carl rogers el hombre; ser en relacion

35
EL HOMBRE: SER EN RELACIÓN Cari R. Rogers (*) Compartiré con ustedes una miscelánea de cosas que aprendí y estoy aprendiendo sobre la misteriosa empresa de la relación con otros seres humanos, de comunicarse con los demás. Compartiré las satisfacciones e insatisfacciones que tuve en este aspecto. La llamo misteriosa porque nunca logramos comunicarnos plenamente. Es probable que pocas veces hayan sentido que el otro los comprendió plenamente. Sin embargo pienso que es muy gratificante cuando en un caso dado, logro comunicarme verdaderamente con otra persona. Es hermoso cuando en un determinado momento me siento cerca y en contacto con otro ser humano. Escuchar y ser escuchado El primer y simple sentimiento que deseo compartir con ustedes es mi placer cuando puedo oír realmente a alguien. Creo que ésta ha sido una de mis características permanentes. Así lo recuerdo desde mis primeros años en la escuela de humanidades. Cuando un compañero preguntaba algo a la maestra, ésta daba una respuesta perfectamente adecuada para una pregunta diferente. En ese momento me sentía desesperado y herido. Mi reacción era: "¿Pero, no lo ha oído?" Sentía una desesperación infantil frente a la carencia de comunicación que era (y es) tan común. Creo saber por qué me produce satisfacción escuchar a alguien. Cuando escucho realmente a otra persona entro en contacto con ella, enriquezco mi vida. Escuchando a la gente aprendí todo lo que sé sobre las personas, la personalidad, la psicoterapia y las relaciones interpersonales. Existe también otra satisfacción peculiar. Escuchar a alguien es como escuchar la música de los astros, porque más allá del mensaje inmediato de la persona, cualquiera que ésta sea, está el universo, el cosmos. Escondidas tras la comunicación personal parecen estar las metódicas leyes psicológicas, que son un aspecto del orden fascinante de todo el universo. De este modo se produce la satisfacción de oír a esta persona en particular y la de sentirse en contacto con lo que es universalmente verdadero. Cuando digo que disfruto escuchando a alguien me refiero, por supuesto, a escuchar profundamente. Escucho

Upload: luispalominoberrios

Post on 30-Jun-2015

839 views

Category:

Documents


3 download

TRANSCRIPT

Page 1: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

EL HOMBRE: SER EN RELACIÓNCari R. Rogers (*)

Compartiré con ustedes una miscelánea de cosas que aprendí y estoy aprendiendo sobre la misteriosa empresa de la relación con otros seres humanos, de comunicarse con los demás. Compartiré las satisfacciones e insatisfacciones que tuve en este aspecto. La llamo misteriosa porque nunca logramos comunicarnos plenamente. Es probable que pocas veces hayan sentido que el otro los comprendió plenamente. Sin embargo pienso que es muy gratificante cuando en un caso dado, logro comunicarme verdaderamente con otra persona. Es hermoso cuando en un determinado momento me siento cerca y en contacto con otro ser humano.

Escuchar y ser escuchadoEl primer y simple sentimiento que deseo compartir con ustedes es mi placer

cuando puedo oír realmente a alguien. Creo que ésta ha sido una de mis características permanentes. Así lo recuerdo desde mis primeros años en la escuela de humanidades. Cuando un compañero preguntaba algo a la maestra, ésta daba una respuesta perfectamente adecuada para una pregunta diferente. En ese momento me sentía desesperado y herido. Mi reacción era: "¿Pero, no lo ha oído?" Sentía una desesperación infantil frente a la carencia de comunicación que era (y es) tan común.

Creo saber por qué me produce satisfacción escuchar a alguien. Cuando escucho realmente a otra persona entro en contacto con ella, enriquezco mi vida. Escuchando a la gente aprendí todo lo que sé sobre las personas, la personalidad, la psicoterapia y las relaciones interpersonales. Existe también otra satisfacción peculiar. Escuchar a alguien es como escuchar la música de los astros, porque más allá del mensaje inmediato de la persona, cualquiera que ésta sea, está el universo, el cosmos. Escondidas tras la comunicación personal parecen estar las metódicas leyes psicológicas, que son un aspecto del orden fascinante de todo el universo. De este modo se produce la satisfacción de oír a esta persona en particular y la de sentirse en contacto con lo que es universalmente verdadero.

Cuando digo que disfruto escuchando a alguien me refiero, por supuesto, a escuchar profundamente. Escucho las palabras, los pensamientos, los matices de sentimientos, el significado personal y aún el significado inconsciente del que me habla. A veces, también en un mensaje no importante puedo escuchar un grito humano profundo, un "grito silencioso" que está oculto, desconocido por debajo de la superficie de la persona.

He aprendido a preguntarme: ¿Puedo oír los sonidos y percibir la forma del mundo interior de esta persona? ¿Puedo vibrar empáticamente con lo que está diciendo? ¿Puedo permitir que esto haga eco en mí? ¿Puedo sentir los significados que él teme y sin embargo quiere comunicar, así como sentir los significados para él conocidos?

Pienso, por ejemplo, en una entrevista que tuve con un adolescente, cuya grabación escuché hace poco. Como muchos adolescentes de hoy comenzó diciendo que no tenía objetivos. Cuando traté de profundizar este pensamiento, lo acentuó aún más y dijo que no tenía ninguna clase de objetivos, ni siquiera uno. Yo le dije: "¿No existe nada que quieras hacer?" "Nada... bueno, sí, quisiera seguir viviendo". Conservo un vivido recuerdo de lo que sentí en ese momento. Esta frase resonó con vigor dentro de mí. Quizá que estaba diciendo simplemente, como cualquier otro, que quería vivir. Por otra parte, quizá me quería decir, y me parece lo más probable, que el hecho de vivir o no vivir era una duda que lo preocupaba. Así traté de comprenderlo en todos los niveles. No supe con certeza cuál fue su mensaje. Simplemente quise estar abierto a todos los significados que pudiera tener, incluso que había pensado en suicidarse. No respondí en

Page 2: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

forma verbal a este nivel, pues lograría asustarlo. Pienso que mi deseo y mi capacidad de escuchar en todos ios niveles es uno de los elementos que hizo posible que me dijera, antes de finalizar la entrevista, que no hacía mucho tiempo había estado a punto de "volarse los sesos". Este breve episodio constituye un ejemplo de lo que significa querer escuchar realmente a alguien en todos los niveles en que trata de comunicarlo.

Las entrevistas terapéuticas y las experiencias intensivas de grupo, que han llegado a ser muy importantes para mí en los últimos años, me han demostrado que escuchar da resultados. Suceden muchas cosas cuando escucho realmente lo que una persona me dice, y los significados que en ese momento son importantes para él, oyendo no simplemente palabras, sino a él mismo, y cuando le hago saber que he escuchado sus significados personales más profundos, me dirige una mirada agradecida. Se siente aliviado. Quiere contarme más acerca de su mundo. Siente una nueva sensación de libertad. Y pienso que se vuelve más abierto al proceso de cambio.

He notado a menudo que, tanto en la terapia como en los grupos, cuando más profundamente escucho los significados de esta persona, suceden más cosas. He llegado a pensar que es universal que cuando una persona se da cuenta de que ha sido escuchada, sus ojos se humedecen. Pienso que realmente está llorando de alegría. Es como si dijera: "Gracias a Dios, alguien me escuchó. Alguien sabe cómo es ser yo". En tales momentos he tenido la fantasía de un prisionero, golpeando día tras día en el código Morse: "¿Me oye alguien?" "¿Hay alguien ahí?" "¿Puede oírme?" Y finalmente, un día oye unos débiles golpecitos que dicen claramente; "Sí". Esta simple respuesta lo libera de la soledad y vuelve a ser un ser humano. Hay muchas, muchas personas hoy, que viven en unn prisión privadn. personas que no lo manifiestan en lo exterior y debemos aguzar mucho el oído para escuchar los débiles mensajes de la prisión.

Si esto les parece demasiado sentimental o exagerado, deseo relatarles una experiencia que tuve recientemente en un grupo de encuentro con 15 personas que ocupaban altos puestos ejecutivos. Al principio de las sesiones intensivas se les solicitó que escribieran de manera anónima algún sentimiento o sentimientos que no deseaban expresar ante el grupo. Un hombre escribió: "Me cuesta relacionarme con la gente. Tengo una máscara casi impenetrable. Nada de lo que recibo me hiere pero tampoco nada sale de mí. He reprimido tantas emociones que estoy al borde de la esterilidad emocional. Esta situación no me hace feliz pero no sé qué hacer para superarla". Este mensaje proviene claramente de la prisión. Más tarde, un hombre de mi grupo se identificó como el que había escrito ese mensaje y habló con más detalles sobre sus sentimientos de aislamiento, de frialdad completa. Sentía que la vida había sido tan brutal con él que se estaba forzando a vivir sin sentimientos no sólo en el trabajo sino también en los grupos sociales y, lo que es más triste, con su familia. Su creciente expresividad, la disminución de su miedo a ser herido y su deseo de compartirse con los demás, fue una experiencia muy gratificante para todos los miembros del grupo.

Me divirtió y me gustó mucho cuando, unas semanas más tarde, escribió: "Cuando volví (del grupo) me sentí algo así como una muchacha que fue seducida pero que tiene la sensación de que era exactamente lo que ella quería y necesitaba. Aún no estoy seguro de quién fue el responsable de la seducción, usted, el grupo o ambos a la vez. Supongo que ambos. De todos modos quiero agradecerle por esta experiencia tan significativa". Supongo que no exagero cuando digo que gracias a que el grupo fue capaz de escucharlo realmente se liberó de la prisión y volvió, por lo menos en gran parte, al mundo soleado de relaciones interpersonales cálidas.

Me gusta ser escuchado

Page 3: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

Ahora nos ocuparemos del segundo aprendizaje que deseo compartir con ustedes. Me gusta ser escuchado. Varias veces en mi vida me sentí casi explotar por problemas insoluoles, dar vueltas y vueltas alrededor de un círculo vicioso o, durante un período, sobrecogido por sentimientos de desvalorización y desesperanza, con la seguridad de haber caído en la psicosis. Creo que he sido muy afortunado porque en estas oportunidades siempre hallé a alguien que me escuchara y así me rescatara del caos de mis sentimientos. He tenido suerte por haber encontrado personas que podían asir esos significados con más profundidad que yo. Estas personas escucharon sin juzgarme, diagnosticarme, ni evaluarme. Simplemente me escucharon, esclarecieron y respondieron en todos los niveles en los cuales me estaba comunicando. Puedo asegurar que cuando uno está psicológicamente destruido, y alguien nos escucha sin juzgarnos, sin tratar de tomar una responsabilidad por nosotros, sin tratar de moldearnos, uno se siente maravillosamente bien. En esas ocasiones se reduce la tensión. Se puede traer a la superficie los sentimientos atemorizantes, las culpas, la desesperación, las confusiones que acompañaron la experiencia. Cuando me han escuchado y oído, puedo percibir mi mundo de otra manera y seguir adelante. Es increíble que sentimientos que han sido horribles se vuelvan soportables cuando alguien nos escucha. Es sorprendente que elementos insolubles se vuelvan solubles cuando alguien no oye; cómo las confusiones que parecen irremediables se convierten en claros arroyos cuando uno es comprendido. He sentido un profundo agradecimientos cuando una persona me ha escuchado en forma sensitiva, empática y concentrada.

Creo que soy afortunado porque para el momento en que necesité desesperadamente esta clase de ayuda, había capacitado y desarrollado terapeutas que, por derecho propio, independientes y sin que me temieran, pudieron acompañarme durante este oscuro y confuso período en el que crecí mucho internamente. Aquí advertí que al desarrollar mi estilo de terapia para los demás, sin duda en nivel inconsciente, estaba desarrollando el tipo de ayuda que quería y podría aprovechar para mí mismo.

Cuando no puedo escucharQuisiera contarles algunas de las insatisfacciones que tuve que en este campo.

Me siento muy mal conmigo mismo cuando no puedo escuchar a alguien, cuando no lo puedo comprender. Si simplemente es un fracaso de comprensión o un fracaso en concentrar mi atención en lo que está diciendo, o una dificultad en entender sus palabras, entonces sólo me siento un poco descontento conmigo mismo.

Pero cuando realmente me odio es cuando no puedo escuchar a otra persona porque de antemano sé lo que va a decir. Sólo después me doy cuenta de que escuché lo que ya había decidido que estaba diciendo. No escuché realmente. Aún es peor cuando no escucho porque lo que dice es demasiado amenazador o que puedo cambiar mis concepciones y conductas. Es peor cuando me sorprendo tratando de distorsionar su mensaje para hacerle decir lo que quiero oír. Esta es una maniobra muy sutil y es sorprendente la habilidad que revelo en ello. Sólo distorsionando algo sus palabras, deformando un poco el significado, puedo hacer aparecer que está diciendo lo que quiero, que es la persona que quiero que sea. Me siento muy disgustado cuando a causa de su protesta o de mi reconocimiento gradual, me doy cuenta de que sutilmente estaba manejándolo. También he estado en el lugar del otro y sé cuan frustrante es que lo reciban a uno de forma diferente de cómo uno es, que escuchen algo que uno no dijo o que no quería decir. Esto genera ira, desconcierto y desilusión.

Cuando los demás no comprenden

Page 4: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

El otro sentimiento que quiero compartir es la terrible frustración y aislamiento que siento cuando trato de expresar algo muy profundo, que es parte de mi mundo interior y privado, y la otra persona no entiende. Cuando acepto el desafío, el riesgo de compartir algo muy personal y la persona no lo recibe ni lo entiende es una experiencia de soledad muy decepcionante. He llegado a creer que es esta experiencia la que lleva la psicosis. El psicótico debe haberse resignado a que nadie lo comprenda, y frente a esta desilusión se retira a su mundo interior, que se vuelve cada vez más raro, pues es el único lugar donde puede vivir. Ya no puede vivir ninguna experiencia humana que implique compartir. Puedo simpatizar con ellos porque sé que cuando trato de compartir un aspecto personal, precioso y tentativo, y cuando su comunicación tropieza con una evaluación, con un asentimiento, una negación o una distorsión de su significado, reacciono violentamente y digo: "Oh, no tiene objeto". En ese momento uno sabe que está solo.

Como pueden ver, es muy importante en toda relación escuchar de manera creativa, activa, sensitiva, exacta, empática y sin evaluar. Para mí ha sido muy valioso especialmente en ciertos períodos de mi vida. Y también es muy valioso proporcionar esta clase de ayuda. Cada vez que lo hice sentí que crecía internamente. Y estoy seguro de que cuando me escucharon de este modo me ayudaron a crecer, me sentí aliviado y enriquecido.

El valor: "Autenticidad"Dentro de otro de los aspectos del aprendizaje me siento complacido cuando

soy auténtico. Es una experiencia muy gratificante sentir cerca de lo que sucede dentro de uno. Me gusta escucharme a mí mismo. Saber realmente qué estoy experimentando en el momento no es fácil, pero me alienta el hecho de que con los años he ido progresando en este sentido. Sin embargo, estoy convencido de que es una tarea para toda la vida y que ninguno de nosotros es realmente capaz de sentirse cerca de todo lo que experimenta.

A veces he usado la palabra coherencia en vez de autenticidad'. Con la primera quiero significar que cuando soy consciente de lo que experimento, y cuando lo que está presente en mi conciencia está también en mi comunicación, entonces cada uno de estos tres niveles concuerda con los otros son coherentes. En este momento estoy integrado o entero, soy completamente de una sola pieza. Por supuesto que, como la mayoría de la gente, no soy totalmente coherente todo el tiempo. Sin embargo, he aprendido que la autenticidad o la coherencia -o cualquiera sea el nombre que le dé- es la base fundamental de la comunicación y de una mejor relación con los demás.

¿Qué quiero decir con autenticidad? Podría dar muchos ejemplos de diversos campos. Pero un significado, un aprendizaje, es que no hay nada que temer cuando uno se presenta tal cual es, cuando no estamos a la defensiva, sin coraza, sólo yo soy auténtico cuando puedo aceptar que tengo muchas deficiencias, muchas faltas, que me equivoco a menudo, que no sé cosas que debería saber, que tengo prejuicios cuando debería ser más amplio, que a menudo tengo sentimientos que no están justificados por las circunstancias. Y cuando puedo presentarme sin armadura, sin esforzarme en ser diferente de cómo soy, puedo aprender mucho más -aún de las críticas y la hostilidad-, estoy más tranquilo y puedo acercarme a la gente. Por otra parte, mi deseo de ser vulnerable hace que la gente relacionada conmigo exprese más abiertamente sus sentimientos y esto es muy gratificante. Puedo' disfrutar más de la vida si no estoy a la defensiva, si no me oculto tras una máscara, sí sólo trato de ser y expresar mi auténtico yo.

Comunicar mis sentimientos auténticos

Page 5: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

Cuando puedo comunicar lo que es auténtico en mí me embarga un sentimiento de satisfacción. Esto no es fácil, en parte porque lo que estoy experimentando cambia a cada momento, y en parte porque los sentimientos son muy complejos. Generalmente existe un retraso entre lo que experimento y su comunicación, que pueden durar un momento, días semanas o meses. En tales casos, vivencio algo, siento algo, pero sólo más tarde me doy cuenta de ello y me atrevo a comunicarlo, cuando se ha enfriado lo suficiente como para poder compartirlo sin peligro con otra persona. Pero es mucho más gratificante comunicar mis sentimientos auténticos en el mismo momento en que surgen. Entonces soy coherente, espontáneo y vivo.

A veces estos sentimientos reales no son positivos. Una vez, en un grupo de encuentro en el que participaba, un hombre hablaba de sí mismo de un modo que me parecía totalmente falso, hablaba de lo orgulloso que estaba de mantener su fachada, su apariencia, su máscara, de lo hábil que era en engañar a los demás. Me fui sintiendo cada vez más disgustado hasta que finalmente le dije: "¡Usted está loco!" Esto de alguna manera rompió la burbuja. Desde ese momento fue más auténtico, menos fanfarrón y nuestra comunicación mejoró mucho. Creo que hice bien en expresarle mi enojo tal como lo sentía.

Me resulta algo doloroso admitir que, especialmente con los sentimientos de ira, no los logro percibir en el momento y sólo tomo total conciencia de ellos después de un tiempo. Sólo después sé cuál era mi sentimiento. Sólo cuando me despierto en medio de la noche peleando furiosamente contra alguien, me doy cuenta de cómo me enojó tal situación del día anterior. Entonces sé, algo tarde, cómo era mi auténtico mi mismo en aquel momento, pero por lo menos aprendí a ir al otro día frente a él y expresarle mi furia. De este modo, gradualmente voy aprendiendo a darme cuenta de lo que me pasa en el momento en que sucede. En el último grupo de encuentro en el que participé, me enojé dos veces con dos individuos. Con el primero no me di cuenta hasta medianoche, de modo que tuve que esperar hasta el otro día para decirselo. Con el otro, puede darme cuenta y expresarlo en la misma sesión en que ocurrió. En ambos casos mi manifestación contribuyó a que nos comunicáramos mejor, a que fortaleciéramos la relación y gradualmente hacia un sentimiento de auténtico afecto por cada uno de los otros. Pero aprendo muy despacio en este campo.

Encontrar la autenticidad en los demásEs maravilloso cuando encuentro autenticidad en otra persona. Algunas veces, en

los grupos de encuentro que han sido una de mis experiencias más importantes en los últimos años, alguien dice algo que sale de él completamente transparente y entero. Es evidente cuando una persona no se oculta tras un máscara, sino que habla desde muy adentro. Cuando esto sucede, de inmediato salgo a su encuentro. Quiero encontrarla auténtica. A veces los sentimientos así expresados son positivos, otros, totalmente negativos. Recuerdo a un hombre de alta posición, un director científico de un gran departamento de investigación en una empresa electrónica muy importante, muy "exitosa". Un día, en ese grupo de encuentro encontró coraje para hablar de su aislamiento, para contarnos que no tenía ni había tenido nunca un solo amigo. Conocía a miles de personas pero a ninguna podía considerar su amigo. "De hecho", agregó, "hay sólo dos personas con las cuales he tenido una relación razonablemente comunicativa: mis dos hijos". Cuando estaba terminando de hablar se le saltaron algunas lágrimas de lástima por sí mismo y estoy seguro de que las había aguantado dentro de si durante muchos años. Su honestidad y su autenticidad hicieron que todos los miembros del grupo -llegaran a él en algún sentido psicológico. Fue muy significativa la manera

Page 6: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

en que su coraje nos posibilitó comunicaciones más auténticas al desembarazarnos de las armaduras que usábamos comúnmente.

Mis fracasos de ser auténticoMe siento muy desilusionado cuando advierto -después de un tiempo, por

supuesto-que he temido acercarme a lo que estoy experimentando y por lo tanto no he sido auténtico o coherente. Enseguida recuerdo un episodio que me resulta muy doloroso revelar. Hace algunos años fui invitado a pasar un tiempo como becario en el Centro de estudios avanzados en ciencias de la conducta ubicado en Stanford, California. Los becarios son personas elegidas por su supuesta inteligencia y grado de información. Sin duda es inevitable que aparezca cierto grado de sobrevaloración, de demostración de los propios conocimientos y éxitos. Cada becario trata de impresionar a los demás, para sentirse más seguro, que sabe más de lo que realmente sabe. Muchas veces, me sorprendía a mí mismo haciéndolo -jugando a que tenía más certidumbre y competencia de la que realmente sentía. No les puedo relatar el disgusto hacia mí mismo cuando me di cuenta de lo que hacía. No era yo, estaba desempeñando un papel.

Siempre me arrepiento cuando después de reprimir mis sentimientos durante largo tiempo explotan y deforman, atacan o hieren. Tengo un amigo al que quiero mucho pero que tiene ciertas conductas que me disgustan especialmente. Cuando por fin explotaron las ataduras, expresé no sólo sentimiento de disgusto sino de agresión hacia él. Esto fue muy hiriente y llevó cierto tiempo reparar la relación.

Estoy internamente complacido cuando permito que otra persona sea como es y diferente de mí. A menudo pienso que es amenazador. En cierto sentido lo considero como una prueba de liderazgo y de paternidad. ¿Puedo permitir libremente que este empleado o mi cliente, mi hijo, mi hija, sean personas independientes de mí, con ideas, propósitos y valores que pueden no ser iguales a los míos? Esto me recuerda el poema de Kahlil Gibran sobre el matrimonio:

"Permitid los espacios en vuestra unión, y que los vientos celestiales bailen entre vosotros. Amaos el uno al otro, pero que el amor no sea una atadura:Dejad más bien que sea un mar fluyente entre las playas de vuestras almas...Ofreced vuestros corazones, pero no para que el otro lo conserve.Pues sólo la mano de la Vida puede contenerlo.Permaneced juntos, pero no demasiado cerca: pues los pilares del templo deben estar separados, y el roble y el ciprés no crecen uno a la sombra del otro."

De acuerdo con lo expresado es evidente que me siento satisfecho cuando me permito ser auténtico, o siento o permito la autenticidad en los demás. Es desesperante y doloroso cuando no puedo asumir la autenticidad en mí mismo ni otra diferente de la mía en los otros. Pienso que cuando puedo ser coherente y auténtico a menudo ayudo a la otra persona, y cuando ésta es autentica y coherente con frecuencia logra ayudarme. En esos raros momentos, cuando nuestra profunda autenticidad se encuentra con la profunda del otro, ocurre una memorable "relación tú-yo", como la llamaría Martín Buber, el filósofo existencial judio. Encuentros tan profundos no suceden a menudo, pero estoy seguro de que si a veces no ocurrieran no seríamos humanos.

El valor: "Libertad en los demás"He aquí otro aprendizaje. Me siento bien cuando permito que los demás sean

libres y creo que he aprendido y desarrollado una gran habilidad al respecto. Con frecuencia, aunque no siempre, tengo oportunidad de hacerme cargo de un grupo, de un

Page 7: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

curso o de una clase de estudiantes, y darles mayor libertad psicológica. Suelen crear un clima donde puedan dirigirse ellos mismos. Al principio sospechan; no están seguros de que la libertad que les ofrezco no es un truco y tiene el tema de las calificaciones. No pueden ser libres porque al fin los evaluaré y los juzgaré. Sólo cuando todos juntos hayamos elaborado una solución, frente a la absurda exigencia institucional de que el aprendizaje se mida por medio de calificaciones, comenzarán a sentirse verdaderamente libres. Despierta su curiosidad. Los individuos y los grupos comienzan a trabajar hacia sus propios objetivos y metas. Se convierten en exploradores. Pueden tratar de encontrar significado a sus vidas a través de su trabajo. Trabajan el doble en un curso donde no existe requerimiento. No siempre consigo crear esta atmósfera, y cuando no la logro, pienso que algo dentro de mí lo impide, que no deseo brindar una libertad completa. En un ambiente de libertad, la educación es como debe ser, una empresa emocionante, una búsqueda y no una acumulación de datos que pronto perderán vigencia además de olvidarse. Estos estudiantes se convierten en personas que evolucionan, capaces de vivir un constante cambio. De todos los aprendizajes, creo que este clima de libertad que puedo llevar de alguna manera conmigo y a mi alrededor, es una de las partes más valiosas de mí mismo.

El valor: "Amor"El aprendizaje de otro aspecto de las relaciones interpersonales fue difícil y

doloroso para mí. Es muy reconfortante cuando de hecho puedo permitir y permitirme sentir que alguien me estima, me admira, me acepta o me valora. Supongo que debido a algunos elementos de mi vida pasada hicieron este aprendizaje particularmente difícil. Durante mucho tiempo tendí automáticamente a ignorar todo sentimiento positivo que me llegaba desde otra persona. Mi reacción era: "¿Quién, yo? ¿A quien le puedo importar? Quizás admiren lo que hice o logré pero no a mí mismo." En este aspecto mi terapia ayudó mucho. Aún ahora no siempre me permito recibir sentimientos cálidos y afectuosos de otras personas, pero siento un gran alivio cuando puedo hacerlo. Sé que algunas personas me adulan para tratar de conseguir algo de mí. Algunas me halagan porque temen ser hostiles. En los últimos años, algunas personas me admiran porque soy famoso, porque me he convertido en una "autoridad". Pero debo reconocer que algunas personas me aprecian verdaderamente, les gusto, me estiman y quiero sentir estos hechos y recibirlos dentro de mí mismo. Creo que me he vuelto menos distante cuando logré recibir y absorber estos sentimientos de afecto.

Creo que es enriquecedor cuando puedo apreciar o amar realmente a otra persona y cuando me permito expresar estos sentimientos. Como muchos otros, también temí que esto me atrapase. "Si me permito quererlo podrá controlarme, usarme o exigirme cosas". Creo que ahora estoy muy lejos de sentir ese miedo. Como mis clientes, también he aprendido lentamente que los sentimientos de ternura y afecto no son peligrosos para recibirlos ni para darlos.

A este respecto podría dar ejemplos de mis propias experiencias, pero pensándolo bien me parece que serían demasiado personales y que forzosamente revelarían la identidad de los otros. De este modo he decidido dar como ejemplo una situación en la que ayudé a dos personas a dar amor, aun más allá de mis propios límites. Se trata de dos sacerdotes amigos a los que llamaré Juan y Andrés. Juan había participado en un grupo de encuentro que dirigí y quedó muy impresionado con la experiencia. Más tarde, Andrés integró también un grupo de encuentro con el cual yo estaba relacionado. Algunos meses más tarde recibí esta carta de Andrés:

Page 8: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

Querido Cari: he tratado de escribirle desde el taller. Sigo pensando que tendré algún momento libre para sentarme y ordenar mis impresiones de esos tres días. Pero por lo que veo ese rato es sólo un sueño, de modo que por lo menos le escribo.Quizás el mejor modo de informarle el significado del grupo para mí es relatarle un episodio que sucedió poco después.

Juan (el otro sacerdote) estuvo trabajando con una mujer gravemente neurótica con tendencias esquizofrénicas y propensión al suicidio acompañadas de mucha culpa. Había gastado una fortuna consultando psiquiatras y psicólogos. Una tarde me pidió que fuera con él a visitarle para cantar, tocar la guitarra y hablar. Como Juan supuso, la reunión se convirtió en un encuentro básico. En determinante momento ella dijo que sus manos la poseían. Cuando estaba furiosa, sus manos estaban furiosas, cuando estaba alegre, sus manos estaban alegres; cuando estaba sucia, sus manos estaban sucias. Mientras hablaba y gesticulaba -estaba sentada a mi lado en el sillón- sentí un deseo repentino de tomarle las manos. No podría aceptar la idea de que fuera sucia. De modo que lo hice. Su primera reacción fue decirme "Gracias". Luego le dio una especie de ataque, sacudiéndose y gritando. Algún tiempo después supimos que en ese momento había revivido una experiencia traumática y terrible de su pasado. Juan la sostenía por los hombros. Y yo le así la mano fuertemente. Por fin se tranquilizó. Tomó mi mano y la miró. "¿No está quebrada ni sangrante?" Negué con la cabeza. "Pero debería estarlo, soy tan sucia". Diez minutos más tarde se acercó y volvió a asir mi mano. Un rato después su pequeña hija, una niña que concurre al tercer grado, comenzó a gritar. La niña es muy emocional y tiene muchos problemas. Me excusé y fui a ver que le pasaba. Me senté en la cama, hablé con ella y canté. Pronto la tuve en mis brazos, abrazándola, besándola y meciéndola. Cuando se tranquilizó, la dejé en la cama y llamé a su madre.Esta me dijo que cuando le dio el beso de las buenas noches, súbitamente se le ocurrió darle otro, en nombre del padre Andrés. María la miró, sonrío y le dijo: "Sabes, mamá, creo que tiene especial cariño por mí, ¿no es cierto?" Luego se dio vuelta y quedó dormida.Quise contarle este episodio, Cari, porque en el grupo usted me ayudó a responder en todos los casos libremente y confiando en mis propias reacciones instintivas. En el plano de las palabras siempre estuve de acuerdo. En teoría, siempre sostuve que un hombre, un cristiano, un sacerdote debe actuar con honestidad. Pero fue toda una lucha al pensar que yo podía ser libre, sin vacilaciones o inquietudes. Dejé el grupo sabiendo realmente que puedo decir a la gente que la quiero, o que la puedo querer, en especial cuando lo necesitan. Desde entonces, en muchas oportunidades así lo he demostrado, en vez de decirlo. Y he podido llevar alegría y paz a mucha gente, como a esta mujer y su hija, y a mí mismo.Muchas veces pienso agradecido en el grupo. Como usted se imagina puedo recordar vividamente el amor y la calidez de los miembros del grupo cuando luchaba por ser honesto conmigo y con usted. No sé cómo agradecer este

Page 9: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

tipo de experiencia. Quizás un modo sea llevar una vida más libre, honesta, afectiva. Aún me saltan algunas lágrimas cuando recuerdo las últimas horas, todos compartiéndonos profunda y cálidamente sin ningún tipo de compulsión. No recuerdo haber estado antes tan emocionado por nada ni haber sentido verdadero amor por un grupo de gente. Podría seguir pero creo que usted comprende lo agradecido que estoy por el grupo de encuentro, por los participantes y por usted. Sólo rogaré porque me sea posible dar a los demás lo que usted y el grupo me han dado. Gracias.

No estoy seguro de haber podido ir tan lejos como estas dos personas, pero si muy complacido de haber ayudado a alguien a ir más allá de mis posibilidades. Este es uno de los aspectos más emocionantes del trabajo con gente joven.

También es muy significativo que pueda certificar la veracidad de este relato, puesto que en la época en que recibí esta carta llegue a conocer mucho mejor a Juan y Andrés. También tuve el privilegio de conocer a la mujer a quien prácticamente salvaron de la destrucción sicológica. Así veo confirmado mi punto de vista en cuanto a que los sentimientos afectuosos no son peligrosos, darlos ni recibirlos, y que en cambio estimulan la evolución.

Puedo apreciar mejor a los demásComo tengo menos miedo de dar o recibir sentimientos afectuosos, puedo

apreciar mejor a las personas. He llegado a la conclusión de que no es muy común. Tan a menudo, aún con nuestros hijos, los amamos para controlarlos y no porque los apreciemos. Pienso que una de las experiencias más gratificantes -y también una de las más estimulantes del desarrollo en la otra persona- es apreciar plenamente al individuo del mismo modo en que apreciamos una puesta de sol. Las personas son tan maravillosas como una puesta de sol si las dejo ser. Quizá podamos apreciar una puesta de sol porque no la podamos controlar. Cuando contemplo una puesta de sol no digo: "Suavice un poco el naranja en el lado derecho, y ponga un poco más de púrpura a lo largo de la base, use más rosa en el color de la nube". No lo hago. No trato de controlar una puesta de sol. La miro a medida que pasa. Estoy contento conmigo mismo cuando puedo contemplar del mismo modo a mi colega, a mi hijo, a mi hija, a mis nietos, apreciando el pasar de su vida. Creo que ésta es una actitud oriental, pero para mí es la más gratificante.

Este tercer aspecto de las relaciones humanas, el de apreciación y amor, el de ser apreciado y amado, a mi modo de ver estimula el desarrollo. Una persona amada por lo que en ella se aprecia y no para poseerla, florece y desarrolla su sí mismo, a su vez, la persona que ama de esta manera se ve enriquecida. Por lo menos ésta es mi experiencia.

El valor: "Comunicación" y "Relaciones Tnterpersonales"Quisiera cerrar este capítulo diciendo que, en mi experiencia, una auténtica

comunicación y una auténtica relación interpersonal estimulan mi evolución. Para mí no hay tarea más agradable que la de facilitar el crecimiento y desarrollo de otras personas. Y es una experiencia enriquecedora cuando las personas pueden crear un clima que favorece el crecimiento y el cambio.

De modo que valoro mucho cuando puedo escuchar sensiblemente el dolor o la alegría, el miedo, la furia, la confusión y la desesperación, la determinación y el coraje de ser, en otra persona. No puedo expresar cuánto valoro cuando otra persona puede escuchar realmente estos sentimientos en mí.

Me siento contento cuando puedo adelantar en el interminable intento de ser mi yo

Page 10: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

real en este momento, sea furia, entusiasmo o confusión. Me complace enormemente cuando mi autenticidad hace surgir la autenticidad en el otro y cuando nos acercamos en una relación yo-tú.

Doy gracias por las posibilidades de aceptar la validez y el interés de los demás porque aumenta mi capacidad de dar amor, sin miedo a sentirme atrapado y sin retroceder.

Según mi experiencia, éstos son los elementos que hacen enriquecedora y gratificante la comunicación entre las personas y ser en relación con los demás. Estoy lejos de alcanzar estas actitudes por completo, pero mi evolución hacia ellos hace mi vida más cálida, emocionante, dolorosa, complicada, gratificante, enriquecedora y, por sobre todas las cosas, una aventura digna de ser vivida.

Enfoque Psicopedagógico del Proceso de "Valoraciones" Psicopedagogía y "valores"

El trabajo del maestro y del educador, así como el del terapeuta, está inextricablemente ligado al problema de los valores. La escuela siempre ha sido el medio que utiliza la cultura para transmitir sus valores de una generación a la siguiente. Pero ahora este proceso está en crisis; muchos de nuestros jóvenes se declaran "retirados" de este confuso e hipócrita sistema de valores que funciona en el mundo. ¿Cómo puede el educador -el ciudadano- orientarse en relación con este complejo y difícil problema? Durante mis vacaciones en Jamaica, hace algunos años, mientras miraba la abundante vida marina a través de mi tubo de buceo y admiraba, igualmente fascinado, cómo se movían tres de mis nietos, pensé en este problema desde la perspectiva de mi experiencia en psicoterapia. Escribí sobre ello, pero cuando lo terminé no me sentí satisfecho; ahora para mí ha pasado la prueba del tiempo y me siento orgulloso de su tono aventurado. A su respecto, como con respecto a un a serie de mis pequeños trabajos, siento que escribí mucho más de lo que "sabía" conscientemente, y que me llevó algún tiempo desentrañar lo que había querido decir. También comprobé que mucha gente lo consideraba importante. En aquel tiempo no podía prever la multitud de jóvenes que se declararían abiertamente en contra de nuestro sistema de valores, pero sí vislumbraba que la base de tal rebelión estaba en la cultura misma. Espero -y creo- que el modo de valorar y de vivir que aquí propongo sea de interés tanto para los "hippies" como para la gente "común"., en suma, para todo ciudadano de este caótico mundo moderno. No pienso que todo ciudadano o todo educador esté de acuerdo con mis pensamientos, pero creo que el tema central puede ser estímulo de razonamientos productivo.

Hoy existe una gran preocupación por el problema de los valores. La juventud de casi todos los países tiene profundas dudas con respecto a su orientación: aquellos relacionados con diversas religiones han perdido en gran parte su influencia, los individuos de formación más refinada, en cualquier cultura, están con inseguridad y problematizados por las metas que juzgan valiosas. No debemos ir demasiado lejos para encontrar la causa de este fenómeno. La cultura del mundo, en todos sus aspectos, es cada vez más científica y relativista, y parecen anacrónicos los rígidos y absolutos valores que heredamos del pasado. Pero quizá lo más importante sea que el individuo moderno está atrapado desde todos los ángulos por demandas de valores divergentes y contradictorios. Ya no es posible, como lo era en un pasado no muy lejano, adoptar cómodamente el sistema de valores de nuestros antepasados, de nuestra comunidad o de nuestra iglesia y vivir toda la vida sin cuestionarlo o analizar la índole de sus supuestos.

En esta situación no es sorprendente que el sistema de valores del postulo parejea desintegrarse o destruirse. Los hombres se preguntan dónde están, dónde pueden estar los valores universales. A menudo sentimos que en nuestro mundo moderno no caben los

Page 11: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

valores generales, básicos para cualquier cultura. Una consecuencia natural de esta incertidumbre y confusión es el creciente interés en buscar un enfoque firme o significativo de los valores que pueda funcionar en nuestro mundo actual.

Comparto la preocupación general. He experimentado los problemas de valores específicos que surgen en mi campo de trabajo, la psicoterapia. El cliente cambia con frecuencia sus sentimientos y convicciones sobre los valores durante la terapia. ¿Cómo podemos él o yo saber si cambiaron para mejorar? ¿O simplemente, como muchos sostienen, el cliente adopta el sistema de valores del terapeuta? ¿Es la psicoterapia sólo un medio por el cual los valores inconscientes y no analizados del terapeuta se transfieren sin saber al incauto cliente? ¿O debe el terapeuta decir abiertamente que éste es un propósito? ¿Debe convertirse en el sacerdote moderno que imparte un sistema de valores adecuado para esta época? Y ¿Cuál sería ese sistema de valores? Estas preguntas han sido muy discutidas, desde las profundas reflexiones de Glad (1959) basadas en lo empírico, a las discusiones polémicas.

Como sucede casi siempre, el problema general que enfrenta la cultura se manifiesta también de modo doloroso y específico en el microcosmos cultural que se llama psicoterapia.

Me gustaría presentarles mis modestas reflexiones sobre la totalidad de este problema. He observado cambios de valores a medida que el individuo avanza desde la infancia hacia la edad adulta. He observado más cambios cuando, si afortunado, continúa su evolución hacia la madurez psicológica. Muchas de estas observaciones provienen de mi experiencia como terapeuta, pues tuve la oportunidad, que no es muy común, de ver cómo evoluciona el individuo hacia una vida más rica. He extraído algunas conclusiones que puedan ofrecer unnuevo concepto del proceso de valoración, más adecuado para el mundo moderno. He presentado algunas de estas ideas en trabajos anteriores (1951, 1959), pero aquí quisiera expresarlas más clara y profundamente.

Quiero señalar que no hablaré como estudioso ni como filósofo, hablaré desde mi experiencia del funcionamiento del ser humano, tal cuál la he vivido en la psicoterapia y en otras situaciones de crecimiento, cambio y desarrollo.

Algunas definicionesAntes de exponer algunas de estas observaciones quisiera aclarar qué significa

para mi un valor. Se han utilizado diversas definiciones, pero considero de mayor utilidad las enunciadas por Charles Morris (1956). Este autor señala, primeramente, que la palabra valor se usa de diversos modos. Algunas veces se refiere a la tendencia de los seres humanos a preferir, en sus acciones, determinado objeto y objetivo en vez de otro. Morris llama a esta conducta preferencial "valores operativos". No necesita estar acompañada por ninguna elaboración cognitiva conceptual. Es simplemente una elección de valores que se manifiesta en la conducta cuando el organismo selecciona un objeto y rechaza otro. Cuando se coloca un gusano en un laberinto, y elige el camino más suave en vez del cubierto con papel de lija, está indicando un valor operativo.

Un segundo uso del término podría llamarse "valores concebidos", que indican la preferencia del sujeto por un objeto simbólico. Generalmente tal elección implica una anticipación del resultado de la conducta dirigida hacia tal objeto simbólico. Por ejemplo, la preferencia por "La honestidad es la mejor política".

El tercer uso del término podría denominarse "valores objetivos". Cuando se utiliza en este sentido se habla de los que es objetivamente preferible, sea concebido como deseable o no. Me referiré especialmente a los valores operativos y concebidos

Page 12: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

sin tomar en cuenta los valores objetivos.El modo de "valoración" del niño Valores en el

ser humano infantilHablaré en primera instancia del sujeto infantil. El ser humano tiene,

desde el principio, una clara concepción de los valores. Prefiere algunas cosas o experiencias y rechaza otras. Analizando su conducta podemos inferir que prefiere las experiencias que mantiene, enriquecen o realzan su organismo, y rechaza las que no sirven a este fin. Observemos al niño un momento.

El hambre tiene un valor negativo. El niño lo expresa de viva voz y claramente. El alimento tiene un valor positivo. Pero cuando está satisfecho, la comida adquiere un valor negativo. La misma leche a la que respondió ansiosamente ahora la escupe, o el pecho que parecía tan gratificante lo rechaza cuando retira su cabeza del pezón con una divertida expresión de disgusto.

Valora la seguridad que se manifiesta en apariencia cuando la madre lo sostiene abrazado y lo acaricia.

Muestra una clara reacción negativa frente al dolor, los gustos amargos y los repentinos ruidos fuertes.

Estas observaciones son muy conocidas, pero miremos estos hechos en función del enfoque de los valores de un niño. Primeramente es un proceso de valoración flexible, cambiante y no un sistema fijo. Le gusta el alimento y luego éste mismo le disgusta. Valora la seguridad y el descanso pero pronto los rechaza. Podríamos expresar mejor lo que sucede pensando que un proceso de valoración organísmica, en el cual se pondera cada momento, cada elemento y se los selecciona o rechaza si en ese momento tiende a realizar las necesidades de su organismo o no. Esta complicada evaluación de las experiencias es una función claramente organísmica, no consciente ni simbólica. Estos valores serán entonces operativos y no concebidos. No obstante, este proceso puede estar relacionado con complejos problemas de valores. Me gustaría recordarles un experimento con bebés. Se los puso frente a varios platos de comida natural (sin condimentar). Durante un período valoraban los alimentos que eran importantes para su supervivencia, su crecimiento y desarrollo. Si un niño durante un tiempo come mucha fécula, pronto lo compensará ingiriendo muchas proteínas. Si durante un tiempo come una dieta deficiente en determinada vitamina, más tarde buscará comidas ricas en esta vitamina. Utiliza la sabiduría del cuerpo en esta elección de valores o, quizá más exactamente, la sabiduría fisiológica de su cuerpo guía sus conductas y el resultado son elecciones de valores objetivamente sólidas.

Otro aspecto del enfoque de los valores en el niño es que la fuente o el lugar de la elección está dentro de él mismo. A diferencia de muchos adultos, sabe lo que le gusta y lo que le disgusta, y el origen de estas elecciones de valores reside en él mismo. El centro de valores reside en él mismo. Él es el centro de proceso de valoración; sus propios sentidos orientan sus elecciones. En esta fase no está influido por sus padres, por lo que dice la iglesia, por la opinión del último "experto" en la materia o por los persuasivos talentos de una firma publicitaria. De acuerdo con sus propias experiencias su organismo le dice en términos no verbales: "Esto me viene bien", "esto me hace mal ", "me gusta esto", "eso me disgusta enormemente". Se reiría frente a nuestra preocupación por los valores si la pudiera entender. ¿Cómo se puede ignorar lo que a uno le gusta y lo que le disgusta, lo que hace mal y lo que hace bien?

Page 13: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

Cambios en el proceso de valoración¿Qué sucede con este proceso de valoración tan eficiente y sólidamente

basado? ¿Qué secuencia de hechos nos hacen abandonarlo por otro enfoque de valores más rígido, incierto y poco eficaz que caracteriza a la mayoría de los adultos? Explicaré brevemente el modo en que pienso que esto ocurre.

El niño necesita de alguien mayor que lo quiera y tiende a comportarse de modo de repetir esta experiencia deseada. Pero esto tiene sus complicaciones. Tira de los cabellos a su hermanita y encuentra divertido oír sus alaridos y sus protestas. Luego le dicen que es "un niño malo y travieso" y a veces lo castigan con una palmada en la mano. Se corta su corriente afectuosa. Cuando esta experiencia se repite la causa "placer", a menudo los demás lo consideran "malo". Entonces el próximo paso es tomar hacia si las mismas actitudes que tienen los demás. Ahora cuando tira del pelo a su hermana, dice solemnemente: "Nene malo, malo". Introyecta el juicio de valor de otro, tomándolo como suyo; y pierde contacto con su propio proceso de valoración organísmica. Abandona la sabiduría de su organismo y el primitivo lugar de la evaluación, y trata de comportarse según los valores establecidos por otra persona para conservar su cariño.

Tomemos otro ejemplo de un niño mayor de edad. Un niño siente, quizás inconscientemente, que sus padres lo aprecian más si decide ser doctor antes que artista. De manera gradual introyecta los valores relacionados con ser doctor. Llega a desear por sobre todas las cosas ser un doctor. Mientras cursa la universidad (college), lo contraría mucho el hecho de que repetidas veces fracasa en los exámenes de químicar materia indudablemente necesaria para la carrera de medicina, aunque el asesor le asegura que tiene la capacidad necesaria para aprobar la materia. Sólo mediante las entrevistas de asesoramiento comienza a advertir que perdió contacto con sus reacciones organísmicas; de cuan alejado está de su propio proceso de valoración.

Tomemos otro ejemplo de unas clases que tuve con un grupo de estudiantes de magisterio. Al principio del curso les pedí: "Por favor, hagan una lista de los dos o tres valores que quisieran transmitir a los niños con los cuales trabajarán". Escribieron muchas metas valorativas, pero algunas me sorprendieron mucho. Unos enumeraron ítems tales como "hablar correctamente", "utilizar un buen inglés", "no utilizar abreviaciones incorrectas". Otros mencionaron la exactitud: hacer las cosas de acuerdo con las instrucciones. Una alumna explicó su deseo de que: "cuando les digo que pongan su nombre en el ángulo derecho superior, con la fecha debajo, quiero que lo haga de esa manera y no de otra".

Confieso que me sentí apabullado de que alguna de estas jóvenes pensaran que los valores más importantes para transmitir a sus alumnos fueran: cómo evitar la gramática incorrecta, o la minuciosidad en seguir las instrucciones del maestro. Me sentí desconcertado. Por cierto que en sus propias vidas no experimentaron estos valores como los más gratificantes y significativos. El hecho de que los mencionaron sólo pueden explicarse porque esas conductas recibieron aprobación y así se introyectaron como los más importantes.

Quizás estos ejemplos demuestren que en el intento de ganar o mantener el amor, la aprobación o la estima, el individuo renuncia a ser él su propio foco de evaluación, como en la infancia, y lo transfiere a otros. Aprende a desconfiar de su propia experiencia como orientadora de su conducta. Aprende de los -demás una larga lista de valores concebidos y los adopta como propios aún cuando puedan discrepar con sus vivencias. Como estos conceptos no están basados en su propia evaluación, tienden a ser inamovibles y rígidos, en vez de fluidos y cambiantes.

Page 14: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

Algunas pautas introyectadasEn mi opinión, es de este modo como la mayoría de nosotros acumulamos las

pautas de valores introyectados de acuerdo con los cuales regimos nuestra vida. En esta cultura terriblemente compleja de hoy, los modelos que introyectamos como deseables o no, provienen de una diversidad de fuentes y a menudo son muy contradictorios en sus significados. A continuación presentaré una lista de las introyecciones más comunes:

Los deseos y conductas sexuales son generalmente malos. Las fuentes de esta interpretación son muchas: los padres, la iglesia, los maestros.La desobediencia es mala. Aquí los padres y maestros establecen alianza con los militares para destacar este concepto.Obedecer es bueno. Obedecer sin cuestionar es aún mejor.Hacer dinero es lo mejor. Las fuentes de este valor concebido son tantas que es imposible mencionarlas.Aprender una acumulación de datos eruditos es altamente deseable.No es deseable hacer lecturas exploratorias por diversión sin un fin determinado. La fuente de estos dos últimos conceptos parece ser la escuela, el sistema educacional.El arte abstracto está bien. Aquí las personas que consideramos refinadas son la fuente de este valor.El comunismo es algo tremendamente malo. La principal fuente es el gobierno.Amor al prójimo es una actitud deseable. Este concepto proviene de la iglesia y quizá de los padres.La Coca-Cola, la goma de mascar, la heladera, la televisión en colores y los automóviles son objetos deseables. Este concepto no sólo proviene de la propaganda, sino que además está reforzado por una opinión generalizada en todo el mundo. Desde Jamaica hasta Japón, desde Dinamarca hasta Kowloon "la cultura de Coca-Cola" es considerada la cima de lo deseable.Esta es una muestra pequeña y diversificada de los millares de valores concebidos

que introyectan los individuos y sostiene como suyos, sin haber considerado sus reacciones organísmicas frente a estas pautas y objetos.

Características comunes de la "valoración" del adultoDe todas las consideraciones anteriores inferimos que el adulto normal -y creo

que hablo de la mayoría- tiene una concepción de los valores en la que se destacan las siguientes características:

La mayoría de sus valores provienen de la introyección de los de otras personas o grupos que él considera significativos, pero que los toma como suyos. La fuente o lugar de la evaluación en la mayoría de los casos es externa al individuo. El criterio para la aceptación de estos valores es el grado en que por su medio obtendrá el afecto y la aprobación de los demás. Estas preferencias concebidas no guardan relación, o si la tienen, es confusa, con el propio proceso de vivencias.A menudo existe una gran discrepancia no reconocida entre las pruebas obtenidas por propia experiencia y estos valores concebidos. Como estas concepciones no se comprueban con la realidad, el individuo las acepta de una manea rígida y estática. La alternativa provocaría el colapso en su sistema de valores. Entonces, sus valores son "correctos", como las leyes inmovibles de

Page 15: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

los medos y los persas. Porque no son ensayables, es imposible resolver sus contradicciones. Si de la comunidad tomó el valor de que el dinero es el summum bomun y de la iglesia el valor de amar al prójimo, no tiene modo de saber cuál es más valioso para él. Entonces, un aspecto común de la vida moderna es vivir con valores totalmente contradictorios. Discutimos tranquilamente la posibilidad de arrojar una bomba de hidrógeno a un país que consideramos enemigo, pero luego leemos con lágrimas en los ojos el relato de los sufrimientos de un niño.Como ha desplazado el lugar de la evaluación a otros y ha perdido contacto con su propio proceso de valoración, se siente profundamente inseguro y constantemente amenazado en su sistema de valores. Si abandona algunas de estas concepciones, ¿con qué las reemplazará? Frente a esta amenaza se aferra con más fuerza, con cada vez mayor confusión, a sus concepciones de valores.

Discrepancia fundamental entre valores introyectados y experienciasCreo que la imagen del individuo que se aferra a valores introyectados desde el exterior, como conceptos estáticos que rara vez pueda analizarlas o comprobarlos, es la imagen de la mayoría de nosotros. Si tomamos las concepciones de los demás corno nuestras, perdemos contacto con la sabiduría potencial de nuestro propio funcionamiento y perdemos confianza en nosotros mismos. Puesto que estos constructos de los valores a menudo difieren de nuestras experiencias, estamos básicamente divorciados de nuestro mundo interior, esto explica la tensión y la inseguridad modernas. Esta discrepancia entre los conceptos del individuo y sus experiencias reales, entre la estructura intelectual de sus valores y el proceso de valoración propio que permanece desconocido dentro de sí, forman parte de la alienación fundamental del hombre moderno con respecto a sí mismo. He aquí el principal problema que se debe resolver en la terapia.Restablecimiento del contacto con la experiencia

Algunos individuos afortunados sobrepasan esta discrepancia y llegan a adquirir madurez psicológica. Hemos visto este desarrollo en psicoterapia cuando nos esforzamos para establecer un clima favorable al crecimiento de esa persona. También en la vida hemos observado este desarrollo positivo cuando ésta proporciona al individuo un clima terapéutico favorable. Ahora quisiera hablar de esta maduración de un sistema de valores tal como la he observado en la terapia.

En primer lugar deseo hacer una aclaración con relación a que la terapia no está relacionada directamente con el problema de los valores. Muy por el contrario. En mi opinión, es tanto más eficaz cuanto se rige por un solo valor fundamental: es decir que esa persona, este cliente tiene valor. Se valora a la persona en su originalidad y unicidad. Cuando el cliente siente y advierte que es apreciado como persona gradualmente puede empezar a valorar los aspectos diferentes de sí mismo. Y lo que es más importante, comienza, al principio con mucha dificultad, a percibir qué le sucede interiormente, cuáles son sus sentimientos, qué está experimentando, cómo está reaccionado. Utiliza su experiencia como referencia directa a la cual puede acudir para formular una conceptualización adecuada que guíe su conducta. Gendlin (1961, 1962) analizó el modo en que esto ocurre. A medida que el individuo se abre a sus propias experiencias y es capaz de vivir libremente el proceso de sus sentimientos, entonces se producen cambios significativos en su enfoque de valores ya que comienza a asumir muchas de las características que tenía en su infancia.

Page 16: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

Relación entre los valores iníroyectados y la experienciaQuizá pueda explicarla mejor enumerando algunos ejemplos de valores

introyectados y sugiriendo la manera en que cambian a medida que el sujeto se acerca a lo que sucede en su interior.

En terapia, el individuo mira hacia su pasado y advierte: "Pero yo disfrutaba tirándole del pelo a mi hermana y esto no me convirtió en una mala persona".El estudiante que no podía aprobar química se da cuenta, al acercarse a sus propias experiencias: "No valoraba ser doctor, aunque mis padres así lo hicieron; no me gusta la química; no me gusta hacer todo lo necesario para convertirme en médico; y no soy un fracasado porque sienta de este modo".El adulto reconoce que los deseos y la conducta sexuales pueden ser muy gratificantes y de consecuencias constantemente enriquecedoras, o superficiales y temporarias y por lo tanto menos gratificantes. Actúa de acuerdo con sus vivencias aunque no siempre coincida con las normas sociales.Considera el arte desde otro punto de vista. Dice: "este cuadro me emociona profundamente, significa mucho para mí. También sucede que es abstracto, pero esto no es la base de mi valoración".Reconoce libremente que este libro o esta persona comunista tiene algunas actitudes y fines que comparte e ideas y valores que no comparte.Se da cuenta de que a veces la cooperación le resulta valiosa y significativa y de que otras veces desee estar y actuar solo.La valoración en la persona maduraEl proceso de valoración que desarrolle una persona madura se parece mucho

en algunos aspectos a la del niño, y en otros es totalmente diferente. Es fluido, flexible, basado en el momento particular y en el grado en que este momento se vivencia como enriquecedor y gratificante. Sus valores no son rígidos, sino que están en continuo cambio. La pintura que el año pasado le parecía interesante ahora no le llama la atención; el modo de trabajar con otras personas que le parecía bueno ahora le resulta inadecuado; la creencia que consideraba verdadera ahora le parece no sólo parcialmente válida, sino falsa.

Otra característica del modo de valorar la experiencia en la persona madura es su alto grado de diferenciación, o como dirían los semánticos, extensional. Como aprendieron mis alumnos de magisterio, los principios generales no son tan útiles como las discriminaciones basadas en la sensibilidad. Una de ellas se expresó así: "Sentí que con ese niño debía ser firme y él pareció aceptarlo naturalmente. Me sentí muy conforme por haberlo hecho. Pero no soy así siempre con los otros niños. Su conducta se basó en lo que experimentaba en relación con cada niño. Ya he señalado, mediante los ejemplos anteriores, que las reacciones de la persona se vuelven mucho más diferenciadas que los valores introyectados sólidos y monolíticos.

En otro aspecto el enfoque del individuo maduro se parece al del niño. El lugar de la evaluación vuelve a establecerse firmemente en la persona. Su propia experiencia le proporciona los informes o la realimentación para sus valores, pero no significa que no esté abierto a otras informaciones provenientes de fuentes diversas y las toma como lo que son -pruebas ajenas a su experiencia- y que no son tan importantes como sus propias reacciones. Así, si un amigo le dice que un nuevo libro no es bueno, y si lee dos comentarios desfavorables, formulará la hipótesis tentativa de que no valorará el libro. Pero si lee la obra su valoración estará basada en las reacciones que experimente, y no en lo que le dijeron los otros.

Page 17: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

Este proceso de valoración implica, además, que el individuo se deja invadir por la vivencia inmediata, para sentir y esclarecer todos sus complejos significados. Recuerdo a un cliente (estaba por terminar su terapia) que cuando le preocupaba algo, se tomaba la cabeza entre sus manos y decía: ¿"Qué estoy sintiendo ahora? Quiero acercarme a ello. Quiero saber qué es". Luego esperaba tranquila y pacientemente, tratando de escucharse a si mismo hasta que podía discernir todos los matices de sus sentimientos. Él, como otros, trataba de acercarse a sí mismo.

Al acercarse a lo que sucede dentro de sí, el proceso se vuelve mucho más complejo que el del niño. En la persona madura tiene mayor amplitud, por que en el momento de la experiencia están presentes una serie de huellas mnémicas de todos los aprendizajes anteriores relacionados. El impacto de este momento no se limita a lo inmediatamente sensorial, su significado se amplía por todas las experiencias similares del pasado. Contiene tanto lo nuevo como lo viejo. De este modo, cuando vivencio una persona o un cuadro, mi experiencia contiene los aprendizajes que he acumulado de contactos pasados con pinturas o personas, tanto como el reciente impacto. Además, la experiencia del adulto maduro contiene hipótesis sobre las consecuencias. "Tengo ganas de tomar un tercer trago pero la experiencia pasada me indica que me arrepentiré mañana por la mañana". "No es agradable expresar mis sentimientos de rechazo hacia esta persona, pero mi experiencia pasada me enseñó que a largo plazo será favorable para una relación continuada como ésta". El pasado y el futuro están presentes en estos momentos y entran en el proceso de valoración.

En las personas maduras (y he aquí otra similitud con el niño), el criterio del progreso de valoración es el grado en que determinado objeto de la experiencia realza al individuo. ¿Enriquece su yo, lo hace más completo y desarrollado? Esto puede parecer un criterio algo mezquino y asocial, pero está comprobado que no es así, puesto que las relaciones profundas y de colaboración con los demás se viven como realizadoras del yo.

También como el niño, la persona psicológicamente madura, confía y utiliza la sabiduría de su organismo, con la diferencia de que esta última lo hace conscientemente. Tiene presente que sí puede confiar en sí misma, sus sentimientos e intuiciones pueden resultar más sabios que su mente. Como persona total puede ser más sensible y precisa que como ser pensante. Por lo tanto, no teme decir: "Pienso que esta experiencia (o esta cosa o esta orientación) es buena. Más tarde sabré por que me hace sentir bien". Confia en la totalidad de su ser.

En todo lo expuesto se pone de manifestó que el proceso de valoración en el individuo maduro no es fácil ni simple, sino complejo; las elecciones son a veces conflictivas y difíciles y no existe garantía de que la elección preferida sea la más adecuada para la autorrealización. Pero como el individuo está abierto a cualquier prueba de la realidad y a sus propias experiencias, es posible corregir los errores. Si tal actitud no contribuye al enriquecimiento del yo, el individuo lo percibirá y hará una modificación o adaptación. Tiende a ampliar al máximo el proceso de realimentación y, como el compás giroscópico en el barco, puede corregir continuamente su curso hacia el verdadero objetivo de la realización personal.

Proposiciones-Síntesis sobre el proceso de "valoración"Dos proposiciones fundamentalesQuisiera precisar los conceptos anteriores formulando dos proposiciones

que contienen los elementos esenciales de este punto de vista. Aunque no se puedan probar empíricamente en su totalidad, estas proposiciones pueden comprobarse, hasta cierto grado, mediante métodos científicos. Quisiera además señalar que estas

Page 18: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

proposiciones están formuladas de manera categórica sólo con el fin de ser más claro, pero en realidad las adelanto como hipótesis tentativas.

I. El proceso de valoración organizado del ser humano tiene uña base organísmica.

Nuestra hipótesis es que tanto el ser humano como el mundo animado comparten esta base. Es parte del proceso vital de cualquier organismo sano. Es la capacidad para recibir realimentación desde el exterior que permite el organismo adaptar continuamente su conducta y reacciones para lograr su autoenriquecimiento.

II. Este proceso de valoración sólo contri huirá a la autorrealización si el individuo está abierto a sus vivencias más íntimas y personales.

Hasta ahora he dado dos ejemplos de individuos que están cerca de sus propias experiencias: el niño pequeño que aún no ha aprendido a negar en su conciencia sus procesos íntimos y la persona psicológicamente madura que ha reaprendido las ventajas de este estado de receptividad. .

Esta segunda proposición tiene un corolario que. podríamos enunciar de la siguiente manera: un modo de estimular la aceptación de los propios sentimientos y experiencias es a través de una relación donde el individuo es apreciado como persona independiente, donde el otro comprende empáticamente y valora su mundo interior, donde el individuo tiene libertad de experimentar sus propios sentimientos y los de los demás sin sentirse amenazado por ello.

Obviamente este corolario surgió de la experiencia terapéutica. Es un breve enunciado de las cualidades esenciales de toda relación que promueve el desarrollo. Hay ya algunos estudios empiricos que comprueban este enunciado; uno de ellos es el de Barrett-Lennard (1962).

Dos proposiciones sobre los resultados del proceso de valoraciónHe llegado ahora al nudo de toda la teoría de los valores o de la valoración.

¿Cuáles con sus consecuencias? Quisiera introducirme en este nuevo terreno simplemente enunciado dos proposiciones sobre las cualidades de la conducta emergente de este proceso de valoración. Luego presentaré algunas pruebas tomadas de mi propia experiencia como terapeuta en apoyo de estas proposiciones.

III. Los valores de las personas que tienden a una mayor apertura hacia sus experiencias tienen una base orgánismica común.

IV. Esta orientación común tiende a desarrollar al individuo y a los miembros de su comunidad y contribuye a la supervivencia y evolución de la especie.

Un hecho muy notable de mi experiencia en terapia es que cuando los individuos son valorados, cuando existe mayor libertad para sentir y ser, surgen determinados valores. Esta orientación no es caótica sino que tiene una sorprendente coherencia que no depende de la personalidad del terapeuta, puesto que he observado las misma tendencias en clientes de terapeutas muy diferentes un cuento a personalidad. Esta coherencia no parece provenir de las influencias de la cultura, pues las mismas orientaciones han surgido en culturas tan diferentes como las de Estados Unidos, Holanda, Francia y Japón. Me agrada pensar que esta coherencia en las orientaciones se debe a que todos pertenecemos a la misma especie -que así como los niños, individualmente tienden a elegir una dieta similar a la de los otros niños, un cliente en terapia tiende, individualmente, a elegir valores similares a los elegidos por otros clientes. Como especie, debe haber ciertos elementos de la experiencia que promueven el desarrollo interior y que serán elegidos si todos los individuos fueran auténticamente libres para elegir.

Page 19: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

Quisiera indicarles algunas de estas orientaciones de valores tal como las observé en mis clientes que progresan hacia el desarrollo y la madurez personales.

Tienden a rechazar las mascaras. Son consideradas negativas las actitudes defensivas, el mostrar una careta. Evaden el "deben ser". El sentimiento compulsivo de "debo hacer esto" o "ser así para ..." es considerado negativo. El cliente no trata de ser como debiera ser sin importarle quién haya impuesto este imperativo. Tratan de no actuar en función de las expectativas de los otros. Consideran negativo complacer a los demás como un fin en sí mismo. La autenticidad es un valor positivo. Los clientes tratan de ser ellos mismos, ser sus sentimientos más auténticos, ser lo que son. Este objetivo está profundamente arraigado.Los clientes consideran positivo dirigir sus propias vidas. Adquieren confianza y orgullo en hacer sus propias elecciones, en orientar sus propias conductas. Comienzan a valorar su sí mismo, sus propios sentimientos. Al principio se ven con lástima y desesperación, luego comienzan a valorarse y a valorar sus reacciones. Estar en proceso es positivamente valorado. Desde la posición inicial de deseo de un objetivo estático, el cliente llega a preferir la emoción de desarrollar las potencialidades con las que nació.Quizá lo más importante sea que el cliente comienza a valorar la receptividad hacia todas sus experiencias internas y externas. Ser abierto y sensible a sus reacciones y sentimientos propios internos, a las reacciones y sentimientos de los demás y a las realidades del mundo objetivo, ésta es la dirección que prefiere claramente. Esta apertura se convierte en el recurso más valorizado del cliente. Se trata de desarrollar sensibilidad y aceptación de los demás. El cliente llega a apreciar a los demás por lo que son, así como llegó a valorarse por lo que realmente es. Finalmente, las relaciones profundas son positivamente valoradas. Constituye una necesidad profunda de todo individuo alcanzar una relación estrecha, íntima, auténtica y completamente comunicativa con otra persona y esto es altamente valorado.Estas son algunas de las orientaciones que he observado en sujetos que tienden a alcanzar su madurez personal. Aunque estoy seguro de que la lista presentada es inadecuada y quizá poco precisa, en mi opinión sugiere ventajosas posibilidades. Quisiera explicar la razón.Para mí es muy significativo que cuando los individuos son apreciados como

personas, los valores que eligen no corresponden a toda la gama de posibilidades. En el clima de libertad, no he encontrado ni una persona que valore el fraude, el asesinato y el robo. En cambio, parece haber algo común en todos ellos. Me arriesgo a creer que cuando el ser humano es internamente libre de elegir sus valores tiende a valorar aquellos objetos, experiencias y objetivos que contribuyen a la supervivencia, crecimiento, y desarrollo de si mismo y de los demás. Apoyo la hipótesis de que es típico del organismo humano preferir los objetivos de enriquecimiento personal y social cuando vive en un clima que favorece su evolución.

Como corolario de lo anteriormente expuesto, diré que en cualquier cultura, dado un clima de libertad donde el hombre sea valorado como persona, todo individuo maduro tenderá a elegir y preferir los mismos valores. Esta es una hipótesis muy importante que puede comprobarse. Significa que aunque el individuo maduro no tenga un sistema coherente o ni siquiera estable de valores concebidos, el proceso de valoración que desarrolle se orientará en direcciones constantes a través de todas las culturas y de todas

Page 20: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

las épocas.Otra de las consecuencias que observé es que los individuos cuyo proceso

de valoración es fluido, que siguen las direcciones que he mencionado, harán una contribución positiva al continuo proceso de la evolución humana. Si la especie humana sobrevive en este planeta será porque el ser humano desarrolló la capacidad de adaptarse a nuevos problemas y situaciones, de seleccionar los elementos útiles para la supervivencia y desarrollo de entre las nuevas y complejas situaciones de hacer una apreciación adecuada de la realidad en el momento preciso. La persona psicológicamente madura, tal como la he descrito, tiene la capacidad de valorar aquellas experiencias que favorecerá la supervivencia y desarrollo de la raza humana. Será un participante activo en el proceso de guiar la evolución del hombre.

Por último, parece que hemos vuelto al problema de la universalidad de los valores, pero por un camino totalmente diferente. En vez de valores universales "externos", o un sistema universal de valores impuesto por algún grupo -filósofos, gobernantes o sacerdotes-tenemos la posibilidad de orientaciones universales de valores que emergen de las experiencias del organismo humano. La terapia nos demuestra que tanto los valores personales como sociales surgen naturalmente de la experiencia personal cuando el individuo está cerca de su proceso de valoración organismico. Sugiero, entonces, que como el hombre moderno ya no confía en que la religión, la ciencia o la filosofía así como ningún otro cuerpo de creencias le darán valores, puede encontrar una base de valoración organismico dentro de sí mismo que, cuando entra en contacto con ella probará ser un enfoque organizado, adaptativo y social frente a los conflictivos problemas de valores que todos enfrentamos.

Resumen FinalHe tratado de presentar algunas observaciones provenientes de mi experiencia en

psicoterapia, que está relacionadas con la búsqueda del nombre contemporáneo de una base satisfactoria para su enfoque de los valores.

He descrito cómo entra el niño directamente en contacto de evaluación con su mundo, apreciando o rechazando sus experiencias de acuerdo con su utilidad para su realización personal, utilizando toda la sabiduría de su pequeño pero complejo organismo.

He dicho que el hombre parece perder esta capacidad de evaluar directamente y llega a comportarse en función de aquellos valores que le depararán aprobación, afecto o estima social. Compramos amor renunciando a nuestro proceso de valoración. Como ahora el centro de nuestras vidas reposa en los demás, somos temerosos e inseguros y debemos aferramos rígidamente a los valores que hemos introyectado.

Pero si la vida o la terapia proporcionan condiciones favorables para continuar nuestro crecimiento psicológico, haremos un desarrollo en forma de espiral hacia valores que participan de la fluidez y orientación del niño pero van más allá en cuanto a riqueza. En nuestro intercambio con las experiencias, el lugar de la evaluación o fuente vuelve a nosotros; preferimos las experiencias que a largo plazo nos enriquecen; utilizamos toda la amplitud de nuestro aprendizaje cognitivo así como también confiamos en la sabiduría de nuestro organismo.

He señalado que estas observaciones nos llevan a ciertas conclusiones básicas. El hombre tiene una base organísmica para el proceso de valoración. Si mantiene un contacto permanente con este proceso inherente a sí mismo, sus conductas tenderán a enriquecerlo. Además, conocemos algunas de las condiciones que le posibilitan este contacto directo con sus propias experiencias.

Page 21: CARL ROGERS EL HOMBRE; SER EN RELACION

En terapia, esta receptividad frente a la experiencia posibilita la emergencia de valores comunes a todos los individuos y quizás a todas las culturas. Dicho en términos más convencionales, los individuos que están en contacto con sus experiencias llegan a valorar elementos como la sinceridad, la independencia, la autodirección, el autoconocimiento, la respuesta social, la responsabilidad social y las relaciones interpersonales afectuosas.

He llegado a la conclusión de que cuando los individuos están en camino de la madurez psicológica, o mejor dicho, cuando comienzan a abrirse a sus propias experiencias, surge una nueva clase de valores universales. Esta base de valoración parece contribuir al enriquecimiento del individuo y del prójimo y favorece un proceso de evolución positiva.