa ya se está levantando> >.

Guayaquil, 22 de marzo.- El Banco del Progreso, uno de los más representativos de la región costera, decide cerrar sus puertas debido a los insistentes rumores que circulaban haciendo referencia a una eventual quiebra de esa institución. Los rumores habrían motivado un retiro masivo, en la medida de lo posible, de los dineros que allí se encontraban. La primera gran manifestación se produce casi espontáneamente y desemboca en el Palacio Municipal, donde el Alcalde Febres­Cordero decide calmar a la muchedumbre previniéndola sobre los riesgos de secesión.

Quito, 26 de marzo.- El Gobierno propone oficialmente, delante del Parlamento, el conjunto de las nuevas medidas fiscales que, entre otras cosas, restituían el impuesto a la renta, aumentaban el impuesto a los carros de lujo y creaban un nuevo impuesto sobre el patrimonio de las empresas.

Guayaquil, 2 de abril.- Las diferentes cámaras de la producción de (a ciudad comienzan a recoger firmas de apoyo a un documento llamado «las 7 coherencias», que esperaban presentar al Gobierno.

Guayaquil, 8 de abril.- Las cámaras de la producción organizan una marcha denominada < <de los crespones negros> > en la que el pequeño pedazo de tela simboliza una señal de duelo, para mostrar el rechazo absoluto de la región costera contra la política económica implementada por el Presidente de la República. La marcha reúne varios miles de

personas y se desarrolla de manera pacífica y organizada. El objetivo es político-económico, razón por la que se trata, en la medida de lo posible, de hacer abstracción del problema regional, que había sin embargo alcanzado su punto más alto el 22 de marzo. La marcha se termina en el Palacio de la Gobernación, donde los presidentes de las cámaras entregan un documento al Gobernador de la Provincia, representante del Ejecutivo, que contiene las < <7 coherencias> > que son finalmente 11.

Fuente: Raymond, Gisela y Puertas, Marlon, «La marcha de los crespones negros», Vistazo, No. 759, 15 de abril de 1999.

PUESTO

1 2

3

.-5

6 7

8 9

10 11 12

13 14 15

16 17

18 19 20

ANEXO XI

LAS VEINTE COMPAÑíAS MÁS IMPORTANTES DEL ECUADOR EN 1997 (en función de sus activos, pasivos y patrimonios)

NOMBRE DE LA COMPAÑIA SECTOR

ANDINATEL SA Transp. y Como

PACIFICTEL SA Transp. y Como

SUPERMERCADOS LA FAVORITA CA Comercio

EMPRESA ELECTRICA QUITO SA EEQ Electricidad

EXPORTADORA BANANERA NOBOA SA Comercio

EMPRESA ELECTRICA DEL ECUADOR INC Electricidad

YPF ECUADOR INC. Minas y canteras

EMPRESA ElECTRICA MANABi SA EMElMANABI Electricidad

CEMENTO ROCAFUERTE (ROCAFORT) S.A Industrias

UNION DE BANANEROS ECUATORIANOS SA UBESA Comercio

OMNIBUS BB TRANSPORTES SA Industrias

IMPORTADORA EL ROSADO CIA. L TOA Comercio

REYBANPAC REY BANANO DEL PACIFICO CA Comercio.

OVERSEAS PETROLEUM ANO INVESTMENT CORPORATION Minas y canteras

CONSORCIO ECUATORIANO DE TELECOMUNICACIONES SA CONECEL Transportes

DISTRIBUIDORA SAN EDUARDO SA DISENSA Comercio

GMAC DEL ECUADOR S.A Servicio a empresas

EMPRESA ELECTRICA REGIONAL CENTRO SUR CA Electricidad

LUBRICANTES Y TAMBORES Del ECUADOR CA l YTECA Industrias

OTECEL SA Transp. y Como

CIUDAD

Quito

Guayaquil

Quito

Quito

Guayaquil

Guayaquil

Quito

Manta

Guayaquil

Guayaquil

Quito

Guayaquil

Guayaquil

Quito

Quito

Guayaquil

Quito

Cuenca

Guayaquil

Quito

Fuente: Documentos de la « Super-intendencia de compañías ». Proporcionados por la Cámara de Comercio de Guayaquil.

BC.

1

2

3

4 5

6

7

8

9

10

11

12

13

14

15

16

17

18

19 20

ANEXO XII

LAS VEINTE PRIMERAS COMPAÑíAS EXPORTADORAS DEL ECUADOR EN 1997 (en millones de dólares)

NOMBRI! DI! LA COMPAÑiA PROVINCIA SeCTOR MONTO

EXPORTADORA BANANERA NOBOA S.A. Guayas Comercio .. UNION DE BANANEROS ECUATORIANOS S.A. UBESA Guayas Comercio 1.

REYBANPAC REY BANANO DEL PACIFICO C.A. Guayas Comercio 110

COMPAÑIA DE COMERCIO COSTATRAOING S.A. Guayas Comercio .. EXPORKLORE EXPORTACIONES Y REPRESENTACIONES S.A. Guayas Comercio 10 EXPALSA, EXPORTADORA DE ALIMENTOS S.A. Guayas Agricultura el

EMPACADORA NACIONAL ENACA Guayas Agricultura 81

YPF ECUADOR INC. Pichincha Minas y Canteras 11

PROCESADORA DE MARISCOS DOBLE A S.A. (PROMADASA) Guayas Industrias ea OMNIBUS BB TRANSPORTES S.A. Pichincha Industrias 54

NEGOCIOS INDUSTRIALES REAL N.I.R.S.A. Guayas Industrias II

EL ROSARIO ERSA S.A. Guayas Agricultura 50

PROMARISCO S.A. Guayas Industrias 4. CITY INVESTlNG COMPANY L1MITED Pichincha Minas y Canteras .. CORPORACION PESQUERA ECUATORIANA S.A. COPESA Guayas Industrias .. INDUSTRIAL PESQUERA SANTA PRISCILA S.A. Guayas IndU8trias 44 AUTOS Y MAQUINAS DEL ECUADOR S.A. AYMESA Pichincha Industrias 32 SOCIEDAD NACIONAL DE GALAPAGOS C.A. Guayas Industrias 34

OPERAD. Y PROCESAD. DE PRODUCT. MARINOS OMARSA S.A. Pichincha Industrias 27 CONSERVAS ISABEL ECUATORIANA S.A. Manabi Industrias 17

TOTAL 1.170

Fuente: Documentos de la« Super-Intendencia de compañlas ». Proporcionados por la Cámara de Comercio de Guayaquil.

ANEXO XIII

CRECIMIENTO DE LA POBLACiÓN UNIVERSITARIA EN LA UNIVERSIDAD DE SAN CRISTÓBAL DE HUAMANGA

(UNSCH) y CRECIMIENTO A NIVEL NACIONAL (1959-1980)

AÑO 1959 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 196R 1969 1970 1971 1972 1973 1974

• 1975 1976 1977 1978

• 1979 1980

UNSCH 228 302 344 431 557 747 975

1.041 1.078 IA51 2.241 2.946 3.319 3AI4 3.944 4A67

5A13 7.610 7209

6095

INDICE 75.5

100.0 113.9 142.7 184A 247.3 322.8 344.7 356.9 480.5 742.0 975.5

1099.0 1 130.5 1.306.0 1479.1

1.792.4 2.519.9 2387.1

20l!U

NACIONAL

JO 247 35018 40749 46.113 54.372 64.676 7:\960 83A94 93.997 97.637

109.2)0 118.212 132.1 XX 143.447 161314 181 180 196.249 197.838 209.870 228.025 241816

INDICE

100.0 115.8 194.7 152.4 179.8 213.8 244,5 276.0 310.8 322.8 361,1 390.8 437.0 474.2 533.3 599,0 648.8 654.1 693.8 753.9 799.'

* Los años lectivos de 1975 y 1979 fueron suprimidos en la UNSCH debido al tiempo perdido en huelgas y otras paralizaciones acumuladas a lo largo de varios años.

Fuente: UNSCH, Dirección Universitaria de PlanificaCión Nacional. Citado por Degregori, Carlos, < < El surgimiento de Sendero Luminoso (Ayacucho 1969-1979»>, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1990.

BIBLlOGRAFIA

1. PERÚ:

a) Obras AUDOYER, Alain, «Les collectivités locales au Pérou, décentralisation, {inances et politique », Mémoire de maitrise de l'Université de Nantes, junio 1996, 54 p. CABALLERO, José M., «Economía agraria de la sierra peruana », Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1981. DEGREGORI, Carlos l., «El surgimiento de Sendero Luminoso (Ayacucho 1969 - 1979)>>, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1990, 270 p. DOLLFUS, Olivier, «Le Pérou (Introduction géographique a I'étude du développement)>>, Paris, IHEAL, 1968, 355 p. Gran Enciclopedia del Perú, Lima, Lexus Ed., 1998, 1069 p. GRANADOS, Manuel J., «Los andinos y el racismo en el Perú », Lima, CEVAL, 1998. MATOS M., José, «Desborde popular y crisis del Estado », Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1984. STERN, Steve, Dir., « Shiníng and other paths », Durham and London, Duke University Press, 1998,534 p.

b) Artículos BONNET, Nicole, « Sentier lumineux reprend son offensive au Pérou », Diario Le Monde, 20 de noviembre de 1997.

CASTILLO, Enrique, « La descentralización en el Perú », Contribuciones, N°4, 1993, p. 89-99. CARAVEDO, Baltazar, « Las regiones: descentralizarán al Perú? », Revista latinoamericana de estudios urbanos, Vol. 18, N°55, p. 27-45. CHIRINOS, Luis, «El Municipio y la estructura del Estado en el Perú», Medio ambiente y urbanización, N° 28, Septiembre 1989, p. 55-61. (DIAL) Diffusion de I'lnformation sur l'Amérique Latine, «Le sentier lumineux a-t-il encore un avenir?», N° 2070, 1-15 de marzo de 1998. Federación provincial de campesinos de Huamanga, «Ayacucho: un año de gran actividad popular », Allpanchikrayku, Año 1, N°2, diciembre 1969, p. 19-21. GONZALEZ DE OLARTE, Efraín, « La descentralización en el Perú diagnóstico y propuesta », en Ajuste estructural en el Perú, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1997, p. 223-249. JACOT, Martine, « Ayacucho, berceau du Sentier lumineux au Pérou, s'est libéré de la guérilla », Diario Le Monde, 25 de abril de 1995. JARRY, Irene, « Le sentier lumineux redresse la tete », Diario Le Figaro, 24 de febrero de 1998. KURTZ, Paul, «El manantial de los adeptos», Diario El país, 20 de julio de 1989. LOPEZ, Sinesio, «Movilización campesina, nación y democracia », A IIpanchis , N° 33, primer semestre 1989, p. 41-57. LUMBRERAS, Luis, «De como Lumbreras entiende al Perú de Sendero», Quehacer, N°42, agosto - septiembre 1986, p. 54-56.

MAC GREGOR, Felipe, « La Reconstrucción tras el conflicto: el Perú después de Sendero Luminoso », Análisis Internacional, N° 9, enero -abril 1995, p. 59-66. Organo del Comité Central del Partido Comunista Peruano, «Abajo la represión! Viva la revolución! », Bandera Roja, Año VII, N° 42, octubre 1969, p. 9-10. REYNA, Carlos «Dos Paises y Una Historia Común », en Perú El Dorado, Ed. Especial, octubre - diciembre, 1998, p. 11 - 16. RODRIGUEZ, Javier, «Atrapados entre dos fuegos », Diario El País, 28 de julio de 1996. VARGAS LLOSA, Mario, « Prisoner 1509 », Index on censorship, Vol. 22, N° 5&6, mayo - junio 1993, p. 37-39. VARGAS LLOSA, Mario, «Équateur-Pérou, une guerre absurde», Diario Libération, 17 de febrero de 1995.

e) Sitios en ¡ntemet MARIATEGUI, José c., « 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana», http://ekeko.rcp.net.pe/7ENSAYOS/ENSAYOS

2. ECUADOR:

a) Obras ADOUM, Jorge, «Ecuador: señas particulares », Quito, Ed. Eskeletera, 1998, 209 p. AYALA, Enrique, «Nueva historia del Ecuador », Volumen N° 9, Quito, Grijalbo, 1990, 262 p. CARRION, Benjamín, «Atahuallpa », Quito, Ed. El conejo, 1986, 169 p.

(CaRDES) Corporación de estudios para el desarrollo, «La ruta de la gobernabilidad »,

Quito, Cardes, 1999, 583 p. DAMERVAL, Jaime, « Centralismo y regionalismo en el Ecuador (los dados de pólvora) », Guayaquil, Artes Gráficas Senefelder, 1979, 139 p. DONOSO, Miguel, « Ecuador: identidad o esquizofrenia », Quito, Ed. Eskeletera, 1998, 197 p. PACHANO, Simón, «Democracia sin sociedad », Quito, ILDIS, 1996, 224 p. SANCHEZ -PARGA, José, «La pugna de poderes (análiSiS crítico del sistema polítiCO ecuatoriano) », Quito, Ed. Abya-Yala, 1998, 245 p. YANEZ, Hernán, Dir., « El mito de la gobernabílídad », Quito, Trama Editorial, 1996, 186 p.

b) Artículos BOSSANO, Miguel e ITURRALDE, Felipe, « El rol de los municipios como principal figura de descentralización», Ciudad alternativa, N° 10-11, 1995, p. 61-67. CARRION, Fernando y VELARDE, Patricia, «El municipio y la organización del Estado en el Ecuador», Medio ambiente y urbanización, N°28, septiembre 1989, p. 46-54. DURAN, Jaime y NIETO, Santiago, «La movilización espontánea », Diario HOY, 23 de febrero de 1997. Editorial, Diario El Universo, 31 de octubre de 1999.

LUNA, Milton, «Bucaram, iíFuera!!: La Voz de los Movimientos Profundos », en ¿y ahora qué ... ?, Quito, Ed. Eskeletera, 1997, p 197-228. NEGRETE, Alfredo, «Ecuador ingobernable», Diario El Universo, 24 de abril de 1999. NOBOA, Ricardo, « La tesis de las autonomías », Diario El Universo, 4 de mayo de 1999. PACHANO, Simón, «Movimientos sociales regionales en el Ecuador», en Movimientos sociales en el Ecuador, Quito, ILDIS, 1986, p. 153-180. PACHANO, Simón, « Problema de representación », Diario El Universo, 12 de abril de 1999. PACHANO, Simón, «La guerra del PSC», Diario El Universo, 26 de julio de 1999. RAYMOND, Gisela y PUERTAS, Marlon, «La marcha de los crespones negros», Vistazo, N° 759, 15 de abril de 1999, p. 21-25. Sección política, «Vuelven los conflictos regionales », Informe latinoamericano, N° 13, 30 de marzo de 1999, p. 152. TORRES, Ramón, «La autonomía (Entre la condena a lo local y el encanto de lo global) », Ecuador Debate, N° 44, agosto 1998, p. 88-93. VERDESOTO, Luis, «El sistema de partidos políticos y la sociedad civil en Ecuador», Síntesis, N° 16, Spécial sur l'Equateur, 1992, p. 127.

e) Sitios en Intemet Dinero & Negocios, «100 empresas del Ecuador », Vistazo, N° 769, 2 de septiembre de 1999, http://www4.vistazo.com.ec/769/htm/ econo.htm

library of Congress (U.S.), «Ecuador - a country study », http://lcweb2.loc. gov/frd/cs/ extoc.html ROSSI, Oswaldo, declaraciones, eRE, 9 de abril de 1999, http://www.cre.com.ec

3. GENERAL:

a) Obras Annuaire économique et géopolitique mondial, « L'Etat du monde », Paris, La Découverte, 1997, 697 p. BADIE, Bertrand y HERMET, Guy, «Politique comparée », Paris, PUF, 1990,382 p. BRAUD, Philippe, «Le jardin des délices démocratíques », Paris, Presses de sciences po, 1991, 273 p. CUVI, Pablo, «Al filo de la paz », Quito, Dinediciones, marzo 1999, 243 p. DABENE, Olivier, « Amérique latine, la démocratie dégradée », Paris, Ed. Complexe, 1997, 154 p. DABENE, Olivier, «L 'Amérique Latine au XX siecle », Paris, Armand Colin, 1997, 192 p. HERMET (Guy), BADIE (Bertrand), BIRNBAUM (Pierre) y BRAUD (Philippe), «Dictionnaire de la science politique », Paris, Dalloz, 1998, 285 p. LAGROYE, Jacques, «Sociologie politique », Paris, Presses de sciences po, 1997, 511 p. LECA, Jean y PAPINI, Roberto, « Les démocraties sont-elles gouvernables », Paris, Economica, 1985, 195 p. LEMOINE, Maurice, « Les 100 portes de l'Amérique latine», Paris, Ed. de L'atelier, 1997, 399 p.

UEVANO, Indalecio, «Bolívar », Bogotá, Oveja Negra, 1987,6° ed., 527 p. ROUQUIE, Alain, «Amérique latine (Introduction a l'Extreme occident) », Paris, Seuil, 1998, 484 p.

b) Artículos ALTAMIRANO, Teófilo, HIRABAYASHI, Lane, «Culturas regionales en ciudades de América latina: un marco conceptual », América Indígena, Vol. 51, N°4, 1991, p. 17-47. BOISIER, Sergio, « Palimpsesto de las regiones como espacios socialmente construidos», Economía de América latina, N° 20, 1990, p. 141-176. COUFFIGNAL, Georges, « A quoi sert de voter en Amérique latine? », en Réinventer la démocratie (le défi latino-américain) , Paris, Presses de sciences po, 1992, p. 19-45. CURBELO, José Luis, «Economía Política de la descentralización y planificación del desarrollo regional », Pensamiento Iberoamericano, N°l0, julio - diciembre, 1986, p. 69-82. LASERNA, Roberto, «Movimientos Sociales Regionales (Apuntes para la construcción de un campo empírico) », Pensamiento Iberoamericano, N° lO, julio - diciembre 1986, p. 83-105. SAINT - GEOURS, Yves, «Vote, violence et mobilisation populaire au Pérou (1989 - 1991) », en Réinventer la démocratie (le défi latino­américain) , París, Presses de sciences po, 1992, p. 111-127.

América Latina es un terreno particularmente fértil para la expresión de conflictos y antagonismos de tipo regional. En sus países, formados por sociedades heterogéneas, múltiples composiciones étnicas, grandes diferencias culturales y desigualdades extremas, la idea de Nación - que pOdría mitigar las reivindicaciones regionales - ha tenido problemas para ser concebida.

Dentro de ese universo, Ecuador y Perú son comúnmente presentados como países que comparten un gran número de características. Pese a ser una opinión debatible, la división regional casi idéntica, la tradición cultural incaica y la misma lógica de conquista española, acreditan la existencia de elementos sobre los cuales sería posible fundar una comparación. Esa comparación ha sido realizada en función de dos movimientos de reivindicación regional, desarrollados en Ayacucho y Guayaquil, que han marcado, cada uno a su manera, la historia peruana y ecuatoriana.