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número 53, enero-abril, 2012 Cuando “habla” la semilla: adivinación y curación con enteógenos en la Mixteca oaxaqueña 1 Antonella Fagetti Instituto de Ciencias y Humanidades Benemérita Universidad Autónoma de Puebla 1 RESUMEN: El uso ritual de las semillas de Turbina corymbosa e Ipomoea violacea ha sido documentado en las fuentes históricas coloniales y, en el siglo XX, se ha registrado y estudiado en Guerrero y Oaxaca. En Yodohino y Nundó, pueblos mixtecos del distrito de Huajuapan de León, Oaxaca, la gente utiliza todavía hoy las semillas de la virgen (Ipomoea violacea) y del “san José” (Datura stramonium var. Godronii) como medio de adivinación y curación. Una mujer —experta en la preparación y suministro de las semillas, que se muelen en el metate y se mezclan con otros ingredientes— cuida a la persona que ingiere el brebaje, quien experimenta un estado no ordinario de conciencia, durante el cual “la semilla habla” y revela qué enfermedad la aqueja, por qué enfermó y cómo puede curarse. El artículo presenta los datos recabados en campo sobre la experiencia de quienes han tomado la pócima, analiza las características del trance y el proceso durante el cual la enfermedad es “diagnosticada” y curada; asimismo, discute si este “preparado” psicotrópico puede considerarse un enteógeno y si el consumo ritual se inscribe en la práctica del chamanismo. PALABRAS CLAVE: enteógenos, chamanismo, adivinación, curación, Ipomoea violacea, Datura stramoniun var. Godronii ABSTRACT: The ritual use of the seeds of Turbina corymbosa and Ipomoea violacea has been documented in colonial historical sources and, in the 20th century, has been recorded and studied in Guerrero and Oaxaca (Mexico). In Yodohino and Nundó, Mixtec villages in the Huajuapan de León district, Oaxaca, people still use the “seeds of the virgin” (Ipomoea violacea) and the seeds of “san José” (Datura stramonium var. Godronii) as a means of divination and healing. A woman —expert in the preparation and supply of seeds, which are milled in the “metate” and are mixed with other ingredients— also takes care of the person who drinks the brew, who undergoes 1 �a investi�aci�n �orma parte del pro�ecto�rocesos de adivinaci�n�sanaci�n�repa�a investi�aci�n �orma parte del pro�ecto�rocesos de adivinaci�n�sanaci�n�reparaci�n�propiciaci�n en el contexto del conocimiento � la práctica del chamanismo de los pueblos indí�enas”, financiado por el Conac�t (2010�2013).

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número 53, enero-abril, 2012

Cuando “habla” la semilla: adivinación y curación con

enteógenos en la Mixteca oaxaqueña1

Antonella Fagetti Instituto de Ciencias y HumanidadesBenemérita Universidad Autónoma de Puebla

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Resumen: El uso ritual de las semillas de Turbina corymbosa e Ipomoea violacea ha sido documentado en las fuentes históricas coloniales y, en el siglo xx, se ha registrado y estudiado en Guerrero y Oaxaca. En Yodohino y Nundó, pueblos mixtecos del distrito de Huajuapan de León, Oaxaca, la gente utiliza todavía hoy las semillas de la virgen (Ipomoea violacea) y del “san José” (Datura stramonium var. Godronii) como medio de adivinación y curación. Una mujer —experta en la preparación y suministro de las semillas, que se muelen en el metate y se mezclan con otros ingredientes— cuida a la persona que ingiere el brebaje, quien experimenta un estado no ordinario de conciencia, durante el cual “la semilla habla” y revela qué enfermedad la aqueja, por qué enfermó y cómo puede curarse. El artículo presenta los datos recabados en campo sobre la experiencia de quienes han tomado la pócima, analiza las características del trance y el proceso durante el cual la enfermedad es “diagnosticada” y curada; asimismo, discute si este “preparado” psicotrópico puede considerarse un enteógeno y si el consumo ritual se inscribe en la práctica del chamanismo.

PalabRas clave: enteógenos, chamanismo, adivinación, curación, Ipomoea violacea, Datura stramoniun var. Godronii

abstRact: The ritual use of the seeds of Turbina corymbosa and Ipomoea violacea has been documented in colonial historical sources and, in the 20th century, has been recorded and studied in Guerrero and Oaxaca (Mexico). In Yodohino and Nundó, Mixtec villages in the Huajuapan de León district, Oaxaca, people still use the “seeds of the virgin” (Ipomoea violacea) and the seeds of “san José” (Datura stramonium var. Godronii) as a means of divination and healing. A woman —expert in the preparation and supply of seeds, which are milled in the “metate” and are mixed with other ingredients— also takes care of the person who drinks the brew, who undergoes

1 �a investi�aci�n �orma parte del pro�ecto� ��rocesos de adivinaci�n�sanaci�n�repa� �a investi�aci�n �orma parte del pro�ecto� ��rocesos de adivinaci�n�sanaci�n�repa�raci�n�propiciaci�n en el contexto del conocimiento � la práctica del chamanismo de los pueblos indí�enas”, financiado por el Conac�t (2010�2013).

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a non-ordinary state of consciousness during which “the seed speaks” and reveals what disease afflicts him, why he fell ill and how it can be cured. The article presents the data collected in field on the experience of those who have taken the potion, analyzes the characteristics of the trance and the process during which disease is “diagnosed” and cured; also discuss if this psychoactive potion can be considered an entheogen and if the ritual consumption is part of shamanistic practice.

KeywoRds: entheogens, shamanism, divination, healing, Ipomoea violacea, Datura stramoniun var. Godronii

A las mujeres mixtecas y a su sabiduría perenne

Historia de un “redescubrimiento”

A principios del si�lo xx, la ciencia descubre � da a conocer al mundo occi�dental un conjunto de �plantas sa�radas”, endémicas en varias re�iones de México, cu�a principal característica son sus componentes activos, induc�tores de estados no ordinarios de conciencia. En realidad �a habían sido descubiertas muchos si�los antes por los pueblos del México anti�uo2 � su existencia re�istrada por los �railes evan�elizadores en las primeras déca�das del periodo colonial, pero quedaron en el olvido hasta que su presencia en varios pueblos indí�enas �ue dada a conocer por viajeros � antrop�lo�os desde finales del si�lo xix.

�a re�i�n mixteca de Huajuapan es una de las zonas de Oaxaca don�de se han conservado el conocimiento � las costumbres vinculados al uso ritual de hon�os � plantas con componentes psicotr�picos; es el caso de las �semillas de la vir�en” (Ipomoea violacea)3 � del �san José” (Datura stra-monium var. Godronii),4 que se si�uen moliendo en metate para preparar una poci�n que —desde hace si�los— se in�iere con fines adivinatorios � curativos.

En México, se ha reportado ampliamente el uso ritual de numerosas �plantas de los dioses” o �plantas sa�radas”, así denominadas por su po�

2 Raúl Aranda encontr� semillas de ololiuhqui en un enterramiento humano en el sitio El Naranjo�A (200 a.C.�300 d.C.), anti�ua isla de Xico, municipio de Chalco, Estado de México [Aranda, 1996�126].

3 �a determinaci�n taxon�mica �ue realizada por Jaquelina ��pez Moreno, In�eniero en A�roecolo�ía de la Universidad Aut�noma de Chapin�o.

4 A�radezco al etnobi�lo�o Javier Hernández del Olmo la determinaci�n taxon�mica de la planta.

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der intrínseco de establecer —para quienes las in�ieren— la comunicaci�n con la divinidad � de �crear nuevas � di�erentes imá�enes del mundo” [Schultes � Ho�mann, 1993�176]. �e�ote (Lophophora williamsii), hon�os (Psylocybe cubensis � Psylocybe caerulescens � Panaeolus sphinctrinus), semilla de la vir�en (Turbina corymbosa e Ipomoea violacea), kieri (Solandra brevicalix), hueytlacatl (Solandra guerrerensis), hierba de la pastora (Salvia divinorum), tabaco (Nicotiana tabacum � Nicotiana rustica) � varias especies de datura (Datura inoxia � stramonium), entre otros, han brindado a los pueblos ori�i�narios la �acultad de percibir, vivir � �ozar de la comuni�n con lo sa�rado � las divinidades para, de este modo, conocer lo desconocido, responder a pre�untas inquietantes � comprender la realidad de este mundo como del �otro mundo”. Es indudable, como lo han señalado Richard Evans Schultes � Albert Ho�mann en el libro Las plantas de los dioses, que �si�ue siendo un acertijo de la naturaleza el porqué ciertas planta producen sustancias con e�ecto específico en las �unciones mentales � emocionales del hombre, en el sentido de su percepci�n e incluso en su estado de conciencia” [Schultes � Ho�mann, 1993�20], o, como lo expresa el mismo Ho�mann en el pr�lo�o al Pharmacotheon de Jonathan Ott�

Aunque conocemos la �unci�n de la ma�oría de los constitu�entes de las plan�tas, no sabemos de qué utilidad les pueden ser ciertas sustancias fitoquímicas llamadas alcaloides. No sabemos c�mo los usa la planta, pero es indudable que no son esenciales para su vida. Hemos lle�ado a esta conclusi�n observando c�mo dentro de cada especie ve�etal productora de alcaloides ha� variedades botánicas idénticas que no los contienen. Si los constitu�entes enteo�énicos no tienen nin�una �unci�n vital para la planta, se plantea la pre�unta� ¿por qué los produce?, ¿será especialmente para la humanidad? �a respuesta a esta pre�un�ta, que se halla implícita en los ritos donde intervienen ente��enos, constitu�e una cuesti�n de creencias [Ho�mann, apud Ott, 2000�14].

�recisamente porque las divinidades se hacen presentes con la in�es�ti�n de las plantas sa�radas, Wasson, con otros científicos� Ruck, Bi�wood, Staples � Ott, en 1979, acuñ� —para definir a los psicotr�picos usados por los pueblos ori�inarios— el neolo�ismo� enteógeno, que si�nifica �volverse divino interiormente” o �Dios dentro de nosotros” [Wasson et al., 1985], reconociendo que los términos como alucinógeno, psiquedélico o psicotomi-mético, empleados hasta el momento para desi�narlos, no correspondían a su verdadero si�nificado, valor � uso. �a importancia de la propuesta, a mi manera de ver, reside en la posibilidad de demarcar el uso ritual de las plantas sa�radas por parte de los pueblos indí�enas para fines rituales, adi�vinatorios � curativos, del consumo de sustancias psicoactivas, narc�ticas,

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enervantes, estupe�acientes con fines alucinatorios, embria�antes, lúdicos � recreativos en el mundo moderno.5

En las primeras décadas del si�lo pasado, el interés de científicos como Richard E. Schultes, Albert Ho�mann, Ro�er Heim, � el mismo Gordon Wasson, entre otros, se diri�e hacia México, considerado como �la zona más rica del mundo tanto en la diversidad de sus alucin��enos, como en el uso que de ellos han hecho las sociedades aborí�enes” [Schultes � Ho��mann, 1993�27]. Desde el si�lo xix, estaba en au�e la polémica sobre la existencia de ciertas plantas sa�radas reportadas en las �uentes hist�ricas � había con�usi�n en cuanto a su determinaci�n taxon�mica. �os científicos, �ascinados —a pesar de los escasos re�istros— por el uso ritual de estas es�pecies en al�unos pueblos indí�enas, especialmente en el estado de Oaxaca [véanse Hoo�sha�en, 1994; Johnson, 1996; Knab, 1977; McDou�all, 1960; Miller, 1994], iniciaron la búsqueda de aquellas especies que a todas luces parecían haber sobrevivido a la evan�elizaci�n cat�lica � a la condena � represi�n de que habían sido objeto. Iban tras las huellas de las plantas que, en el si�lo xvi � xvii, Fra� Bernardino de Saha�ún, �edro �once � Hernan�do Ruiz de Alarc�n habían consi�nado en sus obras como las que �embo�rrachan” � �enloquecen”, que �usan para hacer daño” � �ver visiones”, que �privan del juicio” � �comunican con el demonio”� �en�menos atribuidos a entes divinos presentes en ellas. A varias décadas de haberse consumado la conquista, en el México novohispano permanecía con mucha �uerza la costumbre de recurrir a las plantas sa�radas para conocer el paradero de personas � objetos perdidos, el ori�en de en�ermedades perniciosas adju�dicadas en muchos casos a la brujería, � de cualquier situaci�n adversa � aparentemente irresoluble con el objeto de encontrar una pronta soluci�n [véase A�uirre, 1987; Quezada, 1989].

El conocimiento � la utilizaci�n de estas especies nativas �ueron objeto de persecuciones, reprimendas � casti�os por parte de la I�lesia cat�lica, a través del Santo Tribunal de la Inquisici�n, en cu�as manos estaba la tarea de erradicar herejías, idolatrías � supersticiones; en suma, las diversas ma�ni�estaciones de la anti�ua tradici�n reli�iosa mesoamericana. Sin duda, la persecuci�n contra sacerdotes � sabios conocedores de las plantas sa�radas � contra sus usuarios, produjo su ocultamiento � confinamiento a re�iones ale�jadas, al res�uardo de los pueblos indí�enas que conservaron la tradici�n � el conocimiento de las mismas hasta nuestros días. El consumo ritual � público,

5 No inclu�o el uso ritual de ente��enos en medios urbanos, que remite al neochaman�No inclu�o el uso ritual de ente��enos en medios urbanos, que remite al neochaman�ismo o chamanismo urbano, �en�menos complejos del mundo actual.

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en las �randes � �astuosas fiestas, expresiones de la vida reli�iosa anterior a la conquista, desapareci� [Glockner, 2010]. Ha sobrevivido en al�unos pue�blos, como el huichol, el cora � el tarahumara, en celebraciones de carácter comunitario, � por lo �eneral en ritos privados, en el seno de la �amilia, sobre todo entre otomíes, nahuas, mixtecos � mazatecos, donde participan especia�listas expertos en su preparaci�n � en los rituales que acompañan su in�esta, atesti�uando que aún pervive en las plantas sa�radas su esencia divina, las deidades que auxilian en los momentos di�íciles � dolorosos de la existencia a quienes comul�an con ellas.

descubrimiento y clasificación de Turbina corymbosa e ipomoea violacea

El xx �ue un si�lo de experimentos � búsqueda que llevaron a hallaz�os � descubrimientos de valor e importancia incuestionables para la ciencia. En 1938, Albert Ho�mann descubre la dietilamida del ácido lisér�ico�d —un derivado del cornezuelo de centeno— al cual nombr� lsd�25 por ser éste el compuesto número veinticinco de las serie del ácido lisér�ico preparada en los laboratorios Sandoz de Suiza [Ott, 2000�117�118]. Dieciséis años des�pués, en 1959, el mismo Ho�mann inicia las investi�aciones con las semillas de dos plantas trepadoras, enviadas al científico por Wasson, � que �ue�ron identificadas como Rivea corymbosa6 e Ipomoea violacea, ambas especies pertenecientes a la �amilia de las convolvuláceas. �as semillas provenían de Oaxaca, de la re�i�n zapoteca, donde se nombraban badoh � badoh ne-gro respectivamente, pero eran conocidas también por mazatecos, mixes, chinantecos � mixtecos bajo el nombre de badun�ás, piule, semilla de la vir�en, dondie�o de día, hierba maría, maravilla, rompeplatos7 o quiebra�platos [véanse Hoo�sha�en, 1994; Johnson, 1996; Miller, 1994; Ott, 2000].

Alentado por los resultados prometedores, que indicaban la presencia de alcaloides del er�ot, relacionados con el lsd, el científico pidi� a Wasson una remesa más de semillas que en esa ocasi�n �ue más abundante. Con la a�uda de Roberto Weitlaner, un connotado antrop�lo�o, � de su hija Ir�m�ard, el célebre mic�lo�o envi� 12 k� de la primera � 14 de la se�unda, provenientes de Chiapas � Oaxaca [Furst, 1992�125; Ho�mann, 1966�351],

6 Años después nombrada Turbina corymbosa. 7 He encontrado este nombre entre los nahuas de la Sierra Ne�ra � los otomíes de San

�ablito �ahuatlán, �uebla, donde se dice que así se llama porque si al�uien co�e las flores romperá los platos. �o atribu�o a una posible prohibici�n sobre el uso de las semillas.

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lo que le permiti� a Ho�mann aislar, en el verano de 1960, los elementos activos de ambos tipos de semilla� el ácido amida lisér�ico�d (er�ina) � el ácido amida isolisér�ico�d (isoer�ina), relacionados, como decíamos ante�riormente, con la dietilamida del ácido lisér�ico�d, el lsd, que por primera vez se hallaban en la �amilia de las convolvuláceas [Schultes � Ho�mann, 1973�149].

Al fin, el eni�ma del ololiuhqui (Turbina corymbosa) � de la naturaleza química de sus principios activos estaba resuelto [Schultes � Ho�mann, 1973�147]. �a labor desempeñada por Ho�mann representaba la culmina�ci�n de varios años de discusiones � especulaciones sobre una de las plan�tas sa�radas más importantes del México precolombino; a decir de Jona�than Ott, �el ente��eno de los anti�uos mejicanos más temido � odiado por los �railes evan�elistas” [Ott, 2001�253]. �ero no s�lo se había esclarecido el misterio del ololiuhqui, sino también el de otro ente��eno mencionado en las �uentes hist�ricas coloniales, pero ciertamente menos ��amoso”� el tlit-liltzin, el �Divino Rene�rido” o �ne�rito” [�once, 1987], que Wasson iden�tific� con las semillas de Ipomoea violacea. �or otra parte, ololiuhqui (�cosa redonda”) era la semilla de la �serpiente verde”, enredadera de �tierra ca�liente” que �ra� Bernardino de Saha�ún [1982�661 � 681] señal� con el nom�bre de cóatl xoxouhqui, quauhxoxouhqui o xoxoucapahtli.

Otras semillas, cu�o uso reportan los mixtecos de la re�i�n de Huajua�pan, pertenecen a la especie Datura stramonium var. Godronii, de la �amilia de las Solanáceas, subespecie de Datura stramonium,8 mencionada por Jo�nathan Ott entre los �embria�antes chamánicos” � ampliamente conocida en Europa como in�rediente básico de los un�üentos que preparaban las brujas para volar hacia sus encuentros nocturnos [Ott, 2001�237]. No se sabe a ciencia cierta si esta Datura es ori�inaria del Viejo o del Nuevo Mundo; al�unos sostienen que viene del Mar Caspio, otros de México o de la costa este de América del Norte [Rätsch, 2005�209].

la “Hierba de la virgen” y el “san José” en la mixteca alta9

En el mes de octubre de 2010, archipiéla�os de campánulas color violeta en plena floraci�n de la especie Ipomoea violacea, salpicaban el camino de

8 �ipp señala el empleo de Datura stramonium entre los mixes de Oaxaca, quienes la nombran �Abuela”.

9 A�radezco pro�undamente a Jaquelina ��pez Moreno haber compartido conmi�o su amplio conocimiento etnobotánico � haberme introducido al estudio de la �hierba de la vir�en” � el �san José”.

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terracería que conduce a Santo Domin�o Yodohino, cabecera del municipio hom�nimo, � Santo Domin�o Nund�, a�encia de policía del municipio de Chilapa de Díaz, en el distrito de Huajuapan de �e�n, en la Mixteca alta de Oaxaca.10 �as lluvias abundantes durante toda la estaci�n húmeda habían propiciado su espectacular propa�aci�n � las flores col�aban de los árboles haciendo honor a los nombres que la �ente —�rente a tal belleza— les ha dado� �manto de la vir�en”, �maravilla”, �hierba de la vir�en”.

�as campánulas azul violeta se extendían en al�unos patios de las vi�viendas; sin embar�o, a menudo la �ente limpia los solares arrancando toda la maleza de manera que di�ícilmente la �hierba de la vir�en” lo�ra crecer. S�lo en casa de doña Marta, ori�inaria de Nund�, las flores adorna�ban la entrada � llenaban todo el patio; ella deja que la enredadera se ex�tienda a sus anchas porque al final de la floraci�n colecta las semillas que vende a quien las necesite. �a �ente dice que antes la planta nacía en todas partes� �es un bejuco que se trepa a los árboles”, pero ahora que �todo ha cambiado” no es �ácil encontrarla cerca del pueblo. �or el contrario, el �san José” no es endémico; doña Domin�a explica que �no nace dondequiera”, su madre trajo la semilla del pueblo de San Marcos Monte de �e�n (Chi�lapa de Díaz) � comenz� a cultivarlo. Ella � doña Marta lo siembran con el prop�sito de colectar la semilla; la planta —con sus campanas blancas características de la especie Datura— crece solamente en sus patios, a di��erencia del toloache (Datura stramonium), que se encuentra alrededor del pueblo. El �san José” �sale donde quiere, donde le �usta” � a veces �se chiquea � se va”.

Como ocurri� en la ma�oría de los pueblos, la vida en las primeras dé�cadas del si�lo pasado �ue di�ícil � de pobreza extrema; s�lo había al�o de maíz, �rijol, chile � las hierbas que crecían durante el temporal en la milpa � en el monte. En ese tiempo —explican las mujeres ancianas—, s�lo había caminos de herradura, �no había carro”, no había médicos, �muchas seño�ras se morían de parto”, antes había �pura planta”, �� si Dios nos a�uda, hace el mila�ro, se libraban los niños � si no a�uanta, ¡se muere el pobre!”. Antes, el remedio que podía salvar la vida del en�ermo era la hierba de la vir�en, la �pura hierbita de ésta, ¡qué doctor ni qué doctor!”. �as plantas

10 �a re�i�n mixteca tiene �una superficie aproximada de 40 000 km2, se divide en mix�teca alta, mixteca baja � mixteca de la costa, tomando como criterio la altura sobre el nivel del mar. Su territorio presenta un relieve abrupto �, por consi�uiente, una varie�dad de microclimas � ecosistemas”. Comparten el territorio varios pueblos indí�enas� mixteco, amuz�o, triqui, ixcateco, popoloca, chocholteca, nahua, � a�romestizos de la costa [��pez, 2008�2].

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medicinales � las �semillas de la vir�en” � del �san José” era lo único que tenían a su alcance para en�rentar en�ermedades � padecimientos ante los cuales los remedios caseros, e inclusive los tratamientos al�patas, cuando había la posibilidad de consultar a un médico, eran ineficaces.11

No es solamente la �alta de médicos � medicinas —especialmente en el pasado— lo que ha preservado hasta nuestros días el uso de las semillas de la �hierba de la vir�en” � del �san José” en esta porci�n del estado de Oaxaca; ha sido el extraordinario poder de ambas lo que desde hace si�los ha permitido su perpetuaci�n, la transmisi�n de saberes acerca de sus pro�piedades � las modalidades de su empleo, � finalmente, como veremos, las atenciones reservadas a quienes in�ieren la p�cima.

11 �a in�ormaci�n etno�ráfica �ue recabada en dos periodos de trabajo de campo en 2010 durante los cuales se realizaron las entrevistas. Debido al secreto que rodea el uso de la �hierba de la vir�en”, es mu� di�ícil presenciar un ritual de curaci�n con la misma.

Fotografía 1.

Hierba de san José (Foto�ra�ía de Antonella Fa�etti, octubre de 2010).

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El conocimiento de las semillas es un asunto de mujeres. Al parecer, siempre han sido mujeres las especialistas, � al�unas eran también parteras � curanderas; en principio porque la preparaci�n, que implica el uso del metate, exclu�e a los varones. Actualmente, en Yodohino viven dos mu�jeres ancianas� doña Felisa, octo�enaria, � doña Cecilia, de setenta años. Volverse especialista implica ante todo �tener buena mano”, de otra �orma, el que toma el preparado �no ve nada”. Se�ún doña Cecilia �depende de la mano”� la mujer que lo suministra debe ser �enér�ica”, porque �si es pací�fica no le hace”. �or su parte, doña Felisa señala que �[…] si no se lo saben dar, quedan locos. Depende de la mano, ¡que ten�an buena mano!”. Ella aprendi� espiando de pequeña a las mujeres que preparaban el brebaje. �or haber nacido con un de�ecto en un pie � tener que caminar apo�ada en un bast�n, no quiso casarse, a sabiendas de que le sería imposible llevar el almuerzo al esposo cuando estuviera trabajando en la milpa.

Cuando los �amiliares del en�ermo toman la decisi�n de suministrarle la �hierba”, buscan las semillas con las mujeres que las venden, porque no todos �tienen curiosidad de juntarla”. Doña Marta � doña Domin�a, de Nund�, las nombran en mixteco yukú iá sií, �hierba de la vir�en”, � yukú de san José, �hierba de san José”. Ellas colectan las semillas de la enredadera cuando ésta se seca al final de la temporada de lluvias, entre noviembre � enero, mientras que las semillas del �san José” las obtienen de las plantas sembradas en el patio. Debido a que el cultivo del san José no siempre da resultados, la �ente menciona que a �alta de sus semillas s�lo se emplean las de la �hierba de la vir�en”. De hecho, mientras que ésta crece por do�quier, el �san José” es especial� �es como Dios, por eso nace donde le �usta” � �se chiquea” cuando al�o no le parece.

Doña Marta � doña Domin�a venden la cantidad necesaria de semilla por 10 pesos; las semillas deben ser compradas, explica doña Re�na� �Si �o lo vo� a juntar � no lo vo� a comprar, no va a hacer remedio”. Existen otras prescripciones con relaci�n a su empleo� nadie debe enterarse, se debe tomar en un �día bueno en que están cerradas las puertas del infierno”, pre��erentemente un domin�o, � se toma de noche cuando todo está en silencio, porque �si ladra el perro, �rita el burro, �a se espanta, es mu� miedoso, se corta la plática, pues se espanta la semilla � �a se va” � �no lo deja ver”.

Asimismo, una mujer encinta no puede tomar la p�cima ni prepararla porque �corta el embarazo”.12 Otra restricci�n importante concierne a la

12 Se debe se�uramente a que la semilla de Ipomoea violacea contiene una sustancia uterot�nica que estimula las contracciones de la matriz �, por tanto, puede resultar abortiva. De hecho, antes del descubrimiento de sus componentes psicoactivos, la er�

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temporada de lluvias, justo cuando la enredadera está creciendo� �cuando está lloviendo, la plantita �a naci�, no se puede tomar la semilla porque se le sube a la cabeza, ¡se van a alocar!”, —afirma doña Re�na—. �Cuando la plantita viene naciendo —explica doña Marta— es como un niño que está chipiloso, le a�ecta al bebé que tiene � así pasa con la semilla, que no la pueden tomar; �a que se seca la planta, se junta la semilla � entonces lo toma”. �a planta está �embarazada” � la semilla se comporta como el niño que su�re de chipilera por la presencia del hermano en �estaci�n, de tal manera que si al�uien toma la semilla también se verá a�ectado. Es decir, que ha� que esperar a que la planta termine su ciclo de crecimiento � que las semillas maduren para evitar dolor de cabeza � �locura”, � propiciar el e�ecto esperado. �or tanto, se prescribe el uso de la semilla en la cuaresma, mientras que en la estaci�n húmeda la persona s�lo puede bañarse con el preparado, por lo cual únicamente soñará � �verá al�una cosa”.

�ometrina �a se utilizaba en obstetricia por su acci�n uterot�nica � hemostática [Ho��mann, 1966�355].

Hierba de la vir�en (Foto�ra�ía de Antonella Fa�etti, abril de 2010).

Fotografía 2.

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Es �undamental la cantidad de semilla que se emplea en la preparaci�n de la poci�n; debe ser �un pocito en la mano”, es decir, se mide con lo que cabe en el hueco de la palma de la mano, para que �no queden locos o dementes”.13 �recisamente el conocimiento que se ha transmitido a través del tiempo implica repetir con precisi�n � exactitud lo que los �antecesores” siempre han hecho, respetando la dosis, los in�redientes, el procedimiento para la elaboraci�n de la p�cima, las indicaciones para el suministro, los cuidados que se le prodi�an a quien la in�iere mientras dura su e�ecto � aquellos que se requieren después, lo que �arantiza los buenos resultados.

�a mujer que �da la semilla”, �se alquila”; el pa�o por sus servicios —unos 100 o 200 pesos— es un requisito, al i�ual que la compra de las se�millas, e inclusive será ella quien se encar�ue de conse�uirlas. Se�ún doña Cecilia, quien la venda tendrá que decirle a la hierba� �Te vas a ir con esta persona que está en�erma, ¡pero la vas a sanar! Y sí hace, si no, ¡no hace!”.

�or lo �eneral, antes de molerlas, a las semillas se le ponen unas mo�nedas —que simbolizan el pa�o para quien la prepara—14 � se llevan a la i�lesia a reposar bajo el hábito de la Vir�en de la Soledad o �atrás de su manto del patr�n”, es decir, Santo Domin�o, donde se quedan un par de días; o se dejan sobre el altar de la casa, como explica doña Cecilia� �ten�o mis imá�enes ahí, � ahí nomás está velando, lo pon�o dos o tres días ve�lando � ahí toma la señal”, dando a entender que, tanto en la i�lesia como en el altar de la casa, las semillas reciben los influjos benéficos que envían las divinidades.

El día establecido para que el en�ermo tome la �medicina”, la espe�cialista procede a su preparaci�n. En el metate muele las �semillas de la vir�en” � del �san José”.15 Desde el principio se puede vaticinar si será o no e�ectiva, pues, si al mezclarla con los otros componentes �rinde” � �abun�da” si�nifica que �va a hacer remedio”. Una parte de la pasta obtenida de la molienda se cierne � se mezcla con catalán (a�uardiente) ��o con a�ua

13 Jaquelina ��pez Moreno señala que se muelen 4 � de semilla de la vir�en con 2 � de semilla de san José [2008�182]. Mencionan Schultes � Ho�mann� �Una dosis excesiva puede provocar la muerte o dejar en�ermo de por vida” [1993�111].

14 Doña Remi�ia, refiriéndose al pa�o, dijo� �con que [para que] vea la semilla que pa�a�ron”.

15 Wasson [1996] señala que en la Mixteca de Oaxaca era una muchacha vir�en la que debía moler la semilla en el metate; si quien la tomaba era mujer, se buscaba a un niño que la acompañase � escuchase lo que ésta iba a decir, � una niña en caso de que �uera un hombre. �o mismo encuentra V. Glockner, E. Herrera � S. Villela entre los mixtecos de la montaña de Guerrero [en prensa]. En las entrevistas, nadie hizo re�erencia a tal costumbre.

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Semillas de san José (claras) � de hierba de la vir�en (oscuras) (Foto�ra�ía de Antonella Fa�etti, abril de 2010).

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bendita� ésta es la p�cima que tomará el en�ermo. El sobrante se incorpora a los in�redientes molidos � será empleado por la especialista para emba�durnar su cuerpo, dependiendo de la receta que cada quien conserva � de lo que se tiene a la mano, dado que al�unas plantas se encuentran en el traspatio o se recolectan en el monte, � otros componentes se compran en las tiendas o puestos de herbolaria de Huajuapan� raíz de �ucund� (Aristo-lochia styoglossa), ajo, alcan�or, chicle ne�ro, chile de árbol, cacao, �ota coral, �polvo de ai�re molido”, pionía, perla de éter, ítamo real morado, ruda � —�para que se arranque el mal”— �toda clase de espinas”� or�onal blanco (Stenocereus dumortieri), chichicastle (Cnidoscolus tubulosus), confitillo (Cen-chrus incertus), nopal, lima, lim�n � naranja.

Cuando todo está listo, la especialista se persi�na �, ante la p�cima lista para ser bebida, exclama� �En el nombre de Dios te vo� a dar esta medicina, ¡con esta medicina te vas a aliviar!” � a doña �ánfila le advirti�� �Va usted a ver al�o, pon�a usted atenci�n”. En se�uida, unta sobre el cuerpo desnudo del en�ermo la mezcla �a preparada, le pe�a en las sienes � en el entrecejo tres monedas � flores u hojas de floripondio (Brugmansia arborea); la persona se acuesta en un petate, se tapa con una cobija � que�da a la espera de lo que la semilla �avise”. �a especialista �está sentada atrás escuchando, no tiene que hablar” � a�uarda �calladita” �a qué horas empieza a reaccionar”.

Al poco tiempo de haberse in�erido, el preparado tiene un e�ecto emé�tico; se dice que quien lo bebe �tiene que vomitar”, pues �sabe �eo”, � a veces �a�arra para arriba o para abajo”, es decir, que también estimula la evacuaci�n; en ambos casos es buena señal porque la semilla �limpia el es�t�ma�o”. Generalmente, tras haber vomitado, la persona experimenta los primeros e�ectos de la �borrachera”, �se ataranta” � �como que se duerme el cuerpo”, aunque puede ocurrir que esto no suceda � se ten�a que repetir la dosis uno o dos meses después. Doña �ánfila describe así ese momen�to� �Yo no estaba dormida, nomás mareada de esa hierba, porque como que se emborrachan, mejor le diré, ¡perdida la mente! �ero allí nos avisa, como que se nos representa al�o, en sueño, como que ensueña, pues […]”. �Cuando les entra bien, una hora, dos horas, ¡empiezan a hablar!” Ha lle��ado el momento esperado, porque �la hierba habla”. �¡Es la misma hierba que nos hace hablar!”, a través de la persona, habla utilizando a menudo la primera persona plural, �nosotros” —como veremos en los relatos—; �es la que avisa” desvelando al fin el misterio que �rava sobre el en�ermo� revela qué padecimiento lo aqueja � c�mo se ori�in�, quién lo propici�, c�mo se va a curar, �, si la situaci�n lo permite, procede a la curaci�n. Doña Felisa está atenta a todo lo que la persona dice, especialmente cuando �la hierba

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hace ver qué cosa le haremos” � �pide lo que va a querer”, o sea, da indica�ciones precisas sobre c�mo atender al en�ermo.

�a palabra no es el único medio a través del cual la �semilla” se comu�nica con los presentes; quien in�iere la p�cima también ve � observa� �Ve visiones, se le revela al�o, pasa como una tele, lo que está pasando lo está viendo, está hablando � lo está viendo”, �pasa como una película”, porque se trata de una �revelaci�n, ¡es en vivo!”.

Entre los testimonios recopilados, ele�í los más representativos, aque�llos que mejor dan cuenta de las prodi�iosas revelaciones de la �semilla”, que dieron lu�ar � permitieron en la ma�oría de los casos la pronta recupe�raci�n del en�ermo.16

Doña Re�na narra c�mo decidi� darle la semilla a su hija Berna�

�e entr� la hinchaz�n, se �ue hinchando su pie � así blanco se �ue quedando � ¡caliente! Ésa la llevé al doctor, le dio unas pastillas�—Con eso se le va a bajar. ¡Qué va a ser! Cuando lo vi, se hinch� su cara, todo su cuerpo, se hinch� de los dedos de las manos. Estaba una señora, que está inservible, que s�lo un pie tiene,17 le �ui a pre�untar�— ¿Qué cosa le vo� a hacer a mi niña que tanta hinchaz�n le entr�? —Eso ha de ser espanto —dice—, acuérdate d�nde se espant�.— ¡Qué vo� a saber d�nde se espant�! Como son niños, andan donde sea.— Ahora, si quieres, la vamos a bañar [con] la semilla de la vir�en � le damos un poquito.— ¿Qué lo podrá tomar? ¡Como está mu� chiquita! De seis o siete años sería— Sí, como no, no le vamos a echar nada �uerte, nomás con a�ua bendita, pero poquita que tome � lo demás se lo vamos a bañar � que se acueste un ratito; si no ve, ¡tiene que soñar! A ella le pa�ué � lo junt� � lo moli�. Que me la llevo, �a no podía andar […] lle�ué tempranito, como a las seis de la mañana. Remoli� bastante semilla, que la baña � sobr� un poco, dos cucharadas nomás le dio�—Toma, abre tu boca porque con esto vas a sanar.Sí lo bebi� la chamaquita.—Ahora acuéstate. Estaremos cuidándola, que se duerma un poco —dice. ¡Qué va a querer dormir! Se levant� � empez� a hablar�—A�, nuestra mano qué tan �eo se hinch�, ahora ¡qué tan blanco está nuestro pie! ¿Y por qué así estará nuestro pie? ¿Qué cosa tiene? Ah, tiene que nos es�pantamos junto a la lumbre, se re�� el atole � esa ceniza se levant� � nos brinc�

16 Basándome en las entrevistas, he reconstruido los testimonios para hacer el relato más fluido.

17 Se refiere a doña Felisa.

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¡por eso está blanco! �ero ahora ese que se hinch�, ¿c�mo? No, ése es que nos arrempujaron en la hondura � nos estábamos aho�ando en el río —dice—, toda esa a�ua tomamos, � ahora ¡toda esa a�ua tiene nuestro cuerpo!

Decía doña Felisa�

—Junto a la lumbre se espant� � en el río. Empez� a hablar la niña�—En ese lu�arcito también nos espantamos […] ¡que quebramos nuestro canta�rito! Todo allí nos espantamos, por eso está así, � que va�an a levantarnos esa tierra � sí vamos a sanar, pero hasta que nos echen el vapor de la lumbre, ¡con eso va a sanar nuestro cuerpo!

Doña Re�na hizo lo que la niña dijo � la cur� de susto� reco�i� la tierra � la ceniza de los tres lu�ares donde se había espantado, las puso en un sartén para calentarlas � le ech� en todo el cuerpo el �vaporcito”, �� con eso ¡santo remedio!”.

Muchos años antes, cuando doña Re�na era una niña, su madre en�erm��

Mi mamá, —me acuerdo que era �o chiquita—, se le hinch� la rodilla. Como no había doctor, [dijimos�]—¿Qué cosa le haremos? Nomás sábila le estamos echando para que se cure. Y estaba una abuelita que era su tía � dice�—Mejor �o vo� a buscar la semilla de la vir�en � le vo� a dar, así lo verá qué cosa le vamos a hacer porque no sabemos qué en�ermedad es. Que lo remuele, que lo baña � que se lo da a beber en la noche � también le entr� bien, se levant� quién sabe a qué horas�—A�, mamá, ¡viera usted qué tiene mi pie! Éste lo está curando usted de otra cosa…—¿Qué cosa le vamos a hacer para que se le quite? —Estaba hablando la que se lo dio.—Temprano que amanezca, vamos a ir a la i�lesia, temprano va a haber rezo, —dice—, � vamos porque allí mismo el �atr�n va a nombrar una doctora que nos dé la medicina.—¿Qué doctora va a haber en la i�lesia? —�ensamos nosotros. Ya nomás eso dijo � se acost�. Era un sábado que lo tom� para amanecer domin�o. Como se atarant�, ¡pensamos que no se iba a acordar! Amaneciendo, cuando se levant�, dijo�—Déme usted diez centavos, vo� a ir a la i�lesia.—¿C�mo vas a ir con tu pie?—Fíjese usted que revent� la hinchaz�n, ahora puedo caminar. Vo� porque me dijo que me va a dar medicina. —¿Qué medicina te va a dar?—No sé, pero ¡allí vo� a jallar mi medicina!

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Era �o como de ocho años, que se a�arra de mi hombro � del otro el �arrote � así que me la trai�o a la i�lesia; lle�ando cant� � termin� de rezar su rosario, � �a de retirada, al salir de la i�lesia, sale una señora �a �rande, que dice�—A�, tú, ¿[qué] cosa tiene tu pie?—A�, tía,18 esto� en�erma —dice—, �a tiene días que mi pie está así � ahora no quiere sanar, ¡no sé qué cosa le haré! Que dice�—A ver, ¡tráelo! �o veré… �� que lo sienta allí en la puerta de la i�lesia � alar�� su pie � está escurriendo pura a�ua amarilla, � dice la abuelita�—¡�endeja! ¡Nomás lo estás en�riando! Esa colmena te hizo motolín,19 brincaste la cera o ¿qué cosa hiciste?—A�, tía, �a lo caldeé la cera, lo caldeé el tomate, lo caldeé otras cosas, pero no quiere.—Ahora, mañana, cuando amanezca, vamos a subir a la lomita para que cuan�do ven�a reventando el solcito […] a esa hora se cura esta cosa, porque a esa hora se alborotan esos animalitos, cuando se levanta la colmena con el sol, ¡a esa hora empieza a arder! Nos �uimos, lle�ando a la lomita�—¡Ahora pon tu pie que �a viene el sol! �o puso sobre una piedra � que a�arra el cajete de braza[s], que le echa el incienso; empez� la humareda � que a�arra el jarrito de a�ua caliente � que lo destapa el vaho de la colmena, que lo sopla con a�ua �ría, ¡que así se caldea esa colmena! �o soplaba con�orme venía el sol. ¡Santo remedio! Al otro día, �a se había ido la hinchaz�n, por eso di�o que sí acierta, ¡hace medicina esa semillita!

Don E�rén, de cincuenta años, quien trabaj� durante muchos años en Canadá, cuenta la experiencia de su padre con las semillas�

Mi papá era un poco corajudo � a través del enojo que hacía su�ría dolor de est�ma�o � muchas en�ermedades, entonces en una ocasi�n tuvo una en�erme�dad que le dicen estérico los doctores, el latido,20 por lo mismo que trabajaba en el campo. �le�� el momento que se en�erm� � no sabía qué hacer, entonces no �alt� al�uien que le dijo�

18 Como señal de respeto, se llama �tía” o �tío” a la persona ma�or. 19 �adecimiento causado por el antojo no satis�echo de alimento como chicharr�n, cala�

baza, piña, jitomate, carne de cerdo… en el caso de la cera, ocurre cuando se pasa por encima porque es �delicada”, por eso no ha� que dejarla en el suelo. Se cura �calde�ando” a la persona con el �vaporcito” que sale al calentar en un traste el alimento que provoc� la hinchaz�n.

20 �adecimiento ocasionado por el derrame de bilis � el desplazamiento del �pulso” ubicado en el ombli�o; es provocado por coraje, �muina”, tristeza, susto, miedo � es��uerzo �ísico [Fa�etti, 2004].

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—T�mate las semillas ¡a ver qué tienes! Dice que cuando se la[s] tom� empez� a ver mu� lejos � lo que va a suce�der más adelante, al �uturo. Dice que cuando �a tenía la medicina en su mente, empez� a ver de qué manera iba a curarse � c�mo iba a sanar � al mismo tiem�po vio a un muchacho […] o sea, había una muchacha aquí en el pueblo que tenía dos novios, Silvino � Bernardino, pero él no sabía � por medio de la planta los vio. Empez� a hablar con la persona que lo estaba cuidando, porque ha� que cuidar al que toma esa medicina, porque lue�o �a no se acuerda � el que va a dar la raz�n de lo que habla es la persona que lo está cuidando, � entonces dice que dijo�—Que ten�a cuidado su mamá porque su hijo Silvino va a cometer un delito por la muchacha que vio con ese Bernardino, que le iba a dar un balazo a Ber�nardino � no sea que lo �uera a matar en este tiempo. Y sí, no tard� mucho, como un mes � sí le pe�� un balazo en la pierna de Bernardino � ¡mi papá antes �a vio lo que iba a suceder!

Doña Re�na recuerda también la en�ermedad de su hermana �ánfila�

[…] ¡�a casi era para morir! Estaba criando a un bebé � casi perdi� el juicio de que �a ni se acordaba del bebé. Dice una comadre�—Mire, usted, compadre, si quiere usted que mi comadre se libre o se muera �a, mejor le vo� a dar la semilla, pero si al�o le pas�, ¡no me eche usted la culpa! Y decía mi cuñado�—¡Désela usted, �a está perdida! —Aquí nomás se va a ver en esta medicina, si esta medicina rindi�, es prueba de que sí le va a hacer remedio. Y un poquito remoli� � que le echa todas las cosas, se hizo así, bastante, � decía�—¡Se va a componer mi comadrita!—¿C�mo ve usted si no ha tomado?—No, pero aquí lo dijo la semilla porque rindi� bastante; cuando no es para que sane, ¡�a no abunda! Y que le da una cucharadita de té. Se lo pas� a la mala; como �a no abría la boca, le levant� sus dientes; �a no se movía, �a no hablaba, ¡ni lo conocía! Y con lo demás bañ� todo su cuerpo�—Si Dios quiso que le va a dar vida, se va a componer, � si Dios quiso que con eso se �ue, �a ni modo. Como a las once, las doce, �a se empez� a mover, empez� a reco�er su pie � �a reco�i� su mano, se empez� a limpiar solo, ella se limpiaba�—A�, sí, vamos a sanar —decía—, pero esta ceniza que tenemos en nuestra mano, todo este polvo ha� que limpiar para que se compon�a uno —dice—, ¿pero c�mo le haremos? Es que aquí estamos tiradas junto a la carretera � cuan�do pasa el carro —� como era tierra blanca donde estaba tirada— ¡toda esa polvareda nos bota! �or eso está así nuestro cabello, por eso nos duele nuestra

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cabeza, ¡porque bota piedrita! Bota tierra � todo nos toca porque ¡estamos tira�das allí!Y dijo la señora [quien prepar� la p�cima] que era espanto�—Fíjese usted [al esposo] d�nde se espant�, porque mi comadre está tirada en la carretera � que la va�a usted a levantar para que se compon�a. Se acord� él d�nde �ue su berrinche que le pe�� a la señora � ¡se espant�! ¿¡Y cree usted que ese lu�ar le estaba haciendo!?—Usted sabe d�nde la �ue usted a espantar, ahora va�a usted a levantarla por�que �o no sé. Dice que estaba a la orilla de la carretera a otro pueblo que le decimos Chilapa.—Ahora lleve usted su �ondo � lleve usted dos huevos, ¡la limpiaré! �leva us�ted �alleta, carne, �rijol, re�resco, a�uardiente, lleve usted cacao � le pa�a usted al lu�ar para que así la suelta. Se �ue a eso de las tres de la mañana, como a las dos lle�� el señor de re�reso, decía que c�mo está. Cuando amaneci�, �a se volte� ella, �a se acost� de lado�—Mamá, ¿no tiene usted un poco de atole? ¿Qué cosa beberé? �orque siento necesidad de que coma mi est�ma�o, ¡porque �a no comía! Y cuando vino el señor�—Vamos a echar el vapor, se caldeará para que le ha�a remedio. �o echamos en un sartén, que le echa a�uardiente, la tierra � que le echa vapor � que se caldea su cabeza; ella sentía que tenía ahuates [espinas] en la cabeza… � ¡con eso san� � se levant�!

Una anciana, doña Modesta, se cur� de la tos, que en realidad era pro�ducto de una maldad�

Hace muchos años, tenía como treinta � cinco años, ¡una tos que me a�arr�! No había a�ua aquí, no había luz, car�aba un cántaro hasta un manantial, iba a traer el a�ua � ven�o tose � tose… Me dice una señora�—Bebe la semilla, porque ese mal no es bueno, ¡qué tanto te a�arra la tos! Y busqué la semilla, me lo remolieron un poco � que lo tomo […] que me acuesto, � cuando lo vi, ese mismo animalito me alevant�, ¡esa hormi�a colora�dita! Y una mujer que me está cuidando�—Bebe otro poco, ¡porque ese animalito te está perjudicando! �ura hormi�uita colorada era, lo vi � en se�uida vi a la señora que está parada a�uera� ¡mi sue�ra! Era de mal alma, ¡era mala! A�uera está, repe�ada junto a la puerta�—¡Entre usted adentro! ¿�or qué está allí?—No, aquí nomás, dice […] En la nochecita salí � vomité, ¡Sali� la en�ermedad!

Doña Felisa cur� al esposo de su sobrina. El muchacho, re�resando de la milpa en compañía de la mujer, ca�� de un �pared�n” junto al río. �e

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pidi� a ésta que lo a�udara a re�resar al camino, pero en vez de a�radecér�selo, le pe�� con el machete. Doña Felisa le �ue a reclamar al joven�

—Yo ven�o para que me di�as como los hombres � con la purita verdad a ver qué te hizo mi sobrina que le pe�aste tan �eo, o te vo� a demandar � presento las huellas que tiene mi sobrina.—No se aviolente, usted, que me va a demandar; �ue una mala hora, mejor me cura usted, me da usted la hierba � a ver qué cosa es lo que ten�o, que le pe�ué tan �eo. �e di una vez � a los ochos días le volví a dar más que beba, entonces me dijo así�—Vamos a ver por qué pe��, pero hasta que lo tome siete veces, ¡siete veces lo va a tomar! Entonces, a las siete veces vo� a decir qué cosa es. A las siete veces dijo�—Ah, sí, le pe�ué, pero porque allí en la cueva de la ventana, allí está un peñas�co � está un ho�o � allí se �ue a meter el zopilote […]

Al ver que el zopilote se escondía en el a�ujero, el muchacho busc� una piedra para obstruirle el paso, �� ése es el que tap� su vista � ¡por eso que se encabron� � pe��!”. Es decir, que el zopilote, al ver cerrada su entrada, también, había �tapado sus ojos”, del muchacho, propiciando su ce�uera, por lo cual el joven se había caído �, en�adado, había �olpeado a la esposa. Después de aclararse la causa del mal comportamiento del muchacho, la �hierba” también o�reci� una soluci�n�

—Ahora ahí se va a curar, se va a ir doce huevos, se va a ir una ponedera, se va a ir siete enchiladas, ¡pero sin sal!21 Y un brujo que ven�a a hablar con él [el zopilote] � se lo ven�a a entre�ar —dice. Conocíamos un señor que estaba en Monteverde que sabía curar de espan�to � �ue mi mamá a traerlo. Fuimos a destapar allí el pozo � allí meti� el hechi�cero la �allina � el huevo, meti� la tortilla, bot� el a�uardiente� ¡es su re�alo al zopilote! �a misma hierba lo dijo�—Se va a curar, pero tiene que tomar siete veces.

Cuando �acaba de hablar la semilla”, se prescribe que la persona se lim�pie con una manta blanca � con hojas de zapote blanco (Casimiroa edulis),22 también debe re�rescarse� �el a�ua se le va echando hacia atrás, se va acla�

21 Una característica que distin�ue a los seres no humanos habitantes del otro mundo es que no comen sal, mientras que los di�untos, que �ueron otrora humanos, sí la �con�sumen”.

22 Se emplea porque las hojas �acilitan el sueño [<www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx>].

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rando su vista” con el prop�sito de que �baje” � no le duela la cabeza. Al otro día, se enciende el temascal porque el baño de vapor es tan necesario como la limpia.

Como explica doña Felisa� �se caldean con la hierba, también la cabeza se tiene que cocer bien, para que no estén locos”; en e�ecto, se expelen a tra�vés del sudor los últimos residuos del preparado que al permanecer en el cuerpo podrían resultar perjudiciales [véase ��pez Moreno, 2008�187]. Éste es un aspecto importante en el proceso que se inicia con la preparaci�n de la semilla � culmina con el baño en el temascal. Se�uir al pie de la letra los cuidados � las indicaciones de los �antecesores” �arantiza no s�lo el buen éxito de la sesi�n curativa, sino también que quien toma la semilla quede mentalmente sano, � esto depende �undamentalmente de que �se cueza la cabeza”. Doña Felisa recuerda el caso de una mujer que �qued� loquita” porque la mujer que prepar� el brebaje no le anticip� que debía encender a buena hora el temascal. Asimismo, quien cuida a la persona que toma la se�milla debe estar atento a su reacci�n. �a misma especialista precisa que en una ocasi�n un hombre que la �alquil�” bebi� la p�cima � se �ue corriendo en busca de su hermano, exclamando� �Este jijo de […] me embruj� porque mi padre no le dio más terreno, ¡ahora va a ver! Y a�arra piedras � ¡se va a apedrearlo a su casa!”. Acto se�uido, ella le orden� a uno de los presentes que le aventara al hombre una cubeta con a�ua �ría adelante � otra atrás, lo que sirvi� para que él re�resara sose�adamente a cambiarse de ropa � a acostarse.

enteógenos y cHamanismo

El uso ritual de las �semillas de la vir�en” � el �san José” en la re�i�n de Huajuapan constitu�e uno de muchos ejemplos que ho� en día comprueban la perseverancia de los pueblos indí�enas en la conservaci�n de un cono�cimiento ancestral que a lo lar�o del tiempo ha demostrado su eficacia en prácticas adivinatorias � curativas. �os testimonios de las personas entrevis�tadas no dejan duda con respecto a que la poci�n preparada con las semillas de Ipomoea violacea � Datura stramonium var. Godronii � demás in�redien�tes constitu�e un potente psicotr�pico que provoca un estado de trance en quien la in�iere � absorbe por vía cutánea. Durante unas horas, se suceden visiones � mani�estaciones acústicas; por un lado, quien la toma se �ve” a sí mismo � visualiza —como si �uera una �película”— los hechos que ori�i�naron la en�ermedad o cualquier otra circunstancia que debe conocer, �, por otro, la �hierba” habla � hace hablar, narrando —para quienes están atentos escuchando— lo que ha ocurrido. �a voz de la hierba � la voz de quien

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toma la p�cima enteo�énica se �unden en un �nosotros”, como si la entidad presente en él, al ser in�erida por la persona, se �incorporara” a su �o � de�viniera en un �nosotros” dotado del poder de visi�n, del poder de discernir � desentrañar lo desconocido, que s�lo le corresponde a la divinidad, del poder de trasponerse a otro mundo, la dimensi�n donde las �ronteras entre pasado, presente � �uturo se desdibujan � todos los sucesos se perciben � viven en un continuo sin limitaciones espacio�temporales precisas.

Si el dia�n�stico apunta a un susto, el individuo se ve en el sitio donde lo padeci�. �a �hierba” revela la causa e indica el �re�alo” que se debe entre�ar en el lu�ar para que �el que lo a�arr�” libere a su espíritu. En los casos de brujería, muestra al culpable � lo que éste hizo para provocar el daño, � con �sobadas” � limpia, v�mito � evacuaciones, devuelve la salud al maleficiado señalando también c�mo debe devolver el mal. Como otras plantas psicoactivas, las semillas son eméticas � laxantes � se considera que el �sacar” constitu�e parte importante del proceso curativo e, inclusi�ve, en caso de en�ermedad �natural” es el �remedio” principal. Así como el abundar de las semillas durante la preparaci�n del brebaje es señal de que su e�ecto será positivo, en el trance, la persona, a menudo consumida por la en�ermedad, se ve a sí misma �orda� �Vo� a sanar porque �a en�ordé”, o como narr� una mujer� �Vi que �a tenía mucha hambre � comí, bien �or�dita quedé, bien �orditos estaban mis dedos � sentía mi cara cachetona”. El aumento de peso simboliza en el trance la salud recuperada.

Cabe pre�untarse cuáles son los elementos constitutivos del trance23 � c�mo éste acontece � se desarrolla.24 A raíz del descubrimiento de los componentes activos de las plantas sa�radas, varios científicos las proba�ron � experimentaron con ellas verificando los poderosos e�ectos que tie�nen sobre la mente, especialmente sobre la conciencia � aquella parte que almacena sucesos olvidados pero cruciales en la vida del individuo� el subconsciente o inconsciente. Al�unos aplicaron psicotr�picos en el trata�miento de pacientes con trastornos psiquiátricos demostrando su eficacia como a�entes �acilitadores de procesos psicoterapéuticos [véase Smith, 2001; Yensen, 1998]. �a investi�aci�n � el suministro de estas sustancias han revelado su potencial curativo al propiciar la expansi�n de la mente � �avorecer re�resiones pro�undas hacia el inconsciente, pero, como afirma

23 El término trance deriva del latín transire � si�nifica transitar, transportarse, cruzar; denota un estado peculiar de la conciencia en el que la actividad sensorial con relaci�n al mundo exterior está total o parcialmente anulada.

24 �as semillas de Ipomoea violacea producen, como el lsd, pro�undas alteraciones visu�ales, auditivas � sinestesia [Ott, 2000�121].

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Yensen, �Cuando penetramos en el ámbito de la psique con el poderoso auspicio de los ente��enos, exploramos un espacio cu�as �uerzas si�uen siendo en �ran parte desconocidas” [1998�61].

Si sabemos poco acerca del potencial que tienen los psicotr�picos sobre la mente de quienes los consumen con fines terapéuticos o de otro tipo, poco o nada hemos aprendido sobre el uso ritual de ente��enos entre los pueblos ori�inarios � los procesos de adivinaci�n � sanaci�n que auspi�cian. No obstante, debemos partir del hecho de que —como sucede con los pacientes tratados por psic�lo�os— las sustancias psicoactivas actúan sobre el cerebro modificando el estado de conciencia e induciendo el tran�ce. Si�uiendo a Stanislav Gro� [2003], podemos afirmar que el consumo de ente��enos propicia —en los procesos de adivinaci�n�curaci�n— expe�riencias holotr�picas que trascienden las limitaciones del e�o � conducen a estados ampliados de conciencia. �os testimonios de quienes consumieron las semillas o asistieron a al�ún pariente apuntan que, especialmente en los casos de susto, el trance permite una conexi�n con el inconsciente dejando aflorar traumas �a olvidados, propiciando en el sujeto una re�resi�n hacia el momento � el suceso que, aparentemente superado, �ue olvidado o, más bien, ��uardado”; precisamente por ser un acontecimiento doloroso en su vida, al revivirlo, quizá, supere el trauma, sintiéndose liberado. Asimismo, no debemos sosla�ar que, cuando ha� un susto, la curaci�n se ase�ura lle�vando al lu�ar donde éste acaeci� la o�renda para la entidad que tiene atra�pado el espíritu del paciente; si esto no se hiciera, no habría recuperaci�n � la �hierba” habría �hablado” en vano.

Resulta más di�ícil entender qué ocurre con los casos de brujería, cuan�do la �hierba” denuncia al culpable � narra los pormenores del suceso, porque por lo �eneral es imposible comprobar su veracidad. Si damos por hecho que quien consulta la �semilla” i�nora por qué está en�ermo, no ten�dría que saber que ha sido víctima de un maleficio � menos aún estar al tanto de la identidad de su victimario. �odríamos conjeturar al�o que re�sulta inadmisible para la moderna racionalidad occidental� que la poci�n enteo�énica tiene la propiedad de conectar entre sí las conciencias, la del paciente � las de otros implicados en los hechos, en este caso, los mismos autores del maleficio.

Entramos a un terreno sumamente incierto � complejo; a pesar de que el daño por brujería es dia�nosticado con �recuencia por los curanderos indí��enas � tiene un sinnúmero de mani�estaciones, no podemos comprobar si realmente existe la posibilidad de que al�uien, mediante el pensamiento, la palabra � la escenificaci�n del daño —por ejemplo, a través de la �abricaci�n de un muñeco que representa a la víctima— pueda perjudicar a al�uien.

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�as cosas se complican aún más cuando el trance revela acontecimien�tos �uturos. Una mujer recibe el aviso de que al día si�uiente, en la i�lesia, encontrará a la �doctora” que el santo patr�n enviará para que la cure; a un hombre, la �hierba” le in�orma que se suscitará un problema entre dos muchachos que comparten la misma novia � uno de ellos recibirá un balazo del otro; i�ualmente, una mujer se entera de que enviudará pronto. Es tan extraordinario � �ascinante como inexplicable. Ante tantas inc��nitas e in�terro�antes que no podemos por el momento desci�rar, tenemos dos únicas evidencias� que el en�ermo sana � que los vaticinios resultan acertados� los hechos pre�onados acontecen.

Encontramos asombrosas coincidencias entre las etno�ra�ías � las �uen�tes hist�ricas coloniales en cuanto al uso de las plantas sa�radas. Glock�ner, Herrera � Villela [2010] reportan que los mixtecos de la montaña de Guerrero emplean un bejuco conocido como Yoo itandoso, �flor que habla bonito” (Solandra maxima); como en la Mixteca alta de Oaxaca, este ente���eno �habla” revelando el �uturo � respondiendo a cualquier interro�ante. Asimismo, los cuidados que se requieren para su uso son mu� similares a los que describimos para la �hierba de la vir�en”.25

En el pasado, como en la actualidad, las plantas sa�radas cumplían �undamentalmente la �unci�n de oráculo, el cual daba cuenta —durante la �borrachera”— del paradero de objetos perdidos � personas extraviadas � desvelaba secretos para quienes las in�erían —el especialista, el interesado o ambos— en la oscuridad de la habitaci�n donde se encerraban al res�uar�do de ruidos que podían inter�erir en la comunicaci�n con las deidades [Ruiz de Alarc�n, 1987; Saha�ún, 1982.]. En e�ecto, la peculiaridad de las plantas enteo�énicas es la de �avorecer la mani�estaci�n de la divinidad. Es la divinidad la que habla � se presenta; en el si�lo xvii, se trataba de un �ne�rito” � un �viejo venerable” [�once, 1987.], personajes que tal vez re�memoraban anti�uas divinidades del pante�n mesoamericano. �as plantas sa�radas, en el primer si�lo de evan�elizaci�n, todavía se res�uardaban celosamente en un canasto en el altar de la casa � se le daba el trato que se reserva a un ente divino [Ruiz de Alarc�n, 1987.].

Ho� día, para los mixtecos �la semilla de la vir�en” � el �san José” si�uen siendo divinos; una vez molidas, las semillas reposan �rente a los santos en el altar doméstico o en la i�lesia bajo el manto de la Vir�en de la Sole�dad o de Santo Domin�o. Doña Cecilia vio a la vir�en de la Soledad; para

25 �ilián González ha documentado el empleo de Solandra guerrerensis � varias plantas � semillas enteo�énicas entre los nahuas de Guerrero [2002�2003 � en prensa].

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otros, el rostro de la divinidad se desdibuja, pero saben que, por su poder extraordinario, ésta �habla � nos hace hablar” porque todo lo sabe, porque �es como Dios”, pero también �es bruja” � �hechicero”. Se convalida una vez más la pro�unda si�nificaci�n de la palabra �ente��eno”. �os ente��e�nos� semillas, plantas, cactus � hon�os, encierran en sí a la divinidad que se en�endra en quienes comul�an con ellos mani�estando el poder de adivina�ci�n � sanaci�n que les es inherente.

�a especialista en la preparaci�n de la p�cima no cura, s�lo escucha —si es el caso, interro�a para complementar la in�ormaci�n— � se preocupa porque se cumpla lo que la �hierba” ha ordenado. El en�ermo o el a�ecta�do por al�ún mal es quien la toma � es él quien ve lo que le está pasando, él entiende el porqué � aprende lo que se debe hacer para sanar. Es él quien, transitoriamente, al �usionarse con la entidad de las plantas sa�radas, se convierte en el artífice de su propia curaci�n, a di�erencia de los casos en que es el especialista ritual quien in�iere el ente��eno � durante el trance adivina � cura al en�ermo, o cuando el mismo especialista adivina con el huevo, � por medio de una o varias limpias elimina el mal.

El ente��eno �vuelve divino” a quien lo toma confiriéndole el poder de ver � saber que detenta el chamán en todo momento; es decir, que lo dota, temporalmente, de las cualidades chamánicas que lo conducen a un acto de auto�sanaci�n en el cual la especialista cumple el papel de cuidadora, transmisora del mensaje de la �hierba” � supervisora de que se cumplan a la letra sus recomendaciones. �uede haber ocurrido que la ausencia de un especialista ritual, como lo es el chamán, ha�a propiciado entre los mixtecos una �orma de autoatenci�n; o, al revés, que �uese la �acilidad con que se prepara � suministra la p�cima � las mismas carac�terísticas del trance lo que ha�a permitido su empleo � �arantizado su éxito � que, por consi�uiente, la presencia del chamán �uera prescindible. De cualquier manera, la �hierba” es la que realmente actúa � cumple un papel prota��nico, � lo más relevante resulta ser la transmisi�n del cono�cimiento acerca de la preparaci�n � el suministro de la p�cima por �ene�raciones a través de las mujeres.

El uso de las �semillas de la vir�en” � del �san José” corresponde, a mi manera de ver, a una �orma de chamanismo, puesto que vincula los proce�sos de adivinaci�n, sanaci�n � resoluci�n de conflictos a la in�esta de un ente��eno �, por tanto, a la inducci�n de un trance pro�undo. Son las diver�sas �ormas del trance � los sueños, como estados de conciencia ampliada, lo que distin�ue al chamanismo como sistema simb�lico�má�ico�reli�ioso volcado hacia los procesos de adivinaci�n, sanaci�n, propiciaci�n � repara�ci�n [Fa�etti, 2010].

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Reflexionar sobre los estados modificados de conciencia s�lo da pie, por el momento, a la posibilidad de avanzar al�unas ideas que, no obstan�te —a manera de conjetura—, permiten ir más allá de una interpretaci�n antropol��ica que sitúa en las creencias compartidas —del sanador � el paciente— � la eficacia simb�lica [�évi�Strauss, 1972] la explicaci�n de los procesos de adivinaci�n�curaci�n. En principio, pienso que s�lo los con�ceptos de sueño, trance � estados no ordinarios de conciencia nos pueden auxiliar en la comprensi�n de estos procesos cu�o si�nificado todavía no podemos desci�rar e interpretar en toda su complejidad.

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