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ABSTRACT: La educación es ante todo un proceso social, como tal no se puede despegar de su dimensión comunicacional y queda implicado en las transformaciones de dicho campo. La revolución en medios masivos ha afectado las lógicas educacionales de diversos modos pero ¿cómo se articulan ambos ámbitos en el contexto del aula? Deberemos recuperar las premisas de la escuela moderna, ponerlas en crisis y ser conscientes hoy de que cuestiones deben ser repensadas. Partiendo de esta idea eje: es la Escuela el espacio que debe ser reformulado en pos de hacer participes nuevas alfabetizaciones, y, fundamentalmente, el maestro –en tanto actor social- quien debe redefinir su función de modo tal de crear un espacio progresivamente más inclusivo.PALABRAS CLAVE: Educación, nuevas tecnologías, deterioro escolar, rol del docente, alfabetización, posmodernismo/modernismoTRANSCRIPT
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FUTURAS AULASDe la alfabetización moderna hacia nuevas alfabetizaciones. Cambios en la función cultural
de la escuela.
ABSTRACT: La educación es ante todo un proceso social, como tal no se puede despegar de su dimensión comunicacional y queda implicado en las transformaciones de dicho campo. La revolución en medios masivos ha afectado las lógicas
educacionales de diversos modos pero ¿cómo se articulan ambos ámbitos en el contexto del aula? Deberemos recuperar las premisas de la escuela moderna, ponerlas en crisis y ser conscientes hoy de que cuestiones deben ser repensadas. Partiendo de esta idea eje: es la Escuela el espacio que debe ser reformulado en pos de hacer participes nuevas
alfabetizaciones, y, fundamentalmente, el maestro –en tanto actor social- quien debe redefinir su función de modo tal de crear un espacio progresivamente más inclusivo.
PALABRAS CLAVE: Educación, nuevas tecnologías, deterioro escolar, rol del docente, alfabetización, posmodernismo/modernismo
0. DEL AULA MAGNA AL ‘AULICIDIO’:
Les propongo, para analizar el actual desfasaje entre las pretensiones de la escuela y la realidad
cotidiana de los alumnos, que hagamos un poco de memoria de modo tal de lograr un diagnóstico posible y
arriesgar una futura solución. Tenemos que empezar reconociendo que el proyecto de escuela moderna, ese
que se instaló durante el transcurso del siglo XIX y XX, donde la escuela pública era la institución por excelencia
para formar a los niños en su instrucción básica y ciudadana, se ve hoy asediado por realidades que amenazan
con hacerlo desaparecer. Si promediando los años ’50 nuestro país (particularmente en las zonas más
urbanizadas) fue partícipe de una impronta “escolarizadora” que extendió los alcances de la educación formal
y pública a sectores antes marginados -expandiendo la matrícula y cantidad de graduados- hoy nos hallamos
ante un panorama completamente distinto, basado en el desmantelamiento y la poca inversión en materia
educativa. Pero lo que más se ha transformado, hecho aún sorprendente para muchos en el campo de la
educación, es el chico mismo, la familia de la que sale y que antes confiaba en la formación que la escuela
brindaba y la idea de que ya no basta para sobrevivir en la sociedad moderna con haber pasado por la
institución educativa. La escuela moderna, representada en actos semipúblicos en su aula magna, rebosante
de alumnos obedientes (o castigados) y de maestros sarmientinos1 ha dado lugar a otro tipo de escuela
(algunos la tildan de posmoderna) donde lo que se ve como dice el historiador Ignacio Lewcowickz2 es una
‘escuela galpón’ llena de rejuntes heterogéneas soluciones parciales a acontecimientos aislados, que no sólo
no resultan orgánicas entre sí sino que ni siquiera se hallan sincronizadas con el ritmo de la vida actual (ante la
fragmentación que la escuela enfrenta, se instituyen reglas contingentes que no pueden ir más allá de lo ya
instituido).
Para entender el proyecto que agonizó durante los últimos 20 años es preciso repasar particularmente
tres conceptos: a) el de educando, b) el de educador y c) el de las tecnologías educativas: a) el entonces
alumno era, sin duda, muy distinto al que concebimos hoy. La infancia era concebida como un espacio a ser
protegido por la familia y por la escuela, un tiempo de vulnerabilidad y de dependencia. Los niños entonces
eran pensados no como personas independientes en proceso de maduración, sino que se los definía en
función del rol que ocupara en la sociedad. El chico era alumno (para la escuela), hijo (para la familia), menor
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(para el Estado) pero no constituía una persona autónoma. Como sostiene Lewcowickz3 la infancia implicaba
dependencia (el niño solo es sujeto en relación a su rol con relación a algún adulto) y latencia (aun el niño no
puede pensar por sí solo) y un educando así solo era parte pasiva de la relación de aprendizaje (un frasco vacío
ansioso de ser llenado de información); b) la concepción de educador estaba sobrevaluada, depósito de
conocimiento y dueño del poder de premiar y castigar dentro del aula, el maestro representaba la autoridad
del adulto frente al niño, pero también era el portador de civilización quien, a través de los libros, dotaba
progresivamente a los niños de nuevas capacidades adultas; y c) dentro del aula, y siguiendo la propuesta de
Walter Ong4, la tecnología educativa por excelencia supo ser la escritural. Aunque fueron diversos
herramientas materiales las que ayudaron a su asentamiento (desde tizas y pizarras, hasta plumines, bolígrafos
o manuales de texto) se afirmó este modelo alfabetizador (basado en la escritura) como el único legítimo
dentro del ámbito escolar.
Sin embargo, la difusión masiva de medios de comunicación, el desarrollo de nuevos dispositivos
tecnológicos que hicieron posible la interconectividad, los sucesivos cambios económicos basados en el
consumismo y la creciente expansión del mercado hacia nuevas esferas sociales (como la cultura y la
educación) y las crisis en el modelo político y social a escala global, tuvieron un efecto devastador en esta
propuesta escolar. Incapaz de reformular su lugar en la agenda social la Escuela quedó supeditada a ver como
se decidía su futuro sin poder incidir en ello, los niños comenzaron a “aprender” en otros ámbitos y la familia
rompió el pacto de confianza hacia la Escuela (Narodowski: 19995). Los profesores quizás hayan sido quienes
más sufrieron estos cambios: materialmente perdieron el poder de castigar y de civilizar con métodos
disciplinarios, económicamente vieron mermados sus salarios y simbólicamente se sintieron desplazados
dentro del aula por la desidia de los alumnos concurrente al creciente estatus positivo de los medios de
comunicación. Nuestra idea es clarificar como está el campo educativo hoy en relación a esta transformación
cultural para luego sí pensar una alternativa posible ante este emergente ‘aulicidio’.
1. REDEFINIENDO EL CAMPO
1.1. LAS NUEVAS ALFABETIZACIONES
Para comprender el panorama actual nos resulta útil definir a que nos referimos con “nuevas”
alfabetizaciones. Como desarrollan las especialistas Inés Dussel y Myriam Southwel6, originalmente la noción
de alfabetización nació vinculada a la idea de enseñar el alfabeto a quienes lo ignorasen de modo tal que
pudiesen manejar el ‘código’ de algún idioma y de esta forma capacitarlos en la tarea de leer y escribir.
Durante las últimas décadas del s. XX este concepto resulta ampliado, producto de la intervención de nuevas 1 CARLI, Sandra (2003) “Educación pública. Historia y promesas” en Feldfeber, Miriam (comp.) Los sentidos de lo público. Reflexiones desde el campo educativo. BsAs: Noveduc. 2 LEWKOWICZ; Ignacio, (2004) "Escuela y Ciudadanía", en Pedagogía del aburrido, Paidós, Bs. As.3 LEWKOWICZ; Ignacio, (2004) "¿Existe el pensamiento infantil?", en Pedagogía del aburrido, Paidós, Bs. As.4 HUERGO, Jorge, (1997) "Los modos de relacionar comunicación y educación" en Comunicación/Educación. Ámbitos, prácticas y perspectivas, UNLP. Cap II. p.665 NARODOWSKI, Mariano (1999), "Ruptura del monopolio del saber escolar" en Después de clase. Desencantos y desafíos de la escuela actual, Novedades Educativas, Bs As.6 DUSSEL, Inés y SOUTHWEL Myriam (2007) “Dossier Lenguajes en plural” en Las nuevas alfabetizaciones, Revista El Monitor de la educación, Ministerio de educación, Buenos Aires
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tecnologías de la información y de la comunicación (en adelante NTIC), proceso a su vez altamente
influenciado por la convergencia entre medios masivos tradicionales y las innovaciones propias del campo 7.
Estas NTIC desplazan el monopolio ejercido por la tecnología escritural (como dicen las autoras: uno de los
“modos de representación” posibles, pero no el único) para darle espacio a otras formas de alfabetización (a
través de estímulos visuales, gestuales, auditivos, táctiles). Ejemplificando esta línea de pensamiento, José
Rodríguez Illera8considera a la alfabetización como una capacidad (la adquisición de una competencia cognitiva
y comunicativa), un proceso (que se produce gradualmente donde se pasa de menor a mayor conocimiento
sobre un área o disciplina) y una práctica (el saber aplicar ese conocimiento adquirido en contextos
específicos). Para el autor alfabetizar digitalmente supone una transformación histórica en la que se deberá
dar especificidad escolar a la estructuración de los mensajes multimedia y no tanto al aparato multimedial en
sí mismo. Si no ocurre que se reduce el problema de las NTICs a una circunstancia contingente: el uso de la
materialidad de ciertas herramientas (software, buscadores en línea) supeditados a los proyectos modernos de
los que es heredera la escuela (sin poder integrar esta nueva forma de significación -que los propios chicos
habilitan- como campo de posibilidad en esos consumos externos a la escuela). Para David Buckingham9
debemos corrernos de esta mirada artefactual (pensando solo en el aparato tecnológico en el aula) para poder
pensar las NTIC como un nuevo modos de representar la realidad. El autor sugiere que debemos superar el
pensar al aula en términos antagónicos (cultura del libro versus cultura popular desprendida de las NTIC) y
darle un reconocimiento al saber tecnopopular con que jóvenes y niños llegan ámbito escolar. También
Cristina Corea10 menciona que el consumo de las NTICs en la escuela debe ser visto como propuesta
alternativa y no opuesta a la de la cultura letrada. Por ello la autora propone reconstruir desde la experiencia
del niño como espectador una visión menos apocalíptica del lugar de los medios, y en cambio pensarlos como
una lógica adyacente a la lógica de la escuela cuyo valor pedagógico no puede ser traducido en los mismos
términos que los que un manual opera, sino que deberá pensarse como un proyecto novedoso que sume a la
conectividad y la estimulación de varios sentidos (que la cultura letrada anula).
1.2. EL NUEVO ALUMNO
A. Las NTIC forman una nueva subjetividad: Para Lewcowickz el niño piensa intersubjetivamente, piensa en
conjunto a otros niños, en el colectivo “nosotros”. En este sentido las NTIC, tal como sostiene también
Tapscott11, han permitido la interconectividad entre comunidades de niños/adultos de modo que amplían este
pensar negado en pos de la formación futura del modelo escolar moderno. Al contrario de la escuela, que ya
no puede armonizar las expectativas sociales y culturales de los nuevos alumnos (bajo la omniabarcativa Ley,
el concepto rígido de Estado -Nación, o la figura incuestionable de Autoridad), afirma Rossana Reguillo Cruz12,
7 JENKINS, Henry (2008) Convergence Culture: La cultura de la convergencia de los medios de comunicación, Introducción, Editorial Paidós. 8 RODRÍGUEZ ILLERA, José (2004) Las alfabetizaciones digitales. En la revista Bordón, vol. 569 BUCKINGHAM, David (2007) “¿Infancias digitales? en Más allá de la Tecnología. Aprendizaje infantil en la era de la cultura digital. Ed. Manantial, Bs. As.10 COREA, Cristina, (2004) "¿Existe el pensamiento infantil? y ¿Qué hacen los chicos con la tele? en Pedagogía del aburrido, Paidós, Bs. As.11 En BUCKINGHAM (2007) p. 11812 REGUILLO CRUZ, Rossana, (2000) “Nombrar la identidad. Un instrumento cartográfico” (Cap II) y “Entre la insumisión y la obediencia biopolítica de las culturas juveniles” (Cap. III) Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto, Norma, Bs. As.
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las NTICs le ofrecen respuestas novedosas transformándolo en un sujeto activo e interpelado por múltiples
redes. Ahora el niño es capaz por sí solo de constituirse como un otro sapiente ante la mirada atónita de
padres y maestros. El manejo de las NTICs por parte de los más chicos inicia a edades cada vez más tempranas
de modo tal que la distancia entre generaciones y capacidades (técnicas de manejo pero también simbólicas
de comprensión de estos nuevos contextos multimediales) se hace más notoria.
B. El mercado sugiere nuevos consumos: La infancia se ha convertido en un exitoso segmento del consumo.
Las propuestas del mercado, para Viviana Minzi13, homogeneízan e integran a niños de diversas edades
convocándolos a través de valores y deseos compartidos. Toma en cuenta a los niños como individuos con
intereses propios (aunque haga uso de ello con fines comerciales). Todo lo cual acaba por hacer estallar el
vínculo entre Escuela (que trata al niño como dependiente y latente) y alumnos (que ya desde su contacto con
13 MINZI, Viviana, (2003) "Mercado para la infancia o una infancia para el mercado. Transformaciones mundiales e impacto local" en Estudios sobre comunicación, educación y cultura. Una mirada sobre las transformaciones recientes en Argentina, Carli, S compiladora, La Crujía, Bs. As14 COREA, Cristina, (2004) ¿Qué hacen los chicos con la tele? en Pedagogía del aburrido, Paidós, Bs. As.
3. BIBLIOGRAFIA
BUCKINGHAM, David (2007) “¿Infancias digitales? en Más allá de la Tecnología. Aprendizaje infantil en la era de la cultura digital. Ed. Manantial, Bs. As.
COREA, Cristina, (2004) "¿Existe el pensamiento infantil? y ¿Qué hacen los chicos con la tele? en Pedagogía del aburrido, Paidós, Bs. As.
DUSSEL, Inés y SOUTHWEL Myriam (2007) “Dossier Lenguajes en plural” en Las nuevas alfabetizaciones, Revista El Monitor de la educación, Ministerio de educación, Buenos Aires
HUERGO, Jorge, (1997) "Los modos de relacionar comunicación y educación" en Comunicación/Educación. Ámbitos, prácticas y perspectivas, UNLP. Cap II. p.66
JENKINS, Henry (2008) Convergence Culture: La cultura de la convergencia de los medios de comunicación, Introducción, Editorial Paidós.
LEWKOWICZ; Ignacio, (2004) "Escuela y Ciudadanía", en Pedagogía del aburrido, Paidós, Bs. As.
LEWKOWICZ; Ignacio, (2004) "¿Existe el pensamiento infantil?", en Pedagogía del aburrido, Paidós, Bs. As.MASTERMAN, Len, (1993), “La revolución de la educación audiovisual” en La Revolución de los Medios Audiovisuales, Roberto Aparici compilador, Ediciones de La Torre, Madrid
MINZI, Viviana, (2003) "Mercado para la infancia o una infancia para el mercado. Transformaciones mundiales e impacto local" en Estudios sobre comunicación, educación y cultura. Una mirada sobre las transformaciones recientes en Argentina, Carli, S compiladora, La Crujía, Bs. As
NARODOWSKI, Mariano (1999), "Ruptura del monopolio del saber escolar" en Después de clase. Desencantos y desafíos de la escuela actual, Novedades Educativas, Bs As.
REGUILLO CRUZ, Rossana, (2000) “Nombrar la identidad. Un instrumento cartográfico” (Cap II) y “Entre la insumisión y la obediencia biopolítica de las culturas juveniles” (Cap. III) Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto, Norma, Bs. As.
RODRÍGUEZ ILLERA, José (2004) Las alfabetizaciones digitales. En la revista Bordón, vol. 56
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publicidades y medios de comunicación se siente sujeto autónomo y decisor). El chico es socializado antes
desde la lógica del consumo, que desde la lógica de la esfera pública (Buckingham 2007, Minzi 2004).
C. Por todo ello, los niños demandan un rol que la actual escuela no puede cumplir: La construcción que se
hace del “sujeto niño” desde el mercado no condice con el lugar que se le asigna dentro de la escuela. Además
a través del uso de las NTIC los chicos llegan con un caudal de saberes (alfabetizaciones) que son despreciadas
dentro del ámbito del aula, sea porque los maestros asumen una actitud de rechazo o sea que no existan los
recursos para que estas tecnologías se integren en el proceso de aprendizaje.
1.3. EL NUEVO PROFESOR
Para terminar de describir el panorama, podemos pensar una serie de interrogantes que surgen
cotidianamente en el contexto del aula en relación a este fenómeno de alfabetización digital. En principio
pensemos ¿cómo recibimos los docentes las NTICs en el aula? Jorge Huergo sostiene que las tecnologías se
meten al aula desde una postura instrumental (la lógica artefactual antes mencionada) y privatista (de a un
alumno por vez). El uso de los medios, entonces, respondió al modelo informacional donde las NTIC son
empleadas como soporte material de contenidos tradicionales. En vez de ello el autor propone otros modelos
posibles de inclusión como son: a) el PEDAGOGICO CRITICO uso del medio para reflexionar y tomar posición
sobre ellos y b) PARTICIPATIVO que anime a la producción de textos audiovisuales por parte de los alumnos.
Siguiendo la postura planteada por Masterman (1993) y Buckingham (2005) también podemos
preguntarnos ¿cuáles son las actitudes tomadas ante este fenómeno?
De resistencia moral donde el educador piensa que el contenido de los medios de comunicación es en gran
medida dañino y debe ser evitado en un ámbito de escolarización (a lo sumo se puede permitir su consumo en
espacios de ocio).
De aceptación parcial donde los maestros siguen temiendo algunos contenidos de los medios masivos pero
asumen que otras producciones pueden ser “positivas”. Un ejemplo de ello serían los profesores que llevan a
sus clases para determinadas disciplinas películas del cine clásico o documentales preparados para tal fin pero
no harían ver a su clase un programa de concursos de baile o un reality show.
De comprensión crítica donde el docente se asume a sí mismo como espectador de medios14. Lo ideal de
cualquier modo es poder alcanzar una cuarta actitud que es la que sugiere Buckingham como “participativa”
en la que el docente asume que la formación no acaba en el criterio curricular de producción de materiales
propios sino en el sentido de que colabore con la formación política y comprometida de los alumnos con su
realidad social circundante. A este modelo deberíamos apuntar. Para lograrlo y de paso recapitulando lo que
hemos expuesto en los anteriores ejes, ¿qué deberíamos tener en cuenta?
∞ Entender que las NTIC tienen un lenguaje que les es propio diferente al del libro pero no por ello menos útil
(Dussel: 2007);
∞ Tener en cuenta que los medios no son un reflejo de la realidad (transparentes) sino recortes arbitrarios –
re-presentaciones- sobre hechos de la realidad (opacidad) –Buckingham: 2005-;
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∞ Pensar que no podemos separar el contenido de la forma en que se presenta (conjunto multimedial); y
∞ Dejar de lado los prejuicios hacia las NTIC y estar abiertos a analizar estos materiales como lo que son:
producciones culturales (Masterman: 1993).
2. DEL ‘AULICIDIO’ AL AULA DEMOCRÁTICA
Hemos mostrado como ha variado el panorama dentro de la escuela: nuevas formas de concebir la
enseñanza tradicional a partir de la emergencia de las representaciones multimediales, alumnos
desinteresados en la academia pero dispuestos en otro ámbito (el hogar) a capacitaciones de índole distinta, y
profesores y maestros desbordados por estas dos problemáticas. La propuesta es, entonces, replantearse el
lugar que como docentes ocuparemos en el aula del mañana, una que incluirá las NTIC como parte orgánica y
sustancial entre todos los materiales de aprendizaje con que contaremos los maestros. El rol nuestro deberá
asumir las nuevas experiencias de los niños como válidas y creativas formas de reformar la currícula hoy
oxidada producto de la labor de épocas anteriores en que la construcción del niño era otra (hoy obsoleta). No
se trata tanto de pensar como integrarlas sino de convencernos de la necesidad de hacerlo sin sentir que por
ello se amenaza la función del maestro. Se trata de asumir que, tal como propone el ideograma chino
traducido como ‘crisis’, que peligro y oportunidad están íntimamente vinculados. No es temer el que el aula
acabe siendo un galpón como sugiere Lewcowickz, sino pretender que sea una caja de herramientas lo
suficientemente versátil como para reconectar a los alumnos con la esfera política y pública de la que son
indefectiblemente parte en tanto conforman un segmento de la sociedad. En este sentido, hay que promover
desde el ámbito escolar una alfabetización digital crítica que no se detenga tanto en la relación entre
contenidos conceptuales (versión artefactual centrada en aparatos) sino en la consideración de aptitudes y
valores en los que dicha práctica incide. Supone también el desentrañamiento de las relaciones de poder e
intereses institucionales que atraviesan las destrezas técnicas que la alfabetización digital permite. La escuela
debería aprovechar en toda su potencialidad a las TIC, ya que, no son solo una herramienta sino un espacio
multidimensional, público, colaborativo, para la construcción de interpretaciones: aportan un lugar donde
integrarse con tareas de aprendizaje y experimentación dentro del aula, de conocer otros modos de
comunicarse, de responder creativamente y preparar a los alumnos en la participación en la vida social con
criterios propios. Sin embargo, este aprovechamiento requerirá de una formación docente previa que ayude a
sus alumnos a desarrollar un pensamiento crítico para recuperar sentidos y desmontar representaciones. Para
superar lo que Buckingham señala como una distancia cada vez más insoslayable entre el sistema educativo y
el mundo vital cotidiano del niño (donde la escuela debería negociar y complementarse con esos otros modos
de socialización, en vez de competir descarnadamente o sencillamente negarlos como ámbitos posibles).