deformación cefálicaintencional

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a los que deben agregarse otros factores que también contribuyeron a alterar la posición o posiciones en que los individuos fueron colocados originalmente· en el interior de la cista, tales como la caída natural de los huesos al perder sus partes blandas, el peso de lasjarras que ocasionó que los materiales se comprimieran y el área tan reducida donde los individuos fueron deposi- tados, que hizo que los cuerpos de estos niños quedaran colocados muy cerca uno del otro, o bien, uno sobre otro. Es también probable que los movimientos natu- rales de la tierra y las remociones del terreno por las cimentaciones de los edificios construidos más tarde en la zona hayan contribuído a variar las condiciones del entierro. Tampoco debemos descartar la posibilidad de que en épocas anteriores la ofrenda haya sufrido un saqueo. Aunque después de este análisis se reduce la posi- bilidad de que se trate de un sacrificio por decapitación y desmembramiento, no debe descartarse por comple- to ya que todavía es necesario confrontar ese resultado con la información de las fuentes acerca de las formas de sacrificar a los niños, 10cual se hará en el siguiente capítulo. Aparte de analizar lo relacionado con la edad, el sexo y los otros aspectos osteológicos, también se toma- ron en consideración algunas prácticas culturales como la deformación cefálica intencional, de la que nos ocuparemos en el siguiente apartado. 98 Deformación cefálica intencional Dentro del ámbito de la osteología cultural, uno de los aspectos que más ha llamado la atención a los estudio- sos del tema es la costumbre de deformar artificialmen- te la cabeza a los niños recién nacidos. Esta práctica se efectuó con mucha frecuencia en distintos pueblos que habitaron el México prehíspánico. De acuerdo con Romano (1974: 198), la práctica deformatoria consistía en comprimir la cabeza de los niños desde muy temprana edad mediante diversos procedimientos que implicaban el uso de aparatos deformatorios, bandas, cofias y gorros, con los cuales se lograban distintos tipos de deformaciones. Esta prác- tica deformatoria fue ampliamente estudiada por Dembo e Imbelloni (1938:228-233), quienes la clasifi- caron en tres tipos básicos: Tabulares oblicuos: tabula- res erectos y anulares oblicuos: El tipo tabular oblicuo se caracteriza por presen'tar dos planos de compresión: uno que se localiza en la parte anterior del cráneo sobre el hueso frontal y otro en la parte posterior sobre el occipital. Lo que distin- gue a este tipo del tabular erecto es la forma del aplanamiento posterior ya que por lo general 'en este caso el plano está inclinado, abarcando únicamente al occipital sin afectar la unión de éste con los parietales (Romano, op. cit.: 203-204). Asimismo, Dembo e Imbe- 1I0ni (op. cit.: 255) señalan que la forma clásica de obtener este tipo de deformación era mediante la aplicación de tablas libres, o sea, un aparato exclusiva- mente cefálico. 99

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a los que deben agregarse otros factores que tambiéncontribuyeron a alterar la posición o posiciones en quelos individuos fueron colocados originalmente· en elinterior de la cista, tales como la caída natural de loshuesos al perder sus partes blandas, el peso de las jarrasque ocasionó que los materiales se comprimieran y elárea tan reducida donde los individuos fueron deposi-tados, que hizo que los cuerpos de estos niños quedarancolocados muy cerca uno del otro, o bien, uno sobreotro. Es también probable que los movimientos natu-rales de la tierra y las remociones del terreno por lascimentaciones de los edificios construidos más tarde enla zona hayan contribuído a variar las condiciones delentierro. Tampoco debemos descartar la posibilidad deque en épocas anteriores la ofrenda haya sufrido unsaqueo.

Aunque después de este análisis se reduce la posi-bilidad de que se trate de un sacrificio por decapitacióny desmembramiento, no debe descartarse por comple-to ya que todavía es necesario confrontar ese resultadocon la información de las fuentes acerca de las formasde sacrificar a los niños, 10cual se hará en el siguientecapítulo.

Aparte de analizar lo relacionado con la edad, elsexo y los otros aspectos osteológicos, también se toma-ron en consideración algunas prácticas culturales comola deformación cefálica intencional, de la que nosocuparemos en el siguiente apartado.

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Deformación cefálica intencional

Dentro del ámbito de la osteología cultural, uno de losaspectos que más ha llamado la atención a los estudio-sos del tema es la costumbre de deformar artificialmen-te la cabeza a los niños recién nacidos. Esta práctica seefectuó con mucha frecuencia en distintos pueblos quehabitaron el México prehíspánico.

De acuerdo con Romano (1974: 198), la prácticadeformatoria consistía en comprimir la cabeza de losniños desde muy temprana edad mediante diversosprocedimientos que implicaban el uso de aparatosdeformatorios, bandas, cofias y gorros, con los cualesse lograban distintos tipos de deformaciones. Esta prác-tica deformatoria fue ampliamente estudiada porDembo e Imbelloni (1938:228-233), quienes la clasifi-caron en tres tipos básicos: Tabulares oblicuos: tabula-res erectos y anulares oblicuos:

El tipo tabular oblicuo se caracteriza por presen'tardos planos de compresión: uno que se localiza en laparte anterior del cráneo sobre el hueso frontal y otroen la parte posterior sobre el occipital. Lo que distin-gue a este tipo del tabular erecto es la forma delaplanamiento posterior ya que por lo general 'en estecaso el plano está inclinado, abarcando únicamente aloccipital sin afectar la unión de éste con los parietales(Romano, op. cit.: 203-204). Asimismo, Dembo e Imbe-1I0ni (op. cit.: 255) señalan que la forma clásica deobtener este tipo de deformación era mediante laaplicación de tablas libres, o sea, un aparato exclusiva-mente cefálico.

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El tiPo tabular erecto se caracteriza por presentar,igualmente, dos planos de compresión del cráneo: unoanterior sobre el frontal y otro posterior sobre la partealta de la escama del occipital. Este último plano decompresión por lo general afecta a ambos parietales yproporciona al cráneo una apariencia prácticamente'vertical, aunque pueden existir diversos grados deafectación (Romano, op. cit.: 203-204). Este tipo dedeformación intencional se podía lograr por medio decunas deformatorias, donde los individuos eran colo-cados en plano de decúbito (Dembo e Imbelloni, op.cit.: 255), o bien con un aparato cefálico portátil queutilizaba vendas, tablillas o almohadillas. '

El tiPo anular de deformación craneana intencional,se logra por la presión circular que se ejerce sobre labóveda craneana por medio de vendas y correas elás-ticas. Este tipo de deformación da a los cráneos unaapariencia casi circular con proyección hacia arriba yhacia atrás del frontal y el occipital (Dembo e Imbello-ni, op. cit.: 265-267). Hasta el momento, este tipo dedeformación no ha sido reportado en materiales pre-hispánicos de México.

Aunque la clasificación muestra los tres tipos bási-cos de deformación intencional, cabe señalar que cadauno puede presentar diferentes grados, formas y varie-dades. El primer término tiene aplicación cuando exis-ten diferencias en cuanto a la intensidad de la defor-mación mientras que los otros dos se utilizan cuandolas diferencias se refieren al tipo de la deformación·(ibid.: 267-277). Para el caso de México se ha mencio-nado que existen variedades de bilobulados y trilobu-lados de cráneos deformados del tipo tabular oblicuoy de formas plano-lárnbdicas para cráneos con defor-mación tabular erecto (Romano, op. cit.: 202).100

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Lo anterior es importante para saber si un cráneoha sido deformado intencionalmente; Romano (op. cit.:204) indica que cada uno de los tipos presenta planosde compresión específicos, por lo que sólo basta obser-var su perfil izquierdo para clasificarlo en cualquierade los tipos antes mencionados. Sin embargo, en mu-chas ocasiones el tipo de deformación que se apreciaen los cráneos no es muy claro; en este caso es necesarioemplear laboriosas técnicas de medición a fin de poderincluirlos en uno u otro tipo.

En el caso, de la ofrenda 48,para afirmar que loscráneos estaban deformados no fue necesario efectuarninguna medición ya que los planos de compresión yel tipo de aplanamiento no ofrecieron ninguna dudaal respecto. Para determinar el tipo de deformación separtió de la observación morfoscópica, de acuerdo conlas indicaciones de Romano (ibid.). El resultado fue elsiguiente: del total de cráneos, 32 presentan deforma-ción cefálica intencional, del tipo tabular erecta, de loscuales sólo 5 muestran el típico tabular erecto (foto 14),y el resto (27 cráneos), la formaplano-Iámbdica (foto15).

Con respecto a la práctica de la deformación era-neana intencional observada entre los diversos gruposprehispánicos de México, cabe aclarar que hasta elmomento no se tienen las suficientes evidencias comopara afirmar que dicha práctica haya sido privativa deuna clase social determinada, como piensan algunosantropólogos. En nuestro caso, el hecho de encontrarque la mayoría de estos sujetos fueran objeto de alte-raciones cefálicas intencionales quizá corrobora lo an-terior, ya que como veremos más adelante, el origensocial de los niños utilizados para el sacrificio era muydiverso, de manera que no podemos considerar, por lafalta de evidencias, que los niños de esta ofrendaúnicamente procedieran de estratos sociales privilegia-

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dos; además, existe la posibilidad de que esa prácticasólo tuviera la siguiente finalidad:

... el simple embellecimiento físico,de carácter ritual ode otros órdenes de mayor o menor complejidad, ...(Romano, op. cit., 197).

En este sentido, las razones que tuvieron los pue-blos prehispánicos para deformarse el cráneo puedenser muchas, ya que estudios como el de Romano (ibid.:206-207) muestran que la práctica deformatoria, sobretodo del tipo tabular erecto, estuvo muy difundidaentre diversos pueblos del horizonte cultural Post-clásico, enfre ellos el mexica. Por esta razón, se hapreferido presentar este hecho como un dato que en elfuturo puede ser útil a otros investigadores para finescomparativos, que atribuir a estos niños una determi-nada categoría social por el solo hecho de presentardeformación cefálica intencional, lo cual por el mo-mento sería carente de bases.

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El sacrificio de niños

La religión

Una vez analizado el contexto general de la ofrenda yefectuado el análisis de los materiales óseos en ellaboratorio, lo procedente era adentrarse un poco enel contexto del sacrificio de niños, a través de lasfuentes escritas y de otros estudios más recientes sobreel tema. Es por ello que se ha considerado pertinenteincluir un capítulo que trate someramente este punto,el cual da inicio con la presentación de algunos aspec-tos de la religión mexica.

Desde épocas muy remotas una de las preocupacio-nes del hombre ha sido conocer y dominar la natura-leza y adecuarIa a sus fines, aunque en un principio suactitud ante los fenómenos y fuerzas naturales fue detemor y desconcierto. Esta actitud cambió más adelan-te, a partir del momento en que el hombre conoce encierta medida estos fenómenos y les otorga categoríasde divinidad. Es así como crea: entonces una serie deexplicaciones de carácter mágico, dando lugar, por asídecirIo, al nacimiento de la religión de los pueblosantiguos. Es decir, el hombre encuentra la solución a

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sus temores mediante la religión, de ahí que Caso(1983: 11) opine que:

El temor y la esperanza son los padres de los dioses ... Elhombre, colocado ante la naturaleza, que le asombra yanonada, al sentir su propia pequeñez ante fuerzas queno entiende ni puede dominar, pero cuyos efectos da-ñosos o propicios sufre, proyecta su asombro, su temory su esperanza fuera de su alma y, como no puedeentender ni mandar, teme y ama, es decir adora.

o sea que el hombre sujeto a los vaivenes y capri-chos de la naturaleza, a la cual no puede explicar nidominar, sitúa dichos fenómenos fuera de su alcanceterrenal para considerar que un ser o varios seressuperiores a él, los gobiernan y poseen" y le envíanfuerzas para su propio beneficio o destrucción. De ahíentonces que cada fenómeno y cada manifestación dela naturaleza sean consideradas como dioses dentro deun complejo religioso que da cuerpo a un culto y alestablecimiento de un ceremonial propio en honor acada una 'de esas deidades. ' , .

Esto fue lo que aconteció con los pueblos quehabitaron el altiplano central y gran parte del áreamesoamericana, cuya tradición agrícola sustentaba unculto 'a deidades relacionadas con la fertilidad de latierra y los fenómenos naturales que propiciaban elbuen desarrollo de la agricultura. Aquí cabe aclararque en el caso del pueblo mexica este culto fue incor-porado al de sus dioses tribales, pues por ser un grupode estirpe cazadora y guerrera, originalmente estasdeidades no formaban parte de su religión. Así, elcomplejo religioso de los mexicas quedó integrado poruna mezcla de creencias y prácticas locales, que juntocon el culto a su dios ancestral, Huitzilopochtli, con-formaron una síntesis en la. que· se conjuntaron una104

serie de rasgos pertenecientes a diferentes culturasque, con anteriondad, se habían asentado en las riberasde los lagos de la Cuenca de México (cfr. Soustelle,1982: 43).

A esté respecto Broda (1971: 246) dice lo siguiente:

Esta síntesis de diferentes componentes se observa tam-bién en el ritual. Tenemos por una parte el culto de losdioses "tribales": las fiestas dirigidas a Huitzilopochtli yTezcatlipoca o los antiguos ritos de caza de la fiestaCarnaxtli-Mixcoatl; y por otra, las fiestas de los diosesde la lluvia, el agua, del maíz y de la vegetación.

En el momento de la Conquista, la religión de losmexicas se distinguía por tener un cúmulo de diosesque representaban una multitud de fenómenos natu-rales y aspectos de diversa índole. Sin embargo, susprincipales deidades eran Huitzilopochtli, dios de laguerra, y Tláloc, dios de la lluvia, las aguas y .lafertilidad de la tierra, a los cuales se rendíaculto en elprincipal edificio de la ciudad de México-Tenochti-dan: el Templo Mayor. ' , '

En este trabajo, no se ha hecho un análisis exhaus-tivo de la:religión de los mexicas por considerar que esun tema que ya ha sido tratado por diversos investiga-dores entre los que se encuentran Caso (1983), Souste-lle (1982) Y León Portilla (1983). En' razón de loanterior, en este apartado solamente se han menciona-do de manera general algunos hechos de la vida reli-giosa, ya que nos interesa en particular un aspecto delritual: el correspondiente al sacrificio humano y másconcretamente, al sacrificio de niños, Es por eso que detodo el panteón de los mexicas y del complejo ritual yreligioso sólo tocaremos lo referente a Tláloc y a otrosdioses relacionados con la lluvia.

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Tlaloc y los dioses de la lluvia ,.

Es ampliamente conocido que para los pueblos mesoa-mericanos Tláloc era el dios del agua, las lluvias y lafertilidad de la tierra, así como de otros fenómenosatmosféricos que influían en el buen o mal desarrollode las cosechas. Sus atributos y poderes lo hacíantemido y respetado por los pueblos del altiplano cen-tral.entre ellos'el mexica. Durán (19671; 81), confirmalo anterior cuando dice:

... es de saber que a este ídolo lo llamaban Tláloc, al cualen toda la tierra tenían gran veneración y temor y acuya veneración se ocupaba toda la gente generalmen-te, así los señores, reyes y principales, como la gentecomún y popular.

~as representaciones de 'este dios son bastantenumerosas: lo mismo sele en~uentra en códices que enpinturas murales, figuras y esculturas que se han loca-lizado en las excavaciones arqueológicas de diversossitios, y horizontes culturales, Sus características lohacen el dios más fácil dedistinguir. Básicamente se lerepresenta por' una máscara que consta de grandesojos, a manera de anteojeras, cuyas cejas .están forma-das por serpientes entrelazadas, al igual que Su nariz.De su boca emergen grandes colmillos. Además, pre-senta bigotera, orejeras y tocado en la parte superiorde la cabeza. Por lo general la máscara está pintada deazul y algunas de sus facciones resaltadas en colornegro. ' \

En lo referente a los atributos que se le asignaban,Tláloc se distinguía por su dualidad, que era unacaracterística inherente a sus poderes y funciones: porun lado, poseía influencia sobre las fuerzas benéficas106

que hacían posibles las lluvias y el' crecimiento de lavegetación y, por otro, dominaba las fuerzas destructo-ras que ocasionaban las sequías, tormentas e inunda-ciones (Broda, 1971: 250-252). Esas particularidadeslas destaca Sahagún:

Tenían que él daba las lluvias para que regasen la tierra,mediante la cual lluvia se criaban todas las yerbas,árboles y frutas y mantenimientos; también tenían queél enviaba el granizo y los relámpagos y los rayos, y lastempestades y los peligros de los ríos y de la, mar.(Sahagún, 1975: 32) .

Por otra parte, algunos investigadores han señala-do que Tláloc, como dios principal de la lluvia, eraauxiliado por una multitud de dioses que fungíancomo sus ayudantes. Estos dioses, los tlaloques, mora-ban en los cerros y también se les consideraba posee-dores de' la lluvia, (Broda, op. cit.: 254); Soustelle, 1982:134-135). A este respecto, al narrar un sacrificio deniños en la sierra conocida con el nombre de Tlalocan,Duran (1967 1: 82), dice:

En medio de esta pieza, sentado en un estradillo, teníanal ídolo Tláloc, de piedra, a la manera que estaba en eltemplo de Huitzilopochtli.

A la redonda de él había cantidad de idolillos pequeños,que lo tenían en medio, como a principal señor suyo, ...

Broda (op. cit.: 254), citando la "Historia de losMexicanos por sus Pinturas", hace una referencia más

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