LA DESPREOCUPADA Y PEREZOSA

CIGARRA SE PASABA LOS DÍAS

CANTANDO, MIENTRAS LA

INCANSABLE HORMIGA CONTINUABA

TRABAJANDO.

“¡HACE DEMACIADO CALOR PARA

TRABAJAR, HACE COMO YO Y

DESCANSA EN LA SOMBRA DE UN

ÁRBOL!”, LE DECÍA A LA CIGARRA.

“¡HAY QUE PENSAR EN EL

INVIERNO QUE SE ACERCA!”,

RESPONDIA LA HORMIGUITA, Y

CONTINUABA TRABAJANDO

DURAMENTE.

LA HORMIGUITA, SIN HACER CASO

DE LA CIGARRA, ACARREABA

VÍVERES PARA LLENAR SU

DESPENSA, SABIENDO QUE EN

INVIERNO HAY POCA COMIDA Y

RESULTA DIFÍCIL DE ENCONTRAR.

POR FIN LLEGÓ EL INVIERNO Y LAS

PRIMERAS NIEVES. LA CIGARRA

POR SU FALTA DE PREVISIÓN, SE

ENCONTRÓ SIN COMIDA Y SIN

ABRIGO.

LA HORMIGA LA ENCONTRÓ CASI

MUERTA DE FRÍO Y, APIADANDOSE

DE ELLA, LA INVITÓ A SU CASA,

DONDE ABUNDABA LA COMIDA.

EN AQUEL NIDO TAN CALENTITO LE

OFRECIERON ROPA DE ABRIGO Y UNA

RICA SOPA, POR LO QUE MUY PRONTO

RECOBRÓ LAS FUERZAS, GRACIAS A

LOS CUIDADOS DE LAS CARIÑOSAS

HORMIGAS.

LA CIGARRA APRENDIÓ LA LECCIÓN,

Y EN AGRADECIMIENTO CANTÓ LINDAS

CANCIONES PARA LAS

HORMIGUITAS, Y TODOS JUNTOS

CELEBRARON UNA GRAN FIESTA.

“FIN.”