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RUBÉN M. Campos

CHAPULTEPECsu LEYENDA Y SU HISTORIA

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MÉXICOT ALLERES G RAFICOS D E L A N ACIÓN

19 22

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CHAPULTEPECSU LEYENDA Y SU HISTORIA

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RUBÉN M. CAMPOS

ChapultepecSU LEYENDA Y SU HISTORIA

fotografías

DE

José M. Lupercio y Gustavo F. Silva

MÉXICO, MCMXXII

CANJE DE UBIBLIOTECA NACIONAL DE MÉXICO

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ALACIO real de los reyes aztecas, feudal castillo de

los virreyes, mansión imperial de emperadores y

residencia presidencial de ilustres jefes de Estado,

el Alcázar de Chapultepec es la joya histórica más preciosa del

penacho de gloria que ciñe la República. Cuando los hombres rojos

de Aztlán se detuvieron por primera vez en el crestón encantado

que dominaba la llanura infinita de las lagunas de Anáhuac, con-

templaron maravillados el fabuloso paisaje de ensueño délas aguas

radiantes, i^resas en el inmenso anfiteatro de montañas, superposi-

ción de cimas sublimadas gloriosamente por las cumbres feéricas

del Popocatópetl y el Iztaccíhuatl. Entonces en su idioma pintoresco

y gráfico, a la región que dominaban llamáronla Anáhuac, «junto

al agua»; al crestón que hollaban con sus pies de bronce, Chapul-

tepec, «cerro del Chapulín»; al volcán aún en ignición, Popocató-

petl, «monte que humea», y a la graciosa montaña cubierta por un

sudario de nieve, Iztaccíhuatl, «la mujer blanca».

Ciertamente, quien no ha ascendido al enhiesto recinto y no ha

contemplado el Valle desde la cumbre en que se yergue el Caballero

Alto del Castillo como una flecha de Tenoch caída del cénit, no co-

noce la hermosura incomparable del Valle de México. Los siglos y

los hombres han desecado la inmensidad de las lagunas. El creci-

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miento enorme de la urbe moderna, que tiende ya sus raíces rielado-

ras de piedra y de hierro hacia las vertientes del Ajusco y brota al

borde de las calzadas en colonias renacientes que serán barrios dis-

tantes del núcleo, ha trocado la lámina de las aguas espejeantes en

pencas del panal celular de la inmensa colmena humana, que con

el tiempo será la gran ciudad de México. El paisaje no guarda de

las aguas más que el recuerdo. Ninguno de los cinco lagos, unidos

por angostas calzadas, existe. Pero las sementeras surgidas de los

pantanos fecundos, y loa bosques copiosos de árboles de las altipla-

nicies y las montañas, y el verdor de las vertientes y la azulosidad

de las montañas lejanas, dan al conjunto tal majestad y poesía,

que la evocación de los antepasados exploradores de un continente

virgen, en invasiones sucesivas, surge en la imaginación desbor-

dada, y se comprende la alegría jubilosa de los fuertes hombres de

Aztlán al descubrir este lugar de predestinación, fundador de una

era, y se siente flotar el espíritu vivo de una raza, que aun va en

busca de sus destinos.

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L peñóu de Chapultepec fué descubierto por los tol-

tecas el año de 1122 de niiestra era. Los aztecas llega-

ron allí en 1245, y su sacerdote Tenoch designó la

colina para que fuese el primer clan tenochca que arraigara en el

Valle de México. Se fortificaron y construyeron albarradas de pie-

dra y se apiñaron en la cumbre, donde se guarecieron en un am-

plio recinto para repeler las agresiones de los pululantes pueblos

lacustres, flotantes en sus ágiles canoas, que vieron llegar aquella

irrupción errante, desconocida y temeraria, como un presagio fatí-

dico en su vida patriarcal.

El primer choque tuvo lugar muy pronto, y la primera prueba

fué adversa para los aztecas. Los historiadores consignan que los

aztecas iban a celebrar la fiesta del fuego nuevo, cuando los sor-

prendieron los tepanecas, que rodearon y escalaron la colina, donde

se libró la i^rimera batalla en la que los tenochcas sucumbieron al

número y quedaron sometidos a los tepanecas.

Chapultepec marca la última etapa de la peregrinación azteca

antes de que los tenochcas, lampiños, de ojos de águila y cabellos

lacios, tomaran posesión, en nombre de su héroe Tenoch, del corazón

de las lagunas, y dejaran, allí donde sobre un peñón un águila pa-

rada en un nopal devoraba una serpiente, la primera piedra de su

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sede definitiva, Teuochtitlán. Una vez fundada la ciudad primitiva

que fué ahondando en el limo sus raigambres horadadoras de siglop,

Chapultepec fué consagrado por un adoratorio que se elevó en la

cumbre de la colina, y desde entonces fué el sitio de recreo de los

reyes aztecas. La primera construcción fué edificada al pie del cerro,

y el primer personaje de estirpe real que residió en Chapultepec

fué el príncipe Nezahualcóyotl.

A fines de 1428, Nezahualcóyotl, que acababa de vencer y dar

muerte con sus propias manos al tirano Maxtla, rey de Azcapot-

zalco, decidió residir algún tiemj)0 entre los mexicanos y expresó

su deseo de construir un palacio. Los mexicanos se apresuraron a

complacerlo, pues bien sabido es que el príncipe, entonces en el apo-

geo de su fortuna, después de haber andado perseguido largos años

desde su infancia y de vivir errante toda su juventud, era el ídolo

de los mexicanos, y le pidieron que eligiera el sitio en que deseaba

residir. Nezahualcóyotl eligió Chapultepec; y mientras sus aliados

acumulaban toda clase de materiales y ponían obreros a edificar el

palacio, el i^ríucipe abría un paréntesis en su vida azarosa de pelea

y bravura, la más interesante y romancesca de nuestra historia an-

tigua, y plantaba el bosque de ahuehuetes que hoy cuentan qui-

nientos años desde que fueron plantados por su mano real. Los

historiadores chichimecas le atribuyen la canalización de las alber-

cas y la construcción del primer acueducto de piedra que llevó las

aguas a abastecer la ciudad de México, hasta la venida de los espa-

ñoles.

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TROS autores afirman que en 1465, siendo rey de

México AxayácatJ, jjrincipió la construcción de un

acueducto para llevar el agua de las albercas de

Chaiiultepec a Tenochtitlán, y que la construcción duró un año.

No solamente Axayácatl, sino también los demás emperadores me-

xicanos, residieron en Chapultepec, y para poder trasladarse tra-

zaron y terraplenaron la calzada que aun existe. Sea lo que fuere,

el acueducto que traía a México el agua de las albercas, data de la

época en que Nezaliualcóyotl fué huésped de los mexicanos, y según

datos recogidos por los historiadores, era mayor que el reconstruido

por el virrey Bucareli y del que aun queda hoy un tramo de veinte

arcos de pie, en la avenida Cliapultepec, como recuerdo histórico,

así como las fuentes terminales, una frente a la portada Sur del

bosque y la otra en la plazuela del Salto del Agua. El agua corría

por uno de los dos caños de argamasa, y el otro se reservaba para

cuando uno de los dos se azolvara. Otro acueducto, que fué reedifi-

cado por Moctezuma II y que existía al llegar los españoles, partía

de las albercas de Chapultept-c y entraba a la ciudad por la arque-

ría de la Tlaxpana y San Cosme, de la que aun quedan vestigios.

El Marqués de Montes Claros hizo construir también un acueducto

en la calzada de Chapultepec, que se terminó en 1620.

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Las albercas de Chapultepec fueron famosas durante cuatro

giglos, porque de ellas se abastecía de agua la ciudad de México.

Hoy están clausuradas y rodeadas por rejas de hierro, conservadas

como un recuerdo histórico y como gratitud a los bienes que derra-

maron con sus aguas potables. En la alberca mayor, que surtió du-

rante muchos años una gran parte de la ciudad, fué donde según

la tradición se depositaron fabulosas riquezas durante el reinado de

Moctezuma I, para aplacar el furor del dios del agua cuando la más

terrible inundación de México causó enormes estragos. Un tiro o

pozo, que va de la cueva a la cima del cerro, fué abierto por uno de

los alcaides del castillo para continuar las exploraciones en busca

del tesoro de Moctezuma.

El taladro del pozo costó 60,000 pesos, por la dureza de la pie-

dra. El tiro fué perforado dentro de la capilla que había en la cum-

bre en 1752, y se quería descender hasta el nivel en que están los

ojos o veneros de agua, y se trabajó día y noche horadando la roca

viva con barrenos en busca del tesoro por los conductos que sigue

el agua que alimenta la alberca; pero habiendo hallado oposición

las excavaciones porque se temía que se extraviara el agua de las

albercas como en 1744, yéndose por las grietas abiertas, fueron pa-

ralizadas definitivamente en 1775. No obstante esta precaución, las

albercas fueron disminuyendo sus caudales de agua hasta fines

del siglo pasado, en que se decretó la demolición del acueducto de

la calzada de Chapultepec, hoy avenida Chapultepec, y fué preciso

recurrir a otras fuentes más lejanas para el abastecimiento de la

ciudad, en vista de que las albercas quedaron exhaustas.

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A alberca grande, llamada de los Llorones, era pro-

piedad del Conde de Peñasco y contaba cien varas

de circunferencia. La alberca llamada de Moctezu-

ma, que ministraba el agua gorda para la ciudad, tiene treinta varas

de perímetro y poco más de siete de profundidad. La tercera albor-

ea, donde estaban los baños que duraron muchos años al servicio

público, era muy extensa, aunque de poca profundidad. Esta al-

berca era llamada de los Nadadores. Los manantiales de las tres

albercas son los mismos. En 1870 que se vació la alberca de Mocte-

zuma, que es la que está más arriba de todas, bajó mucho el nivel

del agua en las otras dos y brotó menos agua de los pozos arte-

sianos de la ciudad. La comunicación entre las tres albercas quedó

comprobada con ese hecho. Como escaseara el agua en el depósito

del Salto del Agua, se hizo un reconocimiento y se vio que los

cimientos de tres de las paredes de la alberca de Moctezuma ame-

nazaban desplomarse; se buscó nueva salida a las aguas, desazol-

vóse el fondo y, al reconocer los acueductos subterráneos, vióse que

al entrar por el ojo que hay en una pared se encuentra un ca-

ñón que se bifurca; uuo de sus brazos es recto y va a terminar en

unas peñas, junto a las cuales hay dos grandes veneros, y el otro for-

ma una curva y va a terminar en una cisterna de forma circular,

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CHAPULTEPEC ->^~ SU L EYE ND A Y SU H I ST O R I A

donde brotan varios veneros considerables. Se observó que esta al-

borea está comunicada con la de loa Llorones, y en uno de loa cuar-

tos subterráneos existe esculpida en tezontle negro la siguiente

inscripción: Año de MDLVIIL Observóse también que las paredes

están levantadas sobre los veneros; y los caños abiertos por las íil-

traciones fueron cegados con sacos de mezcla hidráulica. El det^cen-

so del agua de esta alberca ocasionó que bajara considerablemente

el nivel de la alberca de los Nadadores, que está fuera del períme-

tro antiguo del bosque.

Cuenta la tradición que Moctezuma Ilhuicamina, al acercarse

el fin de sus días, mandó esculpir su efigie en las rocas tajadas per-

pendicularmente que ven hacia el Oriente, al lado de la efigie de sii

primo Tlacaelel, y que lo mismo mandó ejecutar Aliuizotl. Según

el historiador Grama, fueron también esculpidas la efigie de Axayá-

catl y las de otros reyes mexicanos, efigies que se conservaron hasta

mediados del siglo xviii, pues fueron destruidas sucesivamente

desde principios del siglo xvii hasta el año de 1753, en que fué

destruida la de Moctezuma I.

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UEDAN vestigios de que los reyes mexicanos residie-

ron en Chapultepec después de que Nezahualcóyotl,

coronado rey de los chichimecas, partió a su cajiital

Tezcoco, en el testimonio de las efigies de los emperadores Moctezuma

Ilhuicamina, Ahuizotl y Axayácatl, pues de este emperador pueden

verse los miembros inferiores, esculpidos en las rocas laterales que

tajan la pequeña montaña.*^' El historiador Solís afirma que en

Chapultepec eran depositadas las urnas mortuorias con las cenizas

de los reyes aztecas. En el castillo existe aún, convertido hoy en

elevador, el pozo perforado por los aztecas en la roca viva con ins-

trumentos de cobre. Mide treinta y tres varas de profundidad y se

comunica con la cueva perforada en aquel tiempo y que frente a

los arcos que llevan el agua de Santa Fe a la Tlaxpana, mide una

distancia de noventa varas a seis y media de altura. La tradición

( 1) El historiador Orozco y Berra refiere así este hecho, eu el tomo 3°, capítulo V, de su

"Historia Antigua y de la Conquista de México :"

"II calli 1481. Sintiendo su fin jiróximo, Axayácatl quiso que eutallarau su retrato a se-

mejanza del de Moteculizoma; fueron llamados los canteros, "y así fueron a Chajniltepec y ha-

"biendo visto otra buena peña la comenzaron a labrar, y en breve tiempo acabaron de labrar la

"figura, que estaba parada, con cabellos de preciada plumería, y teñido con colores de la propia

"manera que el pájaro llaukgnechol, con su rodela y en la otra mano un espadarte y por dosel o

"alfombra a sus pies un cuero de tigre; y con la margajita dorada, azul y plateada, que hacía

"aguas y colores que resplandecía y era muy vistoso. " (Tezozomoc. ) Terminada la obra, enfermo

como estaba, se hizo llevar a verla cargado en unas andas, quedó complacido de la labor, y al tor-

nar a la ciudad expiró en el camino. Así acabó Axayácatl, después de poco más de doce años de

reinado."

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CHAPULTEPEC ••"o- SULEYENDAYSVHISTORIA

cuenta que Moctezuma II, prisionero de los españoles, iba muy bien

custodiado, en apariencia con un numeroso séquito, a cazar al bos-

que de Chapultepec.

Los mexicanos, según el historiador Torquemada, tenían el bos-

que de Chapultepec como lugar divino. Moctezuma Xocoyotzin te-

nía en Chapultepec estanques donde se conservaban los peces más

preciosos. Los mexicauos construyeron también allí meridianos so-

lares para regular el cómputo del tiempo. Más tarde, el virrey don

Luis de Velasco, que dedicó el bosque al emperador Carlos V, llevó

al bosque una raza de lebreles traída de España por el arzobispo

Montúfar, raza que se proi:)agó después por toda Nueva España.

Los virreyes guardaron tapiado el bosque desde los primeros años

de la conquista, para que los cazadores no mataran o ahuyentaran

la mucha caza de ciervos, liebres y conejos que había en las espe-

suras.

Un acontecimiento que vino a dar una leyenda sombría a Cha-

pultepec, que quedó destinado para fábrica de pólvora pocos años

después de la conquista, fué la explosión acaecida en 1784, que con-

movió la ciudad con la terrible detonación y destruyó la fábrica des-

de los cimientos, causando la muerte de cuarenta y siete personas.

En un período menor de seis años la fábrica se había incendiado ya

cuatro veces, frecuencia que provenía, según la opinión autorizada

del padre Álzate, de que el óxido de fierro que hay en las inmedia-

ciones, adherido al calzado de los obreros, en contacto con el azufre

sin purificar que contiene partículas de caparrosa, puede producir

incendios y propagarse instantáneamente.

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o característico del bosque de Chapultepec son los

ahuehuetes, palabra azteca que significa «viejo de

agua», y que son gigantescos sabinos cuyo follaje,

verde hermoso en la primavera y en el estío, toma un tinte rojizo en

el invierno. Más de trescientos ahuehuetes rodean el castillo al pie

del cerro y hacen más bello el bosque en ese lugar. El ahuehuete

más corpulento se halla al Oriente y mide cerca de quince metros de

circunferencia en su tronco; el que está cerca de la entrada de la

cueva tiene un poco menos, y hay otros muchos que pasan de diez

metros, y su sombra se extiende en una gran área, dando frescura al

parque y a los céspedes esmaltados de rosales y multitud de flores

que sostienen en el bosque una perpetua primavera.

El 26 de mayo de 1521, al aparecer los españoles nuevamente

en el valle de Anáhuac, se libró en Chapultepec una sangrienta

batalla, en la que Hernán Cortés se apoderó de la colina de Chapul-

tepec para sitiar a Tenochtitlán, y destruyó los acueductos para

cortar el agua potable a los sitiados. Una vez dueño del bosque, el

Conquistador deliberó con Diego de Ordaz acerca de la conveniencia

de levantar en la cumbre del cerro una fortificación para defender-

le de los mexicanos, por si aliados éstos con los pueblos circundantes

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CHArULTEPEC -o*»- S U L E Y EN D A Y SU H IST O R I

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de las lagunas pretendían reconquistar la capital del Imperio; y

poco tiempo después se construyó la fortificación. Una vez consu-

mada la coaquista, los virreyes, siguiendo el ejemplo de los em-

peradores aztecas, designaron a Chapultepec como sitio de recreo

virreinal, construyeron una morada veraniega en el lugar en que

estuvo el antiguo palacio de Nezahualcóyotl, y en el adoratorio de

la cumbre, donde se verificaban los ritos sangrientos, edificaron una

ermita dedicada a San Francisco Xavier.

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OR real cédula expedida el 25 de junio de 1530,

Felipe II maudó que de las posesiones que Car-

los V concediera a Hernán Cortés, fuese segre-

gado el sitio de Chapultepec y entregado a perpetuidad a la ciu-

dad de México, para que nadie impidiera, en ningún tiempo, el

libre uso de las fuentes o albercas. La real orden fué cumplida por

la Audiencia. La residencia virreinal fué reedificada por el vi-

rrey Alburquerque. Derruida en tiempo del Marqués de Croix, tra-

tóse de reedificarla de nuevo; pero el virrey Bucareli hizo suspender

las obras. El virrey don Matías de Gálvez solicitó de la Corte el

permiso para restaurar el antiguo palacio de Chapultepec, a fin de

que allí se verificara la ceremonia de la recepción de los virreyes

de Nueva España y la entrega del bastón de mando, acto solemne

que se efectuaba en San Cristóbal Ecatepec; pero el Rey negó su

asentimiento. Al virrey don Bernardo de Grálvez corresponde la sa-

tisfacción de haber levantado el actual histórico alcázar de Chapul-

tepec. Principió en 1785 la construcción del nuevo palacio, al que

dio la forma de fortaleza, circunstancia que lo hizo sospechoso ante

la Corte, no obstante que el alcázar elevado en la cumbre del cerro

tenía un destino semejante al de los sitios reales de Madrid. El ilus-

tre virrey, de cuya fidelidad se dudó sin más fundamento, murió

dejando sin concluir la obra.

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Los virreyes conservaron amurallado el bosque, y sobre su en-

trada se leía en una lápida conmemorativa: "Don Luis de Velasco,

virrey desta Nueva España, dedica a su Soberano este Bosque, lugar

de recreo público, hermoso por su frondosidad y fábricas." Cuando

más tarde, en 1818, se trató de enajenar el bosque, la ciudad de Mé-

xico se 013US0, en virtud del inalienable derecho de projíiedad que

tiene adquirido. El Conde de Revillagigedo fué el primero en pro-

yectar la creación de un jardín botánico eu Chapultepec; pero

hasta después de la Independencia se formó el jardín botánico al

pie del cerro. También se trató de establecer allí desde entonces

el Observatorio Astronómico, que fué fundado hasta 1878, y desde

principios del siglo xix quedó establecido en el castillo el Colegio

Militar. La fortaleza que construyó Hernán Cortés, transformada

en fábrica de pólvora, fué la que hizo explosión en 1784 y destruyó

el edificio, cuando murieron muchas personas en la catástrofe. Los

anales de Chapultepec registran un suceso sangriento acaecido el 29

de febrero del año bisiesto de 182-1. Una loba rabiosa se introdujo

al bosque y despedazó cuatro niños y dejó moribundas a dos ancia-

na?, de la familia del guardabosque, quien acudió al oír los gritos de

terror y trabó una lucha cuerpo a cuerpo con la fiera, a la que logró

degollar con una navaja que la hermana del guardabosque le dio

cuando él yacía en el suelo abrazado a la loba. Los supervivientes

de este drama murieron atacados de rabia, y sólo el guardabosque

llevó todavía algunos años una vida mísera y achacosa. La piel de la

loba duró mucho tiempo colgada de un ahuehuete, como sangriento

recuerdo de la tragedia. En 1843 el alcázar de Chapultepec fué ar-

tillado y transformado en castillo.

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L castillo tiene una amplia meseta que se levanta a

veinte metros de altura, con sus terraplenes respec-

tivos, y forma parte del edificio que se llamó plaza

de armas. Las azoteas del primer piso de este departamento quedan

al nivel de la altura del piso alto; y hay otra meseta sujierior, pe-

queña, que se prolonga hacia el Oriente i)ara descansar sobre las pie-

zas y corredores levantados en la i:)arte inferior. El gran jiiatio del

castillo está bardeado de cal y canto y forma una curva saliente

frente al pórtico, delante del cual hay una fuente y un jardín, en el

que se destacan seculares araucarias. El patio que da al Norte está

comunicado con antiguas piezas subterráneas que en un tiempo fue-

ron mazmorras y después depósitos de parque.

En 1784 se construyeron en el bosque unos hornos para hacer

el reconocimiento de los minerales de azogue, a petición del Tribunal

de Minería. En 1788, una real cédula ordenó que fueran rematados

el castillo y el bosque de Chapultepec porque en su reparación se

gastaba mucho, pues se necesitaban noventa mil pesos, después de

llevar gastados ciento treinta y siete mil, solamente para la conser-

vación. De aquí provino que se tratara de vender la posesión real;

pero debía tanto Chapultepec a la Real Hacienda, que nadie quiso

sufragar el gasto de redimir la posesión del gravamen del fisco, y

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fué preciso, para atender a la conservación, hacer anualmente varias

corridas de toros que rendían quince mil pesos libres. Por fin el cas-

tillo y el bosque fueron puestos en pública subasta; pero la oposi-

ción del Ayuntamiento, la resistencia de los virreyes a deshacerse

del sitio de recreo, el cambio que trajo consigo la muerte de Car-

los III y el advenimiento del virrey Revillagigedo impidieron la

realización del remate.

Pero el fasto más glorioso de Chapultepec es la heroica defensa

que allí opusieron los mexicanos contra la invasión norteamericana.

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XTES del armisticio roto el 7 de septiembre, Chapul-

tepec podía resistir bien, pues tenía tres líneas de

defensa con diez piezas de artillería; pero Santa Anna

mandó quitar cuatro batallones para defender el Molino del Key, y

reforzó la Casamata con otros dos batallones a expensas del des-

guarnecimiento de Chapultepec y de la hacienda de los Morales,

donde se encontraban cuatro mil hombres de caballería Al amane-

cer del día 7, una batería norteamericana, emplazada en la casa de

Garay en Tacubaya, indicó que el plan del jefe invasor era el ata-

que de Chapultepec. Al amanecer del día 8 fueron atacados el Mo-

lino del Rey y la Casamata y fueron rechazados los invasores; pero

como la caballería no los persiguió, se rehicieron, reforzados con tro-

pas de Tacubaya, y atacaron de nuevo en campo libre a los mexi-

canos que, al ver retroceder a los norteamericanos, habían salido a

batirlos; mas sin el apoyo de la caballería,retrocedieron a su vez, y

los invasores se apoderaron del Molino del Rey y de la Casamata.

Viendo en peligro Chapultepec después de este encuentro, en el que

murió el coronel Balderas y el general León quedó mortalmente he-

rido, fueron reforzados los dos flancos e integrada una columna con

cuatro batallones para sostenerlo, e intentóse recuperar los fuertes

perdidos que los norteamericanos dejaron al verificarse una explo-

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CIIAPVLTEPEC °<fo- SU LEY END A Y SU HISTORIA

sióu cansada por ima granada dirigida de Chapultepec y que iucen-

dio el parque que había en la Casamata; pero el invasor se replegó

a Taeubaya, decidido a atacar Chapultepec, que era el punto defini-

tivo de la guerra. Cuatro baterías de ocho piezas fueron dirigidas

sobre Chapultepec, cercado por ocho mil norteamericanos, contra dos

mil mexicanos con siete piezas de artillería que había en el castillo,

vuelto a fortificar con tres líneas de defensa, que fueron deshechas

por el terrible bombardeo del día 12, aunque los daños fueron repa-

rados durante la noche. El 13 de septiembre de 1847, el general don

Nicolás Bravo, veterano de la guerra de Independencia, fué a quien

tocó el honor de defender, al frente de un puñado de patriotas, el cas-

tillo atacado por los invasores. Desde la víspera, como se ha dicho,

el edificio fué bombardeado por los norteamericanos durante catorce

horas consecutivas, y, al amanecer del 13, el general Santa Anna,

que ya había perdido el Molino del Rey, mandó situar nuestras

fuerzas en torno de Chapultepec. Los invasores reanudaron el bom-

bardeo a las cinco, y a las ocho de la mañana lanzaron sus columnas,

fuertes de odio mil hombres, al asalto. El general Bravo pidió re-

fuerzos para defender el castillo de aquella avalancha abrumadora

para el pequeño número de defensores; pero Santa Anna solamente

envió un batallón. Las columnas norteamericanas avanzaron per-

diendo muchos hombres, resueltas a tomar la fortaleza a todo trance,

y a las diez de la mañana, venciendo la obstinada resistencia de los

mexicanos, se apoderaron del castillo. Los batallones Hidalgo y San

Blas fueron aniquilados.

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IA bandera de las estrellas fué izada en el destrozado

Caballero Alto, y los restos de nuestras fuerzas se

retiraron por la garita de Belén. Los alumnos del

Colegio Militar dieron, en esa jornada, un ejemplo de amor patrio.

Cuando las columnas de tiradores norteamericanos arrojaban con-

tra los peñascos o hacían ¡prisioneros a los últimos defensores que

habían quedado sobre el terraplén, una compañía del regimiento de

Nueva York escaló el edificio, en cuya cima los alumnos Juan de la

Barrera, Juan Escutia, Vicente Suárez, Francisco Márquez y Fer-

nando Montes de Oca dieron su vida por defender, en su última trin-

chera, la bandera nacional. Los demás alumnos quedaron prisioneros.

Al pie del castillo murieron también heroicamente Santiago Xico-

tóncatl, Juan Cano, Pérez y Dosamantes.

Año por año se conmemoran el día 8 de septiembre las gloriosas

jornadas del Molino del Rey y de Chapultepec en una ceremonia

que tiene lugar al pie del castillo, donde erigió en 1880 un monu-

mento la Asociación del Colegio Militar. Está construido con hermosa

piedra de Chiluca, tiene seis metros de altura y lo forma un zócalo

de basalto, un pedestal decorado con hojas de acanto y vastagos de

encina y laurel, una columna monolítica que tiene esculpidos los

nombres de los alumnos muertos heroicamente en el asalto del cas-

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CHArULTEPEC -o*»- SU L EY E N D A Y SU 11 1 ST O R I

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tillo, y está coronado por uu cubo de piedra que ostenta, en un alto

relieve, las armas nacionales, dentro de coronas de ciprés y laurel

con águilas de oro.

El castillo de Cliapultepec es de sobria arquitectura en su cong-

trucción; pero tiene detalles valiosos en su decorado y amueblamiento.

El edificio actual, que, como se ha dicho antes, fué construido por el

virrey don Bernardo de Galvez, está sólidamente cimentado y reves-

tido en su exterior con los materiales más preciosos de nuestras can-

teras, pórfidos y piedras calcáreas, y se conserva admirablemente.

Se compone de dos departamentos distintos: uno que es la residencia

presidencial y el otro que por muchos años fué Colegio Militar.

Los dos patios están comunicados por una multitud de arcos de her-

moso aspecto, y otra vistosa arquería divide el edificio en su extremo

oriental y tiene tres órdenes de arcadas. El departamento principal

tiene vista al Oriente y, por tanto, a la ciudad de México, y el espec-

táculo que se disfruta desde sus terrazas y sus miradores es incom-

parable i^or su belleza y poesía. La altura permite alcanzar a ver

las lejanías últimas del valle; y el anfiteatro de montañas, en último

término el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, cierra la inmensidad del

feérico paisaje de ensueño. Este departamento es el más sobresaliente

de la construcción, y fué restaurado por el archiduque Maximiliano,

que hizo de Chapultepec su residencia favorita. Consta de tres plan-

tas: la subterránea, enclavada en el corazón de la pequeña montaña

y destinada a habitaciones de la servidumbre, las cocinas y las bo-

degas; y las dos plantas, baja y alta, para recepciones y habitaciones

respectivamente. En 1866 Maximiliano terminó la construcción de

un mirador que fué principiado en 1845. así como un salón cons-

truido por el Presidente Miramón.

— 24 —

Page 29: Chapultepec y Su Historia

AXIMILIANO construyó también el corredor orien-

tal, un salónque se llamó del Consejo, y un corredor,

que es un magnífico lugar para contemplar el valle.

El señor Presidente Madero completó los miradores uniéndolos en el

ángulo Nordeste del castillo, punto en que estaban cortados, y con

esta unión puede contemplarse el paisaje circulando del mirador

Norte al oriental, pues hoy es uno solo, sin interrumpir el placer

de seguir el horizonte con la línea ondulada de las montañas, las

llanuras, las colinas y la gran ciudad con sus prolongaciones hacia

Guadalupe, Tacuba, Tlalpan, Tacubaya, Tezcoco, y la infinidad de

colonias diseminadas en torno de la renaciente urbe. El archiduque

Maximiliano quiso hacer de Chapultepec una residencia verdadera-

mente señorial, digna de equipararse a su castillo de Miramar, en el

Adriático, y encargó un proyecto de reconstrucción que se cumplió

casi en su totalidad y del que se conserva intacto cuanto entonces se

realizó, tanto por su valor histórico como por su valor artístico. De

entonces data la distribución de la mayor parte de las habitaciones

que hoy existen, así como los miradores y las terrazas, desde las que

se contempla el paisaje, que es una maravilla de hermosura, al tra-

vés del bosque de columnas en los dos pisos; los jardines aéreos, y

la rampa que circunda como una gran espiral el edificio, por el Norte,

Page 30: Chapultepec y Su Historia

CHÁFVLTEPEC "X^- SU L EYEND A Y SU H I ST O R I

A

por el Oeste y el Sur hasta llegar al castillo. El arquitecto que di-

señó y realizó la restauración fué don Ramón Rodríguez Arrangoiti

y el decorador fué el pintor don Santiago Rebull, de quien quedan,

aunque restauradas ya, las pinturas pompeyanas de los corredores,

que representan danzarinas en actitudes graciosas y semiveladas por

ligeros peplos. Una de ellas, que danza con una pantera, es de un

jírimor de movimiento ágil y elegante. Después de la restauración

arquitectónica y decorativa, vino la tarea de amueblar y alhajar las

salas y habitaciones, en las que domina el estilo Luis XV. Muebles

costosos y objetos de arte quedan como testimonio del efímero es-

plendor de un sueño desvanecido. Entre los objetos de lujo que

restan es de notar, en primer término, la magnífica vajilla de plata

cincelada, de la que una parte se guarda en el Palacio Nacional y

otra se exhibe en el Museo Nacional de Arqueología e Historia. Al-

gunos jarrones de alabastro, estatuas de m.ármol y bronce, soberbios

tibores de China y Japón y candiles magníficos, dan testimonio de

ese esplendor. Elevadores para los castellanos y sus familiares, y

para el servicio de los manjares que son elevados al comedor, arran-

can de la plataforma subterránea. En la planta media y en la plan-

ta alta hay varias alcobas puestas, decoradas y tapizadas de sedas

valiosas, y salas amuebladas.

26 —

Page 31: Chapultepec y Su Historia

L pie de la escalera de honor, restaurada por el señor

Presidente Carranza, se halla el saloncito de los

ayudantes de guardia, y en seguida el salón de

acuerdos del Presidente, con una gran mesa en el centro, en torno

de la cual toman asiento sus secretarios de Estado. Todos los de-

partamentos son dignos de mención por su lujoso mobiliario o sus

recuerdos históricos. El baño de la archiduquesa Carlota conserva

el friso de azulejos de la época; y la alcoba de la misma infortu-

nada archiduquesa guarda todavía el dosel del lecho que se halla

en el Museo. El salón chino, obsequiado por la emperatriz del Ce-

leste Imperio en las fiestas del Centenario de la Independencia,

es un presente verdaderamente imperial, por la riquísima seda

realzada del ajuar con bordados maravillosos. El retrato de la

augusta donante se encuentra en la cabecera, sobre el sofá. Un

salón rosa, de exquisito gusto, guarda una mesa que perteneció a don

Agustín de Iturbide, y que recuerda su efímero paso por el castillo.

La sala de recepciones, tajíizada de seda y con precioso artesón do-

rado, contiene un ajuar estilo Luis XV, con tapices aplicados que

representan diversas escenas de las fábulas de La Fontaine. Después

del vestíbulo donde se halla la escalera que conduce al piso supe-

rior, está el suntuoso comedor, con artesón y pavimento de maderas

— 27 —

Page 32: Chapultepec y Su Historia

CHAPULTEPEC ••"«o- SU L E Y EN D A Y SU II I ST O R I

A

linas, taraceado de artística labor en el techo, la chimenea, las ana-

quelerías y los muebles, todo en estilo del Renacimiento francés. Este

comedor, del tiempo del Presidente Díaz, es sin duda el salón más

fastuoso del castillo. Junto al comedor está el salón turco de fumar,

decorado de arabescos policromos. Después se halla un saloncito de

juego de ecarte con tapiz flamenco de seda que representa escenas

del tiempo de Enrique III de Francia; las figuras recortadas en raso

sobre terciopelo son de la época, y decoran un muro del salón valio-

sas lunas venecianas muy antiguas. Después del salón de billar está

un salón de bolos que jiuede transformarse en cine y que fué recons-

truido por el señor Presidente Madero. Su decorado en blanco es de

buen gusto, con escenas infantiles en relieve, en el friso.

En la planta alta, la galería, cubierta con vitrinas de cdlores, es

la que atrae desde luego por el conjunto magnífico que ofrece en su

admirable golpe de vista. Da acceso al salón de embajadores, desti-

nado expresamente para recepciones diplomáticas. Está tapizado con

un tapiz de una sola pieza, que representa la vista del castillo de

Chapultepec. En torno de este salón se hallan un pequeño despa-

cho, el tocador de la archiduquesa Carlota, recámaras históricas

que han quedado intactas, amuebladas con preciosas maderas de ojo

de pájaro y de caoba, y frente a un espléndido panorama del Sur

del valle, la alcoba presidencial. Del otro lado están las habitacio-

nes para los huéspedes de honor, con preciosa vista al Norte, frente

al comedor construido por el señor Carranza, con sencillez; y junto a

otro salón de fumar está la rotonda, desde la que se asciende al Ca-

ballero Alto.

28 —

Page 33: Chapultepec y Su Historia

L señor Carranza, deseando hacer del castillo de Cha-

pultepec una residencia verdaderamente señorial,

con la amplitud necesaria para las eventualidades

contingentes al rango de Presidente de la República, encomen-

dó al arquitecto don Antonio Rivas Mercado el proyecto de anexión

del edificio que fué Colegio Militar, para ampliar el castillo, dándole

todas las comodidades de que carece la construcción primitiva por

su poca extensión. Puede decirse que es una residencia íntima, fa-

miliar; pero no un lugar que pueda transformarse en amplio alber-

gue de numerosas personas en las grandes recepciones públicas. Era

necesario un proyecto digno de la amj)litud del pensamiento, y el

arquitecto ha adaptado el vasto edificio ad latere al castillo, casi £in

destruir nada, y la concepción ha abarcado felizmente todas las even-

tualidades para grandes recepciones, fiestas, bailes, banquetes, así

como las instalaciones permanentes, como baños, cuadras, museo de

artes y trofeos, además de un jardín de invierno, sin desatender las

necesidades cotidianas de la secretaría particular del Presidente,

que tanta ingerencia en los negocios públicos tiene para atender y

resolver multitud de asuntos de diversa índole.

El proyecto comprende, en la planta baja, después de un pór-

tico que comunica el ex-Colegio Militar con el castillo, un departa-

— 29 —

Page 34: Chapultepec y Su Historia

CHAPULTEPEC -o^- SU L EYEND A Y SU H IST O R I

A

mentó completo para el intendente en el ala Sur, así como para el

conserje, a la izquierda del pórtico principal del antiguo colegio.

Después de este pórtico, que atraviesa de Sur a Norte todo el edificio,

donde hay un amplio descanso cubierto, para carruajes y automóvi-

les, que podrán cómodamente dar la vuelta para entrar y salir libre-

mente, sin estorbarse, siguen la sala de guardia, la sala de banderas,

la sala de armas, la sala de oficiales, con una serie de departamentos

de servicio. El museo para objetos de arte y trofeos es de gran ex-

tensión y amplitud. En el frente occidental del edificio está la sala de

instrucción y banda, y servicios privados. En el ala Norte del edifi-

cio, en toda su longitud, se hallan las cuadras, la gran cocina, los

alojamientos de la servidumbre, las bodegas y los almacenes.

— 30 —

Page 35: Chapultepec y Su Historia

N la planta alta, el edificio está comunicado con el

castillo por la secretaría particular del Presidente,

y las habitaciones de sns ayudantes, su Estado Ma-

yor, el departamento de los telegrafistas y telefonistas, las oficinas

de los secretarios particulares, y los taquígrafos y mecanógrafos.

En torno del Presidente se hallan, por tanto, sus servidores pri-

vados. El departamento se prolonga, por el ala Sur, con la sala

de acuerdos, la sala de audiencia, la sala de espera y la biblioteca.

Después de la terraza, que está sobre el pórtico principal, sigue el

salón de embajadores, de gran capacidad, donde con toda ampli-

tud podrán verificarse recepciones diplomáticas embellecidas por

la presencia de las damas y solemnizadas por séquitos numerosos.

Después de una serie de gabinetes que coinciden con los del piso

bajo, se dilata el gran salón de fiestas, de vasta extensión y como-

didad, con la amplia terraza al frente, seguida de una sala de des-

ahogo que ocupa el ángulo Suroeste del edificio. Coincide en toda

BU longitud y ocupa igual extensión que el salón de fiestas, el jardín

de invierno, con corredores y pasillos cubiertos, y detrás, en el ala

Norte, se extiende el monumental comedor, con vista al Norte, donde

pueden sentarse a la mesa holgadamente quinientas personas. Otro

comedor se halla detrás de la secretaría del Presidente, también en

— 31 —

Page 36: Chapultepec y Su Historia

CIIAPULTEPEC •o*o" SU LEYE NDA Y SU HISTORIA

el ala Norte, y frente al hemiciclo de otra magnífica terraza. Pero

este esbozo de las obras en proyecto no puede dar sino una ligera

idea de la magnificencia del castillo de Chapultepec cuando se hallen

terminadas, y cuando se decore suntuosamente, como se tiene re-

suelto, el nuevo departamento del alcázar presidencial, que entonces

justificará plenamente el calificativo de mansión señorial.

Page 37: Chapultepec y Su Historia

ESDE el Caballero Alto, desde el orgulloso torreón

indomable que ha j)resenciado tantas catástrofes

y tantos gloriosos fastos de nuestra historia polí-

tica, engranada en la historia contemporánea merced a la aven-

tura inaudita de un príncii^e inconsciente que durmió aquí, en

el alcázar de Nezahualcóyotl y Axayácatl, al murmullo de los

viejos ahuehuetes, el sueño absurdo de cimentar una monarquía

en tierra libre, en sagrada tierra de democracia, dejo esparcir

mis ojos y mi imaginación por este bosque encantado, poblado de

leyendas bajo los ahuehuetes seculares de los que no se ven desde

esta altura sino las copas apretadas, cual si fuese un mar de olas de

follaje canoso enhebrado de heno y zacataxtal, y mis ojos siguen al

Oriente la vía sacra sembrada de estatuas de bronce de nuestros hé-

roes y patricios, en donde se destacan el monumento a la Indepen-

dencia con su agrui^amiento de estatuas de mármol: el monumento

a Cuauhtémoc, coronado por el héroe desafiador del destino al arro-

jar el dardo; el monumento al Descubridor Cristóbal Colón, donador

de un mundo virgen que hoy empieza a alzarse como futuro ri-

val del viejo mundo; y después la gran ciudad con sus cien torres y

cúpulas espejeantes de azulejos, las viejas construcciones de nuestra

Edad Media, la época colonial, y sus palacios y sus colonias do

— sa —

Page 38: Chapultepec y Su Historia

CHAPULTEPEC •'>*'- SU L E YEN D A V S U H IST O R I

A

barrios suntuosos, y más allá las barriadas lejanas surgidas de los

antiguos lechos de las lagunas saladas, las inmensas llanuras que

fueron lechos de los lagos de Chalco, Xochimilco, Zumpango y

Tezcoco, y las nieves sempiternas de los volcanes extintos.

Al Sur, y junto al pórtico y al enrejado con que el ministro

Riva Palacio ciñó, como con un dique, la ola de verdor del bosque,

pasan las cintas de acero que llevan la luz y la fuerza, la civilización

en la palpitación de un cable de acero, hasta las vertientes del Ajus-

co, hasta donde llegará un día la inmensa urbe cuyos tentáculos se

adhieren ya a las montañas después de henchir el valle. Y al Oeste

y al Norte, lejos del bosque ampliado por el ministro Limantour,

los caseríos escalan también las montañas, unen pueblecitos antes

lejanos, al reguero de villas y ciudades vinculadas a la urbe ma-

triz por calzadas y calles y arboledas, futuras vías trazadas ya,

arterias del inmenso organismo futuro, radiadoras de la vida in-

tensa de una gran ciudad que veo en mi imaginación, victoriosa

sobre nueve colinas, como Roma y como Bizancio, escaladora de

las cimas después de cubrir las llanuras pródigas de bienes. Yconvengo en que los aztecas, de ojos de águila, supieron escoger bien

el lugar en que fundarían su inmenso imperio, y que el destino defi-

nitivo de México aún no brota de su capullo de ninfa para volar con-

vertido en crisálida de luz de las dominadoras razas futuras.

— 31

Page 39: Chapultepec y Su Historia

AL es Cliapultepec, corazón de México, postrer lugar

de la peregrinación de Aztlán, sede de nn Rey-

Poeta que escogió este lugar de delicias, residen-

cia de emperadores y virreyes, mansión presidencial de los man-

datarios de un pueblo libre. Sus ahuehuetes están poblados de

fantasmas y de leyendas, sus calzadas fueron teatro de la huida

de los centauros hispanos ante los lapitas de cacles de oro, que

los persiguieron a flechazos hasta la calzada de Tacuba. donde Her-

nán Cortés echó su despecho jadeante para llorar su desventura

al pie de otro ahuehuete, «viejo de agua», que aún existe para testi-

moniar la hazaña de Cuauhtémoc. La poesía de su historia, de sus

leyendas, de sus recuerdos, es la presea más gloriosa de los mexica-

nos. Nosotros lo amamos porque es la página de piedra en que están

esculpidas las hazañas más i:)reclaras de nuestros mayores; y si en

1847 una mano impía arrancó a cincel el hermoso relieve del águila

mexicana esculpida por los aztecas en la roca viva del crestón he-

roico, las águilas de Auáhuac revuelan constantemente sobre su

mar encrespado de verdor, y descienden a empollar sus bravos agui.

luchos en almas de héroes, cuando el puño de un pueblo poderoso

amaga, como entonces, al pueblo azteca, que un día extendió sus

dominios hasta la lejana California. Y sabemos bien que por un

— 3.5 —

Page 40: Chapultepec y Su Historia

CHAPULTEPEC ••«o- SU L E Y END A Y SU H I ST O R I

A

designio de los dioses de Aztlán, vendrá un día en que de Chapul-

tepec surgirá la legión de espectros rutilantes del pasado, resplan-

decientes de gloria, a defender, con sus flechas de sagitarios del cielo,

el sagrado derecho de existir, que tenemos conquistado y transmitido

desde que nuestros padres tomaron posesión, en nombre de su héroe

Tenoch, del inmenso Valle de Anáhuac, dominador en un pasado

lejano y en un futuro aún distante, pero ciertamente seguro, de la

tierra sagrada que, como legado precioso, debemos defender y en-

grandecer.Rubén M. Campos.

~ 3G

Page 41: Chapultepec y Su Historia

CITArTlLTEJMCC

^osk>!í:o;ío>:o:*:o:í^o:*;<>;*x>;í-;oao:í.;<>sx>>X3Kosj<kso;í;<);^^

Chapultepec fines del sigio XVII. Fondo de montañas del Noroeste.

(De una estampa antigua.)

Chapultepec amurallado. Fines del siglo XVIII.

(De una estampa antigua.)

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Page 43: Chapultepec y Su Historia

CHAPULTEPEC

Glorieta de los días de campo. Principios del siglo XIX.

(Litografía de Decaen.)

Í.W,»?,/

^ i •te:

Chapultepc'c a principins dol siglo XIX.

(De una litografía de la época.)

Page 44: Chapultepec y Su Historia
Page 45: Chapultepec y Su Historia

CHAPULTEPEC

Chapultepec a mediados del siglo XIX. Los baños do la alberca.

(.Litografía de la época.)

-««awfS-»-^

Panorama del paseo de Bucareli. El acueducto y Chapultepec al fondo.

(De una vieja litografía.)

Sio^o^<>^o^<>S5P^o^o^Os¿s0^o^<>^o;«oí^oi5<^8<^K>S5<>^<>i*K^^

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CHAl'ULTKl'KC

^ II

El acueducto, la ciudad y los volcanes.

(De un grabado antiguo.)

{ I

Fuente de la Tlaxpana. Terminal del acueducto Norte.

(Principios del siglo XIX. Vieja litografía.)

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chapultepí:c

El Colegio Militar y el Castillo hacia 1840. Una revista de los cadetes.

(Vieja estampa.)

j¡ll^síJLJíá^.i•»^*^Jit" TM^. M^iM

Batalla del Molino del Rey. 8 de septiembre de 1847.

(Litografía de Decaen.)

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rHAlMLTi:i'KC

Bataüa de Chapultepec. 13 de septiembre de 1847.

(Litografía da Decaen.)

Asalto al Castillo. 13 de septiembre de 1847.

(Litografía de Decaen.)

Sío»<>^<>iS<>sg<>^o-^<>:«<>iS<>i«<>^Osgo^H3;8K>^<>ig<>:^^

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CHAPULTEPEC

Fuente del Salto del Agua. Terminal del acueducto Oriente.

(Estampa de principios del siglo XIX.)

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CHAl'ULTJOl'IOC

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Fuente inicial del acueducto Oriente.

Casa del Guardabosque.

aí0^o^o^o^o^os5<>sK>íiioSí05íK>:ji<>^;^<>;íK>sK>i*K>i^o^i^

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CHAPULTEPEC

El Castillo desde

Al.. ::>..;^ u^

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CllAIMI/nCI'KO

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Mirador al pie del Castillo.

Una calzada del Bosque.

10

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CHAPÜLTEPEC

La antigua gruta transformada en elevador

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(llAl'lLTKI'Kíí

Una escalera del Castillo.

12

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13

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('lIAlTI/rKi'KC

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:ia prautra en el ouM-iue

Los cactus en el Bos(|ue

14

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CHArULTEPEC

La vieja alberca del Bosque.

Escalera antigua del Colegio Militar.

15

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C'IIAI'CI.TIOIM'.C

K<>!*^>XoVov;ov!oVo>;oVo>;oXo:*:o>:ovovovovovovovo>:o;';ovoov;o:'S<>iíX>^^

La tribuna mununu-iUal v l-I ahuL-hucte rey.

Ruinas de la arquería.

16

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CHAPULTEPECt»:o:»:o:*:o:i:o:j:o:A:o:ío:í;o:í:o:í:o;í:o:í:o:í:o:?^jg<>g5<>?K>í»;<>:^:<>:*:o:^^

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Un grupo de ahuehuetes.

17

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CHAPÜLTEPEC

Avenida en el Bosque.

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CHAPÜLTEPEC

Ahuehuetes seculares del Bosque.

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CHAPÜLTEPEC

Avenida de ahuehuetes.

SO

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1

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CHAPULTEPEC

Monumento a los niños héroes de 1847.

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CHAPULTEPEC

Un claro en el Bosque.

Avanzada de viejos ahuehuetes.

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CHAl'L'LTEJb'KC

^ '^^''

Embarcadero en un lago.

El Castillo desde un lago.

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CHAPÜLTEPEC

Puente sobre un lago.

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Arroyuelo en el Bosque.

^

Una fuente rústica en un lago.

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El lago Norte.

Reja que da entrada al Colegio Militar.

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Kiosco en las praderas del Bosque.

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Una vista panorámica desde el Castillo.

Vista exterior actual del Castillo.

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Pórtico dfl patiü de armas del Castillo.

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CHArULTEPEC

Explanada del patio de armas.

Pórtico del Colegio Militar.

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El mirador del Castillo.

31

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Lejanías desde el pórtico del Castillo.

La ciudad desde el mirador de las araucarias.

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CHAPULTEPEC

Una terraza del ala Xorte.

Lejanías desde las terrazas.

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CHAl'ULTi:i'K(J

í*;o>;o:í-;o>:o>:ovo>>ov:o:í:o:t';oao>:oxo;*"o;í5c>^om<>!'S<>Si<>;^o;^oí^^

Las montañas desde una terraza.

Paisaje desde una terraza del Norte. Las antenas inalámbricas.

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El Ajusco desde una terraza del ala Sur.

La escalera principal.

8K>S5oa5oaK>^o^o2So^oS5o^<>^o^<>;Soos;oS:&:¿:o;*}oSs<>Ko{í^

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CIIAPÜLTKI'IÍC

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Un ángulo de las terrazas.

Una galería y una terraza. Al fondo las danzarinas de Rebul!

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CHAPTTLTEPEC

Los jardines más altos que la colina.

Una g:alería del Castillo.

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37

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Ángulo de una galería. Figura alegórica de Rebull.

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El Caballero Alto del Castillo.

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Sala de acuerdos del Presidente.

El estrado del salón chino. Obsequio de la Emperatriz de China en 1910.

(El retrato de la Emperatriz sobre el diván.)

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Entrada al salón chino.

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Un ángulo del salón chino. Tibor y objetos del obsequio imperial.

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El salun rosa.

(El escritorio y la lámpara pertenecieron a don Agustín de Iturbide.)

El salón de los gobelinos. Tapices con fábulas de La Fontaine.

(Obsequio de Napoleón III a Maximiliano.)

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La chimenea del gran comedor. Sobre ella un valioso gobelino.

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Un aparadur del gran comedor.

(Encima una fuente de plata cincelada de la vajilla de Maximiliano.)

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El gran comedor.

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Un ángulo de la sala de ecarte.

(Tapices obsequiados por Napoleón III a Maximiliano.)

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Salón de bolos.

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Escalera do honor.

(Piezas del ajuar chino en torno)

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La galería superior cubierta de vitrales policromos.

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Un vitral de la galerín. Hebe.

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Un vitral de la galería. Pomona.

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(Jn vitral de la galería. Flora.

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Los vitrales de la galería a plena luz.

Un ángulo del salón de Embajadores.

(El piso tapiz:ido por un solo R-obelino.)

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Gabinete de trabajo del Presidente.

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Una de las alcobas. "La recámara azul."

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Fondo de la alcoba presidencial.

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El comedor familiar.

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Jarrón da alabastro que perteneció a Iturbide.

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Cómoda y tibor que pertenecieron a Iturbide.

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