clase 02 parte 1

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 Clase 02 - Centenario. Primera Parte En la clase anterior hemos intentado delinear el contexto actual en el que acontece nuestra práctica como formadores de futuros profesores para la Educación Secundaria en las Ciencias Sociales. A partir de esta clase comenzaremos a trabajar los momentos del siglo XX en los que anclaremos el análisis desde una perspectiva multidisciplinar. Dejemos de lado por un momento la posible discusión acerca del carácter de ciencia de nuestras asignaturas. Pues, si lo fueran, precisarían de un campo de situaciones sobre el que erigirse como tales y, en caso contrario, ese campo también sería necesario para alimentar las más clásicas narraciones que animaron –y animan–  tantas clases. Al mismo tiempo, tenemos tan sólo la sospecha, ya que no hay estudios detallados al respecto, de que las situaciones, hechas inevitablemente con nombres propios, fechas, palabras precisas, imágenes, números y accidentes, han ido quedando de lado en las aulas. En las de las escuelas secundarias, quizás también en la formación docente y, sin arriesgar demasiado, incluso en no pocas carreras universitarias. Todo ese material pasó a estar emparentado con lo meramente fáctico y sólo aprehensible por la memoria, como un resabio de positivismo difícil de defender. Al mismo tiempo, con la asunción fácil de que no hay más que interpretaciones a la hora de referirnos a lo social, todo ese material podría ser desechable, en la medida en que lo importante es la perspectiva que se pone en juego, el sentido general de lo que se afirma. A contrapelo, consideramos que al privarnos de esto que llamamos situaciones estamos alejándonos de la posibilidad de entender –nosotros y nuestros alumnos– el devenir de la vida en común en la Argentina, ya que a ella nos abocaremos. A su vez, corremos el riesgo de congelar o tr ansformar en simples fórmulas nuestras clases. La construcción que proponemos para pensar la enseñanza de nuestras asignaturas del área de ciencias sociales empieza por acá. 

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Ciclo de capacitación en ciencias sociales.

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  • Clase 02 - Centenario. Primera Parte

    En la clase anterior hemos intentado delinear el contexto actual en el que acontece nuestra prctica como formadores de futuros profesores para la Educacin Secundaria en las Ciencias Sociales. A partir de esta clase comenzaremos a trabajar los momentos del siglo XX en los que anclaremos el anlisis desde una perspectiva multidisciplinar.

    Dejemos de lado por un momento la posible discusin acerca del carcter de ciencia de nuestras asignaturas. Pues, si lo fueran, precisaran de un campo de situaciones sobre el que erigirse como tales y, en caso contrario, ese campo tambin sera necesario para alimentar las ms clsicas narraciones que animaron y animan tantas clases. Al mismo tiempo, tenemos tan slo la sospecha, ya que no hay estudios detallados al respecto, de que las situaciones, hechas inevitablemente con nombres propios, fechas, palabras precisas, imgenes, nmeros y accidentes, han ido quedando de lado en las aulas. En las de las escuelas secundarias, quizs tambin en la formacin docente y, sin arriesgar demasiado, incluso en no pocas carreras universitarias. Todo ese material pas a estar emparentado con lo meramente fctico y slo aprehensible por la memoria, como un resabio de positivismo difcil de defender. Al mismo tiempo, con la asuncin fcil de que no hay ms que interpretaciones a la hora de referirnos a lo social, todo ese material podra ser desechable, en la medida en que lo importante es la perspectiva que se pone en juego, el sentido general de lo que se afirma. A contrapelo, consideramos que al privarnos de esto que llamamos situaciones estamos alejndonos de la posibilidad de entender nosotros y nuestros alumnos el devenir de la vida en comn en la Argentina, ya que a ella nos abocaremos. A su vez, corremos el riesgo de congelar o transformar en simples frmulas nuestras clases. La construccin que proponemos para pensar la enseanza de nuestras asignaturas del rea de ciencias sociales empieza por ac.

  • A lo largo del ciclo, dispositivo en el que intentaremos desplegar esta propuesta con conciencia de sus lmites, trabajaremos con cuatro situaciones, cada una de ellas ubicada como primera clase de su respectivo mdulo. En las clases subsiguientes, al reparar en huellas e imgenes y escritos, buscaremos completarlas y, sobre todo, aadirles llaves que ayuden a su transmisin.

    Ahora s, la situacin del Centenario. Se suele proponer este momento como el ms destacado y caracterstico de la Argentina liberal conservadora. Es decir, de la experiencia poltica, social y econmica que, gracias a la consolidacin del Estado nacional, haba dejado atrs las casi siete dcadas de guerras civiles. Que, a la vez, haba alentado la llegada de vastos contingentes inmigratorios, poblacin nueva a la que se le garantizaba libertades civiles amplias aunque los derechos polticos, si no cercenados, permanecan bajo control de las minoras. Por supuesto, el cuadro estara incompleto sino mencionramos el crecimiento econmico acelerado y sostenido. Probablemente mucho de todo esto sea cierto pero, en relacin con lo que recin afirmbamos, est desprovisto de materia transmisible, son ante todo definiciones amplias, subrayado de procesos. Los grandes trazos se llevan bien con la idealizacin de esa coyuntura que se exhibi durante el ao del Bicentenario. Reparemos tan slo en el ttulo de uno de los pocos libros abocados por entero al

  • tema, una obra de divulgacin de Horacio Salas, publicada en 1996:El Centenario. La Argentina en su hora ms gloriosa.

    Festejos del Centenario

    El mes de mayo de 1910 estuvo tomado por la celebracin de los cien aos de Mayo de 1810. Al menos as lo seala la bibliografa que aborda de lleno el asunto, que no es mucha pero es de insustituible valor. La misma impresin produce la revista de amplia circulacin Caras y Caretas, por ese motivo tapa y pginas de su nmero ms cercano al 25 de mayo acompaan esta clase. Sin dudas, al libro de Salas deberamos sumar el artculo de Fernando Devoto, Imgenes del Centenario de 1910: nacionalismo y repblica. En ese mes de 1910 un poco antes y un poco despus tambin, la sociedad se vio movilizada de manera casi total e incluso con fervor por muchos olvidado. Si dejamos entrever alguna duda acerca de la magnitud del acontecimiento es slo porque la descripcin parece corresponderse bien con lo sucedido en la ciudad de Buenos Aires, en la sociedad portea, porque de lo ocurrido en ese mes fuera de su permetro es poco lo que se conoce.

    De nuevo: poco lo que los libros con autorizacin pblica nacional y/o acadmica recogen. Citemos una excepcin, a sabiendas de que puede haber muchas ms. El escritor e historiador Miguel Bravo Tedn, en un artculo publicado en la revista Todo es Historia en julio de 1982, seala:

    1910 no fue para La Rioja un buen ao. Mientras el resto del pas viva la euforia de industrias nuevas, e implantaciones agrcolas, asumiendo todas las consecuencias del crecimiento y la evolucin, La Rioja continuaba en su duermevela provinciana, con su lentsimo crecimiento demogrfico, un muy lento movimiento econmico y recibiendo en parte una inmigracin que su sociedad tradicional se resista a admitir () en La Rioja a no ser por los magros actos oficiales, los Te Deums y los bailes, todo pas como quien se adhiere de ojito a la fiesta del vecino.

    Las personalidades extranjeras invitadas ya haban confirmado su participacin, en marcha estaban los preparativos de los desfiles, concentraciones especiales y espectculos. Pero las calles fueron primeramente ganadas por los trabajadores, principalmente anarquistas. El primero de mayo, da de lucha y celebracin lejos an el feriado, se llev adelante una movilizacin que, por la lluvia pero tambin por el cercano recuerdo de la brutal represin que volvi trgica a la del ao anterior, no fue todo lo multitudinaria que se esperaba. Una semana despus, vuelven a movilizarse los trabajadores, en su mayora impulsados por el anarquismo y la F.O.R.A., y, segn una crnica asptica as dice Devoto, es la mayor manifestacin que vio la ciudad. Banderas rojas y negras se desplazan desde la Plaza Lavalle hasta la Plaza de Mayo, en un recorrido de no ms de 15 cuadras por el centro de la ciudad. El reclamo ms sentido es la derogacin de la Ley de Residencia que, en vigencia desde 1902, haba expulsado del pas a cientos de

  • inmigrantes y penda tambin como sancin sobre muchos de ellos. Esta vez tampoco hay represin y los trabajadores convocan a una huelga general a partir del 18 de mayo, da en que estaba previsto el arribo de la infanta Isabel de Borbn, ta del rey Alfonso XIII, quien sera la visita ms importante y la que mayor atencin concit. Sin abundar, digamos slo que tan cerca como en julio de 1909 Espaa sufre un revs militar contundente en sus pretensiones imperialistas en el norte de frica; a ese episodio, se liga la semana trgica que en ese mismo mes sacudi a Madrid y Barcelona.

    Arduo de entender: por qu la representante de la monarqua de la que el Ro de la Plata se haba empezado a desprender en 1810monarqua, adems, en decadencia irreversible, se convierte en la figura principal del Centenario?

    Las alarmas entre los grupos dirigentes y las clases principales no necesitaban encenderse porque ya lo estaban desde que en noviembre de 1909 un joven ruso, recientemente llegado al pas Simn Radowitzky, atent con xito contra la vida del jefe de polica de Buenos Aires, el coronel Ramn Lorenzo Falcn. Asesinato dirn voces que se harn or estruendosas; otras, ms bajas, sostendrn que fue un acto de justicia. Ramn L. Falcn haba sido el responsable de la represin furiosa contra la multitud del 1 de mayo de 1909 que haba dejado un saldo de entre 8 y 14 muertos, y entre 34 y 105 heridos. La primera semana trgica, escribe el historiador Jorge Abelardo Ramos. Despus de muchas indagaciones su identidad y su edad fueron una incgnita, Radowitszky fue enviado al penal de Ushuaia.

    Vale preguntarse si se podra ensear lo que fue la inmigracin a travs de la historia de Radowitzky. Adems, hay un muy buen libro ltimo sobre l, el de Alejandro Marti. Seguramente no refleja la media, no hay duda de ello, pero si damos vuelta el planteo podramos concluir que su biografa, en tanto ha salido del anonimato de la multitud aluvial, tiene que ser incorporada a ese proceso, ya que contribuira a ponerle relieve y drama a un tema que tiende al pintoresco. La convocatoria a una huelga general que se teme revolucionaria; la impresin de que la gran celebracin planeada poda terminar seriamente empaada, condujo a que el viernes 13 se declarara el estado de sitio. Y sobre todo volc a la nueva burguesa, al viejo patriciado y a una porcin considerable de la flamante clase media para retomar los trminos de Jos Luis Romero en Latinoamrica: las ciudades y las ideas a ganar las calles.

  • Fueron tres das de reocupacin de la ciudad a la que se consideraba invadida. Al frente de esta otra ola de movilizaciones o contramovilizaciones improvisadas al calor de las circunstancias estuvieron los jvenes estudiantes universitarios. El sbado recorrieron las calles del casco viejo de la ciudad y en la Plaza de Mayo hablaron los presidentes de los centros estudiantiles. Muchas banderas celestes y blancas se agitaban y el himno nacional, que slo hace unos aos atrs haba sido abreviado, se entonaba una y otra vez. Segn lo sealan testigos, el transente que no acompaara la efusin patritica por decisin o, ms comnmente, por desconocimiento corra serio riesgo de ser manteado. El dirigente sindical anarcosindicalista Sebastin Marotta recuerda, y no hay quien lo haya desmentido, que una muchedumbre de gente adinerada, diputados, empleados de gobierno, sirvientes, policas y militares se lanz, en coche o en carruaje, sobre el local donde funcionaba el diario

    anarquista La Protesta hasta incendiarlo. Luego, con el mismo resultado, hacia las instalaciones del diario socialista La Vanguardia, sin importar que desde sus pginas se haya hecho pblica la no adhesin a la huelga general. Al da siguiente, domingo 15, las columnas son ms nutridas y desde la Plaza de Mayo se dirigen a Plaza San Martn antiguo Campo de Marte, recorriendo la calle Florida. Hay un orador por los profesores y otro por los estudiantes. Pero la movilizacin de ese da implica ms que ese itinerario. Un nutrido grupo de jvenes se detiene en la casa de Joaqun V. Gonzlez, quien se asoma y les dedica unas palabras.

    Otro desprendimiento de la muchedumbre patritica, as ironiza Marotta, tom como blanco los barrios judos de la ciudad que fueron escenario de todo tipo de desmanes. Pogrom es el nombre que le pone incluso el historiador Tulio Halperin Donghi a estos hechos, aunque le agrega el adjetivo modesto. La palabra en s no

  • se la suele vincular con nuestra experiencia como sociedad, parece enteramente ajena. El 16, lunes, las movilizaciones continan ayudadas por el asueto que se decret para la actividad universitaria, del 15 de mayo al 15 de junio. Aclamados por los habitus del selecto Jockey Club, desde Florida parten grupos a La Boca y Barracas, barrios de neta poblacin obrera, con la intencin de llevar hasta ellos la reprimenda. Pero, de nuevo segn Marotta, avisados los obreros estaban dispuestos a defenderse, motivo que los disuadi de avanzar con el plan.

    Agreguemos un episodio previo, para registrar de qu manera la violencia cmo caracterizarla sino como de clase? se haba desatado en esa hora. El circo del muy popular payaso Frank Brown haba sido autorizado a instalarse en la cntrica esquina de Florida y Crdoba, para integrar en los festejos a sus miles de seguidores, despolitizados pero humildes. Luego de repetidas quejas de los ms destacados medios de prensa quejas que no fueron tenidas en cuenta por las autoridades municipales, en la noche del 4 de mayo la carpa del circo fue incendiado por un grupo de jvenes. Las reconvenciones en esos mismos peridicos fueron slo formales, ms importante pareci la causa del buen gusto, contra la que el circo atentaba, y que as quedaba salvada.

    Luego de esas tres jornadas, los festejos se encaminaron tal como se esperaba. Al decir de Monseor De Andrea, aquellas siniestras amenazas obraron como una feliz provocacin. La Infanta lleg sin problemas y aclamada por una nueva oleada de movilizaciones, que esta vez incluy a los inmigrantes y a sus vstagos que se acercaron masivamente para saludarla. Imposible saber con qu pensamientos y emociones, pero de seguro fueron encontradas, contradictorias. Otra visita de relevancia, no tanto por la jerarqua poltica sino por la nacin a la que representaba, fue la del enviado italiano, el diputado y periodista Ferdinando Martini. En representacin del kiser Guillermo II, se hizo presente el general conde Von der Goltz, que, como recuerda un artculo publicado en ocasin del Bicentenario, no se priv de admirar el vigor original y edificante de nuestro ejrcito. La presencia del presidente chileno Pedro Montt, que haba llegado en tren desde Mendoza, fue sin dudas de las ms importantes, puesto que pocos aos

    atrs las relaciones entre ambos pases haban estado a punto de la ruptura. Exposiciones y banquetes.

    El 25 por la maana, y contiguo al Te Deum en la Catedral, se realiz un acto de proporciones en la Plaza de Mayo, en el que se puso la piedra fundamental del monumento a la Revolucin de Mayo. No obstante, la ms importante de las

  • manifestaciones as considerada por Devoto y tambin por algunos peridicos de la poca fue la llevada adelante por el Consejo Nacional de Educacin. Por su disposicin, 30 mil nios de escuelas primarias fueron reunidos en la flamante Plaza del Congreso donde entonaron, con el acompaamiento de la banda de la Polica Federal, las estrofas del himno nacional.

    Aunque Devoto no argumente mucho ms y parezca transparente su significado, no vendra mal inquirir en l, tambin en la forma en que atae a la escuela.

    Por la tarde, la multitud se dispuso en las avenidas del centro de la ciudad para presenciar un largo desfile militar, al frente del cual se encontraba el teniente general Eduardo Racedo. El espectculo de luces, esperado para cuando la noche empezara a caer, sufri varios inconvenientes y cortes. Se pens slo en errores pero grupos anarquistas se adjudicaron el sabotaje. Como sea, por orden del gobierno los diarios no informaran hasta varios das despus sobre el suceso. Por la noche hubo velada en el Coln la pera fueRigoletto de Verdi y no hubo nada que lamentar.

    Paisaje productivo

    Algunas de las personalidades extranjeras que participaron de las celebraciones de 1910 casi de inmediato escribieron sobre la Argentina. Se trata de pginas en las que las observaciones sobre el presente de la joven nacin y las apreciaciones de carcter general sobre su futuro, slo ocasionalmente se dejan atrapar por el recuerdo preciso de los das del Centenario. Nos interesa detenernos en dos de estos escritos, porque sus autores, figuras claramente diferenciadas, no estuvieron slo en la ciudad que fue centro de los festejos y dejaron impresiones del paisaje productivo que no slo comprendan a ella. Nos referimos a La Argentina del Centenario de Georges Clemenceau y a La Repblica Argentina. Impresiones y comentarios de Adolfo Posada. Mientras que Clemenceau vena de estar al frente de la Jefatura de Gobierno de la III Repblica Francesa y volvera a estarlo poco despus, ya iniciada la Gran Guerra de 1914, Posada era un hombre ligado a la vida universitaria e intelectual de su pas. Al mismo tiempo, si el francs se haba mostrado enrgico a la hora de oponerse a la

    movilizacin obrera en su pas, el espaol oriundo de Oviedo estaba comprometido con la necesidad de avanzar en reformas sociales que integraran al cuerpo poltico a las mayoras sociales. Clemenceau fue una de las principales visitas oficiales, Posada lleg a estas tierras por una invitacin de la flamante Universidad de La Plata, apuntalada por quien era su presidente, otra vez nos encontramos con Joaqun V. Gonzlez. Las diferencias, como no poda ser de otra manera, tambin hacen que un libro tome distancia del otro. El del encumbrado poltico, adems de

  • ser ms breve, se deleita con el Jardn Botnico, el Jardn Zoolgico y el Hipdromo; el libro de Posada refleja una atencin mucho ms cierta al drama de los inmigrantes que tuvieron que abandonar sus pueblos de origen en el antiguo continente. Sin embargo, el contrapunto no puede disimular lo mucho que comparten ambas miradas sobre la Argentina.

    A punto de dejar Buenos Aires, seala Clemenceau en su relato: tuve que fijarme un itinerario que el tiempo que dispona me obligaba a restringir deplorablemente. Por su parte, Posada duda: No estoy seguro quin puede responder! de si habr logrado una buena y exacta perspectiva en la contemplacin real e ideal de la gran repblica. Si no hay itinerario ni perspectiva meramente individual, que pueda sustraerse de mapas y marcos previos que los determinan, esto es an ms marcado cuando se trata de extranjeros, invitados por un Estado en situacin de celebracin. Podrn aadir su sagacidad o clarividencia pero, lejos de toda espontaneidad, tanto el recorrido realizadoes decir, qu ver fuera de Buenos Aires como el atrevimiento en la mirada que se lanza hasta dnde se le permite indagar, en buena medida se encuentran capturados por el dispositivo previo, por la cultura nacional, social y poltica que los recibe.

    Por empezar, marquemos el itinerario que estos dos visitantes realizaron. Clemenceau: Buenos Aires la ciudad y sus estancias, Rosario y Tucumn. Posada: Buenos Aires, La Plata, Rosario, Corrientes, Mendoza y Baha Blanca. Lo que en uno y en otro texto se engloba bajo el nombre de Argentina, tiene como basamento estas ciudades y sus alrededores que, aun siendo fundamentales, producen

    un recorte marcado y altamente significativo. En el artculo de Bravo Tedn que sealbamos, en uno de sus subttulos se dice con irona: Si la Infanta Isabel hubiera visto La Rioja. Sencillo condicional contrafctico que deja imaginar otros paisajes.

    En ambos escritos, la prosperidad futura pero ya bien anunciada en el presente es lo que sobresale. Al mismo tiempo, y aunque no se desprende de la observacin primera, el signo ms visible es el de la inmensidad. A propsito de la pampa argentina, escribe Clemenceau: Existen esas inmensas aglomeraciones de animales de las razas vacunas o caballar, que ocupan un espacio considerable en la triste llanura, verde en invierno y amarilla en verano. Cuando se habla de un arreo de diez mil vacas no deja de causar impresin () Pues bien, aseguro a ustedes que diez mil vacas en la pampa no son una gran cosa. Porque la inmensidad econmica con los nmeros que la sostienen es paralela con la extensin del paisaje natural. En vapor por el Paran, se desplaza Posada para llegar a Rosario. Y nos dice: Porque todo ello sugiere lo enorme. Y es en el libro del espaol donde este rasgo se acenta hasta volverse dominante. Va hacia Mendoza y anticipa: Es completamente distinta la impresin de la Argentina cuando se toma el ferrocarril hacia adentro, en la direccin de los Andes (291). Sin embargo, las descripciones que registra, ahora desde el tren, estn emparentadas con las otras: Planicie sin lmites; impresin de inmensidad; horas y horas de tren por aquellas tierras, casi completamente solas, entre

  • alfalfares inmensos, por campos que no terminan. Al llegar a su destino, el plano de la inmensidad cambia hacia lo vertical: muralla enorme de montaas altsimas, Los Andes: majestuosos, imponentes; sinfona heroica de montaas que se atropellan en grupos gigantescos () como si una reciente conmocin csmica acabara de levantar aquel enorme himno de elevaciones.

    La arquitectura productiva destacada se corresponde con esta misma forma. El puerto de Buenos Aires es ejemplo fundamental, aunque se puede percibir aqu cmo influye la enunciacin nacional de uno y otro. Clemenceau: El puerto alinea noblemente, sobre una longitud de 10 kilmetros, sus grandes monstruos de mar que potentes gras se encargan de cargar y descargar. Pero esto es as sin recordar an la acumulacin de Londres, de Nueva York, de Liverpool. No hay tal relativizacin para el espaol: en su escritura, los elevadores de granos son como enormes torreones; los muelles, una mole inmensa de ladrillos. Para concluir: Lo gigantesco de la Repblica que se vislumbra en las drsenas y diques y se revela en los elevadores ()proyctase con fuerte relieve en aquel monstruo que traga constantemente cuanto all, en el misterio de la tierra, se produce. Aunque nos desviemos del propsito del apartado, slo cuando Posada

    detecte la enormidad tambin gigantismo en los edificios escolares, construidos en gran nmero en los ltimos aos, pondr un tono de sospecha, ni siquiera definitiva, como si dudara que slo fuera resultado del alto aprecio por la educacin.

    Reafirmemos slo un poco lo ya dicho, que estn en paralelo naturaleza, arquitectura y produccin. En crculo virtuoso y emparejados por la pujanza. Aunque reproduce a Buenos Aires en pequeo, el crecimiento de Rosario es proverbial. Por su puerto sale la produccin que no cesa de aumentar de la provincia de Santa Fe, pero tambin de las del norte. Slo la provincia de Santa Fe sembr, en 1910, 1.202.370 hectreas de trigo, 580.700 de lino, 10.000 de avena y 998.000 de maz. Este dato, como muchos otros, aunque no se confe la fuente parece certero. El que sigue, dudoso, suma en el mismo sentido: en Rosario est la refinera de azcar ms importante del pas segn parece, que produce unos 250.000 kilos de azcar refinado al da, ocupando 800 obreros, y con una destilera anexa que tiene depsitos para 250.000 litros de alcohol. Corrientes no desentona en este cuadro: La provincia de Corrientes, de que aquella poblacin es capital, es rica en ganados y rica en naranjo, que forma verdaderos bosques, exportando en grandes cantidades sus frutos. La provincia tendr unos 325.000 habitantes en una extensin de 86.879 kilmetros cuadrados. La base de la poblacin correntina es de descendientes de los indios guaranes; buena parte de la provincia la cubre la gran laguna del Iber. Ocupa esta provincia un puesto muy alto en riqueza ganadera, que, segn el censo de 1908, supona las siguientes cifras: bovino, 4.275.895

  • cabezas; caballar, 596.130; mular 14.398; asnal 6.327; ovino, 3.138.563; cabro 29.978; porcino, 31.198.. Ms datos de este tipo, siempre ascendentes e incluso a grandes zancadas, sirven para caracterizar la produccin vitivincola de Mendoza y los movimientos bancarios de Baha Blanca que, glosamos, comenz su historia de progreso tan tarde como en 1879 y tiene un futuro prximo comparable al de Liverpool y Nueva York.

    Detengmonos un segundo aqu. Adolfo Posada, que pas ms tiempo en la Argentina y tuvo tambin entre sus interlocutores a altos dirigentes del Partido Socialista, se hace eco de una controversia ocurrida poco tiempo atrs cuando, invitado a Buenos Aires a conferenciar, Enrico Ferri un prominente criminlogo y socialista italiano manifest que en la Argentina el socialismo era una flor extraa, que no tena razn de ser. Por supuesto, Juan B. Justo discuti con l y la prensa ligada al orden conservador utiliz las palabras autorizadas del dirigente y catedrtico italiano para desacreditar la accin del socialismo en nuestro pas. Posada pone paos fros en la discusin, queriendo entender el contexto en el que ellas fueron dichas, para finalmente darle la razn a Juan B. Justo; sobre todo, dice, si de esta manera se intenta negar la realidad de la cuestin social, o sea, del malestar obrero que precisa de legislacin y de la intervencin del Estado que busque paliar los males ms acusados de la explotacin.

    Ahora bien, ms all de que sta sea su posicin, en las pginas de su libro la cuestin social aparece por lo menos relegada o incluso as ocurre cuando hace referencia a una protesta de campesinos en La Pampa ligada a desastres naturales, a una prolongada sequa. Hasta los trabajadores, con los que sin dudas simpatiza, tienen lugar restringido en este escrito que refleja tambin sus vivencias en la Argentina.

    Aunque con la pluma estilizada de un liberal, le corresponde a Clemenceau trazar uno de los cuadros ms sombros con los que topamos. En Tucumn, luego de asombrarse por los muchos franceses que all residen, se dirige al ingenio azucarero propiedad de su compatriota Edmond Hilleret. Qu dir de la fbrica de azcar que no sea ya conocido por todo el mundo? Est admirablemente establecida. De repente, el tono amable y altamente elogioso, pintoresco incluso, se interrumpe: Las aglomeraciones de las casas obreras son indescriptibles. A ambos lados de una ancha avenida se alinean pequeas casas bajas donde toda nocin de higiene y hasta de la ms rudimentaria comodidad parece sin piedad desterrada. Son guaridas de refugio ms que viviendas propiamente dichas. De inmediato, relativiza lo que ha visto, argumentando que en Europa seran sencillamente miserables pero en esa regin tropical el clima les aporta facilidades de vida donde parecen que encuentran alegras. No obstante, se le impone a l tambin hablar de la legislacin social faltante que, entiende, no

  • encontrar obstculo para sancionarse y realizarse, ya que tanto los propietarios como los diputados con los que frecuenta se manifiestan en todo de acuerdo con ese camino. Hasta aqu una de las notas discordantes ms serias que no alcanza a nublar el panorama. Se podra agregar que el tema de la tierra y su propiedad es un tema maysculo, pero tanto Clemenceau como Posada lo atenan. El primero, porque el parangn con el latifundio que entre los romanos fue decadente, aqu no sera tal cosa, al tratarse de una primera estructura productiva que tiende naturalmente a subdividirse; para el otro, porque remarca las fortunas que incluso humildes habitantes pueden hacer gracias a la especulacin con ellas.

    As las cosas, podemos pensar que la Argentina que estos dos visitantes ven y plasman en sus respectivos libros coincide con aquella que entienden realmente existente las elites, para tomar la nocin tan usada por Halperin Donghi. Incluso la que les hacen observar. Tanto Clemenceau como Posada dejan por escrito, en buena medida como agradecimiento por la hospitalidad, los nombres propios de altos polticos y dirigentes de las entidades productivas ms importantes. El espaol, adems, cuenta con la compaa casi inseparable de los libros de Sarmiento. Por un lado, la interrogacin que nos interesa hacer implica al mismo conocimiento de la Argentina del Centenario. Es decir, la necesidad de encontrar otras huellas e indicios que nos permitan completar este mapa por lo menos magro. Si se nos permite: casi de de turista. A esto nos abocaremos en las clases que siguen, contrastando lo por ellos planteado con otros escritos.

    Al mismo tiempo, podramos discutir cunto de la enseanza de nuestras asignaturas, a la hora de rozar la situacin de 1910, no reproduce por otros canales este mismo paisaje. Incluso cuando repetimos sin ms las verdades del modelo agroexportador. Por ltimo, a la vez que contrastar el porvenir de esplendor, que hacan entrever las inmensidades presentes, con las sombras que vinieron despus, podra ser til preguntarnos si esa situacin mucho ms compleja y sinuosa del siglo XX no est en relacin con este cuadro tan alucinante, espejismo que las elites hicieron propio y contagiaron. En cierto punto, que tambin nos legaron para dar clase.

    Esta clase contina en el tpico Clase 02, segunda parte.