1. Concepto y características de la mediación. Definición de mediación: es una técnica alternativa y pacífica de resolución de conflictos, en la que dos

partes en desacuerdo llegan a una solución gracias a la intervención de un mediador (neutral o imparcial). Precisa la responsabilidad de los participantes en la toma de decisiones, facilita la comprensión de las causas del conflicto y lo hace más manejable cuando no puede ser solucionado totalmente (Del Río y Martínez, 2007). Además de resolver conflictos, como proceso general, puede lograr la mejora en la comunicación, relación e interacción entre las personas (objetivo transformador).

Algunas características básicas de la mediación:

Neutralidad o imparcialidad del mediador durante todo el proceso. El mediador no proporciona la solución; favorece que las partes propongan esa solución. Puede intervenir en las discusiones, hacer sugerencias o propuestas, recomendaciones… pero no tienen el poder de decisión, son las partes quienes toman las decisiones. Su función es favorecer la comunicación, ayudar a identificar y clarificar el problema, guiar el proceso…

Ese protagonismo activo de las partes, su interactividad, produce un “empowerment” o “empoderamiento” que les permite mejorar su comunicación, asertividad y empatía en esa y en situaciones futuras.

La voluntariedad y confidencialidad. La mediación es voluntaria y sólo se llevará a cabo si las partes lo solicitan o aceptan el ofrecimiento. Todo cuanto se diga está sometido a secreto.

El objetivo final es la solución pacífica del problema sin que ninguna de las partes se sienta perjudicada.

La solución acordada se redacta y expresa en un acuerdo que firman ambas partes para ponerse en práctica de manera inmediata. Si la mediación se alarga o estanca en el tiempo hay que buscar otra solución.

Los elementos de la mediación son: el conflicto, la comunicación y los agentes que intervienen en el proceso (mediador y mediados). Vemos aquí de manera más algunos aspectos relacionados con el conflicto.

El conflicto es la situación o las conductas incompatibles que se producen entre individuos y/o grupos debido a la divergencia de intereses, creencias, objetivos… Desde el punto de vista de la mediación el conflicto se entiende. (ver cuadro pág. 386).

Las causas del conflicto pueden ser múltiples y variadas y pueden verse aún más complicadas en función de la personalidad de los individuos en conflicto. Algunas de las características de la personalidad que pueden complicar la mediación podrían ser los siguientes: ver cuadro pág. 386-387.

El conflicto evoluciona, se soluciona o se estanca. Cuando no se soluciona en los primeros momentos, es muy posible que se vaya incrementando y haciendo más complejo de manera que es más difícil afrontarlo. Se pueden producir modificaciones en la relación de las partes, ir cambiando la percepción de los problemas, se pueden ir agregando más individuos al problema, etc. Pueden ocurrir incluso que el problema se encono o se estanque.

El inicio en la resolución del conflicto normalmente se da cuando ambas partes se dan cuenta de que el proceso está estancado, de que no son capaces de resolverlo por sí solos y que si este no se resuelve la consecuencias para ambos serán aún peores. Ahí entre en juego la ayuda externa. Los estilos o formas de enfrentar el conflicto es distinto en función de las personas. Ver cuadro pág. 388.

En la mediación familiar son frecuentes los conflictos relacionados con la pareja, sobre todo en relación a los divorcios o separaciones, las dificultades en familias monoparentales o reconstituidas, problemas de ludopatía, alcoholismo, drogadicción, problemas en el control de la disciplina… En el centro escolar, las causas del conflicto suelen ser la falta de disciplina en el aula, el incumplimiento de normas, la agresividad, la violencia…

2. Contextos de medicación. La mediación se puede dar de una forma natural, existiendo personas que por sus habilidades

personales (capacidad de empatía, escucha activa, asertividad…), sensibilidad especial ante determinados temas… ejercen de mediadores con sus familiares, amigos, colegas, etc., permitiendo que estos expongan sus puntos de vista y lleguen a un acuerdo o aporten posibles soluciones. También puede darse de forma cualificada o profesional cuando se está formado con técnicas específicas y se utilizan instrumentos de forma sistemática y estructurada.

Ámbitos de aplicación: prácticamente abarca todos los ámbitos de las relaciones humanas: laboral, judicial, familiar, escolar, sanitario, comunidad, consumo, intercultural… Veamos en la familia y escuela:

Ámbito familiar: sobre todo se ha mostrado eficaz a la hora de evitar la ruptura familiar o a que ésta se lleve a cabo con el menor dolor y daño posible a todos los implicados. Se pretende llegar a soluciones pactadas en la asunción de rol paterno-filial (dejando al un lado su condición de ex-pareja) evitando el litio judicial. Así, se aplica en situaciones como:

o Conflictos derivados de divorcios y separaciones (guardia y custodia de los hijos, pensión alimenticia, patria potestad, régimen de vistas, liquidación de vienes…).

o Dificultades específicas de adaptación en nuevas familias reconstituidas: adaptación a las nuevas figuras, asunción de nuevos roles y responsabilidades…

o Relaciones familia-escuela deterioradas.

o Relaciones familiares deterioradas como consecuencia de situaciones de rechazo, racismo, xenofobia, malos tratos, situaciones de enfermedades o discapacidades, adicciones…

o Problemas de comportamiento, indisciplina, falta de límites, violencia familiar…

Ámbito escolar: comprende el sistema educativo formal (incluido el contexto escolar), no formal, y en general, cualquier proceso educativo con niños, jóvenes, adultos o mayores. Aquí se cumplen los dos objetivos fundamentales: la resolución de conflictos y la mejora de la comunicación-relación-entendimiento mutuo entre los distintos agentes (alumnos, profesores, familias, PAS, monitores, cuidadoras de comedor, administración…) Especialmente interesantes son los programas de formación de mediadores entre iguales donde los propios estudiantes se forman alumnos mediadores, mediando ellos mismos entre sus compañeros cuando surgen conflictos. Algunos ámbitos de actuación son:

o Problemas de disciplina de los alumnos en el centro (falta de asistencia, no respeto del material y los espacios, alteración del orden, consumo de sustancias tóxicas…).

o Malos tratos físicos y psicológicos entre iguales o al profesorado.

o Cualquier otro conflicto alumno-alumno, alumno-profesor, profesor-familia…

3. El proceso de la mediación. Técnicas y estrategias para llevarla a cabo. Básicamente todos los autores describen entre 4 y 6 fases que, en esencia, comparten las mismas

características y orden cronológico en las acciones (independientemente de la ubicación de una acción en una fase u otra). A modo de síntesis distinguimos las siguientes fases generales según la propuesta de Folberg y Taylor utilizadas especialmente en medicación familiar y escolar

Fase previa o reuniones previas con las dos partes implicadas. Se pretende recabar información previa de ambos mediados por separado con la intención de explicarles el proceso y las condiciones el mismo, recabar información acerca de su percepción del conflicto, su expectativas en la mediación… Otros autores llaman a esta fase “premediación”.

Fase de presentación, establecimiento de reglas y planteamiento del problema. Aquí el mediador se encuentra ya con ambos mediados y es importante crear un buen clima de aceptación, comunicación, entendimiento, empatía, confianza… Inicialmente se debe clarificar cuál es el problema y clarificar cuales fueron los hechos que originaron el mismo. También se hablará de los sentimientos, las percepciones personales y de cómo se sienten a cada uno de ellos, con la intención de intentar ponerse en el lugar del otro.

Fase de desarrollo, nudo y planteamiento de alternativas y opciones. Se comienzan a plantear y explorar distintas opciones y alternativas por parte de ambos mediados para solucionar el conflicto. El mediador puede sugerir, proponer alternativas para que se valoren. Incluso se puede plantear la técnica de “tormenta de ideas”.

Fase de desenlace, acuerdo y explicitación mediante documentos. Aquí se deben clarificar las decisiones que ambas partes han tomado, las responsabilidades y compromisos de cada uno. Todo ello de tal manera que se pueda redactar con claridad en el convenio o plan de acción. También debe quedar redactado cómo se llevará a cabo el seguimiento del cumplimiento de lo acordado y, si lo pactado no se ha cumplido o no ha sido posible, cómo se retomará de nuevo una nueva solución alternativa en su caso.

Fase de puesta en práctica, análisis y revisión. Se pone en práctica lo acordado según los términos del convenio sin la intervención directa y continuada del mediador.

4. Habilidades del mediador que facilitan la eficacia de la mediación. Con carácter general, el mediador debe tener conocimientos en técnicas de comunicación, técnicas de

resolución de conflictos y debe ser neutral/imparcial. Las autoras reconocen que es imposible ser totalmente neutral y prefieren la imparcialidad desde el punto de vista de: no tomar parte por ninguna de las posturas, siendo conscientes de cómo pueden influir nuestros propios valores, prejuicios y estereotipos en la medicación. Esa equidistancia e imparcialidad es fundamental para que las partes consideren legítima y de reconocida autoridad su intervención (Alcalá 2010).

Estrategias, habilidades de comunicación y funciones a desarrollar como mediador:

Canalización del conflicto a través del discurso y la comunicación: entrevistando a ambas partes juntas y por separado. Manteniendo el orden en las intervenciones y haciendo de moderador.

El apoyo a las partes en sus propuestas y esfuerzos: reconocer sus propuestas, sus concesiones, ofrecer otras alternativas…

Descentración cognitiva: consiste en ponerse en el lugar del otro para intentar comprender su punto de vista (al margen de nuestras ideas, creencias, prejuicios), aunque no compartamos su postura o manera de ver las cosas. Es bueno para ayudarles a comprender la postura del otro, ver las razones que pudieron incidir en el comportamiento ajeno (aunque no las compartan). Dichas razones podrían guiar las alternativas a la solución común.

“Empoderamiento” de las partes:

o Si es el caso, dar más voz y protagonismo a la parte que pudiera no tenerlo (desventaja comunicativa, baja autoestima), o bien en el momento en que una parte minoriza sensiblemente a la otra. No se trata de tomar parte por una u otra persona, se trata de ayudar puntualmente a la parte en desventaja, a comunicarse en igualdad de condiciones.

o Valorar las aportaciones de cada parte haciéndoles ver que son protagonistas del cambio y solución.

La escucha activa (función fática del lenguaje): demostrar realmente a las partes que les escuchamos a través de repeticiones, reformulaciones, preguntas breves o aclaratorias, asentimientos… todo ello con intención de mantener un clima apropiado o rapport que favorezca la comunicación, el respeto y la confianza.

La reformulación positiva: sobre todo de posibles críticas destructivas, insultos u ofensas que pudieran darse en el proceso. Evitar siempre llevar los argumentos al plano personal, favoreciendo más la expresión de sentimientos y afectos generados por la situación, que la crítica personal y directa.

Procurar que los mediados emitan mensajes en primera persona: de manera que estos puedan expresar cómo se sienten, qué les afecta, qué necesitan… dirigiéndose directamente a los demás interlocutores.

Procurar mostrarse flexible, sin manifestar prejuicios, ni imponer nada a los mediados.

Elaborar preguntas de los siguientes tipos:

Exploratorias: para conocer el punto de vista de los participantes.

Estratégicas: para recabar información y saber si se puede avanzar según se va clarificando la situación y se van tomando acuerdos.

Circulares: para detectar interrelaciones, conclusiones a modo de síntesis…

El mediador debe ser un buen motivador de los que van a ser mediados para convencerles de lo positivo que puede ser someterse a un proceso de mediación.

El mediador debe crear las condiciones que faciliten una mejor relación de las partes después de que haya acabado el proceso de la mediación. Esto es importante sobre todo en mediación con parejas que tienen hijos, o en mediación entre iguales en el contexto escolar puedes con posterioridad a la medición seguirá habiendo un contacto continuo que debe ser óptimo.

Derivar el problema a otros profesionales cuando advierte que el conflicto excede las competencias del mediador.

En relación con su papel de mediador en situaciones de separación o divorcio deberá:

o Fortalecer el rol como padres diferenciándolo de la relación de ex-cónyuges, de manera que en sus decisiones impere la atención de las necesidades de sus hijos en seguridad, afecto, protección, liberándoles de todo sentimiento de culpa por la separación.

o Comunicar a los hijos la separación de los padres preservando la buena imagen de ambos progenitores aclarándoles que estos no han tomados dicha decisión para hacerles daño.

Otros procedimientos encaminados a la resolución de conflictos:

La negociación: método de resolución de conflictos en los que las partes en conflicto no

necesitan de una persona ajena para llegar a un acuerdo y el proceso se lleva a cabo de

forma voluntaria (también en la mediación). Obviamente, la comunicación entre las partes

en necesaria. Ambos reconocen que el acuerdo es más beneficioso que la ruptura de

relaciones. Para ello además, están dispuestos a ceder algo de sus posturas para lograr

algo de la otra parte.

El arbitraje: método que se utiliza para resolver conflictos, en donde las partes recurren a

una tercera persona que hace de árbitro o juez, y que toma la decisión del acuerdo. En

este caso no hay comunicación entre las partes, asumen de forma voluntaria o bien

impuesta de forma legal la decisión del juez.

5. VALORACIÓN DE LA MEDIACIÓN. (ver pág. 403-404).