concurso cuentos navidad 2013 2014

Primer Concurso de Cuentos de Navidad. Ayuntamiento de La Lastrilla

Ayuntamiento de La Lastrilla


Hace muchos años vivía un duende en La Lastrilla. Era muy

avaricioso. Se reía de los pobres y se sentía orgulloso sólo por

tener dinero. En casa siempre estaba solo y no tenía a nadie

con quien hablar.

Sólo quedaba un día para la Navidad y estaba impaciente

por ver sus regalos, pero justo esa Navidad, papá Noel no le

trajo ningún regalo. El

duende se mucho y fue a ver

a Papá Noel y este le dijo que

era más importante la

amistad que el dinero. Pero el

duende le decía lo

contratarlo una y otra vez.

El duende se fue y cuando

volvió a la ciudad siguió

haciendo lo mismo.

Los Reyes Magos tampoco le trajeron ningún regalo, pero él

seguía haciendo lo mismo cada vez que se encontraba con un

pobre.

Después de la Navidad, le despidieron del trabajo porque era

un gandul, pero a él le daba igual. Su casa siempre estaba

sucia, nadie hablaba con él y se aburría todo el rato. Pero a él

sólo seguía importándole el dinero. A los pocos meses, como no

tenía trabajo, se quedó sin dinero. Entonces, poco a poco

comenzó a vivir como un pobre. La gente sentía pena y le


dieron dinero y comida a pesar de cómo se había portado él

con ellos cuando era rico.

El duende por fin entendió que es más importante la amistad

que el dinero y dejó de ser tan avariciosos. A partir de ese

momento, todas las Navidades recibía regalos de Papá Noel y

de los Reyes Magos. Al final hizo muchos amigos y todos juntos

celebraban la Navidad.

Por fin encontró un trabajo y cada vez que se encontraba un

pobre, le daba alguna moneda.

Así es como el duende avaricioso se convirtió en un duende

generoso.

Héctor Frades


En la escuela de la profesora Rita todos los niños eran muy

buenos y estudiosos, pero había uno que siempre mentía, hacía

travesuras y se portaba “un poco mal” aunque en el fondo era

bueno.

Un día la profesora Rita

pidió a todos los niños

que hicieran la carta de

Navidad y dijo: - El que

no tenga la carta escrita

a tiempo, Papá Noel no le

visitará y no le traerá

sus regalos.

Todos los niños se pusieron manos a la obra, menos Carlitos,

que siempre estaba jugando y no atendía a la profe.

Llegó el día de entregar las cartas y como Carlitos no había

escrito la carta suya, se la robó a su compañera Sara,

cambiando el nombre por el suyo.

Ni Sara, ni la señorita se enteraron de lo que había pasado.

Carlitos no estaba tan tranquilo y sin que nadie le viera

volvió a cambiar el nombre y a poner el de Sara

Llegó la noche de Navidad y Carlitos se fue pronto a la cama

porque sabía que papá Noel no vendría por haberse portado

mal. Pero cuál fue su sorpresa cuando escuchó un ruido en el


salón. Salió corriendo y vio a papá Noel colocando sus regalos

como siempre.

- Carlitos- dijo Papá Noel.

- Te has portado un poco mal pero te arrepentiste y eso

borró todo lo malo que habías hecho

Desde aquella noche Carlitos cambió y se dio cuenta de que

ser bueno es mucho mejor.

Isaac Ben Mansour


Por fin llegó el día en que Alex y Pepo que tienen 8 y 10 años

van a buscar a su nueva perrita que nació hace dos meses y

un día.

Es blanca con la cabeza negra, preciosa. Corretea por el jardín

y juega con nuestros juguetes y da gusto verla.

Unos meses después, cuando se acercaba la Navidad, Alex y

Pepo la sacaban de paseo y la perrita Lola, que así se llamaba,

salió corriendo detrás de un conejo.

- ¡Lola, Lola! ¿Dónde estás? Gritaba Pepo asustado

- ¡Se ha perdido! Gritó Alex.

Se fueron muy tristes para casa a contárselo a sus padres. La

buscaron y la buscaron durante días y no la encontraban.

Alex y Pepo se decidieron pedir ayuda al único que podía

ayudarles y escribieron una carta:

- Papá Noel, este año no queremos juguetes, ni ropa, sólo

queremos que cuando repartan los regalos de los niños

también busques a nuestra perrita Lola que se ha

perdido.

El día de Navidad, a Pepo le despertó un ladrido,. Lola estaba

de nuevo en casa.

Muchas gracias Papá Noel


Álvaro Rodríguez


Había una vez un niño llamado Jacinto que estaba poniendo

el árbol de Navidad.

Cuando empezó a poner los adornos se dio cuenta de que le

faltaba uno, una bola brillante que era mágica.

Preguntó a a su madre si sabía dónde estaba pero le contestó

que no. Después le preguntó a su padre, pero tampoco lo sabía.

Como en casa no había sitio para guardar todos los adornos

algunos estaban en casa de los abuelos y otros en casa de sus

tíos.

Primero fue a casa de los abuelos pero allí no estaba la Bola

Mágica. Luego fue a casa de sus tíos pero tampoco había forma

de encontrarla. Miraron debajo de los armarios y sólo

encontraban ropa y más ropa.

De repente Jacinto vio a su primo Mateo que estaba un poco

triste. Se acercó a él y le preguntó si sabía dónde estaba la

Bola Mágica. Mateo, muy muy triste, le dijo que él la había

cogido porque quería que la noche de Nochebuena Papá Noel

convirtiera esa bola en un balón de fútbol con el que pudiera

meter muchos goles.

Jacinto le dio que no se preocupara, que se la dejaba para que

la pudiera poner en su árbol de Navidad, pero que ese día se

tendría que ir pronto a la cama.


Llegó el día de Nochebuena y Mateo estaba muy nervioso, no

podía dormirse. Estaba tan cansado que por fin se quedó

dormido.

Una luz inundó toda la casa y apareció papá Noel en su

trineo, cogió la Bola Mágica y la convirtió en un bonito balón.

Cuando Mateo se despertó estaba muy contento porque le

habían dejado el regalo que él quería.

En el árbol seguía estando la Bola Mágica para seguir

haciendo felices a otros niños.

Miguel Mesonero


Erase una niña llamada Diana. Diana no creía en la

Navidad, bueno ni ella ni su familia.

Papá Noel y los Reyes Magos no la traían nada y se enfadaba

cuando sus amigos del cole decían lo que les habían traído a

ellos. Diana les preguntó que si creían en la Navidad y todos le

contestaron que sí.

También les preguntó que cómo los Reyes Magos y papá Noel

sabían los regalos que querían. Le contestaron que ellos

escribían unas cartas y que las echaban al buzón de correos.

Así Diana decidió que ella también creería en la Navidad.

Cuando llegó a su casa se lo dijo a su familia y les pareció

muy bien, pero ya era tarde para poner el árbol de Navidad y

el Belén.

Pasó la primavera, el verano y el otoño y de nuevo llegó el

invierno y con él la Navidad.

Pero es navidad fue distinta, se fue con su familia a comprar

un árbol, una figuritas para poner el belén y unos sobres para

hacer unas cartas para Papá Noel y los Reyes Magos. Y tampoco

se olvidaron de unas uvas para el día de Nochevieja.

Llegó la Navidad y Diana se levantó como un rayo para ver

que les había traído Papá Noel. Allí estaban todos los regalos

con sus nombres. Subió a toda prisa por la escalera para


decírselo a su familia y se cayó rodando por ellas. Pero estaba

tan contenta que ni se hizo daño.

Al llegar al dormitorio de sus padres se tiró encima de ellos

para contárselo. Todos bajaron rápido y cogieron sus regalos.

Lo mismo pasó la Noche de Reyes y estaban todos muy

contentos porque les habían regalado lo que ellos querían.

Cuando pasó la Navidad estaban tristes al recoger los adornos

pero el “Espíritu de la Navidad” quedó para ellos siempre en su

corazón y lo celebraron todos los años.

Noelia García


Erase unos niños de cuarto de primaria que jugaban al fútbol

Habían quedado un día antes de la Navidad para echar un

partido navideño. Iban ganado los niños de La Lastrilla y en

el otro equipo había algún niño que estaba muy enfadado.

Iban perdiendo y para ellos lo más importante era ganar.

No se podían imaginar que en ese momento apareciera papá

Noel. Todos se quedaron boquiabiertos. Entonces papá Noel dijo:

- Niños, no importa quién gane, lo importante es disfrutar

con el deporte y hacer amigos. Tenéis que entender que

entre todos formáis un gran equipo.

Entonces el pabellón se llenó de felicidad,

los niños aprendieron que lo más

importante no es ganar y lo ninguno

imaginaba es que Papá Noel se pusiera a repartir regalos

para todos.

Ese día no hubo perdedores porque todos habían ganado

amigos y aprendimos que hay cosas más importantes en la

vida que ganar un partido de fútbol.

¡Todos aprendimos algo y tuvimos nuestra recompensa!

Nacho Martín


Raque y su hermano Néstor estaban impacientes de que llegase

la navidad.

Al despertarse de un profundo sueño se comieron otra de las

chocolatinas del calendario de adviento, bajaron al salón y

desayunaron.

Después de desayunar fueron a jugar fuera con la nieve.

Entraron helados a casa y se fueron a dar un baño muy

caliente.

Después de todo el día cenaron y se fueron a dormir agotados.

Esa fue una larga noche de descanso. Se despertaron muy

contentos porque era Navidad y ese día tendrían los regalos.

Raquel y Néstor miraron debajo del árbol y… ¡No había ningún

regalo!

Buscaron por toda la casa pero nada, sólo encontraron una

carta. La abrieron y en su interior había un mapa. Siguieron

el mapa contando los pasos, haciendo los giros, dando muchas

vueltas… pero nada. Todo lo que encontraron en el exterior de

la casa fue un buen montón de nieve. Estaban tristes. Néstor

miró a Raquel y le dijo:

- No importa Raquel, hay muchos años y nos lo hemos

pasado muy bien buscando ¿verdad?

- Sí, es verdad. ¿Pero, por qué no aprovechamos y echamos

una guerra de bolas de nieve?

- Sí claro - Dijo Néstor.


Al hacer un fuerte y las bolas de nieve, se tropezaron con una

gran montaña de nieve. Al mirar detenidamente en su

interior encontraron los regalos. Había una pequeña carta en

la que ponía

- ¡Buen trabajo chicos y feliz Navidad!

Miraron al cielo y Santa Claus, en su trineo, les guiñó un ojo y

les dijo “Feliz Navidad”

Raquel y Néstor con una sonrisa de oreja a oreja se fueron

felices con sus regalos y les contaron la extraña historia a sus

padres.

Inés Wiedlocha


Era un niño que vivía con sus padres. Estaba en su cuarto

pensando que Papá Noel le iba a traer un helicóptero, un coche

y una moto.

Siempre soñaba esto,

todas las noches.

Por fin una noche llegó

la Navidad, sus padres

estaban muy contentos

porque para ellos la

Navidad era estar con

la familia y celebrar el

nacimiento de Jesús.

Esa noche, como siempre, el niño se fue a la cama soñando

con sus regalos: el helicóptero, el coche… y al despertar por la

mañana escuchó a sus padres que estaban haciendo el

desayuno. Buscó por toda la casa, incluso en el cuarto de baño

pero no encontró los regalos y se fue llorando a su habitación.

Su madre entró despacito e intentó consolarlo pero él estaba

muy enfadado.

Cuando por fin bajó al comedor se dio cuenta de que los

regalos estaban bajo el árbol y que él no los había visto

Sasa Valerón

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