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CUENTOS E HISTORIAS IMPROBABLES

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ESCRITOS HACE MUCHO TIEMPO Y POR ALGUIENQUIEN CONOCI, PERO QUE SIGO BUSCANDO

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CUENTOS E HISTORIAS IMPROBABLES

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CUENTOS E HISTORIAS IMPROBABLES

MOISES SALINAS FLEITMAN

ESCRITO HACE MUCHO TIEMPO Y POR ALGUIEN

QUIEN CONOCI, PERO QUE SIGO BUSCANDO

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© Moisés Salinas Fleitman Todos los derechos reservados. Esta obra puede ser

distribuida de manera parcial o en su totalidad con atribución al autor.

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INDICE DE CUENTOS

AUTOBIOGRAFÍA POSTADOLESSCENTE...7 UN FINAL FELIZ ...............................................13 LA VIDA ES UN JUEGO ...................................35 AL OTRO LADO DE LA MURALLA...............39 BAILE DE MASCARAS ....................................45 DESDE EL FONDO............................................49 SERAS UN HEROE... .........................................53 LA 2A GENERACION DEL DESIERTO ..........57 EL ULTIMO DE LOS CANANEOS ..................61 REBELION..........................................................66 EL CAMPO .........................................................69 EL EQUILIBRISTA ............................................77 LA ESPERA ........................................................83 RELATO NOCTURNO.......................................93 SRA. GOMEZ .....................................................99

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AUTOBIOGRAFÍA POSTADOLESSCENTE

1991 Empecé a vivir solo después de los dieciocho anos. Y

muy probablemente inclusive entonces a lo que he llevado se le puede llamar solo "sobrevida" (Pronombre derivado del termino supervivencia). Si bien es cierto que he tenido muchas experiencias, no es eso lo que define hasta que punto realmente aprovechas tu vida. Lo que cuenta no son las experiencias en si, sino la calidad con la que las vives. Antes de los dieciocho anos, yo viví toda mi vida por inercia. Me dejaba llevar arrastrado por las diferentes corrientes que componían el océano (mar, o incluso laguna) de mi existir: Mis padres, mis amigos, mis maestros. Prácticamente un niño modelo. Repugnante. No recuerdo una sola travesura, una sola vez que me arriesgara a ser atrapado, una sola vez en la que hiciera algo que podía haber sido calificado de "malo" por todas o alguna de esas personas que en mi infancia representaban a la autoridad. Mi vida oscilaba buscando los caminos de la seguridad, tratando de hundir y aplacar todos mis instintos, todas mis pasiones. Jamás estuve en peligro. Jamás estuve realmente asustado (Alejábame de todo lo que pudiera asustarme), jamás estuve realmente triste (Nunca perdí nada querido, pues nunca me arriesgue a querer algo tanto como para dolerme si lo perdía) y jamás me vi privado de nada de lo que proponía conseguir. Logré todo lo que quise, siempre. De

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ahí este sentido de seguridad, de que nada es imposible si realmente se quiere.

Es cuando examinó mi pasado que entiendo por omisión

que es lo que significa vivir peligrosamente. Arriesgarse a perder en la vida, significa sudar un poco, liberar un poco de adrenalina, experimentar emociones profundas: terror y no miedo, dolor, no tristeza, pasión y no amor. Vale mas una pasión, que cien viajes al rededor del mundo organizados por "Mundi'Tur". El hombre que vive viaja por el mundo sin saber a donde va, pero dispuesto a descubrir. El que sobrevive, lleva un itinerario que le acomoda su vida, reduce riesgos.

En fin, el hecho es que hasta los dieciocho anos, yo no hice nunca nada que no se supone debería hacer: Fui al colegio y me escape de clases dos o tres veces en la preparatoria, como se supone debe de ser, saque buenas calificaciones, fui miembro de un movimiento juvenil por muchos años, fui guía del mismo por otros tantos. Jugué Béisbol. Comencé a manejar a los 16, con permiso y clases de manejo de la AMA (y de mi MAMA) y nunca robé, realmente me emborraché, o tomé ninguna clase de drogas. Es redundante decir que nunca hice nada en contra de la ley. ni siquiera una infracción de transito. Viajé mucho, salí poco con mujeres, y fui un "buen hijo”.

A los dieciocho anos, por fin hice algo que en ese momento creí que era diferente, único, atrevido. Me fui de mi casa por un año a vivir en Israel. Cruce un océano y un mar, para llegar a un país exótico y desconocido... en un plan organizado por la agencia judía, bajo el constante cuidado de uno o mas responsables que vigilaran que no nos descarriásemos demasiado. Trabaje seis meses en un "kibutz" (No falte al trabajo ni una sola vez por razones no justificadas) y asistí a un plan de cinco meses mas en el instituto de preparación de LIDERES para la diáspora en Jerusalén, valiente Líder... Después viajé un mes por Europa con tres amigos. Si bien ese era un cambio, no llevábamos itinerario, y

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vivíamos al día (excepto por los mas o menos 500 dólares que llevaba en la bolsa y un boleto de tren ilimitado) no quise tomar el riesgo de viajar con otras de mis amigos a lugares como Europa Oriental o inclusive China, en donde no contaba con la protección de la santa "Let's Go Europe" y un boleto de avión que me podría transportar en un instante a la seguridad de mi casa si había algún desagradable contratiempo. La verdad es que en aquellos días yo gozaba de la felicidad del ignorante. Placida inconsciencia del ser. Al fin y al cabo yo había sido preparado para ser Líder (Con L mayúscula) así que nada me podía salir mal.

Pero al volver a México, en 1985, me di ,cuenta de que algo estaba mal. había una sensación que me oprimía el corazón (Además del smog) y no podía definir que era. La verdad fue que me había vuelto tan parte del establishment, era un estereotipo tan perfecto, que volver a la comunidad de la cual había salido fue así como un corto circuito entre polos iguales. Cometí el error de pensar que el problema era el polo de allá, y no el de acá. Culpar a la comunidad de ser igual a mi y no yo igual a ella. Así que en un arranque de rebelión (Y probablemente, al menos al principio, la primera cosa en la que derramaba mi pasión) decidí cambiar a la comunidad. si era necesario a fuerza de golpes. Y bien. lo que paso es que el que cambiado fui yo. Mas bien no cambie, sino que empecé a darme cuenta del problema. Me hice consciente de que la comunidad judía de México y yo éramos demasiado iguales, y que no tenia sentido cambiarla. Entonces cometí otro error. La solución una vez mas no estaba en mi, sino en la distancia. Me fui a Israel con la intención de radicarme de forma permanente ahí. Me fui a Israel para escapar de mi alter-ego.

Si usted no cree en la magia, le exhorto a recapacitar. La magia no es la posesión de poderes sobrenaturales, sino la capacidad de transformar las cosas. La magia es la capacidad de ser creador, de ser creativo. Yo no conocía la existencia de la Magia hasta que me fui a vivir a Israel. Entre nosotros los

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judíos, al acto de ir a vivir a Tierra Santa se le llama "Aliya" o ascenso. La raíz viene de la costumbre de peregrinar 3 veces por año a Jerusalén, que en realidad esta físicamente mas alta (unos 700m sobre el nivel del mar) que prácticamente todo el resto del país. Pero las connotaciones simbólicas actuales van mucho mas allá de la original raíz. Yo no comprendí esto hasta que me vi. envuelto por la magia de Israel, de Jerusalén. Vivir en Jerusalén te eleva de sobre ti mismo y esto obliga a mirarte desde otra perspectiva. Hay que subir por encima de las piedras, las fijas así como las que vuelan por sobre los automóviles, para poder ver Jerusalén. Hay que llegar mas alto aun que Monte Scopus, por sobre las nubes, por sobre la idea de Dios. Eso es Aliya. Y cuando te miras desde esa perspectiva, y te ves a ti mismo diminuto, siempre avanzando por al camino marcado y nunca por sobre la maleza, no tienes otra alternativa mas que cambiar o enloquecer, o un poco de las dos. Esa es la magia de Jerusalén, para mi el único lugar del mundo en el que los términos vivir y sobrevivir se confunden y mezclan hasta que son una masa informe, separada. En Jerusalén no existe el absurdo, lonesco solo hubiese sido un autor descriptivo mas. Pero la realidad siempre es mas fuerte que el deseo, o mas obstinada cuando menos, y después de haber estado en un mundo de estudios y academia, en la universidad de la cual contemplar la maravilla de la vieja ciudad de Jerusalén se puede llegar a convertir en rutina, la realidad me obligó a descender a la dura y pedregosa tierra. Cinco años en Israel dejaron su huella en mi vida. pero era el momento de pagar.

Uno siempre vuelve a las raíces, y mis raíces eran la búsqueda de la seguridad así como la comunidad judía Mexicana, mi Alter-ego. Y cuando llego el momento de enfrentarme a la verdad, cuando una mañana me desperté con la conciencia de que era el momento de ir al ejercito, no como un joven inmaduro de dieciocho anos que es solo vagamente consciente de lo que lo militar significa. sino como un hombre

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de veinticinco anos pero envejecido a causa de su poco valor para vivir su vida, uno no tiene mas remedio que volver a las raíces.

Así que aquí estoy, de regreso cinco anos en mi vida, pero sin la complacencia que da el no ser consciente de la realidad. Sentado frente a una maquina de escribir, carcomiéndome por dentro, sin el valor de verme al espejo por miedo a ver al cobarde que soy. Se que soy bueno para mi profesión, y que soy bueno para los estudios. En la investigación encontré tal vez un vestigio de la pasión a la que renuncie hace ya muchos anos. Pienso seguir mi camino académico, tal vez como un pretexto para no voltear hacia atrás, y tal vez para encontrar el camino de la magia, de la creación. Probablemente hay algo de ambas. Pero al verme reflejado en el inmisericordioso espejo de la realidad, me digo a mi mismo una y otra vez: Note rindas, vuelve, haz lo que debes de hacer, o mas bien haz lo que quieres hacer, ser yo mismo....

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UN FINAL FELIZ

1995

Yoel …llegué entonces esa mañana pálida al pequeño barrio, que todavía conservaba aquel toqué del sincretismo colonial de las épocas del mandato Británico y el estilo Otomano, con sus estrechas callejuelas y sus cientos de avisos de papel pegados (y ahora también quemados, después de los bombardeos) en las paredes de dura roca, que todavía no conocían el concreto y la varilla. Me di la vuelta en uno de los interminables pasadizos, y caminé hasta el número que coincidía con aquel que tenía apuntado en ese trozo de papel periódico. Toqué con débiles golpes en la puerta, y me abrió un anciano con larga barba blanca y totalmente vestido de negro, excepto, tal vez, las puntas del chaleco ritual, los tzitzit, que los Judíos han vestido por generaciones, y que adivinaba yo existía debajo de la igualmente negra gabardina. -¿Nu?- Me preguntó. Yo no sabía en que idioma responder, o preguntar. Finalmente opté por el inglés. -Busco a la Señora Shoshana Goldstein. -¿Que no lo sabe? -contestó obstinadamente en Yiddish. -Saber que? -Pregunté, pero eso era inútil pues ya sabía de antemano la respuesta. -Que ella esta muerta.

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-¿Y usted como lo sabe? -Porque -e inesperadamente, subió el tono de voz y contesto en hebreo -¡Yo también estoy muerto!

Eitan Mi padre no se encontraba en casa, mi madre tampoco, pero ella había salido por poco tiempo. En cambio, yo no sabía cuando mi padre volvería. Yo no sabía si mi padre volvería alguna vez. Yo era muy pequeño como para entender esas cosas entonces, pero los niños comprendemos muchas veces cosas, sin entenderlas, y así había comprendido yo cuando mi padre y mi madre se despidieron con un beso, al ver las lagrimas de mi madre. Y cuando mi padre me abrazó, al sentir los latidos de su corazón, y al oler su olor a padre, que esa despedida era para él como cuando se vá a un lugar sin retorno. También para mi madre era esa una despedida sin retorno. Lo veía todas las noches cuando la oía sollozar al escuchar las noticias por el radio, y cada vez que se ponía tensa y se ausentaba de este mundo cada vez que un Jeep militar se acercaba a la casa. Finalmente, mi madre tomó la decisión de que nos fuésemos a vivir con mis tíos. El estaba malo del corazón, así que mi madre no aceptó en seguida la oferta que le hiciera mi tía, pero finalmente lo hizo. Esos fueron días duros para mi, pero los niños nos adaptamos a todas las circunstancias, y a pesar de todo seguí saliendo a jugar de vez en cuando con mis amigos. Las clases, que se habían interrumpido, iniciaron al fin. Eso fue bueno, pude salir un poco de casa, y aunque en el colegio el ambiente era también un poco tenso, al menos podía jugar y olvidarme un poco de la realidad. La situación en el colegio era, también desde el punto de vista organizativo, diferente a como tendría que ser normalmente, se juntaron varios grupos pues varios de los maestros no

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estaban presentes, y eso nos obligaba a estar apretados e incómodos en clase. Nadie sabe exactamente como empezó todo, todavía tendrán que pasar algunos años para que los profesores de historia puedan desenredar, dilucidar o inventar como es que la situación llego al punto en que estalló la situación. Se supone que todo comenzó al iniciarse las tratativas de paz con el liderazgo de la Organización para la Liberación de Palestina. Es sabido que entre los de nuestro pueblo, por cada dos personas hay tres opiniones distintas, así que era de esperarse que la iniciación de un proceso a la vez tan esperado y tan temido como platicas de paz con la OLP levantara grán controversia. Yo, por mi parte, era (y en cierta medida sigo siendo, a pesar de que los criterios han cambiado por las circunstancias) un ávido miembro del “campamento de los palomos,” activista del grupo Paz Ahora, profesionista soltero y oficial de la reserva en el ejército (Disuelto hoy, Ejército de Defensa de Israel). Creo, sin poder asegurarlo con precisión, que el comienzo fue en aquella manifestación. Aunque la derecha en Israel siempre ha sido militante, nadie esperaba que un fanático de derecha hubiese sido capaz de asesinar al primer ministro. El era un héroe para todo el pueblo, un guerrero, que buscaba la paz. Pero como muchos otros antes de el, tuvo que pagar el precio. Pero pronto a la gente eso se le olvido y la traición fue quedando en el olvido, y finalmente solo paso a ser un capitulo en los libros de historia.

Tras su muerte, y como mucho esperaban, las negociaciones se colapsaron. Empezó la segunda Intifada, la resistencia Palestina. Los Israelíes pensamos que la situación era manejable, construimos un muro, instalamos cientos de puestos y retenes en los territorios ocupados. LA

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colonización nunca ceso, a pesar de que evacuamos la franja de Gaza. Y en las calles de Tel Aviv la vida siguió, y la gente no quería pensar en que la vida para los Palestinos era intolerable. Era mas importante pensar en la industria de la alta tecnología, en la bolsa de valores, en los nuevos restaurantes del boulevard Rotschild. Finalmente, el liderazgo moderado Palestino fue derrocado, y ese dia fue el dia en que los misiles empezaron a llover en Tel Aviv, y en Hedera, y en Natania… La reacción del ejercito no se hizo esperar. Es una cosa cuando los misiles caen en un lugar remoto, una “ciudad en desarrollo” a la mitad del desierto. Otra cuando caen en la bolsa de valores y en el boulevard Rotschild, por que entonces ya no los puedes ignorar. El ejercito retomo Judea y Samaria con una fuerza sin precedente. Los Palestinos, que ya esperaban esa respuesta, resistieron y el numero de muertos fue muy grande. El numero de misiles se redujo pero no ceso, el gobierno cayo y en las elecciones surgió un nuevo gobierno de mano dura que prometió acabar finalmente con el problema Palestino a través de “la transferencia humanitaria de los Palestinos a territorios en los países Árabes.” Eso fue intolerable inclusive para nuestros amigos los Americanos.

Yo creo que el Estado de Israel, el Israel democrático y con valores humanos en que creía Herzl, Ben Gurion y Rabin, desapareció aquel dia, en el mismo lugar en el que el Primer Ministro había sido asesinado. La cada vez mas pequeña izquierda Israelí llamo a una manifestación mas para protestar “la transferencia.” Todo empezó como de costumbre en esas manifestaciones. Cuando todo parecía tranquilo, yo estaba parado a unos 20 metros del frente de la manifestación y del orador. Sopló un viento frío, presagiando la desgracia que estaba a punto de ocurrir. Hubo un silencio mortal, ni yo ni nadie entiende por que

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tenía que haber en ese momento ese silencio, pués nada había ocurrido aun, pero fué algo así como parte del guión, de una tétrica película de suspenso en la que las líneas se transcriversaron y los actores por error guardan silencio antes de la tragedia y no después de ella. ¡ ¡¡Tractractractrac!!! Silencio. ¡ ¡ ¡Tractractractrac!!! Los actores guardan silencio mientras el tiroteo continua Orador.- Ahhh (se desploma con la cara llena de sangre) ¡ ¡ ¡Tractractractrac!!! Extras vestidos de policía corren en silencio hacia el pequeño grupo del que provienen los disparos. Policía. -¡Alto! (Saca la pistola y hace fuego, la multitud sigue parada en firmes y en silencio) Agitador 1.- ¡Mueran los traidores! ¡Izquierdistas Palestinos! ¡Ahh!(Se retuerce en una mueca de dolor, la ametralladora Galil cae al suelo en cámara lenta.) FIN DE LA ESCENA ...Después, solo un grito de dolor al unísono que se levanto de la multitud. El tiroteo cobro 54 vidas. Una jovencita de no mas de 15 años que estaba a mi lado cayo muerta. No la conocía, pero podía haber sido mi hermana (lo era) o aun yo mismo. Por cierto, se me olvidaba, desde aquel día ya no recuerdo bien mi nombre, tampoco recuerdo que fué de mi país y de mi pueblo. Antes de aquel día los tenía bien seguros, agarrados con una cadena a mi pecho junto con mi número de soldado. Desde aquel día se me cayeron, creo que se fueron por una coladera. En todo caso, ya no me importa.

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Yoel

Tan pronto como el anciano de negro con la barba blanca me dijera eso, la puerta se cerró de un golpe. Volví a tocar y la puerta cedió a la fuerza de mis nudillos, y se abrió lentamente (un segundo antes yo hubiera jurado que se cerro perfectamente, pero en ese caso, como en muchos otros, se lo atribuí a una simple casualidad o a un pequeño engaño de los sentidos.) Penetré con cautela. El recinto estaba completamente a obscuras a pesar de haber dejado la puerta abierta, y haber afuera una claridad deslumbrante. Esperé a que mis ojos se acostumbrasen a la obscuridad, pero ello no ocurrió. Finalmente estiré mi mano a la derecha, solo para sentir un pared lisa y fría, tan fría como si el calor nunca hubiese llegado a ella. Repetí la operación a la izquierda, con idénticos resultados. Un pasillo, me dije. Seguramente conduce a algún salón o escalera. Metí la mano al bolsillos interior de mi chamarra y extraje una caja de cerillos. Prendí uno, el cerillo brilló, pero parecía no alumbrar nada. Como si aquel recinto fuese invulnerable a la luz. Avance unos 20 centímetros antes de topar de frente con una pared idéntica a sus compañeras laterales. Parecía estar en un armario de unos sesenta o setenta centímetros por lado. Palpe las paredes con esperanza de encontrar alguna pista sobre el lugar y el paradero del anciano. Pasé mi mano de abajo hacia arriba por todas las paredes, y por el techo que debe de haber estado a menos de dos metros de altura. Nada, todo era del mismo material, todo liso como la porcelana y frío como el hielo, y obscuro, impenetrablemente obscuro. Todo era tan extraño. Saqué un cigarrillo de los que había traído conmigo desde Estados Unidos, lo prendí y aspiré largamente. Mis pensamientos volaron, aquel cuarto, aquel viejo que sostenía estar muerto, aquella dirección, y el papel periódico garrapateado a lápiz sobre las letras impresas.

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¿Como había llegado a mi mano? ¿Como había llegado yo ahí?

Nosotros -Dijo el anciano con una voz grave, poderosa, y a la cual hubiese sido casi imposible oponerle resistencia en circunstancias normales- Somos la base y pilar del judaísmo. ¿Que no ven, necios judíos pecadores, que solo en nosotros se conserva la esencia, solo nosotros llevamos la fé? ¿Que no te das cuenta, hermano descarriado, que su camino (Cualquier otro camino) lleva solo a la destrucción del pueblo? Nosotros, somos la élite, los 36 sabios que sostienen al mundo, los que mantienen viva la llama eterna del judaísmo, y si no fuera por nosotros... ¿A quien se dirigiría el Mashiaj, nuestro Mesías salvador, cuando todos ustedes hayan desaparecido? Dices que soy terco, anticuado, cerrado. Si soy terco, pues solo gracias a 2000 años de terquedad sobrevivió el pueblo judío en la diáspora. Soy anticuado, porque esa es la manera de conservar pura el alma, todo su progreso y tecnología solo sirven para enajenar la mente, e impurificar el cuerpo. ¡Solo llevan al pecado, como la anticoncepción, la psicología, la física, todo! Y soy cerrado, si, como la tradición del pueblo judío. Y sin embargo mis puertas están abiertas para ti, hijo de mi pueblo, cuando quieras. Pero cerrados hemos sido en la primera y la segunda diáspora, y cerrados seremos también pues hemos de sobrevivir a esta tercera diáspora que se acerca para por fin ver la llegada del Mashiaj. Yo estaba prácticamente hipnotizado por las palabras del viejo, del santo que ahora irradiaba luz y esperanza, y hubiera sido imposible contestarle en circunstancias normales, solo que ahora ya nada era normal. Yo, el escritor, el ideólogo, el humanista laico y pacifista no podía caer en la suave red de seda que se me tendía. Me ofrecían la respuesta. ¡La maldita respuesta! Pues claro que era fácil tomarla, cuando uno se la ha pasado toda la vida de

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pregunta en pregunta. ¡¡¡Pero yo no quería la respuesta!!! Una respuesta prefabricada, tal vez solo un Dios de forma, no de contenidos. Si Dios es tan omnipotente, la sabiduría y el pecado deben encontrarse en el corazón, no en los rezos, no en el papel, ni en los versos del Shema Israel, ni en la torá, el antiguo libro de Moisés. Todo ello no son mas que formas. ¡Ser bueno y ser justo esta en nuestro actuar consiente, en la búsqueda y el cuestionamiento! ¡No en la respuesta, maldita sea! El que yo no sepa como se creó el mundo no es razón para que yo deba volverme recto, sin desviaciones, sin cambios, sin cuestionamientos. El que mis conocimientos no sean omnipotentes, no es la razón por la cual yo debo de empezar a creer y a actuar ciegamente, olvidando mi lado humano, olvidando mi aportación como individuo, para empezar a actuar conforme a un rito que no lleva contenidos, sino forma. Que no lleva ni predica más los valores humanos, que pretende tener todas las respuestas, que busca el arrepentimiento no como una forma para mejorar y no volver a cometer los mismos errores, sino como una forma de alcanzar el perdón. Al diablo si mato a alguien de una pedrada un sábado, eso no importa, lo que importa en cuidar el shabat, y después arrepentirse (durante la semana) para el próximo sábado volver a tirar. ¡Al diablo con una imagen de Dios que permitió que se asesinaran a mas de un millón de niños en el holocausto "por culpa de sus pecados", eso no es cierto, un dios así no es Dios, ¡es un asesino! Dios no es culpable ni autor de los actos de los hombres, es, tal vez, la fuerza ordenadora del universo, pero de ninguna manera tiene algo que ver con lo que yo, o con lo que el anciano frente a mi, hagan o dejen de hacer. El castigo y el pecado lo tenemos en la conciencia, no es designio divino, y pecar no es comer cerdo o viajar en sábado, sino ser culpable del hambre, de la pobreza, o de la guerra. No, ellos están equivocados y a pesar de su

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hipnotizante voz, el "santo" no me iba a convencer. No después de lo que yo había pasado...

Después de la muerte de mi padre durante la guerra, la

situación para mi madre y para mi se torno terriblemente difícil. Mi padre era el tipo de persona que sabía como volverse imprescindible, y el problema viene cuando esas personas ya no están. En un principio si lloré su muerte, pero poco a poco me fuí acostumbrando (pasa con todo). A lo que nunca me acostumbré fué a la situación que ello produjo a mi mama, yo creo que porque en la vida de ella esto tomaba forma y expresión cada día, con dolor, en este país que se torno difícil, y que ahora estaba en crisis. La posible solución se presento en forma de una carta, de un hermano de mi madre que vivía en Estados Unidos. Le ofreció que viajáramos allá, y que el se haría cargo de nosotros hasta que mi madre pudiera conseguir un trabajo, y radicarse de forma permanente en América. Mi madre no quiso dejar este país, aquí nació, creció y vivió toda su vida. Además fue educada a la vieja manera de los Sionistas, y en realidad creía que con amor y trabajo no solo se podían franquear todas las dificultades, sino que en la peor de las situaciones la vida se volvía pasadera y tomaba sentido, tanto para desecar pantanos, como para una viuda joven con un hijo en un país en crisis...

¿Acaso era importante saber como es que había llegado

a aquel lugar, en el que me encontraba frente al santo anciano de barba blanca, y que tenía mas el aspecto de un tribunal mas que de otra cosa? Al principio me pareció que si, que tenía que tener sentido. ¿Como había llegado yo ahí? De pronto, como una luz, me vino a la mente un pensamiento: Que importa. Que importa ahora como llegaste aquí, lo que importa es que estas aquí, ahora estas aquí, y el anciano, que desapareció de la puerta, en aquel

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cuarto, mas bien armario, oscuro y pequeño, estaba frente a mi. Pareció como si todos mis pensamientos fueran transmitidos a el, no había necesidad de contestar a sus argumentos con palabras, solo con pensamientos. Y cuando dentro de mi un pensamiento era firme y seguro, yo parecía crecer y alcanzar al anciano en altura y sabiduría, pero cuando titubeaba, me sentía mas y mas pequeño, y el reía, con una risa diabólica y paternal, como diciendo, tonto, niño tonto y travieso, ven con nosotros, eres travieso pero estamos dispuestos a perdonarte, pues eres nuestro hermano... Pero mi enojo era mas fuerte que ellos, tal vez si no hubiera estado tan enojado, hubiese caído, pero la fuerza interior de la rabia me impulsaba mas y mas, me hacia soportar la batalla, al punto que el anciano titubeo y preguntó: -Porque, Pequeño judío, eres tu judío si no te comportas como tal. Porque crees que lo eres, cuando el judaísmo para serlo hay que vivirlo, es una forma de vida, una forma de comportarse y actuar. ¡¡Tu no eres judío si no actúas como judío, si no rezas, si no te vistes como tal, comes como tal y mueres como tal!! ¡Por la ley, tu eres judío, pero en la realidad no eres nadie!

Y entonces mi rabia fue tal, que las lagrimas me brotaron de los ojos, la fuerza me llenó el cuerpo, y abrió mi corazón. Del centro mismo de mi ser, brotó una gota de verdad pura, de aquella sustancia que une a la naturaleza y al espíritu, sin orgullo, ni presunción. Pura y cristalina la gota de amor y sentimiento tomo forma en mi mente, y esa era la solución. Esa gota, ese amor por la humanidad, esa libertad y esa creación, esa justicia estaba en mi ser toda cargada de mi escénica judía. Yo era judío porque me sentía judío, y porque mi ser estaba cargado de los valores del judaísmo. El estaba equivocado. El judaísmo no era respetar las mitzvot, los 613 preceptos de la ley judía; ahí no estaba el contenido. La esencia del judaísmo esta en los

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valores primordiales, en el propósito básico del erróneamente llamado “pueblo elegido,” en el Tikkun Olam. Según esa visión talmúdica, el propósito, la “elección” de nuestro pueblo no es un halago, o un premio. Es una misión de reparar a un mundo roto, descompuesto. Y en ese sentido, yo, el humanista, el escritor, si vivía en todos aquellos actos en los que luchaba por los valores humanos, una forma de ser judía.

Hay ocasiones en que la realidad puede mas que cualquier sentimiento o ideología. Cuando la realidad no es mas que una pared en que la cabeza choca una y otra vez, y la cabeza se destroza en vez de que la pared se abra. Aun Herzl, el visionario padre del sionismo moderno que en realidad nunca dijo textualmente "Si lo queréis, no será una leyenda", murió convencido de que contra la realidad a veces no se puede... Al menos así pensaba mi madre, el día que acepto que abandonáramos el país "temporalmente" para ir a vivir a los Estados Unidos. Se negaba a llamar, e incluso a creer, que lo que nosotros hacíamos tenía algo que ver con el fenómeno de la "Yerida," una palabra que significa descenso en Hebreo pero que se refiere a la emigración de Israel hacia la diáspora. Lo nuestro era una cosa temporal, Hasta que se estabilizara la situación en el país y en la familia. El caso es que pronto nos encontramos en un avión con rumbo a la ciudad de Nueva York, y las lagrimas de mi madre me dieron a entender, una vez mas, que pasaría mucho tiempo antes de que yo regresara a mi país. Tal vez, solo por ello, aprendí a amarlo tanto. Pero el amor a esta patria volvería a ser un idealismo contra la pared de la realidad, cuando años después, me di cuenta que nada valía, pues para el judío ciego y fanático, igual hubiera sido que no amara mi tierra, pues yo igual era un traidor izquierdista...

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Eitan En fin, de que vale servir en el ejercito de Israel, pelear en 2 de sus guerras, ser herido 2 veces, una en campaña y otra en una operación de comando, ser oficial, y todo lo demás que pueda representar mi sionismo. Yo ya no soy mas sionista. No quiero, ni puedo compartir mi patria con asesinos. El traidor, asesino del Primer Ministro que fue un héroe de guerra no solo fue perdonado, sino que ahora es ministro en un gobierno de emergencia. El gobierno que glorifica la violencia y que ahora es considerado un paria entre las naciones, después de que el congreso de seguridad de las naciones unidas haya pasado una resolución boicoteando a Israel que ni siquiera los Estados Unidos se atrevió a vetar. A ellos no les importo. Israel es fuerte, con la ayuda de dios, venceremos al enemigo. Primero asesinaron terroristas. Los torturaban, y los mataban. El pueblo dijo: No importa, al fin son terroristas, y se lo merecen. Luego asesinaban Palestinos. El pueblo argumento: Nos odian, son árabes, que importa. Se lo merecen. Asesinaron niños, y dijeron: Cuando sean grandes, serán terroristas, igual terminaremos matándolos. Y al final, nos asesinaron a nosotros, a los Yefei Nefesh, los ilusos. Son izquierdistas, y terminaran vendiendo la patria, traidores, se lo merecen. Lo que no se dieron cuenta, es que desde el primer día, asesinaron su alma. Cuando las ráfagas cruzaron los cuerpos de los que cayeron con la palabra PAZ en la boca, los que disparaban eran solo cuerpos, sus almas ya estaban muertas, y por eso pudieron asesinar a sangre fría, sin dolor. Ese día empezó la guerra, porque ese día, los que no fuimos tocados por las balas de plomo, lo fuimos por las del odio. Y las balas del odio también asesinan el alma. Por eso yo ya no tengo alma, y por eso voy a asesinarlos a ellos, a sangre fría y sin dolor...

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Yoel Todo se desvaneció como en un sueño, tal como había llegado. El anciano, el tribunal, y el húmedo sótano desaparecieron, y yo me encontré en un mercado atendido por decenas de hombres con gorras negras, delantal blanco y largos caireles de pelo graso ondulando desde sus sienes. Aquel papel periódico que tenía antes en la mano había desaparecido. Lo busque en mis bolsillos, y en mi chamarra, hasta que llegue a la conclusión de que tan misteriosamente como había llegado a mi, había desaparecido. No podía ni por asomo recordar la dirección en el escrita. Estaba como al principio. El papel llego a mi cuando cruzaba las ruinas de lo que fue la antigua estación central de autobuses en la ciudad de Tel Aviv. Un mendigo ciego pedía limosna, al mismo tiempo que vendía monedas para teléfonos públicos, que ya no funcionan. Tanto el mendigo como las monedas parecían tener desde tiempos inmemorables en aquel lugar, y por un momento pensé que el hombre debía estar loco, pues en las ruinas de la estación hacía mas de un año que nadie pasaba con regularidad. El anciano me llamó, yo estaba a punto de deshacerme de el, cuando dijo: -¿Usted busca a Shoshana Goldstein, no es cierto? Mi asombro fue total, pregunte: -¿Usted como lo sabe? Esa fue una frase a la que me tuve que habituar, pues no tenía idea de la cantidad de veces que la iba usar, hasta darme cuenta de que en este país, es inútil tratar de averiguar como se saben las cosas. Muchas veces simplemente se saben. Y así me lo hizo saber el anciano. -Yo se muchas cosas, no en balde se vive hasta llegar a mi edad. -¿Sabe usted donde puedo encontrarla? -Tal vez. -¿Eso que quiere decir?

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Por toda respuesta, recibí un recorte de papel periódico con una dirección garabateada en lápiz, y antes de que pudiera seguir preguntando, el mendigo había desaparecido. Mi nueva vida en los Estados Unidos fue "revivificante". Parecía como si me hubiera despertado de un largo sueño, con nueva vida y energía. Un niño Israelí era en el colegio Judío toda una curiosidad. Israel era, para un niño, y a veces para un adulto también, un sinónimo de fantasía. Las historias de guerras, Barbudos ortodoxos vestidos de negro, Árabes con largas cimitarras, desiertos convertidos en jardines, historias bíblicas, ejércitos maravillosos, y todo lo demás, era como juntar las mil y una noches, Julio Verne, Superman y los Boinas Verdes en una licuadora y hacerlos batido, para después coronarlos con crema batida y una roja cereza. Un niño Israelí era una atracción, admirada por unos y odiada, despreciada o temida por otros. Pero sea como fuere, yo no podía pasar desapercibido. Especialmente, cuando casi dos años habían pasado desde la muerte de mi padre, y yo contaba sus historias y hazañas de heroísmo incalculable, unidas a relatos fantásticos sobre Israel, el gran país, con seres mitológicos y tal cantidad de fantasías sobre la tierra santa, que la leche y la miel de los cabalistas y estudiosos de la edad media se quedaban cortas frente a los caramelos y malteadas de mis propias historias. En pocas palabras, Me volví popular, y reforcé, tanto mi imaginación creativa que posteriormente me traería fama como escritor, como mi sionismo, que finalmente me traería todas las desgracias que en aquella época no podía imaginar.

Eitan

El odio me cegó, y mas al enterarme de que el asesinato de la manifestación no fue el único incidente, aunque si el mas grave. Un dirigente del partido de centro, que estaba a

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favor de la paz, fue encontrado casualmente por un grupo de esos nuevos fascistas judíos, quienes lo golpearon, lo amarraron a la defensa del automóvil por las manos, y lo hicieron correr hasta que cayo. Después lo arrastraron, y lo abandonaron en un basurero publico. Ahora estaba en coma, y si salía vivo eso iba a ser un milagro. Se arrojaron botellas incendiarias contra las oficinas de los partidos de izquierda, y hubo atentados contra varios dirigentes del movimiento pacifista. El gobierno rehusó perseguir a los penetradores, que cada vez se hacían mas fuertes y mas numerosos. Por mi posición en el ejercito, yo tenía acceso a los arsenales de varias bases en el centro del país. Me junte con varios amigos, todos oficiales, y todos traumatizados por los acontecimientos. Juramos venganza... Estábamos ciegos, pero la derecha había llegado demasiado lejos. Nos organizaríamos, iniciaríamos la lucha armada contra los fascistas, crearíamos una organización, "Luchadores de la paz" o Lojamei Hashalom, (¿Como violadores por la virginidad?). Comenzaríamos con un simple atentado: Asesinar al líder de la extrema derecha...

Yoel ¿Cuanto puede sufrir de antisemitismo un niño Israelí viviendo en los Estados Unidos? ¿Que experiencias puede tener que le recuerden su doble condición, la de extranjero del alma, por judío, y la de extranjero del suelo por Israelí? No muchas. En realidad, lo único que lo diferencia de un niño judío americano, es el hecho de que el en realidad es un extranjero, y que nació en aquella tierra misteriosa, tan atractiva como repulsiva que puede ser Israel. Pero eso entre los judíos esta bien visto. Pronto obtuvimos la ciudadanía americana, lo cual cerró aun mas la poca distancia que tenía yo con mis demás amigos judíos, al menos en el papel. No ocurrió en muchos años nada que me

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volviera a hacer pensar (No en voz alta, al menos) en Israel. Yo era feliz. Mi madre se había vuelto a casar, y si bien mi nuevo padre no lleno un vacío al cual de todos modos ya me había acostumbrado, era un hombre bueno y se preocupaba por nosotros. Era un judío de buena posición, industrial, divorciado. Fue un buen apoyo en mis años de adolescencia, y en algunos momentos, un amigo. Me fue de gran utilidad cuando empecé a salir con muchachas, tanto desde el punto de vista económico-material, como desde el “educativo.” Para cuando yo estaba acabando el secundario, era ya un americano completo, y no tenía ni la mas mínima idea de que tan arraigado estaba en mi un sentimiento por mi patria madre, por Israel, que yo creía ya enterrado... Para cuando habían pasado tres semanas de búsqueda, yo estaba desilusionado y deprimido al grado de que ya poco me importaba el porque de mi viaje a Israel. Para que comprendan la situación, intentare describir al país. La bolsa de valores, los restaurantes del boulevard Rotschild, los puestos de la playa, ya no existían mas. Las nuevas leyes de modestia obligaban a las mujeres casadas a usar faldas y cubrir la cabeza con largas mascadas. El sábado, todo era silencio excepto por el débil murmullo de los rezos que salía de las sinagogas. Patrullas militares del nuevo y reconstituido ejercito, Fuerzas Armadas Judías de Israel, recorrían constantemente las calles. Patrullas informales de jóvenes con camisas blancas, kipot, y caireles hacían el trabajo de “policía moral,” asegurándose que mujeres y hombres no rompieran la ley judía, o halaja. La economía era precaria como resultado del embargo internacional, pero se sobrevivía. Los judíos siempre hemos sido hábiles para encontrar la manera de sobrevivir. La educación era manejada por los partidos religiosos, no mas necesidad de estudios seculares, excepto las escuelas manejadas por el departamento de guerra, en la que se impartían cursos especializados de tecnología e ingeniería a jóvenes que era

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ideológicamente compatibles. Los países Árabes condenaron fuertemente a Israel, pero se mantuvieron al margen pues temían a un gobierno Israelí extremista, del cual no dudaban seria capaz de utilizar su amplio arsenal nuclear si se le empujaba contra la pared.

¿Los Palestinos? Una vez mas los chivos expiatorios de un conflicto religioso y la falta de apoyo de los países musulmanes, siguen esperando su país. Internamente, el país estaba en luchas constantes entre las dominantes corrientes de derecha, dirigidas por los que alguna vez fueron el resucitado "Gush Haemunim," la liga de los creyentes ; un pequeño pero aguerrido grupo de jóvenes de Izquierda, o que fueron de Izquierda, que no se cansaba de hacer atentados contra el dominante grupo de derecha, y una facción de ultra ortodoxos, que apoyaban discretamente al “establishment” de derecha, pero aprovechaban cada vez que la izquierda hacia problemas para llevarse alguna tajada "por debajo del agua". La situación política no era menos mala. El "Gobierno oficial" era el mando militar del grupo de derecha, al que la izquierda desconocía, y los ultra ortodoxos simplemente respetaban, teniendo su mando propio. Jamás en mi vida hubiera podido imaginar que aquel que alguna vez fuese mi país iba a estar en aquellas condiciones, y que yo en el estaría con el único propósito de averiguar cual fue la suerte de una mujer que fue mi madre... Los israelíes siempre han sido gente que supone ser educada en altos estándares morales. Yo no estoy seguro de ello, pero al menos en mi caso, antes de iniciar la universidad, estaba convencido. Eso fué lo que en parte me llevó a estudiar Filosofía. Por otro lado, la materia me atraía, y podía darme el lujo de tener una profesión tan poco lucrativa, gracias a mi padrastro. Fue durante mis estudios cuando la situación en Israel se empezó a poner mas y mas

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difícil. Yo leía todos los dais en el periódico, con un fingido desinterés y una nostalgia oculta que yo mismo no quería reconocer. La situación política se desarrollaba paralelamente en dos frentes, para mi contradictorios y tan poco comprensibles como Israel mismo siempre lo fue para el mundo. Por un lado, la "Mano Dura", y la represión en los territorios ocupados. El enojo de la comunidad internacional, unánime salvo la sabida excepción del siempre presente apoyo de los Estados Unidos. Por otro lado, mejoría en las relaciones con la Rusia y el ex bloque comunista, y hasta una leve moderación de las posiciones árabes frente al conflicto. Todo anunciaba que algo estaba por ocurrir, algo importante que solo la necia terquedad del gobierno Israelí se negaba a reconocer. Avanzaba lentamente por una pequeña calle de la ciudad fronteriza de Hedera. Llevaba mas de dos semanas vagando por el pequeño país sin encontrar rastros de mi madre. Por supuesto que lo primero que hice al llegar fue tratar de localizar a mis parientes mas cercanos, a mis Tíos a los cuales mi madre había venido a visitar a Jerusalén. No pude dar con ellos. Me dirigí al gobierno, y me encontré con una arrogante burocracia que después de darme la sensación de que todo no era mas que un tétrico cuento de Kafka, simplemente alegó no saber nada de nada. La esperanza que me había dado el mendigo ciego ya se había desvanecido completamente a estas alturas, cuando de pronto lo ví... Era él, estaba ahí, en Hedera, pero ya no era ni mendigo ni ciego. Me vió y desapareció entre las calles. Lo perseguí, y lo volví a encontrar como si el mismo quisiese que lo siguiera, pero sin alcanzarlo. Corría como un diablo, tenía mucha mejor condición que yo, y sin embargo, reducía el paso por momentos para que yo no lo perdiese. Salimos de la ciudad, y después de algunos Kilómetros (Y varias horas) entró a una aldea árabe. Dudé, pero que importaba

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ya, así que lo seguí y entré a una casucha cuya puerta estaba pintada de azul celeste, donde antes que yo, el había entrado. Escribí mi primer libro cuando todavía estaba en la facultad de Filosofía. Mi padrastro financió su publicación. El libro no dejo ganancias, pero tampoco pérdidas, y lo que si dejó fué un sentimiento de gran orgullo en mi. Con el segundo, que fue finalmente publicado por una editorial comercial, me fue mejor, así como con los subsiguientes. Me convertí en un autor popular, con novelas de ficción cargadas de contenidos y valores humanos. Nunca fueron “best-sellers.” Tampoco fue lo que quise. Me convertí en pocos años en una figura destacada dentro del circulo intelectual Norteamericano. Critiqué duramente a mi país natal por su política de agresión, y me volví en un pacifista consagrado. Todo parecía ir muy bien, cuando en Israel las cosas empezaron a tomar su curso fatal. Mi madre se encontraba en esas épocas de visita con mis tíos, aquellos que alguna vez nos acogieron en su casa, hace casi veinte años. Las presiones obligaron a Israel a sentarse en la mesa de negociaciones, el futuro de los territorios estaba en juego. Al principio todo parecía ir bien, y nadie previó lo que iba a suceder... Penetre a un cuarto iluminado por la escasa luz solar que se filtraba por las persianas. Era pequeño y mal oliente. Cinco personas, entre ellas el mendigo, estaban sentadas en una mesa. Uno de ellos se levantó al entrar yo y me saludó por mi nombre. Extraño tipo, al preguntarle yo el suyo me dijo que no tenía ninguno, pero que era el comandante en jefe de los "Lojamei Hashalom". El grupo de Izquierda clandestino. -Sabemos quien es usted- dijo- y necesitamos su ayuda. -¿Para que?

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-Apoyo. Usted es un famoso escritor, pacifista. Tiene contactos. Necesitamos apoyo político y económico. Usted puede ayudarnos. -Pero es que yo no vine a Israel a eso... -Lo sabemos. -¿Como lo saben? Repetí una vez mas la innecesaria frase, y la respuesta fue tan solo una mirada del ex ciego-mendigo. Entonces me di cuenta de quien era yo. Me di cuenta de mi Identidad y mi Sionismo, de mi nacionalidad, de mi patria y de mi vida. Si, en ese momento podía haber salido de ahí, eso era todo, pero decidí no hacerlo, los ayudaría. Si mi vida valía para algo, para eso era...

Eitan El escritor por fin había aceptado ayudarnos. A cambio de ello le dijimos sobre nuestras sospechas a cerca de que su madre estaba oculta entre los ultra ortodoxos de Jerusalén. No sabíamos si había ido ahí por propia voluntad, o había sido raptada, pero lo mas probable es que ahí se encontrara. Empezamos a platicar, y la conversación pasó del Inglés al Hebreo. El escritor parecía emocionado, y pronto nos contagió a todos con su entusiasmo. Paso mas de una hora, y esto fue nuestro error. Se escucharon gritos y disparos afuera. La puerta voló en pedazos y el cuarto se inundó de una súbita luz, brillante, y de balas. Una me dió en el pecho…

Yoel

Yo estaba asustado. No comprendí lo que pasaba. Una bala atravesó en el pecho al comandante en jefe, dos mas también fueron muertos antes de poder reaccionar. El mendigo y otro tomaron sus rifles y empezaron a contestar

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el fuego. Sentí dolor. Creo que me desmayé, en todo caso, todo había terminado, y lo único que acerté a hacer fue a pensar en una vieja parábola de Kafka que dice mas o menos así:

Recuerdo cuando el mundo era tan grande- se decía a si mismo un pequeño ratón- que uno podía correr y correr sin divisar nada en el horizonte. Luego aparecieron a los lados esas paredes que se fueron cerrando mas y mas, hasta formar un corredor, y ahora por fin puedo ver allá adelante la trampa en la que debo caer... Todo lo que tienes que hacer, es cambiar de dirección- Replico el gato que venia tras el, y acto seguido, se lo comió...

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LA VIDA ES UN JUEGO

1987

Yo no tengo nombre. No es que me importe mucho, pero es interesante saberlo. Al fin y al cabo, ¿Que es un nombre? Además, las criaturas como yo no necesitan un nombre. Pero ya que van a escuchar algo sobre mi, digamos que yo soy "YO". ¿Que qué soy yo? Buena pregunta, pero por algún lado debemos comenzar. Algunos dicen que yo soy la conciencia. Otros me llaman Psique, alma, pensamiento... Algunos incluso piensan que soy Dios, y otros, otros No. Yo no soy ninguna de esas cosas, yo solo soy "YO". Una cosa si puedo decir, en mi radican todos los pensamientos, los sentimientos y las esperanzas, soy el que vive en los sueños. El que se alimente de deseos y a cambio crea la sensibilidad, la bondad y el desprecio, la inocencia, el odio y el amor... En cierta forma, mi historia es la historia de todos los hombres, una historia de arrogancia que arroja esporádicamente indicios de sencillez y de calidad humana. Y es gracias a esos momentos que la vida de los hombres tiene algún sentido. Son los momentos de lucha por un ideal y de tranquila complacencia, en que se crea la música y la poesía; de placentera armonía , de una sensación de plenitud en la que florece el arte de la vida y en el que compartir los sentimientos pasa de ser una tediosa rutina a una agradable vivencia, y los

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momentos de intimidad en que dos almas se funden para complementarse... Pero son tan raros los momentos que el hombre se da a si mismo, que los ha sustituido por juegos. En vez de vivir nuestro sentimientos de amor y de amistad, de ideal y libertad y de tantas otras cosas que "YO" llevo dentro de los hombres, los sustituyen por juegos con valores irreales...Jugamos al dinero, al matrimonio, al empleo; los mas juegan a la vida y otros pocos juegan a la muerte y a la guerra... Jugamos a esconder lo que pensamos y en vez de decir la verdad, jugamos ridículos juegos de insinuación y engaño. En vez de decir "Te amo..." se juega a recibir un certificado que no significa amor y que recibimos de manos de alguien que muchas veces ni si quiera entiende lo que ello significa, y en vez de decir "Ven, tu eres mi hermano..." jugamos a crear instituciones de caridad y...bah, otros tantos juegos en los que solo buscamos mostrar lo que no creemos y creer en lo que no sentimos, que seria imposible terminar. Y así, el humano pierde su vida, jugando. Y de juego en juego, el mundo sigue su marcha en inexorable camino a una destrucción lenta y silenciosa, que, finalmente, terminara siendo otro juego...

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AL OTRO LADO DE LA MURALLA

1988 La vida era aburrida y monótona para Marcus Spiegler; la vida es una burda rutina de un ir y venir sin sentido ni fin. Marcus estaba convencido de que no somos mas que un cruel accidente de la naturaleza. Si fuésemos como los animales -se decía- también tendríamos una vida sin sentido, pero al menos no sufriríamos por ser conscientes de ello. Sin embargo, para Marcus, en el fondo de su corazón, y a pesar de que hoy sabemos que el corazón no es mas que una maquina de bombeo, y que los sentimientos se ubican en el poco poético tálamo, existía una salida al otro lado del muro. Pero para hablarles de ello, primero debo explicar que es y cual es la importancia de tan mentado muro... Hace muchos, muchos siglos, tantos que ni siquiera los mas antiguos libros de historia lo registraban, se había construido un gigantesco muro, que según cuenta la leyenda, fue puesto ahí por una serie de dioses que querían aislar una parte del inmenso mundo para su uso personal. Construyeron un muro tan largo, que hasta hoy en día no se sabe donde termina, pues nadie tenia el valor de aventurarse lo suficiente como para averiguarlo; los mas osados habían viajado 40 días sin encontrar el final hacia ningún extremo, hasta que se vieron obligados a regresar por la desolación que azota las regiones al este y al oeste, sobre el muro. Así mismo, los dioses se

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procuraron un muro tan alto que la cima no podía ser alcanzada por ningún ser humano, y en realidad tan alta era que había quien aseguraba que llegaba a las estrellas. En todo caso, si se le volteaba a ver desde abajo, no se divisaba el final. Por ultimo, encerraron los dioses del otro lado del muro lo que juzgaron como el tesoro mas valioso para el hombre, y así jugaron durante siglos, hasta que un día se cansaron y se fueron a otros planetas, dejando encerrado su tesoro. Así pues, todo mundo sabia que del otro lado del muro se encuentra la libertad. Algunos habían intentado subir, y dais después, sus cadáveres eran recogidos al lado del muro, por haber caído al quedar sin fuerzas. Otros habían subido y jamás habían vuelto. Se suponía que estos habían logrado cruzar, pero nunca nadie volvió para afirmarlo o negarlo. En fin, este era pues, el muro y aquel era Marcus Spiegler, un hombre al que se le consideraba valiente pues iba a cruzar el muro...pero, en realidad, ¿que valentía puede haber en arriesgar la vida, cuando se piensa que esta no es mas que un ir y venir sin sentido? ¿Que valentía puede tener un hombre que cree no valer nada sin la libertad; y si es así, acaso no es valentía, sino simple justicia, arriesgar esta vida sin valor por tratar de darle alguno? Así pues, me niego a pensar en Spiegler como un valiente. Para mi no es mas que un justo mas, como otros tantos, y un apostador que juega a lo seguro; y, que si pierde, no pierde nada, pero si gana, lo gana todo... Así es como Spiegler, Marcus Spiegler el justo, comenzó a prepararse para cruzar la muralla. Comenzó a entrenarse en escalar grandes montañas, conquisto picos inescrutables y subió escarpadas laderas, muy escarpadas, mientras mas, mejor. Por esto se le alababa, peor el sabia que no era mas que la preparación para alcanzar la cima del muro. Después, se convirtió en un corredor de largas distancias, era capaz de correr hasta el imponente océano, a 3 días de distancia en mula, en tan solo día y medio. Y así esparció su

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nombre por el mundo, corriendo y escalando se hizo un hombre famoso y querido por la gente, pero... ¿Que es la fama y el amor para un hombre que busca la libertad? Finalmente, se fue al lugar mas recóndito que conoció en sus largos viajes, en los países del hielo, al norte, con un anciano que le enseño a vivir largas temporadas con tan solo un mordisco de pan y un sorbo de agua. Ahí ayuno por 30 noches con sus dais, ahí se ejercito y fortaleció sus músculos hasta poder cargar un buey completo, fue capaz por fin de hacer las mas grandes proezas físicas, y era poderoso. Con su fama, su amor y poder, podría haber sido el gobernante del universo, pero... ¿Que es acaso eso, sino solo vanidad, al lado del hombre que busca la libertad? También recibió Marcus mucho oro de ricos y nobles que alababan sus hazañas, pero eso tampoco le importaba, pues la vida, con oro o sin el, no es mas que una rutina del ir y venir sin sentido. Así llego el gran día. Miles fueron los que llegaron de todos los rincones del país para ver a Marcus Spiegler realizar su hazaña. Algunos llegaron incluso una semana antes y se instalaron en burdas tiendas de campaña frente al lugar que había sido elegido con mucho cuidado por Marcus para realizar el ascenso. Cientos de miles acudían al lugar, para deleite de comerciantes, cómicos, prostitutas y ladrones. Nunca en la historia se había hablado ni se hablaría de algún intento por cruzar el muro mas importante ni pomposo como aquel. Incluso, se hablaba ya de levantar una estatua en honor a Marcus el intrépido en el lugar, proyecto que finalmente se llevo acabo aunque mucho mas modestamente de lo que originalmente se pensaba. En ese momento, para esa gente, no era importante si Marcus lograría o no cruzar; lo importante era el espectáculo, la variedad. Incluso me aventuro a pensar que la ascensión hubiera sido mas exitosa, si en cierto momento de tensión, Marcus hubiese resbalado y caído ante los ojos emocionados

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de los miles, y se hubiese destrozado al caer empapando en sangre y restos humanos a los ocupantes de las primeras filas. Así es la naturaleza del hombre, pero aun eso era también vanidad y rutina a los ojos de Marcus Spiegler. Era de madrugada cuando comenzó el ascenso. Marcus se agarraba a cada piedra, cada hueco, cada saliente. Cargaba con varios kilos de pesado equipo y un poco de pan y agua. Sus pasos eran firmes, subía, amarraba, y seguía subiendo. En pocos minutos alcanzo gran altura y en unas cuantas horas se perdió de vista. La mayor parte del publico espero hasta el anochecer antes de marcharse, pues todavía esperaban saborear un trágico final. Pero el sueño y el aburrimiento domino a la mayoría, y solo unos cuantos permanecieron en el lugar la mañana siguiente. Por ultimo, los comerciantes recogieron sus puestos y finalmente nadie quedo al lado de la muralla. Nunca volverían a saber de Marcus Spiegler. Nueve días con sus noches duro el ascenso. Nueve días sin descanso ni comida, nueve días de subir y subir sin fin. Pero Marcus era un hombre que tenia la virtud de la paciencia, y sabia que no tenia que perder, así que el principio veloz dio paso a una lenta serie de maniobras, y poco a poco subía Marcus implacable la muralla. Por fin el noveno día, a eso del medio día, diviso Marcus el final de la muralla, el muro era, aun en el final idéntico y monótono todo a su largo, formado de grandes piedras grises o de color arena, el muro era tan rutinario a los ojos de Marcus como la vida misma. Al atardecer llego Marcus a la sima. Apenas ahí se dio cuenta de lo inútil que era que el muro fuese perforado pues tenia cerca de mil pasos de espesor. Acampo ahí y descanso por tres días con sus noches antes de comenzar a bajar por el otro lado. El muro era tan alto que no se lograba divisar tierra hacia abajo, y durante el ascenso o descenso era peligroso ver hacia el suelo, así que le seria imposible ver la diferencia entre un lado y el otro de la muralla hasta no haber llegado al suelo.

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La impaciencia empezó a carcomer a Marcus por dentro así que se decidió por un descenso mas rápido, aunque mas arriesgado. Partió nuevamente al amanecer, dejando correr su peso a través de la soga, sostenido por una serie de arneses y poleas. Cuando la cuerda se acababa, la soltaba con un sistema especial que había aprendido, y la volvía a dejar caer en todo su largo, repitiendo la misma operación una y otra vez, y así, durante los dos días que duro el descenso. Por fin vio tierra, apuro el paso, y era tal su alegría que olvido todo lo que había pensado, olvido fijarse si había alguna diferencia, olvido el otro lado, como si nunca hubiese existido. Llego al suelo y lo mas rápido que pudo se libero de sus correas y equipo y echo a correr como un niño gritando- ¡SOY LIBRE! ¡SOY LIBRE! Ningún hombre había ahí para recibirle, ni fiestas ni comerciantes, ni vitorees ni aplausos, pero a Marcus no le importaba porque había logrado cruzar el muro; y por eso gritaba: ¡SOY LIBRE! Solo un mendigo lo veía, un mendigo que estaba ahí desde los tiempos mas antiguos y del que cuenta la historia conoció a los mismísimos dioses, y al tiempo que Marcus gritaba, el mendigo se lamentaba por el, y pensaba: -Pobre hombre, debe de estar loco, puesto que todo mundo sabe que la libertad se encuentra al otro lado de la muralla.

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BAILE DE MASCARAS

1984

El otro día asistí a una fiesta de disfraces. No soy aficionado a ellas, pero sin embargo es interesante a veces dedicarse a observar a los diferentes disfraces y a las personalidades que los portan. Comencemos, pues, querido lector, a narrar algunos de los personajes que se encontraban en esa fiesta: Empecemos por la princesa. Este es uno de aquellos disfraces que nunca faltan en este tipo de fiestas. Suponen representar a una dama elegante con buenos modales y excelentísimas maneras, intelectual y refinada y de deslumbrante belleza. En realidad, tras de la mascara de la princesa, encontraremos a una señora gorda y desagradable, que probablemente es egoísta y envidiosa, y, sin ir mas lejos, una tonta. Utiliza ese disfraz pues quiere aparentar opulencia, y no es que esa señora pertenezca a la clase baja, pues esas personas suelen ser mas humildes, sino que pretende ocultar no su pobre figura sino su paupérrima alma. Otro de los disfraces que comúnmente vemos en estos festejos, es el del payaso. El payaso representa la alegría de vivir y el gusto por las cosas simples de la vida. Tras el, encontramos al amargado, al hombre que, por no encontrar su propia felicidad, es renuente a observar la felicidad ajena, y

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tras su mascara de trágico payaso, sus bromas pesadas solo son para empañar la alegría del prójimo. Tenemos también al gigante u hombre fuerte, ambos tienen la misma raíz. Pretenden mostrar la fuerza y el poder, la valentía y el coraje, y es que bajo los músculos de cartón o sobre los zancos de madera encontramos al hombre pequeño, Infinitamente pequeño al grado de que su miedo es el ser pisoteado, y que se somete bajo la tiranía de un verdugo por su miedo a la libertad. Es el que renuncia a ser si mismo, y busca la seguridad en el fanatismo y la violencia colectiva. Estos son disfraces simples, que solo pretenden ocultar la realidad al mostrar el lado opuesto de la moneda. Pero están los mas elaborados, y, por tanto menos comunes...y mas peligrosos. Tenemos por ejemplo al diablo. Este pequeño aprendiz de Satán busca lograr el efecto contrario a los disfraces anteriores, el que lo porta es, en realidad un diablillo. Pero si bien el tipo de diablo que representa es travieso, en realidad este ser es desalmado y el mal corre por su sangre. Es el hombre que no le tiene respeto a la vida (La ajena, por supuesto) y solo busca su provecho personal a costa de los sufrimientos de los demás. Tenemos también al pordiosero, es el hombre que si bien ha tenido "éxito" en la vida, y parece ser un hombre honrado y cabal, debe su éxito a la mendiga y la limosna que suplica de gente influyente, y a pago esta dispuesto a vender su propia sangre al diablo... Pero entre todos estos, y todos los otros que no he descrito y que usted debe conocer, se encuentra el peor de todos, el mas temible: El mil mascaras. Ese es el líder, el policía o el bandido según convenga, el soldado y la paloma, el asesino y la víctima, todos al mismo tiempo o por separado según convenga. El es el que tiene la mascara perfecta para toda ocasión, y tiene una tras otra en interminable cadena que son el secreto de su fuerza. El es el

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hipócrita entre los hipócritas, el mentiroso por excelencia, y aunque nada se compara con su disfraz, es todavía mas sorprendente lo que se encuentra adentro...porque tras todas esas mascaras y maquillajes, tenemos que en su interior no hay nada. El disfraz esta vacío al igual que su portador, y al final, cuando el nada que hay adentro llega a su fin, cae vacío el vestuario infinito compuesto de putrefactos gusanos... Pero, querido lector, tal vez cometo un terrible error al revelarle yo estas cosas, tal vez usted se traume o tenga un ataque cardiaco, porque, aun y cuando a veces yo también entro en el baile, usted es el protagonista principal de esta fiesta de hipocresías llamada vida. Usted escoja su disfraz. Yo prefiero mantenerme a raya, y tratar al menos de vivir una vida sincera y sin mascaras...

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DESDE EL FONDO

1990 Estuve pensando varios días como empezar esta historia. Al fin y al cabo, ahora tengo todo el tiempo del mundo para pensar. Pensé en hacerlo interesante, en no decir quien soy, ni donde estoy, ni como llegue aquí, y dejar que usted lo adivinara. También pensé en hacer de esto una triste y melancólica novela, o en contar fríamente la historia pasada y llegar, al final, a decir lo que ocurre hoy. Pero finalmente decidí ir derecho y al grano. Hoy debería tener al rededor de veinte años, y digo debería porque hace poco mas de un año que estoy muerto. Se que me encuentro a unos 3 metros bajo tierra, y a decir verdad, nunca creí que fuera así la muerte. Yo prefiero pensar en este lugar como “el fondo.” Creo que eso le da un sentimiento de profundidad, impenetrable. Sin embargo, supongo que a esto se referían las creencias populares del paraíso y el infierno, pues como dije antes, aquí se tiene todo el tiempo del mundo para pensar, y se recuerdan continuamente los actos del pasado. La muerte, en ese sentido, no es mas que el sisifiano ciclo de la vida, una y otra y otra vez. Yo morí relativamente joven, y mi vida estuvo llena de buenos momentos, así que no tengo mucho de que lamentarme; pero para aquellos que murieron con sentimientos de culpa, el fondo si que debe ser un verdadero infierno. Considero mi situación algo así como un purgatorio, pues si bien no hay gran

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sufrimiento ni torturas, hay mucha duda y gran arrepentimiento. Creo que mi vida no fue muy productiva, no me dejo grandes satisfacciones, y nunca fui nada mas que un mediocre, un ser ordinario, "normal", probablemente como usted. Por eso no me siento tan satisfecho al recordar mi vida, pero tampoco tan desgraciado; Percibo un balance. Pero sin embargo, hubo un momento de mi vida que supongo y espero tuvo un sentido de propósito, y fue el final. El final de mi vida tal vez fue lo único que valió algo mas que un poco de vanidad, pero fue necesario morir para darme cuenta de ello. Es irónico, pues mi muerte fue una consecuencia mas de la arrogancia del hombre, el hombre común, el insignificante, como lo fui yo, y como probablemente lo sea usted. Yo perdí la vida como parte de un juego, el juego de la guerra. La razón por la cual perdí la vida tan joven, es que en mi país, como en tantos otros, el trabajo sucio de nuestros gobiernos lo llevan acabo meros adolescentes. Morí atravesado por una bala que probablemente disparo otro chiquillo como yo. Yo se que esto seguramente le parecerá contradictorio. ¿Como puedo considerar mi muerte como productiva, y al mismo tiempo repudiar lo que la causo? Como consecuencia de mi muerte, usted, querido lector, puede leer esta historia. Antes de fallecer, yo era un gran patriota y muy nacionalista; creía que se debía pagar la muerte da cada uno de los nuestros con la sangre de 10 enemigos de mi pueblo, consideraba la lucha como algo prácticamente sagrado. Se necesita estar aquí abajo, desde el fondo, para darse cuenta de que la muerte de un muchacho adolescente, es lo mismo para nosotros que para ellos. Al final, el seguramente siente lo mismo que yo, y las vidas de ambos tienen el mismo valor. Mi joven enemigo probablemente amó, y odió, con la misma pasión y la misma intensidad. Probablemente su madre también lloro cuando lo bajaron hasta el fondo. Probablemente su hermano también juro venganza. Pero claro, usted no esta muerto, ni siquiera tiene una cercana idea de lo que significa perder la vida, usted

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no ha sufrido los primeros días, incluso meses, pensando en que la tumba lo bloquea a uno eternamente, y que esta condenado a la soledad. Pero incluso a eso se acostumbra uno. Se necesita estar aquí abajo, en este fondo obscuro y solitario para entender que todos somos iguales, que yo, al igual que el muchacho quien me disparo, así como aquel al que yo mate antes de eso, aquí abajo somos iguales. Y lo éramos allá arriba, solo que allá uno esta ciego, o mas bien cegado por la codicia y el egoísmo, y eso es una lastima. Se necesita estar aquí abajo para valorar la vida, la libertad, para darse cuenta de lo inútil que es vivir por lo material, pues de eso, aquí, no queda nada, ni siquiera la memoria; Mi amigo, vivir, no, perdón, morir aquí abajo, sabiendo que nunca se hizo nada trascendente allá arriba, es peor que lo que Dante imagino fuesen los dientes de Satanás mismo. Puede que esta sea una idea un poco compleja para usted, que si esta vivo, y aun peor si además es un mediocre. Aquí es donde uno se da cuenta de que vale la pena vivir para tratar de construir, de crear, de amar, de mejorar. Pero el acceso a la consciencia sobre lo trascendente es limitado, amigo de mente practica. Es difícil ver mas allá de lo material cuando hace tiempo usted decidió que preocuparse por los demás, especialmente no se les conoce, es de estúpidos; Que los que tienen poco corazón son los que tienen éxito, y por eso no hay alternativa y que hay que ser un desalmado. La gran ironía es que si usted sigue pensando así, entonces, temo que tendrá razón. En la vida, probablemente será una persona de éxito, tal vez un profesionista o un gran empresario, vivirá en una casa cómoda, con un lindo auto, una bella mujer y dos encantadores hijos, hasta el día en que ellos también tengan que ver a los ojos a otro adolescente, a través de la mira de un rifle… Y si es así, tendremos que esperar hasta que muera para que cambie de opinión (aquí todos lo hacen). Recuerde que en el

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fondo, en el físico al igual que en el de nuestro corazón, todos somos iguales. Si no me cree, ya nos veremos por aquí, entre los muertos, y entonces, de igual a igual, discutiremos sobre si el mundo es de los listos...

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SERAS UN HEROE...

1987 Vamos, dispara, ¡serás un héroe...! Pensaba Johnatan Greenberg en esos momentos... Johnatan Greenberg era hijo de una familia judía de Inglaterra, emigrada de Rusia. Como la mayor parte de las familias de la comunidad judía, la familia Greenberg era de clase media alta, así que la niñez de Johnatan fue fácil y cómoda. Su familia nunca fue tradicionalista, e iban al templo solo un par de veces al año, (Rosh hashana y Yom Kipur) así que Johnatan nunca tuvo mucho contacto con la religión judía. El estudio su primaria en el "Cantenburry Grammar School" y nunca tuvo problemas con sus compañeros. Su vida era normal con los demás alumnos, y excluyendo un par de maestros con los cuales el nunca "pasaba", no tuvo mayores problemas. Sus problemas comienzan en la secundaria, algunos de sus compañeros le decían "Judío", "Puerco", "Usurero", etc. - Papa, no quiero que me digan "judío"- reclamaba Johnatan a su padre. - Tu siempre serás judío, y no puedes dejar de serlo.... Así continuo la vida de Johnatan. Si bien siempre salió adelante, nunca se iba sin su "judío". Ya no soportaba, No los soportaba al estudiar, no los soportaba al trabajar, no los soportaba al hacer el amor...especialmente con Mary. Sus

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padres nunca lo habían aprobado, pero el la amaba, o, al menos, eso creía. Finalmente, termina la preparatoria, y empezó a estudiar la universidad. Ahí tomo una decisión: Dejaría de ser judío. Se cambio de nombre, John Green, no estaba mal. Se salió de la universidad, y entro al ejercito. "Ahí nadie sabe que soy judío" pensó. Además, la idea de armas, uniformes e insignias... Pronto entro, y las armas se convirtieron en pesados rifles que destrozaban los brazos al cargarlos en el entrenamiento, el limpio uniforme era un uniforme de batalla, y en vez de insignias, estaba cubierto de lodo y sudor. "Al menos nadie sabe que soy judío" ¿No? No estaba seguro. Pero efectivamente se dio cuenta de que a veces, sus raciones eran menores, sus castigos mas difíciles, y sus encargos, los mas complicados... "Al fin un poco de acción" reinaba la excitación en el batallón, que había sido electo para ir a pelear a las Malvinas, las Falklands. Los subieron a un barco, un destructor, y después de un viaje de casi 2 meses llegaron a la zona de las islas. De pronto, el miedo se apodero de los soldados. Desembarcaron en la playa en medio de la obscuridad, y una lluvia de balas y granadas. Los "aborígenes con machetes y palos" que les habían dicho defendían las islas, mas aprecian soldados con ametralladoras y armas modernas. Johnatan estaba aterrorizado, temía por su vida, corría, disparaba, de pronto una explosión...silencio. Cuando Johnatan despertó, ya era de día. El estaba en medio de unos matorrales, algo rasguñado, pero aparte de sus calzones llenos de excremento, nada serio. Empezó a avanzar y escucho voces, eran argentinos. Se acerco y vio a tres hombres, dos eran soldados rasos, el otro parecía ser oficial. Apunto su arma y apretó el gatillo, una mortal ráfaga se abatió sobre los soldados. El oficial en el suelo, levemente herido, se que do petrificado al ver caer a sus subalternos. Johnatan se acerco y apunto el arma contra el pecho del oficial, y se

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aprestaba a disparar cuando vio algo que lo detuvo. Una estrella de David pendía del cuello del oficial, "Tu siempre serás judío, y nunca dejaras de serlo". Vamos, dispara se decía Johnatan cuando de los labios del argentino brotaron las palabras "Shema Israel..." Vamos, dispara, serás un héroe...

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LA 2A GENERACION DEL DESIERTO

1989

Zamri hijo de Gabor, hijo de Saltiel, hijo de Jurel y su ascendencia por 400 años, hasta ser hijo de Judá de los hijos de Israel, era un "Caminante del desierto". Era uno de esos jóvenes descendientes de un pueblo errante que por 2 generaciones habían vagado sin patria; hijos y nietos de esclavos. Sin embargo, y a pesar de ser parte de los "Caminantes del desierto" (Como eran conocidos por casi todos los pueblos de la zona, desde Edom hasta Filistea) pertenecía a un pueblo joven (el mayor de ellos no llegaba a los 40) y bien conocido por su valentía y su habilidad para la guerra. En fin, Zamri era parte de un pueblo, mitad real, mitad leyenda, y, a decir verdad, se sentía orgulloso de serlo. Entre las muchas leyendas de este pueblo errante, se encontraba la de Coraj, un "opositor al régimen que fuese expulsado del grupo y arrojado a un acantilado, si bien la historia lo registraría al lado de otros tantos hechos milagrosos. A pesar de que la leyenda contaba que toda la familia de Coraj y sus descendientes, habían perecido en trágico final, era bien sabido que muchos de ellos aun vivían y que reaparecían periódicamente en la escena política. Uno de estos era Shmidan, también conocido como hijo de la nada. (En hebreo moderno se utilizaría otra acepción). Shmidan tenia en común con Zamri la pertenencia al pueblo "milagroso y elegido", pero

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los distinguía perfectamente la concepción de lo que esa pertenencia significaba: Para Shmidan, había llegado el momento de ser un pueblo errante y mediocre, estaba cansado de caminar por el desierto y no estaba dispuesto a esperar otras 2 generaciones para llegar a la tierra prometida por creer en un dios que no solo hace 20 años que no había visto (20 años era su edad) sino que a su juicio era falto de toda esencia por ser invisible e impalpable. A el se le hacían mucho mas atractivos los grandes dioses de piedra y madera que la moda marcaba como actuales, con brillantes adornos de oro y a los cuales podía tocar y ver (Y mostrar, lo cual no era menos importante) cuanto quisiera. De Zamri ya dijimos que estaba orgulloso de su pueblo y de su cultura. No solo por ser un pueblo que buscaba una meta mas allá de los "barriles de carne" sino por ser el pueblo portador del libro, por ser quienes perseguían una meta espiritual con valores humanos que se resumían en las Escrituras que Moisés les había traído, y por ser el pueblo que había salido de Egipto y abandonar la esclavitud para alcanzar la libertad. Libertad, que bonita palabra, pensaba Zamri, un concepto como ese no existía en ningún otro pueblo de los que el conocía. Y solo por eso el estaba seguro de que el pueblo hebreo era un pueblo diferente; un pueblo elegido para ser libre. A la generación anterior de Zamri y Shmidan, les toco ser testigos de la revolución que posteriormente percutiría al punto de ser la base para la sociedad en el futuro. A la 1a generación les toco ser los pioneros de un mundo nuevo y nuevos valores, fueron ellos los que estuvieron dispuestos a sacrificar la relativa comodidad de la que gozaban en Egipto (En aquella época nadie se quejaba por ser esclavo) para una vida mas dura pero con ideal. Aquellos que crean que todos los hijos de Israel emigraron a Canaán, son ilusos. Pero aquella fue la vanguardia, los pioneros de la humanidad que rompieron con las normas establecidas,(O mas bien, no establecidas).

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Un buen día, llego a Zamri y a Shmidan su turno de salir como exploradores ante todo el grupo para marcar el camino de acuerdo a las instrucciones de Josué. Se encontraban pues Zamri y Shmidan solos, en medio de las dunas de arenas, el uno con la esperanza en la mirada y el otro con el odio en el corazón. -No debemos llegar a Canaán, debemos renunciar a la idea y ser prácticos; Nunca podremos derrotar a los Caananeos- Expuso de pronto Shmidan. -Estas loco, tenemos que llegar, tendremos la oportunidad de crear una sociedad nueva, con valores nuevos, y ¿piensas tirarlo todo por el miedo de ser pioneros.? -No es eso, es simplemente que no veo porque si teníamos barriles de carne en Egipto debemos sacrificarlo en pos de una sociedad que lo único que nos da es aire caliente. -¿Aire caliente? -Si, todas esas ideas con la que nos inflan la cabeza no son mas que aire caliente... Y así siguieron discutiendo Shmidan y Zamri, hijos de un pueblo que tuvo la oportunidad de ser libre...pero mientras ellos discutían, el pueblo perdió su camino. Y siguieron discutiendo eternamente, y eternamente el pueblo, sin vanguardia que los guiara, siguió vagando por el desierto, y aunque llego a Canaán, después de 40 años, perdió para siempre el camino de la libertad. La 2a Generación perdió el camino de la independencia, y llevo al pueblo a la nada entre los barriles de carne y la libertad, después de 60 años de libertad; FELIZ 60 ANIVERSARIO, 2A GENERACION.

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EL ULTIMO DE LOS CANANEOS

1988 Hace muchos años llego a esta tierra un pueblo que venia escapando de la esclavitud y la discriminación de que era presa en Egipto, un pueblo limpio y puro que había desarrollado una cultura basada en la libertad, pues era lo que buscaban al huir de Egipto. Pero este pueblo llego a mi tierra, a nuestra tierra, reclamándola como suya. Yo no se nada de derechos de tierra, yo no soy ni escriba ni gobernante, y cuando yo nací ya vivíamos en esta tierra. A mi nadie me advirtió que esta tierra era de otros, y si bien, antes había sido habitada por muchos otros, nunca nadie pensó en que algún día uno de ellos vendría a reclamarla. Pero esos son los designios de los muchos dioses que gobiernan en la tierra, y además, los hebreos, a quienes me he estado refiriendo todo este tiempo, tienen uno que es muy poderoso y dicen que es el único, un dios único y sin imagen. En fin, ayudados por ese extraño pero poderoso dios, los hebreos llegaron a esta tierra con el fin de vivir en ella, y de echarnos a nosotros. Nuestros reyes dijeron que no nos íbamos a rendir, que pelearíamos hasta el ultimo hombre, que aun en desventaja, no dejaríamos nuestra tierra. Yo era un simple campesino, tenia mujer y 3 hijos, y nada sabia yo del negocio

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de la guerra, pero cuando el rey llama a defender la tierra, todos los campesinos salimos a luchar...y a morir. Tal vez si los hebreos nos hubieran dado oportunidad de negociar, una vez que estábamos convencidos de que la lucha era inútil, el final hubiese sido diferente, pero no fue así. Nos lanzamos a la guerra, y a pesar de nuestra superioridad numérica fuimos derrotados, sometidos y prácticamente esclavizados. Casi todos nosotros no éramos mas que labradores, si los hebreos nos hubiesen dado tan solo la oportunidad de vivir libres, como antes, también el final hubiese sido diferente, pero no fue así. Si mi pueblo fuera un pueblo pesimista, deprimido, y no le importase su libertad, su cultura y valores; y si para mi pueblo el odio por el que le roba su tierra, que es su trabajo, su sustento y su vida, no fuese sagrado, el final hubiese sido diferente, pero no fue así. ¿Y como fue el final? Pues perdimos la guerra, si. Que todos los que nos "apoyaban" lo hicieron solo de palabra, y que los hebreos no nos dejaron otra alternativa que seguir luchando, fue lo que creo que algunos de nosotros no dejasen el camino de la sangre. Pero lo mas triste de todo, es que los hebreos se cansaron de eso, y por tanto, cometieron un error, se olvidaron de su dios, de su ley y sus valores, dejaron de creer en la libertad cuando se la quitaron a otros, dejaron de creer en la paz cuando escogieron el camino de la guerra y el exterminio para solucionar el problema, y dejaron de creer en la justicia cuando la única justicia que les asistía era la que a ellos les convenía. Nos empezaron a matar, a perseguir como animales. Corrernos no era suficiente, pues ellos recordaban que alguna vez, un pueblo al que habían corrido de su tierra volvió para quedarse. Teníamos que vivir como ratas, escondidos en agujeros, y muchos de los nuestro se quitaron la vida pues no podían ver su honor mancillado de tal manera.

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Un día, a mi esposa y a mis hijos los agarraron, yo solo pude escapar de milagro, e ignoro cual haya sido su suerte. Estuve solo, escondido por varias semanas en el desierto, y llorando. lloraba por la destrucción de mi pueblo, de mi gente. lloraba por que había en el mundo, alguien que en vez de considerarnos hombres nos creía animales, y lloraba por que éramos presa del pueblo que al ser perseguido, en vez de aprender a ser libre, aprendió a perseguir...pero, un momento, algo aquí esta mal. Algo no concuerda y no se lo que es... Finalmente fui atrapado. Toda mi vida fui un pobre campesino, nunca le hice daño a nadie y solo una vez luche por mi libertad, pero ahora, se me exhibe como "el último de los cananeos" se me encierra sin juicio por un pueblo que dice predicar la justicia y... comienzo a reír. ¿Pero es que acaso me he vuelto loco? En unos minutos seré lapidado, y ¿ahora se me ocurre reír? Y es que he encontrado la pieza que faltaba, ahora entiendo porque algo no encajaba en mi razonamiento. Y es que ya no tengo que llorar por que mi cultura ha sido exterminada; El pueblo de la libertad, los hebreos, se encargaran de cuidarla pues ya no son mas el pueblo de la libertad, sino que desde ahora, con mi muerte, ellos se han vuelto como nosotros, y no debo de llorar pues no soy mas el ultimo cananeo.

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REBELION

1986 TAC,TAC,TAC,TAC... se escuchaban los pasos de las botas sobre nuestras cabezas. Ian temblaba de miedo ( o será de frío) mientras las sucias aguas nos cubrían hasta la cintura. Yo no sentía miedo, el miedo era algo que ya había olvidado. En vez de eso, sentía un odio ciego contra el ruido de esas botas que no representaban mas que el mal. Era el cuarto o quinto día desde que había empezado la rebelión, arriba, en el ghetto. Al principio nadie quería rebelarse, todos tenían una esperanza. Después, las noticias...miles, no, millones de nuestros hermanos eran asesinados en cámaras de gas y después quemados. Cuando llegaron noticias de que en Varsovia se habían rebelado, los javerim nos organizamos y decidimos que si había que morir, cuando menos nos llevaríamos a uno de esos perros por delante. De pronto, las botas se detuvieron. El silencio hubiese sido absoluto, a no ser por el suave murmullo del excremento corriendo entre nuestras piernas arrastrado por la corriente del agua, y de vez en cuando, una rata que se nos acercaba y mordía. Las mordeduras de rata son muy dolorosas... ¿A usted nunca le ha mordido una rata? No, supongo que no. Pero a veces nosotros pescábamos a alguna y entonces, en vez de mordernos, nos la comíamos. Saben a manjar cuando uno

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tiene hambre, y créame, en el ghetto todo mundo tiene hambre. Se escucharon ordenes militares en la superficie, eran en alemán. Yo no podía entenderlas pues solo hablo polaco, y algo de hebreo, pero Ian habla Yiddish, y cuando escucho, las lagrimas empezaron a brotarle de los ojos. No es común ver a alguien llorar en el ghetto. Al principio si, la vida era dura, y muchos lloraban. Al final las lagrimas ya se nos habían secado, no hay tiempo ni lugar para llorar, pero aun así, Ian lloraba. Preferí no preguntarle que había dicho los alemanes (NAZIS) por temor a que nos escucharan, pero comprendí que nos buscaban. Yo solo tenia un viejo y oxidado rifle checoslovaco, también llevaba un par de cócteles Molotov (En Varsovia los llamaban Matzebol) pero estaban mojados y no se podían usar. Trate de maldecir, pero no podía hacerlo en polaco, los polacos nos habían traicionado. No sabia hacerlo en hebreo, nunca pensé que se pudiese maldecir en hebreo, hasta ese momento. Yo iba a viajar a Palestina. Estuve a punto de salir pero empezó la guerra. Cedí mi lugar a una pequeña niña que no conocía, solo sabia que ella era judía, y que el miedo y la esperanza se reflejaban en sus ojitos, así que la deje subir al barco, y yo, me quede. De pronto, se escucharon mas voces, se corrió la tapa de la alcantarilla. Corrí, Ian estaba petrificado y no pude hacer que se moviera, cayo una granada, la explosión, solo atine a pensar en Palestina, Eretz Israel, hubiese pagado lo que fuera por estar ahí...

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EL CAMPO

1990

La mediocridad es una tortura cuando se es consciente de ella, por eso la inconsciencia es una droga para el que no quiere vivir en un eterno suplicio. Me esta prohibido revelar tanto mi nombre como la localización del lugar en el que me encuentro, por ello no me referiré a mi mismo, y al lugar en el que estoy lo llamare el campo.

El campo es un lugar grande, en su mayoría al aire libre, cerrado por una doble cerca de alambre y varias torres con ametrállelas que lo resguardan. Por adentro hay cuatro divisiones, tres de ellas con hileras de tiendas de lona, y la cuarta con unos pocos edificios de concreto que en su mayoría son oficinas. Ahí es donde yo trabajo, en uno de esos edificios. A mi me gusta considerar que la mía es también una oficina, pues al fin y al cabo, tiene un escritorio, y en ella realizo mi trabajo al que considero profesional.

Mi oficina esta dividida en dos cuartos, uno en el que tengo mi escritorio, un par de sillas, una maquina de café y decorada en el parco estilo de las instalaciones militares: mapas, gráficas y algunas fotografías en las paredes. Tiene aire acondicionado, lo cual es muy importante en el clima caliente y seco del desierto. Una puerta tras mi escritorio lleva a mi cuarto de trabajo. Es un poco mas chico que mi oficina, las paredes son grises revelando el concreto del que están construidas, y a parte de tener solo una silla y un banco alto, las principales diferencias entre ambos cuartos son que el de

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trabajo no tiene ninguna ventana, su única iluminación consiste de un foco de luz ambarina, dentro de una lámpara de cono, como en las películas, y no tiene ventilación alguna, el aire es caliente y estancado a solo un paso del infierno.

Marx, el joven Marx, nos hablaba del papel de la alienación para la eternalización del sistema. Alienación del hombre a su sociedad, del hombre a su trabajo, del hombre a si mismo. Alienación es lo contrario de conciencia, y no es el producto del sistema sino de la mediocridad, pues como Milán Kundera dice, es mas fácil vivir el la levedad, aun si esta es mediocre, que en la consciencia. Mi trabajo es muy sencillo, yo hago preguntas. Yo hago preguntas a los habitantes del campo, y ellos por supuesto, deben de contestar. Siempre contestan. Hay varios métodos para hacerlos contestar. No, no a base de golpes y torturas, yo no hago ese tipo de cosas, mi trabajo es profesional. Yo no soy un soldado, si bien tengo uniforme, soy un profesional empleado por el ejercito. La violencia es trabajo de otros, no mío.

Claro esta que a veces me encuentro en atolladeros, y es necesario subir el tono para hacerlos entrar en razón, tal vez una bofetada o dos, pero no mas. De cualquier manera ellos son unos mentirosos por naturaleza. Cuentan cualquier historia para tratar de ablandarte el corazón, pero ya se que no son ciertas. Por ejemplo, el otro día llego un hombre de unos 50-55 años conmigo, y me contó la siguiente historia: Unos soldados entraron a su casa, estaban buscando "terroristas", el tiene un hijo de 6 años. Uno de los soldados se acerco al niño, le puso su rifle en la cabeza, y grito "BUM". Naturalmente el niño se puso a llorar, el padre se enojo y trato de golpear al soldado, entonces los otros lo agarraron, y con la cacha del rifle el soldado rompió la televisión. El solo dice ganar un par de centavos diarios. Dice que trabajo 4 años para poder ahorrar lo suficiente y comprar el televisor. El jura que es inocente, que no hizo nada, pero los soldados de cualquier manera lo golpearon y arrestaron. Yo se que no es cierto, si no hubiese

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hecho nada, el no estaría aquí. Además, ellos siempre son culpables, si nosotros no sabemos de que, ellos si.

En el ejercito se trabaja con ordenes. Yo no tomo decisiones, solo recibo ordenes. Esto nos permite trabajar de forma mas eficaz. Sería mas difícil si los soldados tuviesen que patrullar las calles bajo su propio criterio, así que lo hacen bajo ordenes concisas. Freud sostiene que el hombre es agresivo por naturaleza, solo dale la oportunidad y te lo comprobara. Cuando estábamos en el comedor, escuche grandes carcajadas que provenían de la mesa contigua. Me acerque a indagar cual era la razón de tanta alegría, y me contaron la siguiente historia: Un muchachito de unos 10 años estaba caminando por la acera en una de las calles aledañas a la avenida principal de uno de sus pueblos. Llevaba en la mano una bolsa de papel. La callejuela era de terracería, las paredes de piedra entre un color gris y arena eran altas, sin ventanas, y no ofrecían ninguna salida lateral. Al ver a dos de nuestros soldados, el muchacho freno en seco, y se disponía dar media vuelta cuando uno de los soldados le grito. Su actitud era sospechosa y era posible que el niño llevara algo sospechoso en la bolsa, así que como había orden de revisar todo objeto sospechoso, había que revisarla. También podía ser que simplemente se puso nervioso al ver a dos soldados armados caminando frente a el. No importa, el hecho es que los soldados se acercaron a el, lo empujaron contra la pared y le demandaron que abriera la bolsa. El muchacho, casi llorando, dijo en su idioma que solo se trataba de una bolsa con cosas del mercado. A pesar de que uno de los soldados habla su idioma perfectamente, volvieron a gritar en el nuestro que abriera la bolsa, y lo amenazaron con sus armas. Entre lagrimas, el niño comprendió a lo que se referían y abrió la bolsa. Contenía un par de cebollas, otras verduras, un pedazo de pollo crudo, y unos chocolates. Los soldados le ordenaron abrir el paquete que contenía los chocolates, el chico lo hizo, y tendió la caja abierta hacía los militares. Uno de los soldados lo empujo de regreso hacia el

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niño, y le ordeno comer. El muchacho no comprendió, y entonces el soldado tomo un puñado de ellos y se los introdujo a la boca por la fuerza. El niño los trago, y el soldado apuntándole con su rifle le ordeno comerlos todos. Una vez mas el niño comprendió, y empezó a comer, ahogándose entre el llanto y los dulces. Una vez hubo terminado con la caja, los soldados continuaron con las cebollas, las verduras y finalmente el pollo crudo. Dejaron al niño tirado y vomitando, pobre, no podían arrestarlo, al fin y al cabo no había hecho nada. Durante todo el final del relato se escucho una carcajada general en todo el comedor, y a pesar de no haber entendido, después de un segundo sonreí. Luego comprendí; era muy cómico, realmente gracioso, y me eche a reír.

A veces no me gusta mi trabajo. Se que es necesario, y

por eso lo hago. Además, a diferencia de los soldados y oficiales del ejercito regular, yo no soy un militar. Como ya dije, soy un profesional que trabaja para el ejercito. Si bien es cierto que uso uniforme, llevo en los hombros fierros de oficial, y recibo y cumplo ordenes como cualquier otro soldado, al final yo regreso a mi casa y me quito el uniforme, mudo la piel como una víbora, y dejo de ser el que era antes. Soy como un camaleón. En la noche me acuesto al lado de mi mujer, y entiendo que estoy viviendo dos realidades diferentes. Nada tiene que ver el mundo del campo con la suave piel de una mujer y la frescura de unas sabanas limpias. En mi casa yo soy un académico. Un sabio en el funcionamiento de la mente humana que escribe artículos en revistas profesionales. En el campo soy un soldado que recibe ordenes y cree en la autoridad. En mi casa soy un ente creador, en el campo soy creyente. Dos realidades separadas, dos yo separados.

Hoy me sucedió algo muy extraño. Me llevaron a uno de los prisioneros del campo, y me contó la siguiente historia. Una pareja de soldados estaban caminando por una de las

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calles de la ciudad, cuando lo vieron a el, un hombre de aproximadamente 30 años de edad. Según los soldados, el los miro de manera muy "sospechosa". Se le acercaron y le pidieron sus documentos. El entrego los papeles, y los soldados lo llevaron a un callejón. Le gritaron, lo colocaron contra la pared, y uno de ellos le apunto con el rifle a los genitales, puso el dedo en el gatillo, y disparo. El cargador estaba vacío, y lo único que se escucho fue el click del arma, pero el cobarde se defeco en los pantalones. Acto seguido arrojaron sus documentos a la basura, y lo arrestaron por no tener papeles. Yo se que ellos nunca dicen la verdad, pero en mi interior, esta vez le creí. Fue una sensación muy extraña, de empatía, casi como si el también fuese una persona como nosotros. Hoy regrese a mi casa, y me enoje con uno de mis hijos. Fue una tontería, algo sobre el orden de su cuarto. Antes de darme cuenta, ya lo estaba amenazando. El se asusto y me miro a con ojos llorosos. Yo no soy así, no en mi casa. Me recordó la historia del muchachito con los soldados. No pude dormir toda la noche.

Llegue esta mañana al campo como un hombre acabado. Cuando entre a mi cuarto de trabajo para interrogar a mi primer "cliente", vi frente a mi a un hombre como de unos 40 años, sentado con manos y pies atados, bajo la luz pálida de la lámpara de cono. Abrí su expediente y vi que tenía en realidad 28 años. Me miro con ojos vidriosos, y sin decir palabra, bajo nuevamente la vista. Tuve la sensación de estarme mirando frente a un espejo. La de ver mi imagen reflejada, mi alma, mi alter ego maniatado y cansado, acabado por la vida. Intente deshacerme de esa imagen, pero volvió a mi con mas fuerza. Esta vez tenía mi cara, mi cuerpo, mi uniforme. Era yo. Salí corriendo a enjuagarme la cara, y me reporte al comandante de la base. Le explique que me sentía muy mal. Me dijo: "Tomate el día libre, alguien mas hará tu trabajo".

Cuando volví a mi casa, intente quitarme el uniforme, pero no pude. Parado en el baño, me trate de desabotonar la

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camisa, solo para darme cuenta de que no tenía botones. Intente tomarla del cuello para sacarla sobre mi cabeza, pero fue inútil, pues no tenía cuello. Lo mismo con mis pantalones verde olivo, mis botas, mi gorro militar. Todo mi uniforme estaba pegado a mi mismo. Se había vuelto parte de mi, era yo. Se había metido en mi vida, en mi piel, en mi alma. La ilusión se había acabado. No soy dos hombres y no puedo pretender que la realidad no me afecta. Ahora yo había pasado a ser parte de la realidad. Llevo una semana sin ir al campo. Cada vez que pienso en uno de "ellos", me veo a mi mismo. Yo soy ellos, y ellos soy yo. Mi esposa esta muy preocupada, no como, no bebo, no hablo, no duermo. Mi comandante también esta preocupado. Yo no estoy preocupado, ya no. El campo se metió en mi, y soy consciente de ello. También se metió en todos los demás, los soldados, los prisioneros, mi comandante. Ellos están alienados, por eso no se dan cuenta. Yo soy consciente, soy consciente de que por meses deje a la mediocridad penetrar dentro de mi, hasta que me domino totalmente. Casi totalmente. La mediocridad es una tortura, tortura peor que las que aplicamos en el campo, e igual que ella, no con golpes ni violencia, sino mas sutil, mas completa. La tortura de ser mediocre, de ser creyente. Por eso ya no estoy preocupado, porque ahora se que la única manera de librarme de este uniforme que tengo pegado a la piel, es librarme de mi mismo.

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EL EQUILIBRISTA

1993 El equilibrio es uno de los grandes temas recurrentes de la literatura. Algunos ejemplos que me vienen a la mente son tanto el cuento de Kafka con este mismo nombre, en que el secreto para mantener el equilibrio era la inmovilidad, como la obra de Sholem, Tuvie el Lechero ( Popularmente conocida por el musical El Violinista Sobre el Tejado), en donde Tuvie se pregunta: ¿Como mantenemos el equilibrio? Y no es para menos que el tema sea tan tratado en el arte de las letras, pues como el mismo Tuvie dice: "Podría uno caer y romperse la cabeza...". En otras palabras, es una cuestión que toca las raíces mismas de la existencia, del "Ser o no ser", o simplemente, del ser... Y es que mantener el equilibrio no es cosa sencilla. A diferencia del equilibrista circense, que a pesar de tener tan solo un escaso punto de apoyo cuenta únicamente con su peso para equilibrar, el equilibrista de la calle, del día a día, o sea cualquiera de nosotros, (llamémoslo "vulgar", del latín vulgo) vive una situación mas complicada. Ante todo, somos un animal social. Vivimos en un hambre constante de estímulos, en una necesidad de sensaciones de fraternidad, de reconocimiento, de interacción con los demás seres humanos. Pero somos al mismo tiempo sujetos que luchan por diferenciarse, por ser únicos y separados del resto,

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por ser Individuos. Esto ya es un reto para el equilibrista vulgar, que en su lucha para mantener el equilibrio entre el individuo y la sociedad, vive como si tuviese a la sociedad colgada a destiempo y a "des-peso" de uno de los extremos del travesaño que lo "ayuda" a mantenerse sin caer, y tan solo con su propio cuerpo como contrapeso en un mal punto de colocación. Tan difícil y cansada es la tarea de soportar el peso de toda la sociedad, que para colmo se mete hasta en nuestro subconsciente, y clama a gritos a través de nuestro Super-yo que nos dejemos caer, que muchos de nosotros hacemos precisamente eso, para solo sufrir la suerte de nuestro viejo amigo Humpty-Dumpty, sin siquiera tener la esperanza de que a los peones del reino les importe si se nos puede o no rearmar. (A menos que se este dispuesto a pagar doscientos nuevos pesos la hora, una o dos veces por semana). Por si fuese poco, el equilibrista vulgar no solo tiene que balancearse en esta sola cuerda, sino que tiene que malabarear entre varios y muy complicados aspectos que conforman su ser. Cada aspecto representa una cuerda mas, y caer en tan solo una de ellas puede ser fatal. Algunas de ellas son por momentos cables como las del circo, y un momento mas tarde se vuelven hilo de cáñamo, otras se mueven de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo, son rectas y sin previo aviso se inclinan, volviéndose cuesta arriba, o cuesta abajo. Otras giran como brocas de un taladro, son tan delgadas que cortan como navaja de afeitar, tan calientes que queman, o simplemente están electrificadas. Tan solo como ejemplo expondremos algunas de ellas: La cuerda del atrevimiento es una de las mas transitadas. En esta se trata de mantener el equilibrio entre, obviamente, que tanto nos arriesgamos, y que tanto la jugamos a la segura. El que decide inclinarse hacia el lado de la seguridad, generalmente se vuelve uno del montón, nunca destaca, nunca hace nada especial de su vida, y puede seguir viviendo tranquilo. Su vista no pasara del suelo, pero sabrá que no caerá

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en un agujero. El precio es simplemente el seguir siendo mediocre. Por otra parte, el que arriesga, puede perder su dinero, su casa, su trabajo, su familia, o de plano su cordura o su vida. Una vez mas, equilibrio. La cuerda de la seriedad, de la sobriedad y del recato es una de las menos arriesgadas, y sin embargo, una de las mas importantes. Aquel que es serio (y en serio) puede perder la alegría de la vida. Aquel que tiene la vivacidad y simpleza infantil, la alegría y el humor en demasía, pierde el respeto ("Es muy poco serio" dice la gente). Es un poco como el libro El Principio, de Saint-Exupery, si uno lo lee como adulto, parece tonto y aburrido. Como niño, no se le capta su profundidad. Es por ello que solo aquellos que son lo suficientemente adultos como para entenderlo pero suficientemente niños como para disfrutarlo lo consideran una gran obra de la literatura. Aquellos que en esta cuerda, guardan el equilibrio. Otra cuerda que nos fascina sacudir a nosotros los psicólogos (¡Si, soy psicólogo, y que!) es la de la razón vas. el afecto. Érase que se era una época llamada "Moderna", también conocida como "Edad De La Razón" (Mucho gusto Señora De La Razón), Ilustrada, etcétera, en la que el ser "racional", o lógico, parecía iba a ser la solución a todos los conflictos de la humanidad. Pero llegaron amigos nuestros desde Sartre a Habbermass y nos dijeron que no, que en este siglo veinte de nosotros, y ante la evidencia histórica del fracaso de su fracaso, la modernidad se había acabado. Estábamos en la "Post-Modernidad", en la era de lo abstracto. Y entonces, esta cuerda que antes del siglo XIX no existía, y que después de la Revolución Francesa (Con mayúsculas) aprecia sólida y firme, comenzó a parecerse mas a una cuerda de saltar que a una cuerda floja. Y es así que el que hoy en día es racional, se le ve como frío y seco, mientras que al demasiado afectivo o imaginativo, como empalagoso, "que vive en las nubes", o de plano en la luna, o sea lunático.

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Y bien, podríamos continuar con esto durante paginas y paginas, y hacer de esto una novela, no, mejor una enciclopedia a la que llamaríamos "La Gran Enciclopedia Mundial del Equilibrio" (En la compra del tomo I, Abajo a Aterrizar, le regalamos un paracaídas) en donde vendrían explicadas todas las cuerdas (Bueno, las que se nos ocurran, y con apéndices anuales, por supuesto) como la de la Avaricia vas. Esplendidez, la Sinceridad vas. Hipocresía, el Altruismo vas. Egoísmo, y así, miles y miles de cuerdas mas en las que el ser humano tiene que equilibrarse para no caer, y en las que para muchos, el mejor secreto para no perder el equilibrio es, como en Kafka, no moverse. Pero para aquellos que puedan levantar la vista, ver hacia el horizonte, y seguir adelante, solo tengo una cosa mas que decir: Damas y Caballeros: El mundialmente famoso Circo de la Vida, tiene el gusto de presentar, a 30 metros de altura y sin red de seguridad...

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LA ESPERA

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Tenía la vista clavada en el blanco aparato, que permanecía mudo como una piedra, esperando a que reaccionara como si de eso dependiese mi vida. Al principio no dude ni por un segundo que seria una cuestión de horas, tal vez de un día, para que el me llamara. Era obvio, a final de cuentas el era el que había dado el primer paso, el había tomado la iniciativa (así es siempre, y así debe de ser) a pesar, claro esta, de que yo había hecho todo lo necesario para llamar su atención: Una sonrisa, un roce, una mirada furtiva. Era alto, moreno, de rasgos muy varoniles. Estaba en una mesa con dos amigos, sin pareja. Yo me encontraba en la mía, con un grupo de Amigas del colegio, y me había fijado en el desde que nos sentamos. Nuestras miradas se cruzaron, y el me sonrió. No sonreí de regreso, pero deje la mirada fija una fracción de segundo mas de lo necesario. Sabia que así lo mantendría interesado. Por un rato, platique con mis amigas de cosas triviales procurando no volver la vista hacia el. Después voltee. Efectivamente el me estaba mirando. Volvió a intentar, sonrió. Esta vez le sonreí de regreso, pero gire rápidamente la cabeza. Volví a voltear hacia el, y reí con fuerza mientras una amiga contaba un chiste. Finalmente el se levanto de su mesa y se acerco. Me abordo con un pretexto cualquiera, algo así como

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"¿No te conozco de alguna parte?" o "¿No eres tu la hermana de Fulanito?" Ya no recuerdo. Un momento, el teléfono... Mi corazón late con violencia, estoy enojada y al mismo tiempo me siento impotente ante la situación. Cuando el teléfono sonó pensé que era él. Pensé en todo lo que me diría: "Bueno..." "¿Alejandra?" Reconozco su voz. "Si. ¿Quien Habla?" Finjo no saberlo. "Roberto" "¿Roberto?" "Si, del VideoBar del otro día" "Ah, si, Roberto" Con tono de desinterés. "¿Como estas?" "Bien" "Oye, quería invitarte el viernes a salir" "No puedo el viernes" Mentira "¿Y el sábado?" "¿A donde me invitarías?" "A tal lugar" "Puede ser, no se, porque no me hablas el viernes para confirmar" "Pero ya quedamos" "Puede ser, háblame" "Bueno, adiós, nos vemos el sábado" "Nos vemos" Palabras mas, palabras menos. Me acerqué al aparato mientras mi corazón se aceleraba al ritmo del sonido de su campana: Ring.......Ring.....Ring...Ring..RingRingRing "Bueno" Una fracción de segundo, no mas, son necesarios para despertar en mi la esperanza, y después, una voz.

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Una voz de mujer. Pregunta por mi madre, y siento un liquido helado recorrer mis venas, y me estremezco mientras llamo a mi madre. El fluido llega a mis ojos, por donde quiere salir en forma de una lagrima... Pero no. Quien cree el que es, para merecer una lagrima. Así son todos, los hombres siempre juegan contigo. Eso es lo que esta haciendo, jugando. Pues no habré de tolerárselo esta vez, no mas. Nunca mas. Si llama no le contestare el teléfono. Si sus intenciones hubiesen sido sinceras, si se hubiese sentido atraído hacia mi, me habría llamado al día siguiente. Esperar tres días significa que simplemente me quiere para "divertirse". Pues esta vez se equivoca, no voy a caer en su trampa. Me imagino su estrategia: Se espera tres o cuatro días, pues sabe que me siento atraído hacia el. Si no, por que otra razón habría aceptado bailar con el a la primera. Eso fue un error, le di 'alas'. Ahora sabe que me siento atraída, y empieza a jugar su juego. Al tercer día, sabe que estoy pensando en el, deseando que llame, deseándolo... Por fin llama, me invita a salir. Por supuesto el esta seguro de que yo aceptare. Me lleva a un lugar elegante, tal vez a un restaurante, cuenta unos chistes, bebemos un par de copas de vino, y entonces... "Eres una mujer muy hermosa, Alejandra" Yo me ruborizo. El esta preparando el terreno. "Gracias por el cumplido, pero sabes que no es cierto..." Miento. Siempre me dijeron que la modestia es una buena cualidad en una señorita. "No, no. Es cierto. Yo nunca miento." Otra mentira. Pero no hay nada que yo pueda decir. "Sabes" Continua "desde que te vi me sentí atraído hacia ti". Una pausa.

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La pausa es importante, pues crea expectativa. Por un lado me baja las defensas con un halago, luego me hace esperar, desear que diga algo, no se que, pero algo, y finalmente, cuando lo dice, una cae en la trampa de que lo que dijo era el algo que estábamos esperando oír. Yo sonrió, y el sigue: "Es increíble lo bien que la pasamos juntos... y sabes, es que... me gustaría estar mas cerca de ti" Mas cerca de ti. Es su primer lanzamiento, una curva, engañosa. Es lo bastante vago para que lo mal interprete, pero lo bastante directo para iniciar su movida. Yo decido dejarlo pasar, no es mi clase de pichada. "¿A que te refieres, Roberto?" "Nada, nada" Es una bola "es solo que me gustaría que hubiera algo mas entre nosotros que una simple amistad. Quiero llegar a conocerte mejor, quiero que haya algo especial entre nosotros." Me hace dudar. ¿Tal vez me equivoque? ¿Tal vez sus intenciones son sinceras? Pero eso es lo que el quiere, hacerme dudar. No, esto también es parte de su juego. Si hubiese bateado, ¡Zoooom! Strike. El lanzamiento hasta adentro. O mas bien el "bat". Pero si no, la vieja historia: 'Era solo una bola amistosa....'. El desvía la conversación, otra vez, cortés y amable, pero esta vez me toma la mano. Su mano es fuerte pero delicada. Es tibia, se siente bien. Lo dejo hacer, y el sigue hablando como si nada. Me sonríe. Su sonrisa es encantadora, y sus ojos. Pero todo es parte del plan. El teléfono vuelve a sonar. Es el, pensé. Dejo que mi madre conteste. En un segundo me llamara, "Ale, contesta el teléfono." "Quien es, Mama" "Roberto"

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"Dile que no estoy" Eso es, una cucharada de su propia medicina. Y que me escuche Dile que no estoy. Espero el grito de mi madre, pero no viene. Silencio. ¿Que pasa? ¿Porque no me grita? Me acerco al teléfono, y lo levanto un segundo. "Julieta, no se te olvide que la junta del comité..." No es el. Vuelvo a colgar rápidamente, y me siento desesperada. Tal vez algo le paso. Tal vez no pudo hablar, salió de viaje, o piensa que es cortés esperar un par de días. Fue todo tan lindo el otro día, no puedo creer que el me haga una cosa así al propósito. Llevábamos hablando un rato. El era a la vez simpático e interesante. Sus ojos se veían tan hermosos el la tenue luz anaranjada, y se empezó a escuchar mi canción, esa balada, tranquilita, llena de amor. Lo voltee a ver y leyó en mis ojos que quería bailar. Me tomo de la mano, y sin decir una palabra se levanto y me llevo a la pista. Puso su mano en mi cintura, y yo le tome del hombro. Era un hombro fuerte y protector, que ataría mi cabeza como una almohada en la que se quiere soñar un sueño de hadas. Nuestras manos, fuertemente entrelazadas, y nuestro cuerpos meciéndose al ritmo de la suave música. Me sentía en el paraíso. No resistí cuando me atrajo hacia el, suavemente, dulcemente. Repose mi cabeza sobre su hombro, como el sueño realizado, y sentí su pecho rozando el mío. Me deje llevar por la música. Cerré los ojos, y sentí que volábamos. Me apretó levemente hacia el, y sentí sus piernas en rítmicos movimientos junto a las mías, uno, dos...uno, dos. La música sonaba y me drogaba con un elixir de amor, maravilloso. Sentí su respiración en mi nuca, y una sensación de tibio calor estremeció mi cuerpo. El roce de su cuerpo sobre mis pechos me excitaba, y estaba segura de que el sentía los míos sobre el suyo, a través de mi ropa y la suya. Ansiaba sentir su piel... El teléfono otra vez. Lo conteste casi automáticamente.

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"Bueno" Y entonces me di cuenta de el error que había cometido. "¿Ale?" Una voz de hombre. Me puse nerviosa. ¿Como era la voz de el? Ya no recuerdo. "Si" "Esta tu mama, habla tu tío Carlos" Decepción, y alivio. Es increíble como dos emociones contradictorias pueden vivir dentro de una. Las mujeres somos seres ambivalentes. Podemos amar y odiar al mismo tiempo. Esa es nuestra debilidad. Y es por eso que debemos ser duras, no dejarnos atrapar fácilmente. Porque el balance se rompe, y ellos se aprovechan de nosotras en virtud de nuestro amor. Los hombres no son ambivalentes. Ellos solo buscan sexo. Sexo o sumisión. Para que me entiendan mejor, mientras que el alma de la mujer tiene hambre de romance, el cuerpo del hombre tiene hambre de sexo. Son sentimientos paralelos. Igual que la seguridad y la sumisión. Nosotras buscamos seguridad, ellos sumisión. Seguimos bailando durante un momento, bueno, a mi me pareció un momento, pero mis amigas se me acercaron y me empezaron a insinuar que ya era tarde, hora de irnos a casa. Había en su voz varios sentimientos, reproche por dejarme "seducir" así por un hombre al que apenas conozco, celos por haber encontrado un "buen partido" y ellas irse con las manos, o mejor dicho, las piernas, vacías, y algo de preocupación porque al ver el reloj me di cuenta de que en realidad se estaba haciendo tarde. "Ale, ya vámonos, que venimos todas en el coche de Mónica" "Si quieres yo te llevo a tu casa" dijo Roberto "por donde vives" "No por favor, no te molestes, yo vivo hasta el otro lado de la ciudad" y le explique mas o menos por donde, en un intento de que leyese en mis palabras, Si, llévame contigo... "No por favor, no es molestia, si yo vivo ahí cerquitita" A pesar de que en realidad vivía bastante retirado.

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¡El Teléfono! Corrí hacia el aparato, y como si hubiese estado a mil grados centígrados solté la bocina en cuanto la toque. No, no le voy a contestar. Sonó una vez, dos, tres, cinco... "Ale, contesta" Mi Mama. Seis. Levanto la bocina. "Bu..." Click. Colgaron. Me asalta la duda. ¿Y si era el? ¿Volverá a hablar? Siento un dolor en el estomago, y una gota de sudor frío se escurre por mi espalda. Que tonta soy. Además, quien me manda estar imaginando cosas. Tal vez tiene una buena razón para no haberme hablado hasta ahora, tal vez esta muy ocupado, en exámenes, no se, algo. Y fue tan hermoso la otra noche. Tan Mágico, tan especial... Le hable a mi Mama y le avise que íbamos a estar otro rato en el video-bar. "No llegues muy tarde" me dijo. "No te preocupes Mama, Mónica me lleva a la casa..." mas mentiras. ¿Pero que importa una mentirita así cuando una siente el amor tocar a la puerta? Bailamos otro rato, nos sentamos en su mesa. "¿A que te dedicas?" Me pregunto. "Estudio diseño" Es lo que se llama en Ingles Small Talk, platicar de nada en particular. "¿En donde?" "En la Ibero, ¿Que no se me nota el acento?" Imito un acento que en realidad no tengo necesidad de imitar, y que por demás, no se parece en nada al que supuestamente debemos tener los "Chicos Ibero". "Tengo un amigo que estudia comunicaciones en la Ibero. A lo mejor lo conoces." "¿Como se llama?" "Rolando, Rolando Ruedas"

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"Me suena" No es cierto, a pesar de lo simpático del nombre "¿Como es el? Me lo describe, le digo que creo que si lo conozco, a pesar de no tener idea. La platica sigue así. De pronto, esa canción tan padre que canta el grupo de moda empieza a sonar. Lo volteo a ver con cara de suplica. El me entiende. "¿Bailamos?" algo le dice en un murmullo a sus amigos, y nos paramos a bailar. Al terminar la pieza, sus amigos no están. Nos sentamos solos. Empezamos a platicar de nosotros, de nuestro gustos, de nuestra vida, de todo. Somos tan parecidos, y sin embargo, tan distintos en algunos detalles. Eso me gusta. No hay duda de que me siento atraída hacia el y que el se siente atraído hacia mi. ¿O si la hay? La imaginación vuela y el tiempo pasa como si nada tuviera que ver con nosotros. Estamos en otra dimensión, platicamos, reímos juntos, nos tomamos de las manos. Pareciera que solo ha pasado un segundo cuando miro el reloj... "¡¡¡Mi Mama me va a matar!!!" y me levanto de un brinco. "No te preocupes, en un minuto estamos en tu casa" Lo dice con tanta seguridad, que un extraño sentimiento de tranquilidad me invade. Subimos a su coche e iniciamos el camino hacia una despedida no deseada. Casi sin sentirlo, sus dedos se escurren y enlazan con los míos. Así continuamos en silencio todo el camino hasta llegar a mi casa. Silencio y Amor. Me embargaba la felicidad y en ese momento yo no podía pedir nada en el mundo, excepto que falta... "Bueno, aquí es, ¿No?" "Si, ya llegamos." Lo miro con tristeza. Me gustaría que esta noche no acabe jamás. "Porque no me anotas tu teléfono y yo te hecho una llamada para ver si salimos..." La frase queda entrecortada por la velocidad en la que saco una pluma de mi bolsa, y anoto mi

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teléfono en un papel. Lo firmo: Ale, y al lado dibujo una carita sonriente. Al igual que la carita, el lo ve, y sonríe. El baja del coche y me abre la puerta. Me levanto, lo miro fijamente a los ojos, y casi como pedir un deseo... el me abraza con delicadeza, nos estamos mirando y el tiempo parece haberse detenido. Un segundo parece un año. El acerca su cara a la mía y... excepto que falta un beso. Y siento sus labios tibios y húmedos sobre los míos. Mi corazón empieza a latir con fuerza, y yo me asusto de mi misma. Me quedo como petrificada. Pasan unos segundos en los que me siento confundida y finalmente el se separa de mi. Me empiezo a sentir como una tonta, y me pregunto ¿Que habrá pensado de mi? Me avergüenzo de haber deseado tanto que me besara para parecer una inútil cuando por fin lo hace. Me gustaría volver a abrazarlo y besarlo otra vez, pero... "Adiós" es lo único que puedo decir. "Adiós, yo te hablo" y sonó en sus labios como... no se. Tal vez solo estoy imaginando. Tal vez era tristeza lo que oí en su voz, o tal vez no. Tal vez era esperanza. no lo se. Me miro fijamente por unos segundos en lo que yo entraba a mi casa, sin querer darle la espalda, sin querer cerrar la puerta. Finalmente subió a su coche, y se alejo. Se alejo de mi. Esa noche casi no pude dormir. Estuve pensando en el, en sus abrazos, en su beso. En mi. Al día siguiente estuve en expectación todo el día, esperando... ¡¡¡El Teléfono!!! Corro a contestar y levanto la bocina "Bueno..."

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RELATO NOCTURNO

1994

El leve zumbido fue el que me saco de mi tan profundo y necesario sueño. Estaba bastante enojado pues para mi de por si es difícil conciliar el sueño, como para tener que estar sufriendo esas calamidades nocturnas. Estoy seguro, querido lector, que a usted debe de haberle pasado ya alguna vez el tener que enfrentar ese molesto zumbido, y por eso le será fácil comprender mi inocencia. Cuando me desperté, el reloj fosforescente de mi cómoda marcaba las 2:45 a.m. y el ruido intermitente como el de una sirena ensordecida llenaba el cuarto en todos sus rincones, esta por demás decir que estaba dispuesto a intentarlo todo en mi desesperación para acallar a mi molesto enemigo que me había sacado de las agradables profundidades de los dominios de Morfeo. Inicialmente utilice tácticas de defensa, los primeros minutos procure ignorar ese agudo martilleo para volver a captar el sopor, pero la inutilidad de esa táctica es históricamente consabida. Posteriormente intente cubrirme con la almohada, mas de 5 minutos procure encontrar la posición adecuada para al mismo tiempo evitar el ruidillo y poder respirar, o simplemente lograr la comodidad mínima necesaria para dormir...todo inútil. Resignado a mi suerte, tente sobre mi cómoda esperando localizar la sección de deportes del diario vespertino, que yo recordaba haber dejado ahí en la tarde...un

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poco a la derecha...un poco a la izquierda y... ¡BAM! se sobrevino el desastre, empuje sin quererlo el vaso de agua que estaba en la cómoda, y eso fue la gota que derramo el vaso (o mas bien, el empujón que lo tiro). Decidí que ya era demasiado, que el terrible enemigo que había penetrado en mi habitación subersticiamente por alguna rendija que en mi torpe descuido debí haber dejado abierta, ( o al menos era esa la única explicación plausible a la presencia de aquel pequeño diablillo) iba a tener que pagar cara su osadía. La caza iba a comenzar. Cuando tome esta decisión era consciente de las ventajas naturales que poseía: fuerza, tamaño, inteligencia...al fin y al cabo mi sueño había terminado de esfumarse con la caída del vaso. Era todo un reto el que tenia ante mi...mi honor tendría que ser saldado ante la afrenta que aquel bichito se atrevió a cometer. Me levante lentamente y sin ruido, y me acerque, tratando de evitar los fragmentos de vidrio con mis pies descalzos, al interruptor de la luz. Encendí la única lámpara de mi pequeño cuarto, esperando divisar al infame insecto...una veloz mancha negra paso volando, descaradamente, frente a mis narices, en actitud de desafío. Esta vez localice con gran facilidad la mentada sección deportiva, y anuncie el toque de guerra. Concentre toda la agudeza de mis sentidos en localizar al enemigo, que momentáneamente solo producía un silencio absoluto. De pronto, divise al lado del marco de mi ventana la condenada mancha negra que se movía con cautela para no ser descubierta. Y así, con la misma cautela, me acerqué a ella, levante mi arma, y descargue el golpe mortal. ¡ZAZ! Triste fue mi desilusión al reiniciarse el torturante zumbido por toda la habitación. Me propuse afinar mi puntería para el próximo intento, y tuve que esperar unos segundos a que el insecto dejara de orbitar al rededor de la recién encendida lámpara y se posase sobre ella para poder tener una nueva oportunidad.

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Nuevamente me acerque al objetivo, levanta mi quijotesca arma y descargue con toda mi furia sobre el animal... La obscuridad que se hizo fue total, y mi honor estaba mas mancillado que nunca. Ya era bastante lo que había causado ese insecto que volvía a zumbar mientras estábamos nuevamente en la obscuridad que provocase el que yo hubiera roto el foco... Decidí entonces lo que por muchos es considerado como un crimen, olvidando las viejas costumbres y maneras, por no mencionar la conciencia ecológica, traicionando el honor deportivo de enfrentarse a su enemigo de igual a igual, aun conociendo las ventajas naturales de las que era poseedor. Renuncie a todo ello y a todos los valores del viejo mundo para cometer un crimen sin compasión. Lo primero que tenia que hacer era salir del cuarto... debía hacerse rápidamente para que el enemigo no lograse escapar durante la operación. Abrí un poco el dintel, lo que dejo penetrar un leve has de luz. Después, rápidamente salí de un salto de la habitación y me dirigí a grandes zancadas a la cocina, directamente a aquel armario, permanentemente cerrado y del que solo yo sabia donde estaba la llave. Lo abrí con un extraño sentimiento de pesadumbre, como aquel que va a actuar en contra de sus principios, pues iba a utilizar algo que siempre había negado siquiera poseer. Antes de ese momento, siempre creí en el derecho que tenia mi mortal enemigo de salvarse si era lo suficientemente astuto, también sabia que llegar a esta "ultima alternativa" podía traer a posteriori consecuencias negativas para mi propia salud... pero en ese momento estaba desesperado. Por un instante, gire los ojos que se posaron sobre la brillante lata color metálico, reluciente. Estaba cubierta de un papel amarillo pálido, con grandes letras latinas en idioma ingles, lo que denotaba su procedencia extranjera. El mortal dispositivo en la parte superior de la lata se encontraba cubierto por una tapa de plástico blanco, la cual retire. Coloque mi dedo índice sobre aquel, y sostuve firmemente la lata. Me acerque a

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mi cuarto y abrí la puerta. En la escena se respiraba el olor a muerte ante un cuarto semi-obscuro inundado por el halo que penetraba por la puerta rompiendo la total penumbra. El zumbido seguía ahí, impasible. Levante la lata, y presione el dispositivo que libero un rocío con aquel ardiente liquido de la muerte...15, 20, 30 segundos. Después 30 mas. El zumbido se volvió intermitente, luego esporádico y al ras del suelo...finalmente ceso. En la escena podía ver en mi mente a un hombre que ya no era yo mismo, cabizbajo y con una lata pendiendo en los inertes brazos, vencedor y al mismo tiempo vencido, que levanto su voz y grito, mientras una lagrima rodaba por su mejilla.

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SRA. GOMEZ

I995 I La alarma del horno sonó una vez mas para avisar a la

Sra. Gómez que el pastel de pollo que estaba preparando para su marido estaba listo. Normalmente, la Sra. Gómez estaba muy orgullosa de su pastel de pollo. Siempre lo preparaba con las verduras mas frescas del mercado. Compraba el pollo entero y lo desmenuzaba, usando carne blanca y obscura. Lo sazonaba con su mezcla secreta de especias que había heredado de su abuela, y lo cubría con varias capas de pasta de hojaldre. Era realmente una fabulosa receta y por eso ella estaba orgullosa de su pastel. Normalmente.

Y es que ese día sucedido algo muy extraño. En la mañana, al recoger el correo, la Sra. Gómez encontró un sobre que era muy diferente a los sobres con cuentas del banco y publicidad que ella estaba acostumbrada a recoger todos los días. Era un sobre con textura, aparentemente muy fino, como una invitación. El color era casi blanco, pero a la luz se notaba brillante, mas bien plateado. Al principio, la Sra. Gómez pensó que sería precisamente eso, una invitación. Pero la carta no tenia remitente, ni sellos postales, ni dirección. Solamente decía su nombre escrito en caligrafía en una tinta muy obscura: “ Marta Esparza de Gómez.”

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La Sra. Gómez tomo la carta con gran curiosidad. ¿Sí era una invitación, de quien podría ser? Su comadre Juana acababa de tener un hijo (el cuarto), pero que ella supiera no estaba planeando ninguna celebración en particular. Además, su comadre no tenia el dinero como para estar haciendo invitaciones tan elegantes. A lo mejor era de su primo Ignacio, que vivía en provincia. Ya tenia mas de un año saliendo con su novia, y era posible que finalmente hayan decidido formalizar su relación. Y, aparentemente ella era de buena posición (razón por la cual, pensaba la Sra. Gómez, su sobrino debe de quererla, porque la muchacha le parecía fea como un zapato viejo). Pero si era así, porque la carta no tenia sellos, ni remitente. No, esta carta debía de haber sido entregada a mano, y su primo vivía en provincia.

Finalmente, la Sra. Gómez se sentó en la mesa de su comedor, y se quedó contemplando el sobre. Era un sobre muy elegante y ella no quería simplemente romperlo, así que debía de abrirlo con cuidado, con un abre cartas. ¿Pero de donde iba ella a sacar un abrecartas? Su familia no era pobre, pero si sencilla. El sueldo de su marido (El Sr. Gómez) como empleado de escritorio en la compañía de teléfono les alcanzaba bien para vivir a los dos, pero nunca se habían podido dar lujos, ni vacaciones, y mucho menos comprar cosas innecesarias como un abrecartas. Pero ya bien dice el dicho que el hombre propone, y dios dispone, porque cuando ella se caso hace 10 años y era apenas una muchacha de 20, ella se veía en el futuro en una casa llena de chamacos, corriendo y jugando. Ella se veía ayudándoles a hacer su tarea, recortando estampitas y pegándolas con pegamento blanco en coloridas cartulinas. Preparándoles fruta fresca y aguas de sabores, y también su famoso pastel de pollo… Pero ellos no pudieron encargar. Trataron, y trataron, pero mes tras mes ella se sentía frustrada al llegar su periodo. Bueno, ya será para la próxima. Ella no tenia duda que se su marido la amaba cuando ellos se casaron. Era dulce, atento, y se preocupaba por ella. Pero con

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cada mes que pasaba sin poder embarazar, su marido se tornaba mas frío y taciturno. Nada dramático, solo un detalle aquí, un gesto allá. Ellos no podían pagar la cantidad de dinero que se necesita para los costosos tratamientos de infertilidad, así que no les quedaba alternativa mas que seguía tratando, una y otra y otra vez. Y siempre con el mismo resultado. Al pasar los años, simplemente dejaron de tratar. Finalmente dejaron de hacer el amor, excepto por un par de veces al año (“en ocasiones especiales,” decía él) y aunque él nunca falto a sus obligaciones y siempre cuido de ella, la llama se apago. Seguían juntos por fuerza de la costumbre, y por supuesto, porque en la sociedad en que vivían no se veía de manera correcta que las parejas casadas se separasen. “Lo que dios unió…” Incluso había casos en los que mujeres que se atrevían a dejar a sus maridos eran asesinadas por estos, y las autoridades simplemente se hacían de la vista gorda o le daban una leve sentencia al agresor. Pero el marido de la Sra. Gómez no era así. Si era un hombre “muy macho” en le sentido social de la palabra, pero nunca había sido violento con ella. En todo caso, ella nunca podría dejarlo sin su consentimiento, y definitivamente no tenia el valor de confrontarlo. Así que la vida seguía su rutina día con día, pastel de pollo a pastel de pollo, mientras el tiempo pasaba y dejaba su marca en la Sra. Gómez. Hasta aquella mañana.

Finalmente la Sra. Gómez tomo un cuchillo de la cocina y con sumo cuidado lo inserto bajo la solapa del sobre. Corto el sobre de lado, y saco de el una tarjeta, blanca y brillante como el sobre, con un hermoso grabado de flores que al pareces eran rosas. La tarjeta estaba en blanco por afuera, así que con gran excitación la Sra. Gómez la abrió. Por dentro, solo tenia unas líneas escritas en la misma caligrafía y con la misma tinta negra azabache que su nombre en el sobre. Decían así:

No te amo como si fueras rosa de sal,

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topacio o flecha de claveles que propagan el fuego: te amo como se aman ciertas cosas oscuras, secretamente, entre la sombra y el alma. Te amo como la planta que no florece y lleva dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores, y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo el apretado aroma que ascendió de la tierra. P.

Eso era todo. No había mas firma, ni indicación de

quien podía ser el autor de semejante nota. El poema, por supuesto, era de Pablo Neruda. Ya lo sabría la Sra. Gómez que en la preparatoria escribió incontables trabajos sobre “Don Pablo,” y que alimentó sus sueños y sus adolescentes ilusiones de amor por tantos, tantos años. Y el hecho de que quien hubiera escrito esta tarjeta haya escogido a Neruda significaba que la conocía muy bien. ¿O no? ¿Era tal vez solo una coincidencia? Y la firma. P. No podía recordar a ninguno de sus ex-novios que empezaran con P. Por mas que pensaba no conocía a nadie que pudiera haberle enviado esa nota y que la inicial de su nombre fuese P. La alarma del horno sonó una vez mas y eso regreso a la Sra. Gómez a la realidad, pero esa tarjeta había despertado en ella demonios dormidos de pasión y lujuria que habían existido en ella muchos, muchos años atrás cuando era joven, rebelde y muy atractiva.

II La Sra. Gómez esperaba ansiosa a que su marido saliera

al trabajo para poder revisar el buzón y recoger la tarjeta de su admirador secreto. Quien quiera que fuera, él siempre esperaba a que el Sr. Gómez saliera a trabajar para dejar la tarjeta. No importa que tan rápido saliera la Sra. Gómez a la calle una vez que su marido se encontrase en camino, nunca

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había logrado echarle un vistazo a su platónico amante. Sin embargo, ya se había formado una imagen de él: Era un hombre alto, no muy atractivo pero sumamente varonil, algo maduro pero joven de alma (y por supuesto con muy buen gusto). Su pelo obscuro tenia apenas unos dejes de gris en las patillas, y su rostro era de rasgos fuertes y marcados. A veces junto con la tarjeta le dejaba una rosa, y hace unos días empezó a hablar de fugarse con él. La Sra. Gómez estaba sumamente excitada. Sabia que si su marido descubría las cartas (que ella escondía en un rincón de se armario) estaría en graves problemas, y eso la asustaba. Pero la excitación y la espera de recibir aquella nota cada día en la mañana habían inyectado en ella unas ganas de vivir y un espíritu que hace mucho tiempo ella sentía haber perdido. Su deseo y su pasión por ese hombre desconocido le habían dado un nuevo propósito a su vida, y mientras mas compleja se volvía su imagen mental del desconocido, mas imperfecto y aburrido se le hacia su marido. Perdía la paciencia con facilidad y le ponía mucha menos atención a él. Y sin embargo, él parecía tomarlo todo con inusual paciencia. A veces sonreía, en un gesto un poco picarón y un poco burlón. Otras veces simplemente se daba la vuelta y parecía tomar el mal humor de la Sra. Gómez con resignación. El Sr. Gómez nunca había sido violento, pero su carácter fuerte y mandón estaba en contradicción con la actitud que había tomado hacia su mujer desde que las cartas de P. habían empezado a llegar.

Por otra parte, P. hablaba cada vez mas a la Sra. Gómez de huir de su “monótona existencia.” Le decía que él sabia que ella era mas que en lo que se había convertido, y él hablaba de recorrer el mundo juntos, de explorar y buscar aventuras, y de enterrar el pasado. A veces le incluía algún poema de Neruda, de García Lorca o de Machado. A veces las notas eran originales, y aunque carecían de la elocuencia de los aedos, eran sin embargo románticas y apasionadas. Cada vez mas la Sra. Gómez pensaba en huir con su amante a un país lejano, en

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correr y desaparecer de la vida que había llevado hasta ese día, renunciar a la sociedad, a las convenciones, a su familia y sobre todo a su marido, para seguir los impulsos de su corazón y explorar el mundo. Pero dos cosas se lo impedían. Primero, su marido. En su fantasía, la Sra. Gómez se había convencido a si misma que su marido era un tirano que la perseguiría por toda la faz de la tierra si era necesario con tal de hacerle su vida miserable. Algún día la alcanzaría si ella se atreviese a huir, y la mataría a ella, o aun peor, a su amante. Nunca podría huir sin deshacerse de su marido.

El segundo obstáculo, sin embargo, era el mas difícil de sobrellevar: P. siempre hablaba de huir, pero ella no tenia manera de contactarlo (había intentado dejarle notas en el buzón una vez que su marido salía, pero ahí permanecían hasta unos minutos antes de que su marido regresara y ella tenia que removerlas desconsolada). A menos que P. le dijera exactamente en que lugar y a que hora habrían de fugarse, no había manera en que pudiera hacerlo. Y así fue como día con día ella esperaba con emoción la carta que le dijera cuando. La carta que contuviese el plan, el día, la hora. Eso era todo lo que necesitaba pues para resolver el problema de su marido, ella ya había encontrado una solución.

III La Sra. Gómez se encontraba sumamente nerviosa ese

día. Estaba preocupada pues tenia miedo que el nerviosismo le indicase a su marido que algo estaba mal, así que estaba haciendo todo lo posible por parecer calmada. Eran las 7:30 de la noche, y como de costumbre, el Sr. Gómez llegaba en ese momento de su trabajo. Esa noche él iba a salir con sus amigos a su juego semanal de póker, así que después de cenar, él volvería a dejar sola a la Sra. Gómez. P. debía conocer muy bien lo que sucedía en su casa. A pesar de que llevara varios meses escribiéndole a la Sra. Gómez, ella nunca había podido escribirle a él de regreso. Así que la única explicación que ella

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tenia para explicar como es que P. sabia que los Viernes en la noche el Sr. Gómez salía a jugar póker con sus amigos a una cantina local es que debía de estarlos observando. Finalmente hace tres días su admirador secreto le dio el mensaje que ella había estado añorando por tantas semanas: “Viernes en la noche, media hora después de que tu marido salga a su juego, toma un Taxi al aeropuerto. Yo te estaré esperando con una rosa roja en la solapa y boletos para salir a París.”

En todo caso, esa noche ella había preparado su famoso pastel de pollo, que hacia varias semanas no preparaba pues detestaba la idea de trabajar tantas horas para un hombre al que, a estas alturas, positivamente aborrecía. Peor hoy era un día especial, a si que se esmero de sobremanera en prepara su delicioso pastel de pollo. Como siempre compro todos los ingredientes frescos en el mercado: las verduras, el pollo, las especies. Puso todos los ingredientes en la mesa de la cocina y saco la antigua receta en el libro que había heredado de su abuela. Siguió todos los pasos al pie de la letra. Todos, eso es, menos uno. Al mezclar las especies incluyo un polvo blancuzco que saco de una pequeña botella de vidrio marrón. Había comprado ese polvo con una hierbera que le había recomendado su comadre Juana hace varios años. La hierbera le explico que el polvo era muy bueno para ponerlo en el té pues era prácticamente insaboro. Se usaba para ayudar a dormir, pero debía tener mucho cuidado en tomar la dosis correcta, pues en dosis altas podría provocar un paro cardiaco. El frasco tenia en la tapa una pequeña cucharilla, y la curandera especifico nunca tomar mas de una cucharilla diaria. El frasco contenía dosis para dos meses.

La Sra. Gómez vació todo el frasco en la mezcla de especies y procedió a probar un poco con la punta de una cuchara para determinar si el sabor era aceptable. El polvo blanco le dio a la mezcla un sabor un poco dulzón, pero no era grave. Estaba segura de que su marido no notaria la diferencia en el sabor pues comía como un animal y hacia varias semanas

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que no probaba el pastel de pollo, que era su favorito. En todo caso si él preguntaba algo, ella le diría que tuvo que modificar la receta pues no encontró alguno de los ingredientes en el mercado. Finalmente, preparo toda su ropa y efectos personales en una maleta que escondió debajo de la cama. Se aseguro de tener consigo todos sus documentos, y se sentó a esperar a que el guisado estuviera listo y la llegada de su marido.

IV Eran las 2:00 de la madrugada, el último vuelo del día

para París hacia mucho que había partido, y la Sra. Gómez estaba sentada sobre su única maleta en la terminal del aeropuerto, esperando contra toda esperanza. Se sentía desolada, engañada, atrapada. No sabia por que su amante no había aparecido. ¿Era posible que algo le hubiese sucedido en el último momento? ¿Tal vez algún accidente, una tragedia? ¿O era esto tan solo una cruel broma que había llegado a trágicas consecuencias? Después de varias horas la Sra. Gómez no sabia mas que pensar. Estaba simplemente sentada, mirando al vacío mientras las lagrimas escurrían sobre sus mejillas. De pronto, inesperadamente, una mano le agarro el hombro. Su corazón empezó a latir con fuerza y emoción, y rápidamente volteo esperando ver a su amante. El hombre que le había tocado era bajito y algo pasado de peso, con una traje barato, y un bigote mal cuidado. Su tez morena estaba cubierta de pequeñas gotas de sudor, y no tenia ninguna rosa en la solapa. Mas aun, venia acompañado de otro hombre, alto y flaco, que francamente tenia una cara de idiota.

“¿Sra. Marta Gómez?” pregunto. “Si” contesto ella, dándose cuenta inmediatamente por el tono de extraño que se trataba de un policía. “Lamento que le traemos malas noticias” continuo “ su marido tuvo un grave accidente de carro. Todavía no se saben las causas, pero al parecer tuvo un ataque

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cardiaco y perdió el control de vehículo.” La Sra. Gómez sonrió irónicamente, y pregunto “¿Como me encontraron aquí?” Los oficiales se voltearon a ver extrañados. “¿No esta usted esperando a su marido?” pregunto el mas alto, con una voz que definitivamente iba con su expresión de idiota. “¿Por que dice eso?” Pregunto ella. “Bueno, pues su marido tenia en la bolsa de su saco estos boletos para él y para usted con destino a París, y una rosa roja. Aquí esta muy claro” dijo sacando un pedazo de papel “Efectos personales: Boletos de avión y reservaciones para el Sr. Leopoldo Gómez y Sra. En el hotel mas fino de París, y tenia una fortuna en efectivo y cheques de viajero con él” añadió. “Sus amigos nos dijeron que Don Polo tenia varas semanas planeando este viaje con usted y que pensaba usar un dinero que tenia ahorrado.” La Sra. Gómez estallo en una violenta carcajada “¡Polo!” dijo entre risas. “Yo le llamaba Leo, hace años que no escuchaba a nadie llamarle Polo.”

Ella continuo riendo histéricamente mientras la llevaban al auto patrulla.

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