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    Del terrorismo anarquista al terrorismo historicista

    Creo que es bien sabido de todos que la historia se presenta como un gransupermercado, en el cual se exponen con absoluta impudicia toda clase demercancas aptas para configurar el cuadro histrico que cada cual desee. La

    labor del historiador consiste pues en escoger los ingredientes que considerenecesarios para elaborar sus platos y su maestra residir por tanto enconseguir un resultado al gusto del paladar del mayor nmero de comensalesposible1. La historia en este pas y quiz en el resto del planeta, pero no lopuedo asegurar- ha ido siempre a remolque de la poltica y, como corolario, delos ilustres prohombre de la patria. Hace ya unos cuantos aos, lvarez Juncoy Prez Ledesma2 hacan sonar las trompetas del apocalipsis histrico,llamando la atencin sobre la forma de hacer la historia, que de contemplarexclusivamente a los acontecimientos protagonizados por la realeza o losgenerales, haba pasado, a principios de los sesenta, a fijarse en el movimientoobrero, pero sin que ello hubiera significado un cambio importante en la

    estrategia, ya que de los reyes se haba pasado a los lderes obreros orevolucionarios, dejando de lado nuevamente a los autnticos protagonistas deldevenir histrico, los cuales son relegados al papel de comparsas que justificanlas hazaas de los grandes personajes. Pero, lamentablemente, la admonicincay en saco roto y as nos encontramos que muchos aos despus ansigamos desconociendo por completo, en este pas, la historia del movimientoobrero o incluso la del anarquismo, a pesar de la inmensa literatura que aambos se ha dedicado. Para que nadie se escandalice, argumentar misafirmaciones: conocemos casi a la perfeccin las estructuras de las grandesorganizaciones obreras (FRE, FTRE, CNT, UGT, etc.), pero salvo honrosasexcepciones (Juan Jos Morato con los tipgrafos, Miquel Izard con las TresClases de Vapor y algn que otro artculo dedicado a los toneleros o a otrosoficios), no sabemos nada de las uniones o federaciones de oficio y an menosde las secciones obreras de base que las conformaban. Y, en lo que respectaal anarquismo, poco se sabe de la estructura, accin y relaciones de los gruposde afinidad anarquista, pilar fundamente del desarrollo del anarquismo en estepas.Por otro lado, los estudios de fuentes para investigar el movimiento obrero olos movimiento sociales, si se prefiere para ser ms amplios- han quedadoreducidos a su mnima expresin (el estudio pionero de Rene Lamberet sobrela bibliografa y cronologa del movimiento obrero espaol, en francs,

    naturalmente, o los trabajos de Vctor Manuel Arbeloa, sobre la prensa delmovimiento obrero, sepultados en los oscuros rincones de las hemerotecas, yaque ni siquiera logr convertirse en libro, etc.), lo cual es bastante ilustrativo delinters que se tiene en este pas por un conocimiento profundo de losmovimientos sociales. Todo ello hace que los investigadores acadmicostengan que partir siempre de cero en sus trabajos y, sobre todo, seguir el surcotrazado por sus antecesores para no perder la lnea, lo cual muy

    1 Alba Rico, Santiago, Las reglas del caos. Apuntes para una antropologa del mercado,Barcelona, 1995, p. 130, lo describe de forma un tanto diferente: "La historia proporciona todaclase de precedentesa la medida de todos los discursos y de todos los gustos" (subrayado en el

    original).2 Historia del movimiento obrero. Una segunda ruptura, Revista de Occidente, 12 (marzo-abril1982), 19-41.

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    probablemente significara ser relegados a servir los cafs como mucho. Creoque sta es la razn de que la mayora se sume a la opinin ms general parapoder tener alguna probabilidad de integrarse en el grupo de los privilegiados;el problema es que esta opinin general cala lo suficiente en las mentes deaquellos que quieren ser ms crticos y logran llevarlos a su terreno, con lo cual

    el debate se vicia de tal modo que se hace cada vez ms difcil adquirir unamnima coherencia.Este estado de cosas en nuestra historiografa sobre los movimientos socialesquiz explique porqu los investigadores de otros pases, en lneas generales,han llevado a cabo investigaciones ms mesuradas y coherentes sobre losmismos. Y explica tambin, muy probablemente, que las investigaciones sobreel desarrollo del anarquismo en este pas, haya quedado casi reducida a unsimple recuento de cadveres, hasta el punto que en los ltimos aos se haproducido una enorme avalancha de ensayos sobre el llamado terrorismoanarquista, eso s reducida prcticamente a la ltima dcada del siglo XIX,pero eso no es bice para que se le consagren multitud de estudios, aunque,

    como no poda ser de otro modo, se parezcan de tal modo que en ocasionesresulte muy difcil distinguirlos, si no fuera porque las cubiertas de los libros sondiferentes. Todo parece indicar que este ingente volumen de despropsitos que en buena lgica podra perfectamente denominarse terrorismo historicista-persigue acabar de una vez por todas con los ltimos restos del anarquismo almenos en el plano intelectual- despus de que los militares golpistas intentaranacabar con l fsicamente3.Afortunadamente, todava quedan investigadores honestos que tratan deesclarecer los hechos con el rigor suficiente y, por supuesto, sin caer en lapendiente resbaladiza de negar la evidencia a fin de proteger el maltrechocuerpo del anarquismo, que ninguna falta le hace. Muy recientemente, y casi almismo tiempo, han aparecido dos ensayos que tratan el tema de los atentadosque jalonaron esta dcada y uno de ellos centrado particularmente en la bombaque hizo explosin en la calle de Cambios Nuevos, en Barcelona, al paso de laprocesin del Corpus, el da 7 de junio de 18964. Ambos ensayos, queanalizaremos ampliamente ms adelante, gozan, cada uno en su estilo, de unrigor y una coherencia excepcionales.

    Lo ms significativo es que la mayor parte de los estudios que sobre elanarquismo se han llevado a cabo en los ltimos aos, se han centrado casiexclusivamente en los perodos ms crticos de su evolucin y desarrollo: la

    ltima dcada del siglo XIX, el perodo que se extiende entre 1917 y 1923 y losaos republicanos y muy especialmente 1936-1939. En casi todos ellos seobserva que, a falta de nuevas investigaciones, su originalidad consiste en unaescalada incriminatoria cada vez mayor sobre la actuacin de los anarquistas.Las conclusiones que se pueden extraer son bastante desalentadoras, porquesera una lamentable prdida de tiempo esperar que de los medios acadmicos

    3 Ms adelante sealar los trabajos acadmicos y las obras ms recientes que sobre el temase han publicado; no obstante, para quien est interesado en ampliar la informacin, remito a labibliografa, muy completa, del libro de Antoni Dalmau, El procs de Montjuc. Barcelona al finaldel segle XIX, Barcelona, 2010, pp. 551-568.4 Uno de ellos es, Grupo de afinidad Quico Rivas, La Barcelona de la dinamita, el plomo y el

    petrleo, 1884-1909 (apuntes para un recuento final de cadveres) [2010]; el otro lo debemos a lapluma del prolfico Antoni Dalmau, El procs de Montjuc. Barcelona al final del segle XIX, yacitado.

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    surja un estudio serio sobre la contribucin del anarquismo al desarrollo delpensamiento antiautoritario. La sumisin al Estado es tan notoria que cualquierintento en este sentido sera ahogado en ciernes y el responsable deldesafuero relegado a labores de limpieza.

    Pasar ahora a analizar los estudios que se han llevado a cabo sobre elanarquismo en la ltima dcada del siglo XIX los otros dos perodos que hemencionado ms arriba los dejar para otro momento ms lcido; pero antessealar que esta dcada concreta ha sido estudiada, casi exclusivamente, enla vertiente que ha pasado ya a la historia como la dcada terrorista, olvidando,naturalmente, que el movimiento obrero segua existiendo y actuando ytambin los grupos de afinidad anarquista, pero no la UGT, que siguiarrastrndose penosamente por las calles de Barcelona, hasta que deciditrasladarse a la sombra del poder central, nico lugar donde su desarrolloestaba casi asegurado.Uno de los primeros estudios sobre el tema fue el llevado a cabo por

    Montserrat Caminal: El terrorismo en Barcelona de 1892 a 1896. Antecedentesdel proceso de Montjuic, tesis de licenciatura presentada en 1972 en laUniversidad de Barcelona, que no tendra la suerte de ser publicada. Unosaos despus, Rafael Nez Florencio publicada su trabajo5, un ensayo muycompleto, opinin compartida por todos los estudiosos del perodo, pero sobretodo muy mesurado. Este ensayo fue tambin el resultado de una tesis delicenciatura leda en la Universidad de Barcelona en 1979, que s tuvo la suertede visitar la imprenta, y en ese mismo ao, Antonio Robles Egea presentaba lasuya en la Complutense de Madrid: Terrorismo anarquista en Espaa, 1893-1897, que tambin permanecer en las sombras de la Universidad. Un aoms tarde, Helena Rot Rull hara lo propio presentando en la Universidad deBarcelona su tesis de licenciatura: Anarquismo y terrorismo en Barcelona,1892-1902, que tampoco tendra suerte en las imprentas.Todos los estudios sealados que he podido consultar el de Antonio RoblesEgea se me escap por poco- tienen parecida estructura y sus opiniones slodifieren en algunos puntos poco importantes, no obstante conviene precisarque Nez Florencio extiende su estudio a la primera dcada del siglo XX,cargando en el haber de los anarquistas al menos en el ttulo del ensayo- a laretahla de bombas que estallaron en Barcelona (principalmente en lasRamblas o aledaos) entre 1900 y 1909, la mayor parte de las cuales sedebieron al suculento negocio montado por Joan Rull, eso s antiguo anarquista

    reciclado a negociador.

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    No obstante, no quiero pasar por alto la contribucin de Joaqun RomeroMaura, el cual, antes de que los universitarios de este pas se enfrascaran en eltema, nos enviaba desde Oxford7 su particular visin del tema, que hace unoscuantos aos se sum a la fiesta en castellano8. Pero, dejando aparte el hecho

    5El terrorismo anarquista, 1888-1909, Madrid, 1983, 250 pginas.6 Puede verse un estudio muy completo de este asunto en, Dalmau, Antoni, El cas Rull. Viuredel terror a la Ciutat de les Bombes (1901-1908), Barcelona, 2008, 411 pginas.7 Terrorism in Barcelona and its Impact on Spanish Politics, 1904-1909, Past and Present

    (Londres), XVII, 41 (diciembre 1968), 130-183.8 Romero Maura, Joaqun, La romana del diablo. Ensayos sobre la violencia poltica en Espaa(1900-1950), Madrid, 2000, pp. 12-79.

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    de que trata el perodo en el que ya hemos dicho que el terrorismo se habaconvertido en un negocio muy lucrativo, sus fuentes principales suelen ser losinformes de los confidentes y dems ralea. En el reciente ensayo del Grupo deafinidad Quico Rivas; una obra escrita con mucho rigor y con una gran carga deirona y no solamente en el subttulo, se afirma en una de sus partes, titulada

    Ni Dios ni Estadstica: Historiadores como Gil Maestre, Comn Colomer oRomero Maura (policas o con amigos en comisara) sumaran los desafuerosinventariados en este libro (ms de doscientos entre detonaciones, cuchilladasy descubrimientos) y se los imputaran todos a la anarqua, menos uno o dospara no ser tildados de extremistas. Conclusiones: el 99,1% de las fechorasfue anarquista; la media de crmenes anarquistas fue del 9,3 por ao; los aosen que no pas nada fue porque los anarquistas estaban conspirando, elnmero real de complots fue incalculable (entre miles y millones) y si nopasaron ms cosas se debi a la atenta vigilancia de la polica, cada petardoque no estall tena fuerza suficiente para derribar un barrio entero.9Esta obra se compone de una cronologa prcticamente exhaustiva de los

    hechos violentos ocurridos en Barcelona entre 1884 y 1909, complementadacon un agudo anlisis, Ni Dios, ni estadstica, que ya hemos mencionado, enel cual se desmenuza cada acontecimiento para determinar cuntos deaquellos hechos parecen tener la firma de la provocacin policial; el cuadro secompleta con una seleccin de imgenes que ilustran algunos de los hechosreseados.

    Tras los trabajos acadmicos referenciados ms arriba, se produce unaespecie de sequa analtica del perodo, salvo las alusiones en alguna obrageneral o los refritos tpicos, pero tras el desplome de las torres gemelas, elterrorismo pasa a ocupar el primer plano de la justificacin de los gobiernospara cometer toda clase de tropelas10 y se abre el bal de los recuerdosterroristas de los anarquistas espaoles. Primero fue Juan Avils11, ms tardengel Herrern Lpez12 y ltimamente Lus Izquierdo Labella13, pero llegarontarde a la fiesta y no han tenido ms remedio que conformarse con las sobrasdel banquete.De todos modos, de todos los actos violentos atribuidos a los anarquistas enesos aos, destacan los tres de la ltima dcada decimonnica: dos en 1893,Paulino Palls y Santiago Salvador y el de Cambios Nuevos, en 1896, que lahistoriografa ha atribuido a un singular anarquista francs de nombre Giaraul,Girault o Giraud, ya que ni en el apellido, ni tampoco en el nombre, se ponen

    de acuerdo las crnicas. Es este ltimo atentado el que vamos a analizar acontinuacin, pero no sin antes sealar que muchos de los actos violentosatribuidos a los anarquistas parecen tener el sello de la provocacin policial.

    9La Barcelona de la dinamita, el plomo y el petrleo, 1884-1909 (apuntes para un recuento final decadveres) [2010], 87.10 Basta fijarse en la ltima hazaa antiterrorista del ejrcito israel.11 Los orgenes del terrorismo: narodniki y anarquistas, en Los orgenes del terror: indagandolas causas del terrorismo, Madrid, 2004, pp. 61-86.12 Espaa: la propaganda por la represin, 1892-1900, en El nacimiento del terrorismo enoccidente. Anarqua, nihilismo y violencia revolucionaria, Madrid, 2008, pp. 103-139.13Anarquistas, viaje a los orgenes del terrorismo espaol, Madrid, 2010. Este libro est recin

    salido del horno y lamentablemente no he podido hojearlo todava, pero su ttulo es ya de por sbastante significativo. An se podran citar algunos otros trabajos del mismo estilo, pero creoque basta con esta significativa muestra.

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    Marc Viaplana, en el ensayo ya citado del grupo de afinidad Quico Rivas,desmenuza, atomiza, examina y por ltimo reflexiona sobre los actos violentosque se produjeron en Barcelona y, sin negar que algunos de ellos se debierona la revolucin social, concluye en la ms que fundada sospecha de que unabuena parte se debieron a causas inconfesables.

    El ensayo de Antoni Dalmau, al que ya nos hemos referido anteriormente,difiere sustancialmente de los recientes trabajos sobre el mismo tema en unaspecto que a m me parece fundamental, ya que su intencin no es abundaren el tema, sino ordenar y sistematizar toda la informacin de que se disponeactualmente, a falta de nueva documentacin que aporte algn datosignificativo y lo hace, segn acostumbra, con gran rigor. Aunque este libro secentra especialmente en el infame proceso de Montjuc, resultado de la bombaque fue lanzada al paso de la procesin del Corpus, el 7 de junio de 1896, en lacalle de Cambios Nuevos de Barcelona, analiza tambin los dos atentadosanteriores que tuvieron lugar en 1893. No vamos a comentar los atentados de

    1893, porque ya sabemos con absoluta seguridad quienes los cometieron,aunque tambin fueron encartados en los mismos anarquistas que nada tenanque ver con los mismos y, siguiendo las prcticas terroristas del Estado,algunos de ellos ajusticiados.En el apartado titulado, Les hiptesis sobre lautoria de latemptat del carrerdels Canvis Nous, Antoni Dalmau repasa a conciencia las dos hiptesis queentonces se barajaron. En un primer momento, circul la hiptesis de laprovocacin policial, que posteriormente sera abandonada por la hiptesis deun anarquista francs, que fue lanzada por Henri Rochefort, director del diarioparisiense LIntransigeant, seis meses despus del atentado, aunque sin aludira su nombre. Ms tarde se le dara el apellido de Giraul, que posteriormente setransformara en Girault y tambin en Girauld; incluso el nombre sufriravariaciones en las diversas crnicas14.El rigor histrico de Antoni Dalmau leimpide decantarse por una u otra de las hiptesis y deja el caso abierto a laespera de nuevas pruebas, que mucho me temo nunca podrn aportarse.

    Por lo que a m respecta, respeto el rigor histrico, pero atenerse estrictamenteal mismo significa en muchas ocasiones no profundizar en determinadosacontecimientos histricos, especialmente cuando se trata de montajes urdidospor los Estados o las fuerzas del orden; por ello utilizar otro tipo de mtodo,quiz no muy ortodoxo, pero en ocasiones muy eficaz: el mtodo comparativo

    con otros sucesos similares y destinado a conseguir siempre el mismoresultado, es decir, la eliminacin de la protesta popular a costa de masacrar aquien sea. Digamos de entrada aunque supongo que se habr adivinado- queme inclino por la hiptesis de la provocacin policial, por dos razones: la bombafue lanzada en la parte trasera de la procesin en la que iba gente del pueblo,mientras las autoridades ocupaban la vanguardia de la misma y, por otro lado,nadie ha podido identificar al supuesto anarquista francs que nadie conoca, nisiquiera los servicios secretos franceses, generalmente bien informados, queniegan que existiera en Barcelona en aquel tiempo ningn francs con eseapellido. Pero, entonces, por qu se aventur, por parte de los anarquistas, la

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    Puede seguirse con detalle estas diferentes versiones de la autora del atentado en Dalmau,Antoni, El procs de Montjuc, ob. Cit., pp. 421-431. Conviene sealar que la prctica totalidadde los historiadores del perodo se decantan por la hiptesis Girault.

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    existencia de tal sujeto? Luego lo veremos, pasemos ahora a los montajespoliciales.

    En este pas y seguramente en todos los que conforman el planeta- ha habidomuchos montajes policiales, pero slo aludir a tres especialmente sangrientos.

    El primero de ello fue la fabricacin en 1883 de una misteriosa organizacinconocida con el nombre de La Mano Negra, el segundo fue el que nos ocupay el tercero muchos lo hemos vivido: el montaje del Caso Escala en 197815.

    En el proceso de inestabilidad social en Andaluca, provocada por aos sucesivosde malas cosechas con el consiguiente corolario de hambres y miseria, lastensiones se agudizaron a finales de 1882. Temiendo los propietarios agresionesalertaron a las autoridades y se extremaron las precauciones. Aprovechandovarios sucesos luctuosos ocurridos por aquellas fechas, se descubriprovidencialmente, la existencia de una sociedad secreta conocida como "LaMano Negra", la cual tendra como objetivo sembrar el terror, la destruccin y la

    muerte. La supuesta existencia de la citada sociedad sirvi de pretexto algobierno para desencadenar una ola de represin sin precedentes que llen lascrceles de campesinos afiliados a la Federacin de Trabajadores de la ReginEspaola (FTRE) y llev al patbulo a numerosos inocentes.Mucha tinta se ha vertido en torno a su existencia, en extremo dudosa,concluyendo que todo haba sido una superchera fabricada por el gobierno parajustificar la represin. Hace aos, Clara E. Lida16, transcribi los estatutos de latal sociedad, encontrados por ella en la Secretara de su Majestad, legajo 10077(AGP)17; sin embargo, para Tun de Lara18, desde luego nada sospechoso desimpatas anarquistas, tiene el tufo de documento prefabricado. lvarez Junco,terci agudamente: "Lo esencial histricamente es que se utiliz la violenciaverbal de uno de estos pequeos grupos -que existieron, no era necesarioinventarlos- y un par de crmenes -que podan o no estar relacionados con elgrupo- para erigir una vez ms el fantasma rojo y justificar la represin contra lapoderosa y legalista FTRE."19Hace algunos aos, Ral Ruz-Berdejo, locutor de la red de emisorasmunicipales de Andaluca y que conduce el programa El retorno del brujo, seinteres por el tema aplicando su particular metodologa: el espiritismo20.Despus de muchas tensiones y sesiones agotadoras, se lleg a la conclusinque el origen de todo estuvo en los amores prohibidos de un plebeyo y unapatricia, de resultas de lo cual el pretendiente fue asesinado y tambin su

    amigo Bartolom Gago Campos el blanco de Benaocaz, a manos de variosseoritos. Este fue el crimen que llev al patbulo o a la ergstula a muchos

    15 Sobre este ltimo no voy a ocuparme; ya otros lo han hecho con gran rigor.16 "Agrarian anarchism in Andalucia", International Review of Social History, XIV, 1969, pp.315-352, reproducido en ZYX, 1972 y en Antecedentes y desarrollo del movimiento obrero espaol(1835-1888). Textos y documentos, Madrid, 1973, pp. 425-456.17 Resulta sorprendente que una historiadora, por lo general muy rigurosa, se dejara engaarde ese modo por un documento que, con algunas significativas variantes, se pueden encontraren varios archivos. Afn por ser la primera en descubrir las pruebas documentales de unaasociacin que ha resultado, a fin de cuentas, una burda superchera? Misterios de la historia.18El movimiento obrero en la Historia de Espaa, Madrid, 1972, p. 279.19

    Lorenzo, Anselmo, El proletariado militante, prlogo y notas de Jos lvarez Junco, Madrid,1974, p. 465, nota 8020 Ruz-Berdejo, Ral, La Mano Negra, Madrid, 2005, passim.

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    afiliados a la Federacin de Trabajadores de la Regin Espaola.Independiente de las sonrisas que pueda despertar este mtodo de trabajo, nocabe duda que el esfuerzo de investigacin de Ruz-Berdejo supera el demuchos otros investigadores que se han interesado por el tema, investigacinque Ral agradece, entre otros, a quien l considera como su profesor en

    esta materia: Manuel Ramrez Lpez, el cual, junto a Jos Lus PantojaAntnez, public hace diez aos, la que posiblemente sea la mejorinvestigacin sobre la infame trama conocida como La Mano Negra.21

    En el pas vecino, Francia, las cosas no iban tampoco nada bien aquel 1882,los mineros de Montceau-les-Mines, hartos de que el jornal no les llegara nisiquiera para alimentarse, se amotinaron y tuvieron en jaque a la polica. Esemismo ao, una bomba de vuelco fue lanzada en la sala de fiestasLAssommoir de Lyon, sin causar vctimas. Este acto fue atribuido a AntoineCyvoct, quien en todo momento se declar inocente, pero adems fueronencartados en el llamado proceso de Lyon muchos significados anarquistas,

    entre los que se encontraba Pedro Kropotkin.Algunos aos despus, en la celebracin del 1 de mayo de 1891, los sucesosseran mucho ms sangrientos. En Clichy, mtico barrio de Pars, lamanifestacin del 1 de mayo acabara con la detencin de tres anarquistas,acusados de recibir algunos sablazos de la polica, empeada en arrebatarlesla bandera. Mucho ms trgico sera lo ocurrido en Fourmies, ese mismo da,cuando el heroico ejrcito francs dispar indiscriminadamente sobre uncortejo desarmado que por la tarde se diriga a celebrar la fiesta en el campo.Se produjeron muchos muertos y numerosos heridos, hombres, mujeres ynios.22Puede ser que todos estos actos de barbarie de las fuerzas del orden nojustifique la reaccin posterior, pero, en mi opinin, al menos la explican conclaridad meridiana.

    Volviendo al atentado de la calle de Cambios Nuevos de Barcelona, la hiptesisde que la autora del mismo correspondera a un anarquista francs, Giraul,Girault o Giraud, hace aguas por todas partes. En un primer momento lacreencia ms difundida entre un importante sector de la poblacin fue la de unaprovocacin de la polica; as lo pensaba tambin Teresa Claramunt y TomsAscheri, generalmente bien informado, porque adems de anarquista eraconfidente de la polica, el nico problema es que nadie poda aportar ninguna

    prueba que lo demostrara. De manera inmediata, los ttricos calabozos delcastillo de Montjuc empezaron a llenarse de detenidos, muchos de ellosanarquistas, pero haba tambin librepensadores, republicanos, literatos... entotal la cifra de detenidos, segn Antoni Dalmau, super ampliamente elnmero de 600 o 700. Las torturas no tardaran en dar comienzo en algunos delos detenidos.Es plausible que ante estos horrores a Tarrida del Mrmol, Urales o algn otrose le ocurriera la idea de dar a la publicidad un nombre cualquiera preferentemente extranjero- como autor de los hechos, con el fin de detener labarbarie, ya que la hiptesis de la provocacin no servira para nada sinpruebas que la demostraran, y se le hiciera llegar la proposicin a Rochefort, lo

    21La mano Negra. Memoria de una represin, Cdiz, 2000, passim.22 Cfr. Salmon, Andr, El terror negro, Mxico, 1975, pp. 34 y sgs.

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    cual explica que se tardara seis meses en aparentar que el autor material delos hechos confesara voluntariamente su accin. Asimismo explica que sebarajaran posteriormente apellidos y nombres distintos, segn la procedenciadel publicista.Por ltimo, el abogado Ramn Sempau, que atent contra el teniente de la

    guardia civil Narciso Portas, uno de los torturadores, sin graves consecuenciasaunque hay que sealar que el juicio al que fue sometido tampoco las tuvo,porque sali absuelto- escribi en 1900 un ensayo sobre la ltima dcada delsiglo XIX, en forma un tanto crptica, probablemente para evitar problemas conla justicia, no en balde era letrado. En l, Sempau, se reafirmacontundentemente en la hiptesis de la provocacin policial: Baste por hoydecir que el protagonista del horrible drama de la calle de Cambios Nuevos eso era un confidente de la V.M.P. Y mantenemos por nuestro honor laafirmacin, estando dispuestos a probarla cuando sea necesario23. Eslamentable que nunca lo considerara necesario. De todos modos, convienedecir que si se encontraran pruebas de la provocacin, an saldra alguien

    justificando la accin del Estado.Por lo que se refiere a los motivos que pudieran darse para semejanteprovocacin, pienso que son bastante obvios. La situacin poltica del pas erasumamente inestable, principalmente por el conflicto cubano, pero no solo, yadems la situacin social en Barcelona era bastante crtica, porque se estabacreando un clima muy favorable contra la posicin gubernamental y nonicamente por parte de los anarquistas, lo cual hubiera sido extremadamentegrave en el caso de complicaciones en la guerra de Cuba. Por todo ello, sehaca necesaria una limpieza general de la disidencia, de ah que fueraencartado en el infamante proceso un amplio abanico de las fuerzas socialescontrarias a la posicin oficial.

    Paco Madrid

    23 Sempau, Ramn (1900), Los victimarios. Notas relativas al proceso de Montjuic, prlogo deEmilio Junoy, Barcelona, p. 302 (las cursivas en el original).