dardo scavino: la palabra alianza

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MAPAS COMPARTIDOS Palabras: “Alianza”, por Dardo Scavino al vez nunca lleguemos a saber qué ocurrió aquel 15 de mayo del 2011 en la habitación del hotel donde Nafissatou Diallo pasó unos momentos a solas con el expeditivo presidente del FMI, Dominique Strauss-Kahn. Sólo podemos afirmar a ciencia cierta que el ex ministro de economía del gobierno de Lionel Jospin está casado desde hace años con una riquísima periodista y empresaria de los medios de comunicación franceses, Anne Sinclair. Algo semejante sucede con su camarada del partido socialista, y ex ministro de relaciones exteriores de Nicolas Sarkozy, Bernard Kouchner, esposo de la periodista, productora y ex directora de la oficina de radiodifusión francesa al exterior, Christine Ockrent. Ambos forman parte incluso de un círculo muy selecto y, aun así, bastante extenso. Una de las conductoras más renombradas de la pantalla gala, la martiniquesa Audrey Pulvar, es la pareja de otro apparatchik de ese partido, Arnaud Montebourg, mientras que otras dos populares presentadoras del noticiero de las ocho, Béatrice Schönberg y Marie Drucker, tuvieron que retirarse provisoriamente de este horario central cuando empezaron a compartir sus sábanas con

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Artículo de Dardo Scavino sobre la función de las alianzas matrimoniales en las sociedades contemporáneas

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Page 1: Dardo Scavino: La Palabra ALIANZA

M A P A S C O M P A R T I D O S

Palabras: “Alianza”, por Dardo Scavino

al vez nunca lleguemos a saber qué ocurrió aquel 15 de mayo del 2011 en

la habitación del hotel donde Nafissatou Diallo pasó unos momentos a solas

con el expeditivo presidente del FMI, Dominique Strauss-Kahn. Sólo

podemos afirmar a ciencia cierta que el ex ministro de economía del

gobierno de Lionel Jospin está casado desde hace años con una riquísima

periodista y empresaria de los medios de comunicación franceses, Anne

Sinclair. Algo semejante sucede con su camarada del partido socialista, y

ex ministro de relaciones exteriores de Nicolas Sarkozy, Bernard Kouchner,

esposo de la periodista, productora y ex directora de la oficina de

radiodifusión francesa al exterior, Christine Ockrent. Ambos forman parte

incluso de un círculo muy selecto y, aun así, bastante extenso. Una de las

conductoras más renombradas de la pantalla gala, la martiniquesa Audrey

Pulvar, es la pareja de otro apparatchik de ese partido, Arnaud Montebourg,

mientras que otras dos populares presentadoras del noticiero de las ocho,

Béatrice Schönberg y Marie Drucker, tuvieron que retirarse provisoriamente

de este horario central cuando empezaron a compartir sus sábanas con

Page 2: Dardo Scavino: La Palabra ALIANZA

sendos ministros del gobierno de Sarkozy: Jean-Louis Borloo y François

Baroin.

Varios libros se dedicaron en estos últimos tiempos a revelar la intrincada

trama de vínculos de consanguinidad y alianza que unen la clase política

con este nuevo clan del capitalismo simbólico y audiovisual que cuenta con

los mejores ingresos per cápita de Francia. Pero las denuncias de esta nueva

aristocracia político-mediática, a la cabeza del mismo país que guillotinó

hace dos siglos a un matrimonio real y a unos 1200 nobles, no parecen

acarrear demasiadas consecuencias: el candidato con más chances de

ganar las elecciones presidenciales de mayo, el socialista François Hollande,

reveló hace unos meses que, tras haberse separado de su antigua

compañera –otra candidata a la investidura presidencial, pero en el remoto

2007–, empezó a vivir en pareja con una comentadora de la prensa

audiovisual, la periodista Valérie Trierweiler (quien, dicho sea de paso,

conserva aún el apellido de su segundo marido, el secretario de redacción

del magazine Paris-Match). Como las “casas” de la aristocracia del Ancien

régime, cuyo poderío dependió durante siglos de su habilidad para casar a

sus herederos, las uniones en el interior de esta nueva oligarquía nos

recuerdan las connotaciones políticas, militares y matrimoniales de la

palabra alianza.

Ni siquiera no se trata de un fenómeno exclusivo de la cultura europea.

El antropólogo finlandés Edward Westermarck contaba hace casi un siglo

que cuando una tribu berebere entraba en guerra con otra, solicitaba el

auxilio de sus vecinos enviándoles grupos de jóvenes solteras lo

suficientemente agraciadas como para regresar a los pocos días montadas

en mulas, suntuosamente vestidas y escoltadas por sus flamantes esposos:

los guerreros requeridos. Incluso cuando un individuo tenía que vengarse

de otro y carecía de las fuerzas suficientes para enfrentar a la familia de su

adversario, se dirigía a la casa de un tercero acompañado de su hija para

ver si, por este medio, lograba sellar una alianza con él. Un estudioso de

las culturas amazónicas, el antropólogo Pierre Clastres, resumía esta

posición diciendo que había “intercambio de mujeres” porque, “como hay

enemigos, es preciso procurarse cuñados”, es decir, aliados. La expresión

española “hermano político” resume perfectamente la naturaleza de este

vínculo parental. Y por eso un indígena melanesio se había sorprendido

Page 3: Dardo Scavino: La Palabra ALIANZA

mucho cuando Margaret Mead le preguntó por qué no se había casado con

una de sus propias hermanas: el problema, para él, no pasaba tanto por la

transgresión moral del incesto como por la evidente desventaja de verse

privado así de parientes “por alianza”.

No cabe duda de que obtuvimos una gran independencia el día en que

nuestros padres no pudieron decidir más entre ellos con quiénes íbamos a

tener que vivir en connubio o en concubinato. Basta sin embargo con

observar nuestras alianzas para comprobar que no cesamos de obedecer a

otros mandatos y que la lucha de clases sigue teniendo ahí un papel crucial

desde el momento en que las bodas entre los miembros de ciertas

categorías étnicas o sociales continúan consolidando la solidaridad entre sus

familias sin atravesar el abismo de los antagonismos socio-económicos.

Como los antropólogos no han cesado de mostrarlo, cada cultura combina

de diferente manera los principios de exogamia y endogamia: algunas

obligan a sus vástagos a casarse con miembros de otra familia, pero del

mismo clan, otras prefieren establecer alianzas entre clanes diferentes, pero

en el seno de una misma casta, muchas toleran incluso las uniones con los

miembros de otros pueblos, pero se muestran estrictamente endogámicas

en lo relativo, por ejemplo, a las clases o a las religiones.

Habría que estudiar con más detalle las reglas de estas alianzas en

países como la Argentina, pero podemos empezar a vislumbrarlas a partir

de un caso extremo: por más liberadas que estén, las chicas de Barrio Norte

no suelen elegir a sus maridos entre los albañiles bolivianos, del mismo

modo que un Dominique Strauss-Kahn, con una liberalidad ostentosa en

materia sexual, no buscaría a su esposa entre las Nafissatou Diallo del

mundo. Celebremos entonces que puedan llevarse a cabo casamientos que

la ley estatal prohibía hasta hace poco. Porque hay algunos que esta ley

admite desde hace mucho pero que la otra, la implacable ley de las alianzas

sociales, no está dispuesta a tolerar (y aquello que separó el Otro, ¿no?,

ningún hombre puede unirlo).

Las acepciones de la palabra alianza, en todo caso, nos ayudan a

comprender la significación política y social de un acto presuntamente tan

privado e íntimo como el matrimonio, a convertir en documento político

precioso las revistas consagradas a los chismes de la farándula y a sentirnos

menos ridículos cuando nos ponemos a hojearlas mientras esperamos el

turno en una peluquería.

Page 4: Dardo Scavino: La Palabra ALIANZA

Dardo Scavino

Bordeaux, EdM, febrero 2012