desarrollo y medio ambiente -...

Desarrollo y medio ambiente en México.

Diagnóstico, 1990.

Fundacion Universo Veintiuno

Co-Auspicio . Edicion

Fundacion Friedrich Ebert Representacion En Mexico

Mexico 1990

Primera edición, 1990

© Derechos Reservados:

Fundación Universo Veintiuno, A.C.

Campos Eliseos 400, Piso 19 Col. Lomas de Chapultepec 11000 México, D.F.

Tel. 202 08 43

ISBN: 968-6303-00-6 Impreso en México

Dirección editorial Tonatiuh Gutiérrez

Compilación y redacción Bertha Ruiz de la Concha

Asesoría técnica

The Conservation Foundation

Revisión técnica Rodolfo Lacy

Composición tipográfi ca Manuscrito, servicios editoriales

Diseño de ilustraciones

Luis Vargas y Mariano Flores Castro

Cuidado de la edición

. Traducciones MB, S.C.

Rosanela Alvarez

Los textos que sirvieron como base informativa para la elabo-ración de esta síntesis fueron los siguientes:

Población y medio ambiente en México, Vicente Rojas, Margarita Castillejos, Leonora Rojas Bracho; La salud am-biental en México, Daniel López Acuña, Deyanira González de León, Ana Rosa Moreno Sánchez; La contaminación del aire en México, Humberto Bravo Alvarez; Calidad y canti-dad del agua en México, Mauricio Athíé Lambarri; Manejo de los desechos industriales peligrosos en México, Fernando Ortiz Monasterio, Cristina Cortinas de Nava, Ma. de Lourdes Maffey García; Fauna silvestre y áreas naturales protegidas; Carlos Alcérreca Aguirre, Juan José Consejo D., Oscar Flo-res Villela, David Gutiérrez Carbonell, Edna Hentshell Ari-za, Mónica Herzig Zuercher, Ramón Pérez-Gil Salcido, José Ma. Reyes Gómez, Víctor Sánchez-Cordero Dávila; Ecología y producción rural en México, Víctor M. Toledo, Julia Ca-rabias, Cuauhtémoc Pacheco, Carlos Toledo; Derecho am-biental mexicano, Raúl Brañes; publicados por la Fundación Universo Veintiuno, AC., durante los años 1987 a 1989.

"Estrategia mundial para la conservación", elaborada por la Unión Internacional para la Conservación de la Natura-leza y de los Recursos Naturales (UICN), con la asesoría, co-operación y apoyo fi nanciero del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el World Wildlife Fund (WWF) y en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educa-ción, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Antecedentes

DESARROLLO Y MEDIO AMBIENTE EN MÉXICO, DIAGNÓSTICO 1990

6

Nuestro futuro común, elaborado por la Comisión Mun-dial del Medio Ambiente y del Desarrollo, publicado por Alianza Editorial, S. A, Madrid, 1988.

"Estrategias nacionales para la conservación." Estructura para el desarrollo sostenido, enero, 1984, producida por el Centro de Conservación para el Desarrollo de la Unión Inter-nacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Presentación Introducción CAPITULO 1 Población y medio ambiente 1. Introducción 2. Reseña histórica de la población en México 3. Factores determinantes de la dinámica poblacional

3.1 Mortalidad 3.2 Fecundidad 3.3 Migración 4. Perspectivas de la dinámica poblacional 5. La industrialización y sus repercusiones sobre la población 6. Conclusiones CAPITULO 11 Salud Ambiental 1. Introducción 2. Concepto de salud ambiental 3. Interacción hombre-ambiente 4. Bases científi cas de la salud ambiental 5. Factores de riesgo en el ambiente 6. Salud ambiental y contaminación 7. Conclusiones CAPITULO 111 AJre 57 1. Introducción 57 2. Antecedentes de la contaminación del aire en México 3. Algunos estudios relacionados con la contaminación del aire 4. Indices de calidad del aire 59

Índice


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5. Situación actual de la calidad del aire en la República Mexicana 61

5.1 Zona Metropolitana de la Ciudad de México 61 6. La contaminación atmosférica y su control 72 7. Conclusiones 72 CAPITULO IV Agua 1. Recursos hidráulicos del país 2. Calidad del agua 3. Fuentes de contaminación 4. Aprovechamiento racional del recurso hidráulico 5. Conclusiones CAPITULO V Suelo 89 1. Características del suelo 89 2. Problemas del suelo en México 89 3. Contaminación de los suelos por residuos sólidos mu-

nicipales 91 4. Características y dinámica de los residuos sólidos industriales y peligrosos 94 5. Agentes y zonas de emisión y concentración de DIP 6. Tráfi co internacional de DIP 99 CAPITULO VI Fauna silvestre y áreas protegidas 1. Introducción 2. Importancia y usos de la fauna silvestre 3. Fauna potencialmente nociva 4. Áreas naturales protegidas 5. Características y distribución de las ANP en México 6. Conclusiones CAPITULO VII Ecología y producción rural

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1. Introducción 2. Bases ecológicas de la producción 3. Concepto de efi ciencia ecológica 4. Uso de los ecosistemas en México CAPITULO VIII Derecho ambiental mexicano 131 1. Introducción 131 2. La protección jurídica del ambiente en su conjunto 3. La protección jurídica de los ecosistemas terrestres 4. La protección jurídica de los ecosistemas marinos 135 5. La protección jurídica de la atmósfera 135 6. La ordenación jurídica del ambiente construido 136 7. La protección jurídica de la salud de los efectos del

ambiente 137 8. Hacia una política legislativa para la protección del

ambiente en México 138 CAPITULO IX Perspectivas para un futuro común 1. Panorama internacional 2. Estrategias para la conservación 3. Orientación y objetivos de las estrategias 4. Obstáculos para la conservación 5. Relaciones entre conservación y desarrollo sostenido 6. Importancia de la conservación 7. Requisitos básicos para la conservación 8. Estrategias para el diseño e instrumentación de políti-

cas ambientales 9. La actividad industrial sostenida 10. El reto urbano 11. Conclusiones Anexo 1. Estrategias nacionales para la conservación Indice temático

ÍNDICE

México, como país que ha experimentado durante las últimas cinco décadas un acelerado proceso de industrialización acom-pañado de un preocupan te incremento demográfi co, participa tanto de los problemas de disminución de recursos naturales que enfrentan los países subdesarrollados, como de la creciente contaminación que tienen los países industrializados.

Consideramos que el conocimiento científi co y el manejo serio de datos estadísticos constituyen una base indispensa-ble para sustentar un proceso inteligente de toma de decisio-nes que conduzca al desarrollo sustentable.

A partir de 1985, la Fundación Universo Veintiuno, AC. de-cidió llevar a cabo la publicación de una serie de libros que tuvieran por objeto, en su conjunto, integrar un diagnóstico sobre el estado que guarda el medio ambiente en México.

El presente libro, con el cual la Fundación Universo Vein-tiuno, A.C. concluye su primera colección sobre el medio ambiente, es una síntesis de los ocho libros que integran la serie, complementada con referencias importantes a las es-trategias nacionales para la conservación y al reporte de la Comisión Mundial para el Desarrollo y el Medio Ambiente.

De la misma manera, la Comisión Mundial para el Desa-rrollo y el Medio Ambiente, presidida por la Primer Ministro de Noruega, Gro Harlem Brundtland, al publicar su reporte llamado "Nuestro Futuro Común", subraya la impostergable necesidad de reconocer el manejo ambiental como un as-pecto íntimamente ligado a la economía y en cuya equilibra-da interdependencia se basa la posibilidad de aspirar en el futuro a un desarrollo sustentable a largo plazo.

Presentación


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Es imprescindible que las actuales generaciones asuman su responsabilidad modifi cando sus conductas, con base en una nueva ética conservacionista, como única posible garan-tía de que exista un medio ambiente adecuado y habitable para las futuras generaciones.

Manuel Arango Arias Rodolfo OgarrioPresidente Director General

Eberhart FriedrichRepresentante en México de la

Fundación Friedrich Ebert

México es un país que dentro de su territorio alberga una gran diversidad y riqueza de culturas y ambientes. El paisaje mexicano está compuesto por desiertos, bosques templados, selvas tropicales, humedales y ecosistemas insulares que en conjunto dan sustento a más de ochenta millones de habi-tantes, algunos todavía dispersos en comunidades indígenas aisladas y otros concentrados en la ciudad más poblada del mundo, la Ciudad de México. En el presente siglo, la colo-nización del vasto territorio del país y la utilización de sus recursos naturales ha traído consigo el deterioro acelerado del medio ambiente. Como en otros lugares del Planeta, la destrucción de la naturaleza ha llegado a grados inimagina-bles e inestimables, lo que ha causado la preocupación po-lítica y movilización social en torno al problema ecológico. Sin embargo, el ritmo de la destrucción es todavía mayor que el de la protección y la restauración, ya que el vertimiento de desechos contaminantes yel uso irracional de los recur-sos naturales ha sido inherente al estilo de desarrollo que ha prevalecido en México. A la fecha, las sociedades modernas fi ncan su bienestar en procesos intensos de industrializa-ción, mismos que son sinónimo de inumerables benefi cios para el hombre y transformaciones radicales en su entorno físico. La capacidad tecnológica que hemos alcanzado para explotar los ecosistemas del Planeta supera en mucho la po-sibilidad de éstos para regenerarse y también la habilidad de nuestros científi cos y políticos para evaluar y administrar adecuadamente los cambios inducidos cn la naturaleza. Los fenómenos y procesos de deterioro ambiental ya no tienen

Introducción


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únicamente alcances locales y regionales; sus repercusiones van más allá de límites geopolíticos y alteran el equilibrio del Planeta en su conjunto. ¿Cuáles son los problemas que enfrenta México actualmente en este campo? Nuestros pro-blemas ambientales son proporcionales al incremento de la población, al grado de desarrollo económico del país y a la forma en que explotamos los recursos naturales. En 1910 el país con taba con 15.2 millones de habitantes, en su mayo-ría dedicados a actividades agrícolas. A partir de la década de los cuarenta, el impulso a las actividades industriales y el poblamiento del territorio fue el modelo para revertir el estancamiento social y económico del país. Así, pasamos de 19.6 millones de mexicanos en 1940 a 84 millones aproxi-madamente en 1989, con un 66% de población urbana.

Por las características históricas de poblamiento y centra-lización del poder en el Valle de México, nuestro país sufre de una distribución desigual de la población y los benefi cios del desarrollo nacional. Así, el 28% de los mexicanos vive en las ciudades de México, Guadalajara y Monterrey que poseen problemas críticos de abastecimiento de agua, ali-mentos y recursos energéticos, mientras que el 33% de la población vive dispersa en comunidades rurales menores a 2500 habitantes, lo que difi culta la dotación de servicios y su integración con el resto del país.

No obstante que los trópicos del país ofrecen mayores recursos naturales para el desarrollo, desde el punto de vista ecológico, apenas alcanzan a concentrar el 27% de la pobla-ción nacional de 1980. El resto de la población se distribuye entre las zonas templadas del territorio, a más de 500 metros sobre el nivel del mar y en las zonas áridas, que ofrecen empleos industriales y un atractivo comercio e intercambio económico con los Estados Unidos.

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A partir del año 1925, el ingreso per cápita, refl ejado en el PIE por habitante se incrementó a consecuencia de los pri-meros impulsos a la industrialización dentro del periodo de estabilización política del país (Cuadro 1).

Cuadro 1. Producto interno bruto por habitante, 1925-1985

Año Producto total Millones de pesos De 1960

Producto por habitante Pesos De 1960

1925 37402 2447

1930 34364 2076

1935 38549 2137

1940 46693 2375

1945 62608 2781

1950 83304 3230

1955 111671 3721

1960 150511 4302

1965 212320 5128

1970 314926 6149

1975 414416 7183

1980 596784 8594

1985 646228 8223

FUENTES: 1. Banco de México, S.A

2. Secretaria de Programación y Presupuesto

Desde la década de los cincuenta, la dinámica industrial en México muestra los incrementos más signifi cativos en el PIE, as-pecto que indica la importante actividad productiva alcanzada por los sectores primarios, secundario y terciario (Cuadro II).

Cuadro II. Producto interno bruto por actividad 1950-1979 (Millones de pesos de 1960)

Concepto 1950 1955 1960 1965 1970 1975 1979

PRESENTACIÓN


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PIE 83304 111671 150511 212320 296600 390300 476900

Sector primario 15968 20841 23970 30222 34535 37511 41425

Industrias 22097 30111 43933 66 508 102154 139 936 185 097

Energéticos 3086 4378 6591 10294 16652 23837 38509

Alimentosy textiles

8896 12037 16054 22039 31041 38747 46473

Productos químicos

1104 1807 3284 5764 10508 15854 18774

Otras industrias 9011 11889 18004 28411 43953 61498 81341

Servicios 45779 61773 - - 163478 217537 256751

Fuente: SPP

La contaminación en el país ha llegado a constituir en algunas regiones y ciudades un problema de primera mag-nitud. En materia de contaminación del agua, 216 cuencas, que representan el 77% del territorio nacional presentan ni-veles de alteración en la calidad del agua que limitan el uso de ésta para la vida silvestre y fi nes de abastecimiento a la población. Las cuencas del río Lerma, Pánuco, el Salado y Coatzacoalcos son las más contaminadas y están asociadas con los principales centros urbanos e industriales del país.

La contaminación del aire es especialmente crítica en la Ciudad de México, en la cual se concentran 30 mil estable-cimientos industriales y circulan cerca de 3 millones de ve-hículos que juntos emiten a la atmósfera cerca de 5 millones de toneladas de contaminación. Por su altitud y clima, y por estar ubicada en un valle cerrado, en el 90% de los días del año se rebasan los criterios de calidad del aire, lo que reper-cute sensiblemente en la salud de sus habitantes.

Las 18 ciudades y centros industriales más importantes del país, entre las que se incluyen Monterrey, Guadalajara, Puebla, Coatzacoalcos-Minatitlán, Ciudad Juárez, Lázaro

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Cárdenas, presentan niveles importantes de contaminación, mismos que hacen que se rebasen las normas de calidad del aire en forma preocupante.

La contaminación por residuos sólidos, tanto urbanos como industriales, constituye un proceso de deterioro aún no controlado. El 49% de las basuras municipales se desechan a cielo abierto, 35% en lotes baldíos y carreteras, y sólo el 16% restante se trata o dispone en rellenos sanitarios y plantas de recuperación de materiales. Los hábitos de consumo infl uyen sensiblemente en la generación per cápita de basura. En 1975, se generaban 320/g/hab/día, y ahora 693/glhab/día. Han au-mentado los desperdicios de papel, plásticos y vidrio, asocia-dos con la comercialización de productos industrializados, sin la presencia de una estructura de reciclaje o recuperación.

Dentro de los residuos industriales es necesario llamar la atención a la generación y disposición de desechos peligro-sos, mismos que por sus características son capaces de afec-tar la salud de la población de forma dramática e inadvertida, y en ocasiones, irremediable. De acuerdo con datos ofi ciales de la SEDUE, en México se generan diariamente 2.6 kg por persona de desechos industriales peligrosos, de los cuales sólo el 1 % es manejado en forma controlada; existen

gran cantidad de residuos desechados irresponsablemen-te en basureros municipales o en tiraderos clandestinos.

Por la gran extensión de las zonas áridas y semiáridas en el territorio nacional, lo accidentado de la topografía en la mayor parte del territorio y las prácticas agrícolas y forestales inadecuadas, la pérdida de suelos fértiles por erosión es un problema ambiental de primer orden en México.

Se estima que el 29% del territorio nacional presenta un grado severo de erosión asociada con un proceso de deserti-fi cación y/o desertización.

PRESENTACIÓN


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Estudios recientes del territorio nacional revelan que ya en 1981, el 25% de la superfi cie del país estaba completamente des-tinada a usos agropecuarios y urbanos; el 35% en vías de trans-formación o bajo diversos grados de perturbación y el 40% se encontraba en condiciones relativamente prístinas (Cuadro III).

Los ecosistemas más afectados por las actividades pro-ductivas y la expansión urbana, en orden de degradación, son los matorrales xerófi los, la selva tropical perennifolia y los bosques de encino. Las actividades ganaderas extensivas y la tala inmoderada de los bosques son las principales cau-sas de transformación rural. Los recursos bióticos asociados con estos ecosistemas, muchos de ellos aún desconocidos para el hombre, han desaparecido o se encuentran amena-zados en su existencia.

México pasee más de 20 000 especies de plantas vas-culares y cerca de 2 400 especies de vertebrados terrestres. En esta diversidad, que supera en mucho al número de es-pecies que pasee la Unión Soviética o Estados Unidos y Ca-nadá juntos, encontrarnos también que el 14% de la fl ora y el 65.4% de la fauna silvestre es endémica de nuestro país, lo que implica un compromiso de nuestra sociedad con el patrimonio natural mundial.

Cuadro III. Cambio de los ecosistemas en México.

Ecosistema % por ecosistema

1500 1985 % de cambio

Selva alta y media 15% 3% -80%

Selva baja y bosque espinoso

14% 20% +43%

Bosque de confferas yencino

20.4% 15% -26%

Bosques mesófi los 0.5% 0.1% -80%

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Pastizales o zacatales 10% 15% +50%

Desierto 40% 47% +18%

FUENTES: Carabias, J., “Para un proyecto ecológico de desarrollo nacional”, Casa del Tiempo, Vol. IV, No. 38, págs. 22-26, 1984. Toledo, V., “La cuestión ecológica: la nación entre el capitalismo y la naturaleza”; en Ecologfa y recursos naturales, Ediciones del Comité Central, PSUM. Gómez Pompa, A. y Delgado, M., “Destrucción de las selvas tropicales”, Casa

Decaimiento de la producción. El caso del sector Palenque en la Selva Lacandona, Chiapas.

La extensión de la frontera agropecuaria hacia regiones con suelos de vocación forestal en los trópicos, se ha caracterizado por la desaparición del ecosistema original y su sustitución por vegetación secundaria (“acahuales”), posteriormen-te quemados y destinados a la ganadería. El proceso también se caracteriza por considerables disminuciones de los aprovechamientos agrícolas y frutícolas, fo-restales y de otro tipo, todo en aras de la ganadería extensiva. El siguiente ejem-plo muestra, en números, el proceso anterior, y es censecuencia de la aplicación del Programa de Desarrollo Rural Integral de la Selva Lacandona, en particular en el sector Palenque de dicha región del estado de Chiapas.

USO DEL SUELO 1973

(Sup. Ha) %

1981 (Sup. Ha)

% %

Cambio

Vegetación bien conservada

76526 35 - - -100%

Vegetación secundaria 59963 26 141500 65 148

Areas en explotación agrícola

67388 31 32700 15 -52

Areas de explotación pecuaria

- - 43500 20 100

Mezcla de explotación y vegetación

16498 8 - - -100

Otros usos 648 - 23 - -96

Total 218023 100 218023 100

FUENTE: Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos. Comisión del Plan Nacional

Hidráulico. 1984. Desarrollo Rural Integral de la Selva Lacandona. México.

PRESENTACIÓN


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La destrucción del habitat, el furtivismo y el tráfi co ilegal de la fl ora y fauna silvestres, provoca que exista un registro cada día más numeroso y alarmante de especies extintas, en peligro de extinción y/o amenazadas en su existencia. En los últimos 90 años México ha perdido de manera irreversible 16 especies de fauna y 17 de fl ora (SEDUE, 1985) Y actualmen-te existe un registro de 477 especies de fl ora y 194 de fauna en peligro de extinción o amenazadas.

Para contrarrestar este fenómeno se han tratado de reali-zar numerosas ac ciones. Destaca por su importancia la del establecimiento del Sistema Nacional de Areas Naturales Protegidas SINAP, que incluye 63 áreas establecidas que en conjunto cubren cerca del 1.6% del territorio nacional.

Sin embargo, esta cobertura aún es reducida y poco re-presentativa del patri monio nacional, especialmente en la protección de ecosistemas de las zonas ári das, selvas tropi-cales y ecosistemas acuáticos costeros.

El gobierno mexicano, las sociedades civiles y grupos ecologistas han realizado una actividad intensa desde hace diez años para ampliar las inversiones en el campo de la conservación de los recursos naturales que restan en el país yen el control del deterioro ambiental. Los temas de ecolo-gía son cada vez más comunes en planes y programas de gobierno y de empresas particulares, así también son puntos importantes en las agendas de grupos y partidos políticos, Como respuesta a este interés, se ha dado la modernización de la legislación ambiental, elevando a rango constitu cional el derecho de todo mexicano a gozar de un ambiente sano.

El escenario futuro del Medio Ambiente en México es todavía incierto. La evolución inmediata de los problemas ambientales nos hace suponer un panorama de destrucción, pero si bien es importante reconocer los costos ecológicos

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que ha tenido el desarrollo económico de nuestro país, tam-bién se detectan importantes modifi caciones en las actitudes sociales y en las acciones políticas para revertir esta tenden-cia. Las soluciones aún son posibles y se señalan continua-mente en foros y documentos dentro y fuera del país; su apli-cación requiere indudablemente de una mayor participación social y de una más clara decisión política.

PRESENTACIÓN

1. Introducción

Cada año México añade un promedio de dos millones de ha-bitantes a su población. En el año de 1980, había 69.3 millo-nes de personas; hoy se estima que hay más de 75 millones de habitantes y se considera que para el año 2000 la pobla-ción habrá rebasado la cifra de 100 millones de habitantes.

ESte aumento poblacional ha dado como resultado un aumento a las presiones sobre los recursos naturales, tanto en sentido positivo como negativo. Ciertamente se ha au-mentado y, en algunos casos, inclusive duplicado la produc-tividad de sistemas naturales utilizados en la producción de diversos granos; sin embargo esto ha tenido impactos negati-vos considerables sobre el medio ambiente.

Debido a esto se ha intentado rebajar los índices de creci-miento poblacional y distribuir la población de acuerdo con un esquema de desarrollo regional no centralizado, como manera de disminuir las presiones y de erradicar el hambre y la desnutrición, ya que con frecuencia se afi rma que las grandes poblaciones son el principal problema para el futuro del país, puesto que una población de esa magnitud ejerce también mayor presión sobre los sistemas vitales y con ello provoca su agotamiento y extinción, además de presiones importantes en la vivienda, empleo, educación, transporte, entre otros. Sin embargo, la población constituye un sistema en sí mismo y los datos que se refi eren a su dinámica repre-sentan la expresión y síntesis de numerosas interacciones; es decir, de su complejidad. Los problemas surgen de la interac-

Capítulo IPoblación y medio ambiente


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ción de diferentes sistemas y subsistemas sociales, resultado de desajustes, desequilibrios y asimetrías entre los propios sistemas tecnológicos y formas de organización social.

Por otra parte, la posición que señala a la explosión demo-gráfi ca como única causante de estos problemas, ha sido seria-mente cuestionada, ya que hasta el momento, la realidad am-biental de los distintos países no permite apoyar estas hipótesis, sino afi rmar que no son éstas las causas principales, sino que su origen estaría más bien en las modalidades de desarrollo.

El crecimiento de la población, por lo tanto, no es un fenómeno natural per se, sino un fenómeno de naturaleza social, que es reactivado, estimulado e inhibido por facto-res de orden social, político y económico. Por supuesto que los factores naturales también ejercen su infl uencia pero, en la actualidad, las políticas de seguridad social, la medicina preventiva y curativa y la modernización urbana, entre otros factores socioeconómicos, han contrarrestado la fatalidad de la naturaleza en la dinámica poblacional.

La población demanda satisfactores para sus necesidades vitales, pero las diversas formas de deterioro del medio am-biente son el resultado de la forma en la que esa población se organiza para aprovechar los recursos de la naturaleza; en otros términos es corolario de las modalidades de desarrollo adoptadas y del tipo de políticas y estrategias instrumentadas para llevarlas a cabo.

2. Reseña histórica de la población en México

En el Siglo XVI, antes de la Conquista, vivían en la región central de México alrededor de 20 millones de personas. Los pueblos indígenas que habitaban la zona adoptaron moda-lidades de asentamientos humanos y de manejo del medio

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POBLACIÓN Y MEDIO AMBIENTE

ambiente que les permitieron contar con una extensa y pro-ductiva área agrícola capaz de alimentar a una población aparentemente grande para la época.

Con la llegada de los españoles, se dio un cambio drás-tico: para 1605, la población de la región mencionada no llegaba ni al 5% de la que existía un siglo atrás. Tuvieron que pasar casi cuatro siglos para que la población mexicana pu-diera recuperar el tamaño que tenía en 1519 (Fig. 1.1).

Ya en el siglo XX, es posible diferenciar claramente dos perio-dos para explicar el fenómeno demográfi co en nuestro país:

a)1900 a 1950. En este periodo, la población era relativa-mente pequeña, con un ritmo de crecimiento lento pero sos-tenido. Los avances médicos y, particularmente la medicina preventiva, jugaron un papel defi nitivo, ya que permitieron que fueran desapareciendo las epidemias de fi ebre amarilla, varicela, tifo y tifoidea.

b)1950 hasta nuestros días. A partir de la década de los 40, se comenzó a dar un crecimiento y concentración in-usitados de la población, debido, fundamentalmente, a los avances científi cos y tecnológicos logrados en el transcurso de este siglo, pero, sobre todo a la gran inversión en obras de infraestructura, como agua potable, saneamiento, extensión de la red de drenaje y alcantarillado.

Es importante mencionar que a principios de este perio-do, el Gral. Lázaro Cárdenas promulgó la primera Ley Gene-ral de Población.

3. Factores determinantes de la dinámica poblacional

La dinámica poblacional está determinada por la morta-lidad, la fecundidad y la migración.


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3.1 Mortalidad

Como se mencionó anteriormente, los avances médicos, la medicina preventiva, las políticas de seguridad social y las grandes inversiones en las obras de infraestructura determi-naron, a partir de los años 40, la drástica disminución de la tasa de mortalidad en nuestro país. "Tasa de mortalidad" es una medida que sirve para conocer el número de muertes que ocurren en un lugar y tiempo determinados, dividiendo el nú-mero de defunciones totales en un año calendario entre la población total a la mitad de dicho periodo. Así, tenemos que de 1940 a 1960, el número de muertes por cada mil habitan-tes descendió de 23.3 a 11.5. Sin embargo, en las tres últimas décadas, este descenso se ha hecho más lento (tabla 1.1).

Tabla 1.1 Tasas brutas de mortalidad de México 1900-1986 (Tasas por mil)

1900-1904 34.5 a

1905-1910 33.2

1921-1924 25.1

1930-1934 25.6

1940 23.4b

1950 16.1

1960 11.5

1970 10.1

1980 7.5

1986 6.0c

FUENTES: a) CEED, 1981b) CONAPO, 1985

Existen importantes diferencias cuantitativas y cualitativas en los niveles y tendencias de la mortalidad entre los distintos estados del país, así como entre los diferentes estratos sociales


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que conforman la sociedad, o entre la población rural y urbana. Por ejemplo, durante dos décadas se observó que la esperanza de vida en los estados del norte de la República fue de 20 años más que en los del centro y sur del país, y los asalariados agrí-colas, de acuerdo con estudios del Colegio de México, viven en promedio 13 años menos que los asalariados de los centros ur-banos. Se ha comprobado que los índices de mortalidad guar-dan una relación inversa con el grado de urbanización, debido a que las oportunidades de empleo, las obras de infraestructura, los servicios médicos y educativos han sido hasta ahora mejores en las ciudades que en el campo. En lo que respecta a la morta-lidad infantil, ésta también presenta una tendencia descenden-te: en 1940 morían 124.5 niños por cada mil, mientras que en 1986, esta cifra bajó a 53 por cada mil habitantes (tabla 1.2).

Tabla 1.2 Mortalidad infantil en los Estados Unidos Mexicanos

1940 a 1950 1960 1970 1979 1986b

124.5 101.3 73.8 66.5 56.8 53.0

FUENTES: a) CONAPO, 1982 b) Population Reference Bureau, 1986

Otra de las variables que infl uye en este comportamiento es el grado de educación de la madre y su participación económi-ca. Hay estudios que señalan que el riesgo de muerte de los hi-jos de madres analfabetas es dos veces mayor que el de los hijos de madres con primaria completa, y tres veces y media más que los de mujeres con diez o más años de estudio (IMSS, 1979).

3.2 Fecundidad

El rápido crecimiento de la población en las últimas cuatro décadas se explica, entre otras causas, por los altos y sosteni-dos niveles de fecundidad.

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Si comparamos la tasa global de fecundidad de México con la de otros países del mundo, encontrarnos que supera al promedio mundial en un 29.7% y al de América Latina en un 9.1 %.

A partir de la década de los 70, la fecundidad comienza a disminuir en el país; la tasa bruta de natalidad, que indica el número de nacimientos por mil habitantes en un año de-terminado, disminuyó en un 14% entre 1970 y 1978 Y la tasa global de fecundidad mostró una reducción de 7.7% en el periodo 1970-1974 y del 23.3% entre 1974 y 1979. A partir de los años 70, la reducción de la fecundidad ha sido parti-cularmente importante, lo que se refl eja en una disminución del ritmo del crecimiento poblacional (Tabla 1.3).

Tabla 1.3 Tasas brutas de natalidad (TBN) en la República Mexicana 1900-1986 (Tasas por mil)

Año Tasa

1900 36.4 a

1910 32.0

1922 31.4

1930 49.4

1940 44.3

1950 45.6 b

1960 46.1

1970 44.2

1980 34.4c

1986 32.0d

FUENTES: a) CEED, 1981 b) CONAPO, 1980 e) CONAPO, 1982 d) Population Reference Bureau, 1986

Las estadísticas muestran que es en los estados más ur-banizados de la República donde hay índices más bajos


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de fecundidad. Esto se debe a que existe una proporción mayor de población femenina alfa beta incorporada al tra-bajo productivo, que utiliza métodos anticonceptivos. Si se compara el tipo de trabajo realizado y los medios de con-trol de natalidad usados por la mujer, se observa que las trabajadoras manuales tienen en promedio dos hijos más que las dedicadas al trabajo intelectual, y que el grupo de mujeres en edad fértil que usa métodos anticonceptivos se incrementó en un 37% de 1974 a 1981. La infl uencia del comportamiento de la mortalidad y la fecundidad en Méxi-co han generado el fenómeno de "rejuvenecimiento" de la población. Esto quiere decir que la mayoría de los habitan-tes del país tienen menos de 15 años, lo que signifi ca que aunque el ritmo de crecimiento de la población sea más lento, ésta no va a disminuir, ya que un poco menos de la mitad de los habitantes iniciará su vida reproductiva en los próximos 14 años (Fig.1.2).

3.3 Migración

La migración interna es un fenómeno social que determina la distribución de la población en nuestro país yexpresa los diferentes niveles de desarrollo regional alcanzados en los estados de la República. El término se refi ere a los despla-zamientos regionales de la población dentro del territorio nacional, mismos que por lo regular están asociados con la concentración de la población en núcleos urbanos. El fenó-meno de migración rural-urbana se acentuó en la década de los años 40 cuando, debido al modelo de industrialización adoptado, las áreas con una incipiente infraestructura fueron las que más se desarrollaron, mientras que aquéllas con ma-yor retraso se rezagaron aún más (Fig.1.3).

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Al hablar de migraciones internas, destaca la concen-tración del área metropolitana de la Ciudad de México, en la cual la población aumentó de 1'642 000 en 1940 a 15'656 000 en 1985.

El fenómeno poblacional "concentración-dispersión", que aparece a lo largo de la historia de nuestro país, se ha acen-tuado en estos últimos años de manera alarmante. Las grandes concentraciones urbanas atraen cada día más pobladores y ejercen más presión sobre su medio ambiente, e incluso so-bre los recursos naturales circundan tes. Por su parte, el sector rural presenta una atomización ascendente, lo que difi culta el suministro de servicios básicos (Fig. 1.4). La población urbana nacional que, en 1940 representaba sólo el 19.98%, se incre-mentó en 1985 a 55.89%. A pesar de las políticas demográ-fi cas implementadas, la tendencia concentradora de las gran-des urbes se ha agudizado en los últimos años, provocando situaciones locales o regionales confl ictivas que se derivan en gran parte de la escasez de recursos naturales sufi cientes para satisfacer las demandas de una población creciente (Fig. 1.5).

Las ciudades de Guadalajara y Monterrey presentan pro-blemas similares a los de la ciudad de México, aunque no de la misma magnitud: grave escasez de agua potable en toda la ciudad, intenso tránsito vehicular, contaminación del entorno, etc. Es evidente que si a todos estos factores se les agrega un crecimiento poblacional acelerado, la situación se tornará más difícil aún, desde los puntos de vista ambiental y económico (Tabla 1.4).

4. Perspectivas de la dinámica poblacional

Los datos estadísticos parecen demostrar que el crecimiento de la población mexicana atraviesa por una etapa de dismi-

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nución. De acuerdo con la teoría de la transición demográ-fi ca, estaríamos entrando a la tercera fase, que se caracteriza por tasas bajas de fecundidad y mortalidad (Tabla 1.5).

Tabla 1.4 Población total de la República Mexicana y de tres áreas metropolitanas, 1930-1985. (Miles de habitantes.) Distribución por-

centual en relación con la población total del país Años

1930 1940 1950 1960 1970 1980 1985

República Mexicana

16552 19650 25780 34922 48 867 67009 74981

Guadalajara, Jal.

223 284 452 867 1515 2251 2653

% 1.35 1.45 1.75 2.48 3.10 3.36 3.54

México, D.F. 1297 1642 3185 5252 8853 13218 15656

% 7.84 8.36 12.35 15.04 18.12 19.73 20.88 Monterrey, N.L.

149 206 375 708 1242 1920 2351

% .90 1.05 1.45 2.03 2.54 2.87 3.14 Población de las 3 áreas

1669 2132 4012 6827 11 610 17389 20660

% 10.08 10.85 15.56 19.55 23.76 25.95 27.55 FUENTE: Elaboración de los autores con base en la información de CONAPO, 1986.

Tabla 1.5 Tasas de crecimiento promedio anual de la población mexicana, siglos XIX y XX

Periodo Tasa (%)

1803-1810 0.111

1820-1830 2.89

1830-1842 -1.20

1880-1889 2.11

1889-1900 1.76

1900-1910 1.14

1910-1920 -0.74 -0.522

1920-1930 1.57 1.41

1930-1940 1.87 1.73

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1940-1950 3.12 2.75

1950-1960 3.54 3.08

1960-1970 3.81 3.42

1970-1980 3.37 3.21

1980-1985 - 2.27

1986 2.6Q3 2.104

1987 2.503

1. González, Cervera A, 1986 2. CONAPO, 1985 3. Population Referen-ce Bureau, 1986 4. CONAPO, 1986

Se han elaborado diferentes proyecciones sobre el creci-miento futuro de la población mexicana, que al mismo tiem-po constituyen las metas de la política demográfi ca adoptada por el gobierno federal.

a) La proyección histórica, que supone tasas anuales constantes de crecimiento de 3.2%. '

b) La proyección programática, que se planteó como meta crecimientos poblacionales del 2.5% en 1982, 1.9% en 1988 y 1 % para el año 2000.

c) La proyección alternativa, que supone sólo un cumplimien-to parcial de los objetivos planteados en la hipótesis programáti-ca, o sea un crecimiento del 1.5% para el año 2000 (Fig. 1.6).

Otro aspecto que hay que tomar en cuenta al suponer com-portamientos demográfi cos es que la población mexicana es muy joven (existe un alto porcentaje de personas en edad repro-ductiva), por lo que la disminución en el crecimiento poblacio-nal sólo podrá evidenciarse hasta bien entrado el Siglo XXI.

Desde principios de siglo hasta el gobierno del Gral. Lá-zaro Cárdenas, se impulsaron políticas poblacionistas, ya que se veía a la expansión demográfi ca como la única manera de aprovechar los recursos naturales. La Ley General de Pobla-ción que él promulgó tuvo vigencia hasta 1974. En 1976, con


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la creación del Consejo Nacional de Población (CONAPO), se fi jaron políticas diametralmente opuestas a las que habían re-gido. Estas nuevas políticas persiguen fundamentalmente dos objetivos: a) disminuir el ritmo de crecimiento de la población, reduciendo las tasas de natalidad y b) racionalizar la distribu-ción de la población en el territorio nacional, en el marco de un desarrollo rural, urbano y regional más equilibrado.

Los programas que se han derivado de estos objetivos consideran tres vertientes: la demográfi ca, la socioeconó-mica y la de educación a la población. Sin embargo, en la práctica, las políticas demográfi cas en nuestro país se han orientado únicamente a disminuir la fertilidad. No se han logrado avances en cuanto a los cambios de la migración campo-ciudad, por lo que es necesario realizar cambios en las modalidades de desarrollo adoptadas.

5. La industrialización y sus repercusiones sobre la población

En México, la tasa de crecimiento promedio anual de la po-blación pasó de 1.8% en el periodo 1930-1940 a un prome-dio de 2.5% en 1980-1987. El desarrollo económico expe-rimentado en este periodo modifi c61a estructura productiva del país. Las actividades agropecuarias, forestales y pesque-ras redujeron su participación en el PIE de 19% en 1949, a sólo 9% en 1980, mientras que en este mismo periodo, las industrias extractivas y de la transformación incrementaron su participación de 25 a 35% respectivamente.

La concentración industrial en unas cuantas ciudades ori-ginó desequilibrios regionales y rezagos sectoriales, dentro de los cuales destaca el agrícola.

Por otra parte, la escasa o nula conciencia, sobre los im-pactos ambientales que generalmente se dan con todo pro-


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ceso de industrialización, provocaron que éste se diera sin la vigilancia y control adecuados para prevenir impactos nega-tivos sobre el medio ambiente y los recursos naturales.

Refugiados ecológicos El programa de reacomodo y desarrollo agrfcola

en Uxpanapa, Veracruz.

Uxpanapa, en Veracruz, es un área de selva tropical de 1 609 km2 que el gobierno mexicano, a través de la Comisión del Papaloapan, co-menzó a abrir desde 1974 para reubicar a más de 15000 chinantecos desplazados del norte de Oaxaca por la construcción de la presa Cerro de Oro, que inundaría sus tierras. El gobierno intentó la transformación de estos grupos en modernos agricultores, mediante la introducción de cultivos intensivos de tecnología agrícola moderna en el trópico lluvio-so y ofreció el pago de indemnizaciones, gastos de acomodo y 20 Ha por familia en ejidos colectivos, así como servicios. La tierra con poco declive se mecanizaría para cultivos anuales de granos y la tierra con pendiente se utilizaría en cultivos perennes; la maquinaria se utilizaría colectivamente y el crédito sería administrado centralmente.

A los 14 anos de iniciado el proyecto, éste puede considerarse fraca-sado. Por una parte, los rendimientos nunca hicieron recuperables los costos de producción; la maquinaria no resultó adecuada y las varie-dades de cultivo seleccionadas no resultaron apropiadas al trópico; el crédito y la tierra de cada ejido sólo estuvieron disponibles dentro del contexto del programa integrado. En cuanto a los grupos reaco-modados, terminaron por desalentarse y frustrarse, hasta el grado de dividirse políticamente; su estructura social cambió y también el apego a sus tradiciones; la elección de tierras, variedades, fechas de siembra, se realizaron en contra de su experiencia empírica; muchos regresaron a su tierra de origen y otros, que permanecieron en Uxpanapa, retor-naron a las prácticas tradicionales de roza y quema, de manera indi-vidual; otros más, simplemente se marginaron. En términos generales, el proyecto no fue capaz de transformar a la selva en un área agrícola productiva, ni de transformar a los campesinos indígenas tradicionales en agricultores modernos

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FUENTE: Ewell, P.T. y Th. T. Polleman, Uxpanopa: reacomodo y desa-rrollo agrlcola en el trópico mexicano, Instituto Nacional de Investiga-ciones sobre Recursos Bi6ticos, Xalapa, 1980.

La localización de las industrias y de los asentamientos humanos se realizó sin tomar en consideración las caracte-rísticas geográfi cas, de disponibilidad de recursos naturales y sin la implementación de tecnologías apropiadas para cada caso y región.

Las repercusiones que los cambios en la economía na-cional tuvieron sobre la población fueron múltiples. Por un lado, produjeron modifi caciones en la distribución territorial de la población; por otro, el acelerado crecimiento industrial no fue sufi ciente para absorber la nueva mano de obra. Así, este proceso confi guró un patrón territorial en la distribución de la población y de las actividades económicas que se man-tiene en la actualidad y que se considera, por sus característi-cas de concentración-dispersión, único en América Latina.

Las áreas metropolitanas de la Ciudad de México, Guada-lajara y Monterrey concentraron en 1985 el 28% de la pobla-ción nacional y participaron aproximadamente con el 65% del PIB, mientras que alrededor de 90 mil poblaciones de me-nos de 2 500 habitantes que contienen al 33% de la pobla-ción, participan sólo en forma muy reducida en la producción nacional de bienes y servicios y se encuentran marginados de los benefi cios del crecimiento económico del país.

El estímulo excesivo a unas cuantas ciudades del país re-forzó la tendencia, de hecho impulsada ya por las fuerzas del mercado, a la concentración yaunque durante los años 60 se buscó revertir el proceso a través de la creación de parques industriales con el objeto de orientar la migración, esta polí-tica no fue sufi ciente para vencer la dinámica del proceso de


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concentración, sobre todo porque continuaron los estímulos a la concentración a través de importantes subsidios al costo de la vida, principalmente a la Ciudad de México.

Concentración urbana en la Ciudad de México

La evolución y crecimiento de la Ciudad de México en este siglo han sido vertiginosos, sobre todo a partir de la década de los años cuaren-ta. La población, que en 1910 era de escasamente medio millón de habitantes, para 1930 alcanzaba el primer millón; 30 años más tarde, en el espacio de una generación, se habfa quintuplicado (5 252000 hab.), Hoy dfa, la población de la ciudad se ha estimado cercana a los 20 millones. Con las actuales tendencias de crecimiento, se ha estimado que para fi nes de siglo, la población ascenderá a cerca de 30 millones de habitantes1 y la Ciudad de México será la más pobla-da del mundo.

La explosión demográfi ca que ha sufrido la ciudad se ha debido a di-versos factores, determinados básicamente por la hegemonfa polftica, económica y administrativa que, desde principios de siglo se ha con-centrado en la capital del pafs; asimismo, ésta ha constituido el eje de mayor importancia en el proceso de industrialización del país.

En cuanto a la superfi cie urbanizada, ésta se ha extendido sobre todas las delegaciones del Distrito Federal (excepto Milpa Alta) y 12 munici-pios del Estado de México. As{i, de 1910 a la fecha, el área urbanizada creció de 33 a cerca de 3 000 km2• Se ha calculado que para fi nes de siglo, la Zona Metropolitana de la Ciudad de México habrá absorbido a más de 30 municipios de la cuenca y se convertirá en una megalópo-lis, al fusionarse con la Zona Metropolitana Toluca-Lerma3•

Entre algunos fenómenos de connotación negativa que acompañan a esta inmensa concentración urbana, destacan:

a) El aumento de la fricción del espacio; es decir, el incremento de costos y tiempos para transportarse, ocasionado por el aumento de las distancias a recorrer y el congestionamiento de vehfculos.

b) La contaminación atmosférica, califi cada como una de las más gra-ves del mundo, que implica un costo social en términos de salud y deterioro de los bienes inmuebles.

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c) La escasez de agua, pues para satisfacer el creciente consumo, será necesario traer aún más agua desde zonas alejadas del Valle de Méxi-co, con los consecuentes incrementos en el costo.

d) La necesidad de desalojar los enormes vol6menes de aguas negras, que Implica asimismo costos muy elevados.

e) El hundimiento de la ciudad, causado por la sobreexplotación de los acuíferos del valle.

f) Otro tipo de desventajas económicas son: el pago de salarios más altos, la mayor competencia en el mercado, mayor costo de infraes-tructura y costos sociales tales como la delincuencia'.

FUENTES: 1. Herrera, A, Stntesis ecológica de la cuenca de México, Tesis profesional, Facultad de Ciencias, UNAM, 1983. 2. Labastida Ochoa, F.,Alcances y perspectivas de la po/ltica regio-nal y urbana de México, Comunidad CONACYf, Año VIII, Nos. 136-137,1982. 3. Unikel, L., El desarrollo urbano de México. Diagnóstico e implica-ciones futuras, El Colegio de México, 1978. Los riesgos de continuar con el proceso de concentración son eviden-tes: cada vez es más difi cil abastecer de recursos y dotar de servicios a las grandes zonas metropolitanas y el deterioro ambiental va en au-mento.

Con frecuencia se afi rma que el crecimiento de la po-blación es el responsable de la pérdida de la capacidad de satisfacción de las necesidades alimentarias de la población y del deterioro del medio ambiente. Es cierto que la presión de la creciente población sobre los ecosistemas lleva a cam-bios irreversibles dentro de ellos y en zonas aledañas y, por lo tanto, a la disminución de su capacidad de carga. Sin em-bargo, en algunos de los lugares con mayor destrucción del medio ambiente, la población no es el factor determinante de la destrucción, sino más bien la pobreza cultural y ope-rativa de las políticas de desarrollo seguidas. En estados de la República donde la población ha tendido a decrecer, o no


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ha aumentado en forma desmesurada, los índices de salud, nutrición y educación son muy bajos y se observan serias degradaciones ambientales y problemas en la distribución de la renta.

Lo anterior signifi ca que es necesario tomar medidas para que se estabilice la población en un futuro cercano, puesto que los sistemas naturales no son extensibles indefi nidamen-te. Es imprescindible instrumentar políticas de acción que permitan reducir las tasas de fecundidad porque la población, como hemos visto, seguirá creciendo en números absolutos aún por largo tiempo. Por otra parte, es necesario conservar y aumentar la capacidad de carga de los ecosistemas para satisfacer las necesidades de una poblaciónaún mayor que la actual e impedir el deterioro de la calidad de vida de las presentes y futuras generaciones.

La actividad económica debe considerar las realidades ambientales, las características de la dinámica y funciona-miento de la naturaleza y las realidades culturales de la po-blación que se servirá de ellas. Si no es así, tendremos, como ocurre en la actualidad, una modalidad homogeneizante que no es compatible con la diversidad que caracteriza a las sociedades y a la naturaleza. Es así como se producen los problemas ambientales y también poblacionales, con sus impactos negativos sobre la población misma y sobre la na-turaleza que la alberga y sostiene.

6. Conclusiones

La dinámica poblacionales un fenómeno que paulatinamente va imponiendo retos cada vez más complejos a la estabilidad y equilibrio ambientales y a la capacidad de organizacíon social, política yeconómica de nuestro país. De hecho, si las

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tasas de crecimiento y concentración de la población con-tinúan, así como la dinámica de deterioro y explotación de los recursos naturales, la capacidad de los organismos guber-namentales para proporcionar enseñanza, servicios básicos yalimentos se verá comprometida, y con ello la disminución de oportunidades reales para garantizar niveles mínimos de calidad de vida para los habitantes del país.

1. Introducción

En los últimos cinco lustros, el campo relativamente restrin-gido de la salud am biental ha expandido su núcleo de interés más allá de la higiene ambiental. Esta ampliación del campo de estudio se explica por dos razones:

a) por los problemas de salud causados por la vertiginosa transformación del medio ambiente y b) por las aportaciones de otras ramas de las ciencias na turales, de las ciencias so-ciales y de las ciencias exactas.

Sin embargo, el campo de la salud ambiental no se redu-ce al conocimiento del impacto del ambiente sobre la salud. Tiene también una dimensión práctica, ya que los conoci-mientos obtenidos se han utilizado como bases ténicas para el diseño, organización y ejecución de acciones que permi-tan impedir o revertir los efectos del deterioro del ambiente sobre la salud humana. Estos aspectos tienen implicaciones en la organización de los servicios de salud, e incluyen ac-ciones de otros sectores organizados de la sociedad que tam-bién están relacionados con el ambiente (Fig. 2.1).

2. Concepto de salud ambiental

Hablar de salud ambiental hoy en día es referirse tanto al estudio de los agentes ambientales que pueden producir al-teraciones sobre la salud de las poblaciones humanas, como al diseño y puesta en marcha de estrategias de intervención en caminadas a contender con ese problema. De hecho, ha-

Capítulo II Salud ambiental


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blar de ambiente exige también una defi nición integral que considere el lugar y el papel del factor hu mano en la natura-leza y los sistemas de intercambio generados por la interac-ción hombre-naturaleza.

Estos escenarios básicos de la salud ambiental han per-mitido elaborar un modelo conceptual que defi ne las áreas de competencia y participación multí disciplinaria dentro del fenómeno en cuestión. Así, por ejemplo, la ecología, la eco-nomía, la demografía y la química ambiental estudian los sistemas ambienta les en su conjunto; la toxicología, la medi-cina y la epidemiología estudian los efectos de las perturba-ciones ambientales sobre la salud y, fi nalmente, la inge niería ambiental se ocupa del estudio de las medidas correctivas de las perturba ciones de los sistemas ambientales.

A pesar de las difi cultades que entraña la investigación en el ámbito de la salud ambiental, la exploración de los impac-tos de los principales factores ambien tales de riesgo sobre la salud humana implica dos tareas básicas: precisar el tipo de información que se necesita para identifi car los efectos am-bientales en la sa lud y revisar, a partir de la epidemiología, lo que ocurre cuando estos factores de riesgo están presentes más allá del mínimo tolerable (Cuadro 2.1).

La primera tarea consiste en el diseño de un modelo que defi na qué es "am biente", qué elementos constituyen los pe-ligros fundamentales y qué tipo de al teraciones en la salud pueden y deben observarse y medirse para poder determi nar si el aumento de la enfermedad o sus rasgos son un efecto de la exposición a un contaminante. La segunda es una recopi-lación sistemática de la descripción de los efectos sobre la salud, asociados con la presencia de contaminantes quími-cos o biológicos que se encuentran por lo general en el aire, el agua, el suelo y los alimentos y de contaminantes físicos


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propios del clima, de las condiciones metereológicas, del ruido y de la radiación.

Este modelo defi ne al ambiente como "todo lo que se rela-ciona con la salud y que es externo al cuerpo humano, sobre lo cual los individuos tienen poco o nulo control" (Informe La-londe). De acuerdo con el esquema de Dever (Cuadro 2.2), el ambiente se clasifi ca en físico y social. Como se observa, cada taxonomía tiene varios componentes que se encuentran en in-teracción y que pueden dar lu gar a alteraciones en la salud.

Por otra parte, es conveniente que los sistemas informa-tivos puedan dispo ner de los siguientes elementos: a) datos sobre la situación de salud de la pobla ción, b) datos sobre la necesidad, demanda o utilización de servicios de salud, e) datos que permitan probar interrelaciones de daños a la salud y presuntos facto res ambientales, d) registros de inspecciones ambientales, e) registros de sobreex posiciones á peligros del medio o de los niveles de los contaminantes presentes en el ambiente, t) datos que permitan enlazar ciertas características ambientales con determinados problemas de salud.

3. Interacción hombre-ambiente

El ser humano se relaciona con la naturaleza en términos biológicos y sociales. Lo biológico abarca tres aspectos: la potencialidad genética de los individuos, que es la respon-sable de la transmisión de los caracteres hereditaríos y de la evo lución; la regulación fi siológica; es decir, la capacidad de adaptación del organis mo al medio ambiente, que es posible gracias a numerosos mecanismos fi sioló gicos y bioquímicos que se activan al relacionarse con el medio ambiente y la ca-pacidad adaptativa, propiedad que permite a los individuos y a los grupos rea lizar los ajustes necesarios para acoplarse a

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SALUD AMBIENTAL

su ambiente con base en las interac ciones ecológicas. La dimensión social de la interacción hombre-naturaleza

abarca, desde una perspectiva histórica, el juego de modifi -caciones de los sistemas naturales a tra vés del trabajo y los cambios adaptativos del hombre y la sociedad como resulta-do de su acción sobre el ambiente. La retroalimentación po-sitiva del engranaje ciencia-tecnología-desarrollo económico ha dado lugar a importantes avances en los distintos órdenes de la vida humana, pero ha creado también nuevas y agudas contradicciones en la relación hombre-naturaleza.

Cuadro 2.1 Tipos de información que debería contemplar un subsistema informativo sobre peligros ambientales para la salud en

metrópolis y regiones sanitarias

1. Condiciones climáticas y meteorológicas -temperatura

-humedad

-precipitación pluvial

-inversiones térmicas

-vientos

2. Calidad del aire (concentraciones de contaminantes)

-monóxido de carbono

-bióxido de azufre

-partículas en suspensión

-ozono

-óxidos de nitrógeno

-plomo

3. Calidad del agua

4. Calidad de los alimentos

5. Condiciones de los suelos

6. Densidad de insectos, roedores y otro tipo de animales que repre-sentan riesgos para la salud humana

7. Condiciones de la vivienda

-agua potable

-drenaje

-cercanía a sitios peligrosos desde el punto de vista ambiental


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8. Manejo de basuras y desechos industriales

9. Condiciones de la vialidad y el transporte

10. Vulnerabilidad poblacional a urgencias o desastres

11. Riesgos laborales

FUENTE: Elaboración de los autores, a partir de las consideraciones del documento Análisis de situación de salud, Unidad de Epidemiología, Organización Panamericana de la Salud, Washington, D.C., 1985.

Problemas como la erosión del suelo, la deforestación, la sobrexplotación doméstica e industrial de mantos acuíferos, la contaminación atmosférica y del suelo, la sobreexplota-ción de recursos minerales y energéticos, el crecimiento no controlado de grandes urbes y el incremento de diversos da-ños a la salud relacio nados con el deterioro del medio am-biente son algunas de las consecuencias des favorables de la acción recíproca hombre-naturaleza.

Arsenicismo en la comarca lagunera

El problema de la contaminación por arsénico y sus efectos sobre la sa-lud de la poblaciórry el ganado en la Comarca Lagunera ubicada en los estados de Duran goy Coahuila se empezó a detectar desde el año de 1937. Las altas concentracio nes de arsénico en el subsuelo de la zona, las explotaciones mineras y la sobreex plotación de aguas subterráneas para fi nes de riego y abastecimiento de agua a la población local, pro-vocan que el arsénico esté presente en suelo, agua y aire, afectando a más de un millón de habitantes en la región y causando problemas crfticos de salud a 150 mil personas, principalmente campesinos.

Estudios epidemiológicos que datan de 1962 reportan intoxicación crónica en personas que tienen contacto con suelos contaminados y consumen agua con concentraciones superiores hasta 15 veces el lími-te máximo pennisible de 0.05 ppm. Entre los sfntomas que presentan las vfctimas del arcenicismo están la ne crosis de miembros, alteracio-nes vasculares, cáncer de piel y una considerable disminución, de en-tre 10 Y 20 años, en el promedio de vida de la población.

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SALUD AMBIENTAL

A partir de 1986, la SEDUE y la SARH aplicaron un plan de emergencia para sustituir las fuentes locales de agua potable. Para ello se pusieron en operación 8 plantas de purifi cación de agua a través de ósmosis inversa; se tiene como meta producir 150 metros cúbicos diarios con este sistema, además de importar agua de cuencas no contaminadas para satisfacer las necesidades de la región.

FUENTES: López Acuña, O., O. González de León y A R. Moreno Sán-chez, La salud ambiental en México, Fundación Universo Veintiuno, AC., México, 1987.

SEDUE, La contaminación del agua por arsénico en la Comarca Lagu-nera, 1987.

4. Bases científi cas de la salud ambiental

Los fundamentos científi cos que pueden explicar la asocia-ción causal entre un agente ambiental y un daño a la salud provienen principalmente de cinco fuen tes: la biología, la medicina clínica, la toxicología, la ecología y la epidemio-logía (Fig.2.2).

Las bases biológicas y toxicológicas indican, de acuerdo con la naturaleza del agente que las produce, que la conta-minación ambiental puede ser de tres ti pos: biológica, física y química.

La contaminación biológica es producida por microor-ganismos que contami nan suelos, agua, alimentos y aire. Se origina por condiciones defi cientes de sa neamiento e higiene básicos y provoca enfermedades infecciosas y parasitarias.

La contaminación física es producto de la presencia en el ambiente de for mas de energía que van más allá de los límites defi nidos de seguridad, como es el caso de las radia-ciones nucleares.


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SALUD AMBIENTAL

La contaminación química es la que más se ha defi ni-do actualmente. Sus cau sas son el considerable aumento de los compuestos sintetizados por el hombre (1960=1 millón; 1980=5 millones) que se introducen anualmente al mercado a razón de mil a dos mil compuestos y de los cuales sólo es posible estudiar 200 en este mismo periodo, y la permanente exposición a esas sustancias químicas.

Los aspectos tóxicos más graves producidos por los agen-tes químicos son aquéllos relacionados con su capacidad cancerígena, mutagénica y teratogénica; es decir, el inducir la formación de tumores malignos, cambios en el material ge nético de las células y malformaciones en los diferentes órganos en las primeras etapas de la gestación.

La ecología señala que la contaminación es la saturación de la capacidad de un medio (aire, agua o suelo) para dis-persar el agente contaminador. Los agen tes potencialmen-te dañinos se introducen al medio ambiente y se ponen en contacto con el ser humano a través de la exposición directa a la fuente (estar en contacto con sustancias tóxicas); de la descarga directa en el agua, en el sue lo o en el aire (arrojar residuos y desperdicios tóxicos en ríos, o humo industrial al aire); de los depósitos o rellenos inapropiados para los dese-chos y los tirade ros (Fig. 2.3).

Por su parte, la epidemiología permite conocer el im-pacto de los peligros ambientales sobre la salud humana a nivel poblacional mediante la identifi cación de la multipli-cidad de exposiciones ambientales; medición exacta de los niveles de los contaminantes tóxicos, tanto en el ambiente como en los sujetos y compara ción con los problemas de salud de una población; determinación del tipo de re lación entre dosis de exposición y frecuencia del efecto adverso observado.


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En 1976 se publicaron los resultados de un estudio sobre niveles de plomo en una población de Ciudad Juárez, Chi-huahua, asentada a unos 4 km (2.5 mi llas) de distancia de una fundición localizada en El Paso, Texas. El área de inves-tigación se dividió en 5 zonas. Las dos primeras se encontra-ban a una distancia cercana a la fundición (de menos de una milla hasta 2.5 millas) yse estudió la to talidad de los hogares comprendidos en éstas. Las tres zonas restantes distaban de 2.6 millas hasta 8 millas de la fundición y se analizaron 200 hogares. En total, el grupo de estudio lo formaron 752 niños de las 5 zonas, a quienes se les hicie ron pruebas de labora-torio para cuantifi car los niveles de plomo en sangre y co-rrelacionarlos con los niveles de plomo haIlados en el polvo de las casas donde habitaban.

Se econtró que en las mues tras de sangre de niños que vivían más cerca de la fundición había una mayor concentra-ción de plomo que en las de aquéIlos que vivían más lejos. Se encontró también plomo, en menores cantidades, en el pol vo de las casas más distantes. La correlación entre altos niveles de plomo en el polvo de las casas fue positivo. Más de la mitad de los niños (51.7%) rebasaron la cifra de 40 microgramos de plomo por cada 100 mililitros de sangre, lo que les provoca disminución de las habilidades perceptivas, congnoscitivas y verbales (Fig.2.4).

El objetivo básico de la epidemiología ambiental es la "valoración de ries gos"; es decir, el uso de una base de he-chos para defi nir los efectos de las expo siciones de indivi-duos o poblaciones a situaciones o materiales riesgosos. La me ta principal de estos esfuerzos es generar una base infor-mativa sólida de caracter cuantitativo sobre los efectos del ambiente en las poblaciones humanas.

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5. Factores de riesgo en el ambiente

Se entiende como peligros ambientales para la salud, la pre-sencia de factores de riesgo en los distintos componentes del ambiente.

La contaminación atmosférica o del aire, por ejemplo, es la alteración de la calidad de la atmósfera a consecuencia de actividades humanas o por fenómenos naturales. Los gases y vapores que arrojan principalmente refi nerías, industrias quí-micas, fundidoras y la combustión de vehículos automotores son factores de riesgo que se encuentran en el aire.

Otro caso se da en el agua. De acuerdo con la Orga-nización Mundial de la Salud, hay contaminación de este recurso cuando su composición o estado es tán alterados de tal modo que ya no reúnen las condiciones de una u otro, ni el conjunto de usos a los que se hubiera destinado en su estado natural.

En las aguas residuales, ya sean de origen agrícola, indus-trial, doméstico o pluvial, se pueden encontrar también fac-tores de riesgo para la salud como mi croorganismos, conta-minantes orgánicos y contaminantes químicos, entre otros.

El hombre también está expuesto a las sustancias quími-cas por la ingestión de agua y alimentos. Las fuentes más importantes de contaminación de los ali mentos son los con-taminantes atmosféricos depositados en las partes aéreas de las plantas, contaminantes extraídos del agua de riego o sue-lo por las raíces de plantas alimentarias, contaminantes del agua ingeridos por peces y otros orga nismos acuáticos, sus-tancias producidas por crecimiento de hongos y bacterias, sustancias producidas durante la manufactura de alimentos, sustancias agrega das deliberadamente como preservativos y antioxidantes, entre los más comunes (Cuadro 2.3).


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Durante siglos, los desechos que producía el hombre eran de tipo orgánico y podían ser descompuestos o trans-formados por microorganismos en sustancias asimilables por las plantas, cumpliendo así con los ciclos de energía de los ecosis temas. En la actualidad, elaboramos productos sinté-ticos cuyos desechos no pue de metabolizar la naturaleza a través de la acción de los microorganismos.

Cuadro 2.3Efectos sobre la salud comprobados y posibles en relación con la

contminación del agua y los alimentosAgente. contaminante o fuen-te de contaminación

Efectos comprobados (E.C.) y efectos posibles (E.P.)

Bacterias 1. Epidemias y endemias de infecciones gas-trointestinales (cólera. shigelosis, salmonelosis, leptospirosis, fi ebre tifoide,. etc.) (E.C.) 2. Interacción secundaria con desnutrición y con nitratos en el agua. (E.C.)

Virus 3. Hepatitis epidémica otras infecciones virales. (E.C.)4. Trastornos infl amatorios de los ojos y la piel asociados a la natación E.P.)

Parásitos 5. Amíbiasis, esquistosomiasis, hidatidosis y otras infecciones parasitaria (E.C.)

Metales 6. Intoxicación por plomo (E.C.)7. Intoxicación por mercurio (a través de las cadenas alimentarias (E.C.) 8. Intoxicación por cadmio (a través de las cadenas alimentarias) (E.C.) 9 . Intoxicación por arsénico (E.C.)10 . Intoxicación por cromo (E.C.)11. Nefropatía epidémica (E.C.)12. Enfermedad del pie negro (E.C.)

Nitratos 13. Metahemoglobinemia (con interacciones bacterianas(E.C.)

Factor de "blandura del agua" 14. Aumento en la incidencia de enferme dades cardiovasculares (E.P.)

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Sulfatos y/o Fosfatos 15. Hipermotilidad gastrointestinal (E.P.)

Fluoruros 16. Fluorosis dental.

Fuente: U.S. DEPARTMENT OF HEALTH. EDUCATION AND WELFARE. Sta tistics Needed Ior determining the Effects of the Environment on Heslth. Vital and Health Sta-tistics, Ser. 4. No. 20. V.S. O.H.E.W. Publication No. (HRA) 77-1457. Washing-ton. O.C. 1977.

El "chocolatazo"

El incidente conocido como "Chocolatazo" tuvo lugar en la Colonia El cara col, municipio de TIalnepant1a, Edo. de México, al tirar en un terreno baldío residuos, al parecer de materiales fi ltrantes que conten-fan grasas que, al mez clarse, dieron lugar a un fenómeno endotérmico de altas temperaturas. Hubo alrededor de una veintena de personas afectadas, entre niños y adultos, que al pisar estos montfculos sufrie-ron quemaduras graves. Este suceso se presentó por primera vez en marzo de 1984 y, aunque fue reportado y mereció la aten ción pública, inexplicablemente se repitió en junio del mismo año. Las accio nes de remedio se concretaron a tapar con tierra los montfculos de desechos industriales peligrosos. La proveniencia de estos residuos no fue acla-rada, aunque se señalaron diversas empresas aceiteras como las res-ponsables.

FUENTE: Ortiz Monasterio, F., C. Cortinas de Nava y M.L. Maffey Gar-cía, Manejo de los desechos industriales peligrosos en México, Fun-dación Universo Veintiuno, A.C., México, 1987. FUENTE: Ortiz Mo-nasterio, F., C. Cortinas de Nava y M.L. Maffey García, Manejo de los desechos industriales peligrosos en México, Fundación Universo Vein-tiuno, A.C., México, 1987.

La fauna doméstica y/o silvestre puede fungir en ocasio-nes como vector o reservorio de enfermedades que atacan al hombre. Es el caso de los cerdos, mos cas, mosquitos, cu-carachas y roedores. Enfermedades como la triquinosis, la cis ticercosis, el paludismo, la oncocercosis y el dengue, en-tre otras, son típicas de áreas donde hay defi ciencias en el saneamiento básico, en la vivienda o en los lu gares donde


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están presentes las condiciones ecológicas que favorecen la presen cia de vectores que transmiten agentes infecciosos causantes de una alta morbi lidad y mortalidad en la pobla-ción y que también son agentes contaminadores de gran cantidad de alimentos.

En la década de los 60, de acuerdo con estudios hechos en los Estados Uni dos y Europa, las personas permanecían en interiores aproximadamente el no venta por ciento de su tiempo. De alguna manera, e) tiempo de vida que perma-necemos en interiores (ofi cina, casa, escuela, taller) sugiere la necesidad de valorar la calidad ambiental de estos espa-cios. El tipo de construcción, el lugar donde se ubican los servicios con los que se cuenta (internos y externos), los pro-ductos y objetos de consumo que se guardan, muchos de ellos mezclas de sustan cias químicas, etc., son elementos que pueden ser factores de riesgo en la salud ambiental con efectos colaterales en el equilibrio emocional y psicológico del in dividuo.

Cuando el ambiente físico laboral es adecuado a las ne-cesidades humanas, no se afecta el estado de salud del tra-bajador. De no ser así, el trabajador está su jeto a tensiones o stress que van más allá de su tolerancia. Las principales cau-sas de stress a las que se expone un trabajador son: los agen-tes químicos (como pol vo, sílice, asbesto), agentes físicos (vi-braciones por el uso de herramientas, defi ciencias en la luz, radiación ultravioleta por uso de soldadura autógena, etc.), ex posición al frío o al calor, agentes biológicos que incluyen virus, ricketsias y parásitos, factores psicosociales como las relaciones interpersonales, la estabili dad laboral, turnos de trabajo y la seguridad, efectos de la exposición a tensiones combinadas, accidentes ocupacionales, por mencionar sólo algunos. Los facto res climáticos como el viento, la lluvia, la

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presión atmosférica y la temperatura también pueden llegar a tener una infl uencia desfavorable en el hombre. Climas muy calientes pueden producir stress agudos, sobre todo si hay demandas im portantes al sistema termoregulador. Lo mismo sucede en ambientes muy fríos. En climas de alta montaña, aparecen rasgos de adaptación física al clima que ori ginan enfermedades como edemas pulmonares, hipertensión pul-monar y enfer medades congénitas del corazón.

Entre los diferentes medios de transportación, la aérea es la que más riesgos ti ene para la salud y la seguridad. En via-jes muy largos, se altera el ritmo cardia co. La presión provo-ca molestias en el oído yen los senos nasales, y la hiperven-tilacíón llega en ocasiones a producir mareos.

Las tensiones producidas por fenómenos sociales y cultu-rales afectan a las personas de diferente manera, aunque és-tas formen parte del mismo grupo. Además, los mecanismos por los cuales los estímulos psicosociales desequili bran a las personas y desembocan en una enfermedad son poco cono-cidos hasta hoy. Los factores psicosociales que pueden llegar a causar tensión son: el fenó meno demográfi co, la densidad de la población, la estructura etárea (la despro porción en la composición de la edad de una población), movimientos poblacio nales (movilidad residencial y migración), cambios en la estructura social; es decir, modifi caciones en las rela-ciones sociales entre grupos o individuos, conse cuencia de cambios en los modos de vida como industrialización, ritmo de traba jo y de vida, condiciones de vida y hábitat, con-diciones sociopolíticas yeconómi cas y ambientes culturales desviantes. Por último, están los "factores biológicos y psico-químicos" como sustancias tóxicas, psícotropícas, minerales, etc., que lle gan a ocasionar alteraciones neurológicas, con-ductuales y psicológicas en el in dividuo.


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Hasta aquí hemos señalado brevemente cuáles son los principales factores de riesgo que pueden presentarse en los distintos componentes del ambiente fí sico y social. Esto no signifi ca que estos factores se presenten de manera indivi dual o aislada. Por lo general, los factores de riesgo son causa y/o efecto de otros; esta cadena causal o causalidad compleja revela, sobre todo, la alta interacción de factores ambientales de riesgo para la salud humana. En los escenarios cono cidos como microambientes y macroambientes es donde podemos observar con mayor detalle estas interacciones. Por ejemplo, las fuentes de contaminación más comunes en las casas (mi-croambientes) son los fumadores, las estufas de gas, los sol-ventes, insecticidas, detergentes y el hacinamiento.

En los espacios abiertos o macroambientes, como las ciu-dades, áreas abier tas, etc., la temperatura, el viento y otros elementos pueden interactuar con unagente contaminan-te. Este es el caso, por ejemplo, de la baja temperatura y el smog, que intervienen en el fenómeno conocido como inversión térmica (Véase Fig. 3.2), o el de la lluvia con los residuos tóxicos en la atmósfera, que origina la lluvia ácida. Debido a la complejidad de estos fenómenos (que a manera de ejemplo aquí se han simplifi cado signifi cativamente), es difi cil identifi car la in fl uencia directa de alguno de los ries-gos enumerados en la salud humana.

6. Salud ambiental y contaminaci6n

Los impactos más notables en la salud son provocados por contaminantes quí micos, fi sicos y biológicos.

En el rubro de agentes químicos, la contaminación por ar-sénico, asbesto, bióxido de azufre y partículas en suspensión, bifeniles policlorinados, hidrocar buros, monóxido de carbono,

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ozono, óxidos de nitrógeno, plomo y plaguicidas son los que han sido estudiados con cierto detalle en relación con sus im-pactos sobre la salud. Algunos de estos contaminantes como el arsénico y el asbesto tie nen efectos cancerígenos. El bióxido de azufre procede de la combustión de car bón, diesel, producción de energía, procesamiento de petróleo y pasta de papel yes uno de los principales contaminadores del aire. Contribuye al agra-vamiento de la bronquitis, el enfi sema y el cáncer pulmonar. La principal fuente de conta minación por hidrocarburos es la gasolina de los automóviles y los efectos más conocidos so-bre la salud son los de los aldehídos y compuestos aromáticos como el formaldehído y el benceno, que se usan como solven-tes y provocan alteracio nes respiratorias graves y tienen capa-cidad cancerígena. Otros contaminantes cuyas fuentes son la combustión de motores de gasolina y las refi nerías de petró leo son el monóxido de carbono, el ozono (efecto de la reacción química de hi drocarburos y óxidos de nitrógeno), los óxidos de nitrógeno y el plomo. Se con sidera que el 73.7% de la con-taminación en la Ciudad de México es causada por monóxido de carbono; 4.9% por bióxido de azufre, 8.5% por partículas y 9.3% por hidrocarburos y 3.6% por óxido de nitrógeno. Todos ellos son causantes de un número importante de enfermedades respiratorias y cardiovasculares (Cua dro 2.4).

Los bifeniles policlorinados tienen aplicaciones diversas, principalmente en la elaboración de plásticos, por lo que los alimentos empacados pueden llegar a contener residuos de este agente y pueden ocasionar, entre otros, trastornos in-testinales, en caso de que llegaran a ingerirse cantidades más allá de los niveles tolerables.

Los plaguicidas son fabricados con hidrocarburos clora-dos, compuestos ór ganofosfatados, carbonatas, derivados de fenol y compuestos nitrogenados y ar senicales y, por su alto


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grado de toxicidad, constituyen uno de los contaminates más peligrosos en los alimentos. Sus efectos sobre la salud son muy variados; causan, entre otros, padecimientos del sistema ner-vioso central, cáncer, anemias y disminución de las defensas del organismo. La producción de plaguicidas órga nocla radas en nuestro país es la más importante en América Latina.

Cuadro No. 4.5. Efectos sobre la salud comprobados y posibles en relación con la

contaminación atmosférica

Agente, contaminante o fuente de contaminación

Efectos comprobados (E.C.) y efectos posibles (E.P.)

Óxido de azufre I. Agravamiento del asma y la bron-quitis crónica (E.C.)2. Daño de la función pulmonar (E.C.)3. Irritación sensorial (E.C.)

Óxidos de azufre y partículas en sus-pensión procedentes de fuentes de combustión

5. Aumento a corto plazo de la mor-bilidad (E.C.)6. Agravamiento de la bronquitis y las enfermedades cardiovasculares (E.C.). 7. Papel contribuyente en la etiología de la bronquitis crónica y el enfi sema (E.C.). 8. Papel contribuyente en la enfermedad respiratoria en los niños (E.C.). 9. Papel contribuyente en la etiología del cáncer de pulmón (E.C.)

Partículas en suspensión (sin especifi -cación)

10. Aumento en la frecuencia de en-fermedad respiratoria crónica (E.C.)

Oxidantes 1I. Agravamiento del sistema, el asma y la bronquitis (E.C.) 12. Daño a la función pulmonar en pacientes con broquitis y enfi sema (E.C.). 13. Irritación ocular y respiratoria y disminución del rendimiento de atle-tas estudiantiles (E.C.). 14. Probabilidad incrementada de acci-dentes de-vehículos de motor (E.C.).

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Ozono 15. Daño en la función pulmonar (E.C.).. 16. Envejecimiento de la peroxida-ción de los lípidos y de algunos otros procesos relacionados (E.C.)..

Monóxido de Carbono 17. Disminución de la tolerancia al ejercicio en pacientes con enferme-dad cardiovascular (E.C.). 18. Aumento en la mortalidad general y la mortalidad por enfermedad isqué-mica del corazón (E.C.).. 19. Daño en la función del sistema nervioso central (E.P.). 20. Factor causal en la arterioesclero-sis (E.C.).

Bióxido de Nitrógeno 21. Factor causal en el enfi sema pulmonar (E.C.). 22. Daño a algunos mecanismos de defensa del pulmón. como las células cebadas y los macrófagos. función pulmonar alte rada (E.C.).

Plomo 23. Almacenamiento incrementado en teji dos y fl uidos corporales (E.C.).24. Daño en la síntesis de hemog-lobina y porfi rina(E.C.).

Sulfuro de Hidrógeno 25. Incremento en la mortalidad tras la exposición aguda(E.C.). 26. Causa de irritación sensorial (E.C.).

Mercaptanos 27. Dolor de cabeza, náuseas y afecciones de los senos paranasa-les (E.C.).

Asbestos 28. Producción de calcifi caciones pleurales (E.C.).29. Neoplasia maligna del tipo del mesote liorna y asbestosis (E.C.). 30. Factor contribuyente en la enfer-medad pulmonar obstructiva cróni-ca y en el cáncer de pulmón (E.C.).


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Plaguicidas 1. Intoxicación aguda fatal (E.C.). 32. Enfermedad aguda(E.C.). 33. Daño en la actividad de la colinesterasa(E.C.).

Compuestos odoríferos 34. Dolor de cabeza y afecciones de los se nos paranasales(E.C.)

Berilio 35. Beriliosisi con daño pulmonar (E.C.)

Microorganismos suspen didos en el aire

36. Infecciones de transmisión aé-rea (E.C.).

Fuente: U.S. DEPARTAMENT OF HEALTH. EDUCATION AND WELFARE, Sta tistics Needed for Determining the Effects 01 the Environment on Heelth, Vi-tal and Health Statistics, Ser. 4, No. 20, V.S. O.H.E.W., Publication No. (HRA) 77-1457, Washington, n.c. 1977.

Las radiaciones ionizantes (RI), las no ionizantes y el rui-do son parte de los factores físicos que tienen efectos nega-tivos en la salud. Las radiaciones ionizan tes RI, por ejemplo, incluyen los rayos alfa, beta y gama, los rayos X, los electro-nes, los neutrones y los rayos cósmicos. En los seres vivos, estas radiaciones in ducen cambios en sus organismos a nivel fi sico-químico; de ahí la necesidad de utilizarlas y manejar-las adecuadamente. Las fuentes de exposición a las RI son de tipo natural (rayos X, que están en la atmósfera, minerales radioactivos en suelo y rocas), de tipo médico e industrial (rayos X para diagnóstico médico) y reacciones nucleares (reactores y bombas atómicas).

Las radiaciones no ionizan tes comprenden varias for-mas de radiación elec tromagnética (ultravioleta, infrarroja, microondas y radiofrecuencias). Provie nen respectivamente de fuentes como el sol, lámparas fl uorescentes, luz negra y de las instalaciones de radar, radiodifusoras, equipos de te-lecomunicación y apa ratos domésticos. Sus efectos más per-judiciales para la salud se presentan en la piel y en los ojos;

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si la exposición a los rayos del sol es excesiva, ésta puede pro vocar inclusive cáncer cutáneo.

El ruido constituye un riesgo mayor por los daños que ocasiona en el oído y las alteraciones psíquicas que gene-ra. Puede llegar a causar pérdida de la capacidad auditiva, tensiones, interferencias en la comunicación interpersonal y fatiga, entre otras alteraciones. La medición de niveles de rui-do producido por vehícu los en 42 cruceros de alta vialidad en la Ciudad de México indicó que en el 54.6% de ellos, la contaminación sonora estaba más allá de lo aceptable, con diferen cias poco signifi cativas respecto a los restantes. En 1985 se registraban niveles permanentes de 75 dB(A).

En relación con los fenómenos biológicos, la contaminación producida por microorganismos y parásitos es la que tiene una de las mayores incidencias sobre la salud en nuestro país. Esta surge por la carencia de servicios públicos elemen tales (agua potable, drenaje, recolección de basura), falta de control y vigi-lancia sanitaria y hacinamiento. En México, las enfermedades infecciosas gastrointesti nales y neumonías ocupan por lo regu-lar el primer y segundo lugares dentro de las veinte principales causas de muerte y se calcula que entre el5 y el 75% de la po-blación en México tiene problemas de amibiasis.

Los microorganismos que se presentan con más frecuen-cia en agua y ali mentos en nuestro país son la E. coli (amiba), salmonelas, shigellas, giardia lamblia, cisticercos, toxoplas-mas y triquina.

El fecalismo al aire libre es la causa de la contaminación del suelo por pará sitos. Ascaris trichuris, uncinarias y tenias son, entre otras especies, las que pro ducen considerables afecciones a la salud.

Hay otro tipo de parásitos cuya transmisión requiere de vectores (animales transmisores). Entre ellos están el Plasmo-


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dium vivax y el P. falciparum, que causan la malaria o palu-dismo y cuyo vector es el mosquito anófeles.

7. Conclusiones

Lo que se ha expuesto sobre salud ambiental en México es sólo una aproxima ción al problema. La información dispo-nible y recuperable para caracterizar causal mente las rela-ciones medio ambiente-salud únicamente permiten señalar indicios muy generales que sugieren, en consecuencia, una gran diversidad de ta reas a seguir, como por ejemplo, la in-tervención legislativa en el terreno especí fi co del impacto de la contaminación ambiental sobre la salud humana, la conti nuidad en el monitoreo de factores ambientales de ries-go para la salud, la vigilancia epidemiológica de daños aso-ciados con el deterioro ambiental yaccio nes intersectoriales que incentiven y propugnen por el desarrollo e instituciona-lización de los sistemas de información sobre daños a la sa-lud y exposiciones pe ligrosas a factores de riesgo. También es necesario ampliar la investigación epidemiológica hacia temáticas e infraestructura que mantengan una composi ción multidisciplinaria y que den lugar a bases más sólidas de conocimiento que señalen, en materia de intervención tanto pública como privada, los ámbitos de participación y arti-culación para prevenir y restituir los niveles deseables y al-canzables de salud ambiental en nuestro país.

1. Introducción

México experimenta procesos graves de contaminación am-biental, especialmen te en las atmósferas de las zonas metro-politanas y de los corredores y centros in dustriales.

El origen de las principales emisiones contaminantes está en el quehacer del hombre, pero la magnitud del problema reside en la cantidad y variedad de las fuentes contaminan-tes, la complejidad de las reacciones ffsicoquímicas que ge-neran en la atmósfera y la cantidad de individuos y entidades que deben partici par en su solución.

Vista desde una primera aproximación clasifi catoria, la contaminación at mosférica causada por el hombre proviene de fuentes fi jas y fuentes móviles.

Las fuentes fi jas (principalmente industrias) son las ma-yores contaminantes en corredores y zonas industriales del país; sin embargo" en las áreas metropoli tanas, son las fuen-tes mÓviles las que llegan a producir hasta un 80% del volu-men de la contaminación del aire (Fig. 3.1).

2. Antecedentes de la contaminación del aire en México

En el año de 1922, se instalaron en los municipios de Amat-lán y Zacamixtle, en Veracruz, unos separadores de gases asociados con la extracción del petróleo crudo. Estos gases eran quemados en la atmósfera, pero frecuentemente el siste-ma de ignición presentaba fallas, lo que ocasionaba que la llama se extinguiera. Una mañana, debido a esas emanacio-

Capítulo III Aire


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nes, fueron hallados muertos niños, muje res y algunos traba-jadores dentro de-sus casas.

En la madrugada del 24 de noviembre de 1950, tuvo lu-gar en Poza Rica un episodio semejante de contaminación atmosférica. Un quemador de gases se apagó, emitiendo durante veinte minutos ácido sulfhídrico a la atmósfera, mis mo que se extendió sobre la población que dormía. 330 personas resultaron in toxicadas, de las cuales 22 murieron y 45 resultaron seriamente afectadas; 263 tuvieron afeccio-nes leves.

Estos registros históricos nos permiten vislumbrar la rea-lidad de las conse cuencias de un fenómeno semejante de concentración en áreas densamente po bladas, próximas a las fuentes de emisión, como es el caso del área metropolita-na de la Ciudad de México.

3. Algunos estudios relacionados con la contaminación del aire

Los primeros estudios sobre la contaminación en México se realizaron en la dé cada de los 50. En ellos se planteó la necesidad de impedir que los niveles de contaminación si-guieran creciendo indefi nidamente, con objeto de que no se produjeran hechos como el de Poza Rica a nivel masivo.

En 1960, se publicó el primer informe internacional so-bre contaminación en la Ciudad de México; en 1963, se de-terminaron las concentraciones de bióxi do de azufre a nivel superfi cial en la Ciudad de México. Otro estudio realizado entre 1966 y 1969 detectó concentraciones de elementos cancerígenos. En 1968, se encontró que en la Ciudad de México había 277 microgramos de partículas sólidas suspen-didas por metro cúbico, mientras que en Washington había 77, en San Francisco 68 y en Chicago 124.

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En 1973, la Secretaría de Salubridad y Asistencia y el Pro-grama de las Na ciones Unidas para el Desarrollo, intentaron realizar los primeros estudios que abarcaran el problema de una manera global.

En 1974, se inició la instalación de un sistema de moni-toreo del aire, que se ter minó en 1976. Sin embargo, para 1978, éste era ya inoperante, por lo que se aban donó en 1980.

En 1982, se iniciaron los trámites para instalar una nueva red de monitoreo automático para el estudio y seguimiento de la evolución de la contaminación del aire, que comenzo a funcionar en 1985 con 25 estaciones de monitoreo.

4. Indices de calidad del aire

Cuando hablamos de "calidad del aire" nos referirnos a los niveles de tolerancia máxima que tienen los seres humanos para los contaminantes que existen dis persos en la atmósfe-ra, sin que éstos tengan efectos nocivos sobre la salud.

Tabla 3.1 Normas de calidad del aire en México

Contaminante Tiempo Concentracion Partfculas suspendidas totales (PST) 24 horas 275 mg/m3 Bióxido de azufre (SO2) 24 horas 0.13 mg/m3 Monóxido de carbono (CO) 8 horas 13 ppm. Bióxido de nitrógeno (NO2) 1 hora 0.21 ppm. Ozono (O3) 1 hora 0.11 ppm.

FUENTE: Diario Ofi cial de la Nación, 29 de noviembre de 1982.

La calidad del aire ambiental se determina al comparar las mediciones rea lizadas con las normas de calidad referidas a la tolerancia de los diversos conta minantes. Estas normas

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han sido elaboradas de acuerdo con criterios que res ponden a la descripción de los efectos sobre la salud y el medio am-biente detectados a nivel internacional, al estudiar la reac-ción del organismo humano a diferentes contaminantes, en un periodo determinado. Asimismo, estas normas indican los niveles máximos que pueden alcanzar las concentraciones de conta minantes y por qué periodo (Tabla 3.1).

El estado de la calidad del aire está condicionado no sólo por los volúmenes de emisión y concentración de contami-nantes, sino también por las característi cas meteorológicas y topográfi cas del área afectada.

Los métodos y los instrumentos para la medición de con-taminantes atmos féricos deben ser confi ables, razón por la cual debe darse especial atención a aquéllos que han sido seleccionados, evaluados y estandarizados. Entre las ca-racterísticas que se consideran para determinar su con fi a-bilidad se encuentran la especifi cación (si el método deter-mina únicamente el compuesto contaminante de interés o también la presencia de otros); sensitividad y rango, estabili-dad (si la muestra permanece inalterable durante el intervalo de tiempo de muestreo y el intervalo entre el muestreo y su análisis); precisión y exactitud (si los resulta dos son reprodu-cibles); tiempo promedio de muestreo; facilidades y costos. En el caso del monitoreo automático, se deben considerar, entre otros, la calibra ción y estabilidad del cero (si la estabi-lidad del instrumento es continua dentro de un periodo de operación sin atención del personal); tiempo de respuesta (si el instrumento es lo bastante rápido para grafi ar exactamente los cambios en la concentración del contaminante); tempe-ratura ambiente y humedad (si el ins trumento no presentará fallas cuando se presenten condiciones extremas de tempe-ratura y humedad ambiental).


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Hasta ahora se han desarrollado en el mundo diversos índices, entre los cua les cabría mencionar a PINDEX, OAK RIDGE AIR QUALITY INDEX (ORAQUI), MITRE AIR QUALITY INDEX (MAQUI), EXTRE-ME V A LUE INDEX (EVI), POLLUTANT STANDARD INDEX (PSI) y EL UNIPEX, que ha sido propuesto como índice internacional.

El Indice Metropolitano de Calidad del Aire en México (IME-CA) deriva de un estudio comparativo con otros índices, prin-cipalmente con el PSI. Se extien de en un intervalo de variación de O a 500 y a cada rango se le ha asignado una califi cación relativa a la calidad del aire y a su efecto sobre la salud. El problema con el IMECA es que no considera los mismos crite-rios de alerta y advertencia que el PSI, siendo más tolerante en las concentraciones necesarias para alcanzar los niveles de emergencia (Tabla 3.2). Su reporte diario en los periódicos de la Ciudad de México es limitado en información y homogení-za indebidamente los valores del IMECA en áreas que presentan variaciones horarias y territoriales importantes.

5. Situación actual de la calidad del aire en la República Mexicana

5.1 Zona metropolitana de la Ciudad de México

Por encontrarse asentada en una cuenca, la ZMCM presenta el fenómeno mete reológico de la inversión térmica con gran frecuencia. Este fenómeno consiste en una estratifi cación del aire en la superfi cie durante la noche, ya que al caer la tarde la radiación solar recibida es insufi ciente para evitar el en-friamiento por radiación. Asimismo, en la noche, el aire más frío, localizado en las montañas que rodean la cuenca, por estar más frío que el estacionado en la superfi cie de la misma y por lo tanto más denso, resbala de las montañas hacia el fondo de la cuenca. Durante el día, la radiación solar reci-

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bida en la superfi cie hace que la si tuación de inversión no dure normalmente más de cinco horas después de la sa lida del sol, cuando se establece la condición de turbulencia que diluye por difu sión y dispersión los contaminantes.

Estas inversiones de temperatura pueden dar lugar a situa-ciones más graves, si su duración se prolonga por más de 24 horas o si la cuenca se ve invadida por masas de aire polar continental, lo que sucede aproximadamente una vez por se-mana durante el invierno. Esto hace que la inversión sea más fuerte y más pro funda en altura, lo cual requiere de más tiem-po de calentamiento solar para po der superarse (Fig. 3.2).

Tabla 3.2 Indice metropolitano de la calidad del aire

IMECA Calidad del aire

0-50 Buena Situación muy favorable para la realización de todo tipo de activi-dades físicas.

51-100 Satisfactoria Situación favorable para la realiza-ción de todo tipo de actividades.

101-200 No satisfactoria Aumento de molestias menores en personas sensibles.

201-300 Mala Aumento de molestias e intoleran-cia relativa al ejercicio en personas con padecimientos respiratorios y cardiovasculares; aparición de li-geras molestias en la población en general.

301-500 Muy mala Aparición de diversos síntomas e intolerancia al ejercicio en la po-blación sana.

Fuente: SEDUE, 1985.


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Los contaminantes atmosféricos considerados a nivel internacional como los más importantes son los siguientes: partículas suspendidas totales, bióxido de azufre, monóxido de carbono, hidrocarburos, oxidos de nitrógeno, oxidantes fotoquímícos (ozono) y plomo.

Las partículas suspendidas totales, que abarcan un am-plio rango de sólidos o líquidos sutilmente divididos y sus-pendidos en el aire son los contaminantes más peligrosos para la salud, ya que por su tamaño, penetran en los sistemas res piratorios de hombres y animales. Se producen por con-densación de las sustan cias, por procesos mecánicos o por la combustión incompleta de los energéticos. La composición química de las partículas varía de acuerdo con las caracterís-ticas de la población y la actividad urbana e industrial.

En la Figura 3.3 se muestran las concentraciones alcanza-das en la estación Xalostoc de la zona noroeste de la Ciudad de México, para los años de 1985, 1986 Y 1987. En este pe-riodo la norma de calidad fue rebasada el 90% de los días.

El bióxido de azufre resulta del uso de los combustibles fósiles (combustó leo y otros hidrocarburos pesados). Las acti-vidades industriales petroleras, pa peleras, de fundición de me-tales, emiten cantidades importantes de este conta minante.

Con la sustitución parcial de combustibles pesados por gas natural en la Termoeléctrica del Valle de México, las con-centraciones de bióxido de azufre en la ZMCM disminuyeron a partir de 1986. No obstante el noroeste de la ciudad sigue presentando violaciones a los criterios de calidad del aire en los promedios anuales (Figura 3.4).

El monóxido de carbono se genera por la combustión in-completa de com bustibles fósiles; constituye del 73.7% el volumen total de contaminación (Tabla 3.3) y los principa-les causantes son las fuentes móviles. Aunque las concentra-

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ciones de CO en la atmósfera de la ciudad no rebasan la nor-ma de calidad esta blecida para un periodo de ocho horas, las concentraciones horarias máximas son altas debido a la intensidad del tráfi co de la ZMCM (Figura 3.5).

Los oxidantes fotoquímicos se generan cuando los hi-drocarburos, reactivos y óxidos de nitrógeno se emiten a la atmósfera y son expuestos a la radiación ul travioleta, produ-ciendo la formación de nuevos compuestos que incluyen el ozo no y los perxiacilnitratos. Su concentración en la atmós-fera depende de reaccio nes químicas y, por lo tanto, apare-cen más tarde que sus precursores, lo que hace diffcil prever los niveles que se alcanzarán. La Figura 3.6 nos muestra el compor tamiento reciente de este contaminante en la Ciudad de México, el cual se ha in crementado a raíz del cambio de la gasolina en 1986 y alcanza concentraciones superiores a la norma de calidad en la zona Suroeste de la ciudad, con violacio nes en el 90% de los días del año.

Los óxidos de nitrógeno se originan en los procesos de combustión a altas temperaturas, los que al interactuar con el oxígeno y los hidrocarburos, se con vierten en bióxido de nitrógeno, contaminante altamente corrosivo y tóxico.

Las concentraciones de NOx en la ZMCM rebasan los pro-medios anuales establecidos como norma de calidad en los Estados Unidos (Figura 3.7) y se es tima que sus emisiones aumentarán un 10% como mínimo debido al Programa de Verifi cación Obligatoria de Vehículos Automotores iniciado en 1988, ya que la afi nación de motores incrementa la gene-ración de este contaminante.

La concentración del plomo en la atmósfera está alta-mente relacionada con la circulación vehicular, por los con-tenidos que de este elemento hay en la gaso lina. Cerca de la mitad de las partículas que contienen plomo y que salen de

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los escapes de los automóviles, son removidas del aire por la gravedad a una distancia de algunos cientos de metros de la fuente de emisión. El remanente del plo mo se encuentra en forma de aerosol y resiste en la atmósfera de 7 a 30 días, has-ta que es removido por la precipitación. Como no es soluble en el agua, es remo vido por sedimentación, lo que incide en los sistemas ecológicos más allá de la atmósfera de la ciudad. La Tabla 3.4 nos permite comparar los valores del plomo en México con los de otras ciudades de Estados Unidos.

A estas emisiones en la Ciudad de México debemos agre-gar la contamina ción bacteriológica, producto del arrastre de las tolvaneras, que son vientos que soplan en épocas de sequía y que al pasar por depósitos de detritus humanos, acarrean diversos tipos de bacterias, hongos, etc.

Tabla 3.3 Emisiones de contaminantes en la ZMCM, 1987

Contaminante Fuen-

tes

F u e n -

tes Fuentes Emisión

Fijas 13% Móviles 82% Naturales 5% Total (ton)

Em i s i o -

nes (Ton)

% Emisiones % Emisiones %

(Ton) (Ton)

Partículas 128,000 20.6 41,241 1.0 251,000 100.0 420,241

SO2 236,000 37.9 7,291 0.2 243,291 HC 137,500 22.1 309,890 7.7 447,390 CO 53,000 8.5 3’573,427 88.4 3’626,427 NOx 68,000 10.9 111,324 2.7 179,324

Totales 622,500 100.0 4’043,173 100.0 251,000 100.0 4’916,673FUENTE: SEDUE, 1988.

La problemática de los contaminantes atmosféricos en la Ciudad de México tiende a agravarse, debido fundamental-mente a los dos millones y medio de vehí culos que transi-tan en sus calles, así como a las 30 mil industrias que están


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estable cidas en su área. De éstas, setenta son responsables del 85% de las emisiones pro venientes de fuentes fi jas.

Tabla 3.4 Comparación de valores promedio de plomo en ciudades norteamericanas y Ciudad de México

Ciudad Plomo (mg/m3)

México 5.111 3.62,1.533

Cincinnati 1.40

Filadelfi a 1.6

Los Angeles 2.5

Nueva York 2.5

FUENTE: 1 Bravo, A H., Monkman L, Stanley T. (1970) 2 SEDUE, 1981 3 SEDUE, 1987

La contaminación ambiental varia según las regiones, de acuerdo con las particularidades que el quehacer humano imprime en cada una de ellas y del contexto en el cual se hallan enclavadas.

En las zonas fronterizas, se presentan las características de importación yex portación de contaminantes, deterioro adicional de la cuenca atmosférica y fl ujo y refl ujo de la con-taminación por vía aérea transfronteriza.

Area Tijuana-San Diego Las emisiones de vehículos e industrias provocan la

formación de smog fo toquímíco, el que se incrementa en ocasiones por el procedente del área metro politana de Los Angeles. Esta masa de aire es transportada por las mañanas en dirección norte-sur, y por las tardes regresa a Estados Uni-dos, con contaminan tes adicionales procedentes de la zona mexicana.

Area Ciudad Juárez-EL Paso Ambas ciudades están en un mismo valle y por lo tanto

comparten una mis ma cuenca atmosférica. Del lado ameri-

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cano, las principales fuentes contaminan tes son la industria de la fundición, especialmente de plomo, y los vehículos au tomotores. En Ciudad Juárez se localizan una cementera, una fábrica de cal, diversas industrias químicas y también vehículos automotores.

Area Piedras Negras-Eagle Pass El problema principal de esta zona lo presentan las emi-

siones de la carboeléc trica de Río Escondido. Area Reynosa-McAllen El bióxido de azufre, los hidrocarburos y partículas sus-

pendidas provienen de la refi nería que está en esa zona. Zona Metropolitana de Monterrey La calidad del aire se ve afectada por las industrias ex-

tractivas, de transfor mación y por las fuentes móviles. En la zona metropolitana, la mancha urbana creció alrededor de las industrias, que ahora quedan localizadas en el centro y que emiten humos, polvos y malos olores. Por otra parte, la situación se agrava en el invierno, debido a la topografi a de la región.

Región del Istmo de Tehuantepee La actividad industrial del petróleo y petroquímíca en la

conurbación Mina titlan-Coatzacoalcos, en el estado de Ve-racruz y las zonas cercanas a Villaher mosa, Tabasco, como Cactus, Samaria y Cunduacán han creado un impacto ne-gativo en la calidad del aire de esta importante región,

Zona metropolitana de GuadaLajara La fuente principal de emisión de contaminantes es el

uso de combustibles fó siles en vehículos automotores y el acelerado crecimiento en el número de éstos.

La zona metropolitana se localiza en el Valle de Atemajac y en este mismo valle se sitúan industrias que, por falta de control en sus procesos, presentan problemas de emisión de


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contaminantes como malos olores en el caso de las aceite-ras, hidrocarburos y partículas por la industria de fertilizantes y de la cons trucción (Fig. 3.8).

6. La contaminación atmosférica y su control

La urgencia por controlar los contaminantes vertidos en la at-mósfera hace que sea necesario simplifi car pasos y elaborar reglamentos que resulten en la reduc ción de los niveles de contaminación ambiental.

Ciertamente ha habido una evolución en la legislación sobre el tema, pero los resultados y las tendencias mues-tran que aún hay muchas acciones por hacer. Estas acciones deben en marcarse en programas defi nidos, que funcionen con base en metodologías de efectividad comprobada tales como: sistema de control de emisiones vehiculares, control de polvos fugitivos, programa de reordenación y relocaliza-ción industrial, programa arancelario de estímulos fi scales, sistema de control de emisiones por fuentes fi jas, control de emisiones a la atmósfera en sitios de disposición fi nal de de-sechos -tanto domésticos como industriales y residuos peli-grososo o potencialmente peligrosos.

7. Conclusiones

Las tendencias de los niveles de contaminación atmosférica y sus emisiones son las de crecer, y la Ciudad de México, así como la conurbación Minatitlán-Coat zacoalcos son dos de los casos más alarmantes. La necesidad de proteger la salud y los recursos naturales de posibles episodios de contamina-ción del medio am biente crea la necesidad de desarrollar un sistema de predicción realista basado en información instan-

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tánea relacionada con la concentración de contaminantes existentes y vectores de transporte en áreas con probabilida-des de sufrir un epi sodio para, en un momento dado, evitar o disminuir estos efectos negativos en la población.

1. Recursos hidráulicos del país

Para poder realizar un estudio sobre el agua en México, es nece-sario partir de una regionalización del recurso; en este caso, se hará tomando como base las cuencas hidrológicas. Las cuencas hidrológicas son superfi cies de tierra y agua que contribuyen a la descarga de una corriente y que tienen como límites las pen-dientes que encaminan el agua de lluvia o de deshielo hacia un torrente. La SARH ha considerado una división de la República Mexicana que comprende 37 regiones hidrológicas.

Un estudio completo clasifi ca los recursos hidráulicos en agua atmosférica, aguas superfi ciales y aguas subterráneas (Fig.4.1).

El agua atmosférica es la precipitación en forma de lluvia, misma que se ma nifi esta de manera muy desigual en el país. Mientras que en regiones de Veracruz, Tabasco y Chiapas la precipitación media anual llega a más de 3200 mm, en el es tado de Baja California no alcanza los 400 mm. Los pro-blemas que presentan es tas situaciones extremas son, como es evidente, diametralmente opuestos. Por una parte, se han tenido que construir numerosos sistemas de almacenamiento y obras de riego para solucionar las sequías de los estados del norte; por otra, para prevenir inundaciones por exceso de lluvias, ha sido necesario construir bordos de protección y rectifi caciones, así como cauces de alivio (Fig. 4.2).

El agua atmosférica se presenta también en forma de nubes y de humedad ambiental, debido a la evapotranspiración. El equilibrio en el agua atmosférica depende de las áreas fores-

Capítulo IV Agua


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tadas y de la vegetación natural, ya que éstas ayudan a con-servar la humedad y propician la percolación (fi ltración hacia las corrientes subterráneas), con lo que se evita una pérdida excesiva de agua. La deforestación provoca la evaporación de la humedad y el rápido escurrimiento del agua, lo que erosio-na y socava la tierra provocando la desertifi cación.

De acuerdo con la limnología, ciencia que se ocupa del estudio de las aguas interiores, las aguas superfi ciales se clasi-fi can en cuerpos de agua lóticos y cuer pos de agua lénticos.

Los cuerpos de agua lóticos son aquéllos en los que las aguas están en mo vimiento y corresponden principalmente a ríos y arroyos de las corrientes super fi ciales.

Los ríos de México están agrupados en tres vertientes, de-pendiendo de la zona donde descargan sus aguas: el Océano Pacífi co y el Mar de Cortés al oeste, el Golfo de México y el Mar Caribe al este y las vertientes interiores. Los ríos más im-potantes d la vertiente oeste son el río Colorado, de 2 500 km de longitud, de los cuales sólo 100 km corresponden a Méxi-co, el Lerma-Santiago y el Balsas. En la vertiente oriental, los ríos más importantes son el Bravo, el Pánu co, el Papaloapan, el Grijalva y el Usumacinta. En las cuencas interiores se en-cuentran el Casas Grandes, el Nazas y el Santamaría.

Según datos ofi ciales, el volumen medio anual de los ríos es de 360 000 mi llones de metros cúbicos. Aproximadamen-te el 60% de este caudal es aportado por sólo siete ríos. Sin embargo, el área que éstos drenan, representa únicamen te el 27% de la superfi cie total del país, lo que indica una distri-bución desequili brada del recurso hidráulico (Fig. 4.3).

Los cuerpos lénticos son los almacenamientos de agua, ya sean de origen na tural, como en el caso de los lagos y lagunas, o artifi cial, como embalses formados por presas. Se calcula que en el país existen cerca de 12000 cuerpos de

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agua lén ticos que abarcan una superfi cie total de 861 426 ha; únicamente existen 17 lagos con una superfi cie igualo mayor a 10 000 ha, que cubren un área de 512 915 ha.

La zona con el mayor número de cuerpos de agua lénti-cos es la centro-occi dente, que incluye los estados de Jalisco y Michoacán, principalmente; le siguen en importancia la región centro-sur y la región norte (Fig. 4.4).

Las aguas superfi ciales, al estar íntimamente ligadas a la precipitación, pre sentan un patrón similar al de ésta. Por otra parte, la mayoría de los ríos fl uye bajo la cota 500 msnm, mientras que la demanda del recurso es mayor en el Va lle de México y áreas circundantes, o sea, a una altitud mayor de los 2 000 msnm. Para solucionar en parte esta situación, se han requerido de grandes obras de in geniería que, además de los altos costos que han implicado, no han considerado los impactos ambientales que han traído consigo. Así, por ejem-plo, fue necesa rio talar grandes extensiones de bosque para la construcción de algunas presas y se tuvieron que reubicar poblaciones enteras, con un alto costo económico y so cial. Aunque estas obras de ingeniería, realizadas con el fi n de mejorar las con diciones de vida tanto del sector rural como del urbano han modifi cado de ma nera importante el ciclo hi-dráulico, son las industrias y los grandes centros urbanos los principales causantes de las modifi caciones de los recursos hidráuli cos. La Figura 4.5 muestra las tendencias del abaste-cimiento de agua potable y descarga de aguas residuales y pluviales, e ilustra las crecientes difi cultades para proveer del liquido a la Zona Metropolitana de la Ciudad pe México.

La fuente más importante de agua subterránea es la preci-pitación, que pue de penetrar directamente al manto freático o puede entrar a las corrientes su perfi ciales y percolar desde estos cauces. Otras fuentes de agua subterránea son las zo-


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nas profundas de la tierra, de las que el agua se eleva a lo largo de las rocas intrusivas y queda atrapada en capas de roca sedimentaria durante su formación.

El agua subterránea es una fuente de trascendental impor-tancia para el abastecimiento de algunas zonas del país. En el Distrito Federal, el abasteci miento de agua potable se efectúa con agua subterránea proveniente de los acuí fe ros del Valle de México, de la cuenca del río Lerma, de donde se obtiene un caudal de 35 m/seg, lo que equivale al 85% del agua que recibe la ciudad y, re cientemente, de la cuenca del río Cutzamala.

Proyecto Cutzamala

Para satisfacer las crecientes necesidades de agua del Area Metropolitana de la Ciudad de México, se tuvo que recurrir a fuentes de agua externas al Valle de México. Además de las aportadas por el río Lerma, en el afi o de 1982 entró en operación la primera fase del Sistema Cutzamala, que cuando esté operando en su totalidad, captará cerca de 20 m3/seg desde las presas Villa Victoria, Valle de Bravo, Colorines, Chilesdo y El Bosque. A la fecha, mediante este sistema se es tán aportando 8 m3/seg hasta la capital del país, mediante 7 plantas de bombeo, 2 acueductos paralelos de 90 km cada uno, 2 túneles con longitud total de 18 km Y un canal cubierto de 9 km de longitud. El agua es purifi cada en una planta pota-bilizadora que se ubica antes de la última planta de bombeo, compuesta por seis módulos con capacidad de 4 m3/seg cada uno.

El agua es elevada desde la captación hasta la cima de la sierra que divide las cuencas de Cutzamala y Lerma, a una altura total de 1 100 metros (aproxima damente siete veces la altura de la Torre Latinoame-ricana), de donde el agua escurre por gravedad durante el resto del trayecto. Para el próximo afi o, la ca pital del país recibirá 3 m' más de agua potable procedente del Cutzamala.

FUENTES: Viveros, A., "Cuesta más de 30 mil mdp traer a la capital cada metro cú bico de agua potable: DDF", El Financiero, ll-IX-1987, pág. 53. Comisión de Aguas del Valle de México. Sistema CutzamaJa. Folleto sin pie de im prenta.

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Al igual que en el caso del Distrito Federal, existen mu-chas zonas en las que los mantos acuíferos han sido sobreex-plotados, pues en ellos la extracción sobre pasa la capacidad de recarga del manto (Fig. 4.6). Cuando la explotación de los mantos freáticos es excesiva, el agua de recarga empieza a ser reemplazada por aguas fósiles, con altos contenidos de minerales, así como por aguas salobres. Para detener este proceso de deterioro, la SARH ha impuesto vedas en las re-giones en que ha sido necesario.

El accidente del pozo Ixtoc

En el mes de junio de 1979, mientras se llevaba a cabo la perforación del pozo Ixtoc-l en la Sonda de Campeche, localizada al suroeste del Golfo de México, se desató un fl ujo de aceite y gas que salfa a pre-sión y que formó una densa cortina que poco después se incendió, provocando un accidente que obligó a la evacuación inmediata de la plataforma. En ese momento, nadie podfa ima ginar que se lucharfa diariamente durante los siguientes 10 meses para com batir el incendio de mayor magnitud en la historia de la explotación petrolera en el mar. El derrame de petróleo del Jxtoc duró 281 dfas y logró controlarse hasta marzo de 1980. PEMEX estimó que durante ese periodo fl uyeron el equi-valente a 3.1 millones de barriles de petróleo, de los cuales, descon-tando lo quemado, lo evaporado y lo recolectado, quedó a la deriva un volumen total de 1.02 millones de barriles de petróleo, mismos que representan un prome dio de 3 641 barriles diarios.

La comisión ofi cial nombrada para evaluar el efecto ambiental del acciden te, sin embargo, "no reportó daños de la magnitud esperada"; por ejemplo, las muestras de agua de mar no rebasaron los niveles normales de concentración de hidrocarburos disueltos, los resultados de la evaluación de biomasa de zoo plancton no mostraron diferen-cias signifi cativas con respecto a mues tras ante riores y la pesquería de camarón en la zona, hasta ese momento la más impor tante del país, no se mostró afectada. Lo que sí reconoció el informe fueron efectos negativos sobre el desarrollo turfstico, debido a la presencia de grumos de petróleo en las playas.

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FUENTES: Informe de los trabajos realizados para el control del poro Ixtoc-L, el combate del derrame del petróleo y la determinación de sus efectos sobre el ambiente marino. Programa coordinado de estu-dios ecológicos en la Sonda de Campeche, PEMEX, México, 1980. Ortiz Monasterio, F. et: al, Tierra profanada: histona ambiental de México, Colección Divulgación, Instituto Nacional de Antropología e Historia, SEDUE, México, 1987.

2. Calidad del agua

Para hablar de disponibilidad de agua en el país, no basta con conocer la canti dad que está al alcance; es necesario saber cuál es su calidad.

El agua tiene múltiples usos, pero aquéllos que involu-cran criterios de cali dad son principalmente el abastecimien-to para sistemas de agua potable e indus trias alimenticias, usos recreativos, conservación de la fl ora y de la fauna y uso agrícola e industrial.

Desde 1969, afi o en que se creó el primer Departamento de Prevención de Contaminaciones dentro de la Secretaria de Recursos Hidráulicos, el gobierno ha tornado una serie de medidas para que las diferentes actividades productivas utilicen el agua con el nivel de calidad requerido y para que, después de su utili zación, las aguas residuales reciban el debido tratamiento con objeto de dismi nuir la cantidad de contaminantes hasta donde sea posible. Un tratamiento ade-cuado permite en muchos casos la reutilización del líquido, ya sea en la misma actividad, para otra distinta o para su reincorporación al ciclo hidráulico.

Las normas de calidad para los diferentes usos del agua incluyen especifi ca ciones con respecto al pH, temperatura, oxigeno disuelto, bacterias coliformes, aceites y grasas, só-


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lidos disueltos, turbiedad, color, olor, sabor, nutrientes (ni-trógeno y fósforo), materia sedimentable y sustancias tóxicas. El oxigeno es un valioso indicador de calidad, pues una con-centración alta de oxigeno disuelto es imprescindible para algunas especies cuyo habitat son las aguas superfi ciales, corno es el caso de la trucha y el salmón, así corno para cualquier proceso que in volucre organismos vivos, corno sucede con el abastecimiento doméstico, la agri cultura y la conservación de la fauna. La demanda bioquímica de oxíge-no (DBO), ocasionada por el exceso de materia orgánica en el agua, es el indicador más confi able de la contaminación.

Para conocer la calidad del agua del país la SARH y SE-DUE operan una extensa red de monitoreo que incluye 1 078 estaciones de muestreo y en cada una se determinan has-ta 26 parámetros físico-químicos y biológicos. La red cubre las principales cuencas de territorio y monitorea cuerpos de agua superfi ciales y sub terráneos, además de que cuenta con estaciones de monitoreo de aguas marinas.

3. Fuentes de contaminación

Las fuentes de contaminación de las corrientes superfi ciales son las poblaciones, a través de sus descargas directas y de los lixiviados provenientes de los depósitos de basura; los campos de cultivo, en donde se utilizan plaguicidas y fer-tilizantes y las industrias, también en forma directa o por el depósito de sus residuos sóli dos, lavado de emisiones atmos-féricas y el arrastre de sus gases por el viento y la lluvia, lo que provocan el fenómeno de la "lluvia ácida". Este fenóme-no es resul tado de la reacción de los compuestos producidos por la combustión de hidro carburos con la humedad de la atmósfera, lo que forma ácido sulfúrico y ácido nítrico.

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Para 1980 se estima que fueron descargados a los cuerpos de agua del país 110 m3/seg de aguas residuales municipa-les, 74 m3/seg de residuos líquidos indus triales y cerca de 0.5 m3/seg de aguas residuales provenientes de la agricultura.

Los residuos líquidos de las poblaciones tienen carac-terísticas relativamen te homogéneas en cuanto a calidad y cantidad; las aguas provenientes de zonas agrícolas contie-nen una gran cantidad de sales disueltas, así como residuos de fertilizantes y plaguicidas; las aguas residuales de las in-dustrias contienen conta minantes más peligrosos, ya que suelen ser sustancias acumulables y tóxicas. Dentro de éstas tenemos que mientras las plantas productoras de alimentos o los ingenios azucareros contienen principalmente mate-ria orgánica inocua para la salud, pero dañina para el agua por la gran demanda de oxígeno, las industrias química y de acabado de metales presentan sustancias químicas y metales pesa dos de gran toxicidad.

En 1988, la SEDUE presentó los resultados de estudios que permitieron de terminar el grado de contaminación de las cuencas del país y asignar un orden de prioridad, de acuerdo con el estado de deterioro. Los cinco municipios que reci-bieron la más alta asignación de prioridad fueron, en orden descendente: Distri to Federal, Guadalajara, Culiacán, Cór-doba y Ahome. Por su parte, las cuencas más contaminadas resultaron las de los ríos Lerma-Santiago, Pánuco, San Juan, Balsas y Blanco (Fig. 4.7). .

Estas cinco cuencas de primer orden concentran, en el 17.6% del territorio nacional, el 71.8% de la población del país y el 60% de las descargas de aguas re siduales.

Los resultados obtenidos en este estudio sugieren la aplicación inmediata de medidas tendientes a controlar la contaminación proveniente de las áreas metro politanas, las


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cuencas de los ríos Lerma-Santiago y Pánuco, así como la que pro. vocan las industrias azucarera, química, del papel, metal, básica y de bebidas.

Los lagos y embalses presentan distintos tipos de con-taminación de los cuerpos lóticos, aunque no menos gra-ves. La adición de nutrientes a las aguas naturales produce el crecimiento de otras plantas y algas, proceso al que se co noce como eutrofi cación. Este proceso, que de hecho se da de manera natural, puede acelerarse por las actividades del hombre, lo que provoca la invasión de esta plaga y la consiguiente desaparición de lagos yestuarios. El proceso de eu trofi cación es fácilmente controlable por medio de cose-chadores, medios quími cos o biológicos. En el otro extremo está el proceso de oligotrofi cación, en don de el nivel de nu-trientes es tan bajo que la productividad es casi nula.

Entre los lagos más contaminados del país están el de Cuitzeo, Pátzcuaro, Zirahuén, Camécuaro, Cajotitlán, Zapot-lán, Chapala y las lagunas de Sayula, San Marcos y Coacal-co.

En el caso de las aguas subterráneas, existen muy pocos estudios relaciona dos con el grado de contaminación y ca-lidad del agua. Sin embargo, se sabe que los contaminantes que llegan a este nivel tienden a permanecer mucho tiempo sin degradarse.

La contaminación puede tener lugar en forma directa, cuando se descargan aguas residuales a las grietas de los pe-dregales volcánicos, zonas de suelo calizo o pozos de ab-sorción demasiado someros. Ocurre también que depósitos ricos en diversas sustancias minerales, al entrar en contacto con el agua, que en mu chas zonas suele tener pH ácido, ocasiona su disolución y una contaminación "natural" de las aguas subterráneas.

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Los mecanismos para prevenir y controlar la contamina-ción de las aguas subterráneas son en gran medida los mis-mos que para las aguas superfi ciales. Además, a pesar de que su contaminación no es tan evidente, merece una cuida dosa atención, pues las corrientes subterráneas tienen una muy baja capacidad de asimilación y, en muchos casos, son la fuente principal de abastecimiento de agua potable.

4. Aprovechamiento racional del recurso hidráulico Resulta evidente que es necesario tomar medidas para

el aprovechamiento ra cional del recurso hidráulico. Estas medidas deben contemplar, en primer lugar, las diferentes modalidades de explotación del agua que adoptan el sector urbano y el sector rural; asimismo, se deben considerar las posibilidades de su reutiliza ción por medio de tratamientos adecuados de las descargas residuales; debe fo mentarse el ahorro del agua, ya sea creando conciencia entre los usua-rios o me diante la aplicación de sanciones severas. También es importante dar más atención a las pérdidas en los sistemas de almacenamiento y distribución.

El desperdicio del agua en el medio urbano comienza en las presas, ya que un gran porcentaje de éstas se encuentra contaminado, azolvado, o presenta un envejecimiento prema-turo, con lo que la capacidad de almacenamiento se redu ce considerablamente. Por otra parte, las fallas en el manteni-miento y operación de los sistemas de distribución del líquido propician gran desperdicio. Los siste mas de distribución están expuestos a daños por su interacción con otros servicios públi-cos, lo que con frecuencia ocasiona que las tuberías se rom-pan al paso de pesados camiones y causen derrames de hasta varias semanas. La extracción excesiva de aguas subterráneas, así como los fenómenos naturales como sismos o huracanes, provocan hundimientos que las tuberías resienten.


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Para satisfacer la demanda de agua potable de la zona metropolitana de la Ciudad de México, se requieren de al-rededor de 40 m3/seg, únicamente para el abastecimiento domiciliario. Si a esto se suman las necesidades industriales, mu nicipales y agrícolas, el requerimiento de agua asciende a 60 m3/seg. Estudios realizados por el DDF estiman que, de aplicarse medidas de ahorro de agua, el consumo de la ciu-dad podría reducirse hasta en 11.3 m3/seg,

Algunas medidas importantes para lograr la racionaliza-ción del recurso se rían: modifi cación o sustitución de los ex-cusados convencionales, modifi cación de regaderas y llaves de lavabo, reuso del agua en la industria y uso exclusivo de aguas residuales tratadas para riego de parques y jardines.

Es de gran importancia lograr que en las nuevas cons-trucciones, particular mente las fi nanciadas por el Estado o la seguridad social, se instalen aparatos sa nitarios de bajo consumo, de modo que exista un ahorro de agua constante. En la actualidad, ya se ofrecen en el mercado excusados pe-queños de hasta 9 litros, que no reducen la efi ciencia en el arrastre de desechos y, por tanto, no menosca ban la norma ofi cial decretada por la SECOFI.

Otra medida importante para lograr un uso más racio-nal y efi ciente del agua en el medio urbano sería el cobro del servicio a un precio más acorde con la rea lidad, lo que por otra parte evitaría que el suministro del servicio siguiera siendo una fuerte carga al presupuesto público. Asimismo, se requiere de un mejor sis tema de inspección de medidores, ya que la mayoría de los que se encuentran instalados en las to-mas domiciliarias están en mal estado o no son inspecciona-dos, por lo que las autoridades han optado por cobrar una cuota bimestral fi ja que, por lo general, resulta ser mucho menor que la cuota real.

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En cuanto al reuso del agua, en México se inició el tra-tamiento de aguas re siduales aun antes de que existiera una legislación que procurara el control de la calidad del agua. Originalmente, el tratamiento se hacía para reutilizar el agua para riego de parques y jardines o para la recirculación de agua y materias pri mas en la industria. Este procedimiento ofrece, además, la posibilidad de dispo ner de los residuos sólidos y de disminuir la carencia de aguas blancas en diver-sas zonas del país. Se ha considerado también la posibilidad de utilizar las aguas tratadas para uso doméstico, ya que des-de el punto de vista técnico, es posible producir agua pota-ble por estos métodos.

En 1988 la SEDUE inventarió 222 plantas de tratamiento municipales que en conjunto trataban un volumen de 31.35 m3fseg, que representa el 17% de las aguas residuales gene-radas en el país. La mayoría de estas plantas pasee proble mas de operación por falta de recursos económicos y personal técnico capacita do, lo que disminuye el benefi cio de las mis-mas en materia de control de conta minación.

La reutilización y tratamiento del agua en la industria se orienta principal mente a labores de lavado de maquinarias, enfriamiento o procesos en donde el agua no entre en con-tacto directo con el producto o en el que, por sus caracterís-ticas, ésta no requiera de una calidad bacteriológica o ñsíco-químíca especifi cas.

El desperdicio del agua en el medio rural es también un problema que re quiere de solución. Los usos que se le dan al agua en este medio son principal mente el riego y la ge-neración de energía eléctrica, además de que, en su estado natural, soporta importantes ecosistemas.

Las pérdidas en los sistemas de captación, conducción y distribución son de tal magnitud que del total de agua alma-


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cenada, sólo el 30% es aprovechada. El 10% se pierde por evaporación, el 20% por fi ltración, un 30% se percola bajo la zona de raíces y un 10% se escurre por la superfi cie fuera del campo de cultivo. Una medida que podría solucionar en parte el alto índice de desperdicio sería el recubrimiento de los canales con concreto, asfalto o ladrillo.

5. Conclusiones

El breve esbozo que se ha presentado en este capítulo en re-lación con la explo tación del recurso hidrológico en nuestro país nos permite afi rmar que no puede concebirse el plantea-miento de una solución para aliviar problemas del suminis-tro, si no se contemplan, al mismo tiempo, las medidas para lograr el abatimien to de la contaminación en los cuerpos de agua y el uso más racional de este re curso.

Algunas de estas medidas consisten en evaluar el impacto ambiental, reali zar mantenimiento de las obras de conducción y distribución de agua para evitar fugas y derrames, hacer un ahorro y uso efi ciente del líquido, aplicar tecnologías apropiadas para la disposición y tratamiento de desechos sólidos y aguas resi duales, promover el reuso de agua en la industria, riego agrícola y jardines, así como el manejo integral de la calidad del agua a nivel regional.

1. Características del suelo en México

El suelo es la base de sustentación de los ecosistemas natu-rales y de los agrosis temas que proporcionan alimento a la población. México tiene 23 unidades de suelos, de los 25 clasifi cados por la FAO. De los dos millones de kilómetros cua drados que comprenden su territorio, el 17% es apto para la agricultura, el 50% para la ganadería y el 14% está cubier-to de bosques. Sin embargo, la agricultura utiliza sólo 20.8 millones de hectáreas, de las cuales el 78% es de temporal; la ga nadería ocupa 128 millones de hectáreas.

Debido a la topografía y al clima de nuestro país, el suelo tiene capacidad muy limitada para la actividad agrícola. En las zonas planas, los suelos son áridos yen aquéllas con pre-cipitación pluvial adecuada, los terrenos están muy inclina-dos o se encuentran en pendientes. Los terrenos planos son índices importantes de la potencialidad agrícola de un país. En nuestro caso, como podrá entenderse, las limitaciones son considerables. Mientras más inclinado esté el terreno, menos prácticos serán los cultivos y más susceptible a la erosión será el terreno durante la época de lluvias. La lluvia arrastra los sedimentos a los ríos y corrientes, para depositarlos fi nal-mente en el mar. Este sedimento está constituido por humus y partículas fi nas, base de la fertilidad de los suelos. De he-cho, la recuperación del suelo es un proceso muy lento pues, una vez que ha perdido su capa superfi cial, se requieren de cientos o miles de años para sustituirla.

Capítulo V Suelo


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2. Problemas del suelo en México

En el año de 1987, la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos calculó que únicamente el 20.8% del suelo del país no manifestaba erosión; el 26.4% pre sentaba erosión leve; 36.8% erosión moderada; 12.2% erosión severa y el 16.7% erosión total. Los estados de Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Tabasco, Ta maulipas y Veracruz, por su clima y orografía, son los que presentan menor ero sión. Baja Califor-nia, Chihuahua y Durango tienen grados medios de erosión, mientras que los estados de México, Guanajuato, Michoacán y Jalisco son los más erosionados debido, principalmente, a su accidentada topografía (Fig. 5.1).

La salinización es otro fenómeno que deteriora la capa-cidad productiva del suelo; obedece, sobre todo, a la sobre-explotación de los mantos acuíferos para ac tividades agrí-colas, lo que provoca la elevación en el contenido de sales en suelos de tipo salino. Más del 10% de la superfi cie total irrigada en nuestro país presenta problemas de salinización, principalmente en los distritos de riego del noroeste del país, como el del Río Colorado, en Baja California Norte; del Río Fuerte, del Río Culiacán y del Río Humaya, en Sinaloa, así como los del Río Mayo y el Río Yaqui en Sonora.

Otro problema que contribuye a la pérdida de suelos fér-tiles es la deforesta ción. Este fenómeno es el resultado de varios factores: la tala de zonas boscosas, con objeto de con-vertirlas en tierras para la agricultura y la ganadería; la sobre-explotación de madera sin que haya, por otra parte, progra-mas de reforestación y los incendios, tanto provocados como los que se originan por causas naturales. De acuerdo con un estudio realizado por la FAO, México ocupa el tercer lugar en deforestación, con una tasa promedio de 500000 ha al año.

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Aunque hay otras investigaciones que calculan en 400 000 ha la destrucción anual de masas fores tales, lo importante de estas cifras es que coinciden en cuanto a la expansión de las fronteras agrícolas y, sobre todo, de las ganaderas.

Hay otros factores que también repercuten negativamen-te en la calidad del suelo y afectan la vegetación y los orga-nismos que la consumen. De hecho, a par tir del suelo, es posible contaminar las aguas superfi ciales y subterráneas y el aire. Uno de los vehículos de la contaminación del suelo es la irrigación con aguas ne gras, portadoras de organismos patógenos, detergentes, metales pesados, sustan cias orgáni-cas tóxicas, solventes, grasas y aceites.

Los desechos sólidos provenientes de los asentamientos humanos, zonas in dustriales, minas, refi nerías, etc., son con-taminantes del suelo (Fig. 5.2).

Estos agentes contaminantes alteran y degradan los com-ponentes fi sicoquí micos y biológicos del suelo. Por ejemplo, pueden llegar a destruir los microor ganismos del suelo, cuya función es fi jar el nitrógeno; pueden afectar o destruir la cubierta vegetal, propiciando la erosión y además, algunas sustancias como los plaguicidas, pueden permanecer en el suelo por tiempo indefi nido.

3. Contaminación de los suelos por residuos sólidos municipales

La generación per capíta de residuos sólidos de origen do-méstico va ría de acuer do con la modifi cación de los patro-nes de consumo de la población y en la medida en que se in-crementa la comcrcialización de productos industrializados y suntua rios. En 1975, se estimó que el promedio nacional per cápita de generación de ba sura era de 693 g/hab/día. Para 1988, esta cifra se elevó a 693 g/hab/día, lo que im plica


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que diariamente se generan 52 180 toneladas de basura en nuestro país.

La composición de la basura también tiene diferencias de una región a otra. Por ejemplo, en las ciudades fronte-rizas del norte del país, la infl uencia del mer cado con Esta-dos Unidos provoca que e133% de los residuos sólidos se compon gan de subproductos de empaques, mientras que en el sur del país, el 41 % co rresponde a residuos orgánicos (Tabla 5.1).

Tabla 5.1 Composición porcentual de los residuos sólidos municipales por zona

Subproductos Zonas

Fronteriza Norte Centro Sur

Cartón 2.% 4.20 4.80 4.43

Residuos fi nos 4.59 9.52 6.16 6.25

Hueso 8.51 0.58 0.93 0.60

Hule 0.70 0.77 0.89 0.38

Lata 3.07 2.42 2.06 2.75

Material ferroso 0.50 0.45 0.85 1.35

Material no ferroso 0.22 0.56 0.44 0.99

Papel 13.03 9.98 8.63 6.77

Pañal desechable 4.87 2.54 2.74 3.94

Plástico película 2.63 3.72 3.26 3.89

Plástico rígido 2.75 2.34 1.93 2.34

Residuos de jardín 15.05 7.34 6.92 7.73

Residuos alimenticios 25.22 37.73 37.46 40.26

Trapo 2.48 1.91 1.97 1.23

Vidrio de color 3.91 3.30 2.81 3.88

Vidrio transparente 4.14 4.19 4.07 4.20

Otros 13.37 8.45 14.88 9.05

TOTALES 100.00 100.00 100.00 100.00

FUENTE: SEDUE, 1988.

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Por ser la basura un negocio asociado con el reciclamiento de materiales y un servicio municipal obligado, del total de re-siduos generados, el 75% es recolectado mientras que el resto es indebidamente dispuesto en lotes baldíos, caña das, ríos y vialidades. Del total de basura recolectada, SEDUE estimó que en 1988, el 65% se depositaba en tiraderos a cielo abierto y el 45% restante era con ducido a 31 rellenos sanitarios o basure-ros controlados; en todos éstos, la recu peración de materiales es importante, aunque en los basureros de municipios y loca-lidades pequeñas, el benefi cio económico es mínimo.

Las plantas recuperadoras de materiales e industrializa-doras de basura son aún escasas en el país. Sólo se han cons-truido cinco que operan en San Juan de Aragón, D.F., Zapo-pan y Tonalá, Jal., Monterrey y Oaxaca, con una capacidad instalada en total de 2 070 toneladas diarias.

La disposición inadecuada de basuras provoca diversos problemas ambien tales. Entre los más importantes están la proliferación de vectores de enferme dades y microorganis-mos patógenos; la contaminación del aire por la quema de liberada o incendios accidentales; la contaminación de aguas superfi ciales y subterráneas por el escurrimiento de lixiviados; la emisión de malos olores; y el deterioro de la calidad de vida de la población aledaña a los tiraderos y especial mente la dedicada a la recolección y pepena.

Aunque la actitud de la población hacia el problema de la basura se modifi ca favorablemente con una mejor educa-ción, en nuestro país persisten prácticas antisociales y an-tihigiénicas en la disposición fi nal y manejo de las basuras mu nicipales. Los problemas más graves se localizan en po-blaciones semiurbanas, donde las carencias del servicio de colecta' derivan en la disposición de las basu ras en lechos de ríos utilizados a su vez como drenajes (Fig 5.3).


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4. Características y dinámica de los residuos sólidos industria-les y peligrosos

En México, como consecuencia de los procesos de urbaniza-ción e industrializa ción, se generan anualmente 133 millones de toneladas de desperdicios clasifi ca dos como industriales; de estos, el 86.5% proviene de la extracción y benefi cio de minerales, 11.3% son residuos especiales que requieren de un manejo específi co y 2.2% son de naturaleza peligrosa (Fig. 5.4).

Así, del total de desperdicio industrial que se genera al año, 3.5 millones de toneladas son altamente dañinos y se conocen como desechos industriales peli grosos (DIP). Com-prenden los residuos aislados, mezclados o en solución, sóli-dos, líquidos o en forma de lodos, que son generados como subproductos de un proceso, así como los desechos resultan-tes de operaciones unitarias o de la lim pieza de máquinas e instalaciones. Por sus propiedades fi sicoquímicas y toxico-lógicas, representan un peligro para la vida humana, la salud y los ecosistemas (Fig.5.5).

Los DIP son acumulativos, lo que quiere decir que año con año se van concentrando en cantidades cada vez mayores, aumentando así los riesgos para la vida y el medio ambiente (Fig. 5.6).

El riesgo se defi ne como la probabilidad de que un dese-cho industrial peli groso cause daños a la población humana o a los ecosistemas, en caso de entrar en contacto con ellos. Este implica, por supuesto, los sitios donde se encuentran y depositan los DIP, ya sea de manera intencional o invo-luntaria, y comprende tanto sustancias químicas que puedan afectar la salud humana, el ecosistema o la propiedad, como agentes físicos y biológicos. Las poblaciones en riesgo son

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precisamente aquéllas aledañas a los sitios contaminados, o que se vieron afec tadas por transportar o estar en contacto directo con los DIP. Los sitios peligro sos y las poblaciones en riesgo se pueden identifi car por la presencia de olores extra-ños y acumulación de envases y productos químicos disper-sos y por los efectos, síntomas y problemas de salud que la población expuesta a los DIP vaya manifestando.

5. Agentes y zonas de emisi6n y concentración de dip

Las zonas de mayor emisión y concentración de DIP son aqué-llas donde se loca lizan las principales áreas industriales, re-fi nerías de petróleo, complejos petro químicos y tiraderos. En nuestro país, estas zonas están ubicadas en el Valle de Méxi-co, Coatzacoalcos-Minatitlán, Monterrey-Cadereyta, Gua-dalajara, Sala manca, Ciudad Madero, Ciudad Pemex, Tula, Cangrejera, Cosoleacaque, Pajari tos y Lázaro Cárdenas. Estas áreas están comprendidas, en su mayoría, dentro de las zo-nas templada y tropical cálido-húmeda (Fig. 5.7), por lo que el impacto adverso de los DIP en ellas afecta los ecosistemas terrestres de alta productivi dad biótica, como selvas, man-glares y bosques húmedos, entre otros.

Por otra parte, también existen pequeños emisores de DIP. Los talleres, imprentas, constructoras, las instituciones educativas y laboratorios, las empre sas de servicios en ge-neral, así como los productos domésticos para la limpieza, los plaguicidas, fertilizantes depositados en suelos, envases y contenedores, forman el grupo de pequeños emisores de DIP. Se calcula que éstos generan de 100 a 1 000 kg/mes de desechos y se caracterizan por la difi cultad que presentan para realizar monitoreos y por disponer de sus desechos de manera inadecuada. Tan sólo en términos de planta indus-


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trial y de servicios, hay cerca de 100 000 pequeños emisores en el país. Por otra parte, un estudio realizado por la Comi-sión Europea menciona que, en cada hogar, hay cerca de 45 productos quími cos que se usan y desechan.

Aunque las instituciones académicas y de investigación generan desechos peligrosos, éstas llegan a recuperar las sustancias que utilizan (solventes, meta les y catalizadores) y algunas cuentan con plantas de tratamiento de sus aguas re siduales, incineradores y autoclaves para la destrucción de material biológico de desecho. Sin embargo, algunos labora-torios clínícos pequeños desechan los resi duos de sus prue-bas y los restos de muestras de manera inadecuada.

6. Tráfi co internacional de dip

La economía, la tecnología y la industrialización han elimi-nado prácticamente el concepto de frontera nacional, subsu-miéndola dentro de la dinámica del mer cado mundial. Los DIP, considerados como mercancías, tampoco están constre-ñidos por las fronteras. El tráfi co internacional de materiales de desecho es ex tenso, porque algunos países los consideran valiosos y desean comprarlos; otros, en cambio, pueden re-ciclar esos desechos o tratarlos; otros más ofrecen áreas de su territorio como tiraderos o para que en ellas se hagan dís-posiciones fi nales. En países como Estados Unidos, la Unión Soviética y Japón, así como en algu nos países de Europa, al-guna vez se produjeron o depositaron DIP. Sin embar go, una fuerte presión pública ocasionó que se tuvieran que cerrar instalaciones y que se llevaran a cabo tareas de limpieza y control. En consecuencia, se dicta ron normas más estrictas y los costos para la eliminación de DIP se incrementa ron. Debi-do a esta situación, muchas empresas prefi rieron cambiar su


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centro de operaciones o "exportar" sus desechos a países con legislaciones más fl exibles y a un costo más bajo.

Por ejemplo, depositar DIP en países de la Comunidad Económica Europea cuesta 200 dólares por tonelada; en la República Democrática Alemana, el costo por tonelada es de 5 dólares y en Ghana, de 3 dólares.

Si bien existen convenios de cooperación ambiental en-tre México y Estados Unidos, es práctica usual exportar DIP a nuestro país. Es justamente a lo largo de los 3 000 km de franja fronteriza donde se encuentran los mayores producto-res de desechos industriales peligrosos de los Estados Uni-dos. Como las normas y mecanismos de control y la pre-sión pública en ese país son cada vez más fuer tes, los costos de la disposición fi nal de estos desechos en su suelo son aproxima damente diez veces más altos que en el nuestro. En México, la Ley Federal de Protección al ambiente se refi ere al tema de la contaminación de los suelos en los artículos 34, 35, 36 Y 37, pero no existen reglamentos en relación a la emisión y disposición fi nal de DIP, lo que facilita el uso y manejo comercial indiscrimi nado de los desechos en nues-tro suelo. El manejo de DIP en México es irregular, desde el punto de vista técnico y legislativo, por lo que estos desechos pueden encontrarse en los más variados sitios: dentro de los terrenos de las plantas in dustriales, mezclados con la basura doméstica en los tiraderos municipales; en cuerpos de agua superfi ciales y subterráneos; abandonados o enterrados clan-destinamente, o en empresas dedicadas a su recuperación y reciclaje. .

Sin embargo, en la actualidad existen sitios registrados ofi cialmente, en los que se están depositando o tratando los DIP de algunas industrias. Otras han he cho público su inte-rés por disponer adecuadamente de sus desechos. A nivel

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de programa, existe la Bolsa de Residuos Industriales, que promueve el reaprove chamiento de los DIP, poniéndolos al alcance de empresas que pueden hacer uso de ellos como materia prima. Estos sitios registrados se encuentran en San Luis Potosí, Hidalgo, Nuevo León y Baja California Norte. Las instalaciones de San Luis Potosí son las más adecuadas y seguras y en el año de 1984, la empresa Residuos Industriales Multiquim, SA presentó a la SEDUE un proyecto de ins talación de una planta de tratamiento y confi nación de DIP para re-solver las ne cesidades de las industrias de Nuevo León en Puerto San Bernabé.

Aunque de manera aislada e intermitente, hay informa-ción sobre dañ.os a la salud que han provocado los DIP en nuestro país. Casos como envenenamiento de ganado por contaminación de 30 ton de arsénico enterrado clandesti-namente en Santa Catarina, Nuevo León, en 1985; quema-duras por endotermia que su frieron varias personas en la Col. El Caracol, en Tlanepantla, Edo. de México, en 1984; la destrucción e hipertrofi a de órganos por contaminación de cromatos en una fábrica procesadora de cromita en San Francisco Chilpan, Edo. de Méxi co, en 1974, forman parte de la discontinua historia clínica de daños provocados por DIP en México. Sin embargo, las limitaciones de información no impiden que se tomen medidas para disminuir los riesgos por exposición. Las tecnologías para el manejo adecuado de estos desechos, por ejemplo, se han desarrollado para satis-facer las demandas de su reducción y eliminación desde su origen hasta su disposición fi nal.

A la fecha, existen cuatro modalidades técnicas para reducir o eliminar la generación de DIP: segregación en la fuente, modifi cación del proceso, sustitu ción del producto y recuperación y reciclaje. La primera consiste en separar el


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residuo tóxico, evitando que se mezcle o diluya con otros residuos; la segunda in cluye cambios en los métodos de ope-ración como en la temperatura, presión, sustitución de mate-rias primas o nuevos procesos o maquinarias que disminuyan la emisión de DIP; la tercera consiste en sustituir productos de toxicidad proba da por otros que ofrezcan los mismos resul-tados, pero con mayor seguridad para su uso y manejo; por último, algunos desechos pueden ser recuperables y recicla-bIes en otros procesos productivos. Por ejemplo, una fábrica de Salamanca, Gto. que produce pinturas y aceites, obtiene la materia prima de los residuos de la empresa Univex. La empresa Negromex, situada en el mismo lugar, recicla sus ga ses de combustión y obtiene energía térmica.

Existen otras tecnologías cuyos objetivos son el tratamiento y destoxifi ca ción de DIP, como la de tratamiento térmico, que reduce sus volúmenes por efecto de la incineración (Fig. 5.8), o la del tratamiento biológico, que utiliza mi croorganismos desarrollados selectivamente para degradar tóxicos específi -cos, o las que emplean métodos de tratamiento químico para efectuar una completa ruptura de los residuos peligrosos en gases no tóxicos, pero sobre todo, para mo difi car las propie-dades químicas del residuo.

También existen hoy en día tecnologías para la disposi-ción fi nal de desechos con las siguientes opciones: confi -namiento en cementerios industriales, lagunas superfi ciales, inyección a pozos profundos, disposición en minas abando-nadas y tiraderos en el mar. El primer caso consiste en el en-tierro de desechos en celdas y zanjas, con lo que se reducen las fugas de líquidos o de gases de los contenedo res y se evita que entren en contacto con el ambiente (Fig. 5.9). El método de la gunas superfi ciales es el menos recomendable; consiste en acumular residuos in dustriales en depresiones abiertas,

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ya sean naturales o artifi ciales, con o sin recubrimiento, lo que genera la creación de condiciones de alto riesgo para los ecosistemas y convierte al lugar en sitio peligroso. Esta es la técnica que emplea PEMEX para la disposición fi nal de sus DIP. La inyección en pozos profundos es el envío de sustancias tóxicas a estratos sedimentarios porosos en donde se disper-san. Sin embargo, los costos de evaluación de su impacto ambiental y sus costos de operación son muy elevados (Fig. 5.10). Por otra parte, hay ciertos re siduos peligrosos cuyo manejo o procesamiento es difícil y costoso. En algunos paí-ses de Europa se han utilizado con éxito minas de sal y hulla para disposicio nes fi nales de DIP, debido, sobre todo, a sus características especiales de aisla miento.

Durante años, se han arrojado DIP al mar, por lo que ésta es ya una práctica común. Sin embargo, no existen aún estu-dios sufi cientes sobre los efectos a lar go plazo que la exposi-ción a bajos niveles de sustancias tóxicas puede tener en las especies marinas.

A lo largo de esta breve reseña se han evidenciado los problemas sobresalien tes relacionados con el suelo y su acelerado deterioro. Nuestro compromiso es se ñalar, gros-so modo, vías alternativas y sugerencias para atender esta serie de pro blemas. En el futuro próximo, será factible un crecimiento en la emisión de DIP, propiciado principalmente por el manejo inadecuado de los desechos y por la fal ta de control sobre ellos, y esto se sumará a los ya acumulados. Pero lo más im portante es que su impacto negativo en el ambiente depende sobre todo de su ma nejo, por lo que los esfuerzos de una gestión ambiental deben encaminarse a su tratamiento y recuperación. Por lo pronto, es posible indicar algunas acciones mí nimas para atender situaciones de espe-cial urgencia en los sectores productivos, como por ejemplo:

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realizar una evaluación de los desechos que cada empresa ge nera, para determinar su volumen y peligrosidad; revisar qué manejo le ha dado la empresa a esos desechos; obte-ner información sobre opciones tecnológicas dis ponibles en México para tratamiento y manejo de DIP; evaluar las posi-bilidades de su reaprovechamiento dentro de cada empresa y llevar un registro verídico (desde la cuna hasta la tumba) de los mismos. El criterio rector de estas recomen daciones es la previsión y prevención del deterioro ambiental, lo que tiene un me nor costo social, ecológico y económico que la corrección de daños que histórica y biológicamente son irre-versibles.

1. Introducción

El impacto de la contaminación en el medio ambiente y el deterioro que infl igen a los ecosistemas los procesos producti-vos primarios en México tienen repercu siones negativas en el habitat natural de la fl ora y la fauna silvestres de nuestro país.

El objetivo de los siguientes párrafos es describir breve-mente la problemá tica general que afecta la conservación de la fauna y la fl ora silvestres, así como sus tendencias y pro-yecciones a futuro, haciendo un especial énfasis en las áreas naturales protegidas, su importancia económica y social y los requerimientos para su correcta administración.

La fauna silvestre está constituida por todas aquellas es-pecies animales, ver tebrados e invertebrados, que subsisten libremente, sujetos a procesos de selec ción natural y que han evolucionado como parte integral y funcional de los eco sistemas.

En la historia de México encontrarnos varios casos en los que la modifi cación de ambientes naturales ocasionada por cambios en la estructura socioeconómica ha incidido en las condiciones de vida y supervivencia de las especies anima-les, lo que ha traído las inevitables consecuencias de empo-brecimiento ecológico y social para algunos sectores de la población.

Al periodo postclásico (800-900 DC al 1523 DC) corres-ponde una de las más ilustrativas reconstrucciones de la fau-na en la antigua Tenochtitlan (Wicke, 1959), que nos descri-be la variada oferta del mercado de carne: conejo, venado,

Capítulo VI Fauna silvestre y áreas protegidas


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jabalí, perro cebado, zarigüeya, comadreja, topo, serpientes diversas, iguana, huevos de iguana, ranas, sapos, gusanos de maguey, hormigas voladoras, chapu lines, jumiles, pescado blanco y oscuro, camarón, caracoles, salamandras, ostio nes de río, tortugas y huevos de tortuga, mosca de agua, angu-las y renacuajos, además de una docena de aves acuáticas, desde patos hasta grullas, guajolotes y perdices, codornices y faisanes, especies que, en algunos casos, difícilmente for-marían parte de nuestra dieta cotidiana.

Durante el periodo de la Colonia, la introducción y cría de especies euro peas, la imposición de que los conquistados vivieran en pueblos y el drenado de las zonas lacustres del Valle de México, provocaron severas modifi caciones en la fauna y en su relación con el hombre.

Hoy en día existen en el mundo 22 728 especies de ver-tebrados terrestres, de las cuales aproximadamente el 10% vive en México y el 5.5% es endémica de su territorio. Las principales causas de esta diversidad son la superposición de las zonas zoogeográfi cas neártica y neotropical en territo-rio mexicano y la topografía, que en su complejidad, provee gran variedad de habitats para la fauna (Fig 6.1).

En el territorio nacional se reconocen gran número de aso-ciaciones vegeta les que han sido clasifi cadas y agrupadas en el presente documento dentro de ocho grandes grupos: matorral desértico, bosque de pino-encino, bosque mesó fi lo de monta-ña, selva caducifolia, selva subperennifolia, selva perennifolia, eco sistemas isleños y vegetación acuática y subacuática.

2. Importancia y usos de la fauna silvestre

La fauna silvestre tiene una importancia vital en los sistemas biológicos e inter viene en forma fundamental en los mecanis-

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FAUNA SILVESTRE Y ÁREAS PROTEGIDAS


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mos que mantienen el funciona miento de estos sistemas natu-rales. Muchas especies animales juegan papeles importantes como polinizadores de plantas, controladores de plagas, ya sean animales o plantas y dispersores de semillas y esporas.

Además de su valor económico, la fauna silvestre es un elemento intrínseco del metabolismo de la naturaleza y un indicador de la calidad, fragilidad o esta bilidad del medio ambiente. La presencia o ausencia de una especie es un dato objetivo sobre la situación del lugar, pues en ambientes per-turbados, ciertas es pecies tienden a aumentar (como las ra-tas) o a disminuir (como algunas especies marinas).

La fauna siempre ha constituido un potencial genético para el hombre. Sa bemos que todos los animales domésticos se derivaron de especies silvestres y la gran cantidad de pro-ductos de origen animal provienen de un reducido número de ellas, por lo que su desarollo y explotación exige meca-nismos racionales para su reproducción y uso.

La fauna silvestre también encierra un caudal no cuanti-fi cado de conoci mientos y potencialidades de aplicación en el campo de la investigación biomé dica y ecológica, útiles en la experimentación y en la obtención de materias pri mas para medicamentos.

Sabemos que la presencia de ciertas especies en deter-minado lugar favorece la creación de zonas turísticas y cen-tros recreativos, como los parques naciona les, cotos de caza y zoológicos, con la consecuente activación de las ramas indus triales relacionadas con el mundo animal.

La fauna silvestre es un recurso natural renovable que el hombre utiliza para satisfacer algunas de sus necesidades. A partir del uso que se le asigna, ésta puede clasifi carse en fauna cinegética, fauna que se utiliza con fi nes alimenticios y fauna que se utiliza con fi nes comerciales.

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Las actividades cinegéticas generan una derrama econó-mica importante para la industria turística y para el estado quien, a través de los permisos de caza (en 1988-89 se expi-dieron 191 843 permisos para 103 especies autorizadas), ob-tiene una elevada recaudación por concepto de derechos.

Las especies más importantes de esta fauna son: borre-go cimarrón, venado cola blanca, venado bura, gato mont~, coyote, varias especies de conejos y liebres, paloma de alas blancas y varias especies de patos y palomas.

Dentro de la fauna que se utiliza con fi nes alimenticios se incluyen aves, ma míferos, reptiles, anfi bios y peces. Muchas de las especies están incluidas en la fauna cinegética, pero muchas otras son de consumo regional, lo que difi culta su co-nocimiento exacto así como los volúmenes de su captura.

Cada día cobra mayor importancia la utilización de la fauna silvestre con fi nes comerciales.

En la actualidad, existe un alarmante incremento en el tráfi co de especies para la industria peletera así como en el comercio de ejemplares vivos para los mercados de masco-tas, colecciones privadas, zoológicos, espectáculos o ensa-yos biomédicos. La industria peletera nacional e internacio-nal emplea especies me xicanas de cocodrilos, gato montés, zorro, serpientes, lagartijas y tortugas mari nas. Por otra parte, el comercio de aves para su venta en el mercado internacio-nal, también se ha generalizado. Esto conduce a la explota-ción irracional y sobreexplotación de muchas especies que están en peligro de extinguirse; pro blema al que habría que agregar las limitaciones o la ausencia de programas de con-servación y reproducción de fauna silvestre.

Para la temporada 1987-1988, la SEDUE otorgó 3 952 per-misos de captura de 76 especies de aves canoras y de ornato, además de expedir 523 anuencias du rante el año de 1987


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para la exportación e importación de fauna. En contrapar-tida realizó 17691 decomisos entre octubre de 1986 y julio de 1987, recuperando más de 13 mil especímenes de fl ora y fauna, y cerca de 3 mil pieles, cazadas o cap turadas de ma-nera ilegal. Como se observa, el furtivismo yel tráfi co ilegal supe ran en mucho las actividades realizadas dentro de la ley y los principios conser vacionistas.

En los últimos 90 años, la agresión a la fauna silvestre ha causado la extin ción de 6 mamíferos superiores y 10 aves. De acuerdo con los últimos reportes ofi ciales, el 8% de la riqueza faunística del país se encuentra amenazada o en pe-ligro de extinción; en cifras, existen evidencias científi cas de 194 especies que poseen este lamentable status, de las cua-les 123 son aves, 32 mamíferos, 35 rep tiles y 4 anfi bios.

Por la destrucción tan acelerada de los ecosistemas natu-rales, el tráfi co y la caza ilegal, todavía se considera reducido el número de especies clasifi cadas dentro de un status de alarma. Si bien los listados deben estar sustentados en traba-jos científi cos de campo, estos son refl ejo de la capacidad de las institucio nes de investigación del país y del extranjero para conocer el estado de conser vación de la fauna.

3. Fauna potencialmente nociva

Existe fauna potencialmente nociva que puede causar alte-raciones a los sistemas productivos o a núcleos humanos de población.

Algunos animales transmiten enfermedades al hombre. En la actualidad, se conocen más de un centenar de zoonosis, que pueden ser virales, bacterianas, mícóticas, ricketsiales, etc., y que llegan al hombre directamente o a través de sus animales domésticos o ganado. Sólo unas cuantas enfermedades pueden

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consti tuirse en epidemias, como es el caso de la peste bubóni-ca, causada por roedores, la psitacosis, que proviene de las aves y la rabia, transmitida por los carnívoros. La salmonelosis puede ser transmitida por animales acuáticos o anfi bios.

Algunos otros animales pueden ocasionar daños a los cultivos y entre los más importantes se encuentran los produ-cidos por las aves granívoras o frugívo ras, reunidas en gran-des grupos. La paloma de alas blancas en Tamaulipas, Gue-rrero y Sinaloa es considerada una plaga para las cosechas de ajonjolí, sorgo y maíz. Pequeños mamíferos (roedores y lagomorfos) causan también grandes pérdidas al depredar pastizales, huertos de hortalizas y bosques.

Los grandes depredadores como los lobos, osos, coyotes, pumas y jaguares pueden ser un problema cuando atacan a los animales de granjas, ranchos o al hombre.

4. Areas naturales protegidas

Con este término se designa a aquéllas porciones de nuestro planeta, ya sean te rrestres o acuáticas, donde el ambiente original no ha sido esencialmente altera do por el hombre y que están sujetas a regímenes especiales de protección bajo di ferentes denominaciones: parques nacionales, refugios, re-servas, santuarios, etc.

Las áreas naturales protegidas (ANP) no necesariamente deben permane cer ociosas ni aisladas de las actividades so-cioeconómícas; es posible aprovechar directamente sus re-cursos bajo regulaciones y control estricto.

La idea que comúnmente se tiene de parque nacional se debe, en parte, a la concepción que de estos espacios se tenía hacia fi nes del Siglo XIX y principios del XX, únicamente como lugares de recreación.


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El programa "El hombre y la biósfera" de la UNESCO, desa-rrolló el con cepto de "reservas de la biósfera", que es una op-ción de conservación interesan te, ya que en vez de prohibir su uso, propone "utilizar bien las áreas con presión demográ-fi ca alta". La idea original fue crear un conjunto de áreas en-trelazadas, mediante un sistema internacional coordinado. En 1976, se designaron las pri meras reservas de la biósfera y para 1987, éstas comprendían 243 reservas en 65 países.

Sin embargo, el concepto teórico de reserva de la biósfera pocas veces ha sido puesto en práctica. En muchos países in-dustrializados se han decretado como re servas a los parques nacionales o reservas científi cas ya existentes, sin plantear otros cambios de fondo.

En México, se crearon ofi cialmente las dos primeras re-servas de la biósfera, Mapimí y Michilía, en 1977. se ini-ció así lo que se llamó el modelo mexicano de reservas de la biósfera, que se distinguió tanto por la participación de poblado res locales como por la intervención de institutos de investigación. Posterior mente se declararon otras reservas: Montes Azules (1978), Sian Ka'an (1986) y Manatlán (1987). Sin embargo, a diferencia de los casos de Mapimí y Michilía, a la declaratoria de estas últimas no siguieron acciones con-cretas de protección o investigación.

A partir de la creación de las primeras áreas protegidas, los conceptos de "parque", "reserva", o "área protegida" fue-ron tomando características indivi duales en cada país. Inclu-so dentro de un mismo país, algunas regiones desarro llaron sus propios conceptos, por lo que resultaba imposible en-marcar todas es tas áreas dentro de una misma defi nición.

En 1962, durante la celebración de la Primera Conferen-cia Mundial sobre Parques Nacionales, se destacó la gran di-versidad de términos y defi niciones, lo que sirvió como base

141



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para discutir la importancia del nombre del área en rela ción con los objetivos de conservación de la misma.

En 1978, la Comisión de Parques Nacionales y Areas Pro-tegidas (CNPAA) de la Unión Internacional para la Conserva-ción de la Naturaleza (UICN) inte gró una lista de diez catego-rías con los objetivos principales de cada una (Cua dro 6.1).

En nuestro país, existe gran diversidad de categorías de áreas naturales pro tegidas. La Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente distingue nueve ti-pos: reservas de la biósfera, reservas especiales de la biós-fera, parques nacionales, monumentos naturales, parques marinos nacionales, áreas de protección de recursos natu-rales, áreas de protección de fl ora y fauna, par ques urbanos y zonas sujetas a conservación ecológica. Las reservas y zonas fo restales, en sus distintas modalidades se incluyen dentro de las áreas de protec ción de recursos naturales; aunque no se defi ne con precisión en la Ley, los actuales ranchos cinegéticos y refugios de la fauna silvestre se con-sideran dentro de las áreas de protección de fl ora y fauna previa autorización ofi cial.

5. Características y distribución de las anp en México

La SEDUE ha constituido legal y ofi cialmente un Sistema Na-cional de Areas Naturales Protegidas que a la fecha cuenta con 63 áreas, de las cuales 44 son par ques nacionales, 14 reservas especiales de la biósfera y 5 reservas de la biósfera, que abarcan 2'234 183 ha.

Los parques nacionales en nuestro país abarcan 688 977 ha; las categorías restantes se extienden en un área de 1'545 206 ha (Fíg. 6.2). Esto equivale al 1.11 % del territorio na-cional. De este total, 500 000 ha corresponden a áreas de

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vegetación muy perturbada, En realidad, los decretos protegen únicamente 1'734 183 ha.

Cuadro 6.1 Categorías de manejo de las ANP

Objetivos RC PN MN RCN PP RR RA AUM RB SPM

1. Conservar muestras de ecosistema en estado natural.

X X X X X X O O X X

2. Conservar la diversidad ecológica y la regulación del medio.

X X X X X X O O X X

3. Conservar los recursos genéticos.

X X X X X X O O X X

4. Dar educación, investi-gación y estudio sobre el medio.

X X O X X O X O X X

5. Conservar la producción hídrica.

O O O O O X O

6. Controlar la erosión, sedimentación y proteger obras río abajo.

O O O O O O

7; Producir protefnas de la fauna, caza o pesca deportiva.

O O X X

8. Suministrar servicios recreativos y turismo.

X X X X O X


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9. Producir madera y forraje con rendimiento sostenido.

O X X

10. Proteger sitios y obje-tos de herencia cultural, histórica y arqueológica.

x x X O O

11. Proteger y conservar bellezas escénicas y áreas verdes.

O X O O X O O

12. Mantener opciones abiertas, fl exibilidad de manejo y uso múltiple.

X X X X

13. Fomentar el uso racio-nal de áreas marginales y desarrollo rural regional.

X X X

X- objetivos fundamentales

0- objetivos opcionales

RC- reserva cientffi ca; PN- parque nacional; MN- monumento natural; RCN- reserva para la conservación de la naturaleza; PP- paisaje protegido; RR- re-serva de recursos; RA- reserva antropológica; AUM- área de uso múltiple; RB- reserva de la biósfera; SPM- sitio de patrimonio mundial.

FUENTE: Modifi cado de CNPP A (UI CN), 1978.

El 60% de los parques nacionales se ubica en el eje _neovolcánico, la mayor parte en regiones de alta densi-dad poblacional y alrededor de las grandes ciudades (Fig. 6.3). Aunque pueden cumplir importantes funciones como recreación y áreas verdes, etc., su ventaja es reducida por-que algunas han sido absorbidas por el cre cimiento urba-no. Además, no cuentan con infraestructura y servicios ade-cuados y el conocimiento de la población acerca de ellas

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es bastante limitado. Los parques nacionales son los que ocupan la mayor superfi cie de los bos ques de pino-encino propios de regiones templadas y subhúmedas. Se extienden en 398 320 hectáreas y lo que se denomina "reservas y otras categorías" cubre 300 070 ha de las selvas perennifolias, exhuberantes y siempre verdes, típicas de la región cálido húmeda. En cifras globales, los bosques de pino-encino son los que aportan la mayor superfi cie de las áreas naturales protegidas (Fig. 6.4).

Un número importante de ANP en nuestro pafs incluye ecosistemas perturba dos como potreros, zonas agrícolas, urbanas y erosionadas. La SEDUE menciona que aproxima-damente un 50% de las áreas tiene algún tipo de perturba-ción. La Figura 6.5 nos muestra las proporciones que tie-nen los ecosistemas entre sì y cómo se corresponden en las áreas protegidas. Estos datos nos permiten concluir que la cuarta parte de las áreas decretadas se encuentra perturba-da; que en los parques nacionales, las dos quintas partes de su superfi cie están muy alteradas; que en el resto de la ex-tensión que no corresponde a vegetación perturbada, casi todas las áreas protegidas tienen perturbación en diversos grados, aun cuando se mantenga la vegetación natural; que en cuanto a la representatividad ecológica de los par ques nacionales, ésta es pobre, ya que más de la mitad de ellos está en bosques de pino-encino; que en el caso de las re-servas, se observan altos porcentajes de selva perennifolia, subperennifolia, ecosistemas insulares y vegetación acúati-ca. Cabe aclarar que estos porcentajes se concentran en tres reservas recientemente estable cidas: Bosques Azules, Sian Ka'an y Manatlán.


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Deforestación

En un estudio realizado por la FAO y el PNUMA, México está situado en ter cer sitio en Latinoamérica - antecedido por Brasil y Colombia - con una tao sa de 500 000 ha de deforestación anual (1981-1985). Por su parte, González Pacheco (en Toledo, 1987), estimó en 400 000 ha la destrucción anual de las masas forestales del país. Estas cifras contrastan con la estadística de la expan sión de las fronteras agríco-la y, sobre todo, pecuaria. La paulatina ampliación de la superfi cie ganadera inferida de los censos nacionales y los inventarios que rea-lizan anualmente diversos organismos ofi ciales sobre el número de ca bezas de ganado bovino son sufi cientes para poner en evidencia los ritmos de deforestación que sufre el país. Para las décadas 1940-1950, 1950-1960 Y 1960-1970, estas fuentes indican incrementos anuales promedio en la superfi cie ganadera de 1.11, 1.08 Y 1.14 mi-llones de hectáreas, respectivamente, las que, junto a los incrementos registrados entre 1981 y 1983 dejan un ritmo de deforestación, sólo por razón de expansión ganadera, de 1.1 millones de hec táreas. Si a esto se agrega la cifra de las nuevas tierras abiertas anualmente a la agricultura y la de la pérdida por incendios forestales, la cifra de 1.5 millones de hectáreas deforestadas anualmente bien puede manejar-se como bastante probable.

Si resulta válida la tasa anual de pérdida de vegetación natural de 1.5 millo nes de hectáreas, los 80 millones de hectáreas con áreas sin dis-turbio que teó ricamente existían en la década de los setenta, se verfan reducidas a 65 en 1990,50 en el año 2000 y a 35 en 2010. Esto signi-fi ca que el pafs vería reducida su vegetación natural a un 32.5% del total de su territorio en diez anos, a 25% en veinte y a sólo 17.5% en tres décadas.

Además de la pérdida de la cubierta vegetal en el territorio nacional, la ex tracción selectiva de especies para fi nes comerciales y de ornato ha provocado la extinción de al menos 17 especies, y que existan 477 especies en peligro de extinción, que representan el 17% de la riqueza fl orística de México.

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FUENTES: Toledo, V.M., "La diversidad biológica de México", Ensayo presentado en la Reunión sobre Conservación de la Diversidad Biológi-ca en México, mayo 27 -29, Xalapa, Ver., 1987 (sin publicar). Gerez, P. Y O. Flores-Viñeta, Diagnóstico sobre el uso del suelo, la dis-tribución de la ve getación y de los vertebrados terrestres en México y su conservación, Conservación Inter nacional, Washington, D.e., 1987. SEDUE, Informe sobre el estado del medio ambiente en México, 1986.

Los decretos sobre las ANP no son claros respecto a la te-nencia de la tierra, razón por la cual no es raro encontrar do-taciones ejidales o comunales en áreas de cretadas parques y reservas. Algunas áreas protegidas pueden conciliar dentro de su superfi cie diferentes tipos de tenencia, siempre que existan normas claras de manejo, inscripciones en el Regis-tro Público de la Propiedad e información por parte de los usufructuarios, autoridades y público.

Ningún área protegida cuenta con los recursos necesa-rios, tales corno equi po, instalaciones e infraestructura para operar de manera integral. Las reservas carecen de protec-ción real. Por ejemplo, en el estado de Chiapas, existían en 1985, sesenta y dos vigilantes, cada uno de los cuales tenía a su cargo un prome dio de 6 893 ha.

6. Conclusiones

Los factores que conforman la problemática de la vida silvestre son diversos y se encuentran entrelazados en una trama de rela-ciones donde cada elemento juega el papel de causa-efecto.

En muchos casos, resulta diffcil encontrar la separación entre los factores sociales, políticos, administrativos y fi nan-cieros, que se traducen en acciones que van en detrimento de nuestros recursos naturales.


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Mencionaremos aquí sólo algunos que ponen en riesgo la continuidad de la vida silvestre y que están interconectados a tal grado que sus efectos negativos (extinción de las especies, conta-minación del aire, agua suelo, etc.) ponen en pe ligro las expecta-tivas y perspectivas del bienestar y desarrollo de la humanidad.

Los problemas relativos al deterioro ambiental determinan y a su vez son determinados por el proceso de desarrollo. Esto ti ene un efecto importante so bre la población nacional, que sufre la desigualdad en la distribución de recursos y presiona en dife-rentes direcciones, entre ellas por la posesión y explotación de la tierra, difi cultando el establecimiento de zonas protegidas.

Por otra parte, la actividad agropecuaria se ha extendido incluso a áreas protegidas. En el 54% de los parques nacio-nales se han llevado a cabo activida des de agricultura y en el 63% de los mismos, actividades ganaderas.

Además, la migración hacia la ciudad y el vertiginoso proceso de urbaniza ción han afectado a los parque naciona-les, ya que la mayor parte de ellos están en áreas aledañas a las ciudades. Existen asentamientos humanos en el 72% de los parques nacionales.

Otro problema grave es la falta de políticas que miti-guen el impacto am biental de proyectos ya instrumentados. Las actividades de conservación siguen teniendo un papel secundario y no se reconoce su vínculo con el desarrollo eco- nómico. El Prgograma Nacional de Desmontes y la ex-pansión de la frontera agrícola, como respuesta a la Revolu-ción Verde, causaron una importante disminu ción de la co-bertura vegetal, al aplicarse medidas sin consideración a las particu laridades de los ecosistemas. La explotación forestal irracional continúa ocasionando perjuicios al balance ecoló-gico, hidrológico, climatológico y edáfi co. La destrucción de la fl ora y la fauna implica el desconocimiento de sus posi-

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bilidades como recursos renovables. Tampoco hay en nues-tro país personal su fi cientemente capacitado en el manejo o administración de recursos naturales.

El trópico húmedo

Las zonas tropicales cálido-húmedas de México agrupan los ecosis-temas na turales más ricos, diversos, intrincados y complejos que se conocen, las selvas altas siempre verdes. Este tipo de vegetación cubrió originalmente unos 15 millones de hectáreas (alrededor del 8% del territorio nacional), distribuidos en su mayoría en la planicie costera del Golfo de México, la base de la penín sula de Yucatán y una amplia porción del estado de Chiapas. Desde el punto de vista biológico, en estas zonas se encuentra el mayor número de especies . vegetales y animales de la tierra y en México esto es fácilmente comprobable, por ejemplo en Los Tuxtlas, Ver., en donde existen unas 700 especies de plantas y 490 de animales entre anfi bios, reptiles, aves y mamíferos en un área de tan sólo 400 ha.'

Se estima que actualmente el 90% de la zona ya se ha deforestado', para convertirla en predios agrfcolas o para una ganadería extensiva. Contra lo que comúnmente se piensa, son áreas poco propicias para una agricultura moderna, ya que los suelos tienen una fertilidad muy baja. Una vez que ha sido eliminada la vegetación original, los suelos quedan descubiertos y a mer ced de las intensas precipitaciones, lo que aunado a otros factores, provoca una fuerte erosión y neutraliza la ac-tividad de las bacterias del suelo. Dada la gran diversidad de especies de estas zonas, la fragilidad de los suelos y los má ximos de temperatura y precipitación caracterfsticos de su clima, la estrategia de producción más adecuada para las selvas del trópico húmedo implica la conserva-ción de la cubierta vegetal y el uso múltiple de los recursos'.

FUENTES: 1. Estrada, A, R. Coates Estrada y M. Martínez Ramos, "La estación de biología tropical Los Tuxtlas: un recurso para el estudio y conservación de las selvas", en A Gómez Pompa y S. del Amo, editores, Investigaciones sobre regeneración de selvas altas en Veracruz, México II, INIREB, 1985, págs. 379-393. 2. Rzedowski, J., La vegetación de México, Ed. Limusa, 3. Toledo, V.M., et al., Ecología y autosufi ciencia alimentaria, Siglo Veintiuno, Edito res, México, 1985.

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Se estima que para el año 2000 se habrán extinguido en el mundo alrededor de un millón de especies (UICN, 1980), lo que ocasionará una pérdida irrepara ble para la humanidad. Para mediados del Siglo xxi, una cuarta parte de todas las es-pecies se habrá perdido. Partiendo del supuesto de que en los bosques tro picales habita entre el 40 y el 50% del total de las especies, y tomando como base la actual tasa de destrucción de los ecosistemas, se calcula que para entonces, en tre el 15 y el 20% de las especies animales se habrán extinguido.

La destrucción de los ecosistemas mexicanos prosigue a un ritmo alarmante.

Las decisiones para frenar este proceso no pueden espe-rar. La conservación de la diversidad biológica no es un lujo, sino previsión y sobrevivencia. La calidad de las condiciones de vida y la vida misma dependen de ello. Todos los sectores forma mos parte de la solución y aunque el tiempo se reduce, aún podemos actuar.

1. Introducción

El avance científi co de las últimas décadas y la observación de los procesos bio lógicos como procesos integrados, deri-vó en la idea de que la naturaleza es fun damentalmente un sistema. La ecología pudo entonces revelar la unidad y la di versidad de la naturaleza, a través del concepto de ecosis-tema, que es la unidad medioambiental que integra los pro-cesos geológicos, fi sicoquímicos y biológi cos, gracias a la acción de los fl ujos y ciclos de materia que se establecen en-tre los organismos vivos, y entre ellos y su medio ambiente. Por lo tanto, la ecología nos demuestra que toda producción implica una apropiación de ecosistemas y que las especies, los materiales o la energía usufructuada durante la produc-ción son simples elementos de aquéllos.

2. Bases ecológicas de la producción

Toda producción ecológicamente efi ciente persigue dos ob-jetivos:

1) obtener el máximo de productos con el mínimo esfuer-zo (energético o económico) y

2) mantener esa producción a un nivel óptimo a lo largo del tiempo.

Tres principios defi nen las pautas para una producción efi ciente: el recono cimiento de las unidades medioambien-tales (estudios hidrológicos, topográfi cos, geológicos, etc.) que conforman el espacio a apropiarse; el reconocimiento

Capítulo VII Ecología y producción rural


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del potencial productivo (vocación) de las unidades y, por último, la optimiza ción de la producción, basada en los re-conocimientos anteriores.

En síntesis, para ser efi ciente, la producción debe hacerse en coincidencia con las leyes ecológicas y con la dinámica de los ecosistemas.

La fuente energética de los ecosistemas es el sol, la tierra es su reserva de materiales y la atmósfera su recurso de agua. La naturaleza, por lo tanto, existe gracias a la energía solar, pero también al uso y reaprovechamiento de recursos fi nitos y no renovables: las sustancias de la tierra. Podrá entenderse, entonces, que la sociedad, al interactuar con los ecosistemas mediante los procesos pro ductivos, induce cambios básicos en la estructura y funcionamiento de éstos. Si el uso de es-tos ecosistemas es intensivo, los cambios se acentúan aún más, hasta el punto en que se hace necesario el subsidio de energía y materiales para asegu rar la permanencia del eco-sistema. Por lo tanto, es importante estimar el balan-ce entre la energía que se invierte y la que se obtiene, así como la segura permanencia de la producción a 10 largo del tiempo, situaciones que nos conducen a evaluar la efi ciencia ecoló-gica de un sistema productivo.

3. Concepto de efi ciencia ecológica

La efi ciencia ecológica evalúa las formas de intercambio entre las organizaciones sociales de producción y los eco-sistemas; es decir, las formas de apropiación de los eco-sistemas. Una diversidad signifi cativa de aspectos de los sistemas de produc ción, que no eran considerados dentro de la investigación científi ca, fueron identi fi cados a partir del uso del concepto de efi ciencia ecológica. Uno de ellos

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ECOLOGÍA Y PRODUCCIÓN RURAL

es la ma yor efi ciencia de los sistemas agrícolas sobre los pecuarios, en términos de energía y de materiales reque-ridos para la alimentación humana. Las plantas, por ejem-plo, producen cinco veces más proteína cruda y energía por unidad de superfi cie y de radiación solar respectiva-mente que los animales, por lo cual un sistema agrícola proporciona alimento a más personas que un sistema ga-nadero. Otro caso es el consumo energético necesario para el cultivo del maíz. En los sistemas tradiciona les de culti-vo, se emplean entre 500 y 1 500 horas para producir una hectárea de maíz; en los sistemas modernos, que emplean energía fósil (petróleo), ésta se redu ce a 12 horas. Mientras un productor tradicional cultiva 1.5 ha en un año, un agri-cultor moderno del oeste norteamericano cultiva 100 ha. La modernización reduce el tiempo invertido y aumenta el volumen de la producción, pero también reduce la pobla-ción dedicada a la producción agrícola, al ser sustituida por la moderna maquinaria.

Se observa, por otra parte, que la agricultura donde se emplea sólo trabajo humano, requiere de 200 000 a 600 000 Kcal. para producir una hectárea de maíz; la que ocupa ener-gía animal demanda entre 600 000 Y 1'500 000 Kcal. y la que utiliza energía fósil, de 15 a 20 millones de Kcal/ha. En términos de energía, la agricultura moderna resulta menos efi ciente, ya que sólo se obtienen de 3 a 5 veces más Kcal por cada hectárea de maíz producido. Si se comparan ade-más los rendimientos netos (Kg/ha) o la cantidad de proteína estimada por unidad de su perfi cie, los sistemas modernos sólo triplican o duplican la producción de los tradicionales. El verdadero aporte de los sistemas agrícolas modernos está en cultivar superfi cies mayores en menos tiempo.


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4. Uso de los ecosistemas en México

México cuenta con cinco zonas ecológicas: tropical hú-meda, tropical semihüme da, templada húmeda, templada semihúmeda y árida-semiárida. De ellas, la más extensa es la árida-semiárida, que cubre el 45.3% del territorio nacional. La zo na tropical (húmeda y subhúmeda) abarca el 25.3%; la templada (subhúmeda y húmeda) el 29.4%. En términos generales, podemos decir que en las zonas árida y semiárida predominan la ganadería intensiva y la agricultura de riego; en las partes húmedas de las zonas tropical y templada, la actividad ganadera extensiva

y la actividad forestal y, en las porciones subhúmedas de las zonas templada y tropical, la agricultura de temporal. La extensión que aporta cada una de estas zonas a las activida-des primarias puede verse en el Cuadro 7.1.

Cuadro 7.1 Porcentaje de las distintas actividades para cada zona ecológica

Zonas Tropicales Templadas Áridas

húmeda subhúmeda húmeda subhúmeda árida y semiárida

sup. tal. 100 100 100 100 100

sup. agr. 13.6 24.3 14.9 16.7 9.6

sup. foro 59.2 44.7 62.5 52.7 2.3

sup. gano 20.5 8.5 10.9 35.2 12.3

veg. aso. 4.3 20.2 10.6 0.6 72.0

otro uso 5.1 2.3 1.1 0.2 3.9

El crecimiento de la superfi cie para actividades agrícolas es un indicador del uso de los sistemas naturales en nuestro país. Uno de sus principales rasgos es su expansión sostenida

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desde 1935 hasta 1965. Las tasas de incremento promedio por década fueron de 2.4%, 3.2% Y 4.6%, aproximadamente. A principios de 1960, y con base en los éxitos de la Revolución Verde, la inversión privada y del gobierno federal para el agro se concentró principalmente en infraestructura para irriga ción. Para este proyecto, se recibieron fuertes créditos provenientes de agencias in ternacionales, promotoras de estos sistemas de producción, y la investigación agrí cola se interesó y arraigó en el desarrollo de las tecnologías correspondientes. En 1950, la superfi cie irrigada representaba el 14% del total nacional y en 1980, el 25%, en contraste con el decremento de la superfi cie destinada a la agricultura de temporal. En este contexto, se le dio menos importancia a la producción de ali mentos básicos y se ponderó más la de productos agrícolas destinados a la indus tria, al consumo animal y a la exportación. Tal fue el caso del sorgo, trigo, cebada, avena y maíz, en grano y forrajeros, y del algodón y la caña de azúcar. Los estados de Baja California Norte, Sonora, Sinaloa, Tamaulipas, Guanajuato, Chihuahua, Michoacán y Coahuila concentran el 72% de las tierras de rie-go, mientras que el 80% de las principales tierras de temporal se localizan en Jalisco, Zacatecas, Vera cruz, Puebla, México, Chiapas, Durango, Oaxaca y Guerrero (Fig. 7.1).

Como resultado, en México se distinguen dos tipos de agricultura: una dedi cada fundamentalmente a la producción de cultivos destinados a alimentos ba lanceados o productos de exportación en las mejores tierras, con infraestructura y capital y la otra, con pocos recursos, en la que participan la mayoría del cam pesinado mexicano y que tiene la res-ponsabilidad de la producción de los ali mentos básicos de consumo nacional.

Otro indicador es la extensión que ocupa la ganadería dentro de los ecosis temas terrestres. En el año de 1983, ha-


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bía en México 37.5 millones de cabezas de ganado bovino en una superfi cie de 90.1 millones de hectáreas. La marcada ex pansión territorial de la ganadería bovina se debe a que su práctica es extensiva y especializada. Esto quiere decir que ocupa grandes extensiones de terrenos con matorrales, bos-ques, pastos naturales o inducidos y que tiene un bajísimo costo de producción. El mantenimiento de los potreros, en cuanto a inversión, es casi nulo; ocupa poca mano de obra, no requiere de tecnología y el alimento, en su mayoría, lo proporciona el ecosistema. Sin embargo, su productividad es muy baja. Por ejemplo, la actividad ganadera se expandió 51.6 millones de hectáreas en 40 años, a diferencia de las cabezas de ganado, que en 50 años sólo aumenta ron 27.5 millones.

Como ya se indicó en los párrafos anteriores, la actividad agrícola ha venido ocupando cada vez mayor extensión de terreno para producir alimento para la ganadería intensiva. La alfalfa, la cebada, los pastos y el sorgo ocupan el 75% y el 70% de los terrenos dedicados a cultivos de ciclo corto y cultivos perennes, respectivamente. Si situamos esta activi-dad por zonas ecológicas, observaremos que la superfi cie requerida para alimentar una cabeza de ganado (índice de agos tadero) es de 0.8 ha en las áreas tropicales cálido-húme-das y hasta de 70 ha apro ximadamente en las porciones más secas del norte del país. Por supuesto, la ac tividad ganadera intensiva también ha recibido apoyos fi nancieros nacionales y extranjeros. A principios de los años 80, la ganadería re-cibió de la banca privada el 70% del monto de sus recursos fi nancieros, mientras que la banca pública dio prioridad en sus créditos y fi nanciamiento a la agricultura de ciclo corto y culti vos perennes, aportando el 76% del total de los recursos económicos que se ca nalizaron, en gran medida, a la pro-


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ducción de alimentos para ganado. Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial otorgaron en tre 1971 y 1977 préstamos a la ganadería por un total de 527.4 millones de dóla res. Se calcula que los ganaderos ex-portan a los Estados Unidos, de una quinta a una tercera par-te de la producción nacional. Toda esta inversión ecológica, eco nómica y social para la producción ganadera se traduce en 55 kilos de carne de res por hectárea en un año, cuando el requerimiento de carne en canal estimado para la pobla-ción de México es de alrededor de 164.1 kg por hectárea.

Otras actividades ganaderas, como la porcicultura y la ovino-caprina, no es tán tan desarrolladas como la bovina. Sin embargo, la carne de puerco es la que más se consu-me en el país, a razón de 19.8 kg per cápita al año. Dicha actividad es de las que menos importancia tiene en los pro-gramas pecuarios estatales, en el renglón de fi nanciamiento pecuario y en la investigación. Sólo el 10% de la producción porcina en México está tecnifi cada y el 70% de los alimentos balan ceados que consume este ganado es producido por los mismos ganaderos, ya que el uso de desechos es la principal fuente de alimentos para la porcicultura tradi cional de tras-patio, práctica generalizada en México. La ganadería ovino-capri na, por su parte, también es una actividad secundaria por el tamaño del hato, su volumen de producción y el ca-rácter de su sistema productivo extensivo de pas toreo y poco tecnifi cado. Es la rama pecuaria menos extendida, con sólo 6.2 mi llones de cabezas y se distribuye en las zonas templa-das y semiáridas del país.

En general, la efi ciencia de los sistemas ganaderos es la siguiente. Cada kilogramo de proteina animal consume cinco de origen vegetal o de animales acuáti cos. El sistema de ga-nadería bovina, productor de leche, es el más efi ciente para

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convertir proteína vegetal en animal, con un cociente de con-versión del 31%. Lo siguen la producción de huevo, con un 27%, la carne de pollo, 18%, la de cerdo, 9% y la carne de res, lograda por métodos intensivos, 6%. En lo que se refi ere a energía (Kcal) utilizada como alimento para aves y anima-les, que se convertirá en proteína, el sistema de producción de carne de pollo es el más efi ciente. En orden decreciente están el huevo, la leche, el cerdo, la carne de res y la de bo-rrego. Por último, de todos estos sistemas, el que utiliza más energía fósil es el de la carne de res, que consume 77.7 Kcal para producir una kílocalorfa de proteína. La leche, la carne de cerdo, la de pollo y el huevo requieren de 35.9 Kcal, 35.4 Kcal Y 13.1 Kcal de proteína, respectivamente.

Los efectos de estos sistemas productivos se perciben en los componentes de los ecosistemas naturales. Por ejemplo, la expansión de la frontera agrope cuaria abarca hoy 92% del territorio de Chihuahua, 86% de Colima, 81 % del Es tado de México, 79% de Sonora, 73% de Aguascalientes y Tamauli-pas, 70% de Zacatecas. Esta expansión ha reducido el habi-tat de otras especies animales. Otros estados como Veracruz y Chiapas, con una fl ora que sobrepasa las 8000 especies cada uno, han destinado el 62% y 53% de sus territorios al uso ganade ro, fundamentalmente. se calcula que solamente la expansión de la frontera ganadera deja un saldo de defo-restación de 1.1 millones de hectáreas al año.

Los recursos forestales del país cubren una superfi cie de 143.6 millones de hectáreas, de acuerdo con el Inventario Na-cional Forestal, de los cuales 38.9% son arboladas. El 70% de la actividad forestal se realiza en tierras comunales o ejidales. La explotación forestal tiene dos vertientes: la maderable y la no made rable. La producción maderable incluye la actividad industrial de este ramo y la obtención de leña o carbón ve-


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getal. De acuerdo con cifras ofi ciales, en el año de 1985 se extrajeron 9.9 millones de metros cúbicos de madera, de la cual el 50% se destinó a la industria del aserrío y el resto a la obtención de celulosa. La pri mera es una actividad industrial con altas inversiones, así como la de la celulosa, pero esta úl-tima es de una productividad muy baja, por lo que se importa en grandes cantidades para la elaboración de papel.

En relación con la leña y el carbón vegetal, se calcula que 20 millones de me xicanos lo utilizan como única fuente de energía doméstica y que la extracción de madera para estos fi nes puede llegar a la cifra de 14 millones de metros cúbi cos al año, lo cual implica una reducción considerable de bosques y selvas y ries gos de erosión del suelo.

Por otra parte, de la producción no maderable, la resi-na cubre el 65% de la producción del sector y es la única que está sujeta a un proceso de transforma ción industrial. Otros rubros de este sector como fi bras, gomas, ceras y rizo-mas se encuentran en su fase de recolección y son vendidos como materia prima; tie nen poco control estatal, no hay in-formación al respecto y están expuestas a so breexplotación, clandestinaje, contrabando y extinción. La producción no made rable ha aportado más del 50% del valor total de la producción silvícola bruta y es el rubro que menos atención tiene y que incluye recursos de gran potencial económico, como la jojoba, la palmilla, la palma camedor y la damiana. Estas si tuaciones son altamente inefi cientes desde el punto de visto ecológico y pueden traer consecuencias graves a los ecosistemas.

Otros fenómenos provocados por la intensidad del uso de los ecosistemas debido a la producción primaria son la erosión y la salinización. La erosión está más acentuada en el centro y occidente del país, ya que a la orografía acciden-

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tada, que favorece el arrastre de sedimento por la lluvia, se añade la práctica del desmonte para fi nes agrícolas, pecua-rios y forestales. Como ya hemos visto, la agricultura por rie-go se localiza en la zona noroeste del país y el destino de las cosechas es el procesamiento industrial de alimentos para la ganadería, princi palmente. Los mantos acuíferos de estas zonas, de donde se extrae el líquido para el riego, tienen una alta concentración de sales que se depositan y fi jan en el suelo al evaporarse el agua que ha sido utilizada en los cultivos. Se estima que el 10% del total de suelos irrigados en México tiene problemas graves de ensalitramiento.

Los sistemas agropecuarios utilizan pesticidas, plaguici-das y fertilizantes que ocasionan trastornos al funcionamien-to de los ecosistemas. La agricultura por irrigación es la que recurre con más frecuencia al uso de estas sustancias. Como se describe en el capítulo sobre salud, los plaguicidas son los que perma necen más tiempo en los suelos y agua, y sus efectos en la salud también son con siderables. La dispersión de estos factores contaminantes llega inclusive a degra dar biológicamente los ecosistemas marinos, debido al acarreo de sustancias tóxicas que son descargadas en corrientes y ríos (Véase capítulo 4).

Lo descrito es un ejemplo de la aplicación de modelos dirigidos a una prác tica económica basada en la especializa-ción de productores, localidades y regio nes. Sus rasgos prin-cipales son la simplifi cación de la diversidad ecogeográfi ca y la paulatina inefi cacia de los sistemas productivos que se tra-ducen en una menor productividad y en la necesidad de ma-yores insumos para mantener los ritmos de producción. De hecho, la integración y la autosufi ciencia ecológica de los sis temas productivos a nivel de comunidad, regional, estatal y nacional son prácti cas que requieren impulsos especiales


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y pautas socioculturales que aún no están muy arraigadas en grupos y comunidades y que, en otros casos, no tienen ni si quiera existencia en la conciencia de los individuos. Po-dríamos decir que social mente, apenas se está formando en nuestro país una incipiente mentalidad eco lógica.

Con estas ideas se ha querido centrar la atención en la alta interdependencia entre sistemas de producción y eco-sistemas, tomando como hilo conductor los mecanismos de apropiación de los ecosistemas y su efi ciencia ecológica.

Las prácticas económicas en el sector agropecuario, prin-cipalmente la gana dería extensiva e intensiva y la agricultura de riego, han fi jado las prioridades de su producción hacia los mercados internacionales. Esto en sí no constituye un fac-tor negativo para la economía nacional, que depende, como la de otros mu chos países latinoamericanos, de la exporta-ción de productos básicos y materias primas. El problema radica en los desequilibrios y las lesiones ecológicas que trae consigo la producci[on agrícola y forestal que no permite ni estimula la recuperación y reproducción de los sistemas vitales, ni su capacidad para satisfacer la creciente demanda interna de alimentos. Como se indicó al principio del capítu-lo, una producción efi ciente es la que se basa en principios ecológicos; el soste nimiento de los sistemas productivos pri-marios se asegura en la medida que su uso y explotación esté en correspondencia con la dinámica de los ecosistemas. Por supuesto, las presiones por lograr una mayor y mejor pro-ducción básica son cada día más demandantes tanto a nivel del mercado internacional como nacio nal, lo que es ya una disyuntiva que no está exenta de confl icto. Estas presiones se transfi eren, por supuesto, a la capacidad de carga de los eco-sistemas, proble ma que conduce necesariamente a plantear nuevas estrategias en las modalida des de producción para

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equilibrar la actividad económica destinada a satisfacer los requerimientos de la población local y de la demanda inter-nacional de pro ductos básicos e insumos naturales con la capacidad de carga de los ecosistemas.

En general, existen una serie de factores de producción que han ignorado di ferencias regionales y han tendido a la concentración y a la especialización; con políticas de apoyo sesgadas hacia los modelos de producción predominan tes, sin preocuparse por la contribución de los sistemas tradicio-nales campesinos y la destrucción de los recursos.

Por lo tanto, los ejes de una producción rural o ecoló-gicamente adecuada son: la diversidad ecogeográfi ca, la integración productiva y la autosufi ciencia, que signifi can respectivamente, la ubicación de las unidades de produc-ción rural en zonas ecológicas, el que los ecosistemas tengan "múltiples vocaciones" y que los individuos puedan satisfa-cer sus necesidades valiéndose exclusivamente de sus pro-pios medios naturales.

1. Introducción

El derecho ambiental se ocupa del estudio de las reglas jurí-dicas que regulan la protección de las condiciones que ha-cen posible la vida, en todas sus formas.

Hasta ahora, las formas de vida que conocemos han des-cansado sobre los grandes soportes naturales que son los suelos, las aguas y el aire. Los organismos vivos, incluido el hombre, han aparecido en la tierra y se han desarrollado y re producido en una íntima relación con tales soportes, pero también en una estre cha relación entre ellos, que se expresa en el funcionamiento conjunto de ele mentos bióticos y abió-tícos dentro de los ecosistemas.

El conjunto de los elementos y relaciones que permiten la existencia, trans formación y desarrollo del hombre y demás seres vivos se denomina "ambiente". Desde un punto de vista sistémico, se puede decir que el ambiente de un sistema de or-ganismos vivos se confi gura con las variables no pertenecien-tes al mismo, que interactúan directamente con los elementos de dicho sistema o con el siste ma en su totalidad, así como con las variables que lo hacen indirectamente, en tanto inte-ractúan con las primeras, conformando con éstas verdaderos sistemas de ambiente de los organismos vivos. Por eso, las nor-mas jurídicas, de cuyo estu dio se ocupa el derecho ambiental, pueden identifi carse como aquéllas que regu lan las conduc-tas humanas que pueden infl uir de manera relevante en los proce sos de interacción que tienen lugar entre los sistemas de los organismos vivos y sus sistemas de ambiente, mediante la

Capítulo VIII Derecho ambiental mexicano


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generación de efectos de los que se espera una modifi cación signifi cativa de sus condiciones de existencia.

Estas normas jurídicas han experimentado un desarrollo importante en los últimos años, del que también participa México, especialmente a partir de las re formas constituciona-les de 1987 y de la expedición de la Ley General del Equili brio Ecológico y la Protección al Ambiente de 1988 (LGEEPA). Un elemento que se debe considerar con mucha atención en este proceso es la relación entre medio ambiente y desarrollo. En efecto, cada vez se hace más claro que la legis lación ambien-tal debe contribuir al establecimiento de un modelo de desa-rrollo que sea ambientalmente sustentable en el largo plazo.

Los avances que ha hecho la legislación ambiental han ido acompañados de la formación de una disciplina jurídica que se conoce como "derecho ambiental" u otras denomi-naciones similares. En este capítulo se hace una síntesis del dere cho ambiental mexicano; es decir, de las proposiciones jurídicas que se pueden formular en torno a la legislación ambiental vigente en México.

El sistema jurídico para la protección del ambiente vigen-te en el país se apoya en ciertas bases que son dadas por la Constitución Política de los Estados Uni dos Mexicanos, del S de febrero de 1917.

Los preceptos más generales sobre la materia disponen que la nación tiene en todo tiempo el derecho de regular el aprovechamiento de los elementos na turales susceptibles de apropiación, con el objeto de hacer una distribución equitati-va de la riqueza pública y cuidar de su conservación (Artículo 27, párrafo tercero); que el Consejode Salubridad General tie-ne atribuciones para adoptar medidas encaminadas a prevenir y combatir la contaminación ambiental (Artí culo 73, fracción XVI, base 4a.); y que se sujetará a las empresas de los sectores

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DERECHO AMBIENTAL MEXICANO

social y privado de la economía al uso, en benefi cio general, de los recursos pro ductivos, cuidando su conservación y el medio ambiente (Articulo 25, párrafo sexto).

Estas bases generales fueron complementadas en 1987 por una reforma que introdujo, en el mismo párrafo tercero del artículo 27 constitucional, la idea de que se dictaran las medidas necesarias para preservar y restaurar el equilibrio ecológico y que modifi có el articulo 73 constitucional con el objeto de facultar al Congreso de la Unión para expedir las leyes que establezcan la concurrencia del gobierno fe-deral, de los gobiernos de los estados y de los municipios, en el ámbito de sus respectivas competencias, en materia de protección al ambiente y de preservación y restauración del equilibrio ecológico.

A partir de las mencionadas disposiciones constitucionales se han expedido todas las leyes federales y demás ordenamien-tos jurídicos que confi guran el sis tema jurídico de protección del ambiente a nivel federal vigente en el país. Casi todos esos ordenamientos se ocupan de la protección de ciertos elemen-tos am bientales o de la protección del ambiente respecto de los efectos de algunas ac tividades humanas.

Pero este sistema también cuenta con leyes más modernas que se ocupan de regular el conjunto de esos elementos y el conjunto de sus interrelaciones, es de cir, que se ocupan de regular el ambiente como un todo. Estas leyes se han veni do perfeccionando progresivamente. La primera de ellas, la Ley Federal para Prevenir y Controlar la Contaminación Ambiental de 1971, fue sustituida en 1982 por la Ley Federal de Protec-ción al Ambiente. Esta última, a su vez, fue reemplazada en 1988 por la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protec-ción al Ambiente, que es el ordenamiento jurídico básico so-bre la materia que hoy se encuentra en vigor en el país.


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La Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA) es reglamentaria de las disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que se refi eren a la preservación y restauración del equili-brio ecológico, así como a la protección del ambiente en el territorio nacional y las zonas sobre las que la nación ejerce su soberanía y jurisdicción. Sus disposiciones regulan la con-currencia del gobierno federal, de las entidades federativas y de los municipios, en la materia; defi nen los principios de la política ecológica general y regulan los instrumentos para su aplicación; establecen reglas para la creación y manejo de áreas naturales protegidas; regulan el apro vechamiento racio-nal de los recursos naturales; protegen el ambiente a través de reglas sobre la prevención y control de la contaminación de la atmósfera, de las aguas y de los suelos, así como de reglas que se refi eren a actividades y elementos ambientales que no son recursos naturales; determinan la manera como la socie dad participará en la gestión ambiental; y establecen medidas de control y de se guridad, así como sanciones.

Las disposiciones de la LGEEPA se aplican sin perjuicio de las contenidas en otras leyes sobre cuestiones específi cas que se relacionan con las materias que regula este propio ordenamiento.

Las reglas sobre gestión ambiental de la LGEEPA señalan los asuntos que quedarán reservados a la Federación, pres-cribiendo que los demás competerán a las entidades fede-rativas y municipios, en el ámbito de sus circunscripciones territoriales y conforme a la distribución de atribuciones que se establezcan en las leyes locales. La gestión ambiental a ni-vel federal se encuentra principalmen te a cargo del Consejo de Salubridad General, la Secretaría de Desarrollo Urba no y Ecología (SEDUE), y la Comisión Nacional de Ecología. Esta

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última es un organismo intersecretarial que, además, funge como instancia de coordinación con los gobiernos de las en-tidades federativas y los municipios, así como de ins tancia de concertación con la sociedad civil, a la que la LGEEPA le concede la posibilidad de participar en la gestión ambiental a través de diversos medios.

Las reglas sobre política ambiental de la LGEEPA establecen los principios con arreglo a los cuales el Ejecutivo Federal, por conducto de la SEDUE, for mulará la política ecológica ge-neral. Pero, además, estas reglas prescriben un conjunto de "criterios ecológicos" para ciertas materias, que son verdade-ras normas de política ambiental.

Junto con lo anterior, la LGEEPA establece los instrumentos o mecanis mos para la ejecución o aplicación de la política ambiental. Tales instrumentos o mecanismos son: la planea-ción ecológica, el ordenamiento ecológico, los cri terios eco-lógicos en la promoción del desarrollo, la regulación ecológi-ca de los asentamientos humanos, la evaluación del impacto ambiental, las normas técni cas ecológicas, las medidas de protección de áreas naturales, la investigación y educación ecológicas, y la información y vigilancia.

Asimismo, la LGEEPA prevé la existencia de un conjunto de mecanismos jurídicos para la prevención y corrección de las conductas ambientalmente inde seables, como son las medi-das de seguridad, las sanciones administrativas y los delitos que son tipifi cados para los casos de desviaciones graves del orden jurídi co establecido.

3. La protección jurídica de los ecosistemas terrestres

Las reglas jurídicas que se ocupan de una manera especial de la protección de los ecosistemas terrestres y marinos, así


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como de la protección de la atmósfera, confi guran el llama-do "derecho de la rotección de la naturaleza" o derecho de la biósfera.

La protección de los ecosistemas terrestres en su conjun-to está dada por las disposiciones de la LGEEPA que se ocupan de las llamadas "áreas naturales protegidas", que son espa-cios fi sico-naturales que se constituyen formalmente como reservas ecológicas, a través de los procedimientos y para los efectos de la propia LGEEPA

Sin embargo, la protección de estos ecosistemas se da principalmente a tra vés de las disposiciones de distintos or-denamientos jurídicos, que tratan por se parado de la protec-ción de los diversos componentes de los ecosistemas terres-tres, a saber: los suelos, la fl ora y fauna silvestres, las aguas continentales, los recursos naturales no renovables y los re-cursos energéticos.

En materia de suelos, las disposiciones vigentes hasta la expedición de la LGEEPA se orientaban a proteger ese com-ponente ambiental de prácticas agropecuarias inadecuadas, algunas de ellas estrechamente vinculadas al régi men de la tenencia de la tierra, así como a prevenir y controlar la conta-minación de los suelos, especialmente la contaminación por residuos. Algunos ordena mientos jurídicos que deben tener-se en cuenta en esta materia son la Ley Fede ral de Reforma Agraria (1971), la Ley de Fomento Agropecuario (1981), la Ley de Sanidad Fitopecuaria de los Estados Unidos Mexica-nos (1974), y la Ley Ge neral de Salud (1984). A los preceptos pertinentes de esas leyes se han agregado ahora las disposi-ciones de la LGEEPA que, por una parte, establecen reglas pa ra el aprovechamiento racional del suelo y sus recursos, y por la otra, reglas para prevenir y controlar la contaminación del suelo.

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La protección de la fl ora y la fauna silvestres es el objeto principal de la Ley Forestal (1986) y de la Ley Federal de Caza (1952), respectivamente, así como de algunas convenciones internacionales en las que México es parte contratante. El régimen jurídico vigente hasta ahora sobre la materia ha sido completado por las disposiciones de la LGEEPA que se ocupan de la protección de la fl ora y fau na silvestres y acuáticas.

Las aguas continentales son un componente importante de los ecosistemas terrestres. Su protección está regulada de ma-nera principal por la Ley Federal de Aguas (1972), en concu-rrencia con varios otros ordenamientos jurídicos. La LGEEPA ha venido a enriquecer el régimen jurídico de protección de las aguas mediante disposiciones que tratan del aprovechamiento racional del agua y de los ecosistemas acuáticos, así como de la prevención y control de la contamina ción de los mismos.

Los recursos naturales no renovables son escasamente re-gulados desde el punto de vista de su protección jurídica. Las disposiciones sobre recursos mine rales que se encuentran en la Ley Reglamentaria del Artículo 27 Constitucional en Ma-teria Minera (1975) permiten, sin embargo, la protección de los mismos a través del control que el Estado ejerce respecto de la explotación de los minera les y del establecimiento por el mismo de las reservas minerales nacionales. Una cuestión importante en esta materia es la protección del ambiente de los efectos de las actividades mineras, que aparece parcial-mente reglada por esa Ley y, ahora, regulada en forma más completa por la LGEEPA . mediante disposiciones que se ocu-pan de los efectos de la exploración y explotación de los recursos na turales no renovables en el equilibrio ecológico.

El estudio de la protección jurídica de los ecosistemas terres-tres debe consi derar separadamente a los recursos energéticos, en razón de la diversidad de los ordenamientos jurídicos que se


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ocupan de los mismos. El régimen jurídico de la protección de los hidrocarburos se encuentra fundamentalmente en la Ley Re-glamentaria del Artículo 27 Constitucional en el Ramo del Pe-tróleo (1958), mientras que el de la energía eléctrica y nuclear se halla en la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica (1975) y en la Ley Reglamentaria del Artículo 27 Constitucional en Ma-teria Nuclear (1985), respectivamente. Son de considerar se de manera especial los tratados y otros acuerdos internacionales en materia nuclear en los que México es parte contratante. Hay que señalar, además, que la LGEEPA introduce explícitamente la procedencia de la evaluación del impacto ambiental en las ac-tividades relacionadas con la industria nuclear.

4. La protección jurídica de los ecosistemas marinos

Esta materia se encuentra tratada, en lo fundamental, por los tratados yotros acuerdos internacionales globales que regulan el tema. El instrumento jurídico más importante y completo en este sentido es la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (1983), en la que México es parte con-tratante, pero que aún no ha entrado en vigor. Sin embargo, se encuentran vigentes un número signifi cativo de tratados y otros acuerdos internacionales de carácter mundial que regu-lan distintos aspectos de la protección de los ecosistemas ma-rinos, en especial lo relativo a la prevención y control de la contaminación de esos ecosistemas, en los que también Méxi-co es parte contratante. En el plano regional, debe destacarse la existencia del Convenio para la Protección y el De sarrollo del Medio Marino en la Región del Gran Caribe (1983).

El derecho interno sobre la materia se encuentra encabeza-do por la Ley Fe deral del Mar (1986), que es reglamentaria de los párrafos cuarto, quinto, sexto y octavo del artículo 27 Cons-

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titucional, en lo relativo a las zonas marinas mexi canas. Otros ordenamientos jurídicos también relevantes a este respecto, son la ya mencionada Ley Federal de Aguas, la Ley Federal de Pesca (1986) y la Ley General de Bienes Nacionales (1982). La exis-tencia de estos ordenamientos ha ce innecesaria una regulación del mismo tema en la LGEEPA. por lo que ésta se limita a esta-blecer una regla para la coordinación de las actividades de las distin tas secretarías de estado competentes en la materia.

5. La protección jurídica de la atmósfera

A partir de la expedición de la LGEEPA, la protección de la a tmósfera ha pasado a ser un asunto de carácter local, salvo en el Distrito Federal y su zona conurbada, donde la Federación ha conservado algunas de sus atribuciones en esta materia es-tablece un conjunto de políticas específi cas de protección de la atmósfera y otras disposiciones para hacer operativas dichas políticas. Estas disposiciones se encuentran complementadas por el reciente Reglamento de la LGEEPA en Ma teria de Preven-ción y Control de la Contaminación de la Atmósfera (1988), así como por las diversas Normas Técnicas Ecológicas que se han venido expidien do sobre la misma materia.

6. La ordenación jurídica del ambiente construido

Una parte importante del sistema jurídico para la protección del ambiente vi gente en el país se encuentra constituido por los ordenamientos que tienen co mo propósito la ordenación del ambiente construido, así como la regulación de las acti-vidades que se llevan a cabo dentro de él y que tienen una relevancia en la materia. Por ambiente construido se entien-de el conjunto de los elementos am bientales creados por el


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hombre que se han integrado al medio natural en que se de-sarrolla su existencia e infl uyen sobre ésta, tal como lo hacen los elementos creados por la naturaleza y que confi guran su ambiente natural. Se trata del "de recho de la tecnosfera", en oposición al "derecho de la biósfera", que regula la protec-ción del ambiente natural y del que el derecho de la tecnos-fera es su nece sario complemento.

Los componentes más generales del ambiente construido son los "asenta mientos humanos", cuya ordenación y regula-ción se encuentran normadas por la Ley General de Asenta-mientos Humanos (1976). El tema de los asentamien tos hu-manos se halla estrechamente vinculado al de la población, tratado por la Ley General de Población (1974), así como al de la vivienda, regulado en la Ley Federal de Vivienda (1984). La LGEEPA se ocupa también de esta materia, me diante el estable-cimiento de una política ecológica al respecto y de la llamada "regulación ecológica de los asentamientos humanos".

Las actividades industriales ejercen, sin lugar a dudas, una infl uencia deter minante sobre el ambiente en general. Durante mucho tiempo, algunos de los efectos ambientales de esas actividades estuvieron normados por el Reglamento para los Establecimientos Industriales o Comerciales Moles-tos, Insalubres o Pe ligrosos (1940), cuyas disposiciones han venido siendo derogadas parcial y táci tamente por las reglas sobre contaminación ambiental que se han puesto en vi gor de manera progresiva en el país. En los últimos años, los efectos negativos en el ambiente de las actividades industriales han sido combatidos a través de medidas jurídicas de carácter preferentemente fi scal, que tienen que ver con la localiza-ción y relocalizacíón de las industrias. La LGEEPA, por su parte, ha co locado el ordenamiento ecológico del territorio al ser-vicio de una adecuada lo calización industrial y ha previsto

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la aplicación del mecanismo de la evaluación del impacto ambiental a las actividades industriales más contaminantes. Otros temas que la LGEEPA ha pasado a normar y que presen-tan alguna relación con las actividades industriales, pero no sólo con ellas, son los relativos a las actividades altamente riesgosas y al manejo de los materiales y residuos peligrosos, cuya regulación ha quedado reservada a la Federación.

Un componente cada vez más importante de la contami-nación ambiental en los asentamientos humanos y que en parte se encuentra vinculado a las activida des industriales, es el ruido. La LGEEPA coloca esta materia dentro de la órbita de la competencia de las entidades federativas y los munici-pios, junto con otros elementos que deterioran el ambiente tales como las vibraciones, la energía tér mica y lumínica, y los olores, limitándose a establecer reglas generales sobre el particular. Además, la LGEEPA incorpora a la temática ambien-tal la cuestión de la contaminación visual.

Las vías de comunicación establecidas por el hombre constituyen una parte signifi cativa del ambiente construido. Por su parte, el transporte es una activi dad que genera efec-tos ambientales importantes. La materia se encuentra regu-lada de manera principal por la Ley de Vías Generales de Co-municación (1940), que destina algunas de sus disposiciones a la ordenación ambiental de tales vías y de las actividades de transporte. Otro tanto sucede con las instalaciones y actí-vidades turísticas, cuyos efectos ambientales son norma dos de modo especial por la Ley Federal de Turismo (1984).

La protección jurídica del patrimonio cultural de la na-ción forma parte del tema de la ordenación del ambiente construido. Desde un punto de vista pura mente material, ese patrimonio se encuentra constituido por el conjunto de mo-numentos arqueológicos, artísticos e históricos representati-


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vos de la cultura del país. Tales bienes integran el ambiente construido por el hombre y contribuyen en alguna medida a determinar la calidad de la vida de una nación. La materia se encuentra regulada entre nosotros por la Ley Federal sobre Monumentos y Zo nas Arqueológicos, Artísticos e Históricos (1972), así como por los tratados y otros acuerdos internacio-nales en los que México es parte contratante.

7. La protección jurídica de la salud de los efectos del ambiente

La protección de la salud humana de los efectos del am-biente es la preocupación principal, aunque no exclusiva, de la legislación ambiental. En efecto, todos los ordenamien-tos jurídicos que hasta ahora han sido mencionados tienen que ver, directa o indirectamente, con la tutela de la salud humana, entendida esta última no sólo como un estado en que no se encuentran presentes las enfermedades, si no más bien como un estado de completo bienestar físico, mental y social. Sin embargo, existen ciertos ordenamientos jurídicos que se ocupan de este tema de una manera más específi ca aún, como son las leyes de salud que tratan de los efectos del ambiente en la salud humana y las leyes del trabajo que regulan el medio ambiente laboral. En México, ese es el caso de la Ley General de Salud (1984) y de la Ley Federal del Trabajo (1970), para mencionar sólo los dos orde namientos jurídicos más importantes sobre la materia.

8. Hacia una politica legislativa para la protección del ambiente en México

Como se ha visto, el país cuenta con un sistema jurídico para la protección del ambiente, que en el nivel federal se inte-

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gra con la LGEEPA, así como por un conjunto considerable de otros ordenamientos jurídicos que regulan la protec ción de ciertos recursos naturales o los efectos ambientales de algu-nas activida des. Este sistema se encuentra complementado por las leyes que sobre la materia han comenzado a expedir las legislaturas locales, para reglamentar las atribucio nes que les han sido conferidas a las entidades federativas y munici-pios a través de la LGEEPA

El sistema jurídico vigente para la protección del am-biente en México se ha lla en un periodo de renovación. La verdad es que estamos en presencia de un proceso de per-feccionamiento de la legislación ambiental del país, que se inició en 1987 con la ya mencionada reforma constitucional y la propia LGEEPA Este proceso se ha venido desarrollando sin pausas hasta hoy, como lo muestran los importantes regla-mentos federales y normas técnicas ecológicas que se han puesto en vigor a continuación de la expedición de la LGEEPA, así como por las leyes locales sobre la materia que ya se en-cuentran vigentes.

A través de esta renovación de la legislación ambiental, se pretende superar los problemas de inefi ciencia e inefi cacia que son recurrentes en este campo. Se entiende por "efi cien-cia" de una norma jurídica el grado de idoneidad que ésta po-see para satisfacer la necesidad que se tuvo en cuenta al expe-dirla, mientras que por "efi cacia", el grado de acatamiento de la misma por quienes son sus des tinatarios. Ambos extremos no son opuestos, sino complementarios: muchos problemas de inefi cacia de las normas jurídicas se explican por su inefi -ciencia. Hay que decir que, en el pasado inmediato, el sistema jurídico vigente para la protección del ambiente en México ha presentado un alto grado de inefi ciencia e inefi cacia, como ha ocurrido por lo demás en muchas otras partes del mundo.


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Es probable que uno de los factores que ha incidido más di-rectamente en la generación de estos problemas, es el hecho de que la legislación ambiental no se ha ocupado sufi cientemente de modifi car el marco jurídico dentro del cual se desenvuel-ve el modelo de desarrollo predominante en el país. Como se sabe, la lógica productiva de ese modelo se orienta de manera preferente hacia la maxi mización de la tasa de ganancia en el corto plazo, sin considerar la perdurabili dad de la base natural que hace posible los procesos económicos y, por consi guiente, la sustentabilidad de dichos procesos en el largo plazo. Esta in-efi ciencia de la legislación ambiental ha determinado su propia inefi cacia, en tanto su apli cación ha encontrado una fuerte opo-sición en las regularidades sociales existen tes y, sobre todo, en las determinaciones económicas de éstas. La LGEEPA ha procura-do salvar la distancia que existe entre la legislación económica y la legis lación ambiental mediante un conjunto de preceptos que vinculan la política económica con la política ambiental que la misma LGEEPA establece.

Por otra parte, la manera como la legislación ambiental ha pretendido hasta ahora controlar las conductas que son ne-gativas para el ambiente, ha sido muchas veces equivocada. En efecto, en algunas oportunidades se han expedido normas jurídicas que no consideran en forma científl camente ade-cuada la reali dad y, muchas veces, no toman en cuenta de la manera debida los problemas so ciales involucrados en las situaciones ambientales que se desean corregir. El én fasis se pone en los mecanismos correctivos antes que en los preven-tivos, con la consecuencia de que las sanciones previstas en la legislación se transforman en medidas que no se pueden aplicar o que son socialmente inaceptables o, algunas veces, inocuas. La LGEEPA ha intentado, en cambio, actuar más sobre las cau sas del deterioro ambiental que sobre sus efectos.

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La heterogeneidad estructural que caracteriza a la legisla-ción ambiental en vi gor en el país es otro de los factores que conspiran contra su efi ciencia y efi cacia. En efecto, es pre-ocupante la dualidad que presenta el sistema jurídico vigen-te en el país para la protección del ambiente, en cuyo interior coexiste una legislación de naturaleza merística, que repre-senta la mayor parte de ese sistema, con otra de na turaleza holístíca, que hasta hace poco tenía un escaso desarrollo. Hay que decir que el enfoque reduccionista y sectorialista propio de la primera no sólo es insufi ciente para una apro-piada protección del ambiente, sino también que propicia la existencia de contradicciones dentro del mismo sistema. La LGEEPA es sin lugar a dudas un ordenamiento jurídico que, a partir de un enfoque globalista y transec torial, contribuye vigorosamente a la formación de una legislación ambiental pro piamente dicha; pero sus disposiciones no prevalecen so-bre las de otras leyes que versan sobre cuestiones específi cas relacionadas con la materia de ese ordena miento.

Aunado a lo anterior, el sistema jurídico vigente para la protección del am biente en México se ha caracterizado du-rante mucho tiempo por su escaso desa rrollo. Es un hecho que una parte importante de ese sistema no se ha podido aplicar por la falta de especifi cación, a través de reglamentos y normas técnicas, de lo que está jurídicamente permitido y prohibido. Esta situación se ha venido corrigiendo en los úl-timos tiempos, como se ha dicho atrás. Sin embargo, queda aún mucho por hacer.

La efi cacia de la legislación ambiental tiene que ver, en último término, con su conocimiento y valoración por parte de la población, así como con la manera como las instancias administrativas y jurisdiccionales llamadas a velar por su ob-servancia asumen su aplicación. El primero de esos factores


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se encuentra vincu lado a la formación de una conciencia ambiental sólida en la ciudadanía, que in cluya el conoci-miento de la legislación sobre la materia y promueva no sólo su acatamiento por la población, sino también la participa-ción de la sociedad en la gestión ambiental. El segundo de los mismos factores está ligado a la existencia de un sistema administrativo y de un sistema judicial que sean realmente idó neos para la aplicación de la legislación ambiental. En todos estos campos se han hecho algunos avances, que sin embargo parecen todavía insufi cientes.

Hace sólo dos años se planteó en este mismo libro la necesidad de la formu lación de una política legislativa para la protección del ambiente, mediante un programa que seña-lara los pasos para el desarrollo progresivo de la legislación ambiental en el país. Con ese objeto, se formularon algunas propuestas de cambios legislativos que podían ser conside-rados dentro del mencionado programa. Aunque dicho pro-grama no ha sido hasta ahora formulado de manera explícita, el hecho es que durante este periodo se han hecho avances sustantivos en la ma teria, que en muchos sentidos son coin-cidentes con los lineamientos de los cam bios propuestos. Incluso, puede decirse que de alguna manera el gobierno fede ral ha defi nido la estrategia de su programa de política legislativa para la protección del ambiente a través de la LGEE-PA y lo mismo están haciendo los gobiernos de las entidades federativas por medio de las leyes locales que están expi-diendo sobre la materia. Sin embargo, el ejercicio de la pro-gramación sigue siendo extremadamente útil, si se considera que todavía hay mucho por hacer.

Un supuesto básico de ese programa es el reforzamien-to de los sistemas ad ministrativos para la gestión ambiental, tanto a nivel federal como local. En efecto, la asignación de

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recursos humanos, materiales y fi nancieros apropiados, no sólo para las importantes funciones normativas que están ahora a cargo de esos sistemas administrativos, sino también para la aplicación de las normas ju rídicas que se están po-niendo en vigor, es un prerrequisito fundamental del éxito que pueda alcanzar el programa. Esto es particularmente evidente en el nivel local, donde la descentralización de la gestión ambiental está determinando que los gobiernos de las entidades federativas y municipios asuman funciones que requieren de un sólido sistema administrativo en este campo, del que carecen en la actualidad.

En materia de cambios jurídicos propiamente dichos, se encuentra pendien te aún la tarea de incorporar los criterios ambientales a muchos de los ordena mientos jurídicos que regulan la rectoría estatal de la economía. Es cierto que las disposiciones de la LGEEPA ya han condicionado el ejercicio de las atribu ciones del gobierno federal en la materia, a la observancia de la política nacional para la protección del ambiente. Sin embargo, para efectos de asegurar el cum-plimiento más cabal de esas disposiciones, sería conveniente incluir esos crite rios en los textos mismos de la legislación económica y particularizarlos apro piadamente en cada caso. También ha quedado pendiente la tarea de armonizar las dis-posiciones de los demás ordenamientos que se refi eren a la protección del ambiente, tanto entre sí como con la propia LGEEPA Es claro que la práctica de la aplicación de esta última, mostrará algunas contradicciones que deberán ser salvadas a través de reformas a esos ordenamientos jurídicos.

Pero, sin lugar a dudas, lo más importante será impul-sar hasta sus últimas consecuencias el proceso que se ha venido desarrollando en los últimos tiempos. Esto implica que, a nivel federal, se sigan expidiendo los reglamentos y


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las nor mas técnicas ecológicas que sean necesarios para la aplicación integral de las dis posiciones de la LGEEPA que re-gulan las materias reservadas a la Federación. Sin embargo, esto también implica que, a nivel local, se desarrolle de una mane ra exhaustiva la normatividad que regulará las materias reservadas a las entida des federativas y municipios, para que la descentralización de la gestión ambien tal sea prontamente una realidad y los problemas locales puedan ser enfrentados de una manera más efi ciente.

Hasta ahora, los confl ictos ambientales no han sido, por lo general, ventilados en los estrados judiciales. Es previsi-ble que ello comience a suceder más fre cuentemente en el mediano plazo. En ese momento, se hará claro que los siste-mas procesales vigentes no son los más apropiados para ese efecto, en especial para el ejercicio de las acciones civiles derivadas de los daños provocados al me dio ambiente. Esta circunstancia será un obstáculo considerable a la efi cacia de la legislación ambiental. Es conveniente, por tanto, esta-blecer algunas reglas es peciales para los litigios ambientales que superen los inconvenientes existentes, como lo hace el artículo fi nal de la LGEEPA respecto a uno de ellos.

Por último, un punto importante a considerarse en la po-lítica legislativa so bre la materia es la participación más ple-na de México en el desarrollo del dere cho internacional para la protección del ambiente, como se ha estado haciendo en los últimos dos años.

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Hemos hecho un breve esbozo de los diferentes aspectos que conforman el com plejo problema del medio ambiente en México.

Sin embargo, esta problemática no es privativa de nuestro país, ya que com parte con naciones industrializadas y con otras en vías de desarrollo, las conse cuencias que lleva apa-rejada la dinámica del orden económico mundial.

1. Panorama internacional

A la par con el desarrollo sin precedentes que ha experimen-tado el mundo en to dos los campos de la actividad humana y justamente debido a los mismos proce sos que han sido la cuna de estos adelantos, se han provocado tendencias que el planeta y sus moradores ya no pueden aceptar por más tiempo. Estas tendencias amenazan con modifi car radical-mente el planeta y, por lo tanto, la vida de mu chas especies, incluida la humana.

Cada año, seis millones de hectáreas de tierra productiva se convierten en desierto estéril; se destruyen más de once mi-llones de hectáreas de bosques, gran parte de cuya superfi cie se convierte en tierras para cultivo de calidad inferior, incapa-ces siquiera de alimentar a los agricultores que las cultivan. El empobre cimiento de la base de recursos locales puede arrui-nar vastas regiones más allá de las fronteras nacionales.

En Europa, las lluvias ácidas matan bosques y lagos y da-ñan vastas extensio nes, hasta el punto de que muchas de

Capítulo IX Perspectivas para un futuro común


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ellas ya no podrán recuperarse. La utilización de combusti-bles fósiles esparce por la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono, lo que está causando un recalentamien-to gradual del planeta. Esto podría llegar a elevar la tempera-tura media de la tierra, hacia principios del próximo siglo, lo sufi ciente como para desplazar zonas de producción agríco-la, aumentar el nivel de los mares hasta inundar las ciudades costeras y trastornar las economías nacio nales. Otros gases industriales amenazan con agotar la capa de ozono que pro-tege el planeta y en esta medida aumentarán drásticamente los casos de cáncer en hom bres y animales y se perturbará la cadena alimentaria de los océanos. La industria y la agricul-tura introducen sustancias tóxicas en la cadena alimentaria humana y afectan los niveles freáticos al extremo que resul-tará imposible purifi carlos. Las in dustrias que más dependen de los recursos del medio ambiente están creciendo muy rá-pidamente en los países en desarrollo, donde es más urgente el crecimiento y menor la capacidad de reducir sus efectos perjudiciales han aumentado su conciencia de que es impo-sible separar la problemática del desarrollo económico de la del medio ambiente. Muchas formas de desarrollo agotan los recursos del medio ambiente en el que deben sustentarse y, a su vez, el deterioro del medio ambiente puede soca-var el desarrollo económico. La po breza es causa y efecto principal de los problemas mundiales del medio ambien te. Es inútil, por lo tanto, intentar hacer frente a los problemas ambientales sin una perspectiva más amplia que abarque los factores que sustentan la pobreza mundial y la desigualdad internacional.

Por otra parte, ¿cómo podrá el desarrollo ser de utilidad para el mundo del próximo siglo, en que se duplicará el nú-mero de habitantes que deberán valerse del mismo medio

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PERSPECTIVAS PARA UN FUTURO COMÚN

ambiente? Nuestro mundo de cinco mil millones de seres hu manos deberá albergar a otro tanto de la población. Según previsiones de las Naciones Unidas, la población podría es-tabilizarse entre los 8 y los 14 mil millo nes en el siglo próxi-mo. Más del 90% del incremento poblacional se dará en los países más pobres y de esta cifra, el 90% en ciudades que ya están saturadas.

Los países en desarrollo tienen también graves preocupa-ciones sobre el me dio ambiente. Los campos sufren la pre-sión de un grupo cada vez mayor de agri cultores y de gente sin tierra. Las relaciones económicas internacionales plan-tean un especial problema para estos países: la agricultura, la silvicultura, la producción de energía y la minería generan aproximadamente el 50% del PNB. La exportación de sus re-cursos naturales es un importante factor de sus econo mías, lo que los lleva a explotar en exceso la base de sus recursos. Las presiones que ejercen la pobreza y las poblaciones en aumento siempre han difi cultado la tarea de los países en de-sarrollo para seguir políticas adecuadas en materia de medio ambiente. Cuando la situación económica internacional es mala, los pro blemas son casi imposibles de tratar. En el de-cenio de 1980, las tasas de creci miento resultaron negativas, en particular en Africa y América Latina. Las obli gaciones del pago de la creciente deuda, el estancamiento de la ayuda fi nanciera y el proteccionismo en aumento de las economías de mercado desarrolladas cau saron graves problemas de pa-gos. El costo creciente de los préstamos en el ex tranjero, en el momento en que las exportaciones declinaban, agravó la crisis de endeudamiento de muchos países. Al interrumpir-se el crecimiento, varios obje tivos sociales se abandonaron, sobre todo los relacionados con empleo, salud, educación, medio ambiente y asentamientos humanos. La decadencia


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de los años 80 provocó austeridad y recesión, con graves disminuciones en el ingreso per capita y desempleo. Esto obligó a los países latinoamericanos a incurrir en excedentes comerciales, a buscar nuevas y mayores exportaciones inten-sifi cando la explotación del medio ambiente. Para evitar las catástrofes económicas, socia les y ambientales es necesario revitalizar el crecimiento económico mundial y para garanti-zar el desarrollo sostenido, es necesaria la aplicación de una política de conservación e integración a nivel mundial y na-cional, que considere también los problemas originados por la utilización de la energía, la industrialización y los desafíos del crecimiento urbano.

2. Estrategias para la conservación

En este marco, algunos de los problemas de México en ma-teria ambiental que hemos descrito a lo largo de estos capí-tulos, dependen en gran medida de la si tuación que guarda nuestro país en la economía mundial. También a nivel mun-dial se han podido identifi car los criterios y las tendencias de racionalidad eco lógica que representan el consenso de las políticas relacionadas con los esfuerzos de conservación dentro del contexto del desarrollo internacional.

Como se indicó en el primer capítulo, ecosistemas y eco-nomía son interdepen dientes y la apropiación de los eco-sistemas mediante los sistemas de producción locales están vinculados con un mercado y una economía mundiales, tal como se ha explicado en estas líneas. Las estrategias de con-servación e integración abarcan, en consecuencia, una di-mensión local o nacional, por lo que se refi ere a los proble-mas ecológicos propios del país de origen y otra a nivel internacional.

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3. Orientación y objetivos de las estrategias

En cuanto a los ámbitos de interés nacional, las estrategias, fruto del trabajo de organismos internacionales> se dirigen a tres tipos de usuarios: sectores guber namentales, asociacio-nes de carácter civil involucradas en el problema y sectores industriales y sindicatos. Los objetivos que se proponen al-canzar las estrategias de conservación son:

a) mantener los procesos ecológicos esenciales y los sis-temas vitales así co mo la regeneración de los suelos, el reci-clado de los nutrientes y la purifi cación de las aguas de las cuales depende la supervivencia y el desarrollo humanos;

b) preservar la diversidad genética de los organismos vi-vos, de la cual depen den el funcionamiento de los procesos naturales ya mencionados, los programas de cría necesarios para la protección y mejora de plantas cultivadas, animales domésticos y microorganismos, así como buena parte del progreso científi co y médico, la innovación técnica y la se-guridad de muchas industrias que utilizan recursos vivos y

e) asegurar el aprovechamiento sostenido de las especies y de los ecosiste mas, sobre todo peces, fauna silvestre, pas-tos y bosques, que constituyen la base vital para millones de seres humanos y actividades productivas.

4. Obstáculos para la conservación

En temas abordados con anterioridad, se han comentado bre-vemente los obstá culos más sobresalientes para la conserva-ción. Situaciones similares se han de tectado también a nivel internacional y podrían resumirse en los siguientes tér minos:

a) Existe la creencia de que la conservación de recursos vivos constituye un sector limitado y que, por lo tanto, es


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imposible integrar la conservación con el desarrollo. b) Prevalece un proceso de desarrollo infl exible, debido

a un ordenamiento ambiental inadecuado, a la falta de una atribución racional del aprovechamiento y al enfoque de in-tereses estrechos e inmediatos en lugar de los más amplios y a largo plazo.

c) Falta capacidad para conservar, debido a una legisla-ción inadecuada y a su defi ciente aplicación; a una organi-zación incipiente con poderes insufi cientes y escasa coor-dinación; a escasez de personal competente y carencia de informa ción básica, tanto en conocimiento ecológico como de inventarios de recursos e identifi cación de problemas.

d) No hay sufi ciente apoyo a la conservación, debido a la falta de conciencia de sus benefi cios y de la responsabilidad de conservar entre los que utilizan re cursos vivos o produ-cen un impacto en ellos, incluidos, en muchos casos, los go biernos y

e) No se aplica un desarrollo basado en la conservación en donde es más ne cesario.

5. Relaciones entre conservación y desarrollo sostenido

La conservación, por lo tanto, implica un cambio en nuestros enfoques y con cepciones sobre el desarrollo. En un nuevo marco intelectual, el desarrollo se defi ne como la modifi ca-ción de la biósfera y la aplicación de los recursos huma nos, fi nancieros, vivos e inanimados, en aras de la satisfacción de las necesidades humanas, así como para mejorar la calidad de la vida del hombre. Otro de sus ar gumentos es que debe ser un desarrollo sostenido y para ello deberá tomar en cuen-ta, además de los factores económicos, los de índole social y ecológica, la base de recursos vivos e inanimados y las ven-

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tajas a corto y largo plazos de otro tipo de acciones. De aquí surge entonces la importancia de la conservación.

Por conservación, se entiende la utilización de la biósfera por el ser huma no, de tal suerte que produzca el mayor y sos-tenido benefi cio para las generacio nes actuales, pero man-teniendo su potencialidad para satisfacer las necesidades y aspiraciones de generaciones futuras. Los rasgos más impor-tantes de esta idea de conservación son la de tener un obje-tivo positivo e implica la preservación, el mantenimiento, la utilización sostenida, la restauración y la mejora del entorno natural. Dicha noción constituye una respuesta racional a la propia naturaleza de los recursos vivos y un nuevo imperati-vo ético del medio ambiente.

La conservación es un proceso que requiere de la aplica-ción transectorial y no se reduce a un sólo sector de interés público o privado. Es por estas razones que desarrollo y con-servación son acciones interdependientes.

6. Importancia de la conservación

Aplicar medidas o modelos de producción que tengan como fundamento los principios de racionalidad y planeación de un desarrollo sostenido, incluye las prácticas de conserva-ción con un signifi cativo carácter ético y cultural. Por lo tan-to, la incorporación de una perspectiva de conservación y desarrollo sosteni do en nuestro modo de vida actual, es ne-cesaria por varios motivos.

El primero es que los recursos vivos, necesarios para la vida del hombre y para un desarrollo sostenido, se destruyen día a día o se van agotando irremisi blemente. El aumento gradual del 50% de la población mundial y la creciente de-manda de recursos para la supervivencia se traducirán en


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nuevos problemas, tanto económicos como ecológicos, al articularse con el deterioro de tierras de cultivo, bosques y cuencas hidrológicas, así como de litorales marinos, en los próximos veinte años.

El segundo es que las acciones necesarias para resolver o aliviar los problemas de conservación, así como la prevención de otros problemas peores, requiere de fuertes inversiones de tiempo, sociales y ecológicas. Educación, investigación, pla-neación, capacitación, organización y aplicación, así como la restauración de tie rras degradadas, reposición de bosques, re-cuperación de zonas pesqueras y repo blamiento de la fauna, son procesos que no se realizan en periodos cortos.

Por último, los esfuerzos de conservación, tanto naciona-les como interna cionales, están fragmentados y desorganiza-dos. En ocasiones, los encontrarnos sectorizados por activi-dades primarias con sus secuelas de duplicación y confl ic to administrativo, competitividad, dispersión del gasto guberna-mental y pérdida de infl uencia en el proceso de desarrollo.

7. Requisitos básicos para la conservación

Lograr metas de conservación supone atender tres requisitos básicos o priorita rios: los procesos ecológicos esenciales, la diversidad genética y el aprovecha miento sostenido.

Los procesos ecológicos esenciales son aquéllos que es-tán gobernados por los ecosistemas y que son indispensables para la producción de alimentos, salud y otros aspectos de la supervivencia humana. A estos procesos también se les co noce como "sistemas vitales" y son los sistemas agrícolas, los bosques y los siste mas de las costas y de los cuerpos de aguas continentales. Por lo tanto, para la conservación de es-tos procesos ecológicos esenciales, es de primordial impor-

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tancia reservar los suelos fértiles para los cultivos, conver-tir los suelos, manejar los cultivos con normas ecológicas, reciclar sustancias nutritivas, preservar el ha bitat de los or-ganismos benéfi cos para la agricultura, reintegrar residuos vegeta les y desechos animales al suelo y usar prudentemente y con limitación los pla guicidas y fertilizantes; mantener la fi nalidad de los bosques de proteger las cuencas de los ríos, reforestar, mantener el objetivo del óptimo manejo de estua-rios, manglares y zonas cenagosas, que es la preservación de los procesos bioló gicos para la vida acuática de los que de-pende la actividad pesquera y, fi nalmen te, controlar la des-carga de contaminantes.

Por otra parte, sabernos que muchas especies animales y plantas proporcionan importantes productos y forman parte de los sistemas vitales de los que depende mos. De aquí la necesidad de conservar la diversidad genética de la fauna y la fl ora mediante un aprovechamiento y desarrollo racional de las mismas. Por lo tanto, se requiere prevenir la extin-ción de especies, planear y asignar un manejo cuidadoso del aprovechamiento de tierras y aguas con el apoyo de una preservación in sitú en las áreas naturales protegidas y una protección ex situ en los jardines zoológicos y botánicos; preservar un máximo número de variedades de organismos vivos (plan tas, animales y microorganismos); enfatizar la pre-servación de los materiales gené ticos para la silvicultura y la acuacultura; asegurar que los programas de preserva ción in situ protejan plantas, animales y los habitats de las especies únicas, los ecosistemas únicos y las muestras representativas de los tipos de ecosistemas; de terminar el tamaño, la distri-bución y el manejo de áreas naturales protegidas, en función de las necesidades de los ecosistemas y de las comunidades animales y ve getales que hay que proteger y coordinar los


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programas nacionales de zonas prote gidas con los progra-mas internacionales.

Finalmente, la utilización sostenida de una especie o de un ecosistema va ría de acuerdo con el grado de dependencia de una nación o sociedad, en relación al recurso. Por ello es importante enfatizar que mientras mayor sea la fl exibilidad y diversidad de la economía, menor será la necesidad de utili-zar únicamente un recurso de manera sostenida o, dicho en otros términos, de su sobreexplotación. Por esto será necesa-rio determinar las capacidades productivas de las especies y ecosistemas explotados y cuidar que el aprovechamiento no las rebase. También es importante adoptar objetivos de ma-nejo en el aprovechamiento de las espe cies y de los ecosiste-mas; asegurar que el acceso a un recurso no sea mayor que su capacidad de soporte; reducir el rendimiento excesivo a un nivel sostenido y la extracción fortuita de especies; prepa-rar a las comunidades para aprovechar recursos limitados de manera sostenida; mantener los habitats de las especies que constituyen recursos; reglamentar el comercio internacional de plantas y animales silvestres con el fi n de hacer más efi -caces los sistemas de control y equi librar las operaciones de explotación de madera con la reforestación.

En síntesis, el mantenimiento de los procesos ecológicos esenciales y de los sistemas vitales requiere ante todo de una planeación y una asignación raciona les del aprovechamiento y un manejo de alta calidad del mismo. La preservación de la diversidad genética requiere de la colección oportuna del ma-terial genético y su protección, al tratarse de la preservación in situ. Asimismo, el aprovecha miento sostenido de los ecosiste-mas y de las especies requiere del conocimiento y la capacidad productiva de esos recursos y de las medidas apropiadas para ase gurar que el aprovechamiento no rebase dicha capacidad.

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8. Estrategias para el diseño e instrumentación de políticas ambientales

Las estrategias son medios para alcanzar los objetivos de la conservación y el proceso que las pone en vigor es valioso porqu.e informa, educa, desarrolla la participación y el apo-yo en las decisiones, cambia actitudes y fomenta una ética de la conservación. La estrategia para la conservación tiene como función dirigir la atención hacia los requisitos priori-tarios pertinentes, determinar los requísitos prioritarios para alcanza! los objetivos; identifi car los obstáculos que se opo-nen al cumplimiento de los requisitos y proponer la manera más económica y rentable de superarlos.

Con base en lo expuesto en capítulos anteriores, nuestra realidad presenta en mayor o menor grado problemas como ausencia de la conservación al nivel de la elaboración de políti-cas; falta de planeación ambiental y de asignación racional del aprovechamiento; legislación y organización inadecuadas; falta de formación y de información básicas; falta de apoyo a la con-servación y de un desarrollo rural basa do en la conservación. Las medidas más adecuadas para enfrentar estos obstáculos son la adopción de políticas ambientales de previsión y políticas de conservación transeetorial. Las primeras son aquéllas que inten-tan anticiparse a los aconteci mientos y tienen una importancia creciente para el logro de metas políticas como la satisfacción de necesidades básicas de la población, la constitución de un am biente de alta calidad, el aprovechamiento óptimo de los re-cursos disponibles yel control del deterioro ambiental. Su etapa de arranque implica costos de planea ción de investigación y, en la acción preventiva, tropiezos en determinados proyec tos de desarrollo. Sin embargo, a futuro evitarán costos elevados y repetitivos de los errores ambientales.


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Las políticas trans-sectoriales consisten en la participa-ción coordinada de organismos públicos, privados, o de am-bos, y en la asignación de responsabilida des compartidas de acuerdo con los ámbitos de responsabilidad específi cos de cada unidad en relación con la conservación. Es importante considerar o inte grar a los mecanismos de evaluación de las políticas trans-sectoriales sobre la destrucción o conserva-ción de recursos, indicadores no monetarios que permi tan establecer estimaciones que muchas veces no son cuantifi ca-bles en términos de ingreso nacional, utilidades o benefi cios económicos.

Es indiscutible el papel de las organizaciones no guber-namentales en la ta rea de determinar los riesgos, evaluar los efectos del medio ambiente y elaborar y aplicar medi-das para su atención. Se han destacado por su actividad de con cientización pública y de reactivación de la acción gubernamental a favor de la conservación ecológica. Estas organizaciones están formadas por grupos de científi cos, in-telectuales, público interesado y voluntarios ecologistas y, espe cialmente en los países en desarrollo, requieren de apo-yo moral y fi nanciero.

A nivel nacional, los gobiernos, la industria y principal-mente las fundacio nes pueden ampliar su cooperación con estos organismos mediante el fortaleci miento de los procedi-mientos ya existentes de consulta ofi cial y de participación social en nuestro país, a través de la transferencia de recur-sos para el manteni miento de su actividad. Es importante la contribución de las fundaciones, por su carácter social y las metas de bienestar comunitario que llegan a alcanzar. To-mando en cuenta los distintos factores que inciden y limitan la capacidad guber namental para resolver por sí misma la totalidad de los más urgentes problemas ambientales, las or-

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ganizaciones no gubernamentales podrán ser un instrumento complementario a los programas y acciones públicas y priva-das involucradas.

A partir de estas políticas, es posible el ordenamiento am-biental y la asigna ción racional del aprovechamiento. Estas dos acciones encuentran, o más bien tienen su fundamento en la evaluación de los ecosistemas, los estudios de apre-ciación del medio y los procedimientos de asignación del aprovechamiento. Así tenernos que la función de la evalua-ción de los ecosistemas consiste en conocer sus característi-cas y ajustarlas al aprovechamiento más adecuado; los estu-dios de apreciación del medio están destinados a identifi car, predecir, interpretar y co municar toda información acerca de los efectos de una acción (cualquiera que ésta sea) sobre la salud y el bienestar humanos, incluyendo el bienestar de los ecosistemas, de los cuales depende el hombre. Los pro-cedimientos de asigna ción son principalmente mecanismos de integración que permiten comparar cri terios ecológicos, sociales y económicos y tomar decisiones objetivas antes de comprometer los recursos de modo irrevocable.

Para la realización de las políticas aludidas, es necesaria la capacidad de ges tión que disponga de una legislación, orga-nización, capacitación e información efi caces. Por ejemplo, la legislación adecuada es la que incorpora un compromi so de conservación; es decir, la que establece la obligación que tiene el estado de conservar los recursos vivos y sus sistemas y los derechos y obligaciones del ciu dadano respecto a un medio ambiente estable y diversifi cado. Dentro del contex to internacional, una legislación integral prevé el ordenamiento de los usos de la tierra y del agua, así como la reglamenta-ción de los impactos directos e indirec tos sobre los recursos y la necesidad de evaluar los ecosistemas y el impacto am-


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biental, con el fi n de asegurar la incorporación de considera-ciones ecológicas en la formulación de políticas.

En lo referente a organización, es vital que los organis-mos públicos y priva dos dispongan de recursos humanos y fi nancieros para la evaluación de los eco sistemas, de los im-pactos ambientales, etc., o bien, para la creación de nuevas or ganizaciones o para implantar mecanismos de coordina-ción en las ya existentes. En el ámbito de la organización, el ecosistema es la unidad básica de la gestión.

Por otra parte, es conocido que en los países en vías de desarrollo, hacen falta científi cos y profesionales y, donde existen, se necesitan técnicos especializados. Otras limita-ciones son la escasez de información adecuada y el cono-cimiento bási co de la dinámica de numerosos e importantes ecosistemas y sus relaciones, así co mo la incorporación de la investigación a la gestión. En consecuencia, la formación de profesionales y técnicos en planeación y manejo del aprovechamiento de recur sos vivos es importante, así como la capacitación del usuario. En relación con los primeros, adquiere especial interés la formación interdisciplinaria de profesiona les responsables de estudios detallados e investi-gaciones sobre conservación, así como la investigación que se orienta a la atención de los problemas locales y del cono-cimiento de la realidad ecológica del país.

Respecto a los técnicos, es importante darles una forma-ción especial como promotores del fomento agrícola y pes-quero, administradores de áreas naturales protegidas, técni-cos forestales y de suelos, etc., y la aportación de estímulos e in centivos para asegurar fuentes de trabajo permanentes y en desarrollo.

La capacitación a nivel del usuario (agricultores, criadores, pescadores, leña dores, ganaderos, industriales, cooperativas,

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sindicatos, ejidatarios, etc.) se orienta a la promoción, difusión e introducción de métodos de producción sostenidos.

La investigación es un insumo para la toma de decisiones y puede facilitarla; de ahí la importancia que tiene la investi-gación de recursos vivos en losprogra mas de ciencia e investi-gación. La investigación relativa al medio ambiente cu bre por lo regular tres campos: el inventario o la investigación de la distribución de los ecosistemas y de las especies de cada país; las funciones, es decir, la inves tigación de la dinámica de los ecosistemas y sus interacciones con la sociedad; la gestión o estudio de las normas técnicas y tecnologías para la planea-ción y ma nejo del aprovechamiento de los recursos vivos.

La conservación requiere, por lo demás, un cambio en el comportamiento de la sociedad respecto a la biósfera, o una ética en relación a los ecosistemas. En consecuencia, el objeti-vo central de la educación ambiental consiste en el fo mento o fortalecimiento de las actitudes y del comportamiento con esta nueva ética. En la actualidad, la gente no parece darse cuenta de la gravedad de la des trucción de los ecosistemas y de las especies y mientras los habitantes de los paí ses no comprendan el porqué de la conservación, no se inclinarán hacia la ética de la conservación. Por lo tanto, participación pública y educación son acciones mutuamente dependientes. En su caso, la partici-pación pública es muy útil so cial y políticamente en la planea-ción de las decisiones y en la gestión, al compar tir responsa-bilidades en las acciones para la conservación. También es un medio indispensable para dar a conocer al resto de la población la importancia y los problemas actuales sobre medio ambien-te, sirve como un mecanismo de media ción y comunicación entre gobierno y gobernados y refuerza la confi anza pública y la comprensión de los objetivos de la gestión. Sin embargo, la participación re quiere un grado mínimo de conocimiento del


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problema y de una actitud positiva y defi nida frente a él; en otros términos, información y formación ambiental, funciones que competen a un proceso de educación formal e informal. Así, la misión de los programas educativos será defi nir objeti-vos precisos y seleccionar los medios y técnicas más idóneos; de hecho, la educación ambiental debe ser parte integrante de otras materias y temas escolares.

La educación informal puede proporcionar también in-formación básica so bre la conservación. Los medios de co-municación han probado su potencialidad y ventajas para publicitar, promover e informar a grandes auditorios sobre los objetivos de la conservación y su contribución a la super-vivencia. La educación ambiental, por lo tanto, forma parte de un proceso continuo en el cual cada ge neración puede aprender por cuenta propia lo que necesita saber acerca de la importancia de la conservación.

En relación con la energía, el desarrollo futuro dependerá de la necesidad de disponer de cantidades cada vez mayores de fuentes de energía seguras, inocuas y apropiadas para el me-dio ambiente. Hoy en día, la energía requerida para proveer los servicios esenciales para la vida humana proviene de combus-tibles o de fuentes que no son renovables como el gas natural, el petróleo, el carbón y la energía nu clear. Hay otras que sí son renovables como la madera, la maleza, el estiércol, los saltos de agua, la energía geotérmica, la solar y la producida por el viento o eólica, las mareas, la fuerza muscular de hombre y la de los animales. Cada una de ellas en traña costos, benefi cios y riesgos y por supuesto que al elegir una estrategia de energía, se escogerá inevitablemente una estrategia ambiental.

Desde el punto de vista de la sostenibilidad de la energía, los elementos que deben considerarse para asegurarla son los siguientes:

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a) un crecimiento sufi ciente del suministro de energía para atender las ne cesidades humanas, lo que signifi caría lograr un mínimo del 3% de crecimiento de la renta por ha-bitante en los países en desarrollo;

b) disponer de medidas encaminadas a asegurar la mayor efi cacia en el uso y la conservación de la energía que permi-tan reducir al máximo el desperdicio de recursos primarios;

c) reconocer los problemas de salud pública planteados por los riesgos inhe rentes a las fuentes de energía;

d) protección de la biósfera y prevención de formas de contaminación más localizada.

Las estrategias y políticas más urgentes son las requeridas para aumentar la efi ciencia en el uso de la energía y encau-zar en mayor medida la combinación de aplicaciones ener-géticas hacia las energías renovables; las políticas de vigilan-cia a todos los productos químicos que originen reacciones en el medio ambiente y que sean liberados en la atmósfera por actividades humanas; planes de emergencia con fi nes de enfrentar posibles cambios de clima; estímulos y fi nan-ciamientos a orga nismos nacionales competentes para co-ordinar programas de investigación, vigi lancia y evaluación de posibles efectos en el clima, salud y medioambiente, de sus tancias químicas que se vierten en la atmósfera; elaborar mapas de zonas expuestas a la acidifi cación y evaluar anual-mente los daños sufridos en bosques y cada cinco en los suelos; trabajar conjuntamente con organismos regionales en la vigilancia de la contaminación a través de las fronteras; considerar que las estrategias ten dientes a reducir estos pro-blemas son rentables desde el punto de vista ecológico.

Por lo tanto, el esfuerzo sistemático en favor de un uso efi ciente de la ener gía como el aprovechamiento, desarro-llo y creación de los marcos instituciona les para promover


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e instrumentar el uso de fuentes de energía renovables, con-tribuirán sin duda a aliviar la presión ejercida sobre los com-bustibles clásicos que hoy son imprescindibles para los paí-ses en desarrollo, pero que originan graves riesgos y ponen en peligro inclusive su futuro económico.

9. La actividad industrial sostenida

Estrechamente asociado al problema anterior, como se ha descrito en los capítu los sobre población, contaminación at-mosférica, salud y suelo principalmente, la industria tiene la capacidad de mejorar o deteriorar el ambiente. La industria es muy importante para la economía de las sociedades mo-dernas y es esencial en los países en desarrollo para ampliar su base económica y satisfacer sus necesidades crecientes: extrae materiales de la base de los recursos naturales e intro-duce en el medio ambiente humano y natural productos y contaminación. Sus repercusiones sobre la base de los recur-sos naturales van desde la exploración y explotación de ma-terias primas, su transformación en productos, el consumo de energía y la generación de residuos, hasta la utilización y eliminación de los productos por parte de los consumi-dores. La producción industrial de los países en desarrollo se está diversifi cando y desplazando hacia sectores con más densidad de capital como productos metálicos y químicos, maquinaria y equipo, que tradicionalmente son los que cau-san más contaminación. En la medida que las poblaciones de estos países aumentan, la agricultura no podrá absorber a tantos trabajadores y la in dustria deberá proporcionar em-pleo, bienes y servicios, lo que signifi ca mayor producción básica y el fortalecimiento de la infraestructura industrial; hierro, acero, transporte, papel, material de construcción y

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productos químicos, lo que supone aumentos en el uso de energía, materias primas, residuos industiales, etc.

Estos países que no poseen los recursos necesarios para industrializarse ahora y reparar los daños después están apro-vechando las mejoras que se están logrando en los países in-dustrializados en cuanto a gestión de recursos y del me dio ambiente. También, y a partir de las nuevas tecnologías en comunicaciones, información y control de procesos, están es-tableciendo industrias de pequeña escala, descentralizadas y dispersas, que pueden reducir la contaminación y las grandes concentraciones, proporcionan empleos no agrícolas, produ-cen bienes de consumo para mercados locales y contribuyen a difundir tecnologías que res petan el medio ambiente.

Al hablar de estrategias para un desarrollo industrial sostenible, las consi deraciones relativas a los recursos y al medio ambiente pueden integrarse en los procesos de planeación y adopción de decisiones de gobierno e indus-tria. Las medidas más importantes son establecer objetivos ambientales claros y propug nar por el cumplimiento de las leyes en materia del ambiente en las industrias, otorgar prioridad a los problemas de salud pública vinculados con la contamina ción y los residuos peligrosos. Las reglamen-taciones y normas deben de regular asuntos tales como la contaminación del aire y del agua, el manejo de los resi duos industriales, la salud en el trabajo y la seguridad de los tra-bajadores, la efi ciencia en el uso de la energía y los recursos para los productos y los procesos, así como lo concerniente a la manufactura, empleo, transporte y comercializa ción de sustancias tóxicas, adoptando sistemas fl exibles así como reglamentacio nes para controlar la actividad industrial, a través de las fronteras nacionales y sobre los espacios co-munes internacionales.


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Por otra parte, hacer un uso más efectivo de los instrumentos económicos es una medida para asegurar que las industrias rea-licen las inversiones necesarias para reducir la contaminación, los residuos y el desperdicio de insumos subsidia dos mediante estímulos y exenciones y la inefi ciencia en los procesos de la pro ducción. En otros términos, alentar a las empresas a invertir en medidas preven tivas y promover el rediseño de productos, técnicas, métodos, procesos e instrumentos para lograr produc-tos más seguros, procesos más efi cientes y reci claje de materias primas o pagar el costo ambiental mediante gravámenes por contaminación o residuos, multas por incumplimiento, etc.

Sin embargo, la opción deseable es la cooperación entre gobierno, empresa y comunidad para la planeación de medi-das destinadas a proteger la salud y el medio ambiente.

10. El reto urbano

En muchos países en desarrollo, el crecimiento de las ciuda-des ha alcanzado proporciones inimaginables y a una rapi-dez sin precedentes.

Pocos gobiernos en el mundo en desarrollo tienen la ca-pacidad para pro porcionar a sus poblaciones servicios e in-fraestructura para una vida humana adecuada. El resultado es la proliferación ilegal de asentamientos pobres, cre ciente hacinamiento y propagación de enfermedades relacionadas con ambien tes insanos. La alta concentración de industrias en ciudades ha aumentado los problemas de contaminación del ambiente; de la misma manera que la expan sión de cen-tros urbanos en espacios abiertos y áreas verdes es otro de los proble mas más frecuentes en nuestros países.

Por lo general, el crecimiento urbano precede el estable-cimiento de una base económica sólida y diversifi cada para

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respaldar la construcción de viviendas, la in fraestructura y el empleo. Por lo menos esa era la expectativa de algunos países en de sarrollo en la década de los años 50. Sin embargo, siste-mas de desarrollo industrial inadecuados y falta de coherencia entre las estrategias de desarrollo agrícola y urbano constituye-ron las precondiciones de los problemas actuales. Muchos de los proble mas que vivimos hoy en día se han acentuado por la crisis económica de los años 80, que no solamente redujo los ingresos, aumentó el desempleo y suprimió muchos progra-mas sociales, sino que restringió aún más la escasa prioridad concedida a los problemas urbanos, al disminuir los recursos para atender las necesidades de las zo nas urbanas.

En algunos de los países en desarrollo, el deseo de li-mitar este crecimiento ha conducido a políticas especiales destinadas a acelerar el desarrollo de centros secundarios, desplazando más ingresos de las principales ciudades a las zonas rurales y a las ciudades más pequeñas. El aumento de la producción, el incre mento de fuentes de trabajo en el sec-tor agrícola e ingresos medios superiores han estimulado el desarrollo de centros pequeños e intermedios en zonas agrí-colas. La concentración urbana y la gestión de sus problemas han dejado expe riencias importantes.

Por ejemplo, la fase inicial de implantación de las estrate-gias para el desa rrollo urbano sólo ha sido posible mediante políticas de desincentivación, con lo que han podido lograr-se algunas metas para evitar el crecimiento desproporcio-nado de las ciudades principales; un requerimiento de es-pecial importancia ha sido la sincronización; es decir, los estímulos a la descentralización cuando las ventajas de la concentración disminuyen; la inhibición de políticas que aumen ten el atractivo de la ciudad principal, en especial los subsidios de alimento y energía, el ofrecimiento generoso de


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infraestructura urbana y otros servicios y la concentración excesiva de la administración pública en la capital; los estí-mulos al crecimiento a centros secundarios sobre la base de las ventajas económicas naturales de sus regiones en materia de procesamiento y comercialización de los recursos y des-centralización de los servicios gubernamentales y benefi cios eco nómicos directos en las zonas de recursos donde se han construido. Estas expe riencias han redundado en el fortale-cimiento de los servicios e instalaciones necesarios que han fomentado iniciativas de desarrollo e inversiones, logrando así la modifi cación de políticas y programas contradictorios, lo cual ha permitido también evaluar y desechar los prejui-cios espaciales inherentes a las políticas macroeconómicas y fi scales, presupuestos anuales, estructuras de precios y pla-nes sectoriales de inversión, logrando un impacto positivo en la efi cacia de la aplicación de medidas de política urbana.

11. Conclusiones

Lo que ha sido expuesto tiene como fi nalidad demostrar que, a pesar de las ine vitables dramatizaciones que implica la exposición y análisis de los problemas ambientales pro-vocados por la sobreexplotación de los ecosistemas yel uso ine fíciente de la energía, las soluciones son posibles. Con seguridad, las alternativas para obtener cambios signifi cati-vos a favor de una conservación ambiental y un desarrollo sostenido dependen más de los recursos culturales de una población que de la abundancia de sus recursos económicos o inclusive tecnológicos, que constituyen medios, técnicas e instrumentos que costosos o no, son herramien tas al servicio de una convicción y actitud colectivas. Lo importante es que el de sarrollo sostenido, la conservación, previsión y preven-

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ción ambiental sean cul turalmente relevantes para toda la población.

El esfuerzo científi co y humanista no encuentra su rea-lización en vertir siste máticamente escenarios catastrófi cos, aun a pesar de que las tendencias de nues tras acciones apun-ten hacia esa dirección. El compromiso esencial radica en la for mulación de alternativas y opciones para el diseño de un futuro deseable, y el principal obstáculo para cimentar las bases sociales y culturales para el logro de es ta meta lo constituye la ignorancia, el desencanto y la indiferencia de una colecti vidad respecto a su propia realidad; porque des-pués de cientos de años de historia compartida, los países en desarrollo han comenzado a descubrir que el subdesarro llo no es únicamente una categoría económica, sino también una condición cultu ral. Las modestas contribuciones de las ciencias y las disciplinas sociales en nuestro país son parte de los recursos de los que se dispone en la actualidad para difundir y ampliar los conocimientos que permitan orientar mejor nuestras acciones y com portamiento presente y supe-rar, en lo posible, rezagos culturales que hasta hoy si guen limitando nuestras opciones de desarrollo.

Estrategias Nacionales para la Conservacion Estructura para el desarrollo sostenido

ESQUEMA ILUSTRATIVO PARA UN INFORME DE LA ENC

El siguiente esquema no constituye un modelo estricto; ha sido confeccio nado basándose en diferentes informes pro-ducidos hasta la fecha y se pre senta como una lista de con-trol que ilustre la lógica de la estrategia. La ma yor parte del contenido de una ENC será específi ca para un país. Los ele-mentos de este esquema podrán ser también utilizados en la preparación de ENC específcas, e Informes Generales.

PROLOGO

La necesidad de una ENC y el propósito perseguido RESUMEN

1. INTRODUCCION

1.1 LA CONSERVACION PARA EL DESARROLLO SOSTE-NIDO discusión de las fi losofías de conservación y de-sarrollo.

1.2 LA INICIATIVA DE UNA ESTRATEGIA NACIONAL PARA LA CONSERVACION

que incluye un resumen de los problemas de recursos na-turales y su relación con el desarrollo nacional; un breve resumen histórico de las actividades de conservación; un registro de la iniciativa para la preparación de una ENC, el proceso y las personas que han participado.

Anexo 1


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2. LA SITUACION ACTUAL

2.1 CARACTERISTICAS FISICAS E INFRAESTRUCTURAS DEL PAIS descripciones breves y sólo si son necesarias (a menudo éstas pueden tener base en otros documentos recientes tales como los Perfi les Ambientales preparados por USAID).

por ejemplo: Suelos Ecología Hidrología Clima Uso del suelo Recursos naturales Economía Industria Energía Población incluyendo salud Asentamientos humanos As-

pectos culturales 2.2 EL CONTEXTO DEL DESARROLLO discusión sobre los problemas de desarrollo a los que

hace frente el país; contexto regional e internacional; his-toria económica reciente y previsio nes; metas principa-les del desarrollo, problemas, oportunidades, limitan tes, etc.

2.3 SECTORES DEL DESARROLLO Y SUS EFECTOS SOBRE LA CONSERVACION

análisis de las interacciones conservación/desarrollo en cada sector en rela ción con:

- el tipo y grado de las consecuencias de la interacción (positiva o negativa) . por ejemplo, erosión del suelo, inundaciones, deforestación;

- prioridades de los problemas de conservación basadas en importancia, urgencia y eventual irreversibilidad (ver EMC sección 5);

- ecosistemas afectados; - una descripción de las medidas de conservación adop-

tadas hasta la fecha

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ANEXO I

y una evaluación concreta de su efectividad; -los obstáculos para lograr la conservación en un sector y

el grado de difi cultad de ellos; - tendencias y predicciones; - identifi cación de las necesidades para la acción (resu-

midas más adelante s i es necesario). 2.4 ASPECTOS DE CARACTER INTERNACIONAL Aspectos

regionales, por ejemplo: - uso de recursos compartidos - problemas de contaminación (lluvias ácidas) - desertifi cación - inundaciones Aspectos globales, por ejemplo: - protección de especies - patrimonio cultural - convenciones conservacionistas - relaciones con agencias de asistencia internacional. 2.5 OBSTACULOS PARA LA CONSERV ACION análisis a nivel nacional de los factores negativos, por

ejemplo: - planifi cación ambiental y de recursos natura-les

- organización - políticas -legislación - información disponible - conciencia conservacionista - capacidad fi nanciera y de recursos humanos - patrones de consumo y actitudes culturales - otras funciones signifi cativas

Esta sección debe referirse a la acción necesaria ya las razones por las cua les ella no existe.


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3. LA ESTRATEGIA

3.1 PROPOSITOS DE LA ESTRATEGIA Estos se ajustarán a: Metas - satisfacer las necesidades básicas materiales, espiritua-

les y culturales de la ciudadanía actual o de las genera-ciones futuras de un país, a través del manejo sabio de los recursos naturales.

El fi n estratégico - defi nir y establecer políticas, planes, organización y ac-

ción a través de las cuales se integrará, en cada aspecto del desarrollo social y económico del país, el concepto del uso sostenido de los recursos naturales;

-la esencia de una estrategia es analizar las tendencias y las situaciones ac tuales a fi n de anticiparse a los proble-mas y poder planifi car adecuada mente.

Objetivos - asegurar el uso sostenido de los recursos naturales de

una nación (bos ques, tierras agrícolas, vida silvestre, etc.)

- mantener la diversidad genética del país (el total del ma-terial genético que asegura la calidad y productividad de las cosechas vegetales y anima les y la valiosa diversidad de las especies silvestres);

- mantener los procesos ecológicos esenciales y los siste-mas de apoyo (re generación y protección de suelos, re-ciclaje de nutrientes, protección y purifi cación de aguas, etc.)

3.2 PRINCIPIOS OPERACIONALES UTILIZADOS EN LA PUESTA EN MARCHA DE LA ENC

Estos serán específi cos para cada país e incluirán, proba-

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ANEXO I

blemente, los siguientes aspectos: - mantener abiertas las opciones para el futuro; _ enfocar las actividades en proyectos y áreas específi cas

y cubrir un amplio rango de políticas; - utilizar las instituciones y procedimientos existentes; - maximizar la efi ciencia del uso de recursos; - coordinar la comprensión, los compromisos y las activi-

dades entre sectores; - integrar las actividades de conservación y desarrollo, de

manera que sean más rentables; - educar, comunicar y evaluar la opinión pública; - destacar los éxitos y deducir enseñanzas de los éxitos y

errores; - establecer prioridades y concentrarse en ellas. 3.3 RESUMEN DE ASPECTOS PRINCIPALES Y NECESI-

DAD DE ACCIONES INTERSECTORIALES Los problemas prioritarios de cada sector han sido ana-

lizados con anteriori dad (sec, 2.3). Será posible hacer una enumeración de las soluciones corres pondientes, es decir, de las acciones prioritarias, bajo encabezamientos sec toriales. Este será, evidentemente, el procedimiento para preparar estrategias sectoriales y planes de trabajo complementarios al documento central de la ENe. Sin embargo, uno de los temas principales de una ENC se refi ere al hecho que el uso de un recurso natural en un sector puede ayu dar o perjudicar su uso en otro sector y que muchos problemas, relativos a los recursos naturales, no pueden resolverse a través de un enfoque unisec torial. Una forma de enfatizar el enfoque global e integrativo que caracteri za el concepto de la ENC es presentar las re-


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comendaciones para las accio nes prioritarias, dentro de la matriz de las interacciones entre conservación y desa-rrollo. Esto demostrará claramente las interrelaciones en-tre acciones prioritarias; relacionará las acciones con los objetivos y, simultáneamente, permitirá la identifi cación de las responsabilidades sectoriales.

3.4 MEDIOS PARA LA ACCION PRIORITARIA CONSERVA-CIONISTA Por ejemplo, recomendaciones relativas a:

- organizaciones (involucradas en la ENC) - políticas (intersectoriales y sectoriales, fi scales, de inver-

sión) - procedimientos globales de planifi cación - legislación _ educación, capacitación, extensión, los medios de infor-

mación y la parti- cipación pública - información e investigación - necesidad de nuevos acuerdos internacionales Anexo 1. Estrategias nacionales para la conservación

161 - proyectos (por ejemplo, áreas de demostración, proyec-

tos para solucio nar necesidades urgentes) 3.5 RESPONSABILIDADES INTERNAS fi nanciamiento, asignación de personal, espacio de ofi cinas,

transporte y costos administrativos, etc. 3.6 RESPONSABILIDADES DE LAS AGENCIAS EXTERNAS

(cuando corresponda) previsión de fondos, consultores y personal de asistencia téc-

nica (tiempo y costos), etc.

4. PUESTA EN MARCHA

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ANEXO I

(o "Propagación de una ENC" en el caso de una proposición de ENC)

Un programa que indique la cronología, la autoridad y las responsabilida des, así como los costos para cada una de las tareas principales y/o proyectos por sectores cuando sea conveniente.

5.METODOS PARA EL MONITOREO DEL AVANCE Y MANTENCION DE LA CONTINUIDAD DE LA ENC

indicando los criterios para medir el éxito y defi nición de mecanismos que aseguren una retroalimentación que permita mejorar la utilidad de una ENe.

6. APENDICES Entrelos apéndices se puede incluir: - un diagrama que indique la coordinación entre diferentes

organizaciones para las varias funciones de conserva-ción;

- un diagrama de fl ujos; - mapas que indiquen las áreas donde se han defi nido acti-

vidades prioritarias relativas a problemas de los recursos naturales.

desarrollo y medio ambiente -...

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