Casa Templaria, 17 de noviembre de 2011

Había un pueblecito

muy

simpático, agradable,

las habitantes alegres

y se preparaban para

ir a una feria a otro

pueblo más grande,

El caballo y el asno

el amo preparó a su caballo y lo cargó con la

carga habitual, leña, artesanías,

el caballo muy digno y elegante estaba

contento y feliz y miraba alrededor queriendo

decir

¡aunque lleve carga soy espléndido!

Al lado estaba su

amigo, un

asno, también muy

bonito, cuidado y

lustroso pero ¡era un

asno! El amo lo

cargó y le puso un

poquito más porque

el dicho dice:

“los asnos están

para llevar carga” .

Y ahí tenemos nuestros dos amigos alegres

y ya preparados para empezar el camino.

Iban por el camino tan bonito que los

llevaba al otro pueblo,

contemplaban y alegres, cuando el amo se detenía

para comer un bocadillo u otras necesidades, ellos

se miraban y aprovechaban si había un árbol

para comer las hojas o si había un campo de trigo

aprovechaban y siempre felices,

pero iba pasando

el tiempo y la

carga empezaba a

sentirse, entonces

nuestro amigo

asno le dijo a su

amigo el caballo:

Asno.- Te voy a pedir

un favor, ¿me puedes

ayudar con un poco de

carga? Estoy cansado y

no puedo.

Entonces el caballo

muy digno le dijo:

Caballo.- Haber, como

te voy ayudar, si tú estás

hecho para eso

Asno.- pero yo estoy

cansado

fueron andando, y tanto fue la carga

y el cansancio que al llegar a un cruce de

dos caminos el asno cayó rotundamente

muerto del cansancio.

El amo lo contempló y dijo:

Amo.- Pobre

asno, pobre asno ¿te

cargué mucho

verdad? Pero tu

podías eras fuerte y

muy noble.

Entonces el caballo

lo miró y pensó,

“no ha resistido

¡si fuera como yo!”

Y el amo, que era muy piadoso, sacó la

carga del asno y se la cargó al caballo

y dijo:

Amo.- no puedo dejar el asno aquí en el

camino, es mío, lo tengo que llevar a mi

casa para darle un lugar de reposo digno.

Cogió al asno y se lo puso encima del

caballo.

El caballo fue

andando y dijo:

Caballo.-

¡no puede

ser, es

inadmisible! Y fue

andando, andan

do, andando y

cuando llegó a

ese pueblo dijo:

Caballo.- No solamente he rechazado la ayuda,

he rechazado el compañerismo, por un poquito

que podía ayudarle, también lo rechacé, y ahora

no solamente llevo la carga mía, la suya y

encima lo tengo que llevar a él.

Cuando lo

descargaron dijo:

Caballo.- a partir de

ahora miraré bien

antes de contestar, si lo

pude hacer con toda la

carga, podía haberlo

hecho antes.

¿Qué lección sacó el caballo?

El caballo y el

asno, es igual que

nosotros los

humanos, con la

diferencia que nos

distingue:

la inteligencia o la

racionalidad pero

somos iguales,

lo que no haces hoy

lo haces mañana.

Cuando era pequeña,

Mi Madre me mandaba hacer la

habitación, pequeños trabajos de la casa, cosa

normal y corriente que tenemos que hacer

todos y que todos los jóvenes y niños tienen que

hacerlo antes de irse a la escuela, es lo mínimo,

doblar su pijama,

estirar la cama,

no hacerla a fondo pero

sí estirarla y ayudar a

poner la mesa.

Mucho tiempo me negué

y siempre estaba

rezongando: “que lo

haga la Victoria, que lo

haga el José”.

¡Huy, que lección tiré!

De ese trabajo que

no lo hice, más

tarde me lo pusieron

doble y triple y hoy

ha llegado el

momento donde ya

no dejo para los

otros lo que yo

puedo hacer

y me siento muy feliz

y Mi Misión se está

cumpliendo, porque lo que estoy

haciendo hoy en próxima vida ya

no tendré que hacerlo,

así que obedezco

al Universo, obedezco a la

naturaleza y obedezco a

todas estas personas llenas

de amor, de comprensión y

de tanta amabilidad

hacia mí.

Aprendí muy bien la lección y os invito a

que hagáis lo mismo,

porque si hoy no has hecho vuestro

deber, mañana vendréis hacerlo.

¡Descubrir ese valor,

esa dignidad y dar

un paso adelante!

¡Descubrir esa

fuerza que hay

en vosotros!

Acordaros bien, el asno no llegó y el

caballo cargó doble y triple.

Si hacéis vuestra parte, seréis los más

felices y tendréis el Universo para vosotros

y la alegría de vivir.

¡Ah! Un tiempo más

tarde, el amo fue al

campo y ahí vio a su

caballo, observó sus

ojos y estaba

llorando y -dijo-

¡no puede ser!

El amo no se había dado cuenta que al lado

estaba el asno y era feliz, muy feliz, el asno

ya no tenía necesidad de comer, y brillaba

como si fuera de oro o plata.

Moraleja: el asno lo cumplió y el

caballo duró muchos años y aún hoy

en día se está arrepintiendo.

Con todo mi amor…