cruzando la frontera la literatura argentina entre exilios y migraciones

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  • Cruzando la frontera: La literatura argentina entre exilios y migracionesAuthor(s): Sylvia SattaSource: Hispamrica, Ao 36, No. 106 (Apr., 2007), pp. 23-35Published by: Saul SosnowskiStable URL: http://www.jstor.org/stable/20540753 .Accessed: 06/12/2013 00:24

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  • Cruzando la frontera: La literatura argentina entre exilios y migraciones1

    I SYLVIA SA?TTA

    En el Tercer Congreso Internacional de la Lengua Espa?ola que se realiz? en la ciudad de Rosario a finales de 2004, el acad?mico Claudio Guillen sos tuvo que "la idea de literatura nacional ha caducado, como tarde o temprano la segregaci?n entre los creadores de Am?rica Latina por un lado y los ib?ri cos por otro. Y el uso de tales categor?as en las universidades contribuye a denunciar la terca distancia que separa la cr?tica literaria que en ellas se apoya y el mucho m?s vasto, diversificado y personal entorno en que respiran y tra

    bajan los mejores poetas, novelistas y creadores".2 Y es cierto: son muchos los escritores que cuestionan el concepto de literatura nacional y, en algunos casos, que rechazan la categor?a de "nacional" para su literatura.3 No obstante, este trabajo se propone leer relatos y novelas de escritores argentinos que viven afuera de la Argentina para pensarlos en el di?logo, la confrontaci?n o la tensi?n, con una entonaci?n y una tonalidad constituyentes de la literatura

    Argentina. Doctora en Letras, Investigadora del Conicet y Profesora de literatura

    argentina del siglo veinte en la Universidad de Buenos Aires. Public? Regueros de tinta. El diario Cr?tica en la d?cada de 1920 (1998) y El escritor en el bosque de ladrillos. Una biograf?a de Roberto Arlt (2000); dirigi? El oficio se afirma, noveno tomo de la Historia cr?tica de la literatura argentina (2004) y realiz? compilaciones de gran parte de la obra in?dita de Roberto Arlt ?Aguafuertes Porte?as: Buenos

    Aires, vida cotidiana (1993); Aguafuertes Porte?as: cultura y pol?tica (1994); En el pa?s del viento. Viaje a la Patagonia, 1934 (1997); Aguafuertes Gallegas y Asturianas (1999); Presagios de una guerra civil. Aguafuertes Madrile?as (2000); Aguafuertes Vascas (2005)? y de dos publicaciones: Revista Multicolor de los S?bados, suplemento cultural del diario Cr?tica, dirigido por Jorge Luis Borges y

    Ulyses Petit de Mur?t, y Contra. La revista de los franco-tiradores, dirigida por Ra?l

    Gonz?lez Tu??n, ambas de los a?os treinta. Colabora en el suplemento cultural del

    diario La Naci?n.

    1. Una primera versi?n de este trabajo fue presentada en las III Jornadas Americanistas de Oto?o "Literatura argentina transnacional. Nuevos ?mbitos y fronteras", organizadas por Escuela de Estudios Hispano-Americanos

    - CSIC y Facultad de Filolog?a de la Universidad de

    Sevilla, Sevilla, 17 y 18 de noviembre de 2005.

    2. Claudio Guillen, "Los equ?vocos de la identidad cultural", III Congreso Internacional de la

    Lengua Espa?ola, Rosario, Argentina, 17-20 de noviembre de 2004.

    3. Bastan dos ejemplos. Afirma Juan Villoro: "No creo en las literaturas nacionales. La mayo r?a de los escritores que admiro son del R?o de la Plata. Pienso que mi literatura est? mucho

    m?s cerca de ellos en referencias y resonancias. Lo que no obsta para que sienta una pro ximidad tambi?n grande con autores mexicanos, desde luego, pero tambi?n norteamericanos,

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  • 24 LITERATURA ARGENTINA ENTRE EXILIOS Y MIGRACIONES

    argentina. Una literatura entendida, en este trabajo, como un modo particular de procesar diferentes tradiciones, una entonaci?n, un lenguaje ?y la tonali dad con la que se pulsa ese lenguaje?, la constituci?n de ciertos espacios de referencia, rasgos que permiten mantener distancia de los presupuestos ideo

    l?gicos que subyacen a la noci?n misma de literatura nacional, como "expre si?n" de los rasgos distintivos de una naci?n.

    Cuando Pascale Casanova analiza la constituci?n de las literaturas nacionales en las regiones ling??sticamente dependientes (como Latino am?rica o Estados Unidos), sostiene que los escritores de la periferia ?como es el caso de los escritores argentinos? elaboran una "nueva" lengua dentro de la suya propia, a trav?s del desv?o de los usos literarios, las reglas de la co rrecci?n tanto gramatical como literarias, y la afirmaci?n de la especificidad de una lengua oral.4 Se trata, dice Casanova, de un biling?ismo parad?jico que permite diferir ling??stica, y literariamente, dentro de una misma lengua. Y en

    efecto, en la formaci?n de la literatura moderna en Argentina, tanto Jorge Luis Borges como Roberto Arlt inventaron una entonaci?n para la literatura

    argentina en la afirmaci?n de ciertas modulaciones de la lengua. Mientras

    Borges supo encontrar la especificidad del idioma de los argentinos en la voz de "los mayores" ?en Echeverr?a, Sarmiento, Vicente F. L?pez, Mansilla,

    Wilde? porque en ellos, "el tono de su escritura fue el de su voz", y esa voz

    "dijo bien en argentino",5 Arlt recurri?, en cambio, a la mezcla desprolija y siempre cambiante de las voces de la calle, al uso mdiscriminado de la lengua popular y el lenguaje culto, a un lenguaje plebeyo que "es socavaci?n del ?nfa sis noble, [que] no crea sino apariencias que perturban y despojan a las pala bras cultas de su sentido propio".6

    El abordaje de novelas y relatos que aqu? se propone parte de una premisa: se trata de textos que difieren de las letras nacionales de los pa?ses en los cuales sus autores viven, escriben y, en muchos casos, editan ?donde son

    o alemanes" (i.e., "Escribir es inventar la lengua" en Babelia, suplemento cultural de El Pa?s (9 de marzo de 2002). Disponible en http.V/sololiteratura.com/vill/villpahispanos.htm. Sostiene Enrique Vila-Matas: "Hay que ir hacia una literatura acorde con el esp?ritu del tiempo, una literatura mixta, mestiza, donde los l?mites se confundan y la realidad

    pueda bailar en la frontera con lo ficticio, y el ritmo borre esa frontera. De un tiempo a esta parte, yo quiero ser extranjero siempre. De un tiempo a esta parte, creo que cada vez m?s la literatura trasciende las fronteras nacionales para hacer revelaciones profundas sobre la universalidad de la naturaleza humana" ("Discurso de recepci?n del XII Premio Internacional de Novela 'R?mulo Gallegos'", Caracas, Venezuela, 2 de agosto de 2001).

    Disponible en http://www.analitica.com/bitblioteca/vila_matas/romulo_gallegos.asp.

    4.Pascale Casanova, La Rep?blica de las Letras, Barcelona, Anagrama, 2001, p. 365.

    5. Jorge Luis Borges, "El idioma de los argentinos", en El idioma de los argentinos, Buenos Aires, Seix Barrai, 1994, p. 145. Para este tema, v?anse Beatriz Sarlo, Un escritor, un escritor en las orillas, Buenos Aires, Ariel, 1995, y Jorge Monteleone, "La voz deseada", Espacios de cr?tica y producci?n, 6 (octubre-noviembre de 1987), pp. 29-32.

    6. Carlos Correas, Arlt literato, Buenos Aires, Atuel, 1996, pp. 107 y 111.

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  • SYLVIA SAITTA 25

    considerados parte de la literatura latinoamericana o argentina o migratoria?, pero que tambi?n difieren de la literatura nacional del pa?s del cual emigran. Esta doble no pertenencia es la que Clara Obligado tematiza en su novela Salsa, cuando un editor argentino le dice a una escritora argentina que vive en

    Espa?a, "que lo suyo no es literatura argentina... (...) Esa problem?tica, ese lenguaje... tan alejado de nosotros, de lo que se hace aqu?...(...) que ella no es una escritora argentina (ni espa?ola, claro, ninguna espa?ola habla as?, ni comprende qu? implica esa historia de desapariciones) (...) Cinco a?os, pien sa Viviana, cinco a?os trabajando en este manuscrito y tengo que o?r lo que estoy oyendo: all?, que es demasiado argentino, en Argentina, que es dema siado espa?ol. Tendr? que conformarme, tengo que aceptar la realidad: como

    escritora, estoy muerta".7

    Y es tambi?n ese cuestionamiento sobre el ?mbito de pertenencia de una literatura el que Pablo Urbanyi, en su s?tira sobre la vida acad?mica de los pa?ses del norte, eleva a la categor?a de absurdo a trav?s de las reflexiones de un narrador que est? escribiendo su tesis sobre Guillermo

    Enrique Hudson: "Estoy hablando de Guillermo Enrique Hudson, un escritor cuyos padres eran norteamericanos y que naci? en la Argentina, all? por el cuatro de agosto de mil ochocientos cuarenta y uno, por lo tanto, argentino, el que sin embargo muri? en Gran Breta?a como ciudadano

    ingl?s, y que escribi? en el inmortal idioma de Shakespeare sobre los gau chos de habla castellana de las pampas argentinas. Un escritor: ?norteame ricano?, ?argentino?, ?ingl?s?, ?anglonorteamericano?, ?norteargentino?, ?angloargentino?, ?norteangloargentino?".8

    Sin embargo, y tal vez, a diferencia de lo que sucede en otras literaturas nacionales, la literatura argentina nunca ha sido definida por los lugares que los escritores ocupaban en el mapa geogr?fico a la hora de escribir. Por el con

    trario, la primera Historia de la literatura argentina, compuesta por Ricardo

    Rojas en el momento mismo de la fundaci?n de una literatura nacional, incor pora, en su cap?tulo "Los proscriptos", poemas, ensayos y relatos escritos durante el exilio del per?odo rosista como parte constitutiva de la literatura nacional, aun cuando, en esa primera instancia, las nociones caracter?sticas

    para definirla ?suelo, raza, idioma? aparec?an como las grandes determina ciones de un literatura nacional. Con "los proscriptos" del rosismo se abre, por lo tanto, una l?nea que recorre toda la historia de la literatura argentina ?la lite ratura de exilio?, cuyos ?ltimos avatares son los textos escritos por los escritores y poetas exiliados durante la ?ltima dictadura militar. La literatura de exilio recorre, entonces, los dos siglos de literatura argentina y es parte cons titutiva de la literatura nacional, porque la literatura de exilio pertenece por definici?n, como afirma Casanova, al espacio literario nacional.

    7. Clara Obligado, Salsa, Barcelona, Plaza & Janes, 2002, p. 58.

    8. Pablo Urbanyi, En ninguna parte, Buenos Aires, Belgrano, 1981, p. 68.

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  • 26 LITERATURA ARGENTINA ENTRE EXILIOS Y MIGRACIONES

    En su mayor parte, la literatura del exilio que se escribe entre 1974 y 1983, est? conformada por textos fuertemente ligados a las experiencias personales y pol?ticas del exiliado.9 Los t?picos recurrentes de la literatura del exilio son el viaje inverso del descendiente de inmigrantes, la b?squeda del sitio de ori gen y el interrogante sobre la identidad, la experiencia de la diferencia.

    Muchos de sus rasgos perduran hasta hoy en la literatura de quienes estuvieron exiliados y no regresaron a la Argentina, como por ejemplo, en la de Alicia

    Dujovne Ortiz, quien se exili? en Francia en 1978, y escribi? dos "auto-fic ciones", El ?rbol de la gitana y Las perlas rojas, donde narra las historias de desarraigo propias y las de sus antepasados inmigrantes;10 en la de Alicia

    Kozameh, presa pol?tica entre setiembre de 1975 y diciembre de 1978, quien en sus dos novelas Pasos del agua y Ofrenda de propia piel escritas en Estados Unidos, recrea, en clave ficcional, su propia experiencia ?y las de sus

    compa?eras? en las c?rceles de la dictadura;11 y tambi?n, en la de Pablo

    Urbanyi, quien vive en Canad? desde su exilio en 1977. En sus novelas, la

    experiencia del exilio aparece tanto bajo la forma metaf?rica, como sucede en Silver, que narra la historia de un mono llevado a los Estados Unidos por una

    pareja de cient?ficos para estudiar su adaptaci?n a un medio "enriquecido", lo que llev? a Urbanyi a decir en varias oportunidades "Silver soy yo";12 como tambi?n vali?ndose de un realismo delirante que lo emparienta, en muchos casos, a la literatura de Alberto Laiseca. As?, en Una epopeya de nuestros tiem

    pos, su protagonista es un escritor emigrante argentino quien, con su mujer y sus dos hijos, lleg? a Canad? para vivir "en lo que m?s adelante llamar?a

    Utop?a, una verdadera 'tierra de las oportunidades' que se extend?a ante ?l a la espera de ser conquistada como una bella mujer",13 pero que, lejos de esa utop?a, deviene en un personaje fuertemente escindido cuyas acciones est?n movidas por el "temor a la integraci?n y la metamorfosis definitiva". Es, como sostiene David Lagmanovich, un hombre "sin atributos" que no consigue ordenar su vida ?ni dentro del sistema ni fuera de ?l?,14 y que procura

    9. Andr?s Avellaneda, "Lecturas de la historia y lecturas de la literatura en la narrativa

    argentina de la d?cada del ochenta", en Adriana Bergero y Feranando Reati, comps., Memoria colectiva y pol?ticas de olvido. Argentina y Uruguay, 1970-1990, Rosario, Beatriz Viterbo, 1997, p. 162.

    10. Alicia Dujovne Ortiz, El ?rbol de la gitana, Buenos Aires, Alfaguara, 1998, y Las perlas rojas, Buenos Aires, Alfaguara, 2005.

    11. Alicia Kozameh, Pasos del agua, C?rdoba, Alci?n, 1987, y Ofrenda de propia piel, C?rdoba, Alci?n, 2004.

    12. Pablo Urbanyi, Silver, Buenos Aires, Atl?ntida, 1993.

    13. Pablo Urbanyi, Una epopeya de nuestros tiempos, Buenos Aires, Cat?logos, 2004, p. 12.

    14. David Lagmanovich, "Presentaci?n de Una epopeya de nuestros tiempos", Tucum?n, 29 de abril de 2004.

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  • SYLVIA SAITTA 27

    preservar una identidad que, no obstante, se va desintegrando hasta el punto de no discernir los l?mites entre fantas?a y realidad.

    Vinculada a la literatura del exilio ?porque durante la dictadura militar muchos de sus libros estuvieron prohibidos o censurados en la Argentina?, es

    la obra de tres de los escritores m?s importantes de la literatura argentina del

    siglo veinte despu?s de Borges: Julio Cort?zar, Manuel Puig y Juan Jos? Saer. Por distintas razones, los tres abandonaron el pa?s para radicarse en Francia

    ?

    Cort?zar y Saer, en 1951 y 1968 respectivamente?, en Italia, Estados Unidos, M?xico y Brasil, Puig, en un viaje ininterrumpido que se inici? en 1956; desde afuera de las fronteras territoriales de la Argentina, estos tres escritores con tinuaron escribiendo y editando sus libros en la Argentina. Son escritores

    argentinos emigrados que, para decirlo con palabras de Blas Matamoro, adop taron la extranjer?a como identidad porque ahondaron su diferencia idiom?ti ca, escribiendo en argentino a pesar de las distancias.15

    Sus po?ticas literarias son, a su vez, tomas de posici?n frente a la escisi?n

    que implica el aqu? y el all?, el adentro y el afuera, la emigraci?n y la literatu ra argentina. Cada uno de ellos, y de muy distinta manera, provee modelos de

    representaci?n de las tensiones y los conflictos del "vivir afuera" que, en muchos casos, son retomados por la literatura de escritores que actualmente viven y escriben fuera del pa?s, como, por ejemplo, Varia imaginaci?n de Sylvia Molloy, quien vive en Nueva York, y La laguna de Sergio Delgado, que parti? hacia Francia en 1999.

    Varia imaginaci?n, compuesto por breves narraciones sobre el car?cter elu sivo de la memoria, se cierra con "Atmosf?ricas", un relato autobiogr?fico que transcurre en los momentos que siguieron al atentado a las Torres Gemelas. Setiembre de 2001 ?se lee en este ?ltimo relato? cambia la temperatura de la ciudad y la temporalidad de quien narra, "como si el ataque hubiera desor denado algo en m? de manera mucho m?s profunda".16 En la suspensi?n del

    tiempo, en ese tiempo sin tiempo que se abre despu?s del 11 de setiembre ?

    pues su cronolog?a ha sido detenida como fueron detenidas las agujas de los relojes cercanos a la cat?strofe?, irrumpe el pasado para convertirse en puro presente: "fue entonces cuando empec? a so?ar con Buenos Aires noche tras noche. Fue entonces cuando me sorprend? pensando en mi madre, mi padre,

    mi t?a, mi hermana: todos muertos" (p. 103). En ese pasado, que no se recu pera en tanto pasado sino que deviene puro presente, coexisten la ni?a que vivi? su infancia en Argentina y la adulta que, cuando escucha ladrar a un

    perro, se recuerda a s? misma desde Estados Unidos: "lo presiento en el ladri

    15. Blas Matamoro, "Experiencias de un emigrante", III Congreso Internacional de la Lengua Espa?ola, Rosario, Argentina, 17 a 20 de noviembre de 2004.

    16. Sylvia Molloy, Varia imaginaci?n, Rosario, Beatriz Viterbo, 2003, p. 103. Las citas sigu ientes se indicar?n en el texto.

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  • 28 LITERATURA ARGENTINA ENTRE EXILIOS Y MIGRACIONES

    do desolado de un perro que me llega desde el fondo de manzana, que es el de

    aquel perro de la casa del fondo, en Olivos, que ladraba de tarde cuando ten?a fr?o" (p. 104). Al recuperar dos tiempos ?pasado y presente? y dos espacios

    ?Buenos Aires y Nueva York? en la continuidad de lo discontinuo, el rela to deviene en cita y homenaje a la literatura de Julio Cort?zar. No es casual, por lo tanto, que el relato que abre Varia imaginaci?n se titule "Casa tomada": como esa casa imaginada por Cort?zar, estas narraciones de Molloy han sido "tomadas" por una literatura ajena, por algunos de los procedimientos ?el uso de la lengua coloquial, la elipsis y la yuxtaposici?n? que caracterizan, pre cisamente, la literatura de Cort?zar: "Era una pr?ctica tan in?til como festiva

    porque Quintana hablaba hasta por los codos y era divertido, a ver, boca abajo en la cama, m'hijita, no me llore que no va a sentir nada, cuando pincha Quintana no duele y s? sana, mira si yo voy a hacerte mal, as? quietita querida, no ves que no te doli? y ya est?, pinch? Quintana, pinch?, y ahora a otra cosa, chau, que se va Quintana" (p. 104).

    Como los relatos de Molloy, las narraciones de La laguna de Sergio Delgado est?n recorridas por el cuestionamiento de las relaciones entre la memoria y el olvido, y de los inaprensibles lazos entre el tiempo recordado y el tiempo del que recuerda. En su escritura, resuenan la cadencia narrativa de la literatura de Juan Jos? Saer y el sistema descriptivo de los poemas de Juan

    L. Ortiz ?ya presente en la narrativa de Saer?, no s?lo porque la acci?n de

    los relatos transcurre en los mismos espacios (la ciudad de Santa Fe y sus alrededores), sino porque, como en la narrativa de Saer, el espacio de la fic ci?n est? constituido por una lengua, un paisaje y un sistema de personajes que reaparecen en varios relatos. Los relatos de La laguna, se detienen en el camino imperceptible que recorre una imagen del pasado (de la infancia, de la juventud, de un encierro) hacia el presente,17 para captar esos instantes del pasado que vuelven cuando menos se los espera. Narradores y personajes son asaltados por una imagen, generalmente de la infancia, que devela, en el pre sente, toda su fuerza. No hay, sin embargo, mediaciones ni magdalenas que conduzcan hacia ese pasado,18 sino que la sola memoria, sin nostalgia ni a?o ranzas, trabaja en los intersticios del presente para convertir en presencia un detalle, un instante, una imagen, que estaban ausentes: una tarde de verano

    compartida por un padre y su hijo; las visitas de un hijo a su padre preso; el primer viaje de la infancia a las sierras cordobesas.

    A diferencia de Molloy y Delgado, otros escritores, como Sergio Chejfec y N?stor Ponce, dialogan con la literatura argentina al hacer propia una de sus

    17. "El tiempo ?sostiene el narrador de uno de los relatos? empareja todo y en el recuerdo los distintos momentos de un d?a van a confundirse en una misma masa indeterminada donde

    apenas si resaltan, como excrecencias, caprichosos e insospechados instantes". Sergio Delgado, La laguna, Rosario, Beatriz Viterbo, 2001, p. 115.

    18. "Y no hubo nada que despertara en m? este recuerdo tan profundamente dormido: el gusto de nada, el olor de nada, el sabor de nada, ni, mucho menos, la visi?n de nada". Ibid., p. 11.

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  • SYLVIA SAITTA 29

    grandes tradiciones: la tradici?n urbana como s?ntesis de la importaci?n euro

    pea y la ciudad criolla; como indagaci?n de los contornos de una identidad nacional pensada en la confluencia ?y por lo tanto, en la suma? de la tradi ci?n argentina y el legado europeo. El modelo, de m?s est? decirlo, es Borges, y m?s precisamente, las operaciones que Borges realiza en "La muerte y la

    br?jula", donde Buenos Aires parece estallar en m?ltiples fragmentos y recomponerse en fragmentos de otras posibles ciudades aludidas a trav?s de los nombres propios con que se nombran calles o edificios de la ciudad.19

    "La muerte y la br?jula" despliega la narraci?n de su trama policial en una Buenos Aires cuyos datos topogr?ficos son verdaderos, pero sus nombres no lo son: Rue de Toulon es Paseo Col?n; Triste-le-Roy, el Hotel Las Delicias, de

    Adrogu?; el H?tel du Nord es el Kavanagh. Se trata de una ciudad artificiosa mente enmascarada por top?nimos y apellidos franceses, alemanes, jud?os,

    irlandeses y n?rdicos: Borges traduce a. Buenos Aires, pero en direcci?n inver sa: pone los nombres europeos en vez de los locales, gesto que obliga al lec

    tor, a su vez, a traducir lo extranjero para recobrar lo argentino. Sergio Waisman sostiene que estas sustituciones que producen un desplazamiento de

    los top?nimos y apellidos europeos al mapa de Buenos Aires funcionan a un nivel simb?lico y l?xico para re-inscribir a lo europeo en un contexto argenti no borgeano. A trav?s de estos desplazamientos, el Buenos Aires del cuento

    logra la s?ntesis entre la ciudad criolla y la ciudad europea porque para Borges la verdadera Buenos Aires es precisamente esta combinaci?n de lo local y lo

    extranjero, porque para Borges, lo local y lo extranjero son inseparables.20 Inscribir lo extranjero en lo argentino es uno de los movimientos princi

    pales tanto de El aire de Sergio Chejfec, quien se radic? en Caracas en 1990 y despu?s de 15 a?os pas? a Nueva York, como de El int?rprete y La bestia de las diagonales, de N?stor Ponce, quien vive en Francia desde 1978. Son tres

    novelas urbanas en las cuales se representan ciudades acechadas: por la

    pobreza y la decadencia, en El aire; por la enfermedad y la muerte, en El int?r

    prete', por la locura y el crimen, en La bestia de las diagonales. En El aire, Chejfec imagina ?y predice, pues se trata de una novela de

    1992? una ciudad en proceso de desmoronamiento, en la que los tugurios ocupan las azoteas y los techos de las casas, y que en su camino a la disgre gaci?n, retorna al campo. Buenos Aires se ruraliza: las ruinas de los edificios se transforman en demoliciones, las demoliciones en bald?os, y los bald?os en

    campo.21 As? como la ciudad se va modificando, se registra tambi?n un

    19. Jorge Luis Borges, "La muerte y la br?jula" en Ficciones, Buenos Aires, Emec?, 1956.

    20. Sergio Waisman, Borges y la traducci?n, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2005.

    21. "Esos bald?os indefinidos representaban una intromisi?n espont?nea del campo en la ciu

    dad, la cual parec?a as? rendir un doloroso tributo a su calidad originaria. Consist?a en una

    regresi?n pura: la ciudad se despoblaba, dejar?a de ser una ciudad, y nada se hac?a con los descampados que de un d?a para otro brigadas de topadoras despejaban: se pampeanizaban

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  • 30 LITERATURA ARGENTINA ENTRE EXILIOS Y MIGRACIONES

    trastorno "disimulado" del idioma: la radio "prendida" deviene en radio

    "encendida"; la ropa colgada en ropa "tendida"; las vidrieras de los negocios en escaparates de los comercios; los objetos perdidos, son "extraviados"; y al abrir la heladera, el narrador repara en que, en el presente "se est? diciendo nevera". Con estas variaciones de la lengua, con estos cambios en los modos del decir que conservan el sentido de las palabras pero que al mismo tiempo lo var?an, Chejfec realiza el mismo gesto que Borges, pero en otro sentido: si en "La muerte y la br?jula" los nombres argentinos son reemplazados por nombres que provienen de la tradici?n europea, en El aire, Buenos Aires se "latinoamericaniza" tanto en la figuraci?n de un futuro urbano en el que el dinero ha sido reemplazado por el vidrio y una ciudad-ruina es recorrida por pobres que se han convertido en botelleros, como en el uso de un castellano no rioplatense, que remite al espa?ol del doblaje latinoamericano.

    Si Chejfec predice un futuro para Buenos Aires, N?stor Ponce en El int?r prete imagina su pasado.22 La acci?n de El int?rprete transcurre durante la

    presidencia de Sarmiento, en 1870, momento de esplendor de los sue?os de

    progreso y civilizaci?n, en los albores de la constituci?n de un Estado mo derno.23 En esa Buenos Aires cosmopolita, en la que conviven inmigrantes, criollos de la elite patricia y negros liberados, irrumpen la muerte, la peste y la destrucci?n a trav?s de la fiebre amarilla. La fiebre amarilla, como met? fora de destrucci?n, se inscribe entonces en el origen mismo de la gran

    metr?poli, transformando a la ciudad en un espacio en el que se muere o del que se huye. Como si fuese una continuaci?n, La bestia de las diagonales transcurre a finales del siglo diecinueve, pero en la reci?n fundada ciudad de

    La Plata.24 Como en El int?rprete, en el centro mismo del proyecto iluminista y racionalista que implic? su fundaci?n, se esconde la irracionalidad del crimen. "La ciudad ?dice el narrador? estaba incubando un for?nculo, un lento grano de pus que corromp?a su destino de grandeza" (p. 15); en esa ciu

    dad ut?pica y perfecta, sue?o concretado de higienistas y literatos, "hab?a un

    grano de pus": entre los asistentes a su fundaci?n, se esconde un asesino se

    rial, contracara oscura del progreso que se estructura en la novela sobre el

    andamiaje del policial negro. Si el narrador de El int?rprete, es un argentino hijo y nieto de franceses a

    quien un ex juez de la elite criolla contrata como traductor de sus di?logos con instant?neamente. Donde hab?an vivido amigos y familiares ahora quedaban los ?rboles y alguna que otra pared. De manera literal, el campo avanzaba sobre Buenos Aires". Sergio Chejfec, El aire, Buenos Aires, Alfaguara, 1992, p. 163.

    22. N?stor Ponce, El int?rprete, Rosario, Beatriz Viterbo, 1998. Las citas siguientes se indicar?n en el texto.

    23. Para una lectura de El int?rprete, v?ase: Cristina Sisear, "El camino del mito" en La Maga (12 de agosto de 1998). Disponible en http://www.beatrizviterbo.com.ar/prensa.asp.

    24. N?stor Ponce, La bestia de las diagonales, Buenos Aires, Simurg, 1999.

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  • SYLVIA SAITTA 31

    una mujer francesa, y que a lo largo de sus encuentros es vampirizado por la voz del otro ?"traduzco, hablo, y mi palabra es la suya y mi vida ya no me

    pertenece", sostiene el narrador? (p. 266), La bestia de las diagonales, con sidera la traducci?n del modelo europeo que origin? la traza de la ciudad de

    La Plata sobre el territorio americano como una distorsi?n, que se amplifica y se duplica en su protagonista. Como analiza Claudia Rom?n, la figura de

    Bernai ?narrador y asesino serial? es tambi?n una figura importada: "su identidad encubre la de Jack el destripador que se revela de este modo ?y no sin humor? ?argentino! Si la planta urbana es, ya, un remedo inquietante del

    mapa proyectado, la serie de cr?menes del destripador duplica esa inquietud. Al perpetrar los nuevos cr?menes sobre la plantilla de los c?lebres asesinatos londinenses, Bernai los traduce; y al traducirlos, los desv?a".25

    Mientras estos textos se inscriben en la tradici?n urbana como s?ntesis de la importaci?n europea y la ciudad criolla, Remington Rand, una infancia extraordinaria de L?zaro Covadlo, argentino residente en Espa?a, lo hace, en

    cambio, en la tradici?n abierta por la literatura del desierto.26 Se trata de una novela de iniciaci?n que narra, a su vez, un cap?tulo de la historia argentina: su protagonista, mitad indio y mitad brujo, cuenta su infancia y su actuaci?n como cacique de los mapuches; al hacerlo, rescata voces olvidadas en la lite ratura argentina ?leyendas populares, f?bulas, cantos tribales? para refle xionar sobre los procesos de borramiento ?y, por lo tanto, de sustracci?n? de la cultura b?rbara en la constituci?n de la identidad nacional. En los l?mites de la lengua, y en los bordes geogr?ficos del mapa de la Argentina, la novela

    recupera esas voces pero, a su vez, las traduce: al final del libro, un "Glosario" se?ala el lugar de enunciaci?n del texto ?se escribe en Espa?a, y no en

    Argentina? para traducir precisamente aquellas mismas palabras que el per sonaje ya mencionado de Salsa de Obligado, decide "congelar" despu?s de haber sido rechazada por editores argentinos y espa?oles: palabras argentinas, "palabras in?tiles, palabras borradas del mapa, pobres palabras exiliadas": pala bras

    "que tienen ce hache", las "relacionadas con su infancia", "las que viven

    al aire libre", "las que hacen re?r a los espa?oles", "las que confunden en la

    convivencia", "las que tienen que ver con el ADN nacional".27 Mientras el per sonaje de Obligado renuncia a las palabras argentinas ?y renuncia a la b?squeda de otras palabras, de otras tonalidades para una literatura de emi

    graci?n? la novela de Covadlo las incorpora, pero traduci?ndolas. En este sentido, si una tensi?n recorre a la mayor?a de los textos que se

    escriben fuera del pa?s, sobre todo en Espa?a, es la tensi?n ling??stica 25. Claudia Rom?n, No todo lo que brilla es oro. Retratos y caricaturas de La Plata, de la pren sa peri?dica a la literatura, Buenos Aires, 2005, mimeo.

    26. L?zaro Covadlo, Remington Rand, una infancia extraordinaria, Barcelona, Mondadori, 1998.

    27. Clara Obligado, Salsa, p. 70.

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  • 32 LITERATURAARGENTINA ENTRE EXILIOS Y MIGRACIONES

    entre dos espacios de enunciaci?n que, aun dentro de una misma lengua, necesitan de la traducci?n. Si bien la mayor?a de estos textos presentan narradores cuyas voces "dicen" en espa?ol peninsular ?lo que llevar?a a

    suponer, creo que err?neamente, que se trata de literatura espa?ola?, hay siempre un momento en el que irrumpe el idioma de los argentinos.

    Novelas tensionadas por la inscripci?n en dos lenguas, representan esa ten si?n a trav?s de un personaje, de un recuerdo, de un malentendido ling??s tico, de la irrupci?n de la memoria.

    En algunas novelas, la representaci?n de esta tensi?n es expl?cita: a trav?s de personajes escindidos entre dos lenguas ?la lengua de infancia y la lengua del presente de enunciaci?n?, se escenifica el momento en que esos

    personajes se traducen a s? mismos.28 En otras, el idioma de los argentinos se filtra en tramas que transcurren en Buenos Aires ?como Bariloche de Andr?s Neuman, donde la voz del narrador es espa?ola pero se reproduce la oralidad porte?a en el habla de sus personajes? o que incluyen el viaje a la otra orilla.29

    Tanto Bolero de L?zaro Covadlo, como La capital del olvido de Horacio

    V?zquez Rial, son novelas policiales cuyas tramas se desarrollan entre Espa?a y Argentina. En Bolero, el presente narrativo transcurre simult?neamente en

    Espa?a y en Buenos Aires, durante los a?os noventa, pero narra tambi?n, en una confluencia de tiempos m?ltiples, distintos momentos del pasado de una banda ma?osa que en Buenos Aires, y liderada por un exiliado espa?ol durante el franquismo, emprende sucios negociados que contin?an, ya lega lizados, en la Espa?a de hoy.30 A su vez, en La capital del olvido, se refiere la

    historia de una b?squeda: un turbio millonario espa?ol contrata los servicios de un detective para que encuentre a su nieto, hijo de desaparecidos, en la Buenos Aires de los noventa. En su investigaci?n, el detective se enfrenta al

    28. Por ejemplo, en Salvajes mimosas de Dante Bertini (Barcelona, Tusquets, 1994), Patricia, una argentina que vive en Barcelona, se traduce a s? misma cuando conversa con otros: "Porque ella temblaba como una mosca, digo, como una... ?hoja se dice?... Desde que estoy ac? se me

    mezcla todo... Por tratar de hablar a la espa?ola, por hacerme entender... y al final me hago unos l?os que ya no s? qu? decir ?viste?" (p. 53); "...y las dos nos pusimos unos aros... unos pendientes, quiero decir, bien exagerados" (p. 145); ".. .se callaba la boca, pero al rato aparec?a con unas facturas, bueno, unas pastas, o alg?n chocolate" (p. 148); "... nos junt?bamos hoy en una casa y ma?ana en otra, a tomar el t? y a re?rnos un rato... a chusmear... a cotillear, digo..." (p. 151). En Salsa la idea de traducci?n es permanente: "??Sos Jamaica?, va a preguntar, pero el radar le indica alerta roja, cambio inmediato de pro nunciaci?n, de tono, de l?xico.

    ??Eres t?, Jamaica? Y traduciendo siempre. Perd?name (perd?name) estoy hecha polvo (reventada), adem?s tengo el grifo abierto (la canilla) y te oigo fatal (como la mona).

    Agotador, cono (mierda), ten?a que serenarse (tranquilizarse) ya (de una buena vez). ?Luego (despu?s) te llamo". (Clara Obligado, Salsa, p. 25).

    29. Andr?s Neuman, Bariloche, Barcelona, Anagrama, 1999.

    30. L?zaro Covadlo, Bolero, Barcelona, Mondadori, 2000.

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  • SYLVIA SAITTA 33

    pasado argentino, develando el oscuro trasfondo econ?mico sobre el que se asientan muchas de las empresas que funcionan en Espa?a, iniciadas con capi tales provenientes de los robos y saqueos a los desaparecidos, o del chantaje econ?mico a sus familiares.31 En ambas novelas, el decir argentino se incor pora como construcci?n de una referencia: los personajes argentinos hablan en argentino, mientras que los personajes espa?oles, as? como los narradores, hablan en espa?ol.

    La tensi?n ling??stica entre dos espacios de enunciaci?n desaparece, en

    cambio, en aquellos textos que se inscriben en la literatura del pa?s de llegada, tanto los textos de los escritores que, citando nuevamente a Blas Matamoro, "renuncian a la extranjer?a" y se deslizan de su lengua a otra lengua, como es el caso de la literatura de H?ctor Bianciotti, como los textos de escritores

    argentinos que emigran dentro de su propia lengua, como sucede en los textos narrativos de Dante Bertini y Andr?s Neuman.

    Las dos novelas de Dante Bertini, Salvajes mimosas y El hombre de sus sue?os, se publicaron en la colecci?n "La sonrisa vertical".32 Por ser novelas er?ticas, recurren al lenguaje directo y buscan provocar y excitar la sensuali dad del lector.33 El desaf?o que se les plantea, como a toda novela er?tica, es c?mo mencionar los ?rganos genitales y con qu? palabras describir el acto se xual. Bertini elige hacerlo en los t?rminos espa?oles, y en esta elecci?n, deter

    mina, en buena medida, su universo de lectores. ?C?mo despertar la sensuali dad de un lector argentino si los t?rminos que aparecen son, para ese o?do

    argentino, decididamente extranjeros? En este sentido, la an?cdota que Edgardo Cozarinsky recupera sobre cierta tarde de verano en la que Victoria Ocampo y Ricardo Baeza, que est?n traduciendo en colaboraci?n The Mint de T. E. Lawrence, se re?nen para resolver "una cuesti?n espinosa", explicita el

    punto m?ximo de distancia entre las dos lenguas porque, en la ret?rica del sexo, la distancia entre las lenguas se presenta como insalvable: "En el libro se habla mucho de masturbaci?n y Victoria quiere traducir 'hacerse la paja'.

    Baeza, siempre castizo, prefiere 'hacerse la pu?eta'. Tras un intercambio de

    opiniones, Baeza esgrime un argumento que no puede sino ofender a su

    amiga: 'pu?eta' es m?s correcto porque deriva de pu?o, forma que adopta la mano del hombre en el acto de masturbarse. 'Las mujeres tambi?n se mastur ban y al hacerlo su mano no adopta forma de pu?o', replica, airada, Victoria. Contin?a la discusi?n cada vez m?s ?spera hasta que la due?a de casa decide

    31. Horacio V?zquez Rial, La capital del olvido, Madrid, Alianza, 2004.

    32. Dante Bertini, El hombre de sus sue?os, Barcelona, Tusquets, 1993, y Salvajes mimosas, Barcelona, Tusquets, 1994.

    33. Alicia Steimberg, "C?mo escribir literatura er?tica", Buenos Aires, setiembre de 1993.

    Disponible en http://www.literatura.org/Steimberg/asTexto2.html.

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  • 34 LITERATURA ARGENTINA ENTRE EXILIOS Y MIGRACIONES

    terminarla: '?Basta! ?Este libro sale en la Argentina y aqu? nadie se hace la

    pu?eta, en la Argentina, todos se hacen la paja!'".34 Diferente es la cuesti?n que se plantea Andr?s Neuman, cuya literatura se

    inscribe sin ataduras gen?ricas ?como es el caso de Bertini? y sin conflic tos est?ticos o ideol?gicos en la literatura del pa?s en el que vive. La literatura de Neuman elige emigrar dentro de su propia lengua, en una elecci?n que se

    explicita en la "Posdata argentina" con la que se cierra su libro de cuentos El

    que espera: "Mi dialecto literario es el castellano de Espa?a (...) en el plano estrictamente ling??stico, jam?s he tenido dudas acerca del uso del dialecto espa?ol, al cual me acog? bien pronto y en el cual vengo escribiendo tanto

    poes?a como narrativa. (...) En cuanto al presente libro de cuentos ?al igual que los que vengan en el futuro?, (...) se inscribe en el ?mbito del habla colo quial espa?ola, que es la que me rodea y la que termin? de formar mi o?do durante mi adolescencia".35

    Frente al desaf?o de permanecer en la propia lengua ?y adoptar la extran

    jer?a como identidad?, a la tensi?n ?y por lo tanto, la escisi?n? ling??stica entre las dos orillas, o a la emigraci?n dentro de la propia lengua, la narrativa de Andr?s Ehrenhaus se ubica en otro lugar. No se trata de ser ni de aqu? ni de

    all?, no se trata tampoco de recurrir al facilismo que otorga el uso de un

    espa?ol est?ndar, sin marcas regionales. De lo que se trata, tanto en los relatos de Monogatari como en los de La seriedad, es de explorar los l?mites de la

    propia lengua, en relatos donde un permanente juego verbal da cuenta de situaciones absurdas que bordean lo inveros?mil.36 Como en el caso de

    Marcelo Cohen, para quien "en la experiencia de un trasterrado la necesidad de ensamblar y acotar un espacio propio es m?s perentoria",37 en Ehrenhaus se

    subraya este vac?o referencial en la construcci?n de espacios virtuales, sin referencias temporales ni espaciales. Sus tramas se desarrollan en escenarios corro?dos, plagados de absurdos sociales, en las cuales el verdadero tema son las "formas de decir" o las "formas de contar" cristalizadas en el lenguaje cotidiano o libresco; su m?todo ?se?ala Pablo Prev?? pasa por someter a esas formas cristalizadas del lenguaje a una distorsi?n o cuestionamiento sis tem?ticos.38 En este punto, los relatos de Ehrenhaus se separan de otros textos tambi?n construidos desde el vac?o referencial ?no hay referencias espaciales 34. Edgardo Cozarinsky, Museo del chisme, Buenos Aires, Emec?, 2005, p. 86.

    35. Andr?s Neuman, El que espera, Barcelona, Anagrama, 2000, pp. 143-44.

    36. Andr?s Ehrenhaus, Monogatari, Barcelona, Mondadori, 1997, y La seriedad, Barcelona, Mondadori, 2002.

    37. Guillermo Saavedra, "Marcelo Cohen. Los espacios imaginarios del narrador", en La curiosidad impertinente, Rosario, Beatriz Viterbo, 1993, p. 79.

    38. Pablo Prev?, "La lengua distorsionada", 3 Puntos, 236 (4 de enero de 2002). Disponible en http://www.3puntos.com/seccion.php3?numero=236.

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  • SYLVIA SAITTA 35

    en Si un hombre vivo te hace llorar de Clara Obligado (1998), o en La casa de Patrick Childers (1999) de L?zaro Covadlo? porque en su caso, el vac?o refe rencial se suma al extra?amiento ling??stico: "Algo en el inmenso territorio de su lengua no iba bien", se lee en el relato "Adi?s, Abel Montuno" de La seriedad, "algo en tu lengua madre marcha mal". Esta extra?eza ling??stica se revela en el uso de neologismos, barbarismos, palabras escritas en spanglish, cultismos, verbos derivados de sustantivos inexistentes. Como en algunos relatos de Osvaldo Lamborghini, la violencia verbal sobre la lengua no hace sino expresar la violencia sobre el cuerpo y sobre la tradici?n, la violencia sobre el decoro y sobre el buen decir, mientras que el sentido literal de las pala bras (como sucede en La causa justa de Lamborghini y tambi?n en "Honor a la verdad" de Ehrenhaus) no es sino el desencadenante del malentendido.

    ?Qu? significa, entonces, escribir en otro lugar? ?Qu? significa escribir desde otro lugar? Despu?s de reeditada su novela En breve c?rcel en Argentina, Sylvia

    Molloy se preguntaba: "?Cuando empieza la extranjer?a de un texto? ?En el desplazamiento geogr?fico, en el uso de otra lengua, en la extra?eza de la an?c

    dota, en el efecto de traducci?n?".39 Y Burkhard Pohl cierra su art?culo sobre el discurso transnacional en la narrativa latinoamericana con una pregunta pareci da:

    "?Qu? criterios deciden sobre la percepci?n de un escritor como nacional?".40 Lejos de responder estas preguntas, se podr?a, no obstante, afirmar que en una literatura como la argentina, constituida, desde sus comienzos, en la tensi?n entre la lengua nacional y la lengua extranjera, y en la confrontaci?n de nacionalismo y cosmopolitismo, la extranjer?a de un texto depende, m?s que del texto en s? mismo, del modo en el que es le?do. Porque lo cierto es que se lee

    siempre desde un lugar: como sostiene Hugo Achugar, dado que el concepto de desterritorializaci?n est? asociado a las transformaciones tecnol?gicas, medi?ti cas, migratorias y financieras de un mundo global, la llamada mundializaci?n de la literatura no implica necesariamente que desaparecen las coordenadas de ubi caci?n y localizaci?n geogr?ficas desde donde se lee.41

    Porque leer, en Argentina, novelas y relatos de argentinas y argentinos que escriben fuera de las fronteras geogr?ficas es, tambi?n, una tradici?n argenti na. Y si bien pareciera, en estos momentos "globalizados y mundializados", que son las editoriales las que est?n decidiendo la "nacionalidad" de los tex

    tos, es el lector el que contin?a reconociendo ?o comienza a desconocer? una entonaci?n, un modo particular de dialogar con diferentes tradiciones cul

    turales, el "decir" de la literatura argentina. 39. Sylvia Molloy, "En breve c?rcel: pensar otra novela", Punto de Vista, XXI, 62, Buenos

    Aires (diciembre de 1998), p. 30.

    40. Burkhard Pohl, "El discurso transnacional en la difusi?n de la narrativa latinoamericana", Cuadernos Hispanoamericanos, 604 (octubre de 2000), p. 51.

    41. Hugo Achugar, "Pr?logo" de Arjun Appadurai, La modernidad desbordada. Dimensiones culturales de la globalizaci?n, Buenos Aires, Trilce / FCE, 2001, p. 13.

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    Article Contentsp. [23]p. 24p. 25p. 26p. 27p. 28p. 29p. 30p. 31p. 32p. 33p. 34p. 35

    Issue Table of ContentsHispamrica, Ao 36, No. 106 (Apr., 2007), pp. 1-128Front MatterHurfano, el sol (La muerte de Dios en el siglo XIX) [pp. 3-21]Cruzando la frontera: La literatura argentina entre exilios y migraciones [pp. 23-35]Del recuerdo a la voz [pp. 37-45]EntrevistaRodrigo Fresn [pp. 47-59]

    PoesaCrnica del mestizo [pp. 61-67]Cenital [p. 69-69]Continuum [p. 70-70]La llave [pp. 70-71]M [p. 71-71]Rosela [p. 72-72]

    FiccinLa colaboracin [pp. 73-88]Mi to, el difunto [pp. 89-95]El doble arte de morir [pp. 97-101]

    Dos novelas de ahora mismo: Son de almendra, de Mayra Montero, y Travesuras de la nia mala, de Mario Vargas Llosa [pp. 103-111]Canibalismo y referencialidad en la poesa de Enrique Fierro [pp. 113-119]ReseasReview: untitled [pp. 121-122]Review: untitled [pp. 122-123]Review: untitled [pp. 123-125]Review: untitled [pp. 125-126]Review: untitled [pp. 126-127]Review: untitled [p. 128-128]

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