coqui santaliz especial para el nuevo día

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R > VIERNES EL NUEVO DIA 17 DE AGOSTO DE 2007 EDITOR: FRANCISCO VACAS [email protected] 27 VIDAS ÚNICAS JAVIER TONOS NATURÓPATA ‘‘ COQUI SANTALIZ Especial para El Nuevo Día esulta que a esta señora le habían diagnosticado un temible cáncer que estaba regado por todo su cuerpo. Los médicos le hablaron de semanas. Cuando llegó a ver al doctor Javier Tonos, naturópata, no tenía esperanza de vida y le preguntó si se moriría pronto. El doctor Tonos con una voz suave -a veces casi imperceptible- se quedó de una pieza. “Sólo Dios puede decidir el destino de una persona. Estaba tan afectada. Le tome una mano y rezamos juntos. Le dije que si ella decidía vivir, podíamos trabajar por su salud. Eso fue en el 1994. Superó su cáncer porque se entregó en alma a los tratamientos. Y hoy día viene a mi oficina sólo para saludar y repartir besos. Sin coloctomía, sin cancer”. La decisión de dedicarse a los cientos de pacientes con enfermedades terminales que acuden a su centro naturista la hizo cuando aún era muy niño. Observaba a su madre que tenía vocación de sanadora y se preocupaba por los enfermos. Pre- paraba remedios con plantas y cuanto mejunje y “teses” para aliviarlos. El niño captaba a la incertidumbre. Silenciosamente, al lado de la madre. Y cuando le decían que se iban porque estaban muy graves, se confundía. No podía comprender que las personas no se salvaran. Qué era eso de la salud. ¿Cómo trazó un dibujo de la vida mien- tras los veo irse?, cuestionaba el niño. “Sin salud no hay nada, nene”. “Escojo la salud entre el dinero y el amor”. Frases y cantaletas. “Una obscura no- che me dije que cuando fuera grande haría por curarlos”, revela Tonos. Y no se ha fallado. Como las plantas y los remedios naturales siempre le fascina- ron, en cuanto pudo gestar el plan se fue a estudiar y obtuvo un doctorado en naturopatía y, más adelante, otro en herbología. También se acercó y se acerca a la medicina tradicional, la cual a su vez conoce muy bien. “Creo que la medicina convencional y la alternativa no están reñidas. A mis pacientes los exhorto, si así lo desean, a continuar con sus tratamientos mé- dicos porque muchos son eficaces. La medicina siempre ha estado ahí. Cuan- do vienen a mí los ayudo a cambiar de hábitos de vida y alimentarios y a uti- lizar los tratamientos naturales que son magníficos”, explica, para añadir a continuación que “las cosas están cam- biando y ya muchas universidades y centros médicos incluyen lo bueno de la medicina alternativa. ¡Quisiera tanto que los dos mundos se entendieran y no se atacaran! Cada uno tiene algo que dar, pero lo más importante lo po- ne el paciente con su fe en curarse y en mantenerse disciplinado con sus tra- tamientos y dietas”. Tonos tiene 48 años y ya ostenta al- gunas canitas. Su voz es dulce y suave. No impone las palabras. Utiliza las ma- nos para hablar, para sonreír, para pen- sar y para sanar. Obsesionado como está con aliviar a sus pacientes en su mayoría con cáncer, en Europa cono- ció a unos herbólogos japoneses su- mamente comprometidos con la in- vestigación del cáncer, quienes le die- ron un vuelco a su ruta de esperanza. La relación ya va por décadas. Estudian un tipo de hongos sanadores, de los cuales se han escrito libros y en- sayos y que, tal parece, son efectivos en muchas instancias de enfermedades de- generativas, aunque no siempre en to- dos los casos. Dicho junte fue el espacio que le ayudó a preservar su intuición. El trabajo con los japoneses se con- virtió en una relación de serio com- promiso con la sociedad para tratar las llamadas enfermedades incurables. Pa- labra que para el doctor Tonos es de las más temibles. “Conocerlos y mantener la relación con esos laboratorios ha sido lo mejor que me ha sucedido. Su en- trega por curar era tan grande que me tocó mi pasión por las enfermedades degenerativas. Por combatir su cruel- dad, incluso en su nombre terminal. Hoy día participo de sus investigacio- nes y ayudo a mis pacientes con sus tratamientos”. El doctor Tonos atiende a muchas personalidades de Estados Unidos y de Europa y pacientes de otros países que vienen o llaman a su consulta y que ya le conocen por referencias. Desde Ale- mania preguntan si saben quién apli- que dichos tratamientos en Latinoa- mérica y por allá le recomiendan al doctor Tonos. Algunos por falta de salud o de dinero no pueden viajar y mandan la foto del iris por Internet. Esta iridología es una técnica alemana que ayuda a evaluar el estado de salud de los pacientes a tra- vés de una fotografía del iris del ojo. Desde la distancia los consuela. A ve- ces hace colectas. Como él dice: “Un pote para la salud”. Y acaba dando del pote de su familia. En ocasiones hay padres desespera- dos que le suplican que viaje porque el niño no se puede mover y le mandan el pasaje y él va, se lleva sus tratamientos y hace lo que puede por alargarles la vida. “No siempre el cáncer se puede aliviar o curar. Más aun cuando muchos me llaman o vienen cuando ya ha pa- sado mucho tiempo o han pasado por tratamientos desgastantes para su sis- tema inmunológico”. Es padre de cinco hijas casi todas uni- versitarias. Una de ellas estudia me- dicina y él inventa en su imaginario que ella lo ayudará con su carga de trabajo. O inventa tener dos semanas de va- caciones que nunca ha tenido. En na- vidades fue a comprar unos regalitos para sus hijas y se topó con muchos pacientes que lo paraban para agrade- cerle y hablarle. “Algo estoy haciendo bien, pensé. Y llegué muy feliz a mi casa, ya que nun- ca tengo el tiempo para salir y menos a comprar. Y cuando mi esposa me pre- guntó por lo comprado, me sorprendí porque se me había olvidado. Ella es mi heroína. A veces estoy despistado pensando en algún paciente, porque no me los puedo sa- car de la cabeza y ella lo sabe, acepta mi despiste y me or- ganiza”. Los pacientes lo adoran. Llegan y él sale, los abraza, aprieta y sonríe. Les ofrece paz ante la conmoción de un diagnóstico duro, cuando no se perciben salidas y el miedo cunde. Le preguntamos qué sucede en la Isla con tanto cáncer: “Me preocupa que hay muchos niños con tumores cerebrales. Cada día hay más cáncer del seno, del sistema gastrointestinal. Más enfermedades de transmisión sexual en los jóvenes, ado- lescentes con el virus de papiloma, herpes... Mucho estrés y mucha de- presión. Casi un 70% de los pacientes que vienen sufren de depresión. No vienen por eso, pero sale. Algunos di- cen que comen frutas, vegetales y en- saladas y sé que no es cierto por su estado de salud. Intento tranquilizar- los primero y ayudarlos con el miedo que es algo terrible y no saludable”. ¿Se considera usted un hombre re- ligioso? Se mira a las manos y, pen- sativo, como si marchara a un trasmun- do distante, intenta explicarnos que sus padres son cristianos en sus acciones y en su respeto a la vida. Nacieron en la República Dominicana y llegaron a Puerto Rico cuando él tenía dos años. El cuarto de cinco hijos. El padre trabajaba en factorías de ropa y la madre era “una fajona ama de casa”. Su equipo de trabajo nos informó que los domingos sale con vitaminas con la excusa de desayunar y va por ahí dán- dole desayuno a los que no lo pueden comprar. Café y otras cosas que nunca dice. No le gusta hablar de lo que hace ni de los casos que ha curado. Como si las palabras enturbiaran la belleza de los procesos y la calma de los pequeños intentos. Son los pacientes quienes las cuentan. Él se ve tranquilo, sin turbu- lencias. Esa tranquilidad les da segu- ridad. Nunca los regaña y acepta y fluye con sus decisiones. Le encanta hablar de sus sueños. Y se transforma en un cómico. Mimo de la calle de sus sueños. Sueña con ser piloto de helicóptero. Con tirarse al mar y pintar cuadros como hacía de joven. Karatear. Pescar. Cantar, que canta ma- lísimo, pero le fascina. Y disfrutar a su familia. Y narra que cuando se levanta los ha vivido. Se sonríe muy bonito. Y la sonrisa permanece como un bola imperfecta de sonrisas. Y en su rostro nuevamente regresa el juego de un niño a quien no le interesa el ego ni lo que de él piensen. “Quizá lo más importante es agradecer que amanecimos vivos. Pode- mos aprovechar cada día, ca- da situación para valorarnos y entender nuestra misión. El cuerpo puede ser un templo. Y si lo cuidamos se sana. Y repito: no hay médico, no hay naturópata, no hay nadie que pueda decir: te queda tanto de vida o te vas a morir en tantas semanas o tu enferme- dad no se puede curar. El pro- ceso de sanación existe”. ESPECIAL / JAVIER J. FREYTES Creo que la medicina convencional y la alternativa no están reñidas. A mis pacientes los exhorto, si así lo desean, a continuar con sus tratamientos médicos porque muchos son eficaces” Milagros naturales y otras hierbas Su incursión en la naturopatía es tanto un sendero como una mística. A través del primero, se acerca al dolor del paciente y refuerza la humanidad en ellos. Con la segunda proclama su fe total en los remedios naturales MAÑANA CAC H AO Contrabajista > VIERNES EL NUEVO DIA 17 DE AGOSTO DE 2007 EDITOR: FRANCISCO VACAS [email protected]

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Page 1: COQUI SANTALIZ Especial para El Nuevo Día

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> VIERNESEL NUEVO DIA17 DE AGOSTO DE 2007

EDITOR: FRANCISCO VACASf vacas @ e l n u evo d i a .co m 27VIDAS ÚNICAS

JAVIER TONOSN AT U R Ó PATA

‘‘COQUI SANTALIZEspecial para El Nuevo Día

esulta que a esta señora le habían diagnosticado un temible cáncer que estabaregado por todo su cuerpo. Los médicos le hablaron de semanas. Cuando llegó a ve ral doctor Javier Tonos, naturópata, no tenía esperanza de vida y le preguntó si semoriría pronto.

El doctor Tonos con una voz suave -a veces casi imperceptible- se quedó de unapieza. “Sólo Dios puede decidir el destino de una persona. Estaba tan afectada. Letome una mano y rezamos juntos. Le dije que si ella decidía vivir, podíamos trabajarpor su salud. Eso fue en el 1994. Superó su cáncer porque se entregó en alma a lostratamientos. Y hoy día viene a mi oficina sólo para saludar y repartir besos. Sincoloctomía, sin cancer”.

La decisión de dedicarse a los cientos de pacientes con enfermedades terminalesque acuden a su centro naturista la hizo cuando aún era muy niño. Observaba a sumadre que tenía vocación de sanadora y se preocupaba por los enfermos. Pre-paraba remedios con plantas y cuanto mejunje y “teses” para aliviarlos.

El niño captaba a la incertidumbre.Silenciosamente, al lado de la madre. Ycuando le decían que se iban porqueestaban muy graves, se confundía. Nopodía comprender que las personas nose salvaran. Qué era eso de la salud.¿Cómo trazó un dibujo de la vida mien-tras los veo irse?, cuestionaba el niño.“Sin salud no hay nada, nene”. “Escojola salud entre el dinero y el amor”.

Frases y cantaletas. “Una obscura no-che me dije que cuando fuera grandeharía por curarlos”, revela Tonos. Y nose ha fallado. Como las plantas y losremedios naturales siempre le fascina-ron, en cuanto pudo gestar el plan se fuea estudiar y obtuvo un doctorado ennaturopatía y, más adelante, otro enherbología. También se acercó y seacerca a la medicina tradicional, la cuala su vez conoce muy bien.

“Creo que la medicina convencionaly la alternativa no están reñidas. A mispacientes los exhorto, si así lo desean,a continuar con sus tratamientos mé-dicos porque muchos son eficaces. Lamedicina siempre ha estado ahí. Cuan-do vienen a mí los ayudo a cambiar dehábitos de vida y alimentarios y a uti-lizar los tratamientos naturales queson magníficos”, explica, para añadir acontinuación que “las cosas están cam-biando y ya muchas universidades ycentros médicos incluyen lo bueno dela medicina alternativa. ¡Quisiera tantoque los dos mundos se entendieran yno se atacaran! Cada uno tiene algoque dar, pero lo más importante lo po-ne el paciente con su fe en curarse y enmantenerse disciplinado con sus tra-tamientos y dietas”.

Tonos tiene 48 años y ya ostenta al-gunas canitas. Su voz es dulce y suave.No impone las palabras. Utiliza las ma-nos para hablar, para sonreír, para pen-sar y para sanar. Obsesionado comoestá con aliviar a sus pacientes en sumayoría con cáncer, en Europa cono-ció a unos herbólogos japoneses su-mamente comprometidos con la in-

vestigación del cáncer, quienes le die-ron un vuelco a su ruta de esperanza.La relación ya va por décadas.

Estudian un tipo de hongos sanadores,de los cuales se han escrito libros y en-sayos y que, tal parece, son efectivos enmuchas instancias de enfermedades de-generativas, aunque no siempre en to-dos los casos. Dicho junte fue el espacioque le ayudó a preservar su intuición.

El trabajo con los japoneses se con-virtió en una relación de serio com-promiso con la sociedad para tratar lasllamadas enfermedades incurables. Pa-labra que para el doctor Tonos es de lasmás temibles. “Conocerlos y mantenerla relación con esos laboratorios ha sido

lo mejor que me ha sucedido. Su en-trega por curar era tan grande que metocó mi pasión por las enfermedadesdegenerativas. Por combatir su cruel-dad, incluso en su nombre terminal.Hoy día participo de sus investigacio-nes y ayudo a mis pacientes con sust ra t a m i e n t o s ”.

El doctor Tonos atiende a muchaspersonalidades de Estados Unidos y deEuropa y pacientes de otros países quevienen o llaman a su consulta y que yale conocen por referencias. Desde Ale-mania preguntan si saben quién apli-que dichos tratamientos en Latinoa-mérica y por allá le recomiendan aldoctor Tonos.

Algunos por falta de salud o de dinerono pueden viajar y mandan la foto deliris por Internet. Esta iridología es unatécnica alemana que ayuda a evaluar elestado de salud de los pacientes a tra-vés de una fotografía del iris del ojo.Desde la distancia los consuela. A ve-ces hace colectas. Como él dice: “Unpote para la salud”. Y acaba dando delpote de su familia.

En ocasiones hay padres desespera-dos que le suplican que viaje porque elniño no se puede mover y le mandan elpasaje y él va, se lleva sus tratamientosy hace lo que puede por alargarles lavida. “No siempre el cáncer se puedealiviar o curar. Más aun cuando muchosme llaman o vienen cuando ya ha pa-sado mucho tiempo o han pasado portratamientos desgastantes para su sis-tema inmunológico”.

Es padre de cinco hijas casi todas uni-versitarias. Una de ellas estudia me-dicina y él inventa en su imaginario queella lo ayudará con su carga de trabajo.O inventa tener dos semanas de va-caciones que nunca ha tenido. En na-vidades fue a comprar unos regalitospara sus hijas y se topó con muchospacientes que lo paraban para agrade-cerle y hablarle.

“Algo estoy haciendo bien, pensé. Yllegué muy feliz a mi casa, ya que nun-ca tengo el tiempo para salir y menos acomprar. Y cuando mi esposa me pre-guntó por lo comprado, me sorprendíporque se me había olvidado. Ella esmi heroína. A veces estoy despistadopensando en algún paciente,porque no me los puedo sa-car de la cabeza y ella lo sabe,acepta mi despiste y me or-ganiza”.

Los pacientes lo adoran.Llegan y él sale, los abraza,aprieta y sonríe. Les ofrecepaz ante la conmoción de undiagnóstico duro, cuando nose perciben salidas y el miedocunde. Le preguntamos quésucede en la Isla con tanto

cáncer: “Me preocupa que hay muchosniños con tumores cerebrales. Cada díahay más cáncer del seno, del sistemag a st ro i n t e st i n a l . Más enfermedades detransmisión sexual en los jóvenes, ado-lescentes con el virus de papiloma,herpes... Mucho estrés y mucha de-presión. Casi un 70% de los pacientesque vienen sufren de depresión. Novienen por eso, pero sale. Algunos di-cen que comen frutas, vegetales y en-saladas y sé que no es cierto por suestado de salud. Intento tranquilizar-los primero y ayudarlos con el miedoque es algo terrible y no saludable”.

¿Se considera usted un hombre re-ligioso? Se mira a las manos y, pen-sativo, como si marchara a un trasmun-do distante, intenta explicarnos que suspadres son cristianos en sus acciones yen su respeto a la vida. Nacieron en laRepública Dominicana y llegaron aPuerto Rico cuando él tenía dos años. Elcuarto de cinco hijos. El padre trabajabaen factorías de ropa y la madre era “unafajona ama de casa”.

Su equipo de trabajo nos informó quelos domingos sale con vitaminas con laexcusa de desayunar y va por ahí dán-dole desayuno a los que no lo puedencomprar. Café y otras cosas que nuncadice. No le gusta hablar de lo que haceni de los casos que ha curado. Como silas palabras enturbiaran la belleza delos procesos y la calma de los pequeñosintentos. Son los pacientes quienes lascuentan. Él se ve tranquilo, sin turbu-lencias. Esa tranquilidad les da segu-ridad. Nunca los regaña y acepta y fluyecon sus decisiones.

Le encanta hablar de sus sueños. Y setransforma en un cómico. Mimo de lacalle de sus sueños. Sueña con ser pilotode helicóptero. Con tirarse al mar ypintar cuadros como hacía de joven.Karatear. Pescar. Cantar, que canta ma-lísimo, pero le fascina. Y disfrutar a sufamilia. Y narra que cuando se levantalos ha vivido.

Se sonríe muy bonito. Y la sonrisapermanece como un bola imperfecta desonrisas. Y en su rostro nuevamenteregresa el juego de un niño a quien no leinteresa el ego ni lo que de él piensen.“Quizá lo más importante es agradecer

que amanecimos vivos. Pode-mos aprovechar cada día, ca-da situación para valorarnos yentender nuestra misión. Elcuerpo puede ser un templo.Y si lo cuidamos se sana. Yrepito: no hay médico, no haynaturópata, no hay nadie quepueda decir: te queda tantode vida o te vas a morir entantas semanas o tu enferme-dad no se puede curar. El pro-ceso de sanación existe”.

ESPE

CIAL

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AVIE

R J.

FREY

TES

Creo quela medicina

c o n ve n c i o n a ly la alternativa

no están reñidas.A mis pacientes

los exhorto,si así lo desean,a continuar consus tratamientosmédicos porque

muchos soneficaces”Milagros naturales

y otras hierbasSu incursión en la naturopatía es tanto un sendero comouna mística. A través del primero, se acerca al dolor delpaciente y refuerza la humanidad en ellos. Con la segundaproclama su fe total en los remedios naturales

MAÑANACAC H AOCo n t ra ba j i sta

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EDITOR: FRANCISCO VACASf vacas @ e l n u evo d i a .co m