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CUENTO Teseo y el Minotauro En una islita rocosa que flotaba en medio del mar, vivía un monstruo feroz. La islita se llamaba Creta y el monstruo se llamaba Minotauro. El Minotauro tenía un cuerpo raro, mezcla de hombre y de toro, y una fuerza terrible. Además tenía la mala costumbre de comerse todos los años a los jóvenes más fuertes y hermosos de la ciudad de Atenas.

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Page 1: CUENTO Teseo y el Minotauro - … · —¿Y el Minotauro? —preguntó Ariadna, asustada. —¡El Minotauro será vencido para siempre! —gritó Teseo, seguro más que nunca de su

CUENTO

Teseo y el Minotauro

En una islita rocosa que flotaba en medio del mar, vivía unmonstruo feroz.

La islita se llamaba Creta y el monstruo se llamaba Minotauro.

El Minotauro tenía un cuerpo raro, mezcla de hombre y de toro, yuna fuerza terrible.

Además tenía la mala costumbre de comerse todos los años a losjóvenes más fuertes y hermosos de la ciudad de Atenas.

Page 2: CUENTO Teseo y el Minotauro - … · —¿Y el Minotauro? —preguntó Ariadna, asustada. —¡El Minotauro será vencido para siempre! —gritó Teseo, seguro más que nunca de su

Por eso en Atenas la alegría duraba todos los días del año, menosuno.

Ese día todos estaban tristes y desconsolados porque partía elbarco hacia Creta.

El barco que llevaba catorce víctimas para el Minotauro.

Siete muchachos y siete chicas, que partían resignados a tan tristesuerte.

Page 3: CUENTO Teseo y el Minotauro - … · —¿Y el Minotauro? —preguntó Ariadna, asustada. —¡El Minotauro será vencido para siempre! —gritó Teseo, seguro más que nunca de su

Porque eran pesimistas.

Pero una vez hubo un optimista: el príncipe Teseo, conocido portodo el mundo por su valor.

¡Por su gran valor!

Tan valiente era, que no le tenía miedo a nada ni a nadie. Ni a losbandidos que asaltaban la ciudad, ni a los gigantes que asustaban ala gente por los caminos.

Tenía, sobre todo, una gran confianza en sí mismo. Y queríaacabar para siempre con el único día triste del año que apenaba asu querida ciudad de Atenas. Pero sabía que, para conseguirlo,tenía que enfrentar al Minotauro y no dejarse comer por él.

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Lo primero que hizo Teseo para poner en práctica su plan fueembarcarse con sus compañeros en un barquito, con velas negras,que se dirigió velozmente hacia la peligrosa isla de Creta.

La quilla del barco golpeaba con tanta fuerza a las olas del mar,que éstas se asustaron y gritaron:

—¿A dónde vas, Teseo, con tanta prisa?

—¡A enfrentarme con el Minotauro!

—¡Ten cuidado con él! ¡Es más, fuerte que un toro! —leaconsejaron las olas, al mismo tiempo que le abrían paso.

¡Y tenían mucha razón!

El Minotauro era fuerte, muy fuerte, y casi siempre estaba de malhumor.

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Sobre todo porque lo habían encerrado en el Laberinto, una cuevaque daba muchas vueltas y que tenía una gran cantidad de pasillos,encrucijadas y recovecos.

De manera que el monstruo estaba siempre mareado y aburrido.

Sus bostezos y sus rugidos de rabia hacían temblar la isla entera.

¡Y temblando la encontró Teseo al desembarcar! Pero no tuvomiedo

El primero que salió a recibirlo fue el rey de la isla, que estaba unpoco intrigado porque nunca había visto un barco con velasnegras. Le parecía de mal presagio.

—¿Qué significa este barco enlutado? —le preguntó en voz muyalta y enojado.

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—Significa que nada bueno te anunciamos —le contestó Teseodivertido.

—¡Insolente! ¿Quién eres?

—Soy Teseo. Vengo a visitar el Laberinto y a pelear con elMinotauro.

—¿A visitar el Laberinto? ¿Y a pelear con el Minotauro? ¡Ja, ja,ja!... —se rió el rey—. ¡Pero no sabes lo que dices!

Sí, al rey aquello le pareció un disparate, porque él sabía que erafácil entrar en Laberinto, pero que era dificilísimo salir.

Por dos causas: primero, el Laberinto era una trampa terrible, quetenía una sola puerta que servía de entrada y su interior era tancomplicado que todos se perdían por los pasillos oscuros yretorcidos...

¡Y no podían salir nunca más!

Y segundo, porque allí dentro estaba el Minotauro, que erainvencible y no tenía piedad ni compasión de nadie.

Cuando los compañeros de Teseo se enteraron de todo esto, sedesesperaron.

¡No había salvación posible, por más fuerte que fuera Teseo!

Pero en medio de su angustia no se habían dado cuenta de unacosa: no todos eran malos en la isla, ¡Estaba Ariadna, la princesa,juguetona y de piel dorada y ojos del color de las algas! ¡Y que sehabía enamorado de Teseo!

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Como había decidido ayudarlo, lo citó a escondidas de su padre yle dijo:

—Eres muy simpático. Y como respeto y admiro tu valentía, teapoyaré en todo lo que hagas.

—Gracias —le dijo Teseo sorprendido y contento—. Me alegromuchísimo de tener de mi parte una princesa tan inteligente ybonita.

Pues mira, lo único que yo deseo, es acabar con la desgracia queentristece a mi pueblo un día cada año. ¡Quiero matar alMinotauro! ¡Y cuando esté bien muerto, ya no tendrá ganas decomerse a nadie y en Atenas habrá fiesta todos los días!

Cuando Teseo terminó de hablar, Ariadna aplaudió entusiasmada.

—¡Yo tampoco quiero que el Minotauro se coma a tus amigos!Pero... ¿cómo harás para salir del Laberinto una vez que terminescon el monstruo?

—No lo sé. ¡Ese es mi mayor problema! Pero alguien tiene quesaberlo.

—Ya sé —lo interrumpió Ariadna, contentísima de haber tenidouna buena idea— ¡Dédalo debe de saberlo!

—¿Quién es Dédalo? —le preguntó Teseo, que nunca había oídopronunciar aquel nombre.

—Dédalo es el arquitecto que inventó el Laberinto. Él hizo losplanos de todos sus pasillos, encrucijadas y recovecos. ¡Tienemucha imaginación!

—Entonces, nadie mejor que él para aconsejarnos! ¿Dónde esta?

—Ven conmigo —le dijo Ariadna, tomándolo de la mano—. Yo sédónde encontrarlo.

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Dédalo, como de costumbre, estaba pensando, sentado, a orilla delmar, sobre una roca redonda.

Tenía los ojos grandes y brillantes, en los cuales se reflejaba todo loque iba pensando...

En aquel momento una torre de tres picos bailoteaba en suspupilas... Pero se borró inmediatamente en cuanto aparecieronTeseo y Ariadna.

Cuando Ariadna terminó de explicarle qué era lo que necesitaban,les dijo Dédalo:

—Es cierto. Soy el único que sabe cómo salir sano del Laberinto.Pero les diré cuál es la manera de hacerlo bien si me prometen unacosa.

—¿Qué cosa? —preguntaron los dos príncipes a la vez.

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—¡No le digan al rey que yo les ayudé! ¡Porque si se llega aenterar, me encerrará en la prisión!

—¡Guardaré el secreto toda mi vida! —prometió Teseo, que paraesas cosas era muy serio.

—Bueno. ¡Así me gusta! Entonces presta atención: llevarás unovillo de hilo que te dará Ariadna y, al entrar en el Laberinto, loatarás a una saliente que hay en la puerta. Luego, por cada pasoque des, desenrollas un poco el ovillo...

De esa manera, cuando quieras volver podrás hacerlotranquilamente, guiándote por el hilo que habrás ido dejandocomo rastro. ¿Entendido?

—¡Sí! ¡Es muy fácil!

—¿Y el Minotauro? —preguntó Ariadna, asustada.

—¡El Minotauro será vencido para siempre! —gritó Teseo, seguromás que nunca de su energía y valor.

Sin mucha tristeza se despidieron Teseo y Ariadna, y el príncipe sereunió con sus compañeros para dirigirse al Laberinto.

Teseo, por supuesto, era el jefe del grupo.

Pidió a sus amigos que se pusieran en fila y que no hicieran ruido.

Así se encaminaron hacia el terrible Laberinto cuando el Sol seacostaba ya en un montón de nubes rosadas.

Una vez que entraron, Teseo ató la punta del ovillo a una salienteen forma de herradura que había en la puerta. Estaba bastanteoscuro, pero empezaron sin embargo a caminar y a dar vueltas ymás vueltas en busca del Minotauro.

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El hilo que había dado Ariadna a Teseo, los seguía paso por paso,para guiarlos a la vuelta.

Cuando ya estaban por la millonésima vuelta, muy mareados ycon ganas de sentarse un ratito... ¡descubrieron, por fin, alMinotauro!

¡Era espantoso!

Tenía la piel reluciente y sus ojos chisporroteaban de rabia.

—Qué bien! —les dijo, con una voz bastante educada—. Hanpodido llegar hasta aquí con comodidad... ¡Y creen que podránsalir fácilmente, siguiendo el hilo! Pero... ¿no pensaron que yo lospuedo comer?

—No te burles —le dijo Teseo enojado—, que no sabes quién va asalir ganando todavía.

—¡Yo soy muy peligroso! —bramó el Minotauro, arrojándosesobre Teseo, que lo esquivó ágilmente. Y así empezó una luchaterrible. Por cada resoplido que daba la bestia, el valiente Teseo lecontestaba con un golpe bien dado. Y tanto resopló y tantos golpesrecibió de su enemigo el monstruo feroz, que se cayó al suelo...

Y en el suelo ya recibió un último golpe mortal.

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Se pusieron tan contentos todos con la victoria de Teseo, queinmediatamente se pusieron a bailar por los pasillos del Laberinto.

Cuando el rey los vio a todos de vuelta, sanos y felices, pensó:

—Teseo es valiente de verdad. Tendré que hacer las paces con él ycon su pueblo, si no, saldré perdiendo.

Entonces gritó:

—¡Teseo, bravooooo! ¡Felicitaciones!

Era un rey convenenciero.

Aquella misma tarde festejaron el triunfo... bailando.

Bailaban la danza del Laberinto en honor de la cueva delMinotauro.

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Teseo y Ariadna formaban la pareja principal del baile.