el texto argumentativo. estructuras y tÉcnicas
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Tema 30 para la oposición al cuerpo de Profesores de Enseñanza Secundaria de Lengua castellana y literatura.TRANSCRIPT

TEMA 30
EL TEXTO ARGUMENTATIVO. ESTRUCTURAS Y TÉCNICAS
0. INTRODUCCIÓN
1. TIPOLOGÍA TEXTUAL. LA ARGUMENTACIÓN
1.1. Tipología textual
1.2. La argumentación
2. LA ARGUMENTATIO EN LA RETÓRICA
2.1. La inventio y la dispositio. Su relación en la construcción del texto retórico
2.2. Las partes orationis. Las secciones del referente y de la macroestructura del
texto retórico
2.2.1. El exordium
2.2.2. La narratio
2.2.3. La argumentatio
2.2.4. La peroratio
3. EL PUNTO DE PARTIDA DE LA ARGUMENTACIÓN. LA ELOCUTIO
RETÓRICA
3.1. Los acuerdos
3.2. Los datos
3.3. La elocutio retórica. La microestructura del texto retórico
4. LA PRESENTACIÓN DE LA TESIS
5. TÉCNICAS ARGUMENTATIVAS
6. FUNCIONES ARGUMENTATIVAS Y MARCADORES DE FUNCIÓN
7. CONCLUSIONES
8. BIBLIOGRAFÍA
APÉNDICE

0. INTRODUCCIÓN
Argumentar consiste en aportar razones para sustentar una opinión. Si la opinión
posee alguna consistencia intelectual suele denominarse tesis. Pueden, en este sentido,
considerarse argumentaciones los siguientes textos: defensas y acusaciones, críticas artísticas,
opiniones, textos publicitarios, etc. En cuanto al canal empleado, la argumentación se puede
encontrar en discursos orales (conferencias, exposiciones) y escritos (cartas al director,
artículos de opinión, etc.).
El concepto de texto argumentativo que aparece en el título del presente tema,
responde a una clasificación tipológica de los textos. Como para toda clasificación,
determinar el alcance de cada uno de los tipos de texto resulta complicado y los resultados
varían según el lingüista, la orientación que siga y los criterios empleados. El presente tema
se organiza de la siguiente manera: en primer lugar presentaremos el modelo de tipología
textual de Werlich (1975) y el lugar que ocupa en él el texto argumentativo. A continuación,
veremos cómo se ocupa la Retórica de la argumentación, a través de las operaciones de
inventio, dispositio y elocutio, pues hemos de tener en cuenta que dada la importancia que la
argumentatio demuestra en el modelo retórico clásico, una de las actualizaciones de la
Retórica ha considerado especialmente la validez de esta disciplina como una teoría de la
argumentación (cfr. Perelman y Olbrechts-Tyteca (1989) y Plebe y Emanuele (1988)).
Finalmente nos ocuparemos de las cuestiones de orden de presentación de la tesis
(macroestructura), de las diversas técnicas argumentativas y de las funciones argumentativas
y sus marcadores lingüísticos, tres aspectos directamente relacionados, como veremos, con la
inventio, la dispositio y la elocutio de la Retórica.
Este tema mantiene estrecha relación con otros del temario. En primer lugar, con
todos aquellos que consideran el texto como unidad comunicativa y que se ocupan de sus
propiedades: adecuación, coherencia y cohesión (temas 23-25). En segundo lugar con
aquellos que tratan los diferentes tipos de textos: narrativo, descriptivo, expositivo y
dialógico (temas 26 al 29).
1. TIPOLOGÍA TEXTUAL. LA ARGUMENTACIÓN

1.1. Tipología textual
El número de textos orales y escritos que podríamos registrar como resultado de los
procesos de comunicación resultaría prácticamente ilimitado. Pero este conjunto de
realizaciones pragmáticas no forma un todo indiferenciado, sino que se pueden encontrar
regularidades discursivas que permiten ser tipificadas mediante una clasificación, siempre
incompleta y provisional, que dé cuenta de la gran variedad de textos y de su posible
agrupación por afinidades semánticas, formales o pragmáticas.
Esta tipología equivale a una mención explícita de los distintos formatos de
expresión en los que la comunicación humana se ha configurado a lo largo de las diferentes
épocas del desarrollo de nuestra cultura. Estos formatos comenzaron por dar respuesta a una
situación y a un contexto comunicativo, a partir del cual se fue decantando una estructura
discursiva que llegó a categorizarse y a constituirse como una singularidad dotada de un
nombre apelativo común: descripción, narración, exposición, diálogo y argumentación.
Sin embargo, llegar a la definición de estos tipos de textos no resulta sencillo y los
resultados varían según el lingüista, la orientación que siga y los criterios empleados1. Quizá
de todas las propuestas, la que resulta más explicativa para el tema que nos ocupa sea la de
Werlich (1975).
Werlich (1975) caracteriza los diferentes tipos de textos de acuerdo con su «base
temática», esto es, de acuerdo con la expresión de su intencionalidad, de su tema. Ese tema
se presenta en una determinada base textual, que se entiende como una estructura específica
oracional que se puede expresar, en la que se formula la intención última del texto. De esta
forma se establecen las siguientes bases textuales que se relacionan con los diferentes tipos de
textos:
1. Base textual descriptiva, que hace a un texto descriptivo, cuya fórmula es:
[ ser/verbos de estado (presente o imperfecto) + adverbio locativo ]
El factor espacio resulta central en esta fórmula: se describe lo que ocupa un lugar en
el espacio.
2. Base textual narrativa, que hace a un texto narrativo. Su fórmula es la que sigue:
1 En el discurso literario las formas de comunicación que se han constituido históricamente han sido denominadas «géneros literarios», que configuran una serie de realizaciones textuales estereotipadas, que prefiguran un formato comunicativo y hasta un contenido temático.

[ verbo de cambio (indefinido) + adverbio locativo y temporal ]
3. Bases textuales sintética y analítica que configuran un texto expositivo, en el que se
combinan, habitualmente, ambas bases textuales.
3.1. Base textual sintética: texto deductivo:
[ ser + predicado nominal ]
La tierra es redonda
3.2. Base textual analítica, texto inductivo, de lo particular a lo general:
[ verbo tener (presente) + complemento nominal ]
La mesa tiene cuatro patas...
4. Base textual argumentativa. Su finalidad es convencer de la verdad de algo o negar
algo. Para que no sea confundida con la exposición, la argumentación tiene en cuenta los
contrarios. Conforma textos argumentativos y su fórmula es la siguiente:
[ verbo ser (pesente) + negación + complemento adjetivo ]
Por ejemplo, para demostrar la existencia de Dios partiría de Dios no existe. Se
refutan las oposiciones a la idea de la existencia de Dios para demostrar que sí existe.
5. Base textual instructiva que conforma un texto dialógico, cuya fórmula es:
[ imperativo ]
1.2. La argumentación
Como se deduce de la tipología de Werlich (1975) se argumenta cuando, a partir de
una controversia sobre un tema, se adopta una posición sobre éste, tratando de convencer, de
persuadir, es decir, de modificar las opiniones o actitudes del receptor.
El discurso argumentativo comporta argumentos y contraargumentos, sin embargo,
esos argumentos no presentan un orden universal, esto es, se organizan atendiendo a la
situación comunicativa y a aquello que resulte más eficaz para convencer a los interlocutores
en una situación concreta. Lo que sí se mantiene, de una forma más o menos generalizada, es

una técnica argumentativa, o sea, la realización simultánea de comparar y contrastar y la de
elaborar argumentos y contraargumentos.
La argumentación delimita, pues, un modo de interacción, puesto que alguien
argumenta con la finalidad de reforzar o modificar ideas sobre un tema o con la finalidad de
que un auditorio se adhiera a las tesis que defiende. En este sentido, supone la existencia de
un contacto intelectual. En el terreno de la deliberación íntima, incluso, existen condiciones
pevias a la argumentación: es preciso que uno mismo se vea como dividido en dos
interlocutores que participan en la deliberación.
Pero también la argumentación conlleva una conducta por parte de quien argumenta:
es necesario que el hablante presente una hipótesis de su pensamiento y establezca
inferencias sobre el sistema de creencias del auditorio; si no intenta que éste se adhiera en su
totalidad a sus tesis, sí pretende que comparta su punto de vista, aunque admita como válidas
ciertas discrepancias. Ésta resultaría una conducta válida, garante y legitimadora del
argumento.
En cuanto a los textos en los que se plasma este tipo de discurso, la argumentación
más pura se da en el discurso persuasivo, que es la indagación en una tesis y su defensa y,
para su estudio, la Retórica es la herramienta fundamental.
2. LA ARGUMENTATIO EN LA RETÓRICA
La argumentatio o argumentación retórica es una de las partes orationis, esto es,
una de las secciones en las que se distribuye la macroestructura (en el sentido de Van Dijk,
1972) del texto retórico.
Por la importancia que la argumentatio demuestra en el modelo retórico clásico, una
de las actualizaciones de la Retórica ha considerado especialmente la validez de esta
disciplina como una teoría de la argumentación (cfr. Perelman y Olbrechts-Tyteca (1989) y
Plebe y Emanuele (1988)).
Ya hemos comentado que la Retórica se ha desarrollado a lo largo de su historia
como un completo instrumental teórico para el tratamiento del discurso persuasivo, discurso
en el que aparece la forma más pura de argumentación. Para la producción de este discurso
tiene lugar una serie de operaciones denominadas partes artis. La Retórica tradicional
identificó cinco operaciones: inventio, dispositio, elocutio, memoria y pronuntatio o actio,
que son perfectamente válidas en la actualidad.
2.1. La inventio y la dispositio. Su relación en la construcción del texto retórico

En lo que a la argumentación se refiere, nos interesa considerar, en primera instancia,
las dos primeras operaciones, inventio y dispositio. La primera de ellas, la inventio, consiste
en «el hallazgo de asuntos verdaderos o verosímiles que hagan posible la causa» (Rhetorica
ad Herennium). La inventio está al servicio de la causa que el orador defiende, para lo cual la
obtención de una determinada estructura de conjunto referencial (material semántico-
extensional) es decisiva en la construcción de un texto que haga que el destinatario se incline
hacia la parte apoyada por el orador. Cada orador piensa, de forma más o menos consciente,
en aquellos a los que intenta persuadir y que constituyen el auditorio al que se dirigen sus
discursos.
Después de la inventio tiene lugar la dispositio, que consiste en la «ordenación y la
distribución de las cosas, la cual indica qué cosa ha de ser colocada en qué lugares»
(Rhetorica ad Herennium). La función de esta operación es, pues, la organización en el
interior del texto como materiales semántico-intensionales, sintácticos en el sentido
semiótico, de los materiales semántico-extensionales proporcionados por la inventio. La
dispositio posee una gran fuerza estructuradora que se proyecta en todo el discurso retórico.
Así, la teoría retórica relativa a la dispositio constituye una solidísima explicación de la
macroestructura textual: contiene unidades temáticas, semántico-intensionales, perfectamente
organizadas en virtud del ordo, orden macroestructural.
2.2. Las partes orationis. Las secciones del referente y de la macroestructura
del texto retórico
En el nivel de la dispositio se encuentran como partes de la macroestructura del texto
las partes orationis que, como hemos dicho, son las secciones en las que se distribuye dicha
macroestructura. Las partes orationis o partes del discurso son la columna vertebral del texto
retórico y su referente. Estas partes son, de acuerdo con la división comúnmente aceptada:
exordium, narratio, argumentatio y peroratio. Tienen un carácter básicamente sintáctico y
configuran la organización tanto de la estructura del conjunto referencial (cfr. inventio) como
de la macroestructura del texto retórico (cfr. dispositio).
2.2.1. El exordium es la parte inicial del discurso retórico. Su finalidad es la presentación de
la causa ante el receptor y obtener su disposición favorable hacia el planteamiento que el
orador hace. En el exordium están presentes tanto la estructura del conjunto referencial y la
macroestructura del discurso, por un lado, como el productor, el receptor y el contexto
retórico por el otro; de tal manera que se produce entre estos elementos una interacción
dinámica que lleva al orador a construir el exordio de su discurso dentro de una sólida
interconexión de lo semántico, lo sintáctico y lo pragmático.

2.2.2. La siguiente de las partes orationis es la narratio o exposición de los hechos que
constituyen la causa, con el fin de que el receptor tenga un conocimiento de los mismos que
haga posible que llegue a situarse de parte de la posición defendida por el orador. De gran
importancia es la inserción de la narración en la finalidad pragmática del discurso que se
postula con la afirmación de que la presentación de los hechos está dirigida a la persuasión.
La narración debe ser clara, breve y verosímil.
2.2.3. Después de la narratio se halla en el modelo retórico la ARGUMENTATIO, parte del
discurso esencialmente dialéctica, que se divide a su vez en probatio y refutatio.
La argumentatio consiste en la presentación de las pruebas pertinentes a la utilidad de
la causa, esto es, favorables desde la perspectiva de la posición del orador y también en la
destrucción de las pruebas de la parte contraria. Dicha presentación de pruebas propias es la
probatio, mientras que la mencionada destrucción de pruebas (o contraargumentación) es la
refutatio.
La argumentación es el centro del referente y del texto retórico. El exordio y la
narración tienen como finalidad la preparación del destinatario y la presentación al mismo de
cierta información en función de la aceptación por parte de éste de la posición argumentativa
que establece el orador. Incluso la peroratio, que es la última de las partes del discurso, está
al servicio de la posición argumentativa del orador. La argumentación articula el conjunto de
las partes del discurso y la posición argumentativa correspondiente a dicha parte impregna la
totalidad del mencionado conjunto. Por todo ello, la argumentatio es, como afirma Lausberg
(1966-1968), «la parte nuclear y decisiva del discurso».
El estudio de la argumentación es, ante todo, el de las pruebas que son aportadas en
apoyo de la causa. Las pruebas (probationes), llamadas también argumentos (argumenta),
forman el cuerpo de la argumentación.
Pueden ser de dos tipos; por un lado están las que no dependen de la técnica retórica,
son las que Aristóteles denomina ategnoi y Quintiliano inartificiales; por otro lado están las
que se obtienen por medio de la técnica retórica, llamadas entegnoi por Aristóteles y
artificiales por Quintiliano. El interés de la Retórica se centra en las pruebas artificiales, que,
a su vez, son de tres tipos: signos (signa), argumentos (argumenta) y ejemplos (exempla).
Lausberg (1966-1968:358) define la prueba retórica que es el signo como «una señal
perceptible por los sentidos [...], de suerte que por la señal o signo se puede deducir con
mayor o menor seguridad la cosa significada». Los signos deben ser conectados por el orador
con los hechos por medio del examen de la realidad. Un ejemplo que pone Quintiliano es el
de la sangre como signo de una matanza. La relación entre este hecho y aquel signo ha de ser
elaborada discursivamente por el productor del texto retórico.
Los argumentos son las más importantes pruebas artificiales. Quintiliano (Institutio

oratoria) afirma que «el argumento es un razonamiento que asegura la prueba, por el cual
una cosa se comprende por medio de otra y que confirma lo que es dudoso por medio de
aquello que no es dudoso».
Este razonamiento consta de premisas y de conclusión como organización
concatenada dirigida a la prueba. La forma más completa de razonamiento es el silogismo,
pues en él se dan todas las proposiciones necesarias para la conclusión; otra forma de
razonamiento es el entinema, que es un silogismo imperfecto por no darse en él todas las
proposiciones que conducen a la conclusión, diferenciándose también del silogismo en que
sus proposiciones no son necesariamente verdaderas, sino verosímiles2.
Los loci argumentorum (topoi en la terminología aristotélica) son para Lausberg
(1966-1968:366) una clase de argumentos que responde al contenido. La clasificación de la
Retórica clásica es el reflejo de una división del mundo: de persona (linaje, origen, sexo,
edad, etc.) o de cosa (causa, lugar, tiempo, etc.).
Perelman y Olbrechts-Tyteca (1989) clasifican los topoi contemporáneos según
cantidad (una cosa vale más que la otra por razones cuantitativas, por ejemplo, «ha de
seguirse la opinión de la mayoría»), cualidad (exaltación de lo único, por ejemplo, «Ariel
lava más blanco»), orden (por ejemplo, «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy»),
existencia (lo real antes que lo posible, «más vale malo conocido que bueno por conocer») y
esencia (existencia del individuo que reune todas las características exigidas al tipo que
representa, por ejemplo, «es un as»).
Otra clase de pruebas artificiales son los exempla, ejemplos que el orador utiliza para
apoyar su posición argumentativa con respecto a la causa. Los ejemplos son menciones o
exposiciones de hechos sucedidos (por ejemplo de textos históricos), de hechos ni verdaderos
ni verosímiles (como los que suceden en las tragedias clásicas) o de hechos verosímiles,
como los de las comedias clásicas). A diferencia de los argumentos que se elaboran a partir
de los materiales de la propia causa, los ejemplos son exteriores a la causa y son conectados
con los hechos de ésta por la capacidad inductiva del orador, que se basa en la semejanza de
hechos y ejemplos.
Como antes se ha expuesto, la argumentación se basa en prueba y refutación. La
refutación, como destrucción negativa de la prueba, incluye tanto pruebas artificiales como
inartificiales y, en cuanto a ésas, se sirve de signos, argumentos y ejemplos, todo ello con la
2 Argumentación y demostración. A menudo se confunden argumentación y demostración. La primera pertenece al dominio de las lenguas naturales y la demostración es un atributo o propiedad de la Lógica. Sin embargo, tienen en común que ambas terminan con una conclusión, pero la demostración ha de ser objetiva mientras que en el encadenamiento argumentativo se dan implicaturas, sobreentendidos, presuposiciones, etc.

finalidad de la prueba negativa.
2.2.4. La última de las partes orationis es la peroratio, sección final del discurso con la que
el orador recuerda al destinatario lo más relevante de lo expuesto en las secciones anteriores,
con insistencia en la posición argumentativa que ha adoptado, y que influye en los afectos del
destinatario con el fin de hacer que su decisión le sea favorable.
3. EL PUNTO DE PARTIDA DE LA ARGUMENTACIÓN. LA ELOCUTIO
RETÓRICA
En todo proceso de argumentación, como punto de partida han de aceptarse
determinados acuerdos sobre los que se apoya el autor de una argumentación. A
continuación, el autor selecciona ciertos elementos, los datos que ha de presentar al auditorio,
interpretándolos y ordenándolos de acuerdo con el sentido que de ellos quiera obtener (es
decir, lo equivalente a las operaciones retóricas de inventio y dispositio que veíamos en el
apartado anterior). Finalmente, el autor ha de darle una forma lingüística a todo ello,
operación equivalente a la elocutio retórica.
3.1. Los acuerdos
En primer lugar, conviene preguntarse qué tipo de acuerdos son pertinentes y
desempeñan un papel en el proceso argumentativo. Estos acuerdos suelen agruparse en dos
categorías. La primera, relativa a lo real, comprendería los hechos, las verdades y las
presunciones. La segunda, relativa a lo preferible, englobaría los valores, las jerarquías y los
lugares de lo preferible.
3.1.1. La noción de hecho responde a la idea que se posee respecto de ciertos datos que
aluden a la realidad objetiva común a varios seres pensantes. En este sentido, pueden ser
hechos de observación, hechos posibles o probables, etc. El hecho pierde su estatuto de
acuerdo en el momento que no se utiliza como punto de partida sino como conclusión a una
argumentación.
3.1.2. Las verdades son sistemas más complejos que hacen referencia a los enlaces entre
hechos, ya sean teorías científicas o concepciones filosóficas o religiosas.
3.1.3. Además de los hechos y las verdades, todos los auditorios admiten presunciones como
acuerdos universales relativos a lo real. Las presunciones están vinculadas a lo natural y
verosímil. Por ejemplo, en el campo jurídico, se parte siempre de la presunción de inocencia
del reo.

3.1.4. En lo que a lo preferible se refiere, estar de acuerdo con respecto a un valor supone
admitir que un objeto, un ser o un ideal ejerce una influencia concreta sobre determinadas
acciones o sobre la disposición a esas acciones. Por ejemplo, en los campos jurídico, político
o filosófico, los valores intervienen como base de la argumentación para comprometer al
oyente, a modo de justificación de determinadas elecciones. Ciertas nociones como
"fidelidad", "disciplina", "lealtad" u "obediencia debida", sólo pueden entenderse en relación
con determinados valores.
3.1.5. Pero las argumentaciones no sólo se basan en valores (abstractos o concretos, como la
patria), sino en jerarquías acordadas. Las jerarquías admitidas se presentan bajo dos aspectos
característicos. Las jerarquías concretas, como por ejemplo, la superioridad del hombre
sobre los animales o jerarquías abstractas, como la que expresa la superioridad de lo justo
sobre lo útil.
3.1.6. Para fundamentar valores y jerarquías, también se puede recurrir a premisas de
carácter muy general a las que Perelman y Olbrecht-Tyteca (1989:145) denominan lugares y
que ya hemos tratado, como un tipo de argumentos, en otro apartado de este tema (cfr.
§2.2.3.).
3.2. Los datos
En cuanto a los datos, ya hemos visto que hay que proceder a una selección (de
carácter semántico-extensional que responde a la operación retórica de la inventio) y a una
determinada técnica de presentación (semántico-intensional, esto es, la dispositio retórica).
Es decir, la utilización de los datos con vistas a la argumentación no puede hacerse sin una
elaboración conceptual que les dé sentido y los haga relevantes en el discurso.
3.3. La elocutio retórica. La microestructura del texto retórico
Una vez establecido el punto de partida y los datos de una argumentación (es decir,
las etapas equivalentes a la inventio y a la dispositio), la siguiente operación es la elocutio.
En efecto, la elocutio es la operación retórica por la que se obtiene una construcción
lingüística que manifiesta la construcción macroestructural correspondiente al nivel de la
dispositio; es decir, forma parte del texto retórico en el sentido que constituye su
microestructura, su manifestación textual lineal.
La elocutio es, pues, la verbalización de la estructura semántico-intensional del
discurso, con la finalidad de hacerla comprensible al receptor. Si la inventio comienza el
proceso de elaboración textual con la obtención de la estructura de conjunto referencial y la
dispositio lo continúa con la construcción de la macroestructura, la elocutio cierra el proceso

al producir la superficie textual que, como significante global del texto retórico, llega al
receptor.
Esta construcción lingüística que es la elocutio debe manifestar adecuadamente los
contenidos del discurso con el fin de que el orador alcance con el discurso la finalidad que
pretende en relación con el destinatario. Por ello, su principal cualidad ha de ser la claridad.
Decisivo para la construcción de la microestructura del discurso retórico y
caracterizador de éste en grandísima medida, es el ornatus o lenguaje figurado. Esta
cualidad de la elocutio consiste en el embellecimiento del texto retórico en su manifestación
textual lineal, mediante dispositivos expresivos inherentes a la propia estructura del lenguaje,
con el fin de producir una construcción que atraiga la atención por su elaboración artística,
basada principalmente en la exornación lingüística. Esto se consigue mediante el empleo de
figuras de dicción, figuras de pensamiento o tropos.
4. PRESENTACIÓN DE LA TESIS
Hemos abierto el tema afirmando que argumentar consiste en aportar razones para
sustentar una opinión. Si la opinión posee alguna consistencia intelectual suele denominarse
tesis. La finalidad de dicha argumentación es tratar de convencer, de persuadir, es decir, de
modificar las opiniones o actitudes del receptor. Para alcanzar estos objetivos, el autor
dispone de diversas formas de presentación de la tesis en una argumentación, lo que en
apartados anteriores se denominó la operación de dispositio, es decir, la determinación de la
macroestructura del texto argumentativo. Las diferentes formas que ésta puede adoptar se
denominan análisis deductivo, síntesis deductiva, doble encuadramiento y reiteración
paralelística.
El análisis deductivo consiste en la presentación de una opinión general al principio
de la exposición y su defensa mediante argumentos que conducen a una conclusión. Es decir,
el autor aduce razones para fortalecer la tesis inicial.
La síntesis inductiva supone la constatación de hechos particulares y concretos para
inferir una conclusión general que de razón al conjunto. En este tipo de texto argumentativo
la tesis se sitúa, pues, al final: el razonamiento parte de fenómenos diversos hasta dar con un
principio que los explique todos.
Este método de argumentar no es sencillo. La inducción es fundamental en el método
científico. En primer lugar es necesario detectar la existencia de un problema; a continuación
se determinan los aspectos nucleares y los periféricos relacionados con el mismo; se

seleccionan los datos y, una vez seleccionados, se elabora una generalización que los describa
a todos de la manera más simple posible, esto es, se elabora una hipótesis. Finalmente, toda
teoría científica ha de poder falsarse y, en este sentido, se debe comprobar la existencia de
otros datos que confirmen o nieguen la hipótesis. Esta última fase supone una deducción3.
En el doble encuadramiento la tesis se expone en el arranque del texto, se argumenta
favorablemente y se confirma, de nuevo, en el remate final. Es una situación frecuente en las
actividades académicas. En el esquema del doble encuadramiento la proposición del principio
da pie a una explicación que tiene su propia conclusión, por ello, no siempre se repite la idea
3 Este tipo de argumentación es propio de la gramática generativo-transformatoria. Un ejemplo clásico: la presencia explícita del sujeto (como en (1)) o la posibilidad de aparición de sujetos postverbales (como en (2)) en dos diferentes lenguas: inglés y español.
(1) a. Vivo en Madridb. *(I) live in London
(2) a. Ha llamado Juanb. *Has called John
La relación entre ambos hechos parece evidente: la riqueza de la flexión verbal en español, frente a la ausencia de marcas de concordancia en inglés, permite en la primera lengua y no en la segunda la ausencia de sujetos explícitos y la postposición verbal cuando aparecen expresos. Este hecho ha llevado a postular el llamado "Parámetro del sujeto nulo". Si la gramática de una lengua está especificada positivamente para este parámetro como ocurre en español, ambos fenómenos son posibles. Si la gramática de una lengua carece de esta especificación como en inglés, las propiedades sintácticas que de él se derivan estarán ausentes.
El parámetro del sujeto nulo ¿es realmente universal? ¿confirman los datos de otras lenguas la teoría?. Podemos ver qué sucede en otras dos lenguas romances: italiano y francés:
(3) a. Abito a Romab. *(J') habite à Paris
(4) a. Ha telefonato Giannib. *A telephoné Jean
De manera paralela al español e inglés se comportan italiano y francés. El italiano estará marcado positivamente en cuanto al parámetro del sujeto nulo y, por tanto, las propiedades sintácticas que de él se derivan están presentes; el francés, por el contrario, carece de especificación positiva para este parámetro.

inicial, sino que la conclusión deriva de la tesis.
Por último, en la reiteración paralelística la tesis fundamental no se formula nunca
de modo directo, sino que se diluye en una reiteración de ideas de las que se desprende la
postura defendida.
5. TÉCNICAS ARGUMENTATIVAS
Hemos dicho al principio de este tema (cfr. §2.1.) que el discurso argumentativo
comporta argumentos y contraargumentos, y acabamos de ver que esos argumentos no
presentan un orden universal, esto es, se organizan atendiendo a la situación comunicativa y a
aquello que resulte más eficaz para convencer a los interlocutores en una situación concreta.
Lo que sí se mantiene, de una forma más o menos generalizada, es una técnica
argumentativa, o sea, la realización simultánea de comparar y contrastar y la de elaborar
argumentos y contraargumentos (cfr. las pruebas artificiales de la Retórica clásica, §2.2.3.).
Los procedimientos de los que se sirve la técnica argumentativa son de dos tipos, de
enlace y de disociación. Los procedimientos de enlace son esquemas que unen elementos
diversos y permiten establecer entre éstos una solidaridad que permita valorarlos positiva o
negativamente; la argumentación en gramática comporta este tipo de procedimientos4. Los
procedimientos de disociación son técnicas de ruptura cuyo objetivo es separar elementos
considerados constituyentes de un todo o, al menos, considerados como elementos solidarios
en un sistema de pensamiento. La disociación tendrá como resultado final modificar el
sistema o alguna de sus partes; los procedimientos de disociación son, por ejemplo, los
propios de los sistemas filosóficos.
A su vez, a estas dos clases de procedimientos les corresponden determinados
esquemas argumentativos. Estos esquemas argumentativos pueden ser argumentos cuasi-
lógicos y argumentos basados en la estructura de lo real.
Los argumentos cuasi-lógicos se presentan como comparables a razonamientos
formales, lógicos o matemáticos. Unos apelan a estructuras lógicas (contradicción, identidad
total o parcial, transitividad) y otros recurren a relaciones matemáticas (relación de la parte
con el todo, de lo menor con lo mayor, relaciones de frecuencia, etc.).
Los argumentos basados en la estructura de lo real se sirven de ésta para establecer
la relación entre los juicios que se intentan promover y otros que ya están admitidos. Esta
relación se puede establecer de acuerdo con dos procedimientos: mediante la fundamentación
4 Cfr. a este respecto la nota 3.

por el caso particular o por analogía.
El caso particular puede desempeñar papeles muy diversos. Como ejemplo implica
cierto desacuerdo respecto del juicio que se trata de fundamentar de tal forma que permite
una generalización. Como ilustración sostiene una regularidad o un juicio ya establecido, de
forma que se refuerza la adhesión a tal regla o a tal juicio. Como modelo incitará a la
imitación.
Por otro lado, el valor de la analogía sería el de permitir formular una hipótesis que
se debe comprobar por deducción. Un tipo de investigación gramatical, la generativo-
transformacional, fundamenta su método en este esquema de argumentación analógica5.
En efecto, para defender cualquier tesis el autor recurre a todos los procedimientos
argumentativos posibles. Pero veamos otros tipos de argumentos que, sujetos al tipo de
esquemas argumentativos que hemos presentado, aparecen habitualmente en una
argumentación y que se ajustan a la posición que defiende el autor en diferentes momentos de
la argumentación.
Un tipo de argumento que se usa frecuentemente es el de autoridad, es decir, se
aporta una opinión expresada por otra persona de cuya solvencia no se puede dudar. El
argumento de autoridad puede ser directo e indirecto, por referencia al caso particular o por
analogía, de esta forma fortalece el razonamiento que se sigue aunque no se refiera
directamente al problema debatido.
Los argumentos de sentir general responden al parecer más aceptado por una
comunidad. Suele ser de gran rendimiento tanto en la argumentación oral como en la escrita
pues involucra al oyente y al lector.
El argumento de sentido común supone el uso del buen juicio a la hora de tomar
postura. Finalmente, el argumento de persona supone el inducir algo a partir de los
argumentos utilizados por el contrario.
6. FUNCIONES ARGUMENTATIVAS Y MARCADORES DE FUNCIÓN
Cerramos este tema con un aspecto directamente relacionado con la elocutio, esto es,
con la verbalización de la estructura semántico-intensional del discurso y es el estudio de las
diferentes funciones argumentativas y los marcadores que las plasman. Las funciones
corresponden a una dimensión discursiva que se añade a la función pragmática y cada una de
54 Cfr. a este respecto la nota 3.

estas funciones posee ciertos marcadores lingüísticos.
Van Dijk (1972) propone cuatro funciones argumentativas: explicación,
especificación, comparación y contradicción. Stati, por su parte, amplía hasta ocho estas
categorías: justificación y prueba, asentimiento, confirmación y adhesión, concesión,
rectificación, objeción, contestación, desacuerdo y disentimiento, crítica, acusación y
reproche y, por último, tesis o conclusión.
Función de justificación, prueba
Es una función típicamente monologal; a través de ella el hablante explica por qué ha
preferido lo expresado en la frase anterior. Sus marcadores específicos son pues, en efecto,
porque, etc.
Función de asentimiento, confirmación, adhesión
Supone la aceptación de una tesis o de una conclusión del interlocutor, por lo que
constituye una función típicamente dialogal. Sus marcadores son: tienes razón, de acuerdo,
cierto, es verdad, etc.
Concesión
Función típicamente dialogal, muy relacionada con la anterior, el hablante declara
que está de acuerdo con una tesis defendida por su interlocutor. Son marcadores de esta
función: cierto, lo admito, etc.
Rectificación
Función de propiedad relacional en la que una frase es la rectificación de otra que
queda así anulada. El marcador más claro es al contrario, por el contrario.
Objeción
Es una proposición enunciada con el fin de invalidar otra que sostiene el interlocutor.
Por ejemplo, contra una aserción del interlocutor, tratando de invalidarla: no te creo.
Contestación, desacuerdo, disentimiento
El desacuerdo se expresa mediante la reproducción en forma negativa de la frase del
interlocutor: eso que has dicho es falso.
Crítica, acusación, reproche
Se acusa al interlocutor de haber dicho cosas inexactas o de haber enunciado una
orden, una pregunta o de no haber sido fiel en un relato: mientes, te equivocas.
Tesis o conclusión

Finalmente, hemos planteado a lo largo del tema que una argumentación tiene la
finalidad de defender una tesis. En el análisis inductivo, tras los argumentos se llega a una
conclusión argumentativa que puede expresarse de forma favorable o negativa.
7. CONCLUSIONES
Hemos visto, pues, a lo largo de este tema que, en definitiva, se argumenta cuando, a
partir de una controversia, se adopta una posición, tratando de convencer, de persuadir, al
receptor, es decir, de modificar sus opiniones o actitudes.
El discurso argumentativo comporta argumentos y contraargumentos que no
presentan un orden universal, esto es, se organizan atendiendo a la situación comunicativa y a
aquello que resulte más eficaz para convencer a los interlocutores en una situación concreta.
De esta forma, diferenciamos diversos tipos macroestructurales de argumentación: análisis
deductivo, síntesis deductiva, doble encuadramiento y reiteración paralelística.
Hemos apuntado, así mismo, que lo que sí se mantiene, de una forma más o menos
generalizada, es una técnica argumentativa, o sea, la realización simultánea de comparar y
contrastar y la de elaborar argumentos y contraargumentos.
Todo este planteamiento del proceso argumentativo refleja las concepciones que de
este tipo de discurso postulaba la Retórica. En este sentido, hemos defendido un desarrollo
del tema basado fundamentalmente en el estudio de las operaciones retóricas de inventio,
dispositio y elocutio.
8. BIBLIOGRAFÍA
ALBADALEJO, T. (1991), Retórica, Madrid, Síntesis.ALBERT, M. (1984), Redacción y estilo, San Juan de Puerto Rico, Marle.BERNÁRDEZ, E. (1982), Introducción a la lingüística del texto, Madrid, Espasa-Calpe.BREMOND, C. (1973), Logique du récit, París, Seuil.CEREZO, M. (1994), Texto, contexto y situación, Barcelona, Octaedro.van DIJK, T.A. (1972), Some Aspects of Text Grammar, La Haya, Mouton.GENETTE, G. (1972), Figures III, París, Seuil.GENETTE, G. (1977), "Genres, «types», modes", Poetique 32.LAUSBERG, H. (1966-1968), Manual de Retórica literaria, Madrid, Gredos, 3 vols.LOZANO, J., C. PEÑA-MARIN y G. ABRIL (1989), Análisis del discurso, Madrid, Cátedra.PERELMAN, Ch. y L. OLBRECHTS-TYTECA (1989), Tratado de la argumentación. La nueva retórica, Madrid, Gredos.PLEBE A. y P. EMANUELE (1988), Manuale di Retorica, Bari, Laterza.RAMIREZ, M. et al. (1994), Modelo de secuencia para lengua y literatura castellanas. ESO. Madrid, Síntesis.

APÉNDICE
Tipología textual: Cerezo (1994)
Desde la perspectiva de la Semiótica Textual y el Análisis del Discurso, Cerezo
(1994), ofrece una clasificación de una tipología textual que no pretende agotar todas las
variantes posibles.
Ordena los posibles formatos comunicativos actuales a partir de tres coordenadas.
Especifica que el inventario de textos es inmenso. Esas tres coordenadas son las siguientes:
A. Textos denotativos versus textos connotativos. O lo que él considera lo mismo:
textos carentes de intención literaria frente a textos predominantemente literarios o de
intención literaria. El mecanismo semiótico de denotación se fundamenta en la posibilidad de
nombrar algo sin más, de forma neutra o aséptica. Frente a ella, la connotación instituye la
lectura intencional, simbólica o ideológica de un signo o de un mensaje. Es decir, mediante
esta oposición Cerezo pretende subrayar la intención denotativa o no literaria, frente a la
connotativa o literaria, de una serie de discursos tipificados socialmente, con independencia
de los valores que adquieran posteriormente por parte de los destinatarios.
B. Textos orales versus textos escritos. Correlativamente, los textos orales/textos
escritos son definidos en esta clasificación como textos abiertos/cerrados. Esta
categorización hay que entenderla como la posibilidad que tienen los textos orales, en
situación, de ser matizados, suplementados, reformulados, etc. según las manifestaciones del
receptor, que coopera activamente en la recepción de los mismos.
C. Texos individuales versus textos colectivos. En ocasiones el texto que se configura
en un acto verbal no es individual sino el producto de una participación de varios sujetos

empíricos y, por lo tanto, es un texto colectivo, grupal. En este sentido hay que entender la
oposición individual/colectivo.
Según estos tres ejes, la tipología textual que propone Cerezo (1994:101) la
esqumatizaría el siguiente cuadro:
TIPOLOGÍA TEXTUAL. FORMATOS DE COMUNICACIÓN
TEXTOS DENOTATIVOS TEXTOS CONNOTATIVOS
Orales Escritos Orales Escritos
Individuales Colectivos Individuales Colectivos Individuales Colectivos Individuales Colectivos
Acadénicos:
- Charla
- Conferencia
- ...
Jurídicos:
- Informe
- ...
Políticos:
- Discurso
- Mitin
- ...
.
.
.
Académicos:
- Debate
- Mesa redonda
- Seminario
- ...
Periodísticos:
- Entrevista
- ...
Políticos:
- Rueda de
prensa
- Congreso
- ...
Cotidianos:
- Conversación
- Disputa
- Tertulia
.
.
.
Académicos:
- Monografía
- Tesis
- ...
Jurídicos:
- Sentencia
- ...
Periodísticos:
- Noticia
- Suceso
- ...
Publicitarios:
- Cartel
- ...
.
.
.
Académicos:
- Currículo
- ...
Jurídicos:
- Fuero
- Codicilo
- ...
Políticos:
- Ley
- Manifiesto
- ...
Publicitarios:
- Anuncio
- ....
.
.
.
Narrativos:
- Cuento
- Conseja
- ...
Oratorios:
- Discurso
- ...
Poéticos:
- Aria
- Canción
- Himno
- ...
Dramáticos:
- Monólogo
- ...
.
.
.
Narrativos:
- Chascarrillo
- Chiste
- Leyenda
- Mito
- Radio-novela
- ...
Poéticos:
- Cancionero
- Ditirambo
- Jarcha
- Villancico
- Zéjel
- ...
Dramáticos:
- Culebrón
- Disputa
- Radio-teatro
- Teatro
- ...
Musicales:
- Coro
- Ópera
- Zarzuela
- ...
.
.
.
Narrativos:
- Folletín
- Novela
- Relato
- ...
Poéticos:
- Caligrama
- Endecha
- Oda
- ...
Varios:
- Cómic
- Epístola
- Greguería
- ...
.
.
.
Poéticos:
- Cancionero
- Salterio
- ...
Dramáticos:
- Comedia
- Tragedia
- Sainete
- ...
Varios:
- Tebeo
- ...
Abiertos Cerrados Abiertos Cerrados
Apud Cerezo, 1994, p. 101