de catacaos su carnaval

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Costumbres, color y regocijo

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Costumbres, color y regocijo

En los días de febrero los gritos, vivas, risas y bailes en el distrito de Catacaos nos hacen saber que el jolgorio ha llegado. Los transeúntes vestidos con prendas de muchos colores salen a las calles a disfrutar de estos bellos juegos, contagiando así a más de un turista que visita su pueblo. El chorro de agua lanzado por los bomberos a las diferentes comparsas dio inicio al carnaval. El toque de belleza no puede faltar es por ello que un grupo de simpáticas jovencitas que representan la belleza tallan compiten por el cetro a reina.

Como es tradición el coliseo del distrito es el escenario perfecto para que los participantes en este carnaval hagan gala de sus bailes con los cuales compiten por el mayor puntaje. Los asistentes ubicados en las tribunas viven una fiesta aparte. Con globos, pitos, matracas alientan a cada unos de sus participantes y hacen aun mas alegre esta fiesta que capta la atención del foráneo.

Estampas típicas como la adoración al dios Walac de la cultura tallan fue la más aplaudida este año, seguida de bailes como la marinera y fuegos artificiales que hicieron aun más bella la noche de competencia. La bandera roja encarnada nos traslado al Cuzco con la representación del inti raimi y la quema de una bella catarata. Los aplausos eran la mejor recompensa para los bailarines que dejaron todo en la pista de baile demostrando la pasión por su bando, pero sobre todo el amor por Catacaos y sus costumbres.

Un día para no olvidar. El domingo Catacaos amaneció de fiesta. Desde tempranas horas se escuchaban las bandas de músicos preparándose para el recorrido por las calles de este distrito. En la tarde los turistas fueron testigos de una alegría sin igual. Los diferentes bandos a su paso por la tribuna jugaban con la gente apostada en la avenida Cayetano Heredia. Agua, talco, pintura, serpentinas, pica pica eran los instrumentos de guerra este día.

Desde niños hasta ancianos desfilaron bailando al son de la banda de músicos y haciendo piruetas que arrancaban más de una sonrisa a los asistentes. Los triciclos y camiones, muy bien equipados con tanques y baldes de agua, se convirtieron en burros de carga. Todo esto es valido con el fin de divertirse a más no poder. Este júbilo se repite por dos días consecutivos en que la gente deja un momento sus quehaceres y disfrutan de esta tradición. Cada bando vive su fiesta, recorren las calles, juegan con los transeúntes contagiándolos de alegría. El encuentro de banderas por las calles es una linda fotografía que se queda grabada en cada uno de nuestros recuerdos.

La misa de miércoles de ceniza es el preámbulo para el cierre de los carnavales. Todos los que han sido parte del carnaval deben asistir a este evento litúrgico para que el párroco de la iglesia juegue con ellos al echarles la cruz de ceniza en la frente. Con este símbolo de juego, los capitanes de los bandos alistan los camiones donde traerán la popular yunza a la cual visten con regalos y es tumbada al término del corso. La tarde llega y los Cataquenses se dan cita al esperado fin de fiesta: el corso de carros alegóricos preparado por la municipalidad del distrito.

Los bandos se disputan el todo por el todo mostrando lo mejor. Comparsas formadas por niños, un caballo de paso deleitando al público con una linda marinera, dragones inmensos, el chíllalo acompañando a una reina, un mundo de hadas representado por la niñez Cataquense y bellas chicas con plumas y lentejuelas fue lo que brindo este corso. Los fuegos artificiales en el cielo dieron un bello espectáculo de luces multicolores que cerro con broche de oro estos carnavales Cataquenses 2009, donde los pobladores mostraron la herencia de sus antepasados. Aquí no hay rivales sino un solo bando: El pueblo de Catacaos disfrutando su fiesta.