desde el jardin - jerzy kosinski
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Chance es un gran enigma: el héroe de los «media» americanos. Latelevisiónleama,losperiódicosyrevistasvantrasél.GardineresunrostrofamiliarenloshogaresdeAmérica.Todoshablandeél,aunquenadiesabedequéhablaél.Nadiesabededóndeviene,perotodosestánenteradosdequeesunimánparaeldinero,elpoderyelsexo.¿Lohaconseguidograciasa la encantadora y muy bien relacionada esposa de un magnate deWallStreet moribundo? ¿O se ha situado por sí mismo en la cresta de la olaporque, tal como las imágenes televisivas, ha llegado almundo empujadoporunafuerzaqueélnuncahavistoyalaquenopuededarnombre?¿SabeChance algo que nosotros ignoramos? ¿Fracasará? ¿Será algún díadesdichado?Ellectoresquiendebedecidir.
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Títulooriginal:BeingThereJerzyKosinski,1971.Traducción:NellyCacicideBonomini
Editororiginal:Trips123(v1.0av1.x)Correccióndeerratas:Trips123ePubbasev2.0
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ParaKatherinav.F.quienmeenseñoqueelamoresalgomásque
elanhelodeestarjuntos.
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Esta es una obra de ficción y sus personajes y situaciones son completamenteimaginarios. Cualquier similitud con personajes o situaciones del pasado o delpresenteespuramenteaccidental,ynoselosdebeidentificarconningunapersonaohechosreales.
Elautor
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Uno
Eradomingo.Chance estaba en el jardín.Semovía con lentitud, arrastrando lamanguera verde de uno a otro senderomientras observaba atentamente el fluir delagua.Delicadamente fue regando cada planta, cada flor, cada rama del jardín. Lasplantas eran como las personas: tenían necesidad de cuidados para vivir, parasobreponersealasenfermedades,yparamorirenpaz.
Sinembargo,lasplantasdiferíandelagente.Ningunapuedereflexionarsobresimisma ni conocerse; no existe ningún espejo en que pueda reconocer su rostro;ninguna puede obrar intencionadamente; no le queda sino crecer y su crecimientocarecedesentido,puestoquenopuederazonarnisoñar.
Lasplantas gozabandel resguardoyproteccióndel jardín, separadode la callepor un alto muro de ladrillos rojos cubiertos de hiedra, cuya paz no perturbabasiquiera el ruidode los coches que pasaban.ParaChance las calles no existían. Sibiennuncahabíaabandonadolacasaysujardín,lavidaquetranscurríadelotroladodelmuronodespertabasucuriosidad.
ElfrentedelacasadondehabitabaelAnciano,podríahabersidopartedelmuroode la calle.Nada indicaba que hubiera allí algún ser viviente. En los fondos de laplanta baja, que daban sobre el jardín, vivía la criada. Pasillo pormedio estaba lahabitacióndeChance,sucuartodebañoyuncorredorqueconducíaaljardín.
Loqueeljardínteníadeparticularmenteatractivoeraque,encualquiermomentoenquesedetuvieraen losangostossenderos,entre losmacizosdearbustosoentrelos árboles, Chance podía comenzar a dar vueltas sin saber a ciencia cierta siavanzaba o retrocedía, si sus pasos lo acercaban o lo alejaban del lugar de dondehabíapartido.Loúnicoimportanteeraseguirsupropioritmo,comolasplantasensucrecimiento.
Devezencuando,Chancecerrabaelpasodeaguaysesentabasobreelcéspedareflexionar.Elviento,ajenoa ladirecciónenquesoplaba,mecía losarbustosy losárboles.Elpolvodelaciudadseasentabauniformemente,oscureciendolasfloresquepacientemente aguardaban el lavado de la lluvia y luego los rayos del sol que lassecaran.Sinembargo,apesardelavidaquebullíaenél,aunenelmomentodesumáximoesplendor,eljardíneralatumbadesímismo.Bajocadaárbolycadaarbustohabía troncos que se pudrían y raíces que se desintegraban.Resultaba difícil saberquéeramásimportante:lasuperficiedeljardínolatumbaenlaqueseoriginabayenlaque recaía constantemente.Había, por ejemplo, cercadelmurounos setosvivosque prosperaban con total indiferencia por las plantas vecinas; crecían conmayorceleridad sofocando a las flores más pequeñas y adueñándose del terreno de losarbustosmásdébiles.
Chance entró en la casa y puso en funcionamiento el aparato de televisión. El
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aparatocreabasupropialuz,supropiocolor,supropiotiempo.Noestabasometidoalasleyesfísicasqueacababansiemprepordoblegaralasplantas.Todoenlapantallaaparecíaenformaconfusayentremezclada,peroalmismotiemposuavizada:eldíaylanoche,lograndeylopequeño,loflexibleyloquebradizo,losuaveyloáspero,elcaloryelfrío,locercanoylodistante.Enesemundoencoloresdelatelevisión,lajardineríaeracomoelbastónblancodeunciego.
Cambiando de canal, Chance podía modificarse a sí mismo. Al igual que lasplantas del jardín, pasaba por distintas fases, sólo que, a diferencia de ellas, podíacambiartantasvecescomolodesearaconsólodarvueltasaldial.Enalgunoscasospodíadesplegarsuimagenenlapantalladeltelevisortalcomolohacíanlosactores.Dandovueltas al dial,Chancehacíapenetrar a losotros en susojos.Deesemodollegóacreerqueelsoloseconferíasupropiaexistencia.
La imagenenel televisor separecíaa supropia imagen reflejadaenunespejo.Aunque Chance no podía ni leer ni escribir, se asemejaba más al hombre de lapantallaqueloquediferíadeél.Porejemplo,susvoceseranidénticas.
Se sumergió en la pantalla. Como la luz del sol, el aire puro y la llovizna, elmundo más allá del jardín penetró en Chance y Chance, como una imagen de latelevisión,hizoirrupciónenelmundo,sostenidoporunafuerzaquenopodíavernisabíanombrar.Derepenteoyóelchirriardeunaventanaqueseabríaencimadesucabezaylavozdelacorpulentacriadaquelollamaba.Selevantócondesgano,apagócuidadosamenteeltelevisorysedirigióalexterior.Lacriadasehabíaasomadoaunadelasventanasdelospisossuperioresysacudíalosbrazos.AChancenolegustaba.Había venido a la casa poco tiempo después que la negra Louise se enfermara yregresara a Jamaica. Era gruesa. Procedía del extranjero y hablaba con un acentoextraño.Noentendíanadade loque sehablabaen la televisión,que, sin embargo,mirabasiempreensucuarto.Porlogeneral,ChancesólolaescuchabacuandoletraíadecomerylecontabaloquecreíaqueelAncianohabíadicho.Ahoralepedíaquesubierasindemora.
Chancecomenzóasubirlaescalera.Noconfiabaenelascensordesdelavezquela negraLouise se había quedado encerrada en él durante horas.Atravesó el largocorredorhastallegaralfrentedelavivienda.
Laúltimavezquehabíaestadoenesapartedelacasa,algunosdelosárbolesdeljardín,ahoraaltosyfrondosos,eranpequeñose insignificantes.Eneseentoncesnohabíatelevisión.Alversereflejadoenelgranespejodelvestíbulo,Chancerecordólaimagendel niñoquehabía sidoy la delAnciano sentado enun inmenso sillón.ElAnciano tenía los cabellos grises, lasmanos arrugadas y encogidas; respiraba condificultadyhacíafrecuentespausascuandohablaba.
Chance recorrió las habitaciones, donde parecía no haber nadie; pesadoscortinajes apenas dejaban filtrar la luz del día. Lentamente contempló los grandes
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mueblescubiertosdeviejasfundasdehiloylosespejosvelados.LaspalabrasqueelAnciano había pronunciado la primera vez que lo viera se le habían fijado en lamemoriacomosólidasraíces.ChanceerahuérfanoyelAncianolohabíarecogidoensu casa desdemuy niño. Lamadre deChance habíamuerto al nacer él.Nadie, nisiquiera el Anciano, le quiso decir quién era su padre. Si bien aprender a leer yescribirestabaalalcancedemuchos,Chancenuncalolograría.Tampocoibaapoderentendertodoloqueledijeran,niloqueseconversaraasualrededor.Chancedebíatrabajareneljardín,dondecuidaríadelasplantasyelcéspedylosárboles,queallícrecíanenpaz.Seríacomounadelasplantas:callado,abiertoyfelizcuandobrillaraelsol,ymelancólicoyabatidocuandolloviera.SunombreeraChanceporquehabíanacidoporcasualidad.[1]Noteníafamilia.Aunquesumadrehabíasidomuybonita,había padecido de lamisma falta de entendimiento que él; la delicadamateria delcerebro, de la que brotaban todos los pensamientos, había quedado dañada parasiempre.Porconsiguiente,Chancenopodíaaspiraraocuparunlugarenlavidaquellevabalagentefueradelacasaodelaverjadeljardín.Suexistenciadebíalimitarseasushabitacionesyaljardín;nodebíaentrarenotraspartesdelacasanisaliralacalle. Louise, la única persona con quien tendría trato, le llevaría la comida a sucuarto,dondenadiemáspodríaentrar.ElAncianoeraelúnicoquepodíacaminarporel jardín y sentarse allí a descansar. Chance debía hacer exactamente lo que se leindicaba, pues en caso contrario sería enviado a un hogar para enfermosmentales,donde—ledijoelAnciano—loencerraríanenunaceldayseolvidaríandeél.
Chancehabíaobedecidosiemprelasórdenesrecibidas;lanegraLouisetambién.Chance empujó la pesada puerta y la voz estridente de la criada fue comouna
sacudida.Entróyseencontróenunahabitacióndosvecesmásaltaque lasdemás.Lasparedes estaban revestidasde estanterías llenasde libros.Enunade lasmesashabíavarioscartapaciosdecuero.
La criada hablaba a gritos por el teléfono. Se dio vuelta y, al verlo, señaló ellecho. Chance se acercó. El Anciano estaba sostenido por firmes almohadones yparecía estar en suspenso, como si estuviese escuchando atentamente elmurmulloengañoso de una gotera. Sus hombros descendían en ángulos agudos y la cabezapendíahaciauncostado,comounfrutopesadodeunarama.ChanceclavólavistaenelpálidorostrodelAnciano.Teníaunsoloojoabierto,comolospájarosqueavecesaparecíanmuertoseneljardín;elmaxilarsuperiorlecaíasobreellabioinferior.Lacriada colgó el receptor y le informó que acababa de llamar al médico que nodemoraríaenllegar.
ChancecontemplóunavezmásalAnciano,murmuróunaspalabrasdedespedidayseretiró.Unavezensuhabitación,encendióeltelevisor.
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Dos
Esedía,más tarde,cuandoChanceseencontrabamirando la televisión,oyóunruido como de lucha en los pisos superiores de la casa. Salió de su habitación y,ocultándosedetrásdeunaenormeestatuaenelvestíbulodeentrada,viocómounoshombres se llevabanel cuerpodelAnciano.Desaparecidoéste, alguien tendríaqueocuparsededecidirquésucederíaconlacasayqueharíanélylanuevacriada.Enlatelevisión,cuandoalguienmoría,seproducíantodotipodecambiosdelosqueeranautores losparientes, los funcionariosde losbancos, los abogados, loshombresdenegocio.
Peropasóeldíasinquenadieseacercaraalacasa.Chancecomióligeramente,miróunratolatelevisiónyseacostóadormir.
***
A la mañana siguiente se levantó temprano; como de costumbre; tomó eldesayunoquelacriadalehabíadejadoalapuertadesuhabitaciónysalióaljardín.
Removiólatierraalrededordecadaplanta,inspeccionólasflores,cortólashojassecasypodó los arbustos.Todoestaba enorden.Había llovidodurante lanocheyabundabanlospimpollosreciénabiertos.Sesentóadescansaralsol.
Mientrasunonomirasea lasdemáspersonas, éstasnoexistían.Comenzabanacobrarexistencia,lomismoqueenlatelevisión,cuandounofijabalavistaconellas.Sóloentoncesquedabangrabadasenlamente,antesdeserreemplazadaspornuevasimágenes.Lomismoocurríaconél.Almirarlo, losdemásenfocabansuimagen, laampliaban; no ser visto equivalía a tornarse impreciso hasta desaparecergradualmente.Talvezél,Chance,perdíamuchoallimitarseaobservaralosdemásenlatelevisiónsinservistoporellos.Loalegróelpensamientodequeahora,muertoelAnciano,seríavistoporgentequejamáshabíaposadolamiradaenél.
***
Cuandooyóelteléfonoquesonabaensucuartoseprecipitóaatenderelllamado.Unavozdehombrelepidióquefueraalabiblioteca.
Chancesecambiórápidamentelaropadetrabajoporunodesusmejorestrajes;sepeinóconesmero,sepusounpardegafasparaelsolqueusabaparatrabajareneljardínysubiólasescaleras.Enlapequeñahabitaciónrecubiertadelibrosunhombreyunamujerloesperaban.Losdoshabíantomadoasientodetrásdelescritoriosobreel cual había varias carpetas con documentos. Chance se quedó en el centro de lahabitación,sinsaberquéhacer.Elhombresepusodepieysedirigióhaciaélconlamanotendida.
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—Soy Thomas Franklin, de la firma Hancock, Adams y Colby. Somos losabogados encargados de esta sucesión. Y la señorita Hayes—añadió, volviéndosehacialamujer,esmiasistente.
Chanceestrechólamanodelhombreymiróalamujer.Estalesonrió.—Lacriadamedijoqueenestacasaviveunhombrequetrabajacomojardinero.FranklininclinólacabezahaciadondeestabaChance.—Sinembargo,nohayningunaanotaciónenlosregistrosqueindiquequealgún
hombre—cualquierhombre—hayasidoempleadoporeldifuntoniresididoenestacasadurantelosúltimoscuarentaaños.¿Cuántosdíashacequeestáustedaquí?
Chancesesorprendiódequeentantosdocumentoscomohabíasobreelescritoriono se mencionara su nombre para nada; se le ocurrió que acaso tampoco semencionabaenelloseljardín.Titubeóantesderesponder.
—Hevividoenestacasahastadondealcanzanmis recuerdos,desdemuyniño,muchoantesdequeelAncianosequebraralacaderayempezaraaquedarseencamalamayorpartedel tiempo.Estoyaquídesdeantesdequecrecieranlosarbustos,deque instalaran el riego automático en el jardín. Desde antes de que existiera latelevisión.
—¿Quédiceusted?—preguntóFranklin—.¿Ustedhaestadoviviendoaquí, enestacasa,desdequeeraniño?¿Ycómosellamausted,puedopreguntarle?
Chance se sintió incómodo. Sabía que el nombre de una persona tenía muchaimportanciaensuvida.Poresolagentedelatelevisiónteníasiempredosnombres:elpropio,fueradelatelevisión,yelqueadoptabancadavezqueactuaban.
—MinombreesChance—dijo.—¿ElseñorChance?—preguntóelabogado.Chanceasintió.—Examinemosnuestrosregistros—dijoelseñorFranklin.Levantóalgunosdelospapelesqueteníadelantedesí.—Tengoaquíunregistrocompletodetodalagenteempleadaporeldifuntoopor
suhacienda.Aunquealparecerhabíahechotestamento,nohemospodidohallarlo.Alaverdadeldifuntodejómuypocosdocumentospersonales.Noobstante,sítenemosuna lista de todos sus empleados— recalcó, al tiempo que fijaba la vista en eldocumentoquesosteníaenlamano.
Chancesequedóenactituddeespera.—Hagaelfavordesentarse,señorChance—dijolamujer.Chanceacercóunasillahaciaelescritorioysesentó.ElseñorFranklinapoyólacabezaenunamano.—Estoy muy sorprendido, señor Chance —dijo, sin levantar la vista del
documento que estaba estudiando—, pero su nombre no aparece en ninguno denuestrosarchivos.NadiellamadoChancehaestadorelacionadoconeldifunto.¿Está
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ustedseguro…realmenteseguro…dehaberestadoempleadoenestacasa?Chancerespondióconprudencia.—Siemprehesidoeljardinero.Hetrabajadoenel jardíndelfondodeestacasa
todamivida.Desdequetengomemoria.Eraunniñopequeñocuandocomencé.Losárboles no habían crecido todavía y casi no había setos vivos.Mire cómo está eljardínahora.
ElseñorFranklinseapresuróainterrumpirlo.—Pero no existe elmenor indicio de que un jardinero haya estado viviendo y
trabajando en esta casa.Nosotros… es decir, la señoritaHayes y yo…nos hemoshecho cargode la sucesióndel difuntopordisposicióndenuestra firma.Todos losinventariosobranennuestropoder.Puedoasegurarlequenohayningunaindicacióndequeustedhayaestadoempleadoaquí.Nohayningunadudadequeenlosúltimoscuarentaañosnosedioempleoaningúnhombreenestacasa.¿Esustedjardinerodeprofesión?
—Soy jardinero —contestó Chance—. Nadie conoce el jardín mejor que yo.Desdequeeraunniño,hesidoelúnicoquehatrabajadoaquí.Huboalguienantesdemí…unnegroalto;sequedósóloel tiemposuficientepara indicarmeloquedebíahacer y para enseñarme el trabajo. Desde entonces, he trabajado solo. Yo plantéalgunosdelosárboles—dijo,altiempoqueinclinabaelcuerpoendirecciónaljardín— y las flores, limpié los senderos y regué las plantas. El Anciano acostumbrabasentarseeneljardínadescansaryleer.Peroluegodejódehacerlo.
ElseñorFranklincaminódesdelaventanahastaelescritorio.—Megustaríacreerle,señorChance—dijo—pero,siloqueusteddiceescierto,
como usted sostiene, entonces… por alguna razón difícil de desentrañar… supresenciaenestacasa,sucondicióndeempleado,nohansidoasentadosenningunodelosdocumentosexistentes.Esverdad—añadió,dirigiéndoseasuasistente—quemuypocaspersonastrabajabanaquí;élseretiródenuestrafirmaalossetentaydosaños, hace ya más de veinticinco años, cuando la fractura de cadera le impidiómoverse, sin embargo —continuó— a pesar de su edad avanzada, el difunto semantuvo siempre al tanto de sus propios asuntos y todas las personas que empleófueroninscritascomocorrespondíaennuestrafirmaparalospagos,segurosydemás.DespuésdelapartidadelaseñoritaLouise,laúnicaanotaciónquefiguraennuestrosarchivosserefierealempleodeunacriada«importada»;nadamás.
YolaconozcoalaviejaLouise.Norecuerdohaberestadoenestacasasinella.Todos los días me traía la comida a mi habitación y de tanto en tanto se sentabaconmigoeneljardín.
—Louisemurió,señorChance—lointerrumpióFranklin.—SefueaJamaica—dijoChance.—Sí,perohacepococayóenfermaymurió—acotólaseñoritaHayes.
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—Nosabíaquehubieramuerto—dijoChanceconvozqueda.—Sinembargo—insistióelseñorFranklin—,todaslaspersonasempleadaspor
el difunto han recibido siempre los sueldos que les correspondían. Nuestra firmaestabaacargodeesosasuntos;deahíqueesténasentadosennuestroslibrostodoslosdetallesrelativosaestapropiedad.
—No conocí a nadie más que trabajara en la casa. Siempre estuve en mihabitaciónytrabajéeneljardín.
—Quisiera creer lo que usted me dice. Sin embargo, por lo que hace a supresenciaanteriorenestacasa,notenemoselmásmínimoindicio.Lanuevacriadano tiene idea del tiempo que ha estado usted aquí. Nuestra firma ha tenido en supoder todas las escrituras, cheques, reclamaciones por seguros, durante los últimoscincuentaaños.—ElseñorFranklin se sonrió—.En laépocaenqueeldifuntoerasocio de nuestra firma, algunos de nosotros no habíamos nacido todavía o éramosmuy,muyjóvenes.
LaseñoritaHayesserió.Chancenocomprendióelmotivodesurisa.ElseñorFranklinvolvióaconcentrarseenlosdocumentos.—SeñorChance, durante su empleo y residencia aquí ¿recuerda haber firmado
algúnpapel?—No,señor.—Entonces,¿enquéformalepagaban?—Nuncarecibídinero.Medabanlacomida;muybuena,porciertoytodalaque
yoquisiera.Tengomihabitación,conunaventanaquedasobreeljardínymibañopropio.Además,hicieroncolocarunapuertaquedadirectamentesobreeljardín.Medieronuna radioprimeroy luegoun televisor, un aparato en colores y con controlremoto.Tiene,además,unmecanismodealarmaparadespertarmeporlasmañanas.
—Conozcolosaparatosaqueustedserefiere—dijoelseñorFranklin.—Puedosubiralaltilloyelegircualquierade los trajesdelAnciano.Todosme
quedan muy bien. Fíjense —Chance señaló su traje—. También puedo usar suschaquetas,ysuszapatos,aunquesonunpocoestrechos,ysuscamisas…,apesardeloscuellosuntantopequeños,ysuscorbatas,y…
—Comprendo—lointerrumpióelseñorFranklin.—Es realmente increíble el aspecto moderno que tiene su ropa—comentó la
señoritaHayes.Chancelesonrió.—Es sorprendente cómo la moda masculina actual se parece a la de los años
veinte—añadiólamujer.—Bueno, bueno—dijo el señor Franklin, procurando dar un tono ligero a la
conversación—,¿quiereusteddaraentenderqueyonomevistoalamoda?SevolvióhaciaChance.
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—¿Así,pues,susserviciosnofueroncontratadosdeningúnmodo?—No;creoqueno.—¿El difunto no le prometió nunca un sueldo o alguna otra forma de
compensación?—insistióelseñorFranklin.—No.Nadiemeprometiónada.Casi nuncaveía alAnciano.Nobajó al jardín
desdequeseplantaronlosarbustosenelladoizquierdo,yyamelleganalhombro.Adecirverdad,seplantaroncuandotodavíanoexistíalatelevisión,sinosólolaradio.Recuerdoquemientras trabajabaenel jardínescuchaba la radioyqueLouisebajóparapedirmequelapusieramásbajaporqueelAncianodormía.Yaeramuyancianoyestabamuyenfermo.
ElseñorFranklinestuvoapuntodesaltardelasilla.—SeñorChance,creoquelascosassesimplificaríansiustedpudiesemostrarme
algún documento de identificación de su persona en el que estuviese indicada sudirección. Podría ser un punto de partida. Una libreta de cheques, su registro deconductor, la tarjetadesociodealgúnplandeseguromédico…,cualquieradeesascosas.
—Noposeoningunadeesascosas—dijoChance.—Cualquierdocumentoenqueconstesunombreydirecciónysuedad.Chancepermanecióensilencio.—¿Talvezsucertificadodenacimiento?—preguntóbondadosamentelaseñorita
Hayes.—Notengoningunadocumentación.—Necesitamosalgunapruebadequeustedhavividoaquí—dijoconfirmezael
señorFranklin.—Pero—dijo Chance—, me tienen a mí. Aquí estoy yo. ¿Qué mejor prueba
puedenquerer?—¿Ha estado enfermo alguna vez? Es decir, ¿ha tenido que concurrir a algún
hospital o consultoriomédico? Le pido que entienda, por favor—añadió el señorFranklin con vozmonótona—, que todo lo que necesitamos es una prueba de queustedrealmentehatrabajadoyvividoaquí.
—Nuncaheestadoenfermo—contestóChance—.Nunca.AlseñorFranklinnoseleescapólamiradadeadmiraciónquelaseñoritaHayes
ledirigióaljardinero.—Yasé—dijo—.Dígameelnombredesudentista.—Jamáshevisto aunmédicoo aundentista.Nuncahe salidode esta casa, y
nuncaselepermitióanadiequemevisitara.Louisesalíaaveces,peroyono.—Debohablarleconfranqueza—dijoelseñorFranklincontonofatigado—.No
hay ningún registro que indique que usted haya vivido aquí, o que se le hayanabonado sueldos, o quehaya tenido algún seguromédico. ¿Hapagadousted algún
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impuesto?—No—contestóChance.—¿Haprestadoserviciosenelejército?—No.Hevistoelejércitoenlatelevisión.—Porcasualidad,¿tieneustedalgúnvínculofamiliarconeldifunto?—No,porcierto.—Suponiendoqueloqueusteddiceseaverdad—dijoFranklinentonodecidido
—,¿seproponeustediniciarunjuiciocontralasucesióndeldifunto?Chancenoentendió.—Yo estoymuy bien, señor—dijo con cautela—. Estoy bien. El jardín es un
hermosojardín.Elsistemaderiegoporaspersióntieneunospocosaños.—Dígame—lointerrumpiólaseñoritaHayes,altiempoqueseenderezabaenel
asientoyechabalacabezahaciaatrás—,¿quéplanestiene?¿Piensatrabajarparaotragente?
Chanceseacomodó lasgafas.Nosabíaquedecir. ¿Porquédebíaabandonareljardín?
—Megustaríaquedarmeaquíytrabajarenestejardín—repusoquedamente.ElseñorFranklinrevolviólospapelesqueestabansobreelescritorioyretiróuna
hojaimpresaencaracteresmuypequeños.—Esunasimpleformalidad—dijo,mientrasleentregabalahojaaChance.—¿Tendríaustedinconvenienteenleerlaahoray,siestádeacuerdo,firmarlaen
ellugaradecuado?Chancetomóelpapel.Losostuvoconambasmanosmientrasmanteníalamirada
fijaenél.Intentóhaceruncálculodeltiemporequeridoparaleerunapágina.Enlatelevisión, el tiempo que se demoraba la gente para leer los documentos legalesvariaba.Chancesabíaquedebíaocultarquenosabíaleerniescribir.Enlatelevisión,los que no sabían leer ni escribir eran objeto del ridículo o la burla. Adoptó unaexpresión de concentración, frunció el ceño, se tomó la barbilla con el pulgar y elíndice.
—Nopuedofirmarlo—dijo,devolviendolahojaalabogado—.Sencillamentenopuedohacerlo.
—Yaveo—contestóelseñorFranklin—.¿Quieredecir,pues,queustedseniegaaretirarsudemanda?
—Nopuedofirmar;esoestodo—contestóChance.—Comoquiera—dijoelseñorFranklin.Recogiólosdocumentos.—Debo informarle, señorChance—prosiguió—, quemañana almediodía esta
casaquedarácerrada.Aesahorasecerraránconllaveambaspuertasdeentradayelportón del jardín. Si realmente vive usted aquí, tendrá que abandonar la casa
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llevándosetodossusefectospersonales.Buscóalgoenunodesusbolsillosyretiróunapequeñatarjetadevisita.—Minombreydirecciónyelnúmerodeteléfonodenuestrafirmafiguranenesta
tarjeta.Chancetomólatarjetayladeslizóenelbolsillodesuchaleco.Sabíaqueenese
momento debía abandonar la biblioteca y retirarse a su habitación. Había en latelevisiónunprogramavespertinoquenoqueríaperder.Sepusodepie,saludóysefue.EnlaescaleratirólatarjetaquelehabíaentregadoelseñorFranklin.
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Tres
Elmartes,aprimerahoradelamañana,Chancebajóunapesadamaletadepieldelaltilloyobservóporúltimavezloscuadrosquecolgabandelasparedes.Preparóelequipaje,abandonósuhabitaciónyluego,lamanoyaprontaaabrirelportaldeljardín, cambió de opinión y decidió posponer su partida y volver al jardín dondepodríaocultarsedurantealgúntiempo.Dejó lamaletaensuhabitaciónyregresóalexterior.Allí reinaba la paz. Las flores se erguían esbeltas y gráciles. Elmolinilloeléctricoderiegorodeabadeneblina losarbustos.Chance tomóentre losdedos lasagujasdelospinosylasramitasdelossetosvivosqueparecíanquereralcanzarlo.
Sequedóduranteunratoholgazaneandoeneljardín,gozandodeltibiosoldelamañana. Luego desconectó el molinete de riego y regresó a su cuarto. Puso enfuncionamiento el aparato de televisión, se sentó sobre la cama y presionó variasveces el botón del control remoto para cambiar de canal. Casas de campo,rascacielos, edificios de apartamentos recién construidos, iglesias, atravesabanrápidamente la pantalla.Apagó el televisor.La imagen desapareció; sólo quedó unpequeño punto azul pendiente en el centro de la pantalla, como si hubiera sidoolvidadoporelrestodelmundoalcualpertenecía;luegotambiéneldesapareció.Ungrisopacocubriólapantalla,semejanteaunalosadepiedra.
Chancesepusodepieyaldirigirsealportaldel jardínseacordóderecoger lavieja llave que durante años había estado colgada en una tabla que pendía en elcorredor,cercadesuhabitación.Caminóhastaelportale insertó la llave; luegodeabrirdeparenparelportaltraspusoelumbral,abandonandolallaveenelcerrojoycerróelportaldetrásdesí.Ahoranopodríavolvernuncamásaljardín.
Estaba fuera de los límites de la casa. La luz del sol lo encandiló. Las acerasparecían arrastrar consigo a los peatones, los techos de los coches aparcadosreverberabanporelcalor.
Estaba sorprendido: la calle, los coches, los edificios, la gente, los débilessonidos,erantodasimágenesqueyaselehabíangrabadoenlamemoria.Hastaestemomento,todoloqueveíafueradeloslímitesdelacasaseasemejabaaloquehabíacontempladoen la televisión; laúnicadiferenciaeraque losobjetosy laspersonaseran de un tamañomayor, aunque los acontecimientos parecían desarrollarse a unritmomás lento,más simple, peromenos ágil. Tenía la sensación de haberlo vistotodo.
Comenzóacaminar.Amitaddelacalle,selehizopresenteelpesodelamaletayel calor, pues marchaba a pleno sol. Encontró un espacio libre entre dos cochesaparcadosenelmismoinstanteenqueunodeellosretrocedió. Intentódarunsaltopara evitar el parachoques, Pero la maleta le estorbó los movimientos. Tardódemasiado en saltar y quedó atrapado contra los focos del otro coche aparcado.
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Chance,aduraspenas,logrólevantarunarodilla;nopudoretirarlaotrapierna.Sintióundolor laceranteycomenzóagritar,al tiempoquedabagolpesdepuñocontra lacaja del vehículo en movimiento. El coche se detuvo en seco. Chance no podíamoversepuescontinuabaconunapiernaatrapadaentre losparachoquesde losdosvehículos.Teníaelcuerpoempapadoensudor.
Elconductorseprecipitófueradelvehículo.Eranegro,vestíauniformeyllevabalagorraenlamano.ComenzóamurmuraralgocuandosediocuentadequeChancetenía la pierna todavía cogida. Volvió al cochemuy asustado y la adelantómediometro.LapantorrilladeChancequedóenlibertad.Chanceintentóapoyarseenambospies, pero cayó de bruces en el borde de la acera. Instantáneamente se abrió laportezueladeatrásdelvehículoysaliódeélunaesbeltamujerqueseinclinósobreél.
—Esperoquenosehayalastimadomucho.Chance levantó losojoshaciaella.Habíavistomuchasmujeresparecidassella
enlatelevisión.—Sólome lastimé una pierna—dijo, pero la voz le temblaba—. Creo que ha
quedadounpocomagullada.—¡Dios mío! —exclamó la mujer con voz ronca—. Podría… ¿le molestaría
levantarseunpocolapiernadelpantalónparaqueyopuedaverloquetiene?Chanceobedeció.Enlamitaddesupantorrillateníayaunamanchaazulrojizay
unaligerahinchazón.—Esperoquenose lehayaquebradoalgúnhueso—dijo lamujer—.No tengo
palabrasparadecirlecuántolo lamento.Michófernohatenidojamásunaccidenteantes.
—Noesnada—respondióChance—.Yamesientoalgomejor.—Mimaridohaestadomuyenfermo.Sumédicoyvariasenfermerassealojanen
nuestra casa.Creoque lomejor sería llevarlodirectamente allí, amenosqueustedprefieraconsultarasupropiomédico.
—Noséquéhacer—dijoChance.—¿Notieneinconveniente,pues,enconsultaranuestromédico?—Ninguno,porsupuesto.—Vamos,entonces—decidiólamujer—.Sielmédicoloconsideranecesario,lo
llevaremosdirectamentealhospital.Chanceseapoyóenelbrazoque leofreció lamujer.Enelcoche,ella sesentó
muypróximaaél.ElchófercolocólamaletadeChanceenlacajayelvehículoseunióaltránsitomatutino.
Lamujersepresentó.—SoylaseñoradeBenjaminRand.Misamigosme llamanEE, las inicialesde
misnombresdepila,ElizabethEve.
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—EE—repitióChanceconseriedad.Chance recordó que en situaciones similares los hombres de la televisión
acostumbrabanpresentarse.—YosoyChance—tartamudeóy,pornoparecerleestosuficiente,añadió—:el
jardinero.[2]
—ChaunceyGardiner—repitiólaseñora.Chancesediocuentadequelehabíacambiadoelnombre.Dioporsentadoque,
aligualqueenlatelevisión,enadelantedebíausarsunuevonombre.—Mimarido y yo somos amigos desde hacemucho tiempo deBasil y Perdita
Gardiner—prosiguiólamujer—.¿Porcasualidadestáustedemparentadoconellos,señorGardiner?
—No,notengoningúnparentescoconellos—replicóChance.—¿Noquieretomarunpocodewhisky,oacasouncognac?Chance quedómuy sorprendido. El Anciano no bebía y tampoco permitía que
bebieranlossirvientes.PerodetantoentantolanegraLouisebebíaensecretoenlacocinayainstanciadeellaChancehabíaprobadoelalcoholunaspocasveces.
—Gracias.Talvezunpocodecognac—contestó,altiempoquesentíaundolorprofundoenlapiernaherida.
—Veoqueestásufriendo—dijolamujer.Seapresuróaabrirunbarempotradoenelrespaldodelasientodelanterodelque
retiróunfrascoplateadoylesirviólaoscurabebidaenunacopaconmonograma.—Leruegoquelotometodo—dijo—.Lesentarábien.Chanceprobólabebida,tosiendoalhacerlo.Lamujerlesonrió.—Verá que le hará bien. No falta mucho para que lleguemos a casa y allí lo
atenderán.Tengaunpocodepaciencia.Chancecontinuóbebiendoa sorbospequeños.El cognaceraunabebida fuerte.
Observó que encima del bar había un televisor hábilmente disimulado. Sintió latentación de ponerlo en funcionamiento. Continuó bebiendo mientras el coche seabríapasoporlascallescongestionadasdetránsito.
—¿Funcionaeltelevisor?—preguntóChance.—Sí;porsupuestoquefunciona.—¿Podría…lemolestaríaencenderlo?—Porsupuestoqueno.Leharáolvidareldolor.Seinclinóhaciaadelanteypresionóelbotóndeencendido.Lapantallasellenó
deimágenes.—¿Tieneustedpreferenciaporalgúncanal,algúnprogramaenespecial?—No,asíestámuybien.Lapequeñapantallayelsonidodeltelevisorlosaislarondelosruidosdelacalle.
Uncocheaparecióde improvisodelantedeellosyel choferdetuvo lamarchacon
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brusquedad.AlintentarChanceafirmarseparaevitarlaimprevistasacudida,sintióundoloragudísimoen lapierna.Todogiróa sualrededor; en sumente seprodujounblancoabsoluto,comoenuntelevisordesconectadoderepente.
***
Sedespertóenuncuartoinundadoporlaluzdelsol.EEestabaallí.Chanceyacíaenunacamaenorme.
—Señor Gardiner —le decía lentamente la mujer—. Usted perdió elconocimiento.Peromientrastantollegamosacasa.
Seoyóungolpeenlapuertayentróunhombreconguardapolvoblancoygruesasgafasdecarey,quellevabaunmaletínnegroenlamano.
—Soy su médico —dijo— y usted debe ser el señor Gardiner, lesionado ysecuestradoporlaencantadoradueñadecasa.
Chanceasintió.—Suvíctimaesmuybienparecido—continuóelmédicoen tonodebroma—.
Peroahoradeboexaminarloynodudoquepreferiráretirarse.AntesdequeEEsalieradelcuarto,elmédicoleinformóqueelseñorRandestaba
durmiendoyquenoselodebíadespertarhastalasúltimashorasdelatarde.AChanceledolíamucholapierna;unhematomavioláceolecubríacasitodala
pantorrilla.—Me temo —dijo el médico— que deba darle una inyección para poder
examinarlelapiernasinqueustedsedesmayededolorcuandopresionesobreella.El médico sacó una jeringa de su maletín. Mientras la llenaba, Chance se
representó todas las situaciones de la televisión en que había visto aplicarinyecciones. Supuso que sería doloroso, pero no sabía cómo demostrar que estabaatemorizado.
Elmédicosediocuentaevidentementedeloqueocurría.—Vamos, vamos. No se trata más que de una ligera conmoción y, aunque lo
dudo,puedequeelhuesohayasidolesionado.LainyecciónresultósorprendentementerápidayChancenosintióningúndolor.Despuésdeunosminutos,elmédicolecomunicóquenohabíaningunafractura.—Todoloquetienequehacer—dijo—esdescansarhastalahoradelacenay,si
se siente bien, puede levantarse para comer. Eso sí; tenga cuidado de no apoyarsesobre la pierna lesionada. Mientras tanto, le daré a la enfermera las indicacionesnecesarias acerca de las inyecciones; le haré aplicar una cada tres horas y tomaráustedunade laspíldorasque le recetaréconcadacomida.Si llegaa sernecesario,mañanadispondréquelesaquenunaradiografía.Porahora,descansebien.
Elmédicosaliódelahabitación.Chanceestabacansadoyconsueño.PerocuandoEEvolvió,abriólosojos.
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Mientraslosdemáslomiranysedirigenauno,seestáasalvo.Sealoquefuereloqueunohaga,esentoncesinterpretadoporlosotrosdelmismomodoenqueunointerpresaloqueelloshacen.
—SeñoraRand—dijoChance—,estabapordormirme.—Lamento haberlo incomodado —dijo ella—, pero acabo de hablar con el
médico;medijoquetodoloqueustednecesitaesdescanso.SeñorGardiner…Lamujersesentóenunasillaalladodelacama.—Quierodecirlequemesientomuyculpableyquemeconsideroresponsablede
suaccidente.Esperoqueesteasuntonolecausedemasiadostrastornos.—Por favor, le ruego que no se preocupe —dijo Chance—. Le estoy muy
reconocidoporsuayuda.Noquisiera…—Es lomenosquepodíamoshacer.Dígame, ¿nohaynadie conquienquisiera
comunicarse?¿Sumujer?¿Sufamilia?—Notengomujernifamilia.—¿Acasocon lagentedenegocioscon lasqueustedactúa?Siéntaseenentera
libertad para usar el teléfono, enviar un telegrama o recurrir a nuestro télex. ¿Nonecesita una secretaria? Mi marido ha estado enfermo durante tanto tiempo queactualmentesupersonaltienemuypocoquehacer.
—No,gracias.Nonecesitonada.—Peroseguramentehabráalguienconquienustedpuedequerercomunicarse…
Esperoquenosesienta…—Nohaynadie.—SeñorGardiner,sitaleselcaso…yesperoquenocreaqueselodigosólopor
amabilidad… si usted no tiene ningún asunto que atender,me complaceríamuchoque se quedase con nosotros hasta que se haya recuperado por completo. Seríaterriblequetuviesequequedarsesoloensemejanteestado.Tenemosmucholugarylosmejoresmédicosestaránasudisposición.Esperoquenorehúsequedarse.
Chanceaceptólainvitación.EEseloagradecióyChancelaoyódarórdenesalossirvientesparaquedesempacaransumaleta.
***
Un rayo de luz que se filtraba a través de los pesados cortinados despertó aChance.Eran las últimashoras de la tarde.Se sentíamareado; tenía conciencia deque la pierna le dolía, pero no de dónde estaba. Luego recordó el accidente, elautomóvil,lamujeryelmédico.Cercadelacama,alalcancedesumano,habíauntelevisor. Lo puso en funcionamiento y contempló las tranquilizadoras imágenes.Entonces, en el preciso momento en que había decidido levantarse y correr los
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cortinados,sonóelteléfono.EraEEquelollamaba.Lepreguntócómoseguíayquisosaber si quería que le sirvieran lamerienda y si ella podía quería subir a visitarlo.Chancelecontestóafirmativamente.
Entróunacriadaconunabandejaenlasmanos,queapoyósobrelacama.Chancecomiólentamenteconfinura,mientrasrecordabaescenassemejantesenlatelevisión.
Se había sentado apoyado contra las almohadas y estabamirando la televisióncuandoentróEEenlahabitación.Alacercarellaunasillaasucama,apagódemalaganaeltelevisor.Veníaaenterarsedelestadodesupierna.Chanceadmitióquesentíaalgún dolor. En su presencia, ella llamó al médico y le aseguró que parecíaencontrarsemejor.
EE le contó aChanceque sumarido teníamuchosmás añosque ella, bastantemásdesetenta.Hastasurecienteenfermedad,sumaridohabíasidounhombrellenodevigoryaúnahora,apesardesuedadysuenfermedad,seguíainteresadoyactivoensusnegocios.Lamentaba,continuódiciéndole,notenerhijospropios,sobretodoporqueRandhabíarotorelacionesporcompletoconsuanterioresposayconelhijohabidodeesematrimonio.EEconfesóquesesentíaresponsabledelarupturaentrepadreehijo,puesBenjaminRandsehabíadivorciadodelamadredelmuchachoparacasarseconella.
Chance, creyendo que debía demostrar un interés profundo por lo que EE ledecía,recurrióalaprácticaseguidaenlatelevisiónderepetirunapartedelasfrasespronunciadasporsuinterlocutora.Deestemodo, laalentóacontinuarsurelatoyaexplayarse.CadavezqueChancerepetíalaspalabrasdeEE,éstaparecíaalegrarseycobrarconfianza.Llegóasentirsetancómodaquecomenzóasubrayarsuspalabrastocándoleyaelhombro,yaelbrazo.LaspalabrasdeEEparecíanflotardentrodelacabezadeChance,quienlaobservabacomosiellafueraunprogramadetelevisión.EEseapoyócontraelrespaldodelasilla.Ungolpealapuertalainterrumpióenlamitaddeunafrase.
Eralaenfermeraqueveníaaponerlelainyección.Antesdeirse,EEloinvitóacomerconellayconelseñorRand,quiencomenzabaasentirsemejor.
ChancesepreguntósielseñorRandnolepediríaquesefueradelacasa.Noloperturbabaelpensamientodetenerquepartir—sabíaquetardeotempranoesodebíaocurrir— sino el hecho de no saber, como en la televisión, qué sucedería después.Sabía, sí,quenoconocíaa losactoresdelnuevoprograma.No teníaporqué tenermiedo, pues todo lo que ocurre tiene su secuela y lo mejor era que esperasepacientementesupropiapróximaaparición.
Estabaporconectareltelevisorcuandoentróuncriado—unnegro—queletraíasuropa,acabadadeplanchar.LasonrisadelhombrelerecordóladelaviejaLouise.
***
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EEvolvióallamarparadecirlequesereunieraconellaysumaridoparatomarunacopaantesde lacomida.Alpiede laescalera loaguardabaunsirvientequelocondujo a la biblioteca donde EE y un hombre de edad avanzada lo estabanaguardando.ChanceobservóqueelmaridodeEEeramuymayor,casitantocomoelanciano.Elhombre le tendióunamanoresecayardientey ledioundébilapretón.FijólavistaenlapiernadeChance.
—Nolasometaaningúnesfuerzo—ledijo,convozsegura—¿Cómosesiente?EE me contó su accidente. ¡Qué vergüenza! ¡Realmente no tiene ningunajustificación!
Chancetitubeóunmomento.—Noesnada,señor.Yamesientomejor.Eslaprimeravezenmividaquesufro
unaccidente.Un criado sirvió champaña. Chance había bebido apenas unos sorbos cuando
anunciaronlacomida.LoshombressiguieronaEEalcomedor,dondelamesaestabapuestaparatres.Chanceobservólaplateríacentelleanteylasblancasestatuasenlosrinconesdelahabitación.
Chancesepreguntócómodebíacomportarse;decidióinspirarseenunprogramadetelevisiónsobreunjovenhombredenegociosqueerainvitadofrecuentementeacomerconsujefeylahijadeéste.
—Ustedpareceserunhombremuysano,señorGardiner.Tienemuchasuerte—dijoRand—.Peroesteaccidente,¿noleimpediráatenderdebidamenteasusasuntos?
—Comoyaledijea laseñoraRand—dijoChanceconlentitud—,micasaestácerradaynotengoningúnasuntourgentequeatender.—Usabaloscubiertosycomíacon extremo cuidado—. Estaba esperando que algo ocurriera cuando tuve elaccidente.
ElseñorRandsequitó lasgafas,echóelalientosobre loscristalesy los limpióconunpañuelo.VolvióacolocarselasgafasymiróaChanceconexpectación.Estesediocuentadequesu respuestanohabíasidosatisfactoria.Levantó losojosyseencontróconlamiradadeEE.
—Noesfácil,señor—dijo—,encontrarunlugaradecuado,unjardín,enelqueuno pueda trabajar sin injerencias y madurar con las estaciones. No quedan yademasiadasoportunidades.Enlatelevisión—vacilóyderepentetodoseleaclaró—:nuncahevistounjardín.Hevistoselvasybosquesyavecesunoqueotroárbol.Perounjardínenelqueyopuedatrabajarycontemplarcómocreceloqueheplantado…
ElseñorRandseinclinóhaciaélporencimadelamesa.—Creoquelohaexpresadoustedmuybien,señorGardiner.¿Nolemolestaque
lo llame Chauncey? ¡Un jardinero! ¿No es acaso la descripción perfecta delverdadero hombre de negocios? Alguien que hace producir la tierra estéril con eltrabajodesuspropiasmanos,quelariegaconelsudordesufrenteyquecreaalgo
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valiosoparasufamiliayparalacomunidad.Sí,Chauncey,¡quéexcelentemetáfora!Unhombredenegociosproductivoesenverdaduntrabajadorensupropiaviña.
Chauncey se sintió aliviado ante el entusiasmo de la respuesta de Rand; todomarchababien.
—Gracias,señor—murmuró.—Porfavor…llámemeBen.—Ben—asintióChauncey—.Eljardínqueyodejéeraunlugarsemejanteysé
quenohedeencontrarnadatanmaravilloso.Todoloqueenélcrecíaeraelresultadode mi obra: Planté las semillas, las regué, las vi crecer. Pero ahora todo eso hadesaparecidoyloúnicoquequedaeselcuartodearriba—yseñalóelcieloraso.
Randlomiróconafabilidad.—Ustedesdemasiado joven,Chauncey.¿Porquéhabladel«cuartodearriba»?
Allíesdondehedeiryodentrodepoco,nousted.Porsuedad,ustedcasipodríasermihijo.UstedyEE,losdostanjóvenes.
—Ben,querido—comenzóadecirEE.—Sí,yasé;yase—lainterrumpióelmarido—;notegustaquehabledenuestras
edades.Perotodoloquemequedaamíeselcuartodearriba.ChancesepreguntóquéquerríadecirRandalafirmarquedentrodepocotiempo
estaríaenelcuartodearriba.¿Cómoibaainstalarseallímientrasél,Chance,siguieseenlacasa?
Lacomidacontinuóensilencio.Chancemasticabadespaciosamenteyseabstuvodetomarvino.Enlatelevisión,elvinoponíaalagenteenunestadoquenopodíancontrolar.
—Pero si usted no encuentra una buena oportunidad pronto —dijo Rand—,¿cómoatenderáasufamilia?
—Notengofamilia.ElrostrodeRandseensombreció.—NoPuedoentenderlo.¿Unhombre jovenyapuestocomoustedqueno tenga
familia?¿Cómoesposible?—Nohetenidoeltiemponecesario—replicóChance.Randmoviólacabeza,impresionadoporsuspalabras.—¿Lasexigenciasdesutrabajohansidotantas?—Ben,porfavor…—interrumpióEE.—Estoy segurodeque aChaunceyno le incomoda responder amispreguntas.
¿Noesverdad,Chauncey?Chancenegóconlacabeza.—Bueno…¿Nosintióustednuncalanecesidaddeunafamilia?—Noséloqueestenerunafamilia.—Entonces,ustedestárealmentesolo,¿noescierto?—dijoRandenvozbaja.
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Después de un silencio, los criados trajeron el plato siguiente. Rand estudió aChanceconlamirada.
—Hayalgoenustedquemegusta,¿sabe?Soyunhombreviejoypuedohablarlecon franqueza.Ustedesunapersona sinvueltas: capta las cosas rápidamentey lasenunciaconsencillez.Comosabrá—continuóRand—soypresidentedelaPrimeraCompañíaFinancieraNorteamericana.Acabamosdeiniciarunprogramadestinadoaprestarayudaalasempresasnorteamericanasacosadasporlainflación,losimpuestosexcesivos,lashuelgasyotrasindignidades.Queremosdarunamano,pordecirlodealgún modo, a los «jardineros» honestos de la comunidad comercial. Después detodo,sonnuestramejordefensacontralosfocosdecontaminaciónquedetalmodoatentancontranuestraslibertadesfundamentalesycontraelbienestardenuestraclasemedia. Tenemos que hablar de este asunto en detalle; tal vez cuando se hayarecuperadototalmentepodráreunirseconlosotrosmiembrosdeldirectorio,quieneslopondránmásalcorrientedenuestrosproyectosyobjetivos.
ChancesealegródequeRandañadierainmediatamente:—Yalosé,yalosé;noesustedhombredeactuarimpensadamente.Perolepido
quereflexionesobreloqueacabodedecirleyrecuerdequeyoestoymuyenfermoyquenosésiseguiréenestemundopormuchotiempo…
EEcomenzóaprotestar,peroRandcontinuó:—Estoy cansado de vivir. Me siento como uno de esos árboles cuyas raíces
aparecenenlasuperficie…Chancedejódeescucharlo.Extrañabasujardín;eneljardíndelAncianoninguno
delosárbolesteníalasraícesenlasuperficienihabíaperdidosuvigor.Allítodoslosárboleseranjóvenesyestabanbiencuidados.Enelsilencioqueseibahaciendoasualrededor,dijorápidamente:
—Tendréencuenta loquemeacabadedecir.Todavíameduele lapiernaymeresultadifíciltomarunadecisión.
—Muybien.Noseapresure,Chauncey.—RandseinclinóypalmeóaChanceenelhombro.Sepusierondepieysedirigieronalabiblioteca.
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Cuatro
Elmiércoles,mientrasChanceseestabavistiendo,sonóel teléfono.OyólavozdeRand:
—Buenosdías,Chauncey.Mimujermeencargóque lo saludara tambiénen sunombre porque no estará en casa hoy. Tuvo que volar a Denver. Pero, además lollamoporotrarazón.Hoy,elPresidentepronunciaráundiscursoenlareuniónanualdel Instituto Financiero; está en vuelo hacia Nueva York y acaba de telefonearmedesde su avión. Sabe que estoy enfermo y que no podré presidir la reunión, deacuerdocon loprevisto.Perocomohoymesientounpocomejor, elPresidentehatenidolagentilezadedecidirhacermeunavisitaantesdelalmuerzo.Esmuyamablede su parte, ¿no le parece? Va a aterrizar en el aeropuerto Kennedy y vendrá aManhattanenhelicóptero.Podemoscalcularquedentrodeunahoraestaráaquí.
Randdejódehablar.Chancelooyórespirarcondificultad.—Quiero que usted lo conozca, Chauncey. Va a ser un placer para usted. El
Presidente es unamagnífica persona y estoy seguro de que simpatizará con usted.Ahora bien: la gente del Servicio Secreto estará aquí dentro de muy poco parainspeccionarel lugar.Esunacuestiónderutina,algoque tienenquehacerseacualfuere el lugar y las circunstancias. Si no tiene inconveniente, mi secretaria lecomunicarácuandolleguen.
—Muybien,Benjamin,ymuchasgracias.—Ah, sí! Algomás, Chauncey. Espero que no se moleste… pero tendrán que
registrarloausted también.Actualmente,nadiequeestécercadelPresidentepuedellevar encima ningún objeto cortante, de modo que procure que no le lean elpensamiento,Chauncey,¡podríanquitárselo!Nosvemosdentrodeunrato,miamigo—ycortólacomunicación.
Nodebíatenerningúnobjetocortante.Chancesequitórápidamenteelclipdelacorbataycolocóelpeinesobrelamesa.Pero¿porquésehabríareferidoRandasu«pensamiento»?Chancesemiróenelespejoy loquevio legustó: teníaelcabellobrillante,latezfrescayeltrajeseadaptabaasucuerpocomolacortezaalárbolquerecubre.Contento,encendiólatelevisión.
Pasadounrato, lasecretariadeRand lo llamópara informarleque loshombrosdel Presidente estaban listos para subir. Cuatro hombres entraron en el aposento,charlando y riéndose con soltura y comenzaron a registrarlo con una cantidad deinstrumentoscomplicados.
Chancesesentóenelescritorio,mientrascontinuabaobservandolatelevisión.Alcambiar deuno aotro canal, viode repenteun inmensohelicópteroquedescendíasobreuncampodelParqueCentral.EllocutoranuncióqueeneseprecisomomentoelPresidentedelosEstadosUnidosaterrizabaenelcorazónmismodelaciudadde
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NuevaYork.Loshombresdelserviciosecretodejarondetrabajarparaobservarlatransmisión.—Bueno—dijounodeellos—,hallegadoeljefe.Esmejorquenosapresuremos
ainspeccionarlosotroscuartos.ChanceestabasolocuandollamólasecretariadeRandparaanunciarlainminente
llegadadelPresidente.—Gracias—contestóChance—.Creoqueesmejorquebajeinmediatamente¿no
leparece?—Creoqueyaeshora,señor.Chancedescendió lasescaleras.LoshombresdelServicioSecretodeambulaban
sosegadamente por los corredores, el vestíbulo y la entrada del ascensor. Algunosestabandepiedelantedelasventanasdelabiblioteca;otrossehabíanubicadoenelcomedor, la salayel salónescritorio.Chance fuecacheadoporunode losagentesquien,despuésdepedirledisculpasporlamedida,seapresuróaabrirlelapuertadelabiblioteca.
RandseacercóaChanceylopalmeóenelhombro.—NosabecuántomealegraqueustedtengaoportunidaddeconoceralJefedel
Ejecutivo.Esunamagníficapersona,conungransentidode la justiciaencuadradadentrodelaleyyunaextraordinariacapacidadparapulsarelelectorado.Realmente,esmuyamabledesuparteveniravisitarme,¿noleparece?
Chanceestuvodeacuerdo.—¡QuépenaqueEEnoestéencasa!—exclamóRand—.Esunagranadmiradora
delPresidenteylehallamuyatractivo.LlamóporteléfonodesdeDenver¿sabe?ChanceestabaaltantodelllamadodeEE.—¿Y usted no habló con ella? Bueno, volverá a llamar. Querrá conocer sus
impresiones acerca del Presidente y de cómo se desarrollaron las cosas…¿Podríaatenderlausted,siyoestuviesedurmiendo,ydecirlecómoresultólareunión?
—Con mucho gusto. Espero que se encuentre bien, señor. Tiene usted muchomejoraspecto.
Randsemovióincómodoenlasilla.—Es todomaquillaje,Chauncey…todomaquillaje.Lepedía laenfermeraque
meacompañódurante toda lanochey lamañanaquemearreglaraunpoco lacarapara que el Presidente no crea que me voy a morir en el curso de nuestraconversación. A nadie le agrada estar con un hombre que se está muriendo,Chauncey,porquepocossaben loquees lamuerte.Todo loquesabemosesqueeltenemospánico.Ustedesunaexcepción;séquenosientemiedo.EsoesloqueEEyyoadmiramosenusted:sumaravillosoequilibrio.Ustednooscilaentreeltemorylaesperanza, sino que está en paz consigo mismo. No me contradiga; tengo edadsuficienteparasersupadre.Hevividomucho,yhesentidomuchomiedo;heestado
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rodeadodehombrespequeñosolvidadosdequeentramosdesnudosenestemundoyloabandonamosenelmismoestadoyquenohayningúncontadorquepuedaajustarcuentasconlavidaenfavornuestro.
Rand había perdido el color.Buscó una píldora, se la puso en la boca y bebióunos sorbos de agua del vaso que tenía cerca. Sonó el teléfono. Rand levantó elreceptorydijoconvivacidad:
—ElseñorGardineryyoestamoslistos.HagapasaralPresidentealabiblioteca.Colgóelreceptor,retirólacopadelescritorioylaescondiódetrásdeél,enunode
losestantesdelabiblioteca.—HallegadoelPresidente,Chauncey.Estáencaminohaciaaquí.ChancerecordabahabervistopocotiempoantesalPresidenteenunprogramade
la televisión. Fue con ocasión de un desfile, un día de sol radiante. El Presidenteestaba de pie sobre una tarima, rodeado demilitares de uniforme y de civiles congafas oscuras.Debajo, en el campo abierto,marchaban interminables columnas desoldadosconlosrostrosvueltoshaciasujefe,quiensaludabaconlamano.Lamiradadel Presidente revelaba la lejanía de su pensamiento. Los miles de hombres enformación quedaron reducidos en la pantalla del televisor a meros montículos dehojasmuertasimpulsadashaciaadelanteporlafuerzadeunfuerteviento.Derepente,irrumpieron desde las alturas los aviones a chorro, en apretada e impecableformación.Losobservadoresmilitaresy loscivilesqueseencontrabanenla tarimaapenas tuvieron tiempo de levantar la cabeza cuando los aviones pasaron, con lavelocidad del rayo, por encima del Presidente, produciendo un estrépitoensordecedor.ElrostrodelPresidentellenóunavezmáslapantalla.Teníalamiradafijaenlosavionesquesealejaban;unasonrisafugazledulcificólacara.
***
—Estoyencantadodeverlo,señorPresidente—dijoRandponiéndosedepiepararecibiraunhombredemedianaestaturaqueentrósonriendo—.¡Quéamablehasidoustedenmolestarseenvenirhastaaquíavisitaraunhombrequeseestámuriendo!
ElPresidenteloabrazóylocondujoaunasilla.—Tonterías,Benjamin.Siénteseydéjemequelovea.ElPresidentesesentóenundiványsevolvióhaciaChance.—Señor Presidente —dijo Rand—, le presento a mi querido amigo, el señor
ChaunceyGardiner…elPresidentedelosEstadosUnidosdeAmérica.Randsedejócaerenunasilla,mientraselPresidente tendía lamanoaChance.
Éste, recordando que en las conferencias de prensa de la televisión el Presidentemirabasiempredefrentealosespectadores,fijólavistadirectamenteenlosojosdelPresidente.
—Encantado de conocerlo, señor Gardiner—dijo el Presidente, al tiempo que
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volvíaareclinarseeneldiván—.Heoídohablarmuchodeusted.ChancesepreguntócómoeraposiblequeelPresidentehubieraoídohablardeél.—Siéntese, por favor, señor Gardiner —lo invitó el Presidente—. Los dos
tenemosquereprenderanuestroamigoBenjaminporrecluirseensucasa.Ben…—continuó,trasinclinarsehaciadondeseencontrabaelanciano—,elpaíslonecesitayyo,enmicarácterdeJefedeEstado,nolaheautorizadoaqueseretire.
—Ya estoy preparado para el olvido, señor Presidente —contestó Randsuavemente—y,másaún,nomequejo;elmundorompeconRandyRandrompeconelmundo: un trato equitativo ¿no le parece?La seguridad, la tranquilidad, unbienmerecidodescanso;muyprontohedealcanzaresosobjetivosporlosquetantoluché.
—¡Porfavor,hablemosconseriedad,Ben!—ElPresidentehizoungestoconlamano—.Yaséqueustedesun filósofo,peroporencimade todoesunhombredenegocios vigoroso y activo.Hablemos de la vida—prosiguió, al tiempo que haciaunapausapara encenderuncigarrillo—.¿Quées estodequenova ahablar en lareunióndehoydelInstitutoFinanciero?
—Noestoyencondicionesdehacerlo,señorPresidente—contestóRand—.Sonórdenesdelmédico.Además—añadió—,obedezcoaldolor.
—Si…claro…—repusoelPresidente—,despuésdetodo,noesmásqueotradetantas reuniones. Y aunque no esté allí en persona, lo estará usted en espíritu. ElInstitutosiguesiendounacreaciónsuya;laimprontadesuvidaestápresenteentodassusactividades.
Loshombresiniciaronunalargaconversación.Chancenoentendíacasinadadeloquedecían,auncuandoconfrecuencia ledirigían lamirada,comoinvitándoloaparticipar. Chance creía que hablaban de intento en otro idioma por razones deseguridad,cuandoderepenteelPresidenteledirigiólapalabra:
—Yusted, señorGardiner, ¿quéopinade lamalaépocapor laqueatraviesa laCalle?[3]
Chanceseestremeció.Sintiócomosi lehubieranarrancadodeprontolasraícesde su pensamiento la tierra húmeday las hubiesen lanzado, hechas unamaraña, alaireinhóspito.Finalmente,dijo:
—Entodojardínhayunaépocadecrecimiento.Existenlaprimaverayelverano,perotambiénelotoñoyelinvierno,alosquesucedennuevamentelaprimaverayelotoño.Mientrasno sehayanseccionado las raíces todoestábieny seguiráestandobien.
Levantó losojos.Rand loestabamirandoyasentíacon lacabeza.SuspalabrasparecíanhaberagradadoalPresidente.
—Debo reconocer, señor Gardiner —dijo el Presidente—, que hace mucho,mucho tiempoquenoescuchounaobservación tanalentadorayoptimista como laqueacabadehacer.—Sepusodepie,deespaldasalhogar—.Muchosdenosotros
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olvidamosque laNaturaleza y la sociedad sonunamisma cosa.Sí, aunquehemosintentadodesprendernosdelaNaturaleza,seguimossiendopartedeella.AligualquelaNaturaleza,nuestrasistemaeconómicoes,alalarga,estableyracional,yporellonodebeinspirarnostemorestarasumerced.
ElPresidentetitubeóunmomentoyluegosedirigióaRand.—Aceptamos con alegría las estaciones inevitables de la Naturaleza, pero nos
preocupanlasestacionesdenuestraeconomía.¡Quétonteríadenuestraparte!—Lesonrió a Chance—. Envidio al señor Gardiner su profundo buen sentido. Esto esjustamenteloquenoshacefaltaenelCapitolio.
ElPresidenteechóunamiradaasurelojdepulsera,luegolevantóunamanoparaindicarleaRandquenoselevantara.
—No,no,Ben…descanse.Esperovolveraverlomuypronto.Cuandosesientamejor, usted yEEdebenvenir a hacernos una visita aWashington.Yusted, señorGardiner…tambiénnoshonraráamifamiliayamíconsuvisita¿noescierto?¡Nosdaránungranplacer!
DespuésdedarunabrazoaRandyunrápidoapretóndemanosaChance,saliódelahabitación.
Randseapresuróarecobrarelvasodeagua,ingirióotrapíldoraysedejócaerenlasilla.
—EsunagranpersonaelPresidente,¿noescierto?—lepreguntóaChance.—Sí—replicóChance—,aunqueparecemásaltoenlatelevisión.—¡Porciertoquesí!—exclamóRand—.Perotengapresentequeesunpolítico,
que diplomáticamente riega con su bondad todas las plantas que encuentra en sucamino, sea lo que fuere lo que piensa. Realmenteme gustamucho. A propósito,Chauncey, ¿está usted de acuerdo con mi posición respecto del crédito y surestricción,talcomoselaexpusealPresidente?
—Noestoysegurodehaberlaentendido.Poresonodijenada.—Usted dijomucho, mi querido Chauncey, mucho y no sólo lo que dijo sino
cómolodijofueronmuydelagradodelPresidente.Todoelmundosedirigeaélentérminossimilaresalosmíos,perolamentablementesonpocos,siloshay,losquelehablancomousted.
Seoyóeltimbredelteléfono.RandcontestólallamadaylecomunicóaChanceque el Presidente y los hombres del Servicio Secreto habían partido y que laenfermeraloesperabaconunainyección.Chancesubióasucuarto.Cuandoencendióeltelevisor,vioalPresidenteysucomitivaquecirculabanporlaQuintaAvenida.Enlasacerassehabíancongregadogruposdepersonas;lamanodelPresidenteasomabapor una de las ventanillas de la limousine en señal de saludo. Chance no sabía sirealmentehabíaestrechadoesamanoapenasunosminutosantes.
***
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La reunión anual del Instituto Financiero se inició en un ambiente de granexpectativaytensióncomoconsecuenciadelanuncioefectuadoporlamañanadequeel índice de desempleo nacional había alcanzado un nivel sin precedentes. Losfuncionarios del Gobierno se mostraron renuentes a comunicar las medidas quepropondríaelPresidenteparaevitarunmayorestancamientodelaeconomía.Todoslosmediosdeinformaciónalpúblicoestabansobrealerta.
En su discurso, el Presidente aseguró que no se había previsto la adopcióninmediata de ninguna medida drástica por parte del Gobierno, si bien se habíaproducidounnuevodescensorepentinoenlaproductividad.
—Hemos gozado de la primavera —dijo— y también del verano, perodesgraciadamente,lomismoqueeneljardíndelmundo,esinevitablequelleguenlosfríosy tormentasdelotoñoyel invierno.—ElPresidentesubrayóquemientras lassemillasdelaindustriapermaneciesenfuertementearraigadasenlavidadelpaís,laeconomíavolveríaaflorecerconseguridad.
En el breve lapso en que respondió a las preguntas que se le hicieron, elPresidente reveló que había celebrado consultas en múltiples niveles con losmiembros del Gabinete, la Cámara de Diputados y el Senado, además de haberconversado con los dirigentesmás importantes delmundo de los negocios. En esaoportunidad,tuvopalabrasderecuerdoparaBenjaminTurnbullRand,presidentedelInstituto, aquienmotivosde saludhabían impedidoconcurrir a la reunión.Añadióque en la residencia del señor Rand había mantenido un intercambio de ideassumamentefructíferoconelseñorRandyconelseñorChaunceyGardineracercadelos efectos benéficos de la inflación. La inflación podaría las ramas muertas delahorroydeesemodocontribuiríaarevitalizarelvigorosotroncodelaindustria.FuedentrodelcontextodelPresidentequeelnombredeChancedespertóporprimeravezlaatencióndelosmediosinformativos.
***
PorlatardelasecretariadeRandledijoaChance:—Está el señor Tom Courtney del Times de Nueva York al aparato. ¿Podría
atenderloporunosminutos?Creoquequiererecabaralgunosdatossobreusted.—Comuníquemeconél—dijoChance.LasecretariapasólacomunicacióndelseñorCourtney.—Sientomolestarlo, señorGardiner; no lo hubiera hecho de no haber hablado
antesconelseñorRand.Hizounapausaalaesperadelefectoquecausaríansuspalabras.—ElseñorRandesunhombremuyenfermo—dijoChance.—Sí,claro…De todosmodos,el señorRanddijoquepor supersonalidady la
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claridaddesuvisión,existíalaposibilidaddequeustedformasepartedeldirectoriode la Primera Corporación Financiera Norteamericana. ¿Quiere hacer algunadeclaraciónalrespecto?
—No—dijoChance—,porelmomentono.Otrapausa.—Dado que el Times de Nueva York va a informar sobre el discurso del
PresidenteysobresuvisitaaNuevaYork,queremosserlomásexactosposibles.¿Notienenadaquedecirnos acercade la conversaciónquemantuvieronusted, el señorRandyelPresidente?
—Mepareciómuysatisfactoria.—Bien, señor.Y, según parece, al Presidente también. Pero, señorGardiner—
continuóCourtney,confingidanaturalidad—,nosotros,enelTimestenemosmuchointerésenponeraldíalainformaciónsobreusted…—Serióconnerviosidad—.Paraempezar, por ejemplo, ¿qué relación existe entre su actividad comercial y la de laPrimeraCorporaciónFinancieraNorteamericana?
—CreoqueesotendríaquepreguntárseloalseñorRand.—Sí,porsupuesto,perocomoestáenfermometomolalibertaddepreguntárselo
austed.Chancepermanecióensilencio.Courtneyaguardabasurespuesta.—Notengonadamásqueagregar—dijoChance,ycolgóelreceptor.Courtney se apoyó en el asiento y frunció el ceño. Se estaba haciendo tarde.
Llamóasupersonalyadoptósuhabitualactituddenaturalidad.—Bien, señores.Comencemos por la visita y el discurso del Presidente.Hablé
conRand.ChaunceyGardiner,aquienhizoreferenciaelPresidentees,alparecer,unhombre de negocios, un financista y, según Rand, un candidato con muchasposibilidades de ocupar uno de los cargos vacantes en el directorio de la PrimeraCorporaciónFinancieraNorteamericana—miró a su personal, que esperabamayorinformación.
—También hablé con Gardiner. Bueno… —Courtney hizo una pausa—. Essumamente lacónico y ceñido a los hechos. De todos modos, no disponemos deltiempo necesario para reunir los datos completos sobre Gardiner, de modo quelimitémonosa supresunta asociaciónconRand, a su ingresoeneldirectoriode laPrimeraCompañíaFinancieraNorteamericana,asuconsejoalPresidenteydemás.
***
Chance estaba mirando la televisión en su cuarto. El discurso del Presidentedurante el almuerzo se transmitióporvarios canales; losdemásprogramas erandeentretenimientos para la familia y de aventuras para niños. Chance almorzó en suhabitación,siguiómirandolatelevisiónyestabaapuntodequedarsedormidocuando
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lollamólasecretariadeRand.—Losejecutivosdelprogramatelevisivo«EstaNoche»hanllamadoporteléfono
—dijo lamujerdandomuestrasdegranexcitación—,yquierenqueustedaparezcaen el programa de hoy. Se disculparon por darle tan poco tiempo, pero acaban deenterarsedequeelVicepresidentenopodráasistiralprogramaparaopinarsobreeldiscurso del Presidente.Debido a su enfermedad, el señorRand tampoco podrá ir,pero sugiere que vaya usted, un financiero que ha causado una impresión tanfavorablealPresidente,ensulugar.
Chance no podía imaginarse lo que suponía aparecer en la televisión. Queríaverse reducido al tamaño de la pantalla; convertirse en imagen, habitar dentro delaparato.
Lasecretariaseguíaesperandoenelteléfono,—Meparecebien—contestóChance—.¿Quétengoquehacer?—Usted no tiene que hacer nada, señor —dijo la joven alegremente—. El
productorlorecogeráparallegaratiempoalprograma.Esunprogramaenvivo,demodoquedebeestarenelestudiomediahoraantesdequesalgaalaire.Ustedserálaprincipalatracciónestanoche.Losvoya llamarenseguida;vanaestarencantadosconsuaceptación.
Chanceconectóel televisor.Sepreguntósi laspersonassemodificabanantesodespués de aparecer en la pantalla. ¿Cambiaría él para siempre o sólo durante suaparición? ¿Qué parte de sí mismo dejaría detrás de sí una vez concluido elprograma?¿HabríadosChancesdespuésdelespectáculo:unChancequeobservabalatelevisiónyotroqueaparecíaenella?
En las primeras horas de la tarde Chance recibió la visita del productor delprograma«EstaNoche»:unhombredebaja estaturaquevestíaun trajeoscuro.ElproductorleexplicóqueeldiscursodelPresidentehabíadespertadoel interésdelanaciónporlasituacióneconómica…
—YcomoelVicepresidentenopodráaparecerennuestroprogramaestanoche—prosiguió—, le quedaríamosmuy agradecidos si informase a nuestros espectadoressobre laverdadera situaciónde laeconomíadelpaís.Usted,que tieneuna relacióntanestrechaconelPresidente,eselhombreindicadoparadarunaexplicaciónalpaís.En el programa puede expresarse con entera franqueza. El anfitrión no lointerrumpirá bajo ningún concepto, pero si quisiera intervenir, se lo hará sabertocándoselacejaizquierdaconelíndicedelamanoizquierda.Esosignificará,obienquedeseahacerleunanuevapregunta,oquequieresubrayar loqueustedacabadedecir.
—ComprendodijoChance.—Bueno,siestálisto,señor,podemosirnos.Nuestromaquilladornotendráque
hacerle más que un retoque —añadió con una sonrisa—. A propósito, nuestro
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anfitrióntendrásumoplacerenconocerloantesdelespectáculo.En la gran limousine enviada por el canal de televisión había dos pequeños
aparatosdetelevisión.MientrasibanrecorriendolaAvenidaPark,Chancepreguntóal productor si podía poner en funcionamiento uno de los televisores. Los doshombressepusieronamirarelprogramaensilencio.
El interior del estudio era semejante a todos los que Chance había visto en latelevisión.Fueconducidorápidamentehaciaunaoficinacontiguadondeleofrecieronuna bebida alcohólica que no aceptó; en cambio, tomó una taza de café. Cuandoapareció el anfitrión,Chance lo reconoció instantáneamente; lohabíavistomuchasvecesenelprograma«EstaNoche»,aunquelosespectáculosenlosquenosehacíamásqueconversarnoleagradabanmucho.
Mientraselanfitriónlehablabasincesar,Chancesepreguntabaquéiríaasucederdespuésycuándoempezaríarealmenteelespectáculo.Porfinelanfitriónsecallóyelproductorvolvióenseguidaconelencargadodelmaquillaje.Chancesesentófrenteaunespejomientraselhombrelecubríaelrostroconunafinacapadepolvoparduzco.
—¿Haaparecidomuchasvecesen la televisión?—lepreguntóelencargadodelmaquillaje.
—No—dijoChance—,perolamiroconstantemente.El hombre encargado del maquillaje y el productor se echaron a reír con
amabilidad.—Listo—dijoelmaquillador, al tiempoqueasentía con la cabezaycerraba la
cajadecosméticos.—Buenasuerte,señor—diomediavueltaysefue.Chance esperaba en el cuarto contiguo. En uno de los rincones había un gran
televisor.Vioapareceralanfitriónqueanuncióelprograma.Elpúblicoaplaudió;elanfitriónserió.Lasgrandescámaras,deafiladasnarices,sedeslizabansuavementealrededor del escenario. Había música y el director de la orquesta apareció en lapantalla,sonriendo.
Chance semaravilló de que la televisión pudiese representarse a símisma; lascámaras se observaban a sí mismas y, al mirarse, televisaban el programa. Esteautorretratoeratransmitidoenlaspantallasdetelevisióncolocadasfrentealescenarioyqueelpúblicodel estudioobservaba.De las incontablescosasqueexistíanenelmundo—árboles, césped, flores, teléfonos, radios, ascensores— sólo la televisiónsosteníaconstantementeunespejofrenteasurostro,nisólidonifluido.
De pronto, entró el productor y le hizo señas a Chance de que lo siguiera.Atravesaronunapuertayunpesadocortinaje.Chanceoyóalanfitriónpronunciarsunombre.Luego,despuésdequeelproductorsealejara,seencontróbajoelbrillodelasluces.Vioalpúblicodelantedeél;adiferenciadelospúblicosquehabíavistoen
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su propio aparato de televisión, no podía individualizar ningún rostro en lamuchedumbre. En el reducido escenario había tres grandes cámaras; en el costadoizquierdo, el anfitriónestaba sentadoanteunamesaconcubiertadepiel.Hizounagran sonrisa aChance, se puso de pie pausadamente y lo presentó al público, queaplaudió con entusiasmo.Chance, recordando loque tantasveceshabíavisto en latelevisión,sedirigióalasilladesocupada,delantedelamesa.Sesentóyelanfitriónhizolomismo.Loscamarógrafoshacíangirarlascámarassilenciosamentealrededordeellos.ElanfitriónseinclinóendireccióndeChance,sentadoenfrentedeél.
De cara a las cámaras y al público, ahora apenas visible en el trasfondo delestudio,Chanceseabandonóalosacontecimientos.Ningunaformadepensamientosubsistía de él; aunque comprometido por la situación, se sentía al mismo tiempototalmenteajenoaella.Lascámarasabsorbían la imagende sucuerpo, registrabancada uno de sus movimientos y silenciosamente los lanzaban en las pantallas demillones de televisores diseminados por todo el mundo: en las viviendas,automóviles,barcos,aviones,salasyaposentos.Seríavistopormáspersonasquelasquepodría conocer en toda suvida; personasquenunca lo conocerían.Losque loestaban observando en las pantallas de sus televisores no la conocíanverdaderamente; ¿cómo iban a conocerlo si nunca se habían encontrado? Latelevisiónreflejasólolasuperficiedelagente,peroalhacerlolesvaarrancandolasimágenesdesuscuerposparaqueseanabsorbidasporlosojosdelosespectadores,desdedondenopuedenregresarjamás,condenadasadesaparecer.Lascámaras,queloapuntabanconsustripleslentesinsensibles,transformabanaChanceenunameraimagen para millones de personas reales que nunca conocerían su auténtico ser,puesto que los pensamientos no podían ser televisados. Para él también losespectadores existían sólo como proyecciones de su propio pensamiento, comoimágenes. Nunca conocería su verdadera realidad, ya que no sabía quiénes eran eignorabaloquepensaban.
Chanceoyóqueelanfitrióndecía:—Nosotros, aquí en el estudio, nos sentimos muy honrados de contar con su
presencia, señor Chauncey Gardiner, y no dudo de que este sentimiento escompartido por los cuarentamillones de norteamericanos que diariamente ven esteprograma.LeestamosespecialmenteagradecidosporhaberaceptadoasistiraúltimomomentoenreemplazodelVicepresidente,aquienlaatencióndeasuntosperentoriosimpidió estar esta noche con nosotros. —El anfitrión hizo una breve pausa; unsilencio absoluto reinaba en el estudio—. Le hablaré con toda franqueza, señorGardiner. ¿Está usted de acuerdo con la opinión del Presidente acerca de nuestraeconomía?
—¿Quéopinión?—preguntóGardiner.Elanfitriónsesonrió,comosiexistieraunentendimientoprevioentreambos.
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—La opinión que expresó esta tarde el Presidente en el discurso principal quepronunció en el Instituto Financiero de los EstadosUnidos. Antes del discurso, elPresidente lo consultó a usted, además de haberse asesorado con sus consejerosfinancieros.
—¿Sí…?—dijoChance.—Loquequierodecires…—elanfitrióntitubeóuninstanteyechóunamiradaa
susnotas—.Bueno…Ledaréunejemplo:elPresidentecomparólaeconomíadeestepaís a un jardín y señaló que después de un período de decadencia, se sucederíanaturalmenteunaépocadecrecimiento…
—Conozcomuybieneljardín—dijoChanceconfirmeza—.Hetrabajadoenéltoda mi vida. Es un buen jardín y, además, lozano; sus árboles se mantienenflorecientes,lomismoquelosarbustosylasflores,siemprequeselospodeyrieguecuando corresponde. Estoy totalmente de acuerdo con el Presidente: a su debidotiempo,todovolveráamedrar.Además,hayenelbastantelugarparamásárbolesyfloresdetodotipo.
Una parte del público lo interrumpió con sus aplausos, al tiempo que otra loabucheaba.Detrásdeél, losmiembrosde laorquestadieronalgunosgolpesensusinstrumentos;unospocosexpresaronsuacuerdoavivavoz.Chancesevolvióhaciael televisor que estaba a su derecha y vio su propio rostro que ocupaba toda lapantalla. Luego aparecieron las caras de algunos espectadores; unos evidenciabanestardeacuerdoconloqueacababadedecir;otros,parecíandisgustados.Lacaradelanfitrión ocupó nuevamente la pantalla yChance volvió la cabeza paramirarlo defrente.
—Bien,señorGardiner—dijoelanfitrión—haexpresadoustedmuybienloquequeríadecirycreoquesuspalabrashandeservirdealientoparatodosaquellosqueno se complacen en las quejas vanas ni se regodean con predicciones funestas.Aclaremos bien las cosas, señor Gardiner. Su opinión es, pues, que la retraccióneconómica,latendenciabajistadelmercadobursátil,elaumentoeneldesempleo…nosonmásqueunafrase,unaépoca,porasídecirlo,enlaevolucióndeunjardín…
—En un jardín, las plantas florecen… pero primero deben marchitarse; losárbolestienenqueperdersushojasparaqueaparezcanlasnuevasyparadesarrollarseconmás vigor.Algunos árbolesmueren, pero los nuevos vástagos los reemplazan.Los jardines necesitanmucho cuidado, pero si uno siente amorpor su jardínno leimportatrabajarenélyesperarhastaqueflorezcaconseguridadenlaestaciónquecorresponde.
LasúltimaspalabrasdeChanceseperdieronenparteporelmurmulloanimadodel público. Detrás de él, algunos miembros de la orquesta hicieron sonar susinstrumentos;otrosexpresaronsuaprobacióndevivavoz.Chancesevolvióhaciaeltelevisorqueteníaalladoyviosurostroconlamirarladesviadahaciauncostado.El
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anfitriónlevantólamanoparahacercallaralpúblico,perolosaplausoscontinuaron,subrayadosporalgúnqueotroabucheo.Sepusodepie lentamentee invitóconungestoaChanceaquesereunieraconélenelcentrodelescenario,dondeloabrazóceremoniosamente. El aplauso alcanzó proporciones inusitadas. Chance estabaindeciso.Cuandocesóelbullicio,elanfitriónleestrechólamanoyledijo:
—Muchasgracias,señorGardiner.Ustedestáinspiradoporelespírituquetantafalta hace en este país. Confiemos en que sea un anuncio del advenimiento de laprimavera en nuestra economía.Gracias una vezmás, señorChaunceyGardiner…financista,asesorpresidencialyauténticoestadista.
AcompañóaChancehastaeltelóndelfondodondeelproductorsehizocargodeél.
—¡Estuvomagnífico,señor,sencillamentemagnífico!—exclamóelproductor—.He estado a cargo de este espectáculo durante casi tres años y no recuerdo nadasemejante. Le aseguro que el jefe está encantado. ¡Fue espléndido, realmenteespléndido!
CondujoaChanceal fondodelestudio.Variosempleados lossaludaroncuandopasó,mientrasqueotrosledieronlaespalda.
***
Después de comer con su mujer y sus hijos, Thomas Franklin se dirigió a suestudioatrabajar.Eraimposibleterminarconeltrabajoenlaoficina,especialmenteporquelaseñoritaHayes,suasistente,estabadevacaciones.
Trabajóhastaque le fue imposible concentrarse; luego subió a su aposento.SumujeryasehabíametidoenlacamayestabamirandounprogramadetelevisiónenelquesecomentabaeldiscursodelPresidente.Franklinechóunamiradaaltelevisormientrassedesvestía.Enlosúltimosdosaños,elvalordelasaccionesbursátilesdesupropiedadsehabíareducidoaunaterceraparte,susahorroshabíandesaparecidoyen los últimos tiempos había disminuido su participación en las ganancias de sufirma. El discurso del Presidente no le pareció alentador y esperaba que elVicepresidenteo,ensuausencia,esesujetoGardiner,lelevantaraunpocoelánimo.Arrojó los pantalones en cualquier parte, olvidándose de colgarlos en la perchaespecialquesumujer lehabíaregaladoparauncumpleaños,ysesentóen lacamadispuestoaseguirelprograma«EstaNoche»queacababadecomenzar.
ElanfitriónhizolapresentacióndeChaunceyGardiner.El invitadodiounpasohaciaadelante.Laimageneranítidayloscoloressumamentefieles.PeroaúnantesdequeelrostrodeChanceaparecieraenelprimerplanoenlapantalla,Franklintuvolasensacióndehaberlovistoantesenalgunaparte.¿Acasoenunadeesasentrevistasexhaustivasdelatelevisión,dondelascámarasmuestranalentrevistadodesdetodoslosángulosposibles?¿O lohabíaconocidopersonalmente?Suaspecto le resultaba
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familiar,especialmentelaformaenqueibavestido.Estabatanabsortotratandoderecordarsirealmentelohabíaconocidoydónde,
que no oyó nada de lo que decíaGardiner ni se enteró de quémovió al público aromperenestruendososaplausos.
—¿Quéesloquedijo,querida?—lepreguntóasumujer.—¡Quépenaque te loperdieras!Acabadedecirque la economíamarchamuy
bien. La economía es, según él, algo parecido a un jardín: crece y se marchita.Gardinerpiensaquetodoirábien.SesentóenlacamaymiróaFranklincontristeza.
—Te dije que no debimos renunciar a comprar esa propiedad en Vermont nipostergar el crucero que pensábamos hacer. Eres siempre el mismo: siempre elprimeroenabandonarlapartida.¡Bah!¡Yoteloadvertí!¡Nosetratamásquedeunaheladapasajera…eneljardín!
Franklin volvió a concentrarse en el televisor. ¿Dónde y cuándo diablos habíavistoaesetipo?
—Este Gardiner es toda una personalidad—musitó su mujer—. Varonil, bienvestido,unahermosavoz;unaespeciedemezclaentreTedKennedyyGaryGrant.Noesniunodeesosfalsosidealistasniuntecnócrataautomatizado.
Franklinbuscóunapíldoraparadormir.Era tardeyestabacansado.Talvezfueun error elegir ser abogado.Los negocios… las finanzas…WallStreet…hubieransidounamejorelección.Peroa loscuarentaañoserademasiadoviejoparaaceptarnuevosriesgos.EnvidióaChancesuapostura,suéxito,laseguridadensímismo.
—Como un jardín—dijo, al tiempo que suspiraba audiblemente—. Sí. Si unopudieracreerlo.
***
A solas en el automóvil que lo llevaba de regreso del estudio, Chance vio alanfitriónconsu siguiente invitado,unaactrizvoluptuosa,escasamentecubiertaporun vestido casi transparente. Tanto el anfitrión como su invitada mencionaron sunombre;laactrizsesonrióvariasvecesydijoquehallabaaChancemuyatractivoysumamentevaronil.
AlllegaralacasadeRand,unodeloscriadosseprecipitóaabrirlelapuerta.—Su discurso fue magnífico, señor Gardiner, —comentó, mientras seguía a
Chancehastaelascensor.OtrocriadoleabriólaPuertadelascensor.—Gracias, señor Gardiner —dijo—. Nada más que gracias, de un hombre
sencilloquehavistomucho.EnelascensorChancesepusoamirarelpequeñotelevisorportátilempotradoen
unodelospaneleslaterales.Latransmisióndelprograma«EstaNoche»continuabaen todo su apogeo. El anfitrión hablaba en ese momento con otro invitado, un
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cantantedefrondosabarba,yChancevolvióaoírquemencionabansunombre.LasecretariadeRandloesperabaenelpisodearriba.—Suintervenciónfuerealmentenotable,señor—dijolamujer—.Jamáshevisto
anadiecontantadesenvoltura,niquefueratanfielasímismo.¡GraciasaDios,quetodavíaquedagentecomoustedenestepaís!Apropósito,elseñorRandlovioportelevisión y, aunque no se sientemuy bien, insistió en que cuando usted regresarafueraahacerleunavisita.
ChanceentróenlahabitacióndeRand.—Chauncey—dijoRand,altiempoqueseesforzabaporsentarseensuenorme
lecho—, permítame que le dé mis más calurosas felicitaciones. Su discurso fueexcelente, excelente. Espero que todo el país lo haya escuchado. —Alisó elcubrecama—.Ustedtienelagrancualidad…desernatural,yésa,queridoamigo,esunacondiciónpoco frecuenteyquecaracteriza a losgrandeshombres.Secondujocondecisiónyvalentíay,sinembargo,nocayóenelsermoneo.Todoloquedijofuedirectoalgrano.
Losdoshombressemiraronensilencio.—Chauncey, mi querido amigo —continuó Rand, con tono grave y casi
reverencial—,creoqueleinteresarásaberqueEEpresideelComitédelasNacionesUnidas encargado de la hospitalidad. Corresponde, pues, que esté presente en larecepciónque secelebrarámañanaen lasNacionesUnidas.Dadoqueyonopodréacompañarla,megustaríaque lohagausted.Sudiscursohabrá interesadoamuchagente,queestaráencantadadeconocerlo.Laacompañará¿noescierto?
—Sí,porsupuesto.Laacompañaréconmuchogusto.PorunmomentolasfaccionesdeRandparecierondesdibujarse,comosisurostro
se hubiese congelado. Se humedeció los labios; recorrió el cuarto con unamiradavacía.LuegolafijóenChance.
—Gracias,Chauncey.Y,apropósito—añadióenvozbaja—,sialgomellegaraaocurrir,porfavor,ocúpesedeella.Tienenecesidaddealguiencomousted…muchanecesidad.
Sedieronlamanoysedespidieron.Chancesefueasuhabitación.
***
En el avión que la llevaba desdeDenver de regreso aNuevaYork, EE estuvopensando mucho en Gardiner. Trató de hallar un hilo conductor en losacontecimientos de los dos últimos días. Recordó que la primera vez que lo vio,despuésdelaccidente,nopareciósorprendido.Surostroestabadesprovistode todaexpresión,ysuactitudrevelabaunagrancalmaeindiferencia.Actuócomosihubieraestadoalaesperadelaccidente,deldoloryaúndesuaparición.
Habíantranscurridodosdíasdesdeentonces,peroellaseguíasinsaberquiénera
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nidedóndevenía.Constantementeevitabatodareferenciaasímismo.Eldíaanterior,mientrasloscriadoscomíanenlacocinayChanceestabaentregadoalsueño,habíarevisadocuidadosamentetodassuspertenencias,sinhallarningúndocumento,ningúncheque,nidinero,nitarjetasdecrédito;nisiquieraeltalóndealgúnolvidadobilletede teatro.Leresultabasorprendentequeviajaradeesemodo.Presumiblementeunaoficina o un banco estaban encargados de la administración de sus asuntospersonales. Pues era evidente que se trataba de un hombre de fortuna. Sus trajeshechosasumedidaerandetelasexcelentes;lascamisasdelasmásdelicadassedas,estaban hechas a mano, lo mismo que sus zapatos, de cuero finísimo. Su maletaestabacasinueva,sibienlaformayloscerrojoserandediseñoantiguo.
En varias ocasiones había intentado interrogarlo acerca de su pasado. El habíarecurridoaunauotradesuscomparacionesfavoritas,tomadasdelatelevisiónodelaNaturaleza.EEcreyóadivinarqueestabaafligidoporunseriorevésenlosnegocios,talvezhastalabancarrota—tancomúnenlostiemposquecorrían—oacasoporlapérdidadelamordeunamujer.Quizáhabíaabandonadoimpulsivamentealamujeryahoraseguíapreguntándosesidebíavolver.Enalgunapartedelpaísestabaellugardondehabíavivido,suhogar,suempresa,ysupasado.
Nohabíamencionadoelnombredeningunapersonanisehabíareferidoaningúnlugarni acontecimiento.EEno recordabahaberconocidoanadieque tuviera tantaconfianzaensímismo.SólolaactituddeGardinerrevelabasucondiciónsocialysuseguraposicióneconómica.
EEnopodíadefinirlossentimientosquedespertabaenella.Teníaconcienciadequeelcorazónlelatíaaunritmomásacelerado,dequesuimagennoseapartabadesus pensamientos y de que le resultaba difícil dirigirle la palabra con naturalidad.Queríaconocerloyabandonarseaeseconocimiento.Elevocabaenellainnumerablesseres.Sinembargo,nopodíadescubrirniunasoladelasrazonesdesusactitudes,yporunbreveinstanteletuvomiedo.Desdeelprincipioobservóelminuciosocuidadocon que él evitaba que nada de lo que le dijera a ella o a cualquier otra personarevelasedealgúnmodoloquepensabadeella,de losdemás,o,adecirverdad,decualquiercosa.
Pero, a diferencia de los otros hombres con los que mantenían una relaciónestrecha, Gardiner no la cohibía ni la rechazaba. Pensar en seducirlo, en hacerleperder sucompostura, laexcitaba.Cuantomás retraído semostrabaél,másdeseossentía ella de obligarlo a que lamirase y a que se percatase de su deseo, a que laaceptasecomounaamantecomplaciente.Seveíaasímismahaciéndoleelamor:enunaactituddeentregatotal,sinreticenciasnireservas.
EE llegó en las últimas horas de la tarde y llamó aChance para preguntarle sipodíairasucuarto.Éllecontestóquelaesperaba.
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EEparecíafatigada.—Siento mucho haber tenido que irme. Me perdí su presentación en la
televisión…yloechédemenos—murmuróconvoztímida.Sesentóenelbordedelacama.Chancesecorrióparahacerlelugar.EEseacomodóelcabelloquelecaíasobrelafrentey,al tiempoquelomiraba
condulzura,apoyóunamanosobreelbrazodeChance.—¡Porfavor…nomerehúya!Seloruego.Sequedóinmóvil,lacabezaapoyadacontraelhombrodeChance.Chanceestabaperplejo.Obviamentenoteníaescapatoria.Recurrióasumemoria
yrecordósituacionesenlatelevisiónenlasquelamujerseinsinuabaaunhombreenundiván,oenunacamaoenelinteriordeunautomóvil.Porlogeneral,despuésdeunrato,aparecíanmuyjuntosy,confrecuencia,semidesnudos.Entoncessebesabany abrazaban. Pero en la televisión no aparecía nunca lo que sucedía después; laimagenseobscurecíayerareemplazadaporotrasinningunarelaciónconlaanteriorycontotalolvidodelabrazodelhombreylamujer.Noobstante,Chancepresentíalaexistenciadeotrosgestosydeotros tiposdeunionesdespuésde tales intimidades.Guardabaunrecuerdovagodeunhombreque,hacíamuchosaños,seencargabadelmantenimiento del incinerador en la casa del Anciano. En varias oportunidades,despuésdehaberterminadosutrabajo,sehabíasentadoeneljardínabebercerveza.Enunadeesasocasiones,lemostróaChancevariasfotografíasdepequeñotamaño,en las que se veía a un hombre y unamujer totalmente desnudos. En una de esasfotografías, una mujer tenía en la mano el órgano inusitadamente agrandado delhombre.Enotra,elmiembrohabíadesaparecidoentrelaspiernasdelamujer.
Los comentarios del hombre acerca de lo que significaban las fotografías loindujeron a examinarlas con mayor detenimiento. Las imágenes le produjeron unciertodesasosiego;enlatelevisiónnuncahabíavistolaspartesocultasdehombresymujeres,niesosabrazosextravagantes.Cuandoelencargadosefue,Chanceexaminósu propio cuerpo. Su órgano era pequeño y fláccido; no sobresalía para nada. Elencargado del incinerador insistía en que ese órgano cobijaba semillas ocultas quebrotabanalexteriorenformadechorrocadavezqueelhombrealcanzabaelplacer.AunqueChanceseestimulóymasajeóelórgano,nosintiónada;ni siquierapor lamañana temprano, cuandoaldespertarse lo tenía ligeramenteagrandado, conseguíaqueseendureciese.Noleproporcionabaningúnplacer.
Másadelante,Chanceseesforzóporentenderlarelaciónqueexistía—dehaberla—entrelaspartespudendasdelamujeryelnacimientodeunniño.Enalgunasdelasseries de televisión referentes amédicos y hospitales y operaciones, Chance habíavistoconfrecuenciaelmisteriodelnacimiento:eldolorysufrimientodelamadre,laalegría del padre, el cuerpo rosado y húmedo del recién nacido. Pero nunca habíavistoningúnprogramaenelqueseexplicaraporquéalgunasmujeresteníanhijosy
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otras, no. Una que otra vez Chance se sintió tentado de pedirle una explicación aLouise,peronuncalohizo.Encambio,duranteuntiempomirótelevisiónconmayoratención.Pasadounciertolapsoseolvidódelasunto.
EEhabíaempezadoaalisarlelacamisa.Teníalasmanostibias;despuéscomenzóaacariciarlelabarbilla.Chancepermanecióinmóvil.
—Estoysegura…—murmuróEE—que túdebes…que túsabesqueyoquieroquetúyyonosentendamos…
Derepente,comenzóallorarmuyquedo,comounniño.Sepusoasollozar;luegosacóunpañueloysesecólosojos,perocontinuóllorando.
Chance dio por sentado que de algún modo él era el responsable de su pena,aunquenosabíaporqué.Decidióabrazarla.Ella,comosiestuvieraalaesperadequelatomaraensusbrazos,seapoyóconfuerzacontraélyambossedesplomaronjuntosenlacama.EEseinclinósobresupechoysucabellorozólacaradeChance.Lobesóenelcuelloylafrente;enlosojosyenlasorejas.SuslágrimashumedecieronlapieldeChance,quiensepreguntabaquedebíahaceracontinuación.LamanodeEEseapoyóensucintura;luegoChancesintióqueleacariciabalosmuslos.Despuésdeunrato,EEretirólamano.Yanolloraba;estabatendidaasulado,tranquilaeinmóvil.
—Leestoymuyagradecida,Chauncey—dijo—.Esustedunhombreconmuchocontrol.Sabequebastaríaqueapenasme tocaraparaqueyome leentregase.Peroustednoquiereexplotarladebilidaddelotro—reflexionó—.Enciertosentido,ustednoesrealmentenorteamericano.Másbienpareceuneuropeo.¿Losabía?—Sesonrió—.Loquequierodecirleesque,adiferenciadetodosloshombresqueheconocido,usted no recurre a todas esas triquiñuelas amatorias de los norteamericanos; esemanoseo,besuqueo,caricias,apretujamiento,abrazos:eseretorcidocaminohaciaunobjetivo,temidoydeseadoalavez.
Hizounapausa.—¿Sabesqueeresmuyreflexivo,muycerebral,queloquequieresesconquistar
elyomás íntimode lamujer,que loquepretendeses infundirle lanecesidad,y eldeseo,ylanostalgiadetuamor?
Chance se quedó azorado cuando ella le dijo que no era realmentenorteamericano. ¿Por qué diría semejante cosa? En la televisión había visto ahombres y mujeres sucios, peludos y ruidosos, que abiertamente se proclamabanantinorteamericanos o eran calificados de tales por la policía, los funcionarios delGobiernooloshombresdenegocios,personasbienvestidasydeaspectoarregladoque se decían norteamericanos. En la televisión, semejantes confrontacionesterminaban frecuentemente en actos de violencia, derramamientos de sangre ymuertes.
EEsepusodepieysearreglólasropas.Lomiró:nohabíaningunaenemistadensusojos.
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—Másvalequetelodiga,Chauncey—dijo—;estoyenamoradadeti.Teamoytedeseo.Séquetú losabesy teagradezcoquehayasdecididoesperarhastaque…hastaque…
Buscóenvanolaspalabrasadecuadas.Saliódelahabitación.Chanceselevantóysearreglólosdesordenadoscabellos.Sesentódelantedesuescritorioyencendióeltelevisor.Laimagenaparecióinstantáneamenteenlapantalla.
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Cinco
Erajueves.Apenasabriólosojos,Chanceencendióeltelevisor,luegollamóalacocinaparapedireldesayuno.
Unacriadaletrajolabandejacuidadosamentepreparadaconsudesayuno.LedijoaChancequeelseñorRandhabíatenidounarecaída,quehabíanhechoveniraotrosdosmédicos,losquehabíanestadoasucabeceradesdelamedianoche.LeentregóaChanceunmontóndeperiódicosyunanotaescritaamáquina.Chancenosabíaquiénselahabíaenviado.
AcababadecomercuandoEElollamó.—Chauncey…querido…¿recibisteminota?¿Vistelosperiódicosdelamañana?
—lepreguntó—.Pareceque tú eresunode losprincipales arquitectosdeldiscursodelPresidente.Ytusobservacionesenelprogramadetelevisiónestáncitadasalladode lasdelPresidente. ¡Chauncey, estuvistemaravilloso! ¡Hasta elPresidentequedóimpresionadocontuspalabras!
—MegustaelPresidente—dijoChance.—¡He oído que en la televisión se te veía guapísimo! Todas mis amigas se
mueren por conocerte. Chauncey. ¿Irás conmigo esta tarde a la recepción de lasNacionesUnidas?
—Sí,tendrémuchogustoenir.—Eres un encanto. Espero que no te aburra demasiado tanto ajetreo inútil.No
tenemosquequedarnoshastamuytarde.Despuésdelarecepciónpodemosiravisitaraunosamigosmíossilodeseas;ofrecenunagrancena.
—Meagradarámuchoacompañarte.—¡Estoycontentísima!—exclamóEE.Envozmásbajaañadió—:¿Puedoverte?
Teheextrañadotantísimo…—Sí,porsupuesto.EntróenelcuartodeChanceconelrostroarrebatado.—Tengoquedecirtealgomuyimportanteparamíydebodecírteloa lacara—
dijo, al tiempo que se detenía pará recuperar el aliento y encontrar las palabrasadecuadas—.Quisierasabersinoconsiderarías laposibilidaddequedarteaquíconnosotros,Chauncey;porlomenosporuntiempo.LainvitaciónestantomíacomodeBen.
Noesperósurespuesta.—¡Piénsalo!Puedesvivirenestacasaconnosotros.Chauncey,por favor,no te
niegues.Benjaminestátanenfermo;dijoquesesentíatantomásprotegidoestandotúbajoelmismotecho.
Leechólosbrazosalcuelloyseapretócontraél.—Chauncey, queridísimo, debes aceptar, debes aceptar —murmuró con voz
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temblorosa.Chanceestuvodeacuerdo.EEloabrazóylobesóenlamejilla;luegoseapartódeélycomenzóadarvueltas
porlahabitación.—¡Yasé!Debemosconseguirteunasecretaria.Ahoraquehasatraídolaatención
delpúblico,necesitarásaalguienconexperienciaqueteayudeentusasuntosyqueteprotejade lagentecon laquenoquiereshablarni te interesaconocer.Pero talveztienesaalguienenvista.Alguienquehatrabajadocontigoenelpasado.
—No—respondióChance—.Notengoanadie.—Entoncesmepondréencampañainmediatamenteparaconseguirteaalguienle
contestóellaconbrusquedad.
Antesdelalmuerzo,mientrasChanceestabamirandotelevisión,EElollamóasuhabitación.
—Chauncey, espero no molestarte —dijo con voz mesurada—. QuisierapresentartealaseñoraAubrey,queestáaquíconmigoenlabiblioteca.Quierequelaconsideres para el puesto de secretaria temporal hasta que podamos conseguir unapermanente.¿Puedesverlaahora?
—Sí,Puedo—contestóChance.CuandoChanceentróenlabiblioteca,vioaunamujerdecabellosgrisessentada
enelsofáalladodeEE.EElospresentó.Chance le dio lamano a lamujer y se sentó.Ante lamirada inquisidora de la
señoraAubrey,sepusoatamborilearconlosdedosenelescritorio.—La señora Aubrey ha sido la secretaria de confianza del señor Rand en la
PrimeraCorporaciónFinancieraNorteamericanadurantemuchosaños—aclaróEE.—Muybien—dijoChance.—La señoraAubrey no desea jubilarse… ciertamente no tiene el carácter para
hacerlo.Chancenoencontrónadaquedecir.Sefrotólamejillaconelpulgar.EEsesubió
elrelojpulsera,queselehabíadeslizadohastalamano.—Si tú quieres, Chauncey —prosiguió EE—, la señora Aubrey puede estar
disponibledeinmediato…—Bien —dijo él, finalmente—. Espero que a la señora Aubrey le agrade su
trabajoenestacasatanhospitalaria.EElebuscólamiradaporencimadelescritorio.—En ese caso —dijo— está decidido. Tengo que irme para vestirme para la
recepción.Tehablarémástarde,Chauncey.ChanceobservóalaseñoraAubrey.Habíavueltolacabezahaciaunladoytenía
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aspectoansioso.Separecíaaunaflorsolitaria.AChanceleagradaba,peronosabíaquédecirle.Sequedóalaesperadequela
señoraAubrey se decidiera a hablar. Por último, se dio cuenta de que él la estabamirandoydijoconvozsuave:
—Talvezpodamoscomenzarya.Siustedmedieseunaideadelaíndolegeneraldesusactividadescomercialesysociales…
—Leruegoquehablecon la señoraRandal respecto—dijoChance,al tiempoqueseponíadepie.
LaseñoraAubreyseapresuróaseguirsuejemplo.—Entiendo—dijo—.Detodosmodos,señor,quedoasudisposición.Mioficina
estájuntoaladelasecretariaprivadadelseñorRand.Chancelediolasgraciasnuevamenteysaliódelcuarto.
***
Al llegara la recepciónde lasNacionesUnidas,ChanceyEE fueron recibidosporlosmiembrosdelComitédelasNacionesUnidasencargadodelahospitalidadyconducidos a una de lasmesasmás destacadas. El SecretarioGeneral se acercó aellos;saludóaEEbesándolelamanoylepreguntóporlasaluddeRand.Chancenorecordabahabervistoalhombreenlatelevisión.
—Éste—dijo EE al Secretario General— es el señor Chauncey Gardiner, unamigomuyqueridodeBenjamin.
Loshombressedieronlamano.—Ya conozco a este señor —dijo el Secretario General, sonriéndole—. Su
intervención anoche en la televisión fue notable, señor Gardiner. Me siento muyhonradodesupresenciaaquí,señor.
El grupo se sentó a lamesa. Los camareros pasaban bandejas con canapés decaviarysalmónycopasdechampán;losfotógrafosdabanvueltasentrelosinvitadostomando fotografías.Unhombredeelevadaestaturay tez rubicundaseacercóa lamesayelSecretarioGeneralsepusodepiecomomovidoporunresorte.
—SeñorEmbajador—dijo—, cuánto le agradezco su presencia.—Se dirigió aEE—:TengoelhonordepresentarlesaSuExcelencia,elseñorVladimirSkrapinov,EmbajadordelaUnióndeRepúblicasSocialistasSoviéticas.
—Ya he tenido el gusto de conocer al señor Embajador —EE se sonrió—.RecuerdomuybienlaamableconversaciónquemantuvieronhacedosañoselseñorRandyelEmbajadorSkrapinovenWashington.—Despuésdeunapausacontinuó—:Lamentablemente, el señor Rand está enfermo y no podrá gozar del placer de sucompañíaestanoche.
ElEmbajadorhizounaamableinclinación,sesentóysepusoaconversarenvozaltaconEEyelSecretarioGeneral.Chancesequedóensilencioysededicóamirar
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a los invitados. Pasado un rato, el SecretarioGeneral se puso de pie, se reiteró elplacerquelehabíaproducidoconoceraChanceyseretiró,luegodedespedirse.EEdistinguióenesemomentoasuviejoamigo,elEmbajadordeVenezuela,quepasabacercadeellos;pidiódisculpasalosdemásylosiguió.
El Embajador soviético acercó su silla a la de Chance. Los flashes de losfotógrafoslosiluminaronvariasveces.
—Lamentonohaberloconocidoantes—dijo—.Lovien«EstaNoche»ydebodecirquesufilosofíaprácticameinteresómucho.NomesorprendequesuPresidentesehayaapresuradoadarlesuapoyo—AproximósusillaaúnmásaladeChance—.Dígame,señorGardiner¿cómoestánuestroamigocomún,BenjaminRand?Heoídoqueestágravementeenfermo.Noquisepreguntarlenadaa la señoraRandparanopreocuparla.
—Estáenfermo—dijoChance—.Noestánadadebien.—Asímehandicho.—ElEmbajadorasintió,al tiempoquemiraba fijamentea
Chance—. Señor Gardiner —dijo—. Quiero hablarle con toda franqueza.Considerandolagravedaddelasituacióneconómicadesupaís,esevidentequeustedestállamaadesempeñarunpapelimportanteenelGobierno.Heobservadoenustedunacierta…reticenciaenqueatañea las cuestionesdeordenpolítico.Pero¿no leparece, señor Gardiner, que nosotros, los diplomáticos, y ustedes, los hombres denegocios, debiéramos encontrarnos con mayor frecuencia? ¡Después de todo, noestamostanalejados…!
Chancesellevólamanoalafrente.—No,porcierto—dijo—.Nuestrassillascasisetocan.ElEmbajadorserióconganas.Losfotógrafosregistraronlaescena.—¡Bravo!¡Muybien!—exclamóelEmbajador—.¡Nuestrassillascasisetocan!
Pero,¿cómodecirlo?…Losdosqueremosconservarnuestrosasientos,¿noescierto?Ninguno de los dos tiene interés en dejarse birlar la silla ¿verdad? ¡Dígame si notengorazón!¡Muybien!¡Excelente!Porquesiunodelosdoscae,elotrotambiénesarrasadoenlacaída,ynadiequierehundirseantesdequeseanecesario¿eh?
ChancesesonrióyelEmbajadorvolvióareírseconentusiasmo.Skrapinovseinclinósúbitamentehaciasuinterlocutor.—Dígame,señorGardiner,porventura¿leagradanlasfábulasdeKrylov?Selo
preguntoporqueustedtieneunciertotoquekryloviano.Chance echó una mirada en derredor y vio que los camarógrafos estaban
registrandoeldiálogo.—¿Untoquekryloviano?¿Realmenteloparezco?—¡Tenía razón! ¡Tenía razón! —casi gritó Skrapinov—. ¡De modo que usted
conoce a Krylov! —El Embajador hizo una pausa y luego comenzó a hablarrápidamente en otro idioma. Las palabras resultaban armoniosas y el rostro del
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Embajadoradquirióunaexpresióncasideanimal.Chance,aquiennadieselehabíadirigido en un idioma extranjero, levantó las cejas y luego se echó a reír. ElEmbajadorlomiróconasombro.
—Demodo que sí, que yo tenía razón.Usted conoce aKrylov en ruso ¿no esverdad?SeñorGardiner,deboconfesarlequeyalosospechaba.Sécuandoestoyanteunhombreculto.
Chanceestabaapuntodenegarlo,cuandoelEmbajadorlehizounguiño.—Leagradezcosudiscreción,miamigo.Nuevamente se dirigió a Chance en un idioma extranjero, pero Chance no
reaccionó.EneseprecisomomentovolvíaEEalamesaacompañadadedosdiplomáticosa
quienes presentó como el señor Gaufridi, diputado procedente de París, y SuExcelenciaelcondevonBrockburg-Schulendorff,deAlemaniaOccidental.
—Benjaminyyo—recordóEE—tuvimoselplacerdevisitarelantiguocastillodelcondecercadeMunich…
Los hombres tomaron asiento y los fotógrafos continuaron con su labor. VonBrockburg-Schulendorff se sonrió, a la espera de que el ruso comenzara a hablar.Skrapinovrespondióconunasonrisa.GaufrididirigiólamiradaprimeroaEEyluegoaChance.
—El señor Gardiner y yo —comenzó Skrapinov— acabamos de compartirnuestroentusiasmopor las fábulas rusas.Alparecer,el señorGardineresun lectorávidoygranadmiradordenuestrapoesía,queleeenlaversiónoriginal.
ElalemánacercósusillaaladeChance.—Permítamequelediga,señorChance,quesuenfoquenaturalistadelapolítica
ylaeconomíaportelevisiónmeresultósumamenteconvincente.Porsupuesto,ahoraque me entero de sus aficiones literarias, creo comprender mucho mejor susobservaciones.
MiróalEmbajadoryluegolevantólosojoshaciaelcieloraso.—Laliteraturarusa—dijo,contonoligeramentedeclamatorio—hainspirarloa
algunasdelasmentesmásbrillantesdenuestraépoca.—¡Paranohablardelaliteraturaalemana!—exclamóSkrapinov—.Miquerido
conde,permítamequelerecuerdelaadmiraciónquePushkinabrigódurantetodasuvida por la literatura de su país.Vamos, después que Pushkin tradujo elFausto alruso,Goetheleenviósupropiapluma.Eso,sinmencionaraTurguenev,queseradicóenAlemania,ylaadmiracióndeTolstoyyDostoievskyporSchiller.
VonBrockburg-Schulendorffasintióconungesto.—Sí, pero ¿se imagina usted las consecuencias que la lectura de los maestros
rusos produjeron en Hauptmann, Nietzsche y ThomasMann? ¿Y qué me dice deRilke?¡CuántasvecesnorepitióRilkequetodoloinglésleeraajeno,entantoque
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todoloquefuerarusoeraparaélsupropiomundo!Gaufriditerminódeunsorbolacopadechampánqueestababebiendo.Teníael
rostroacalorado.SeinclinóporencimadelamesahaciaSkrapinov.—Cuando nos conocimos durante la Segunda Guerra Mundial—dijo—, tanto
ustedcomoyovestíamosuniformesdesoldadosy luchábamoscontraeladversariocomún, el más cruel enemigo en los anales de la historia de nuestras naciones.Compartir las influencias literarias es una cosa; compartir el derramamiento desangre,esotrabiendistinta.
Skrapinovintentóunasonrisa.—Pero, señor Gaufridi —dijo—, usted habla de los tiempos de guerra, hace
muchos años… una época totalmente distinta. Hoy, nuestros uniformes ycondecoracionesseexhibenenlosmuseos.Actualmentesomos…somossoldadosdelapaz.
Apenas había acabado de pronunciar estas palabras cuando von Brockburg-Schulendorff sedisculpó; sepusodepie abruptamente, empujó la sillahacia atrás,besó lamano aEE, dio lamano a Skrapinov y aChance y, después de hacer unainclinaciónendireccióndelfrancés,seretiró.
EEcambiódelugarconelfrancés,demodoqueésteyChancequedasenelunoalladodelotro.
—Señor Gardiner —comenzó con tono pausado el diputado, como si nadahubieseocurrido—,tuveocasióndeescuchareldiscursodelPresidenteenelqueserefirióalasconsultasquemantuvoconusted,heleídomuchoacercadesupersonaytambiéntuveelagradodeverloportelevisión.
Encendió un largo cigarrillo después de colocarlo cuidadosamente en unaboquilla.
—De los comentarios del Embajador Skrapinov deduzco que, además de susmuchasotrasaptitudes,esustedtambiénunhombredeletras.
MiróaChanceconinsistencia.—Mi estimado señor Gardiner, sólo aceptando las fábulas como la realidad
podemosavecesavanzarunpocoenelarduocaminodelpoderydelapaz…Chancelevantósucopa.—Nolesorprenderá—continuó—quemuchosdenuestrospropiosindustriales,
financistas y miembros del Gobierno estén profundamente interesados en lasactividades de la Primera Corporación Financiera Norteamericana. Desde loscomienzos de la enfermedad de nuestro común amigo, Benjamin, al pretenderestudiar el curso que ha de seguir la Corporación se han enfrentado con algunastrabas. —Hizo una pausa pero Chance guardó silencio—. Nos ha causado gransatisfacción enterarnos de que es probable que usted ocupe el lugar de Rand siBenjaminnollegaraamejorar…
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—Benjaminmejorará—lecontestóChance—LodijoelPresidente.—Confiemos en que así sea —dijo el francés—. Sin embargo, ninguno de
nosotros, ni siquiera el Presidente, puede estar seguro. La muerte se cierne sobrenosotros,siempredispuestaalataque…
Gaufridi fue interrumpido por la partida del Embajador Soviético. Todos sepusierondepie.SkrapinovseacercóaChance.
—Unencuentrosumamenteinteresante,señorGardiner.Muyesclarecedor—dijocon voz queda—. Si alguna vez visita nuestro país, mi Gobierno se sentirá muyhonrado de ofrecerle su hospitalidad.—Dio un fuerte apretón demanos aChancemientras las cámaras de los noticieros y los fotógrafos de la prensa registraban laescena.
GaufriditomóasientoalamesajuntoconChanceyEE.—Chauncey—dijoEE—,realmentedebeshaberlecausadounagranimpresióna
nuestroestiradoamigoruso.¡QuépenaqueBenjaminnohayaestadoconnosotros…le interesa tantohablardepolítica!—SeacercóaChance—.Noesningún secretoquehablabasrusoconSkrapinov…Nosabíaquehablarasruso.¡Esincreíble!
Gaufridifarfulló:—Es sumamente útil saber ruso en estos tiempos. ¿Habla usted otros idiomas,
señorGardiner?—ElseñorGardineresmuymodesto—dijoabruptamenteEE—.Nohacegalade
susconocimientos;selosguardaparasí.Unhombrealtose lesacercóparasaludaraEE:LordBeauclerk,presidentedel
directoriodelaCompañíadeRadioemisiónBritánica.SedirigióaChanceyledijo:—Megustómuchísimo el tono llano de su intervención en la televisión. ¡Muy
astutodesuparte,muyastuto!Nohayquehilardemasiadofino¿noescierto?Quierodecir,paralosidiotas.Esloquequieren,despuésdetodo:«undiosalquecastigar,nounhombreconsusmismasdebilidades».¿Eh?
Cuando estaban por retirarse, se vieron rodeados por un grupo de hombresmuñidosdegrabadorasy cámarasde cineyde televisiónportátiles.EEpresentó acadaunodeellosaChance.Unodelosperiodistasmásjóvenesseadelantóydijo:
—¿Tendríaustedlagentilezaderesponderaalgunaspreguntas?EEsepusodelantedeChance.—Entendámonos bien desde un comienzo, señores—dijo—.No lo demorarán
demasiadoalseñorGardiner;tienequeirseenseguida.¿Convenido?Unodelosperiodistaspreguntó:—¿Quéopinausteddel artículode fondoquepublicó elTimes deNuevaYork
sobreeldiscursodelPresidente?ChancemiróaEE,peroéstaledevolviósumiradainterrogatoria.Noteníamás
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remedioquedeciralgo.—Nololeí—declaró.—¿NoleyóelartículoeditorialdelTimessobreeldiscursodelPresidente?—Nololeí—repitióChance.Varios periodistas intercambiaronmiradas socarronas. EE contempló a Chance
conasombroprimeroyluegoconadmiracióncreciente.—Pero, señor —insistió fríamente otro de los periodistas—, por lo menos le
habráechadoustedunamirada.—NoleíelTimes—volvióadecirChance.—ElPosthizoreferenciaasu«optimismodeíndolemuypeculiar»—dijootrode
loshombres.¿Leyóustedeseartículo?—No.Tampocololeí.—Bueno—persistió el periodista—, ¿qué le parece la frase «un optimismo de
índolemuypeculiar»?—Noséloquequieredecir—contestóChance.EEseadelantóconaltivez.—El señor Gardiner tiene muchas responsabilidades —dijo—, especialmente
desdequeelseñorRandestáenfermo.Seenteradelasnoticiasdelosperiódicosporlosinformesquelepreparasupersonal.
Unperiodistademásedadseadelantó.—Lamentosertaninsistente,señorGardiner,perotendríasumointerésensaber
quéperiódicos«lee»usted,porasídecir,mediantelosresúmenesdesupersonal.—Noleoningúnperiódico—contestóChance—.Mirotelevisión.Losperiodistas,incómodosantelasituación,guardaronsilencio.—¿Quiere decir —dijo uno de ellos finalmente— que, en su opinión, la
informacióndelatelevisiónesmásobjetivaqueladelperiodismo?—Comolesacabodedecir—explicóChance—,yomirotelevisión.Elperiodistademásedadcasidiomediavuelta.—Gracias,señorGardiner—dijo—,porlamáshonestaconfesiónqueheoídoen
los últimos años de labios de una personalidad pública.Muy pocas personas en lavidapúblicahan tenido lavalentíadeno leer losperiódicos. ¡Ningunoha tenidoelcorajedereconocerlo!
Cuando EE y Chance estaban por abandonar el edificio, les cerró el paso unajovenfotógrafa.
—Perdone que lo persiga, señorGardiner—dijo sin aliento—,pero permítamequelesaqueunafotomás…ustedesunhombremuyfotogénico¿sabía?
Chance lesonrióconcortesía:EEretrocedió ligeramente.Chancesesorprendióporsuenojorepentino;noteníaideadequélahabíaincomodado.
***
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ElPresidente recorrió con lamirada los resúmenes de noticias del día anterior.Todos losperiódicosmás importanteshabían incluidoel textode sudiscurso en elInstitutoFinancierodeAmérica,asícomosuscomentariosacercadeBenjaminRandy Chauncey Gardiner. Al Presidente le pareció que debía saber algo más sobreGardiner.
Llamó a su secretaria personal y le pidió que reuniera toda la informacióndisponible sobre Gardiner. Más tarde, entre dos compromisos, la hizo venir a suoficina.
El Presidente tomó la carpeta que le entregó la secretaria. Al abrirla, halló elhistorialcompletodeRand,queinmediatamentehizoaunlado;elrelatodeunabreveentrevista con el chófer de Rand, en la que éste daba cuenta escuetamente delaccidente de Gardiner, y la transcripción de los comentarios de Gardiner en elprograma«EstaNoche».
—Alparecer,nohaymásinformación,señorPresidente—dijolasecretariaconvacilación.
—NoquieromásqueelmaterialcorrientequerecibimossiempreantesdeinvitaraalguienalaCasaBlanca;esoestodo.
Lasecretaria,muynerviosa,parecióafanarseenalgunaminucia.—Consulténuestrasfuenteshabitualesdeinformación,señorPresidente,pero,al
parecer,nocontieneningúndatosobreChaunceyGardiner.ElPresidentefruncióelceñoydijoconvoztajante:—SupongoqueelseñorChaunceyGardiner,aligualquetodosnosotros,nacióde
ciertos padres, se crió en determinados lugares, estableció vínculos con ciertaspersonasy,lomismoquetodosnosotros,contribuyó,medianteelpagodeimpuestos,alariquezadelanación.Ylomismo,nomecabeduda,habráhechosufamilia.Sólolepidoquemeproporcionelosdatosfundamentales,porfavor.
Lasecretariaparecíamuyincómoda.—Lolamento,señorPresidente,peronohepodidoencontrarnadamásqueloque
acabo de entregarle. Como le dije, recurrí a todas nuestras fuentes usuales deinformación.
—¿Quiere usted decir—murmuró el Presidente con voz grave, al tiempo queseñalabairritadoelhistorial—,queéstaestodalainformaciónquetienensobreél?
—Asíes,señor.—¿Deboentenderqueningunadenuestrasoficinassabeabsolutamentenadade
un hombre con el que pasé media hora, cara a cara, y cuyo nombre y palabrasmencionéenmidiscurso?Haconsultadoustedporcasualidadlapublicación¿Quiénesquién?¡Sinoencuentranadaallí,porelamordeDios,recurraalaguíatelefónicadeManhattan!
Lasecretariaseriónerviosamente.
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—Seguirébuscando,señor.—Leagradecerémuchoqueasílohaga.LasecretariaseretiróyelPresidente,trasbuscarsucalendariodecompromisos,
escribióenelmargen:¿Gardiner?
***
AsuregresodelarecepciónenlasNacionesUnidas,elEmbajadorSkrapinovsededicósinpérdidadetiempoaprepararuninformesecretosobreGardiner.ChaunceyGardiner, sostenía, era un hombre sagaz, de gran cultura. Hizo hincapié en elconocimientodelrusoydelaliteraturarusadeGardineryexpresóqueveíaenélal«portavozdedeterminadoscírculos financierosnorteamericanosque, envistade ladepresión creciente y de las perturbaciones sociales cada vez mayores, estabandecididos a mantener su statu quo, aun al precio de concesiones políticas yeconómicasalbloquesoviético».
Devueltaensuhogar,enlaMisióndelosSovietsantelasNacionesUnidas,elEmbajadorpusounacomunicaciónconsuembajadaenWashingtonyhablóconeljefe de la SecciónEspecial.Le solicitó, con carácter de prioridad absoluta, toda lainformaciónrelativaaGardiner:queríaqueselesuministrarainformacióndetalladasobre familia, educación, sus amigos y conexiones comerciales, así como sobre surelación con Rand. Además, quería averiguar la verdadera razón por la cual elPresidente,entretodossusasesoreseconómicos,lohabíaescogidoaél.EljefedelaSección Especial le prometió entregarle un historial completo a lamañana del díasiguiente.
Acontinuación, elEmbajadorvigilópersonalmente la preparacióndepequeñospaquetes de obsequios que pensaba enviar a Rand y a Gardiner. Cada paquetecontenía varias libras de caviar de Beluga y algunas botellas de vodka, destiladoespecialmente. Además, hizo incluir en el paquete destinado a Gardiner una raraprimeraedicióndelasFábulasdeKrylov,connotasmanuscritasdelmismoKrylovenmuchasdesuspáginas.Ellibrohabíasidorequisadodelacolecciónprivadadeunmiembro judío de laAcademia de Ciencias de Leningrado, arrestado poco tiempoantes.
Más adelante, mientras se estaba afeitando, el Embajador decidió correr unriesgo: resolvió mencionar el nombre de Gardiner en un discurso que debíapronunciar esa tarde ante elCongreso Internacional de laAsociaciónMercantil enFiladelfia.Elpárrafo,queinsertóensudiscursodespuésdequefueraaprobadoporsussuperioresenMoscú,acogíaconbeneplácitolaapariciónenlosEstadosUnidosde «esos esclarecidos hombres de Estado, representados, entre otros, por el señorChaunceyGardiner,quetieneclaraconcienciadeque,amenosquelosdirigentesdelossistemaspolíticosopuestosseavenganaacercarlassillasenqueestánsentados,
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han de perder todos sus asientos por obra de los acelerados cambios políticos ysociales».
El discurso de Skrapinov fue un éxito. Los más importantes medios deinformación recogieron la alusión a Gardiner. A medianoche, cuando miraba latelevisión,SkrapinovoyóquecitabansudiscursoyviounprimerplanodeGardiner,unhombreque,segúndijoellocutor,«habíasidocitadoenellapsodedosdíasporelPresidentedelosEstadosUnidosyporelEmbajadordelaUniónSoviéticaantelasNacionesUnidas».
EnlaportadilladelasobrasdeKrylov,elEmbajadorhabíaescrito losiguiente:«“Esta fábula se podría aclarar aún más, pero no provoquemos a los gansos”(Krilov). Al señorChaunceyGardiner, con admiración y a la espera de un nuevoencuentro,cordialmente,Skrapinov».
CuandoseretirarondelasNacionesUnidas,ChanceyEEsedirigieronalacasadelosamigosdeEEdondeloshicieronpasaraunahabitaciónqueteníaunaalturadeporlomenostrespisoscorrientes.Habíaademásunagalería,amediaalturaentreelpiso y el cielo raso, con una balaustrada tallada rebuscadamente. En el aposentoabundaban las esculturas y las vitrinas llenas de objetos brillantes; la araña quependía del techo mediante una cuerda de color oro, parecía un árbol cuyas hojashabíansidoreemplazadasporvacilantesbujías.
En lahabitación sehabían formadovariosgruposde invitadosy los camareroscirculaban con bandejas llenas de bebidas. La anfitriona, una mujer corpulentavestida de verde y que llevaba una cantidad de rutilantes collares, se dirigió arecibirlosconlosbrazosextendidos.EllayEEseabrazaronysebesaronenlasdosmejillas;luegoEElepresentóaChance.LamujerestrechólamanodeChanceylaretuvoenlasuyaporunmomento.
—¡Porfin,porfin!—exclamóalborozada—,¡elfamosoChaunceyGardiner!EEmehadichoquenohaynadaqueustedvaloricemásquesusoledad.
Sedetuvocomosiselehubieraocurridoalgomásprofundo,luegoechóunpocolacabezahaciaatrásylomiródearribaaabajo.
—¡Peroahoraqueveoloapuestoqueesusted,sospechoqueesEElaqueamalasoledad…conusted!
—Sophie,querida—imploróEEcontimidez.—Yasé,yasé.Derepente,tehehechosentirincómoda.¡Peronotienenadade
maloqueunodefiendasusoledad,miqueridaEE!—serióy,apoyandounamanoenelbrazodeChance,prosiguióalegremente:
—Leruegoquemedisculpe,señorGardiner.EEyyoestamossiempredebromascuandonosjuntamos.Personalmenteesustedaúnmásapuestoqueenlasfotografías.DebodecirqueestoydeacuerdoconlaopinióndelarevistaWomen'sWearDaily…
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ustedesobviamenteunodeloshombresmejorvestidosdehoyendía.Porsupuesto,consuestaturaysushombrosanchosycaderasestrechasypiernaslargasy…
—Sophie,porfavor…lainterrumpióEE,ruborizándose.—Prometocallarme.Enserio.Síganmelosdos;vayamosareunirnosconalgunas
personasinteresantes.TodosestánansiososporhablarconelseñorGardiner.Chancefuepresentadoavariosinvitados.Lesdiolamano,losmiródefrentey,si
bien apenas lograba captar susnombres, daba el suyo inmediatamente.Unhombrecalvo, de baja estatura, consiguió arrinconarlo contra unmueble inmenso, lleno deagudosbordes.
—SoyRonaldStiegler,delaEditorialEidolon.Encantadodeconocerlo,señor—dijoelhombreyletendiólamano—.Seguimossuintervenciónenlatelevisiónconsumointerés—continuóStiegler—.Cuandoveníahaciaacáenmicocheescuchéporla radio que el Embajador de laUnión Soviética habíamencionado su nombre enFiladelfia.
—¿Por la radio? ¿No tiene televisión en su automóvil? —preguntó Chance.Stieglerfingióquesuspalabraslecausabangracia.
—Casi nunca escucho la radio. El tránsito es tan complicado que uno estáobligadoaestaratentoatodo—seinterrumpióparapedirleauncamareroquepasabauncócteldevodkaconuntrocitodenaranja—.Algunosdemisasesoresyyohemosestado pensando si usted no consideraría la posibilidad de escribir un libro paranosotros.Algoreferenteasuespecialidad.Evidentemente,laCasaBlancaenfocaloshechosdesdeunpuntodevistadistintodeldelosintelectualesodelosobreros.¿Quéle parece la idea? —Bebió el cóctel a rápidos sorbos y cuando pasó un criadoofreciendobebidas,seprecipitóatomarotracopa.
—¿Noquiereuno?—lepreguntóaChanceconsonrisadesatisfacción.—No,gracias;nobebo.—Señor: en mi opinión, su pensamiento merece alcanzar una mayor difusión;
creo,además,queelpaíssebeneficiaría.LaEditorialEidolonseharíacargodeestatareaconmuchoplacer.Aquíyahora,piensoquepuedoprometerleunadelantodeseiscifrasporlosderechosdeautor,asícomounacláusulamuyfavorableenloqueatañealtantoporcientodelosbeneficiosyalareimpresión.Elcontratoestaríalistoparalafirmaenundíaodosyustedpodríaentregarnosellibroen,digamos,unañoodos.
—Nopuedoescribir—dijoChance.Stieglersonriócondesaprobación.—Por supuesto… pero ¿quién puede hacerlo en estos tiempos? No es ningún
problema. Le proporcionaremos los servicios de nuestros mejores redactoresasistentesdeinformación.Yonisiquierapuedoescribirlesunasimpletarjetapostalamisniños.¿Quémedice?
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—Nisiquierapuedoleer—afirmóChance.—¡Por supuesto que no!—exclamóStiegler—. ¿Quién tiene tiempo para leer?
Unoechaunaojeadaalascosas,habla,escucha,observa.SeñorGardiner,reconozcoqueenmicarácterdeeditoryodebieraserlaúltimapersonaqueledijeraesto…perolaindustriaeditorialnoesporciertounjardínflorecienteenestosdías.
—¿Quéclasedejardínes?—preguntóChanceinteresado.—Bueno,cualquiercosaquehayasido,dejódeserlo.Porsupuestoqueseguimos
creciendo,expandiendonuestrasactividades.Perosepublicandemasiados libros.Ysisetomaencuentalarecesión,elestancamientoeconómico,ladesocupación…Enfin,comoustedsabe,loslibrosyanosevenden.Pero,comoledecía,quedatodavíaun predio bastante amplio para un árbol de sus dimensiones. ¡Ya estoy viendofloreceraChaunceyGardinerbajoelsellodelaEditorialEidolon!Permítamequeleenvíeunaslíneasparapresentarleunbosquejodenuestrosproyectos…ydenuestrascifras.¿EstáustedtodavíaencasadelosRand?
—Sí;sigoallá.Anunciaronlacomida.Losinvitadosfueronubicadosenvariasmesaspequeñas
distribuidassimétricamenteenelsalóncomedor.EnlamesadeChance,sentadoentredos mujeres, había diez personas. La conversación se centró en la política. Unhombre maduro, enfrente de Chance, le dirigió la palabra. Chance se puso tieso,sintiéndoseincómodo.
—Señor Gardiner ¿cuándo cree usted que el Gobierno dejará de calificar devenenososalossubproductosindustriales?EstuvedeacuerdoenqueseprohibieraelusodelDDTpuestoqueelDDTesunvenenoynohayningúnproblemaenencontrarsustitutos químicos. Pero esmuydistinto que, por ejemplo, tengamosque dejar derefinarelpetróleoparacalefacciónporque,digamos,nonosgustanlosproductosdela descomposición del querosene —Chance se quedó mirándolo en silencio—.Francamente,creoquehayunadiferenciafundamentalentrelascenizasdelpetróleoy los polvos insecticidas. ¡No hace falta ser muy inteligente para darse cuenta desemejantecosa,porDios!
—Conozco las cenizas y conozco los insecticidas—dijoChance—.Sé que losdossonperjudicialesparaeldesarrollodeunjardín.
—¡Bravo!¡Bravo!—exclamólamujersentadaaladerechadeChance—.¡Esunamaravilla!—murmuróasucompañerodeladerechaenvozlosuficientementealtacomoparaque todos laoyeran.A losdemás, lesdijo—:ElseñorGardiner tiene larara cualidad de poder expresar los asuntos más complejos en sencillos términoshumanos. Pero al acercarnos de ese modo a esos problemas, al aproximarlos a latierra,elseñorGardinernoshaceverque tantoél,comootroshombres igualmenteinfluyentes,inclusonuestroPresidente,quelocitacontantafrecuencia,adviertenlagravedadyurgenciadelacuestión.—Variosinvitadossesonrieroncuandoterminó
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dehablar.UnhombredeaspectodistinguidosedirigióaChance:—Muybien,señorGardiner,eldiscursodelPresidentefuetranquilizador.Asíy
todo, los hechos son éstos: la desocupación está alcanzando proporcionescatastróficas,sinprecedentesenestepaís;elmercadobursátilcontinúaendescensoyha llegadocasia losnivelesde1929;algunasde lascompañíasmás importantesymás serias del país han quebrado.Dígame, señor, ¿cree usted sinceramente que elPresidentepodrádetenerestatendenciabajista?
—El señorRand dijo que el Presidente sabe lo que está haciendo—respondióChancelentamente—.Conversaronsobreelasunto;yoestabaallí.EsofueloquedijoelseñorRandaltérminodelaconversación.
—No hemos dicho nada de la guerra —comentó la joven a la izquierda deChance,acercándosele.
—¿Laguerra?¿Quéguerra?—lecontestóChance—.Hevistomuchasguerrasenlatelevisión.
—Desgraciadamente,enestepaís,cuandosoñamosconlarealidad,nosdespiertala televisión —dijo la mujer—. Supongo que para muchos millones de seres, laguerranoesmásqueunprogramamásde la televisión.Peroalláenel frente,hayhombresdecarneyhuesoqueestánofrendandosusvidas.
MientrasChanceestaba tomandoel caféenunode los salonescontiguos, se leacercódiscretamenteunodelosinvitados.ElhombresepresentóysesentócercadeChance al tiempo que lo miraba fijamente. Era de más edad que él. Se parecía aalgunosdeloshombresqueChanceveíafrecuentementeenlatelevisión.Llevabaloslargos cabellos grises peinados hacia atrás. Tenía ojos grandes y expresivos,bordeadosdepestañasexcepcionalmente largas.Hablabaenvozbajayde tantoentanto emitíauna risita seca.Chancenoentendía loque ledecíaniporqué se reía.Cadavezqueleparecíaqueelhombreesperabaunarespuesta,Chancelecontestabaafirmativamente. Casi siempre se limitaba a sonreír y a asentir con la cabeza. Derepente,elhombreseleacercóylehizounapreguntaenvozbajaquerequeríaunarespuestaprecisa.ComoChancenoestabasegurodeloquelehabíapreguntado,seabstuvo de contestarle. El hombre insistió. Chance siguió sin contestarle. Suinterlocutor se le acercó aúnmás y lomiró con insistencia; al parecer, algo en laexpresióndeChanceloindujoapreguntarle,contonomonocorde:
—¿Quierequelohagamosahora?Podemosiralpisodearriba.Chancenoteníaideadeloqueelhombrequeríaquehiciese.¿Quépasaríasise
tratabadealgoqueélnopodíahacer?Porúltimo,dijo:—Megustaríamirar.—¿Mirar?¿Quieredecirmirarmeamí?¿Haciéndolosolo?—Elhombrenohizo
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ningúnesfuerzoporocultarsuasombro.—Sí—dijoChance—.Megustamuchomirar.ElhombredesviólamiradayluegovolvióadirigirseaChance.—Siesoesloqueustedquiere,yotambién—dijocondesafíoenlavoz.Después de que sirvieron los licores, el hombremiró a Chance a los ojos con
insistencia e, impaciente, lo tomódel brazo y lo acercó a él, revelando una fuerzasorprendente.
—Hallegadoelmomento—murmuró—.Subamos.ChancenosabíasipodíairsesinantescomunicárseloaEE.—TengoqueavisarleaEE—dijoChance.Elhombrelomiró,azorado.—¿Avisarle a EE?—Hizo una pausa—. Ya veo. Bueno, da lo mismo, avísele
después.—¿Noseríamejorahora?—Por favor—rogó el hombre—, vayámonos. EE no notará su ausencia entre
tantagente.Dirijámonoscontodanaturalidadhaciaelascensordelfondoysubamosdirectamente.Vengaconmigo.
Atravesaronelsalónatestadodegente.Chanceechóunamiradaenderredor,peronoalcanzóadistinguiraEE.
El ascensor era estrecho y estaba forrado en una delicada tela colormalva. ElhombreseaproximóaChanceyderepenteintrodujolamanoenlaingledeChance,quiennosupocómoreaccionar.Laexpresióndelhombreeraamistosa,aunquehabíauna cierta avidez en su mirada. Siguió tanteando los pantalones de Chance. Estedecidióquelomejoreranohacernada.
Elascensorsedetuvo.Elhombresalióadelanteytomóasucompañerodelbrazo.Reinabaunsilencio total.Entraronenunode losdormitorios.Elhombre lepidióaChanceque se sentara.Abrióunpequeñobarocultoy leofreciódebeber.Chancetuvomiedodeperder el conocimiento, como le había ocurrido anteriormente en elautomóvilconEE,demodoquerehusó.Tambiénrehusófumarunapipadeextrañoolor.El hombre se sirvióun tragogeneroso, quebebió casi deun sorbo.Luego seacercó a Chance y lo abrazó, apretando sus muslos contra los de Chance, quienpermanecióinmóvil.Elhombrecomenzóabesarloenelcuelloylasmejillas,luegoledesordenóloscabellos.Chancesepreguntóquéhabíadichoohechoparaprovocartalesmuestras de afecto.Hizo un gran esfuerzo por evocar escenas similares en latelevisión,perosóloconsiguiórecordarunaúnicaescenaenunapelículaenlaqueunhombrebesabaaotrohombre.Aúnenesacircunstancianoseentendíamuybienloqueestabaocurriendo.Sequedóinmóvil.
Evidentemente,alhombrenolepreocupabasuactitud;teníalosojoscerradosylabocaentreabierta.DeslizólamanodebajodelachaquetadeChancecomosibuscara
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algo; después se apartó de Chance y comenzó a desvestirse apresuradamente. Sequitó los zapatos y se tendió desnudo en la cama.Hizo un gesto a Chance, quienpermaneció de pie al lado de la cama mirándole. Ante la sorpresa de Chance, elhombresetomóelórganoconunamanomientrasgemía,sesacudíaytemblabadepiesacabeza.
Eraevidentequeelhombreestabaenfermo.Chancehabíavistoconfrecuenciaenlatelevisiónagenteacometidaporviolentosaccesosdeenfermedad.Seinclinósobreélyelhombreloasiórepentinamente.Chanceperdióelequilibrioyestuvoapuntodecaersesobreelcuerpodesnudo.ElhombreseapoderódeunapiernadeChancey,sinpronunciarunapalabra,presionólasueladelzapatodeChancecontrasumiembroendurecido.
Alvercómolaparteenerecciónseponíacadavezmásduradebajodelbordedesu zapato y cómo sobresalía del bajo vientre del hombre, Chance recordó lasfotografíasdeunhombreyunamujerquelehabíamostradoelencargadodelacasadelAnciano. Se sintió incómodo, pero permitió que su pie semantuviera sobre lacarnedelhombre,observócómotemblabasucuerpoycómosuspiernasdesnudasseestirabanconesfuerzoyleoyódarungritooriginadoacasoporalgúndolorinterno.Entonces el hombre apoyó con más fuerza el zapato de Chance contra su carne.Debajo del zapato surgió en pequeños chorros una sustancia blancuzca.El hombreperdió el color y agitó la cabeza. Después de una última contracción, dejó deestremecersey losmúsculos, tensosbajoelzapatodeChance,serelajaroncomosihubiesen sido desconectados súbitamente de una fuente de energía.Cerró los ojos.Chanceretiróelpieysefuesinhacerruido.
Desanduvoel trechohastael ascensory,unavezen laplantabaja, atravesóunlargocorredor,guiadoporelsonidodevoces.Muyprontoseencontrónuevamenteentrelosinvitados.EstababuscandoaEEcuandoalguienletocóenelhombro;eraella.
—Temíaquetehubierasaburridoytehubierasido—ledijo—.Oquetehubiesensecuestrado. Hay una cantidad de mujeres aquí a las que no les disgustaríadesaparecercontigo¿sabes?
Chancenosabíaporquéalguienpodíaquerersecuestrarlo.Sequedócalladounratoydespuésdijo:
—No estaba con unamujer. Estaba con un hombre. Fuimos arriba, pero él sedescompusoyporesobajé.
—¿Arriba?Chauncey,nohacesmásquededicarteaconversacionesserias.¿Porquénotedespreocupasygozasdelafiesta?
—Sesintiómal—dijoChauncey—.Mequedéunratohaciéndolecompañía.—Sonpocosloshombressanoscomotú;noresistentodaestabebidayesteruido
—dijo EE—. Eres un ángel,mi querido.Gracias aDios que aún quedan hombres
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comotú,capacesdeayudaralagenteydedarlesánimo.
***
Cuandoregresarondelacomida,Chancesemetióenlacamaysepusoamirarlatelevisión.Elcuartoestabaaoscuras;lapantallailuminabaelaposentoconunaluztenueydispareja.Chanceoyóquealguienabríalapuerta.EEentrócubiertaconunpeinadoryseacercóasucama.
—Nopodíadormir,Chauncey—ledijoyletocóelhombro.Chancequisoapagareltelevisoryencenderlasluces.—No,porfavor—lepidióEE—Quedémonosasí.Sesentósobrelacama,cercadeélyseabrazólasrodillas.—Tenía que verte —prosiguió—; estoy segura… estoy segura de que no te
incomodaqueyohayavenidoaquí…atucuarto.¿Noesciertoquenotemolesta?—No,nomemolesta—dijoChauncey.EEsefueacercandolentamente;sucabellolerozólacara.Enuninstantesequitó
elpeinadorysedeslizóentrelassábanas.Corrió el cuerpo hasta tocar el de Chance. Él sintió la mano de ella que se
deslizaba a lo largo de su torso y sus caderas desnudas, apretándolo, estrujándolo,recorriéndolo todo ardorosamente. Él extendió lamano y le acarició el cuello, lospechosyelvientre.Sintióqueseestremecíabajo suscariciasyquesuspiernas seseparaban.No se le ocurrió otra cosa que hacer, demodoque retiró lamano.Ellacontinuóestremeciéndoseyarqueándose,mientrasapoyabalacabezayelrostrodeélcontra su carne húmeda, como si quisiese que él la devorase. Sollozaba, jadeaba,gemía,hablabasintonnison,emitíasonidosentrecortados,comounanimal.Lobesóentodoelcuerpounayotravez,mientrassollozabaysereíaalmismotiempo.Lacabezabamboleándosele,buscóconlalenguasucarnefláccida,mientrassuspiernassemovíanacompasadamente.Seestremecióyélsintiósusmúsculoshumedecidos.
Quiso decirle cuánto más hubiera preferido mirarla, que sólo contemplándolapodía fijarla en sumemoria y poseerla.No sabía cómo explicarle que le resultabaimposible tocarlamejor o conmás intensidad con lasmanos que con sus ojos. Lavistaabarcabatodosimultáneamente:eltactoerasiempreparcial.EEnotendríaquehaber deseado que él la tocase más que lo que pudiera desearlo una pantalla detelevisor.
Chancenosemovióniseresistió.Derepente,EEseaflojóporcompletoydejócaerlacabezasobreelpechodeChance.
—Nomedeseas—dijo—.Nosientesnadapormí;absolutamentenada.Chancelahizoaunladocondelicadezaysesentóenelbordedelacama.—¡Losé!¡Losé!—exclamó—.¡Noteexcito!Chancenoentendióloquelequeríadecir.
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—Estoyenlocierto.¿Noesverdad,Chauncey?Chancesediovueltaylamiró.—Megustaobservarte—ledijo.—¿Tegustaobservarme?—Lomirófijamente.—Sí;megustamirar.Ellasesentósinaliento,tratandoderespirar.—Poreso…¿esoestodoloquequieres,mirarme?—Sí;megustamirarte.—¿Peronoestásexcitado?—Seinclinó,tomósuórganoyloretuvoensumano.
Asuvez,Chancecomenzóatocarla;susdedospenetraronensuinterior.Elladiounrespingo,volviólacabezahaciaélehizounnuevoydesesperadointentoporinfundirvidaasuórganoindiferente.Chanceesperópacientementeaqueterminara.
Ellasepusoalloraramargamente.—Nomeamas—gimió—.Nopuedestolerarquetetoque.—Megustamirarte—dijoChance.—No entiendo lo que quieres decir—se lamentó ella—. Pormás que trate no
consigoexcitarte.Ytúinsistesendecirquetegustamirarme…¡Mirarme!¿Quieresdecir…cuando…cuandoestoysola…?
—Sí.Megustamirarte.Alaluzmortecinadeltelevisor,EElomiróconlosojosentrecerrados.—Túquieresqueyoacabemientrastúmeobservas.Chancenodijonada.—Siyometocara¿túteexcitaríasyluegomeharíaselamor?Chancenolaentendió.—Megustaríamirarte—repitió.—Ahoracreoqueentiendo—dijoEE—.Sepusodepieyconpasoapresurado
recorrió lahabitacióndeunextremoalotropasandopordelantedel televisor;cadatantodejabaescaparunapalabra,envozapenasmásaudiblequesualiento.
Volvió a la cama. Se tendió de espaldas y comenzó a acariciarse el cuerpolánguidamente, al tiempo que separaba bien las piernas; luego deslizó las manoshacia su vientre. Avanzaba y retrocedía, haciendo serpentear su cuerpo, comoaguijoneada por punzantes hierbas. Se acarició después los pechos, las nalgas, losmuslos.Conunrápidomovimiento,envolvióaChanceconlosbrazosylaspiernas,como si fueran ramas tendidas. Después de agitarse violentamente, se estremecióapenas.Sequedóinmóvil,semidormida.
Chancelacubrióconlamanta.Luegocambióelcanaldeltelevisorvariasveces,manteniendobajoelvolumendelsonido.Descansaronjuntosenlacama,mientrasélobservabalatelevisiónsinosarmoverse.
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Unratodespués,EEledijo:—Me siento tan libre contigo. Hasta que te conocí, todos los hombres que
frecuenté apenas reconocieron mi existencia. Fui sólo un receptáculo, poseído ycontaminado;sólolaimagendealguienquehacíaelamor.¿Entiendesloquequierodecir?
Chancelamirósindecirnada.—Queridísimo… tú desatas mis apetencias: el deseo se abre paso desde mi
interior,ycuando túmemiras,mipasión lodisuelve.Túme liberas.Merebeloyomismoamímismaymesientopurificada.
Chancecontinuóensilencio.EEseestiróysonrió.—Chauncey, querido, hace rato que estoy por decirte algo: Ben quiere que tú
vayas en avión conmigo mañana a Washington y me acompañes al Baile delCapitolio.Yoestoyobligadaaasistir;soy lapresidentadelComitéencargadode larecaudacióndefondos.Vendrásconmigo,¿noescierto?
—Megustaríaacompañarte—dijoChance.Seabrazóaélysequedódormida.Chancemirótelevisiónhastaqueéltambién
cayóvencidoporelsueño.
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Seis
Porlamañana,laseñoraAubreyllamóaChanceporteléfono.—Señor, acabo de ver los periódicos matutinos. Usted aparece en todos y las
fotografíassonestupendas.EnunaestáustedconelEmbajadorSkrapinov…enotraconelSecretarioGeneral…tambiénaparececon…uncondealemánnosécuánto.ElDaily News trae una fotografía a toda página de usted y la señora Rand.Hasta elVillageVoice…
—Noleolosperiódicos—dijoChance.—Bien,detodosmodosvariasdelascompañíasmásimportantesdetelevisiónlo
han invitado para aparecer en programas exclusivos.También las revistasFortune,Newsweek, Life, Look, Vogue, House & Garden quieren publicar artículos sobreusted. Llamó el Irish Times, así como el Spectator, el Sunday Telegraph y TheGuardian;solicitanunaconferenciadeprensa.UntalLordBeauclerkmepidióqueleinformaraquelaBBCestádispuestaapagarleelviajeenaviónhastaLondresparaunprogramaespecialdetelevisión;esperaqueustedsehospedeensucasa.LasoficinasenNuevaYork de Jours de France, Der Spiegel, L'Osservatore Romano, Pravda,Neue Zürcher Zeitung, han solicitado entrevistas. Acaba de llamar el conde vonBrockburg-Schulendorff para decirle que Stern, deAlemania, lo sacará en la tapa;Sterndesea losderechosexclusivossobresuscomentariosacercade la televisiónyaceptarán los términosqueustedproponga.L'Express,deFrancia,quierequeustedparticipeensumesaredondasobreeldesafíodeladepresiónnorteamericana:paganlosgastosdeviaje.ElseñorGaufridillamódosvecesparaofrecerlesucasacuandovayaaFrancia.LosdirectoresdelMercadodeValoresdeTokioquerríanqueustedinspeccionaraunanuevacomputadorajaponesaparalarecuperacióndedatos…
Chancelainterrumpió:—Noquieroconoceraesagente.—Comprendo,señor.Sólodosasuntosmás:elWallStreetJournalhapredichosu
inminente designación en el directorio de la Primera Compañía FinancieraNorteamericana y querría que usted le entregase una declaración. En mi opinión,señor, si usted pudiese darle ahora una prognosis, contribuiría enormemente avalorizarlasaccionesdeesaCompañía…
—Nopuedodarlesnada.—Muybien, señor.Elotroasuntose refierea laUniversidaddeEastshore; sus
autoridades desean conferirle el título de Doctor en Derecho honoris causa, peroquierenasegurarsedeantemanoqueustedaceptará.
—Nonecesitoundoctor—contestóChance.—¿QuiereustedponerseencomunicaciónconlasautoridadesdelaUniversidad?—No.
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—Entiendo.¿Yquéhacemosconrespectoalosperiódicos?—Nomeagradanlosperiódicos.—¿Desearíaveraloscorresponsalesextranjeros?—Losveoconsuficientefrecuenciaenlatelevisión.—Muybien,señor.¡Ah!LaseñoraRandmepidióquelerecordaraqueelavión
delafamiliasalealascuatroparaWashington.Además,medijoquelecomunicaraqueustedsehospedaráencasadesuanfitriona.
***
Karpatov,eljefedelaSecciónEspecial,arribóelviernesparaentrevistarseconelEmbajadorSkrapinov.FueconducidoinmediatamentealaoficinadelEmbajador.
—No hay ninguna información adicional en el legajo de Gardiner —dijo, altiempoqueapoyabaeldocumentosobreelescritoriodelEmbajador.
ElEmbajadorhizoaunladoellegajo.—¿Dóndeestálodemás?—Nohayningúnantecedentedeélenningunaparte,CamaradaSkrapinov.—¡Karpatov,quierohechos!Karpatovhablócontonovacilante:—CamaradaEmbajador,meheenteradodequelaCasaBlancaestáansiosapor
averiguar qué sabemos nosotros acerca de Gardiner. Esto parecería indicar queGardinertieneunaimportanciapolíticadeprimeramagnitud.
SkrapinovfulminóaKarpatovconlamirada,sepusodepieycomenzóacaminardearribaabajodetrásdesuescritorio.
—SóloquierounacosadesuSección—dijo—:loshechosrelativosaGardiner.Karpatovpermaneciódondeestaba,dandomuestrasdemalhumor.—CamaradaEmbajador—replicó—,esmiobligacióncomunicarlequenohemos
podidohallarlamásmínimainformaciónacercadeél.Pareceríacasiquenohubieraexistidoanteriormente.
La mano del Embajador se posó con fuerza sobre el escritorio provocando lacaídadeunapequeñaestatua.Karpatovseagachó,tembloroso,larecogióylavolvióacolocarensulugarsobreelescritorio.
—¡Nosecreaquemevoyadejar engañarpor semejante sandez!—protestóelEmbajador—¡Noloacepto!¡Comosinuncahubieraexistido!SedacuentadequeGardineresunodeloshombresmásimportantesdeestepaísyqueestepaísnoeslaGeorgiaSoviética, sino losEstadosUnidosdeAmérica,elEstado imperialistamáspoderosodelmundo.LaspersonascomoGardinerdecidendiariamenteeldestinodemillones de seres. ¡Como si nunca hubiera existido! ¿Ha perdido la razón? ¿Se dacuentadequeyohemencionadoaestehombreenmidiscurso?—Hizounapausayluegoseinclinóhaciaadelante,endirecciónaKarpatov—:Adiferenciadelagente
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desuSección,yonocreoenlaexistenciade«almasmuertas»enelsigloveinte…nitampoco creo que vengan a visitarnos seres de otros planetas, como ocurre en losprogramas de televisión norteamericanos. Exijo formalmente que en un plazo decuatrohorasmeseanentregadospersonalmentetodoslosdatosreferentesaGardiner.
Inclinandolasespaldas,Karpatovabandonóelsalón.
***
Transcurridas cuatro horas, coma Skrapinov no había recibido aún ningunanoticia de Karpatov, decidió darle una lección. Convocó a su oficina a Sulkin,aparentementeunfuncionariodemenorjerarquíadelaMisión,peroenrealidadunodeloshombresmáspoderososdelDepartamentodeAsuntosExteriores.
SkrapinovsequejóamargamenteaSulkindelaineptituddeKarpatov,subrayólaenorme importanciaque revestía la información sobreGardinery lepidióaSulkinqueloayudaraaobtenerunareseñaclaradelpasadodeGardiner.
Después de almuerzo, Sulkin preparó una entrevista privada conSkrapinov. SedirigieronaunahabitacióndelaMisión,conocidacoma«LaCueva»,especialmenteprotegida contra todo dispositivo que permitiera escuchar lo que en ella se decía.Sulkinabriósucarterayceremoniosamentesacódeunacarpetanegraunaúnicahojadepapelenblanco.Skrapinovesperaba,ansioso.
—¡Esta, mi estimado Camarada, es su reseña del pasado de Gardiner! —refunfuñóSulkin.
Skrapinovechóunamirada a lapágina, vioque estaba enblanco, ladejó caer,miróconenojoaSulkinydijo:
—Noentiendo,CamaradaSulkin.Estapáginaestáenblanco.¿SignificaestoquenosemeconfiaránlosantecedentesdeGardiner?
Sulkin tomó asiento, encendió un cigarrillo y agitó lentamente la cerilla hastaapagarla.
—La investigación de los antecedentes del señor Gardiner, mi estimadoCamaradaEmbajador,hademostradoserunatareatandificultosaparalosagentesdelaSecciónEspecialqueyahaprovocadolapérdidadeunodeellos,sinqueselograradescubrir elmásmínimo detalle del pasado deGardiner.—Sulkin hizo una pausaparadarunachupadaasucigarrillo—.Fueunasuerte,sinembargo,quelanochedelmiércoles yo tomara la precaución de fototelegrafiar a Moscú una película de laaparición de Gardiner en el programa televisivo «Esta Noche». Esta película, leinteresará saber, fue sometida sin demora a un examen psiquiátrico, neurológico ylingüístico.Conayudadenuestrascomputadorasdeúltimomodelo,nuestrosequiposhananalizadoelvocabulario,lasintaxis,elacentoylascaracterísticasfacialesydeotro tipodeGardiner.Los resultados,mi estimadoSkrapinov,hande sorprenderlo,sin duda. Resultó imposible determinar de algúnmodo sus antecedentes étnicos o
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atribuirsuacentoaalgunacomunidadentodoslosEstadosUnidos.SkrapinovmiróaSulkinconintensoasombro.Conunasonrisadesganada,Sulkincontinuó:—Porotraparte,leinteresarátambiénsaberqueGardinerhademostradoseruna
delasfiguraspúblicasnorteamericanasdemayorequilibrioemocionaldelosúltimosaños.Sinembargo—prosiguióSulkin—,suseñorGardinersiguesiendo,enelfondo—y,aldeciresto,levantólahojadepapeldeunaesquina—,unahojaenblanco.
—¿Unahojaenblanco?—¡Hoja en blanco! —repitió Sulkin—. ¡Exactamente; el pseudónimo de
Gardiner!Skrapinovcogiórápidamenteunacopadeagualabebiódeunsorbo.—Perdóneme, Camarada—dijo—. Pero el jueves por la noche, cuando decidí
aludir a Gardiner en mi discurso pronunciado en Filadelfia, di por sentadonaturalmente que se trataba de un miembro conocido de la élite de Wall Street.Despuésdetodo,elPresidentedelosEstadosUnidoshabíamencionadosunombre.Perosi,comoparece…
Sulkinlevantósumano.—¿Parece? ¿Qué razones tiene para sugerir que Chauncey Gardiner no es en
realidadelhombredescritoporusted?Skrapinovapenasatinóamurmurar:—Lapáginaenblanco…laausenciadetodainformación…UnavezmásSulkinlointerrumpió.—Enrealidad,estoyaquípara felicitarloporsuclarividencia.Debodecirleque
abrigamos el firme convencimiento de que Gardiner es, en realidad, un miembrodestacadodeungrupodelaélitenorteamericanaquehaestadoplaneandodesdehacealgunosañosungolpedeEstado.Debedetenertalimportanciaparaesegrupo,quehan conseguido encubrir todos los detalles relativos a su identidad hasta supresentaciónelmartesporlatarde.
—¿DijoustedungolpedeEstado?—preguntóSkrapinov.—Sí;esodije—replicóSulkin—.¿Dudadequeseaposible?—Bueno,no;porciertoqueno.ElmismoLeninparecehaberloprevisto.—Bien, muy bien—dijo Sulkin, mientras cerraba su cartera—. Al parecer, su
intuición estaba bien fundada. Su decisión inicial de aproximarse a Gardiner haresultado justificada. ¡Usted tiene un instinto certero, Camarada Skrapinov… unverdadero instintomarxista!—Sepusodepie,dispuestoapartir—.Dentrodemuypoco recibirá instrucciones especiales acerca de la actitud que deberá adoptarrespectoaGardiner.
CuandoSulkin se fue, Skrapinov se puso a reflexionar sobre lo increíble de lasituación. Anualmente se invertían miles de millones de rublos en ingeniosos
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dispositivosjaponeses,enlapreparaciónyencubrimientodesuperespías,ensatélitesde reconocimiento, en embajadas abarrotadas de personal, misiones comerciales,intercambios culturales, sobornos, obsequios… cuando lo único que importabafinalmenteeraposeeruncerteroinstintomarxista…PensóenGardineryleenvidiósu juventud, su circunspección, su futuro comodirigente. ¡Página enblanco!…Elpseudónimo le hizo rememorar episodios de la Segunda Guerra Mundial, de lospartisanosalosquehabíaconducidoatantasvictorias.Talvezsehabíaequivocadoalelegir la carrera diplomática; quizá el ejército hubiera respondido mejor a suvocación…Peroyateníademasiadosaños…
***
Elviernesporlatarde,lasecretariadelPresidentelepresentósuinforme.—Lolamento,señorPresidente,perodesdeayersóloheconseguidoreunirunos
cuantosrecortesdeprensamássobreGardiner.Se tratadeldiscursodelEmbajadorSoviético,quemencionósunombre,ydelatranscripcióndelaentrevistadeGardinerconlaprensaenlarecepcióndelasNacionesUnidas.
ElPresidentedemostrósuenojo.—¡Terminemosconesteasunto!¿HablóconlosRandsobreGardiner?—Me comuniqué por teléfono con losRand, señor. Lamentablemente, el señor
Rand ha tenido una seria recaída y está bajo los efectos de fuertes calmantes. Nopuedehablar.
—¿HablóconlaseñoraRand?—Sí, señor. Estaba al lado de su marido. Me contestó tan sólo que el señor
Gardinerseoponeatodaintromisiónensuvidaprivadayellaabrigagranrespetoporeste aspecto de la personalidad del señor Gardiner. Dijo que cree… pero cree,solamente,entiéndasebien…queelseñorGardinerseproponeejercerunaactividadmuchomayorenvistadequeelseñorRandestáobligadoaguardarcama.PeronorelacionóalseñorGardinerconningunaactividadconcretaniconningunasituaciónfamiliar.
—¡ElTimesbrindamásinformación!¿Ynuestrasagenciasdeinformación?¿HahabladoustedconSteven?
—Sí,señorPresidente.Nohalogradoobtenerniunsolodato.Hahechotodaslasaveriguacionesposiblesyningúnorganismopudobrindarleinformaciónalrespecto.Porsupuesto,secontrolaronlasimpresionesdigitalesylafotografíadeGardinerconocasióndelavisitaqueustedhizoalacasadelosRand,pero,dadoquecarecíadeantecedentes y por tratarse de un huésped de Rand, se le dio el visto bueno.Meparecequeesoestodoloquepuedoinformarle.
—Estábien,estábien.LlameaGrunmann.Dígaleloquesabeo,mejordicho,loquenosabe,ypídalequemellametanprontoaverigüealgodeGardiner.
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AlpocoratollamóGrunmann.—Señor Presidente, todos aquí en la oficina hemos estado investigando
desesperadamente.Nohayningúndato,absolutamenteninguno,sobreél.¡PareceríaqueestehombrenohubieraexistidohastaqueseinstalóencasadelosRandhacetresdías!
—Esteasuntometienemuyperturbado,muyperturbado—dijoelPresidente—.Quiero que vuelvan a insistir. Quiero que sigan investigando, ¿me entiende? Y, apropósito, Walter, hay un programa de televisión en el que unos norteamericanoscorrientes resultan ser realmente invasores de otro planeta ¿no?Bueno,Walter,meniegoacreerquehehabladoconunodeesosintrusosenlaciudaddeNuevaYork.Cuento con que usted me presente un frondoso legajo sobre Gardiner. En casocontrario,leprevengoqueyopersonalmenteautorizaréqueseinvestiguesindemoraatodoslosresponsablesdesemejantebrechaennuestrosistemadeseguridad.
Grunmannvolvióallamar.—SeñorPresidente—dijoenvozbaja—,muchometemoquenuestrostemores
iniciales hayanquedado confirmados.Nohayningún testimoniodel nacimientodeestehombre,nidesuspadres,nidesufamilia.Sabemos,sinembargo,conabsolutacerteza,yyo respondodeello,quenohaestadoenvuelto jamásenningunaacciónjurídicaconningunapersonauorganización,compañíaoagenciadecarácterprivado,estatalofederal.Nuncahaprovocadoningúnaccidenteodañoy,dejandodeladoelaccidente con los Rand, tampoco apareció como damnificado. Jamás ha sidointernadoenunhospital;notieneningúnseguro,niposiblementedebeposeerningúnotro documento de identificación personal. No conduce automóviles ni aviones, ynuncaselehaotorgadoningúnpermisodeclasealguna.Notienetarjetasdecrédito,ni cheques, ni tarjetas de visita.Noposee ninguna propiedad en este país…SeñorPresidente, lo tuvimos bajo vigilancia enNuevaYork: no habla de negocios ni depolíticaniporteléfononiencasa.Todoloquehaceesmirartelevisión.Eltelevisordesuhabitaciónestásiempreenfuncionamiento;hayunruidoconstante…
—¿Hacequé?…—interrumpióelPresidente—.¿Quédijo,Walter?—Dijequemiratelevisión,todosloscanales,prácticamentesininterrupción.Aun
cuandolaseñoraRand…estáconélensuhabitación,señor…ElPresidentelodetuvosecamente:—Walter, nada justifica semejantes investigaciones y, caramba, yo no quiero
enterarme de esas cosas. ¿A quién diablos le interesa lo que Gardiner haga en sucuarto?
—Losiento,señorPresidente,peronosvimosobligadosarecurrira todo.—Se
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aclaró la garganta—. Señor, últimamente hemos comenzado a desconfiar de estehombre Gardiner. Grabamos sus conversaciones en la recepción de las NacionesUnidasperocasinohabló.Francamente, señor,hemosestadopensandoquepodríatratarsedeunagentedeunapotenciaextranjera.Perolaverdadesquetodaesagentecasisinexcepcióndisponededemasiadadocumentación,estádemasiadoidentificadacontodoloqueseanorteamericano.Nohayenellosabsolutamentenadaquenoseanorteamericano;esunmilagro,comodicesiempreelDirector,quealgunonoacabesiendo elegido para elmás alto cargo del país…—Grunmann semordió la lengua,peroyaerademasiadotardeparaarrepentirse.
—¡Québromatanpocofeliz,Walter!—dijoelPresidente,conseveridad.—Losiento,señor,noquise…Lepidomilperdones…—Continúeconsuinforme.—Bien,señor;enprimerlugar,creemosqueelseñorGardinernoesunodeesos
agentes trasplantados; decididamente no lo es. Además, la Unión Soviética harequeridoconcarácterdeurgenciainformaciónsobresusantecedentes.Mecomplacecomunicarle, señor Presidente, que hasta este despliegue sin precedentes decuriosidadsoviéticahafracasado;nosólonoconsiguieronningunaotrainformaciónque la de recortes periodísticos de nuestra prensa, no estoy bromeando, señorPresidente, sino que como consecuencia de su actividad desmedida descuidaron suencubrimientoylescapturamosunodesusagentesmáscapaces.Másaún,otrasochopotencias extranjeras han incluido a Gardiner en sus nóminas de posibles espías.Todo lo que puedo decir es que seguiremos esforzándonos, señor Presidente…continuaremos nuestras investigaciones de día y de noche, sin interrupción; lecomunicarécualquiernovedadtanprontocomoseproduzca,señor.
El Presidente subió a sus habitaciones privadas a descansar. Es sencillamenteincreíble —reflexionó—, increíble. Anualmente, se asignan millones de dólares acadaunodeestosorganismosynopuedenproporcionarmenisiquieralosdatosmáselementales sobre un hombre que está viviendo en una de lasmejores casas de laciudaddeNuevaYorkencalidaddehuéspeddeunodelosmásdestacadoshombresdenegociosdelpaís.¿NoestarásocavandoalguienelGobiernoFederal?¿Quién?—Suspiró,encendiólatelevisiónysequedódormido.
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Siete
El hombre sentado en el sofá se dirigió al pequeño grupo reunido en suapartamento.
—Caballeros—comenzó diciendo lentamente—, tal vez algunos de ustedes yasabenqueDuncanhadecididonosermicompañerodefórmula.Noshemosquedado,pues,sincandidato.Amigos,tenemosqueanunciarunnuevocandidatosindemora,alguien que sea tan bueno como Duncan, y digo esto a pesar de las penosasrevelacionesacercadelpasadodeDuncanquelamentablementehanadquiridocarizpúblico.
Schneidertomólapalabra.—Aun Duncan no fue fácil de conseguir—dijo—, y no nos engañemos… ¿a
quiénvamosaconseguirtanaúltimomomento?Shellmannovaadejarsuempresa.No creo que ni siquiera podamos considerar a Frank, dada su pobrísima actuacióncomopresidentedelaUniversidad.
—¿QuélespareceGeorge?—sugirióunavoz.—Georgeacabadesalirdeotraoperación…lasegundaentresmeses.Susaludes
unimpedimentoobvio.En lahabitación reinóel silencio.FueentoncescuandoO'Flaherty sedecidióa
hablar.—Creoquepuedosugeriraalguien—dijoconvozpausada—.¿Quélesparece
ChaunceyGardiner?—Todaslasmiradasconvergieronenelhombreque,sentadoenelsofá,bebíasucafé.
—¿Gardiner?—repitió el hombredel sofá—.¿ChaunceyGardiner?Realmente,nosabemosnadadeél.Nuestragentenopudohallarniunbenditodato.Porciertoqueélnohasidodeningunaayuda:nohapronunciadounasolapalabraacercadesímismodesdequeseinstalóencasadelosRandhacecuatrodías…
—Pues entonces quiero dejar sentado —dijo O'Flaherty— que eso me haceconsideraraGardinercomounaposibilidadtodavíamejor.
—¿Porqué?—preguntaronvariasvocesacoro.O'Flahertyhablóconsoltura:—¿CuálfueladificultadconDuncan?¿ConFrankyconShellmanycontantos
otros que consideramos y que nos vimos obligados a rechazar? La dificultad fuesiemprequeteníandemasiadosantecedentes,demasiados.Elpasadodeunhombrelomutila:susantecedentesseconviertenenunpantanoqueinvitaaescudriñar.
Moviólosbrazosagitadamente.—Piensen en cambio enGardiner. Permítanme que haga hincapié en un hecho
que acaba demencionar alguienmuy autorizado:Gardiner carece de antecedentes.Noes,nipuederesultarobjetableparanadie.Tienebuenapresencia,seexpresacon
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propiedad y sale bien en la televisión. Además, por lo que atañe a sus opiniones,pareceserunodelosnuestros.Esoestodo.Estámuyenclaroloquenoes.Gardineresnuestraúnicaposibilidad.
Schneiderapagósucigarro,aplastándolo.—O'Flahertyacabade tenerunacierto—dijo—.Algobueno.Hum…Gardiner,
Gardiner.Entró un camarero para servirles humeante café recién hecho; la discusión
proseguía.
***
Chanceseabriópasohacialasalidaentreunamultituddeparejasdebailarines.Ensusojossubsistíaaúnunaimagentenueyborrosadelgransalóndebaile,delasbandejasdebebidasenelbuffet,lasfloresdemuchoscolores,lasbotellasbrillantes,las filas tras filasdecopasrutilantes.AlcanzóaveraEEenelmomentoenque latomabaensusbrazosungeneralmuyalto,llenodecondecoraciones.Pasóentrelosflashesdelosfotógrafoscomoatravésdeunanube.Laimagendetodoloquehabíavistofueradeljardínsedesvaneció.
Chanceestabadesconcertado.Reflexionóytuvoantesí laimagenempañadadeChaunceyGardiner recortada en un charco de agua de lluvia estancada. Su propiaimagentambiénhabíadesaparecido.
Atravesó el vestíbulo. Por una de las ventanas abiertas entraba el aire helado.Chanceempujó lapesadapuertadevidrioy salióal jardín: tensas ramasplenasdenuevosvástagos,grácilestalloscargadosdepequeñosretoñosseelevabanalcielo.Eljardín estaba en calma, sumido aún en el reposo. El viento arrastró unas ligerasnubecillasylalunabrillóentodosuesplendor.Detantoentanto,seoíaelsusurrodelasramasque,sacudidasligeramente,dejabancaerpequeñasgotasdeagua.Unsoplodebrisadescendiósobreelfollajeybuscóabrigoentresushúmedashojas.NiunsolopensamientoturbólamentedeChance.Lapazreinabaensucorazón.
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JERZY KOSINSKI, (nacido con el nombre Josek Lewinkopf) fue un novelistaestadounidense de origen polaco. Sus obrasmás conocidas sonEl Pájaro Pintado(1965)yDesdeeljardín(1971).
KosinskinacióenLodz,Polonia,el18dejuniode1933,demodoqueeraunniñocuandocomenzólaSegundaGuerraMundial.Sobrevivióalasmatanzasalcambiarseel nombre por el de JerzyKosinski y hacerse pasar por católico, acogido por unafamilia campesina de la Polonia Oriental gracias a las gestiones de su padre, queinclusologróparaélunapartidadebautismofalsa.
Se graduó en laUniversidad de Columbia y fue profesor enYale, Princeton yotrasuniversidades.En1965obtuvolaciudadaníaestadounidense.LavidayobradeKosinski está tan llena de zonas oscuras como sus obras, hasta el punto de que elpropioKosinskipareceenocasionesunpersonajedeficción.
Kosinski se suicidó en 13 de mayo de 1991, tomando una dosis mortal debarbitúricos, su habitual ron con Coca-Cola, y asegurándose del resultadointroduciendosucabezaenunabolsadeplástico.Dejóunanota:«Meheidoadormirporunratomayordelohabitual.LlamandoEternidadaeserato».
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[2]Eningles«eljardinero»esthegardener.EsoexplicalaconfusióndeEE.(N.delT.)<<
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