construcción de la masculinidad en la compuerta número doce artículo

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“Construcción de la masculinidad en La compuerta número doce de Baldomero Lillo” Dayanara Guevara Aguirre Posgrado en Literatura Latinoamericana Universidad de Costa Rica 1. Aproximaciones a “La compuerta número 12”: La narrativa hispanoamericana del siglo XIX ha estado marcada por el desarrollo de distintas vertientes que dialogan de una u otra manera con el problema de la identidad. Una de estas vertientes es la que ha sido denominada el cuento social, el cual lleva este nombre debido a que: Los problemas derivados de la organización social constituyen otro de los núcleos dominantes del relato decimonónico. La preocupación de los narradores por captar aspectos relativos a ciertas instituciones sociales y por desvelar la situación de seres marginados de la sociedad ponen de relieve la magnitud que alcanza el cuento social el siglo pasado (Martínez: s.f., p. 240). El mundo del trabajo y de la explotación del oprimido entra en el panorama literario con autores como Baldomero Lillo, quien en sus relatos de Sub- terra(1904) y Sub-sole (1907) presenta “un mundo degradado por la violencia y la injusticia motivado por las presiones que ejercen las jerarquías dominantes sobre el trabajador minero” (Martínez: s.f., p. 241), este tipo de cuentos se les

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Una aproximación hacia la construcción dela masculinidad en el cuento La compuerta número doce de Baldomero Lillo.

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  • Construccin de la masculinidad en

    La compuerta nmero doce de Baldomero Lillo

    Dayanara Guevara Aguirre

    Posgrado en Literatura Latinoamericana

    Universidad de Costa Rica

    1. Aproximaciones a La compuerta nmero 12:

    La narrativa hispanoamericana del siglo XIX ha estado marcada por el

    desarrollo de distintas vertientes que dialogan de una u otra manera con el

    problema de la identidad. Una de estas vertientes es la que ha sido

    denominada el cuento social, el cual lleva este nombre debido a que:

    Los problemas derivados de la organizacin social constituyen otro

    de los ncleos dominantes del relato decimonnico. La preocupacin

    de los narradores por captar aspectos relativos a ciertas instituciones

    sociales y por desvelar la situacin de seres marginados de la

    sociedad ponen de relieve la magnitud que alcanza el cuento social

    el siglo pasado (Martnez: s.f., p. 240).

    El mundo del trabajo y de la explotacin del oprimido entra en el panorama

    literario con autores como Baldomero Lillo, quien en sus relatos de Sub-

    terra(1904) y Sub-sole (1907) presenta un mundo degradado por la violencia y

    la injusticia motivado por las presiones que ejercen las jerarquas dominantes

    sobre el trabajador minero (Martnez: s.f., p. 241), este tipo de cuentos se les

  • ha aplicado el cdigo de naturalismo, debido a que la situacin social es

    estremecedora y raya en los lmites de la animalidad (Martnez: s.f., p. 241).

    Para Miguel Rojas Mix (sf) la cultura hispanoamericana del siglo XIX, tiene

    como componente fundamental una dialctica de asimilacin en la que se

    enfrentan elementos de una cultura dominante y otros elementos marginales,

    as como algunos que estaban en semilla: las identidades nacionales. En este

    sentido no es posible obviar que la literatura hispanoamericana del siglo XIX,

    dialoga con la gran pregunta de la identidad, elaborando una reflexin cada

    vez ms profunda sobre centro y marginalidad tanto en lo poltico, como en

    lo social y lo individual.

    En el cuento La compuerta nmero 12, muchas de las lecturas nos acercan a la

    realidad social marginal de los mineros chilenos, en un intento de reflejar la

    sociedad y la cultura de la poca, sin embargo esta realidad social no solo

    permite ver la explotacin minera o las consecuencias de la modernizacin en

    Latinoamrica, sino que permite visualizar algunos ejes transversales, otras

    marginalidades, no menos importantes como la construccin de los gneros,

    que operan en la construccin identitaria, tanto como identidad individual,

    como tambin social y poltica.

    Si bien se ha planteado que la literatura del siglo XIX es una literatura de

    reconocimiento en la medida que lleva al americano a explorar su propio

    mundo (Rojas: s.f., p.62), tambin reproduce una serie de valores herencia del

    pensamiento colonial y del sistema patriarcal. Por lo que es importante revisitar

    estos textos literarios con la intencin de encontrar algunos ejes sobres los que

  • se ha intentado construir la representacin de la masculinidad en la identidad

    latinoamericana.

    En este artculo se abordar especficamente, la construccin de la

    masculinidad en el cuento La compuerta nmero 12 de Baldomero Lillo, la cual

    es posible apreciar a partir de la transformacin del protagonista. Es por medio

    del protagonista, un nio de ocho aos de edad que ingresa a la mina, que se

    puede visualizar y comprender algunos ejes identitarios que se reproducen

    tanto en la literatura como en la cultura latinoamericana. Para lo cual se

    analizar como se presenta la construccin de la masculinidad en La

    compuerta nmero 12 de Baldomero Lillo, a partir del estudio de las figuras

    masculinas presentes en el cuento y el anlisis del proceso de masculinizacin

    de Pedro, el protagonista.

    La compuesta nmero 12, cuento del escritor chileno Baldomero Lillo,

    pertenece a una de sus obras ms famosas Sub-terra. Cuadros mineros, que

    contiene otros cuentos adems de ste como Los invlidos, El gris, El

    pago, El chifn del Diablo, El pozo, Juan Faria y Caza mayor. Esta y

    otras de sus obras, algunas escritas hace ms de cien aos, siguen generando

    un gran inters y necesidad de ser estudiadas desde distintas perspectivas

    (Romn- Lagunas: 1991, p. 141).

    Carmelo Virgillo (1978) en un artculo Symbolic Imagery in Baldomero Lillos

    La compuerta nmero 12 publicado en la Revista Canadiense de estudios

    Hispnicos, menciona que son pocos los estudios que se han hecho de la obra

    de Baldomero Lillo, debido a que en su mayora han intentado plantear sus

    textos literarios como valiosos aportes a retratar la sociedad chilena de finales

  • del siglo XIX, sin embargo Virgillo considera que su narrativa viene a superar

    los linderos del criollismo (p. 63), debido a que La compuerta nmero 12, no

    solamente plantea y defiende la causa de los oprimidos mineros chilenos sino

    que vincula su situacin particular a al destino absurdo de la humanidad en su

    conjunto.

    De esta manera Virgillo (1978) plantea, que si bien es cierto el tema central del

    cuento se relaciona directamente con el trabajo infantil y la explotacin,

    tambin se relaciona con la transicin abrupta del protagonista que va de la

    inocencia a la edad adulta idealista realista. Una vez que el nio comprende las

    condiciones inexorables a las que est condenado, el discurso textual se torna

    hacia una posicin nihilista lograda a partir de la deformacin de las imgenes

    en el microcosmos literario planteado por el escritor, donde el tiempo se

    constituye en un factor dominante de la narracin, interpretado como un crculo

    vicioso donde los mineros no tienen ms remedio que cumplir su jornada

    inhumana que parte de la visin nihilista del mundo que propone el escritor.

    Desde otra perspectiva, Juan Durn Luzio (1988) en su artculo Secuencias

    paralelas en La compuerta nmero 12 de Baldomero Lillo se acerca al cuento

    desde un anlisis intertextual considerando el cuento como espacio de

    encuentro de otros textos que concurran para dar forma a uno nuevo (p.63), el

    cual pretende otorgar una significacin ms profunda y universal al nuevo

    discurso narrativo (p.64). Esta propuesta de anlisis intertextual parte de poner

    en dilogo el cuento La compuerta nmero 12 con otros tres textos, primero

    con la de la Biblia, especficamente el pasaje del Gnesis, 22:1-13, que es

    mencionado en el mismo cuento por Baldomero Lillo y posteriormente con dos

    textos que Durn propone como base de la organizacin y significacin del

  • relato que son: La Divina Comedia de Dante Alighieri y Germinal la novela de

    Emil Zola. Durn en su anlisis hace un recorrido por las secuencias narrativas

    del relato planteando paralelismos con las secuencias de los textos propuestos;

    como por ejemplo la comparacin del viaje del protagonista a la mina

    dialogando con la bajada al infierno dantesco, entre otros.

    Yorleny Mndez Gutirrrez (2005), se ha aproximado al cuento La compuerta

    nmero12 desde una perspectiva distinta, o ms bien desde una necesidad

    particular. Mndez elabora su tesis para optar por el grado de Licenciatura en

    la Enseanza del Castellano desde la modalidad de Prctica Dirigida, la cual

    lleva como ttulo: Propuesta metodolgica para incentivar el pensamiento crtico

    durante la lectura del cuento La compuerta nmero doce de Baldomero Lillo.

    Para esta investigacin Mndez (2005), adems de plantear que la literatura

    tiene un valor primordial para nuestra sociedad debido a que permite a los

    individuos desarrollar el pensamiento crtico y observar el mundo desde

    distintas perspectivas, Mndez hace incapi en que la riqueza significativa de

    los textos literarios se ha visto limitada por las mismas instituciones educativas

    quienes tienen una perspectiva de que la literatura es un arte acabado sobre el

    cual existe un significado fijo que debe ser memorizado de manera automtica.

    Desde esta posicin Mndez (2005) estructura una investigacin cuyo

    propsito consiste en ofrecer un mecanismo que permita el anlisis crtico de

    los textos literarios en los estudiantes del Tercer Ciclo de la Educacin Bsica

    (Mndez: 2005, p.9), tomando como referencia el anlisis literario del cuento La

    compuerta nmero 12 de Baldomero Lillo, para promover el pensamiento

    crtico en los estudiantes de stimo ao del Colegio Elas Leiva Quirs durante

    la lectura del cuento La compuerta nmero 12 de Baldomero Lillo (p.9), as

  • como reconocer los distintos niveles de lectura que sobre este cuento propone

    el Ministerio de Educacin Pblica de Costa Rica y detectar el desarrollo del

    pensamiento crtico de los estudiantes que logran alcanzar, a partir de estos

    niveles utilizando tcnicas como el video-foro.

    A pesar de que la investigacin de Mndez no consiste en abordar el texto

    literario de La compuerta nmero 12 estrictamente desde lo literario, sino como

    instrumento para desarrollar la metodologa de su investigacin, es importante

    reconocer que los intentos por desarrollar prcticas que permitan incentivar el

    pensamiento crtico tambin redimensiona el texto de La compuerta nmero 12

    permitiendo una diversidad de puntos de vista, reflexivos e incluso

    comparativos, es decir, le otorga al cuento la posibilidad no de una sino

    muchas relecturas y en el mejor de los casos reescrituras, desde las que

    sea posible dialogar con su contexto de produccin tanto histrico y social

    desde muchas perspectivas; principalmente releer los textos clsicos desde

    perspectivas abiertas y contemporneas, que integren diversos marcos de

    anlisis crticos que propicien la reflexin sobre los textos, como se pretende en

    esta breve investigacin.

    1. Masculinidad y Masculinidades en La Compuerta nmero doce:

    El tema de la identidad masculina o de la masculinidad es un tema que ha

    irrumpido en nuestro contexto tanto terico como literario con la misma fuerza

    que ha ocurrido en el contexto social y poltico contemporneo. La pregunta de

    la identidad cultural en la literatura latinoamericana se ha desarrollado durante

    siglos a partir de intentos de reflejar o cuestionar, segn sea el caso, los

    discursos que se desprenden de visiones maniqueas, con una tendencia a

  • explicar la identidad ya sea cultural en general, o de gnero ms

    especficamente hablando, desde una valoracin dicotmica de la realidad,

    hablar de identidad genrica no slo requiere tomar en cuenta que esta es una

    parte central de la identidad social de cada individuo, sino que tambin, su

    presencia es una parte esencial de la cultura (Pramo: 2005, p. 224).

    No es posible hablar de masculinidad sin hacer referencia al binomio

    hombre/mujer el cual ha sido considerado la norma, estableciendo una

    heteronorma desde la cual se clasifican las categoras genricas; lo que no

    cabe en este binomio est fuera de la norma. Este binomio se sustenta a

    partir de una serie de valoraciones especficas que la cultura le adjudica a cada

    uno de los gneros que forman parte de esta dicotoma (Zrate: 2005). Estas

    valoraciones en mucha ocasiones responden a visiones estereotipadas pero

    que se han convertido en discursos que interpretan y justifican todas las

    desigualdades existentes entre los hombres y las mujeres (Zrate: 2005, p.

    81), de esta manera el uso de construcciones de gnero conduce a las

    diferencias de sexo como fuente de simbolismo (Zrate: 2005,p.p 83-84). Para

    Teresa Pramo (2005):

    La identidad genrica representa una de las dimensiones ms

    importantes de la identidad social de todo individuo. En el desarrollo

    de la misma, si bien los aspectos fisiolgicos son importantes, en

    definitiva, es la construccin social, es decir, la construccin cultural,

    lo que determina la feminidad o la masculinidad del sujeto (p.

    222).

  • Se ha partido entonces de una diferenciacin entre gneros, a partir de las

    relaciones varn/ hembra, las cuales dan lugar a smbolos poderosos, con los

    que se expresan la oposicin y el contraste, mientras que al mismo tiempo

    incluyen la posibilidad de complementariedad o unin (Zrate: 2005, p. 84),

    estableciendo construcciones basadas en la superioridad o inferioridad entre

    gneros del tipo: las mujeres son dbiles por tanto inferiores, que a su vez se

    han proyectado a la dimensin de la masculinidad; consolidando diferencias de

    estatus entre los mismos hombres, en la medida que se les adjudiquen

    caractersticas semejantes a las de las mujeres.

    Siguiendo esta lnea es importante considerar que desde la cultura patriarcal

    machista:

    Al hombre se le socializa para que sea fuerte, para que no muestre

    afectos clidos, de ternura, de amor, ya que eso lo debilitara y le

    dificultara desempear su rol masculino: ser la persona dominante

    autoritaria-, la que tiene el poder, la cabeza de su familia, cuya

    funcin primordial ser la de tomar las decisiones de los suyos,

    sobre todo aquellas que tengan mayor relevancia. (Pramo: 2005,

    p.224).

    Y es a partir de las construcciones simblicas que se adjudiquen a los cuerpos

    donde la cultura aterriza los significados que le da la diferencia sexual (en

    Zrate: 2005, p. 87), por lo tanto, es en los discursos sobre el cuerpo, donde se

    visibilizan una serie de construcciones discursivas socioculturales que

    sostienen relaciones de superioridad e inferioridad y se justifican estas

    diferencias sociales desde una visin naturalista y por lo tanto: irrenunciable,

  • determinista; la caracterstica central de la cultura machista es la dominacin y

    la superioridad masculina, lo cual, por ende, se complementa con la

    inferioridad y la sumisin femenina (Pramo: 2005, p. 225). Sin embargo esta

    dominacin o superioridad no slo se manifiesta entre gneros sino en el

    mismo gnero, por lo que podramos hablar de jerarquas dentro de la misma

    construccin de la masculinidad; este punto ha sido determinante en las

    reflexiones contemporneas sobre la existencia de masculinidades y no de una

    sola masculinidad (Zrate: 2005, p. 85).

    El proceso de socializacin que permite que surja la identidad genrica

    masculina se desarrolla en un ambiente ms amplio que el que originalmente

    se le ha conferido a la feminidad, para los hombres

    [E]l individuo es parte de una organizacin social ms amplia, de un

    sistema social ms amplio, en donde los lazos entre hombres

    tienden a ser ms estrechos. La asociacin entre hombres, tambin

    puede estar basada en lazos consanguneos y en grupos

    generacionales, pero a diferencia de las mujeres, no tiene por qu

    restringirse a la familia o a una generacin (Pramo: 2005, p. 224).

    Es importante considerar que es la misma cultura la que va a configurar la

    mayor parte de los elementos que intervienen en el proceso interminable de

    creacin y reformulacin de la identidad social proceso que slo es posible por

    la comunicacin y la interaccin social (Pramo: 2004, p. 236); de esta manera

    el individuo lograr adquirir su identidad humana, su identidad genrica.

    Gil Calvo (2006) plantea que en la cultura permanece activa una estructura

    subyacente de tipos o modelos viriles antagnicamente relacionados entre s

  • que dramatizan la construccin social del dispositivo de la masculinidad (p.

    25). Estos modelos, activan el proceso de hacerse hombre adulto, un proceso

    llamado mascarada masculina, entendiendo por tal la cambiante sucesin de

    identidades retricas y rituales, a la vez narrativas y melodramticas, que se

    representan en pblico ante los dems (p. 25). De esta manera, la

    construccin de la masculinidad, hacerse hombre, consiste en

    enmascararse, pues la masculinidad es siempre una mscara: una prtesis

    extracorprea de naturaleza flica, en tanto que metfora de la ereccin a la

    que alude (p.25), en este sentido hacerse hombre tambin exige escoger

    unas mscaras y rechazar otras, eligiendo entre ellas libremente: trgicamente

    (p.25).

    Es as como la masculinidad consiste en:

    [U]na construccin social, en la medida en que los hombres no

    nacen tales sino que se hacen. Para llegar a ser un hombre, en el

    sentido masculino del trmino (no en el genital, que es cuestin

    gentica y hormonal), hay que aprender a serlo, tras un incierto

    proceso de desarrollo de las propias capacidades, potencialmente

    masculinizantes (Gil Calvo:2006, p.p 26-27).

    De esta manera la construccin de la masculinidad, que es en ltima instancia

    tanto individual como social, est regulada con cierta normatividad que

    responde a los cdigos culturales impuestos, ya sea por la poca, la sociedad,

    los progenitores u otros hombres. Esto exige una precisa ritualizacin escnica

    la cual puede ser muy compleja o sofisticada o ms bien rstica y grosera,

    dependiendo del contexto social y de la poca en la que se inscriba (Gil Calvo:

  • 2006). Metafricamente se puede hablar de la masculinidad como una

    mscara o disfraz que hay que adoptar en pblico para ser reconocido como

    un hombre (Gil Calvo: 2006, p. 27), una mscara que a veces podra tomar

    una forma trgica o grotesca.

    En este sentido, cabe mencionar que existe un umbral mnimo, nivel

    elemental o primer grado del enmascaramiento masculino que lo reduce al

    mero disfraz mimtico, ldico o festivo (Gil Calvo: 2006, p. 27) no obstante,

    este umbral podra responder a una serie de condiciones tradicionales

    constitutivas de la cultura que cumplen la funcin de ritos de iniciacin hacia la

    masculinidad, los cuales pueden ser tan diversos como la cultura a la que

    correspondan.

    En el caso de la mscara patriarcal el hijo acta en funcin de su padre, quien

    tiene un compromiso de tutelar a sus hijos, en principio, el padre es quien,

    pudiendo explotar gratuitamente la sexualidad de su mujer, sin embargo

    renuncia a ello para fundar una familia a la que tendr que mantener,

    reconociendo como hijos que tenga su esposa (Gil Calvo: 2006, p. 221), un

    buen padre o patriarca, por lo tanto, es aquel que se encarga de sacar su

    familia adelante garantizando el bienestar de todos sus miembros, esposa e

    hijos, y un mal padre o patriarca quien incumple sus obligaciones paternas, por

    ejemplo, abandonarles a su suerte.

    La mscara del patriarca no solo se asegura de reproducir un modelo de

    masculinidad sino que adems reproduce una serie de coordenadas sociales

    que permitirn la supervivencia en el sistema social y del sistema de

    produccin mismo. En este sentido, es importante considerar que toda

  • formacin social depende de un modo de produccin dominante (Althusser:

    1997, p.76) y este modo de produccin dominante responde a una ideologa

    dominante, entendiendo por ideologa el sistema de ideas, de

    representaciones, que domina el espritu de un hombre o grupo social

    (Althusser: 1997, p. 108), a la cual los individuos se someten en tanto sujetos

    de esta ideologa.

    De esta manera la mscara del patriarca reproduce tanto las fuerzas

    productivas, como las relaciones de produccin existentes (Althusser: 1997, p.

    77), pero no lo hace sola sino a partir de su relacin con los sistemas que

    mantienen en circulacin la ideologa patriarcal capitalista, lo que Althusser

    llama Aparatos Ideolgicos del Estado, una serie de instituciones que permiten

    que se reproduzca la ideologa dominante: la familia, la religin y la educacin

    entre otros.

    Una aproximacin a la construccin de la masculinidad en el cuento La

    compuerta nmero 12, implica estudiar las figuras masculinas, es decir, los

    personajes masculinos presentes en el texto, tratando de precisar las

    caractersticas y valoraciones relacionadas con la construccin de la

    masculinidad que se les asignan. De esta manera es importante considerar que

    estos personajes adquieren sentido en tanto hombres trabajadores de la mina.

    La mina, entonces, toma importancia en tanto se constituye como un sistema

    social que tiene sus propios modos de produccin, los cuales responden a una

    ideologa dominante, la mina ms all de ser un escenario para el desarrollo de

    la narracin donde interactan los personajes, permite reconocerla como

    metfora de un sistema macro: el Sistema Patriarcal.

  • Los personajes en la narracin, a excepcin de la madre del protagonista, la

    cual es slo mencionada como referencia, son en su totalidad masculinos.

    Baldomero Lillo en su cuento coloca como protagonista a Pablo, un nio de

    escasos ocho aos de edad que es llevado a la mina por su padre. Pablo es

    descrito como un nio pequeo tanto en edad como en tamao, de cuerpecillo

    endeble, de miembros delgados, rostro moreno, con infantil inconsciencia

    sobre el por qu es llevado a la mina. Todas estas caractersticas son

    contempladas por el resto de los personajes quienes evalan al chico como un

    novato en la mina, como lo podemos observar en palabras del Capataz

    Hombre!, este muchacho es todava muy dbil para el trabajo (Lillo: sf, p.

    142).

    Pablo es introducido en la mina por su Padre, el cual se presenta como un

    hombre envejecido por el duro trabajo de la mina, dbil y sumiso ante otras

    figuras masculinas dentro de la narracin, el cual ha venido teniendo una

    decada de su actividad en el trabajo minero - He visto que en la ltima

    semana no has alcanzado a los cinco cajones que es el mnimum diario que se

    exige de cada barretero (Lillo: sf, p. 144), expresa el capataz, uno de los

    representantes de la mina, encargado de velar por el funcionamiento de la

    misma. Esta decada se debe al mismo trabajo en la mina, en el cuento no se

    menciona exactamente a qu edad ha iniciado su trabajo en la mina, pero si

    queda claro que tiene cuarenta aos de estar en ella: el recuerdo de su vida,

    de esos cuarenta aos de trabajos y sufrimientos se present de repente a su

    imaginacin, y con honda congoja comprob que de aquella labor inmensa slo

    le restaba un cuerpo exhausto que tal vez muy pronto arrojaran de la mina

    como un estorbo (Lillo: sf, p. 148). El personaje del padre, es descrito como

  • todo un patriarca que vela por el bienestar de su familia incluyendo el destino

    por cumplir de Pablo su hijo: - Seor- balbuce la ruda voz del minero en la

    que vibraba un acento de dolorosa splica- somos seis en casa y uno solo el

    (Lillo: sf, p. 143).

    Por otra parte, tambin es posible estudiar la figura del Capataz, el cual es

    descrito como un hombre pequeo, entrado en aos, que viste de negro, con

    rostro plido surcado por hondas arrugas, de ojos penetrantes, enrgico y de

    corazn endurecido por el conocimiento de la vida de la mina, se establece

    como una figura severa que vela por el cumplimiento de los roles dentro de la

    mina. A su lado, Lillo presenta el personaje del Gua, un hombre joven que

    cumple las rdenes del Capataz, encargado de llevar a Pablo al lugar donde

    demostrar que puede realizar el trabajo el gua, un hombre joven an, iba

    delante y ms atrs con el pequeo Pablo de la mano segua el viejo con la

    barba sumida en el pecho (Lillo: sf, p. 144). Este personaje se establece como

    masculinidad intermedia entre Pablo y su padre, el hombre que ser Pablo y el

    hombre que dej de ser el Padre.

    Tambin se presenta el personaje de un Nio de diez aos que se encuentra

    acurrucado en un hueco de la muralla, encargado de manejar una de las

    puertas, el cual ha comprendido con una amargura infinita el egosmo y la

    cobarda de los seres humanos:

    Con los codos en las rodillas, y el plido rostro entre las manos

    enflaquecidas, mudo e inmvil, pareci no percibir a los obreros que

    traspusieron el umbral y lo dejaron de nuevo sumido en la oscuridad.

  • Sus ojos abiertos, sin expresin, estaban fijos obstinadamente hacia

    arriba, absortos, tal vez en la contemplacin de un panorama

    imaginario, que, como el miraje desierto, atraa sus pupilas sedientas

    de luz, hmedas por la nostalgia del lejano resplandor (Lillo: sf, p. 145).

    Se plantean, por referencia, dos personajes masculinos ms: el hijo de Jos

    que muri aplastado el da anterior por la corrida, y Jos su padre. La

    referencia de estos dos personajes es importante porque permite ver como el

    ciclo se reproduce, la llegada de Pablo a la mina no es un caso aislado, sino

    ms bien forma parte del sistema social y de produccin de la mina y de la

    sociedad a la que hace referencia.

    Finalmente, se plantea tambin por referencia la madre de Pablo, este

    personaje que a pesar de ser femenino permite establecer el binomio

    hombre/mujer, feminidad/masculinidad que subyace a la estructura del sistema

    patriarcal. Esta madre a la que le corresponde la esfera del hogar, del cuido de

    los vstagos, no est presente en la narracin, ms que hablada por otros

    masculinos, se sabe de ella por referencia de otros, no es quien toma las

    decisiones y menos la palabra.

    Pablo fue arrancado de sus regazos, sin ms posibilidad que aceptar

    pasivamente las decisiones del Padre, sin embargo, Pablo ante la

    desesperacin al verse preso en la mina, clama por ella antes de abandonar la

    galera, se detuvo un instante y escuch una vocecilla tenue como un soplo,

    que clamaba all muy lejos: Madre! Madre! (Lillo: sf, p. 149), pues es vista

    como espacio de socorro y proteccin.

  • El proceso de masculinizacin que experimenta Pablo, es un proceso valioso

    en cuanto a materia de analisis, para poder acercarnos a una comprensin de

    la construccin de la masculinidad en el cuento La compuerta nmero 12 de

    Baldomero Lillo, la cual est marcada por la abrupta transformacin del

    protagonista: el pasaje de nio a hombre, marcado por un ritual que le hace

    asumir la mscara de la masculinidad de una manera trgica y grotesca.

    Es importante considerar que Pablo inicia en esta ritualizacin de la

    masculinidad de manera forzada, es decir, se trata de un nio de escasos ocho

    aos sometido al trabajo de la mina porque la necesidad y el hambre as lo

    obligan. Se sabe que el hogar de Pablo est constituido por seis miembros, de

    los cuales se sabe que dos son su padre y su madre, y no se sabe si los otros

    tres miembros restantes son mujeres u hombres, sin embargo, s se sabe que

    slo el padre trabaja hasta el momento. Se presentan unas condiciones

    familiares de extrema necesidad econmica.

    Desde el principio se establece el rol asignado que se espera de Pablo como

    hijo varn, es decir, la demostracin de su fuerza, el control de su

    emocionalidad, porque de lo contrario, sera un rasgo que lo debilitara ante

    otros hombres, adems, que demuestre que puede cumplir con el trabajo que

    se le asignar, para convertirse posteriormente en un proveedor de su familia y

    pueda como buen patriarca tomar las decisiones ms relevantes al momento

    de cuidar de su familia, como lo podemos apreciar en el siguiente texto:

    El novato era ya un portero experimentado y el viejo, inclinando su

    alta estatura, empez a hablarle zalameramente: l no era ya un

    chicuelo, como los que quedaban all arriba, que lloraban por nada y

  • estn siempre cogidos de las faldas de las mujeres, sino un hombre,

    un valiente, nada menos que un obrero, es decir, un camarada a

    quien habra que tratar como tal. (Lillo: sf, p. 147).

    Pablo inicia esta ritualizacin, este enmascaramiento hacia la masculinidad,

    principalmente por la decadencia de su padre, quien ha trabajado como minero,

    durante cuarenta aos. Este proceso ritual de la masculinizacin, lo realiza

    acompaado por el Padre, que acta como conductor y gua de la iniciacin

    masculina: el viejo tom en la mano al pequeo y juntos se internaron en el

    negro tnel. Eran los primeros en llegar y el movimiento de la mina no

    empezaba an (Lillo: sf., p. 142) de esta manera Pablo se aferr

    instintivamente a las piernas de su padre (Lillo: s.f., p. 141).

    En esta iniciacin hacia la construccin de la masculinidad, Pablo pasa por

    una serie de pruebas que son evaluadas por los dems hombres que trabajan

    en la mina, incluido su Padre: primero ante el Capataz, seguidamente el Gua y

    finalmente su Padre. Al pasar satisfactoriamente las pruebas ms difciles, a

    pesar de las dudas que se haban establecido sobre l inclusive las que su

    propio padre tena sobre l el rapaz, siguiendo sus indicaciones, la abri y

    cerr repetidas veces, desvaneciendo la incertidumbre del padre, que tema

    que las fuerzas de su hijo no bastasen para aquel trabajo (Lillo: s.f., p. 146).

    Pablo, asume de manera prematura la mscara del patriarca, por la

    decadencia tambin prematura que su Padre debe al trabajo de la mina pues

    como menciona Lillo (sf), aquella lucha tenaz y sin tregua converta muy

    pronto en viejos decrpitos a los ms jvenes y vigorosos (p. 144). Esta

    relacin con otros hombres es lo que comienza por transformar de nio a

  • hombre a Pablo. Al cumplir satisfactoriamente con los rituales, Pablo es

    enmascarado masculinamente, por su Padre, que posteriormente establece

    un proceso de desapego, en el que Pablo ya podr y tendr que defenderse

    solo, como todo un hombre: Pablo cumpli ya los ocho aos y debe ganarse

    el pan que come, y, como hijo de minero, su oficio ser el de sus mayores

    (Lillo: sf, p. 143) y ms adelante en el texto se menciona y en breves frases le

    dio a entender que les era forzoso dejarlo solo; pero que no tuviese miedo,

    pues haba en la mina muchsimos otros de su edad, desempeando el mismo

    trabajo (Lillo: s.f., p. 147).

    El acceso a la masculinidad en La compuerta nmero 12, est determinado

    por el ingreso al sistema de produccin, a las fuerzas de trabajo, el rol que se

    le asigna a Pablo es el del proveedor, el rol que le corresponde a la mscara

    del patriarca. Pero este enmascaramiento del protagonista y el reconocimiento

    de la mscara es un proceso violento, trgico y grotesco, la criatura, medio

    muerta de terror, lanzaba gritos penetrantes de pavorosa angustia y hubo que

    emplear la violencia para arrancarle de entre las piernas del padre, a las que se

    haba asido con todas sus fuerzas (Lillo: s.f., p. 149).

    Pablo entra en la adultez a los ocho aos de edad, no porque as es, sino

    porque existe un sistema social capitalista, que oprime, que somete a los

    sujetos a un sistema de explotacin, garantizando la reproduccin no slo del

    sistema capitalista y su ideologa subyacente, sino de la reproduccin de las

    mscaras que le son funcionales a ese sistema social para garantizar su

    permanencia, donde operan la familia, a travs de la reproduccin de roles de

    gnero, as como la religin y la educacin quienes son parte responsable de la

    reproduccin del sistema patriarcal capitalista:

  • La mina no soltaba nunca al que haba cogido y, como eslabones

    nuevos, que se sustituyen a los viejos y gastados de una cadena sin

    fin, all abajo, los hijos sucedan a los padres y en el hondo pozo el

    subir y bajar de aquella marea viviente no se interrumpa jams. Los

    pequeuelos, respirando el aire emponzoado de la mina crecan

    raquticos, dbiles, paliduchos, pero haba que resignarse, pues para

    eso haban nacido (Lillo: s.f., p. 148).

    Finalmente, es importante considerar que la construccin de la

    masculinidad en el cuento La compuerta nmero 12 de Baldomero Lillo, que

    se puede apreciar a partir de la transformacin del protagonista, quien

    permite visualizar y comprender algunos ejes identitarios que se reproducen

    tanto en la literatura como en la cultura latinoamericana y como cada uno de

    ellos se entretejen para configurar esta cultura. Si bien es cierto, el cuento

    se inscribe en una esttica naturalista y por lo tanto plantea la condicin del

    ser humano inmerso en este sistema desde, una perspectiva determinista,

    el ser humano determinado por la sociedad, una aproximacin como la que

    plantea esta investigacin permite cuestionar algunos de los valores que se

    han considerado durante muchos perodos como naturales y constitutivos

    de la identidad latinoamericana: las concepciones genricas hombre y

    mujer, que excluyen una serie de manifestaciones diversas en cuanto a

    gnero e identidad, la existencia de una posible heteronormatividad tanto en

    la literatura como en la sociedad latinoamericana y costarricense, entre

    otras muchas, as como, aproximarse a estos conceptos como

    construcciones sociales y simblicas sobre las cuales, es posible operar y

    transformar para visualizar cambios en la constitucin cultural.

  • Aproximarnos a los textos, en este caso decimonnicos desde perspectivas

    ms contemporneas da la posibilidad de no solo releerlos desde distintas

    perspectivas sino de reescribirlos desde otros paradigmas.

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