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Caterina Notargiovanni Uruguay Periodista

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Page 1: Caterina Notargiovanni

Caterina Notargiovanni

Uruguay

Periodista

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Page 3: Caterina Notargiovanni

Notas del Suplemento DomingoDiario El País

Uruguay

Page 4: Caterina Notargiovanni

DOMINGOEL PAIS

M O N T E V I D E O

3 0 D E E N E R O D E 2 0 1 1

A Ñ O V . N ° 3 1 6

DESAPARECIDA EN CANELONES INÉ

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“Te vamos a encontrar”reza el letrero con susonrisa que tapiza todoCanelones. En eso estála Policía, sus amigos ysu familia, angustiadaante lo que consideranuna inexplicableausencia que ya lleva 49días. ¿Quién es la jovendetrás de ese rostro?

CATERINA NOTARGIOVANNI

Nadia es más dulce que lamiel”, dice su padre, Rober-to Caches, abrumado por elsinsentido de la desapari-

ción de su hija, 49 días atrás. Le cues-ta creer que se haya ido sin avisar ymucho más que alguien tenga razo-nes para hacerle daño. La Policíatampoco encuentra motivos. “Es unamuchacha común, estudiante, traba-jadora, hiperactiva, una ciudadanahonesta, sin vinculación con el deli-to”, dice el Inspector Mayor ErnestoCarreras, coordinador ejecutivo de laJefatura de Policía de Canelones; yagrega: “No tenía ninguna relaciónque pudo haberla puesto en peligro”.

Sin embargo, Nadia sigue sin apa-recer. Al momento, lo único concretoes que la joven estuvo en el puentede Margat, una zona rural ubicada amedio camino entre Canelones ySanta Lucía, desde y hacia donde sedirigía el 13 de diciembre del añopasado. Allí fueron encontradas subicicleta y su mochila pocos díasdespués, ambas sin signos de violen-cia. (Ver recuadro)

Canelones está tapizada con su

rostro. La prensa, local y nacional, seha ocupado del caso. Hubo marchas,pegatinas, cadenas de mails y seabrieron dos grupos en la red socialFacebook.

Se sabe que mide un metro se-senta y cinco; que tiene 20 años, ojosclaros, cabello castaño claro; que ha-bía estudiado Filosofía en el Institutode Profesores Artigas; que se dirigíaa la casa de una prima; que luegose encontraría con su hermano; quenunca llegó.

Pero, ¿quién es Nadia Caches?¿Cuál es su carácter? ¿Tiene el perfilde una persona capaz de irse sin avi-sar y dejar a su entorno sumido en laangustia? ¿Pudo haberse autoelimi-nado? Al cierre de esta edición, máspreguntas que respuestas.

PERFIL. Alegre, inteligente, reflexiva,solidaria, cambiante, impredecible,responsable, independiente, extre-madamente sociable, lectora voraz,autodidacta, cariñosa, obstinada,amante de la historia, la filosofía, lanaturaleza, el diseño y las computa-doras. Así la describen quienes laconocen de cerca.

En el liceo, era de que las que nopiden la palabra y que, además, cues-tionan. “Tenía intervenciones brillan-tes”, recuerda Sofía Vanoli (19), amigaíntima, que conoció a Nadia en el li-ceo Tomás Berreta de Canelones, seisaños atrás. “No era normal, hablabade cosas que ninguna persona de 14años podía saber”, agrega. ¿Por ejem-plo? “Y no sé, de la industria automo-triz en Japón. Pero no hablaba porhablar, tenía opinión formada, lohacía con autoridad”, afirma.

Su curiosidad y pasión por lalectura son el origen de ese conoci-miento. “Era de leer todo el tiempo.Ama los libros”, acota FernandaCorvieras, otra de sus amigas. Dehecho, tan grande es ese amor queeran frecuentes largos encierros enla soledad de su cuarto. “No habíaque pincharla para que estudie, eralo que le gustaba. Al contrario, teníaque pincharla para que esté un ratosentada conversando conmigo ocon su hermano. Que te dispusierade cinco o diez minutos era bravo”,relata su padre.

“Hace poco me dijo que si fuerapor ella se quedaba rodeada de libros

sin salir de su cuarto”, asegura su ma-dre, Susana Pérez. Incluso tuvo unaracha en la que había sucumbido almagnetismo de la televisión, cuentaFernanda. Eso la irritaba mucho.

El dibujo, las maratones de pelí-culas entre amigos, el canto (tuvo suépoca de coro), hacer malabares, an-dar en bicicleta y el ajedrez son algu-nos de sus pasatiempos preferidos.No obstante, todos concuerdan enque su abanico de intereses es muyamplio y cambiante.

También hay acuerdo en lo difí-cil que es discutir con ella. “Tieneuna retórica impresionante”, re-cuerda Sofía. “Me ganaba siempre,por cansancio. A veces le decía ‘ta,la terminamos acá porque si noarrancamos con los platos’”, ilustraFernanda. “Con la labia que tiene nisiquiera le empato. Como no tengoestudios me tritura con palabras”,señala su padre.

“Es muy terca”, asegura JavierMartínez, medio hermano por par-te de padre. (N. de la R.: Javier cono-ció a su padre a los 20 años. Si bien

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¿Dónde está Nadia?

Escritor en orsai. Hernán Casciari, la blogonovelay otros experimentos. Kanela. Un símboloy un transgresor; sus pecados y su orgullo.

Surf. El elogio a la mística de cabalgar las olas.

DESAPARECIDA EN CANELONES

Page 5: Caterina Notargiovanni

MONTEVIDEO 30 ENERO 2011EL PAIS DOMINGO2

Viejo puente Margat. Aquí fue localizada la bicicleta.

“Cualquiera pudo tener algo que ver”■ Nadia Caches salió de su casaen la ciudad de Canelones el lu-nes 13 de diciembre. Iba en bici-cleta a Santa Lucía, a visitar a unaprima. Había acordado encon-trarse más tarde con su hermanomenor, pero eso nunca sucedió.El martes 14, su padre realizó ladenuncia policial y comenzó labúsqueda. Dos días más tarde, eljueves 16, un familiar encontró labicicleta en el río, a la altura deEstación Margat, un paraje ruralubicado en Ruta 11 a la altura delkilómetro 86, entre Canelones ySanta Lucía. Al día siguiente, pe-rros adiestrados de la Policía die-ron con su mochila entre mato-rrales, a unos 20 metros del sitiodonde estaba la bicicleta.

Desde entonces y al cierre deesta edición, la Policía interrogóa más de 100 personas y cerca de120 efectivos, decenas de amigosy familiares realizaron al menos10 rastrillajes en la zona, tantopor aire como por agua y tierra.

Lamentablemente, las pes-quisas no han podido resolver elmisterio de la desaparición, perosegún el coordinador ejecutivode la Jefatura de Canelones, ins-pector Ernesto Carreras, todavíahay líneas de investigación acti-vas. Es decir, la búsqueda conti-núa. Al momento hay varias hi-pótesis descartadas: la que indi-caba que la mochila y la bicicletahabían sido colocadas allí paradespistar a la policía —“los pe-

rros recogen el rastro de Nadiallegando al puente y al sitio don-de se encontró la mochila... Allífue, voluntariamente o no, peroestuvo”—, que su cuerpo estéen dicha zona —“se revisaronzonas aledañas, chacras, fábri-cas y molinos abandonados, alji-bes, pozos y el río de arriba aabajo”— y que salió del país, almenos no con su documento.

Tampoco hay sospechosos.O, mejor dicho, todos lo son.“Cualquiera pudo tener algo quever con el tema”, dice Carreras.Dos ciudadanos extranjeros,uno italiano y otro estadouni-dense fueron investigados y des-cartados. Lo mismo con las ver-siones de personas que dijeron

haberla visto en Maldonado,Florida, Durazno y Tacuarembó.

Una de las “hipótesis fuertes”que maneja la Policía es que sehaya ido por su propia voluntad.¿Su perfil indica que pudo irsesin avisar? “Podría sí, podríatener un perfil depresivo”, diceCarreras. “Esos problemas de-presivos por un lado nos puedendar una hipótesis de autoelimi-nación y, por otro, que anteun conflicto ella pueda tomar al-guna determinación drástica,como desaparecer”, finaliza.

También se realizan análisisde ADN a unas prendas encon-tradas en el cuarto de Nadia yotros indicios que estaban en lamochila.

Es una joven multifacética, curiosa, autodidacta, solidaria, independiente, dulce yobstinada en su discurso: “No le podés ganar una”, recuerda una de sus amigas.

se hicieron los trámites filiales no secambió la cédula). Recordar esa fa-ceta obstinada, produjo cambios enlos rostros serios de todos los entre-vistados, que sonrieron.

Al momento de desaparecer notenía novio y, según Fernanda, es untanto “complicada” para las relacio-nes. “Si no era su ideal perfecto lodescartaba”, dice. A su casa llevó unsolo novio en sus 20 años, cuentaRoberto Caches.

Un buen menú es otra de las co-sas que disfruta mucho. Según supadre, la joven come a la par suya yde su hermano Robert de quinceaños, con quien convive y a quieniba a encontrar el día que desapa-reció. De ahí que el hecho de quele diagnosticaran un pico de diabe-tes tres meses atrás haya sido de-moledor para su ánimo. “Fue laúnica vez que la vi bajoneada”, ase-gura su medio hermano. “Eso ledolió muchísimo porque mi madremurió de diabetes”, explica su pa-dre.

Sus allegados repiten que Nadiaes una persona alegre, pero la Policíatiene otra mirada. “Hay indicios con-seguidos en interrogatorios que nosdan un diagnóstico de que era unamuchacha con algún problema de-presivo”, afirma el Inspector Carre-ras. (Ver recuadro).

PASADO. Roberto Caches y SusanaPérez tuvieron cuatro hijos: Nadia(20), Robert (15), Hugo (13) y Mela-nie (10). Luego de una separacióncompleja, con duras acusacionesmutuas, intervención judicial y or-den de alejamiento, los dos primerosse quedaron a vivir con su padre ylos demás con su madre. Nadia teníanueve años por entonces.

Durante los primeros tiempos, laniña y su hermano fueron cuidadospor una niñera porque el oficio de supadre —maquinista vial— lo llevabaa estar ausente por varios días. PeroRoberto decidió renunciar porqueprefirió encargarse de la crianza desus hijos. Puso primero un lavadero,que luego se transformó en kiosco yque se fundió. Más tarde tuvo un re-parto. “Pero siempre del lado de aba-jo de la lona”, acota. Finalmente, ins-taló una panadería clandestina en sucasa. “Con eso crié a mis hijos”, ase-gura. Nadia ayudaba y se especiali-zaba en los croissants.

La turbulenta ruptura de la parejarepercutió en el vínculo de la jovencon su madre, de la cual estuvo aleja-da entre los 9 y los 14 años. “Esa rela-ción tenía altibajos. Por un tiempo sellevaban bien y después se peleaban.Últimamente se llevaban bien”,cuenta su amiga Fernanda. La ma-dre, por su parte, dice que la frecuen-cia de visitas de Nadia variaba, y quela última vez que la vio fue tressemanas antes de su desaparición.

También con su padre tuvo mo-mentos de enojo. Es más, Nadia vivióentre los 16 y los 18 años en la casade Fernanda Corvieras. Su padreachaca parte de la responsabilidad ala adolescencia y sus típicas rabietas.El desorden del cuarto era, por ejem-plo, una de las “sacachispas” que te-nían. Pero agrega: “Sin hablar conella yo sabía todo, estaba igual abajode mis ojos”.

“Hasta sus 15 años la relación conmi padre era extremadamente bue-na. Para él, Nadia fue siempre susojos. Ella estaba primero. Y lo mismo

para Nadia. Después hubo una etapaen la que se fracturó un poco, perohace un tiempo que estaba todobien”, cuenta Javier Martínez.

INEXPLICABLE. Sus amigas asegu-ran que ninguno de los comenta-rios que Nadia había realizado últi-mamente podían siquiera llevar apensar que algo así podía suceder.“No había nada fuera de lo comúnque le preocupara”, afirma SofíaVanoli, quien de las posibilidades laque más descarta —“sin descartarninguna”— es que se haya ido sinavisar. “Ella nunca dejaría que unmontón de gente se preocupe, esdemasiado buena persona”, indica.

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Marchas. Los familiares y amigos no se rinden y recorrieron varias veces el centro de Canelones pidiendo que no se suspenda la investigación.

Roberto Caches. “Nadia es más dulce que la miel”, dice sobre su hija.

DE PORTADA ¿DÓNDE ESTÁ NADIA?

ELLA POR SÍ MISMA: PERFIL FACEBOOK◗ Nadia Caches tiene dos perfiles opera-tivos en la red social Facebook, pero elque más usa es el que tiene una imagende los Osos Gummi. Si bien no es posi-ble acceder al “Muro” sin una previaaprobación de amistad, se puede ingre-sar a la sección “fotos”, donde ademásde imágenes, tiene publicados algunosde sus dibujos. Un vistazo por sus prefe-rencias, agrupadas bajo el título “infor-mación”, ofrece un rápido acercamientoa lo que Nadia quiso hacer público de sí

misma. Aquí algunos ejemplos.Creencias religiosas: “todas !!”. Ideologíapolítica: “Anarquiaaaaa”. Entre las causasque apoya están: “Teleton Uruguay”, “Yoestoy a favor del matrimonio igualitario enUruguay”, “Cuando dejen de destruirme,yo los dejo tranquilos. Firma: Planeta Tie-rra”, “Un techo para mi país”, “Maracana-zo 2014”, “Conciencia Solidaria”, “Ratea-da general en todos los liceos del Uru-guay”. Sus libros: La Mente Del Caballo(de Lucy Rees), Sopa De Pollo Para El

Alma (Canfield y Hansen), Los miserables(Víctor Hugo) y Demian (Herman Hesse).Sus actividades e intereses incluyen aJosé Gervasio Artigas, David Beckham,Johnny Depp, Ami el niño de las estrellas,Odio cuando dicen ‘te extraño’ y no ha-cen nada para verte, Te quise decir cosasy no las dije por miedo a que no sientas lomismo, La plata no da felicidad pero pre-fiero llorar en mi Ferrari, Odio a RicardoFort, En el face NO estás viendo un chus-merío, ¡¡¡los estás viendo todosss!!; etc.

Amigas. Sofía Vanoli y Fernanda Corvieras, inseparables de la joven.

Por su parte, el padre —quiendice que no duerme más de unahora y media seguida desde que suhija desapareció—, no encuentrauna hipótesis que lo satisfaga. “Moti-vos para suicidarse no hay”, razona.“Podría haberle picado el bichito delamor, aunque no tendría motivospara ocultármelo. Tiene 20 años y yono le prohíbo nada. Además, noso-tros hablábamos sin pelos en la len-gua, o sea que si hubiera alguien po-dría habérmelo dicho”, razona denuevo. Que Nadia no le haya comen-tado nada a sus amigas lo lleva adescartar de plano esta posibilidad.

Lo que no descarta o, como dice,“la esperanza que le queda”, es que

su hija haya sido “convencida” poruna “secta”, y que se haya escapado.La duda viene a raíz de que supo queNadia se había interesado por la cul-tura chamánica. “Me enteré de quehabía participado de una secta oalgo de relajación espiritual; para míes todo lo mismo”, señala.

Por su parte, Sofía y Fernandacuentan que lo primero que pensa-ron cuando supieron de la desapari-ción fue que Nadia estaba en un ár-bol haciendo un “anclaje”. ¿Un an-claje? “Sí, ella iba a un coso que sellama el Camino Rojo y pensamosque estaría en algún lugar meditan-do, que le había dado el raye y quese había ido a meditar”, afirma Fer-

nanda. “No es común que lo hicierapero siempre había hablado (deeso)”, aclara. El hallazgo de la bici-cleta las derrumbó, a ellas y a suteoría. Así resume Sofía el estadoactual de sus psiquis: “Sospecha-mos de todo y de nada a la vez”.

Tampoco nada tiene sentido paraJavier, su medio hermano. “Lo quemenos me cierra es que se haya sui-cidado o que se haya ido. Nadia esun poco impredecible pero nuncamanifestó que quisiera quitarse lavida, y estuvo mucho peor que aho-ra. Si pudiera optar, ojalá fuera eso,pero no”.

Susana Pérez cree que su hijaestaba muy sola interiormente, “pormás amigas que tuviera”. “No sé,como madre te puedo decir dos co-sas: que se fue por su propia volun-tad, de aburrida que estaba, que dejótodo y se fue. Si no fue así, fue al-guien de su entorno, que conocíabien la vida de ella”, afirma.

Lo cierto es que son todas merasespeculaciones porque en concretono hay nada, salvo la bicicleta, lamochila y la casi certeza de que noestá en la zona donde encontraronestos objetos. Tampoco hay un sos-pechoso, todos lo son.

Los días pasan, la incertidumbrecrece, las especulaciones abruman.¿Dónde está Nadia? Por ahora, nohay respuestas, tan solo silencio.

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DOMINGOEL PAIS

M O N T E V I D E O

9 D E M A R Z O D E 2 0 0 8

A Ñ O I V . N ° 1 6 6

HOSPITALES PÚBLICOS

El piso es el único cobijode familiares de pacientes

HOSPITALES PÚBLICOS

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No tienen otra que viviren el hospital: llegan delInterior con un enfermoy pocos pesos. Duermenen el piso, sufren robos ypasan hambre. Elsistema no loscontempla para nada.

CATERINA NOTARGIOVANNI

Se bañan, duermen y lavan laropa donde pueden. No vi-nieron a Montevideo de vaca-ciones, pero hacen vida de

camping. Con una salvedad: no seestán divirtiendo. Graciela y Mabelllevan un mes sin ver a sus hijos.José se gastó lo que no tiene y a Car-los le quedan $2 en el bolsillo. Di-mar come gracias a la solidaridadde sus vecinos, Susana porque laayuda una hermana y Ana se las“arregla a mate”.

No se conocen, y sus vidas pocose parecen. Sin embargo, todos tie-nen una tarea en común que los vin-

cula: acompañar a sus familiares se-riamente enfermos, internados enhospitales públicos capitalinos.Mientras esperan la recuperación,pasan las veinticuatro horas entre lasparedes de una sala de espera.

La noche se hace larga, más aúncuando no está prevista cama paraninguno de ellos. Cuando el personalde seguridad no los ve, tiran un col-chón en el piso, que recogen dos otres veces en el correr de la madruga-da si ven que se acerca algún guar-dia. Como tantos otros cientos deacompañantes, viven días, semanas,meses, padeciendo una infraestruc-tura hospitalaria que no los contem-pla para nada. Se pelean por los ban-cos para dormir, se cuelan en bañosde enfermería para lavar la ropa y, sitienen suerte, logran algún ticketpara por lo menos obtener una co-mida del Inda.

Para muestra basta llegar hasta elPasteur, a una pequeña habitaciónde la planta baja donde se acomo-dan los familiares de pacientes enCTI, entre bolsos, reposeras playe-ras, vasos de plástico, viandas, fra-zadas y mates. Allí cuentan con me-dia docena de bancos largos, una

heladera, un baño, una mesa, un ca-lentador eléctrico y una pileta.Como el espacio es reducido, cadacual cuida su silla como si se tratarade un tesoro: “Por un lugar nos sa-camos los ojos. El que llega primerose queda”, dice Graciela Robera (43),quien dejó a sus tres hijos en Rochapara acompañar a su marido a reali-zarse una intervención de páncreasde la que todavía no se recupera.Eso fue hace un mes y desde enton-ces “vive” en el hospital.

“Me las arreglo durmiendo en elpiso y comiendo lo menos posible”,dice la señora, que se ducha y lava suropa a escondidas en un baño del se-gundo piso. Graciela no tiene fami-liares en Montevideo y no cuentacon dinero como para pagarse unapensión. Los $10.000 que había po-dido ahorrar junto a su marido (am-bos son ladrilleros) los gastó en co-mida para ella y sus hijos en Rocha,un ventilador, una faja para el conva-leciente y pasajes de ómnibus. A ve-ces almuerza en un comedor de Indacercano al hospital, otras se comprauna milanesa al pan y la mayoría la“lleva” con mate y galletitas. Cuandollega la noche, tira una colchoneta

sobre un banco (hasta hace una se-mana lo hacía en el piso) e intentapegar un ojo. “La guardia no nos dejadormir en el piso. Cuando vienennos levantamos y cuando se van vol-vemos a dormir”, explica.

Susana Gutiérrez (43), ShirleyMárquez (36), Ana Simerman (43),Dimar Mena (60) y José Rodríguez(40) comparten desventuras conGraciela. Ellos no sólo deben lidiarcon la angustia de tener un parienteenfermo, sino que tienen que hacermalabares para comer, dormir e hi-gienizarse. “Si yo fuera de Montevi-deo me iría a bañar o comer a micasa”, arguye Graciela. “Me quedoacá permanente para no gastar en iry volver”, dice Dimar, oriundo de To-ledo, que está en el Pasteur hace 30días cuidando a un vecino, sin dine-ro en el bolsillo y comiendo lo que ledejan algunas visitas. “Nadie delhospital te ayuda. Es aquello dearreglate como puedas”, agrega sinenojo. “Debería haber una sala paralas personas que vienen del Interior.Que cobren algo igual, pero que denun espacio para dormir un pocomás cómodos”, reclama José, tam-bién de Toledo.

VULNERABLES. Como si el panora-ma no fuera suficiente, los acompa-ñantes deben cuidar con cuatro ojossus pertenencias porque los robosson recurrentes. A Graciela le hurta-ron el celular y cuenta de gente a laque le robaron ropa. “Tenés que an-dar con todo a cuestas”, dice.

Dimar también tiene historias dehurtos para contar, pero el colmo letocó vivirlo a Susana: “Eran las 6.30de la mañana y estaba bañando ami esposo. Había dejado una toalli-ta y un slip sobre la cama y cuandovolví a la sala ya no estaban por nin-gún lado”.

Hay excepciones: la sala dondeAna, de Fray Bentos, cuida de su es-poso. “Acá no hay problema ningu-no, al contrario, somos como una fa-milia, todos nos cuidamos entre to-dos”. Ana lleva un mes durmiendo enuna silla y comiendo una vez al díaen el mismo local de Inda.

La planta física del Hospital Pas-teur (edificio construido hace 150años), se cae a pedazos. Vidrios ro-tos, paredes descascaradas y conhumedad, azulejos quebrados y ca-

Plan Ceibal. Una oportunidad única para niños pero concomienzo difícil. Comentaristas. Doctoresde la pelota. Llega Turismo. La Semana

Santa, y las múltiples celebraciones paganas.

FER

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Page 7: Caterina Notargiovanni

MONTEVIDEO 9 MARZO 2008EL PAIS DOMINGO2

Fe. Abundan mensajes angustiados en bancos y paredes.

Acompañante a sueldo: “Yo, de contrabando”■ En el Hospital de Clínicasfunciona un espacio denomi-nado “Hotel de Pacientes” enel que se brinda cama, comiday baño a enfermos del interiorque deben realizarse trata-mientos puntuales que no re-quieren internación.

El País procuró sin éxitoobtener la palabra de la direc-ción para que explicase deta-lles del servicio. Se alegó que“la directora está ocupada”.

Dos recorridas por el hospi-tal evidenciaron la existenciade personas que, a juzgar porlas pertenencias (bolsos, repo-seras, colchones), llevabandías instaladas allí.

De todos los casos, el máscurioso fue el de Darío, un jo-ven de 22 años oriundo de Ca-nelones, que lleva un mes “vi-viendo” en uno de los pisos.

Darío llegó al Clínicas con-tratado por un conocido paracuidar de un familiar interna-do en el CTI, actividad que leinsumía las 24 horas del día.Ese señor fue trasladado asala, pero el muchacho deci-dió quedarse. Un trabajo llevóa otro y ahora se gana la vidacomo cuidador. Por esa tareacobra una tarifa de $400 (porel día) y $200 (por la noche).“Hay días que no trabajo, queando en banda y bajo por los

pisos a buscar algún pacienteconocido de conocido. Peroaunque sea por una hora aga-rrás trabajo”, cuenta.

Darío se alimenta con lacomida del hospital y se baña(y afeita) en las duchas del“Hotel de Pacientes”. La ropala manda a un lavadero. Paradormir tira un colchón en elpiso.

“Es lo mismo que salgas ala playa, te vas con una carpa yarmás campamento. Bueno,yo traje todo menos la carpa”,explica. Las ventajas, dice, sonque no paga alquiler, ni luz, niagua, pero “la desventaja esque estás lejos de tu familia”.

Su plan es quedarse: “ya meadapté a vivir entre la muerte”.Para lograrlo tiene que esqui-var a la seguridad. ¿Cómo? Lla-mando la atención lo menosposible y fingiendo ser fami-liar. “Estoy de contrabando”.

“Este es un trabajo más. Escomo estar en una fábricadonde te pasás 12 horas, peromucho peor porque acá estáslas 24 horas”, finaliza.

La planta física del Clínicases muy irregular, tiene áreasque están destruidas (un aladel piso 10 luce abandonada yparece zona de guerra) y otrasque están a nuevo, como laEmergencia.

Abandonados al espacio que consigan, los acompañantes se las arreglan parasoportar la estadía con sus enfermos. El Pasteur “es Kosovo”, según su director.

bles sueltos, dan la impresión quetodo puede venirse abajo de unmomento a otro. Un fuerte olor aorín impregna los pasillos dondedeambulan los pacientes (algunosparecen zombis que caminan conel suero o la mariposa a cuestas). Eldía de la recorrida hacía tanto calorque, cuando se ingresaba a las sa-las, se veía a los pacientes sofoca-dos y abanicándose sin pausa.

CAMA CALIENTE. “Este Hospital esKosovo”, admite Ricardo Ayestarán,director del Pasteur, que tiene unporcentaje promedio de ocupacióndel 97%, y trabaja a régimen de“cama caliente” (sale uno e ingresaotro inmediatamente). La institucióntiene asignados los enfermos prove-nientes de Lavalleja, Treinta y Tres,Maldonado, Rocha y la zona Este deCanelones. Las pacientes venidos deesos sitios representan el 10% del to-tal de internados.

“Ahora estamos en etapa de ex-tensión. Se va a hacer un policlínicode 1.600 metros cuadrados que per-mitirá descongestionar un poco.Pero por ahora se disputan cada me-tro cuadrado”, afirma.

En materia presupuestal al Pas-teur “no se le dio ninguna prioridad”,señala Ayestarán. En ese contexto lapreferencia uno la tienen los pacien-tes, la segunda es para los funciona-rios y la tercera la ocupan los acom-pañantes. Aún así se han procuradoalgunas soluciones a través del Servi-cio Social que incluyen 50 tarjetas dealmuerzo mensuales válidas para elcomedor N° 6 del Inda y el envío dealgunos familiares (carta en mano) alas tres meriendas semanales quebrinda la parroquia de San Agustín,ubicada frente al hospital. Hubootras conversaciones tendientes aconseguir allí un espacio físico paralos acompañantes, que no pudieroncristalizarse pero que no se descar-tan para el futuro. Lo que sí se logróes que la parroquia abra un comedornocturno que, por el momento, sólofunciona los viernes.

Más allá de esas ayudas, los pro-blemas dentro del Pasteur son de talmagnitud que la situación de losacompañantes queda relegada: “Lasprioridades son otras. Son las muje-res que llegan golpeadas por el mari-do, el anciano que está solo en sala oel gurí que está pasado de pastabase. No es que el hospital se olvidede los familiares, tendríamos que po-ner más esfuerzo, pero bueno, so-mos cuatro asistentes sociales”, ex-plica Lucía Bogliacino, jefa del Servi-cio Social.

La situación del Maciel es apenasalgo mejor que su colega Pasteur,pero tampoco la panacea ni cerca.En ese hospital entre el 25% y 30% delos pacientes son referidos desde elinterior. El sector de CTI es el queconcentra el mayor padecimientopara familiares de enfermos, sobretodo por lo prolongada de las inter-naciones.

Aunque ese sector aún se en-cuentra en obras, los acompañantesallí instalados cuentan con un baño,una ducha, una pileta y una mesada.Las pertenencias van en el piso, aligual que las colchonetas que cadauno se procura.

Así —entre cajas con ropa, tazas,cubiertos, hielera y alguna revista—esperaba Mabel, de Durazno, la re-cuperación de su mamá, internadahace un mes por complicaciones re-nales. “Dormimos unos cuantos díasen un banco y en el piso de los pasi-llos. Un día nos bañábamos en unbaño, otro día en otro, hasta que des-cubrimos este lugar donde están losalbañiles trabajando. Hablamos conellos y se pusieron a trabajar para de-jarnos el lugar más o menos acondi-cionado, arreglaron la cisterna y pu-sieron una canilla”, cuenta.

Según le dijeron, ese mismo lugarestaba dedicado a los acompañan-tes del interior, pero las instalacio-nes fueron destruidas (o robadas)por los propios usuarios. “Inclusohabía colchones, pero terminó sien-do un depósito de mugre”, indica,señalando los graffitis de las pare-des. Ella y su hermana se encargande mantener limpio el baño, com-prando incluso los implementos dehigiene. Pero hay otros que no tie-nen los mismos hábitos. “Muchasveces no depende de las autoridadessino de la voluntad de la gente. Si te

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Maciel. La sala de espera de CTI está en obras, pero todavía conserva graffitis de antiguos acompañantes.

Las cifras

97%Es el porcentaje de ocupación enel Pasteur, que trabaja a régimende “cama caliente” (sale un pacien-te y entra otro de inmediato).

20%De los niños que asiste el Hospi-tal Pereira Rossell provienen dedepartamentos del interior. Allí,dormir en el piso es excepcional.

30%Es la proporción de enfermos deotros departamentos que se atien-den en el Maciel, que proyecta te-ner un casa que los albergue.

10%Del total de pacientes ingresadosal Hospital Pasteur fueron deriva-dos desde centros hospitalariosdel interior del país.

Pasteur. Agotados por la espera, los familiares se acomodan donde pueden.

DE PORTADA HOSPITALES PÚBLICOS

Pasteur II. Graciela (izq) y Susana (der) en una pausa para matear.

dan este espacio, y no es tu casa,mantenelo. Nos pasa que viene gen-te a ducharse y no seca el baño”, diceun tanto indignada.

En ese mismo baño se lava laropa que cuelga en la sala donde estáinternada su madre. Justamente,ropa tendida en las ventanas interio-res es una imagen recurrente en elMaciel.

Como al resto, instalarse un mesen Montevideo le acarreó gastos ex-tras: “La plata se te va como agua. Amí no me importa, sólo pienso en mimadre, pero yo tengo la suerte de te-

ner un marido que me apoya, no asíotros”, dice.

En cuanto a la comida, Mabel lesolicitó apoyo a la nutricionista,quien le explicó que había muchosen lista de espera. “En nuestro casono es que tengamos la necesidad,pero sí para paliar un poco porquenos estamos quedando sin recursos”,explica. Finalmente le fue ofrecidoun almuerzo: dos tomates rellenosque, dice, estaban muy bien.

Mabel tiene un mes sin ver a sufamilia: “No me preguntes por mihijo que me pongo a llorar”, cuenta

con ojos llenos de lágrimas. La si-tuación de esa señora no es única.En la sala contigua se apilaban laspertenencias de otros acompañan-tes que habían salido. Incluso enlos pasillos pueden verse personassentadas en reposeras de playa yrodeadas de bolsos.

La buena noticia es que tanto sa-las como pasillos del Maciel estánlimpios y ordenados. El olor a hipo-clorito es omnipresente, la estructu-ra general del edificio es buena, y elcontrol de ingreso es estricto.

A pesar de reiteradas gestiones,no fue posible contar con la palabradel director interino, Dr. Oscar Gia-nneo, para interiorizarse de los pla-nes de contención disponibles en elhospital. A través de ASSE se pudosaber que se está proyectando unconvenio con organizaciones socia-les de la zona para abrir una casaque dé cabida a los acompañantesdel interior del país.

Aunque el alojamiento de losacompañantes no es una tarea inhe-rente de los prestadores de salud,contar con planes de contención esimportante porque repercute en laevolución del enfermo y se enmarcadentro de los llamados cuidados so-cio sanitarios. El trabajo entonces sefocaliza en la elaboración de redes deapoyo social por fuera de los centroshospitalarios y en el fortalecimientode la red de asistencia regional paraque sólo lleguen a Montevideo losque realmente lo necesitan, explicaGraciela García, doctora de ASSE.

En esa línea está “casi cerrado” unconvenio entre BPS, Mides y ASSEpara alojar en las instalaciones del exhogar israelí a los pacientes ambula-torios y acompañantes del reciéninaugurado Hospital de Ojos. Algo esalgo, pero todavía queda demasiadopor hacer. ¿Será?

�■ Si se puede hablar de unhospital que contemplaalgunas necesidades delos acompañantes, el Pe-reira Rossell ocupa el pri-mer puesto, además de re-cibir el 20% de los enfer-mos del interior.

Los familiares (máximouno por paciente), tienenderechos a las cuatro co-midas diarias. Quienes seencuentren a cargo de unniño reciben ropa, jabón,shampoo, toalla y, de sernecesario, dinero para elómnibus.

La sala para padres cu-yos niños están en CTI(ahora en refracción y úni-ca prevista para albergaracompañantes del inte-rior), cuenta con área deduchas, camas y serviciode secado de ropa.

“El acompañante delniño tiene que estar en

perfecto estado de higie-ne”, explica Nora Novarode Renau, de la Asociacióncivil de voluntarios que seencarga de esas y otras ta-reas, como distribuir dine-ro para el boleto o brindaralimentos.

Cuando se le da de altaal niño, el hospital se hacecargo del costo de un pasa-je y medio. Lo que falte(máximo $400) lo brinda laasociación de voluntarios.

Lamentablemente, elservicio no puede alcanzara todos. Carlos y su esposatienen a su hijo en CTI yllevan 20 días en el Pereira.Desde que llegó de Maldo-nado lleva gastado $2.500en comida y al momentode la entrevista tenía sólo$2 en el bolsillo. Dice queduerme en el piso sobrecartones y frazadas, quetiene que esconderse de la

guardia para que no loobliguen a levantarse y quela comida del hospital “esuna mierda”. El aseo perso-nal, el lavado y secado dela ropa lo hace en las insta-laciones de los albañilesque están de obra dentrodel predio. “Me quiero ir,ya me tiene podrido estode no tener un colchón oun sillón donde tirarse unrato”, dice ofuscado.

Valeria Falco, psicólogade la Dirección Pediátrica,explica que es posible quese presenten situacionescomo esta, pero que siem-pre se intenta dar una so-lución estudiando el caso.“En lo que tal vez fallamoses en el tema del asesora-miento y de la conexión deesa persona con las posibi-lidades del Hospital”.

Para la experta, lo pri-mordial es lograr un siste-

ma de relevos entre los pa-dres que no depositen elcuidado de los hijos única-mente en la mujer. “Porejemplo, le ofrecemos a lasmadres una conexión conel hogar transitorio SanMartín de Porres, dondebrindan cama, ducha y de-sayuno gratuito a mujeresy niños. De ese modo lamamá sale durante el día ydescansa allí, mientras elpadre resuelve acá el temade la comida y el baño”.

Otras veces se intentaenviar al hombre a un refu-gio, pero la mayoría prefie-re quedarse en el hospital.

Los pacientes que lle-gan a realizarse trata-mientos pero que no re-quieren internación, sonalojados en el Hogar LaCampana, que trabajabajo la órbita de la Funda-ción Peluffo Giguens.

El Pereira, excepción que confirma la regla

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DOMINGOEL PAIS

M O N T E V I D E O

9 D E N O V I E M B R E D E 2 0 0 8

A Ñ O I V . N ° 2 0 1

Facebook. Las redes sociales guardan poca privacidad.Mamá operada. Cómo confesar a los hijos lacirugía plástica. Cine local. Ismael Cortinas, el

pueblo que hace películas. Se viene. Moda veraniega.

FUNEBREROS DEL INTERIOR, ENTRE NIÑOS Y ATAÚDES

Si caen invitados a cenar,comienzan los llamadostelefónicos. ¿Quién se murió?les preguntan. Claro, enpueblos chicos, varios autosen casas de funebreros sólopuede significar que alguienconocido quizás ya no estémás entre los pobladores. Lashistorias de vida de quienescomparten techo con lamuerte son tan dramáticascomo bizarras.

CATERINA NOTARGIOVANNI

Los Cerrillos, Canelones. En elhogar de la familia Van Vel-thoven se celebra un cum-pleaños infantil. Mientras

los niños esperan turno para rom-per la piñata suena el teléfono: fa-lleció fulano, informa una voz delotro lado de la línea.

“A trabajar”, piensa el padre defamilia y mira hacia el patio, dondetodo es bullicio, algarabía y repartode golosinas. Toma su coche y se di-rige a la casa del difunto a conver-sar con la familia y a pedirle la do-cumentación necesaria para el se-pelio. “Tenía que ganar tiempo”,cuenta Álvaro Van Velthoven (38),dueño de la funeraria homónima.

Minutos más tarde los dolientesingresan a la casa velatoria y se diri-gen a la sala de exhibición de ataú-des. Para ello transitan por el mis-mo patio donde rato antes se feste-jaba el aniversario. Los restos de lapiñata todavía yacen esparcidospor el suelo.

“Ah mirá, estás de cumpleaños”,le comenta un familiar. Estaban sí,“pero qué vas a hacer”, responde Ál-varo, acostumbrado a ese tipo decontrastes.

En definitiva, así son las cosascuando el hogar y el trabajo estánseparados apenas por un patio. Aligual que los Fisher de la serie Six

Feet Under (HBO), la familia VanVelthoven no sólo trabaja, sino queconvive con la muerte.

CONVIVENCIA MORTAL. La anécdo-ta describe sólo una de las tantas si-tuaciones que suceden a diario enlas empresas fúnebres del interior,especialmente en aquellas instala-das en pueblos y pequeñas localida-des, donde es común que las fami-lias compartan techo con toda la pa-rafernalia mortuoria: ataúdes, salas,flores, urnas, mortajas y carrozas.

Los Van Velthoven, por ejemplo,tienen la oficina donde se recibe alos deudos pegada al cuarto de losdos hijos, Yohann (12) y Nahomi(10). La sala de exhibiciones deataúdes se encuentra al lado del ga-raje-galpón donde están estaciona-dos el furgón, la carroza y las bici-cletas de los niños. Enfrente, sepa-rado por el patio y un parral, se le-vantan las dos salas velatorias, unade las cuales está en reformas.

Similares son las condiciones enlas que vive y trabaja la familia So-ria-Rodríguez, propietaria de la fu-neraria Santa Rosa, en Fray Marcos(Florida). Allí, la oficina comunicapor un lado con un pasillo que llevaal comedor-cocina, y por el otrocon el cuarto de exhibición de fére-tros. Es más, hasta las reformas rea-lizadas hace dos años, la barbacoa

de la familia (que a su vez conectacon la cocina a través de una puertay una ventana) daba al patio dondeestán los baños de una de las salasvelatorias.

“Antes la gente pasaba por acállorando y eso”, cuenta Nancy Ro-dríguez (46). “De repente estába-mos almorzando o en el cumplea-ños de uno de los niños nomás y te-níamos a los deudos al costado. Eraun sufrimiento”, agrega su marido ydueño de la empresa, Asdrúbal Se-gundo Soria (47).

Por otro lado, esa proximidadimplica reglas especiales para losniños: nada de música alta, de gri-tos, de correteos y, mucho menos,risotadas. “Los días de servicio nosportamos en silencio y nos porta-mos bien. Nos ponemos a mirartele y ta, nos quedamos tranquilos”,cuenta Yohann Van Velthoven. Losamiguitos también lo tienen claro:pueden jugar pero con el volumenbajo. Los padres dicen que todoscumplen a rajatabla.

El ir y venir entre ataúdes, llan-tos y cadáveres produce en las fa-milias un vínculo atípico con lamuerte; al menos para lo que suce-de con el común de los mortales.

“Los chiquilines lo viven total-mente natural. Puede haber genteacá llorando (señala la oficina) yellos ya ni se despiertan. Nunca

preguntaron nada y tampoco tie-nen mucha curiosidad de ir a ver almuerto. Los amiguitos vienen y pi-den para ver la sala de los ataúdes.Pero para mis hijos es como vercualquier cosa. Un kiosco es lo mis-mo”, cuenta Viviana Fuentes de VanVelthoven.

“Lo toman con naturalidad.Cuando empezaron a tener cons-ciencia querían ver, pero al princi-pio no los dejábamos. Después sí,para que se sacaran ese mito”, rela-ta Lilian Rodríguez, cuñada de So-ria y empleada de la empresa.“Nunca preguntaron directamentequé es la muerte. Sí quieren saberqué pasó, si el fallecido estaba en-fermo, si era viejito, a dónde los lle-vamos, etcétera. No saben el con-cepto de la muerte, pero toman connaturalidad el paso de la vida a lamuerte porque la ven todos losdías”, agrega.

Del mismo modo que los hijosde un panadero juegan entre bolsasde harina o los de un músico entreinstrumentos, los hijos de los fune-breros se divierten entre ataúdesvacíos. Meterse en uno para asustara sus amigos era una broma comúnen la infancia de Álvaro Van Veltho-ven y sus ocho hermanos. “Algunaque otra vez pusimos un maniquíen un cajón vacío”, recuerda. Uno

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La muerte en casa

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Los Van Velthoven. Todosmenos uno posan junto aun féretro vacío.

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MONTEVIDEO 9 NOVIEMBRE 2008EL PAIS DOMINGO2

DE PORTADA LA MUERTE EN CASA

A veces se piden compañías extrañas para el ataúd: ser enterrado con cigarros,una petaca o alguien que solicitó una manta alegando que el muerto tendría frío.

■ El bien más preciado en el nego-cio fúnebre es el respeto para con lafamilia y el difunto. Por eso evitancontar detalles de las ceremonias.Sin embargo, brindaron algunosejemplos de los pedidos más curio-sos que les han hecho.

Un clásico de los fumadores: serenterrados con una cajilla de ciga-rrillos. O de los bebedores, a los quemuchas veces se les pone una peta-ca dentro del ataúd. Otros más ra-dicales pidieron rociar con vino elcadáver de un familiar. Y lo hicie-ron. Colocar la bandera del equipode fútbol de sus amores es otra delas solicitudes más frecuentes.

Los amantes de la música a ve-ces quieren despedir a los suyos es-cuchando una canción. “Me hanpedido hasta cumbia villera, peronunca llegamos a poner porquesiempre aparece otro familiar quetira la idea para atrás”, cuenta unode los entrevistados. La vestimentadel fallecido también es importan-te, mayoritariamente los trajes ovestidos de colores. Pero si de cu-riosidades se trata, nada como unafamilia que pidió una frazada ale-gando que el difunto sentía frío.

de sus paseos preferidos de Yohanny Nahomi eran los viajes a Montevi-deo a comprar cajones con su pa-dre: “Entonces íbamos a la fábrica ydespués a Mc Donald’s. Una vez fui-mos al Shopping en la carroza. Ellosiban sentados atrás, donde va elcuerpo, sobre almohadones. Lagente se persignaba cuando nosveía pasar”, cuenta Álvaro.

“Cuando era nene chico, cinco oseis años, tenía mis autitos y conellos jugaba a hacer entierros”,cuenta Luis Villamayor (79), segun-da generación de la empresa fúne-bre de Las Piedras y padre de 10 hi-jos. Villamayor es el funebrero conmás tiempo dedicado al negocio dela muerte en el Uruguay: 59 años.(Ver recuadro).

CADÁVERES FAMILIARES. Es fácildeducir que en localidades comoLos Cerrillos (2.000 habitantes) oFray Marcos (3.000), casi la totali-dad de los servicios que realizanambas empresas es de personas co-nocidas, parientes y amigos.

“Me ha tocado enlutar familiaresy personas muy queridas”, cuentaAsdrúbal Soria. Mientras lo dice sele llenan los ojos de lágrimas y ape-nas puede seguir hablando. Su cu-ñada completa la idea: “Lo dice porel caso de su cuñado, que era comoun hermano para él y murió haceocho años”. En el caso de Soria, ycontrariamente a lo que se puedesospechar, los 25 años de trabajo enla funeraria no lo han fortalecidoen la tolerancia del dolor ajeno.

Van Velthoven, en tanto, ha teni-do que enlutar a su abuela y a dosamigos de toda la vida, entre otrosseres queridos. Sin embargo, se love con otro talante. Mientras Soriaconfiesa que el trabajole gusta “más o menos”,Van Velthoven admiteque ser funebrero es suvocación. “Será porquenací acá, no sé, pero lohago con ganas, no losufro”, cuenta. “Él amaesto. Sin esto se muere”,acota su esposa.

Ambos son exquisi-tos a la hora de prepa-rar los cuerpos, tareaque no delegan a me-nos que sea estricta-mente necesario. Además ofrecenservicios que exceden por lejos lomeramente ceremonial, como lle-var a los deudos a tramitar partidas,pensiones, jubilaciones o subsidiosante el BPS.

“En el interior, el funebrero es unparte del servicio porque es un refe-rente. Si mandás a un empleado lagente protesta y pide al dueño, quienes el que hace todo: desde ir a buscarel cuerpo a preparalo”, explica Cristi-na Villamayor, presidenta de AEFI,gremial que nuclea a un centenar deempresas del Interior. “Yo entro a

una casa y la familia me abraza por-que me conoce”, ilustra Soria.

Como sucede en todo pueblochico, la noticia de una muerte co-rre como reguero de pólvora. Bastaque vean un par de coches estacio-nados en la puerta de la casa de losfunebreros para que los teléfonosempiecen a sonar. “¿Quién se mu-rió?”, preguntan. De hecho, esomismo sucedió el día en el que So-

ria y su mujer se casa-ron e hicieron la fiestaen su casa. Es más, losteléfonos sonaron la tar-de en la que se realizóeste reportaje.

Otra particularidadde esos entornos esaquella gente que nofalta a ningún velorio(gran parte mujeres ma-yores), aún cuando niconocen al fallecido.

LINDO, CORTO Y BARA-TO. La empresa Santa Rosa realizaun promedio de 4 servicios por mesen Fray Marcos y otros 6 en las de-más sucursales de Casupá, Chami-zo; Cerro Colorado y San Ramón.En Van Velthoven e Hijos Ltda. elpromedio es de 6 funerales al mes.

En los dos casos, los servicioseconómicos ($12.000) son los máspedidos. “Antes la gente gastabamás, pero ahora no les interesa te-ner tremendo ataúd lustrado... sivamos todos al mismo lugar”, co-menta la esposa de Van Velthoven.“Antiguamente los más pedidos

● ● ● Viene de la página anterior

El últimodeseo deldifunto

eran los servicios buenos, ahora lagente cambió mucho la mentalidady quieren uno sencillo, prefieren vi-vir la vida y está bien”, cuenta Soria.Un funeral bueno puede alcanzarun costo de $40.000.

Otro cambio que se registra en elInterior es la duración de los velo-rios (cada vez más cortos) y la in-tensidad de los mismos: “Antes loseran bravos, trágicos. Cuando sacá-bamos el cuerpo había llantos y gri-tos. Hoy las escenas de angustia sonmuy esporádicas”, afirma Soria. “Aveces cuando estamos cerrando elataúd hay tal murmullo en las salasque tenemos que hacerlos callar”,cuenta Cristina Villamayor, hija deLuis y actual directora de la empre-sa fundada por su abuelo en 1930.“Se perdió la cultura fúnebre enUruguay... Acá y ahora no les im-porta nada el muerto”, señala LuisVillamayor.

El historiador José Pedro Barránensaya una explicación para ese fe-nómeno: “Cada vez es más impro-pio demostrar el dolor. En ese sen-tido hay como una especie de in-cremento de la esfera del pudor. Sesiente más la necesidad de no de-mostrar el dolor. Antes se podía y sedebía hacer”.

Además, como diferencias con elpasado reciente, señala el aumentode la opción por la cremación “... loque implica terminar con la podre-dumbre, negarla, evitarla...”, el tras-paso de la figura del cura a la delmédico al lado del moribundo y latendencia a evitar el velorio.

“Es todo lo mismo: todo condu-ce a la negación; y en el fondo, ano querer enfrentar la muertecomo fin y a la transformación deésta en un episodio más de la vida.Episodio que incluso se puedeembellecer, como es el caso de loscementerios convertidos en par-ques que ni siquiera recuerden a lamuerte”, reflexiona el historiador.

De paso comenta que los ritua-les mortuorios uruguayos provie-nen de la Edad Media española.

Preocupados por los mencio-nados cambios culturales, la gre-mial que reúne a las empresas fú-nebres del Interior trabaja en lan-zar al mercado un nuevo ritual.“El actual está obsoleto”, indica lapresidenta. La idea es que se acer-quen al estilo americano. (Ver ser-vicio).

EPITAFIO. Tanto Soria como VanVelthoven han pensado alguna vezen su propio funeral. El primeroquiere que lo cremen y tiren sus ce-nizas en el Río Santa Lucía.

El segundo tiene otras preten-siones: “El otro día vi un trabajoen mármol negro y le dije a mi se-ñora: ‘ves, eso me gusta para mi’”,cuenta y se ríe. “Otra cosa quepido —a partir de ver las reduccio-nes— es me pongan medias en lospies y las manos para que los hue-sitos estén todos juntos”, agrega.

La famosa deformación profe-sional: el hombre no puede evitarmeter mano en la muerte, incluso sise trata de la suya propia.

Los Soria-Rodríguez. Reunidos en una de las salas velatorias, ubicada delante de la casa familiar.

“Cuando eraniño tenía misautitos y conellos jugaba ahacer entierros”,dice funebrero.

Fray Marcos. Por acá se entra a la oficina y/o a la casa.

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Luis Villamayor. Un total de 59 años trabajando con la muerte.

“Se perdió la cultura fúnebre en el Uruguay”■ Luis Villamayor es el empre-sario fúnebre con más tiempode trabajo en el negocio: 59años. Aunque hoy está jubilado,sigue concurriendo a diario a laempresa fundada por su padreen 1930.

Empezó como ayudante defurgonero a los 17 años y circu-ló por todas las áreas de la firmahasta que su progenitor decidióretirarse. “Aunque sabía todome dio un miedo terrible”,cuenta. “Lo que hice fue inno-var, porque mi padre era muyantiguo”, agrega.

Compró una flota nuevade autos e hizo salas velato-rias nuevas. Además fundó

Visión, una sociedad por cuo-tas y por socios. “Le copié a ElOcaso. Los demás decían queno podía ser y hoy todo elmundo paga su cuota pormes. Visión es la que nos pro-porciona la mayor cantidadde servicios fúnebres”, señala.

Las instalaciones de suempresa, ubicada frente porfrente a plaza de Las Piedras,están llenas de reliquias: unacarroza fúnebre Plymouth delaño 70 que aún funciona yque ha sido alquilada paracomerciales, tres ataúdes debronce importados de EE.UUcuyo valor es de US$ 25.000 yvarias fotos del funeral de Ju-

lio Sosa, el “varón”, del tango,realizado por su empresa.

Pero a juzgar por su entu-siasmo, una sala velatoria VIPinaugurada hace cinco años essu mayor orgullo. O más con-cretamente, el vitreaux impor-tado de Europa instalado detrásdel lagarto (así se le llama a labase donde se apoya el ataúd).

“Como mi padre se llamabaLuis, yo me llamo Luis y tengotíos y nietos que se llaman Luis,pusimos la imagen de San LuisGonzaga, el que fuera Rey deFrancia”, cuenta.

Al igual que sus colegas, Vi-llamayor también consideraque el negocio cambió mucho

en los últimos años. Es más,dice que “se perdió la culturafúnebre en Uruguay. Acá no lesimporta el muerto ahora. Quese lo lleven rápido al cemente-rio, no quieren ni velorio”, afir-ma. También coincide en queen la actualidad los familiaresno quieren gastar en la ceremo-nia. Por ejemplo, del modelo deataúdes “Torpedo” (valor US$11.400) ya no vende ninguno,cuando hace 20 años se pedíanseis por año. “Se acabó eso, lagente no gasta más”.

Tres de sus hijas (tiene 10)y dos de sus nietos continúanla tradición y trabajan en laempresa.

■ La Asociación de EmpresasFúnebres del Interior (AEFI)fue creada hace 22 años con elobjetivo de profesionalizar alas 100 empresas integrantes.“Algunas no tienen un fax”,dice la presidenta, Cristina Vi-llamayor. Es más, el 25% tam-poco tiene computadora.

Además de AEFI, existeCETI (www.ceti.com.uy), brazocomercial de la anterior quecolabora en la facturación y enla captación de clientes. DesdeAEFI se trabaja en la elabora-ción de un nuevo ritual por-que “el actual está obsoleto”,dice Villamayor. Vale consignar

que lo que hoy es la norma —salas velatorias que sustituye-ron el velorio en las casas y laposibilidad de pagar en cuotasy por adelanto el funeral— soncostumbres de apenas 20 añosde antigüedad.

Los cambios propuestos in-tentan llevar las ceremonias alestilo estadounidense: velato-rios acotados a cuatro horascon la participación de unapersona que hable del falleci-do, incorporación de ataúdestemáticos como existen en Ar-gentina y Brasil (ya sea de cua-dros de fútbol, de estrellas delrock o de partidos políticos),

proyección de fotos o películascon la historia de vida del di-funto, colocación de cámarasque permitan a los familiaresdel exterior seguir el rito a tra-vés de Internet y baños conduchas (“en el interior es muycomún que los familiares quellegan de lejos pasen más deun día en la sala”); y la crea-ción de un banco de ADN queestará bajo custodia de CETI.“Por ejemplo, alguien fallecede cáncer de útero y una hijaquiere saber si es propensa apadecerlo”, explica Villamayor.

También quieren facilitar lacremación, que actualmente

sólo se hace en el Cementeriodel Norte (Montevideo).“Compramos un horno parainstalar en Las Piedras, perocomo la ordenanza de Canelo-nes exige que el pedido sedebe hacer en vida, cosa quecasi nadie hace, estamos tra-tando de cambiarla para quela solicitud la puedan hacer losfamiliares, como en Montevi-deo”, cuenta.

La idea es implementar loscambios a la brevedad, peropara eso deben terminar deconvencer a los asociados. “Elfunebrero es muy clásico, lecuesta hacer cambios”, dice.

El ritual mortuorio actual “está obsoleto”

El fondo de la casa de los Van Velthoven.

Padre e hija en la sala de exhibiciones

Page 10: Caterina Notargiovanni

MONTEVIDEO 6 ABRIL 2008EL PAIS DOMINGO3

En una de las edicionespasadas de Domingo sepublicó una nota sobreavances genéticos rea-

lizados por un grupo de cientí-ficos en Escocia y Australia. Elestudio estuvo a cargo del doc-tor Alexander Weiss, catedráti-co de la Facultad de Filosofía,Sicología e Idiomas de la Uni-versidad de Edimburgo quienanalizó junto a un equipo decientíficos 900 pares de geme-los y mellizos. La conclusiónde la investigación es que losgenes podrían controlar la mi-tad de los rasgos de personali-dad que nos proporcionan lafelicidad. Lo mejor para sabersi somos personas felices esanalizar lo que nos legaronnuestros progenitores. La ar-quitectura genética es la clave.

La genéticay el milagro

Esta investigación se puedeconectar con una noticia quetambién publicó la BBC enabril de 2006 y que establecíaque la neurociencia estaba tra-bajando en medir la felicidad.En dicha nota el doctor MortenKrigelbach declaraba: “¿Po-dríamos definir la felicidadcomo un estado de placer sindeseo, un estado de satisfac-ción e indiferencia? Si es así,entonces es posible que losneurocientíficos encuentren

algún día la receta para alcan-zar este estado”. Krigelbach semostraba optimista de estosavances y creía que con esa re-ceta se podría inducir la felici-dad a cualquier persona a tra-vés de introducir elementos enla zona del cerebro llamadacórtex orbitofrontal.

Por supuesto que estoscientíficos son cautos en lasdeclaraciones y hablan decuestiones de probabilidad yno determinantes. No obstan-te, hay algo que llama podero-samente la atención en esto dela genética y es el efecto queproduce en la comprensión denuestro comportamiento.Siempre recuerdo al amigo quecuando se manda una macanadice “es que soy igual a mi pa-dre, heredé sus mismos defec-

tos”. Cuando las característicasde la personalidad se entien-den genéticamente, poco que-da por hacer porque de las po-cas cosas de la vida que no sepueden cambiar son los genes.Pero estas investigaciones seolvidan un dato fundamental:la vida es un milagro.

Contrariamente a lo que sesupone, el concepto de milagrono tiene que ver con creenciasreligiosas sino con algo mate-rial y tangible: la existencia dela Tierra, las constantes cosmo-lógicas que hacen que aparezcala vida son infinitamente im-probables. Ese es el primer mi-lagro y los científicos suelencoincidir en este dato objetivo.En lo que refiere a la vida hu-mana, cada nacimiento es unmilagro, es decir, algo que inte-

rrumpe la secuencia de hechospredecibles. Ante un nacimien-to todos podremos responderqué nace pero nadie, ni siquie-ra los padres, sabrán quiénnace. Eso es impredecible.

Siempre que se escuchan lashistorias de parejas aparecenlas casualidades de los encuen-tros, los cambios de planes aúltimo momento que modifi-caron la historia de las perso-nas para siempre. Quienespiensen que no es así, les fallala memoria o hace tiempo queno escuchan una historia.Nuestra propia existencia en latierra es milagrosa en el sentidode que dependió justamentede factores imprevisibles quehacen a la historia (no a los ge-nes) de nuestros padres: estoshechos, el milagro, lo inexplica-

ble, lo que nunca podrá seraprehendido por la genética.

Visualizar esta capacidadhumana de poder proyectarcambios más allá de la infor-mación genética que nos es le-gada es justamente lo que hizoposible que se inventara la ge-nética, la medicina, la arqui-tectura, la ciencia y la cultura,con lo bueno y lo malo queaparejan.

No estamos programados, ycada vez que leemos avancesgenéticos debemos tener eseelemento presente para nocreer que todo está dado. Cadaniño que nace trae consigoademás de una trama genéticael misterio de la novedad. Cadauno de nosotros tiene la capa-cidad, cada día, de volver a em-pezar. Ahí los genes no llegan.

FACUNDO PONCEDE LEÓN

CONTEXTOS

SALUD

Crecen las patologías vinculadas a lo laboral. El Síndrome de Desgaste (Burnout)es la más grave. Ausentismo por problemas psiquiátricos se duplicó en ocho años.

Trabajo no siempre es saludEjercicio,medicación ypsicoterapia■ El tratamiento contra el Bur-nout varía en función de la situa-ción clínica predominante, expli-ca Stella Bocchino. Si se presentacomo depresión se tratará comotal; y si los síntomas además in-cluyen angustia (“lo más normal”)se aplicará un tratamiento combi-nado. “Y seguramente vas a tenerque tratar el insomnio, que gene-ralmente está asociado”, agrega.

Para Bocchino cualquier abor-daje de problemas psiquiátricos

tiene que incluir tres patas: a) ejer-cicio físico moderado (“una cami-nata de hora por día, por ejemplo”),b) tratamiento farmacológico(“fundamentalmente ansiolíticos yantidepresivos”); y c) psicoterapia:“¿Por qué? porque no todo el mun-do hace un Burnout y por tanto hayque analizar las causas y tratar demejorar eso”, explica Bocchino.

La licencia médica se pedirá se-gún el caso: “hay pacientes que sesiente incapaces y a los que es bue-no ofrecerles un descanso. Pero hayotros para los cuales el hecho de notrabajar los pone peor. Por tanto seva evaluando. No hay solucionesstandards en psiquiatría, hay trajesa medida”, concluye.

CATERINA NOTARGIOVANNI

Omar es un médico que amasu profesión y que se enor-gullece de su dedicación altrabajo. La consulta cara a

cara en policlínica es su pasión, y to-marse el tiempo para escuchar a lospacientes su mayor virtud. Duranteaños se entregó sin restricciones,cargando su agenda de horas y reci-biendo más pacientes de los que po-día tolerar, en un sistema que saturade enfermos las salas de espera. Eldesgaste de trabajar con el dolor aje-no fue menguando sus ganas. Empe-zaron los dolores de cabeza, la fiebrey unas misteriosas diarreas explosi-vas que aparecían siempre en la horaprevia a la consulta. Un día no pudorecordar el nombre del componentede la aspirina y colapsó. Habló consus superiores y se tomó licencia. ¿Eldiagnóstico? Burnout o Síndromedel quemado.

“Tenía un agotamiento mentalque me explotaba la cabeza. No en-tendía lo que leía, ni siquiera cuandolo hacía para distraerme. Mi tope porentonces era una página de Condori-to, más no podía”, cuenta el médicode 50 años, casado y con dos hijos,que estuvo un total de nueve mesessin trabajar.

Aunque extremo, el caso deOmar es cada vez más frecuente. Elmercado laboral moderno —con elmultiempleo, salarios que a vecesno compensan el esfuerzo, contra-tos a término, competencia despia-dada e inestabilidad en algunos ca-sos— no sólo engendra pocos tra-bajadores felices, sino que terminasiendo el caldo de cultivo perfectopara el desarrollo de patologíascomo el Estrés laboral, el Síndromede desgaste (Burnout o quemado) yla depresión, todas con múltiples ypeligrosas repercusiones sobre lasalud.

Las estadísticas de certificacio-nes médicas por Incapacidad Labo-ral Temporal, del BPS, indican quelas enfermedades psiquiátricas seduplicaron en los últimos 8 años,pasando del 5,88% del total de con-sultas en el año 1999, al 13,1% elaño pasado. Así, de los 96.000 certi-ficados expedidos en 2007, 12.638correspondían a trastornos psquiá-tricos. No se sabe con certeza cuán-tos de esos 12.638 corresponden aBurnout o a estrés laboral. “El au-mento de las consultas se empezó aver con claridad en los últimos tresaños: tenemos el consultorio psi-quiátrico lleno”, cuenta GermanAnselmo, médico de la Gerencia deCertificaciones Médicas del BPS. Laprimera causa de consulta, “acá yen el mundo”, es por patología os-teoarticulares (artrosis, gota, lum-bago, etc).

QUEMADOS. Falta de energía, fatigacrónica, debilidad general, afeccio-nes psicosomáticas, sentimientosde incapacidad, desesperanza, alie-nación en el trabajo y disminucióndel rendimiento, descreimiento,sensación de no tener salida, ten-sión y conflictos en el hogar, son al-gunos de los indicadores de que sepuede estar frente a un cuadro deBurnout.

Los síntomas físicos varían se-gún los pacientes, pero los más fre-cuentes son las cefaleas, trastornosgastrointestinales, dolores lumba-res, anorexia, insomnio, alteracio-nes sexuales y enfermedad corona-ria, explica Stella Bocchino, médicopsiquiatra y profesora agregada dela Facultad de Medicina.

La lista de síntomas psíquicos

Psiquiatra Stella Bocchino.

LOS MÉDICOS ESTÁN AGOTADOS◗ El departamento de Psi-cología Médica (Fac.Medici-na-Udelar) lleva años inves-tigando el burnout y la cali-dad de vida de los médicosuruguayos. Una encuestarealizada entre 2005 y 2006en talleres sobre EducaciónMédica Continua de todo elpaís ofrece una aproxima-ción al estado de saludmental de los 150 médicosconsultados. Todos respon-dieron distintos tests, entreellos la Escala de Maslach,específica para la enferme-dad. Según la misma, la pa-tología se construye sobretres pilares: “Alto agota-miento emocional”, “Tratodespersonalizado o cínico”y “Baja realización perso-nal”. Pues bien, un alto gra-do de agotamiento emocio-nal se observó en el 22%de los psiquiatras, 36% delos médicos de emergen-

cias móviles, 14% de quie-nes trabajan en mutualistasde Montevideo y 10%, 18%y 20% de quienes lo hacenen las cooperativas médi-cas del interior. El mismotest se aplicó a empleadosbancarios. Allí el porcentajefue del 19%. “En generalencontramos que el tratodespersonalizado da bajoporque no se reconoce quese está tratando mal a lagente. La realización perso-nal tampoco porque todavíasienten que les gusta lo quehacen. Lo que sí da alto esel agotamiento emocional,que en definitiva es el nú-cleo más duro del conceptode Burnout”, explica la Pro-fesora Adj. Adriana Suárez.

El 7% de los encuesta-dos configuraban un cua-dro de Burnout, un 50%siente que el número dehoras de trabajo lo distor-

siona, el 35% refiere irrita-bilidad en su entorno porproblemas laborales, el35% indica que no logradisfrutar del trabajo y el60% continúa preocupadopor trabajo fuera del mis-mo. Laura Schartzmanncruzó estos datos con losobtenidos en la EncuestaMédica Nacional (2004)realizada a 600 médicosrepresentativos de la po-blación nacional: “Entre el25 y 50% de los encuesta-dos reconocen elementosde agotamiento, preocu-pación fuera del trabajo,dificultad para disfrutar eirritabilidad”, indica. “Po-demos afirmar que mu-chos de nuestros médicosno están “felices”, lo cualno significa necesariamen-te “enfermos” (¿aún?)”, secuestiona la psiquiatra ensu informe.

BURNOUT Y CALIDAD DE VIDA

veces con estrés y depresión, peroaunque relacionados, refieren a fe-nómenos diferentes. Se habla de es-trés cuando situaciones del entornosobrepasan la capacidad de adapta-ción del individuo, provocandocambios biológicos y psíquicos. Enel caso del Burnout, ese trastornoadaptativo (estrés) se hace crónicoy va agotando lentamente las reser-vas de energía. El aspecto que dife-rencia al “quemado” del depresivo“es que en el primero, la sensaciónde impotencia está confinada alámbito laboral, mientras que en ladepresión se esparce, cubriendo to-dos los aspectos de la vida del pa-ciente”, afirma en un artículo médi-co la psiquiatra LauraSchwartzmann, Jefe del departa-mento de Psicología Médica de laFacultad de Medicina.

El Dato

122%Han crecido las certificacionespor incapacidad laboral temporaldebido a enfermedades psiquiátri-cas (1999- 2007), según el BPS.

Vulnerable. “Por más fuerte que sea la persona, igual puede padecer el Burnout”, dicen los expertos.

incluye agotamiento, vivencia defracaso, baja autoestima y disminu-ción de la tolerancia a la frustracióncon reacciones agresivas haciacompañeros y depresión. Ademásexisten otros síntomas conductua-les que acompañan un cuadro deBurnout, como el consumo de esti-mulantes (té o café), de sedantes,alcohol u otras sustancias, maloshábitos dietéticos y sedentarios. “Seda más en mandos medios de losestratos laborales porque se vio quetiene que ver con el sentir que no setiene injerencia en los resultados”,explica Bocchino.

El Burnout se confunde muchas

En ese mismo informe se citandatos de la Unión Europea que danmagnitud al problema de la rela-ción entre trabajo y salud: “El 56%de los 160 millones de trabajadoresrefiere trabajar a alta velocidad, el60% trabaja presionado por fechastopes, más del 30% no puede influirsobre el modo de hacer la tarea, el40% reporta que sus trabajos sonmonótonos, el 15% de los trabaja-dores refiere cefaleas, el 23% dolo-res cervicales y de miembros supe-riores, 23% fatiga, 28% estrés, 33%dolor lumbar, entre otras enferme-dades... el costo económico del es-trés es de 20 mil millones anualesde euros”.

PERFILES VULNERABLES. Entre lascaracterísticas individuales de ries-go que podrían activar la enferme-dad, la psiquiatra destaca los “idea-les elevados, la omnipotencia, lasensación de invulnerabilidad, per-feccionismo, inseguridad, sentidoexagerado de la responsabilidad yla capacidad limitada para la expre-sión de las emociones, inestabili-dad y ansiedad”.

“Lo padecen los idealistas, losmás comprometidos con la tarea,las personas responsables y exigen-tes, que no saben decir no, que notoman vacaciones y que llegado aun punto se agotan”, explica la doc-tora Adriana Suárez, quien llevaaños investigando el tema en el de-partamento de Psicología Médica.

En el trabajo, los síntomas semanifiestan en el incumplimientodel horario y ausentismo laboral, enla baja de la productividad y el au-mento de los riesgos de cometer ac-cidentes o errores.

“Nunca más volví a hacer poli-clínica médica de atención prima-ria”, dice Omar, el médico “quema-do” que estuvo 9 meses fuera decombate. El tratamiento al que fuesometido, que incluyó psicoterapia,fue cambiando sobre la marcha

hasta que el psiquiatra dio con lamedicación adecuada y pudo re-componerse. Hoy trabaja la mismacantidad de horas pero con otra ac-titud y planea dar un vuelco estu-diando Medicina del Deporte.

En los setenta el Burnout se veíaen profesiones de ayuda a otros(policías, asistentes sociales, maes-tros, curas, médicos), pero como elmundo moderno es muy estresantese ve en cualquier profesión. “Estoporque tiene más que ver con lascondiciones laborales y no tantocon la vulnerabilidad personal. Pormás fuerte que seas, llegas a unpunto en el que te puedes quemar”,dice Adriana Suárez.

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MONTEVIDEO 28 OCTUBRE 2007EL PAIS DOMINGO3

SALUD

La hiperhidrosis produce serios problemas sociales y laborales. Se realizanoperaciones en mutualistas ya que se considera enfermedad y no estética.

Sudor que vuelve locoSin efectossecundarios■ El profesor de la cátedra de cirugíade tórax del Hospital de Clínicas, SiulSalisbury, advierte que la interven-ción tiene todos los riesgos de cual-quier procedimiento invasivo conanestesia, aunque no se demostra-ron efectos secundarios. Pero aclara:“en manos de gente no entrenadapuede implicar complicaciones y se-cuelas importantes”, explica.

Eso significa que la Simpaticecto-mía la debe ejecutar un cirujano detórax entrenado en utilizar la bioci-rugía y en el procedimiento específi-co (en Uruguay son trece los médi-

cos titulados en esa especialización).Después de la intervención, y en al-gunos casos puntuales, aparecen hi-perhidrosis compensatorias en otroslugares del cuerpo, como muslos,cintura o glúteos. “En general, a lospacientes no les importa porque esono les representa un problema devida”, señala Salisbury.

También ha habido casos a lasque después de operadas les cuestabajar la frecuencia cardíaca. “Es alinicio, luego se normaliza, y no tieneninguna repercusión funcional”.

Es posible que haya pacientesque presenten excesiva sudoracióncomo síntoma de otras enfermeda-des. Por eso es importante que unmédico haga un diagnóstico previo.

CATERINA NOTARGIOVANNI

Todo lo que se toca, quedamojado. Expedientes, mou-se, teclado, teléfono, libros,CD, ropa, esposa e hijos.

No importa si se está nervioso otranquilo, si es invierno o verano, sise está quieto o si se mueve: manos(y axilas) siempre están completa-mente empapadas.

Estos síntomas que padecenciertas personas se reúnen en unaenfermedad denominada hiperhi-drosis palmaria-axilar, mal queprovoca transpiración excesiva endichas zonas del cuerpo y que,aunque benigna, genera problemasserios emocionales, laborales y vin-culares. ¿Se imagina la vida trans-pirando las 24 horas? Así viven 66millones de personas en el mundo.

ENFERMEDAD. La hiperhidrosisconsiste en un exceso de sudora-ción que afecta las zonas del cuer-po donde hay más cantidad deglándulas sudoríparas: manos, axi-las, cara y pies.

Las causas que la provocan sedesconocen, pero se sabe que elproblema se ubica en el SistemaNervioso Simpático, que funcionaindependientemente de la volun-tad y que regula, por ejemplo, lafrecuencia cardíaca y sudoración.

El Simpático está ubicado en loprofundo del tórax y consta de dos

Axilas o canillas. Otro síntoma molesto

NADA PARA LOS PIES◗ No son buenas las

noticias para quie-nes padecen de hi-perhidrosis en los pies.Según explica Salis-bury, “el lugar deenervación de lasglándulas sudoríparasde la planta de lospies también está enel Sistema Nervioso

Simpático, pero en laprofundidad del abdo-men. Esa zona no esfácilmente accesibley requeriría de unprocedimiento tanagresivo y destructivopara otras estructu-ras del organismo queno se tratan. Sin em-bargo, entre el 50% y

70% de los pacientestratados por hiperhi-drosis palmaria y axi-lar, notan una dismi-nución de lasudoración en lospies”. De todas mane-ras, ese mal se toleramejor socialmenteporque es posibleocultarlo.

EL DATOLa cifra

1%Es el porcentaje estimado de lapoblación mundial que padece hi-perhidrosis, esto equivale a unas66 millones de personas.

Tacto acuoso. Manos constantemente transpiradas, típico de esta enfermedad benigna que provoca sudoración excesiva en el cuerpo

conductos nerviosos laterales (conforma de cinta), uno a la derecha yotro a la izquierda.

Se estima que el 1% de la pobla-ción mundial sufre de hiperhidro-sis. Generalmente se manifiesta enla adolescencia y la mayoría de lospacientes son mujeres.

Cuando se habla de esta enfer-medad, los términos “mojado” y“empapado” se utilizan en su senti-do literal. “Son pacientes que nopueden manejar la computadora,que mojan los documentos de tra-bajo o que si están dando un exa-men dejan un charco en el piso”,señala Siul Salisbury, cirujano detórax, profesor agregado de la Cá-

tedra de Cirugía de Tórax de la Fa-cultad de Medicina y experto en eltratamiento de la hiperhidrosis.

Para los casos agudos existe untratamiento quirúrgico, denomina-do Simpaticectomía Torácica, quetiene 98% de efectividad. Consisteen la anulación del sector de ner-vios que producen la hiperestimu-lación. “Las técnicas son variadas.Nosotros extraemos el segundo,tercero y cuarto ganglio. Hay quie-nes los queman con frío, con ultra-sonido o colocan un clip de metalen esas zonas”, señala el experto.

La intervención se realiza bajoanestesia general mediante lapa-roscopia, y demora entre 15 minu-tos y media hora de cada lado. Eltiempo de recuperación varía se-gún el paciente, pero en promediono pasa de las 48 horas.

Para introducir los instrumentosse realizan tres incisiones: una de10 milímetros de largo y dos de 5milímetros cada una. En las muje-res el corte se realiza debajo delpliegue mamario, de manera deocultar la cicatriz.

Como consecuencia de la Sim-paticectomía la persona deja detranspirar en esas zonas. “Algunoshasta tienen que usar cremas hu-mectantes, sobre todo en las pal-mas de la mano, pero eso no le ge-nera ningún trastorno de futuro”,explica Salisbury, quien coordina el

equipo que realiza estas interven-ciones en el Hospital de Clínicasdesde el año 1992, y que a la fechaha operado a 50 pacientes.

Dado que la hiperhidrosis esuna enfermedad, la Simpaticecto-mía se realiza de forma gratuita enel contexto mutual. Actualmente laúnica limitación es la disponibili-dad del equipo requerido: monitor,generador de video, mini-cámara,sistemas ópticos e instrumental es-pecífico.

Muchas personas llevan añosbuscando una solución, que ahorase presenta con la cirugía. La mis-ma permite olvidarse para siemprede toallas, pañuelos, entre otros,para ir a trabajar o estudiar.

JOS

ÉLU

ISB

ELL

O

98%Es el porcentaje de efectividadde la Simpaticetomía Torácica, in-tervención recomendada para losenfermos de hiperhidrosis.

Confieso que el domin-go pasado vi por pri-mera vez una final deFórmula Uno. Nunca

me había interesado por estedeporte porque no entiendoen general el mundo de losautomóviles. Soy de los queven en los coches un mediode transporte y desconocenlos avances tecnológicos delos motores, el diseño, y lamecánica en general. Perobueno, nunca está de másdarse la oportunidad de expe-rimentar el placer de aprendero ver algo nuevo.

Me pareció fascinante verla carrera y entendí la pasiónque encierra el mundo de lavelocidad para quienes la cul-tivan. Como sigo siendo un ig-norante del tema, me permito

El laberintode lavelocidad

llevar la reflexión por otras ru-tas y dejar a los entendidos lospormenores del título que seperdió Lewis Hamilton y ganóKimi Raikkonen.

Cuando uno corre, con laspiernas o con un auto, haydos elementos principales:tiempo y espacio: hay que re-correr un espacio en el menortiempo posible. Muchas ve-ces, el punto de partida esdistinto del punto de llegada:

la competencia comienza enun lugar y termina en otro(maratones, vueltas ciclistas,etc.) Lo mismo cuando le ju-gamos a alguien una carrerahasta la esquina.

Pero lo curioso es, comosucede en los circuitos deFórmula Uno, cuando el pun-to de salida y llegada coinci-den. ¿Hacia dónde se dirige elpiloto que quiere ganar? Ha-cia el mismo lugar de dondearranca. Esta aparente trivia-lidad encierra, creo, una delas claves de la magia de estascarreras.

Se juega, no para llegar aun nuevo sitio sino para volveral mismo. Lo interesante es re-correr el camino.

Hegel fue un famoso filóso-fo alemán que nació en 1770 y

murió en 1831, 55 años antesque Carl Benz, también ale-mán, inventara los automóvi-les como los conocemos hoy.Hegel, les decía, cree que lahistoria de la humanidad es eldesarrollo de un espíritu quese va desvelando a lo largo deltiempo. Él pensaba que a tra-vés del método de la dialécticaavanzamos en el conocimien-to de la historia hasta llegar almismo punto de partida, quees el tiempo en el que te tocavivir. La clave, en el pensa-miento de este filósofo, es queuna vez que recorriste ese ca-mino, vuelves al mismo lugarpero ya no es el mismo.

¿Hacia dónde avanzan lospilotos que corren una final deFórmula Uno? Avanzan haciaatrás, hacia el principio. Y la

velocidad no es otra cosa queuna herramienta para llegarantes al lugar donde ya se ha-bía llegado.

No hay paradoja en estoporque, como bien decía He-gel, arribamos a otro lado.

Son muchos los que creenque la vida es en definitivaavanzar hacia el origen nueva-mente. Suponemos que vamoshacia un lugar nuevo pero qui-zás estamos regresando al lu-gar de donde partimos, al igualque lo hizo Raikkonen antesde levantar el título mundial.Es un viaje a la semilla, comotituló su cuento el escritor cu-bano Alejo Carpentier.

Lo importante se encuentraen el recorrido, la estrategiaque planificamos, y en la velo-cidad que nos proponemos.

¿Cuán rápido hay que ir? EnFórmula Uno se ha llegado aconducir a 370 kilómetros porhora, sin duda un elementoclave de la adrenalina quegenera mirar y practicar estedeporte.

Pero vuelvo a la preguntaaplicada a otras actividades,¿tenemos que ir a alta veloci-dad en la planificación denuestros recorridos? Intuyoque no. Les suele ir mal a losque corren todo el tiempo.

Ojo. También les va mal alos que no arrancan y se pasanla vida esperando la señal delargada o inventando frenospara no avanzar.

Hay que saber ubicarse enmedio de estos extremos. El la-berinto de vivir se corre sinprisa, pero sin pausa.

FACUNDO PONCEDE LEÓN

CONTEXTOS

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Notas Revista FoodieGrupo El País

Uruguay

foodie

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