ciudad imaginarios urbanos y transporte publico

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Cómo funcionan los imaginarios urbanos?

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  • Ctedra de Artes N 13 (2013): 127-149 ISSN 0718-2759 Facultad de Artes Pontificia Universidad Catlica de Chile

    Ciudad, imaginarios urbanos y transporte pblico: una mirada al desarrollismo desde la fotografa,

    1938 1973

    Photographing developmentalism: the city and the urban imagination of public transportation in Chile, 1938 - 1973

    Simn CastilloUniversidad Alberto Hurtado. Chile

    [email protected] Mardones

    Pontificia Universidad Catlica de Chile. Chile [email protected]

    Waldo VilaPontificia Universidad Catlica de Chile. Chile

    [email protected]

    ResumenEl artculo indaga sobre el transporte pblico santiaguino y su influencia en la formacin de un imaginario urbano a travs de la fotografa. Esta es utilizada como elemento esttico de refe-rencia al proceso de renovacin poltica, econmica y social definido como desarrollismo, proyecto caracterizado por la intervencin estatal en diferentes mbitos de la vida social capitalina. En el caso de la movilizacin colectiva, la accin estatal implic su modernizacin en mbitos como el tecnolgico, el paisaje urbano y el ethos laboral de sus trabajadores, pasando a ser un elemento central en la construccin de una nueva representacin de la ciudad. Siguiendo esa perspectiva, el trabajo es un aporte historiogrfico al estudio de los imaginarios urbanos a partir de archivos fotogrficos del transporte pblico entre 1938 y 1973. Se plantea el uso de la fotografa como fuente histrica tanto para la comprensin del proyecto poltico y social desarrollista, as como de los imaginarios surgidos a partir de la vida cotidiana santiaguina del perodo. En consecuencia, se pretende generar un acercamiento entre la perspectiva historiogrfica y la dimensin esttica de un elemento central para el funcionamiento de la ciudad moderna.PAlAbrAs clAve: transporte pblico, ciudad, fotografa, desarrollismo, imaginarios urbanos.

    AbstractThe following paper investigates public transportation from Santiago and its influence in the construction of an urban imagery through the use of photography. This one is used as a referential aesthetic element for the process of political, economical and social renovation defined as desarrollismo (development), a project characterized by the growing role of State intervention in different aspects of the capitol city life. In the case of urban transportation, the actions of the State implied the modernization of these activities in aspects such as technolo-gy, urban landscape or the working ethos of its employees, becoming a central element in the construction of a new representation of the urban city. Following this perspective, the work is a historiographical contribution to the study of urban imagery from photographic archives of public transportation between 1938 and 1973. We propose the use of photography as a historical source for the understanding of the social and political project of the developmental concept, as well as for the understanding of the imageries arisen from Santiago city daily life in that period. In consequence, this paper aims to generate a closer approach between historiographical perspectives and the aesthetic dimension of a vital element for the operation of the modern city.Keywords: public transportation, city, photography, development, urban overcrowding.

    Simn Castillo, Marcelo Mardones y Waldo Vila

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    La movilizacin mecnica ha creado en la gente que usa de ella una especie de histerismo, de irritabilidad casi canina. Este histerismo y esta irritabilidad son, pues, un fruto del progreso. Cunto hemos progresado!, dice la gente. S, hemos progresado mucho, pero slo en el sentido mecnico. En otros sentidos hemos retrogradado.Manuel Rojas, Movilizacin, Las ltimas Noticias, 21-III-1941.

    Coordenadas

    La fotografa como fuente historiogrfica se contextualiza en un proceso de ampliacin de la disciplina hacia nuevos enfoques y campos de estudio. Desde la dcada de 1970, la historia de la vida cotidiana, de las mentalidades y la cultura material, entre otras perspectivas, surgieron como nuevas formas de estudiar el pasado. Por este motivo, la utilizacin de nuevos tipos de fuentes no tradicionales para las corrientes de corte ms positivista, como la literatura y los testimonios orales, aparecen como elementos centrales de aquella renova-cin. En ese contexto, la fotografa se presenta como herramienta central para la comprensin de procesos estructurales manifestados cotidianamente en el devenir de la sociedad reflejada (Burke 2001).

    Hasta finales de la dcada de 1970, la historiografa chilena mostr un pobre inters respecto a las posibilidades de las fuentes fotogrficas. Desde entonces, diversos trabajos comenzaron a incluir esta perspectiva a la inves-tigacin historiogrfica, especialmente en aquellas reas donde el estudio de objetos como la ciudad y su dimensin cultural representaba una ruptura con las temticas tradicionales (poltica, economa, etctera). Las mltiples transformaciones urbanas y sus problemticas fomentaron una nueva corriente de estudios histricos, ms consciente del peso que adquira la ciudad en el desarrollo nacional. En este mbito, el surgimiento de nuevos materiales para su estudio, capaces de complementar aquellas dimensiones que el documento escrito no lograba abarcar, surgieron como fuentes para la comprensin de la cultura de masas y las transformaciones urbanas. Un aporte central en esta direccin correspondi al trabajo de profesionales como el historiador Ar-mando de Ramn y el arquitecto Patricio Gross: entre sus colaboraciones, su libro Imagen ambiental de Santiago 1880-1930 propuso un enfoque centrado en la inclusin de fotografas como fuente prioritaria de anlisis (Gross et al. 1984). Este y otros trabajos posibilitaron el uso de estos documentos para el desarrollo de la historia urbana. Pero el anlisis histrico de la fotografa posee coordenadas metodolgicas propias, especialmente en el mbito de la inves-tigacin social, cuyo desarrollo se ha realizado desde mltiples perspectivas. Tres de ellas surgen como referencias de acercamiento: la primera, denominada realista, la postul como representacin verosmil de la vida social; para esta tendencia, se presentan como un documento puro o libre de intervenciones,

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    minimizando el rol activo de sus autores. Una segunda perspectiva de anlisis, proveniente de la semitica, entendi a este tipo de documento como elemento lingstico, estructurado en cdigos, mensajes, significantes y significados, plantendose como un enfoque crtico de la aparente neutralidad del trabajo de los fotgrafos; simultneamente, este anlisis remarc que la multiplicidad de interpretaciones de esta fuente no estaba libre de contenidos ideolgicos. Justamente, la tendencia conocida como ideolgica enfatiz el cuestionamiento de la objetividad fotogrfica, remarcando la necesidad de contextualizarla, comprender sus condiciones de produccin, difusin y consumo, sealando los usos y las significaciones de la prctica fotogrfica en un momento especfico (Thompson 1992-93).

    Estas perspectivas tericas para la comprensin de la fotografa en su contexto nos parecen tiles para el estudio histrico de la ciudad, especialmente las dos ltimas, ya que permiten indagar en las relaciones entre el mundo construido y los usos sociales, destacando sus acercamientos a la vida cotidiana y a la cultura material (Burke 2001). Sin embargo, el uso que pretendemos dar a la fotografa en este artculo busca superar las propuestas planteadas por Thompson y Burke para reconocer a travs de estas, parte del imaginario social de un perodo en la historia urbana de Santiago a partir de su dimensin esttica. Para ello, entende-mos el concepto de imaginario como un fenmeno humano compartido, sin que esto implique un carcter universal. Ms all de su extensin, son un producto de la interaccin social entre las personas, construyndose a partir de discursos y prcticas sociales. Los imaginarios influyen y orientan las prcticas y relatos al interior de la sociedad, mutando con el tiempo y produciendo efectos concretos sobre los sujetos y su vida cotidiana. De esta forma, los imaginarios tienen el poder de producir imgenes guas o actuantes, verdaderas guas para la accin. Como plantea Alicia Lindn, los imaginarios nos permiten hallar ms bien descifrar respuestas al porqu de las acciones de los sujetos sociales (2007:10).

    Ahora bien, para ligar el concepto de imaginario a un contexto particular como el espacio urbano, debemos reconocer que este tiene una carga sensorial capaz de activar nuestra capacidad imaginativa. Como lo reconoca Simmel, en la ciudad el urbanita est constantemente afectado por una avalancha de estmulos visuales, que conforman una suerte de puesta bajo tensin per-manente, para la percepcin humana (Simmel 1986, citado por Hiernaux 2007: 22). As, el habitante urbano est ms influenciado visualmente que en los otros sentidos, lo que se conecta con la produccin esttica particular que genera la ciudad. De esta manera, muchas de esas impresiones visuales son transferidas al reservorio de imgenes que se sitan como referencia y lugar de sentido frente a lo urbano en la mente humana (Hiernaux 1999). Las ciencias sociales y ciertas reas de las humanidades, como la historia de las mentalidades, han reconocido en el estudio de los imaginarios y en este caso particular, de los urbanos han visto en ello la posibilidad de estudiar y comprender

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    los objetos y sistemas simblicos, las representaciones sociales, la ima-ginacin y las operaciones cognitivas, la conciencia colectiva, la relacin entre sentido y podero y la historia de las mentalidades, entre muchos otros temas, han sido reconocidos como objetos de conocimiento desde los cuales se puede acceder de manera privilegiada al tramado secreto de la vida social (Greene 2007: 55).

    A partir de estas coordenadas, entendemos que cada perodo histrico adopta cierto tipo de imaginario y construccin esttica de la realidad, promo-viendo u omitiendo discursos que concluyen por conformar una representacin especfica, como lo demuestra el caso de la dictadura militar y su impronta esttica estudiada en publicaciones recientes (Errzuriz y Leiva 2012). En este sentido, nuestra propuesta para el anlisis del conjunto de fotografas aqu expuestas busca reflexionar sobre la conformacin de un imaginario urbano en Santiago de Chile, los que ilustran diversos mbitos de la vida cotidiana del perodo. La polisemia de significados contenidos en las fotografas da cuenta de una diversidad de fenmenos que como hiptesis asociamos a un imaginario propio del desarrollismo, donde destacan, por ejemplo, las trans-formaciones urbanas y la irrupcin de una cultura de masas dentro de una modernidad perifrica como la santiaguina. Esta contradiccin interna, propia de la modernizacin en Amrica Latina, a nuestro juicio puede ser observa-da en un mbito relevante para la ciudad como lo es el transporte pblico, aspecto que ejemplifica los alcances y lmites de un modelo de desarrollo. En consecuencia, el contexto ms las condiciones de produccin fotogrficas como las que analizaremos, son tiles para comprender una dimensin de la ciudad moderna y los imaginarios asociados a ella.

    La ciudad y las mquinas: el transporte pblico y la transformacin urbana

    A finales de la dcada del treinta, tranvas y autobuses se constituan como los principales medios de transporte urbano en la capital. Desde la instalacin de las primeras lnea de tranvas a sangre a partir de 1857, la posterior aparicin del tranva elctrico en 1900 y la incorporacin de las primeras lneas de auto-buses con la creciente penetracin del motor diesel hacia la dcada del veinte, la oferta del transporte urbano lleg al punto de plantear las primeras dificultades el funcionamiento de la ciudad, principalmente por su deficiente servicio (de Ramn 1992; Cataldo 1985). De este modo, la nocin de progreso que impo-na la masificacin de los medios de transporte pblico, con sus cambios en los sentidos del tiempo y el espacio para los habitantes de Santiago, comenzaba tambin a mostrar sus contradicciones y problemticas propias de la vida urbana.

    En este sentido, la opinin pblica del perodo comenz a discutir con cada vez mayor frecuencia respecto a lo que se denomin genricamente como el

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    problema del trnsito. En este conflicto se sumaban diversos aspectos: desde la crisis econmica generalizada, la mayor demanda de movilidad por parte de una poblacin en aumento o una estructura urbana no diseada para la adecuada circulacin de los medios de transporte moderno, la complejidad del problema reflejaba el sentido catico que en muchos aspectos adquira la sociedad de masas (Errzuriz 2010).

    La percepcin del problema del trnsito como parte de un creciente con-flicto urbano impuls a la intervencin de nuevos actores en pos de realizar los cambios necesarios para el correcto funcionamiento de la ciudad: urbanistas, ingenieros y economistas se constituyeron como actores esenciales en la reflexin de los problemas y elaboradores de propuestas tcnicas para la solucin de la crisis. Sin embargo, la ciudad se constitua tambin como un campo de accin poltica, donde los intereses sobrepuestos de los diversos actores muchas veces chocaban; en este escenario es donde la accin del Estado se torna relevante, en un proceso que si bien no se realiz de manera brusca ni monoplica, fue una innovacin respecto a las polticas en la materia. Si bien esta intervencin se vena discutiendo durante toda la dcada del treinta, ser a partir de sus ltimos aos cuando se consolide como prctica en los hechos. El triunfo del Frente Popular en 1938 marc la profundizacin de un modelo de capitalismo basado en el incentivo estatal a la empresa privada, o incluso sustituyendo a los empresarios en el desarrollo capitalista, consolidando una economa mixta pblico-privada orientada hacia la industrializacin como eje del desarrollo: la creacin de la Corporacin de Fomento para la Produccin, CORFO, fue su emblema (Collier y Sater 1999).

    En materia de transporte colectivo, las acciones del nuevo gobierno fueron ms reactivas que basadas en propuestas de largo plazo: por ejemplo, en mayo de 1941 una huelga general de los trabajadores del transporte pblico en pos de reivindicaciones laborales y que paraliz a la ciudad, sirvi de excusa para la intervencin estatal sobre la Compaa de Traccin de Santiago, principal controladora de los tranvas capitalinos (el medio de transporte colectivo ms utilizado por la poblacin durante el perodo). La empresa, filial de la Compaa Chilena de Electricidad, era la mayor proveedora de transporte capitalino, pro-porcionndole un carcter estratgico al servicio. Ante este hecho, la propiedad norteamericana de la compaa generaba una serie de controversias durante un perodo en que el nacionalismo econmico tomaba una fuerza inusitada, apoyado tanto por los vaivenes de una economa mundial azotada entre la crisis de 1929 y la Segunda Guerra Mundial como tambin por el discurso antiimperialista de una izquierda cada vez ms consolidada polticamente (Castillo et al. 2011).

    As, la transversalidad en las opiniones respecto a la necesidad de un mayor control del Estado en el servicio dio paso a una serie de discusiones parlamen-tarias, las que culminaran con la creacin por ley de la Empresa Nacional de Transportes Colectivos en 1945. Esta nueva sociedad de carcter mixto, formada por capitales fiscales y de la CORFO, ms una cantidad minoritaria de acciones

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    de la Compaa Chilena de Electricidad, representaron el primer proyecto que logr poner bajo la tutela del Estado parte del servicio de transporte colectivo los tranvas, aunque no monopoliz la actividad al permitir que los empresa-rios particulares continuaran como dueos de los autobuses. La nueva empresa realiz un plan de mejoras sobre el transporte pblico santiaguino a travs de la adquisicin de nuevos vehculos para el servicio, incorporando autobuses de mayor capacidad que las gndolas privadas, trolebuses para substituir a los anti-guos tranvas heredados y ampliar as el servicio hacia nuevas reas de la ciudad.1

    Al asumir un nuevo rol frente al servicio, el Estado abri un nuevo debate: ya no se trataba exclusivamente de la calidad del servicio, sino de quin deba hacerse cargo del mismo, teniendo en cuenta que la movilizacin colectiva era una cuestin estratgica para el funcionamiento de la ciudad. Como veremos ms adelante, las imgenes de una locomocin colectiva catica que abunda-ban en la dcada del cuarenta, reflejaban el grado de problema pblico de una actividad controlada por particulares desde mediados del siglo XIX. Ante el amplio grado de insatisfaccin frente a los requerimientos urbanos, el rol de un Estado modernizador, que incorporaba tecnologa de punta para el servicio, surga como un discurso pblico que reforzaba no solo la actividad en s, sino a todo el modelo de desarrollo. Sin embargo, pese al panorama de progreso que se intentaba representar, la situacin, tanto de la empresa como del servicio en general, continu siendo conflictiva: al creciente dficit econmico que acompa- la iniciativa estatal, se presentaron tambin las presiones de diversos actores a favor de una poltica de control de la movilizacin ms radical, y por otra parte, voces llamando a terminar con el plan de intervencin sobre una actividad que hasta el momento haba sido copada por los empresarios particulares. En este sentido, el imaginario que nace de estos dos fenmenos entra en un juego dia-lctico, donde por un lado se encuentra el discurso modernizador desarrollista y por otro la realidad cotidiana que deban enfrentar los usuarios.

    Pese a este panorama contradictorio, el proyecto de intervencin estatal se acentu mediante la creacin de la Empresa de Transportes Colectivos del Estado, cuando este pas a asumir directamente la atencin de estos servicios para que dejen de constituir negocios de lucro particular y se conviertan en un organismo que mire exclusivamente por el inters y servicios colectivos (DFL 54: 1953), poniendo fin al carcter mixto de la ENT. El surgimiento de la ETCE fue la culminacin del estatismo en el transporte pblico, instaurando la ampliacin

    1 En 1947, la primera lnea de trolebuses hizo su recorrido entre calle Mac Iver y El Golf, evidenciando de paso como las reas de mayor plusvala eran privilegiadas a la hora de incorporar las innovaciones tcnicas y de infraestructura, mientras las periferias ahondaban la mediocridad de sus servicios. Posteriormente nuevos recorridos ampliaran la cobertura de la ENT por la capital, aunque la expansin de la misma, el retiro de los tranvas que dejaron de circular en 1959 y una pobre mantencin de los vehculos haca que la flota estatal tuviera una menor presencia en las calles que los autobuses particulares.

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    nacional de sus actividades, aunque con la particularidad de permitir la convivencia con empresas privadas, renunciando a ejercer un monopolio sobre la actividad2. Bajo esta lgica, la ciudad continu reflejando una creciente tensin en el paisaje urbano, ms saturado en sectores de alta congestin como la Estacin Mapocho o Estacin Central, donde convergan usuarios y vehculos en sus recorridos hacia las periferias. Estos problemas se acentuaron ante la explosin demogrfica que caracteriz a Santiago durante el ciclo desarrollista: de un milln de habitantes en 1940, veinte aos despus su nmero se duplicaba. La expansin urbana oblig a un aumento en las flotas y recorridos para el servicio de transporte pblico, lo cual realz an ms el problema de la congestin; sin embargo, la cobertura hacia las periferias nunca result satisfactoria para los usuarios, que cada vez se alejaban ms del centro para establecer su residencia (De Ramn 1992). A la vez, otros problemas anteriormente no percibidos, como la creciente contaminacin am-biental smog y ruido se hicieron ms cotidianos en el debate pblico, haciendo que la percepcin de un transporte colectivo ineficiente y desigual se tornara ntida y masiva. Las transformaciones impulsadas por el Estado tampoco alteraron la continuidad de los problemas que afectaban a los usuarios. Cuestiones como los precios de los pasajes, la calidad de los vehculos, la frecuencia de recorridos y otros similares se repetan de manera frecuente, lo que gener explosiones sociales cclicas: ejemplos de ello fueron las jornadas de la huelga de la chaucha en agosto de 1949 o en los sucesos del 2 y 3 de abril de 1957, cuando el aumento en las tarifas impulsadas por los empresarios particulares devinieron en violentas manifesta-ciones por parte de los habitantes de Santiago, las que terminaron con vctimas fatales, daos materiales y sendos ataques hacia los vehculos de la locomocin colectiva, smbolos de los reclamos (Milos 2007).

    Con el ingreso a la dcada de 1960, el desarrollismo tuvo un nuevo aliento en pos de la consolidacin de su proyecto, impulsado esta vez por los gobiernos de la Democracia Cristiana (DC) y la Unidad Popular (UP). Mltiples iniciativas fueron levantadas en pos de un mejoramiento a la calidad de vida de sectores sociales como las clases medias: grandes proyectos de vivienda social como la Unidad Vecinal Portales y la Remodelacin San Borja, o el inicio de los trabajos para la construccin del Metro, implicaron una transformacin en el paisaje urbano que dio cuenta del fuerte compromiso del aparato pblico con la moder-nizacin urbana y la planificacin. Pese a ello, las imposibilidad de comprender la ciudad como un todo se manifest en una continuidad de las desigualdades territoriales, especialmente cuando la ciudad informal aumentaba continuamente los lmites de Santiago a travs de acciones como las tomas de terreno.

    2 A travs de este decreto, la administracin Ibez busc consolidar la intervencin estatal no solo en Santiago, sino en los principales centros urbanos del pas: Antofagasta, Valparaso y Concepcin, presencia que daba cuenta del alcance nacional del problema y de la voluntad pblica para enfrentarlo, aun cuando estas medidas no discutieran aspectos de fondo como la relacin entre los intereses privados y las crecientes necesidades de la poblacin.

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    La ETCE, reestructurada administrativamente en 1960 para reducir el dficit fiscal y el mejoramiento del servicio, tampoco pudo consolidar la conformacin de un sistema integrado de transporte pblico. Durante el gobierno de la UP, la empresa actu como plataforma de medidas populistas como la gratuidad del transporte escolar, los que no enfrentaban las cuestiones de fondo como la insolvencia econmica de la empresa, una ineficiente cobertura de calidad para las periferias poblacionales o la incapacidad de integrar a los privados en un modelo que racionalizara la actividad. Por el contrario, sectores de los empresarios particulares aprovecharon las tensiones polticas para posicionar sus intereses, lo que se manifest en el respaldo a medidas de fuerza como paralizaciones y otras. Ante ello, no resulta casual que el fin del sistema democrtico produjera un giro radical en las polticas sobre transporte pblico, entregndose la demanda a las directrices del mercado con la total liberalizacin de los servicios y el fin legal de la ETCE en 1981, momento en el que los empresarios particulares asumen el control total del servicio de transporte colectivo de superficie.

    El fin de esta empresa, y por ende de la intervencin estatal, fue una metfora del trmino del proyecto desarrollista, y en consecuencia, de la retirada del Estado como protagonista en las polticas econmicas y urbanas. Este proceso puede ser apreciado parcialmente como un fracaso, dado que no se logr solucionar los problemas que el transporte pblico arrastraba por dcadas, aunque tambin debe matizarse en el contexto de un crecimiento metropolitano nunca antes visto. Adems, la consideracin de los actuales problemas en la movilizacin colectiva de Santiago demuestran las races estructurales de los conflictos que enfrenta la actividad en su relacin con los usuarios y la ciudad, realzando la incapacidad del neoliberalismo para enfrentar el tema. En ese panorama, la fotografa sobre el mundo del transporte pblico como documento sirve para comprender las continuidades de un problema persistente en el tiempo.

    Cambio urbano y fotografa

    A partir de las primeras dcadas del siglo XX, la creciente urbanizacin de Santiago produjo cambios en la materialidad de la ciudad, como tambin en aspectos socioculturales, convirtindose la capital en un espejo de las transfor-maciones que conducan a la formacin de una sociedad de masas. Las nuevas prcticas sociales, que iban desde el consumo cotidiano hasta los usos del espacio urbano, van acompaadas del surgimiento de un imaginario original sobre la ciudad, donde la fotografa tuvo un rol central. En la circulacin de fotografas a travs de diversos medios, destacaron revistas como Zig-Zag, Sucesos o Pac-fico Magazine, las que por su amplio tiraje lograron mayor transversalidad en el consumo al interior de la sociedad urbana. La masificacin de estos medios contribuy a conformar un imaginario visual de lo urbano: en este sentido, las fotos sobre la ciudad y la experiencia urbana difundan aspectos cotidianos de la modernizacin en la cual sus habitantes se vean insertos. As, la difusin de

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    las fotografas, junto a otros medios de comunicacin como la radio o el cine, reforzaban la percepcin de una sociedad en transformacin, con problem-ticas y propuestas para enfrentar el continuo dilema de la modernidad en la modernizacin. Es decir, las transformaciones socioculturales en un contexto de cambios econmicos, institucionales y materiales (Rinke 2002).

    Estos medios de masas se convirtieron en una de las principales vitrinas de los procesos polticos ocurridos a partir de la dcada de 1930, cuando la depresin econmica de 1929 comienza a plantear la necesidad de un nuevo paradigma de desarrollo para los pases latinoamericanos (Romero 1976). Los sucesos polticos y sociales envueltos en esta transformacin fueron recogidos en forma cada vez ms recurrente por los fotgrafos, quienes retrataron diversos aspectos de la masifica-cin urbana. Las fotografas aqu expuestas buscan documentar algunos fenmenos de este proceso de cambios, asociado polticamente en Chile a la llegada al poder del Frente Popular (1938) y su proyecto de intervencin estatal en la economa, basado en una poltica de industrializacin que estimul la migracin hacia las ciudades, y con ello el fenmeno de metropolizacin de Santiago.

    En este sentido, el material aqu mostrado sirve tanto para elaborar una in-terpretacin de los alcances y lmites del proyecto nacional desarrollista, como de la irrupcin de una imaginario particular sobre la masificacin de la ciudad. En este imaginario, las ciudades y especialmente la capital se convierten en ob-jeto de intervencin para polticas pblicas inspiradas bajo el nuevo paradigma desarrollista. Estas medidas estatales implicaron la generacin de tcnicas de gestin y desarrollo sobre el territorio, sustentadas en el urbanismo y la planifi-cacin centralizada, las que tenan por objeto racionalizar la ciudad y equilibrar el proceso de industrializacin con el de urbanizacin. Uno de los mbitos donde la intervencin estatal intent modernizar una necesidad propia de la ciudad de masas fue el transporte colectivo. Los cambios y conflictos asociados a este servicio fueron foco de atencin pblica, temtica caracterizada tanto por las innovaciones tecnolgicas, como por la percepcin de una crisis permanente de la actividad, debido a desequilibrios financieros, deficiente cobertura, mala calidad de servicio y muchas otras.

    De este modo, las fotografas participan en la construccin del imaginario de una modernizacin expresada a nivel de proyectos polticos y de cultura urbana, los que impactaron en la vida cotidiana de los santiaguinos. En el caso del trans-porte colectivo, estas fotografas actan como representacin del ideario desa-rrollista, que como intentaremos mostrar abarca una multiplicidad de temticas: estas pueden ir desde la irrupcin de una cultura de la movilidad, la necesidad masiva de desplazamientos al interior de la ciudad, con la consecuente demanda sobre el transporte pblico, la necesidad de una nueva infraestructura vial y de personal especializado, la integracin vertical del servicio en el funcionamiento econmico de la ciudad y el territorio, el mundo del trabajo ligado al servicio, hasta incluso los estallidos sociales por las falencias del servicio o el aporte del transporte colectivo a la conformacin de un paisaje urbano propio del perodo.

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    Como ejercicio metodolgico, hemos clasificado las fotografas aqu pre-sentadas en tres mbitos que cubren aspectos relevantes del imaginario urbano del nacional desarrollismo. El primero de ellos tiene relacin con una de las polticas tangibles sobre transporte pblico diseada durante el perodo, como fue la conformacin de la ETCE, la cual consolid la construccin de una cul-tura obrera ilustrada. El segundo de ellos involucra fotografas que representan la contradiccin que introdujo el nacional desarrollismo en la sociedad chilena, que observaba cmo este nuevo paradigma econmico-social no lograba dar respuesta a los conflictos sociales que se arrastraban en la sociedad santiaguina desde principios del siglo XX. El tercer aspecto relevante del imaginario urbano del nacional desarrollismo es la interaccin entre transporte pblico y paisaje urbano. La movilizacin colectiva, con sus mquinas, paraderos, terminales y lneas elctricas en altura en el caso de los trolebuses, implic una modificacin no solo de la infraestructura, sino del propio paisaje urbano. Aunque como he-mos dicho, la extensin de los recorridos no lleg a muchas partes de Santiago, los lugares que s contaban con el servicio principalmente en el centro y en la zona oriente vieron cambiada su antigua fisonoma.

    1. La empresa estatal, sus trabajadores y la ciudad

    Al entender la conformacin de un imaginario esttico de lo urbano, el mundo del trabajo surge como un elemento de referencia desde las ms va-riadas expresiones culturales, especialmente para las vanguardias que asumen un rol intelectual socialmente ms comprometido3. Al comps de los cambios sociopolticos, el rol de los trabajadores urbanos se torn relevante debido a su creciente grado de organizacin, la influencia de sus sindicatos sobre el programa desarrollista y la consolidacin del modelo. Esto fue especialmente relevante para los trabajadores ligados al Estado, quienes gozaban posiciones de privilegio frente al resto de la masa laboral; en este plano, los trabajadores tranviarios, posteriormente acogidos al aparato pblico con la creacin de la ENT / ETCE aparecen como ejemplos de un nuevo ethos, aquel ligado a la figura del empleado fiscal. En paralelo a estos cambios sociales, el surgimien-to de una compaa de transporte pblico estatal surgi como un elemento 3 Desde la narrativa, Nicomedes Guzmn destaca precisamente a los trabajadores tranviarios como figuras representativas del surgimiento de un hombre nuevoperso-najes centrales en sus novelas La sangre y la esperanza y Los hombres obscuros, socialmente comprometido con los nuevos proyectos polticos y la cultura obrera ilustrada. En el contexto del triunfo del Frente Popular, la posibilidad de construir nuevos personajes literarios entre grupos sociales antes invisibilizados en la novela chilena, como aque-llos de los sectores medios y marginales de la urbe. La diversidad de tipos sociales y sus tensiones en la ciudad surgi como caracterstica de la nueva sociedad de masas, aportando al imaginario urbano la presencia incipiente de un Chile ad portas a una transformacin poltica de alcances revolucionarios.

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    modernizador en s mismo, asumiendo el Estado un papel promotor de las nuevas medidas para afrontar los problemas del crecimiento urbano. As, la nueva gestin del territorio a travs del surgimiento de una empresa de locomocin colectiva, incorporando vehculos modernos como trolebuses y autobuses se promocionaba como paradigma de una ciudad ms ordenada y que incorporaba mejoras al servicio de la poblacin.

    Estos dos grandes planos conviven en algunas de las fotografas que registraron la actividad de la ENT/ ETCE y sus trabajadores desde mediados del siglo XX. Con una actividad que se haca popular gracias a la masificacin de las cmaras, las fotografas sobre el mundo del trabajo y del transporte pblico surgieron en mbitos distintos a los tradicionales medios de comunicacin escritos, quienes los utilizaban principalmente para reflejar los conflictos urbanos asociados al servicio (accidentes, congestin, mal estado de los vehculos). La posibilidad de tomar imgenes en los espacios de trabajo se convirti as en una galera de recuerdos para los trabajadores de la empresa, donde el mbito laboral surga como espacio de conexin entre el proyecto desarrollista y la vida cotidiana. A travs de ellas se captaron los momentos considerados como relevantes para el imaginario obrero estatal, como las instancias de sociabilidad y sus espacios de trabajo, reproduciendo momentos como reuniones o actividades cotidianas de su mundo laboral. Al mismo tiempo que se construye un imaginario del mundo del trabajo desarrollista, otras fotografas muestran a la empresa estatal como parte de la renovacin material urbana, en un proceso donde el imaginario de las nuevas tecnologas y servicios se asoci con el ingreso hacia una sociedad moderna. El transporte colectivo, fuente de profundas discusiones pblicas durante la dcada de 1940 debido a la crisis del servicio por las carencias en combustibles e insumos a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, experiment con el ingreso del Estado un cambio sustancial, aunque acotado a ciertas reas de la ciudad y que debido a sus mismos lmites pronto sera puesto en cuestionamiento.

    Imagen 1. Autor desconocido, c. 1946. Gentileza Sindicato de Ex Trabajadores ETCE.

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    Posible inauguracin del servicio de autobuses de la Empresa Nacio-nal de Transportes, con un vehculo marca Twin Coach de procedencia norteamericana de la lnea Plaza Bulnes-Pedro de Valdivia. El proyecto modernizador de la locomocin colectiva impulsado por el Estado buscaba mejorar las condiciones crticas que caracterizaban al servicio en la capi-tal, pero tambin acudan en la promocin de los logros y compromisos asumidos por el desarrollismo para enfrentar los conflictos propios de la expansin urbana. As, el fotografiar la inauguracin de una lnea de auto-buses tena un componente propagandstico, especialmente cuando este se realizaba con un espacio pblico simblico como el Palacio de la Moneda de fondo. La actividad pareca marcar no solo la incorporacin de una nueva tecnologa al servicio, sino que los habitantes de la ciudad podan ver un compromiso con una mejor calidad de vida urbana por parte del Estado. No sabemos qu circulacin habr tenido una imagen como esta: si fue tomada para algn medio o si qued como registro de los trabaja-dores como el comienzo de una nueva poca marcada por la substitucin de los tranvas, los que sucumbieron bajo la modernizacin desarrollista. Pero el hecho de que se la haya registrado en ese espacio determinado, con un pblico sonriente tanto al interior como en el encuadre de la escena, habla de un cierto optimismo ante el rol del Estado, el cual en los hechos pronto ser matizado por conflictos urbanos no resueltos o la incapacidad de darle una consolidacin al proyecto.

    Imgenes 2 y 3. Gentileza Sindicato de Ex Trabajadores ETCE, c. 1950.

    Tanto el espacio laboral como aquellos de ocio y sociabilidad reflejados en las fotografas de la poca, dan cuenta de un proyecto que era mucho ms ambicioso que la simple incorporacin del Estado en el servicio de locomocin colectiva: la primera fotografa muestra a un grupo de obreros de la maestranza Mapocho de la ENT, lugar donde estaban ubicados los talleres de la antigua empresa tranviaria y que seguiran sirviendo ese rol cuando aparecieron las compaas estatales. El grado de especializacin de los diversos tipos de tra-bajadores que participaban en la empresa, desde conductores e inspectores hasta mecnicos y administrativos, daba cuenta de una heterogeneidad de

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    roles, pudiendo diferenciarse en las fotografas a partir del uso de diversos uniformes. El imaginario del espacio laboral como un mundo complejo, de mltiples funciones y posiciones sociales, aunque de una convivencia fsica estrecha, emerge como relevante para un perodo donde la cultura obrera ha consolidado su proyecto. La segunda fotografa muestra a un grupo de tra-bajadores del sindicato empresarial en su sede de calle San Martn; en ella se practicaban formas de sociabilidad como la fiesta, donde familias y gneros se mezclaban bajo la mirada gua de los lderes obreros y polticos asociados al imaginario desarrollista, como la figura del presidente Pedro Aguirre Cerda. Eran momentos para la diversin, el esparcimiento y la opinin, como lo muestran los puos izquierdos y signos de la victoria de algunos de sus parti-cipantes, rasgo que da cuenta de la penetracin ideolgica de ciertas corrientes al interior de la actividad obrera durante el perodo.

    Imagen 4. Autor desconocido, c. 1960. Gentileza Sindicato de Ex Trabajadores ETCE.

    Hombre posando frente a vehculo de la ETCE de la lnea 48 Mapocho-Renca. Como forma de trabajo propia de la ciudad, los empleados de la empresa como inspectores y conductores hacan buena parte de su vida laboral en reas de la ciudad que comnmente no estaban en el centro de la atencin pblica ni sus medios de comunicacin. Como trabajadores asociados al servicio de movilidad colectiva, su relacin con el espacio urbano era ms diversa que la mayora de los obreros, lo cual posibilit que quedaran registrados en reas de la ciudad que rompan con la imagen de ciudad moderna que predominaba en su rea central. La masificacin de la mquina fotogrfica como objeto de consumo permiti as obtener mayores registros de las periferias urbanas como Renca, donde el proceso de modernizacin material penetraba de forma gradual, coexistiendo con un paisaje ms asociado al mundo rural. En esta fotografa, tomada en la plaza de Renca,

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    se refuerza el imaginario del transporte colectivo como aporte de la modernidad junto con otras infraestructuras como la electricidad frente a aquellos elementos ms bien tradicionales, como las viviendas de adobe y la traccin animal. El pro-yecto desarrollista, aunque asociado a la industrializacin y la vida obrera, debi enfrentar las dicotomas de un contexto urbano en plena transformacin, donde el sustrato rural-popular de su poblacin an era frtil tanto en el mbito cultural como material mismo, reforzando el imaginario de un perodo de transicin.

    2. Representacin de una contradiccin

    Una parte importante del material fotogrfico que recopila la historia del transporte pblico de Santiago est relacionado con la representacin de la cri-sis permanente en que se encontraba la locomocin colectiva. Observar el caos desatado por la implementacin de Transantiago en febrero de 2007, no fue otra cosa que volver a ver el colapso de un sistema que en muy pocas ocasiones ha cumplido con las expectativas de sus usuarios. Por ello, en paralelo a la historia de los avances desarrollistas materializados a travs de la creacin de la ETCE, podemos apreciar un correlato en imgenes donde se expresa, mediante una visin esttica que oscila entre lo pintoresco y la denuncia, las diversas dificultades con que diariamente deban convivir los santiaguinos al momento de transportarse por la ciudad. Esta realidad cotidiana, fue formando en torno a s un nutrido imagi-nario que buscaba exponer las diferentes falencias en la forma de funcionamiento del servicio y al mismo tiempo, en cmo el Estado se estaba haciendo cargo del problema, aunque con el paso del tiempo esta accin no trajera mejoras sustantivas en el mediano plazo para los usuarios. Este fenmeno particular y que en muchos casos traspasa el marco temporal que cubre este artculo, es al que llamamos la representacin de una contradiccin, que sin duda es parte importante del ima-ginario de Santiago en tanto metrpolis. Partimos la revisin bajo este punto de vista en 1944, con esta serie de tres fotografas ambientadas en pleno proceso de nacionalizacin, cuando producto de la escasez general que impone la Segunda Guerra Mundial, el transporte pblico es una de las actividades ms afectadas, sobre todo debido a la dificultad para conseguir combustible y la posibilidad de llevar adelante una adecuada renovacin tecnolgica de las maquinas. Motivos poderosos que impulsaron a las autoridades de la poca para aplicar en el mbito del transporte colectivo el modelo desarrollista, en busca de controlar y mejorar la movilidad al interior de la ciudad.

    Estas mltiples escenas fueron parte importante del imaginario que moviliz a las autoridades del gobierno de la poca a nacionalizar, ya que dan cuenta de la saturacin al interior de los medios de locomocin colectiva que se viva por aquel entonces. En este caso estamos frente a un microbs de la empresa Matadero-Palma, una de las clsicas lneas que una el barrio Franklin con la Chimba, dos de los sectores perifricos ms antiguos de la ciudad, cubriendo uno de los principales ejes norte-sur de la capital. De esta forma este recorrido, que comenzara a funcionar

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    en las primeras dcadas del siglo XX, se transform en un referente para gran parte del imaginario asociado a la vida en la periferia, transformando al microbs en un objeto cultural, en el sentido de ser una representacin de lo popular y generador de mltiples expresiones artsticas y estticas que podemos rastrear hasta el da de hoy.

    Si observamos las fotografas, el riesgo que significaba para los usuarios viajar en las pisaderas, que ya haba sido advertido en la poca de los tranvas, es uno de los elementos que ms destaca al interior de la composicin. En este sentido la serie busca por un lado, informar sobre la forma en que se prestaba servicio a los usuarios, y por otro, dar cuenta de ese extrao fenmeno que significaba la aglomeracin en la ciudad moderna, y como este se poda representar especial-mente en el espacio pblico, donde el transporte pblico jugaba un rol central.

    Ahora bien, cuando a la mala calidad de servicio se sumaba alza de tarifas, la situacin era diferente, ya que se pasaba de la imagen pintoresca o de denuncia, a las escenas de protesta social. As sucedi en la huelga de la chaucha en 1949.

    Imgenes 8 y 9. Pool Fotogrfico Zig-Zag, 1949. Coleccin Museo Histrico Nacional.

    Imgenes 5, 6 y 7. Miguel Rubio, 1944. Coleccin Museo Histrico Nacional.

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    Este hecho, fue una revuelta social producida por el aumento de la tarifa sobre la chaucha, precio que se haba mantenido por largo tiempo. Al igual que en 1888, cuando se produjo la primera protesta contra el transporte pblico de la capital, que por ese entonces afect a los carros de sangre, pasando por este episodio de 1949, sumado al 2 y 3 de abril de 1957. El primer objetivo de este tipo de revueltas eran las mquinas de la locomocin colectiva, las que se destruan en seal de protesta por los constantes abusos que se senta realizaban las empre-sas a cargo. En una especie de catarsis colectiva, donde la micro toma un valor simblico, los ciudadanos buscaban a travs de la violencia y destruccin tomar revancha por aos de mal servicio, no haciendo mayor diferencia si la mquina perteneca a particulares o al fisco. De esta forma, las presentes imgenes ayu-daban a la construccin de un imaginario propio de las urbes modernas, donde la violencia se transformaba en coyunturas liberadoras de presin, pero a la vez, para estas dos fotografas de 1949, denunciaban el inicio del fin de un modelo de desarrollo que no tardara en exponer profundas falencias. En ese sentido, las fotografas aqu presentadas no solo muestran las falencias del desarrollismo en tanto mala calidad de servicio y protesta social, sino que abren otro flanco, ms relacionado con la historia de pobreza y marginalidad urbana en Santiago, pero que tambin tiene como escenario la movilizacin colectiva capitalina.

    Imagen 10. Pool Fotogrfico Zig-Zag, c. 1955. Coleccin Museo Histrico Nacional.

    La visin de la pobreza urbana es un recurrente imaginario tanto en Santiago como en gran parte de las ciudades del tercer mundo, y sin duda que es ms impactante cuando esta se representa en un nio. Esa es la intencin de esta fotografa de 1955, que muestra a tres nios viajando en la parte posterior de un trolebs de la ETCE, uno de ellos descalzo y otro con muletas, dando cuenta

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    de una realidad e imaginario, el del pelusa, que sin duda era parte de la vida cotidiana en la ciudad por aquellos aos. Era precisamente en la figura de esos nios, donde se justificaba parte importante del proyecto desarrollista, ya que al momento de ser adoptado por el Frente Popular, su intencin siempre fue generar una mejor calidad de vida para los sectores marginados de la sociedad chilena. Y es por eso mismo que esta fotografa nos muestra, ya a ms de una dcada y media de su aplicacin, sus alcances y limitaciones, revelando en cierta forma su ineficacia para consolidar el desarrollo interno de la sociedad santiaguina.

    Por ltimo se ha querido mostrar una fotografa que da cuenta de la radica-lizacin poltica de la sociedad chilena para la dcada de los sesenta y setenta y de qu forma esta actitud, generada en gran parte por las expectativas formadas por el modelo desarrollista, haban permeado todos los espacios, convirtindolos en apropiados para la consigna.

    Imagen 11. Autor desconocido, 1972. Coleccin Museo Histrico Nacional.

    En este caso de 1972, la locomocin colectiva sufre las inclemencias de este clima de efervescencia social y es ocupada por las juventudes comunistas para hacer una referencia hacia las nuevas prioridades que segn su visin correspondan para la sociedad chilena. La consigna Ahora le toca al pue-blo y no a la exhibicin (sic) de autos ni de modas, inscrita en la micro de recorrido El Golf-Matucana, detenida en Plaza Italia, es precisamente una representacin del desprecio que por ese entonces parte de la sociedad chilena tena respecto a ese imaginario tan propio del liberalismo, donde lo burgus o extranjero ya no eran parte del proyecto de sociedad con que se pretenda dirigir a Chile, ya que el gobierno de Allende haba puesto especial nfasis en la profundizacin del modelo adoptado por el Frente Popular. Ahora bien, que dichas consignas se encontraran en un recorrido que una el sector oriente con el sector poniente de la ciudad tampoco es al azar, ya que es un ejemplo de cmo la divisin socioeconmica con que se fue estructurando la ciudad

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    en el siglo XX, haba desarrollado un nutrido imaginario, ya que sin duda con dichas consignas se quera hacer ver, a ese otro Santiago al de arriba, al que estaba ubicado a los pies de la cordillera, que el proceso de cambio social que estaba experimentando la sociedad ya no tena vuelta, transformndose en una advertencia de que su modo de vida, el de la lite del sector oriente, iba a desaparecer. Representando de esta forma la polarizacin en que haba cado la sociedad chilena y los mltiples imaginarios que se articulaban sobre la ciudad de los ricos y la otra, la de los pobres.

    3. El transporte pblico y el paisaje urbano

    Desde finales del siglo XIX, Santiago vivi procesos de modernizacin ma-terial de sus servicios: el alcantarillado, el agua potable y la electricidad fueron algunos de ellos. Estas transformaciones no solo alteraron la relacin entre los habitantes y la ciudad, al pasar de un ritmo y estilo de vida ms bien tradicional a uno caracterizado por la maquinizacin y la tcnica, sino que adems involucraron una nueva configuracin esttica de la capital. La electricidad, en particular, tuvo crucial importancia para la movilizacin colectiva, ya que los tranvas utilizaban su infraestructura para circular por la urbe. Sin embargo, y pese a su sostenido crecimiento demogrfico y expansin urbana, la urbe an no viva los trastornos propios de una ciudad con caractersticas de masificacin, es decir, la existencia de una sociedad ms compleja en sus aspectos sociales, culturales y materiales. Desde finales de la dcada del veinte, y especialmente desde 1930, Santiago fue alterando cada vez ms rpidamente su fisonoma y el imaginario urbano respecto a lo que se entenda como ciudad moderna, tanto en su materialidad como en su escala. Como se ver en estas fotografas, el transporte pblico fue parte destacada en esa transformacin, y las fotografas fueron un vehculo destacado para estimularlo, en tanto representacin visual de la ansiada modernidad.

    Imagen 12. Autor desconocido, medios de movilizacin colectiva en el cruce de calles Ahumada con Compaa, c. 1945. Coleccin Museo Histrico Nacional.

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    Hacia inicios de la dcada de 1940, los tranvas y microbuses comenzaron a congestionar las principales vas del centro de Santiago. El fenmeno, si bien no era nuevo, adquiri grandes proporciones, mostrando los inicios de un proceso de masificacin acelerada. Puede advertirse la coexistencia del transporte pblico con un panorama caracterizado por la modernidad urbana: calles atestadas de personas, las que en ocasiones circulaban junto a relojes que marcaban la urgencia capitalista por el tiempo; construccin en altura reemplazando a las antiguas construcciones de un piso, y letreros comerciales que invadan visualmente las principales arterias cntricas, como Ahumada, Hurfanos y Estado. El transporte pblico, a su vez, evidencia las largas distancias que cubra: tranva y microbs retratados en la imagen llegaban hasta la periferia sur, como eran el barrio Matadero y la poblacin Yarur, uno de los grandes asentamientos industriales construidos con el advenimiento del desarrollismo. La fotografa, adems, nos muestra cmo los cambios polticos y sociales propiciados y vividos durante el desarrollismo, fueron en paralelo a transformaciones estticas que reforzaron el imaginario de lo que se consideraba deba ser una ciudad moderna: la interaccin entre las personas, las mquinas y los edificios.

    Imagen 13. Enrique Mora, Trolebs en calle Merced hacia el oriente, c. 1955. Colec-cin CENFOTO.

    Las postales urbanas de mediados del siglo XX fueron reflejo de la aspira-cin a la modernidad por parte de los capitalinos y del propio Estado. En este sentido, constituan una imagen de ciudad que pretenda establecer una imagen de pas. Esta postal, en particular, obra del fotgrafo Enrique Mora, evidencia una construccin esttica de Santiago donde coexiste la decimonnica ciudad de Vicua Mackenna visible en el remodelado cerro Santa Luca con la modernizacin del siglo XX. A diferencia de hoy, la presencia de trolebuses significaba no tanto una evocacin de un pasado tecnolgico, sino la propia modernizacin de la ciudad. Con su sistema de conexin a cables elctricos, y

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    la propia armazn alargada de sus modelos diferencindose de los antiguos microbuses, constitua una referencia de la ciudad moderna a la que tanto as-piraban sus sectores sociales altos. En la fotografa, dichos medios de transporte irrumpen en uno de los barrios capitalinos con mayor presencia de renovacin material: el entorno del cerro Santa Luca y Museo de Bellas Artes. Con su arquitectura moderna, en altura y muchas veces con referencias al estilo buque, el sector, y especficamente calles Merced y Victoria Subercaseux, constituan un emblema de los nuevos preceptos estticos, que coexista con la propia reno-vacin tcnica de la movilizacin colectiva. Con estos elementos estticos, esta rea de la ciudad reforzaba el imaginario de un barrio que se distingua frente a las lgubres zonas del entorno popular ubicadas a metros del mismo, como la Estacin Mapocho, la Chimba o el Mercado Central.

    Imagen 14. Autor desconocido, atochamiento en sector Mapocho, c. 1965. Colec-cin Museo Histrico Nacional.

    Junto con fotografas que promovieron la elaboracin del imaginario urbano moderno en su arquitectura y servicios, la imagen de un Santiago catico, espe-cialmente visible en la congestin provocada por el transporte pblico, se ampli como percepcin espacial de la ciudad. De esta manera, se fue conformando mediante las fotografas un imaginario sobre la doble cara de la modernidad: la mejora en la calidad de vida material junto con la sobrepoblacin y el aumento de problemas antao visibles a pequea escala. En esta fotografa pueden verse dos grandes problemas: por una parte, el paisaje urbano de las riberas del ro Mapocho frente al Mercado Central, sector que ya por entonces constitua un punto neurlgico de la ciudad modernizada. El puente La Paz hoy ubicado ms al oriente y el de los carros, junto a los obeliscos, los puestos de venta, la torre de la Iglesia de la Recoleta Franciscana y los rayados polticos en los

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    muros de la caja del ro constituan una dimensin esttica que caracterizaba al entorno de la estacin Mapocho. Por otra parte, se aprecia una variedad de microbuses privados y estatales compitiendo por el servicio de movilizacin colectiva. En este sentido, la congestin cotidiana de trfico motorizado en el centro de Santiago fue un aspecto precisamente surgido durante el desarrollismo y la masificacin urbana paralela al perodo: si bien el transporte pblico no fue el nico responsable, este contribua en buena medida a dicho fenmeno, realzando el imaginario catico de la vida urbana.

    Imagen 15. Autor desconocido, paradero de microbuses en calle Marcoleta, c. 1970. Coleccin Museo Histrico Nacional.

    El transporte pblico de Santiago, como hemos dicho, convivi con cambios acelerados en la arquitectura y los servicios. Las fotografas capturaron parte de esa convivencia, muchas veces con el propsito de informar sobre el nuevo perfil esttico de la ciudad, cuyo norte era el progreso y la modernidad. En este sentido, la coexistencia de mquinas a motor y de torres en altura, consti-tuy una imagen ptima para mostrar los avances logrados por el Estado y la sociedad santiaguina. Hacia 1970, el centro de la ciudad comenz a vivir una transformacin de fuerte impacto: el derrumbe del Hospital San Francisco de Borja, y la construccin de numerosas torres como parte de la remodelacin de igual nombre, a cargo del recin creado Ministerio de Vivienda y Urbanismo. La formacin de aquella institucin fue parte de una elaboracin de polticas estatales sobre la ciudad, aunque privilegiando problemticas como la habita-cin, lo que relegaba al transporte pblico como un tema relevante, pese a la necesaria conexin entre sus mbitos. La fotografa tiene en primer plano la calle Marcoleta con un paradero de microbuses a Puente Alto, mquinas del servicio privado. A la izquierda se aprecia el Mercado Juan Antonio Ros, actual

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    Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile. La existencia de estos recorridos permita la conexin del centro urbano con lo que entonces era una periferia semi-rural (Puente Alto), y demostraba adems el importante rol cumplido por los empresarios particulares del transporte en el proceso de metropolizacin de Santiago considerando adems la pronta conurbacin de estas comunas aledaas a la ciudad, en una poca en que el Estado tena ob-jetivos ms vinculados a paliar el dficit habitacional de la poca. En definitiva, esta fotografa es una muestra de cmo el imaginario urbano adoptaba la nueva escala de la ciudad como referencia al proyecto desarrollista.

    Conclusin

    Desde la dcada del treinta, Santiago se convirti en un problema en s, que era necesario encarar con nuevas intervenciones y disciplinas. En ese panorama, el transporte pblico se erigi como una de las nuevas necesidades para la sociedad urbana, que exiga masivas formas de movilidad en una urbe de crecimiento explosivo. En paralelo a este proceso, la renovacin poltica del Estado asumida por el Frente Popular impuls al desarrollismo como proyecto de transformacin econmica y social. La preocupacin por las cuestiones urbanas, en particular los servicios bsicos y su gestin, result uno de los puntales de las responsabilidades asumidas por la accin estatal para la modernizacin del pas. De esta manera, se fue conformando un imaginario urbano vinculado a dicho proyecto poltico-econmico, que fue el marco general en el que se desenvolvi la penetracin de la ansiada modernidad. Las fotografas tomadas durante este perodo relacionadas con una actividad estratgica para el funcionamiento de la ciudad como el transporte pblico, nos permiten adentrarnos en una polisemia de significados tiles para una mejor comprensin de la historia social y urbana: los mensajes de una ciudad atestada a travs de las fotos revelan cdigos que an nos resultan familiares, como la congestin, las multitudes y las revueltas. Pero tambin de otros perdidos, como las de una cultura obrera ligada al Estado, con los beneficios propios de un perodo donde el aparato pblico era percibido como sostn para ciertos sectores de los trabajadores urbanos.

    Las fotografas aqu expuestas son puerta de entrada para un anlisis de los cambios tanto a nivel de estructuras como tambin en la vida cotidiana de la so-ciedad urbana. En ltimo trmino, esto incidi en la mencionada reformulacin del imaginario sobre Santiago. Ms all de lo pintoresco de algunas fotografas, se esconden tras ellas aspectos como el pobre desempeo de la movilizacin colectiva ante las necesidades de las personas. Ante ellos quizs conviene recordar que el transporte pblico debe, pese a su redundancia, ser apreciado como una cuestin de inters pblico, obligando a incorporar en una reflexin del problema los variados intereses que conviven al interior de la ciudad. Santiago debe formar un transporte pblico que traspase desde nuestra experiencia como pasajeros las posibles soluciones para hacerlo ms eficaz y atractivo para la poblacin. En-

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    frentados a la masificacin del automvil, la realidad del transporte pblico an no se desprende de su caracterizacin como servicio deficiente, lo que ahonda su crisis y con ello, la de la ciudad. Reflexionar su experiencia histrica desde la fotografa contribuye en este sentido tambin a un ejercicio poltico relativo al derecho a plantear qu medio urbano queremos construir, tanto en trminos fsicos como socioculturales.

    Obras citadas

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    Recepcin: junio de 2012Aceptacin: diciembre de 2012