desde otras vertientes

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NAVEGAR DESDE EL CORAZÓN

AL PENSAMIENTO

Freddy Angulo (Carora, 1984) obtuvo sus primeros galardones literarios cuando apenas cumplía veinte años en su ruta de vida. Sin duda, dos enviones que lo motivaron a crecer y acentuar su expresión poética. Estas son las distinciones: Mención Especial en el VI Concurso de

Poesía “José Numas Rojas” de Carora, con el Poemario Tallador y Finalista entre los catorce primeros

lugares en el Concurso Nacional para Poetas Menores de 20 Años, otorgado por Instituto Nacional la Abeja

Obrera, Aragua, 2004. Otros reconocimientos posteriores ratifican la constancia de Freddy Angulo en el arte

de la palabra: En el 2005 la editorial MeTarte, de la Fundación República de Guarimure (Carora), le publica

Rompetroya Poemario “Luz y Sal” y luego obtiene la Primera Mención en el IV Festival Latinoamericano

de Poesía y Narrativa del Instituto Cultural Latinoamericano Lebensohn – Buenos Aires, Argentina, 2006.

Aunque está reconocido en el panorama de la joven poesía que se produce en Carora, por alguna razón, no

tuve oportunidad de conocerlo cuando elaboré la antología Carora y sus poetas (2007) y por lo tanto es uno

de los ausentes en ese libro que recoge autores del siglo XIX, XX y los primeros años del XXI. Ahora tengo

conocimiento de su obra y especialmente del poemario ganador del segundo premio en el VIII Concurso de

Poesía “José Numas Rojas” 2006, titulado Mismo corazón y mismo pensamiento. Con mucha deferencia, el

poeta me solicitó una presentación y accedí no con el propósito de explicar su poesía, pues en comunión con

Luís Alberto Crespo, considero que un acto semejante puede resultar aburrido, especialmente para los

lectores, quienes buscan en la lectura la contemplación y el goce en primer término. Recurrimos entonces al

método que utilizamos en otras oportunidades y nos sumergimos en las páginas, convirtiéndonos en personaje

poético que dialoga, comenta y disfruta el contenido.

Así pues, la lectura de este poemario nos permite una visión estructural que implica valorar la unidad en

forma y pertinencia temática en toda su extensión: los textos bien identificados, con versos encabalgados o

independientes, forman una breve historia, con una voz que monologa o habla con la amada. Una secuencia

temática inicia el poemario con el amor, y en viaje longitudinal toman la palabra: luz, muerte, religión, noche,

lluvia, sangre, génesis, cielo, crepúsculo, día y otros elementos simbólicos que conducen al encuentro,

despedida, ausencia y naufragios en el límite del hastío.

Cuando el amor es presencia o ausencia, puede conducirnos a emprender un viaje de navegación, bien por las

alturas del sentimiento, representado por el corazón, o bien por la ruta del pensamiento que significa la

reflexión. Cuando este evento de navegación sucede, nos invaden diversos modos de sentir y expresar el

amor o el desamor. Podemos, por ejemplo, convertirnos en Tallador y _tal como Neruda_ en un ejercicio de

autodefinición proclamamos nuestra condición de no existencia, nuestra arts poética y hasta la comunión con

el dolor como fuente de ascensión a la muerte. Y si el viaje se hace múltiple, siempre en pos de búsqueda para

calcinar la distancia, podemos perseguir las huellas que se disipan por el viento y entonces, ante el

desasosiego y la incertidumbre, convertidos en trizas de papel, invocamos en traslación semántica el

reconocido verso de Vicente Gerbasi referido a la noche y pronunciamos esta paráfrasis: “Venimos de las

tinieblas y a las tinieblas vamos.”…

Navegar implica un viaje donde el mar como referente es el camino o pradera de línea infinita para recorrer

mundos (islas de carne) en busca del cuerpo de la amada, de esa imagen de Mujer/Venus desdibujada entre la

frontera del insomnio y la espera. Por eso afirma el poeta Freddy Angulo, con voz de certeza:

“Cuando se habla del mar

una mujer espera zarpar en el desvelo

y un corazón naufraga

sin timonel enaltecido.”…

Y optamos por ser Huésped de un fogón, anclados en la noche donde la luna es una contemplación triste que

disipa los acordes del Tango del viento y nos convierte en fantasma exilado hacia un imperio de hendiduras.

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Sabemos que un viaje sin regreso cierto de ese cuerpo de mujer es un río de piedras, desbordado en su

vertiente inexorable.

Reiterada la imagen de la mujer, no podemos obviar un viaje de altamar en cuerpo de Venus, ninfas y sirenas

de canto errante que huyen por el río… Mujer sombra, que inquiere su definición ante la ausencia prolongada.

Navega el poeta, desde la proa imaginaria, deslizándose por los encallados de piernas y senos sutiles. Guiado

por la voz del español Antonio Machado (Dulce goce de vivir/ mala ciencia del pasar,/ ciego a la mar.) el

capitán zarpa al amanecer hacia la isla de carne y confiesa:

“Al izar las velas,

pienso en la desdicha tímida

naufrago sin retorno,

a la perla deshilachada

por las ráfagas del tiempo”…

Presentimos el desasosiego por la pérdida del amor reencontrado en el sueño. Presentimos el desamor de

altomar por el naufragio frente al acantilado de senos. Presentimos la bienaventuranza del marinero cuando la

noche se acuesta abierta al firmamento.

Morir en agonía sumergidos en un fanal es otra opción. No hay tiempo para el escape y la intensa luz nos

cubre hasta el fondo. La muerte nos convierte en polvo. La muerte es sombra en la faz de la roca. Es piedra de

sacrificio donde el cordero derrama la sangre. Desde el Génesis o el Partenogénesis siempre so mos cordero

destinado a la crucifixión. Y en silencio anhelamos la confluencia de nuestros cuerpos ante la hora

crepuscular que incinerará nuestros huesos. Y en último hálito llamamos desesperadamente a la mujer

productora, no de efluvios, sino de fuego. Desde los predios de Camay, el paisaje árido que le dio la vida, el

poeta expresa la angustia:

“Ven

acércate donde habito

en tierras llenas de erosión

de amores entre llamas de fuego

que incineran mis huesos

y los esparcen en el aire.”…

Morir, morir y luego ser sepultado en un lago de aire…

Varios elementos de ese viaje en cuerpo de mujer se conjugan en este poemario. Destaca, por ejemplo, la

mención ínter textual de una cultura religiosa, cristiana, donde el navegante o capitán se tran smuta en Cristo,

presto a la crucifixión reza un Salmo, levanta el cáliz y en ceremonia de pan y vino ofrenda su cuerpo para el

sacrificio. Pero en otro tono, el poeta introduce una mención especial: América latina. Un canto general para

una América que más allá de su dimensión geográfica con sus pampas, el Amazona y los altos riscos andinos,

representa la figura de una mujer: nuestra madre-tierra-patria. Mujer de amplia matriz que fertiliza en luz y

agua.

Para el final del viaje, Freddy apela a un recurs o de validez universal: el canto. Además del referido a

América, introduce un canto del errante donde los muelles acumulan encuentros que le permiten decir:

“…las horas se hacen heridas de faros entreabiertos,

oxidante deseo tu rumbo solloza

en la guía de los arrecifes amargos.”…

Inesperadamente surge el Conticinio, elegía final que define una separación completa de los amantes y donde

el reencuentro, nada fugaz, será posible en enero cada cien años cuando la aurora lo permita.

Yeo Cruz

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FREDDY ANGULO

DESDE OTRAS VERTIENTES

SEPARATA POETICA

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Corazón en el tiempo

A mi amiga Marina Rodríguez

Si yo pudiera recorrer tras la aurora

el suspiro del tiempo sería el peregrino

de la faz infinita,

y en sueños ser el dueño del fugaz

crepúsculo resplandeciente,

posado en el beso que se pierde

entre pan, vino

y lecho

y poder nacer en los verticilos acarreantes

de la flor antigua,

de la plenitud divina,

de vivir detrás del sol.

tal vez el eco del

viento no se marchite.

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Autogiros

Giran mis manos como dos elipses

indomables,

para que nazca el mundo

de la vid en las palabras,

enraizando el océano

mitológico en un aliento

y recorriendo la piel

de la tierra toda,

y el sosiego naufragio

de la proa del tiempo

acarreando la sombra.

Page 7: Desde otras vertientes

Detrás del Tiempo

Tanta tierra para la miel

tanta tierra que hacemos miel

al otro lado de ti, sequedad

murmullos en lo profundo

de tu corazón

acorazonado de arreboles frescos

en huellas de tiempo

abatidas por el viento pálido

en un sol de suspiros

inmolados

arropándome con manto

azul que conforta

mi alma.

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Detrás de la montaña

El cielo de tinieblas castas

subyuga la luna de sangre

colinas secas

donde noble leñador

en el principio de la aurora

canta a voz en cuello

cánticos profanos,

aquel hijo del hombre

yace prófugo

en la tenia luz semblante,

la titiritante tez de las estrellas

le susurran al alma,

el vivo reflejo labrador de una melancólica

fragancia de éter escarlata

en donde una rosa

se ensancha

en lo profundo del hacha

de fuego,

allí el aire abate el pilar

del tiempo

robusto en su lomo

y el monarca vio

la luz del alba

surcar la laguna solaz.

Page 9: Desde otras vertientes

Luna

Contemplo la grandeza de la doncella

eclipsada

en la noche oscura

recubriendo como un beso pálido

el rostro azulado del cielo

¡Oh¡ Hija infinita

de lo abismático,

sólo tú y yo

sin dejar que el último

grito

nos robe el eco.

(Noche)....

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Manzana

En la hoja disecada

quedan las plegarias

ajenas a punto de sosiego suicidio

y crujen los dientes

inmoliéndose

y llegas y lo arruinas todo

en un volcán salido de tu aliento

nocturno

que me somete a la locura,

huele a flores.

La calma infecta mi erupción

de latidos inconclusos,

y te devuelvo cada grano de amor

en un brebaje mortífero.

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Cáliz

Dame de beber

y déjame morir

en el cáliz de alianza,

para redimir la sangre derramada

de un beso,

deja a este siervo calmar su sed

en el manantial de tu ser y poder allí sentir el sabor

infinito

de mujer

Cristal

Mármol

Flor

borboteando en lo frágil de mis manos

a tus piernas.

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Día

En mi eterno pensamiento pasan

las horas mutiladas

atrasadas

sin recobrar fuerzas cabizbajas

de un crepúsculo

Hoy en mis ojos se enzarza

la luz marchita de la esencia

de tu cuerpo de ninfa,

tu efímera encrucijada en pasos

yacidos como un oasis fantasma,

heraldando

las huellas desoladas de sol.

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Partenogénesis

Conciben las llamas en el infierno

mutilando, incinerando el feto

avivado,

y cae fuerte el semen como piedra

en el cosmos placental

dolor,

de vivir y morir

o siempre ser,

sin el deseo de serlo

copula el linaje atrincherado,

rechina el manantial de lirios

y quedando la furia en los talones

galopantes

de la quitina apaciblemente.

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Bienaventurado

Venid y coged el velo de leyenda

en el principio de un crepúsculo,

en cielo

indomable sea el hijo unigénito

del alba,

labrando mi ser recóndito

la litúrgica danza

Increspita

de la nada

el bostezo de mi amada

es verdugo

del viento

disipando la arena anclada

en el muelle de ojos infelices

y el naufragio de los labios

de un reloj no consumado

por las amuralladas aguas turbulentas.

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Sangre

Un dolor punzo penetrante llega a mis venas,

sacrificando el cordero

en el ébano de mis irrigaciones

y en el valle enfermo

un pequeño elfo llega,

tocando una flauta de mármol

en el lomo del tiempo,

convirtiendo muestras dos almas

en partituras,

para formar parte

de esta locura

de tonadas apocalípticas

sin dejar de ser violín.

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Crucifixión

Al principio era

el verbo

de pies y manos clavado

en el cielo

Hoy vive en el pensamiento

de la faz

Y se mueve en la senda

quebrantada,

era el aliento halito

de voz de aquel que predicó

en el desierto los anhelos

de su corazón,

y lo arrastró el diluvio

de la ausencia.

¡INRI¡

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Desde otras Vertientes

Surco los puntos cardinales

de la matriz de tus sueños

y sólo encuentro

caminos

inconclusos

suaves e indelebles

lisonjeras piernas

un delirio

voces mutiladas

infinita sangre maldita

remolineando en mis manos de aliento

grey de mi génesis interrupto.

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Desamor de altomar

No me mueve mi Dios

para no quererte

en los lejanos

aullidos

en el vacío

muelle

tus ojos zarpan la popa

a la nublosa

crin de la noche

vienen

el oleaje

reflejando huellas blancuzcas

en las mejillas del agua

inmensa mi mente

en el poniente

infinito.